Tesis Delgado Miguel
Tesis Delgado Miguel
Tesis Delgado Miguel
AGRADECIMIENTOS
Leandro Luna, Claudia Aranda, Rafael Goñi, Lorena L´Hereux, Dario Demarchi. Gracias a
Luciana Catella por su ayuda con algunos mapas y análisis espaciales. A mis compañeros de
laboratorio, becarios y amigos por todos los momentos Luciana, Vir Lynch, Natu, Ivan, Camila,
Fernando, Jorge, Cecilia, Fede, Gabbi, Niki, Michael. Un agradecimiento especial a mi familia
aquí en la Argentina Daf, Fabri, Karen, Alberto, Fercho, Jake, Pao, Caro, Nasa, Vivi y muchos
más por literalmente cumplir funciones familiares y por el cariño. Richard Scott (University of
Nevada Reno, USA) y Christy G Turner II (Arizona State University, USA) proporcionaron
muchos datos inéditos de sus investigaciones. Quiero dar un especial agradecimiento a los
jurados de la presente tesis Dr. Leandro Luna, Dra. Marina Sardi y Dra. Laura Miotti por sus
oportunos comentarios y sugerencias. Marina Sardi en particular aportó críticamente desde el
inicio de esta investigación y sus sugerencias son muy apreciadas. En Colombia a mis amigos
que siempre me apoyaron y brindaron momentos Yon, Mauricio, Alfredo, Fausto, Fabián,
Javier, Pablo. Finalmente a mi familia sin ellos no hubiese podido salir a ver el mundo…. A ti
viejo que aunque ya no estás sigues siendo parte fundamental de todo esto, a ti vieja por todo tu
amor y entrega siempre, a ti pechi y sarita por todo su amor, ayuda y fortaleza y por hacerme
sonreír, a ti Andrea por compartir la vida con migo por permitirme ser tan feliz a tu lado y por
darme el mejor regalo tu Danita nada de esto tendría sentido si no estuvieses aquí siendo el
motor, mi fe, mi apoyo, mi luz, mi felicidad eterna, mi todo y más que eso te amo. A todos un
gracias siempre……
v
RESUMEN
En la presente tesis se presentan los resultados del estudio bioarqueológico de los patrones de
diversidad morfológica en muestras de poblaciones humanas, ampliamente distribuidas en un
sentido espacial y temporal, que ocuparon el Norte de los Andes (actual territorio de la
República de Colombia) durante el Pleistoceno final y el Holoceno. Dicha área es clave para
abordar tanto el ingreso inicial de grupos humanos al subcontinente como la microevolución
ocurrida a lo largo del Holoceno debido a su posición geográfica, marcada diversidad ambiental
y paisajística y al completo y detallado registro arqueológico y paleoambiental. Así, se espera,
entre otras cosas, aportar información relevante para la mejor comprensión del proceso de
poblamiento y dispersión, a escala regional y continental, y sobre la evolución morfológica y
poblacional. En este contexto los objetivos que articularon la presente investigación fueron: 1)
estudiar la cantidad, origen y fuentes de la variación fenotípica en muestras diacrónicas del área
de estudio a nivel intra e intergrupal; 2) poner a prueba un conjunto básico de hipótesis
derivadas del modelo más simple de poblamiento y microevolución en el área de estudio y 3)
establecer comparaciones con muestras extrarregionales, en una escala continental, con el fin de
discutir aspectos del poblamiento inicial de Sudamérica. La información analizada provino del
relevamiento de diferentes tipos de variables entre ellas medidas lineales así como basadas
coordenadas de landmarks y semilandmarks en 2D a nivel craneofacial y rasgos no-métricos de
la dentición. En forma complementaría se obtuvieron otras variables de tipo climático,
geográfico y de dieta en el contexto regional así como variables fenotípicas (craneométricas y
dentales) de grupos extrarregionales que fueron incorporadas en los análisis estadísticos
desarrollados. Los mismos consistieron en una serie de pruebas uni, bi y multivaridas desde dos
enfoques denominados model free donde se emplearon técnicas descriptivas, correlacionales y
exploratorias y otro model bound donde se usaron básicamente métodos que se basan en
supuestos genético-poblacionales.
A nivel intrarregional y a partir de los resultados obtenidos puede decirse que 1) la evidencia
morfológica analizada -considerada en conjunto- sugiere que el poblamiento inicial del área de
estudio fue resultado del ingreso de una única población, relativamente homogénea desde un
punto de vista fenotípico y que este patrón de variación morfológica se mantuvo relativamente
estable durante varios milenios desde el Pleistoceno final hasta mediados del Holoceno.
Diferencias entre muestras tempranas de cronología similar de las Cordilleras Oriental y Central
alerta sobre escenarios más complejos que el que aquí se presenta. 2) entre 10,000 y 3500/2500
años AP, el norte de los Andes estuvo habitado por poblaciones locales descendientes de una
única población fundadora, que habrían experimentado en general, un bajo grado de
diferenciación probablemente como resultado de aislamiento y consecuentemente de tasas
vi
relativamente bajas de flujo génico. Aún así cierta diversificación ocurrida durante el Holoceno
medio vinculada probablemente con eventos paleoclimáticos indica que la dinámica de
expansión poblacional no es exclusiva del Holoceno tardío. El cambio morfológico más
marcado, que involucra tanto al esqueleto craneofacial como a la dentición, parece coincidir
temporalmente y en términos generales con un proceso mayor -desde un punto de vista cultural
y demográfico- como es la dispersión de la agricultura intensiva en la región. Aún así la
naturaleza del proceso de expansión agrícola en la región, sobre todo de la agricultura intensiva,
no resulta del todo clara, pero en algunas áreas tales como el Altiplano Cundiboyacense parece
haber implicado el arribo de de nuevas poblaciones con patrones de diversidad morfológica muy
diferentes a los preexistentes. 3) si bien la divergencia morfológica vista en momentos tardíos
no puede ser explicada exclusivamente por la acción de factores estocásticos (mutación y
deriva) sino también por el papel de procesos direccionales como la selección y la plasticidad
fenotípica promovidos probablemente por cambios ambientales, en la economía de subsistencia
y la tecnología empleada para procesar los alimentos resulta claro que el cambio morfológico
observado se relaciona probablemente con el ingreso de grupos extrarregionales con distintos
patrones de diversidad. 4) existe ausencia de estructura geográfica en los patrones de de
diversidad fenotípica en la región de estudio para los grupos tardíos lo cual es compatible con la
idea de una población que se expandió en gran parte del territorio del norte de los Andes en un
lapso corto de tiempo, menor al necesario para el desarrollo de una clara estructuración
geográfica de la variación. A nivel continental los análisis muestran que 1) la cantidad de
diversidad durante el Holoceno temprano/medio es de escasa magnitud lo cual se infiere a partir
14
de la poca diferenciación vista entre grupos anteriores al 7000 C AP. 2) existen diferencias
importantes en la diversidad craneofacial en momentos anteriores y posteriores a los 5000 años
AP. 3) el grado de regionalización de la variación dental en América –que se configura
espacialmente en forma lenta debido a la estabilidad evolutiva de los rasgos discretos– sugiere
tiempos de ingreso anteriores a los indicados por algunos modelos (v.g. Clovis first y de una
única oleada desde la evidencia molecular). 4) existe cierta tendencia geográfica en la
distribución de la diversidad morfológica craneal y dental que podría indicar eventualmente vías
de desplazamiento a lo largo del continente por las costas Pacifica y Atlántica.
interior del Norte de los Andes, la evidencia morfológica disponible a nivel craneofacial y
14
dental correspondiente al Holoceno temprano/medio (10,000-7000 años C AP), sugiere la
existencia de una única población fundadora relativamente diversa, con un patrón morfológico
craneofacial afín al denominado paleoamericano o al extremo generalizado del vector
morfológico americano cuyo complejo dental muestra la preponderancia del patrón Sinodonte.
La diferenciación relativa entre grupos tempranos de la Cordillera Oriental y el valle del río
Porce indica que probablemente hubo mayor diversidad durante momentos tempranos
compatible con una hipotética diferenciación intrarregional de la población fundadora o
alternativamente más poblaciones fundadores dispersas por diferentes escenarios ambientales.
Aparte el conjunto de la evidencia indica la existencia de un proceso microevolutivo local no
influenciado por altas tasas de flujo génico a partir de poblaciones extrarregionales desde el
Pleistoceno final hasta el Holoceno medio y tardío inicial. A partir del comienzo del Holoceno
14
tardío final (ca. 2500 años C AP), ocurre un cambio significativo en la morfología ósea
craneofacial y dental, coincidente probablemente con la dispersión de la agricultura intensiva.
Dicho cambio puede estar implicando también la dispersión de una población de origen
extraregional así como el surgimiento de adaptaciones relacionadas con cambios en la dieta.
Durante este momento también se observan procesos de estructuración espacial y cultural de la
diversidad biológica, incremento de rasgos especializados así como el surgimiento de
restricciones culturales al contacto entre grupos y de marcadores culturales como la
deformación craneana artificial.
viii
ABSTRACT
At the intra regional level and taking into account the results obtained, I can state that: 1) the
available phenotypic data – take together– suggest that the initial peopling of the study area is a
process that involved a sole founding population with limited biological diversity and with a
morphological pattern that remained stable since the final Pleistocene until the middle
Holocene. Differences emerged from the comparison of early samples from the Central and
Eastern cordilleras indicates more complex scenarios that here envisaged; 2) between ca.
10,000-6000 BP the northern Andean area was inhabited by local populations, descendent from
a only one source population, relatively few differentiated with high rates of intraregional gene
flow. Despite this the morphologic diversification viewed during the middle Holocene probably
related to paleoclimatic events reveals complex population dynamics during such time frame
(i.e. between 6000-4000 14C YBP). The marked morphological change viewed during the late
Holocene that involved both the craniofacial structures and the dentition is in a temporal sense
related with a wide process, from a cultural and demographic standpoint, such as the dispersion
ix
of an agricultural way of life focused albeit not exclusively on maize, cucurbitaceas and
highland tubers. Yet in the region the nature of the agricultural expansion, mainly the intensive
agriculture, is not a clear process but in some regions such as the Cundiboyacense high plain
seems to be related to the entry of new populations with distinct morphological patterns; 3) if
well the diversity displayed by the chronologic samples cannot be explained exclusively by the
action of random process such as mutation and drift but selection and phenotypic plasticity it is
clear that the remarkable divergence viewed is likely related to the expansion of agricultural
populations within the region; 4) the absence of spatial structure of the patterns of phenotypic
variation between late samples is in agreement with the rapid expansion of one founding
population. At a continental level 1) the analyses show consistently low biological diversity in
America during the Early/mid- Holocene and therefore high phenotypic similarities before 7000
AP; 2) occurred important craniofacial changes during the middle Holocene in South America;
3) the degree of regionalization exhibited by the dental morphology, conservative in an
evolutionary context regarding the craniofacial phenotype, suggest a early human entry to the
Americas (i.e. older than 11,500 14C YBP) incompatible with the assumptions of the Clovis-first
scenario; 4) the geographic patterns of the craniofacial and dental diversity suggest a trend
likely related with a coastal expansion by both Pacific and Atlantic coasts.
a different scenario emerges, that is, the change in the dental and craniofacial morphology
coincident with the expansion of specialized agriculture centered, but not exclusively, on several
cultigens among them maize, cucurbitaceas and beans. Such change may involve the dispersion
of extraregional population. Since this moment are evident processes of biological and cultural
spatial structuring, increase of specialized dental and craniofacial traits, the emergence of both
cultural restrictions to gene flow, socio-economical complexity as well markers of social status
such as artificial cranial deformation.
xi
ÍNDICE
Resumen v
Abstract viii
I INTRODUCCIÓN………………………………………………………... 1
III.2.2. Modelo de los dos componentes biológicos o del origen dual para los 34
Nativos Americano………………………………………………………….
V. OBJETIVOS E HIPÓTESIS…………………………………………….. 71
V.3. Hipótesis………………………………………………………………….. 71
VII.5.2. Model free: Historia poblacional Holocénica del Norte de los Andes…. 145
VII.5.3. Model bound: Estructura poblacional Holocénica del Norte de los Andes 171
I. INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es presentar y discutir los resultados de una investigación orientada
al estudio de los patrones temporales y espaciales de variación morfológica, a nivel dental y
craneofacial, de muestras de restos humanos procedentes del Norte de los Andes (actual
territorio de la República de Colombia). El propósito último de dicha investigación ha sido
aportar información relevante para la comprensión del proceso de poblamiento, tanto a escala
regional como continental, mediante el estudio de los patrones de variación fenotípica en rasgos
craneofaciales (continuos) y dentales (no-métricos) de muestras diacrónicas y geográficamente
diferenciadas del área. En este sentido, se considera que el estudio de la variación fenotípica de
muestras de poblaciones humanas prehispánicas de Colombia, en articulación con otras líneas
de evidencia, resulta de gran importancia para la discusión del poblamiento temprano de
Sudamérica así como del proceso microevolutivo ocurrido a lo largo del Holoceno.
A este respecto, cabe señalar que, durante los últimos años, se han propuesto diferentes
hipótesis y modelos acerca del poblamiento y evolución posterior de las poblaciones
sudamericanas. Sin embargo, los mismos resultan difíciles de evaluar en una escala continental,
ya que varias regiones importantes para esta discusión han sido poco investigadas desde un
punto de vista bioarqueológico. Una de tales áreas clave, escasamente abordada de manera
integral desde esta perspectiva, ha sido el extremo noroccidental de Sudamérica, que comprende
el actual territorio Colombiano. Debido a su posición geográfica y al detallado registro
arqueológico y paleoambiental, el conocimiento bioarqueológico de esta zona resulta crucial
para el logro de una mayor y mejor comprensión de los procesos implicados en el ingreso inicial
y posterior evolución de las poblaciones humanas que habitaron Sudamérica en épocas
prehispánicas.
muestras empleadas (v.g. cronología, composición sexual y etárea, distribución de las variables
morfológicas de interés) y las propiedades dinámicas de las poblaciones humanas –en rigor,
linajes en evolución– de las cuales derivan. Por el otro, se parte del reconocimiento de que los
patrones detectables poseen un grado no determinado –pero probablemente alto– de
equifinalidad (i.e. la posibilidad de que un mismo patrón sea causado por múltiples mecanismos
o procesos alternativos), un aspecto al cual no se le ha prestado, aún, la necesaria atención en la
literatura especializada. Esto indica que los estudios encaminados a discutir los patrones de
dispersión y la evolución biocultural humana empleando el registro bioarqueológico deben
tomar en cuenta los sesgos mencionados para sugerir interpretaciones más coherentes con la
naturaleza de la evidencia abordada. Es decir se pretende conocer hasta qué punto la evidencia,
en este caso los patrones de variación biológica obtenidos del estudio de restos óseos humanos
ampliamente dispersos en el tiempo y en el espacio, permite abordar aspectos complejos como
la historia y estructura poblacional prehispánica.
La segunda parte se inicia con el capítulo VI, en el cual se expone la distribución, composición,
asociación contextual y principales características de las muestras de restos humanos empleadas
3
en el estudio. En los capítulos VII y VIII se presentan y se discuten los resultados de los
estudios de craneometría tradicional efectuados en dos niveles de análisis: regional y
continental, respectivamente. En el capítulo IX se lleva a cabo la exposición y discusión de los
resultados de los análisis de morfometría geométrica realizados con muestras de la región y, en
el capítulo X, se efectúa la descripción y discusión de los resultados de los análisis de rasgos
dentales no métricos en el marco de las escalas espaciales analizadas –regional y continental–.
Los capítulos VII a X incluyen, asimismo, una descripción y discusión de los fundamentos
teórico-metodológicos que sustentan cada uno de los análisis y enfoques empleados.
La tercera y última parte incluye la discusión general de los resultados obtenidos (capítulo XI),
que se evalúan en relación con las hipótesis de trabajo formuladas en el capítulo V de la primera
parte; esta discusión concluye con la proposición del modelo más parsimonioso acerca de a) las
probables características de la población fundadora que ingresó al área de estudio durante el
Pleistoceno, b) la trayectoria evolutiva seguida por la misma a lo largo del Holoceno y c) de las
vinculaciones con las poblaciones tempranas de otras regiones del continente. Por último, en el
capítulo XII se realiza una síntesis del trabajo, proponiéndose las posibles líneas de
investigación a seguir en el futuro incluyendo los avances en la explicitación y control de los
sesgos mencionados inicialmente referentes a la naturaleza del registro bioarqueológico.
4
II.1.1. Ecorregión Amazonía (Figura 2.1). Es una vasta región ondulada, constituida por rocas
sedimentarias del terciario, la cual está ubicada entre los 4º 10´ latitud sur y 4º 05´ latitud norte
y entre los 76º 16´ y 66º 50´ longitud oeste y el límite con Venezuela y Brasil, con una
superficie aproximada de 300,092.7 km2 (el 30%, aproximadamente, del territorio Colombiano)
y con elevaciones que oscilan entre los 80 y 2800 msnm (Sierra de la Macarena). A su vez esta
ecorregión se subdivide en 4 subregiones: Amazonas-Putumayo, Caquetá-Vaupés-Guaviare,
Guainía y Macarena-Chiribiquete. La vegetación de la planicie Amazónica se distribuye, en
términos de la diversidad paisajística, en tres grupos selva densa correspondiente a los
interfluvios de los ríos Caquetá, Amazonas, Putumayo y Apaporis; selvas densas y sabanas de
terrazas y superficies de erosión y colinas altas del río Vaupés y selvas mixtas de bosques y
sabanas de la región de Guainía. En las mesetas, el factor topográfico influye en la distribución
de la vegetación. Respecto a la biodiversidad, la ecorregión Amazónica es una de las zonas más
diversas de Colombia junto con la Pacífica, ya que posee más de 5400 especies de plantas
superiores, 147 especies de reptiles, 868 de aves, 95 de anfibios y 210 de mamíferos. El relieve
varía en formas planas, planocóncavas, onduladas y quebradas. El clima está determinado por
tres sistemas de circulación atmosférica intertropical, regional y local. La temperatura máxima
anual es de 33,4 ºC, la temperatura media anual es de 25,3 ºC y la temperatura mínima anual es
de 18,9 ºC. El promedio anual de humedad relativa es del 85,3%, mientras que el promedio
5
anual de brillo solar, evaporación y precipitación son 130.5 h.m, 98,5 mm y 259,9 mm
respectivamente.
II.1.2. Ecorregión Andina (Figura 2.1). Es una de las más complejas en términos de diversidad
climática, ecológica, vegetacional y faunística debido al rango altitudinal que presenta. Abarca
la zona montañosa que se ubica en la porción noroccidental y central del país. En el sur (nudo
de los Pastos y el Macizo Colombiano) se divide en tres ramas o cordilleras de diferente origen
geológico (Rangel, 1995, 1997), denominadas Occidental, Central y Oriental La Cordillera
Occidental presenta elevaciones de hasta 4200 msnm y se desprende de la Cordillera Central en
el suroeste del país; la Cordillera Central con elevaciones de hasta 5700 msnm se prolonga hacia
el sur en la cordillera oriental del Ecuador y se extiende hasta la región Caribe en el norte;
finalmente la Cordillera Oriental -la más ancha y comparativamente la más baja, con varias
depresiones- se extiende hasta Venezuela. Existen dos valles interandinos principales, irrigados
por los dos principales ríos, el Magdalena y el Cauca (Domínguez, 1988). Debido a su extensión
y complejidad ecológica y climática algunos estudios la dividen en subregiones que representan
su diversidad. En la presente descripción seguimos la división hecha por Rangel y Garzón
(1997) que incluye a la Sierra Nevada de Santa Marta, Macizo Central Colombiano, Parque de
los Nevados y Altiplano Nariñense. La Sierra Nevada de Santa Marta se ubica en la zona norte
de Colombia (10º 11´, 11º 20´ latitud norte, 72º 30´, 74º 15´ longitud oeste) con una extensión
de 12000 km2 y posee un rango altitudinal de 200 y 4300 msnm. En cuanto a vegetación debido
a la ubicación geográfica del macizo y al efecto de intercepción a la circulación de los vientos
alisios del Noreste se origina una distribución diferencial de los cinturones de vegetación, al
igual que una segregación ecológica. En un gradiente altitudinal (ca. 500-4300 m) se encuentran
desde los pastizales y matorrales del páramo hasta las selvas y bosques de la región ecuatorial
pasando por los bosques de la parte media (Rangel, 1995, 1997). Respecto a la flora y fauna,
cerca de 1600 especies de plantas superiores y más de 195 especies de aves, 46 de reptiles, 18
de anfibios y más de 100 de mamíferos caracterizan su biodiversidad. El Macizo Central
Colombiano, integrado por el transecto desde el valle del Magdalena hasta el valle de Popayán
en el Cauca, cubre un área de 2000 km2 con un rango altitudinal de entre 1000 y 4500 msnm. La
vegetación de ésta subregión en su parte más alta está caracterizada por pajonales y
frailejonales, en la franja altoandina se establecen los bosques de Miconia, en la parte media de
roble principalmente y en la franja inferior bosques abiertos y cardonales. Su flora incluye más
de 1200 especies de plantas superiores y cerca de 62 especies de reptiles, 52 de anfibios y 56 de
aves. Finalmente, el altiplano Nariñense se ubica en el Departamento de Nariño y la
descripción geográfica se limita a su rango altitudinal de paramo el cual oscila entre 3000 y
4500 msnm. La vegetación está compuesta, básicamente, por pajonales y frailejonales así como
bosque altoandino. Cuenta con más 450 especies de plantas vasculares, 23 de anfibios, 14 de
6
II.1.3. Ecorregión Orinoquía (Figura 2.1). Se ubica entre los 5º y 2º latitud norte y entre los 75º
y 67º longitud oeste. Posee una superficie de 154,193 km2 con elevaciones entre 80 y 500
msnm. Se divide en subregiones naturales: piedemonte (500 m), abanicos aluviales (400 m) y
altillanuras Sobre la base de su composición florística, se han diferenciado diez tipos de sabana
y seis de bosques, de los cuales tres son relictuales. Los tipos de sabana se distribuyen a lo largo
del gradiente de humedad y se diferencian en sabanas secas, húmedas e inundables. Esta
ecorregión posee más de 2047 especies de plantas superiores, así como 28 de anfibios, 644 de
aves, 119 de reptiles, 65 de arácnidos y 359 de himenópteros. Respecto a las características
climáticas, la temperatura máxima promedio es de 33,6 ºC, la temperatura media de 25,9 ºC, la
temperatura mínima media de 19 ºC, la humedad relativa de 80,4 %, el brillo solar de 149,9
h.m, y la evaporación media de 108,25 mm.
II.1.4. Ecorregión Caribe (Figura 2.1). Se localiza entre 7º 56´ y 12º 25´ latitud norte 77º 20´
71º 08´ longitud oeste. Cubre un área aproximada de 142.000 km2 con un rango altitudinal entre
0 y 865 msnm. La misma corresponde a una extensa llanura, que abarca desde el litoral
Atlántico hasta los límites con Venezuela. De acuerdo con la variación climática y posición
geográfica, se divide en dos subregiones: la central (costa atlántica, altura 0-200 msnm) y norte
(zona de la Guajira, 0-865 msnm) La vegetación incluye manglares en las líneas de playa
(especies de Rhizophora), matorrales (Heterostachys y Philoxerus) en las áreas de menor
influencia del factor salino, cardonales en terrazas inclinadas con suelos sueltos y bosques
(Anacardium y Ceiba) en suelos con buen contenido de agua. Posee cerca de 3429 especies de
plantas, así como 32 de anfibios, 951 de aves, 101 de reptiles, 133 de arácnidos 434 de
himenópteros. Los suelos de la ecorregión Caribe forman dos unidades; la primera constituida
de formas variadas de relieve, entre las cuales sobresalen las playas y las barras marinas con
suelos arenosos, mal drenados y poco desarrollados. Estas tierras presentan un relieve plano-
cóncavo, son inundables y están afectadas permanentemente por la marea. La segunda unidad la
conforman los litorales, que se encuentran en la planicie marina, en aplanamientos disectados en
forma de mesas y en superficies de erosión en la Guajira. Esta ecorregión posee una temperatura
máxima de 32,7 ºC y mínima de 26,ºC, humedad relativa de 81,4% y un brillo medio anual de
174,9 h.m. En cuanto a la precipitación, ésta es bimodal y tetraestacional en la Guajira y
unimodal y triestacional en el resto, con un gradiente oriente–occidente.
7
II.1.5. Ecorregión Pacífica (Figura 2.1). Comprende a la franja localizada entre el Océano
Pacífico y la Cordillera Occidental, desde la cuenca del río Mataje hasta la desembocadura del
río Atrato, cerca de Panamá. Sus coordenadas geográficas son 7º 13´ -1º 36´ latitud norte y 77º
49´ - 79º 01´ longitud oeste. Su extensión es de aproximadamente 131.246 km2, con un
gradiente de altitud situado entre los 0 y 1100 msnm. Se divide en 4 subrregiones de acuerdo
con su variación climático-ecológica y altitudinal: 1, corresponde a la zona litoral; 2, parte
norte; 3, parte central y 4, las tierras altas. El paisaje típico del andén Pacífico se caracteriza por
ser de colinas y serranías. Los sectores con más pendientes se han favorecido por procesos
erosivos de denudación, debido a la inestabilidad de los materiales geológicos. En las tierras
bajas (ríos cauces menores y planicies marinas) existen suelos aluviales que contienen minerales
fácilmente alterables. Presentan niveles relativamente altos de nutrientes para las plantas y, en
general, son de textura franco arcillosa y arcillosa. En cuanto a la vegetación, en la región se
establecen diversos tipos como los manglares, comunidades acuáticas y pantanosas,
formaciones de riberas o playas y vegetación de tierra firme. Hay registro de 5474 especies
vegetales y 127 de anfibios, 577 de aves, 104 de reptiles, 101 de arácnidos y 649 de
himenópteros. La temperatura máxima promedio anual es de 29,9 ºC, la temperatura media es
de 23,6 ºC y mínima 18,61 ºC. Hay periodos con valores altos en la humedad relativa
(septiembre a junio) con un promedio de 88,8%. El promedio anual de brillo solar es de 110,3
h.m. Respecto a la precipitación, hay un comportamiento muy variable con rangos que van
desde 4922,8 mm en la subrregion norte, 7737 en la parte media y 2250 en la subrregion sur. La
mayoría de aguas epicontinentales corresponden a la vertiente del Pacífico. En términos
generales es una de las regiones con mayor biodiversidad de Colombia y con una alta diversidad
hidrográfica.
8
Figura 2.1. Ecorregiones de Colombia según Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC).
II.1.6. Variación climática por zonas de vida. Como se mencionó previamente, existe
actualmente una notable diferenciación altitudinal en términos ambientales, lo cual permite
hacer una descripción climática y ecológica siguiendo las llamadas zonas de vida, que obedecen
a un gradiente altitudinal y atraviesan todo el rango de ecorregiones mencionadas previamente,
entre ellas: zona de vida ecuatorial (0-1100 m), zona de vida subandina (1100-2350 m), zona de
vida andina (2350-3500) y zona de vida de páramo (<3500m) (Rangel, 1995, 1997) (Figura
2.2). En la zona de vida ecuatorial el clima se caracteriza por un periodo de lluvia intenso de 6-8
meses. La precipitación promedio es de 213,2 mm. La temperatura máxima anual es de 32,7ºC,
la temperatura media 24.2 ºC y la mínima de 17.5 ºC. La humedad relativa es de 80,5%, hay un
periodo de mayor evaporación entre abril y agosto en algunas zonas. El brillo solar promedio
anual es de 133,6 h.m. alcanza una mayor concentración entre de octubre a marzo. La
9
Figura 2.2. Mapa de los principales tipos de vegetación actual en Colombia (IGAC, 1998;
Hooghiesmtra y Clef, 1995).
11
Figura 2.3. Reconstrucción de los biomas modernos para diferentes regiones de Colombia
basado en evidencias polínicas según Marchant et al. (2001, 2002, 2004ab).
Reconstrucciones recientes de los biomas basadas en evidencia polínica realizadas por Marchant
14
et al. (2001, 2002, 2004ab) muestran que, durante el UMG (ca. 18,500-17,500 años C AP
(Figura 2.4a), las tierras bajas estuvieron dominadas por biomas de sabanas y pastizales,
bosques templados mixtos y bosques tropicales estacionarios. Estas reconstrucciones indican
que la mayor parte de la región ecuatorial que actualmente está cubierta por bosque tropical
seco, durante el UMG estuvo cubierta por bosque abierto. La expansión de la sabana pudo verse
favorecida por la reducción en concentraciones de CO2 y la competencia resultante entre pastos
13
C3 y C4, lo que evidenciaría un patrón espacial consistente (Marchant et al., 2002). En la región
subandina hubo un cambio de biomas de bosque tropical estacionario a biomas de bosque
frondoso templado. Para la región andina por encima de los 2500 metros, hubo un incremento
marcado de biomas arbustivos de pastizales templados. En términos generales, la vegetación de
este rango temporal indica condiciones muy frías y secas a lo largo del gradiente altitudinal,
específicamente una precipitación marcadamente menor que la actual. Así, se infiere que la
disminución de temperatura durante este período se vio reflejada en la composición y
distribución de la vegetación. El análisis de Marchant y colegas mostró que la línea de bosque
estuvo significativamente más abajo (1200 m) durante el UMG, lo cual es coincidente con otras
propuestas sobre desplazamientos entre 1000 y 1500 m relativo a la posición actual en
Colombia (van der Hammen, 1974). En elevaciones más bajas en la región occidental, el
descenso de la vegetación fue menor (Willie et al., 2000). Según Marchant et al. (2002) esta
señal diferencial de cambios en la vegetación en diferentes altitudes permite sugerir que la
zonificación de vegetación observable actualmente en Colombia ha sido modificada
drásticamente en el pasado. El desplazamiento altitudinal de la línea de bosque relativo a su
posición actual ha sido también usado para estimar paleotemperaturas en diferentes escenarios
ambientales (Willie et al., 2001). En Colombia durante el UMG se registraron mayores
descensos de temperaturas en regiones altas que en las bajas por ejemplo en la Sabana de
Bogotá donde se presentó un descenso de entre 6 y 8 ºC esto explicaría los cambios de
vegetación vistos durante condiciones glaciales. Para los cinturones de vegetación
andino/subandino se infiere una caída de temperatura de entre 6 y 7 ºC para los 1700 m para ese
mismo periodo (Willie et al., 2001). Dentro del escenario de reducción de temperatura y
precipitación para Colombia durante el UMG parece haber un mayor enfriamiento en las tierras
altas. Marchant et al. (2002, 2004a) proponen como mecanismo causal de la reducción
significativa de temperatura y precipitación durante el UMG el movimiento constreñido de la
ZCIT, a pesar del perfil sinusoidal de la ZCIT en Colombia. En los Andes, la precipitación
convectiva parece ser muy importante a nivel local particularmente durante periodos fríos como
el UMG. En ese mismo rango temporal la temperatura del mar cayó abruptamente, lo cual
produjo a su vez reducción en la evaporación y, por lo tanto, en la precipitación. Estos cambios
permitieron la reducción diferencial de temperatura entre el interior y el océano relativo a la
situación actual, lo que a su vez permitió un movimiento ciclónico/frontal de lluvia reducido.
Este mecanismo de precipitación reducida pudo haberse dado más fuertemente en ubicaciones
distantes del océano. Los Andes parecen haber sido, por lo tanto, más secos que las tierras bajas
lo cual se ve reflejado en los archivos polínicos registrados durante el UMG.
14
Para el tardiglacial temprano (ca. 15,500-14,500 años C AP (Figura 2.4b), el registro
paleoambiental de 11 sitios muestra que en tierras altas hubo una expansión del bioma bosque
14
14
Para el periodo 12,500-11,500 años C AP (Figura 2.4c), las reconstrucciones de los biomas
revelan condiciones ambientales relativamente similares al periodo anterior aunque con un
incremento en la expansión del bioma bosque frondoso templado, lo que indica una mejora
climática. Esto se relaciona con el interestadial Guantiva (ca. 12,500-11,000 años 14C AP), el
cual se caracteriza por el incremento en la temperatura promedio anual (ca. 2 ºC más baja que la
actual), precipitación efectiva así como movimientos altitudinales de la línea superior de bosque
(van der Hammen y Hooghiemstra, 1995). En la Sabana de Bogotá (Cordillera Oriental) por
ejemplo hubo una expansión de bosque sobre páramo representado por Alnus y vegetación
típica de pantano, como arbustos del género Myrica y Symplocos. En el lago Fúquene y áreas
adyacentes, la presencia de Dodonaea un colonizador pionero, es un buen indicador de dicha
tendencia climática (van der Hammen, 1974), la cual se ha detectado en otras regiones de
Colombia para ese mismo periodo (Marchant et al., 2002). El final del interestadial Guantiva
estuvo marcado por el regreso de las condiciones frías y secas asociadas con el estadial El Abra
14
(ca. 11,000-10,000/9500 C años AP) un equivalente local de la secuencia europea Alerød -
cronozona Younger Dryas (van der Hammen y Hooghiemstra, 1995). El promedio de
temperatura durante el estadial El Abra fue de 5 a 6 ºC más bajo que el actual. La línea superior
de bosque durante este estadial estuvo de 400 a 500 metros más abajo que en durante el
interestadial Guantiva y entre 600 a 800 metros más abajo que en la actualidad (van der
Hammen y Hooghiemstra 1995). Estudios isotópicos recientes sobre la distribución altitudinal
de vegetación C3/C4 en la región para los últimos 18,000 años, sugieren que dicho descenso de
temperatura puede ser considerado como máximo ya que los valores de δ13C indican un
desplazamiento de la línea de bosque mucho menor (y por lo tanto descensos de temperatura de
entre 2 y 3 ºC) así como expansión de vegetación C4 sobre C3 en zonas de vida subandina y
andina, lo cual reflejaría fluctuaciones importantes en la presión atmosférica parcial así como en
humedad y precipitación (Mora y Pratt, 2001; Boom et al., 2001, 2002). En la Sabana de Bogotá
15
el bosque desapareció parcialmente y fue reemplazado por arbustos típicos de subpáramo, con
muchos pastos de páramo abierto de la familia Compositae (van der Hammen 1974; van der
Hammen y Gónzalez 1960). Alrededor de los 10.000 años 14C AP, el clima mejoro de nuevo
donde se detecta una incremento abrupto en la temperatura promedio anual lo que incrementó la
evaporación y causó la desecación de lagos y áreas pantanosas (van der Hammen 1992). La
14
reconstrucción de biomas para el intervalo 9500-8500 años C AP (Figura 2.4d), reveló que
hubo una notable expansión de biomas mésicos (Marchant et al. 2002). En zonas de vida
Andina, los biomas de bosques templados mixtos se expandieron a expensas de biomas de
sabanas y pastizales. Por debajo de los 2570 msnm, los biomas de sabanas y pastizales formaron
una asociación con biomas de bosque frondoso templado. Las zonas de vida ecuatorial se
caracterizan por presentar biomas de bosque estacionario tropical y bosque lluvioso tropical,
aunque también se detectó incrementos en biomas de pastizales de sabana y bosque estacionario
tropical. De acuerdo con Marchant et al. (2002), este intervalo se caracteriza claramente por
condiciones climáticas húmedas y cálidas que periodos anteriores del tardiglacial. Estos autores
llamaron la atención sobre la falta de resolución cronológica de varios de los archivos polínicos
para este rango temporal en especial, pero extensible a otros intervalos lo que significa que las
tendencias paleoambientales y climáticas descriptas, así como su interpretación, pueden variar.
Si bien en la actualidad la tendencia se está revirtiendo (Vélez et al., 2006; Gómez et al., 2007),
el incremento en la resolución temporal sobre todo por debajo del milenio permitiría explorar
relaciones con cambios documentados extensivamente a nivel hemisférico como dinámicas de
la vegetación tropical, cambios en la circulación del Atlántico, conectividad entre otros. Dado
que el clima del norte de los Andes está en parte influenciado por los vientos alisios del noreste,
los cuales adquieren su señal térmica y de humedad en el sur del Atlántico Norte, este pulso de
agua fría podría tener un impacto significativo sobre el clima y vegetación en el nororiente de
Colombia. Estas y otras relaciones a diferentes escalas espaciales y su impacto en los cambios
de vegetación y clima vistos durante los últimos 20,000 años podrían ser mejor explicadas de
mejorarse la resolución espacial y temporal de los archivos.
distribuidos por toda la región con un rango de 7000-6000 años 14C AP (Figura 2.4 e). Similar a
la parte final del periodo, anterior hubo un incremento marcado de biomas de bosques
templados mixtos en sitios Andinos mientras, que se nota una disminución de los biomas
arbustivos de pastizales templados. De manera interesante, este patrón no es característico de
una región en particular sino que se manifiesta en todos los sitios ubicados en ese rango
altitudinal. Aparte, los sitios ubicados en altitudes medias (zona de vida sunandina) muestran un
importante incremento en sus archivos polínicos de biomas de tipo bosque tropical estacionario
y el concomitante decrecimiento de biomas de bosques templados mixtos. Por otro lado, los
biomas de sitios ubicados en la zona de vida ecuatorial se distribuyeron diferencialmente donde
algunos permanecieron mientras que en otros cambiaron dramáticamente incluso en la misma
región. Esto sugiere, probablemente, una influencia importante de factores de tipo local en el
cambio climático. Así, en la cuenca del Amazonas los biomas de estepa y bosque seco
permanecieron iguales. Pero en la Orinoquía en su porción norte hay un incremento dramático
de biomas de tipo bosque tropical lluvioso al igual que en la parte central pero con disminución
de biomas de bosque estacionario tropical. En su conjunto, la reconstrucción de biomas para
este rango temporal refleja condiciones ambientales aún más cálidas que el periodo anterior. El
cambio de vegetación se registró también a través del rango altitudinal. Tal y como se detalla en
las reconstrucciones mencionadas una de las señales más claras del Holoceno medio es un
cambio hacia biomas más xéricos (Marchant et al., 2001; 2002). Los autores interpretaron el
incremento generalizado de biomas arbóreos en sitios andinos como un cambio altitudinales en
la línea de bosque, lo que corroboraría interpretaciones previas hechas por van der Hammen
(1974) con una base de datos mucho más reducida sobre la ubicación de las zonas de vegetación
en el norte de los Andes cientos de metros más arriba que su distribución actual hacia los 6000-
7000 años 14C AP. Las condiciones secas identificadas en Colombia para el Holoceno medio se
iniciaron hacia los 8500 años 14C AP y cambian relativamente hacia los 4500 años 14C AP. De
manera interesante, estos autores resaltan el carácter regional (norandino) de la aridez vista
durante el Holoceno medio que se explicaría por el carácter y posición de la Zona de
14
Convergencia Intertropical (ZCIT). Hacia los 10.000 y 8000 años C AP, la ZCIT se ubicó
mucho más al norte que en la actualidad, lo que pudo producir un déficit de lluvias en el verano
y un incremento de precipitación en el invierno, es decir mayor estacionalidad. Más que los
cambios en la posición media de la ZCIT, son los cambios en el carácter de la oscilación como
el mayor rango latitudinal de la migración anual, que podrían explicar los cambios de
vegetación vistos (Marchant et al., 2002). De manera alternativa, es posible que los episodios de
sequía vistos en Colombia se relacionen con anomalías en la temperatura de la superficie marina
del océano Pacífico que fueron más frecuentes durante el Holoceno medio (Markgraf, 1998). La
relación espacial de cambios en la vegetación con la proximidad a la fuente de humedad se vio
claramente en los estudios de Marchat y colegas, ya que los sitios ubicados en la zona más
17
próxima a la fuente de humedad no variaron mucho, comparados con los sitios ubicados en la
región Andina.
El último periodo del Holoceno fue altamente variable en términos climáticos y ecológicos,
reflejando relativamente condiciones más húmedas y frías que el periodo anterior lo que se
asemeja paulatinamente a la situación actual. La reconstrucción de biomas hecha por Marchant
14
et al. (2001, 2002, 2004) para el periodo 3500-2500 años C AP (más de 35 sitios) (Figura
2.4f), indica a nivel general biomas similares a los vistos en el periodo previo, pero con notables
excepciones. Hubo un leve incremento de biomas arbustivos de pastizales templados en las
tierras altas, aunque de manera interesante también en sitios de tierras bajas. Por otro lado, en
sitios de altitud media hubo un descenso importante en biomas de bosque tropical estacionario.
Respecto a los biomas de los sitios ubicados en la zona de vida ecuatorial, la mayoría
corresponden a biomas de bosque tropical lluvioso, que muestran un incremento general. En los
Llanos Orientales (tierras bajas) hay sitios en donde se registraron cambios de biomas de bosque
tropical seco y estepa a bosque tropical lluvioso durante este rango temporal. Otros sitios
presentaron biomas afines a bosque tropical estacionario. El cambio hacia condiciones más
húmedas presentó gran variabilidad en la zona de vida ecuatorial, aunque también en tierras
medias y altas. De forma similar al periodo del Holoceno medio, los biomas reconstruidos para
el período situados entre 3500 y 2500 años 14C AP, indican un ambiente seco en comparación
con las condiciones actuales pero más húmedo y frío que durante el periodo 8000-4000 años 14C
AP. Esta respuesta de la vegetación puede ser interpretada como un incremento en plantas que
reflejan más humedad en relación con la reconstrucción previa (Marchant et al., 2002). Esta
señal se ha detectado ampliamente en otras partes de la América tropical, entre ellas Venezuela,
Ecuador, Perú, Bolivia (Lago Titicaca) y el norte de Argentina (El Chaco). Resulta evidente la
14
transición de vegetación entre los 6000 y 3000 años C AP, no obstante análisis de mejor
resolución indican que el cambio se centró entre los 4000 y 3500 años 14C AP en la región, lo
cual podría estar relacionado con respuestas de los sistemas de vegetación a nivel global
(Marchant et al., 2001a). Otros autores sugieren que el cambio climático detectado hacia los
14
2650 años C AP, relacionado estrechamente con el cambio visto en el Norte de los Andes,
tiene teleconecciones con sitios ubicados en latitudes templadas y podría estar relacionado con
cambios en la actividad solar (van Geel et al., 1999; Mayeswki et al., 2004). Así, la
continuación de la señal de aridez del Holoceno tardío registrada en Colombia y a lo largo de
los trópicos no parece relacionarse con cambios en el sistema climático tropical, como la
oscilación del sur (Marchant et al., 2002). Para Colombia, específicamente para la Cordillera
Oriental se ha sugerido que hacia los 3800 años 14C AP el clima cambió a su situación actual
(van der Hammen, 1974), sin embargo estudios con escalas por debajo del milenio muestran que
18
posterior a los 3000 años 14C AP, los sistema de vegetación continuaron respondiendo al cambio
climático (Marchant et al., 2001). Estudios recientes de mayor resolución indican que el periodo
14
Holoceno tardío final, definido aquí entre ca. 2500 y los 500 años C AP, exhibe cambios
significativos en la composición de la vegetación algunos de ellos relacionados con actividad
antrópica (Vélez et al., 2006; Gómez et al., 2007). Asimismo, investigaciones enfocadas en la
reconstrucción de la ecología isotópica regional mostraron que, durante el Holoceno tardío,
hubieron fluctuaciones significativas en la presión atmosférica parcial (pCO2), temperatura y
precipitación reflejada en cambios en el rango altitudinal de platas C3/C4 (Delgado et al.,
2015b). Posterior a los 3000 años 14C AP, en toda Colombia existen claros indicios de impacto
humano en la vegetación reflejados en los archivos polínicos como deforestación (Quercus
básicamente), alteración del entorno (erosión), presencia de cultígenos (v.g. maíz) e incremento
de quemas (alta presencia de carbón vegetal en los sedimentos) entre otros (Vélez et al., 2006;
Gómez et al., 2007; Delgado, 2012a). De acuerdo con Marchant y colegas (2002), uno de los
mayores cambios en vegetación durante los últimos 3000 años 14C AP es la apertura del bosque
y el concomitante incremento de Poaceae. Si bien esto no puede ser usado como un indicador de
impacto antropogénico sensu stricto, los archivos polínicos mostraron un incremento en sitios
con biomas arbustivos de pastizales templados. En líneas generales, la vegetación del último
periodo del Holoceno previo a la actualidad sufrió intensos cambios debido a una sinergia de
efectos climáticos y antropogénicos donde se evidencia un proceso de transformación de
muchos ecosistemas boscosos en ecosistemas boscosos de crecimiento secundario y,
posteriormente, sabana (Marchant et al., 2002). Los indicadores de polen muestran
componentes de vegetación degradada en los Llanos Orientales y la Sabana de Bogotá, así como
el incremento de plantas C4 y especies útiles como palmas en lagunas del sur de Colombia y la
cuenca del Amazonas.
medio/tardío (4200 años AP). Los datos provenientes de Colombia, indican alta diversidad
climática a lo largo del Holoceno, que reflejan al menos tres periodos grandes de cambio 1)
durante la frontera Holoceno temprano/medio, cuando se nota un incremento paulatino de
temperatura y descenso de humedad y precipitación; 2) durante el Holoceno medio donde ve el
mayor incremento en temperatura y aridez y 3) durante el Holoceno tardío donde hay
indicadores de un aumento relativo de humedad y precipitación respecto al periodo árido del
Holoceno medio, pero más cálido que en la actualidad junto con la importante influencia de las
actividades humanas sobre distintos escenarios ambientales.
20
Figura 2.4. Reconstrucción de biomas para la región en el rango ca. 18,500 – 2500 AP según
evidencias polínicas en Marchant et al (2001, 2002, 2004a). Referencias como en Figura 2.3.
21
El origen de los humanos modernos tuvo lugar en África Sub-Sahariana hace aproximadamente
200 mil años1. Después de la ocupación de gran parte del continente africano se produjo en
diferentes fases la dispersión fuera del continente (modelo Out-of-Africa) a partir de 120 mil
años AP, lo que permitió la exploración así como la posterior colonización y ocupación efectiva
de todos los continentes. El estudio del registro arqueológico, fósil y paleoambiental, así como
de la evidencia genética ha permitido comprender con gran detalle la forma como Homo
Sapiens se expandió por el globo, así como su acelerada evolución cultural y biológica. Debido
a los desarrollos tecnológicos y a sus capacidades adaptativas, los humanos modernos fueron
capaces de ocupar eficientemente diversos paisajes y ambientes, incluyendo aquellos donde
otras especies de homíninos no hubiesen podido sobrevivir (sin embargo ver Slimak et al., 2011
sobre la posibilidad de la presencia de Neandertales en el círculo ártico). De acuerdo con el
modelo predominante posterior a la dispersión inicial de hace 120 mil años se tomaron dos rutas
posibles, una que permitió la llegada a Egipto e Israel y otra a través del Mar Rojo que permitió
la llegada a la península Arábiga hace 72 mil años 14C AP (Lahr, 2010; Oppenhaimer, 2012).
Posteriormente los humanos seguirían dos vías una hacia el norte poblando Europa a través de
Eurasia entre los 50 y 46 mil años 14C AP y una vía sureña a lo largo de las costas del océano
Indico hace 60 mil años 14C AP (Field y Lahr, 2006). Una vez en Australia y Melanesia (ca. 50
mil años 14C AP), los humanos continuaron su expansión hacia Asia central y del norte hace 40
14 14
mil años C AP. Por último arribarían al Noreste de Asia hace unos 30 mil años C AP,
alcanzado Beringia y siguiendo su expansión final hacia el sur (Lahr, 2010; Oppenhaimer,
2012). Para finales del Pleistoceno los humanos habían ocupado la mayor parte del planeta,
quedando sólo unos pocos lugares sin poblar, entre ellos el continente Americano. Así, hace
14
aproximadamente unos 20,000 años C AP, los primeros grupos de cazadores-recolectores
tempranos iniciaron la expansión que permitiría la ocupación del continente americano a fines
del Pleistoceno (Waters y Stafford, 2007; Jenkins et al., 2012).
Hasta hace relativamente poco tiempo, varios aspectos claves del proceso de poblamiento inicial
americano permanecían poco claros. Sin embargo debido al incremento en el número de sitios
tempranos y de los restos óseos humanos asociados, a una mejor resolución cronológica, a la
amplia y detallada evidencia paleoecológica y genética y a cambios importantes en el abordaje
teórico, en la actualidad se cuenta con un panorama más claro respecto al tiempo de ingreso, los
orígenes geográficos y biológicos de los primeros grupos que arribaron, su diversidad cultural,
1
A lo largo del texto las edades inferiores a 60,000 años se presentan generalmente en años radiocarbónicos antes del
presente (14C AP), sin embargo en algunos casos se presentan como años calendario (cal AP) o incluso kiloaños AP
(ka AP y cal ka AP).
22
Figura 3.1 Cronología y forma de la dispersión humana fuera de África hasta América
(modificado de Oppenheimer, 2012).
2
En la presente tesis se habla constantemente de modelos de poblamiento; no obstante, un modelo hace referencia
generalmente a una representación abstracta y sintética de fenómenos observacionales los cuales son puestos a prueba
experimentalmente mediante la contrastación de hipótesis. En ese sentido muchos de los modelos de poblamiento no
23
aquí en más, CF) para explicar el proceso de poblamiento inicial del continente así como la
tecnología y economía de sus primeros habitantes. Básicamente, CF sugirió que América fue
14
poblada en forma tardía ca. 11,500 años C AP por grupos cazadores de grandes presas
(principalmente megamamíferos hoy extintos), que habrían ingresado al continente cuando
emergió un corredor libre de hielo causado por la retracción de los bloques glaciares
Laurentiano y Cordillerano en Canadá (Dillehay, 2000; Miotti, 2003; Madsen, 2004a). Dichos
cazadores desarrollaron un distintivo tipo de herramientas (i.e. puntas de proyectil bifaciales),
caracterizadas por su gran tamaño así como por su excepcional trabajo artesanal, empleando una
tecnología especifica (bifacial con acanaladura) (Morrow y Morrow, 1999; Surovell, 2009). Así,
siguiendo manadas de megamamíferos (mamut, mastodonte, caballo, bisonte, entre otros
grandes) no acostumbradas a la depredación humana, los primeros grupos se habrían expandido
rápidamente, extinguiendo a su paso a gran cantidad de especies, y al cabo de unos pocos
cientos de años, habrían poblado casi por completo el continente (Martin, 1973; Haynes, 1980:
Dillehay, 2000; Madsen, 2004a; Fiedel, 2006; Hamilton y Buchanan, 2010).
Por varias décadas, CF dominó el debate acerca del poblamiento temprano a pesar que una gran
cantidad de datos mostraron inconsistencias promoviendo así su reevaluación. Entre las críticas
más importantes están3: 1) grupos de cazadores y recolectores operaron y se adaptaron
eficientemente al sub-Ártico asiático hace por lo menos 25 ka 14C AP (Adovasio, 1993; Bryan,
1995) (sin embargo ver Slimak et al. 2011 para fechas anteriores a 28.5 ka 14C AP) por lo que
14
parece altamente probable que hayan penetrado Beringia antes de los 11.5 ka C AP.
Igualmente, mejoras climáticas durante los 18 y 11.5 ka 14C AP habrían permitido el ingreso de
grupos humanos en más de un momento (Madsen, 2004a; Brigham-Grette et al., 2004; Miotti y
Salemme, 2004; Goebel, 2004; Goebel et al., 2008); 2-) las estrategias de subsistencia seguidas
por los grupos que ingresaron al continente durante el Pleistoceno final fueron totalmente
variadas y no solamente enfocadas en la caza de grandes presas (Madsen, 2004a; Borrero, 2006;
Miotti, 2006); 3-) muchas de la especies de megamamíferos aparentemente extinguidas durante
la expansión parecen haber desaparecido antes de su llegada o bien sobrevivieron hasta el
Holoceno temprano por lo que no queda claro el rol humano en el proceso (Miotti y Salemme,
1999; Barnosky et al., 2004; Borrero, 2006, 2008; Salemme y Miotti, 2008; Barnozky y
Lindsey, 2010); 4-) hay importantes diferencias genéticas y fenotípicas entre los grupos que
lo son sensu stricto, debido a que integran hipótesis de distinto nivel, muchas de las cuales no pueden ser puestas a
prueba a nivel experimental. Así el uso de de la palabra “modelos de poblamiento” se usa aquí en forma amplia.
3
En una revisión reciente ampliamente avalada por la comunidad académica Norteaméricana, los autores critican
fuertemente a CF: “El modelo Clovis-primero requiere que todas los sitios con fechas más antiguas que Clovis sean
rechazados y eso no parece ser posible, así mismo no explica la aparente sincronicidad entre sitios Clovis y otros
sitios Paleoindios Sur Americanos, y el ingreso tardío y la dispersión rápida de humanos a lo largo del Nuevo Mundo
es inconsistente con la distribución de la variación genética observada en las poblaciones Nativas Americanas en la
actualidad” Goebel et al.(2008:319).
24
habitan y/o habitaron las Américas, que indican diferentes orígenes en el Noreste de Asia en
fechas superiores a los 11.5 ka 14C AP y el ingreso de más de una población fundadora (Schurr,
2004; Wang et al., 2007; Tam et al 2010; Pucciarelli et al., 2010; Reich et al., 2012; Delgado,
2012b); 5-) hoy existen una gran cantidad de sitios arqueológicos con cronologías confiables
superiores a los 11,500 años 14C AP (Roosvelt et al., 1996; Dillehay, 2000; Miotti, 2003, 2006;
Waters y Stafford, 2007; Steele y Politis, 2009; Waters et al., 2011ab; Jenkins et al., 2012;
Miotti y Maghín, 2012) y 6-) la velocidad o las tasas de dispersión de los grupos que ingresaron
al continente parecen haber sido mucho menores que las presupuestas por CF (Meltzer, 1991,
1993; Gnecco, 2003; Hazelwood y Steele, 2003; Miotti y Salemme, 2004; Madsen, 2004;
Rabassa y Ponce, 2013; Borrero, 2015).
El Modelo de Migración Costera por el Pacífico ha representado una alternativa viable, ya que
explicaría la discrepancia espacio-temporal entre el registro arqueológico temprano de Norte y
Sudamérica. El mismo fue propuesto hace varias décadas por A Bryan (1973, 1978)
denominado ruta de migración circum-Pacífica. El razonamiento subyacente al modelo es que sí
el incremento de sitios tempranos por encima del complejo Clovis (ca. 11.5 ka 14C AP) indican
un poblamiento inicial previo a esa fecha y sí el corredor libre de hielo no se abrió sino un poco
antes de los 11.5 ka 14C AP, entonces los primeros pobladores debieron arribar necesariamente
por una vía costera, en especial la Pacífica (Surovell, 2003: Madsen, 2004a). Este modelo fue
propuesto durante la década del sesenta y setenta por Huesser (1960) y Fladmark (1979) y
recientemente retomado por Dixon (2001) y Fedje et al. (2004). En términos generales este
modelo sugiere que grupos cazadores y recolectores a lo largo del margen noroccidental de la
costa del Pacífico iniciaron su expansión hacia el margen de Beringia y eventualmente a la costa
Norteamericana en algún momento entre 13.5 y 14.5 ka 14C AP (Madsen, 2004a; Fedge et al.,
2004). Este escenario indica que dichos grupos debieron explotar el amplio espectro de recursos
marítimos disponibles y debieron manifestar diferentes tipos de adaptaciones tecnológicas, tales
como el uso de botes y/o herramientas enfocadas en la caza de mamíferos marinos (anzuelos,
redes, etc.) (v.g. la costa de California y Quebrada Jaguay y Quebrada Tacahuay en Perú;
Erlandson et al, 2002; Erlandson et al., 2011; Kaefer et al., 1998; Sandweiss et al., 1998). El
modelo así mismo sugiere que los grupos de cazadores-recolectores marítimos se expandieron
rápidamente a lo largo del margen de costa arribando a Sudamérica en unos pocos cientos de
años, dispersándose hacia el interior para colonizar un amplio rango de paisajes (Anderson y
Gillam, 2000; Surovell, 2003; Madsen, 2004a). Si bien se han recopilado datos que apoyarían
parcialmente este modelo el mismo resulta difícil de evaluar debido a que mucha de la evidencia
estaría sumergida en el océano Pacífico debido al incremento del nivel del mar ocurrido durante
25
el Holoceno. Además varios de los sitios más tempranos no se encuentran en las costas sino en
el interior, indicando que otras adaptaciones tecno-ecológicas también fueron importantes.
Debido a las diferencias tecnológicas y/o cronológicas entre los complejos líticos existentes en
América y el Noreste de Asia y, sobre todo, su confusa relación histórica (i.e. ancestro-
descendiente), algunos autores han sugerido la relevancia de otros epicentros geográficos en el
proceso el poblamiento temprano americano. La hipótesis del Corredor Nor-Atlántico (Origen
Solutrense de Clovis) propuesta inicialmente por Smith (1966) y Strauss (2000) y, más
26
recientemente, impulsada por sensu Stanford y Bradley (2002) y Bradley y Stanford (2004),
sugiere que los primeros grupos que arribaron a Norteamérica durante el UMG pueden haber
provenido de Europa sur occidental, dado que no hay sitios pre-12.000 años 14C AP en Beringia
que posean una tecnología lítica relativamente similar a Clovis. Estos autores argumentan que
debido a la complejidad y sofisticación de la tecnología Clovis la misma debió desarrollarse por
un periodo de tiempo largo haciendo que un origen geográfico en Asia sea improbable.
Asimismo indican que “la única cultura arqueológica” del Viejo Mundo que cumple con una
serie de criterios para ser ancestro de Clovis es la Solutrense y entre ellos citan: 1) es más
antigua que Clovis, 2) su tecnología es increíblemente similar en términos de tipología y
manufactura y 3) ambos complejos comparten una serie de comportamientos únicos (Bradley y
Stanford, 2004: 465). Sobre una base casi exclusivamente tecnológica, dichos autores sugieren
que los grupos solutrenses adaptados a un medio ambiente hostil característico del UMG en
Europa suroccidental, explotaron exitosamente una amplia serie de recursos marítimos
(mamíferos marinos, aves, crustáceos, etc.) que finalmente los llevarían a atravesar el Atlántico
bordeando el hielo marítimo del Atlántico norte (ca. 2500 km), para llegar subsecuentemente a
Norte América (ca. Bahía de Chesapeake). Esta hipótesis ha sido criticada fuertemente por
Clark (2004) y Strauss et al. (2005), quienes sugieren inconsistencias cronológicas, falta de
recursos en el Atlántico norte durante el UMG (e incluso la probable inexistencia del corredor
bordeando el hielo) y discrepancias tecnológicas importantes entre las tecnologías Solutrense y
Clovis.
ejemplo El Jobo, Tequedamiense, Abriense, (Correal y van der Hammen, 1977; Cruxent, 1979;
Correal, 1981; Bryan y Gruhn, 1979, 2003; López, 2008). Asimismo, la aparición de sitios
tempranos en las cuencas del Orinoco y del Amazonas indica la explotación temprana de
bosques tropicales, lo cual ha permitido a algunos autores discutir el rol e impacto humano en
dichos hábitats desde el Pleistoceno final, así como el surgimiento de procesos co-evolutivos
entre humanos y ciertas especies vegetales (Barse, 1995; Gnecco y Mora, 1997; Gnecco, 1999,
2003; Delgado et al., 2015ab).
Para la región de los Andes centrales y sur-centrales integrada por el sur de Ecuador, Perú y
norte de Chile hay una gran cantidad de evidencias que incrementan la diversidad cultural de los
primeros grupos que poblaron el subcontinente. Sin embargo debido a la presencia de paisajes y
ambientes bastante diferentes y contrastantes, básicamente de tipo árido-seco en la costa y
húmedo-frio en la cordillera, los tipos de adaptaciones son a su vez disimiles. En esta región, los
sitios distribuidos a lo largo del margen del Pacífico cobran importancia, ya que nos informan
acerca de una de las posibles rutas o vías de ingreso, de acuerdo con los modelos más populares
de poblamiento. En el sur de Ecuador y Norte de Perú existen sitios con evidencias de
adaptaciones marítimas importantes, al tiempo que hay otros donde los recursos terrestres -
vegetales fundamentalmente-, también fueron relevantes (Stohert, 1985; Mayer-Oakes,. 1986ab;
Stohert et al., 2003; Dillehay, 2000; Miotti y Salemme, 2003, 2004; Miotti et al., 2003; Politis et
al., 2009). Igualmente, en el norte y centro de Chile y para un rango temporal que abarca desde
fines del Pleistoceno hasta el Holoceno temprano, una serie de sitios reflejan la importancia de
los recursos de estuario y marítimos (Sandweiss et al., 1998; Keefer et al., 1998; Jackson et al.,
2007, 2012). Las ocupaciones de tierras bajas y altas se desarrollaron en un amplio rango de
paleoambientes, presentando distintas adaptaciones tecno-ecológicas y económicas, diferentes
patrones de poblamiento y movilidad y manifestando diferentes intensidades de uso y
conocimiento del paisaje. La presencia de industrias líticas uni y bifaciales totalmente distintas,
sugieren la amplia circulación de grupos cazadores-recolectores, algunos de ellos poco
emparentados tecnológicamente. Los sitios de altura también son importantes, muchos de ellos
ubicados en cuevas a más de 2500 msnm, indicando importantes adaptaciones a estos ambientes
desde fines del Pleistoceno y comienzos del Holoceno (Núñez et a., 1994; Dillehay, 2000;
Maggard, 2010). Asimismo, las adaptaciones a las zonas áridas son interesantes y reflejan,
básicamente, la amplia adaptabilidad humana a un extenso rango de escenarios, lo cual implicó
el desarrollo de tecnologías particulares enfocadas en la obtención de recursos mixtos
(marítimos y del interior) (Mena et al., 2003; Jackson et al., 2007, 2012).
En la porción oriental del subcontinente, en la cuenca del Amazonas y tierras bajas de Brasil,
también se ha recuperado evidencia importante acerca del poblamiento temprano en localidades
tales como Pedra Pintada, Lagoa Santa y Pedra Furada. En la primera, los hallazgos indican
29
Finalmente la región del Cono Sur integrada por Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay es una
de las más ricas en cuanto a evidencias del poblamiento inicial. Si bien puede pensarse que, por
su posición geográfica, debería haber sido una de las últimas regiones en ser colonizadas, los
fechados obtenidos en diversos sitios se encuentran entre los más antiguos del continente (v.g.
Monte Verde; Dillehay, 1997). Las evidencias provenientes de Pampa, Patagonia y Tierra del
Fuego, asimismo, también se encuentran entre las más antiguas hasta ahora registradas. En
conjunto, sugieren una compleja dinámica de poblamiento (v.g. Borrero y Franco, 1997; Miotti,
2003; Mazzanti, 2003; Paunero, 2003; Miotti, 2006; Salemme y Miotti, 2008; Borrero, 2008;
Steele y Politis, 2009). En la región, muchos sitios confiables sugieren el aprovechamiento
económico de la megafauna, aunque no de la forma como sugirió CF sino más generalizada,
complementando ocasionalmente la explotación de fauna mayor (fundamentalmente guanaco) y
menor, recursos vegetales y marítimos (Miotti y Salemme, 1999; Borrero, 2006, 2008). Los
complejos líticos contienen diferentes tipos de artefactos, manufacturados a partir de una gran
diversidad de materias primas, encontrándose entre las más características las denominadas
puntas tipo cola de pescado o Fell I (Bird, 1970, Politis, 1991; Nami, 2013). En cuanto a los
sitios, muchos se encuentran localizados en aleros o cuevas, particularmente en Patagonia y
Tierra del Fuego, aunque se han detectado sitios a cielo abierto en Chile central y en la región
Pampeana. Análisis recientes de la evidencia cronológica, sugieren que los momentos de
entrada a la región son cercanos a los 12 ka 14C AP (Steele y Poltis, 2009; Prates et al., 2013).
Esto lleva a pensar que las fechas mínimas de ingreso al continente propuestas por Fiedel (2006)
y Goebel et al. (2008) deben ser reevaluadas.
