Ryaxkin2014 01

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VAXKIN
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Revista Anual del Instituto Hondureño de Antropología e Historia
Año 36, Volumen XXVII. No. 1, 2014.
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GOBIERNO DE LA
r e p ú b l ic a de H o n d u r a s

★ ★ ★ ★

I n s t it u t o h o n d u r e ñ o de
D

ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
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Publicación al cuidado de la U nidad de Divulgación


Subgerencia de Promoción y Coordinación de Regionales

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Edición: J. B. Andrade.

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Diseño interior y diagram ación: J . B. A ndrade.
Diseño de portada: David Ochoa.

Impreso en H onduras.
CyP Flores
C
T-
Tel: 2239-5365

Tegucigalpa M.D.C., diciem bre de 2014


EG

Instituto H ondureño de Antropología e H istoria


I-D

Villa Roy, Barrio B uenos Aires, Tegucigalpa, M.D.C., H onduras, C.A


ww w .ihah.hn
D
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Se prohíbe la reproducción parcial y total de esta obra


en cualquier tipo de soporte, (mecánico, fotocopiado o electrónico)
sin la aprobación por escrito del Instituto Hondureño de Antropología e Historia.

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Comité Editorial

In g e n ie r o V irgilio P a red es
Gerente del IHAH

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L icda. M artha P a tricia C ardona
Subgerencia de Promoción y Coordinación de Regionales

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Lie. R o la n d o C a ñ iz a le s V ijil
Subgerencia de Patrimonio
C
L ie. Ornar T ala v era
T-
Unidad de Registro y Control

L icda. R o ssib e l H errera


Unidad de Restauración
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Arq. O scar N eil Cruz


Unidad de Arqueología

L icda. J o h a n n a B urgos
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Unidad de Divulgación
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VAXKIN

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Parque
Ecoarqueológico
Las Cuevas
de Talgua,
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Olancho, Honduras.
(Foto Unidad de
Museos)
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Instrucciones para las Autoras y los Autores


Yaxkin es la revista del In stitu to H ondureño de A ntropología e
H istoria, su prim er nú m ero vio la luz en 1975, y desde entonces es u n
im p ortante referente en el país, p a ra la difusión de las investigaciones
y los proyectos de conservación, re sta u ra c ió n y prom oción cu ltu ral, de
a u to ra s y au to res nacionales y extranjeros que ah o n d a n en los tem as de

A
patrim onio c u ltu ra l tangible e intangible.

C ada año la revista Yaxkin, invita a los investigadores nacionales

R
y extranjeros a p re se n ta r su s artículos y revisiones bibliográñcas rela­
cionadas con aquellas á re a s o rien tad as por la interdisciplinariedad en la
investigación histórico-antropológica, la inclusión de las com unidades

C
en la conservación y re sta u ra c ió n del patrim onio cu ltu ral, la gestión p a r-
ticipativa del patrim onio y la creación de espacios p lu rales de expresión
del acervo c u ltu ra l h o n dureño.
T-
Se d a preferencia a los estudios inéditos en castellano, pero se
p u ed en co n sid erar originales en inglés y /o trad u ccio n es de artículos in ­
cluidos en publicaciones de poca difusión en H onduras. Las y los a u to ­
EG

res d eb erán solicitar los perm isos escritos p a ra la reproducción de m ate­


riales con derechos de a u to r de o tras fuentes, los que se rá n transferidos
al IHAH.

El IHAH, se reserva el derecho de publicación de los artículos re ­


cibidos por u n plazo de dos años, su jetan d o la aparición del texto a las
I-D

conveniencias de la revista.

No se pagan honorarios por los artículos, con excepción de a q u e ­


llos artículos solicitados expresam ente, y no se asu m e responsabilidad
por costos asociados o por com pensaciones por la p érdid a del m aterial
D

original.

Todo artículo que no cum pla con los requisitos de form ato, p re­
U

sentación y contenido, no e n tra rá en el proceso de evaluación. Desde el


m om ento que se rem ite u n texto, la a u to ra o el autor, e stá autorizando al
IHAH, p a ra que el m ism o sea publicado según los térm inos de la revista.

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La Unidad de Divulgación es quien rectora los procesos de recep


ción y edición de los artículos.

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Contenido
Arqueología
Arqueología Histórica
en el Exconvento
Franciscano de Tegucigalpa, 12

A
Honduras
José Roberto Ram írez

R
Ranferi Juárez
Oscar Neil Cruz

C
Arqueología Histórica en la
Catedral de San Miguel,
T-
Tegucigalpa 34
Ranferi Ju á rez Silva
EG

Investigaciones en el sitio de El Coyote,


departam ento de Santa Bárbara,
Honduras
E dw ard Schortm an 45
I-D

Patricia Urban
Aaron Shugar

Historia
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Sistem a de Acueductos de la ciudad de _ _


Comayagua / /
U

D ennis Portillo

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Im pacto Sociocultural y Económ ico de La


New York & Honduras Rosario Mining
Company en Tegucigalpa 18 80-1925
Nelson Carrasco
Martes Reyes
Juan Orellana
luis Vásquez
Bisa Velásquez

A
Zoé Perla

R
Conferencias
Huellas de las C osm ovisiones

C
M esoam ericanas
S ín tesis
María del Carmen Lechuga García
1^ ^
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Dossier
Conversatorío
Antonio R. Vallejo: los Oimientos de la
investigación histórica en Honduras’’

Antonio Ramón Vallejo i f¡2

A
Víctor M anuel Ram os

Antonio Ramón Vallejo, aspectos

R
biográfícos y su papel en el gobierno de
Marco Aurelio Soto y la Reforma Liberal
168
é
C
José Heriberto Rodríguez B.

Antonio R. Vallejo: el discurso fundante de


183
T-
la historiografía en Honduras
Rolando Sierra Fonseca
EG

Bibliografía de y acerca de
Antonio R. Vallejo I Q y
Ism ael Zepeda Ordóñez

Breve Colección de D ocum entos de


Antonio Ramón Vallejo
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Douglas Vargas
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A rqueología H istórica en el Exconvento Franciscano


de Tegucigalpa, H onduras

José Roberto Ram írez Torres^


Ranferi Ju á rez Silva^
Oscar Neil Cruz?

A
R esu m en

R
Este trabajo p resen ta los resu ltad o s obtenidos en las exploracio­
nes arqueológicas realizadas en el exconvento F ranciscano en Teguci-
galpa, H onduras. En esta investigación se empleó la m etodología de la
C
perspectiva de la arqueología histórica, que perm itió com plem entar u n a
variedad de fuentes, históricas y gráficas que enriquecieron la evidencia
T-
arqueológica p a ra ten er u n a m ejor com prensión del edificio, escenario de
tan to s acontecim ientos culturales, sociales e históricos, haciendo de este
uno de los edificios m ás icónicos del Centro Histórico de Tegucigalpa.
Los objetivos eran identificar las etap as con stru ctivas que pudo h ab er
EG

tenido el edificio, recolectar m aterial cu ltu ral, gráfico y docum ental que
ap o rtaran mejor entendim iento sobre el inm ueble, previo a su re s ta u ra ­
ción.

A b s tra c t
I-D

This paper p resen ts the resu lts of archaeological explorations in


the form er F ranciscan Convent in Tegucigalpa, H onduras. It em ploys the
perspective of historical archeology methodology, w hich com plem ents a
variety of graphic and historical sources to enrich the archaeological evi-
D

dence and provide a b etter u n d e rsta n d in g of the building. It w as a site


of m any cultural, social an d historical events, m aking it one of the m ost
U

iconic buildings in the Historie C enter of Tegucigalpa.

1 José Roberto Ramírez Torres, Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras UNAH. Y
asistente técnico en arqueología. Investigador independiente. (Thank you Rachel B.)

2 Ranferi Juárez Silva: Arqueólogo, Escuela Nacional de Antropología ENAH. México. Arqueólogo de la Unidad de Arqueo­
logía del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. IHAH.

3 Oscar Neil Cruz: Arqueólogo, Escuela Nacional de Antropología ENAH. México. Jefe de la Unidad de Arqueología e
Historia del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. IHAH.

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The objectives were to identiíy potential co n stru ctio n p h a se s of the buil-


ding an d to collect cu ltu ral, graphic an d d o cu m en tary m aterial th a t will
provide a b etter u n d e rsta n d in g of the property prior to its restoration.

A n te c e d e n te s H is tó r ic o s

A
D u ran te la Colonia las órdenes religiosas en Am érica L atina fue­
ron las en carg ad as de la conversión de los grupos au tó cto n o s, en esp e­
cial la orden F ran ciscan a, que co n tab a con p resen cia en el territorio de

R
lo que actu alm en te es H onduras, desde el últim o cu arto del siglo XVI
(Martinez, 2011, p. 53).

C
El otorgársele el título de Alcaldía Mayor a Tegucigalpa en 1579,
genera en las au to rid ad es religiosas el deseo de lev an tar tem plos; es así
que el fraile J u a n B a u tista Ponce d a los prim eros p aso s en la c o n stru c ­
T-
ción del convento franciscano en Tegucigalpa, por medio de donaciones
p articu lares, tan to en m etálico como en objetos litúrgicos etc. Por o tra
parte, en 1590 C ristóbal Rodríguez Bravo donó c a sa s de su propiedad,
EG

p a ra que en ellas se fu n d a ra el convento. H acia el año de 1592 ya fu n d a ­


do el convento el licenciado Fray Nicolás de Vargas Gil de Figueroa, Alon­
so de Padilla y Bartolom é Velásquez le denom inaron Iglesia y convento de
San Diego de Alcadá (Aguilair, 2010, p.41; Castillo, 2007, pp. 9-10).

E ntre 1730 a 1750 el tem plo y convento fueron reediñcados a


I-D

iniciativa del Obispo de C om ayagua, Fray Antonio G uadalupe López y


Portillo, debido al m al estado en que se en co n trab an . En v ista que e sta
construcción era de b ah areq u e, tomó la iniciativa de re c o n stru ir u n v er­
dadero convento, haciéndolo m ás fuerte de piedra, ladrillo y adobe (Cas­
tillo, 2007, p. 12). A inicios del S. XIX llegan a la Real Villa de Tegucigalpa
D

y H eredia p ad res franciscam os que em pezaron a ed u car niños, in s tru ­


yéndoles en clases de m oral y catequism o; al poco tiem po este proyecto
educativo fue clau su rad o ya que los frailes fueron traslad ad o s a otros lu ­
U

gares, siendo reem plazados por Fray Jo sé Antonio López, quien no con­
tinuó e sta iniciativa (Castillo, 2007, p. 13).
a
En noviem bre de 1829, La A sam blea Legislativa del E stado de o
H onduras, acordó que los conventos p a sa ría n al cuidado de las m unici­
palidades, con el ñn de p re sta r u n a m ejor utilidad, ya fuera dando cabida
al cuño, im p ren ta o centros de in stru cció n pública. En e sta época por

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orden del General Francisco M orazán se confiscan los bienes de la Igle­


sia y se in stala en el convento Franciscano la prim era im p ren ta traíd a
a H onduras. Para 1841 se instaló en el edificio u n centro de en señ an za
que sería su sten tad o por los vecinos; tam bién se im partirían lecciones de
Geografía, Aritmética, G ram ática C astellana, G ram ática Latina y Moral a
cargo del padre Jo sé Trinidad Reyes (Castillo, 2007, p .l4 ). C uatro años
m ás tarde (1846), el padre Reyes ju n to a otras personalidades, fundaron
la Sociedad del Genio E m prendedor y del B uen G usto, con sede en el
convento Mercedario; el cual pasó a denom inarse Academ ia Literaria.

A
R
En 1847 La C ám ara Legislativa tra sla d a la institución, ah o ra de­
nom inada UNAH, al edificio del Convento F ranciscano, presidiendo el
acto, el presidente J u a n Lindo; posteriorm ente en 1869 la U niversidad es
C
traslad a d a al convento M ercedario, por ser u n local m ás apropiado p a ra
esa institución (Castillo, 2007, p. 15). En 1854 William Wells, explorador
T-
N orteam ericano realizó u n viaje por H onduras, en su p erm an en cia por
Tegucigalpa, recibió la invitación de p resen ciar el exam en de u n can d i­
dato al bachillerato en la Academ ia Literaria de Tegucigalpa, con sede
en el otrora convento Franciscano. Este acto fue todo u n acontecim iento
EG

en la vida social de Tegucigalpa, ya que e sta b a n p resen tes el presidente


Trinidad C abañas, el padre Reyes, Dr. Hipólito M atute rector de la Uni­
versidad, entre otros (Wells, 1960, p .l8 0 ) D u ran te el gobierno de Marco
Aurelio Soto (1876 - 1883), se acordó la creación de u n a academ ia de
instrucción m ilitar conform e a la constitución de 1880, se contrató al
I-D

G eneral francés Eugenio Gallinier, nom brado posteriorm ente D irector de


la Academia Militar, así el gobierno m andó a re p a ra r el edificio del excon­
vento Franciscano, p a ra in stalar ahí la fuerza pública (Castillo, 2007, pp.
21- 22).
D

El estreno del inm ueble como cu artel en 1881, fue notificado por
el diario La Paz: “El edificio de San Francisco e sta b a en ru in as: se h a
U

reconstruido, se h a transform ado ta n com pletam ente... Hoy el cu artel de


San Francisco es u n edificio cómodo, aseado, elegante, casi podríam os
decir lujoso” (Diario La Paz, 1881 citado en Acosta, 2003, p. 27).

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Imagen 1. Fachada del exconvento San Diego de Alcalá e iglesia San Francisco. C. 1882
(Mary Lester, “ Un viaje por Honduras” . EDUCA, San José, 1971).
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En la im agen 1, se aprecia el inm ueble d esp u és de la re s ta u ra ­


ción, realizada en 1881, y que p erd u ró así h a s ta la sublevación del Ge­
neral Longino S ánchez en 1890, co m an d an te de a rm a s de Tegucigalpa;
quien se traslad ó al cu artel S an Francisco, donde tro p as leales al gobier­
no lo a ta c a n por siete días h a s ta darle c a p tu ra (Castillo, 2007, p. 22).
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Q
Imagen 2. Iglesia y Convento San Francisco 1890 (Unidad de Arqueología del
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IHAH)

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Imagen 3. Fachada del Exconvento Franciscano. (Harding Davis, Richard: 1896, Three
gringos in Venezuela and Centralamerica. New York. Harpers & Brothers, p. 141)
T-
En 1953 se publica el libro de la señ o ra G uadalupe F errari de
Hartling, en él describe detalladam ente el interior del edificio p a ra fina­
EG

les del siglo XIX. El siguiente relato aportó datos su stan ciales p a ra esta
investigación sobre el inm ueble:

Recuerdo que el edificio del convento ten ía u n corredor alrede­


dor, angosto y con pilares de m ad era y en los lados de arrib a
I-D

u n a s p lan ch as del m ism o m aterial, que form aban arcos y las


llam aban zapatas...orillando el corredor ten ía u n m uro como de
m edia vara de alto p a ra que las ag u as lluvias no e n tra ra n (Fe­
rrari, 1953, p. 11).
D

En otra parte del relato de Ferrari, detalla que: “Al lado oriente del
U

cuartel San Francisco existía un gran solar como se p u e d e ver hoy (1953),
en medio habían u nas tapias derruidas, antiguas y posiblem ente de la
época coZomaZ" (1953, p.71). Este com entario de F errari es u n a excelente
fuente que puede ser c o n trasta d a con la im agen 4. La im agen to m ad a
u n o s 70 años an tes del relato, corrobora que no existía n in g u n a co n s­
trucción al oriente del cuartel. Es m uy probable que se h ay a realizado
alg u n a construcción calle de por medio, es decir al este del edificio, pero

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a principios del siglo XX. G uadalupe F errari de H artling incluye estos


com entarios co rresp o n d ien tes al “c u a rte l” ya que ella y su fam ilia vivian
m uy cerca del exconvento y excuartel. Fue tan to ese vínculo con e sta s
edificaciones que ella llegó a casarse, en 1899, en la Iglesia S an F ran cis­
co con Carlos H artling, com positor de la m ú sica del Himno Nacional de
H onduras. (Ferrari, 1953, p. 77).

A
Imagen 4. Exconvento e Iglesia San
Francisco, 1883. Vista hacia el su­

R
reste, obsérvese la construcción de la
sección Este del Inmueble.
(Fotografía del archivo de José Ro­

C berto Ramírez).
T-
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Imagen 5. Exconvento e Igle­


sia San Francisco, vista ha­
cia el sureste de El Picacho.
(Fotografía del archivo de
José Roberto Ramírez).
I-D

La im agen 4 m u e stra el m om ento en que se construye la sección


D

Este del cuartel, m ism a que no fue c o n stru id a calle de por medio, como
se h ab ía especificado en el diario la G aceta del 31 Diciembre de 1882 (La
G aceta 1882, en Anales del Archivo Nacional, 1968, p. 31). Es posible
U

que e sta construcción que se observa en el lado Este del edificio sea u n a
construcción que realizaba el coronel M anuel Morey y que el gobierno
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considerara conveniente com prar “p a ra a u m e n ta r las dependencias del
C uartel de S an F rancisco” (Docum ento, ANH, 1883). O

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Imágenes 6 y 7: Anverso y Reverso de Documento del Archivo Nocional de Hondu­
T-
ras, en legajos misceláneos. 1880 - 1883. (Foto de José Roberto Ramírez Torres).
EG

D urante el prim er cuarto del siglo XX, el inm ueble soporta las revuel­
tas y diferentes revoluciones, cuyos protagonistas siem pre ven al in m u e­
ble como u n lugar estratégico sobre el cual posicionarse. El 1 de agosto
de 1956 estu d ian tes universitarios m iem bros del comité de huelga de
FEUH, m iem bros del partido liberal y ciertos m iem bros del ejército se
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tom aron las instalaciones del inm ueble, exigiendo la liberación de líde­
res presos y el cese de persecuciones (Castillo, 2007, p. 25; Fasquelle y
Roque, 2008, p. 80).

El asedio al cuartel provocó u n estim ado de 50 p erso n as, entre


D

m uertos y heridos. Los daños al cuartel fueron considerables, ya que


m orteros, am etralladoras acab aro n con el techo, el cielo raso, las p a ­
U

redes exteriores e interiores (Castillo, 2007, p. 26; Fasquelle y Roque,


2008, p. 81). Un acontecim iento curioso que tuvo lugar en el excuartel,
se suscitó en 1958, cuando fueron traslad ad o s m o m entáneam ente a rte ­
factos del Museo Nacional al ex convento F ranciscano, ya que el ediñcio
donde se u b icab a dicho m useo iba a ser clau su rad o y demolido (Aguilar,
2011, p. 78).

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El cu artel siguió funcionando como tal y constituyó u n o de los cen tro s de


poder d u ra n te el período de las d ic ta d u ra s m ilitares en H onduras. E ntre
1972 y 1987, fungió como E scuela de Aplicación Militar. En 1983, el ex­
convento fue convertido en M useo de H istoria M ilitar (Fasquelle y Roque,
2008, p. 84). F unción que d esem p eñ a h a s ta la actualidad.

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Imagen 8; Costado exterior sur de Iglesia San Francisco, torre original y contra
(Fuente: Guadalupe F. de Hartiing, pág. 109).
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'1^
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R esu lta d o s de la s E x c a v a c io n e s A rq u eo lóg icas 2 0 0 4 y 2 0 0 8

En el año 2004 a solicitud de las autoridades eclesiásticas se


realizaron investigaciones arqueológicas con' la intención de que se co ns­
tru y era u n a nueva torre en el mismo lugar que se h ab ia construido la
antigu a torre, dem olida en 1969.

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Imagen 9. Fachada de la Iglesia San Imagen 10. Aspecto actual de la fa ­


Francisco, sin torre posterior a 1969. chada de la Iglesia San Francisco, con
(Archivo unidad de arqueología IHAH). torre reconstruida en 2005. (Foto José
Roberto Ramírez).
I-D

G racias a esta investigación se logró identificar las dim ensiones


exactas del cim iento de la torre original, de este modo, se pudo co n stru ir
la nueva torre, m ism a que puede apreciarse en la actualidad. En los tr a ­
D

bajos de excavación adem ás se recolectó m aterial óseo que probablem en­


te sean restos de entierros u osarios que se realizaron en la zona cercan a
al atrio de la Iglesia San Francisco.
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IGLESIA DE SAN FRANCISCO

A
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PW tfi O m m H á r *m O a io tM
Ifii* te rtwfe*.
Im.ia»
« M |is T « i* .

C
Imagen 1 1. Excavaciones del cimienfo de la torre original. 2004. (Unidad de Ar­
queología IHAH. Foto de Oscar Nell Cruz).
T-
EG
I-D

Á rea de in ve stig a ció n


P rim era fase. Op. 1
D

M a r-A b r. 2008 15Mts


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Imagen 1 2. Dibujo General de planta de las excavaciones del cimiento de la torre.


2004. (Oscar Nell Cruz. Unidad de Arqueología IHAH).

‘rw
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O p . 3. / S u b O p . 6

A
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□ A r e a d e In v e s tig a c ió n
S e g u n d a fa s e . O p . 2
J u n . — J u l. 2 0 0 8

C 1 5 M ts

Imagen I 3. Plano del Exconvento Franciscano, mostrando el área de la pri


T-
mera fase de excavación (Dibujo de José Roberto Ramírez Torres)
EG

Excavaciones dentro del Exconvento San Francisco, Primera Fase


marzo- abril 2008

Los trabajos de excavación que se ejecutaron dentro del exconven­


to San Francisco, se realizaron a solicitud de las au to rid ad es del Museo
I-D

de H istoria Militar, quienes actualm en te ocu pan dicho inm ueble, con
la intensión de realizar u n a restau ració n total del inm ueble. En ese
sentido, la Prim era Fase de Investigación arqueológica se concentró en
excavar u n a sección de 17 x 4 m del lado s u r del patio central. En e sta
área se logró identificar diferentes letrinas y su s sistem as de cañ ería y
D

drenajes, los cuales fueron construidos de diferentes m ateriales (piedra


labrada, concreto, PVC), así como en diferentes períodos y m om entos
de ocupación del inm ueble. Este hallazgo perm itió confirm ar que esta
U

área fue siem pre -por lo m enos desde m ediados o finades del siglo XIX-,
u n área en donde se construyeron sistem as de captación de agua, por
ejemplo pilas; fue y co n tin u a siendo u n área donde se colocaron letrin as
en los inicios del siglo XX y baños san itario s en la actu alid ad , inclusive
posterior a la restauración .

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Arqueología Histórica en el Exconvento Franciscano de Tegucigalpa, Honduras

E ntre los hallazgos sobresale tam b ién u n sistem a de letrin a en I

cuyo depósito se pudo rec u p e ra r b u e n a caintidad de m aterial cu ltu ral,


como proyectiles de a rm a s de fuego, m onedas de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, fragm entos de cerám ica, loza del m ism o m aterial
etc. Otro de los hallazgos de la investigación fue el h ab e r recu p erad o a r ­
tefactos históricos, como m onedas, botellas de vidrio elem entos de p o r­
celana y balas, pero den tro de estos, existe u n a m oneda a c u ñ a d a en el

A
año de 1832, cu an d o la C onfederación C en tro am erican a se en co n trab a
en los últim os días como tal.

R
C
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EG

Imagen 14: Moneda recuperada durante los trabajos arqueológicos.


(Foto de Ranferi Juárez. Unidad de Arqueología IHAH).
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E x c a v a c io n e s d en tro d el E x c o n v e n to San F ra n cisco S eg u n d a


F ase ju n io - ju lio 2 0 0 8

En la Segunda Fase de excavación los trabajos se concentraron en


la sección central y noreste del patio central del exconvento. A esta área
se le denom inó como Operación 2.

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r I A r e a d e In v e s tig a c ió n
S e g u n d a fa s e O p . 2
J u n . — J u l. 2 0 0 8
15 r/its
EG

Imagen I 5: Plano del Exconvento Franciscano mostrando las áreas de excavación de la


Segunda Fase de investigación. (Dibujo de José Roberto Ramírez Torres)
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Imagen I 6: Fotografía que muestra los tres niveles de piso del patio central del excon­
vento Franciscano, previo a su restauración. Julio 2008. (Foto de José Roberto Ramírez
Torres, IHAH)

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T am bién se realizó u n a excavación en u n o de los cu a rto s del exconvento


cuya sección se nom bró O peración 3.

Las excavaciones en el á re a del patio cen tral (Operación 2) p erm i­


tieron identificar tres diferentes niveles de piso. El prim er nivel de piso
identificado en el á re a del patio era el que h a s ta ese m om ento fun cio n ab a
como superficie a c tu a l del m ism o y que co n sistía en ladrillos m osaicos
de 0.25 X 0.25 m cad a uno, de color rojo y gris. E stos m ism os ladrillos

A
m osaicos tam bién fueron colocados en los pasillos del exconvento, al
parecer la intención fue darle uniform idad al diseño del patio como a

R
los pasillos. P robablem ente estos ladrillos m osaicos fueron colocados en
m ejoras que se realizaron en el inm ueble an terio r a los años de 1950. El
segundo nivel de piso que se identificó, fue probablem ente construido

C
en la época del gobierno de Tiburcio C arias Andino (1933 - 1948), este
piso era de ladrillos m osaico, de 0.20 x 0.20 m cad a u n o , de color gris,
con motivos espirales en los extrem os. Se identificaron otros ladrillos
T-
m osaicos con las m ism as dim ensiones en o tras área s del inm ueble, pero
de diferente color, teniendo la inscripción “ADMÓN CARÍAS”. Elem ento
que nos perm ite a su m ir que este piso de ladrillo m osaico fue colocado en
tiem pos de C arias.
EG
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Imagen 17: Ladrillo mosaico, del tiempo de Carias Imagen 18: Botella Ross Belfast. del S. XIX re­
en cuarto suroeste del exconvento San Francisco cuperada durante las excavaciones del patio
previo a su restauración en julio 2008. (Foto de central. (Foto de José Roberto Ramírez Torres).
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José Roberto Ramírez Torres)

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El tercer nivel de piso identificado fue construido con piedra de


canto rodado de pequeño tam año, que m uy probablem ente haya sido
construido entre el segundo y tercer cuarto del siglo XIX. Debajo del nivel
de ese piso no se detectó ningún otro elem ento constructivo. Se recuperó
u n a botella de vidrio com pleta por debajo del nivel de piedra de canto ro­
dado, lo que puede indicar que el m om ento de construcción de este piso
de canto rodado haya sido en tercer cuarto del siglo XIX, ya que este tipo
de envases de vidrio fueron creados a m ediados del siglo XIX.

A
R
C
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EG

Imagen 19. Proceso de limpieza de Imagen 20. Caja de registro de ladrillo y tubería de con­
I-D

calabozo, julio 2008. creto de los años 40 y la parte baja drenaje de piedra
(Foto José Roberto Ramírez Torres). labrada de finales del S. XIX.
(foto de José Roberto Ramírez Torres, IHAH).

Otro de los rasgos identificado en el área del patio cen tral fue u n a
D

sección de u n a cañería, de piedra lab rad a de can tera, cuyo rasgo fue
identificado en la prim era fase de investigaciones. E sta cañ ería de piedra
tallada que posteriorm ente fue ex p u esta por m iem bros encargados de la
U

restau ració n del inm ueble, ten ía u n a dirección de norte a s u r y su incli­


nación descendía m ientras se extendía h acia el norte.

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El exponer la cañ ería en el patio cen tral perm itió identificar que
por debajo del nivel de piso de p ied ra de canto rodado, no existía n in g ú n
rasgo constructivo, por lo que se puede deducir que probablem ente an tes
de ese piso de canto rodado el terreno n a tu ra l pudo h ab e r funcionado
como u n piso como tal. Otro elem ento arquitectónico identificado en el
área cen tral del patio, en su p arte norte, fue u n a sección de cañ ería de
concreto y u n a caja de registro h ech a de ladrillo, e sta sección de cañ ería
se conecta con la cañ ería de p iedra la b ra d a que se identificó en el extre­

A
mo s u r del patio cen tral en la p rim era fase. Es m uy probable que e sta
cañ ería h ay a sido colocada en la época del gobierno de C arias Andino

R
(1933-1948), ya que d u ra n te su adm inistració n previo a la p av im en ta­
ción con piedra lab rad a, se colocó sistem a de alcantarillado u sa n d o entre
estos cañ ería de concreto.

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Imagen 21. G raffiti dentro del calabozo, pared sur.


(Foto de José Roberto Ramírez Torres)

En la O peración 3, se excavó lo que se denom inó Sub Op. 6 ó


D

cuarto núm ero 6, ya que las au to rid ad es m ilitares so sp ech ab an que era
en este lugar donde existía u n calabozo o cu arto su b terrán eo . Se logró
efectivam ente, identificar que existía u n cu arto su b terrán eo , tra s rom per
U

la losa de cem ento en la esq u in a no reste del piso. Este sótano e sta b a
parcialm ente lleno en el lado s u r de diferentes desechos, tierra, p lásti­
cos, m etales, vidrio, pedazos de teja, restos óseos y proyectiles de fusil de
los cuales m uchos e sta b a n pegados a repello de cal y aireña, esto puede o
indicar que posiblem ente h ay an sido extraiídos de las paredes y al m o­
m ento de resta u ra rlo sim plem ente los depositaron ahí.

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Concluida la limpieza del pozo, procedim os a registrarlo con di­


bujos a escala y fotográficam ente, el pozo tiene u n a longitud de 5.14m
de norte a su r y 4.82m de este a oeste, posqe 2 respiraderos, u n o en la
pared este y otro en la pared oeste, cada uno de form a rectan g u lar de
18xl4cm s. Las paredes están hechas de ladrillo y piedra de cantera,
repelladas con cal y arena,' el techo es de form a cóncava, construido de
cem ento con varilla; desde la superficie del calabozo h a s ta el techo tiene
u n a a ltu ra en su punto m ás alto de 2.12m . El techo original del cala­

A
bozo originalm ente se construyó de otro m aterial y posteriorm ente fue
construido de esta m anera. Es m uy probable que este pozo sea el sótano
que fue term inado de co n stru ir en 1881 en época del presidente Marco

R
Aurelio Soto, así lo afirm aba el diario la paz del 14 de febrero de 1880:
"... se están reconstruyendo varios edificios nacionales con ex trao rd in a­
ria actividad: el claustro del extinguido convento de San Francisco, p a ra
C
alm acén m ilitar y depósito de tabaco, pólvora, etc. Un sótano extenso y
com pletam ente seguro se h a cavado en el m ism o edificio p a ra g u a rd a r la
T-
pólvora...” (La G aceta, 1882, en Aguilar: 2010).

Con el tiempo el sótano fue teniendo diferentes u so s. Uno de


esos u so s fue el de calabozo, ya que en las cu atro paredes del sótano y
EG

el techo, pueden leerse varios nom bres y apellidos de soldados, así como
varias fechas y rayas h ech as con grafito; quizás p a ra llevar el conteo de
días dentro del calabozo. Las siguientes im ágenes son evidencia tangible
que m u estran claram ente que ese espacio fue utilizado como calabozo.
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Imagen 22. Graffitis dentro del calabozo y respiradero de


la pared Este. Julio 2008.
(foto José Roberto Ramírez Torres).

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E ntre los grafiti, dibujos, nom bres y apellidos identificados en el calabozo


se p u ed en m encionar:

Nombres: O scar Andino, Ju lio C ésar P a stra n a , Efrain Vallejo, F austo


C enteno, A rm ando V alladares, D agoberto M edina y J e s ú s Vallejo.

Apellidos: Flores, Quiroz, C enteno, Valenzuela, González, T osta, Pinel,


M edina, Meléndez, Vallejo, G arcía.

A
Dibujos: u n a calavera, u n corazón, signos religiosos (cruz), u n a palom a

R
(¿símbolo de libertad?), tronco y extrem idades inferiores de figuras a n ­
tropom orfas.

en las p ared es, hechos con carbón o posiblem ente hollín, que son te s­
tim onio de las p erso n as que ahí perm anecieron, m uchos de éstos en
C
A dem ás de lo a n te s descrito, se identificó u n grupo de escritos
T-
tono irónico: “A rm ando A ndrade sa lu d a m uy cariñ o sam en te a todo aquel
tu ris ta que va a p a s a r vacación en S an Chico” o “Rigo Lizardo les d a la
bienvenida a S an P ancho”. Ambos escritos p u ed en ser vistos en la pared
su r del calabozo. Según guías del M useo de H istoria Militar, algunos
EG

m ilitares retirad o s h a n realizado visitas al inm ueble que afirm an h ab er


perm anecido castigados en el cadabozo, según ellos an eg ab an el calabozo
h a s ta el nivel de las rodillas, se les p erm itía salir al patio por u n a h o ra al
día y se les d ab a alim ento por los dos resp irad ero s del calabozo.
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I |R a & g o s a rq u ite c tó n ic o s
E ntre 1880 y 1883. Q
1. P rim er nivel d e p is o patio cen tral
2 . A lm a c é n d e p ó lv o ra / C a la b o z o
3 .S e c c ió n E s te del E dificio.
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Imagen 23. Plano General del ex convento Franciscano mostrando los elementos arquitec
tónicos de finales del s. XIX. (Dibujo José Roberto Ramírez Torres).

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Conclusiones

Por u n a parte las excavaciones arqueológicas perm itieron identi­


ficar el cim iento de la torre original de la Iglesia San Francisco, en ese
sentido, se pudo reco n stru ir u n a nueva torre con base a las dim ensiones
y elem entos arquitectónicos de la torre original.

Las diferentes fuentes históricas aportaron evidencias de las dis­

A
tin tas reconstrucciones que tuvo el exconvento a lo largo de los años,
pero h a sido imposible, arqueológicam ente hablando, confirm ar los luga­
res específicos a los que estas fuentes se refieren. Por ejemplo, p a ra 1839

R
se solicita a la alcadia de Tegucigalpa se reco n stru y a el edificio, ya que
está “arru in ad o ” (Anales del Archivo Nacional de H onduras, julio 2002,
p. 79), p a ra ello vecinos de la plazuela contribuiríain a su reconstrucción
C
y tam bién el señor Jo sé Ferrari, padre de G uadalupe Ferrari, contribuyó
con su peculio p a ra reconstruirlo. Este com entario es im portante ya que
T-
la construcción del convento e Iglesia F ranciscana, posiblem ente fue uno
de los factores iniciales que propició la expansión u rb a n a de Tegucigalpa
hacia el este. Tam bién p a ra 1848 se le notifica al D irector de R entas del
E stado la condición en que se en c u e n tra el inm ueble y se detalla entre
EG

otras cosas que “el edificio está b a sta n te arru in ad o , pero su b u e n a co n s­


trucción y algunos reparos que se le h a n hecho, lo tienen en estado de
utilidad por algunos añ o s” (Anales del Archivo Nacional de H onduras,
julio 2002, pp. 45-47).
I-D

Con todo esto se h a logrado confirm ar que no todo el inm ueble


corresponde al período de construcción de la época colonial. Como se
m encionó, se realizaron varios reparos al inm ueble, lo que dificulta p re ­
cisar que secciones en si son de la época colonial. El prim er nivel de piso
em pedrado del patio central corresponde al tercer cuarto del siglo XIX;
D

m ientras que los otros dos pisos identificados corresponden a m ediados


del siglo XX.
U

Se identificó el sótano o calabozo del cual se h acía m ención en di­


ferentes fuentes escritas. Además, su localización nos ap o rta otros datos,
por u n lado podem os n o tar que fue originalm ente construido ahí porque
ese era el extrem o del inm ueble, la esq u in a noreste y por lo tan to si ocu­
rría u n accidente h ab ría m enos probabilidades de daños del inm ueble.

Por otro lado, la ubicación del calabozo indica que lo con stru y ero n
en u n área del inm ueble que ya existía y ese puede ser otro elem ento por

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el cual se puede afirm ar, que la sección E ste del inm ueble fue c o n stru id a
1

m uy posterior (1883) a la con strucción de la p arte O este, por lo que es


evidente que tan to el sótano y la sección E ste del inm ueble corresponde
al año de 1883, y el piso em pedrado del patio cen tral corresponde p ro b a­
blem ente al tercer cu arto del siglo XIX.

En general las excavaciones en el exconvento son u n aporte a los


proyectos de arqueología h istó rica que se h a n realizado en Tegucigalpa,

A
acrecen tan d o de este modo, el sa b er histórico y arqueológico de este in ­
m ueble icónico de la capitail de H onduras.

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B ibliografía

Acosta, O scar (2003) Elogio de Tegucigalpa. Edición Conm em orativa.


Sera Edición, Tegucigalpa: Litograifía López, Editorial Iberoam ericana.

Anales del Archivo Nacional de H onduras. (Tomo IV, Ju lio 2002, N°l).
Solicitud de R econstrucción del Convento de San Francisco en 1839 fon­
do “Alcaldía de Tegucigalpa”. Pago. 79. Y Edificios públicos de la ciudad
de Tegucigalpa 1848. Pág. 45.

A
Aguilar Flores, J u a n M anuel. (2010) Iglesias Coloniales de Tegucigalpa.
Tegucigalpa: Ediciones G uardabarranco.

R
Aguilar Flores, J u a n M anuel, (2011) Museos, parques arqueológicos y

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ecoarqueologicos de Honduras. Tegucigalpa: Ediciones G u ard ab arran co .

Archivo Nacional de Honduras.ANH. (Documento en legajos m isceláneos


T-
de 1880-1883).Acuerdo del gobernador político de Tegucigalpa sobre la
compra de la casa del coronel Manuel Morey para aum entar las d ependen­
cias del cuartel San Francisco.
EG

Castillo C anelas, Patricia Elizabeth. (2007). El Convento de San Diego de


Alcalá Iglesia - Cuartel San Francisco. Tegucigalpa: In stitu to H ondureño
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Revista Yaxkin, (Vol. XXIV, No. 2), Tegucigalpa: In stitu to H ondureño de
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Ferrari de Hartling, G uadalupe. (1953). Recuerdos de mi Vieja TegucigaT


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pa. Comayagüela: Im prenta Libertad.


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Lester, Mary, (1971). Un Viaje por Honduras. San José: EDUCA.

M artínez Castillo, Mario Felipe. (2011). Lecturas de la Capital de H ondu­


ras Tegucigalpa: Ediciones de la Oficina de C u ltu ra C iu d ad an a y de la
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Soto, Marco Aurelio (1882), Acuerdo por el que se previene se construya


u n edificio dependiente del Cuartel de San Francisco, pa ra que sirva de
alojamiento a las milicias y para ejercicios militares, en La G aceta, diciem ­
bre 31 de 1882, en R evista Anales del Archivo Nacional, (Fase. Núm. 3,
año II, Ju lio de 1968) Tegucigalpa.

Wells, William Vincent. (1960) Exploraciones y A venturas en H onduras.


Tegucigalpa: Banco C entral de H onduras.

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Arqueología Histórica en La
Catedral de San Miguel, Tegucigalpa
Ranferi Juárez Silva

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Copia fiel de un grabado en madera de 1854. fuente imágenes de


Honduras. Edición Extraordinaria. Sept. Año Vil. No 74. Tegucigalpa.
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In tr o d u c c ió n

Uno de los tem plos católicos m ás im p o rtan tes de H o n d u ras es sin


lugar a d u d as, La C atedral de S an Miguel de Tegucigalpa, siendo u n a
de las edificaciones m ás an tig u as e im p o rtan tes de é sta ciudad, la cual
se conserva h a s ta el día de hoy. Dicho tem plo re p re se n ta la historia, no
solo paira Tegucigalpa, sino p a ra H onduras, siendo la iglesia con m ayor
renom bre y tradición en el país. A p a rtir de principios del siglo XX, es

A
d eclarad a como C atedral del país. Por ser u n a edificación an tig u a, es
necesario darle m antenim iento tem poralm ente, debido a ello se realizó
la p ro p u e sta de re sta u ra c ió n en la fachada, atrio y patios laterales. El

R
In stitu to H ondureño de Antropología e H istoria a través de la U nidad de
Arqueología, realizó la investigación arqueológica dentro de ese m o n u ­
m ento colonial.
C
La arqueología h istó rica es u n a de las form as de investigación en
T-
la que p articip an dos ciencias sociales, la prim era e stu d ia los resto s m a ­
teriales que son efecto de la transform ación del ser h u m an o , los cuales
pudieron h ab e r sido dejados en el área, in situ o no. La segunda, se dedi­
ca al estudio de docum entos escritos, p a ra llegar al conocim iento del p a ­
EG

sado. U nidas e sta s dos ciencias la investigación se com plem enta de for­
m a que la h isto ria ay u d a con los datos históricos y la arqueología verifica
si existieron o no, evidencias de dichos eventos a la o tra y viceversa. P ara
e sta investigación la arqueología hace u so de los docum entos escritos,
existentes realizados por los investigadores. La investigación, se realizó
I-D

en el m es de agosto de 2005, en los patios de la catedral, así como en el


atrio, es aquí donde se llevaron a cabo las prim eras exploraciones (remo­
ción de tierra). El objetivo principal de excavar el atrio fue el observar la
cim entación de la fach ad a principal. En lo referente a lo arqueológico se
observó la profundidad de los en terram ien to s y en cu an to a lo histórico,
se confrontó los datos obtenidos con los resu ltad o s arqueológicos.
D

A n te c e d e n te s H istó r ic o s
U

P ara cu an d o es conquistado el territorio C entroam ericano, la Co­


rona, m an d a a crear ciudades o villas, las cuales ay u d arían a consoli­
d ar la co n q u ista en el nuevo territorio, no solo materiad, sino tam bién o
espirituad; pero p a ra ello, e sta s villas debían de p re se n ta r u n a serie de
requisitos p a ra ser co n sid erad as como tal. En el año de 1579 (Chaverri),
se fu n d a Tegucigalpa como alcaldía mayor; “La ciudad nació al azar, u n a

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casa al pie de la m ontaña, otra a la orilla del rio grande, o tra a la rivera
del rio oro, otras en la parte alta del cerro, casas u n id as por veredas, a
la orilla de tales veredas fueron construyéndose m ás casas con el correr
del tiem po” (Vázquez, 1948). Uno de los prim eros reportes de u n edificio
religioso es el de La Iglesia de N uestra Señora de la Inm aculada C oncep­
ción, co n stru id a en 1621 (Martínez Castillo, 1992), u b icad a en el centro,
al norte de la plaza mayor. En el año de 1746 -125 años m ás tarde-, fue
d estru id a por el fuego y así perm aneció h a sta que el estado la vendió, en
el año de 1856 (Martínez Castillo, 1992), ya que se en co n trab a en ru i­

A
nas; el dinero obtenido de dicha venta fue utilizado p a ra h acer m ejoras
al Templo de la C atedral de San Miguel.

R
En el año de 1762 (Aguilar, 2004) se h ab ía solicitado a E sp añ a
que, “Real de M inas de Tegucigalpa”, fuera n om brada “Villa de S an Mi­

C
guel de Tegucigalpa de H eredia”, lo cual sucede h a s ta el año de 1768
(Aguilar, 2004); p a ra esto se necesitaba u n a iglesia, ya que la de N uestra
Señora de la Inm aculada Concepción se h ab ía quem ado, y por tal motivo
T-
se com ienza la construcción de la iglesia de San Miguel, en 1765 (Soto y
Lara, 1991), y term in ad a h a s ta el año de 1781 (Martínez Castillo, 1992).
C onstruida en la parte este de la Plaza Mayor; desde su fundación h a s ­
EG

ta n u e stra s fechas h a tenido que ser re sta u ra d a en varias ocasiones, la


gran m ayoría de las veces por m ovim ientos telúricos como fueron los de
1808 y 1899 (Martínez Castillo, 1992).
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Proyección de fotografía tomada a principios del siglo XX,


donde se observa la Catedral. (Fuente Archivo del IHAH)

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En su libro Cuatro Centros de Arte Colonial Provinciano H ispano


Criollo en H onduras, el Dr. Mario Felipe M artínez, hace u n a descripción
detallada de la catedral:

La fach ad a de la C atedral de Tegucigalpa tiene elem entos de


retablo sin d ar esa im presión... Los ocho p ares de gran des pi­
la stra s alm ohadillas son la decoración principal, siendo m ás
p eq u eñ as las del segundo cuerpo... U na b a la u s tra d a sim u lad a

A
pone ñn al segundo cuerpo y sirve a la vez de co rn isa horizontal.
La E sp ad añ a, con tres nichos y u n reloj en el tope que tiene su

R
linternilla, se p a ra n los cam panarios, que a su vez tienen dos
pisos, contando cad a u n o con ocho grandes v en tan as de arcos
de medio pun to , en donde se e n c u e n tra n su sp en d id as las cam ­

C
p an as. Siete son en total los nichos que a d o rn a n la fachada,
ocupando el Nicho C entral de la im agen de San Miguel Arcángel
(1992).
T-
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Fachada p rin cip a l de la C a te d ra l de San M iguel, Tegucigalpa. Q


(Fuente, archivo del IHAH)
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Los dos grandes portones de la fachada principal que dan


a los jard in es laterales, arm onizan perfectam ente bien con
el resto de frontispicio, au n q u e h ay u n a pequeña diferencia
en el diseño de los pilares, u n ancho friso se extiende por la
fachada, que a su vez está centralizado por la gran v en tan a
octagonal que da gran claridad al interior del coro... El tem plo
p resen ta las siguientes dim ensiones: 60 m etros de largo por

A
11 de ancho y 18 de alto, es de u n a sola nave cu b ierta con
bóveda de cañón corrido, coronada por u n a cú p u la sobre la
p lan ta de tam bor octagonal que tiene 30 m etros de alto. E sta

R
m ism a a ltu ra tienen las torres. El espesor de las paredes va­
ría desde 1.25 varas en los m uros laterales h a s ta 2.73 en la
en trad a principal (1992).
C
T-
El énfasis sobre las evidencias culturales, entendiendo como “algo extra­
somático, de un continuo de cosas temporales y eventos dependientes de
los sim bolism os... Es un mecanismo en función a hacer la vida segura y
trascendente para individuos de la especie hum ana'' (White, 1959).
EG

Esto como medio de identiñcación a través de los docum entos escritos


que sobreviven al pasado, co n trastan , m arcadam ente, con las ten tativas
del m anejo de los datos arqueológicos, p a ra la evaluación de ideas a c e r­
ca de los procesos culturales, siendo que, si se tra ta de explicar desde la
base de datos arqueológicos, sobre todo en la clasiñcación de artefactos
I-D

recuperados del contexto, sin co n su ltar los datos históricos, e sta s cate­
gorías no ten d rán ningún valor ni m edida, siendo que frecuentem ente,
será posible en co n trar en algún libro la inform ación necesaria, en la que
generalm ente se incluyan los nom bres originales de la cerám ica como lo
explica Hume, en su deñnición que sobre la arqueología:
D

La Arqueología es el estudio de los restos m ateriales, de am bos,


U

del rem oto y del reciente pasado, en relación a la docum en­


tación histórica y a la estratigrafía del lugar en el que se e n ­
cu en tra. E stas relaciones entre las cap as del suelo y los datos
que contienen, perm iten al arqueólogo extraer del sitio explo­
rado, la inform ación de todos los acontecim ientos im portantes,
cuando y a quienes les pasó. Así al extraer la inform ación el

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arqueólogo debe ser com petente en las dos cosas; debe s a ­


ber se p a ra r y m u e stre a r la tierra estratigráficam ente, de tal
form a que p u e d a sacarle to d as las evidencias posibles y debe
ser lo suficientem ente versado en la h isto ria y en los objeti­
vos del período que e stá estu d ian d o o de la c u ltu ra que de
u n a form a a d e c u a d a e stá in terp retan d o (Nobel Hume).

A
R e su lta d o s d e I n v e s tig a c ió n

R
El tipo de investigación que se realizó, consistió en excavaciones
sistem áticas, con pozos de 2 X 2 m etros, y de niveles arbitrarios. La ex­

C
cavación se realizó h a s ta donde ya no aparecieron m ateriales cu ltu rales
en las cap as inferiores. C ada nivel fue registrado y se tom aron fotogra­
fías, así como u n dibujo de p lan ta, y los m ateriales recu p erad o s de dicha
T-
excavación eran p u esto s en bolsas, etiquetados y separados. Adem ás de
que se realizaron dibujos de p la n ta de las d istin tas áreas u operaciones
de trabajo, con el objetivo de u b icar espacigdm ente las u n id ad es de exca­
vación. Se elaboraron los dibujos de perfil de cad a u n a de las u n id ad es
EG

excavadas, así como se tomó el registro de los diferentes colores que se


e n c u e n tra n en las cap as estratigráficas.

Como es y h a sido d u ra n te la h isto ria de las investigaciones arqueológi­


cas, los resu ltad o s nos h a n proporcionado inform ación su sta n c ia l de la
I-D

historia y c u ltu ra h u m a n a . E sta investigación no es la excepción, a u n


cuando el tipo de investigación realizada fue solam ente de pozos de so n ­
deo y no excavaciones extensivas; dicho trabajo dio como resu ltad o que
los rasgos en co n trad o s no se p u d ieran definir en su totalidad, quedando
solo como inform ación obtenida sin h ab e r concluido la investigación. Sin
D

em bargo, con e sta inform ación breve se puede concluir lo que a conti­
nuación se describe.
U

Algunos rasgos que se registraron d u ra n te e sta investigación, fue­


ron om itidos de la h isto ria de la región. Un claro ejemplo, son dos ci­
m ientos que se en co n traro n en la torre sur, cruzando e sta de su re ste a
noroeste, que probablem ente fuesen u n solo cim iento (véase fotografía), a
el prim ero se encontró en el atrio, debajo de la torre sur, a 2.47 m etros, o
con respecto a n u estro nivel de hilo. Tiene u n a orientación de su re ste a
noroeste y e stá constituido de piedras de río (canto rodado).

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El segundo se encontró con la m ism a dirección, y no se logró observar


si hacía esquina, ya que en esa parte de la excavación se tiene el m uro
su r de la nave principal y de igual form a por debajo de la torre su r a 2.40
m etros.

A
R
C
T-
EG
I-D

Fotografía en donde se observan los diferentes cimientos


encontrados durante la investigación. (Fuente, Archivo del IHAH).
D

Un rasgo im portante observado d u ra n te la investigación fue en la


excavación de los entierros; algunos de éstos, se en c u en tra n a orillas del
atrio, lo cual hace su p o n er que el atrio originalm ente era m as grande,
U

ya que las o sam en tas registradas se en cu en tran , entre la prim era g rada
p a ra b ajar y el atrio.

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A
R
C
T-
EG

F o to g ra fía en do nd e se muestra el en tie rro a orillas del atrio.


(Fuente: A rchivo del IHAH)
I-D

Otro de los hallazgos arqueológicos relevantes, fue conocer la p ro ­


fundidad de los cim ientos de la C atedral, los cuales tienen ap roxim ada­
m ente 4 m etros en el costado sur, 4.44 m etros en el costado norte y en el
atrio, adem ás, parece que fue construido en u n a sola e tap a constructiva,
ya que los m ateriales y form a con stru ctiv a son sim ilares en todas las
D

áreas p ro sp ectad as.


U

C
O

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C o n clu sio n es

Sobre el centro de la ciudad y en especial p a ra la Plaza Francisco


Morazán se h an escrito varias cosas, por ejemplo Rolando Soto y Gloria
Lara m encionan que: “Rodeando la iglesia m ism a de la parroquia, que
según algunos estuvo en el mismo sitio que hoy ocupa la C atedral Me­
tropolitana... enm arcando u n a plaza que d u ra n te m uchos años fungió
como m ercado” (Soto y Lara, 1991, p. 36).

A
Al parecer ésta, tenía u n a orientación de este a oeste, y no de
norte a su r como la conocemos ahora, ya que como se m enciona en los

R
antecedentes históricos: La iglesia de la Inm aculada Concepción m iraba
hacia la plaza central, la iglesia se construyó en 1621, y se en co n trab a
en la esq uina noreste de dicha plaza, u n a vez que se decidió co n stru ir
C
la iglesia de San Miguel de Tegucigalpa, p a ra el año de 1765, ya no
había espacio suñciente p ara ésta; por tal razón, se decidió co n stru ir en
T-
el lugar que se en cu en tra actualm ente, al su re ste de la Plaza Francisco
M orazán, que fue en la parte este de dicha plaza, acap aran d o la m itad de
ésta. Y años m ás tarde se derribó la e stru c tu ra que q u ed ab a de la iglesia
de La Inm aculada Concepción, la cual se en co n trab a al norte de la plaza,
EG

p ara d ar lugar a la que conocem os actualm ente.

Muy probablem ente con las rem odelaciones, en la Plaza C entral,


(Francisco Morazán), se h a ido perdiendo terreno de la catedral y h a
ganado terreno la alcaldía, ya que los entierros observados en el atrio
I-D

evidencian dicha aseveración.

Otro de los hallazgos fue el haber observado la cimentación por debajo de


la torre sur, que muy probablemente perteneció a una mina colonial, ya que no se
pudo observar más rasgos, y los materiales utilizados no dan gran información, ya
D

que solamente es adobe y piedras de río.


U

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Arqueología Histórica en La Catedral de San Miguel de Tegucigalpa

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D
U

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Investigaciones en el sitio de El Coyote,


departamento de Santa Bárbara, Honduras
Dr. Edward Schortman^
Dra Patricia UrbarP
Dr. Aaron Shugar^

A
Investigación realizada en el marco del Taller de Cobre, Santa Bárbara, Honduras.

