Castel, Robert - La Inseguridad Social. ¿Qué Es Estar Protegido - Buenos Aires, Manantial, 2004 (Introducción, y Capítulos 1, 2 y 3, Pp. 11-74)

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ROBERT CASTEL

LA INSEGURIDAD SOCIAL
¿Qué es estar protegido?
~.-

MANANTIAL
Buenos Aires
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Tírulo original: L'il1sécurité socia/c.


QU'C51.cc qu 'élrc protégé? AGRAD ECIMIENTOS
EdiriollS du Seuil, 2003
ID t.ditions du Seuil ct La République des Idées, 2003

T r::aducción: Vivi;;ma Ackerrnan

Diseño de tapa: Estudio R

COlstel, Robert
La inseguridad social: ¿qué es estar protegido? - 1'. ed.- Buenos
Aires: Manami::d, 7.004.
112 p.; 10x14 cm. - (Reflexiones)

Traducción de: Vivian3 Ackerm<lo Isabelle Astier, Lyserre Boucher-Castel, Den;s Merklen y
Albert Ogien me hicieron preciosas observaciones sobre una
ISBN 987-500-078-7
primera versión del manuscrito. Mi interpretación del "retor-
1. Seguridad Social I Título no de las clases peligrosas" está en deuda con entrevistas pro-
CDD 363.1 puestas por Richard Fi¡:uier sobre este tema_ Por último,
agradezco a Christine Colpin por su contribución esencial a
la elaboración del texto.
Hecho el d/"pé}<;iro que marca b. ley 11.723
Impreso en la Argentina

«:l 2004. de eS(Ol edición y de ia traducción,


Ediciones Manantial SRL
Avda. de Mayo 1365.6° piso
(1085) Buenos Aires, Argentina
TeJ, 15411) 4383-7350 /4383.6059
in [email protected]
W\YW .emanantial.com.a r

Prohibida su venta en España

ISBN:987-500-078-7

Derechos reservados
Prohibida su reproducción total o parcial
íNDICE

Introducción 11 tI••
Capítulo 1
i
La seguridad civil en el Estado de derecho..................... 17
Modernidad y vulnerabilidad........................................ 19 '.1.
Seguridad pública y libertades públicas 27 .~

Capítulo 2
La seguridad social en el Estado protector.....................
La propiedad o el trabajo
Una sociedad de semejantes
35
37
45
1,
1
Capítulo 3
El aumento de la incertidumbre..................................... 53
Individualización y descolectivización ..•......................... 55
El retorno de las clases peligrosas ....................•............. 62

.Capítulo 4 ..
"Uría nueva problemática del riesgo ;:...-~:~.:.::.::.::.
..:. 75
Riesgos, peligros y dallos : :. 76
Privatización o colectivización de los riesgos................... 81

/
10 ROBERT CASTEL

Capítulo 5
¿Cómo combatir la inseguridad social? . 87
INTRODUCCIÓN
Reconfigurar las protecciones sociales . 88
Dar seguridad al trabajo . 102

Conclusión ••• o •••••••••• _ ••• o •••••••••••••••••••••• _ •••••••••••••••••••••• o •••


113

Se pueden distinguir dos grandes tipos de protecciones. Las


protecciones civiles garantizan las libertades fundamentales y
la seguridad de los bienes y de las personas en el marco de un
Estado de derecho. Las protecciones sociales "cubren" contra
los principales riesgos capaces de entrañar una degradación de
la situación de los individuos, como la enfermedad, el acciden-
te, la vejez empobrecida, dado que las contingencias de la vida
pueden culminar, en última instancia, en la decadencia social.
Desde este doble punto de vista vivimos probablemente -al
menos en los países desarrollados- en las socied"des más segu-
ra.sque jamás hayan existido. Las comunidades no pacíficas,
desgarradas por luchas intestinas, donde la justicia era expedi-
tiva y la arbitrariedad permanente, parecen, vistas desde Euro-
pa occidental O desde América del Norte, la herencia de un le-
jano pasado. El espectro de la guerra, esa terrible generadora
de violencia, también se alejó: ahora ronda y a veces hace es-
tragos en los confines del mundo "civilizado". Análogamente,
se ha alejado de nosotros esa inseguridad social permanente
que resultaba de la vulnerabilidad de las condiciones y conde-
naba en otras épocas a una gran parte del pueblo a vivir "al
día", a merced del más mínimo accidente que pudiera surgir
12
ROBERT CASTEL
INTRODUCCiÓN JJ
en el camino. Nuesrras existencias
el nacimiento hasta la mu ' ya no se desarrollan, desde dominar perfectamente todos tos riesgos de la existencia, sino
bien llamada "segu~idad s erte :,slnhredes de seguridad. Una más bien vivir rodeado de sistemas que dan seguridad, que
'
Ia Inmensa OCial se a vuelto d h
mayoría de la bJ '. un erec o para son construcciones complejas y frágiles, las cuales conllevan
tud de instituciones sanit:~asaclOn, y ~a-generado una multi. en sí mismas el riesgo de fallar en su objetivo y de frustrar las
salud, de la educación d I Ydsoclalesque se Ocupan de la expectativas que generan. Por lo tanto, la propia búsqueda de
' e as IScapacldades ' '1
ed ad, de las deficiencias " . propias de a protecciones estaría creando inseguridad. La razón de cllo se-
se ha podido describir' es~:I~~~~S/ me~a~es. A tal pUnto que ría que el sentimiento de inseguridad no es un daro inmediato
des aseauradoras" saCIe :l es como "socieda- de la conciencia. Muy por el contrario, va de la mano de con-
("ha,. la ~cguridad d~~~:
Sin b'
I~::~;~~. de alguna n)~neLJ de dcrc- figuracioneshistóricas diferentes, porque la seguridad y la in-
em argo, en estas sociedades rodead seguridad son relaciones con los tipos de protecciones que
por protecciones las pre' as y atravesadas asegura -o no- una sociedad, de manera adecuada. En otras
, ocupacIOnes sobr I 'd
manecen omnipresentes N e a segun ad per- palabras, hoy en dia estar protegido es también estar amena-
perturbador de eSta cons't o, ~e puede eludir el carácter zado. El desafío que nos interesa subrayar sería entonces
, atacJOn pretend' d -
miento de inseguridad es "1 f len o que el Sentl- comprender mejor la configuración específica de esas relacio-
so o un antasma de ,
moda das que habrían olvid d l _ personas aco- nes ambiguas protección-inseguridad, o seguros-riesgos, en la :j
lágrimas, y hasta qué PUnt: ~ e _~reclo de la sangre y de las sociedad contemporánea. :j
Tiene tales efectos sociales y a I~I, a antes era ruda y cruel. Aquí propondremos una línea de análisis para convalidar
po ItlCOSque por - f
parte de nuestra realidad h ' CIerto, arma esta hipótesis. El hilo conductor es que las sociedades moder-
, y asta estructura en g d'd
nuestra eXpenencia social H . ran me J a nas esrán construidas sobre el terreno fértil de la inseguridad .1
farmas más masivas dI' . ay que reconocer q . b' 1
I ' ue, SI len as porque son sociedades de individuos que no encuentran, ni en I
e a VIO enCla y de I d d '
han sido ampliament 1_ d a eCa encJa social ellos mismos ni en su medio inmediato, la capacidad de ase-
e neutra Iza as I ..
seguridad es por cierro dI' a preocupacJOn por la gurar' su protección. Si bien es cierto que estas sociedades se
e
fuerte del término. natura eza popul ar, en el' sentido "
han dedicado a la promoción del individuo, promueven tam- "

¿Cómo dar cuenta de esta bién su vulnerabilidad al mismo tiempo que lo valorizan. De !
a ad'
mular la hipótesis de q e h Pb : aja? Ella conduce a for- ello resulta que la búsqueda de las protecciones es consustan- .
u no a na que o . .
protecciones como SI' , poner Insegundad y cial al desarrollo de este tipo de sociedades. Pero esta búsque-
. . penenecJer::ln a re .
ex.penencia colectiva La . 'd d gJstros opuestos de la da se asemeja en muchos aspectos a los esfuerzos desplegados
- Insegun amad -- "
sencia de protecciones sin • b' ema no sena la au- para llenar el tonel de las Danaides, que siempre deja filtrar el
llevada a un universo' . 01mas len Su reverso, su sombra peligro. La sensación de inseguridad no es exactamente pro-
Socia que se h . d
de una búsqueda sin f' d . a organIza o alrededor porcional a los peligros reales que amenazan a una población.
In e protecCJOnes d b' '
desenfrenada de seguridad'" O e una usqueda -Es-~ás bien el efecto de un desfase entre una e~¡:i~é;;~iva so-
condiciones? No es est ," ~~e es estar protegido en estas cialmente construida de protecciones y I"s capacidades efecti-
ar Insta a o en la certidumbre de poder
vas de una sociedad dada para ponerlas en funcionamiento .
.' .-
---~ ...
==----------~.""-
i,

14
I{QRERT CASTEl
INTRODUCCiON 1S
La inseguridad, en SUllla, es en buena medida el reverso de la
medalla de una sociedad de seguridad. alrededor de la búsqueda de la seguridad. Y ello por una do-
Idealmente, ahora habría que va/ver a trazar la hiStoria d~ ble razón. En prir11erl¡,gar,-porque los programas protectores
la org~nización dc eSlos sistemas de protecciones y de sus .jarÍ:lá; pueden cumplirse completamente y producen decep-
transformaCIOnes hasta el momento -es decir hasta ho _ ción y aun resentimiento. Pero también porque su logro, aun.
f . 'yen que relativo, al dominar ciertos riesgos, hace emerger .otros
que su ~ IcaCia parece precarizada por la mayor complejid~rl
de los .~Iesgos que supuestamente neutra/izan, asi como por la nuevos. Es lo que sucede hoy en día con la extraordInana ex-
apanclOn de nuevos riesgos y de nuevas formas de sensibiljdad plosión de esta noción de riesgo. Tal exasperación de la sensl-
a los nesg~s. Programa que, evidentemente, no podrá ser ;0'. bilid~d a los riesgos muestra bien a las claras que la segundad
],z,<1oaquI por coml'leto. Nos conformaremos Con esbozar es. jamás está d~da, ni siquiera conquistada., porque la .aspira-
te proceso a partir del momento en que la problemática de las ción a estar protegido se desplaza como un cursor y plantea
protecclOnes Se redefine alrededor de /a figura del individuo nuevas exigencias a medida que se van alcanzando sus objeti-
moderno que Vivela experiencia de su vulnerabilidad: Pero "iJi. vos anteriores. Así, una reflexión accrca de las proteccIOnes

b " .
'dos
SIStlremos también en la diferencia entré los de ,:- .
'tip~s
ca
civiles y sociales debe conducir igualmente a interrogarse so-
erturas, que Jntentan neutralizar la inseguridad. Hay.'una bre la proliferación contemporánea de una aversión al riesgo
problemancad~}a~ protecciones civiles y jurídicas que remite que hace que el individuo contemporáneo nun:a pueda sen-
a la constitución de u-n Estado de derecho y"a 'los obstáculos tirse totalmente seguro. Pues ¿qué nos protegera -dejando de
expenmentados para encarnarlos 10 más cerca posible de las lado a Dios o la muerte- si para estar plenamente en paz.hay
eXIgenCiasIllan¡{estadas por los individuos en su vida cotidia- que poder dominar por completo todas las cOlllingencias de
la vida? "
na. y hay una proble:nática de. las pr?_t~.ci<:>Ees sociales que
a
remne a la construcclOn de un Estado social y las dificulta_ No obstante, esta toma de conciencia de la dimensión pro-
des que Surgen para que pueda asegurar al conjunto de los in- piamente infinita de la aspiración a la seguridad en nuestras
dlvlduoS,contra los principales riesgos sociales. Esperamos que sociedades no debe conducir a cuestionar la legitimIdad de la
la cuestlon de la Jnsegundad COntemporánea pueda esclarecer_ búsqueda de protecciones. Todo lo contrario, es la etapa críti-
se.si se CUHsiguecaptar la naturaleza de los obstáculos que ca necesaria que hay que atravt:~ill para JefiIlir la!j aCClunes
eXisten en cada uno de los dos ejes de la problemática de las que hoy se requieren para hacer frente del modo más r:alista
prote~clo~es para realizar un programa de seguridad total, y a las inseguridades: combatir los facrores de dlsoclaclOn so-
tamblen SIse toma conciencia de /a imposibilidad de hacer su- cial que eSláll eH la raíz tanto de la inseguridad civil como de
perponer por completo estos dos órdenes de protecciones. la inseguridad social. No conseguiremos la segundad de estar
Ent~nces tal vez estemos en condiciones de comprender liberados de todos los peligros, pero se podría ganar la opor-
por que es la proPI~ economía de las protecciones la que pro- tunidad de habitar un mundo menos injusto y más humano.
duce una (rustraclOn sobre la srtuacion de la seguridad Cuya
eXIstenCiaes consustancial a las sociedades que se cons~ruyen
Capítulo 1

LA SEGURIDAD CIVIL
EN EL ESTADO DE DERECHO

Afirmábamos que hay configuraciones históricas diferen-


tes de la inseguridad. Las hay "premodernas". Cuando domi-.
nan los lazos entretejidos alrededor de la familia, del linaje y.
de los grupos de proximidad, y cuando e! individuo está defi-
nido por el lugar que ocupa en un orden jerárquico, la seguri-
dad está garantizada en lo esencial por la pertenencia directa
a una comunidad y depende de la fuerza de estas inserciones
comunitarias. Entonces se puede hablar de proteccio1les de
proximidad. Por ejemplo, a propósito de! tipo de comunida-
des campesinas que han dominado el Occidente medieval,
Georges Duby habla de "sociedades enmarcadas, seguras,
provistas".! Paralelamente, en la ciudad, la pertenencia a
cuerpos de oficios (guildas, cofradías, corporaciones) inscribe
a sus miembros en sistemas fuertes simultáneamente de obli-
gaciones y de protecciones que garantizan su seguridad al i
precio de_su dependencia en relación con el grupo de perte-
o", ••• _.-

•-- ~-:T
" •

..--:.~:?~:.-
1. Gcorges Duby, "Les p.auvres des camp;lgnes d:lns J'Occident médiéval
n
j
jusqu'au XII': siecle , Revue d'h;sloire de I'É;:/ise en France, [. lII, 1966,
pág_ 25.

