054 - Barranquero Comunic. Alternativa
054 - Barranquero Comunic. Alternativa
054 - Barranquero Comunic. Alternativa
Alejandro Barranquero
[email protected]
[email protected]
2. De su contexto histórico
Pese a que los inicios de la comunicación alternativa y comunitaria se pierden
en la noche de los tiempos2, las primeras categorías de análisis, modelos y
1
A la hora de nombrar la sub-disciplina emplearemos indistintamente los diversos calificativos
con los que normalmente se alude al sector, si bien en primera instancia adoptamos la
denominación de la principal organización mundial de investigación en comunicación, la
International Association for Media and Communication Research-IAMCR/AIERI: community
communication.
2
Resulta complejo delimitar el arranque cronológico de estas experiencias, dado que este se
podría situar tanto en las representaciones alternativas de los pueblos indígenas
latinoamericanos antes y después de la colonización española (Beltrán et al., 2008) como en
las distintas expresiones al margen del sistema político y religioso dominante que emergen con
la invención de la Imprenta y la multiplicación de las posibilidades técnicas de reproducción y
difusión masivas de la cultura (Cadavid, 2007). No obstante, algunos teóricos sitúan sus
precedentes más inmediatos en Latinoamérica, concretamente en dos proyectos sin conexión
entre sí y con objetivos y alcances muy diferentes: las emisoras sindicales mineras en Bolivia y
el proyecto nacional de radio-escuela Sutatenza-ACPO en Colombia (Beltrán, 1993; Gumucio-
Dagron, 2001; Peppino, 1999).
3
En el fervor revolucionario posterior a la Revolución del 68, Europa asiste al nacimiento de un
fenómeno singular que contribuirá a transformar radicalmente el modo de concebir la
comunicación: las primeras radios libres en países como Italia y Francia. El movimiento estuvo
liderado por organizaciones sin ánimo de lucro, no tan vinculadas a organizaciones políticas y
sindicales clásicas como a (nuevos) movimientos sociales con “valores políticos post-
materialistas” –en terminología de Inglehart (1977)-: ecologismo, feminismo, pacifismo,
juventud, indigenismo, derechos culturales, etc., y con un ideario participativo y emancipador
similar al de las primeras experiencias latinoamericanas. Con precedentes como las míticas
Radio Caroline en Reino Unido o Radio Sicilia Libera, Radio Milano International, Radio
Bologna, Radio Alice y Radio Popolare en Italia, las emisoras libres o “piratas” tuvieron una
réplica destacable en algunos proyectos pioneros de los primeros años de Transición española
a la democracia (finales de los 70 y especialmente durante los 80) como Radio Maduixa u
Onda Lliure en Cataluña o Radio Paraíso, Osina Irratia y Satorra Irratia en el País Vasco.
4
El auge de la comunicación alternativa durante los años 60 y 70 en Latinoamérica es fruto de
la convulsa coyuntura histórica que afronta el continente desde mediados de siglo XX, marcada
por la relación dialéctica entre la dependencia (económica, política y cultural) y las luchas
sociales por la emancipación. De hecho, en ninguna parte del mundo se tiene constancia de
una efervescencia similar de proyectos comunicativos populares orientados a mejorar el
bienestar de las sociedades en un contexto adverso para el desarrollo (Barranquero, 2009).
3. De su estatuto epistemológico
Si realizamos una revisión expedita de los textos académicos más recientes
comprobaremos con facilidad que los medios alternativos constituyen un objeto
de estudio complejo y problemático en comparación con otras subdisciplinas
del ámbito comunicacional con un estatuto epistemológico más definido -
comunicación política, opinión pública, new media, relaciones públicas,
marketing, etc.- y en relación con los medios dominantes del binomio
público/institucional y privado/comercial, puesto que sus “expresiones se han
caracterizado históricamente por su carácter inconstante, difuso y en ocasiones
efímero: si se los mira con el mismo foco de análisis que a los medios
tradicionales no se podrá decir mucho de ellos y su influencia será denostada”
(Sáez Baeza, 2009).
Buen ejemplo de esto es el Alternative Media Global Project
(www.ourmedianetwork.org/wiki), una proyecto de wiki colaborativo que
pretende convertirse en la más ambiciosa base de datos en medios
comunitarios y que recoge casi cincuenta denominaciones distintas para el
5
Grosso modo, se puede señalar que a lo largo de sus cincuenta primeros años, la
investigación en comunicación alternativa ha tenido desarrollos muy significativos tanto en los
centros “hegemónicos” de producción del conocimiento comunicacional en lengua inglesa –
especialmente en EE.UU., Canadá o Reino Unido (Aronson, Atton, Berrigan, Carpentier,
Couldry, Coyer, Curran, Downing, Hadl, Hamilton, Hintz, Howley, Jankowski, Kidd, Langlois y
Dubois, Lovink, Raboy, Rennie, Stoney)- como en Latinoamérica, donde las tradiciones
clásicas de investigación en comunicación popular y para el desarrollo de los años 60 y 70
(Beltrán, Beltrão, Díaz Bordenave, Kaplún, Marqués de Melo, Mattelart, Pasquali, Prieto) dieron
paso a unas décadas de los 80 y 90 muy ricas en debates y conceptualización (Capriles,
Graziano, Madriz, Martín Barbero, Portales, Prieto, Reyes Matta, Roncagliolo, Simpson) de las
que hoy toman el testigo autores con proyección internacional (Gumucio-Dagron, Riaño,
Rodríguez).