R
R esum en

C
Los artefactos de cobre eran m ercancías valoradas en M esoam éri-
ca desde el siglo IX, debido a la co n q u ista esp añ o la en el siglo XVI. Se
h a asum ido d u ra n te m u ch o s años que la m ayoría de estos artefactos de
T-
m etal fueron fabricados en el O ccidente de México. Investigaciones re a ­
lizadas con el In stitu to H ondureño de Antropología e H istoria en el sitio
de El Coyote en el noroeste de H o n d u ras desafiaron esa interpretación.
Excavaciones en el sitio, recu p eraro n evidencia clara de procesam iento
EG

de cobre incluyendo: u n á re a donde las piedras que co n ten ían cobre


eran recogidas e iniciaim ente q u eb rad as; h o rn o s de cerám ica -uno in
situ- donde los fragm entos de cobre re su lta n te s eran derretidos; u n a
superficie de p iedra donde el cobre era tritu rad o a ú n m ás y así era ex­
traído; adem ás en algunos depósitos los h o rn o s quebrados y la escoria
I-D

eran botados. Los m ateriales recu p erad o s del taller de cobre indican
que la m etalurgia en El Coyote ocurrió d u ra n te el 800 h a s ta 1000 d.C., y
posiblem ente co n tin u an d o en el siglo XVI. En este artículo se describe la
evidencia p a ra la m etadurgia an tig u a en El Coyote y se analiza qué papel
pudo d esem p eñ ar e sta in d u stria en la econom ía política local y en las
D

ru ta s del com ercio de larga d istan cia en que los residentes de El Coyote
participaron.
U

a
O)
O

1 Anthropology Department, Kenyon CoUege, Gambier.


2. Anthropology Department, Kenyon CoUege, Gambier.
3. State University of New York, BufFalo State.

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Algunos artefactos de cobre y bronce aparecieron al final de la etap a t a r ­


día de M esoamérica lim itándose principalm ente al oeste mexicano. Aquí
es donde la fundición y aleación del cobre tuvo lugar, y es donde se en ­
cu e n tra la mejor evidencia, la cual d a ta a p artir del siglo VII D.C. (Hosler
1988a, 1994; M aldonado 2009). Casi al m ismo tiempo estos artefactos de
cobre em pezaron a fabricarse en el oeste de México; adem ás, fueron a p a ­
reciendo en el su r de M esoam érica recuperándose en sitios arqueológicos
del su reste M esoam ericano especialm ente en las tierras bajas Mayas
(Castillo Tejero 1980; Bray 1971; Flores de A guirrezabal et al. 1980; Hos­

A
ler 1988b; Hosler and M acFarlane 1996; P endergast 1962; Sim m ons and
S hugar 2008; Sim m ons et al. 2001, 2009) y, en m enor escala a lo largo
del su reste de M esoam érica en las áreas contiguas con G uatem ala, El

R
Salvador y H onduras; (Blackiston 1910; Bray 1971; S chortm an an d Ur-
b an 2011; Strong et al. 1936; Wonderley 1981). A unque se h a n en c o n tra­

C
do sitios que produjeron pequeñas cantidades de cobre en tierras bajas
y tierras altas de los Mayas, fechadas al final de la etap a precolom bina;
tradicionalm ente en estas tierras h a n sido u su a rio s y no p ro d u cto ras de
T-
artefactos de cobre.

SOUTHEASTERN MESOAMERICA
EG
I-D
D
U

^ • c tflc O c#»n

Figura 1. Mapa del Mesoamérica Sureste indicando las áreas investigadas.

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Investigaciones recientes en el sitio de El Coyote en el noroeste de


H onduras específicam ente en la p arte b aja del valle de C acau lap a ofre­
cen p istas atractiv as que el procesam iento de cobre puede h ab e r sido
establecido fu era del occidente de México. En los estu d io s realizados d u ­
ran te el 2002, 2004 y 2013 en la b ú sq u e d a de estos talleres de cobre en
El Coyote las principales p re g u n ta s form uladas fueron: ¿E n qué perío-
do(s) y tiem po se utilizó m etalurgia en El Coyote?; ¿C uál era la tecnología
utilizada en el proceso de producción? y, ¿Cómo este oficio influyó en las

A
políticas económ icas locales?

El C o y o te

R
El trabajo en el noroeste de H onduras se h a concentrado en el

C
sitio Maya de C opán (Andrews et al 2005; F ash 2001); la gran lla n u ra
co stera del Caribe (Hendon 2010, Joyce 1992; Joyce y H enderson 2001);
el Valle de C om ayagua (Dixon 1989, 1992); la cu en ca del Sulaco y Hu-
T-
m uya a h o ra in u n d a d a por la re p re sa de El Cajón (Hirth et al. 1989); Lago
de Yojoa (ej., B audez y Becquelin 1973); la cu en ca del U lúa-Jicatuyo
(Schortm an et al, 1986); el Valle de Naco ( S chortm an et al, 2001, 2011,
U rban y S chortm an 2012;. U rban et al 2002); y la zona m edia del río
EG

C ham elecón-C acaulapa (Urban 2007); ver tam bién Stone 1957.

En el sitio de El Coyote (Figura 2), se realizaron investigaciones


por seis tem p o rad as desde 1999. Se e n c u e n tra a 9 km al su ro este del
valle de Naco en la orilla oeste del río C acau lap a que es u n afluente pro­
I-D

veniente del s u r p a ra el río Cham elecón. E ste últim o es u n o de los ríos


m ás largos del oeste de H onduras. El río C acau lap a corta u n estrecho
valle en el que cad a vega y bolsa contienen no m ás de 1 km^. La m ayoría
de las 415 e s tru c tu ra s de El Coyote se sitú a n en u n a terraza con vistas
al río; pero el á re a que ofrece signos de que allí se trabajó el cobre está
situ a d a en u n a terraza inferior a lo largo del borde s u r del sitio (Figura
D

3). E sta ú ltim a á re a e stá u n id a al este por el río, al s u r por u n afluente


tem poral llam ado Q u eb rad a Seca y al oeste y al norte por u n a em pinada
U

ladera de la terraza m ás alta que es casi todo el centro.

c
O

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R
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T-
EG

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I-D

rrro A » M A M rA «a n a a íia ,

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Figura 2. Mapa de El Coyote,
D
U

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A
R
C
T-
Figura 3. Concentraciones de
cobre, como medida de las
muestras de suelo, cubiertas en
EG

un mapa de las construcciones


visibles sobre la superficie den­
tro del taller de cobre.
I-D

La ocupación en El Coyote se rem o n ta al Preclásico Medio (1200-


400 a.C.), pero el sitio emergió como u n centro regional económico y po­
D

lítico d u ra n te el período Clásico Tardío (600-800 d.C.) y conservó su p re ­


em inencia h a s ta el Clásico T erm inal (800-1000 d.C.; M cFarlane, 2005).
El plano básico del sitio en el cual su superficie es visible hoy en día,
U

tomó form a en el Clásico Tardío y consiste en u n a gran plaza que deli­


m ita edificaciones y m onum entos, con e stru c tu ra s de diversos tam añ o s
den sam en te ag ru p ad o s h acia el sur. Los restos de dos sitios cerem onia­ ‘1^
les u sa d o s sucesivam ente está n situ ad o s al su r y al oeste de la plaza O
principal donde hay u n cam ino pavim entado que d a acceso al núcleo de o
m onum entos de su esq u in a noreste. ;3

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Un cambio im portante en la orgainización sociopolítica de El Coyote y que


fue fechada en el Clásico Term inal es la evidente reorganización de los
espacios públicos. (McFarlane, 2005). El núcleo m onum ental de Clásico
Tardío fue abandonado aproxim adam ente- en el año 900 d.C., m u ch as
de su s e stru c tu ra s fueron despojadas de su s piedras c u a d ra d a s (Wells,
2003). E stas rocas se h an reutilizado en edificios de diferentes tam añ o s
ya construidos en el noreste del grupo central de la capital como el nuevo
nexo de la actividad política.

A
En contraste con el enfoque en espacios cerrados en los m o n u ­

R
m entos d u ran te el Clásico Tardío, el G rupo Noreste se caracteriza por
u n régimen abierto en el centro, el cual es p resentado en la e stru c tu ra
220, la plataform a m ás grande co n stru id a h a s ta este m om ento en El

C
Coyote. Alrededor de este punto hay áreas p a ra el alm acenaje -y por lo
m enos u n a, era utilizada p a ra alm acenar objetos em pleados en devotos
rituales curativos-, complejos residenciales, u n sitio cerem onial y luga­
T-
res que pudieron ser preparados p a ra co n stru ir uno o m ás m o n u m en ­
tos. G randes edificios se organizaron ap aren tem en te p a ra proporcionar
lugares cerem oniales y reuniones públicas, algo no ta n evidente en la
EG

plaza cerrad a del Clásico Tardío en El Coyote que incluyó m onum entos
y plazas cerem oniales, estos últim os ocultos en gran m an era al público.
El período Clásico Term inal tam bién fue testigo de u n au m en to d ra m á ti­
co predom inantem ente de artículos im portados, incluyendo la cerám ica
plomiza de la costa del Pacífico de G uatem ala, policrom os de Las Vegas
que vienen de áreas m ás al su r en América C entral, y de obsidiana de las
I-D

fuentes de P achuca y Ucarero ubicado en el centro y el oeste de México,


respectivam ente. Hojas de P achuca son especialm ente frecuentes, las
cuales, com prenden aproxim adam ente u n tercio de toda la o bsidiana en
el G rupo Noreste y de 3 - 5 % de este m aterial recuperado en contextos
dom ésticos m ás m odestos del Clásico Term inal. El Coyote se d estaca
D

entre su s contem poráneos del oeste de H onduras por la diversidad y c a n ­


tidad de estos productos extranjeros. Por ejemplo, en el vecino valle de
U

Naco solo dos navajas de obsidiana de P achuca (de m ás de 50,000 líticos


analizados) y dos fragm entos de cerám ica plom iza se identificaron en los
contextos que pertenecen al Clásico Term inal. Parece que los líderes de
El Coyote participaron con m ayor éxito en las redes sociales a través de
la tran sferen cia de h erram ien tas líticas y cerám icas exóticas con su s ve­
cinos.

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E stos recu rso s de alto valor a p a rtir de diversos lugares p u ed en


tener, a su vez, sirvieron como regalos p a ra ase g u ra r la lealtad de los se­
guidores, algo que los g o b ern an tes en las área s c ircu n d an tes no podían
h acer ta n efectivam ente, (cf., Ekholm 1972; F riedm an an d Row lands
1978; Peregrine 1991; S ch o rtm an an d U rban, 2004). E sta hipótesis es
ten tad o ram en te s u s te n ta d a por la recuperación de p eq u eñ as can tid ad es
de o b sidiana y cerám ica plom iza de P ach u ca desde u n contexto dom és­
tico investigativo m odesto. U na so sten id a J e ra rq u ía en el su re ste de

A
M esoam érica d u ra n te el Clásico T erm inal pudo dependido en p arte, de
la habilidad de algunos m ag n ates de ofrecer algo de valor a los socios

R
com erciales d istan tes. D ada la a lta estim a en que se m anejó a lo largo
de gran p arte de M esoam érica, el cobre podría h ab e r sido u n a de estas
cosas valiosas.

C
Las venas de cobre y m alaq u ita son fácilm ente accesibles en los
depósitos en co n trad o s en las colinas a 8 Km al oeste de El Coyote. La
T-
m ayor p arte de este m aterial h a sido extraído en el curso de la explo­
tación m in era com ercial en las ú ltim as décadas. E sta ú ltim a actividad
pudo h ab e r destru id o la cueva C am p an a en Q uim istán de la cual se
EG

tuvo conocim iento a principios del siglo 20 (Blackiston, 1910). Varios


artefactos de cobre, la m ayoría de ellos las cam p an as, se en co n traro n en
e sta localidad, por lo que es u n a de las m ás ricas colecciones de objetos
de m etal precolom bino reg istrad a en el s u r de M esoam érica. A unque la
cueva n u n c a m ás fue u b icad a es m uy probable que lo sea, o lo fue, a u n
día de cam ino de El Coyote. Ese cobre nativo disponible a nivel local
I-D

podría h ab er sido utilizado p a ra fabricar artefactos típicos, siendo esto


posible gracias a los hallazgos realizados en 2002, 2004, y 2013 en u n
área de 15000 m^ en el s u r de El Coyote.
D

El Diseño de Investigación

Las principales d u d as, al m om ento de com enzar la investigación,


U

giraron en torno a: los tem as de la cronología, el establecim iento de los


lím ites del taller de cobre en El Coyote; la descripción de la tecnología
utilizada en el procesam iento de cobre; la determ inación de los tipos de
c
artículos de cobre h ech a allí y, en ten d er el lugar que ocupó la producción
de cobre dentro de las políticas económ icas y las redes sociales; ya que O
O
estos operaron en diferentes escalas espaciales en u n m om ento dado y (i)
cómo e sta s relaciones pudieron h ab er cam biado con el tiempo.

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Para d ar resp u esta a estas p reg u n tas se llevaron a cabo excavaciones


en: 22 lugares en el taller y en la parte de la terraza inferior donde se
en cu en tra el taller; 94 pozos de prueba, cada m edición 0.5x0.5m , en u n a
cuadrícula que abarcó toda la extensión dé la terraza inferior del río don­
de se había encontrado evidencia del taller de cobre; 18 pozos de p ru eb a
afuera de la red, esa m edida desde l-7m^, en la porción su roeste del área
de investigación donde encontram os evidencia de cobre trabajado en la
superficie de la tierra; u n a e stru c tu ra en el cabezal de la escalera que

A
u n ía el Grupo Sureste, u n complejo residencial de los élites del Clásico
Term inal, hacia la terraza inferior p a ra d eterm in ar la relación de ese
edificio, si los hubiere, al taller de cobre.

R
Se analizaron los m ateriales recuperados en el tra n sc u rso de este

C
trabajo p a ra proporcionar evaluaciones iniciales de las fechas de o cu p a­
ción y la gam a de actividades llevadas a cabo en e sta porción de El Co­
yote en diferentes p u n to s en el tiempo. Tam bién se estu d iaro n p ru eb as
T-
de suelos derivadas de las^ excavaciones p a ra definir su s com posiciones
m inerales y quím icas en u n esfuerzo p a ra d eterm in ar la extensión e s­
pacial de las actividades del procesam iento del cobre. El análisis fu n ­
dam ental y que a ú n se está explorando incluye: estudio de m u e stra s de
EG

cobre metálico, escoria y m ineral m ediante m icroscopía óptica, análisis


de m icroscopía electrónica y espectroscopia R am an, p a ra reco n stru ir las
actividades m etalúrgicas extractivas realizadas in situ; evaluación conti­
n u a de los resu ltad o s obtenidos m ediante u n analizador elem ental p o r­
tátil de radiografía fluorescente, de estudios en el cam po de los desechos
I-D

de cobre, cerám ica, y obsidiana; y, evaluación de residuos que ad h erid as


a las superficies interiores de vasijas de cerám ica, especialm ente platos
anchos, que pudieron h ab erse u sad o en el procesam iento de cobre.

Resultados
D

Pozos de Prueba en la Red: La gran m ayoría de los 94 pozos de


p ru eb a excavados en la cu ad rícu la no h a n producido signos claros de
U

actividad cultural. Esto era especialm ente el caso en la p arte norte de la


terraza inferior, donde solo se en co n traro n pocos artefactos y los suelos
revelados en los sondeos ten ían bajas concentraciones de cobre. Hay
u n a excepción a este patrón. Se observó u n pico en la concentración de
cobre aislado cerca de e s tru c tu ra 379 en la p arte n o rte-cen tral de la te ­
rraza (Figura 4). Por lo tan to , es posible que el procesam iento de cobre
sucediera en u n a escala b a sta n te m o d esta en e sta p arte norte. Artefac­
tos asociados con m etalurgia eran m ucho m ás com unes, y las concen-

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traciones de cobre en suelos m ucho m ayores, en la esq u in a su ro este de


la red de pozos de p ru eb a. Esto confirm ó las deducciones b a sa d a s en
los artefactos en co n trad o s en la superficie, y que el proceso de cobre fue
lim itado en gran m edida a e sta sección de El Coyote.

EL COYOTE
S u Bálbara. Honduras

A
SOUTHEAST GROUP

R
C
T-
ti iI i
• t • • ■
EG

Figura 4. Mapa de la terraza inferior del sur en El Coyote, mostrando la ubicación


de las estructuras de la superficie visible ¡unto a los pozos de prueba excavados en
la red.
I-D

E valuaciones prelim inares de la estratigraifía, vistas en los pozos


de p ru e b a tam bién sugieren que la terraza inferior e sta b a su je ta a in u n ­
daciones periódicas d u ra n te las cuales se establecieron los depósitos de
a re n a y grava. La ocupación de la terraza parece ser de u n a fecha a n te ­
D

rior y /o posterior a e sta s inundaciones.

Excavaciones en el Taller: Las excavaciones conducidas en nueve


U

e stru c tu ra s y en 18 pozas de l-7m ^ cada u n a en el su ro este de El Coyote


h a n revelado: u n á re a donde las piedras que contenían cobre eran reco­
gidas e inicialm ente q u eb rad as; u n horno de cerám ica in situ donde las Q
pepitas re su lta n te s eran derretidas; u n a superficie de piedra donde este O
materiail era tritu rad o a ú n m ás y el cobre era sacado; y dos bultos donde O
el m aterial quebrado y la escoria que salía de los hornos eran botados 3
(Compton 2009; S h u g ar 2005; U rban et ad., 2013).

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El área que contiene cobre alm acenado p a ra ser procesado (es­


tru c tu ra 407) es asociada con cuatro piedras grandes u b icad a en u n a
área de 5m^ (Figura 5). U na de estas piedras tiene u n a depresión (0,15x0,
04 m) resu ltan te de u n m achacado y molido repetidos. La m eta de esta
fase parece hab er sido sep arar la m ayoría del cobre de la m atriz en la
cual estab a in cru stad a. E sta suposición se apoya en u n depósito que
contiene u n a d en sa concentración de fragm entos de m ineral directam en ­
te asociado con las rocas. Estos desechos cu b ren NS l,2 6 m por EO Im ,

A
es la m áxim a 0.34m de profundidad, y colinda con u n a de las rocas en
su borde norte. Un m artillo de piedra fue encontrado en la m ism a pro ­
fundidad que el nivel de roca tritu rad a. D espués, estos fragm entos ricos

R
en cobre eran llevados a hornos a no m ás de 15m al sur, donde eran
calentados h a s ta el pun to de derretim iento.

C
T-
EL COYOTE
Sta. BáftMra, Honduras

STRUCTÜRE 372
WEST FACE
EG

1 I i I i I
I-D

• M m m m tm

Figura 5. Sección a través de la estructura 372 basada en las excavaciones


de 2004.
D

El Único horno encontrado in situ e sta b a en la e s tru c tu ra 372,


14.2m al su r de e s tru c tu ra 407, 0,05m s u r de u n a plataform a de piedra
U

de 0 ,lm de alto (Figuras 6 y 7). La plataform a fue c o n stru id a con u n a


m ezcla de piedras de río, adoquines y bloques cu ad rad o s. El horno es
u n a construcción c u a d ra d a de adobe de 0,3m de a ltu ra y la m edición de
0,15x0, 2m. Los bloques se vitrificaron en el interior por el calor, m ien­
tra s que los m árgenes exteriores term inados sin h o rn e a r y erosionados.
La arcilla vitrificada densa, que se m ezcla con la escoria, m u e stra que la
m a sa fiuyó h acia abajo, sobre la base de la ubicación y orientación de las
b u rb u ja s a tra p a d a s. El lado s u r del horno fue abierto a finales del ciclo

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de calentam iento, perm itiendo que el m aterial derretido fluyera h acia


afuera y se co n c e n tra ra en u n a depresión p re p a ra d a dentro de la s u p e r­
ficie de tie rra antigua.

A
R
C
T-
Figura 6. Estructura 372 mostrando la plataforma baja de piedra a la derecha y
la superficie de piedras a la izquierda.
EG

Las p ared es de la fosa se h a n caracterizado por ser tierra q u em a­


d a que contiene fragm entos de escoria de cobre y m etal. Las m edidas de
I-D

este pozo son 0,56m de largo por 0,09m de profundidad. Los análisis
quím icos de m u e stra s tom adas de los suelos quem ados en la fosa y su s
alrededores, revelaron que contienen altos niveles de m agnesio y u n a
lim itada can tid ad de hierro en com paración con fundiciones p reh istó ri­
cas localizadas en el occidente de México (Kimberly King, com unicación
D

personal, abril de 2006).

Con base en estos resu ltad o s, parece que el procesam iento de co­
U

bre en El Coyote podría h ab e r diferido significativam ente de las prácticas


m etalúrgicas en co n trad as en otros lugares de la M esoam érica p re h is­
tórica. La sección tran sv ersal exam inada de cobre m etálico encontrado
C
en la p osa tam bién sugiere que el proceso produjo u n cobre rico en hie­ O)
rro, que tuvo que ser refinado an tes de ser convertido en objetos útiles. o
Además, la proporción de hierro en el cobre sugiere que la tem p e ra tu ra
del horno fue de por lo m enos 1,150 grados °C (Cooke y A schenbrenner
1975). La evidencia en la e s tru c tu ra 372 tam bién im plica que los hornos

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Yaxkin

fueron utilizados u n a vez an tes de ser desechados. Ubicado a 4,5m h a ­


cia el su r de este horno está u n piso em pedrado (Figura 6). Este piso,
que mide 4,06x1, 5 3 -l,6 5 m , está em pedrado principalm ente con piedras
de colores claros y está parcialm ente anillado por piedras verticalm ente
p u estas. D irectam ente por encim a de la superficie se en c u e n tra u n nivel
de 0,05m de piedra tritu ra d a asociada con u n m artillo de piedra. Dos de
las piedras de este pavim ento tam bién contenían m arcas de m achacado
repetido. La m edida de estos pozos era de 0 ,lm en todo. Parece, por lo
tanto, que esta construcción era donde la piedra procesada en el horno

A
cercano era tritu ra d a p ara sep arar los fragm entos de cobre puro listos
p ara ser m oldeados. Es probable que el ag u a del cercano Río C acaulapa

R
pudo h ab er sido llevada a lo largo del piso em pedrado p a ra aislar las pie­
zas de cobre. El em pedrado se inclina ligeram ente hacia abajo, de oeste a
este, que probablem ente indica la dirección del flujo de ag u a a través de
C
la función. Las losas verticalm ente p u e sta s podrían h ab er sido utilizadas
p a ra el riego directo a través y fuera del pavim ento.
T-
Un sondeo realizado en el m argen del extrem o su r del taller, inm e­
diatam ente al su r de la e stru c tu ra 372 pesó 22.2 kg de escoria por 0.2m^
de m aterial excavado. Este escom bro probablem ente fue producido por
EG

al m enos el últim o período de proceso de cobre realizado en la e s tru c tu ra


372.
U na segunda plataform a, e s tru c tu ra 376, se e n c u e n tra 4,5m h acia el
n o rte/n o ro e ste de la e s tru c tu ra 372. E sta construcción de piedra m e­
dida EW 2 ,lm por NS 0,6 a 0,9m , se e n c u e n tra 0,24m de alto, y fue
I-D

form ado de piedras de río m ezclada con bloques cu ad rad o s. Un horno


dañado de fundición de cobre se encontró en la plataform a, m ien tras que
u n a piedra p a ra moler, sim ilar a la que se recuperó del em pedrado de e s­
tru c tu ra 372, y u n m artillo de piedra se h a recuperado de la orilla norte
del edificio. Parece que la e s tru c tu ra 376 era u n lugar donde se fundía el
D

cobre y donde la escoria se pulverizó cerca.

Los horno s eran ap aren tem en te utilizados solam ente u n a vez y


U

su s residuos eran botados en bultos localizados al oeste del p u n to de


quem ado. El m ás grande de estos sitios de deshecho e stá en la e s tru c tu ­
ra 373 (Figura 7). Este depósito se e n c u e n tra en la m argen occidental del
taller, 40m al oeste de la e s tru c tu ra 376. La superficie e stá desprovista
de capa vegetal, dejando fragm entos de adobe, escoria, y arcilla vitrifica­
d a claraimente visible. Las excavaciones revelaron u n depósito de 6m de
diám etro, com puesto por u n a d e n sa concentración de escoria, fragm en­
tos de hornos de adobe, piezas de cuarzo, aren a, con otros artefactos, y

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m uy poca tierra. En su p u n to m ás profundo el m ontón de escom bros es


de 0,55m de grosor; su s m árgenes norte y s u r son esenciálm ente ver-
ticades, lo que sugiere que el espacio que o cu p an se redujo a u n nivel
pre-existente.

ELCOYOTi
Ito Bíftvi, Honim

vwcrmm
WCSTfACC Nm|

A
R
C
T-
Figura 7. Sección mostrando las relaciones estratigróficas reveladas en las excava­
ciones de 2004 a través de estructura 373.
EG

Los rasgos descritos an terio rm en te son relativam ente poco p ro ­


fundos (generalm ente 0,5m debajo de la superficie actual). Sin em bargo,
las excavaciones revelan secuencias d iscretas de ocupación, d u ra n te la
cual el cobre se h a procesado. La m ás clara de e sta s relaciones estra-
tigráficas se encontró en la e s tru c tu ra 373. A nteriores a toda actividad
h u m a n a conocida fue la deposición por lo que parecen h ab er sido los
I-D

m edios n a tu ra le s de piedras del río de tam añ o s m edianos. E stas piedras


p u ed en h ab erse establecido d u ra n te u n episodio de inundación; depósi­
tos sim ilares se e n c u e n tra n en d istin ta s profundidades a lo largo de la
porción m eridional de la terraza inferior. Las excavaciones en las capas
de piedras no en co n traro n n in g ú n artefacto.
D

La construcción m ás a n tig u a en co n trad a en el área de la e stru c ­


tu ra 373 es u n m uro en form a de “L,” con paredes de 0,2m de altu ra.
U

La p arte este de la construcción fue totalm ente ex p u esta y mide 0,9m de


largo. Más corto, el segm ento norte fue excavado 0,5m al oeste an tes de
salir de n u e s tra trinchera; como no fue encontrado en las excavaciones
realizadas inm ediataim ente al oeste en 2004, no es probable que esta o
o
porción de la construcción fuese m ucho m ás larga. Fragm entos de horno (i)
sim ilares a los u sa d o s en la fundición de cobre se en co n traro n con e sta
característica.

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El próximo período de ocupación consistió en la construcción de


u n pavim ento de piedras pequeñas que se extendió sobre u n área de
aprox. 16m^ (sus límites occidentales no se localizaron). Ubicado en esta
9

superficie se encontró al m enos u n fragm ento del horno m ien tras que
u n a roca rica en hierro m uy sim ilar de las rocas com unes se h a asociado
con el procesam iento de cobre en El Coyote estab a in c ru sta d a en el piso.
El piso de piedra está 0 ,1 2m por encim a de la construcción en form a
de 'V descrita anteriorm ente pero no se extiende sobre él. U bicadas en

A
la tierra inm ediatam ente por encim a del piso estas tres piezas de horno
m uy quem adas que fueron ap aren tem en te reciclados como p arte de u n

R
pequeño hoyo p a ra el fuego, con 0.3x0.4m de medición.
Fue d u ran te la siguiente fase que hornos d añ ad o s fueron depositados,
cubriendo u n a gran parte de las construcciones m encionadas. C o n stru i­

C
do co n tra y sobre estos escom bros fueron dos paredes de piedras que
corren paralelas, m idiendo 0,2 m de alto por 0,3 m de ancho, y que se
trazaron p a ra 2m y 2,7m al norte del corazón del depósito del horno. E s­
T-
ta s paredes fechan p a ra el últim o período de ocupación identificado en
las excavaciones de la e s tru c tu ra 373 y no está n claram ente asociadas
con el trabajo de cobre.
EG

Hay evidencia de la fabricación de cobre abajo de las e stru c tu ra s


407 y 376 en los estrato s subyacentes. Tam bién, u n pavim ento de pie­
dra, que mide aproxim adam ente Im de diám etro, fue encontrado al su r
de 1.2m, y estratigráficam ente por encim a, de la plataform a de e stru c ­
I-D

tu ra 376. Este pavim ento se asoció con artefactos históricos, incluyen­


do las h erram ien tas de hierro, pero no d a señales de procesam iento de
cobre. Por lo tanto, hay u n a secuencia prolongada de la ocupación en el
su r de El Coyote. El cobre fue, ap aren tem en te, trab ajad o d u ra n te los p ri­
m eros intervalos de este período, m ien tras que la ú ltim a fase conocida se
D

rem onta a la época histórica y no se asocia claram ente con la m etalurgia.

Excavaciones afuera del Taller: Las características arquitectónicas


U

excavadas en la terraza inferior al este y norte del taller variaron conside­


rablem ente de tam añ o s y form as. En e sta p rim era e tap a del análisis, y se
dividieron en tres categorías: concentraciones d en sas de construcciones
casu ales de piedra que ap aren tem en te e sta b a n vinculadas y parecían
extenderse, superficies am orfas de rocas con el tiem po; plataform as; y
grandes rocas n o -trab ajad as que está n solo p u e sta s, y m ás raram en te,
en grupos de cuatro, que no eran p arte de los edificios.

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Concentraciones de piedras: E sta clase de a rq u ite c tu ra incluye e s­


tru c tu ra s 369 y 365 todos de los cuales se e n c u e n tra n en la p arte s u r-
oriental de la terraza inferior. A unque e sta s construcciones son diferentes
al final de su s ocupaciones, en sam b lad o s en u n a s ex ten sas superficies
de piedras. Las dos co nstrucciones ofrecen m uy pocos artefactos siendo
estos de cu alq u ier tipo.

La E s tru c tu ra 369 e stá 12m al noreste de la e s tru c tu ra 368 y

A
totalm ente 13m^ de este edificio fue excavada en 2013. U na plataform a,
m idiendo aprox. l,4 5 m de u n lado, fue descu b ierta. E ra aprox. 0,4m de

R
a ltu ra y e sta b a e n te rra d a h a s ta su cum bre por u n relleno de rocas. En
la cim a de este terrap lén h a b ía varias construcciones m al conservadas,
la m ás clara de que es u n a línea de piedra que se extiende de 3,3m de

C
este a oeste y tiene 0,4m de ancho. E sta construcción pudo h a b e r servi­
do como b ase p a ra u n a p ared perecedera que blindado actividades que
o cu rren al sur. Ningún signo de cuál podría ser el tipo de actividades fue
T-
identificado.

La e s tru c tu ra 365 es 25m al norte de la e s tru c tu ra 369. P latafor­


m as no se en co n traro n aquí. En cam bio, parece que e sta e s tru c tu ra h a
EG

consistido en u n a superficie de piedra que cubre, al m enos, 36m^ y que


soporta varias construcciones definidas con fu n d am en to s bajos de pie­
dra. N inguna de e sta s construcciones fue com pletam ente despejada. Los
dos ejem plos m ás com pletam ente expuestos se establecen en u n a línea
n o reste-su ro este y e stá n sep arad o s por l,2 m . El ejemplo en el noreste
I-D

mide m enos de 7m n o reste-su ro este, m ien tras que la m u e stra en el s u ­


roeste cubre aproxim adam ente 2.6x3m . No h ab ía señales de c o n stru c ­
ciones anteriores.

Plataformas: las tres plataform as que m ás ampliaimente se d esp e­


D

ja ro n fueron las e s tru c tu ra s 368, 379, y 4 1 1 . Las tres son relativam ente
bajas, pero son ex ten sas construcciones u b icad as en la p arte este de la
terraza inferior. La E stru c tu ra 368 e stá a 12m al su ro este de e s tru c tu ra
U

369, e s tru c tu ra 379 e stá a 25m al este de la e s tru c tu ra 365, m ien tras la
e s tru c tu ra 411 e stá 45m al norte de la e s tru c tu ra 379. E xtensas excava­
ciones en los tres edificios ofrecieron m uy pocos artefactos.
Q
La E stru c tu ra 368, ap arecid a sobre la superficie parecía ser O
O
u n a plataform a orien tad a aproxim adam ente de este a oeste, m idiendo
10x25m y l,5 m de a ltu ra en su lado sur. Este lado se extiende hacia
abajo en la q u eb rad a que define los lím ites m eridionales del Taller. Exca-

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vaciones realizadas de norte a su r a través de la construcción revelaron


u n a plataform a que cubre 6m de norte a sur, parado l , l m de alto, a p a ­
reciendo en su cum bre u n áspero pavim ento form ado por piedras peque­
ñ as y que mide 2,5m en dirección norte-sur. N inguna o tra arq u itectu ra
fue descubierta sobre la cum bre en n u e stra trin ch era de Im de ancho.

En el lado noroeste de la E stru c tu ra 368 encontram os los restos


de lo que parecen ser dos plataform as bajas (0.2 m de altura) que se e s­
tablecieron en u n a línea de norte a sur, y fueron vinculadas por u n m uro

A
de piedra de l,3 m de ancho. El m iem bro de la pareja (el único que fue
totalm ente despejada) su r cubre 1,5 x 2m. Los restos de cu arto s peque­

R
ños con cim ientos de piedra y construido sobre la superficie de la tierra
an tig u a y linda con esta plataform a en el oeste. Uno de estos cu arto s
cubre 0,4m^. O tras pequeñas salas pueden e sta r situ a d a s al este de las
C
plataform as. Existen indicios de al m enos u n período de construcción
existente an tes del complejo descrito an teriorm ente y toda la colección de
T-
pequeños ediñcios en el noroeste pudieron h ab er sido en terrad o s por u n
terraplén de roca, la superñcie de piedra re su lta n te cubre por lo m enos
20m 2.
EG

La E stru c tu ra 379 mide 7m NS, cubre por lo m enos 18m EO (no


se encontró su extrem o occidental), es de 0.6m de alto, y tiene tres orien­
taciones d istin tas en los tres lugares donde se investigó la arq u itectu ra.
El extrem o oriente m ás extensam ente excavado es alineado 288 grados,
la porción central es alineada aprox. 255 grados, y el segm ento occiden­
I-D

tal e stá orientado ca. 228 grados. E stos cam bios en la orientación im pli­
can que hubo varios períodos de construcción o que la e s tru c tu ra 379
comenzó con al m enos tres ediñcios d istintos que luego fueron unidos
en u n a sola construcción. En cu alq u iera de los casos, es probable que
la e s tru c tu ra 379 se modiñcó dos o m ás veces en su historia. E sta in te r­
D

pretación es sugerida por la recuperación de elem entos arquitectónicos


en terrad o s por la construcción m ás reciente en la e s tru c tu ra 379. Las
características m ás prom inentes se e n c u e n tra n en la cim a de la p la ta ­
U

form a con cinco bloques de piedra que cubre Im^ a 2.7m^ y no son m ás
de 0,2m de alto. Los u so s de e sta s construcciones no son claros, au n q u e
sirvieron p a ra dividir la cim a en diferentes salas.

La E stru c tu ra 411 es la m ás grande de las plataform as en c o n tra ­


das h a s ta ah o ra en la terraza inferior. Mide 5m de NS por 2 6 ,3m EO, es
0,6m de alto. La e n tra d a principal parece h ab e r estado en el norte, donde
hay u n a escalera m idiendo l,2 m de ancho.

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E sta escalera e stá en el centro de la plataform a y es b o rd ead a por b a ­


randillas de piedra. La cum bre tiene u n piso de p iedra y co n sta de tres
segm entos en u n a línea de este a oeste. La porción cen tral cubre 8m^ y
e stá delim itada al este y oeste por las zonas p av im en tad as de 8m^ y 4m^.
Como en la e s tru c tu ra 379, bloques de rocas cubriendo, en este caso,
1.2-3.2m^ pu d ieron h a b e r servido como sep arad o res de cu arto s, pero no
siendo ta n n u m ero so s como en la e s tru c tu ra 379.

A
Piedras grandes: u n total de siete rocas grandes que no form an
p arte de o tras e s tru c tu ra s , fueron excavadas. E stas rocas no fueron
p artes de edificios m ás grandes, pero e sta b a n apoyadas por sí m ism as y

R
fueron rodeados por construcciones que, en tre otros fines, funcio n ab an
p a ra apoyar las p ied ras y m an ten erlas en posiciones verticales. E stas

C
co n stru ccio n es in u su a le s se co n cen traro n en la p arte oriental de la te ­
rraza inferior, donde form aron, m ás o m enos, u n a línea que corría de
norte a sur. El ejemplo m ás im presionante de e sta s construcciones es si­
T-
tu ad o 3m al norte de la e s tru c tu ra 379. El p u n to focal de e sta c o n stru c ­
ción era u n a enorm e p iedra que m ide 0,7m ancho NS, por l,2 m EO, y
0,74m de alto. Su fach ad a d a b a al este por u n a p lataform a de nueve pie­
d ras g ran d es que ju n ta s cubrieron u n á re a de 4,7m^. La roca del centro
EG

e sta b a apoyada por todos lados por piedras que fueron cuidadosam ente
en cajad as alrededor de su base. Las o tras construcciones se ce n trab a n
en rocas m ás m o d estas con m edidas de 0 .8 x lm y 0,85m de diám etro (2
ejemplos), 0.6x0.9m , 0 .8 x 1 .Im , y 0 .6 x l.2 m . Excepto en u n caso conoci­
do, las piedras grandes e sta b a n lim itadas en u n lado por u n pavim ento o
I-D

plataform a b aja de piedra y todas e sta b a n apoyadas en p eq u eñ as rocas


alojadas alrededor de su s bases. E stas construcciones no tienen prece­
dentes en la experiencia de excavación en El Coyote y en otros lugares
cercanos. A unque m uy pocos artefactos de cualquier tipo se en co n traro n
adrededor de e sta s construcciones es indudable que se construyeron y
D

requiere u n esfuerzo considerable p a ra construirlos. Tal esfuerzo indica


la im portancia de e sta s piedras en las actividades an tig u as, pero sab er
cuáles fueron esas actividades sigue siendo desconocido.
U

Las excavaciones en la terraza superior: cortando vegetación a lo


largo del lado oeste de la terraza inferior se pudo revelar la existencia de
Q
u n a posible escalera que conduce a la terraza m ás baja que posiblem ente
llevaba h a s ta el G rupo S u reste de El Coyote. E ste grupo de construccio­ O
nes considerables fue excavado en 2002 y fechado en el Clásico Tardío
y el Clásico Term inal. La escalera e stá bordeada por dos enorm es rocas,
cada m edición ten ia 1x1.5m y separado por 3,5m . Las excavaciones en-

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tre estas piedras revelaron u n a línea de piedra de 0,6m de alto, que p u e ­


de ser la parte basal de u n a escalera que ascendía a la terraza superior al
oeste. El tiempo no perm itió co n tin u ar adelante con la investigación. La
e stru c tu ra 415, tenía en la parte superior u n a posible escalera que fue
excavada en su lado sur. Los objetivos de e sta investigación era determ i-
nar la fecha del últim o período del uso del edificio y su s relaciones, si los
hubiere, al Taller de Cobre. D urante el tra n sc u rso de este trabajo fueron
expuestos 1 m de la plataform a de la terraza su r basal, que es de 0,2m

A
de alto, ju n to con u n a proyección que se extiende al m enos 0,6m al sur.
La proyección es 0,2m de altura. B asado en artefactos asociados con la
e stru c tu ra 415, el edificio fue levantado y utilizado d u ra n te el Clásico

R
Term inal, pero no estuvo implicado en el trabajo de cobre.

Cronología
C
Los artículos encontrados en el Taller se a ju sta n a las técnicas de
T-
fabricación y con los estilos de los artefactos que pertenecen al Clásico
Term inal y que se encontraron en otros lugares en El Coyote y en los
asentam ientos ru rales (McFarlane 2005; U rban 2007). Así, dos navajas
de obsidiana de P achuca fueron recu p erad as de la zona, uno de las c u a ­
EG

les fue encontrado tendida directam ente sobre el pavim ento de la e stru c ­
tu ra 372. El m artillo de piedra y las “b alan zas” en contrad os en el taller
de cobre se h a n fabricado utilizando técnicas con u n a larga h isto ria en
el valle de C acaulapa, au n q u e su s form as no son exactam ente replicadas
fuera de la zona de procesam iento de cobre. Además, el estilo de co n s­
I-D

trucción de las plataform as visto en las e s tru c tu ra s 372 y 376, donde


las piedras del río se com binan con los bloques cu ad rad o s, im ita los p a ­
trones de airquitectura que se h a n visto en El Coyote d u ra n te el Clásico
Term inal. Las piedras lab rad as en esas construcciones probablem ente
fueron rescatad a s de las plataform as m onum entades del Clásico Tardío
D

que u n ía la plaza m onum ental del centro.


U

De los 4,997 fragm entos de cerám ica recu p erad o s en el s u r de El


Coyote, casi todos caen fácilm ente dentro de los taxones establecidos que
d a ta n del Clásico Term inal. E stos m ateriales se asig n an a este período
basado en p arte en nueve fechas de C-14 (710-1,040 D.C.) obtenidos a
p artir de contextos de Clásico T erm inal en otros lugares en El Coyote,
principalm ente en el G rupo Noreste (M cFarlane, 2005). Los 40 fragm en­
tos de cerám ica que no encajan, pertenecen al período histórico, m uy
probablem ente d a ta n de finales del siglo 18 y 19. E stos últim os son con­
tem poráneos probablem ente con los objetos de hierro y alg u n as piezas

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de vidrio en c o n trad a s en las excavaciones aqui, el prim ero se co n cen tra


especialm ente cerca del em pedrado se extiende al s u r de la e s tru c tu ra
376. O bjetos pre-y post-colom binos se m ezclan a m enudo en depósitos
superficiales (generalm ente no m ás de 0,4m de profundidad), au n q u e
h a s ta el m om ento no m ateriales de la época histórica se h a n encontrado
en e stra to s debajo de las e s tru c tu ra s 373, 376, y 407. Sobre la base de
los artefactos recu p erad o s, por lo tan to , es razonable decir que la elabo­
ración del cobre en el s u r de El Coyote se rem o n ta al Clásico Term inal.
Más tard e, la ocupación correspondiente a los siglos 18 y 19 sirve p a ra

A
in terru m p ir depósitos m ás antiguos. La recuperación de pequeños frag­
m entos de cobre a p a rtir de contextos prehistóricos en otros lugares en

R
El Coyote, ju n to con u n g ran pedazo de escoria incorporado en u n a co n s­
trucción del Clásico T erm inal en el G rupo S ureste, tienden a apoyar e sta
idea.

C
Ocho m u e stra s que dieron suficientes can tid ad es de restos o r­
T-
gánicos que se fech aran por AMS fueron pro cesad as en 2013-2014 por
B eta Analytic y la U niversidad de Arizona (Tabla 1). E stos ensayos son
de variad a utilidad en la asignación de fechas p a ra el procesam iento de
cobre en El Coyote. Cinco de las m u e stra s e sta b a n dentro de 0,4m de la
EG

superficie m o d ern a y m o strab a signos de h a b e r sido alterad a por la ocu­


pación del periodo histórico, o al m enos padecido dos debilidades. Por lo
tanto, las fechas proporcionadas no son indicadores fiables de cu an d o se
p racticab a la m etalurgia en el taller. La m u e stra 5 4 C A /12 fue recu p e ra­
da de u n depósito bien sellado 0,93m por debajo de la superficie de suelo
I-D

m oderno por el borde oeste de la e s tru c tu ra 365. D esafortunadam ente,


este m aterial no se asoció con claras evidencias del proceso de cobre. Las
dos m u e stra s de 53C A /77 fueron, sin em bargo, desde u n b u en contexto
evidencia de que se trabajó cobre (0,5m debajo de la superficie de la tie­
rra m o d ern a asociada directam ente con el piso de piedra que se describe
D

en las excavaciones realizadas cerca de la e s tru c tu ra 373). Am bas m u e s­


tra s dirigidas por diferentes laboratorios, ofrecieron fechas com parables
y alg u n a esp eran za de que los resu ltad o s fuesen b a sta n te exactos. El
U

m aterial 53C A /77, por desgracia, no se preservó bien co n tra la co n ta­


m inación de las n u m ero sas ocupaciones posteriores de e sta zona. En
consecuencia, se puede aseg u rar que los resu ltad o s son, u n a vez m ás,
posteriores a las fechas que p reten d en m ostrar. No se en co n traro n m a­ Q
teriales orgánicos ad ecuados p a ra las evaluaciones de AMS asociadas O
con el m uro en form a de 'V que precede el piso que encontram os en la
e stru c tu ra 373 y el depósito de hornos dañados.

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Tabla 1: Fechas de AMS. Laboratorio de NSF-Arizona AMS

AA « M u é stra lo Valor d e dl3C M asaC 14 AftosBP


AA103270 X26977A S70W5/001 1.99mg -25.6 101

AA103271 X26978 54CA/012 O.TSmg -21.0 436


AA103273 1.25mg -25.3 126

A
X26980 53CK/003
AA103274 X26981 53CK/002 1.33mg -24.5 122
AA103275 X26982 53CA/077 1.23mg -22.6 347

R
AA103276 X26983A 53CA/062 1.32mg -25.7 187

AA103277 X26984 53CA/034 1.51mg -25.4 195


B etaA naiytíc In c
365730 53CA/077
C
2.60mg -25.3 290+ /-30
T-
Los r e s u lta d o s de d a ta c ió n AMS ta m b ié n d ie ro n r e s u lta d o s
EG

a m b ig u o s. La m a y o ría de la s m u e s tr a s de d e p ó s ito s re c ie n te s y
q u e fu e ro n de a lg u n a m a n e r a p e r tu r b a d o s , p a r e c e n c o n firm a r la
p r e s e n c ia de u n a o c u p a c ió n a m p lia m e n te d is p e r s a p e ro lig e ra, e n
s u r de El C oyote q u e p e rte n e c e al siglo 19. No e s tá v e r d a d e r a m e n te
c la ro q u e el c o b re fu e se p ro c e s a d o a q u í d u r a n te e s te tie m p o h is ­
I-D

tó rico . L as fe c h a s m á s te m p r a n a s p a r a la m e ta lu r g ia e n s u r d e El
C oyote (de la s m u e s tr a s de 5 3 C A /7 7 ), u b ic a u n a fa se d el u s o del
ta lle r e n el siglo 16. Si es c o rre c to , e s to im p lic a q u e a l m e n o s algo
d e c o b re fue p ro c e s a d o a q u í in m e d ia ta m e n te a n te s d e la lle g a d a d e
D

los p rim e ro s c o n q u is ta d o re s e n el n o ro e s te d e H o n d u r a s e n 1532


d.C . C ab e s e ñ a la r, s in e m b a rg o , q u e los a rte fa c to s r e c u p e r a d o s
c o n la s m u e s tr a s d e 5 3 C A /7 7 e x h ib e n c la r a m e n te e s tilo s a fin e s
U

c o n m a te ria le s d e C lásico T e rm in a l q u e s o n m a y o re s c ro n o ló g ic a ­
m e n te al siglo 16 e n p o r lo m e n o s c u a tr o siglos.

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E s ta m o s c a d a vez m á s c o n v e n c id o s, p o r lo ta n to , q u e ' la s fe c h a s
de AMS p r o c e d e n te s d el s u r d e El C oyote s o n p o s te rio re s , p r o b a ­
b le m e n te co m o r e s u lta d o d e la c o n ta m in a c ió n d e la o c u p a c ió n del
siglo 19 e n la z o n a . S e g u ra m e n te , to d a s la s fa s e s d el tr a b a jo c o n
el c o b re a q u í s o n p r e h is tó r ic a s e n fe c h a y, p o s ib le m e n te a b a r c a n
d e s d e el siglo 9 h a s t a el siglo 11.

A
C o n c lu sio n e s

R
P o r m e d io d e la in v e s tig a c ió n , e s p e c ia lm e n te los a n á lis is q u í­
m ic o s y m in e ra ló g ic o s d e los s u e lo s y a rte fa c to s , se p u e d e d e c ir

C
q u e la s h ip ó te s is s o b re el T a lle r d e c o b re e n El C oyote se b a s a n e n
los d a to s q u e se tie n e n a m a n o .
T-
El tr a b a jo d e c o b re se c o n c e n tró e n la p a r te s u r o e s te d e la
te r r a z a in fe rio r q u e c u b r e a p ro x . 3 .2 0 0 m ^ . S in e m b a rg o , h a y u n
a lz a e n los s u e lo s ric o s e n c o b re a p ro x . 9 0 m h a c ia el n o r e s te e n la
EG

m is m a te rra z a . H e rr a m ie n ta s , e s c o m b ro s , y c a r a c te r ís tic a s re la c io ­
n a d a s c o n el p ro c e s o d e c o b re se e n c u e n tr a n c a s i e x c lu s iv a m e n te
e n la z o n a s u r o e s te d e T aller.

In v e s tig a c io n e s e n e s ta z o n a , h a s t a el m o m e n to , h a n d a d o
I-D

u n a se rie d e in d ic io s d e p ro c e s a m ie n to de c o b re . La p r im e r a e ta ­
p a d e la p r e p a r a c ió n d e m in e ra l d e los q u e te n e m o s e v id e n c ia se
p ro d u jo e n la e s t r u c t u r a 4 0 7 , d o n d e la s ro c a s q u e c o n tie n e n co ­
b re se re d u je ro n . P o s te rio rm e n te , e s to s fra g m e n to s se f u n d ía n e n
D

p e q u e ñ o s h o r n o s d e a d o b e s itu a d o e n p la ta fo rm a s a d y a c e n te s de
p ie d ra ( e s tr u c tu r a s 3 7 6 y 372). B a s a d o e n la e v id e n c ia b ie n c o n ­
s e rv a d a r e c u p e r a d a d e la e s t r u c t u r a 3 7 2 , p a re c e q u e el m a te ria l
U

fu n d id o d e los h o r n o s flu ía h a c ia u n pozo d e p o c a p ro fu n d id a d .


U n a vez e n fria d o , el d e s tila d o fu e llev ad o al p a v im e n to d e p ie d ra
e x te n d ié n d o s e al s u r de la e s t r u c t u r a 3 7 2 , d o n d e se p u lv erizó c o n
im p le m e n to s d e p ie d r a p u lid a . El a g u a se u tilizó , p o s ib le m e n te , e n
to d a la su p e rfic ie lim p ia n d o la e s c o ria y d e ja n d o p e p ita s d e c o b re
p re s u m ib le m e n te , p a r a p r e p a r a r la s p a r a la fu n d ic ió n .

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Yaxkin, año 36, vol. XXVII

T o d av ía no se h a e n c o n tra d o d o n d e se h ic ie ro n los a rte fa c to s de


co b re o lin g o tes e n El C oyote. P u e d e s e r q u e e s ta a c tiv id a d n o se
llevó a ca b o e n el T aller. H o rn o s d a ñ a d o s , e sc o ria , y o tro s re s id u o s
se d e p o s ita ro n e n los v e rte d e ro s de re s id u o s ( e s tr u c tu r a 373) o se
d e s e c h a ro n ju n to co n la b a s u r a de to d o el T aller. N in g ú n a r te fa c ­
to de co b re se h a e n c o n tra d o e n El C oyote. U n ‘‘p ríll” (pedazo de
co b re p u ro ) se re c u p e ró e n el G ru p o N o reste y a lg u n o s p e d a z o s

A
p e q u e ñ o s de co b re y u n fra g m e n to g ra n d e de e s c o ria fu e ro n a s o ­
c ia d o s co n la s c o n s tru c c io n e s de C lásico T e rm in a l e n El C oyote,

R
la m a y o ría de los c u a le s fu e ro n e n c o n tra d o s e n te r r a z a s a r r ib a del
T aller de C obre.

C
E s ta fo rm a de tra b a jo del c o b re c o n tin u ó re la tiv a m e n te s in
c a m b io s a lo largo de la h is to r ia del T alle r y se llevó a c a b o e n El
T-
C oyote a n te s de la lle g a d a de los e s p a ñ o le s e n el s e g u n d o te rc io del
siglo 16. B a s a d o s e n e n s a y o s de AMS de p o r lo m e n o s u n a d e la s
tre s fa s e s de la s a c tiv id a d e s m e ta lú rg ic a s se re ñ e re a la s p rim e ra s
EG

d é c a d a s del siglo 16 (T abla 1). E s tr a tig r á ñ c a m e n te a lg u n o s d e p ó ­


sito s se lla d o s s u b y a c e n te s de m a te ria le s a s ig n a d o s a e s ta fase
in d ic a n q u e la s a c tiv id a d e s m e ta lú rg ic a s se h a n p ro d u c id o a n te s
de la fe c h a de e s te in te rv a lo p re h is tó ric o ta rd ío . El ra z o n a m ie n to a
p a r tir de los e stilo s y la s fo rm a s de los a rte fa c to s U ticos y c e rá m i­
I-D

c a s a s o c ia d a s d a e v id e n c ia de p ro c e s a m ie n to d e c o b re e n lo c a le s
s in a lte ra c io n e s , lle v an d o la s fe c h a s del T a lle r d e C o b re e n El C o­
y o te h a s t a el C lásico T e rm in a l, p o s ib le m e n te e x te n d ié n d o s e h a s t a
el P o sc lá sic o T e m p ra n o (1 0 0 0 -1 3 0 0 d.C .). P u e d e s e r q u e la o c u ­
p a c ió n h is tó ric a e n el T a lle r h a c o n ta m in a d o la s fe c h a s d e AMS,
D

h a c ié n d o la s p a re c e r, co m o m ín im o , c u a tr o sig lo s m á s ta r d e d e lo
q u e d e b e ría n ser. Los m o d o s del tra b a jo del c o b re p a re c e q u e se
U

m a n tu v o re la tiv a m e n te e s ta b le d u r a n te la e x is te n c ia del T aller.

No h a y sig n o s c la ro s de re s id e n c ia e n la z o n a d el T a lle r o
e n o tro s lu g a re s e n la te r r a z a inferior. E s ta in te r p r e ta c ió n se b a s a
e n p r u e b a s n e g a tiv a s; m u y p o c o s d e s e c h o s d o m é s tic o s fu e ro n e n ­
c o n tra d o s e n to d o el s e c to r in v e stig a d o de la te r r a z a in fe rio r y la s
c o n s tru c c io n e s c la ra m e n te re s id e n c ia le s , ta le s co m o b a n c o s , n o

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fu e ro n d e s c u b ie r to s e n lo s ed ificio s in v e s tig a d o s . P o r o tro la d o , la s


p la ta fo rm a s e x te n s iv a s u b ic a d a s a q u í p o d ría n h a b e r sid o c e n tro s
de r e u n io n e s d e la c o m u n id a d . E s ta in fe re n c ia se o b tie n e p o r: los
ta m a ñ o s g r a n d e s d e la s c u m b r e s a b ie r ta s a p o y a d a s e n la s e s t r u c ­
t u r a s 3 6 8 , 3 7 9 , y 4 1 1 ; la re la tiv a fa c ilid a d c o n la q u e se a c c e d ía a
e s a s s u p e r e s t r u c t u r a s ; y la a u s e n c ia v irtu a l d e a rte fa c to s a s o c ia ­
d o s c o n ellos.

