Subsidios Cuaresma y Semana Santa
Subsidios Cuaresma y Semana Santa
Subsidios Cuaresma y Semana Santa
de la Palabra
Tiempo Ordinario I – Pentecostés 2021 1
Introducción
1
Elaborado por el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y otros colaboradores; coordina-
do por el Dpto. de Liturgia. (2020-2021). Predicación Orante de la Palabra, I. Adviento a Pentecostés, Ciclo B.
La Palabra de Dios afirma que Dios, a largo de la historia, llama a personas concretas
para que le colaboren en su proyecto de salvación universal. Es el caso del llamado
de Dios a Samuel en la primera lectura, y del llamado de Jesús a Juan y Andrés, en
el relato del Evangelio.
Samuel es ayudado por el sacerdote Elí, que le enseñó cómo responder al Señor.
Juan y Andrés eran discípulos de Juan el Bautista, él les muestra al Cordero de Dios.
De lo anterior, podemos deducir que la experiencia de la vocación, viene mediada
por personas, que el mismo Dios pone en el camino, para que indiquen el camino
que lleva hacia Él.
La Palabra de Dios también nos muestra que para que la vocación llegue a buen
término es necesario estar atentos a la voz de Dios para corresponderle con pronti-
tud. Sólo quien escucha a Dios puede responderle debidamente.
Al final de la primera lectura la Palabra nos dice que Samuel crecía y que el Señor
estaba con él. También al final del relato del Evangelio se nos muestra que los dos
discípulos fueron con Jesús, vieron dónde vivía y se quedaron con Él. Todos estos
detalles van estrechamente unidos en la experiencia vocacional de cada persona.
Además, la Palabra confirma la alegría que sienten aquellos que son llamados por
Dios. Es un gozo profundo que llega al corazón y que no se olvida, marca la vida y la
divide en dos etapas: el antes del llamado de Dios y el a partir del llamado de Dios.
La Palabra de Dios, propuesta para hoy, nos dice que Dios nos llama con nombre
propio para algo grande. Cada persona es llamada continuamente por Dios. El
primer y permanente llamado es siempre a estar con Jesús, a ser sus amigos, a
disfrutar de su compañía, a conocerle y amarle cada vez más.
La Palabra pide un corazón dócil y humilde como el de Samuel, para poder experi-
mentar profundamente el llamado de Dios. Juan y Andrés también seguían con rec-
titud de corazón a Juan Bautista, estaban fascinados por el ejemplo de su santidad,
austeridad y veracidad, ellos, como Samuel, experimentaron la llamada divina en
sus vidas.
Samuel dijo a Dios: Habla Señor que tu siervo escucha. Juan y Andrés dijeron al
Señor: ¿Maestro dónde vives? Esto indica que a Dios se le responde con sinceridad.
Es necesario escuchar a Dios y obedecerlo.
Todos tenemos vocación, todos somos llamados por Dios a vivir con Él y para Él.
Quien escucha el llamado de Dios y lo sigue goza de la compañía de Dios y crece en
gracia y sabiduría. Es lo que dice la primera lectura cuando afirma que “Samuel
crecía, y el Señor estaba con él”.
Cuando se recuerdan con fuerza los detalles, por ejemplo, la hora en que Juan y
Andrés estuvieron con Jesús en su casa, cuando el corazón y la memoria retienen
con fuerza natural estas cosas, es porque esa experiencia ha tocado el alma y la ha
transformado, sucedió algo grande que cambió la vida, que le dio sentido, que la
llenó de gozo, los ojos del alma son iluminados con el resplandor de la verdad y ya
no se tiene miedo ni duda alguna. Se ve claro por dónde ir, a quién seguir.
El Papa Francisco nos pide con insistencia ser “callejeros de la fe”, ser una Iglesia en
salida misionera. Para lograrlo es necesario dejarse “captar” por Jesús, dejarse cauti-
var por Él, abrirle espacio en nuestra vida, dejarnos amar, perdonar y transformar por
su misericordia infinita. Es indispensable seguirlo y estar con Él. Son maravillosas las
palabras de EG 120 que nos animan a ser auténticos misioneros desde el encuentro
sencillo y profundo con Jesús: «Todo cristiano es misionero en la medida en que se
ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos “discí-
pulos” y “misioneros”, sino que somos siempre “discípulos misioneros”. Si no nos
convencemos, miremos a los primeros discípulos, quienes inmediatamente des-
pués de conocer la mirada de Jesús, salían a proclamarlo gozosos: “¡Hemos encon-
trado al Mesías!” (Jn 1,41)». Jesús nos pide abrir el corazón para escucharlo.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
La misión es la consecuencia lógica que brota del encuentro con Cristo. La escucha
atenta de la Palabra de Dios, siempre genera un compromiso misionero. El Papa
Francisco nos dice que tenemos que ser cristianos que salimos a la calle, que aban-
donemos el confort y las propias seguridades para comunicar a los demás el amor
de Cristo que hemos recibido.
El corazón del espíritu misionero es el amor a Jesucristo. Para amar a Cristo es nece-
sario habituarse a estar en su presencia para escucharlo, seguirlo y obedecerlo. En
todas las circunstancias y etapas de la vida necesitamos escuchar a Dios, nunca
dejemos de ser discípulos, de lo contrario no seremos misioneros del Señor.
Cristo pide familias que sean escuelas de santidad, a ejemplo de la familia de santa
Teresita del Niño Jesús. Siempre debemos promover una atención pastoral de cali-
dad para los niños. De allí lo fundamental que es acompañar y animar a los padres
de familia a ser los primeros y constantes catequistas de sus hijos.
Nos encontramos unidos para vivir el encuentro con el Señor Jesús, el Cordero de
Dios, para reconocerlo, escucharlo y anunciarlo con voz de júbilo.
Presidente: Reunidos para celebrar el Día del Señor, plenitud de la revelación del
amor de Dios Padre, presentamos nuestras oraciones, diciendo:
1. Oremos por nuestra Iglesia colombiana y por la Iglesia universal, para que,
unida al Papa Francisco en la caridad, siga comunicando con valentía la presen-
cia de Jesús que nos llama a seguirlo y ser sembradores de esperanza, justicia y
paz. Roguemos al Señor
2. Oremos por nuestros pastores, obispos, sacerdotes, diáconos e integrantes de
las comunidades de vida apostólica y vida religiosa para que, imitando la pru-
dencia, la mansedumbre y la bondad de Jesús, hagan crecer en la fe, la caridad
y la esperanza a cuantos les han sido encomendados. Roguemos al Señor.
3. Oremos por los gobernantes de las naciones y las autoridades civiles y milita-
res, para que, movidos por el espíritu de servicio, construyan con sabiduría y
honestidad caminos de unidad y de reconciliación. Roguemos al Señor
4. Oremos por las familias, para que, con caridad, modestia y castidad, perma-
nezcan unidas en el gozo de la fe y alienten el entusiasmo por una vida de amor
a Dios y amor entre esposos y hermanos. Roguemos al Señor.
5. Oremos por los enfermos, presos y secuestrados, para que Cristo los sane, les
conceda la libertad, los colme de esperanza de vida, y premie y glorifique a quie-
nes han muerto en su misericordia. Roguemos al Señor.
Oración conclusiva
Señor,
acoge las oraciones que confiados te presentamos
por mediación de Jesucristo,
quien vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Enero 24 de 2021
Introducción
El Apóstol San Pablo, frente a la inminente llegada del Señor y la brevedad del
tiempo, recomienda unas actitudes de desapego y relativización hacía los valores de
este mundo que son pasajeros: los que tienen mujer, los que lloran, los que están
alegres y los que disfrutan la vida, les recomienda vivir en una actitud de indiferen-
cia, frente a los sentimientos, sufrimientos y alegrías del mundo.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Las palabras del Papa Francisco en su visita a Colombia nos ayudan a reflexionar en
este camino de conversión. En efecto, nos animó no solo a dar el primer paso para la
paz y la reconciliación, sino a seguir caminando y dando pasos de verdadera conver-
sión con la verdad, la justicia el amor y la reconciliación: “La palabra de Jesús tiene
algo especial que no deja indiferente a nadie; su Palabra tiene poder para convertir
corazones, cambiar planes y proyectos. Es una Palabra probada en la acción, no es
una conclusión de escritorio, de acuerdos fríos y alejados del dolor de la gente, por
eso es una Palabra que sirve tanto para la seguridad de la orilla como para la fragili-
dad del mar”. (Homilía, Parque Simón Bolívar, Bogotá, 7 de septiembre 2017).
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
La Palabra de Dios en este domingo nos muestra que, tanto para el profeta, como
para Jesús, la conversión de vida es fundamental para alcanzar el Reino de Dios.
Urge la conversión de la mente y del corazón para que pueda haber un cambio de
vida. Debemos reconocer que existe pecado y que tenemos que alcanzar el arre-
pentimiento para lograr el perdón de Dios. Estemos siempre dispuestos a responder
al llamado de Cristo. Escuchemos con atención.
Oración conclusiva
R. Amén.
CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Enero 31 de 2021
Introducción
La Palabra de Dios que se nos ofrece para este domingo, sugiere tres temas que
pueden orientar la reflexión:
La elección del profeta que comunica la Palabra de Dios, aparece libre de conta-
minarse con otros dioses e ideas que confunden y desvían al pueblo.
El hombre y mujer que se consagran a Dios pueden hacerlo en la libertad de
dedicarse tiempo completo al servicio del Señor, o de sentirse divididos frente a
los deberes con el mundo.
La autoridad de Jesús quien, con gestos y palabras, expulsa al demonio inmundo
que se encuentra dentro de la sinagoga y que lo reconoce como el santo de Dios.
En la primera lectura del Libro del Deuteronomio, Yahveh Dios habla al pueblo de
Israel a través de Moisés sobre las disposiciones de quienes han de ejercer la voca-
ción profética. Dios pondrá sus palabras en la boca del profeta y le comunicará sus
mandatos. Dios juzgará al profeta por su obediencia en la comunicación de su pala-
No todo quien va al templo tiene garantizada la salvación, pues los espíritus inmun-
dos también acuden a las celebraciones litúrgicas, van a misa, comulgan y recono-
cen a Dios. Cuidado con sentirnos seguros de nosotros mismos; pretender medir
nuestra conversión por los actos externos, el número de obras de caridad o creer
que la gracia de Dios la podemos adquirir o comprar mediante la fuerza del mérito
propio. Hay que evitar el espíritu mundano que nos lleva a caer en la falsedad, la
hipocresía y la doblez de corazón, creyéndonos justificados.
La Palabra de Dios de este domingo, nos invita a vivir al servicio de la palabra de Dios
y de la Iglesia de acuerdo con la vocación a la que hemos sido llamados, ejerciendo
todos la dimensión real, profética y sacerdotal que hemos recibido en el bautismo.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
El encuentro con Jesucristo vivo, hace que sus gestos y palabras estimulen nuestra
misión y el servicio a los demás con caridad y verdad, para ayudar en la sanación de
tantas formas inadecuadas de fe que nos pueden perder y confundir en el camino
que conducen a la auténtica salvación, aun estando dentro de la Iglesia.
La Palabra que Dios nos dirige hoy, en principio, lo hace a través de los profetas,
quienes son los portadores de ella, pero en el Evangelio vemos que ya es Jesús
quien, con autoridad amorosa, se hace Palabra y se muestra como el Mesías espera-
do. Escuchemos
1. Por la santa Iglesia reunida aquí en el nombre del Señor y extendida por todo
el mundo, para que sus obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos tengan la valen-
tía de predicar el Evangelio en todo tiempo y lugar. Oremos
2. Por los jefes de las naciones, para que su autoridad no sea respuesta a deseos
personales, sino que esté al servicio de los más necesitados y sus obras logren el
bienestar de los pueblos. Oremos
3. Por los padres de familia para que, a través de su autoridad en el hogar, recibi-
da a través del sacramento del matrimonio, se dediquen a amar y ser amados a
ejemplo de Cristo. Oremos
4. Por nuestra comunidad parroquial, para que la Palabra de Dios pueda ser
vivida y testimoniada por todos los que hagan parte de ella. Oremos
5. Por todos nosotros presentes en esta Eucaristía, para que cada día la Palabra
de Dios ilumine y oriente nuestra vida. Oremos
Oración conclusiva
Dios nuestro,
Escucha las peticiones
que estos tus hijos te dirigen con fe y esperanza.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Febrero 7 de 2021
Introducción
Desde las lecturas que se nos ofrecen para este domingo, tres temas emergen para
nuestra reflexión:
El texto de la primera lectura forma parte del primer ciclo de conversaciones entre
Job y sus amigos (cap. 3-14); Job ha exteriorizado su confusión y desahogo por la
situación, más que difícil, que está viviendo; sus amigos han intentado ayudarlo
condenando injustamente a Job en una pretendida defensa de Dios, donde “Dios
premia a los buenos y castiga a los malos”. Job responde a su amigo Elifaz (6,1 - 7,21)
reiterando su confesión de inocencia, al tiempo que describe los grandes sufrimien-
¿Qué puede cambiar este desgarrador sentido de la vida humana? El salmo 147
(146) es una primera respuesta. Es un himno de alabanza a Dios, estructurado en
tres secciones mediante claras invitaciones a la alabanza (vv. 1.7.12); la primera sec-
ción que es la que se ha proclamado, invita a alabar al Señor porque es el protector
de los humildes; se celebra el poder y la bondad de Dios que es grande y poderoso,
y que muestra su poder con las acciones que realiza, pues después de la tragedia de
la deportación reconstruye la ciudad y la vida destrozada del pueblo.