4. De su difícil definición
Otro de los grandes dilemas que afronta este objeto de estudio es
precisamente el hecho de la definición misma de lo alternativo, puesto que esta
etiqueta de uso común sigue siendo empleada con significados muy distintos y
en muchas ocasiones incluso opuestos6. Ligadas al convulso contexto
sociopolítico de los años 60 y 70, las primeras aproximaciones conceptuales
entendieron la comunicación alternativa en negativo, desde la oposición, es
decir, como aquello que esta no era, sin intentar abordar lo que estas formas
de expresión constituían en esencia. Comunicación alternativa era pues todo lo
opuesto a la dominante o hegemónica de los medios convencionales y la raíz
del concepto “alter” se interpretó como “otro” en dos sentidos: diferente a lo
convencional o adicional a este; o lo que es lo mismo, los medios alternativos
eran aquellos que ofrecían un discurso opuesto o suplementario al de los
medios masivos, en su mayoría privados y monopólicos, y reproductores, en lo
esencial, de los intereses de unas elites políticas y económicas dominantes. En
este esquema la comunicación alternativa constituía exactamente lo opuesto,
es decir, una plataforma para difundir mensajes contrahegemónicos y
comprometidos con las luchas sociales o con la necesidad de expresión de
grupos generalmente silenciados –o escasamente representados- en los
medios convencionales -poblaciones rurales, clase obrera, jóvenes, mujeres,
indígenas, etc.-. En consecuencia, lo alternativo se cifró exclusivamente en el
ámbito de los contenidos y las escalas (micro) y el debate se estancó en
posiciones en exceso simplistas –lo alternativo como sinónimo de
incorruptibilidad o de contenidos completamente al margen de la cultura
masiva- y periféricas –lo alternativo como medios pequeños en los contornos
del sistema-, sin comprender que la cultura alternativa constituye un universo
multiforme y complejo, susceptible de ser pensado y ejercido desde los más
diversos canales, frentes o modos de acción.
A partir de la década de los 80 del siglo pasado, y en buena parte
influido por el cambio de perspectiva que promovieron los Cultural Studies, el
debate en torno a la noción adquirió una complejidad imprevista y comenzó a
escapar de las disyuntivas en las que permanecía atrapado desde la
investigación “dualista” e “ideologista” primera (Martín Barbero, 2001: 205,
221). Entre los principales avances se certificó que lo alternativo no es
exclusivamente una cuestión de mensajes y que no tiene que ver con escalas
(micro o macro medios) sino con objetivos distintos (transformadores frente a
los conservadores de los medios masivos), modos de relación con las
audiencias (al promover el acceso y la participación de las mismas y, con ello,
la inversión política del signo dominante), maneras de organización y
concepción del trabajo comunicacional (horizontales, dialógicas, asamblearias),
o modos de financiación (privados, pero también públicos, autogestionarios y
de proximidad local).
Por otra parte, desde la concepción de la cultura como “hegemonía”
(Gramsci, 1982) o como “mediaciones”, “se abre camino una percepción nueva
de lo popular en cuanto trama, entrelazamiento de sumisiones y resistencias,
6
Piénsese por ejemplo en el reciente fenómeno de la corriente conservadora del Tea Party en
EE.UU., que en sus estrategias comunicativas se autodefine como un movimiento socio-político
alternativo frente a la legislatura demócrata de Barack Obama.
BIBLIOGRAFÍA
BELTRÁN, Luis Ramiro et al. (2008) (Ed.): La comunicación antes de Colón. Tipos y
formas en Mesoamérica y los Andes. La Paz: CIBEC.
(2008): “Social movement theories and alternative media: An evaluation and critique”.
Communication, culture & critique. Vol. 1. Nº 1. March. pp. 40-50.
INGLEHART, Ronald (1977): The silent revolution: Changing values and political styles
among Western publics. Princeton: Princeton University Press.
KIDD, Dorothy (1999): “The value of alternative media”. A Journal of Social Justice.
Vol. 11. Nº 1. pp. 113-119.
LEWIN, Kurt (1951): Field theory in social science. New York: Harper & Row.
RENNIE, Ellie (2006): Community media: A global introduction. Rowman & Littlefield,
Lanham.