La Pareja Bajo Las Constelaciones Familiares

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LAS NUEVAS CONSTELACIONES DEL ESPÍRITU

Módulo #1

Los órdenes del amor de la Pareja

El vivir en pareja es una  aspiración universal, vivir el amor en la pareja es una


conquista reciente. Cada cultura transmite un modo de vivir la pareja, y la
representación fenomenológica y sistémica de las realidades que ofrecen las
constelaciones familiares nos abre nuevas perspectivas sobre la vida de pareja.

Las bases sistémicas del amor en la pareja

Los pilares de la relación de pareja son:

El amor,

El dar y recibir

La sexualidad,

La intimidad (o intercambio afectivo)

La convivencia.

Recordaremos continuamente que no hay leyes sino observación del


fenómeno “pareja”.

Cada pareja es un caso  particular. No hay modelo estándar.  Además cada


época, cada sociedad tiene sus desordenes propios, sus desordenes
establecidos, sus compensaciones…

La incompletud de nuestra vivencia de pareja es el motor de su evolución, de


nuestro deseo de mejorarla y de nuestra creatividad al respeto.
La vivencia de pareja está sometida a todos los vaivenes de la vida, y será el
espejo de los conflictos sin resolver de ambas personas, o de las
interferencias de sus sistemas familiares.

El no tener pareja es una compensación sistémica que indica una intrincación


grave, que el sistema necesita sanar y se sanará fundamentalmente gracias a
la aceptación incondicional de su  destino por la persona soltera.

El amor

El amor es una presencia de fondo, no es un sentimiento sino una actitud. Es


la aceptación incondicional y agradecida del otro tal y como es.

Es “te tomo tal y como eres. Gracias por haberme sido regalado. Gracias por
ser como eres.”

Aprendemos el amor con los padres. Todo lo que nos separe del amor
incondicional a los padres se interpondrá entre nosotros y los demás. Si hubo
“movimiento interrumpido del amor” hacia el padre o la madre, lo habrá
también hacia la pareja.

El amor se aprende y se repara con los padres. Cuando nuestro amor hacia
los padres fluya, fluirá también hacia los demás.

El Enamoramiento

El enamoramiento es ciego, no permite ver a la otra persona, sólo vemos lo


que necesitamos, lo que proyectamos. El enamoramiento es un impulso que no
podemos controlar, que viene de lejos, viene de la necesidad de nuestro
sistema familiar de sanar o compensar algo gracias a ese otro que nos atrae.

Luego con el amor a segunda vista la persona, por fin,  ha descubierto como es
la otra persona: alguien tan imperfecto como ella misma, que no se
corresponde para nada al ideal de pareja que se había forjado. En el fondo ese
ideal es siempre una proyección de la madre, ni siquiera de la madre que
hemos tenido, pero sí de una madre ideal…

El amor a segunda vista es un amor adulto que toma al otro como es, y a mis
necesidades como son. Y parte de estas necesidades podrán ser cubiertas por
la relación, y gran parte no… Yo seguiré siendo responsable de mis carencias
y de su sanación.

Las tres palabras claves del amor en la pareja son: sí, gracias, por favor.

Sí, te quiero y te tomo tal y como eres,

Gracias por ser como eres, gracias por todo lo que me has dado,

Por favor, te necesito.

Lo que mata al amor

Querer cambiar a nuestra pareja, o desear que cambie es faltar al amor y al


respeto. Es el germen de la separación.

Idealizar a alguien es faltarle al respeto.

Los ismos matan el amor. Machismo y feminismo tienen un objetivo: el poder


sobre el otro. No permiten que se desarrolle el amor, lo persiguen como  a un
enemigo. Y en efecto si hay amor no hay postura de poder.

