Kobe Bryant - Mentalidad Mamba
Kobe Bryant - Mentalidad Mamba
Kobe Bryant - Mentalidad Mamba
Kobe Bryant en uno de los mejores jugadores de baloncesto de la historia y, por primera
vez, nos revela el secreto de su conocido enfoque y los pasos que siguió para prepararse
mental y físicamente, no sólo para tener éxito en el juego, sino para sobresalir entre los
demás.
Repleto de detalles fascinantes y ejemplos reales de juegos y enfrentamientos, Bryant
nos muestras cómo estudiaba a sus oponentes, cómo canalizaba su pasión por el juego y
cómo jugaba a pesar de sus lesiones.
Un relato que se combina con las impresionantes fotografías del fotógrafo del Salón
de la Fama Andrew D. Bernstein haciendo de este libro una mirada única a la carrera de
uno de los atletas más famosos y fascinantes del mundo.
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Concurso de mates de la NBA, 8 de febrero, 1997, Cleveland
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Golden State Warriors, 7 de octubre, 2001, Honolulu
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Recuerdo cuando, de niño, tuve mi primer balón de baloncesto de verdad.
Me encantaba sentirlo entre las manos. Estaba tan enamorado del balón que no quería
usarlo ni botarlo por miedo a estropear su superficie granulada o los perfectos surcos
del cuero. No quería arruinar esa sensación.
Estos son algunos de los elementos que más me gustaban de la pelota, del juego. Eran el
núcleo y la raíz de mi proceso y de mi destreza. Eran las razones por las que pasé por
todo lo que pasé, puse todo lo que puse y escarbé tanto en mi interior.
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Entrenamiento, 1996, Hawaii
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Este libro está dedicado a la próxima generación de grandes atletas.
Tal vez el periplo de otros os ayude a crear el vuestro.
KOBE BRYANT
ANDREW D. BERNSTEIN
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AGRADECIMIENTOS
Natalia, Gianna y Bianka, espero que en este libro encontréis la inspiración para
construir vuestra propia «mentalidad». Cada una de vosotras sois, sobre todas las
cosas, mi orgullo y alegría.
Gracias al fotógrafo del Salón de la Fama Andy Bernstein, quien a lo largo de los años
adquirió una habilidad con su objetivo que no tiene paragón en su oficio. Un fotógrafo,
un deportista, un equipo, veinte años…; sin tu trabajo, esta historia no habría podido
cobrar vida.
A Tzvi Twersky, que pasó incontables horas ayudándome a encontrar las palabras
precisas para expresar y definir la Mentalidad Mamba, gracias por contribuir a enseñar
el proceso y el oficio a la próxima generación.
Y un agradecimiento especial a Rob Pelinka, de Los Angeles Lakers; Jay Mandel y Josh
Pyatt, de WME; Charles Melcher y Chris Steighner, de Melcher Media; Darin Frank, de
Sloane; Offer, Weber & Dern LLP; y al equipo de Kobe Inc.: Molly Carter, Rita Costea,
Matt Matkov y Jay Wadkins.
KOBE BRYANT
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Entrenamiento, 1996, Los Angeles
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PRÓLOGO
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Celtics defendían el pick-and-roll (bloqueo y continuación) y cómo debíamos abordarlo
en el próximo partido. Sé con certeza que ese nivel de detalle, tanto en la preparación
como en el estudio, fue un factor clave para que ganáramos esos campeonatos y para
muchos de los éxitos que Kobe logró individualmente.
Jamás he visto en toda mi carrera un jugador tan entregado a ser el mejor. Su
determinación es inigualable. Sin duda, trabajaba más duramente que cualquier otro
jugador que haya conocido. Kobe sabía que para ser el mejor necesitas un enfoque
distinto al de los demás. Recuerdo la noche en que nos juntamos como equipo para
nuestra cena anual, justo antes de los playoffs. Yo estaba sentado a su lado, y, cuando
estábamos a punto de irnos, me dijo que se iba al gimnasio a hacer ejercicio. Por muy
consciente que fuera de la cantidad de tiempo extra que dedicaba a entrenar, siempre me
ha impresionado lo disciplinado que podía ser incluso en situaciones de relax. Cuando
todos los demás pensaban en irse a dormir, su mente le estaba diciendo que era hora de
adelantarse a la competencia.
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Durante años, mucha gente se ha preguntado sobre lo difícil que tenía que ser jugar con
Kobe. En realidad, no lo era. Todo lo que tenías que hacer es entender de dónde venía,
cómo era y lo mucho que deseaba ganar. Retaba a jugadores y a entrenadores a igualar
su intensidad, su deseo, para sacar lo mejor de sí mismos a diario, no solo en los
partidos, sino también en los entrenamientos. Kobe quería descubrir de qué pasta estabas
hecho, y si podía contar contigo para que le ayudases a ganar, así de simple. Siempre le
estaré agradecido. Sacó lo mejor de mí como jugador de baloncesto, y también me hizo
más fuerte como persona. El tiempo que pasamos juntos fue, sin lugar a dudas, de un
valor incalculable.
En mi familia, soy el mayor de mis hermanos, y siempre trato de ser un ejemplo para
los pequeños; los desafío cuando creo que lo necesitan, y los alabo cuando lo merecen.
Kobe es lo más cercano a un hermano mayor para mí. Nunca dudó en decirme las cosas
tal y como eran, sin edulcorar nada, desafiándome siempre para que pudiera dar lo mejor
de mí en todo momento. En los buenos momentos, pero especialmente en los más duros,
nuestro vínculo solo se hacía cada vez más fuerte, y siempre nos hemos apoyado
mutuamente, como hermanos.
Disfrutad de este excelente libro, que refleja en parte lo que aquí he compartido con
vosotros, las cualidades de una persona extraordinaria. No me cabe duda de que os
inspirará.
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INTRODUCCIÓN
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programado. Avanzar cancha arriba con la pelota y buscar un tiro rápido; si no es
posible, construir el triángulo; leer cómo la defensa del oponente va a reaccionar; atacar
sus puntos débiles y aplicar tus fortalezas. Mis hijos gemelos son solo un año menores
que Kobe, así que en ese momento tenía una perspectiva bastante certera sobre los
jóvenes y su inconstancia a la hora de concentrarse en tareas concretas. También había
tenido el privilegio de entrenar a unos cuantos jugadores que habían dicho lo mismo
cuando estuve en los Chicago Bulls. Pero, incluso a esa edad tan temprana, Kobe
cumplió a rajatabla su palabra respecto a lo de ser un estudioso del juego.
De hecho, Kobe se fracturó un hueso de la muñeca en el primer partido de la
pretemporada de aquel año, y se perdió los primeros catorce partidos. Habíamos tenido
un buen comienzo sin él, y a mí me preocupaba que pudiera necesitar un «período de
adaptación» para encajar en el grupo. No fue un problema. Él mantuvo las victorias del
equipo como su primera prioridad, y seguimos adelante.
Alrededor de un mes después de que se reincorporara al juego activo, recibí una
llamada de Jerry West. Quería contarme una conversación que había mantenido con
Kobe. Este le había llamado para preguntarle cómo él y Elgin Baylor habían conseguido
anotar más de 30 puntos por partido mientras compartían la pelota en el mismo equipo
en la década de 1960. Después de que Jerry le tanteara un poco, Kobe admitió que le
preocupaba no anotar los puntos suficientes para convertirse en «uno de los mejores
jugadores de la NBA». Esto me inquietó, porque, como entrenador, no me importan los
puntos que anota un jugador, sino la cifra final que refleje el marcador. Pero Kobe sabía
lo que era capaz de hacer, y se sentía limitado por nuestro sistema. Ese desencuentro
tenía todos los visos de convertirse en un problema. Por supuesto, él tenía buenas
razones para planteárselo: Kobe consiguió anotar un total de 33.643 puntos en su carrera,
por delante de Michael Jordan (MJ) y justo detrás de Karl Malone y Kareem Abdul-
Jabbar.
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Aquel primer año, Kobe jugaba con Ron Harper en un sistema de dos jugadores
exteriores en la parte superior de la cancha. Ellos se encargaban de organizar el juego:
reconocer cuándo se acababa el contraataque, la acción secundaria era limitada y tocaba
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aplicar el sistema del triángulo ofensivo. Naturalmente, la tentación de ir más allá
siempre estaba ahí, y a veces Kobe iba por libre. Rompía el plan para crear una
oportunidad para sí mismo y atascaba nuestro flujo ofensivo. Así que tuvimos nuestras
charlas acerca del juego. También tuvimos nuestras sesiones de vídeo, centrándonos en
las habilidades que debe tener un escolta para ser un buen creador de jugadas. Al echar la
vista atrás, me doy cuenta de que Kobe fue tan paciente conmigo como yo con él. Nos
tolerábamos mutuamente, y el resultado fue que llegó a comprender lo disciplinado que
debía ser nuestro equipo para ganar el codiciado campeonato. Por mucho que le gustara
anotar, Kobe, por lo general, sabía o intuía qué era lo correcto para el equipo en cada
momento.
Los Lakers habían ganado un montón de partidos las dos temporadas anteriores, pero
habían sido eliminados de los playoffs subsiguientes. Soportando la presión que esto
comportaba, Kobe hizo las jugadas. Los Lakers superaron el estigma de quedarse en las
puertas y ganaron tres campeonatos seguidos. Cada uno de aquellos años fue
impresionante y estuvo lleno de partidos y momentos memorables. Kobe era la fuerza
motriz, mientras que Shaquille O’Neal, el diésel, era el eje central de la ofensiva: «Pasad
el balón al grandullón», como diríamos nosotros. El equipo de los Lakers llegó a cuatro
finales en cinco años, creando toda una dinastía.
La siguiente fase de la carrera de Kobe tuvo lugar con su madurez. Después de que la
era Shaq-Kobe llegara a su fin, él se convirtió en el jefe de un grupo que, debido a las
retiradas definitivas y a los traspasos de muchos de sus jugadores, había perdido a todos
sus titulares. Fue el mayor revulsivo del equipo y, tal vez por defecto, su líder nominal.
Y el liderazgo es algo que debes dominar, especialmente cuando sabes que un
campeonato está fuera del alcance de tu plantilla. Una vez, en nuestros primeros años
con los Lakers, Kobe y yo nos quedamos observando cómo los otros cinco jugadores
hacían un concurso de tiros antes del entrenamiento. Era parecido al juego del «Cat», en
el que un jugador tenía que imitar e igualar al jugador que le precedía para no ser
eliminado. Me pidieron que suspendiera el comienzo del entrenamiento porque el juego
abarcaba el arco completo, usando ambas esquinas, ambas alas y la parte superior. Le
pregunté a Kobe, tan competitivo como era, por qué no jugaba contra sus compañeros, y
me respondió que porque no era un lanzador de triples. Pero, al año siguiente, él estaba
decidido a solucionarlo: durante la pretemporada, Kobe trabajó diligentemente su tiro de
tres. Siempre fue una cuestión de detalles. Y en la temporada 2005-2006, Kobe salió y
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anotó un promedio de más 35 puntos por partido, liderando la NBA. Se había convertido
en una máquina anotadora.
Podría seguir enumerando cifras de su destreza anotadora, pero eso, en realidad, fue
una nota al margen en la evolución de Kobe como jugador. Mi equipo se reunía a las
8.30 de la mañana en nuestras instalaciones antes de un entrenamiento o partido de
preparación para el día siguiente. La mayoría de las veces, para cuando yo llegaba, Kobe
ya estaba echando una siesta en su coche, junto a la plaza de aparcamiento que yo tenía
asignada. Llegaba al gimnasio bastante antes, diría que sobre las seis de la mañana, para
terminar su calentamiento antes de que alguien más hiciera acto de presencia. Eso fue
una constante durante los últimos diez años de su carrera. Kobe lideró predicando con el
ejemplo a sus compañeros de equipo. No podían seguirle, pero su ejemplo siempre fue
un desafío para ellos.
En 2007, quedé con Kobe para hablar de las Olimpiadas de China. Aquel equipo
estaba plagado de estrellas, y habían entrenado juntas ese verano para prepararse para el
próximo año, cuando iban a por el oro. Mi mensaje para Kobe fue más o menos este: «Si
vas a hacer cosas adicionales fuera de temporada, debes reconocer que solo te queda
cierto tiempo de resistencia en tus piernas. El entrenamiento no me preocupa mucho,
conoces el sistema. Te daré todo el tiempo que necesites entre partidos para recuperarte
si mantienes tu liderazgo intacto con tu presencia». Él haría su terapia física mientras el
equipo realizaba sus ejercicios de habilidades, y entraría en la cancha una vez que
comenzara la acción competitiva. Alentó a su equipo, y en ocasiones desempeñó el papel
de entrenador con la segunda unidad. Estaba viendo a Kobe pasar por rutinas extremas
para prepararse para los partidos, y pensé que le podrían quedar unos cinco o seis años
de carrera. Una vez más, él cambió el paisaje, y su determinación de prolongar su
actividad física rompió moldes. Jugó casi diez años más de baloncesto de alta intensidad
en la NBA, lo que nos da una idea de su carácter.
Las fotografías de este libro son un testimonio de la manera en que Kobe ha pensado
sobre el juego. De hecho, el modo en que Kobe enfoca el baloncesto le ha preparado
para la «siguiente» etapa de su vida, una etapa que ya resulta tan interesante e intensa
como su larga carrera con los Lakers.
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CUANDO SE TRATABA DE
BALONCESTO, NO TENÍA MIEDO
Lo que quiero decir con esto es que si quería implementar algo nuevo en mi juego, lo
vería y trataría de incorporarlo de inmediato. No temía fracasar, dar una mala impresión
o pasar vergüenza. Eso se debe a que siempre tenía en mente el resultado final, el
objetivo a largo plazo. Me centraba en el hecho de que para conseguirlo lo tenía que
intentar, y cuando lo conseguía tenía una nueva herramienta en mi arsenal. Si el precio a
pagar era mucho trabajo y unos cuantos tiros fallados, lo aceptaba sin más.
De niño, trabajaba sin tregua añadiendo elementos a mi juego. Veía algo que me gustaba
en una persona o en una grabación, y lo ponía en práctica de inmediato, seguía
practicándolo al día siguiente, y luego salía y lo usaba. Cuando llegué a la liga, tenía una
curva de aprendizaje corta. En cuanto veía algo interesante, lo ponía en práctica, y lo
hacía mío.
Tenía un anhelo constante, un afán de mejorar y ser el mejor. Nunca necesité ninguna
fuerza externa para motivarme.
Sin embargo, yo no necesitaba ese empuje adicional para ser grande. Desde el primer
día, quería dominar. Mi mentalidad era: voy a descifrarte. Ya se tratara de AI, Tracy,
Vince —o, si saliera a jugar hoy, LeBron, Russ, Steph—, mi objetivo era descubrirlos. Y
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para eso, para resolver esos enigmas, estaba dispuesto a hacer mucho más que cualquier
otro.
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HACÍA ENTRENAMIENTOS BÍBLICOS
Comencé a levantar pesas a los diecisiete años, cuando llegué a la NBA. Nada del otro
mundo, solo métodos básicos y probados de levantamiento orientados a fortalecer un
conjunto de músculos cada vez. En el transcurso de mi carrera, ya fuera en temporada o
en verano, hacía levantamientos durante noventa minutos todos los lunes, martes, jueves
y viernes. Cuando digo levantar, hablo de un tipo de levantamiento pesado, duro, de esos
en los que uno no siente los brazos. Después, iba al gimnasio y hacía lanzamientos.
Puede que con los años cambiara algo mi rutina, pero mi filosofía siempre fue la misma.
Si algo ha funcionado para otros grandes en el pasado y a ti te funciona, ¿por qué
cambiarlo y abrazar una nueva moda? Quédate con lo que funciona, aunque esté mal
visto.
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MIS ENTRENAMIENTOS DE
MADRUGADA SE HAN VUELTO
LEGENDARIOS
Siempre fueron entrenamientos deliberados: fruto de mi obsesión por el juego y las
responsabilidades que tenía en el mundo real.