Pero, el evangelio nos dice algo más que el mero recuerdo histórico. Aquí aparece la
irrupción de Jesús en la historia concreta del hombre, pues él “salió” para prestar su
servicio a la vida humana. El texto se estructura a partir del verbo “salir” y las accio-
nes complementarías de este salir; esta insistencia debe notar que Jesús salió del
Padre y vino al mundo para dar sentido a esta existencia. “Salió” de la sinagoga para
“acercarse” y entrar en “contacto” con los necesitados, con el hombre sumido en la
enfermedad y la realidad que le hace experimentar la existencia humana como des-
garradora; Jesús se “levantó” y “salió” para entrar en relación con Dios, salió para
“hacer oración”; definitivamente, la acción de Jesús se resume en que él “salió” para
“recorrer” y “predicar”, es decir, llevar la Buena Nueva; y ésta se realiza con gestos
concretos sirviendo al hombre sumido en su lamento, él salió para “curar” y “expul-
sar a los demonios”. Así, el mensaje del evangelio, Jesús Hijo de Dios, es la respuesta
definitiva al desgarrador lamento sobre la fugacidad de la vida humana.
Pablo, en la segunda lectura, bien que el texto pertenece a la reflexión sobre los
derechos de los apóstoles o de quienes anuncian el evangelio, se encuadra en el
sentido de la vida. Pablo proclama el evangelio sin buscar salario alguno, porque su
gozo, ganancia, paga, es haberse encontrado con el Resucitado; su paga es “precisa-
mente dar a conocer el Evangelio”, él tiene claro por qé hace las cosas que hace,
“hago todo esto por el Evangelio, para participar de sus bienes”. El Evangelio es
Jesús, su mensaje, y por él hace todo. Predicar es un encargo u oficio que lo exige
todo y da sentido a todo.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la
comunidad?
La apertura de corazón para alabar a Dios introduce una dinámica nueva en la exis-
tencia, la oración crea un espacio de confianza e intimidad transformante, solo
debemos repetir el gesto de Jesús, “salir e ir a un lugar solitario” para encontrarnos
con Dios en la oración. El lugar solitario es cualquier lugar, mejor aún, el lugar solita-
rio es el corazón, en ese ambiente debe nacer la oración. La vida mirada desde la
oración adquiere valor, vista desde la mera condición humana no es más que
lamento desgarrador.
Jesús “salió” del Padre y vino a nuestro encuentro para dar sentido a nuestra exis-
tencia; su acción transforma las realidades que desgarran la vida humana; la
muerte, el mal, el sufrimiento, el dolor, los mismos amarres del demonio son nada
ante el Señor. Como él mismo le responde a Pedro, “para esto he salido”; él ha salido,
es decir, se ha encarnado, para ser la respuesta última y completa a la realidad del
ser humano.
Jesús nos enseña a vivir la “cultura del encuentro”. Él salió del lugar del culto (sina-
goga) y entró en el lugar de la existencia cotidiana (casa), y en sus actitudes se vive
la cultura del encuentro, pues “se acercó” y “tocó”. Hoy corresponde a sus seguidores
seguir repitiendo estas actitudes; ir al encuentro del otro, especialmente del enfer-
mo y los marginados, como dice el Papa Francisco, ir y tocar la carne de Cristo en los
enfermos. Se necesitan evangelizadores convencidos del poder y amor de Dios.
Evangelizadores que hagan todo por el Evangelio.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Señor, que nuestra oración sea una alabanza por todo el amor que tú nos has mani-
festado; que cada momento vivido sepamos usarlo para tener un mayor e íntimo
encuentro contigo, encuentro que transforme nuestra vida y nuestra manera de ver
la vida, encuentro que nos lleva a ser evangelizadores, a darlo todo con entrega total
por el Evangelio. Que el mundo te conozca y te sirva, no de palabras sino de obras
concretas en bien de los más necesitados.
Hermanos el Señor nos convoca, una vez más en su glorioso día, para vivir este
encuentro intimo con él, y nos invita a dejar en sus manos el sentido de nuestra vida,
especialmente abandonar en su amor los dolores y sufrimientos que aquejan nues-
tra existencia; pero al mismo tiempo confiar a él nuestro compromiso evangelizador
que da sentido a nuestra existencia y que, transforma la vida de los demás. Trayen-
do, pues, nuestras tristezas y alegrías participemos con fe en esta celebración.
Las realidades que a diario vivimos nos cuestionan sobre el sentido de la vida
humana, nos preguntamos ¿qué da sentido a esta fugacidad de la existencia
humana? Las lecturas nos mostrarán que este interrogante se ha planteado desde
muy antiguo, y que muchos creyentes, en la vivencia de su fe, y en la búsqueda de
sentido, han encontrado respuestas sorprendentes. Escuchemos con fe.
Presidente: Elevemos hermanos nuestra oración a Dios, para que con su gracia
acoja nuestras súplicas, dé sentido a nuestra existencia y nos ayude a servirlo con
santidad y justicia todos los días de nuestra vida.
R. Santifica a tu pueblo Señor
Oración conclusiva
R. Amén.
SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Febrero 14 de 2021
Introducción
Las lecturas están fuertemente relacionas con el tema central de la pureza e impu-
reza, no obstante, se podrían abordar en perspectivas diversas: La impureza ritual en
la Biblia; la purificación del creyente; o imitar el ejemplo: “seguid mi ejemplo, como
yo sigo el de Cristo” (1 Co 11,1). Este último tema es el que aquí se presentará.
La impureza involucra al hombre en su totalidad, afecta la parte física por ello se ma-
nifiesta como enfermedad, también influye en la esfera espiritual o religiosa, por tal
motivo es el sacerdote del Antiguo Testamento, quien juega un rol importante en
declarar tanto la “enfermedad” como la “curación y los sacrificios o medios de purifi-
cación”; todo ello toca indudablemente la dimensión social, el “enfermo” o “leproso”
queda excluido de la convivencia comunitaria, debe “andar harapiento, despeinado,
con la barba tapada y gritando: ¡Impuro! ¡Impuro!”.
Puesto que la impureza tiene relación con la santidad, y reconociendo que la santi-
dad pasa por el perdón que Dios da, este tema viene soportado por el salmo 31, uno
de los siete salmos penitenciales (Cf. Sal 6; 31; 38; 51;102; 130; y 143); es una pieza de
enseñanza que muestra la felicidad de quien ha sido perdonado por Dios; el sufri-
miento del pecado, de la impureza y sus afecciones en lo físico, lo espiritual y social,
desaparecen para dar lugar a una explosión de sentimientos positivos. Es una
lección de sabiduría para la comunidad; reconocer el pecado y “confesar al Señor la
culpa” es el camino al perdón, a la alegría. Paragonando algunas expresiones de
Jesús, se diría que hay más gozo en el perdón que el declarar impuro algo.
El cristiano está llamado a ser novedad en medio del mundo, a ser “sal y luz” del
mundo. El paradigma es imitar a Cristo, y para hacerlo posible hay un sin número de
hombres y mujeres que bajo la acción del Espíritu Santo han encontrado formas
elocuentes y del todo novedosas de imitar a Cristo. Un Pablo que vive su vida cristia-
na con libertad, pero sumo respeto en la caridad hacia todos, un evangelizador
incansable como Jesús, pastor que siempre se conmovía por sus ovejas. Pienso en
una Madre Teresa de Calcuta, mujer que rompió paradigmas y extendía su mano
para tocar todo tipo de enfermos, más que con su mano en verdad con su amor cris-
tiano. Un Francisco, Papa de la radicalidad del encuentro con Jesús y la vivencia del
evangelio, no teme encontrarse, saludar, escuchar incluso a los que la sociedad hoy
rotula como “impuros”; dirá “¿Quién soy yo para condenarlos?” Y con su gesto de lo
que él ha llamado cultura del encuentro produce más gozo y conversión que los
rótulos que descalifican y excluyen a aquellas ovejas que Jesús ha venido a buscar;
pues él fue claro: “No necesitan medico los que están sanos, sino los que están mal.
No he venido a llamar a la conversión a justos sino a los pecadores” (Mt 5,32).
Imitar a Jesús implica tener la audacia que él tuvo para dar Gloria a Dios y buscar la
salvación de los demás, no su interés sino el bien de la mayoría. Hay que salir del
rigorismo que excluye y margina la persona humana, no podemos seguir colocando
rótulos de “impuro y puro”, hay que vivir como Jesús sin miedo a romper esquemas
de exclusión y con un verdadero sentimiento de amor hacia el otro incorporarlo en
la dimensión de la comunidad que se siente perdonada por Dios y vive la experien-
cia de ser Pueblo de Dios.
La nueva lepra de hoy se manifiesta de mil formas, sin querer ser exhaustivos,
pienso en las condiciones sexuales, en las enfermedades desconocidas que no
entran bajo el control absoluto del hombre, la lepra de hoy es la exclusión social por
color político o económico que polariza la comunidad. La lepra de hoy es la corrup-
ción generalizada que condena a la vida harapienta a la inmensa mayoría, porque
unos pocos solo piensan en su propio interés y no en los demás.
Imitar a Cristo, sentir amor auténtico por el otro, no tener miedo de tocar, querer el
bien para quienes han sido afectados, recuperar valientemente nuestras relaciones
de comunidad humana y cristiana. Nuestra vida va más allá del temor, vivimos y
morimo vivir la imitación de Cristo, recuperar la dimensión religiosa y social por
encima de prohibiciones absurdas como si se fuera dueño y señor de la vida. Que
nuestra fe no se quede en un intimismo que aísla y encapsula en un ambiente
egoísta y exclusivamente personal. Aquí hay que dar testimonio, ser ejemplo e
imitar a Cristo.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Señor que nuestra vivencia cristiana sea autentica como tu vida, que no tengamos
miedo de vivir el encuentro con los más excluidos de la sociedad e integrarlos en
esta historia de salvación. Que cada uno sepa acercarse, suplicar, vivir lo mandado
por tu Ley y dar vivo testimonio del encuentro íntimo contigo. Míranos, Señor, siente
tu conmovedor amor, tiende tu mano, tócanos, limpia nuestra impureza y haz que
seamos imitadores de tu gran amor.
Hermanos esta es nuestra casa, con frecuencia somos invitados a vivir nuestra vida
en estos espacios, pero puede darse que no nos sintamos en nuestro ambiente; así
que recordemos que en la casa de Dios no somos extraños como en tierra extranje-
ra; aquí en verdad somos ciudadanos del Reino, estamos en nuestra propiedad.
Construyamos comunidad, acerquémonos a Jesús, vivamos un profundo encuentro
con él, dejémonos tocar por amor, y como respuesta en todas las dimensiones de
nuestra vida: Imitemos a Cristo.
Hermanos vamos a escuchar la Palabra de Dios, ella siempre nos sorprende con la
novedad, pero hoy, de manera especial, nos invita a abrir nuestros oídos y escuchar
lo que ha vivido el pueblo de Dios, para que aprendamos a Imitar al Señor y no nos
quedemos en nuestros estrechos esquemas de condenación.
Presidente: Señor Dios, que has dispuesto la historia de la salvación para que el
hombre aprenda a hacerlo todo para Gloria de Dios y salvación de la humanidad,
escucha la oración de tus hijos que imploran tu bendición. Diciendo:
Oración conclusiva
R. Amén.
MIÉRCOLES DE CENIZA
Febrero 17 de 2021
Introducción
La predicación de Jesús sobre el reinado de Dios está arraigada en una llamada per-
manente a la conversión. Él no ha venido a llamar a los justos, buenos, santos, sino a
los pecadores y desviados del camino. En consonancia con el anuncio del Reino, la
invitación a la conversión implica un arrepentimiento como muestra del interés por
realizar un cambio de sentir, pensar y hacer. Por esto, convertirse es un don de Dios
para todo el que acepta seguir el camino de su Salvador.
