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1 Primera Lectura de Contratos Típicos y Atípicos

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PRIMERA LECTURA DE CONTRATOS TÍPICOS Y ATÍPICOS

DEFINICIÓN DE CONTRATO DE COMPRAVENTA

• ARTÍCULO 1529

Por la compraventa el vendedor se obliga a transferir la propiedad de un bien al


comprador y éste a pagar su precio en dinero.

CONCORDANCIAS:
C.C. arts. 947, 948, 949, 1531, 1549 Y SS., 1558 Y ss.

Comentario

Manuel De la Puente y Lavalle

Según Badenes, con la expresión "compraventa" se menciona una tipificación


característica. La palabra venta y la palabra compra están indisolublemente unidas y solo
representan dos aspectos de una misma verdad conceptual. Aún más, se podría decir
simplemente venta o se podría decir simplemente compra, porque la primera comporta
correlativamente la segunda y viceversa.
El ARTÍCULO 1529 del Código Civil peruano define el contrato de compraventa de la
siguiente manera: "Por la compraventa el vendedor se obliga a transferir la propiedad de
un bien al comprador y este a pagar su precio en dinero".
Conviene establecer el origen y los alcances de esta definición. Sin embargo, antes de
analizar su contenido es aconsejable conocer su fundamento.
Existen dos maneras de entender la compraventa. Una de ellas es usando el sistema de
"separación del contrato", que requiere para la transmisión de la propiedad por
compraventa que el contrato obligacional de compraventa vaya unido a un contrato real
de transmisión de la propiedad. Y la otra forma es de acuerdo al sistema de la "unidad del
contrato", según el cual el acuerdo para la transmisión de la propiedad está contenido en
el contrato de transferencia.
No es este el lugar apropiado para narrar las vicisitudes de la evolución de la
transferencia contractual de la propiedad. Es más propio e interesante conocer el estado
actual de la legislación mundial sobre el particular.
La primera forma de transmisión de la propiedad se dio en los albores del Derecho
Romano, a través primero de la mancipatio, que era una venta celebrada por medio de un
acto formal, y de la traditio, que era una simple entrega y, como tal, desprovisto de forma.
Numerosos países han adoptado el sistema de la transmisión mediante el consentimiento,
que ha sido acogido por el Código Napoleón, en virtud del cual el adquirente no es ya
acreedor de la transmisión de la propiedad, pues ya es propietario.
La segunda forma de legislar la transmisión de la propiedad por compraventa es el
sistema en virtud del cual se considera a la compraventa como un contrato consensual,
en el sentido que, como contrato, queda perfeccionado con el consentimiento pero no
transfiere, por sí solo, la propiedad, siendo necesario para esto último, bien sea la
tradición tratándose de bienes muebles o bien el concurso de la constitución de un
'derecho real. Del contrato de compraventa solo surge, por lo tanto, la obligación del
vendedor de transferir la propiedad del bien, esto es una cosa o un derecho, y la
obligación recíproca del comprador de pagar un precio en dinero, pero no se constituye un
derecho real sobre el bien.
Este sistema es conocido también como el del título y el modo. Según Ruiz
Serramalera(1), "adopta nuestra legislación (la española) en materia de adquisición
derivativa por contrato de los derechos reales, el sistema romanista inspirado en la teoría
del título y el modo, según el cual la propiedad o cualquier otro derecho real no se
adquieren sino por la concurrencia de dos requisitos esenciales; por una parte la causa
jurídica de la adquisición -llamada título- y, por otra parte, la transmisión efectiva de la
posesión de la cosa o tradición -llamada modo-; si faltare cualquiera de estos requisitos
no se produce la adquisición del derecho, puesto que el contrato (título) solo origina un
vínculo obligacional, dirigido en estos casos, precisamente, a la entrega de la cosa
(contenido de la prestación), y el modo (tradición) no es suficiente tampoco para la validez
y eficacia de los negocios jurídicos, sino que es preciso que la entrega tenga un
fundamento anterior, sin el cual solo se produce, como máximo, el nacimiento de la
posesión (por ser el resultado, únicamente, de una situación de hecho)".

