Seré Testigo
Seré Testigo
Seré Testigo
1
2
CONTENIDO
Pág.
1. ANTES DE EMPEZAR.
2. LA TIERRA DE DON TOMÁS.
3. EL HOGAR.
18. EN EL SEMINARIO.
24. SE PREPARA AL SACERDOCIO.
24. A. Curso filosófico.
31 B. Novicio.
38 C. Estudios Teológicos.
41. DIOS, UNICO OBJETO DE MIS AMBICIONES INTELECTUALES.
45. LA PERFECTA ALEGRIA.
52. ESCUELA DE ESPIRITUALIDAD.
60. HOMO DEI.
66. EL MINISTERIO PASTORAL.
67. El primer ministerio: Estrenando celo.
68. Capellán del Penal.
71. Segundo ministerio: Formador de Misioneros.
76. Maestro de Novicios.
78. Rector del Seminario de Misiones.
94. NUEVAMENTE EN EL SURCO: 1956-1959.
97. CAPITULO GENERAL DE 1959.
102. SUPERIOR GENERAL.
104. “IN NOMINE DOMINI”.
112. VAYAN, PUES, A TODAS LAS NACIONES.
3
ANTES DE EMPEZAR...
Es imposible definir las cosas simples; ellas mismas son su definición, su imagen
inconfundible: ¿cómo describir el agua pura, el aire incontaminado, el ampo de
luz? Sólo se perciben, se admiran, se identifican en el alma y en la conciencia del
bien y de lo bello.
Igual sucede con las personas. Ser persona es la más simple, la única definición
del ser racional: No hay que definirla sino contemplarla: procurar describirla y
explicarla es ensombrecer su esencia: la fuente y origen de la persona, es la
Persona por esencia: Dios, que se autodefinió “el que Es” sin adjetivos ni
explicativos ni calificativos.
La perfección de SER es la simplicidad, en la unidad de las perfecciones: bonum,
verum et unum sunt idem, nos enseño la filosofía antigua y siempre nueva,
Monseñor Jesús Emilio Jaramillo fue un ser simple con simplicidad Franciscana; y
esa transparencia no excluye sus limitaciones humanas ni menos sus defectos
propios de ser humano. Vivir cerca de él era casi aspirar su realidad humana,
intelectual, espiritual.
Cuanto cabía dentro de su persona, cuanto brillo y riqueza le concedió Dios, él lo
vivía espontáneamente, sin esfuerzo alguno, sin ninguna ambición, sin
argumentos: se captaba de un solo golpe. Se tendría que ser muy capcioso para
intuir en él dobleces psicológicos o escondrijos íntimos.
Por ello es una osadía pretender describir su vida: la mejor biografía ya está
escrita en su cátedra de Teología, en su acertada dirección de almas, en sus
oraciones sagradas, en sus cartas, en su palabra docta y eficaz, en su cercanía de
amigo de pocas palabras pero de admirables e incisivos efectos espirituales, en su
5
humilde anatomía que llevaba por el mundo sin alardes. Al paso, a cualquiera
parecería toparse con uno de esos innominados clérigos que vemos a diario.
No puedo negar su influencia sobre mí pero ello no me exige maquillar una figura
de farándula de quien toda su vida y en todos sus actos sólo buscó y encontró la
verdad.
Con humildad y reverencia absolutamente sinceras asumo el atrevimiento de
escribir unas notas biográficas de este admirable prelado. Pero tampoco puedo
negar, ni siquiera disimular, el íntimo placer estético y espiritual que me produce
recorrer su historia como un camino de luz.
7
Ya en 1798 el Gobernador don Víctor Salcedo en uso del Patronato real, concedió
el permiso para la erección de la parroquia. La creación canónica de la misma fue
decretada en el mes de octubre por el obispo de Popayán don Ángel Velarde y
Bustamante, (1788 – 1809) y la encomendó al presbítero Gervasio Villegas, a
quien le había correspondido trasladar y bendecir la antigua capilla de Playas. En
1799 fue nombrado párroco en propiedad el presbítero José Antonio Naranjo. El
primer libro de bautismos se abre en 1792.
Una serie de ilustres levitas ha dirigido desde entonces los destinos de la
parroquia de Santo Domingo de Guzmán, empeñados a cual más en el
crecimiento cívico, religioso y espiritual de la creciente comunidad cristiana.
Entre ellos, por sus más destacadas obras es justo recordar al presbítero Ramón
María Soluaga, que inició el actual templo parroquial. Los sucesores lo dotaron y
embellecieron y permanentemente restauraron sus averías, entre ellas la
reconstrucción de las originales y bellas torres. Crearon obras educacionales de
servicio caritativo, entidades cívicas para mejoramiento de la población en sus
calles y en el parque principal. En ello son de especial recordación los presbíteros
Sabino Giraldo, Ángel María Gómez, Alejandro Correa, Antonio de J. Gómez quien
fue el párroco para la época de la infancia de Monseñor Jaramillo y durante largo
periodo hasta verlo ordenado sacerdote a quien llamó “el Padre de mi
sacerdocio”2.
2
10
Kurt L. Levy en su obra “Mi deuda con Antioquia” 3, nos describe su visita al solar
nativo del Maestro Tomás Carrasquilla: “se llegaba por tren desde Medellín y
luego por carreteable desde Santiago. Paisaje pintoresco, región minera a 1770
metros sobre el nivel del mar. Carrasquilla lo apodó el “pueblo de las tres efes: feo,
frío y faldudo”; tal vez arrepentido lo exaltó como “nido de águilas”. Pueblo culto
que decía poseer la Biblioteca del tercer piso, donde sólo hay casas de dos
plantas. Santo Domingo es una cantera humana para Antioquia y para Colombia,
de familias cristianísimas, cuna de hombres ilustres en ciencias, letras y política,
académicos, Ministros del Despacho, Magistrados de las altas Cortes, oradores de
fama nacional, profesionales en diversas disciplinas, comerciantes e industriales
pioneros de la economía nacional. Escritores los más ilustres como don Tomás
Carrasquilla y Francisco de Paula Rendón, glorias de las letras patrias. Cuna de
un notable número de sacerdotes que le merecieron el titulo de “ciudad levítica”
con otros pueblos antioqueños; y entre ellos dos Obispos destacados por su vida y
obra en la historia eclesiástica de Colombia: el Obispo Gerardo Valencia y
Monseñor Jesús Emilio Jaramillo. Y con toda esa teoría de ilustres hijos, como
pocos pueblos pueden contar, es un municipio subdesarrollado y con ningún o
muy discreto culto de sus propias glorias.
Tal fue la tierra natal de don Tomás Carrasquilla, “El Cervantes colombiano”, así
llamado con toda justicia; y de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, quien la enalteció
con sus dotes superiores de pastor, con sus virtudes y como testigo auténtico de
la fe de sus mayores.
EL HOGAR
5
13
A unos 200 metros del templo parroquial, aun se conserva la casa natal de
Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, ahora modificada en su interior, señalada con
una losa de mármol: “Aquí nació Jesús Emilio Jaramillo Obispo de Arauca”. Está
situada en la esquina que forma el cruce de la calle Ayacucho con la calle Zea.
“Vivía en una casita en la calle de el Hoyo que linda con el rastrojo. Sus Padres
eran muy pobres”6. En esta casa vivieron con la familia hasta su muerte.
Calle de por medio encontramos en la misma esquina la casa donde nació otro
obispo, también misionero de Yarumal y también Superior General de su Instituto;
y también célebre por su actividad en los movimientos pastorales del post –
concilio en América: el obispo Gerardo Valencia Cano.
Del matrimonio de don Alberto Antonio Jaramillo y la señora María Cecilia
Monsalve, contraído “in facie ecclesiæ” el 9 de noviembre de 1912, nacieron dos
hijos: Jesús Emilio, el mayor, el 14 de febrero de 1916 y María Rosa el 11 de
febrero de 1923. Padres e hijos todos nacieron en Santo Domingo: don Alberto
Antonio el 12 de julio de 1871 y fueron sus padres Pantaleón Jaramillo y Gertrudis
Jaramillo, bautizado por el presbítero Antonio Isaza. Doña María Cecilia nació el
20 de noviembre de 1881, hija de don Waldo Monsalve y doña Martiniana
Restrepo, bautizada por el presbítero Ángel María Gómez.
Allí mismo murieron sus padres fortalecidos por los últimos sacramentos. Ya Jesús
Emilio había sido ordenado sacerdote, que fue el gozo y el honor más grande de
sus vidas.
Don Alberto fue un sencillo artesano que ganaba honestamente el sustento del
hogar con ventas ambulantes de enseres de uso doméstico en el pueblo y en las
poblaciones vecinas. Murió el 14 de enero de 1942. La señora Cecilia, a quien
llamaban los vecinos cariñosamente “Cecilita”, fue una mujer muy laboriosa en los
trabajos de modistería y prestaba servicios domésticos a varias familias del
vecindario en el arreglo de ropas. Así entre los dos atendían las urgencias
indispensables del hogar. Sobrevivió a su esposo en una digna viudez durante 15
6
14
años: ella fue el más puro amor de su hijo sacerdote. Mujer simple, sencilla y
piadosa frecuentaba el templo para su misa diaria y para la visita al Santísimo
Sacramento. Por su bondad y su ejemplar vida cristiana fueron siempre muy
apreciados por los lugareños.
Cuenta una testigo, que pudo verificarlo personalmente, cómo ocurrió la muerte de
doña Cecilia el jueves 5 de diciembre de 1957: Apenas salía de la casa con su hija
María Rosa para la misa mañanera, cuando sufrió un desvanecimiento, se sentó
en el umbral de la puerta y pidió a la hija un poco de alcohol para frotarse la frente.
Cuando María Rosa llegó con el remedio su madre ya había fallecido. Volaron los
vecinos por el sacerdote que le administró la absolución y la Unción de los
enfermos7.
Jesús Emilio recibió el Sacramento del Bautismo al día siguiente de nacido de
manos de su Párroco don Alejandro Correa. Siempre guardó sincera veneración
por esa fecha y por el bautisterio, recordando a San Juan Crisóstomo que
comparó a la pila bautismal con la entraña materna. Fueron sus padrinos don
Pedro Giraldo y Gertrudis Jaramillo, su abuela paterna.
Oigamos su meditación sobre el bautismo: “una vez nacidos, manchado el cráneo
del pecado de origen, fuimos regenerados en las aguas lustrales, fecundadas por
las alas del Espíritu Santo como las aguas primigenias. Fue nuestro primer
contacto con Cristo. Su mano nos quitó la escoria del seno materno que recordaba
la de los leprosos; hundió sus dedos, fuentes del ser, en nuestras orejas para que
por ellas, sin obstáculo, pasaran las ráfagas de la nueva vida y los celestes
reclamos; nos desató la lengua para ser instrumentos del Verbo y puso en ella la
sal de la sabiduría que nos saturó de cielo; ungiéndonos pecho y espalda con
bálsamo vivificador, nos dio su carácter que había de perfeccionarse por el
sacerdocio; y desde entonces nuestros labios fueron destinados para la cátedra de
la Verdad y nuestros oídos dispuestos a escuchar el “Ite et docete omnes gentes”,
y nuestras manos para sentir correr, desde el pecho, el bálsamo que las
7
15
1
16
Asistió a la escuela urbana que dirigían los señores Rafael Giraldo y Jesús López,
maestros exigentes y de toda la confianza para las familias. Allí cursó Jesús Emilio
los grados de la enseñanza primaria con notable aprovechamiento, sin ningún
alarde de suficiencia ni orgullo.
De la vida de Jesús Emilio en los primeros años de su infancia y durante las
vacaciones escolares en su pueblo natal, ya seminarista, nos dice su hermana que
no hay situaciones de especial mención: como los niños de su época y en una
sociedad tan reducida y aislada como la parroquia, se comportó como un niño
normal, estudioso y aplicado a sus deberes, obediente a sus padres, respetuoso
de sus maestros, de muy sanas costumbres, y colaborador en la parroquia y en
los menesteres domésticos.
Ayudaba a su padre en la mercadería entre los vecinos. También los señores del
pueblo ocupaban los muchachos, fuera de la jornada escolar, en labores de
encierro de vacas de ordeño por una pequeña recompensa en dinero. Y para las
1
17
necesidades del hogar, llevaba agua y leña de las fuentes y montes vecinos. Así
nos lo recuerdan varios señores contemporáneos y condiscípulos de Jesús Emilio.
Uno de ellos fue su compañero de escuela y luego en el Seminario, Abraham
Builes, quien según consejas pueblerinas, era un muchacho vivaracho y un tanto
travieso, líder de un grupo de sus amigos; cierto día durante una tempestad, cayó
un rayo cerca de él y fue tal el susto que cambió enseguida de conducta. Después
invitaba a sus compañeros a rezar en la Iglesia los 15 minutos a Jesús
Sacramentado, terminadas las clases de la escuela.
“Cuando a medio día nos reuníamos en las escalas del atrio, muchos estudiantes
compraban caramelos; a él yo lo veía solo, sentado a las puertas de la iglesia. Los
días libres no salía a jugar sino que se quedaba estudiando en casa. Nunca le
conocí amigos especiales”
Con el correr del tiempo estos compañeros pudieron admirar las dotes
intelectuales y oratorias de su antiguo condiscípulo. Relata don Lisandro Moreno,
que trabajando en pueblos distantes, venía a Santo Domingo a escuchar los
sermones del Padre Jaramillo, que eran extraordinarios.
1
19
hacer llegar a sus destinos cartas y paquetes recorriendo a pie o a caballo largos y
accidentados caminos montañeros.
A la hora del circo de marras aun no llegaba las respuesta de Yarumal, que
además debía traer la promesa de un rebaja en la pensión mensual. Entre la
admiración que le producía el circo, la situación familiar y la incipiente frustración
que le punzaba el corazón por el retraso de la respuesta de Yarumal, decidió
contratarse con el grupo de maromeros que viajaban de pueblo en pueblo. Al
momento de incorporarse a su nueva actividad, cuando ya se doblaban las carpas
y se cargaban las mulas con los mágicos bártulos del circo, le llega de improviso
un mensajero del Señor Cura: “Ya llegó la respuesta de Yarumal con la promesa
del auxilio para una beca de estudio. “Las infantiles ilusiones de malabarismos se
vienen abajo y surge nuevamente el entusiasmo del primer ideal: empacaría sus
pertenencias para irse a Yarumal. Ya no se balancearía en la cuerda floja para
estremecimiento de los ingenuos pueblerinos sino que se afincaría en la seguridad
de su servicio a todos los hombres de la tierra para estremecimientos de la
belleza, la bondad y el infinito amor de Dios. Sería sacerdote misionero, también
de pueblo en pueblo, y no volatinero13.
El anuncio y el mensajero fueron para el niño como el llamado profético del
14
pequeño Samuel De una vez por todas determinó que atendería el llamado al
sacerdocio misionero mientras el mismo Señor no le indicara con igual claridad,
que su divina voluntad era otra. Así lo declaró, cuando ya novicio, pedía su
aceptación oficial al Seminario.
No obstante las limitaciones familiares, organizado ya el exiguo ajuar y con el
auxilio que para sus estudios le proporcionaba el Seminario, con la bendición
paterna se fue a Yarumal para iniciar estudios secundarios con 33 compañeros
entre ellos varios paisanos suyos. Era el 1 de Febrero de 1929.
1
21
Desde entonces sólo estaría con los suyos durante las vacaciones escolares de fin
de año, pues no había otras en el reglamento y aún éstas se pensó suprimirlas
para evitar a los alumnos los peligros de las diversiones mundanas de la navidad;
pero las dificultades económicas de un seminario en ciernes no permitieron tomar
tal determinación y más bien recomendar a Dios y a la Virgen resguardar el
entusiasmo y la vocación del ideal misionero. En los informes sobre el
comportamiento del seminarista Jaramillo, el Párroco siempre lo califica de
ejemplar, circunspecto en sus relaciones, piadoso y colaborador. Algunas veces
se desplazaba a parroquias vecinas para solemnizar las festividades navideñas
con sus buenas aptitudes para el canto y su sentido artístico musical.
También con sus compañeros seminaristas de Santo Domingo, ya notables en
número, verificaba colectas en favor del Seminario por medio de la cruzada del
Peso Anual, creada por el Fundador, con la que promovió a nivel nacional no sólo
una ayuda pecuniaria, sino que llamó la atención del país sobre el compromiso de
las diócesis y de los bautizados a favor de las misiones universales: era echar las
bases de lo que muchos años después los Romanos Pontífices declararon: la
Iglesia es misionera por naturaleza: es misionera o no es la Iglesia católica 15
Así los seminaristas pasaban esos días de descanso para reiniciar los estudios de
curso siguiente.
EN EL SEMINARIO
La vida sencilla de los dos primeros años del Seminario de Misiones se desarrolló
en la pobreza y en la oración intensa, animada con el entusiasmo por el lejano
ideal misionero y el ejemplo y fervor del Fundador. Era un grupo de apenas unos
60 niños y cinco sacerdotes.
1
22
1
23
que fue quien lo trajo al Seminario; el Padre Francisco Gallego Pérez, maestro de
canto y música y director de teatro, no podía no colocar en primera línea aquella
estrella; el Padre Miguel Ángel Gallego con especiales dotes como educador” 19:
Precisamente ese año de 1929 el Obispo Fundador llamó a colaborar en la
formación al Padre Miguel Ángel maestro - sacerdote: así lo manifestó con
entusiasmada alegría al aceptar el nombramiento: “Gustosísimo empiezo mayo
Seminario de Misiones. Así alcanzo mi más bello ideal: maestro – sacerdote” 20.
Dejó profunda huella en sus alumnos durante los 15 años que estuvo en el
Seminario, hasta el día de su muerte el 10 de agosto de 1945, siendo Maestro de
Novicios: hombre de acertada psicología, profundo conocimiento de las personas
y de exquisita y práctica espiritualidad, descubrió desde el primer día en las
cualidades del seminarista Jaramillo todos los valores que fueron brillando con
modesta expresión.
2
24
2
27
Los seminaristas eran los obreros, ¿qué más se podría hacer? Y el seminarista
Jaramillo con su menuda humanidad y su caminar siempre acelerado, iba y venia
alegre con todos atrás de su carretilla como el mejor obrero, sin demostración de
flojera ni desánimo: construía su casa, la casa de su ideal movido por el amor a su
Señor: “Si el señor ni construye la casa, en vano se fatigan los obreros” 22.
Nos relata el Padre Abraham Builes recordando esos años: “Yo había formado
una comunidad llamada de la Santísima Trinidad para bregar a ser mejores y dar
ejemplo bueno. Nos reuníamos en los paseos de día entero: El era uno de la
comunidad y así fue devoto de la Santísima Trinidad. En los recreos era uno de
23
los que más corría y por eso los otros jugadores le tenían miedo”.
Su descanso preferido fue sin duda la oración y la lectura de los mejores autores
cristianos. Nunca abandonó esa costumbre descollante: siempre la oración en la
boca, la alabanza en su alma, un rosario en la mano y un libro ante sus ojos del
cual hacía destilar lo mejor, cada vez que enseñaba.
Eran los años maravillosos del nacimiento del Seminario de Yarumal. Y ese
ambiente rural donde se aspiraba el olor del campo y se contemplaban los
espléndidos horizontes montañeros, saturó sin duda el alma de este hombre, de
verdad predestinado, siempre fiel a los dones de Dios que tuvo la fortuna y la
gracia sobrenatural de comprender, cultivar y asimilar en su espíritu: parece que
fue grande desde pequeño.
2
28
SE PREPARA AL SACERDOCIO
A. Curso filosófico
Al iniciar los estudios de Filosofía los alumnos vestían la sotana clerical, en una
sencilla liturgia de inducción a sus nuevos compromisos: la debían llevar siempre.
