04 Miercoles de La Octava de Pascua LC 24, 13-35 Los Discípulos de Emaús He 3,1-10

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Miércoles de la Octava de Pascua.

Año Impar Ciclo B (Hec 3, 1-10; Lc 24, 13-35)

INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: HÁBLAME DE TÍ Y QUÉDATE CONMIGO”
 «Camino a Emaús. Aquel mismo día de la resurrección»

 «Jesús dijo a los dos discipulos: ¿Qué conversación es la que lleváis


por el camino? - Eres tú el único en Jerusalén que no sabe lo que ha
pasado».
 «Al llegar a la aldea adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir
adelante. Y ellos le insistieron: -Quédate con nosotros, porque es tarde
y está anocheciendo. Y entró para quedarse con ellos».
 «Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se los
dio. Entonces lo reconocieron… Es verdad, el Señor ha resucitado».

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Mt 25, 34

Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde
la creación del mundo. Aleluya.

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa del Miércoles de la Octava: Miércoles de la Octava de Pascua. 07 de Abril 2021


• La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.
✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

• Jesús, Tú conoces mi vida, sabes mejor que yo de mis debilidades; ayúdame a


perseverar en el camino hacia la santidad y que este momento de intimidad contigo, me
renueve el amor que siento por ti.
• Señor Jesús, Tú eres mi compañero de camino. A donde voy, siempre estás tú a mi
lado. Estás presente en mi vida y me alimentas con tu Palabra y con tu Eucaristía.
Ayúdame a confiar siempre en ti y en este momento de oración, ayúdame a ponerme en
tu presencia para acoger con reverencia tu Palabra.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

Caminando con el Señor. (Hch 3,1-10; Lc 24,13-35)


A nosotros nos puede pasar como a los discípulos de Emaús: que en el camino de
nuestra vida estemos como peregrinos desalentados y sin ilusión.
Sin ser conscientes de la presencia de Dios, viajamos, conversamos con extraños o con
amigos, comemos, somos indiferentes, tenemos poca esperanza. Pero, cuestionados
por las palabras y la presencia del Señor Resucitado, seguimos caminando con él como
con nuestro hermano y Señor, le reconocemos en los hermanos y, de modo particular,
“al partir el pan” en nuestras asambleas eucarísticas, y así llegamos a ser un pueblo de
esperanza. Le reconocemos también al partir y repartir el pan con los hermanos, cuando
compartimos los unos con los otros todo lo que tenemos. Y si lo hacemos así, la gente
seguramente reconocerá también a Jesús en nosotros. Como el cojo de la Primera
Lectura, nos paramos y ponemos de pie, brincamos con alegría y con esperanza.
También damos gozosa alabanza a Dios de palabra y de obra.

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Quiero reconocer en tu presencia buen Jesús, que soy pecador. Soy consciente de mis
faltas y pecados, de mi falta de amor. Pero sé también de tu misericordia infinita. Sé
que has venido a salvar y no a condenar. Ayúdame a acogerme a tu perdón y dejarme
sanar por tu abrazo misericordioso.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias. Señor Dios, rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único,
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica. Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque
solo Tú eres Santo, solo Tú Señor, solo Tú Altísimo, Jesucristo. Con el Espíritu Santo, en
la gloria de Dios Padre.

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:

• Oh, Dios, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del
Señor, concédenos propicio llegar a la alegría eterna mediante las fiestas que
celebramos en el tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo.
• Oh Dios y Padre nuestro: Tú eres un Dios no de muertos, ni tampoco de personas
paralizadas por sus temores y limitaciones, sino que eres el Dios de vivos. Resucítanos y
haznos marchar animosos, con alegría y esperanza como nuevos discípulos de Emaús,
compañeros de camino de aquel a quien resucitaste de entre los muertos, Jesucristo,
nuestro Señor Resucitado, que vive y reina por los siglos de los siglos.
• Señor Dios nuestro: Tu Hijo está en medio de nosotros, pero su rostro se nos oculta.
Ayúdanos a reconocerle en nuestros hermanos, compañeros de camino: En el hombre
que carece de alimento y de empleo, en la mujer que ha sido abandonada, en el niño
que mendiga en la esquina de la calle o en el cruce de semáforos… Danos un corazón
bueno y generoso, para que no pasemos de largo ante ellos con ojos obnubilados, ya
que ese hombre o ese niño o esa mujer representan vivamente para nosotros a tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 3, 1-10

Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda.


3,1 En aquellos días, Pedro y Juan subían al templo a la hora de la oración, hacia las tres
de la tarde.
2 Había allí un hombre paralítico de nacimiento, a quien todos los días llevaban y
colocaban junto a la puerta Hermosa del templo para pedir limosna a los que entraban.
3 Al ver que Pedro y Juan iban a entrar en el templo, les pidió limosna.
4 Pedro y Juan lo miraron fijamente y le dijeron: - Míranos.
5 Él los miró esperando recibir algo de ellos.
6 Pedro le dijo: - No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de
Jesucristo Nazareno, echa a andar.
7 Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó. En el acto sus pies y sus tobillos se
fortalecieron,
8 se puso en pie de un salto y comenzó a andar. Luego entró con ellos en el templo por
su propio pie, saltando y alabando a Dios.
9 Todo el pueblo lo vio andar y alabar a Dios.
10 Al darse cuenta de que era el mismo que solía estar sentado junto a la puerta
Hermosa para pedir limosna, se llenaron de admiración y pasmo por lo que le había
sucedido.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
www.evangelizacion.org.mx

Meditatio
El tiempo de la Pascua nos regresa a la frescura de la vida evangélica vivida por la
primera comunidad, en donde lo sobrenatural era la cosa más natural, en donde los
milagros eran el medio para que el mundo creyera en la resurrección y se adhiriera a la
Iglesia.
Hoy en día la comunidad cristiana se asombra por una curación milagrosa, de que una
persona tenga visiones o revelaciones de Dios; cuando esto, para una persona que vive
en el Espíritu, puede ser la cosa más natural. Esto no quiere decir que todas las visiones
y milagros que la gente dice tener o que realiza tengan como fuente a Dios, sin
embargo, no debería de extrañarnos que cosas como estas sucedan, ya que en medio
del mundo incrédulo en el que vivimos Dios continúa mostrando con poder.
Jesús había dicho a sus apóstoles: "Ustedes harán cosas más grandes que las que yo
hice". Los signos y prodigios que Dios sigue realizando entre nosotros tienen como
objetivo manifestarle al mundo que su Palabra es actual y verdadera, que Él continúa
actuando en todos aquellos que se ofrecen a ser sus mensajeros, y tú puedes ser uno de
ellos.
Oratio
Señor, te agradezco la oportunidad que me has dado de ser testigo de tu gran amor.
Gracias, porque cuando yo estoy pidiendo limosna de bendiciones, de compañía, de
amor, Tú me respondes de una manera asombrosa y mucho mayor de lo que pudiera
pedir o pensar. Amén.
Actio
Este día buscaré a alguien necesitado y en el nombre de Jesús le daré algo que esté en
mis manos ofrecerle.
www.santaclaradeestella.es

• Pedro continúa la práctica liberadora de Jesús, no sólo con el anuncio, sino también
con las obras milagrosas. Éstas manifiestan que ha llegado la salvación al mundo. Este
milagro dará ocasión a un nuevo discurso de explicación y de anuncio. También Pedro,
gracias al nombre de Jesús, aparece «acreditado por Dios mediante milagros, prodigios
y signos» y, en consecuencia, autorizado a anunciar la novedad cristiana.
El relato es vivaz: el templo figura aún en el centro de la piedad de la primera
comunidad cristiana, que todavía no ha roto con las costumbres judías. Pedro, ante una
de las puertas más famosas del edificio, encuentra a un mendigo paralítico de
nacimiento y, como no tiene «ni oro ni plata», le ordena que se levante y camine: «En
nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar». Lo que sigue es un relato «de
resurrección»: el paralítico entra finalmente en el templo -del que le había excluido su
enfermedad- «saltando y alabando a Dios». Es un hombre «reconstruido» física y
espiritualmente el que Pedro restituye a la vida. La resonancia que tuvo esta curación
fue enorme: la gente, llena «de admiración y pasmo», acudió en gran cantidad junto al
pórtico de Salomón, donde Jesús discutía con los judíos y donde se reunían los cristianos
de Jerusalén para escuchar las enseñanzas de los apóstoles (Hch 5,12). Aquí se dispone
Pedro a dar la explicación del acontecimiento.
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Las tres de la tarde, cerca de la «Puerta Hermosa». Pedro y Juan suben al templo para
la oración. Un enfermo se les acerca y les pide ayuda. Ellos le dicen: «En nombre de
Jesucristo Nazareno, echa a andar». Un nombre: es todo lo que tienen para ofrecer.
Pero el pensamiento antiguo daba una enorme importancia al conocimiento del nombre,
pues éste definía al ser y su función (cf. Gti 2.20).
Conocer el nombre equivalía a poseer el ser, y es un nombre realmente prestigioso el
que los apóstoles revelan al tullido: el nombre del Ungido del Señor, de quien el profeta
Isaías había cantado la siguiente alabanza: «El Señor me ha ungido; me ha enviado a
llevar un gozoso mensaje a los humillados y a curar a quienes tienen el corazón roto»
(Is 67,1). Cristo es también Siervo...
El salmo 104 repite sinfín las maravillas de Dios.
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1. "Lo que tengo, eso te doy..."


1.1 Los Hechos de los Apóstoles, si bien lo pensamos, son los hechos de Cristo
Resucitado. Porque los únicos "hechos" que salían del corazón asustado de esos pobres
hombres eran: esconderse, callarse, llorar de miedo, huir. Por contraste, los "hechos"
que les vemos realizar en los textos que oímos en Pascua son en todo maravillosos. He
aquí hombres valientes, llenos de luz, de pureza, de desinterés, de gallardía, de vida
interior, de generosidad. ¿Qué ha sucedido? Lo que también puede suceder en nosotros:
llevan a Cristo Vivo en su corazón.
1.2 Por eso puede decir el apóstol Pedro: "lo que tengo, eso te doy". Es que tiene vida
adentro, tiene a Cristo adentro, tiene fuerza capaz de levantar a uno y muchos
paralíticos, a uno y muchos muertos.
1.3 Descubramos la diferencia entre lo que aquel paralítico pidió y lo que recibió. Pedía
una limosna que podía aliviar su necesidad de un día; recibió curación para el resto de
sus días. Este hombre tenía que quedarse siempre "a la puerta" del templo; la curación,
en maravillosa alegoría, le permite "entrar" al templo y proclamar como los demás y
junto con los demás las glorias de Dios. Este paralítico, en fin, era "llevado por otros";
ahora, ya curado, "lleva a otros" a que se encuentren con la noticia fantástica del amor
divino hecho presente y real entre los hombres.
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La curación de un enfermo por Pedro y Juan demuestra cómo, con la Resurrección y


Pentecostés, han comenzado los tiempos nuevos; porque los enfermos considerados
impuros por la ley, no podían entrar al templo. Ahora este enfermo entra dando gracias.

✞ ✞ ✞ Salmo

Sal 104,1-2.3-4.6-7.8-9
R/. Que se alegren los que buscan al Señor.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas.
R/. Que se alegren los que buscan al Señor.
Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor
y a su poder, buscad continuamente su rostro.
R/. Que se alegren los que buscan al Señor.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él
gobierna toda la tierra.
R/. Que se alegren los que buscan al Señor.
Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la
alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.
R/. Que se alegren los que buscan al Señor.

✞ ✞ ✞ Secuencia (Opcional)

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.


Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva
alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la Vida, triunfante se
levanta.
« ¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba
abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi
esperanza!
Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no
manda.
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.

✞ ✞ ✞ Aleluya

Sal 117, 24
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Éste es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

✞ ✞ ✞ Lectura del Santo Evangelio según: Lucas 24,13-35

Lo reconocieron al partir el pan.


