Grecia y Roma
Grecia y Roma
Grecia y Roma
Aproximadamente dos mil años antes de Cristo, ciertos grupos humanos instalados hacia el oeste de la costa oriental
del mar Mediterráneo fueron protagonistas de una serie de transformaciones que constituyeron paulatinamente las
bases de lo que fueron dos de las grandes culturas de la antigüedad: la griega y la romana. Tal fue su importancia
que sus creaciones culturales, valores y creencias se difundieron por todo el mundo conocido en sus tiempos y hasta
llegaron a nuestra cultura de hoy, a la que llamamos occidental. En efecto, muchas de nuestras tradiciones,
costumbres, palabras y objetos cotidianos descienden de estas culturas: el derecho, la democracia, la política, las
ciencias, el arte, las maneras de organizar los espacios rurales y urbanos, son algunas de las permanencias
culturales de aquellas sociedades antiguas, que en nuestra propia cultura adquieren significados nuevos. Aunque
griegos y romanos construyeron sus propias historias, con desarrollos muy particulares; aquí los estudiaremos
conjuntamente porque sus sociedades compartieron una serie de características que las diferencian de las
sociedades anteriormente estudiadas. En el aspecto político: el gobierno se basa en la participación de
los ciudadanos. En el aspecto económico: la economía agrícola descansa sobre el trabajo esclavo y se
complementa con el gran desarrollo comercial en el Mediterráneo. En el aspecto social: las diferencias sociales
están determinadas por la libertad y por la propiedad de la tierra.
EL MUNDO DE LOS GRIEGOS: A partir del 1000 a.C. comenzaron a constituirse en la península griega las
primeras polis o ciudades-estado, que fueron la base de la organización política de la sociedad helena. La "ciudad-
estado" era un espacio urbano considerado un Estado en sí mismo, con administración y autonomía propias, cada
una con sus leyes, su gobierno, su ejército y el manejo de su propia economía. Abarcaba también el espacio rural
circundante.
Las ciudades-estado griegas eran políticamente independientes unas de otras. Estaban unidas entre sí por
compartir la misma cultura, por lazos comerciales, por pertenecer a la misma rama racial (los "helenos"), hablar el
mismo idioma y adorar los mismos dioses. Se aliaban en caso de guerra con otros pueblos y participaban en
competencias deportivas, como los Juegos Olímpicos, que cada cuatro años se celebraban en la ciudad de Olimpia y
congregaban a atletas provenientes de toda Grecia. Entre el 800 y el 500 a.C., los griegos iniciaron una
extraordinaria expansión a través del Mediterráneo y fundaron colonias en las costas del Mar Negro, el sur de Italia
(la "Magna Grecia"), sur de Francia y España, Asia Menor y en la costa norte de África. ¿Qué motivos impulsaron la
expansión? Probablemente la pobreza del suelo y la superpoblación de las polis obligaron a muchos habitantes que
no tenían acceso a la posesión de las tierras, a intentar mejorar sus condiciones de vida en otras regiones. Muchos
pobladores emigraron por propia iniciativa, pero también algunas ciudades fomentaron esa actividad para lograr el
dominio de puntos estratégicos para el comercio en el Mediterráneo. La colonización favoreció el comercio de larga
distancia y difundió la cultura griega hacia otras regiones. Las colonias conservaron vinculaciones con las "ciudades-
madres" o metrópolis, pero cada una se organizó a sí misma como una ciudad estado que manejaba sus propios
asuntos. Muchas llegaron a ser más poderosas e importantes que sus ciudades de origen.
EL MUNDO DE LOS ROMANOS: En el siglo VIII a.C. fue fundada la ciudad de Roma en la península itálica, a partir
de una asociación entre aldeas campesinas. Este centro urbano nació como una ciudad-estado, pero a partir del siglo
IV a.C. inició una gran expansión territorial que la transformó más tarde en la capital y centro de decisiones político-
económicas del imperio más importante de la Antigüedad. En el siglo I a.C. dominaba prácticamente todo el mundo
conocido hasta entonces: desde los actuales territorios español y francés, abarcando todo el litoral del mar
Mediterráneo, incluyendo el norte de África (Egipto) y el Cercano Oriente, llegando incluso más allá de la
Mesopotamia asiática. La expansión romana fue muy diferente de la griega, se trató de una verdadera "guerra de
conquista" que puso a extensas regiones y a diferentes pueblos bajo el dominio de un solo centro de poder. Los
territorios conquistados se convertían en "provincias romanas" y eran gobernadas por funcionarios romanos
nombrados a tal efecto.