Y como un distintivo de Misioneros de Yarumal portaban sobre el pecho un
crucifijo de cruz trebolada, que se impuso desde 1935, con ocasión de celebrarse
en Medellín el II Congreso Eucarístico Nacional, acontecimiento que hizo época en
las crónicas eclesiásticas de ese tiempo: así se institucionalizó el hábito propio de
los Misioneros Javerianos y ello exigía un especial comportamiento clerical: los
seminaristas lo llevaban con orgullo por expresar que se sentían llamados al
servicio misionero.
Para 1934 determinaron los Superiores que el año de Noviciado se realizara
después de los estudios de Filosofía, seguramente para lograr una mejor madurez
sicológica en los Aspirantes. Por tal motivo, los alumnos del último año de
secundaria y tercer grupo que ingresara al Seminario debieron revisar sus
aspiraciones: no irían al Noviciado como sus compañeros de los dos grupos
anteriores: con estos, recién profesos, cursarían dos años de Filosofía, antes de
dedicarse como novicios a una profunda reflexión sobre los compromisos
misioneros.
Para comienzo de este año escolar 1934, ocurren algunas novedades que
influirían decisivamente en la personalidad que iba perfilándose en Jesús Emilio
Jaramillo. El Cofundador y recio baluarte del nuevo Seminario, el Padre Abigail
Restrepo, después de ocho años de infatigables trabajos para consolidar la gran
obra y suprema aspiración de su Obispo, renunció a su cargo de Superior y se fue
a la Parroquia de Remedios.
30
Vos que cuidasteis de los niños de ayer con cálido amor materno, nutristeis sus
almas, vestisteis sus cuerpos, jugasteis con ellos y hasta llevasteis la bendición de
vuestras manos rotas como las de un crucifijo, a sus humildes hogares invirtiendo
hasta los escasos estipendios de las misas? ¿Es optimista en las luchas de la
naturaleza y de los hombres? No se animará con el recuerdo vuestro que os
llamasteis timonero de una nave cargada de esperanzas navegando por mares
inciertos, fija la pupila en la brújula de la Divina Providencia y llenando el aire ocre
de sal con cánticos de juvenil y porfiada alegría? ¿Sabe florecer y perfumar
siempre bajo las peores inclemencias? ¿No lo aprendería de Vos que os
llamasteis una vez limonero cargado perennemente de azahares?
Por todo ello necesitamos decir muy alto nuestro agradecimiento. Bien está, por
tanto, Excelentísimo Señor, que la mitra ciña vuestra frente en la que ha vivido el
ideal del Seminario; que la cruz escondida del corazón se haya salido al exterior
convertida en diamantes y que el báculo os sustente, Pastor de almas, que
apoyasteis un día la briosa niñez de este Instituto “ 24
Retirado el Padre Abigail y constituído Rector el Padre Gallego, ya el Fundador
había escogido, con ojo escrutador y certero quién llenara el inmenso vacío en la
orientación de su obra. Un sacerdote que dos meses antes había ordenado: el
Padre Aníbal Muñoz Duque, sería a partir de enero de 1934, el Prefecto de
disciplina como quien dice el tercero en esta humilde “jerarquía” que moldeaba
una obra de inconcebibles proyecciones. Ni su juventud, ni su inexperiencia de
neosacerdote tuvieron tiempo de hacer escuela: llegaba a un puesto de comando
que no permitía dilaciones y el Padre Aníbal lo asume con decisión, la misma que
demostró, seguro de la Providencia Divina que todo lo dirige para el bien. Cuando
apenas ordenado, su Obispo le pregunta: Padre Aníbal: ¿quiere ir a una parroquia
o al Seminario de Misiones? Y la respuesta es tajante: “Yo no me ordené para
escoger puesto, Ilustrísimo Señor, sino para ir a donde su Señoría me mande”. Tal
fue la verticalidad de su persona toda la vida. Y se fue a Yarumal. El Padre Aníbal
2
32
Estos dos hombres que ahora responderían del Seminario, fueron hombres de
alma e inteligencia superior, amigos en el más noble sentido de la palabra, que
asumieron de una vez por todas la obra misionera de Monseñor Builes en toda su
trascendental dimensión.
Y Monseñor Roberto Giraldo, también formador en Yarumal, amigo muy cercano
del Padre Aníbal y Vicario General de la Diócesis, dijo en la misma oportunidad:
2
33
“Con paciencia, con abnegación, con hondo espíritu sobrenatural el Padre Aníbal
toma las almas de los seminaristas, cada alma, como si fuera el sólo campo y el
objetivo de su misión y realiza en ella con pasmoso éxito la obra de San Pablo,
“Formar a Cristo”26.
Eso es lo que recibe y asimila, como centro y fundamento de su proyecto vital, el
seminarista Jesús Emilio Jaramillo, en este importante momento de su formación
sacerdotal, la etapa de sus estudios filosóficos.
Que no olvidó esa bendita influencia de sus Rectores lo manifiesta en su
correspondencia posterior al Padre Aníbal. “Padre mío, reciba un abrazo que le
envío y no olvide: fui su hijo espiritual, ¿lo recuerda? Su Reverencia conoce mi
alma: no me la deje sola por aquí sino dígnese alimentarla con los consejos de
otros tiempos.27 Y el mismo Padre Aníbal en la comunicación del primer
nombramiento, luego de la ordenación sacerdotal:” En una palabra: sea santo por
sobre toda consideración, siga considerándome como su padre, aunque su unción
sacerdotal lo haya hecho ya nuestro hermano. Es imposible, mi querido Padre,
olvidar estos vínculos de paternidad que Dios ha fundado entre ambos. Con gran
cariño recuerdo que en un tiempo pude conocer su alma y encaminarla a Dios. Mis
deseos son los mismos de ayer y espero no quedar defraudado en las esperanzas
que Dios tiene respecto a usted: Santo y mil veces santo. “ 28
Estas manifestaciones se leen con íntimo fervor: son las mismas expresiones de
los grandes Fundadores y Padres de la Iglesia. Más que las lecciones de filosofa
2
2
2
34
y teología, ellas crearon una generación misionera que debía crear a su vez
auténticas familias y comunidades de verdaderos hijos de Dios.
2
35
Cada día escaló posiciones mejores entre sus compañeros y superiores, sin nunca
perder su innata sencillez y su determinación de permanecer oculto sin ocultar sus
capacidades. Sus dotes de escritor y orador eran innegables; sus estudios y
ensayos literarios ciertamente deslumbraban, la seriedad de su pensamiento y su
consagración a los estudios más serios y profundos fue de todos reconocida.
Monseñor Heriberto Correa ya varias veces citado aquí como testigo de mayor
excepción, nos cuenta que para el II Congreso Eucarístico Nacional el año 1935,
celebrado en Medellín, en un solemne acto académico convocado en el Seminario
Conciliar se asignó a los Misioneros de Yarumal un trabajo filosófico sobre la
Eucaristía; los superiores no dudaron en encomendarlo a Jesús Emilio, apenas
estudiante del segundo curso de Filosofía. La profundidad de su disertación y la
lucidez de su estilo hizo que nuestro Seminario, que por primera vez se
presentaba ante el país en un evento de esa altura, quedará tan bien calificado, si
30
no por encima, sí a la par de los mejores”
Juzgo que este bienio filosófico fue sin duda el fundamento de su personalidad
intelectual y espiritual. Su natural inclinación al estudio e investigación, no superó
sino que reforzó su intención primaria de dar una base sólida a su formación
sacerdotal y misionera. Sus clases y conocimientos filosóficos, siendo como
fueron tan atractivos para él, lo fueron más los ejemplos, orientaciones y la
cercanía espiritual con los sacerdotes formadores. Y ello fue sin duda el manantial
del que sorbió su identidad sacerdotal.
B. Novicio
3
36
Por las nuevas normas del Seminario, a partir de 1934, los aspirantes ingresarían
al Noviciado una vez aprobado el ciclo de dos años de Filosofía: era necesario una
formación más sólida y un mejor conocimiento de la Comunidad, que por entonces
se le llamaba Seminario de Misiones, Pía Unión o Consociación de Misioneros de
María Inmaculada y san Francisco Javier. Desde la primera experiencia de
Noviciado en 1932 y durante muchos años posteriores, el de los Misioneros de
Yarumal no se diferenció del Noviciado canónico de los religiosos. En las
Constituciones se aclaraba que aunque la Institución no fuera en su naturaleza
canónica una Congregación religiosa, los misioneros vivían “ad instar
religiosorum”: como si fueran religiosos. Era una respuesta al consejo del Papa
Pío XI, al Fundador: “que si no son religiosos al menos que vivan en comunidad”.
Era pues claro que no serían del clero diocesano, sino de connotaciones
claramente comprendidas y asumidas en lo que respectara a su formación, su
espiritualidad y su ministerio misionero, bastante exigente por su misma
naturaleza.
Un año completo de profundización espiritual en la escuela de San Ignacio de
Loyola: es innegable que el Fundador de los Misioneros de Yarumal, veía en san
Ignacio y en sus religiosos, uno de ellos el titular, patrono y ejemplo de sus
misioneros, una norma de vida consecuente con su inspiración misionera. Los
famosos Ejercicios de San Ignacio se hacían sin omitir las directrices del gran
Fundador de la Compañía de Jesús, durante cuatro semanas, con acentuado
énfasis en la elección de estado y una obediencia sin condiciones expresada en la
disponibilidad permanente para el servicio misionero: en cualquier parte del mundo
a voluntad de la Santa Sede. Para ello se tendría que asumir a fondo la naturaleza
misionera del Seminario y sus exigencias.
Ya desde los primeros Reglamentos, exigidos y revisados personalmente por el
Fundador, se aclaraba que los alumnos que ingresaran, debían tener muy claro
37
que el Seminario será para las Misiones; y que si otra razón tenía su ingreso,
31
debían buscar otro Seminario
3
38
Leyendo este impresionante retrato del Padre Maestro pincelado por su amigo
entrañable y condiscípulo Monseñor Urrea, es imposible no ver trasmitidas, como
por ósmosis, en el discípulo, las mismas virtudes y una compenetración profunda
de espíritus. Pero además, deja claro que el Fundador no escogió para formar sus
primeros misioneros, así fueran escasos, sino a sacerdotes con segura
experiencia pastoral y de ejemplar vida sacerdotal.
Tal era la Escuela de Misioneros que le inspiraba su carisma.
El seminarista Jaramillo había alimentado su inicial vida espiritual impulsada
desde el hogar y el ejemplo de sus Párrocos en sus estudios tanto de
humanidades como los de la filosofía Aristotélica y Tomista: no alimentaba una
devoción de simple cristiano observante; arraigó todo su complejo espiritual en las
sólidas bases de la razón y de la búsqueda de la verdad, la gran verdad que es
Dios: la patrística, la analítica tomista, la lógica aristotélica constituyen un plinto
inconmovible que lo proyectó a profundidades espirituales. La teología Ascética y
Mística apoyada en la espiritualidad francesa del siglo XVIII que su Maestro
aprendió en la Escuela de San Juan Eudes y del Oratorio del Cardenal de Bèrule y
ponía en sus manos y en su corazón las elevaciones de San Juan de la Cruz y de
Santa Teresa de Ávila (que además de su doctrina embelesaban con los mejores
pasajes clásicos de la literatura española), hicieron las delicias del Novicio que
adoleció de un irresistible ímpetu por todo lo que transmitiera la belleza y la
verdad. Todo el bagaje intelectual que había allegado en sus años anteriores y
aprendido de sus formadores, ahora lo complementaba este amplio espacio de
3
40
Esta solicitud de admisión como misionero del Instituto delata la profunda reflexión
con que compromete su vida y cómo esa vida va iluminándose con las más claras
luces de la Teología ascética y mística, que desde ya constituyen el centro de su
espiritualidad cristiana: el misterio profundo y embelesador de la Santísima
Trinidad, misterio insondable de Dios y de su Verbo Encarnado que será el
distintivo del Novicio, del estudiante de Teología, del sacerdote y del obispo.
3
41
precioso Manual escrito por orden del Fundador por el primer Rector Padre Abigail
Restrepo ya en el año de 1931, en el no. 237, leemos: “El misionero no es suyo,
es a ejemplo de San Pablo, “todo para todos”. Para él no debe haber distinción de
climas, ni circunstancias de tiempo, ni estaciones, ni día, ni noche. Su única
preocupación ha de ser salvar las almas, cueste lo que cueste” 36
Los dos, el misionero y el Señor, lo sabían en todos sus detalles y no había más
que hablar. Ya sabían que allí empezaba la eternidad del mutuo amor, que lo que
no es eterno no es nada y que la vida vale en cuanto se entrega sin condiciones al
Amado. Eso lo aprendió Jesús Emilio de sus maestros espirituales, eso lo heredó
del Santo Fundador con quienes se sintió identificado. Tal era el resultado de sus
meditaciones y de su resuelta voluntad de no desertar del amor y de la amorosa
voluntad de Dios. Así, en el cenit de su vida, ya obispo, pudo escribir como un
místico colofón de sus aspiraciones. “En mi vida personal, Cristo ha sido mi única
opción. El ha sido mi única actitud. Mis grandes decisiones se han tomado por El.
En este ocaso vital El es mi esperanza.
Lo fundamental de mi vida es Cristo, lo otro es accidental: trabajar aquí o allá, con
estas o con aquellas personas, en este puesto de categoría inferior o superior
3
43
C. Estudios teológicos
Durante este periodo de estudios destacó como expositor y orador sobre temas de
teología por sus exposiciones académicas en acontecimientos importantes del
Seminario. Será inútil repetir que año tras año del periodo escolar siempre fue
para sus condiscípulos el más aventajado, pero siempre modesto, servicial y
fraternal. Es claro de toda evidencia que la preparación a su ordenación sacerdotal
y al servicio apostólico la constituyó el cuatrienio teológico y posteriormente sus
estudios universitarios para el doctorado. Todo confluía en enriquecer y ansiar con
3
44
Teología es a base de fe, por lo que no puede ser un buen teólogo el que de
aquella virtud, fundamento de la santificación, carece. También sé la
bienaventuranza: Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a
Dios”. ¿Seré lo suficientemente limpio para ver la cara de mi Señor, que me
acecha detrás de las hojas de mi Dogma? Entiendo esta limpieza en el sentido de
desapego de todo lo terreno; pero por otra parte conozco que el corazón humano
es esencialmente traicionero. Hay muchas cosas en mi oficio que pueden
desviarme del fin supremo y son: la fama, el deseo egoísta de perfección
intelectual, de complacer a los superiores, el temor, de mala ley, de no salir airoso
en los empeños, etc. Con todo quiero ver la faz de Dios con la ingenua naturalidad
del niño que sin nubes en los ojos contempla un amanecer. Seguramente triunfará
en mí la gracia. La pido y la conseguiré seguramente si Su Excelencia, mi padre,
ora por mí”40.
Y eso deberían ser hoy los cursos de teología en los Seminarios y no un acerbo
de opiniones de típico sabor cientista y poco proyectado a la adquisición de las
virtudes sacerdotales y para encender el celo apostólico.
4
46
Un hecho histórico que queremos dejar consignado aquí, porque demuestra qué
ideal de sacerdotes santos y sabios deseó el Fundador para su Seminario, es el
siguiente:
para la Visita “Ad limina” de 1939, Monseñor Builes se hizo acompañar del Padre
Francisco Gallego. Al regreso comunicó la grata noticia de haber obtenido en
Roma becas de estudios para cuatro estudiantes de Teología que debían ingresar
47
a los cursos académicos del otoño de ese año. Fueron escogidos los diáconos
Heriberto Correa, para estudiar Derecho Canónico y Gustavo Posada, para
Misionología; y dos Minoristas: Jesús Emilio Jaramillo, para Teología Dogmática y
Francisco Javier Gil para Filosofía. Ocurrió que el primero de septiembre de 1939
estallo la segunda guerra mundial. Los diáconos, que desde medio año antes
habían interrumpido los estudios en el Seminario para preparar el viaje en
septiembre, ante las serias dificultades del crucero transoceánico, hubieron de
desistir por el momento y entregarse a completar el pensum del cuarto año de
Teología para ordenarse con sus condiscípulos el 12 de noviembre de 1939 y
marchar a las misiones de la Costa Atlántica en espera de mejores tiempos. Los
dos minoristas, que tampoco viajaron, continuaron sus estudios en Yarumal. De
improviso, el año 1940 pareció que fuera posible viajar a Roma para el curso de
1941 y se les adelantó la Ordenación sacerdotal al primero de septiembre, pues
debían viajar enseguida. Nuevamente el recrudecimiento de la guerra se interpuso
y ninguno pudo viajar. Y así fue como se decidió acudir a la Pontificia Universidad
Javeriana de Bogotá, pero únicamente los padres Jaramillo y Gil que esperarían el
curso académico de 1942. el padre Gil se fue a Lorica y el Padre Jaramillo a
Sabanalarga, solamente por cuatro meses y regresó a Yarumal para dictar la
cátedra de Dogma41.
Estamos en el primer día de septiembre de 1940. Desafortunadamente había
estallado la segunda guerra mundial provocada por Alemania, en ese momento
bajo la dictadura de Adolfo Hitler, exactamente un año antes, el 1 de septiembre
de 1939 y las fuerzas nazis avanzaban victoriosas como un alud devastador.
Cada vez era más difícil cruzar el Atlántico infestado de submarinos y acorazados
de guerra…
No había más opción que cambiar los planes académicos y los dos recién
ordenados irían a la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, un año después
para los cursos académicos de 1942.
4
48
Los estudios universitarios fueron para el Padre Jaramillo como el culmen de sus
aspiraciones espirituales más que intelectuales y complementan admirablemente
cuanto en el Seminario alcanzó a vislumbrar de las realidades sobrenaturales de
la santidad, de la vocación sacerdotal y de la misión de su vida configurada con el
Cristo Redentor.
Ya hemos visto cómo intuyó que su oficio de “estudiar a Dios”, constituirá todo su
proceso vital. Y se entregó de lleno a sus estudios con embeleso como lo confesó
el día de su episcopado, cuando su corazón explotó en esa magnifica expresión
de su contemplación: “Dios mío, embeleso mío”42
Allí completó todas las asignaturas exigidas para la laurea doctoral en Sagrada
Teología dogmática: Dogma, Patrística, Sagrada Escritura y complementó con el
estudio de lenguas bíblicas: Griego y Hebreo.
Admira enterarse del comportamiento como estudiante en la Facultad de Teología:
como un sencillo escolar, sumergido sin otras preocupaciones en busca de la
mejor comprensión de las ciencias sagradas. Los superiores de su Casa de
hospedaje, los Padres Eudistas de Bogotá, son unánimes en asegurar la tenaz
autodisciplina que se impuso el Padre Jaramillo. No todo fue fácil: había escasez
de textos de consulta y otras penurias, pero su tenacidad venció cada obstáculo.
Cuenta él mismo en cartas muy filiales al Rector de Yarumal, cómo el Padre
Rochereau, ilustre sacerdote eudista, científico, misionero entre las tribus tunebas,
héroe de Francia condecorado con la Cruz de Honor, le prestaba sus libros y
apuntes personales de lenguas bíblicas; y el Padre Leonidas Lopera, el gran
mecenas de Monseñor Builes desde niño hasta verlo Obispo, le facilitaba los
textos que no podría obtener en otra parte. Es que el Padre Jaramillo tuvo
siempre la pasión del estudio y de la lectura que conservó viva toda su vida.
