Mostny - 1952 - Una Tumba de Chiuchiu

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UNA TUMBA DE CHIUCHIU

POR G . MOSTNY

Con un Apéndice

PROTOCOLO DE UN CRANEO DE CHIUCHIU

IJor F. JELDES A.

BOLETIN

DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

TOMO XXVI NUMERO 1

SANTIAGO DE CHILE

1952
UNA TUMBA DE CHIUCHIU
por (J reta lIostrly

El pueblo de Chiuchiu, situado en la Provincia de Ánto­


fagasta, Departamento de El Loa, a unos 35 kms. de Calama,
capital del departamento, se encuentra cerca del punto donde
el Río Loa recibe el Río Salado como afluente. Estando situado
antes del punto de unión de estas corrientes, tiene la ·enorme
ventaja de disponer de agua dulce, pue s el Río Loa, se torna
salobre debido a las aguas del Río Salado. Igual a la mayoría
de los oasis en el Desierto de Atacama, el lugar fué habitado
desde tiEmpos remotos y de esta ocupación por los Atacameños
quedan, apróximadamente a 1 km. al porte del pueblo actual,
los restos de un antiguo pucará y a unos 2 kms. al noreste un
('xtemo cEmenterio indígena.
Este cementerio contenía originalmente mucho más de cien
tumbas, que ahora están todas excavadas y sólo una ligera de­
presión en el suelo y grandes cantidades diseminadas de huesos,
tejidos y restos de alfarería, indican Sil anterior contenido. Al
lado de las depresiones se encuentran montoncitos de tierra y
arena, que los excavadores sacaron de las t.umbas. Según estos
rastros, las SEpulturas estaban muy cerca las unas de las otras.
Más o mEnos en el centro del cementerio pudimos encontrar un
sitio no tocado, de aprox imadamente 1 m. cuadrado, donde a
nuestro parecer, podía caber otra sep~lHura. Este sitio había
escapado a la devastación general por ('1 hecho de qUE' excava­
dores anterior2s lo habían cubierto coa la tierra sacada de las
tumbas vecinas. Removiendo primero esta tierra suelt:::l, pudi­
mos convencernos pronto, que en realidad había quedado de­
bajo de ella lClla tumba intacta.
No es que falte material arqueológico procedente de Chiu­
chiu; la mayoría de las excavaciones anteriores sin embargo
fueron h echas sin consideración al conjunto de obj('tos que se
encontraban en una misma sepultura y además, en la mayoría
de los casos, éstas fueron practicadas por gente desprovista d~
interés científico, con propósito comercial o a manera de un
solaz dominical.
Excavaciones sistemáticas hay pocas. En 1894, el barón
Albert de Dietrich excavó dos tumbas, cuyo contenido regaló
al Museo Etnográfico del Trocadero en París; este material fué
descrito 'por Eric Boman (1908, II, p. 758 ss). Otras cinc0 tum­
bas fUE'ron excavadas en 1912 por el ingeniero sueco Claus
Royem , junto 'con dos otros ingenieros y los hallazgos se repar­
tieron entre Jos descubridores. Más tarde, el ~I'. Royemregaló
su parte al Museo Etnográfico de Oslo y Gósta Montell lo des­
cribió en 1926. En 1902 y después de 1935, Ricardo Latcham
2 G-. MOSTKY

estuvo en Chiuchiu y excavó en el cementerio. El m q j erial co­


lectado por él, se conserva en el Museo Ké!cional de Historia Na­
tural de Santiago y los resultados científicos han sido publi­
cados en varios de sus libros, especialmente en "Arqueología
de la Región Atacameña" (1938). En 1938, el arqueólogo sue­
co Stig Rydén, en camino a Bolivia, visitó la región y publicó
los . resultados de su investigación en 1944. E~ta misma publica­
ción contiene además la descripción de 1<:. colección del Sr. Ru­
dershausen de Chuquicamata, que proviene de este mismo ce­
menterio de Chiuchiu. Tampoco en esLl colección se sabe cómo
los objetos estaban asociados en las tumbas, hecho más deplo­
rable todavía por tratarse de una ca lección extraordinariamen­
te interesante. -'
Por el hecho de conocerse bastante material de Chiuchih.
y desconocerse su asociación dentro de la unidad de la tumb J ,
la sepultura encontrada y excavada por nosotros en 1945, ad­
quiere un valor especial. Por esta razon consideram03 oportu­
no descubrir el hallazgo in extenso, a manera de un inventariCl, .
con máximo detalle, porque creemos que puede ser útil pan
el estudio de los objetos procedentes cle éste cement·,=1'io y que
se hallan dispersos en muchos museos extranjeros.
El terreno ocupado por el cementerio está cubierto con una
costra dura calcárea de varios centímetros de grosor, la cual
debió perforarse para hacer las tumbas. Debajo de esta costra.
sigue terreno blando, compuesto principalmente de arena. La
excavación de esta sepultura tenía forma casi cuadrada, de 1
por 0,8 m. y su piso se halló a 0,7 m. de profundidad. "s.. poco~
centímetros debajo de la superÍlcie se dlÓ con la cabeza del
ocupante principal de la tumba. (Fig. 1) .I!..ste --un hombr2
vieJO, de pelo canoso- estaba en cucllL:o.s y envuelto en teji­
dos; en la cabeza tenía un gorro con ala."; de píel de vicuña y
una malla de lana color café claro corno Darte central. A trave]
de la malla tenía puestas dos largas plLimas de loro, una roj J
y la otra celeste, que colgaba SObre la espald? (Fíg. 2). Est.l
clase de loros no existe en Chile, y la reglón más cercana clon­
de se encuentran es el Beni boliViano. El fardo estaba apoyado
contra uno de los lados ' cortos ae la tumba. Sobre las rodilla...:
tenía tendida una espesa camisa de lana negra. Frente a él S2
encontró acostado, pero con las piernas muy encogidas, el CU2r­
po disecado y desnudo de una mujer joven con pelo corto y cer­
ca de ella un paño de lana en el cual estaban envueltos dos
criaturas, una recién nacida, de no más de un mes de edad y
la otra de algo más de un año. Ambas 'CE,llÍan las piernas enco­
gidas ~n posición fetal. La mayor tenía la cabeza deform~d l
y descansando sobre una especie de cojín de algodón apretE-do,
elel cual se encontraban también restos adheridos a la frente.
¿Sería que este cojín de algod.ón for:né1ba perte del aparato
deformador? La n ás pequeña, que tenía la cabeza vuelta
. hacia la izquier da también la apoyaba sobre un manojo de al­
UNA T U ~BA DE CHIUCHIU 3

godón, pero en este caso mucho más suelto y sin la forma


aprensada del anterior. Ambas criaturas tenían brazaletes con
cuentas de turquesa y malaquita y la más pequeña aparente­
mente también un collar del mismo material, porque se encon­
traron algu;,as cuentas todavía adheridas al cuello. Las cria­
turas estaban envueltas en dos paños; el interior de lana color
claro, que había originalmente formado parte de una prenda
mayor, y el exterior, un paño rectangular, con cuatro orillas
y listas de urdimbre de cuidadosa ejecución (véase Envoltorio).
Al lado izquierdo del fardo principal se encontró el cuerpo
igualmente disecado y desnudo de una mujer vieja, cuya ca­
beza estaca separada del cuerpo y cerca de los pies de la mujer
joven. QuedQ de la cabeza 'únicamente la parte ósea a la cual
se adhieren mediante unos tejidos dis~cados el atlas y las dos
vértebras siguientes. (Véase el Protocolo del cráneo al final).
Cerca de la cabeza del hombre, al lado izquierdo, se halló un
hozo de una tabla de cardón, madera Que ha sido muy usada
en la antigüedad, durante las siguientes épocas y que todavía
hoy se encuentra en construcciones en los oasis del Desierto de
Atacama. Frente a él se encontraron restos de maíz, frejoles y
sardinas disecadas'. El resto del espacio dentro de la tumba es­
taba ocupado por objetos del ajuar fúnebre, que Se descrihC'n a
continuación.

Canasto e:troscado.

diámetro boca: 11,2 cms.


diámetro fondo: 8
altura 6
"
"
Este canasto es ejecutado en la técnica de aduja o espiral
(coiled basketry), técnica que se encuentra tamb!É'n 2ntl'p. los
pueblos de Norteamérica y hasta el territorio fueguino por el
hemisferio meridional (1).
El material empleado es CortaderÍa SeUoana, tanto para la
aduja como para la fibra de enlace. Un delgado y largo mano­
jo de cintillas (la aduja) se enrolla y se cose con la fibra de en­
lace de manera que ésta pasa por encima de la aduja que está
en proceso de ser cosida y perfora un punto de la fibra de en­
lace y una parte de la aouja de la corrida anterior. Este proc~­
so empieza en el centro del fondo y sigue hasta que el manojo
está completamente cubierto de puntos hechos con b fibra de
enlace y ha tomado la forma deseada de canasto (fig. 3 a y h).
El sistema de perforar el punto inferior no se rr.antiene
durante todo el trabajo; muchas veces se perfora solamente una
parte de la aduja inferior, saliendo la fibra de enhc0 entre dos
4 G. MOSTNY