(1) Ruiz SERRAMALERA. Ricardo. "Derecho Civil". Servicio de Publicaciones de la


Universidad Complutense, Facultad de Derecho. Madrid. 1981, p. 29.

Conviene ahora determinar cuál es el sistema adoptado por el Código Civil peruano de
1984.
Téngase presente, al efecto, que el ARTÍCULO 947 del Código Civil dispone que la
transferencia de propiedad de una cosa mueble determinada se efectúa con la tradición a
su acreedor, salvo disposición legal diferente. Por su parte, el ARTÍCULO 949 del mismo
Código establece que la sola obligación de enajenar un inmueble determinado hace al
acreedor propietario de él, salvo disposición legal diferente o pacto en contrario.
Es necesario establecer cuál es, según la definición del ARTÍCULO 1529, el sistema de
transferencia de propiedad por compraventa aplicable al Código Civil peruano.
Obsérvese, en primer lugar, que el Código Civil peruano, a diferencia del Código Civil
francés, no establece que por la compraventa se transfiere la propiedad, sino que por la
compraventa se obliga a transferir la propiedad, lo cual es distinto.
Inicialmente, cuando se elaboraba el Título de compraventa del Código Civil vigente, la
tendencia de los codificado res fue adoptar el sistema francés de transmisión de la
propiedad, o sea la transferencia solo cansen su. Sin embargo, se adujeron dos razones
importantes a favor del sistema español:
1. Conservar la tradición del Código Civil de 1936, cuyo ARTÍCULO 1383 se copió
casi literalmente. Los jueces y abogados peruanos se habían familiarizado con ese
sistema y lo manejaban con gran facilidad.
2. El Proyecto del Libro de Derechos Reales ya había sido redactado y aprobado por
la Comisión Reformadora. En dicho Libro se había adoptado el sistema del título y el
modo tanto para los bienes muebles como para los inmuebles.
Estas razones fueron consideradas determinantes.
Según el sistema adoptado, la compraventa constituye solo un título, y este es insuficiente
por sí solo para convertir al comprador en propietario. Esto último requiere la
concurrencia de un modo válido de adquisición, que puede consistir en la tradición o en la
inscripción registral, según la naturaleza de la cosa vendida.
El problema surgió cuando la Comisión Revisora sustituyó la clasificación de bienes
registrados y no registrados por la de bienes inmuebles y muebles, disponiendo que en el
caso de un bien inmueble la sola obligación de enajenarlo hace al acreedor propietario de
él, salvo disposición legal diferente o pacto en contrario.
No se ha dado explicación plausible alguna para estos cambios, que la necesitan
angustiosamente, en especial el referente a la adquisición de la propiedad inmueble, que
se plasmó posteriormente en el ARTÍCULO 949 del Código Civil.
Este ARTÍCULO tiene su antecedente inmediato en el ARTÍCULO 1172 del Código Civil
de 1936, ubicado en el Título correspondiente a las obligaciones de dar una cosa
inmueble determinada, según el cual la sola obligación de enajenar un inmueble
determinado hace al acreedor propietario de él, salvo pacto en contrario, no teniendo
relación alguna con la transmisión contractual de la propiedad por compraventa.