30
Los primeros intentos por estudiar el poblamiento inicial del continente americano se llevaron a
cabo a través del estudio de la evidencia biológica, básicamente análisis morfológicos de restos
óseos humanos atribuidos a momentos tempranos. Ejemplo de ello son las discusiones
generadas a finales del siglo XIX y principios del XX entre el antropólogo checo-
estadounidense Aleš Hrdlička y el paleontólogo argentino Florentino Ameghino. Asimismo, el
médico francés residente en Colombia Paul Rivet y el paleontólogo danés Peter Lund en Brasil
también aportaron al estudio del origen de los primeros americanos (Ameghino, 1909; Hrdlička,
1912, Rivet, 1943). Desde ese momento la antropología americana incorporó diferentes tipos de
evidencias biológicas como fuente de información importante para la discusión del poblamiento
temprano del Nuevo Mundo. Aún así, recientes revisiones (Goebel et al., 2008) sugieren que las
evidencias morfológicas son un reflejo sesgado de la historia poblacional de los grupos
humanos e indican, más bien, la influencia de factores evolutivos azarosos y direccionales
(deriva génica y selección) y, por lo tanto, su papel en la discusión del poblamiento inicial es
limitado. No obstante, los resultados de una amplia cantidad de estudios sugieren que debido al
poco material genético temprano actualmente disponible (Rahavan et al., 2013; Rasmussen et
al. 2014; Chatters et al., 2014), la única forma de estudiar la variabilidad biológica humana de
manera confiable en periodos correspondientes al Pleistoceno final e inicios del Holoceno es a
través del análisis morfológico de restos óseos humanos tempranos (Turner, 1986, 1990; Neves
y Pucciarelli, 1991; Steele y Powell, 1992, 2002; González-José et al., 2005, 2008; Stojanowsky
et al., 2013). Sobre la base de distintos tipos de evidencias, se han propuesto varios modelos
para explicar el poblamiento temprano del continente, encontrándose entre los más populares el
denominado origen asiático reciente u out-of-Asia, diferentes versiones del modelo de los dos
componentes biológicos, una oleada única y flujo génico recurrente (ver referencias más abajo).
Este modelo fue propuesto originalmente por Aleš Hrdlička en la primera mitad del siglo XX y
ha perdurado hasta la actualidad con varias modificaciones (Hrdlička, 1912, 1925), aunque no
fue sino hasta la década de 1980 que otros investigadores, esta vez desde una visión
multidisciplinaria, intentaron formalmente corroborar el modelo. Así Greenberg et al. (1985,
1986), sobre la base de la integración de la evidencia lingüística, dental y genética en el
contexto del paradigma arqueológico de la época (i.e. Clovis-first), propusieron el modelo de
las tres oleadas migratorias para explicar el poblamiento inicial de las Américas. El mismo
sugiere que tres grupos muy diferentes en un sentido biológico y cultural (i.e. lingüístico)
procedentes del Noreste de Asia, ingresaron a América en diferentes momentos después de 12
ka 14C AP (Figura 3.2). El primero y más antiguo de ellos, denominado Amerindio o Macro-
31
Indio en términos de Turner, ingresó hace más de 11 ka 14C AP y se expandió por toda América
14
en poco tiempo. El segundo grupo, denominado na-dene, ingresó hacia los 9 ka C AP,
restringiéndose su rango de distribución geográfica a la costa noroccidental y al sudoeste de
Norte América. El último grupo en ingresar, denominado Esquimo-Aleutiano, habría arribado
14
hacia los 5 ka C AP, cuya distribución geográfica se restringió a Alaska central y
Groenlandia. En su momento, este modelo fue fuertemente criticado aunque con el tiempo se
consolidó como el más importante para explicar el poblamiento temprano del Nuevo Mundo.
Sin embargo, varios de sus supuestos así como las evidencias presentadas a su favor no están
exentas de crítica (ver, entro otros, Campbell, 1986; Laughlin, 1986; Fox, 1986; Szathmary,
1986; Powell, 1993, 1995; Lahr, 1995; Haydenblit, 1996; Powell, 1998; Sutter, 2005;
Stojanowsky et al., 2013).
En términos generales la evidencia lingüística y genética presentó el menor ajuste y por lo tanto
fue fuertemente criticada incluyendo la supuesta correlación entre los diferentes tipos de
evidencias. Por el contrario evidencia dental presentó alta coherencia y puede interpretarse
como la más robusta, es decir la que más congruencia interna presenta. De acuerdo con Christy
G. Turner II (1983, 1987, 1989, 1990), existen dos grandes divisiones del complejo dental
Mongoloide denominados Sinodonte y Sundadonte. Empleando un total de 29 rasgos dentales
discretos Turner detectó 8 que diferencian a dicho complejo en un sentido geográfico y
evolutivo. Esto es, mientras que los sinodontes se caracterizan por poseer rasgos especializados
y habitar el Noreste de Asia (China, Mongolia, Japón y Corea) y las Américas, los sundadontes
presentan un patrón dental más conservador caracterizado por la retención más que por la
elaboración de rasgos, habitando el Sudeste de Asía, Polinesia y Micronesia, incluyendo a
grupos antiguos y minoritarios del Japón como Ainu y Jomon (Turner, 1990). Así, los
sinodontes presentan altas frecuencias de incisivos en pala y doble pala, primer premolar
superior con una sola raíz, extensiones del esmalte en el primer molar superior, tercer molar
superior perdido-reducido o en forma de clavija, pliegue acodado del metacónido en primeros
molares inferiores, primer molar inferior con tres raíces y bajas frecuencia de segundos molares
inferiores con cuatro cúspides. Los sundadontes, por otro lado, poseen bajas frecuencias de los
rasgos mencionados excepto del último (Scott y Turner, 1997). De acuerdo con Turner, el
origen de esta división pudo ocurrir hace 20 o 30 mil años debido a que la muestra de
Zhoukoudian Upper Cave, parece poseer el patrón dental sinodonte (sin embargo ver Brown,
1999 y Delgado, 2007 para una interpretación contraria), mientras que los individuos de
Minatogawa presentan el patrón sundadonte. Igualmente, se cree que debido a que el patrón
sundadonte es el más generalizado, dio origen al patrón sinodonte en el Noreste de Asia a fines
del Pleistoceno (Turner, 1985).
32
Diferentes críticas han sido presentadas en contra de la evidencia dental (Campbell, 1986;
Laughlin, 1986; Fox, 1986; Szathmary, 1986; Powell, 1993, 1995, 1998; Lahr, 1995;
Haydenblit, 1996; Sutter, 2005). Una revisión exhaustiva revela inconsistencias tales como la
agrupación continental de muestras (Amerindios), lo cual no permite comprender la
estructuración geográfica de la variación dental a escalas subcontinentales (Norteamérica,
Centroamérica y Sudamérica), al igual que hay una representación asimétrica de ciertas regiones
(i.e. pocas muestras de Sudamérica y muchas de Norteamérica). Además, muchas de las
muestras asumidas como pertenecientes al periodo Paleoindio son, de hecho, del Holoceno
medio y tardío inicial (entre 6 y 3 ka 14C AP) por lo que las afinidades entre dicho grupo y otras
muestras no reflejan bien la variación dental durante el Pleistoceno final/Holoceno temprano
(Powell 1993, 1995, 1998; Sutter, 2005; Delgado, 2012b). Se ha observado que existe una alta
diversidad dental en el continente, lo cual es consistente con una hipótesis de poblamiento más
temprano o alternativamente con más de una población fundadora cuyo origen debe estar por
fuera de América. Así mismo, no hay estudios de estructura poblacional que indiquen la
cantidad de diversidad por regiones y a nivel continental. Otros procesos aparte de la evolución
in situ (i.e. aislamiento por distancia) pudieron influenciar la diferenciación poblacional, entre
ellos procesos no-aleatorios. La sugerencia de que el origen de los Nativos Americanos puede
estar en el norte de China y no necesariamente en Siberia, contradice gran parte de la evidencia
molecular actual, la cual indica un origen exclusivo siberiano. Las fechas de entrada inferidas
para cada grupo (i,e. amerindio, na-dene y esquimo-aleutiano) desde la evidencia dental, fueron
establecidas empleando una técnica desarrollada por Turner (1986) denominada
dentocronología, la cual es sorprendentemente similar a la glotocronología, por lo que las
mismas críticas aplican, esto es, la suposición de un índice evolutivo constante (según el autor,
0,01/MMD cada 1000 años), a pesar de que no hay ningún estudio hasta la fecha que indique
que hay un cambio constante en la morfología dental por una determinada unidad de tiempo.
Por último, según Turner (1986) y Greenberg et al. (1986) existe una clara correspondencia
entre los tres grupos dentales y tres complejos arqueológicos tempranos: Los esquimo-
aleutianos surgieron de un grupo costero con tecnología unifacial de hojas procedentes de algún
lugar entre Hokkaido-Amur y la isla Anangula; Los na-dene de la costa noroccidental de Norte
América habrían surgido de una población con una tecnología de microhojas adaptada a
ambientes de bosque y procedente de algún lugar entre Duiktai (Siberia) y el ártico americano y,
finalmente, los macro-indios provendrían de un grupo cazador de fauna de estepa, cuya
tecnología consistió en grandes hojas con acanaladura bifacial conocida como Clovis
(Greenberg et al., 1986). Sin embargo, como se vio en el apartado acerca de la evidencia
arqueológica, ninguno de los complejos siberianos y del Ártico posee una relación clara con los
complejos americanos. Asimismo, Clovis es mucho más restringido espacial y
cronológicamente, por lo que su relación con los macro-indios es dudosa (Madsen, 2004ab;
33
Goebel et al., 2008). Otro punto adicional es que las tecnologías de microhojas y unifacial no
han sido relacionadas con grupos esquimo-aleutianos o na-dene ya que las fechas de dichas
tecnologías son pleistocénicas y las de los grupos dentales holcénicas. Esta serie de
inconsistencias indican que el papel de la evidencia dental en la interpretación del poblamiento
inicial de América debe ser evaluado críticamente, sobre todo su correlación con otros tipos de
evidencia biológica y no-biológica, al mismo tiempo que se requiere un mejor control de la
cronología y mayor cobertura espacial de las muestras.
Si bien en la actualidad el modelo tripartito posee menos popularidad que hace algunos años su
verdadero valor radica en que motorizó la propuesta de modelos alternativos para explicar el
proceso del poblamiento inicial de las Américas. Aún así de forma interesante uno de los
estudios recientes genómicos más completos llevado a cabo por Reich et al (2012) (ver también
Kitchen et al., 2008) después de analizar 364,470 SNPs pertenecientes a 52 poblaciones Nativo
Americanas y otras 17 poblaciones Siberianas arribaron exactamente a las mismas conclusiones
que Greenberg et al. (1986) hace 27 años, esto es la diversidad genética en América es producto
de tres corrientes de flujo génico Asiático, la primera y más antigua llamada primeros
Americanos ingresó tempranamente y es ancestral a la gran mayoría de poblaciones Nativo
Americanas, grupos de afinidad lingüística esquimo-aleutianos heredaron cerca del 50% de su
ascendencia de una segunda corriente Asiática y finalmente grupos Chipewyan na-dene
hablantes arribaron en una tercera corriente la cual aportó cerca de un tercio de su ascendencia.
Figura 3.2. Modelo de las tres oleadas migratorias (sensu Greenberg et al., 1986).
34
III.2.2. Modelo de los dos componentes biológicos o del origen dual para los Nativos
Americanos
Neves et al., 2007; Harvati, 2009; Hubbe et al., 2009, 2010, 2011). El modelo también tuvo
correspondencia, según los autores, con la evidencia dental y arqueológica, la cual parecía
sugerir también un patrón de variación dual (sindondes vs. sundadontes y tecnologías de lanza
dardos vs. arco y flecha) (Lahr, 1995; Haydenblit, 1996; Powell, 1998; Sutter, 2005; Dixon,
2001).
Este modelo ha sido criticado durante los últimos años, siendo una de las principales objeciones
la cronología demasiado temprana asumida para algunas de las muestras, lo que se relaciona
directamente con la antigüedad de los supuestos paleoamericanos (Politis et al. 2009). Muy
pocas muestras óseas tempranas poseen fechados radiocarbónicos directos y, contrario a lo
sugerido por Neves y colegas, el rango temporal de las muestras es más acotado hacia el
Holoceno medio y tardío que al Holoceno temprano y Pleistoceno final (Dillehay 2000; Politis
et al. 2009). Por ejemplo los esqueletos del sitio Lagoa Santa poseen fechas de entre 2500 y
9000 años 14C AP cuya tendencia central se ubica hacia los 7000-8000 años 14C AP (Dillehay
2000; Politis et al. 2009). Asimismo los restos de la Sabana de Bogotá poseen también un rango
amplio de fechas desde 3500 hasta el 7000 e incluso 9000 AP (Correal y van der Hammen,
1977) pero solo tres están fechados directamente y se ubican hacia el Holoceno medio. Solo dos
cráneos poseen fechados entre 9900 y 10,050 pero son por asociación (Correal, 1979).
Asimismo, cabe consignar que las comparaciones multivariadas realizadas usualmente para
discutir el modelo –típicamente una o más muestras tempranas contra muestras modernas de
distribución mundial (base de datos de W. W. Howells 1973, 1989, 1995)- son sesgadas por
cuanto en la base de Howells sólo están disponibles datos correspondientes a 4 muestras
americanas, que no representan necesariamente el espectro total de la diversidad morfológica a
escala continental. Igualmente, hay diferencias geográficas interesantes que no se han tenido en
cuenta en las comparaciones, esto es, qué tanto juega la adaptación a determinados ambientes en
la diferenciación morfológica craneofacial vista, lo cual es raramente abordado (para
excepciones, ver Pucciarelli et al., 2006; Perez et al. 2011; de Azevedo et al., 2011).
36
Figura 3.4. Modelo de los dos componentes biológicos (adaptado de Neves et al., 2003)
Diferentes autores han propuesto de manera independiente que el continente americano fue
poblado inicialmente por una única población fundadora aunque el tiempo, las posibles rutas de
ingreso así como el incremento y disminución de la diversidad son aún materia de controversia.
Este modelo se basa en diferentes tipos de evidencia básicamente marcadores uni y biparentales
como el ADNmt, Cromosoma Y, marcadores autosómicos y del Cromosoma X. Recientemente
estudios de la morfología postrcraneal en grupos tempranos de Norte América sugieren que las
primeras poblaciones que ingresaron al continente presentaban morfologías que reflejan
adaptaciones a climas fríos y proponen una única fuente poblacional ubicada en altas latitudes
(Auerbach, 2007, 2012). Desde inicios de la década del 90 varios investigadores demostraron
que casi todos los grupos Nativo Americanos (>97%) presentaban frecuencias diferenciales de 4
macrohaplogrupos del ADNmt A, B, C y D y además frecuencias bajas del X en Norte América
(Schurr et al., 1990; Torroni et al., 1992). Dada la omnipresencia de dichos haplogrupos en
América muchos autores indicaron que los cuatro linajes formaban parte de una única migración
proveniente de la región de Beringia o bien desde Siberia, en cualquier caso las fechas de
ingreso propuestas fueron bastante tempranas entre 30 y 40 mil años (Schurr et al., 1990;
Merriwether et al., 1995; Bonato y Salzano, 1997ab). Respecto a la restricción geográfica del
haplogrupo X en Norte América algunos autores han sugerido que posiblemente su ingreso al
continente se llevó a cabo en una migración distinta a la que permitió el ingreso de los otros
cuatro haplogrupos (pero ver Faundes et al., 2008). Otros autores desde marcadores del
Cromosoma Y también sugirieron una única población fundadora (Pena et al., 1995; Bianchi et
al., 1997).
37
Posterior al año 2000 hubo una explosión de estudios moleculares que, directa o indirectamente,
parecen apoyar el modelo de una única población fundadora. Así, Wang et al. (2007) y
Schroeder et al. (2009) en uno de los estudios genómicos de marcadores autosómicos más
completos hasta la fecha estudió los patrones de diversidad genética en América y Beringia. De
acuerdo con sus resultados los amerindios poseen baja diversidad genética y alta diferenciación
poblacional; hay gradientes de decrecimiento de la diversidad como una función de la distancia
geográfica, lo que concuerda con una dispersión hacia el sur desde el extremo noroccidental de
Norte América; la dispersión del alelo privado 275 indica que la ascendencia genética de todos
los Nativos Americanos deriva de una única migración; el patrón de variación entre poblaciones
sugiere que las rutas costeras, en especial la del Pacífico, pudieron haber sido importantes
durante las primeras migraciones y finalmente sugieren que hay cierta covariación entre la
diversidad lingüística y genética en especial en Sudamérica. En esta misma dirección Tamm et
al. (2007) y Fagundes et al. (2008) llevaron a cabo revisiones de los mitogenomas a nivel
continental en el Noreste de Asia y América empleando técnicas de coalescencia Bayesiana y
propusieron dos escenarios complejos de poblamiento en donde los cinco principales
haplogrupos Americanos A2, B2, C1, D1 y X2a (más 4 haplotipos menores D2, D3, D4h3 y
C4c restringidos a grupos Esquimales y Aleutianos principalmente) ingresaron juntos a América
en una única población fundadora. Sin embargo Tamm et al. (2007) sugieren que la mayor
diversidad detectada entre los fundadores indicaría que previo a su entrada en América habrían
permanecido el tiempo suficiente en Beringia como para diferenciarse de otros grupos asiáticos,
mientras que Fagundes et al. (2008) sostienen que la diferenciación inicial en Asia se produjo a
causa de un cuello de botella moderado ocurrido en Beringia durante el UMG alrededor de los
19,000 y 23, 000 años AP. Posteriormente hacia el final del UMG una gran expansión se inició
ca. 18,000 años AP y finalizó ca. 15,000 años AP lo cual apoyaría una ocupación Pre-Clovis así
como un rápido poblamiento continental siguiendo una ruta costera a lo largo del Pacifico
(Fagundes et al., 2008). Otros autores como O´Rourke y Raff (2010) también sugieren la ruta
costera Pacífica como ruta probable de ingreso aunque de manera interesante también proponen
una ruta costera Atlántica la cual también explicaría la distribución del registro arqueológico
temprano en norte y Sudamérica así como algunos patrones de diversidad dental y craneofacial
(Stojanowski et al., 2013a;Delgado, 2012). Tamm et al. (2007) a pesar de sugerir una única
población fundadora y un rápido poblamiento continental proponen fechas de entrada y de
coalescencia de los haplogrupos más acordes con un poblamiento tardío, es decir posterior a la
apertura del corredor libre de hielo en Canadá (post 11,5 ka 14C AP). Así, posterior a la pausa
hecha en Beringia una rápida expansión permitió la ocupación de todo el continente, cuyo
patrón filogeográfico de diversidad mitocondrial más que aglomerado jerárquicamente (i.e.
estructurado) indica una distribución uniforme de los haplogrupos y haplotipos (Tamm et al.,
2007). Finalmente estos autores llaman la atención sobre un hecho interesante que tiene que ver
38
con flujo génico bi-direccional entre Siberia y el Ártico norteamericano durante tiempos
históricos o muy recientes. En la misma dirección de los resultados mostrados anteriormente
Achilli et al. (2008) después de estudiar la filogenia de los haplogrupos fundadores del ADNmt
llegan a conclusiones similares a las sugeridas por Tamm et al. (2007) y Fagundes et al. (2008)
y sugieren que el ingreso de algunos haplogrupos (A2) reflejan expansiones secundarias hacia el
continente americano cuyas fechas de coalescencia son más acordes con un ingreso pre-15 ka
A2: 13.9 ± 2.0 ka; B2: 16.5 ± 2.7 ka; C1b: 14.7 ± 4.7; C1c: 15.8 ± 4.7 ka; C1d 18-21 ka; D1:
10.8 ± 2.0 ka (Achilli et al., 2008). Estas fechas están en completa correspondencia con otros
estudios de ADN antiguo los cuales analizaron restos humanos provenientes de Alaska,
14
incluyendo paleo-Eskimos de Groenlandia, los cuales proponen un mínimo de 9200 años C
AP para el ingreso del sub-haplogrupo D del ADNmt y para el haplogrupo Q-M3* del
cromosoma Y (Zegura et al., 2004; Kemp et al., 2007; Gilbert et al., 2008; Rasmussen et al.,
2010). Estos estudios sugieren a su vez que los fundadores del continente fueron muy
heterogéneos en términos de su diversidad genética con un número efectivo mayor que el
asumido comúnmente y que de acuerdo con calibraciones más conservadoras la fecha de
entrada de los primero grupos que colonizaron el Nuevo Mundo no puede ser más antigua que
15,000 años cal AP.
climática ocurrida a fines del UMG, se produjeron otras expansiones (post 11.8 ka AP) desde
las regiones de Amur-Mongolia-Manchuria.
El modelo de una única población fundadora puede ser considerado como una de las hipótesis
más parsimoniosas para explicar el poblamiento inicial ya que se ajusta bien a otros tipos de
evidencia y presenta resultados coherentes. Aún así es criticable en varias formas, entre ellas: 1)
la impresionante diversidad de haplogrupos y de sub-haplogrupos del ADNmt y Cromosoma Y
puede no haberse originado únicamente vía microevolución in situ en América. Esto indica que
expansiones adicionales y fenómenos geográficos (refugios, barreras) influenciaron la
diferenciación de los grupos fundadores en Siberia y Beringia respectivamente. 2-) Algunos
estudios (v.g. Fagundes et al., 2008) al no incluir toda la diversidad americana (v.g. grupos na-
dene que parecen ser diferentes a los amerindios) sesgan su interpretación hacia una supuesta
homogeneidad. 3-) Varias de las fechas de coalescencia indican momentos de ingreso muy
tempranos con poco apoyo arqueológico. 4-) Algunos autores critican la existencia de un
moderado cuello de botella al sugerir que la presencia de solo 5 haplogrupos del ADNmt en
América respecto de 17 en el noreste de Asia refleja de hecho una gran pérdida de diversidad y
por lo tanto un extensivo cuello de botella durante el primer ingreso de humanos al Noevo
Mundo (Bravi, 2004; Delgado, 2012b). 5-) La evidencia arqueológica contradice cualquier
modelo que sugiera un poblamiento rápido (pero ver Fiedel, 2006) ya que la colonización de
paisajes no conocidos requiere, entre otras cosas, el aprendizaje previo del espacio y de la
distribución de recursos (Borrero, 2015). 6-) La ausencia del haplogrupo X en Siberia es difícil
de explicar solo por deriva y efecto fundador ya que no explicaría porque otros haplogrupos si
están presentes a ambos lados de Beringia.
40
Figura 3.4. Modelos de una (ruta costera) y dos migraciones e incubación en Beringia
(Modificado de Maragoni et al. 2014).
evidencia morfológica (de Azevedo et al. 2011), han encontrado elementos que apoyarían sus
principales argumentos frente a alternativas tales como el de un único evento migratorio (v.g.
Tamm et al., 2007; Fagundes et al., 2008), o el de dos migraciones (v.g. Neves y Pucciarelli
1991).
Figura 3.5. Representación esquemática del modelo del flujo génico recurrente (FGR)
(Adaptado de de Azevedo et al., 2011).
Gracias a la sofisticación de la tecnología aplicada al estudio del material genético antiguo así
como al exhaustivo muestreo de ADN moderno actualmente se cuenta con una base
comparativa sin precedentes para investigar los orígenes humanos y su dispersión por todo el
globo. De manera interesante el debate actual sobre los patrones de dispersión durante el
Pleistoceno final desde análisis del ADNa gira en torno a regiones que son de absoluta
relevancia para el estudio del origen y expansión de los grupos humanos en el Noreste de Asia y
América. Raghavan y colegas (2013) reportaron diferentes tipos de marcadores moleculares
(ADNmt, cromosoma-Y, autosómicos) de dos individuos de Siberia sur-central uno del sitio
Mal´ta (MA-1) con una edad de 20,240 ± 60 años 14C AP (UCIAMS-79666) y el otro del sitio
14
Afontova Gora-2 (AG-2) con una edad de 13,810 ± 35 años C AP (UCIAMS-79661). El
mitogenoma de MA-1 pertenece al haplogrupo U sin afinidad aparente con ningún
subhaplogrupo conocido, lo que sugiere que es un linaje raro o extinto en los grupos actuales. A
pesar que la distribución geográfica del haplogrupo U es bastante amplia desde África hasta
Siberia en la región de los montañas Altai su frecuencia es bastante baja. No obstante según los
42
y los segundos se explican mejor como evolución in situ que cambios ocurridos previo a su
ingreso al Nuevo Mundo.
Los modelos mencionados previamente han sido formulados tomando en cuenta patrones de
diversidad morfológica y molecular a nivel continental y extra-continental (Australo-Melanesia,
sudeste y noreste de Asia). No obstante, también existen hipótesis o modelos particulares a cada
subcontinente que si bien se enmarcan dentro de los más generales también proponen aspectos
específicos teniendo en cuento a la variación geográfica, climática y poblacional de cada
subregión. Así para Sudamérica se han propuesto algunas hipótesis interesantes sobre el
poblamiento inicial que vale la pena mencionar, las cuales han empleado diferentes tipos de
evidencias, entre ellas moleculares (Tarazona dos santos et al., 2001; Fuselli et al., 2003; Wang
et al., 2007; Lewis et al., 2007; Lewis y Long, 2008; Rothhammer y Dillehay, 2009; Lewis,
2010); craneofaciales (Pucciarelli et al., 2006; Pérez et al., 2009, 2011) y dentales (Haydenblit,
1996; Powell, 1998; Sutter, 2005; Delgado, 2007).
Panamá hacia Sudamérica debido a la expansión de una población fundadora en dirección norte-
sur hace 13,000 y 19,0004 años seguida por un posible patrón de migración distinto en el
subcontinente. Asimismo indicaron que la diferenciación geográfica de la variación genética
vista también es consistente con la diversidad lingüística y cultural así como con la
heterogeneidad ambiental del subcontinente y con datos paleoecológicos aunque la evidencia
que presentaron como soporte es bastante débil. Igualmente Rothhammer y Dillehay (2009)
sugirieron que los lados oriental y occidental del subcontinente poseen distintos registros
arqueológicos, distintas cronologías e historias humanas diferentes lo cual refleja según ellos
patrones genéticos, morfológicos y culturales distintivos. Aún así la evidencia arqueológica
presentada por estos autores es ambigua y no es incontrovertible. Asimismo análisis recientes de
la estructura cronológica y del registro arqueológico temprano de Sudamérica indican
cronologías similares a ambos lados de los Andes y aunque el registro es variado refleja
mayoritariamente adaptaciones a condiciones locales (varios artículos en Prates et al. 2013,
volumen especial 301 Quaternary International). Respecto a la diversidad lingüística de manera
interesante el estudio de Wang y colegas (2007) fue el único que llevó a cabo un test específico
para corroborar si el patrón de variación molecular dual, en este caso a nivel autosómico, en
Sudamérica también posee sustento lingüístico. Estos últimos autores compararon los “troncos
lingüísticos” a los cuales pertenecen las poblaciones investigadas y los compararon con sus
relaciones genéticas interpoblacionales y hallaron un patrón de diferenciación lingüístico que
coincide con la diferenciación geográfica a nivel genético donde los stocks Chibcha-Paez y
Tucano-Ecuatorial - Ge-Pano-Carib representan dicha distinción a nivel occidental y oriental
respectivamente. Estos autores también propusieron un modelo de poblamiento donde una única
fuente poblacional arribó al subcontinente por una vía costera (Pacífica) a finales del
Pleistoceno.
A pesar de la consistencia de estos resultados otros autores que han analizado la diversidad
molecular materna (ADNmt) y neutral (STRs) en varias muestras poblacionales suramericanas
no concuerdan con esta interpretación y sugieren por el contrario que no hay diferencias
significativas entre grupos del oriente y oeste y que la diversidad es consistente con una
expansión de una única fuente poblacional ancestral (Lewis et al., 2007; Lewis y Long, 2008;
Lewis, 2010). La crítica básica que hacen Lewis y colegas es que los estudios previos infirieron
patrones de variación regional evaluando la variación promedio a nivel intragrupal local sin
tener en cuenta la variación entre grupos locales al interior de una misma región, lo cual
conllevo a subestimar la diversidad existente en la región oriental de Sudamérica. Adicional a
esto estos autores indican que debido a que hay niveles de variación similar entre las regiones
4
Fechas de coalescencia obtenidas a partir estimaciones de tiempos de divergencia basados en índices de
mutación del ADNmt (HVR1).
45
occidental y oriental de Sudamérica la hipótesis que propone migración inicial por la costa
occidental no posee sustento al mismo tiempo que resaltan la existencia de un gran cuello de
botella o efecto fundador ocurrido en Norte América antes del poblamiento de Centro y
Sudamérica.
relacionadas con procesos de dispersión y/o acción de la deriva/flujo génico sino con factores
ecológicos específicos. En resumen la evidencia craneofacial tiende complejizar el escenario al
indicar que otras explicaciones pueden dar cuenta de la diferenciación geográfica vista en
Sudamérica a ambos lados de la cordillera. Dos preguntas válidas que emergen de este estudio
son 1) si dicha diferenciación está presente desde el inicio del poblamiento del subcontinente a
fines del Pleistoceno o bien es un proceso Holocénico y 2) que factores evolutivos y/o
ecogeográficos dan cuenta de dicha distinción. Vale la pena mencionar que ni análisis genéticos
de grupos actuales ni estudios de la variación craneofacial durante el Holoceno tardío, a pesar de
su comparación con grupos tempranos, pueden resolver el origen de la diferenciación
mencionada por lo que análisis de la diversidad craneofacial y dental de grupos tempranos en
Sudamérica que habitaron el lado este y oeste pueden arrojar mayor información. Adicional a
esto es válido mencionar que otros estudios que han evaluado los patrones de relaciones
evolutivas a partir de análisis de la diversidad craneofacial y dental en muestras de todo el
Holoceno de Sudamérica no encontraron una división geográfica clara y tampoco en un sentido
este – oeste (Sardi et al., 2005, 2006; González-José et al., 2005b; Delgado, 2012b).
Según estos autores la morfología dental y craneofacial de estos grupos debería ser interpretada
como evidencia de una oleada migratoria de grupos asiáticos generalizados y robustos hacia
América. Powell (1995, 1998) y Powell y Neves (1999) fueron los primeros en presentar una
visión alternativa al modelo tripartito desde la evidencia dental empleando datos de grupos del
Holoceno temprano y medio de Norte y Sudamérica así como simulaciones sobre la variabilidad
biológica y demográfica bajo las expectativas de dicho modelo. De acuerdo con Powell y
colegas una forma alternativa al modelo tripartito es abordar la diversidad biológica Amerindia
como producto no solo de las fuentes ancestrales asiáticas sino también tomando en cuenta los
12,000 años de microevolución en el Nuevo Mundo. Así a partir de análisis estadísticos estándar
y de tipo genético-poblacional así como un mejor control espacial y temporal de las muestras el
autor indicó que bajo ciertos parámetros los resultados muestran un patrón contrario al inferido
por el modelo tripartito, esto es el aumento de diversidad dental a lo largo del tiempo, poco
crecimiento poblacional, alta heterogeneidad dental entre los primeros americanos producto de
múltiples oleadas migratorias, alta variación entre los fundadores o ambas, índices relativamente
altos de flujo génico que conducirían a la homogeneización de la diversidad hacia el Holoceno
tardío, diferenciación entre grupos amerindios del Holoceno temprano y amerindios -
Norasiáticos del Holoceno tardío, posible rol de la deriva y efectos fundadores en la pérdida de
la diversidad dental, presencia de grupos sundadontes del Sudeste de Asia en América y
diferenciación entre grupos del Holoceno medio respecto a grupos del Holoceno tardío de Asia
y América. Así, estos autores indican que sus resultados son compatibles con las expectativas
del modelo de los dos componentes biológicos al sugerir que probablemente dos grupos
fundadores explicarían la diversidad dental vista en el Holoceno donde la más temprana tendría
afinidad con grupos sundadontes del sudeste asiático y la más tardía con grupos sinodontes del
noreste.
Sutter (2005) recientemente estudió la diversidad dental de varios grupos prehispánicos de los
Andes sur-centrales (sur de Perú y Norte de Chile) con el fin de proponer hipótesis sobre el
poblamiento inicial de Sudamérica y dispersiones ocurridas al interior del subcontinente
relacionadas con la dispersión de la agricultura. Entre los hallazgos más interesantes para la
presente discusión están: 1) los grupos Paleoindios eran altamente variables y presentaban
ambos tipos de patrones dentales (sinodonte y sundadonte); 2) presencia de grupos afines al
patrón surasiático sundadonte (o en su defecto más variables que los sinodontes) en la región
mencionada (precerámico Ilo, Alto Ramirez, Azapa-140, Azapa-8, Playa Miller-7); 3)
incremento en la frecuencia de rasgos típicos sinodontes en un sentido cronológico (temprano-
tardío) y en dirección norte-sur; 4) existencia de una oleada migratoria adicional tardía (en el
periodo formativo) para explicar la diversidad dental (sinodonte-sudadontes) así como el patrón
temporoespacial visto en Sudamérica; 5) dicha oleada más que representar una migración a gran
48
escala representa una expansión démica de grupos agricultores de Centro América que arribaron
a Sudamérica a través del Istmo de Panamá; 6) una vez en Sudamérica (según Sutter en el
subcontinente tendría su origen en el noroccidente donde se han encontrado las evidencias más
tempranas de agricultura) dicha expansión permitió el poblamiento de las tierras altas Andinas
inicialmente y posteriormente de las tierras bajas en dirección norte-sur; 7) este evento démico
posiblemente esté relacionado con cambios ambientales ocurridos durante la transición
Holoceno medio (precipitación variable e incremento de temperatura) – Holoceno tardío
(disminución de temperatura, incremento de la humedad, niveles de CO2 atmosférico y del
nivel del mar) y 8) existencia de un cuello de botella en centro América previo a la entrada a
Sudamérica (esto concuerda con la hipótesis de Lewis y colegas, 2007) o alternativamente una
afinidad sundadonte para primeros pobladores de Sudamérica y sus descendiente inmediatos
(Holoceno temprano medio ~7500-5000 años 14C AP) y una afinidad sinodonte para los grupos
que llevaron a cabo la expansión démica en el Holoceno tardío (post 4000 años 14C AP).
Subyacente a estos estudios se infiere que el poblamiento de Sudamérica por si solo representa
un fenómeno complejo que requiere ser abordado independientemente de otras regiones
Americanas y desde distintas fuentes de evidencia. Igualmente es claro que una investigación
detallada con múltiples indicadores morfológicos en muestras con alta profundidad temporal y
ampliamente dispersas en un sentido espacial beneficiará nuestro entendimiento de los patrones
de diversidad fenotípica en relación con el poblamiento inicial de la región y la subsiguiente
evolución durante el Holoceno.
49
En este capítulo hago un recorrido por los diferentes modelos que se han generado sobre la base
de distintos tipos de evidencias respecto al primer poblamiento humano de la región.
Inicialmente abordaré el registro arqueológico temprano, incluyendo los tipos de evidencias
recuperadas y finalmente se mencionarán los estudios bioantropológicos basados en variantes
moleculares y rasgos morfológicos.
50
Figura 4.1. Ubicación geográfica del Noroccidente de Sudamérica y las principales regiones
mencionadas en el texto. Modificado de Delgado et al (2015b).
región (Correal y van der Hammen, 1977; Rodríguez Cuenca, 2007; Neves et al., 2007), no
obstante el autor (Delgado, 2012a) mostró que la supuesta presencia de dicha tradición lítica en
el registro arqueológico local no debe ser interpretada como un indicador de continuidad ya que
otros análisis tecnofuncionales (Nieuwenhuis, 2002) han mostrado que dicha tradición
representa una tecnología multifuncional muy simple y versátil que refleja restricciones
ambientales y posibilidades más que un patrón de comportamiento persistente y culturalmente
heredado.
Durante la década de 1980 e inicios de 1990 varios sitios fueron excavados en el sur Occidente
de Colombia cuyos hallazgos fueron activamente incorporados a la discusión del poblamiento
inicial. En la región Calima (Cordillera Occidental), un valle interandino (1600 msnm), dos
sitios ubicados al aire libre – Sauzalito y El Recreo – cuya edad fue establecida en el Holoceno
temprano fueron excavados y se recuperó un repertorio lítico compuesto por lascas unifaciales,
azadas, manos de moler, golpeadores y yunques fabricados con rocas metamórficas locales
(Salgado, 1988-1990). En el valle de Pubenza (Cordillera Central) el sitio San Isidro (ca. 1600
msnm) se recuperaron importantes evidencias en un nivel datado hacia la frontera
Pleistoceno/Holoceno entre ellas una tecnología lítica compuesta por cientos de artefactos
manufacturados en chert y obsidiana como lascas retocadas y no retocadas, bifaces lanceoladas
y manos de moler sin asociación a restos de fauna (Gnecco, 1994, 2000, 2003). De manera
interesante aparte de los artefactos se hallaron semillas carbonizadas de Persea spp. y Erythrina
así como granos de almidón de Xanthosoma, Ipomea, Manihot y Maranta cf arundinacea
además de otros pastos y leguminosas (Piperno y Pearsall, 1998:200).
En las tierras bajas tropicales del Magdalena Medio una serie de sitios tempranos importantes
incluyendo Nare, La Palestina 1 y 2, San Juan de Bedout y Peñones de Bogotá fueron
descubiertos y excavados durante la década pasada (para una síntesis ver López 2008). En estos
sitios estratificados localizados al aire libre y datados entre ca. 10,400 y 8500 años 14C AP se
halló un repertorio lítico variado el cual incluye lascas simples, raspadores plano-convexos,
puntas de proyectil cola de pez triangulares con alas rectas, oblicuas y redondeadas, puntas
delgadas manufacturadas en chert o cuarzo. Estas herramientas fueron halladas sin asociación a
ningún tipo de recurso vegetal o animal a pesar de la sugerencia de López (2008) sobre la
relación entre dicho repertorio y la caza de megafauna. De hecho Otero y Santos (2002)
indicaron que una alternativa viable era que este tipo de herramientas fueran empleadas en la
explotación de la fauna local compuesta por mamífero, reptiles y aves de tamaño mediano y
pequeño.
Recientemente en el Cauca medio y el Valle del río Porce (Cordillera Central, ca. 1650-2100
msnm), una serie de sitios estratificados localizados al aire libre cuyos fechados llegan incluso
al Pleistoceno final fueron excavados (Castillo y Aceituno, 2006; Aceituno y Loaiza, 2007). En
sitios como el Jazmín (Cauca Medio) (Aceituno y Loaiza, 2007) y La Morena (Porce Medio)
(Santos, 2010) la tecnología lítica consistente principalmente en lascas unifaciales, hachas,
azadas, bases de molienda, cantos rodados con bordes desgastados indican una clara orientación
hacia la explotación de recursos vegetales, algo que no se verifica en sitios contemporáneos de
la Sabana de Bogotá y el Magdalena Medio (Aceituno et al., 2013; Aceituno y Loaiza, 2014;
Delgado et al., 2015b). Así mismo, recientemente Dickau et al (2015) presentaron nuevas
fechas y nuevos sitios tempranos para esta región que complementan los resultados obtenidos
hasta la fecha.
ritmo, tiempo y patrón de poblamiento así como sobre la estructura espaciotemporal del registro
arqueológico temprano en un contexto paleoambiental. A nivel geográfico este estudio mostró
que los sitios con fechas más tempranas están distribuidos en el Altiplano Cundiboyacense
(Cordillera Oriental) y en el valle del Magdalena Medio. Al occidente la ocupación de las
Cordilleras Central y Occidental así como del Valle del río Cauca parece ser un fenómeno más
tardío. Al oriente el único sitios descubierto en la cuenca del Amazonas, Peña Roja, sugiere la
ocupación del bosque tropical durante el Holoceno temprano. Asimismo la distribución
altitudinal de los sitios (0-500 msnm, 1000-2000 msnm, and 2500-3000 msnm) indica que
notablemente los fechados más tempranos provienen del rango de 2500 – 3000 msnm (Tibitó
and El Abra, Altiplano Cundiboyacense). La ocupación del piso térmico más bajo representado
por la cuenca del Magdalena Medio parece ser más tardía alrededor de los 10,500 años 14C AP
en sitios como Nare, La Palestina 2, y San Juan de Bedout. El segundo piso ubicado entre los
1000 y 2000 msnm en la cordillera Central y Occidental registra ocupaciones alrededor del
inicio del Holoceno. Un aspecto interesante que se desprende del presente análisis es que los
sitios más tempranos se ubican en las tierras altas lo cual indica un sesgo metodológico, esto es
mayor investigación en ciertas áreas lo cual produce una distribución asimétrica del registro. El
análisis del patrón temporal de distribución de los fechados correspondientes a la transición
Pleistoceno/Holoceno, tanto calibrados (2 sigmas) como no calibrados, exhiben una misma
14
tendencia esto es una señal débil e interrumpida previo a los 11,000 años C AP y fuerte y
continua posterior a esa fecha particularmente en la última parte del Pleistoceno (Figura, 4.3).
En términos del escenario paleoambiental en el cual ocurrió el poblamiento humano inicial del
noroccidente de Sudamérica, si las dos fechas pre 11,000 años 14C AP son aceptadas, entonces
la colonización inicial del área de estudio comenzó probablemente durante el Interstadial
14
Guantiva (ca. 12,500 – 11,000 años C AP), un periodo en el cual el Altiplano
Cundiboyacense presentaba condiciones relativamente cálidas y húmedas lo que permitió la
expansión del bioma de bosque frondoso templado (cool grassland/shrub biome) y un
movimiento ascendente de la línea superior del bosque (Figura, 4.4). Alternativamente si ambas
fechas son consideradas provisionalmente como dudosas, debido a su desprendimiento del resto
a pesar de no comportarse como outliers en un sentido estadístico, entonces el proceso de
colonización empezó durante el Estadial El Abra contemporáneo con la Cronozona Younger
Dryas (~ 11,000 – 10,000 años 14C AP). En cualquier caso fue durante este pulso frío que la
primera población fundadora alcanzó una indiscutible visibilidad arqueológica representada por
una diversidad de contextos depositados en diferentes escenarios ambientales en el Altiplano
Cundiboyacense y la cuenca del Magdaleno Medio.
56
Figura 4.4. Histograma de fechados 14C no calibrados contra la carta paleoambiental por región
del noroccidente de Sudamérica durante la transición Pleistoceno/Holoceno. Tomado de
Delgado et al (2015b).
57
Los datos disponibles sugieren que la diversidad en los conjuntos líticos a nivel regional, a
menudo definidas como tradiciones líticas, pueden ser explicadas en términos geográficos y
cronológicos. Respecto al tiempo de llegada de los primeros grupos humanos existen algunas
incertidumbres derivadas de la interpretación de la evidencia lítica y el registro cronológico (ver
arriba). Los datos provenientes de la Sabana de Bogotá y las fechas sugeridas para la tradición
El Jobo indicarían una edad “pre-Clovis” para las ocupaciones más tempranas del norte de
Sudamérica aunque dicha relación no se ha establecido sobre la base de evidencias fuertes
(Dillehay, 2000; Delgado et al., 2015b). Las diferencias cronológicas entre las tradiciones
Abriense y El Jobo no indican claramente si ambas pertenecen a la misma expansión
Pleistocénica que llegó a Sudamérica siguiendo la línea de costa del Caribe o si pertenecen a
grupos fundadores diferentes procedentes de distintos puntos geográficos. Lo que sí parece
indicar el registro es el papel importante de los valles de los grandes ríos, el Magdalena y el
Cauca, en la colonización del interior norte de los Andes. En términos de las relaciones
espaciales, la conexión entre la Sabana de Bogotá y otras regiones durante el Pleistoceno tardío
no es clara aún. El flujo de materias primas desde el valle del Magdalena hacia el Altiplano
Cundiboyacense como se demostró por el conjunto lítico Tequendamiense indicaría relaciones
desde el Pleistoceno final. Otros autores sin embargo sugieren interpretaciones alternativas que
indican que los dos conjuntos de la Sabana de Bogotá, Abriense y Tequendamiense,
pertenecerían al mismo(s) grupos(s) cuyo repertorio lítico reflejaría economías de amplio
espectro y que la presencia de materia prima del Magdalena en la Sabana no refleja más que
patrones de alta movilidad poniendo en duda una hipotética relaciones entre diferentes grupos
humanos en ambas regiones (Niuwenhuis, 1998, 2002; Gnecco, 2000). Asimismo la relación
entre los conjuntos líticos Abriense y del valle del Magdalena no puede confirmarse dada la
ausencia de contextos en la última región previo a los 10,500 años 14C AP. Las relaciones entre
el área central, integrada por el Altiplano Cundiboyacense y el valle del Magdalena, y el sur de
Colombia se ven obscurecidas por la escasez de información aunque la existencia de dos sitios
con cronologías pre 11.500 años 14C AP (Pubenza y El Jordán) probablemente indica que otros
grupos estaban operando en la región en ese momento aunque una relación tecnológica no es
posible de establecer dado que ambas tecnologías si bien reflejan economías de amplio espectro
no poseen, de acuerdo con los pocos datos, una relación estrecha (Aceituno et al., 2013;
Delgado et al., 2015b).
Como se mencionó previamente la cantidad de fechas y los sitios se incrementaron hacia los
10,000 -9500 años 14C AP lo cual indicaría solo tomando en cuenta la evidencia demográfica y
los patrones de movilidad que a partir de ese momento probablemente se hayan dado contactos
58
y posibles relaciones a nivel intra e interregional. Durante este marco temporal también hay
evidencias de contactos entre grupos del altiplano y el valle del Magdalena vía corredores
interandinos como es evidenciado por la similitud tecnológica de los contextos en lo que
respecta a la reducción bifacial, talla y la presencia de materias primas alóctonas (Correal, 1986;
López, 1999). Diferentes hallazgos de herramientas líticas en superficie y en estratos indican
posibles relaciones entre el Magdalena Medio y la cordillera Central donde comienza a
caracterizarse una tradición lítica compuesta por la presencia de herramientas en forma de
azadas y otras herramientas para el procesamiento de vegetales. En esta discusión se resalta el
valle del río Magdalena como región clave para establecer relaciones espacio-temporales en este
caso con la cordillera central (Aceituno et al., 2013). Las puntas de proyectil encontradas en los
ríos Porce y Medellín permitieron a Aceituno y colegas (2013) sugerir a manera de hipótesis
que dichos restos fueron descartados por cazadores – recolectores del Magdalena durante
exploraciones en busca de nuevos territorios y recursos durante la frontera
Pleistoceno/Holoceno, un periodo muy inestable en términos ambientales y climáticos que
afectó profundamente la distribución de los recursos (van der Hammen, 1974; Piperno y
Pearsall, 1998). Así en términos generales el registro arqueológico sugiere una conexión entre
las cordilleras Oriental y Central, articuladas principalmente por el valle del Magdalena pero
usando la cuenca entera y pequeños valles interandinos como conexiones entre regiones a lo
largo del gradiente altitudinal en ambas cordilleras (Aceituno et al., 2013). Asimismo en San
Isidro Gnecco (1994, 2000) recuperó lascas bifaciales entre ellas varias puntas de proyectil
manufacturadas en chert y obsidiana las últimas con muchas similitudes morfológicas y
tecnológicas a las de otros sitios del Ecuador indicando posibles relaciones entre cazadores-
recolectores andinos. Igualmente llama la atención que en ambas regiones (Cauca Medio y
Valle de Pubenza) hayan tecnologías enfocadas en la explotación de recursos vegetales
1
Los grupos investigados fueron Chimila, Coreguaje, Curripaco, Embera (Chocó), Guahibo-Sikuani,
Guambiano, Guane-Butaregua, Guayabero, Huitoto, Ijka-Arhuaco, Ingano, Kogui, Murui-Muinane,
Nukak, Paez, Pasto, Piaroa, Siona, Tucano, Tule-Cuna, Waunana, Wayuu, Wiwa, Yuco-Yukpa y Zenu.
Para conocer su distribución geográfica ver Keyeux et al (2002).
60
(NO) integrada por la región Andina así como por las costas Pacífica y Atlántica. Una segunda
población ancestral arribó desde el Sur de Norteamérica a través de la cadena insular Antillana,
poblando la región Suroriental (SE) conformada por las cuencas del Amazonas y del Orinoco.
Así la región debería representar un punto focal con alta diversidad biológica. Aquellos grupos
que habitan la región NO presentan altas frecuencias del haplogrupo A y una total ausencia del
haplogrupo D, mientras que las que habitan la región SE exhiben frecuencias altas y medias de
D y bajas frecuencias de A. Dicho patrón parece tener un sustento lingüístico, es decir la rama
SO está compuesta por grupos de lenguas makú, tucano-barbacoa y witoto-saliva mientras que
la rama NO está integrada por poblaciones de lengua choco-chibcha. Los autores indicaron que
el registro arqueológico apoya fuertemente el presente modelo aunque no presentaron ninguna
evidencia para corroborarlo. Un aspecto que llama la atención de los estudios mencionados
relacionado con las inferencias a nivel geográfico y lingüístico es su falta de sustento estadístico
por ejemplo no hay análisis de correlaciones entre la diversidad genética, lingüística y
geográfica y estudios de diversidad por subregiones. Asimismo la falta de resolución genética
(i.e. análisis de subhaplogrupos o haplotipos del ADNmt) sugiere que nuevos escenarios pueden
emerger. A nivel del subcontinente estos autores resaltaron que otros grupos amerindios de
América Central presentan exactamente el mismo patrón de distribución de haplogrupos visto
en la región NO de Colombia y así mismo afinidades lingüísticas (Merriwether et al., 1995;
Schurr et al., 1990; Torroni et al., 1990). Por otro lado según Keyeux y colegas los grupos del
subcontinente básicamente de la cuenca del Amazonas, los Andes centrales y la Pampa exhiben las
mismas frecuencias de los linajes mitocondriales de la región SE de Colombia (Torroni et al., 1990;
Merriwether et al., 1995; Batista et al., 1995; Lalueza-Fox, 1996). Estudios recientes enfocados
en otros grupos amerindios del Norte de Sudamérica tienden a corroborar este patrón dual de la
diversidad mitocondrial visto tanto en Venezuela (Castro de Guerra et al., 2008) como en
Colombia (Melton et al., 2007). Específicamente Melton y colegas (2007) indicaron que sus
muestras chibcha-hablantes (Kogui, Arsario e Ijka) y un grupo de lengua Arawak (Wayuú) de la
región noroccidental de Colombia poseen estrechas relaciones biológicas con Nativo-
Americanos de Centro América, mientras que su relación con grupos de la región oriental de
Sudamérica (cuenca del Amazonas y Brasil) así como de los Andes del sur es distante. Estos
autores sugieren que una expansión-chibcha, desde Centro América hacia el norte de
Sudamérica a través del Istmo de Panamá, relacionada con cambios en las estrategias de
subsistencia producidas por las modificaciones ecológicas ocurridas hace 7000 y 10,000 años
produjo el patrón de diversidad genética visto. Adicionalmente estos últimos autores sugieren
aspectos interesantes para la historia poblacional de los grupos amerindios Chibcha-hablantes de
Colombia entre ellos 1) las diferencias entre grupos Chibchas del Noroccidente de Colombia y
de Centro América puede indicar una migración más temprana pre 7000-10,000 AP; 2) existe
una relación cercana entre grupos de la costa Caribe de Colombia y grupos Mayas indicando
61
relaciones cercanas entre los troncos Chibcha y Maya posiblemente a causa de un origen
común; 3) la temprana expansión poblacional centroamericana representa una diáspora Chibcha
la cual al entrar al norte de Sudamérica se encontrarían con la barrera de los Andes lo cual
sugiere un retroceso poblacional causando alta densidad demográfica en Panamá; 4) las fechas
de coalescencia obtenidas sugieren un origen común para todos los grupos de afinidad chibcha
hace 15 mil años y 5) microevolución in situ (poco flujo génico) de los grupos chibcha-
hablantes del Caribe colombiano e ingreso previo al periodo de desarrollo regional.
Por otra parte algunos investigadores han obtenido información genética (ADNmt) en muestras
prehispánicas de Colombia, no obstante debido a la existencia de sesgos relacionados con la
ausencia de contextos arqueológicos y cronológicos confiables, así como la falta de controles de
efectos tafonómicos e incluso de los protocolos de extracción y control de contaminación dichos
resultados deben ser vistos con precaución (Monsalve et al., 1996; Fernández 1999; Silva et al.,
2008). Aún así recientemente se han obtenido resultados confiables (Barreto et al., 2007; Casas-
Vargas et al., 2011), los cuales permiten tener una aproximación a la variabilidad genética
prehispánica aunque con una profundidad temporal no mayor a los 3000 14C años AP, debido a
que los estudios sobre muestras del Holoceno temprano y medio (Fernández, 1999), son muy
63
Como comentario final es necesario mencionar que la evidencia molecular de los grupos
amerindios de Colombia ha sido empleada en estudios continentales que han abordado el
poblamiento temprano los cuales aparentemente dan soporte a modelos totalmente distintos
entre ellos de una única migración con diferencias este-oeste y una ruta costera (Wang et al.,
2007); flujo génico recurrente (Ray et al., 2010); tres diferentes grupos (primeros Americanos,
esquimo-aleutianos y na-dene hablantes) ingresando al continente en diferentes momentos por
una ruta costera (Reich et al., 2012) y de rápida divergencia durante la colonización inicial de
América y momentos de entrada no superiores a los 16,000 años AP para toda América y para la
región hace aproximadamente 11,700 años AP (Gravel et al., 2013). Esto sugiere que las
diferencias en dichos modelos no están en las evidencias propiamente dichas sino en su
interpretación y enmarcamiento en uno u otro modelo.
Por otro lado en cuanto a la evidencia morfológica se han realizado algunos esfuerzos por
explicar a partir de patrones de variación fenotípica de grupos prehispánicos y actuales el primer
poblamiento de la región. Los primeros intentos se remontan a la década de 1940 cuando Paul
Rivet estudió varías series prehispánicas de la región para refutar algunas de las ideas de
Hrdlička sobre la homogeneidad biológica en América (Rivet, 1943). Así existen algunos
modelos que han abordado el poblamiento inicial de la región los cuales hacen interpretaciones
muy distintas sobre dicho proceso y sugieren el rol de distintos factores evolutivos en los
procesos de diferenciación poblacional posterior al ingreso y en la generación de la diversidad
morfológica en diferentes momentos del Holoceno. Entre ellos están los que favorecen
mecanismos de dispersión y altos índices de flujo génico así como la llegada de múltiples
grupos colonizadores (Sacchetti, 1988), el arribo de una única población fundadora más
plasticidad y selección (microevolución in situ) (Rodríguez J.V. 1983, 1995, 1999, 2001, 2007;
64
El antropólogo italiano Alfredo Sacchetti (1988) fue uno de los primeros investigadores en
analizar la variabilidad craneofacial de grupos prehispánicos en Colombia a nivel estadístico. Si
bien su enfoque es mayoritariamente tipológico (demotipos) propone distintas hipótesis sobre el
origen de la variabilidad. De acuerdo con la interpretación de este autor hay diferentes
demotipos (i.e. linajes) que indican el ingreso de múltiples grupos a la región la mayoría
provenientes de Centro América así como del Caribe y del Orinoco. También sugiere que los
grupos más tempranos (precerámicos) se diferencian de los más tardíos (agrícolas) y que los
primeros generaron parte de la variabilidad vista en momentos posteriores pero complementada
con múltiples expansiones provenientes de diferentes áreas Colombia y otras regiones de
Sudamérica. Asimismo alude a la presencia de factores ambientales como responsables de
dispersiones poblacionales en la región ocurridos en diferentes momentos del Holoceno.
Finalmente, a nivel continental el autor indica que dos demotipos de Colombia se hallan
dispersos por toda Sudamérica entre grupos tempranos de Ecuador, Bolivia, Brasil y Argentina
indicando expansiones justo después del arribo de los primeros pobladores desde el oriente de
Colombia hasta Brasil. Las rutas más importantes serían la costa pacífica y las planicies del este
de Sudamérica.
Otro de los modelos ha sido propuesto por J.V. Rodríguez (Rodríguez J.V. 1983, 1995, 1999,
2001, 2007; Rodríguez y Vargas, 2010; Rodríguez, 2014; Vargas, 2014) quien sobre la base de
la comparación de los patrones de variación continua y discontinua a nivel craneofacial y dental
en muestras prehispánicas de la región propuso un escenario de poblamiento conservativo de
evolución gradual cuyos aspectos más relevantes se resumen a continuación: 1) pequeños
grupos de cazadores especializados pertenecientes a una única población ancestral, procedentes
del Istmo de Panamá, ingresaron y se expandieron por toda la región a través de valles
14
interandinos durante el Pleniglacial (ca. 26,000-14,000 años C AP); 2) entre ca. 14,000 –
12,000 años 14C AP grupos de cazadores especializados de megafauna provenientes del Valle
del Magdalena arribaron a la Sabana de Bogotá a través de valles interandinos y se asentaron en
los abrigos rocosos del Abra y Tequendama; 3) las muestras más tempranas de esta región,
quienes presentaban un patrón craneofacial paleoamericano, serian las representantes de la
población antecesora donde una parte se dispersaría a través del valle del río Sogamoso-
Chicamocha, mientras que otra porción llegaría a la Sabana de Bogotá través del valle del río
Bogotá. Posteriormente algunos grupos cazadores-recolectores después de traspasar la cordillera
Central se expandirían hacia el valle del río Cauca y desde allí hacia el sur del país; 4) en la
Sabana de Bogotá las poblaciones cazadoras-recolectoras evolucionaron in situ
65
con leves modificaciones ocurridas hacia el 8000 y 6000-5000 AP relacionadas con cambios
climáticos adversos (que afectaron la distribución de recursos) y altos índices de crecimiento
demográfico lo que produjo dispersiones a otras regiones; 5) hacia los 3000 - 2000 años 14C AP
se evidencia mayor estabilidad económica y social a causa del desarrollo de un modo de vida
14
agrícola incipiente; 6) posterior a los 2000 años C AP existe un crecimiento demográfico
impresionante y aumento de la complejidad social a causa de la explotación agrícola intensiva.
La evidencia morfológica de este escenario revela estabilidad evolutiva durante el Holoceno
temprano/medio así como transformaciones a nivel craneofacial y dental en el Holoceno medio
pero fundamentalmente en el Holoceno tardío final, que se relacionan con cambios en los
modos de subsistencia (cazador-recolector - agricultor incipiente - agricultor intensivo) y
cambios ambientales drásticos. Dichas transformaciones a nivel dental poseen patrones
espaciales y temporales los cuales muestran que los grupos de los valles interandinos poseen
molares y premolares más grandes y caninos e incisivos más pequeños y los grupos tempranos
poseen dientes más grandes y los más tardíos más pequeños a excepción de Aguazuque. La
reducción dental estuvo acompañada por una tendencia hacia la braquicefalización (ampliación
del frontal) y reducción del aparato masticatorio especialmente de la mandíbula. Estos cambios
son explicados por presiones selectivas actuando sobre la morfología craneal y dental
relacionados con los cambios arriba mencionados. Hacia el Holoceno tardío final (los últimos
1000 años antes al contacto hispano) se detectaron diferentes tendencias de reducción y
aumento del tamaño dental en diferentes regiones como la Sabana de Bogotá, Norte de
Santander, Valle del Magdalena y Valle del Cauca. En ese mismo momento es evidente una
gran homogeneidad craneofacial entre grupos Muiscas y una diferenciación respecto a otras
muestras chibcha-hablantes (guanes, chitareros).
Chibcha meridional integrada por muiscas de Bogotá lo cual según el autor explicaría la
diferenciación entre grupos del noreste y sureste en la cordillera oriental así como la
homogeneidad Chibcha a nivel interregional y la heterogeneidad a nivel intrarregional. En
términos temporales los grupos del periodo Herrera representan una especie de puente
morfológico entre los grupos tempranos y los tardíos en la Sabana de Bogotá lo cual también
revelaría la continuidad poblacional sugerida desde 12,000 AP hasta la colonia. En un momento
no especificado de la rama Chibcha nororiental se desprenderían grupos como los guane cuya
microevolución los diferenciaría posteriormente de los grupos de la Sabana de Bogotá.
Finalmente desde la cordillera Oriental algunos grupos se expandieron hacia la Cordillera
Central y ascendieron por el valle del Cauca lo que explicaría según el autor la similitud entre el
valle del Cauca y la cordillera de los Andes a nivel dental y craneofacial. Esto también
implicaría que los ancestros de los grupos del sur del país también se desprendieron de la
cordillera Oriental. Asimismo una migración tardía Karib habría llegado al valle del río Cauca
influenciando principalmente grupos de la cordillera. Los principales agentes evolutivos de este
modelo son migración, evolución in situ (i.e. selección) aislamiento geográfico y genético.
A pesar que este modelo ha sido propuesto como una de las hipótesis más parsimoniosas para
explicar el poblamiento inicial de la región desde la evidencia bioarqueológica (Rodríguez,
2014, Vargas, 2014) existen varios aspectos metodológicos y del manejo de la evidencia que
pudieron haber sesgado la interpretación de la diversidad morfológica. Los métodos descriptivos
y exploratorios empleados, muy simples en un sentido explicativo y estadístico, no permiten
obtener una idea clara de los patrones de diversidad los cuales están sujetos a múltiples
interpretaciones. La inferencia de la acción de diferentes mecanismos evolutivos entre ellos
flujo génico, deriva génica y selección natural se basa en suposiciones que no pueden ser
puestas a prueba y que generalmente no se ven apoyadas por la evidencia. Actualmente existen
métodos como índices de fijación y heterogeneidad intraregional/interregional (Relethford y
Blangero, 1990), índices de divergencia (Lynch, 1990) y respuesta multivariada a la selección
(Lande, 1979) que permiten modelar la acción de mecanismos evolutivos desde la teoría
genética poblacional. Ninguno de estos métodos u otros como matrices de correlación,
diversidad espacial y de regresión espacial que también son útiles para evidenciar dichos
mecanismos fueron empleados por estos autores a pesar de ser populares en antropología
biológica desde hace varios años. Estos autores asumen que el primer poblamiento de la región
ocurrió durante el Pleniglacial (26,000-14,000 años AP) no obstante análisis recientes del
registro arqueológico y de la evidencia radiocarbónica (Delgado et al., 2015ab; Aceituno et al.,
2013) muestran que la fecha del primer ingreso de cazadores-recolectores tempranos se ubica
entre el los 12,000 y 11,000 años radiocarbónicos AP. Así mismo ningún sitio en América
presenta evidencias confiables de ocupaciones previas a los 16,000 por lo que una sugerencia de
67
ingreso durante el último máximo glacial es por lo menos irrealista y carente de evidencias.
Aparte según el autor (Rodríguez, 2001, 2007) las medidas comúnmente empleadas en análisis
craneométricos (variables howellianas) son pobres discriminadoras entre muestras y algunas de
ellas al estar significativamente correlacionadas entre sí no poseen valor estadístico. También
sugiere que la metodología propuesta por investigadores rusos (como Valeri P. Alexeev 1978),
en lo referente a las medidas de proyección facial (ángulos), es más apropiada para el estudio de
la diferenciación poblacional. Sin embargo Rodríguez (2001, 2007) no tuvo en cuenta por un
lado, la amplia aplicación de las variables craneométricas propuestas por Martín, Saller y
Howells y su eficiencia en los estudios de diversificación poblacional en diferentes contextos a
nivel local, regional y global (Howells, 1973; Lahr, 1996), y por el otro el concepto de
integración morfológica2 el cual sugiere que de hecho muchos caracteres están asociados en un
sentido estadístico si comparten la misma función, substrato genético o incluso la acción de la
selección estabilizadora (si hay rasgos que pertenecen al mismo complejo funcional) (Cheverud,
1982). En este sentido la pregunta pertinente no es si hay correlación entre caracteres, sino por
qué causa funcional, genética, evolutiva o combinaciones de ellas, se asocian los rasgos. Así
mismo la metodología de ángulos y proyección facial tiene un uso restringido en América y al
basarse exclusivamente en medidas faciales representa un sesgo metodológico ya que estudios
recientes han mostrado que la historia poblacional se ve pobremente reflejada en el esqueleto
facial, el cual está sujeto a mayor influencia ambiental que la bóveda y la base del cráneo
(Roseman, 2004; Harvati y Weaver, 2006ab; von Cramon-Taubadel, 2009ab). A pesar de la
existencia de casi un centenar de individuos ubicados entre los 2500 y 10,000 años 14C AP, el
autor solo incluyó menos de la mitad de individuos disponibles de manera que no toda la
variación ha sido analizada. Asimismo, la inclusión de muestras contemporáneas de poblaciones
cosmopolitas con variable componente étnico (i.e. mestizos) adiciona error a los análisis ya que
los métodos exploratorios usados (ACP y discriminante) al llevar a cabo la transformación
lineal necesaria para reducir la dimensionalidad de los datos maximiza las diferencias entre
grupos y las afinidades vistas para momentos tempranos están condicionadas por la variación
existente en todos los grupos incluyendo los mestizos que no poseen una relación clara con las
demás muestras arqueológicas. Esto indica que el patrón de afinidades intergrupales puede estar
sesgado. Rodríguez y Vargas (2010), Vargas (2010) y Vargas (2014) sugieren mecanismos
causales de la reducción del tamaño dental básicamente el incremento en el consumo de ciertos
alimentos debido a transformaciones en la economía de subsistencia a pesar de no proporcionar
una explicación clara y coherente sobre cómo se produjo el proceso. Es decir esta suposición
2
Otro concepto importante a tener en cuenta es el carácter modular de la variación craneofacial, es decir
el cráneo humano está compuesto por módulos los cuales son conjuntos de rasgos que están internamente
integrados por interacciones complejas entre ellos pero que son relativamente independientes de otros
módulos (Klingenberg, 2008).