puntos sin partir ninguna . Esta irregularidad influye natural-­


mente en el dibujo, que sale asimétrico.
El canasto es muy resistente; los puntos formados por la
fibra de enlace están juntos y apretados y la forma del canas­
to es simétrica. La pared consiste de catorce adujas y el fondo
(desde el centro a la perifería) de nueve adujas. Cada una de
ellas tiene aproximadamente 4 mm. de diámetro. El color de
fondo es pardo-rojizo y la ornamentación se debe al uso alter­
nado de una fibra de enlace más oscura, casi negra; de esta
manera se forma un dibujo geométrico de figuras escalonadas
compuestas, que se repite diez veces en la pared del canasto.
Debido a la peculariedad, mencionada más arriba, de pasar la
fibra de enlace a veces a través. del punto inferior y a veces
entre dos puntos, el dibujo no es muy regular, cambiando el
número de puntadas claras y oscuras en cada motivo y su inters­
ticio. No obstante, el efecto producido es agradable para la
vista.
El uso de canastos enroscados iué mu y difun d ido entre
los Atacameños. Como recipiente ha precedido aparentemente
él la cerámica (2) aunque no por un periodo bastante b.rgo pa­
ra ser ccmprobado definitivamente en los conchales; por el
otro lado, un cementerio en Punta Pichalo , encontrado por
Bird (3) que contenía cestería en espiral, carecía de alfarería,
aunque todos los demás artefactos eran idénticos con los de las
capas con cerámica de los conchales (4) . Considerando qUf' los
Atacameños, aunque sedentarios, viajaban mucho y no sólo a
.través de su extenso territorio, sino también por las regiones
adyacentes, es fácll entender su pr2ferenC'ia por la cestería en
VEZ de la cerámica quebradiza, como recipientes resistentes, los
cuales, impermeabihzaaos, servían también para guardar líqui­
dos.
La cestería en aduja no era un rasgo cultural exciusiva­
menee atac:lmeño, sino al contrario, tenía una amplísima dis­
tnbución a través de toda América.
Tratándose de un artículo fabri cado de material orgánico
y expuesto a la destrucción por la acc.ón del tiempo, que S2
conserva wlamente en regiones dond2 el suelo es muy seco,
no es fácil demostrar su Cilstribución. Basados eh los hallazg03
arquEológÁcos y en el material que se fabrica todavia hoy entre
las tribu" indígenas, se puede constatar que la cestería en téc­
nica de aduja o espiral era conocida desde los Esquimales ' en
el extremo noroeste de la América s~ptEntr;'onal hasta 103 Yá­
mana en las Islas al Su'r del Canal de Beagle en el extr emo sur
de la América meridional. El área de distribución se extimde
a lo largo de la costa del Pacífico (siendo dudosa en territorios
húmedos donde estos artefactos fue ron de:¡truídos por factores'
naturales en caso de haber existido) y de modo somero se pue­
den considerar las cordilleras de las Rocallosas y de los Andes
como su limite oriental, el cual fué traspasado sólo donde había
una comunidad de culturas a ambos lados de la montaña: por
UNA TU~BA DE CHIUCHtU 5

ejemplo en la América del Sur en el área atacameña y del


Noroeste Argentino; en el área Diaguita Chilena y Argentina
(en esta región se tiene pru<>bas indirectas de la existencia de
esta clase de cestería por impresiones hechas en la cerámica)
. y en la región araucana y la fueguina. En la parte atlántica de
la América del Sur existen solamente esporádicos centros de
fabricación, como si una parte de los portadores de esta técnica,
en su camino hacia el sur, se hubieran desviado hacia el sureste
(sin lograr reunirse nuevamente con el tronco principal que
descendía por la costa Pacífica). Fig. 4.

Distribución de la ce::tcrÍa en espiral en la América del Sur


(Fig. 5):

1. Páez y lVIoguex:
G. H ernández de Alba (1.946): The Highlnnd Tr1:bes
of Southern Col'umbia; Handboolc 01 Souf,hamerican
lndians, tom /l, p. 942 (5). Ellos no hac~n canastos,
sino sombreros en esta Ecnica.
2. Ce del Norte:
R. H. Lowie (1D.~6): Th e lndiuns 01 Eastern Brazil;
Hdblc 1, ]J. 286.
3. Can ella (Ce del Centro):
R. H. L 01U~e (1.946): Th e N01,thuJestern and Centrar
.Ge. H dhlc. 1, p. 487.
4. Pancararu:
R. H. L owie (1 DW): Th e Puncarun't, H dblc 1, p. 561.
5 Costa del N arte de Perú:
B. Mishlcin (1DMO: T e Contemporaru Quechua; Hdbk
JI, p. 431; se h&cen esporádicament.e.
6. Centro de Perú:
Paracas y Chaví n. R. CaTrión C. (1948): La cultura
1'a Cha.vin: R evista elel Museo Nac. de A.ntropulogia
y Arqueología, vol. /l, N r 1 p. ] 62.
7. Aymara
H. Tsdwpilc .7r. (1D .1¡6): Tlip A1Jmara, Hdhk ll, p.
534. Se hacen ocasionalmente.
8. Costa sur de Perú y norte de Chile:
R. E. Latcham (lD38): Arqueología de la Región
Atacameña; p. 211 ss .
9. AtacamEños:
R. E. Latcham (1D3R): Arqueolo gía ele la Región
Ataco1n eña; p. 2 11 ss.
10. Puñe~!os y Humahuacas:
E. Casanova (I D46): Thp C?llt?J.rp8 of tJw Puna and
Quebrada de Humahuaca; Hdbk. 11, p. 623.
e. MOSTXY

11. Uru:
W. La Barre (1946): Th e Uru-Chipaya; Hdbk. Il,
p. 580.
12, Diaguita Argentinos:
F. Márquez Miranda 0946'): The Diaguita of Argen­
tina; Hdbk. 1I, p. 642.
13. Diaguita Chilenos:
J. Iribar'Ten (1949): Casa de PiP.rlra en San Pedro
Viejo; Boletín de la Socieda.d Ar'queológica de La Se J

rena, N.r 4, p. 13.


13 a, Chile Central:
El Museo Nacional de Historia Natural de Santiago
conserva un fragmento de cerámica con impresiones
de cestería enroscada en la greda (N,9 13.471),
14. Mateco:
A. Metmux (1946): Ethnogmphy of the Chaco ;
Hdbk. 1, p. 285. El autor supone qt~e han adquirido
esta técnica de sus vecinos mestizos,
15. Comechingones :
A. Serra.no (1945): Los Com.echingones; p. 217 ss.
16. Araucanos chilenos:
J. M. Cooper- (1946): The Amucanians; Hdbk Il.
p. 713.
17. Araucanos Argentinos:
A. Met raux (1930): E'tucles 8UT la CÍ'/.:ilú;ation deg
Indiens Chiriguano.
18. Alacaluf.:
J. Bi1'd (1946a): The Alacaluf; Hclbk 1, p. 68,
Ig.. Ona:
J. M. Cooper (1946): The Ona; Hclbk 1, ]1. 11 2',
20. Yámana:
J. M. Cooper (1946): The Yag.'¿un; Hdbk 1, 1J. 8D.

Cencerro=
altura: 15 CHIS.

plano superior: eje largo: 16 cms.

eje corto: 5 "

boca: eje largo 25 "

ej e corto: 8,6
)7

grosor de pared: 0,5 cms.

Este obj eto (Fig, 6), se encontró en óptimo estado de conser­


vación, con los badajos mantenidos en su: lugar por los cordeles
originales.
USA TUMBA DE CHIUCHIU 7

Está hecho de un solo trozo de madera con los lados en


forma de trapezoide y ligeramente curvados; la boca y el plano
superior son elípticos. El plano superior está además perfora­
do por seis agujeros, siendo los dos laterales mayores que los
del centro y apróximadamente rectangulares. Por ellos pasa la
cuerda de tendones con la cual se sujetan los seis badajos. Los
cuatro agujeros centrales de este ejemplar no parecen tener
ninguna finalidad, a no ser que por ellos pasara otra cuerda
con la cual se sujetara el cencerro; dada su pequeñez podía pa­
sarse por ellos solamente una delgada.
Los badajos, seis en número, consisten de palitos de 1 a 1,5
ems. de grosor -por 17,5 a 18 cms. de largo. En su parte superior
se adelgazan considErablemente y además están p~rforados pa­
ra dar paso al cordel del cual cuelgan.
Cencerros de este tipo han sido de::::critos por varios auto­
res, como Ewbank (1885, p. 117, pI. X, fig. 7), Van Rosen (1919,
f.:. 192) Boman (1908, p. 744) Montell (1926, p. 28) Latcham
(1938, p. 139) Salas (1945, p. 193), etc., y no representan nada
lluevo en la arqUE::ología del Norte de Chile o Noroeste argen­
tino. El objeto descrito aquí es uno de los más grandes, si no
el más grande, que se ha encontrado h2sta ahora. Además pa­
rece que originalmente estuvo p ~ ntado de rojo, porque trazos
de este color se encuentran toa avía en una de las superficies
laterales.
La tcham (op. cit.), adscribe los cenCerros a las dos últimas
épocas de la cultura 'a tacameña o sea a la atacameña indígena
y la ch:ncha-at:::.cameña y los considera como "artefacto::; neta­
m~ntc atacameños". Salas en su mapa de distribución (1945, flg.
'fb ) indica los lugar2s -tanto c;1 ~ lenos como argentinos- donde
han sido h allados, encontrándose el área de mayor dispeción por
d lado chileno, desde Ar~ca hasta Taltal (18 v 38' - 25 Y30' Lat. S),
mientras que por el lado argentino los lugares donde se hicie­
ron los hallazgos se encuentran alrededor de los 23 9 lat. S. De­
bido a Esta concentración, Salas pone en duda la afirmación de
Latcham y la antericr de Ecman, que hay que buscar el cen­
tro , desde el cual se dispersaron los cencerros en territorio atR­
cameño chilEno. A las . conclusiones de Sólas hay que oponEr,
que la cultura atacameña dependía siempre de la naturaleza
de su terntorio, cuyo rasgo más importante es el clima desér­
tico, E.stando r€str:ngidas las áreas idóneas p3.n~ la ocupación
humana, a pequeños oasis, separadas por grandes extensiones
€stériles. De man~ra que lGl densidad dE los sitios de hallazg03
en territorio atac&meño no podrá nLli1Ca aumentar considera­
bl(mente por las razones geográficas m2nclonadas, y no puede
servir de criterio para la dispersión de _elem ~ntos culturales.
La cantidad de ob.ietos -claro está- estará sujeta a cambios, a
medida que progresen los trabajos arqueológico::;.
En cuanto al uso que se ha dado a estos objetos, Latcham
(1938, p. 140) opina que fueron colgados "a los cuellos de las
llamas jefes de la tropa, de la misma maDera como los cence­
8 G. MOST;\Y

rros de bronce de las madrinas de las tropas de mulas en la


actualidad". Son relativamente pocos lo ~ ejemplares que se han
encontrado y creemos, que tendrían que ser mucho más abun­
dantes, si en realidad hubieran sido u~ados con este fin, pues­
to que los atacameños poseían gran número de tropas de lla­
mas mediante las cuales transportaban la carga en sus exten­
sos viajes. Nos inclinamos más bien hacia ];, idea , de que 103
cencerros de madera servían para fjn~s rituabs o eran instru­
mentas de música, tal como ahora todavía se u san los cencerro~
de bronce en los antiguos bailes 8té:C.camerlOs (lVIostny y col.
"Peine, un pueblo atacameño"; en prensa).

