El Violín Interior
El Violín Interior
El Violín Interior
1
Indice
·Introducción………………………………………………Pág.3
·Contexto…………………………………………………...Pág.4
·Desarrollo conceptual y análisis de los puntos más
importantes………………………………………………...Pág.6
-El mal del violín.................................................................................Pág.6
-Armonizar el cuerpo...........................................................................Pág.7
-La sensación.......................................................................................Pág.9
-El gesto...............................................................................................Pág.11
-La concentración y la respiración......................................................Pág.14
-El miedo.............................................................................................Pág17
·Conclusión práctica............................................................Pág19
Introducción
2
En El violín interior Dominique Hoppenot nos plantea un nuevo
método de estudiar y sentir el violín, la música, y la vida, en
general. Asimismo, critica el método occidental tradicional de
estudio del violín y los instrumentos de cuerda, como también a
los profesores y pedagogos que evitan el florecimiento de un
artista en los jóvenes estudiantes de música.
3
alumnos, violinistas retirados o activos, cualquier tipo de músicos,
actores, comediantes, bailarines y demás artistas e incluso alguien
sin ninguna relación con el mundo del arte. No obstante, la lectura
mas enriquecedora (bajo mi punto de vista) es la de un alumno
que ya ha comenzado a seguir el camino que el libro describe,
porque así identificará las enseñanzas de Hoppenot con aquellas
que su profesor ya le explicó, y las que él va descubriendo por sí
mismo; todas estas ideas se complementan entre sí y permiten que
la lectura de este libro se convierta en una experiencia de placer
desmesurado.
Contexto
El violín interior se publica en 1981, su autora, ya mencionada, es
de nacionalidad francesa. La escuela francesa de violín fue la
primera “escuela moderna” en el arte del violín y entre
integrantes, desde su fundador (Jean Marie Leclair) hasta
Hoppenot, contando a muchísimas grandes figuras del violín
como Viotti, Kreutzer o Rode, siempre han acabado dedicando
sus conocimientos a la enseñanza. Y no solo eso, sino que el
método de muchos de estos maestros fue (y es) muy distinto a los
existentes en otras escuelas y regiones del mundo, claro ejemplo
es la protagonista de este trabajo.
4
experiencia personal, y la de sus alumnos, cuales son los
problemas y escollos que bloquean a los estudiantes y les
producen el “mal del violín”, del cual hablaremos próximamente.
Como profesora observó a alumnos poseídos por el miedo
(escénico, al fracaso, a no ser lo bastante buenos…), descontentos
con su cuerpo y agarrotados, tensos y en resumen, insatisfechos
con sus estudios de violín.
Desarrollo
5
“El mal del violín”
6
nociones básicas sobre relajación (y lo que esta implica) solo se
lograran acumular tensiones.
Armonizar el cuerpo
7
El equilibrio corporal es esencial para el violinista, entendiendo el
equilibrio como una contraposición de fuerzas cuya resultante es
0. Este equilibrio (unido a la descontracción y la respiración) es el
que permite que la energía fluya correctamente desde el interior
del cuerpo hacia el exterior (del violín interior al externo). Sin
este equilibrio, además aparecen las tensiones y contracciones, un
problema común a la mayoría de violinistas (me permito
incluirme en esta clasificación). Es común que los profesores
digan a sus alumnos: “Relaja la muñeca” o “Relaja la palma de la
mano” sin aportar ninguna solución, y sin ni siquiera enfocar el
verdadero problema. Y es que el problema nunca (suele) ser la
muñeca o el brazo, sino que las tensiones nacen en la espalda, en
el vientre o en los glúteos (o en todo ello a la vez) haciendo
imposible la correcta expresión musical.
8
Finalmente, para completar el resumen del equilibrio postural que
menciona Hoppenot es necesario mencionar la sensación de tener
los pies fijos al suelo, dotando así el cuerpo de estabilidad y sobre
todo verticalidad, esencial para un correcto equilibrio postural.
Son muchos los violinistas que tienden a derrumbarse sobre su
instrumento y que sin embargo la fuerza se quede en sus brazos,
sin poder imponerse sobre el violín. Parece absurdo, pero es así.
Muchas veces la correcta forma de tocar nos inspira lejanía del
instrumento, cuando en realidad es totalmente al revés.
La sensación
9
Es, evidentemente, absurdo, que un violinista desdeñe sus propias
emociones y sensaciones cuando su único propósito es hacer
sentir; y solo cuando un músico consigue juntar música con
técnica (criminalmente separadas) podrá realizar un trabajo
efectivo.