68
Correal y van der Hammen (1977) y Correal (1979; 1990b) realizaron algunos análisis a nivel
descriptivo de la morfología craneofacial en muestras tempranas de la Sabana de Bogotá
principalmente. A pesar que son estudios que carecen de representatividad de la muestra,
cobertura geográfica amplia y tratamiento estadístico, los autores sugieren una forma de
poblamiento mucho más parsimoniosa que la sugerida por otros investigadores. Según sus
inferencias una población ancestral culturalmente diversa arribó a Colombia, como es
demostrado por el rico registro arqueológico temprano (tecnología evidencia lítica), la cual se
dispersó por diferentes regiones. Puntualmente estos autores indican que la historia poblacional
de la Sabana de Bogotá es compleja, esto es, hay diferencias notables desde el Pleistoceno final
y si bien puede existir una continuidad desde el 12,000 AP la situación cambió hacia el 5000 AP
cuando cambios ambientales afectaron la estructura demográfica de los grupos lo que también
produjo dispersiones hacia otras regiones. Respecto a la continuidad Correal (1979) y Correal en
Neves et al. (2007) puntualmente indica que aunque hay ciertos indicios que podrían indicar una
transición local de cazadores-recolectores a agricultores parece más probable que ese cambió no
ocurrió en la Sabana de Bogotá. Es quizá más probable que el desarrollo que comenzó con
cazadores especializados y continuó con cazadores-recolectores generalizados, se interrumpió
hace unos 5000 mil años, relacionado con una reducción fuerte de población, continuándose en
otras partes del país. Así según el autor “parece que después de un periodo oscuro en el área de
la altiplanicie de Bogotá, se introdujo la agricultura como complejo ya desarrollado y
posiblemente con inmigraciones humanas de otras áreas” (Correal., 1990b). Los grupos de los
periodos Herrera y Muisca presentarían características craneofaciales muy distintas a las
exhibidas en el periodo precerámico por lo que una continuidad según estos autores no es
factible. Este modelo apunta hacia una historia poblacional más compleja en la región y la
acción de diferentes factores evolutivos como flujo génico, deriva y selección actuante sobre la
variación craneofacial.
W. Neves y colegas en una serie de estudios (ver Capítulo III) han investigado algunas
colecciones óseas de la Sabana de Bogotá para formular hipótesis sobre la fuente de diversidad,
numero de poblaciones fundadoras y la divergencia ocurrida en el Holoceno tardío.
Recientemente, Neves et al. (2007) estudiaron la diversidad morfométrica craneofacial en varias
muestras tempranas de Colombia cuyos resultados merecen su mención aquí ya que proponen
aspectos particulares al poblamiento de la región. Los autores analizaron 52 cráneos procedentes
de 7 localidades de la Sabana de Bogotá (Sueva 1, Guavio 1, Checua, Tequendama 1 y 2, Chia
3, Vistahermosa y Aguazuque) cuya cronología fue dividida entre paleocolombianos (11,000-
14 14
6000 años C AP) y colombianos arcaicos (5000-3000 años C AP). Como se mencionó
70
previamente existe un manejo incorrecto de la cronología ya que en Colombia muy pocos restos
tempranos poseen fechados directos y ninguno sobrepasa los 10,000 años 14C AP. De hecho la
mayoría se encuentran en el rango 8000-3500 14C AP por lo que la discusión de la evolución
morfológica debe enmarcarse en esa estructura temporal. En otras palabras no podemos hablar
de la fase de poblamiento inicial sino de momentos posteriores. Los hallazgos más interesantes
para la presente discusión son que existen marcadas similitudes entre paleoamericanos de
Brasil, Australo-Melanesios, Africanos y Europeos modernos con los paleocolombianos y los
colombianos arcaicos. Esto sugiere según los autores que Sudamérica fue poblada por dos
grupos biológicos distintos y que la supervivencia de la morfología paleoamericana puede no
restringirse a áreas marginales aisladas. Es decir los grupos de la Sabana de Bogotá con
cronologías entre 3 y 11 ka son parte de los llamados paleoamericanos cuya morfología
generalizada debió originarse por fuera del Nuevo Mundo. También se detectó una supuesta
continuidad morfología de por lo menos 8 mil años desde el 11,000 hasta el 3000 años 14C AP
en la Sabana de Bogotá contradiciendo a otros autores que indican que dicha continuidad
morfológica se remonta hasta la época colonial (Rodríguez JV, 2001; 2007, 2014; Rodríguez y
Vargas, 2010; Vargas, 2014). A pesar que no analizaron muestras tardías proponen que
posterior a los 3000/2500 años 14C AP se llevaron a cabo contactos poblacionales intensivos con
grupos que poseían una morfología craneal distinta denominada Amerindia. Esta transformación
no sería producto de una adaptación a cambios ambientales, en la economía de subsistencia o
ambos sino de una dispersión proveniente de ambos lados de la Cordillera Oriental así como de
la Cuenca del Amazonas y del Orinoco que reemplazo casi completamente a las poblaciones
preexistentes.
Finalmente, otros estudios sobre la variación dental no-métrica en grupos amerindios actuales
han generado hipótesis sobre la cantidad de poblaciones fundadoras y sobre los procesos de
estructuración espacial. Zagarra et al (1995) estudiaron la morfología dental de 11 grupos
amerindios actuales de Colombia y sugirieron una importante diferenciación poblacional
consistente con más de una población fundadora. Delgado (nd) reanalizó los datos de Zagarra et
al (1995) e incluyó datos de tres grupos de la cuenca del Amazonas así como datos adicionales
de los grupos investigados en el proyecto expedición humana. A través de análisis de
biodistancias y correlación de matrices, el autor encontró que la variación dental no-métrica se
corresponde con un modelo de aislamiento por distancia geográfica y que se estructura
espacialmente, donde los grupos del occidente presentan patrones morfológicos que difieren
significativamente de los del oriente (Wang et al., 2007). Adicionalmente los patrones
morfológicos y su estructuración sugieren alta diversidad biológica relacionada con eventos
poblacionales del Holoceno tardío como dispersión de la agricultura, incremento demográfico
(tamaño poblacional y efectivo) y posiblemente el colapso demográfico post conquista.
71
V. OBJETIVOS E HIPÓTESIS
Teniendo en cuenta los antecedentes presentados en los capítulos 3, 4 y 5, aquí se explicitan los
objetivos y las hipótesis a evaluar en el presente estudio. Dado que en los objetivos específicos
se abordan aspectos del poblamiento a nivel regional y continental, es operativo dividir las
hipótesis siguiendo dicho criterio geográfico. Así, en primer lugar, se presentan un conjunto de
enunciados derivados de un modelo simple de poblamiento regional y, en segundo lugar, se
formula una hipótesis acerca de la vinculación entre la muestra temprana (i.e. Pleistoceno
final/Holoceno temprano) procedente del área de estudio y aquellas de igual cronología
recuperadas en otras regiones de Sudamérica.
En cada caso, se indican cuáles son las implicancias contrastadoras básicas de los enunciados,
los cuales actúan a modo de (aunque en sentido estricto no lo son) hipótesis de nulidad. El
rechazo de una, varias o todas de estas hipótesis llevará, en la Discusión General, a plantear
alternativas –considerando ideas, hipótesis y modelos formulados por otros autores-, a fin de dar
cuenta de los patrones de variación encontrados en la presente investigación.
1). Estudiar la cantidad, origen y probables causas de la variación fenotípica (i.e. rasgos
continuos del esqueleto craneofacial y rasgos dentales no-métricos) de muestras diacrónicas del
área de estudio a nivel intra e intergrupal.
3). Establecer comparaciones con muestras extrarregionales, en una escala continental, con el
fin de discutir aspectos del poblamiento inicial de Sudamérica.
V.3. Hipótesis
El modelo más simple de poblamiento regional, utilizando como base para el análisis, esta
constituido por tres hipótesis principales, que se mencionan a continuación:
72
1
En algunos casos algunos individuos subadultos fueron analizados para registrar variables dentales
debido a que la dentición permanente erupciona temprano en la niñez.
75
hacer una cobertura espacial y temporal de la región de estudio lo más completa posible muchas
subrregiones no presentan muestras o bien son de reducido tamaño mientras que otras
presentaron un alto número de individuos. Así la región Andina está bastante bien representada
mientras que otras como la Orinoquía, la Amazonía y la región Pacífica no presentan ningún
individuo (ver capítulo II para las ecorregiones del Noroccidente de Sudamérica). A nivel
interregional sucede lo mismo por ejemplo en la Sabana de Bogotá y el Valle del Cauca hay
colecciones que superan los 100 individuos mientras que en otras como la región Caribe no hay
más de 25 individuos. Igualmente las muestras investigadas atribuibles al Holoceno temprano y
medio pertenecen a una sola región (i.e. la Sabana de Bogotá) a excepción del sitio Porce II pero
cuenta con muy pocos individuos (n=5) y la información se limita a la morfología dental.
Aparte de los vacios a nivel geográfico y temporal mencionados existen otras limitaciones que
también influencian la calidad y cantidad de los datos por ejemplo aspectos puramente
logísticos como el acceso restringido a ciertas colecciones o bien la naturaleza del registro
arqueológico y de los entierros humanos al igual que la preservación incompleta de los restos
óseos humanos. Este último aspecto ha llamado mucho la atención en arqueología y vale la pena
mencionarlo dado que es relevante para cualquier investigación bioarqueológica que incluya el
estudio de restos óseos humanos. Siguiendo a Uberbach (2007) uno puede visualizar el proceso
desde el entierro de un cuerpo hasta su excavación arqueológica como una serie de filtros o
fuentes potenciales de error (Figura, 6.3). El primer filtro lo constituyen la naturaleza del
entierro que determina la supervivencia de los restos óseos hasta la excavación arqueológica; los
grupos que creman a sus muertos o los dejan completamente expuestos a las condiciones
ambientales rara vez están representados en muestras óseas de tamaño significativo. Igualmente
grupos que inhuman a sus muertos en osarios, permitiendo la mezcla de diferentes individuos,
pueden sesgar bastante las investigaciones. Un segundo filtro lo componen la naturaleza y
ubicación de los cuerpos en el espacio. Cuerpos enterrados en tumbas superficiales, en
ambientes ácidos y áreas geográficas predispuestas a inundaciones, en áreas sometidas a
fluctuaciones extremas de temperatura, y que experimentan una amplia cantidad de factores
físicos extrínsecos generalmente estarán sujetos a mayor daño y descomposición de los
elementos esqueléticos. Esto sugiere que cada región necesita de un modelo tafonómico y de
supervivencia de los restos óseos adecuado a sus condiciones ambientales, geológicas, etc
(Barrientos et al., 2007). El entierro de un cuerpo o esqueleto más de una vez, la intrusión de
una tumba (con otros entierros, actividades humanas de construcción, madrigueras de animales
y/o presencia de raíces) y la alteración de los restos peri y post inhumación producirán la
preservación azarosa de ciertas partes sobre otras. Por último el proceso de excavación y
curación produce un último filtro tales como técnicas de excavación inadecuadas, excavación
incompleta o selectiva, daño por lavado o secado, transporte y manipulación inapropiada, daño
en el proceso de limpieza y consolidación y almacenamiento inadecuado influenciarán la
76
disponibilidad para el estudio de ciertas muestras o elementos óseos. Otro aspecto relacionado
son las propiedades intrínsecas de los huesos como su masa y densidad mineral que permitirán
bajo determinadas condiciones que ciertos elementos sobrevivan más que otros. Juntos estos
factores imprimen cierta dificultad al estudio de los restos óseos e indican la influencia de
aspectos totalmente relevantes al presente estudio como son la frecuencia de datos perdidos
como se discutirá en detalle más delante. Otras cuestiones también interesantes son el estudio de
muestras óseas como representantes no-sesgadas de una población biológica (fija en un
momento en el tiempo) y las inferencias sobre determinados procesos como el poblamiento
inicial, la generación de la diversidad y la evolución morfológica que se hacen a partir de
individuos dispersos en el tiempo y el espacio (ver más adelante). Si bien estos sesgos afectan
diferencialmente los análisis y las interpretaciones hechas sobre los procesos poblacionales y
evolutivos los mismos no poseen una resolución inmediata pero deben ser evidenciados con el
fin de conocer las limitaciones del estudio aquí desarrollado. Aún así en el presente caso las
muestras de la región de estudio (> 600 individuos) son representativas de la misma y aquellas
atribuibles al Holoceno temprano y medio son lo suficientemente numerosas (más de 120
individuos) para poner a prueba ciertas hipótesis sin perder robusticidad estadística debido al
tamaño muestral. De hecho la Sabana de Bogotá es una de las pocas regiones de América en
donde un número considerable de restos óseos humanos con cronologías pre-5000 AP han sido
recuperados.
Tabla 6.1. Muestras analizadas pertenecientes al Norte de los Andes por región, economía,
grupo lingüístico, cronología y número de individuos.
Figura 6.2. Histograma de la distribución cronológica (en años 14C AP) de las muestras
analizadas en la presente tesis correspondientes al norte de los Andes. Las barras horizontales
denotan el rango (fechado 14C mínimo y máximo) de la cronología radiocarbónica de cada
muestra. Los códigos de las muestras como en la tabla 6.1.
Figura 6.3. Transformaciones sufridas por los restos óseos desde su inhumación hasta hallazgo
en contextos arqueológicos según Auberbach (2007).
80
Para la región del Norte de los Andes se investigaron un total de 609 individuos pertenecientes a
diferentes sitios arqueológicos, distribuidos en un rango limitado de ecorregiones, y
correspondientes a distintos periodos desde el Pleistoceno final hasta la conquista Europea. Los
mismos presentaron alta variación en el estado de conservación desde totalmente intactos,
pasando por restos momificados hasta altamente fragmentados.
140 AP GrN-7115) en realidad ningún entierro a excepción del No 14 (ca. 9000-8000 años 14C
AP) posee una cronología tan temprana. Para el entierro 14 no obstante solo se recuperaron
algunos restos fragmentados y calcinados por lo que su utilidad en estudios morfométricos es
limitada. La mayoría de entierros incluidos aquí estan ubicados en los estratos 7ab y 8a cuyo
rango temporal va desde 9500 a 6000 años 14C AP lo, no obstante a excepción de entierro 14 un
rango más acotado entre los 8500 y 6000 años 14C AP caracteriza mejor la amplitud temporal.
Los esqueletos de las tumbas 7, 12 y 13 fueron datados directamente arrojando las siguientes
fechas 5805 ± 50 (GrN-7476), 7235 ± 60 (GrN-7477) y 6020 ± 45 BP (GrN-7478) años 14C AP
respectivamente. Dado que dichos fechados son convencionales y provienen de hueso, en este
caso de humano, los mismos deben ser corregidos por fraccionamiento isotópico normalizando
a -25‰ PDB o VPDB. El método propuesto por Paula Reimer (CALIB 7.0 v.7 Stuiver y
Reimer, 2013) basado en los cálculos de Stuiver y Polach (1977) fue empleado. Igualmente hay
que aclarar que la corrección depende del tipo la medición original hecha sobre la razón 14C/12C
(todas las fechas radiométricas y algunas AMS) o sobre la razón 14C/13C (algunas AMS). En el
14
presente caso las mediciones fueron radiométricas por lo que la razón C/12C y los siguientes
valores -20,5‰ (entierro 13), -20,6‰ (entierro 12) y -19,8‰ (entierro 7) fueron empleados, los
últimos provienen de análisis de isótopos estables para inferir dieta (Cárdenas, 2002; Delgado,
2013). La corrección arrojó las siguientes fechas 7269 ± 65 años 14C AP (entierro 12), 6056 ±
14 14
51 años C AP (entierro 13) y 5848 ± 56 años C AP (entierro 7). Igualmente es necesario
aclarar que algunos entierros poseen fechas con un rango muy amplio los cuales podrían ser de
hecho ubicados en otros bloques temporales (entierros TEQ-II-5C, T1-3, 6, 9, 10, TEQ-11-5A y
14
18 ca. 6000-2500 años C AP). Sin embargo según los autores estos individuos podrían
pertenecer a momentos cercanos al sexto mileno AP (Correal y van der Hammen, 1977). En
general puede decirse que la estructura cronológica de los entierros humanos de Tequendama es
ambigua y confusa dada su poca resolución. Aparte del entierro supuestamente más antiguo
(No. 14) y de los que fueron fechados directamente (tumbas 7, 12 y 13) existen dificultades para
ubicar cronológicamente los demás entierros en este bloque temporal con un alto grado de
confianza. Del sitio Checua (I y II) se incluyeron 9 individuos (4 masculinos, 9 femeninos) los
cuales cubren un periodo de ca. 2000 años 14C AP entre el 8200 y 6000 años 14C AP aunque se
cree que la primera ocupación ocurrió hacia el 9000 AP (Groot, 1992). Al igual que en
Tequendama en Checua se encontró un individuo (entierro 13) en un estrato datado hacia el
8200 ± 110 (no se reportó el código) que se desprende cronológicamente del resto cuyo estado
de conservación no permitió su estudio. El resto de los individuos ubicados en este bloque
pertenecientes al estrato 5a y 5b pueden ser ubicados cronológicamente entre los 7800 ± 160
(Beta-53924) y 6000 años 14C AP. A pesar que la autora no obtuvo fechados directamente de
hueso humano o de materiales asociados al estrato 5 una relación estratigráfica con el estrato 5
del sitio Nemocón 4 (Correal, 1979) datado en 7510 ± 110 (GrN-8281) y 6825 ± 40 (GrN-8456)
82
14
años C AP permitió establecer un rango temporal para los entierros de este sitio. El mismo
también posee entierros ubicados en los estratos 7 (un subadulto) y 8a (un adulto y tres infantes)
los cuales tampoco poseen fechados pero fueron atribuidos al Holoceno medio (ca. 5050-4000
años 14C AP) para el estrato 7 y al Holoceno tardío inicial (ca. 3200-2700 años 14C AP) para el
14
estrato 8a por correlación estratigráfica con Aguazuque, Tequendama (2500 años C AP) y
14
Mosquera (3135 ± 35 años C AP B-MSQ 1408). Respecto al abrigo rocoso Sueva-I se incluyó
el único individuo recuperado en la excavación cuyo estado de conservación permitió incluir
algunas de las variables aquí estudiadas. El individuo se encontró en el estrato 3 en asociación
con una amplia cantidad de restos culturales incluyendo restos de carbón vegetal provenientes
14
de un fogón que fueron fechados en 10,090 ± 90 años C AP (GrN-8111). Se cree que la
ocupación inicial del sitio se puede atribuir al onceavo y doceavo milenio AP (Correal, 1979). A
pesar de su estado de conservación (alta fragmentación) su inclusión aquí radica precisamente
en su antigüedad y aunque no existan fechados directos su posición estratigráfica permite
14
ubicarlo con alta certeza según el autor hacia los 10,000 años C AP. Aparte en el abrigo
rocoso Guavio-I Correal (1979) excavó al menos 8 entierros humanos (cinco pertenecientes a
individuos adultos y tres a subadultos), no obstante debido a su estado de conservación precario
solo los restos pertenecientes a una mujer adulta pudieron ser incluidos en el presente trabajo.
De acuerdo con el contexto arqueológico del sitio dicho individuo (entierro 8) se halló en el
14
estrato 3 fechado en 9360 ± 45 años C AP (GrN-8448). En otro sitio ubicado al aire libre
denominado Galindo-I Pinto (2003) excavó los restos de una ocupación temprana datada hacia
la frontera Holoceno temprano/medio (ca. 8000-7500 años 14C AP). Se hallaron cuatro niveles
de ocupación con abundantes materiales culturales y en el No. II se halló un entierro
correspondiente a un individuo adulto de sexo masculino. Dicho nivel se fechó a partir de restos
de carbón vegetal en 7730 ± 60 años 14C AP (GrN-16345) y según la autora el entierro se puede
asociar de manera confiable a dicho fechado. Otros dos individuos del sitio al aire libre llamado
Potreroalto fueron incluidos en la presente disertación (Orrantia, 1997). En Poteroalto se
hallaron múltiples evidencias culturales así como restos de fauna además de los dos entierros
que corresponden a un individuo adulto masculino y uno femenino joven. El estado de
conservación varió entre ambos individuos donde el femenino presentó perdida de varios
elementos óseos lo que no permitió una optima caracterización morfométrica. Ambos
individuos fueron fechados por la técnica de AMS en 5910 ± 70 años 14C AP (Beta-104490) el
individuo masculino y en 6830 ± 110 años 14C AP (Beta-104491) el femenino (Orrantia, 1997:
184). Finalmente, cinco individuos del Yacimiento 021 del sitio Porce II fueron incluidos
(Castillo y Aceituno, 2006). Debido a las características tafonómicas del sitio (alta acidez del
suelo por estar ubicado en un bosque premontano) y a determinadas prácticas funerarias que
incluyeron cremación muy pocos restos a excepción de piezas dentales y elementos de la
mandíbula y del maxilar pudieron ser recuperados. En el yacimiento 021 se exhumaron un total
83
de 41 individuos muchos de ellos representados por pocos elementos óseos cuyo rango temporal
está entre los 8000 y 5000 años 14C AP. Desafortunadamente en el momento de revisión de los
materiales muy pocos individuos estaban disponibles por lo que solo se incluyeron cinco (021-
1463, E 14, E17, E 22 y E 27) que debido a su carácter fragmentario no poseen datos respecto
al sexo aunque la edad pudo ser determinada. Dichos individuos están asociados a determinados
estratos los cuales poseen fechados radiocarbónicos obtenidos de muestras de carbón vegetal.
Los individuos 021-1463, E14 y E22 están asociados al corte 2 B/4, nivel 21 fechado en 7040 ±
60 (Beta-118092). El individuo E27 está asociado al corte 4 niveles 17-18 datado en 6280 ± 120
años 14C AP (Beta-118094). Por último el individuo E17 asociado al corte 2 C/3 nivel 16 está
14
fechado en 5880 ± 80 años C AP (Beta-99864). Otros individuos del sitio Porce II
provenientes de contextos tardíos también fueron incluidos como se describe más abajo.
fueron usados aunque vale la pena mencionar que tanto la morfología craneofacial como la
presencia de caries sugieren que los individuos de Chía III no poseen afinidades con el resto de
cazadores-recolectores del Holoceno medio de la región (Delgado 2012a). Con estas
restricciones la corrección arrojó una fecha de 5084 ± 103 años 14C AP.
14
Debido a que trabajos previos mostraron que durante los últimos 4000 años C AP hubo
cambios importantes a nivel tecnológico y económico en la región (Correal y van der Hammen,
1977; Correal, 1990b; Cárdenas, 2002; Delgado, 2012abc) se consideró importante dividir el
Holoceno tardío en dos bloques temporales para poner a prueba dicha transición desde la
evidencia morfológica. Al igual que en los otros bloques temporales la región de la Sabana de
Bogotá cuenta con un buen número de restos óseos correspondientes a este rango cronológico.
Si bien es interesante contar con evidencias procedentes de otras regiones para poner a prueba
distintas hipótesis sobre los cambios mencionados, la evidencia esquelética procedente de la
Sabana de Bogotá permite visualizar cambios en los patrones morfológicos a lo largo del
Holoceno. La muestra correspondiente a este bloque está compuesta por 26 individuos (17
masculinos, 6 femeninos y 3 indeterminados) procedentes de diferentes sitios entre ellos
Mosquera (N=11, 7 masculinos y 4 femeninos), Checua I-II (N=3, masculinos), Aguazuque
(N=9, 5 masculinos, 1 femenino y 3 indeterminados), Tequendama I-II (N=3, 2 masculinos, 1
femenino). En el sitio Mosquera (Hacienda Vista Hermosa, Bogotá) solo dos estratos culturales
(1 y 2) fueron identificados. El segundo presentó menos materiales culturales que el primero en
el cual se hallaron abundantes restos de fauna, artefactos y cinco entierros humanos (Correal,
1987). Las fechas obtenidas a partir de carbón vegetal asociadas a los entierros son 3135 ± 35
(GrN-12928) y 3410 ± 35 (GrN-12929) para los estratos 1 y 2 respectivamente. Respecto a los
individuos de Checua, Tequendama y Aguazuque ubicados en este bloque fueron hallados en
estratos correspondientes a sus últimas zonas de ocupación. Para Checua los individuos no
poseen fechas absolutas pero el estrato 8 donde fueron recuperados puede correlacionarse
estratigráficamente con la cuarta zona de ocupación de Aguazuque (ca. 3000-2800 años 14C AP)
y el estrato uno de Mosquera (ca. 3100 años 14C AP) por lo que una fecha de 3000 años 14C AP
podría atribuirse a estos individuos. En cuanto a Tequendama como se mencionó previamente
existen individuos tardíos que no pueden ser agrupados con los pertenecientes al Holoceno
temprano y medio. Sobre una base estratigráfica una fecha tentativa de 3500-2500 años 14C AP
podría ser atribuida ya que el fechado más tardío de Tequendama 2225 ± 35 años 14C AP (GrN-
6536) no parece corresponderse bien con este momento de ocupación o alternativamente
representaría su límite inferior. Finalmente los individuos de Aguazuque fueron hallados en la
14
unidad estratigráfica 5.2 la cual fue fechada directamente en 2725 ± 35 años C AP (GrN-
14
14479) (corregida por fraccionamiento en 2769 ± 45 años C AP).
85
Para el periodo Muisca tanto temprano como tardío se incluyeron varias muestras procedentes
de la Sabana de Bogotá y Boyacá en la Cordillera Oriental. Es importante aclarar que sobre una
base etnohistórica los grupos muiscas han sido agrupados en el tronco lingüístico Chibcha
(Rodríguez Cuenca, 2001). Respecto al sitio Muisca Marín (Valle de Samacá, Boyacá) se
incluyeron 40 individuos (24 masculinos, 15 femeninos y un indeterminado) en muy buen
estado de conservación. Este sitio Muisca es muy interesante ya que análisis detallados de las
prácticas mortuorias así como de deformación craneal artificial sugieren diferenciación social
86
marcada lo cual es poco frecuente entre grupos muiscas (Boada, 1987, 1995). El sitio también es
rico en materiales culturales incluyendo cerámica, terrazas de cultivo, entre otros. La autora a
14
partir de la cerámica así como de dos fechados C (700 ± 80 Beta-22667; 600 ± 100 Beta-
22669) procedentes de carbón vegetal hallado dentro de recipientes posicionados como ofrendas
ubica cronológicamente al sitio en el periodo tardío. Para la región de la Sabana de Bogotá entre
los sitios incluidos está Portalegre (Soacha, Cundinamarca) del cual se estudiaron 94 individuos
(56 masculinos, 30 femeninos y 8 indeterminados). Al igual que en otros sitios muiscas en
Portalegre se encontraron una gran cantidad de entierros (130), abundante material cerámico,
lítico, orfebre y de hueso así como abundantes restos óseos de especies animales (Botiva, 1988,
1989). Therrien y Enciso (1991) reportaron dos fechados convencionales obtenidos
directamente de hueso humano 915 ± 115 años 14C AP (GX-18842) y 720 ± 110 años 14C AP
(GX-18841). La corrección por fraccionamiento empleando un promedio de δ13C -12.8‰
(Cárdenas, 2002; Delgado, 2013; Delgado et al., 2014) obtenido de 6 muestras humanas del
mismo sitio arrojó las siguientes fechas: 1115 ± 125 años 14C AP y 920 ± 120 años 14
C AP. Las
fechas absolutas así como la tipología cerámica permiten ubicar a Portalegre en el periodo
Muisca temprano. Aparte se incorporaron al estudio varios individuos agrupados bajo el rotulo
“Muiscas Bogotá” procedentes de dos sitios hallados en la actual ciudad de Bogotá para
diferenciarlos de otras muestras excavadas en sus alrededores como Portalegre y Soacha
(Soacha, Cundinamarca) y con el fin de asegurar un tamaño de muestra aceptable en términos
estadísticos. En total se incluyeron 37 individuos (17 masculinos, 13 femeninos y 7
indeterminados) procedentes de Candelaria y Las Delicias ambos con un buen contexto
14
arqueológico y cronológico. Las fechas para Las Delicias son 1180 ± 70 años C AP (Beta-
14
39874) y 1010 ± 60 años C AP (Beta-39873) mientras que para Candelaria son 775 ± 110
14 14
años C AP (GX-18840) y 700 ± 110 años C AP (GX-18839). Si bien en términos generales
la agrupación de ambas muestras no se justifica en un sentido cronológico ya que una pertenece
al periodo temprano y la otra al tardío, para las discusiones sobre la evolución de los grupos
humanos de la región durante el Holoceno tardío no afectará profundamente. Finalmente, se
incluyó otra muestra agrupada que consistió en individuos muiscas de Soacha excavados en su
mayoría por Eliécer Silva Celis en 1942. Dichos restos fueron catalogados como muiscas según
el mismo autor así como por José Vicente Rodríguez y Patricia Ramírez curadora del Museo
Nacional donde actualmente se encuentran depositados. Aún así los mismos no pueden
clasificarse como tempranos o tardíos aunque evidentemente pertenecen al periodo Muisca (ca.
1100-350 años 14C AP) de acuerdo con la cerámica así como con el tipo de tumbas. Un total de
30 individuos (24 masculinos y 6 femeninos) componen la muestra “Soacha”.
Otro muestra incluida en la presente disertación procedente de la Cordillera Oriental pero con
filiación lingüística Karib es el grupo etnohistórico Panche o Paimas. Los documentos
87
lingüística Karib Yuko-Yukpa también conocidos como Motilones que habitaron desde el valle
del César en Colombia hasta el lago Maracaibo en Venezuela. La presencia de deformación
artificial fronto-occiptal permitió al autor sugerir entierros prehispánicos tardíos atribuibles a los
últimos 2000 años. Otros dos individuos masculinos momificados procedentes de la Serranía del
Perijá también fueron incluidos en este estudio. Ambas momias fueron estudiadas por
Sotomayor y Correal (2003) a través de análisis químicos y de tomografía computarizada y
fueron también relacionadas con la etnia Yuko-Yukpa sobre la base del estudio de las practicas
mortuorias que caracterizarían a este grupos como son la presencia de entierros secundarios
junto con mascaras mortuorias. Estos autores sugirieron una cronología tardía para ambas
momias ya que el proceso de momificación artificial en Colombia es posterior a los 2400 años
14
C AP. Otros tres individuos del sitio Sabana Larga, ciénaga del Guajaro, Departamento del
Atlántico también fueron estudiados los cuales se recuperaron en excavaciones de arqueología
de rescate y fueron atribuidos al grupo Malibú (Interconexión Eléctrica SA, 1992). Si bien se
cuenta con fechados radiocarbónicos los mismos no fueron reportados aunque Rodríguez
14
Cuenca y Etxeberría (ms) mencionan una fecha de ca. 2750 años C AP para dichos restos.
Aparte otros tres individuos alojados en el Laboratorio de Antropología Física del Departamento
de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia también fueron incluidos los cuales
provienen de dos sitios La Peña en Sabana Larga y de Turbaná Departamento del Atlántico.
14
Contextos arqueológicos similares poseen fechas de entre 2700 y 350 años C AP (Cadena,
2010) por lo que probablemente estos restos también puedan ser ubicados en ese rango
temporal. Por último siete individuos fueron estudiados provenientes de la ciénaga de Simití en
el Departamento de Bolívar (Cadena, 2010). En el sitio se hallaron dos fases de ocupación
diferenciadas por sus grupos cerámicos y líticos. Debido a que no fue posible datar el sitio por
problemas de conservación de carbón vegetal el autor propone una cronología relativa para la
fase inicial de entre 2000 y 1800 AP años 14C AP y para la fase final entre 1200 y 1600 años 14C
AP mayoritariamente hacia los primeros siglos de la era cristiana. Igualmente correlaciones con
otros sitios del Magdalena medio permiten al autor acotar aún más la cronología para la fase
inicial ca. 1970 AP y para la final ca. 1380 AP. Los restos están asociados a la fase final de
ocupación.
Una de las regiones arqueológicas más importantes de Colombia y para la cual existe
información amplia y detallada sobre los diferentes desarrollos culturales ocurridos durante los
últimos 5000 años es el Valle del río Cauca en el suroccidente del país. Al igual que en otras
regiones de Colombia en el Valle del Cauca no existen muchas evidencias, incluyendo restos
óseos humanos, atribuibles a los momentos iniciales de poblamiento a excepción de unos pocos
sitios (Delgado, 2012a; Aceituno et al., 2013; Delgado et al., 2015ab). Por el contrario la
cantidad de evidencias posterior al 4000 AP se incrementan considerablemente y se posee una
90
geográfico del río Cauca presenta un estado de conservación pobre. Otro de los sitios
investigados se denomina La Cristalina-El Cerrito ubicado en la hacienda La Cristalina en el
municipio de Cerrito, Valle del Cauca. En este sitio se detectaron tres áreas de ocupación en el
área 1 se hallaron 17 tumbas, en el área 2 se hallaron 7 y en el área 3 solo se halló una tumba
(Rodríguez Cuenca et al., 2005). En total se hallaron restos pertenecientes a 23 individuos de los
cuales 14 corresponden a subadultos cuyas edades oscilan entre 0 y 9 años. Los once individuos
restantes son adultos de edades entre 30 y 55 años. De acuerdo con los autores 6 individuos son
de sexo femenino, 4 de sexo masculino y un indeterminado (Rodríguez Cuenca et al., 2005).
Para este sitio se poseen dos fechados radiocarbónicos ambos provenientes de carbón vegetal
asociados a los enterramientos 2290 ± 150 años 14C AP (Beta-146231) y 1510 ± 100 años 14C
AP (Beta-146231). Este sitio corresponde a un sitio de enterramiento del periodo “temprano”
relacionado con otros sitios de la región de Palmira como son Malagana, Santa Bárbara, Estadio
Deportivo Cali y el Sembrador. De acuerdo con los estilos cerámicos los autores vinculan a este
grupo con poblaciones cordilleranas de la región Calima de los periodos Ilama y Yotoco. En
esta tesis se incluyeron la totalidad de individuos adultos (6 femeninos, 5 masculinos y un
indeterminado). Aparte otro sitio investigado es el denominado Estadio Deportivo Cali el cual
hace referencia a un cementerio localizado en los predios del estadio del equipo de fútbol
Deportivo Cali en Palmaseca (Palmira, Valle del Cauca). Se recuperaron 46 tumbas cuyas
características funerarias eran distintas al resto de sitios aunque con similitudes con la “cultura
Malagana” en lo que respecta al ajuar (Rodríguez Cuenca, 2005). A pesar que los autores no
reportaron fechas absolutas para este sitio lo ubican en el periodo denominado temprano, Ilama
o Bolo temprano posterior a los 2350 años 14C AP. En general 28 individuos de este cementerio
componen la muestra incluida, de los cuales 14 son masculinos, 12 femeninos y 2
indeterminados. Respecto al sitio Guacarí el mismo hace regencia a un cementerio adscrito al
cacicazgo de Guabas (variante meridional de la Tradición cultural Quimbaya Tardío) el cual fue
excavado a inicios de los 90 y está ubicado en la hacienda el Carmen en el municipio de
Guacarí, Valle del Cauca (Rodríguez et al., 1994; Rodríguez Cuenca, 2005). Para el cacicazgo
de Guabas existen 9 fechados los cuales cubren un lapso de cerca de 400 años y se ubica entre
790 y 1180 años 14C AP. El Carmen (Guacarí) Tumba 3: 790 ± 60 AP (Beta-70016); El Carmen
tumba 2: 870 ± 80 AP (Beta-70015); La Alsacia, UE2, 110-120 940 ± 60 AP (Beta-70023); La
Alsacia, UE2, 150-160 970 ± 70 AP (Beta-70024); Guabas, Tumba 3 1120 ± 70 AP (Beta-
5926); 1120 ± 110 AP (Beta-5926); El Carmen, Tumba 4 1130 ± 70 AP (Beta-70017); 7-); El
Carmen, Tumba 5 1180 ± 60 AP (Beta-70018); El Limonar PK276+100 Trinchera 1 110-120
cm: 1170 ± 70 AP (Beta-98105); El Limonar PK276+100, Trinchera 1. 120-130 cm 1050 1220
± 70 (Beta 98106). Para el cementerio de Guacarí se investigaron un total de 28 individuos entre
los cuales 13 son masculinos, 8 femeninos y 7 indeterminados. Finalmente, para la región del
Valle geográfico del río Cauca se incluyó un último sitio ubicado al sur de Palmira en la
92
La última región de Colombia incluida en la presente investigación se ubica en el sur del país la
cual al igual que en el Valle del Cauca, la Cordillera Oriental y el Norte de Colombia mostró un
impresionante desarrollo económico, social y político durante el Holoceno tardío final. La
muestra de esta región incluida en esta investigación proviene de varios sitios del Departamento
de Nariño entre ellos Tajumbina, Maridías, Bomboná, La Paloma y Ancuyá. Los materiales de
los dos últimos sitios obedecen a hallazgos incidentales mientras que los tres primeros
corresponden a cementerios excavados a finales de los 80s e inicios de los 90s. Mucho del
material aquí estudiado esta en malas condiciones de preservación debido a sesgos tafonómicos
(alta acidez del suelo). Respecto al sitio Tajumbina Cadavid y Ordoñez (1992) reportaron varios
entierros de los cuales se recuperaron 10 individuos. Para este sitio existen seis fechados 14C de
las cuales dos son 1000 ± 80 AP (Beta-41873 y 1000 ± 80 AP (Beta-47873). Las cuatro
restantes cubren un lapso de 510 años aproximadamente y se ubican en el 4030 ± 70 AP (Beta-
66498); 4030 ± 60 AP (Beta-66499); 4400 ± 70 AP (Beta-46168) y 4540 ± 110 AP (Beta-
47873). Evidentemente ambos grupos de fechados sugieren dos momentos de ocupación
distintos aunque los autores creen que los fechados de 4000 AP se deben a la inclusión de
material antiguo en estratos superiores. Los materiales aquí estudiados pertenecen a los estratos
tardíos fechados en 1000 AP. Aparte se incluyeron 6 individuos aislados alojados en el Museo
Nacional de Colombia pertenecientes a diferentes sitios dos de Ancuyá, 3 de Bomboná y uno de
La Paloma. Si bien no hay reportes y/o fechados asociados a estos materiales a excepción de
Bomboná (825 ± 90 años 14C AP GX-197-05) los catálogos del museo los agrupan con la etnia
Quillacinga que habitó el Sur de Colombia durante el Holoceno tardío. Finalmente, en este
estudio se incluyeron 13 individuos del cementerio Maridíaz ubicado en el bosque de Maridías
que es una colina que se eleva al Nor-Oeste del volcán Galeras en el Valle de Atríz en la ciudad
de Pasto, Sur de Colombia. Se excavaron más 100 tumbas con poco o ningún ajuar (Cárdenas y
Cadavid, 1990). Para el sitio existen dos fechados que lo ubican en el periodo colonial 335 ±
100 años 14C AP (GX-15474G) y 230 ± 70 años 14C AP (Beta-34827). La tipología cerámica de
este sitio ha sido asociada con tres complejos cerámicos que aparecen en secuencia temporal
Capulí, Piartal y Tuza. Sin embargo la decoración de la cerámica de Maridías es exclusivamente
Quillacinga (Cárdenas y Cadavid, 1990). Todos los materiales provenientes de esta región del
93
Sur de Colombia pueden asociarse con el grupo Quillacinga el cual es uno de los tres grandes
grupos indígenas que encontraron los conquistadores europeos a su llegada en el siglo XVI en la
región sur de Colombia y norte del Ecuador. Sobre la base de tipologías cerámicas el territorio
Quillacinga fue definido entre la banda oriental del río Guáitara, el valle de Sibundoy, gran
parte del río Juanambú y la hoya alta y media del río Mayo (Groot y Hooykas, 1991). El rango
temporal atribuido a estos complejos cerámicos y por ende a la etnia Quillacinga es entre los
750 y 400 años 14C AP. En total se analizaron los restos de 29 individuos de esta región de los
cuales 12 son masculinos, 4 femeninos y los restantes (13) son indeterminados.
Figura 6.4. Evolución del clima/vegetación y reconstrucción de los biomas para la Sabana de
Bogotá y áreas circundantes para los últimos 19,000 años 14C AP sobre la base de evidencia
diatómica, polínica y glaciomorfológica (Tomado de Delgado, 2012ad).
94
Figura 6.5. Curva de probabilidades sumadas de fechados 14C calibrados (2 sigmas) para el
periodo 14,000-500 cal AP provenientes de sitios arqueológicos de la Sabana de Bogotá
comparada con dos proxies paleoclimáticos: varvas de la cuenca Cariaco (Hughen et al., 1998)
y núcleos de hielo del volcán Sajama en los Andes Centrales. Las barras en gris denotan la
cronozona Younger Dryas (Estadial El Abra) y cuatro periodos de cambio climático rápido
(RCC) identificados por Mayewski et al (2004). Tomado de Delgado (2012a).
95
Figura 6.6. Frecuencias de patologías orales en grupos cronológicos del Norte de los Andes.
Datos tomados de Delgado (2013).
96
Figura 6.7. Scores de desgaste dental para grupos cronológicos del Norte de los Andes según el
método de ejes principales (Scott, 1979) incluyendo la pendiente y los intervalos de confianza.
Gráficos generados con el programa libre R (Development Core Team, 2015) empleando un
script escrito por el autor basado en las ecuaciones de Sokal y Rohlf (1979:528-530). Datos
tomados de Delgado (2013).
97
Figura 6.8. Análisis bivariado de razones de isótopos de carbono y nitrógeno de muestras del
Norte de los Andes. HTM: Holoceno temprano/medio; HM: Holoceno medio; HTI: Holoceno
tardío inicial; HTFSB: Holoceno tardío final Sabana de Bogotá; HTFCA; Holoceno tardío final
Costa Atlántica; HTFCM: Holoceno tardío final Cauca Medio; HTFNA: Holoceno tardío final
Nariño. Delgado (2013) y Delgado et al (2014).
Figura 6.9. Análisis de regresión del carbono (colágeno sobre la apatita) de grupos
cronológicos del Norte de los Andes según el modelo de Kellner y Schoeninger (2007). Datos
tomados de Delgado (2013) y Delgado et al (2014).
98
Figura 6.10. Análisis de funciones discriminantes entre valores de isótopos del carbono tanto
colágeno como apatita y el nitrógeno según el modelo de Froehle et al (2012) entre grupos
cronológicos del Norte de los Andes. Wilks' Lambda: .08410 approx. F (6,214)=87.322
p<0.0000. 100% de la dispersión. Datos tomados de Delgado (2013).
Figura 6.11. Análisis bivariado de los valores promedio (± 1 desvío estándar) de razones de
isótopos de carbono y nitrógeno entre grupos cronológicos del Norte de los Andes. Datos
tomados de Delgado (2013).
99
Dado que en la presente disertación se investigan los patrones de diversidad morfológica de los
primeros grupos que ingresaron a la región con el fin de reconstruir aspectos relacionados con el
poblamiento inicial se puso énfasis especial en el relevamiento de variables de esqueletos
atribuibles a momentos tempranos definidos aquí entre el Pleistoceno final y la primera mitad
del Holoceno. Aún así en América existen pocos sitios con individuos cuya cronología
sobrepasa los 5000 años 14C AP por lo que es importante incorporar la mayor cantidad de datos
posible para tener una idea general de la diversidad en diferentes momentos del Holoceno. Para
el presente estudio se obtuvieron datos originales de varios individuos de América con
cronologías que oscilan entre 11,000 y 4000 AP cuya descripción del contexto cronológico y
arqueológico se presenta a continuación. Estos materiales ya han sido analizados por otros
autores empleando tanto técnicas morfogeométricas como craneométricas (Barrientos et al.,
2003; Pérez et al., 2009; Pucciarelli et al., 2010). Del sitio Arroyo Seco 2 (AS2) se incluyó un
individuo adulto de sexo masculino (AS-19) en buen estado de conservación. AS2 es un sitio
multicomponente ubicado al aire libre el cual ha proporcionado importantes evidencias sobre el
poblamiento inicial del subcontinente (Barrientos, 1997; Steele y Politis, 2009). El componente
temprano posee 13 fechas cuyo rango va desde 9350 ± 130 (OXA-9508) hasta 12,250 ± 110
(OXA-9506) (Steele y Politis, 2009; Politis et al., 2009). El individuo incluido en esta
disertación posee un fechado AMS de 6860 ± 60 años 14C AP (AA-9045) (Barrientos, 1997).
Aparte se incluyeron tres cráneos más de individuos adultos masculinos en variable estado de
conservación pertenecientes a tres sitios Pampeanos Arroyo Chocorí, Arroyo La Tigra y
Fontezuelas de los cuales dos han sido recientemente datados en la frontera Holoceno
temprano/medio (Politis et al., 2011) y otro por asociación con restos de fauna extinta
(gliptodonte) se cree puede ubicarse en la frontera Pleistoceno/Holoceno (Héctor Pucciarelli
comunicación persona, 2012). Estos restos poseen una historia particular ya que fueron pilar
fundamental en la formulación de las hipótesis del paleontólogo argentino Florentino Ameghino
sobre el origen de los humanos en Sudamérica (Ameghino, 1909, 1910 en Politis et al., 2011).
El sitio Arroyo Chocorí está ubicado sobre la costa atlántica cerca del poblado Mar del Sur a
100 mts del sitio Arroyo La Tigra (Politis et al., 2011). El esqueleto fue encontrado por personal
del Museo de La Plata en 1888 y analizado subsecuentemente por Lehman-Nitsche (1907 en
Politis et al., 2011), Ameghino (1910 en Politis et al., 2011) y Hrdlička (1912). Mientras que los
dos primeros autores consideraron estos restos de importancia para la discusión del poblamiento
inicial de América el último autor sugirió que ni la supuesta edad geológica ni la morfología de
los mismos permitan sugerir una edad temprana y por lo tanto resultaban de poco interés en la
discusión. Sin embargo, gracias a un programa de datación se obtuvo un fechado AMS que
indica claramente una edad radiocarbónica cercana al Holoceno temprano (7010 ± 60 CAMS-
100
16593) (Politis et al., 2011). Respecto al sitio Arroyo La Tigra los restos también fueron hallado
en 1888 por personal del Museo de La Plata cerca al pueblo Mar del Sur entre los arroyos
Arroyo La Tigra y Arroyo Seco cerca de un acantilado en el Océano Atlántico (Politis et al.,
2011). Al igual que el individuo Arroyo Chocorí los restos del Arroyo La Tigra fueron
analizados por Lehman-Nitsche (1907), Ameghino (1910) y Hrdlička (1912) arribando a las
mismas interpretaciones mencionadas para el primer esqueleto. Este individuo también fue
fechado por la técnica AMS arrojando una edad de 7270 ± 60 (CAMS-16173) (Politis et al.,
2011). Finalmente el individuo del sitio Fontezuelas fue hallado cerca al arroyo Arrecifes en la
estación del ferrocarril Fontezuelas de donde obtuvo su nombre (Pucciarelli et al., 2010). A
pesar que no se poseen fechados directos su asociación2 con magafauna extinta, básicamente
gliptodontes, sugieren una edad temprana. Este individuo fue incluido aquí a pesar de la falta de
una cronología confiable ya que análisis morfológicos detallados sugerirían afinidad con otros
cráneos tempranos de la región pampeana (Héctor Pucciarelli comunicación personal, 2012).
Aparte del material temprano de las Pampas mencionado otros diez cráneos de Tierra del Fuego
y Patagonia también fueron incluidos en la presente investigación cuyo rango de fechas va de
ca. 7000 a 2300 años 14C AP. Ocho de ellos fueron fotografiados por la Dra. Lorena L`Heureux
en el American Museum of Natural History (New York USA) y en el IMHICIHU (Buenos
Aires, Argentina) quien amablemente proporcionó dicho material gráfico del cual se obtuvieron
diferentes tipos de variables craneométricas, dentales y morfogeométricas. Entre los restos
analizados están un individuo masculino del sitio Pali Aike, 2 individuos uno masculino y otro
femenino de Cañadón Leona 5, 3 individuos femeninos de Cerro Sota, 2 individuos masculinos
del sitio Orejas de Burro. En el sitio Cueva Pali Aike en Tierra del Fuego, Sur de Chile se
hallaron los restos de varios individuos incompletos, desarticulados, fragmentados, cremados y
dispersos por toda la cueva en asociación con restos de perezoso (Mylodon sp.) por lo que una
edad finiplesitocénica fue inferida (Bird, 1970; L`Heureux y Amorosi, 2012). No obstante
análisis tafónomicos sugieren que de hecho los restos no son contemporáneos (Borrero, 2005) lo
cual se ve corroborado por un fechado obtenido de los ácidos que se lavaron de los restos el cual
arrojó una fecha de 7830 ± 60 (Beta-099066) (Neves et al., 1999). Aún así Amorosi y Waters
(2013) presentaron nuevas fechas de este sitio de los estratos 18 (10,395±30 14C AP UCIAMS-
14 14
104660 y10,395 ±40 C AP UCIAMS-106044), 19 (10,675±40 C AP UCIAMS-104662 y
14
10,760±60 C AP UCIAMS 106047) y 20 (10,835±50 UCIAMS-106047 y 10,810 ± 50
UCIAMS-106048) que incrementan su antigüedad. A pesar que se obtuvieron fotografías
estandarizadas de este mismo individuo con las cuales se midieron algunas variables
2
Algunos autores como Hrdlička, Hansen y Kollemn (en Pucciarelli et al., 2010) consideraron dicha
relación como controversial sugiriendo que los restos humanos y de megamamíferos pertenecían a
distintos momentos geológicos.
101
craneométricas varias son imposibles de obtener a partir de imágenes por lo que mediciones
obtenidas por Neves et al (1999) fueron también incluidas. El sitio Cañadón Leona 5 fue
excavado por Bird en la década del 1930 y está ubicado en la ladera oriental de la Laguna
Blanca a 48 km del noroeste del Estrecho de Magallanes, Chile (L`Heureux y Amorosi, 2009).
En este sitio se hallaron dos entierros múltiples compuestos por un total de ocho individuos 6
adultos y 2 subadultos en variable estado de conservación. En cuanto a la cronología del sitio
una correlación inicial con la secuencia crono-cultural de la cueva Fell Bird (1988) sugirió una
14
edad ca. 6500 años C AP no obstante fechados obtenidos a partir de muestras de carbón
vegetal indicaron edades de entre 1740 ± 70 y 2280 ± 60 (L`Heureux y Amorosi, 2009). No
obstante L`Heureux y Amorosi (2009) indican que de acuerdo con la datación del nivel
inmediatamente inferior y con las notas de campo de Bird la edad del entierro 2 debe oscilar
entre 2300 y 2500 años 14C AP aunque que no se poseen fechados directos de los individuos. De
otro lado el sitio Cerro Sota es otra de las cuevas estudiadas por J Bird en la tercera década del
siglo XX el cual se ubica en el sector meridional del Campo Volcánico Pali Aike, Chile
(L`Heureux y Amorosi, 2010). En la cámara interior de la cueva se hallaron artefactos líticos así
restos de fauna reciente y extinta más un entierro sincrónico múltiple de 7 individuos. Debido a
la presencia de fauna extinta Bird infirió una edad finipleistocénica no obstante tres fechados
AMS obtenidos directamente de dos individuos ubican el entierro en el Holoceno tardío inicial
(3645 ± 65 AA7788; 3755 ± 65 AA7789; 3380 ± 70 Oxa-2850) (L`Heureux y Amorosi, 2010).
El sitio Orejas de Burro 1 está ubicado en el Campo Volcánico Pali Aike en la provincia de
Santa Cruz, Argentina. Las excavaciones realizadas permitieron la recuperación de cinco
individuos dos adultos y tres subadultos en buen estado de conservación y depositados en un
solo eventos sincrónico (L`Heureux y Barberena, 2008). La cronología del sitio está
determinada por 6 fechados radiocarbónicos dos de ellos AMS uno obtenido directamente de
hueso humano de uno de los entierros (3565 ± 45 UA-23097) el cual indica que la edad del
entierro se ubica en el Holoceno tardío inicial (L`Heureux y Barberena, 2008). Respecto al
famoso sitio Mata Molle provincia de Neuquén (Argentina) mucha controversia se ha suscitado
respecto a la edad y afinidad morfológica de los entierros desde mediados de la década de 1950.
En este sitio se halló un entierro múltiple compuesto por dos individuos en variable estado de
conservación los cuales se encuentran alojados en La División Antropología del Museo de La
Plata (Gordon et al., 2013). El sitio posee varios fechados que oscilan entre 2430 y 4550 años
AP, no obstante debido que el material datado fue turba y barros necrogénicos no existía hasta
hace poco evidencias cronológicas fuertes sobre la verdadera edad de los individuos. Los
últimos autores realizaron análisis detallados de los restos mencionados entre ellos la datación
directa (AMS) de los mismos cuya edad fue establecida en 3270 ± 46 años 14C AP (AA 94835).
102
Las muestras comparativas hacen referencia a series de datos obtenidas de muestras analizadas
y publicadas por otros autores que por su pertinencia temporespacial fueron incluidas aquí con
el fin de mejorar la resolución del análisis. Sudamérica es privilegiada en términos de la
cantidad de restos óseos humanos atribuibles a momentos tempranos ya que varios sitios con
decenas de individuos han sido excavados en casi toda la región (v.g. Sabana de Bogotá-
Colombia, Santa Helena-Ecuador, La Paloma-Perú, Lagoa Santa-Brasil, Arroyo Seco 2-
Argentina, etc). En la presente disertación se incluyeron varias muestras comparativas
tempranas distribuidas por todo el continente que cumplieran dos criterios básicos 1) que
presentaran fechados directos o asociaciones confiables a estratos pertenecientes al Pleistoceno
final y el Holoceno temprano/medio y 2) que hubiesen usado los mismos procedimientos de
registro de las variables aquí analizadas. Solo dos tipos de evidencias fueron escogidos para los
análisis comparativos extrarregionales, a saber craneometría y morfología dental no-métrica,
debido a que han sido ampliamente investigadas y por lo tanto existen datos procedentes de toda
América.
VI.3.1 Craneometría
14
dos primeros mientras que el último se ubicaría alrededor de los 9000-7000 años C AP
(González-José et al., 2005a). Del sitio Hoyo Negro en Yucatán México se incluyo un individuo
femenino el cual posee dos fechados AMS de 10,970 ± 25 (UCIAMS-119438) y 10,985 ± 35
(UCIAMS-123541) (Chatters et al., 2014). Los datos se obtuvieron de imágenes estandarizadas
publicadas por los autores.
fue datado por AMS en 7840 ± 70 (CAMS-6380) y 7850 ± 50 (CAMS-10354) (Owsley y Jantz,
1999; Fiedel, 2000). Finalmente, un individuo femenino adulto denominado “Arch Lake
Woman” cuyo entierro fue encontrado en 1967 y reestudiado por Owsley et al (2010)
proveniente de New Mexico, Estados Unidos fue adicionado al estudios. Los nuevos análisis
incluyen fechados AMS, estudios geoarqueológicos, y análisis morfológicos del cráneo y
dentición. Las ocho fechas obtenidas directamente del hueso ubican este individuo entre el
octavo y decimo milenio AP aunque el fechado de diez mil años se cree representa la estimación
más exacta de la edad geológica, los mismo son: 8500 ± 100 (OXA-3824); 9090 ± 100 (XA-
3822); 8860 ± 160 (OXA-3265); 9160 ± 100 (OXA-3823); 9265 ± 35 (CAMS-80539); 9700 ±
40 (CAMS-61133); 9885 ± 45 (CAMS-80540); 10020 ± 50 (CAMS-61133).
Tabla 6.2. Composición de la muestra total en el rango 4000-11,000 años 14C AP de América
analizada en la presente disertación empleando rasgos craneofaciales.
Figura 6.12. Mapa de la distribución geográfica de la muestra del rango 4000-11.000 años 14C
AP de América analizada en la presente disertación empleando rasgos craneofaciales.
107
Respecto a la variación dental se incluyó una amplia serie de muestras dentales tanto tempranas
como tardías que permitieron realizar comparaciones exhaustivas a nivel geográfico y temporal
(Tabla 6.3 y Figura 6.13). Gracias al impresionante trabajo de Christy G Turner II durante los
pasados 40 años hoy se cuenta con información dental detallada a nivel global. Si bien el trabajo
de Turner se ha enfocado en diferentes periodos y regiones los datos correspondientes a
América incluyen muestras tardías en su mayoría aunque también algunas tempranas. Las
muestras tempranas incluidas aquí son las correspondientes a los individuos que aparecen en
Turner (1992) entre ellos sitio Namu (Columbia Británica, Canadá rango de fechas 9720 ± 140
(WAT-452) a 6310 ± 80 (Beta-75340) (3 individuos subadultos); Pelican Rapids (ver arriba,
1individuo femenino); Columbus fechas no reportadas (Nebraska, Estados Unidos, 1 individuo
adulto ) Gordon Creek (Colorado, Estados Unidos, 1 individuo adulto masculino) 9700 ± 250
(GX-0530); Schulze Cave 11,000-8000 AP (Edwars County, Texas, Estados Unidos, 1
individuo subadulto); Midland Texas (Estados Unidos 1 individuo adulto femenino) no se
reportan fechas pero según Turner (1992) pertenece al horizonte Paleoindio; Ventana Cave
(Arizona, Estados Unidos, 2 individuos un adulto masculino y un subadulto) restos asociados a
fauna Pleistocénica; Del Mar, La Jolla (California, Estados Unido, 2 individuos un adulto
masculino y un subadulto) fechados series de uranio 11,000 AP y AMS 5400 ± 120 AP;
Lecanto Island (Florida, Estados Unidos, 1 individuo adulto); no se reporta cronología ni
contexto aunque el autor sugiere su estatus de Paleoindio; Melbourne (Florida, Estados Unidos,
1 individuo adulto masculino); Warm Mineral Springs (Florida, Estados Unidos, 1 individuo
adulto) fechas 9870 ± 370 (W-1153) al 8520 ± 400 (W-1241); Savannah, Georgia, Estados
Unidos (1 individuo adulto masculino); no se reporta cronología ni contexto aunque el autor
sugiere su estatus de Paleoindio; Santa Maria de Astahuscan (México, 1 adulto femenino y dos
adultos masculinos) no se reporta cronología ni contexto aunque el autor sugiere su estatus de
Paleoindio; Valle de Tuhuacan (México, un subadulto, 1 individuo adulto masculino, 1
individuo adulto femenino) 8500-7000 AP; Tepexpan (México 1 adulto femenino) fechas 3000
AP aunque su asociación con restos de mamut puede sugerir una edad temprana; Cuchipuy
(Chile, 2 individuos adultos masculinos, 1 subadulto) fechas 8070 ± 100, no se reporta el
código; Cuevas Cerro Sota y Pali Aike (Chile, 6 individuos de Cerro Sota 3 femeninos y 3
subadultos; Pali Aike 4 individuos 2 adultos 1 femenino y indeterminado; 1 juvenil y un
subadulto) según Turner (1992) las fechas de ambos sitios son ca. 11,000 AP no obstante Neves
et al (1999) reportaron una fecha de 7830 ± 60 (Beta-099066) para Pali Aike y L´Hereux y
Amorosi (2010) reportaron tres fechas de 3380 ± 70 (OxA-2850); 3645 ± 65 (AA-7788) y 3755
± 65 (AA-7789) para Cerro Sota; Lagoa Santa (Brasil, 19 individuos 4 masculinos, 8 femeninos
y 7 sexo desconocido) Turner (1992) sugiere edades mayores a 8000 AP para la mayoría de
108
individuos lo cual coincide con las edades mencionadas arriba aunque resulta difícil relacionar
la muestra dental con la craneofacial publicada por Neves y Hube (2005). A pesar que Turner
constantemente indica que dichos restos pertenecen al horizonte Paleoindio algunos autores
sugieren que de hecho varios de los individuos corresponden al Holoceno medio y tardío por lo
que su validez en la explicación del poblamiento inicial del Nuevo Mundo se ve seriamente
afectada (Powell, 1995, 1998). Así mismo como se mostró en la publicación original el autor no
presenta ni la cronología ni el contexto arqueológico de varios de los restos analizados. Esta
inconsistencia metodológica llama la atención ya que si bien en publicaciones pasadas y
recientes los autores reconocen el problema no se corrige ni se intenta superar y se siguen
asumiendo muchos de los individuos analizados por Turner como Paleoindios (Sutter, 2005;
Stojanowski et al., 2013). Dado que en Sudamérica los estudios dentales de grandes bloques de
muestras ampliamente distribuidos en un sentido espacial son escasos se incluyeron 9 muestras
14
del Holoceno medio y tardío (5000-3000 años C AP) de Centro y Sudamérica estudiadas
previamente por Turner. Las mismas fueron amablemente proporcionadas por el Dr. Turner al
autor de esta disertación en 2010 como parte de un estudio en conjunto Delgado et al (2010) Las
muestras son Panamá (N=36); Ecuador (N=116) y Brasil (N=25).
En un contexto geográfico más pertinente datos de 12 muestras de los Andes Sur Centrales (sur
de Perú y Norte de Chile) también fueron adicionadas al presente estudio con el fin de incluir
una mayor cantidad de muestras del subcontinente (Sutter y Mertz, 2004; Sutter, 2005, 2006).
Las mismas son importantes en términos comparativos ya que incluyen datos de grupos del
Holoceno medio y a su vez demuestran según algunos autores la presencia de grupos
Sundadontes (sur este de Asia) en América (Powell, 1998; Powell y Neves, 1999; Sutter, 2005).
Chiribaya Alta (N=185) rango de fechas ca. 950-500 AP (periodo intermedio tardío); San
109
Gerónimo (N=57) rango de fechas ca. 950-500 AP (periodo intermedio tardío); La Yaral
(N=52) rango de fechas ca. 950-500 AP (periodo intermedio tardío); Ilo Precerámico -
Kilómetro 4 y Yara- (N=16) rango de fechas ca. 5000-3000 AP (arcaico); Alto Ramírez –Azapa
14, 70 y 115 (N=72) rango de fechas ca. 3000-1200 AP (formativo); Azapa 140 (N=82) rango
de fechas ca. 950-500 AP (periodo intermedio tardío); Azapa 6 (N=45) rango de fechas ca. 950-
500 AP (periodo intermedio tardío); Azapa 71 (N=64) rango de fechas ca. 950-500 AP (periodo
intermedio tardío); Azapa 8 (N=25) rango de fechas ca. 950-500 AP (periodo intermedio
tardío); Playa Miller 4 (N=43) rango de fechas ca. 950-500 AP (periodo intermedio tardío);
Playa Miller 7 (N=62) rango de fechas ca. 3000-1200 AP (formativo) y Chinchorro (N=84)
rango de fechas ca. 3000-5000 AP (precerámico).
Tabla 6.3. Muestras empleadas en los análisis dentales continentales (rasgos no-métricos) por
grupo, región y cronología.
Figura 6.13. Mapa de la distribución geográfica de la muestra del rango 2000-11,000 años 14C
AP de América analizada en la presente disertación empleando rasgos dentales.
