La Diferencia Sexual en Debate
La Diferencia Sexual en Debate
La Diferencia Sexual en Debate
Lugar
Prefacio
Interrogantes
Nos encontramos en el trabajo clínico con la problemática de la
diferencia sexual tal cual se presenta en la diversidad de las
culturas actiuales. ¿Hay elementos a revisitar en las concepciones
sobre la diferencia masculino-femenino?
¿Las parejas homosexuales, el travestismo, el transexualismo, las
presentaciones queer o las nuevas formas de familia en general,
cuestionan el concepto de diferencia sexual? Estas presentaciones,
¿son una expresión degradada de la diferencia sexual clásica femenino-
masculino? En estos casos, ¿los hijos provenientes de formas de
familia no convencionales, quedarían excluidos, abyectos, del sistema
de lazos sociales? Y, si no fuera así, ¿cambiaría el concepto de
diferencia sexual?
Además, ¿es la diferencia sexual una noción dependiente de cam
bios históricos o sociales? O, en el otro polo, ¿se trataría de un axioma
inmutable de la teoría? Más aún, ¿se trata de una categoría que se
encuadraría totalmente en la teoría de la representación?
Como hemos destacado, el análisis del concepto de diferencia
sexual tiene fuertes implicancias en la práctica clínica. En-nuestra
línea de estudios puntualizamos que están en juego normas,
discursos e ideales culturales con respecto a la conceptualización
de las llamadas diversidades sexuales y de género, a las
características de la feminidad y la masculinidad, y a las funciones
simbólicas necesarias para una inserción en un universo de lazos
sociales. Se trata de categorías problemáticas porque sus
fundamentos se proponen como inamovibles.
Esto supone abrir la posibilidad de iluminar y revisar la resolución
de los procesos de subjetivación sexuada, los itinerarios del deseo y
su relación siempre conflictiva con los ideales y legalidades
vigentes. En este marco, cobra especial relevancia la posición del
analista, sus teorías —implícitas y explicitas—, su ideología,
creencias y prejuicios, así como la necesidad de un abordaje que
amplíe el campo de la escucha.
Abordaje
Partimos de la hipótesis de que el concepto de diferencia sexual
en psicoanálisis encuentra un tope al estar sustentado en una lógica
La diferencia sexual en debate 16
binaria estricta (fálico-castrado, presencia-ausencia, homologados a
masculino-femenino). La propuesta es pensar esta categoría con
otras
La diferencia sexual en debate 17
16
Propuesta
En la perspectiva planteada nuestra propuesta es:
Ejes de análisis
• Lo masculino y lo femenino en la historia cultural de
Occidente. • El concepto de sujeto sexuado y su relación
con el campo de la diferencia sexual en las perspectivas
de la Modernidad y de la denominada Posmodernidad o
Modernidad tardía así como en algunas variantes de las
culturas contemporáneas.
• Lo masculino y lo femenino en el psicoanálisis y su
explicitación teórica y aporías: complejo de Edipo y de
Leticia Glocer Fiorini
castración en el varón y la niña, envidia del pene, angustia
de castración, ideales en juego, funciones simbólicas.
• Las migraciones sexuales y de género. El desafío que
implican al concepto clásico de diferencia sexual con su
carácter normativo dentro de las legalidades vigentes.
• Los procesos de subjetivación sexuada a la luz de las
parentalidades no convencionales.
• Las metateorías en juego y los debates que surgen desde la
perspectiva de las nuevas realidades mencionadas.
• Las teorías implícitas del psicoanalista frente a los ejes de la
teoría psicoanalítica y la demanda de nuevas construcciones:
sus implicancias clínicas.
• El pensamiento psicoanalítico en tensión frente a
redefinicioneS político-jurídico-sociales: homosexualidades,
parentalidadesffl convencionales, nuevas formas de familia.
Discursos, narrativas
Figuras y contrafiguras sobre lo femenino y lo masculino
recorren la historia de la civilización y la cultura con sus diversas
subculturas. La diferencia de los sexos fue y es conceptualizada de
distinta manera en el curso de la historia, en las diferentes
sociedades, en distintas disciplinas y diferentes teorías, aunque
también hay puntos en común que conviene resaltar. Los cambios
sociales, culturales, biomédicos y tecnológicos que se produjeron
en las últimas décadas ("nuevas familias", fertilización asistida,
sexo virtual, cirugías de cambio de sexo), actualizan preguntas que
se plantean desde la Antigüedad y que inducen a repensar la
noción de diferencia sexual. Esto se acentúa por el desarrollo
vertiginoso de los fenómenos de globalización, la comunicación y
la informática.
Dubyy Perrot (1990), en Historia de las Mujeres, se refieren a un
hecho muy particular y sugestivo al preguntarse si realmente existe una
histo ria de las mujeres y cuáles son sus relaciones con el pensamiento
sobre la diferencia de los sexos. Afirman que hay un devenir,
mutaciones, en "la evolución del pensamiento sobre la diferencia de los
sexos que, desde los griegos, viene trabajando la cultura occidental.
24 Leticia Glocer Fiorini
La noción de sujeto
sexuado y las realidades actuales.
Su impacto en las
conceptualizaciones sobre la
diferencia sexual
Nuevas realidades
Hablar de realidades es internarse en un campo complejo, en el que es
ineludible referirse a la relación entre realidad psíquica, realidad material
y realidad histórica. Cada uno de estos términos es polisémico y distintos
marcos teóricos proporcionan diferentes interpretaciones de los mismos.