24,13 Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que
dista de Jerusalén unos once kilómetros.
14 Iban hablando de todos estos sucesos.
15 Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a
caminar con ellos.
16 Pero sus ojos estaban ofuscados y no eran capaces de reconocerlo.
17 Él les dijo: - ¿Qué conversación es la que lleváis por el camino? Ellos se detuvieron
entristecidos,
18 y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: - ¿Eres tú el único en Jerusalén que no
sabe lo que ha pasado allí estos días?
19 Él les preguntó: - ¿Qué ha pasado? Ellos contestaron: - Lo de Jesús el Nazareno, que
fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo.
20 ¿No sabes que los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para
que lo condenaran a muerte y lo crucificaron?
21 Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Y sin embargo, ya hace
tres días que ocurrió esto.
22 Bien es verdad que algunas de nuestras mujeres nos han sobresaltado, porque
fueron temprano al sepulcro
23 y no encontraron su cuerpo. Hablaban incluso de que se les habían aparecido unos
ángeles que decían que está vivo.
24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo hallaron todo como las mujeres
decían, pero a él no lo vieron.
25 Entonces Jesús les dijo: - ¡Qué torpes sois para comprender y qué cerrados estáis
para creer lo que dijeron los profetas!
26 ¿No era preciso que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su gloria?
27 Y empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que decían
de él las Escrituras.
28 Al llegar a la aldea adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
29 Pero ellos le insistieron diciendo: - Quédate con nosotros, porque es tarde y está
anocheciendo. Y entró para quedarse con ellos.
30 Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo
dio.
31 Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su
lado.
32 Y se dijeron uno a otro: - ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el
camino y nos explicaba las Escrituras?
33 En aquel mismo instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde
encontraron reunidos a los Once y a todos los demás,
34 que les dijeron: - Es verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.
35 Y ellos contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

✞ ✞ ✞ “Que por el Evangelio sean perdonados nuestros pecados veniales”

Papa Francisco, Discurso 22-junio-2019


Tampoco los discípulos de Emaús querían que su "huésped misterioso" se fuera…
«Quédate con nosotros», decían, intentando convencerlo de que se quedara con ellos.
En otros episodios del Evangelio también aflora este mismo sentimiento. Recordemos,
por ejemplo, la transfiguración, cuando Pedro, Santiago y Juan querían hacer tiendas,
carpas, y quedarse en el monte. O cuando María Magdalena se encontró con el
Resucitado y quería retenerlo. Pero «su Cuerpo resucitado no es un tesoro para retener,
sino un Misterio para compartir» (Documento Final del Sínodo, 115). A Jesús lo
encontramos, sobre todo, en la comunidad y por los caminos del mundo. Cuanto más lo
llevemos a los demás, más lo sentiremos presente en nuestras vidas. Y estoy seguro de
que ustedes lo harán cuando vuelvan a sus lugares de origen. El texto de Emaús dice
que Jesús encendió un fuego en los corazones de los discípulos (cf. Lc 24, 32). Como
saben, el fuego, para que no se apague, tiene que expandirse, sino se convierte en
cenizas, tiene que propagarse. Por ello, ¡alimenten y propaguen el fuego de Cristo que
tienen en ustedes!
Profundicemos ayudados por el Papa Emérito Benedicto XVI:
«Los discípulos superaron la duda inicial y se abrieron al don de la fe; y es esta fe lo que
les permite entender las cosas escritas sobre Cristo “en la Ley de Moisés, en los Profetas
y en los Salmos”. Leemos, por cierto, que Jesús “abrió sus inteligencias para que
comprendieran las Escrituras y les dijo: “Así está escrito: que el Cristo debía padecer y
resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la
conversión para perdón de los pecados… Ustedes son testigos”. El Salvador nos asegura
su presencia real entre nosotros a través de la Palabra y la Eucaristía. Tal como los
discípulos de Emaús, que reconocieron a Jesús al partir el pan, así también nosotros
encontramos al Señor en la celebración eucarística. Explica, en este sentido, santo
Tomás de Aquino que “es necesario reconocer de acuerdo a la fe católica, que Cristo
todo está presente en este sacramento… por qué jamás la divinidad ha abandonado el
cuerpo que ha asumido”
Hablando y razonando
Cuando estudias el Evangelio, cuando hablas y razonas sobre toda la vida de Jesús,
Dios, Dios sale a tu encuentro y te acompaña; esto hace la gracia del don del Espíritu
Santo: te acompaña, te habla y primero te escucha; te escucha primero, para que te
desahogues, para que te tranquilices de tus pensamientos, y luego te los discierne,
tantas veces; leyendo la Palabra de Dios, el Evangelio, sucede esto, ¿verdad?
Lee más.
P. Jesús

1 Contexto. La palabra se ilumina.


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Emaús y regreso al camino del discipulado (24,13-35). Este bello relato, exclusivo
de este evangelio, destella con temas lucanos, esp., el camino, la fe como visión y la
hospitalidad.
• Mediante una comparación con el relato de la aparición de Jesús a los Once saltan a la
vista algunas diferencias: 1) los dos individuos no son dirigentes de la comunidad, sino
que representan a todos los seguidores de Jesús; 2) están turbados y no entienden por
qué está ausente Jesús; 3) al principio no reconocen a Jesús; 4) los apóstoles parece
que reconocen a Jesús, pero no creen a sus sentidos; 5) después de reconocerle, estos
dos hombres no dudan en creer; 6) una vez que lo han reconocido, Jesús desaparece.
Empezamos a encontrar puntos de semejanza con varios otros tipos o temas del NT.
Este sencillo y encantador relato ofrece numerosos paralelos con el encuentro del
diácono Felipe y el eunuco en el camino de Gaza (Act 8,26-40): 1) una ignorancia de las
Escrituras; 2) una explicación a partir de la Escritura en el sentido de que Jesús tenía
que sufrir; 3) un ruego de que se quede todavía; 4) desaparición repentina. El relato de
Emaús encaja en una serie en que Cristo se aparece en la persona de los predicadores
itinerantes: los setenta y dos misioneros (Le 10,8.16), Pablo (Gal 4,13; 2 Cor 5,20),
todos los necesitados (Mt 25,31-46). Finalmente, antes de que esta tradición llegara a
Lucas, ya había sido modificada por la liturgia eucarística; se atiene al orden de ésta:
una lectura y explicación de las Escrituras (vv. 25-27) y la fracción del pan (v. 30).
13. iban de camino: Los dos discípulos han abandonado el camino de Jesús, pues no
había cumplido sus expectativas (cf. v. 21). Su infidelidad está en contraste con la
fidelidad de las mujeres (23,49-24,12). El lector debe recordar el tema lucano del
camino que tan dominante es como imagen del discipulado en 9,51-19,27. Este relato
está lleno del vocabulario del camino (w. 15.17.28.29.32.33.35), y cuenta cómo Jesús
resucitado reconcilia a dos caminantes, que, una vez perdonados e iluminados, regresan
inmediatamente a Jerusalén.
• dos de ellos: Mc 16,12s se refiere a este episodio, aquel mismo día: Lucas da la
impresión de que todos los acontecimientos del cap. 24 sucedieron en el mismo día de
Pascua. Emaús: Se discute su localización. La tradición la sitúa en 'Amwás, en el camino
de Jerusalén a Jaffa, a unos 30 kilómetros de la primera, demasiado lejos para los
«sesenta estadios» (unos 11 kilómetros) que se mencionan aquí. Desde las Cruzadas
(1280), se ha señalado como emplazamiento de Emaús la aldea de el-Qubeibeh, lo que
supone una fecha inicial demasiado tardía para esta tradición, pero su distancia de unos
13 kilómetros al noroeste de Jerusalén responde mejor a los datos del relato bíblico (cf.
C. Kopp, Holy Places, 396-402).
16. pero sus ojos estaban ofuscados y no eran capaces de reconocerlo: A través
de todo su evangelio, Lucas ha jugado con el tema de la visión (9,45; 18,34;
23,8.35.47-49). Ahora lo articula en los w. 23-24.3 1.32.35, al contarnos cómo el Cristo
resucitado abre los ojos de sus discípulos para que contemplen su verdadero sentido en
el plan de Dios. Pero como el relato clarificará, los ojos de los discípulos se abren
totalmente sólo cuando éstos muestran hospitalidad hacia un desconocido.
18. uno de ellos, llamado Cleofás: Hegesipo, citado por Eusebio (HE 3.11, 1), lo
identificaba como hermano de José, padre nutricio de Jesús, y padre de Simeón, que
sucedió a Santiago como obispo de Jerusalén y dirigió el regreso de los cristianos a
Jerusalén después del año 70. Es posible que los nombres de estos individuos no
revistan especial importancia para la historia de la salvación, pero la tradición destaca el
hecho de que los «hermanos de Jesús», sus parientes próximos, no le rechazaron por
completo (Lc 4,38s; Mc 3,21; Act 1,14).
19. Jesús de Nazaret: Con ironía teológica, Lucas desarrolla su tema de la fe como
visión, puesto que lo que dicen los discípulos en este versículo es el credo cristiano (cf.
Hch 2,22-24; 10.38). La mera recitación de este credo no suscitará la visión de la fe.
19. un hombre, un profeta, poderoso en palabra y obra: Jesús había impresionado
a estos hombres a lo sumo como el profeta esperado (9,19); la frase siguiente se aplica
a Moisés (Act 7,22), al que también se llama redentor (Act 7, 35). La presencia del
término «hombre» indica que estos discípulos nunca pasaron a creer en la divinidad de
Jesús; se quedaron en su condición de Mesías.
20-21. lo entregaron: La ironía lucana se intensifica en cuanto que los hechos
narrados por los discípulos cumplen las profecías de Jesús en 9,22; 13,32-33; 18,31-33.
Recitar los hechos de la vida de Jesús y demostrar cómo éstos se conectan con sus
profecías, no abre los ojos de la fe.
20. Nuevamente declara Lucas la culpabilidad de los jefes judíos.
22-24. algunas de nuestras mujeres: Lucas, inexorablemente, conduce a casa su
irónico mensaje. La proclamación del evangelio pascual de las fieles mujeres discípulas
encuentra resistencia y no abre los ojos a la fe.
24. Alusión a Pedro y a Juan (v. 12; Jn 20,3-10).
25-27. empezando por Moisés: Lo que positivamente contribuye a la fe (cf. v. 32) es
la interpretación que Jesús hace de su vida como cumplimiento de todas las promesas
de Dios desde un extremo al otro de la Escritura. Dios ha exaltado a la gloria a su
profeta rechazado, al Hijo justo que ha sufrido inocentemente.
26. necesario: Este versículo repite el tema lucano de que «el Mesías tiene que sufrir»
(cf. comentario a 9,22).
Para entrar en su gloria: El uso de tiempo pasado en esta expresión presupone que
ya ha tenido lugar la ascensión.
27. Moisés... Profetas... Escrituras: En el v. 44 aparece aún más claro que se trata
de aludir así a toda la Biblia judía, que estaba dividida en tres secciones: la Tórah o Ley,
los Wbfim o Profetas y los Ketübim o Escritos. La forma griega de «todos los profetas»
implica que con Jesús tenían algo que ver todos y cada uno de los profetas.
29. quédate con nosotros: Lucas añade ahora los toques finales a su tema de la fe
como visión. Los discípulos que alojan al desconocido abrirán finalmente sus ojos. «Así,
el señorío de Jesús no llega a conocerse o a manifestarse en hechos de guerra ni
venganza, o mediante signos terribles y poderosos, sino que se alcanza mediante una
cruz y se expresa en una comida, es decir, en un acto de hospitalidad, paz, fraternidad y
sororidad» (R. H. Smith, Easter Gospels [- 195 supra] 122).
• Jesús no estaba fingiendo; se hubiera marchado realmente. Sin él habría sobrevenido
la oscuridad; esta alusión al momento del día hace también referencia a un contraste
favorito de Lucas, Juan y Pablo, entre la luz y las tinieblas (Le 22,53).
30. se reclinó con ellos... tomó el pan: Esta comida no debe interpretarse
inmediatamente como eucaristía, sino que debe relacionarse con el tema de la
comensalidad que Lucas ha desarrollado en todo su evangelio. Mediante este tema,
muestra la llegada del reino de Dios en la comida que Jesús comparte con la gente, esp.
con los marginados. Jesús, que en su última cena había dicho que no volvería a comer
con sus discípulos hasta la llegada del reino de Dios (22,16.18), comparte ahora la
comida con ellos, mostrando, por consiguiente, que el reino de Dios ya ha llegado.
Ahora sus compañeros de mesa no son los publicanos, sino sus propios discípulos que se
habían apartado de su camino; perdonados, son devueltos de nuevo al camino, que es
su camino. Pero todo esto les sucede porque han sido hospitalarios.
Tomó, bendijo, partió, dio: La terminología es claramente eucarística (cf. Le 9,16). No
es preciso sostener que Jesús consagró la eucaristía; sin embargo, las fórmulas
eucarísticas fueron incorporadas al relato al ser éste narrado repetidas veces en las
reuniones litúrgicas.
31. sus ojos se abrieron: Este verbo aparece sólo ocho veces en el NT; exceptuando
Mc 7,35 y Lc 2,23, se encuentra en Lc 24 o en Act, donde siempre alude a un
conocimiento más profundo de la revelación, desapareció: ¿Será esta frase una adición
litúrgica para expresar que la aparición milagrosa de Jesús ya no es necesaria cuando se
tiene su presencia en la eucaristía?
32. ardía nuestro corazón: Al preocuparse de ofrecer hospitalidad a un desconocido,
la tristeza, necedad y torpeza de corazón de los discípulos se transforman en alegría,
comprensión profunda y entusiasta entrega al camino de Jesús.
34. se ha aparecido a Simón: La oración de Jesús ha sido eficaz. Simón Pedro ha sido
también perdonado y está capacitado para fortalecer a sus hermanos cristianos en el
camino (cf. 22,31-34). Cf. Dillon, From Eye-Witnesses to Ministers of the Word → 55
supra) 69-155; R. J. Karris, Znt 41 (1987) 57-61; B. P. Robinson, NTS 30 (1984) 481-
97.
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• El episodio de la aparición de Jesús resucitado a los dos discípulos de Emaús presenta