111
VII.1. Introducción
El cráneo es quizás la estructura ósea más compleja y diversa de muchas clases de organismos,
especialmente en mamíferos. Dicha complejidad y diversidad se debe en parte al amplio rango
de funciones que se llevan a cabo en él relacionadas con la visión, audición, alimentación, olfato
así como con la protección y sostenimiento de la mayor parte del sistema nervioso central lo
cual se relaciona con el número y diversidad de sus estructuras o módulos. Por lo tanto la
interacción entre la relativa independencia de sus componentes y covariación generan gran
parte de la complejidad y diversidad del fenotipo craneofacial (i.e. tamaño y forma). Esto
permite abordar en su conjunto una amplia cantidad de aspectos ecológicos, evolutivos y del
desarrollo que indican a su vez el fuerte substrato genético y su alta capacidad evolutiva
(evolvability) (Lieberman, 2008, 2011). En ese sentido la diversidad y evolución de una gran
cantidad de especies, en especial de primates, se ha abordado desde el estudio de la morfología
craneofacial (Marroig y Cheverud, 2001). En antropología específicamente el cráneo humano ha
sido objeto de estudios que incluyen anatomía y desarrollo, biomecánica y evolución
(Lieberman, 2011). Igualmente debido a la dureza y densidad de sus estructuras el cráneo y los
dientes presentan altos índices de preservación y están con relativa frecuencia presentes en
contextos arqueológicos y paleoantropológicos. Por lo tanto la arquitectura craneofacial ha sido
tradicionalmente empleada desde un punto de vista antropológico para abordar la historia
evolutiva de los humanos modernos, sus ancestros y parientes primates no-humanos y en la
actualidad continua jugando un papel preponderante en el estudio la diversidad y evolución
humana.
Los patrones de diversidad craneofacial han sido ampliamente utilizados para reconstruir la
historia y estructura poblacional de los humanos modernos, en relación a un ancestro común, en
diferentes contextos espaciales y temporales (Howells, 1973, Relethford y Harpending, 1994,
Lahr, 1996; Manica et al., 2007; Weaver et al., 2007). Puntualmente, han jugado un papel
relevante en la discusión del poblamiento inicial del Nuevo Mundo (Neves y Pucciarelli, 1991;
Steele y Powel, 2002; Powel y Neves, 1999; Owsley y Jantz, 2001; González-José, 2003,
González-José et al., 2001, 2003, 2005a; Sardi et al., 2005; Pucciarelli et al., 2003, 2008, 2010;
Neves et al., 2003, Neves y Hube, 2005; Hube et al., 2010, 2011; Delgado, 2012b). Una
suposición implícita en estas investigaciones es que el cráneo en su totalidad refleja de manera
confiable la historia filogenética y poblacional más que adaptaciones a determinados factores
ecológicos (temperatura, humedad, dieta, ect). En este contexto varios autores evaluaron la
relación entre diferentes factores ambientales y la morfología craneofacial como factores
112
Recientemente, una amplia cantidad de autores abordaron esta misma problemática pero desde
diseños metodológicos más sofisticados, con mayor numero de muestras poblacionales y desde
diferentes tipos de variables tanto lineales (Relethford, 2010; González-José et al., 2004;
Roseman, 2004; Weaver et al., 2007; von Cramon-Tabaudel y Lycett, 2008; Betti et al., 2009;
2010; Hubbe et al., 2009; de Azevedo et al., 2012) como morfogeométricas (Harvati y Weaver,
2006ab; Lieberman, 2008, 2011; Smith, 2011; von Cramon-Tabaudel, 2009, 2014; von Cramon-
Tabaudel y Weaver, 2009; Perez y Monteiro, 2009; Martínez-Abadias et al., 2012, de Azevedo,
2013; Guo et al., 2014). Ambos enfoques metodológicos tienden a mostrar, en términos
generales, los mismos resultados esto es que la morfología craneofacial es un buen indicador de
la estructura e historia poblacional en humanos modernos y dada la naturaleza integrada y
113
modular del cráneo hay diferentes componentes (cara, bóveda y base, e incluso huesos
individuales v.g. temporal) que presentan distintas cantidades de varianza genética aditiva
haciéndolas mejores (o peores) informadoras de la historia demográfica poblacional.
Desviaciones del modelo de evolución neutral son atribuidas a modificaciones estructurales
ocurridas en poblaciones que habitan escenarios ambientales con climas extremos los cuales
promovieron parte de dichas modificaciones. Estas conclusiones están basadas en el hecho de
que la distribución de la diversidad craneométrica, entendida como variación promedio, se
comporta muy diferente a otros rasgos fenotípicos para los cuales se sabe que hay un gran efecto
de la selección (v.g. color de la piel) y muy similar a la variación obtenida a través de
marcadores genéticos clásicos y polimorfismos del ADN donde la selección aparentemente no
ha jugado un papel importante (Relethford, 2002, 2004).
En forma contraria algunos estudios reconocieron un papel mucho más activo de la selección en
la distribución y evolución de la diversidad craneométrica donde una vez controlados los efectos
de la historia/estructura poblacional compartida, o en otros casos del aislamiento por distancia
como proxy de distancia genética, se mantiene la correlación entre morfología craneofacial y
variables climáticas (Roseman, 2004; Relethford, 2010). Esto indica que la evolución de la
morfología craneofacial en humanos modernos es inconsistente con un modelo exclusivamente
estocástico y que en diferentes contextos espaciales la acción de las selección sobre algunos
aspectos del tamaño y forma ha producido modificaciones estructurales del cráneo (i.e
adaptación) dando apoyo a algunas hipótesis previas (v.g. termorregulación de la respiración)
(Roseman, 2004; Roseman y Weaver, 2004, 2007; Weaver et al., 2007; Hubbe et al., 2009;
Strauss y Hubbe, 2010). Otros autores evaluaron la evolución no-estocástica de la morfología
craneofacial empleando enfoques model bound (prueba de Lande, índices de divergencia ∆, etc.)
y model free (autocorrelacion y regresión espacial) (de Azevedo et al., 2012; de Azevedo, 2013;
Perez y Monteiro, 2009; Perez et al., 2009, 2011; Lieberman, 2011; Martinez-Abadias et al.,
2012), y sugirieron que en el curso de la evolución craneofacial humana un balance entre los
diferentes módulos y su correlación/covariación (i.e. integración) potenció la capacidad
evolutiva (evolvability) craneal donde transformaciones en unas estructuras facilitaron
modificaciones en otras generando así una respuesta conjunta donde la selección es el principal
factor diversificador. Otras cuestiones interesantes que emergieron son 1) hay información
redundante en el cráneo respecto a la historia/estructura poblacional por lo que es posible
estudiar regiones individuales sin perder información, 2) las asociaciones revelaron que solo una
parte de la variación morfológica puede ser explicada en términos de diferencias genéticas
neutrales; 3) la forma del cráneo y no los patrones de integración es informadora de la historia
poblacional; 4) existe una tendencia clinal general en la morfología facial humana
114
probablemente modelada por la selección (Harvati y Weaver, 2006ab; Smith, 2009, 2012; von
Cramon-Tabaudel, 2009; Noback y Harvati, 2015).
Así teniendo en cuenta la síntesis presentada es posible indicar que la morfología craneofacial
relativamente refleja aspectos de la historia y estructura poblacional dado que su variación se
fija con un modelo de evolución neutral y ha sido dirigida mayoritariamente por procesos
estocásticos (i.e. deriva). Aún así la selección natural parece ser responsable de una parte
importante de la diversidad reflejada en adaptaciones a contextos geográficos de baja
temperatura (y probablemente de alta temperatura y aridez) y diferentes tipos de dieta.
Igualmente otros factores como la deformación artificial y el dimorfismo pueden ser
minimizados, entonces la conclusión más lógica es que la morfología craneofacial es útil para
establecer relaciones evolutivas entre grupos a diferentes escalas espaciales y temporales. No
obstante dos aspectos importantes necesitan atención: por un lado resulta obvio que nuevas
comparaciones de corte genético-poblacional más apropiadas al fenotipo deben llevarse a cabo
ya que la hipótesis de neutralidad estimada a partir de loci genéticos cuya variación y
heredabilidad es distinta al fenotipo craneofacial pudo llevar a conclusiones erróneas1 y por el
otro es necesario clarificar los objetivos o biproductos de la selección/plasticidad y sus tipos
implicados en la desviación de neutralidad (direccional, estabilizadora, disruptiva o incluso de
tipo sexual). Llama la atención que para una amplía serie de modificaciones a nivel
craneodental en otros homininos las hipótesis selectivas han predominado en los escenarios
evolutivos (ver Gunz et al., 2009; Lieberman, 2008, 2011; Martínez-Abadias et al., 2012)
indicando que para los humanos modernos es plausible que la selección natural haya jugado un
papel aún más importante que el reconocido actualmente (Noback et al., 2011). Solo con un
mejor entendimiento del modo y tiempo de la evolución craneofacial en humanos modernos
1
Recientemente Betti et al. (2013) evaluaron hipótesis de evolución neutral para la pelvis empleando
tanto la distancia fuera de África como la morfología craneofacial. Esta comparación más pertinente entre
diferentes fenotipos da mayor peso a la hipótesis de neutralidad.
115
Para las variables craneométricas a nivel regional se emplearon 504 individuos adultos de
ambos sexos pertenecientes a 20 muestras procedentes de diferentes sitios arqueológicos (Tabla
6.1, Figura 6.1). La muestra total se dividió por período, según su cronología como se indicó en
el capítulo VI. En la presente disertación se empleó un subconjunto de medidas craneométricas
(n=32 Tabla 7.1) de acuerdo con la metodología desarrollada por R. Martin y K Saller (1957) y
W.W. Howells (1973, 1989). Así sobre la base de varios puntos anatómicos (landmarks)
estandarizados se tomaron diferentes medidas referentes al largo, ancho y altura tanto del cráneo
como de diferentes componentes anatómicos. Las medidas fueron tomadas con un grupo de
calibradores de alta precisión tanto de rama recta como curva de fabricación Suiza SilberHegner
con un error de 0.05 mm. Previo al registro de las variables se llevó a cabo la estimación del
sexo, la determinación de la edad de muerte y del tipo y grado de la deformación craneal
artificial. Para la estimación del sexo se tuvieron en cuenta algunas características
morfoscópicas del cráneo y la pelvis descriptas por White y Flokens (2005). Así el sexo se
clasificó en tres categorías principales: masculino, femenino e indeterminado. Un análisis de
funciones discriminantes empleando medidas craneométricas estandarizadas (ver más adelante)
se llevó a cabo para asignar a los individuos indeterminados a alguna de las dos categorías. Para
la estimación de la edad se tomaron en cuenta diversos indicadores craneales y dentales como el
grado de la obliteración de las suturas y patrones de desgaste dental (Buikstra y Ubelaker, 1994;
Scott, 1979ab; Smith, 1984). En algunos casos cuando se trató de individuos adultos jóvenes la
erupción del tercer molar fue tenida en cuenta como criterio de estimación de edad. Los
individuos fueron agrupados bajo tres categorías de edad: adulto joven (20-34 años); adulto
medio (35-49 años) y adulto mayor (más de 50 años) siguiendo a White y Folkens (2005).
Finalmente para la evaluación del tipo de deformación artificial del cráneo se tuvo en cuenta la
clasificación desarrollada por Torres-Rouff (2007) la cual consiste básicamente en dos tipos
tabular erecto u oblicuo y circular erecta u oblicua. A pesar que otros autores (v.g. Boada, 1995;
Rodríguez Cuenca, 2001) han reconocido más tipos de deformación en las mismas series aquí
investigadas vale la pena mencionar que la metodología de Torres-Rouff es simple y acorde con
los tipos básicos de deformación Norandinos y permitió una buena caracterización útil para los
fines de la presente investigación (básicamente descartar su influencia).
116
Inicialmente se aplicaron una serie de procedimientos para controlar posibles sesgos que pueden
afectar los resultados y por ende su interpretación. Entre ellos están la detección de valores
extremos, valores perdidos, distribución normal, homoscedasticidad, estandarización del tamaño
craneal y error de observación así como el los efecto de la deformación craneal artificial y el
dimorfismo sexual sobre la variación craneométrica. La detección de valores extremos se llevó a
cabo sobre la base del cálculo de la mediana, el rango intercuantil y el coeficiente de valor
atípico (outlier) establecido aquí en 1.5 o una y media veces la amplitud del rango intercuantil.
Se evaluó la presencia de valores perdidos en los conjuntos de datos y se empleó un método de
imputación múltiple y de aumento de datos para completar las matrices. Previo a la imputación
se calculó el porcentaje de valores perdidos de cada variable por sexo (si la muestra lo permitió)
117
y por muestra y al sumar el porcentaje de cada variable se obtuvo el porcentaje sumado para
cada muestra. Posteriormente el conjunto de datos se depuró eliminado los casos que contaban
con un número alto de valores perdidos, aquellas variables que presentaran más del 40% de
valores perdidos y agrupando muestras con un N≤ 15. En un conjunto de datos dado existen
valores que no pueden ser medidos debido a múltiples factores (valores perdidos cuya
ocurrencia debe ser estocástica) lo cual conlleva a matrices de datos incompletas que
representan un problema para los análisis multivariados especialmente cuando se trabaja con
material fragmentado y de diferente cronología usualmente de reducido tamaño como en el
presente caso. Existen diferentes estrategias para tratar con este problema cada una con sus
propias virtudes y desventajas entre ellas: a) eliminación tanto de las variables como de los
casos que presentan un porcentaje alto de casos perdidos lo cual conlleva a la pérdida de
información, reducción del tamaño de la muestra y reducción de la varianza (Hair et al., 1999;
Howell, 2012; b) reemplazo de valores perdidos por la media de la variable en cuestión lo cual
tiende a incrementar o reducir la varianza y distorsionar la distribución real de los datos debido
a la sensibilidad de la media a los valores atípicos (Howell, 2012); c) completar datos perdidos
empleando un método de imputación a través de análisis de regresión múltiple en donde la recta
de la regresión expresa una buena predicción de una variable dependiente (A) dadas las
variables independientes (B,C,D…). Este procedimiento a pesar de ser más robusto que los
anteriores puede inducir a errores (exagera el nivel de correlación entre variables) si los valores
predichos se basan en pocos casos observados (Grahan et al., 2003; Howell, 2012). Todos estos
inconvenientes son aparentemente superados por otro método denominado imputación múltiple
(IM) el cual emplea una simulación robusta de datos a partir de los valores observados para
reemplazar los perdidos explotando la relación existente entre los valores observados y los
ausentes (Rubin, 1987). Específicamente la IM es una técnica en la cual cada valor perdido es
reemplazado por 1> m valores simulados. Después que se crean múltiples imputaciones
entonces m versiones posibles de datos existen, cada uno de los cuales puede ser analizado por
medio de métodos de completación de datos estándar. Los resultados de los m análisis son
entonces combinados en un solo conjunto que incluye la incertidumbre de los datos perdidos
(Schafer, 1997). Estas propiedades hacen que la IM no requiera conjuntos de datos distribuidos
normalmente y además que sobre un conjunto pequeño de observaciones pueda generar muchos
valores simulados lo cual está relacionado con la cantidad de datos faltantes es decir a mayor
número de datos perdidos mayor número de imputaciones. En el presente estudio se empleó la
IM para generar valores simulados según los observados a través del programa NORM 2.03
(Schafer, 1997, 1999) en donde a partir de un algoritmo EM (expectation-maximization
algorithm) se estiman medias, varianzas y covarianzas de los datos a través de los cuales se
estiman valores perdidos. No obstante dado que nuevas medias, varianzas y covarianzas se
generan cuando incluimos los nuevos valores que reemplazan a los perdidos otras nuevas
118
estimaciones de valores perdidos se generan. Con un tamaño de muestra razonable este proceso
debería converger en un conjunto de estimaciones estable mucho menor a 1000. Aparte se
comprobó el carácter normal de las distribuciones empleando la prueba de W de Shapiro-Wilk
(p> 0,05) y se evaluó la homogeneidad de la varianza por grupos a través de las pruebas de
Levene (p>0,05). Respecto al tamaño a pesar que múltiples estrategias para “aislar” su efecto y
lograr comparaciones de formas isométricas han sido propuestas (Jungers et al., 1995) en el
presente estudio se emplearon radios de forma de Mosimann (sensu Darroch y Mosimann,
1985) los cuales permiten una corrección de tamaño isométrico en donde cada medida lineal de
cada espécimen (A) es dividida por la media geométrica (MG considerada aquí una medida de
tamaño geométrico) de todas las medidas para dicho espécimen y después de dicha corrección
los valores resultantes (B) representan algún aspecto de la forma (B=A/MG) (Darroch y
Mosimann, 1985; Jungers et al., 1995). El método de la MG para corrección de tamaño es
isométrico e iguala el tamaño de los especímenes mientras mantiene su forma, no obstante no da
cuenta de las diferencias en forma que están correlacionadas con tamaño (Gilber y Rossie,
2007). Por ello siguiendo a Gilbert y Rossie (2007) una estrategia adicional fue determinar que
caracteres continúan influenciados por la alometría una vez estandarizados. Para ello se
calcularon correlaciones (r de Pearson) entre cada variable de forma isométrica ajustada por
tamaño de cada espécimen y la media geométrica de todas las medidas craneofaciales para ese
espécimen. Este enfoque tiene la ventaja de proporcionar más puntos de datos para detectar
significación en las correlaciones, en especial en análisis de relaciones evolutivas que incluyan
un número pequeño de individuos por grupo.
2
A pesar que se registraron varios tipos de deformación craneal, en los análisis desarrollados para reducir
su influencia sobre la variación craneométrica solo se tuvo en cuenta su presencia o ausencia ya que la
incorporación de los tipos produjo submuestras muy desbalanceadas en cuanto a tamaño que son difíciles
de tratar en los modelos lineales generalizados.
120
Figura 7.1. ACP (eje-x CP1, eje-y CP2) entre individuos deformados (círculos negros) y no
deformados (círculos rojos) según A variables crudas, B radios de Mosimann y C residuos
multivariados. Las elipses de confianza representan el 95% de probabilidad.
Figura 7.2. ACP (eje-x CP1, eje-y CP2) entre individuos masculinos (círculos azules) y
femeninos (círculos rojos) según A variables crudas, B radios de Mosimann y C residuos
multivariados. Las elipses de confianza representan el 95% de probabilidad.
121
VII.4 Métodos
Diferentes tipos de métodos fueron empleados para evaluar las hipótesis mencionadas en la
sección 1 desde la variación craneométrica empleando dos enfoques model free y model bound
ambos necesarios y útiles para los fines de esta investigación aunque con ciertas restricciones.
De acuerdo con Relethford y Lees (1982:117) existen dos enfoques básicos cuando se
incorporan datos cuantitativos para estudiar la historia/estructura poblacional uno denominado
model free y otro model bound. Esta clasificación se relaciona con los dos enfoques
complementarios que Harpending y Jenkins (1973:177) propusieron desde una perspectiva
genético-poblacional en referencia a la historia poblacional definida como el estudio del grado
de similitud entre grupos donde similitud puede implicar ascendencia común o flujo génico y
estructura poblacional que hace referencia al estudio de los efectos de la migración interna,
composición de grupo, practicas de apareamiento, y otros factores sobre el patrón y magnitud de
la deriva génica dentro de un área. Así en el primero se aplican de forma indirecta modelos de
estructura poblacional en la valoración de diferencias biológicas entre muestras poblacionales
en donde medidas de similitud/disimilitud biológica son empleadas para valorar relaciones
fenotípicas y/o evolutivas las cuales descansan en interpretaciones post-hoc. Los patrones de
variación generalmente a nivel intergrupal son investigados usando técnicas de correlación y
comparación para evaluar el grado general de relaciones pero no su forma exacta. Por lo tanto
los resultados son interpretados tomando en cuenta modelos de estructura poblacional pero sin
estimar parámetros emergentes de esos modelos. Por otro lado el enfoque model bound implica
la incorporación directa de medidas de similitud poblacional al interior de modelos de estructura
poblacional. Estos métodos descansan en una amplia serie de supuestos incluyendo:
proporcionalidad de la varianza fenotípica y genotípica donde la primera puede ser empleada
para estimar la última cuando se emplean rasgos poligénicos (como las variantes fenotípicas
estudiadas en esta disertación); las factores no-genéticos (i.e. ambientales) son asumidos como
poco influyentes tanto porque son inexistentes como porque se distribuyen al azar a nivel
espacial; el tamaño poblacional efectivo es conocido o puede llegar a ser estimado para todos
los grupos; todos los grupos son contemporáneos y potencialmente pueden intercambiar genes a
través de flujo génico de corta distancia, entre otros. Por lo tanto este último enfoque es
restrictivo y dependiente de parámetros que usualmente son difíciles de estimar sobre todo
cuando se investigan muestras de antigüedad relativa como en el presente caso (ver Powell y
Neves, 1999 sobre el uso del enfoque model bound en muestras tempranas).
Dij2 = ( xi − x j )′Pw−1 ( xi − x j )
123
intragrupal agrupada para las t medidas lineales (Mahalanobis, 1936 en Powell y Neves, 1999).
Dado que las comparaciones incluyen muestras de diferente tamaño algunas de las cuales
poseen un N pequeño inclusive menor que el numero de variables analizadas (N=32) es
necesario llevar a cabo alguna corrección en la estimación de D2. Para ello se usó un enfoque
propuesto por van Vark (1984) para calcular un estimador no sesgado de D2 entre cada par de
distancias denominado ∆2 el cual se calcula de la siguiente manera:
n − k − p −1 n + nB
∆2 = • D2 − A • p
n−k nA • nB
k
donde n es ∑h
g =1
g (el tamaño total de la muestra), k es el total de las muestras comparadas, p el
numero de variables y nA y nB son los tamaños de las muestras cuyos valores D2 fueron
calculados (van Vark et al., 1992; D´Amore et al., 2009; Ramírez Rossi y Sardi, 2010).
mapas de interpolación fueron creados usando tanto el tamaño como la forma de las variables
craneométricas donde la primera es la MG y la segunda los CPs empleando los residuos
derivados del modelo GLM como se indicó arriba. La técnica consiste en graficar a nivel
univariado el tamaño (MG) y las variables de forma (PC1…PCn) contra las coordenadas de
cada muestra (x, y) en un mapa el cual exhibe la estructuración del tamaño y forma craneofacial
a nivel espacial. Finalmente se emplearon otros dos tipos de técnicas para explorar el papel
relativo de diferentes factores ecológicos (tiempo, clima, dieta y economía) en los procesos de
diversificación morfológica ocurridos en la región durante los últimos 10 mil años. Inicialmente
se exploró el papel de la dispersión temporal de las muestras y de los diferentes tipos de
economía sobre la diversidad craneofacial a través de un análisis de la varianza multivariada
MANOVA. Aparte para evaluar la correspondencia entre la variación craneofacial y variables
ambientales (aquí la dieta se incluye como variable ambiental) se emplearon técnicas de
regresión espacial múltiple. En el presente caso se hicieron regresiones de la forma
(componentes principales obtenidos mediante los residuos ver tabla 7.12) y el tamaño
craneofacial (media geométrica) contra diferentes variables que representan la dieta/economía y
proxies climáticos. Rangel et al (2010) y Perez et al (2011) explican en detalle el método para el
lector interesado, no obstante vale la pena mencionar que el mismo se basa en el modelo de
cuadrados mínimos generalizados que a diferencia de la regresión empleando cuadrados
mínimos ordinarios incorpora en la ecuación (Y=XB+ε) el término error (ε) haciendo que el
modelo no asuma una distribución normal de los residuos con varianza constante o que estén
distribuidos independientemente entre las observaciones o poblaciones (Dormann et al., 2007;
Diniz-Filho et al., 2009; Perez et al., 2010). Así en la técnica de regresión espacial la estructura
del error en la matriz de covarianza entre los residuos está diseñada para incorporar la falta de
independencia de las observaciones esperada debido a la distribución espacial de las muestras
poblacionales (Perez et al., 2010, 2011). Se estimó el valor F (incluyendo su significación), R2,
el coeficiente SAR (auto regresión espacial) estandarizado (pendiente de la regresión) y su
significación mediante el estadístico t. Los análisis se hicieron en el programa SAM (4.0 spatial
análisis in macroecology Rangel et al., 2010) empleando el modulo autoregresión espacial
(SAR). Respecto a la dieta se incluyeron razones de isótopos estables de δ13C y δ15N del
colágeno así como frecuencias de caries e índices de dureza o consistencia de los alimentos
(medida como la pendientes de la regresión de un análisis de ejes principales sobre los patrones
de desgaste dental) (Delgado, 2013). Estos datos se presentaron en el capítulo VI y muestran la
diversidad de la dieta en la región en el marco temporoespacial abordado. Los datos
correspondiente a isótopos estables fueron obtenidos de la literatura y de mediciones originales
recientes (ver Delgado, 2007; Delgado et al., 2014), los datos de patologías y desgaste dental
fueron obtenidos por el autor en las mismas muestras analizadas en la presente tesis (ver
Delgado, 2013). Para investigar el clima se emplearon datos mencionados en el capítulo II
127
Los métodos basados en la teoría genética poblacional se emplearon básicamente para sugerir
interpretaciones sobre los tipos de fuerzas tanto direccionales (i.e. selección estabilizadora y
divergente y plasticidad fenotípica) como aleatorias (i.e. flujo génico y deriva-mutación) y/o su
combinación que dirigieron la microevolución craneofacial ocurrida en la región. No obstante
un punto importante de mencionar es que el enfoque model free también puede ser útilmente
empleado (como se mostró arriba) para este fin de forma menos restrictiva debido a que los
métodos model bound descansan algunas veces en supuestos que difícilmente pueden cumplirse
en determinados contextos. Esta situación es más dramática cuando se emplean en muestras
poblacionales de relativa antigüedad como las aquí investigadas para las cuales no tenemos
mucha información sobre parámetros poblacionales básicos como tamaño poblacional efectivo,
heredabilidad de los rasgos, etc. Con esto obviamente no quiere decirse que dichos modelos y
métodos no sean útiles sino que sus resultados deben verse con mucha precaución y de ninguna
manera incontrovertibles. En definitiva lo que se busca es discernir el proceso evolutivo
ocurrido en el Norte de los Andes durante el Holoceno y si el mismo se relaciona
exclusivamente con la acción de factores estocásticos o si otras fuerzas evolutivas como
diferentes tipos de selección y la plasticidad fenotípica intervinieron en la configuración de los
patrones de diversidad craneofacial vistos.
subpoblaciones que reciben mayor flujo génico extrarregional tendrán mayor variación
intragrupal de la esperada, mientras que aquellas que reciben menor flujo génico externo que el
promedio, tendrán menor heterogeneidad de lo esperado (Steadman, 2001). Para cuantificar los
niveles de heterocigosidad dentro de cada región y para calcular las distancias genéticas
mínimas entre subpoblaciones los datos son convertidos a una matriz estándar R o una matriz de
varianza-covarianza de similitud poblacional. La matriz-R puede ser convertida a una matriz
escalada para ajustar estadísticamente potenciales efectos de deriva génica en pequeñas
poblaciones (Steadman, 2001). Dado que seguramente hubo diferencias en el tamaño
poblacional efectivo (Ni) entre los grupos prehispánicos de la región de estudio, se empleó una
matriz-R escalada. Sin embargo el tamaño poblacional prehispánico es extremadamente difícil
de estimar y dado que es necesario incluir un valor de tamaño poblacional efectivo, una
estrategia posible es proporcionar un valor “crudo” de 1 a las muestras de cazadores-
recolectores del Holoceno temprano, medio y tardío inicial y de 2 a muestras de agricultores del
Holoceno tardío final. Estos valores solo sugieren que los grupos agricultores tienen el doble de
tamaño poblacional efectivo que los grupos cazadores-recolectores. Esta suposición sin
embargo no es desproporcionada y está basada en criterios restrictivos, que para los objetivos
del presente trabajo resultan de utilidad. Debido a que los tamaños de las muestras son
pequeños, los elementos de la matriz-R están sujetos a error de muestreo. Entonces siguiendo
los supuestos de Relethford et al (1997), la matriz-R fue convertida a una matriz-R no sesgada.
En este trabajo un valor de h2 = 1 (heredabilidad en sentido estricto) fue usado siguiendo las
indicaciones de Relethford y Blangero (1990), quienes sugieren que dado que el computo de la
matriz de varianza-covarianza genética aditiva intragrupal (G) requiere información sobre la
heredabilidad, cuando las mismas no están disponibles, la matriz de varianza-covarianza
fenotípica ponderada intragrupal (V) puede ser sustituida para proporcionar una estimación del
valor FST. Este método asume que todas las heredabilidades son iguales a 1 (G=V) y que la
matriz de varianza-covarianza genética aditiva es proporcional a la matriz de varianza-
covarianza fenotípica (Cheverud, 1995). Finalmente las distancias biológicas entre muestras
fueron directamente calculadas a partir de la matriz-R escalada y no sesgada. Las mismas fueron
representadas graficando los autovectores de las dos primeras coordenadas principales obtenidas
a partir de la matriz de distancia biológica escalada y no sesgada. Los cálculos fueron realizados
en el programa RMET 5.0 desarrollado por J.H. Relethford de la siguiente forma:
[ E ( Hi )] = ( H t (1 − rii )
129
Ht =
∑ 2 pk qk
n
donde pk y q son las frecuencias alélicas medias ponderadas para el locus k, con la sumatoria
sobre un total de n loci. Las frecuencias alélicas son ponderadas por el tamaño del censo (no el
tamaño muestral) de la población i relativo al censo total de todas las poblaciones. Los
elementos de la matriz-R para las poblaciones i y j calculadas por un alelo dado es
( pi − p)( p j − p)
rij =
P(1 − p)
La matriz-R es el promedio de todos los alelos. Distancia genética de una población al centroide
( rii ) es la diagonal de la matriz-R. La heterocigosidad observada ( Hi ) para una población se
calcula como
Hi =
∑ 2 pik qik
.
n
De esta manera el flujo génico mayor que el promedio se demuestra cuando Hi > E(Hi ) y el flujo
La adaptación del modelo anterior hecha por Relethford y Blangero (1990) para rasgos
cuantitativos es
v w (1 − rii )
E [ vi ] = .
1 − FST
En este modelo la varianza fenotípica promedio esperada de todos los rasgos de la población i es
una función de la variación fenotípica agrupada promedio intragrupal de todos los rasgos para
las poblaciones ( vw ), de la distancia genética del centroide poblacional combinado es rii , y de la
distancia genética promedio sobre todas las poblaciones ( FST ). A partir de los datos originales
una matriz ∆ g x t se forma, donde los elementos de ∆ son las desviaciones de la media grupal
del total de medias para cada rasgo t en la población g. Las medias usadas para calcular los
elementos de ∆ son ponderados por el tamaño del censo poblacional. Usando ∆, una matriz de
codivergencia se calcula
130
C = ∆ G − 1
∆ ′
∑wC i ii
FST = i =1
g
2t + ∑ wi Cii
i =1
C (1 − FST )
R =
2t
Por otro lado se uso el índice de divergencia ∆ de Lynch (1990) de expectativa neutral para
evaluar la divergencia esperada de la forma y tamaño craneofacial únicamente bajo la influencia
de la deriva y las mutaciones entre grupos del Norte de los Andes pertenecientes a diferentes
momentos del Holoceno, aunque como se mostró arriba solo los grupos de la Sabana de Bogotá
presentaron cronologías superiores a los 3000 años 14C AP. Siguiendo a Perez et al (2011) aquí
la forma es definida como los scores de los componentes principales obtenidos a partir de los
residuos y el tamaño como la media geométrica derivada de la estandarización a través de los
radios de Mosiman. Perez y Monteiro (2009) compararon una serie de métodos genético-
cuantitativos para evaluar divergencia incluyendo el de heredabilidad constante (Lande, 1979) y
la prueba β (Ackerman y Cheverud, 2004) y demostraron que el ∆ de Lynch (1990) es más
adecuado en algunos contextos por su eficiencia y simplicidad. Otra característica interesante de
este método es que se basa en pocos supuestos genético-poblacionales debido a que emplea
relativamente pocos parámetros. Así el índice de divergencia ∆ observado se compara con el
valor de divergencia esperado basado en lo reportado en la literatura para evaluar si la cantidad
de divergencia es más baja o alta que lo esperado si la mutación y la deriva génica fueran las
únicas fuerzas evolutivas operando (Lynch, 1990). En este modelo el índice de divergencia se
calcula como
131
donde varB ( lnz) y varW ( lnz ) son los valores inter e intra poblacionales de los cuadrados medios
empleando la forma (PC scores) y el tamaño (MG) como se definieron arriba. Si bien el índice
de divergencia permite comparaciones univariadas al incluir los scores de los CPs es posible
hacer comparaciones cuasi-multivariadas. La MG promedio fue usada como un vector de
tamaño mientras que los PC scores se calcularon basándose en las matrices de covarianza
intragrupal agrupada de los residuos. El uso de un subespacio basado en la matriz de covarianza
intragrupal agrupada indica un enfoque conservador para analizar factores aleatorios porque
dicho subespacio preferencialmente no consiste en direcciones de la variación para la cual la
varianza entre grupos es alta (Perez y Monteiro, 2009; Hube et al., 2010; Perez et al., 2011; de
Azevedo et al., 2011). En este modelo t es el número máximo de generaciones desde la
divergencia y se calcula sumando los tiempos de divergencia a lo largo de cada linaje. Lynch
(1990) estimó el límite superior e inferior para los índices de divergencia en rasgos esqueléticos
de diferentes grupos de mamíferos incluyendo humanos bajo la hipótesis neutral de mutación-
deriva en ∆min = 0.0001 y ∆max = 0.01, respectivamente. La hipótesis nula de neutralidad se
acepta con valores ∆ entre dichos límites y se rechaza con valores mayores que señalan
selección direccional y menores que indican selección estabilizadora. Para la región de estudio
la fecha de poblamiento inicial ha sido establecida sobre una estructura cronológica absoluta ca.
13,000 años 14C AP (Delgado et al., 2015). Fenner (2005) estimó la amplitud temporal de una
generación en años en diferentes grupos humanos actuales tanto industrializados como
cazadores-recolectores y tanto para hombres como para mujeres. Si bien hay diferencias entre
los grupos y los géneros aquí el tiempo promedio de una generación para los grupos cazadores-
recolectores de 28,6 años fue escogido como el más adecuado para representar a grupos del
Holoceno temprano y medio. Por lo tanto se hizo una estimación conservadora de t=454
generaciones (13,000/28,6) para la divergencia de grupos del noroccidente de Sudamérica. Aún
así dado que cada comparación entre cada par de grupos implicó una cantidad específica de
tiempo las generaciones ocurridas desde la divergencia fueron estimadas de acuerdo con los
límites superiores de cada comparación y su diferencia fue dividida por el valor de una
generación para obtener el numero de generaciones ocurridas desde la divergencia (por ejemplo
(8000-1000)/(28,6) =244,7). En concordancia con de Azevedo et al (2011) el ∆ fue calculado
únicamente entre grupos pre 3000 años 14C AP y tardíos dado que el modelo asume ausencia de
flujo génico, el cual puede reducir el grado de diferenciación independientemente del número de
generaciones, y uniformidad de los índices a lo largo de los linajes. La prueba de divergencia ∆
se calculó empleando tres módulos craneales 1) facial, 2) neurocraneal/basal y 3) craneal total
para ver si hay diferencias en su respuesta a la probable desviación de neutralidad. Algunos
132
autores han sugerido que el índice de divergencia delta es más útil para detectar cambios
direccionales no-azarosos entre poblaciones separadas recientemente debido a que después de
largos periodos de tiempo la estabilización de la divergencia borrará toda evidencia de factores
direccionales azarosos o no-azarosos ocurridos durante la fase inicial de divergencia (Perez y
Monteiro, 2009; Perez et al., 2011). A pesar que Lynch (1990) y otros autores (Hubbe et al.,
2010; de Azevedo et al., 2011) calcularon índices entre grupos que divergieron hace varios
miles de años indicando que dicho método es de hecho útil para comparaciones que implican
grandes cantidades de tiempo en la presente investigación se empleó otro método más general
que el anterior para estudiar el patrón multivariado de evolución craneofacial no-estocástica en
la región de estudio. Así la prueba β de Ackerman y Cheverud (2002,2004) basada en los
supuestos teóricos de Lande (1976, 1979, 1980) fue también empleada. Así lo que se pretende
es evaluar escenarios que permitan determinar cuantitativamente si la evolución craneofacial en
el Norte de los Andes ocurrida durante el Holoceno se relaciona con la acción de mecanismos
evolutivos estocásticos como la deriva génica o bien con la acción de mecanismos direccionales
como la selección natural y/o la plasticidad fenotípica (evolución rápida) o combinaciones
complejas. Por lo tanto de acuerdo con la teoría genético poblacional si las poblaciones divergen
debido a procesos evolutivos estocásticos deberá existir una relación proporcional entre los
niveles de variación fenotípica dentro y entre grupos (Lande, 1979). Alternativamente si esta
relación no es proporcional probablemente se deba a la acción de mecanismos no-estocásticos.
Entonces la dispersión esperada de los fenotipos medios poblacionales debido a la acción de la
deriva génica a través de las generaciones es una función de la variación genética, el tamaño
poblacional efectivo y del tiempo de divergencia entre poblaciones (Lande, 1979, 1980). En la
presente investigación los patrones de variación/covariación entre grupos se emplearon para
evaluar a nivel cuantitativo la relación entre los patrones de cambio y de variación morfológica
observados y los esperados según los supuestos de un escenario de evolución neutral. Para
evaluar hipótesis de deriva génica se empleó el modelo de Lande (1979) para comprender la
relación entre el cambio morfológico y la variación/covariación esperada según la acción deriva
génica la cual está dada por la ecuación
Bt = G(t / Ne ) ,
(Lande, 1979, 1980). Los supuestos del modelo inclyen ausencia de selección divergente, un
índice constante de mutaciones pleitrópicas aditivas que mantienen los fenotipos promedios y
las varianzas y covarianzas genéticas aditivas dando origen a matrices G aproximadamente
133
constantes o proporcionales, los cambios en el fenotipo promedio son causados por cambios
genéticos en lugar de respuestas fenotípicas a condiciones ambientales cambiantes (Lande,
1979). Debido a que es extremadamente difícil obtener matrices de varianza/covarianza genética
aditiva (G) temporal y espacialmente afines a las muestras poblacionales estudiadas muchos
autores emplean la matriz de varianza/covarianza fenotípica intra-grupal (W). Varios estudios
han mostrado para rasgos métricos del cráneo que las matrices de varianza/covarianza genética
y fenotípica son proporcionales por lo cual es razonable usar la ultima para sustituir la primera
(Cheverud, 1988; González-José et al., 2004) lo cual resulta en la siguiente ecuación
B ∝ W (t / Ne ) ,
Debido a que t y Ne son constantes para cualquier comparación dada, el patrón esperado de
variación fenotípica entre grupos debería ser proporcional a la variación fenotípica intra-grupal
(B~W), siempre y cuando las poblaciones hayan divergido solo por la acción de procesos
evolutivos azarosos. De forma similar si los patrones de variación no son proporcionales otras
formas de divergencia fenotípica evolutiva pueden haber jugado un rol preponderante.
Siguiendo a Ackerman y Cheverud (2002, 2004) la relación entre W y B se calculó como una
ecuación de regresión lineal posterior al cálculo de componentes principales sobre W para
simplificar los cálculos
1nBi = 1n (t / N e ) + β 1n (Wi ) ,
poblacional. De acuerdo con estos últimos autores sí la diferenciación se dio por deriva se
espera un pendiente (β) de 1 para la regresión de la varianza entre grupos sobre la varianza
dentro de los grupos. A parte una pendiente mayor a uno indica que los primeros CP son más
variables en relación a los otros que lo esperado si solo la mutación/deriva hubiese actuado.
Alternativamente sí la pendiente es significativamente menor a 1 sugeriría que las muestras
poblacionales son relativamente más variables a lo largo de las dimensiones más bajas. Según la
literatura β>1 ocurre debido a un proceso de selección diversificadora sobre las primeras
dimensiones o bien de selección estabilizadora en los CP más bajos y β<1 reflejaría el patrón
contrario, es decir selección diversificadora sobre las dimensiones más bajas y estabilizadora en
las primeras (de Azevedo, 2013). En el presente caso se usaron el total de variables analizadas y
se exploraron las diferencias entre varios módulos craneales: facial, neurocraneal/basal, y
craneal total. Debido a que el tamaño craneofacial es importante de evaluar en modelos de
evolución e índices de divergencia poblacional en el presente estudio la prueba β se llevo a cabo
134
empleando las variables crudas, radios de Mosimann y los residuos multivariados. Una vez más
se emplearon 13 muestras dado que se agruparon las muestras Muiscas de la Sabana de Bogotá
y las del Valle del Cauca para lograr tamaños muestrales adecuados. Los cálculos de la prueba β
se hicieron en el programa libre R (3.1.0-04-2014) con un script escrito y amablemente
compartido por la Dra. Soledad de Azevedo.
Distintas variables presentaron valores atípicos y extremos por encima y por debajo del rango
intercuantil establecido. Los valores atípicos en su mayoría están dentro de los intervalos de
confianza de la variación “normal” de las medidas craneométricas y por lo tanto se conservaron.
Por otro lado los valores extremos se relacionaron principalmente con errores en la digitación
y/o en la medición y en ambos casos fueron eliminados del conjunto de datos. Esto más el
estado de preservación diferencial de los restos óseos investigados permitió la presencia de
valores perdidos. A nivel general el estado de preservación fue bueno/regular y se detectaron
pocos valores perdidos (i.e. ≤ 40%) por muestra y por variable (Tabla 7.4). El método de
imputación múltiple se usó para completar las matrices, la eficiencia del método se evaluó
mediante una prueba t-student para comparar las medias de cada variable con valores imputados
y sin imputar y en ningún caso fueron estadísticamente diferentes. Un ejemplo se presenta en la
tabla 7.5 para Tequendama una de las muestras que integran el grupo temprano de la Sabana de
Bogotá. Aparte algunas variables presentaron una distribución no-normal no obstante
representan menos del 18% del total de las variables y en general no afecta los supuestos de los
métodos multivariados empleados (Tabla 7.6). Una prueba de Levene (Tabla 7.7) para la
homogeneidad de las varianzas entre muestras mostró que las variables son homoscedásticas.
En cuanto al tamaño en la tabla 7.8 se muestra la correlación entre la media geométrica (MG) y
cada variable estandarizada según Mosimann. A pesar que la estandarización reduce el nivel de
correlación siguen existiendo varias que se asocian significativamente. Por otro lado el efecto
global de la deformación según un ANOVA (Tabla 7.9) fue significativo tanto para variables
estandarizadas (Wilks=0.436; F=19; gl= 32; p=0.000) como no estandarizadas (Wilks=0.421;
F=20.2; gl= 32; p=0.000). Una gran cantidad de variables se vieron afectadas sobre todo
relacionadas con el ancho, largo y altura de la bóveda. No obstante un número alto de variables
faciales y de la base también se vieron afectadas lo cual indica que dicho factor afecta a varios
componentes en donde las influencias sobre unos tiene un efecto global en el cráneo. Este
análisis también muestra que tanto el tamaño como la forma se ven afectados por la
deformación y que la práctica común de eliminar las variables deformadas de los análisis de
135
biodistancias para evitar sesgos tampoco es una buena estrategia ya que existen efectos sobre
otros componentes que no intervienen en el procesos de deformación directamente. En la tabla
7.10 se presentan los resultados de la prueba ANOVA para el factor sexo para variables no
estandarizadas (Wilks=0.667; F=7.32; gl= 32; p=0.000) y estandarizadas (Wilks=0.741; F=5.00;
gl= 32; p=0.000). Una vez más la estandarización según Mosimann reduce la cantidad de
variables que se asocian con el factor sexo de 25 a 20 pero no lo elimina completamente. Esto
indica que el tamaño pero sobre todo la forma explica el nivel de dimorfismo sexual en las
variables craneométricas estudiadas. A nivel general la interacción entre la deformación y el
sexo no fue significativa entre las variables craneométricas analizadas (Wilks=0.915; F=1; gl=
32; p=0.097). Cuando se evaluó el factor sexo y deformación empleando residuos con un prueba
ANOVA (Sexo Wilks=1.000; F=0.0; gl= 32; p=1.000) (deformación Wilks=1.000; F=0.0; gl=
32; p=1.000) no se detectó asociación estadística entre estos factores y la variación
craneométrica. Asimismo el nivel de correlación entre la MG y cada variable expresada como
residuos fue nulo (Tabla 7.8). Finalmente la evaluación del error intraobservador indicó una
gran correspondencia entre ambas secciones de medición ya que no se detectó diferencias entre
medias ni en el factor sección de medición según un ANOVA (Wilks=0.729; F=0.0; gl= 23;
p=0.999) (Tabla 7.11). Como se vio en las figuras 7.1 y 7.2 los residuos se comportan mucho
mejor que las variables crudas y/o estandarizadas cuando se trata de “aislar” el efecto tamaño,
sexo y deformación debido a que una vez obtenidos dichas diferencias parecen no manifestarse
en el conjunto de datos.
Tabla 7.2 Matrices empleadas para evaluar múltiples factores sobre la variación craneométrica
Matriz de distancias biológicas D2
Nar Valle Mbog Mboy HM HTM HTI Pan Guan Lac Chit Her CA
Nar 0
Valle 7,97 0
Mbog 6,67 6,37 0
Mboy 8,12 8,36 4,08 0
HM 11,84 11,36 13,98 12 0
HTM 8,66 8,01 8,13 8 6,5 0
HTI 9,34 9,35 13,01 11,32 3,33 7,05 0
Pan 10,42 10,78 8,99 11,7114,85 11,29 17,12 0
Guan 7,51 7,44 4,18 4,93 10,3 7,47 11,64 7,52 0
Lac 7,62 7,64 5,49 9,49 15 10,19 16,09 7,91 7,18 0
Chit 8,21 7,15 2,61 4,7 13,4 8,96 13,26 7,57 2,6 7,6 0
Her 7,91 7,27 3,69 5,0713,03 6,68 11,58 8,2 5,32 9,46 3,86 0
CA 10,85 10,39 8,12 11,9514,35 11,27 17,49 10,22 5,44 8,76 8,44 10,11 0
Matriz de distancias geográficas en km
Nar Valle Mbog Mboy HM HTM HTI Pan Guan Lac Chit Her CA
Nar 0
Valle 300 0
Mbog 515 262 0
Mboy 631 367 119 0
HM 502 240 25 133 0
HTM 493 247 27 145 33 0
HTI 511 251 21 120 13 39 0
Pan 451 182 85 186 62 80 71 0
Guan 768 488 264 146 274 292 262 316 0
Lac 754 492 240 125 257 265 245 312 92 0
Chit 830 548 322 203 332 351 320 376 61 118 0
136
Tabla 7.3. Matrices diseñadas para evaluar diferentes modelos de poblamiento empleando la
variación craneométrica
Niveles variables de diversidad, una población fundadora y diferenciación pos-Holoceno medio (M1)
Nar Valle Mbog Mboy HM HTM HTI Pan Guan Lac Chit Her CA
Nar 0
Valle 1 0
Mbog 1 1 0
Mboy 1 1 1 0
HM 3 3 3 3 0
HTM 3 3 3 3 1 0
HTI 2 2 2 2 3 3 0
Pan 1 1 1 1 3 3 2 0
Guan 2 2 1 1 3 3 2 1 0
Lac 2 2 1 1 3 3 2 1 1 0
Chit 2 2 1 1 3 3 2 1 1 1 0
137
Her 1 1 1 1 3 3 2 1 1 1 1 0
CA 3 3 3 3 3 3 3 3 3 3 3 3 0
Dos poblaciones fundadoras y diferenciación este-oeste (M2)
Nar Valle Mbog Mboy HM HTM HTI Pan Guan Lac Chit Her CA
Nar 0
Valle 0 0
Mbog 2 2 0
Mboy 2 2 0 0
HM 3 3 1 1 0
HTM 3 3 1 1 1 0
HTI 3 3 1 1 1 1 0
Pan 2 2 0 0 1 1 1 0
Guan 2 2 0 0 1 1 1 0 0
Lac 2 2 0 0 1 1 1 0 0 0
Chit 2 2 0 0 1 1 1 0 0 0 0
Her 2 2 0 0 1 1 1 0 0 0 0 0
CA 0 0 2 2 3 3 3 2 2 2 2 2 0
Dos componentes biológicos (M3)
Nar Valle Mbog Mboy HM HTM HTI Pan Guan Lac Chit Her CA
Nar 0
Valle 0 0
Mbog 0 0 0
Mboy 0 0 0 0
HM 1 1 1 1 0
HTM 1 1 1 1 0 0
HTI 0 0 0 0 1 1 0
Pan 0 0 0 0 1 1 0 0
Guan 0 0 0 0 1 1 0 0 0
Lac 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0
Chit 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0
Her 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0
CA 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0 0
Una población fundadora mínima diversificación morfológica (M4)
Nar Valle Mbog Mboy HM HTM HTI Pan Guan Lac Chit Her CA
Nar 0
Valle 0.5 0
Mbog 0.5 0.5 0
Mboy 0.5 0.5 0.5 0
HM 0.5 0.5 0.5 0.5 0
HTM 0.5 0.5 0.5 0.5 0 0
HTI 0.5 0.5 0.5 0.5 0 0 0
Pan 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0
Guan 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0
Lac 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0
Chit 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0
Her 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0
CA 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0.5 0
138
Muestra CAR GUA CHT HER HM HTM HTI MRN BOG PRT SOA NAR LAC PAN COR CER EST GUC MAL SAN
Variable
GOL 0.0 7.1 8.4 36.4 15.6 25.0 36.4 2.6 4.9 11.1 0.0 37.5 21.7 0.0 30.0 10.0 4.0 0.0 37.5 14.3
NOL 8.7 7.1 10.8 27.3 15.6 25.0 36.4 2.6 4.9 11.1 0.0 37.5 26.1 11.1 30.0 10.0 20.0 15.8 37.5 28.6
BNL 30.4 19.6 19.6 27.3 40.0 25.0 36.4 28.2 29.3 22.2 20.7 37.5 39.1 44.4 70.0 10.0 40.0 31.6 37.5 42.9
BBH 30.4 17.9 15.4 27.3 37.8 25.0 27.3 28.2 26.8 25.0 20.7 12.5 43.5 44.4 40.0 10.0 40.0 31.6 50.0 42.9
XCB 0.0 12.5 9.3 27.3 28.9 18.8 9.1 5.1 4.9 11.1 1.7 37.5 21.7 0.0 20.0 10.0 12.0 0.0 25.0 14.3
XFB 4.4 3.6 10.9 36.4 20.0 0.0 0.0 5.1 7.3 2.8 0.0 25.0 8.7 0.0 30.0 10.0 20.0 0.0 25.0 14.3
ZYB 30.4 12.5 12.5 18.2 35.6 18.8 18.2 28.2 24.4 19.4 15.5 25.0 8.7 44.4 40.0 10.0 32.0 21.1 37.5 28.6
AUB 34.8 30.4 5.4 36.4 37.8 31.3 36.4 41.0 26.8 38.9 29.3 31.3 30.4 44.4 40.0 40.0 40.0 36.8 37.5 42.9
WCB 30.4 10.7 18.8 63.6 40.0 25.0 27.3 23.1 29.3 11.1 19.0 12.5 43.5 33.3 30.0 20.0 40.0 31.6 25.0 42.9
ASB 0.0 17.9 13.0 36.4 33.3 25.0 27.3 7.7 24.4 27.8 8.6 31.3 34.8 11.1 40.0 20.0 28.0 36.8 37.5 42.9
BPL 30.4 21.4 5.2 18.2 40.0 25.0 27.7 33.3 26.8 30.6 25.9 31.3 43.5 33.3 40.0 10.0 44.0 36.8 37.5 42.9
NPH 17.4 5.4 20.7 27.3 22.2 0.0 27.3 15.4 19.5 5.6 13.8 12.5 8.7 33.3 40.0 0.0 40.0 36.8 25.0 28.6
NLH 21.7 5.4 25.7 36.4 22.2 0.0 18.2 15.4 17.1 5.6 13.8 12.5 8.7 33.3 40.0 0.0 40.0 31.6 37.5 57.1
NLB 21.7 3.6 12.2 27.3 28.9 0.0 18.2 12.8 14.6 5.6 13.8 12.5 4.4 33.3 10.0 0.0 40.0 31.6 37.5 28.6
MAB 30.4 16.1 10.1 36.4 40.0 6.3 27.3 18.0 17.1 5.6 5.2 12.5 13.0 33.3 30.0 10.0 36.0 36.8 37.5 28.6
MDH 4.4 8.9 18.7 18.2 8.9 18.8 36.4 5.1 2.4 2.8 0.0 25.0 26.1 0.0 10.0 0.0 8.0 15.8 37.5 42.9
MDB 4.4 8.9 5.4 18.2 8.9 18.8 36.4 5.1 4.9 2.8 0.0 31.3 26.1 22.2 10.0 0.0 12.0 10.5 37.5 42.9
OBH 17.4 3.6 2.4 27.3 13.3 0.0 9.1 7.7 17.1 13.9 10.3 12.5 4.4 33.3 20.0 0.0 28.0 42.1 37.5 42.9
OBB 8.7 3.6 11.5 18.2 8.9 0.0 0.0 7.7 12.2 11.1 6.9 6.3 4.4 11.1 20.0 0.0 28.0 47.4 37.5 42.9
DKB 13.0 3.6 31.5 36.4 8.9 0.0 9.1 5.1 9.8 8.3 3.5 0.0 4.4 11.1 30.0 10.0 40.0 42.1 25.0 42.9
ZMB 26.1 8.9 12.5 27.3 28.9 18.8 18.2 20.5 26.8 16.7 15.5 18.8 13.0 33.3 30.0 10.0 40.0 42.1 37.5 42.9
FMB 4.4 1.8 17.8 36.4 11.1 0.0 9.1 0.0 7.3 5.6 3.5 18.8 8.7 0.0 20.0 10.0 16.0 21.1 37.5 42.9
EKB 4.4 1.8 26.7 36.4 11.1 0.0 9.1 0.0 7.3 5.6 3.5 12.5 8.7 0.0 20.0 10.0 20.0 26.3 37.5 42.9
FRC 8.7 7.1 3.9 27.3 8.9 0.0 0.0 0.0 2.4 2.8 0.0 18.8 4.4 0.0 30.0 10.0 24.0 31.6 37.5 42.9
PAC 4.4 12.5 11.8 36.4 20.0 25.0 36.4 2.6 12.2 11.1 -1.7 37.5 26.1 0.0 30.0 10.0 12.0 26.3 37.5 42.9
OCC 26.1 16.1 9.1 36.4 31.1 31.3 36.4 10.3 19.5 19.4 15.5 37.5 34.8 22.2 40.0 20.0 40.0 26.3 37.5 42.9
M9/WFB 13.0 1.8 16.0 27.3 20.0 0.0 18.2 0.0 9.8 2.8 1.7 12.5 8.7 0.0 10.0 10.0 16.0 10.5 37.5 28.6
WMH 13.0 3.6 4.7 36.4 17.8 0.0 18.2 2.6 14.6 -8.3 10.3 25.0 4.4 33.3 10.0 0.0 28.0 36.8 25.0 42.9
JUB 30.4 19.6 20.2 36.4 37.8 25.0 18.2 30.8 29.3 19.4 19.0 12.5 17.4 33.3 40.0 30.0 40.0 36.8 37.5 42.9
XML 34.8 19.6 13.5 36.6 28.9 12.5 27.3 28.2 31.7 33.3 29.3 37.5 3.4 44.4 20.0 40.0 40.0 42.1 37.5 42.9
FOL 34.8 17.9 7.9 36.4 37.8 25.0 27.3 28.2 39.0 36.1 25.9 43.8 43.4 44.4 40.0 40.0 44.0 26.3 37.5 42.9
FOB 30.4 21.4 23.5 18.2 35.6 31.3 27.3 28.2 36.6 30.6 27.6 43.8 43.4 33.3 40.0 40.0 40.0 36.8 37.5 42.9
Total 17.8 11.0 13.6 31.0 24.8 14.2 22.1 14.0 17.5 14.5 11.2 23.8 21.0 22.5 29.7 12.8 29.7 28.1 35.5 38.0
139
Tabla 7.5. Prueba de t entre una de las medias de variables craneofaciales imputadas y sin
imputar para la muestra Tequendama.
Tabla 7.6. Prueba de Shapiro-wilk para la distribución normal de las medidas craneométricas
analizadas
Tabla 7.8. Nivel de correlación entra cada variable (radios de Mosimann y residuos) y la media
geométrica
Tabla 7.9. Prueba ANOVA entre las medidas craneométricas estandarizadas y no-
estandarizadas y el factor deformación.
Tabla 10. Prueba ANOVA entre las medidas craneométricas estandarizadas y no-estandarizadas
y el factor sexo.
Tabla 7.11. Evaluación de la correspondencia entre dos secciones de medición empleando una
prueba t-student y ANOVA (variables crudas en mm).
VII.5.2. Model free: Historia poblacional Holocénica del Norte de los Andes
En las tablas 7.12-7.14 y las figuras 7.3-7.5 se presentan los resultados de los ACP. En el
presente estudio se conservaron y se analizaron los componentes principales con un autovalor
mayor a uno siguiendo el criterio conservador de Kaiser (Powell y Neves, 1999). Asimismo los
autovectores fueron considerados significativos dependiendo de la estructura de los datos. Así el
valor de corte de significación varió de 0,3 a 0,5 (tanto positivo como negativo). La tabla 7.12 y
la figura 7.3 muestran el ACP entre todos los grupos. Para este análisis especifico se agruparon
las muestras Muiscas ya sean de Bogotá o de Boyacá bajo un mismo rotulo así como las
muestras del Valle del Cauca tanto del periodo temprano como tardío. Se conservaron 5
componentes que explican el 52,4% del total de la varianza. De acuerdo con el gráfico de
dispersión los dos primeros componentes (31,7% de la varianza) muestran que la variación
craneofacial en el Norte de los Andes se estructura siguiendo varios factores entre ellos tiempo,
146
Debido a que es informador evaluar por separado la diversidad craneofacial de los principales
grupos cronológicos aquí investigados también se hicieron ACP dividiendo la muestra total en
14 14
grupos pre-3000 C AP y post-2500 C AP. Los resultados se vuelcan en la tabla 7.13 y la
figura 7.4 los cuales revelaron diferencias interesantes entre el Holoceno temprano/medio y el
Holoceno medio y Holoceno tardío inicial. Los primeros 6 componentes explicaron el 57,1% de
la varianza. El CP1 (17% de la varianza) se correlacionó con 6 variables de las cuales 4 poseen
autovectores negativos significativos (-≥ 0,4) y 2 positivos significativos (≥ 0,4). Las variables
con coeficientes positivos sugieren cambios en la base y la cara (anchos) mientras que las
variables con coeficientes negativos indican la importancia de la longitud y ancho de la bóveda
así como el ángulo de la base. Esta morfología caracteriza a la muestra del Holoceno
temprano/medio y se relaciona con los rasgos típicos de paleoamericanos es decir cráneos
dolicocéfalos y angostos con marcado prognatismo y base alargada. Aún así en las muestras
tardías también se observan cambios en la región facial aunque también en la base, aumento de
la globularidad del neurocráneo y de manera interesante se resalta el incremento del tamaño del
mastoides. Esta morfología se relaciona con grupos del Holoceno medio y tardío inicial y revela
transformaciones ocurridas en momentos posteriores al Holoceno medio. El CP2 (11,3% de la
varianza) muestra una estructura un poco más compleja donde 5 variables con autovectores
significativos fueron identificados de los cuales 3 poseen coeficientes negativos y 2 positivos.
Los negativos caracterizan al ancho de la región facial media y el incremento de globularidad
del neurocráneo y los positivos definen la altura facial y longitud occipital. Diferente al CP1
este no diferencia entre la muestra del Holoceno temprano y las del Holoceno medio y tardío
inicial sino que tiende a resaltar las diferencias generadas a partir del Holoceno medio. Esto
indicaría que hubo cambios en la morfología craneofacial en ese momento. Los CP3-4 (9% y
7,8% de la varianza respectivamente) caracterizan el ancho del neurocráneo y occipital
(coeficientes negativos) y la longitud de la base (coeficientes positivos). Los CP5-6 (6.1% y
5.8% de la varianza respectivamente) el primero se relaciona con el ancho del neurocráneo y de
la región facial media y el segundo con la altura craneal y de la región nasal, ángulo de la base,
ancho del maxilar y el ancho de la región facial inferior. La figura 7.4 ejemplifica bastante bien
las diferencias vistas en los dos primeros CP ya que tiende a reflejar diferencias entre los grupos
del Holoceno temprano medio y las del Holoceno medio/ Holoceno tardío inicial. Las elipses
del 90% de probabilidad muestran la mayor dispersión de la muestra HTM y la distribución más
acotada de los grupos HM y HTI. Los centroides también muestran diferencias en los tres
grupos donde de hecho los centroides del HM y HTI poseen gran similitud al mismo tiempo que
se diferencian del HTM.
Finalmente, el ACP (51% de la varianza) analizando solo a los individuos tardíos se presenta en
la tabla 7.14 y la figura 7.5 donde se retuvieron los 5 primeros CPs. El CP1 (19% de la
148
variación) tiende a diferenciar a grupos con un neurocráneo corto, orbitas bajas y menor
longitud medial facial y del formen mágnum como los del Valle del Cauca y Nariño
(suroccidente de Colombia) y el patrón opuesto en Chibcha hablantes de la Cordillera Oriental
menos los muiscas de la Sabana de Bogotá. Ese mismo CP diferencia a otros grupos con un
cráneo alto y un neurocráneo, base y región facial media ancha como los grupos del Valle del
Cauca y el patrón contrario entre todos los demás grupos. El CP2 (9,8% de la varianza) no es
tan homogéneo y caracteriza a individuos con cráneos altos, mayor longitud medial facial y
basal media así como ancho del neurocráneo. El CP3 total (8,3% de la varianza) solo caracteriza
a grupos con la base media y región facial media angosta (muisca y Cordillera Oriental. El CP4
total (7,4% de la varianza) por otro lado define morfologías con mayor ángulo de la base y
longitud facial y basal media así como mayor longitud del parietal (globularidad). El CP5 (6,3%
de la varianza) también refleja patrones diferentes donde se resaltan diferencias en el
neurocráneo. Los grupos que se caracterizan por altos valores de longitud/ancho del
neurocráneo pertenecen a la Sabana de Bogotá y el patrón opuesto en el Valle del Cauca y la
Costa Atlántica mientras que el ancho del mastoides/altura orbital es mayor en grupos de la
Cordillera y algunos muiscas y el patrón contrario se evidencia en el Valle. Al igual que en el
ACP total y como se aprecia en la figura 7.5 este análisis muestra una diferenciación
coincidente con la geografía y la diversidad lingüística donde grupos con lenguas Karib y
Chibcha (norte y noroccidente de Colombia) se diferencian de grupos con lenguas del
suroccidente (Valle) y Quillacinga del sur de Colombia. Los centroides y las elipses de
confianza muestran la superposición entre los clusters que representan dicha división geográfica
lo cual revela similitud fenotípica al interior de ellos.
Aparte se llevo a cabo un análisis de funciones discriminantes (AFD) entre las muestras del
Norte de los Andes básicamente con dos propósitos 1) para obtener medias de distancia
biológica D2 entre cada par de muestras y 2) para obtener el porcentaje de clasificación correcto
por muestra basándose en las probabilidades típicas. Dado que varios grupos tardíos mostraron
una relación cercana según los ACPs para este análisis en particular se agruparon siguiendo un
criterio lingüístico y/o geográfico. Este procedimiento también aseguro tamaños muestrales más
adecuados para los análisis de biodistancias. Así los grupos de la Costa Atlántica y Panche se
agruparon bajo su característica lingüística común en karib-hablantes (KAR), los grupos
muiscas de la Sabana de Bogotá (Bogotá, Portalegre y Soacha) también se agruparon bajo el
rotulo muiscas de Bogotá (MBOG). La muestra música de Boyacá (MBOY) no se agrupo dado
que los ACPs revelaron diferencias importantes respecto a los grupos de la Sabana. Por último
todas las muestras del Valle geográfico del río Cauca fueron agrupadas bajo esa característica
geográfica (Valle). El AFD entre 12 muestras usando 32 variables craneométricas expresadas
como residuos mostró diferencias significativas entre todas las muestras (lambda de Wilks
149
0,0573 aprox. F (325,4839)=4.3367 p<0,000). Los resultados se presentan en las tablas 7.15-
7.16 y la figura 7.6. En la tabla 7.15 se presentan los autovalores, la proporción de varianza
explicada y acumulada y una prueba de χ2 para evaluar la significación de cada raíz. Las 8
primeras raíces mostraron un valor χ2 significativo, presentaron los autovalores más altos y
expresan el 96% de la dispersión. En la tabla 7.16 se presentan los coeficientes estandarizados
para las 32 medidas craneométricas en las tres primeras raíces canónicas cuyos altos valores,
independientemente del signo, al igual que con el ACP representan las medidas que discriminan
mejor entre grupos. Así la raíz 1 parece discriminar entre grupos con neurocráneos bajos, largos
y angostos, base alargada, procesos mastoides anchos y largos, caras angostas y altas, narices
altas y largas y con un foramen mágnum largo y ancho. Esta morfología caracteriza a los grupos
tempranos como se aprecia en la figura 7.6 y el patrón morfológico contrario define a los grupos
tardíos. La raíz dos discrimina entre grupos con cráneos altos y grupos con neurocráneos largos.
