Psicologia Del Masoquismo
Psicologia Del Masoquismo
Psicologia Del Masoquismo
DIMENSIONES PSICOLÓGICAS DE
LA ENTREGA MASOQUISTA
P o r D o r o t h y C . H a y d e n , L C S W ( L i c e n s e d
C l i n i c a l S o c i a l W o r k e r : A s i s t e n t e S o c i a l
C l í n i c a L i c e n c i a d a ) .
T r a d u c c i ó n d e G u i l l e r m o G a r c í a ( G G G )
Hace algunos años, en relación con mi trabajo sobre la adicción sexual, empezaron a
venir para que las tratara varias personas involucradas en la forma de vida sumisa.
Algunas de estas personas eran extremadamente reacias a hablar de las razones que las
llevaban a buscar la terapia; se sentían tan avergonzadas de sus fantasías y
comportamientos que me llevó años de trabajo con ellas antes de que pudiera saber sus
nombres verdaderos o sus números de teléfono. Pacientes capaces de mostrarse
comunicativos, respecto a sus comportamientos y fantasías masoquistas, se sentían tan
confundidos como lo estaba yo. Uno de mis pacientes, al entregarme por escrito una
fantasía masoquista, después de meses de resistencia, dijo, “Aquí está. Es la razón por la
que vengo a la terapia. Es terrible. Es enfermiza. Es maravillosa. La odio; es mi fantasía
preferida. No puedo evitarlo, la adoro. Es asquerosa. No quiero dejarla.”
Aprender sobre el mundo del S&M ha sido para mí una experiencia inestimable. Tengo
que admitirme a mí misma que, visto desde la perspectiva de lo que conocía sobre la
naturaleza del yo individual, el masoquismo me asombraba, al desafiar todo lo que
había de racional en la naturaleza de la personalidad humana. La gente quiere ser feliz y
evitar el dolor y el sufrimiento. Busca mantener e incrementar el control sobre uno
mismo y su entorno. Y desea mantener e incrementar su prestigio, respeto y estima.
Visto desde la perspectiva de estos tres principios sobre el yo, el masoquismo es una
paradoja chocante. El yo se desarrolla para evitar el dolor, pero los masoquistas buscan
el dolor. El yo lucha por el control, pero los masoquistas buscan la renuncia al control.
El yo quiere maximizar su estima, pero los masoquistas buscan deliberadamente la
humillación.
Escuché historias de látigos, varas, potros, torturas de polla y huevos, cera goteando
sobre piel desnuda, aparatos electrónicos diseñados para proporcionar la cantidad
precisa de dolor, sobre la dificultad de encontrar el ama adecuada, y del sorprendente
número de “mazmorras” que existían en un radio de unas pocas manzanas de mi oficina
del centro de la ciudad. De vez en cuando los hombres me hablaban de la frustración
que les producía ser incapaces de seducir a sus esposas o parejas, que encontraban que
estas actividades sexuales eran perversiones, para que participaran de los
comportamientos sexuales que más ansiaban.
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Sospechaba que había un enorme número de personas que sentían una vergüenza y un
aislamiento tremendos a causa de sus anhelos de sumisión. Decidí revisar la literatura
clínica sobre el masoquismo para armarme mejor con algo de comprensión
psicodinámica del por qué estos hombres, que tan a menudo se sentían ligados a la
vergüenza, estaban tan ansiosos por que ser dominados, maltratados, torturados y
humillados por mujeres fuertes, dominantes.
1
N. del T.: Aunque en el original la autora se refiere a ella bajo el título de “Psychopath Sexualize”
supongo que se refiere a la obra “Psychopathia Sexualis” publicada, al parecer en 1886; véase
http://es.wikipedia.org/wiki/Baron_von_Kraft-Ebbing
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Mis averiguaciones no encajaban, sin embargo, con la realidad clínica que tenía delante.
La gente que se me presentaba no eran seres inmaduros o inferiores. De hecho parecía
ser justo al revés. Los masoquistas están más cerca del éxito según los parámetros
sociales: profesionalmente, sexualmente, emocionalmente, culturalmente, dentro o fuera
del matrimonio. Son, frecuentemente, individuos de gran fuerza interior, poseedores de
un amplio abanico de habilidades y con un sentido ético de la responsabilidad
individual. Un famoso estudio del “perfil sexual de los hombres en el poder” encontró,
para sorpresa de los investigadores, una elevada cantidad de actividad sexual
masoquista entre los políticos de éxito, los jueces y otros hombres importantes e
influyentes.
Se me hizo evidente que las teorías psicológicas del masoquismo estaban obsoletas. En
la década de los 60 la homosexualidad se eliminó del DSMIV (Manual Diagnóstico y
Estadístico de los trastornos mentales, IV edición) y se reconoció que no era una
patología, sino la elección de una forma de vida. Desde mi punto de vista debería
hacerse lo mismo con el masoquismo y, como la homosexualidad, tiene que eliminarse
del epígrafe de la “psicopatología” y ser visto como lo que es: la elección de una forma
de vida sexual. Es la intención de este artículo sugerir formas de entender el
masoquismo sin invocar teorías de enfermedad mental.