Cuando entramos en rivalidad de poder con la pareja, estamos sembrando la


semilla de la separación. Hemos entrado en un juego de manipulación,
estamos ciegos y sin amor. No alcanzamos a ver a la otra persona. Estamos en
el pasado, viviendo un rencor, resentimiento o venganza del pasado, de
nuestra infancia o de nuestros ancestros. Proyectamos un antiguo patrón
destructivo sobre nuestra pareja, no la vemos ni la queremos querer.

Manipulación y violencia. Soltar los campos de memoria

El pasado distorsiona nuestra percepción del presente. Este pasado suele ser el
de nuestro sistema familiar, como el de nuestra infancia.
La pareja es una comunidad de destino, quiere decir que la pareja es una
relación necesaria para ambos sistemas familiares: ambos miembros de la
pareja pertenecen, de ahora en adelante, a una nueva comunidad sistémica,
creada por la fusión  de sus sistemas de origen. Por lo que los miembros de la
pareja necesariamente son complementarios, todo lo que viven en la pareja es
compartido al cincuenta por ciento por ambos, incluido la manipulación y la
violencia.

En la infancia, la relación simbiótica con la madre necesariamente tuvo


carencias. Al crecer, el individuo, hombre como mujer, busca una nueva
relación simbiótica, ya adulta y sexual, en la que proyectará lo vivido en la
infancia, para reproducirlo como patrón y simultáneamente intentar resolver lo
que quedó pendiente con su madre cuando era pequeño. Pero ese intento está
abocado al fracaso. La adultez será aceptarnos como somos.

Ese intento de resolución del pasado es la base de la manipulación y existe en


todas las parejas, pues es constitutivo de ese espacio de intimidad.

En la manipulación dejamos de estar en el Adulto y nos dejamos arrastrar


por los roles de víctima y perseguidor, con los que intentamos hacer
responsable al otro de nuestra carencia. Por eso la manipulación es
fundamentalmente deshonesta.

En cuanto uno de los dos se da cuenta del “juego”, éste cesa.

El máximo grado de manipulación llega a la destrucción de los dos: uno


muerto y el otro en la cárcel, o ambos muertos. Cada uno ha sido
simultáneamente víctima y perseguidor, vengándose con sentimiento de
justicia, sin asumir nunca su responsabilidad.

Además de la infancia, cada persona está vinculada a una imagen de pareja


que le viene por fidelidad a los campos de memoria con los que está
vinculada, o intrincada. Esta imagen impide vivir el presente.

Son varias las imágenes posibles: esposo tirano / esposa víctima. Esposo
tirano / esposa rencorosa, en el odio y el desprecio. Esposo víctima / esposa
“feminista”, vengativa, tirana. Pareja de un solo miembro: viudo/a,
divorciado/a, etc.
Detrás de estas imágenes están las creencias destructivas “todos los hombres
son …” “Todas las mujeres son …” “El amor entre hombre y mujer es
imposible” “El amor para mi es imposible”.

Lo que estos ancestros necesitan es que alguien les vea, con amor y respeto y
compense sus fracasos en vez de imitarlos.

El hombre tiene que asentir que pertenece al campo de los hombres (maridos y
padres), cual haya sido la historia de estos hombres, devolviéndoles su
responsabilidad en el daño que hicieron a las mujeres, honrando sus
sufrimientos, agradeciendo ser un hombre como ellos. Luego puede honrar el
campo de las mujeres, su dolor, sufrimientos y humillaciones, su rencor y su
desprecio a lo masculino.

La mujer tiene que asentir que pertenece al campo de las mujeres (esposas y
madres), cual haya sido la historia de estas mujeres, devolviéndoles sus
circunstancias, honrando su sufrimiento y devolviéndoles su responsabilidad,
agradeciendo ser una mujer como ellas. Luego puede honrar el campo de los
hombres, su prepotencia, su expiación, su soledad.

El dar y recibir

Dar nos permite pagar una deuda anterior, por lo que siempre alivia,
haciéndonos más felices y más vivos. Dar nos permite devolver lo que los
padres nos dieron.