Finalmente la tercera raíz indica un patrón contrario al de la primera raíz es decir resalta la
morfología de los grupos tardíos con cráneos cortos, frentes y narices anchas, procesos
mastoides pequeños y delgados así como orbitas anchas mejillas altas y con un foramen
mágnum angosto. En la tabla 7.17 se indican los resultados de la clasificación basada en las
probabilidades típicas tanto regular como la realizada a través de una técnica de remuestreo
(jackknife) para cada muestra. Los porcentajes de clasificación correcta regular variaron de
36,4% a 83,2% con un porcentaje promedio de 66.7% mientras que la clasificación jackknife
varió de 45.4% a 89% con un promedio de 71,7%. En general ambas clasificaciones no
difirieron mucho como lo indican los promedios así que el AFD se basa en un alto porcentaje de
clasificaciones correctas. En la figura 7.6 se presenta un gráfico de dispersión de las dos
primeras raíces mostrando las relaciones entre 12 muestras del Norte de los Andes obtenido a
través de un AFD. En general este gráfico es muy similar al ACP empleando el total de los
individuos y básicamente diferencia a los grupos tempranos y del Valle del Cauca de los grupos
tardíos de la Cordillera Oriental, la Sabana de Bogotá y el Norte de Colombia.
Por último en la tabla 7.18 se muestra la matriz de distancias D2 y ∆2 entre cada par de muestras.
En general las relaciones evolutivas no difirieron mucho después de hacer la corrección por
tamaño muestral. Las afinidades poblacionales se presentan en la figura 7.7 por medio de un
análisis de coordenadas principales incluyendo líneas de conectividad (minimun spanning tree)
figura 7.7A y un árbol consenso neighbor-joining con remuestreo (bootstrap 5000 iteraciones)
figura 7.7B La matriz y los gráficos muestran una configuración relativamente similar a los
análisis factoriales empleados (PCA, AFD) esto es diferenciación entre los grupos tempranos de
la Sabana de Bogotá respecto a los demás tardíos de todas las regiones a excepción de los
grupos del Valle del Cauca los cuales exhiben alguna similitud y diferenciación entre grupos del
Norte de Colombia y chibcha-hablantes de la Cordillera Oriental y la Sabana de Bogotá así
150
como entre grupos del suroccidente de Colombia. Asimismo los grupos tempranos exhiben
diferencias entre sí ya que la muestra del Holoceno temprano medio es estadísticamente
diferente de las del Holoceno medio y tardío inicial respectivamente. La muestra del sur de
Colombia (Nariño) es un outlier respecto a los demás tardíos aunque se conecta con la muestra
del Valle como en los demás análisis reflejando alguna relación. Otro aspecto interesante es la
relación de los grupos karib-hablantes con grupos Chibcha-hablantes no obstante esto no es
sorprendente dado que existen muchos grupos de lengua chibcha en la costa Atlántica de
Colombia lo cual sugeriría posiblemente flujo génico. Llama la atención la diferenciación de los
grupos Muiscas de Boyacá y los Muiscas de Bogotá la cual podría explicarse a nivel temporal
es decir la muestra de Boyacá pertenece al periodo tardío y algunas de Bogotá al periodo
Muisca temprano, no obstante otras explicaciones son posibles como origines poblacionales
distintos y/o índices de flujo génico diferenciales.
Como se mostró en los análisis anteriores la variación craneofacial en el Norte de los Andes
parece estructurarse siguiendo diferentes factores entre ellos tiempo, economía, geografía,
afinidad lingüística así como probablemente con variables ambientales (dieta y clima). No
obstante hasta este punto no es posible saber que factor o factores explican mayoritariamente la
diversidad y cuál es la naturaleza de su interacción. Un paso previo necesario es analizar la
estructura espacial de la diversidad morfológica craneofacial lo cual se hizo a través de métodos
de autocorrelación espacial empleando autocorrelogramas y el estadístico de correlación I de
Moran como se explicó arriba. Se emplearon los promedios de la MG (tamaño) y los
componentes principales (forma alométrica) usando los residuos (ver tabla 7.12) de 13 muestras
del Norte de los Andes (muestras del Valle del Cauca y Muiscas de Bogotá agrupadas). En la
tabla 7.19 y la figura 7.8 se presentan los resultados del análisis de autocorrelación espacial. De
las 6 clases de distancia las cuatro primeras presentaron la mayor cantidad de pares y por lo
tanto son las más confiables. Esto se relaciona con la distribución espacial de las muestras la
cual posee un tamaño relativamente pequeño (ca. 1100 km). El correlograma del tamaño del
cráneo (MG) presentó un valor significativo corregido por Bonferroni (p=0,03422) y mostró un
patrón de variación clinal parcial (patrón de depresión) que afectó aproximadamente la mitad de
la distribución de la región (0-600 km) que se caracteriza por valores positivos y significativos
en las primeras clases (150 km) y negativos y significativos en las ultimas (600 km). Esto
sugiere según la literatura que hay mayor similitud morfológica entre muestras ubicadas a corta
distancia y el patrón contrario a mayor distancia geográfica (Barbujani, 2000; Bernal et al.,
2010; Perez et al., 2011). Por otro lado la forma alométrica (CP1-5) no mostró estructuración
espacial evidenciando un patrón aleatorio de la variación morfológica craneofacial. Por lo tanto
es posible inferir que la autocorrelación espacial afecta poco la variabilidad craneométrica en el
Norte de los Andes. El único componente que presentó un valor significativo para el
151
correlograma fue el CP4 7.3% de la variación (corregido por Bonferroni p=0,04776) el cual esta
correlacionado (autovectores +/-3.0 p=0.05) con el ancho de la cara (ZYB), el ancho y largo de
la base (AUB, BNL, BPL) y el largo del neurocráneo (PAC, OCC). El coeficiente alto y
positivo en el intervalo 3 (300-450 km) indica que los grupos ubicados en ese rango son más
similares entre sí que lo esperado por azar. Los CP2 y CP3 presentaron valores de significación
cercanos al valor de corte en el primer (0-150) y quinto intervalo (600-750) respectivamente con
coeficientes positivos y negativos lo cual indica que de alguna manera los grupos son muy
similares en el CP2 y muy diferentes en el CP3 aunque este último está basado en 6 pares
únicamente. Aún así ambos correlogramas presentaron valores no significativos por lo cual la
estructura espacial es difusa y difícil de interpretar. Aparte se calcularon coeficientes de
correlación entre la latitud y la longitud y la MG y los CP1-5. Ninguna comparación produjo
valores significativos a excepción de los CP3 y CP4: CP3*latitud r=-0.741 p=0.001;
CP3*longitud r=-0.741 p=0.001 y CP4*latitud r=-0.723 p=0.001; CP4*longitud r=-0.723
p=0.001. El CP3 se correlaciona con la longitud medial facial y basal (BNL, BPL), ancho
craneal (ZYB, AUB, ASB, JUB) y con la altura facial y nasal (NPH, NLH) y como se mostró
arriba el CP4 se correlaciona con el ancho de la cara, ancho y largo de la base y el largo del
neurocráneo. Esto junto con los correlogramas indica que probablemente parte de la variación
morfológica craneofacial en el Norte de los Andes varia en dirección sur-norte y oeste-este
fijando un patrón similar al de aislamiento por distancia. Dado que el análisis de autocorrelación
indica a nivel general que la variación craneofacial en forma alométrica está poco influenciada
por la estructura espacial se emplearon análisis de correlación de matrices para evaluar en forma
complementaria el efecto de la geografía, el cima así como del tiempo y de la variación
lingüística sobre la diversidad craneofacial. En las tablas 7.20-7.23 se presentan los resultados
de las pruebas de Mantel y Smouse-Long-Sokal donde se evalúan los factores mencionados.
Cuando se investigó el papel de la geografía y el clima empleando todos los grupos sobre la
variación craneométrica la correlación fue no significativa lo cual corrobora el análisis de
autocorrelación espacial (Tabla, 7.19). El tiempo por otro lado si parece estar correlacionado
significativamente con la variación morfológica tal y como se ve en los análisis de
componentes principales, funciones discriminantes y de biodistancias (D2 y ∆2) donde las
muestra tempranas tienden a diferenciarse de las tardías (Tabla 7.20). Cuando tanto la geografía
como el tiempo y el clima se mantuvieron constantes los resultados varían, es decir no solo el
primero sino también el clima explican parte de la diferenciación (Tabla 7.22-7.23). Una mirada
detallada muestra que el tiempo es el factor más importante en la diferenciación morfológica
vista en la región y al mantener los efectos de la geografía y el clima constantes el coeficiente se
incrementa mostrando que tanto la geografía como el clima también influencian la
diversificación morfológica aunque en menor medida. A parte cuando se investigó únicamente a
los grupos tardíos la diversidad biológica, lingüística y climática están correlacionadas lo cual
152
corrobora los análisis previos donde las muestras tardías se agrupan según su afinidad
lingüística (diferencian a Macro-Carib (CA-PAN) de Chibcha-Paez (Chibchas de la Sabana de
Bogotá y Cordillera Oriental y Andes del sur) y distribución geográfica la cual está parcialmente
influenciada por el clima. De manera interesante la distancia lingüística y la geográfica
presentan el mejor ajuste lo cual sugiere que la relación espacial vista entre los grupos tardíos no
se explica tanto por similitud fenotípica sino por similitud lingüística lo cual está de acuerdo con
los resultados aquí expuestos (Tabla, 7.21). El coeficiente de correlación bajo pero significativo
entre la matriz lingüística y climática sugiere alguna importancia de la clima en la
diferenciación lo cual está probablemente relacionado con la distribución geográfica. La
correlación entre la distancia biológica y la climática manteniendo constante el tiempo fue
14
significativa indicando que posterior a los 3000 años C AP parte de la diferenciación
morfológica se relaciona con la diversidad climática (Tabla, 7.23). Un análisis adicional de
correlación entre la distancia geográfica y la diversidad craneométrica entre los grupos tardíos
(Figura, 7.9) corrobora la prueba de mantel donde se observa que a menor distancia geográfica
no necesariamente hay valores bajos de distancia biológica aunque hay una leve tendencia hacia
el incremento de la distancia geográfica y biológica. El coeficiente r2 es bajo y no significativo
(0,137) y el r de Pearson es solo marginalmente significativo (0,377 p<0,02). Esta tendencia
geográfica poco clara se ve reflejada en los mapas de interpolación los cuales muestra que para
el tamaño (Figura, 7.10) y la forma (Figura, 7.11) craneofacial los valores más altos para el
tamaño son los de los grupos tempranos de la Sabana de Bogotá y tardíos del Valle del Cauca y
los más bajos en la periferia básicamente en el sur, nororiente y norte de Colombia. Respecto a
la forma existe un patrón relativamente similar con valores altos entre los grupos tempranos de
la Sabana de Bogotá y la Cordillera Oriental y valores bajos en el Suroccidente (Nariño, Valle
del Cauca), nororiente y norte de Colombia a lo largo del CP1. La tendencia vista en ambos
mapas de interpolación sugiere que aún en la dimensión espacial la diferencia más notoria se da
entre los grupos tempranos de la Sabana y los tardíos de la misma región así como del resto del
Norte de los Andes dado que presentan morfologías disímiles y en muchos aspectos opuestas.
En la tabla 7.24 se presentan los resultados de una prueba ANOVA evaluando los factores
periodo (Holoceno temprano/medio, Holoceno medio, Holoceno tardío inicial y Holoceno
tardío final) y economía (cazador-recolector, agricultor incipiente y agricultor intensivo).
Ambos factores poseen efectos globales significativos periodo (Wilks=0.284; F=6.03; gl= 96;
p=0.000) y economía (Wilks=0.365; F=7.61; gl= 64; p=0.000) lo cual indica que efectivamente
explican parte de la diversidad craneofacial en la región de estudio. La prueba de variabilidad
intragrupal del modelo versus la variabilidad intragrupal residual (Tabla 7.24) mostró que
diferentes variables se ven afectadas por los factores analizados pero de forma similar lo cual
indica que no es posible diferenciar si la economía y/o la cronología o una interacción compleja
153
temperatura medial anual con un valor r alto aunque no significativo que indicaría que la
consistencia varía relativamente de acuerdo con la temperatura y la altitud.
Tabla 7.12 ACP (52.4% de la varianza) entre grupos del Norte de los Andes
Variable/ CP1 CP2 CP3 CP4 CP5
CP 23% 8.7% 7.5% 7.3% 5.8%
var* var var var var
GOL 0.84 0.13 0.12 -0.02 0.30
NOL 0.81 0.12 0.12 -0.04 0.39
BNL 0.42 -0.47 -0.32 -0.29 0.20
BBH 0.33 -0.51 0.20 0.19 -0.02
XCB -0.69 -0.39 -0.23 -0.13 -0.22
XFB -0.56 -0.60 -0.16 0.04 -0.09
ZYB -0.41 -0.02 -0.49 -0.31 -0.22
AUB -0.51 -0.05 -0.50 -0.37 0.34
WCB -0.52 0.13 0.17 0.11 -0.08
ASB 0.28 -0.33 -0.39 -0.24 -0.08
BPL -0.19 -0.32 0.49 0.54 -0.34
NPH -0.09 -0.29 0.31 -0.22 -0.07
NLH -0.18 0.30 0.30 -0.08 -0.09
NLB 0.11 -0.04 0.15 0.09 0.09
MAB 0.27 -0.19 0.10 -0.11 0.21
MDH 0.41 -0.20 -0.25 0.03 0.01
MDB -0.17 -0.04 -0.10 0.07 0.07
OBH 0.05 -0.29 -0.02 0.05 -0.12
OBB 0.20 -0.07 0.04 -0.03 0.14
DKB 0.24 0.05 0.16 -0.03 0.08
ZMB 0.27 -0.23 0.19 -0.04 0.08
FMB -0.37 0.00 0.22 0.13 0.09
EKB -0.38 0.00 0.27 0.13 0.11
FRC 0.37 0.19 -0.09 0.17 -0.18
PAC 0.54 0.27 -0.19 -0.60 -0.30
OCC -0.20 -0.07 -0.05 0.31 0.52
M9/WFB -0.36 0.21 -0.05 0.14 0.07
WMH -0.20 -0.20 -0.13 -0.08 0.03
JUB -0.45 -0.16 -0.39 0.08 0.14
XML -0.01 -0.17 0.06 -0.07 0.01
FOL -0.02 -0.16 -0.22 -0.03 0.04
FOB -0.06 -0.15 -0.22 0.03 0.08
*coeficientes de correlación negativos (en negrita) y positivos (en cursiva y subrayados) significativos (>
0.3).
155
Figura 7.3. ACP (31.7% de la varianza) entre grupos del Norte de los Andes. Las elipses
representan el 90% de probabilidad. Los números corresponden a los centroides de cada grupo.
Códigos de las muestras como en la tabla 6.1.
156
Tabla 7.13. ACP entre grupos tempranos del Norte de los Andes (CP1-CP6) 57.1% del total de
la varianza
Variable/ CP1 17 CP2 11.3 CP3 CP4 CP5 6.1 CP6
CP % var % var 9 % var 7.8% var % var 5.8 %
var
GOL -0.826 0.014 -0.118 -0.251 0.329 -0.037
NOL -0.820 0.074 -0.221 -0.268 0.312 -0.050
BNL -0.459 0.154 0.113 -0.275 -0.289 0.466
BBH -0.386 -0.114 -0.082 -0.110 -0.356 0.564
XCB 0.205 -0.047 -0.494 -0.081 -0.412 0.155
XFB -0.025 -0.272 -0.592 -0.374 -0.385 0.124
ZYB 0.229 -0.533 0.281 -0.367 0.438 0.204
AUB 0.415 -0.593 -0.074 -0.168 0.174 -0.049
WCB 0.264 -0.187 -0.256 -0.534 0.138 -0.210
ASB -0.372 0.361 -0.473 0.110 0.236 0.014
BPL -0.066 0.246 0.593 -0.597 -0.263 -0.174
NPH -0.194 0.485 0.218 -0.045 -0.105 -0.178
NLH 0.121 0.395 0.314 0.188 0.077 0.447
NLB 0.046 -0.203 0.241 0.164 0.301 0.209
MAB 0.140 0.022 -0.020 -0.149 -0.028 -0.463
MDH 0.031 0.261 0.226 0.367 0.061 -0.048
MDB 0.141 -0.215 0.066 0.303 0.077 0.028
OBH -0.067 0.090 0.078 0.076 0.229 0.140
OBB 0.135 -0.123 -0.084 0.024 0.040 -0.168
DKB -0.022 -0.022 -0.100 -0.139 0.034 0.029
ZMB 0.162 -0.126 0.285 0.066 0.156 0.595
FMB 0.265 -0.345 -0.201 0.015 -0.082 0.014
EKB 0.238 -0.314 -0.207 -0.026 -0.020 -0.083
FRC -0.376 -0.240 -0.030 -0.010 -0.208 -0.010
PAC -0.687 -0.530 0.207 0.215 -0.202 -0.158
OCC 0.178 0.493 -0.139 -0.267 -0.026 0.033
M9/WFB 0.225 -0.326 -0.460 -0.143 -0.207 -0.077
WMH -0.001 0.037 0.012 0.063 0.117 -0.043
JUB 0.462 -0.196 -0.054 0.087 -0.198 -0.187
XML 0.334 -0.017 -0.088 0.160 -0.172 -0.189
FOL -0.001 0.034 -0.018 0.368 0.046 -0.141
FOB 0.032 0.269 -0.167 0.120 -0.152 -0.084
*coeficientes de correlación negativos (en negrita) y positivos (en cursiva y subrayados) significativos
(>0.4).
157
Figura 7.4. ACP (37.1% de la varianza) entre grupos tempranos (pre-3000 14C AP) del Norte
de los Andes. Las elipses representan el 90% de probabilidad. Los números corresponden a los
centroides de cada grupo. Códigos de las muestras como en la tabla 6.1.
158
Tabla 7.14. ACP entre grupos tardíos del Norte de los Andes (CP1-CP5) 51% del total de la
varianza empleando 32 variables craneométricas
CP1 CP2 CP3 CP4 CP5
19% 9.8% 8.3% 7.4% 6.3%
var var var var var
Figura 7.5. ACP (28.8% de la varianza) entre grupos tardíos del Norte de los Andes. Las
elipses representan el 90% de probabilidad. Los números corresponden a los centroides de cada
grupo. Códigos de las muestras como en la tabla 6.1.
Tabla 7.16. Coeficientes estandarizados de 32 medidas craneométricas para las tres primeras
raíces canónicas
Figura 7.6. Gráfico de dispersión de las dos primeras raíces canonícas (R1 36.5% y R2 19.6%
de la dispersión) mostrando las relaciones entre 12 muestras del Norte de los Andes. Códigos de
las muestras como en la tabla 6.1
Tabla 7.18. Matriz de distancias D2 y ∆2 entre cada par de muestras investigadas. Por encima de
la diagonal valores D2 por debajo de la diagonal valores ∆2
Muestra Guan Chit Her MBoy MBog HTI Nar Lac Valle Kar HM HTM
Guan 0.00 2.59 5.28 4.82 4.11 11.58 9.35 7.06 7.40 6.26 10.23 7.44
Chit 1.05 0.00 3.86 4.65 2.58 13.25 8.13 7.55 7.15 8.80 13.39 8.97
Her 1.40 0.81 0.00 5.07 3.69 11.60 10.90 9.45 7.28 9.96 13.05 6.70
MBoy 3.45 1.71 1.38 0.00 4.09 11.34 8.16 9.51 8.37 11.19 12.02 8.00
MBog 2.34 1.36 1.11 3.72 0.00 13.03 8.68 5.49 6.38 7.65 14.01 8.14
HTI 5.74 4.90 2.58 5.48 8.45 0.00 9.50 16.12 9.36 16.98 3.34 7.06
Nar 4.40 2.21 1.92 3.75 3.36 5.08 0.00 7.32 4.96 10.35 11.45 8.58
Lac 2.81 2.43 2.21 4.14 3.41 6.23 3.96 0.00 7.64 7.83 15.02 10.19
Valle 6.69 4.18 2.15 7.65 11.0 5.46 3.15 5.04 0.00 10.06 11.38 8.02
Kar 3.11 3.38 2.49 5.70 6.02 7.75 4.66 3.11 8.11 0.00 13.79 11.11
HM 6.44 5.94 3.34 7.58 13.7 1.60 6.42 7.15 9.91 8.07 0.00 6.51
HTM 3.27 3.06 1.59 3.86 5.52 2.84 3.75 3.89 5.44 4.83 3.29 0.00
2
Valores en negrita denotan distancias significativas al nivel p>0.001. D =valores F (gl=32,461).
162
Figura 7.8. Autocorrelogramas de tamaño geométrico (MG) y forma alométrica (CP1-5) para
13 muestras del Norte de los Andes (muestras del Valle del Cauca y Muiscas de Bogotá
agrupadas) empleando 32 variables craneométricas. En el eje-x clases de distancia geográfica en
kilómetros y en el eje-y coeficientes de autorcorrelación I de Moran. Los círculos rojos denotan
coeficientes estadísticamente significativos. Códigos de las muestras como en la tabla 6.1
Tabla 7.20. Prueba de Mantel entre matrices de distancia biológica, geográfica y temporal
empleando todos los grupos
D2 Geográfica Tiempo
2
D 0
Geográfica 0,079 0
Tiempo 0,438* -0,258 0
Clima 0.172 0.337 -0.138
Valores P después de la corrección Bonferroni α=0.025*
165
Tabla 7.21. Prueba de Mantel entre matrices de distancia biológica, geográfica, temporal y
lingüística empleando únicamente los grupos tardíos (≤ 2500 años 14C AP)
D2 Geográfica Tiempo Lingüística
2
D 0
Geográfica 0.315 0
Tiempo -0.044 -0.003 0
Lingüística 0.495* 0.574* -0.010 0
Clima 0.377* 0.143 -0.061 0.395*
Valores P después de la corrección Bonferroni α=0.017*
Figura 7.9. Correlación entre la distancia geográfica (km) y la distancia biológica (D2) entre
grupos tardíos. La línea recta denota la pendiente de la regresión y las líneas punteadas denotan
las bandas de regresión del 95% de probabilidad.
166
Figura 7.10. Mapa de interpolación de la tendencia geográfica del tamaño craneofacial según la
media geométrica (MG) en muestras del Norte de los Andes.
167
Tabla 7.24. Prueba ANOVA entre el factor periodo y economía para 32 variables
craneométricas
Tabla 7.25. Matriz de datos empleada en los análisis de regresión de la dieta y el clima sobre la variación craneométrica (tamaño MG y forma PC1-5).
Caries
Muestra Latitud Longitud δ13Ccol δ15N % Dureza Temperatura Precipitación Altitud MG PC1 PC2 PC3 PC4 PC5
Nariño 1.205 -77.27 -10.7 7 81.2 0.25 19.1 1253 1796 68.506 -0.095 -0.087 0.023 0.063 0.087
Valle 3.696 -76.26 -11.71 8.51 35 0.25 23.8 908 961 69.735 -0.040 -0.056 0.004 0.040 0.059
Mbog 4.598 -74.07 -12.1 11.3 13.8 0.75 13.5 972 2556 69.338 -0.032 -0.026 -0.001 -0.015 0.003
Mboy 5.504 -73.48 -11 9.2 14.7 0.25 12.9 641 2750 68.679 0.044 0.053 0.030 0.062 -0.049
HM 4.610 -74.29 -20.21 8.9 6.0 0.997 11.22 5502 2556 68.958 0.100 0.102 0.004 0.016 -0.089
HTM 4.358 -74.13 -20.53 8.6 9.6 1.347 9.22 7502 2556 68.793 0.093 0.094 0.026 0.033 -0.042
HTI 4.708 -74.23 -14.69 7.12 10.6 0.527 12.52 8502 2556 69.568 0.088 0.075 0.015 0.070 -0.070
Panche 4.506 -74.84 -16.86 9.2 8.07 0.25 23.9 1708 920 69.413 -0.017 0.033 0.022 -0.094 0.115
Guane 6.776 -73.09 -12.31 11.11 33.8 0.25 21 1253 1018 67.928 0.010 0.010 -0.028 -0.063 -0.031
Lache 6.148 -72.55 -12.51 10.21 30.5 0.25 13 641 3100 68.383 0.043 0.016 -0.004 -0.063 0.011
Chit 7.199 -72.76 -11.81 8.21 25.6 0.25 12 1000 2700 68.798 -0.048 -0.039 -0.024 -0.040 0.032
Herrera 4.743 -74.31 -13.7 7.1 22.4 0.25 13.5 972 2556 70.159 -0.061 -0.034 -0.030 -0.015 0.018
Caribe 10.045 -74.42 -11.5 11.5 33.7 0.25 27.4 1105 166 68.2568 -0.039 -0.029 -0.053 -0.117 0.026
1
valores calculados de acuerdo con los recursos consumidos en cada sitio inferidos desde evidencias arqueobotánicas y zooarqueológicas; 2valores obtenidos de Willie et al
(2001) y Delgado (2012d). Códigos de las muestras como en la tabla 6.1.
170
Tabla 7.26. Análisis de regresión bivariada de dieta y el clima sobre la variación craneométrica
(tamaño MG y forma CP1-5 Tabla 13) en grupos del Norte de los Andes
Tabla 7. 27. Correlación r de Pearson entre las variables relacionadas con la dieta y el clima.
Por debajo de la diagonal coeficientes r y por encima valor de significación p en negrita
(p=0.05)
VII.5.3. Model bound: Estructura poblacional Holocénica del Norte de los Andes
Nativos Americanos tardíos y/o grupos del Holoceno temprano los mismos son menores
indicando que a nivel regional la diversidad es menor. A diferencia de otros análisis (Powell y
Neves, 1999; González-José et al., 2001) en el presente estudio cuando las muestras del
Holoceno medio y temprano son incluidas la diversidad no se incrementa considerablemente lo
cual sugiere un patrón contrario al inferido en esos análisis, es decir poca diversidad entre los
descendientes de los primeros grupos que arribaron a la región y los grupos del Holoceno
medio. Así mismo cuando se comparan otras regiones de Sudamérica como el Valle de Azapa
en Chile (Varela y Cocilovo, 2002) y Patagonia en Argentina (Sardi et al., 2005) los valores son
similares sugiriendo un patrón continental donde la cantidad de diversidad se incrementa desde
la escala regional a la continental.
Los resultados del análisis Relethford-Blangero se presentan en la tabla 7.31 y la figura 7.13. De
acuerdo con el modelo varias muestras presentan significativamente más varianza observada
que esperada (varianza residual positiva en tabla 7.31 y grupos por encima de la línea de
regresión figura 7.13) como Holoceno Medio y Panche lo cual sugeriría mayor heterocigosidad
relacionada con flujo génico externo mientras que otras muestras como Guane, Chitarero,
Muiscas de Bogotá y Boyacá y Herrera (varianza residual negativa en tabla 7.31 y grupos por
debajo de la línea de regresión figura 7.13) presentan menor varianza que la esperada lo cual
indicaría pérdida de la diversidad tal vez por deriva génica aunque. Este resultado sin embargo
contrasta con el registro arqueológico el cual muestra tamaños poblacionales (y por ende
tamaño efectivo) mayores durante el Holoceno tardío. El caso muisca es interesante ya que su
tamaño poblacional y efectivo fue lo bastante grande según reconstrucciones recientes
(Langebaek, ms; Rodríguez Cuenca, 2001). Esta discrepancia relativa entre el registro
arqueológico y la diversidad morfológica puede sugerir también la existencia de aislamiento y
por lo tanto mayor chance de deriva debido a barreras lingüísticas y/o comerciales. Todos los
grupos que poseen baja varianza son de afinidad lingüística chibcha lo cual sugeriría que no
hubo mucho contacto con otros grupos lingüísticamente diferentes. Adicionalmente, Rodríguez
Cueca (2001, 2007) sugiere que hubo constantemente conflictos entre grupos chibcha-hablantes
de la Cordillera Oriental (Guane, Chitareros, Muiscas, Lache) que a pesar de poseer claros
vínculos comerciales su índice mezcla fue mucho bajo debido a razones puramente comerciales
y políticas. Otro aspecto importante mencionado por este autor es la fluctuación climática que
probablemente causó stress reflejado probablemente en disminución del tamaño poblacional
y/o contracción y extinción. En general estos resultados muestran que los niveles de flujo génico
cambiaron a lo largo del Holoceno en el Norte de los Andes y de manera interesante previo a los
3000 años 14C AP la dinámica de dispersión poblacional fue según estos resultados baja hasta
momentos posteriores al Holoceno medio lo cual explica el incremento de diversidad desde ese
momento. Asimismo durante el Holoceno tardío hubo incremento y disminución de la
173
diversidad lo cual indica una historia poblacional compleja con diferencias importantes a nivel
intraregional.
Aparte en la tabla 7.32 y la figura 7.14 se muestran los resultados del índice de divergencia ∆
(Lynch, 1990) para todas las posibles comparaciones entre la muestra más temprana (HTM) y el
resto los cuales indican que en el Norte de los Andes la divergencia morfológica no se debe
exclusivamente a la acción de factores aleatorios (i.e deriva). Para comprender mejor la acción
de los factores no-aleatorios sobre los diferentes módulos se calcularon índices de divergencia ∆
para el cráneo total, variables faciales y variables de la base/bóveda craneal. Los valores ∆
fueron consistentemente mayores que ∆max= 0,01 y menores que ∆min= 0,0001 (el valor máximo
y mínimo esperado para la expectativa de evolución neutral en rasgos continuos de mamíferos
Lynch, 1990) para diferente cantidad de generaciones ocurridas desde la divergencia. Los
resultados muestran divergencia tanto en el tamaño como en la forma con un número estimado
de generaciones ocurridas desde la divergencia en un rango de 105 a 255 (ca. 3000-7300 años)
para que la hipótesis nula de deriva génica sea aceptada. Si bien el tamaño sugiere índices de
divergencia ∆ relativamente altos fue la forma a lo largo de todos los módulos y comparaciones
que mostró la mayor divergencia e interesantemente sobre el componente que mayor varianza
contiene (i.e. CP1). Esto indica que a nivel diacrónico y en diferentes módulos craneales actuó
probablemente la selección divergente y en menor medida la selección estabilizadora según el
modelo. De manera interesante ningún modulo craneal mostró mayores desviaciones del modelo
de neutralidad respecto a otros módulos. El resto de los componentes principales relevaron poca
desviación del modelo de neutralidad indicando que los procesos no-aleatorios son menos
importantes que los aleatorios a nivel intraregional. Estos resultados indican que la divergencia
craneofacial ocurrida en el Norte de los Andes durante el Holoceno probablemente no se debe
exclusivamente al balance entre mutación-deriva.
Una prueba más generalizada para evaluar a nivel multivariado la desviación de la hipótesis
nula de microevolución exclusivamente por deriva en las muestras del Norte de los Andes es la
prueba de Lande (1979, 1980) cuyos resultados se presentan en las tablas 7.33 y 7.34 y las
figuras 7.15-7.17. Es necesario aclarar que diferentes aspectos metodológicos del modelo
pueden oscurecer los resultados entre ellos el número de grupos y de variables (i.e. su
dimensionalidad o numero de CPs) incluidos los cuales variaron en el presente estudio de
acuerdo con el diseño metodológico propuesto. Los resultados se presentan por separado para
los diferentes módulos craneales (facial, bóveda/base y cráneo total) así como corrigiendo por
tamaño según Mosimann, el ajuste hecho con los residuos y sin corregir (variables crudas).
Adicionalmente se aplicó esta prueba siguiendo un criterio cronológico es decir diferenciando a
los grupos tempranos de los tardíos. Cuando se analizaron el total de las muestras y todos los
periodos y el total de las variables (configuración craneal total) la prueba arrojó un resultado no
174
Aparte en la tabla 7.34 y las figuras 7.16 y 7.17 se presentan los resultados de la prueba de
Lande diferenciando grupos cronológicos y empleando diferentes módulos con variables
corregidas y sin corregir. Diferente a los resultados del análisis en el total de las muestras
cuando la prueba es aplicada a los grupos tempranos empleando diferentes módulos y tipos de
variables se obtuvieron resultados significativos. Aquí es importante mencionar que la prueba es
sensible al número de grupos analizados es decir a menor cantidad de grupos se disminuye la
potencia estadística lo cual puede ser responsable de no rechazar la hipótesis nula de DG cuando
en realidad es falsa. No obstante en el presente caso de manera interesante a pesar que la
comparación solo incluyó tres grupos tempranos la hipótesis nula de DG se rechazó para el
módulo craneal total y bóveda/base empleando residuos y el módulo craneal total empleando
variables crudas (Tabla 1.34, Figura 7.16). En estos tres casos la pendiente fue
significativamente menor que 1 implicando según el modelo que las muestras son más variables
en las dimensiones más bajas las cuales se ven mayoritariamente afectadas por selección
diversificadora. A pesar de la significación estadística los coeficientes R2 ajustado indican que
solo una pequeña proporción de la variación se compartió entre las varianzas intra e inter
poblacional. La figura 7.16 muestra la regresión entre LnB (variación entre) y LnW (variación
dentro) en donde diferentes componentes que expresan diferente cantidad de varianza en forma
y en tamaño se alejan considerablemente de los limites superior e inferior del intervalo de
175
confianza lo cual resalta la interesante desviación del modelo nulo de DG para los grupos
tempranos. Es importante mencionar que ninguna de las pendientes de la regresión,
independiente de la significación, comparando grupos tempranos fue mayor a 1 lo que
probablemente sugiere el rol de la selección estabilizadora en la diferenciación morfológica
ocurrida en el Norte de los Andes entre los 8000 y 3500 años 14C AP.
Por último en la tabla 7.34 y la figura 7.17 se presentan los resultados de la prueba aplicada a
14
grupos tardíos (2500-350 años C AP) del Norte de los Andes. Para corregir algún sesgo
relacionado con el tamaño muestral se agruparon los grupos Muiscas de la Sabana de Bogotá y
los grupos del Valle del Cauca por lo que para esta comparación se emplearon 13 grupos
tardíos. Los resultados de esta prueba son muy diferentes a los obtenidos con los grupos
tempranos y más similares a los obtenidos cuando se analizaron el total de muestras. Solo el
modulo bóveda/base empleando variables crudas presentó una pendiente significativamente
mayor a 1. Todas las pendientes empleando todos los módulos independientemente del tipo de
variable presentan valores mayores o cercanos a 1. Al igual que cuando se compararon todas las
muestras los valores altos del coeficiente R2 ajustado indican que una proporción importante de
la variación se compartió entre las varianzas intra e inter poblacional. En la figura 7.17 si bien
los componentes se ubican principalmente dentro de los intervalos de confianza hay varios que
se desvían al interior de los diferentes módulos analizados indicando posiblemente la influencia
de factores no-aleatorios sobre la variación.
medida direccionales produjeron la diversificación morfológica de los grupos del Norte de los
Andes ocurrida a lo largo del Holoceno.
Tabla 7.28. Matriz de distancias biológicas mínimas (dij) entre 13 muestras del Norte de los
Andes
Muestra Car Guan Chit Her HM HTM HTI Mboy Mbog Nar Lac Pan Vale
Car 0.00
Guan 0.05 0.00
Chit 0.08 0.00 0.00
Her 0.08 0.02 0.00 0.00
HM 0.13 0.08 0.12 0.08 0.00
HTM 0.09 0.05 0.07 0.02 0.03 0.00
HTI 0.23 0.15 0.18 0.11 0.02 0.07 0.00
Mboy 0.14 0.04 0.03 0.02 0.11 0.06 0.15 0.00
Mbog 0.10 0.06 0.01 0.02 0.14 0.08 0.19 0.05 0.00
Nar 0.19 0.18 0.07 0.09 0.20 0.13 0.24 0.15 0.11 0.00
Lac 0.09 0.08 0.07 0.07 0.14 0.09 0.22 0.10 0.05 0.19 0.00
Pan 0.11 0.20 0.19 0.15 0.20 0.16 0.30 0.21 0.17 0.20 0.13 0.00
Valle 0.13 0.11 0.10 0.07 0.11 0.08 0.12 0.13 0.11 0.10 0.10 0.19 0.00
Códigos de las muestras como en la tabla 6.1
Figura 7.12. Gráfico de dispersión de las dos primeras coordenadas principales (PCO1 32.4%
y PCO2 22,4% de la varianza) de la matriz dij entre muestras del Norte de los Andes. Cada eje
fue escalado por la raíz cuadrada de su autovector correspondiente. Códigos de las muestras
como en la tabla 6.1.
177
Tabla 7.29. Valores FST mínimos calculados para muestras del Norte de los Andes y múltiples
comparaciones según su categoría temporal, geográfica y/o lingüística
Muestra o conjunto de muestras FST mínimo Error estándar
Pre-3000 años 14C AP (HTM, HM, HTI) 0.018763 0.004592
Post-2500 14C AP (Car, Guan, Chit, Her, Mbog, Mboy, Nar, 0.044721 0.004325
Lac, Pan, Valle)
Karib hablantes/ norte de Colombia (Car, Pan) 0.07254 0.021664
Chibcha hablantes/Cordillera Oriental (Guan, Chit, Lac, Mboy, 0.02173 0.003724
Her, Mbog)
Lenguas del suroccidente/ Suroccidente de Colombia (Nar, 0.02143 0.006369
Valle)
Todas las muestras 0.05007 0.003815
Códigos de las muestras como en la tabla 6.1
Tabla 7.30. Valores FST para grupos cronológicos del Norte de los Andes y muestras
comparativas a nivel continental obtenidos a partir de medidas craneofaciales
Muestra o conjunto de muestras FST mínimo Error estándar Referencia
Pre-3000 años 14C AP Norte de los Andes 0.018763 0.004592 Este estudio
Post-2500 14C AP Norte de los Andes 0.044721 0.004325 Este estudio
Norte de los Andes total 0.050077 0.003815 Este estudio
1
Nativos Americanos (continental) 0.1530 0.0095 Powell y Neves
(1999)
Nativos Americanos + Paleoindios 0.1739 0.0107 Powell y Neves
(1999)
Amerindios Suramericanos + PaleoSudamericanos 0.1620 0.009 Gonzaléz-José et al
(2001)
Amerindios Suramericanos Holoceno tardío 0.1160 0.008 Gonzaléz-José et al
(2001)
Costa y Valle de Azapa (Chile) 0.01991 0.0888 Varela y Cocilovo
(2002)
Patagonia (Argentina) 0.0889 0.0043 Sardi et al (2005)
1
heredabilidad=0.55
Tabla 7.31. Resultados del análisis Relethford-Blangero para muestras del Norte de los Andes1
Muestra Distancia al Varianza Varianza Varianza
centroide observada esperada residual
CAR 0.048276 1.017 0.947 0.070
GUAN 0.023540 0.731 0.971 -0.241
CHIT 0.014022 0.694 0.981 -0.287
HER 0.003616 0.929 0.991 -0.063
HM 0.100628 1.017 0.895 0.122
HTM 0.041382 1.001 0.954 0.047
HTI 0.091061 1.004 0.904 0.100
MBOY 0.034540 0.726 0.961 -0.234
MBOG 0.028424 0.743 0.967 -0.223
NAR 0.075766 1.100 0.919 0.180
LAC 0.042198 1.047 0.953 0.094
PAN 0.096804 1.347 0.899 0.448
Valle 0.048438 0.986 0.947 0.040
1
FST =0,050077; error estándar= 0,003815. Códigos de las muestras como en la tabla 6.1
178
Figura 7.13. Gráfico de la distribución de grupos del Norte de los Andes de acuerdo con la
varianza observada versus la distancia al centroide (rii) desde la morfología craneofacial
incluyendo la línea de regresión. Códigos de las muestras como en la tabla 6.1.
179
Tabla 7.32. Resultados de la prueba índice de divergencia ∆ (Lynch, 1990) en variables del
tamaño y forma del modulo facial, bóveda/base y craneal total entre grupos del Norte de los
Andes
Figura 7.14. Índices de divergencia entre HTM y el resto para diferentes módulos según Lynch
(1990) para el tamaño geométrico y forma alométrica craneal en el Norte de los Andes. Los
puntos representan la amplitud de los índices en cada variable y las líneas horizontales
representan los límites superior e inferior del rango de expectativa neutral (0.01-0.0001).
181
Figura 7.15. Regresión entre el logaritmo natural de la variación entre muestras (LnB) sobre el
logaritmo natural de los autovalores de W o variación dentro (LnW) y los respectivos limites de
los intervalos de confianza al 97.5% de la pendiente. Estos resultados hacen referencia a
diferentes módulos craneales, el total de las muestras y para los tres tipos de variables
analizadas. A, D, G configuración craneal total, módulo facial y módulo bóveda/base
empleando residuos; B, E, H configuración craneal total, módulo facial y módulo bóveda/base
empleando radios de Mosimann; C, F, I configuración craneal total, módulo facial y módulo
bóveda/base empleando variables crudas.
183
Figura 7.16. Regresión entre el logaritmo natural de la variación entre muestras (LnB) sobre el
logaritmo natural de los autovalores de W o variación dentro (LnW) y los respectivos limites de
los intervalos de confianza al 97.5% de la pendiente. Estos resultados hacen referencia a
diferentes módulos craneales y para los tres tipos de variables analizadas en los grupos pre-3500
años 14C AP del Norte de los Andes. A, D, G configuración craneal total, módulo facial y
módulo bóveda/base empleando residuos; B, E, H configuración craneal total, módulo facial y
módulo bóveda/base empleando radios de Mosimann; C, F, I configuración craneal total,
módulo facial y módulo bóveda/base empleando variables crudas.
184
Figura 7.17. Regresión entre el logaritmo natural de la variación entre muestras (LnB) sobre el
logaritmo natural de los autovalores de W o variación dentro (LnW) y los respectivos limites de
los intervalos de confianza al 97.5% de la pendiente. Estos resultados hacen referencia a
diferentes módulos craneales y para los tres tipos de variables analizadas en los grupos en el
rango 2500 – 350 años 14C AP del Norte de los Andes. A, D, G configuración craneal total,
módulo facial y módulo bóveda/base empleando residuos; B, E, H configuración craneal total,
módulo facial y módulo bóveda/base empleando radios de Mosimann; C, F, I configuración
craneal total, módulo facial y módulo bóveda/base empleando variables crudas.
Como se mencionó previamente existen diversas hipótesis sobre la forma como se pobló el
norte de los Andes durante la transición Pleistoceno/Holoceno y sobre la evolución ocurrida
durante el Holoceno las cuales se expresan en forma de matrices de diseño en la tabla 7.3. Las
correlaciones de Mantel entre la distancia biológica y cinco modelos de
poblamiento/microevolución se presentan en la tabla 7.35. Únicamente el modelo niveles
variables de diversidad, una población fundadora y diferenciación post Holoceno medio (M1)
mostró un coeficiente significativo después del ajuste Bonferroni lo cual indica que el patrón de
distancias biológicas en el Norte de los Andes se explica por el ingreso de una o más
185
Tabla 7.35. Correlaciones de mantel entre la matriz de distancias biológicas (D2) calculada
entre 13 grupos, cinco matrices diseñadas que representan varias hipótesis de poblamiento y de
microevolución para el Norte de los Andes.
Distancia Hipótesis r P
D2 Niveles variables de diversidad, una población 0.470 0.013
fundadora y diferenciación post Holoceno medio (M1)
D2 Dos poblaciones fundadoras y diferenciación este-oeste 0.319 0.050
(M2)
D2 Dos componentes biológicos (M3) 0.271 0.137
D2 Una población fundadora mínima diversificación 0.205 0.135
morfológica (M4)
D2 Una población fundadora y diversificación morfológica -0.022 0.936
post-Holoceno Medio (M5)
Resultados significativos se muestran en negrita y cursiva después de la corrección Bonferroni
α=0.017
186
En total se analizaron 173 individuos pertenecientes a seis muestras Norte de los Andes
Holoceno temprano (NAHT Colombia); Norte de los Andes Holoceno medio (NAHM
Colombia); diferentes individuos del oriente de Sudamérica incluyendo Lagoa Santa y otras
regiones (Brasil); Cono Sur (CS Chile y Argentina); cuenca de México y Yucatán (MEX) y
Norte América (NAM Estados Unidos) con un rango cronológico que oscila entre los ca. 4000 y
14
11,000 años C AP. La muestra de Brasil está integrada por individuos en distintos rango
temporales no obstante un ACP y AFD incluyendo distancias D2 (resultados no mostrados)
indicó que ambas muestras son relativamente similares a nivel fenotípico por lo que fueron
agrupadas bajo un mismo rotulo “Brasil”. Según Neves y Hube (2005) este conjunto de
14
individuos representaría una secuencia entre los 8000 y 11,000 años C AP. No obstante un
análisis detallado de la estructura cronológica de los sitios tempranos de Brasil con restos óseos
humanos indica que de hecho varios (n=20) se ubican entre los ca. 4000 y 8000/9000 años 14C
AP (Dillehay., 2000; Bueno et al., 2013). Previo a los análisis se investigó el papel del tamaño y
del dimorfismo sexual en la diversidad craneofacial de las muestras investigadas. En la tabla 8.1
se muestran las estadísticas descriptivas del tamaño craneal (media geométrica) incluyendo el
tamaño muestral, la media, el desvío y el error estándar así como los intervalos de confianza por
debajo y por encima del 95%. Una prueba univariada de significación ANOVA para la MG
mostró que hay diferencias significativas entre las muestras estudiadas (suma de cuadrados
SS=485; gl=1; cuadrados medios MS=97; valor-F=11,93; p=0,000). Dicha diferenciación se
aprecia notablemente en las figura 8.1A (medias) donde la muestra de Brasil es
significativamente diferente del resto con un tamaño geométrico menor. El resto de muestras
poseen un tamaño mayor aunque decreciente en el sentido MEX, NAM, CS, NAHT y NAHM.
La figura 8.1B muestra la correlación entre la MG y el CP1 calculado sobre las variables
estandarizadas cuyos coeficientes significativos indican que hay una asociación significativa
entre el tamaño y la forma craneofacial (r2=0,430; r=0,656 p=0,000) por lo que los componentes
o en su defecto las raíces canónicas representan a la forma alométrica y deben ser interpretados
en ese sentido. En cuanto al sexo una prueba MANOVA sugirió que existen diferencias entre
sexos empleando las 17 variables estandarizadas (Wilks=0,798; F=2.4; gl= 16; p=0,000) donde
BBH, BPL y OCC fueron las únicas que presentaron diferencias significativas. Una prueba de
homogeneidad de la varianza de Levene reveló que las únicas variables que se desvían del
supuesto de homogeneidad son NLB (F=5,37;gl=1,169, p=0,021) y MAB (F=5,76;gl=1,169,
p=0,017). Debido al reducido número de variables incluidas ninguna fue descartada a pesar de
desviarse del supuesto de ausencia de dimorfismo sexual y de homogeneidad de la varianza.
189
Tabla 8.1. Estadísticos descriptivos para el tamaño craneal (MG) entre las muestras
investigadas.
Muestra N Media Desvío Error -95% IC +95% IC
estándar estándar
Brasil 79 76.20691 2.489058 0.280041 75.64939 76.76443
MEX 6 81.40675 3.267159 1.333812 77.97808 84.83543
NAM 7 80.40387 2.720182 1.028132 77.88812 82.91962
CS 7 79.63642 3.480781 1.315612 76.41723 82.85560
NAHT 28 79.29573 3.255770 0.615283 78.03327 80.55819
NAHM 44 79.12299 3.054999 0.460558 78.19419 80.05180
Total 173 77.95766 3.277596 0.250644 77.46289 78.45244
Figura 8.1. Diferencias en tamaño (MG) entre las muestras analizadas en el rango 4000-11,000
años 14C AP. 8.1A distribución del tamaño por grupo, las flechas indican la media. 8.1B
Correlación entre el tamaño (MG) y la forma (CP1) craneofacial en el total de los individuos
analizados (r2 = 0,4309; r = 0,6564, p= 0,000). La línea roja continua denota la pendiente y las
punteadas los intervalos de confianza del 95%.
190
Aparte en las figuras 8.3-8.4 y las tablas 8.3.-8.4 se presentan los resultados del AFD entre 6
diferentes muestras empleando 17 variables craneométricas. Dicho análisis reveló que existen
diferencias significativas entre los grupos (lambda de Wilks 0,14076 aprox. F (85,724)=4,2647
p<0,000). En la tabla 8.3 se presentan los autovalores, la proporción de dispersión explicada y
acumulada y una prueba de χ2 para evaluar la significación de cada raíz. Las 4 primeras raíces
191
mostraron un valor χ2 significativo, presentaron los autovalores más altos y expresan el 98% de
la dispersión. En la tabla 8.4 se presentan los coeficientes estandarizados para las medidas
craneométricas en las cinco primeras raíces canónicas cuyos altos valores representan las
mejores discriminadoras. La raíz 1 con el mayor porcentaje de dispersión (72%) muestra un
patrón de diferenciación del largo del cráneo respecto al ancho de diferentes componentes
faciales. Las variables con coeficientes altos - las mejores discriminadoras - resaltan la
variabilidad en la longitud del neurocráneo y la base y la altura del proceso mastoides y la
órbita. Los coeficientes distinguen en forma dicotómica las muestras de Brasil y del Norte de los
Andes del Holoceno temprano y medio respectivamente. La posición intermedia de México y el
Cono Sur revela similitud en relación con dichas variables. Llama la atención la posición
relativamente aislada de la muestra de Norteamérica lo cual indica una interesante
diferenciación del resto de grupos analizados (Figura, 8.3). La raíz 2 con el 11% de la dispersión
resalta la importancia de variables relacionadas con el largo y ancho del neurocráneo y la altura
de la cara que básicamente permite distinguir a las muestras del Norte de los Andes y Brasil del
resto. La raíz 3 con el 7% de la dispersión muestra la importancia del largo del neurocráneo y la
base del ancho y altura de la cara patrón que parecería diferenciar la muestra de México y el
Cono Sur del resto (Figura, 8.3). Finalmente las raíces 4 y 5 con el 8% muestran el patrón
opuesto a las raíces 1 y 2 en términos de la diferenciación de las muestras (i.e. las muestras de
Colombia vs. Brasil se agrupan y se diferencian del resto) donde resalta el poder discriminatorio
de la altura craneal y largo de la base y el ancho de algunos componentes faciales y la altura del
mastoides.
En la tabla 8.5 se presenta la matriz de distancias biológicas ∆2 entre cada par de muestras pre-
14
5000 C AP de América. La muestra más divergente y con los valores ∆2 más altos y
significativos fue la correspondiente al Holoceno medio del Norte de los Andes. Las muestras
de Brasil y Norteamérica mostraron diferencias significativas con el resto de grupos. Este patrón
de diferenciación indica por un lado que los grupos con individuos pertenecientes al bloque
temporal Holoceno medio tienden a divergir mucho contrario a las muestras del Cono Sur,
México y Norteamérica los cuales muestran relativamente poca diferenciación. La
representación gráfica de la matriz ∆2 se presenta en la figura 8.4 mediante un análisis de
coordenadas principales y líneas de conectividad (minimun spanning tree) 8.4A y un árbol
consenso neighbor-joining con 5000 remuestreos bootstrap 8.4B. Claramente las muestras más
divergentes son la del Holoceno medio del Norte de los Andes y de Norteamérica que ocupan
lados opuestos en la coordenada 1 mientras que el resto se ubica en una posición central
indicando similitud morfológica. La coordenada 2 por otro lado diferencia a las dos muestras
del Norte de los Andes del resto y de Norteamérica. El árbol consenso neighbor-joining muestra
cuatro diferentes clusters uno integrado por México y el Cono Sur, otro compuesto por las
192
muestras del Norte de los Andes del Holoceno temprano y medio y en dos ramas aisladas la
muestra de Brasil y Norteamérica. Dicha topología se ve fuertemente apoyada por los valores
booststrap que son generalmente altos (i.e. >0,70%).
Tabla 8.2 ACP entre grupos de América rango 4000-11,000 AP 64.2% del total de la varianza
Variable/PC CP1 25% CP2 12% CP3 11.5% CP4 8.2% CP5 7.4%
XCB 0.717451 -0.115757 -0.044206 0.056485 0.120192
GOL 0.778387 0.318672 0.039140 0.168344 -0.209131
BBH 0.621756 0.316344 0.019750 0.069350 0.208410
BNL 0.439668 0.286319 0.174768 0.067266 -0.036274
BPL -0.267580 0.139522 0.431332 0.335317 0.297046
AUB 0.454696 -0.232694 -0.573214 0.017525 0.543635
ASB 0.618314 -0.050913 -0.259797 0.219880 -0.519562
FRC 0.429237 0.335013 0.012326 -0.273853 0.122796
FMB 0.399203 0.160527 -0.004526 -0.256495 0.160877
ZMB 0.439436 -0.518890 0.379775 -0.504568 -0.168554
OCC 0.192714 0.098319 0.671196 0.141375 0.252304
NPH -0.562604 0.125434 -0.008810 0.321302 -0.188049
NLB -0.251077 -0.237693 0.002734 0.040533 0.027147
OBH -0.185693 0.251879 -0.196477 -0.169145 -0.033604
OBB 0.109679 -0.067325 -0.050738 0.018342 0.047795
MAB -0.085309 -0.729178 0.038323 0.514606 -0.042246
MDH -0.719419 0.266669 -0.261809 -0.349642 -0.146236
*coeficientes de correlación negativos (en negrita) y positivos (en cursiva y subrayados) significativos
(>0.4)
193
Tabla 8.3 AFD entre grupos de América rango 4000-11.000 AP 98% de la dispersión
Tabla 8.4. Coeficientes estandarizados de 17 medidas craneométricas para las cinco raíces
canónicas entre grupos de América rango 4000-11,000 AP
Tabla 8.5 Matriz de distancias biológicas ∆2 entre grupos de América rango 4000-11,000 AP.
Figura 8.2. ACP entre grupos pre-4000 años 14C AP a partir de 17 variables estandarizadas. A. Gráfico de dispersión de los dos primeros (25% y 12% de la
varianza respectivamente) entre el total de los individuos de las 6 muestras analizadas agrupadas por convexas envolventes (convex hulls) que incluyen el total
de la dispersión de los individuos. NAHT: Norte de los Andes del Holoceno temprano; NAHM: Norte de los Andes del Holoceno medio; Brasil: diferentes
sitios de Brasil; MEX: Cuenca de México; CS: Cono Sur; NAM: Norteamérica. B. Biplot de las variables analizadas y su contribución a la diferenciación
vistas en cada componente.
195
Figura 8.3. Gráfico de dispersión de las dos primeras raíces canónicas (72.5% y 10.6% de la
dispersión respectivamente) entre grupos pre-4000 años 14C AP agrupados por convexas
envolventes (convex hulls) que incluyen el total de la dispersión de los individuos. NAHT:
Norte de los Andes del Holoceno temprano; NAHM: Norte de los Andes del Holoceno medio;
Brasil: diferentes sitios de Brasil; MEX: Cuenca de México; CS: Cono Sur; NAM:
Norteamérica.
Figura 8.4. A Análisis de coordenadas principales de la matriz D2 entre las muestras pre-4000
años 14C AP y líneas de conectividad (minimun spanning tree) entre cada par de muestras.B
Árbol consenso neighbor-joining con 5000 remuestreos bootstrap.
En la tabla 8.6 y la figura 8.5AB se presentan los resultados de un ACP sobre la muestra total
donde se conservaron 5 CPs que representan el 63% de la varianza total. El gráfico de
dispersión (Figura, 8.5A) muestra de nuevo la diferenciación dicotómica, aunque menos
196
marcada, entre las muestras de Brasil y del Norte de los Andes del Holoceno temprano donde
los primeros se ubican en el lado positivo del CP1 (25% de la varianza) y los últimos en el lado
izquierdo. Aún así se evidencia una superposición entre ambas muestras y la mayor dispersión
de los individuos del NAHT. Las muestras de Norte América, México y el Cono Sur de nuevo
se ubican en el centro del CP1 indicando similitud morfológica y un patrón menos disperso.
Este gráfico también confirma que la forma craneofacial de Colombia y Brasil son los extremos
del vector morfológico americano temprano. El CP2 (12% de la varianza) tiende a diferenciar
las muestras de Colombia y Brasil del resto indicando que el patrón general de relaciones
evolutivas entre individuos tempranos en América está fuertemente influenciado por estas
muestras con morfologías bastante distintas. La tabla 8.6 y la figura 8.5B (biplot) muestran que
las variables con autovectores positivos significativos en el CP1 son la altura, ancho y longitud
del cráneo a excepción del ancho facial mientras que las variables con autovectores negativos
significativos son la altura del mastoides y la altura facial. La estructura del CP1 muestra que
los pesos positivos diferencian a la muestra de Brasil y a algunos pocos individuos del resto de
grupos, mientras que los pesos negativos diferencian a la muestra NAHT junto con la mayoría
de individuos del resto de grupos de la muestra de Brasil. El CP2 posee una estructura más
difusa aunque los autovectores positivos significativos describen cambios en la longitud y altura
del cráneo donde los grupos NAHT y Brasil se diferencian del resto. Independientemente de la
significación de los autovectores el biplot muestra que el CP1 diferencia el largo, ancho y altura
del cráneo del ancho, largo y altura de diferentes componentes faciales y de la base. El CP2 por
otro lado diferencia la altura y longitud del ancho de diferentes componentes craneofaciales. El
resto de los CPs (27% de la varianza) tienden a diferenciar a nivel general el largo y alto de
cráneo del ancho de algunos componentes faciales indicando que la principal diferenciación
morfológica temprana en América se da en entre el neurocráneo y la cara.
Aparte en las tablas 8.7-8.9 y en las figuras 8.6 y 8.7AB se presentan los resultados del AFD
incluyendo la matriz de distancias ∆2 entre muestras tempranos de América. Según estos
resultados el nivel de diferenciación entre grupos es altamente significativo (lambda de Wilks
0,15099 aprox. F (68,347)=3,1643 p<0,000). El grafico de dispersión (Figura 8.6) muestra a
nivel general el mismo patrón que los análisis previos es decir una diferenciación importante
entre los grupos de Brasil y el Norte de los Andes del Holoceno temprano. Los individuos de
Norteamérica, México y el Cono Sur siguen conservando su posición central y poseen mayor
similitud con el Norte de los Andes que con Brasil aunque la última también se superpone con
el resto. La posición relativamente aislada de la muestra de Norteamérica es sugestiva de su
diferenciación morfológica. En la tabla 8.6 se presenta un resumen del AFD donde las tres
primeras raíces conservan el 95% de la dispersión y presentan un valor chi-cuadrado
significativo. En la tabla 8.8 se indican los coeficientes estandarizados para las medidas
197
craneométricas en las tres primeras raíces canónicas cuyos altos valores representan las mejores
discriminadoras. La primera raíz (61% de la dispersión) resalta el ancho y largo del neurocráneo
y la longitud de la base y de diferentes componentes faciales como el ancho y alto facial, orbital,
nasal y del maxilar. Esta división entre neurocráneo/base y cara reflejaría la diferenciación
morfológica entre los individuos de Brasil y del resto y específicamente con la muestra
temprana NAHT. La raíz 2 (20,5% de la dispersión) esta vez permite distinguir entre las
muestras de Norteamérica, México y del Cono Sur de los grupos del NAHT y Brasil donde las
primeras se diferencian por el largo y ancho del neurocráneo, el ancho del maxilar y la altura del
mastoides mientras que las últimas se distinguen por el ancho de la cara y la base así como la
altura del neurocráneo, el largo de la base y la altura facial y orbital. Por último la raíz 3 (12,2%
de la dispersión) resalta el ancho de la cara, la nariz, el maxilar y la altura del mastoides y la
longitud del frontal. La diferenciación poblacional que genera esta raíz no es clara aunque puede
decirse que caracteriza a la muestra de Norteamérica dada su diferenciación del resto.
A partir del AFD se obtuvieron distancias D2 las cuales fueron corregidas (∆2) y se presentan en
la tabla 8.9. Dicha matriz muestra que hay diferencias importantes entre los grupos donde las
más divergentes fueron Brasil y NAHT. Un análisis de coordenadas principales de la matriz ∆2
(Figura, 8.7A) muestra que hay diferencias entre Brasil-NAM vs CS-NAHT-MEX en la CO1 y
NAM-CS vs NAHT-Brasil-MEX. Un análisis de clusters por el método de Ward (8.7B)
confirma este patrón de asociación donde se forman básicamente tres clusters uno integrado por
las muestras Cono Sur y México cuyo valor de distancia es el más bajo, otro integrado por el
Norte de los Andes del Holoceno temprano y Brasil con un valor alto de distancia y un cluster
aislado compuesto por la muestra de Norteamérica más afín a los grupos del occidente y norte
de Sur América.
Tabla 8.6 ACP entre grupos tempranos de América 7000-11,000 AP de América 64% del total
de la varianza
Variable/PC CP1 25% CP2 12% CP3 11.5% CP4 8.2% CP5 7.4%
XCB 0.621484 -0.379009 0.018800 -0.114913 0.128891
GOL 0.643237 0.496082 0.116979 0.004658 -0.264110
BBH 0.575778 0.427280 0.193542 0.005279 0.291550
BNL 0.277130 0.482323 0.029321 -0.020572 0.043993
BPL -0.232035 0.426580 -0.263617 -0.083412 0.516812
AUB 0.501512 -0.315697 0.428069 0.226145 0.488885
ASB 0.509631 -0.344560 0.345311 -0.057659 -0.193159
FRC 0.481195 0.349648 0.053853 0.073413 -0.191497
FMB 0.370253 0.048612 0.087491 -0.163899 -0.123630
ZMB 0.479968 -0.120149 -0.700588 0.481009 -0.089380
OCC 0.262844 0.089286 -0.472085 -0.688215 0.166493
NPH -0.660630 0.364913 0.134148 0.339767 0.133971
NLB -0.212102 0.049074 -0.106139 0.233219 -0.032313
OBH -0.087224 0.119838 0.391978 0.014511 -0.204705
OBB -0.046925 -0.028622 0.119509 -0.084845 0.037449
MAB -0.322458 -0.355416 -0.265164 -0.012717 0.266243
MDH -0.596395 -0.315835 0.153320 -0.193660 -0.405413
198
*coeficientes de correlación negativos (en negrita) y positivos (en cursiva y subrayados) significativos (>0.4)
Tabla 8.7. AFD entre grupos tempranos de América 7000-11.000 AP 100% de la dispersión
Raíz Autovalor % R Lambda χ2 gl Nivel-p
acumulado canónico de Wilks
de
dispersión
1 1.7263 0.618 0.795746 0.150988 183.3840 68 0.000000
2 0.5722 0.823 0.603480 0.411648 86.0960 48 0.000609
3 0.3399 0.945 0.503692 0.647436 42.1694 30 0.069218
4 0.1526 1.000 0.363958 0.867534 13.7837 14 0.465947
Tabla 8.9. Matriz de distancias biológicas ∆2 entre grupos tempranos de América 7000-11,000
AP.
Grupo Brasil MEX NAM CS NA HT
Brasil 0.00
MEX 7.30601* 0.00
NAM 9.07328** 9.231590 0.00
CS 10.05157** 5.724138 9.668056 0.00
NA HT 8.92746** 7.565284* 9.728322* 9.38917* 0.00
* p>0.05; **p>0.001
199
Figura 8.5. ACP entre grupos 7000-11,000 14C AP a partir de 17 variables estandarizadas. A
gráfico de dispersión de los dos primeros componentes (25% y 12% de la varianza
respectivamente) entre el total de los individuos de las 5 muestras analizadas agrupadas por
convexas envolventes (convex hulls) que incluyen el total de la dispersión de los individuos.