DOCTRINA
ALBALADEJO, Manuel. Derecho Civil. Tomo 111. Vol. 1. Librería Bosch. Barcelona, 1974;
ALBALADEJO, Manuel. El negocio juridico. Librería Bosch. Barcelona, 1958; BADENES
GASSET, Ramón. El contrato de compraventa. Tomo 1. Librería Bosch. Barcelona, 1979;
BlANCA, Cesare Massimo. La vendita e la permuta. Unione Tipografico Editrice Torinese.
Torino, 1972; BIGIO CHREM, Jack. La compraventa y la transmisión de propiedad. En:
Para Leer el Código Civil. Tomo 1. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del
Perú. Lima, 1986; BULLARD, Alfredo. La relación jurídico patrimonial. Lluvia Editores.
Lima, 1990; COLlN, Ambrosio y CAPITANT, Henri. Curso elemental de Derecho Civil.
Tomo 1. Instituto Editorial Reus. Madrid, 1952; DE DIEGO, Clemente. Instituciones de
Derecho Civil español. Tomo 11. Artes Gráficas Julio San Martín. Madrid, 1959;
DIEZPICAZO, Luis. Fundamentos del Derecho Civil patrimonial. Vol. 1. Editorial Tecnos.
Madrid, 1979; ENNECCERUS, Ludwig. Tratado de Derecho Civil. Derecho de
Obligaciones. Vol. 11. Primera Parte. Bosch Casa Editorial. Barcelona, 1966;
FERNANDEZ DE VILLAVICENCIO ALVAREZ-OSSORIO, María del Carmen.
Compraventa de cosa ajena. José María Bosch Editor. Barcelona, 1994; FORNO
FLORES, Hugo. El contrato con efectos reales. En: Revista lus et Ventas. Año IV. N° 7.
Lima, 1993; GALGANO, Francesco. El negocio jurídico. Tirant lo Blanch. Valencia, 1992;
GARCíA AMIGO, Manuel. Instituciones de Derecho Civil. Tomo 1. Editorial Revista de
Derecho Privado. Madrid, 1979; GARCíA CANTERO, Gabriel. En: Comentarios al Código
Civil y compilaciones forales. Tomo XIX. Dirigido por Manuel Albaladejo. Edersa. Madrid,
1980; LANGLE Y RUBIO, Emilio. El contrato de compraventa mercantil. Bosch Casa
Editorial. Barcelona, 1958; LARENZ, Karl. Derecho de Obligaciones. Tomo 11. Editorial
Revista de Derecho Privado. Madrid, 1959; LEÓN BARANDIARÁN, Jose. Comentarios al
Código Civil peruano. Obligaciones. Tomo 11. Ediar. Buenos Aires, 1956; LOPEZ DE
ZAVALlA, Fernando J. Teoría de los contratos. Parte General. Victor P. De Zavalía Editor.
Buenos Aires, 1971; MAZEAUD, Henri, Léon y Jean. Lecciones de Derecho Civil. Parte
11. Vol. IV. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires, 1960; PLANIOL, Marcelo
y RIPERT, Jorge. Tratado práctico de Derecho Civil francés. Tomo 111. Cultural SA La
Habana, 1946; RUIZ SERRAMALERA, Ricardo. Derecho Civil. Universidad Compultense.
Facultad de Derecho. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1981; TORRES MENDEZ,
Miguel. Estudios sobre el contrato de compraventa. Editorial Jurídica Grijley. Lima, 1993;
WAYAR, Ernesto C. Compraventa y permuta. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1984.