Recibir nos pone en dependencia del que nos ha dado hasta que le hayamos
devuelto algo equivalente. Por lo que es más agradable dar que recibir. Recibir
nos hace sentir en deuda. Dar nos permite exigir.

El que sólo quiere recibir es un niño que no quiere crecer. Quizás esté
mostrando a un niño excluido.

El que sólo quiere dar, tiene miedo a sentirse culpable, deudor. Quiere sentirse
superior. No ama.

Los dos miembros de la pareja son iguales en derechos. Todo tiende a


equilibrarse: lo que uno recibe con lo que da. Se equilibra automáticamente,
inconscientemente, el amor que uno da al otro, las trabas que uno trae de
antes, el daño que se hace. Cuando no se equilibran hay tensión entre la
pareja, el que recibe más de lo que puede dar se enfada y se va... a no ser que
sea capaz de agradecer al otro. El ejemplo es el de las parejas dónde uno de
los dos tiene una invalidez, que provoca que él recibe más de lo que puede
dar.

Las trabas que uno trae son por ejemplo una enfermedad de uno de los
conyugues, o bien los hijos de un matrimonio anterior. Son trabas en el
sentido que exigen más del otro, del que no es ni padre ni madre de estos
hijos. Habrá que permitir una compensación a la pareja, sino su inconsciente
se la buscará y será mucho peor.

La proyección de la pareja en un hijo es una necesidad natural. Así lo exige el


sistema familiar para su supervivencia. De tal modo que cuando en una pareja
uno no puede, o no quiere, tener hijos, o bien el que no puede tener
descendencia devuelve su libertad al otro, y éste se replanteará su
compromiso, o bien el otro se suele separar para poder tener un hijo con una
nueva pareja.

Seguir y servir.

La mujer sigue al marido y el marido se pone al servicio de la familia cuyo


centro es la mujer.

Ambos están al servicio del proyecto de pareja (en general el proyecto es la


familia). Ambos están al servicio. Ambos se miran a los ojos por igual y
toman las decisiones conjuntamente.

El hombre (y la mujer soltera) está atado a su país por la deuda de amor que
contrajo con él. Y su trabajo ha de estar al servicio de la compensación del dar
y recibir con el país. Ahí está la fuerza para su realización profesional. Y el
fruto económico de esa realización lo ofrece al servicio de su familia.

La mujer en la pareja se adapta y crece como persona en la tierra del marido.


Mientras que el hombre que va a vivir en la casa o la tierra de su mujer pierde
su fuerza.
La condición para que la mujer se realice como esposa y madre, en el
territorio del hombre, es que éste ame y respete la familia de origen de la
mujer.

Todo se hace por amor: por amor a su marido, la mujer sigue al país, cultura,
religión de su marido; por amor a su mujer, el marido enseña a sus hijos la
cultura, lengua o religión de su mujer.

Cuando se invierten los roles en la pareja, aunque sea de mutuo acuerdo, el


hombre ocupándose de los hijos y la mujer como cabeza de familia, se observa
que la pareja como tal deja de existir, el hombre pierde su fuerza de hombre y
se convierte en un hijo, compensando inconscientemente  una frustración de
su primera infancia, los hijos reales pierden su sitio y pierden a su padre, la
mujer se hace muy grande, su mirada se dirige fuera de la familia, y ambos
dejan de tener interés y respeto el uno por el otro como pareja.

La sexualidad

La persona es atraída por su pareja, solamente porque  le atrae como hombre o


como mujer. El hombre quiere a la mujer como mujer, la mujer quiere al
hombre como hombre. En la pareja homosexual, de la misma manera cada uno
es atraído sexualmente por el otro. La relación basada en otro motivo como
soledad, economía, proyecto, tener un hijo, no tiene fuerza como pareja.

La pareja se realiza en la sexualidad.