En consonancia con el mensaje del evangelio para este miércoles de ceniza, el pro-
feta Joel y al apóstol Pablo, les hablan a sus comunidades sobre la gracia que viene
de Dios por medio de la conversión y la reconciliación. Las actitudes propias de la
cuaresma iluminadas por el mensaje de la Palabra de Dios son el alimento espiritual
del caminante cuaresmal. De modo que, al ayuno, la oración y la limosna, tanto el
profeta como el apóstol le proponen al creyente un camino lleno de la bondad,
misericordia y justicia divina en este tiempo denominado «favorable» para procurar-
se un paso más en el peldaño de la escalera a la santidad.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
En el encuentro con Cristo, una de las características más auténticas del ser cristia-
no es el vivir en constante camino. Los apóstoles fueron los primeros testigos de las
huellas que Jesús les trazó, por ello uno de los primeros adjetivos atribuidos a los
seguidores del Maestro fue el de «seguidores del camino». De aquí se puede deducir
que el cristiano para mantenerse vivo está en permanente camino. La Palabra de
Dios en esta conmemoración del miércoles de ceniza anima, impulsa y presenta el
itinerario que Dios ha preparado para sus hijos. Este se realiza por medio de una idea
clara que se convierte en vida, siempre y cuando, se quiera realizar el camino de la
conversión. Por ello la ruta a la que esta cuaresma incita es a dejar a Dios entrar en
lo más profundo de nuestro ser, para que sea él quien transforme la dureza del cora-
zón, en acciones de bondad, misericordia y compasión como se canta en el salmo
del miserere.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
1. Oremos por la Iglesia que inicia este camino de cuaresma, para que encon-
trando en la oración la luz de Cristo, se ilumine el sendero de quienes se encuen-
tran desorientados del amor a Dios. Oremos al Señor.
2. Oremos por el papa Francisco, para que siga siendo un testigo de los dones de
la misericordia, y así, toda la Iglesia busque el camino del encuentro con Cristo
en la cruz de nuestra redención. Oremos al Señor.
3. Oremos por los gobernantes de nuestras naciones, para que depongan sus
intereses individuales y se preocupen por trabajar en pro del bien común como
meta de la dignificación de los seres humanos. Oremos al Señor.
4. Oremos por nuestra comunidad de fe para que entre todos seamos sensibles
ante el dolor y sufrimiento de aquellos que en nuestro entorno claman por la
justicia, la paz y la reconciliación. Oremos al Señor.
5. Oremos por todos los que al iniciar este camino cuaresmal se han propuesto
vivir un itinerario espiritual ayudados por la oración, el ayuno y la limosna, para
que en este tiempo de gracia encuentren el sendero del amor a Dios en sus her-
manos. Oremos al Señor.
Oración conclusiva
R. Amén.
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
Febrero 21 de 2021
Introducción
De la Palabra divina que se nos ofrece para nuestra oración podemos entresacar los
siguientes temas:
El apóstol Pedro en su primera carta hace eco al texto del Génesis referido al diluvio.
Sin embargo, Pedro anuncia que la renovación de la alianza se da por medio del
bautismo, como una gracia abundante representada en la salvación. De esta forma
el apóstol recuerda la importancia de considerar cómo Cristo es quien ha venido a
salvar al ser humano, por medio de una nueva y definitiva alianza sellada en el bau-
tismo. En la cruz Cristo redime al mundo, y en el bautismo él incorpora por medio
del Espíritu Santo al bautizado en una nueva vida. Así la prefiguración del diluvio le
abre las puertas al creyente a una salvación definitiva que lo convierte en otro Cristo.
El relato del evangelio de Marcos en este contexto de cuaresma contiene tres ele-
mentos que se convierten en un itinerario completo de preparación a una vida en el
espíritu. El primero elemento fundamental en la preparación a una vida más plena
en Dios es el ser empujado al desierto. Para toda la tradición judeo/cristiana la evo-
cación del desierto es importante porque ha sido allí donde Dios ha guiado a su
pueblo, de tal manera que cuando el evangelio de Marcos subraya que es el Espíritu
el que conduce a Jesús al desierto, quiere indicar que, de nuevo, en el Hijo de Dios,
se establece esa novedad de caminar hacia la libertad.
De tal modo que como Dios acompaña a su pueblo en la travesía del desierto, en
Jesús el cristiano encuentra un ejemplo en la salida de la esclavitud, del pecado, a la
liberación que el mismo Cristo es. El desierto no es más un lugar hostil, en el Nuevo
Testamento, es el espacio de encuentro con la debilidad que solo puede ser fortale-
cida en Cristo que vence todos los obstáculos presentes en la aridez, rudeza e incle-
mencia del desierto, por ello este, es ahora camino de prueba y resistencia para el
cristiano.
Por tanto, la palabra del Señor en este domingo invita a todos los creyentes a dispo-
nerse a entrar en el desierto de la cuaresma por cuarenta días. Para ello el cristiano
debe prepararse para la prueba y la mejor forma de hacerlo es cultivando una vida
en el espíritu que se logra por medio de la oración, la penitencia y la caridad. Sin em-
bargo, los ambientes social y cultural nos pueden tender trampas, tales como el
consumismo, “y las apariencias de lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo
superficial, lo provisorio (EG 62)”. De modo que somos tentados a que lo “real le ceda
el lugar a la apariencia”, advierte el papa Francisco.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Que cada día sea una oportunidad de renovar la vida en el amor. Para ello, la oración
sigue siendo un instrumento de comunicación directa con Dios, en donde las pala-
bras sean acalladas por el silencio de Dios hablando a los corazones contritos. Que la
penitencia siga siendo un ejercicio permanente de renuncia a todo aquello que
distrae las miradas de lo fundamental, y así se reconozca en el dolor y sufrimiento
humano, la presencia de Dios redimiendo el sufrimiento de
sus hijos amados. Y que la caridad sea la caricia de Dios para con los más vulnerables
de nuestra sociedad, los enfermos, presos, hambrientos, sedientos, migrantes, y
toda aquella carne que clama.
1. Oremos por la Iglesia, para que, al inicio de esta cuaresma, nos dispongamos a
caminar por el desierto espiritual, confiados en la compañía del Señor que ha
vencido las tentaciones. Oremos al Señor.
2. Oremos por el Papa Francisco, para que su testimonio de amor al Señor sea un
referente de crecimiento en la santidad de todos los que amamos a Dios en
nuestros hermanos. Oremos al Señor.
3. Oremos por nuestros gobernantes, para que la sabiduría de Dios los acompa-
ñe en las decisiones que toman en pro de la construcción de la justicia y el bien
común. Oremos al Señor.
4. Oremos por nuestra comunidad, para que todos nos fortalezcamos unos a
otros en este tiempo de gracia que Dios nos concede, y así, venzamos juntos las
tentaciones que no nos dejan reconocer al Señor en los más necesitados y vul-
nerables. Oremos al Señor.
5. Oremos por todas las mujeres y hombres que trabajan por la construcción de
la paz, para que las tentaciones de la violencia no les hagan desistir de su noble
propósito. Oremos al Señor.
Oración conclusiva
Dios de amor,
escucha estas plegarias que te dirigimos,
y aquellas que tenemos en el corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
Febrero 28 de 2021
Introducción
Después de Pedro confesar su fe, a los 6 días, Jesús llevó consigo a tres de sus discí-
pulos (Pedro, Santiago y Juan), como testigos según la ley (Dt. 19-15) a la montaña
escogida por él para dejar ver su gloria, que aún no era comprendida por los apósto-
les. Todo el acontecimiento desarrollado dentro del marco de una teofanía: resplan-
dor y blancura en su vestido como ninguna otra, personajes importantísimos para
Israel (Moisés y Elías), la nube que los envuelve, voz del Padre que invita a escuchar
al Hijo amado, miedo de los testigos y conversación con desatino por el mismo
temor. Los discípulos iniciaron la experiencia con Jesús y, al finalizar de ver y presen-
ciar todo el acontecimiento, vuelven a quedarse solos, y allí el Maestro les pide tener
silencio como principio de su pedagogía en este aprendizaje del sacrificio y la gloria.
Se quedan sin entender nada. Es necesario que todo esto sea explicado por la acción
del Espíritu Santo, en el corazón de los discípulos, todo se comprenderá en la pascua
de Jesús.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Si Moisés, débil y tartamudo, luchó contra el Faraón y Elías contra Ajab y Jesabel,
siendo un humilde hombre que profetizaba por mandato de Dios. Jesús, el Hijo del
Padre, lucha contra el demonio príncipe de este mundo, cumpliendo así la voluntad
del Padre, para rescatar a los hombres del poder de las tinieblas, por el poder de su
resurrección.
Subamos ahora al Gólgota, como los tres testigos, para afirmar el hecho, y contem-
plemos la gloria del Crucificado que es nuestra salvación. José de Arimatea prestó,
en la tarde de aquel viernes, un sepulcro vacío y en la mañana del domingo quedó
nuevamente con un sepulcro vacío.
Hemos iniciado, hace pocos días, el camino cuaresmal y, hoy, somos invitados, como
Abraham y los tres discípulos, a subir a la montaña, para que desde allí el Señor nos
muestre su Gloria, manifestada en la entrega de su Hijo y en cada Eucaristía. Cele-
bremos con gozo nuestra fe.
Monición a la Liturgia de la Palabra
Escuchemos la voz del Señor que nos invita a confiar en Él, a contemplar su gloria,
en su muy Hijo amado, que ni Él mismo se reservó, al contrario, lo ofreció hasta el
sacrificio de la cruz. Escuchemos con atención y recogimiento.
Presidente: queridos hermanos, oremos a Dios Padre, que tanto nos ama y nos dio
a su único Hijo, para nuestra salvación. Digamos con fe:
1. Por la Iglesia: que, en sus ministros, el papa, los obispos, presbíteros y diáconos,
muestre en sus actividades pastorales el amor del Padre que tanto nos ama y
nos salva. Oremos.
2. Por todas las naciones de la tierra: para que los gobernantes de los pueblos
más ricos y poderosos se comprometan y garanticen el respeto de los más
pobres y débiles, creando conciencia en el valor de los derechos humanos.
Oremos.
3. Por todos los que se encuentran cerrados a la verdad del evangelio: no quieren
o no pueden crecer en la fe, por no aceptar a Jesús como la luz, el camino, la
verdad y la vida. Oremos.
4. Por los pobres, marginados, enfermos y desamparados que no tienen ni pan
ni techo ni con que abrigarse, para que compartamos con ellos lo que tenemos,
no lo que nos sobra. Oremos.
5. Por esta asamblea litúrgica que marcha camino a la Pascua durante esta cua-
resma, para que descubra la presencia de Jesús en la Palabra que escucha y en
la fracción del pan de la Eucaristía. Oremos.
Oración conclusiva
Padre,
Porque tenemos la certeza de que tú siempre nos escuchas,
te confiamos nuestros deseos.
Por Jesucristo nuestro señor.
R. Amén.
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
Marzo 7 de 2021
Introducción
Los textos bíblicos a nuestra consideración, en este domingo, nos invitan a conside-
rar con fe para discernir con esperanza:
Los mandamientos de la ley de Dios, dados por Moisés, a los hijos de Israel, nos
coloca en relación armoniosa con Dios y con los hermanos, por ello son una ley
perfecta.
A Jesús no se le predica ni con signos ni con los razonamientos del mundo, sino
con la sabiduría de la cruz.
Jesús, es celoso en cumplir la voluntad del Padre en Él, como única víctima, ver-
dadera ofrenda y único templo.
Al enunciar en el libro del Éxodo los diez mandamientos, hay tres que están en rela-
ción perfecta con Dios y los otro siete en relación con los semejantes; todo ello para
enseñarnos a caminar en armonía con Dios y con los hermanos.
El apóstol no predica a Jesús ni con signos para los judíos, ni con razonamientos filo-
sóficos para los griegos; a Jesús lo anuncia con la sabiduría de la cruz, que es nece-
dad y escandalo para unos, pero salvación para los creyentes.
Hoy en la presencia de Dios entendemos que cada vez es más urgente valorar el
decálogo, el cual iluminado por el mandamiento nuevo (Cfr. Jn 13, 34), nos hace
posible vivir en la armonía y la paz cristiana que Jesús nos ha enseñado durante su
ministerio público, comprendiendo así que estas leyes son palabras de vida eterna
que hacen dulce y amable la existencia de todos los que creemos (Cfr. Sl 18, 11).
“Es muy feo cuando la iglesia se “resbala” en este comportamiento y hace de la casa
de Dios un mercado, estas palabras nos ayudan a rechazar el peligro de hacer de
nuestra alma, que es la morada de Dios, un lugar de mercado, viviendo en la bús-
queda continua del propio beneficio, en lugar de buscar un amor generoso y solida-
rio. Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solo para las comunidades ecle-
siales, sino también para los individuos, las comunidades civiles y toda la sociedad”
(Ángelus, domingo III de cuaresma 2018).
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Jesús, ven ahora a nuestro corazón, haznos comprender la gracia de tu ley en esta
cuaresma, ven a nuestras comunidades y danos la humildad, la comprensión y la
capacidad de sacrificio de unos por otros.
