1 Primera Lectura de Contratos Típicos y Atípicos
1 Primera Lectura de Contratos Típicos y Atípicos
1 Primera Lectura de Contratos Típicos y Atípicos
• ARTÍCULO 1529
CONCORDANCIAS:
C.C. arts. 947, 948, 949, 1531, 1549 Y SS., 1558 Y ss.
Comentario
Conviene ahora determinar cuál es el sistema adoptado por el Código Civil peruano de
1984.
Téngase presente, al efecto, que el ARTÍCULO 947 del Código Civil dispone que la
transferencia de propiedad de una cosa mueble determinada se efectúa con la tradición a
su acreedor, salvo disposición legal diferente. Por su parte, el ARTÍCULO 949 del mismo
Código establece que la sola obligación de enajenar un inmueble determinado hace al
acreedor propietario de él, salvo disposición legal diferente o pacto en contrario.
Es necesario establecer cuál es, según la definición del ARTÍCULO 1529, el sistema de
transferencia de propiedad por compraventa aplicable al Código Civil peruano.
Obsérvese, en primer lugar, que el Código Civil peruano, a diferencia del Código Civil
francés, no establece que por la compraventa se transfiere la propiedad, sino que por la
compraventa se obliga a transferir la propiedad, lo cual es distinto.
Inicialmente, cuando se elaboraba el Título de compraventa del Código Civil vigente, la
tendencia de los codificado res fue adoptar el sistema francés de transmisión de la
propiedad, o sea la transferencia solo cansen su. Sin embargo, se adujeron dos razones
importantes a favor del sistema español:
1. Conservar la tradición del Código Civil de 1936, cuyo ARTÍCULO 1383 se copió
casi literalmente. Los jueces y abogados peruanos se habían familiarizado con ese
sistema y lo manejaban con gran facilidad.
2. El Proyecto del Libro de Derechos Reales ya había sido redactado y aprobado por
la Comisión Reformadora. En dicho Libro se había adoptado el sistema del título y el
modo tanto para los bienes muebles como para los inmuebles.
Estas razones fueron consideradas determinantes.
Según el sistema adoptado, la compraventa constituye solo un título, y este es insuficiente
por sí solo para convertir al comprador en propietario. Esto último requiere la
concurrencia de un modo válido de adquisición, que puede consistir en la tradición o en la
inscripción registral, según la naturaleza de la cosa vendida.
El problema surgió cuando la Comisión Revisora sustituyó la clasificación de bienes
registrados y no registrados por la de bienes inmuebles y muebles, disponiendo que en el
caso de un bien inmueble la sola obligación de enajenarlo hace al acreedor propietario de
él, salvo disposición legal diferente o pacto en contrario.
No se ha dado explicación plausible alguna para estos cambios, que la necesitan
angustiosamente, en especial el referente a la adquisición de la propiedad inmueble, que
se plasmó posteriormente en el ARTÍCULO 949 del Código Civil.
Este ARTÍCULO tiene su antecedente inmediato en el ARTÍCULO 1172 del Código Civil
de 1936, ubicado en el Título correspondiente a las obligaciones de dar una cosa
inmueble determinada, según el cual la sola obligación de enajenar un inmueble
determinado hace al acreedor propietario de él, salvo pacto en contrario, no teniendo
relación alguna con la transmisión contractual de la propiedad por compraventa.
DOCTRINA
ALBALADEJO, Manuel. Derecho Civil. Tomo 111. Vol. 1. Librería Bosch. Barcelona, 1974;
ALBALADEJO, Manuel. El negocio juridico. Librería Bosch. Barcelona, 1958; BADENES
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Derecho Civil español. Tomo 11. Artes Gráficas Julio San Martín. Madrid, 1959;
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Compraventa de cosa ajena. José María Bosch Editor. Barcelona, 1994; FORNO
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1980; LANGLE Y RUBIO, Emilio. El contrato de compraventa mercantil. Bosch Casa
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Revista de Derecho Privado. Madrid, 1959; LEÓN BARANDIARÁN, Jose. Comentarios al
Código Civil peruano. Obligaciones. Tomo 11. Ediar. Buenos Aires, 1956; LOPEZ DE
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11. Vol. IV. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires, 1960; PLANIOL, Marcelo
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Facultad de Derecho. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1981; TORRES MENDEZ,
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JURISPRUDENCIA
• ARTÍCULO 1530
Los gastos de entrega son de cargo del vendedor y los gastos de transporte a un lugar
diferente del de cumplimiento son de cargo del comprador, salvo pacto distinto.
CONCORDANCIAS:
C.C. arts. 1141, 1364
Comentario
2. Gastos de entrega
Tal como ha quedado dicho, el ARTÍCULO 1530 del Código Civil regula, pues, lo relativo
a los gastos de entrega del bien vendido, por lo tanto circunscritos dichos gastos a la
etapa de ejecución del contrato.