Tabletas y tubos de madera.


Tableta.
largo total: 15 cm.
ancho: 5,8 a 5,4 cm
recipiente: largo 6,7 cm,
ancho: 3.3 cm.
prof.: 0,8 cm.
altura de candor: en frente: 7 cm.
en dorso: 9,8 cm .

Tubo esculpido.
largo total: 20,5 cm.
largo boquilla: 5 cm.
largo figura humana: 4,5 cm.
diam. sup o (boquilla): 1,2 cm.
diam. inf.: 0,6 cm.

Tubo liso.
largo total: 19,4 cm.
largo boquilla: 4,2 cm.
diam . supo (boquilla): 1 cm.
diam. inf.: 0,6 cm.

Mucho es lo que se ha escrito acerca de estos objetos, que


llamaron la atención desde mucho tiempo. Se trata de reci­
pientes poco profundos, de forma generalmente rectangular
-aunque existan algunos redondos o de forma ovalada- que
tienen un asa en uno de los lados cortos del recipiente; este
puede ser de forma trapezoidal, como una prolongación
del recipiente, o elaborado en forma de una a tres figuras hu­
manas (bustos o cabezas), en forma de felinos, cóndores, arma­
dillos , lagartos, etc. Las tabletas se encuentran siempre asocia­
das con tubos de madera o hueso, a veces esculpidos con repre­
sentaciones humanas o zoomorfas en la parte central del tubo,
mientras que un ey tremo era labrado urc forma de boquilla.
La tableta (F ig. 7), encontrada en cst:l tumba se hdló en
UNA TU~DA DE CHI UC HIU 9

un estuche de cuero amarrada con un cordel de lana, protegien­


do la tableta contra cualquier daño que podría causarse par el
contacto con otros objetos o la tierra. Una vez sacada de su en­
voltorio pudimos ver que el recipiente tenía en su borde supe­
rior la figura de un cóndor echado. Uhle (191:3, p. 454-458) des­
cribe una tableta muy parecida a ésta, procedente de Calama
(N.Q 16) Y otra -también con la mü:ma decoración- se encuen­
tra en una colección particular, formada y conservada en Iqui­
que.
En cuanto a ·la distribución geográfica de las tabletas y tu­
bos, se encuentran -igual a los cencerros- en ambos lados de
la Cordillera de los Andes. En el lado chileno se han encontra­
do aesde Arica (Bird, 1943, p. 248, fig. 20 a, b) hasta Huasca
(Salas, 1945, fig. 90) y Churcal (Latcham, 1928, p. 76) con pre­
dominancia en la hoya del Río Loa. En 1938, fecha en la cual
publicó su libro, Latcham (1938, p. 131), da cuenta de 204 ta­
bletas encontradas en territorio chileno, "sin contar las lleva­
das por los norteamericanos" (los que suman aproximadamente
un centenar). El lugar donde eran más frecuentes era Chiuchiu
con 69 ejemplares (ahora 70) y Calama con 63 piezas. En terri­
torio 2rgcntino se habían descubierto hasta entonces un total
de ~ólo 22 piezas. (Véase también Looser, 1926, pp. 19 - 22, quien
reproduce una tableta de Sama, Perú) .
La interpretación que se ha dado a estos objetos varía se­
gún los autores que los describen, ion que se haya podido lle­
gar a una solución aceptada generalmente. Ambros~tti (1899,
p. 43) quien los describió primero, los llama "tabletas de ofren­
das"; Lehmarm-Nitsche (1902, p. 8) los llama "paletas" y a los
tubos "alfileteros o escarificadores" (id. p. 10) Boman (1908 , p.
653) cita a Pedro Sotelo N arvaez y Lozano, el cual describe el
uso de un narcótico mediante tubos, y en otro trabajo posterior
{Quito 1923) describe el mo de tabletas semejantes entre 103
indios Mahués y Mundurucús (Amazonas y Tapajoz). Lafone
Quevedo (1912) cree que los tubos fueron usados como cerba­
tanas para flechas €nvcnenadas. Posnansky (1913) cree que
se usaban para hacer sacrificios de sustancias balsámicas.
1Jhle (1915) los considera como recipien'.:es para rapé y los tu­
bos para aspirarlo. A esta opinión se <¡dhieren Latcham (1938 ,
p . 128) Oyarzún (1931) y Looser ( 1926, p. 22). Rosen (1919, p.
147) afirma que se usaron las tabletas para preparar la mezcla
de agua y ceniza quP se mastica junto con las hojas de -coca.
Montell (1926, p. 35, 36) las llama "grinding-slabs" y considera
que el problE: rr..a elel verdadero uso de las tabletas queda sin
solución todav:a . Salas (1945, p. 218-226) da un resumen de [as
opiniones de auto res 2nteriores sin considerar ninguna de elléls
como probada .
En cuanto al polvo que se usó en las tabletas para dspirar
mediante el tubo -porque creemos que la opinión más fun­
dada acerca del uso de las tabletas era como r ecipientes parJ.
10 G. MOSTNY

un narcótico o estimulante- Latcham (1938, p. 133 ss) supone


que se trata de los frutos triturados de Piptadonia macrocarpa
que constituyen un fuerte exc;itante, o también una especú~ <.le
tabaco, . como usaban los antiguos habitantes de Perú y Boli­
v ia Central y Meridional.
Queda por último la cuestión de la época en la cual fueron
usados estos objetos. Latcham (1938, p. 132, 133) afirma que
aparecieron por primera vez en la civilización de Tiahuanaco
y eran entonces de piedra. Se conocen catorce de estas tablco­
tas de piedra. De allí "se esparció su uso por toda la zona ocu­
pada por los atacameños, extendiéndose hasta las regiones pe­
riféricas de los diaguita argentinos y chilenos aunque no fue­
ron generalmente adoptadas por ellos". Representa algunas de
ellas en fig . 1, 2 Y 3, p. 46 op. cit. Algunas tienen mangos tra­
pezoidales con representación de figuras en relieve típicas d~
Tiahuanaco. En otras los mangos de las tabletas de esta época
"representan cabezas de pumas labradas en el conocido estilo
tiahuanaquense". La labranza de ellas es mucho más esmera­
da que la de épocas posteriores. Más adelante dice el mismo
autor: "No obstante, la gran mayoría de las tabletas conoci­
das pertenece a la época de la cultura atacam:=ña indígend o
bien, al período subsiguiente, chincha-aiacam9ña. En estas dos
épocas, la decoración 'de las tabletas es diferente, lo qU2 permi­
'le clasificarlas. En la primera encontramos uno o dos mangos,
generalmente representando animal es o aves, toscam ~ntE' talla­
dos y frecuentemente atraves&dos en el extremo de la tablEta.
Raras veces se encuentran en esta época figuras humanas y
en todo caso son figuras toscas y simples. En la última épccJ.
las figuras humanas son más artísticas y a ella pertenecen ca01
todas las que presentan tres figuras (Uhle. Las tabletas de Chiu­
chiu, fig. 1, 2, 3). Los animales son más estilizados y frecuen­
temente representan monstruos,10 que no sucede en las épocas
anteriores. Fig. 27 Y 38;'.
A esta opinión de un centro de irradiación tiahuanaquense
de las tabletas, expresada primero por Uhle (1915) se adhieren
Latcham (1938, p. 132 ss), Oyarzún (1931), Montell (1926, p.
36), Serrano (1941) y Salas (1945). De 1.8S dos tabletas de Chiu­
chiu, que figura Rydén (1944, fig . 113, 114), la pr;mera no tiene
ni asa ni. ornament&ción; la segunda de forma poso frecu ~ nte,
presenta una serpiente bicéfala en el borde de la tableta. La
ejecución recuerda Tiahuanaco; ad'2más, según Latcham (19~'7,
p. 220-237), la serpiente es un motivo de Tiahuanaco, introc.uci­
do de aquel centro cultural en la cerámica atacamena y di[l­
guita .
Nosotros dej amos abierta la cuestión cronológica estable­
cida por Uhle y seguida provisoriamente por Latcham.
Los tubos (fig 8) que se encuentran en esta sepultura son
de dos tipos diferentes. Uno, sin ornamentación alguna, está
trabajada de un trozo de madera blanda de color claro La bo­
quilla fué hecha aparte, de un trozo de la misma clase de máde­
UNA TUMBA DE CHIUCHIU 11