JURISPRUDENCIA

"Se constituye un contrato de compraventa y no una opción de venta cuando existe


acuerdo entre las partes para transferir el bien y a pagarse el precio estipulado".
(Exp. N° 466-90-Ayacucho. Normas Legales, N° 213, p. J-6)
"En el sistema civil peruano por la compraventa no se transfiere la propiedad de la cosa
objeto del contrato, sino que el vendedor se obliga a transferir la, pudiendo versar sobre
bienes ajenos".
(Exp. N° 147-93-Ancash. Normas Legales, N° 238, p. J-24)
"El contrato de compraventa queda perfeccionado en el momento y lugar que la
aceptación es conocida por el oferente y cuando se exterioriza la voluntad de vender y de
pagar el precio".
(Exp. N° 1626-98, Tercera Sala de Procesos Abreviados y de Conocimiento de la Corte
Superior de Lima. Ledesma Narváez, Marianella, "Jurisprudencia Actual", tomo N° 2, N°
114)
"La formalidad del otorgamiento de escritura pública no constituye, en nuestra norma
sustantiva, un requisito del contrato de compraventa, toda vez que en nuestro
ordenamiento jurídico dicho contrato es de carácter consensual; sin embargo, tal
formalidad es una garantía de comprobación de la realidad del acto y su inscripción en el
Registro correspondiente permitirá al adquirente ejercer su derecho de propietario
plenamente".
(Exp. N° 48-98, Primera Sala Civil Corporativa Subespecializada en Procesos
Sumarisimos y No Contenciosos de la Corte Superior de Lima. Ledesma Narváez,
Marianella, "Jurisprudencia Actuar, tomo N° 2, N° 115)
"El contrato de compraventa de televisión por cable suscrito entre las partes, es uno de
prestaciones recíprocas, porque la prestación a que se obliga cumplir una de las partes
viene_ a ser el motivo de la obligación que asume la otra parte contratante".

(Exp. N° 275-97-Lima. Normas Legales, N° 269, p. A•14)


"Por la compraventa el vendedor se obliga a transferir la propiedad de un bien al
comprador y éste a pagar su precio en dinero, interesando para efectos contractuales que
el vendedor sea plenamente identificado, como parte o partes propietaria".

(R. N° 196-97-0RLCfTR, Jurisprudencia Registral Vol. 111, Año 11, p. 127)


"Lo que caracteriza y tipifica al contrato de compraventa es su carácter consensual, por el
que la propiedad se transfiere por el simple consentimiento de las partes, sin relación con
formalidad alguna(. . .) por lo que someter la nulidad del acto jurídico de la compraventa al
del instrumento que lo contiene, implicaría caracterizar la compraventa como acto ad
solemnitatem causa, que es ajena a su esenciajurídica".
(Exp. N° 979-87-Lambayeque, Ejecutoria Suprema del 5/10/87. Retamozo, Alberto y
Ponce, Ana María, "Jurisprudencia Civil de la Corte Suprema", p.183)
GASTOS DE ENTREGA EN LA COMPRAVENTA

• ARTÍCULO 1530

Los gastos de entrega son de cargo del vendedor y los gastos de transporte a un lugar
diferente del de cumplimiento son de cargo del comprador, salvo pacto distinto.