A
Los g r a n d e s m o n o lito s e n c o n tr a d o s e n la te r r a z a in fe rio r p a ­

R
re c e n h a b e r sid o lo s focos d e a c tiv id a d e s c o m u n a le s , p o s ib le m e n te
r itu a le s . E s ta in te r p r e ta c ió n se b a s a e n s u a s p e c to d ra m á tic o y la

C
c o la b o ra c ió n n e c e s a r ia p a r a m o v e r y e rig ir e s a s e n o rm e s p ie d ra s .
L as a c e r a s d e r o c a s e x te n s a s in v e s tig a d a s ( e s tr u c tu r a s 3 6 9 y 365)
p u e d e n h a b e r e s ta d o re la c io n a d a s , e n s u v e rs ió n fin al, a la s a c tiv i­
T-
d a d e s re a liz a d a s e n y a lre d e d o r d e a lg u n o s d e e s ta s g r a n d e s ro c a s .
La E s t r u c t u r a 3 6 9 , e n p a r tic u la r , e s tá in m e d ia ta m e n te a l e s te de
u n a d e e s ta s ro c a s g ra n d e s .
EG

L as a c tiv id a d e s q u e tu v ie ro n lu g a r e n la te r r a z a in fe rio r fu e ­
ro n v in c u la d a s a, y p o s ib le m e n te c o n tr o la d a s por, la s p e r s o n a s q u e
v iv ían e n la s g r a n d e s e s t r u c t u r a s q u e c o n fo rm a n el G ru p o S u re s te
q u e d o m in a el T a lle r y s u s a lre d e d o re s . E s ta in te r p re ta c ió n es
I-D

s u g e rid a p o r la s a p a r e n te s e s c a le r a s q u e u n e n el G ru p o S u r e s te
y la te r r a z a in fe rio r (u n a e n el la d o e s te d e la te r r a z a s u p e r io r q u e
fu e in v e s tig a d o y el o tro v isto e n la su p e rfic ie d e la fa ld a s u r d e la
te r r a z a s u p e r io r q u e c o n d u c e d ire c ta m e n te al T a lle r d e S u ro e ste ).
E s p o sib le q u e los r e s id e n te s d el G ru p o S u re s te c o n s titu y e r a n u n a
D

facc ió n d e n tro d e El C oyote d u r a n te el C lásico T e rm in a l, cu y o p o ­


d e r e in flu e n c ia d e riv a b a e n p a r te de s u p a rtic ip a c ió n e n el tra b a jo
del c o b re .
U

A h o ra p a re c e p la u s ib le q u e los r e s id e n te s d e El C oyote a s e ­
g u r a r o n ta le s v a lo re s e x tra n je ro s com o o b s id ia n a de M éxico c e n ­
tra l y o ccid en tad y c e rá m ic a d e la c o s ta d el P acífico a c a m b io de
co b re. E s ta c a p a c id a d p a r a a d q u ir ir y p r o c e s a r el c o b re p u d o h a b e r
co lo cad o a los g o b e r n a n te s d e El C oyote a p a r te d e s u s c o n te m -

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p o rá n e o s e n el s u r e s te de M e so a m é ric a , p e rm itié n d o le s m a n te n e r
u n a p o sic ió n v e n ta jo s a d e n tro de la s re d e s del co m ercio a la rg a
d is ta n c ia co n la q u e o tro s e n el á r e a n o p o d ría n co m p etir. T al éxito
eco n ó m ico p o d ría a y u d a r a e x p lic a r la p ro m in e n c ia p o lític a de El
C oyote e n el C lásico T e rm in a l c u a n d o los re in o s v e c in o s e s ta b a n
e n declive. C om o se se ñ a ló a n te rio rm e n te , s in e m b a rg o , n o to d a s
la s elites e n la c a p ita l h a n te n id o ig u a ld a d de a c c e so a, o al c o n tro l
so b re , el T aller de C obre. Q u é p a p e le s ju g ó el c o b re e n la s c o m p e ­

A
tic io n e s p o lític a s re g io n a le s y lo cales sig u e s in d e te r m in a r s e .

R
C om o co n la m a y o ría de la s te m p o r a d a s e n el c a m p o , se h a
a c a b a d o co n m á s p r e g u n ta s q u e r e s p u e s ta s . H a sid o , co m o s ie m ­
p re , es e m o c io n a n te tr a b a ja r e n H o n d u ra s d o n d e la a rq u e o lo g ía es

C
ta n d e s a ñ a n te y g ra tiñ c a n te y la g e n te , c o m p a rtie n d o e s p e c ia lm e n ­
te co n los r e s id e n te s de P u eb lo N uevo y P eto a. E s ta m o s m u y a g r a ­
T-
d e c id o s co n n u e s tr o s a n fitrio n e s e n el valle d e C a c a u la p a d u r a n te
2 0 0 2 , 2 0 0 4 , y 2 0 1 3 , a s í com o c o n el d ire c to r y el p e r s o n a l del IHAH
p o r to d a s u a y u d a e n e s te y to d o s los a ñ o s q u e h e m o s tr a b a ja d o
e n H o n d u ra s d e s d e 1975. E s ta m o s e s p e c ia lm e n te a g ra d e c id o s c o n
EG

el Lie. R o lan d o C a ñ iz a le s Vijil p o r s u a y u d a d u r a n te la te m p o r a ­


d a 2 0 1 3 y p o r a n im a r n o s a e n v ia r e s te a rtíc u lo a Y axkin. T a m ­
b ié n e s ta m o s p ro fu n d a m e n te e n d e u d a d o s c o n la N a tio n a l S cien ce
F o u n d a tio n y K enyon College p o r s u g e n e ro so ap o y o e n n u e s t r a s
in v e s tig a c io n e s .
I-D
D
U

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D
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75 Instituto Hondureño de Antropología e Historia

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HISTORIA
U

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Sistema de Acueductos de la ciudad de Comayagua


Dermis Portillo

P r e se n ta c ió n

La Arqueología h a dejado de ser solo aquella disciplina que e s­

A
tu d ia los resto s m ateriales del p asad o del ser h u m an o , es m ás bien u n
com plem ento idóneo p a ra las investigaciones históricas, en u n período

R
caracterizado por la a u se n c ia de docum ento escrito, adem ás, se h a con­
vertido en u n a ciencia que va m ás allá de ser u n a sim ple auxiliar de la
historia, ya que los yacim ientos arqueológicos “históricos” proporcionan

C
inform ación de c u ltu ra s que no siem pre coincide con lo que inform an
los docum entos, e incluso en algunos m om entos en que el docum ento
escrito no exista, la arqueología puede llenar ese vacío, por lo que el con­
T-
tra s ta r la inform ación arqueológica con la inform ación histórica, perm ite
llegar a u n a verdad m ás concreta.
EG

Es así, que por lo an terio r h a nacido y desarrollado u n a disciplina


de investigación conocida como Arqueología H istórica, dentro de la cual
se incluye la Arqueología Colonial:

La cual se h a convertido en u n m étodo, p a ra algunos, y en


u n a h erram ien ta, p a ra otros, clave p a ra en ten d er los proce­
I-D

sos socioculturales, no solo visto desde el m undo colonial que


nos ata ñ e en n u estro contexto A m érica-P enínsula Ibérica,
sino entendido en u n contexto m ás am plio históricam ente. La
Arqueología Colonial puede a b a rc a r sin desconfianza desde
los flujos m igratorios de poblaciones que invaden territorios
D

ya ocupados miles de años a trá s h a s ta los desplazam ientos


actu ales de poblaciones que se m ueven h acia entornos geo­
gráficos ajenos, con m otivaciones que no h a n variado en el
U

tiem po (Alzate, G. A).

*c:
o
(/)
iS

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En H onduras las investigaciones en esta disciplina si bien exis­


ten, son escasas, m ientras que los estudios de arqueología preh isp án ica
fueron potenciados. Aunque se tienen datos de las investigaciones en a r ­
queología histórica como parte de la arquéología h o n d u reñ a. Es así que
p ara esta investigación, au n q u e h a sido realizada desde u n a perspectiva
histórica, tam bién h a sido com plem entada con conocim ientos de arq u eo ­
logía colonial que en el caso de H onduras tiene su s anteced en tes a peirtir
de 1950, cuando M onseñor Federico Lunardi realizó registros de este

A
tipo en el centro y occidente de H onduras, tam bién se pueden m encionar
las excavaciones realizas en la A ntigua U niversidad de Tegucigalpa en la
década de 1970, las investigaciones arqueológicos en la iglesia colonial

R
de S an ta Lucía de Jeto, en la casa Eva de Molina en el centro de la ciu ­
dad de Com ayagua, al norte de la C atedral realizadas por el Arqueólogo

C
George H assem ann en el año de 1984, excavación del ediñcio del ah o ra
Museo, tam bién en la ciudad de C om ayagua realizada en el año 1996 por
el arqueólogo P astor Gómez y el asisten te técnico Ildefonso O rellana Ro­
T-
mero y las excavaciones arqueológicas en la C asa de Tipografía Nacional
en Tegucigalpa en 1998 (Cruz, 2004).
EG

En el presente siglo las investigaciones de este tipo h a n sido lleva­


das a cabo por los arqueólogos del Instituto H ondureño de Antropología
e Historia, O scar Neill Cruz y Ranferi Ju á re z , cuyos trab ajo s de inves­
tigación en Arqueología H istórica en Com ayagua, Om oa y Tegucigalpa,
rep resen tan u n a parte decisiva de e sta investigaciónL
I-D

Introducción

Debido a las Leyes de Indias prim ero y las Nuevas O rdenanzas


de D escubrim iento y Población d u ra n te el reinado de Felipe II d espués
D

(estas últim as con el objetivo prim ordial de d a r por concluido el proceso


de la co nquista territorial e iniciar la colonización de los nuevos territo ­
rios en América), aparece u n a e s tru c tu ra de gobierno b a sa d a en centros
U

u rb an o s, la cual se afianza h a s ta finales del siglo XVI en inicios del XVII,


p erd u ran d o d u ra n te todo el período colonial. E stos nuevos centros u rb a ­
nos co n stitu ían los núcleos desde donde los españoles desarrollaron re-
1 Arqueología de La Catedral de Comayagua, Honduras, una Visión Histórica de la Construcción del Mo­
numento en la Época Colonial; Arqueología Histórica en la Catedral de San Miguel, Tegucigalpa y El Asen­
tamiento Colonial de O m oa.

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des de explotación de los recu rso s existentes, especialm ente los m ineros.
Los centros u rb a n o s fun dad os a p a rtir de entonces ten ían diferentes
rangos, según su tam añ o , im p o rtan cia o función de los m ism os. De e sta
forma se fu n d aro n ciudades, villas, pueblos de indios, reales de m inas y
puertos (Navarrete, 2008, p. 15).

Las Leyes de Indias estab lecían claram en te cómo y dónde se de­


bían de establecer los nuevos asen tam ien to s. T am bién eran claras en

A
cuanto a que la población que se establecía ten ía que a se n ta rse de a c u e r­
do a distin to s p atro n es de jerarq u izació n socio económ ico (Jo h n sto n
Aguilar, 2011, p. 1). La Villa de la Nueva Valladolid de C om ayagua se

R
fundó obedeciendo tam bién e sta s n orm as.

C
La d istribu ción de la población en el diseño en form a de dam ero,
centralizaba la localización de la Plaiza Mayor la que m arcab a el centro de
referencia u rb a n a (Imagen 1). Su im portan cia era indiscutible y en ella
T-
se llevaban a cabo los principales actos políticos, sociales, económ icos y
religiosos de la ciud ad y del Reino. Alrededor de ella residía la élite de la
ciudad y desde allí se irra d ia b a la distribución de solares a los poderes
socioeconómico y religioso, m arcan d o así el centro de je ra rq u ía en el e n ­
EG

torno ñsico de la plaza (2011, p. 2).


I-D
D
U

Imagen 1. Plaza de Comayagua.


(Tomado de: Historical Atlas of Central America. Carolyn Haal and Héctor Pérez Brig-
noli, Okiahoma Press, Norman Publishing, 2003, p. 152). O

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De acuerdo al diseño u rb an o ya m encionado, C om ayagua fue concebida


p ara quedar dividida en cu ad ras. La base de esta organización u rb a n a
era u n a rígida estratiñcación social cuya solidez rad icab a principalm ente
en los aspectos raciales, deñnidos a través del color de la piel y de las
condiciones socioeconómicas de los individuos, de e sta form a, cada uno
de los m iem bros de esta com unidad vivía en la p arte de la ciudad que le
correspondía; núcleo y periferias.

Los P eninsulares y Criollos h ab itab an en el centro de la ciudad

A
seguidos por los universitarios, b u ró cratas, m ilitares y propietarios de
pequeños negocios o ñncas agrícolas. Con estos convivía la servidum bre

R
form ada por indios, esclavos y algunos artesan o s. En la periferia vivían
las castas, que estab an form adas por: españoles pobres, esclavos n e­
gros, m ulatos, pardos, m estizos e indígenas que d esem p eñ ab an labores

C
como los de m aestros artesan o s y aprendices, carreteros, vendedores
am b u lan tes, zacateros, aguateros con su s respectivas acarread o ras y to ­
dos aquellos asalariados necesarios p a ra el b u en funcionam iento de los
T-
servicios y obrajes que suplían a la ciudad (2011, p. 2) Las ciudades por
tanto, como centros de población española eran d o tad as de los bienes y
servicios necesarios p a ra garantizar su b u en funcionam iento en m ateria
EG

económ ica, política y social.

La Construcción del Sistem a de A cueductos en Comayagua

La ingeniería h idráu lica española de inicios del siglo XVI ya ten ía


I-D

u n a larga tradición, especialm ente en la construcción de acu ed u cto s,


debido a la influencia ro m an a prim ero y la árab e después. C u ltu ras estas
que desarrollaron técnicas precisas que los españoles tom aron p a ra sí y
por las cuales podem os decir en la actu alid ad que desarrollaro n dos ti­
pos de acu ed u cto s según los m ateriales que utilizaban p a ra su c o n stru c ­
D

ción, piedra y plomo u sad o s por los rom anos; y piedra, barro y ladrillos
por los árabes. Precisam ente de piedra, barro y ladrillo son el com ún de
U

los acu ed u cto s construidos por los españoles en América, sin em bargo
las c u ltu ra s au tó cto n as am erican as no desconocían la im portancia de
los acu ed u cto s e incluso ten ían los propios como el acu ed u cto Méxica de
C hapultepec, destruido por H ernán Cortés en 1519, por su p u esto , co n s­
truido con m ateriales y técnicas propias pero con la m ism a finalidad, la
de tra n sp o rta r el vital líquido a las zona u rb a n a de T enochtitlan.

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En todo caso, los cam bios ocurridos en m ateria h id rá u lic a ’a p a rtir de la


llegada de los españoles a M esoam érica fueron m ucho m ás allá de u n
mero “cam bio técnico”, en el que se su stitu y e ra n u n o s artefactos y m a te ­
riales por otros, y se in tro d u jeran m áq u in as por com pleto desconocidos,
como las norias, los m olinos o los anim ales de trabajo. E stas innovacio­
nes signiñcaron u n a v erd ad era “revolución tecnológica” en el sentido de
que llegaron aco m p aü ad as de u n nuevo sistem a sociopolítico y cu ltu ral
que dio sentido d istinto a esas “co sas” y desencadenó nuevos fenóm enos

A
(Sem blanza H istórica del Agua en México. Com isión Nacional del Agua,
S ecretaría de Medio A m biente y R ecursos N aturales, 2009. P. 20).

R
Es así que el cap itán Alonso de C áceres, sab ía m uy bien lo que
hacía al fu n d a r la Real Villa de S a n ta M aría de la Nueva Valladolid de

C
C om ayagua en u n valle ubicado eq u id istan te a los dos océanos, el cual
a su vez form a p arte de la D epresión T ransversal de H onduras (Imagen
2), este valle c u e n ta con tierra m uy fértil y es drenado por el Río H um u-
T-
ya, en tre otros de m enor calado. Tiene u n a altitu d prom edio de 630 m
sobre el nivel del m ar con u n largo de 52 Km y u n ancho de 15 Km. con
u n a extensión de 535 Kms^ (Imagen 3). La depresión no tiene n in g u n a
in terru p ció n u obstáculo, a excepción de las a ltu ra s de R ancho C hiqui­
EG

to, donde se establecen la divisoria de las ag u as entre los ríos H um uya


y G oascorán. Debido a e sta característica atrajo la atención de los con­
q u istad o res españoles que b u sc a b a n u n paso entre los dos océanos.

Por lo anterior, no es de ex trañ ar que a m ediados del Siglo XIX,


I-D

el A lm irante Inglés Fistroy y el diplom ático estad o u n id en se E.G. Squier,


volvieran a la vieja idea esp añ o la de u n canal interoceánico, pero ellos
preconizando la construcción de u n ferrocarril a lo largo de e sta depre­
sión. Ellos so sten ían que la corta d istan cia de la m ism a y la poca eleva­
ción (630 m etros sobre el nivel del mar), m ás las excelentes condiciones
de salu b rid ad de la región que debía atravesar, eran ventajosas. La idea
D

perdió interés por la a p e rtu ra del C anal de Panam á, el cual h ab ía com en­
zado a co n stru irse por los franceses en la seg u n d a m itad del siglo XIX,
U

entre o tras cosas.

a
o
co
i:

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A
R
C
T-
Imagen 2. Depresión Transversal de Honduras. (Dennis Portillo)
EG

El valle de C om ayagua está flanqueado en su lado O ccidental por


la Sierra de Montecillos que se orienta de norte a sur, desde los d e p a r­
tam entos de Cortés y S an ta B árbara, p asan d o por Com ayagua. Por el
flanco este del valle de C om ayagua se e n c u e n tra la sierra del m ism o
nom bre, la cual, form a p arte de la ladera oriental de la D epresión T ra n s­
I-D

versal. Se localiza en el dep artam en to de C om ayagua y, parcialm ente,


en el departam ento de Francisco M orazán. El Valle del Río Sulaco en el
norte la sep ara de la Sierra de Sulaco y por el s u r el Valle de A m arateca,
la se p ara de las M ontañas de Y erbabuena, dobla p en etran d o el centro del
departam ento de Francisco M orazán, p asan d o h a s ta las inm ediaciones
D

del m unicipio de T alanga (2009, p. 20) (Imagen 3).


U

La sierra de C om ayagua h a tenido históricam ente u n a gran im ­


po rtan cia p a ra la ciudad de Com ayagua, ya que ju n to con el río H um uya
h a n sido la fuente de ag u a n a tu ra l p a ra la m ism a, por lo que todos los
proyectos hidráulicos p a ra d o tar a la ciudad de ag u a realizados o no d es­
de el siglo XVIII h a s ta la actu alid ad , h a n recurrido a su s fuentes hídrícas
(República de H onduras, S ecretaría de F inanzas, 2011, p. 6).

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T-
Imagen 3. Valle de Comayagua y sus alrededores.

El sistem a de ag u a potable de C om ayagua es abastecido por m e­


EG

dio de fuentes superficiales y fuentes su b te rrá n e a s. Las fuentes de ag u a


superficicd que actu alm en te se explotan se u b ican en tres micro cu en cas
(Imagen 5), “La M ajada”, utilizada desde la época coloniad, “El M atasan o ”
u b icad as en el P arque Nacional M ontaña de C om ayagua (PANACOMA), y
“El Borbollón” (Imagen 4), utilizada desde 1943, u n nacim iento ubicado
I-D

al norte de la ciu d ad (2011, p. 6).


D
U

Imagen 4. El Borbollón.

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(/)

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A
R
C
Imagen 5. Sistema de Agua Potable en la Actualidad. Plano de los acueduc­
tos actuales que muestra las tres microcuencas utilizadas en la ciudad de
Comayagua, el círculo rojo muestra La M ajada primera fuente utilizada por
T-
los españoles para el primer acueducto, según Reyna Valenzuela, y que aun
se sigue utilizando.
EG

Desde el prim er acueducto construido por los españoles el ag u a


de estos nacim ientos se h a conducido hacia la ciudad por medio de tau -
jías (atarjeas^) y cañerías^ (Imagen 6 y 7), utilizando p a ra su distribución
las denom inadas cajas de ag u a (Imagen 8)"^ , teniendo en las pilas o cajas
de rebalse los lugares de aprovecham iento por p arte de la población.
I-D

2. (Del ár. hisp. attasyí', y este del ár. clás. tasyi' acompañamiento’)
1. f. Caja de ladrillo con que se visten las cañerías para su defensa.
2. f. Conducto o encañado por donde las aguas de la casa van al sumidero.
3. f. And., Can. y Méx. Canal pequeño de mampostería, a nivel del suelo o sobre arcos, que sirve para
D

conducir agua. Real Academia Española © Todos los derechos reservados.


http://lema.rae.es/drae/?val=atargea.
U

3 Representación hecha por el Ilustrísimo señor Obispo de Comayagua (Fray Joseph de Falencia) sobre que
se introduzcan fuentes en aquella ciudad para evitar las ofensas que se hacen a Dios al tiempo de ir a traer el
agua desde el paraje donde se halla, año de 1774. Fondo Documental del IHAH en el Centro Investigaciones
Históricas de Honduras (CDIHH). Tegucigalpa. Fotocopia del original que se encuentra en el Archivo Gene­
ral de Centroamérica (AGCA).

4 Imagen tomada de : El abastecimiento de agua en Santiago, capital del reino de Guatemala; un estudio
histórico-arqueológico. Tesus presentada por Juan Carlos Ramírez previo a conferírsele el grado académico
de Licenciado en Arqueología, Universidad de San Carlos, Guatemala 2006

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Imagen 6.
Cañerías Coloniales hechas
de barro

A
cocido encontradas en
ciudad Guatemala, técnica
de construcción utilizada en

R
toda la América Hispana.

C
T-
EG

Imagen 7. Cañerías hechas de barro cocido


encontradas en la dudad de Comayagua,
I-D

manifiestan la misma técnica de construcción de


Guatemala y el resto de la América Hispana.
D

En la constru cció n de los acu ed u cto s fue aprovechada la p e n ­


U

diente n a tu ra l de los cerros y m ontaiñas p a ra en cau zar el ag u a h acia la


ciudad, containdo con depósitos en los alrededores con el fin de am in o rar
la fuerza del caudal, p a ra distribución y consum o posterior.

O
co

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Yaxkin, año 36, voL XXVII

A
R
Imagen 8. Caja de agua hecha por

C los españoles en Antigua Guatema­


la, técnica de construcción utilizada
en toda la América Hispana.
T-
EG

P ara el siglo XVIII C om ayagua llevaba siendo la capital de la Go­


bernación de H onduras m ás de doscientos años, sin em bargo, el acceso
al agua potable siem pre h ab ía sido u n gran problem a, a u n q u e ya exis­
tían intentos p a ra solucionarlo, es h a s ta que el Obispo Fray Francisco
I-D

Jo sep h de Falencia propone, en 1774, en cooperación con el G obernador


de la provincia Don Bartolom é Pérez Q uijano, el prim er proyecto de co n s­
trucción de u n a red de cañería y pilas (fuentes) p a ra proporcionarle el
vital líquido a la ciudad de Com ayagua. La principal pila, se u b icaría en
el centro de la Plaza frente a la C atedral (Ramírez, 2006).
D

E sta red de caiñerías se originaba según el h istoriador Jo sé Reina


Valenzuela (1960) en u n a fuente al pie de la m o n ta ñ a de C om ayagua co­
U

nocida como “La M ajada” al oriente de la ciudad, es m uy in te resa n te que


en la actualidad el Servicio de Aguas de Comayagua^ sigue utilizando
este naciente como u n a fuente im portante de ag u a potable en donde se

1 Unidad municipal desconcentrada que brinda a la población del radio urbano de Comayagua un servicio
integral de agua potable y saneamiento manejando y cuidando de las cuencas, redes de distribución y demás
componentes del acueducto para dar un buen producto tanto en calidad como en cantidad.
http://www.aguasdecomayagua.hn/MV.html

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construyó u n a p re sa d u ra n te los añ o s de la ad m in istració n del SANAA^,


Reina V alenzuela c o n tin u a diciendo que el acu ed u cto al d escender de
“La M ajada” llegaba a u n a pila de desagüe en el Barrio Arriba, o tra cerca
del Palacio Episcopad, o tra en la Plaza de la iglesia de la C aridad, o tra
en el Barrio M exicapa y la ú ltim a en la Plaza C entral frente a la C atedral
Inm aculada C oncepción (Imagen 9).

A
D esafo rtu n ad am en te n in g u n a existe en la actu alid ad a u n q u e este
au to r tam b ién expone que logró ver las ru in a s de dos de ellas, la prim era
se en co n trab a frente al torreón su re ste del cu artel ubicado en el barrio

R
arrib a y la se g u n d a en el barrio M exicapa, siendo d e stru id a a golpes de

b arra por J e s ú s Ulloa por en c o n trarse en su s terrenos.

C
Incluso V alenzuela (1960) describe el m aterial del que eran h e ­
chas las pilas, s u s dim ensiones y principales características artísticas:
T-
Todas ellas (las pilas o fuentes, excepto la de la plaza central)
fueron h ec h as de ladrillo con u n a a ltu ra de 2.5 por 1.5 m etros
de form a rectangular, repelladas y con m olduras de gorguera
EG

co ro n ad as por u n bocel y cu atro cim borrios en la p arte su p e ­


rior y por u n artístico borde o caveto en la inferior p a ra form ar
la b ase y d a r origen a u n a pileta sem icircular por los cu atro
lados en donde se recogía el ag u a tira d a por cu atro grifos de
form a artística(...)
I-D

Al respecto de la fuente u b icad a en la Plaza C entral escribe:

En el centro de la Plaza Mayor fue c o n stru id a u n a gran pila de


D

form a trebolada. En cuyo centro, a la vez se levantó u n a co­


lu m n a c u a d ra n g u la r de 2 y medio m etros de a ltu ra a d o rn a d a
U

con ju n q u illo s y golas espaciadas, teniendo a cad a lado tres


grifos o su rtid o res por donde el ag u a sa lta b a al trébol de la
pila; el rem ate debe h ab e r sido, por lo que he visto, u n a esp e­
cie de coronas de hojas de acanto y la u re l..(1960).

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o
co
2. http://www.aguasdecomayagua.hn/Proyectos/FuentesAgua.html

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Sobre esta pila Reina Valenzuela se quejaba por h ab er sido utilizada


como la base de u n quiosco, construido entre 1925-1926 (Reina Valen­
zuela, 1927), p a ra eventos públicos. El historiador Reyna Valenzuela no
es el único que h a descrito el acueducto realizado por iniciativa del O bis­
po Falencia, el au to r Antonio Folofo Bulnes, tam bién realiza u n a descrip­
ción del acueducto antes m encionado:
...Fray Jo sé de Falencia de la O rden de San Basilio; n a tu ra l de
Tenerife C anarias.- Este Obispo fue m uy progresista... h ab er

A
instalado la prim era agua potable que tuvo el país; lo que hizo
correr por tu b erías de barro vidriado; de los que pudim os co­

R
nocer tram os de regular extensión que partiendo deT “Alto de
Je to ” p asab an por las tierras de Villa M arina que es en donde
se enco n trab an la acequia haciendo sa lta r el río al acueducto;

C
del cual actualm ente se puede apreciar los canales de piedra
y mezcla, continuando por tu b erías se desplazaba por el lu ­
gar conocido como el “Chim bo” (próximo a lo que hoy es “La
T-
Reforma”), en donde el Obispo instaló u n molino p a ra obtener
la h a rin a que consum ían los colonos.- Las m uelas de piedra
del molino eran circulares y giraban al im pulso del torrente; y
EG

como el agua se d erram ab a ab u n d an tem en te en aquel lugar,


se procreaban cantidades de ran as; y por esto, al lugar se le
conoció como “La S apera”(...)D espués que las ag u as p a sa b a n
por el “Chim bo” la tu b ería co n tin u ab a h a s ta desem bocar en la
pila estilo andaluz que en aquel tiem po existió en el centro de
la nueva plaza situ a d a frente a la C atedral (Hoy p arq u e León
I-D

Alvarado).

La pila recolectora de ag u a ten ía dos m etros de p ro fu n ­


didad por seis de diám etro; era de form a octagonal, a d o rn ad a s
su s paredes exteriores con cariátides y cad en as.... En cu an to a
D

la pila de la plaza, como hubo m arcado descuido en re s ta u ra r


los canales, igual que la tu b ería de barro, u n a vez destru id o el
U

acueducto, sobre el brocal de lo que h ab ía sido la pila a n d a lu ­


za, se m ontó u n entablonado y a su reborde fueron fijados ocho
pilares labrados y equidistantes, p a ra s u s te n ta r el techo de lo
que sería el quiosco con configuración de u n p arag u a s.- En
e sta form a la an tig u a pila de aspecto an d alu z se transform ó en
el quiosco del parque “León Alvarado (2003).

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A
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C
T-
Fuente de Paienoa

Imagen 9. Fuente de la Plaza Central, reconstrucción propuesta por Bulnes Folofo.


EG
I-D
D
U

Imagen 10. Fuente Colonial de Planta Octogonal. En la alameda del


Calvario, Guatemala. (Imagen tomada de Tesis de Juan Carlos Ramírez)
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En cuanto a la definición de acueducto, según definición de la Real Aca­


dem ia Española, es un conducto artificial por donde va el agua a lugar
determinado, y especialm ente el que tiene por objeto abastecer de aguas
a una población^. El Servicio Nacional de A cueductos y A lcantarillados
(SANAA) define acueducto como el conducto artificial por donde va el agua
a una población^.

En térm inos generales u n acueducto es u n a obra que sirve p a ra la

A
conducción de agua, de tipo potable y útil, pueden ser aéreos (m ediante
arquería), en superficie o su b te rrá n e a por lo que u n acueducto podría
contener las tres form as según la geografía del terreno que le tocaría

R
recorrer (Ver im agen 10 a y b). U na característica esencial de todo acu e­
ducto es la utilización de tu b ería de diversas m a n u fa c tu ra s desde barro
cocido p asando por asbesto y hierro lam inado, h a s ta el actu al PVC. Todo
C
este sistem a de conducción del ag u a ten ía que ser protegido por m uros
de m am postería p a ra su protección co n tra golpes y fractu ras de origen
T-
n atu ral.
EG
I-D
D
U

Imagen 10 -A Los Acueductos

1. http://lema.rae.es/drae/?val=acueducto
2 . http://www.sanaa.hn/infantiles/diccionario/acercandonos% 20 al%20 agua%20 diccionario.htm

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A
Imagen 10-B. Sistema subterráneo de Acueductos

R
Siguiendo este principio, se puede establecer que la ciudad de C om aya­

C
gua al en co n trarse en u n valle sin u n a topograifía q u eb rad a, su sistem a
de ag u as no necesitó arq u erías ya que lo m ás económico y rápido seria
u n sistem a de tu b e ría s su b te rrá n e a s y de h ab erlas necesitado serian en
T-
su naciente en “La M ajada” donde incluso lo m enciona Folofo B ulnes. Ya
lo decía tam b ién el Obispo Falencia en su m om ento que no disponía sufi­
ciente capital p a ra su construcción por lo que pidió perm iso a la C orona
EG

p ara poder disponer del dinero de la iglesia a su cargo restituyéndolo


posteriorm ente con los pagos de los vecinos por utilizar el ag u a que el
acueducto les proporcionaría^.

Debido a que los tu b o s eran construidos de barro cocido, posi­


blem ente o cu rrían con frecuencia algunos problem as, entre ellos frac­
I-D

tu ra s en las ta u jía s y por lo tan to , derram es de ag u a ocasionando u n


servicio inestable. Es in teresan te h acer notair que p a ra 1910 el molino
m encionado por B ulnes Folofo, a ú n e sta b a en funcionam iento ya que
en la M emoria de G obernación y Ju s tic ia de ese año se hace m ención a
su reparación (1910), lo cual sugiere que el acueducto -o al m enos u n a
D

parte de él-, a ú n b rin d ab a servicio. En la actualidad el molino no exis­


te, pero las piedras de m oler se e n c u e n tra n en el Museo de C om ayagua
U

(ver im agen 11), tam bién entre 1925 y 1927 se realizó u n proceso de “...

3 Representación hecha por el Ilustrísimo señor Obispo de Comayagua (Fray Joseph de Falencia) sobre que
se introduzcan fuentes en aquella ciudad para evitar las ofensas que se hacen a Dios al tiempo de ir a traer el
agua desde el paraje donde se halla, año de 1774. Fondo Documental del IHAH en el Centro Investigaciones C
Históricas de Honduras (CDIHH). Tegucigalpa. Fotocopia del original que se encuentra en el Archivo ‘i::
o
General de Centroamérica (AGCA) co

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macadamización^ con su s desagües respectivos, de doscientas cincuenta


varas, hecha en la calle de El Calvario...'' (Memoria de G obernación y
Ju stic ia al Congreso Nacional de H onduras, 1927), lo anterior indica que
las tu b erías son su b te rrán e as al m encionar que le hicieron desagües a
la calle.

A
R
C
T-
Imagen 1 1. Piedras de Moler, Museo de Comayagua.
EG

La fuente n atu ral. La M ajada (Imagen 12), utilizada por este ac u e ­


ducto colonial h a sido y sigue siendo hoy en día la que su rte de ag u a a
Com ayagua, form a p arte adem ás de u n a red de acu ed u cto s m odernos
que siguen siendo su b terrán eo s, incluso h a s ta donde se logró investigar,
I-D

esta fuente y sistem a de cañerías fue el m ism o h a s ta la p rim era m itad del
siglo XX, au n q u e en la Memoria de G obernación y J u s tic ia de 1936, se
hace n o tar que las condiciones del ag u a que bebe la población de la ciu ­
dad de C om ayagua es in sa n a y se recom ienda la b ú sq u e d a y utilización
de nuevas fuentes.
D

En 1943 el gobierno del G eneral Tiburcio C arias Andino su sc ri­


bió u n convenio con el gobierno de los E stados Unidos p a ra im plem en-
U

ta r u n a serie.de proyectos de desarrollo en el país a través del Servicio


Cooperativo Interam ericano de Salud Pública (SCISP), Acuerdo Ejecutivo
#60 del 08 de julio de 1942 (Memorias de G obernación, Ju stic ia , S anidad
4. Proceso creado por el ingeniero escocés John Loudon McAdam, 21 de septiembre de 1756 — 20 de noviem­
bre de 1836, que consiste en una superficie de piedra machacada apisonada lisa y dura, más duradera y con
menos facilidad para embarrarse que los caminos de tierra.

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y B eneficencia al C ongreso N acional de H o n d u ras 1943-1944 y 1944-


1945), a través del proyecto 28(S) se inicia la co n stru cció n del nuevo
sistem a de alcan tarillad o de la ciu d ad de C om ayagua el 03 de octubre
de 1943 y finalizando el 01 de septiem bre de 1944, por m edio de este
proyecto se instaló 4,200 m. de tu b e ría “T ran site de 10 P u lg ad as” y u tili­
zando u n n acien te conocido como “El Borbollón” (1943-1944 y 1945). El
tran site es conocido tam b ién como conducto de com puestos de am ianto
y se fabrica con fibras de am ian to y cem ento lam in ad as a presión, sobre

A
m andriles de acero^ (el am ian to es conocido com únm ente como asbesto).
E stas tu b e ría s tipo “T ra n site ” in sta la d a s en la d écad a de 1940 son m uy
diferentes a las en c o n trad a s en C om ayagua recientem ente al costado s u r

R
de la catedral, p u es e sta s ú ltim as e stá n fabricadas de b arro cocido.

C
T-
EG
I-D

Imagen 12. Represa acual en “ La M ajada”


(Fuente: http://www.aguasdecomayagua.hn/Proyectos/FuentesAgua.html)
D

D espués de esa “m odernización” del sistem a de acu ed u cto s en


Com ayagua, el acu ed u cto colonial al parecer quedo en desu so y C om aya­
gua h a seguido todo u n proceso de m odernización de su alcantarillado en
U

u n a seg u n d a fase en 1960, cuando el SANAA tomó posesión del m ism o,


h a sta u n a tercera, cuan d o en el 2009 Aguas de C om ayagua se encarga
del alcantarillado en la ciudad^.
5. American Electricians’ Handbook. Me Graw-Hill Book Company, New York, 1994, p. 77. Q
6. Realizado el Traspaso del Acueducto al Municipio de Comayagua., Proyecto de Modernización del Sector
de Agua Potable y Saneamiento (PROMOSAS). Boletín Informativo Número VI. Octubre-Diciembre, 2009. O
Tegucigalpa, Honduras.
C/3

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Es im portante hacer n o tar que ni Reina Valenzuela ni Folofo Rui­


nes proporcionan fuentes precisas de donde obtuvieron la inform ación
sobre el sistem a de agua potable de C om ayagua que describen en su s
obras, y que aducen ser las m an d ad as a cp n stru ir por el Obispo Falencia
en el siglo XVIII. Tampoco se h a n encontrado otras referencias históricas
que constaten que las tu b erías de agu a potable en co n trad as reciente­
m ente en Com ayagua sean en efecto las co n stru id as d u ra n te la colo­
nia, sin embargo, de acuerdo a las características que p resen tan estas
tu b erías reflejan la ingeniería y tecnología utilizadas por los españoles

A
en otras ciudades d u ran te el período colonial, tal es el caso de vestigios
sim ilares en las ciudades de G uatem ala y México, siendo utilizadas al­

R
g u n as de estas técnicas en las décadas posteriores al período colonial.
En H onduras se h a docum entado que en la ciudad de La Paz, en el de­
partam ento del m ism o nom bre, se construyó en u n período ta n tardío

C
como en los años 1915-1916 u n a tu b ería de características parecidas a
la en co n trad a (Memoria de la S ecretaría de Fom ento, O bras Públicas y
A gricultura al Congreso Nacional de H onduras, 1915-1916, pp. 84-85).
T-
En resum en, la investigación llevada a cabo del 25 de ju n io al 6 de julio
perm ite establecer lo siguiente:
EG

La tu b ería su b te rrá n e a de barro en co n trad a el p asad o 14 de ju n io


del 2013, en la calle entre la catedral y la sede del episcopado en Coma-
yagua, p resen ta elem entos y técnicas co n stru ctiv as propias del período
colonial. No se h a localizado evidencia docum ental que relacione direc­
I-D

tam ente e sta tu b ería y el acueducto m encionado por R eina Valenzuela


y que fue m andado a co n stru ir por el Obispo Falencia en el siglo XVIII.
En cam bio, si es fácil establecer su relación con e sta s obras a p artir
de la descripción que proporciona el a u to r Antonio Folofo R uines. La
docum entación histórica p ru eb a que C om ayagua co n tab a con tu b erías
D

su b te rrá n e a s an tes de la década de 1920 y que las co nstru ccion es del


alcantarillado con técnicas m odernas se dio en la d écad a de 1940.
U

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Bibliografía

Folofo B ulnes, Antonio. (2003) Com ayagua en la Historia Tradicional Te-


gucigalpa: G raficentro Editores.

Jo h n s to n Aguilar, René. (2011) Urbanismo y Jerarquización Socioeconó­


mica en la Colonia: Santiago de G uatem ala en el s. XVIL G uatem ala: U ni­
versidad del Valle de G uatem ala.

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Ramírez, J u a n Carlos. (2006) El abastecim iento de agua en Santiago,

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capital del reino de Guatemala: un estudio histórico-arqueológico. Tesis
Previa a conferírsele el grado académ ico de Licenciado en arqueología,
G uatem ala: U niversidad de S an Carlos.
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Reina Valenzuela, Jo sé. (1960) Com ayagua Antañona. Tegucigalpa: La
República.
EG

Publicaciones Periódicas

Boletines de la Secretaría de Fomento de la República de H onduras (1943)

Diario El Cronista (01 de ju n io de 1943).


I-D

Diario La Época (1943 a 1949).

índice de los D ecretos em itidos por el Congreso Nacional de H onduras


entre los años 1942 a 1943.
D

La Gaceta, periódico oficial de la R epública de H onduras (1943).


U

Memorias de Gobernación, Justicia, Sanidad y Beneficencia al Congreso


Nacional de H onduras (Desde 1911 h a s ta 1945).

Memorias de la Secretaría de Fomento al Congreso Nacional de H onduras


(Desde 1921 h a s ta 1943). a
'C
o
R epresentación h ech a por el Ilustrísim o señor Obispo de C om ayagua CO
(Fray Jo se p h de Falencia) sobre que se introduzcan fuentes en aquella ■ts

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ciudad p ara evitar las ofensas que se hacen a Dios al tiem po de ir a traer
el agua desde el paraje donde se halla, año de 1774. Fondo D ocum ental
del IHAH en el Centro Investigaciones H istóricas de H onduras (CDIHH).
Tegucigalpa. Fotocopia del original que se en c u en tra en el Archivo Gene-
ral de C entroam érica (AGCA).
Revista Sucesos (11 de diciem bre de 1921).

Consultas Web

A
Diccionario de la Real Academia de la Lengua, versión digital: h t t p : / /
lema, ra e .es / drae / ?val=atargea

R
Realizado T raspaso del A cueducto al Municipio de Com ayagua, Proyecto
de M odernización del Sector de Agua Potable y Saneam iento (PROMO-

C
SAS). Boletín Informativo Número VI. O ctubre-D iciem bre, 2009. Teguci­
galpa, H onduras, h ttp ://w w w .a g u asd eco m ay ag u a .h n /
T-
Sem blanza H istórica del Agua en México. Comisión Nacional del Agua,
Secretaría de Medio Ambiente y R ecursos N aturales, México, 2009.
h ttp :/ / w w w .conagua.gob.m x/C O N A G U A 07/P ublicaciones/P ublicacio­
EG

n e s / SGP- 8SemblanzaHist% C3% B3ricaM % C3% A9xico.pdf

Saneam iento (PROMOSAS), Tomo 2 - Volumen 3, C om ayagua, Agosto


2011. h ttp ://w w w .s a n a a .h n /
I-D
D
U

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Impacto Sociocultural y Económico de La New York


& Honduras Rosario Mining Company en Tegucigalpa,
1880-1925

Nelson Carrasco
Martes Reyes
Juan Orellana

A
luis Vásquez
Elsa Velásquez

R
Zoé Perla

C
T-
EG
I-D

Minas de oro del Rosario, San Juancito, Francisco Morazán (Año de 1893)
D
U

C
'C
O
■+-J
co

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Introducción

El presente trabajo rep resen ta la investigación p ro p u esta por u n


grupo de estu d ian tes de la C arrera de H istoria de la U niversidad Nacio­
nal A utónom a de H onduras (U.N.A.H), en el cual proponen u n nuevo
aporte investigativo p a ra enriquecer parte de la historiografía hondure-
ña.

La fínalidad de esta investigación, es recopilar, analizar y describir

A
toda la docum entación en co n trad a sobre el im pacto de La New York and
H onduras Rosario Mining Com pany en Tegucigadpa desde 1880, año en

R
que se crea la com pañía, h a s ta 1925.

Se ab o rd ará el tem a de la Reforma Liberal y la a p e rtu ra a la in ­

C
versión extranjera, ya que es d u ran te este proceso cuan d o se in stala for­
m alm ente la gran com pañía m inera, gracias al enorm e interés que existía
por parte de los reform istas en fortalecer la inversión ex tran jera con el fin
T-
de vincular a H onduras con el resto del m undo; a su vez porque el p rin ­
cipal accionista hondureño de la Rosario fue Marco Aurelio Soto, quien
fungía como Presidente de la R epública en ese entonces, cuando se crea
EG

oficialmente La New York and H onduras Rosario Mining Compainy, lo


que sin d u d a alguna contribuyó a que e sta se in sta la ra con to d a com odi­
dad en el país y gozara de u n a gran can tid ad de privilegios, que hicieron
m ucho m ás fácil su labor de extracción m inera.
I-D

En cu an to a la inversión extranjera, conform e a los datos recab a­


dos, an tes de la Reforma no h ab ía indicios de que e sta p u d iera llegar a
desarrollarse y así expandir n u e stra s fronteras p a ra poder d ar a conocer
lo que ten ía el país p a ra ofrecer al m undo en esa época. E ste proceso de
inversión se d a m ediante u n a serie de políticas facilitadoras por p arte
D

del E stado hondu reñ o y tom ando en c u e n ta que en el país no existía


u n a b u rg u esía o clase oligárquica sólida que estuviera en capacidad de
U

com petir al m ás alto nivel con cualquier foráneo que q u isiera invertir en
la nación, lo que le facilitó a La Rosario, posicionarse y consolidarse rá ­
pidam ente en el país y convertirse en u n a em p resa grande y poderosa.

En este período se puede observar la co n d u cta servil -y h a s ta cier­


to p u n to esclavizada- de las au to rid ad es h o n d u re ñ a s, principalm ente de
Luis Bográn (quien sin d u d a alg u n a le debía m ucho a La Rosario), ya que
gracias a su s infiuencias logró llegar a la P residencia de la R epública por
seg u n d a vez en 1887, por lo que se vio obligado a retrib u ir con to d as las

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concesiones y exenciones solicitadas por los altos dirigentes de la com ­


pañía. Bográn, nom bró a S an Ju a n c ito como el D istrito Minero, haciendo
ver que era u n a localidad independiente del E stado h o n d u reñ o , y que las
leyes existentes allí serian ú n icam en te las que d isp u sie ran los m ás altos
dirigentes de la com pañía. D espués de Bográn, la m ano de La Rosario
en la política h o n d u re ñ a no se hizo n o ta r de m a n e ra m uy visible, ya que
h ab ía conseguido todos los favores y privilegios que n ecesitab a p a ra tr a ­
b ajar de la form a m ás cóm oda posible, adem ás, porque a inicios del siglo

A
XX llegan y se in sta la n en el país las com pañías b a n a n e ra s, las cuales
tuvieron gran influencia en la econom ía y política h o n d u reñ a, tan to así

R
que ponían y q u ita b a n p resid en tes cuando se les an to jab a y exigían con­
cesiones, privilegios y ven tajas a cán taro s, pero que al igual que La Ro­
sario se beneficiaron en m uy b u e n a form a con n u e stro s recu rso s, y que

C
ap o rtaro n poco en com paración con todas las g an an cias que obtuvieron.

En el caso p a rtic u la r del empleo, prácticam en te fue lo único en


T-
lo que realm ente la com pañía contribuyó al país, ya que al in stalarse
plenam ente necesitó de u n a gran can tid ad de trab ajad o res, (lo que hizo
que los índices dem ográficos variasen), llegándose a convertir en u n a
EG

m uy b u e n a fuente de empleo p a ra los h o n d u reñ o s, au n q u e con salarios


su m am en te bajos teniendo en c u e n ta los trabajos difíciles, ex ten u an tes
y riesgosos que se realizaban en aquellos profundos tú n eles y en los ta ­
lleres del m ineral. Como dato referencial, vale m encionar que p a ra 1888
la población del distrito m inero de S an Juaincito no p a sa b a de 500 habi-
taintes (Vallejo, 1983), can tid ad que lógicam ente fue en aum en to notable
I-D

a m edida que fue creciendo la com pañía. Los índices de población en San
Ju a n c ito variaron debido a diversos factores como visitas sociales o po­
líticas realizadas h acia el m ineral, por el reclutam iento que se h acía por
parte del G obierno a petición del señor W ashington Valentino o a que los
trab ajad o res asignados a las m inas decidían huir.
D

La afluencia de gente a S an Ju a n c ito no era únicam ente de h o n ­


dureños que b u sc a b a n m ejorar su s condiciones de vida trab ajan d o p a ra
U

la com pañía m inera, sino que tam bién llegaron a la com unidad u n a b u e ­
n a can tid ad de extranjeros que m otivados por el gran auge de La Rosario,
in stalaro n allí su s residencias y casas com erciales, y que ap o rtaro n a Te­
gucigalpa y S an Ju a n c ito u n a im portante cu o ta de progreso económico.
Con el asen tam ien to de dichos extranjeros, em ergen u n a serie de apelli­ a
dos que inician allí su s linajes, los cuales se pueden en co n trar todavía ‘C
o
actualm ente, participando de m an era m uy activa en las esferas social y (/)
política de n u e stro país.

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La introducción de tecnologías fue otra de las cosas que co n trib u -


yó a m odernizar la in d u stria m inera en el país, ya que h a s ta ese m om en-
to la explotación se realizaba con los m ism os procedim ientos y ap arato s
rudim entarios que se h ab ían utilizado d u ran te la colonia española. A un-
que en realidad, fue únicam ente La New York and H onduras Rosario Mi-
ning Com pany la que se benefició con estas nuevas técnicas y ap arato s
que hacían m ucho m ás fácil y productiva la extracción m ineral.

A
Por otra parte, es im portante m encionar que tra s la revisión de toda la
inform ación recabada se descubrió el hecho de que la com pañía aportó
m ucho a H onduras, sobre todo en el ram o de las com unicaciones, ya

R
que era de su conveniencia que el país o por lo m enos Tegucigalpa y San
Ju a n cíto co n taran con b u en as vías y m edios de com unicación, y a su
C
vez, a fin de estar com unicados por medio de telégrafo y teléfono con el
resto del país y el m undo, p a ra poder tra sla d a r de la m an era m ás cóm o-
da posible su s productos extraídos; de igual form a, realizar la in tro d u c-
T-
ción al país de las m aq u in arias y otros im plem entos que n ecesitab a los
cuales eran im portados del exterior, por lo que contribuyó en cierta parte
con la construcción de la carretera que com unica a Tegucigalpa con los
EG

puertos de A m apala y San Lorenzo debido a que en esa época la zona del
pacífico era la m ás im portante del país.

La vinculación histórica que tuvo La Rosario con Tegucigalpa, se


debe a que los servicios de agua potable y luz eléctrica no disponibles
I-D

p a ra ese entonces en la ciudad de Tegucigalpa en pleno Siglo XIX. Pero


con la in stau ració n de la Reforma Liberal cuyo in terés era en tre otras
cosas, establecer u n alto grado de m odernidad en el país y m ás a ú n con
la llegada de La Rosario fue posible su instalación, a u n q u e la compaiñía
no se involucró directam ente en u n principio.
D

Uno de los prim eros su p erin ten d en tes de la com pañía, fue el in -
U

geniero W. H. M. Colé, quien era el encargado de realizar el im portante


proyecto de instalación de in fra e stru c tu ra del ag u a en Tegucigalpa. Pro-
yecto con el cual el E stado h o n d u reñ o fue p rácticam en te estafado por el
ingeniero Colé, ya que éste no ofrecía n in g ú n tipo de g aran tías y las tu -
berías in stalad a s que se aseg u rab an eran de m uy b u e n a calidad por ser
las utilizadas en esa época en los E stados Unidos, ráp id am en te se encon-
tra b a n en m alas condiciones y com enzaron a p re se n ta r fugas; Esto a su
vez generó dificultades en la energía eléctrica, p u esto que se n ecesitab a
de u n b u en funcionam iento del sistem a de ag u a p a ra que las tu rb in a s

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que g en erab an la energía, fu eran m ovidas por la fuerza que p roducía la


calda del vital líquido que tra n sp o rta b a n los tu b o s dañados.

P ara 1920 La Rosario se involucra directam ente en la c o n stru c ­


ción del sistem a de ag u a y se com prom ete a cam biar las tu b e ría s au n q u e
lo hace porque ya se le a c a b a b a la concesión que le perm itía explotar
aquella m ina, así que ten ía que h acer algo p a ra prorrogar dicha conce­

A
sión. Pero como siem pre. La Rosario incum plió con lo ofrecido y es h a s ta
cinco años d esp u és cu an d o se le exige por p arte del E stado la c o n stru c ­
ción de u n b u e n sistem a conductor del agua. O bviam ente la instalación

R
de u n a com pañía de tal m agnitud, generó en Tegucigalpa y S an Ju a n c i-
to, u n a serie de tran sfo rm acio n es sociales, como festejos y adopción de
co stu m b res de la c u ltu ra estad o u n id en se que se in tro d u cen en el ''m odas

C
viven d u s” de la sociedad h o n d u reñ a, lo que contribuyó a que se degene­
ra ra la identidad nacional, ya fuese, p a ra bien o p a ra m al. Sin em bargo,
T-
hay que d e sta c a r que gracias a que la com pañía m in era se en co n trab a
en San Ju a n c ito , Tegucigalpa, pudo gozar de u n a serie de privilegios que
serían insospechados p a ra finales del Siglo XIX. El cine, el hielo, la luz
eléctrica y otros, son beneficios que sin d u d a alg u n a elevaron la catego­
EG

ría de la población, a u n q u e la m ayoría de ellas, fu eran ú n icam en te p a ra


el disfrute de los m ás altos dirigentes de la com pañía y adgunos de los
dem ás extranjeros que allí se en co n trab an y que poseían grandes c a n ti­
dades de dinero y podían in te ra c tu a r con los señores de la m ina.

Con e sta investigación se pretende ap o rtar algo nuevo, puesto


I-D

que m uy pocos historiadores se h a n interesado en e stu d ia r el im pacto


que tuvo la llegada e instalación de La New York an d H onduras Rosario
Mining C om pany en el país; acontecim iento que sin d u d a alguna, m arcó
u n an tes y u n d esp u és en la vida de los h o n d u reñ o s y m ás a ú n en los
h a b ita n te s de Tegucigalpa.
D

I. Historia de La Rosario Mining Company y su vinculo con


U

Tegucigalpa

Con la llegada de la Reforma Liberal a H onduras a p artir de 1876,


llevada a cabo por Marco Aurelio Soto y Ram ón Rosa, se comenzó la
a p e rtu ra de la inversión ex tranjera en el país y esto trajo consigo que se Q
dieran las condiciones favorables a la explotación m inera a gran esca­
la, actividad que principalm ente estuvo a cargo de la com pañía m inera
New York and H onduras Rosario Mining Company. La com pañía se or-

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ganizó con base en las leyes del E stado de New York, y quedó estable­
cida el 2 de diciem bre de 1880. El capital inicial de la com pañía ñie de
$1,500,000.00 dividido en 150,000 acciones de dólares $10.00 cad a u n a.
Dando con esto el inicio del enclave m inero en el país.