4
49
Para 1945, regresó a Yarumal como Profesor; fue el primer doctorado de nuestro
Instituto. Solamente para cumplir los requisitos universitarios, el 9 de julio de 1947
defendió su Tesis doctoral sobre el delicado tema “La libertad de Nuestro Señor
Jesucristo según Santo Tomás”, tema que toca directamente con las
profundidades del efecto salvífico de la muerte redentora de Jesús. En el Acta XIII
de la Facultad de Teología, de fecha 9 de Julio de 1947, se lee; “Terminado el
tiempo de la sustentación, lo examinadores le propusieron los asuntos para
controvertir en cuya defensa demostró un notable conocimiento de esta ciencia; y
resueltas las objeciones los examinadores aceptaron la Tesis y en vista de lo
anterior le asignaron la nota de diez (10), o sea “ Magna cum Laude”.44
4
50
4
51
LA PERFECTA ALEGRIA
4
53
4
4
5
5
54
locura, con esa virginidad de los evangelizadores. Cuando llegue a santificar tanto
mi amor que me de totalmente sin esperar recibir nada, absolutamente nada, tal
como suena, ni siquiera el amor de los que reciban la poquedad de mis beneficios,
entonces sí ejerceré con toda la eficacia que Dios quiere y manda el papel de
misionero”52
“Señor Jesucristo, que permanezca siempre fresca la vara de Aarón en nuestras
manos y ejerzamos tal atracción en las almas que ellas mismas nos busquen
como las abejas rumorosas persiguen la miel de las flores; que todo el que nos
trate se vuelva repitiendo: “Apparuit benignitas salvatoris”…; que no haya en
nuestra conducta falsía y que todo nuestro interior se delate en la mirada; que nos
alegre más dar que recibir y que a trueque de nuestros trabajos no creamos tener
derecho ni al amor de nuestros propios hijos; que en tus manos, desposeídos de
propia voluntad, seamos indiferentes como las semillas, dispuestas a ser arrojadas
en cualquier surco en que continuaremos, con tu gracia, el afán de la generación;
y que nuestra acción, empero, sea eficaz como la vida”. 53
Sobre la grandeza del sacerdocio, escribe: “Medita sobre tu grandeza. Medítala
por tu responsabilidad semejante a la de Cristo: “Ya no te llamaré mi siervo sino mi
amigo”54 y puesto que la amistad supone la igualdad o la hace, tú eres una misma
cosa con Cristo Jesús. Por ende, si Cristo tiene la responsabilidad de la
paternidad de Adán, Tú eres Padre: Pórtate con la majestad y la responsabilidad
de un padre. Dichosa tu paternidad que no es florescencia de la carne deleznable
sino la prolongación de su espíritu. Cristo es Rey: tú eres rey: pórtate con la
majestad real, altas tus miras, muy elevadas sobre las mezquindades de los
sentidos. Nuestro Señor es juez, tú eres juez: ante ti los hombres llegarán, te
abrirán el corazón como solamente se lo abren a Dios: pórtate con la majestad
severa de un juez: esa es tu responsabilidad. La imagen más perfecta y
consumada del Señor es un Crucifijo. ¡Ahí tu imagen! Debes aparecer a las
5
5
5
55
5
56
5
57
6
58
Pocos días después regresó a Yarumal para recibir su primera obediencia, que el
Rector le indicaría con paternales recomendaciones; la carta es del 11 de
septiembre apenas a tres días de su primera Misa cantada.
ESCUELA DE ESPIRITUALIDAD
concurrieron a conformar su clarísimo perfil del “Homo Dei” que he suspirado ser
desde el estreno de mi mocedad”61.
No es fácil entrar a desintegrar, para analizarlo, ese fanal de luz que como un don
particular le fue concedido desde entonces. Sin embargo es interesante intentarlo.
6
60
reflexiones asumía el ejemplo maravilloso se Santa Teresita del Niño Jesús, santa
que ha sido asombro para el nefasto “siglo de las luces”, por la doctrina de la
Infancia espiritual con la que mereció ser declarada Doctora de la Iglesia: “Si viera
su Reverencia qué consuelos tan nunca sentidos tuve en la fiesta de Santa
Teresita. Creo que el Seminario tiene obligación en conciencia de poner en
práctica la doctrina de la Infancia espiritual… Por mi parte quiero ser uno de los
más asiduos propagadores de tan excelente doctrina; casi quisiera consagrarme
como el sacerdote de Teresita”64
Y no solamente su hogar: el pueblo y la parroquia en su fe de carbonero y su
espontánea piedad fue el mejor ambiente para fortalecer su vida espiritual con el
ejemplo de los mayores y la honestidad de los maestros de la Escuela. Según los
relatos de sus condiscípulos, de regreso a casa cada día, entraban a la Iglesia a
visitar al Santísimo Sacramento y alabar con la devoción de los 15 minutos a
Jesús Sacramentado: de esa devoción y del ejemplo de los venerables sacerdotes
adquirió su amor a la Divina Eucaristía y fortaleció su vocación sacerdotal. En las
feligresías de entonces el culto eucarístico fue el centro y atractivo de la vida
parroquial con la Adoración Perpetua y Reparadora, la exposición semanal y las
40 horas; la permanente preocupación porque el altar del Santísimo estuviera
siempre engalanado con blanquísimos manteles de lino, con flores frescas,
muchas ceras encendidas y un silencio sagrado que invitaba a las elevaciones del
alma. A todo ello daba vida el ejemplo y el celo apostólico del Párroco.
Sacerdotes muy destacados entre el presbiterio arquidiocesano formaron esa
comunidad parroquial, cuya memoria se venera aún entre la feligresía y a quienes
Monseñor Jaramillo guardó especial afecto como a padres de su fe en el Bautismo
y el Sacerdocio: el querido templo parroquial, la pila Bautismal y las manos
sacerdotales que lo ungieron y le dieron la primera comunión y no menos sus
servicios en el culto como monaguillo, fueron para él un lugar teológico para
vigorizar su fe activa y testimonial.
6
61
del Noviciado; fueron sus maestros, fueron su ejemplo y fuente de las ocultas
virtudes, esas que sólo se viven en lo más íntimo del ser y que constituyen el
manantial nunca agotado y siempre vivificador.
Además de sus formadores y de los ejemplos de su juventud encontramos en la
escuela espiritual de Monseñor Jaramillo otra fuente de vida sobrenatural
especialmente interesante y ejemplarizante sobre todo en el momento actual
secularista y cientista: sus estudios de Teología. Lo importante para él no fue el
acumular principios, criterios y revelaciones dogmáticas; razonamientos y lógica
sobre el misterio de Cristo Salvador, convencimiento de la historicidad de las
Escrituras Sagradas. No. El va directamente a encontrar la persona real de
Jesucristo, que es la Palabra pero es el Ser Divino:”La Palabra se hizo carne y
habitó entre nosotros67 No ha tomado el sustantivo “Palabra” como expresión de
la voluntad de Dios, del pensamiento de Dios, para él llegó la clara evidencia de
que la “Palabra es el mismo Señor; que “Palabra” es un sustantivo propio y no un
modo de expresar la divina voluntad salvífica sino Dios en persona: ”El Padre y
Yo somos uno mismo ”68 Eso se lo enseñaron muy claro sus profesores y eso fue
lo que creó en él la pasión indomable de su amor teológico: estudiar a Dios como
su “oficio propio” como su deber de estado, y conocerlo, “in quantum humana
fragilitas”, amarlo, desearlo y alcanzarlo, para lo cual y por lo cual tiene que ser
santo. Es su tema recurrente en la correspondencia durante sus estudios
doctorales. Y asumido de tal manera y sostenido como opción fundamental, fue
su vida.
En carta a Monseñor Builes del 25 de Julio de 1942, dice: “Mientras tanto, estudiar
para ver de conocer todos esos secretos de Dios que son plenitud a fin de no
69
buscar mi saciedad en “cisternas disipadas” esos secretos de Dios que son paz,
6
6
6
65
gozo cumplido, amor pacífico y sustancial, a fin de que alejen de mí mis alborotos,
mis agonías y mi amor accidental, deleznable “como vaso de alfarero” 70.
Y no podría ser menos cuando durante toda su vida el tema más apetecido de sus
enseñanzas como profesor, Superior, consejero, predicador y Obispo fue el de la
santidad personal como obsequio racional al Redentor amado y buscado y objeto
único de su vida mortal y sobrenatural. Así lo expresa en su libro “He ahí al
Hombre” Jesucristo satisface mis necesidades como hombre, es principio y fin de
mi cuerpo y de mi alma; es mi sabiduría, mi felicidad; sacia mis necesidades de
cristiano y de sacerdote. Necesito de Cristo como mi sangre necesita del aire y
del sol; como los moribundos de la vida. Sin El mi vida sería un enigma, un paso
en el vacío. Mejor dicho: regresaría literalmente a la nada” · 71
Y el día de su Ordenación episcopal, hizo suya, porque así lo vivía ya, la magnífica
expresión del Cardenal Newmann: “Quiero ser un hombre devorado por la llama
de tu existencia. Esta certeza se ha convertido en parte de mi estructura racional;
en torno a la idea de tu ser, como la llave devuelta, se ha construido la vida de mi
espíritu: sin ella todo saltaría en pedazos”
Cómo se añora ese estilo de formación de los viejos maestros de Teología que
llegó al Seminario a través de la escuela de San Juan Eudes en la que se
formaron los que fueron “las columnas” del Seminario de Yarumal. La santidad
sacerdotal fue el único objetivo de las ciencias eclesiásticas, pues para ellos,
como ahora, es ineficaz el sacerdocio, el ministerio sin un amor muy creciente y
encendido al Salvador, sin la santidad que exige el Evangelio: “Sed perfectos
como vuestro Padre Celestial”72 Si vuestra justicia no es mayor que la de los
73
escribas y fariseos” , frases martilladas como sobre el yunque a diario, en los
años del Seminario y que aun se recuerdan hasta con el peculiar timbre de voz del
7
7
7
7
66
Padre Fundador y del Padre Aníbal, quienes sin descanso exigían amor y
fidelidad “a la Persona adorable de nuestro Señor Jesucristo”.
No era la Academia sino el testimonio de su convicción y su voluntad de ser
auténticos sacerdotes, el objeto de la formación.
HOMO DEI
De esta inspirada palabra en la historia del Profeta Elías (4Reg. 1,10) hizo
Monseñor Jaramillo la expresión programática de su proyecto de vida: alcanzar
la santidad a que estaba llamado como bautizado y como sacerdote (carta
Abr.2.1943), ideal que empezó a vislumbrar y a buscar “para crear el Homo Dei
74
que he suspirado ser desde mi mocedad ya lejana” . Y así definió su perfil
cristiano.
Si alcanzamos a encontrar la Escuela de su espiritualidad, podremos
contemplar los rasgos de su ser íntimo manifestado en expresiones externas
animadas por el Espíritu.
7
67
7
68
el fin de los tiempos, de cuya resurrección será testigo. “Ese Jesús que
76
sacia mis necesidades de cristiano y de sacerdote”
b) En el Espíritu Santo, que infunde luz, valor y verdad, por lo que se debe
entregar todo: el efecto de su inspiración es pensar, desear y amar como
Dios.
“El Padre y Yo somos uno solo 77 Y” el Espíritu Santo tomará de lo mío y os lo
enseñará”78. Se llama Santificador, la causa frontal de la santidad deseada y
buscada “con locura” por monseñor Jaramillo, como se deduce de sus
expresiones, de su doctrina permanente, del cumplimiento de sus deberes de
formador y de pastor por hacer que todos los que se le encomendaron las
comprendan y las alcancen, y de su testimonio final.
b) De esa plenitud, de la que todos recibimos gracia por gracia (Jn. 1,16)
toman sentido todas sus vivencias espirituales apoyadas por sus ejemplares
modelos de entrega y amor a Dios, con la inspiración específica cada una:
La Inmaculada, Virgen Purísima, Madre del Verbo Encarnado: “Quisiera
hacerte Virgen Purísima un monumento formado con todos los corazones
inocentes desde Adán hasta la consumación del tiempo. Virginidad en que
quiero abrasarme, consumirme hasta mis riñones, mis huesos, los yacimientos
ocultos del “fomex peccati”, hasta aniquilarme como gota de agua entre tantos
y tan castos ardores dulcísimos”. 79
Santa Teresita, con la simpleza sublime de su Infancia espiritual: “Quisiera
consagrarme como el sacerdote de Teresita”.
El celo misionero de San Francisco Javier, lo motivó siempre en la
contemplación de su vocación misionera, comprendiendo por qué es el Patrono
de su Seminario. Ese hombre que lo dejó todo en la plenitud de su juventud y
de sus ideales intelectuales ante la pasión de salvar a los infieles.
7
7
7
7
69
En ese venero riquísimo encontró cuales fueron las exigencias del Señor para
su realización como persona, como cristiano y como sacerdote:
Amor y fidelidad a la Santa Iglesia, Madre y maestra, depositaria de la
verdad que es Cristo el Señor, obra suprema del Redentor, su presencia
80
prometida hasta la consumación de los tiempos, presente en la verdad y la
realidad eucarística y sacrificial: “Esto es mi Cuerpo que será entregado para el
81
perdón de los pecados” y es depositaria de las promesas de la Redención y
de la misión de anunciar el Evangelio y trasmitir la gracia santificante por los
Sacramentos. De esa Iglesia él es sacerdote y obispo con el deber
fundamental de serle fiel. Igualmente al Romano Pontífice puesto por Dios
como Padre y pastor de nuestras almas que la rige en la caridad: “Episcopus
animarum vestrarum” 82
Aceptación de su vocación al sacerdocio redentor con Cristo: el sacerdote lo
es para los demás y no para sí mismo, lo aprendió del Magisterio; lo que
supone al hombre que debe ser redimido. Esa redención que transmite está
vivificada por el amor a Jesús, fuente y razón del “celo por la salvación de las
almas ardentísimo hasta el sacrificio”83, celo activo, insomne, porque sin la
salvación no se da gloria a Dios y cuya razón es su identificación con Cristo,
como se lo enseñó Santo Tomás:”El amor es unitario y concretivo hace que el
amante quiera los bienes del amado con la misma fuerza que éste, porque la
8
8
8
8
70
8
8
8
8
8
71
9
72
9
73
EL MINISTERIO PASTORAL
9
74
9
76
Cómo consideraron las Religiosas del Buen Pastor directoras del penal de Las
Aguas a su capellán. Leemos en sus registros históricos: “En frecuentes
oportunidades se dio a conocer su intervención en el desarrollo y vida de la
Congregación en Colombia y más específicamente en la Provincia de Bogotá.
Según las crónicas su vinculación a la comunidad se realizó a través de su
ministerio sacerdotal como Capellán (1942); así lo describen: “ Empezamos el mes
de enero de 1942 con una gran pérdida para toda la casa... nuestro digno capellán
Eduardo Trujillo... creíamos en el momento irreparable pérdida... Pero había
llegado la hora en la cual la Divina Providencia, derrocharía el tesoro infinito de
sus misericordias... en efecto días después, Monseñor Rafael Afanador Cadena,
nos enviaba al padre Jesús Emilio Jaramillo, misionero javeriano de Yarumal,
Antioquia. Llegó a Bogotá en los primeros días de enero para continuar con sus
estudios de teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Al ver su figura de
aparente seminarista, pues tan solo contaba 26 años, fue grande nuestro afán
pensando en el personal que tendría a su cargo. Pero no; el joven misionero
reunía todas las dotes y cualidades propias para orientar nuestras jóvenes según
el espíritu de Buen Pastor... pronto se conquistó el respeto y la confianza de
nuestras asiladas de manera que pudo llegar al corazón de las más difíciles y
volverlas al buen camino.
Su predicación y su espiritualidad tenían como sello característico el amor a la
Santísima Trinidad y a la Santísima Virgen; prueba de ello, se plasma aquí una de
sus ardientes inspiraciones pronunciadas en el Oratorio del Convento del Buen
Pastor en Las Aguas (Junio 1943): Job, el patriarca de Idumea decía en su
desolación: sé que mi redentor vive y con mis ojos lo veré en mi último día. Como
él yo también creo que mi Dios – Trinidad vive; lo siento dentro de mí, en mí
palpita, su vivir es mi vida; morir para mí, no es sino abrir mis ojos a la luz; en mi
último día se romperá mi pecho, veré a mi Dios, a mi salvador y me perderé en la
inmensidad de un Dios Trinidad.
78
Pasaron tres años de fecunda siembra, los frutos los recogería el Dueño de Mies y
que no fueron pocos. Su presencia entre las prisioneras fue la del mismo Cristo en
busca de la oveja extraviada de la Casa de Israel. Finalizaba el año de 1944 y con
él terminaba el cargo para el que había sido destinado.
Así lo cuentan los anales: Partida del Señor Capellán. Grande y muy grande era la
prueba que Nuestro Señor nos tenía reservada para el fin del año. Sólo las que
miramos de cerca el bien que hizo en nuestra casa durante tres años este insigne
sacerdote, las que tuvimos el privilegio de disfrutar de sus dotes excepcionales
como Ministro de Cristo, podemos apreciar los caudales de gracias que el Buen
Pastor derramó sobre nuestro Monasterio por su conducto y el valor que
representa ésta pérdida tan irreparable. Sin embargo un “fiat“ pleno de su misión a
los divinos quereres, salió de todos los labios en la mañana del 8 de noviembre al
recibir su última bendición.
Continuó su vinculación con el Buen Pastor; Medellín y Bogotá se beneficiaron de
su profunda y clara doctrina. En Bogotá, acudía a la Comunidad con plena
confianza, la que consideraba para su vida personal como su hogar. Con su
amistad sincera y paternal orientó las religiosas, quienes guardan de él el más
sano y dulce recuerdo. Su simpatía y admiración por el carisma de la
Congregación le ganó la voluntad hasta el punto de solicitar durante muchos años
la presencia de las Religiosas para su Diócesis. A pesar de la distancia la
vinculación a la comunidad siempre se hizo posible para bien de las obras
apostólicas. La estrecha amistad con la Hermana María del Agnus Dei fue un
eslabón en la realización de la fundación araucana.
Al cumplirse su gran anhelo de plantar el cayado del Buen Pastor en su diócesis,
se constituyo en su protector, maestro, guía y padre espiritual. Cuánto gozaba con
la presencia de las misioneras allí; cuánto admiraba su acción evangelizadora.
Cómo comprendía sus limitaciones y cómo animaba al grupo en sus momentos de
angustia ante la impotencia para solucionar el problema a quienes a ellas acudía.
Cuánto admiraba los testimonios recibidos de la comunidad en su tiempo de
79
capellanía. Interrogado alguna vez sobre sus apreciaciones por el Buen Pastor
respondió: Lo que más me impactó y marco huella en mi vida de joven sacerdote,
a los 26 años fue la labor pastoral que me confió la comunidad en la cárcel de
mujeres de Las Aguas y el espíritu religioso de celo por la salvación de las
prisioneras que vi en las religiosas; con esto, mi vocación sacerdotal se afianzó
para el futuro.
Refiriéndose hacia las hermanas con quienes compartió en ese tiempo, manifestó:
admiraba su espíritu de observancia llevada hasta el detalle y la vivencia del
carisma de Santa Maria Eufrasia totalmente orientado hacia la salvación de las
personas caídas en desgracia.97
Leer la correspondencia del Capellán con sus Superiores; el rector y Monseñor
Builes, es comprobar los efectos de una acción directa de Dios en la santificación
personal, es palpar el éxito de la formación y ejemplos del Seminario y es admirar
la voluntad indefectible de ser el apóstol que su vocación le exigía. Y nos hace
comprender el gozo con que descubre cada día el sentido de su sacerdocio, que
expresaba con la connatural ingenuidad de su alma: “En esta Capellanía, escribe
el Rector del Seminario, tengo un inmenso campo de apostolado: imagine que se
trata de las mujeres más degradadas de la sociedad. Parece que me quieren
mucho, que mis catecismos les son consuelo. Yo también las quiero con todo el
corazón y le pido a su Reverencia oraciones especiales por ellas”. 98
A Monseñor Builes le hace esta confidencia: “Esta Semana Santa estuvimos muy
ocupados sus misioneros. Creo que Dios hizo mucho bien por mi medio a las
prisioneras de Las Aguas y lo digo sin ningún orgullo: sería irracional. Comprendo
que yo nada valgo, que lo que hice lo puede hacer otro con más eficacia, pero sé
que Dios pone a cualquiera en determinadas circunstancias que lo obligan a obrar
de determinada manera según los planes eternos. Creo que también por evitar un
solo pecado mortal estaría pagado suficientemente mi ministerio”. Una alegría
9
80
1
81
Para estos años verdaderamente felices del Padre Jaramillo, entregado a sus
mayores aficiones: estudio de la Teología y el apostolado del Buen Pastor, hay
que agregar su servicio como Predicador y Director de Retiros espirituales en lo
que se distinguió siempre. Fueron muy famosos sus sermones en las grandes
solemnidades litúrgicas de Semana Santa. Y no lo fue menos la Consejería y la
Dirección espiritual a Religiosas y Seminaristas, con su profundidad y sencillez
características.