1'a y el tubo se enchufa en ella. El corte inferior del tubo es


recto y el grosor de sus paredes en este extremo es menor que
en el otro. En su interior se encontró" una espina de quisco nO'
trabajada, de 15,4 cms. de largo.
El segundo tubo, de un solo trozo de madera OSC'.ml y dura
(algarrobo) está prolijamente trabajado. La boquilla tiene 5
ems. de largo; los próximos 3,2 cms. del tubo carecen d0 deco­
ración , después viene una figurita esculpida y finalmente otros
7,8 cms. de tubo liso. El corte inferior es recto, igual al otro tubo.
La figurita representa el cuerpo menos la:< piernas de una figu­
ra humana, con los brazos colgantes. La cabeza tiene un hocico
entreabierto y orejas largas, aparentemen con aros. Probable­
mente se trata de un ser humano que lleva una máscara, pare­
cida a la que hemos encontrado cc:rca de Arica (Mostny, 1944, p.
142, fig. 4). Además tiene en la cabeza algo como un gorro de­
corado y sobre el cuerpo un vestido con dibujos geométricos. En
la parte trasera inferior de la cabeza y la parte superior de la
espalda está representado el peinado dL pelo largo suelto o qui­
z,ás el paño ~obre d cual estaba cosida ]a má:cara. Es interes8.n­
te notar, que la fi!:(ur:ta da la impresión de haberse desgastado
por el manejo y al mismo tiempo está inconclusa: mi(~ntras que
el brazo izquierdo se encuentra en su parte central completa­
m ente desprendido del cuerpo, el brazo derecho está tc·davía
adherido a éste, indicando una ranura y un agujero el proceso
de trabajo iniciado.
Colgando del tubo en un cordelito delgado hecho de tendo­
ne3 finos torcidos y hebras de lanR. ce encuentran cineo cuen­
tas discoidales de malaauita, arreglada:.; de mayor a menor. En
el interior (lel tubo se ha 11 aran tres espinas de auisco, dos de
ellas de 12.5 cms. sienco la t "Orcera ineompleta Estas espinas
aunque se encuentran en muchos de lo;;. tubos, faltan en otros.
Uhle (1915, p. 125) opina por esto, que 1& interpretaci¿fi ele los
tubos no tiene que r1eDender del liSO el,,: las espinas. A veces
estas espiné''' r.o ~e encuentran sueltas. "ino en manojos ligado',
con un tendón o hilo de lana Salas (] l)45, p. 2'2:-3) :;e opone él Ir.
idea de que sirven para limpiar los tubos, aduciendo que se en­
cuentran ~ veces atadas y que siempre son más cortas que el.
tubo. Ninguna de las dos razones nos parece convincente: que
se encuentran en haz no es obieción, puesto que no tiene nun·
ca un diámetro mayor que el del canal del tubo; tampoco tiene
importancia. oue las espinas sean más cortas que pI tuho. ::,or­
aue se puede lim')iar p,:,rfect2mentp biell. introduc.iéDdn 18 ." des­
de ambos labos, ya que son más largas oue la mitad del tubo.
. Resumiendo lr> dicho oobre las tabktas y tu hos "", pT d"
afirmar lo siguiente: las tabletas y tubo¡=: deben vincu13rse en
sus fu.nciones por encontrarse casi siempre juntos en los ya­
cimientos arqueológicos; aunque no se posee pruebas definitivas,
la interpretación propuesta por Uhle, de que se trata de obje­
tos destinados a aspirar un narcótico o estimulante, es la más
verosímil; las espinas tenían su finalidad en relación con los tu­
12 0-. MOSTNY

bos, aunque no eran absolutam~nte necesarias pa.ra el funcio­


namiento de estos; y finalmente, se trata -en la tabletas por
lo menos---,--- de un elemento cultural introducido de Tiahuanaco,
como lo recuerda :ou morfología; este elemento fué 8.doptado por
la cultura atacameña y de este centro secundario se esparcio a
otras regiones, especialmente al Noroeste argentino. Para poder
. prounciarse sobre la procedencia de los tubos tendrían que in­
cluirse en el estudio los tubos encontrados en La Gonave y con­
servados en el MUSEO Arqueológico de Port-au-Prince (Haití)
Que fueron encontrados en el área arawak (Mangones et Méixi­
milien, 194]) lamo L). Se diferencian de los atac-ameí'íos por la
bifurcación de la parte superior en dos boquillas se asemejan
en la parte central esculpida, que representa un monstruo d~
hocico largo. (Compúese ademas los tubos presentados por Lat­
chan, 1927, p. 252).

Peque ños Recipientes (Fig. 9 A. F. )


A. - Vasitos de madera.

altura 4,6 cm.

diam. 4,6 cm.

diam. labio: 2,5 cm.

diam. boca: 1,5 cm.

E. - Tubo de madera.

largo: 6,5 cm.

diám. sup.: 3,3 crh.


diam. inf.: 2,9 cm.
perforac:ón, diam.: 1,5 cm.
perfcración, largo: 3 cm.
C. - D. - E. - Tubos de cai'ia.
largo: 14 cm. 13,5 cm. 11,ocm.
diám.: 2,6 cm.
F.-Recipiente de hueso.

lcrgo: 13,8 cm.

diám.: 1,5 "

G-Recipiente de cuero.

largo: 12 cm.

diam. boca: 0,6 cm.

ancho base: 2,6 cm.

Espátula

largo: 14,8

diám.: 0,6 a 0,3 cm.

Entre los objetos que se encuentran con más frecuencia en


los yacimientos arq'leológicos atacameñcs, se cuentan peque­
ños recipientes de nadera, caña o hueso, que en generél] ser­
vían para .guardar r intura, espinas de quisco, agujas o sea, ob­
jetos pequeños o su :tancias como polvos y afeites. Debido a la
UNA TUMBA DE OHIUOHIU 13

naturaleza de su contenido, estos recipientes estaban premuni­


dos de una tapa, C[ue consistía en un pedazo de cuero, o de ma­
dera, o sencillamente una sección de una coronta de maíz.
(Compárese Latcham, 1938 p. 143; Lehmann·Nitsche 1902 p.
13; Montell 1926, p. 38; Rydén 1944, p. 194). Los recipientes en­
contrados en esta tumba car,ecÍan de tapas.
El vasito de forma globular y base achatada (A) está hecho
de madera oscura y dura, probablemente de algarrobo. El la­
bio es grueso y el cuello muy corto (0,3 cm) y envuelto con una
amarra de cordel del~ado de dos -::abo:.; de fibra vegetal. El
cuerpo del vasito está cubierto con piel (¿escroto de auqueni­
do?) que se adhiere perfectamente a 13 forma del vaso y que
termina unos 0,5 cm. debajo del cuell/), Las pared<,s del vaso
son delgadas. Al encontrarse estaba vacío. Vasos parecidos fue­
ron descritos por Rydén (1244, fig. 116 G .) por Boman (1908,
p, 759) .
Otro pequeño recipiente (B) hecho dr: un trozo de madera,
es de forma aproximadamente cilíndrica. Ur"a perforacif:>n de
1.5 cm. de diámetro por 3 de largo representa toda la cavidad.
También fué encontrado vacío.
o Otros tres recipientes (C-D-E) están fabricados de fragmen­
lOS de caña. El fondo es formado por el nudo del tallo. Uno de
ellos tiene una amarra de tendones a 2 cm. de la boca, proba­
blemente para impedir que se parta
Un quinto rec ;pi ente (F) está hecho de un troz0 de hueso
de la pata de un llama o guanaco todavía cubierto con la pie},
que está reccq;ida para cubrir el fondo del tubo. Los 1,5 cm, cer­
ca de la boca está n libres de piel. Lehmann-Nitsche (1902, p.
13) d escri be u n recipiente análogo.
P r fin, se en con tró up. recipiente (G) hecho del cuero sin
pelo de una pierna de un mamífero, la cual fué deSC'.lerada en­
tera, de manera que no demuestra costura, sino en el borde in­
ferior (la parte más gruesa de ,la piernn). Es parecido al repro­
ducido por Montell (1926, p. 38, fig. 50), En este recipiente, que
contiene un polvo verdoso, se encuentra ·-haciendo al mismo
ti e mpo las veces de tarugo- un a espátula de madera, que üé
usada en la aplicación del polvo colorante, como lo prueban los
restos de éste adheridos en la parte de la espátula que queda
dentro del recipiente,
Estos pequeños recipientes son una prueba elocuente del
genio inventivo y práctico de los atacameños, los cl'!ales, vi,.rien­
do en medio de una naturaleza tan grandiosa como avara, tuvie­
ron que utilizar a fondo sus escasos recursos, sin désp erdiciar
ningún pedacito de madera, hueso o CUNO, y adaptándolo siem­
pre él sus necesidades.

Gotario. (Fig. 10).


lar go 10.4 cm. (tot al)
8,9 (tub o)
diám.: 0,4 cm.
14 G. ;¡rOSTKY

Este curioso objeto se compone de un tuvo de hueso y una


sección de una tripa, amarrada al hueso por medio de una li-
o gadura de cordel de lana.
El tubo, que está hecho del radio o cúbito de un ave está
bien alisado en su exterior. Su parte superior (es decir la parte o

