Principios de Educación y Principios de Intervención Pedagógica

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PRINCIPIOS DE EDUCACIÓN Y PRINCIPIOS DE INTERVENCIÓN

PEDAGÓGICA
En el debate pedagógico hablamos de educación con muy diversos adjetivos:

Desde la perspectiva de los agentes de la educación, hablamos de educación


familiar, privada, pública, concertada, cívica, masculina, femenina, etc.
Desde la perspectiva del proceso, hablamos de autoeducación, de
heteroeducación formal, no formal e informal, de acción educativa espontánea, de
educación escolar y para escolar, etc.
Desde la perspectiva del producto, hablamos de educación artística, física,
religiosa, ambiental, científico-técnica, físico-natural, literaria, socio-histórica, entre
otras. También hablamos, desde la perspectiva del producto, de educación
socialista, humanista, laica, anarquista, etcétera, según cuál sea el enfoque de
pensamiento que la sustenta. Y, además, también desde la perspectiva del
producto, hablamos de educación intelectual, afectiva, volitiva, operativa, moral,
etc.
Desde la perspectiva de los medios, hablamos de educación plástica, rítmica y
gestual, lingüística, matemática, estética, audiovisual-virtual, gráfica, táctil,
dinámica, etc.
Cada uno de estos cuatro modos de hablar, que no tienen carácter de
exhaustividad, reflejan, individualmente considerados, posibilidades distintas de
abordar la educación desde la perspectiva del conocimiento pedagógico. Pero,
para poder afirmar que son realmente educativas y educación, tenemos que
preguntarnos:

Qué hacemos con todas las actividades para que se conviertan en educación
Qué hacemos para que una actividad plástica y rítmica sea educativa
Qué hacemos para que un determinado contenido de área cultural sea
transformado de información en conocimiento y de conocimiento en educación
Qué hacemos para que, en unos casos, enseñemos un área cultural y, en otros
casos, eduquemos con el área cultural
Qué hacemos para transformar un área de experiencia cultural en un ámbito de
educación
Qué hacemos para construir un ámbito educativo
Tenemos que avanzar desde discernir, conocer el aspecto, a definir los rasgos
propios de educación y a entenderlos en su funcionamiento, porque saber qué es
educación es discernir, definir y entender. Todas esas educaciones especificadas
anteriormente, si son algo, lo son porque, sustantivamente, son educación y eso
quiere decir que tienen en común los rasgos propios que determinan y cualifican
una acción como educación y se ejecuta como acción educativa concreta y
programada de todos y cada uno de los elementos estructurales de la intervención
pedagógica, ya sean componentes estructurales de la mentalidad pedagógica
(conocimiento de la educación, función pedagógica, profesión educativa y relación
educativa), ya sean componentes estructurales de la acción (agentes de la
educación, procesos, productos y medios).

Hay que darle a la Pedagogía, el lugar que le corresponde en esta tarea. Y esto
significa que en Pedagogía, tiene sentido afirmar que no es lo mismo “saber
Historia”, “enseñar Historia” y “educar con la Historia”; sólo en el último caso la
Historia (que es una materia de área cultural que forma parte del currículo junto
con otras y se usa en este texto como ejemplo) se convierte en ámbito de
educación y, por tanto, en instrumento y meta de la intervención pedagógica, en
términos de definición real.

En Pedagogía, transformamos la información en conocimiento y el conocimiento


en educación. Conocer, enseñar y educar no son lo mismo. Por principio de
significado, conocer un área cultural no es enseñar, porque el conocimiento puede
estar separado de la acción y enseñar no es educar, porque podemos afirmar que
hay enseñanzas que no educan, con fundamento en el significado propio del
concepto “educar”. Por una parte, hay que saber en el sentido más amplio del
término (sé qué, sé cómo y sé hacer); por otra parte, hay que enseñar (que implica
otro tipo de saber distinto al de las áreas); y, por si eso fuera poco, además hay
que educar, que implica no sólo saber y enseñar, sino también dominar el carácter
y sentido propios del significado de ‘educación’ para aplicarlo a cada área de
experiencia cultural. Y esto exige generar principios de intervención pedagógica,
no sólo utilizar principios de otras disciplinas.

En la Pedagogía, entendida como disciplina del conocimiento de la educación con


autonomía funcional, la función pedagógica es el ejercicio de tareas cuya
realización requiere competencias adquiridas por medio del conocimiento de la
educación. La función pedagógica es en este caso especializada y específica. La
educación no es sólo un marco de referencia, sino un ámbito de realidad con
significación intrínseca en sus términos; el alumno no es simplemente un aprendiz;
la enseñanza no es sólo un aprendizaje, etcétera.
Además del dominio adecuado de los conocimientos del área cultural en la que se
imparte docencia -tomando como referencia una de las funciones pedagógicas-, el
control de proceso educativo, en este caso, supone, no sólo el conocimiento de la
estructura cognitiva del sujeto que aprende y del espacio sociocultural en el que
aprende -como los estudios interdisciplinares de la educación han probado-, sino
también el conocimiento de un cuerpo teórico sustantivo que justifique la
formulación de normas y reglas de intervención pedagógica en conceptos con
significación intrínseca al ámbito educación. La función pedagógica es en este
caso generadora de principios de intervención. Cada uno de los elementos
estructurales de la intervención está vinculado a principios específicos de
intervención.

Principios de educación y principios de intervención pedagógica no son lo mismo.


Los principios de intervención derivan de los elementos estructurales de la
intervención. Los principios de educación nacen vinculados al carácter y al sentido
inherentes al significado de ‘educación’. El carácter propio del significado de
‘educación’ proviene de la complejidad objetual de ‘educación’ y la complejidad
objetual, que nace de la propia diversidad de la actividad del hombre en la acción
educativa, puede sistematizarse desde los ejes que determinan los rasgos de
carácter de la educación. El sentido inherente al significado de ‘educación’
proviene de la vinculación entre el yo, el otro y lo otro en cada acto educativo. El
sentido de la educación cualifica el significado, atendiendo a categorías
conceptuales de espacio, tiempo, género y diferencia específica. Desde la
perspectiva del carácter y sentido se dice que toda acción educativa es de
carácter axiológico, personal, patrimonial, integral, gnoseológico y espiritual y al
mismo tiempo, de sentido territorial, durable, cultural y formativo. Justamente
porque se puede desarrollar un sistema conceptual en educación basado en su
definición real, la Pedagogía desarrolla principios de educación, ajustados a los
rasgos de carácter y sentido de educación, y principios de intervención, ajustados
a los elementos estructurales de la intervención. Los principios de educación
derivados del carácter y el sentido de la educación, fundamentan las finalidades
educativas. Los principios de intervención fundamentan la acción. Ambos
principios tienen su lugar propio en la realización de la acción educativa
controlada.

En el control de la acción, la actividad está presente en cada actuación educativa,


bien como principio de intervención, bien como principio de educación. La
actividad se convierte en el principio-eje vertebrador de la educación y representa
el significado real de la educación como actividad dirigida al uso y construcción de
experiencia valiosa para generar actividad educada. Uso la actividad para educar,
educo la actividad y obtengo actividad educada: todos pensamos, sentimos,
queremos, operamos, proyectamos y creamos; y todo eso lo usamos cuando nos
educamos y cuando estamos educados. El principio de actividad, ni es pasividad,
ni es activismo; es uso de la actividad de manera controlada para actuar
educadamente (Touriñán, 2015: Pedagogía mesoaxiológica y concepto de
educación, cap. 7).

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