CONCORDANCIAS:
C.C. arts. 1141, 1364

Comentario

Manuel Muro Rojo

1. Gastos del contrato


Es valor entendido que en la mayoría de casos los contratos generan, o pueden generar,
gastos en sus diferentes etapas; desde la negociación, en el momento de la celebración y,
desde luego, posteriormente en la fase de ejecución.
La asunción de dichos gastos podría parecer un tema superfluo, pero no lo es, en la
medida en que los mismos pueden llegar a ser de montos significativos en función del
volumen económico de la operación jurídica que se realice. En cuanto al contrato de
compraventa, no es lo mismo si este versa sobre un bien mueble pequeño o mediano
cuya entrega no solo es fácil de hacer, sino que puede no generar gasto alguno o, de
generario, este es de escaso monto (piénsese en un libro, una prenda de vestir, una radio
portátil, etc., y que además se entregue en forma inmediata), que un contrato de
compraventa respecto de una maquinaria pesada, de un conjunto de numerosos bienes
de regular o buen tamaño, de bienes frágiles o delicados, o de bienes que deben llevarse
a un lugar distante; en todos estos casos no cabe duda de que el monto de los gastos que
suponga realizar la entrega podría representar un costo importante para la parte que los
asuma.
Es por ello que el Código Civil contiene disposiciones relativas a los gastos del contrato
(aunque de aplicación supletoria), debiendo distinguirse en este punto la regulación que
aquellas normas establecen respecto de los gastos que se suscitan, o pueden suscitar,
tanto en la etapa de celebración como en la etapa de ejecución del contrato.
En cuanto a los gastos en los que las partes pudieran incurrir en la etapa de negociación
contractual más bien el Código guarda justificado silencio, entendiéndose que cada una
de las partes debe asumir los que les corresponde, habida cuenta que, tal como
expresamos en el volumen anterior de esta obra (comentario al ARTÍCULO 1364 del
Código Civil; vid. MURO ROJO, p. 170), la ley excluye la regulación de estos gastos
porque hasta entonces no existe la voluntad común, no hay contrato y nada es exigible
entre las partes, de modo que los gastos que efectúa cada una de ellas vienen a ser de su
entera cuenta y riesgo, constituyendo el costo económico o inversión necesaria para
evaluar la posibilidad de celebrar o no un contrato.
Con relación a los gastos en la etapa de celebración, estos se hallan regulados en el
ARTÍCULO 1364 del Código Civil (ubicado en la Parte General de los Contratos), cuyo
antecedente es el ARTÍCULO 1391 del Código de 1936, el que no obstante haber estado
ubicado dentro de las normas sobre compraventa, se podía hacer extensivo a todo tipo de
contrato. Conforme a dicha regla, que ahora se reitera en el ARTÍCULO 1364, los
contratantes asumen por mitades los gastos (e impuestos) del contrato, con la precisión
que la norma vigente hace de forma expresa en el sentido de que la referencia es a los
gastos (y tributos) que origine la celebración.
Si bien una regla de tal naturaleza aparece como la más justa y la que más encarna el
sentido común, nada impide que las partes establezcan un régimen diferente de acuerdo
a sus intereses, lo cual es permitido por el ARTÍCULO 1364 que admite el pacto en
contrario.
De otro lado, no obstante que de una primera lectura el texto de la norma es
aparentemente claro, la expresión " ... que origine la celebración de un contrato", no está
exenta de generar dos interpretaciones, conforme lo manifestamos en nuestro comentario
al ARTÍCULO 1364 del Código Civil (Vid. MURO ROJO, p. 170), en los siguientes
sentidos:
- Que se trate de los gastos "que origine la celebración de un contrato", con el énfasis en
la voz "origine", lo que podría dar a entender que se refiere a todos los gastos que surgen
"a partir" de la celebración del acto y de ahí en adelante hasta la total ejecución de las
prestaciones.
- Que se trate solo de los gastos "que origine la celebración de un contrato", con el énfasis
en la voz "celebración", dándose a entender que son únicamente los concernientes a esta
etapa o fase contractual, excluyéndose por consiguiente los anteriores (negociación) y los
posteriores (ejecución o cumplimiento).
Ya expresamos nuestro parecer de que la norma del ARTÍCULO 1364 debe entenderse
en este segundo sentido y, por tanto, referida a todos los gastos que las partes deben
asumir por mitades (si no hay pacto o norma legal en contrario) a efectos de concluir o
perfeccionar el contrato y para tenerlo por celebrado; esto es, los gastos relativos a la
formalización e instrumentalización de la voluntad contractual (por ejemplo, los gastos
notariales, etc.).
Esta posición se refuerza con el hecho de que el Código Civil contiene otras normas que
se refieren expresa y puntualmente a los gastos del contrato en su fase de ejecución,
como ocurre particularmente en el contrato de compraventa, según lo dispuesto por el
ARTÍCULO 1530 materia de este comentario.
En efecto, si revisamos diversas partes del Código podremos advertir la existencia de
disposiciones especiales sobre gastos en la fase de ejecución contractual, según las
cuales dichos gastos no se asumen por mitades, ya que son distintos a los gastos de
celebración, por lo que su asunción se atribuye a la parte a quien corresponde ejecutar
una prestación determinada.
Así, por ejemplo, podemos citar el ARTÍCULO 1141 (los gastos de conservación del bien
en las obligaciones de dar son de cargo del propietario desde que se contrae la obligación
hasta que se produce la entrega); el ARTÍCULO 1241 (los gastos que ocasione el pago
son de cuenta del deudor); el ARTÍCULO 1682 (en el caso de reparaciones urgentes, el
arrendatario debe realizarlas directamente con derecho a reembolso, es decir que aquí los
gastos los termina asumiendo el arrendador, y en los demás casos los gastos de
conservación y mantenimiento ordinario son de cargo del arrendatario, salvo pacto
distinto); el ARTÍCULO 1735 (es obligación del comodante pagar los gastos
extraordinarios que hubiese hecho el comodatario para la conservación del bien); el
ARTÍCULO 1738 (es obligación del comodatario pagar los gastos ordinarios
indispensables que exijan la conservación y uso del bien); el ARTÍCULO 1740 (los gastos
de recepción y restitución del bien entregado en comodato corren por cuenta del
comodatario); el ARTÍCULO 1796 (el mandante está obligado frente al mandatario a
reembolsarle los gastos efectuados para el des- . empeño del mandato); el ARTÍCULO
1849 (los gastos de entrega y de devolución del bien materia de depósito son de cuenta
del depositante); y el ARTÍCULO 1851 (el depositante está obligado a reembolsar al
depositario los gastos hechos en la custodia y conservación del bien, o sea que aquel
asume finalmente los gastos del depósito).
Todos los supuestos citados están referidos a gastos posteriores a la celebración del
contrato que da lugar a la relación jurídica, perteneciendo por tanto a la etapa de
ejecución. Este es el caso también del ARTÍCULO 1530 del Código Civil que, en materia
de compraventa, alude a los gastos de entrega; es decir, a los que ha de asumir una de
las partes (el vendedor) luego de haber quedado celebrado el contrato y al momento de
ejecutar la prestación relativa a entregar el bien a la otra parte (el comprador).

