Dia 1

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Este escrito, su contenido y material es exclusivo de Mi Biblia de Papel

Señor, hoy te doy gracias porque aún en


medio de la prueba, tú eres fiel. Te doy
gracias Dios porque tú estás en total
control en mi vida. Gracias Dios por tu
amor y misericordia en todo momento.

Hoy, vengo a ti Señor para en humildad


y fe entregarte todo aquello que no me
permite vivir en tu plena paz. Deseo
Señor confiar más en tus propósitos y
no darle paso a mis temores. Anhelo
Señor vestirme de Fe y Confianza para
enfrentar valientemente cada prueba en
mi vida. Te pido Dios, que cada día me
inundes de tu sabiduría para de esa
manera Señor caminar confiada en todo
y ante todo porque anhelo vivir segura,
vivir confiada, pero sobre todo que mi
corazón reconozca tu voz en todo
momento y mi temor desvanezca al tu
voz hablar a mi corazón.
Cuando comencé a escribir devocionales y
blogs no creía que iban a ser leídos por tantas
personas. Recuerdo que una vez tuve una
conversación con alguien de la iglesia a quien recién
conocía y le conté acerca de porqué llegué a la
iglesia, y cómo estaba en medio de un proceso muy
doloroso que aún no entendía. Cuando me di cuenta
que le había contado cosas muy íntimas acerca de mi
dolor y mi proceso, paré y pensé inmediatamente:
“Creo que dije demasiado…lo incomodé”. Sentía
tanta vergüenza por sentir todas esas cosas. Lo que
él me dijo siguiente a mi silencio fue lo que cambió
mi vida. “Tu historia va a bendecir a tantas personas,
tu dolor va a hacer sentir a otras personas oídas” — y
mi corazón inmediatamente sintió que era Dios
dejándome saber que reconocía que estaba en
mucho dolor pero que había un propósito en ello, y
que era tiempo de dejar la vergüenza y abrir mi
corazón a la siguiente etapa de mi proceso.

Estuve muchos años (desde muy pequeña,


realmente) creyendo que era demasiado hablar de
mis emociones y de mi ansiedad. Pasé días
encerrada en mi cuarto reprimiendo todo lo que
sentía. Tanto así que llegué el punto de no sentir
nada para no tener que dar explicaciones. Quería
sentirme invencible y perfectamente compuesta.
Me daba vergüenza que me vieran
sufrir, que me vieran llorar, sin aire y sin
opciones. Era un golpe a mi ego. Muchas
veces nos escondemos detrás de la
vergüenza y el silencio para no tener que
admitir que la ansiedad nos arropa la
cabeza. Creo que es una de las conductas
más difíciles de desaprender; admitir que
no aguantas mas la tristeza y la frustración.
Quizás no quieres molestarte con Dios al
admitir que te sientes sola, no quieres
admitirte a ti misma que ya la vergüenza y
la debilidad que sientes por estar meses en
el mismo proceso, no te sirven de mucho.
Créeme, yo sí me sentí así. Me di cuenta
que mientras menos hablaba con Dios y con
la gente de lo que me dolía, más me
perturbaba. Mientras menos admitía mi
ansiedad y mi tristeza, más se acumulaban
las noches solas sin nadie a quien contarle
todo mientras lloro descontroladamente.
Cuando comencé a escribir acerca de mi
experiencia con la ansiedad, lo hice por mi y
para mí. Utilicé mis redes sociales como mi
diario. Parecerá extremo compartir algo tan
íntimo con miles de personas, pero ahí fue que
Dios comenzó a sanarme. Mientras más le
contaba a la gente que me leía todo lo que
sufría en la soledad de mi apartamento, más
sentía que Dios me consolaba. Este devocional
no es una invitación a contarle a miles de
personas lo que te duele. Eso me funcionó a mí,
pero puede ser que a ti te funcione la intimidad
con Dios. Puede que lo que necesites sea un
abrazo departe de alguien que amas mucho, o
puede ser que solo necesites sentarte en la
grama a meditar en cómo puedes abrirle paso a
la sanidad. Cuando aceptamos que somos
imperfectos, que lloramos y nos frustramos, y le
damos la oportunidad a Dios de consolarnos,
podemos consolar a otros. Cuando aceptas que
tu debilidad no te hace menos merecedora de
ser amada, protegida y asistida, tus debilidades
se convierten en una fuerza fuera de este
mundo. Cuando renuncias a la vergüenza, le
das espacio al consuelo de Dios en tu vida.
Así que, nunca creas que admitir derrota
es algo por lo cual avergonzarse. Dios sabe
que vas a sufrir y desde el día uno quiere ser
tu protector. El quiere cuidarte, amarte y
protegerte de todo lo que te duele hoy (y
todo lo que te dolerá en el futuro). Su gracia
será suficiente, no necesitas aprobación ni
validación de tu ansiedad. Él sabe que te
duele, permítele abrazar eso que te está
quitando la paz. Tu ansiedad, tu dolor y
todas esas emociones que sientes no te
hacen mala cristiana, no te hacen mala
amiga, no te hacen mala madre, no te hacen
mala hermana, no te hacen mala hija…te
hacen humana. Lo mejor de todo es que ya
Dios sabía lo mucho que el mundo iba a
querer lastimarte, y se preparó para estar ahí
cuando tus fuerzas no dieran para más. Una
vez leí algo que aún guardo muy cerca de mi
alma: “Donde acaban mis fuerzas, comienza
la fuerza de Dios”. No te avergüences de
algo que Dios reconoce que es real en tu
vida, al contrario, se cruda con Él y háblale
de cuán cansada estás. El quiere escucharte
y más que todo Él quiere estar ahí.

Eres imperfecta, pero también eres


perfectamente amada por Dios.
¿Cómo defines tu relación contigo misma en
este momento?

¿Eres capaz de identificar tus sentimientos ?

¿Qué te quita tu paz en este momento de tu


vida?

¿Confías en la grandeza de Dios sobre tu


vida?

Pablo nos habla en 2Corintios 1 que Dios es


nuestro consolador en todo tipo de
atribulación. Muchas veces estamos en un
momento de ansiedad en el cual no tenemos
fuerzas para ir a Dios, pero si no vamos a él
¿quién nos dará la fuerza y el consuelo?
Ahora bien, pregúntate a ti misma…

¿ Me siento mal por estar triste?

Ahora bien, luego de contestarte la pregunta leamos un poco sobre


David. El rey David escribió: “¿Cuánto tiempo más seguiré
angustiado? ¿Cuánto tiempo más sufriré esta pena?”
Salmo 13:2

En ese versículo leemos un David angustiado, atribulado, triste,


ansioso… Un David, triste y angustiado le habla en honestidad a
Dios. David no se sentía mal por estar triste al contrario es honesto
con él mismo y en honestidad va a Dios. Entonces amiga, ¿
debemos sentirnos mal por estar tristes? No, amiga no debemos
tener vergüenza ni mucho menos más dolor al sentir dolor. Sigamos
el ejemplo de David quien en angustia y dolor simplemente oró al
Padre.

¿Qué le ayudó a David para seguir adelante? Orar le permitió


contarle a Dios toda su angustia, convencido de que él lo amaba
(Salmo 13:5; 62:8).

Dios nos invita a desahogarnos con él cuando tenemos ansiedad,


pues él se interesa por nosotras (1 Pedro 5:7).

Versículos a estudiar:

2 Corintios 1:-4 2 Corintios 12:9 1Pedro 4:16

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