I. El Gobierno
A diferencia de las sociedades del Cercano Oriente, en donde el monarca tenía poder absoluto justificado por
principios religiosos, las sociedades del Mediterráneo establecieron una forma de gobierno que era ejercido por un
grupo de individuos con derecho a participar en las decisiones del Estado. De esta manera fueron separando la
religión del manejo de las cuestiones públicas. El acceso de estos ciudadanos al poder estaba regulado por leyes
inspiradas en usos y costumbres que, en un determinado momento comenzaron a registrarse por escrito para que
fueran conocidas y cumplidas por todos los grupos sociales. Entre las polis griegas, una de las principales
fue Atenas que en el siglo V a.C. se convirtió en el centro cultural e intelectual de todo el mundo griego. Fue la
ciudad-estado más grande y rica de Grecia y una potencia militar y marítima. Precisamente en Atenas surgió
la democracia (demos: pueblo y kratós: autoridad), que se basaba en la participación directa de los ciudadanos
en las decisiones del gobierno. Todo el poder del Estado residía en la Asamblea, reunión en la que participaban
todos los ciudadanos sin distinción y en donde mediante el voto se tomaban decisiones políticas, legislativas y
judiciales. Además, cualquier ciudadano podía ser elegido para ejercer cargos de gobierno, que en la mayoría de los
casos se cubrían por sorteo. El ejercicio dela "política" era considerada la actividad más importante de
los ciudadanos griegos, concepción derivada de considerar que la "polis" no era un conjunto de espacios físicos,
sino un "conjunto de personas", una "comunidad" que convivía y necesitaba soluciones para sus problemas
cotidianos. Pero ¿Quiénes eran los "ciudadanos"? En realidad constituían la minoría de la población, comprendía
solo a los varones nacidos en la polis y que poseían tierras dentro de ella. Quedaban excluidos por lo tanto las
mujeres, los esclavos y los extranjeros, no importaba cuántos años hubieran residido en la ciudad. La forma
democrática de gobierno se extendió a otras polis que imitaron el modelo ateniense y muchos de sus principios
perduran aún hoy en nuestra forma de gobierno actual.
En Roma, hacia el 509 a.C. se estableció como forma de gobierno la República ("Cosa pública"), una vez que los
romanos expulsaron a los etruscos que habían ocupado la ciudad por largo tiempo. El rey fue reemplazado por
dos cónsules, que eran elegidos anualmente en la asamblea de ciudadanos. Dentro de la asamblea, los hombres
estaban divididos por clases según su riqueza. Además funcionaba el Senado, que en un principio estaba integrado
por los jefes de la familias más antiguas y concentraba el poder del estado, ya que controlaba la legislación, las
elecciones, los ritos, las finanzas y la política exterior. Existía además toda una serie de funcionarios o magistrados
que ejercían diversas funciones públicas. En los primeros tiempos de la República, los únicos que podían ejercer los
cargos de gobierno eran los "patricios", la clase noble descendiente de los fundadores de la ciudad. Con el tiempo,
luego de largos enfrentamientos sociales, la clase baja de la población o "plebe" pudo acceder a los puestos públicos,
de modo tal que hacia el año 366 a.C. las leyes establecieron que uno de los dos cónsules debía necesariamente ser
plebeyo. Los romanos crearon un sistema legal, el Derecho, que se asentó por escrito en lo que se llamó la "Ley de
las Doce Tablas". Mediante el derecho se regularon las relaciones de contrato e intercambio entre los ciudadanos en
situaciones de compra, venta, alquiler, herencia y pleitos por la propiedad. La República perduró como forma de
gobierno hasta el siglo I a.C., cuando la cantidad de territorios conquistados exigió otro tipo de gobierno que pudiera
controlarlos. Las rivalidades internas entre los generales romanos se agudizaron, dando lugar a una serie de guerras
civiles en la pugna por alcanzar el poder y controlar al Senado. Como resultado de estos enfrentamientos, se produjo
una concentración de poder en una sola persona, el Emperador que se convirtió en la máxima autoridad del imperio.