donde se encuentra la amarra de cordel) es algo más gruesa que


la parte opuesta o punta. A 1,7 cm. de ésta se ve una ranura alre­
dedor de toda la periferia, que está rellenada con una materia ne­
gra que parece ser cemento o, cola para pegar. La perforación
de la punta es muy pequeña, alcanzando sólo fracciones de un
milímetro. Es imposIble introducir en ella un alfiler común,
mientras que un alambre delgado pasa muy bien por ' todo el
largo del tubo. Parece que la punta no forma parte del mismo
hueso, sino que está hecha de otro, perforado artificialmente
-aunque es caso inconcebible que con 10s instrumento,> toscos
a dIsposición de los fabricantes pudieran hacer p erforaciones tan
minúsculas- y después embútiao y fijado medIante la sust:mcia
negra en la cavidad natural del hueso. Esta suposición qu.e no
pudO veriÍlcarse por no romper el OOJ eto, es fonalecido por otro
gotario, existente en las colecciones cel Museo Nacional de His­
toria Natural (sin número y sm aato::;) er. el cual se nota qU2
los 0,5 cm. del tubo que siguen a la punta tienen un color má3
oscuro, como si transparentara la cOJa con la cllal se unieron
las dos partes.
Los últimos 2 cm. del tubo (o sea, la parte superior) están
envueltos con una apretada amarra de un cordel delgado de
lana, de color oscuro que sirve para mantener en su lugar un
trozo de tripa; ésta sobresale todaVla unos 1,8 cm. y a su vez es­
tá amarrada en sus últimos milímetros con un cordd parecido
al anterior. Esta tripa, cuando nueva y flexible Lene que naber
desempeñado el papel de la goma de los gotarios modernos.
El ejemplar conservado en el Museo Nacional de Historia
Natural, mwe 10,2 cm. en total (1 cm. 1él punta, '7,5 cm. el tubo
y 1,7 la tripa) . Del interior de la tripa, amarraua muy cerca d?
su punta, sale un cordel delgaao ue (;uatro cabos, los c'uales,
despues de un nudó, quedan sueltos a manera q,e fleco . Este cor­
del parece no haber tenido ningún pappl funcional, sino ser un
detalle secundario o adorno.
Fuera del gotario encontrado en esta tumba, de otro conser­
vado en el Museo Nacional de Historia Natural y de un tercero,
que fué recogido por E. Casanova dUX'2nte un viaje a C8.1ama
y Chiuchiu en 1943, no tenemos noticias de otros. Lehmann­
Nitsche (1902 , p. 12) describe un objeto que dehe haber sido al­
go parecido y que procede del Cementerio de Sta. Cataliné'.
~prov. de J ujuy). Bajo el título general de "Tubitos" este autor'
escribe: "N.'? 28 . Cañita (lámina II, fig. 28). Está hecha de un hue­
secillo dc: lgado, cuidados.amente pUlJdo de 8,4 cm. de largo . La
extremidaa m ás gruesa está envuelta por un cordón hecho d?
la segunc.Zt CCl'í,(:za ue árbol. :Sn UD laGO de Cd2 carión está p:::­
UNA TUMBA DE CHIUCHIU 15

gado un pedacito de resina. El perfil de la otra extremidad está


representado por un disquito de metal que, por su aspecto, pa­
rece de zinc O plomo; este pequeño disco apenas tiene el espe­
sor de una hoja de papel un poco grueso; es tan delgado, que vis­
to de lado casi no se percibe. La perforación apenas alcanza a 0,5
mm". El mismo autor se pregunta cuál será el destinO de esta
"curiosa cañita". Supone que el instrumento es incompleto y
que le falta otra cañita igual, que se embutía en el extremo de
la primera donde tenía la amarra, pan poder colocárselo en la
nariz a fin de aspirar rapé u otra materia en polvo. Pero al
mismo tiempo duda de esta interpretación, porque dicp. con mu­
cha razón, que sólo un polvo finísimo hubiera podido pasar por
la perforación de 0,5 mm. del disco ffio:tálico, y finalmente in­
sinúa: "¿O habrá quizás sido un instrumento de medicina ?".
A continuación de esta cañita, Lehmann-Nitsche (pág. 13)
describe otro "huesecito", igualmente con una "perforación fi­
nísima, en una de las extremidades", que "permita apenas la en­
trada de la punta de una aguja".Supom· que era un fragmento
d2 un instrumento análogo al anterior; esta pieza mide 9,2 cms.
de largo .
Comparando el ejemplar N .9 28 de Lehmann-Nitsche con el
que se encontró en Chiuchiu, parece que la punta de hueso es­
tá reemplazada por una laminita de metal, y que de la parte su­
perior queda sólo la envoltura de cordel y un pedacito de la
resina con la cu <>1 estaba adh-:;rida la trip2. al hueso. En el mismo
trabajo, p. 24, N.9 37, el mismo autor describe el hallazgo de
un tubito de caña, en el cual se encontraron tres huesos delga­
dos de pfjaros;es posible que estos estuvieran destinados a ser
transformados en objetos de la misma índole que los menciona­
dos arriba.
La forma del objeto encontrado Chiuchiu, del otro existen­
te en las colecciones del Museo Nacional de Historia Natural y
los fragmentos descrli;os por Lehmann-Nitsche' parece indicar
que fueron ucado;; como gotarios:¿ Qué líquido usaban? Tiene
que haber siGO LIn líquido de efectos muy poderosos resp,=cto del
cual era de gran importancia dosificar bien la cantidad; quizás
un estimulante, el cual en Una dosis mayor era letal o producb.
un disturbio permanente en el organismo. .

Espátulas: (Fig. 11 A - E)

Se han encontrado cinco ejemplares, tres d e los cuales es­


taban esculpidos en madera (A . C) y dos en huesos (D y E). La
madera empleada es de algarrobo, de color oscuro, casi negro y
consistencia dura. Era ésta la madera preferida por los ataca­
meños cuando se trataba de tallar artísticamente un objeto.
16 G. MOSTNY

La espátula A, de 23,5 cms. de largo, tiene un mango de


sección circular de 1,1 cms. de diámetro, que disminuyE:. hacia la
punta. A los 16,4 cms . el mango cambia de forma, su corte se
hace elíptico (largo de los ejes: 0,9 y 0,7 cms., respectivamente)
y los últimos 1,6 cms. se aprovechan, mediante un sacado, como
pequeña cuchara plana de poca profundidad. Una espátula idén­
tica con ésta es representada por Rydén (1944, p. 192, fig. 115-H).
La espátula B es parecida a la anterior. Su largo total es
de 18,2 cms., de los cuales 14,3 cms. corresponden a un man~o
de corte redondo (0,8 cms. de diámetro) y punta redondeada
Este mango se continúa en una faja circular de 0,9 cms. d.e
largo y ligeramente más gruesa que el primero y los últimos
1,9 cms. son elaborados en forma de una cucharita parecida a
la de A. La ejecución de esta pieza es más cuidadosa todavín
que la de la anterior.
La pieza e, de un largo total de 24,1 cms., tiene en común
con A y B la elaboración de su extremo en forma de cuchari­
lla (3 cms. de largo); esta cuchara se prolonga en unR parte
delgada (0,6 cms. de ancho por 3 de largo) , que tiene una r2.­
nura en el centro; termina con un nuevo ensanchamiento óe
forma cuadrada (2,4 por 2,4 c'm s.) y en seguida empieza '=!] man­
go propiamente tal, que tiene 16,6 cms. de largo, 0,8 cms. cie
ancho y 0,4 cms. de grosor. Este remata finalmente en un ex­
tremo ligeramente redondeado. En su parte superior la espátu­
la es plana mientras que su parte inferior es ligeramente cón­
cava.
Las dos otras piezas son de hueso y parecido en su forma.
Están fabricadas de un trozo pulido de hueso de llama y pre­
sentan un extremo ancho y plano y el otro de corte redondo y
agudo. El ejemplar D tiene 22,5 cms. de largo por 2,3 cms. de
ancho , mientras que del ejemplar E se conserva únicamer:te un
fragmento de 16 cms. de largo y 1,6 cms. de ancho.
La interpretación que se da a esbs objetos es diferente
según los distintos autores. Boman (1908, lI, ,p. 640, 747) llRffia
Jos de hueso ,"topus" o "alfileres" o también "útiles para te­
Jer" (fig. 171 b, 172 b). Uno de madera , encontrado en Ca'ama
(p. 743, 744, fig. 173) lo llama "espátula" y lo compara con eh'os,
parecidos, reproducidos por Lehmann-Nitsche 0902, p 27,
pI. IV, A 2) Y Ambrosetti (1902, p. 27); Ambrosetti (1908, p.
435) llama algunos de esta serie "topos o alfil ~res espatulifor­
mes". Latcham (1938, p . 197) cree que la~ "llamadas espfi.tulas"
deben haber servido para tejer las redes tan usadas por los 2ta­
cameños y que las más decoradas solamente tuvieron un em­
pleo ritual o ce remonial". MontelI (p. 37, fig. 43-45) los l'lama
"ash spoon for coca (?)" y transcribe la opinión de van Rosen
y Nordenskiold. Igualmente Rydén (p. 191-192) les da la mis­
ma interpre tación, llamándolos "lime-spoons". ,
De los cinco objetos descritos aquí, el caso de D es perfecta­
mente claro: fué enc0ntrado sobre el pecho de la nomia, tras­
pasando y manteniendo en su lugar uno de los tejidos con los
UNA TUMBA DE OHIUOHIU 17

cuales la momia estaba envuelta .. Es decir, el objeto D es un


topu, lo que no excluye que fuese también usado para otros
fines.
El objeto E, también de hueso y de idéntica conforma­
ción en su parte conser vada como el anterior, puede, por analo­
gía, ser clasificado como otro topu.
Los tres objetos A - e, de los cuales dos tienen un mango
grueso y punta roma y el tercero mango chato y relativamente
a ncho , tienen que haber tenido otro uso. Parece que la parte
esencial de ellos era la cuchara y consideramos por eso mits
acertada la opinión expresada por N ordenskiold y otros, en el
sentido de que servían para sacar la yista de la bolsa (aunquE'
la capacidad de la cuchara parece muy pequeña); posiblemente
fueron usados como instrumentos complementarios para el uso
de las tabletas y tubos para aspirar rapé, sirviendo entonce3
para sacar el rapé de su recipiente y depositarlo en la tableta.
En este caso, el tamaño de las cucharas sería lo suficientemerte
grande para manipular el polvo.

