Teología Moderna

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METODO TEOLÓGICO DE LA TEOLOGÍA MODERNA

WILLIAM FLÓREZ MANTILLA


MÉTODO TEOLOGICO

UNIBAUTISTA
METODO TEOLÓGICO DE LA TEOLOGÍA MODERNA

Después de la Reforma el ámbito teológico de Europa se caracteriza por ser un periodo de


estancamiento de todo lo relacionado con la teología y su accionar. En los siglos XVII y XVIII
ambos campos se vieron amenazados por la aparición de la filosofía racionalista y la ciencia de
carácter empírico. El prolongado dominio de la teología como la ‘reina de las ciencias’, que había
sido muy característico de la Edad media y de la Escolástica estaba concluyendo. Aún por encima
de estas amenazas, Friedrich Schleiermacher teólogo de origen alemán del siglo XIX, resucitó la
teología. La autoridad de la ortodoxia había desaparecido, y la antigua teología natural que había
caracterizado el despertar de los siglos anteriores y la naciente filosofía de la religión había perdido
su prestigio a raíz de los trabajos de los filósofos del siglo XVIII, el inglés David Hume de carácter
escéptico y el alemán Immanuel Kant de carácter idealista. Schleiermacher planteó como la nueva
base de la teología la experiencia viva de la comunidad de creyentes. En su obra más importante,
Compendio de la fe cristiana según los principios de la Iglesia evangélica (2 vols., 1821-1822), la
doctrina es tratada como la transcripción de la experiencia. Con Schleiermacher, el foco de la
teología parece desplazarse desde Dios a la humanidad, y esta fue la realidad, en términos
generales, de la teología liberal que dominó el siglo XIX. La obra de Karl Barth, cuya obra
monumental, Die kirchliche Dogmatik (1932-1962) significó un regreso a la filosofía bíblica. La
segunda mitad del siglo XX se caracteriza por la existencia varias escuelas teológicas al mismo
tiempo, como suceso importante es la revitalizada teología católica romana que surge del Concilio
Vaticano II (1962-1965). Otras escuelas reelaboraran nuevas interpretaciones teológicas a partir de
los principios del filósofo inglés del siglo XX Martin Heidegger, e incluso de Karl Marx.

Por teología moderna se entiende aquella teología que quiere responder a los desafíos actuales, de
esa premisa parte la categorización de moderno y la caracterización de las teologías como modernas
o no, aunque se hayan desarrollado en la misma época. Es decir, no toda teología que se produce en
este tiempo es moderna, puede ser una repetición de alguna existente previamente, Neo-escolástica,
apologética. Se caracteriza por la racionalidad reflexiva, es decir, crítica y auto crítica. Hablar de
teología moderna es hablar de “teologías”. La principal característica de la teología moderna es la
preocupación por el polo el antropológico en contraposición al polo ontológico propio de las
teologías medievales, sobretodo la Escolástica. El polo antropológico tiene dos corrientes
principales: la que se fija en lo individual, teologías de corte más liberal, y las que se fijan en lo
social, o teologías sociales.
Sus características principales pueden señalarse así:
 El sujeto es el punto de partida de la reflexión y no sólo su punto de llegada, como lo era
en la teología patrística. Como otro punto de partida cabe mencionar que el auge de la
ciencia y la autonomía de las realidades terrestres hizo que la Iglesia quisiera responder a
los desafíos actuales del ámbito socio-cultural. Su punto de partida es antropológico y no
el ontológico que había sido el característico de la teología de la Escolástica. El hombre es
visto como sujeto activo y transformador de todo ejercicio teológico, aunque se diferencie
epistemológicamente de la filosofía de la religión la teología moderna comparte con esta el
mismo enfoque Copérnico, el hombre como centro de todo ejercicio; como sujeto actuante
y transformador de las realidades terrestres.

 Se toma en cuenta la “autonomía” de las realidades terrestres.

 La historia ocupa un papel central, se despierta a una mayor sensibilidad social.

 Se presta atención a las cuestiones del lenguaje y de la interpretación (hermenéutica).

 Su intencionalidad es práctica: quiere transformar la vida. El objetivo de esta teología es


inculturar la fe en la modernidad. Sus mediaciones corresponden al logos de la
modernidad, “lagos positivo”, en la medida en que respeta la autonomía de las realidades
terrestres y humanas y mantiene la apertura trascendente, que la hace propiamente teología.
Las disciplinas humanas y sociales pasan a compartir el lugar de mediación, al lado de la
filosofía.