el camino de fe de la vida cristiana basado en el doble fundamento de la Palabra de Dios
y de la eucaristía. Esta experiencia del Señor aparece descrita a lo largo de dos
momentos decisivos: a) el alejamiento de los discípulos de Jerusalén, es decir, de la
comunidad, de la fe en Jesús, para volver a su viejo mundo (vv. 13-29); b) la vuelta a
Jerusalén con la recuperación de la alegría y la fe por parte de la comunidad de los
discípulos (vv. 30-35). En el primer momento de desconcierto, Jesús, con el aspecto de
un viajante, se acerca a los discípulos desalentados y tristes, y conversando con ellos les
ayuda, por medio del recurso a la Escritura, a leer el plan de Dios y a recuperar la
esperanza perdida: «Y empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les
explicó lo que decían de él las Escrituras» (v. 27). Ahora que el corazón se les ha
calentado de nuevo, quieren llevarse con ellos al peregrino a la mesa y, mientras parte
el pan, reconocen al Señor: «Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron» (y.
31).
La catequesis de Lucas es muy clara: cuando una comunidad se muestra disponible a la
escucha de la Palabra de Dios, que está presente en las Escrituras, y pone la eucaristía
en el centro de su propia vida, llega gradualmente a la fe y hace la experiencia del Señor
resucitado.
La Palabra y la eucaristía constituyen la única gran mesa de la que se alimenta la Iglesia
en su peregrinación hacia la casa del Padre. Los discípulos de Emaús, a través de la
experiencia que tuvieron con Jesús, comprendieron que el Resucitado está allí donde se
encuentran reunidos los hermanos en torno a Simón Pedro.
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Ese día (que se convertirá en el día del Señor»: cf. Hch 1,10), dos de los discípulos que
se encontraban con los Once cuando las mujeres les llevaron el anuncio de la
resurrección, se encaminan hacia su aldea, Emaús, que dista «unos once kilómetros» de
Jerusalén. Las fiestas pascuales han terminado. La vida de Jesús, lamentablemente, ha
concluido. Ya no hay ningún motivo para seguir en la ciudad.
En el camino van conversando entre ellos, hablando sobre los últimos acontecimientos.
Un viajero se les une y se pone a caminar con ellos. Ninguno de los dos le reconoce: no
saben que es Jesús en persona (según Mc 16,12, su «aspecto» es diferente; cf. Jn
20,14s; 21,4). El desconocido les pregunta de qué iban hablando. Un poco sorprendidos,
y con el rostro entristecido, se detienen. Uno de los dos, que se llama Cleofás,
responde: ¿Eres el único forastero que no sabe lo que ha pasado en Jerusalén durante
los días de la Pascua? Jesús insiste: ¿Qué? Le explican que un profeta, Jesús de Nazaret,
ha sido condenado a muerte, crucificado. «Nosotros esperábamos que el fuera el
libertador de Israel». Dan otra vuelta de rosca al perfil de Jesús, «un profeta poderoso
en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblos», y en su esperanza de que fuera
el Mesías liberador de Israel se refleja una vez más una imagen positiva, aunque todavía
inadecuada, del Mesías de Dios», una imagen que el mismo Jesús contradijo en distintas
ocasiones, incluso en la vigilia de la pasión (19,11ss) y ante el sanedrín (22,66ss).
Como para excluir toda ilusión, ambos discípulos subrayan que «hace tres días» de la
muerte y cuentan, asimismo, la visita al sepulcro de algunas mujeres, pero concluyen
escépticamente: «A él no lo vieron». En este momento interviene el desconocido.
Esperanzas fallidas, tumba abierta y vacía, anuncio de los ángeles: la cave de todo este
enigma se encuentra en las Escrituras. Los dos discípulos, lentos para comprender, no
creen todavía «lo que dijeron los profetas». La Palabra de Dios que ellos anunciaron
enseña, en efecto, que era preciso que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su
gloria» (cf. 22,37; Hch 8,32ss). Jesús procede a partir de la afirmación general para
explicar en detalle lo que decían de él las Escrituras», inaugurando así la lectura
«cristiana de la Biblia hebrea a partir de los acontecimientos de su vida, muerte y
resurrección.
Cuando los dos peregrinos llegan a su aldea, el misterioso compañero acepta cenar con
ellos. Cuando está sentado a la mesa con ellos, repite los gestos de la cena pascual:
toma el pan, pronuncia la bendición, parte el pan y se lo da a los comensales. Solo
entonces «se les abrieron los ojos y lo reconocieron» (24,31). Pero Jesús desapareció de
su vista y, por fin, se dieron cuenta de lo que habían vivido: « ¿No ardía nuestro corazón
mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (24,32). Ahora
comprenden la intensa emoción que les suscitaba el discurso del desconocido viajero y
no pueden guardar para ellos una experiencia tan desconcertante.
Volviendo sobre sus pasos, llegan a Jerusalén, donde encuentran a los Once todavía
reunidos, junto con otros discípulos.
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Lucas 24:13-35. Un resumen


Este Evangelio fue escrito hacia finales del primer siglo. En ese tiempo, la mayoría de la
iglesia se componía de cristianos que no habían presenciado a Cristo en carne y hueso.
Esta historia les conecta a ellos (y a nosotros) con Cristo, que aún hoy es revelado a
través de la lectura y la interpretación de escritura (v. 27), y la Cena del Señor (vv. 30-
31). Discípulos que vinieron después no se encuentran en desventaja por no haber visto
a Jesús (Madsen, 66).
Esta historia se parece a la historia de la aparición de los ángeles a Abrahán y a Sara en
Mamre (Gen 18:1-15). En ambas historias, los anfitriones fallan en reconocer el
significado de sus huéspedes, pero aun así les ofrecen su hospitalidad. En ambas
historias, la hospitalidad les dirige a revelación – y a bendición.
“El Evangelio de Lucas organiza su relato de la resurrección en tres partes: la tumba,
Emaús, y los discípulos reunidos. Esta organización presta atención especial a la
simbólica geografía de Lucas. La primera historia establece a Jerusalén como un lugar de
incredulidad y como el lugar de la muerte (24:11). La historia de Emaús, entonces –
separándose de Jerusalén en agonía (24:17) – establece una palabra que, de nuevo, se
trae a Jerusalén (24:33, 35)… La tan esperada redención de Jerusalén (2:38)… viene,
sorprendentemente, de fuera de Jerusalén, al venir Jesús mismo de fuera de Jerusalén”
(Lathrop).
Esta historia incorpora un alto nivel de lenguaje litúrgico, incluyendo “tomando el pan,
bendijo, y partió, y dióles” (v. 30); “Ha resucitado el Señor verdaderamente” (v. 34); y
“al partir el pan” (v. 35). El Cristo resucitado es revelado al contar la historia, al
interpretar la escritura, y al partir el pan.
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Lucas 24:13-16. Dos de ellos iban a Emaús