Antes de analizar esta norma conviene precisar una cuestión de sistemática, en el sentido
de que la misma, a nuestro parecer, debería estar ubicada no entre las disposiciones
generales sobre la compraventa -que es su ubicación actual- sino dentro de las normas
sobre obligaciones del vendedor y particularmente después del ARTÍCULO 1553 que se
refiere al lugar de entrega del bien, puesto que tiene estrecha relación con este y,
además, los ARTÍCULOS anteriores (1550 a 1552), concernientes al perfeccionamiento
de la transferencia, regulan diversos aspectos de la entrega, tales como el estado del
bien, documentos y títulos, y la oportunidad de hacer la entrega; de modo que la norma
del numeral 1530 sería complementaria de esta obligación del vendedor, al establecer
que es este quien debe asumir los gastos que irrogue la entrega. El hecho de que la
norma admita el pacto en contrario o que la asunción de los gastos se traslade al
comprador cuando se altere el lugar de entrega, no desnaturalizan a esta obligación como
propia y normal del vendedor, como regla general, no siendo pues una obligación común
(como sugiere LEON BARANDIARAN, pp. 75-76), habida cuenta que está vinculada a la
prestación que el vendedor debe ejecutar para perfeccionar la transferencia de la
propiedad a favor del comprador, o en otras palabras, "[dichos gastos] no son sino una
consecuencia de la obligación de entregar la cosa que es de su incumbencia [del
vendedor]" (CORNEJO, p. 220).
Un segundo tema es el referente a qué debe entenderse como "gastos de entrega". A
nuestro juicio esta expresión comprende una variedad de conceptos, tales como: el
embalaje, los elementos de seguridad, la carga, la descarga, el transporte y flete, los
seguros de riesgo y todos aquellos que tengan relación con el hecho de materializar la
toma de posesión por parte del comprador; incluyendo los gastos de recepción como bien
apunta Arias Schreiber (p. 37).
El tercer aspecto es determinar cuál de las partes debe asumir dichos gastos de entrega
en su integridad o solo algunos de ellos; para cuyo efecto es necesario que el tema de los
gastos se relacione con el lugar de entrega del bien.
Bajo este entendido, si realizamos un examen comparativo, observaremos que la
redacción de la norma contenida en el ARTÍCULO 1530 del Código Civil vigente corrige el
defecto normativo que presentaba su antecedente, el ARTÍCULO 1399 del Código de
1936, según el cual los gastos de entrega eran de cargo del vendedor y los gastos de
transporte eran de cargo del comprador, salvo pacto en contrario. Este régimen resultaba
en algunos casos perjudicial para el comprador, considerando que los gastos de
transporte es uno de los conceptos específicos que está comprendido dentro del género
"gastos de entrega".
De esta forma, aplicando el régimen del Código derogado podía ocurrir lo siguiente: el
ARTÍCULO 1400 establecía que el lugar de entrega era donde estuvo el bien al tiempo de
la venta o el señalado en el contrato; cualquiera de estos lugares podía ser el domicilio del
vendedor, el domicilio del comprador o un lugar distinto al domicilio de ambos, según
como se presentara el caso. A falta de pacto expreso sobre la asunción de los gastos de
entrega, se aplicaba supletoriamente el numeral 1399, de modo que si el lugar de entrega
era el domicilio del vendedor (sea porque allí estaba el bien o porque así se pactó), se
entendía que este cumplía con su obligación de entrega poniendo a disposición del
comprador el bien vendido, asumiendo solo los gastos de embalaje y carga, pero
naturalmente eran de cuenta y costo del comprador los gastos de transporte a fin de
trasladar el bien al lugar que este deseara. En otras palabras, siendo el lugar de entrega
el domicilio del vendedor no había, pues, obligación de transporte a cargo de este. Sin
embargo, si el lugar de entrega era el domicilio del comprador u otro lugar distinto (que no
fuera el domicilio del vendedor), debía entenderse que el vendedor estaba obligado a
trasladar el bien en ejecución de su normal obligación de entrega, empero ocurría que -a
falta de pacto sobre la asunción de gastos y conforme al mandato del ARTÍCULO 1399- el
comprador era quien debía asumir el gasto del transporte para poder llevar el bien al lugar
de entrega constituido por su propio domicilio (u otro lugar distinto al domicilio del
vendedor), lo que en los hechos significaba que el comprador cargaba con los gastos
correspondientes a una obligación del vendedor.
Con la actual redacción de la norma contenida en el ARTÍCULO 1530 del Código Civil de
1984, queda aclarado que -a falta de pacto expreso- todo gasto de entrega, incluso el de
transporte, es de cargo del vendedor, lo cual parece correcto porque de él es la obligación
de entrega.