La fuerza instintiva de la sexualidad es la señal de su grandeza, que está más


allá de lo humano. Es un impulso que atraviesa todo el universo, al servicio
de la vida. La reunificación de lo separado, la fusión de lo complementario, 
crea más vida. Es la fuerza que permite la supervivencia de la humanidad. La
Hellinger Sciencia considera la sexualidad como la fuerza sagrada por
excelencia.

La sexualidad tiene baches y oscilaciones. Es muy sensible a los mandatos


paternos, creencias personales y familiares, intrincaciones y desorden
sistémicos.

La atracción sexual es como el mar, es una presencia de fondo que se


manifiesta a través del movimiento de las olas. Al pico del enamoramiento
sucede el valle de la toma de conciencia, y de nuevo surge una nueva ola de
atracción que será seguida del valle correspondiente de relajación y
alejamiento interno, y así sucesivamente.

¿Qué son esos picos y esos valles?

Los picos representan las fases de atracción instintiva. Al cabo de un tiempo,


empieza el valle, la retirada de la atracción, en el que se podrá dar la
aceptación incondicional del otro, el rechazo o la indiferencia. Esta retirada
puede estar movida por muchas causas: conflictos, traumas, intrincación,
campo mórfico…

Ahí nace la ternura profunda, el respeto, el amor. O la indiferencia y el


alejamiento.

Al cabo de un tiempo de nuevo vuelve la atracción…

Poco a poco se van instalando valles cada vez más amplios, gracias al
conocimiento que vamos adquiriendo de nosotros mismos y del otro. Y a  la
atracción ciega le sucede el reconocimiento del otro, la ternura y la atracción a
segunda vista, el agradecimiento y la alegría de estar juntos, el respeto a la
otra persona como es y a sus necesidades.

Durante el pico de las olas, sólo existimos los dos. En el valle, miramos juntos
al mundo, al proyecto de pareja y al servicio de la vida como lo marca el
destino de cada uno.

El conyugue que se niega sistémicamente a darse sexualmente, por trauma o


cualquier otro motivo inconsciente, hiere la dignidad del que es demandante
de sexo. La relación entre los dos se deteriora, el que pide se siente pequeño y
culpabilizado por su necesidad, el que rechaza se siente grande y con buena
consciencia. Esto suele provocar la separación, el que pide, para salir de su
sentimiento de culpa, se va hacia otra persona con más vida; así recupera su
dignidad.

En los valles también sucede algo importante: la confrontación, los conflictos.


La pareja es el espacio de la mayor intimidad. La intimidad es siempre algo en
construcción, le tenemos miedo y proyectamos en ella todas las carencias y
represiones que tuvimos de pequeño referente a la intimidad con nuestros
padres y especialmente con nuestra madre. Y vamos accediendo poco a poco a
este espacio de comunión y respeto.

La intimidad

Gracias a la convivencia y al intercambio afectivo entre los dos miembros de


la pareja se puede desarrollar la intimidad, el estado más evolucionado de
las relaciones entre dos adultos.

Para que pueda darse la intimidad en la pareja, es necesario que ambos


conyugues se hayan separado de sus padres, que sean independientes de ellos
afectivamente para poder necesitar a otra persona. Así los dos podrán crear un
vínculo entre ellos, más importante que él que tenía con sus padres. Cada uno
tiene que poder decir a sus padres “mi pareja, para mí,  ahora es
más importante que tú”.

Lo mismo ocurre con los hermanos, cada hermano ha de volverse


independiente de los demás hermanos para poder crear su propio sistema
familiar.

El hombre renuncia a su madre, la mujer renuncia a su padre, para poder


necesitar a la pareja.

El hombre que se queda en la zona de influencia de la madre no tiene respeto


por las mujeres. La mujer que se queda en la zona de influencia del padre no
tiene respeto por los hombres. Permanecen adolescentes, con sus sentimientos
de omnipotencia y de desprecio a todos los demás.