Flechas: (Fig. 12)

Se encontró un paquete de 16 astas de flechas de madera


blanda, crn médula es onjosa, 3 porta-puntas del mismo mate­
rial y una punta de madera más dura.
El largo de las astas occila entre 31 y 40 ems. con exceI)­
ción de UY'''l (N) quebrada, la cual, incompleta, mide ya 44 cms.
Estas medidas coinciden con las dadas por otros autores par1.
flechas de este tipo , encontradas en las regiones atacameña y
vecina". Latcham (1 g38, p. 150) indica el largo de 35 - 48 cms.;
]\rontell (lq ?,'i ;; 10) habla de 37 - 43 cms.; Lehmann-Nitsche
(] !?02, p . 6) de 10 - 4.4 cms. y Boman (1908, n, 729) indica ..J.(J
ems. como promedio. '
El diámetro de los astiles encontrados en esta tumba, '1.'2­
ría entre 0,7 y 0,9 eros.; un ejemplar (P) tiene 0,6 cms, en el
t el m>rl~J de las plum?s y 0,7 cms. cerca de la punta. TampOC,)
PI1 e"te r p>,pecto SI? diferencia may ormente de las encontradas
]lor Latcham y Boman, quienes indican 0,6 - 0,7 cms. y 0,8 - 0,9
ems .. respectivamente, de diámetro.
El terminal del astil, que se apoyaba en la cuerda del arco,
se pr<osenta en seis casos (no tomando en consideración la fle­
cha E que está quebrada) con un corte recto, y en nueve con
una ligera e~cot¿:.:dura, que facilita asentar la flecha sobre b
cunda. El por('ent~j<: bastante grande de flechas sin escotw'lu­
[él (c asi el !'lO o/r, ) está ,n contnste con los h i't llw>:gos rlp Latcham
(1 938, n. J 6:1) , BO'!lA n 11902, n, D. 730) Y Rydén (1944, p, 100)
los cu?les h8n encof'trado rnmo reg~a la presencia de estas mues­
cas v como pxcepción su falta.
El terminal opuesto, donde se emhute la punta o el port2­
punta, eé:tá ahuecado, habiéndose sacado la médula de la made­
]8 G. MOST?\'Y

ra; en cambio está reforzado por un fuerte embarrilado de ten­


dones. Un refuerzo semejante, pero de otra materia, se encn.e n­
ira también en el otro terminal: en las flechas A - F Y N se apli­
có primero un refuerzo de tendones y encima de éste una célpa
delgada de tierra mezclada con alguna sustancia adhesiva. Nó..
tese en el cuadro 1, que las flechas, que están provistas con os te
cemento son las que lucen una decoración cuidadosa (A - F; N,
la más larga de todas, estuvo posiblemente pintada enteramE:Yl­
te de rojo). Los astiles G, 1, K, L Y O tienen una amarra de
hilo de lana blanca, H de hilo rojo y 1\1 de hilo blanco y negro.
Debajo de esta amarra sobresalen en cada ástil dos hilitos de
otro color, en dos puntos opuestos del diámetro. La flecha .1,
que tiene también la amarra de tendones, carece de ellos. En
la colección de flechas de esta clase que Latcham obtuvo Pll
Calama, Chiuchiu, Quillagua y otros lu gares del Río Loa, se
encuentra una en la cual se puede apreciar, que estos hilit.r:;·;;;,
con un terminal suelto en la presente colección, eran origina~­
mente un sólo finísimo cordel, que cruzó el diámetro de la fk..
cha y cuyos extremos estaban sujetos debajo de la amarra ci~
lana que refuerza el ástil. Es difícíl decir la razón de ser de est"
hilito, que atraviesa el diám ::: tro inferior del ástil en dirección
perpenaicular a la escotad ura para as entar la flech a sobre la
cuerda. Quizás este hilo transversal tenía por finalidJ.d evital'
que la cuerda quedara ataj ada en la muesca del ~ . til , d'.'.moran­
do o imposibilltando a';? i su disparo. Pero es aific!i enten der, si
tenía un fin práctico, por qué solamente las f1ec~as con amarra
de lana están provistos de eH.? hilüo y no las restant2S.
Las plumas, siempre GaS en número, están 2.d.llcridas con
un cemento muy firme y dIspuestas en for ma oblicua, como as ..
pas de hélice. Así lo descTlue también Latcham (138, p. 161).
Además están colocadas de manera que t... 2 cualquier lado que
se mIre, se ve siempre una cara superior y una inferior de la!>
plumas. Estas plumas están pegadas con su pa r ~o inferior en­
cima de la amarra de lana o ue cemento (A, J.:), C. F, e, 1, L, N,
O) o alcanzan solamente hasta la amarra ( 1 , J, !\:, M ) y en
nin gún caso parte alguna de las plumas queda debajo de la
amarra. Claramente, la colocac~ón de las plumas era la última
manipulación en la confección del ástil. En dos casos (B y C) las
barc2.:;, adEmás de ir pegadas al ástil, están aseguradas medi Llti ­
te una amarra fina de tendones. Esta amarra no tiene nada que
ver con el refuerzo del ástil. Boman (op. cit. p. 730) también
habla de una segunda ligadura para asegurar las plumas. Ll
este detalle, la s flechas presentes se diferencian de las descri­
tas por Latcham y Montell. El 12rgo de las plumas varia ent'·p
4 y 2,3 cms. (Véase Cuadro 1). Sólo en el ástil N , que se distijj­
gue t ambién por su largo, las plumas tienen 6 cms. de largo por
2,5 cms. de ancho (medido en dirección de las barbas). En la:;
demás piezas las plumas oscilan entre 1, 2 Y 2,2 cms. de ancho
(compárese Latcham: 3 - 4 cms. de largo por 1 cm. de ancho;
Boman, 0,2 cms. de ancho). Las plumas usadas son de jote (Ca­
UNA TUMBA DE CHIUCHIU 19

thartes, Aura Jota) o de cóndor (Cóndor Vultur Gryphus); una


pluma del asta B es de loro, azul en su cara superior y amarilla
en la inferior. Corresponde a una especie de loro que no existe
en Chile y ha sid.o traída de Perú o Bolivia, igual a las plumas
que se encontraron en los estuches y en el gorro de la momiél
principal.
La decoración de las flechas es en forma de faj as o anilJos
de color. Las flechas A - F lucen además dibujos geométricos
dentro de las faj as de color. (Fig. 11) . El ejemplar A tiene -des­
pués del refuerzo de cemento- un delgado anillo pintado en
blanco (0,2 cms.) una faja negra (3,4 cms.) en la cual se en­
cuentran tres hileras de seis circulitos blancos y amarillos a1­
lUDadas, cada uno con un punto n~gro en el centro (5 cms.)
y últimamente un an~llo color café (0,2 cms.). El resto del ástil
es del color natural de la madera. Las piezas B - E tienen todas
la misma d Ecoración: cada una tiene, después de la faja de ce­
mento (2,3 cms), una faja negra (2,1 cms.), un anillo verde
0,5 cms.), uno negro (0,2 cms.), una angosta faja roja con cua­
tro ('irculitos alternadamente blancos y amarillos, con un pun­
to negro en el centro (0 ., 9 cms.), otro anillo negro (0,2), verde
(0,9 cms,), rojo con círculos (0,8 cms.) y negro (0,2 cms.); si­
gue entonces una faja de color indefinido que ahora se ve gris
(2,8 cms,) , otra más que quizás ha sido originalmente 3mar illa
con un dibujo de líneas oblicuas y triángulos color café (3.8
cms.), otra que repite el mió'mo dibujo en blanco :::on negro
(3 ,6 cms.), y últimamente una faja del mismo color gri s cr.mo
la anter!cr (3,3 cms.); el r esto del ástil parece haber sidr) pir.ta­
do de un color rojizo del ct:al quedan todavía débiles restos;
La pieza F tiene el ástil decorado con una faja negra (2,3 cms ) ,
de:,;;:JUÉ's de la de cemento; sigue un anillo blanco (0,2 ~ms.), una
faja am::-:rilla (3.2 cms.) un aniUo negro (0,2 cms.), una faja de­
corada con rn~as oblicuas y triángulos en blanco y negro (4,2
cms.), igual a la que hemos ya observado en las piezas B - D, un
anillo negro (0,2 cms.) y una faja amarilla (2,8 cms.); el resta
c~el ástil luce el color natural de la madera. Las demás flechéls
tienen una decoración más sencilla. G, H, 1, J, K, L Y N lucen
una faj a negra en seguida de la ligadura terminal; en M y O
esta faja es de color rojo o rojizo. H tiene distribuído sobre to,·
do el largo una serie de fajas color café e 1 y L tienen además
una faj a negra en los últimos centímetros de la madera. Lo eb­
más no presenta ninguna decoración.
Todas las flechas sin excepción pertenecen al tipo compu8s­
to y para su funcionamiento se necesitan dos partes esencial?:">
y separables: el ástil por un lado y el porta-punta con punt'3.
por el otro. La única punta que se encontró era de madera nl~lc;
dura y pesada que la de los astiles y de 11,5 cms. de largo. Se
ndelgaza hacia las dos extremidades, terminando pn puntas ro­
mas, una de las cuales embute en el ástil. Se parece a la purta
descrita por Montell (1926, fig . 11).
20 G. MOSTNY