Recordemos la problemática de la percepción y sus equívocos, el
concepto de trauma y de resignificación, la cuestión de la representación,
de lo difícilmente representable y de lo irrepresentable, solo por
mencionar algunas cuestiones cuya relación con la realidad ha sido
discutida desde diversas disciplinas. Y el psicoanálisis está directamente
implicado en estas cuestiones.
del propio
de la llamada
El concepto de sujeto no es un término estrictamente freudiano; el
psiquismo en la obra freudiana se sustenta en la primera y segunda
tópica. Freud lo utilizó en pocas ocasiones y con un sentido muy
preciso. Pero autores posteriores como Lacan (1973)
desarrollan la noción de sujeto barrado y la incluyen en su vocabulario
psicoanalítico para enfatizar una barra constitutiva, que implica
una falta, un vacío estructural.
También hemos subrayado que surge en la actualidad
una nueva forma, parcial, que es el sujeto de las redes
informáticas, de los mundos virtuales, de los mundos
paralelos, inserto en contextos relacio• nales que, como
hemos indicado, inducen a interrogantes de peso sobre el
papel del cuerpo real en las relaciones humanas. La
exclusión de los cuerpos es un aspecto de fuertes
implicancias en los procesos de construcción de
subjetividad. En este contexto, se plantean cuestiones
fundamentales sobre el lugar del cuerpo real en los
procesos de subjetivación sexuada, en los que también está
en juego la disolución de los límites entre lo privado y lo público.
Hay que recordar que existen en el mundo contemporáneo facetas
que tienden a producir fenómenos de fragmentación y vacío con
potentes consecuencias en los procesos de subjetivación (Lewkowicz,
2004). El debilitamiento de los lazos sociales, la exacerbación de los
narcisismos, junto a una anomia existencial es una de las
características universos actuales. Se despliega una tendencia a reducir
e espacio psíquico, a extinguir el campo del deseo y a abolir las
facultades de representación psíquic manera se puede configurar el
sujeto desubjetivizado —un oxímoron— e la exclusión social. Esto
adquiere actualidad en los conte os contemporáneos ya que padecemos
formas violentas de ataque a la organización representacional del
psiquismo y esto involucra también la capacidad de pensar del
psicoanalista, además de sus condiciones de vida.
Como vemos, se presentan universos heterogéneos que forman
parte de la producción de subjetividad.
Es en este marco que urge pensar en cómo se conceptualizan los
sujetos de la diferencia sexual. Hemos destacado que el sujeto del
Iluminismo era una referencia a un sujeto masculino y que las mujeres
no estaban incluidas en el amplio campo del sujeto unitario de la Razón.
50 Leticia Glocer Fiorini
Por Io tanto, sigue en pie el interrogante, que es a la vez un de safío,
acerca de si se puede construir un sujeto femenino cuando, a la vez,
la Modernidad tardía o hipermodernidad está deconstruyendo al sujeto
Sujeto en proceso
En este contexto, se hace imprescindible reflexionar sobre los
efectos en la clínica de estos hechos. Hay que destacar que la
producción de subjetividad no es un hecho natural. Los procesos de
subjetivación son complejas operaciones psíquicas que posibilitan
una inserción en órdenes sociales y discursivos que, a su vez, los
determinan. Y, comòhéiñðs destacado, no hay trabajo posible en el
campo psicoanalítico que no implique replantearse con qué
concepción del sujeto está operando. Esto tiene especial interés en
relación con la diferencia sexual.
El campo de la experiencia no es homogéneo ni acepta una forma
única de interpretación.
Retomamos las palabras de Kristeva (1998) de sujeto en proceso
como intento de subrayar categorías vinculadas al movimiento, al
cambio. Por nuestra parte, agregamos que el sujeto en proceso no es
el sujeto unitario del Iluminismo ni el sujeto fragmentado de la
Posmodernidad, aun cuando puede participar, y participa de hecho,
de algunas de las características de ambos. El concepto apunta a
movimientos de construcción y deconstrucción que inciden sobre los
procccO
Introducción
Hablar de la diferencia sexual en la obra de Freud plantea
problemáticas e interrogantes de gran alcance, tanto desde el punto de
vista teórico como desde la práctica clínica. Remite a su experiencia
en un determinado contexto e incita a reflexionar sobre la relación
entre el investigador y los productos de su investigación, entre el
creador y su obra, entre sus experiencias y sus elaboraciones teóricas.
Podemos afirmar que se trata de una relación sumamente compleja
donde están en juego, entre otras problemáticas, las teorías sobre la
diferencia sexual.
En primer lugar, pensar en la Viena de Freud es pensar en las
ideas imperantes, en los discursos vigentes, en el contexto
sociocultural en el que su obra es gestada, y sabemos que esto
induce inevitablemente a determinadas construcciones teóricas y
determinadas prácticas. Pero la relación entre el contexto
sociocultural (creencias, ideologías, costumbres) y una obra
como la de Freud no es directa ni esquemática; no hay, a nuestro
juicio, una relación causa-efecto directa entre ambos.
En segundo lugar, el contexto epocal, sociocultural e
ideológico es solo un aspecto de las influencias posibles. No hay
que olvidar el marco epistémico en el que una obra se desarrolla,
marco que induce a determinadas formas de pensar las
problemáticas, que acepta ciertas lógicas y excluye otras.