En caso de malas relaciones entre yerno/nuera y suegra:

La hija dice a su madre: mi marido es él. Dejo a mi padre y a mi madre y le


sigo con amor.

El yerno a su suegra: ahora mi mujer es ella: en ella te respeto.

El hijo a su madre o la hija a su padre: ahora ella/él es mejor que tú para mí.

La convivencia
La convivencia pone en juego:

El respeto mutuo,

El respeto del orden,

La pertenencia a un nuevo sistema de valores creado por ambos, por lo tanto


distinto del sistema de origen a pesar del sentimiento de culpa que crea esto, la
aceptación de los conflictos como herramientas de despojamiento de las
fidelidades al pasado y de acercamiento a una mayor intimidad entre los
dos: la resolución de los conflictos de pareja es la mayor herramienta de
crecimiento humano.

A pesar de la generalización del trabajo de la mujer, el orden interno de la


pareja sigue siendo el mismo. Físicamente se observa que en la pareja (cuando
ambos son diestros) en la que hay amor y respeto el hombre está a la derecha
de la mujer, menos en la cama que es al revés.

Estar a la izquierda significa respetar al que está a la derecha, y estar a la


derecha quiere decir entregarse al servicio del que está a la izquierda y le
respeta. Cuando se invierte ese orden la igualdad y el respeto mutuo entre los
dos desaparecen.

Cuando la mujer está a la derecha, o bien ella domina y el hombre se convierte


en un niño, o ella es la niña y el hombre el poderoso.

Cada uno pertenece a un sistema y tiene una serie de fidelidades. Los


conflictos surgen cuando mi pareja hace algo prohibido en mi sistema, o
cuando su comportamiento reabre una herida antigua y yo deseaba
internamente que él o ella se hicieran cargo de esa herida.

Cada conflicto es una gran oportunidad para soltar fidelidades y ser más libre,
como para hacerse cargo de uno mismo, soltando expectativas “infantiles”,
haciéndose más adulto, más autónomo, permitiendo así a la pareja adquirir un
mayor despliegue.

Los conflictos son oportunidades de crecimiento. Y sólo la convivencia va a


hacer aflorar estos conflictos. Cuando nos enfadamos es porque el otro ha
tocado una fidelidad que aún nos ata a nuestro sistema de origen o nos está
mostrando algo que no aceptamos de nosotros mismos. Por lo  que la
seguridad de saber que estamos unidos para toda la vida, el saber que el otro
está comprometido a pesar de los conflictos, permite la elaboración y la
superación de estos conflictos y gracias a ello crecimiento de ambos y mayor
armonía en la convivencia.

Si estoy enfadado con el otro, me doy cuenta de que lo que rechazo de él lo


tengo yo, aunque no lo quiera admitir. Y digo al otro “gracias por ser como
eres. En ti, me encuentro a mí mismo”.

Cuando el otro tiene un comportamiento difícil, honramos al excluido a quién


es fiel. Y honramos a nuestro compañero/a agradeciéndole ser como es.

SOBRE MANIPULACIÓN

Lo que ocurre en una relación duradera es responsabilidad compartida al


cincuenta por ciento por cada uno.

La pareja es el lugar de la intimidad, es dónde aparecemos como somos, con


todas nuestras carencias y nuestros anhelos. Lo que aprendimos de pequeños
sobre la intimidad se reproduce en la relación de pareja. Si no pudimos salir
bien de la fusión con la madre, o si salimos demasiado pronto, vamos a tomar
a nuestra pareja por nuestra madre y revivir las necesidades no cubiertas de
aquel momento. Todas las carencias que vivimos van a manifestarse de nuevo
en el seno de la pareja, permitiendo así tomas de conciencia y aceptación de
lo que pasó.

Ahora bien, nuestra parte « niña » se niega a aceptar el pasado como fue y
quiere que nuestra pareja cargue con  la responsabilidad de « mis »
frustraciones, de lo que tengo sin resolver con mi infancia. Y así nace la
manipulación entre los dos, pues ambos miembros de la pareja tienen
carencias complementarias.