Marco Aurelio Soto fue uno de los socios m ayoritanos de la com ­


pañía m inera, esto hizo que en 1880 tra sla d a ra desde C om ayagua hacia
Tegucigalpa, la sede de la Capital de la República, arg u m en tan d o que lo

A
hacía porque en Tegucigalpa se en co n trab an las sedes del Almacén de
G uerra, la C asa de la M oneda y otros. Además expresaba que Tegucigal­
pa reu n ía en ese m om ento todos los elem entos necesarios de población y

R
riqueza, que la hacían m erecedora de ser la sede de la C asa de Gobierno
y la Corte S uprem a de Ju sticia. Este traslado q u ed a hecho oñcial tra s

C
su publicación en el Diario Oñcial la G aceta del 2 de noviem bre de 1880,
núm ero 94.
T-
La com pañía m inera estuvo vinculada con Tegucigalpa, desde que
se comenzó a realizar la explotación m ineral en San Ju a n c ito , así uno
de su s prim eras a ta d u ra s fueron por medio de la política. La dinám ica
EG

de la política entre G obierno-com pañía, casi siem pre fue la m ism a en las
décadas de 1880 y 1900. Los motivos de E stas relaciones políticas fueron
debido a las concesiones otorgadas y las obligaciones que debía cum plir
la com pañía m inera.

Con el establecim iento de la com pañía m inera de La Rosario en


I-D

San Ju a n cito , comenzó a in crem en tar el Comercio, e sta intensificación


de la actividad com ercial se centralizó y desarrolló en Tegucigalpa, de­
bido a que fue en e sta ciudad donde se establecieron las principales ca­
sas com erciales tan to ex tranjeras como nacionales. E stos factores dieron
paso a u n m ercado com ercial m ás amplio, ya que las necesidades por
D

p arte de la población a u m e n ta b a n cad a día m ás.


U

Traslado del distrito minero de San Juancito a Tegucigalpa

H istóricam ente San Ju a n c ito h ab ía pertenecido a S an J u a n de


Flores de allí su nom bre, y nadie h ab ía querido cam biar esto h a s ta la lle­
gada de La Rosario. Con la can tid ad de im puestos m unicipales, que esta
com pañía debió pagar, cualquier alcaldía debió h ab e r estado d isp u e sta a
pelear por esta aldea, el hecho es que todo funcionó al contrario, el p u e ­
blo de San Ju a n c ito lo m ovían de jurisdicción m unicipal de acuerdo a la
conveniencia de la com pañía y el Gobierno.

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En 1881 e ra p arte de S an J u a n de Flores y luego en 1882 Saín


_ ___ ^

Ju a n c ito y S an Francisco p a sa ro n a ser p arte de Valle de Angeles, ju sto


en el inicio de la explotación m inera. C om únm ente esto se h acía p a ra
favorecer a La Rosario que de nuevo a inicios de 1885, p a sa a ser p arte
de S an J u a n de Flores, p a ra evitar conflictos m unicipales, m u d a b a n la
aldea de S an Ju a n c ito donde el Gobierno y los in ten d en tes de La Rosario
se sin tieran cóm odos y con m enos presión de la población.

A
En el libro de ac ta s de Tegucigalpa se establece:

R
La secretaría dio c u e n ta con u n a n o ta del señor gobernador
político del distrito, en la que se sirve tran sc rib ir el acuerdo
relativo a la anexión del m ineral de San Ju a n c ito a e sta com ­
C
p ren sió n m unicipal y se dispone: que la secretaría com unique
y lo m ande pronto posible a las au to rid ad es de aquel pueblo el
T-
acuerdo referido y prevenga al com isionado y auxiliares com pa­
dezcan a la alcaldía dentro del térm ino de 8 días (Libro de actas
m unicipales de Tegucigalpa, 1885).
EG

Y así, S an Ju a n c ito quedó deflnitivam ente como aldea de la m u n i­


cipalidad de Tegucigalpa, alcaldía en la que sería m ás fácil tra ta r políti­
cam ente, ad em ás de obtener u n a p eq u eñ a can tid ad de im puesto an u al.
En el año de 1888, W. S. Valentine prom ete regalar 500 pesos que serán
I-D

entregados an u alm en te a la m unicipalidad de Tegucigalpa, y tam bién,


dona el portón y verja del cem enterio general de Tegucigalpa como ag ra­
decim iento del favor político de se p arar a San Ju a n c ito de C a n ta rra n a s
y anexarlo a Tegucigalpa. La m unicipalidad acordó acep tar el generoso
ofrecim iento y d a r las gracias por ta n noble acto de patriotism o: "Por lo
D

que se acordó ordenar al tesorero que entregue los 500 p e so s donados por
el Sr. W. S. Valentine, para que los destine a los trabajos del piso bajo del
U

cabildo de Tegucigalpa” (A.M.D.C Libro de Actas M unicipales, 1888).

La relación entre La Rosario y la m unicipalidad de Tegucigalpa


fue m uy estrech a, debido a la obligación de la com pañía de pagar u n
im puesto anuad, este im puesto era de mil pesos, el cual casi siem pre se Q
in tercam b iab a por m ateriales necesarios en la jurisdicción m unicipal y 'C
O
que La Rosario podía b rin d ar con facilidad. F recuentem ente la com pañía (/)
pagaba el im puesto a n u a l con petróleo p a ra el alum brado público de la

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capital, h a sta que se realizó la instalación de la luz eléctrica, las can ti­
dades de gas equivalían a los mil pesos que debía pagar de im puestos.

Otro vínculo entre la com pañía m inera de La Rosario, y la m unici­


palidad de Tegucigalpa lo constituyen el establecim iento de los servicios
públicos como agua potable y luz eléctrica, como se verá m ás adelante
fue la com pañía m inera de La Rosario la que aportó m ateriales y recursos
p ara llevar a cabo la realización de dichos proyectos au n q u e p a ra ello el
estado hondureño y la m unicipalidad de Tegucigalpa tuvieran que ceder

A
a la com pañía todo cu an to pidiera p a ra su beneñcio.

R
II. Influencias Directas e Indirectas en la Modernidad de Tegucigalpa

Agua y Luz Eléctrica hacia Tegucigalpa


C
T-
En el gobierno del Dr. Marco Aurelio Soto en donde se m an iñ esta
las prim eras iniciativas, tan to del Gobierno central como el m unicipal, y
a su vez de personas p articu lares a favor de llevar a su debida realización
u n a em presa ta n im portante como era la instadación del ag u a potable en
EG

la ciudad de Tegucigalpa.

Seis m eses después de h ab er in au g u rad o su gobierno provisorio


el Dr. Soto, en 1876, emitió u n acuerdo, declarando la conveniencia de
introducir el agua a Tegucigalpa y: "aZ efecto fu e comisionado al Ing. José
I-D

E. Lazo, para que inm ediatam ente se ocupara de hacer los estudios del
caso para introducir la mejor agua a dicha ciudad e hiciera los cálculos
respectivos para elaborar un presupuesto aproximado sobre los gastos
que exigiría dicha obra'' (Rivas, 1945).
D

De acuerdo con los docum entos co n su ltad o s, no se encontró n a d a


sobre la com isión encom endada al Ing. Lazo; pero cabe suponer, que
n a d a práctico fue llevado a cabo. Probablem ente los recu rso s del m unici­
U

pio -que en aquellos tiem pos eran precarios, el hecho de que el Gobierno
central tuviese que aten d er gran núm ero de obras en ejecución ya que
los servicios públicos cuyos gastos h ab ían au m en tad o por la m ism a o r­
ganización ineñciente que el nuevo Gobierno h a b ía introducido en la vida
del E stado-, no perm itieron que se pudiese ñ n a n c ia r la ejecución de la
obra en referencia.

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Todo ese proyecto de organización del E stado y de progreso im pulsado


por Soto con la R eform a Liberal, c o n tra sta b a con el sistem a prim itivo de
como los h a b ita n te s se proveian de agua, tom ándola de los ríos d irecta­
m ente y tra n sp o rtá n d o la por m edios individuales a las casas. Siendo el
mismo sistem a que se u tilizab a en la Colonia, cuando:

...El ag u a e ra tra n s p o rta d a por m edio de envases de b arro


portátiles (cántaros), en cajas especiales de m ad era forradas

A
con cuero (botas), que era n llevadas en m u ía del río G uaceri-
que a las c a sa s de la entonces Villa de Concepción (Comaya-
güela) y a las de Tegucigalpa o por medio de pozos profundos,

R
se decía entonces, que las ag u as del río G uacerique, eran las
m ás salu d ab les o potables en tre to d as las que corrían en las
proxim idades de am b as poblaciones (Rivas, 1945).
C
T-
Fue h a s ta el gobierno de Luis Bográn que se em ite el acuerdo en
que se dispone in tro d u cir a Tegucigadpa el ag u a potable, pero e sta vez,
no fue n o m b rad a com isión alg u n a p a ra h acer estudios p ertin en tes, le­
v an tar planos y calcu lar p re su p u e sto s, porque tales trab ajo s ya e sta b a n
EG

hechos. En el acu erd o publicado en La G aceta el 13 de ju n io de 1884, al


respecto expone: "Za introducción de agua potable a esta ciudad es de vi­
tal importancia p ara s u s habitantes, y que, a la p a r de ser una m edida de
salubridad, lo es tam bién de policía; circunstancias indispensables para
su positivo progreso”
I-D

P ara 1887, la situ ació n del ag u a que se co n su m ía en Tegucigalpa


era antihigiénica, ya que según se q u ejab an los vecinos, las lavanderas
utilizaban el río G rande h a s ta donde ellas querían, lo que originaba que
los capitalinos tu v ieran que beber sucio el vital líquido o que tuvieran
D

que cam in ar g ran d es d istan cias p a ra poder conseguir y beber ag u a lim ­


pia (La Nación, 1887).
La población ten ía serías dificultades p a ra ab astecerse de agua,
U

por lo que se h acía u rg en te in tro d u cir el agua, p u es re su lta b a costoso


el aprovisionam iento. Los hogares pobres ten ían u n lim itado su m in istro
de ag u a debido a que no teníain los recu rso s ni los m edios m ínim os p a ra
acarrear el ag u a en can tid ad es grandes desde el río G uacerique, ni m u ­
a
cho m enos, p a ra c o n stru ir pozos en su s casas.
o
co
Por o tra parte, Tegucigalpa no co n tab a con u n servicio de baños
públicos, lo que h acía m uy difícil poder so sten er de b u en modo la cues-

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tión del aseo personal. Los pozos, no eran del todo salubres, ni recom en­
dados p ara su uso, sobre todo en la época lluviosa, debido al sistem a
primitivo de los excusados de hoyo que por la m ism a in salu b rid ad eran
c a u san tes de peligrosas epidem ias. Esto debido a que encontrándose los
pozos a u n nivel inferior de los excusados-, la filtración de las ag u as llu­
vias a rra stra b a gérm enes infecciosos h acia los pozos.

Por lo percibido en diferentes docum entos, se puede afirm ar que


existía cierto grado de envidia en los h ab itan tes de Tegucigalpa, puesto

A
que siendo la Capital de la República, era su p e ra d a en m uchos aspectos
por u n a com unidad m ucho m ás pequeña, pero que co n tab a con la di­
cha de tener betas riquísim as de oro y plata, lo que la h acía m ucho m ás

R
atractiva que la m ism a Tegucigalpa.

C
Fue el doctor Antonio Ramírez Fontecha, quien form uló u n a pro­
p u e sta p a ra co n stru ir u n establecim iento de baños, que se co n stru iría
en el terreno conocido como la isleta que se en co n trab a frente al edificio
T-
que en esa época funcionaba como La C asa de Gobierno. D icha p ro p u es­
ta fue acep tad a y el acuerdo p a ra la construcción de este establecim iento
fue publicado en el diario oficial La G aceta, núm ero 375, del 22 de abril
EG

de 1887; m ás tard e el 5 de m arzo de 1888, se p u b licab an en los diarios


capitalinos los anuncios solicitando trab ajad o res p a ra que se in teg raran
a las labores de construcción de los baños públicos tegucigalpenses, así
como p a ra la construcción del m ercado de la ciudad.

La com unidad de San Ju a n c ito su p e ra b a a la C apital en cu an to


I-D

a la existencia de baños públicos. El 30 de abril de 1888, los diarios ca­


pitalinos publicaban, que por p arte de La New York & H onduras Rosario
Mining Com pany, se edificaría u n establecim iento de baño público ju sto
d etrás de donde e sta b a n u b icad as las m áq u in as en el m ineral. Los ca­
pitalinos añ o rab a n que su s au to rid ad es m unicipales p u d ieran em u lar a
D

don W ashington Valentino y a los dem ás altos dirigentes de la com pañía


m inera, y se p u sieran a tra b a ja r p a ra m ejorar las condiciones de vida de
U

los h a b itan tes de la ciudad capital (La Nación, 1887).

El Gobierno se p reo cu p ab a por la salu d de los h a b ita n te s y p a ra


sab ien d as de ello se publicaba: "Es deber del gobierno proteger y mejorar
las condiciones higiénicas de los pueblos que representa y que está n bajo
su inm ediato cuidado... introducir a la ciudad de Tegucigalpa el agua p o ­
table del lugar donde exista y que sea de mejor calidad y m ás factible su

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conducción'\La. Nación, 1887).

El m ism o acuerdo, en u n o de su s p u n to s d a a conocer lo precario


de la situación en que se en c o n trab a la m unicipalidad de Tegucigalpa
p ara llevar la o b ra a cabo, pero a la vez, evidenciaba el inm enso deseo
que tiene esta, p a ra que el G obierno ejecutase esa obra en favor de la
ciudad. Asimismo el G obierno formó u n a J u n ta D irectiva en carg ad a de
darle vida al proyecto de in tro d u cir el ag u a h acia Tegucigalpa, en cab e­

A
zada por el señor m inistro de fom ento y el gobernador político del d e p a r­
tam ento. Y es aquí cu an d o aparece la p rim era p ro p u e sta de in tro d u cir

R
el ag u a a la capital, p ro p u e sta h ec h a por el Banco Nacional H ondureño.
E sta solicitud aparece en La G aceta del 1 de mayo de 1889.

C
E sta p ro p u e sta de in sta la r el ag u a en la capital es co n traria a la
anterior idea de to m ar el ag u a desde el río G uacerique (como se pensó en
u n inicio), y se propone in tro d u cirla desde el río J u tia p a , de conform idad
T-
con los planos y estu d io s practicados por c u e n ta del gobierno. El 15 de
junio de 1889, en La G aceta, aparece ya la c o n tra ta form al en tre el Go­
bierno y el Banco Nacional H ondureño.
EG

Se desconoce por qué motivo el Banco Nacional H ondureño no lle­


vó a cabo la obra, pero u n año d esp u és, el 22 de mayo de 1890 se publica
en la G aceta el acuerdo en que rescinde o deja sin efecto la c o n tra ta del
banco con el Gobierno. Y es aquí que en mayo del m ism o año (1890) se
celebra u n a n u ev a co n trata, pero e sta vez con los ingenieros Geo W. Gib-
I-D

son y H. W. N. Colé, que se com prom eten en tra e r el ag u a a Tegucigalpa


desde el río Ju tia p a :
El ingeniero H. W. N. Colé había viajado ju n to con C harles Otto
W enderkinch a ñnales de 1879 en la prim era exploración
D

de las m in a del Rosario y es d esp u és de e sta expedición,


con u n reporte altam ente favorable, que en 1880 se form a
la New York an d H onduras Rosario Mining Com pany (Elvir
U

Aceituno, 1996).

c
'C
o
co

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En el año de 1881 Colé se convierte por algún tiem po en su p e rin ­


tendente de la recién ñ in d ad a Rosario, y años después, en 1889 H. W. N.
Colé es nom brado por el gobierno de H onduras como ingeniero oficial de
la República: ""...ya en 1890 es que, Colé y Gibson se comprometen a intro­
ducir el agua del río Jutiapa a Tegucigalpa, m ediante contrata celebrada
en Tegucigalpa el 2 7 de M ayo” ( La G aceta . N° 656, 1890). El objetivo de
esta co n trata era que Colé y Gibson ofrecían llevar el ag u a a Com ayagüe-
la por la cadle principad h a sta la plaza de la iglesia, por medio de cañería
de hierro colocada su b terrán eam en te, y a co n stru ir u n a pila fuente, de

A
las m ism as condiciones que las otras que se co n stru irían en las plazas
y parques de Tegucigalpa. Tam bién se obligaban a llevar el agua, a todo
costo, a las casas de p articu lares y a los edificios del Gobierno, m ediante

R
el pago de 50 centavos por cada pie de tubo que tuvieran que colocar.

C
El E stado nom bró al Ing. Jo sé E steban Lazo, p a ra que su p erv isara
dicha obra; el cual dio su s consideraciones con respecto a esta. Gibson
y Colé llevaron el ag u a a m u ch as casas y a varios edificios públicos al
T-
precio de 50 centavos porreada pie de tubo. P ara el 10 de julio de 1891,
en el gobierno de Bográn fue concluida la obra y los prim eros edificios
públicos en tener agu a en Tegucigalpa fueron:
EG

E d ificio C o sto de In sta la c ió n


I-D

P a la cio N a cio n a l $ 3 4 9 .8 0
H ospital G eneral 2 1 8 .2 5
S e c c ió n de P o licia 4 1 .5 0
C om andancia de A rm as 3 2 .5 5
D

D ire cc ió n de T elég ra fo s 1 9 3 .7 5
S um a en pe.sos. $ 8 3 5 .8 5
U

( Fuente: La Gaceta, 1889)

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H abiendo traído el ag u a a Tegucigalpa solo faltab a d o tar de luz


eléctrica a la capital, por lo cual se procedió a d a r los prim eros avances
h acia este proyecto, y es así que se publica en La G aceta el 6 de noviem ­
bre de 1894 u n a c o n tra ta celebrada entre las dos ciudades del distrito
(Tegucigalpa y Villa de Concepción), con Mr. W. C. M c-Entee, com pro­
m etiéndose este a establecer u n a em p resa de alum brad o eléctrico. La
p ro p u e sta de M c-Entee fracasó, luego vinieron o tras p ro p u e sta s como la
de G uillerm o M cDonald y Alberto H arren, pronto le siguió la de la m u ­

A
nicipalidad de Com ayagüela, pero al igual que las an terio res p ro p u estas
todas fracasaron.

R
El alum brado que ten ían e sta s dos ciudades era a base de gas,
que era traído por la com pañía de La Rosario y los faroles que h ab ían

C
eran escasos y solo eran encendidos los días en que el calendario indica­
b a poca Luna. D esde 1881 la población exigía b u en alum brado público
como en las ciudad es d esarro llad as del continente, p a ra así ten er u n
T-
aum ento de esparcim iento en la vida social y cam in ar por su s calles en
la noche sin tem or alguno.
EG
I-D
D
U

Motores Generadores.

a
o
-♦■o
(/)

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Ya p ara entonces La New York and H onduras Rosario Mining Com pany
in stalad a en San Ju an cito , contaba con u n eficiente y m oderno siste­
m a de energía eléctrica, movido por la prim er p lan ta hidroeléctrica de
C entroam érica. Según varios autores, an tes de que cualquier ciudad de
C entroam érica tuviera energía eléctrica, Sán Ju a n c ito co n tab a con ella
gracias a La Rosario.

Los vecinos de la capital, d en u n ciab an que la limpieza y alu m b ra­


do de las calles de Tegucigalpa solo era observable en los días de sem a­

A
n a san ta, ya que p a ra 1887 por ejemplo, cuando se llevaba a cabo u n a
procesión, las calles de Tegucigalpa estab an com pleta y absolutam ente

R
lim pias, sin u n solo rastro de b asu ra. “Esto hacía que los tegucigalpen-
se s desearan y anhelaran que todos los días fu era n de procesión, ya que
decían que ni la mejor ciudad europea de la época podía igualar a Teguci­

C
galpa en lo que a limpieza se refiere cada vez que había una actividad de
e s a s ” (La Nación, 1887). Pero en cambio, d en u n ciab an que el alum brado
público se en co n trab a en condiciones deplorables, y reclam aban a las
T-
autoridades m unicipales por el abandono en el que ten ían sum idos a
estos dos im portantes aspectos de la ciudad (La Nación, 1887).
EG

T an ta fue la presión de los pobladores y ta n m alas eran las condi­


ciones en las que se en co n trab an estos dos ram os, que la m unicipalidad
se vio obligada a rem atarlos, a fin de que h u b iera algún b u en postor que
p u d iera ofrecer luz y aseo que tan to n ecesitab a la capital; llegáindose a
tal caso que la m unicipalidad de Tegucigalpa, le h ab ía com prado a la
I-D

com pañía del Rosario u n a s carretas, propias p a ra el tren de aseo. (El


Nuevo Tiempo, 1912)

En 1899 se crea la “J u n ta de ag u a y luz eléctrica” que se e n c a r­


gará de la adm inistración del acueducto, de ab astecer el liquido a los
D

vecinos de am b as ciudades tra s h ab erse term inado varios años a n te s el


contrato de Colé y Gibson, adem ás se en carg ara de la m ejora y en san ch e
del acueducto, ya que la población e sta b a creciendo y la cañ ería em pe­
U

zaba a p re se n ta r problem as debido a la m ala cqlidad de la m ism a, cosa


que se h u b iera solventado si se le hubiese p u esto atención a los inform es
y sugerencias h ech as por el inspector del proyecto Jo sé E steb an Lazo de
h acer p ru eb as h id ráu licas a las cañ erías com pradas en New York. Por
lo cual la recién cread a ju n ta de ag u as y luz empezó a h acer pedidos de
tu b ería p a ra facilitar la reparación de la pésim a cañ ería in stalad a.

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Ya en el gobierno del general M anuel Bonilla resolvió por c u e n ta


del gobierno y fondos de la J u n ta de ag u a y luz eléctrica, llevar a cabo la
obra de energía eléctrica y c o n tra ta al ciudadano suizo Don Ju lio Villars
p a ra que hiciera u n estudio del proyecto y calcu lara u n p resu p u esto
aproxim ado sobre su costo (...) “fu e hecho el pedido de la maquinaria y
ya por el año de 1904 cuadrillas de trabajadores em pezaron los trabajos
prelim inares en la m argen derecha del río Chiquito y en La Leona, para
m ontar la maquinaria de dicho servicio; y en 1905, ya se encontraba en

A
Tegucigalpa la m ayor parte del material de la m ism a con un costo de $
i i 0, i 24.67. "(Rivas, 1945)

R
Y fue de e sta m a n e ra que el 15 de septiem bre de 1907, Miguel R.
Dávila in a u g u ra el servicio de luz eléctrica. Tegucigalpa, h a s ta 1907 era

C
la ú n ic a capital de C entroam érica y quizás del m undo, que no co n tab a
con u n m oderno sistem a de alum brado eléctrico, contrario a San J u a n -
cito que desde h acía varios años, co n tab a con ello.
T-
Hay que decir que la fuerza m otriz que se o cu p ab a p a ra la electri­
ficación de la ciudad, era a base de la caída del ag u a que era traíd a desde
EG

J u tia p a p asan d o por El Picacho y llegando finadmente a La Leona (dicha


fuerza de caída era aprovechada por las m aq u in arias in stalad a s en La
Leona). Nueve m eses d esp u és de ser in a u g u ra d a la luz eléctrica en la ciu ­
dad, co n tin u ab an los problem as con las tu b erías que adem ás de p ro p o r­
cionar ag u a a los h a b ita n te s de am b as ciudades ah o ra proporcionaban
energía, dichos problem as co n sistían en fugas de ag u a de la cañería, las
I-D

cuales no eran solucionadas por falta de presu p u esto : “tapándolas con


grapas y espiches de cedro en los lugares donde p resenta ba n roturas'' (La
G aceta, 1908).

Adem ás, a c a u s a de este problem a de la cañería, m uchos ciu d a­


D

danos insatisfechos con el servicio del ag u a em pezaron a quejarse y a


m anifestar que dejarían de pag ar el im puesto. Tal como se expresa en el
U

inform e del ju ez de aguas, publicado en La G aceta correspondiente al 22


de mayo de 1908:
...C o n tin ú an quejándose a e sta oficina algunos vecinos de la
ciudad de C om ayagüela de la falta de ag u a a su s respectivas
habitaciones, y m anifiestan que dejairán de pagar el im p u es­
to, su jetán d o se a que se les su p rim a el servicio de agu a que Q
an tes tenían; y a efecto de este juzgado h a principiado con la

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llave de la señora de Rakovsky, quien se negó ro tu n d am en te a


pagar y se sujetó a lo prim eram ente dicho (La G aceta, 1908).

Para el año de 1919 la tu b ería que proveía el ag u a a Tegucigalpa se en ­


co n trab a en lam entable estado, al p un to de seguir tap an d o los agujeros

A
que d erram ab an el agua con tacos de m ad era de cedro, con esto tam bién
se fue desm ejorando lentam ente la fuerza m otriz que se obtenía de la
caída del agua desde el picacho a La Leona, ya que la tu rb in a in stalad a

R
en La Leona no producía el rendim iento norm al de fuerza, debido a los
m uchos derram es de ag ua que producían los tu b o s desde J u tia p a que

C
eran c a u san tes de interrupciones en la energía. Por lo cual se optó por
la antieconóm ica m edida de generar energía m ediante com bustible. “Tan­
to el gobierno como la municipalidad carecían de presupuesto, no podían
T-
efectuar un cambio completo de toda la tubería de agua que costaría alre­
dedor de $ 500,000.0Cr (Rivas, 1945).

El 1 de enero de 1921, se vencía el térm ino de la concesión otorgada a


EG

la em p resa m inera New York & H onduras Rosario M ining C om pany, que coin­
cidiendo con la ag u d a crisis del agua, la ex p resad a com p añía p resen tó el 17 de
Abril de 1920, u n a solicitud de prórroga por su concesión, ofreciendo en tre o tras
obras, en ju s ta com pensación a dicha prorroga y a lg u n as am pliaciones que p e­
día:
I-D

...La su m a de $115,000.00 oro am ericano, o sea $230,000.00


plata, que pondría a la orden del Gobierno, ta n pronto como el
Gobierno diera su aprobación al acuerdo del ejecutivo, p a ra la
com pra de la tu b ería y accesorios necesarios, d estin ad o s al s e r­
vicio del ag u a entre el trayecto com prendido en tre la p re sa de
D

J u tia p a y Tegucigalpa (La G aceta, 1920).


U

E sta solicitud fue ap ro b ad a en acuerdo del 17 de abril; pero p o ste­


riorm ente la com pañía elevó a $125,000 oro am ericano, o sea $250,000
plata, p a ra los trab ajo s de agua. (Rivas, 1945).

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En el artículo 5° del decreto legislativo N° 7 del 27 de abril de 1920, reza


lo siguiente:

La New York an d H o n d u ras Rosario Mining Com pany, como


u n a ju s ta com pensación al apoyo que recibe del G obierno, se
obliga a c o n stru ir la cañ ería que su rte de ag u a a la capital,
con to d as su s obras de m aim postería y dem ás anexidades, h a s ­
ta en treg ar la o b ra en condiciones ap ro p iad as p a ra p re sta r u n

A
servicio eñciente de ag u a en Tegucigalpa y C om ayagüela, con
doble capacidad al que a h o ra existe, y proporcionar la fu e r­

R
za m otriz n ecesaria p a ra luz eléctrica... (Memoria de fom ento,
1924-1925).

C
El 20 de septiem bre de 1920 se reglam entan las obligaciones a las
T-
que se com prom etía La Rosario. E ntre las m ás im p o rtan tes se d estacan
las siguientes:

• Llevar a la q u eb ra d a del río Ju tia p a , toda el ag u a de la q u eb rad a de la


EG

Tigra.

• C o n stru ir u n a p re sa de concreto en el río Ju tia p a .

• Colocar u n a cañ ería de lám ina de acero en espiral, de doble capacidad


I-D

a la que existía, en tre el río J u tia p a y los estan q u es de El Picacho.

• Colocar p a ra la distribución del ag u a en Tegucigalpa, u n tubo de 8


pulgadas de diám etro, h a s ta u n p u n to que se ñjó en el plano, del cual se
d esp ren d erían dos ram ales de 4 pulgadas de diám etro y u no de 5.
D

• P ara el abastecim iento del ag u a en Com ayagüela, colocar u n tubo inde­


pendiente, de 6 p u lg ad as de diám etro, desde las Pilas de La Leona h a s ta
U

el p u en te Mallol, y de este lugar, otro tubo de 4 pulgadas h a s ta el cuartel


de veteranos, p asan d o por la 4^ avenida.

• La com pañía h a rá todas las conexiones necesarias p a ra el actu al servi­


cio público de agua, de tal m an era que este no su fra interrupción, salvo,
n atu ralm en te la que ocasione el trabajo de tales conexiones. Q

• A efecto de no h acer excavaciones que p u ed an perjudicar el parq ue de


La Leona, la com pañía podrá aprovechar los tu b o s existentes, h a s ta su

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salida por el m uro su r de dicho parque; pero en tal caso se com prom e­
te a dejar a la orden del Gobierno, la cantidad suficiente de tub o s p ara
que este p u ed a hacer después la instalación y conexión por el lugar m ás
conveniente.

• E stando en perfecto buen estado la tu b ería de alta presión entre los


tan q u es de El Picacho y la p lan ta eléctrica de La Leona, la com pañía no
está obligada a cam biar dicha tubería, ni a in stalar o tra en otro trayecto.

A
• La obligación que tiene la com pañía de su m in istra r la fuerza motriz
p a ra la luz eléctrica, se considera cum plida con la conducción del agua,

R
h a sta las tu rb in a s de la p lan ta de La Leona, en la form a ya estip u lad a en
los artículos anteriores.

C
• Es entendido que va a g arantizar la com pañía la obra por el térm ino de
veinte años, se refiere a la duración del m aterial, siem pre que el Gobierno
T-
le dedique el cuidado que requieren tales obras, el sostenim iento de la
cañería y su s anexidades^quedará a cargo del Gobierno.

• Los planos de la p resa de Ju tia p a , los de conducción de aquel lugar


EG

h a s ta El Picacho y los de distribución de am b as ciudades, form arán p a r ­


te de este contrato que deberá acatarse por am b as partes. Al efecto estos
planos serán firm ados en duplicado por el secretario de E stado en los
despachos de Fom ento, O bras Públicas y A gricultura, y por el gerente de
la com pañía, Adam. R. Gordon.
I-D

• El despacho y la im portación al país de la tu b e ría y de todos los m ate­


riales que se em plearán en e sta obra, e sta rá n libres de derechos c o n su ­
lares y de todo im puesto fiscal y m unicipal, por tra ta rse de u n a obra de
utilidad pública (La G aceta, 1920).
D

La New York & H onduras Rosario Mining Com pany, comenzó los
trabajos d esp u és de septiem bre de 1920, y en 1921 ya h ab ía concluido
U

con la colocación de la nueva tu b e ría que va desde la p re sa de J u tia p a


h a s ta las pilas de El Picacho, p a ra 1922 h ab ía colocado tu b o s en Tegu-
cigalpa y Com ayagüela. Pero el Gobierno le restó atención e im portancia
al tubo de alta presión que h ab ía en tre El Picacho y La Leona (como se
evidencia en el octavo p u n to arrib a escrito). Q uiere decir que el Gobierno
exoneró a la Compaiñía de dicho com prom iso.

En la m em oria de fom ento correspondiente a los años de 1923-

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1924 se m u e stra el m alestar de dejar a u n lado ese p u n to esencial de no


cam biar la tu b e ría de alta presión en tre El Picacho y La Leona, que era
de vital im p o rtan cia p a ra a u m e n ta r la generación de fuerza m otriz p a ra
la energía eléctrica:

En el acuerdo del 20 de septiem bre de 1920 se estip u la en u n a


de su s p artes que la com pañía no tiene la obligación de cam ­
b iar la tu b e ría de a lta presión que hay entre los estan q u es de

A
El Picacho y la p la n ta eléctrica de La Leona por en co n trarse en
perfecto estado. Como este acuerdo co n traría el decreto legisla­
tivo N° 7, de 17 de abril de 1920, el Congreso lo im probó en su

R
decreto num ero 112 de 8 de abril de 1923, fu n d án d o se en que
sin el cam bio de la tu b ería indicada no se llena la condición de

C
d a r u n servicio satisfactorio. No o b stan te este últim o decreto, el
poder ejecutivo, en acuerdo de 7 de diciem bre de 1923, declaró
recibida la obra en referencia, por considerarla co n stru id a de
T-
conform idad por lo p receptuado en el decreto núm ero 7; pero
sin efectuarse el cam bio de aquella tubería. De m an era que se
contrarío por seg u n d a vez u n decreto del Congreso Nacional
(Memoria de fom ento, 1923-1924).
EG

Más adelante aparece el reclam o del m ism o m inisterio de Fom en­


to de dejar casi in co n clu sa la obra de la que se hizo cargo La Rosario
Mining C° y a la que le exige cum pla: “Por esta razón el poder ejecutivo,
por medio del ministerio de fom ento, dirigió un oficio a la compañía del Ro­
I-D

sario con fech a 26 de m ayo de 1924, haciéndole ver que no ha cumplido lo


prescripto por el primero de los decretos aludidos en cuanto a las mejoras
de agua y luz de esta capital” (Memoria de fomento, 1923-1924).

Y d esp u és de otro oficio del m inisterio, fechado el 18 de ju n io la


D

C om pañía h a propuso que: “...en compensación de la obra que se le exige


y por la construcción de la p resa de La Tigra y los trabajos de colocación
de 17.377.77 p ies de tubo en las calles de Tegucigalpa y Camay agüela,
U

que el gobierno le entregue en propiedad el tubo que actualm ente existe


entre el picacho y La Leona y a d em á s el pago en derechos de introducción
de la cantidad de $ 20.000.00 p la ta ” (Memoria de fomento, 1923-1924).

Adem ás de no in stalar el tubo de alta presión, la C om pañía no o


unió o m ejor dicho, no colocó las cañerías entre las rep resas de Ju tia - co
pa y La Tigra, “por lo que no producía el m áxim um de fu erza eléctrica el

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tubo de presión y la red distribuidora de am bas ciu d a d es”^ (Memoria de


fomento, 1924-1925) y por esto el m alestar. Es h a s ta el gobierno del Dr.
Miguel Paz B arahona en 1925 que se le da los trám ites legales y estudios
necesarios p ara darle continuidad y finalización a la obra que h ab ía de­
jado inconclusa La Rosario, exigiéndole cum plir con las obligaciones del
com prom iso adquirido en 1920. Y es el 9 de septiem bre de 1925 que el
Ministerio de Fomento llega a u n acuerdo con La New York & H onduras
Rosario Mining Company, que m ediante acuerdo N° 447 se obliga a La
Rosario a cum plir a cabalidad.

A
En este nuevo acuerdo, la C om pañía se com prom etió a u n ir m e­

R
diante cañería la q u eb rad a de la Tigra con el rio Ju tia p a : “Za expresada
cañería deberá colocarse en la p resa que la compañía tiene construida en
la quebrada de La Tigra, en conexión con la otra p resa que construyó en

C
J u íia p a ..." (Memoria de fomento, 1924-1925), pero m ás tard e se dieron
cu en ta que las aguas que tra n sp o rta b a la q u eb rad a de La Tigra no eran
del todo potables, ni la fuente de la q u eb rad a ten ía la capacidad nece­
T-
saria, por lo que se optó por u n ir las ag u as del rio San J u a n con las de
Ju tia p a , p a ra esto se tuvo que reform ar el contrato.
La com pañía en cum plim iento con lo acordado, colocó por su-
EG

cuenta: “un tubo de presión entre los tanques de El Picacho y las turbinas
de La Leona, de diámetro y longitud necesarios para obtener de dichas
turbinas el máximo de fu erza hidráulica para luz eléctrica, que desarrollen
las aguas de Jutiapa y Tigra J u n ta s..." (Así reza tex tu al el convenio del 9
de diciem bre de 1925, pero al final la fuerza h id ráu lica se tuvo que de­
sarro llar con las aguas de J u tia p a y el rio San J u a n , por las c a u sa s ya
I-D

m encionadas).

La Rosario quedó com prom etida en “colocar toda la cañería que fo r­


ma la red de distribución de las ciudades de Tegucigalpa y Camay agüela,
con todas las obras de m am posterías y d em ás a n exid a d es... E s entendido
D

y convenido que esta cañería es para aum entar la ya existente p u e sta por
la Compañía (en 1921), la cual en am bas ciudades es de 18.378 p ies de
U

longitud” (Memoria de fomento, 1924-1925).

La C om pañía se com prom etió adem ás, en re p a ra r los desperfectos


de los tan q u es de La Leona y de El picacho. “Siendo entendido y conve­
nido por La Rosario garantizar por veinte años, de conformidad con su
concesión, la duración de la tubería” (Memoria de fom ento, 1924-1925).
Es en este m om ento que se efectúan los trab ajo s form ales y definitivos
sobre el ag u a potable de Tegucigalpa y Com ayagüela, así como tam bién

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de la energía eléctrica de e sta s ciudades, quedando e sta vez a cabalidad


con lo co n sen su ad o en el artículo 5° del decreto N° 7 de 27 de abril de
1920, llevando a su finalización La New York & H o n d u ras Rosario Mining
C om pany to d as las o b ras aco rd ad as con el Gobierno.

Rosario M ining C om pany en La Política y Econom ía H o n d u reñ a


La relación política en tre la C om pañía y E stado fue m uy notable en to ­
dos los añ o s que La Rosario Mining C om pany explotó el m ineral de San

A
Ju a n c ito , desde la p rim era concesión realizada el 30 de diciem bre de
1880, la m inería volvía a ser atractiv a como in d u stria en Tegucigalpa y
alrededores, espacialm ente en San Ju a n c ito donde se en co n trab an los

R
m etales preciosos. U na m uy in te resa n te sín tesis de e sta s concesiones la
expresa el extenedor de libros de La Rosario Mining C om pany don Ju lio
Lozano Díaiz:
C
P rin c ip ia el E s ta d o p o r c o n c e d e r el d o m in io d e u n a
T-
z o n a m in e r a m e d ia n te el p ag o d e u n p e q u e ñ o im p u e s ­
to a n u a l; lu eg o , o to rg a al in te re s a d o , u n a c o n c e s ió n
p o r u n d e te r m in a d o n ú m e r o de a ñ o s , ex im ié n d o lo del
EG

p a g o d e to d o im p u e s to e s ta b le c id o y p o r e s ta b le c e r
s o b re s u c a p ita l, s o b re s u s r e n ta s , y s o b re to d a s s u s
p ro p ie d a d e s . Le otorga además el privilegio de importar al país,
libre de todo gravamen sus maquinarias y materiales necesarios
para el funcionamiento de su empresa, y le concede la franquicia de
I-D

extraer y exportar, libre también de todo impuesto, los productos


de sus minas. En esta forma favorece el Estado al capital que llega
a Honduras a dedicarse a la industria minera (Lozano Diaz, 1971).
D

E sta era la form a como La Rosario Mining Com pany aprovechaba toda
la riqueza de H onduras sin dejar n a d a m ás que el empleo a miles de
obreros, que se dirigían a San Ju a n c ito desde todos los p u n to s del país,
U

especialm ente desde el su r y la recién n o m b rad a capital, Tegucigalpa.


Donde ya e sta b a establecido el poder ejecutivo.

El presid en te Soto, estando en el poder expresaba su protección


a e sta in d u stria en su m ensaje an u a l ante el congreso, en 1883: “la in­
dustria minera reclamaba una considerable atención del estado y de él” •C
o
(Finney V, 1973). E ste era También el discurso de los m edios de comunica­ (/)
ción de la época, apoyando al presidente, como lo dice el periódico La Paz:

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""Honduras no necesita m ás para llegar a la cumbre de su prosperidad


que ser conocida, por eso em presas serias como la del Rosario tienen que
ejercer influencia decisiva en nuestro porvenir” (N uestra Riqueza Minera,
1881).

El presidente Soto deja el cargo en 1883, d esp u és de h ab er rea­


lizados m uchos cam bios en el país, entre los cuales d estaca u n a nueva
ciudad al frente de adm inistración gubernam ental, es por eso que en los
siguientes gobiernos, Tegucigalpa sería el p u n to principal en la tom a de

A
decisiones en cuanto al desarrollo de e sta in d u stria m inera.

Debido a lo anterior, el gobierno siguiente, el del general Luis Bo-

R
grán se encargaría de term in ar todo lo establecido por Soto, entre estas
decisiones, seguir concediéndole los privilegios a La Rosario Mining Com-

C
pany, y es en este período de gobierno donde esta com pañía alcanzó la
m ayor atención estatal, tam bién se encargó de seguir con grandes pro­
yectos como la carretera que conectaba el puerto de S an Lorenzo con la
T-
capital, y así darle u n a a p e rtu ra com ercial a H onduras en el comercio
internacional, ya que u n a carretera facilitaba el trán sito de las m ercade­
rías im portadas y exportadas en H onduras.
EG

Tam bién, d u ra n te el gobierno de Bográn, se realizó la c o n stru c ­


ción de u n cam ino p a ra el trán sito de carretas tira d a s por m uías, desde
Tegucigalpa h a s ta San Juaincito (al que llamó en El D istrito Minero de
San Juancito), este nom bre le d ab a u n carácter de independencia a San
I-D

Ju a n c ito , por los conflictos que frecuentem ente se d a b a n entre la Com­


p añ ía y la m unicipalidad de C a n ta rra n a s, ya fuese por im puestos m u n i­
cipales o concesión de tierras ejidales a favor de la Rosario, igual sucedía
con los h a b itan tes originales de la aldea de S an Ju a n c ito .
D

La dinám ica de la política entre G obierno-C om pañía, casi siem ­


pre fue la m ism a en los años en que Bográn estuvo en el poder, u n o de
los aspectos que se destacó fue la pelea co n stan te por m an ten er a San
U

Ju a n c ito dentro de las m unicipalidades de S an J u a n de Flores, Valle de


Angeles o Tegucigalpa. Las m unicipalidades cercan as a S an Ju a n c ito ,
eran las que sufrían el m ayor daño am biental, la deforestación y despojo
de su s tierras, razón por la que no convenía que tuvieran los derechos
políticos sobre el m ineral.

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Es así como la relación política de la C apital con La Rosario Mi­


ning C om pany se vuelve directa, y esto seria lo único que im pediría m u ­
ch as cosas a la C om pañía que ten d ría gran d es problem as p a ra negociar
con e sta alcaldía y por eso siem pre se dirigía al G obierno C entral.

Los pequeños beneficios que Tegucigalpa recibió fueron los pocos


im puestos a n u a le s y el u so de la com pañía p a ra la im portación de p etró ­
leo p a ra el alu m b rad o de Tegucigalpa en los últim os años del siglo XIX y

A
claro u n a expansión comerciad por la can tid ad de p erso n as que ten d rían
que p a s a r obligadam ente por Tegucigalpa p a ra llegar a distrito m inero de

R
San Ju a n c ito .

M ientras tan to , La Rosario Mining C om pany por medio de su s u ­

C
p erin ten d en te W ashington Valentino se en carg ab a de realizar fiestas en
Tegucigalpa reu n ien d o a todos los de la a lta sociedad y así reiterándoles
T-
el apoyo a la capital y claro m anteniendo su b u e n a relación con las p e r­
so n as que podían infiuir en las decisiones del país.
EG

El día 8 de noviem bre de 1887, Louis Valentino y su esp o sa la


g u atem alteca concepción M atheu de Valentino se tra sla d a ro n
a Tegucigadpa y dieron u n a espléndida fiesta que atrajo a la
crem a y n a ta de la sociedad Tegucigalpense. D espués de la
cen a los niños Valentino c a n ta ro n en francés, inglés, alem án
y español p a ra los h u ésp ed es, acom pañados al piano por su
I-D

m adre. La velada term inó d esp u és de u n a ro n d a de brindis


cdabando los éxitos etern o s de la com pañía The New York and
H o n d u ras Rosario Mining Com pany. Y su im portancia p a ra
H o n d u ras” (Finney V., 1973).
D

Los capitalinos y extranjeros visitaban San Ju a n cito , y venían por


U

invitaciones especiales en ocasiones festivas, p a ra asistir a los bailes


que eran organizados por La Rosario. O casiones como la de 1918, en la
que se dio en la localidad u n a recepción y fiesta bailable por p arte de la
C om pañía Rosario en honor al señor encargado de negocios de E stados
Unidos y su esposa, en los salones de La Legación Am ericana; m om ento Q
en la cual como es lógico se reu n ía la m ás alta sociedad de San Ju an cito . O
co
5

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O tra de las oportunidades especiales en que se d ab a este tipo de


reuniones era la celebración de la independencia de los E stados Unidos
de América, fecha p a ra la cual tam bién eran ofrecidas fiestas bailables,
a las cuales asistían gran parte de las señoritas m ás distinguidas de Te-
gucigalpa.

Dichas fiestas, en ocasiones co n tab an con el deleite m usical de la


b an d a traíd a desde C an tarran as (Telegrafía nacional. A.N.H., 1885) “Don

A
W ashington Valentino sabía ag asajar regio al Presidente de la República
y a la sociedad capitalina. Y en San Ju a n c ito se ofrecían barbacoas, b a n ­
da m arcial en quiosco, pirotecnias y al final ilum inación eléctrica (Gran

R
innovación). A los hijos de los altos dignatarios h o n d u reñ o s. Valenti­
no les ausp iciab a viajes de entretenim iento a New York” (Carias, 2007).
Además de las atenciones b rin d ad as a los invitados, estos tam bién eran
C
obsequiados con paseos a las m inas (El C ronista, 1914).
T-
E ra evidente que en el desarrollo de e sta s grandes fiestas, -que n a ­
die se quería perder- las conversaciones sobre política eran las que m ás
sobresalían, ya que llegaban todas las fam ilias incluidas en los puestos
altos del gobierno, y obviam ente estas fiestas d ab a n m ucho resu ltad o a
EG

los propósitos de La Rosario Mining Com pany, ya que la Rosario no tenia


aceptación de la clase baja, m ucho m enos de su s m ineros explotados y
dem ás población, ten ía que h acer de e sta form a, ganándose a los que
tom aban decisiones o podían c a u sa r verdaderos problem as.
I-D

Es m uy notoria la m olestia en la población Tegucigaipense, en


cu an to a la introm isión de Valentine en la política nacional, y este fue el
inicio de m u ch as am enazas h ech as a Valentine.

No se ah o n d a m ás en estos dos gobiernos de Soto y Bográn, ya que la


D

infiuencia en las decisiones políticas del paiís, re d u n d a ro n entre estos


años en la prim era década de la llegada de la Rosario Mining Com pany,
y que a p artir del siglo XX los in tereses políticos tom an otro norte, o
U

sea las concesiones b a n a n e ra s, y con esto, no significa que La Rosario


dejó de in teresarse, por contrarío, estos fueron su s m ejores años en la
producción.

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Empleo

F recu entem en te se e n c u e n tra en la bibliografía acerca de este


tem a, que el único beneficio que La New York an d H o n d u ras Rosario Mi­
ning C om pany brindó al país, fue el trabajo a m iles de fam ilias h o n d u re-
ñ as, cam biando cu ltu ralm en te la form a de trabajo que se establecía d es­
de la colonia, de u n trab ajo en m enor escala a la explotación in d u strial

A
a gran escala, n u n c a a n te s en H o n d uras se habíain concentrado tan to s
obreros en u n solo lugar con u n horario y alta rem u n eració n estableci­
da. La escasez de m ano de obra, sería el principal factor que p re se n ta ría

R
m ayores dificultades p a ra la explotación in d u stria l de la m inería a La
Rosario Mining Com pany.

C
P ara 1880 la población H o n d u reña era alrededor de 300,000.
T-
h a b ita n te s distribuidos m ayorm ente en la región cen tro -su r
del país, o tra p arte en el occidente y la ex ten sa región norte,
con m uy poca población.
EG

U na acción m uy im portante que perm itió que la oferta de m ano


de obra a u m e n ta ra , fue la creación del “Fuero Civil”, el cual
p erm itía a todos los ciu d ad an o s que d u ra n te su labor en la m i­
n ería q u ed ab an exentos del servicio m ilitar” (Finney V, 1973).
I-D

E ste fue u n a gran iniciativa p a ra que la población Tegucigalpense,


se cinimara a tra b a ja r en la m ina de Saín Ju an cito ; y es así como la Com­
p añ ía a tra ía a la can tid ad de obreros que fuese y que q u isieran tra b a ja r
en la gran in d u stria m inera, y como no, si la rem uneración era atractiva
D

p a ra la época. Al inicio de la explotación m inera en la Rosario, los m ine­


ros g an ab an d e $ 2 5 a $ 3 7 centavos por día, los m ineros con u n cargo en
responsabilidad h a s ta $ 1 peso al día. Así al p a sa r el tiem po y a u m e n ta r
U

las g an an cias del Rosario, desde luego por la poca oferta de obreros, di­
cho salario au m en tarían : “el salario diario de $ 37 a $50 ctvs., diario. “A
los superintendentes, ingenieros, mecánicos de $ 5 a $ 15 diario. E stos
salarios eran el doble de los salarios ganados en otras m inas del país. ”
fFinney V, 1973) c
o
co

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El m alestar de la clase explotada hacia la Com pañía, era m uy


grande, p a ra entonces en los medios de com unicación se d ab an a cono­
cer todas estas opiniones de la gente desfavorecida por p arte de La Ro­
sario Mining Compainy. Se incluye, como evidencia de este hecho, este
pequeño y m uy in teresan te aviso publicado por el diano H onduras libre:

Prevenimos al señor agente general, de la New York an d Hon­

A
d u ras Rosario Mining Company, W ashington Valentine, resi­
dente en el pueblo de San Ju an cito , que si no desiste , c u á n ta s
veces fuese necesaria, a la gran R epública u n id a, a la que tanto

R
estim am os por su s leyes altam ente liberales y dem ocráticas, y
por el espíritu em inentem ente progresista, ya que h a s ta hoy

C
aguantarem os a u n súbdito indigno de ella, ruin, m iserable y
judío: que sabem os; h acern o s ju sticia, y que H onduras es m uy
libre e independiente, que no soportarem os, m as a u n gringo
T-
yanke y a u n advenedizo que viene a entrom eterse tam bién en
n u estro s a su n to s políticos, y a d ar leyes como u n rey. Teguci-
gaJpa, 2 de agosto de 1887” (Finney, 1981)
EG

Otros sucesos acera de la m olestia por p arte de los obreros ex­


plotados por la com pañía m inera, registrados en tre las páginas de los
diarios capitalinos, son u n a serie de huelgas acaecidas en S an Ju an cito .
Los prim eros registros sobre este asu n to , se p u ed en en co n trar en el Dia­
I-D

rio de H onduras del 1 de enero de 1900, publicación que dice:


(...) Un grupo grande de m ineros, se declaró en huelga y que
poco a poco fueron adoptando posiciones m uy hostiles, al g ra­
do que la huelga asum ió luego el carácter de sublevación. Los
m ineros sublevados invadieron la co m an d an cia de la com uni­
D

dad, en cuyo interior se en co n trab a refugiado m ister G uierlins,


quien fungía p a ra ese entonces como sú p e r in ten d en te de la
m ina y a quien los m ineros sublevados b u sc a b a n con intencio­
U

nes n a d a pacíñcas según se establece en el diario m encionado.


Al tra ta r de intervenir p a ra poner el orden, u n o de los soldados
resultó herido m ortalm ente. La gravedad de la situación era
tal, que hubo necesidad de solicitar ay u d a a la capital de la re­
pública, m ism a que fue enviada ráp id am en te a la com unidad,
con órdenes enérgicas de im poner el orden a como diera lugar
(Diario H onduras, 1900)

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O tra referencia se e n c u e n tra en El Diario El C ronista del 28 de septiem ­


bre de 1912, en el que se h a b la de u n a huelga de carácter pacífico y cuyo
fin prim ordial es lograir u n au m en to salarial de 0.50 centavos diarios.
Pero al no h a b e r acuerdo alguno, ya que los dirigentes de la com pañía
m inera no q u erían a u m e n ta r el salario, ni los m ineros tra b a ja r por el
salario ya establecido por la com pañía, y en cam bio a los obreros se les
am enazó con la llegada de m ineros salvadoreños p a ra reem plazar a los

A
h u elg u istas (La h uelga de S an Ju a n c ito , 1912).

R
Como to d a la población se h a b ía concentrado en la actividad m i­
n e ra y con esto se produjo el abandono de las tierras, lo que provocó
que la producción de granos y dem ás productos dism inuyera, las aldeas

C
cercan as a S an Ju a n c ito no se d a b a n ab asto p a ra la población que p a ra
1887 era de 3000 h ab itan tes.
T-
Por o tra p arte, Tegucigalpa era la m ás beneficiada, ya que p a ra
ab astecer a S an Ju a n c ito todos los productos que se dirigían a este lugar
debían p a s a r por la recién n o m b rad a capital como los granos básicos,
EG

carne, bebidas, lácteos, etc. Que venían desde m uchos lugares del país,
los que h a b ía n encontrado su desarrollo com ercial vendiendo m ercancía
a La Rosario.