Si bien las antiguas magistraturas republicanas siguieron existiendo, desde entonces y hasta su caída, el Imperio
Romano estuvo gobernado por un emperador que tenía las más altas atribuciones y cuya investidura se convirtió en
vitalicia.
En el Mediterráneo no se registraron las grandes obras de ingeniería como las concebidas en el Cercano Oriente, ni
la posesión de la tierra fue pensada de la misma manera. La base de la subsistencia era la agricultura y los grupos
familiares eran propietarios de las parcelas de tierra que cultivaban, es decir que se impuso el concepto
de "propiedad privada". El comercio marítimo adquirió una importancia fundamental, en Grecia a partir de la
fundación de colonias y posteriormente en Roma debido a la expansión imperial. La invención de la moneda facilitó y
agilizó el intercambio, favoreciendo la paulatina desaparición del trueque. El dominio del comercio en el
Mediterráneo se transformó en una fuente de disputa permanente entre los pueblos que lo practicaban, lo que dio
origen a diversas guerras, donde cada pueblo intentaba asegurarse la hegemonía. En el siglo I a.C. Roma había
logrado adueñarse de todo el Mediterráneo y controlaba el tráfico comercial por tierra y por mar. Hacia Roma afluían
todo tipo de productos provenientes de sus dominios imperiales, aún de las regiones más alejadas.
Para los griegos, la principal ocupación del ciudadano era ayudar a gobernar su ciudad, lo que requería tener tiempo
para dedicar a las actividades intelectuales. En general sentían desprecio por los trabajos manuales, que eran vistos
como social y físicamente denigrantes, por lo que consideraban natural y necesario servirse del trabajo esclavo para
las más diversas tareas. Aristóteles, uno de los filósofos griegos más importantes, pensaba que había hombres que
nunca serían nada más que esclavos y dividía a la humanidad en dos grandes clases: los que tenían "mentalidad de
ciudadanos" y los que tenían "mentalidad de esclavos".
En los inicios de Roma, cuando solo era una pequeña república, las tierras estaban repartidas entre los ciudadanos,
que sólo poseían propiedades de dimensiones restringidas, explotadas por el campesino y su familia.
Con la gran expansión y conquista de otras regiones, se incorporaron al dominio público extensos territorios que el
Estado vendió en parte o bien arrendó a los nobles romanos (patricios) a cambio del pago de una cuota. Se
conformaron entonces inmensas posesiones llamadas "latifundios", dedicadas principalmente a la producción de
trigo y la cría de ganado, que eran trabajadas por gran cantidad de esclavos, que los romanos obtenían
principalmente sometiendo a esclavitud a los prisioneros de guerra o comprándolos a los mercaderes dedicados a la
trata. La utilización de esclavos para las tareas agrícolas liberó de las obligaciones rurales a los terratenientes que se
convirtieron en ciudadanos esencialmente urbanos, por más que siguieran extrayendo de la tierra su riqueza
básica.
La expansión territorial para los estados de la Antigüedad tenía como condición el saqueo, la imposición de tributos y
la captura de esclavos. A su vez, el trabajo esclavo en los campos generaba un excedente económico que permitía el
mantenimiento y formación de los ejércitos de ciudadanos
¿Qué tareas realizaban los esclavos? Eran empleados como mano de obra no solo en las actividades más duras
como la agricultura y la minería, sino también para las actividades industriales, comerciales y hasta intelectuales, en
el caso de maestros, preceptores, arquitectos, médicos, etc. El empleo masivo de esclavos y la formación de los
latifundios significó la ruina de los pequeños campesinos romanos, cuya producción no podía competir con la de los
grandes latifundistas. Gran parte de los campesinos debieron malvender sus propiedades y emigraron a la ciudad de
Roma, donde engrosaron las filas de pobres y desocupados que vivían a expensas del Estado.