Cumplidas las exigencias académicas de la Universidad, el Padre Jaramillo
redactó su tesis doctoral y recibió la orden de irse a Yarumal como Profesor de
Dogma y Sagrada Escritura y allí permaneció en diversos cargos directivos
durante 22 años. Y sólo volverá a la actividad pastoral cuando haya cumplido su
período constitucional como Superior General del Instituto, en 1966.
La persona de Cristo.
“Cuando el hombre está en la presencia de una belleza de la naturaleza que llega
hasta el sublime extático o dinámico, se siente atraído irresistiblemente por ella y
entra casi en el éxtasis. Eso es apenas un símbolo inerte de lo que sucede a los
que han visto, por una vez siquiera a Jesucristo: los pescadores, los de Emaús,
San Pablo. Yo también, a pesar de mi pequeñez, después de haber meditado
superficialmente sobre El, he sentido la fascinación de su abismo en que quiero
precipitarme en cada momento más y más. Yo también quiero ver a Cristo en todo
y quiero ver a todos los seres en su luz como los polvitos que flotan en el rayo de
sol de mi ventana. Ahora me siento forzosamente apóstol, mensajero. Llevo una
buena nueva a mi pueblo sentado en sombras de muerte, llevo el solo nombre que
ahora salva. Diré a los ciegos: llegó la luz. Diré a los muertos: llegó la
resurrección: a los equivocados, la verdad; a los cautivos: la libertad; a los
combatientes: la paz. (He ahí al Hombre. Pág. 227).
La santidad.
“Ahora más que nunca se revela a mi espíritu la eficacia de la santidad: sólo ella,
porque es prolongación de Jesucristo, puede salvar el mundo. Por ella el diminuto
Pablo se abrió paso entre las filas abigarradas de hombres bestiales, de ídolos
impuros, de sombras de muerte. Señor Jesucristo, es la hora amarga del
paganismo: pero ¿dónde está la santidad de tus doce apóstoles?... Es la hora
fúnebre del Dios desconocido, pero ¿dónde están los sacerdotes que de veras te
conocen para darte en comunión de Verdad a las almas?... Es la hora del apego
sórdido a las riquezas y comodidades, pero ¿dónde están los sacerdotes
85
“Me parece que todos los Javerianos deberíamos decir unos de otros las palabras
de Nuestro Señor Jesucristo en la última cena: “et pro eis ego sanctifico me
ipsum”. Yo sé que la santidad tiene una fuerza colectiva: con cinco justos se
hubiera salvado Pentápolis. El Seminario necesita esos cinco justos para no
defraudar las esperanzas de la Iglesia, de los abnegados bienhechores, de los
dolores del Fundador. En los cimientos de algunos templos paganos se
encuentran huesos humanos como para significar que el altar no puede levantarse
sino sobre la sangre de corazones generosos. El Seminario de Misiones necesita
esa sangre y esos huesos en los cimientos para poder permanecer sobre las
contingencias humanas, como el altar de Nuestro Señor Jesucristo”. (Carta a
MAB noviembre 27.46).
La Santísima Virgen.
“Después de alabarte torpemente, déjame invocarte Virgen Pura y Limpia:
enséñale a los llamados al sacerdocio a sacrificar su cuerpo en la mortificación
sensual como la mejor víctima, el cordero que quita los pecados de muchos. Dales
a entender que la castidad es un acto de fe práctica en lo espiritual y lo
sobrenatural y condición de los salvadores de almas; que ella no se opone a la
86
vida pues tú eres Virgen y Madre; que hay necesidad de que algunos sean castos
para salvar la especie; enséñales a llevar la castidad sin dolor, no con simple
resignación sino con alegría colmada, como la de los que ven en ella el privilegio
supremo de la vida, un anticipo de la resurrección; que hagan de ella un poema
que deleite a los ángeles y que sus manos sean límpidas como tus entrañas, para
que puedan concebir la Eucaristía”. (Circular a los seminaristas).
Hoy día añoramos este tipo de formación sacerdotal desde la cátedra, ante la
desviación de una teología puramente científica, en busca inútil de otros
argumentos frente a la sagrada tradición de los mayores, teología para laicos sin
visión de santidad, inquietudes cientistas de los nuevos Maestros de Teología
regionales de tipo más étnico – social que salvífico.
Ante estas realidades, viene espontáneamente a la mente la solemne declaración
de San Pablo a los Corintios: “Aunque hayáis tenido diez mil maestros en Cristo,
no habéis tenido muchos padres. Yo os he engendrado en Cristo por el Evangelio
(I Cor. 4,15).
Maestro de novicios
De enero a agosto de 1945 fue además el Director Espiritual de Seminario Mayor.
El 10 de agosto de 1945 ocurrió la muerte inesperada del Padre Miguel Ángel
Gallego, Maestro de novicios desde 1937, de los más ilustres y queridos
formadores, columna del Seminario de Misiones, miembro del clero diocesano de
Santa Rosa de Osos, sacerdote que desde el principio adivinó y admiró las dotes
del Padre Jaramillo.
La muerte del Padre Maestro de Novicios, conmovió profundamente a la
Comunidad entera, que desde 1929 había recibido de él la más sólida formación
87
Por esta misma época, figuró entre los ilustres predicadores al lado de los ya
eminentes que se nombraban en el país. Y aunque debemos respetar su singular
modestia, no podría callar el siguiente episodio. El año de 1949 predicó en la
Basílica de la Candelaria de Medellín, el novenario de la Patrona. Los efectos de
esta predicación los podemos apreciar en la siguiente Carta que el Párroco, ilustre
sacerdote de Medellín, Padre Germán Montoya Arbeláez, envía al Rector del
Seminario: “Me congratulo con su Reverencia por los bellos triunfos en esta ciudad
de un hijo de ese Seminario. Cantó preciosamente las glorias de María y enalteció
a su gran Padre Misionero y a la obra fecunda que su Reverencia dirige. Le doy mi
ferviente agradecimiento por haber permitido su venida a esta iglesia donde tanto
bien hizo a las almas… Los fieles en distintas formas, especialmente los hombres,
me piden con insistencia que traiga al Padre Jaramillo para la predicación de la
89
Semana Santa. Yo juzgo que el fruto que se cosecharía en los ejercicios para
caballeros sería opimo… Considere el punto determinadamente mirando el
inmenso bien que el Padre puede sacar aquí de su óptima y maciza predicación…
Afectísimo, Padre Germán Montoya Arbeláez”.
El año de 1945, la Santa Sede aprobó algunas reformas en las Constituciones del
Instituto; una de ellas fue adelantar la Promesa Perpetua a tres años después de
emitida la Primera Promesa, pues hasta entonces se exigían 10 años. Por lo tanto
los misioneros que ya la habían renovado más de tres años, debían hacerla
Perpetua enseguida. Así el Padre Jaramillo emitió su Promesa de Consagración
perpetua el año de 1946, durante su cargo de Maestro de novicios.
Es fácil comprender con qué fervor misionero asumiría su compromiso: “Así
quedaré ligado de por vida a la bella causa de las misiones católicas y me entrego
libremente al servicio del Seminario de Misiones” (Archivo IMEY).
El 9 de Julio de 1949, cinco años después de haber cursado sus estudios de
especialización en la Universidad Javeriana, al fin se presentó a defender su tesis
doctoral, que ya había redactado y entregado al finalizar los estudios superiores.
Ya sabemos que la defensa de su Tesis sobre la Libertad de Jesucristo, causó
admiración en los claustros universitarios; los Directores enviaron al Superior
General un mensaje de felicitación. Fue realmente un acto de obediencia, pues
nunca se preocupó de títulos ni birretas doctorales. Ni siquiera solicitó el Diploma
de Doctor en Sagrada Teología.
Es lamentable que de este período de su vida no hayan quedado noticias de su
gestión. Solamente conocemos el reconocimiento de sus valores de formador en
un cargo tan importante como el de preparar los jóvenes que finalmente
conformarían la Comunidad, ya que el Noviciado culminaba con la Promesa
Jurada de Obediencia, que los constituía Misioneros de Yarumal. Quienes fueron
sus Novicios guardarán siempre su doctrina, su ejemplo y la clara memoria de su
transparente vida sacerdotal.
90
Fue Maestro de Novicios hasta el año de 1950. Entre enero y abril de 1950 fue el
Prefecto del Seminario Mayor.
consagró como “el Mayor Benefactor y el más fiel intérprete del espíritu y del
corazón de nuestro Padre Fundador” (Cfr. Actas I Capitulo General).
El Seminario iniciaba así una nueva etapa de su historia, cuya responsabilidad, en
adelante, descansaría toda en los Misioneros del Instituto.
El Padre Jaramillo fue elegido segundo Asistente del General y nombrado además
Rector del Seminario, en reemplazo del Padre Aníbal.
En su momento, cuando se destacó como una persona eminente por su sabiduría,
su elocuencia, sus dotes pedagógicas y su integridad de vida y se debía elegir el
reemplazo del más ilustre director del Seminario, el Padre Jaramillo fue recibido
como Rector con total aceptación. Fue el primer cargo administrativo, sólo 9 años
después de su ordenación, cuando ya había sido durante casi cinco años Maestro
de Novicios.
Realmente era la Rectoría el tercer cargo en la Jerarquía del Instituto con la
responsabilidad de formar los misioneros, tantos los sacerdotes como los
Hermanos Coadjutores, con sus normas especiales. Y continuó las clases de
Teología.
Su Rectoría se distinguió por la insistente y profunda espiritualidad, dedicándose
de lleno a una formación sacerdotal integral, centrada en el misterio de Dios
Trinidad, de Jesús Sacerdote y Salvador, y de María Inmaculada; por un celo
insomne y un cultivo incesante de las virtudes sacerdotales y del ideal de santidad
y por la orientación espiritual semanal, las Circulares a sus alumnos en las fechas
más significativas, sus sermones ardientes y su perpetua oración ante el Sagrario
por sus seminaristas; todo ello fue su vida como formador. En sus relaciones: un
alegre Rector que patinaba y montaba bicicleta; una risa abierta y cordial, una
conversación llena de agudos chispazos, un acercarse siempre y no eludir
situaciones difíciles, un consejo comprensivo y acertado, un amor de padre a sus
hijos futuros misioneros.
92
Basta apreciar la marcha del Seminario durante la Rectoría del Padre Jaramillo
con su equipo de trabajo en la formación: más de diez sacerdotes, ya todos
misioneros del Instituto, encargados de diferentes oficios: profesores, directores
espirituales, ecónomos. El desvelo permanente por una auténtica espiritualidad
sacerdotal, la cuidadosa selección de los candidatos a las órdenes sagradas; el
bienestar y la salud de los Padres y alumnos; la supervisión del correcto manejo
de los bienes del Seminario y de los fondos creados gracias a la generosidad de
los bienhechores; las exigidas relaciones cordiales con las personas que en
mucho o en poco aportaban un auxilio para el sustento de la Obra. Es notable la
correspondencia permanente con toda persona que incluía en las listas de
benefactores y la expresión de gratitud por su generosidad, prometiéndoles
integrarlas como medios providenciales para la vida de los misioneros y
participándoles de todos los méritos de la acción apostólica, correspondencia
ininterrumpida a pesar de múltiples quehaceres, pues para el Padre Jaramillo esa
relación de gratitud fue siempre primordial. Por lo demás fue una herencia del
Padre Fundador acogida con suma piedad a manera de acción de gracias a la
Divina Providencia que a lo largo de nuestra historia nunca nos ha faltado: nada
de suntuoso, todo al momento y en la necesidad sentida. Esa idea de responder
religiosamente la bondad y asistencia divina espoleó siempre al Padre Rector:
cómo son de conmovedoras sus expresiones en cartas y discursos para esos
queridos e inolvidables bienhechores. (Cfr. Cartas y Recomendaciones Archivo
Imey).
Como rector insistió particularmente en la constante e intensa preocupación y
acción en la vida espiritual y en el cultivo de la vocación sacerdotal y misionera.
Fue sin duda la edad de oro del Seminario en este campo, con extraordinaria
fidelidad a los ejemplos y deseos del Fundador y de los primeros formadores.
94
“Su vocación: ámela como a usted mismo hasta el punto de que la medida de su
cariño por ella sea la del amor que usted mismo se tiene. No piense sino en ella
noche y día, defiéndala de todo ataque explícito o implícito, no haga nada que la
comprometa; hágase su propagandista por medio de una vida irreprochable y de
una palabra apostólica. Sea mártir y confesor de su ideal misionero javeriano.
Su conducta: que sea irreprochable y delate a todos los vientos su cualidad de
futuro sacerdote… En el fondo del hogar vuélvase paz, el premio de los esfuerzos
pertinaces de sus padres y el mejor aguinaldo de Navidad.
La Oración: sea un hombre de perseverante oración; el pensamiento de mi Dios
sea constante en usted como las respiraciones de su corazón.
Sus padres: sean ellos la tutela de su vocación, el ojo que avizore los peligros y la
roca inconmovible de su defensa.
Sus superiores: no olvide que nos hemos empeñado en tallar en su sustancia la
imagen de Jesucristo, Sumo y eterno sacerdote…Prometemos no olvidarlo y lo
llevaremos grabado en el pecho como el sumo sacerdote del viejo Testamento
llevaba escritos en el efod los nombres de las doce tribus; y nuestras manos serán
un cirio como una súplica cabe el silencio del altar”.
La Pureza: (Vacaciones intermedias de 1951).
“Sea puro, más que un rayo de sol, que un corporal, que el fondo luminoso del
cáliz de la Misa, que los mismos accidentes impolutos que velan, en inefable
arcano, la Sustancia de Jesucristo. Sea puro como el Eterno Sacerdote que un día
hará de usted una humanidad “suplementaria” en que se prolongará su
Redención; que en los ojos suyos, cielo barrido perennemente de nubes de
malicia, luzca indeficiente el “Candor de la luz eterna”.
“Santifícalos, Madre. El día del Seminarista: 31 de Mayo de 1952.
“Encargado por insondables designios de la santificación sacerdotal de los
seminaristas misioneros, me he angustiado profundamente a la vista de mis
limitaciones.
96
“Paternidad. Por bondad del Señor soy sacerdote, es decir, padre por
antonomasia y me ha sido dado ejercer esa paternidad trascendente sobre mis
seminaristas, retoños del sacerdocio de Cristo, hijos predilectos. A su lado ha
madurado mi existencia sazonada por el sol de su radiante juventud. No he
conocido más frutos que ellos, ni me ha sido dado otro campo de apostolado. Lo
poco que soy lo soy por ellos y para ellos. No he sentido la fruición de las espigas
sino el reverbero de la fragua. Y el Sol eterno que otros han visto apuntar sobre
los campos ilimites de mieses lo he visto yo reflejarse sobre las lunas de las hoces
y el chisporroteo vivaz de la hornaza encendida de divino amor. Para estar a la
altura de mi deber, quiero vivir a cabalidad mi paternidad.
Haré por conocerlos tanto como a mi alma y a mi Dios… Quiero ser santo para
infundirles seguridad y puedan acercarse como a mi Dios, seguros de que mis
manos están atadas para el mal y abiertas de par en par para el bien”.
Y dos meses después, la Santa Sede erigía, los dos Vicariatos Apostólicos de Mitú
e Istmina y los encomendó al Seminario de Yarumal. Dos de nuestros misioneros
fueron consagrados Obispos – Vicarios Apostólicos, también en Yarumal: los
Padres Gustavo Posada y Gerardo Valencia. Y era de ver la plenitud de gozo del
Padre Fundador al consagrarlos, rodeado ya de seis Prelados escogidos entre los
sacerdotes surgidos de estos claustros misioneros. Era el 24 de mayo de 1953.
- 1954, fue declarado Año Santo Mariano, por el Papa Pío XII, para conmemorar el
centenario del Dogma de la Inmaculada Concepción. El Seminario preparó los
mejores homenajes a la amada Madre y Patrona. El Rector acogió y protagonizó
las iniciativas que el amor de la Comunidad ideó para una celebración inolvidable:
Concursos artísticos literarios, de poesías, de música: todos querían dar lo mejor.
Y se pidió al Santo Padre que concedieran la Coronación Canónica a la Imagen de
la Inmaculada que desde la fundación preside nuestra Capilla, puesto que su
protección ha hecho posible la vida y progreso del Seminario de Misiones. Todos
se dieron a idear la Corona y a obtener oro y joyas para confeccionarla
admirablemente. Los benefactores aportaron joyas y dinero suficiente. Se le
encargó su fabricación al artista en orfebrería José Minami; una preciosa corona
real de oro y pedrería. Todo ello se obtuvo a nombre y por la autoridad del Santo
Padre Pío XII, por el Breve pontificio Quæ Primæ Labis refrendado “Sub Annulo
Piscatoris” el quince de julio de 1954 y el Señor Nuncio Monseñor Pablo Bértoli, la
coronó entre la jubilosa explosión de entusiasmo y amor de una multitud de
devotos. Las lágrimas de amor y gozo del Fundador conmovieron a todos en ese
momento de gloria.
A ello le hizo excepcional ambiente la Exposición Mariana, organizada con lujo de
detalles y el mejor estilo didáctico para estos acontecimientos, por los seminaristas
del Seminario Mayor.
- Como recuerdo especial de esta fecha el Rector fundó el Centro Mariano en el
Seminario, para estudio y promoción de la Mariología entre sus alumnos y
misioneros, Centro que prosperó notablemente.
105
En los años 1954 a 1959 se realizó la visita Apostólica del Padre Hilario María
Albers. O.P. ordenada por la Santa Sede y que tuvo una importancia excepcional
para la organización del Instituto.
En los años 1954 y 1955 se construyeron los primeros cuerpos y se pusieron en
servicio, del Seminario Menor, obra proyectada por el Fundador dentro de su
ambiciosa visión de un muy numeroso Seminario Menor. Se logró construir tres
plantas del pabellón norte, dos del pabellón central y el cuerpo para dependencias
de servicios varios.
Fue realmente rica en la formación y en acontecimientos notables la Rectoría del
Padre Jaramillo.
En Enero de 1956, al cumplir el segundo período reglamentario de su Rectoría,
dejó el cargo y continuó como Profesor de Teología y se le encomendó la
dirección espiritual del Seminario Mayor.
El Capitulo General, que debía reunirse en marzo de 1956, por razones indicadas
por la Nunciatura Apostólica, y aun estando bajo la autoridad del Visitador
Apostólico, por fin se reunió el 21 de octubre. La Santa Sede intervino
directamente nombrando Superior General a Monseñor Gerardo Valencia Cano,
Prelado javeriano, Vicario Apostólico de Buenaventura, conservando ambas
responsabilidades: el Vicariato Apostólico y el ejercicio del Superiorato General de
los Misioneros de Yarumal.