l
:1

-- .". '..
.. '
, ..
!~
18
RO/lERT CASTEL

nencia. Son las mismas sociedades que están cOntinuamente LA SEGlJR!l)AD CIVIL EN 1'1.£ST"\DO DE DERECHO
]9
expuestas a las devastaciones de la guerra y a los riesgos de
Mademidad y vulnerabilidad
escasez, hambrunas y epidemias. Pero se trata de agrcsiones
quc amenazan a la comunidad desde afuera y, en última ins-
tancia, pueden llegar a aniquilarla. Por sí mismas, sin embar- Con el advenimiento de la modernidad, el status del ind,i-
go, como dice Duby, Son "seguras"; protegen -a sus micmbros viduo cambia radicalmente. Éste es reconocido por sí mismo,
sobre la base de redes estrechas de dependencias e imerdepen_ al margen de su ins~ripción eH colectivos. Pero no por cllo es-
dencias. tá seguro de su independencia, muy por el COntrario. Segura-
En esas sociedades -cuya descripción neusariamentc de[,e- mente es Thomas Hobbes quien ha brindado la pnmera pm-
mos simplificar aquí- también existe de manera evidente inse- tnra. e~trpmecedor;) y fa~cini:illlC, de Jo que realmente sería
guridad imema. Pero ésta es introducida por los individuos y una sociedad de individuos. Testigo a través de las gucrras de
los grupos que están fuera de los sistemas de dependencias_ religión en Francia y de la guerra civil inglesa de la desestabi-
protecciones comunitarias. En las sociedades preindustriales lización de un ordcn social fundado en las pertenencias colec-
curopeas, este peligro se cristalizó en la figura del vagabundo, tivas y legitimado por las creencias tradicionales, lleva al ex-
es decir, del individuo desafiliado por excelencia, a la vez fue_ tremo la dinámica de la individualización hasta el punto en
ra de la inscripción territorial y fuera del trabajo. La Cuestión que ésta dejaria a los individuos emerameme librados a sí
del vaga bundeo fue la gran preocupación social de aquellas. mismos. Una sociedad de individuos no sería ya, hablando
comunidades, movilizó una camidad extraordinaria de me- con propiedad, una sociedad sino un estado de naturaleza, es
didas de carácter dominantememe represivo para intentar decir, un estado sin ley, sin derecho, sin constitución política y
erradicar -por otra parte, en vano- esa amenaza de subver- sin instituciones sociales, presa de una competencia descnfre-
sión interna y de inseguridad COtidiana que supuestamente re- nada de los individuos entre sí, y de la gucrra de todos Contra
todos.
presentaban los vagabundos. Si se quisiera escribir una histo-
ria de la inseguridad y de la lucha COntra la inseguridad en las Por elJo sería una sociedad de inseguridad total. Liberados
sociedades preindustriales, el personaje principal ,ería el va- de toda regulación colectiva, los individuos viven bajo ~Isig-
gabundo, siempre percibido como potencialmente amenaza- no de la amenaza permanente porque no poseen en 51 mIsmos
dor, y sus variantes abiertamente peligrosas, como el saltea- . el poder de proteger y de protegerse. Ni siquiera la ley d:1
dar, el bandido, el outlaw -todos ellos individuos sin amarras más fuerte puede estabilizar la sÜuación porque DaVId podna
que representan un riesgo de agresión física y disociación so- matar a Goliat y porque el fuerte podrá siempre ser aniquila-
cial, porque existen y actúan por fuera de todo sistema de re- do, aunque más no fuere por uno más débil que tendría el co-
gulaciones colectivas. raje de asesinarlo durante el sueño. En consecuencIa, es con-
cebible que la necesidad de estar protegido pueda ser el
imperativo categórico que habría que asumir a cualquier pre-
cio para poder vivir cn sociedad. Esta sociedad será funda-
mcntalmente Una sociedad de seguridad porque la segundad
es la condición primera y absolutamente necesaria para que
lO
ROBERT CASTEL

I.A SEGIH<JnAD CIVIl. EN EL ESTADO DE DERECHO


11
los individuos, desligados de las obligaciones-protecciones
tradicionales, puedan "hacer sociedad". venir en los asuntos públicos y de conformarse con padecer el
Se sabe que Hobbes ha visto en la existencia de un Estado poder politico. Pero sus efectos no son tampoc~ despreciables,
absoluto e! único medio de garantizar esta seguridad de las ya que es la condición de existencia de una SOCiedadCivil y de
personas y de los bienes, y por el10 mismo suele tener mala la paz civil, de las cua.¡~s,sólo un Estado absoluto puede ser el
prensa. Pero quizá haya que tener algo del coraje intelectual garante. A la sombra del Estado protector, el hombre moderno
de Hobbes para suspender por un instante el horror legitimo podrá cultivar libremente su subjetividad, lanzarse a la con-
que puede suscitar el despotismo de! Leviatán y para com- quista de la naturaleza, transformarla n:edlante su trabajO y
prender que ésta no es sino la respuesta última, pero necesaria, asentar su independencia sohre Sus propIedades. Hobucs afir-
a la exigcncia de protección total surgida de una necesidad de ma incluso la necesidad de un rol de protección social del Es-
seguridad que tiene profundas raíces antropológicas. "El po- tado para los individuos en estado de necesidad:
der, dice Hobbes, si es extremo es bueno porque es útil para la
protección; y es en la protección donde reside la seguridad."2 Dado que hay muchos hombres que, a ca~S3 de circunst,ancias
Max Weber dirá también, de una manera más matizada que inevitables, se vuelven incapaces de subvenIr a sus neces,d~des
por medio de su rrabajo, no deben ser aba~donados a la candad
no ha suscitado Controversias, que el Estado debe tener el mo-
privada. Corresponde a las leyes de la Repubilc3 3SJSUrlos, ~n to-
nopolio del ejercicio de la violencia. Pero, sobre todo, e! análi- da la medida requerida por las necesidadesde la naruraleza.
sis de Hobbes tiene una contrapartida, Can frecuencia menos
subrayada. Al movilizar todos los medios necesarios para go- No estoy haciendo la apología de Thomas Hobbes, pero
bernar a los hombres, es decir, al monopolizar todos los pode- pienso que él definió un esquema muy sólido para compren- -,
res políticos, e! Estado absoluto libera a los individuos del der los problemas profundos de la cuestión de las protec-
miedo y les permite existir libremente en la esfera privada. El ciones en las sociedades modernas. Esrar protegido no es un
horrendo Leviatán es también ese poder tutelar que le permite estado "narural". Es una situación construida, porque la inse-
al individuo existir como él lo considere deseable y pensar lo guridad no es un imponderable que adviene de manera más o
que quiera en su fuero interno, que dispone el [eSpCIOde las menos accidf':nral, sino una dimensión COIl~ustanclal a la coe-
c[eellcias religiosas antagónicas (lo cual no es poco en perío- xistencia de los individuos en una sociedad moderna. Esta
dos de fanatismo religioso) y la capacidad para todos de em- coexistencia con el prójimo es sin ninguna duda una OPOrtu-
prender aquel10 que les parezca más adecuado, y de gozar en nidad, aunque más no Sea porque es necesaria para formar
paz de los frutos de su industria. El precio-que hay que pagar una sociedad. Pero, pese a todos los que celebran ingenua-
no es exiguo, ya que se trata de renunciar totalmente a inter- mente los méritos de la sociedad civil, es también una amena-
za, si al menos no hay una" mano invisible" p";ra~~_rrrionizar
::
a priori los intereses, los deseos o la voluntad de po~derde los '1
2. Thomas Hobbes, Le Léviathan, París, $ir('}', ]971 [trad. c.ast.: Elle-
viatán, Buenos Aires, losada, 20031.

3. tbid., pág. 369.


22
ROBEllT CASTEL

individuos. Por consiguiente, es menester una construcción de LA SEGURIVAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO
23
protecciones que no se ~onforme con convalidar las modali-
dades inmediatas del "vivir con", y e110 tiene Un COSto. Hob- Dado que el individuo ya no está tomado en las redes tra-
bes ha ubicado muy ~lto, y sin ninguna duda demasiado alto, dicionales de dependencia y de protección, lo que lo protege
el Costo que hay que pagar para cumplir con ese desvío. Pero es la propiedad. La pro;:>iedad es la base de recursos a partir
si bien es cierto que la inseguridad es consustancial" una so- de' la cual u'n individuo puede existir por sí mismo y no de-
ciedad de individuos, y que necesariamente hay que combatir_ pender de un "mo o de la caridad del prójimo. Es la propie-
la para que éstos puedan Coexistir en el seno de Un mismo dad la que garantiza la seguridad frente a las contingencias de
conjunto, esta exigencia también implic" movjJiZ"r una bate- la existencia, la enfermedad, el accidente, la miseria de quien
no puede seguir trabajando. Ya partil dd momento en que se
ría de .medios que nunca serán anodinos, y en primer lugar
lllstaUlr un Estado dotado de Un poder efectivo para desem_ lo 11ama a elegir a sus representantes en el plano político, es
peñar ese rol de proveedor de protecciones y dc garante de la también la propiedad la que garantiza la autonomía del ciu-
seguridad.
dadano: en efecto, gracias a e11a éste se ha vuelto libre para
opinar y elegir, insobornable para obtener su VOto y no inri-
Por Otra parte, si bien Hobbes goza de una reputación más
bien demoníaca, bien mirado no h"ce más que anticipar, de midable por aquellos que quieren constituirse una clIentela.
forma paradójica y provocadora, una parte importante de 10 La propiedad en una Repúblic" moderna cuya configuración
que será la vulgata de los liberales, cUyas hue11as podrán en- esboza Locke es el SOpOrte insoslayable mediante el cual los
COntrarse hasta nuestros días. Comenzando por ]ohn Locke, ciudadanos pueden ser reconocidos como tales en su indepen-
denci".
que a su vez pasa por ser más bien el padre benigno y toleran_
te del liberalismo. Treinta años después que Hobbes, Locke Pero Locke ve, ciertamente él también, que esta soberanía
celebra con optimismo a ese hombre moderno que, a través social del propietario no alcanza en sí misma, y que es necesa-
dell¡bre desenvolvimiento de sus actividades, construye su in- ria l. existencia de un Estado para que el individuo disponga
dependencia con su trabajo y se vuelve simultáneamente pro- de la libertad de desarrollar sus empresas y de gozar en paz
pletano de sí mismo y de sus bienes: de los frutos de su trabajo. Es'ro es tan cierto que Locke ve en
ello el fundamento del pacto ,ocia], la necesidad imperiosa de
dotarse de una constitución política:
El hombre es amo de sí mismo y propietario de su propia
persona y de SUs acciones, y de su trabajo.';
. El fin esencial que persiguen lus hombres que se unen para
I formar una República y se someten a un gobierno es la preserva- !¡
,
I
I
ción de su propiedad.5
4. John Locke, Second traité du gou''ernenrent (1690), traducción fran-
cesa,.Paris, PUF, 1994, S 173 [trad. easr., Segundo tratado sobre el gobier_
no en,d, MadCld/Buenos Aires, Alianza, 19901. Esre esquema de la propie-
dad garante de la Independenciaesr,ítamhifn presentecn James Harrington
I
.i I
(1611-1677), que ve en ella la cond;c;ón pata que los mlCmbrosde una Re- pública puedan ejercer libremenre Su ciudad<lnía polírica (véase Oeeana. Ira- I
ducción francesa, París, Bdin, 1995).
5. J- Lockc, Segundo !ratado sobre el gobierno civil. S 124.

.,
24
IWBERT CASTEL

LA SEGURIDAD CIVIL EN El. ESTADO DE DERECHO


2S
Es la defensa de la propiedad lo que justifica la existencia
de un Estado cuya función esencial es preservarla. Pero por también represión, que podrá ser violenta, de los intentos co-
propiedad hay que entender, una vez más,no sólo la pro pie, lectivos de subversión del orden propietario). Si nos atene-
dad de los bienes sino también la propiedad de sí mismo !Jue mos a un juicio de orden moral, se puedc denunciar una con-
éstos hacen posible, que es la condición de la libertad y de la tradicción en el funcionamiento del Estado liberal. Así se le
independencia de los ciudadanos. Los hombres dice Locke dará crédito por haber ..intentado instiruirse en Estado de de-
, ,
recho que defiende los derechos civiles y la integridad de las
hacen el proyecto de unirse para Ja pre.serv3ción mutua de su vi- personas,7 y asimismo provocará indignación por el hecho de
da, de su libertad y de sus bienes -lo que yo denomino can el que ese mismo Estado es el que aplastó la insurrección de los
nombre genérico de propiedad.•
obreros parísino, en junio de 1818 o a la Cumuna de París
en 1871. Por un lado cilegalismo jurídico, y por el otro el re-
La República de Locke no es el Leviatán de Hobbes. Po-
curso, a veces brutal, al ejército o a las milicias de la Guardia
drá buscar, por otra parte no sin dificultad, for~as de repre-
Nacional. Pero se puede anular esta aparente contradicción si
sentación democrática que harán de ella, en cierta medida al
se comprende que el fundamento de este tipo de Estado es
menos, la expresión de la VOluntad de los ciudadanos. Sin
asegurar la protección y la seguridad. En esta configuración,
embargo, el Estado liberal cuyo modelo ha trazado Locke y
que sc organizará en la sociedad moderna no transigirá con
el mandato inicial que Se le confía: ser un Estado de seguri- 7. Este esfuerzo va mucho más allá de un simple ropaje "formal'" para.
dad, proteger a las personas y sus bienes. Al re'pecto, se ha disimular 1;]5desigualdades reales. Para atenernos a un solo ejemplo, la mo-
podido hablar a la vez de "Estado mínimo" y de "Estado narquía de Julio desplegó esfuerzos considerables para jusrific:J.c en el campo
dd derecho el encierro de los enfermos mentales. La posición era clara. Los
gendarme", lo cual no es Contradictorio. Ese Estado es un Es- locos, por ser percibidos como peligrosos, no podían ser dejados e.n liberta~.
tado de derecho que Se concentra en sus funciones esenciales Pero como no eran responsables, no podían ser condenados y no Iban a pri-
de guardián del orden público y de garante de los derechos y sión .. El problema en la décadJ de 1830 concernía 3 una decena de miles de
de los bienes de los individuos. Se prohíbe a sí mismo, en personas y por lo tanto no amenazaba el orden sociaL Pero sí amenazaba
los principios del Estado liberal, esto es, la necesidad de salvagu.udar el ca-
principio al menos (pues en los hechos las rosos serán más rácter legal de la sanción y rfr prohibir toda forma de encierro arbitrano que
complicauas), inmIscuirse en las otras esferas, económicas y recordara las carras reales de encarcelamiemo y los prisioneros de Estado
sociales, de la sociedad. Pero al mismo tiempo será riguroso del <tbsolutismo real. La solución del callejón sin salida fue la aceptación del
encierro terapéutico propuesto por Esquirol y por los primeros alienistas (se
para la defensa de la integridad de la per'ona y de sus dere- debe enct>rrar a un loco no para castigarlo sino para curarlo). Pero la ley de
chos, y despiadado con los enemigos de la propiedad (sancio- 1838, que confirma este estaruro de excepción de los enfermos menrales, fue
nes del código penal COntra los ataques a los bienes, pero varada tras largos meses de controversias .apasionadas en la Cámara de Di-
putados y en la Cámara de los Pares. El tema de estos ~,e.?~t~~t.iq~isimos era
:...,.,.'.
ga.ranrizar la seguridad contra los tr3srornos de la locura. pero ~n un marco
legal;al punto que fue: necesario redactar laboriosamente una nueva ley pa-
6. J Locke, ;b;d., S 123. ra conseguirlo. la ley de 1838 en favor de los alienados es sin duda alguna
una ley de excepción. pero es un3 ley. y fue vocadJ respecando los procedi-
mientos más democrácicos de IJ época.
26
ROBERT CASTEL

LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO


27
la protección de las personas es inseparable de la protección
de sus bienes. Su mandato va del ejercicio de la justicia y del patriotas Son sagradas".s Sólo grupos extremadamente mar-
mantenimiento del orden por medio de operaciones policiales ginales pensaron y actuaron más allá de este horizonte de b
a la defensa del orden social fundado en la propiedad, movi- propiedad privada, como los partidarios de Babeuf,' que
lizando, "en caso de fuerza mayor", medios militares o para- pagaron su pOstura con la vida. Pero eran ultraminoritarios
militares si es necesario. y se situaban por fuera del campo de la construcción del Es-
Hay que recordar que la propiedad no fue ubicada por tado moderno tal como ha prevalecido hasta nuestros días
casúalidad O por inconsecuencia en el rango de los derechos (con la excepción de lo que sucedió en Europa del Este y en
inalienables y sagrados en la Decla"rián Universal de los otros lugares por obra de la prolongación de la revolución
Derechos del Hombre y del Ciudadano, disposiCión retoma- f bolcheVIque de 1917, pero eSa es otra historia).
da Can variaciones por las diferentes constituciones republi-
canas. No puede tratarse solamente de la propiedad "bur-
guesa" que reproduciría los privilegios de una clase. Al
I Seguridad pública y lihertades_públicas
comienzo de la modernidad, la propiedad privada adquiere I!
una significación antropolóeica profunda porque aparece Hay también una coherencia profunda en el edificio socio-
-Locke fue uno de los primeros en percibirlo- como la base político propuesto al comienzo por los primeros liberales y
a partir de la cual el individuo que se emancipa de las pro- que intentará imponerse a lo largo del siglo XIX a través de
tecciones-sujeciones tradicionales puede enCOlltrar las condi- muchas vicisitudes. La piedra angular es que pretende asegu-
ciones de su independencia. De lo Contrario, no se compren- rar a la vez la protección civil de los individuos fundada en el
dería que la propiedad privada haya sido defendida no sólo Estado de -derecho y su protección social fllndada en la pro-
por los conservadores y las corrientes más moderadas (bur- piedad ptivada. En efecto, la propiedad es la institución social
gueses si se quiere) de la época prerrevolucionaria O revolu- por excelencia, en el-sentido de que cumple con la función
cionaria, sino también por sus representarites más radicales. es~ncial de salvaguardar la independencia de los individuos y
Rousseau, Robespierre, Saint-Just, los salls-e.-ulo!Ces, no pre- de asegurarlos contra los riesgos de la exisrpncia. Como sos-
tenden suprimir la propiedad sino restringirla y disponer el úene Charles Gide a comienzos del siglo XX:
acceso de todos los ciudadanos a ella. Robespierre quiere re-
definir los límites de la propiedad por medio de la ley y
Saint-Just sueña con una república de pequeños propietarios, 8. Saint-Just, citado por-Maxime Leroy, Histoire des jdées sociales en
France. 1. JI, pág. 272. Es cieno que' Sainr-Just agreg¡:1: "Pero Jos bienes de
porque sólo los individuos-propietarios gozarían de la in- los conspiradores serán para los desdichados", No obstanre~ este comple.
dependencia y de la libertad necesarias a los ciudadanos in- memo confirm~ el valor eminente dado a la propicJaJ: es necesaria par.a los
,
cluida la defensa de la patria Con las armas en la mano. De- verd:tderos ciudadanos, mientras que los enemigos de la p.atria no Son dig-
nos de ella.
fenderían así a la vez la república y su propio status de
• Fran¡;ois NoeJ Babeuf (Gracchus), revolucion3rio francés que conspiró
ciudadanos adosado a la propiedad: "Las propiedades de los COntra el Directorio (Conspiración de los Iguales) y rerminó ejecut.ado. Su
doctrina fue /Jamada "'comunismo igualitario" (n, del ej.
2S ROBERT CASTEL 29
LA SEGURIDAD CIVIL EN EL ESTADO DE DERECHO

En lo que atañe 3 la clase poseedora, la propiedad constitu- más o menos democrático, y a medida que esto sucede, plan-
ye una institución social que vuelve casi superfluas (odas las
tea límites al ejercicio de ese poder que se ~u~ple plenamen-
otras.9
te so'1o a través del despotismo °
del totalIransmo,
l' Un Esta- '
do democrático no pued~,,~~r protector a cua qUler preCIO,
Con ello hay que entender que la propiedad privada ga-
rantiza, en el sentido pleno de la palabra, COntra las con- porque ese precio sería el'que Hobbes ha establecido:'d ," el ab-
,
so 1utIsmo e d 1 poder del EsradoLa
' existencia e prInCIpIOS
,,
tingencias de la vida social (en caso de enfermedad, de acci-
constitucionales, la institucionalización de la separ~clOn de
dente, de cese del trabajo, etc.). Vuelve inútil "lo social"
los poderes, la preocupación por re~petar el derecno en el
entendido como el conjunto de los dispositivos que serán
uso de la fuerza, incluida la fuerza publIca, ponen olros lau-
'puestos en marcha para compensar el déficit de recursos nece-
toS límites al ejercicio de un poder absoluto y crean? lo-
sarios para vivir en sociedad por sus propios medios, Los in-
directa pero necesariamente, las condiciones de cIerta Insee
dividuos propietarios pueden protegerse a sí mismos movili-
zando sus propios recursos, y pueden hacerlo en el marco gun 'd a d , Para tomar un solo ejemplo, el control d ' de la
magistratura sobre la policía enmarca las formas e lOte,rven-
legal de un Estado que protege esta propiedad, Se puede ha-
'- de las fuerzas del orden y limita su libertad de aCClOn.El
blaral respecto;, para ellos, de una seguridad social asegura- clOn -- d
delincuente podrá sacar partido de la preocupaclOn e respe-
da. En cuanto a la seguridad civil, está asegurada, a su vez,
tar las formas legales, y la impunidad con la, que se benefI-
por un Estado de derecho que garantiza el ejerciéio de las li-
cian algunos delitos es una consecuencia cuasmecesana de la
bertades fundamentales, imparte la justicia y vela por el desa-
so f" -- del aparato J'udicial. La crítica recurrente del
lStlCaCIon
rrollo pacífico de la vida social (es el rrabajo de las "fuerzas
"laxismo" con que actuarían las autoridades responsables
del orden" que supuestamente garantizan de forma cotidiana
del mantenimiento del orden tiene su fuente profunda en es-
la seguridad de los bienes y de las personas).
ta distancia, que existe siempre en un Estado de derec~o,en-
Sin embargo, se trata de un programa ideal que no puede
tre la exigencia de respetar las formas legales y las practIcas
erradicar totalmente la inseguridad porque, para hacerlo, se-
represivas que estarían incondicionalmen:e g?berna?as por
ría necesario que el Estado rontrole todas las posibilidades,
la mera preocupación de ser efIcaces, En termlOOS mas gene-
individuales O colectivas, de transgredir el orden social. Se
rales cuanto más se aparte un Estado del modelo del LeVIa-
puede apreciar la fuerza del paradigma propuesto por Hob-
tán; despliegue un andamiaje jurídico complejo, más cor:e
bes: la seguridad puede ser total si y sólo si el Estado es ab-
el riesgo de defraudar la exigencia de asegurar la prot,ecCl,on
soluto, si tiene el derecho O en todo caso el poder de aplastar
absoluta de sus miembros, Para superar esta contradlcclon,
sin limitación alguna todas las veleidades de a tentar contra
todos los ciudadanos deberían ser virtuosos :-t.?-l"c9.~?~ ~ous-
la seguridad de las personas y de los bienes. Pero si se vuelve
~'eaü lo había visto con toda claridad- o deberían se-r obli-
gados a serlo, Sin embargo, todos los ciudadanos no son es-
pontáneamente virtuosos ni mucho menos, y nos viene. con
9. Charles Gide, Economze socia/e, París. 1902, p:íg. 6. rapidez a la mente Robespierre para recordarnos el precIo de

. - ..•...
--.::.- .
. '-.;-
30
ROBERT CASTEL

l.A SEGURIDAD CIVIl. EN EL ESTADO DE DERECHO 3]


una pOlítica de Ja virtud, que pasa por eJ ejercicio deJ terror
revolucionario. Pero si la virtud no es espOntánea y si uno se do propia de las sociedades modernas. Como en ellas el i~di-
niega a inculcarla a Ja fuerza, entonces hay qlle admitir que viduo está sobrevalorado, y dado que se siente a la vez fragIl
la seguridad absoluta de los bienes y de las personas jamás y vulnerable, exige del Estado que lo proteja. Así, la "deman-
estará completamente asegurada en un Estado de derecho. Es da de Estado" aparece más fuerte en las sociedades modernas
el diJema inscripto en el corazón de la aplicación de la ley. que en las sociedades que las precedieron, donde m "chas pro-
Aplicar la ley implica Ja movilización de procedimientos ca- tecciones-sujeciones eran dispensadas a través de la partICipa-
. da vez más complejos que mantienen e incluso profundizan ción en grupos de pertenencia situados por debajo del sobera-.
la distancia entre lo que prescribe el orden legal y In manera no. De ahora en más la presión se ejerce esencia Imente sobre
como éste estructura las prácticas sociales. el Estado, a riesgo de que se Je reproche ser demasiado inva-
En Francia, durante Jas últimas elecciones, Ja temática de sor. Pero si se pretende un Estado de derecho, éste no puede
la inseguridad cobró una fuerza tal que a veces llegó a rozar sino defraudar esa búsqueda de protección total, pues la segu-
eJ delirio, y hoy por hoy la situación no parece enCOntrarse en ridad total no es compatible con el respeto absoluto de las
vías de calmarse. Es fáciJ subrayar la distancia enorme que se- formas legales. .
para la obsesión acerca de la seguridad de las amenazas obje- Consecuentemente, se podría comprender que el sentl ..
tivas que pesan sobre Jos bienes y las personas en una socie- miento de inseguridad, aun cuando tome formas extremas y
dad como Ja nuestra, comparada por ejemplo Can lo que tátilmente "irrcalistas", procede menos de una insuficiencia
sucede hoy en día en más de la mitad del Planeta o con lo que de las protecciones que del carácter radical de una demanda
sucedía en Francia hace un siglo. lO Ella, sin embargo, no es de protección cuyas raíces profundas esclareció Hobbes a co-
fantasmática, porque traduce un tipo de relación Con el Esta- mienzos de la modernidad. El genio de Hobbes nos ayuda a
tomar conciencia de la paradoja que estructura la problemá-
tica 'de la seguridad civil en las sociedades modernas. En es-
10. Sobre la inseguridad en orras áreas culrurales, véase por ejemplo Lú. tas sociedades de individuos, la demanda de protección es in-
cio Kowarick, "Living a[ risk. on vulnerability in urban Br:f7il", en Escrito:>
Urbdllu:>, San Pablo, Editora 34, 2000. Pintura impresionante de la omni. finita porque.. el individuo en tanto t31 Cl:;tiÍ ubicado [ut:ra de
presencia de la inseguridad en las metrópolis br.JsiJeñas. Sobre la situación Jas protecciones de proximidad, y no podría enContrar su
en Franci:l hace un siglo, véase por ejemplo Dominique KaJifa, "L'<l.rtaque realización sino en el marco de un Estado absoluto (el que
nactuene", en Société el représentation, Crecies. nO4, mayo de 1997, que
pinta a la vez la inseguridad real y la puesta en escena de los medios de la
Hohbes veía organizarse con el absolutismo real; es por ello
época de la inseguridad de las noches parisinas alrededor de 1900. Se obser- también que sus análisis no son puras construcciones del es-
va que en el tiempo de los apaches la violencia criminal estaba ¡ncontesta. píritu). Pero esra misma sociedad desarrolla simultánea~en-
blemente más presente que hoy; In prensa 3 veces relataL •. hasta cienro cua-
te exigencias de respeto de Ja libertad y de la autonomla de
rema ataques nocturnos por mes en París. pero también se ve que la
temática de la inseguridad ya era explotada con fines políticos. Atacar eJ la- los individuos que no pueden realizarse más que en un Esta-
. xismo del prefecto de policía era también p:lra la oposición de entonces una do de derecho. Así, se puede comprender el carácter a la vez
manera de cuestion:lr la legitimidad del gobierno.
no reaJista y muy real del sentimiento contemporáneo de in-
seguridad como un efecto vivido a diario de esta contradic-
32
ROBERT CASTEL
LA SEGURIDAD CIVIL EN El. ESTADO DE DERECHO 33
ción entre una demanda absoluta de protecciones y un lega-
lismo que se desarrolla actualmente bajo la forma exacerba_ de la "tolerancia cero" pregonada en Ftancia contra ~~bdelin-
da de recurrir-al derecho en todas las esferas de Ja existencia, uencia se ve bien a la, claras que los Estados que ex I en su
aun las más privadas. El hombre moderno quiere de forma-o ~dhesió'n a los derechos humanos al punto de pteten~er dar,
absoluta que se Je haga justicia en todos los dominios, inclu- t de este tema lecciones al resto de! mundo estan Ince-
so en su vida privada, 10 que abre una importante carrera a tespec o
santemente amenaz..c1dos por un posible deslizamiento haCIa la

los jueces y Jos abogados. Pero también querría que se garan- restricción de Jas libertades públicas.
tice de forma absoluta su seguridad en los detalles de su exis-
tencia cotidiana, lo cual esta vez abre Ja vía a la omnipresen_
cia de los policías. Estas dos lógicas no pueden recubrirse
por completo; dejan subsistir una brecha que nutre el sen-
timiento de inseguridad. Más aún, se ensancha la brecha en-
tre un legalismo que se refuerza y una demanda de proteccio-
nes que se exacerba. De modo que la exasperación de la
preocupación ..por la seguridad engendra necesariamente su
propia frustración, que aJimenta e! sentimiento de insegu-
ridad.
Acaso se trate de una contradicción inherente al ejercicio
de Ja democracia moderna, la cual se expresa por e! hecho de
que Ja seguridad, en eSta sociedad, es un derecho, pero ese de-
recho tal vez no pueda cumpJirse plenamente sin .movilizar
medios que resultan ser atentatorios del derecho. En todo
caso resulta significativo, como lo iJustra en este _mismo
momenro Ja sitllación política de FranCIa, que la demanda de
seguridad Se traduzca de inmediato en Una demanda de auto-
ridad que, si queda Jibrada a sus propios impulsos, puede
amenazar Ja propia democracia. En este punro_ Un gobierno
... ". .~ Se le exige
democrático queda situado en una maja posición. , -

que garantice la seguridad y se lo condena reprochándole su


laxismo si llega a fallar. Pero ¿acaso el aumento de autoridad
que Se le exige a un Estado de derecho puede ejercerse en Un
marco verdaderamente democrático? Ya Se trate de "la guerra
COntra el terrorismo" tal como Ja conduce Estados Unidos, o