Siendo esto así, la aplicación de esta norma debe hacerse también en armonía con la que
se ocupa del lugar de entrega en el Código vigente, que es el ARTÍCULO 1553. De
acuerdo con esta disposición primero rige el pacto expreso, y en defecto del mismo el
bien debe entregarse en el lugar donde se encontraba en el momento de celebrarse el
contrato. Al igual que el régimen derogado, el lugar pactado o el de ubicación puede ser el
domicilio del vendedor, el domicilio del comprador o un lugar distinto al domicilio de
ambos. La norma vigente agrega que en el caso de bienes inciertos el lugar de entrega es
el domicilio del vendedor una vez realizada la elección.
Aplicando concordadamente los ARTÍCULOS 1530 y 1553 vigentes se desprende lo
siguiente: a falta de pacto expreso sobre la asunción de los gastos de entrega, se aplica
supletoriamente el numeral 1530, de modo que si el lugar de entrega es el domicilio del
vendedor, este cumple con la entrega poniendo a disposición del comprador el bien
vendido, asumiendo solo los gastos de embalaje y carga, pero no los de transporte, ya
que es el comprador quien debe recoger el bien para llevárselo al lugar que desee; salvo
que el bien no estuviera en el domicilio del vendedor y hubiera que llevarlo ahí para
efectos de la entrega, en cuyo caso el transporte lo paga el vendedor. Si el lugar de
entrega es el domicilio del comprador u otro lugar distinto al domicilio de ambas partes, es
lógico que el vendedor corra con los gastos de transporte para efectos de cumplir con su
obligación de entrega, tal como manda correctamente la primera parte del ARTÍCULO
1530.
En todo caso, el comprador solo asume los gastos de transporte cuando se da la hipótesis
contenida en la segunda parte del numeral 1530, que es cuando el bien debe llevarse "a
un lugar diferente del de cumplimiento", salvo pacto distinto.
Con relación a este aspecto de la norma, Castillo hace una muy pertinente aclaración, en
el sentido de que aquella presenta un defecto de redacción, toda vez que en materia de
obligaciones y contratos resulta imposible que el pago o cumplimiento de la prestación se
efectúe en un lugar distinto al pactado como el de cumplimiento (CASTILLO FREYRE, p.
28); lo que en buena cuenta significaría más bien un incumplimiento del contrato.
En tal sentido, siguiendo la idea de este autor, resulta que la norma en realidad presupone
que las partes han convenido en modificar el lugar de cumplimiento o específica mente el
lugar de entrega del bien, de manera que si para efectuar dicha entrega en el nuevo lugar
acordado hubiera que utilizar transporte, el gasto de este es de cuenta y costo del
comprador. Esta solución que da la leyes plausible, considerando que la alteración del
lugar de entrega, no obstante mediar acuerdo de partes, se entiende que es motivada por
iniciativa del comprador.
Finalmente, cabe advertir que esta segunda parte de la norma da lugar a preguntarse qué
ocurriría si el comprador desea que el bien sea llevado a un nuevo lugar distinto al
originalmente pactado y el vendedor no conviniera en ello; en este caso ciertamente el
vendedor no podría ser conminado a aceptar tal cambio, pues ya hemos dicho que la
norma funciona cuando hay acuerdo entre las partes para modificar el contrato, por lo que
el vendedor bien podría cumplir con la entrega consignando el bien si esto le resulta más
conveniente que trasladarlo a un nuevo lugar que puede resultar muy remoto, aun cuando
los gastos deban ser cubiertos por el comprador.
DOCTRINA
ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. Exégesis del Código Civil peruano de 1984. Tomo 11.
Gaceta Jurídica, Lima, 2000; CASTILLO FREYRE, Mario. Comentarios al contrato de
compraventa. Gaceta Jurídica, Lima, 2002; CORNEJO, Angel Gustavo. Código Civil.
Exposición sistemática y comentario. Tomo 11, Vol. 11. Librería e Imprenta Gil, Lima,
1937; DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. Estudios sobre el contrato de compraventa.
Gaceta Jurídica, Lima, 1999; LEON BARANDIARAN, José. Tratado de Derecho Civil.
Tomo V. w.G Editor, Lima, 1992; MURO ROJO, Manuel. Gastos y tributos del contrato
(comentario al ARTÍCULO 1364 del Código Civil. En: AA.W. Código Civil comentado.
Tomo VII. Gaceta Jurídica, Lima, 2004.
JURISPRUDENCIA
-
"Luego de analizado el contrato celebrado entre las partes y las demás pruebas que obran
en el proceso y no haberse encontrado elementos de juicio suficientes que permitan
dilucidar la intención de las partes respecto al obligado al pago de los gastos de aduana,
se aplicará supletoriamente lo dispuesto en el ARTÍCULO 1530 del Código Civil que
establece que los gastos de entrega corresponden al vendedor".
(Cas. N" 1387-99 CALLAO. Data 20,000. Explorador Jurisprudencial 2005 - 2006. Gaceta
Jurídica S.A)