Junto contigo somos el templo del Padre Celestial, que debemos cuidar y nadie
puede destruir, porque tu Padre es un Dios celoso que cuida de nosotros (Cfr. 1Cor
3, 17) por ello hemos de cuidar este templo, y no alejarnos del Padre, porque si él nos
deja, de inmediato se nos acercará el engañador. Padre, tú nos has hecho tu templo
y habitas en nosotros, no permitas que hagamos de este un lugar de negocio, per-
mítenos realizar siempre tu voluntad por la gracia de nuestro bautismo (Cfr. Cesareo
de Arles, discurso 229, 2: CCL 109, 905-907).
La Palabra de Dios sigue siendo hoy la que nos ilumina, la cruz la que nos fortalece
en el verdadero templo de nuestra fe. Escuchemos con atención y recogimiento.
Presidente: Confiando en tu palabra que nos fortalece, en tu cruz que nos redime,
ofrezcamos fervientemente a Dios nuestras súplicas y digámosle:
Oración conclusiva
Padre de amor,
que nos entregaste en tu Hijo al verdadero templo
y que desde Él elevamos nuestras súplicas,
atiende nuestras oraciones que presentamos con fe.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
«Laetare» Marzo 14 de 2021
Introducción
El autor del libro de las Crónicas interpreta el gran desastre de la cautividad del
pueblo en Babilonia como castigo de sus pecados. Empezando por las clases diri-
gentes, los israelitas "multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abomi-
nables de los gentiles". Aunque Dios "tenía compasión de su pueblo" y les envió pro-
fetas que les avisaran, no les hicieron caso.
El salmo 136 expresa muy bien los sentimientos que debieron tener, en tierra extran-
jera, los que todavía se "acordaban de Jerusalén" y de la Ley de Dios, de la Alianza.
Ahora, "junto a los canales de Babilonia", echan de menos los cantos de Sion y piden
a Dios que termine con sus enemigos.
San Pablo, consciente del pecado al que todos somos propensos, destaca la fuerza
del amor de Dios que supera nuestro pecado y nos salva: "por el gran amor con que
nos amó", "nos ha hecho vivir con Cristo".
Para expresar lo que nos sucede a los que nos incorporamos a Cristo, Pablo tiene
que inventar neologismos: "con-vivir, con-resucitar, con-sentarse a la derecha de
Dios" junto con Cristo.
Todo es don gratuito de Dios, que espera de nosotros fe y buenas obras. Así, la lectu-
ra de Pablo nos prepara para escuchar el evangelio, que también insiste en este
amor gratuito de Dios para con nosotros pecadores.
En el evangelio de san Juan leemos hoy la segunda parte del diálogo de Jesús con
Nicodemo, que ya no es tanto diálogo, sino monólogo teológico en labios de Jesús.
La primera lectura hace una descripción que puede ser también la nuestra. A pesar
de la elección y de los dones de Dios, y de los profetas que sigue enviando para ense-
ñanza nuestra, y, sobre todo, a pesar de habernos dado como Maestro y Salvador a
su propio Hijo, seguimos claramente en déficit respecto a la Nueva Alianza que él
nos ha ofrecido. Parece que nosotros hemos hecho una elección por las tinieblas y
no por la luz, porque no alcanzamos a admitir en nuestra existencia la luz de Cristo
y seguimos inclinados por lo efímero, superficial y por una mentalidad de pecado
que ejerce sobre nosotros una fuerza avasalladora.
en una inercia espiritual que hace peligrar que la Pascua de este año 2021 sea una
Pascua provechosa para nuestro crecimiento en la fe.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Esta frase de Jesús, que se
puede considerar como centro y síntesis del evangelio de Juan nos da la clave para
hacer las opciones que debemos hacer en esta Cuaresma: no al pecado, si a la gracia
de Dios; no a la vida de oscuridad, si a la vida eterna; no a la esclavitud, si al amor de
Dios que libera.
Sobre todo, es en el NT cuando experimentamos este amor de una manera más pro-
funda. San Pablo nos dice que "Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que
nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo".
Por eso hemos depositado hoy nuestra atención en la frase: “Tanto amó Dios al
mundo que entregó a su Hijo único”. Esta palabra, que es el núcleo del Evangelio,
produce una fuerte sacudida en nuestro interior. Desafía a nuestra tristeza indivi-
dualista que pretende guardar la vida para salvarla, olvidando que guardar es perder
y entregar es ganar. Invita a gozar de la dulce alegría de su amor; de su fuente nacen
las alegrías más verdaderas. La entrega de Jesús nos hace palpitar por el deseo de
hacer el bien, nos empuja a correr el riesgo de compartir gratuitamente esta alegría.
La mirada contemplativa al amor entregado de Jesús nos lleva a superar la exclu-
sión; los demás no son una amenaza a nuestra alegría, sino su fuente. ¡Qué alegría
saber que muchos dan la vida por amor, y que lo hacen inspirados por la presencia
de Jesús! En cada persona que se entrega resuena para nosotros el primer anuncio:
‘Jesús te ama, dio la vida para salvarte, para iluminarte, para fortalecer.
Queridos hermanos nos estamos acercando a la gran fiesta de la Pascua, y por eso
la Iglesia reflexiona en el gran amor que Dios nos tiene. Él amó al mundo hasta el
extremo de entregar a su Hijo Único, con el fin que todos nos salváramos. Respon-
damos con fe, con entrega y oración al celebrar este gran acto de amor, la Eucaristía:
sacrificio y banquete. Bienvenidos.
La Palabra de Dios nos hace conscientes de que todos somos propensos al pecado
y nos invita de manera especial a destacar la fuerza del amor de Dios que es capaz
de superar nuestra condición de fragilidad. Atentos escuchemos este mensaje.
Oración conclusiva
R. Amén.
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
Marzo 21 de 2021
Introducción
Hoy las lecturas se relacionan de manera muy especial. Mientras que para los hom-
bres el orden habitual de los conceptos es vida-muerte, en Jesucristo es al revés:
muerte-vida. De estas dos realidades y de su relación nos habla la liturgia. Es necesa-
rio que el grano de trigo muera para que reviva y dé fruto, es necesario perder la vida
para vivir eternamente (Evangelio). Jesús, sometiéndose en obediencia filial a la
muerte vive ahora como Sumo Sacerdote que intercede por nosotros ante Dios
(segunda lectura). En la muerte de Jesús que torna a la vida y da la vida al hombre
se realiza la nueva alianza, ya no sellada con sangre de animales sino escrita en el
corazón, y, por lo tanto, espiritual y eterna (primera lectura).
Bien interesante que la oración colecta de hoy pide a Dios “que vivamos siempre de
aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del
mundo”. Nosotros como discípulos del Señor, queremos unirnos a él en ese camino
hacia la hora de su glorificación, que incluye la cruz y la nueva vida.
¿Cuál es la alianza nueva de la que nos habla el profeta Jeremías? Es una alianza pro-
funda e interior. Aquí el profeta resume toda la experiencia de su vida íntima y toda
la enseñanza de la historia: “Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones;
yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.
Tres expresiones del salmo 51(50) ayudan a entender la nueva alianza de la cual nos
habla el profeta: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro”, renuévame por dentro”, “de-
vuélveme la alegría de tu salvación”.
El autor de la carta a los Hebreos nos presenta un Mediador, un Sacerdote que sabe
lo que es dolor y el sufrimiento: "a gritos y con lágrimas presentó oraciones y súpli-
cas al que podía salvarlo de la muerte". Y por su obediencia, "se convirtió en autor de
salvación eterna".
En el evangelio de San Juan Jesús nos va dando las claves para entender su muerte
y resurrección y lo hace con una metáfora de la vida del campo: “si el grano de trigo
no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”.
Estamos ya próximos a vivir la Semana Santa y hoy las lecturas nos presentan a
Jesús que camina con admirable fortaleza a vivir su “hora” decisiva, en la que por
solidaridad con los hombres se dispone a cumplir el proyecto salvador de Dios.
Esta es la hora de Jesús y los evangelistas nos hablan de sus momentos de tristeza y
miedo en el Huerto. También el evangelio de hoy se puede decir que refleja otro mo-
mento, anterior al de Getsemaní, en que Jesús confiesa con emoción: "mi alma está
agitada", y nos dice que lo primero que se le ocurre pedir es: "Padre, líbrame de esta
hora". Aunque en seguida triunfa su obediencia: "pero si por eso he venido, para esta
hora: Padre, glorifica tu nombre". Ya sabemos qué significa para Jesús esa "hora" y
esa "glorificación".
Esta es la hora de Jesús porque Jesús no caminó hacia la muerte como un héroe o
un superhombre, con la mirada iluminada e impasible, sino que "a gritos y con lágri-
mas presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte". Y añade la sor-
prendente observación de que "en su angustia fue escuchado", y que "a pesar de ser
Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer". Por eso fue constituido salvador de la huma-
nidad. Fue escuchado, no porque Dios le liberó de la muerte "antes" de sufrirla, sino
"después", con la resurrección.
Esta es la hora de Jesús porque asumió con seriedad su papel de redentor. Tenemos
un Sumo Sacerdote que ha experimentado en su propia carne toda la debilidad y el
dolor del camino pascual. Eso nos da la convicción de que el dolor o el sufrimiento o
la muerte no son la última palabra. El amor total, hasta la muerte, de Cristo, fue enor-
memente fecundo, como la muerte del grano de trigo en tierra.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
En estos días vamos a seguir muy de cerca al Señor en su pasión. No nos podemos
extrañar que también nuestro camino incluya a veces momentos de dolor y de
miedo. De ahí la necesidad de elevar súplicas con gritos y con lágrimas a Dios, para
que nos ayude en nuestros momentos de crisis. Lo que sí es seguro que tenemos
experiencia de que ser buenos cristianos, y seguir las huellas de Cristo con el estilo de
vida que nos enseñó, no es nada fácil.
A todos nos apetece más la salud, el triunfo, el éxito y los honores que la renuncia o
el sacrificio o el fracaso. Cristo nos ha enseñado que el mundo se salva no con alardes
de poder, sino por medio de la cruz, que en este mundo nuestro no tiene ciertamen-
te buena prensa ni popularidad.
El mundo de hoy nos ofrece otros caminos, que son más apetecibles, pero que no
conducen a la salvación. Nuestra vocación cristiana nos ofrece muchos momentos
de lucha contra el mal, el mal dentro de nosotros y el mal del mundo. El mejor fruto
que podemos anhelar de próxima Pascua es que Dios nos conceda eso que pedía-
mos en el salmo: "Oh Dios, crea en mí un corazón nuevo", para que nos comprometa-
mos con un estilo de vida coherente, alejados de la rutina, el formalismo y podamos
seguir con autenticidad las palabras del Señor.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Hoy celebramos el Quinto Domingo de Cuaresma. En los días previos se nos ha invi-
tado a la conversión, camino a un encuentro con Cristo. El tiempo apremia; ya esta-
mos en la antesala de la Semana Santa y el Señor hoy nos exhorta a que meditemos
detenidamente en su promesa de ofrecerte una vida nueva más allá de esta vida
temporal. Bienvenidos a la celebración eucarística.
Presidente: Oremos a Dios Padre, por Jesucristo su Hijo, autor de salvación eterna.
Unámonos con fe diciendo:
Oración conclusiva
R. Amén.
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
Marzo 28 de 2021
Introducción
El profeta Isaías hablando de la misión del hombre que presenta destaca las partes
del cuerpo como el oído, la lengua, el rostro, la barba, la espalda y la mejilla; mientras
que el salmista resalta la cabeza, las manos, los pies y los huesos; mientras que san
Pablo orienta la mirada a la contemplación del hombre en su humanidad, y mencio-
nando la rodilla y la lengua como instrumentos para glorificar a Dios.
En la narración del evangelista San Marcos se destaca el frasco de nardo que derra-
ma una mujer en la cabeza de Jesús, junto a la corona de espinas y los golpes que le
daban en su cabeza; al igual que su rostro escupido, abofeteado por los soldados
romanos. Jesús mismo alude a su cuerpo embalsamado para la sepultura, pero soli-
citado por José de Arimatea para para poderlo enterrar; al mismo tiempo que en el
momento de la última cena, alude al cuerpo de la Eucaristía: esto es mi Cuerpo y a
la sangre, como sangre de la alianza. Se encuentran en el texto evangélico otras
partes del cuerpo que no se refieren directamente a Jesús como los labios que lo
besan, la oreja del criado que es cercenada y el muchacho que huye desnudo des-
pués que apresasen a Jesús.
Todo ser humano posee un cuerpo que constituido por su naturaleza por muchas
partes que unidas forman un todo.