,-' ..
Capítulo 2

LA SEGURIDAD SOCIAL
EN EL ESTADO PROTECTOR

La inseguridad es tanto la inseguridad social como la inse-


guridad civil. Estar protegido en esta esfera significa estar a sal-
vo de los impondetables que podrían degradar el status social
del individuo. Por ende, el sentimiento de inseguridad es la con-
ciencia de estar a merced de estos acontecimientos. Por ejem-
plo, la incapacidad de "ganarse la vida" trabajando -ya sea
por enfermedad, 'por accidente, por desempleo o por cese de
actividad en razón de la edad- cuestiona el registro cie la perte-
nencia social del individuo que extraía de su salario Jos medios
para la subsistencia y Jo vuelve incapaz de gobernar su existen-
cia a partir de sus propios recursos. En lo sllc.e,ivo, deberá ser
asistido para sobrevivir. Se podría caracterizar un riesgo social
como un acontecimiento que compromete la capacidad de los
individuos para asegurar por sí mismos su independencia so-
cial. Sino se está protegido contra estas contingencias, se vive
en la inseguridad. Es una experiencia secular compartida por
gran parte de lo que antes se llamaba el "pueblo". ¿Qué suce-
derá mañana? En los albores del siglo XVIII, Vauban evocaba
la condición de un representante de los pequeños asalariados
de la época, jornaleros, trabajadores manuales, "gente de penas
y de brazos", de la siguiente manera:
36 ROilERT CASTEL LA SE(;URIDAD SOCIAL EN El. ESTADO PROTECTOR 37

Siempre será muy difícil para ellos llegar a fin de año. Por lo oscuro autor de fines del siglo XVIII, "la clase no propieta-
que resulta evi~ente que, por poca sobrecarga que reciban, ha-
ria"?2 Los individuos privados del respaldo de la propiedad
brán de sucumbir.'
se asimilan, en una mente tan esclarecida como la del abate
Sieyes, a
La fórmula, por cierto, es bella. Pero sobre todo traduce
con bastante exactitud la situación que vivían antes la ma- una multitud inmensa de instrumentos bípedos sin liberrad, sin
yoría de los representantes de las categorías populares y, en moralidad, que no poseen más que manos poco gananciosas y
particular, de todos los que sólo viven o sobreviven de su tra- un alma absorbida [por las preocupaciones de la supervivencial"
bajo. La inseguridad social es una experiencia que ha atrave-
sado la historia, discreta en sus expresiones, pues 4 uiencs la
experimentaban muy a menudo no tenían la palabra -salvo La propiedad o el trabajo
cuando explotaba en forma de motines, revueltas u otras
"emociones" populares-, pero cargada de todas las penas y Esta cuestión central no ha sido tomada en cuenta en ab-
de todas las angustias cotidianas que han constituido buena sol uta en la lógica de la construcción del Estado liberal. Cier- .
parte de la miseria del mundo. tamente hubo, en particular en momentos de efervescencia re-
Respecto de esta dimensión masiva de la problemática de volucionaria, cierta toma de conciencia de la gravedad del
la inseguridad, la ideología de la modernidad que se impone a problema. De ello da testimonio esta intervención de un dipu-
partir del siglo XVIII ha dado pruebas, al menos en un primer tado de la montaña,' Harmand, en' la sesión de la Conven-
tiempo, dc una formidable imliferencia. Se ha subrayado que ción del 25 de abril de 1793, cuya lucidez nos parece, en re-
su concepción de la independencia del individuo se había trospectiva, sorprendente:
construido a través de la valorización de la propiedad, unida i
a un Estado de derechu que supuestamente garantiza la segu- Los hombres que realmente quieran ser veraces confesarán
ridad de los ciudadanos. Esta construcción habría debido conmigo que después de haber conseguido la igualdad política
plantear centralmente la cuestión del status, o de la ausencia de derecho, el deseo más actual yel más activo es el de igualdad
dc status, del individuo no propietario. ¿Qué pasa con todos de hecho. Digo mas, digo que sin el deseo o la esperanza de esta
aquellos a quienes la propiedad no asegura esa base de recur-
sos que de ahora en más es la condición de la independencia
2. Lambert, miembro del Comité de mendicidad de ht Asamblea Consti-
social y que constituyen, para citar no ya a Marx sino a un
tuyente, citado por L. F. Drey(us, Un philallthrope d'autrloiS, La Roe/u!-
foucault-Liancourl, P.:lrís, 1903. _.
3. E. J. 5ieyes, Écrits politiqucs, París, Édirions des Archives contempo-
raines) .1985. .
1. Sébastien Le Preste de Vauban) Projet de dime royale, París, 1707,
• Diputados de la montaña, en las Asamhleas Constit'~y~ri:[¿S de 1792 y
pág. 66. Vauban pagará con su propia desgracia esta pintura demasiado lú-
siguientes, eran los que se ubicaban a la izquierda y en las grad3s superiores_
cida de la miseria del pueblo en tiempos del Rey Sol.
Sus jefes principales eran Marat, Robespicrre y Danton (n. del t.).
38
ROBERT CASTEL
l.A SEGURIDAO SOCIAl. EN El. ESTADO PROTECTOR
igualdad de hecho, lo igualdad de derecho no sería más que una 39
ilusión cruel que, en vez de los goces que ha prometido, sóJo ha- reneia, egoísmo, desprecio de clase, etc.-. s Pero con todo de-
ría experimentar el '''plicio de Tántalo a la porción más útil y recho podemos hablar, retomando las expresiones de Peter
más numerosa de los ciudaclanos.4
Wagner respecto de este primer período de expansión del libe-
ralísmo, de modernidad liberal restringida: el proyecto de una
Esta "porción más útil y más numerosa de los ciudada-
sociedad liberal formulado por ejemplo en la Declaración de
nos" es el conjunto de los trabajadores no propietarios. Pero
los Derechos del Hombre y del Ciudadano en principio es
Harmand advierte que el respeto (que él juzga necesario) de
universal, pero sólo Se aplicó plenamente, en un primer mo-
la propiedad opone un ob":ÍcuJo insuperable a la realización
de eSe "deseo". y añade: mento, a una fracción muy lilllitada de Jas poblaciones del
Occideme cristiano.6
Las consecuencias de este callejón sin salida sobre las Con-
¿Cómo podrían las instituciones sociaJes procurarle al hom-
bre esta igualdad de hecho que la naturaleza le ha negado sin diciones sociales a que condujo la aplicación de los principios
atacar las propiedades territoriales e industriales? ¿Cómo conse- liberales han sido considerables y desastrosas. Las innumera-
guirlo sin la ley agrario y el reparto de las fortunas? bles pimuras del "pauperismo" del siglo XIX no sólo mues-

En efecto, de eso se trata, y en aquella época esta inquie-


tud no podía recibir otra respuesta que la del comunismo. En 5. No obstante, la toma de conciencia de lo que Va ;:¡ constituir el núcleo
eSle sentido, Gracchus Babeuf responde directamente a Har- de la cuestión so~ial del ~igloXIX tiene Jugar :::l panir de la déc.ada de ] 820
bajo la forma del descubrimiento del "pauperismo" por parte del conjunto
mand, pero el fracaso lamentable de la Conspiración de los
de los observadores sociales: revelación, en muchos senridos sobrecogedora,
Iguales muestra al mismo tiempo que a fine, del siglo XVIII de una miseria de masas directamente ligada rl la industriolización y cura
esta respuesta conducía a un callejón sin salida. Todo OCurrió promoción aparece en consecuencia inscripLa en el desarrollo mismo de la
como si los responsables políticos que contribuyeron a la edi- modernidad. Pero los representantes de las clases dominantes, tanto libera-
ficación del Estado moderno hubieran eludido este problema les como conservadores, se niegan a hacer de ello un probl~m~ p?lírico, es
durante la mayor cantidad de tiempo posible, y ello hasta decir, que debe ser considcl<l.UU en el nivel del Estado, e intentan responder
por'med"io
deldesplieguede prácticasfilantrópicasy de p>rernalismopatro.
fines del siglo XIX. El lector interpretará como quiera las
nal (pongo a propósito entre parémesis las diferentes variantes del soclahs.
razones de este rechazo de parte de las elites dirigentes de mo revolucionario que se desarrollan simultáneamente pero que a la S.uón
l
considerar la situación social de "la porción más útil y más estaban excluidas del campo político donde se elaboraba el modo de gober-
numerosa" de los ciudadanos del Estado de derecho -indife- nabilidad de la sociedad moderna).
6. Pete:r Wagner, Liberté et discipline. Les deux crises de la modernité.
Tr3ducción (rancesa. París, MétaiIJé, 19~6_ Considerada a escala pbnct.:lri:t,
eSta "restricción" aparece todavía más exorbitante. Podría decirse que la
4. Discurso en la Asamblea constituyeme del 15 de abril de 1793, cirado modernidad liberal se construyó sobre b base de llna doble exclusión: de las
por Marcel Gauchet, La révolut;on des droits d,. I'hohlmc, París, GaJlimard,
1989, pág. 214- categorías populare:s en las naciones mtl.." dcsarroJl:Jdas de la época (Europ:I
occidental y después Estados Unidos), y fuera de: ese perímetro, exclusión
del resto de la hUnlOlnidad.
40 ROIIERT CASTEL LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 4\

tren la miseria de los obreros de la primera industrialización y nera paradójicamente más democrática, ya que concernía a
de sus familias. Se trata, de un modo más general, de la perpe- todos los sujetos del Estado ubicados bajo la misma enseña
tuación de ~.n..~s!?d? de inseguridad social permanente que frente al Leviatán: ¿cómo proteger a todos los miembros de
afecta a la mayor parte de las categorías populares. Estaba a una sociedad? ¿Cómo garantizar la seguridad de todos los in-
punto de decir "infecta". La inseguridad social no sólo man- dividuos en el marco de la nación? El cJ;vaje propietarios/no
tiene viva la pobreza. Actúa como un principio de desmorali- propietarios se traduc.e' en un clivaje sujetos de detecho/suje-
zación, de disociación social, a la manera de un virus que im- tOSde no derecho, si se entiende también por derecho el dere-
pregna la vida cotidiana, disuelve los lazos sociales y socava cho a vivir en la seguridad civil y socia!' O entonces el dere-
las estructuras psíquicas de los individuos. Induce una "corro- cho no es más que "formal", como dice Marx, y su crítica en
sión del carácter", para retomar una expresión que Richard este punto resulta irrefutable. El Estado de derecho deja lll-
Sennett emplea en Otro contexto.' Estar en la inseguridad per- tacta la condición social de una mayoría de trabajadores atra-
~anente es no poder ni dominar el presente ni anticipar posi- vesada por una inseguridad social permanente .
ttvamente el porvenir. Es la famosa "imprevisión" de las clases . Cómo se ha salido de esta situación? En otros términos,
populares, incansablemente denunciada por los moralistas del .có~o se consiguió vencer la inseguridad (social) asegurando
siglo XIX. Pero, ¿cómo podría proyectarse hacia el futuro y
plamflCar su existencia aquel a quien la inseguridad corroe to-
la protección (social) de todos o de casi todos los miembros
de una sociedad moderna para hacer de ellos llldlvlduos en el
dos los días? La inseguridad social hac"e de esa existencia un sentido cabal del término? Sólo puedo esbozar el principio de
combate por la supervivencia librado en el día a día y cuyo re- la respuesta, cuya exposición completa exigiría largos desa-
sultado es siempre y renovadamente incierto. Podría hablarse rrollos. s En una palabra: concediendo protecciones fuertes al
de desasociación [désassociationJ social (lo opuesto a la cohe- trabajo; o también: construyendo un nuevo tipo de propied:d
sión social) para nombrar este tipo de situaciones, como la de concebida y puesta en merche pere esegurer le rehahIllteclon
los proletarios del siglo XIX. Condenados a una precariedad de los no propietarios, la propiedad socia!' Veamos, muy es-
permanente, que es también una inseguridad permanente por quemáticamente, la exposición de estas dos propuestas que se
no tener el menor control sobre lo que les ocurre. superponen de modo muy estrecho. .
Ésta es la faz sombría del Estajo de derecho. Deja en un En primer lugar, asociar proteccio1les y derechos a la condt-
punto muerto la condición de aquellos que no tienen los me- ció" del propio trabajador. Entonces el trabajo deja de ser una
dios de asegurarse la existencia.por medio de la propiedad. Al
hacerlo, elude la cuestión que Hobbes pla,l)teaba de: una ma-

S. Intenté: est:J demostración en Les métamorphoses .d..e~a_qllestion socia-

7. Richard Sennett,~Thecorrosjon of character. Nuev:J. York, WW Mor.


ie. Une chrollique du salari.:Jt, París, Fayard. 1995: "Gánimard~éol. '"'Folio"'.
1999. especi.almenie en los capítulos VI y VII [tr::td. casI.: Las metamorfosis
ton and Company. 1998 ItrJd. cast.: La corrosión del carácter Barcelon<l
Anagram:J, 2000]. J ,
de 1,1 cuestión social. Una crónica del salariado, Buenos Aires, PJidós,
19971.

'J .: ." ~
.'
42
KOBEKT CASTEL
LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 43
relación puramellte mercantil retribuida en el marco de Una re-
lación pseudOContractual (el "Contrato de alquiler" del Código podría caracterizar la propiedad social como la producción
CIvil) entre un empleador todopoderoso y un asalariado de- de equivalentes sociales de las protecciones que antes estaban
samparado. El trabajo se ha vuelto el empleo, es decir, un esta- dada; sól~.por la propiedad privada. Veamos el ejemplo de la
do dotado de u~ estatuto que incluye garantías no mercantiles jubilación o retiro. En lo que respecta a seguridad, el jubilado
como el derecho a un salario mínimo, las protecciones del' dere- podrá rivalizar. Con el rentista asegurado por su pa trimonio.
cho laboral, la cubertura por accidentes, por enfermedad, el de- La jubilación aporta así una solución a una de las manifesta-
recho a la jubilación o retiro, etc. Correlativamente la situa- ciones más trágicas de la inseguridad social, la situación del
ción ~el trabajador deja de ser esa condición precaria: en la que. viejo trabajador que ya no podía trabajar y al que amenazaba
se eSta condeuado a vivir dia tras día en la angustia del maña- 1::1 opr;¡dencia total y la necesidad de recurrir obligatoriamen-
na. Se ha vuelto la condición salarial: la disposición de una ba- te a formas infamantes de asistencia como el hospicio. Pero la
se de recursos y de garantías sobre la cual el trabajador puede jubilación no es una medida de asistencia, es un derecho
apoyarse para gobernar el presente y dominar el futuro. En la construido a partir del trabajo. Es la propiedad del trabajadur
"sociedad salarial" que se organiza después de la Segunda Gue- constituida no según la lógica del mercado, sino a través de la
rra Mundial en Europa occidental, casi todos los individuos es- sociaJización del salario: una parte del saJario relama en be-
tán cubiertos por sistemas de protección cuya historia social neficio del trabajador (salario indirecto). Se pooría sostener
muestra que han sido en su mayor parte construidos a partir que es una propiedad para la seguridad, que ampara la segu-
del trabajo. Una sociedad salarial no es solamente una sociedad ridad del trabajador fuera del trabajo.
en la cual la mayoría de la población activa es asalariada. Se Evidentemente la jubilación no es más que uu ejempJo de
trata sobre todo de una sociedad en la que la inmensa mayoría Jas realizaciones de la propiedad social, que tuvo principios
de la población accede a la ciudadaní2 social en primer lugar a extremadamente modestos (1aley de 1910 sobre las jubilacio-
partir de la consolidación del estatuto del trabajo. . nes obreras y .campcsinas sóJo beneficiaba a los trabajadores
Segunda manera de calificar esta transformación decisiva: más pobres pues los asalariados más acomodados supue~ta-
los miembros de la sociedad saJarial han tenido ma.<i"amcnte mente podían asegurarse ellos mismos según la lógica de Ja
aLceso a la propiedad social que representa un homólogo de propiedad privada). Es posible comprCJlJcl la extensión del
la propiedad privada, una. propiedad para la séguridad en 10 sistema a partir del proceso de generalización-diferenciación
sucesivo puesta a disposición de aquellos que estaban exclui- del trabajo asalariado que caracteriza al siglo XX. El trabajo
dos de las protecciones que procura la propiedad privada.9 Se