Por lo tanto el Capitulo solamente elegiría el Consejo General que acompañaría al
nuevo Superior. Esta vez fueron nombrados cuatro Asistentes Generales y entre
ellos al Padre Jesús Emilio Jaramillo. Dejada la Rectoría ocuparía su cargo en el
Consejo y continuaría su docencia.
Sin embargo, la situación pastoral del Vicariato de Buenaventura exigía una mayor
presencia del Prelado, ahora con la acumulación de cargos y sus
correspondientes exigencias. Se hacía necesario nombrar un Vicario Delegado
poseedor de serias cualidades de gobierno, para la atención a su oficio pastoral en
Buenaventura. Y la persona escogida fue el Padre Jaramillo.
La figura canónica del Vicario Delegado y Pro – Vicario en una circunscripción
misional, equivale en todo a la del Vicario General diocesano con poderes más
amplios si se puede y con la responsabilidad de asumir el cargo de Vicario
Apostólico totalmente durante una posible “sede vacante”. Y además fue el
párroco de la Catedral.
Así después de su fecunda acción de educador como Rector, volvía al ejercicio
pastoral entre nuevas gentes y en un ambiente hasta ahora bastante ajeno a sus
experiencias anteriores.
Durante dos años fue Vicario Delegado en Buenaventura, cargo y dignidad que
ejerció con plena responsabilidad sin crear con ello una incómoda situación de
interinidad pero con la modestia natural de quien comprende que su servicio sería
supletorio y en muchas ocasiones supeditado al ordenamiento del obispo titular.
107
Su paso, pues, por Buenaventura, no fue una nube pasajera sino un gobierno
pastoral asumido con la mayor responsabilidad, consagrado de lleno a sus gentes
del Litoral con la claridad de que ese pueblo cada día reclamaba la presencia de
Monseñor Valencia, quien se ganó la veneración y el recuerdo eterno de los
porteños, por su innegable entrega con amor efectivo por ellos.
108
SUPERIOR GENERAL
“Præcessor sicut ministrator”. (Lc. 22,26).
114
Instalado el Capítulo, su primer acto fue la elección del nuevo Superior General y
su Consejo. El acta de elección del Padre Jaramillo es de fecha 7 de junio de
1959. Para su Consejo se eligieron los mismos del gobierno anterior, pero su
lugar allí lo llenaría el Padre Absalón Martínez, entonces Rector del seminario.
El Padre Jaramillo aportaba ante todo el conocimiento personal y directo de las
realidades internas y apostólicas del seminario.
No obstante su juventud, había estado al lado del Fundador y del Padre Aníbal
Muñoz como Asistente, participando en el gobierno general desde su regreso de la
universidad y en servicios distinguidos no sólo en la docencia y formación sino
también en el gobierno. Había vivido la historia toda de la Comunidad desde su
ingreso en 1929; siempre estuvo en el Seminario y lo conoció por oficio como
asistente y confidente desde 1945. Era por lo tanto consciente de la difícil
situación al momento de su elección, después del transitorio gobierno de
Monseñor Valencia; sabía del ambiente adverso a su persona y a todo el sistema
anterior del cual se le consideraba la encarnación, por su admiración y fidelidad a
la personalidad del Fundador y del Padre Aníbal, hombre fundamental en la
historia del Seminario; más aún sabia de las reticencias y desconfianza de
algunos. Pero también holgaba de los éxitos del Seminario en el trabajo
evangelizador en misiones y parroquias que ya era notable en el país y aun en
Roma; por fuera se percibía el mejor concepto de la Jerarquía y los fieles sobre el
Instituto: Los bienhechores amabilísimos, la seguridad que le brindaba el
Fundador y los Obispos, sus antecesores en la Rectoría, la admiración, respeto y
aceptación del alumnado como profesor excelente, ejemplo religioso sin sombras,
consejero acertado; admiración por sus conocimientos y dotes intelectuales fueron
elementos que con toda simplicidad tuvo seguramente presentes en este
momento de especial repercusión en su vida.
115
No deja de ser interesante traer en este momento la carta con que Monseñor
Gerardo Valencia congratuló a su inmediato sucesor en el Superiorato general,
con el típico estilo familiar y epistolar del señor Valencia.
“Superior neq. nimis sapiens”,
“ “ sanus”,
“ “ sanctus”.
Lo que escribí arriba lo escuché en Quito del secretario de la Nunciatura. Creo
que tenga razón y que el texto es un humano comentario del divino: “qui condolere
possit iis qui ignorant et errant”. Tu nombramiento me sorprendió profunda y
gratamente. Pensé que tendrías un voto y resultaste con todos. Estoy seguro que
nadie te hizo propaganda. Buen augurio de aceptación divina. Te bendice tu
siempre afectísimo en Cristo. Gerardo Valencia Cano, Vic. Ap. de Buenaventura”.
(Archivo IMEY).
Contardo Ferrini, un laico beatificado por Pío XII, como ejemplo para la juventud
cristiana. La Santa Sede había concedido permiso para su creación con fines
vocacionales. Posteriormente con el cambio de situaciones, se extinguió.
El servicio del Padre Jesús Emilio Jaramillo como Superior lo podríamos analizar
desde diversos tópicos, todos ellos de fundamental interés para el Instituto que
entra en su mayoría de edad de 32 años y 4 misiones apostólicas, suelto ya de la
mano de sus ayos, al emprender su camino de realización misionera con la
responsabilidad de no perder de vista el blanco, de acertar siempre y de una
fidelidad inquebrantable al carisma y a la espiritualidad del Fundador, hasta
entonces fielmente conservados. Estamos en un momento crítico de
alumbramiento o del paso de la infancia a una juventud ya cercana a la madurez
de adultos.
Fue providencial que en ese momento apareciera una persona como el Padre
Jaramillo, heredero legítimo de la historia y depositario seguro de los ideales del
Fundador.
Hemos visto que desde niño, pero especialmente desde que tomó la clara
conciencia del fin misional del Seminario, en el Padre Jaramillo fue creciendo
permanentemente esa misma angustia, hasta crear en su alma un auténtico celo
por la gloria de Dios y la salvación de los hombres.
No parecía que así fuera a quienes no miraban más allá de su apariencia de
profesor y consejero. El fuego ardía bajo un rescoldo engañador: Lo más profundo
de su teología era el misterio redentor de un Cristo que con plena voluntad asumía
todo, aun lo más inconcebible, como que un Dios verdadero se encarnara en un
verdadero hombre, única y exclusivamente porque era la voluntad de su Padre: “A
eso vine al mundo a dar mi vida por el rescate de muchos. Yo doy mi vida por las
ovejas y nadie me quita la vida sino que yo la doy libremente” (Jn.10.18)
Además del conocimiento que como Superior tenía de las misiones, se fue a todos
los lugares donde el Instituto estaba comprometido para apersonarse de cada
situación y calibrar todo el trabajo apostólico, como realización de los ideales del
Fundador y compartir con sus hermanos al menos temporalmente todo “el peso
del día y del calor”.
No por este recuento sucinto el Gobierno General entre 1959 y 1966, que pudiera
parecer bastante elogioso, podemos ocultar los descontentos y descalificaciones
que sufrió silenciosamente el Superior General: No era la persona buscada por los
sectores reformistas que llegaron a calificarlo de inhábil para gobernar por
conservador de las tradiciones ahora llamadas preconciliares, por sus
129
La Santa Sede consideró bien fundadas las razones y aceptó la propuesta. Así, en
diciembre de 1966 terminaba el gobierno del Padre Jaramillo como Superior
General del Instituto. El Capitulo se reunió el 7 de diciembre y eligió como nuevos
superiores a Monseñor Heriberto Correa Yepes, hasta entonces Prefecto
Apostólico de Mitú, como Superior General y sus cuatro consejeros.
Con un informe muy claro sobre el estado de las misiones a cargo del Instituto y
de todo el personal misionero y de los Seminarios presentado personalmente al
nuevo Consejo General en la sesión del 11 de diciembre de 1966, el Padre
Jaramillo concluyó su servicio y enseguida se puso a disposición de sus nuevos
superiores para el oficio que a bien tuvieran. Ya no volvería a sus cátedras de
teología y se reintegraría a la acción pastoral.
La Antesala
EL SERVICIO EPISCOPAL
135
para su cultura y nunca será bienvenido ni aceptado. Aún hoy, los grupos más
auténticos quieren vivir en paz, aislados en su propio territorio que exigen ser
respetado como inviolable.
La evangelización del Sarare se retomó con más brío en la primera década del
siglo XX con la llegada del benemérito Padre eudista francés Henri Rochereau y
las religiosas de la Beata Madre Laura Montoya quienes penetraron hasta lo más
lejano de la Tunebia.
Conviene detenernos para considerar mejor los antecedentes del nuevo Vicariato
Apostólico, que ya el Prelado bien conocía por sus experiencias de antiguo
Superior General de los Misioneros de Yarumal.
Por el año de 1913, el Padre Henri Rochereau, sacerdote eudista, sabio y valeroso
misionero francés, era profesor en el Seminario de Pamplona (N. de S). Fue uno
de los primeros Padres eudistas llegados al país para la formación del clero en los
Seminarios de Colombia.
En honor de este hombre excepcional, pionero de la evangelización del Sarare,
merece dejar aquí, para la historia de nuestras misiones, una brevisima reseña de
su vida: el 28 de junio de 1914 estalló la primera guerra mundial entre Alemania y
otros países de Europa Central y Oriental. Francia llamó a filas a todos sus
ciudadanos dentro y fuera del país, para tomar parte en la defensa de la patria.
Por lo tanto el Padre Rochereau viajó a enrolarse en el ejercito francés y allí
estuvo hasta el final del conflicto Tratado de Versalles el año de 1919. El heróico
comportamiento de Rochereau le mereció la altísima distinción de Caballero de la
Legión de Honor; y por sus valores científicos el gobierno francés le otorgó el
Botón de la Instrucción. Pero todo no fue guerra: este auténtico discípulos de San
Juan Eudes organizó en plena guerra un Seminario de cautivos, bajo el amparo de
la Virgen María. De allí salieron varios sacerdotes y tres de ellos fueron obispos. A
su regreso a Colombia tuvo conocimiento de los indígenas que habitaban en el
vasto y agreste territorio del Sarare desde el nevado de Guicán hasta las sabanas
de Arauca y los límites con Venezuela.
Estudioso de las etnias primitivas tomó contacto con los tunebos y promovió una
misión diocesana católica entre ellos al amparo del obispado de Nueva Pamplona.
Para su apostolado en 1927 pudo incorporar a la Madre Laura Montoya intrépida
138
misionera que pocos años antes había fundado una comunidad femenina
dedicada a la evangelización de los indígenas y ya tenía buenas experiencias
entre los indios Embera - Katío del Urabá Antioqueño. Las misioneras
construyeron su casa en la población de Toledo y el centro de catequización de
indígenas en un sitio limítrofe con la selva sarareña llamado Santa Librada: Todo
ello en el departamento del Norte de Santander (Colombia). El Padre Rochereau
fue el jefe de la misión que visitaba periódicamente y conducía la labor de las
misioneras. Santa Librada tiene el honor histórico de ser el sitio donde la hoy
Beata Madre Laura emitió sus votos religiosos perpetuos en su propia
Congregación. Fue un trabajo apostólico muy meritorio que se continúa hasta
ahora. El Padre Rochereau se trasladó a Bogotá dejando la misión a cargo de las
misioneras pero acariciando la idea de crear una Misión Apostólica entre los
tunebos y esa idea la participó con el Obispo y la Curia de Pamplona, quienes
señalarían una parte del territorio diocesano en el Sarare para crear la misión. El
Padre Samuel Ramírez, sacerdote diocesano ofreció la finca Santa Librada, de su
propiedad para fundar allí el centro misional. Por los años de 1942 ya Monseñor
Builes había alcanzado a ordenar 32 sacerdotes en su Seminario de Yarumal y
tanto el Padre Rochereau como Monseñor Rafael Afanador, Obispo de Pamplona,
se habían dirigido a él para considerar la posibilidad de asumir esta misión. En
carta el Padre Jaramillo comunicaba a Monseñor Builes las aspiraciones de la
Curia de Pamplona.
apresurar la aceptación de la misión del Sarare y hacer una visita personal. Y bien
haría su reverencia de prepararse para ser compañero de viaje del Señor Builes.
Juan N. Gelves” (Archivo IMEY).
Era esta la herencia que recibió monseñor Jaramillo al llegar como Pastor al recién
creado Vicariato nacido de una semilla fecunda. Así lo dejó grabado en el mármol
de su epitafio, monseñor Jaramillo: “Monseñor Luis Eduardo García muerto el 8 de
enero de 1970, de sus huesos nació el Vicariato: esta es la ley de la pascua. Del
grano de trigo muerto, nació la feraz espiga”.
A los misioneros y a las obras que encontró pudo agregar, para cubrir
necesidades graves de asistencia y evangelización, los Hermanos Hospitalarios
de San Juan de Dios, religiosas Salesianas, Carmelitas Misioneras, Hermanas del
Buen Pastor, Hermanas de María Mediadora y Hermanas Siervas de la Iglesia. A
su llegada ya trabajaban en Arauca los Misioneros de Yarumal, los sacerdotes
diocesanos en número considerable, las Religiosa Vicentinas, las Misioneras
Teresitas y las Hijas de Nuestra Señora de Las Misericordias, además de un buen
número de maestros dependientes de la Educación Contratada que dirige la
Iglesia. Hizo los ajustes en sus cuadros apostólicos y empezó con entusiasmo su
proyecto pastoral, en el cual nunca cejó.
No fueron fáciles estos años. Volvía la violencia, dura experiencia soportada por
los araucanos, y ahora con particular pujanza, disfrazada de patriotismo y de
exigencias de progreso. Comenzó el poder de los rebeldes alzados en armas,
convertidos en amos y señores, dueños de vidas y haciendas. Se vio patente la
impotencia del Estado y la intransigencia de sus contrarios.
148
No lo fueron menos las actitudes contestatarias aun entre el clero, a partir del
Vaticano II: el desbordado apetito de reformas sociales cuyos principales efectos
fueron el rechazo a la organización jerárquica de la Iglesia y a sus mismos
obispos. Se intensificó el criterio socialista y comunista. Aparecieron los
sacerdotes guerrilleros en un afán común de sacar al país de un caos por medios
violentos. Tales grupos siempre han estado parapetados en las regiones
marginales selváticas y más subdesarrolladas del territorio patrio, con avanzadas
de inteligencia secreta infiltradas en la sociedad urbana.
Era evidente la descristianización que entonces se inició y que cada vez sufre más
Colombia en todos sus niveles sociales. Para la lúcida inteligencia de Monseñor
Jaramillo, todo ese panorama socio-espiritual estuvo muy claro y fue la razón de
sus proyectos apostólicos: proteger la vida y la dignidad de la persona que en sus
fieles vio perseguida y violada inmisericordemente. Del Obispo, al que se le tildaba
de tímido, se desencadenó su verbo profético hasta ofrecer su propia sangre y la
de su clero, si ello fuere necesario. Durante 18 años lo enfrentó todo con valor,
con dignidad, cercano siempre a su rebaño y también a sus enemigos, que se
declararon tales por la posición clara y vertical del Padre y Obispo que denunció la
injusticia, que defendió a los suyos ante los grupos subversivos que aún hoy,
controlan totalmente la vida ciudadana de la región haciendo apología de su
posición antieclesial, particularmente contra la jerarquía católica declarada por
ellos burguesa, imperialista y enemiga de los pobres y de los débiles y exaltando
la iglesia del pueblo.
149
Seguramente que la pastoral por la paz y la vida absorbió los más importantes
momentos de su vida en los últimos años, dada la problemática política de Arauca:
allí también estaba su puesto y su pueblo y él respondió sin temores a esta
interpelación de Dios y de su grey. Allí estuvo en todas partes, en todas las
154
Fue una acción sin descanso. Grupos apostólicos del interior del país apoyaron
muchas veces este servicio pastoral, trabajo humilde, silencioso, producto de una
fe sencilla y en la visión de la esperanza cristiana, es el común denominador de
esta iglesia que peregrina en Arauca.
Otros quehaceres administrativos los delegó, pero nunca su responsabilidad
personal de estar del lado del que lo necesitaba. Como siempre obró de buena fe
y confiado en la Providencia, no temió ni siquiera lo que pudieran otros llamar
fracaso.
LA NUEVA DIOCESIS
De Strumnizza a Arauca
155
También jugó papel importante el orgullo nacional al figurar en pleno siglo XX con
veinte territorios misionales. El Estado, pidió en su momento que la Santa Sede
que elevara lo antes posible esos territorios a una categoría mejor: ser diócesis de
derecho común.
Para monseñor Jaramillo ese acontecimiento de ninguna manera cumplía un
simple acto administrativo del Vaticano. Su profunda espiritualidad eclesial
comprendía y aceptaba cuanto en el misterio de la iglesia, sacramento universal
156
Los sacerdotes José María Bolívar y Álvaro Hernández, hoy altos dignatarios de la
Curia araucana, y seguramente en nombre de todos sus colegas del Presbiterio,
nos ofrecen un cuadro muy consolador de la obra pastoral del primer Obispo de
Arauca.
Actividad pastoral: Visitas permanentes a todas las parroquias y veredas con
una muy cercana y paternal atención y preocupación por todos, colaboradores y
gentes, sin acepción de personas.
Pionero en la campaña de atención y formación a los colonos campesinos.
Permanente actividad y preocupación por los indígenas.
Intermediario celoso para que a todos ellos les lleguen los beneficios de la
explotación petrolera y a quienes estuvo muy cercano, no importando las graves
dificultades que su intervención en este asunto le acarreaban.
Asequible a todos, sin esquivar dificultades ni peligros.
Siempre estuvo pendiente de la difícil situación del territorio, por ello fue muy
apreciado por todos sus feligreses.
Sencillo en su porte y su comunicación sin exigencias viajaba como cualquier
pasajero en carro, a caballo o a pié; muchos ni siquiera lo distinguían entre sus
acompañantes.
Celo especial por los enfermos y moribundos.
Atención distinguida por los jóvenes en sus encuentros en parroquias y colegios.
Exigió que la Iglesia estuviera presente en todas las situaciones; es su deber y su
testimonio.
No tuvo en cuenta los peligros que le acechaban y aunque los sabia a nadie los
comentó.
Con su Clero: Los seminaristas fueron el objeto de su mejor atención.
Con los sacerdotes: Muy buenas relaciones, trabajo codo a codo con ellos,
comprensivo, preocupado por cada uno, amigo y confidente; atento a la formación
permanente. Un verdadero Padre y Pastor.
159
Así tituló su elocuente homilía, con el más puro sabor y contenido patrístico, para
el día de su posesión.
161
Nuestra Iglesia Particular. La Iglesia ecuménica, puente al más allá, vocación del
hombre y pedagoga de Dios, esta aquí en Arauca y en este momento. No hay que
peregrinar en busca de sus toldas. Esta aquí, identificada con nuestras montañas
dentadas del nevado de Chita, con sus raíces hundidas en los yacimientos
oscuros de los hidrocarburos, embelesada con la policromía millonaria de nuestra
fauna, arrullada por el mugido de sus ganados. Se encarnó en nuestra geografía,
asumió nuestros caminos, enantes imposibles, nuestros aires tormentosos y los
volvió vías ágiles del Verbo inflamado. Asimiló nuestros grupos humanos,
indígenas guahivos, tunebos, etc., que aun esperan en las serranías gélidas del
Sarare la llegada de Sira en el juicio final; colonos venidos de toda Colombia,
huestes pálidas del hambre, y llaneros que acompañaron al Libertador sobre
potros de penachos tormentosos y que deliran con sus riñas de gallos heroicos y
sus joropos cadenciosos de llanura y viento.