La falta co n stan te de m ano de obra fue siem pre el principal pro­


blem a de La Rosario, la que ten ía que tra e r obreros de otros países de
I-D

C entroam érica como N icaragua y El salvador y los obreros especializados


desde E u ro p a y N orteam érica. Debido a esto. La Rosario m u ch as veces
paró los proyectos carretero s y otros proyectos a favor del E stado y m u ­
nicipalidades, pero n u n c a la producción de oro y plata.
D

P ara el año de 1920, estando La Rosario Mining C om pany en su


máximo apogeo, la can tid ad de obreros em pleados por dicha com pañía
alcanzaba u n aproxim ado de 2,000, distribuidos en las diferentes acti­
U

vidades que realizaban p a ra la explotación de los m inerales, sin contar


la caintidad de p erso n as que tra b a ja b a n en la producción de carbón, sal,
cal, adimentos (granos, carn es, verduras, dulce, etc.) y todo tipo de em ­
pleos indirectos que surgían alrededor de e sta gran in d u stria.
c
'C
o
(/)

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Importación

La com pañía m inera tenia las grandes facilidades que el E stado hon-
dureño le h ab ía brindado por medio de las concesiones y exenciones de
im puestos (esta com pañía estab a libre de im puestos por u n periodo de
20 años), al igual de la estrech a relación que tenía con los E stados Uni­
dos lo que traería p a ra H onduras grandes beneficios en especial en las
im portaciones.

A
La im portación de m ateriales fue el prim er privilegio que recibió

R
La Rosario desde la prim era concesión, introduciendo al país libre de
todo gravam en la m aquinaria y equipo p a ra iniciar su s trabajos en la
m ina; adem ás de toda la m aq u in aria intro d u cid a a cad a m om ento, p a ra
C
la renovación de la tecnología utilizada en la m ina, tam bién ingresaban
grandes cantidades de productos como dinam ita, fulm inantes, candelas,
T-
carburo, cianuro, etc.

En 1915, se anunció la llegada al país de u n a m uy ad elan tad a


m aq u in aria d estin ad a a la conservación y el m antenim iento de la c e r­
EG

veza, así como, de las m ás avanzadas m áq u in as p a ra la fabricación de


hielo, siendo e sta m aq u in aria in tro d u cid a por el puerto de Amapala; lo
que era algo único y novedoso en todo lo largo y ancho de la R epública
(La G aceta, 1889).
I-D

Más tarde, los señores Remigio Díaz y Luis F. Valentino, solicitan


al gobierno de H onduras, los perm isos correspondientes p a ra la in tro ­
ducción de tre in ta y seis cajas neveras, p a ra ase g u ra r la producción y
m antenim iento de hielo dichas cajas fueron pedidas a los E stados Uni­
dos e introducidas por el puerto de A m apala (Fomento, O bras Públicas y
D

A gricultura, La G aceta, 1922).

La relación entre La Rosario Mining C om pany y la m unicipalidad


U

de Tegucigalpa fue m uy estrech a, debido a la obligación de la C om pañía


de pagar u n im puesto an u al, este im puesto era de mil pesos, el cual casi
siem pre se in tercam b iab a por m ateriales necesarios en la jurisdicción
m unicipal y que La Rosario Mining C om pany podía b rin d a r con facilidad.

Un ejemplo de esto se e n c u e n tra en las ac ta s m unicipales de Te­


gucigalpa:

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(...) el 19 de mayo de 1905 el gerente de la com pañía El Ro­


sario Mr. T.H. Weddle, m anifiesta que se e n c u e n tra n en su
bodega de S an Lorenzo a la orden de e sta m unicipalidad 157
cajas de petróleo cuyo valor es el de los mil pesos que a la
ex p resad a com pañía corresponde p ag ar an u alm en te, por los
im p u esto s de S an Ju a n c ito . Y que h ab ía obtenido por p arte

A
del gobierno e sta com pañía, la introducción libre de derecho
de dicho petróleo y que h ab ía otorgado ya a favor de la com ­
p a ñ ía el recibo por los mil pesos y se pide al Sr. alcalde que

R
se h ag a llegar con p ro n titu d (Libro de actas m unicipales de
Tegucigalpa, Ju n io 1905).

C
F recuentem ente la com pañía p agaba el im puesto a n u a l con p e­
T-
tróleo p a ra el alu m b rado público de la Capital, h a s ta que se realizó la
instalación de la luz eléctrica, las can tid ad es de gas que equivalían a los
mil pesos eran las siguientes:
EG

(...)se negoció 200 cajas de petróleo, conteniendo 3 mil galo­


nes, se acordó h acer este pedido por medio de la New York
an d H o n d u ras Rosario Mining Com pany, debiendo ser de la
m ejor calidad con tal que no exceda de 13 centavos, el princi­
pal de cad a galón, en latas de a cinco galones cad a u n a , y en
cajas de tres latas cad a u n a bien em pacada con aserrín o en
I-D

caja de m adera; facultando al secretario p a ra que dirija u n a


copia au to rizad a de la p resen te ac ta al rep resen tan te de la
com pañía en S an Ju a n c ito M.W. G uerlings p a ra que le sirva
de resg u ard o ” (Libro de actas municipales de Tegucigalpa, abril de
1895).
D
U

A parte de los mil pesos tam bién la com pañía cobraba la can tid ad
equivalente al tra n sp o rte del gas de San Lorenzo h a s ta Tegucigalpa. E s­
tas can tid ad es de petróleo ad igual que los dem ás m ateriales eran im por­
ta d a s desde E stados Unidos, solo que este gas era directaunente p a ra la
capital que era la ú n ic a que recibía el beneficio de u n a ta s a de im puesto
m unicipal an u al, ya que San Ju a n c ito desde 1885 form aba p arte de la ■c
O
jurisdicción m unicipal de Tegucigalpa.
iS

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La exención de im puestos por parte del Estado en todas las con­cesiones fue el
caso m ás destacado, ya que por este privilegio esta com­
pañía alcanzó un desarrollo de carácter m undial en explotación m inera, es incalculable la
cantidad de ingresos qué el Estado dejó de percibir en cuanto a la exención de im puestos, prim
eram ente en la introducción de m aquinaria y m ateriales durante todos esos años. La libertad
en el cobro
del gravamen sobre la exportación de los m inerales fue aun mayor, la cantidad de oro y plata
sacado del país por la Rosario y dirigido e inverti­do en Estados Unidos, no permitió que H

A
onduras alcanzara el despegue económico que pretendió Soto al darle estas concesiones.

R
Una de las profundas críticas que se realizan, sobre estas aprovechadas concesiones es la
de Julio Lozano Díaz:

C
La New York and H onduras Rosario Mining Company en razón de derechos e im
puestos sobre la im portación de sus m ateriales, durante la vida de sus concesiones. R
T-
esultan tan elevados que sería inconcebible que ella hubiese podido pagarlos tom ando
en cuenta el rendim iento probable de su negocio.
EG

Quien quiera que lea este estudio tendrá que convenir en que se ha cometido u n
gravísimo error al otorgar esas concesiones, sin que el Estado perciba otro beneñcio
que el trabajo, pobrem en­te rem unerado, que esa industria proporciona a los hijos del
país. Parece que ha llegado la hora de que nosotros despertem os (1971).
I-D

Todo lo que Lozano Díaz propuso en este estudio lo logró al ser presiden­te de la
D

República.
U

E stas ganancias que tuvo La Rosario Mining Company no hubie­ran sido tan
cuantiosas, si se le hubiesen aplicado los aranceles ad u a­neros correspondientes. En todos los
años de la explotación del distrito minero de San Juancito, el único obstáculo que encontró La
Rosario fue el cobro de los im puestos m unicipales.

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Es oportuno reco rd ar que dichos im puestos se establecieron con


el traslad o del m ineral de S an Ju a n c ito como aldea de Tegucigalpa (Esto
p a ra e sta r m ás cerca del G obierno C entral y así evitarse problem as con
los m unicipios vecinos), y es h a s ta *"1887que la Rosario Mining Com pany
obtuvo del p resid en te Bográn, la supresión de im puestos a San Juancito
por el pago de 500 p e so s anuales para Tegucigalpa y la construcción de
escuelas (varones y niñas) y edificios públicos en San Juancito. A partir

A
de 1893 la compañía renovó el contrato para 4 años m ás, pero incrementó
su pago a 1,000 p e so s anuales y se le ordenó term inar la construcción del
mercado'' (Finney V., 1973).

R
A la m unicipalidad de Tegucigalpa le tra ía m ayor beneficio estas

C
c o n tra ta s por cinco años, ya que de e sta form a la com pañía q u ed ab a
en la obligación de cum plir con todos los acuerdos de la co n trata, y así,
al ten er u n a can tid ad de im puesto a n u a l y la colaboración en las obras
T-
públicas por p arte de La Rosario Mining Com pany, se evitaba el cobro
de m uchos im p u esto s de p eq u eñ as can tid ad es establecidos en el plan de
arbitrios de la m unicipalidad.
EG

A unque La Rosario ten ía m uchos privilegios, tam bién hubieron


alg u n as excepciones donde el cobro de im puestos a e sta com pañía era
riguroso y bien establecido, ya que no se acep tab a las peticiones del s u ­
p erin ten d en te de La Rosario Mining Com pany, tal es el siguiente caso en
la m unicipalidad de Tegucigalpa:
I-D

(...)el rep re se n ta n te de la com pañía El Rosario se h ab ía diri­


gido al Sr. alcalde m anifestándole que creía im procedente el
cobro que se hace en concepto de piso y peaje por las carretas
que se in tro d u zcan a e sta ciudad conduciendo carga p erten e­
D

ciendo a dicha com pañía, y que elevada tal m anifestación al


conocim iento a la corporación, con el objeto de que se d ictara
la resolución que corresponda, tom ando en consideración la
U

circu n sta n cia de que entre las exenciones establecidas a favor


de la com pañía no debe estim arse com prendida la relativa al
pago de tales im puestos se acordó: declarar que se continúen
cobrando estos im puestos con forme al plan de arbitrios vigen­
te ” (Libro de actas m unicipales de Tegucigalpa, Agosto 1905). c
'C
o
co

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E sta es u n a de las excepciones en que La Rosario Mining C om pany no


se salió con lo que deseaba, debido a que los favores que se h acían a la
Rosario venían directam ente del ejecutivo, y siem pre su relación con la
m unicipalidad fue a m edias, en cu an to este favor denegado a La Rosario,
se le dio u n alto a la poderosa com pañía, ya que u n plan de arbitrios es
m ás difícil de derogar.

La Rosario Mining Company y su Papel en el Desarrollo de las

A
Com unicaciones hacia Tegucigalpa

La Rosario infíuyó en el desarrollo y m odernización a través de la

R
introducción de nuevas tecnologías, que directa o indirectam ente benefi­
ciaron a Tegucigalpa, al prom over la a p e rtu ra de nuevas vías de com uni­

C
cación, como cam inos, carreteras, las telecom unicaciones y nuevos s e r­
vicios im plantados en la capital (como p u n to obligado p a ra La Rosario).
Las tecnologías introducidas por la com pañía a p artir de 1880, fueron los
T-
equipos, h erram ien tas y las m aq u in arias especializadas p a ra trabajos
m ineros, los cuales contribuyeron p a ra el desarrollo de las com unicacio­
nes m encionadas.
EG

Vías de Com unicación

Soto en su gobierno, nom bró dos com isiones. U na e sta b a establecida en


e sta capital, y la otra en el puerto de A m apala, “Soto consideraba: que la
apertura de buenas vías de comunicación es en el p a ís la necesidad m ás
I-D

urgente, de cuya satisfacción depende en gran m anera la suerte próspera


de la agricultura, industria y comercio de la República” (La G aceta, 1881).

P ara el gobierno de Soto era de su m a im portancia el desarrollo de


D

Tegucigalpa (debido al traslado y expansión de la ciudad), p a ra lo cual


promovió la creación de los cam inos y c a rre te ra s con el fin de a tra e r h a ­
cia Tegucigalpa todo tipo de productos y comercio.
U

El Comercio

La actividad com ercial que se desarrolló en Tegucigalpa y San


Ju a n c ito a p a rtir de la llegada de la Rosario Mining C om pany fue m uy
desplegada, ya que desde su s prim eros días dicha com pañía tuvo que
im portar al país gran can tid ad de m aq u in aria y equipo traído desde los
E stados Unidos.

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Todos los m ateriales necesarios p a ra explotar las m in as en San


Ju a n c ito , llegabain al p u erto de Amapada, el m ás im p o rtan te de H ondu­
ra s en el siglo XIX, luego p a sa b a n h acia S an Lorenzo y desde allí eran
cargados y llevados por u n a gran can tid ad de m u ías, lo que era llam ado
el tren de m u ías, que atrav esan d o Tegucigalpa se dirigía a su destino
final, el distrito m inero de S an Ju a n c ito . H asta 1880 se desarrolla en
H o n d u ras u n a r u ta com ercial intensiva en el interior del territorio desde
el s u r al centro y viceversa.

A
E stos factores dieron paso a u n m ercado com ercial m uy grande,
ya que las necesidades por p arte de la población se a g ra n d a b a n cad a día

R
m ás, y la m oneda en circulación a u m e n ta b a , debido al pago de salarios
a los obreros em pleados por p arte de la com pañía. El trabajo en la m ina

C
no p erm itía que se d esarro llara o tra actividad, debido a eso los com er­
ciantes se sintieron atraíd o s por el m ineral de S an Ju a n c ito donde se
podía vender todo lo necesario p a ra la su b sisten c ia y satisfacción de toda
T-
la población.

P ara 1887 en Tegucigalpa, los resid en tes extranjeros pedían p a ra


ésta, varios ru b ro s necesarios como:
EG

U na lavandería de p rim era clase, carp in tero s de gabinetes, za­


patero s, albañiles picapedreros, p an ad erías y fábricas de d u l­
ces, fábricas de jab ó n , tenerías, cuidadores de hotel con expe­
I-D

riencia, fotógrafos, fábricas de vino, som brererías, com pañías


p a ra su p lir de ag u a y luz eléctrica y a b u n d a n te s em presarios
cap italistas (La Nación, 1887).
D

Sum ado a e sta s peticiones de la población en el diario Oficial La


G aceta núm ero 450 del 10 de diciem bre de 1888, se publica el decreto
m ediante el cuad el gobierno de la R epública decide otorgar de u n a vez
U

y p a ra siem pre a la m unicipalidad de Tegucigalpa las instalaciones del


m ercado que recién se h ab ía construido en la plaza Los Dolores. Así
m ism o, se acordó que d u ra n te 5 años a p artir del 1 de enero de 1889, no
debía cobrarse “n in g ú n ” tipo de im puesto a las p erso n as que decidieran
vender allí cualquier tipo de m ercancía.
a
o
CO

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A San Ju a n cito llegaron la m ayoría de com erciantes que ten ían grandes
tiendas en Yuscsirán, Tegucigalpa y A m apala

A principios del siglo XX llegaron a San Ju a n cito , las tiendas


de Enrique D rechsel con m ercadería im portada desde E sta ­
dos Unidos y E uropa (Hamburgo, Brem en, Londres) adem ás
las tiendas de Francisco Siercke, Ricardo Streber, Daniel F or­
tín, Q uinchón León y Cía, Pedro Díaz Soto, Jo a q u ín Pon y Cía,
Vicente León, Ana V. de Streber, J u a n S trad tm an , Antonio

A
Ch.W aiss y Cía. Todos ubicaron su s tiendas en el cam po m ine­
ro de San Ju an cito .

R
Tam bién la com pañía m inera ten ía su propia tien d a y en u n
inventarío de 1914 se podría encontrar; variedad de zapatos,

C
tiendas de acam par, colchas, jabones, azúcar, cañ as de pescar,
collares, objetos plásticos, ropa, overoles, h arin a, cerveza y m e­
dicinas, etc. (Finney V, 1973).
T-
E sta cantidad de casas com erciales establecidas en S an Ju a n c ito
EG

da u n a idea de la c u a n tía de población co n cen trad a en e sta zona m inera,


todas ellas propiedad de hom bres de negocios en su m ayoría de n acio n a­
lidad extranjera, destacándose m ás los de origen alem án, ya que ten ían
tien das en casi todas las ciudades im p o rtan tes del país.
I-D

En el m ineral de San Ju a n c ito se podía en c o n trar de todo tipo de


artículos novedosos de la época, bebidas finas, ro p a de m oda y dem ás
lujos u sa d o s en E u ro p a y USA. Así tam bién todo tipo de artículos p a ra
cu b rir necesidades básicas de toda la población.
D

E ntre las actividades com erciales, sociales y de entretenim iento,


llevadas a cabo en Tegucigalpa, se puede m encionar la p ro p u e sta por el
señor Emilio Bien, publicada en u n o de los diarios de e sta Capital; se
U

propuso la fundación de u n centro de solaz y casino que se denom inaría


“La A m istad”, dicho señor presentó los e sta tu to s de fundación al go­
bierno de la R epública en 1888, la sociedad cap italin a por medio de los
diarios le d eseab a al señor Bien resu ltad o s positivos en su proyecto (La
Nación, 1888).

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Adem ás del casino p ro p u esto por el señor Bien, el cine fue u n o


de los ru b ro s lucrativos en la época; la em p resa Clamer, que vendió su
ap arato de reproducción fílmica a los señores Colem an y H ernández p a ra
1913, h acía su s proyecciones en el teatro Excélsior en S an Ju a n c ito , y
por e sta s co b rab a por e n tra d a la can tid ad de 0.60 centavos por 2 h o ras
de en tretenim iento (El C ronista, 1913).

U na m edida m uy im p o rtan te to m ad a por La Rosario Mining Com­

A
pany en el año de 1916 fue el cam bio de m oneda de p lata a su equivalen­
cia en billetes, como se ex p resa a continuación:

R
La Rosario Mining Compainy hace u n m es que h a su stitu id o
casi por com pleto la p la ta por m oneda de papel, ta n ta s diñcul-

C
tad es que ocasiona este cam bio, principalm ente los sáb ad o s y
dom ingos, en las tien d as se agota la p lata de tal m a n e ra que a
veces no p u ed en cam biarse cinco pesos (El Heraldo. S em an a­
T-
rio Independiente, 1916).

Todas e sta s m edidas to m ad as por La Rosario Mining C om pany


EG

d an u n a idea del im p o rtan te intercam bio com ercial que existía, el cam ­
bio de m oneda de p la ta a billetes, y que la m oneda circulante se agotara
los ñnes de sem an a, era por u n a au m en to considerable de la actividad
com ercial que se acrecen tab a los ñnes de sem an a con la salida de los
obreros trab ajan d o en el m ineral.
I-D

Camino-Carretera entre Tegucigalpa y San Juancito

La Rosario, Se propuso co n stru ir por c u e n ta propia el cam ino que


conduce de Tegucigalpa al m ineral de San Ju a n c ito en 1886. “La com ­
D

p añ ía m inera ten ía el interés desde ya h acía algún tiem po, en ab rir u n


cam ino que partiendo de e sta capital, conduzca por el Hatillo y la m on­
ta ñ a de J u tia p a , h a s ta S an J u a n de Flores y San Ju a n c ito ” (La G aceta,
U

1886).

La extensión de la obra se consideraba entre siete y ocho leguas


de longitud aproxim adam ente, y debía ten er dos varas de ancho. De este
cam ino enunciado ya e sta b a co n stru id a u n a p arte de cu atro leguas p a r ­ Q
tiendo desde San Ju a n c ito p a ra la capital. O
co

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En u n comienzo el cam ino de Tegucigalpa hacia San Ju a n c ito era u n


cam ino de h errad u ra, y por el que tra n sita b a el famoso tren de m uías
que tra n sp o rta b a los m etales, como tam bién el equipo o las piezas de las
diversas m aquinarias que eran traíd as del extranjero y arm ad as en el
m ineral de San Ju an cito .

La a p e rtu ra de esta carretera fue de conveniencia p a ra el Estado,


ya que le in teresab a u n ir los pueblos por medio de cam inos carreteros
p a ra prom over la expansión del comercio y ten er u n a com unicación m ás

A
fluida. Facilitar este tipo de servicio fue clave p a ra el gobierno de Soto,
debido a que casi no existían cam inos-carreteras y estos eran u n a nece­
sidad prioritaria p ara el país. Puesto que p a ra el Gobierno era prioritario

R
tener u n a fluida com unicación por medio de carreteras p a ra ejercer u n
m ayor control sobre las zonas de im portancia económ ica.

C
La C om pañía M inera de La Rosario y o tras com pañías m ineras
de los E stados Unidos, term in aro n y ap o rtaro n costos p a ra
T-
com pletar la carretera del su r en el Gobierno del Presidente
Luis Bográn. En el año de (1887). La c o n trata de este proyecto
carretero estuvo a cargo del Ing. F ran k Im boden. El proyecto
com prendía los trayectos entre La Brea, Tegucigalpa, Yusca-
EG

rán y C om ayagua (Finney V, 1973).

La carretera del su r era u n a co n cu rrid a vía pública, pero p a ra el


año de 1891 se en co n trab a en u n estado in tra n sita b le debido a que ya
h ab ían pasado varios años sin realizarle n in g u n a reparación. "En el in­
I-D

vierno de dicho año no p u d o p resta r ningún servicio pero ni como camino


de herradura, m enos aun para el tránsito de carretas. E sta s p é sim a s con­
diciones de las vías públicas se daban debido a la fa lta de fo n d o s munici­
pales, y por el descuido del gobierno” ( El M unicipio, La C arretera de San
D

Ju an cito , 1891).

A p esar de que el costo de e sta c a rre te ra era m uy alto, adem ás


U

servía p a ra com unicar el m ás rico m ineral del país como lo era La Rosa­
rio, quien era al final la m ás beneficiada y la que m ás utilizaba dicha vía
pública. De acuerdo al libro de ac ta s m unicipales, p a ra el año de 1900
se acordó o rd en ar a los auxiliares de El Hatillo, la p ro n ta reparación del
cam ino que de e sta ciudad conduce h acia el m ineral de S an Ju a n c ito ,
h a s ta la p arte que a ellos co rresp o n d a.“La compañía minera también,
participaba en los trabajos carreteros que realizaba la m unicipalidad de
Tegucigalpa, ya que esta em presa en varias ocasiones facilitaba la dina-

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mita y s u s accesorios para la compostura, y apertura de nuevas vías de


comunicación” (Libro de Actas M unicipales de Tegucigalpa, 1900)

Las solicitudes p a ra el u so de e sta c a rre te ra fueron en aum ento,


d u ra n te las p rim eras décad as del siglo XX, teniendo como u n o de los
acontecim ientos m ás im p o rtan tes, el sucedido en el año de 1905 cuando
se dio la noticia de la llegada del prim er autom óvil a H onduras:

A
El acontecim iento se verificó el domingo 26 de m arzo en Te­
gucigalpa, y fue u n acto al que concurrió casi toda la pobla­
ción de la ciudad. El carro llegó originalm ente a San Lorenzo

R
en el Pacífico del país, y luego fue conducido a la capital por
el em presario de origen suizo Ju lio Villars, quien llevó como

C
invitados especiales al P residente de la República, el G eneral
M anuel Bonilla y a su M inistro de H acienda, el G eneral S a tu r­
nino Medal (Amaya, 2010).
T-
E sta noticia sin d u d a alg u n a fue u n a de las m ás im p o rtan tes en
el pais, ya que esto, re p re se n ta b a u n símbolo de m odernidad que venía
EG

a facilitar las com unicaciones y el comercio. O tra petición p a ra el u so de


la c a rre te ra del su r fue la que realizó La Rosario en el m ism o año: “Para
poner en servicio tres autom óviles para el transporte de la crecida canti­
dad de m ateriales que introduce para su s trabajos de minería, y de los
productos que exporta, por lo que ha dispuesto establecer este servicio de
automóviles entre San Lorenzo, y esta Capital” (La G aceta, 1905).
I-D

Los tres autom óviles, eran tres cam iones m arca Packard, (Elvir
Aceituno, 1996), los cuales fueron los prim eros cam iones de carga que
se introdujeron ai pais; lo que no fue funcional p a ra la com pañía m inera
por las condiciones de la carretera. E sta ca rre te ra debido a su im p o rtan ­
D

cia estuvo en la m ira de la ciudadanía, y no se hicieron esp erar las quejas


por p arte de la población cuando la ca rre te ra se en co n trab a en m al e sta ­
do. La población ad u cía que se le llam aba ca rre te ra por que ya se h ab ían
U

acostum brado a llam arla así, pero en realidad fue solam ente u n sim ple
cam ino de h e rra d u ra en m alas condiciones, debido al poco interés de la
com pañía p a ra realizar su reparación.

a
o
co

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Las condiciones en que se en co n trab a la carretera del su r en el


año de 1911 eran deplorables, tan to así que: “(...)para el transporte de
maquinaria p esa d a para la mina de San Juancito, d esd e la costa del p a ­
cifico requiere dos m eses y medio, a veces siete sem anas, m ientras que
de Tegucigalpa a la mina está a una distancia de 21 m illas.” (Library of
Congress (EUA), 1911).

Uno de los principales problem as fue la falta de m antenim iento


adecuado por parte del E stado debido a la escasez co n stan te de fondos.

A
Para el año de 1914 El Diario El C ronista hacia u n a fuerte crítica hacia
la com pañía m inera p a ra que o rd en ara la reparación de e sta carretera

R
de San Ju a n cito porque e sta vía de com unicación era indispensable y
urgente. “Ya que p a ra el paso de las carretas con cargam entos era difícil,
y debido a los grandes esfuerzos que ten ían que realizar estas nobles

C
bestias les provocaba caer en san g ren tad o s, y a veces h a s ta m u erto s en
la ru ta de esta tierra im placable” (El C ronista, 1914).
T-
Medios de com unicación: telégrafos y teléfonos

La com unicación telegráfica fue utilizada por la com pañía m inera, p a ra


EG

m an ten erse en contacto con Tegucigalpa, el puerto de A m apala y las


d istin tas zonas m ineras que e sta b a n bajo el cargo de La Rosario. El tele­
gram a era el medio m ás efectivo y económico tan to p a ra La Rosario como
p a ra el Estado, y era el medio de com unicación m ás viable an tes que
servicio telefónico.
I-D

D entro de los telegram as revisados en el Archivo Nacional de H on­


d u ras, se encontró como La Rosario m an ten ía inform ado al Gobierno
acerca de los avances de la construcción de la ca rre te ra en tre Tegucigal­
p a y el m ineral; así como p a ra pedir m aquinaria, cargam entos, policías,
D

operarios al E stado y a las m unicipalidades cercanas.


U

El telégrafo fue p a ra la com pañía de vital im po rtan cia en su s p ri­


m eras décadas, significaba su principal medio de com unicación, por lo
cual le convenía tenerlo en b u e n a s condiciones e hizo aportes p a ra la
reconstrucción de la línea telegráfica de e sta capital a S an Ju an cito : “En
septiem bre de 1890 puso a disposición del poder Ejecutivo $ 262.50 p e­
sos p a ra el pago de se te n ta y dos centavos diarios p a ra los operarios que
d u ra n te siete sem an as se ocuparon en la reconstrucción de dicha línea
telegráfica” (La G aceta, 1890).

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En cu an to a teléfonos, en los docum entos estu d iad o s, se destacó


la necesidad de com unicación por p arte de la com pañía m inera, la que
fué llevada en el año de 1903 a W. S. Valentine; trabajo que se realizara
en su totalidad a ex p en sas de la referida com pañía, la cual colocó postes
especiales p a ra la ejecución de dicha obra.

A
R
C
T-
EG
I-D
D
U

Pueblo minero de San Juancito, Francisco Morazán, década de 1930.


(Colección, Familia Kingsbury)

C
'i::
o
'fo
c/)

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Conclusiones

La New York and H onduras Rosairio Mining Com pany jugó u n papel m uy
im portante en los aspectos político y económico del país, tan to así, que
llegó al grado de intervenir en la vida política de la República.

Desde su llegada al país La Rosario se encontró con u n clim a polí­


tico y social favorable p a ra poder invertir directa o indirectam ente en la

A
política nacional, y d u ran te todos su s años explotando el m ineral de San
Ju an cito , m antuvo b u en as relaciones con el Gobierno C entral, especial­
m ente en su s inicios, la am istad con el gobierno de Marco Aurelio Soto

R
y Luis Bográn dejaron a La Rosario Mining C om pany bien posicionada
en el país, con privilegios n u n c a an tes, ni d esp u és vistos en la historia
nacional.
C
La m agnitud de esta com pañía cam bió totalm ente la vida de los
T-
pobladores de San Ju a n c ito y Tegucigalpa, ya que debido a su in sta la ­
ción dio paso a cam bios ^cu ltu rales y sociales a gran escala en n u e s ­
tro país. Un ejemplo de esto es el empleo, n u n c a an tes en H onduras se
concentraron tan to s obreros en u n solo pueblo procedentes de distintos
EG

lugares del país y con u n sueldo y horario establecido, y e sta s fueron de


las prim eras penetraciones de la explotación cap italista en H onduras.

El gran distrito m inero de San Ju a n c ito desarrolló u n a red com er­


cial donde se m ezclaron com erciantes nacionales y extranjeros, vendien­
I-D

do m ercancías n u n c a an tes conocidas en H onduras y cam biando ta m ­


bién los rasgos dem ográficos en la localidad, fortaleciendo la ú n ic a clase
que pudo desarrollarse con la im plantación de e sta in d u stria , la cual fue
la clase com erciante im portadora.
D

La clase cap italista h o n d u re ñ a no se desarrolló en u n inicio ya


que este capital invertido era m eram ente extranjero y las exportaciones
hacia E stados Unidos tam bién eran dirigidas, n a d a se quedó en el país,
U

solo la explotación de la m ano de obra h o n d u re ñ a de poco valor p a ra los


inversionistas norteam ericanos.

La m odernización de la in d u stria m inera, fue la ú n ic a que se re a ­


lizó con e sta com pañía, tam bién se podría llam ar a esto u n a m oderniza­
ción p restad a, ya que al term in a r su explotación e sta com pañía se llevó
todo consigo y a San Ju a n c ito solo le quedó el recuerdo de lo que fue La
New York an d H onduras Mining Com pany.

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La introducción del ag u a h acia Tegucigalpa y C om ayagüela se


debe a u n ingeniero que vino con La Rosario y que fue de los prim eros
su p e rin te n d e n te s que tuvo la m ism a, el Ing. Colé. Él se encargó ju n to
con su com pañero G ibson de llevar a cabo el proyecto.

Si bien es cierto cum plieron con la p arte del acuerdo de in tro d u cir
el ag u a h acia la C apital, pero no dieron n in g u n a g a ra n d a por la obra y
aseg u raro n que la tu b e ría era de m uy b u e n a calidad porque era la m ism a

A
que se utilizab a en los E stad o s Unidos desde hace tre in ta años. De esta
m a n e ra fue que em b au caro n al Gobierno, debido a que la tu b ería a los

R
ocho años de h a b e r sido in sta la d a ya p re se n ta b a problem as de fuga por
la m ala calidad de los tu b o s, esto impidió, m ás adelante el b u en y seguro
funcionam iento de la energía eléctrica porque e sta funcionaba a base de

C
la fuerza m otriz que proporcionaba la caída del ag u a que tra n sp o rta b a
dicho conducto.
T-
Fue h a s ta el año de 1920 que La New York & H onduras Rosario
Mining C om pany intervino de u n a m an era directa al com prom eterse con
el E stado en el cam bio de toda la tu b ería y con esto m ejorar el sistem a de
EG

agua, el cual venía ligado con la energía eléctrica.

La Rosario se ofreció a e sta ta re a p a ra favorecer su s intereses,


debido a que era el últim o año que le q u ed ab a p a ra seguir explotando
los m inerales en San Ju a n c ito que desde hace c u a re n ta años venía lu ­
crando, y con e sta obra, en favor de Tegucigalpa y Com ayagüela, obtenía
I-D

el alargue de la concesión. Pues es de e sta m an era como La Rosario em ­


pieza los trabajo s de cam bio de las cañerías, obra que dejó inconclusa
y es h a s ta 1925, que se le exige el cum plim iento de lo acordado con el
Gobierno.
D

Es ju sto m encionar que es h a s ta 1925 que el Gobierno presiona y


exige a e sta poderosa com pañía m inera, pues todos los gobiernos, desde
la llegada de la com pañía en 1880, ún icam en te h ab ían favorecido a la
U

com pañía al otorgarle privilegios y concesiones, a cambio de poco o nada.


El Gobierno decidió d ar inicio a la a p e rtu ra de la carretera del sur, p a ra
enlazar la C apital con el pacíñco, así favorecer la econom ía y vinculairse
con el exterior. La Rosairio aportó económ icam ente p a ra la ñnalización de
este cam ino carretero. a
o
CO
're

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Finalm ente cabe decir que La Rosario dio u n aporte, en su s ini­


cios, al desarrollo tanto de Tegucigalpa como de San Ju a n cito , pero de
u n a mainera indirecta, debido a que la com pañía m inera solo b u sc a b a su
propio beneficio p ara explotar y exportar de la m ejor mainera los m etales
que extraía de la m o n tañ a de San Ju an cito .

A
R
C
T-
EG
I-D
D
U

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Huellas de las Cosmovisiones Mesoamericanas


(Síntesis)
María del Carmen Lechuga García

Es u n a distinción enco n trarm e en Copán R uinas, H onduras. Les


expreso que h a sido u n positivo goce visitar las zonas de Copán, las
S ep u ltu ras y Rostrojón, así como el Museo de las E scu ltu ras, el M u­

A
seo de Arqueología y el Centro Regional de Investigaciones Arqueológicas
(CRIA); quedé gratam ente im presionada.

R
Agradezco la invitación al In stitu to H ondureño de Antropología e
Historia, al D irector del Parque Arqueológico El P uente, A rm ando Ortiz;

C
en especial a la Licda. M artha Patricia C ardona Vivas, S ubgerente de
Promoción y C oordinación de Regionales, con quien nos com unicam os
T-
desde México; y finalm ente, al Lie. Elíseo Fajardo M adrid por establecer
el vínculo, p u es de m an era pertinaz concibió que estu v iera en este terri­
torio.
EG

M esoamérica y Periodización

Sobre el concepto de “M esoam érica” publicado por Paul Kirchoff


en 1943, en esa época, fue u n adelanto de sistem atización p a ra com pren­
der ese enorm e m osaico cu ltu ral con fluctaciones de fro n teras n o rteñ as
I-D

y su re ñ a s a través del tiem po, que no siem pre em p atan o se encajonan


como aquella definición sobre M esoam érica porque va m ás allá que u n
área geográfica, m uchos de su s atrib u to s p ro p u esto s son peculiares
p a ra u n área o a u n a época, por lo que requiere m ayor sistem atización
de los rasgos cu ltu rales.
D

Bajo el concepto de M esoam érica se agrupó u n a ex ten sa área geo­


gráfica lim itada al norte por las fronteras n a tu ra le s de los ríos P ánuco y
U

Sinaloa en México y al s u r por la línea fronteriza en tre G u atem ala y El


Salvador (Rovira, 2007, p. 3). E sta gran á re a c u ltu ra l se dividió de m an e­
ra general en: C entro, O ccidente, Golfo, Norte, O axaca y S ureste.

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M esoam érica estuvo co m p u esta de sociedades heterogéneas que


com partieron c u ltu ra e h isto rias com unes, u n p atró n de su b sisten c ia
basado en técnicas de cultivo de maíz, u n a tradición com partida cread a
por los agricultores en el territorio estudiado y u n a tradición a lo largo de
los siglos como en la de su s p ro fu n d as diferencias: regionales, tem p o ra­
les, de tradiciones específicas. Elem entos cu ltu rales com partidos fueron
la vida sed en taria, los cen tro s u rb an o s, la especialización a rte sa n a l de
m ercado y de comercio local; u n a a rq u ite c tu ra y u n a cosm ovisión com ­

A
plejas, refiejadas en su religión, así como la escritu ra, la astro n o m ía y el
calendario.

R
En las ú ltim as decadas, los investigadores h a n in ten tad o aplicar
el concepto de M esoam érica bajo u n a óptica crítica, que si bien las so­
ciedades m esoam ericanas com partieron u n a h isto ria en com ún, la defi­
C
nición de los procesos sociales dentro de e sta área cu ltu ral h a resu ltad o
com plicada por la heterogeneidad que se h a visto en los pueblos p erten e­
T-
cientes a ella, así como su s niveles de desarrollo y su s periodizaciones.

Así como surgió el concepto, tam bién la necesidad de definirle


tem poralidades. La periodificación de m esoam érica h a sido p reo cu p a­
EG

ción de d istintos investigadores. H an existido a lo largo de la historia


p ro p u esta s que se h a n transform ado co n stan tem en te h a s ta llegar a la
m ás recu rren te hoy en día: Preclásico (2500 a.C a 1 5 0 /2 0 0 d.C.), Clásico
(1 5 0 /2 0 0 d.C. a 650 d.C.) , Epiclásico (térm ino propuesto por Jim énez
Moreno que va del 650 d.C a 900 d.C.) y Posclásico (900 d.C a 1220 d.C.).
I-D

Cosm ovisión M esoamericana

El vocablo cosm ovisión se refiere a todo u n sistem a complejo de


creencias que se m anifiestan en cad a aspecto cu ltu ral de las sociedades.
E ntendido así, es la m an era en que u n individuo o u n grupo h u m an o
D

in terp retan su m undo y el papel que ju eg a o ju eg an en el m ism o, hecho


histórico estru c tu ra d o y congruente por los diversos sistem as ideológicos
U

con los que u n a entidad social, en u n tiem po histórico dado, pretende


ap ren d er del universo que le rodea (Díaz, 2004, p. 4).
(/)
a
d
ai
o
La cosm ovisión m esoam ericana h a sido objeto de estudio de dis- Ü

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tintos investigadores. Para académ icos como J o h a n n a B roda el concepto


refiere a. “la visión estructurada en la cual los antiguos me soamericanos
combinaban de manera coherente su s nociones sobre el medio am biente
en que vivían, y sobre el cosmos en que situaban la vida del hom bre” (Bro­
da, 1996, p. 428).

Para Alfredo López A ustin es “u n hecho histórico de producción


de procesos m entales inm erso en recursos de m uy larga duración, cuyo

A
objeto es u n conjunto sistém ico de coherencia relativa, constituido por
u n a red colectiva de actos m entales, con la que u n a entidad social, en u n
m om ento histórico dado, pretende ap reh en d er el universo en form a ho-

R
lística” (2012, p. 5). Y refiere la im portancia de distinguirla de conceptos
como cosmología y cosmogonía. E sta ú ltim a relativa al origen del m undo,
m ientras la anterior refiere a los actos mentades cognoscitivos y reflexivos
C
entorno al universo, producidos en u n a sociedad (2012, p. 12 y Z ucker-
h u t, 2007, p. 66).
T-
La cosmovisión m esoam ericana responde a u n vínculo y u n a h is­
toria en com ún, creando perspectivas com partidas en cu an to el cosm os,
el tiempo, el espacio y los dioses. E sta visión perm itió el entendim iento
EG

entre los pueblos de la política, el derecho, la econom ía, la guerra, la re­


ligión, etcétera. Son dos las características, según refiere Alfredo López
A ustin, las que valen en estos pueblos: la fuerte u n id ad de las concepcio­
nes profundas y la gran diversidad y riqueza de su s expresiones (1996, p.
473). E stas cosm ovisiones m esoam ericanas p a ra Patricia Z uckerhut son
I-D

hegem ónicas porque las ideas dom inantes coinciden con las ideas de los
dom inantes, así de igual m an era al lado de estas cosm ovisiones existen
otras que integran otros aspectos, contenidos e ideas (2007, p. 66).

Algunos au to res (López A ustin, Patricia Z uckerhut, J o h a n n a Bro­


D

da entre otros) coinciden en que en algunos aspectos de la cosm ovisión


m esoam ericana se percibe u n núcleo que le b rin d a e s tru c tu ra y es re sis­
U

tente al cam bio histórico por m ás que otros de su s elem entos sean m ás
flexibles.

E ntonces, de acuerdo con López A ustin ¿Cómo debe en ten d erse


el cosm os? El cosm os debe en ten d erse como u n elaborado m ecanism o
que “funciona p a ra com unicar el a q u í/a h o ra con el a llá /e n to n c e s, en
procesos cíclicos a través de los cuales el hom bre se explica la existencia”
(2009). En la cosm ovisión se logra, por tan to , u n alto nivel de co n g ru en ­
cia, sin que ésta llegue ja m á s a ser absoluta.

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Hay dos form as de creación de cosm ovisión: a) Como u n producto


de las relaciones cotidianas de los hom bres —en tre ellos m ism os, y su
enfrentam iento a la n atu raleza-, creación colectiva, racional pero in co n s­
ciente de sistem as p articu lares y globales, b) Como obra consciente y
sistem atizad o ra de p en sad o res individuales.

De am b as form as la p rim era es, sin lugar a d u d as, la m ás im p o r­

A
tan te. Es, adem ás, el p u n to de p a rtid a de la actividad individual. Es al
m ism o tiem po u n a creación inconsciente y u n a construcción racional

R
porque deriva del ejercicio de la com unicación y de la lógica propia de la
p ráctica cotidiana en m uy d istin to s ám bitos de acción. Sin p ro p o n érse­
lo y sin saberlo, en u n proceso de m uy larga duración, el hom bre crea

C
colectivam ente sistem as p articu lares y sistem as de sistem as. Su acción
puede ser intencional, pero la intencionalidad va dirigida a fines con­
cretos de m uy diferente n atu raleza. Los resu ltad o s últim os de la praxis
T-
colectiva escap an a su conciencia y voluntad. Veamos como ejemplo la
gram ática. Es u n sistem a lógico de creación inconsciente que se produce
por el m ero u so del lenguaje.
EG

Es in te resa n te observar como las an tig u as c u ltu ra s m esoam eri­


can as poseían u n a m an era p articu lar de ver el m undo, diferente entre
ellas en m uchos sentidos, pero p arecid a en m uchos otros. A la h o ra de
clasificarlas recordem os e sta s diferencias y sim ilitudes in trín secas. Hay
que aco rd arn o s que las clasificaciones surgen de n u e s tra necesidad por
I-D

en ten d er el m undo, y por lo tainto no tienen u n a existencia real. Las cla­


sificaciones y los conceptos son solo h erram ien tas que ay u d an a obtener
u n a m ejor com prensión del m undo y de nosotros m ism os.

La razón es que las concepciones religiosas relacionadas con las


D

d istin tas c u ltu ra s del área poseen los m ism os fundam entos básicos; es
casi como si se h u b ie ra n construido sobre los m ism os pilares. Las dife­
rencias en tre ellas son m ás bien en el orden de los detalles de la a p a ­
U

riencia, en el centro son p resu n ta m e n te parecidas. A continuación ex­


pondrem os de m an era general algunos de los aspectos principales de la
cosm ovisión m esoam ericana. co
Q
'G
a;
o
U

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La Dualidad

López A ustin hace referencia a u n a división del cosm os en p artes


celestes m asculinas —los estrato s superiores del cielo, asociados con
lo lum inoso, caliente y seco— y p artes terrestres fem eninas —los pisos
inferiores, el infram undo, connotados con oscuro, frío y húm edo— . El
au to r distingue entre dos grandes grupos de oposiciones, la de la m ateria
caliente-lum inosa alta- m asculina-viva-seca y la de la m atera fría-oscu-
ra-baja-fem enina-m uerta-húm eda (1996, p. 478). El sol y la lu n a dentro

A
de esta cosmología era la expresión m ás visible de e sta dinám ica de lo
m asculino y lo femenino.

R
Noemí Q uezada distingue entre u n a dualidad cósm ica y u n a d u a ­
lidad cotidiana (véase tab la 1), y concluye que la dualidad cósm ica p e r­
C
mite u n a com plem entaríedad igualitaria en m uchos aspectos de la vida
cotidiana (1996, p. 22).
T-
Las deidades m esoam erícanas re p re se n ta b a n e sta dualidad, se
necesitaba la constitución de u n dios y u n a diosa, el dios Ometeotl, por
ejemplo, creador suprem o se concebía como u n p ar tan to fem enino como
EG

m asculino (O m ecihuatl-O m etecuhtli). En M esoam érica las deidades bajo


u n concepto dual se co n stitu ían por el género (Marcos, 1996, p. 8).

Las m aterias
I-D

P ara los antiguos m esoam erícanos eran dos las m aterias las que
conform aban todas las cosas, la m ateria ligera y la p esad a, las cuales
e sta b a n divididas en dos grandes opuestos: la m ateria caliente-lum ino-
sa-alta-m asculina-viva-seca y la fría-o scu ra-b aja-fem en in a-m u erta-h ú -
D

m eda (López A ustin, 1996, p. 478). Todas las cosas y los seres se com po­
n ían de éstos dos tipos de m aterias, y el predom inio de u n tipo lo h acía
o cu p ar su puesto en el universo. La m ateria d e n sa y p e sa d a era aquella
U

perceptible, todo lo que observam os y form a p arte de n u e stro m undo


tangible, dicha m ateria era p ro p en sa a ser d estru id a. La ligera era la im ­
perceptible, todo los so b ren atu ral, era in d estru ctib le pero su je ta a tr a s ­
laciones (López A ustin, 1996, p. 478).

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Fem enino M asculino


Diosa creadora Dios creador
Diosas Dioses
Tierra-intramundo* Cielo*
Luna* Sol*
Muerte*

A
Vida*
Energía negativa Energía positiva
Abajo* Amba*

R
Viento* Fuego*
Oscuridad Luz
Noche Día
Occidente*
Fría
C Oriente*
Caliente
T-
Blanco Rojo

Tabla 1. Atributos cósmicos según Quezada (1996, p. 23).


EG

Los dioses e sta b a n conform ados por la m ateria ligera, susceptible


de ser dividida de acuerdo con los cortes que se le hicieran al objeto. El
objeto recibía e sta m ateria por p arte del dios específico, así el dios d o ta­
b a al objeto de su s propiedades. E sta propiedad de los dioses podía ser
u s a d a por ellos en dirección inversa.
I-D

Los niveles, el universo y los dioses

Las civilizaciones m esoam ericanas no se form aron como re su lta ­


do de procesos aislados, sino que com partieron u n acervo com ún, del
D

cual em an aro n d istin tas m anifestaciones culturales. P ara los antiguos


pobladores de M esoam érica, el universo e sta b a dividido en tres grandes
zonas su p e rp u e sta s; abajo se en co n trab an los infram undos, en el centro
U

el m undo de los seres vivos y arrib a los cielos (Torres, 2011).

Contel (2009, p. 20) lo describe del siguiente modo: "El cuerpo


superior, fecu n d a d o r y dispensador, y el cuerpo inferior, productor y d e­ (/)
C
positario, quedaban separados por p o ste s que im pedían su unión''. Estos 'C
postes eran cinco enorm es árboles o cinco dioses, ubicados en los c u a ­
tro p u n to s cairdinades y en el centro, en el cual confluían. Los dioses
b ajab an y su b ía n de los distintos estrato s del universo a través de estas

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colum nas en d istin tas épocas del año.

^p£C C V owes
S t'S

A
REGIÓN

R
DELA
MUERTE

C
Tomada de Alfredo López Austin.
T-
(PDF, Modificada por María del Carmen Lechuga ).

La e stru c tu ra universal percibida por los m esoam ericanos se ve


EG

reflejada en m uchos de los aspectos de su vida, como la construcción de


su s tem plos alineados a distintos p u n to s cardinales y en la form a en que
concebían a su s dioses de la lluvia. A lgunas deidades poseían la cuali­
dad de la quadruplicidad y quintuplicidad, p u esto que d esem p eñ ab an el
im portante papel de cu id ar la m ilpa, y por lo tan to su acción, positiva o
I-D

negativa, debía de ser pluridireccional.

Tlaloc y C haac bajo su aspecto cu ád ru p le, re p re se n ta n los cu atro


pilares que sostienen el m undo. Uno de los ta n to s nom bres que recibió
Tlaloc fue el de N appatecuhtli que significa “cu atro veces señ o r”, era el
D

dios de las cu atro direcciones. Tlaloc es com pañero de los cu atro vientos
por lo cual se puede concluir que form a u n quinto ser, probablem ente
ubicado en el centro de los cu atro p u n to s (Contel, 2009, pp. 22-25).
U

Podem os com p arar los nom bres de los dioses de la lluvia en tre d istin tas
cu ltu ras: Q uiáhuitl, nom bre alternativo de Tlaloc p a ra los n a h u a s tra ­
ducido al español como lluvia; el dios de la lluvia en C holula se llam aba
C hiconahui Q uiáhuitl; D zahui p a ra los m ixtecas y M u’ye p a ra los otomís.
Todos estos com parten u n significado parecido. Uno de los m últiples
significados de C haac tam bién es lluvia y el dios p u rép ech a Tirípem e
C uricaueri significa “ag u a que se descuelga” (Contel, 2009, pp. 21-24).

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A
R
Tomado de López Austin.

C
Por su parte, los p au ah tu n es eran los dioses de los cuatro vientos y aliados de Chaac,
quien es vinculado con el color verde, el color del centro. Tam bién el dios zapoteca
T-
llamado Cocijo tenía cuatro com pañeros cercanos (el viento, la lluvia, las nubes y el
granizo) y se han encontrado representaciones de él relacionadas con la cerem onia de los
voladores, dedicada a los cuatro puntos cairdinales (Wilde, 2011).
EG

Los mexicas crearon su propia cosmovisión, sem ejante a las otras culturas, pero
con elem entos de su contexto n atu ral y social. En su visión la tierra o tlaltícpac se
encontraba rodeado por agua. La superficie estaba dividida en cuadrantes en forma de
cruz, con el centro u n a piedra verde. A cada cuadrante se le asigna u n color y u n
I-D

símbolo que se relaciona con el movimiento del Sol y la vida (UNAM, 2014).

Ellos entendían el universo en tres planos: el infram undo u n lugar de oscuridad


al que iban los m uertos, no había sufrim iento como en el infierno occidental; el m undo
D

cotidiano donde estaban las personas vivas y trabajadoras; los cielos o el m undo
superior donde m oraban los dioses y los hum anos distinguidos por acciones heroicas en
su vida, como los guerreros m uertos en batalla y las m ujeres fallecidas de parto. Había
U

cinco direcciones: los cuatro puntos cardinales y el cénit, es decir hacia arriba, cada
dirección tenía u n color propio y su dios asignado (UNAM,

a
2014). 'G
a
;

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Chicnahtopan

T la ltip a c

A
C h lcnauh-
V9

R
m íc t l a n

C
Tomado de López Austin.
T-
Los pueblos m esoam ericanos com partieron m u ch as creencias
religiosas, tales como: conceptos de la existencia de varios u ltram u n d o s;
varias destrucciones y creaciones del m undo; creían en la existencia de
EG

trece o nueve cielos, la tierra y nueve infram undos (Avila, 2002, p. 33).
En la bóveda celeste se en co n trab an en los prim eros cielos los p lan etas y
los astros, representad o s todos por dioses.

Las capas superiores h ab itab an dioses como Tlálocy C halchiutlicue;


I-D

y en lo m ás alto se en c u en tra el Omeyocan, “el lugar de la d u alid ad ”,


donde se originó todo el universo, creado por O m etecuhtli y O m ecihuatl.
E sta pareja divina (Ometeótl) creó a todos los dem ás dioses y en p articu lar
Tezcatlipoca rojo o Xipe Totéc, Tezcatlipoca negro, Tezcatlipoca Blanco o
Q uetzalcóatl y Huitzilopochtli o Tezcatlipoca azul (UNAM, 2014).
D

E stas divinidades fueron los creadores de los elem entos (fuego,


agua, viento, tierra) y Q uetzalcóatl de los hom bres; desde rum bos
U

respectivos del universo a veces a c tu a b a n como fuerzas en conflicto y


provocaban cataclism os y guerras. El m undo h a existido varias veces
consecutivas. Los cu atro dioses principales, altern ad am en te, crearon las
diversas h u m an id ad es que existieron y a cad a edad le llam aron Sol y los
seres de cad a u n a de ellas fueron siem pre superiores a los de la edad
anterior.

C ada u n a de las edades corresponde a u n a de las cu atro fuerzas

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prim ordiales: agua, tierra, fuego y viento. Los m exicas vivían en la q u in ta


edad o Q uinto Sol, llam ad a Sol cu atro m ovim iento N ahui Ollin. Los dioses
no son ú nicos ya que se desdoblan, tienen funciones y rep resen tacio n es
diferentes, la d u alid ad es fu n d am en tal p a ra ellos. P ara los m exicas el
dios O m etéotl re p re se n ta b a u n lado m asculino O m etecuhtli y fem enino
O m etecihuatl como creador del universo y al ser h u m an o ; T onacatecuhtli
y T o n acacih u atl sim bolizan los alim entadores de la h u m an id ad .

A
Los m ayas ten ian u n esq u em a parecido con trece cielos y nueve
infram undos, las cuevas y los m an an tiales eran sagrados como portales

R
donde se en c o n trab a n los in fram u n d o s con el m undo cotidiano. P ara
realizar labores de siem b ra y cosecha pedian perm iso a la tierra con
ritu ales (algunos de ellos se conservan en la actu alid ad m ezclados con el
cristianism o).
C
Los sacrificios h u m an o s se realizaban p a ra congraciarse con los
T-
dioses y sab er su s designios, los seres h u m an o s e sta b a n a m erced de ellos
que los h a b ia n creado p a ra ten er alguien que reconociera su grandeza y
les rin d iera culto.
EG

Deidad/Cultura Nahua Maya Zapoteca Mixteca


Deidad de la luna Meztli IxU 0 Ixchel Ñuhu Yoo
Deidad del Sol Tonatiuh Ak' Kin o K'inich Copijeha Taandoco, Ñuhu
Ajaw Tlatlauhaqui Nchikanchii
Deidad de la lluvia y TIáloc Chac Pitao Cocijo Ñuhu Savi 0
I-D

el trueno Dzahui
Sarpiantt Quetzalcoátl Kukulkáno Coo Dzahui
emplumada Gucamatz
Deidad del fuego Huehuetéotl Ka'wil Cosana Ñuhu
Nchikanchii
Deidad dai maíz Centéotl Yum KaáíTo Nal Pitao Cozobi Cohuy
Deidad del Míctlantecuhtii Ah Puch 0 Yum Pitao Pecelao QCuañe
inframundo Cimil
D

Tabla tomada do: Porta!Académico Cologiodo Oonclao y Humanidodot,


http'y/portalacadamleo.och.unam.mx/alumno/hlstoriad8maxlool/unldad2/m€ioamariGa/dlo8atycu<torBlicloBO
U

El calendario y la arqueoastronomía
(/)
El estudio del culto prehispánico m u e stra la im portancia que a
‘C
ten ia el calendario en su aplicación a la vida social. Por estas razones
llegó a d esem p eñ ar tam bién u n papel decisivo en la legitim ación del
poder. Se h a n realizado estudios sobre la vinculación entre calendarios o
U

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y astronom ía; el calendario constituye u n logro científico y u n sistem a


social, el esfuerzo de su elaboración consiste en b u sc a r denom inadores
com unes p ara ser aplicados tan to a la observación de la n atu raleza como
a la sociedad (Broda, 1995)

La elaboración del calendario se vinciula con la esc ritu ra en estelas.