2. Gastos de entrega
Tal como ha quedado dicho, el ARTÍCULO 1530 del Código Civil regula, pues, lo relativo
a los gastos de entrega del bien vendido, por lo tanto circunscritos dichos gastos a la
etapa de ejecución del contrato.
Antes de analizar esta norma conviene precisar una cuestión de sistemática, en el sentido
de que la misma, a nuestro parecer, debería estar ubicada no entre las disposiciones
generales sobre la compraventa -que es su ubicación actual- sino dentro de las normas
sobre obligaciones del vendedor y particularmente después del ARTÍCULO 1553 que se
refiere al lugar de entrega del bien, puesto que tiene estrecha relación con este y,
además, los ARTÍCULOS anteriores (1550 a 1552), concernientes al perfeccionamiento
de la transferencia, regulan diversos aspectos de la entrega, tales como el estado del
bien, documentos y títulos, y la oportunidad de hacer la entrega; de modo que la norma
del numeral 1530 sería complementaria de esta obligación del vendedor, al establecer
que es este quien debe asumir los gastos que irrogue la entrega. El hecho de que la
norma admita el pacto en contrario o que la asunción de los gastos se traslade al
comprador cuando se altere el lugar de entrega, no desnaturalizan a esta obligación como
propia y normal del vendedor, como regla general, no siendo pues una obligación común
(como sugiere LEON BARANDIARAN, pp. 75-76), habida cuenta que está vinculada a la
prestación que el vendedor debe ejecutar para perfeccionar la transferencia de la
propiedad a favor del comprador, o en otras palabras, "[dichos gastos] no son sino una
consecuencia de la obligación de entregar la cosa que es de su incumbencia [del
vendedor]" (CORNEJO, p. 220).
Un segundo tema es el referente a qué debe entenderse como "gastos de entrega". A
nuestro juicio esta expresión comprende una variedad de conceptos, tales como: el
embalaje, los elementos de seguridad, la carga, la descarga, el transporte y flete, los
seguros de riesgo y todos aquellos que tengan relación con el hecho de materializar la
toma de posesión por parte del comprador; incluyendo los gastos de recepción como bien
apunta Arias Schreiber (p. 37).
El tercer aspecto es determinar cuál de las partes debe asumir dichos gastos de entrega
en su integridad o solo algunos de ellos; para cuyo efecto es necesario que el tema de los
gastos se relacione con el lugar de entrega del bien.
Bajo este entendido, si realizamos un examen comparativo, observaremos que la
redacción de la norma contenida en el ARTÍCULO 1530 del Código Civil vigente corrige el
defecto normativo que presentaba su antecedente, el ARTÍCULO 1399 del Código de
1936, según el cual los gastos de entrega eran de cargo del vendedor y los gastos de
transporte eran de cargo del comprador, salvo pacto en contrario. Este régimen resultaba
en algunos casos perjudicial para el comprador, considerando que los gastos de
transporte es uno de los conceptos específicos que está comprendido dentro del género
"gastos de entrega".
De esta forma, aplicando el régimen del Código derogado podía ocurrir lo siguiente: el
ARTÍCULO 1400 establecía que el lugar de entrega era donde estuvo el bien al tiempo de
la venta o el señalado en el contrato; cualquiera de estos lugares podía ser el domicilio del
vendedor, el domicilio del comprador o un lugar distinto al domicilio de ambos, según
como se presentara el caso. A falta de pacto expreso sobre la asunción de los gastos de
entrega, se aplicaba supletoriamente el numeral 1399, de modo que si el lugar de entrega
era el domicilio del vendedor (sea porque allí estaba el bien o porque así se pactó), se
entendía que este cumplía con su obligación de entrega poniendo a disposición del
comprador el bien vendido, asumiendo solo los gastos de embalaje y carga, pero
naturalmente eran de cuenta y costo del comprador los gastos de transporte a fin de
trasladar el bien al lugar que este deseara. En otras palabras, siendo el lugar de entrega
el domicilio del vendedor no había, pues, obligación de transporte a cargo de este. Sin
embargo, si el lugar de entrega era el domicilio del comprador u otro lugar distinto (que no
fuera el domicilio del vendedor), debía entenderse que el vendedor estaba obligado a
