Tema 3 Pueblos de Los Andes
Tema 3 Pueblos de Los Andes
Tema 3 Pueblos de Los Andes
Existe un amplio catálogo dedicado a los derechos de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos en la CPE (Art. 30.II CPE). Entre ellos se encuentran—además de los mencionados a lo
largo del presente capítulo— los derechos a existir libremente; identidad cultural, creencia religiosa,
espiritualidades, prácticas, costumbres, y propia cosmovisión; protección de lugares sagrados; crear
y administrar sistemas, medios y redes de comunicación propios; y, propiedad intelectual colectiva
de sus saberes, ciencias y conocimientos (Vagas y Gamboa, s. f.).
La población total de Bolivia alrededor de 2010 se estima en 9.995.000, con una población indígena
total de 6.216.026, lo que representa un 62,2% de la población total. De los 36 pueblos reconocidos,
el Quechua y el Aymara son los mayoritarios en los Andes occidentales.
En Bolivia existe una riqueza cultural enraizada en los Pueblos Indígenas; la geografía de Bolivia tiene
distintos pisos ecológicos que van desde las altas tierras del altiplano (3000 a 4000 m.s.n.m.) hasta
las tierras bajas de los valles (200 m.s.n.m.), esta división ha permitido agrupar a los Pueblos
Indígenas (PI): en PI de Tierras Bajas y PI de Tierras Altas. Los PI de Tierras Altas que se asientan en
la zona andina, es en las cordilleras de los Andes donde se asienta el mayor número de habitantes
indígenas ( CADPI y FIDA, s. f.).
En términos generales, las tierras altas bolivianas o el territorio andino se consideran el espacio
físicamente dominante en los Andes. Es el espacio territorial de la región occidental del país, y la
región está compuesta básicamente por regiones ecológicas de mesetas y valles, aunque hay más
divisiones dentro de ella. La zona de las tierras altas se caracteriza por una amplia variedad de suelos
y climas ecológicos, desde diferentes perspectivas, estos aspectos la hacen diversa y atractiva.
Pero Bolivia no solo tiene tierras altas, su territorio más grande se extiende en el este, y se
caracteriza por las condiciones ambientales típicas de la selva y la región amazónica de América del
Sur. En los últimos años, esta área, conocida como las Tierras bajas, ha cambiado de un área
pobremente integrada a un área con alta influencia e influencia en las realidades sociales,
económicas y políticas del país.
En términos de extensión territorial y población, las tierras altas (mesetas y valles) se caracterizan
por el hecho de que ocupan menos de la mitad del territorio de Bolivia, pero la mayoría de los
bolivianos viven en esta área.
Numéricamente, las tierras altas constituyen el 37% del territorio del país, pero el 72% de los
bolivianos (urbanos y rurales) viven en esta zona. Esta realidad no es ajena a nadie, por el contrario,
es bien sabido que Bolivia nació en 1825, cuando los Andes eran inminentes, y mantuvo este Estado
hasta la reforma agraria de 1953. En los últimos 50 años, esta situación ha cambiado debido a las
políticas nacionales para promover el desarrollo. La integración del este promueve el desarrollo de
la industria agrícola, reduciendo así la alta dependencia de las importaciones de alimentos,
especialmente azúcar y arroz (s. f., Capítulo Caracterización de las tierras Altas).
Geográficamente, las tierras altas suelen estar vinculadas a los tres departamentos de la meseta
boliviana: La Paz, Potosí y Oruro, valles relacionados con las provincias de Cochabamba, Chuquisaca
y Tarija; Cuando llegaron a los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando, finalmente pensaron en
las tierras bajas.
Sin embargo, según la clasificación geográfica realizada por este trabajo, más precisamente, la
realidad es diferente.
Las regulaciones de los tres departamentos de cada región de meseta solo se pueden cumplir en la
región de meseta, y la región de meseta en realidad está compuesta por los tres departamentos
anteriores, aunque no todos. En lo que respecta al departamento de La Paz, solo el sur es parte de
la meseta, Oruro es principalmente una meseta, pero tiene una parte del valle, y Potosí está entre
la meseta y el valle.
En resumen, en las tierras altas vive el 72% de la población boliviana pero solamente ocupa el 37%
del territorio nacional. En términos de población rural, en las tierras altas vive el 83% de los
bolivianos. En cuanto a número de municipios las cifras muestran la misma tendencia, 252
municipios (77%) de los 327 existentes pertenecen a tierras altas (index.pdf, s. f.).
Existe una gran riqueza en tradiciones, vestimentas, bailes y costumbres, mismos que han sido
conservados desde la colonia hasta nuestros días. Las tradiciones de los pueblos anteriores a la
colonia se mezclaron con las de los españoles en tiempos de la colonia, lográndose el mestizaje de
la vestimenta y tradiciones, que aún son conservadas por la población y revividas en las festividades
folklóricas del país, entre las que destacan: El Carnaval de Oruro, la Entrada del Gran Poder en la
ciudad de La Paz, la Entrada de la Virgen de Urkupiña de la ciudad de Cochabamba, la festividad de
Los Chutillos en Potosí (Culturas, s. f.).