El gesto
11
El gesto adecuado, perfectamente logrado debe cumplir tres
características: Debe ser adecuado a la fisionomía del
instrumentista (es, por tanto, personal, no hay un gesto “general”)
y deben actuar solo los órganos adecuados, para así economizar
energía, en pos de no fatigarse. Debe ser natural, procedente
desde el interior, y no expuesto desde afuera, por atractivo que
resulte imitar a tal o cual instrumentista famoso y, finalmente, el
gesto debe ser puntual, para cada “propuesta musical” existe un
único gesto, que reúne todas las exigencias para dicha técnica. Es,
por consiguiente, muy importante dominar con precisión todos los
gestos requeridos para una obra.
13
La concentración y la respiración
14
lo que impide al músico completamente liberarse y dar “aire” a la
obra.
La concentración
15
el tronco superior como el inferior) obtendremos un poder
infinitamente mayor al que poseíamos antes.
El miedo
Son innumerables los casos de músicos que, al salir a escena, son
poseídos por el miedo. Sus músculos se agarrotan, la respiración
se produce entrecortada y todo el trabajo hasta el momento
desaparece.
Un músico acostumbrado a tocar en su habitación y no dar
conciertos se verá seriamente comprometido cuando tenga que
dar una audición para 50 personas, o incluso para su grupo de
amigos, mientras que un músico acostumbrado a tocar para los
demás de forma habitual será capaz de adaptarse a prácticamente
cualquier situación: mucho público, poco, un escenario pequeño,
una iglesia con excesiva reverberación…
Estos dos son los casos más comunes, sin embargo, existen unos
extremos. Hay ocasiones en las que el miedo no supone un
momento puntual, una emoción que hay que aceptar y con la que
se puede convivir, sino que es un estado de vida. Una eterna
angustia que no nos impide solamente tocar ante el público, sino
también tocar en nuestra habitación de forma sosegada y con una
17
respiración tranquila; reduciendo así cualquier progreso a cero.
Cuando este estado de animo está completamente arraigado es
tarde para intervenir de manera puntual, se requiere de un
tratamiento psicológico profundo acerca del violín y de la vida.
Esto es perjudicial, por supuesto, pero el otro extremo no lo es
menos. Algunos músicos, nunca sintieron este miedo, pueden
tocar ante 10000 personas sin alterarse lo más mínimo, como si
estuvieran en su casa… y esto se traduce en una falta de
emotividad, esencial para la producción musical. Es imposible
conectar con el público, expresar y hacer música si se toca como
si no hubiera público, o peor incluso. Y generalmente estos
músicos perfectos como máquinas son más valorados que
aquellos que fallan, pero intentan (y consiguen) expresar y
conectar con el público.
El miedo es algo ineludible, y al contrario del pensamiento
general, no es en absoluto negativo, solo es así cuando es un
miedo “fuera de sí”, que nos limita y nos impide hacer música. El
objetivo no es eliminar el miedo sino aceptarlo y reducirlo a un
miedo “normal”. Cuando se haya conseguido esto, una vez que
empecemos a tocar, sin crispaciones ni malas respiraciones, y
veamos que todo está bajo control, el miedo nos importará más
bien poco, porque estaremos sumidos en cuerpo y alma en nuestra
labor musical y expresiva.
18
Conclusión práctica
19
hay que seguir para comprender realmente el arte de tocar el
violín o cualquier instrumento.
No obstante, explica, resumidamente, aspectos, que ayudan
mucho al estudio (aunque se requiere la ayuda indispensable del
profesor), a mi personalmente me ayudó especialmente la
descontracción y el “Hara”. Hasta haberlo leído centraba mi
atención en la espalda, hombros y brazos, como mucha barriga,
pero no había dirigido mi atención hacia la región completa del
vientre, glúteos y diafragma, lo cual me ayudó muchísimo no solo
a minimizar los dolores de espalda, sino a concentrarme mejor
(por supuesto) y a hacer que la música empiece a nacer de mi
interior.
En absoluto he finalizado este proceso, y en absoluto he logrado
una descontracción total, una correcta respiración o un
conocimiento consciente de mi cuerpo y músculos, por tanto,
tampoco he logrado una concentración “instantánea” (en términos
de Hoppenot) ni una sonoridad, afinación o ritmo interiores. Y
esto es lo mejor, porque, sin haber dominado, ni por asomo,
ninguna de estas técnicas ya he mejorado mucho, cuando lo
domine, podré empezar a considerarme un músico de verdad.
Recomiendo esta lectura a cualquier persona, artista o no, ya no
solo por el modelo de vida que plantea, sino por su calidad
literaria y su toque personal. No solo te imaginas perfectamente la
actitud de Hopennot y su forma de enseñar, sino también la del
alumno (o profesor) a quien va dirigido su libro. Las enseñanzas
de Hoppenot son aplicables a muchos ámbitos de la vida y en
absoluto desdeñables.
20