Un “juego de manipulación” se establece cuando las dos personas se


complementan en el intercambio y disfrutan “amargamente” y con
resentimiento de ese intercambio. Disfrutan de los beneficios secundarios del
sufrimiento que se están provocando mutuamente, por lo que no le ponen fin,
hasta que llegue el “castigo” final, que ambos buscaban sin decirlo.
Es un intercambio fundamentalmente deshonesto, porque en ningún momento
se dice la verdad sino que sirve por una parte un propósito egoísta callado
(tengo miedo de estar sólo; no quiero compartirte con nadie, etc.…) y por otro
para confirmarnos un prejuicio como que el otro es despreciable, incapaz, y
que yo soy incapaz de ser feliz en pareja, no merezco estar con alguien que me
ame, etc.

Dos no juegan si uno no quiere.

Todo el mundo puede elegir, en cada momento, estar en su Adulto o en su


Tirano/Víctima.

Los juegos de manipulación son aprendidos desde la más tierna infancia.

Las parejas simbióticas, los que se han fundido en una sola persona, son las
más peligrosas. Cuando uno de los dos empieza a crecer, sólo puede separarse
y el otro, que no ha crecido, se queda abandonado como un niño pequeño. Y
reacciona como un niño. Sólo los niños matan.

En los malos tratos entre adultos, primero se debe reconocer la realidad actual
y la responsabilidad de cada uno: “Yo te elegí”.

“Gracias” permite tomar conciencia de que cada uno ha obtenido lo que estaba
buscando en su unión con el otro.

Al que ha hecho daño, al agresor: “Asumo mi parte de responsabilidad en lo


que nos ha pasado”. “Yo soy como tú”.

Reconocer la intrincación con el pasado y la limitación infantil e inconsciente


de cada uno: “estoy atado a mi pasado, te he elegido para lo que ocurrió”.

Una vez asumida la responsabilidad actual, se puede constelar el desorden y la


intrincación que necesariamente existen.

Y recordaremos sin cesar que todo está compartido y buscado. Los malos
tratos existen por parte de ambos. La energía asesina del hombre se manifiesta
a través de sus músculos, de los malos tratos físicos, la energía asesina de la
mujer es a través del desprecio, del maltrato psíquico.
Quien va de víctima no es víctima. Es un perpetrador oculto. Su odio oculto es
inmenso.

SOBRE  INFIDELIDAD Y SEPARACIÓN

A veces, a pesar de la seguridad o de la intención de quererse para toda la


vida, el amor se deteriora. A menudo el pasado, un muerto, un mandato o el
destino interfieren provocando que uno de los dos deja de estar disponible.
Entonces la separación se transforma en destino de los dos. Es una nueva
oportunidad.

La razón real de una separación viene del pasado, por destino, es un


movimiento de compensación cuya comprensión nos supera por completo. En
el momento de vivirla no llegamos a saber el porqué, sólo tenemos que vivirla
y permitirnos vivir el duelo sin buscar culpables.

El respeto al Destino es lo que nos ha de guiar.

“Quiero y respeto lo que nos guía juntos. Quiero y respeto lo que te guía a ti;
quiero y respeto lo que me guía a mí, aun cuando esto nos pueda separar.”

Para conseguir hacer bien una separación, es necesario renunciar buscar las
responsabilidades. Vienen del pasado, de intrincaciones
inconscientes. Además la verdad es siempre lo contrario de lo que aparenta ser
como lo vemos en cada constelación…

Los ex cónyuges se dicen:

Te elegí. Te he querido mucho. Todo lo que te he dado lo hice con ganas y


con placer. Me has dado mucho y te honro. En cuanto a lo que pasó entre
nosotros, asumo mi parte de responsabilidad y te dejo la tuya. Y ahora te
dejo, estoy libre, estás libre.