 El destinatario de esta teología es el mundo moderno en cuanto secularizado y pluralista.


En la llamada “primera ilustración” se dirige a los hombres y mujeres de la modernidad,
mientras que en la “segunda ilustración” se dirige a las víctimas de la modernidad: los
excluidos.

 El teólogo de esta corriente teológica moderna corresponde más a un “pensador” religioso


que a un doctor, porque parte de la vida y quiere retornar a ella para transformarla. Entre
sus representantes podemos nombrar a F. Schleiermacher, considerado el padre de la
teología liberal; Karl Barth, de corriente protestante y Karl Rahner, católico.

La máxima expresión de este espíritu moderno es la filosofía hegeliana del concepto. No en balde
este pensamiento se ha dado en llamar filosofía absoluta. Se trata de un sistema de alcance universal
que encuentra su clave de bóveda así la realidad es considerada como manifestación del despliegue
del Espíritu absoluto (la razón o la idea) a lo largo de su desarrollo en la historia.
Por ello, la consideración atenta del devenir histórico, la contemplación de esta realidad, la mirada a
los procesos dolorosos que constituyen el paso del tiempo, la atención a la caída de civilizaciones
enteras o a la sangre derramada en los más variados proyectos revolucionarios ofrecen a Hegel la
posibilidad de deducir las leyes que rigen este proceso de desenvolvimiento. Todo es
fenomenología del Espíritu y todo acabará teniendo un meditado lugar en el sistema. Por esta razón,
es fácil advertir tal matriz hegeliana en los universos ideológicos que han marcado el decurso de los
últimos siglos. La ideología, tanto en sus versiones burguesas como en las revolucionarias, también
pretende ser explicación total de la realidad sin restos de sombras, que se jacta desde este
conocimiento de poder dirigir el mundo hasta el triunfo de la idea o espíritu absoluto. El ser
humano, convencido de ser el dios de una nueva creación, toma en sus manos las riendas de la
historia desde los postulados de la potente luz solar de la razón

El modelo hermenéutico ha gozado de un enorme prestigio en la teología reciente.


Tiene sus antecedentes filosóficos en la obra de Schleiermacher, quien fue el primero en dar pautas
para una hermenéutica general, que no queda en el campo de la religión y la jurisprudencia, sino
que se abre a toda obra humana. Hermenéutica es, para él, arte de la comprensión, no de la
explicación (cuyo estudio correspondería a la retórica). Su tesis tiene como concepto clave la
intuición genial, de carácter adivinatorio, que une al lector y al escritor, superando la distancia.
Respecto al concepto de revelación insiste en que la Palabra de Dios no se identifica con la letra de
la Escritura ni de los enunciados dogmáticos. Ambos son testimonios parciales de la plenitud del
Evangelio, que es de orden escatológico. Por otro lado, la revelación no es una comunicación desde
arriba de un saber fijo de una vez y para siempre, sino que designa a la vez la acción de Dios en la
historia y la experiencia creyente que traduce esa acción en expresión interpretativa, de modo que la
Escritura es ya una interpretación y la respuesta de la fe pertenece al contenido de la revelación.
Fue Federico Schlegel el que introdujo a Schleiermacher en el arte filológico. Los conceptos que le
guiaron en sus notables trabajos eran, según Dilthey, los de la forma interior de la obra, los de la
historia evolutiva del escritor y la totalidad de la literatura articulada en sí misma. También es cierto
que el criticismo kantiano había abierto el horizonte para una teoría de la comprensión, mediante la
cual aprendemos a tomar conciencia del poder constituyente de la subjetividad y de la finitud del
hombre, ser finito que aspira a lo infinito. En este sentido, Schleiermacher, después de haber
“desrregionalizado” (Ricoeur, 1986: 79) la hermenéutica, comienza a radicalizarse, al estilo
kantiano, y se centra sobre una dimensión, la epistemológica, planteando la pregunta de cómo es
posible la comprensión. De este modo provocaba una especie de “revolución copernicana” en la
hermenéutica semejante a la llevada a cabo por Kant en el ámbito de la filosofía.
La articulación, por tanto, de filología, historia y filosofía abrieron las puertas a la constitución de
un saber que tenía por objeto al hombre y sus producciones espirituales y, en un sentido más
general, a toda la humanidad. Comprender el sentido de la vida humana, comprender el sentido
auténtico de un texto en una intención dada, comprender el gran texto de la historia del mundo,
escrito inconscientemente por la humanidad, se convertía en objeto de la hermenéutica.