“El mismo día” (v. 13). “El mismo día” se refiere al “primer día de la semana” en v. 1.
Ésta es la tarde de la Pascua – solo horas después de que Jesús resucitara de su
muerte.
“Dos de ellos iban el mismo día a una aldea que estaba de Jerusalén sesenta
estadios, llamada Emaús” (v. 13). “Dos de ellos” se refiere a “los once y todos los
demás” (v. 9). Cleofás nunca es mencionado en ninguna lista de apóstoles, entonces,
estos dos están entre “los demás” en vez de estar entre los once apóstoles. Bergant
sugiere que son marido y mujer, en parte, porque ambos ofrecen su hospitalidad como
lo harían un marido y su mujer (Bergant, 170).
Sabemos poco de Emaús, que estaba a 60 stadia (7 millas o 11 kilómetros – una stadia
es 607 pies o 184 metros), de Jerusalén. Todas las apariciones de la resurrección de
Jesús toman lugar cerca de Jerusalén.
La historia no nos dice porque los viajeros van a Emaús, aunque su hospitalidad con
Jesús – invitándole a quedarse con ellos – hace probable que Emaús sea su hogar.
Buechner dice, “Emaús es adónde vamos, adonde fueron estos, para tratar de olvidar a
Jesús y el gran fracaso de su vida” (de El Fracaso Magnifico, citado en Vawter y Carl,
34). El hogar proporciona ese tipo de refugio.
“Más los ojos de ellos estaban embargados (ekratounto – se mantenidos), para
que no le conociesen” (v. 16). El problema no es que la apariencia de Jesús haya
cambiado o que los discípulos de Emaús estén distraídos. El verbo es pasivo, indicando
que algo está actuando sobre estos dos discípulos. Dios les está previniendo de ver lo
que, de otra manera, sería obvio.
Lucas 24:17-24. ¿Eres tú sólo el que no sabe?
“Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofás, le dijo…” (v. 18). Ésta es la única
mención de Cleofás en el Nuevo Testamento. Este pasaje está lleno de ironía. Cleofás
presume que Jesús es “¿Tú sólo peregrino eres en Jerusalén, y no has sabido las cosas
que en ella han acontecido estos días?” (v. 18) cuando, el hecho es que, Jesús es la
única persona que verdaderamente comprende esos hechos. El mismo Cleofás es
ignorante.
Cleofás resume en finas palabras el Evangelio en estos versículos diciendo que:
• Jesús era “varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de
todo el pueblo” (v. 19). Esto es verdad, pero no toda la verdad. Jesús es un profeta, y
hablaba de sí mismo como tal en 4:24 y 13:33 – pero también es mucho más. Es un
profeta como Moisés. Hechos 7:22 (también escrito por Lucas) describe a Moisés como
“poderoso en sus dichos y hechos.” Deut. 34:12 dice que Moisés cumplió “grandes
señales… a ojos de todo Israel.” Ahora Cleofás describe a Jesús como “varón profeta,
poderoso en obra y en palabra” (v. 19).
• Los “entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros príncipes á
condenación de muerte, y le crucificaron” (v. 20). No se hace ninguna mención de
las autoridades romanas ni de las multitudes. Así, Lucas mantiene que los líderes judíos
son los responsables por la muerte de Jesús.
• “Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (v.
21). “Esperábamos.” Éstas son palabras tristes – esperado en el tiempo pasado –
esperanza convertida en desesperanza. Para estos discípulos, “la redención de Israel
significaba la liberación de Israel de sus enemigos, es decir, los romanos. Para Lucas, sin
embargo, Jesús sí redimió Israel y le trajo el reino de Dios. Pero fue a través de su
muerte que Jesús cumplió con esta redención y selló este nuevo convenio (Lucas
22:20)” (Stein, 611).
• “Hoy es el tercer día que esto ha acontecido” (v. 21). La ironía es que, aunque
cada día que ha pasado ha profundizado su agonía, los lectores de Lucas saben que
Jesús predijo su resurrección al tercer día (9:22; 13:32; 18:33; 24:7). La mención del
tercer día está llena de esperanza para los que saben cómo termina la historia.
• “Unas mujeres de los nuestros nos han espantado” al decirles que “habían
visto visión de ángeles, los cuales dijeron que él vive” (v. 23). Tannehill anota, “El
relato de las mujeres produjo sorpresa, pero no fe” (Tannehill, 354).
• “Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres
habían dicho; más a él no le vieron” (v. 24).
Debemos admirar estos dos discípulos de Emaús. Los líderes judíos mataron a Jesús, y
los discípulos se escondieron temiendo que ellos podían ser los próximos en ser
perseguidos. Se podría esperar que los discípulos de Emaús no abrieran la boca sobre su
relación con Jesús – excepto, quizá, en compañía de fieles amigos. Aquí, sin embargo,
hablan abiertamente de Jesús con una persona que creen ser un desconocido.
Lucas 24:25-27. Comenzando desde Moisés y los Profetas
“¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han
dicho!” (v. 25). Jesús regaña a los dos discípulos por no creer a los profetas (v. 25). Los
profetas “señalaron a ambos, el ministerio (de Jesús) (4:16-30) y su sufrimiento,
muerte, y resurrección (vv. 26-27, 44-47). Por esta razón, Lucas considera que las
Escrituras son suficiente para la generación de fe (16:31)” (Craddock, Interpretación,
286).
“¿No era necesario (griego: dei) que el Cristo padeciera estas cosas, y que
entrara en su gloria?” (v. 26). Esta pequeña palabra, dei, sugiere un imperativo divino
– algo mandado por Dios. Jesús implica que Dios mandó el sufrimiento del Mesías antes
de que entrara en su gloria. Mientras que esto no era evidente para los primeros
discípulos, los discípulos de Emaús han identificado a Jesús como un profeta,
recordándonos que los profetas eran perseguidos (6:23-26) y matados (11:47-49;
13:34) – las propias palabras de Jesús. Las maneras de Dios no son como las nuestras.
Dios escogió la locura de la cruz, porque “Porque lo loco de Dios es más sabio que los
hombres; y lo flaco de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Cor. 1:25). No nos debe
sorprender que Dios – que escogió al joven David y el pequeño ejército de Gideón y la
pequeña Israel – también escogiera una cruz.
“Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las
Escrituras lo que de él decían” (v. 27). Lucas no nos dice cuales escrituras Jesús usó
para revelarse. Algunas posibilidades incluyen Deut. 18:15; Salmo 2:7; 110:1; 118:21-
23; y Daniel 7:13-15.
Nos quedamos preguntando si Jesús explícitamente conectó el sufrimiento y muerte de
los profetas con su propio sufrimiento y muerte. Es verdad que los profetas sirvieron de
modelo para la crucifixión – y para el servicio humilde y de sacrificio que Dios espera de
nosotros.
La escritura es un vehículo poderoso para llegar a la revelación de Cristo. Cristianos son
guiados y refortalecidos por la escritura. Los que no son cristianos son persuadidos al
leer la Biblia. Gideón cuenta historias verídicas de gente cuyas vidas cambian después
de leer la Biblia. Le damos a la Biblia un lugar importante en nuestra veneración porque
puede testificar poderosamente de Cristo.
Lucas 24:28-32. Entonces sus ojos fueron abiertos
“Y llegaron a la aldea a donde iban” (v. 28). Esto suena como si los discípulos de
Emaús han llegado a su casa. Jesús se adelanta para dejarles. Costumbre requiere que
ellos le inviten a Jesús a cenar, y costumbre requiere que Jesús se niegue a no ser que
ellos insistan. Como se menciona arriba, esta historia nos recuerda a Abrahán en
Mamre, que entretuvo a ángeles sin saberlo (Gen 18:1-15).
“Estando sentado con ellos a la mesa, tomando el pan, bendijo, y partió, y
dióles” (v. 30). Éstas son casi las mismas palabras que Lucas usó para describir las
acciones de Jesús durante la Última Cena (22:19). Anote especialmente los cuatro
verbos: tomó, bendijo, partió, y dio. Jesús cumplió estas mismas acciones al alimentar a
los cinco mil (9:12-17). Normalmente, el anfitrión cumpliría estas acciones en una casa
y el celebrante las cumpliría en un servicio de veneración. Jesús, el huésped, se
convierte en ambos, el anfitrión y el celebrante en esta mesa.
“Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron” (v. 31). Antes, “los
ojos de ellos estaban embargados, para que no le conociesen” (v. 16). Ahora sus ojos
fueron abiertos. La exposición de las escrituras les preparó para reconocerle al partir el
pan. Fue Dios el que tapó sus ojos, y es Dios el que se los destapa. La unión de la mesa
“no es un error; es un tema principal de Lucas. Muchas de las apariciones de la
resurrección que Lucas describe están asociadas con la unión de la mesa (24:41-43;
Hechos 1:4; 10:41; también Jn 21:9-15)” (Bock, 385). En cuanto le reconocieron, Jesús
desapareció.
Culpepper dice que esta historia es un contrapunto a la parábola del hombre rico y de
Lázaro (16:19-31). En esa parábola, Lázaro estaba acostado fuera a la puerta del
hombre rico, pero el hombre rico ni lo reconoció ni compartió su pan con él. En la
muerte, sus situaciones se dan la vuelta, y el hombre rico le suplicó a Dios que mandara
a Lázaro con una gota de agua. La ironía es que por no haber ayudado a Lázaro, el
hombre rico se privó a si mismo de bendiciones. “Imagina por un momento. ¿Qué
hubiera descubierto el hombre rico si hubiera compartido su pan con Lázaro?”
(Culpepper, 482). En comparación, los discípulos de Emaús le demostraron hospitalidad
a Jesús, y son recompensados con una audiencia privada con el Señor resucitado. Nunca
sabemos qué bendiciones podemos recibir al dar hospitalidad o qué bendiciones
podemos perder al no hacerlo.
“Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las
Escrituras lo que de él decían” (v. 27). Jesús empieza revelándose por medio de las
escrituras (vv. 25-27). En pocos momentos, completará su revelación por medio de la
Eucaristía (vv. 30-31). Cristo todavía continúa revelándose a través de la Palabra y el
Sacramento.
“¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y
cuando nos abría las Escrituras?” (v. 32). En ese momento, estos dos discípulos no
comprendieron lo que estaba pasando, pero Jesús les estaba preparando para la
revelación que vendría con el partir del pan.
Lucas 24:33-35. Se levantaron y volvieron a Jerusalén
“Y levantándose en la misma hora, tornáronse á Jerusalén” (v. 33). Los discípulos
de Emaús se apresuran para compartir su historia con los discípulos en Jerusalén. “Eran
siete millas de camino para regresar a Jerusalén” y era tarde, pero “no podían quedarse
sin compartir las buenas noticias” (Barclay, 310).
“Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón” (v. 34). Una
vez que los discípulos llegan a Jerusalén, encuentran a los once apóstoles y a sus
compañeros discutiendo la aparición de Jesús a Pedro. “Debemos…preguntar por qué
Lucas le presta atención especial a Simón. Sin duda, es para indicar el arrepentimiento y
la rehabilitación de Simón después de haberle negado a Jesús (22:55-62) y, así,
legitimar a Simón no simplemente como un auténtico ‘testigo de la resurrección’
(Hechos 1:22) sino también como líder de la comunidad de testigos (cf. 22:31-34)
(Green, 851).
“Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y
cómo había sido conocido de ellos al partir el pan” (v. 35). Los discípulos de Emaús
comparten su testimonio solo con otros discípulos. “Solo más adelante, después de
haber recibido ‘el poder de lo alto’ (v. 49) expresarán su testimonio ante no creyentes
(vv. 47-48; cf. Actos 1:8)” (Nickle, 261).
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Oración inicial
¡Oh Dios!, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del
Señor; concédenos, a través de la celebración de estas fiestas, llegan un día a la alegría
eterna. Por nuestro Señor.
Del Evangelio según Lucas 24,13-35
Reflexión
• El evangelio de hoy nos trae el episodio tan conocido de Jesús con los discípulos de
Emaús. Lucas escribe en los años 80 para las comunidades de Grecia que en su mayoría
eran paganos convertidos. Los años 60 y 70 habían sido muy difíciles. Hubo la gran
persecución de Nerón, en el 64. Seis años después, en el 70, Jerusalén fue totalmente
destruida por los romanos. En el 72, en Massada, en el desierto de Judá, fue la masacre
de los últimos judíos revoltosos. En esos años, todos los apóstoles, testigos de la
resurrección, fueron desapareciendo. El cansancio se va imponiendo a lo largo del
camino. ¿Dónde encontrar la fuerza y el valor para no desanimarse? ¿Cómo descubrir la
presencia de Jesús en esta situación tan difícil? La narración de Jesús a los discípulos de
Emaús trata de ser una respuesta a estas preguntas angustiantes. Lucas quiere enseñar
a las comunidades cómo interpretar la Escritura para poder redescubrir la presencia de
Jesús en la vida.
• Lc 24,13-24: 1º Paso: partir de la realidad. Jesús encuentra a dos amigos en una
situación de miedo y de falta de fe. Las fuerzas de la muerte, la cruz, habían matado en
ellos la esperanza. Era la situación de mucha gente en tiempo de Lucas y sigue siendo la
situación de mucha gente hoy. Jesús se acerca y camina con ellos, escucha, habla y
pregunta: "¿De qué estáis hablando?" La ideología dominante, esto es, la propaganda
del gobierno y de la religión oficial de la época, les impedía ver. "Nosotros esperábamos
que sería él el que iba a liberar…, pero...". ¿Cuál es hoy la conversación del pueblo que
sufre? El primer paso es éste: aproximarse a las personas, escuchar su realidad, sentir
sus problemas; ser capaz de plantear preguntas que ayuden a las personas a mirar la
realidad con una mirada más crítica.
• Lc 24,25-27: 2º Paso: usar la Biblia para iluminar la vida. Jesús usa la Biblia y la
historia del pueblo de Dios para iluminar el problema que hacía sufrir a los dos amigos, y
para aclarar la situación que ellos estaban viviendo. La usa, asimismo, para situarlos
dentro del proyecto de Dios que venía de Moisés y de los profetas. Y así les muestra que
la historia no se había escapado de la mano de Dios. Jesús usa la Biblia no como un
doctor que ya sabe todo, sino como un compañero que va a ayudar a los amigos para
que recuerden lo que habían olvidado. Jesús no provoca un complejo de ignorancia en
los discípulos, pero procura despertar en ellos la memoria: “Cuanto os cuesta creer todo
lo que anuncian los profetas.”
El segundo paso es éste: con la ayuda de la Biblia, ayudar a las personas a descubrir la
sabiduría que ya existe dentro de las mismas, y transformar la cruz, señal de la muerte,
en señal vida y de esperanza. Aquello que les impedía caminar, se vuelve ahora fuerza y
luz en la caminada. ¿Cómo hacer esto hoy?
Lc 24,28-32: 3º Paso: compartir en la comunidad. La Biblia, de por sí, no abre los
ojos. Apenas hace arder el corazón. Lo que abre los ojos y hace ver, es la fracción del
pan, el gesto comunitario del compartir, rezar juntos, la celebración de la Cena. En el
momento en que los dos reconocen a Jesús, ellos renacen y Jesús desaparece. Jesús no
se adueña de la caminada de los amigos. No es paternalista. Resucitados, los discípulos
son capaces de caminar con sus propios pies.
El tercer paso es éste: saber crear un ambiente de fe y de fraternidad, de celebración y
de compartir, donde pueda actuar el Espíritu Santo. Es él quien nos hace descubrir y
experimentar la Palabra de Dios en la vida y nos lleva a entender el sentido de las
palabras de Jesús (Jn 14,26; 16,13).
Lc 24,33-35: 4º Paso: El resultado: Resucitar y volver a Jerusalén. Los dos
recobran valor y vuelven a Jerusalén, donde continuaban activas las mismas fuerzas de
muerte que habían matado a Jesús y que habían matado en ellos la esperanza. Pero
ahora ha cambiado todo. Si Jesús está vivo, entonces en él y con él hay un poder más
fuerte que el poder que le mató. Esta experiencia ¡los hace resucitar! ¡Realmente todo
mudó! ¡Valor, en vez de miedo! ¡Retorno, en vez de ida! ¡Fe, en vez de falta de fe!
Esperanza, ¡en vez de desesperación! Conciencia crítica, ¡en vez de fatalismo frente al
poder! Libertad, ¡en vez de opresión! En una palabra: ¡vida, en vez de muerte! ¡En vez
de la mala noticia de la muerte de Jesús, la Buena Nueva de su Resurrección! ¡Los dos
experimentarán la vida, y vida en abundancia! (Jn 10,10). ¡Señal del Espíritu de Jesús
actuando en ellos!
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En nuestros días hay hambre y sed de milagros. La gente no sonríe ya con suficiencia,
como hace algunos años, con respecto a los presuntos prodigios, sino que los busca y
acude a los lugares donde tienen lugar. Los medios de comunicación social los hacen
espectaculares y los «obradores de prodigios» corren el riesgo de ser idolatrados. Pero
tanto Pedro y Juan como Pablo y Bernabé (Hch 14,14ss) corrigen al pueblo y dicen de
manera clara que no debe concentrarse en torno a sus personas, sino en torno al poder
del nombre de Jesús.
Quien tenga fe en este nombre, quien lo invoque, también podrá obtener hoy milagros.
También hoy es posible realizar prodigios, pero es Dios el que los realiza a través de la
oración y la fe. Hay, efectivamente, situaciones tan dolorosas y penosas que nos hacen
invocar el milagro y nos impulsan a dirigirnos a personas consideradas particularmente
próximas a Dios. Pero esas personas, la mayoría de las veces, no tienen «ni plata ni
oro»: viven en medio de la humildad y de la oración. Nosotros, alejados tanto del
escepticismo de quienes excluyen la posibilidad o la oportunidad de los milagros, como
del fanatismo con los curanderos y el papanatismo más o menos supersticioso, nos
confiamos a la oración y a la fe para obtener la intervención extraordinaria de Dios en
casos extremos, dejándole a él, que lo sabe todo, la decisión final. Dios no abandona a
su pueblo, y lo socorre también con intervenciones extraordinarias, especialmente a
través de la oración de sus siervos, que, confiando sólo en él, no tienen necesidad ni de
oro ni de plata.
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Comunión. Al atardecer del primer día de la semana, dos hombres van por el camino.
Su vida se ha detenido el viernes precedente, mientras Jesús agonizaba en la cruz.
Desde entonces, se han dicho el uno al otro la antigua maldición: «Maldito el que es
colgado» (Dt 21,23). ¿Quién tiene razón: la autoridad legítima que decidió la muerte del
agitador o ese Jesús que reivindicó el título de Mesías? Los dos hombres caminan con
aire sombrío.
De pronto, un peregrino de la Pascua se une a ellos. El desconocido les habla, cita las
Escrituras, ilumina la vida y la muerte del Crucificado. El corazón de los discípulos se
inflama, sobre todo cuando el hombre toma el pan, pronuncia la bendición y se lo da.
Son los gestos de la última cena, los gestos que la joven Iglesia repetía ya en memoria
del Maestro. Entonces resuena la alegría de la Pascua: « ¡Era verdad, ha resucitado el
Señor y se ha aparecido a Simón!». Así fue el primer día de la nueva semana.
*** Iban los dos por el camino, entre el calor y el polvo, destrozados por la desgracia de
la antevíspera. Caminaban sin comprender. El Maestro había sido detenido y ejecutado.
La muchedumbre había renegado de él, y le habían visto colgado del patíbulo de la
infamia, fuera de la Ciudad Santa, como un descreído. La gran aventura había
terminado. La fiesta se había trocado en llanto y las risas habían enmudecido de
angustia. El Cordero del sacrificio se había convertido en oveja llevada al matadero. Los
discípulos se habían dispersado; el rebaño, sin pastor, había huido. Iban discutiendo los
motivos que les habían empujado a comprometerse, de sus esperanzas, de su fracaso,
de su increíble muerte. Un compañero sin nombre, sin rostro, un caminante, se acercó
sin decir nada. Escuchó las esperanzas rotas y los nuevos temores. Compartió las
inquietudes y no pudo ignorar la secreta pregunta: ¿tendría la muerte la última palabra?
Enseguida las palabras van a agolparse en sus labios, toda la Escritura está allí presente.
Comienza por Moisés, Egipto, el Éxodo, la larga servidumbre, la Liberación, la Alianza en
el desierto. Habla de los profetas, del exilio y del regreso: la esperanza no puede
decepcionar, la vida renace de las cenizas, el grano debe morir para dar fruto.
Le invitan a entrar al albergue con ellos. Ante sus palabras, el corazón va recobrando su
entusiasmo. La aurora no puede desaparecer cuando, en medio de las tinieblas, han
aparecido los primeros rayos del día. «Quédate con nosotros». La mesa está puesta. El
viaje ha llegado a su término. El pan roto compartido, la hogaza de la amistad, está ahí,
ante ellos, el signo del Amigo. «Lo reconocieron».
Para nosotros, ya nunca volverá a ser como antes. En el fondo de la soledad, cuando la
desesperanza parece que ha de prevalecer, todavía nos queda caminar en la espera,
hasta que las sombras de la tarde le hagan quedarse junto a nosotros.
Aún podemos guardar su palabra: ella nos lo descubre y desvela su secreto. Conocemos
desde hace mucho la vieja historia de reyes y profetas, pero él desvela el gran designio
de Dios. Su palabra encuentra los caminos escondidos de nuestro corazón, que nosotros
pensábamos enterrados para siempre bajo la opacidad de nuestras incertidumbres y
nuestras preguntas, borrados por demasiados fracasos y mediocridades. Su palabra
desvela rasgos que nosotros creíamos olvidados para siempre. Sí, Dios es fiel a sus
promesas; siempre podemos comenzar de nuevo, estamos marcados para siempre por
el Espíritu... El despierta en nosotros voces que habíamos acallado: ¡sois hijos muy
amados, haré brotar en vuestros desiertos fuentes de agua viva!
Y nuestro corazón queda ya prendado. Ha entrado en nuestra casa. Ha partido el pan,
como hacen los amigos que toman juntos la comida de cada día. Y nunca podremos
olvidar el sabor de ese pan. Aquel a quien buscábamos está con nosotros. Aquel a quien
reconocemos en el gesto familiar está vivo. Cuando nuestros ojos se abren, tenemos ya
que levantarnos: se ha vuelto a marchar para llamarnos más adelante.
www.fraynelson.com