50 Leticia Glocer Fiorini
La Viena finisecular
Hablar de la diferencia sexual en el contexto de la vida y la obra
de Freud implica referirse tanto a la Viena finisecular como a su
periencia cotidiana y en la práctica clínica con las mujeres. Pero
¿qué fue la Viena de Freud? Frecuentemente se habla de las ideas
burguesas patriarcales que imperaban. Es verdad que se trataba de
la Viena imperial, con un fuerte influjo de ideas tradicionales sobre
la familia Y la mujer así como sobre el papel del hombre como
ordenador. En ese contexto, la categoría mujer era, al menos,
motivo de desconfianza Y de alarma. Pero, también el principio del
siglo XX fue en Viena cuna de movimientos que revolucionaron la
51 Leticia Glocer Fiorini
cultura, tanto la pintura (recordemos a Klimt y el movimiento de
Secesión así como al expresionismo, entre otras corrientes) como
las artes en general, la literatura
La diferencia sexual en debate 52
El complejo de Edipo-
castración y la
diferencia sexual
En el varón
El enfrentarse a la diferencia de los sexos en la fase fálica, a
través de la visión e interpretación de la diferencia sexual
significada como castración en la niña, conduce a la angustia de
castración.
Leticia Glocer Fiorini
El complejo de castración está íntimamente ligado a la atracción
por la madre y la rivalidad con el padre. El deseo incestuoso hace
creí ble la amenaza de castración como castigo. travesía e IPIca
conðüëËãTãšù-štTíGÈÕÑffõÈñïûÌãõ7ðïFãîñüjer y a una
identificación con el padre, se instala la exogamia y la formación
del superyó.
Hay un corte que pone fin al complejo de Edipo infantil. Ese
corte está marcado por la angustia de castración.
59
En la niña
Freud describe una fase preedípica prolongada en la niña y
plantea que se le presentan dos tareas adicionales en su trayecto
libidinal: el cambio de objeto y el cambio de zona erógena.
Con la entrada en la fase fálica se manifiesta una masculinidad
primaria. Al enfrentarse a la diferencia sexual y experimentar una
minus- valía se genera hostilidad a la madre y un acercamiento al
padre.
Entonces, en un proceso guiado por la envidia del pene y
regido por la ecuación simbólica pene-niño, pasa õdesear un hijo
del padre y luego de otro hombre. Por lo tanto, el complejo de
Edipo sería tardío y secundario y no estaría sometido a un corte
por la angustia de castración, como en el varón.
•——Como este desarrollo, afirma Freud, no está regido por la
angustia de castración que cierra el ciclo en el varón, sino que
comienza con el complejo de castración, esto conduciría a la
constitución de un supO;yo débil.
No habría un final claro del complejo como en
el varón, habría continuidades y es Izamientos.
Todo esto implica para la niña, dice Freud, un pasaje de lo
activo a lo pasivo. Aquí plantea que esto se produce por causas
pulsionales y también por exigencias de la cultura.
En esta trama vemos que el complejo de castración pone fin al
complejo de Edipo en el varón, pero prepara el complejo de
Edipo en la niña. Para la niña, Freud propone que la castración es
La diferencia sexual en debate
aceptada como premisa. Es lo que Freud (1924, p. 186) llama
"aceptación de la castración consumada". I
•ones: tiene un valor simbólico, de oder, potencia, desde los antiguos ese
'Otrop
sarroll
Leticia Glocer Fiorini
(1972-1973), se define en torno a la función fálica. I
na, cepto
defin
Puntos a reflexionar
El complejo de Edipo-castración proporciona una forma de
pensar el acceso a la exogamia y la inserción en un contexto de
lazos sociales, a través de la prohibición del incesto. La angustia de
castración es un fenómeno que se observa en el varón, en la clínica.
Más dilemático es el concepto de castración en la niña salvo que
se lo tome en un registro simbólico, como incompletud y, en este
sentido, sería común a am bos sexos. Esto evitaría las resonancias
propias de una castración imaginaria específicamente ubicada en las
mujeres, que redobla el concepto de incompletud.
Capítulo 5
a) La polaridad sujeto-objeto
En la obra freudiana está en juego la polaridad sujeto-objeto en
relación con la diferencia sexual. Freud (1905,1923a) establece una
tajante división entre masculino, sujeto, activo y posesión del pene,
por un lado, y femenino equiparado con el objeto, lo pasivo, la no
posesión del pene, por el otro. Plantea que recién en la pubertad la
vagina entra en consideración como albergue del pene y establece
una posición pasiva para la mujer. Hay en esto una definición de lo
femenino a través de catego rías vinculadas a lo negativo. Freud
(1913b) sostiene en Tótem y Tabú que las mujeres son posesión del
Padre de la horda y, en estas condiciones, objeto de intercambio. La
posición de objeto es señalada también en el "Tabú de la virginidad"
(1918, p. 194) cuando nos dice que "El tabú ...) exterioriza un
horror básico a la mujer J". "La mujer es diferente del varón, parece
eternamente incomprensible y misteriosa, ajena y por eso hostil. El
varón teme ser debilitado por la mujer, contagiarse su feminidad y
mostrarse luego incompetente. Nada de esto ha caducado sino que
perdura entre nosotros". En consecuencia, señala Freud, una de las
causas del tabú es que la mujer es, para el hombre, extraña, hostil,
extranjera y, como tal, poseedora de un poder amenazante.