Toda la creación (humanidad), dice el apóstol san pablo (Cfr. Rom 8, 18-25), gime
como con dolores de parto, hasta que alcance a liberarse de la esclavitud de la
corrupción para entrar en la libertad gloriosa de la salvación de los hijos de Dios.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
explotados, que usa sus cuerpo para el comercio y tráfico de órganos, son asesina-
dos, explotados y abusado sexualmente, vendidos usados como herramientas de
comercialización, sin contemplar los dolores y sufrimientos de su humanidad y sin
sentido trascendental de sus almas. Tantas víctimas de la violencia de la pandemia,
fallecidos sin que sus cuerpos hayan tenido cristiana sepultura. También el cuerpo
de la Iglesia sufre cuando uno de sus hijos y de sus partes no son honradas y respe-
tados en su dignidad debidamente. En tantos seres humanos, Cristo sigue siendo
maltratado y crucificado en su cuerpo.
La Palabra de Dios nos invita a disponer nuestros sentidos, ojos y oídos para que
contemplemos y escuchemos los misterios de la redención sucedidos en el cuerpo
de Jesucristo, por quien hemos sido salvados en nuestro cuerpo y en nuestra alma
como cuerpo místico que es la Iglesia. Escuchemos con atención para vivamos con
compromiso.
R. Amén.
JUEVES SANTO
(Misa vespertina) Abril 1° de 2021
Introducción
Las lecturas de este jueves santo nos llevan a contemplar a Jesús en la triple dimen-
sión del alimento que nos sacia y nos prepara para la vida eterna en tres figuras:
Jesús es el alimento que se dona en servicio a los demás por amor, nos invita a con-
templar a Nuestro señor Jesucristo a través de la narración del acontecimiento pas-
cual que nos regala el evangelista San Juan en la última cena: se levanta de la mesa,
se quita el manto, toma una toalla y se la ciñe, llena la jarra de agua, se agacha y
comienza a lavarle y a secarle los pies a sus discípulos.
Después de haberles lavado los pies, el Señor dialoga con los apóstoles y los discípu-
los, y les enseña, que el ministerio ya sea episcopal, sacerdotal o diaconal, superior o
superiora entre los religiosos, ha de ser de servicio, abajamiento, humillación frente
a los poderes del mundo, y ha de ser desde la caridad fraterna, ayudándose los unos
a los otros.
Inclinarse a lavar los pies a los demás, implica dar ejemplo, pero también significa
trabajar por los demás, para que con nuestro servicio y trabajo ayudemos a saciar el
hambre de la humanidad manifestado en carencias física, psicológicas, espirituales
de una humanidad que no debe olvidar que su Dios no se cansa de trabajar y de
saciar todas clase de necesidad por amor.
Jesús, alimento de vida, que se dona en servicio a los demás por amor, invita a la
comunidad cristiana a poner sus talentos, profesiones al servicio para ayudar a la
humanidad a superar las necesidades del cuerpo y del alma. Nos recuerda que
nadie es tan autosuficiente que no dependa en algo de los demás, ni tan falto de
talento, que no pueda poner al servicio algún servicio para ayudar a los demás.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
En la acción de Jesucristo que lava los pies a sus discípulos, oremos para que la
humanidad no olvide a Dios que lo ha hecho todo por amor, y que en este ejemplo
de vida se anime con una nueva esperanza a servir a los demás empezando por los
más vulnerables.
En el lavatorio de los pies contemplemos a Dios que se inclina como un padre ante
sus hijos para servirles por amor. Contemplemos nuestros pies, soporte de nuestro
cuerpo y de nuestra humanidad, ayudando a sostener la dignidad y la existencia de
tantos hermanos que carecen en sus necesidades, siendo ministros servidores por
amor. Escuchemos la Palabra de Dios en actitud de servir a los demás.
Oración conclusiva
R. Amén.
VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
Febrero 7 de 2021
Introducción
En este día celebramos la muerte de Jesús como paso necesario hacia la resurrec-
ción, este recuerdo está lleno de esperanza y de victoria. Es un día centrado en la
cruz, pero no con aire de tristeza, sino de celebración, ya que Cristo Jesús, como
Sumo Sacerdote, en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntaria-
mente a la muerte para salvarnos a todos.
El profeta Isaías nos anuncia uno de los momentos culmen de la revelación vetero-
testamentaria: el cuarto cántico del Siervo de Yahveh. Este siervo se presenta ante
los demás, en primer lugar, como raíz de tierra árida o flor gris del desierto sin pro-
fundidad ni colorido. El Siervo es presentado como despreciado y abandonado por
todos. Es condenado a la muerte. Ahora bien, no era culpable, nos dice Isaías. Al con-
trario, es a causa de nuestras faltas como ha llegado a esta situación. Pero lo que
aparecía como un oprobio se ha convertido en una exaltación. Será elevado. Cuando
su vida parecía acabar en un fracaso y en soledad, llevaba el pecado de las muche-
dumbres. Su vida da fruto, verá su descendencia. Será colmado.
La carta a los Hebreros nos presenta el sumo Sacerdocio de Cristo como un incenti-
vo más para la perseverancia. La argumentación tiene delante el patrón del Antiguo
Testamento. Una vez al año, el gran día de la expiación, el sumo sacerdote judío
entraba en el santo de los santos, con la sangre de las víctimas, para llevar a cabo la
expiación de los pecados de todo el pueblo. Sobre este patrón familiar a todos los
judíos, se describe la función sacerdotal. Allí, ante Dios, ejerce su oficio sacerdotal a
favor de todos los hombres.
En el relato completo de la pasión según san Juan, se evidencia una de las caracte-
rísticas del Jesús joánico durante la pasión: su soberanía. Jesús se presenta como el
hombre libre que camina hacia su muerte con plena conciencia. La cruz no lo agarra
desprevenido. Habría podido escapar, pero se deja atar porque da su vida para que
todos tengan vida (Jn 18,1-19,42). De esta manera, está cumplido el plan de Dios para
redimir al hombre.
Esta entrega plena de Jesús en la cruz es testimonio de algo sublime, que nos lleva
a preguntarnos ¿por qué Dios permitió que su Hijo viviera tantos vejámenes y mu-
riera en cruz, si Él hubiera podido decir una palabra para dar el perdón a todos los
hombres? La respuesta a esto solo tiene una razón: el amor. Jesús mismo declaró su
libertad de compadecerse de toda la humanidad y de entregar su vida por la reden-
ción de todos.
A propósito de esto, el Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda, ante este gran
misterio de fe y amor, que “la muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una
desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de
Dios, como lo explica san Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de
Pentecostés: "Fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento
de Dios" (Hch 2, 23). Este lenguaje bíblico no significa que los que han "entregado a
Jesús" (Hch 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de ante-
mano por Dios”. (CIC 599)
Por lo tanto, al morir Jesús por nuestros pecados entendemos que este designio
divino de salvación a través de la muerte del "Siervo, el Justo" (Is 53, 11; Cfr. Hch 3, 14)
es misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de
la esclavitud del pecado (Cfr. Is 53, 11-12; Jn 8, 34-36). La muerte redentora de Jesús
cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (Cfr. Is 53, 7-8 y Hch 8, 32-35).
Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo dolien-
te (Cfr. Mt 20, 28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escritu-
ras a los discípulos de Emaús (Cfr. Lc 24, 25-27), luego a los propios apóstoles (Cfr. Lc
24, 44-45). (Cfr. CIC 601)
Por consiguiente, los que seguimos a Cristo estamos también con él crucificados,
muriendo a nuestra antigua conducta, somos introducidos en una vida nueva con-
forme al evangelio. Por eso decía Pablo: “Los que son de Cristo Jesús han crucificado
su carne con sus pasiones y sus deseos”. Y nuevamente, como hablando de sí, dice
de todos: “Para la ley yo estoy muerto, porque la ley me ha dado muerte; pero así vivo
para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en
mí”. Y a los Colosenses les dice: “Si moristeis con Cristo a lo elemental del mundo,
¿por qué os sometéis a reglas como si aún vivierais sujetos al mundo? De hecho, la
muerte del elemento mundano que hay en nosotros nos introduce en la conversión
y en la vida de Cristo”.
En este día solemne y de gracia se requiere insistir en el don de la entrega libre y por
amor de Cristo en la cruz, para la salvación de toda la humanidad. Es oportuno hacer
evidenciar todo aquello que llevó a que el Señor fuera conducido al Gólgota y cruci-
ficado, pero además que se reconozca que hoy nuevamente, de muchas formas,
llevamos a Cristo a la cruz: cuando destruimos al otro con palabras y obras, cuando
atentamos contra la justicia, la verdad, la paz y el cuidado del medio ambiente.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Monición inicial
Monición a la postración
La postración rostro en tierra es el gesto más completo de humildad que una perso-
na puede hacer ante Dios, rico en misericordia. En este día lo hace el ministro que
preside la celebración. Nosotros lo acompañamos poniéndonos de rodillas.
Cristo en la cruz oró por todos sin distinción alguna. Nosotros, siguiendo su ejemplo,
oremos por las necesidades e intenciones de la Iglesia y del mundo entero.
Hoy no celebramos la Eucaristía. Ahora se trae el Pan que fue consagrado en la cele-
bración de ayer y con Él comulgaremos. Al comulgar expresemos y vivamos la unión
con Aquel que se entregó por nosotros en la cruz.
Monición final
Después de haber sido testigos del amor del Padre por nosotros, al entregarnos a su
propio Hijo, con la gracia del Espíritu Santo y en compañía de María
Lectura: Rm 6,3-11
Salmo: Sal 118 (117),1-2.15c+16a+17.22-23
Evangelio: Mc 16,1-7
Introducción
La Vigilia Pascual (VP) está caracterizada por la abundancia de los signos de la crea-
ción: la luz, en el rito de la bendición del fuego nuevo y el valor teológico del Cirio
Pascual; el Gloria, el Aleluya, el agua, elemento natural con el cual la Iglesia materiali-
za la grandeza del bautismo; la Eucaristía y una característica esencial de esta cele-
bración es llevar a la comunidad a un encuentro orante con la Palabra de Dios.
Las oraciones que se dicen después de las lecturas del Antiguo Testamento inter-
pretan los pasajes bíblicos proclamados en clave: cristológica, eclesial y sacramental.
Las lecturas que la Iglesia proclama en la Vigilia Pascual, se pueden distribuir, por
razones pedagógicas, en tres bloques: a) Creación e historia de la salvación; b) anun-
cios proféticos; c) la palabra se cumple en la persona de Cristo.
Gn 1,1 – 2,2 La acción creadora de Dios tiene como centro de su amor al hombre
quien es constituido sagrario de la confianza divina. Una expresión de la misericor-
dia de Dios es asociar al ser humano a la obra de la creación. La misión del hombre
en la creación es parte del proyecto de Dios. La figura literaria del “jardín del Edén”
tiene un valor profundamente teológico, con ella se expresan aspectos fundamen-
tales: El bienestar por excelencia, la felicidad, la comunión misteriosa de Dios con el
hombre donde él es el soberano de la historia.
Is 54,5-14 Sal 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a). Isaías presenta la figura del esposo y la
esposa para significar la relación entre Dios y el pueblo. Dios como el esposo fiel y el
pueblo como la esposa infiel a quien Dios-esposo ha creado y a pesar de la infideli-
dad, la vuelve a llamar y a tomar como propiedad. La manera de ser de Dios rompe
la lógica de la tradición israelita sobre la fidelidad que era considerada sagrada y
quebrantarla traía consigo graves castigos. El profeta expresa que el poder de Dios
supera esa realidad y él se mantiene fiel a su palabra de salvación. El trasfondo de
este texto es la Alianza de Dios con su pueblo.
Is 55,1-11Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3). Dios soberano dirige la historia de todos los
pueblos e invita a participar de los dones de la nueva Alianza.
En la figura de la lluvia que cae sobre la tierra se desvela una sana dependencia en
la cual la promesa de una tierra no solo la da Dios, sino que es Él quien la riega, la
cuida y cultiva.
Contemplar los planes de Dios. En la expresión “mis planes no son vuestros planes,
el lector debe fijar su mirada en un Dios que es universal, espiritual y salvador; su
grandeza no le impide ser cercano, providente, misericordioso y bueno.
Ba 3,9-15.32 - 4,4Sal 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68). El texto de Baruc centra su mensaje
en el pueblo que fue exiliado y se encuentra en Babilonia. Su predicación describe
lo que significa para el pueblo la ciudad santa de Jerusalén, que con su templo y
prácticas religiosas es el fundamento de su identidad y anuncia que ese amor por la
tierra santa provocará el regreso y la restauración definitiva. Destacamos dos ideas:
El profeta con sutileza confronta al pueblo con su realidad. El dolor de saberse fuera
de su tierra es la consecuencia de haber suplantado el camino de Dios y trasgredido
la Alianza.