PRINCIPALES EXPONENTES.
1. Friedrich Schleiermacher
Nació en Breslau, ciudad fronteriza de Alemania, su familia pertenecía a un grupo luterano de
espiritualidad pietista muy marcada: los hermanos Bohemios o hermanos Moravos que seguían
la doctrina de Juan Huss. Esta fuerte influencia doctrinal marcó su camino, el ideal está en la
salvación del alma humana del mundo huyendo del mundo para pertenecer al pacífico reino de
Dios, de la gracia fundada por el salvador. La piedad común se expresaba en oraciones y
cánticos. Su concepción emocional de la religión lo sitúa dentro el círculo de la filosofía
romántica alemana. En su obra Monólogos enfoca el tema de la ética deontológica de Kant y
subraya el papel trascendental del individuo como sujeto y agente moral.
En su obra Breve descripción de los estudios de teología, propone la concepción de una
Teología científica que serviría para el dialogo de ésta con las ciencias naturales, por este medio
pretendía defender el estatuto y valor de la teología frente a éstas. La fe cristiana expuesta según
los principios de la Iglesia evangélica, que ampliaba el contenido de fondo de la anterior.
El pensamiento de Schleiermacher se estructura alrededor de tres núcleos centrales: la
dialéctica, la ética y la hermenéutica.
a. Dialéctica: El modelo dialectico de Schleiermacher se presta estupendamente a la
interpretación de significativos fenómenos humanos y culturales, se trata de concebir la
realidad, es decir las cosas, no según un patrón lógico o armónico, sino en forma de
oposiciones binarias mutuas entre ambos extremos, por ejemplo: día/noche, verdad/error,
etc. La razón humana puede y debe tener la función de comprender profundamente la
realidad; la educación está precisamente para procurar que el hombre haga este ejercicio,
debe enseñar al hombre el ejercicio de esta función.

b. La ética: Propone una nueva forma de concebir la moral y concretamente opuesta a la


Kantiana, Kant concebía la moral en la esfera del deber y Schleiermacher piensa en una moral
que se asienta en la comunidad humana y dirija a la formación de los individuos, piensa que la
ética ha de adaptarse a la peculiaridad de cada persona, sus referentes son invidualidad y
humanidad. Schleiermacher basa la ética en la idea de la libertad.

c. La hermenéutica: La “teoría del arte de la comprensión” La hermenéutica de F.


Schleiermacher máximo exponente de la hermenéutica romántica, puede considerarse como el
paradigma de toda una tradición, que se ha mantenido viva hasta nuestros días, y como la vía
de acceso a una generalización filosófica del Verstehen: comprender y a la universalización de
la hermenéutica como dimensión fundamental de la filosofía.

La praxis de su actividad intelectual, especialmente su dedicación filosófica como traductor de las


obras de Platón y sus estudios exegético-teológicos del Nuevo Testamento, determinan de forma
concluyente la necesidad de suplir las deficiencias de los métodos particulares de ambas disciplinas
por una hermenéutica general capaz de preceptuar los principios generales y la metodología
adecuada del recto comprender. “La hermenéutica como ‘arte de comprender’
Schleiermacher propone como objetivo de toda interpretación y comprensión la “reconstrucción”,
bien sea de un texto o de un discurso, en la que una parte muy importante de este proceder va más
allá de la materialidad de las partes del texto, incluye la reconstrucción del acto creador del autor.
Sobre el fundamento objetivo del círculo se eleva la pretensión metodológica del comprender y las
pautas o criterios que conlleva. Distingue Schleiermacher lo que él llama “dos métodos”, o modos
de proceder que hacen posible la reconstrucción: el comparativo y adivinatorio. Según y Schultz
(1968: 23s). “dos formas de interpretación”, la gramatical y la técnica (psicológica), con la
peculiaridad de que cada uno de los métodos y cada forma de interpretación se condicionan
mutuamente y se complementan estableciéndose una “polaridad” entre ellos. Ninguno existe sin el
otro y ninguno de ellos tiene una preeminencia absoluta sobre el otro.