La arqueóloga Joyce M arcus señ ala que las inscripciones en estelas
registran, sobre todo, eventos im portantes en la vida de gobernantes y
otros sucesos políticos, de m an era que “el tem a principal de la escritura

A
m esoamericana parece haber sido la presentación de información política
en una estructura calendárica” (Marcus, 1979, p. 50).

R
Esto indica que el surgim iento paralelo de la observación
astronóm ica, los calendarios, la m atem ática y la esc ritu ra tienen

C
relación con los procesos socioeconómicos de u n a sociedad compleja.
La existencia del sistem a calendárico m esoam ericano im plica en sí la
observación astronóm ica m an ten id a a través de siglos, sólo pudo llegarse
T-
a u n sistem a ta n exacto. E ntre las observaciones ligadas al calendario
d estacan la determ inación exacta del año trópico, los m eses sinódicos
de la Luna, los ciclos de eclipses de Sol y Luna, el ciclo de Venus, la
EG

observación de las Pléyades, entre m ás (Broda, 1995).

En fechas significativas, el calendario im ponía la celebración


de ciertas cerem onias; estas solo podían realizarlas los sacerdotes-
gobernantes, la clase dom inante era indispensable p a ra dirigir el culto,
del cual dependía la recu rren cia de los fenóm enos astronóm icos y
I-D

climatológicos, condición n ecesaria p a ra que se cum plieran exitosam ente


los ciclos agrícolas. El culto como acción social h acía ap arecer a los
fenóm enos n a tu ra le s como consecuencia de la ejecución correcta del
ritu al (Broda, 1995).
D

El ciclo agrícola

El tiem po p a ra los m esoam ericanos lo era todo, p u es e sta b a n


U

fuertem ente vinculados a la agricultura. El crecim iento de las p lan tas


e stá estrech am en te relacionado con las estaciones del año que los
m esoam ericanos investigaron p a ra poder delim itar los períodos de
cosecha y siem bra p a ra poder obtener u n a m ayor can tid ad de productos.
Incluso se sabe que seleccionaron d istin tas clases de m azorcas de maíz,
cad a u n a p a ra ser sem b rad a en u n a época específica del año. Por estas
razones desarrollaron u n complejo sistem a calendárico y la creencia en

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entidades su p rem as.

La expansión de la ag ricu ltu ra adem ás de tra n sfo rm ar las form as


de su b sisten cia, cam bió la organización social. P ara la ag ricu ltu ra es
necesario p re p a ra r la tierra, sem brarla, d esh erb arla, regarla, cosechar
y barb ech ar; la fam ilia entonces se to rn a im portante, en tre m ás grande
sea, m ás fuerza de trabajo se tiene.

P ara to d as las c u ltu ra s m esoam ericanas el m aíz tuvo u n a relevancia

A
im portantísim a, h a s ta el p u n to de relacionarlo con su s propios dioses y
convertirlo en el eje principal de la civilización. Fue lo m ás im portante

R
p a ra la c u ltu ra m aya, ad em ás de ser la b ase alim en taria fue la c a u sa de
su s grandes avances astronóm icos y calendáricos, donde se so p o rtab a la
fe religiosa y su a rq u ite c tu ra y el m aterial con el que las deidades dieron

C
form a al hom bre. Todo giraba a su alrededor, el m aíz era el epicentro del
m undo m aya. (Torres, 2011)
T-
En los relatos m íticos es p aten te que las deidades del m aíz son
tan to m ascu lin as como fem eninas, se re p re se n ta la doble n a tu raleza
sexual del maíz. A cad a e ta p a del crecim iento del cereal, correspondía
EG

u n a deidad: Xilonen p a ra el m aíz tierno, Chicom ecóatl p a ra el m aíz


m aduro, Ilam atecuhtli p a ra el m aíz viejo y seco.

Se describen varios ritu ales relativos al ciclo de cultivo; Doris


Heyden (1985, p. 30). m enciona la cerem onia centeotl an a, "quitar el dios
de las m azorcas” así como las escaram u zas que h acían los jóvenes frente
I-D

a la e s ta tu a de Chicom ecóatl. Se tra ta b a de "una especie de actividad


mágica para a su sta r y eliminar a enemigos de la vegetación, que son los
anim ales nocivos, las heladas, la sequía y dem asiada agua'*

Por su p arte Michel G raulich (1999, pp. 328-334) propone que esas
D

actitu d es agresivas frente al maíz co n stitu irían en realidad u n a verdadera


b atalla donde las m azorcas serian los cautivos y la m ism a cosecha seria
U

com parada con la guerra. Asimismo, el maíz se u s a b a tam bién en ritos


como la adivinación con granos, los de curación y h a s ta en cerem onias
con motivo de la construcción de u n acueducto que traería el ag u a a la (/)
ciudad de México; en estos últim os se ofrecía maíz de color azul. a
'C
a;
o
Ü

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Heyden (1985, p. 31) su b ray a la equivalencia entre el cuerpo h u m an o y


la p lan ta que los n a h u a s llam aban “n u e s tra c a rn e ”. M enciona algunas
costum bres de los n a h u a s actuades de Tepoztlán, en especial las singulares
m uñecas de las niñas: “la pequeña muñeca es un jilote apenas naciendo,
encontrada con su mama, la mazorca madura. El elotito, todavía envuelto
en su cáscara, tiene los pelos del m aíz con jo s que la gente hace trenzas,
así la muñeca se parece a una planta bebé en su cobija”.

A
Morley aseg u ra que “el maíz era el p an de cad a día del indio am ericano
precolom bino y co n tin ú a siéndolo h a s ta n u estro s d ías”. R. G irard, en
Origen y desarrollo de las civilizaciones an tig u as de América, 1977, dice

R
los m am es, que son etnológica y lingüísticam ente los m ayas m ás antiguos
en el país, existe u n a localidad llam ada paxil. “Los m am es m antienen la
tradición de que en dicho lugar nació el maíz, es decir que allí fu e donde se
cultivó por primera v e z” (Torres, 2011).
C
T-
Tanto en el Popol Vuh como en los Anales de los C ackchiqueles,
resaltan que el maíz fue descubierto en Paxil, por la fertilidad de su s
tierras. De esta m anera, la p la n ta sag rad a se fue extendiendo por nuevos
territorios y tom ándola como tal por o tras c u ltu ra s posteriores.
EG
I-D
D
U

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En resum en

La vida de los pueblos m esoam ericanos co n sid erab a el nacim iento,


la m uerte, el trabajo, las fiestas, la a rq u itectu ra, el arte y la guerra;
estuvieron m arcados por ella. Se ven erab a a los dioses a través de ídolos
o su s re p re se n ta n te s en la tierra; los sacerdotes en las cerem onias se
atav iab an a im agen y sem ejanza de los dioses. R ep resen tan diferentes
elem entos del cosm os, de la n a tu ra le z a y las actividades h u m a n a s.

A
En el p an teó n m esoam ericano hay dioses que sim bolizan los astro s
como el sol, la lu n a, el p la n e ta v en us y los dioses de la tierra, el viento, la

R
lluvia, el ag u a y el fuego, así como plan tas: el m aíz y el m aguey. Tam bién
h ab ía objetos sagrados, reliquias de dioses como navajas de pedernal,

C
p u n ta s de m aguey, los palos p a ra sa c a r fuego, espejos o cañones de
p lu m a lleno de ceniza, todos ellos relacionados con los m itos sobre los
dioses.
T-
Con el desarrollo de las d istin ta s civilizaciones m esoam ericainas,
se llegó a u n a concepción m uy com pleja del universo. Los dioses se
diversificaron y se estratificaron, u n o s eran m ás im p o rtan tes que otros.
EG

Así, la religión, refiejaba la evolución de las sociedades m ism as y su


creciente jerairquización social. Adem ás hay dioses que rep re se n ta n a los
grupos étnicos, a ciudades, barrios, guerreros, cam pesinos, escuelas y
dioses que re p re se n ta n el q u eh acer hum ano: la ag ricu ltu ra, la guerra, el
comercio, la caza, la pesca, la m etalurgia, la m aderería, la cocina.
I-D

He aquí estos planteam ientos generales. U na síntesis de miles de


hom bres y m ujeres de distintos idiom as y etnias. No es posible resu m ir
dos m ilenios en c u a re n ta m inutos. Quedo profundam ente gratificada
por la o p ortunidad de compairtir.
D
U

ITLAZOH KAMATLl!
m

co
a
CJ
c

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núm . 38, 2007, p p .64-85.

A
R
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Antonio Ramón Vallejo


Víctor Manuel Ramos

Antonio Ram ón Vallejo es uno de los m ás destacados intelectuales


de la historia cu ltu ral de H onduras. Nació en Tegucigalpa, el 17 de marzo
de 1844, dos años ap en as después de que se disolviera la Federación
C entroam ericana, y m urió, en esta m ism a ciudad, el 18 de enero de
1914. E stam os en el año del centenario de su m uerte. Su gran capacidad

A
intelectual le hizo d estacarse en varios aspectos de la vida política y
cu ltu ral del país: como historiógrafo, como filólogo, como latinista, como

R
educador, como periodista, como orador, como funcionario público,
como estadígrafo, como sacerdote, como abogado y como defensor de los
derechos territoriales de H onduras.

C
Fue, indudablem ente, uno de los pilares fu n d am en tales en que se
apoyó la Reforma im p u lsad a por Soto y Rosa.
T-
El prim er aporte fue de tipo diplom ático. El Presidente
guatem alteco. G eneral J u s to Rufino B arrios se proponía la refundación
de la Federación C entroam ericana y con tal fin com enzó a mover peones:
EG

colocó y quitó m an d atario s en los países del istm o. En H onduras se


d isp u ta b a n el poder los G enerales Ponciano Leiva y Jo sé M aría Medina,
el prim ero gobernaba desde Com ayagua, y el segundo, desde G racias.
B arrios tenía decidido que Marco Aurelio Soto y Ram ón Rosa, quienes
se h ab ían desem peñado como m inistros de su gobierno, reg resaran a
I-D

H onduras p a ra h acerse cargo del país. M edina se resiste. Vallejo, quien


se d esem peñaba como Secretario Privado de M edina, com ienza a influir
en el ánim o de M edina p a ra que entregue el poder pacíficam ente. M edina
no m b ra a Vallejo como enviado plenipotenciario an te los gobiernos de
C entroam érica p a ra b u sc a r m ecanism os que p erm itan su p e ra r la crisis,
D

pero Vallejo advierte que B arrios h a tom ado u n a decisión y em prende


la ta re a de im pedir que G uatem ala invada a H onduras por el lado de
C hiquim ula, con la p ro m esa de que M edina acep taría la decisión de
U

B arrios de in sta la r a Soto como presiden te de H onduras. Vallejo viaja


a El Salvador p a ra en tab lar conversaciones con el presiden te Zaldívar,
quien e sta b a identificado con B arrios y acep tab a el cam bio de m ando
en H onduras en favor de Soto. Vallejo, entonces, logra que se nom bre a
u n em isario, con el fin de poner fin a la d isp u ta entre Leiva y M edina,
cargo que recae en don Cruz Lozano. Vallejo viaja a G racias y consigue
que M edina acepte la m ediación. R eunidos los dos generales, Leiva y

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M edina, estos a c u e rd a n d epositar el poder en don M arcelino Mejía,


quien re n u n c ia de inm ediato porque se opone a Soto y n o m b ran al
G eneral C rescen d o Gómez. Gómez se niega a la petición de B arrios y
de Vallejo y deposita el poder en el G eneral M edina quien, acorralado
por la circu n sta n cias, acepta, desde G racias, por fin, el 21 de agosto
de 1876, en carg ar el gobierno provisorio a Marco Aurelio Soto. Vallejo
regresa, desde E randique, a Tegucigalpa el 22 de agosto. Se entrev ista
con los am igos de M edina y luego se dirige a Nacaome p a ra p rep ara r

A
el recibim iento de Soto quien d esem b arcaría en Am apala. En Nacaome
se en te ra de que el G eneral B arah o n a se h a traslad ad o a A m apala p a ra
im pedir el desem barco de Soto, por lo que Vallejo interviene y hace que

R
B araiiona d esista, de tal su erte que Soto llega, sin inconveniente alguno, CO
a A m apala, el 27 de agosto. Vallejo h ab ía realizado su prim era labor 3
•y
tra sc e n d e n ta l en favor del proceso reform ador.

C
El prim er p uesto de Vallejo en las filas reform istas es el de
í
<i)
co
T-
Secretario Privado del P residente Soto, cargo que ejerce efím eram ente ’C
'O
porque el m an d atario y su Secretario G eneral Ram ón Rosa, pronto le (0
asig n an nuev as ta re a s que son afines a su sólida form ación. Vallejo era
c;
u n abogado ilustre. 'O
’G
EG

o3)
En 1878, publica la colección de C onstituciones Políticas de la C O
(i)
R epública de H onduras, libro que va a ser definitivo p a ra que el gobierno
reform ador em p ren d a la ta re a de la redacción de u n a nueva C onstitución c
que im p u lsaría las m edidas trasfo rm ad o ras b a sa d a s en el positivism o de
Comte. CO-
I-D

o
c
En el m ism o año, el gobierno encarga a Vallejo la redacción de u n
Com pendio de la H istoria Social y Política de H onduras. Vallejo, adem ás, CO
o
ten ía acceso a los m ás im portantes docum entos necesarios p a ra la o
esc ritu ra de u n a h isto ria que nos m o strara el pasado del país desde G-
D

u n a nueva visión reform ista y, como decía él, b a sa d a en la verdad que


resp ald an los docum entos. Como se ve en el título de la obra, se tra ta
tam bién de u n a h isto ria social, p ues Vallejo ten ía m u ch a preocupación •2
U

d
o
por la población y su estado de ignorancia y resen tía el com portam iento c
de los sacerdotes que esquilm aban a los m ás pobres. Vallejo, ju n to ?
o
con Rosa, re sc a ta la figura de M orazán y de los patricios nacionales •C
o
y centroam ericanos y se adhiere al ideal centroam ericanista. La obra CK es
fue com pletada y luego publicada por el gobierno con u n im portante
prólogo escrito por Ram ón Rosa. Un segundo tomo fue reproducido, por

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entregas, en la Revista de la Biblioteca y el Archivo Nacionales, dirigida


por don E steban Guardiola.

U na de su s tareas fundam entales consistió en organizar y fu n d ar


el Archivo y la Biblioteca Nacionales . Vallejo ya era u n estudioso de la
historia centroam ericana y esa responsabilidad, sugerida por él mismo,
que le asig n ab an Soto y Rosa fue m uy bien acogida por su ánim o de
patriota. Ambos establecim ientos fueron in au g u rad o s solem nem ente
el 27 de agosto de 1880, tra s u n a a rd u a labor. La idea de u n Archivo

A
Nacional surgió de Vallejo, con motivo del traslad o de la capital de
C om ayagua a Tegucigalpa. «El gobierno de Soto -n o s c u e n ta Vallejo-

R
aplaudió n u e stra idea». El gobierno no co n tab a con los fondos p a ra tal
fin pero autorizó a Vallejo p a ra que realizara, por su cu en ta, las acciones
que consid erara pertinentes. Vallejo era u n au téntico patriota. Primero

C
se dedicó a exam inar el archivo de la M unicipalidad de Tegucigalpa y
organizó m ás de 200 volúm enes con los docum entos que a su juicio eran
los de m ayor interés. Luego, se traslad ó a C om ayagua en donde realizó
T-
la m ism a tarea. Los vecinos de la an tig u a capital, recelosos de la ta re a
de Vallejo, se am otinaron y a c u sa b a n a Vallejo de e sta r traslad an d o las
joyas de la catedral a Tegucigalpa. El alcalde m unicipal y otros notables
EG

auxiliaron a Vallejo y perm itieron que los am otinados revisaran los


bultos que e sta b a n a lomo de m u ía p a ra ser traslad ad o s a Tegucigalpa.
Al ver que se tra ta b a de papeles desistieron de su p ro testa. Los nuevos
envios, u n a recu a de u n a s 14 m u ías cargadas de docum entos, se realizó
con la com pañía de u n a escolta g u b ern am en tal. Vallejo organizó m ás de
I-D

diez mil libros con docum entos que d a ta b a n desde 1600.

La cerem onia de in au g u ració n de la Biblioteca y el Archivo consistió


en u n a fiesta de gala m uy co n cu rrid a ofrecida por Vallejo. En ella, Rosa
pronunció su fam oso discurso «Conciencia del pasado» y M anuel Molina
D

Vijil y Jo sé Jo a q u ín Palm a recitaron sendos poem as alusivos al acto

En 1888, Vallejo fu n d a el periódico «El Orden» destinado a divulgar


U

y prom over la obra reform adora que im p u lsab a el gobierno. Vallejo ejerció
u n periodism o apegado a la verdad y fue u n m ordaz polem ista. Introdujo
en su s periódicos secciones novedosas: consejos p a ra los agricultores, el
estado del tiem po y noticias de los d ep artam en to s.

Vallejo critica severam ente al m ilitarism o, como la c a u s a de las


desgracias en que se h ab ía debatido H o n d u ras desde su in d ep en d en cia y

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elogia al p resid en te Soto por haberlo superado. «El m ilitarism o -escribió


Vallejo-, plaga detestable, ten ia en aquel tiem po, como tuvo d esp u és
h a s ta el año de 1876, grandes influencias y consideraciones, que el
señor p resid en te doctor d. Marco Aurelio Soto, sin n in g ú n género de
contem placiones, h a m atado p a ra bien de los hondureños».

Vallejo colaboró con la organización de u n a Dirección de


E stad ísticas y C ensos. En esa labor trabajó tam bién en el gobierno de

A
Bográn y publicó el Prim er A nuario E stadístico de H onduras, considerado
u n a joya de la historiografía por su contenido y por su finísim a edición.
Soto se ve obligado a a b a n d o n a r la presidencia por desavenencias con

R
el G eneral B arrios, en 1883, pero Vallejo sigue im pulsando, con su CO
labor intelectual, el proceso de m odernización del país y del E stado y se 3
ocupó de recopilar y p u b licar im portante docum entación de la h isto ria
C
de H onduras, estudió y docum entó los lím ites de H onduras con su s
vecinos, docum entos que perm itieron al país la defensa de su integridad
á
3
(i)
Q
T-
O
territorial a nivel internacional. Siguió escribiendo y dirigiendo periódicos
'O
p ro g resistas y ejerció, h a s ta su fallecim iento, la docencia u n iv ersitaria y (/)
en u n colegio de seg u n d a enseñanza.
No cabe la m enor d u d a de que Vallejo es el verdadero fundador
EG

I V
o
de la historiografía h o n d u reñ a, no solam ente por los textos que escribió es
'♦o
y las com pilaciones de docum entos que editó, sino fundam entalm ente CO
CD
por su ta re a titán ica de conservar la docum entación que resp ald a la
h isto ria de H o n d u ras d u ra n te la colonia y las prim eras décadas de vida es
independiente. 'e s
I-D

C
O
0
Desde el principio se im puso el sistem a de d o cu m en tar su s
aseveraciones históricas. Todo debería ser com probado, respaldado: 1
nom bres, lugares y fechas p a sa ría n por u n m inucioso exam en. Se im puso CO
o
u n riguroso an álisis de los hechos p a ra poner en su sitio la leyenda y
D

o
la verdad histórica. He aquí algunos de su s principios doctrinarios: «Me 5)
im puse por ley no decir n a d a falso, ni om itir n a d a verdadero, asum iendo
U

la responsabilidad y am arg u ras que este propósito p u ed a traerm e en


cu alesq u iera form a de podio y calumnia». «... he seguido con recelo las •2
soe
revelaciones de los docum entos que he tenido a la v ista ...»«.. .u n a historia 40
se
que no estu d ia, que no h a querido estu d ia r los acontecim ientos en su
o
verdadero p u n to de vista, que los altera, que los desfigura, que los omite, ‘te
o
que cita ú n icam en te los que le convienen, ap en as creo que p u ed a llevar Ckí a
el n om bre'de tal». «Busco la verdad, y necesito apoyarm e en los m ism os
docum entos oficiales...»

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Nos h a dejado u n a profusa obra: Compendio de la historia social y


política de H onduras (dos tomos), H istoria d o cu m en tad a de los lím ites de
las repúblicas de H onduras y las de N icaragua, El Salvador y G uatem ala,
Necrología del presbítero Miguel Ángel Bustillo, Prim er an u ario estadístico
de H onduras, M inas de H onduras, Colección de constituciones políticas
de la República de H onduras, índice alfabético y cronológico de los
títulos de escritu ras de am paro y dem ás docum entos relativos a los
terrenos de la R epública de H onduras, G uía de agrim ensores. T ratados
internacionales. H istoria del ferrocarril interoceánico. C apellanías, Indice

A
cronológico de los tratad o s y C onvenciones..., Réplica d o cu m en tad a a
las nuevas y fehacientes p ru eb as de que el Archipiélago de la B ahía de

R
Fonseca pertenece a la R epública de El Salivador, publicadas por el Dr.
Santiago I. B arberena y m uchísim as obras inéditas que el E stado de
H onduras no se h a interesado por d ar a la luz pública.

C
El 18 de enero de 2014, se cum plieron 100 años de la m uerte de
este ilustre hondureño. S orprendentem ente hubo u n silencio sepulcral
T-
en H onduras en torno a e sta grandiosa efeméride. N ada de actos
conm em orativos por p arte del M inisterio de E ducación, como tam poco
h a m ostrado interés la Academ ia H on d u reñ a de la Lengua, en donde
EG

uno de su s sillones lleva, precisam ente, el nom bre Dr. Antonio Ramón
Vallejo, y de la cual fue m iem bro de núm ero cuan d o e sta institución
fungió como Academ ia científico literaria, con reconocim iento de la Real
Academ ia E spañola; no hay reso n an cia en la A cadem ia H o n d u reñ a de
Geografía e Historia, de la cual fue m iem bro fundador; no m u e stra n
signos de agradecim iento las universidades nacionales ni las privadas.
I-D

Un olvido total a no ser por el acto patrocinado por el IHAH.

D esgracia la de este país de desm em oriados. Pero, te sta ru d o como


he sido a lo largo de mi vida, a p artir del año de 1962 he perm anecido
D

en la b ú sq u e d a de datos, aquí y acullá, sobre la vida y obra de Antonio


Ram ón Vallejo, p a ra enriquecer mi esp íritu en el ejemplo de este
trasc en d en tal h o n d u reñ o que destinó su s últim os alientos a corregir el
U

libro que d em u estra, en base a los docum entos, que las Islas del Golfo de
Fonseca pertenecen a H onduras, tra s h ab e r sufrido u n accidente cerebral
v ascu lar m ien tras im p artía su cáted ra de latín en el In stitu to Nacional.
Q uizás este olvido nacional sobre Vallejo se d eb a a lo que Helidoro Valle
decía acerca del Pater: «era de esos varones benem éritos a quienes no se
les c u e n ta la edad».

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El 18 de enero, repito, se cum plieron 100 años de la m uerte


de Vallejo, aquel ilu stre varón que engrandeció a H onduras y que nos
enseñó que la h isto ria se escribe b a sa d a en los docum entos y m ediante
el estudio de los «acontecim ientos desde su verdadero p u n to de vista».
M ucho h a n olvidado su grandiosa ñ g u ra y su inconm ensurable obra.
Días v en d rán en que se le s itu a rá en donde m erece su insigne m em oria:
el corazón de todos los h o n d u reñ o s.

A
El ejemplo de ten acid ad dem ostrado por Vallejo, en u n medio ta n
estrecho, sírvanos p a ra llenarnos de en tu siasm o en n u e stra s ta re a s de
d e se n tra ñ a r el pasado, apoyados en la verdad, p a ra que su s lecciones

R
nos m u e stre n el cam ino correcto hacia el futuro. (/)
3
T33

C í
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Drechos Reservados IHAH.


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Antonio Ramón Vallejo, aspectos biográñcos y su


papel en el gobierno de Marco Aurelio Soto y la
Reforma Liberal
José Heriberto Rodríguez B.

A
R
C
T-
EG
I-D

Antonio Ramón Vallejo, aspectos biográficos y su papel en el


D

gobierno de Marco Aurelio Soto y la Reforma Liberal.


U

H ablar de Antonio Ram ón Vallejo es referirse a u n hom bre


ejem plar, a u n polifacético de altos quilates. S u nom bre figura en tre los
pocos h o n d u reñ o s que h a n enaltecido su p a tria cubriéndola de gloria.

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A spectos biográñcos de Antonio Ramón Vallejo

Antonio R am ón Vallejo, nació en Tegucigalpa el 17 de m arzo de


1844. E ra hijo de Ram ón Vallejo y de M arta Bustillo. Las prim eras letras
las estudió en u n a escu ela privada. La se cu n d aria la hizo en la Academ ia
del E stado. A los 16 años se convirtió en decurión. El m aestro Francisco
Xavier Botelo, varias veces le d ab a a Vallejo la responsabilidad de la
cátedra, con conñanza, tom ando en c u e n ta su brillante capacidad y su

A
intachable conducta. Vallejo desde niño dio m u e stra s de inteligencia,
capacidad, y valores que posteriorm ente pond ría al servicio de la patria.

R
E ran los preludios de u n hom bre grande en el am plio sentido de la
palabra. co
3

C
C arm en Fiallos nos dice: “Vallejo no quiso ser el producto del am biente
en que nació y en el que tuvo que lu ch ar a brazo partido p a ra alcanzar
su form ación in telectu al”. (Fiallos, 2013).
á
co
T-
•C
'O
Al leer la vida y obra de Vallejo, nos form am os la idea que desde niño (0

dio m u e stra s de responsabilidad, de ten er am or al trabajo y al estudio,


c
de ser perseverante, honesto, culto, ñrm e en su s determ inaciones,
EG

'O
•G
a
visionario y am an te de p lan tearse m etas de a ltu ra e ir tra s ellas h a s ta .'Si
alcanzarlas. co

Vallejo e stu d ia b a con gran dedicación. Victor M anuel Ramos nos dice ::í
que Vallejo practicó el exam en p a ra optar al grado de Bachiller en
Filosofía, el 4 de O ctubre de 1862, y el exam en p a ra el grado de Bachiller •XS
I-D

co
en Derecho Civil, lo realizó el 20 de noviem bre de 1864. Ambos diplom as ■

o
o
C!
le fueron entregados por el Rector de la Academia, h a s ta el 7 de febrero Cü
de 1872. ’G
En 1865 ingresó el Colegio Trídentino donde se ordenó de Sacerdote en o
co

1868. En 1874, el 14 de Septiem bre d espués de p re se n ta r todos los o


D

docum entos de rigor, fue declarado abogado por la Corte S uprem a de 5T


Ju stic ia .
U

Vallejo supo distinguirse como b u en intérprete de las leyes, .2


co
am an te de la verdad y la ju sticia, su juicio recto siem pre fue demoledor. c
(Ramos, 2007)
En ese tiem po las oportunidades de estudio p a ra los jóvenes p resen tab an ’c
o
4o
m uchos obstáculos; pero Vallejo supo salir siem pre adelante, alcanzando, Ckí a
asi, horizontes brillantes y lejanos, donde h ab ía puesto su m irada desde
su juv entud.

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Vallejo obtuvo su profunda y am plia sapiencia no solam ente


con los conocim ientos que le brindó la educación formal; tam bién la
adquirió a través de las responsabilidades asu m id as, de las co n stan tes
investigaciones que llevaba a cabo y por las lectu ras que sin descanso
hacía, de libros selectos publicados en América y en Europa.

La grandeza de Vallejo es como u n insondable piélago, por eso


en este corto Ensayo no puedo referirm e a todo lo que él fue y lo que
hizo. El espacio es corto p a ra poder resa lta r su excelsa figura de hom bre

A
que por su propio esfuerzo se convirtió en faro lum inoso que se puede
utilizar como guía de la ju v en tu d . Vallejo era u n polifacético que se

R
destacó en diferentes cam pos del queh acer hum ano. P ara ilustración
veam os algunos de los cam pos que él dom inaba.

Vallejo Orador C
T-
Vallejo por su condición de clérigo y de abogado era u n magnífico
orador. Su ilustración era poco com ún, y adem ás poseía el don de la
elocuencia.
EG

B uen conocedor de los clásicos griegos, latinos y españoles,


adem ás de los au to res básicos p a ra la iniciación en el liberalism o y el
positivismo.

Tenía estilo suave, tra n sp a re n te , correcto, sin a b u s a r de lo retórico.


I-D

Sus dotes de orador se traslu cían en su s conversaciones am enas.D e


sonoro verbo, de adm irable elocuencia, de dicción clara y vigorosa, de
im presionable elegancia y de presen cia agradable.

Vallejo Funcionario Público


D

M uchos proyectos, m u ch as realizaciones del gobierno de Soto y


de Bográn fueron in sp irad as por Vallejo. Soto, Rosa, Bográn y V ásquez
U

supieron ap reciar el talento de aquel hom bre de in q u eb ran tab le voluntad


p a ra trabajar. Aquellos e sta d ista s com prendieron y aprovecharon lo que
Vallejo era capaz de h acer en beneficio de H onduras.

Vallejo desem peñó varios cargos públicos, d estacán d o se en


ellos por su dedicación, su responsabilidad, su eficiencia y por su
extraordinario talento. Con e sta form a de actu ar, e sta b a en señ an d o en

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Antonio Ramón Vallejo, aspectos biográficos y su papel en el gobierno de


Marco Aurelio Soto y la Reforma Liberal
form a in d irecta a quienes le rodeaban. Como dice u n refrán: “La p alab ra
m ueve y el ejemplo a rra s tra ”.

Vallejo Educador

Vallejo ten ía u n a acen d rad a vocación p a ra enseñar, y puede


añ rm a rse sin tem or a exageraciones, que alcanzó gran celebridad en

A
e sta fase de su talento m últiple.

D esem peñó con m ucho acierto su labor educativa dentro de las

R
a u la s de clase, tan to como docente o como director.
CO
D esde la c á te d ra dejaba tra slu c ir su ética rígida, su vida intachable,
C
su agilidad p a ra discernir, valiéndose p a ra ello de la lógica y la razón.
3

á
T-
Como colaborador de la Reform a em prendida por Marco Aurelio
Soto, publicó varios artículos encam inados al m ejoram iento de la ao
'c
educación en H onduras. En u n trabajo publicado en el periódico “La 'O

R epública” en 1880, Vallejo se reñere a la im portancia de la Instrucción


EG

Pública. c
'O
;
‘G
Q
Vallejo Historiógrafo co
3
Vallejo es el fu ndador de la historiograña h o n d u reñ a. A este 5
I-D

cam po de la investigación cientíñca dedicó la m ayor p arte de su talento.


A m aba p ro fundam ente los estudios históricos, b u sc a b a las fuentes de •TS
O
prim era m ano, y sen tía gran satisfacción cuando los encontraba. En la ■
♦o
c;
cu
h isto ria e stá la vida p asad a, por eso Vallejo insaciablem ente b u sc a b a ese •?o

pasado, relacionarlo con el p resente y con esos dos elem entos forjar el ■G
coo
engrandecim iento de H onduras.
D

o
G
Indudablem ente constituye uno de n u estro s m ás activos e
U

inteligentes investigadores. Su obra en H onduras se adentró en caimpo


virgen y dejó com pilados los docum entos de todas las fases de n u e stra •2
co
historia.
c
Leticia Bustillo nos dice: “Los historiadores nacionales consideran o
•C
o
que Vallejo fu e el primero en adentrarse en los docum entos coloniales y de
la república para clasificarlos y analizarlos e iniciar a escribir la primera y ^
historia de H onduras”.

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Vallejo Político

Vallejo escribía de cuando en cuando su pensam iento político y el


que encontram os en su obra histórica y en las colum nas periodísticas.

Sentía repulsión co n tra aquellos que en el poder se vuelven


corruptos considerándolos incapaces de sobreponerse a las in sa n as
pasiones.

A
Su idea capital en política era el establecim iento de H onduras, de
u n gobierno de integridad nacional. Creía n ecesaria u n a reform a política,
social y cultural. Creía preciso b u sc a r hom bres con ideas nuevas p a ra

R
h acer u n gobierno en el que participen sin discrim inación alguna, todos
los h o n d u reñ o s con capacidad y b u e n a voluntad.

C
Siem pre aspiró p a ra H onduras, u n régim en nom brado por el
pueblo y enm arcado en las leyes. E ntendía la c u ltu ra que fuese b asad a
T-
en la u n id ad y com prensión de los pueblos, m ediante la libertad.

Vallejo Estadista
EG

Vallejo llevó a cabo u n censo general en la república de H onduras,


en 1887. Además nos d a u n testim onio gráfico de aquella época porque
el an u ario contiene m u ch as fotografías.

El an u ario de Vallejo es la m ejor obra de su género p u blicad a en


I-D

H onduras, y h a constituido fuente de co n su lta p a ra todo trabajo sim ilar


que se h a efectuado posteriorm ente.

En 1893, Vallejo publicó el regio trabajo: “Prim er A nuario


E stadístico de la R epública de H o n d u ras”, correspondiente al año de
D

1889. Al referirse a e sta obra, el Dr. B arb eren a dice que es u n verdadero
m onum ento literario a su patria.
U

Contiene inform ación im portante sobre el así: encierra u n


resu m en histórico del año 1502, luego u n a breve descripción geográfica
de H onduras con enum eraciones de los principales elem entos del
territorio nacional, tales como: lím ites, división territorial, etc. Alberto
M em breño al referirse al A nuario de Vallejo dice: “Por este Anuario
conocemos m uchos datos que perm anecerían en el olvido'', y en cu an to a
la E stadística, nadie h a vuelto a escribir u n A nuario siquiera o parecido.

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Vallejo Períodista

Al e stu d ia r la h isto ria del periodism o en H onduras, será difícil


p rescindir del nom bre de Antonio Ram ón Vallejo. P ara él la p re n sa es
el elem ento civilizador que debe llevar la inform ación y la verdad a todas
partes.

A
Vallejo era el hom bre de letras, erudito profundo, con gran
capacidad de redacción, con m uchos principios cristianos y m orales
p a ra ceñirse a la verdad, y así a ta c a r a quienes violaban las leyes y

R
defender los derechos de quienes les eran violados. E sa era la n o rm a
que ten ía en su s actividades periodísticas. Fundó periódicos, dirigió (/)
algunos y colaboró en otros. 3

C
Siem pre estuvo d isp u esto a poner su plum a a beneficio de la p atria y al
servicio de los indefensos. Le g u sta b a h ab lar por los que no tienen voz. í
CU
T-
C
O
Vallejo Escritor •c

Vallejo fue u n escritor fecundo, su s 22 obras publicadas y su s 14


EG

inéditas tienen u n contenido de gran im portancia. No fueron publicados 'O


■cG
todos los trab ajo s que escribió por la falta de apoyo que tienen todos los
escritores p a ra publicar su s libros. c(i)o

En los últim os m eses de 1893 el gobierno comisionó a Vallejo


p a ra que re d a c ta ra u n a m em oria sobre los lím ites entre la república de
I-D

H onduras y las repúblicas de N icaragua, El Salvador y G uatem ala. co


o

Vallejo enferm ó y le fue imposible cum plir en ese m om ento su ’G


cometido; adem ás consideró insuficientes los docum entos que h a s ta V)
o
entonces poseía p a ra tra b a ja r en u n tem a ta n delicado como es el de o
D

los lím ites internacionales de H onduras. El aplazam iento fue fructuoso ST


puesto que, obligado ab an d o n ar el país a c a u sa de los acontecim ientos
políticos de 1893-1894, se trasladó a G uatem ala en donde se docum entó
U

y dedicó casi todo su tiem po a la investigación bibliográfica. .2


co;
c
De nuevo en Tegucigalpa, presentó al Señor Secretario de E stado ?
o
en D espacho de G obernación, en el m es de octubre de 1898, la historia •C
o
d o cu m en tad a de los lím ites entre H onduras y Nicaragua, El Salvador
y G uatem ala, u n a obra m agnífica que sirvió de base p a ra los alegatos
presen tad o s por H onduras reclam ando su s soberanos derechos sobre el co 2
o o
QO

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territorio de La M osquitia.

La segunda parte de esta obra, contentiva de los lím ites con El


Salvador, fue p resen tad a al Señor M inistro de G obernación en enero
de 1899. E sta obra no pierde actualidad por ser u n verdadero alegato
donde se establecen los ju sto s derechos territoriales de H onduras, en su
frontera con El Salvador.

Si los h o nd ureños som os agradecidos, con sólo este trabajo que

A
hizo Vallejo, es suñciente p area inm ortalizarlo, p a ra colocarlo en el alto
pedestal de la gloria.

R
Ningún historiador se h ab ía tom ado el costo de h acer u n trabajo
tan amplio y bien docum entado.

C
Vallejo fue u n intelectual com prom etido con su época y su tiempo,
el de la Reforma Liberal iniciada en 1876 por Marco Aurelio Soto y
T-
Ram ón Rosa; los hom bres m ás conocidos de u n a “generación decisiva”
como la llamó Ramón Oquelí. U na lista de la producción bibliográñca
de Vallejo da u n a idea de su capacidad de trabajo y de la diversidad de
EG

tem áticas ab o rd ad as d u ra n te incansables horas, días, sem an as y m eses


investigando en bibliotecas y archivos, b u scan d o inform ación p a ra
ponerla al servicio de su patria.

Cargos Desem peñados por Vallejo


I-D

• En 1869 es nom brado c u ra Párroco de Lamaní.

• En 1870 es nom brado C apellán de Omoa.


D

• En 1876 se le encarga u n a m isión diplom ática en tre los gobiernos de


H onduras, El Salvador y G uatem ala.
U

• En 1876 es nom brado Secretario privado del presidente Jo sé M aría


Medina.

• En 1876 es nom brado Secretario privado del presidente Marco Aurelio


Soto.

• En 1878 se le encarga la redacción de u n Com pendio de H istoria Social

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• En 1880 el gobierno le encarga la fundación y organización de la


Biblioteca Nacional.

• En 1880 es com isionado por el gobierno p a ra organizar y dirigir el


Archivo Nacional.

A
• En 1885 es nom brado Secretario al organizarse el Comité Especial
p a ra d ictam in ar sobre la d eu d a ex tern a de H onduras.

R
• En 1887 el Suprem o Gobierno lo nom b ra D irector G eneral de E stadística. co
3

de núm ero. C
• En 1888 el Consejo Académico Científico Literario lo n o m b ra Académico
C
O
C)
Q
C
T-
O
• En 1870, asum ió el cargo de M inistro Plenipotenciario de G uatem ala, •C
'O
N icaragua y C osta Rica. co
3
EG

'O
• Fue Secretario del Comité encargado del arreglo de las cu e n ta s 'G
a
docum entos relacionados con el ferrocarril interoceánico. '4o
co
::í
• C olaborador del periódico La Paz. 3
• D irector y fu n d ad o r del periódico H onduras Industrial.
• D irector del Periódico oficial La República. <D
I-D

(0
0
■♦o
• En 1880 es incorporado a la Academ ia Científica Literaria de H onduras cCüi
•?o
correspondiente a Real Academ ia de la Lengua Española. 1
co
o
• En 1890 figuró como socio correspondiente de la Academia de Ciencias o
D

y Bellas Artes de El Salvador. 5T

• En 1893 es com isionado por el Presidente de la república p a ra red actar


U

u n a m em oria de los Límites entre H onduras y Nicaragua, El Salvador y .2


3
O
G uatem ala. '4o

o
• En 1904 es nom brado colaborador de la revista del archivo y la ’C
o
Biblioteca Nacional fundada, dicha revista, por E steban G uardiola. '40

ía ^^
co
• En 1906 se hace cargo de. la Dirección del Colegio El Porvenir en co t
o o
Q O
Tegucigalpa.

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• En 1914 se desem peña como catedrático en el Instituto Nacional de


Tegucigalpa.

• En 1914 es corrector de p ru eb as de la Im prenta de la República.


Además de las responsabilidades an tes a p u n ta d a s que Vallejo desem peñó
m u ch as que son de m enor relevancia, pero que por esto no dejaron de
ser im portantes.

A
En todos los trabajos que desem peñó y las responsabilidades
que asum ió, dem ostró capacidad y entrega. Por eso se ganó m uy
m erecidam ente la adm iración y el respeto de su b altern o s, com pañeros y

R
jefes.

Vallejo m urió el 18 de enero de 1914.


C
El Poder Legislativo de H onduras, en su sesión del 28 de octubre del
T-
2013 acordó in stitu ir el día 17 de m arzo de cad a año “Día del H istoriador
Nacional” en m em oria del nacim iento de Antonio Ram ón Vallejo. (La
G aceta de H onduras, 5 de noviem bre del 2013, No. 32, 270).
EG

A ntecedentes de La Reforma Liberal en Honduras

El general Barrios, presidente de G uatem ala, en su afán de


restablecer la an tig u a R epública Federal, se h ab ía dado a la ta re a de
I-D

in sta la r en las repúblicas centroam ericanas, p resid en tes añ n es a su


idea, situación que generó varios alzam ientos y golpes de E stado. El
Presidente Arias fue derrocado y su stitu id o por el general Ponciano Leiva
con el respaldo de los gobiernos de G uatem ala y El Salvador, el 2 de
febrero de 1875.
D

Barios p lan eab a u n a reunión de los p resid en tes de C entro América


U

p a ra septiem bre de 1875 y con tal ñn se entrevistó secretam en te con Jo sé


M aría M edina quien se com prom etió hacerle la g u erra a Leiva e inició u n
levantam iento en G racias el 16 de diciem bre. El 14 de Febrero de ese
año entró en C om ayagua y se proclam ó Jefe de E stado. Leiva se retiró
de C om ayagua p a ra reorganizar su gobierno y su s tro p as. Pero B arrios
h ab ía promovido cam bios en El Salvador, derrocando al presidente
González y elevando a la prim era m a g istra tu ra al vicepresidente A ndrés

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Valle con quien convino que el gobierno de H onduras debería p a s a r a


m anos de Marco Aurelio Soto con el apoyo de G uatem ala y El Salvador
p a ra poder com batir a los dos Jefes de E stado en d isputa: Leiva y M edina.
M edina fue derrotado y se refugió en G racias, m ien tras Leiva retornó a
C om ayagua donde asum ió nuevam ente el m ando.

En e sta s c ircu n sta n cias aparece Vallejo en la política, con la


confianza de M edina y con la am istad de Mairco Aurelio Soto y el apoyo

A
de J u s to Rufino B arrios. M edina no m b ra a Vallejo su em isario p a ra
que se en trev istara con los m an d atario s centroam ericanos p a ra poder
su p e ra r la crisis. Sin em bargo, Vallejo com prendió que B arrios ya ten ía

R
CO
la determ inación de instadar en H onduras a Soto. La gestión de Vallejo
se limitó a im pedir que u n a fuerza proveniente de G uatem ala invadiera 3
na

acep tara la p ro p u e sta de Barrios. C


H onduras con la condición de que convencería a M edina p a ra que
á
oo
T-
Vallejo viajó a El Salvador y se entrevistó con el presidente 'O
Zaldívar, quien su stitu y ó a Valle. CO

'O
De nuevo en G racias, Vadlejo es nom brado Secretario Privado 'C
EG

del presid en te provisorio, general Jo sé M aría M edina, situación que c


aprovechó p a ra convencer a M edina p a ra que se reu n iera con Leiva y CO
(i)
con el m ediador Lozano, en el pueblo de Cedros en donde firm aron u n
convenio m ediante el cual resolvieron apoyar a Marcelino Mejía p a ra que c
asu m ie ra la presidencia.
I-D

CO
o
M edina se resistía acep tar la venida de Marco Aurelio Soto. c
•>o
Vallejo urgió a soto p a ra que to m ara la resolución de venir a H onduras,
‘C
y habló con M edina p a ra tra ta r de convencerlo p a ra que acep tara la CO
o
venida de aquel ilu stre ciudadano hondureño. M edina acorralado por o
D

las circu n stan cias, y es así como se ve obligado y acepta, el 21 de agosto 5)


de 1876, encarga el gobierno, en form a provisional de la república a
Soto, m ediante decreto. aj
U

O
•fO
c
o
Vallejo formó p arte de la com isión encargada de entregar el decreto c
a Soto. 8
o
'C
o
H asta ese m om ento, la ta re a de Vallejo h abía sido m uy im portante: a
por encargo de M edina se entrevistó con los m andatarios de Centro
América, y logró evitar que G uatem ala invadiera H onduras; convenció CO í
o §
Q O

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a M edina p ara que no evitara la venida de Soto al país; convenció al


generad Jo sé M aría B arahona p a ra que con su s tro p as no se opusiera a
la e n tra d a de Soto a H onduras que le perm itiera desem barcar.

Con esos logros obtenidos por el joven Vallejo ponian en claro


su prestigio, su inteligencia y su capacidad de expresar su s ideas p ara
convencer a otros. Las personas a quienes se enfrentó eran radicales,
inflexibles; sin em bargo, logró hacerlos desistir de su s opiniones
consideradas inclaudicables.

A
D espués que Soto asum ió el poder, el 17 de agosto, seleccionó

R
personas altam ente califlcadas p a ra que lo aco m p añ aran en su gobierno.
Uno de los seleccionados fue el presbítero y abogado Antonio Ramón
Vallejo.

C
Papel de Vallejo en el Gobierno de Marco Aurelio Soto y La Reforma
Liberal
T-
C uando Soto se hizo cargo de la presidencia de la república de
H onduras, conociendo la ^preparación, inteligencia y h onestidad de
EG

Antonio Ram ón Vallejo; lo nom bró Secretario Privado de la Presidencia.


En este cargo, Vallejo se desem peñó con m u ch a eflciencia, y adem ás
conoció los ideales reform istas de Marco Aurelio Soto. Vallejo con
claros conocim ientos del positivism o y de otros m ovim ientos liberales
en América y E uropa, estuvo de acuerdo con el proyecto de la Reforma
Liberal de Soto en H onduras y por eso le ofreció toda su colaboración.
I-D

Parte del apoyo que le dio fue el siguiente:

Con la publicación de algunos libros, Vallejo contribuyó a que alcan zara


D

algunos logros la Reforma Liberal p ro p u e sta por Soto. E ntre otros


podem os m encionar los siguientes:
U

- En 1878 publicó Colección de C onstituciones Políticas de la R epública


de H onduras em itidas del 22 de noviem bre de 1824 h a s ta 1870.
Conociendo éstas, tan to la teoría, como los alcances de cad a u n a , se
ten ían elem entos p a ra h acer u n a nueva C onstitución.

- En 1881 publicó A puntas de G ram ática Latina. Escrito p a ra im partir


clases y lleva dedicatoria p a ra la ju v en tu d . En este trabajo, Vallejo mejoró

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y am plió la colección de Definiciones de G ram ática L atina de Botelo. Así


logró, en form a m edida, m ejorar el aprendizaje de los estu d ian tes.

- Soto queriendo b rin d a r a la ju v en tu d u n a b u e n a instrucción, com isionó


a Vallejo p a ra que escribiera u n com pendio de historia social y política
de H on d u ras, p a ra u so de las escuelas prim arias. Vallejo, quizá, basado
en la experiencia que ten ía en la docencia, y con algunos conocim ientos
que ten ía sobre pedagogía, psicología, sociología y o tras ciencias; escribió

A
dicho com pendio, pero vio que era m ás adaptable p a ra estu d ia n te s de
seg u n d a en señ an za.

R
En julio de 1883, Vallejo h ab ía cum plido p arte de su trabajo, y co
entregó al gobierno el prim er tomo que contenía los sucesos ocurridos en 'Xj
H o n du ras de 1821 a 1878.
C
- Vallejo planteó al presidente Marco Aurelio Soto que como p u n to
cCi)
es
O
T-
im portante de la Reform a Liberal, e sta b a fu n d ar y organizar la Biblioteca •c
'O
y el Archivo Nacional. Soto aceptó las sugerencias y le asignó tal co

responsabilidad.
'O
'C
EG

o

Vallejo ejecutó to d as las acciones necesarias p a ra llevar a cabo su plan
co
y fue así que por acuerdo g u b ern am en tal del 11 de febrero de 1880 se
crea la Biblioteca Nacional de H onduras y por acuerdo g u b ern am en tal
del 5 de m arzo del m ism o año se crea el Archivo Nacional de H onduras.
CD
'XS
I-D

co
Vallejo fue nom brado Director, supo darles vida y am plia difusión, o
■♦o
contribuyendo con esto al logro de algunos objetivos de la Reforma CD

p lan tead a por Soto. •G


co
o
- Vallejo como periodista, a través de su s artículos apoyaba a Soto en su O
D

plan de Reforma; ya que com partía su s ideas reform istas y las difundía.
Vallejo publicó su s valiosos artículos en el periódico oficial “La G aceta de
H o n d u ras”, en el periódico “El O rden” dirigido por Francisco Cruz, en el
U

periódico “La Patz” dirigido por Adolfo Zúñiga. .2


co
-♦o

- Vallejo como político hacía planteam ientos reform adores, como ser ?
o
A consejaba aprovecharse del desprestigio de n u estro s expertos tiranuelos •C
salteadores del poder; p a ra establecer u n a política de conciliación a
nacional*, que sabem os que d a rá buenos resultados al aseg u rar la
convivencia fratern a, el trabajo transform ador y, lo m ás im portante el co í
o o
Q O

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progreso integral del país.

- En 1876, Vallejo p lan teab a que se necesita que el Código de Instrucción


garantice la libertad de en señ an za y que se declare que instrucción sea
laica, g ratu ita y obligatoria. Que se extienda el aprendizaje elem ental m ás
allá de la lectura, escritu ra y aritm ética; que ab arq u e pesas, m edidas,
nociones de higiene y los principales preceptos de la C onstitución de la
República.

A
- Vallejo como educador, estab a convencido de la prem iosa necesidad de
capacitar a la niñez y la ju v en tu d en diferentes cam pos p a ra tran sfo rm ar

R
a H onduras. E sa es la Reforma que Soto quería, por eso fundó escuelas
h a sta en los lugares m ás alejados, y fomentó la educación en los
diferentes niveles.

Reforma Liberal de Soto C


T-
Con Soto, Rosa y Zúñiga, alcanzar el poder signiñcó m odernizarlo
y, desde ahí, con la gestión eñciente de u n a m inoría de políticos
identiñcados con el positivismo y las ideas liberales, p ro cu raro n depositar
EG

en la sociedad u n a nueva reform a de conceptualizar el m undo.

El positivismo llegó a H onduras. El período m ás notable en


el cual aparece el positivismo de este E stado es d u ra n te la Reforma
Liberal de 1876, iniciada el 27 de agosto de ese año, m ediante Decreto
de Inauguración del gobierno Provisional del Dr. Marco Aurelio Soto.
I-D

(Gustavo Zelaya, 1996).


F racasad a la revolución m orazanista, que intentó acab ar con
las m ás a tra sa d a s relaciones de producción e in s ta u ra r u n régim en
dem ocrático-burgués en u n m arco geográñco centroam ericano, se operó
D

el fortalecim iento de u n a clase feudal ligada al colonialism o inglés y


apoyada por el clero m ás reaccionario, y que dom inó la vida política del
país d u ra n te 55 años (1821-1876). (Colindres Ramiro, 1993).
U

Soto gobernó H onduras d u ra n te 7 años, y con la ay u d a de


intelectuales como Ram ón Rosa, Adolfo Zúñiga, Antonio Ram ón Vallejo
y otros, logró realizar las siguientes obras:

- La em isión de los Códigos Civil, Penal y de Procedim ientos, Código

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Antonio Ramón Vallejo, aspectos biográficos y su papel en el gobierno de


Marco Aurelio Soto y la Reforma Liberal
de In stru cción Pública, de A duanas, Código Penal, Militar, la Ley de
T ribunales, la O rdenanza, la Ley de Organización Militar, la Ley de
A gricultura.

- Se estableció el m atrim onio civil, la en señ an za laica, obligatoria y


g ratu ita.

- Se suprim ieron los diezmos.

A
- Se organizó la U niversidad.

R
- Se consolidó la d eu d a pública y se crearon los m edios de arm onizarla. (0
3

E stadística. C
- Se fu n d aro n la Biblioteca, el Archivo Nacional y la Dirección de
í
C

CD
ao
T-
- Se organizó el Servicio de correos y se incorporó la Unión Pastoral 'C
'O
Universal. V)
EG

'O
- Se creó el servicio de telégrafos. ’G
a
'fo
- Se fundó la Tipografía Nacional.
¡i
5
- Se hizo efectiva la anexión de las Islas de la B ahía a H onduras (Fonseca,
(i)
1983). 'Q
I-D

o
La Reform a de Soto quedó incom pleta, no h ab ía provocado en H onduras c
•Si
el surgim iento de u n a sociedad m oderna, a p esar de su deseo y •G
preocupación porque e sta q u ed ara cristalizada y que fuera perdurable, co
o
a p esar que Rosa y Zúñiga como grandes reform adores crearon leyes o
D

aplicables y benéficas p area la sociedad; a p esar de que Vallejo puso su G


inteligencia, su honestidad, su capacidad y su regia plum a al servicio de
Soto p a ra que se lograra u n a reform a integral y duradera.
U

.2
co
D espués de que Soto dejó la presidencia, algunos aspectos de la Reforma c
h a n cam biado.
o
'C
o
Qí a
co 2
co c

QO

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C
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T-
La Gaceta Oficial de Honduras, (5 de noviem bre de 2013). Tegucigalpa,
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EG

Oyuela, Leticia. (1994) Ram ón Rosa plenitudes y desengaños. Editorial


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Oviedo Mejía, J u a n . (1980). Lo que u sted debe sa b er sobre Honduras,


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Ramos, Víctor M anuel. (2007). Antonio Ram ón Vallejo vida y obra.