Enseña el Papa Francisco “el predicador debe ser el primero en tener una familiari-
dad personal con la Palabra de Dios…necesita acercarse a la Palabra con un corazón
dócil y orante antes de preparar concretamente lo que uno va a decir en la predica-
ción, primero tiene que aceptar ser herido por esa Palabra que es viva y eficaz…” (EG
149-150). Confrontemos nuestra vida y ministerio.
b. Caminar es la actividad que debe realizar toda quien se siente llamado a coo-
perar con Dios en el cuidado de la creación y en la promoción integral de las de
los pueblos. Pero caminar no de cualquier manera, sino en plena libertad, y
como Abraham, tener la certeza que “lo acompaña el don de la fe y la esperanza
que palpita en el corazón de su pueblo y su cultura”. “los pasos dados hacen
crecer la esperanza, en la convicción que la búsqueda de la paz es un trabajo
siempre abierto… y que exige el compromiso de todos…” (Papa Francisco, Visita
Apostólica a Colombia, encuentro con las autoridades, Bogotá, 7 de septiembre
de 2017).
c. Escuchar como Moisés la Palabra de Dios que tiene poder para transformar el
miedo, la persecución, la muerte, la injusticia, la esclavitud en una oportunidad
de nueva vida. Tenemos un trabajo por hacer “que nos pide no decaer en el
esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferen-
cias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, per-
sistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro que exigen colocar en el
centro a la persona humana, su altísima dignidad y el respeto por el bien
común” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, encuentro con las autori-
dades, Bogotá, 7 de septiembre de 2017).
d. Conversión es un llamado permanente del mensaje profético. El pueblo reco-
noció su infidelidad, su desobediencia. Colombia, sus regiones, debe reconocer
las raíces que alimentan tanta violencia. Una de ellas es “cuando el hombre se
aparta de Dios, cuando el corazón humano busca sus fines lejos de Dios, hirien-
do, abusando, dominando, destruyendo y ultrajando” (CEC. Artesanos del
perdón, la reconciliación y la paz, 21).
Convertirnos exige una opción por Cristo resucitado; Él es “el primer paso y es un
paso irreversible. Proviene de la libertad de un amor que todo lo precede”. Convertir-
se es asumir el camino que el Papa Francisco propone: a. el todo es superior a la
parte; b. el tiempo superior al espacio; c. la realidad es superior a la idea; d. la unidad
es superior al conflicto (EG 217-237). Vivir con el resucitado es tener la certeza que
“aquellos que lo reconocen y lo acogen reciben en herencia el don de ser introduci-
dos en la libertad de poder cumplir siempre con Él ese primer paso.” (Papa Francis-
co, Visita Apostólica a Colombia, encuentro con los Obispos, Bogotá, 7 de septiem-
bre de 2017).
“Primerear” desde el resucitado es salir, involucrarse, ser testigo del Señor resucita-
do que nos ha “primereado” en el amor (1Jn 4,10). La comunidad que celebra la
Resurrección, descubre su identidad misionera, encarna una espiritualidad de
éxodo que conduce a la reconciliación, el perdón y la paz (Papa Francisco, Mensaje
jornada mundial de las misiones 2017).
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Apreciada comunidad: Esta noche la Iglesia asume el papel de los criados del evan-
gelio, que, con lámparas encendidas, esperamos y acogemos al Señor resucitado
que nos invita a volver a Él y, a sentarnos a su mesa eucarística.
Esta noche nos enseña que Cristo resucitado es luz de nuestro diario vivir; proclama-
mos la Palabra de la salvación que tiene pleno cumplimento en la resurrección del
Señor y, actualizamos esta salvación, en la celebración del Bautismo, en la renova-
ción de las promesas bautismales y, en la Eucaristía.
Con la alegría de Dar el primer paso con Cristo resucitado, participemos en la solem-
nidad de la Pascua.
La clave para entender las lecturas la ofreció Jesús a los peregrinos de Emaús, "todo
lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cum-
plirse, y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se
refería a Él en la Escritura (Lc 24,27).
1. Por la Iglesia de Dios para que, bajo la guía del Papa Francisco, sea en medio
de la humanidad, sacramento de unidad, esperanza y caridad.
2. Por los gobernantes de las naciones para que, frente a la opresión, la violencia,
los conflictos, la corrupción, respondan con la promoción del amor y respeto por
la vida y su dignidad.
3. Por el poder legislativo para inspirados en Cristo resucitado, promulguen leyes
con el deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan
exclusión y violencia.
4. Por quienes creemos en Cristo resucitado, para que, fijando la mirada en los
pobres, excluidos y marginados de la sociedad, promovamos la construcción de
una cultura del encuentro donde no nos olvidemos de los pobres.
5. Por nosotros aquí reunidos para que, en el seguimiento de Cristo resucitado,
seamos constructores de la paz, promotores de la vida y apasionados defensores
de la dignidad de la familia.
Oración conclusiva
Padre todopoderoso,
que en tu Hijo muerto y resucitado nos has salvado
escucha las súplicas que la Iglesia te presenta en esta noche santa,
Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
DOMINGO DE PASCUA EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Abril 4 de 2021
Introducción
Una de las situaciones reales del hombre de ayer y de hoy, es que no sabe cómo con-
frontar su propia existencia no sabe a qué atenerse y tampoco en quien poner su
esperanza, pero sobre todo en la vida más allá de la muerte. Estamos en una socie-
dad materialista que cada día va decayendo esa esperanza en la vida eterna y suele
vivirse una vida sin sentido.
En la humanidad no todo es oscuro, hay de todo, los que creen y los que no creen. A
los que no creen les hace falta una experiencia con Cristo Resucitado y victorioso, en
la palabra, los sacramento y en la Eucaristía. Por eso carecen de esperanza y no
pueden ver a futuro la luz de la resurrección. Hay que salir corriendo como Juan y
Pedro al encuentro con Cristo resucitado, saliendo de las incógnitas y dejando que
Jesús quite las oscuridades del pensamiento y del corazón que no permiten verle,
hay que ir la a tumba vacía, ver, creer y contemplar.
Todo lo anteriormente dicho hace pensar que, de una manera u otra, se comienza
ser testigo de Cristo Resucitado por la palabra anunciada y el don de la fe que se ha
recibido, por eso, se es testigo como Pedro para dar testimonio de la resurrección y
como Pablo ser hombres buscadores de los bienes del cielo.
Como bautizados y testigos de Cristo, no podemos vivir una vida como si Cristo no
hubiese resucitado, Cristo está vivo y nuestra vida es nueva. Los textos de este
domingo de resurrección me invitan a dejar mi pasado y a vivir mi hoy con la nove-
dad de vida que trae Cristo, siendo conscientes que Él es Señor, que Él es mi Señor.
Debo tener los deseos de María Magdalena o los apóstoles de buscar a Cristo hoy en
la Palabra, los Sacramentos y de manera especial en el de la Eucaristía.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Señor, tus palabras son espíritu y vida, enséñanos a descubrirte en la palabra procla-
mada y anunciada, permítenos dejarnos contagiar de la alegría y el gozo que produ-
ce encontrarnos contigo en la Palabra. Ayúdanos a acercarnos a tu santa Palabra sin
miedo y temores, sino que se despejen las dudas del pensamiento y del corazón para
que siendo tus testigos te anunciemos en los hermanos que viven sin esperanza.
Amén.
Todos los textos que se proclamarán en la liturgia de este día nos anuncian la alegría
de la Pascua: este es el día en que actuó el Señor sea nuestra alegría y nuestro gozo.
El Evangelio, nos presenta la tumba vacía como testimonio de la resurrección de
Cristo para que creyendo y escuchando tengamos fe y anunciemos a los hermanos
que Él está vivo siendo sus testigos. Escuchemos atentos la palabra de Dios y dejé-
monos nutrir de su pan de vida.
Oración conclusiva
R. Amén.
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA o de la Divina Misericordia
Abril 11 de 2021
Introducción
En los textos litúrgicos de este segundo domingo de pascua, conocido como domin-
go cuasimodo o domingo de la misericordia, podemos extraer las siguientes ideas:
En el texto el santo Evangelio según San Juan, que se proclama en toda la Iglesia,
encontramos en todo el desarrollo de la escena, la presentación de Cristo Resucita-
do a la comunidad discipular reunida con las puertas cerradas por miedo a los judíos
y les saluda con la paz.
Cristo se presenta y disipa los miedos que experimentan los discípulos inundándo-
los de paz y alegría, aunque al principio resultaba algo chocante porque no estaban
preparados para este acontecimiento que era algo imposible, impensable, increíble
e inimaginable, pero es la realidad.
El Espíritu Santo regalo Pascual de Cristo, es el don más preciado de Jesús Resucita-
do, ya que este es donado para dar fortaleza a los discípulos para que puedan dar
testimonio de él en medio del mundo sin tener miedo. El Espíritu Santo en la vida de
los discípulos, tiene como misión hacerle recordar las enseñanzas de Jesús y de
acompañar a los discípulos en la misión encomendada de ser comunicadores de
paz, de perdonar, ser misioneros de la misericordia, en otras palabras, es hacer pre-
sente a Cristo en la Misión en la Palabra y los Sacramentos.
Hoy quiero hacer eco a la palabra de Santo Tomás dichas el en evangelio: Señor mío
y Dios mío, nos enseña a mantener una relación con Cristo resucitado en la fe y la
adoración, a través la Palabra de Dios y los Sacramentos.
Por último, la Palabra me invita a descubrir a Cristo como fuente de fe, paz y alegría,
dejándome inundar de su alegría y gozo, dando testimonio de Él ante los hermanos
que viven en tristeza, angustias y temor, que puedan sentir la presencia renovadora
y transformadora de la Resurrección.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Señor, Jesús, derrama sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que nos guie
e ilumine con su luz, para que reconociendo que Tú eres fuente de fe y paz, pueda
ser tu testigo en medio del mundo, tu presencia viva y actuante en la Iglesia, la pala-
bra y los Sacramentos, alejen de nosotros todo miedo, temor y tristeza, conviértelos
en alegría y gozo. Amén
1. Por la Iglesia: el Papa Francisco, los obispos, presbíteros y diáconos para que,
siendo testigos de Cristo resucitado, sigan anunciando al mundo la fe y la paz.
Roguemos al Señor.
2. Por nuestros gobernantes: presidente, gobernadores y alcaldes, para que se
hagan partícipes de la alegría de la Resurrección y, animados e impulsados por
Cristo, trabajen por el progreso de los pueblos para una vida mejor. Roguemos al
Señor.
3. Por todos nosotros para que nos hagamos solidarios con los más pobres y
necesitados de nuestra comunidad, ayudándoles con nuestra oración y ayuda
económica. Roguemos al Señor.
4. Por nuestra comunidad parroquial para que sea impulsada por la alegría de la
Resurrección Cristo, de tal modo que sean testimonio de luz ante la sociedad.
Roguemos al Señor.
Oración conclusiva
R. Amén.
TERCER DOMINGO DE PASCUA
Abril 18 de 2021
Introducción
La Palabra de este domingo nos, presenta, entre otros, tres temas para orientar
nuestra reflexión:
Su siervo Jesús, Cristo, a quien el Dios de Israel “ha glorificado, como lo había prome-
tido a su Hijo amado, Jesús”. Gloria que se refiere al señorío y la majestad de Dios.
Gloria de Dios, revelada a la humanidad, principalmente de tres formas: En el taber-
náculo y en el templo, a través de la presencia Divina; en obras mesiánicas de Salva-
ción; y en el juicio.
Gloria que Dios comparte con Jesús. Gloria de Dios y gloria de Cristo quien revela su
presencia en nosotros y en la comunidad, en su obra salvadora y en el juicio.
Por lo que se concluye: Juicio sin gracia destruye, y, a la vez, gracia sin juicio es
‘gracia barata’, “el enemigo asesino de nuestra iglesia” (Dietrich Bonhoeffer, The
Cost of Discipleship). Necesitamos el perdón de Dios y nuestro arrepentimiento.
San Juan, en su primera carta, nos presenta a Jesucristo, sacrificado por nuestros
pecados, quien había advertido su muerte para “que se cumpliera todo lo escrito en
la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos…”, había invitado a guardar sus manda-
mientos, a ser fieles, como signo de que lo conocemos, y a amar y alabar a Dios con
sentimientos de gratitud.
San Lucas identifica al discípulo misionero, quien reconoce a Jesús y tiene un estilo
de vida: de paz y alegría, de conversión y perdón, de encuentro y testimonio; diferen-
te al mundo, que sigue el sistema anti-Dios, por lo que rechaza permanecer en Él y
vivir como Él, como señales del auténtico cristiano, que cree que Jesús es el Mesías,
el Hijo de Dios venido en cuerpo humano; obedece la Palabra de Dios; y que vive la
paz y ama, perdona y sirve a los hermanos.
El Señor Jesús ayuda a los discípulos a superar el miedo y terror, el espanto y la incre-
dulidad. Les muestra las manos y los pies, diciendo: “¡Soy yo!”, y manda palpar el
cuerpo, diciendo: “Porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo
tengo.” Muestra sus manos y sus pies, porque en ellos están las marcas de los clavos.
Cristo resucitado es Jesús de Nazaret, el mismo que fue muerto en la Cruz, y no un
Cristo fantasma como imaginaban los discípulos viéndolo. Les pide palpar su
cuerpo, porque la resurrección es resurrección de la persona toda, cuerpo y alma.