Siempre pensé que si madrugaba, podría entrenar más cada día. Si empezaba la jornada a
las once de la mañana, entrenaría unas pocas horas, descansaría cuatro y, alrededor de las
cinco de la tarde, volvería al gimnasio hasta las siete. Pero si empezaba a las cinco de la
mañana y seguía hasta las siete, podía volver de nuevo de once a dos y de seis a ocho de
la tarde. Al comenzar más temprano, me preparé para un entrenamiento adicional cada
día. A lo largo de un verano entero, eso supone muchas horas extra en el gimnasio.
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ESTUDIAR VÍDEOS ES SOBRE TODO
UNA CUESTIÓN DE DETALLES
Desde que era joven —muy joven— devoraba grabaciones y vídeos, y miraba todo lo
que caía en mis manos. Siempre me gustó. Al fin y al cabo, unos disfrutan contemplando
un reloj, y a otros les hace más felices descubrir cómo funciona.
Sin embargo, el principal cambio que experimenté con el tiempo fue pasar de ver lo que
allí había a detectar lo que faltaba y lo que debería haber estado allí. Pasé de ver lo que
sucedió a lo que podía y debía haber sucedido. El estudio de vídeos, finalmente, se
convirtió en imaginar alternativas, opciones, así como los detalles que explican por qué
unas acciones funcionan y otras no.
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NO ENTRENABA SOLO MI CUERPO,
SINO TAMBIÉN MI MENTE
La única manera en que podía captar los detalles en la cancha, tomar conciencia de las
minucias sobre el parqué, era entrenando mi mente para ello fuera de la cancha,
concentrándome en cada detalle de mi vida cotidiana. Leyendo, prestando atención en
clase y en los entrenamientos, trabajando, fortalecía mi concentración. Hacer este tipo de
cosas me ayudó a fortalecer mi capacidad para estar presente y no tener una mente
dispersa.
Igual de importante que la lectura era cultivar las relaciones con los grandes que me
precedieron. Como prueba de esto, echa un vistazo a la celebración de mi retirada y mira
quién estuvo allí. Eso te dará una idea de cómo conseguí que retiraran mis camisetas.
Ahí estaban Bill Russell, Kareem Abdul-Jabbar, Magic Johnson, Jerry West, James
Worthy… Estos tipos me enseñaron lecciones que me dieron ventaja frente a mis
competidores. Por eso es tan importante tener mentores como ellos, faros de los que
aprendes y a los que admiras.
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MI PREPARACIÓN MENTAL VARIABA
EN FUNCIÓN DE MI ESTADO
ANÍMICO
Variaba en función de dónde pensaba que mi cabeza debía estar antes de ese partido
concreto. Si, por ejemplo, necesitaba motivarme, escuchaba rock duro. Si necesitaba
relajarme, podía escuchar lo mismo que escuchaba en el bus de camino al instituto para
volver a aquel lugar.
Se trata de ponerme en el lugar en el que necesito estar para ese partido concreto.
Algunos partidos requerían más intensidad, por lo que necesitaba que mi personaje y mi
mente estuvieran en una zona animada. Otros partidos precisaban calma. En esa
situación, no escuchaba música. A veces, incluso me sentaba en completo silencio.
La clave radica en ser consciente de cómo te sientes y cómo necesitas sentirte. El punto
de partida es tomar conciencia.
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DECISIONES DIFÍCILES
Si realmente quieres ser bueno en algo, ese algo te tiene que importar de verdad. Si
quieres ser grande en un área determinada, tienes que obsesionarte con ella. Son muchos
los que dicen que quieren ser grandes, pero no están dispuestos a hacer los sacrificios
necesarios para conseguir esa grandeza. Tienen otras preocupaciones, más o menos
importantes, y se dispersan. Y está bien. Después de todo, la grandeza no es para todo el
mundo.
Lo que quiero decir con esto es que la grandeza no es fácil de conseguir. Requiere
mucho tiempo, muchos sacrificios. Requiere muchas elecciones difíciles. También
requiere que tus seres queridos se sacrifiquen, por lo que tienes que tener un círculo
familiar y de amigos que sea comprensivo. La gente no siempre comprende el gran
esfuerzo que tanta gente hace para que una persona pueda perseguir su sueño de ser
grande.
Hay un delicado equilibrio entre obsesionarte con tu oficio y estar ahí para tu familia. Es
como caminar por la cuerda floja. Sientes cómo te tiemblan las piernas mientras tratas de
encontrar tu centro. Cada vez que te inclinas demasiado en una dirección, corriges el
rumbo y acabas inclinándote demasiado en la otra. Así que corriges volviendo a
inclinarte hacia el otro lado. Ese es el baile.
Respeta a los que consiguen la grandeza y respeta a quienes persiguen ese sentimiento
esquivo.
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SIEMPRE EMPEZABA MI RUTINA
CERCA DE LA CANASTA
Empezaba cerca de la canasta y trabajaba mi toque. Siempre. Siempre. Siempre. Hace
que mi memoria muscular se dispare. Luego, me alejo, trabajo un poco, me alejo un
poco más, y repito el mismo proceso. Después de eso, empezaba a trabajar en las
diferentes situaciones que tendría esa noche. Me entrenaba siguiendo mi propio informe
de ojeador, y me recordaba cosas que había hecho miles y miles de veces antes.
Nunca tenía una rutina establecida, una fórmula blindada que practicase noche tras
noche. Escuchaba a mi cuerpo y dejaba que él guiara mi calentamiento, porque siempre
hay variables. Si sentía la necesidad de hacer tiros en suspensión adicionales, tiraba más.
Si sentía la necesidad de meditar, meditaba. Si sentía la necesidad de hacer estiramientos
durante más tiempo, los hacía. Y si sentía la necesidad de descansar, dormía. Siempre
escuchaba a mi cuerpo. Este es el mejor consejo que puedo darte: escucha a tu cuerpo, y
calienta siempre con un objetivo.
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EL NIRVANA DE LA CANCHA
Somos solo yo y la canasta, la cancha y mi imaginación, sueños. Hay algo en estar en un
gran estadio cuando no hay nadie. Me produce una suerte de nirvana y también me
prepara para el partido. Cuando salía del túnel entre los gritos de la afición, el ruido no
me impactaba. Mentalmente, podía recordar la quietud del momento anterior y llevar eso
conmigo.
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PODÍA PASARME EL DÍA ENTERO
CORRIENDO
Si quieres ser un gran jugador de baloncesto, tienes que estar en muy buena forma. Todo
el mundo habla de sofisticadas sesiones de entrenamiento, pero yo también trabajé sin
descanso para que mis piernas y mis pulmones estuvieran siempre al máximo
rendimiento.
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HACÍA CIENTOS DE PREGUNTAS
Era sumamente curioso. Quería mejorar, aprender y llenar mi cabeza con la historia de
este deporte. Estuviera con quien estuviese —un entrenador, un jugador legendario, un
compañero de equipo—, e independientemente de la situación —un partido, un
entrenamiento, unas vacaciones—, yo no paraba de hacer preguntas.
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JUST DO IT
Nunca pensé en mi preparación diaria. No se planteaba como una opción. Simplemente
era. Si quiero jugar, esto es lo que tengo que hacer, así que aparecía y lo hacía, sin más.
A veces, en parte por este motivo, estaba tan cansado que necesitaba una siesta rápida
durante el día. Ya fuera antes del entrenamiento o en una final, en el autobús o en la
mesa de masaje, a cinco horas o a solo sesenta minutos del partido, si estaba cansado,
dormía. Siempre me ha parecido que una breve siesta de quince minutos me daba toda la
energía que necesitaba para un rendimiento óptimo.
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LA RUTINA POSPARTIDO ES TAN
IMPORTANTE COMO LA
PREPARACIÓN
Cuando estás jugando el partido, no hay distracciones. Justo después de que suene el
silbato, muchos se duchan y se van tan rápido como pueden. Pero yo todavía tenía
trabajo que hacer.
El hielo, mi viejo amigo, formaba parte del statu quo para mí después de cada partido, de
cada entrenamiento. Me enfriaba colocándome dos bolsas de hielo en las partes delantera
y trasera de mis rodillas y otra en el hombro. También metía los pies en una cubeta
helada durante veinte minutos. Además de ayudarme a bajar la inflamación, esto me
servía como punto de partida para desconectar, cerrar la sesión y prepararme para la
siguiente.
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HORA DEL BAÑO
Algunos días, sentía rígida toda la parte inferior de mi cuerpo. En esas ocasiones, cuando
mi cuerpo parecía aprisionado de cintura para abajo, utilizaba la tina de cuerpo entero
para replicar la terapia de baños de contraste con la que siempre trataba mis tobillos. De
nuevo, es importante escuchar a tu cuerpo y dejar que te dicte tu preparación diaria. La
hora del baño tenía un beneficio adicional: utilizaba esta tranquila pausa para ponerme al
día con la lectura, siempre orientada a mejorar mi juego.
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CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO
La terapia de baños de contraste frío-calor es de toda la vida, pero a mí me la aplicaron
en el instituto. Desde entonces, la he practicado religiosamente antes de cada partido,
bien para ayudar a distender mis articulaciones o para adormecer ciertas partes del
cuerpo. Con el tiempo, desarrollé una rutina muy particular. Empezaba con cuatro
minutos de frío —me refiero a agua fría— y lo intercalaba con tres minutos de calor —
agua caliente. Luego aplicaba tres minutos de frío y dos minutos de calor. La secuencia
continuaba: dos minutos de frío, uno de calor, hasta terminar con un minuto de agua fría.
Esto era solo una pequeña parte de mi proceso de preparación para la batalla.
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CAUSA Y EFECTO
El dolor en un área de tu cuerpo a menudo proviene de un desequilibrio en otra parte.
Con eso en mente, es importante tratar la causa y no el efecto.
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CALIBRANDO EL CAÑÓN
Empezaba estirando un par de horas antes de los partidos. Luego, a medida que se
acercaba la hora, pasaba a hacer cosas más activas y de mayor rango de movimiento para
prepararme. Esto fue especialmente relevante en mi activación y preparación del último
año. Nos aseguraríamos de que mi hombro estuviera en su sitio evitando que rotara hacia
delante.
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NO SIEMPRE FUI VIEJO
De niño, no tenía que hacer tantos estiramientos y ejercicios de calentamiento. Salía,
lanzaba mis tiros, trabajaba y, luego, tenía algo de tiempo para mí. A veces, incluso me
relajaba y veía algo de televisión. Incluso podía levantarme, ahí mismo, y hacer un mate
de molinillo. Con la edad, empecé a prestar más atención a mi cuerpo realizando los
ajustes correspondientes.
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TODAVÍA ME DUELEN LAS MANOS
Mi dedo roto acabó agarrotándose. El tendón desgarrado de mi dedo meñique nunca se
recuperó. Debido a todo eso, trataba de calentar mis manos con ejercicios para
fortalecerlas. Antes de los partidos, cogía una pelota de gran tamaño y, con las manos
abiertas, la apretaba con fuerza para despertar los tendones y los músculos. Hoy, ese
dedo sigue estando rígido. Sin embargo, nunca dejé que este tipo de trabas me frenaran.
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MI RUTINA CAMBIÓ CON EL TIEMPO;
MI ENFOQUE, NO
Siempre he intentado entrenar y prepararme de manera inteligente, pero, a medida que
fui cumpliendo años, mi rutina, antes y después del juego, evolucionó. Cuando eres
joven, trabajas en cosas explosivas y, a medida que envejeces, tu enfoque cambia a
medidas preventivas. Todo es parte del camino. Sin embargo, el único aspecto que no
puede cambiar es esa obsesión. Tienes que abordar cada actividad, todas y cada una de
las veces, con el deseo y la necesidad de hacerlo siempre lo mejor posible.
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CADA UNO SE PREPARABA PARA LOS
PARTIDOS A SU MANERA
Cuando Shaq y yo jugábamos juntos, por lo general, nos grabábamos. Eso nos daba la
posibilidad de bromear y decir tonterías. A Shaq y a mí, como anclas del equipo, esto
nos ayudaba a prepararnos para el juego.
Más aún, nos ayudaba a establecer el tono del equipo. La energía del club dependía de
esto. Era nuestro momento para reír y sonreír. A medida que se iba acercando el
momento del partido, nos poníamos serios. Era importante que nuestros compañeros de
equipo vieran y entendieran esa dicotomía, ese cambio de tornas.
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JUDY SETO HA ESTADO CONMIGO
DESDE SIEMPRE
Cuando yo era un novato, Judy Seto era una joven promesa. Me la asignaron en una
ocasión, después de torcerme un tobillo. Enseguida me di cuenta de que ella estaba tan
obsesionada con el entrenamiento como yo con el baloncesto, y, de inmediato, se creó un
vínculo inquebrantable entre nosotros. A lo largo de los años, ambos continuamos
aprendiendo y evolucionando en nuestras respectivas profesiones. Al hacerlo, podíamos
alentarnos mutuamente para ser nuestra mejor versión.
No me cabe duda de que sin ella como fisioterapeuta, yo no habría sido capaz de jugar
tan bien o durante tanto tiempo. Me ayudó a recuperarme de todas y cada una de las
operaciones que he tenido, y siempre ha estado ahí para mí. Lo digo literalmente. Ya
estuviera de vacaciones con mi familia en Italia o en un viaje de Nike en China, Judy
siempre venía conmigo. Hasta ese punto era indispensable.
En mis últimos años, siempre tenía su agenda llena, y los jugadores hacían cola para
recibir su atención. Sin embargo, cuando yo entraba en la sala, les preguntaba qué hacían
ahí y reclamaba mi puesto en su camilla. Lo siento, chicos.
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GARY VITTI FUE CLAVE EN MI
CARRERA
En primer lugar, Gary era un virtuoso con la cinta. Hacía verdadero arte con ella. Se sabe
cuando una persona ama lo que hace, y él amaba su oficio. Independientemente de dónde
colocara la cinta —ya fuera en el dedo o en el tobillo—, siempre conseguía darle un
aspecto precioso. Si la cinta tenía burbujas o protuberancias, Gary la desenrollaba y
empezaba de nuevo. Todo tenía que estar completamente liso, tenía que ser perfecto. Era
un maestro, y yo le di multitud de ocasiones para practicar.
Estaban obsesionados con sus respectivos oficios, y eso hacía más fácil que yo confiara
en ellos. Una vez se hubieron ganado mi confianza, empecé a escuchar a mi propio
cuerpo: me decía que los tres estaban haciendo un buen trabajo. Cuando trabajaba con
ellos, me sentía mejor, más fuerte y más preparado.
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MAESTRO DEL VENDAJE
A lo largo de mi carrera, Gary y yo alternamos los trabajos de vendaje en mis tobillos.
La decisión dependía de cómo, físicamente, estaban mis tobillos ese año. Algunos años,
el foco estaba en la estabilidad, de modo que usaba cinta enteramente blanca. Otras
veces, cuando yo sentía los tobillos sólidos y estables por sí solos, él utilizaba una cinta
más elástica, que permitía más movimiento y resorte. Uno de los aspectos más
importantes del juego es escuchar a tu cuerpo y prepararlo en consecuencia. Siempre
tuve eso en mente.
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ME LESIONÉ EL TOBILLO…
GRAVEMENTE
Fue en el segundo partido de las finales de la NBA del año 2000; era el esguince de
tobillo más grave de mi carrera. A partir de ahí, me tocó encontrar la manera de jugar y
ser táctico. Sabía lo que estaba a mi alcance y lo que no, qué cambios de dirección
podría hacer y cuánta fuerza podía aplicar. Una vez que tuve eso claro, solo era cuestión
de adaptar mi juego a esas limitaciones para seguir dominando.
Para hacerlo, a pesar de la lesión, tenía que mantener el control y determinar dónde iba a
ir con la pelota y cómo iba a jugar. Tenía que, también sobre un solo tobillo, mantener la
ventaja de mi lado y no dejar nunca que la defensa me obligara a hacer algo que no
quisiera. Esa era la clave, y siempre lo es.
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NBA 2K
Tras esa lesión (véase la imagen anterior), me perdí el tercer partido, pero, gracias a la
terapia de estimulación, conseguí jugar el resto de las eliminatorias. Este tratamiento
implica el uso de cables que suministran corriente eléctrica de bajo nivel directamente a
través de la piel. En realidad, ayuda a mitigar el dolor. Pero el tobillo estaba tan
maltrecho que, francamente, no podía hacer gran cosa aquel verano. Lo que sí hice fue
tomar clases de claqué.