El método histórico o comparativo significa llegar a comprender algo utilizando una serie de
conocimientos singulares, que son comparados y nos conducen a la comprensión detallada del todo

La “reconstrucción” y el carácter interno de inconclusión y provisionalidad que comporta el


resultado de cualquier forma de interpretación se fundamenta en lo que se ha dado en llamar el
principio del círculo hermenéutico, que Schleiermacher interpreta en los siguientes términos: “todo
comprender lo individual está condicionado por la comprensión del todo”. O “lo particular
solamente se comprende mediante lo general”

2. Karl Barth.
Karl Barth es reconocido, incluso por teólogos de su tradición, como Jüngel, protestante como él,
como uno de los teólogos protestantes más influyentes del siglo XX desde Schleiermacher. Otros
han querido ver en Karl Barth, el Santo Tomás del protestantismo,
por su capacidad de síntesis y por haber escrito una gran Summa Theologica en el siglo XX: su
Dogmática eclesial, unas 9.000 páginas distribuidas en diez volúmenes, que fue escribiendo a lo
largo de toda su vida, desde los años 30 a los 60, es decir, hasta su muerte. Barth es importante,
además, porque ha reactivado en la conciencia cristiana, la fe, el misterio de la trinidad de Dios, es
decir, el hecho de que Dios es, en sí mismo, aquello que nos muestra en la persona de Jesús, tanto
en su relación con Dios, su Padre, como con los seres humanos por la donación del Espíritu. Ha
sido uno de los teólogos más trinitarios del siglo XX, de los que más han pensado y vivido el
misterio de la Trinidad. Y, al mismo tiempo, es importante por su cristocentrismo, por el papel tan
central que en su teología juega la figura de Cristo. Su tarea tarea pastoral está enmarcada por dos
preceptos: la predicación del evangelio, de la Palabra de Dios, tiene que tener siempre en cuenta dos
fidelidades: por una parte, a la Palabra misma, la Escritura, y por otra, a la realidad que tiene delante
el hombre de su tiempo. Por ejemplo al ver la realidad socio-política de Europa y como las
eminencias entre la teología y sus mismos maestros de su época apoyaban el conflicto bélico de la
Primera guerra Mundial en 1914 y la actitud beligerante de sus líderes, este recalca lo siguiente: el
reino de Dios no va a ser identificado con ninguna estructura de este mundo, sino que será una
realidad escatológica, última y que, por lo tanto desborda, transciende cualquier configuración
intramundana.
Para Karl Barth, lo central de la teología es hablar de Dios y no callar acerca de Él, es la Palabra de
Dios. Cuando Barth dice Palabra de Dios, está diciendo revelación, está diciendo Cristo como
Palabra, no sólo la Escritura, donde resuena la Palabra de Dios en las palabras de los hombres. La
Palabra de Dios y su verdad, no la psicología del individuo, supondría obra humana, que somos
nosotros los que hacemos , al partir de mí, de mi vivencia de él, estaría yo poniéndole condiciones-
con lo cual ya no estamos en el predominio de la Palabra de Dios, de la “objetividad” de Dios. Para
Barth; lo importante es, justamente, el predominio de la Palabra de Dios. Por esta razón, él quiere
excluir toda solución metafísica, es decir, teórica, cuando se habla de Dios, porque eso supondría
escapar del concretísimo que es Cristo como Palabra de Dios.

Barth desconfia de los métodos formales que median el colntenido de la Palabra de Dios o Logos,
Bart comenta la Escritura, utiliza las fuentes tradicionales, el contenido del testimonio bíblico de la
revelación de Dios. Para barth la teología es la disciplina interior de la iglesia que reflexiona sobre
la plabra de Dios encontrada en la Escritura, y no es responsable ante otra ciencia o disciplina
humana. No hay ningún apoyo para entender elñ contenido de la Escritura que la Escritura misma.
La teología de Barth es cristocéntrica, la teología está basa en la palabra objetiva de Dios a
nosotros, esta palabra revela ña perspectiva de Dios sobre las cosas, no hay apelación alguna a la
experiencia humana como si tuviera una base positiva para interpretar la revelación de Dios. La
teología de Barth es eclesiocéntrica, no es apologética ni hace algún esfuerzo para mediar o
construir un puente entre la palabra de Dios y la culñtura humana. El sentido de esta teología
procede desde la autoridad de la Escritura y ed la Palabra de Dios, desde arriba, la palabra de Dios
nos interpela, no descubrimos la palabra de Dios. La Teología de Barth es sobrenaturalista, apenas
hace un esfuerzo por desmtificar el lenguaje bíblico o la terminología teológica clásica; es
expositiva, se lee como afirmaciones puras; es profundamente profética y contracultural.
3. Rudolf Bultmann