Nada que ver con los griegos y la teoría de inmortalidad del alma o con la reencarna-
ción. Dios, de forma maravillosa, cumplió en Jesús, su designio.
Jesús, el enviado, desarrolló la mayor parte de su vida pública en la tierra, con sus
discípulos, y les había anunciado todo lo relacionado con Él en las Escrituras, por eso
ahora al hablarles les abrió el entendimiento y comprendieron lo sucedido.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
El Señor Jesús está presente entre nosotros, pero hoy encontramos opiniones diver-
sas y contradictorias acerca del testimonio que damos los cristianos. Están los que
dicen que estamos lejos de ser testigos, que nuestro comportamiento en lugar de ser
buena noticia, por ser portadores de la Palabra de Dios, es muy dudoso, temeroso y
tímido. Otros opinan que necesitamos experimentar su presencia resucitada para
convertirnos y renovarnos, porque nos falta fe. Y están los que afirman que en la
medida que reconocemos que su amor actúa en nuestras vidas y nos dejamos llenar
de su Espíritu, podemos caminar día a día siendo testimonios vivos para otros herma-
nos. Este reconocer en nuestro camino al Resucitado, experimentarlo en nuestra
vida, nos da el poder ser testigos, ser lámparas y senderos para anunciarlo, como el
Mesías. Se trata, por tanto, de invitar a reconocerlo y confiar en su misericordia de
Hijo de Dios; dejar las dudas y terror y, por el contrario, verlo y escucharlo en quienes
esperan compasión; comprender las Escrituras y tener actitudes de misericordia en
la oración y la acción, en la palabra y la vida y en la acogida y el trato; convertirnos y a
agradecer el regalo de la salvación con una vida fraterna y solidaria, de perdón y paz;
ser apóstoles de misericordia y hacer de los mandamientos vida que nos lleve a amar
y servir a los otros y nos prepare para el encuentro definitivo con el Señor, y a vivir de
fe y amor para tener fortaleza en la lucha y consuelo en las dificultades.
1. Dios Padre, que, por medio de tu Hijo Jesucristo, nos llamaste a ser una sola
familia, superando toda duda y división, bendice al Santo Padre Francisco y con
él a toda la Iglesia, para que unidos sirvamos a los que nos envías. Oremos.
2. Bendice, Padre, a las autoridades, para que sepan solucionar los conflictos, no
con la fuerza de las armas, sino con el diálogo constructivo: Oremos
3. Acompaña con tu misericordia, Padre, a los desplazados, los migrantes, los
perseguidos a causa de la justicia, para que todos logren el respeto de sus vidas
y sus derechos. Oremos
4. Padre, bendice las familias, presencia de tu amor y signo de la unidad en Igle-
sia, para que tengan espacios de oración común y, unidas en la fe y la caridad,
hagan de sus hogares ambientes de acogida fraterna. Oremos.
5. Señor, bendícenos a nosotros, aquí presentes, que hemos escuchado: “Mujer,
qué grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”, para que seamos solidarios
con los excluidos y los discriminados. Oremos
Oración conclusiva
Señor,
tu nos dijiste “pedid y se os dará”,
Escucha, pues, las súplicas de tu pueblo
y fortalécelo con tus bendiciones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
CUARTO DOMINGO DE PASCUA
Abril 25 de 2021
Introducción
Nos disponemos a profundizar en una de las páginas más bellas y entrañables de los
Evangelios: Las que nos presentan a Jesús como el Buen Pastor y a nosotros como
ovejas de su rebaño. Es un tema que ha alimentado la fe y la devoción de los cristia-
nos a lo largo de los siglos. Los primeros cristianos no se atrevían a pintar a Jesús cru-
cificado; sin embargo, en las pinturas de las catacumbas y en los sarcófagos paleo-
cristianos es muy común encontrar representaciones de Jesucristo con una oveja
sobre sus hombros.
Igualmente, uno de los temas de este domingo es el de la filiación, Dios nos ha con-
cedido ser hijos, Juan nos lo presenta como la mejor prueba del amor de Dios.
Cristo, el Buen Pastor, es el centro de nuestra vida de fe, él debe iluminar la vida de
todos los que escuchan su voz y lo siguen. Signos visibles de Cristo, Príncipe de pas-
tores (1 Pe 5,4), son nuestros pastores, puestos por Dios para regir nuestras almas en
su Iglesia hasta que él vuelva.
Decimos con el Salmo 117: «Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna
su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; mejor es
refugiarse en el Señor, que fiarse de los jefes»
La segunda lectura es una alabanza a Dios Padre, por el amor que comparte con
todo el género humano, este amor que nos hace pertenecer a Él por el bautismo, y
cuando se cumpla el tiempo en cada uno de nosotros lo veremos cara a cara en su
gloria, semejantes a Él. Toda la autoridad redentora de Cristo y de sus Vicarios o Pas-
tores en la Iglesia, se cifra en hacer visible la amorosa paternidad de Dios sobre
nosotros sus hijos.
La pascua es un tiempo que nos quiere hacer entender y celebrar mejor el Misterio de
Cristo y comprender su resurrección.
Las imágenes que nos hacen entender mejor a Cristo resucitado se multiplican. Hoy,
por ejemplo, Pedro, valientemente, ante las autoridades compara a Cristo con la
piedra que los arquitectos habían desechado y que se ha convertido en piedra angu-
lar. El salmo responsorial hace eco a la primera lectura cuando se entona uno de los
canticos más pascuales, el Sal.117 "Dad gracias al Señor porque es bueno... Este es el día
en que actuó el Señor...”, este salmo anuncia precisamente lo de la piedra desechada
y que luego se convierte en principal.
Cada año leemos el capítulo 10 de Juan, pero en pasajes distintos. Este año leemos la
parte central, las características del buen pastor. Esta metáfora que todos entienden,
sobre todo los que durante años vamos escuchándola en las lecturas, tanto del AT,
como del NT., descubrimos cómo las cualidades del buen pastor, que el mismo Jesús
describe, se cumplen perfectamente en Él:
Conoce a sus ovejas y es conocido por ellas; no es una sociedad anónima, la comu-
nidad de Jesús: El ofrece a todos cercanía y comunión;
No sólo conduce a sus ovejas a buenos pastos, las alimenta o las defiende de los
peligros, sino que hace algo mucho más radical e inesperado: en contraposición a
los asalariados, el pastor bueno está dispuesto a dar su vida por las ovejas;
Y, además, tiene otras ovejas, y quiere reunirlas a todas, hasta que formen un solo
rebaño.
No está mal que, con ocasión de la Jornada Mundial de oración por las Vocaciones en
el contexto de la celebración del Buen Pastor, el predicador hable de sí mismo, de
cómo le alcanza a interpelar la Palabra. Siempre debería ser el primero en escucharla
para luego actualizarla a los fieles. Es un examen que también convendría hacer a
todos aquellos que, de algún modo tienen en la comunidad cargos, ministerios,
encargos de animación.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
En este ciclo B leemos la parte central del capítulo 10 del evangelio de Juan, este
capítulo nos presenta a Jesucristo como el buen pastor y destaca sus principales
características.
Jesús se ha presentado como la puerta única de las ovejas, Él las puede llevar a
pastos abundantes, ante esos pastores que opacan la vida eterna o la oscurecen, solo
Jesús tiene Palabras de vida eterna, sus palabras revelan al Padre, sus hechos lo
comunican; Jesús da la vida por sus ovejas, muere en favor de todos los hombres, su
muerte nos acerca a Dios, nos une a Él, nos concede vida y vida eterna, de ahí que el
auténtico Pastor, Jesús, le importen las ovejas, de ahí la Encarnación, Dios se hizo uno
de nosotros para el perdón de nuestros pecados.
El Padre conoce al Hijo, el Hijo al Padre, en esta comunión perfecta, ha surgido por
amor la comunicación con el género humano – el Padre conoce al Hijo y en Jesús el
Padre conoce a los hombres. El Padre se comunica en Jesús a los fieles, los fieles
alcanzamos la comunicación en Jesús.
Además, hoy el evangelio resalta: “Tengo además otras ovejas”, para expresar el univer-
salismo de la salvación, Jesús muere por todos y todos están llamados a gozar de Dios.
Todos los cristianos deberíamos sentirnos hoy como la oveja que ha sido rescatada
del abismo. Deberíamos de experimentar aquello de san Pablo: me amó y se entregó
a sí mismo por mí. El secreto de la vida cristiana está todo en experimentar el amor
del Padre en Cristo Jesús por el Espíritu. Todo lo demás viene por añadidura. Experi-
mentar que Dios me ha amado con un amor eterno y que, por eso, mi oficio en ade-
lante es también el del amor.
La falta de sacerdotes se agrava aquí y en muchos lugares del mundo, faltan pastores
y se pierden las ovejas, por eso, se requiere que los laicos, diestros en las cosas del
mundo, sean también diestros en la promoción de las vocaciones. Un promotor
vocacional puede descubrir contactos importantes, puede remitirlos a la instancia
apropiada, puede poner en pie vigilias de adoración ante el santísimo para pedir al
Señor nos envíe pastores según su corazón. Esos promotores los conocemos y exis-
ten, pero debemos multiplicarlos. Quizá nada mejor para sembrar las vocaciones,
que nuestro propio testimonio de vida.
Celebramos, en este cuarto domingo de Pascua, la fiesta del Buen Pastor. Jesús
como el Buen Pastor que guía a sus ovejas y las lleva a buenos pastos, las reúne, las
defiende y da la vida por ellas. Unámonos a toda la Iglesia orando por el aumento de
las vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada. Participemos activamente en esta
celebración eucarística.
Presidente: Hermanos, con el gozo que produce la pascua, oremos con insistencia
a Dios Padre, para que Él, quien escuchó las oraciones y súplicas de su amado Hijo,
se digne mirar propicio nuestras humildes peticiones. Digamos con fe:
R. Padre Santo, escúchanos
1. Por los pastores y ministros de la Iglesia, para que tomen a Cristo como su
modelo y guíen con valentía al pueblo de Dios al reino de la justicia y del amor.
Oremos
2. Por todos los cristianos del mundo, para que lleguen a ser el pueblo santo de
Dios; por los que han perdido la fe, para que nuestra vida cristiana sea tan creíble
que les inspire volver a Cristo. Oremos
3. Por los líderes de las naciones, para que promuevan siempre la libertad y dig-
nidad del hombre, y coloquen la justicia y la calidad de vida por encima de la
ganancia económica y del poder. Oremos.
4. Por los enfermos y agonizantes, para que la compañía de Jesús resucitado,
sea el bálsamo que alivia a todos los que sufren, para que descubran el sentido
cristiano a la vida y siempre confíen en la misericordia del Padre. Oremos
5. Por nuestra comunidad, para que se estrechen los vínculos de comunión
entre todos los que la formamos y nos convirtamos así en terreno propicio en el
que puedan surgir vocaciones. Oremos
Oración conclusiva
Acoge, oh Dios,
las oraciones que tu Iglesia te presenta
en esta celebración
que es renovación del misterio de salvación
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
QUINTO DOMINGO DE PASCUA
Mayo 2 de 2021
Introducción
Lo que dice la Palabra en este domingo se puede enumerar en unos puntos muy
concretos:
Salmo 22 (21): El trozo que se proclama en este domingo habla de la tumba, de ala-
banza y del gozo de un anuncio esperanzador, que termina elevando un canto al
Señor, que es vida y victoria. Pero termina el trozo de este salmo invitando a la
misión, al anuncio de lo que ha hecho el Señor y las maravillas de su poder.
Segunda lectura (1Jn 3,18-24): Las cartas de Juan son una maravillosa oportunidad
para que la comunidad cristiana se mire en el espejo de su historia y descubra que
la fe en el Señor resucitado exige un modo de ser, un modo de vivir que parte de la
experiencia del amor fraterno real y sincero (v.18) y que establece una nueva relación
de los creyentes con Dios y a través de la experiencia joánica de creer, como adhe-
sión permanente a la persona de Jesús, se pueda generar la comunión.
Este quinto domingo de pascua nos habla a los cristianos de Colombia sobre un
camino de fe que debe recorrer por la senda del amor y la unidad como frutos de la fe,
generando así la vivencia del testimonio fiel en medio de una sociedad que grita su
vacío por la falta de unidad y pregona el individualismo como medio de felicidad y rea-
lización.