NAHT: Norte de los Andes del Holoceno temprano; Brasil: diferentes sitios de Brasil; MEX:
Cuenca de México; CS: Cono Sur; NAM: Norteamérica. B. Biplot de las variables analizadas y
su nivel de diferenciación en cada componente.
200
Figura 8.6. Gráfico de dispersión de las dos primeras raíces canónicas (61,8% y 20,5% de la
dispersión respectivamente) entre grupos en el rango 7000-11,000 años 14C AP agrupados por
convexas envolventes (convex hulls) que incluyen el total de la dispersión de los individuos.
NAHT: Norte de los Andes del Holoceno temprano; NAHM: Brasil: diferentes sitios de Brasil;
MEX: Cuenca de México; CS: Cono Sur; NAM: Norteamérica.
Figura 8.7. Gráfico de las relaciones evolutivas entre las muestras en el rango 7000-11,000
años 14C AP investigadas obtenidas desde la matriz de distancias D2. A análisis de coordenadas
principales de la matriz ∆2 y líneas de conectividad (minimun spanning tree) entre cada par de
muestras. B análisis de clusters por el método de agrupación de Ward.
Por otro lado se realizó un análisis de autocorrelación espacial para evaluar la estructura
espacial de la diversidad morfológica craneofacial (entendida aquí como tamaño MG y forma
CP1-4 ver Tabla 7.2) a nivel continental empleando autocorrelogramas y el estadístico de
201
correlación I de Moran. Los análisis fueron realizados en el programa SAM (Rangel et al.,
2010). Los resultados de este análisis se presentan en la tabla 8.10 y la figura 8.8. Se obtuvieron
cinco clases de distancia con relativamente el mismo número de pares, no obstante dada la poca
cantidad de grupos y la amplia extensión del continente los resultados deben ser visto con
precaución aún así es interesante evaluar la estructura espacial de la variación craneofacial
temprana. El correlograma del tamaño no mostró ningún valor significativo en ninguna de las
cinco clases y la forma de dispersión es casi lineal cercana a 0 indicando una distribución al azar
del tamaño craneofacial a nivel espacial. El CP1 por otro lado mostró valores significativos en
las dos últimas clases y su forma indica un patrón de dispersión direccional de tipo truncado lo
cual es consistente con variación clinal no tan marcada. Los valores altos y negativos en las
primeras clases y altos y positivos significativos en las últimas indican un patrón opuesto es
decir similitud a grandes distancias. Esto sugiere que la distribución espacial de la forma
craneofacial no es aleatoria donde los grupos tempranos de América son similares aun a grandes
distancias. En otras palabras la diferenciación marcada vista en momentos posteriores aún no se
había dado. El CP2 no mostró estructura espacial y su forma indica un patrón de distribución
aleatorio aunque los valores altos y negativos a menor distancia sugieren mayor diferenciación
un patrón opuesto al visto en el PC1. El correlograma del PC3 tampoco muestra correlación
entre distancia geográfica y diversidad morfológica y su forma indica el típico patrón de
distribución aleatorio. Finalmente, el CP4 con el menor porcentaje de varianza explicada exhibe
un patrón de distribución clinal de la diversidad craneofacial donde los valores positivos en las
primeras clases sugieren similitud y los negativos en las últimas indican diferenciación
fenotípica. La cuarta clase de distancia presentó un valor altamente significativo indicando que a
grandes distancias (>7000 km) existe mayor disimilitud morfológica. En resumen el análisis de
autocorrelación espacial sugiere poca estructuración de la diversidad craneofacial en momentos
tempranos en América, de hecho algunos de los resultados muestran que a grandes distancias
existe similitud fenotípica lo cual podría ser consecuente con un patrón de dispersión rápido y
estructuración de la diversidad en momentos posteriores a los 7000 años 14C AP.
En forma complementaria se evaluó a nivel gráfico la distribución espacial del tamaño y forma
craneofacial entre los grupos tempranos de América usando mapas de interpolación (Figuras,
8.9 y 8.10). Tanto la distribución espacial del tamaño como de la forma alométrica no muestran
un patrón definido tal y como se vio en el análisis de autocorrelación espacial. En cuanto al
tamaño (Figura 8.9) la mayor diferenciación se da entre los grupos norteamericanos, México y
Patagonia contra el Norte de los Andes y Lagoa Santa algo similar a lo visto en los análisis de
relaciones evolutivas. Una vez más los resultados apoyan la hipótesis de similitud morfológica a
escala continental más que de diferenciación. Respecto a la forma alométrica (Figura, 8.10) a
nivel general se observa el mismo patrón aunque en Sudamérica al menos otras muestras
202
exhiben similitud con los norteamericanos. Este patrón gráfico no obstante sugiere que, en
términos de forma, hay agrupaciones con poco sentido espacial como México, Norte de los
Andes, Patagonia continental y el centro de Norteamérica aunque para la última región se
evidencia un gradiente noreste-suroeste que podría indicar, entre otras cosas, alguna traza de
desplazamientos tempranos a lo largo del este de Norteamérica. A modo de resumen puede
decirse que los patrones craneofaciales tempranos en tamaño y forma alométrica en América no
se habían diferenciado mayormente a nivel espacial durante el periodo 7000-11,000 AP y que
reciente en el límite inferior de ese rango comienzan a emerger configuraciones espaciales (i.e.
estructuración espacial) aún complejas de visualizar debido básicamente a lo incompleto del
registro bioarqueológico de dicho periodo. De acuerdo con análisis recientes (v.g Perez et al.,
2011) existen una importante estructuración espacial de la diversidad craneofacial en el
Holoceno tardío. Por lo tanto un momento clave para indagar por los orígenes de dicha
estructuración es en el Holoceno medio básicamente para detectar qué procesos la generaron.
Otro aspecto de suma relevancia que surge de este análisis espacial es la probable existencia de
diferentes patrones de variación a lo largo del Holoceno en América lo cual implica que los
patrones vistos durante el Holoceno tardío no son análogos a los ocurridos en otros momentos
por lo que resulta sumamente complejo hacer inferencias del poblamiento temprano
investigando exclusivamente la diversidad reciente. Esto a su vez confirma estudios reciente de
ADN antiguo (Rasmussen et al., 2014) que sugieren que la variación vista en Amerindios
actuales no necesariamente explica la diversidad durante el Pleistoceno final.
203
Figura 8.8. Correlogramas morfológicos para el tamaño (MG) y forma del cráneo (CP1-4) entre las muestras analizadas para el rango 4000-11,000 años 14C
AP. Cada correlograma describe la variable sobre la cual se explora su estructura espacial y se evalúa la autocorrelación espacial. Las unidades de distancia
están en kilómetros sobre el eje x y los coeficientes de autocorrelación (I de Moran) sobre el eje y.
205
distancia de cada grupo temprano con la muestra del Holoceno medio es 4 a excepción de la
distancia entre las muestras del Holoceno temprano y medio del Norte de los Andes que debido
a la posible relación ancestro-descendencia posee un valor diferenciador promedio de 1. La H4
describe un escenario donde el patrón dual de dispersión en Sur América, el cual puede ser
extrapolado al continente entero, generó dos grupos bien diferenciados a ambos lados de la
cordillera occidente - oriente. Para modelar esta hipótesis la muestra de Brasil por su ubicación
geográfica es morfológicamente diferente del resto, así cualquier grupo comparado con la
muestra de Brasil posee una distancia de 2 y la distancias entre los grupos del occidente es de 0
(Tarazona dos santos et al., 2001; Fuselli et al., 2003; Wang et al., 2007; Pucciarelli et al.,
2006, 2008; Perez et al., 2011). La H5 indica que previo a su entrada a Sur América la
población fundadora experimentó un cuello de botella drástico en Centro América. En el
subcontinente los niveles de diversidad son similares a ambos lados de la cordillera Andina.
Esta hipótesis se modela aquí diferenciando a la muestra de México y Norte América del resto
de Sur América dado que la pérdida de diversidad posiblemente produjo diferenciación
morfológica en las poblaciones que ingresaron al subcontinente y no existe diferenciación entre
grupos del oriente y del occidente. La distancia entre las muestras de Centro y Norteamérica es
de 0 mientras que la distancia entre dichas muestras y las suramericanas es de 2. La distancia
entre los grupos de Sur América es de 0 (Lewis et al., 2007; Lewis y Long, 2008; Lewis, 2010).
Aparte la H6 sugiere que una única población fundadora ingresó al subcontinente con altos
niveles de diversidad, no obstante durante el Holoceno temprano/medio (ca. 7500 años 14C AP)
ingresaron grupos con morfologías derivadas que se dispersaron rápidamente donde el flujo
génico recurrente con grupos de Siberia/Beringia habría promovido la expansión de dichas
morfológicas por todo el continente. El patrón de dispersión norte-sur coincidiría con lo
esperado bajo un modelo de aislamiento por distancia (APD) donde los grupos geográficamente
cercanos poseen mayor similitud fenotípica que los distantes. Este escenario es modelado aquí
diferenciando a los grupos pre-7000 AP de la muestra del Holoceno medio de Colombia que por
su cronología tardía representaría hipotéticamente a los grupos con morfologías derivadas. En la
matriz también se incluyo la diferenciación esperada bajo el modelo de APD. Así todos los
grupos tempranos poseen una distancia de 2 con la muestra del Holoceno medio de Colombia y
los primeros presentan una distancia de 1 entre sí debido a su alto índice de diversidad. La
distancia entre grupos con diferente procedencia geográfica a nivel continental (i.e.
Centro/Norte vs. Sur América) es de 1.5. Los resultados se presentan en las tablas 8.12 – 8.14
donde se muestran las correlaciones de Mantel tanto entre la matriz de distancias biológicas (∆2)
y las diferentes hipótesis de poblamiento como entre cada hipótesis y las correlaciones parciales
entre la matriz ∆2 (Tabla, 8.14) y una hipótesis especifica controlando los efectos de las otras
hipótesis y la matriz de distancias geografías. De acuerdo con los resultados presentados la tabla
8.12 la única hipótesis de poblamiento/microevolución que presentó un valor de correlación
209
significativo (corrección por Bonferroni 0,025) con la matriz ∆2 fue la H3. Esto sugiere que la
hipótesis más parsimoniosa para el poblamiento del subcontinente implica el ingreso de una
14
población fundadora durante el Pleistoceno tardío (ca.13,000-10,000 años C AP) con
baja/media diversidad biológica, comienzo de estructuración de dicha diversidad a nivel
geográfico hacia los 7000 años 14C AP y una marcada diferenciación con grupos del Holoceno
medio y posteriores. La falta de asociación entre la matriz de distancias biológicas y geográficas
confirma el análisis de autocorrelación espacial y los mapas de interpolación donde se detectó
relativamente poca estructuración espacial de la diversidad. La asociación entre las hipótesis de
poblamiento/microevolución se presenta en la tabla 8.13 donde se muestra que al menos dos H1
y H3 se correlacionan significativamente lo que no es sorprendente dado que ambas sugiere una
única población fundadora con niveles bajos de diversidad. Aún así cuando se controlaron los
efectos de los otros modelos y de la geografía solo la hipótesis H3 (Tabla 8.14) presentó valores
estadísticamente significativos lo cual sugiere dos cosas por un lado que hay un efecto
subyacente de la geografía sobre la diversidad morfológica craneofacial, y por el otro que en el
periodo de ca. 11,000 - 4000 años 14C AP hubo cambios muy importantes a nivel morfológico
en América. En este contexto los análisis de correlación de matrices llevados a cabo muestran
que es necesario formular hipótesis de poblamiento acotadas en un sentido cronológico que
permitan evaluar los patrones de diversidad biológica durante la transición
Pleistoceno/Holoceno. Aparte deben evaluarse escenarios de microevolución en diferentes
bloques temporales (Holoceno temprano, medio y tardío).
210
Tabla 8.12. Correlaciones de mantel entre la matriz de distancias biológicas (∆2) calculada entre
6 grupos y seis matrices diseñadas que representan varias hipótesis de poblamiento y de
microevolución para Sur América
Distancia Hipótesis r P1
2
∆ Aislamiento por distancia H0 0.177 0.571
2
∆ Alta similitud fenotípica y una población fundadora H1 0.333 0.186
∆2 Dos componentes biológicos H2 0.480 0.172
2
∆ Una población fundadora, niveles bajos/medios de H3 0.697 0.025
diversidad, comienzo de estructuración geográfica y
diferenciación post-Holoceno medio
∆2 Una población fundadora y diferenciación este-oeste H4 -0.198 0.995
2
∆ Una población fundadora y cuello de botella en Centro H5 0.156 0.600
América
∆2 Flujo génico recurrente H6 0.442 0.229
1
Lo valores p se obtuvieron empleando 10000 permutaciones y una prueba de dos colas. Los resultados
significativos se muestran en negrita y cursiva después de la corrección Bonferroni α=0.025
Tabla 8.13. Correlaciones de mantel entre diferentes hipótesis de poblamiento expresadas como
matrices de distancia. Por debajo de la diagonal valores r y por encima valores p1.
H1 H2 H3 H4 H5 H6
H1 0 0.495 0.018 0.536 0.060 0.211
H2 -0.094 0 0.164 0.143 0.364 0.011
H3 0.641 0.217 0 0.658 0.469 0.632
H4 -0.095 -0.200 -0.264 0 0.317 0.159
H5 0.875 -0.188 0.156 -0.188 0 0.516
H6 0.265 0.855 0.122 -0.244 0.253 0
1
Lo valores p se obtuvieron empleando 10000 permutaciones y una prueba de dos colas. Los resultados
significativos se muestran en negrita y cursiva después de la corrección Bonferroni α=0.025
Finalmente, con el objetivo evaluar en forma relativa la cantidad de diversidad entre los grupos
tempranos se analizó descriptivamente la varianza fenotípica. Se evaluaron estadísticamente las
diferencias de las varianzas mediante una prueba de t-student y a nivel gráfico a trabes de box
plots sobre las medias. En la tabla 8.15 se presentan las estadísticas descriptivas para la varianza
de cada muestra. Estos datos indican que la muestra con menor varianza promedio es la de
Brasil a pesar de ser la de mayor tamaño, las muestras del Norte de los Andes y el Cono Sur son
las que mayor varianza presentaron. Esto también muestra que las muestras de Sur América
poseen mayor varianza fenotípica que las de Centro y Norte América. Esto se ve mejor reflejado
en la tabla 8.16 y la figura 8.11. En la primera se muestran los resultados de la prueba t y los
valores de significación donde la muestra de Brasil posee un valor promedio de la varianza
significativamente diferente de las otras muestras Suramericanas. El gráfico de cajas también
muestra la poca varianza promedio de Brasil y su poca dispersión. Las muestras de
Norteamérica y del Cono Sur presentan alta dispersión y la última el valor medio más alto
mientras que el resto de muestras poseen valores similares un poco mayores en el Norte de los
Andes. Este análisis descriptivo ejemplifica a grosso modo la poca varianza morfológica de la
muestra de Brasil, la mayor varianza de los grupos Sur Americanos tempranos en relación con
los grupos de Norteamérica y México los cuales presentaron valores similares y en general
pocas diferencias marcadas. Cuando se toman en cuenta solo las medianas se observa un patrón
similar aunque la muestra del Holoceno medio del Norte de los Andes posee el valor más alto lo
cual es coincidente con el nivel de diferenciación visto en los otros análisis, aun así los desvíos
estándar son mayores en el Cono Sur y Norteamérica. En términos muy generales este análisis
descriptivo muestra un patrón coincidente con la dispersión de una población fundadora
relativamente homogénea poco variable en Norte y Centroamérica y con mayor varianza en
Sudamérica y más específicamente en el cono sur. El patrón mostrado es coherente en términos
microevolutivos si tenemos en cuenta que los grupos menos diferenciados serían los más
tempranos al ingresar al continente y las más divergentes serían los que arribaron al sur de
Sudamérica donde se habrían generado diferencias importantes a medida que se desplazaban a
lo largo del subcontinente.
Tabla 8.15. Estadísticas descriptivas de la varianza por muestras en el rango 4000-11,000 años
14
C AP.
Muestra Media Mediana Mínimo Máximo d.e
Brasil 0.003319 0.003427 0.000508 0.006001 0.001791
MEX 0.004406 0.003245 0.000062 0.012220 0.003438
NAM 0.004394 0.002487 0.000427 0.030444 0.007102
CS 0.005739 0.003540 0.000242 0.016572 0.005182
NAHT 0.005445 0.004620 0.000629 0.012760 0.003672
NAHM 0.005042 0.005032 0.000642 0.009680 0.002734
213
Tabla 8.16. Prueba de t entre la varianza de muestras americanas el rango 4000-11,000 años
14
C AP. Por debajo de la diagonal los valores t y por encima los valores de p (32 g.l.).
Muestra Brasil MEX NAM CS NAHT NAHM
Brasil 0 0.256 0.549 0.058 0.039 0.037
MEX -1.156 0 0.995 0.383 0.400 0.554
NAM -0.605 0.006 0 0.532 0.591 0.727
CS -1.819 -0.883 -0.630 0 0.849 0.627
NAHT -2.14 -0.851 -0.541 0.190 0 0.718
NAHM -2.17 -0.596 -0.350 0.490 0.363 0
Figura 8.11. Gráfico de cajas entre las medias de cada varianza muestral entre los grupos en el
rango 4000-11,000 años 14C AP.
214
IX.1. Introducción
Durante las pasadas cuatro décadas el estudio de la diversidad morfológica expresada como
tamaño y forma ha tenido un avance impresionante tanto a nivel teórico como metodológico.
A nivel teórico desde fines de los 1970s se sentaron las bases conceptuales y matemáticas para
el cambio de la morfometría tradicional tanto uni como multivariada a lo que hoy se denomina
morfometría geométrica (Richtsmeier et al., 2002; Slice, 2005). Este cambio ha estado
acompañado por un desarrollo importante en la captura de datos (diferentes dispositivos para 2 y
3 dimensiones) así como en su procesamiento estadístico (disponibilidad de una amplia gama de
pruebas estadísticas) y representación gráfica (múltiples formas de representación en 2 y 3
dimensiones). Así la morfometría geométrica (morfogeometría) definida como la fusión entre
biología y geometría representa un conjunto de técnicas y métodos para la adquisición,
procesamiento, análisis y visualización de variables de forma que retienen toda la información
geométrica contenida en los datos y que resulta de gran utilidad para estudiar el cambio en el
tamaño y la forma y su covariación con otras variables en espacios bi y tridimensionales
(Kendall, 1977, 1994; Bookstein, 1991; Goodall, 1991; Dryden y Mardia; 1998; Lele y
Richtsmeier, 2001; Zelditch et al., 2012). Existen diferentes definiciones de la forma y tamaño
al interior de la morfogeometría que resulta operativo clarificar (Figura, 9.1) así forma (i.e.,
form) se usa para referirse a datos que contienen tamaño y forma; forma (i.e., shape) se define
como las propiedades geométricas de un objeto que son invariantes a la traslación, rotación y
escala, mientras que la medida de tamaño más empleada en morfogeometría es el tamaño
centroide (centroid size o cs) o la raíz cuadrada de la suma de las varianzas de los landmarks
alrededor del centroide en dirección x e y que en ausencia de alometría no se correlaciona con
ninguna variable de forma (Bookstein, 1991; Slice., 2005). De acuerdo con la definición de
forma (i.e., shape) lo que se emplea en los análisis es la información geométrica resultante de
una configuración de landmarks una vez que se substrajeron los factores comunes de escala,
traslación y rotación. Así cuando los individuos analizados son alineados y escalados toda
diferencia geométrica entre dichas configuraciones se deberá exclusivamente a la forma (shape).
Figura 9.1 Cambios en la forma (form) como resultado de los cambios en tamaño y forma
(shape). Tomado de Richtsmeier et al (2002:67).
Las coordenadas crudas requieren un tratamiento previo a los análisis, no obstante los métodos
morfogeométricos no simplemente descartan la información no deseada sino que la “aíslan” en
una serie de variables no-relacionadas con la forma para su posterior uso (Bookstein, 1991).
Así, diferentes tipos de métodos o estrategias se han desarrollado al interior de la
morfogeometría para dar cuenta de los cambios en tamaño y forma sobre una base estadística
multivariada entre los cuales tenemos métodos de superposición, métodos de deformación,
métodos libres de coordenadas o que emplean distancias euclidianas y métodos basados en
análisis de contornos. Por simplicidad aquí solo se presentan algunos conceptos e ideas básicas
1
Es decir debe existir correspondencia biológica entre ellos.
216
del análisis morfogeométrico pero vale la pena resaltar que su base estadística y matemática es
más compleja por lo que el lector interesado debe remitirse a textos puntuales como Bookstein
(1991), Dryden y Mardia (1998); Lele y Richtsmeier (2001); Zelditch et al (2012), Slice (2005)
y para lectores avanzados en programación Claude (2008), Adams et al (2014) y Schlager
(2014). El primer método implica lo que en la jerga especializada se denomina superposición el
cual emplea la menor medida de distancia de todas las configuraciones de landmarks a un
sistema de referencia común y las escala a un tamaño común (Slice, 2005). Dentro de esta
categoría conviven diferentes técnicas entre ellas análisis generalizado de Procrustes (AGP por
cuadrados mínimos y medianas repetidas), resistant-fit generalizado, edge matching de
Bookstein entre otros cuyo factor común es que fijan la forma de referencia en una orientación
dada, trasladan y rotan la forma objetivo (target) de manera que el ajuste con la forma de
referencia sea óptimo con lo cual la magnitud y dirección de la diferencia de la forma en cada
landmark puede ser conocida. Varios autores mencionan algunos problemas con esta
metodología básicamente su sensibilidad a valores extremos (outliers) (Bookstein, 1991;
Dryden y Mardia, 1998). Aparte se encuentran los métodos de deformación en los cuales se
modifica el área o volumen de la forma de referencia hasta buscar su correspondencia con la
forma objetivo, así la diferencia entre objetos puede ser descripta en términos de diferencias en
las deformaciones de las grillas que representan a los objetos (Bookstein, 1991). La técnica más
popular de los métodos de deformación es la denominada Thin-plate spline (TPS, delgada
lamina deformada) propuesta por Bookstein (1989) basada en la analogía de la cantidad de
energía necesaria para doblar un lamina delgada de metal. Esta técnica resuelve por un lado el
problema de integrar la información acerca de las posiciones relativas de todos los landmarks y
por el otro el problema de expresar las diferencias de forma entre dos especímenes como el
cambio del espacio cartesiano de un espécimen cuando se superpone con otro (Slice, 2005). Así
la técnica TPS utiliza funciones de interpolación para describir la ubicación relativa de los
puntos en la configuración inicial (referencia) con respecto al objetivo donde dichas funciones
minimizan la cantidad de cambio necesario para deformar la grilla. Algunos autores sugieren
que las técnicas de superposición como el AGP son poco convenientes debido a que emplean un
paso de superposición distinto e innecesario lo cual implica una estructura de covarianza de
coordenadas inestimable (Lele y Richtsmeier, 2001). Para evitar esto, varios enfoques libres de
coordenadas han sido propuestos como análisis de relaciones proporcionales de distancias entre
landmarks para describir los cambios en forma entre ellas matriz de distancia euclidiana
(EDMA) y tipo truss (Lele y Richtsmeier, 2001; Bookstein et al., 1985) que utilizan variables
que son invariantes a la orientación y ubicación dentro de un sistema de coordenadas especifico
y el tamaño puede ser aislado independientemente. Estos métodos poseen ventajas y desventajas
respecto a los de superposición y deformación entre ellas que las diferencias significativas entre
un par de formas se expresan como líneas de distancias entre landmarks las cuales son difíciles
217
Para las variables morfogeométricas a nivel regional se empleó un número de individuos mucho
menor al analizado previamente en los análisis craneométricos y dependió básicamente del
estado de conservación (homología), de la ausencia de deformación y del modulo investigado
tanto craneal total, facial como neurocráneo. Los datos analizados en el presente capítulo hacen
referencia a coordenadas de landmarks en dos dimensiones (2D) digitalizados a partir de
fotografías de cráneos pertenecientes a individuos adultos de ambos sexos incluidos en las
218
Tabla 9.1. Muestras empleadas en los análisis morfogeométricos craneofaciales por grupo,
economía, cronología y número de individuos.
Facial Craneal
total
Zipacón CR-AI
(HTFS) AE
Total 85 81
1
Debido a que el modulo neurocráneo se derivó de la configuración craneal total presentó la misma
cantidad de individuos.
En la tabla 9.2 se indican los landmarks digitalizados para cada configuración facial (frontal),
neurocráneo y craneal total. Los landmarks y semilandmarks fueron digitalizados y procesados
utilizando los programas TPSDig2 y TPSUtil (Rohlf 2010ab). Para la configuración facial
frontal se digitalizaron 12 landmarks y 23 semilandmarks (Figura 9.1 A); para la configuración
neurocráneo se digitalizaron 6 landmarks y 13 semilandmarks (Figura 9.1 B) mientras que para
la configuración craneal total se digitalizaron 14 landmarks y 13 semilandmarks (Figura 9.1 B).
Los semilandmarks se ubicaron a lo largo del contorno del esqueleto facial y de la bóveda
craneana y fueron deslizados empleando el programa TPSRelW (Rohlf 2010c). Debido a que el
programa empleado para los análisis (MorphoJ Klingeberg, 2011) no permite hacer la relajación
de los semilandmarks fue necesario hacer el ajuste de Procrustes en el programa TPSrelW.
Dicho programa ofrece una forma de suavizar los semilandmarks a lo largo de las tangentes al
contorno para minimizar la energía de torcimiento (bending energy) hasta encajar con una
configuración de referencia (de Azevedo et al., 2011). Las configuraciones originales de cada
landmark fueron superpuestas usando un análisis generalizado de Procrustes (AGP) con el fin
aislar los efectos de la rotación, la traslación y la escala (Zelditch et al., 2012). Después de la
superposición la forma queda condensada en los especímenes alineados y el tamaño se expresa
como el tamaño centroide, el cual fue calculado como la raíz cuadrada de las distancias sumadas
entre cada coordenada de cada landmark al centroide (media de la configuración de los
landmarks x, y, z) (Slice, 2005; Zelditch et al., 2012; González-José et al., 2008). Después de
este procedimiento la diferencia entre cada landmark se debe exclusivamente a cambios en
forma. A partir de la configuración superpuesta se obtuvo una forma promedio de individuos (la
forma consenso), la cual fue usada como referencia. La forma de cada individuo fue definida a
través de los residuos Procrustes, los cuales son las desviaciones de los landmarks en relación a
la forma consenso (González-José et al., 2008; Zelditch et al., 2012).
220
Figura 9.1. Landmarks y semilandmarks empleados en los análisis según las configuraciones facial (frontal, lateral), neurocráneo y craneal total. La
descripción de los landmarks se presenta en la tabla 9.2. Configuraciones de landmarks (en negro) y semilandmarks (en gris) estudiados en norma frontal
facial (A) y lateral (B). Landmarks en norma frontal 1 prostion; 2 nasosespinal; 3 alar; 4 nasion; 5 nasofrontal; 6 cigoorbital; 7 ectoconchion; 8
frontotemporal; 9 frontomalar temporal; 10 zigion; 11 zigomaxilar anterior; 12 ectomolar. Landmarks en norma lateral 1 prostion; 2 nasoespinal; 3 nasion; 4
glabela; 5 bregma; 6 inion, 7 contacto entre sutura occipital y el temporal (mastoides); 8 porion; 9 contacto inferior de la sutura zigomática transversal; 10
contacto superior de la sutura zigomática transversal; 11 jugal; 12 zigomaxilar anterior; 13 orbital posterior, 14 frontomalar anterior
222
Diferentes tipos de métodos estadísticos fueron usados para evaluar la diversidad craneofacial a
nivel espacial y temporal en el Norte de los Andes desde variables morfogeométricas. Como se
mencionó previamente este análisis pretender refinar el estudio craneométrico a nivel regional
empleando básicamente análisis exploratorios y descriptivos de la diversidad craneofacial en
tamaño y forma en relación con diferentes factores entre ellos sexo, cronología y economía.
Adicionalmente especial atención se puso en la probable detección de los factores evolutivos
responsables de la divergencia morfológica ocurrida en la región a lo largo del Holoceno. Para
ello se emplearon métodos genético poblacionales, no obstante como se mencionó en el capítulo
VII debido a que dichos métodos se basan en varios supuestos difíciles de cumplir sobre todo en
muestras tempranas dichos resultados deben ser vistos con mucha precaución. Asimismo, es
importante mencionar que los datos morfogeométricos poseen propiedades importantes para ser
analizados empleando esta última clase de técnicas ya que permiten evaluar en un sentido
estadístico de manera independiente el tamaño y la forma así como realizar una corrección
efectiva del efecto alométrico sobre las variables de forma. En definitiva lo que se busca es
sugerir tendencias sobre el probable proceso evolutivo ocurrido en el Norte de los Andes
durante el Holoceno y si el mismo se relaciona con la acción de factores estocásticos o si otras
fuerzas evolutivas como diferentes tipos de selección o la plasticidad fenotípica intervinieron en
la configuración de los patrones de diversidad craneofacial vistos. Así en el presente capitulo los
métodos se dividen en análisis exploratorios y de genética cuantitativa.
Previo a los análisis se llevó a cabo la detección de valores atípicos empleando el modulo find
outliers del programa MorphoJ el cual muestra dos gráficas que permiten evaluar la presencia
de valores atípicos en la configuración total y por individuo y landmark (Figura, 9.2). La
primera muestra la distribución acumulada de las distancias (Procrustes cuadrada o Mahalanobis
cuadrada) de cada individuo en la muestra total así como la curva esperada para una distribución
normal multivariada que debería presentar el conjunto de datos y las distancias originales en el
mismo y la segunda presenta un una gráfica (la forma promedio) que permite visualizar la
desviación de cada individuo (y sus landmarks) del promedio. Esto también permite evaluar
relativamente el nivel del error intraobservador ya que un observador experimentado digitalizará
los landmarks y semilandmarks con menor error. Por lo tanto la menor cantidad de outliers
reflejará de alguna forma la eficiencia en el proceso de digitalización. Algunos cráneos
presentaron partes incompletas o ausentes lo cual generó matrices de datos incompletas. En esos
casos se realizó la imputación de landmarks mediante el uso de la herramienta estimate.missing
del programa Geomorph (Adams et al. 2014) o bien reflejando landmarks o configuraciones de
223
Figura 9.3. Forma consenso para las dos principales configuraciones de landmarks y
semilandmraks (facial frontal y craneal total) indicando la dispersión de puntos antes (A, C) y
después (B, D) del ajuste Procrustes.
225
Los métodos basados en la teoría genético-cuantitativa son los mismos que se emplearon en el
análisis de la variabilidad craneométrica y por lo tanto los detalles no serán repetidos aquí.
Básicamente se usaron dos técnicas enfocadas en la detección de diferentes tipos de fuerzas
evolutivas entre ellas análisis de matrices-R (sensu Relethford y Blangero, 1990) para investigar
el papel del flujo génico y la deriva y la prueba β de Ackerman y Cheverud (2002, 2004) basada
en los supuestos teóricos de Lande (1976, 1979, 1980) para investigar el papel de la selección
tanto diversificadora como estabilizante. Debido a que los análisis de matrices-R fueron
diseñados para variables craneométricas lineales y no para coordenadas de landmarks se
debieron hacer algunos ajustes sugeridos por Roseman y Weaver (2004) los cuales consisten en
calcular componentes principales de las coordenadas Procrustes ajustadas por tamaño para ser
usados como variables en el programa RMET y el empleo de un valor de h2 = 1 bajo la
suposición conservadora de heredabilidad completa empleando en el presente caso la
configuración craneal total y la división de la muestra en grupos cronológicos. Para la prueba β
se emplearon las coordenadas de landmarks y semilandmarks de las tres diferentes
configuraciones empleadas en la presente investigación. Debido a que el tamaño es importante
de evaluar en los modelos de evolución y divergencia poblacional en el presente estudio se
emplearon las coordenadas Procrustes corregidas por tamaño y sin corregir. También se
investigaron los cinco grupos cronológicos mencionados. Los cálculos de la prueba β se
hicieron en el programa libre R (3.1.0-04-2014). Debido a la alta dimensionalidad de los datos
morfogeométricos previo al cómputo de la prueba β se exploró la estructura de los componentes
y se descartaron los que explicaron muy poca varianza con el fin de aumentar la robusticidad
estadística de los resultados y por lo tanto no se emplearon el total de los componentes (50 en la
configuración craneal total, 70 en la facial y 38 en el neurocráneo). Los componentes
principales se calcularon en el programa MorphoJ (Klingenberg, 2011).
En general el nivel de pérdida de datos en el presente estudio fue bajo y muy pocos individuos
(n=2) necesitaron de imputación/reflexión de landmarks/semilandmarks para generar matrices
completas. Los resultados de la búsqueda de valores atípicos mostraron que el individuo de
mayor desviación de la forma consenso que en este caso diverge poco (figura 9.2A) y la curva
de distribución acumulada de las distancias de Mahalanobis cuadradas del conjunto de datos y la
curva esperada para una distribución normal multivariada (9.2B). Ambas curvas son muy
similares lo cual indica que en general la curva generada por el conjunto landmarks y
semilandmarks digitalizados se ajusta a una distribución normal mutivariada. En general puede
226
Tabla 9.3. ANOVA Procrustes para el factor sexo (tamaño y forma) en las diferentes
configuraciones analizadas.
Figura 9.4. Gráficos de cajas que representan las diferencias en las medianas del tamaño
centroide (log SC) entre ambos sexos para las tres configuraciones analizadas A craneal total, B
facial frontal y C neurocráneo. La línea horizontal media marca la mediana, la amplitud de la
caja es del 25%-75%, la línea vertical es el rango intercuartil no-outlier mínimo y máximo y los
círculos son los valores extremos establecidos como 1.5 veces la amplitud del rango intercuartil.
Tabla 9.5. Estadísticos descriptivos y pruebas t y F para las diferencias de tamaño (logaritmo
del tamaño centroide) entre individuos masculinos y femeninos en las tres configuraciones
analizadas
Femeninos Masculinos
Configuración craneal total
N 32 49
Media 0.00099272 0.0011996
intervalos de confianza 95% 0.00074862-0.0012368 0.0010068-0.0013924
Varianza 0.000000458 0.000000450
Prueba t -1.3517, p=0.180
Prueba F 1.0176 p=0.938
Configuración neurocráneo
Media -0.20669 -0.21206
intervalos de confianza 95% -0.21083-0.20254 -0.21512-0.209
Varianza 0.000132 0.000113
Prueba t 2.153 p=0.034
Prueba F 1.164 p=0.624
Configuración facial frontal
N 34 51
Media 0.00280 0.00270
intervalos de confianza 95% 0.00235-0.00325 0.00239-0.00301
Varianza 0.00000165 0.00000121
Prueba t 0.373 p=0.709
Prueba F 1.365 p=0.314
228
Figura 9.5. ACP (CP1-CP2 36,1% de la varianza) a partir del género en la configuración
craneal total.
Figura 9.6. ACP (CP1-CP2 36,12% de la varianza) a partir de la configuración craneal total y el
factor cronología. Los códigos de los grupos aparecen como en la tabla 9.1. En los extremos
positivos y negativos de cada CP se muestran wireframes representando la variación
craneofacial. Los landmarks en gris representan la configuración del espécimen promedio
(forma consenso) y los landmarks en negro representan un extremo aproximado de la variación
(1.0 unidades). Los códigos como en la tabla 9.1.
Tabla 9.6. Prueba t entre el tamaño (logaritmo del tamaño centroide) de grupos cronológicos
del Norte de los Andes según la configuración craneal total. Por debajo de la diagonal valor t y
por encima valor p.
Figura 9.7. Gráficos de cajas que representan las diferencias en las medias del tamaño centroide
(log SC) entre grupos cronológicos según la configuración craneal total. Los códigos como en la
tabla 9.1. Características de los gráficos de cajas como en figura 9.4.
Debido a que no solo el tiempo sino la transformación en los sistemas de subsistencia pueden
generar cambios morfológicos importantes a nivel craneofacial es importante evaluar el posible
papel de este último factor en la transformación fenotípica. No obstante es necesario mencionar
que existe un solapamiento en los dos factores analizados en la presente investigación, es decir
existe una correlación significativa entre la cronología y la economía. Esto se debe a que en el
Norte de los Andes, a diferencia de otras regiones de Sudamérica, los cambios en subsistencia
se dieron con muy pocas excepciones a nivel temporal donde los grupos del Holoceno temprano
y medio poseen básicamente un modo de subsistencia cazador-recolector con diferentes grados
de flexibilidad hacia la pesca y otras actividades (ver Gnecco, 2003); los grupos del Holoceno
tardío inicial se caracterizan por tener una economía mixta, es decir donde se inicia el cultivo de
alimentos pero que depende todavía bastante de la caza y recolección, y los grupos del
Holoceno tardío final presentan una economía de explotación intensiva agrícola,
sedentarización, etc. En las figuras 9.8 y 9.9 y en la tabla 9.7 se muestran los resultados del
análisis de la forma y tamaño respectivamente en términos de economía. El gráfico de
dispersión obtenido a partir de un ACP tomando en cuenta los dos primeros (CP1 autovalor =
0,000390, 22,3% de la varianza; CP2 autovalor= 0,000241, 13,8% de la varianza) muestran una
importante diferenciación a nivel de subsistencia donde los grupos cazadores-recolectores se
ubican en el lado derecho del gráfico con scores positivos a lo largo del CP1, la muestra con una
economía mixta cazadora-recolectora y agricultura incipiente representa una especie de
“puente” y los individuos se ubican a ambos lados del CP1 con scores positivos y negativos y
finalmente la muestra catalogada como agricultura especializada se localiza en la parte izquierda
del gráfico con scores negativos. El CP2 por el contrario no posee una estructura definida y
232
Figura 9.8. APC (CP1-CP2 36,12% de la varianza) a partir de la configuración craneal total y el
factor economía. Los mapas de calor representan las principales diferencias craneofaciales en
forma correspondientes a los dos primeros CP. Campo escalar (0-1.2) y el rango de colores
denotan cambios mayores en los extremos de la gama (rojo – azul) y sin cambio en el centro
(verde). Factor de escala negativo y positivo (1.0 unidades). Los códigos como en la tabla 9.1.
Figura 9.9. Gráficos de cajas que representan las diferencias en las medias del tamaño (log SC)
entre grupos de subsistencia según la configuración craneal total. Los códigos como en la tabla
9.1. Características de los gráficos de cajas como en figura 9.4.
234
Tabla 9.7. Prueba t entre el tamaño (logaritmo del tamaño centroide) de muestras con diferente
tipo de subsistencia del Norte de los Andes según la configuración craneal total. Por debajo de
la diagonal valor t y por encima valor p.
Grupo CR CR/AI AE
CR 0 0.056 0.286
CR/AI -1.980 0 0.446
AE -1.073 -0.769 0
Desde otro punto de vista se investigaron en forma complementaria los cambios morfológicos
(tamaño y forma) desde dos técnicas exploratorias pero enfocadas en la clasificación cono
análisis de funciones discriminantes (AFD) y análisis de variables canónicas (AVC) que si bien
pueden producir información redundante en la presente investigación se usan para dos fines
distintos. El objetivo de la primera técnica (AFD) se usa para investigar las diferencias (i.e el
nivel de separación) en la forma promedio entre dos grupos de observaciones donde se toman en
cuenta el estadístico T-cuadrada (su valor p y p permutacional 10000 permutaciones) y los
scores de validación cruzada mientras que el AVC se usa para encontrar los “rasgos” o variables
de forma que mejor distinguen entre múltiples grupos de especímenes, el nivel de variación
(cantidad de dispersión) y la distancia biológica (Mahalanobis o Procrustes) entre grupos
empleando una variable de agrupación o grupos definidos a priori. Una ventaja o desventaja de
ambos análisis es que tienden a minimizar (i.e. AFD) o maximizar (i.e. AVC) las diferencias
entre grupos dependiendo de la cantidad de individuos y de landmarks empleados. En el
presente caso la cantidad de variables es superior a la cantidad de individuos por lo cual es
esperables que dichos sesgos se manifiesten.
En las figuras 9.10AB-9.11 y las tablas 9.8-9.9 se presentan los resultados del AFD de acuerdo
con los factores cronología y economía respectivamente. De acuerdo con los wireframe de las
figuras 9.10A y B existen cambios importantes en la forma craneofacial a lo largo del Holoceno
donde se evidencia una tendencia hacia el incremento de las diferencias en forma desde el
Holoceno temprano hacia el Holoceno tardío. Los wireframes donde se comparan la muestra del
Holoceno temprano/medio (figura 9.10A) indican algunos cambios que se concentran en el
maxilar, el cigomático, la glablela, el frontal, el occipital y en el proceso mastoides que no son
muy pronunciados. No obstante las diferencias se incrementan cuando se comparan las muestras
posterior al Holoceno medio (Figura 9.10B) donde se detectan cambios mucho más exagerados
básicamente en el modulo facial, en el frontal y la base incluyendo el proceso mastoides. Esto
sugiere que existe mucha más divergencia a partir del Holoceno medio (i.e. Holoceno tardío
inicial y Holoceno tardío final). De manera interesante el nivel de diferenciación entre las dos
muestras tardías es mínimo. Esta tendencia se ve corroborada por los resultados de la prueba T2
entre la forma promedio de cada par muestras que sugiere que tanto la muestra HTM, HM y
235
HTI son estadísticamente diferentes de las muestras HTFS y HTFR (Tabla, 9.8). Los scores de
la validación cruzada muestran que ningún par de muestras se diferencian totalmente indicando
al contrario solapamiento en todos los casos. Estos resultados son interesantes no obstante cierto
nivel de precaución es necesarios debido a los tamaños muestrales pequeños.
Aparte en cuanto a la economía el AFD también mostró cambios importantes a nivel de la forma
craneofacial entre los tres grupos de subsistencia analizados. Los wireframes (figura 9.11)
indican que los cazadores-recolectores y los cazadores-recolectores/agricultores incipientes
poseen relativamente pocas diferencias a nivel general, aunque una mirada detallada detectó
diferencias en la región facial, el arco cigomático y la base/proceso mastoides así como leves
cambios en el frontal y el occipital. Ambos grupos poseen un patrón craneal similar, esto es un
cráneo alargado, bajo y con tendencia al prognatismo. Por otro lado la comparación entre los
cazadores-recolectores y los agricultores especializados muestra la mayor diferenciación a nivel
morfológico donde las regiones de cambio más importantes involucran el maxilar. La altura
facial, las orbitas y la proyección/retracción del cigomático son los cambios más importantes
junto con la base, el proceso mastoides y la bóveda. Ambos grupos poseen patrones craneales
totalmente opuestos por ejemplo los cazadores-recolectores presentan proyección facial y
retracción del malar, cráneo alargado y bajo y base corta mientras que los agricultores
especializados poseen retracción facial y proyección del malar, cráneo corto, alto y globular y
tanto una glabela como un proceso mastoides prominente. Por último la comparación entre los
cazadores-recolectores/agricultores incipientes y los agricultores especializados del Holoceno
tardío inicial y final también reveló cambios relevantes en las formas promedio casi totalmente
restringidos a la región facial, al cigomático y el proceso mastoides. Ambos grupos poseen un
cráneo alto, corto y globular aunque dicha configuración es menos marcada en el grupo CR/AI.
También se diferencial en el nivel de retracción/proyección facial y del cigomático y
básicamente en el tamaño y forma del proceso mastoides mucho más marcado en los grupos
agricultores especializados. Los scores de validación cruzada no diferencian completamente a
ningún grupo aunque la comparación CR-AE muestra la mayor de las diferenciaciones
indicando formas craneales completamente opuestas. Los resultados de la prueba T2 confirman
totalmente las tendencias observadas y muestran que la única comparación que arrojó un valor
altamente significativo fue precisamente la comparación CR vs AE. En conjunto estos
resultados muestran que la economía es un factor que explica parte de la divergencia
morfológica ocurrida en la región a lo largo del Holoceno (Tabla, 9.9).
236
Tabla 9.8. Prueba T2 de Hotelling entre la forma consenso de grupos cronológicos del Norte de
los Andes según la configuración craneal total. Por debajo de la diagonal valor T2 y por encima
valor p permutacional (10000) permutaciones.
Figura 9.10A. Resultados del AFD entre cada par de grupos cronológicos. A la izquierda
gráficos wireframe que representan la forma consenso de cada grupo (factor de escala 5.0
unidades) y a la derecha gráficos de frecuencia de los scores de la validación cruzada entre cada
par de grupos comparados.
237
Figura. 9.10B. Resultados del AFD entre cada par de grupos cronológicos. A la izquierda
gráficos wireframe que representan la forma consenso de cada grupo (factor de escala 5.0
unidades) y a la derecha gráficos de frecuencia de los scores de la validación cruzada entre cada
par de grupos comparados (continuación de la Figura 4.10A).
238
Tabla 9.9. Prueba T2 de Hotelling entre la forma consenso de cada par de grupos de
subsistencia del Norte de los Andes según la configuración craneal total. Por debajo de la
diagonal valor T2 y por encima valor p permutacional (10000) permutaciones.
Grupo CR CR/AI AE
CR 0 0.607 0.000
CR/AI 1416.1 0 0.223
AE 696.3 731.3 0
Figura 9.11. Resultados del AFD entre cada par de grupos de subsistencia. A la izquierda
gráficos wireframe que representan la forma consenso de cada grupo (factor de escala 3.5
unidades) y a la derecha gráficos de frecuencia de los scores de la validación cruzada entre cada
par de grupos comparados.
explican el 79,4% de la varianza, donde se aprecia una diferenciación marcada entre los grupos
del Holoceno tardío final y del Holoceno temprano/medio y tardío inicial. Los primeros ocupan
el lado izquierdo del gráfico con los scores positivos en la VC1 mientras que los segundos
presentan scores negativos. La VC2 por otro lado tiende a diferenciar entre los grupos del
Holoceno medio y tardío final del resto de Colombia de los grupos del Holoceno temprano,
tardío inicial y del Holoceno tardío final de la Sabana de Bogotá indicando que al interior de
cada subgrupo cronológico (i.e. tempranos y tardíos) existe también divergencia morfológica o
en otras palabras otras fuentes de diversidad aparte del tiempo son responsables de los cambios
observados. Los cambios en forma asociados a dicha diferenciación se muestran como mapas de
calor superpuestos en grillas TPS los cuales indican que los individuos tardíos poseen a nivel
general un cráneo alto y corto con retracción facial, proyección del cigomático, una bóveda
globular. Los valores más altos (en rojo) en el campo escalar se concentran en el maxilar y en el
hueso temporal a la altura del porion mientras que los valores bajos (en azul) en la región facial
específicamente en el cigomático y la región frontal (nasion). El patrón craneofacial contrario lo
14
exhiben los grupos pre-3000 años C AP quienes poseen un cráneo alargado, bajo con
proyección facial (prognatismo) y del mastoides así como la retracción del cigomático y los
valores más altos se concentran en el cigomático, las orbitas y la región frontal y los más bajos
en el punto porion cuya conexión con los puntos del zigomático y el mastoides respectivamente
producen una diferencia en el ángulo más recto en tempranos y obtuso en tardíos. La VC2 por
otro lado sugiere cambios exclusivamente en la región anterior del cráneo en este caso integrada
por el frontal y la cara y parte del temporal. Los individuos con scores positivos en esta variable
(Holoceno medio y tardío final resto de Colombia) presentan los cambios más importantes en el
frontal, la altura facial, la angulación y distancia porion-cigomático así como cambios en el
cigomático (ancho del arco) y el nasion (arcos superciliares). Los individuos con scores
negativos poseen transformaciones en el arco cigomático y el nasion específicamente
disminución de la prominencia superciliar y valores bajos en la región facial, frontal y longitud
del cigomático. De manera interesante el nivel de globularidad de la bóveda entre la forma de
los grupos con scores positivos y negativos es similar. Los cambios más importantes en las VC
1 y 2 sugieren que el nivel de diferenciación entre la forma temprana y tardía se dan por la
disminución del tamaño de la bóveda lo cual produjo un cráneo corto y el alargamiento de la
cara lo cual también causó la retracción facial y proyección del cigomático. Estos cambios
también produjeron la notable diferencia en la base de la bóveda y la retracción del mastoides.
Cambios puntuales en la altura facial, prominencia de los arcos superciliares y la longitud y
ángulo del arco cigomático también caracterizan la transformación de un cráneo temprano en
tardío. Las diferencias a nivel estadístico entre los distintos grupos cronológicos analizados se
presentan en la tabla 9.10 como distancias Procrustes entre cada par de grupos. Dicha tabla
muestra que los grupos del Holoceno temprano y medio son estadísticamente diferentes a los
240
grupos del Holoceno tardío final tanto de la Sabana como del resto de Colombia. También hay
diferencias significativas entre el Holoceno medio y tardío inicial y de esta última con la
muestra del Holoceno tardío final tanto de la Sabana como del resto de Colombia. Este patrón
de relaciones confirma el nivel de diferenciación visto en el grafico de dispersión y los mapas de
calor. La representación gráfica de la matriz de distancias Procrustes entre grupos cronológicos
se presenta en la figura 9.13 como un análisis de escalamiento multidimensional (MDS con
líneas de conectividad o minimum spaning tree) y como un árbol consenso neighbour joining
(NJ 5000 interaciones) donde ambos gráficos sugieren el mismo patrón, esto es similitud entre
el Holoceno temprano medio e incremento de la diferenciación desde el Holoceno tardío inicial
y diferenciación máxima en el Holoceno tardío final. Así las muestras. pre-5000 años 14C AP
forman un cluster y las post-2000 años 14C AP otro y la del tardío inicial representa una especie
de “puente morfológico” entre ambos grupos cuya mayor afinidad se da hacia los tempranos (el
valor stress del MDS y los valores bootstrap del árbol sugieren una buena representación de la
matriz de distancias).
Tabla 9.10. Matriz de distancias Procrustes entre grupos cronológicos del Norte de los Andes.
Por debajo de la diagonal valor de distancia y por encima valor p permutacional (10000)
permutaciones.
Figura 9.13. Distancias Procrustes entre grupos según la configuración craneal total y el factor
cronología. A la derecha escalamiento multidimensional (muestras unidas por líneas de
conectividad mínima) y a la izquierda un árbol consenso neighbor-joining. El soporte de la
ramificación se presenta en los nodos como un porcentaje de 5000 iteraciones bootstrap.
Códigos de las muestras como en la tabla 9.1
242
En cuanto al factor economía los resultados del AVC (100% de la varianza) sugieren también
diferencias craneofaciales muy importantes entre grupos con distintos tipos de subsistencia. El
grafico de dispersión (Figura 9.14) muestra que los grupos cazadores-recolectores y agricultores
incipientes se diferencian de los agricultores especializados a lo largo de la VC1 (79,7% de la
varianza) donde los primeros poseen scores positivos y las últimos scores negativos. Los
cambios en forma asociados a esta distinción, representados como wireframes, indican que no
solo los componentes faciales sino de la base y la bóveda están implicados sugiriendo una
respuesta integrada del cráneo. El wireframe asociado a los scores positivos representa el cráneo
suramericano temprano típico es decir alargado y bajo aunque en este caso con poca proyección
facial. De manera interesante la mayor variación se da en la región facial, es decir en el maxilar,
el cigomático/temporal - base y el proceso mastoides. Aparte el wireframe asociado a los scores
negativos representa en patrón común en los grupos tardíos con un cráneo alto, corto, bóveda
globular y rasgos asociados a la robusticidad como prominencia del proceso mastoides y los
arcos superciliares. El nivel de diferenciación es más notorio en la región facial aunque el
frontal y el occipital también parecen estar asociados o al menos también varían entre los grupos
económicos. La VC2 (20,3% de la varianza) diferencia a la muestra con economía mixta
(CR/AI) de los grupos cazadores-recolectores y agricultores especializados y muestra una
distinción menos marcada en términos de la forma craneofacial siendo los cambios más
relevantes la proyección facial, de la órbita y el cigomático en la muestra CR/AI y retracción en
esos mismos componente en las muestras CR y AE. Cambios menos importantes se dan en los
arcos superciliares, el frontal/occipital y el proceso mastoides. La matriz de distancias
Procrustes (Tabla 9.11) muestra que los CR son estadísticamente distintos de los grupos CR/AI
y AE, mientras que los CR/AI son bastante diferentes de los AE, es decir en términos de los
tipos de subsistencia los tres grupos son muy diferentes a nivel craneofacial. Un análisis MDS y
un árbol NJ (Figura 9.15) muestran gráficamente las diferencias donde cada grupo es muy
distante del otro aunque los grupos CR y CR/AI son relativamente más similares. Este análisis
sugiere que la subsistencia es otra fuente de diversidad que debe ser incluida en la discusión de
la divergencia morfológica craneofacial ocurrida en el Norte de los Andes a nivel espacial y
temporal.
Tabla 9.11. Matriz de distancias Procrustes entre grupos de subsistencia del Norte de los Andes.
Por debajo de la diagonal valor de distancia y por encima valor p permutacional (10000)
permutaciones.
El análisis del cráneo como unidad es importante porque permite estudiar los cambios
morfológicos ocurridos a nivel espacial y temporal en el Norte de los Andes en un contexto
anatómico integral, es decir estudiando el cráneo como una única estructura. No obstante dado
que el cráneo humano presenta diferentes módulos y de hecho varía a nivel modular puede ser
útil partir dicha variación y analizar en forma relativamente aislada los diferentes módulos para
dar cuenta de cambios específicos a nivel de forma. Teniendo en cuenta esto a continuación se
presentan análisis descriptivos y exploratorios de dos configuraciones que representan dos
módulos facial (frontal) y neurocráneo (lateral) con el fin de abordar cambios en relación con
las tres fuentes de diversidad analizadas en el presente estudio morfogeométrico a saber
dimorfismo sexual, tiempo y modo de subsistencia que pueden clarificar un poco el papel de
cada uno de estos factores en la divergencia morfológica ocurrida en el Norte de los Andes. Las
diferencias en cuanto al sexo se presentaron en las tablas 9.3 y 9.5 y la figura 9.4 tanto para el
tamaño (logaritmo del tamaño centroide) como para la forma (ver arriba). El ANOVA
Procrustes mostró que la configuración facial no presenta diferencias estadísticas en tamaño y
forma entre hombres y mujeres. El patrón contrario lo presentó el neurocráneo el cual mostró
diferencias importantes entre ambos sexos tanto para el tamaño como para la forma. Una prueba
univariada de los valores medios y la varianza mostró que solo el neurocráneo presentó
diferencias significativas entre sexos en términos de forma y no hubo diferencias en las
varianzas (Tabla, 9.5). Los gráficos de cajas muestras valores medios similares en las
configuraciones respecto al tamaño aunque el dimorfismo sexual es mucho más marcado en la
configuración neurocráneo (Figura, 9.4). A nivel multivariado las diferencias relacionadas con
el dimorfismo sexual se presentan en la figura 9.16 donde el gráfico de dispersión de un ACP
diferencia claramente a los individuos masculinos de los femeninos en la configuración
neurocráneo (9.16A 48% de la varianza en los CP1-2), mientras que dicha diferenciación es más
difusa en la configuración facial (9.16B 28,7% de la varianza total). Estos resultados indican
que el nivel de diferenciación en el Norte de los Andes aun cuando se parte la diversidad en
módulos se relaciona con las diferencias morfológicas entre ambos sexos a nivel del tamaño y
forma.
245
Figura 9.16. Gráficos de dispersión de un ACP entre individuos masculinos y femeninos según
la configuración neurocráneo (A 48% de la varianza en los CP1-2) y la configuración facial (B
28.7% en los CP1-2).
Aparte en las figuras 9.17-9.21 y tablas 9.12-9.13 se presentan los resultados del ACP y de las
pruebas t y F donde se explora la variación en términos de forma y tamaño (logaritmo del
tamaño centroide) para las configuraciones facial y neurocráneo en relación con el tiempo y la
economía. Desde el punto de vista de la diferenciación temporal la figura 9.17 muestra que la
configuración facial permite discriminar efectivamente entre los grupos cronológicos aquí
14
definidos donde los grupos pre-3500 años C AP ocupan el lago izquierdo del gráfico con
14
scores negativos y los post-2500 años C AP los positivos a lo largo del CP1 (16,4% de la
varianza). Un individuo temprano se ubica en el lado de los individuos tardíos indicando así
afinidad cercana no obstante dicho individuo posee un fechado directo de 7235 ± 60 años AP
por lo que su relación es poco clara. Los cambios en forma asociados a esta diferenciación
sugieren que los grupos tardíos poseen en general caras anchas y bajas, orbitas grandes y narices
relativamente anchas. De acuerdo con el campo escalar de los mapas de calor los componentes
faciales de mayor variación son el cigomático y las orbitas con los valores más altos y el
maxilar, parte de la nariz y el frontal. Los mapas de calor asociados a los grupos tempranos
muestran caras angostas y altas con orbitas pequeñas así como narices altas y angostas donde la
mayor variación se concentra en el maxilar, la nariz, el punto nasion y el frontal el patrón
contrario en el campo escalar se encuentra en el cigomático. Aparte el CP2 (12,2% de la
varianza) indica un patrón menos claro en términos de la diferenciación entre los grupos
cronológicos y parece distinguir levemente entre los grupos tardíos con scores positivos altos,
aunque también se incluyen varios individuos del Holoceno temprano, medio y tardío inicial, de
los grupos tempranos con scores negativos medios y bajos. Los cambios en forma sugieren que
los grupos con scores positivos poseen un maxilar achatado y ancho, un cigomático alargado así
como una nariz relativamente ancha y orbitas. El patrón contrario caracteriza la variación de los
246
individuos con scores negativos con una cara alta y delgada, nariz delgada con un cigomático
muy achatado y un maxilar alto. Este análisis revela cambios morfológicos muy importantes
entre los grupos cronológicos en el modulo facial con algunos componentes de mayor variación
como el maxilar y el cigomático así como en las orbitas y en menor medida en la nariz y el
frontal. Aún más interesantes son los resultados del ACP de acuerdo con el modo de
subsistencia donde el grafico de dispersión (Figura 9.18) diferencia notablemente entre
agricultores especializados con scores positivos en el CP1 y cazadores-recolectores y
agricultores incipientes con scores negativos. La poca diferenciación entre cazadores
recolectores y agricultores incipientes sugiere similitud morfológica que puede ser explicada
tanto por una afinidad biológica cercana como por sistemas económicos similares. Los
wireframes en el CP1 muestran que los grupos tardíos poseen cara, orbitas y narices anchas y
cortas con un cigomático muy ancho y un maxilar achatado. Aparte los grupos tempranos
poseen una cara y nariz angosta y alta así como unas orbitas y una frontal alto y una distancia
interorbital corta. El cigomático es alargado y angosto mientras que el maxilar alto y menos
ancho que el de los tardíos. Por otro lado el CP2 también diferencia de alguna manera entre
grupos tempranos y tardíos donde los últimos poseen en su mayoría scores altos y positivos
mientras que los primeros poseen scores mayoritariamente negativos. Según los wireframes
existe una tendencia de cambios morfológicos muy similar a la vista en el PC1 aunque hay
algunas diferencias importantes como las orbitas más pequeñas en los cazadores-recolectores y
agricultores incipientes que en los agricultores especializados, la altura facial mucho mayor en
los primeros y la cara y nariz más ancha en los últimos. Un prueba univariada t y F para evaluar
las diferencias en tamaño entre los diferentes grupos cronológicos y de subsistencia según la
configuración facial (Tabla 9.12; Figura 9.19AB) no arrojó diferencias significativas para
ninguna de las comparaciones tanto para la media como para la varianza. Aún así es importante
mencionar que existe un decrecimiento lineal del tamaño facial desde el Holoceno temprano al
tardío inicial y un incremento notable, a pesar de la falta de significación estadística, durante el
Holoceno tardío final. Lo mismo sucede con el tamaño facial de acuerdo con los cambios en
economía con valores altos en los CR, medios en las CR/AI y considerablemente mayores en
AE. A nivel general existen marcadas diferencias en la forma y tamaño del modulo facial entre
grupos con cronología y modos de subsistencia diferente (i.r CR/AE) en la región de estudio.
Por otro lado la variación en forma a nivel del neurocráneo la figura 9.20 también indica
diferencias morfológicas a lo largo del Holoceno. De manera interesante la configuración
neurocráneo también discrimina entre los diferentes grupos cronológicos analizados empleando
dos CPs (48,1% de la variación) aunque se nota una superposición mayor que en la
configuración craneal total y facial indicando de alguna forma menor poder discriminatorio. A
nivel general se conserva la distinción entre grupos tardíos y tempranos donde los últimos
247
presentan scores positivos y los primeros scores negativos en el CP1. La muestra HTI posee esta
vez un gran porcentaje de individuos cuya forma es más similar a los grupos tardíos y al menos
tres individuos con cronología tardía se ubican en el lado del gráfico correspondiente a los
tempranos al mismo tiempo que se evidencia un mayor similitud (i.e. superposición) entre los
grupos del Holoceno temprano y medio. Los cambios en forma expresados como wireframes en
el CP1 sugieren que los grupos tempranos poseen un neurocráneo alargado y bajo con un
proceso mastoides relativamente pequeño y en general con forma elíptica cuyas regiones de
mayor variación son el frontal/parietal y parte del cigomático/proceso mastoides y en menor
medida el occipital. Aparte los grupos tardíos presentan un neurocráneo globular, alto, angosto y
de gran tamaño donde las regiones más variables son el frontal, el occipital y el proceso
mastoides. El CP2 muestra un patrón similar de diferenciación cronológica aunque obviamente
menos clara donde los individuos pertenecientes a los grupos del Holoceno temprano y medio
con scores positivos se distinguen de los del Holoceno tardío tanto inicial como final con scores
negativos. Los wireframes muestran que los individuos con scores positivos conservan el
neurocráneo alargado aunque mucho más achatado esta vez con presencia de prominencias
superciliares, con un proceso mastoides y un occipital pequeño así como un parietal menos
globular. Los individuos con scores negativos por otro lado exhiben un neurocráneo de tipo
globular, muy alto y angosto, con un proceso mastoides de gran tamaño cuyos puntos que
describen la base del cigomático forman un ángulo casi recto así como un frontal achatado y en
menor medida un parietal más globular.
El nivel de variación en la forma del neurocráneo también puede relacionarse con diferencias
fenotípicas producidas por el uso de sistemas de subsistencia distintos. Esto se ve reflejado en el
ACP empleando la variable de agrupamiento economía (Figura 9.21) donde se aprecian cambios
muy importantes en el morfoespacio multivariado a lo largo el CP1 entre grupos con una
economía basada en la caza y recolección y otros con un sistema de subsistencia basado en la
producción intensiva de alimentos. Los grupos con economía mixta no poseen un patrón claro
de diferenciación y son similares a nivel de forma a los dos extremos de variación económica.
De acuerdo con los mapas de calor superpuestos sobre la grilla TPS los individuos CR y parte
de los CR/AI se caracterizan por poseer un neurocráneo largo y bajo donde las regiones de
mayor variación en el campo escalar son por un lado el parietal y el occipital y por el otro la
región nasofrontal y la sutura occipitotemporal. Cambios menos relevantes se notan en el frontal
y el cigomático. Los individuos agricultores especializados presentan un neurocráneo muy alto,
globular y achatado con los valores más altos en la región nasofrontal y la sutura
occipitotemporal y los más bajos en el frontal y parietal/occipital. La forma del neurocráneo de
los grupos tardíos parece estar influenciada al menos levemente por algún tipo de deformación
artificial. El CP2 no posee una estructura de diferenciación clara de acuerdo con el tipo de
248
economía y los scores positivos tenderían a caracterizar relativamente a los individuos con
economía de caza-recolección mientras que los individuos agricultores especializados estarían
representados por los scores negativos. Los mapas de calor a lo largo de los extremos positivos
y negativos de este componente permiten distinguir a individuos con un cráneo globular y
alargado en la región occipital con prominencias superciliares y un frontal aplanado de otros con
un neurocráneo alto, mucho más globular y con un proceso mastoides grande. Otra notable
diferencia es la proyección del neurocráneo en los grupos tempranos y la retracción en los
tardíos lo cual produjo algunas de las principales diferencias donde la base del cráneo parece
jugar un papel muy importante. Estos cambios a nivel de forma están, de manera interesante,
acompañados por cambios significativos en el tamaño tal y como lo muestran la figura 9.19CD
y la tabla 9.13 donde el grupo del Holoceno medio posee un tamaño promedio mayor respecto a
las muestras del Holoceno tardío inicial y final pero no con la muestra del Holoceno temprano.