Señalemos que el objeto, en estos desarrollos, es la mujer y, por
10 tanto, lo otro en el sentido de que ataca las certezas del yo. Este
breve recorrido por los enunciados freudianos indica que hay un
inevitable punto de vista: el del sujeto de conocimiento, masculino,
frente a un objeto a conocer que, a la vez, se superpone con la
posición del sujeto desean te masculino frente al objeto de deseo,
femenino.
Freud (1933, p. 105), en "La Feminidad", reconoce esta posición
cuando le dice al público, refiriéndose al enigma femenino:
Leticia Glocer Fiorini
b) La equiparación mujer=madre
Esta es otra fuente en la que se sostiene la equiparación de lo
femenino con la otredad. Recordemos que el otro materno es
siempre sede de fascinación y rechazo a la vez. En "El motivo de la
elección del cofre", Freud (1913a) afirma que en el hombre siempre
está presente la madre: en primer término en el origen; luego, en la
mujer amada, elegida a semejanza de la madre y, finalmente, en el
retorno a la Madre Tierra. Es decir, la madre estaría omnipresente en
todas las etapas de la vida del hombre (Green, 1997, 2003). En este
contexto, hay una nostalgia de un goce primordial que sostiene la
emergencia de la figura del otro materno como el doble: lo más
familiar, lo heimlich, es, al mismo tiempo, lo unheimlich, lo extraño,
lo siniestro (Freud, 1919). En otras palabras, lo que fue lo
radicalmente familiar aparece como lo extranjero y destacamos que
esto conduce a instalarlo como el enigma por excelencia. Yes en este
punto donde nos encontramos con un deslizamiento que sostiene
otro malentendido básico: la homologación madre=mujer. El enigma
del otro materno se desplaza a la mujery a lo femenino, en general.
En consecuencia, se hace necesario relocalizar el enigma. Esto es
particularmente significativo en la clínica.
La diferencia sexual en debate 82
En este contexto, uno de los topes teóricos es restringir los caminos
del desarrollo psicosexual de la niña a la inhibición, el complejo
83 Leticia Glocer Fiorini
Controversias
posfreudianas y
contemporáneas
La otredad en el
campo de la
diferencia sexual
(J
Problemáticas planteadas
• Inducen a repensar el complejo de Edipo y su resolución
clásica.
• Interrogan la posición con respecto al falo en conexión con
las teorías que plantean su validez universal ahistórica,
estructural. Esto es una referencia a todas sus acepciones
incluyendo al falo como significante amo, significante del
deseo.
• Abren preguntas sobre la denominada ley o leyes del padre
como condición de resolución del complejo de Edipo-
castración. Sus raíces patriarcales desdibujan su función
tercera, simbólica, yla identifican con el padre de la familia
nuclear en tanto responde a un orden androcéntrico.
• Conducen a reconsiderar la noción clásica de deseo de
hijo a partir de una carencia inicial y fundante en la mujer.
ló
a. El campo deseante, por su multiplicidad, no se limita a una gica
dualística.
b. Las identificaciones son siempre plurales y contradictorias.
c. Las identidades de género pueden no coincidir con el cuerpo
anatómico como en el transexualismo.
d. Los roles de género son fuertemente cuestionados especialmente en el
mundo occidental.
e. La elección de objeto sexual no es un hecho natural.
Polémicas contemporáneas
Estos problemas generaron diferentes discusiones sobre la
diferencia sexual y de géneros en el campo psicoanalítico e
interdisciplinario.
La diferencia sexual en debate 101
1. Objeciones al establecimiento de una norma heterosexual que
excluya otras subjetividades y otras formas de sexualidad
(Butler, 1990).
2. Debates acerca del papel de los cuerpos, su potencial
deseante (Deleuze, 1995) y las marcas discursivas sobre los
mismos.
3. Discusiones sobre el papel de la performatividad en relación
con los géneros (Butler, 2002).
4. Interrogantes acerca del poder de la biotecnología para
cambiar radicalmente los cuerpos sexuados, como en el caso
del transexualismo (Argentieri, 2009).
5. Polémicas sobre la fertilización asistida y adopción en parejas
no convencionales desde el punto de vista de la
heterosexualidad. Se impone fuertemente la necesidad de
analizar la cuestión de las identificaciones en los hijos,
adoptados o biológicos, criados en esas estructuras familiares
así como de repensar las significaciones de las funciones
materna y paterna.
6. En especial, también se pone en juego el concepto de deseo de
hijo, en relación con estas polémicas (Glocer Fiorini, 2001a y b,
20070.
Homosexualidades
Problemáticas
Frente a algunas tendencias que consideran la homosexualidad
como una entidad unificada y desconocen las diferencias en sus
variantes, consideramos que se hace necesario reconocer esas
variantes y, al mismo tiempo, plantear los debates que
necesariamente se imponen sobre el tema (Green, 1997).
A continuación, indicaremos algunos de los problemas que
surgen de la propuesta de considerar a la homosexualidad como una
entidad unificada:
en juego, la integridad
Además, ¿cómo compatibilizar la centralidad del Edipo y el
complejo de castración en Freud y en la mayoría de los autores
franceses, con los desarrollos de la escuela inglesa sobre la
preeminencia de lo preedípico, la agresión y las características
sádico-anales en la perverSión y en ciertas formas de
homosexualidad? Y no quisiéramos dejar de mencionar también
desarrollos sobre la teoría de la bisexualidad psíquica que parecía ya
abandonada (Green, 1997; Bokanowski, 2010).