trasladar el bien en ejecución de su normal obligación de entrega, empero ocurría que -a
falta de pacto sobre la asunción de gastos y conforme al mandato del ARTÍCULO 1399- el
comprador era quien debía asumir el gasto del transporte para poder llevar el bien al lugar
de entrega constituido por su propio domicilio (u otro lugar distinto al domicilio del
vendedor), lo que en los hechos significaba que el comprador cargaba con los gastos
correspondientes a una obligación del vendedor.
Con la actual redacción de la norma contenida en el ARTÍCULO 1530 del Código Civil de
1984, queda aclarado que -a falta de pacto expreso- todo gasto de entrega, incluso el de
transporte, es de cargo del vendedor, lo cual parece correcto porque de él es la obligación
de entrega.
Siendo esto así, la aplicación de esta norma debe hacerse también en armonía con la que
se ocupa del lugar de entrega en el Código vigente, que es el ARTÍCULO 1553. De
acuerdo con esta disposición primero rige el pacto expreso, y en defecto del mismo el
bien debe entregarse en el lugar donde se encontraba en el momento de celebrarse el
contrato. Al igual que el régimen derogado, el lugar pactado o el de ubicación puede ser el
domicilio del vendedor, el domicilio del comprador o un lugar distinto al domicilio de
ambos. La norma vigente agrega que en el caso de bienes inciertos el lugar de entrega es
el domicilio del vendedor una vez realizada la elección.
Aplicando concordadamente los ARTÍCULOS 1530 y 1553 vigentes se desprende lo
siguiente: a falta de pacto expreso sobre la asunción de los gastos de entrega, se aplica
supletoriamente el numeral 1530, de modo que si el lugar de entrega es el domicilio del
vendedor, este cumple con la entrega poniendo a disposición del comprador el bien
vendido, asumiendo solo los gastos de embalaje y carga, pero no los de transporte, ya
que es el comprador quien debe recoger el bien para llevárselo al lugar que desee; salvo
que el bien no estuviera en el domicilio del vendedor y hubiera que llevarlo ahí para
efectos de la entrega, en cuyo caso el transporte lo paga el vendedor. Si el lugar de
entrega es el domicilio del comprador u otro lugar distinto al domicilio de ambas partes, es
lógico que el vendedor corra con los gastos de transporte para efectos de cumplir con su
obligación de entrega, tal como manda correctamente la primera parte del ARTÍCULO
1530.
En todo caso, el comprador solo asume los gastos de transporte cuando se da la hipótesis
contenida en la segunda parte del numeral 1530, que es cuando el bien debe llevarse "a
un lugar diferente del de cumplimiento", salvo pacto distinto.
Con relación a este aspecto de la norma, Castillo hace una muy pertinente aclaración, en
el sentido de que aquella presenta un defecto de redacción, toda vez que en materia de
obligaciones y contratos resulta imposible que el pago o cumplimiento de la prestación se
efectúe en un lugar distinto al pactado como el de cumplimiento (CASTILLO FREYRE, p.
28); lo que en buena cuenta significaría más bien un incumplimiento del contrato.
En tal sentido, siguiendo la idea de este autor, resulta que la norma en realidad presupone
que las partes han convenido en modificar el lugar de cumplimiento o específica mente el
lugar de entrega del bien, de manera que si para efectuar dicha entrega en el nuevo lugar
acordado hubiera que utilizar transporte, el gasto de este es de cuenta y costo del
comprador. Esta solución que da la leyes plausible, considerando que la alteración del
lugar de entrega, no obstante mediar acuerdo de partes, se entiende que es motivada por
iniciativa del comprador.
Finalmente, cabe advertir que esta segunda parte de la norma da lugar a preguntarse qué
ocurriría si el comprador desea que el bien sea llevado a un nuevo lugar distinto al
originalmente pactado y el vendedor no conviniera en ello; en este caso ciertamente el
vendedor no podría ser conminado a aceptar tal cambio, pues ya hemos dicho que la
norma funciona cuando hay acuerdo entre las partes para modificar el contrato, por lo que
el vendedor bien podría cumplir con la entrega consignando el bien si esto le resulta más
conveniente que trasladarlo a un nuevo lugar que puede resultar muy remoto, aun cuando
los gastos deban ser cubiertos por el comprador.