En general, los grupos sociales del Mediterráneo se diferenciaron en general por su condición de hombres libres o
de esclavos. Entre los hombres libres se diferenciaban los ciudadanos (nacidos en la ciudad y que tenían derecho a
participar del gobierno de la misma) de quienes no lo eran, y a los que se consideraba extranjeros. Otra distinción
social se producía por los niveles de ingresos económicos y posesiones territoriales, es decir entre ricos y pobres,
ya que era común que los que poseían mayores riquezas tuvieran más posibilidades de ejercer los derechos políticos
y ocupar los cargos públicos, que aquellos ciudadanos más humildes y menos influyentes. Estas diferencias sociales
dieron lugar a largos y violentos conflictos entre los diferentes grupos, originados por la lucha que los menos
favorecidos entablaron en pos de alcanzar la igualdad de condiciones sociales, económicas y políticas que poseían
los grupos privilegiados. Los enfrentamientos fueron provocados por las diferencias entre ciudadanos y extranjeros y
fundamentalmente entre propietarios y no propietarios de tierras. Tanto en Grecia como en Roma, estos conflictos
duraron largo tiempo y en parte fueron solucionados mediante la sanción de leyes que ampliaron la participación
política de quienes antes estaban excluidos de la vida pública y procuraron una más justa distribución de las tierras.
Un ejemplo de esto son las leyes romanas del siglo I a.C. que proclamaron "ciudadano romano" a todos los
habitantes del Imperio, otorgándoles el derecho a participar en la vida política y económica en igualdad de
condiciones que los nacidos en Roma. Otra fuente de conflictos fueron las duras condiciones a las que eran
sometidos los esclavos, que en muchas ocasiones se levantaron violentamente contra sus amos y que fueron
reprimidos con una dureza aún más extrema. Entre estas sublevaciones, una de las más importantes tuvo lugar en el
73 a.C., cuando un grupo de gladiadores (esclavos obligados a luchar entre sí en los juegos del circo), al mando de
Espartaco, organizaron un verdadero ejército de esclavos que tuvo en jaque a las fuerzas imperiales por casi dos
años, al cabo de los cuales fueron prácticamente aniquilados.
La fundación de colonias griegas en el Mediterráneo a partir del siglo VIII a.C., determinó la difusión de la cultura
griega hacia otras regiones y el intercambio de ideas, concepciones del mundo, creencias religiosas y adelantos
tecnológicos con los diferentes pueblos con quienes entraron en contacto. Entre los siglos VII y VI a.C. se produjeron
importantes avances en la cultura griega. Esto se vio reflejado en el arte, la arquitectura, la escultura, la poesía y el
teatro que experimentaron un gran florecimiento y pusieron a las ciudades griegas a la cabeza del mundo civilizado.
También se dieron los primeros pasos en la Filosofía científica. Los artistas y filósofos griegos gozaron de gran
prestigio en todo el mundo antiguo. En el siglo V, la ciudad de Atenas se convirtió en la más grande y bella de todas
las polis griegas, centro cultural, político y económico de todo el mundo heleno. Pero las rivalidades entre las polis
griegas culminaron en un enfrentamiento armado "La Guerra del Peloponeso", que culminó con la derrota de Atenas
y sus aliados. A pesar de ello, este siglo V fue una edad de oro para la cultura ateniense: las tragedias de Esquilo,
Sófocles y Eurípides, las comedias de Aristófanes, la escultura de Fidias, las historias de Heródoto y Tucídides y la
construcción del Partenón datan de esta época. En el 338 a.C. las ciudades griegas cayeron bajo el poder de
Macedonia, que puso fin a la libertad griega. El rey macedónico Alejandro Magno, conquistó mediante la guerra y
puso bajo su dominio un gran imperio, que se extendía por oriente, hasta el río Indo. Esto determinó una
impresionante expansión de la cultura griega por todo el Mediterráneo Oriental, cuyos pueblos adoptaron las formas
culturales griegas y las combinaron con las suyas propias, de modo tal que se conformó una nueva cultura
denominada "helenística". A la muerte de Alejandro, sus generales se repartieron el imperio que quedó dividido en
"reinos helenísticos", donde la influencia de la cultura griega era decisiva. Posteriormente, los romanos conquistaron
todo el mundo helenístico y adoptaron como propias muchas características culturales griegas, como por ejemplo las
formas de pensar, el arte, los estilos arquitectónicos, la religión, etc., a la que matizaron con características romanas.