De lo expuesto surge que homosexualidad y perversión no se
pueden homologar automáticamente. No hay una homosexualidad, y
no todas las homosexualidades son perversiones. Esto se juega en la
clínica y tiene efectos en la posición del psicoanalista, ya sea en
eventuales expectativas de revertir esa elección de objeto o bien en
sus interpretaciones sobre el deseo de hijo en parejas homosexuales.
De no menor importancia, está en cuestión el destino de las
identificaciones y la elección de objeto en los hijos de estas parejas,
ya sean adoptados o gestados por fertilización asistida.
En suma, hay una pluralidad tal de presentaciones
homosexuales que resultaría difícil adscribirlas a un mecanismo
en juego. Incluso, hay que delimitar en cada caso qué
Leticia Glocer Fiorini
mecanismo o mecanismos coexistentes pueden darse. Y,
avanzando aún más, creemos que tampoco es suficiente con
sostener que se pueden agrupar en homosexualidades perversas,
psicóticas o neuróticas. Entendemos que se impone la necesidad
de singularizar y pensar cómo se dan en cada caso las variables
en juego.
Señalaba Freud (191 Ob): "Lo que por razones prácticas se llama
homosexualidad acaso provenga de múltiples procesos psicosexuales de
inhibición y es posible que el discernido por nosotros sea uno entre muchos y
solo se refiera a un tipo de homosexualidad". Destacamos en esta cita la
perspectiva de tener en cuenta distintos tipos de determinaciones para la
homosexualidad, y esto lo podemos extender a • toda variante de elección de
objeto sexual.
En suma, nuestra propuesta se basa en la necesidad de efectuar un
trabajo de distinción entre las distintas formas de homosexualidad,
acentuar que cada una de ellas responde a mecanismos psíquicos
diferentes, enfatizar que son consecuencia de procesos de historización
particulares para cada sujeto, descentrar las homologaciones
indiscriminadas entre homosexualidad y perversión así como recordar
que las perversiones existen tanto en la heterosexualidad como en la
homosexualidad.
Capítulo 10
Parentalidades no
convencionales y
producción subjetiva
Cuerpos tecnológicos
De la cantidad de problemáticas que surgen, vamos a
focalizar en un aspecto: el papel de los cuerpos en los procesos
de fertilizaCiÓn asistida y sus eventuales efectos en el campo
representacional y en los
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4 Hay una doble faz en el concepto de ecuación simbólica: por un lado, aporta
elementos para la comprensión de un ordenamiento simbólico del campo pulsional
a partir de la investigación y construcción de las teorías sexuales infantiles; por el
otro, es, a nuestro criterio, insuficiente para comprender el deseo de hijo más allá
de los límites de la lógica fálica.
La diferencia sexual en debate 155
Comentarios
• La organización de las relaciones de poder entre los
géneros se sostiene, a nuestro juicio, en la rígida
oposición binaria sujetoobjeto. Los binarismos presentan
varios problemas a considerar: por un lado, la
complementariedad de sus términos que se presenta
como una "verdad" privilegiada e indiscutible; por el
otro, el riesgo de caer en esencialismos y
homologaciones fijas. En el curso de los tiempos el
sujeto de conocimiento siempre fue masculino y el otro
femenino, siempre fue el continente negro' lo
desconocido. El sujeto de deseo es clásicamente
masculino; el objeto deseado femenino. En la línea que
estamos siguiend0' la posición de objeto de conocimiento
y de deseo favorece la
La diferencia sexual en debate
161
Antecedentes
Si nos proponemos trazar las distinciones fundamentales en
ambos campos teóricos, vemos que el psicoanálisis tiene como
ejes a la sexualidad infantil y al complejo de Edipo/castración en
los que se sostiene el concepto de diferencia sexual. Hemos
La diferencia sexual en debate
analizado sus aportes y aporías (Cf. capítulo 4) y retornamos a
ellos en el contexto de la temática que estamos planteando.
La narrativa edípica propone una salida del orden del ideal para
acceder a la posición femenina o masculina, en niñas y varones. La
diferencia sexual para Freud se apoya en las teorías sexuales
infantiles
176 Leticia Glocer Fiorini
y en la preminencia de la fase fálica; se expresa en la oposición
fálicolcastrado. Recién en la pubertad se accedería a la
diferencia masculino/femenino. A pesar de esto último, en el
campo psicoanalítico posfreudiano tienen gran pregnancia las
teorías sexuales infantiles y el falo. El falo, ya sea como
significante o significado, se erige para algunos autores, en un
determinante fundamental de la diferencia. En este marco,
diferenciamos la pregnancia del falo en ciertas vertientes
teóricas, del concepto de fase fálica freudiana.
Para Freud (1925, 1931) la fase fálica determina que la niña deba
seguir un complicado camino en su desarrollo psicosexual para
arribar a una resolución más o menos satisfactoria de su complejo de
Edipo/ castración. Este camino se sostiene en el presupuesto de que
la niña sería, al principio, un pequeño varoncito. La masculinidad
primaria de la niña fue discutida por Jones (1927) (el ya mencionado
debate Freud-Jones), entre otros psicoanalistas de la época.
Sería imposible recorrer la cantidad de autores que han trabajado
en el tema, pero recordemos a Winnicott (1966), quien descentra la
cuestión cuando afirma que hay una feminidad primaria para ambos
sexos, que se manifiesta al nacer, que está sustentada en la relación
con la madre y que atañe al ser. La masculinidad, en cambio, para
este autor estaría ligada a lo pulsional. Indudablemente, este
descentramiento no logra salvar las significaciones fijas que el autor
otorga a lo masculino y lo femenino.