Todos estos metales se han fundido en la hornaza de nuestras montañas para
tallar la imagen de la Iglesia, la anciana de los días de las visiones del Pastor de
Hermas. La Iglesia de los sacramentos esta aquí, en los bautisterios de
poblaciones y veredas, en los altares improvisados de iglesias y capillas, en los
matrimonios que santifican las fuentes de la vida y en las manos del Obispo que
consagra su presbiterio joven, para que siga anunciando la Parusía. La Iglesia
pecadora está aquí, con las vestes tintas en sangre de violencia, y sus enormes
ojeras dilatadas por el horror, la penitencia y la esperanza. La Iglesia escatológica
esta aquí, siempre peregrina con el traje de colono, que ahora levanta una tienda
163
Acto de Amor. Como Obispo debo amar a la Iglesia. En esto esta mi identidad.
Pero sería ilusorio este amor si no empezara por mi Diócesis. Yo la amo con sus
montañas y llanuras, su aire cristalino e inflamado, sus aguas y sus raíces, con
sus gentes olorosas a pobreza, con sus esperanzas, problemas y pecados. No la
idealizo sino que la amo como es. Canto sus glorias como Chateaubriand cantó
las de la Iglesia Universal. Y sin hipérboles, apoyado en mi fe, recito para ella la
Antología compilada por el Cardenal De Lubac, en huertos bíblicos y patrísticos:
Mi Diócesis es “estandarte levantado” que convoca a todas sus gentes a la paz.
164
“Montaña” visible desde todos los puntos cardinales, en que amanece el sol de la
justicia. “La luz sobre el candelero” para iluminar a todos, aun a los indígenas,
sentados en sombra de muerte. “Edificio de cedro y de ciprés incorruptible”, cuya
solidez es la única que inspira confianza. “Es un milagro” continuado, que supera
las fuerzas humanas y económicas, y que no cesa de anunciar a los hombres la
venida del salvador. Es la Iglesia del tercer milenio, que marcha hacia la Parusía,
enarbolando el Escudo adviental del Obispo: “Ecce Dominus Veniet”
que no pudo presentarlo a la Santa Sede por causa de su muerte dos meses
antes de su audiencia con el Papa para darle cuenta de sus últimos cinco años
como Pastor de la Iglesia Araucana. (Archivo Diócesis de Arauca).
Los apartes del Informe que siguen muestran la realidad pastoral de la diócesis a
la fecha de su muerte.
Empieza su primer capítulo describiendo los aspectos geográfico y humano de su
territorio con la introducción que sitúa su Iglesia Local en la exacta dirección de su
acción salvífica: “Descripción general de la Diócesis con un aspecto relievante: la
violencia y su incidencia en la pastoral; la estructura orgánica y la acción de la
iglesia diocesana “que ilumina con la luz del Evangelio la realidad del hombre
araucano para la gloria de Dios”.
3. Llaneros
Ocupan la llamada “Sabana de Arauca”, inmensa extensión del territorio
Araucano. Arauca, cabeza de la Diócesis, es el centro social, económico y político
de la Sabana. El clima es ardiente, a veces sube hasta los 38 grados bajo
sombra. Su riqueza es el petróleo, pero tradicionalmente sus gentes han vivido de
la ganadería y el comercio con Venezuela. Aún así, Arauca ha sido un pueblo
muy abandonado por el Gobierno. Hasta hace muy poco, con la ayuda de las
regalías petroleras, Arauca le ha visto de cara al progreso pero en medio de
muchas intrigas de carácter político, lo cual ha generado violencia.
Los llaneros son creyentes en su mayoría y muy fieles a la Iglesia Católica aunque
no son sólidos practicantes.
4. Indígenas
Constituyen el grupo más marginado de la diócesis. Hay dos grandes grupos
indígenas: Los tunebos, y los guahibos.
168
A. Los Tunebos
B. Están situados en las zonas montañosas de Boyacá, Norte de Santander y
Pié de Monte Llanero. Habitaban las actuales poblaciones de Güicán y
Cocuy pero de allí fueron desplazados por los blancos teniendo que ir a
refugiarse en los territorios inhóspitos que hoy ocupan. Hay
aproximadamente unos 3.000, todos en proceso de aculturación.
C. La Iglesia de Arauca ha tenido como renglón prioritario de evangelización el
cuidado a los indígenas Tunebos. Para ellos ha construido dos centros de
pastoral: San Luís del Chuscal y El Zulia.
B. Los Guahibos
Su procedencia no está precisada por los antropólogos. Habitan la región de
Betoyes en Tame, zona de gran movimiento guerrillero; otros habitan las sabanas
de Arauca en la región de la Rubiera; un pequeño reducto está situado en la
región de Arauquita. Su número no sobrepasa los 2.000.
Los Guahibos están divididos en tribus: Cuivas, Macaguanes, Betoyes, Eles,
Parreros, Genareros. Los Misioneros han tenido serios problemas para su
evangelización a causa de la violencia. En Betoyes, epicentro de acción
indigenista por parte de la Iglesia, la casa tuvo que ser cerrada después de que la
guerrilla hizo tres tomas del caserío dejando un saldo considerable de policías
muertos. Los misioneros se trasladaron a la vecina población de Tame.
En el Vigía, vecindad de Arauquita, había un centro de promoción integral para los
Guahibos. A causa de la violencia la Iglesia vio conveniente dejar ese proyecto en
manos del Incora, Instituto Colombiano de la Reforma Agraria. Este Instituto se
comprometió a cuidar de los indígenas y a continuar el proyecto iniciado por la
Iglesia pero no fue capaz. Hoy estos indígenas apenas tienen atención pastoral
por parte del párroco de Arauquita que los visita de vez en cuando.
C. Administración Civil
La capital de la Intendencia de Arauca es la ciudad de Arauca, situada en límites
con Venezuela. Su jefe civil es un Intendente nombrado directamente por el señor
Presidente de la República. Algunas veces, tal como sucede en la actualidad, el
Intendente ha sido un militar debido a la difícil situación socio-política por la cual
atraviesa la intendencia.
La Intendencia sólo tiene 6 municipios: Arauca, Saravena, Tame, Arauquita,
Puerto Rondón y Cravo Norte. Estos son gobernados por alcaldes elegidos
170
D. Situación Religiosa
A continuación se detallarán algunos aspectos de la religiosidad en los distintos
grupos étnicos y se presentarán algunos datos estadísticos.
La mayoría de los Sarareños son católicos pero en su casi totalidad se han visto
obligados a militar en alguno de los grupos guerrilleros. Por eso se puede decir
que no hay coherencia entre vida y fe cristiana.
C. Los Llaneros
Son creyentes, fieles a la Iglesia católica, pero viven la fe un poco a su medida.
Algunas características de su religiosidad son: Fe absoluta en el bautismo como
necesario para la salvación. Fe en los sacramentales, sobre todo en el Agua
Bendita a la que atribuyen poder de sanción material y espiritual: La Vigilia
Pascual es una de las más concurridas en la ciudad de Arauca a causa del “Agua
Bendita”. Fe en las imágenes de los Santos y en los escapularios: Estos son
llevados en distintas partes del cuerpo como protección. Fe en la Santísima
Virgen: Podría decirse que con mayor afecto que a Jesucristo. Gran devoción por
los muertos y con todo lo relacionado con mortajas, flores y sufragios. Acerca de
los muertos hay poemas, leyendas, mitos, costumbres raras y muchas
supersticiones. Indiferencia por la Eucaristía: El llanero es respetuoso por los
actos sagrados pero es perezoso para ir a misa, aunque sabe que es un acto
religioso de gran valor. Respeto por el Obispo, los sacerdotes y religiosas. Poca
atención a la moral sexual y familiar: Hay mucho concubinato, adulterios oficiales,
relaciones extramatrimoniales y prematrimoniales; los llaneros dicen que el
ejercicio de la sexualidad es algo tan natural como comer y dormir y por esa razón
no admiten restricciones en ese sentido. Celibato y virginidad son realidad que
ellos difícilmente entienden.
D. Indígenas
Su religiosidad es una amalgama de sus propias creencias y de las que han
recibido de la Iglesia Católica. Los que mejor se han incorporado a la Iglesia son
los Tunebos. En su mayoría son bautizados y participan de la liturgia. Los demás
172
La zona del Sarare fue vista por muchos pobres del interior del país como un sitio
de redención económica. Estimulados por el Incora llegaron al Sarare. El Sarare
se pobló y nacieron caseríos y poblaciones prósperas. Ciertamente había pobreza
pero también había paz. Por ningún lado, a excepción de muertes violentas
aisladas, se oía hablar de guerrilla, ni de tomas de pueblos, ni de masacres.
El comienzo de la década del 80 marcó una nueva época en la vida de la Diócesis.
La violencia fue tomando una fuerza impresionante, a tal punto que se puede decir
que hoy Arauca es uno de los territorios más violentos del país. Muchas son las
causas por las cuales el territorio Araucano se volvió violento.
2. La Pobreza
Aunque el Incora dio apoyo a los colonos éste no fue suficiente para eliminar la
pobreza. En el Sarare no había: escuelas, hospitales, vías de comunicación, agua
potable, luz, alcantarillado. El abandono absoluto por parte del gobierno era
evidente. La conciencia del abandono hizo germinar la semilla del inconformismo.
3. El Proselitismo Guerrillero
La pobreza del Sarare fue terreno excelentemente abonado para que la guerrilla
hiciera sus primeros pasos de adoctrinamiento. Esta les ofreció a los colonos la
posibilidad de la reivindicación absoluta de sus derechos mediante la
concientización, el movimiento de masas y la gran revolución. Estos pasos se
174
4. El Narcotráfico
También el narcotráfico, en parte apoyado por la guerrilla, ha tenido fuerza en
Arauca. Existen amplios cultivos de marihuana y cocaína. Este fenómeno ha
incrementado la violencia en la Diócesis.
5. La Riqueza Petrolera
La explotación del petróleo comenzó en 1980. La compañía Manessman de
Alemania construyó el oleoducto Caño Limón - Coveñas en el año de 1985.
Llegaron extranjeros en cantidades y el Sarare se pobló de gentes de todas partes
del país que venían a buscar fortuna en las empresas petroleras. Hubo una re-
población del Sarare.
La guerrilla tomó medidas con respecto a la explotación del petróleo. Puso
condiciones para dejar hacer el oleoducto y para dejar trasportar el crudo,
secuestró ingenieros, cobró derechos de guerra en dólares, por millones; se
enriqueció, proliferó y dominó.
El petróleo, que parecía ser la fórmula de salvación para el Sarare y Arauca, se
convirtió en una espada de doble filo para todos sus habitantes.
La ingerencia de la guerrilla con respecto a la explotación del petróleo ha hecho
que la violencia aumente en toda la Intendencia de Arauca.
Un problema conexo con el petróleo ha sido el de la repartición de las regalías. La
no repartición o mala repartición de las mismas ha sido causa de numerosos
conflictos, paros y marchas en contra del gobierno. También ha generado muchas
175
1. El E.L.N.
Significa “Ejercito de Liberación Nacional”. Es de línea comunista pro- castrista.
Es un grupo radical, su lema es N.U.PA.L.O.M., sigla que significa: “Ni un paso
atrás, liberación o muerte”. Es una amalgama de comunismo y cristianismo. Fue
el sacerdote Camilo Torres quien le dio a este movimiento unas bases ideológicas
sólidas. Sus militantes creen que no hay contradicción entre ser cristiano y ser
comunista; el Padre Camilo enseñó que “El deber del cristiano es hacer la
revolución”. Actualmente el E.L.N. tiene como jefe máximo al ex - sacerdote
español Manuel Pérez, un “Místico de la revolución” armada. Otros ideólogos del
movimiento han sido los sacerdotes Domingo Laín. Diego Cristóbal Uribe, y
Alfredo Lafuente.
El E.L.N. es experto en movilizar masas. El ha estado presente, apoyando o
dirigiendo, los cuatro paros cívicos del Sarare. Se hacen obedecer por la fuerza. A
quienes no obedecen o no participan en sus acciones sencillamente los eliminan.
El terror, el asesinato, el secuestro, el boleteo, el chantaje, la vacuna ganadera, el
narcotráfico y el amedrantamiento han sido los medios de los cuales se ha valido
la organización para imponer sus arbitrariedades y tener definitivamente
doblegado al pueblo.
176
2. Las F.A.R.C.
Significa “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia”. Es de línea comunista
pro- Moscú. Este grupo es aparentemente menos radical que el anterior pero es
igual de cruel y despiadado. Ellos se reconocen abiertamente comunistas. Creen
que el cambio vendrá con la revolución armada. Aunque reciben ayuda de Moscú
sin embargo utilizan el boleteo, el narcotráfico, el secuestro, la vacuna ganadera y
el asesinato para financiarse e imponer su ideología. Fieles a Marx enseñan el
ateísmo y la inutilidad de la religión para el progreso de los pueblos.
Los principales animadores y fundadores de las F.A.R.C. son Manuel Marulanda
Vélez, alias Tirofijo, y Jacobo Arenas; dos convencidos de la revolución armada.
En el Sarare sus representantes son anónimos pero hay una buena cantidad de
ellos; ocupan extensos territorios de Arauca e incluso tienen comunas.
Este grupo ha sido muy astuto. Varias veces ha hecho la tregua con el gobierno
pero más bien con el ánimo de organizarse, expandirse y volverse más fuerte. Ha
sido este el grupo que más bajas le ha ocasionado al ejército y a la policía. En los
177
últimos años fundó un movimiento político llamado U.P., sigla que significa Unión
Patriótica. Los militantes de la U.P. afirman que no hay ningún nexo entre este
movimiento y las F.A.R.C. pero la relación entre las dos organizaciones es tan
evidente que es imposible negarlo. Precisamente la U.P. tiene en su poder las
alcaldías de Tame y Arauquita con alcaldes elegidos democráticamente. Eso
significa que una extensa parte del territorio Araucano está gobernado por las
F.A.R.C., que pretenden tomarse el poder.
Sin embargo en la actualidad están unilateralmente en tregua diciendo que
quieren dialogar con el gobierno teniendo como testigo oficial a la Iglesia ya que,
según ellos, la Iglesia es la única institución en la cual se puede confiar hoy. Ante
esto surgen las siguientes preguntas: ¿Están verdaderamente interesadas las
F.A.R.C. en el proceso de paz? ¿Renunciarán las F.A.R.C. en su propósito de
tomarse el poder?
Todo el panorama anterior hace que la acción pastoral se vea entorpecida entre
otros por los siguientes aspectos:
1. El Obispo y los sacerdotes tienen que hacer inmensos esfuerzos para
guardar el conveniente equilibrio sin parcializarse con ninguno de los
grupos en pugna. Tanto la guerrilla como el gobierno quieren que la Iglesia
se incline en su favor, con menosprecio de los demás.
2. Algunas veces la guerrilla ha acusado al Obispo y al Clero de ser
gobiernistas. Otras veces el gobierno ha acusado a la Iglesia de
parcializarse con la guerrilla. Pero siempre han sido conjeturas rebuscadas
y tácticas porque la Iglesia ha mantenido el equilibrio que le corresponde.
3. Con frecuencia hay que abandonar acciones pastorales eficaces como
visitas a las veredas, asambleas familiares, formación de líderes, animación
social, a causa de la mala interpretación que se suele hacer de esos
proyectos.
4. La guerrilla ha asumido prácticamente la dirección de la juventud
campesina; les da cursos de adoctrinamiento, les enseña el ateísmo y el
menosprecio por la jerarquía eclesiástica de la cual dicen que es la aliada
del poder y retardataria del progreso. Les enseñan que el camino del
diálogo y de la democracia es inútil para la consolidación de la paz en
Colombia.
5. La manipulación que la guerrilla ejerce sobre el campesinado ha
entorpecido la labor pastoral en las veredas. Los campesinos valoran al
sacerdote, lo quieren y lo atienten pero también le temen a la guerrilla. Los
campesinos saben que no es bueno seguir a la guerrilla pero, según ellos,
les toca que hacerlo para sobrevivir. Muchos líderes campesinos formados
por la Iglesia para evangelizar han sido obligados a militar en la guerrilla
contra su voluntad.
6. Ingerencia de la guerrilla en los asuntos eclesiales, aún en los más triviales.
Algunos sacerdotes han sido citados por la guerrilla para dirigir paros o para
180
Pastoral indígena: Con tres centros: El Chuscal, El Zulia y Betoyes, para todo lo
concerniente a la evangelización especial de estos grupos: Promoción humana,
salud, habitación, caminos y la formación cristiana. Asunto muy delicado y difícil es
el de la propiedad ancestral de las tribus, pues los colonos pretenden desalojarlos
de ella. Y este asunto se agrava cada día con la conservación de los Resguardos,
a pesar de las determinaciones en su favor en la Constitución Nacional. Y no
menos graves son los abusos de los “Blancos” con los indígenas en aspecto
sexual, comercial y moral.
Servicios Sociales
A continuación se mencionarán algunos aspectos de carácter social en los cuales
la Iglesia ha tenido ingerencia directa o indirecta.
A. Educación
Hay en la Diócesis 24 centros de educación secundaria con unos 11.500 alumnos.
11 de ellos son dirigidos por sacerdotes o religiosas. 7 de ellos son administrados
directamente por la Diócesis bajo las condiciones de Educación Contratada. Por
el incumplimiento persistente en el pago de maestros por parte del Gobierno
nacional, la Educación Contratada en Arauca se ha convertido en un problema
para la pastoral. La Asociación de educadores de Arauca, ASEDAR, culpa a la
Iglesia de todos los males del magisterio. Esto suscita cierta resistencia a la
catequesis y a la predicación.
La diócesis también tiene bajo su responsabilidad directa 61 escuelas rurales en
las que trabajan 341 profesores.
La Educación Contratada ha sido marginada de los beneficios de las regalías
petroleras y de los auxilios oficiales.
B. Hospitales
185
C. Medios de comunicación
La Iglesia utiliza los medios de comunicación existentes en la Intendencia,
especialmente la radio, pero no con la frecuencia con que debiera hacerlo. Hace
falta un sacerdote o un laico que, especializado en medios de comunicación, le dé
a este renglón toda la importancia que tiene.
CONCLUSIÓN
La Visita “Ad limina” que debió practicar Monseñor Jaramillo al finalizar el año
1989, a causa de su muerte a manos de la guerrilla el 2 de octubre, correspondió
hacerla a Monseñor Alberto Giraldo, entonces Obispo de Cúcuta y nombrado por
la Santa Sede Administrador Apostólico con poderes de Obispo residencial el 6 de
octubre, durante la Sede vacante que duró hasta el mes de junio de 1990, con la
posesión del nuevo Obispo Monseñor Arcadio Bernal.
El Administrador Apostólico juzgó importante acentuar algunos puntos del Informe.
El anexo de Monseñor Giraldo es el siguiente: (Archivo Diócesis de Arauca)
“Desde un comienzo se ha comprendido esta misión como un servicio de
presencia pastoral; se puede comprender perfectamente el estado de abatimiento
de los sacerdotes, las religiosas y los seminaristas. Durante estos dos mese el
esfuerzo del Administrador ha sido acompañar a los sacerdotes y religiosas,
dialogar con ellos, escuchar sus necesidades y, ante todo, rezar con ellos.
Me parece que hay tres puntos importantes que se deben agregar al informe.
1. La violencia
La gravedad de la escalada guerrillera ante todo por parte del E.L.N. se puede
medir por el asesinato del Obispo. Uno de los comunicados posteriores,
entregado en Saravena el mismo día de mi visita a esta población, insiste en que
Monseñor fue ajusticiado “por delitos contra la revolución”. Estos delitos tienen
como un denominador común: Monseñor no contribuyó a acelerar el proceso
revolucionario y la lucha contra el poder en el territorio de Arauca.
Desde el punto de vista doctrinal hay dos cosas graves: en primer lugar la
proclama abierta entre la guerrilla a favor de una Iglesia popular opuesta a la
Iglesia jerárquica, anquilosada y retrógrada.