Exacto: claqué.
Ese fue mi peor esguince, pero ciertamente no fue el primero. En ese momento, me di
cuenta de que para fortalecer mis tobillos necesitaba ser proactivo. Después de investigar
el tema, se hizo patente que el claqué sería la mejor opción para fortalecer mi tobillo y, a
su vez, mejorar la velocidad y el ritmo de mi pie. De modo que contraté un instructor y
empecé a ir al estudio. Trabajé en ello todo ese verano y le saqué provecho el resto de mi
carrera.
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JERRY WEST
Estuvo allí durante muchos de los primeros grandes momentos de mi carrera. Recuerdo
concretamente haber ido con Jerry en un Lexus a mi primer entrenamiento. En aquel
tiempo, yo pensaba: «Guau, estoy sentado junto al mismísimo Jerry West». Le hice
cientos de preguntas sobre momentos y jugadas de su carrera. Francamente, no sé si
estaba intrigado o molesto, pero me las respondió todas.
Poco después descubriría que Jerry es uno de esos tipos que no se anda con rodeos con la
gente que respeta. Si realmente le importas, te va a decir cosas que no quieres oír. A mí
siempre me las dijo.
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MAGIC JOHNSON
Nos conocimos en la UCLA, durante un día de partidos improvisados. Yo estaba ahí,
estirando, preparándome para jugar, y él entró. Esa fue la primera vez —y creo que la
última— que jugué con Magic. Fue bonito. Más que eso, fue bueno hablar con él.
Venero a los jugadores que han hecho del juego lo que es, y valoro las oportunidades
que he tenido para pedirles consejo. Cualquier cosa que yo estuviera viendo o fuera a
ver, cualquier tipo de defensa o ataque, o jugador, o equipo, ellos ya se habían topado
con aquello años atrás. Hablaba con ellos para aprender a gestionar esos nuevos desafíos.
Después de todo, ¿por qué reinventar la rueda cuando puedes hablar con las ruedas que
ya existen? Magic Johnson era un jugador especial, y aprendí muchas lecciones
fundamentales de su juego.
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KAREEM ABDUL-JABBAR
Él y mi padre eran amigos, y, por lo visto, mi padre —que jugaba para los Clippers de
San Diego— me puso en los brazos de Kareem en una ocasión, cuando me llevaron a
verle después de uno de sus partidos. Sea como fuere, Kareem dice que él recuerda
haberme llevado a hombros y jugar conmigo. Yo no me acuerdo de eso, pero sí recuerdo
haber escrito una redacción sobre él en séptimo curso. Documentándome para hacer
aquel trabajo, lo aprendí todo de él, desde sus días de escuela en Power Memorial, hasta
su paso por los equipos de UCLA, Milwaukee y Los Angeles. Su historia era realmente
interesante.
En otro momento de mi vida, analicé una grabación que él había sacado sobre cómo
jugar en el poste, y usé algunos de los ejercicios que aprendí viéndola. Así que, cuando
Kareem se unió a nuestro cuerpo técnico, hablé mucho con él sobre acontecimientos
históricos. Hablamos acerca de cómo era jugar con Oscar, sobre sus enfrentamientos
contra equipos como los Celtics de entonces, sobre las jugadas que hacían en los Lakers,
bajo la disciplina del entrenador Pat Riley. Hablábamos muchísimo.
Kareem dice que recuerda haberme conocido cuando yo tenía dos años de
edad.
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MUHAMMAD ALI
Aprendí mucho estudiando y observando a Muhammad. Una de sus principales
aportaciones es que tienes que trabajar duro en la oscuridad para brillar en la luz. Es
decir: hace falta mucho trabajo para tener éxito, y la gente celebrará ese éxito, celebrará
esos destellos de gloria. Sin embargo, detrás de toda esa gloria hay dedicación,
concentración y seriedad, cosas que la gente de fuera nunca verá. Si dejas de dedicarte al
oficio, los anuncios y los contratos publicitarios desaparecen.
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BILL RUSSELL
Yo sabía que había una razón por la que Bill Russell tenía más anillos que dedos en las
manos. Por eso, hace años, cogí una autobiografía suya y la devoré. Contenía muchas
lecciones valiosas. Hay una anécdota que Bill compartió y que se me quedó grabada. En
el libro relata que la gente siempre decía que no era un buen base, que, simplemente, no
sabía manejar y lanzar la pelota. Y él apuntaba que sí, que claro que podía hacer ambas
cosas, pero ¿por qué iba a liderar el contraataque si tenía a Bob Cousy en su equipo?
¿Por qué iba a lanzar tiros en suspensión cuando Sam Jones estaba en su ala? El mensaje
era que si quieres ganar campeonatos, tienes que dejar que cada uno se enfoque y se
concentre en aquello que mejor sabe hacer mientras tú te concentras en lo tuyo. Según él,
lo que mejor se le daba eran los rebotes, cruzar la cancha al contraataque y taponar tiros.
Me pareció una enseñanza sencilla, pero profunda. Era una idea de la que no había oído
hablar hasta entonces. En cuanto la leí, me acerqué a Bill y ambos entablamos una
relación tutorial que amplió mis horizontes.
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BYRON SCOTT
Durante mi temporada como debutante, Byron y yo hablábamos mucho. Él compartía
conmigo sus historias de veteranos, me contaba cosas sobre Magic, Kareem y las
eliminatorias que jugaron juntos. Compartió muchos datos históricos conmigo. También
me dio información sobre cómo cubrir a determinados escoltas. Concretamente, trabajó
conmigo sobre cómo seguir a los jugadores en los bloqueos y otros aspectos tácticos
defensivos de la NBA. A parte de eso, Byron me enseñó a gestionar el tiempo, cómo
aprovechar al máximo cada día.
Cuando Byron volvió a entrenar a los Lakers en los últimos años de mi carrera, éramos
como hermanos. Retomamos nuestras conversaciones y la relación justo allí donde la
habíamos dejado. Huelga decir que fue estupendo tenerlo de vuelta en el mismo
banquillo.
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UN BUEN ENTRENADOR ES CLAVE
Los entrenadores son profesores. Algunos entrenadores —entrenadores menores—
intentan decirte cosas. Sin embargo, los buenos entrenadores te enseñan a pensar y te
brindan las herramientas necesarias para una correcta ejecución.
Lisa y llanamente, los buenos entrenadores se aseguran de que aprendas a usar ambas
manos, a hacer las lecturas adecuadas y a entender el juego. Los buenos entrenadores te
dicen dónde están los peces; los grandes entrenadores te enseñan cómo encontrarlos. Eso
es algo que se aplica a todos los niveles.
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PHIL JACKSON ERA MÁS QUE UN
ENTRENADOR. ERA UN VISIONARIO
Así como su entrenador adjunto, Tex Winter, se centraba en los detalles (véase la imagen
siguiente), Phil se centraba en la escala. Él te enseñaba conceptos de baloncesto, pero
que tenían más que ver con el concepto macro del baloncesto. Nos enseñó —sin
sermonearnos— la importancia de ser un equipo y cómo pasar del punto A al punto B
hasta llegar al punto clave del campeonato. También fue capaz de que los chicos
entendieran la energía, el flujo y la meditación.
Sin embargo, tendríamos que esperar a nuestra segunda etapa juntos para darnos cuenta
de que esto era realmente así: ambos nos complementábamos. Durante nuestra primera
etapa juntos, Phil pensaba que yo era imposible. Creía que yo cuestionaba su autoridad y
sus planes. Pensaba que no le escuchaba. Cuando volvió a la franquicia, se dio cuenta de
que yo solo estaba siendo yo. Se dio cuenta de que, simplemente, yo era muy curioso y
no temía hacer preguntas. Advirtió que esa es mi manera de procesar la información y
aprender. Desde que se dio cuenta de eso, él fue más paciente conmigo. Era más proclive
a sentarse y responder a mis preguntas, a explicármelo todo en detalle.
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Actualmente, yo entreno al equipo de mi hija, y aplicamos el triángulo ofensivo. No hace
mucho telefoneé a Phil para contarle lo que les estaba enseñando a las chicas. Le
sorprendió lo mucho que había aprendido de él. Más que eso, estaba sorprendido por la
cantidad de detalles que yo había conseguido retener y que ahora estaba transmitiendo.
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TEX WINTER ERA UN GENIO DEL
BALONCESTO
Aprendí infinitas cosas de Tex Winter. En particular, él me enseñó el proceso del juego.
Me enseñó el verdadero arte del baloncesto. Se concentraba en los detalles, el flujo y los
matices del juego. Era capaz de sacar a la luz los detalles más nimios y demostrar lo
importantes que eran.
También era extremadamente paciente. Durante el primer año que compartimos en Los
Angeles, él y yo volvíamos a ver juntos cada partido —de pretemporada, temporada,
playoffs—. Eso es mucho baloncesto. También es detalle, enseñanza y paciencia. Eso es
Tex. Tenía una mente brillante, una mente brillante para el baloncesto. Los entrenadores
como él son escasos, y yo me siento afortunado de haber tenido la oportunidad de
estudiar con él.
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SIEMPRE DIJE QUE LUKE WALTON
ESTABA DESTINADO A SER
ENTRENADOR
Luke Walton era un gran jugador. Él también tenía ciertas características propias de los
entrenadores: una mala espalda, parecida a la de Phil, y ascendencia hippy. Yo solía
decírselo a menudo. A él no le divertía tanto como a mí.
Pero, ahora en serio, Luke y yo teníamos una gran intuición para el juego. Él comprendió
que había que verlo en secuencias en vez de en jugadas aisladas, y podía comunicarse
con mucha claridad. Cuando vi esa amalgama de cualidades, me di cuenta de que sería
un gran entrenador.
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LAS TÉCNICAS
Yo tenía mi cuota justa de faltas técnicas. Con todo, siempre tuve una gran relación con
la mayoría de los árbitros. Eso se debía en gran medida al respeto mutuo que nos
profesábamos. Siempre me aseguré de hablar con ellos, construir un diálogo y una buena
relación. De ese modo, si respondía o les señalaba algo, lo tendrían en cuenta. Al menos,
lo tendrían más en cuenta que en el caso de que solo me dirigiera a ellos para quejarme.
Durante mi última temporada, fue alucinante pasar por la liga y ver a cada árbitro por
última vez. Hablamos y nos reímos de los viejos tiempos, compartimos recuerdos. Siento
una gran admiración por esos hombres y mujeres.
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ARBITRAR ES UNA DIFÍCIL TAREA
Los árbitros no solo se encargan de observar y moderar las acciones que se desarrollan
frente a ellos a un ritmo vertiginoso. También soportan los embates emocionales de un
juego que tiende a desbordarse. Además, no son robots, por lo que también deben ser
conscientes de las emociones acumuladas y tratar de mantener la objetividad.
Es un trabajo duro. Si los árbitros cometen un error, se arremete duramente contra ellos.
Si hacen un gran trabajo, no se les menciona. Yo siempre intenté tener eso en mente y
tratarlos como a los seres humanos, infravalorados y emocionales, que realmente son.
Creo que eso siempre jugó a mi favor.
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LEER ES VITAL
Me propuse leer el manual de los árbitros. Una de las reglas que descubrí en él fue que
cada árbitro tiene un lugar asignado en el que debe situarse en la cancha. Si el balón, por
ejemplo, está en el punto W, los árbitros X, Y y Z tienen un área en la cancha asignada
para ellos.
Esta manera de proceder genera zonas muertas, áreas de la cancha en las que ellos no
pueden ver ciertas cosas. Aprendí dónde estaban estas zonas y las aproveché. Conseguí
eludir faltas por agarrones, pasos y todo tipo de infracciones menores, simplemente,
porque me tomé el tiempo para estudiar las limitaciones de los árbitros.
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JUGANDO A PESAR DEL DOLOR
Esto sucedió justo después de que me lesionara el dedo el 11 de diciembre de 2009. Gary
estaba evaluando la situación, calibrando la gravedad de la lesión. Casi de inmediato,
volvimos a las entrañas del estadio, me hicieron una radiografía, y Gary me comunicó
que el dedo estaba roto. Y yo dije: «Bien, vale, ahora sácame ahí fuera».
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A partir de ese momento, aplicamos una férula, una especie de molde duro en las partes
superior e inferior del dedo. Luego la envolvimos varias veces con una cinta elástica de
textura esponjosa. El dedo me seguiría doliendo cada vez que golpeara la pelota. Pero,
en mi fuero interno, yo sabía que tenía protección para amortiguar el dolor, y podía jugar
el resto del partido.
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Hacíamos lo mismo cada vez que salía a la cancha. A tirar, a entrenar, en cada partido…
Quiero decir, lo hacíamos así todas y cada una de las veces que salía.
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TUVE QUE CAMBIAR MI FORMA DE
TIRAR
Tras la lesión que sufrí en el dedo índice de la mano derecha en la temporada 2009-2010
(véase la imagen anterior), yo sabía que mi método habitual ya no funcionaría. Hasta
entonces, siempre había lanzado con mis dos primeros dedos. Después de lesionarme,
tenía que empezar a concentrarme en usar el dedo corazón. El dedo corazón se convirtió
en mi punto de liberación, y, por decirlo de algún modo, tenía que dejar mi dedo índice a
la deriva.
Hacer ese cambio me llevó unos cuantos entrenamientos. Pero no fueron entrenamientos
al uso, sino días repletos de trabajo mental y físico. Tuve que descargar mentalmente el
software de este nuevo modelo y, luego, asimilarlo. Definitivamente, conseguí encestar
mil canastas en cada uno de esos días.
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ME DESGARRÉ EL TENDÓN DE
AQUILES
Fue el 12 de abril de 2013. Solo quedaban tres minutos de partido contra los Warriors.
Enseguida me di cuenta de que había sufrido un desgarro. Primero, lo sentí, luego bajé la
vista y vi cómo se me doblaba la pantorrilla. Con todo, traté de caminar sobre ella, traté
de averiguar cómo seguir jugando. Sin embargo, acto seguido quedó claro que debía
lanzar los tiros libres y largarme de allí.
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LA LESIÓN DEL TENDÓN DE AQUILES
FUE MI PARTICULAR MONTE
EVEREST
Nada más sufrir la lesión en 2013, cuando estaba saliendo de la cancha, miré a mi mujer
y negué con la cabeza. Ella supo al instante que era muy grave.
Fui directo a la mesa de masajes del vestuario. Gary Vitti estaba allí, y también Patrick
Soon-Shiong, un cirujano y el socio minoritario del equipo (hoy dueño de Los Angeles
Times). Empezamos a hablar, y Patrick dijo: «Hay un nuevo procedimiento que parece
muy prometedor, pero funciona bajo la premisa de que no puedes dejar que se forme
tejido cicatricial. Eso significa que debes operarte mañana».
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ME TOMÉ MUY EN SERIO EL DISEÑO
DE MIS NIKE
De nuevo, se trata de oficio y de detalle. Para algunos jugadores, las zapatillas de deporte
eran todo forma y color. Para mí siempre fue una cuestión de rendimiento óptimo. Lo
importante era que yo estaba de pie 48 minutos cada noche y dependía de ellas para
hacer mi trabajo.
Nike, por fortuna, amaba ese tipo de retos. Cada zapatilla firmada mejoraba la anterior.
Siempre estábamos mejorando, siempre luchando por la innovación y la excelencia.
Siempre mirando hacia delante.
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UNA REVOLUCIÓN EVOLUTIVA
En 2008 decidí que quería que mi próxima zapatilla de deporte de la firma fuera baja,
con el tobillo al descubierto. Cuando se lo dije a Nike, en un primer momento se
negaron. Y yo respondí: «No podéis decir que no. El mantra de Phil Knight era:
“Escucha la voz del atleta”. Yo soy el atleta y quiero una zapatilla baja».
La idea se me ocurrió viendo un partido de fútbol. Esos tipos aplican aún más fuerza de
torsión en sus tobillos y pantorrillas que los jugadores de baloncesto, y calzaban botas
con un corte más bajo que el de nuestras zapatillas de deporte. Advertí que si ellos
podían hacerlo, nosotros también. Y lo hicimos.