Una separación causa mucho sufrimiento. Hay que aceptar pasar por este
sufrimiento, hacer el duelo de ese amor que compartimos.

Existen varios modos de evitar hacer el duelo:


Buscar el culpable de la separación, en lugar de asumir el dolor y la
realidad tal y como es.
Enfadarse con el que se ha marchado o ha muerto; frecuente en los
niños.
Autocompasión, en la que uno no ve más que a sí mismo.
La decisión interior está tomada pero no asumida. La visita a varios
terapeutas permite confirmar de nuevo que las cosas no pueden seguir
así, pero en vez de actuar, la terapia permite que la pareja se rebele
contra los terapeutas en vez de contra sí mismo.
Permanecer juntos en el malvivir, durante mucho tiempo, aunque la
relación haya terminado.

Frecuentemente la persona que va a decidir la separación – por su intrincación


-   va a sufrir mucho previamente para, inconscientemente, poder estar
justificada, tener la consciencia tranquila en el momento de decidir separarse.

Lo oportuno es reconocer que uno de los dos se aleja, que ha rechazado algo y
asume la responsabilidad, a la vez que reconoce que lo que ha vivido ha sido
bello y dice ahora te dejo tranquilo, me voy.

El que decide separarse compensa al  otro dejándole los hijos y la casa.

La segunda pareja es a menudo una pareja de transición. Este enamoramiento


ayuda a culminar la separación con la primera pareja, cuando esta separación
es especialmente difícil.

Los amores pasionales suelen permiten revivir conflictos y bloqueos


infantiles, totalmente reprimidos en la etapa anterior, que resurgen con fuerza
hasta que las personas se percatan de la imposibilidad de la satisfacción de
esos deseos tan devastadores. En efecto el marco ya no es el de la infancia, el
otro no es mi  papa ni mi mamá. El principio de realidad se vuelve a imponer
y la oportunidad de crecimiento también.

La separación debe ser la oportunidad para ambos de un crecimiento, de una


nueva oportunidad, de una nueva felicidad para que el sufrimiento no haya
sido en vano.
Cuando uno ha sido infiel y lo dice a su pareja, se descarga de su
responsabilidad y se la carga al otro. Su excusa es la sinceridad. Esa
sinceridad destruye la relación, en esa sinceridad no hay amor, sólo miedo y
culpa. La sinceridad no es un valor per se. La realidad es que la persona no
aguanta su culpabilidad y quiere que el otro se haga cargo de la culpa.

Donde hay reparación desaparece la culpa.

Entonces el criterio es como reparar el daño que se ha hecho. Es buscar lo que


traerá más energía y lo que hará sufrir menos a la otra persona. Cada uno debe
llevar y resolver él mismo el problema que ha creado, así como asumir él solo
las consecuencias. Puede reequilibrar haciendo un bien al otro, en secreto, sin
que lo sepa.

A menudo el que se siente la víctima de una infidelidad la ha provocado él


mismo, atrapado por un muerto, rechazando la vida, el sexo, la alegría de
vivir.

Las infidelidades muestran una presión del sistema para resolver algo. Lo más
frecuente es que muestren a un excluido, uno de los conyugues representa a
una pareja anterior de uno de sus padres y reproduce la relación fracasada de
este excluido.

En los triángulos estables cada uno tiene su rol y se necesitan todos. Por
ejemplo, marido y mujer, donde la mujer hace de madre del marido, y el
marido tiene una relación estable con una amante que hace de pareja. Y cada
uno por su historia y desorden necesita este triángulo.

Cuando uno se hace amante de una pareja casada, esta relación sólo
funcionará así: el/la amante necesita alguien que no sea disponible.  Y el
casado sólo está atraído mientras no pueda convivir son su amante…
RECONOCER Y RESPETAR A LA PAREJA ANTERIOR Y A LOS HIJOS
DEL MATRIMONIO ANTERIOR.