Tegucigalpa: Artes Gráficas de la S ecretaría de C u ltu ra Artes y D eportes.

Turcios, Salvador. (1932). ¿Q uién fue el Padre Vallejo? R evista del Archivo
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y Biblioteca Nacional, Tomo XI, julio y agosto.

Zelaya, G ustavo. (1996). El legado de la Reforma Liberal. Tegucigalpa:


U

Editorial G uaym uras.

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Antonio R. Vallejo: el discurso fundante de la


historiografía en Honduras
Rolando Sierra Fonseca

Introducción

A
El objetivo de este artículo es el analizar la obra del considerado
pad re de los estu d io s históricos en H onduras Antonio Ram ón Vallejo

R
CO
desde el enfoque de la función social del h isto riad o r al ser este au to r
quien crea en el prim er d iscu rso histórico fu ndente sobre el pasado 3
•TS

C
h o n d u reñ o y reflexionar sobre la ciencia histórica en su m etodología y
perspectiva de análisis. 3
0)
C
O
T-
El por qué analizar la obra de este personaje, va m ás allá, ’C
'O
•♦o
que este año se conm em ore el prim er centenario de su m uerte, sino co
por su profundidad h erm en éu tica p a ra la com presión de la sociedad 3
'O
h o n d u reñ a, como de las y los h o n d u reñ o s. Antonio Vallejo, según el ‘G
EG

G
historiador guatem alteco E rnesto Chinchilla: “Desde su ju v e n tu d se •i-»
•♦o
puso en contacto con la tragedia política que afligía a C entro América y cCoú
se le vio dedicarse a a su n to s de gran interés nacional que le convertiríain
en u n o de los intelectuales m ás destacados de su p a tria ” (Chinchilla, E., c
1948, p. 173). 'G
I-D

co
o
Ha sido Vallejo el prim er h o n d u reñ o en forjarse en este oflcio y
b u sc a r en la h isto ria su función social de relacionar el p resen te con el 'G
pasado, ya que como lo h a planteado el historiador m exicano E nrique coo
Florescano que en el paso de los siglos en todo el m undo la historia h a o
D

tenido diversas funciones p a ra la sociedad y que u n a de ellas h a sido G


“d o tar de identidad a la diversidad de seres h u m an o s que form aban la
tribu, el pueblo, la p a tria o la nación” (Florescano, E; 2012, p. 21). Es
U

cuando la h isto ria sirvió como u n p u en te entre el pasado y el presente •2


G
O
de u n a com unidad, forjando así u n a idea de continuidad y proxim idad G
entre los an tep asad o s y el presente. Mas la función de la historia no se ?
O
limitó a perm itir las relaciones al interior de u n grupo social, sino tam bién ’C
o
Ckí G
1. Doctorado en Pensamiento y análisis político, magister en ciencias sociales y licenciado en historia. Ha pu­
blicado libros y estudios sobre la historiografía, filosofía de la historia, historia de las ideas e historia política
y eclesial de Honduras.

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al exterior, pues a través de los relatos que produjeron los historiadores


se logró u n a “inm ersión en el pasado [la cual] es u n encuentro con
form as de vida distintas, maircadas por la presencia de diversos medios
n atu rales y cu ltu rales” (p. 28).

G racias a ello, u n a com unidad puede identificar lo rem oto, perm itiéndole
u n reconocim iento de lo extraño, aquello qué la antropología denom ina la
otredad. Así, se puede entender la historia como forjadora de identidad,
la cual por medio de u n a introspección se llega a definir la identidad

A
propia por medio de u n a im agen del otro, se reconoce el yo en cuanto
se establece la diferencia y lo que se com parte con él.

R
Aun cuando, p a ra Florescano, la historia no se h a dem ostrado
como u n a b u en a m aestra, sino m ás bien como u n a p o rtad o ra de sab id u ría
C
a la que se debe ap ren d er a interrogar criticam ente, sin dogm atism os,
reconociendo la pluralidad de voces (contradictorias incluso) que en ella
T-
coexisten y que h a n quedado opacadas bajo el peso de la u n id ad estatal.

En e sta línea se indaga la obra de Vallejo en su proceso de form ación


de clérigo a historiador y como realiza su “oficio de la com prensión” del
EG

pasado histórico en función de generar u n discurso histórico p a ra la


construcción del estado nacional en H onduras, a p a rtir de la reform a
liberal em prendida por el gobierno de Marco Aurelio Soto y Ram ón Rosa
en 1876.
I-D

De Clérigo a Historiador

Antonio R. Vallejo, nació en Tegucigalpa el 17 de m arzo de 1844 y


falleció en e sta m ism a ciudad el 28 de enero de 1914. Desde joven siguió
los estudios clericales. Su m adre era h e rm a n a del Capitáin G eneral
D

S antos G uardiola, jefe de estado de H onduras en tre 1858 a 1862. En


1860 se le extendió el título de Bachiller en Filosofía, lo cual le abrió las
U

p u e rta s a la en señ an za superior. E studió en el sem inario T ridentino de


C om ayagua y el 8 de septiem bre de 1868 fue ordenado sacerdote por el
obispo Fray J u a n de J e s ú s Zepeda y Zepeda. Fue c u ra párroco de varias
p arro q u ias del pads. D espués de veinte años de ejercicio abandonó el
sacerdocio, pero entre tanto, en 1871 decidió c o n tin u a r los estudios de
derecho en Tegucigalpa y en 1874, presentó an te la Corte S u p rem a de
J u s tic ia la solicitud p a ra obtener el título de Abogado de los T ribunales,
como h a expresado Oquelí, Vallejo:

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...que escogió la vida sacerdotal, seguram ente sin excesiva


vocación y m ás bien por ser la ú n ic a que perm itía a los
jóvenes pobres, la oportunidad de in stru irse, colgó los
h áb ito s y se perm itió vivir en in term itente polém ica con los
obispos y sacerdotes que querían hacerlo volver al redil.
Colaboró con el a stu to Jo sé M aría M edina, y con el últim o
su ceso r de éste, Marco Aurelio Soto. No perdió la confianza

A
de Bográn ni de Vásquez, pero tuvo que a b a n d o n a r el país
a la llegada de las tro p as de Policarpo Bonilla, a quienes
previam ente h ab ía calificado de 'a n a rq u ista s (Oquelí, R;

R
1995, p. 23). co
g
3

C
Fue u n hom bre con u n a sólida form ación y u n historiador p a ra su
m om ento actualizado: “A dm irador de Adolfo Q uetételet, realizo m últiples
á
C
T-
O
ta re a s en los cam pos de la historia, la estad ística y del periodism o” •c
'O

(Oquelí, R; 1986). Tenía especial afición por los clásicos españoles y co


greco-latinos, y leyó con seguridad a Tácito, a Plinio y a Plutarco, cuyas c;
EG

'O
sen ten cias im presionaron profundam ente su espíritu. Conoció las ideas ‘C
c
del positivism o y del liberalism o político, y deben agregarse como factor
CO
im portante de su form ación las lectu ras d eterm in ad as por su m inisterio Cü

religioso. 5
d)
I-D

C onsiderado por Jo sé Reina Valenzuela como, “elprim er hondureño


co
que se adentró en los estudios históricos”, fu e un maestro, un filólogo, o
■♦o
historiador “guía de alm as, defensor de pobres e infatigable luchador por .Q)

los derechos inalienables de la Nación sobre el territorio con que vio la ’G


co
vida independiente...” (Reina Valenzuela, J;1 9 6 5 , p.lOO). 0
D

• •

C uando Vallejo ejerció la profesión de Abogado en G uatem ala tuvo 1


la oportunidad de realizar algunos proyectos de investigación histórica
U

al servicio de la soberanía de H onduras. Tam bién investigó el Archivo Qj


•2
co
Nacional de El Salvador, poco an tes que esta institución desapareciera
por la acción de u n m isterioso y voraz incendio (Martínez, Jo sé Francisco;
1987, p. 122). O
'C
o
Vallejo es el historiador fundam ente de la historiografía h o n d u reñ a O
y ^
al crear u n discurso histórico identitarío sobre H onduras, del cual el CO ^
CO ^
país h ab ía carecido a lo largo de su vida independiente. Se tra ta de o o
Q O

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u n discurso favorable p ara la integración del pueblo y la creación de


condiciones p a ra form ar en H onduras u n E stado Nacional, siendo uno
de los elem entos de este estado, la existencia de u n discurso e identidad
histórica com ún.

H asta 1882 en H onduras se carecía de u n a tradición historiográfica


propia. El estudio de la historia era prácticam ente inexistente y no h abía
u n libro alguno escrito por hondureño sobre la historia nacional. El único
libro conocido sobre el país era el de E. G. Squier. A puntam ientos sobre

A
Centroamérica, publicado en inglés y traducido por u n hondureño en 1856,
im preso en París; luego estab a la obra de William V. Wells. Explorations

R
and A dventures in H onduras, publicado en 1857 por H arpers y B rothers
de Nueva York. No obstante, am bos libros en H onduras no h ab ían sido
los suñcientem ente difundidos, como m uy poco conocida era tam bién la

C
prim era descripción histórico-geográñca de la Provincia de H onduras,
del obispo D. Cristóbal de Pedraza, que d a ta de 1544.
T-
Según Jo sé Reina Valenzuela, h a s ta e sta fecha la en señ an za de la
historia se im partía en form a anecdótica o u sa n d o los textos de historia
de C entroam érica, que contenían m uchos errores con perspectivas
EG

m aniqueas y que m uy poco tra ta b a n decían sobre la h isto ria H onduras


(Reina, J. 1965, p. 101).

Es en este contexto que Vallejo emerge como el historiador fu n d an te al


ser el prim er director del Archivo Nacional y publicar el libro: Compendio
I-D

de la historia social y política de Honduras^ Tegucigalpa, 1882, que es la


prim era historia de H onduras escrita por u n h o n d u reñ o y a iniciativa del
E stado de H onduras.

Bajo el signo de la reforma


D

La sociedad h o n d u re ñ a de la seg u n d a m itad del siglo XIX en


la que vivió Vallejo se contextualiza en el m arco de la Reform a Liberal
U

im p u lsad a por Maro Aurelio Soto y Ram ón Rosa a p a rtir de 1876, en la


cual desde diferentes posiciones tuvieron u n a participación signiñcativa
en el desarrollo de la m ism a. E sa fecha. H onduras existe como u n esbozo
de nación caracterizado por u n a econom ía d esarticu lad a, con m últiples
actividades locales sin im pacto globalizante y sin vínculos entre sí:
m inería de p lata (Tegucigalpa); tala de bosques y cortes de m ad era (Costa
Norte); g anadería (Olancho y Región Sur); tabaco (Copán), etc. Tam bién

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se caracteriza por la au se n c ia de u n m ercado interno, la au se n c ia de


com unicaciones viales y de élites nacionales que no dificultaran la
con stru cció n de u n a h isto ria com ún h acia la conform ación de u n E stado
nacional (Véase: Pérez Brignoli, Héctor; 1973).

D icha reform a ten ia como objetivos básicos crear u n E stado-


nacional e in se rta r a H onduras en la econom ía m undial. Bajo estos objetivos
p reten d ía c o n tra rre sta r la ten den cia atom izadora y de aislam iento de la

A
sociedad h o n d u re ñ a m ediante la b ú sq u e d a de u n a integración h acia el
exterior e interior. El E stado se vio fortalecido institucionalm ente por u n a
actividad económ ica de exportación, por la prom ulgación de nuevas leyes

R
CO
y por el intento articu lad o r de la educación de los diversos sectores del
país, favoreciendo el fortalecim iento institucional, jurídico, de capacidad 3

siglo XX2. C
h u m a n a y organizativa que lentam ente se h a increm entado a lo largo del
á
C
ü
T-
E ntre o tras acciones, el gobierno reform ista de Soto y Rosa •c
'O
■f->
im pulsó u n a política de fom ento al café y a la m inería, la reorganización (/)
fiscal, u n a política ferrocarrilera, la m odernización de la legislación 3
'O
económ ica, la estru c tu rac ió n del sistem a educativo y la creación de u n a ’G
EG

in fra e stru c tu ra im portante en salud. El 29 de abril de 1877 se emitió o


u n decreto que fom entaba la agricultura, según el cual todas las tierras CO

a p ta s ten ían que incorporarse a la producción. Con este objetivo, el ■s
gobierno estableció u n amplio régim en de concesiones de tierras y dio o
facilidades p a ra que los agricultores obtuvieran m ano de obra, la cual d)
I-D

e staría liberada del servicio m ilitar y de otras obligaciones civiles. CO


o
■to
cCü
*
Fue p arte im portante de este gobierno redefinir el sta tu s de la •G
Iglesia y tuvo u n a clara política eclesiástica. La au sen cia de u n a clase CO
o
con pretensiones aristocráticas, de u n a alta je ra rq u ía intransigente
y de gobiernos conservadores por largo tiempo en el poder y con u n a d)
D

am bivalencia ideológica respecto a la Iglesia, facilitó la aceptación de la


nueva política (Véase: C arias, M. 1991, p. 66). Qi
O
U

co
En el m arco de este proceso de reform a Antonio R. Vallejo se convirtió c
en u n o de los soportes intelectuales del régim en de Marco A. Soto y ?
o
R am ón.R osa, al contribuir a se n ta r las b ases p a ra el surgim iento de 'C
o
u n a institucionalidad m ínim a en lo referente al estudio de la historia, la
CO ^
2. Para el estudio de la reforma liberal Honduteña pueden verse los trabajos de Brignoli, Molina Chocano, CO t
o o
Reina Valenzuela y Argueta y el trabajo de Zelaya, Gustavo. Q O

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estadística y el conocim iento general de H onduras.

El hecho m ás significativo p a ra el desarrollo de la ciencia histórica


en H onduras d u ran te este gobierno fue la creación del Archivo Nacional en
1880. Fue idea de Antonio Ramón Vallejo la organización del archivo, así
como el traslado de los docum entos y papeles que estab an acum ulados
en las oficinas públicas de C om ayagua (Reina, J . 1971, p.56).

A
De esta m anera, por Acuerdo del 5 de m arzo de 1880, el gobierno
dispuso organizar el Archivo y Biblioteca Nacional nom brando como
su D irector al Licenciado Antonio Ram ón Vallejo, tal como él m ism o lo

R
relata:

El d e c re to de 5 de m a rz o de 1 8 8 0 n o s p u s o al fre n te ,
C
s in m é rito p ro p io , de los tr a b a jo s d el A rchivo N acio n al.
D esd e ese m o m e n to n o s d e d ic a m o s u n d ía y o tro , s in
T-
in te r ru p c ió n a lg u n a , a r e g is tr a r el A rchivo M u n ic ip a l
d e la c iu d a d de T e g u c ig a lp a , q u e n o h a b ía sid o re c ib i­
do n u n c a . B a s ta n te s u frim o s e n d o s c ie n to s v o lú m e n e s ,
EG

q u e c o n tie n e n los d o c u m e n to s q u e , a n u e s tr o ju ic io , s o n
de m a y o r in te ré s . E s ta fu e la p r im e ra b a s e d el A rchivo
N acio n al. D e s p u é s p a s a m o s a r e g is tr a r el d e la c iu d a d
de C o m a y a g u a , y p a r a n o h e r ir el s e n tim ie n to lo cal, ta n
p r o n u n c ia d o e n s u s h a b ita n te s , p e d ía m o s s e c r e ta m e n ­
I-D

te la llave al s e ñ o r G o b e rn a d o r Político. A la s diez d e la


n o c h e e n tr á b a m o s e n u n a p ie z a d e la c a s a d e G o b ie rn o ,
d o n d e se e n c o n tr a b a la m u ltitu d d e p a p e le s , re c o g ía m o s
los p rin c ip a le s , los a c o m o d á b a m o s e n s a c o s y m a ta te s ,
los tr a s la d á b a m o s a n u e s t r a c a s a y a la s c u a tr o de la
D

m a ñ a n a los h a c ía m o s c a r g a r e n b e s tia s , q u e e s ta b a n lis ­


ta s c o n ta l fin. E s ta o p e ra c ió n se e je c u tó e n v a ria s o c a ­
U

s io n e s , s in q u e n a d ie s u p ie r a q u e tr a n s p o r tá b a m o s el
a rc h iv o d e la c a p ita l a la c iu d a d d e T eg u cig ad p a” (Vallejo,
A. AAN, p. 76).

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D espués de varios incidentes, incluso el que la población de


C om ayagua in te n ta ra a ta c a r a Vallejo, porque creía que se e sta b a
robando los objetos sagrados de la catedral, el gobierno dispuso tra sla d a r
los tercios de docum entos que faltaban organizando recu as de m uías
debidam ente escoltadas: “h a s ta com pletar cerca de trescien tas cargas
que h acían m ás de mil quinientos m ontones, que d an m ás o m enos, diez
mil volúm enes, en tre libros y legajos”, según refiere el propio Vallejo.
Así se com enzó a catalogar la docum entación partiendo del año 1600,

A
form ando c u a d ern o s y cuadernillos cosidos con cáñam o y debidam ente
rotulados.

R
U na vez que organizó la docum entación, acondicionó el local en CO
que debería in sta la rse el Archivo y la Biblioteca Nacionales. Prácticam ente

C
el único edificio disponible en Tegucigalpa era el antiguo convento de La
Merced, que casi e sta b a en ru in a s (Reina, J ., 1970, p. 58).
í
ao
T-
Fue, tam bién bajo el m andato de Marco Aurelio Soto y Ram ón Rosa 'C
'O
que Vallejo se d a a la ta re a de escribir la prim era historia de H onduras. ÍO
P ara ello el Ejecutivo emitió el siguiente Acuerdo del 15 de septiem bre de
'O
1878:
EG

1° C om isionar al Presbítero Licenciado don Antonio R. Vallejo CO



p a ra que redacte u n com pendio de historia social y política de
H onduras, com prensivo de los hechos ocurridos desde 1821 es
h a s ta el año de 1878, con el objeto de que su obra sirva de
texto en todas las escuelas de prim era en señ an za y,
I-D

CO
o
c:

2° A utorizar al Secretario G eneral de los D espachos de Go­
bierno p a ra que proporcione al Señor Vallejo todos los m e­ ‘G
C
CO
D
dios que faciliten el cum plim iento de la im portante comisión
que se le encarga y regístrese (citado por Reina Valenzuela, J ; o
D

G
1965: 102).
U

.2
c
o
c
?
o
'C
o
0^ C3

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La Historia com o Luz

El libro Compendio de la historia social y política de Honduras,


Tegucigalpa, 1882 se tra ta de u n a historia nacional oficial en el sentido
de que responde a u n a perspectiva g u b ern am en tal y adem ás a u n a
perspectiva pedagógica. Es u n texto educativo, siguiendo el método
de p reg u n tas y resp u estas; sin em bargo, registra la inform ación y
docum entación sobre hechos políticos, sociales, religiosos, cu ltu rales y
económicos de la historia de H onduras. Pero lo propio de este libro es el

A
intento de Vallejo de su p e ra r las leyendas y las creencias de la historia
nacional, y, a u n cuando es u n a historia por encargo gubernam ental,

R
b u sc a su p e ra r los paxcialism os políticos e ideológicos. D urante m ucho
tiempo este libro será el texto de en señ an za de la h isto ria nacional.

C
Por otra parte, este libro, si bien no tiene el carácter de historia
general, ya que su período de estudio se u b ica en tre 1821 h a s ta 1878,
es decir la fase republicana, coincidiendo con esa visión positivista de
T-
in te rp re ta r la época colonial española como u n período de oscurantism o
y de u n pasado que h ab ía que superar, es el prim er discurso histórico
como tal construido sobre H onduras.
EG

Desde la perspectiva de la teoría y m etodología de la historia


Vallejo se inscribe en u n a línea positivista, en auge en la C entroam érica
del m om ento, por ello p lan tea lo siguiente:
Me im puse por ley no decir n a d a falso, ni om itir n a d a
I-D

verdadero; asum iendo la responsabilidad y las am arg u ras


que este propósito p u ed a traerm e en cu alqu ier form a del odio
o la calu m n ia”. Su c e n su ra de las obras históricas parciales
tiene validez genérica a u n en la actu alid ad , siendo in te resa n te
consignar que escoge con gran ju ste z a las p alab ras con
D

que expresa su s ideas al respecto: “historiadores que solo


h a n publicado docum entos que pertenecen a su devoción
U

(Vallejo, A; 1882, p. 10).

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Como sostiene Ram os (2007, p. 37) “M uchas veces prefiere sacrificar la


g a la n u ra y belleza en la n arració n porque h a de predom inar en su ánim o
la historiografía como ciencia”, al respecto Vallejo escribió:

«La frecuente reproducción de extensos docum entos -aclara-


puede convertir e sta indagación en u n proceso. Busco la
verdad, y necesito apoyarm e en los m ism os docum entos
oficiales. Si me lim itara a citarlos, como la m ayor p arte se

A
e n c u e n tra n inéditos, no seria posible adquirir certidum bre y
con ese fin no quiero om itirlos. Com prendo perfectam ente que

R
e sta m a n e ra de proceder h a rá u n tan to p esad a la lectura; pero
desde que en ello se establece la verdad del derecho histórico- <0
geográfico, me som eto desde luego, a la critica y sacrifico las 3

C
form as literarias a la evidencia de la p ru eb a docum entada,
como lo he repetido m ás de u n a vez» (Vallejo, A; 1882, p. 13).
S
c
T-
ao
•C
'O
Vallejo, tiene u n a ilim itada confianza en el conocim iento histórico (O
que es, según él, “la ú n ic a luz capaz de guiar a la h u m an id ad en su
EG

larga peregrinación sobre la faz de la tierra”, dándole al conocim iento 'O


‘G
histórico la función de ser m aestra de la vida. Pensam iento que re su lta c
•l-J
doblem ente sugestivo en u n eclesiástico: “Por eso se verán en este (/)
CD
ensayo citados todos los escritos de todos los partidos que h a n estado
en el poder en contraposición de ciertos historiales, que solo h an Q
publicado docum entos que pertenecen a su devoción o que honorifican
I-D

al partido en que e stá n afiliados” (Vallejo, A; 1882, p. 10). Así m ism o coo
in te n ta su p e ra r la visión ideológica de la historia, cuando expresa: “É sta, c
adem ás de ser u n a insigne m u ch ac h ad a o niñería, en la que a sab ien d as
‘G
no in c u rrirá n u n ca, ni por pasión de b an d era ni por odios personales, coo
ni por miedo, tan to por negligencia, m enos por debilidad, es faltar a la
D

o
m isión im parcial de la h isto ria y m entir, sin razón n in g u n a y respeto G
alguno, al siglo p resen te y a los futuros siglos” (Vallejo, A; 1882, p. 11).
U

La m ayor parte de estas ideas eran aceptadas generalm ente .2


c
o
por casi todos su s contem poráneos, y algunas veces repite conceptos '4o
c
tradicionales acerca de la m an era y el sentido del conocim iento histórico, s
O
pero hay u n m om ento en que su visión critica se refieja, no sólo porque ’C
o
le d a m ás crédito a las fuentes prim arias, sino porque confía que puede Qí C
in te rp re ta r la verdad em an ad a de ellas: “Me he apartado —dice- de los CO ^
inexactos y apasionados juicios de los escritores que se h a n ocupado co ^
o §
QO

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de reseñ ar las contiendas de Centro América, y he seguido sin recelo


“las revelaciones de los docum entos” que he tenido a la vista, sobre
todo, cuaindo éstos h a n estado de conform idad con las narraciones de
personas contem poráneas” (Vallejo, A; 1882, p. 11).

De este modo, Vallejo p resen ta la clave de su m étodo de


investigación, pues pretende hacer u n estudio objetivo de los
acontecim ientos, haciendo ce n su ra de quienes los juzgan de acuerdo con
u n a valoración d istin ta a aquella en que tuvieron lugar: “U na historia

A
que no estu d ia -dice-, que no h a querido estu d ia r los acontecim ientos
en su verdadero punto de vista, que los altera, que los desñgura, que
los omite, o que cita únicam ente los que convienen y como convienen,

R
ap en as creo que p u ed a llevar el nom bre de ta l...” (Vallejo, A; 1882, p.
12 ).

C
El sujeto de la historia en e sta obra de Vallejo se cen tra
principalm ente en las ñguras y los hechos políticos de la R epública de
T-
H onduras. Ú nicam ente la época colonial, pone de relieve la im portancia
indiscutible de C om ayagua y el tardío surgim iento de Tegucigalpa; en
el período de la independencia, expone con m u c h a claridad la especial
EG

ideología de aquella provincia, que fue m arcad am en te p artid aria de la


anexión a México; y desde entonces, h a s ta las revoluciones de Centro
América, estu d ia el carácter y los ideales de los h o n d u reñ o s ilu stres
como Valle y M orazán, p a ra no citar sino a los m ás conocidos fuera de
las fronteras del Istm o C entroam ericano (Chinchilla, E .1948, p. 174).
I-D

Así, lo propio de esta obra es que su p e ra el relato com ún p a ra


co n stru ir u n discurso histórico sobre H onduras y lo e s tru c tu ra sobre
u n a base docum ental y u n a crítica historiográñca. A la publicación de
este libro le siguió, la edición de 1883 del texto: Apéndice. Documentos
justificativos del tomo primero de la Historia Social y Política de H onduras,
D

que contiene 61 docum entos que resp ald an y com plem entan el texto de
la obra pu b licad a el 27 de agosto de 1882.
U

Por todas estas razones, la labor histórica de Vallejo es fruto de


su patriotism o, p u es ese h a sido el requerim iento que lo h a llevado a
su s investigaciones del pretérito; pero a veces se d esb o rd a en franca
doctrina cen troam ericanista, y a u n continental, y de esa m an era logra
u n a superación de bienes que re su lta n del patriotism o sobre los m ales
que puede a c a rre a r las exacerbaciones nacionalistas.

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Posterior a la publicación del Compendio de historia social


y política de Honduras^ Vallejo editó otros trabajos en el cam po de la
h isto ria política, lím ites territoriales y sobre la m inería en la época
colonial en H onduras. Así es de señalar, u n trabajo escasam en te
referenciado de Vallejo como es: Necrología del Presbítero Miguel Angel
Bustillo, Tipografía Nacional, 1892., siendo éste, quizá, su trabajo en
donde con m ayor claridad pone en práctica su visión y m etodología de

A
la historia. Es u n texto de su m a im portancia p a ra conocer la vida de
u n a de las figuras m ás activas del clero hondu reñ o en el cam po político

R
de la seg u n d a m itad del siglo XIX. E sta “Necrología” es n ecesaria p a ra
CO
en ten d er el confiicto conocido como la “guerra de los p a d re s” entre el
Vicario Miguel Del Cid y el presidente S antos G uardiola en 1861. En este 3

C
texto Vallejo resaltó el carácter contradictorio de la historia h o n d u reñ a,
al ex p resar que H onduras es “el país de los co n trasen tid o s” aludiendo
con esto a que u n a de las tendencias de la larga duración de la historia
.O

C
(i)
ao
T-
de H ond u ras es la inestabilidad. •C
'O
co
Vallejo tam bién se hizo cargo de u n o s de los tem as propios de la 'í
EG

'O
historiografía cen tro am erican a de finales del siglo XIX como fue el de ’G
los problem as limítrofes. En e sta línea escribió por encargo del Jefe de a
ve
co
E stado G eneral Domingo Vásquez. Historia docum entada de los límites
del estado de H onduras con Nicaragua (1893); tam bién publicó. A sunto
limítrofe con G uatem ala (1894) y que fue com plem entada con la H istoria c
d o cu m en tad a de los lím ites entre H onduras y El Salvador (1926), siendo
I-D

su editor el profesor G ustavo C astañeda. En este libro se incluye otro de coo


4 -.Í»

los textos im p o rtan tes de Vallejo: Réplica al doctor Santiago I. B arbarena, c:


d)
en el que debate con el salvadoreño sobre las p ru eb as en torno a que el ‘G
archipiélago de la B ahía de Fonseca pertenezca a El Salvador. co
o
D

o
Por o tra parte, un o de los trabajos por el cual Vallejo h a tenido u n G-
reconocim iento académ ico im perecedero es: Primer anuario estadístico
de Honduras, Tegucigalpa, 1892, que si bien es u n texto de estadística CK
U

sobre el país tiene u n a perspectiva histórica y docum ental, ya que .2


c
o
contiene el prim er censo levantado p a ra el cobro de las Penas de C ám ara Cí
en el año de 1864; el Censo que elaboró el obispo Fray Fernando de
o
C adiñanos en 1798; el de Ramón de Anguiano, G obernador Intendente ’C
o
40
de la Provincia de H onduras en 1801 y el prim er Censo realizado en Cií C3
y ^
la vida independiente elaborado por el director general de estadística OQ ^
CO t
Francisco Cruz el año de 1881. O o
QO

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Vallejo, tam bién, ju n to a Ramón Rosa form aron u n a generación


de historiadores en línea positivista, que realizaron u n gran acopio
de datos docum entales p a ra d ar al pasado hondureño u n a visión
fundam entalm ente política, tal como se puede c o n sta ta r en la obra de
quienes le sucedieron: Rómulo E. D urón, E steban G uardiola, entre otros
(Yankeñevich, P; 1988, p .l6 8 ).

Consideraciones Finales

A
No cabe d u d a que Vallejo, como h a dicho Jo sé Francisco M artínez,
“fu n d a n u e stra conciencia histórica y reconstituye el h áb eas fundam ental

R
de n u e stra historia, en su interpretación geográfica, social y política, a
p artir de u n a docum entación tram ad a en vivo y reco n stitu id a a p artir
casi del hecho histórico. Es vital, por ejemplo, su aporte docum ental a

C
la historia geográfica de H onduras. S us estudios jurídicos constituyen
la colum na vertebral de la soberanía de H onduras, en su exposición
documentad sobre la territorialidad, lím ites y su sten tació n legal de la
T-
m ism a (Martínez, J. F; 1987, pp. 120-121).

Sin duda, cuando en este año 2014 el Congreso Nacional de


EG

la R epública h a decretado el 17 de m arzo como el día del historiador


hondureño en la fecha del nacim iento de Antonio R. Vallejo es oportuno
recordar lo que el gran Rafael Heliodoro Valle escribió a la m uerte de
Vallejo en 1914, en el periódico Nuevo Tiempo dirigido por Froylán
Turcios: “E stab a seguro de la posteridad; y la te n d rá m ien tras la polilla
I-D

respete los tom os que dejó en el anaquel dom éstico; m ien tras h ay a gloria
local y el sol cabrillee sobre la b an d e ra azul y blanco; h ay a casitas como
en la que él m urió, n a ra n ja s asoleándose en las v en tan as an tig u as, y en
la iglesia de San Francisco la trib u n a eclesiástica se acuerde de aquel
Padre Antonio, que en las tard es de mayo, frente a los devotos auditorios,
D

se ponía a rezar plegarías de d u lzu ra arg en tin a”.


U

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Bibliografía

C arias, M.(1991). La iglesia católica en Honduras^ Editorial G uaym uras,


Tegucigalpa.

C hinchilla, E. (1948). “Dos historiadores H ondureños”, RABN, tomo 27,


No. 3-6, Sep-Oct, pp. 172-174 y 270-272.

Florescano, E. (2012). La función social de la historia. México: Fondo de

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C u ltu ra Económ ica.

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M artinez, Jo sé Francisco (1987). Literatura generacional en Honduras,
Tegucigalpa: Editorial U niversitaria.

U niversitaria. C
Oqueli, R. (1986). Los hondureños y las ideas. Tegucigalpa: Editorial
ao
T-
•c
'O
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Oqueli, R. (1995). Gente y situaciones, Tomo II. Tegucigalpa: Editorial co
U niversitaria.
'O
•G
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Pérez Brignoli, H. (1973). “La reform a liberal en H o n d u ras”, Cuadernos Q


O)
Nuevo Continente, Tegucigalpa: Nro. co

Ram os , V. (2007). Antonio Ram ón Vallejo. Vida y obra. Secretaria de a


C ultura, Artes y D eportes, Tegucigalpa.
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Reina Valenzuela, José. (1965). Biografía de Antonio R. Vallejo, Academia ceu
de geografía e H istoria, Tegucigalpa. •G
V)
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Vallejo. A. (1882). Compendio de la historia social y política de Honduras, o
D

Tegucigalpa. G

(1892). Necrologia del Presbítero Miguel Ángel Bustillo, Tipografía


U

Nacional, Tegucigalpa. •2
co
c
(1892) . Primer anuario estadístico de Honduras, Tegucigalpa. ?
o
•C
o
-w
(1893) Historia docum entada de los límites del estado de H onduras con a
Nicaragua, Tegucigalpa. y ^
co 2
co 2
2
Q O
o

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Yankeñevich, P. (1988). Honduras. México: Alianza Editorial

A
R
C
T-
EG
I-D
D
U

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Bibliografía de y acerca de Antonio R. Vallejo


Ismael Zepeda Ordóñez

En ocasión de conm em orar el prim er C entenario de fallecim iento


del Presbítero y Abogado Antonio R. Vallejo, 1844-1914, el Congreso
Nacional m ediante decreto 208-2013 declaró el año 2014: “Año del

A
Primer Centenario de la Muerte del Historiador Hondureño Antonio
Ramón Vallejo B ustillo”, así m ism o decretó que el “Día 17 de Marzo”
sea declarado “Día del Historiador Nacional” en m em oria de su fecha

R
CO
de nacim iento, 17 de m arzo de 1844. En e sta oportunidad. La Asociación
de H istoriadores Locales y Regionales com parte u n a actualización del 3
C

C
trabajo bibliográñco del historiador M artín Alvarado Echeverría, de y
acerca del antólogo, ñlólogo, periodista, catedrático, prim er D irector
del Archivo y Biblioteca Nacional, estadígrafo, presbítero y abogado
á
CD
ao
T-
Antonio Ram ón Vallejo B us tillo. La Asociación de H istoriadores Locales •c
'O
•♦o
y Regionales y el In stitu to H ondureño de Antropología e H istoria (IHAH), co

celebran u n C onversatorio sobre la Vida y O bra de Antonio R. Vallejo ‘í


'O
p a ra conm em orar su fecha de nacim iento, hoy lunes 17 de m arzo de ■aG
EG

2014, Día consagrado al historiador hondureño. C3í


CO

I.- Obras Publicadas a


CD
I-D

co
1. Carta dirigida al Señor Rector de la Universidad el 28 de agosto de o
1875, Com ayagua. Im prenta Nacional. ss
CD

'G
2. Colección de Constituciones Políticas de la República de H onduras co
o
(Desde la Federal em itida el 22 de Noviembre de 1824, abarcando u n o
D

periodo de 56 años). 1878. New York. C ham berlin W hitmore y Co. 5r

3. A p u n tes de Gramática Latina. Folleto de 80 páginas. Lleva la siguiente


U

dedicatoria “A la ju v en tu d en testim onio del grandísim o am or que le .2


o
profeso”. 1881. Tegucigalpa. Im prenta Nacional. c

4. Compendio de la Historia Social y Política de Honduras. A um entada •C


oo
■«
con los principales acontecim iento de C entroam érica. Para uso de los a
colegios de seg u n d a en señ an za de H onduras. Tomo I. Prim era edición
de 444 páginas, 1882. Im prenta Nacional. Segunda edición, 1926,

Drechos Reservados IHAH.


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Tegucigaipa. Tipografía Nacional. Ramón Rosa Izaguirre. (2009).


Tegucigalpa. Multigráficos Flores S. de R.L.

5. Documentos Justificativos del I Tomo de la Historia Social y Política de


Honduras. 1883. Im prenta Nacional.

6. índice alfabético, cronológico de los títulos de escritura de amparo y


dem ás docum entos relativos a los terrenos de la República de Honduras.
1884. Tipografía Nacional. Tegucigalpa.

A
7. H onduras Industrial. Abril - diciem bre 1884, Tegucigalpa. Tipografía

R
Nacional.

8. Censo General de la República de H onduras levantado el 15 de Junio

C
de 1889. I Tomo 217 páginas 1889. Tegucigalpa. Tipografía Nacional.

9. Pacto de Unión Provisional celebrado en San Salvador el 15 de Octubre


T-
de 1889 procedido del Informe de Delegado de H onduras y del Protocolo
respectivo seguido de los antecedentes de la Unión Nacional. I Tomo. 187
paginas 1889. Tegucigalpa.
EG

10. Instrucciones a los Em padronadores. Dirección G eneral de E stadística.

11. E stad ística de las E scuelas según el censo levaintado el 15 de ju n io


de 1887, 86 Paginas, 1887. Tegucigalpa. Tipografía Nacional.
I-D

12. Necrología del Presbítero Miguel Bustillo. 200 Páginas. 1892.


Tegucigalpa, Tipografía Nacional.

13. índice Cronológico de los Tratados y Convenciones suscritas por


D

H onduras con E stados Centroamericanos y otros p a íses. 1889. Tipografía


Nacional.
U

14. Primer Anuario Estadístico de la República de H onduras. Con


ilustraciones de fotografías. 1889. Tegucigalpa. Tipografía Nacional.

15. Discursos y Escritos Políticos y Científicos de José Cecilio del Valle. I


Tomo. 1892. Tegucigalpa. Tipografía Nacional.

16. Historia docum entada de los Límites entre la República de H onduras

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y la de Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Prim era edición 1907.


Tipografía Nacional. II edición. Tomo 1.1938. New York.

17. División Municipal y Judicial de la República. Folleto. 1889 Tegucigalpa.


Tipografía del Gobierno.

18. Ligeras O bservaciones al curso Elem ental de la Historia de la Lengua


Española para refutar el escrito por el Doctor Santiago I. Barberena, Un

A
tom o 426 Páginas. Tegucigalpa. 1906. Tipografía Nacional.

19. F iestas celebradas en H onduras con motivo del III Centenario del

R
CO
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Tegucigalpa. Tipografía
Nacional. 1905. 3

C
20. G uía A grim ensores o sea recopilación de Leyes, desde la c a rta de
H ernán Cortés al Rey de E sp añ a en que se dice como en aquella época
í
O
O
T-
era re p a ra d a la tierra, h a s ta u ltim a ley vigente en 1887, Tegucigalpa. •c
'O
■♦o
Tipografía Nacional. 1914. Edición de PROCARA. 1975. CO
c
'O
21. Límites de H onduras con las Repúblicas de Nicaragua, El Salvador •G
EG

y G uatem ala contiene los Límites de H onduras con El Salvador. Tomo II, Q
-«O
Tipolitografía y Fotograbados Nacionales. Tegucigalpa Prim era edición. CO
cu
S egunda edición 1926. Con n o ta de rem isión (Tegucigalpa enero 1889)
Editor S.A. C astañ ed a S. Incluye la República al Dr. B arberena inconclusa a
por h ab erse extraviado el resto del m anuscrito que el Dr. Vallejo dejó cu
'Q
I-D

term inado en la p arte salvada se desarrollan los aspecto jurídicos que CO


o
d em u estra n que las islas del Golfo de Fonseca pertenecen a H onduras. ccu-
(Publicación póstum a) 'G
CO
c:)
22. “Réplica d o cu m en tad a a las nuevas y fehacientes p ru eb as de que o
D

el Archipiélago de la B ahía de Fonseca pertenece a la República de G


El Salvador Publicada por el Dr. Santiago I B arberena” Revista de la
Universidad 1913.
U

.2
co
II Obras Inéditas
o
23. Recopilación de leyes patrias por orden cronológico y de materias, ’C
o
d esd e 1821 hasta 1890. Con inclusión de las que están vigentes y las
que no lo está n 400 páginas p a ra cada uno de los seis tom os de que CO 2
CO 2
constara. O o
Q O

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24. Deuda Federal Noticia Historia. Dos tomos.

25. Capellanías Noticias Históricas.

26. Cartas abiertas dirigidas al Señor Obispo Fray J e sú s Zepeda y Zepeda.

27. E stadísticas Bibliográficas de la Literatura Hondureña d esd e le


establecimiento de la imprenta en 1830 hasta el día de la recopilación.

A
28. Colección completa de Tratados, Convenios, Capitulaciones Armisticios,
Dietas, Protocolos de conferencias cuestiones de límites, contratas del

R
ferrocarril interoceánico y otros actos diplomáticos de la República de
H onduras d esd e el 1873 hasta 1889 precedida de una noticia histórica

C
sobre cada uno de los tratados m as im portantes y de un diccionario de las
voces técnicas m as u sa d a s por los grandes m aestros de la diplomacia.
Cinco Tomos con 500 páginas cad a tomo.
T-
2 9 . Compendio de Historia Social y Política de Honduras. Tomo II.
EG

30. Minas de Honduras.

31. Mapa sobre las lenguas Indígenas de Honduras.

32. Prospecto General de Honduras.


I-D

33. ¿Colón descubrió el Nuevo M undo?

34. Guía de conversación Griega y Latina.

35. Algunos estudios de las lenguas Indígenas de Centro América haciendo


D

rectificaciones de algunas afirm aciones hechas por Mr. Eprahim George


Squier.
U

36. El posible origen de los pobladores de Copán.

IIIL- R eferencias Bibliográñcas acerca el Autor (Escritos donde se


hace referencia a Vallejo)

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• “C orrespondencia” RABN, Tomo XI Febrero 1933, No. VII pp. 332-334,


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• “Rectificaciones”. RABN, Tomo XIII, Agosto 1934 No. 11 p. 100.


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• Algunos capítulos inéditos del II tomo del Com pendio de la H istoria


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633, 698, C apítulos V - VI - VII.
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• “La República. Periódico Político Agrícola e In d u stria l”. RABA Tomo XIV
1935 p. 15, 75, 139, 200, 268, 393, 457, 521, 585.

• “Vallejo, Antonio R. D ocum entos justificativos referentes a los capítulos


publicados del II Tomo de la H istoria Social y Política de H o n d u ras”.
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Tegucigalpa 21 de Marzo de 1966.
D

• “Reconocim iento al Doctor Vallejo”. El Cronista 17 de Marzo de 1966.


U

• “Colecciones de C onstitución Política de H o n d u ras”. El Cronista, 1966.

• Notas Editoriales. “El culto a los G randes H om bres” El Día, 21 de


m arzo de 1966.

• Sugiere P atronato p a ra enaltecer la figura del Dr. Antonio R. Vallejo El


C ronista 21 de Marzo de 1966.

Drechos Reservados IHAH.


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• Aeosta, Oscar. “Letras en la A rena”. El Día, 13 de Abril de 1966.

• Ram os R, Víctor M anuel. “Las voces de los an im ales”. El Día, 22 de


abril de 1966.
• Oquelí, Ram ón. “U na generación decisiva”. El Día, 16 de Mayo de 1966.

• Un b u sto del Doctor Vallejo. Diario El Día, 16 de Mayo de 1966.


Tegucigalpa.

A
• H onorato, Sergio E. “Vida y an d an za de u n a Biblioteca”. Bohemio
Centroamericano. Mayo, 1966, pp. 62,63 y 65.

R
CO
• V alladares Rodríguez, J u a n B. (Compilador) Apuntam iento Biográfico 3
C!

C
del Señor Presbítero Doctor don José Trinidad R eyes. Yanuario Jirón.
Tegucigalpa, 1968 Ediciones de la U niversidad Nacional A utónom a de
H onduras, pp. 2 y 3.
í
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T-
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'O
• Reina Valenzuela, Jo sé. Biografía del Dr. Antonio R. Vallejo. M inisterio co
de E ducación Pública. Tegucigalpa. 1970.
'O
EG

• G arcía, Miguel Ángel. Bibliografía de Honduras. Prim er Tomo (1971). o


•1^
Ediciones del Banco C entral de H onduras. </)

• Vallejo, Antonio R. Primer Anuario Estadístico. Tipografía Nacional. a


1993. Edición facsim ilar de la Editorial UNAH. <D
I-D

o
• Sierra Fonseca, Rolando. De Vallejo a Argueta. “Nueve intérpretes de la •»*«»
h isto ria de H o n d u ras”. Colección “H ondulibros” No. 55. Diaño El Heraldo. ‘G
25 de m arzo de 2001. co
o
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D

•S ierra Fonseca, Rolando. Colonia, Independencia y Reforma. Introducción


a la Histoñografia Hondurena. (2001) Tegucigalpa. Edición de la UPNFM.
Tegucigalpa.
U

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co
• Argueta, Mario R. Diccionaño de escñtores hondurenos. (2004) Editorial Cí
U niversitaria. UNAH. s
O
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o
• Gonzáles, Jo sé. Diccionaño biográfico de histoñadores hondureños.
y co
(2005). Editorial G uaym uras. Tegucigalpa.
co ^
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Drechos Reservados IHAH.


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UDI-DEGT-UNAH.

• Ramos, Víctor M anuel. (2005) Antonio Ram ón Vallejo. Historiógrafo.


Ediciones de la UPNFM. Tegucigalpa.

• M embreño, Mario. Diccionario Histórico-Biográfíco de la Educación


Hondurena. (2005) Litografía López. Tegucigalpa. Páginas 531-534.

• Ramos, Víctor M anuel. Antonio Ram ón Vallejo. Vida y obra. (2007)


Colección Premios. S ecretaria de C ultura, Artes y Deportes.

A
•E uraque, Darío A. Historiografía de Honduras. (2008) Ediciones del
IHAH. C uadernos de Antropología e Historia. No. 5.

R
• Gonzáles, José. Cronología de la Literatura Hondureña. (2008). Ediciones
del IHAH. Tegucigalpa.

C
• Izaguirre, Ramón Rosa. Com pendio de la H istoria Social y Política de
H onduras. 1882. (2009) Tomo I. M ultigráficos Flores. Tegucigalpa.
T-
• Varela Osorio, Guillermo. Historia de Honduras. Edición 2011.
Tegucigalpa, pp. 28-37.
EG

•Decreto 208-2013: D eclarar: el año 2014, “Año del Prim er C entenario de


la m uerte del H istoriador H ondureño Antonio Ram ón Vallejo B ustillo”. La
Gaceta Diaño Oficial de la R epública de H onduras. Tegucigalpa. M artes
5 de noviem bre de 2013. No. 33,270.
I-D

• Ramírez, D ennis. 100 personajes que han hecho a H onduras un p a ís


cinco estrellas. (2013) Ediciones de la S ecretaria de C u ltu ra, Artes y
D eportes. P. 109.

• Fiallos, C arm en; Bustillo de Young, Leticia; y Argueta, Mario R. R evista


D

de la Academ ia H ondureña de Geografía e H istoña. Diciem bre, 2013. No


93, pp. 64-79; 80-83, y 141-143.
U

• A rgueta, Mario R. “El histo riad o r h o n d u re ñ o ”. Diaño El Heraldo. 14 de


m arzo de 2014. Tegucigalpa. p 60.

Asociación de H istoñadores Locales y Regionales de H onduras

Drechos Reservados IHAH.


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Breve Colección de Documentos de Antonio Ramón


Vallejo
Douglas Vargas

Antonio R am ón Vallejo es u n o de los intelectuales m ás im portantes


del siglo XIX y com ienzos del XX, su obra adem ás de ex ten sa e im portante
p a ra la sociedad y la ciencia, fue d eterm in an te en la creación de u n a
c u ltu ra de investigación y publicación, hom bre interesado en el estudio,

A
com prendió de m a n e ra te m p ra n a la im portancia de los docum entos como
fuente de conocim iento, su disciplina de trabajo le ayudó a im prim ir

R
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a todas su s iniciativas ese esp íritu de excelencia y dedicación que lo 3
caracterizo siem pre. 'Q
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Sacerdote, au to d id acta, aficionado a la geografía, amigo de
las m atem áticas, y estad ísticas, en algún m om ento dejó entrever su s
conocim iento sobre derecho internacional y lo que m ás nos in teresa
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en e sta recopilación de docum entos, su vocación de archivista, gracias


a la cual, nos ayudó a las generaciones posteriores a ten er a n u e stra d
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disposición, docum entos de la h isto ria de H onduras, que fueron a
EG

recopilados, catalogados y clasificados por el Padre Vallejo y de m an era CO


teso n era traslad ad o s desde C om ayagua a Tegucigadpa. Su visión sobre el
valor docum ental dejó entrever que Antonio Vallejo era de esos hom bres
que se h ab ía adelantado a su tiem po, supo valorar y conservar el acervo
no solo docum ental sino tam bién bibliográfico de la nación, en lo que (/)
o
fueron su s dos instituciones cum bres como son el Archivo y Biblioteca
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Nacional, obra cum bre de su vida y que h a servido a la nación por ciento cu
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tre in ta y cu atro años, ayudando en la form ación de hom bre y m ujeres de •G


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varias generaciones.
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En lo que resp ecta la conform ación del Archivo Nacional, Vallejo
D

contó con el apoyo de Marco Aurelio Soto y de Ramón Rosa, ideólogos


de la Reform a Liberal en H onduras y quienes, encargaron de m an era .2
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expresa y directa e sta gigantesca labor a Ramón Vallejo, elección que d


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no pudo ser la m ás acertad a considerando la preparación y carácter del
s
elegido. O
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A continuación presentam os u n a m uy breve colección de c< c
docum entos que se en cu en tran en los fondos docum entales del Archivo co 2
Nacional de H onduras en donde queda evidenciada la m ultifacética O§
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personalidad de Vallejo, así como la dedicación, ahincó y celo con


que desarrolló su trabajo, sin dejar de lado la vicisitudes e inclusive
encontram os como los gobiernos posteriores al del presidente Marco
Aurelio Soto dejan solo a Vallejo y se niegan a pagar su s servicios
profesionales al frente de la Dirección de E stad ísticas y C ensos y como
redactor oficial de la nación.

Vallejo conocedor que la ciencia no entiende fronteras propone al


gobierno ser firm ante de lo que sería la prim era convención internacional

A
p a ra intercam bio de inform ación y descubrim ientos científicos que se
firm a en B ruselas, Bélgica, h erram ien ta que ay u d aría al país a m an ten erse
al día con la inform ación que se 'p ro d u cía en las diversas latitu d es del

R
m undo, por lo an terio r y m u ch as cosas m ás Antonio Ram ón Vallejo es
el au to r de u n legado inolvidable y que h a soportado la p ru eb a m ás d u ra

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p a ra cualquier persona: “la p ru e b a del tiem po”.
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C o le c c ió n d e D o c u m e n to s

P ara Vallejo lograr com pletar la inform ación de la sección de


títulos de tie rra era im p ortante, a tal p u n to que al sab er que el m inistro
de G obernación ten ía en su poder, algunos títulos de tie rra se los pidió de
m a n e ra reiterada, como se lee en la c a rta que envía, p a ra tal propósito.

Carta el M inistro de Gobernación 5 de octubre de 1881

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En lo que resp ecta a la creación de la Biblioteca Nacional Antonio R.


Vallejo, al en co n trar problem as p a ra la obtención de libros que ayuden a
la creación de los fondos bibliográficos, solicita a la U niversidad C entral
lo apoye m ediante la donación de libros de los que tiene la biblioteca de
la Universidad, n o ta que envía al M inistro de Instrucción Pública.

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Nota enviada al Ministro de Instrucción Pública, enero de 1881

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Carta al Sr. Ministro de Hacienda, febrero 16 de 1883

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Antonio Ram os Vallejo sabe la im portancia de ten er inform ación


actu alizad a ta n to científica como cu ltu ral. Por lo que propone al gobierno
de H o n d u ras su scrib ir u n convenio que se propuso en B ruselas, que
establecía “Un sistem a de canje Internacional p a ra D ocum entos Oficiales
y de Publicaciones Científicas y L iterarias”

Convenio de Bruselas 1880

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Acuerdo de Creación del Archivo Nacional

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Expediente en donde Vallejo solicita se le pague el trabajo


que desarrolló como Director General de Estadísticas, Archivero
General y Redactor Oficial

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Decreto en donde el Congreso Nacional se niega pagar a Vallejo lo


solicitado en concepto de salarios

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Vallejo le recuerda al gobernador de Choluteca su compromiso


de enviar la información que debe estar en depósito del Archivo
Nacional

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Los Autores y Autoras en esta Edición

María d el C arm en L ech u ga G arcía (M éxico)


P ro fe so ra e in v e s tig a d o ra . In s titu to N acio n al de A n tro p o lo g ía e
H isto ria , M éxico. M u seo N acio n al de la s C u ltu ra s .

O scar N eil Cruz (M éxico)

A
A rqueólogo m e x ic a n o , e g re s a d o de la U n iv e rsid a d N acio n al de
A n tro p o lo g ía e H isto ria , co n m á s de 17 a ñ o s de e x p e rie n c ia e n

R
in v e stig a c io n e s e n M éxico y H o n d u ra s . H a p u b lic a d o d iv e rso s
tr a b a jo s so b re a rq u e o lo g ía h is tó ric a y p r e h is p á n ic a . A c tu a lm e n te
se d e s e m p e ñ a com o J e fe de la U n id a d d e A rq u eo lo g ía e n el I n s titu to

C
H o n d u re ñ o de A n tro p o lo g ía e H isto ria .
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R anferi J u á r e z S ilv a (M éxico)
A rqueólogo e g re s a d o de la E s c u e la N acio n al de A n tro p o lo g ía
e H isto ria , c o n m á s d e 13 a ñ o s d e e x p e rie n c ia d e in v e stig a c ió n
EG

e n M éxico y H o n d u ra s . H a p u b lic a d o d iv e rso s tr a b a jo s so b re


a rq u e o lo g ía h is tó ric a y p i;e h isp á n ic a . A c tu a lm e n te se d e s e m p e ñ a
com o in v e s tig a d o r e n la U n id a d de A rq u eo lo g ía del In s titu to
H o n d u re ñ o d e A n tro p o lo g ía e H isto ria .
I-D

Dr. Edward S c h o r tm a n (E sta d o s U nidos)


P ro fe so r y c a te d rá tic o de A n tro p o lo g ía. D e p a rta m e n to de
A n tro p o lo g ía de K en y o n C ollege, G a m b ie r d e s d e 1981.