Las Kobe IV cambiaron las reglas del juego. Recuerdo que tuve que plantarme en Foot
Locker y convencerlos acerca de las ventajas de las Kobe IV, porque no sabían cómo
venderlas. Pero ya iba siendo hora de cambiar. La falacia de las zapatillas altas radicaba
en que los jugadores creían que les protegían los tobillos. Hoy se sabe que los debilitan y
reducen la movilidad.
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SÉ AUTÉNTICO
Cuando era joven, mi mentalidad era imagen, imagen, imagen. Adopté ese enfoque con
los medios de comunicación. A medida que fui adquiriendo experiencia, me di cuenta de
que, hagas lo que hagas, a la gente le gustas o no le gustas. Así que, sé auténtico y deja
que te valoren por lo que realmente eres. En ese momento, empecé a dar respuestas
francas y directas. También incluía ciertas dosis de humor y sarcasmo. Creo que los
aficionados y los reporteros llegaron a apreciar eso, llegaron a apreciar mi verdadero yo.
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LOS GRANDES DESCONOCIDOS
Comparada con la rutina de la NBA, mi rutina con la selección de Estados Unidos era
inconsistente. Traté de seguir con mis entrenamientos regulares fuera de casa, pero la
gran incógnita siempre era el entorno. Durante la temporada de la NBA, yo sabía cómo
funcionaban todas las ciudades y estadios que visitaba, cosa que me hacía más fácil
visualizarlo todo, desde el viaje en autobús hasta el último segundo del partido.
Cuando vas a China, España, Reino Unido, Turquía, no sabes cómo será el autobús que
te lleva al partido, no sabes qué aspecto tendrá la sala de entrenamiento, y no conoces el
trazado de las distintas canchas. Esos detalles suelen variar, así que tuve que adaptarme.
Con todo, mentalmente, abordé los partidos de la selección nacional con la máxima
intensidad. Sabía que jugaba contra tipos a los que no había visto nunca, y sabía que me
tocaría defender al mejor jugador del país adversario, así que me enclaustré. Estudiaba
gran cantidad de vídeos tratando de adivinar quiénes eran mis adversarios. Lo último que
quería era arriesgarme a salir a ciegas contra un gran jugador desconocido. La
preparación es clave.
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EL ENTRENADOR K Y YO HICIMOS
BUENAS MIGAS CUANDO YO ESTABA
EN EL INSTITUTO
Se ganó mis respetos cuando me reclutó, y pude ir a Duke y, luego, a la universidad.
Poder jugar para él una década más tarde con la selección de Estados Unidos fue
gratificante.
En él destacaban varias cosas. Por un lado, era muy intenso, cosa que yo podía valorar.
Aparte de eso, es una persona que realmente se preocupa de sus jugadores, los quiere.
Sobre todo, su espíritu competitivo sintonizaba con el mío. Él y yo considerábamos el
hecho de ganar o perder del mismo modo, en el sentido de que ganar es la meta, y perder
es…, bueno, perder ni siquiera lo considerábamos una opción.
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SIEMPRE ASPIRABA A MATAR AL
ADVERSARIO
El tema que más a menudo debatíamos LeBron y yo era el de qué conforma una
mentalidad asesina. Él observaba cómo yo enfocaba cada uno de mis entrenamientos, y
yo, al igual que hacía con los demás compañeros, le desafiaba constantemente.
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CUANDO ESTABA EN LA SELECCIÓN
NACIONAL, PODÍA ENFOCARME EN
LO QUE QUERÍA
Al contar con tanto talento, yo sabía que no tenía que preocuparme del ataque. No tenía
que preocuparme de anotar. Como siempre había querido, yo podía concentrarme solo en
jugar de defensa. Eso me permitió centrarme en poner camisas de fuerza a los
adversarios y borrarlos del juego.
En ese sentido, jugar con otros grandes jugadores era divertido. D Wade y yo siempre
hablábamos sobre la técnica de robar el balón. Él era genial leyendo la trayectoria del
balón, y yo era muy bueno en bloquear la pelota, así que yo arrinconaba a mi hombre en
la esquina mientras D Wade miraba para cortar el pase.
Nunca había jugado con un jugador como él. Yo jugaba con mucho margen y con tipos
que se adaptaban a mi juego, pero nunca antes había jugado con un escolta tan
explosivo. Tío, fue divertido cazar con D Wade.
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YO ERA UNO DE LOS MÁS
VETERANOS DE NUESTRAS
SELECCIONES NACIONALES
Yo ya tenía tres anillos, acababa de llegar a las finales y estaba listo para volver otra vez.
Desde esa perspectiva, yo era el macho alfa del vestuario. Lo cierto es que no pedí
consejo a ninguno de mis compañeros. En cualquier caso, dado que yo tenía mucha más
experiencia, los otros chicos me preguntaban cómo incorporar aspectos de mi juego en el
suyo.
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MI PROCESO CON LA SELECCIÓN
ESTADOUNIDENSE FUE DIFERENTE
AL DE LA MAYORÍA DE LOS
JUGADORES
La mayor parte de los jugadores escucha música en los partidos. Llevan puestos los
cascos religiosamente y usan la música para que esta les lleve al estado anímico
adecuado. Incluso cantan y bailan. Yo casi nunca lo hacía. A veces, aunque tuviera los
cascos puestos, los tenía apagados. Era como una finta para mantener a la gente alejada y
entrar en mi zona. La mayoría de las veces, antes de los partidos simplemente me
gustaba estar ahí, escuchando los sonidos del ambiente y observándolo todo.
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HIMNO PARA LA MEDITACIÓN
Aprovechaba cada minuto del himno nacional. Durante esos preciosos momentos,
escucho todos y cada uno de los pequeños sonidos y me imbuyo de la energía del
pabellón. Aprovecho la oportunidad para tomar conciencia de lo que está pasando, para
estar al tanto de los compañeros que me rodean, de la canasta que tengo frente a mí y de
la canasta que tengo a mi espalda, de todos los sonidos y los objetos. Es una completa
concentración y comprensión del estadio.
Básicamente, trato de sentir la energía del entorno, y dejo que fluya a través de mí. Eso
me estimula y me impulsa a tener un buen rendimiento.
Llevo haciéndolo de manera natural desde que era niño. Nunca he pensado demasiado en
ello. Sin embargo, fue con Phil Jackson cuando empecé a entender la importancia de mi
particular proceso meditativo. Desde entonces, puse en él un énfasis todavía mayor.
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NO DIRÍA QUE MI ESTILO DE
LIDERAZGO HAYA CAMBIADO CON
LOS AÑOS
Me gustaba retar a las personas y hacerlas sentir incómodas. Eso es lo que conduce a la
introspección y lo que nos lleva a mejorar. Se podría decir que les retaba a que fueran la
mejor versión de sí mismos.
El enfoque propiamente dicho nunca flaqueó. Lo que sí ajusté en cambio fue cómo
aplicarlo en función del jugador que tuviera en frente. Seguía desafiando a mis
compañeros haciéndoles sentir incómodos, pero lo hacía adaptándome a sus respectivas
singularidades. Para saber qué podía funcionar con cada uno, empecé a hacer los
deberes, a observar cómo se comportaban. Conocí sus historias y escuché cuáles eran sus
metas. Aprendí qué les hacía sentir seguros y dónde estaban sus mayores dudas. Una vez
que los entendía, les podía ayudar a sacar lo mejor de sí mismos tocando la tecla
adecuada en el momento justo.
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Al principio de nuestro primer campeonato, Tex Winter me puso a cargo del triángulo
ofensivo.
En mis últimos años, fui muy duro con D’Angelo Russell, Jordan Clarkson, Larry
Nance, Jr., todos ellos compañeros de equipo más jóvenes. Yo trataba de hacer valer mis
veinte años de experiencia para acelerar su crecimiento. Ahora, años después, es
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gratificante ver que Jordan lleva mi número en Cleveland. Eso me demuestra que
realmente entendieron e interiorizaron mis motivaciones y la esperanza que había puesto
en ellos.
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LOS LAKERS SON UNA FAMILIA
Yo admiraba a muchos grandes de los Lakers, a muchos de los jugadores que estuvieron
antes que yo y crearon la mística y la leyenda de la franquicia. James Worthy, Byron
Scott, Elgin Baylor, por nombrar a algunos. Es como una fraternidad exclusiva. Hay
muchas joyas históricas en la familia, y esas joyas pasan de generación en generación.
Sin embargo, los grandes del juego no se te acercarán si no tienes la misma pasión que
ellos. No compartirán contigo su tiempo y sus recuerdos si no demuestras el mismo
esfuerzo y empuje en pro de la excelencia que ellos demostraron.
Con todo, yo solo tenía diecisiete años cuando entré en los Lakers, y me sentí como uno
más de la familia desde el primer día. Creo que me aceptaron tan rápidamente porque
todo el mundo vio lo duro que trabajaba, lo mucho que deseaba cumplir mi destino y
hacer que Los Angeles volviera a sus victorias de antaño.
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MENTALIDAD MAMBA
Al principio pensaba que la frase «Mentalidad Mamba» era solo un hashtag con gancho
que utilizaría en Twitter. Algo ingenioso y memorable. Pero, a partir de ahí, empezó a
simbolizar mucho más.
Esta mentalidad no consiste en buscar un resultado, trata más del proceso para llegar a
ese resultado. Es el viaje y el enfoque. Es un modo de vida. Creo, en suma, que es
importante tener esa mentalidad.
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PORTLAND TRAILBLAZERS, febrero 22, 2013
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UNA PEQUEÑA LECCIÓN
Mi equilibrio, como jugador joven, era nulo.
Basta ver la dicotomía que hay entre nosotros, empezando por la postura. Michael se
mantiene recto de cintura para arriba. No se inclina hacia ninguna dirección y, gracias a
eso, está equilibrado y centrado. Está en control de su cuerpo, y del juego.
Compara todo eso con mi defensa. Estoy usando mi antebrazo para cargar el peso en su
espalda, tal como me habían enseñado. Lamentablemente, eso es lo único que estoy
haciendo bien. Estoy inclinado hacia delante, algo que no hay que hacer, y estoy
poniendo en él demasiada presión. Solo eso, por la fuerza de la gravedad, me hace perder
el equilibrio. Por consiguiente, un movimiento de Michael, un giro decisivo a derecha o
una finta a la izquierda, me tiraría y le daría espacio para lanzar o escaparse de mí. Esta
defensa, definitivamente, no es buena.
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CHICAGO BULLS, febrero 1, 1998
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PRESIÓN
Nunca sentí presión externa. Yo sabía lo que quería conseguir y el gran trabajo que tenía
que hacer para lograr estas metas. Así que hacía el trabajo y confiaba en él.
Además, las expectativas que yo tenía de mí mismo eran mayores que las de todos los
demás.
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A VECES TIENES QUE ECHARTE EL
EQUIPO A LA ESPALDA
Shaq estaba fuera, y estábamos atravesando una mala racha. Habíamos perdido dos
partidos seguidos antes de este y teníamos que salir del bache. Para hacerlo, yo sabía que
debía llevar el peso del equipo, tanto desde el punto de vista emocional como de
puntuación.
Este mate del tercer cuarto fue toda una declaración de intenciones. Cada uno de mis 52
puntos era importante —el partido tuvo doble prórroga—, pero esta fue la canasta que
marcó definitivamente el tono del partido. Era yo quien lanzaba el desafío y les decía a
mis compañeros de equipo que íbamos a ganar, que íbamos a enderezar el barco. Y
ganamos, ganamos 9 de las siguientes 10 jugadas.
Esto no significa que fuera fácil. Esta fue mi sexta noche seguida anotando 40 puntos, y
mi cuerpo empezaba a acusar cierto desgaste. Tras este partido, la rodilla se me hinchó
como un melón. Me costaba mucho moverme y la noche siguiente teníamos un partido
en Utah. Con todo, me cambié, me puse una rodillera y jugué 40 minutos con ella. Anoté
40 puntos y, lo más importante, ganamos. Tienes que darle todo el juego al equipo. Eso
es lo que se necesita para ganar. Eso es lo que se necesita para ser grande.
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HOUSTON ROCKETS, febrero 18, 2003
142
UN GRAN TIRO ES SOLO UN TIRO
MÁS
La gente se monta muchas películas con los tiros decisivos. Lo cierto es que son solo un
tiro más. Si haces mil tiros al día, es solo uno entre mil. Cuando has lanzado tantos, ¿qué
es uno más? Esa era mi mentalidad desde el primer día.
Este tiro en particular era un triple que suponía el empate en este partido de las finales de
la NBA. Iba a conseguir el balón en esta jugada a toda costa. La defensa podía haber
tratado de bloquearme, pero daba igual. En ese momento, yo iba a hacer lo que tuviera
que hacer para conseguirlo.
Una vez que tienes el balón en tu poder, siempre debes saber quién te está cubriendo. No
basta con saber, tienes que conocer, y yo conocía bien la estrategia defensiva de Rip
Hamilton. Rip era un jugador muy sólido, y jugaba de frente. No era de los que hacían
cosas extraordinarias, lo cual estaba bien. Con todo, por muy sólido que fuera, no me iba
a detener.
De modo que lo evalué y, con toda esa información en mente, le hice hacer lo que quería
que hiciera. Arrastré la pelota hacia el ala, lo empujé hacia atrás y, sabiendo que él se
limitaría a levantar los brazos para defender, me elevé. En ese momento, solo era
cuestión de decidir si tirar o no.
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Lo último que se aprecia en la foto es la elevación que consigo. Eso no sucedió de la
noche a la mañana. El partido estaba bastante avanzado, y eran las finales, pero pude
alzarme porque estaba en forma. Es un detalle, pero marca una gran diferencia.
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INDIANA PACERS, junio 14, 2000, visitante
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EL JUEGO DE PIERNAS ES CUESTIÓN
DE EFICIENCIA
Necesitaba poder llegar a mis puntos de ataque en uno o dos botes. También necesitaba
poder lanzar desde distintas posiciones. Al hacerlo, limitaba la cantidad de tiempo que
daba a los defensas para reaccionar, conservaba mi energía y les forzaba a detenerme a
gran distancia de la canasta. La clave era saber cómo mover la defensa valiéndome
únicamente de mis pies, mis ojos y la posición de mi cuerpo, aprendiendo a impulsarlos
hacia la izquierda o la derecha sin tener que poner la pelota en el suelo.
Durante mis primeros años en la NBA, me sorprendió descubrir que había adoptado un
enfoque de piernas diferente, más serio y riguroso que el de muchos jugadores. Muchos
de ellos solo se concentraban en mejorar el bote, pero yo también ponía especial énfasis
en el juego al recibir un pase. Aprendí ese enfoque cuando era joven, en Europa. Allí,
nuestros entrenamientos incluían partidillos en los que no se nos permitía botar. Así que,
cuando me mudé a Estados Unidos, aproveché todo el trabajo de piernas de aquella
época. Solo después de dominar los pivotes —de espaldas, cruzados y abiertos— trabajé
botes más atractivos, como el bote entre las piernas, el bote con cambio de mano por
detrás de la espalda o el bote con cambio de mano por delante.
Más adelante en mi carrera, los jugadores me pidieron que compartiera con ellos mi
trabajo de piernas. LeBron, Durant, Westbrook: todos querían saber realmente los
entresijos del mismo. El momento de su entusiasmo fue perfecto para mí: yo estaba en el
último tramo de mi carrera y no estábamos compitiendo por los campeonatos, así que
estaba feliz de compartir lo que sabía.
146
PHOENIX SUNS, mayo 29, 2010, visitante
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DIOS NOS DIO DOS MANOS
De niño —hablo de cuando tenía seis años—, me molestaba todo aquello que se veía
como una debilidad. Así que trabajé muy duro con mi mano izquierda a esa edad;
escribía mi nombre con la mano izquierda. Odiaba la sensación de estar incómodo.
Y ese era también mi modo de verlo en la cancha. Por eso sentía que era tan importante
usar ambas manos por igual. Ya fuera al botar, lanzar, pivotar o girar, para mí era
importarte sentirme cómodo con las dos manos.
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NUNCA ME ALEJÉ DEL CONTACTO
Yo tenía claro que era más fuerte que Reggie Miller. No sé si es algo mental, pero yo era
más matón que él.