tra en autores republicanos de fines del ~ieloXIX. Véase en particubr AI-


9. Reromé aquí una intuición de Henri HarzfeId: "La difficile muration fred Fouillé, La propriété socia/e el la démocratie, París, 1884. Fouillé de-
de la sécurité-propriété ala sécurité-droit". Préveni" en na 5, marzo de fiende el seguro obligatorio como el medio de constituir "esas garantías del
1982. El término propiedad social, en el sentido quc le doy :Jquí, se encuen- capital humano que son como un mínimo de propiedad esencial de rodo ciu-
úadano verdaderamente libre e igual el los otros".
44
RO~ERT CASTEL
LA SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 45
as~lariado deja de ser esencialmente el trabajo aselariado
obrero y aborca el conjunto muy diversificado de las catego- UlIa sociedad de semeja1ltes
rías salariales, desde los obreros que ganan el SMIC' hasta
los ejecutivos ..Pero todas estas categorías están cubiertas por Así ha quedado protegida "la porción más útil y numero-
las protecciones del trabajo. Así, una forma de propiedad so- sa de los ciudadanos" que evocaba el convencional Har-
cial como la jubilación viene a asegurar a la gra~ mayoría de mando La solución a la inseguridad social no pasó por la su-
los miembros de la sociedad salarial. Paralelamente al sistema presión o peir eJre¡;~'rto de la propiedad privada. Por lo
de las jubilaciones, habría que enumerar el conjunto de leyes tanto, no realizó la estricta igualdad de las condIcIones socIa-
sociales que se organizan en el transcurso del siglo XX y que les, "la igualdad de hecho" que también mencionaba Har-
culminan en una seguridad social generalizade, mando La sociedad salarial sigue estando fuertemente dIfe-
renciada, y para. decirlo sin eufemismos, es fuertemente
un plan completo de Seguridad Socialtendientea asegurar a todos desigualitaria. Pero es al mismo tiempo fuertemente prot~c-
los ciudadanos los medios de existencia en todos los casos en que tora. De modo que entre la parte inferior y la parte superior
sean incapaces de procurárselos mediante el trabajo, con adminis- de la escala de la jerarquía de los salarios, las diferencias de
tración de los representantes de los interesados y del Estado.lO ingresos son considerables. Sin embargo, las diferentes Cate-
gorías sociales se benefician de los mismos derechos protec-
De hecho, el lugar del Estado ha sido central en la organi- tores derecho laboral y protección social. Es por ello que tal
zación de estos dispositivos. El desarrollo del Estado social es vez e~te tipo de sociedad ha dado pruebas de cierta toleran-
estrictamente coextensivo a la expansión de las protecciones. cia frente a las desigualdades. Por cierro, las luchas por el
El Estado en su rol social opera esencialmente como un re- "reparto de los beneficios" del crecimiento han si~o fuertes.
ductor de riesgos. Por intermediación de las obligaciones que Pero se libraron a través de un modo de negoclaclOn conflIC-
impone y garantiza por ley, llegamos así a que "el Est::ldo es él tiva entre "organizaciones sociales representativas'" que tu-
mismo un vasto seguro" .11

lIIayur t.:antidad de gelllt: bienes esenciales cuya prestación no puede ser asu.
,¡. SMIC es una sigla que designa el "salario mínimo interprofesional de mida por los intereses privados. constituyen una parte importante de la pro-
crecirniemo'" francés, equivalente ;}! salario mínimo, vital y móvil argentino piedad social: el hecho de que servicios no mercantiles sean accesibles a to-
(n. del t.j. dos es un factor esencial de cohesión "oei ••1 entre los diferentes segmentos de
10. Canseil nacional de la résistance, programa de acción del 5 de mar. una sociedad moderna. No podemos extendernos dem.:lsiado, pero la discu-
20 de 1944. sión del pa pel social de los servicios públicos hasta su cuestionamiemo ac-
11. Fr.:mc;ois Ewald, L'État pral1idence, París, Gra~set, 1986, pág. 343. rual Se integraría por completo en la temática desarr.ollada a lo largo del
Para s~r exhaustivos hablÍa que agregar a la organiz.ación de esra estructura presente trabajo. ..~~¿.,;...;~~-:.:,;¿
..:._~. .

aseguradora el desarrollo de los servicios públicos. Los servicios públicos, .• ..Partenaires sociaux" en francés son las organizaCIones profesIOnales
entendidos Como un conjunto de dispositivos que ponen a disposición de la represent.:ltiv~s (sindic3les y patronales) que participan coniunra~enre en las
negociaciones sobre el mejor<1mienro de bs condiciones de trabaJo (n. del [.).
46 ROBERT CASTEl.
l.A SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 47

va por efecto una mejora real de la condición de todas las


ción. El Estado (el Estado de bienestar, o más bien el Estado
categorías salariales, aunque dejó subsistir prácticamente las
.social) es el garante de esta construcción: estas protecciones
mismas disparidades entre ellas.12 Como esas brechas persis-
son de derecho, constituyen el modelo en expansión de los
ten, el proceso no es para nada el de la constitución de una
derechos sociales que proporcionan una contrapartida con-
vasta "clase media" como lo creyeron algunos ideólogos de
creta, virtualmente universal, a los derechos civiles y a los
la época.13 Sin embargo,.a todos los niveles de la jerarquía
derechos políticos.
social, todos pensaban poder disponer de recursos mínimos
Conviene destacar que el rol principal del Estado soCial
para asegurar su independencia.
no..-ha.sido realizar la función redistriburiva que se le otorga
El modelo de sociedad así realizado no es una sociedad de '~.on harta .frecuencia. En efecto, las redistribuciones de dine-
iguales (en el sentido de una igualebd "de hecho" de las con-
ro--puhfico afectaron muy poco la estructura jerárquica de la
diciones sociales) sino el de una "soCiedad de semejantes",
sociedad salarial. En cambio, su rol protector ha sido esen-
para retomar una expresión de Léon Bourgeois.14 Una socie-
ciaL Tomemos, por ejemplo, la jubilación: las jubilaciones si-
dad de semejantes es una sociedad diferenciada, por lo tanto
guen bastante estrictamcntc la jerarquía salarial (a bajo sala-
jerarquizada, pero en la cual todos los miembros pueden
rio, baja jubilación; a alto salario, alta jubilación). Por lo
mantener relaciones de interdependencia porque disponen de
tanto, no hubo redistribución en este terreno. Pero en cam-
un fondo de recursos comunes y de derechos comunes. El ca-
bio el 101 protector de la jubilación cs fundamental ya que
rácter irreductible de la oposición propietarios/no propieta-
asegura a todos los asalariados las condiciones mínimas de la
rios queda superado así gracias a la propiedad social que
independencia social, y por lo tanto la posibilidad de segUIr
aseellra a los no propietarios las condiciones de su protec-
hat:ieIldo sociedad con sus "semejantes". La pensión jubila-
toria de un asalariado que gana el SMIC ciertamente no tie-
ne nada de extraordinario. Sin embargo, comparada con la
12. Duranre el período denomin:ldo de los "Treinra Gloriosos". las dife-
situación del trabajador antes de las protecciones, la del pro-
rencias de los ingresos 1:J.borales entre los obreros y los adminisrradores y
ejecutivos permanc:'cieron prácricamenre imocadas, salvo unas pocas varian- letario de los comienzos de la industrialización por ejemplo,
tes coyunturales. La imagen que deberíamos emplear es la de una escalera representa un verdadero cambio cualitativo. Podemos men-
mecánica: [Odo el mundo sube, pero la distancia entre las personas, en este cionar otras tallLa~ !.Jloteccjoncs respecto Jc la salud o 1<l fa-
Caso entre las diferentes categorías sociales ubicadas en los diferentes pelda- milia, y también el desarrollo de los servicios públicos no
ños, sigue siendo la misma.
mercantilizados o poco mercantilizados. La propiedad SOCIal
13. El más representativo de éstos, hasta la caricatura. ha sido sill JuLIa
Jea n Fourastié. Véase Les Trente GlorieJtses DI' la réuoltttion invisible de
ha rehabilitado a la "clase no propietaria" condenada a la
1946 á 1975, Pae;" Fayard, 1979. inseguridad social permanente, procurándole el mínimo de
14. Uon Bourgeois, Solidarité, París. 1896. En un segundo plano, se re- recursos, de oportunidades y de derechos necesarios para po-
conoce el modelo de la solidaridad orgánica de t.mile Durkheim, forma que der constituir, a falta de una sociedad de iguales; una "socie-
debe adoptar la pertenencia social en una sociedad a la vez diversificada y dad de semejantes".
unificada (integrada).
Se comprende así que la función esencial del Estado en la
ROIIEllT CASTEl.
l.A SEGURIDAD SOCIAL EN EL ESTADO PROTECTOR 49
sociedad salarial, y su mayor éxito, fue sin duda haber con-
seguido neutralizar la inseguridad social, es decir, actuar efi- futuro: tomar préstamos para acceder a la propiedad de la vi-
cazmente como reductor de riesgos sociales. Pero lo logró vienda, programar e! ingreso de los niños a la universidad,
bajo ciertas condiciones, algunas coyunturales, otras estruc- anticipar las trayectorias de movilidad social ascendente, in-
turales, de las cuale~ hay que recordar al menos las dos prin- cluso de modo transgeneracional.
cipales para intentar comprender por qué, hoy en día, su efi- Esta capacidad de dominar el porvenir me parece esencial
cacia está puesta en entredicho por e! alza de la inseguridad en 'una perspectiva-de"jücha contra la inseguridad social.15
social. Funciona mientras el desarrollo de la sociedad salarial parece
La primera condición que ha permitido la construcción de inscribirse en una trayectoria ascendente que maximiza el
este edificio es el crecimiento. Entre 1953 y el inicio de la dé stock de recursos comunes y refuerza el papel de! E"ado co-
cada <le 1970, prácticamente se triplicaron la productividad, mo regulador de estas transformaciones. Pues este período de
el consumo y los ingresos salariales. Más allá de su dimensión crecimiento económico es rambién el momento fuerte del cre-
propiamente económica, hay que ver en ello un factor esen-
cial que ha permitido una gestión regulada de las desigualda-
des y de la inseguridad social en la sociedad salarial. Según 15. Esra lucha se inscribe, efectivamente, en un proceso que está lejos de
las expresiones de un sindicalista de la época, André Berge- haber concluido a comienzos de la dfcada de 1970. Dicho de otro modo, si-
ron, habia "grano para moler". Esto no sólo quiere decir que gue habiendo inseguridad social, como sigue habiendo pobreza. Pero.ambas
pueden pensarse corno residuales con respecto 3 la dinámica que parece ¡m.
hay plusvalía para compartir. Es también la posibilidad de
ponerse. Así se explicarí;:¡ I::r. exisrenci3 de lo que se llama el "cuaTro mun-
servirse de lo que se podría denominar un principio de satis- do", compuestu por individuos que han quedado en los m:irgenes de la so-
facción diferida en la administración de los asuntos sociales. ciedad salarial. Sin embargo, su prescnci<l no cuesrionn el movimiemo
En la negociación entre "organizaciones sociales representati- ascendente de la sociedad: se los tlsisre mal que bien, a b espera de que de-
vas", cada grupo reivindica siempre más y piensa que jamás saparezcan en el futuro. Además, subsisten diff'fentes categorías de asistidos
que tienen que ver con el derecho a la asistencia y no con las coberturas de
consigue 10 suficiente. E~ por ello que esta negociación es
seguro incondicionales construidas a partir del trabajo. Pero. como lo obser~
conflictiva. Pero también puede pensar que mañana, o en seis va Didier Renard, "La opinión según la cual Jos seguros sociales deben vol-
meses, o en un año, obtendrá miL".De esta manera, las insa- ver inútiles las institucium::s de asistencia es mayoritaria con el cambio de
tisfaéciones y las frustraciones son vividas como provisorias. siglo y se ha impuesto definitivamente hacia el final de la guerra" ("lmer-
Mañana será mejor que hoy. Es la posibilidad de anticipar vencion de l'Érat et genes e de la proteetion socialc en France", en Lien social
et politiquC!s, nO 33, primavera de 1995, pág. 108). Pierre Laroque, que será,
una futura reducción progresiva de las desigualdades y la
como se sabe. el gran maestro creador del plan francés de b seguridad so-
erradicación de los bolsones de pobreza y d~;prec~-rieda:dque
cial. tenía una concepción panicularmenrc: peyorativa de la asistenci:J. y pen-
subsisten en la sociedad. Es lo que se llama progreso social, saba que había que erradic<lrla en el futuro: "La asistenci~'L,envile<;:e. iorelee.
que supone la posibilidad de programar el porvenir. Se~ejan- tual y. moralmeme: desacostumbra al asistido 31 esfuerzo, Jo condena a
£~<;reencia se. vivencia de manera concreta en la posibilidad pudrirse en la miseria, le prohíbe toda esperanza de elevación en la escala
de tomar iniciativas y de desarrollar estrategias orientadas al social [.. 0]. Sólo proporciona al problema social soluciones parciales y muy
impc:rfecras" (LOHomme 1lrmueaJi, 0"1, enero de 1934).