En una patria herida por las décadas de violencia, fracturada por las polarizaciones
ideológicas y necesitada de procesos serios de sanación frente a su historia, la reciente
pandemia nos ha llevado a pensar que el aislamiento nos separa y nos hace incapaces
de gustar la presencia del otro, la vida del hermano y del que es diverso. Por eso la
Palabra de este domingo es una gran oportunidad para que los cristianos dejemos
que ella nos interrogue y nos juzgue, nos haga replantear horizontes nuevos y genere
un clima de reconstrucción social y de reconfiguración, para buscar motivos de
encuentro y de diálogo y propiciar los frutos que necesita nuestro país: unidos por un
mundo nuevo, por una sociedad reconciliada en el amor e impregnada de la fe en el
Señor resucitado.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Para orar es necesario abrir el corazón y una buena oración en este domingo sería
aquella que nos plantea el youcat de oraciones en el tema de la unidad: En el silencio
del día que amanece. Inspirada en un texto de la beata María de Jesús crucificado
(Mariam d‘Abbellin).
Señor Jesús,
en el silencio de este día que amanece,
vengo a ti, con humildad y confianza.
Quiero que me des tu paz, tu sabiduría, tu fuerza
para contemplar, con los ojos llenos de amor,
la grandeza del universo.
Hazme comprender que la gloria de la Iglesia brota
de tu cruz, como una fuente viva.
Permite que reciba a mi prójimo como a aquel
que tú quieres amar por medio de mí.
Disponme a servirle con generosidad,
y a ayudarle a hacer fructificar todos los dones
que tú has puesto en él.
Que mis palabras irradien la dulzura,
y que mis gestos promuevan la paz.
Que en mi espíritu sólo habiten pensamientos generosos.
Que mis oídos se cierren a toda calumnia
y que mi lengua sólo esté al servicio de la bondad.
Pero, ante todo, Señor, permíteme estar siempre
alegre y caritativo, para que todos los que están en mi camino
adivinen tu presencia y tu amor en mí.
Revísteme del resplandor de tu bondad y de tu belleza
para que dé testimonio de ti a lo largo
de este día. Amén.
Para contemplar podemos resumir el mensaje de este domingo en un texto que
brota del Evangelio: “El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante”. Si
se repite este texto se logra interiorizar que la unidad se busca para que haya frutos.
Convocados en este día del Señor para permanecer unidos a Él, experimentamos la
alegría de saber que el Resucitado no sólo se nos muestra en el camino, sino que
continúa alimentándonos en la mesa de la Eucaristía y nos fortalece con su Palabra.
Porque queremos responder a la vocación cristiana, debemos creer y amar, y ello
sólo será posible si la Pascua rebosa nuestra alegría. Participemos activamente en
esta celebración de la fe.
Abramos el oído y despertemos todos los sentidos para reconocer el paso del Señor
Resucitado por nuestra vida. La Palabra no es sólo una instrucción, es nuestra brú-
jula en el camino para saber vivir según el querer de Dios y en la experiencia de la
comunidad donde somos engendrados. Escuchemos atentos.
Presidente: Atendiendo a la Palabra del Señor que nos recuerda que “Sin mí no
pueden hacer nada”, unámonos en oración y con fe de verdadera comunidad
expresemos nuestras intenciones. Digamos:
1. Por el Papa Francisco, nuestro obispo N., nuestro párroco N. y todos los minis-
tros de la Iglesia, para que siempre trabajen por el amor y la unidad en la Iglesia.
Oremos al Señor.
2. Por los gobernantes de nuestra nación, para que en un proceso de recons-
trucción social y sanitaria no olviden que el Señor es el punto de encuentro y en
Él se halla nuestra esperanza. Oremos al Señor.
3. Para que, como los testigos de la misión, podamos anunciar que hemos visto
al Señor en el camino de nuestra historia: en el pobre, en el enfermo, en el discri-
minado y despreciado. Oremos al Señor.
4. Por esta asamblea eucarística, para que permanezca unida a su Señor y expe-
rimente los compromisos de la Pascua, construyendo comunidades en el amor
y la unidad. Oremos al Señor.
Oración conclusiva
R. Amén.
SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Mayo 16 de 2021
Introducción
El prólogo del libro de los Hechos de los Apóstoles (1,1-4) que encontramos en la
primera lectura, pone en evidencia que estamos ante la continuación del relato
evangélico de Lucas. Así, la vida de la Iglesia (narrada en la segunda parte de la obra
lucana) queda firmemente enraizada en el ministerio de Jesús.
En la segunda lectura (Ef 1,17-23) el apóstol Pablo, a manera de oración, manifiesta que
el cristiano necesita ser iluminado por Dios para comprender la riqueza de la gloria
que le espera en el cielo, gracias al poder de Cristo resucitado y glorificado. Y esto
porque conocer la futura herencia por la fe significa poseerla ya anticipadamente.
Podríamos preguntarnos ¿Qué efecto tiene la Ascensión de Jesús para nuestra vida
en el presente que estamos viviendo? Es importante que reflexionemos que, desde el
momento en que Cristo asumió nuestra condición humana, podemos afirmar una
gran verdad: donde esta Cristo, está su Iglesia, estamos los bautizados. Esto significa,
de cierta manera, que, si Cristo está en el cielo, los que somos de Cristo (cf. 1Cor 15,23)
ya estamos con Él y podemos aspirar a disfrutar de su gloria. Claro que tenemos que
esperar a que llegue el momento definitivo. No obstante, Cristo nos está preparando
un lugar (cf. Jn 14,3), un lugar al que aspiramos, mientras en la vida diaria luchamos
por la santidad.
Con la esperanza de llegar al cielo es que se mueve nuestra vida cristiana, en medio de
los gozos y las fatigas de cada día. No es casualidad que el apóstol Pablo señale que
necesitamos comprender cuál es nuestra esperanza pues es muy fácil olvidar cuál es
la meta de nuestra vida, en medio de tantas cosas que tenemos que pensar y que
hacer, en medio de los afanes y preocupaciones de cada día.
Cristo en el cielo nos dice: “Tú meta es el cielo”. Y si hay una meta que vale la pena,
también valdrán la pena todos nuestros esfuerzos aquí en la tierra: los esfuerzos de
todos los hombres y mujeres para sacar su vida adelante, sobre todo cuando las crisis
económicas y sociales nos golpean; los esfuerzos por conseguir una sociedad llena de
paz, justicia y progreso; los esfuerzos por aprender a amarnos entre hermanos; y qué
decir de los esfuerzos por anunciar el Evangelio, la misión que nos encomienda Cristo
resucitado.
Para la misión de la Iglesia y para la vida de sus discípulos, el Señor nos promete el
Espíritu Santo. La presencia visible del Verbo encarnado culmina con su Ascensión,
pero toma protagonismo la acción del Espíritu Santo que es fuerza para ser testigos
de Cristo (cf. Hch 1,8), fuerza en nuestro camino hacia el cielo. Litúrgicamente, la
espera de esta promesa será el motor que mueva nuestro interior durante esta última
semana de Pascua que comienza hoy y que nos llevará a la solemnidad de Pentecos-
tés. Que cada día podamos invocar: “Ven Espíritu Santo”.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Llegados a este punto culminante del tiempo Pascual nos disponemos a celebrar el
gran acontecimiento de la Ascensión del Señor. Nos alegramos con esta solemni-
dad porque Cristo sube al cielo para mostrarnos el camino y, al mismo tiempo, se ha
quedado con nosotros en la Iglesia para sostenernos. Que se acreciente cada vez
más nuestro gozo pascual para ser verdaderos testigos y anunciadores del Evange-
lio. Participemos con fe.
Presidente: Con Cristo que sube al Padre, suben también las oraciones de la Iglesia
que intercede por toda la humanidad. Son las plegarias que ahora presentamos,
movidos por la esperanza que no nos defrauda y que nos anima para aclamar al
Padre y decirle:
1. Padre del cielo, te pedimos por la Iglesia, enviada por Cristo a evangelizar y
bautizar, para que renueves en ella la efusión del Espíritu para recibir la fuerza
que la capacita para dar testimonio del Señor resucitado, vencedor de la muerte.
Oremos.
2. Padre Santo, te pedimos por los elegidos para gobernar las naciones y los pue-
blos, para que infundas en ellos los valores necesarios para trabajar por las perso-
nas, de manera que alcancen los altos ideales que corresponden a su dignidad.
Oremos.
3. Padre Creador, te pedimos por los que sufren la enfermedad, el abandono, la
pobreza, la violencia y otras situaciones difíciles, para que los confortes en la
tribulación y, a nosotros, nos des la fuerza para acompañarlos con nuestra cari-
dad. Oremos.
4. Padre misericordioso, te pedimos por esta asamblea que se congrega a cele-
brar la victoria de Cristo que asciende a los cielos, para que, comprendamos la
riqueza de la gloria que nos espera para avanzar con mayor deseo hacia los
bienes del cielo. Oremos.
Oración conclusiva
R. Amén.
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
(Misa del día) Mayo 23 de 2021
Introducción
Todo ocurre en aquella casa donde se encontraba la comunidad que se había con-
gregado después de la Ascensión. Adquiere protagonismo el viento huracanado: la
lengua griega usa el mismo término para designar viento y Espíritu (Pneuma-Ruah).
Del signo de las lenguas de fuego, se desprende el hecho de hablar en diferentes len-
guas. Lucas nos presenta una composición muy gráfica para comunicarnos cómo el
Espíritu de Dios tomó posesión de aquellos hombres y mujeres. Así, los lectores de
todos los tiempos pueden tener clara la imagen de este gran acontecimiento.
Hemos sido bautizados todos en un mismo Espíritu. Esta realidad nos la presenta la
segunda lectura para que los cristianos recordemos en dónde hemos recibido al
Espíritu y para que estemos convencidos de que somos verdaderos portadores del
Espíritu Santo. Gracias a Pentecostés, el Paráclito es derramado en los hombres y
mujeres de todos los tiempos a través a las mediaciones sacramentales del bautis-
mo y la confirmación. En el Evangelio, Juan nos relata la primera aparición del Resu-
citado a los Doce, reunidos con las puertas cerradas. El soplo de Cristo, vencedor de
la muerte, evoca el soplo creador del Génesis, lo que significa que el Espíritu de Dios
realiza la nueva creación, que es consecuencia del Misterio Pascual de Cristo. Para
realizar esta obra, los apóstoles son enviados por Cristo, capacitados por el Espíritu.
Como la Virgen María y los apóstoles en Pentecostés, así nosotros por el bautismo y
la confirmación hemos sido llenos del Espíritu. Así como Cristo fue movido por el
Espíritu Santo en todo su ministerio y vivificado por el Espíritu en su resurrección,
nosotros debemos ejercer nuestra vida cristiana dejándonos guiar y resucitar por el
Espíritu Santo. Si nos fijamos en la secuencia de la solemnidad de hoy, podemos
descubrir lo que puede hacer el Espíritu Santo, llegando hasta el fondo del alma
para ser nuestro descanso, nuestro gozo, nuestra luz. Debemos asombrarnos
cuando esta oración le dice al Espíritu Santo: “Mira el vacío del hombre, si tú le faltas
por dentro”. Para llenar los vacíos del ser humano de hoy es enviado el Espíritu. Él es
el amor del Padre y del Hijo y, cuando llega a nuestra vida, nos infunde el verdadero
amor que nos hace sentir plenos y dichosos.
Hoy acontece la efusión del Espíritu Santo para la Iglesia. Lo que aconteció en Pen-
tecostés se actualiza concretamente en cada Eucaristía, pues el Espíritu vivificador
no sólo desciende sobre las especies eucarísticas, sino también sobre la asamblea
que celebra: “para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de
su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu”. En Pente-
costés nació la Iglesia, pero en cada Eucaristía la Iglesia se renueva y renace para ser
signo de unidad. De aquí surge el reto para cada bautizado: con el don del Espíritu,
el bautizado está llamado a contribuir en la edificación de la Iglesia. No podemos
rendirnos en la construcción de la unidad de la Iglesia. Contamos con la fuerza del
Espíritu Santo para que los hijos de Dios vivamos la fraternidad y para que todos los
seres humanos lleguemos a ser una verdadera familia de hermanos. Claro está que
la unidad se comienza a vivir en cada familia, en cada parroquia, en pequeñas
comunidades parroquiales para que de ahí se comience a vivir en los diferentes
grupos y ambientes de la sociedad.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi-
so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Cristo resucitado, glorificado por el Padre, derrama sobre la Iglesia el Espíritu Santo.
Hemos llegado al culmen de la Pascua y nuestra alegría es desbordante ya que el
Espíritu vivificador renueva el Universo y transforma nuestros corazones. Oremos
por toda la Iglesia, por nuestra diócesis, nuestra parroquia y nuestra familia para que
el acontecimiento de Pentecostés anime nuestra vida eclesial. Participemos alegres
en esta celebración.
Prestemos toda nuestra atención a la liturgia de la Palabra para poder evocar lo que
sucedió en Pentecostés y así contemplar que hoy se actualiza la efusión del Espíritu
Santo, Señor y dador de vida, en la Iglesia. Escuchemos atentos la Palabra de Dios.
Oración Universal o de los Fieles
Oración conclusiva
Padre de la vida,
que nos alegras con la efusión del Espíritu Santo.
escucha la voz de la Iglesia que te invoca
y presenta las necesidades de la humanidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.