Además se encontraron tres piezas del mismo material de


los ástiles, que servían de porta-punta o parte delantera de la
flecha (fore-piece). Su largo varía entre 12,1 y 16 cms. y Sil
diámetro entre 0,5 y 0,6 cms. El extremo embutido en el ástil
remata en punta y el otro está perforado y reforzado con una
amarra de tendones para recibir la punta. En dos de estos orifi­
cios se ve todavía parte del cemento negro con el cual se fija
la punta.
No se encontraron otras puntas destinadas a calzar dentro
de las porta-puntas, no obstante de que se hizo una búsqu'2 da
minuciosa entre la tierra y el contenido de la sepultura. Pan:ce
Que no han sido sepultados con el resto del ajuar, La mayada
de las flechas, encontradas por Latcham (1938, p. 160), como
también las reproducidas por Rydén (1944, p. 95, fig. 60) y Ro­
man (1908, II, fig. 163) estaban premunidos de puntas de made­
ra. Lehmann-Nitsche (1902, p. 6) en cambio, describe punLas
de flecha, procedentes del cementerio de Sta. Catalina, que mil
de piedra. ApD.rte de las puntas de madera, Latcham describe
d.os puntas he ch as con espmas de pescado (raya), que encontró
E"ll Quillagua; Boman (p. 235-6, fig. 13 k), reproduce una punta
de hueso.
Resumiendo la descripción detallada que se ha dado en es­
tas páginas, las flechas encontradas en esta tumba cOLsicÍan de
un ástil de madera en el cual embutía otra piezD. interri12dia, el
port-punta, igualmente de madera. La única punta encontrada
era también de madera, pero más dura y pesada. Los ex tremos,
tanto del ástil como del porta-punta (en el lado donde r:alza h
punta), estaban reforzados con amarras de tendones o lana; a
veces se aplicaba encima de la amarra todavÍalIna capa de ce­
mento dE: color obscuro. En el extr~mo inferior del ástJl sc prac­
ticaba una mueó:ca, que sería para asentarlq mejor en la cuerda
del arco . Varios de los ejemplares encontrados tp'11an co mo ras­
go adicional un delgado hilo asegurado mediante la misma ama­
rra terminal. Todos los astiles estaban provistos de dos plumas,
dispuestas tangencialm.ente y además estaban adornados con
dibujos en varios colores . Qué estos dibujos no pueden ser mar­
cas de propiedad, como lo supone Boman (p. 645). ya lo escla­
recieron Latcham (p. 161) y Rydén (p. 99 y 104) . Su decoración
parece obedecer a otras razones, que pueden ser puramente es­
téticas o. quizás má~icas.
Estas flechas, demasiado pequeñas para ser usadas efecti­
vamente en la guerra (salvo que estuvieran provistas con pun­
tas envenenadas), servían quizás para la caza de pequeños p;í­
jaros o animaJ.es, o bien -como opina Latcham (p. 165)- eran
simplemente modelos que se sepultaron con el muerto en luga,
de las verdaderas flechas de guerra. Otra posibilidad es que ser­
vían para ciertas ceremonias o ritos y considerando todo el con­
junto encontrado en esta tumba nos inclinamos hacia esta in­
terpretación.
CUADRO 1
largo
cms.
diam.
ems.
forma dp
extremo
refuerzo de I
extremo
h~o
transv.
refuerzo de \ decoración
extremo
I largo
plumas
ancho
inferior inf. \ opuesto cms. I
ems.
A 42 0,8 escotado cemento tendones rub. geom. 2,8 2,1
B 40 0,9 recto 2,7 2,2 9
e 40 0.9 2.7 ? 2,2 ?
D 40 0.9 c::
E 40? 0,9 ? 'Z
;>­
F 40 0,8 escotado cemento 2,3 2 ,..,¡
G 37 0,9 lana blanca neg. (pelo) fajas ' 4 1,6 c::¡;;:
H 38 0,8 lana roja 3,6 1,9 tJ;j
1 36 0,9 escotado lana blanca rojo 3,8 2 ~
J 37,8 0,7 recto tendones 2,8 2 b
K 37,5 0,8 lana blanc;¡ rojo 3,3 1.8 l>J
L 37 0,7 3,3 1,2 o
M 36,6 0,9 , bl. y ne.e; blanco 3,3 I:Q
N 44 + 0,8 cemento :quebr,
"
9 Q 6 2,5 2o
O 39 0,9 recto lana blanca rojo tendones 3 1,1 tI1
P 31 0,6 'desapare- desap. desap. .....
desap. c::
cido

una pluma de loro , azul arriba y amarillo abajo.


99 qUizás enteramente pintado de rojo.
+ larga actual.
22 G. MOSTNY

Bolsas de cuero:

A 20 por 32 cms.

B 18 por 20 cms.

e 18 cms. de diámetro.

Se ha encontrado en esta tumba un total de tres bolsas de


cuero de diferentes tamaños.
La más grande (A) mide 20 por 32 cms. y está hecha de un
trozo de cuero delgado de auquénido. Está confeccionada de
una sola pieza, doblada de manera que hay una costura en la
mitad de una cara y otra en el fondo. En una de las eoauinas
jnferiores se encuentra una corta tira del mismo material, co­
s ida a la bolsa de manera que forma un lazo . A través de est~
lazo, aue además tiene un corte longitudinal, pasa una SO~,1
trenzada. No se puede establecer· dónde estaba fijado el otro
extremo de ella. puesto oue la bolsa se encuentra en muy mal
estado de conservación. Para que no se deslice, la soga tiGn~
en su término una especie de botón, hecho de los mismos cabo3
de ella. Además tiene tres nudos a pocos centÍmrotros de dis­
tancia entre sí y del botón. Estos servían probablemente para
acortarla y a,iustar18. a la estatura del portador. El largo de
]a so<>:a es 1.8 m. (Para su descripción véase el párrafo corres­
pondiente a las sogas). La bolsa se encontró vacía.
La bolsa mediana (B) mide 18 por 20 cms. y está hecha
de un trozo de cuero doblado, resultando dos costuras laterales
y ninguna en el fondo. Su est'ido de conservación es mejor que
él de la bolo? anterior. Ti pne una antip-ua rotura. que está zur­
cida con tendones finos. De ambos lados de la boca salen los
extremos de una sO.ffa trenz!3.da que está asegurada dentro dp
la bolsa medi pn te unas pocas p-:lntadas en ambos lados de la
boca; para evitar que se desprenda se ha hecho un nU00 en
cada extremo. Igual al caso anterior, se ha acortado mediante
un grueso nudo. esta vez en la parte central de la soga, redu­
ciendo así su largo a 63 cms. También esta bolsa se encontró
va cía.
La última de las bolsas de cupro ((:) es sencillamente un
pedazo de cuero de anro xi madamente 18 ('ID". de diámet ro. dn­
blaclo de manera que forma una pequeña bolsita. En su interior
se encuentra un polvo blanco, aparentAmente Dintura. Esta bol­
sita estaba envuelta en varios trozos de género.

B olsita de piel:

Otra pequeña bolsa está he<:ha de un trozo de piel blanca


de llama, probablemente procedente de una sección de una pa­
UNA TUMBA DE CHIUCIIIU 23

ta, puesto que no tiene costuras laterales, sino únicamente una


en el fondo. También contiene un polvo blanco, parecido al an­
terior. El largo de esta bolsita es de 9 cms. por 5 cms. de ancho.

Recipiente de cuero:

Un pequeño recipiente de cuero, de forma irregular y con


una costura en el fondo, está confeccionado del scrotum de un
animal; El recipiente tiene el cuello angosto, envuelto en varias.
vueltas de tendones y un cordel de lana, del cual queda colg::m­
do un extremo. La superficie está adornada con líneas oblicuas
jncisas en el cuero. El largo máximo del recipiente es de 7,5
ems.; el ancho máximo de 4 cms.; el cuello tiene 1,2 cms. de
diámetro. El' recipiente contiene un polvo amarillo.

Sandalias:
A largo 24,5 cms.; ancho 10,8 - 7,5 cms. (fig. 13) .
B largo 19 cms.; ancho 10 - 5,5 cms.
Las dos sandalias son de tamaño tan diferente que es evi­
dente a primera vista que no forman un par.
El ejemplar más grande (A) se halla en perfecto estado de
conservación y sirve para estudiar su mecanismo sencillo y efi­
caz a la vez. La suela que es de forma: rectangular, ensanchán­
dose algo hacia los dedos, está hecha de un trozo grueso de cue­
ro de llama que en algunas partes conserva todavía un poco
de pelo adher'do. Está reforzada por otra suela, puesto debajo,
que consiste de dos pedazos de cuero y para la cual se ha usado
una suela de una sandalia deshecha como se pUede 'Ver por las
incisiones que tiene. A 4 cms . de la "punta" y a 6 cms. del ta­
lón se encuentran cerca del borde dos pares de incisiones do­
bles (cuatro pares en total) por las cuales pasan las correas.
La segunda suela tiene dos pares de incisiones más, que no tie­
nen ninguna finalidad ahora, pero que servían cuando la sueb
estaba nueva. La sandalia tiene cuatro correas de 1 a 1,2 cms.
de ancho. Dos salen por las incisiones delanteras, cruzándc'se
sobre el empeine del pie, pasan en seguida alrededor de las
correas que salen de las incisiones traseras , se redoblan, for­
mando un bozal y su ,,: términos son enroscados como para fOl"
mar un botón en form3 de disco. Las correas traseras, después
de haber pasado alr ededor de las delanteras, se encuentran 9n­
cima de la parte trasera de la suela -es decir circundan la pier­
na a la altura del tobillo- formando lo que en el lenguaje de
los marineros se llama un "nudo Margarita". Las puntas se
24 ' G. llfOSTNY

enroscan en forma de un disco como las de las corrc:as dela" te­


ras. Gracias a este ingenioso mecanismo, las correas pueden
ajustarse a cualquier longitud, adhiriéndose firmen te al jJi~ .
El segundo ejemplar es parecido al primero, pero no se en­
cuentra en buen estado de conservación. La ~arte del an ter;;>. de
la suela doble tiene las esquinas r edondeadas y queda in,i '~;J.
solo una correa delantera y la par te de la trasera que sale cl0
la suela. Lo demás falta. Tiene además dos cortas incisiones Tla­
ralelas transversales en el medio de la suela y cerca del borde
delantero. En éstas se encuentra todavía un trocito de otra co­
rrea. Como se demostró en el eiemplar anterior, la disposidón
de las cuatro correas es absolutamente suficiente para mante­
ner la ojota en el pie, de manera que este trozo de una Tuinta
correa que sale entre los dedos era tal vez para evitar qu,," se
separen las dos suelas durante la marcha. En favor de esta idea
habla el hecho de que el pedacito de correa introducido entre
las incisiones presenta los extremos nítidamente cortados y DO
rotos, como es el caso de las otras correas incompletas, de mo­
do que se puede deducir que nunca ha sido más larg a de lo ·.;¡ue
es actualmen te.

