Prueba Ilícita y Prueba Prohibida
Prueba Ilícita y Prueba Prohibida
Prueba Ilícita y Prueba Prohibida
La debilidad del primer gobierno de los Estados Unidos bajo los Artículos
de la Confederación se debía, en parte, a que carecía de poder para regular
la economía de la nueva nación e incluso el flujo del comercio interestatal.
La Constitución confirió al Congreso de los EE.UU. la facultad de “regular
el comercio… entre los distintos estados…”, pero esa autoridad era
impugnada con frecuencia por los estados que deseaban conservar el
control de sus respectivos asuntos económicos.
Dred Scott era un esclavo cuyo dueño, John Emerson, lo llevó del estado de
Missouri, en el cual se permitía la esclavitud, al de Illinois donde la
esclavitud estaba prohibida. Al cabo de algunos años, Scott regresó a
Missouri junto con Emerson. Sin embargo, Scott pensó que por el hecho de
haber vivido en un estado libre, ya no debería ser considerado como
esclavo
Mientras tanto, los padres de otros niños negros presentaron ese mismo tipo
de demandas en Carolina del Sur, Virginia, y Delaware. La corte de
Delaware descubrió que las escuelas para negros eran inferiores a las de sus
homólogos blancos y ordenó que los niños negros fueran transferidos a
escuelas para blancos. Sin embargo, los funcionarios escolares apelaron la
decisión y llevaron el caso a la Corte Suprema.
La Corte escuchó los argumentos de todos esos casos al mismo tiempo. Los
alegatos presentados por los litigantes negros se complementaron con datos
y testimonios de psicólogos y científicos sociales, que explicaban las
razones por las cuales afirmaban que la segregación era perjudicial para los
niños negros. En 1954, la Corte Suprema opinó en forma unánime que “…
en la esfera de la educación, la doctrina de ‘separados pero iguales’ está
fuera de lugar” y falló que la segregación en las escuelas públicas les niega
a los niños negros “la igualdad de la protección bajo las leyes, que es una
de las garantías consagradas en la Decimocuarta Enmienda”.
Tres años más tarde, la Corte Suprema decidió que el acusado debía tener
derecho a un asesor legal desde mucho tiempo antes de comparecer en el
tribunal. Ernesto Miranda fue declarado culpable de rapto y violación, por
una corte estatal de Arizona. Su convicción se basó en la confesión que
hizo Miranda a los oficiales de policía al cabo de dos horas de
interrogatorio, sin que antes se le hubiera informado que tenía derecho de
contar con la presencia de un abogado. En su veredicto, la Corte Suprema
dispuso que los oficiales de policía, al llevar a cabo un arresto, tienen el
deber de informar lo que hoy se conoce como las advertencias Miranda, es
decir, que el sospechoso tiene derecho de guardar silencio, que cualquier
cosa que diga podrá ser usada en su contra, que puede contar con la
presencia de un abogado durante el interrogatorio y que se le asignará un
abogado si no puede pagar uno por sus propios medios.
La decisión del caso Miranda vs. Arizona es uno de los veredictos más
conocidos de la Corte Suprema porque las advertencias Miranda se repiten
muy a menudo en el cine y en los programas de televisión de los EE.UU.
Sin embargo, en 1999 un tribunal federal de apelaciones impugnó esa
decisión en el caso de Dickerson vs. los Estados Unidos, en el cual un
ladrón de bancos convicto alegó que no se le habían leído en forma correcta
sus derechos. En junio del año 2000, la Corte Suprema invalidó la decisión
del caso Dickerson y, por votación de 7 a 2, dispuso de modo enfático la
reafirmación de las advertencias Miranda.