Llegaría a la canasta e intentaría atacarla por todos los medios. Cuando vas a la canasta
con esto en mente, te sirves más de tu cuerpo que de los brazos. Lo usas para marcar
distancia. A menudo, cuando hay muchos jugadores, el jugador defensivo se convierte
en el atacante, y el ofensivo, ante eso, capitula. Yo nunca lo enfoqué así. Cuando iba a la
canasta, yo estaba atacando y no era el que corría el riesgo de lastimarse: eran ellos. Ya
seas Reggie o Shaq, yo entro duro a canasta, haciendo que te pienses dos veces si quieres
disputarla.
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INDIANA PACERS, junio 14, 2000, visitante
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ESTO FUE DIVERTIDO
Mira a Dennis. Él me está agarrando con todas sus fuerzas, pero sabía cómo salirse con
la suya. Tenía todo un arsenal de pequeños trucos que no podías descifrar viéndole en la
tele. No podías ver cómo te sujetaba, empujaba o agarraba. E incluso si conseguías
detectarlo, la televisión no le hacía justicia. Es uno de los jugadores más inteligentes con
los que he jugado, ya sea como compañero o como adversario.
En una situación como esta, también debes entender que el bloqueador es siempre la
amenaza. Cuando te preparas para enfrentarte a un equipo que hace muchos bloqueos
directos o indirectos, no estudias al que maneja el balón o al jugador que sale de
inmediato del bloqueo. Tienes que estudiar a aquel que hace el bloqueo. Esa persona, el
bloqueador, es la verdadera amenaza.
La vía más fácil de entender qué esperar es ver películas y aprender cómo los jugadores,
individualmente, hacen los bloqueos, ya que cada jugador tiene su particular modo de
hacerlo. Una vez que sabes eso —en qué parte de la cancha les gusta realizarlos, los
tiempos, el ángulo—, entonces puedes empezar a trazar una defensa ofensiva para
sortearlos y frustrar su estrategia.
152
Por tanto, ¿qué cambiaría yo en esta foto? No me colocaría en el bloqueo. No intentaría
alejarme de Dennis. Al hacerlo, le estaba dando acceso a mis brazos, lo que le permitía
inmovilizarlos y retenerme. En lugar de apoyarme en el bloqueo, me mantendría a cierta
distancia de Dennis, y me ocuparía de Michael antes de que él llegara.
153
CHICAGO BULLS, diciembre 17, 1997, visitante
154
NO HAY DUDA DE QUE SHAQ ERA
DOMINANTE
Incluso cuando juegas con un centro dominante, la mejor manera de mantenerlos en
movimiento es crear oportunidades fáciles para ellos. Yo lo hice vendiendo la idea de
que iba a lanzar la pelota. Eso atraería la atención de los defensores hacia mí y los
alejaría de Shaq. Su finalización sería sencilla.
¿Cómo lo haría?
Atacaría. Penetraría. Llegaría hasta el aro. Incluso despegaría mis pies del suelo —una
absoluta insensatez— para que el defensor pensara que estaba tratando de finalizar la
jugada. Una vez que la compraran, serviría la pelota a Shaq.
Todo esto parece bastante evidente, pero el secreto del éxito está en conseguir que los
defensas pongan sus manos en el aire al tratar de bloquear tu tiro. Si haces eso, si
realmente los engañas haciéndoles creer que necesitan defender, siempre habrá un bonito
espacio abierto para lanzar un pase.
Pero hablemos también del pasado. Si vas a pasar por todo ese esfuerzo para configurar
la jugada, si vas a ser jaqueado y golpeado en tu camino hacia el aro, más vale que te
asegures de no arruinar el último paso. Tienes que conocer las preferencias de tu gran
hombre. Tienes que saber si les gusta plantarse en la zona, cómo les gusta atrapar la
pelota, con qué mano les gusta acabar.
En esta jugada, tengo que asegurarme de colocar el pase en la mano izquierda de Shaq.
Así él podrá usar su cuerpo como un escudo frente al defensa rezagado y completar la
jugada sin preocuparse de que le hagan una falta.
155
PHILADELPHIA 76ERS, junio 6, 2001
156
INDIANA PACERS, 2000, visitante
157
PHILADELPHIA 76ERS, junio 6, 2001
158
PONER AL EQUIPO EN LA CUERDA
FLOJA
Independientemente de lo que pasara entre nosotros, todos en nuestro equipo sabían que
Shaq y yo podíamos sumar más de 30 puntos y más de 10 rebotes/asistencias cada
noche. Esto les daba una cierta seguridad, pero también podía hacerles caer en la
autocomplacencia.
En un esfuerzo por evitarlo, Shaq y yo, conscientes de la tensión intermitente que nos
rodeaba, la incrementamos. Al hacerlo, nuestros compañeros de equipo se concentrarían
y elevarían su propio nivel de competitividad.
Sin embargo, hay que entender que nosotros no éramos el problema. No se trataba de
Shaq y de mí. Se trataba de asegurarnos de que nuestros compañeros de equipo
estuvieran totalmente comprometidos y entendieran la seriedad de lo que intentábamos
hacer. Se trataba de asegurarnos de que entendieran que estaban en la cuerda floja, y que
Shaq y yo no íbamos a ser siempre sus redes de seguridad.
Shaq era un jugador especial. Sabía cómo usar su cuerpo y su mente. Entendía tanto los
ángulos como la naturaleza humana. Comprendía la intimidación y la dominación.
159
SEATTLE SUPERSONICS, abril 15, 2002
160
TENÍAS QUE MOVERLO
Cuando nos enfrentamos a los equipos liderados por Shaq, el plan de ataque siempre era
moverlo. Queríamos llevarlo a acciones de bloqueo y continuación, y, lo que es más
importante, alejarlo del balón y convertirlo en el tipo que necesita hacer rotaciones
defensivas completas. Teníamos la impresión de que eso explotaría algunas de sus
debilidades.
Cuando llegara el momento de atacar a Shaq en el plano uno contra uno, tomaría
impulso e iría directo hacia él. Shaq lo vería venir y me castigaría en lugar de arriesgarse
a que le hiciera un mate en la cara. De ese modo me aseguraba dos tiros libres cada vez
que lo atacara.
161
MIAMI HEAT, diciembre 25, 2004
162
CUANDO LOS FUNDAMENTOS YA NO
SON FUNDAMENTALES
Cuando Caron Butler y yo coincidimos en los Lakers, enseguida conectamos. Él venía a
casa muy a menudo; siempre entrenábamos juntos. Jugábamos uno contra uno antes y
después de entrenar. Ambos nos alentábamos mutuamente. Con el tiempo, él adoptó
gran parte de mi trabajo de piernas. Saltaba a la vista, una vez fue traspasado, en sus tiros
en suspensión y en sus tiros a la media vuelta en el poste bajo.
Y lo pensaba porque Caron era un gran estudioso del juego, y una persona que, desde el
instituto, siempre había ido más allá de los fundamentos. Puede parecer extraño, pero, en
realidad, los fundamentos han dejado de ser fundamentales. Muchos jugadores no
entienden el juego o la importancia del trabajo de piernas, de una distribución óptima en
el perímetro. Y sucede hasta tal punto que, si eres de los que conoces los fundamentos
del juego, tienes una ventaja sobre los demás.
163
SAN ANTONIO SPURS, febrero 3, 2005
164
HOUSTON ROCKETS, enero 7, 2005
165
MUEVE TUS «CACHORROS»
Era el año 2000, y yo tenía problemas para seguir al jugador con la pelota tras los
bloqueos directos. Cuando llegó el partido del All-Star, y Gary Payton y yo estábamos
calentando, hice un aparte con él.
«Gary, estoy teniendo problemas para pasar por los bloqueos —le dije—. ¿Qué tengo
que hacer?»
Era un gran competidor, pero se tomó su tiempo para explicarme su enfoque. Me dijo
que tratara de no abarcar demasiado y que, esto no lo olvidaré jamás, moviera mis
«cachorros». Me explicó que me tenía que deslizar, no correr, a través de la pantalla, y
para eso tenía que hacerme lo más pequeño que pudiera y mover mis pies lo más rápido
posible. Casi, me explicó él, como una hoja de papel atravesando una puerta.
Tras el descanso del All-Star, trabajé en ello sin descanso en los entrenamientos. Me
limité a perseverar. No por casualidad, ese fue el primer año que fui elegido en el mejor
quinteto defensivo de la NBA.
166
MINNESOTA TIMBERWOLVES, mayo 27, 2004
167
168
169
MINNESOTA TIMBERWOLVES, mayo 1, 2003
170
KG ERA UN MAGO EN LA DEFENSA
No creo que la gente le haya reconocido lo suficiente ese mérito a Kevin Garnett.
Capitaneaba todas las defensas de las que formó parte, y tenía una voz realmente
potente. También tenía largos brazos y una gran condición física que le permitía dominar
grandes áreas de la cancha como comunicador y bloqueador de tiros.
Pese a su tamaño, su versatilidad era asombrosa, y lo era hasta tal punto que nos obligó a
cambiar nuestro juego. Podía driblar, pasar y tirar. Estoy convencido de que tuvimos
suerte de que Minnesota no lo rodeara de talentos en su apogeo. De haberlo hecho,
superarlos habría supuesto un gran desafío, tanto para San Antonio como para nosotros.
171
INTENTARÍA ABRIRME PASO A
TRAVÉS DE ÉL
KG era el líder de su equipo, y yo era el líder del mío, así que me aseguré de enviar un
mensaje a todos en el partido: veo a vuestro jefe y no voy a echarme atrás. En algunas
ocasiones saqué provecho de su juego, y hubo otras en las que él salió ganando. Sea
como fuere, él y yo nunca reculamos ante un desafío, y eso se remonta a nuestros días de
instituto.
Cuando se trataba de bloquear mis tiros, KG intentaba utilizar sus brazos y su estatura.
Él sabía que no tenía una complexión fuerte, por lo que, en lugar de usar su cuerpo,
definitivamente, usaría su longitud para cubrir y proteger el aro. Se alejaba de mí para
protegerse del contacto y bloquear los mejores ángulos. Algo muy parecido a lo que
solía hacer Bill Russell.
172
MINNESOTA TIMBERWOLVES, mayo 1, 2003
173
KG NUNCA SE METIÓ CONMIGO
Más que ninguna otra cosa en el mundo, Kevin era un rival y quería ganar. Él sabía que
cuando soltaba improperios a ciertos tipos, eso les sacaría de su juego. Y sabía que
cuando se los soltaba a otros, estos subirían el nivel. Yo encajaba en esta última
categoría, y él lo sabía, así que nunca me dirigió una mala palabra.
En las finales de 2008, KG y Kendrick Perkins tuvieron bastante éxito soltándole una
sarta de pullas a Pau Gasol. Lo intentaron de nuevo en 2010, pero yo no tragué. Los
desafié de vuelta, y Pau, y esto dice mucho a su favor, hizo lo propio. Metta World
Peace también se posicionó. Eso cambió el partido a nuestro favor.
174
MINNESOTA TIMBERWOLVES, 1998, visitante
175
LAMAR ODOM ERA NUESTRO
PEGAMENTO
Es fácil subestimar el rol de Lamar Odom (LO), pero es importante no hacerlo. Fue el
mejor compañero de equipo. Era carismático y generoso, y tenía un gran sentido de
comunidad. LO fue el que unió al equipo, ya fuera alentando las salidas grupales, las
cenas individuales con algunos compañeros o, simplemente, estando ahí, siempre
disponible para todos.
Lo único tan grande como su corazón era su talento. Era un pasador soberbio, podía
manejar la pelota, y desarrolló un firme tiro en suspensión. Siempre supe que podía
contar con él en la cancha. Cada vez que yo me metía en un dos contra uno, mi instinto
natural era encontrarlo y dejar que él hiciera la jugada adecuada.
En las temporadas de 2009 y 2010 cuando conseguimos el anillo, cada jugador del
equipo tenía un rol específico. Pau, por ejemplo, era el intelectual; Derek era el hermano
mayor. Y Lamar Odom era el tío guay que se ocupaba de todos y que siempre te sacaba
las castañas del fuego.
176
UTAH JAZZ, abril 2, 2010
177
UN PERÍODO CRÍTICO PARA MI
DESARROLLO
Al final de mi primera temporada en la NBA habíamos conseguido pasar a semifinales,
contra Utah. Pero en el decisivo quinto partido, lancé cuatro tiros que no tocaron el aro y
perdimos la oportunidad de ganar el título. Esos tiros fallados me hicieron ver que lo que
más tenía que trabajar era mi fuerza. Es para lo único que me sirvieron.
178
UTAH JAZZ 1997, mayo 10
179
UTAH JAZZ 1997, mayo 8
180
UTAH JAZZ 1997, mayo 6
181
EN 2003 FUI IMPARABLE
No había nada —emocional, mental, física y estratégicamente— que nadie pudiera hacer
esa temporada para detenerme.
Cuando logré llegar a ese nivel, dejando de lado el tema de la salud, nadie pudo hacer
nada en los años siguientes para detenerme. En ese momento, se trataba de que los
Lakers que me rodeaban tuvieran el talento suficiente para que pudiéramos luchar por el
campeonato.
Imagino que a algunas personas puede resultarles difícil mantenerse en plena forma
cuando han alcanzado la cima. Pero no es mi caso. Para mí, nunca era suficiente.
Siempre quise ser mejor, quería más. No sé muy bien cómo explicarlo, simplemente diré
que amaba el juego y que tenía muy poca memoria. Eso fue mi combustible hasta el día
que colgué las zapatillas.
182
SACRAMENTO KINGS, abril 10, 2003
183
L.A. CLIPPERS, octubre 23, 2003, visitante
184
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ALLEN IVERSON ERA PEQUEÑO,
PERO TAMBIÉN ERA INCREÍBLE
Mi filosofía era aprovechar mi altura y tirar por encima de Allen Iverson (AI). No
necesito intentar nada, no necesito ir a ninguna parte, no necesito hacerle recular. Me
limitaba a lanzar sobre él, porque podía tener buena visibilidad.
Quiero decir con esto que no es lo mismo que conformarse con un tiro en suspensión.
Cuando Allen me cubría, yo recibía el balón en posiciones favorables, en posiciones
ofensivas como el poste medio, porque él no podía evitar que atrapara un pase.
Pero ¿no podría haberlo atrapado desde más cerca, en el poste, tal vez? ¿No podía
haberlo superado con el bote a unos ocho metros? Quizá, pero no habría sido inteligente.
Opté por no atrapar el balón en el poste porque los Sixers me habrían hecho frente y me
habrían parado. Podría haber buscado una salida y driblar, pero ellos también me habrían
atrapado en ese momento. Cogiéndolo en la media distancia atenuaba todos estos
esquemas, ya que no podían atacarme en el pase y no tenía necesidad de driblar para
tener visibilidad por encima de él.
186
PHILADELPHIA 76ERS, 2001
187
CUBRIR A ALLEN ERA UNA
CUESTIÓN DE SINCRONIZACIÓN
Cada vez que me veía cara a cara con Allen, siempre intentaba averiguar cuándo iba a
ser agresivo.
Permíteme que retroceda un poco en el tiempo. Dentro del sistema de Larry Brown,
había un cierto tira y afloja con respecto al juego ofensivo de Allen. Durante los
primeros minutos, el equipo estaba relajado, movía el balón e intentaba que todo el
mundo participara en el juego. Luego, entre el minuto ocho y el minuto diez, Allen
atacaba. Trabajé duro para descifrar esos patrones de ataque.
Una vez que los hube descubierto, hacía todo lo que estaba en mi mano para deshacerme
de Allen durante esos tramos. Chocaba de plano con él y usaba mi físico. Le negaba el
balón. Tenía que atraparlo a nueve metros de la canasta. Si conseguía hacer eso —si
lograba que él se frustrara— rompía su ritmo.
Luego, durante los tramos en que Allen estaba más pasivo, le dejaba coger la pelota.
Después de no anotar o conseguir algo fácil durante los minutos previos, sería
hiperasertivo y, por ende, más proclive a caer en las trampas creadas por la defensa de
nuestro equipo. Eso lo frustraba todavía más.