2. De camino a Emaús
2.1 Emaús es un tremendo símbolo, después de la escena que nos cuenta el evangelio
de hoy. Es el símbolo del fracaso, de la dispersión, de la desilusión. Estos dos discípulos
que se van de Jerusalén son una imagen de todos aquellos que se habían ilusionado con
Cristo y que ahora, perplejos por la Cruz, no ven otro camino que la huida, la retirada, el
largo duelo por haberse atrevido a soñar con un mundo mejor.
2.2 Jesús los alcanzó. Se hizo "el encontradizo", salió al paso de ese duelo que punzaba
sus almas y ensombrecía sus rostros. ¡Dios, cuánta misericordia en ese solo hecho! ¡Qué
piedad la del Señor, que no abandona a los que le abandonan y que busca mostrar su
rostro a los que ya le daban la espalda!
2.3 Cristo les explica las Escrituras. Hace camino con ellos, no sólo en cuanto une sus
pies a los de estos entristecidos, sino sobre todo en cuanto recorre a su lado la senda
interior que lleva de la oscuridad a la luz y de la desolación a la esperanza. Así también
Cristo sigue haciendo camino con su pueblo y con todos los pueblos y gentes. No nos
desanimemos de ver desánimo incluso en quienes han estado con nosotros oyendo al
Maestro. Bien es posible que si ellos huyen Cristo camine más rápido y en algún recodo
del camino les alcance con el poder de su gracia.
2.4 Lo reconocieron "al partir el pan". Es el gesto entrañable, el estilo único, la manera
caritativa y bella de Jesús. Tiene que ser él; nadie más parte así el pan, nadie lo
agradece como él, nadie lo bendice y nos bendice como él. ¡Qué hermosura, qué
dulzura, qué ternura! Iglesia de Dios: ¡alégrate en Cristo, gózate en su Pascua,
reconócelo en el Pan!
www.elmisericordioso.me-Pildorasdefe.net

Conversando con el amor


Señor, ven a mi corazón e inúndame con tu poderosa presencia y aleja de mí toda
sombra de maldad que me esté asechando. Protégeme, cuídame y dame fuerzas para no
sucumbir y prepararme para todo reto difícil que se me presente. Confío en tu ayuda.
Amén
Evangelio de hoy. Camino de Emaús es palabra de Dios y Eucaristía… ¿no ardía
nuestro corazón, mientras nos hablaba y nos explicaba las escrituras?…
Reflexión del Papa Francisco.
En el Evangelio de hoy, el camino de Emaús se transforma así en símbolo de nuestro
camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son los elementos indispensables para el
encuentro con el Señor.
También nosotros llegamos a menudo a la Misa dominical con nuestras preocupaciones,
nuestras dificultades y desilusiones.
La vida a veces nos hiere y nos vamos tristes hacia nuestra "Emaús", dando la espalda
al designio de Dios. Nos alejamos de Dios. Pero nos acoge la Liturgia de la Palabra:
Jesús nos explica las Escrituras y reenciende en nuestros corazones el fuego de la fe y
de la esperanza y en la comunión nos da fuerza.
Palabra de Dios y Eucaristía: leer cada día una parte del Evangelio, recuérdenlo bien,
leer cada día una parte del Evangelio y los domingos ir a hacer la comunión, a recibir a
Jesús.
Así sucedió con los discípulos de Emaús, han recibido la Palabra, han compartido la
fracción del pan, y de tristes y derrotados que se sentían, se sintieron alegres.
Siempre, queridos hermanos y hermanas, la Palabra de Dios y la Eucaristía nos llenan
de alegría.
Recuérdenlo bien. Cuando tú estás triste o algo así, toma la Palabra de Dios. Cuando tú
estás desanimado, toma la Palabra de Dios y va a la Misa del domingo a hacer la
Comunión, a participar del misterio de Jesús. Palabra de Dios, Eucaristía: nos llenan de
alegría.
Por intercesión de María Santísima, roguemos para que todo cristiano, reviviendo la
experiencia de los discípulos de Emaús, especialmente en la Misa dominical, redescubra
la gracia del encuentro transformante con el Señor, con el Señor resucitado, que está
con nosotros siempre.
Hay siempre una Palabra de Dios que nos guía en nuestra desorientación; y a través de
nuestros cansancios y desilusiones, hay siempre un Pan partido que nos hace seguir
adelante en el camino. (Homilía. Reflexión antes de la oración del Regina Coeli, 05 de
mayo de 2014)
Oración para el Evangelio de hoy.
Señor, sé que me amas con todas tus fuerzas y estás esperando por mi conversión para
hacerme renacer en tu fuego sagrado.
Quiero guardarte en lo profundo de mi corazón como el Tesoro más valioso de mi vida,
como mi perla preciosa.
Te quedaste en una frágil pieza de pan para darnos todo lo que necesitamos. Eres
Eucaristía, Pan vivo bajado del Cielo, el más delicioso Vino que alegra a mi alma.
Ven y deja caer tu bendición sobre mí y hazme sentir vivo para siempre y así, nunca
más sentirme abandonado. Dame fuerzas, que arda mi corazón para siempre. Amén.
Propósito para hoy.
En tu próxima Eucaristía, recuerda tus fallas y pide a Dios que ponga a arder tu corazón
con el fuego del amor.
Frase de reflexión.
"Murió, fue sepultado, resucitó y se apareció. Es decir, Jesús está vivo. Este es el núcleo
del mensaje cristiano". Papa Francisco
www.evangelizacion.org.mx

San Lucas, en este pasaje, sintetiza lo que ya desde el principio de su evangelio ha


venido diciendo: Dios se ha acercado a nosotros, nos ha salido al camino haciéndose
uno de nosotros.
Los judíos no lo reconocieron, ni tampoco ahora lo reconocieron los mismos discípulos.
Dejando el cielo se puso a caminar con el hombre, para instruirlo en el camino de la vida
pero, como dirá San Juan: "los suyos no lo reconocieron, pero a los que lo reconocieron
les dio el poder llegar a ser hijos de Dios". Jesús continúa saliéndonos al encuentro de
las formas más inusitadas: en un amigo, en los acontecimientos de todos los días y ni
qué decir en la Palabra de Dios, la oración y los sacramentos. Jesús ha tomado una
opción por el hombre, y su deseo es acompañarnos hasta que lleguemos todos al cielo.
Si nuestros ojos están oscurecidos, pude ser porque, como los discípulos de Emaús, no
creemos aún que está vivo y que tiene verdaderamente poder para cambiar nuestra
vida. Pidamos todos los días al Espíritu Santo que abra nuestros ojos y que inflame
nuestro corazón para descubrir cómo Jesús nos acompaña en nuestra diaria jornada.
www.evangeliodeLucas.GiorgioZevini

El camino hacia Emaús: parábola de nuestra existencia, atravesada a menudo por la


incomodidad, la decepción, el cansancio, el extravío, las ganas de plantarlo todo y a
todos y volver atrás... Precisamente en esos momentos nuestros ojos son incapaces de
vislumbrar al Señor, que también se pone a nuestro lado y camina con nuestro paso
cansado y apagado. Él está con nosotros como una presencia discreta, dispuesto a
escuchar lo que vivimos sin hacernos reproches, juzgarnos o condenarnos.
Abriéndonos a él y poniéndonos a la escucha de su Palabra contenida en las Escrituras
leídas a la luz de su pasión, muerte y resurrección de Cristo, poco a poco se va
iluminando el sentido de todo lo que antes nos resultaba incomprensible y renace en
nosotros una esperanza nueva, muy diferente de nuestras pequeñas esperanzas, que,
por muy legítimas que sean, son sólo una sombra de algo mayor que nos espera y que,
a veces sin darnos cuenta, anhelamos profundamente. Ahora bien, el encuentro con el
Señor encuentra su plenitud cuando nos sentamos a la mesa con él: en el signo del pan
partido -su vida entregada a nosotros por amor- se abren por fin nuestros ojos y le
reconocen como el Resucitado, como el único capaz de hacer arder nuestro corazón de
verdadera alegría.
Con la conciencia de su presencia, que, aunque invisible a los ojos del cuerpo, es una
experiencia y una certeza interior, nos sentimos impulsados a reemprender el camino
-que ahora se convierte en camino de testimonio- que llevándonos de nuevo a la
comunidad de los creyentes, reunida en torno a Pedro y a sus sucesores, nos envía a
todos los hermanos hasta los confines de la tierra.
www.catholic

Quédate con nosotros, Señor, porque atardece y el día va de caída.


Aparentemente somos nosotros quienes buscamos estar con el Señor, somos nosotros
quienes le pedimos que se quede junto a nosotros porque comienza el atardecer de
nuestra vida. ¡Pero no!, en realidad es Él quien sale al encuentro, es Él quien se cruza en
la rivera de nuestras vidas.
Con esta consciencia descubrimos que el Señor siempre está a la puerta y llama; pero el
abrirle la puerta es una decisión que sólo nosotros podemos tomar. Él conoce las
necesidades de nuestro corazón, Él sabe lo que realmente necesitamos y quiere llenar
nuestras carencias de cariño y amor. Pero también es un caballero y respeta nuestra
libertad. Dios pone siempre el noventa y nueve punto nueve por ciento en nuestras
vidas pero espera que nosotros respondamos a ese uno por ciento.
No temas a Dios, no te avergüences frente a Él que te conoce mejor que tú mismo.
Ayúdame, Madre Santísima, a descubrir la felicidad plena que sólo se puede encontrar
en Dios y en el cumplimiento de su voluntad, aunque aparentemente parezca algo
doloroso.
• «El amor de Dios no cesará nunca, ni en nuestra vida ni en la historia del mundo. Es
un amor que permanece siempre joven, activo y dinámico, y que atrae hacia sí de un
modo incomparable. Es un amor fiel que no traiciona, a pesar de nuestras
contradicciones. Es un amor fecundo que genera y va más allá de nuestra pereza. En
efecto, de este amor todos somos testigos. El amor de Dios nos sale al encuentro, como
un río en crecida que nos arrolla pero sin aniquilarnos; más bien, es condición de vida:
“Si no tengo amor, no soy nada”, dice san Pablo. Cuanto más nos dejamos involucrar
por este amor, tanto más se regenera nuestra vida. Verdaderamente deberíamos decir
con toda nuestra fuerza: soy amado, luego existo». (Catequesis de S.S. Francisco, 3 de
septiembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Estaré atento para escuchar cuando Jesús me hable y trataré de cumplir lo que me pida.
www.BibliaStraubinger

13. Ciento sesenta estadios: o sea unos 30 Kms., distancia que corresponde a la actual
Amwás. En algunos códices se lee “sesenta”, en vez de “ciento sesenta”, lo que dio lugar
a buscar, como posible escenario de este episodio, otros lugares en las proximidades de
Jerusalén (El Kubeibe y Kaloníe).
23. Gran misterio es ver que Jesús resucitado, lejos de ser aún glorificado sobre la tierra
(cf. Hch. 1, 6), sigue luchando con la incredulidad de sus Propios discípulos. Cf. Jn. 21, 9
y nota.
26 s. Les mostró cómo las profecías y figuras se referían también a su primera venida
doliente (cf. Is. 53; Salmos 21 y 68, etc.). Porque ellos sólo pensaban en la venida del
Mesías glorioso. Cf. Hch. 3, 22 y nota.
30. Pirot hace notar que ha sido abandonada la opinión de que esta fracción del pan
fuese la Eucaristía.
32. Felicidad que hoy está a nuestro alcance (cf. v. 45 y nota). “La inteligencia de las
Escrituras produce tal deleite que el alma se olvida no sólo del mundo, sino también de
sí misma” (Santa Angela de Foligno).
http://www.ciudadredonda.org