DOCTRINA
ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. Exégesis del Código Civil peruano de 1984. Tomo 11.
Gaceta Jurídica, Lima, 2000; CASTILLO FREYRE, Mario. Comentarios al contrato de
compraventa. Gaceta Jurídica, Lima, 2002; CORNEJO, Angel Gustavo. Código Civil.
Exposición sistemática y comentario. Tomo 11, Vol. 11. Librería e Imprenta Gil, Lima,
1937; DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. Estudios sobre el contrato de compraventa.
Gaceta Jurídica, Lima, 1999; LEON BARANDIARAN, José. Tratado de Derecho Civil.
Tomo V. w.G Editor, Lima, 1992; MURO ROJO, Manuel. Gastos y tributos del contrato
(comentario al ARTÍCULO 1364 del Código Civil. En: AA.W. Código Civil comentado.
Tomo VII. Gaceta Jurídica, Lima, 2004.

JURISPRUDENCIA
-
"Luego de analizado el contrato celebrado entre las partes y las demás pruebas que obran
en el proceso y no haberse encontrado elementos de juicio suficientes que permitan
dilucidar la intención de las partes respecto al obligado al pago de los gastos de aduana,
se aplicará supletoriamente lo dispuesto en el ARTÍCULO 1530 del Código Civil que
establece que los gastos de entrega corresponden al vendedor".
(Cas. N" 1387-99 CALLAO. Data 20,000. Explorador Jurisprudencial 2005 - 2006. Gaceta
Jurídica S.A)

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