El otro mecanismo que utilizaba para cubrir a Allen también tenía que ver con la
sincronización. Básicamente, prestaba atención a cuánto tardaba desde que atrapaba el
balón hasta que pasaba al ataque. Si atrapaba la pelota y su ritmo era «Leo la defensa, un
segundo, dos segundos, ataco», entonces, yo sabría cuál era su reloj. La siguiente vez
que tuviera la pelota, sabiendo cuándo estaría en los dos segundos, yo retrocedería
anticipadamente y le robaría el ataque.
188
Cuando cubría a grandes jugadores, ellos solían tratar de cubrirme a mí. Eso significaba
que cada vez que uno de nosotros tenía el balón todos buscábamos rebotes ofensivos.
Pero, con Allen, tan pronto lanzábamos un tiro, yo le buscaba, «¡¿dónde está?!, ¡¿dónde
está?!», porque él nunca se emparejaba conmigo debido a mi tamaño. Corría hacia él, lo
abrumaba y le impedía salir en transición. Si lograbas evitar que Allen cobrara impulso,
impidiéndole hacer canastas fáciles, cubrirlo se volvía una tarea mucho más asequible.
189
ALL-STAR GAME, febrero 20, 2005, Denver
190
191
¿KOBE STOPPER?
Ruben Patterson y yo jugamos juntos durante un tiempo, por eso llegué a saber lo que
podía hacer y lo que no, y era un buen defensa. Pero no puedo menos que reírme de todo
aquello del «Kobe stopper» (el único capaz de parar a Kobe), como él se refirió a sí
mismo.
De hecho, creo que intentó usarlo como una estratagema para obtener un contrato mejor
como agente libre en el mercado de fichajes. La idea era buena, pero la ejecución fue
deficiente.
No hace mucho tiempo le dije a Ruben: «Deberías haberme llamado antes de seguir
adelante [con ese sobrenombre] y soltarlo. Deberías haberme dicho: “Kobe, necesito un
favor. Necesito que digas que soy el mejor defensa que has conocido en tu vida.
Necesito que me ayudes a conseguir ese dinero”».
Yo habría hecho eso por Ruben. Me habría gustado ayudarle. Pero al adelantarse y
hacerlo por su cuenta, no tuve más remedio que darle una lección cada vez que lo veía.
No tuve alternativa.
192
PORTLAND TRAIL BLAZERS, abril 21, 2002
193
194
LOS MATES SON CUESTIÓN DE
DOMINIO
Cuando haces un mate, haces que el adversario conozca tu mentalidad. Les haces saber
que estás ahí para humillarlos. También genera una sintonía emocional con tus
compañeros de equipo. Les da a entender que en ese partido vas a escalar montañas, y
les inspira a querer escalar contigo.
Pero no puedes limitarte a atacar el aro y esperar hacer un mate. Tienes que conocer tus
propias limitaciones. Más que eso, tienes que conocer la defensa. Para hacerlo, debes
estudiar grabaciones y observar cómo bloquean los tiros tus adversarios. Si cuentas con
esa información —qué mano prefieren alzar, las situaciones en las que se repliegan—
sabrás cómo atacar y cómo enfrentarlos.
Dikembe Mutombo era, evidentemente, uno de los mejores defensas de todos los
tiempos. Era largo y delgado, y sabía lo que podía lograr. Una de las cosas que mejor
hacía era usar su mano izquierda para tratar de tirar de ti hacia abajo sutilmente o, al
menos, para hacerte perder el equilibrio en el aire. En eso, en particular, era sumamente
astuto, ya que parecía una acción limpia cuando, en realidad, estaba usando esa mano a
modo de arma.
Mi respuesta a esa situación era sencilla: tenía que lograr que Dikembe supiera que yo
era la verdadera amenaza, y no él. De modo que, al igual que él, yo utilizaría mi brazo y
mi codo izquierdos. Con ellos marcaría distancia y, lo que es más importante, enviaría
un mensaje: si saltas un poco más, te vas a topar con mi brazo y no te va a hacer ninguna
gracia.
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PHILADELPHIA 76ERS, junio 10, 2001, visitante
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HOUSTON ROCKETS, febrero 15, 1998
198
MIRA LA MANO IZQUIERDA DE
HAKEEM
Hakeem Olajuwon tiraba de mí hacia abajo con esa mano, como hacía Dikembe. Eso le
daba la posibilidad de robarme el balón. Tirando y empujando, así es como él bloqueaba
los tiros.
En ese momento yo pensaba: voy a ir contra Hakeem, muy bien…, pero no voy a dejar
que me afecte. También quería enviarle el mensaje de que no soy el típico escolta joven
que se queja a los árbitros o se rinde. Voy a atravesar tu brazo, tu cuerpo, cualquier cosa
que interpongas en mi camino, porque soy un tren de mercancías.
Como jugador ofensivo, combates ese tipo de agudeza mental, anulándola. Tienes que
conocerle tanto o incluso mejor de lo que te conoce él a ti. Tienes que saber desde dónde
le gusta llegar, cómo le gusta bloquear los tiros, con qué velocidad puede recuperarse…
Este conocimiento te permite tomar conciencia de cómo y desde dónde atacar.
199
HOUSTON ROCKETS, febrero 15, 1998
200
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VINCE CARTER SACÓ LO MEJOR DE
MÍ
Llegó a la liga un par de años después de mí, y arrasó. Eso desencadenó el debate de
quién era mejor: Vince o AI. Yo jugaba con Shaq, así que en ese momento ni siquiera se
me incluía en la ecuación. Era uno más. Esos rumores siempre me dieron un impulso
extra cuando me enfrentaba a él.
Mi idea era jugar con él a ambos extremos de la cancha, así él necesitaría ayuda para
defenderme. Al ser capaz de anotar en ataque y desactivarlo en la defensa, quería dejar
claro que mi lugar en ese debate estaba fuera de toda duda.
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UN PROBLEMA QUE VAS A TENER
QUE AFRONTAR
Estábamos a punto de pasar de la primera ronda de los playoffs de 1999.
—¿Robinson?
—No, el otro.
—Llevo observándolo todo el año —respondí—, y es un problema que vas a tener que
afrontar.
Shaq no se dio por aludido. Cuando los Spurs terminaron de barrernos, Tim Duncan
había anotado una media de 30 puntos. Yo ya lo tenía en el punto de mira, pero ¿después
de aquella ronda? ¡Guau! Me di cuenta de que los San Antonio Spurs eran una amenaza
con la que tendríamos que lidiar toda la vida.
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SAN ANTONIO SPURS, noviembre 5, 2004, visitante
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SAN ANTONIO SPURS, marzo 30, 2006
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TIM DUNCAN ERA UN DEFENSA
INTELIGENTE
Duncan era un jugador versátil, y sacaba partido de ello. También encarnaba a la
perfección el modo de defender de los San Antonio Spurs. Los Spurs te hacen creer que
va a haber contacto cuando avanzas con el balón hacia la canasta, y luego, ¡zas!, no lo
hay. Disputan los tiros saltando hacia arriba, todo el tiempo. Evitan el contacto, porque
saben que el contacto en el aire dota de equilibrio al jugador ofensivo, pero cuando te
alejas, este acaba perdiéndolo. Hacían eso siempre que podían.
Yo lo advertí en 2001. Saltaban con las manos en alto, y eso se convertiría en una pista
de despegue para mí. Yo me limitaría a avanzar por encima o a través de ellos, olvidaría
tratar de cometer una falta, y haría un mate en sus narices.
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SAN ANTONIO SPURS, enero 25, 2009
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HOUSTON ROCKETS, 1997, visitante
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HOUSTON ROCKETS, abril 1, 2004
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UNO DE MIS MOMENTOS CLAVE EN
LA NBA
Era el año 1997, y nos enfrentábamos a los Rockets. Recuerdo que tuve una primera
mitad muy dura. Estaba emparejado con Clyde Drexler, y creo que no llegué a hacer un
solo tiro. En la segunda parte, subí una marcha y anoté 27 puntos como suplente. Fue un
gran momento para mí.
Siempre admiré a Clyde. Siempre me fijaba en cómo defendía. Sabía cómo usar sus
manos. Con una, él bloqueaba la visión del jugador, mientras usaba la otra como una
amenaza para robar la pelota o protegerla. También tenía un gran equilibrio, y sabía
aprovecharlo. De hecho, mi manera de defender se puede atribuir a Clyde. ( Y a MJÍ, por
supuesto.)
215
YO IBA A DOMINAR
No importaba a quién me enfrentara. Esa era la mentalidad con la que iba a todos los
partidos. La única diferencia, dependiendo de quién tuviera enfrente, era cómo lo haría.
Pensemos, por ejemplo, en Cuttino «Cat» («Gato») Mobley. A Cat le gustaba mucho
utilizar su velocidad y sus manos. Al mismo tiempo, odiaba cuando me abalanzaba sobre
él. Era el tira y afloja que teníamos cada vez que jugábamos. Él deslizaba la pelota y
trataba de recuperarla cuando esta estaba más cerca del suelo, y yo aplicaba sobre él toda
mi fuerza física. Ponía mi peso sobre él, le daba codazos, con solo golpearlo le sacaba
ventaja.
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HOUSTON ROCKETS, octubre 30, 2007
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TRACY MCGRADY TENÍA ALGO DE
MAGIA EN SU JUEGO
Puede que, en efecto, Tracy McGrady haya sido mi emparejamiento más duro. Él podía
hacerlo todo en ataque. Podía ir en cualquier dirección y tirar o conducir la bola, podía
postear y tirar por encima de sus hombros izquierdo y derecho, y era largo y alto. Desde
ese punto de vista, yo trataba de interrumpir su flujo identificando sus momentos
agresivos y contrarrestándolos.
Las noches que tenía que cubrir a Tracy, intentaba descifrar aquello que más le
incomodaba, cosas tales como meterse por debajo de él o ejercer presión en sus piernas.
Me interponía con fuerza entre sus piernas, su espalda —de la que yo sabía que él tenía
ciertas inseguridades—, sus caderas, y le hacía sentir incómodo. El objetivo era
asfixiarlo y quitarle cualquier resquicio de iluminación que tuviera para marcar.
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HOUSTON ROCKETS, octubre 30, 2007
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ORLANDO MAGIC, marzo 15, 2004
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TRACY SIEMPRE TUVO MANOS
RÁPIDAS
Es especialmente bueno cuando las usa para arrebatarte el balón y lanzarlo lejos. Mi
objetivo, por tanto, era neutralizar la amenaza de sus manos manteniendo la pelota a
cierta distancia. Mientras hiciera eso, sabía que podía llegar a las posiciones que quería y
decidir qué tipo de noche iba a tener.
222
ESTÁBAMOS EN UN CHOQUE
FRONTAL
Cuando los Boston Celtics adquirieron varios All-Stars en 2008, ambos equipos
sabíamos que el campeonato iba a ser cosa de dos. Eso sucedió en 2008, y volvió a
suceder en 2010.
223
BOSTON CELTICS, junio 12, 2008
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PIERCE ERA UNO DE LOS
JUGADORES MÁS DUROS CONTRA
LOS QUE TUVE QUE DEFENDER
Paul Pierce entendía perfectamente cómo usar su cuerpo. Usaba su peso para protegerse,
y se valía de su tamaño para tirar por encima de ti.
Lo que yo trataba de hacer aquí es invertir los papeles y obtener una ventaja sobre él.
Usaba mi antebrazo para ejercer presión sobre su espalda. Colocaba mi pierna izquierda
detrás de él para evitar que pudiera separarse de mí. Simultáneamente, usaba mi pierna
derecha para cortarle el ángulo hacia la canasta. Así, si él cometía un error con el balón,
mi mano derecha estaba ahí para golpearlo y aprovechar la circunstancia.
El mejor resultado de esta jugada sería quitarle el balón o bloquearle el tiro. Otro buen
resultado sería hacerle sentir lo suficientemente incómodo como para que ni siquiera se
planteara tirar. Tampoco estaría mal si lanzaba el balón sin poder mantener el equilibrio.
Sea como fuere, en ningún caso permitiría que se sintiera cómodo y anotara sin pelear.
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BOSTON CELTICS, diciembre 30, 2007
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BOSTON CELTICS, junio 3, 2010
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TONY ALLEN NUNCA SE DEJÓ
INTIMIDAR. JAMÁS
Era un «perro», en el buen sentido. Era muy agresivo, puro físico, y, por encima de todo,
no abandonaba. Era implacable. También era de la vieja escuela, en el sentido de que
cometía faltas continuamente y se las discutía a los árbitros.
A él —junto con KG y los demás— se debe que las finales de 2010 fueran toda una
batalla. Me hacían faltas en todas mis jugadas, y nunca se disculparon por ello. Me
golpeaban y dejaban claro que lo hacían adrede.
Cuando estás en semejante situación, jugando contra un tipo como Tony y un equipo
como los Celtics de entonces, tienes que estar dispuesto a lidiar con ello. Y no solo eso,
en cierto modo te tiene que gustar. Te lo tienes que tomar como un desafío, algo así
como: «Vamos, adelante, usa tu físico, pero, créeme, vas a recular antes que yo».
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BOSTON CELTICS, junio 6, 2010, segundo partido de la final de la NBA
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MILWAUKEE BUCKS, octubre 24, 2002
234
RAY ALLEN EXPERIMENTÓ VARIAS
REINVENCIONES EN LA CANCHA
En su juventud en Milwaukee, él se limitaba a salir corriendo de los bloqueos. Tanto en
su etapa posterior allí como en Seattle, le hacían más aclarados para que trabajara su
juego individual. Hacia el final de su carrera, en Boston y Miami, volvió a jugar
completamente sin balón y a ser un tirador puro.
Ray era mortal. Sabía cómo escapar de los bloqueos; entendía los tiempos; sabía cómo
crear un resquicio que le permitiera abrir una pequeña ventana de espacio. Él y yo
compartimos muchas batallas, especialmente durante su etapa en Milwaukee y en
Seattle. Ambos fuimos elegidos en el mismo draft —él, yo y AI—, así que ya entonces
estábamos luchando por marcar nuestro territorio.
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SEATTLE SUPERSONICS, noviembre 24, 2005
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ME TOMÉ EL BLOQUEO DE REBOTE A
LOS PÍVOTS COMO UN RETO
PERSONAL
En el instituto, hacíamos unos ejercicios para evitar que tu hombre consiga la pelota o
incluso que la toque. Si el tipo ponía una mano sobre el balón, habías perdido el juego.
Así me inculcaron que el bloqueo del rebote era clave.
Hay modos físicos de asegurarte cierta ventaja cuando vas a por un rebote. Obviamente,
tienes que establecer una buena base y situar tu cuerpo en frente de tus rivales. Pero
también te tienes que asegurar de situarte por debajo de sus caderas para poder moverlas
y alterar su posición. Si lo que intentas es mover sus hombros, no funcionará, porque los
jugadores son más fuertes en la parte superior. Así que debes situarte por debajo de ellos
y utilizar el peso de tu cuerpo para mover al adversario de cintura para abajo.
Cuando la mayoría de los jugadores ven el baloncesto como una competición, piensan en
anotar y defender. Lo cierto es que incluso este pequeño aspecto —bloquear los rebotes
— es una competición dentro de la competición. Es una competición ver quién puede
conseguir la maldita pelota. Es una competición ver quién la desea con más fuerza, y yo
no voy a perder esta batalla.
237
OKLAHOMA CITY THUNDER, diciembrre 22, 2009
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SAN ANTONIO SPURS, febrero 3, 2011
239
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PHILADELPHIA 76ERS, marzo 27, 2005
242
ANDRE IGUODALA SOLÍA DARME
MUCHOS PROBLEMAS
Él era muy versátil. Más que eso, su activa mano izquierda me daba problemas. Tenía
una mano izquierda sumamente activa. Te alzabas para tirar, y él, simplemente, golpeaba
el balón lejos de ti. Hace eso a menudo, y todavía lo logra.
Tuve que averiguar cómo evitarlo. Y lo hice utilizando juegos mentales. A veces, le
dejaba coger el balón en primera instancia. En la siguiente ocasión, le hacía agacharse,
extendía la pelota y le forzaba a hacerme una falta. Él tendría que pensárselo dos veces.