¡Queridos hermanos!
Como en la experiencia de los discípulos de Emaús, Jesús viene a nuestro encuentro,
también ahora. Siempre se nos acerca, camina a nuestro ritmo y también nos pregunta:
"¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?"
El Evangelio muestra el sentimiento de los discípulos: “se detuvieron con aire
entristecido” (Lc 24,17). Hablan de una esperanza enterrada, de un sueño roto, de un
proyecto fallido: "esperábamos... pero, a pesar de todo eso...". Nosotros también
esperábamos, pero... ¿Cuántos planes habíamos hecho antes de la pandemia? ¿Cuántos
viajes programados, proyectos personales y comunitarios han caído al abismo de un
futuro incierto? ¿Cuántos encuentros se impiden indefinidamente? ¿Cuántas vidas fueron
enterradas?
Jesús no cambió la realidad de los discípulos, como tampoco podemos esperar que Dios
intervenga repentinamente en ese momento de una manera mágica. Esto no significa
ausencia, porque su presencia nos enseña a afrontar estos acontecimientos con
realismo, pero con otra mirada: releer nuestras narrativas con una mirada de fe, a la luz
de su Palabra. "... explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras" (v. 27).
Al llegar a Emaús, Jesús demuestra que quiere ir más lejos, un peregrino dispuesto a
seguir encontrándose con otros. Pero todo cambia con la invitación, que se convierte
para nosotros en una de las más hermosas oraciones: “¡Quédate con nosotros, porque
atardece y el día va de caída!”. Es el momento del crepúsculo, uno de los momentos
más bellos del día. Como decía la escritora brasileña Lygia Fagundes: “La belleza no está
ni en la luz de la mañana ni en la sombra de la tarde, está en el crepúsculo, en este
semitono, en esta ambigüedad”. La belleza de la vida también se puede ver en este
crepúsculo en el que nos encontramos. Para nosotros no es tan claro como lo será el
futuro, pero hay una luz que ilumina suavemente este momento. La luz de la fe, aunque
un poco oculta, nos ayuda a ver este crepúsculo con mirada contemplativa, serena,
profunda.
Como los discípulos de Emaús, también queremos compañía, que nuestras casas tengan
invitados como en otros tiempos. Este "quédate con nosotros, atardece..." es tan
delicado que parece más una súplica que una oferta de hospitalidad. Parece que los
anfitriones piden hospitalidad al peregrino. No pensemos que Dios está encerrado en el
tabernáculo, como un prisionero. Nuestro Señor, es un peregrino de la historia, de
nuestras historias. Y hoy está en todos los hogares allá donde puede entrar. Basta una
invitación: “¡quédate con nosotros!”.
Pasamos de la libertad del camino a la intimidad del hogar. Allí, alrededor de la mesa,
hecha para que esté rodeada de comensales, para que la vida se exprese
espontáneamente, con el olor a pan y el intercambio de miradas que se buscan, allí, al
partir el pan, lo reconocen. Cuánta sencillez y densidad se esconde en este gesto
cotidiano: Dios se manifiesta en el pan partido y compartido.
También hoy Jesús viene a nuestro encuentro. También hoy podemos repetir la misma
experiencia de esos dos discípulos. “Son tres pasos que también nosotros podemos dar
en nuestras casas: primero, abrir el corazón a Jesús, confiándole las cargas, las
dificultades, las desilusiones de la vida, confiándole los “si”; y luego, segundo paso,
escuchar a Jesús, tomar el Evangelio en mano, leyendo hoy mismo este pasaje, en el
capítulo veinticuatro del Evangelio de Lucas; tercero, rezar a Jesús, con las mismas
palabras de aquellos discípulos: “Señor, «quédate con nosotros». (v. 29). Señor,
quédate conmigo. Señor, quédate con todos nosotros, porque te necesitamos para
encontrar el camino. Y sin ti es de noche”." (Papa Francisco, 26 de abril de 2020).
http://www.aqplink.com/roguemos

Lucas 24, 13-35. Era necesario que el Cristo padeciera. Posiblemente lo que más
nos cuesta comprender sea la necesidad que Cristo padeciera, la necesidad de la cruz.
¿No pudo ser de otro modo? Y sobre todo como a muchos nos gustaría, que se hubiera
impuesto en ese momento, que arrasara a todos sus enemigos y empezara
inmediatamente el Reino de los Cielos, muy dentro del estilo de cualquier monarca o
ejército triunfador. Después de todo, ganando así, todos tendrían que acatar, les guste o
no, de otro modo serían forzados a hacerlo. Así tendrían que haberse resuelto estos
enfrentamientos, siguiendo la lógica humana. Si Cristo tenía tanto poder, como lo había
demostrado por innumerables señas, ¿por qué no terminó imponiéndose conforme a
nuestra lógica hace 2mil años, en lugar de dejarse matar espantosamente en la cruz?
Estos discípulos andaban cabizbajos y deprimidos, como muchos que nos topamos con la
historia de Jesús y no llegamos a comprender la razón de esta muerte cruel.
A tal extremo llega nuestra falta de comprensión que algunos de nosotros, sin renegar
por completo de Jesús, porque la verdad es que no lo entendemos, nos trasladamos a
una imagen triunfante al fin de los tiempos, nos quedamos con lo que creemos entender
de su prédica y obviamos, borramos de nuestra memoria todos estos episodios
sangrientos, porque nos perturban y nos parece que no encajan en su triunfo y en lo
que entendemos o queremos retener de su prédica. Nos encanta la poesía y el idealismo
romántico, así que guardamos en nuestros corazones todas aquellas palabras bellas de
Jesús, en las que nos comunica tanta sabiduría de un modo sin igual. Así, Jesús culmina
siendo un idealista, que propone un mundo utópico al que habremos de llegar de algún
modo al fin de los tiempos, cuando venga triunfante. Entre tanto, debemos esforzarnos
por vivir de la mejor manera, porque es lo razonable, lo que más se ajusta al ideal que
Él nos propone. En el fondo lo que hacemos es negar la Divinidad de Jesús, negar su
muerte cruel y sobre todo Su Resurrección. Siendo un episodio que no llegamos a
entender, lo descartamos o lo dejamos en las penumbras, como si prescindiendo de él
pudiéramos igualmente confesar a Jesús.
En el fondo lo que queremos es prescindir de la fe. En un mundo en el que se le rinde
culto a la razón y se tiene por menos a la fe, queremos creer en un Dios lógico y
razonable, estableciendo así los parámetros a los que Dios se debe ajustar. ¿No
constituye esto un contra sentido? ¿Cómo podemos pretender que Dios se ajuste a
nuestros criterios? Eso solamente lo puede hacer un dios creado a nuestra imagen y
semejanza. Un dios creado por nosotros. Si aceptamos esta idea –y lo hacemos en
nuestro interior-, hay un pequeño paso para prescindir definitivamente de él o en el
mejor de los casos, dejarlo en el ámbito del mundo privado, donde cada quien es libre
de formular sus dogmas y creer en lo que le viene en gana, siempre y cuando no se
meta con los demás. Es en ese saco que terminamos metiendo a Jesús, al renunciar a la
fe y a la Resurrección. Entonces, premunidos de una filosofía relativista, que es
“tolerante por excelencia”, nos encontramos y convivimos con todos los demás seres
humanos sin importar su credo o religión, si son gnóstico, ateos o creyentes. Todos
somos iguales y tenemos los mismos derechos. Esta poderosa teoría nos lleva a
desterrar a Dios al mundo privado, sin que ello tenga por qué afectar las relaciones
humanas, que deben someterse a un código, a una ley que ha de regularlo todo
Así, la ley se convierte en el supremo regulador. Hemos de promover y aspirar a crear
leyes perfectas, porque en ellas radica la posibilidad de la supervivencia de la
humanidad en armonía y progreso constante. Aquí no queda espacio para dios, sino en
el ámbito privado, en el que por razones sicológicas o las que se quiera alegar, el ser
humano abrace una fe, que no altere ni afecte las relaciones con los demás. De este
modo, dios queda sometido y restringido a la ley y relegado al gusto personalísimo de
cada quien. ¿Cómo hacer leyes perfectas? ¿Es que hemos alcanzado la perfección? ¿No
es esto soberbia o es pura razón? ¿Y qué sentido tiene creer en dios? ¿Para llenar un
vacío intelectual, sicológico o emocional? De cualquier modo sería una debilidad
superable, descartable o en el mejor de los casos, opcional, como todo en el mundo de
la relatividad. ¿Esta no es la situación en la que nos encontramos ahora? Con millones
de “creyentes” que siguen por inercia, sumergidos en esta ideología dominante, que les
impide vivir abiertamente su fe, alentándolos a conformarse con expresiones privadas,
restringidas al ámbito personal en el que “todos somos iguales” y “tenemos los mismos
derechos”.
Aquí está centrada la polémica que ahora procura imponer el agnosticismo o el ateísmo
puro, pretendiendo que Dios está reñido con la razón. Sin embargo, no la tienen tan
fácil, porque ahora tienen que probar que toda la Historia Sagrada es falsa. Que Moisés
no existió y ninguno de los sucesos que se narran en torno a la salida de Egipto fueron
ciertos y que nada de lo que se dice en Antiguo Testamento relacionadas con Jesús
ocurrió. Tendrán que negar las Escrituras. Negar la Divinidad de Jesús, la Virginidad de
María, las curaciones que hizo Jesús, la expulsión de demonios, el dominio de las fuerzas
naturales que exhibió, las resurrecciones que realizó, la multiplicación de los panes y
finalmente Su muerte cruel en la cruz, Su Resurrección y Ascensión a los Cielos. Que el
Espíritu Santo no es nada más que la fuerza de la perseverancia del hombre. Si todo
esto no existe, entonces Jesús es un soñador, con muy nobles y loables ideales, que
ojalá pudieran llevarse a cabo, pero que realistamente son imposibles, aun cuando no
por ello dejen de ser deseables. Y el Nuevo Testamento no es nada más que otra
hermosa pieza literaria que junto con el Antiguo Testamento conforman una de las más
bellas colecciones de escritos religiosos de la humanidad, en los que se encierran sus
anhelos, deseos, intrigas, aventuras e ideales escritos con un estilo literario sin par.
Pero resulta que si hay una Virgen María, que si hubo profetas que anunciaron a Jesús y
hubo 12 discípulos, uno de los cuales lo traicionó y lo entregó a los judíos y sacerdotes,
quienes, conforme fue anticipado, lo torturaron y crucificaron, de todo lo cual hay
innumerables testimonios históricos escritos, entre ellos la Sábana Santa de Turín.
Resulta que efectivamente Resucitó y ascendió a los Cielos, dejándonos su Espíritu
Santo de lo que son testigos la humanidad entera que a partir de entonces empezó a
contar los años de la historia, siento este suceso el centro mismo, porque se produjo
cuando de acuerdo al Plan de Dios había llegado el tiempo. La Iglesia que es una, santa
católica y apostólica, con la sucesión de 266 Papas, desde Pedro hasta Francisco, como
celosa depositaria de la fe, es testimonio viviente de la presencia del Hijo de Dios y del
Espíritu Santo en la historia de la humanidad, la cual vino a Salvar Jesús, por Voluntad
de Dios Padre. Esta es la fe que profesamos los cristianos, sabiendo que Jesús es Hijo de
Dios, que vino cuando se había cumplido el tiempo, obedeciendo al Padre, que quiere
que Vivamos Eternamente, para lo cual hemos de oír y hacer lo que nos dice. El cristiano
solo está sujeto a este mandato, que finalmente se traduce en amar a Dios por sobre
todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esta es la Ley Divina, dada para
Salvarnos, que se encuentra por encima de toda otra ley, a la cual hemos de
someternos sin ningún reparo, confiando plenamente en Dios.
Oracion. Padre Santo, no nos dejes caer en las garras del relativismo, que es una
trampa que nos conduce a perder la fe y con ella las esperanzas y la alegría de las
promesas de Salvación de Jesucristo. No permitas que caigamos en el absurdo de una
vida sin Ti…Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor…Amén. Roguemos al Señor… Te lo
pedimos Señor.
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Estos discípulos sencillamente volvían a su casa y a su trabajo, después de que habían