-
.. ..:'.,
.~
,
so ROBERT CASTEL
I
l.A SEGURIDAD SOCIAL EN El. ESTADO PIWTECTOl<
5J
cimiento del Estado, que garantiza una protección social ge-
neralizada, se esfuerza por pilotear la economía en un marco tivamente negociadas, y que son la expresión de un compro-
keynesiano y por elaborar compromisos entre los diferentes miso entre organizaciones sociales representativas colectiva-
participantes implicados en el proceso de crecimiento. Se verá mente constituidas. El individuo se inscribe en un colectivo
cómo el cuestionamiento de esta dinámica pudo tener por preconstituido que Je da su fuerza frente al empleador. Que
efecto una escalada de la inseguridad social. uno tenga que vérselas, de acuerdo Con la expresión estableci-
Al tratar de captar los factores que habían permitido COn- da, con "organizaciones sociales represenrarivas", significa
trarrestar ampliamente la inseguridad social, hay que poner el que ya no son los individuos'.sino los colectivos los que entran
acento en un segundo dctcnninantc, t:~trucrural esta vez. A ~;; relación unos COnotros.
saher, que la adquisición de las protecciones sociales se ha he- Es posible generalizar esras observaciones al conjunto de
cho esencialmente a partir de la inscripción de los individuos las instituciones de la sociedad salarial. El derecho laboral y
en colectivos protectores. la protección social son sistemas oe regulación colectiva, de-
rechos definidos en función de la pertenencia a conjuntos,
Lo que Cuenta verdaderamente es cada vez menos Jo que po- con frecuencia conquistados como resultado de luchas y con-
see cada uno. y lo que cuenta cada vez más son los uerechos ad- Elictos que han opuesto a grupos de intereses divergentes. El
quiridos por el grupo al que se pertenece. El tener goza de menos individuo está protegido en función de estas pertenencias que
importancia que el status colectivo definido por un conjunto de ya no son la participación directa en las comunidades "naru-
reglas.16
rales" (las prorecciories "de proximidad" de la familia, del ve-
cindario, del grupo territorial) sino en colectivos construidos
De hecho, el trabajador en tanto individuo, librado a sí
por reglamentaciones y que generalmente rienen un estatuto
mismo, no "posee" casi nada, y por sobre roda tiene la nece-
jurídico. Colectivos 00 trabajo, colectivos sindicales, regula-
sidad vital de vender su fuerza de rr~bajo. Es por ello que la
ciones colectivas del derecho laboral y de la protección social.
pura relación contractual empleador-empleado es un inter-
Como dice Harzfeld, Jo que protege al individuo y lo que le
cambio profundamente desigual entre oos individuos, en el
procura la segllrirf;;::¡des "el est3.tuto colectivo definido pOI UlI
que uno puede imponer sus condiciones porque posee, para
conjunto de reglas". En una sociedad moderna, industrializa-
llevar adelante la negociación a su antojo, recursos que le fal-
da, urbanizada, donde las protecciones de proximidad si no
tan totalmente al otro. En cambio, ~j.e~.iste..un!,..convención
han desaparecido por completo se debiliraron cOllsiderable-
colectiva, ya no es el individuo aislado el que contrira. Se
mente, es la instancia del colectivo la que puede dar seguridad
apoya en un conjunto de reglas qu~ han sido anterior y colec- al individuo.
Pero estos sistemas de protecciones son complejos, frágiles
y costosos. Ya no insertan directamente al individuo como lo
16. H. Hatzfeld. "La di££icile mutation de la sécuriré-propriéré a la ~hu- hacían las protecciones de proximidad. Suscitan además una
rité-droir". arrículo citado. fuerte demanda de Esrado, ya que con frecuencia es el Estado
el que los impulsa, los legitima y los financia. Por consiguien-
52 ROBERT CASTEL

te, se entiende que los accuales cuestionamientos de! Estado


social teferidos al debilitamiento, incluso al derrumbe de los Capítulo 3
colectivos debido a la vigotización poderosa de los procesos
de individualización, puedan pagatse con un aumento masivo EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE
de la inseguridad social.

Se puede interpretar globalmente la "gran transforma-


ción" que afecta a nuestras sociedades occidentales desde
hace un cuarro de siglo más o menos como una crisis de [a
rnodemidad organizada. Así denomina Peter Wagner la cons-
trucción de estas regulaciones colectivas que se habían desple-
gado desde fines del siglo XIX para superar la primera crisis
de la modernidad, la de la "modernidad restringida". 1 Como
lo hemos explicado, ésta había fracasado en cumplir la gran
promesa esgrimida por el liberalismo: aplicar al conjunto de
la sociedad los principios de la autonomía del individuo y de
la igualdad de derechos. Una sociedad no puede fundarse ex-
clusivamente en un conjunto de rclacioues contractuales entre
individuos libres e iguales, pues entonces excluye a todos
aquellos cuyas condiciones de existencia no pueden asegurar
la independencia social necesatia para entrar en paridad en
un orden contractual, y en primer lugar a los trabajadores.
"No todo es conttactual en e! contrato", como lo viotan-bien
~~"
.:~
-,,~~;:.",-,.;,

1. Peter \'('agner. Liberté et discipline. Les deux c.risesde la u!odernité,


op. cit.
54 ROBERT CASTEL
EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 55
lJurkheim, testlgo particularmente lúcido de fines del siglo
XIX de la quiebta de la modernidad liberal, y que fundó la
Individualización y descolectivizacióll
sociología precisamente para dar respuestas a esa situación: la
sociología, o la toma de conciencia de la fuerza de los colecti- En primer lugar mencionaremos el debilitamiento del Estado
vos. La inscripción o la reinscripción de los individuos en el entendido como un Estado nacional-social, es decir, un Estado
seno de sistemas de organización colectiva es la respuesta a capaid,e garantizar-un conjunto coherente de protecciones en el
los riesgos de disociación social que conlleva la modernidad, marco geográfico y simbólico de la nación porque conserva el
y la respuesta a la cuestión de las protecciones tal como se
control de los principales parámetros económicos.2 Así puede
impone a partir de una toma de conciencia de la impotencia equilibrar su desarrollo económico y su desarrollo social con
de los principios del liberalismo para fundar una socledad es- vistas al mantenimiento de la cohesión social. Es exactamente. el
table e integrada. Esa respuesta pasa por la constitución de espíritu de las políticas keynesianas que instauran una circulari-
los derechos sociales y por la implicación creciente del Estado dad entre estos dos registros en el marco de una planificación
en un rol social, en la que el derecho y el Estado representan bien temperada para imponer cierto equilibrio entre la produc-
la instancia del colectivo por excelencia. ción (la oferta) nacional y la demanda nacional.
Esta respuesta se despliega a lo largo del siglo XX, y parti- A partir de comienzos de la década de 1970, con las exi-
cularmente después de la Segunda Guerra Mundial. Corre pa- gencias crecientes de la construcción europea y de la mundiali-
reja con el desarrollo del capitalismo industrial. El peso de la zación de los intercambios, el Estado-nación se revela cada vez
gran empresa, la organización estandarizada del trabaJo, la menos capaz de desempeñar el papel de piloto de la economía
presencia de sindicatos poderosos, aseguran la preponderan- alsérvicio dei .~13ntenirniento del equilibrio social. El fracaso
cia de estas formas de regulaciones colectivas. Los trabajado-
res agrupados en grandes asociaciones y defendidos por ellas
se pliegan a las exigencias del desarrollo del capitalIsmo !TI- , 2. Esta expresión de Estado nacional-social evidentemente no tiene nada
en ~~mún con el nacionalsocjalismo fascista. Tal vez sea la más adecuada
dustrial, y en contrapartida se benefician de las protecclOnes para calificar la política de los principales Estados de Europa Qccidemal des-
extendidas sobre la base de condiciones de empleo estables. pués de la Segunda Guerra Mundial. tstos han podido desarrollar, a través
El modelo de sociedad que se impone con la modernidad or- de las especificidades de las configuraciones nacionales, políticas sociales de
ganizada es el de un conjunto de grupos profesionales homo- amplitud comparable: cada Estado, dominando su desarrollo económico)
géneos cuya dinámica está administrada en el marco del Est,a- podía desplegar medidas sociales homólogas a las de sus vecinos ya que es-
tas asign.aciones de recursos no lo penalizaban en el plano de la competencia
do-nación. Éstos son los dos pilares sobre los cuales estan
internacional (por otra parte, puede agregarse que estas políticas de los Es-
edificados los sistemas de protecciones colectivas -el Estado y tados-nación europeos estaban facilitadas por las relaciones de intercambio
. las categorías socioprofesionales homogéneas-, que vienen desiguales que su posición dominan re en el terreno internacional les permi-
resquebrajándose a partir de la década de 1970. tia establecer con sus colonias, ex colonias y países del Tercer Mundo).
Étienne Balibar emplea esta expresión de Estado nacional-social en-el mismo
sentido. Véase UEntretien avec Étienne Balibar", en Mouvcments. n° 1, no-
viembre-diciembre de 1998.
56 ROBERT CASTEI.
El. AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE
57

de la estrategia de relanzamienro intentada por el gobierno so- las carreras ... El "compromiso social" que caracteriz,l los
cialista cuando llegó al poder en Francia en 1981 fue percibi- años de crecimiento es un equilibrio más o menos estable ne-
do cnmo '{Ina'démosttación de la incapacidad de los Estadus- gociado por rama y por profesión, fruto de acuerdos inter-
nación para controlar el mercadQ. Para responder al desafío profesionales entre sindicaros y asociaciones patronales bajo
de la competencia internacional, el liderazgo pasa a la empre- la égida del Estado~'Existía una suerte de CÍrculo virtuoso en-
sa, cuyas capacidades productivas hay que maximizar. En con-
tre las relaciones de trabajo estructuradas de modo colecriyo,
secuencia, la apreciación del papel del Estado queda invertida. la fuerza de los sindicaros de masas, la homogeneidad de las
Éste parece doblemente contraproductivo: por las sobrecargas regulaciones del derecho laboral y la forma genpralisra de las
que le impone al trabnjo para el financianúel1LU UC las cargas
intervenciones del Estado que permitía una administración
sociales y por los límites legales que le plantea a la exigencia colectiva de la conflictividad social.
de competitividad máxima de las empresas en el mercado in- Esta homogeneidad de las categorias profesionales, y más
ternacional a cualquier cosro social. Por consiguiente, el obje- en general de las instancias de regulación colectivas, se ha vis-
tivo será aumentar la rentabilidad del capital haciendo dismi- to profundamente cuestionada. El desempleo masivo y la rre-
nuir el peso ejercido por los salarios y por las cargas sociales, carización de las relaciones lahorales no afectan sólo diferen-
y reducir el impacto tle las reglamentaciones generales garanti- cialmente a las diversas categorías de trabajadores y golpean
zadas por la ley sobre la estructuración del trabajo. más duro la base de la jerarquía salarial. Conllevan también
Paralelamente, asistimos a la erosión del segundo dique; de inmensas dispatidades intracategoriales, por ejemplo, emre
contención, complementario, que de alguna manera habia dos obreros, pero también entre dos ejecutivos del mismo ni-
coñs'eguido domesticar el mercado, a sa ber, la atención de la vel de calificación, uno de los cuales conservará el puesto'
defensa de los intereses de los asalariados a través de grandes mientras que el otro será golpeado por el desempleo.] La soli-
formas de organizaciones colectivas. La "sociedad salarial" daridad de los status profesionales tiende así a transform'ltse
que se impone después de la Segunda Guerra Mundial está es- . en competencia entre iguales. En lugar de que todos los
tructurada alrededor de organizaciones de trabajadores repre- miembros de un::! misma categoría estén unidos en [orno de
SCJIlaUUS por sindicaros y grupos profesionales que también objetivos comunes que beneficiarían al conjunto del grupo,
conducen su política en el plano nacional. Representan de he- cada uno es impulsado a privilegiar su diferencia para mame-
cho el peso de grandes categorias profesionales homogéneas ner 11 mejorar su propia situación.4
que intervienen en la negociación entre las "organizaciones
sociales representativas" como actores colectivos. Esta repre-
sentación colectiva de los intereses del mundo del trabajo ~_
.,!':".;"".~;.-;¡~:.,
.
guarda sinergia con el modo de gestió;' de las burocracias ad- 3. Vé:lse Jean-Paul Firoussi. Pierre Rosanvallon, Le nouve! áge de3 il1é-
ministrativas que clasifican a las poblaciones en categorias galités, París, Seuil, 1997. [(f:ad. cast.: La nueva era de las desigualdades.
Buenos Aires. Manantial, ] 997].
homogéneas en función del empleo, de los escalafones salaria-
4. Vl':<lse Éric M::lurin. L 'égalité des possib/es, P:uís, SeuiULa Républiqlle
les, de la jerarquía de las calificaciones, de la progresión de des ¡dée" 2002.
58 ROBERT CASTEL
EL AUMENTO DE LA lNCERTIDUMBIU'
59
Por lo tanto, cuando se habla actualmente de la reestructu_
ración del mundo laboral y de la preponderancia que hay que rancia, el colectivo de trabajo puede ser completamente di-
otorgar al buen funcionamiento de las empresas para ser suelto y la empresa puede eximirse de reunir a los trabajado-
competitivo frente a Jos desafíos que imponen la competencia res en un mismo espacio, COma sucede en la organización del
exacerbada i la mundialización de los IntercambIOs, ya no se trabajo en redes en las cuales los operadores se conectan du-
considera más la misma dinámica de las relaciones la borales rante cl tiempo de la realización de un proyecto, se desconec-
como la más apta para asegurar el desarrollo económico. In- tan después, y hasta pueden volver a conectarse de Otro modo
cluso hasta se trataría de lo contrario. Una administración en el marco de un nuevo proyecto.6
fluida e individualizada riel mundo del trabajo debe reempla- En consecuencia, las propias trayectonas profesionales se
zar su administración colectiva sobre la base de situaciones vuelven móviles_ Una carrera se desarrolla cada vez menos en
estables de empleo. Con un poco de atraso se empieza a ad- eÍmái-"co de una misma empresa, siguiendo etapas pautadas
vertir que lo que se juega a través de la mutación del cap~a- hasta la jubilacÍón. Se trata de la promoción de un modelo
lismo que ha comenzado a producir sus efectos a pnnclp~os biográfico (Ulrich Beck): cada individuo debe afrontar por su
de la década de 1970 es fundamentalmente la imposición de cuenta las Contingencias de su recorrido profesional devenido
una movilidad generalizada de las relaciones laborales, de las 4~~continuo, debe hacer elecciones, emprender a tiempo las
carreras profesionales y de las protecciones asociad~s al esta- reconversiones necesarias. En última instancia, también se su-
tutn del emplen. Dinámica profunda que es, slInultaneamen- pone que e! trabajador debe volverse empresario de sí mismo,
te, de descolectivización, de reindividualización y de aumento "debe hacer su puesto en vez de ocuparlo y construir su ca-
de la inseguridad. Actúa en varios planos. .. . . rrera fuera de los esquemas lineales estandarizados de la em-
""-""En-e1"nivelde la organización de la prociucclOn pnmero 111- presa fordista".7 Por ende, se encuentra sobreexpueslO y en
ter viene lo que Ulrich Beck denomina la desestandarización _ condición vulnerable porque ya no está sostenido por siste-
del trabaio.5 La inciividualización de las tareas Impone la mo- Olas de regulaciones colectivas.
vilidad, la adaptabilidad, la disponibili<bci cie.Jos ope.raciorP<" Es cierto que no todas las tareas de! trabajo ni todas las
Es la traducción técnica de la exigencia de fleXIbilIdad, que rrayectorías profeSIOnales obedecen, y tampoco en la misma
señala el pasaje de las largas cadenas de operaciones estereo- ~-';-d;d~-,a estos imperativos de movilidad. Éstos son particu-
tipadas efectuadas en un marco jerárquico por trabajadores larmente evidentes en los campos más avanzados de la orga-
intercambiables a la responsabilización de cada IndIVIduo o nización del trabajo enteramente dominados por las nuevas
de pequeñas unidades a las que les incumbe admi~istrar por tecnologías ("nueva economía", "net-economÍa", "revoJución
sí mismas su producción y asegurar su cahdad. En ultIma 1115-