En la tercera oportunidad, escondía la pelota y cambiaba el ángulo, de modo que él no
tuviera nada que golpear. Jugaba juegos de ese tipo, porque sabía que él nunca había
competido a ese nivel. Yo tenía que crear el espacio suficiente y hacer que él pensara en
lanzarse contra mí para así tener siempre buena visibilidad de tiro.
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PHILADELPHIA 76ERS, enero 6, 2006
244
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SAN ANTONIO SPURS, mayo 21, 2008
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LAS MANOS SON ARMAS
Bruce Bowen era muy bueno en el uso de sus manos a modo de armas. Lo que hace en la
foto es lo que casi siempre hacía: utilizar su mano izquierda para tirar de mi codo
derecho. Luego, cuando yo atacaba, Bruce me cortaba el brazo para evitar que pudiera
driblar libremente o parar y tirar. Era endiabladamente molesto, pero yo sabía que podía
librarme de él. Todo cuanto tenía que hacer era pasar de su brazo y jugar a través de él.
Si hacía eso, cosa que podía hacer sin problema al conocer de antemano los cortes en
cada una de sus jugadas, podía arruinar la táctica de Bruce.
247
TODO SOBRE EL JUEGO DE PIERNAS
Cuando las cosas estaban igualadas, la mejor manera de vencer a Bruce era mediante
choques y cortes. Pero si tenía un margen como en la foto de la izquerda, podía
limitarme a clavar mi hombro directamente en su pecho para desplazar la posición de sus
brazos. A partir de ahí, todo era trabajo de piernas.
Mira con atención. Mi pie derecho apunta en la dirección en la que quiero ir —un par de
botes a la derecha, para un tiro en suspensión de media distancia—. Si hubiera optado
por el camino más corto e ir directo a canasta, habría girado los dedos para aplicar más
rotación. Así, el trabajo de piernas en la cancha se puede comparar al modo en que
utilizas la cabeza cuando conduces una moto. Si quieres girar, tienes que empezar por
mirar e inclinar tu peso, empezando por la cabeza, en la dirección del giro. Lo mismo
sucede con tus pies en la cancha.
248
SAN ANTONIO SPURS, mayo 21, 2008
249
250
UTAH JAZZ, diciembre 27, 2011
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LO PRIMERO ES LO PRIMERO:
ESTUDIAR LA DEFENSA
Shawn Marion —el defensa de ayuda— está detrás de mí. Raja Bell está intentando,
como se puede apreciar por su pierna derecha, forzar mi vuelta hacia Marion. Esa es la
trampa.
Yo, por mi parte, lo que intento es usar mi brazo derecho para separarme de él. Le daría
un pequeño codazo para crear espacio y poder lanzar mi tiro en suspensión con salto
hacia atrás. Alternativamente, consciente de que la trampa proviene de otra dirección,
botaría con fuerza sobre su pierna derecha para crear un apalancamiento y alterar los
ángulos de manera que me permitan girar a la derecha antes de que la trampa pueda
cerrarse.
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PHOENIX SUNS, febrero 20, 2008, visitante
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CARMELO ES UN OSO
Me gustaba jugar contra él porque es de la vieja escuela. Cuando golpeas sin tregua a
muchos tipos —golpe, golpe, golpe— estos acaban moviéndose del poste. Sin embargo,
él no. Carmelo Anthony disfrutaba la dimensión física del contacto, disfrutaba de ser
golpeado y de golpear.
Nada había más agotador que cuando nos enfrentamos en los playoffs. En ese punto,
pese a nuestra diferencia de tamaño —o tal vez debido a ella— todo se reducía al
posicionamiento. En este caso, más que empujándole, estoy observando el ángulo del
pase. Estoy estudiando dónde podrían lanzarle el balón, utilizando mi brazo izquierdo
para evitar que eso ocurra. Mientras tanto, utilizo mi mano derecha, que está fuera del
ángulo de visión, para atenazar su brazo. De ese modo, si llega el pase, puedo tirar de su
brazo hacia abajo, avanzar hacia delante y robar el balón. Pequeños trucos del negocio.
255
NEW YORK KNICKS, marzo 13, 2016
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CHRIS PAUL ES UN JUGADOR
ESPECIAL CUANDO JUEGA POR LA
DERECHA
Es decir, también es bueno cuando juega por la izquierda, pero es tremendo cuando va
por su derecha. Por tanto, obviamente, mi primera línea de defensa es atar su mano
derecha. Como puedes ver, pongo ahí mi mano izquierda a modo de aviso, como
diciéndole: si intentas ir a la derecha, te voy a quitar el balón o, al menos, ponértelo
difícil a la hora de maniobrar.
Asimismo, aprovecho mi altura y longitud para hostigarlo. Cuando se alza para tirar,
defiendo el tiro. Cuando se dispone a botar, uso mi cuerpo para bloquearlo. Si va a pasar,
trato de leer los ángulos y cortarlos aprovechando mi longitud. Cualquier cosa, en suma,
para sacarlo del juego.
Otro de los métodos que empleaba era la anticipación. El mejor modo de anticiparse a lo
que CP —o cualquiera— va a hacer es estudiar su juego. Si haces eso, sabrás lo que les
gusta hacer en cada lugar y, al preverlo, podrás convertirte en el agresor.
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L.A. CLIPPERS, enero 4, 2013
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CHRIS DEFENDÍA CON OFICIO
Era rápido, fuerte, y sumamente inteligente.
Cuando jugaba una posición contra él en el poste, él intentaba posicionarse hacia un lado
para tapar la línea de pase. De ese modo, si el pase era malo, podría desviar la pelota o
robarla directamente. Mi reacción ante eso era usar mi tamaño para mantenerlo a mi
espalda, así no podría inclinarse en ninguna dirección y atrapar el balón. De este modo,
cuando hacía un giro para lanzar un tiro en suspensión con salto hacia atrás, podía
mantener el balón en alto sin bajarlo nunca a su altura. Eso es algo que trabajé mucho en
el verano —atrapar la pelota, girar y mantenerla justo delante de mi cara.
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L.A. CLIPPERS, enero 4, 2013
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MIAMI HEAT, febrero 28, 2008
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DWYANE WADE SIMPLEMENTE
DESAPARECÍA
No había nadie más difícil de proteger en el bloqueo y continuación que Dwyane. Era
una afirmación generalizada, pero cierta, basada en gran medida en su capacidad. Sobre
todo, tenía una base tan fuerte y tanta flexibilidad para llegar al suelo que se esfumaba
nada más salir del bloqueo. Simplemente, desaparecía. Tanto a mí como a nuestros
cuatro pívots, a los que Dwyane separaba y dejaba mordiendo el polvo, nos costaba
muchísimo defenderlo.
En última instancia, tuve que sentarme y analizar los vídeos de muchos partidos con
nuestros pívots. Les mostré que necesitaba que ellos lo sujetaran durante un segundo,
luego yo podría volver a encargarme de él. Aunque un segundo puede parecer poco
tiempo, él volaba entre los chicos en dos décimas de segundo. Así que, definitivamente,
tenía que metérselo en la cabeza a nuestros pívots.
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MIAMI HEAT, diciembre 25, 2006, visitante
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UN JOVEN KEVIN DURANT NO ERA
TAN DIFÍCIL DE MANEJAR
Durante sus primeros años en la NBA, Kevin Durant (KD) tenía ciertas deficiencias en
su juego que yo podía explotar. En aquella época, tenía problemas con los tiros en
suspensión cuando iba por su derecha y no sabía cómo manejarse en el poste. Esas
dificultades, pese a su tremenda estatura, me facilitaban defender contra él. Sin embargo,
enseguida, en uno o dos años, adquirió una excelente habilidad para tirar desde su
derecha. Al cabo de un par de años, agregó unos cuantos movimientos de hombro
izquierdo en el poste bajo. Antes de que pudiera darme cuenta, se había convertido en un
gran jugador de más de dos metros, imbatible en la pista.
Durante casi una década, él se limitó a enmendar sus debilidades y mejorar su juego.
Ahora, su conjunto de habilidades está completamente desarrollado. Su juego ofensivo
no tiene fisuras. Es una pesadilla contra la que enfrentarse, y ha trabajado duro para
lograr ese estatus.
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OKLAHOMA THUNDER, enero 11, 2013
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HOUSTON ROCKETS, abril 10, 2016, visitante
270
EL TALENTO SIEMPRE HA
ACOMPAÑADO A JAMES HARDEN
Aunque acababa de salir del banquillo, James fue la razón por la que perdimos la serie
frente a los Thunder en 2011. Podíamos perfectamente con Russell y KD como titulares.
Pero entonces te toca ir al banquillo, y James sale a la cancha. No teníamos a nadie a
quien pudiéramos emparejar con él. En el último cuarto, cuando todos jugaron a la vez,
nosotros estábamos en clara desventaja. Él era clave para su equipo.
James siempre tuvo una habilidad innata para leer situaciones de bloqueo y
continuación. Podía entrar en la zona y hacer faltas. Podía tirar. Podía utilizar su masa
para intimidar a los escoltas más ligeros. En suma, no creo que en Oklahoma supieran
exactamente lo que tenían. Yo lo sabía, pero creo que ellos no.
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OKLAHOMA CITY THUNDER, mayo 16, 2012, visitante
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CUANDO ME LESIONABA, NUNCA ME
OBSESIONABA CON LO QUE ME
HABÍA PASADO
En el transcurso de 20 temporadas, sufrí mi buena dosis de lesiones graves. Lo primero
que pensaba en dichas situaciones era: «¿Qué necesito hacer para volver a estar al cien
por cien?». Esa era mi mentalidad. Nunca dejé que el miedo o la duda penetraran en mi
psique. Nunca me quejé y nunca protesté. O sea, ¿de qué serviría?
Con cada fractura, con cada pequeña rotura y esguince, me hacía la siguiente pregunta:
«¿Empeorará si sigo jugando?». Aunque la lesión fuera dolorosa, si no empeoraba con el
juego, lidiaría con ella el cien por cien de las veces. Ese era mi único razonamiento.
Cuando estaba lesionado era menos atlético. Esto limitaba en parte mis estallidos. Pero
eso era todo. Seguía siendo yo, todavía era Kobe.
273
ORLANDO MAGIC, junio 14, 2009, visitante
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VOLVER AL NIVEL
El juego está lleno de altibajos: buenos momentos, momentos malos y todo lo que hay
entremedias. Con todo lo que estaba pasando a mi alrededor, tuve que descubrir cómo
fortalecer mi mente para mantener la calma y la concentración. No quiero decir con esto
que mis emociones no se dispararan o desplomaran de vez en cuando, pero estaba lo
suficientemente consciente como para recalibrarlas y recuperar el equilibrio antes de que
las cosas se me fueran de las manos. Podía hacer eso de una manera que otros no podían,
y eso fue realmente clave para mí.
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YO DISFRUTABA CON EL CONTACTO
LeBron James es más grande que yo en altura y complexión, pero yo disfrutaba
golpeando y siendo golpeado mucho más que él. Eso afectó a nuestros enfrentamientos
cara a cara.
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CLEVELAND CAVALIERS, marzo 10, 2016
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OKLAHOMA CITY THUNDER, enero 8, 2016
280
RUSSELL ACARICIABA EL RETO DE
INTENTAR PARARME
Y a mí, por mi parte, me encantaba mostrarle a Russell Westbrook todo mi arsenal de
armas. Una de ellas era mental: conocer a mi adversario. Yo sabía que él era
competitivo, tanto como lo es hoy, así que no me sorprendió que aprovechara cualquier
ocasión para bloquear mi tiro. Por eso yo haría una buena finta de tiro y, o bien recibiría
una falta, o bien iría directamente a por él.
Eso era él de joven. Tenía que aprender, y yo estaba ahí para enseñarle.
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OKLAHOMA CITY THUNDER, mayo 19, 2012
282
CUANDO RUSS LLEGÓ A LA LIGA
ERA UN JUGADOR DIFERENTE
Al principio, Russ no podía tirar. Eso hacía que me resultara más fácil acorralarlo. Yo
sabía dónde quería ir con el balón y le cortaba sus ángulos. Cuando su tiro en suspensión
se hizo más consistente, empezó a convertirse en un problema. En ese punto, intentaría
frustrarlo todo lo posible. Lo molestaría, con los brazos, los codos, pequeños agarrones
aquí y allá. En este caso, estoy agarrando su brazo derecho mientras bota. Si coge la
pelota, tiraré de su brazo un poco, lo suficiente para que él se dé cuenta. Trucos de esos
que el árbitro no puede ver. Así, su batalla será con los árbitros en lugar de conmigo.
De joven, Russell era un jugador de rachas. Yo solía tomarle el pelo, haciéndole creer
que era una buena idea tirar contra mí. Más adelante, cuando empezó a encestar de
manera sistemática, tuve que recurrir a una técnica mixta. En ese punto, yo tenía que
estudiar cuál era la mejor manera de defenderlo. Intentaría interrumpir su ritmo. Por
ejemplo, cuando él avanzaba por la cancha con intención de alzarse para hacer un tiro en
suspensión, yo simulaba hacer una finta hacia él. Eso podía hacerle cambiar de opinión y
pensar que podía hacer una jugada directa hasta la canasta, olvidando que yo podría
retroceder y romperle el ritmo.
Pero era duro, especialmente cuando él llegaba a toda velocidad. Al igual que sucedía
con LeBron, cuando Russ se ponía las pilas era un problema, así que yo tenía que
bloquearlo en cuanto nuestro equipo lanzara el balón. Lo cierto es que se convirtió en el
divertido juego del gato y el ratón.
283
trabajar su juego en el poste, su juego de pies en el poste. Se había dado cuenta de que
era el siguiente paso en su evolución y la clave de su longevidad.
Esa es la receta del éxito: la sed de conocimiento y el ansia de mejora. Así que pasamos
bastante tiempo trabajando en ello y, en cuanto empezó la temporada, lo vi poner en
práctica algunas de las lecciones que trabajamos juntos.
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OKLAHOMA CITY THUNDER, enero 27, 2013
285
DEREK ERA UN LÍDER NATO
Hay líderes que nacen y líderes que se hacen. Derek, sin duda, nació con esa habilidad.
Desde el día en que llegó a Los Ángeles, proveniente de Little Rock (Arkansas), fue una
influencia estable y una fuerza motriz —aunque tranquilizadora— para los Lakers.
Creo que su liderazgo era en parte innato; pero, en gran medida, también adquirido. Por
lo visto, ayudaron a inculcárselo su familia, su educación en Arkansas y el camino que
tomó para llegar al más alto nivel.
Derek trabajaba su juego constantemente. Uno de los aspectos que mejoró de manera
significativa a lo largo de los años era su tiro en suspensión. Cuando Derek entró en la
liga, era solo un jugador correcto en el campo. Enseguida se dio cuenta de que
necesitaba reajustar su modo de tirar. Así que trabajó en ello sin descanso, y no solo se
convirtió en un buen tirador, sino en un tirador infalible.
Derek era muy bueno con el balón. Lo protegía tal y como se espera que lo haga un buen
base, y rara vez lo perdía. También tomaba sólidas decisiones.
Sin embargo, en lo que respecta a su papel en el equipo, era más valioso que la suma de
su juego. Siempre fue paciente, y ambos nos compensábamos bastante. Eso es parte de
lo que hizo de nosotros un combo tan letal.
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Ceremonia del anillo del campeonato de la NBA, octubre 26, 2010
287
Campo de entrenamiento, septiembre 27, 2010
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LA CANASTA PERMANECE INMÓVIL
Cuando alguien como Shane Battier me defendía, realmente no afectaba a mi juego. Yo
sabía que podía tirar sin problema. La canasta no se movía, así que la memoria muscular
se puso en marcha. No tenía que ver el aro para encestar.
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HOUSTON ROCKETS, mayo 10, 2009, visitante
291
HOUSTON ROCKETS, mayo 4, 2009
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MIAMI HEAT, enero 17, 2013
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HOUSTON ROCKETS, mayo 10, 2009, visitante
294
METTA ADVIRTIÓ QUE NUESTRO
EQUIPO ERA DIFERENTE
Poco después de que se uniera a los Lakers, Metta World Peace entró en el gimnasio un
día y me encontró haciendo ejercicio. Le sorprendió verme allí. Yo le dije: «¿Cómo
crees que conseguimos estos títulos?». Metta respondió hablándome de los muchos
talentos que teníamos en el equipo. Yo le interrumpí y le dije: «Metta, ganar anillos no
es fácil. Si crees que porque tú estás aquí, porque tenemos a Pau y a Lamar, está todo
hecho, tú y yo vamos a tener problemas».