Las cuestiones, sin embargo, se mantenían. Me admiraba el por qué tantos hombres,
criados en una cultura que valoraba la iniciativa, firmeza y dominio masculinos,
deseaban que se les liberara de esas cualidades y entregar su voluntad a una mujer
fuerte, dominante, que pudiera torturarles, controlarles y humillarles. ¿Cuál era la base
de esta necesidad imperiosa de entregarse y servir, de renunciar al control, de aceptar el
dolor físico y la humillación emocional?
Cuando llevaba años escuchando a mis pacientes, empecé a ver el masoquismo menos
como aberración sexual y más como una metáfora a través de la cual la psique habla de
su pasión y sufrimiento. Había una conexión evidente entre sufrimiento y placer que me
intrigaba. Los clientes hablaban del deleite y el éxtasis de la sumisión, la adoración, el
abandono salvaje y la liberación de las ataduras limitadoras que impone la
“normalidad”.
El sufrimiento ritualizado parecía ser un camino para dar significado y valor a las
debilidades humanas. Después de todo no hay escasez de sufrimiento en la vida
humana. Ninguno de nosotros necesita buscar el dolor. Sufrir desamparo, desencanto,
pérdida, impotencia y limitaciones es parte de la condición humana. Tengo la
corazonada de que hay algo así como una necesidad, deseo o ansia universal de
entregarse completamente a ciertos aspectos de la vida humana, y que asume muchas
formas. Esta ansia apasionada de entrega entra en juego en al menos algunas de las
formas de masoquismo. La sumisión, la pérdida del yo bajo el poder del otro, llegar a
ser esclavizado por el amo, es lo análogo, siempre disponible, de la entrega.
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Las fantasías de violación, que son muy comunes, pueden tener todo tipo de
significados. Entre ellos, uno encontrará casi siempre, a veces profundamente enterrado,
el anhelo de una entrega profunda. El sumiso ansía y desea que se le encuentre,
reconozca, se le penetre hasta muy adentro, así como hacerse real, o, como dice un
analista “entrar en el ser”.
Además del ansia de la entrega en un sentido más verdadero del yo, los
comportamientos masoquistas tienen otro significado. La gente necesita elaborar
fantasías y obtiene mucho placer de ello. Preguntad a la gente de Disneyland que
atienden a adultos tanto como a niños. Las escenas tienen un tremendo potencial para
potenciar la fantasía. Los disfraces, rituales, escenarios, y una variedad sin fin de
juguetes sexuales y equipos elaborados, revelan la riqueza de la creativa vida interior y
hablan de la necesidad muy real de la representación de las fantasías. Las fantasías son
las portadoras de un amplio espectro de sentimientos humanos: controlar, ser
controlado, putear, ser puteado, jugar, agradar y conseguir consuelo más allá de los
confines de los aspectos mundanos de la vida ordinaria. Representan la suspensión de la
realidad normal, lo que es, de vez en cuando, una necesidad para toda la gente
saludable.
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En conclusión, creo que los terapeutas tienen que modificar radicalmente el enfoque
para hacer psicoterapia con pacientes masoquistas. Mis colegas se quejan de que los
masoquistas son difíciles de “curar”. Tal vez porque el paradigma del que parten estos
terapeutas sea falso. El reconocimiento de que hay valor y significado en el deseo de
sufrir humillación va contra la actitud que prevalece en psicología. El principal avance
de las modernas teorías y prácticas ha ocurrido en la psicología del ego. Los valores de
la psicoterapia se han orientado, en su mayoría, a construir egos fuertes, autosuficientes,
racionales, capaces de resolver problemas. Los valores del ego son ciertamente valiosos,
pero conseguir fuerza, autosuficiencia, ser racional y resolver problemas tiene un coste.
Esto puede dar cuenta de la insatisfacción que mucha gente siente tras años de
psicoterapia. Construir un ego fuerte es solo un lado de la historia; descuida otras partes
cruciales de la psique humana. La psicología moderna ha estado en gran medida
dominada por el objetivo de ayudar a la gente a desarrollar independencia, fortaleza,
éxito en acciones decisivas, autosuficiencia y planificación. Lo que se ha perdido es la
atención a las dimensiones más sutiles del alma.
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Ms. Hayden realizó el M.S.W. (Master in Social Work: máster en asistencia social) en
la Universidad de Nueva York, el MBA (Master in Bussiness Administration: máster en
administración de empresas) en el Baruch College, formación pscoanalítica en el Post
Graduate Center for Mental Health y el Object Relations Institute. En 1992, fue
galardonada con el certificado de Consejera Acreditada para el Alcoholismo (CAC)
del Estado de Nueva York. Sus artículos sobre desviaciones sexuales aparecen en
numerosas páginas de la red de todo el mundo. Es profesional certificada de NLP
(Neurolinguistic Programming: programación neurolingüística), de hipnoterapia, y de
EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing: desensibilización y
reproceso por el movimiento de los ojos). Además, estudió terapia Racional/Emotiva
con Albert Ellis. Es miembro de CHADD (Children and Adults with ADD: niños y
adultos con ADD), y de los grupos de apoyo de la National Attention Deficit Disorder
Association (ADDA) y Manhattan ADD.
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