Asimismo la varianza es estadísticamente distinta entre las muestras HTI y HTFS no obstante el
mayor tamaño muestral en el último seguramente produce las diferencias vistas. El tamaño del
neurocráneo también fue diferente a nivel estadístico entre los grupos de subsistencia donde los
cazadores-recolectores poseen un tamaño promedio mayor al de los agricultores incipientes y
especializados. Así mismo la varianza difirió entre agricultores incipientes y especializados no
obstante una vez más los tamaños muestrales distintos seguramente están influenciado dicho
resultado. Desde un punto de vista general tanto la forma como el tamaño del neurocráneo
varían a lo largo del Holoceno en el Norte de los Andes con morfologías muy distintivas en los
extremos de la secuencia cronológica y económica analizada.
Tabla 9.12. Prueba t y F para los valores medios del tamaño (logaritmo del tamaño centroide)
entre grupos cronológicos y de subsistencia según la configuración facial. Por debajo de la
diagonal valores t y por encima valores F.
Cronología
Grupo HTM HM HTI HTFS HTFR
HTM 0 1.799 2.07 1.91 2.207
HM 0.271 0 1.758 1.623 1.083
HTI 0.749 0.597 0 1.064 1.870
HTFS -0.813 1.292 -1.861 0 1.152
HTFR 0.431 -0.191 0.502 -1.565 0
Subsistencia
Grupo CR CR/AI AE
CR 0 1.818 1.708
CR/AI 0.695 0 1.064
AE -0.657 -1.358 0
249
Figura 9.17. Gráfico de dispersión de los dos primeros componentes (28.6% de la varianza)
entre grupos prehispánicos del Norte de los Andes a partir de coordenadas de landmarks y
semilandmarks según la configuración facial y el factor cronología. Los mapas de calor
representan las principales diferencias en forma correspondientes a los dos primeros CPs.
Campo escalar (0-1) y el rango de colores denotan cambios mayores en los extremos de la gama
(rojo – azul) y sin cambio en el centro (verde). Factor de escala negativo y positivo (1.0
unidades). Los códigos de los grupos se muestran en la tabla 9.1.
250
Figura 9.18. Gráfico de dispersión de los dos primeros componentes (28.6% de la varianza)
entre grupos prehispánicos del Norte de los Andes a partir de coordenadas de landmarks y
semilandmarks según la configuración facial y el factor economía. En los extremos positivos y
negativos de cada CP se muestran wireframes representando la variación craneofacial entre las
muestras investigadas. Los landmarks en gris representan la configuración del espécimen
promedio (forma consenso) y los landmarks en negro representan un extremo aproximado de la
variación de acuerdo con cada CP y con el factor de escala positivo o negativo (1.0 unidades).
Los códigos de los grupos se corresponden con los de la tabla 9.1.
251
Figura 9.19. Gráficos de cajas que representan las diferencias en las medias del tamaño
(logaritmo del tamaño centroide) entre grupos cronológicos y de subsistencia según la
configuración facial (AB) y neurocráneo (CD). Los códigos de los grupos se muestran en la
tabla 9.1. Características de los gráficos de cajas como en figura 9.4.
Tabla 9.13. Prueba t y F para los valores medios del tamaño (logaritmo del tamaño centroide)
entre grupos cronológicos y de subsistencia según la configuración neurocráneo. Por debajo de
la diagonal valores t y por encima valores F.
Cronología
Grupo HTM HM HTI HTFS HTFR
HTM 0 1.450 1.601 1.978 1.014
HM -0.912 0 0.093 1.364 1.430
HTI 1.075 2.096* 0 3.168* 1.623
HTFS 1.299 -2.627** 0.325 0 1.951
HTFR 1.460 -2.687* 0.157 0.633 0
Subsistencia
Grupo CR CR/AI AE
CR 0 2.007 1.173
CR/AI 2.000* 0 2.354*
AE 2.952*** 0.121 0
*p>0.05; **p>0.01; ***p>0.001
252
Figura 9.20. Gráfico de dispersión de los dos primeros componentes (48.1% de la varianza)
entre grupos prehispánicos del Norte de los Andes a partir de coordenadas de landmarks y
semilandmarks según la configuración neurocráneo y el factor cronología. En los extremos
positivos y negativos de cada CP se muestran wireframes representando la variación
craneofacial entre las muestras investigadas. Los landmarks en gris representan la configuración
del espécimen promedio (forma consenso) y los landmarks en negro representan un extremo
aproximado de la variación de acuerdo con cada CP y con el factor de escala positivo o negativo
(1.0 unidades). Los códigos de los grupos se corresponden con los de la tabla 9.1.
253
Figura 9.21. Gráfico de dispersión de los dos primeros componentes (48.1% de la varianza)
entre grupos prehispánicos del Norte de los Andes a partir de coordenadas de landmarks y
semilandmarks según la configuración neurocráneo y el factor economía. Los mapas de calor
representan las principales diferencias craneofaciales en forma correspondientes a los dos
primeros CPs. Campo escalar (0-1) y el rango de colores denotan cambios mayores en los
extremos de la gama (rojo – azul) y sin cambio en el centro (verde). Factor de escala negativo y
positivo (1.0 unidades). Los códigos de los grupos se muestran en la tabla 9.1.
Holoceno temprano. En la tabla 9.15 se presentan los valores FST mínimos a nivel rregional los
cuales muestran un valor alto para el total de muestras que sin embargo no es mayor al de
algunas agrupaciones lo cual indica que hubo mayor diversidad a nivel intrarregional así como
fluctuación de la cantidad de diversidad morfológica durante el Holoceno. Los valores FST
mínimos obtenidos desde variables morfogeométricas son mayores que los exhibidos por las
variables craneométricas donde se evidencia un exceso de diversidad durante el Holoceno
temprano y medio y el patrón contrario durante el Holoceno tardío final, es decir poca
diversidad. Esto probablemente se relacione con diferencias en el tipo de variables empleadas en
los análisis. Los resultados del análisis Relethford-Blangero se presentan en la tabla 9.16. De
acuerdo con el modelo varias muestras presentan significativamente más varianza observada
que esperada como HTI y HTFR lo cual sugeriría mayor heterocigosidad relacionada con flujo
génico externo mientras que otras muestras como HTM, HM y HTFS presentan menor varianza
que la esperada lo cual indicaría perdida de la diversidad tal vez por deriva u otro proceso
aleatorio. La perdida de variación pudo ser un fenómeno relativamente común entre los grupos
del Holoceno temprano y medio debido al pequeño tamaño poblacional y efectivo no obstante
llama la atención que los grupos del Holoceno tardío final de la Sabana de Bogotá (i.e. Muiscas)
posean poca diversidad debido a que justamente presentaron un notable incremento
demográfico así como contactos intensivos con otros grupos. Este último resultado coincide con
los análisis a partir de variables craneométricas y puede sugerir pérdida de diversidad debido a
aislamiento relacionado con aspectos culturales y/o lingüísticos. Estos resultados sugirieren que
la interrelación entre flujo génico y deriva estructuro parte la diversidad craneofacial en la
región durante el Holoceno donde se evidencian momentos importantes de estabilidad
(Holoceno temprano) y cambio (Holoceno tardío).
Tabla 4.14. Matriz de distancias biológicas mínimas (d2ij) entre grupos cronológicos del Norte
de los Andes a partir de la configuración craneal total
Tabla 4.15. Valores FST mínimos calculados para grupos cronológicos del Norte de los Andes a partir
de la configuración craneal total
Muestra o conjunto de FST mínimo Error estándar
muestras
10,100-3500 años 14C AP 0.134547 0.011592
2500-350 años 14C AP 0.068957 0.017623
Total 0.079772 0.008138
255
Tabla 4.16. Resultados del análisis Relethford-Blangero para grupos cronológicos del Norte de
los Andes a partir de la configuración craneal total1
Figura 9.22. Representación gráfica de la matriz d2ij (distancias biológicas mínimas) entre
grupos cronológicos según la configuración craneal total. A la derecha análisis de coordenadas
principales (86.1% de la varianza; muestras unidas por líneas de conectividad mínima) y a la
izquierda un árbol consenso neighbor-joining. El soporte de la ramificación se presenta en los
nodos como un porcentaje de 5000 iteraciones bootstrap. Cada eje fue escalado por la raíz
cuadrada de su autovector correspondiente. Códigos de las muestras como en la tabla 9.1
IC 97.5%
Figura 9.23. Regresión entre el logaritmo natural de la variación entre muestras (LnB) sobre el
logaritmo natural de los autovalores de W o variación dentro (LnW) y los respectivos limites de
los intervalos de confianza al 97,5% de la pendiente. Estos resultados hacen referencia a
diferentes configuraciones craneales configuración craneal total sin corregir (A) y corregida (B);
configuración facial sin corregir (C) y corregida (D) y configuración neurocráneo sin corregir
(E) y corregida (F).
258
X.1. Introducción
La dentición representa una importante fuente de información para evaluar los niveles de
diversidad e índices de evolución así como relaciones genéticas y filogenéticas entre grupos
humanos antiguos y actuales así como entre diferentes especies de homininos (i.e. humanos y
sus ancestros) y hominoides (superfamilia Hominoidea). Desde un punto de vista antropológico
la dentición poseen importantes ventajas para su estudio frente a otros tejidos y elementos
anatómicos entre ellas: 1) poseen el tejido más duro producido por el cuerpo humano el esmalte
dental1 por lo que se preserva muy bien y es con frecuencia el único material disponible en
contextos paleoantropológicos y osteoarqueológicos; 2) debido a su estabilidad evolutiva la
morfología dental permite evaluar relaciones evolutivas entre grupos así como la
microevolución, historia y estructura poblacional con resultados muy similares a los obtenidos
con variantes moleculares y bioquímicas (Turner y Scott, 2007); 3) permiten hacer
comparaciones diacrónicas directas entre muestras esqueletizadas e individuos vivos; 4) los
dientes al completar su desarrollo en momentos tempranos de la ontogenia presentan
relativamente poca influencia ambiental; 5) El tamaño y forma de los dientes, proporciona un
confiable reflejo del genotipo, a su vez que las modificaciones producidas por función y
enfermedad son fácilmente identificables; 6) las variables sexo y edad pueden ser agrupables
mientras que en otros estudios esqueléticos son grandes limitantes; 7) otros restos humanos
están en continua modificación, inicialmente por el crecimiento durante la niñez y adolescencia
y remodelándose continuamente en respuesta a función y enfermedad en la vida adulta, mientras
que los dientes no se ven muy influenciados por estos factores (Hanihara, 1991). De acuerdo
con esto la morfología dental es especialmente útil para realizar inferencias evolutivas dado que
presenta variación debido a causas genéticas, ambientales y culturales (Biggerstaf, 1979;
Gómez-Robles y Polly, 2012; Rizk et al., 2013).
1
El esmalte está compuesto en un 95% de substancias inorgánicas (calcio y fosfato en forma de
hidroxiapatita), y solamente el 1% de sustancia orgánica, ca y 4% de agua (Radlanski, 1998). Estas son
las propiedades que hacen del esmalte dental y de la dentición en general uno de los materiales mejor
preservados en diferentes contextos tafonómicos.
259
De acuerdo con lo mencionado arriba puede decirse que la dentición puede ser empleada de
manera confiable para el estudio de la microevolución humana. En este contexto en la presente
investigación también se emplearon rasgos de la dentición de variación discontinua para evaluar
los patrones de diversidad a nivel espacial y temporal en el Norte de los Andes y en el
subcontinente sudamericano. Así su estudio proporciona información complementaria para
260
evaluar las diferentes hipótesis previamente mencionadas. En otras palabras la dentición permite
evaluar desde otro tipo de evidencia los hallazgos realizados con la morfología craneofacial
usando una forma distinta de variación es decir a nivel discontinuo. Por razones prácticas los
análisis intra e interregionales se presentan en este mismo capítulo el cual se divide en análisis
regionales y continentales (i.e. Sudamérica).
Para las variables dentales discontinuas a nivel regional se emplearon 433 individuos adultos de
ambos sexos pertenecientes a 18 muestras ampliamente dispersas en un sentido espacial (ver
Tabla 6.1; Figura 6.1). Aproximadamente las mismas muestras estudiadas en el capítulo VII
fueron incluidas aquí a excepción de las muestras Herrera, Chitarrero y Panche las cuales
presentaron diferentes sesgos que impidieron su análisis entre ellos: tamaño muestral pequeño,
individuos en mal estado de conservación y/o con fuerte abrasión dentaria y patologías.
Igualmente una muestra de la Cordillera Central, específicamente del Valle del río Porce fue
incluida la cual cuenta con pocos individuos (n=9) pero 5 de ellos poseen cronologías que van
14
desde ca. 3500 a 7000 años C AP y representan una oportunidad única para evaluar los
patrones de diversidad en el Holoceno temprano/medio en diferentes regiones de Colombia. Un
total de 52 rasgos y 103 variaciones (i.e. el total de variantes registradas incluyendo un mismo
rasgo en diferentes tipos de dientes) en la dentición permanente fueron registrados usando el
Sistema de Antropología Dental de la Universidad Estatal de Arizona (ASUDAS) (Turner et al.,
1991; Scott y Turner, 1997) empleando placas estandarizadas en 3D desarrolladas por AA
Dahlberg, CG Turner, R Scott y C Nichol para facilitar el registro y minimizar el error de
observación. Este método fue empleado aquí dado que es el más difundido permitiendo así la
comparación directa entre gran cantidad de muestras (Turner, 1986, 1990; Powel, 1995; Scott y
Turner, 1997; Sutter, 2005; Delgado et al., 2010). La descripción detallada de los rasgos
incluyendo, definiciones, dicotomías, etc están disponibles en Turner et al (1991) y Scott y
Turner (1997) y no se repetirán aquí. En las tablas 10.1 y 10.2 se presenta una lista de los rasgos
ASUDAS empleados en los análisis y su metodología de registro.
Sota; Orejas de Burro) y las 4 muestras pre-3000 del Norte de los Andes. Aparte otras muestras
incluidas tardías fueron incluidas y provienen de colecciones alojadas en el Museo de la Plata
procedentes de Perú, Chile, Bolivia y Argentina. En la tabla 6.3 se presenta un resumen de las
muestras analizadas, su cronología, tamaño y referencia mientras que su ubicación geográfica se
muestra en la figura 6.13.
Los rasgos dentales no-métricos presentan expresión bilateral aunque rara vez es simétrica y
existen diferentes procedimientos para registrar rasgos bilaterales que posee implicaciones
directas en la estimación de las biodistancias. En el presente caso se empleó el método de
conteo individual (Scott, 1980) para derivar frecuencias dentales el cual asume que la asimetría
es al azar con respecto al lado y que un individuo posee un solo genotipo para un rasgo
específico y por lo tanto debe ser clasificado en una única categoría fenotípica. También se
263
asume que cuando la expresión asimétrica es evidente el antimero que muestra el mayor grado
de expresión es considerado el mejor reflejo del genotipo subyacente y (Delgado et al., 2010).
Adicionalmente, el proceso de dicotomización (el umbral de escala presente/ausente) también es
importante de tener en cuenta dado que afecta las observaciones e implica la reducción de la
escala de variación fenotípica. No obstante dicho procedimiento posee una doble justificación
en un sentido estadístico reduce la cantidad de ceros en las tablas de contingencia y permite
calcular diferentes tipos de biodistancia (v.g D2de Mahalanobis para rasgos discontinuos y
Medida Media de la Divergencia o MMD). Todas las dicotomías usadas en el presente estudio
siguen la cuidadosa metodología diseñada por CG Turner II para el estándar ASUDAS y
asegura la comparación entre muestras (Turner et al., 1991). Diferentes rasgos se eliminaron
debido a procesos relacionados con factores ambientales como desgaste, patologías o deterioro
por ejemplo rasgos relacionados con variación en el tamaño de las cúspides de los molares se
ven usualmente muy afectados por desgaste en grupos cazadores-recolectores y por caries en
grupos agricultores esto implica que hayan muchas celdas vacías en las tablas de contingencia.
En el caso de alta incidencia de valores perdidos los rasgos se eliminaron. En otros casos
algunos rasgos poseen muy poca variación intragrupal lo cual tiene implicaciones directas en el
cálculo de biodistancias. En la presente investigación se empleó un procedimiento multivariado
derivado del cálculo de la distancia MMD cuya fórmula tal y como usada aquí (se escribió un
script en el programa R Development Core Team, 2014 siguiendo la transformación Ascombe o
Freeman-Tukey ver sección análisis estadísticos) permite calcular la varianza inter-muestral por
rasgo permitiendo identificar aquellos que exhibieron poca o nula varianza para posteriormente
ser eliminados.
r
2∑ (1/ n1i + 1/ 2 ) + 1/ (n2i + 1/ 2)) 2
i =1
var (MMD)= (2)
r
donde r= numero de rasgos, θ= transformación angular, k= conteo de observaciones positivas
para el rasgo i, n= número de individuos para el rasgo i . El script permite elegir entre la
trasformación Anscombe o Freeman – Tukey en el presente caso se usó la ultima
transformación angular para corregir por frecuencias bajas (0,05) o altas (0,95) y muestras de
tamaño pequeño n≤ 10 como las usadas en el presente caso. El script usa la prueba de
significación estadística propuesta por Sjøvold (1977), si la MMD > 2 x s [i.e. √Var(MMD)] la
hipótesis nula de P1 = P2 se rechaza al nivel de 0,03. Al calcular la varianza (ecuación 2) el
script arroja la proporción de varianza intermuestral explicada por cada rasgo lo cual permite
eliminar del análisis aquellos rasgos que presenten poca o nula varianza. No se calculó la
estandarización de la matriz MMD ya que se basa en suposiciones que rara vez se cumplen (ver
discusión en Harris y Sjøvold, 2004).
N − g − r +1 ni n j
F= D 2ij (4)
r (ni + n j )( N − g )
donde N es el número total de individuos, g es el número de muestras, r es el número de rasgos,
ni y nj es el número de individuos en las muestras i y j respectivamente. Esta variable sigue una
distribución F con r (N-g-r+1) grados de libertad.
Es necesario recordar que la distancia D2 para rasgos discontinuos no posee corrección por
tamaños muestrales pequeños por lo que se agruparon algunas muestras para asegurar
266
robusticidad estadística. Los detalles de esta distancia se pueden consultar en Konigsberg (1990)
e Irish (2010). Al igual que con la distancia anterior se escribió un script muy sencillo en R y la
matriz de correlaciones tetracóricas fue calculada usando el paquete “psych” en el programa
libre R versión 3.1.1 (R Developemnt Core Team, 2014).
usualmente escrita como C la cual mide la varianza alrededor del centroide, la fórmula de la
matriz C se da como
donde diag {C} es un operador que ubica la diagonal de una matriz dentro de un vector
columna. Si hay posibilidades que el tamaño relativo, w, sea desconocido cuando se usan
muestran arqueológicas, entonces w=1 (Relethford y Harpending, 1994). En ese caso una
simple formula FST se puede usar tal y como se usa aquí modificada de la versión propuesta por
Schilaci y Froehlich (2001) así
Co
FST =
2t + Co
R= C(1-FST )/2t,
Es importante tener en cuenta que el método sugerido por Konigsberg (2006) no es análogo
completamente al método de Relethford y Blangero (1990) y por lo tanto valores FST obtenidos
desde rasgos continuos y discontinuos no son comparables directamente. Algunos autores han
sugerido otros enfoques para la obtención de valores FST empleando rasgos dicotómicos por
ejemplo distancias genéticas efectivas desde rasgos dentales y craneales discretos (Tyrrel y
Chamberlain, 1998), no obstante el enfoque usado por estos autores no es adecuado ya que el
método está diseñado para marcadores genéticos diploides no para rasgos umbral. Así mismo se
han usado matrices derivadas de análisis de componentes principales empleando porcentajes de
rasgos craneales discretos como variables crudas en el programa RMET, no obstante el
programa mencionado no está diseñado para rasgos dicotómicos y por lo tanto los valores FST
derivados no corresponden a dicha variación.
268
El análisis del error intraobservador mostró que el índice AMGD produjo valores cuyo rango va
de 0 a 0.35 con una media de 0.3802 d.e=0.2047 para los 52 rasgos. Estos valores son
substancialmente más bajos que los hallados por Nichol y Turner (1986) y dado que el índice de
error fue de hasta ca. 3% se concluyó que a nivel general hay una buena correspondencia entre
ambas sesiones lo cual refleja la consistencia del autor en el registro de este tipo de rasgos. En
cuanto al dimorfismo sexual solo los rasgos número de cúspides M2I (p= 0,0147) y cresta distal
del trigónido M3I (p= 0,0493) en la muestra Muisca Marin; el número de raíces M3S (p=
0,0503) en la muestra Muisca Portalegre y el tubérculo de Carabelli M3S (p= 0,0484) en la
muestra Muisca Soacha produjeron diferencias significativas. El tercer molar tanto superior
como inferior presentó la mayoría de diferencias significativas lo que se relaciona posiblemente
con su alta diversidad. Ningún otro rasgo en las otras muestras analizadas mostró diferencias
significativas entre ambos sexos. Los cuatro rasgos mencionados fueron eliminados de la matriz
de frecuencias dentales. Adicionalmente se eliminaron otra serie de rasgos que presentaron muy
baja frecuencia entre ellos ausencia congénita I2S, incisivos en forma de clavija I2S, diastema
de la línea media I1S, número de raíces P3-4S, ausencia congénita P4S, premolares con tres
cúspides P3-4S, ausencia congénita I1I, numero de raíces del CI, premolar alongado P3-4I, raíz
de Tomes P4I, ausencia congénita P3I, fóvea anterior M2-3I, cúspide 7 M2I, pliegue acodado
del metacónido M2-3I y número de raíces M3I. Del total de rasgos que se conservaron después
de este primer filtro se escogieron 31 que poseen alta variación entre las muestras y tamaños
muestrales adecuados para los análisis estadísticos. Igualmente dichos rasgos se escogieron
tomando en cuenta el diente polar de cada serie que según la teoría de campos morfogenéticos
(Buttler, 1939) es el más estable asegurando así menos influencia ambiental sobre la variación
dental. Posteriormente se corrió un análisis preliminar MMD con los 31 rasgos y se eliminaron
los que presentaran varianza intramuestral nula o baja (0.0 y 10) y se seleccionaron sobre esta
base multivariada 17 rasgos que presentaron varianza media y alta (11-73) los cuales se
presentan en la tabla 10.3 junto con sus valores de varianza explicada. Si bien este es un numero
bajo de rasgos lo cual va en contra de una de las suposiciones del feneticismo que sugiere que a
mayor número de rasgos más confiable es la afinidad establecida lo cierto es que muchos rasgos
son redundantes y discriminan poco entre grupos por lo cual un procedimiento más conservador
es precisamente eliminarlos de los análisis. Los 17 rasgos que se conservaron fueron entonces
analizados empleado los métodos multivariados mencionados.
269
En la tabla 10.4 A se presenta la matriz MMD entre las 18 muestras regionales analizadas y sus
respectivos valores de significación (p≤0.03) cuya representación gráfica se presenta en la
figura 10.1A empleando un análisis de coordenadas principales y un árbol consenso neighbor-
joining. Desde el punto de vista de la significación estadística de manera interesante las
afinidades reflejan mayor similitud entre grupos que lo visto con la evidencia craneofacial. No
obstante esto está en total concordancia con la literatura dental y se relaciona con la estabilidad
evolutiva de la morfología dental. Respecto al patrón de afinidades reflejado por la diversidad
dental no-métrica se evidencia una importante estructuración de la diversidad a nivel temporal,
espacial y lingüístico. En un sentido temporal los grupos tempranos se diferencian de los tardíos
notablemente y la inclusión de una muestra temprana de la Cordillera Central sugiere
diferencias relativas, en términos de la morfología dental, entre grupos tempranos de diferentes
regiones del Norte de los Andes aunque el árbol neighbor-joining indique una afinidad más
cercana entre ambas muestras pre-5000 AP. Este resultado también indica que la muestra Porce
posee notables diferencias con el resto de grupos tardíos de toda la región. Al igual que la
variación craneofacial los rasgos dentales no-métricos sugieren una diferenciación en términos
espaciales en este caso vista a través de clusters subregionales. El cluster 1 Sur Occidente de
Colombia está integrado por muestras del Valle del Cauca y Nariño, el cluster 2 Muisca está
integrado por grupos Muiscas de la Sabana de Bogotá, el cluster 3 está compuesto por grupos
tempranos tanto de la Sabana de Bogotá y de la Cordillera Central y el cluster 4 está integrado
por grupos Karib hablantes del Valle del Magdalena y de la Costa Norte de Colombia y un
grupo Chibcha hablante de la cordillera Oriental Guane. No obstante este no es un hallazgo
inesperado ya que existe cierta afinidad entre grupos Karib y Chibcha hablantes (ver capítulo
VII) y según análisis de linajes maternos (mtDNA) la costa norte de Colombia ha estado
ocupada por grupos Chibcha-hablantes desde momentos tempranos (Melton et al., 2007). El
Valle del Cauca es un grupo bastante heterogéneo con fuerte similitud fenotípica y lingüística
interna, esta vez se separada de Nariño con lengua Pasto y Quillacinga. En general la evidencia
dental tiende a corroborar los hallazgos obtenidos con la evidencia craneofacial tanto a nivel
craneométrico como morfogeométrico.
que el análisis de la diversidad craneofacial sugiere alta similitud entre las muestras pre-3500
AP. No obstante todas provienen de la misma región lo que no permitiría apreciar su
diferenciación respecto a otras muestras de otras regiones de igual o mayor antigüedad. Por lo
tanto existen posibilidades de que la variación biológica de las muestras tempranas de la Sabana
de Bogotá no sea representativa de la diversidad de todas las muestras tempranas de la región.
Por lo tanto estos resultados indican que si bien la interpretación de la poca diversidad y
homogeneidad biológica entre los grupos más antiguos de la región es correcta es posible que la
inclusión futura de muestras más tempranas (pre 3500 AP) cambie el escenario aquí visualizado.
La representación gráfica de la matriz MMD (Figura 10.1B) indica que las muestras del
Holoceno temprano/medio y tardío respectivamente se diferencian de la del Holoceno medio y
Porce. Esta asociación tiene sentido si tomamos en cuenta un estudio anterior (Delgado, 2012a)
donde se aprecia claramente una discontinuidad poblacional en la Sabana de Bogotá hacia el
Holoceno medio inferida desde la morfología craneofacial en un contexto cronológico y
paleoambiental cuyo origen de la población ingresante fue establecida en el Valle del
Magdalena pero que de acuerdo con este resultado podría estar en la Cordillera Central.
Tabla. 10.3 Varianza intramuestral de los 17 rasgos seleccionados para los análisis
Rasgo Varianza
SSI1S -18.63549
TDCS 30.19365
CDACS -17.85954
TMAP3S 11.60016
MetM1S -21.884
HipM1S -14.45365
C5M1S -18.24767
CarM1S 32.74542
ExEM1S 17.13724
NRM1S -19.18058
NRM2S -18.93728
SSI1I 72.99496
DSI1I 46.36553
PSM1I -21.52521
NCM1I 20.31808
C7M1I 63.63374
PAM1I -17.8002
271
Tabla 10.4A Matriz MMD entre 18 muestras del Norte de los Andes. Por debajo de la diagonal valores MMD y por encima valores p (distancias significativas
en negrita p≤0.03).
Grupo Ca Guan Lac Nar Porce HTM HM HTI Mar Soa Bog Port Cor Est Cer Guac Stb Mal
Ca 0.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 0.25 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00
Guan -0.20 0.00 1.00 0.85 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 0.49 1.00 0.41 1.00 1.00 1.00 0.80 1.00 1.00
Lac -0.13 -0.18 0.00 1.00 0.57 0.53 0.13 0.07 1.00 0.69 1.00 1.00 0.54 1.00 1.00 0.70 1.00 1.00
Nar -0.07 0.02 -0.06 0.00 0.17 0.02 0.00 0.00 0.71 0.01 0.70 0.07 0.27 0.75 0.28 0.11 0.88 1.00
Porce -0.15 -0.02 0.06 0.14 0.00 0.17 0.04 0.04 0.09 0.00 0.01 0.00 0.11 0.22 1.00 0.25 0.31 0.60
HTM -0.05 -0.11 0.07 0.21 0.19 0.00 1.00 1.00 0.26 0.03 0.01 0.00 0.44 0.10 1.00 0.10 1.00 1.00
HM 0.00 -0.04 0.18 0.33 0.29 -0.17 0.00 1.00 0.01 0.00 0.00 0.00 0.70 0.08 1.00 0.02 1.00 1.00
HTI -0.02 -0.09 0.16 0.37 0.26 -0.21 -0.18 0.00 0.01 0.00 0.00 0.00 0.26 0.03 1.00 0.01 1.00 1.00
Mar -0.07 -0.06 -0.07 0.02 0.16 0.09 0.26 0.17 0.00 1.00 1.00 0.14 0.38 1.00 0.39 0.21 0.89 1.00
Soa -0.02 0.06 0.02 0.10 0.26 0.17 0.39 0.28 -0.01 0.00 1.00 0.45 0.00 0.52 0.13 0.33 0.35 0.15
Bog -0.06 -0.04 -0.07 0.02 0.22 0.22 0.38 0.28 -0.03 -0.01 0.00 1.00 0.01 1.00 0.18 0.35 0.65 0.51
Port 0.13 0.08 0.00 0.08 0.42 0.32 0.52 0.42 0.05 0.02 -0.02 0.00 0.00 0.10 0.03 0.03 0.04 0.01
Cor -0.11 -0.02 0.04 0.06 0.16 0.07 0.04 0.09 0.04 0.14 0.12 0.26 0.00 1.00 1.00 0.46 1.00 1.00
Est -0.12 -0.08 -0.06 0.02 0.12 0.15 0.19 0.16 -0.04 0.02 -0.02 0.07 -0.04 0.00 1.00 1.00 1.00 0.74
Cer -0.19 -0.21 -0.01 0.15 -0.06 -0.01 -0.13 -0.08 0.11 0.19 0.17 0.28 -0.09 -0.06 0.00 0.84 1.00 1.00
Guac -0.05 0.03 0.03 0.12 0.14 0.18 0.30 0.24 0.09 0.06 0.06 0.15 0.06 0.00 0.03 0.00 1.00 0.18
Stb -0.17 -0.10 -0.04 0.02 0.15 -0.06 -0.06 -0.04 0.01 0.08 0.04 0.19 -0.13 -0.09 -0.07 -0.07 0.00 1.00
Mal -0.18 -0.19 -0.09 -0.04 0.07 -0.13 -0.05 -0.01 -0.02 0.11 0.05 0.21 -0.04 0.03 -0.04 0.14 -0.09 0.00
Códigos de las muestras como en tabla 6.1
272
Figura 10.1 B. Representación gráfica de la matriz MMD entre grupos tempranos del Norte de
los Andes. A la derecha análisis de coordenadas principales y a la izquierda un árbol consenso
neighbor-joining.
273
Tabla 10.4B. Matriz MMD entre 4 muestras tempranas del Norte de los Andes a partir de 17
rasgos dentales. Por debajo de la diagonal valores MMD y por encima valores p (distancias
significativas en negrita p≤0.03).
Porce HTM HM HTI
Porce 0 0.03446057 0.1717026 0.03861921
HTM 0.2846447 0 1.00000 1.00000
HM 0.1871854 -0.1659296 0 1.00000
HTI 0.2577540 -0.2104427 -0.1801025 -0
Por otro lado se presentan los resultados del análisis de biodistancias usando la D2 cuya matriz
se presenta en la tabla 10.5. La matriz de correlaciones tetracóricas con la que se calculó la
distancia D2 y el promedio de los valores umbral de los rasgos se presentan en la tabla 10.6. La
estructura general de la matriz D2 es muy similar a la MMD y en términos de significación
estadística se siguen distinguiendo las muestras tempranas de la Sabana de Bogotá y la
Cordillera Central del resto y existen también diferenciación entre grupos tardíos sobre todo
entre grupos Muiscas y del Valle del Cauca. La representación gráfica de la matriz D2 se
presenta en la figura 10.2 por medio de un análisis de coordenadas principales y un neighbor-
joining. Los principales grupos geográficos se conservan no obstante en este análisis se
superpone en el mismo espacio multivariado los grupos del Valle del Cauca y Chibcha-Karib
hablantes del Noroccidente y Norte de Colombia. Esta es la principal diferencia respecto a la
distribución de grupos entre ambas distancias aunque la D2 tiende a resaltar las diferencias
debido a que funciona de forma similar a un análisis discriminante. Ambas distancias a pesar de
las diferencias tienden a reflejar un mismo patrón de diferenciación temporal y espacial de la
diversidad dental en el Norte de los Andes.
274
Tabla 10.5. Matriz de distancias D2 entre 18 muestras del Norte de los Andes. Por debajo de la diagonal valores D2 y por encima valores p (distancias
significativas en negrita).
Ca Guan Lac Nar Porce HTM HM HTI Mar Soa Bog Port Cor Est Cer Guac Stb Mal
Ca 0.00 0.17 0.64 0.90 0.99 0.67 0.37 0.76 0.86 0.52 0.58 0.63 0.53 0.99 0.45 0.45 0.59 0.87
Guan 3.75 0.00 0.09 0.26 0.50 0.04 0.03 0.06 0.03 0.02 0.11 0.10 0.20 0.23 0.02 0.52 0.28 0.32
Lac 2.11 3.86 0.00 0.37 0.74 0.46 0.85 0.20 0.79 0.23 0.52 0.53 0.41 0.70 0.07 0.27 0.21 0.57
Nar 1.34 2.94 2.57 0.00 0.83 0.05 0.02 0.05 0.25 0.03 0.30 0.24 0.30 0.55 0.09 0.49 0.23 0.87
Porce 1.12 3.32 2.44 2.10 0.00 0.94 0.69 0.91 0.74 0.60 0.77 0.74 0.02 1.00 0.46 0.06 0.83 1.00
HTM 2.12 4.80 2.44 4.54 1.58 0.00 0.97 0.98 0.27 0.12 0.09 0.09 0.00 0.60 0.04 0.01 0.87 0.57
HM 2.89 4.85 1.35 4.95 2.62 0.86 0.00 0.64 0.19 0.08 0.06 0.09 0.01 0.53 0.09 0.02 0.60 0.21
HTI 1.80 4.23 3.16 4.29 1.70 0.77 1.87 0.00 0.48 0.53 0.34 0.45 0.01 0.83 0.08 0.03 0.94 0.51
Mar 1.35 4.28 1.39 2.72 2.32 2.80 2.96 2.09 0.00 0.90 0.88 0.80 0.31 0.86 0.09 0.69 0.12 0.36
Soa 2.07 4.23 2.55 3.98 2.62 3.25 3.29 1.78 0.88 0.00 0.95 0.86 0.45 0.92 0.09 0.29 0.15 0.12
Bog 2.10 3.37 1.98 2.55 2.23 3.75 3.88 2.43 1.04 0.73 0.00 1.00 0.26 0.84 0.04 0.14 0.16 0.67
Port 1.72 2.93 1.66 2.33 2.10 3.22 3.00 1.82 1.03 0.81 0.38 0.00 0.04 0.94 0.07 0.17 0.27 0.54
Cor 2.26 1.43 2.94 3.85 6.22 7.81 7.30 7.06 3.58 2.13 3.69 4.97 0.00 0.07 0.04 0.54 0.01 0.01
Est 0.73 3.03 1.73 2.09 0.83 2.09 2.13 1.40 1.19 0.92 1.25 0.79 4.93 0.00 0.64 0.44 0.66 0.77
Cer 3.42 6.91 5.40 5.20 4.26 6.34 5.16 5.34 4.83 4.56 5.72 4.50 6.94 2.49 0.00 0.14 0.45 0.04
Guac 1.76 0.32 0.86 1.86 4.06 9.33 9.36 8.11 3.19 4.81 4.39 5.95 1.05 0.87 3.57 0.00 0.38 0.68
Stb 2.37 3.02 3.32 3.22 2.16 1.43 2.07 1.09 3.56 3.03 3.28 2.40 7.56 1.94 2.14 3.50 0.00 0.55
Mal 1.60 3.05 2.29 1.45 0.71 2.41 3.54 2.46 2.71 3.48 1.89 1.90 7.61 1.77 6.67 1.18 2.48 0.00
275
Tabla 10.6. Matriz de correlaciones tetracóricas agrupadas calculada desde rasgos dentales no-métricos
Promedio
Valor
umbral
Grupo rasgos Matriz Diagonal
CA 0.2596 0.0000 0.0097 0.0000 0.0000 0.0000 0.2580 0.2052 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
GUAN 0.1242 0.0000 -0.0895 0.0000 -0.2566 0.1820 0.0169 0.0484 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
LAC 0.2577 -0.2230 0.0786 0.0000 0.0000 0.2542 0.0965 0.1026 0.0000 0.0000 0.4104 1.0000
NAR -0.0877 0.0000 0.0120 0.0000 -0.0863 0.0000 0.1007 0.0000 0.0000 0.0000 -0.2657 1.0000
POR 0.0230 0.0000 -0.0875 0.0000 0.0000 0.0000 0.0362 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
HTM -0.0392 -0.0511 -0.0215 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
HM 0.4125 -0.1642 0.1824 0.0000 0.0000 0.3523 0.2818 0.1761 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
HTI 0.0477 0.0000 -0.0598 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
MAR 0.0014 -0.1309 -0.0252 0.0000 0.0000 0.0000 -0.0363 -0.0180 0.0000 0.0000 0.4104 1.0000
SOA 0.1660 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.1368 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
BOG 0.1449 0.0000 -0.1033 0.0000 0.0000 0.1329 0.1144 0.0627 -0.3717 0.0000 0.4104 1.0000
PRT 0.3605 0.0000 0.3239 0.0000 0.0000 0.3074 0.2637 0.1007 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
COR 0.2268 0.0000 0.0932 0.0000 0.0000 0.1326 0.0228 -0.1419 -0.0380 -0.3978 0.1140 1.0000
EST 0.4091 0.0000 0.1367 0.0000 0.0000 0.3355 0.2617 0.0362 0.0000 0.0000 0.1936 1.0000
CER 0.0488 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 -0.2877 1.0000
GUC 0.3128 0.0000 -0.0786 0.0000 0.0000 0.1858 0.0000 0.1026 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
STB 0.2346 0.0000 0.0000 0.0000 -0.3020 0.2349 0.1409 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
MAL -0.0433 0.0000 -0.0456 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 1.0000
276
Tabla 10.7. Correlaciones de mantel entre la matriz de distancias biológicas (MMD) calculada
entre 11 grupos, cuatro matrices que representan la diversidad geográfica (distancias en km),
temporal, ambiental (matriz de distancias euclidianas calculada sobre variables ambientales) y
lingüística en el Norte de los Andes
Distancia Variable r P
MMD Geográfica -0.325 0.066
MMD Temporal 0.356 0.032
MMD Ambiental -0.217 0.172
MMD Lingüística 0.150 0.428
Tabla 10.9. Correlaciones de mantel entre la matriz de distancias biológicas (MMD) calculada
entre 11 grupos, cinco matrices diseñadas que representan varias hipótesis de poblamiento y de
microevolución para el Norte de los Andes.
Distancia Hipótesis r P
MMD Niveles variables de diversidad, una población 0.437 0.046
fundadora y diferenciación post-Holoceno medio (M1)
MMD Dos poblaciones fundadoras y diferenciación este-oeste -0.011 0.937
(M2)
MMD Dos componentes biológicos (M3) 0.101 0.465
MMD Una población fundadora mínima diversificación 0.340 0.063
morfológica (M4)
Por otro lado desde el enfoque model bound los análisis de matrices-R empleando rasgos
dentales no-métricos se presentan en las tablas 10.10-10. 12 y figuras 10.3-10.4. En la tabla
10.10 se presentan los valores FST para las diferentes agrupaciones y para el total regional
asumiendo tamaño poblacional efectivo distinto entre los grupos pre-3500 y post-2500 AP y
heredabilidad completa (h2=1). El FST regional de 0.017915 un mucho más bajo que el obtenido
desde variables craneométricas (0.050) lo cual está relacionado con la estabilidad evolutiva de la
morfología dental (ver Harle, 2010 para valores similares). El valor del índice de fijación
regional sugiere que el 1% de la variación fenotípica total ocurre entre grupos y que el 99%
ocurre dentro de los 17 grupos analizados, es decir que hay mucha mayor variación
intrarregional que interregional. Los valores FST para los grupos cronológicos indican más
variación durante el Holoceno tardío que durante el Holoceno temprano/medio. A nivel
geográfico y lingüístico el valor FST se incrementa considerablemente para el Suroccidente de
Colombia mientras que para los Chibcha-hablantes de la Cordillera Oriental se reduce. Estos
resultados son totalmente concordantes con lo vistos desde la morfología craneofacial que
sugieren mayor diversidad durante el Holoceno tardío y baja diversidad en los grupos tardíos de
la Cordillera Oriental. Es interesante que el índice de diversidad no se incremente cuando otra
muestra temprana se incluye indicando que las muestras pre-3500 AP presentaban a nivel
general poca diversidad biológica. El análisis Relethford-Blangero modificado para este tipo de
rasgos se presenta en la tabla 10.11 y la figura 10.3 y sugiere que las muestras con varianza
residual positiva y por encima de la línea de regresión presentaron mayor variación que la
esperada lo cual indica probablemente que el incremento de diversidad se dio por contactos (i.e.
flujo génico). Por otro lado las muestras con varianza residual negativa y ubicadas por debajo de
la línea de regresión presentaron menor variación que la esperada sugiriendo pérdida de
diversidad probablemente a causa de la deriva génica. Un patrón contrario emerge al visto desde
la morfología craneofacial ya que las muestras Muiscas de la Sabana de Bogotá poseen en este
caso alta varianza y las tempranas baja lo cual puede ser el resultado de las diferencias entre los
marcadores morfológicos investigados. Aún así los rasgos dentales sugieren un patrón coherente
donde grupos con tamaños efectivos grandes poseen alta diversidad y grupos con tamaños
279
efectivos pequeños poseen poca diversidad lo cual está relacionado con la deriva. Finalmente,
en la tabla 10.12 y la figura 10.3 se presenta la matriz-R y un gráfico de dispersión de las
afinidades intergrupales a nivel regional. El patrón de similitud/diferencia fenotípica entre
muestras es relativamente similar al al visto con las distancias MMD y D2 donde se evidencian
diferencias temporales, espaciales y lingüísticas. Los valores del diagonal de la tabla 10.12
resaltados sugieren según el modelo que aquellas muestras más cercanas al centroide (un grupo
hipotético que pudiera existir si no se hubiesen diferenciado cuyo valor por definición es 0)
poseen la mayor variación mientras que las más alejadas menos variación debido a que la deriva
génica y un bajo índice de migración permiten un desplazamiento desde el centroide logrando
así un factor homogenizante. En este caso la mayoría de muestras poseen valores de 0 o
cercanos a 0 indicando alta variación aunque unas pocas que se alejan del centroide (ver Figura
10.3).
Tabla. 10.10. Valores FST correspondiente a cada agrupación del Norte de los Andes
Muestra Valor FST
14
Pre-3000 años C AP (Porce, HTM, HM,
HTI) 0.011983
Post-2500 14C AP (Car, Guan, Chit, Her,
Mbog, Mboy, Nar, Lac, Pan, Valle) 0.015347
Suroccidente de Colombia (Valle y Nariño) 0.037134
Chibcha-hablantes (Muisca, Lache y
Guane) 0.005404
Total 0.017915
Tabla 10.12. Matriz-R de relaciones fenotípicas a partir de los coeficientes de parentesco promedio entre (rij) y dentro (rii) de 18 muestras del Norte de los
Andes empleando 17 rasgos dentales discretos.
Grupo CA GUAN LAC NAR POR HTM HM HTI MAR SOA BOG PRT COR EST CER STB MAL
CA 0.000 -0.011 -0.004 0.028 0.011 0.008 -0.005 0.004 0.008 -0.012 -0.013 -0.009 -0.019 0.006 0.018 0.000 0.015
GUAN -0.011 0.049 -0.005 0.029 0.002 -0.012 -0.011 -0.011 -0.021 -0.021 -0.003 0.003 -0.027 -0.006 -0.023 0.020 0.019
LAC -0.004 -0.005 0.012 0.007 -0.006 0.013 0.036 -0.012 0.023 -0.010 0.000 0.003 -0.022 -0.006 -0.016 -0.014 0.005
NAR 0.028 0.029 0.007 0.023 0.012 -0.017 -0.024 -0.021 -0.004 -0.033 0.000 -0.001 -0.030 -0.002 -0.001 0.001 0.042
POR 0.011 0.002 -0.006 0.012 0.000 0.012 0.000 0.004 -0.009 -0.016 -0.010 -0.011 -0.010 0.006 0.002 0.005 0.027
HTM 0.008 -0.012 0.013 -0.017 0.012 0.010 0.034 0.024 -0.002 -0.014 -0.025 -0.018 -0.024 -0.002 -0.015 0.029 0.009
HM -0.005 -0.011 0.036 -0.024 0.000 0.034 0.021 0.012 -0.002 -0.014 -0.026 -0.013 -0.015 -0.002 0.005 0.020 -0.009
HTI 0.004 -0.011 -0.012 -0.021 0.004 0.024 0.012 0.000 0.002 0.004 -0.009 -0.001 -0.020 0.001 -0.008 0.025 0.000
MAR 0.008 -0.021 0.023 -0.004 -0.009 -0.002 -0.002 0.002 0.004 0.027 0.020 0.015 -0.021 0.000 -0.012 -0.028 -0.012
SOA -0.012 -0.021 -0.010 -0.033 -0.016 -0.014 -0.014 0.004 0.027 0.008 0.026 0.019 0.010 0.004 -0.011 -0.019 -0.031
BOG -0.013 -0.003 0.000 0.000 -0.010 -0.025 -0.026 -0.009 0.020 0.026 0.000 0.026 -0.002 -0.004 -0.038 -0.027 0.005
PRT -0.009 0.003 0.003 -0.001 -0.011 -0.018 -0.013 -0.001 0.015 0.019 0.026 0.000 -0.014 0.002 -0.011 -0.009 0.000
COR -0.019 -0.027 -0.022 -0.030 -0.010 -0.024 -0.015 -0.020 -0.021 0.010 -0.002 -0.014 0.065 0.000 0.022 -0.031 -0.033
EST 0.006 -0.006 -0.006 -0.002 0.006 -0.002 -0.002 0.001 0.000 0.004 -0.004 0.002 0.000 0.000 0.026 -0.004 -0.003
CER 0.018 -0.023 -0.016 -0.001 0.002 -0.015 0.005 -0.008 -0.012 -0.011 -0.038 -0.011 0.022 0.026 0.068 -0.023 -0.042
STB 0.000 0.020 -0.014 0.001 0.005 0.029 0.020 0.025 -0.028 -0.019 -0.027 -0.009 -0.031 -0.004 -0.023 0.005 0.009
MAL 0.015 0.019 0.005 0.042 0.027 0.009 -0.009 0.000 -0.012 -0.031 0.005 0.000 -0.033 -0.003 -0.042 0.009 0.000
FST= 0.017915; Varianza fenotípica intragrupal ponderada=1.027
281
Figura 10.3. Gráfico de la distribución de grupos del Norte de los Andes de acuerdo con la
varianza observada versus la distancia al centroide (rii) desde la morfología dental incluyendo la
línea de regresión. Códigos de las muestras como en la tabla 6.1.
282
Figura 10.4. Gráfico de dispersión de las dos primeras coordenadas principales (PCO1 32,7%
y PCO2 23,4% de la varianza) de la matriz dij entre muestras del Norte de los Andes desde la
morfología dental. Códigos de las muestras como en la tabla 6.1.
Los mapas de interpolación regionales se presentan en las figuras 10.5 y 10.6 y las diferencias
en la frecuencia entre grupos tempranos y tardíos se presentan en la figura 10.7. El mapa del
CP1 indica exactamente el mismo patrón visto con la morfología craneal donde los grupos pre-
3500 AP de la Sabana se diferencian del resto produciendo una tendencia regional de
diferenciación centro-periferia desde la Cordillera Oriental donde los grupos más antiguos de la
Sabana de Bogotá poseen valores altos y los más recientes valores bajos incluyendo la muestra
Porce de la Cordillera Central. Esto sugiere simplemente que los grupos del altiplano poseen
una morfología dental marcadamente diferente de los grupos de otras regiones incluyendo
grupos tardíos de la misma región. El PC2 muestra un patrón distinto donde los grupos del Valle
del Cauca se distinguen del resto, tal y como se aprecia en los análisis de biodistancias,
sugiriendo que poseen un patrón dental relativamente diferente aunque relacionado de alguna
manera con el altiplano Cundiboyacense. Esto requiere un análisis de esta región mucho más
detallado aunque desde el punto de vista de la tendencia espacial no hay un patrón definido. La
diferenciación dental del Valle del Cauca respecto a otras regiones incluyendo la Sabana de
Bogotá contrasta con hipótesis sugeridas por Rodríguez Cuenca (2001, 2007, 2014) quien
sugiere una estrecha relación éntrelos grupos tardíos del Valle del Cauca y muiscas de la
Sabana producto de un ancestro común.
283
Para el presente estudio es informador evaluar la fluctuación de las frecuencias dentales en los
dos momentos históricos de interés a pre-3500 y post-2500 AP. Así según las figuras 10.7A y
10.7B los grupos tempranos y tardíos respectivamente poseen diferencias en las frecuencias de
varios rasgos importantes básicamente en los incisivos centrales en pala (SSUI1); tubérculo
dental de los caninos superiores (TDUC) y tubérculo de Carabelli (CarUM1) y extensiones del
esmalte (ExEUM1) en el primer molar superior; numero de raíces del primer molar superior
(NRUN1); incisivos inferiores centrales en pala y doble pala (SSLI1; DSLI1); numero de
cúspides en el primer molar inferior (NCLM1) y el pliegue acodado del metacónido en los
primeros molares inferiores. Estos rasgos tienden a diferenciar entre los dos complejos dentales
asiáticos/americanos sinodonte y sundadonte (sensu Turner, 1990) que en el presente caso
sugiere probablemente el ingreso tardío a la región de poblaciones con frecuencias dentales muy
diferentes. Otros autores han interpretado este mismo fenómeno como la presencia de grupos
sur asiáticos en América (i.e. sundandontes) (Lahr, 1995; Haydenblit, 1997; Powell, 1998;
Sutter, 2005). No obstante la explicación más simple puede ser que las diferencias en frecuencia
se relacionen con el espectro de diversidad dental en América y/o con desplazamientos de gente
hacia la región en diferentes momentos del Holoceno. Un aspecto interesante que surge de la
visualización de las frecuencias dentales es que son mucho más variables en los grupos tardíos
que en los tempranos. Dado que cambios tan marcados a nivel de la morfología dental son
difíciles de explicar por selección esta diferenciación cronológica apoyaría la hipótesis surgida
del estudio de la morfología craneofacial vista en los capítulos VII y IX sobre expansiones
poblacionales durante el Holoceno tardío lo cual habría permitido el arribo de grupos con
patrones de variación biológica diferentes relacionados con la dispersión de la agricultura. Una
de las regiones más importantes en este contexto sería la cuenca de México como lo sugiere la
evidencia genética (Melton et al., 2007; Lewis et al., 2007) y arqueológica (Lleras, 1995). En
este contexto Delgado et al (2010) discutieron la distribución geográfica del rasgo premolar
Uto-Azteca exclusivo de los Amerindios el cual posee una distribución muy acotada al sudoeste
de los Estados Unidos y norte de México y frecuencias muy bajas. Dicho rasgo fue encontrado
en grupos Muiscas de Colombia y sugerirá de alguna forma contactos durante el Holoceno
tardío entre Centroamérica y el Norte de Sudamérica. Datos dentales obtenidos recientemente
por el autor muestran frecuencias extremadamente altas de dicho rasgo en grupos tardíos de
Ecuador lo cual permitiría sugerir que el importante incremento en la frecuencia estaría
relacionado efectivamente con una expansión poblacional relativamente grande. Con el objetivo
de avanzar en esta hipótesis se llevo a cabo un análisis de biodistancias incorporando muestras
de Centroamérica específicamente de México (Turner, 1986) cuyos resultados se presentan en la
figura 10.8 y la tabla 10.13. De acuerdo con estos resultados los grupos Centroamericanos se
agrupan con las muestras Muiscas de la Sabana de Bogotá cuya mayor afinidad se entre los
primero y Portalegre en donde se encontró el rasgo premolar Uto-Azteca. La matriz MMD y los
284
Figura 10.7A. Diferencias en la frecuencia de rasgos dentales entre grupos pre-3500 AP del
Norte de los Andes.
288
Figura 10.7B. Diferencias en la frecuencia de rasgos dentales entre grupos post-2500 AP del
Norte de los Andes.
289
Figura 10.8. Gráfico de dispersión de las dos primeras coordenadas principales de la matriz
MMD entre muestras del Norte de los Andes y de Centroamérica. Grupos unidos por líneas de
conectividad mínima (minimun spaning tree). Códigos de las muestras del Norte de los Andes
como en la tabla 6.1.
290
Tabla 10.13 Matriz MMD entre 22 muestras del Norte de los Andes y de Centroamérica. Por debajo de la diagonal valores MMD y por encima valores p
(distancias significativas en negrita p≤0.03).
Coa Tlat Cui Yuc Ca Lac Nar Por HTM HM HTI Mar Soa Bog Port Cor Est Cerr Guac Stb Mala
Coa 0.00 0.20 0.38 0.83 0.42 0.91 0.00 0.13 0.00 0.00 0.00 0.08 0.00 0.09 0.06 0.00 0.00 0.00 0.01 0.00 0.06
Tlat 0.05 0.00 0.02 0.56 0.05 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Cui 0.04 0.05 0.00 1.00 0.42 0.02 0.00 0.12 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Yuc 0.02 0.04 -0.01 0.00 0.20 0.31 0.31 0.03 0.00 0.00 0.00 0.02 0.00 0.07 0.35 0.00 0.00 0.00 0.01 0.00 0.01
Ca 0.12 0.26 0.11 0.20 0.00 1.00 0.34 1.00 1.00 0.59 1.00 0.78 0.57 1.00 0.54 1.00 1.00 1.00 1.00 0.65 1.00
Lac 0.01 0.26 0.15 0.11 -0.11 0.00 0.83 1.00 0.50 0.00 0.07 1.00 0.46 1.00 1.00 0.11 0.21 0.08 1.00 0.02 1.00
Nar 0.20 0.30 0.24 0.09 0.14 0.02 0.00 0.12 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.24 0.24 0.00 0.00 0.00 0.06 0.00 1.00
Por 0.17 0.35 0.15 0.31 -0.23 -0.06 0.19 0.00 0.67 0.90 0.51 0.40 0.11 0.26 0.34 1.00 1.00 1.00 1.00 0.02 0.86
HTM 0.31 0.47 0.34 0.33 -0.16 0.07 0.30 0.06 0.00 0.02 1.00 0.00 0.00 0.01 0.00 0.23 0.23 0.23 1.00 0.24 0.25
HM 0.76 0.95 0.68 0.78 0.09 0.46 0.77 0.02 0.22 0.00 0.06 0.00 0.00 0.00 0.00 0.13 0.00 0.00 0.03 0.00 0.00
HTI 0.42 0.67 0.49 0.46 -0.03 0.18 0.40 0.09 -0.01 0.16 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.72 0.91 0.30 1.00 0.53 0.27
Mar 0.09 0.24 0.14 0.18 0.04 -0.02 0.22 0.09 0.23 0.77 0.33 0.00 1.00 1.00 0.76 0.00 0.00 0.00 0.19 0.00 0.26
Soa 0.17 0.28 0.25 0.22 0.08 0.05 0.22 0.16 0.21 0.73 0.20 -0.02 0.00 0.88 0.63 0.00 0.01 0.00 0.79 0.00 0.25
Bog 0.08 0.23 0.18 0.13 0.00 -0.08 0.07 0.12 0.19 0.70 0.23 0.00 0.00 0.00 1.00 0.00 0.03 0.00 0.65 0.00 1.00
Port 0.10 0.20 0.14 0.07 0.09 -0.04 0.07 0.10 0.31 0.74 0.32 0.01 0.02 -0.02 0.00 0.00 0.00 0.00 0.41 0.00 0.39
Cor 0.30 0.44 0.32 0.40 -0.10 0.13 0.33 -0.08 0.09 0.11 0.03 0.27 0.22 0.18 0.31 0.00 1.00 0.41 0.81 0.00 0.47
Est 0.20 0.29 0.20 0.23 -0.10 0.10 0.24 -0.06 0.09 0.20 0.01 0.16 0.10 0.10 0.14 -0.05 0.00 0.79 1.00 0.00 0.68
Cerr 0.32 0.49 0.36 0.47 -0.10 0.16 0.25 -0.12 0.10 0.28 0.08 0.24 0.23 0.21 0.26 0.05 0.02 0.00 1.00 0.00 0.81
Guac 0.25 0.42 0.31 0.27 -0.08 0.00 0.18 -0.05 -0.02 0.24 -0.10 0.11 0.02 0.04 0.07 0.02 -0.03 -0.01 0.00 0.03 0.99
Stb 0.44 0.87 0.74 0.71 0.07 0.21 0.64 0.28 0.10 0.44 0.05 0.45 0.39 0.37 0.52 0.26 0.25 0.29 0.21 0.00 0.08
Mala 0.17 0.41 0.33 0.28 -0.09 -0.11 0.00 0.02 0.13 0.52 0.12 0.09 0.09 -0.08 0.07 0.06 0.03 0.02 0.00 0.17 0.00
Códigos de las muestras como en la tabla 6.1. coa: Cuahuila; tlat: Tlatelolco; cui: Cuicuilco; yuc: Yucatán.
291
Aparte en cuanto a los análisis continentales en la figura 10.9 y 10.10 y las tablas 10.14 y 10.15
se presentan los resultados del análisis exploratorio de biodistancias los cuales están basados en
diferentes agrupaciones de acuerdo con los requerimientos estadísticos de cada método. En la
tabla 10.14 se presentan los autovectores de los rasgos dentales y en la figura 10.9 se muestra
un grafico de dispersión de los dos primeros componentes (45,5% de la varianza explicada). A
diferencia de la morfología craneofacial los rasgos dentales exhiben una fuerte estructuración de
la diversidad a nivel espacial. Es decir los grupos tienden a formar clusters que poseen
significado regional lo cual ya fue visto en análisis preliminares de algunas de las muestras aquí
investigadas (Delgado, 2012b). El CP1 tiende a diferenciar a los Andes sur-centrales del resto
de grupos Americanos. Esta distinción ya fue notada por Sutter (2005) quien sugiere afinidad
entre estos grupos y sundadontes surasiáticos. El CP2 por otro lado tiende a diferenciar las
muestras del Norte de los Andes de los grupos Paleoindios y de Panamá, Ecuador, Perú, Brasil,
Chile y Argentina donde las del Holoceno temprano/medio de Norteamérica presentan una
posición intermedia. Aún así se observan asociaciones que son difíciles de explicar como las de
algunos grupos tardíos de la Cordillera Oriental del Norte de los Andes con algunos grupos
Norteamericanos. De manera interesante la región de estudio muestra un cluster bastante
homogéneo reforzando la hipótesis de un origen común. En un contexto continental la
distribución de muestras tanto tempranas como tardías vistas en el ACP concuerda en parte con
lo que propuso Turner (Turner, 1983, 1985, 1986, 1990, 1992) sobre la homogeneidad dental a
nivel continental y cantidades de variación limitada (ver Matsumura y Hudson 2005 para una
interpretación diferente de la diversidad dental en el noreste de Asia y América). No obstante
Turner al agrupar muestras continentales debido a su comparación geográfica amplia (Oceanía,
Sur de Asia, Eurasia y América) perdió resolución para detectar diferencias importantes al
interior de América sobre todo en cuanto a los procesos de estructuración geográfica los cuales
sugieren que debido a la baja diversidad biológica exhibida por los grupos fundadores la
regionalización (i.e. diferenciación regional) requirió necesariamente más tiempo para formarse.
Es decir que la fecha de ingreso tardía post-11,500 años 14C AP no es consistente con el tiempo
necesario para la formación de grupos bien diferenciados a nivel regional cuando se comparan
en un contexto continental. En este trabajo a propósito no se incluyeron muestras tardías de
Norte América dado el foco regional del mismo no obstante es necesario incluir más grupos
para evaluar en forma más confiable las diferencias morfológicas en América. Esta
interpretación sobre el ingreso temprano al Nuevo Mundo (i.e pre 11.5 ka) está en completa
concordancia con el consenso actual tanto a nivel genético (Wang et al., 2007; Fagundes et al.,
2008; Reich et al., 2012; Jenkins et al., 2012); morfológico craneofacial (González-José et al.,
2008; de Azevedo et al., 2011; Hube et al., 2010; Pucciarelli et al., 2010); arqueológico
292
(Dillehay, 2000; Miotti, 2006; Watters y Stafford, 2007; Goebel et al., 2008; Watters et al.,
2011; Borrero, 2015) y paleoambiental (Madsen, 2004). En un contexto subcontinental las
diferencias al interior de Sudamérica reflejan el mismo patrón, es decir existe una distinción
notable entre regiones por ejemplo entre los Andes del norte y sur-centrales y los grupos tardíos
desde Panamá hasta la Argentina. Los autovalores de los rasgos empleados en las
comparaciones en ambos CPs contienen cada uno 6 valores negativos y uno positivo
significativos (p<0.01). En el CP1 los autovalores negativos significativos tienden a caracterizar
grupos con morfologías típicas Amerindias donde cobran importancia rasgos clásicos que
definen el complejo dental sinodonte como los incisivos rotados y en pala, hipocono y parastilo
cuya alta frecuencia en este estudio caracterizan a la mayoría de grupos a excepción de las
muestras de los andes sur-centrales. El único rasgo con un autovalor positivo posee muy bajas
frecuencias en grupos asiáticos y amerindios. Aparte los rasgos del CP2 con valores negativos
poseen indistintamente frecuencias altas y bajas y algunos como el tubérculo de Carabelli se
relaciona más con grupos euroasiáticos. En su conjunto los rasgos dentales de los grupos
americanos analizados tienden a diferenciar a grupos regionales que se caracterizan por altas
frecuencias de rasgos típicos amerindios (todos los grupos con scores negativos en el CP1) de
los grupos de los Andes sur-centrales y Argentina con scores positivos y rasgos menos
derivados. Un aspecto importante a mencionar aquí sobre la diferenciación de estos últimos
grupos sobre todo de los Andes sur-centrales analizados por Sutter (2005) es que las dicotomías
empleadas por este autor no necesariamente se corresponden con las sugeridas o usadas
comúnmente por Turner. Por lo tanto debido a la importancia de la correspondencia entre el
umbral de presencia/ausencia entre investigadores sobre todo en el nivel de afinidad entre
grupos es muy probable que la distinción vista por Sutter (2005) y también vista en el presente
análisis se puede relacionar con sesgos metodológicos.
Tabla 10.14. Autovalores de los 11 rasgos dentales no-métricos usados en las comparaciones
continentales.
Figura 10.9. ACP (CP1 32,6% y CP2 20,34% de la varianza) empleando frecuencias dentales
de 45 grupos Americanos en el rango 2000-11,000 AP. Pm7: Playa Miller 7; Pm4: Playa Miller
4; Chin: Chinchorro; Alr: Alto Ramírez; Az6: Azapa-6; Az71: Azapa-71; ChAl: Chiribaya Alta;
Sg: San Gerónimo; LY: La Yaral; Az41: Azapa-41; Az8: Azapa-8; Ilo; Gauthier; And:
Anderson; Tis: Tick Island; Wind: Windover; Ble: Black Earth; Eva; Mdc: Modoc; Bis: Bird
Island; Arg: Argentina; Chl: Chile; Ec: Ecuador; Pnm: Pnamá; Brs: Brasil; Per: Perú; Paleo:
Paleoindios; Bol: Bolivia; Prt: Portalegre; Mrn: Marin; Nar: Nariño; Lac: Lache; Bog: Muiscas
Bogotá; Soa: Soacha; Gun: Guane; Mal: Malagana; Gua: Guacarí; Ca: Costa Atléntica; Htm:
HTM; Prc: Porce; Cer: Cerrito; Cor; Coronado; Stb: Santa Bárbara; Hti: HTI; HM.