Le hice saber que no me importaba lo que hiciera o en qué se metiera fuera de la cancha,
pero que cuando él entrenara, cuando estuviera en el gimnasio, necesitaba que estuviera
presente mentalmente. Necesitaba que estuviera listo para competir en cada ejercicio,
para trabajar cada segundo y ganar cada escaramuza. Él aparecía por allí a diario, y se
partía el lomo entrenando. Nunca tuvimos un problema.
Metta es uno de los defensas más inteligentes con los que he jugado. Era esencialmente
sólido, y tenía una estructura robusta, manos rápidas y pies veloces. Pero sobre todo era
tenaz. Cuando defendía, era como un perro con un hueso, no lo dejaba escapar.
El objetivo de Metta era defenderse del adversario y sacarlo completamente del juego.
Quería ponerles nerviosos e intimidarlos. Él y yo pasamos buenos ratos con eso. Antes
de cada partido hablábamos sobre a quién íbamos a parar e incordiar esa noche. Algo así
como: «Tú te encargas de él en sus cinco primeras posesiones. Yo, en las otras cinco, y
luego le atrapamos y acabamos con él».
Sí, me encantaba jugar con Metta. Era capaz de jugar con mano dura, e incluso buscaba
ese tipo de juego. Quería que yo lo avisara: «Mira, ya es suficiente. Vamos a ganar un
campeonato, así que no lo estropees». La mayoría de la gente no le decía ese tipo de
295
cosas. Se sentían intimidados por cómo podía reaccionar, les asustaba. Él sabía que no
era mi caso, y lo respetaba.
296
INDIANA PACERS, noviembre 28, 2010
297
DOBLE O NADA
Yo —esto no es ningún secreto— acabaría encestando. Eso es justo lo que haría.
Disfrutaría del desafío, del contacto, de la toma de decisiones. Mis adversarios, a su vez,
se prepararían para mis duras entradas colapsando la zona y con dos, tres y hasta cuatro
defensas arremolinándose en torno a mí.
Cuando optaban por esa estrategia, nunca les funcionaba, porque yo tenía el control.
Controlaba la acción y el flujo total del juego. Controlaba si remataría la jugada o si me
giraría para encontrar tiradores abiertos en el perímetro. Gran parte de esas decisiones
que debía tomar sobre la marcha se basaban en la exploración de las tendencias
individuales y de equipo. Sabía quién saltaría verticalmente y me permitiría terminar.
Asimismo, sabía quién era el más conflictivo y proclive a hacerme una falta o dejarme
una línea de pase abierta. Todo dependía de quién me esperaba en la canasta y de lo
inteligente que fuera la jugada.
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HOUSTON ROCKETS, octubre 30, 2007
299
GOLDEN STATE WARRIORS, noviembre 15, 2002
300
ESTO ES BASTANTE SIMPLE
Ante este tipo de trampas, yo tenía que mantenerme vivo como una amenaza. Si lo
conseguía, podría manipular la defensa y dictar la acción.
¿Y cómo se hace eso? Atacaría a estos dos defensas y los empujaría hacia la esquina. Así
habría huecos en el lado débil de la cancha para mis compañeros de equipo. En la
mayoría de los casos, acabaría con la asistencia o la «asistencia de hockey» después de
rotar la pelota hacia el otro lado. Alternativamente, podría reducir mi ritmo y atraer a
Channing Frye hacia mí. Así, yo tendría el ángulo para avanzar directo hasta el aro y
anotar los dos puntos.
Cuando se trataba de hacer el pase, nunca me importó quiénes fueran los otros cuatro
titulares. Si dejaba que eso influyera en mi toma de decisiones, la defensa tendría todas
las de ganar. En cambio, gracias a la preparación y el análisis de vídeos, por la mañana,
durante el calentamiento, podía decirles a mis compañeros dónde colocarse en el partido
de esa noche. Podía decirles que cuando vieran que la defensa hacía X ellos debían hacer
Y, cuando vieran Y hacer Z. De ese modo, nosotros, como un todo, podíamos siempre
adueñarnos de la defensa.
301
CLEVELAND CAVALIERS, marzo 10, 2016
302
MÁS QUE BALONCESTO
Pau Gasol era como un hermano para mí. A lo largo de mi carrera he compartido
vestuario con docenas y docenas de jugadores. De entre todos ellos, puedo decir, sin
lugar a dudas, que Pau ha sido mi compañero favorito.
Era un jugador muy inteligente, muy orientado al detalle. Más allá de eso, Pau tenía un
gran corazón, e igual de grandes eran sus ganas de ganar. Ese era el idioma común que
hablábamos. El otro idioma que teníamos en común era el español, y creo que eso ayudó
en parte a fraguar tan rápidamente nuestra amistad. Por lo general, ambos éramos muy
versátiles culturalmente hablando. A los dos nos encantaba leer, y los musicales, y la
ópera, y el teatro. Teníamos una conexión más profunda que la de meros compañeros de
equipo.
303
ORLANDO MAGIC, junio 3, 2009, visitante
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NEW YORK KNICKS, diciembre 25, 2012
305
GANAR CAMPEONATOS LO ES TODO
Es en verdad una de las alegrías más grandes en este mundo. Ese sentimiento siempre
me impulsó a querer más. Cuando ganaba un anillo, quería dos. Cuando ganaba dos,
quería tres.
Creo que ese impulso surgió al formar parte de un proceso de reconstrucción, después de
luchar durante años y trabajar muy duro para alcanzar la cima. Una vez que la alcanzaba,
quería conseguir más. Nunca quise volver a experimentar la conocida sensación de la
derrota.
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LA AGONÍA DE LA DERROTA ES TAN
BAJA COMO ALTA ES LA ALEGRÍA
DE GANAR
Sin embargo, para mí son exactamente lo mismo. Llego al gimnasio a la misma hora
después de perder 50 partidos que de ganar un campeonato. Para mí no cambia nada.
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CONSTRUYO MI JUEGO PARA QUE
NO TENGA FISURAS
No importa lo bien que conocieras mi juego. No importa si nos hemos enfrentado
durante años o incluso si fuimos compañeros por un tiempo. Nada de eso podía ayudarte
a defender mi juego.
Sí, podrías haber sabido que yo prefería ir por un lado. Eso, en última instancia, no
importaba mucho, porque yo podía irme fácilmente hacia el otro. Sí, también podrías
haber pensado que conocías mi cadencia o mi ritmo, salvo que no tenía ninguno. Me
propuse ajustar el ritmo de mi ataque para eliminar a los defensas. En suma, cuanto más
pensaras que conocías mi juego, más te costaría defender.
Puedes captar un matiz o una debilidad estudiando vídeos y prestando atención durante
los entrenamientos. De hecho, yo siempre estaba explorando a mis compañeros y
adversarios. Aprendía cómo de completo era su juego a nivel físico, cuán perseverantes
eran, e identificaba sus debilidades allí mismo. Luego, archivaba toda esa información
en mi cabeza hasta el momento en que nos enfrentáramos.
Lo que distingue a los grandes jugadores de los grandes jugadores de todos los tiempos
es su capacidad para autoevaluarse, definir sus debilidades y convertir sus carencias en
fortalezas.
308
L.A. CLIPPERS, febrero 14, 2013
309
PERDÍ LA NOCIÓN DEL TIEMPO
Empecé el último día de mi carrera en la NBA en la oficina. Estaba trabajando en
algunas historias y proyectos interesantes, y acabé absorto en el trabajo. Lo siguiente que
supe fue que alcé la vista y advertí que ya era hora de irse.
El trayecto hasta el Staples Center fue solo un viaje más para mí. Puede que fuera mi
partido número 1.346, el último de la temporada regular para mí, pero yo lo viví como
cualquier otro. Sin embargo, mi estado de ánimo en el estadio fue distinto. Cuando entré
en la cancha, se palpaba una energía sombría. Percibí una especie de tristeza, y yo no
quería eso. Quería que la noche fuera una fiesta; quería una noche llena de vida, y
advertí que estaba en mi mano cambiar las vibraciones.
Tras cambiarme y pisar la cancha, fue como si no tuviera piernas. En ese momento lo
supe: iba a ser una de las mejores actuaciones de todos los tiempos o una de las peores.
Por un segundo, esa idea me hizo gracia, sonreí porque siempre estaba preparado para
jugar con pies de plomo; así que, simplemente, salí y jugué a baloncesto.
310
UTAH JAZZ, abril 13, 2016
311
EL BALONCESTO ME LLEVÓ A
TODAS PARTES
Este deporte me ha dado oportunidades que nunca imaginé, enseñándome innumerables
cosas en el camino. Y no hablo solo de lo aprendido en la cancha. Sin aros, no habría
comprendido cómo crear o escribir, no habría entendido la naturaleza humana, ni habría
sabido cómo liderar.
El juego, en suma, me enseñó el arte de contar historias. Sin él, no habría recibido un
Emmy, no tendría un Óscar, no tendría sueños creativos e ideas aún por desvelar.
Sí, el baloncesto me llevó a todas partes. Ahora, soy yo quien lleva el juego a todas
partes.
312
33.643
PUNTOS ANOTADOS DURANTE LA TEMPORADA REGULAR EN TODA SU
CARRERA
La tercera mejor cifra de todos los tiempos detrás de Kareem Abdul-Jabbar y Karl
Malone. Solo otros tres jugadores sumaron 25.000 puntos, 6.000 rebotes y 6.000
asistencias en sus carreras: Oscar Robertson, John Havlicek y LeBron James.
313
314
81
PUNTOS
37
AÑOS
20
TEMPORADAS
18
AÑOS
315
5
CAMPEONATOS GANADOS
Incluyendo el triplete de los años 2000, 2001 y 2002, al que siguieron los títulos
obtenidos en 2009 y 2010.
2
NÚMEROS DE DORSAL
En dos intentos.
316
CRONOLOGÍA
26 DE JUNIO DE 1996
3 DE NOVIEMBRE DE 1996
Con dieciocho años y 72 días de edad, Bryant se convierte en el jugador más joven del
momento que juega un partido en la NBA.
8 DE FEBRERO DE 1998
Votado por los aficionados, Kobe se convierte en el All-Star más joven de la historia y
suma 18 puntos para la Conferencia Oeste.
14 DE JUNIO DE 2000
2001
Los Lakers vencieron en cinco partidos a los Philadelphia 76ers, y ganan su segundo
título consecutivo.
2002
317
Los Angeles Lakers vuelven a las finales y logran el tercer campeonato seguido con una
clara derrota sobre los New Jersey Nets.
FEBRERO DE 2003
Bryan anota una media de 40,6 puntos por partido durante el mes de febrero.
2004
Los Lakers regresan a las finales por cuarta vez en cinco años, pero caen ante los Pistons
en cinco partidos.
22 DE ENERO DE 2006
Bryant bate su propio récord anotando 81 puntos en una victoria sobre los Toronto
Raptors.
2008
Bryant es nombrado jugador más valioso de la liga (most valuable player, MVP) tras
llevar a los Lakers al mejor resultado de la Conferencia Oeste, a la vez que luchaba
contra una grave lesión en un dedo de su mano lanzadora. Se convierte en el mejor
anotador de la historia de los Lakers en medio de este proceso. Los Lakers caen ante los
Celtics en las finales en seis partidos.
JUNIO DE 2008
2009
Los Lakers se alzan con otro campeonato de la NBA, en cinco partidos, contra los
Orlando Magic. Bryant es nombrado jugador más valioso (MVP) de las finales.
2010
318
Al final de una serie épica, Bryant se embolsa su quinto campeonato y su segundo
premio al MVP de las finales. Se venga de los Celtics y ayuda a remontar 13 puntos de
diferencia en la segunda mitad del séptimo partido para alzarse con el título del
campeonato.
12 DE ABRIL DE 2013
14 DE DICIEMBRE DE 2014
29 DE NOVIEMBRE DE 2015
13 DE ABRIL DE 2016
319
320
EPÍLOGO
321
que había sido calificado como uno de los referentes más respetados de la selección
estadounidense y del All-Star, Kobe era un ganador en serie que podía motivar a sus
compañeros de equipo y armarse para la batalla como un monje guerrero.
Sin embargo, son pocos los que han visto el otro lado de Kobe: el hombre que, a lo
largo de su carrera, casi todas las noches, después de jugar en casa —y, en muchas
ocasiones, fuera—, colaboraba con la fundación Make-A-Wish (Pide un Deseo), que
apoya a niños con enfermedades graves. Yo conseguí documentar algunas de esas
noches en las que Kobe estaba ahí para los niños y sus familias como un tipo de héroe
diferente, un héroe que comprendía el profundo impacto del baloncesto más allá de
simplemente ganar o perder. Detrás de la implacable determinación de Kobe había una
tierna y discreta compasión.
Solo hay unos pocos jugadores de la NBA que fueran siempre dinámicos y
emocionantes de fotografiar, partido tras partido, año tras año. La lista es muy corta:
Magic Johnson, Michael Jordan y Kobe Bryant. Al principio de su carrera, Kobe era una
máquina de hacer mates. Aún recuerdo mi decepción cuando no volvía a casa con tres o
cuatro fotos de mates después de un partido. Ese entusiasmo por el gran tiro fue
disminuyendo con el paso de los años. Kobe continuaba siendo un sujeto increíble de
fotografiar en la cancha, pero lo divertido era el desafío de documentar la intensidad y la
pasión, la sutileza y el detalle que su juego desprendía; esos enfrentamientos épicos que
desataban su genio creativo.
Fuera de la cancha tuve la fortuna de forjar una gran relación con Kobe basada en el
respeto y la confianza mutuos. Veinte años son muchos años en la vida —especialmente
en el baloncesto— para pasar desapercibido. Pero Kobe sabía que yo tenía un trabajo
que hacer, y yo sabía cómo respetar su privacidad y su espacio. El resultado es una
visión incomparable de la carrera de una leyenda. Cuando Kobe abandona la cancha,
vuelve a sus fans transformado: ahora se ha convertido en profesor, reflexionando sobre
el juego que él cambió y compartiendo la sabiduría que tanto esfuerzo le ha costado
ganar.
ANDREW D. BERNSTEIN
322
Las fotografías de ANDREW D. BERNSTEIN han aparecido en miles de periódicos y
portadas de revistas de todo el mundo. Bernstein es el fotógrafo oficial de Los Angeles
Lakers y el principal fotógrafo de la NBA. En 2018 recibió el premio Curt Gowdy Media
del Salón de la Fama del Baloncesto (el Naismith Memorial Basketball Hall of Fame).
Aparece regularmente en SportsCenter, de ESPN, y otros programas nacionales de radio
y televisión.
KOBE BRYANT es uno de los deportistas más destacados y célebres de todos los
tiempos. En el transcurso de sus veinte años de carrera —todos jugados con Los Angeles
Lakers— alcanzó, entre otros muchos logros, cinco campeonatos de la NBA, dos oros
olímpicos, dieciocho selecciones del All-Star, y cuatro MVP del All-Star. Bryant se
retiró en el año 2016. Vive en la región de California del Sur con su mujer, Vanessa, y
sus tres hijas. Todavía se precia de no haber sido batido nunca por nadie en el uno contra
uno.
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Mentalidad mamba
Kobe Bryant
© de las fotografías y del epílogo: Andrew D. Bernstein / NBAE via Getty Images, 2018
© del diseño de cubierta y de interior: Nick Steinhardt, Smog Design, Inc.
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Índice
Sinopsis 3
Portadilla 4
Prefacio 9
Dedicatoria y agradecimientos 11
PRÓLOGO DE PAU GASOL 14
INTRODUCCIÓN DE PHIL JACKSON 18
PROCESO 24
OFICIO 135
DATOS Y CIFRAS 313
CRONOLOGÍA 317
EPÍLOGO POR ANDREW D. BERNSTEIN 321
Sobre los autores 323
Créditos 324
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