perdido las esperanzas. Pero se acostumbró llamarlos "los peregrinos de Emaús".
Peregrino fue, el pueblo de Israel, porque nunca tuvo la posibilidad de detenerse en su
marcha.
“Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba".
1. Los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús
El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado
Emaús, el mismo día de la resurrección del Señor, en el cómputo judío el primer día de
la semana, dos de ellos, de los discípulos que estaban reunidos con los apóstoles
tuvieron que salir de camino de Jerusalén. Probablemente fuesen peregrinos que,
cumplidos los primeros ritos pascuales, se volvían a su pueblo. Era ésta una aldea
llamada Emaús.
Para nuestro conocimiento, Emaús, dista a sesenta estadios de Jerusalén. La topografía
de esta aldea es dudosa, pues está sometida a un problema crítico. Hay dos lecturas del
mismo: unos manuscritos ponen que estaba situada a sesenta estadios, esto son 11:5
km.; otros, a ciento sesenta estadios, es decir 30 km. Críticamente la primera lectura
está mucho más sostenida por los códices. Los que defienden la primera lectura ponen
la topografía en el actual El-Qubeibe, que está a esta distancia exacta; los otros lo sitúan
a 32 kilómetros, en el actual Amwás.
2. Se les une en el camino, como un viajero más, Jesús.
En su caminar, preocupados por los acontecimientos, se les une en el camino, como un
viajero más, Jesús. Pero ellos no le reconocieron. El texto dice: pero sus ojos estaban
retenidos para no reconocerle. Algunos autores piensan que se trata de una acción
sobrenatural que les impedía reconocer a Jesús. La frase no debe de exigir una acción
de este tipo. Era sencillamente que la apariencia de Jesús resucitado, cuerpo glorioso, se
les mostró en una forma no ya la ordinaria. Como fue en el caso de Magdalena,
recordemos que ella piensa que es un hortelano y donde se dice que no le conoció, pero
sin alegar una acción sobrenatural que se lo impidiese; o cuando Jesús resucitado se les
aparece junto al Tiberíades, y de momento no le reconocieron los discípulos.
La conversación se inicia con la preocupación que les embaraza, por lo que pasó en
Jerusalén. El impacto tuvo que ser muy grande en la ciudad, pues Jesús era muy
conocido, los peregrinos de todo Israel estaban allí con motivo de la fiesta pascual y la
crucifixión era siempre un acto espectacular. El nombre de uno de ellos, Cleofás, acusa
la información histórica de san Lucas o su fuente.
3. Estos peregrinos hablan de Jesús nazareno
Estos peregrinos hablan de Jesús Nazareno, nombre con que era conocido, pero como
de un profeta. Sin embargo, con este nombre piensan en el Mesías, pues esperaban que
rescataría a Israel. Estaban en la promesa mosaico-mesiánica. Y le reconocen poderoso
en obras y palabras, estilo de Lc (Hech 7:22), con el que los peregrinos proclaman la
obra salvadora doctrinal de Jesús y su vida de milagros.
El desánimo en ellos está patente. Su esperanza no se ve. Esperaban que rescataría a
Israel, y van tres días de su muerte. Reflejan estos peregrinos la concepción judaica de
la escatología mesiánica de formas complejas o confusas, que ya aparece en la petición
del buen ladrón (Lc), y según la cual se esperaba que el gran período mesiánico se
inauguraría con la resurrección de los muertos. Y aunque aluden a la visita de las
mujeres al sepulcro, y que no hallaron el cuerpo de Jesús, y que habían tenido una
visión de ángeles, que les dijeron que vivía, y que algunos discípulos fueron al sepulcro
y no hallaron el cuerpo del Señor, el desánimo y la desilusión se acusa en ellos. La cifra
de tres días, tan anunciada por Jesús para su resurrección, estaba muy fija en ellos. El
alma permanecía tres días sobre el cadáver y lo abandonaba al cuarto (Talmud).
4. Jesús les explica lo que en las escrituras se decían de el
Este es el momento en que Jesús les explica lo que en las Escrituras se decía de El: que
por el sufrimiento entraría en su gloria. Hacía falta deshacer el concepto judío de un
Mesías triunfante política y nacionalmente; había de sufrir. Por eso apeló al gran
argumento en Israel: las Escrituras. Y comenzó por Moisés (Pentateuco) y los Profetas.
No faltó en la exposición, de seguro, la profecía mesiánica del Siervo de Yahvé. Así era
preciso que el plan del Padre, revelador de las Escrituras, se cumpliese. Y así el Mesías
entraría en su gloria. Pronto van a ver parte de esta vida sobrenatural que tiene en su
aparición a ellos, a pesar del desconocimiento que tienen de Él y su misteriosa
desaparición. A la hora en que san Lucas lo refiere, no debe ser ajeno a él, en la
expresión su gloria, la plena irradiación de su divinidad a través de su humanidad.
En el resto del relato, Jesús esta la mesa con estos peregrinos, tiene la dificultad clásica
de la pregunta que nos hacemos al inicio del comentario. Jesús, como invitado, tomó el
pan (en sus manos), lo bendijo, lo partió y se lo dio. ¿Qué significa este acto? ¿Es la
simple bendición del pan ritual en la mesa? ¿O es que Jesús realizó allí el rito
eucarístico? Estos peregrinos le reconocieron en la fracción. Pero éstos no asistieron a la
última Cena ni es fácil que hubiesen oído explicar este rito a los apóstoles. Más, por otra
parte, esta expresión del relato parece una forma del rito eucarístico de la consagración
del pan en los sinópticos Si el relato se considera histórico en todos sus detalles, se
impone el sentido no eucarístico, ya que estos discípulos no habían asistido a la última
Cena. Sería el rito ordinario de partir el pan y bendecirlo en la comida, hecho, como
invitado de honor, por Jesús. Si la expresión viene a tener una coincidencia con la
fórmula sinóptica eucarística, pudiera ser un Idea o expresión demasiado repetidas o
tópicas con el que se expresaba el rito de la bendición de la mesa, de donde el mismo
Jesús lo parece tomar para el rito nuevo eucarístico. Era una buena semejanza, basada
en la misma naturaleza de las cosas.
5. ¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que
anunciaron los profetas!
Sin embargo recordemos que Jesús les dijo: ¡Hombres duros de entendimiento, cómo
les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías
soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y
continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se
refería a él, es decir, primero Jesús se detiene en la enseñanza de las Escrituras, que
llevan a Jesús, y luego él, por la consagración eucarística, está ante ellos por su real
presencia eucarística y resucitado.
Lo que aquí se intenta no es, como en las apariciones de Jesús a sus apóstoles, el hecho
mismo de la aparición, el hecho que Jesús viene, se presenta, se muestra. Para los
discípulos de Emaús no basta que Jesús esté allí; es preciso aún más: que se le
reconozca. No es una narración con finalidad apologética, sino con un deliberado
enfoque teológico. Dada esta enseñanza, Jesús desaparece.
Pero San Lucas a veces no explica en su evangelio expresiones muy judías (Lc 20:17).
El evangelio procede, en parte, de una catequesis, donde las explicaciones habían de
tener mayor volumen. Por eso, la síntesis evangélica puede omitir cosas supuestas.
Además, es muy poco probable que los lectores de Lucas no conociesen este tipo de
bendición judía de la mesa cuando el mismo ágape debió de tener su origen en los
preludios judíos de la cena del Señor. Y esto suponía una explicación de lo mismo.
Además, esta narración está situada entre hechos manifiestamente apologéticos de este
capítulo de Lucas.
6. Conociendo a Jesús en el rito del pan
Si la frase fracción del pan, anterior a su específico uso cristiano, es aquí síntesis de
tomó el pan, lo partió., ambas fórmulas son del rito judío. Y Jesús tenía su rito, como se
ve en los sinópticos. De aquí que la forma usual y repetida de la bendición del pan en
Emaús pudiese, por su uso eucarístico, revertir sobre la fórmula histórica primitiva de
bendición de la comida, evocando a esta hora, en cierto sentido, la Eucaristía, pero sin
exigir, por ello, el que fuese la Eucaristía este rito. Lo mismo que se lee, citado por San
Jerónimo, en el apócrifo Evangelio a los hebreos: Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y
lo dio al Justo Santiago, y le dijo: Hermano mío, come tu pan, porque resucitó el Hijo del
hombre de entre los muertos. Y no se trata de la Eucaristía.
Por último, la narración de la explicación que Jesús les hace de las Escrituras tiene un
manifiesto valor apologético: les trata de hacer ver el verdadero mesianismo profético.
Pero este hecho me recuerda algo muy importantes en nuestra celebración litúrgica,
primero se escucha a Jesús en la lectura y luego se entra en contacto con El por la
Eucaristía.
Estos discípulos, conociendo a Jesús en el rito del pan, por ser característica suya la
bendición, o el tono de voz, volvieron presurosos a Jerusalén. Allí encontraron a los Once
y a sus compañeros. Fácilmente podemos imaginar con que alegría, detalles y viveza
contaron su encuentro con Jesús. Estos les dijeron: Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y
se apareció a Simón! Sin embargo no les creyeron (Mc 16:13), al menos en un
principio. Pero también ellos supieron que el Señor, el Kyrios, confesándose así la
divinidad de Jesús, como lo hacía con este nombre la Iglesia primitiva, se había
aparecido a Pedro. Sólo por san Lucas, en los evangelios, se sabe esta aparición. Acaso
dependa de Pablo (1 Cor 15:5). Pero con ello se destaca a un tiempo el amor del perdón
del Señor al Pedro negador y el prestigio de éste en la comunidad cristiana.
7. "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba".
Los discípulos, se sintieron atrapados por las palabras y la compañía de Jesús, así es
como le dijeron "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". Eso es lo
que queremos decirle hoy a Jesús, eso es lo que le rogamos, que se quede, porque sin
él la tarde se hace oscura, sin El queda vacía el alma, y Él es Luz para la oscuridad,
alegría y consuelo para el espíritu.
Jesús se dio a conocer a los discípulos cuando estando a la mesa, tomó el pan y
pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se
abrieron y lo reconocieron. Así hoy nosotros, es donde encontramos a Jesús, así se nos
da a conocer en la Eucaristía de cada día, allí es donde debemos abrir los ojos y
reconocer a nuestro Señor y donde nos arde nuestro corazón porque nos colma con su
gracia.
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- Los dos dijeron: “¡Nosotros pensábamos que sería él, pero…!” Has vivido ya una
situación de desaliento que te ha llevado a decir “Yo, ¿esperaba, pero?”
6.- ¿Cómo lees, usas e interpretas la Biblia? ¿Has sentido arder el corazón al leer y
meditar la Palabra de Dios? ¿Lees la Biblia solo o formas parte de algún grupo bíblico?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 Descúbrenos, Señor, tu rostro, haz que te conozcamos, haznos oír tu voz. Llévanos a
la mesa del Pan partido. ¿Cómo sabremos que eres el Dios de vida si no tomas nuestra
vida en tus manos?
Te damos gracias, Dios y Padre nuestro, Padre de todos los hombres. Bendito seas tú, a
quien buscamos, oh Dios, a quien los hombres no buscarían si no te hubieran ya
presentido misteriosamente. Caminamos para alcanzarte; te escuchamos para
descubrirte; y tu Espíritu anima ya nuestras vidas: el calor de su amor prende en
nuestro corazón. Bendito seas por la inmensa multitud de los hombres que peregrinan
en la noche acechando incansablemente tu aurora.
Quédate con nosotros, Señor Jesús, en el camino que recorren nuestros pies. Caldea
nuestro corazón con tu palabra, abre nuestros ojos para que descubran la vida, más
fuerte que la muerte. Pues tú lo transfiguras todo, ahora y por toda la eternidad.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

2 Concédeme, Señor, la actitud justa respecto a tu acción en el mundo. Suprime en mí


el papanatismo y la búsqueda de «signos y prodigios», como si tú tuvieras que
demostrar que existes. Extirpa en mí el corazón cerrado a admitir que tú puedes
intervenir, incluso de forma extraordinaria, cuando y como quieras. Concédeme el
espíritu de discernimiento para que sepa reconocer tu presencia y la distinga del
papanatismo y la superstición.
Concédeme, sobre todo, la fe sencilla de quien no se confía a los prodigios, aunque
también la fe ardiente de quienes se atreven a pedírtelos, sin enojarse cuando no los
concedes.
Hazme comprender asimismo que no debo poner mi confianza exclusivamente en los
medios humanos para la implantación del Reino de Dios, sino que seré eficaz en la
medida en que me mantenga alejado del oro y de la plata. Porque el milagro más
grande que nos brindas os la existencia de personas que confían en ti de tal modo que
viven pobres y humildes. Es a ellas a quienes concedes, normalmente, la obtención de
milagros para el alivio y la alegría de tu pueblo. www.santaclaradeestella.es
3 Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. (Sal 104) www.ocarm.org
4 ¡Padre amigo del camino! Que tu poder y gracia nos acompañe para que nuestra débil
fe se fortalezca con tu Espíritu Santo y poder discernir « Lo de Jesús el Nazareno, que
fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo», mejor
dicho mi Señor, que volvamos a nacer por tu don, pero en Cristo nuestro Salvador. Que
lo sintamos, abracemos y vivamos con Él hasta la eternidad porque es nuestro “Pan vivo
bajado del Cielo”. Permítenos Padre misericordioso que nuestro corazón no se cierre a la
entrada de tu Hijo amado y decirle con todas las fuerzas del alma: «quédate con
nosotros que anochece, quédate con nosotros para siempre» Amen. www.dario.res
5 Nuestra vida, Señor, es un caminar con paso lento, el corazón cargado de
desilusiones, la mente ofuscada por lo incomprensible. ¿Tiene un sentido nuestra
historia? Hasta el Dios en el que creemos ha dejado de hablarnos. Ven a caminar con
nosotros, Señor Jesús, y que haya sitio para ti en la mesa de las esperanzas rotas.
Dejaremos que tu Palabra venza nuestras resistencias y entonces «veremos», y tu pan
partido nos dará el calor del abrazo para compartir con todos los hermanos.
www.evangeliodeLucas.GiorgioZevini

5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el


corazón de los Padres.
A través del desprendimiento y la pobreza es como podremos volver a encontrar nuestro
lugar en el corazón de los pueblos. Cuanto más pobres y desinteresados seamos, menos
exigentes seremos, más amigos seremos del pueblo y más fácil nos resultará hacer el
bien. La pobreza es hoy más necesaria que nunca para luchar contra el mundo, contra el
lujo y contra el bienestar que crece por doquier. Si el cristiano hace como el mundo,
¿cómo podrá guiarlo e instruirlo? Cuanto más grande es el desprendimiento interior y
exterior en un alma, más abunda la gracia en ella, más abundan la luz y el Espíritu de
Dios en ella.
La conformidad exterior con nuestro Señor es un medio para llegar a la conformidad
interior. A través de la pobreza, de la humildad y de la muerte es como Jesucristo
engendró a su Iglesia, y de ese mismo modo es como la engendraremos nosotros. Toda
obra de Dios debe llevar, por encima de todo, el sello de la pobreza y del sufrimiento (A.
Chevrier). www.santaclaradeestella.es
Habéis oído, carísimos hermanos, que el Señor se apareció a dos discípulos que iban de
camino. Ellos no creían en él, pero iban hablando de él. Y él se apareció sin dejarse
reconocer. Se comportó a sus ojos como ellos mismos se comportaban. En efecto,
amaban y dudaban en su interior; el Señor estaba externamente ante sus ojos, se
presentó a ellos, pero escondió su verdadero aspecto porque la duda estaba en sus
corazones. Cruzó con ellos algunas palabras, les reprochó la dureza de su intelecto, les
reveló los misterios de la Sagrada Escritura que se referían a él. Pero, después, dado
que en sus corazones todavía no estaba la fe en él, fingió seguir adelante. En efecto,
necesitaba ponerlos a prueba: si no le amaban todavía como Dios, ¿podrían amarle al
menos como peregrino?
Ahora bien, puesto que les acompañaba Aquel que es la Verdad, ellos no podían ser
extraños a la Caridad. Y le invitan a quedarse con ellos, como un peregrino. Y he aquí
que ponen la mesa, ofrecen los alimentos y en el acto de partir el pan reconocen como
Dios a aquel al que no habían reconocido cuando les explicaba la Sagrada Escritura. Así
pues, fueron iluminados no cuando escuchaban los mandamientos de Dios, sino cuando
los observaban. Pues bien, si queremos entender lo que se enseña aquí, es menester
que intentemos traducir en obras lo que hayamos podido entender. Tampoco el Señor
fue conocido mientras hablaba, sino que se dio a conocer cuando le invitaron a la mesa
(Gregorio Magno, citado en E. Gandolfo, In Ten-a Santa, Roma 1964, 93).
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6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.


Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «No tengo plata ni oro, pero ¡en
Nombre de Jesús, echa a andar!» (cf. Hch 3,6).
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: ¿Acaso no nos ardía el corazón en el
pecho mientras conversaba con nosotros en el camino? (cf. Lc 24,32).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
¿Cómo podremos abrazar la pobreza como camino que lleva a Dios cuando todos a
nuestro alrededor quieren hacerse ricos?
La pobreza tiene muchas modalidades. Debemos preguntarnos: « ¿Cuál es mi
pobreza?». ¿Es la falta de dinero, de estabilidad emotiva, de alguien que me ame?
¿Falta de garantías, de seguridad, de confianza en mí mismo? Cada persona tiene un
ámbito de pobreza. ¡Ése es el lugar donde Dios quiere habitar! «Bienaventurados los
pobres», dice Jesús (Mt 5,3). Eso significa que nuestra bendición está escondida en la
pobreza.
Estamos tan inclinados a esconder nuestra pobreza y a ignorarla que perdemos a
menudo la ocasión de descubrir a Dios. Él mora precisamente en ella. Debemos tener la
audacia de ver nuestra pobreza como la tierra en la que está escondido nuestro tesoro
(H. J. M. Nouwen, Pane per ¡I viaggio, Brescia 1 997, p. 249 [trad. esp.: Pan para el
viaje, PPC, Madrid 1999]). www.santaclaradeestella.es
Cristo Jesús, el camino está delante de nosotros, tortuoso e incierto. Es difícil pasar
página cuando un acontecimiento nos hace reaccionar; nos gustaría que durase el
entusiasmo. Pero tenemos que aprender el trabajo del duelo, volver a él y sobre él.
Seremos dichosos si no estamos solos en nuestro caminar y podemos conversar con un
compañero de camino. La soledad puede ser una prueba demasiado pesada en el tiempo
del individuo-rey. Intercambiar palabras nos alivia y hace más familiar el camino.
Creemos ser dos, cuando deberíamos creer que somos tres, porque tú, jamás estas
ausente en nuestros encuentros, estas en todos nuestros diálogos para abrirlos a la
realidad. Tú; eres la Palabra que está en el origen de toda palabra. Ven, Señor Jesús, a
mezclarte en nuestro encuentro, a obligarnos a discernir el acontecimiento, a
profundizar en el significado de lo que nos pasa, a dar impulso a nuestras vidas.
Creemos haberte comprendido. Nos falta la clave de tu venida y de tu acompañamiento
para poner orden en nuestra memoria, interpretar la historia pasada y presente, y dejar
que la Palabra haga arder nuestras vidas.
Tu Palabra no ha surgido por pura novedad; ha sido grabada con buril gracias a siglos
de fe y de espera por los más pequeños de entre los pueblos, Está inscrita en una
sucesión de gestos proféticos cuidadosos de la grandeza de Dios y de la dignidad del
hombre.
Pero tú eres más que un profeta entre otros, más que un mesías que cristaliza la
esperanza de una nación. Tú vienes de Dios y vuelves a Dios atravesando el espesor de
la condición humana, hasta llegar a una muerte ignominiosa que no ha podido retenerte
entre sus manos heladas. En la profundidad de nuestra noche, la noticia de tu
resurrección nos ha deslumbrado; tú estás vivo y toda vida encuentra en ti su fuente y
su realización, su sentido y su fecundidad. (B. Chenu, Los discipulos de Ematis, Narcea,
Madrid 2005, 149-150). www.evangeliodeLucas.GiorgioZevini
*****
www.fundacionpane.org

📕 Lectura, ¿Qué dice el texto?

Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.


Pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”.
El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había
desaparecido de su vista.
Y se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?”.

🙋 ‍Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu
atención, tu interés?

📗 Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

“La inteligencia de las Escrituras produce tal deleite que el alma se olvida no sólo del
mundo, sino también de sí misma” (Santa Angela de Foligno). Muchas veces el miedo y
las circunstancias no nos dejan ver bien, discernir y nos encerramos a no ver las cosas
desde varios puntos de vista. ¿Alguna vez nos ha pasado que estamos tratando de
resolver algo, y de repente llega alguien que no está involucrado y nos ayuda a resolver
o ver lo que no podemos ver? Y nos decimos: No lo había visto así, no lo había pensado
así, etc. Y entonces un gran alivio, paz, tranquilidad y es como dijeron los discípulos
“¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba…. y nos explicaba…?, y surge
ese sentimiento de agradecimiento y de reconocer su buena actitud, muchas veces
hasta ofrecemos algo de alimento o bebida (Eucaristía, del [[idioma griego]] εὐχαριστία,
”eucharistía”, «acción de gracias») y es así como el Señor está actuando y es una forma
de reconocer que él está presente, que está entre nosotros, resucitado. ¿Puede ser esta
una forma de experimentar y vivir al Señor en nuestra vida, en nuestro diario caminar?,
¿Porque?

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

📘 Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

Mi Señor Jesucristo, sabemos que siempre estás a nuestro lado, que caminas con
nosotros, que nuestras buenas acciones y actitudes, son tu Palabra, son las Escrituras y
que son muestra de que nos hablas y te seguimos, y cuando reconocemos estas buenas
acciones y actitudes en alguien o en mí, es cierto que el corazón arde y se inflama de
alegría; tú te haces presente en medio de nosotros. Ayúdanos a seguir este camino, a
permanecer en el, que solo así llegaremos a ti, a tu Reino.

🙋 ‍Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?

Cada uno pone sus intenciones. -Amén-

📙 Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?


“Jesús entró para estar con ellos” (Repetimos)

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que
te ayuda a recordar este texto?

🏃 ⛪ Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?

Dejemos que a través de las Escrituras, de la Palabra, del mensaje del Señor nos habrá
los ojos, el entendimiento y sobre todo la disposición para seguir su ejemplo.
Seamos como el Señor, ayudemos a abrirles los ojos a nuestros hermanos, al que está
más cerca de nosotros.
Hagamos buenas acciones y actitudes para sentir que el corazón nos arde.

🙋‍ Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a


realizar?
**********************************************************************

✞ ✞ ✞ Profesión de Fe

Solo los Domingos y Solemnidades.

✞ ✞ ✞ Intenciones (Oracion de los fieles)

El Señor Jesús vive para siempre e intercede por nosotros ante el Padre. Oremos
confiados.
- Por la Iglesia, para que sepa llevar al mundo la Buena Noticia de la salvación.
Roguemos al Señor.
- Por todas las naciones de la tierra y por sus gobernantes, para que se consiga en el
mundo una paz duradera, fruto de la justicia y de la solidaridad entre los hombres.
Roguemos al Señor.
- Por los enfermos, los marginados y todos los que han perdido la esperanza, para que
la resurrección de Jesús les dé la seguridad de la victoria final del bien sobre el mal.
Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, que con alegría celebramos la Pascua del Señor, para que
comuniquemos a los hombres la esperanza que nos da la victoria de Cristo. Roguemos al
Señor.
- Señor Resucitado, camina siempre con tu Iglesia cuando sea perseguida o luche con
dificultades que amenacen su unidad, y así te pedimos.
- Señor Resucitado, camina con nuestras comunidades cuando se sientan acosadas por
conflictos, luchas, injusticias y pérdida de fervor, y así te rogamos.
- Señor Resucitado, sigue caminando con nosotros cuando nos sintamos confusos,
minados por la duda, duros de cabeza y lentos para entenderte a ti y a tu evangelio, y
así te rogamos.
Escucha, Padre, nuestra oración. Te la presentamos por medio de tu Hijo, que, sentado
a tu derecha, vive y reina por los siglos de los siglos
3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)

✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas

*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Acepta, Señor, las ofrendas de la redención humana y concédenos, complacido, la salud


del alma y del cuerpo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oh Dios de luz y de vida: Como los dos discípulos de Emaús, somos torpes de corazón y
lentos para entender de qué modo tu Hijo camina con nosotros en cada momento de
nuestra vida. Ayúdanos a reconocer su presencia en estos humildes signos de pan y vino
y que él inflame nuestro corazón cuando escuchemos su voz. Que nos percatemos de su
cercanía en esta eucaristía, en los acontecimientos de la vida y en los hermanos que nos
rodean. Porque él es nuestro Señor Resucitado por los siglos de los siglos.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de
consagración. El sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo
en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio .

a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio Pascual I. El misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor;
pero más que nunca exaltarte en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido
inmolado.
Porque Él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó
nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
• Gracias Jesús por estar a mi lado, por caminar conmigo y traer luces a mi vida, en
especial en los momentos en que las cosas parecen confusas y difíciles. Ayúdame a
crecer en la fe y a buscarte siempre en la Eucaristía. Amén
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y
también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria
diciendo sin cesar:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita las alabanzas a Dios.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa;
es la transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el
Santísimo sacramento del Altar!

Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de
Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu


resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
f) Oblación. La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno
de los participantes.

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su


admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvemos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (san
N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener
siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al
mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu
servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y
diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
g) Intercesiones. Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con
toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros,
vivos y difuntos.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen
del pueblo.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de
nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor.

a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a
cada persona de la tierra.

• Oremos a nuestro Padre misericordioso nos conceda la gracia de encontrarnos con


Cristo Jesús, escucharle, y sentarnos a su mesa, y decirle: Quédate con nosotros por
siempre"
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan
mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.

Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no
tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “Hombres duros de entendimiento, cómo les
cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas ".

• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la
comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Lc 24, 35
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús al partir el pan. Aleluya.

✞ ✞ ✞ Oración después de la Comunión

Liberados de la vieja condición de pecado, te pedimos, Señor, que la devota


participación en el sacramento de tu Hijo nos transforme en nuevas criaturas. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios nuestro: Hemos escuchado las palabras de tu Hijo que cuestionan nuestra
apatía y pesimismo, y Él ha movido nuestros corazones. Nos hemos sentado a la mesa
con Él y Él ha partido de nuevo para nosotros el pan de sí mismo. Envíanos ahora en
misión a nuestros hermanos y hermanas, para llevarles la Buena Noticia salvadora: Que
tu Hijo está vivo y resucitado y que ahora podemos realizar juntos, unos con otros, en
fraternidad, este viaje de vida y esperanza. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el
Señor, que vive contigo y permanece con nosotros, ahora y por los siglos de los siglos.

4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea,
para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

✞ ✞ ✞ Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!

Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Reina del Cielo, alégrate, aleluya, porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

Oracion a San Miguel Arcángel.


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde
súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén

✞ ✞ ✞ Bendición

1
Bendición solemne como el día de Pascua.
Que os bendiga Dios todopoderoso en la solemnidad pascual que hoy celebramos y,
compasivo, os defienda de toda asechanza del pecado.
R. Amén.
El que os ha renovado para la vida eterna, en la resurrección de su Unigénito, os colme
con el premio de la inmortalidad.
R. Amén.
Y quienes, terminados los días de la pasión del Señor, habéis participado en los gozos de
la fiesta de Pascua, podáis llegar, por su gracia, con espíritu exultante a aquellas fiestas
que se celebran con alegría eterna.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre
vosotros y os acompañe siempre.
R. Amén.

Para despedir al pueblo, el diácono o el mismo sacerdote, dice:


Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
2
Hermanos: Ojalá también nosotros pudiéramos decir con los discípulos de Emaús. ¿No
sentíamos arder nuestro corazón mientras Jesús caminaba con nosotros por el camino y
nos revelaba su Buena Noticia?
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre
nosotros y nos acompañe siempre.
Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16

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