Por su parte, Lacan aborda la cuestión de la diferencia sexual
desde el punto de vista de la posición con respecto al significante
fálico, de la falta. Introduce, además, el concepto de un goce
femenino, suplementario, que tiende al infinito y que distingue
del goce fálico. Se trata de otra variable para analizar la
diferencia de los sexos (Lacan, 1972-1973), con una franca
tendencia a ubicar lo femenino por fuera de lo simbólico.
Cada marco teórico propone clarificaciones, pero también se
enfrenta con aporías insalvables.
En términos generales, el psicoanálisis aporta elementos
ineludibles para entender el papel de la sexualidad en los
procesos de subjetivación y en la construcción de la diferencia
sexual. Estos elementos están incluidos en el ámbito de los
ideales normativos a alcanzar en las culturas vigentes, ideales
que responden a determinaciones historizables.
La diferencia sexual en debate
En cuanto a las teorías de género, si bien se pueden considerar
herederas de los primeros feminismos, luego pasaron a incluir
también las problemáticas de la masculinidad. Por cierto, que el
concepto de
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género tomado en un sentido amplio se refiere a los dos géneros
clásicos, masculino y femenino. Para algunos son diferentes por
naturaleza, es decir, que la diferencia estaría determinada
biológicamente. para otros, y aquí entran a tallar las teorías de
género, el género es una construcción cultural.
A mediados del siglo XX surge desde dos campos distintos la
propuesta de separar el concepto de sexo del de género. La
disociación sexo I género es propuesta por Rubin (1975) desde la
Antropología; por Money y los hermanos Hampson (1957) y
Money y Ambinder (1978), desde la Medicina. En este último
caso, fue aplicada a casos de hermafroditismo y
seudohermafroditismo, con el propósito de definir un género para
el recién nacido en estas situaciones de indefinición. La idea se
basó en el establecimiento de una disociación entre el sexo
anatómico y el género como construcción cultural. Desde el
psicoanálisis norteamericano estas ideas fueron tomadas, entre
otros, por Stoller (1968) en sus estudios sobre transexualismo.
Para Laplanche, la división sexo I género pasa por otros
parámetros y señala que es insostenible emplazar uno de los
términos del lado de la anatomía y el otro del lado de la
psicología. Dice: "Conviene llamar sexo al conjunto de
determinaciones físicas o psíquicas, comportamientos, fantasmas,
etc., directamente ligados a la función y placer sexuales. Y género,
al conjunto de determinaciones físicas o psíquicas,
comportamientos, fantasmas, etc., ligados a la distinción
masculino/ femenino. La distinción de géneros va desde las
diferencias somáticas secundarias hasta el género gramatical,
pasando por el habitus, el rol social, la vestimenta, etc."
(Laplanche, 1980, p. 43-44).
Las teorías de género aportan elementos importantes para
entender las convenciones y normas sobre lo masculino y lo
femenino, las relaciones de poder y violencia entre los géneros,
así como ciertos aspectos de las denominadas diversidades
sexuales, entre otros estudios que conciernen a esta temática.
178 Leticia Glocer Fiorini
En este contexto, si analizamos las propuestas psicoanalíticas y
de las teorías de género vemos que en ambas surgen diversas
problemáticas. En los dos campos hay cuestiones que merecen ser
interrogadas.
En primer lugar, se hace necesario analizar si hay un concepto
rector que determine las interpretaciones sobre la diferencia. Esto
implica iluminar los diversos planos en que se puede pensar esta
categoría. Como señalamos, ese concepto es la sexualidad para el
psicoanálisis y los discursos vigentes en cada cultura, con sus
normas, para las teorías de género. Esto marca divergencias en
cuanto al enfoque clínico
La diferencia sexual en debate
174
Capítulo 15
178
Primera proposición
Nuestra primera proposición espensarla categoría
"diferenciasexual" con otras lógicas, más allá de la lógica binaria.
Para ello abordamos los procesos de subjetivación sexuada en
forma triádica, con sostén en el paradigma de la complejidad
(Glocer Fiorini, 1994, 2001a, 2007a).
El concepto de diferencia sexual tiene una vertiente imaginaria
que se expresa en las teorías sexuales infantiles (y adultas), pero
remite también a aspectos simbolizantes.
Como ya hemos señalado, la oposición fálico-castrado es una
construcción imaginaria que describe las propuestas de Freud
sobre las teorías sexuales infantiles frente al descubrimiento de la
diferencia sexual. El concepto de fase fálica expresa la polaridad
presenciaausencia tal como la describe Freud (1909) desde el
punto de vista del niño varón, angustia de castración mediante.
Pero, si a esta oposición se le otorga significación y se la
homologa con la polaridad masculino-femenino, tal como
ocurre con las teorías sexuales infantiles, se produce un
deslizamiento cuyas determinaciones y consecuencias es
necesario desplegar.
En este aspecto, diferenciamos también entre la fase fálica
freudiana y el denominado orden fálico que responde a un
195 Leticia Glocer Fiorini
i
universo s gnificante en el que el falo sería el significante amo
(Lacan, 1966). (Cf• capítulo 14).