Además, el presentar la labor evangelizadora como una acción que debe
obedecer a los parámetros subversivos y revolucionarios que ellos proponen.
Como dice el informe de Monseñor Jaramillo, la guerrilla se ha posesionado de
todo el territorio; aunque la muerte violenta del Obispo significa un golpe de
187
opinión adverso a la guerrilla, sin embargo todos los habitantes están ahora llenos
de temor porque bien saben que la guerrilla criminal no perdonará a ninguno.
Es de anotar que en el comunicado mencionado hay párrafos muy duros en los
que amenazan con las armas también a los pastores protestantes.
A mi modo de ver se exige de parte de los sacerdotes de la Diócesis definiciones
doctrinales y pastorales muy claras. Será importante también poder contar con la
solidaridad de todo el episcopado colombiano para tener un ambiente en que se
hagan denuncias claras ante todo el país para desenmascarar hasta el fondo las
intenciones últimas, sobre todo, del E.L.N.
Me parece, por último, importante anotar que el estilo de la redacción del
comunicado y los testimonios que se oyen de muchas personas muestran que hay
ex - seminaristas, ex - sacerdotes muy comprometidos con el E.L.N.; por otra
parte, me parece que se da cierta complicidad por parte de algunos sacerdotes
que vienen de fuera de la Diócesis, hacen reuniones, alimentan la inconformidad
de muchos y contribuyen al fortalecimiento de la guerrilla.
2. El problema de la Educación Contratada
La historia que se escucha en Arauca muestra que la Educación Contratada
siempre ha sido considerada como “pariente pobre” en la educación de la
Intendencia. Por una parte, los presupuestos del Ministerio de Educación
Nacional son cortos y no dan dinero suficiente para los útiles y los elementos que
necesitan los educadores ni se preocupan por la conservación y mejoramiento de
las plantas físicas; además hasta hace más o menos un año el mismo Gobierno
Intendencial decía siempre que “los curas” tenían mucho dinero y que ellos
podrían resolver todos los problemas; esto creó una imagen muy difícil a
Monseñor Jaramillo y una situación muy adversa de parte de los educadores.
3. Los sacerdotes.
4. Luces de esperanza.
vida sacerdotal, principios a los que fue fiel hasta su muerte y muerte en el
martirio.
Enfrentado a la más atroz violencia que ha visto América, él no se arredró: Salió a
la palestra en de defensa del respeto por la persona, de su derecho a la vida y a
su dignidad; de los derechos de la Iglesia, Madre y Maestra y del imperio de la
verdad. Sus últimas declaraciones suenan a trenos de Jeremías: Conjugó sus
angustias con lágrimas de viudas y huérfanos; mojó sus manos en la sangre de
su sacerdote y de otros hermanos masacrados; su sagrado compromiso no le
permitió quedarse en casa cuando en el campo había acechanzas. Seguramente
por ese talante de hombre convencido y servicial, su pueblo lo quiso y lo admiró.
Su recuerdo para el pueblo fiel es tan luminoso como lo fue para sus alumnos y
misioneros de Yarumal.
EL HOMBRE
191
don Alberto y doña Cecilia: su gran homenaje a ellos fue permanecer siempre en
la semioscuridad de su sencilla humildad.
Sin el menor asomo de suficiencia o vanidad, ajeno por convicción de todo orgullo,
esquivo a las adulaciones y aplausos: en esto mismo manifestó el grado de su
madurez sicológica y de su alto nivel intelectual.
el encanto de su estilo como orador y escritor y la fama que gozó donde quiera
que se le conocía.
Su profunda espiritualidad no lo hizo extraño a los avatares políticos y religiosos
del país, por lo cual experimentó verdaderas angustias. Su correspondencia nos
muestra cómo vivió situaciones como las antieclesiales determinaciones del
Gobierno por los años 1940 a 1945; o el doloroso acontecimiento de las religiosas
Deificadoras, fundadas por Monseñor Juan Manuel González; o las confidencias
del fundador de su Instituto, Monseñor Builes, en los trágicos días a partir de 1948.
Cuán equivocados están los críticos de Monseñor Jaramillo al calificarlo como un
simple espiritualista bueno sólo para sermones bonitos!
Como torrente en crecida aumentó esa corriente espiritual que le hizo colocar en
la exacta dimensión las experiencias y exigencias de sus relaciones con Dios
enfrente de todo otro compromiso terrenal.
Destacó como escritor muy castigado y orador sagrado de primer orden en el país.
Su frase castiza de bellos periodos oratorios, su originalidad en el análisis de
acontecimientos y personas, su oratoria admirable sin ditirambos y con un muy
propio timbre de voz que engalanaba la entonación y magnificaba su elocuencia.
Los pocos escritos que dejó sobre diversos temas, religiosos y profanos, lo
colocan en un puesto muy distinguido entre escritores de la época. Estudioso y
lector empedernido de los mejores autores eclesiásticos y de la literatura
universal, siempre tuvo a mano obras de escritores antiguos y contemporáneos
que trataran temas de valor. Fue por ello un teólogo profundo y un analista
acertado, pero nunca hizo alarde de ello.
Llaman la atención sus oportunas y originales exégesis y aplicaciones al momento
actual de los textos sagrados y de la filosofía de la historia. Entre muchos, lo
confesó, su mayor preferencia fue por Santo Tomás y San Agustín y más acá, el
eminente teólogo Romano Guardini y los documentos pontificios. Además los
mejores autores de las letras españolas y latinoamericanas.
196
Supo asimilar sus dolores íntimos: Las situaciones de la Iglesia y los tiempos
críticos del Instituto; los criterios, consejas, rechazos de muchos de sus hermanos
en religión y los que se creyeron víctimas de su incomprensión y exagerada
exigencia, sin oírsele reclamo. Sólo con su oración confiada y su admirable
entereza de carácter supo sobrellevarlo todo. En cualquier momento en su
correspondencia íntima con las personas más allegadas descorría un poco el velo
197
Por entonces se traía entre manos la construcción del oleoducto Arauca – Cúcuta.
Para 1984 la Compañía multinacional alemana manessman aceptó el contrato a la
Occidental. El ELN sufría continuo asedio del ejército nacional y la construcción
del oleoducto resultó ser una fuente de recursos para el sostenimiento de sus
hombres, del que se lograron jugosos ingresos y aún se logran: vinieron los
ataques al oleoducto, los secuestros y la mentalización subversiva contra la Iglesia
y el Estado.
La Manessman aportó recursos para crear en la zona escuelas, centros de salud y
recreación con el Programa de Ayuda social a Colombia, PASCOL. Entonces
intervino Monseñor Jaramillo para que se beneficiaran las comunidades entorno al
Oleoducto. Manessman lo integró al Programa Pascol, lo que agradeció aclarando
que el único mérito era haber compartido con su pueblo tantas privaciones y
sufrimientos, haber enterrado a sus muertos y bautizado a sus hijos; y ser el
vocero, con su clero, de los que no tienen voz. Pero nunca aceptó administración
de dineros: sólo quería obras en favor de los desfavorecidos.
El gobierno italiano hizo posible la organización del Hospital San Ricardo Pampuri,
con una excelente dotación en camas y recursos, con médicos traídos de Bogotá:
un hospital a la altura de muchos del interior del país. Ya no era necesario que los
habitantes del Sarare tuvieran que acudir a hospitales del interior del país o hacer
largo recorridos hasta otros centros del departamento. Ofreció también el gobierno
italiano organizar otros servicios sociales. La comunidad de San Juan de Dios
dirigió el hospital mientras fue posible sostener situaciones graves: finalmente el
centro se entregó al gobierno nacional.
La guerrilla la emprendió contra esta obra y exigió que se cerrara por haber sido
construida con dineros extranjeros y señalada como enemigo peligroso para sus
programas políticos. Inclusive en algún momento el ejercito vio con desconfianza
la participación en ella de los misioneros, por cuanto se atendía allí a todas las
personas sin tener en cuenta partido político, raza y religión.
203
Finalmente aceptó que se trataba de una oportunidad de vida para todos los
habitantes del Sarare.
Monseñor, además, levantó la voz contra el reclutamiento de indígenas y jóvenes
campesinos por parte de la guerrilla: podemos luchar por un mundo mejor sin
tomar las armas. Aun apoyó movimientos cívicos en rechazo de la violencia,
venga de donde viniere: guerrilla o ejército. Todo ello desató la furia del ELN, que
por fin asesino al señor obispo. Y antes y después ha asesinado a cuatro
sacerdotes de la diócesis. Y muchos del clero han tenido que retirarse para
salvaguardar sus vidas.
Con sobrada razón Antonio Caballero, en el epílogo del libro “ El Cura Guerrillero”,
de Walter J. Broderick, escribió “ Es quizás en el movimiento guerrillero donde la
acción y las ideas de Camilo Torres resultaron más espectacularmente inútiles”.
Traigo a colación estos relatos como un ejemplo del tiempo y del ambiente en que
Monseñor Jaramillo tuvo que cumplir con su deber de Obispo de la Iglesia durante
19 años de su episcopado.
Este aspecto humano del Señor Obispo es necesario resaltarlo: no se pretende
angelizarlo sino ver la realidad de un hombre con sus luces y sus sombras,
escogido por Dios para vivir una época muy interesante del nacimiento de una
iglesia particular.
De verdad que fue un Pastor no ajeno a las debilidades humanas y tampoco ajeno
a los dolorosos o alegres momentos de sus hermanos.
Es importante conocer el análisis que sobre la administración económica nos da
Monseñor Alberto Giraldo, testigo mayor de toda excepción y quien tomó el mando
de la diócesis apenas asesinado el Señor Obispo Jaramillo.
De su declaración, tomamos los siguientes apartes:
“Quienes conocimos de cerca a Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve
podemos señalar las causas de sus sufrimientos y, seguramente, las que, en
definitiva, fueron ocasión de persecución para él.
204
Otro punto que causó mucho sufrimiento a Monseñor Jaramillo fue el de los
dineros entregados por la Manessman para beneficio de las diversas
comunidades. Con una actitud muy generosa Monseñor Jaramillo quiso beneficiar
no solamente a los párrocos de Arauca sino de las otras diócesis por las cuales
debería pasar el oleoducto Caño Limón-Coveñas. Fui testigo de la forma sencilla
como se presentaron los proyectos de las comunidades y cómo Monseñor fue
generoso. No creo yo que haya tenido provecho personal en esta materia.
En síntesis, sin ser una persona especializada y técnica en administración,
Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, fue un hombre generoso, responsable,
cuidadoso. Las dificultades que se presentaron surgieron más de las fallas de las
personas que lo rodearon que de él mismo.
205
Pocos días antes en Puerto Nidia se había instalado una estación telefónica para
comunicación con todo el país, cosa que admiró Monseñor, pues no es común en
aquellas lejanías gozar de tales medios de comunicación y quiso utilizarlo para
comunicarse con sus familiares en Bogotá. Lo mismo hizo el Padre Helmer con
los suyos, en Manizales.
Después de almorzar todo el grupo se regresó de Puerto Nidia a Fortul, muy
contentos comentando los acontecimientos del día.
El secuestro
Iniciaron su camino: la ruta que recorrieron fue: tomar la carretera que antes de
Fortul conduce a Palmarito y hacia La Paz. Uno de los secuestradores vio que
estaba escasa la gasolina y adelante de Palmarito compraron una pimpina y
tanquearon el motor.
- El Padre Helmer: Para dónde nos llevan?
Respuesta: Siga adelante.
En el tramo de Palmarito a La Paz comentaban Monseñor y el Padre Helmer
sobre lo buena que había quedado la vía. Al pasar por La Paz encontraron el
pueblo solo. Los que conocían a Monseñor y a los misioneros trataban de
saludarlos pero al ver a los guerrilleros armados volvían la cabeza fingiendo no
conocerlos.
212
Por el espejo retrovisor el Padre Helmer vio que Monseñor llevaba el rosario en
las manos e iba rezando. Continuaron en silencio y al cabo de un rato dijeron:
Con nosotros nunca van a acabar porque somos muchos.
Monseñor: Cómo sabían que nosotros estábamos por aquí?
El secuestrador más viejo: Nosotros tenemos quien nos informe.
- Monseñor: Si aparece una patrulla del ejército, qué harían?
- Secuestradores: No, esa gente no está por aquí; lo tenemos todo
controlado
Entonces empezaron a preocuparse seriamente. Pasaron por Santa Isabel y
un poco más adelante dieron orden de detener el carro:
- Apague el carro y bájense! Tomaron las llaves del carro.
Monseñor bajó del carro y les dijo: Yo soy un anciano, yo ya estoy en las
manos de Dios. No le vayan a hacer nada a él (por el Padre Helmer). Yo ya
no veo bien para caminar de noche.
Les respondieron: No tiene que caminar mucho.
Dos secuestradores se retiraron un poco para hablar a solas mientras el otro
montaba guardia. Entonces Monseñor Jaramillo y el Padre Helmer
aprovecharon el momento para hacer una oración y se absolvieron
mutuamente.
Devolvieron las llaves al Padre y le ordenaron regresarse por donde habían
venido. Y el Padre respondió:
- Yo no me voy sin Monseñor: me quedo con él.
Los secuestradores le respondieron: Usted se va! Discutieron y finalmente
amenazaron al Padre.
El señor Obispo entonces le pidió: Por obediencia, váyase para que no
compliquemos las cosas. Pongámonos en la presencia de Dios y que se haga
su Voluntad.
El Padre Helmer insistió: Yo me quedo por acá cerca mientras ustedes hablan
con él. Me avisan y regreso a recogerlos. Pues tenía la esperanza de que
214
sólo iban a hablar con Monseñor como lo hacían con los sacerdotes cuando
salían a las veredas para celebrar la Santa Misa: así le había acontecido a él
mismo.
Nuevamente le ordenaron subir al carro y regresar después. Cuando ya tenía
el motor encendido les repitió: Hermanos, por Dios, ustedes no le vayan a
hacer nada a Monseñor, él es un santo, él no le hace mal a nadie.
Un secuestrador: Nosotros vamos a hablar con él. Y agregó: Mientras vienen
los que estamos esperando, se demora. Váyase a La Esmeralda y mañana a
las ocho viene a recogerlo. No se preocupe, señor, que a él no le va a pasar
nada.
Empezaba la noche: serían las seis de la tarde.
Por las señales que mostraba se deducía que había sido asesinado unas horas
antes, allí donde se encontró. Además la sangre y las vainillas cerca del
cadáver y la masa encefálica que se derramó al levantarlo, eran señales
patentes.
Hora de la muerte
Según el Acta de Defunción la muerte de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo
ocurrió a las siete de la noche del día dos de octubre de mil novecientos
ochenta y nueve, aunque en la diligencia de necropsia, realizada el día
siguiente, por la situación en que de hallaba entonces el cadáver, el médico
forense juzgó que la muerte había ocurrido a las diez horas de la noche.
En las diligencias de la unidad investigativa DIJIN – DAS de fecha 20 de
octubre siguiente, se relata la declaración de un testigo interrogado en la
Vereda Santa Isabel: “Que él estaba en su casa la noche del dos de octubre y
a las siete de la noche oyó cinco disparos; salió a la esquina del corral y vio
que un carro prendió las luces y se regresó por la vía por donde vino, que va
hacia La Esmeralda. También oyó una persona que se quejaba y luego
escuchó un disparo, luego otro y luego los otros tres. El vehículo era un
Samurai. Al día siguiente fue hasta el sitio donde se encontraba el cadáver, en
compañía de un vecino, y luego por radio se enteró que se trataba del señor
Obispo. El vehículo que vio antes y después de los disparos fue el mismo que
regresó hacia La Esmeralda y permaneció unos diez minutos entre su llegada y
su regreso, enseguida de los disparos. El testigo llevó a las autoridades al sitio
del crimen y describió la forma como fue encontrado el cadáver. De ello hay
fotografías en el proceso investigativo. Este sitio es un lugar abierto, en la
carretera y no hay zona boscosa a sus alrededores. Se encuentra a unos 60
metros de la vivienda del testigo interrogado.”
218
Del informe del DAS oct. 11. 1989: “Igualmente se conoció que hace
aproximadamente seis meses el E.L.N. sometió a juicio revolucionario a
Monseñor Jesús Emilio Jaramillo concluyendo con la sentencia de muerte pero
acordando hacerla efectiva en el sector rural aprovechando sus
desplazamientos en misiones pastorales. Sobre la campaña en su contra
Monseñor tenía conocimiento. La sentencia fue encomendada a ejecutar al
comando que opera en el área de La Esmeralda, Los Chorros, La Paz, entre
otras localidades el cual es liderado por un sujeto residente en el caserío de
Cuatro Esquinas, cerca de La Paz”.
boletín Nº. 28 del E.L.N. En uno de sus apartes dice así: “De ahí se deduce
que ustedes asesinaron a un amigo del pueblo, a alguien que acompañó todas
las etapas del proceso histórico del Sarare, del Llano y demás zonas de esta
martirizada diócesis. Defendió a su clero, a sus fieles de grupos paramilitares
como el MAS, mediante sus denuncias y trámites. Tampoco se dejó presionar
por las brigadas del nororiente y con sus colegas de Provincia se negó a firmar
documentos condenatorios, ya que su lealtad al Papa fue hasta la muerte;
como prueba de ello están sus famosas pastorales donde fija su posición de
imparcialidad.” (Texto completo en el Apéndice Nº 1)
También la comisión Intercongregacional de los Religiosos de Colombia
publicó el Boletín Informativo. Volumen 2, Nº 4. Oct- Dic. 1989, bajo el título:
“El cadáver de un pastor en el laberinto de las Violencias”. Allí condena la
acción criminal injustificada del Frente Domingo Laín, que acepta estar en
abierta oposición a la dirección del UC- E.L.N. , y sin dejar de analizar algunos
aspectos que aunque no justifiquen el hecho de una “justicia revolucionaria”
cuyo proceder es la negación de la misma justicia, presenta “interrogantes”
sobre “algunos rasgos de la racionalidad de la violencia” que nos envuelve, que
no podrían identificarse con las convicciones de Camilo Torres y Domingo
Laín, quienes habían hecho “Opciones militares inspiradas en el Evangelio”. Y
refriéndose a Monseñor Jaramillo: Quizás los rasgos problemáticos de su
personalidad como hombre de gobierno eran consecuencias casi naturales de
estas casualidades. En efecto, en el mundo turbio del dinero y de los intereses
políticos se desenvolvió con ingenuidad, quizás confiado demasiado en la
bondad de los hombres que lo rodearon y pudo ser, por ello, fácil presa de
manipulaciones. Ciertamente este no era su mundo, pero obligadamente debía
tomar decisiones que tocaban el campo económico y tomar partido explícita o
implícitamente, por alguna de las fuerzas que se disputaban a muerte los
campos que afectaban la vida económica, social, política e ideológica de la
región. Vivir en medio de tanta lucha es estar por ello expuesto a la
222
en estos momentos de dolor nunca podremos saber cuál será nuestro, pues
antes de llegar a él habremos perecido bajo las balas asesinas de los malos
hijos de esta tierra.
Y QUÉ ES LA VERDAD?
Fue esta la gran incógnita de Pilatos cuando el Cristo difamado le aclara quién
era y cuál era su misión.
Ahora, Monseñor Jaramillo, con antelación también a un juicio de condenación
ya definido aclara cuál es la realidad de sus gentes y cuál su posición ante la
injusticia y la inescrupulosa vejación de la persona humana.
Con motivo del aleve asesinato del sacerdote Raúl Cuervo, Párroco de Fortul
en 1985, cuatro años antes de su propio asesinato, clamó valientemente con
todo el fuego inspirador del Evangelio en la siguiente Circular a los fieles de su
Diócesis.