En la zona del Altiplano es común ver multicolores vestimentas y tejidos, confeccionados con lanas
de llama, alpaca, vicuña u oveja, que han sido teñidos utilizando colorantes naturales. Los tejidos
con patrones geométricos, zoomorfos y antropomorfos y barras, son conocidos como Aguayos o -
en quechua - lliqllas (el término awayo es voz quechua y significa tejer). Es común la presencia de
estos elementos en comunidades de las y los aymaras, quechuas, urus y chipayas, huarani,
tupihuarani con variaciones en tonos o colores dependiendo de cada comunidad. En las ciudades,
los descendientes indígenas que migraron han adquirido también vestimentas características que
tuvieron origen en tiempos de la colonia. Las mujeres son las mejores representantes de esta
herencia, pudiéndose diferenciar claramente el vestuario de mujeres potosinas, orureñas, paceñas,
cochabambinas, chuquisaqueñas y tarijeñas. Incluso en La Paz, las comunidades afrobolivianas han
sabido mantener tradiciones, música y por supuesto vestimentas características y muy
diferenciables del resto, sin significar esto una pérdida de vistosidad, identidad y belleza.
3.4. Patrimonio cultural tangible e intangible
Rica en cultura folklórica, se característica esta zona de los Andes por sus instrumentos nativos, tales
como el charango, la quena, el pinquillo, el pututu entre otros.
En estas festividades se muestran bailes típicos como la Diablada, Morenada, los Incas, los Pujllay,
los Caporales, los Negritos, la Llamerada, los Ahuatiris, la Tarqueada, los Tinkus, los Suri y muchas
otras, en ellas abunda un derroche de colores y alegría, en una extraña mezcla entre paganismo y
catolicismo.
El Ayllu
El Ayllu, conforma la identidad misma de los pueblos en Bolivia desde la época prehispánica, como
la organización de un pueblo que ha ido cambiando con la imposición de la colonia, que sin embargo
perdura no con la misma pureza en nuestros días conservando con algunos valores y organizaciones
autónomas; por ejemplo, el de elegir a sus autoridades o tomar determinaciones sobre su territorio.
Una de las costumbres más arraigadas de esta zona es la de Todos Santos, debemos recurrir
nuevamente al significado de Ayllu, ya que los sociólogos nos dicen que Ayllu significa familia, pero
va más allá porque es una relación de vínculos, visitas familiares a las que sus integrantes no podían
rehusar por respeto a sus costumbres, a sus ascendientes y a sus autoridades. Uno de los factores
que incide en la falta de relacionamiento entre familias como lo era antes, se debe a que los Ayllus
han crecido en territorio y se han distribuido señalando límites entre unos y otros; otro factor es el
abandono del campo para migrar a las ciudades. El factor más importante es que debido a la
migración, ya no están todos los integrantes para trabajar en cooperación las chacras que es lo
fundamental para conservación del Ayllu, provocando el abandono y la económica. Muchos se
profesionalizan y ya no vuelven a su lugar de origen o ya no quieren trabajar la tierra; otro factor es
la presencia de las iglesias evangélicas que no les permiten participar en las fiestas, de las
costumbres de sus familias.
Según los etnógrafos esta fiesta de todos santos es una manifestación cultural presente en los
pueblos andinos, los días 1 y 2 de noviembre dedican a las almas de sus muertos, formando mesas
o tumbas, que consisten en la ofrendar diversidad de masa, comidas y bebidas para que sus
antepasados se sirva y el día 2 retornen satisfechos a sus tumbas. Acostumbrar comenzar el
velatorio el día 1 de noviembre con la visita al cementerio, algunos pueblos, dicen la historia que ahí
en las tumbas ofrendaban comida y acompañaban toda la noche a su difunto, otros tienen la
costumbre de realizar misas costumbre ya entrelazadas las costumbres con la Iglesia Católica y luego
en sus casas prepara las mesas de comida, rezar, beber entre otros.
El consumo del alcohol era importante para el pueblo andino, consideraban que les provocaba un
relacionamiento con sus muertos, les permitía desahogar su dolor y al mismo tiempo acercarse al
mundo de los difuntos.
La minería, el petróleo y el gas son las bases para fortalecer la nueva economía extractiva. La
particularidad de las actividades de producción montañosa incluye actividades agrícolas y ganaderas
autosuficientes; principalmente cría ganado menor de edad y productores de maíz, pimiento y
papas (y otros cultivos), que se venden al comercio local y regional. La producción agrícola tiene
características estacionales obvias, principalmente afectadas por el tiempo de cosecha. Esto ha
llevado a una migración de población temporal y a problemas relacionados con este enfoque:
trabajo inestable, niños que acompañan a miembros de la familia que abandonan la escuela, trabajo
infantil y malas condiciones de vivienda.