La diferencia sexual en debate
195
Segunda proposición
Puntualizamos que en nuestros desarrollos, y esto forma parte de
nuestra proposición, la diferencia no es abarcada exclusivamente por
el orden fálico. Justamente, nuestra perspectiva conduce
inevitablemente a pensar la diferencia sexual más allá de los
binarismos clásicos. Esto no significa eliminar las polaridades
binarias pero sí buscar intersecciones, interfaces, que permitan
categorizar la diferencia con elementos propios del paradigma de la
complejidad.
Binarismos
Se configuran saberes y nociones sustanciales, esenciales, acerca
de la diferencia sexual. Se constituyen problemáticas en el plano del
pensamiento que es necesario desarticular: las analogías, las
dicotomías fijas, las homologaciones, los sistemas y estructuras
cerrados.
Por eso, habíamos postulado recurrir a otras lógicas para
pensar las mismas cuestiones y poder avanzar sobre sus
contradicciones y problemáticas.
Están en juego los binarismos: sujeto-objeto, sujeto-otro,
fálicocastrado. Como ya señalamos, una de las
problemáticasfundamentales es la homologación de esas
polaridades al par masculino-femenino. A partir de aquí es que
proponemos descentrar los binarismos cerrados para poder
desarticular estas equiparaciones automáticas a lo masculino y lo
femenino.
El análisis de sus genealogías implica poder sobrepasar la
lógica de las dicotomías excluyentes buscando "líneas de fuga"
(Deleuze, 1995) entre ellas, en un devenir que genere otro tipo de
diferencias y que permita exceder las posiciones sustanciales sobre
lo masculino y lo femenino.
Esto desmarca los lugares fijos, tanto para Io masculino como
lo femenino, y permite categorizar de otra manera los fenómenos
de subjetivación en ambos sexos, abarcando distintos itinerarios
del deseo.
Se trata de entender las subjetividades en movimiento, en
devenir. En estos movimientos se cuestiona también un cierto
confort del saber que se adhiere a las posiciones fijas, ya
conocidas.
La diferencia sexual en debate
Esta deconstrucción de las dicotomías binarias, si bien no las
elimina ya que son parte del lenguaje, crea las condiciones para ir
más allá de las equiparaciones clásicas: sujeto-masculino, objeto-
femenino, mujermadre. Por otra parte, el incorporar otro modo de
pensar el concepto de diferencia permite también desarticular la
equiparación automática
198 Leticia Glocer Fiorini
Tercera proposición
En este marco, nuestra perspectiva es pensar la diferencia como
una categoría sujeta a formalizaciones que, a nuestro juicio, son
historizables. Tenemos en cuenta que los movimientos de la cultura
responden a una lentitud, propia de ciclos inerciales, que provoca el
efecto imaginario de lo eterno e inmutable. Esto se diferencia de los
efectos de lo epocal, cuyos movimientos son registrados y
visibilizados más claramente en cada momento histórico.
Indudablemente, está en juego el debate estructura-historia. En
este caso, pensamos el concepto de estructura en una forma
ampliada y diacrónica (Sartre, 1963) constituida desde normas,
exclusiones y forclusiones (Butler, 2002) y nos alejamos de su
conceptualización como inmutable y eterna. El acontecimiento y
el azar son parte imprescindible de esta propuesta y esto se opone
a una posición sustancial sobre la diferencia.
Es necesario también ubicar las concepciones sobre la
diferencia sexual entre lo universal y lo particular, entre lo
universal y lo contingente. Nuestra perspectiva va más allá del
intento de localizar lo universal en relación con lo masculino y lo
contingente con respecto a lo femenino respectivamente, aun
considerando que como "principios" sean independientes de
hombres y mujeres concretos.
Diferencias
Nuestra propuesta se enmarca en la convicción de que la
diferencia sexual es un concepto de borde y que si se considerara
en forma segmentada en cada campo disciplinario y teórico en
particular, quedarían excluidas las determinaciones de los otros
campos.
Campo de intersecciones
Los procesos de subjetivación están vinculados a la producción y
reconocimiento de estos planos de diferencias, siempre que tengan
efectos simbólicos.
Se trata de tres tipos de diferencias. Estos tres conjuntos no son
autónomos de los códigos lingüísticos, discursivos, sociales e
ideales que determinan la configuración de una posición sexuada y
una identidad de género, con sus eventuales discordancias. Por otra
parte, se dirimen en la intersección de planos imaginarios y
simbólicos con zonas de difícil representación psíquica y con
La diferencia sexual en debate 205
Diferencia
de ideales de
género
Diferencia
psicosexual
(campo del deseo)
Cuarta proposición
En la perspectiva planteada y de acuerdo al trayecto recorrido en
esta investigación, nuestra cuarta proposición es trabajar sobre la
noción de diferencia no solo en todas las vertientes posibles
atinentes al psicoanálisis, sino también en sus relaciones
transdisciplinarias y transculturales.
En este contexto, y si tomamos los diferentes planos en que se
expresa la diferencia, constatamos que cada plano constituye un
conjunto y que la relación entre esos conjuntos, sus oposiciones y
superposiciones, expresarán distintas problemáticas en la
constitución del sujeto. Se trata de una conceptualización
abarcativa, en tensión y no necesariamente articulable, que permite
acercarnos al gráfico propuesto anteriormente.
La relación entre esos conjuntos es particular para cada sujeto,
pero también hay elementos generalizables. La diferencia sexual
está inmersa en esas relaciones, y sus ambigüedades, articulaciones
y choques hacen impacto en la subjetividad, a la vez que descentran
una fijeza inamovible sobre lo masculino y lo femenino.