Su sola lectura nos exime de cualquier comentario
y las humildes viviendas han quedado solas. Pero algo faltaba para que la
hecatombe fuera completa. No era suficiente que las manos de los
sacerdotes estuvieran salpicadas con la sangre de los cadáveres que han
enterrado. Era necesario que por las heridas de Raúl mezclaran la suya
propia consagrada a la de las víctimas anónimas “Todo está consumado”,
decimos como Cristo en la Cruz.
3) Todos conocemos las estructuras de miseria en que han vivido los colonos:
carencia de caminos, de instrumentos para el trabajo, de asistencia
sanitaria, de escuelas, etc. Esta es la explicación de los dos paros cívicos
que hemos visto y en los cuales la Iglesia tuvo un papel decisivo, apoyando
los justos reclamos del pueblo. Pero en vista de que, a pesar de todo, las
situaciones de injusticia continúan, se han agudizado en el Sarare dos
fuerzas: la violencia y la Iglesia. Es necesario que los habitantes de la
Diócesis hagan su opción entre estas dos.
SALMO 21
Recorremos con Monseñor Jaramillo este camino de tres horas hasta el lugar
de su sacrificio, tomado un poco atrás todo cuanto implicó este fatal desenlace.
233
Con anticipación de seis meses había sido sometido a “un juicio revolucionario”
determinando su condena de muerte, indicando el Comando que ejecutaría la
sentencia y señalando la zona solitaria donde habría de cumplirse con
circunstancias bien definidas. No en Arauca sino en una de sus misiones
pastorales por la zona donde maniobraba el comando designado; información
exacta de sus cuerpos secretos de inteligencia sobre el itinerario y tiempo de la
visita; certeza de la ausencia de la fuerza publica en la zona; señalamiento del
lugar y hora de la ejecución para que los sicarios puedan escapar sin riesgo
enseguida del ajusticiamiento, en el tiempo record para estar allí el vehiculo en
que escaparían. El Señor Obispo debía quedar totalmente solo en manos de
los sicarios y éstos exigir un espacio de tiempo prudente para estar lejos al
momento del rescate del cadáver; y además no debía quedar duda de su
fallecimiento, lo que se deduce de la sevicia del procedimiento.
Las razones que se darían para su secuestro serían los engaños ya muy
utilizados, aprovechando la conocida disponibilidad de Monseñor para una
intermediación: lo demás, silencio e imponer órdenes. Llegar al sitio ya de
noche con la seguridad de que en los poblados aledaños no habría gente
merodeando, pues ya los habían amedrentado y los Inspectores Locales de
Policía no estarían presentes. Todo fríamente calculado para poder cumplir sin
sobresaltos su macabra función a sangre fría y a resguardo de cualquier
imprevisto.
Las circunstancias se les presentaron propicias. Era la media tarde del dos de
octubre. Secuestrado esa hora y comandando la marcha, llegarían ya entrada
la noche a la zona del sacrificio. Fueron tres horas de incertidumbre para
Monseñor y su acompañante, durante las cuales, en sus silencios mortales, ya
no sólo previendo sino seguro de lo que acontecería, él entró en oración, se
encomendó a la Santísima Virgen mediante el rezo del Rosario cuando
marchaba entre dos sicarios amenazantes: portaba el anillo pastoral adornado
con la imagen de La Inmaculada, el mismo que usó el día de su posesión y lo
234
seguros. Urgía estar solos, ya oscuro, pues “los que esperaban” que vendrían
en un carro para huir, estaban por llegar.
Entre las seis y treinta y las siete de la noche fue la antesala de la muerte:
media hora interminable. Silencio? Improperios? El Obispo preparado para la
muerte frente al pelotón de fusilamiento!, en lo más intimo de su oración final
recordaría la plegaría de San Ignacio de Antioquía, uno de los Padres
Apostólicos más querido y admirado por él y a quien citaba con frecuencia,
también en la antesala del martirio:”Lo único que para mí habéis de pedir es
que tenga fortaleza interior y exterior para que no sólo hable sino que esté
también interiormente decidido, a fin de que sea cristiano no sólo de nombre
sino también de hecho. Lo que necesita el cristiano cuando es odiado por el
mundo, no son palabras persuasivas sino grandeza de alma”. (Carta a los
Romanos.3.1-3).
Qué solemne momento ante el cual lo mejor es callar, adorar y contemplar “la
hora” señalada por el Padre para el encuentro definitivo. Al fin, llegó.
Un toyota Samurai pasó vertiginoso; venía del lado de La Esmeralda: llegado al
sitio donde lo esperaban los sicarios con Monseñor, apagó las luces y estuvo
allí durante unos diez minutos, durante los cuales se oyeron los disparos del
ajusticiamiento. Luego encendió las luces y regresó por donde había venido.
El Señor Obispo quedó tendido en el suelo a la orilla de la carretera: los
asesinos lo colocaron en posición boca arriba (decúbito dorsal) y con las
manos extendidas en forma de cruz después de haberlo masacrado; tomaron
el reloj y el anillo pastoral y lo abandonaron a la intemperie. Abordaron el carro
y huyeron rápidamente.
Los vecinos más cercanos que vivían a unos 60 metros de donde mataron a
Monseñor, al oír los disparos salieron al corral de su vivienda y observaron
cuando el Samurai pasó, se detuvo, apagó las luces, esperó unos diez
minutos, prendió nuevamente las luces y regresó.
Oyeron los disparos y antes el gemido de una persona que se quejaba.
236
HACELDAMA
“Es Precio de Sangre” ( Mat. 27,8)
Los disparos fueron hechos por sicarios situados a derecha e izquierda del cuerpo
de Monseñor, allí en el mismo sitio donde fue hallado el cadáver, y atravesaron de
parte a parte el cuerpo.
Por la trayectoria de las balas, descrita en la necropsia, Monseñor ya estaba
tendido en el suelo, pues no es fácil, y con premura de tiempo, disparar de abajo
hacia arriba, de la mitad del cuerpo hacia los hombros a una persona en pie; la
masa encefálica se encontró regada junto a la cabeza al levantar el cadáver,
además la sangre y las vainillas encontradas cerca del cadáver. Cuatro de los
disparos fueron mortales y el cuerpo debía caer por lo menos al primero. La
posición en que se encontró el cadáver en decúbito dorsal y los brazos en cruz,
fue una acción intencional de los asesinos que indica burla o perversa
satisfacción.
Otro detalle imprescindible de narrar fue el tiempo record en que hicieron los
disparos tan premeditados: diez minutos, según el testigo citado. Monseñor
Jaramillo fue rematado en situación de indefensión, echado en el suelo hasta
comprobar su muerte y después de despojado de sus pertenencias, abandonado.
La anterior descripción, no por cruel y macabra, podría quedar desconocida.
Eso es dar la vida por los que se ama, en versión del Evangelio (Jn. 17,19) “Y yo
por ellos me hago sacrificio a mi mismo”
SEMILLA DE PAZ
“Del grano de trigo muerto nació la feraz espiga: esta es la ley del Evangelio”.
Así escribió Monseñor Jaramillo sobre la losa sepulcral de su venerado
antecesor Monseñor Luís Eduardo García. Ahora él mismo cae al surco como
una semilla de esperanza y de paz.
A las 19.00 horas de la tarde se expuso el cuerpo del Señor Obispo, vestido
con los ornamentos pontificales, frente al altar mayor de la Catedral de Santa
Bárbara.
En el ábside lucía el escudo episcopal que recordaba y recordará siempre su
voz de Pastor y Profeta: “Mirad que llega el Señor”.
Todo el pueblo Araucano y de los municipios vecinos se congregó alrededor de
su amado Pastor: rezos, lágrimas, expresiones de angustia, de estupor, amor y
reverencia manifestaban los sentimientos sinceros del pueblo.
Durante la noche, la Cámara ardiente estuvo visitada. Los sacerdotes
celebraron sucesivamente la Santa Misa.
El miércoles 4 de octubre se hicieron presentes el Excmo. Señor Nuncio
Apostólico, los Cardenales Alfonso López, Presidente de la Conferencia
episcopal y Mario Revollo, Arzobispo Primado de Colombia, otros quince
Obispos, el Superior General del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal,
al cual pertenecía Monseñor Jaramillo, todo el clero de Arauca, sacerdotes y
religiosos de varias diócesis del país, para participar en la velación y en la
Liturgia exequial. Igualmente las autoridades locales, representantes de la
Presidencia de la República y de otras entidades religiosas y civiles.
El jueves cinco de octubre, hacia las 11.00 horas de la mañana se inició la
solemne Liturgia Exequial concelebrada por todos los Obispos y sacerdotes
presentes. La Catedral estaba totalmente colmada de fieles y un número
notable participaba desde los alrededores del templo. Presidió la celebración
el Cardenal Alfonso López Trujillo, quien pronunció una sentida Homilía,
destacando la muerte martirial del Obispo sacrificado, sus claras virtudes
sacerdotales y su obra apostólica. Llamó la atención sobre la difícil situación
por la que atraviesa la Patria e hizo un llamado a la fidelidad en la fe y en la
esperanza cristianas. Recordó finalmente la amonestación de la liturgia de
Ordenación sacerdotal: “Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a
Dios y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”: nuestro querido
242
El Señor Nuncio al final del solemne rito, dijo: Como buen Pastor no ha huído
sino que ha dado la vida…Que la gente de Arauca y de Colombia no olvide
jamás que la tierra de una nación, todavía sin paz, ha sido bañada con la
sangre de un Obispo”.
El Santo Padre Juan Pablo II, envió el siguiente mensaje con su paternal
condolencia: “Profundamente apesadumbrado al recibir triste noticia asesinato
Monseñor Jaramillo Monsalve, Obispo de Arauca, Santo Padre compartiendo
dolor Episcopado Colombiano, clero y fieles Diócesis Arauca así como entera
Iglesia Colombiana, ofrece sufragios Altísimo por eterno descanso alma
ejemplar y abnegado pastor, que dedicó su vida al servicio Pueblo de Dios
predicando reconciliación y amor cristiano stop Sumo Pontífice ante esta nueva
víctima injustificable violencia, expresa una vez más enérgica reprobación
acciones contra la vida y dignidad de las personas, especialmente tratándose
pastor Iglesia entregado a obra evangelizadora y asistencia a más necesitados
stop. Mientras encomienda en sus oraciones a la amada Nación Colombiana
ante repetidos ataques a pacífica convivencia y tradición cristiana de su pueblo
Su Santidad pide al Todopoderoso consuelo en esta dolorosa prueba para
familiares benemérito Obispo, comunidad eclesial Arauca y de toda Colombia,
a quienes hace llegar más sentido pésame impartiendo, prenda constante
asistencia divina, confortadora Bendición Apostólica. Cardenal Casaroli”.
“La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires: “Sangre de
mártires, semilla de cristianos”. Al término de segundo milenio la Iglesia ha vuelto
a ser de nuevo Iglesia de mártires. Las persecuciones de creyentes, sacerdotes,
religiosos y laicos, han supuesto una gran siembra de mártires en varias partes del
mundo. El testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento de la sangre, se ha
hecho patrimonio común de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes como
lo revela ya Pablo VI en la homilía de la canonización de los mártires ugandeses.
Es un testimonio que no hay que olvidar. La Iglesia de los primeros siglos, aun
encontrando notables dificultades organizativas, se dedicó a fijar en martirologios
el testimonio de los mártires. Tales martirologios han sido constantemente
actualizados a través de los siglos y, en el libro de santos y beatos de la Iglesia,
han entrado no sólo aquellos que vertieron su sangre por Cristo, sino también
maestros de la fe, misioneros, confesores, obispos, presbíteros, vírgenes,
cónyuges, viudas y niños.
En nuestro siglo han vuelto los mártires, con frecuencia desconocidos, casi
“militantes anónimos” de la gran causa de Dios. En la medida de lo posible no
deben perderse en la Iglesia sus testimonios. Como se ha sugerido en el
Consistorio es preciso que las Iglesias locales hagan todo lo posible por no perder
el recuerdo de quienes han sufrido el martirio, recogiendo para ello la
documentación necesaria. Esto ha de tener sentido y una elocuencia ecuménica.
El ecumenismo de los santos, de los mártires, es tal vez la más convincente.
Será tarea de la Sede Apostólica con vista al año dos mil actualizar los
martirologios de la Iglesia universal prestando gran atención a la santidad de
quienes también en nuestro tiempo han vivido plenamente la verdad de Cristo.”
En su áureo librito “He ahí al Hombre”, Monseñor Jaramillo nos dejó estas
reflexiones:
“¿Dónde encontramos dechado más perfecto que nos enseñe la amarga lección
experimental del morir en Cristo Jesús? ¿Qué tiene que ver junto al Crucificado
Sócrates para quien la filosofía se resume en el arte de aprender a morir? Con
razón los artistas eternizaron en el lienzo, la escultura o la música la agonía del
Señor como estímulo, meta y consuelo de los que vamos a morir.
Yo quiero expresar aquí, en la presencia de Dios que me ha de juzgar muy pronto,
los sentimientos de mi alma. Quiero que la muerte realice, por fin, mi incorporación
con Cristo y sea una reproducción de su dolor y una expiación de mis pecados y
de los ajenos. Quiero, a pesar de mi naturaleza frágil, divinizar mi agonía, mi
miedo, uniéndome al terror del Cristo de la agonía.
Sobre todo dejo constancia de mi fe en la resurrección de Cristo que me será
participada por su misericordia. En mi pecho tengo la certeza de que me
incorporaré de nuevo un día, después del tiempo y de la historia, después del
olvido, de la soledad y la podredumbre. Entonces la inmortalidad vestirá mi
mortalidad y la vida se absorberá en mi propia muerte. El grano de trigo podrido
surgirá hecho colino de perenne verdor y el cuerpo tendrá la luz de las estrellas”.
(He ahí al Hombre. Ed. 1962. p 172).
También estoy convencido, con muchas otras personas que vivieron cercanas al
Señor Obispo, que una nota esencial de su espiritualidad sacerdotal fue desear la
gracia de dar la vida con una expresión irrebatible, en testimonio de la verdad y del
amor de Dios. Los maestros de la vida espiritual no se atrevieron a manifestarlo
por creerse indignos de tal gracia: el ejemplo de San Ignacio de Antioquia es una
boca que habló por muchos.
Y aquél que parecía tímido, aquél a quien creyeron excesivamente prudente para
expresar los compromisos, aquél de quien tantos pensaron que su magnífica
247
expresión oratoria no era suficiente testimonio, esos tuvieron que ver a este
hombre de cara beatifica como un titán frente a la confrontación de la verdad.
Su prueba definitiva no fue la oportunidad inesperada, ni menos esquivada.
Estaba seguro de la rectitud de sus actos, del peligro que le acechaba en cada
vuelta del camino y nunca evitó los caminos. Estaba seguro, y lo había prometido
también el día de su episcopado, que su vocación de Obispo de la Iglesia era dar
testimonio de la verdad, él el primero. Y no gritó pidiendo clemencia y no dio la
espalda en el momento del tiro de gracia.
oraciones, que estuvo siempre al frente donde creía ver el peligro para los suyos,
dando ánimo y ejemplo.
Y los relatos del funesto dos de octubre dejan ver con claridad meridiana que lo
tomaron de sorpresa, que ese momento llegaría en cualquier encrucijada del
camino y que no podía disimular su realidad de persona y de Obispo: por eso en el
momento decisivo ordenó que se retiraran sus compañeros para que no sufrieran
algo peor, pues los captores lo querían sólo a él. Pide la absolución al sacerdote
acompañante y la imparte al mismo tiempo: era la clara conciencia del momento
final del testimonio. Y el hecho mismo de haber sido asesinado de frente, a
quemarropa, después de torturas y con el engaño de que iba a ser emisario ante
el gobierno, no deja duda de la conciencia y generosidad de su entrega, ya
manifestada desde su ordenación episcopal. Estamos completando el martirologio
de la Santa Iglesia, siempre antigua y siempre nueva, y contra la cual no
prevalecerán las puertas del Infierno.
Pero los testigos de la fe que también esta tarde nos hablan con su ejemplo, no
consideraron su interés persona, su bienestar o la propia supervivencia como
valores más grandes que la fidelidad al Evangelio. Incluso en su debilidad ellos
opusieron firme resistencia al mal. En su fragilidad resplandeció la fuerza de la fe y
de la gracia del Señor”.
“Los séptimos fueron los de aquellos que han dado la vida por amor a Cristo y a
sus hermanos en América...el de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve,
Obispo del Vicariato Apostólico de Arauca, asesinado por un grupo de guerrilleros,
después de haber sido torturado, el 2 de octubre de 1989”.
El Acto concluyó con la oración del Santo Padre y la invitación a mantener vivo el
recuerdo de los Testigos de la Fe.
(Tomado de Osservatore Romano. N. 19. Mayo 12.2000. p. 238 – 239).
Creemos que a favor de la fama de Martirio del Siervo de Dios, es muy claro el
testimonio del propio Sumo Pontífice al incluirlo entre los Testigos de la Fe en el
siglo XX y que su testimonio fue el de la entrega de su propia vida. En el caso de
Monseñor Jaramillo se cumplen literalmente las causas de Testimonio de la Fe
que el Santo Padre señaló expresamente.
que era propiedad del excelentísimo Señor Miguel Ángel Builes, en poder de mi
hermana. A Dios, luz perdonadora, dejo mí conciencia y me abandono en su
misericordia, no confiado en mis méritos sino en su bondad que me hizo el regalo
de su Unigénito como mi perdón y mi justicia, con la firma esperanza de mi
resurrección.”
Bien pudiéramos condensar toda esta historia de gracia y de presencia de Dios en
la vida de la Iglesia en Colombia y en la comunidad Araucana con la profética y
programática definición de su identidad como Obispo de la Iglesia católica.
ANEXOS
confidente y cómplice del ejército?... Ella es como una Madre que ama a todos
sus hijos… (y concluye): esta posición no es cobardía, no- compromiso. Al
contrario, es una posición heróica, es un sacrificio cruento, a favor del hombre.”
En este mismo sentido, de la lucha por un humanismo cristiano, dijo en su
sermón de Semana Santa en Saravena: “La Iglesia (nosotros) es amiga de la
guerrilla, pero no de sus métodos” con lo cual se acarreó críticas del Gobierno
y del Ejército, pero quería indicar que era amigo del hombre Sarareño,
guerrillero o campesino, pero no de sus métodos, como dinamitar oleoductos,
lo cual todo mundo seguirá criticando por su inutilidad y locura.
Por eso, les decimos a los integrantes de los grupos del E.L.N. , que su acción
sangrienta contra la Iglesia y sus pastores es terriblemente inhumana y esa
falta de humanismo es gravísimo error, como se lo irá a hacer conocer Juan
Pablo II al presidente de Rusia y al de Cuba en su próximo viaje. De ahí que el
pueblo sarareño esté ahora en contra de ustedes, por su crueldad en seguir
asesinando Obispos, gerentes de Incora, humildes madres de familia y mucha
otra gente que sirve a las comunidades y quiere el progreso, porque la miseria
no se puede aceptar.
Conocida su línea de “centro”, no se le puede acusar de buscar una “amistad”
con el Intendente Militar, sino como cosas de su oficio al recibirlo y darle a
conocer sus experiencias como experto en la elaboración de proyectos de
desarrollo de la Intendencia y evitar que los politiqueros se siguieran robando
las regalías petroleras y aunque ustedes no lo crean, con todo el peso de su
autoridad episcopal exigió la suspensión de los bombardeos contra la
población civil y además intervino para que a los colonos concentrados en
Puerto Nydia y que huían de las bombas y de la guerra, se les dieran alimentos
y medicinas y sabía además que en el Hospital de La Esmeralda, fruto del
esfuerzo de la Iglesia, se podrían atender heridos.
También es falso que haya usufructuado a su favor, dineros de las Compañías
Multinacionales, ya que el auxilio conocido de la Manessman, fue administrado
263