6. Véase Lue BolLanski, Eve Chiapello, Le 1l01ll'C'/ esprit du capitJ/ismc,


5. Ulrich Beck, The risk soút:ly, Lumht5, Sage PuLlic;drions, 1992 (trad. París, Gallimard, 1999.
GlSt.: La sociedad del riesgo. Barcelon;l, Paidós, 1998). 7. Pierre.Miehel Mengcr, Portrait de I'artiste en froL'(úllellr, P.:lrís. Seuil!
La RépubJique des Idées, 2002.
ROBERT CASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 61
60

informática", "trabajo inmaterial", "capitalismo cognitivo"', Pero no todos están igualmente armados para afrontar es-
etc.). s Pero se trata de los sectores más dinámicos, y las exi- tas exigencias. Algunas categorías de trabajadores se benefi-
gencias que ellos'eíemplifican se han impuesto también, en '". cian sin duda con este aggiornamento indivicllJalista. Son los
una medida variable, en la mayoría de los campos de la pro- que maximizan sus oportunidades, desarrollan sus potencia-
ducción. Más que oponer formas modernas y formas tradi- lidades, descubren en; sí Jl.lismos capacidades de emprendi-
cionales o arcaicas de organización del trabajo, hay que po- miento que podían verse sofocaclas por obligaciones burocrá-
ner más bien el acento en la ambigüedad profunda de este ticas y por reglamentaciones rígidas. Ésta es la parte de
proceso de individualización-descolectivización que atraviesa verdad que contienen las celebraciones neoliberales del espíri-
las configuraciones m3s diferente~ c1f" b OfB::tni7.:H:ión elel tra- tu de empresa. Entr;:¡ñan. sin embargo) una omisión. Olvidan
bajo y afecta, prácticamente, a todas las categorías de opera- subrayar -lo cual constituye, no obstante, la constatación so-
dores, desde el obrero no calificado hasta el creador de start- ciológica más elemental- que esta movilidad generalizada in-
"p, aunque bajo formas y en grados diversos.9 troduce nuevos clivajes en el mundo del trabajo y en el mun-
Resulta innegable que con esta individualización de las ta- do social. Con el cambio hay ganadores que pueden hacerse
reas y de las trayectorias profesionales asistimos también a de oportunidades nuevas y realizarse a través de ellas en el
una responsabilización de los agentes. Son ellos los que ~Ieben plano ptofesional y en el plano persona!.'o Pero también es-
afrontar las situaciones, asumir el cambio, hacerse cargo de sí tán todos aquellos que no pueden hacer frente a esta redistri-
mismos. De ~Iguna manera, "el operador" está'liberadu de bución de las cartas y se encuentran invalidados por la nueva
las "coerciones colectivas que podían ser aplastantes, como en coyuntura.
el marco de la organización tayloriana del trabajo. Pero en Pero esta distribución no se hace por casualidad. Amén de
cierto modo está obligado a ser libre, se le impone ser capaz las diferencias de capacidades propias de los individuos en el
dc un buen desempeño, a pesar de estar en gran medida libra-
do a sí mismo. Pue~ las obligaciones, evidentemente, no han
desaparecido, e incluso tienden más bien a aumentar en un
10. Aun así. es necesario rt>btivi7:lr el optimismo de-l dis.curso de los: ad-
contexto de competencia exacerbada y bajo la amenaz.a per-
ministradores empresariales_ l:l movilización de los operadores los obliga a
manente del desempleo. menudo a sobreemplearse en sus tareas, a verse invadidos por 105 imperati-
vos del trabajo, incluso en situaciones extra laborales, )' puede. finalmente,
incluso tratándose de ejecmivos de alto nivel. agotarlos y desmOtivarlos
8. Véase Yann Moulier Boutang, "Capiralismc:cognitif c(nouvelles for- (véase 13~bundame bibliografía anglosajona sobre el bum out). A pesar de
mes de codific:ttion du rappan salarial"', en C. Vcrcc::lone (dir.). Sommes- la tendencia a la reducción legal del tiempo de trabajo (véase la ley sobre las
nous sortis du capitalisme industriel? París, La Dispute. 2003_ , ~t!eim~y"'cinc:o horas), parece que la intensificación de lass.arga~d.e trabajo
9. Para un análisi~ de los efectos dc cstas transformaciones en el seno de es una caraaerística general de la reorganización come~pc;~~n-e~!.'d~ la pro-
un bastión clásico de la organización industrial, las f:íbricas Peugcot de 50- ducción en todos los niveles (véase por ejemplo Bernard Vivier, La place da
ch<lux-Montbéliard, véase 5téphane Beaud y Michel Pialoux, Retour sur la trovail) informe del Conseil économique et social, París, Edirions du ¡ol/mal
condit;on oztVTlere) París. Fayard. 1999. officJeI, 2003 j"

..t .•..•. '-_.-."'.


62 1<0 I\ER T C.ASTEL EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 63

plano psicológico, respecto de las cuales se puede conjeturar que habría marcado la ruptura de los individuos respecto de
que se reparten de modo aleatorio, depende fundamental- sus inserciones sociales para dejarlos frente a sí mismos y a su
mente de los recursos objetivos que estos individuos pueden inutilidad. "Los excluidos" son colecciones (y no colectivos)
movilizar y de los soportes en los que pueden apoyarse para dé individuos que no tienen nada en común más que compar-
hacer frente a las situaciones nuevas. Aquí hay que recordar tir una misma carencia. Se definen en función de una base só-
que, para todos aquellos que no disponen de otros recursos lo "negativa, como si se tratara de electrones libres completa-
que aquellos que obtienen de su trabajo, esos soportes SOn mente desocializados. Por lo tanto, identificar bajo el mismo
esencialmente de oreJen colectivo. Para repetirlo de otra ma- paradigma de la exclusión, por ejemplo, el desempleado de
nera; para aquellos que no disponen de otros "capitales" -no larga data y el joven de suburbio pobre en búsqueda de un
solamente económicos sino también culturales y sociales-, improbable empleo es pasar por alto el hecho de que no tie-
las protecciones son calectillas O no son. En primer lugar, es- nen el mismo pasado ni el mismo presente ni el mismo porve-
tas solidaridades surgen en los espacios de trabajo, de una nir, y que sus trayectorias son totalmente diferentes. Es hacer
común condición y de una subordinación compartida. Estos como si vivieran en un espacio fuera-de-Io-social.
lazos han constituido la base a partir ele la cual con frecuen- Pero nadie, y ni siquiera "el excluido", existe en el fuera-
cia los trabajadores más desamparados pudieron organizar- de-la-social, y la descolectivización en sí misma es una silua-
se, resistir y liberarse en cierta medida de las formas más ció" colectiva. Se ha dicho con demasiada ligereza que no
direcras de la explotación: porque constituía n colectivos soli- .había má;dases sociales ni grupos constituidos porque esos
darios. Pero las convenciones colectivas, los derechos socia- colectivos habían perdido la homogeneidad y el dinamismo
les del trabajo y de la protección garantizados por la ley son que les habían permitido constituirse enteramente en actores
también las instancias que han asegurado su protección en el sociales (mitificando un poco la unidad y la operacionalidad
presente y les han permitido dominar la incertidumbre del de entidades como "la clase obrera" o "la burguesía con-
porvenir. Por consiguiente, se comprende que la desarticula- quistadora"). Ello equivale a olvidar que puede haber clases
ción de estos sislcrnas colectivos pueda sumirlos nllr:vamente O grupos cuya trayectoria común no culn1ina en porvenires
en la inseguridad social. idílicos, sino que soportan, por el contrario, la parte más
gruesa de la miseria del mundo. Hay grupos en situación de
movilidad social descendente cuya camún candició" se de-
El retomo de las clases peligrosas grada. Constituyen un terreno privilegiado en el que se desa-
rrolla el sentimiento de inseguridad, y que es indispensable
Hay una doble lectura posible de los efectos sociopolíticos volver a analizar para dar cuenta de la dimensión colectiva
de esta degradación. La primera enfatiza esas situaciones de de este sentimiento.
¡'¿~dida en tanto desocializan a los individuos. Los innumera- Es un proceso histórico general: la promoción de grupos
bles discursos sobre la exclusión han mostrado en todas sus dominantes se hace en detrimento de otros grupos, cuya de-
formas, y hasta la saciedad, un aflojamiento del lazo social clinación provoca. Pueden ejemplificarse los efectos de esta
------------------------------------=:::--=<,(J:~

64
ROBERT CASTEL
n AUMENTO DE LA INCtRTIIJUMIlRE
65
dinámica Con el caso del poujadismo: que presenta analogías
asombrosas can la situación actual. El fenómeno poujadista menos, se beneficiaban COn un sinfín de ventajas soci"les y,
fue, en la década de 1950, la reacción de categorías sociopro_ sobre todo, parecían tener el porvenir aseGurado. El resenti-
fesionales' afe~'t-a-daspor la modernización de la sociedad fran- miento colectivo se nurre del sentimiento compartido de in-
cesa, tal como ocurría entonces en un marco nacional. Mien- justicia que experi~~~.tan grupos sociales cuyo status se va
tras que el trabajo asalariado se extiende y se refuerza, las degradando y que se' sienten desposeídos de los beneficios que
administraciunes públicas aseguran su dominio en la socie- obtenían en su situación anterior. Es Una frustración colectiva
dad, y el Estado planifica y racionaliza las estructuras de la que busca responsa bIes O chivos emisarios.
economía, grupos enteros como los artesanos y los pequeños . Más allá de los facrores particulares 'lile dieron su cuniígu-
comerciames tienen la impresión de haber sido dejados de la- raciólI específica al poujadismo (que, como el lepenismo, lleva
do. Son los sacrificados de una dinámica de desarrollo econó- el nombre de un jefe carismático),12 éste entraña una dimen-
mico y de progreso social que puede apoyarse en buenas ra- sión estruCtural que puede dar cuenta de la reacción de los
zones -modernización obliga-, pero en la cual no rienen grupos invalidados por el cambio social. Desde hace unos
ningún lugar. El desasosiego de no tener ya fururo sin duda es veinte años, la modernización viene adquiriendo una dimen-
sentido individualmente por cada uno de los miembros dc es- sión europea y mundial cada vez m~s aCusada. Las categorías
tas categorías sociales, pero su reacción es colectiva. Está sociales más afectadas ya no Son las que constituían las bases
.marcada por el sello del resentimiento. El resentimiento pue- de la Francia tradicional --campesinado, artesanado, pequeño
de ser un resorte de acción o de reacción socio político pro- comercio, trabajo independiente a la antigua usanza- hace ra-
fundo que sin duda aún no llamó suficientemente la aten- ro disuelta. Hoy en día esas categorías representan una parte
l1
ción. Es una mezcla de envidia y de desprecio que se juega importante de los grupos que han ocupado O habrían podido
sobre una situación social diferencial y fija las responsabilida_ Ocupar un lugar central en la sociedad índustrial, es decir; am-
des de la desdicha que se sufre en las categorías ubicadas jus- plias franjas de la clase obrera integradas durante los alias de
to por encima o justo por debajo en la escala social. Eso ex- crecimiento, caregarías de empleados, sobre todo entre los me-
plica el resentimiento de los pequeños comerciantes y de los nos calificados, jóvenes de origen populal <.jueantes habrían
artesanos hacia los asalariados y los funcionarios que díspo- pasado sin problemas del aprendizaje o del fin de la escola-
. nían de ingresos semejantes, pero supuestamente rrabajaban ridad al empleo estable, erc. Incluso más allá del desempleo
masivo, se asiste a una descalificación masil'a que afecra espe-
cialmente a los sectores populares.1J Por ejemplo, con la desin-
dustrialización, diplomas como el certificado de aptitud profe-
""Movimiento dirigido por Pierre Pouj<lde, que en la décad<1 de 1950, -..:._.:r- .... f.. '-.
con la consigna de bajar los impuestos, movilizó a pequeños comerciantes y
arres:lOOS en Francia (n. del e).