Dra. P a tricia Urban (E sta d o s U nidos)


D

D e p a rta m e n to d e A n tro p o lo g ía K en y o n C ollege, G a m b ier.


U

Dr. A aron S h u gar (E sta d o s U n id os)


U n iv e rs id a d d e New York, B u ffalo S ta te .

V ícto r R a m o s (H onduras)
P o e ta , m éd ico , n a r r a d o r , crític o de a rte , c a te d rá tic o , h is to ria d o r,
p e rio d is ta , c re a d o r d e a n to lo g ía s de p o e s ía , e d ito r y d ire c to r
d e re v is ta s u n iv e r s ita r ia s ; m ie m b ro de n ú m e r o d e la A c a d e m ia

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H o n d u r e ñ a d e la L e n g u a , a s im is m o V ic e p re sid e n te de la A c ad em ia
H o n d u r e ñ a d e G e o g ra fía e H is to ria y d e la A so ciació n de P re n s a
H o n d u r e ñ a (APH).

R ola n d o S ierra (H onduras)


D o c to ra n d o e n P e n s a m ie n to y A n á lisis Político, M a g ister e n
C ie n c ia s S o c ia le s y L ic en ciad o e n H isto ria . H a p u b lic a d o lib ro s y
e s tu d io s s o b re la h is to rio g ra fía , filosofía de la h is to ria , h is to r ia de

A
la s id e a s e h is to r ia p o lític a y e c le sia l de H o n d u ra s .

R
Ism a e l Z ep ed a (C h o lu teca , H onduras)
L ic en ciad o e n H isto ria , U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u r a s . A so c ia c ió n d e H is to ria d o re s L ocales y R eg io n ales de
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H o n d u ra s .
T-
J o s é R ob erto R am írez T orres (H onduras)
L ic en ciad o e n H isto ria , U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u r a s . A s is te n te T écn ico de A rq u eo lo g ía e n d iv e rsa s
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in v e s tig a c io n e s n a c io n a le s e in te rn a c io n a le s .

D e n n is P o rtillo (H onduras)
L icen ciad o e n H is to ria U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u r a s , A u x ilia r de H is to ria e n el In s titu to H o n d u re ñ o de
I-D

A n tro p o lo g ía e H isto ria .

N elso n R en é C arrasco (H onduras)


L icen ciad o e n H is to ria U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u ra s , a c tu a lm e n te se d e s e m p e ñ a com o in v e stig a d o r e n la
D

u n id a d de h is to r ia d el I n s titu to H o n d u re ñ o de A n tro p o lo g ía e
H isto ria (IHAH)
U

M artes L obsang R e y e s L ainez, (H onduras)


L icen ciad o e n H isto ria U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u ra s , B a c h ille r e n m ú s ic a p o r el C o n se rv a to rio N acional, es
In te g ra n te de la B a n d a d e los S u p re m o s P o d e re s e In v estig ad o r.

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J u a n J o s é O rellana M atam oros (H onduras)


L icen ciad o e n H isto ria U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u ra s , a c tu a lm e n te se d e s e m p e ñ a com o in v e stig a d o r
In d e p e n d ie n te .

Ivis G odofredo V ásq u ez D onaire (H onduras)


L icen ciad o e n H isto ria U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u ra s , a c tu a lm e n te se d e s e m p e ñ a com o In v e stig a d o r

A
In d e p e n d ie n te .

R
E lsa D o lo res V elá sq u ez V alle, (H onduras)
L ic e n c ia d a e n H isto ria U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u ra s) a c tu a lm e n te se d e s e m p e ñ a com o In v e s tig a d o ra

C
In d e p e n d ie n te .
T-
Zoé Irem Perla M o n tes, (H onduras)
L ic e n c ia d a e n H isto ria , U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u ra s , a c tu a lm e n te se d e s e m p e ñ a co m o In v e s tig a d o ra
EG

In d e p e n d ie n te y C a te d rá tic a de la U n iv e rsid a d J o s é C ecilio del


Valle.

J o s é H erib erto R o d rígu ez B (H onduras)


L icen ciad o e n L e tra s y le n g u a s U n iv e rsid a d P e d a g ó g ic a N acio n al
I-D

F ra n c is c o M o ra z á n , c o n e s p e c ia lid a d e n S u p e rv is ió n E d u c a tiv a .

D ou glas V argas (H onduras)


L icen ciad o e n H is to ria U n iv e rsid a d N acio n al A u tó n o m a de
H o n d u ra s . A c tu a lm e n te la b o ra com o D ire c to r del A rchivo N acio n al
D

de H o n d u ra s .
U

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A
R
C
T-
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I-D
D
U

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Centros Históricos de Honduras

¿Q ué e s un C entro H istó rico ?

Se denom ina centro histórico a u n conjunto de ediñcios y casas de


u n pueblo o ciudad que son m uy antiguos y h a n sido testigos de m uchos
sucesos históricos de orden cu ltu ral y político de su com unidad. Es de­
cir, en u n Centro Histórico encontram os edificios vinculados con la h is­

A
toria de u n a d eterm in ad a ciudad, que por lo tanto, rep resen tan form as
de construcción, econom ía y c u ltu ra propias de la época en que fueron

R
construidos.

C edros
C
D entro de la zona histórica del m unicipio de Cedros, se en cu en ­
tra n u b icad as edificaciones im portantes como ser: la iglesia dedicada al
T-
Señor del B uen Fin o Cristo Negro, El Mirador, La Cruz, la casa donde
nació el periodista Alvaro C ontreras, la casa donde se celebró la Prim era
A sam blea Nacional, Las Pilas del Socorro. E stas últim as fueron refor­
EG

m adas en 1922, pero existen vestigios que indican, que su construcción


original es anterior. Teniendo en c u e n ta todas estas construcciones, el
casco u rb an o de Cedros, fue declarado Patrim onio Nacional de la R epú­
blica, m ediante acuerdo No.397 del 25 de noviem bre de 1981.
I-D

Al igual que los dem ás centros m ineros coloniales. Cedros cayó en


decadencia a p esar de los m uchos esfuerzos por reactivarlo (de finales
del siglo XIX a la prim era m itad del siglo XX).

El trazado u rb an o es irregular, característico de su origen m inero


D

y la n atu raleza de su topografía; la m ayoría de las calles son curvilíneas,


las cuales delim itan m an zan as de form as m uy irregulares.
U

La calle de acceso al sitio es asfaltada, las calles en el núcleo fu n ­


dacional se caracterizan por ser estrech as y em pinadas, y en su m ayoría
son p edrim en tad as, m uy pocas no p re se n ta n n in g ú n tratam ien to (calles
de tierra).

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S u s inm uebles m ás rep resen tativ o s se e n c u e n tra n articulados alrededor


del P arque p resen tan d o u n a relación directa con la iglesia, la casa cural
y la m unicipalidad.

A
R
C
T-
EG

Mapa del Centro Histórico de Cedros. (Foto Archivo Unidad de Divulgación


I-D
D
U

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Yuscarán, El Paraíso

El centro histórico del m unicipio de Y uscarán fue declarado como


M onum ento Nacional, m ediante acuerdo ejecutivo No. 156, el dia 14 de
marzo del 1979 y publicado en el diario oficial La G aceta el dia 15 de
julio de 1993.

El casco histórico declarado como M onum ento Nacional, com ­

A
prende la delim itación siguiente:

R
- Al Noreste: tom ando las dos calles que salen del Parque C entral
y que van hacia el Barrio San J u a n , h a s ta donde se u n e n dichas calles
en el oriente.

C
- Al Sureste: Siguiendo la calle del Calvario y H um uya, h a sta
donde se u n e n am bas calles tom ando de referencia el p u n to final de los
T-
lotes del cem enterio particular.

- Al Sur: siguiendo la carretera a Oropolí, 200 m etros (Calle Con­


EG

cepción) h a s ta la c a sa de Don Francisco Alonso Salinas.


é

- Suroeste: siguiendo la calle de La Ronda, de S ur a Norte, h a s ta


desem bocar en la Calle de la E n trad a, tom ando las e n tra d a s de la Calle
del Barrio San Antonio, 200 m etros cad a u n a de ellas.
I-D

En el año 1979 el In stitu to H ondureño de Antropologia e H isto­


ria realizó u n proyecto de inventario de bienes m uebles en la ciudad de
Y uscarán, siendo reconocidos en ese entonces alrededor de 90 in m u e­
bles con valor patrim onial.
D

Sin em bargo, a p esar de co n tar con u n a declaratoria de M onu­


m ento Nacional desde hace tan to tiem po a trá s, no se h a realizado en el
U

lugar n in g ú n proyecto p a ra la gestión, recuperación y conservación de


su centro histórico; tam poco se le dotó de in stru m e n to s p a ra la regla­
m entación y norm ativa en el sitio, asi como lincam ientos p a ra su in te r­
vención; lo cual fue u n a de las principales razones d eterm in an tes p a ra
la pérdida irreversible de su patrim onio edificado.

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El trazado u rb a n o es irregular, característico de su origen m inero y la


n a tu ra le z a de su topografía; las calles en el centro histórico son curvi-
lineas delim itando m an za n as de form as irregulares m uy alargadas, la
calle de acceso al sitio es asfaltada, las calles en el núcleo fundacional
en su m ayoría son p ed rim en tad as, m uy pocas no p resen tan ningún tra ­
tam iento (calles de tierra). A lgunas de su s calles se caracterizan por ser
e stre c h a s y em pinadas.

A
S u s inm uebles m ás representativos se en c u en tra n articulados
alrededor del P arque p resen tan d o u n a relación directa con la iglesia, y

R
la m unicipalidad.

C
T-
EG
I-D

PLANO DE VISITA DE RECONOCIMIENTO YUSCARÁN, EL PARAÍSC


D
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T rujillo, C olón

La ciudad de Trujillo se en cu en tra rodeada de u n paraje n a tu ra l


m uy rico y es depositaría, y a la vez exponente de u n tipo de arquitec­
tu ra único en n u estro país, su relevancia u rb a n a es incuestionable, por
ser la prim era ciudad fu n d ad a en n u estro país (1525); fue adem ás, sede
eclesiástica, m ilitar y política por u n breve espacio de tiempo.

El centro histórico de Trujillo conserva las características de u n

A
núcleo fundacional español, su tejido u rb an o evidencia el modelo de la
estratiñcación social de los años de la colonia, en el centro se u bica el

R
parque, la iglesia, la m unicipalidad, entre otras.

El conjunto u rb an o se ve enriquecido por el em plazam iento de la

C
Fortaleza de S an ta B árbara, la cual se integra al núcleo central en los
alrededores del parque por lo que contribuye a deñnir esas característi­
cas identitarías ú n icas al centro u rb an o patrim onial; adem ás se observa
T-
desde la parte baja de la ciudad donde se e n c u e n tra la zona tu rística y
de servicio de re sta u ra n te s que está n a la orilla de la playa. El em pla­
zam iento de la iglesia tam bién contribuye a la im agen u rb a n a en ese
EG

p u n to pues e stá orientada h acia el mar.

Las características u rb a n a s del conjunto constituyen u n testim o­


nio de la historia, la c u ltu ra y las form as de vida de u n a población en
u n a época especíñca, la cual puede conocerse a través de los valores que
I-D

se h a n conservado a lo largo de todos estos años.


D
U

Mapa Centro Histórico de Trujillo

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C h o lu te c a , C h o lu te c a

El centro u rb a n o antiguo de la ciudad de C holuteca fue declara­


do patrim onio c u ltu ra l de la Nación el 21 de Noviembre de 1977, siendo
Jefe de estado J u a n Alberto Melgar Castro.

Se declaró m onum ento Nacional por en co n trarse en C holuteca

A
inm uebles públicos y privados, calles y plazas de incalculable valor h is­
tórico y arquitectónico.

R
El centro histórico com prende alrededor de 22 m anzanas; con­
form ado por los inm uebles ubicados en las siguientes calles y avenidas:
desde la avenida M arte a la avenida Rosa, siguiendo la calla Colón, la

C
avenida N Lardizábad a la avenida Rosa, siguiendo la calle C abañas, La
avenida Vigil a la avenida Rosa siguiendo la calle M orazán, lo m ismo que
las calles que se entrelazan de Norte a Sur. El trazo urbanístico obedece
T-
al de Plano en Parrilla o diseño de dam ero.
EG
I-D
D

D elim itación del C entro Histórico de Choluteca


U

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San J u a n de O jojona, F ra n cisco M orazán

El centro histórico de San J u a n de Ojojona p resen ta u n núcleo


histórico y patrim onial m uy bien definido que alberga m ás de cu a re n ta
inm uebles con valor patrim onial, algunos de los cuales son exponentes
de tendencias arquitectónicas del Siglo XVIII, Siglo XIX, como la Igle­
sia de San J u a n B autista, la C asa de la Moneda, actu alm en te conocida
como la casa de Pablo Zelaya Sierra, la casa C onsistorial, los puentes,
entre otros; cuyo valor arquitectónico está .determ inado por el uso de

A
m ateriales tradicionales como ser las paredes de adobe y el bahareque,
la teja y loseta de barro en tejados y pisos respectivam ente, la m adera

R
en elem entos estru c tu rales y decorativos, y la piedra y cal en su s p u e n ­
tes; rep resen tando las m anifestaciones de la arq u itectu ra v ernácu la y
sistem as constructivos de la época colonial y los prim eros años de la
república.
C
T-
EG
I-D

C iu d a d d e O J o jo n a
-----------------------------f —£---------- i t - i . — C ! l U ^ \ 9\ ■

Mapa de Ojojona (Foto de Unidad de Museos)


D

P resen ta adem ás, u n a serie de detalles estilísticos que su m an


a su diversidad y valor patrim onial. Las tres iglesias, la ca sa de Pablo
U

Zelaya S ierra son las edificaciones que p re se n ta n detalles m ás rep resen ­


tativos.

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La Iglesia de S an J u a n B a u tista es u n a construcción con ten d en ­


cia neoclásica que p re se n ta m uchos detalles decorativos y constructivos
con u n alto valor arquitectónico. Tam bién se conservan algunas casas
m uy sencillas de fach ad as rectas y lisas caracterizadas por el uso del
b ah a re q u e y las p ared es encaladas.

La conglom eración de estos inm uebles en u n sector bien definido

A
conform a u n núcleo con valor arquitectónico que vale la p en a conservar
y proteger.

R
C
T-
EG
I-D
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C iudad de G racias, Lem pira.

El centro histórico de las ciudad de G racias alberga inm uebles


con vador patrim onial, que son exponentes de tendencias arquitectóni­
cas del Siglo XVIII, XIX, y prim eras décadas del Siglo XX entre los que
se en cu en tran su s tres iglesias, la fortaleza, la m unicipalidad, la casa
Gaicano y m uchos otros m ás; así mismo, el centro histórico conserva
inm uebles cuyo valor arquitectónico está determ inado por el uso de sis­
tem as constructivos y m ateriales tradicionales como ser las paredes de

A
adobe y de bahareque, la teja en cubiertas, losetas de barro en pisos y
la m adera en elem entos estru c tu rales y decorativos, representando las

R
m anifestaciones de la arq u itectu ra v ernácula y sistem as constructivos
de la época colonial y los prim eros años de la república.

C
Los inm uebles patrim oniales del centro histórico de G racias con­
servan u n a serie de detalles estilísticos y decorativos que su m an a su
diversidad y valor arquitectónico patrim onial, entre las que sobresalen
T-
su s vanos rem arcados, balconcillos y el ritm o y proporción de vanos en
su s fachadas; conservando su s valores de auten ticid ad e integridad.
La ciudad de G racias p resen ta u n núcleo histórico y patrim onial, bien
EG

deñnido donde todavía se conservan u n a gran cantidad de inm uebles


con valor patrim onial que testiñ can los sistem as constructivos, las ti­
pologías y características arquitectónicas de u n a sociedad y u n a época
donde en las que se fu n d am en ta p arte de la historia de n u estro país
y contribuye a la com prensión de la evolución de n u e stra s ciudades y
arq u itectu ra.
I-D
D

Vista de la ciudad de G ra­


U

cias. (Foto Unidad de Museos)

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S a n ta L ucía, F r a n c isc o M orazán

S a n ta Lucía p re se n ta u n núcleo histórico y patrim onial m uy bien


definido que alberga edificaciones con valor patrim onial, cuyo valor a r ­
quitectónico e stá determ inado por el uso de m ateriales tradicionales
como ser los m uros de piedra y p ared es de adobe y el b ah areq u e, la teja
y loseta de barro en tejados y pisos respectivam ente, y la m ad era en ele­
m entos e stru c tu ra le s y decorativos, rep resen tan d o las m anifestaciones

A
de la a rq u ite c tu ra v ern ácu la y sistem as constructivos de la época colo­
nial y los prim eros añ o s de la república.

R
P resen ta adem ás, u n a serie de detalles estilísticos que su m an a
su diversidad y valor patrim onial, m ism os que pueden apreciarse en la

C
iglesia, la m unicipalidad y los edificios aledaños que son los m ás rep re­
sentativos.
T-
T am bién se conservan alg u n as casas m uy sencillas de fachadas
rectas y lisas caracterizad as por el u so del b ah areq u e y las paredes
en caladas. La conglom eración de estos inm uebles en u n sector bien de­
EG

finido conform a u n núcleo con valor arquitectónico que vale la pena


conservar y proteger.
I-D

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D
U

INVENTARIO Y PROPUESTA DE OELRirTAClON


DEL CENTRO HISTÓRICO DEL táOHtaPíO DE SANTA LUCIA

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C om ayagua, C om ayagua

En 1972 m ediante decreto No. 64, del m es de octubre, El Congre­


so Nacional de H onduras declaró M onum ento Nacional al Casco U rbano
de la C iudad de Com ayagua. E ntre las razones que m otivaron la decla­
ratoria se en cuen tran:

Por la m onum entalidad de su s edificios religiosos que rep resen ­

A
ta n la sociedad de la H onduras colonial, éntre los que sobresalen las
iglesias de la Merced, San Francisco, La C aridad, San S ebastián y la
im ponente C atedral de la Inm aculada Concepción, que conserva h a sta

R
n u estro s días el reloj m ás antiguo de América en funcionam iento. C ada
uno de estos tem plos, adem ás de poseer u n valor histórico (mayoría

C
d atan del siglo XVII), poseen valor arquitectónico y cultural, p ues en la
H onduras colonial la figura de la iglesia tenía m u ch a im portancia y a u ­
toridad.
T-
Por la evidencia de la arq u ite c tu ra colonial, principalm ente
de estilo barroco, que se aprecia en su s edificaciones, la cual caracterizó
EG

u n a época d eterm in an te de la sociedad h o n d u reñ a, y de las tendencias


arquitectónicas posteriores, no solo en H onduras, sino en todo el conti­
nente am ericano.

La declaratoria como M onum ento Nacional de C om ayagua e sta ­


blece que el Centro Histórico ab a rc a desde la p arte de a trá s de la Iglesia
I-D

La Merced (2a. Ave. N.E. rum bo Norte h a s ta llegar al edificio de la Corte


S uprem a de Ju stic ia ; de este edificio, rum bo Oeste a lo largo de la 7a.
Calle, h a s ta la Iglesia La C aridad; de e sta iglesia, que qued a com pren­
dida dentro de la zona protegida, rum bo s u r siguiendo la llam ada “Calle
A ncha” (3a.Ave. N.O.) h a s ta llegar a la esq u in a situ a d a a la a ltu ra de la
D

Iglesia La Merced y de éste p u n to rum bo Este, a lo largo de la la . Calle


h a s ta la p arte de a trá s de la iglesia an tes referida, quedando incluida en
U

la zona, la propia Iglesia La Merced y el Parque La Merced o “M anuel M.


C alderón”.

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A
R
C
T-
EG

Palacio M unicipal de arqu itectura neoclásica, siglo XVI.


(F o to g ra fía de Johanna Burgos)
I-D
D
U

C a te d ra l de la Inm aculada Concep­


ción (La prim era c a te d ra l de Hon­
duras e d ific a d a en 1 7 15 prim era
e ta p a ). (F o to g ra fía de Johanna
Burgos)

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A m apala, V alle

El centro histórico de A m apala conserva las características de su


vocación portuaria, la evolución y el desarrollo del centro u rb an o fueron
m arcados por su actividad económ ica y la estratificación social que pro­
dujo la actividad p o rtu aria en el sector, que tuvo su m ayor auge a finales
del Siglo XIX y principios del Siglo XX.

La ciudad conserva en su núcleo su s características u rb a n a s

A
fundacionales y alberga en su em plazam iento alrededor de c u a re n ta y
ocho inm uebles con valor patrim onial, y m uchos otros inm uebles com ­

R
patibles o con valor am biental, que le dan u n valor agregado al núcleo
patrim onial; el conjunto de estas edificaciones, espacios públicos y u r ­
banos definen claram ente el núcleo u rb an o patrim onial, cuyo corazón

C
se ubica en los barrios fundacionales: Barrio El Centro y Barrio La Bol­
sa.
T-
El valor u rb an o de la ciudad de A m apala es único y singular pues
evidencia el intercam bio cu ltu ral reflejado en su im agen u rb a n a , carac­
terizada por el uso de la m adera y detalles decorativos con influencia de
EG

la arq u ite c tu ra alem ana.

El em plazam iento del conjunto en u n a isla, su topografía, el pai­


saje n a tu ra l de su entorno inm ediato y su im agen u rb a n a estam p an u n a
identidad patrim onial al sitio la cual es enriquecida por su s valores de
I-D

auten ticid ad e integridad.

Todos los factores an tes m encionados evidencian que el centro


histórico de A m apala es u n sitio de interés patrim onial por su valor u r ­
bano y las características de su em plazam iento.
D
U

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A
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D

Iglesia de A m a p o la (Foto U nidad de Museos)


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M u n icip io d el D istrito C entral: T egu cigalp a y C om ayagü ela

El área que hoy com prende la capital de H onduras, fue en épo­


ca p reh isp án ica u n pueblo de indios con predom inio de la etnia lenca.
D urante la época del descubrim iento, alrededor de 1578, gracias a la
actividad m inera, tomó relevante im portancia, ya que esta actividad
económ ica fue el incentivo que im pulsó el poblam iento de la zona.

A
Para m ediados del siglo XVII, el Real de M inas se convirtió en uno
de los centros de m ayor riqueza del Reino de G uatem ala y en u n a de las
m ás herm osas poblaciones de Centro América; atrib u to s que generaron

R
que el 18 de ju n io de 1792 el C apitán General de G uatem ala Don Alfon­
so H ernández de H eredia d isp u siera ascender al Real de M inas a la cate­

C
goría de “Villa” con el nom bre de San Miguel de H eredia de Tegucigalpa.

A p artir de 1780, la Villa de Tegucigalpa sufrió u n descenso eco­


T-
nómico debido a la decadencia de la producción m inera y a la influencia
de ciertas calam idades que abatieron a la población como la guerra con­
tra los ingleses en 1781-82, la peste de la viruela, fiebres terciarias y el
escorbuto, d u ra n te los años de 1781 a 1790.
EG

E sta situación fue notablem ente m ejorada por Don Narciso Ma-
llol, últim o Alcalde Mayor, quien tomó las m edidas ad ecu ad as p a ra re s­
tablecer la an tig u a p u jan za económ ica del área. El Alcalde Mallol ta m ­
bién se preocupó por el desarrollo u rb an ístico de la Villa im pulsando el
I-D

m ejoram iento y a p e rtu ra de calles nuevas y facilitando la com unicación


entre la an tig u a reducción de indios de C om ayagüela y la zona central
de Tegucigalpa, m ediante la construcción de u n p u en te sobre el río Cho-
luteca, el cual se concluyó en 1820 siendo bautizado con el nom bre de
Puente Mallol.
D

Al iniciar el período independiente el C apitán Gabino G ainza y la


U

J u n ta C onsultiva reu n id a en Tegucigalpa, acordaron conferir a Teguci­


galpa el título de ciudad. En 1847 se fundó la U niversidad, propiciando
u n clim a favorable p a ra el desarrollo de la ciudad.

A finales del siglo XIX, la ciudad experim entó u n acelerado creci­


m iento u rb an o y económico debido al cam bio de la capital de H onduras
desde C om ayagua a Tegucigalpa; hecho acaecido en 1880, en el gobier­
no de Don Marco Aurelio Soto.

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La a p e rtu ra de la m in era “The New York an d H onduras Rosario


Mining C om pany’’, m ás conocida como La Rosario, comenzó operacio­
nes en el m ism o año, y p a ra fines del siglo XIX y principios del XX, era
considerada como u n a de las m ás grandes m inas del hem isferio occi­
dental, convirtiendo a Tegucigalpa en el centro de operaciones financie­
ras del país, fue en este período donde se fu n d aro n los prim eros bancos
en H onduras. Es en e sta m ism a época que la b u rg u esía de Tegucigalpa

A
se constituye como u n a de las de m ás peso en la nación. Un refiejo de la
prosperidad económ ica de la sociedad de la época fue la construcción de

R
viviendas con fach ad as neoclásicas. Tegucigalpa es desde entonces en
el centro político adm inistrativo e intelectual del país, es por ello que la
desaparición del centro m inero de La Rosario, a m ediados del siglo XX,

C
no afectó el crecim iento de la ya consolidada ciudad.

Tegucigalpa fue trazad a originalm ente con el denom inado “Plano


T-
de Ajedrez”, es decir, el esq u em a rectilíneo de origen colonial que parte
de u n a gran plaza en la que se asie n ta n los edificios m ás representativos
civiles, religiosos y m ilitares como la iglesia, cabildos, presidio, policía,
EG

etc. Sin em bargo, la característica topografía de u n a zona m ontañosa,


cuyo valle e stá cruzado por dos im portantes ríos el C holuteca y el Chi­
quito, así como por m últiples riachuelos, ocasionó que el esquem a de
construcción se ad e c u a ra a estas condiciones, a los accidentes del te­
rreno y al curso de los ríos, es así como el D istrito C entral ofrece las
características pinto rescas de u n a ciudad con u n a topografía m uy acci­
I-D

dentada.

En gran m edida su b sisten en la capital rasgos de la fisonomía


colonial española, sin em bargo, la “m odernidad” h a hecho ya m uchas
variaciones, construyendo edificios aislados, sin concordancia con los
D

trazos originales de la ciudad: niveles de techo, altu ras, estilos arq u i­


tectónicos m últiples. No obstante, existen a ú n m u ch as vistas que es
im portante conservar.
U

El Centro Histórico del D istrito C entral fue declarado M onum ento


Nacional, m ediante acuerdo Ejecutivo No. 527 de 20 de diciembre de
1994.

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A
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Catedral de Tegucigalpa (Foto Unidad de Divulgación


I-D
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La C eiba, A tlá n tid a

La Ceiba es u n a ciudad con características u rb a n a s que eviden­


cian el período histórico, denom inado por algunos, como el enclave u r ­
bano económico, d u ra n te el cual el desarrollo y crecim iento de la ciu ­
dad giró alrededor de la actividad productiva b an a n era, m ism a que en
la actualidad , ya no constituye la b ase de la econom ía de la ciudad.

A
In d udablem ente que La Ceiba tiene u n valor patrim onial al que
se su m a su valor eco turístico, ya que conserva elem entos y conjuntos

R
de m ucho interés en su em plazam iento u rb an o , como son las in sta la ­
ciones de las an tig u as com pañías b a n a n e ra s y toda la in fra e stru c tu ra
que é sta s generaron (Ferrocarril); adem ás conserva gran can tidad de

C
inm uebles con valor patrim onial característicos de u n a zona o región y
u n a época en particular.
T-
Las características u rb a n a s de los diferentes conjuntos que con­
form an el centro histórico de La Ceiba, constituyen u n testim onio de
la historia, la c u ltu ra y las form as de vida de u n a población en u n a
EG

época especíñca, la cual puede conocerse a través de los valores y ca­


racterísticas u rb a n a s. Sin em bargo, el centro histórico de La Ceiba, es
u n caso m uy p articu lar porque los inm uebles que conservan su valor
patrim onial y cuya conglom eración d eterm in aría u n conjunto patrim o­
nial se e n c u e n tra n m uy dispersos convirtiendo en u n espacio u n m uy
ecléctico, complejo y m uy particular, en el cual el Instituto H ondureño
I-D

de Antropología e H istoria debe tom ar u n a política específica a seguir,


p u es el área es m uy grande y engloba diferentes tipologías y estilos a r ­
quitectónicos, así como casas an tig u as y arq u itectu ra m uy reciente que
coexisten en la m ism a zona geográfica.
D
U

Drechos Reservados IHAH.


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P o lític a y E sta d o e n la so c ie d a d h o n d u reñ a d el sig lo XIX


(1 8 3 8 -1 8 7 2 ).
Ethel García Burchard
Colección: Estudios Antropológicos e Historíeos 15
ISBN: 976-999926-17-23-6
352 páginas
21.5 X 15 cm

A
L. 170.00

Este libro establece nuevos parámetros metodológicos y argu­

R
mentativos para la historiografía centroamericana del siglo XIX
en cuanto al tema de la historia política y la formación del Estado.

C
En la coyuntura del contexto político que vive nuestro país esta
contribución es de suma importancia puesto que el libro ofrece
un marco histórico profundo que debemos tener como referente al
T-
reñexionar sobre el sistema político actual. D a río E u ra q u e .
EG
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C artilla de m a n te n im ie n to y c o n se r v a c ió n de la a rq u itectu ra
p a trim o n ia l

In s titu to H o n d u re ñ o de A n tro p o lo g ía e H isto ria


K atia M azier (reco p ilad o ra)
2 2 .5 X 2 1 .5 cm
107 p á g in a s
L. 1 7 0 .0 0

A
La r e s ta u r a c ió n de los edificios p a trim o n ia le s n o e s se n c illa e n

R
H o n d u ra s , d eb id o e n b u e n a p a rte a la a u s e n c ia e n n u e s tr a s u n i ­
v e rs id a d e s de d is c ip lin a s d irig id a s a fo rm a r p ro fe sio n a le s e n la
re s ta u ra c ió n .
C
E s ta c a rtilla de m a n te n im ie n to y c o n s e rv a c ió n e s tá a c o m p a ñ a d a
T-
de te x to s y g ráfico s a m a n e r a de p a u ta s p a r a la r e p a ra c ió n de los
edificios y re c o m e n d a c io n e s b á s ic a s p a r a p re v e n ir la s c a u s a s q u e
p ro v o c a n s u d e te rio ro . P a ra la e la b o ra c ió n de la c a rtilla , la a u to r a
EG

se b a s ó e n m a n u a le s de in te rv e n c ió n de o tro s p a ís e s (C olom bia


e n p a rtic u la r), los e x p e d ie n te s de r e s ta u r a c ió n del I n s titu to H o n ­
d u re ñ o de A n tro p o lo g ía e H is to ria (IHAH) e n m á s de 50 a ñ o s de
fu n c io n a m ie n to y e n e n tr e v is ta s a re c o n o c id o s r e s ta u r a d o r e s co n
v a s ta e x p e rie n c ia e n el c a m p o . D a n iela N a va rrete, historiadora.
I-D
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D iv ersid a d p a tr im o n ia l e n la s c iu d a d e s de H onduras

Daniela Navarrete Cálix


Colección: Centros históricos
ISBN: 978-99926-17- 16 - 8
75 páginas
25 X 19 cm.
2008

A
L. 150.00

R
La categoría de Monumento Nacional ha sido conferida a algunos
centros históricos de antiguas fundaciones españolas coloniales:

C
Comayagua, Choluteca, Yuscarán, Cedros, Trujillo, San Antonio
de Oriente, Tegucigalpa, Ojojona, Santa Rosa de Copán, Gracias,
Santa Lucía y algunos conjuntos históricos en Juticalpa y Omoa.
T-
La calidad arquitectónica de sus construcciones y la voluntad de
sus instituciones y de sus habitantes han permitido la conserva­
ción y restauración de los centros de Comayagua y Santa Rosa de
EG

Copán, únicamente. Se hace una sucinto análisis del legado espa­


ñol colonial, del legado republicano, del legado anglosajón, sobre
todo de la influencia de las compañías bananeras en la evolución
histórico-geográfica de la Costa Norte y del resurgimiento de San
Pedro Sula, El Progreso, Puerto Cortés, Tela y La Ceiba.
I-D
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T egu cigalp a, u n a ciu d ad y su g e n te 1 9 0 0 -1 9 3 0

O rn ar A quilas V a lla d a re s
C olección: C e n tro s h is tó ric o s
ISBN: 9 7 8 -9 9 9 2 6 -1 7 - 17-5
75 p á g in a s
25 X 19 cm .
2008

A
L. 1 5 0 .0 0

R
Se t r a t a de u n folleto q u e c o n tie n e u n a h is to r ia m ín im a de T e­
g u c ig a lp a , ilu s tra d o co n fotos h is tó ric a s q u e n o s m u e s tr a n cóm o

C
e ra la c iu d a d e n s u s é p o c a s p a s a d a s . El re la to a r r a n c a d e s d e q u e
T e g u c ig a lp a e ra u n a p e q u e ñ a c iu d a d b u c ó lic a , a s e n ta m ie n to de
a c tiv id a d e s m in e ra s q u e le d a b a n u n a g ra n im p o rta n c ia e c o n ó m i­
T-
ca, h a s t a lle g a r a la m o d e rn id a d e n q u e la c iu d a d se c o n v ie rte e n
u n a u r b e b u llic io sa , a c o g e d o ra de to d o s los a v a n c e s ta le s com o el
c in e m a tó g ra fo , los a u to m ó v ile s, los ta x is , los n u e v o s h o s p ita le s ,
EG

la p a v im e n ta c ió n de la s c a lle s c o n a d o q u in e s de p ie d ra ta lla d a , el
a lu m b ra d o eléc trico y el s is te m a telefó n ico y la s n u e v a s ed ificacio ­
n e s g u b e r n a m e n ta le s y o tr a s o b ra s a rq u ite c tó n ic a s p a r tic u la r e s ,
r e s a lta n d o los n o m b re de los c o n s tru c to r e s : M e d in a P la n a s , A u ­
g u s to B re s s a n i y A n to n io Salvo.
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M anual B á sic o d el G u ard arrecu rsos C ultural de H onduras


Unidad de Arqueología IHAH
Colección: Cuadernos de Antropología e Historia No. 1
ISBN: 978-99926-17-18-2
56 páginas
19.5 X 13.5 cm
2008
L. 100.00

A
El manual tiene el objetivo de proporcionar a la población una

R
serie de elementos que posibiliten su participación en la protec­
ción y conservación del Patrimonio Cultural. El IHAH renueva sus

C
esfuerzos en lograr un acercamiento con las comunidades locales.
El Patrimonio Cultural no puede ser separado de su comunidad y
lugar original sin que pierda su sentido. El Manual Básico para el
T-
Guarda recursos Cultural de Honduras trata de manera general
y práctica muchos temas y conocimientos necesarios para la pro­
tección y conservación del Patrimonio Cultural y de las maneras
EG

de educar a otros miembros de la comunidad mediante charlas y


talleres. Cuenta con una amplia sección de anexos, donde se in­
cluyen fichas para el registro de sitios, objetos y manifestaciones
culturales; fichas para realizar un diagnóstico del Patrimonio.
I-D
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M anual B á sico de Arte R u p estre de H onduras


U n id a d de A rqueología-IH A H
C olección: C u a d e rn o s de A n tro p o lo g ía e H isto ria No. 2
63 p á g in a s
19.5 X 13.5 cm
2008
Lps. 1 0 0 .0 0

A
El M a n u a l B ásico de A rte R u p e s tre de H o n d u ra s b u s c a d o ta r al
p ú b lic o , p a r tic u la r m e n te a la s c o m u n id a d e s c e rc a n a s a sitio s co n

R
a rte r u p e s tr e , de los c o n o c im ie n to s m ín im o s n e c e s a rio s so b re la s
m a n ife s ta c io n e s de e s te tip o de a rte . El fin es q u e el a rte r u p e s tr e

C
s e a a p re c ia d o , v a lo ra d o , p ro te g id o y p ro m o v id o p o r to d o s los h o n -
d u re ñ o s .
T-
L as p rim e ra s in v e s tig a c io n e s so b re el a rte r u p e s tr e te n ía n i n te r ­
p re ta c io n e s d irig id a s a lo m ítico m ágico. S in e m b a rg o , la s ú ltim a s
in te rp re ta c io n e s te ó ric a s n o s in d ic a n q u e es u n a r e s p u e s ta a d a p -
EG

ta tiv a a u n e n to rn o .
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E tn o lo g ía y e tn o h is to r ia de H on d u ras. E n sa y o s
William Davidson
Colección: Estudios Antropológicos e Históricos 21
ISBN: 978-99926-17-36-6
351 páginas
21.5 X 15.5 cm
L. 170.00

A
El lector tiene en sus manos una valiosa colección de ensayos, pro­
ducto de las investigaciones tanto archivísticas como de campo,

R
realizadas en diversas épocas por el geógrafo William Davidson.
Su lectura arroja luz sobre las contribuciones de distintos grupos

C
étnicos y culturales, indígenas, negros, blancos en la construcción
de la sociedad. Otra temática que atrae la curiosidad intelectual
T-
de Davidson tiene que ver con el origen de las toponimias, los
aspectos demográficos, migraciones internas, asentamientos, co­
lonización de espacios. La lectura de estas páginas brindará a los
EG

lectores una doble satisfacción: de una parte el aprender sobre


acontecimientos geohistóricos que han impactado conglomerados
humanos específicos a lo largo del tiempo, rescatando del olvido
a las etnias; de otra, el placer derivado de una lectura amena que
nos adentra en distintos puntos del territorio y nos permite evo­
I-D

car a personas tanto prominentes como anónimas. Mario Argueta,


historiador.
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S u rcan d o lo s c ie lo s tras la d em o cra cia en H onduras


W alter López R eyes
C olección: C o n fig u ra c io n e s
ISBN: 9 7 8 -9 9 9 2 6 -1 7 -2 9 -8
164 p á g in a s
2 1 x 1 4 cm .
2009
L. 1 7 0 .0 0

A
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U n im p o rta n te a c to r de la v id a p ú b lic a h o n d u r e ñ a se h a d e d ic a d o
a c o n ta r n o s s u vida. El g é n e ro de la m e m o ria es m u y poco c u ltiv a ­
do p o r n u e s tr o s c o m p a trio ta s y e s a es la ra z ó n p o r la c u a l m u c h o s
C
e v e n to s im p o rta n te s de n u e s t r a h is to r ia n o lo g ra n e x p lic a rse c o m ­
p le ta m e n te p o rq u e fa lta el te s tim o n io de s u s a c to re s f u n d a m e n ta ­
T-
les. A tra v é s de e s ta s p á g in a s p o d e m o s s e g u ir la s e c u e n c ia de la
v id a de e s te im p o rta n te p e rs o n a je , q u e fue u n o de los p rin c ip a le s
a c to re s e n la g u e r r a e n tr e H o n d u ra s y El S a lv a d o r (1969) y q u e
EG

p a rtic ip ó e n el d e rro c a m ie n to e n 1 9 84 del G e n e ra l G u s ta v o Álva-


rez M a rtín e z com o J e fe de la s F u e rz a s A rm a d a s , e n los m o m e n to s
M ^

e n q u e e s te m ilita r se d is p o n ía a e n s a n g r e n ta r m á s a H o n d u ra s .
S e g u ro s e s ta m o s de q u e los le c to re s d is f r u ta r á n m u c h o de la le c ­
t u r a de e s ta s m e m o ria s y q u e , a d e m á s , e n c o n tr a r á n v a lio sa in fo r­
I-D

m a c ió n p a r a e x p lic a r a lg u n o s de los a c o n te c im ie n to s h is tó ric o s


d el siglo XX e n H o n d u ra s . V ícto r M a n u e l R am o s.
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G racias (1 5 3 6 -1 7 0 0 ) D el C en tro a la p eriferia


Marie Leroy
Colección: Estudios Antropológicos e Históricos 18
ISBN: 978-99926-17-33-5
188 páginas
22 X 15 cm.
2009
L. 170.00

A
Gracias es una de las ciudades más antiguas, no solo de Hondu­

R
ras sino del continente americano. Está situada en la parte occi­
dental y montañosa de Honduras, fundada en 1538, fue sede de

C
una de las primeras instituciones reales en tierra firme: la Audien­
cia de los Confines (1542). El Instituto Hondureño de Antropología
e Historia reproduce este libro, escrito originalmente en francés,
T-
porque constituye un aporte importantísimo para el conocimiento
de la historia de la ciudad de Gracias a Dios (como realmente se
llama esta ciudad) y de la región, sobre todo las etapas de la con­
EG

quista y de la época colonial, pero, sobre todo de la época fugaz


en que fue la capital del istmo centroamericano. Leroy aporta ele­
mentos nuevos sustentados en la ratificación de las encomiendas
del siglo XVI, en la actividad económica y en la arquitectura civil y
religiosa. Su apoyo está en el Archivo General de Centro América,
I-D

en Guatemala, y en el Archivo General de Indias, en Sevilla.Víctor


Manuel Ramos.
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Drechos Reservados IHAH.


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Guía d el a rch ivo de la co rr e sp o n d e n c ia de R afael H eliodoro


V alle
E n h o m e n a je p o r el c in c u e n ta a n iv e rs a rio de s u m u e rte
L u d m ila V aladez V a ld e rrá b a n o
C olección: C u a d e rn o s de A n tro p o lo g ia e H isto ria 8
ISBN: 9 7 8 -9 9 9 2 6 -1 7 - 32 - 8
140 p á g in a s
22 X 14 cm .

A
2009
L. 1 0 0 .0 0

R
E n el 2 0 0 9 se c u m p lió el c in c u e n ta a n iv e rs a rio de la m u e rte de
R afael H eliodoro Valle (1 8 9 1 -1 9 5 9 ) a c a e c id a e n la c iu d a d de M éxi­

C
co. C on m otivo del tr á n s ito de t a n n o ta b le in te le c tu a l h o n d u re ñ o ,
el g o b ie rn o de M éxico, e n c a b e z a d o p o r el P re s id e n te Adolfo R uiz
T-
M ateo s, q u ie n h a b ia sid o s u a lu m n o e n la E s c u e la N acio n al P re ­
p a r a to r ia , p ó s tu m a m e n te y p o r p rim e ra vez, y e n a g ra d e c im ie n to
a u n hijo ad o p tiv o q u e b rin d ó t a n t a s lu c e s a la in v e stig a c ió n h is ­
tó ric a de la P a tria de B e n ito J u á r e z , le im p u s o la c o n d e c o ra c ió n
EG

de la C ru z del A g u ila A zteca, la m á s a lta q u e o to rg a e s a n a c ió n . El


I n s titu to H o n d u re ñ o de A n tro p o lo g ía e H isto ria , n o p u e d e p a s a r
d e s a p e rc ib id a e s ta s g r a n d io s a s e fe m é rid e s de la h is to r ia c u ltu r a l
del p a ís . E n tre el c o n ju n to de e s o s fe ste jo s se p u b lic a e s ta in te r e ­
I-D

s a n te G u ía de la c o rre s p o n d e n c ia de R afael H elio d o ro Valle, e la b o ­


r a d a p o r la D ra. L u d m ila V alad ez V a ld e rrá b a n o , de la U n iv e rsid a d
N acio n al A u tó n o m a de M éxico (UNAM). E s ta G u ía m o s tr a r á , a le ­
gos y e s tu d io s o s , lo v a lio so s c írc u lo s in te le c tu a le s q u e ro d e a ro n a
n u e s tr o h u m a n i s t a y s e r á d e a p re c ia b le a y u d a e n el e s tu d io de la
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v id a y o b ra de R afael H elio d o ro Valle.


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D o c u m e n to s c la s ific a d o s d e la p o lic ía s e c r e ta d e C arias (1 9 3 7 -


1944)
Jesús Evelio Inestroza
Colección: Estudios Antropológicos e Históricos 17.
ISBN: 978-99926-17-25-0
339 páginas
2 1 x 1 5 cm
2009

A
L. 170.00

R
Se trata de una selección de documentos clasificados que pertene­
cieron a la policía secreta del régimen de Tiburcio Carias Andino.
Su rápida lectura nos transporta al ambiente en que se desen­
C
volvió la dictadura, al atropello de los elementales derechos de
los opositores del gobierno: la violación de la correspondencia, el
T-
“orejismo” llevado al extremo de la infidelidad de los empleados
domésticos hacia sus patrones, la intriga para desacreditar fun­
cionarios, la corrupción administrativa, la persecución, el asesi­
EG

nato y el destierro; y, por supuesto, algunos documentos relacio­


nados con los diversos intentos realizados por varios hondureños
para poner fin al atropello de la constitución. Evelio Inestroza ha
rescatado estos valiosos documentos, los ha ordenado, clasificado
y seleccionado y también los ha entregado al IHAH en donde se
I-D

ha tomado la decisión de editarlos para que los investigadores y


los lectores tengan en sus manos las fuentes y puedan, a partir de
ellas, hacer sus propias interpretaciones.
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Drechos Reservados IHAH.


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Lo& P ech de H onduras: u n a e tn ia que v iv e


W endy G rifñ n
C olección: C u a d e rn o s de A n tro p o lo g ía e H isto ria 7
ISBN: 9 7 8 -9 9 9 2 6 -1 7 -2 7 -4
2 0 6 p á g in a s
2009
L. 1 7 0 .0 0

A
La h is to ria y a c tu a lid a d de la s e tn ia s de H o n d u ra s e s tá p o r in ­
v e s tig a rs e , r e d a c ta r s e y p u b lic a rs e . El h e c h o es q u e la a te n c ió n
so b re la s e tn ia s h a p riv ileg iad o a u n o s g ru p o s m á s q u e a o tro s.

R
Los P ech h a n sid o d e los m e n o s fav o recid o s. S in e m b a rg o , c o n ­
ta m o s co n p o c a s p u b lic a c io n e s q u e de m a n e r a s e n c illa c a r a c ­

C
te ric e n la la rg a h is to r ia y c u ltu r a de los P ech . E s ta p u b lic a c ió n
de la s in v e s tig a c io n e s d e W endy G rifñ n , a n tro p ó lo g o n o r te a m e ­
T-
r ic a n a c o n la rg a e x p e rie n c ia d e viaje e n tre los P ech y a m o r p o r
ellos, c o n trib u y e a lle n a r e se vacío. El I n s titu to H o n d u re ñ o de
A n tro p o lo g ía e H is to ria (IHAH) se e n o rg u lle c e d e p u b lic a r e s ta
o b ra p o r el h e c h o d e q u e G rifñ n in c o rp o ra e n s u p r e s e n ta c ió n los
EG

te s tim o n io s y e x p e rie n c ia s de d o s in fo rm a n te s P ech , d o n H e r­


n á n M a rtín e z y s u e s p o s a , d o ñ a J u a n a C a ro lin a H e rn á n d e z . H ay
te s is d o c to ra le s so b re los p e c h y te x to s a c a d é m ic o s m á s e la b o ­
ra d o s so b re a s p e c to s de la c u ltu r a P ech , p e ro p o co s te x to s se
h a n lo g ra d o c o n el a m o r y el c o m p ro m iso q u e r e g is tr a n W endy
I-D

G rifñ n , d o n H e rn á n y d o ñ a J u a n a C a ro lin a p o r el s u f r ir y fu tu ro
de los P ech .
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La e d u c a c ió n para la lib erta d y la d em o cra cia : m oral, c iv is m o


y u rb an id ad e n e l r é g im e n d ic ta to r ia l 1 9 3 3 -1 9 4 9
Oscar Zelaya Garay
Colección: Estudios Antropológicos e Históricos 16.
ISBN: 978-99926-17-22-9
270 páginas.
2 1 x 1 5 cm
2009.

A
L. 170. 00

R
Corresponde a Oscar Gerardo Zelaya Garay, docente, historiador
profesional, antólogo, relatarnos su travesía por un periodo tan
interesante como inexplorado en materia educativa: el régimen
C
dictatorial en la Honduras de 1933 a 1949. Ahí está el abundante
y minucioso soporte documental, riquísimo en información pun­
T-
tual y oportuna, acerca de concepciones, estrategias y planifica­
ciones, hechos y personajes de toda una época. Para quien todavía
concibe la docencia como el más difícil aunque más gratificante
EG

de los oficios, este es un libro tan imprescindible como ilustrativo.


Juan Antonio Medina.
I-D
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El Linaje de Lara en H onduras. S ig lo s XVI al XIX


C o n q u ista d o res, e n c o m e n d e r o s u h a cen d a d o s
L ibny R odrigo V e n tu ra 1.
C olección: E s tu d io s A n tro p o ló g ico s e H istó rico s 19
ISBN: 9 7 8 -9 9 9 2 6 -1 7 -3 0 -4
3 0 0 p á g in a s
22 X 15 cm .
2010

A
L. 1 7 0 .0 0

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E ste lib ro de L ibny R odrigo V e n tu ra L a ra c o n s titu y e , q u iz á s,
la in v e stig a c ió n h is tó ric a co lo n ial m á s im p o rta n te q u e se h a y a

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re a liz a d o e n H o n d u ra s so b re u n a fam ilia e n p a rtic u la r, c u y o s
a n te c e d e n te s se r e m o n ta n a la s re la c io n e s de p a r e n te s c o e n la
c iu d a d de S evilla y a la p r e s e n c ia física del c a p itá n d o n F e r n a n ­
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do de L a ra e n el p u e b lo in d io de T e n c o a , e n los c o m ie n z o s de la
e r a co lo n ial h o n d u r e ñ a , poco d e s p u é s d el in te n s o p e rio d o de la
c o n q u is ta . El r a s tr e o h istó ric o -a n tro p o ló g ic o de e s to s e x tra ñ o s
EG

e n c o m e n d e ro s de ap e llid o L ara, q u ie n e s se m o v ie ro n e n tre la


c iu d a d de G ra c ia s , la s m in a s de S a n A n d ré s de la N u ev a Z a ­
ra g o z a y el e s ta n c o de ta b a c o d e S a n ta R o sa de los L lan o s (hoy
S a n ta R o sa de C opán) e n la re g ió n o c c id e n ta l de la p ro v in c ia de
H o n d u ra s , el h is to r ia d o r lo re a liz a e n el m a rc o de u n a c o o rd e ­
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n a d a s te m p o ra le s lo c a liz a b le s e n tre 1581 y 1 8 8 7. M otivo c e n tra l


de la in v e stig a c ió n a rc h iv is tic a e n el in te r é s o b se siv o del a u to r
p o r d e m o s tr a r los v ín c u lo s s e fa rd ita s d e la fa m ilia L a ra a fín c a d a
ta n to e n E s p a ñ a com o e n H o n d u ra s . Los le c to re s de e s te lib ro
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p u e d e n d is f r u ta r d el rig o r in v e stig a tiv o y d e la s re s p e c tiv a s h ip ó ­


te s is so b re la e s t r u c t u r a de e s te p a r e n te s c o s in g u la r. S e g isfre d o
In fa n te , historiador.
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R afael H elio d o ro V alle, h u m a n ista de A m érica


María de los Ángeles Chapa Bezanilla
Colección: Estudios Antropológicos e Históricos 20
ISBN: 978-99926-17-37-3
464 páginas
22 X 15 cm.
2010
L. 170.00

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La distinguida escritora peruana, Emilia Romero, viuda de Ra­

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fael Heliodoro Valle, antes de morir, donó a la Biblioteca Nacio­
nal de México, la biblioteca, con todos sus libros, cartas y miles

C
de recortes de prensa, del ilustre polígrafo hondureño. Eso se
ha traducido en la organización, en el seno del la Biblioteca Na­
T-
cional de México, del Fondo Rafael Heliodoro Valle, considerada
como una las colecciones más ricas y valiosas. La doctora María
de los Ángeles Chapa Bezanilla, investigadora del Instituto de In­
vestigaciones Bibliográficas de la Universidad nacional Autóno­
EG

ma de México, ha traducido en esta tesis de doctorado, el eterno


agradecimiento del pueblo mexicano hacia Rafael Heliodoro Va­
lle. Con corazón, intelecto y mano amorosa, la Dra. Chapa Beza­
nilla ha escrito este interesantísimo ensayo sobre la vida y obra
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de Rafael Heliodoro Valle, en el cual, los lectores encontrarán


un completo trabajo en el que se caracteriza el tiempo histórico
en el que le tocó vivir, un pormenorizado estudio de su trayec­
toria intelectual y un análisis severo de su extensísima obra. El
pueblo de Honduras ha agradeciendo a la Dra. Chapa Bezanilla
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su pasión por Valle y le ha otorgado la medalla Rafael Heliodoro


Valle en 2011. V íctor M a n u e l R a m o s .
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Y axkin
A ño 3 4 , v o lu m e n XXV, No. 1, 2 0 0 9
R e v ista del I n s titu to H o n d u re ñ o de A n tro p o lo g ía e H isto ria
3 0 0 p á g in a s .
21 X 16.5 cm .
2011
L. 2 0 0 .0 0

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Y axkín
Año 34, volumen XXV, NO. 2, 2009
Revista del Instituto Hondureño de Antropología e Historia.
341 páginas
21 X 16.5 cm.
2011
L. 200.00

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Y axkin
A ño 3 5 , v o lu m e n XXVI, NO. 1, 2 0 1 0
R ev ista del I n s titu to H o n d u re ñ o de A n tro p o lo g ía e H isto ria
2 4 0 p á g in a s
L. 1 6 0 .0 0

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Yaxkin la revista multidisciplinaria del IHAH está a la venta en


las oficinas del IHAH y en las principales librerías del país.

Para envíos o suscripciones comunicarse a la Unidad de Divul­

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gación con Johanna Burgos.
Correo electrónico: [email protected]

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Tel: (504) 2238-0608

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Para Canje escribir a la Biblioteca “Jesús Núñez Chinchilla”, con
Guadalupe Armijo.
Correo electrónico: [email protected]
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Teléfono: (504) 2220-0245

Próximamente la edición digital de la Revista Yaxkin, podrá ser


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consultada en los diferentes espacios del IHAH


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