Esta fusión cultural se denomina "cultura greco-romana" y fue difundida por los romanos a través de las guerras de
conquista, tanto por Oriente como por Occidente. El Imperio Romano reunió bajo su dominio a muchos otros pueblos
de orígenes, historias y costumbres diversas, pero alcanzó una unidad cultural a través de la difusión de los valores,
costumbres, creencias, gustos artísticos y modos de ver la vida greco-romanos. Sin embargo, existieron diferencias
entre las distintas regiones conquistadas: la zona occidental del Imperio se mantuvo, en líneas generales bajo los
parámetros griegos y romanos, mientras que las provincias orientales, asiáticas y africanas conservaron muchas de
sus pautas culturales originales. Durante el Imperio Romano se alcanzó el mayor grado de urbanización de la
antigüedad. Las ciudades eran los centros de decisión y de organización de todas las actividades, ya fueran
económicas, religiosas, deportivas, sociales, etc. Se comunicaban entre sí por vía marítima y a través de una extensa
red de caminos terrestres. Las carreteras o "vías" convergían en Roma, por ellas circulaban mercaderías,
recaudadores de impuestos, ejércitos y también ideas, costumbres otros elementos culturales romanos. En este
sentido, contribuyeron de modo decisivo a mantener la unidad del imperio.
Otro elemento de unidad para el mundo mediterráneo fue la extensión de la ciudadanía y la aplicación del derecho
romano en todos los rincones del Imperio. Asimismo, en los últimos siglos del Imperio, la notable difusión del
cristianismo contribuyó a crear una unidad religiosa en todo el dominio imperial. Los romanos, en general, fueron
bastante tolerantes con las religiones de los pueblos sometidos, en tanto no atentaran contra los principios del Estado
Romano. El cristianismo se originó en Palestina, oficialmente anexada a Roma en el año 6 d.C., a partir de la prédica
de Jesús de Nazaret, quien proclamaba la igualdad de todos los hombres ante Dios, la caridad y el amor al prójimo
como forma de vida y la vida eterna para los justos y los desposeídos. Después de predicar tres años, Jesús fue
juzgado y crucificado por la autoridad romana. Después de su muerte, la fe cristiana comenzó a propagarse
rápidamente, primero entre la comunidad judía y luego entre los mismos romanos. Los cristianos se reunían en
asambleas o "iglesias", donde comentaban las enseñanzas de Cristo y vivían en comunidad. En un principio, el
gobierno imperial no les prestó mayor atención, pero el crecimiento del número de miembros de la nueva religión y la
negativa de los cristianos a rendir culto al emperador, portar armas o ejercer el cargo de magistrado, dieron origen a
una serie de persecuciones por parte de las autoridades romanas y a la prohibición de sus prácticas religiosas. Pero
el cristianismo era una fuerza que ya no podía detenerse. Ante esta realidad, el emperador Constantino en el 313, a
través del Edicto de Milán, proclamó la libertad de cultos y la igualdad de derechos para los cristianos. En el 392, el
emperador Teodosio impuso el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano y prohibió los cultos
anteriores. La unidad mediterránea se mantuvo hasta el siglo V, cuando los pueblos germánicos invadieron y
ocuparon la mitad occidental del Imperio, provocando su caída. Sin embargo, las sociedades surgidas
posteriormente, conservaron dentro de su organización social gran cantidad de elementos culturales heredados de
los romanos.