Esto implica que no habría una diferencia simbólica como
una categoría trascendente y sustancial. Se trata de una
afirmación que se apoya en nuestra propuesta de que la
diferencia es una noción en complejidad, que se juega en
diferentes planos y categorías y que presenta ambigüedades e
indefiniciones que también es necesario transitar.
En este punto se presenta otra cuestión que proviene del
campo de la filosofía y la lingüística, pero que penetra en el
campo psicoanalítico. La diferencia en el campo lingüístico, el
corrimiento de significantes generando diferencias, ¿qué
relación tienen con la diferencia sexual?
Con esta inclusión se agrega un conjunto más para pensar en
los cruces entre estas variables en relación con los procesos de
subjetivación.
Además, ¿es el horizonte de una falta fundacional lo que genera
diferencia? O, por el contrario, como señala Deleuze (1968), ¿es
necesario positivizar la diferencia? ¿La diferencia se construye
sobre un fondo de ausencia o de presencia? O, ¿ambos coexisten?
La diferencia sexual en debate 207
Quinta proposición
Nuestra quinta proposición es que la "falta", común a todo
sujeto, solo se establece sobre un fondo de presencia. Y que, en este
sentido, el in terjuego presencia-ausencia es indisociable y no
responde a una causa última localizada en la carencia.
Si ahora retornamos a nuestras propuestas sobre la noción de
sujeto, recordemos el planteo de abordar concepciones
alternativas del sujeto (unitario, escindido y fragmentado).
Habíamos sugerido que era necesario un trabajo de
construcciones para el sujeto fragmentado y de deconstrucciones
para el sujeto unitario. Esta propuesta podemos utilizarla en el
campo de las diferencias.
En los conjuntos propuestos para categorizar la diferencia se
puede trabajar con procesos de construcción y deconstrucción,
de síntesis y de análisis. La deconstrucción podrá descentrarse de
un sujeto
La diferencia sexual en debate 208
Sexta proposición
Nuestra sexta proposición es, entonces, que el concepto de
diferencia excede al de diferencia sexual. Su polisemia: la
diferencia en el plano lingüístico, la diferencia heideggeriana como
distinción, la différance derridiana, el diferendo (Lyotard), la
diferencia en la repetición en un sentido deleuziano comoflujos en
devenir, la diferencia como alteridad radical, hacen a los múltiples
planos en que puede ser analizada y que entran en relaciones,
concordantes o contradictorias, con las diferencias de género y
psicosexuales, imaginarias y simbólicas, en los procesos de
subjetivación sexuada. Todas estas variables configuran un campo
en el que siempre queda un "casillero vacío".
En nuestro trayecto consideramos que la cuestión no es anular
la noción de diferencia sexual sino sostenerla como tal, en tensión,
en complejidad, en sus múltiples planos, con sus limitaciones y
contradicciones, con sus aspectos no simbolizables, sin desviarla
ni localizarla en uno de sus términos: lo femenino como el enigma.
No es tampoco desconocer lo enigmático de la existencia, sino no
derivar el enigma a lo femenino. El enigma es mucho más y
apunta a otros órdenes. Ubicarlo en lo femenino se apoya en la
necesidad de sortear incertidumbres y angustias ligadas a la
diferencia.
Por otra parte, tanto la homosexualidad como las diversidades
sexuales y de género apuntan a repensar esa noción radical de la
diferencia sexual que se sostiene en las dicotomías fijas,
masculino-femenino, como condición de inserción en un universo
simbólico de lazos sociales.
La diferencia sexual en debate 211
Reconocimiento
Diferencia
Diferencia
linguistica
simbólica
los incluye.
Pensar sobre la base de esquemas triádicos o cuaternarios no
implica una sumatoria de categorías ni tampoco arribar, como
hemos subrayado, a una síntesis superadora, sino establecer una
serie de conjuntos que intersectan sin llegar inevitablemente a una
unidad armónica. En las intersecciones, que pueden incluir
concordancias pero también discordancias, se producen
fenómenos de subjetivación sexuada que implicarán acceder a
Leticia Glocer Fiorini
resoluciones simbólicas, más o menos problemáticas, de acuerdo
al grado de conflicto y dolor psíquico de cada sujeto en su
contexto familiar, social y epocal.
Esta coexistencia de lógicas heterogéneas hace a la compleja
relación entre el sexo biológico, el género, las identificaciones y el
deseo• Es fundante de subjetividad y está atravesada por
movimientos edípicos, si se toma el complejo de Edipo en forma
ampliada, transfamiliar, replanteando sus aporías y considerando
sus eventuales efectos
Lógicas y diferencias
La diferencia sexual en debate 215
En nuestro recorrido hemos trabajado con elementos
contradictorios sin eliminar ninguno de sus términos. Hemos
revisado los múltiples niveles en que se juega la diferencia, de los
cuales la diferencia sexual es uno; y hemos enfocado
específicamente la diferencia sexual y de géneros en el campo
psicoanalítico.
Es ineludible atravesar la categoría "diferencia sexual" en la
cultura, los discursos y la clínica, mientras aceptemos que no
corresponde a un hecho natural ni a una esencia inmutable y
rescatemos su complejidad, multivocidad y aspectos metafóricos.
En síntesis, el objetivo propuesto implicó plantear formas
alternativas de pensar la diferencia; abordar esta categoría con otra
lógica que incluya el poder sostener heterogeneidades y
discordancias en tensión, sin resolución inmediata. No hemos
planteado eliminar la
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