Rudolf Bultmann es una figura fundamental de la teología del siglo XX. Más
aún: es un punto de referencia ineludible porque refleja como pocos la encrucijada en la que se ha
visto situada la experiencia de la fe cuando ha afrontado de modo decidido la peculiaridad del
mundo moderno y los desafíos de la razón crítica. La dedicación total de Bultmann a la teología
académica estaba animada por una preocupación pastoral: hacer posible que el mensaje cristiano
resonara con toda su pureza y novedad en la sensibilidad del hombre moderno.
Bultmann reconocerá como gran aportación del método histórico-crítico que ha educado a los
hombres, también a los creyentes, para la crítica. Y a ello se atendrá siempre como un logro
irrenunciable.
La propuesta bultmaniana: la hermenéutica existencial:
No puede ser eludido el cuestionamiento crítico de las fuentes, aun siendo conscientes –o
precisamente por ello- de sus limitaciones. Dios no puede ser reducido a un elemento objetivable, ni
siquiera identificado con la moralidad. Dios desde su transcendencia niega la realidad humana.
Precisamente porque la crítica elimina todos los absolutos es por lo que puede aparecer Dios como
lo único absoluto en su divinidad. Y precisamente esa divinidad de Dios en su revelación es lo que
permitirá descubrir que hablar sobre Dios en su divinidad implica un lenguaje sobre y desde la
existencia humana.
Bultmann ha sido protagonista central de la exégesis cristiana. . Estaba movido por intereses y
motivaciones teológicas que acompañan y sostienen su análisis científico.
En 1921 publica su obra exegética fundamental La historia de la tradición
sinóptica, La obra de Bultmann se sitúa en el punto de partida del (llamado) método de la historia
de las formas: identificar en los actuales textos escritos elementos de una tradición oral, previa por
tanto a su puesta por escrito y que sólo así se conservan en los textos; esos elementos son de diverso
tipo, es decir, adoptan formas distintas (apotegmas, narraciones de milagros…) que deben ser
identificadas en su diversidad y en su peculiaridad; ahora bien, en su proceso de transmisión han
estado sometidas a alteraciones, ampliaciones, aplicaciones que deben ser descubiertas en su
alcance y en sus circunstancias y motivaciones.
En su obra Teología del Nuevo Testamento, se expresa con toda intensidad la interpretación
desmitologizadora y existencial del mensaje cristiano sobre la base de las adquisiciones ya logradas.
Cabe destacar: Jesús queda reducido al nivel de los presupuestos de toda teología neotestamentaria,
sólo encontramos teología en Pablo y en Juan. La inminencia de la parusía no dejaba espacio para
que la comunidad palestinense desarrollara una teología digna de tal nombre. Pablo se centró en la
paradoja de Jesús, en su cruz como expresión y lugar de la gracia salvadora de Dios. Pablo se ha
situado por tanto en el verdadero lugar en el que se puede hablar de cristianismo. En la misma
clave, debe ser entendida la teología de Juan; y la discontinuidad entre la cuna del cristianismo, el
kerygma, y el despliegue de la institucionalización eclesial. En este proceso se reintroducen
elementos veterotestamentarios y disciplinares que alteran y deforman el contenido kerygmático del
cristianismo.
La reducción de la teología (y de la revelación) a hermenéutica existencial no es más que el
desarrollo del proceso de desmitologización, que es a la vez la alternativa elaborada de su oposición
a la teología liberal y de su paso por la teología dialéctica: el hablar de Dios no puede ser más que
hablar del hombre, pero sin que lo humano sea la medida de la divino, la primacía dada al Dios
totalmente distinto no significa que la referencia antropológica deba desaparecer de la teología.

A través de este proceso de desmitologización y del esfuerzo de interpretación existencial del


mensaje neotestamentario, Bultmann ha intentado demostrar que no se puede prescindir de la
revelación de Jesucristo en la comprensión cristiana de la realidad. No obstante puede parecer
todavía que el hablar sobre la acción de Dios, o en general el hablar sobre Dios, debe caer bajo las
exigencias de la desmitologización.

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