En la figura 10.10 y la tabla 10.15 se presenta un análisis de biodistancia MMD entre grupos
regionales agrupados en un sentido espacial y temporal de toda América empleando 13 rasgos
dentales (SSUI1, DSUI1, WIUI1, TDUI2, C5UM1, HYPUM1, CARUM1, EEUM1, PARUM3,
PEGUM3, C6LM1, PRTSLM1 y XRLM1). A nivel general este análisis muestra asociaciones
muy similares al ACP indicando que las agrupaciones regionales desde metodologías diferentes
son consistentes con grupos discretos con sentido espacial. El grafico de dispersión de las dos
primeras coordenadas principales de la matriz MMD indica que en el espectro de variación
dental Americana los grupos del Norte de los Andes comparten cierta similitud con los Andes
Sur Centrales y el Cono Sur al mismo tiempo que se diferencian de grupos regionales
Sudamericanos así como grupos del Holoceno temprano/medio de Norte América y los
Paleoindios de Norte/Sudamérica. Un aspecto interesante es la aparente diferenciación entre
294
grupos tempranos del resto de América y del Norte de los Andes indicando que hay diferencias
durante el Holoceno temprano/medio en el continente que podrían ser explicados por niveles
altos de diversidad en la población fundadora o alternativamente la existencia de diferentes
poblaciones fundadoras con niveles variables de diversidad. No obstante en la tabla 10.15 se
aprecia que de hecho en un sentido estadístico las diferencias entre las muestras del Holoceno
temprano/medio de Norteamérica, la muestra de Paleoindios N/S y las muestras tempranas de la
Cordillera Central (Porce) y Oriental de Colombia (HTM) son no significativas. Esto sugiere el
patrón contrario es decir similitud morfológica entre grupos tempranos de América, niveles
bajos de diversidad y una única población fundadora. La muestra del Holoceno medio y tardío
inicial del Norte de los Andes se diferencia de las demás tanto de la misma región como del
resto de América. Aparte la agrupación de muestras regionales sudamericanas tardías sugiere
marcada similitud a nivel subcontinental a excepción de Bolivia y el Cono Sur. En general la
significación de los valores MMD confirma el patrón visto a nivel gráfico en el ACOP y permite
refinar las diferencias/similitudes entre muestras Americanas del Holoceno desde el punto de
vista de las medidas de biodistancias.
Figura. 10.10 Gráfico de dispersión de las dos primeras coordenadas principales de la matriz
MMD entre 18 muestras regionales americanas. And SC Arc: Andes Sur-centrales Arcaico; And
SC For; Andes Sur Centrales Formativo; And SC IT: Andes Sur Centrales Integración Tardía; P
N/S; Paleoindios Norte y Sudamericanos; NAM HM; Norteamérica Holoceno Medio; NA HTF;
Norte de los Andes Holoceno Tardío Final; HTM: Holoceno temprano medio; HM: Holoceno
medio; HTI: Holoceno tardío inicial; Pan: Panamá; Mex: México; Per: Perú: Ecua: Ecuador;
Bras: Brasil.
295
Tabla 10.15 Matriz MMD entre 18 muestras regionales Americanas. Por debajo de la diagonal valores MMD y por encima valores p (distancias significativas
en negrita p≤0.03).
Mex NAHM Pan Ecu Per Bras Bol Chl Arg NSPaleo NAHTF Porce HTM HM HTI ASC ASC ASC
It F Ar
Mex 0 0.00 0.08 0.14 0.53 1.00 0.07 0.07 0.00 0.00 0.00 0.01 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
NAHM 0.15 0 0.06 0.00 0.00 0.02 0.04 0.04 0.00 0.46 0.00 0.18 0.13 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Pan 0.11 0.09 0 0.49 0.06 0.90 0.03 0.18 0.00 0.01 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Ecu 0.01 0.14 0.04 0 0.44 1.00 0.35 0.03 0.00 0.00 0.00 0.01 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Per 0.02 0.22 0.13 0.01 0 1.00 0.19 0.05 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Bras -0.03 0.08 0.04 -0.01 -0.01 0 0.27 0.50 0.00 0.55 0.00 0.10 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
Bol 0.03 0.10 0.12 0.02 0.01 0.01 0 0.05 0.00 0.31 0.03 1.00 0.05 0.00 0.01 0.00 0.00 0.00
Chl 0.19 0.18 0.22 0.23 0.22 0.12 0.18 0 0.13 0.02 0.07 0.48 0.04 0.00 0.05 0.01 0.00 0.00
Arg 0.31 0.14 0.33 0.31 0.43 0.32 0.16 0.09 0 0.00 0.02 0.75 0.00 0.00 0.02 0.00 0.00 0.00
NSPaleo 0.16 0.04 0.21 0.17 0.21 0.00 0.13 0.26 0.38 0 0.00 0.30 0.04 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
NAHTF 0.23 0.12 0.32 0.22 0.28 0.18 0.09 0.15 0.05 0.21 0 1.00 0.03 0.00 0.04 0.00 0.00 0.00
Porce 0.24 0.14 0.40 0.31 0.34 0.20 -0.02 0.10 0.00 0.19 0.02 0 0.80 1.00 0.63 0.11 0.00 0.00
HTM 0.39 0.21 0.59 0.39 0.45 0.45 0.24 0.28 0.17 0.28 0.13 0.09 0 0.02 1.00 0.00 0.00 0.00
HM 0.46 0.34 0.70 0.53 0.54 0.46 0.23 0.15 0.21 0.30 0.23 -0.14 0.05 0 0.07 0.00 0.00 0.00
HTI 0.44 0.26 0.58 0.43 0.48 0.47 0.27 0.09 0.02 0.46 0.03 0.09 -0.03 0.13 0 0.00 0.00 0.00
ASC It 0.17 0.18 0.33 0.21 0.28 0.18 0.23 0.16 0.16 0.29 0.21 0.19 0.26 0.34 0.23 0 0.00 0.00
ASC F 0.38 0.43 0.56 0.48 0.55 0.42 0.58 0.44 0.56 0.54 0.60 0.42 0.50 0.53 0.64 0.16 0 0.62
ASC Ar 0.43 0.41 0.50 0.48 0.62 0.46 0.66 0.42 0.52 0.53 0.65 0.54 0.54 0.63 0.69 0.16 0.01 0
Códigos: Mex: México; NAHM: Norteamérica Holoceno medio; Pan: Panamá; Ecu: Ecuador; Per: Perú; Bras: Brasil; Bol: Bolivia; Chl: Chile; Arg:
Argentina; NSPaleo: Paleoindios de Norte y Sudamérica; NAHTF: Norte de los Andes Holoceno tardío final; HTM: Holoceno temprano medio; HM:
Holoceno medio; HTI: Holoceno tardío final; A SC Li: Andes Sur-centrales Intermedio Tardío; A SC F: Andes Sur-centrales Formativo; A SC Ar: Andes
Sur-centrales Arcaico.
296
Resulta evidente que la inclusión de muestras tardías puede opacar las diferencias/similitudes
entre los grupos tempranos sobre todo cuando los criterios de agrupación establecidos por otros
autores no son claros. En ese sentido se realizó un Análisis de Correspondencia (AC)
14
empleando solo grupos del Holoceno temprano/medio (ca.4000-11,000 C AP) el cual se
presenta en la figura 10.11. La representación bidimensional explica el 63% de la inercia total la
cual también incluye los rasgos que influencian la distribución poblacional. En términos
generales las asociaciones regionales se conservan y se evidencia una diferenciación un poco
más marcada entre los grupos tempranos. En la dimensión 1 los grupos del Norte de los Andes
se separan del resto lo que tal vez esté influenciado por la muestra del Holoceno medio que se
aísla notablemente. Este hecho ha sido evidente en los diferentes análisis desarrollados en la
presente investigación desde la morfología craneal y dental lo que refuerza algunas hipótesis
propuestas aquí respecto a la divergencia ocurrida durante el Holoceno medio en el Norte de los
Andes. Así mismo la muestra integrada por Paleoindios según Turner (1992) se agrupa con las
muestras norteamericanas del Holoceno medio y comparten similitud con las dos muestras de
los Andes sur-centrales. La dimensión 2 diferencia a la muestra HM de Colombia, los
Paleoindios y Modoc del resto. Los rasgos que más influencian esta división son SSUI1,
PrstLM1, WingUI1, HipUM1 y 3RLM1 que caracterizan a los grupos del Norte de los Andes y
son rasgos derivados típicamente sinodontes y TDUI2, DSUI1, C6LM1, ParsUM3, C5UM1 y
CarUM1 que caracterizan a Norteamérica y Andes sur-centrales que a excepción de DSUI1 y
ExUM1 son rasgos menos elaborados cuyas frecuencias altas están entre grupos Euroasiáticos.
A grosso modo puede decirse que el análisis de los grupos tempranos tiende a mostrar un patrón
de diferenciación regional relativamente similar al visto en momentos posteriores es decir
grupos discretos a nivel espacial. Esto podría implicar, dada su tasa baja de diferenciación, que
previo a o durante su ingreso se formaron algunas de las principales diferencias a nivel dental.
Esto refuerza la idea que sugiere que el poblamiento inicial del Nuevo Mundo es un fenómeno
más temprano y probablemente más complejo de lo asumido usualmente. Igualmente la
hipotética diferenciación previo al ingreso concuerda con lo que algunos autores desde la
evidencia genética han llamado como periodo de incubamiento o standstill (Tamm et al., 2007;
Kemp et al., 2007; Achilli et al., 2008; Gilbert et al., 2008; Rasmussen et al., 2010). La
cuestión de la poca diversidad biológica de los fundadores (medida aquí como ausencia de
diferenciación marcada entre grupos tempranos) merece atención ya que en la actualidad
muchos estudios que han abordado la evidencia morfológica para inferir aspectos del
poblamiento inicial sugieren que los primeros grupos que arribaron a Beringia y posteriormente
a América presentaban niveles impresionantemente altos de diversidad. No obstante si se
analiza la diversidad actual de ciertos marcadores moleculares (ADNmt) en grupos Americanos
a nivel de haplogrupos y haplotipos se evidencia un número mucho menor que él visto en otras
regiones (v.g. 17 haplogrupos en Asia vs 5 en América), lo que ha permitido a algunos
297
genetistas sugerir que América es uno de los continentes más pobres en diversidad filética de
linajes maternos (Bravi, 2004). Estos niveles bajos de diversidad son más evidentes cuando se
analizan diferentes marcadores sobre todo del mitogenoma de individuos del Pleistoceno final
tanto del Noreste de Asia como de América los cuales muestran diversidad relativamente alta en
Siberia Mal´ta (MA-1) y Afontova Gora-2 (AG-2) (Raghavan et al., 2013) y baja en América
(Anzick-1 y Hoyo Negro) (Rasmussen et al., 2014; Chatters et al., 2014) lo cual sugiere por un
lado que para ese momento ya se habían diferenciado los haplogrupos más comunes en
Amerindios actuales y por el otro que gran parte de la diversidad se perdió previo al ingreso de
la población fundadora probablemente debido a un cuello de botella. Así mismo otros autores
(Pitblado, 2011), tomando en cuenta hallazgos recientes, indican que es necesario reformular el
escenario de poblamiento inicial incorporando diferentes evidencias que sugieren un ingreso
más temprano i.e. pre 11.5 ka (Waters y Stafford, 2007; Waters et al., 2011; Jenkins et al.,
2012), vías alternas de dispersión (Miotti, 2006; O´Rurke y Raff, 2010) y poca diversidad entre
los primeros grupos (Bravi, 2004; Delgado, 2012; Stojanowski et al., 2013a, este estudio).
En las figuras 10.12-10.13 se presentan las frecuencias de los 12 rasgos empleados en el análisis
de correspondencia (Figura, 10.11). La mayoría de grupos tempranos poseen rasgos típicos
sinodontes aunque en frecuencia variable. Ver por ejemplo las altas frecuencias de rasgos
típicos amerindios como incisivos en pala, doble pala y rotación bilateral que oscila entre 40 y
100% y bajas de rasgos Euroasiáticos como el tubérculo de Carabelli. A medida que nos
adentramos en el Holoceno existen cambios en las frecuencias debido posiblemente a un efecto
demográfico relacionado con mayor cantidad de gente expandiéndose y no necesariamente
como sugiere Sutter (2005) (ver también Manabe et al., 2003) debido a una supuesta
“sinodontificación” (incremento de rasgos sinodontes) relacionada con una expansión démica de
grupos agricultores sinodontes que reemplazaron a grupos sundadontes preexistentes. Estos
resultados tampoco apoyan a otros modelos como 2CPs y FGR ya que no muestran un cambio
importante en la cantidad de diversidad y de rasgos hacia la transición Holoceno
temprano/medio (ca.7500 AP). Debido a que en el presente estudio no se incluyeron muestras
Esquimales, Aleutianas y Na-Dene los presentes resultados solo permite interpretaciones sobre
la diversidad Amerindia la cual apartemente fue limitada durante la expansión inicial. La idea
de que la diversidad dental, debido a su bajo índice de evolución, requirió más tiempo para
formar grupos regionales en América como los vistos en la presente investigación apoya
parcialmente índices de expansión bajos lo que está más acorde con la teoría de colonización de
paisajes vacios (cf Meltzer, 2003; Hazelwood y Steele, 2003).
298
Figura 10.12. Distribución de las frecuencias de 6 rasgos dentales de los incisivos y molares
superiores y en 15 muestras Americanas con cronologías entre 4000 y 11,000 14C AP. Paleo:
Paleoindios de Norte y Sudamérica; And: Anderson; Black E: Black Earth; Bird I: Bird Island;
Gaut: Gauthier; Iitck I: Tick Island; Wind: Windover; HTM: Holoceno Temprano/Medio; HM:
Holoceno Medio; HTI: Holoceno tardío inicial; Ilo: Ilo Precerámico; Chin: Chinchorro.
299
con rasgos sundadontes que ingreso en forma temprana y otra con rasgos sinodontes que ingresó
en momentos tardíos donde los primeros serían los ancestros de algunas de las muestras más
divergentes (Chinchorro e Ilo). Si bien hasta este punto no es posible descartar totalmente el
ingreso de grupos con rasgos sundadontes el nivel de diferenciación es muy alto y otras fuentes
de diversidad alternas podrían proponerse. Dado que no hay evidencias de la existencia de un
proceso poblacional que haya causado la fijación de ciertos rasgos (cuello de botella, deriva,
etc) o de presiones selectivas que hayan modificado la morfología dental la explicación más
simple es que niveles altos del error interobservador causados por artefactos de los análisis
dentales como por ejemplo el uso de dicotomías diferentes o de factores intrínsecos de la
dentición como lo es el alto índice de desgaste dental en grupos cazadores recolectores del
Holoceno medio. Recientemente Stojanowski y Johnson (2015) mostraron como los altos
niveles del error intraobservador en el cálculo de frecuencias dentales entre grupos del
Holoceno medio de Norteamérica están asociado al fuerte desgaste dental que produce una
pérdida importante de datos y ambigüedad en el registro de ciertos rasgos que se relación con el
grado de desarrollo de crestas, cúspides y tubérculo. Aparte en el mapa del CP2 se detecta una
tendencia geográfica donde se resalta un gradiente o franja de diferenciación en la parte central
del subcontinente que se iniciaría en Panamá e incluiría a Ecuador, Perú, Bolivia y Brasil. Las
muestras de los Andes sur-centrales y del norte así como con la muestra tardía del Cono Sur
poseen valores negativos y se diferencian de Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil y la
muestra temprana del Cono-Sur con valores positivos. Los autovectores (Tabla 10.14) muestran
que los grupos con scores positivos se distinguen del resto con rasgos como incisivos centrales
en pala, parastílo en los primeros molares inferiores y tres raíces en el primer molar inferior. Por
otro lado los grupos con scores negativos posen rasgos con valores significativos como incisivos
en doble pala, cúspide 5, hipocono, tubérculo de Carabelli y extensiones del esmalte en el
primer molar superior y protostílido en el primer molar inferior. De acuerdo con la estructura
del componente 2 y el patrón de diferenciación es posible sugerir que existen notables
diferencias al norte y sur de la franja central. Es decir sugiere una posible dinámica andina
bastante restringida a nivel espacial que produjo diferenciación morfológica y dada la
estabilidad de los rasgos dentales dichos grupos no debieron formase hace poco tiempo y
obedecería a la distribución de la diversidad desde momentos tempranos o alternativamente a
causa de fenómenos como la dispersión de la agricultura, el altitermal del Holoceno medio,
entre otros. Debido a que son muestras tardías es posible que esta distribución espacial este
reflejando movimientos poblacionales post-Holoceno medio que generaron contrastes al norte o
sur de los Andes. Esto debe ser corroborado con otras muestras y tipos de evidencia.
301
XI DISCUSIÓN GENERAL
A lo largo de este trabajo se han mostrado los análisis y resultados de diferentes líneas de
evidencia, correspondientes a medidas de variación fenotípica calculadas a partir de distintos
tipos de métodos estadísticos y muestras de poblaciones humanas de la región del Noroccidente
de Sudamérica que habitaron un amplio rango de escenarios ambientales, y cuya distribución
temporal abarca el lapso comprendido entre el límite Pleistoceno/Holoceno y momentos previos
a la conquista europea. Así mismo el registro arqueológico y paleoambiental al igual que otros
indicadores bioarqueológicos relacionados con el estado de salud-enfermedad y dieta fueron
incorporados en la presente discusión con el fin de interpretar holísticamente la información
fenotípica generada. El objetivo principal ha sido proporcionar información sobre los patrones
espaciales y temporales de variación morfológica, con el fin de realizar inferencias acerca de
diferentes procesos poblacionales vinculados con el ingreso inicial de grupos humanos durante
el Pleistoceno final y su posterior evolución a lo largo del Holoceno. La presente discusión
general de los resultados obtenidos se articulará en relación con las hipótesis planteadas en el
capítulo 5, que derivan de un modelo simple (en el sentido de incluir la menor cantidad de
asunciones posibles) de poblamiento y evolución posterior de las poblaciones del área de
estudio. Se espera, a partir de la aceptación provisional o eventual rechazo de dichas hipótesis,
arribar a una síntesis interpretativa más ajustada de los patrones de variación fenotípica
observados.
estables a través del tiempo, lo que sugiere homogeneidad biológica compatible con su
derivación a partir de poblaciones diacrónicas vinculadas entre sí por relaciones de ancestro-
descendiente, originadas a partir de una única población fundadora con bajos niveles de
diversidad. Aún así la muestra temprana de la Cordillera Central (Porce) no es estrictamente
similar a las tempranas de la Sabana de Bogotá y sugiere cierta divergencia entre los grupos
tempranos. Esta diferenciación puede estar indicado dos posibilidades la primera que
efectivamente hubo mayor variación entre grupos tempranos definidos aquí como aquellos que
habitaron la región de estudio previo a los 3500 años 14C AP y que la diversidad biológica vista
en la Sabana de Bogotá no es representativa de la variación existente en la población o
poblaciones fundadoras. La segunda posibilidad indicaría que durante la expansión de la
población fundadora y su división en subpoblaciones descendientes se produjeron algunas
diferencias biológicas probablemente relacionadas con el pequeño tamaño poblacional (v.g.
deriva génica). Estas mismas estarían reflejadas a nivel dental y producirían la divergencia vista
entre Porce y la Sabana de Bogotá. El registro arqueológico sugiere diferencias importantes
entre ambas regiones sobre todo a nivel tecnológico y económico ya que los grupos de la
Sabana de Bogotá han sido caracterizados como cazadores-recolectores relativamente
especializados con una tecnología lítica enfocada en la caza (Correal y van der Hammen, 1979;
Correal, 1986 para una opinión distinta ver Nieuwenhuis, 2002) mientras que los grupos de la
Cordillera Central presentan economías de amplio espectro y una tecnología enfocada en la
explotación de recursos vegetales (Castillo y Aceituno, 2006; Aceituno y Loaiza, 2007, 2014,
2015; Santos et al., 2015). No obstante las diferencias culturales vistas en términos económicos
y tecnológicos nos informan poco sobre la diversidad biológica y solo nos permiten indicar que
en ambas regiones los grupos tempranos desarrollaron sistemas adaptativos disimiles
promovidos por escenarios ambientales diferentes con una oferta de recursos distinta lo cual
permitiría hipotetizar en primera instancia que probablemente también hubo diferencias
fenotípicas entre ambas regiones. Este resultado deja abierta la posibilidad hacia nuevas
interpretaciones aunque debido a la falta de restos óseos atribuibles al Holoceno
temprano/medio de regiones diferentes a la Sabana de Bogotá con la excepción de Porce las
inferencias hechas sobre la cantidad de diversidad biológica y el número de poblaciones
fundadoras deberían ser consideradas como preliminares hasta que nuevos análisis con un
mayor número de muestras tempranas procedentes de varias regiones puedan ser llevados a
cabo.
Los resultados obtenidos a partir del estudio de la evidencia morfológica ósea y dental, en
referencia a las características biológicas de las poblaciones más antiguas del norte de los
Andes, entran en aparente contradicción con datos genéticos y morfológicos que sugieren
escenarios alternativos: a) una diversidad relativamente alta en las poblaciones fundadoras,
306
expresada en una serie de marcadores de herencia uni y biparental con una marcada
estructuración geográfica en sentido este-oeste, implicando al menos dos poblaciones
fundadoras con orígenes geográficos y tiempos de ingreso distintos (Keyeux et al., 2002;
Keyeux y Usaquén, 2006); b) dos poblaciones fundadoras con alta diversidad pero sin
estructuración espacial (Ruiz-Linares et al. 1999); c) una única población fundadora altamente
diversa, cuyo ingreso se dio por una ruta costera y posterior diferenciación este-oeste (Wang et
al., 2007) y d) dos poblaciones fundadoras bien diferenciadas morfológicamente con niveles
variables de diversidad que ingresaron durante el Pleistoceno final y el Holoceno temprano
respectivamente (Neves et al., 2007).
A este respecto cabe considerar que la imagen del proceso de poblamiento de una región es
altamente dependiente de la posición de monitoreo adoptada, i.e. la posición –definida tanto en
términos geográficos como del tipo de evidencia considerada– desde la cual se observa a un
determinado sistema que operó en el pasado (Thomas, 1983; Ames, 2000). Cada posición de
monitoreo proporciona una visión diferente de un sistema –en este caso, un sistema poblacional-
, influyendo en forma directa sobre el grado en que los datos informan acerca de aquello que se
desea conocer (ver discusión en Barrientos, 2009: 205-208). Situarse en la variación
morfológica o en la genética a nivel molecular –particularmente en la correspondiente a
marcadores que responden a un modelo de evolución neutral, como los microsatélites del ADN
nuclear y los haplogrupos y haplotipos del ADNmt (acerca de la asunción de neutralidad
selectiva de los últimos ver, sin embargo, Mishmar et al. 2003; Huang et al. 2014)- implica
obtener imágenes distintas de un mismo proceso a los fines del trazado de la historia
poblacional. La medida en que los rasgos morfológicos cuantitativos retienen la señal
filogenética y el grado de acuerdo esperado entre los patrones de variación morfológica y
molecular, constituyen temas ampliamente debatidos en la actualidad (v.g. Collard y Wood
2000; Rosemann 2004; Roseman y Weaver, 2007; Gilbert y Rossie, 2007; Perez et al. 2009)
cuyos detalles resta aun clarificar en profundidad. En este sentido en la presente investigación se
considera que la supuesta covariación entre distintas clases de evidencia biológica, no solamente
entre la morfológica y molecular, respecto al proceso de poblamiento inicial debe ser vista con
precaución.
Considerando la totalidad del espectro temporal en el cual se distribuyen las muestras analizadas
en este estudio, se observa un patrón de variación morfológica común -para los diferentes
308
geográfica más probable para los grupos foráneos que arribaron durante ese momento. Si bien
los cambios vistos no son menores es necesario recordar que los tamaños poblacionales y
efectivos hacia el Holoceno medio no debieron ser tan altos como para causar cambios
excesivamente drásticos a nivel morfológico y poblacional. Por lo tanto esta distinción en la
morfología a partir del Holoceno medio puede estar marcando el inicio de una dinámica
poblacional más compleja en el sentido de la circulación más activa de grupos en la región
provenientes de diversas áreas y que se agudizo hacia el Holoceno tardío final momento en el
cual se ve la más grande divergencia morfológica en la región respecto a otros periodos. Lo
ocurrido en el Norte de los Andes durante el Holoceno medio es un buen ejemplo de una
dinámica de cambio ambiental y sociocultural más compleja ocurrida a nivel continental
(Barrientos y Perez, 2005; Grosjean et al., 2007; Neme y Gil, 2009) en incluso global
(Anderson et al., 2007).
El segundo es que –dentro de este patrón común- algunos de los individuos que forman parte
de la muestra del Holoceno tardío inicial presentan mayores afinidades con gran parte de los
casos asignados a la muestra del Holoceno tardío final. Esto permite suponer que la transición
hacia la morfología craneofacial característica del Holoceno tardío final -afín a la denominada
por Neves y Pucciarelli (1991) como amerindia y por González-José et al. (2008) como el
extremo especializado del vector morfológico americano (i.e. “mongoloide”)-, habría ocurrido
en algún momento entre ca. 3000 y 2000 años AP. Los rasgos dentales también muestran
algunas diferencias a nivel cronológico sobre todo en lo que respecta al incremento y
disminución de algunos rasgos a lo largo del Holoceno (i.e. fluctuación de las frecuencias)
donde se observan mayor variabilidad hacia el Holoceno tardío aunque este cambio no
necesariamente se relaciona con la supuesta sinodontificación o el incremento de rasgos
derivados típicamente Amerindios como lo sugieren otros autores (Rodríguez Flores y
Colantonio 2013, 2015). Recién a partir de los 2500/2000 años AP se evidencian cambios
notables en las frecuencias dentales lo cual está en completa concordancia con lo visto desde la
evidencia craneofacial. Aparte de los cambios en frecuencia ocurridos en la mayor parte de los
rasgos dentales, en momentos tardíos se adiciona también un rasgo no detectado en momentos
anteriores –premolar Uto-Azteca o cresta disto-sagital (Delgado et al. 2010). Sin embargo hay
que tener en cuenta que, al ser este rasgo de muy baja frecuencia, su probabilidad de hallazgo
depende del tamaño de las muestras que, en momentos anteriores al 2000 AP, tiende a ser
comparativamente bajo respecto de las más tardías. Aún así análisis de biodistancias desde
rasgos dentales no-métricos y la incorporación de nuevas muestras de Ecuador (datos no
mostrados en la presente investigación) permiten ahondar más en este aspecto. Según algunos
autores (Scott y Turner, 1997; Turner y Scott, 2007; Delgado et al., 2010) la distribución
espaciotemporal de este rasgo sugiere un origen en el sudoeste de Estados Unidos y/o el Norte
310
de México aproximadamente hace 6000 años AP. Por lo tanto su hallazgo en muestras Muiscas
tardías de la Sabana de Bogotá indicaría alguna relación entre el Noroccidente de Sudamérica y
Centroamérica. En el capitulo X se muestra un análisis de biodistancias donde se incluyeron
cuatro muestras de Centroamérica las cuales se asocian significativamente a las muestras
Muiscas de la Sabana de Bogotá y específicamente con la muestra Portalegre donde se encontró
dicho rasgo. Adicionalmente, el estudio de más de 300 individuos prehispánicos de Ecuador
incluyendo la muestra temprana del complejo Las Vegas en la península de Santa Elena indica
una frecuencia excepcionalmente alta de este rasgo entre grupos tardíos. Las afinidades cercanas
entre muiscas de la Sabana de Bogotá y grupos centroamericanos así como la distribución
espaciotemporal del rasgo indican que fue introducido a Sudamérica durante el Holoceno tardío
probablemente por grupos provenientes de Centroamérica.
En conjunto y de forma muy general, los datos disponibles sugieren que, entre 10,000 y 2500
años AP, el norte de los Andes estuvo habitado por poblaciones locales descendientes de una
única población fundadora, que habrían experimentado, en general, un bajo grado de
diferenciación probablemente como resultado de la ausencia de aislamiento y,
consecuentemente, de tasas relativamente altas de flujo génico entre ellas. Aún así la
divergencia vista durante el Holoceno medio alerta sobre la posibilidad de que la impresionante
dinámica de cambio vista durante el Holoceno tardío final se haya iniciado en el Holoceno
medio/tardío inicial. No obstante esta hipótesis debe ser corroborada con un número mayor de
muestras empleando métodos de mayor precisión en la captura de las diferencias en tamaño y
forma. El cambio morfológico tardío, que involucra tanto al esqueleto craneofacial como a la
dentición, parece coincidir temporalmente y en términos generales con un proceso mayor -desde
un punto de vista cultural y demográfico- como es la dispersión de la agricultura intensiva en la
región, particular aunque no exclusivamente centrada en el maíz, cucurbitáceas y en diferentes
tubérculos de altura (Botiva, 1989; Langebaek, 1995). Si bien en diferentes sectores del
territorio colombiano hay evidencias arqueológicas del consumo de maíz entre 3000 y 4000
14
años C AP (Correal y Pinto, 1983; Correal, 1990b; Botiva, 1989), la señal isotópica C4 en
restos humanos procedentes de diferentes áreas de Colombia se revela clara recién a partir del
2500 AP (Cárdenas, 2002; Delgado, 2013; Delgado et al., 2014). Igualmente los patrones de
desgaste dental correspondientes al plano e índice indican un cambio marcado en las técnicas de
procesamiento de los alimentos pre y post 2500 años AP que devela cambios de una dieta más
abrasiva a una más suave. El incremento tanto de la señal isotópica C4 como del consumo de
alimentos altamente procesados está acompañado del aumento en la frecuencia de ciertas
patologías orales como caries, perdida dental antenmortem, e hipoplasias del esmalte dental que
en su conjunto resaltan la diferencia entre grupos eminentemente agrícolas circunscriptos al
311
En los análisis “model free”, los rasgos morfológicos a nivel craneofacial y dental fueron
correlacionados con diferentes fuentes probables de diversidad (variables vinculadas con el
clima y la dieta). Los resultados obtenidos indican que, para la morfología craneofacial
(morfometría tradicional) y para rasgos no métricos dentales, cuando se consideran todas las
muestras cronológicas a la vez (i.e, tempranas y tardías), no existe una correlación significativa
(prueba de Mantel) entre la matriz de distancias biológicas y la matriz de distancias climáticas
(que integra datos de precipitación, temperatura y altitud). Por el contrario, para las muestras
tardías –las únicas que presentan una distribución geográfica amplia-, se verifica una
correlación significativa entre ambas matrices para las variables continuas del esqueleto
craneofacial, pero no para los rasgos no métricos dentales. Respecto de la dieta, existe para la
morfología craneofacial -evaluada mediante morfometría tradicional y para todos los grupos
cronológicos - una correlación significativa entre las variables de forma (CPs calculados a partir
de los residuos) y tres de las cuatro variables vinculadas con la dieta (δ13Ccol, caries y
consistencia de los alimentos). En conjunto, pues, estos análisis correlacionales coinciden en
mostrar que la diferenciación de las muestras del Holoceno tardío final respecto de las de
períodos anteriores tiende a estar más relacionada con la dieta que con el clima. Este resultado
coincide con análisis recientes sobre la relación entre morfología craneofacial y la subsistencia
los cuales mostraron que a una escala global el cambio en las estrategias de subsistencia y
312
En relación con los análisis “model bound”, el índice ∆ de divergencia de Lynch y la prueba β
de Lande (datos de craneometría tradicional y geométrica) muestran que, tomadas en conjunto,
la variación exhibida por las muestras cronológicas no puede ser explicada exclusivamente por
la acción de factores estocásticos (mutación y deriva). A su vez, los índices de fijación FST y la
matriz-R calculados con datos de craneometría tradicional y geométrica y datos dentales no
métricos muestran que, en el Holoceno temprano/medio y en el Holoceno medio, la diversidad
es baja lo cual sugiere, por un lado, la ocurrencia probable de deriva y, por el otro, la ausencia
de un flujo génico apreciable desde poblaciones extrarregionales. La diversidad aumenta
significativamente en el Holoceno tardío final, de un modo coincidente con las tendencias
observadas a partir de los análisis “model free” arriba reseñados.
En su conjunto los análisis desde los enfoques model free y model bound cobran relevancia al
indicar un mismo patrón que sugiere una efectiva asociación entre variables ambientales (clima
pero fundamentalmente dieta) y la diversidad fenotípica craneofacial así como un importante
incremento de la diversidad durante el Holoceno tardío. Si bien los resultados de los análisis
model bound deber ser vistos con precaución su coherencia respecto a análisis de tipo
correlacional y exploratorio indican que si bien una pequeña parte de la divergencia vista puede
estar relacionada con adaptaciones surgidas en relación con la diversidad climática y de dieta, el
grueso de la divergencia se explica mejor si se toma en cuenta la posibilidad del ingreso de
poblaciones tardías con patrones dentales y craneofaciales muy diferentes a los vistos durante
momentos tempranos (i.e. pre 2500 AP). Esto permite darle respuesta a la pregunta arriba
formulada indicando que los profundos cambios vistos no solo a nivel biológico sino también
sociocultural (Lleras, 1995) se relacionan con el ingreso de grupos agrícolas a la región durante
el Holoceno tardío. Trazar el origen geográfico de los grupos que introdujeron la agricultura
intensiva a la región es difícil sobre todo cuando se carece de muestras de las regiones
postuladas como relevantes en el proceso entre ellas la Amazonía/Orinoquia y el Caribe
Colombiano (Lleras, 1995; Langebaek, 2000). No obstante los análisis de biodistancias
empleando rasgos dentales entre el norte de Sudamérica y Centroamérica así como la
distribución espaciotemporal del rasgo premolar Uto-Azteca permiten sugerir como hipótesis
que el origen geográfico de los grupos agrícolas que arribaron al noroccidente de Sudamérica
durante el Holoceno tardío estaría en Centroamérica probablemente en México. Análisis que
emplearon variantes del ADNmt sugieren que durante el Holoceno tardío hubo una expansión
313
chibcha desde Centroamérica hacia el norte de Sudamérica que podría coincidir con la
dispersión de la agricultura aquí inferida (Melton et al., 2007; Lewis et al., 2007; Lewis, 2010).
Las discusiones sobre el primer ingreso de humanos modernos a las Américas durante el
Pleistoceno final se iniciaron precisamente empleando como base análisis morfológicos de
restos óseos humanos atribuidos a edades muy tempranas (Amehino, 1909; Hrdlička, 1912).
Desde ese momento se puso especial atención a los restos óseos humanos -sobre todo con
cronologías atribuibles al Pleistoceno final y al Holoceno temprano- como informadores de la
historia y estructura poblacional en el pasado. No obstante avances recientes en antropología
molecular que incluyen mejores protocolos de muestreo y técnicas de amplificación así como
métodos analíticos y estadísticos más robustos y potentes incluyendo el estudio de genomas
completos de individuos Norasiáticos y Americanos que vivieron durante el límite
Pleistoceno/Holoceno ha desplazado el interés de la comunicad antropológica en general hacia
el estudio variantes genéticas protagonistas en la discusión actual. Así de la amplia cantidad de
evidencias biológicas disponibles el estudio de las moléculas se ha establecido como el enfoque
más confiable para reconstruir la historia poblacional prehispánica en América a tal punto que
algunos investigadores han sugerido que además de sesgos relacionados con tamaños
poblacionales muy pequeños la morfología - en especial craneofacial- al ser el resultado de la
deriva génica y de presiones selectivas resulta poco útil para abordar procesos complejos como
la expansión humana inicial en el Nuevo Mundo y la posterior evolución poblacional (Goebel et
al., 2008). A pesar que el registro bioarqueológico temprano (i.e. transición
Pleistoceno/Holoceno) es bastante incompleto, que existe un alto potencial de equifinalidad en
la estimación de los procesos y que aspectos inherentes a la diversidad morfológica (varianzas
ambientales relativamente altas) imprimen cierto error a las inferencias que podamos hacer
sobre la historia humana, en la actualidad debido a que poseemos muy pocos datos genéticos del
momento en el cual los primeros grupos arribaron (18,000-16,000 años atrás) podemos explotar
el fenotipo craneofacial, dental y postcraneal de individuos tempranos y tardíos para abordar
una amplia serie de aspectos relacionados con el poblamiento inicial de América.
posterior a los ~ 7500 AP el flujo génico bidireccional entre el Noreste de Asia y América
ocasionaría la dispersión de morfologías especializadas (v.g. caras anchas y planas). Si bien
dicha muestra no posee el patrón especializado o derivado sugerido por dichos autores sino uno
generalizado aunque notoriamente distinto del temprano es interesante que las variables que
mejor la diferencian según los AFD y ACP se ubican en su totalidad en la región facial. Los
análisis de biodistancias mostraron que la muestra del Holoceno medio presenta los valores de
mayor diferenciación. La divergencia del Holoceno medio es importante de tener en cuenta ya
que al parecer es un periodo de cambios marcados en el continente relacionados con factores
ambientales básicamente fluctuaciones de temperatura y humedad así como en el incremento de
aridez durante el altitermal del Holoceno medio (Mayewski et al., 2004; Walker et al., 2012) lo
cual implicaría reordenamientos poblacionales al igual que el probable incremento en la
expansión de grupos. Los factores causales de la divergencia son difíciles de comprender no
obstante el patrón visto podría corresponder con la dispersión de la morfología especializada
sugerida por González-José y colegas (González-José et al., 2008; de Azevedo et al., 2011),
alternativamente con transformaciones generadas al interior del continente producto de más de
5000 años de evolución probablemente relacionadas con aspectos de la dieta y el amplio
gradiente ambiental y/o con el efecto de pérdida de la diversidad (v.g. deriva génica) a causa de
algunos factores climáticos (v.g. retracción y extinción poblacional).
Desde un enfoque cronológico más acotado, los análisis regionales y continentales muestran que
la cantidad de diversidad durante el Holoceno temprano/medio es de escasa magnitud, ya que no
se observan diferencias marcadas entre muestras ubicadas en el rango 7000-11,000 AP. En un
contexto continental ocurre un fenómeno interesante cuando los individuos más antiguos de
Colombia se comparan con grupos de cronologías similares, e incluso superiores, de todo el
continente. Mientras que en un contexto regional presentan poca variación relativa en
comparación con las muestras del Holoceno tardío, en un contexto continental presentan mayor
dispersión, particularmente la del Holoceno medio. Esto nos indica que la cantidad de
diversidad varía de acuerdo a la escala espacial. En efecto, los análisis craneométricos indican
que tanto el tamaño geométrico como la forma alométrica varían relativamente poco a nivel
continental y que las principales diferencias se dan por la divergencia de la muestra de Lagoa
Santa respecto de las demás investigadas incluyendo la del norte de los Andes. Una mirada
detallada a los análisis exploratorios (ACP, AFD, D2) pone de manifiesto que la gran mayoría
de muestras tempranas -representadas como nubes de puntos de casos individuales- (v.g. Cono
Sur, México y Norteamérica) se superponen unas con otras y que las principales diferencias se
dan entre Lagoa Santa y Colombia, a pesar que ambas muestras presentan el mismo patrón
morfológico (i.e. paleoamericano, sensu Neves y Pucciarelli, 1991; ver asimismo Neves et al.,
2007). Esta diferencia no resulta del todo clara sobre todo teniendo en cuenta que previos
316
estudios han encontrado de hecho similitudes marcadas entre los individuos más tempranos del
continente (Neves y Hubbe, 2005; González-José et al., 2008; Hubbe et al., 2009, 2010; de
Azevedo et al., 2011). Una explicación posible como se sugirió arriba es que los estudios
mencionados al incorporar una amplia cantidad de individuos tardíos1, que si bien son
importantes de investigar sobre todo en lo que respecta al nivel de diferenciación a lo largo del
Holoceno, hayan perdido resolución en el nivel de diferenciación, es decir puede que la amplia
diversidad vista en momentos tardíos opaque las diferencias existentes entre grupos tempranos.
Los gráficos de dispersión del ACP y AFD a pesar de mostrar una especie de dicotomía entre el
Norte de los Andes y Brasil indican que la mayoría de individuos de las otras muestras de Norte,
Centro y Sudamérica tienden a ser más similares con el Norte de los Andes que con Brasil lo
cual revela la notable divergencia de esta última. Tanto las raíces canónicas como los
autovectores indican que este patrón dicotómico está dado en un alto porcentaje por diferencias
entre el esqueleto facial y la bóveda/base lo que también podría sugerir que la evolución
relativamente independiente de ciertos módulos craneales este generando parte del patrón visto.
En otras palabras hubo un desbalance relativo entre los diferentes módulos y su
correlación/covariación (i.e. integración) y las transformaciones ocurridas en unas estructuras no
siempre facilitaron modificaciones en otras generando así una respuesta separada (Lieberman,
2011). La notable divergencia de Brasil respecto a las otras muestras podría ser tomada como
evidencia de orígenes poblacionales diferentes (Neves y Hubbe, 2005; Neves et al., 2007; Hube
et al., 2009, 2010). Una hipótesis alternativa indica que la morfología divergente de Brasil
representaría el extremo del vector morfológico craneofacial Americano y por lo tanto es solo
una de las variantes del amplio espectro de diversidad (González-José et al 2008; de Azevedo et
al., 2011). Sin embargo como se explica más adelante la varianza fenotípica excesivamente baja
de Brasil indica que parte de la divergencia se debe probablemente a la pérdida de diversidad.
En un estudio previo el autor (Delgado, 2012b) desde un enfoque biogeográfico a partir del
análisis de grupos actuales y Pleistocénicos de Australia, el Este de Asia y las Américas
encontró que la morfología de individuos atribuibles al Pleistoceno final de Australia y el Este
de Asia se diferencia notablemente de la de los grupos recientes que habitaron esas mismas
regiones y por ello la afinidad cercana entre Brasil y australianos así como con otros grupos del
sureste de Asia recientes no puede indicar ninguna relación entre los Paleoamericanos y grupos
modernos que se expandieron fuera de África a fines del Pleistoceno (contra Neves y Hubbe,
2005; Neves et al., 2007; Hubbe et al., 2009, 2010). Cuando se evaluó el posible papel del
espacio en la estructuración de la diversidad temprana los resultados indicaron que entre el
11,000 y el 7000 AP la morfología craneofacial no se había diferenciado lo suficiente como para
1
De hecho una posible crítica hacia dichos trabajos es que hacen una comparación muy desequilibrada en
términos de tamaños muestrales de grupos tempranos y tardíos por lo cual algunas de las
similitudes/diferencias pueden deberse simplemente a efectos de muestreo.
317
formar los patrones de aislamiento por distancia y de variación clinal vistos durante el Holoceno
tardío (v.g. Perez et al., 2011). En forma complementaria los mapas de interpolación tanto del
tamaño geométrico como de la forma alométrica tampoco indicaron una tendencia espacial clara
y en forma análoga a la falta de autocorrelación espacial la variación craneométrica mostró
similitudes morfológicas entre grupos ubicados en los extremos del rango geográfico lo cual
entre otras cosas sugiere probablemente una expansión relativamente rápida en dirección norte-
sur a lo largo del continente. Aún así la forma de la distribución del tamaño indica cierta
tendencia de diferenciación a lo largo de la costa Pacífica de Norteamérica y Atlántica en
Centro y Sudamérica respecto del interior. Este patrón espacial podría corresponder con
diferencias generadas por grupos al desplazarse a lo largo de las costas tal y como ha sido
sugerido desde la evidencia arqueológica (Bryan, 1978; Miotti, 2006; Bueno et al., 2013),
genética (Wang et al., 2010; Fagundes et al., 2008; O´Rourke y Raff, 2010) y recientemente
dental (Stojanowski et al., 2013a). La hipótesis de O´Rourke y Raff (2010) es interesante de
tomar en cuenta ya que sugieren aparte de la ruta Pacífica comúnmente referenciada otra alterna
bordeando la costa Atlántica que también permitió el ingreso. Estos últimos autores tomando en
cuenta ambas rutas sugirieron fechas de coalescencia para marcadores del mtDNA y
Cromosoma Y entre 17.2 y 10.1 ka que están dentro de los límites cronológicos sugeridos por el
registro arqueológico temprano en Norte y Sudamérica (Jenkins et al., 2012; Borrero, 2015). La
evidencia arqueológica indica que de hecho adaptaciones importantes al medio costero
permitieron la colonización exitosa del continente siguiendo dichas rutas (Sandweiss et al.,
1998; Kaefer et al., 1998; Erlandson et al., 2011). Finalmente, los análisis de la diversidad
fenotípica indicaron cantidades limitadas de varianza entre los grupos analizados donde se
aprecia mayor diversidad en el Norte de los Andes durante el Holoceno medio y temprano y el
cono Sur, media en Centro y Norteamérica y excesivamente baja en la muestra Brasil a pesar de
ser la de mayor tamaño. Esto permitiría sugerir la existencia de procesos de reducción y/o
perdida de la diversidad en dicha muestra lo que a su vez explicaría su notable diferenciación.
En otras palabras la acción de la deriva génica pudo generar parte de su divergencia morfológica
tal y como ha sido mostrado en otros contextos (Skoglund et al., 2014) donde cazadores-
recolectores del Holoceno temprano/medio estuvieron sujetos a pérdida de la diversidad debido
a su pequeño tamaño poblacional y efectivo. Así mismo cuando la evidencia craneométrica
temprana se comparó con los patrones esperados bajo los supuestos de diferentes modelos una
hipótesis que sugiere una única población fundadora, niveles bajos/medio de variación y
diferenciación post-Holoceno medio es la que mejor explicar la diversidad vista.
La evidencia dental, por otro lado, sugiere la existencia de un patrón relativamente diferente en
la escala continental, ya que se observa un mayor grado de regionalización de la diversidad.
Este hallazgo no concuerda con el modelo de Turner (1983, 1985, 1986, 1990), que establece
318
una homogeneidad básica a nivel continental, con una variación local o regional limitada. Sin
embargo, cabe mencionar que debido a los criterios de conformación de las muestras a los fines
de una comparación geográfica a gran escala (i.e. Oceanía, Sur de Asia, Eurasia y América),
Turner perdió resolución para detectar diferencias importantes al interior de América. El grado
de regionalización observado en la variación dental –que depende de configuraciones de rasgos
evolutivamente más estables que la morfología craneofacial- sugiere un tiempo de formación
superior al implicado por el modelo Clovis first (i.e. 11,500 años 14C AP). Esta interpretación
concuerda con el consenso actual tanto a nivel genético (Wang et al., 2007; Fagundes et al.,
2008; Reich et al., 2012; Jenkins et al., 2012); morfológico craneofacial (González-José et al.,
2008; de Azevedo et al., 2011; Hube et al., 2010; Pucciarelli et al., 2010); y arqueológico
(Dillehay, 2000; Watters y Stafford, 2007; Goebel et al., 2008; Watters et al., 2011ab; Borrero,
2015). El patrón dental hallado entre las muestras tempranas es el denominado Sinodonte
caracterizado por alta frecuencia de rasgos como incisivos en pala y doble pala, rotados
bilateralmente, protostílido en M1, pliegue acodado del metacónido en M1, primer molar
inferior con tres raíces, etc. Esto sugiere que los ancestros de los primeros americanos se
encuentran en el Noreste de Asia probablemente en Siberia y Beringia como fue sugerido por
Turner en sus diferentes trabajos hace varias décadas (Turner, 1986, 1991; Scott y Turner, 1997;
Turner y Scott, 2007). Análisis de esqueletos descubiertos recientemente atribuibles en forma
precisa al Pleistoceno final revelan una morfología dental Amerindia básica lo cual refuerzan la
idea de una fuente ancestral norasiática (Owsley et al., 2010; Chatters et al., 2014) ampliamente
apoyada por otras líneas de evidencia. Esta interpretación es muy diferente a la hecha por otros
autores quienes sugirieron que parte de los primeros grupos que ingresaron al continente
presentaban el patrón dental Sundadonte del sureste de Asia (Powell, 1995, 1998; Haydenblit,
1996; Sutter, 2005; Rodríguez Flores y Colantonio, 2015). Esto permitió por ejemplo a Powell
(1998) y a Sutter (2005) sugerir que la evidencia dental soportaba el modelo de los dos
componentes biológicos al relacionar la morfología Paleoamericana con el patrón dental
Sundadonte cuyas fuentes geográficas se encuentran en el sureste de Asia. No obstante la
presente investigación y una amplia serie de estudios a nivel continental (Turner, 1983, 1985,
1986, 1990; Delgado, 2012c; Stojanowski et al., 2013ab; Stojanowski y Johnson, 2015)
contradicen esta hipótesis mostrando que a pesar de la poca diversidad tanto los grupos que
ingresaron inicialmente como las poblaciones del Holoceno tardío son morfológicamente
similares a grupos del noreste de Asia.
mismo la interpretación del registro arqueológico según Miotti (2006) y Miotti y Maghin (2012)
indica una doble ruta de ingreso al subcontinente que podría coincidir con el patrón dual de la
diversidad dental visto. Otro aspecto interesante es que en Norteamérica otros autores han
detectado la misma diferenciación este-oeste según la evidencia craneométrica (Pucciarelli et
al., 2008); genética (O´Rourke y Raff, 2010) y dental (Stojanowski et al., 2013a). El patrón
inferido sugiere una posible dinámica de expansión andina bastante restringida a nivel espacial
en el subcontinente que pudo producir la marcada diferenciación morfológica vista y debido a la
estabilidad de los rasgos dentales los grupos regionales no debieron formase hace poco tiempo
lo cual obedecería probablemente a la distribución de la diversidad desde momentos tempranos
o alternativamente a causa de fenómenos como la dispersión de la agricultura, el altitermal del
Holoceno medio, entre otros. Debido a que la mayoría de muestras que sugieren la
diferenciación Andes vs periferia son tardías es posible que ésta distribución espacial esté
reflejando movimientos poblacionales post-Holoceno medio que generaron contrastes al
nororiente y sur de los Andes.
A grosso modo puede decirse que el análisis de los grupos tempranos desde la morfología dental
tiende a mostrar un patrón de diferenciación acotado a nivel regional relativamente similar al
visto en momentos posteriores en lo referente a la formación de grupos discretos. Esto podría
implicar que dada su tasa baja de diferenciación poco antes o durante su ingreso se formaron
algunas de las principales diferencias vistas a nivel dental en el continente americano. Esto
refuerza la idea que sugiere que el poblamiento inicial del Nuevo Mundo es un fenómeno más
temprano y probablemente más complejo de lo asumido usualmente. Igualmente la hipotética
diferenciación previo al ingreso concuerda con lo que algunos autores desde la evidencia
genética han llamado standstill o parada en Beringia previo a su ingreso al continente (Tamm et
al., 2007; Kemp et al., 2007; Achilli et al., 2008; Gilbert et al., 2008; Rasmussen et al., 2010).
La cuestión de la poca diversidad biológica de los fundadores (inferida aquí como la ausencia de
diferenciación marcada entre grupos tempranos) merece atención ya que en la actualidad
muchos estudios que han abordado la evidencia morfológica para inferir aspectos del
poblamiento inicial sugieren que los primeros grupos que poblaron América presentaban niveles
impresionantemente altos de diversidad. No obstante una mirada detallada a la cantidad de
marcadores moleculares del ADNmt en grupos Nativos Americanos actuales a nivel de
haplogrupos sugiere un número mucho menor que él visto en otras regiones (p.g. 17
haplogrupos en Asia vs 4 en América más el X restringido a parte de Norteamérica). Esto ha
permitido a algunos genetistas sugerir que América es uno de los continentes más pobres en
diversidad filética de linajes maternos (Bravi, 2004). Estos niveles bajos de diversidad son más
evidentes cuando se analizan diferentes marcadores sobre todo del mitogenoma en individuos
del Pleistoceno final tanto del Noreste de Asia como de América los cuales muestran diversidad
320
relativamente alta en Siberia Mal´ta (MA-1) y Afontova Gora-2 (AG-2) (Raghavan et al., 2013)
y baja en América (Anzick-1 y Hoyo Negro) (Rasmussen et al., 2014; Chatters et al., 2014) lo
cual sugiere por un lado que para ese momento ya se habían diferenciado los haplogrupos más
comunes en Amerindios actuales y por el otro que gran parte de la diversidad se perdió previo al
ingreso de la población fundadora. Así mismo otros autores (Pitblado, 2011), tomando en
cuenta hallazgos recientes indican que es necesario reformular el escenario de poblamiento
inicial incorporando diferentes evidencias que sugieren un ingreso más temprano i.e. pre 11.5 ka
(Waters y Stafford, 2007; Waters et al., 2011; Jenkins et al., 2012), vías alternas de dispersión
(Miotti, 2006; O´Rourke y Raff, 2010) y poca diversidad entre los primeros grupos (Bravi,
2004; Delgado, 2012; Stojanowski et al., 2013a, este estudio).
Como se menciono arriba la imagen del proceso de poblamiento de una región es altamente
dependiente de la posición de monitoreo adoptada en este caso desde la evidencia dental y/o
craneofacial. Si bien ambas evidencias morfológicas son informadoras a distintos niveles de la
historia poblacional existen profundas diferencias en términos de la naturaleza de la variación
(continua en rasgos craneofaciales y discontinua en rasgos dentales), en las cantidades de
varianza genética y ambiental expresadas en el fenotipo resultante, en la respuesta a
mecanismos causales de la diversidad y en la influencia de genes específicos y de redes de
interacción de genes. Teniendo en cuenta esto no es esperable una correspondencia marcada
entre ambas evidencias en torno a los patrones emergidos de un mismo proceso en este caso el
poblamiento inicial del continente y de la evolución poblacional posterior. Análogo a los
marcadores moleculares de evolución lenta y rápida la morfología dental y craneofacial
respectivamente presentan diferencias en la forma y tiempo de evolución lo cual por definición
genera patrones distintos de un mismo proceso, no obstante a nivel muy general deberían ser
detectables algunas coincidencias. A la luz de las diferentes hipótesis de
poblamiento/microevolución mencionadas en el capítulo III la diversidad craneofacial y dental
aquí investigada permite sugerir una serie de especulaciones entre ellas: una única población
fundadora poco diversa proveniente de Beringia ingresó antes que 11,500 AP y que se dispersó
en forma relativamente rápida por el continente según la morfología craneofacial o
alternativamente en forma lenta según la morfología dental. Ambas evidencias coinciden en
indicar que las rutas costeras tanto Pacífica como Atlántica pudieron ser las principales vías de
expansión de los primeros grupos que arribaron y que en el subcontinente sudamericano los
valles interandinos y una amplia serie de cuencas también sirvieron como vías de dispersión.
Los patrones de diversidad dental sugieren una dinámica de dispersión muy restringida al
interior del área Andina central y sur-central lo que produjo diferencias importantes con el
oriente, norte y sur de Sudamérica. La morfología craneofacial generalizada que caracteriza a
los grupos tempranos se transformó relativamente hacia el Holoceno medio donde la mayor
321
diferenciación en todo el continente ocurre recién hacia Holoceno tardío inicial donde se
detectaron morfologías derivadas. Por otro lado la morfología dental de los grupos tempranos y
tardíos indica un mismo patrón afín al denominado Sinodonte cuya configuración se transforma
relativamente hacia los últimos 3000/2000 años AP. Muchas de las diferencias más evidentes en
el Norte de los Andes y probablemente en otras regiones del continente tanto en la morfología
dental y craneofacial se dan durante el Holoceno tardío inicial y parecen coincidir
temporalmente y en términos generales con un proceso mayor -desde un punto de vista cultural
y demográfico- como es la dispersión de la agricultura intensiva.
Las evidencias morfológicas analizadas en este trabajo junto con el registro arqueológico y
paleoambiental así como los estudios de la diversidad genética actual y prehispánica permiten
esbozar una hipótesis de trabajo para ser puesta a prueba a futuro en torno al poblamiento inicial
y los patrones de diversidad durante el Holoceno.
El primer poblamiento del norte de los Andes ocurrió en algún momento hacia fines del
Pleistoceno, con mayor probabilidad durante el pulso frio del estadial El Abra (11,000-
14
10,000/9500 años C AP), aunque no puede descartarse la ocurrencia de una fase previa, de
14
menor visibilidad arqueológica, durante el interestadial Guantiva (ca. 12,500-11,000 años C
AP) (Aceituno et al., 2013; Delgado et al., 2015ab; Borrero, 2015) cuando el clima presentó
mejorías considerables respecto a periodos pasados. Si bien no se dispone de restos óseos
humanos para la fase inicial del poblamiento así como para el conjunto de evidencias
arqueológicas atribuibles a ese momento, la evidencia morfológica a nivel craneofacial y dental
correspondiente al Holoceno temprano/medio (10,000-7000 años 14C AP), sugiere la existencia
de una única población fundadora relativamente poco diversa, con un patrón morfológico
craneofacial afín al denominado paleoamericano (Neves y Pucciarelli, 1991) o al extremo
generalizado del vector morfológico americano (González-José et al., 2008) y rasgos dentales
típicamente Amerindios (Turner, 1986). El marcado incremento en la cantidad de restos óseos
humanos así como en la señal arqueológica correspondiente a este periodo sugiere un
importante incremento demográfico y complejización de la dinámica poblacional a nivel
regional en el sentido de mayor cantidad de grupos expandiéndose por el territorio (Aceituno et
al., 2013; Delgado et al., 2015ab). Para ese momento el registro arqueológico muestra grupos de
cazadores-recolectores tempranos distribuidos por una amplia cantidad de escenarios
322
ambientales que integran la Sabana de Bogotá, el Valle del Magdalena, el Cauca Medio, el
Valle del Cauca, el Altiplano de Popayán y la cuenca del Amazonas con una impresionante
diversidad tecnológica y con diferentes tendencias económicas desde grupos relativamente
especializados en fauna hasta grupos enfocados mayoritariamente en recursos vegetales con
economías de amplio espectro (Correal y van der Hammen, 1977; Hurt et al., 1977; Correal,
1986; Ardila, 1991; Gnecco, 2000, 2003; Gnecco y Aceituno 2006; Mora y Gnecco, 2003;
Niuwenhuis, 1998, 2002; Aceituno, 2001, 2007; Aceituno y Loaiza 2007; López, 2008;
Aceituno et al., 2013; Delgado et al., 2015ab; Borrero, 2015; Aceituno y Loaiza, 2015).
Diferentes archivos polínicos indican un periodo de notable mejora climática en relación con el
incremento de temperatura y humedad (van der Hammen y González, 1960; van der Hammen y
Correal, 1992; Marchant et al., 2001, 2002, 2004; Vélez et al., 2006; Gómez et al., 2007;
Delgado, 2012d). La escasez de restos humanos antiguos fuera del Altiplano Cundiboyacense –
así como su dispar estado de conservación- impide establecer el grado de diferenciación
geográfica alcanzado por las poblaciones locales derivadas del stock fundador. No obstante las
diferencias detectadas entre los grupos del Holoceno temprano/medio de las Cordilleras Central
y Oriental respectivamente indican que es probable que hayan ingresado a la región más de una
población fundadora o alternativamente mayor diversidad al interior de la única que arribo. En
cualquier caso tomando en cuenta la evidencia morfológica disponible no es posible rechazar la
hipótesis de una única población poco diversa aunque se acepta que dicho escenario puede
cambiar radicalmente a futuro. El patrón probable de expansión/dispersión geográfica al interior
de la región sugiere el ingreso de grupos cazadores-recolectores tempranos tanto por el interior
como por las costas Pacífica y/o Atlántica que siguieron hacia el oriente (i.e. Venezuela) y hacia
el sur empleando múltiples valles interandinos así como distintas cuencas hidrográficas. Tanto
las evidencias morfológicas como el registro arqueológico y su distribución geográfica indican
una dispersión inicial relativamente lenta (i.e. hay diferencias importantes entre los registros
más tempranos en el centro y noroccidente respecto a las más tardías de la cuenca del
Amazonas). El registro arqueológico del Holoceno medio y parte de la evidencia morfológica
atribuible a ese mismo periodo sugieren cambios importantes que podrían estar reflejando una
dinámica de expansión poblacional más intensa lo cual a su vez puede estar relacionado con
transformaciones del paisaje y distribución de recursos a causa del incremento de la temperatura
y aridez como lo indica la evidencia paleoambiental (Marchant et al., 2002; Veléz et al., 2006,
14
Delgado, 2012a). A partir del comienzo del Holoceno tardío final (ca. 2500 años C AP),
ocurre un cambio significativo en la morfología ósea craneofacial y dental, coincidente con la
dispersión de la agricultura intensiva centrada, aunque no exclusivamente, en el cultivo de maíz,
cucurbitáceas y frijoles (Lleras, 1995; Botiva, 1989; Langebaek, 1995; para evidencia isotópica
de este proceso, ver Cárdenas, 2002; Delgado, 2013; Delgado et al., 2014). Dicho cambio puede
estar implicando la dispersión de una población de origen extrarregional (fundamentalmente de
323
El propósito de este trabajo ha sido presentar y discutir los resultados de una investigación
orientada a la detección y análisis de patrones temporales y espaciales de variación morfológica
-a nivel dental y craneofacial- de muestras de restos humanos procedentes del Norte de los
Andes. Dicha investigación fue diseñada con el fin último de aportar información relevante para
la comprensión del proceso de poblamiento, tanto a escala regional como continental.
En relación con el poblamiento a escala continental, la información derivada de este estudio –en
particular de los análisis de la morfología ósea craneofacial- tiende a confirmar asociaciones ya
realizadas por otros autores entre las muestras de Colombia con otras muestras tempranas como
las de la región de Lagoa Santa, el Cono Sur o Norteamérica, indicando un bajo grado de
14
diferenciación entre muestras regionales con edades superiores a 7000 años C AP. Sin
embargo, la evidencia dental muestra un patrón diferente, más regionalizado, que sugiere un
tiempo relativamente largo de formación, lo que lleva a plantear la posibilidad de un ingreso de
poblaciones fundadoras a diferentes regiones del continente más antiguo que el comúnmente
aceptado. En el caso de Colombia, al menos, la existencia de fechados radiocarbónicos aislados
dentro de la zona temporal correspondiente al interestadial Guantiva –cuya confiabilidad debe
aún ser demostrada con mayor precisión- permite considerar esta posibilidad con algún grado de
probabilidad.
sentido, se destacan dos problemas que aun no han sido abordados con la necesaria profundidad
en la literatura, y que sin duda afectan a la adecuada interpretación de la evidencia morfológica.
En primer lugar, el carácter de las muestras empleadas en éste y en otros estudios similares y, en
segundo lugar, el problema de la equifinalidad en la conformación de los patrones de variación
detectados.
En relación con el primer problema, resta aun mucho por conocer acerca de la naturaleza de los
vínculos entre las propiedades de las muestras empleadas (v.g. dispersión cronológica y
espacial, composición sexual y etárea, distribución de las variables morfológicas de interés) y
las propiedades dinámicas de las poblaciones humanas –en rigor, linajes en evolución- de las
cuales derivan. El desarrollo de modelos simulativos en los cuales puedan variarse diferentes
parámetros y observarse los resultados, en términos de ciertas configuraciones estadísticas de
datos, permitiría obtener una mayor comprensión acerca del significado de los patrones
morfológicos detectados en relación con las características de las muestras y las propiedades de
las poblaciones de las cuales éstas derivan. Del mismo modo, la posibilidad de que un mismo
patrón sea causado por múltiples mecanismos alternativos o equifinalidad, es un problema que
debe ser abordado desde una perspectiva simulativa. Considerada ésta como una instancia
particular del método experimental, resulta apropiada para el otorgamiento de valores de
probabilidad diferencial, dentro de ciertos límites, a los virtualmente infinitos de modelos
mecanísticos capaces de generar los patrones observables en los datos.
Hasta tanto no se avance en el desarrollo de metodologías que permitan tratar efectivamente con
los problemas arriba mencionados, la atribución de significado en términos poblacionales a
muchos de los patrones de variación morfológica resultantes del estudio de muestras óseas y
dentales –más allá del grado de sofisticación estadística empleado- resulta a la vez una incógnita
y un desafío, que requiere ser afrontado en forma urgente. Éste es, sin dudas, uno de los
aspectos más interesantes en los cuales nos encontraremos trabajando en los próximos años.
326
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