A nivel individual, el anterior tiene preferencia sobre el posterior: el


conyugue actual debe respeto y agradecimiento (porque le ha hecho
sitio) al conyugue anterior.

Las parejas anteriores forman parte del campo de la pareja, hasta que sean
reconocidas, honradas y agradecidas. Cada uno llega con todo su pasado. El
respeto del “orden” en la pareja es fundamental para el bienestar de los dos
y para el destino de los hijos. La pareja actual es la última y debe el respeto a
las personas que la precedieron y se retiraron para dejarle sitio. Cuando una
pareja anterior siente respeto y agradecimiento por parte de la pareja actual,
se retira e incluso  tiene compasión por la pareja que la sustituye.

Los hijos de un matrimonio anterior tienen preferencia con respecto al nuevo


conyugue.

A nivel de sistema es a la inversa: el último sistema creado es el que


tiene la preferencia. Cuando no se respeta este orden, las
consecuencias son fatales, alguien será eliminado por fidelidad al
sistema eliminado. Por ejemplo en un sistema constituido de pareja e
hijos, cuando el hombre crea un nuevo sistema al tener un hijo con
otra mujer y no quiere separarse de la primera, un hijo suele morir,
por fidelidad al sistema eliminado.

  PAREJA Y ECONOMÍA

El marido tiene éxito profesional y económico cuando su mujer le respeta. El


que ha tomado a sus padres, se enamora de una mujer que ha tomado a sus
padres y respeta a los hombres.

Para que el varón soltero y la mujer tengan prosperidad en su trabajo, tienen


que haber tomado a su madre.

Para que vaya bien la pareja y su economía, la mujer y su economía deben


agradecer y honrar a la economía del marido, aun cuando ésta sea más
modesta que la economía de la mujer. La economía de la mujer ocupa un lugar
junto a los hijos y la pareja la considera como  un hijo.

La economía de ambos está al servicio del proyecto de pareja.

En la economía de la pareja se mantiene ese orden: el hombre gestiona la


economía de la familia, aunque aporte menos que su mujer. Así ambos siguen
de igual a igual. Si la mujer dirige la economía de la familia, se siente superior
al hombre, y la armonía de la pareja desaparece.

El nuevo sistema tiene preferencia sobre los sistemas anteriores. Cuando no se


respeta esta preferencia las consecuencias son implacables. Por ejemplo todo
yerno que se encarga de una empresa familiar de la familia de la mujer arruina
a esa empresa.

Entre los cónyuges el dinero puede equilibrar un desequilibrio que se dé entre


el dar y recibir, por ejemplo la mujer que gana más que su marido está
compensando sin saberlo el hecho de haber tenido más parejas antes o de traer
hijos de parejas anteriores.

En los casos de divorcio, la pensión alimenticia que mantiene al otro


conyugue crea una dependencia que impide la autonomía de cada uno. Para
que cada uno vuelva a tener su autonomía para rehacer su vida cada uno debe
hacerse cargo de sí mismo y de su economía.

Cuando el ex marido no le pasa la pensión de los hijos a la ex mujer es porque


esa mujer le desprecia. Es una compensación sistémica inconsciente. Esto
cambia cuando la persona que desprecia decide honrar al otro, tenerle respeto.

El sistema familiar del más cargado utilizará al cónyuge más débil,


sistémicamente más dispuesto (por ejemplo porque está en la expiación), para
asumir o pagar las deudas que quedan pendientes y no vistas.

Es la primera vez en la historia de la humanidad que hombres y mujeres están


saliendo de los campos de memoria y empiezan a mirarse mutuamente a los
ojos, descubriendo al otro sexo como es, con respeto y amor.

Bibliografía
 “Curar el corazón”: visualización para sanar las causas de
manipulación.
“El maestro del corazón” Annie MARQUIER, Luciernaga 2010

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