11. Véase, sin embargo, Pierre Ansan (dir.l. Le ressentiment. Bruselas. J 2. Recordemos por Otra p3rre que el diputado nl<Ís joven elegirlo pMil la
Bruyam) 2002. Legislatura dur;:mrr: la 013 poujadist3 de 1956 fue Jean.Marie Le Peno
13. Esta dimensión colccriv~de las siru:lciones de invalidación social IigJ-
66 ROBERT CASTEL
EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE
67
sional (CAP) o el certificado de enseñanza industrial (BEI), que
antes eran herramientas seguras de integración en el mundo una parte del voto por la extrema izquierda, que en ausencia
del trabajo, se denluaron considerablemente. ¿Cuál será el de una perspectiva creíble de transformación global de la so-
porvenir europeo de un poseedor de un CAP de tornero? De ciedad es también un VOto de protesta, por no decir (iY por
un modo más general, ¿cuál podrá ser el lugar, en la Europa qué no?) un Voto motivado por el resentimiento.
de mañana, de todas estas especializaciones cristalizadas, ata- Si bien hoy en día es necesario, salvo que se asuma el ries-
das a tareas precisas, que remiten a un estadio anterior de la go de una muerte social, jugar el juego del cambio, de la mo-
división de! trabajo? Parecen condenar a sus poseedores a la vilidad, de la adaptación permanente, del reciclaje incesante,
inmovilidad, mientras que el porvenir pertenecería a los qUL es evidente que algunas categorías sociales están particular-
sepan ser móviles y capaces de asumir el cambio. mente ma.1pertrechadas para hacer frente a esta nueva reali-
El voto de abtil de 2002 a favor del Frente Nacional ha re- dad, y se puede agregar que ha habido muy poca preocupa-
velado, lo cual no hubiera debido constituir una sorpresa, '-lue ción al respecto para ayudarlos (por ejemplo, la imposición
estos resultados eran sobradamente la expresión de estas cate- de la flexibilidad en las empresas rara vez estuvo asociada
gorías populates antes electoral y socialmente instaladas a la con medidas de acompañamiento eficaces que aseguraran la
izquierda.14 Aunque no hay que descuidarlo por los peligros reconversión de los agentes). En consecuencia, en el mejor de
políticos que conlleva, la connotación de extrema derecha o los casos, esos grupos constituirán los peones de una econo-
fascistizante de este voto no me parece sociológicamente la mía mundializada. En el peor de los casos, devenidos" inem-
más significativa. Desde el punto de vista sociológico, es en pleables", sus miembros podrían ser condenados a sobrevivir
esencia una reacción "poujadista" alimentada por un senti- en los intersticios de un universo social recompuesto sólo a
miento de abandono y por el resentimiento respecto de otros partir de las exigencias de la eficiencia y del rendimiento.
grupos y de sus representalltes políticos que obtienen los be- y éste es un poderoso factor de aumento de la inseguridad.
neficios de! cambio y se desinteresan por la suerte de los per- Si se puede hablar de un alza de la inseguridad en la actuali-
dedores. Por otro lado, se podría ubicar en este mismo marco dad, es en gran medida porque existen franjas de la población
ya convencidas de que han sido dejadas en la banquina, impo-
tentes para dominar su porvenir en un mundo cada vez más
d~s a la declinación del movimiento obrero ha sido muy bien subrayada por
cambiante. Por consiguiente, se puede comprender que los va-
S. Beaud y M. PiaJoux, Re/OUT 5J1TJa conditlon oUlIriere. op. cit. lores que cultivan se hayan orientado más hacia e! pa,ado que
14. Entre las múltiples tentativas de explicacj~n de esta "sorpresa" que hacia ese futuro que asusta. El resentimiento no predispone a
fuc el resuhado de la primer;} vuelta electoral de la elección presidencial de la generosidad ni empuja a asumir riesgos. Induce una actitud
abril de 2002 (en la que el candidaw del Frenre N;¡cional fue el más votado defensiva que rechaza la novedad, pero también el pluralismo
por los desempleados. los trabajadores precarios y algunas categorías de
y las diferencias. En las relaciones que mantienen con los otros
obreros y de empleados), véase Michel Pialoux y Florence Weber, "La gau-
che er les cIasses populaires. Réflexions sur un divorce", en Mot/uements, nO grupos sociales, más que acoger la diversidad que presentan,
23, sepriembrc.octubre de 2002. estas categorías sacrificadas buscan chivos emisarios que po-
drían dar cuenta de su estado de abandono.
T
I
líS ROBERT CASTEL ¡
EL AUMENTO DE I.A INCERT")U~IBRE
69
Ya hemos observado que el poujadismrr, entendido como
otros grupos tanto o más carenciados (como los blancos del
una noción genérica de la que el lepenismo presenta una ver-
sur de Estados Unidos arruinados después de la Guerra de Se-
sión actua.lizada, efeCtuaba una proyección de la conflictjvi-
cesión y que se encontraron frente a los negros, tan pobres o
dad social sobre categorías muy próximas. Antes: envidia y
más pobres que ellos, pero liberados). Buscan razones para
desprecio del trabajadodndependiente respecto del asalaria-
comprender y óf6rgilrs'e una superioridad a través del odio y
do con un status que acapara las ventajas sociales, se toma
el desprecio racistas. No podemos dejar de constatar que hoy
vacaciones y espera tranquilamente la jubilación, mientras
en día también nosotros tenemos nuestros blanquitos.15
que el pequeño comerciante se levanta a las cinco de la maña-
Así se puede comprender el carácter paradigmático del pro-
na para comprar los productos en el mercado central y traba- blema de los suburbios poble; en relación can la temática ac-
ja hasta las nueve de la noche para venderlos. Hoy: racismo
tual de la inseguridad. Los "barrios sensibles" acumulan los
respecto del inmigrante considerado menos competente pero
principales factores causantes de inseguridad: fuertes tasas de
más dócil y que, dicen, puede ser preferido en la competencia
desempleo, de empleos precarios y de actividades marginales,
por el empleo, acumula las ayudas sociales que deberían estar
hábitat degradado, urbanismo sin alma, promiscuidad entre
reservadas a los franceses de rancio origen y se comporta en
grupos de origen étnico diferente, presencia permanente de jó-
nuestra tierra como en un país conquistado, cuando no es
venes inactivos que parecen exhibir su inutilidad social, visibi-
más que un parásito. El hecho de que estas representaciones
lidad de prácticas delictivas ligadas al tráfico de drogas y a los
sean falsas las más de las veces no es lo que importa aquí. Es-
reducidores, frecuencia de las "inciviJidades", de momentos de
tán extendidas y hoy tienen un peso tal que no se las puede
tensión y de agitación, y de conflictos Con las "fuerzas del or-
eliminar con juicios morales.
den", etc. La inseguridad social y la inseguridad civil se super-
Por otro lado, es incongruente pedirles a los grupos más
ponen aquí y se alimentan recíprocamente. Pero sobre la hase
desfavorecidos que sean sus propios sociólogos y que elabo-
de estas constataciones que no tienen nada de idílico, la di.lbo-
ren ellos mismos la teoría de su situación (al proletariado in-
lización de la cuestión de los suburbios pobres, y particular-
dustrial del siglo XIX le llevó mucho tiempo hacerlo, antes de
mente la estigmatización de los jóvenes de esos suburbios a la
constituirse en clase obrera). Se puede comprender perfect~-
mente que una reacción social tome el atajo más COrtOy sal-
tee largas cadenas de razonamientos que habría que desplegar
15. No querría que C.)l"4 r~lifjcacjón de "blanquito". que pretende ser
para dar cuenta de todos los componentes de esta situación,
objetiva como I~de "poujadista", se emienda a su vez Como una señal oe
que escapan a menudo incluso a los;economistas prestigiosos desprecio por aquellos que caracteriza de este modo. En primer lugar, por-
y a los profesionales de las ciencias sociales. El resentimiento
como respuesta social al malestar social afecta a los grupos
más próximos. Es una reacción de blanquitos [petiis blanés l,
l. que cstas reacciones expresan Su desasosiego frente J unJ situación que no
eligieron y de la que no SOn los primeros n:spons<lb1es:~Y ádemá-s-. porque
los pobres no tienen el monopolio del racismo de elJse. Por ejemplo, es un
es decir, de categorías situadas en la base de la escala social, verdadero r:lcismo de clase el que h1 burguesía bien pCIlS;lnre del siglo XIX
des3rrol.ló respecto de esos "nuevos bárb:¡rn.••. que reprcsent:lban p:¡r;1.ellos
ellas mismas en situación de privación, en competencia con
los proletarios de comienzos de 1;1.;ndusrriali7 ..1ción.

• '- .. T_'- -.
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..

EL AUMENTO DE LA INCERTIDUMBRE 7J
ROBERT CASTEL
70
los suburbios pobres actuales, o al menos a la imagen que de
cual se asiste hoy en día, tiene que ver con un proceso de des. ellos se ha construido? No "encajan", es decir, no están inte-
plnamienro de la conflictividad social que podría representar gradas y, como antes en el caso de los proletarios, tienen algu-
perfectamente un daro permanente de la prolJlemática de la in- nas buenas razones para tener dificultades para estarlo: ser
se"uridad. La escenificación de la situaci6n de los suburbios portadores con frecuencia de una cultura de origen extranjero,
pobres como abscesos donde está fijada la inseguridad, a la
ser discriminados negativamente cuando buscan un empleol7
cual colaboran el poder político, los medios y una amplia par- o una vivienda decente, tener que hacer frente cotidianamente
te de la opinión pública, es de alguna manera el retorno de las a la hostilidad de una parte de la población y de las fuerzas del
clase< peligrosas, es decir, la cristalización en grupos particula-
orden, etcétera.
res, situados ~n los márgenes, de todas las amenazas que en- El drama en estas siruaciones es que las condenas morales
traña en sí una sociedad. El proletariado industrial desempeñó siempre pueden verificarse al menos parcialmente en los he-
ese rol en e! siglo XIX: clases trabajadoras, clases peligrosas. chos: vivir en esas condiciones no predispone al angelismo, y
Es que en aquella época los proletarios, aunque en su mayoría la inseguridad tanto social como civil es efectivamente más al-
trabajaran, no estaban inscripros en las formas estables del ta en los suburbios pobres que en otras partes. Sin embargo,
empleo, e importaban hacia la periferia de las ciudades indus- la "simplificación" es sobrecogedora. Hacer de algunas dece-
triales una cultura de origen rural descontexrualizada, percibi- nas de miles de jóvenes, a menudo más perdidos que malva-
da por los habitantes urbanos como una incultura; vivían en la dOS;"ehiúcleo de la cuestión social, convertida en la cuestión
precariedad permanente de! trabajo y de! hábitat, condiciones de la inseguridad que amenazaría los fundamentos del orden
poco propicias para establecer relaciones familiares estables y republicano, es realizar una condensación extraordinaria de
desarrollar costumbres respetables. Como señaló Auguste
Comte, eSOSproletarios "acampan en e! seno de la sociedad
' . 11 "J6
. occidental sin estar calificados para e11a, S1l1encajar en e a . 17. La discriminación en d momento de cOntratar a alguien para un tr:l-
,
.Acaso no podría aplicarse esta fórmula a .. las poblaciones de bajo por razones relativas al color de la piel o la consonancia dd nombre es
una práctica corriente que no sólo es condenable moralmente sino contra.
dictoria co~ los prtnCiplOs que pregona e11iul.:ldlismo dominante. Por un la-
do, la ideología liberal condena todo lo que pueda oponerse a la Iibera-
16. Augustc Comlc, Systemc de politiql/c positivc, edición de: 1929, Pa- liz..ación del mercado de trabajo, y apunta así contra las protecciones del
rís. pág. 411. Antes, los v:.lgabundos habi:m tenido ia misma función de derecho bboral que obstaculizarían su apertura. Pero, al mismo tiempo,
"clase peligrosa", en la que:se:cristaliz.aba el sentimiento de inseguridad pro- alienta el proteccionismo de las políticas de inmigración y tolern las prácti.
pio de las sociedades preindustriales. Otra ilustración del tipo privi.legiad~ cas discriminatorias respecto de los candidatos al empleo que, con igual cali-
de: relación que mantiene una sociedad con sus márgenes Y que pocina rem!. ficación, quedan invalidados por I:::t.
única razón de que presentan un perfil
tir :l un rasgo antropológico permanente: el enemigo dd interior está sitl~a- "exótico". Habría que insistir en est:l contradicción t1c:lliLJe¡:álismo actual:
do en la periferia del cuerpo social, en esos grupos que son como extra~le- por un lado quiere imponer a cualquier precio la libre circulación de las
roS porque a menudo vienen de otra parte, porque no parecen compartir la mercaderías, pero por el otro se amolda a las barreras políticas y sociales
cultur;) dominante y porque no entran en los circuitOS comunes de intercam- que se leva.ntan contra 1:l linre circulación de los hombres.
bios sociales.
72 ROIlERT CASTEL
El. A U!vtENTO DE LA INC:ERTII)U~1nRE 73

la problemáticl global de la inseguridad. Es cierto que estas pero es lícito dudar de que se trate de una respuesta suficiente
estrategias presentan ciertas ventajas. Evitan la necesidad de a la pregunta" ¿qué es estar protegido'''.
tomar en cuenta e! conjunto de factores que se hallan en el Más allá aun de la cuestión de los suburbios pobres y de
origen del sentimiento de inseguridad y que tienen que ver los problemas de la delincuencia, por cierto asistimos a un
tanto con la inseguridad social como con la delincuencia. deslizamiento del Estado.social hacia un Estado de la seguri--
También permiten movilizar una batería de medios que, si no :-ddd-¡État séc;'¡r¡;;ir'~] "q¡j"
preconiza y pone en marcha e! re-
siempre San eficaces, al menos están rlisponibles con sus ins- torno a la ley y al orden, como si el poder público se movili-
trucciones de uso. La represión de los delitos, el castigo de los zara esencialmente alrededor del ejercicio de la autoridad. La
culpables, la prosecución de una "tolerancia cero", a riesgo cuestión de la inseguridad civil plantea problemas fundamen-
de aumentar el número de 10< jlleces y de los policías, Son tales, y al Estado le corresponde afrontarlos. 1" Pero todo su-
ciertamente cortocircuitos simplificadores frente a la comple- cede como si hoy, en Francia, el Estado pusiera en juego lo
jidad del conjunto de los problemas que plantea la inseguri- esencial de su credibilidad en su capacidad de combatirla. Sin
dad. Pero estas estrategias, sobre todo si están bien escenifica- embargo, está fuera de duda que este tipo de respuesta pueda
das y si se las persigue con determinación, al menos tienen el extenderse al conjunto de los factores que producen la insegu-
mérito de mostrar que se hace algo (no se es laxista) sin tener tidad. Para ello habría que ir en COntra de las dinámicas de
que hacerse cargo de cuestiones más difíciles y exigel1lCS,tales individualización que, como vimos, operan en profundidad
como, por ejemplo, e! desempleo, las desigualdades sociales, en todo el cuerpo social, en contra incluso de! libre juego de
el racismo, que también están en el origen de! sentimiento de la competencia y de la competitividad que, según se proclama
insegurirlad.18 Es quizá políticamente renrable a COrto plazo,

y la mendicidad de:los no inválidos era b. miseri:l de lll;lS:lS yel bloqueo de I~


18. A"imismo, 13 an;llogía con la política de tratamiento del vagabundeo entr3da al mundo del trabajo por medio del sisteOla de corpor:lciones. L:l rl"S~
en bs sociedades preindustri;:d~ puede resultar esclarecedora en este punto. puesta liberal a la cuestión del vagabundt'o fue b proclama del libre acceso;].1
D'esde fines de la Edad Media, la realeza francesa, pero también más general- trabajo (véase la ley Le Chapdier). P~ro fue necesaria una revolución para
mente el conjunto de los poderes en Europa occident31, hiz.o de la represión conseguirlo, y ésta producir.í por Otlt\ IMite UlJU::> t.lntoS efecros pcoblem;hi-
del vagabundeo y de la mendicidad el núcleo de sus políticas sociales, sin cui- cos en lo :lrineme a la inseguridnd: fue b condición de posibilid:ld de b cons-
darse ni fijarse en los medios utilizados para conseguirlo_ Pero pese al hecho titución del proletariado. que a su vez se volver:í un;] "clase peligrosa -'_
de que varios centenares de miles de vagabundos hayan sido expulsados, 19. Sobre este puntO, véase por ejemplo Hugues L1grange. Demal1des de
PUl':SfOS en la picota, encerrados, condenados a las galeras, ahorcados, etc., se sécurité. France. Europe, t..lats~Ullis, P:1rís, Seuil/La République des ldées,
puede dudar de la eficacia de estas medidas pu~s se "reiteraron incansable~ 2003 y Didier Peyrat, ÉJoge de la sécurité, París, G.lllimard/Le Monde,
mente durante varios siglos a partir, cada v~2."dela constatación de su fraca~ 2003. Es t;].ntOmas legítimo combatir la inseguridad cua~[Q que aquellos
so. Probablemente la crueldad de estas disposiciones disuadió también a mu- que la padecen son cada ve/. más Jos habit:lnres de esos. mismos barrios que
chos individuos sin recursos de seguir vías tan peligrosas ("la verdadera también viven en la inseguridad social. Así, la asociación inseguridad civil-
prevención es la sanción"). Pero el problema quedó irresuelto hast;) las inseguridad social juega igu31menre a bvor, o más bien en conrr~. de bs víe-
postrimerías del Amiguo Régimen, porque lo que alimentaba el vagabundeo rirnJs de bs prácric;l,s delictivas.
74
ROHERT CASTEL

al mismo tiempo, debe reinar en el seno de la empresa yen el


metcado. Un Estado puramente dedicado a la seguridad se Capítulo 4
condena de este modo a ahondar una contradicción entre el
ejercicio de una autoridad sin fisuras, al restaurar la figura UNA NUEVA PROBLEMÁTICA DEL RIESGO
del Estado gendarme para garantizar la seguridad civil, y Un
laxismo frente a las consecuencias de un liberalismo económi_
co que alimenta la inseguridad social. Semejante respuesta no
podría Ser viable salvo si seguridad civil y seguridad social
constituyeran dos esferas separadas, lo cual evidentemente no
es cierto.

Desde la década de 1980 parece que !lOSestamos instalan-


do en una nueva problemárica de la inseguridad. Ésta se ca-
racteriza por su extraordinaria complejidad, y se Sitúa en la
conjunción de dos series de transformaciones.
En primer lugar existe una dificultad creciente para estar
asegurado contra los principales riesgos sociales que podrían
calificarse' como "clásicos" y yue parecían haber sido esen-
cialmente neutralizados (accidente, enfermedad, desempleo,
incapacidad de trabajar debido a la edad o a la presencia de
una discapacidad ... ). De acuerdo con esta primera línea de
análisis que acabamos de seguir, hemos podido constatar un
desperfecto, seguido de una erosión, de los sistemas de pro-
tección que se bavían desplegado en la socledad saJarial so-
bre la base. de condiciones de trabajo estables. Con el debili-
tamiento del Estado nacional-social, los individuos y los
gj"upos yue sufren los cambios socioeconómicos generados
desde mediados de la década de 1970, sin tener la capacidad
de domi!larlos, se encuentran en situación de vulnerabilidad.
De ello surge un estado de inseguridad frente al porvenir y
un desasosiego que también pueden alimentar la inseguridad
civil, sobre todo en territorios corno los suburbios pobres,

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