Estuches para pllunas.


tamaño: A 3.4 por 9.5 cms.
B 4,5 por J 3,5 cms.
e 5 por 14 cms.
Se €ncontraron tres de estos objetos que consi2 t en de un
pedazo de Cllf' ro grueso, aproximadam en te rect::mgula r. dobla­
do por la mitad. Ad e ntro se guard an plumas de colcres vivo,
de loroe; trcpjcales. E l coniunto ib a am a rr~rlo con varias vuel­
tas de l:ona.· Dos de lo-; estuches tien en 011 el te r cio sUD~rior v
cerca del borde, dos ind"ionese n la djrecc~é ::1 del lad() l<'rg;,
que tienen 1 cm. de la rgo y ;e eT' cuc ntran él 1 cm. d.e di"tancí a
entre sí. Las incisiones se en cu ent ran en ambas caró' s del es­
tuCh 2 como si hub ienm "ervido pa r a Gasar '.m cord el o huin­
cha. Pero no se encontró ningún vestigio de tal. E x amipando
más tarde las sanda lias, nos dimos cuenta, que el trozo de cue­
ro usado para los estuches era proba blemente parte de una sue­
la viej a y las incis 'o11'':'s no tenían nin;swna función en el estu­
che, pero sí habían servido para pasar las correas de las s2-n da­
li as .
L as piezas encontradas aquí se difer-2 n~ié1 f' 0 ? los e'"tuches
encontrados -2. Calama por I,pr maD J1 -Nitsche (l 9C2 , p 25, l'O'm. lII,
40) Y en Chiu-chiu Dar Ry.d én-~ (Jg 4 4, p. 180, 1801, fig. 108) por
n.o tener ninguna parte de madera. ­
La presencia de plumas de aves exóticas en Chiu-chiu ,es
otra prueba de la extensión del comercio intercontinental en
tiempos precolombinos.
UNA TUMBA DE CHIUCHIU 25

TEJIDOS:

En todas las sepulturas donde las condiciones climáticas


permitieron su conservación y con excepción de las épocas más
primitivas pre-agriculturales, se encuentran tejidos de lana.
La materia prima empleada era la lana de llamas, excep­
cionalmente también de guanaco (Latcham, 1939, p. 62). No se
puede afirmar si se empleaba lana de otros animales, como
vicuña, chinchilla, vizcacha o perro, por no haberse encontrado
-según nuestros conocimientos- ninguna prenda de este mate­
rial. Otra materia, a veces usada en tejidos era pelo humano.
La lana, fué teñida con colores casi exclusivamente vegeta­
les, hilada en husos con torteras, y tejida en telares primitivos
(Latcham, 1939, p. 62) y finalmente con ella se elaboran pon­
chos, camisas, frazadas, bolsas, cintas, etc.
Los tejidos de aspecto más sencillo son los de un solo color,
a veces el natural de la lana, otras veces teñida y presentando
una faz de textura de cáñamo. La monotonía de las grandes su­
perficies fué amitigada mediante el uso de lana de otro color,
J
formando listas, casi siempre de urdimbre. más raras vec-es d9
trama. En general el aspecto de estas telas sencillas es la de
cara de urdimbre, que es más fina y más tupida que la trama,
que ·2S más f-rues a y más espaciada.
Al. lado dE' la técnica más s-encilla del paso de la trama por
arriba y pcr debajo urdimbre por medio (ligatura de cáñamo),
se producen variaciones - generalmente en delgadas listas que
S0p2ran dos campos más grandes - pasando dos o más tramas con­
sec utivas por arriba o por debajo de la misma urdimbre. Tam­
bién la téci1ica de kelim era conocida por los atacameños. Lat­
cham (1939, p. 64) describe tejidos hechos en bastidores: un aro
h=cho de una rama delgada encorvada hasta formar un círculo
sirve d,'" marco ooor2 el cual se tienden los hilos de la urdimbre,
rEsultando un tsjido circular, Que fué usado p3.ra formar la parte
superior de gorros. Boman (1907, II, 753) describe dos fragmen­
tos encontrados en Calama, que pertenecían probablemente a
lona camisa con supe rficie de vellón. En la tumba de Chiuchiu¡
nosotros hemos encontrado una pieza entera de esta clase, una
camisa en buen e~tado de conservación. Otra técnica, que
produce una superficie aterciopelada , se a usado igualm2nte
para la fabricación de gorros. La técnica en la cual está fabri­
eada la bolsa roja d e scrita más adelante, pertenece mas bién a la
clase de cestería o si se quiere de mallas que a la del verdade­
ro tejido. Tambjén produce una superficie de vellón. Apart ", de
esto se han encontrado en tumbas atacameñas mallas v redes de
diferentes clases, h'Cchas a la aguja. Pero la gr:m mayoría de los
tejidos está ejecu.ta.da en la técnica llamada de cáñamo,
Los tejidos, una vez terminados fueron cosidos y adorna­
dos con bordados. Cuando se trataba de bolsas, estas muchas
veces iban provistas de cordeles de suspensión.
26 G. MOSTNY

Aunque los tejidos atacameños no alcanzaron la perfección


de técnica y estética de los tejidos peruanos, hay que reconocer
su buena calidad y ejecución y su indudable interés.

Camisa de niño.
largo: 28 cms.
an ch o: 29 cms.
La camisita está hecha de un tejido de lana de 56 cms. de
lprgo por 29 cme;. de ancho. El material empleado es lana de lla­
.11a, la cu al fué usada en sus calores naturales, beige y café y
quizas con una part,e teñida de amarillo. Es un tejido comple­
to, es decir, tiene cuatro orillas, dos de las cuales -las que for­
man en la camisa hecha los bordes inferiores- .están reforza­
dos con rapaceios: esto es, la primera y última trama an sido
hecho de hilo doble.
La abertura por la cual tiene que pasar la cabeza está he­
cha en técnica k·elim y tiene 15 cms. de largo. La textura en la
cual está ejecutada la pr-enda es la de cáñamo y caben 5 tramas
y 15 urdimbre por centímetro cuadrado, resultando un tejido
de cara de urdimbre.
La urdimbre es continua , es decir, .consiste de un solo hi­
lo largo, d.ebido a lo cual resulta un tejido de cuatro orillas. Se I

empleaban para ella tres diferentes clases de hilo: PTI los bordes
se ha usado hilo amarillo (apar-entemente teñido) muy delgado
de dos cabos de torsión mu y fuerte; este borde tiene 0,9 ems.
de ancho. En una lista color café de 0,8 cms. que sigu o. p or ambos
12.dos, ,se usó hilo parecido , aunque más grueso. Todo lo de­
más consiste en urdimbI'e más gruesa y menos torcida compues­
to de un cabo color natural claro v otro r.1RS oscuro. La trama
consiste de un hilo color beige cOI~puesto de dos cabos de me­
diana torsión.
Aunque la texturn es de cáñamo, varia de la técnica que
se usa en general para producir este ef,ecto, debido al empleo
ele cinco tramas individuales. El proceso de trabajo era el si­
guiente : se inserta por el paso la tré>.ma 1 (y al mismo tiempo
el rapacejo, que com:iste de un hilo igual a la trama); s·e cam­
bia el paso y se introduce del lado opuesto la trama 2; después
de otros cambios se pasan las tramas 3, 4 Y 5 sucesivamente.
En seguida se toma de nuevo la trama 1 y se repite la opera­
ción con las cuatro r,estantes hasta terminar el tejido. Como
consecuencia de esta técnica de trama múltiple, se observ::l en
las orillas un cruzamiento de las tramas, que se ve como pun­
tadas largas. El :oentido de esta técnica es obscuro. Para obt2­
l1er un decto novedoso no sirve, puesto que el tejido no se dis­
tingue en nada del de textura d·e cáñamo con cara de urdim­
bre . (-on caso de haberse destruído las orillas laterales no es
posible distinguir un tejido de trama múltiple de uno de tra­
ma simple). Para obtener mayor resistencia, tampoco es él.pto;
UNA TUMBA DE CHIUCHIU 27

al contrario, los hilos delgados de la trama, que en las orillas


no están protegidos y reforzados por la urdimbre, están más
expuestos a cualquier daño que en el tejido corriente, y espe­
cialmente en la orilla de la hendidura, donde sufren el cons­
tante roce con la piel. Queda como única explicación, que se
ha empleado el sistema de trama múltiple para conseguir una
orilla más regular, debido a que en manos de tejedoras no muy
expertas el tejido tiende a angostarse hacia arriba a I~onse­
c:uencia de la tendencia a tirar demasiado la trama. Esto se
puede evitar con la trama múltiple, porque al pasar cinco hilos
alternativos, la tejedora tiene que fijarse con más atención en
la operación.. (Fig. 14).
Los lados d,e la camisa están cosidos por encima (puntada
guant€), si ndejar abierto ningún espacio por donde pasar los
brazos.

Bolsa grande:
largo: 105,5 cms.

ancho: 53 cms. (boca) - 56 cms. (fondo).

Está hecha de un tejido de lana de 56 cms. de ancho por 211


cms. de largo, el cual fué doblado y cosido por los lados. Tiene
cuatro orillas, dos de las cuales -las que forman la boca en
la pieza manufacturada- están reforzados por rapacejos de
l~ma color café y de un grosor muy superior al de la trama
usada en el tejido. Es de textura de cáñamo y caben 21 a 22 ur­
dimbres y 5 a 6 tramas en el centímetro cuadrado, resultando
un tejido con cara de urdimbre. El material de la urdimbre
-qu'e es continua- son hilos delgados compuestos de dos ele"
mentas, ambos del mismo color marrón obscuro, que es el co­
lor de fondo del tejido; donde el dibujo lo exige es de otro co­
lor. La trama se compone de hilos de la misma calidad como
la urdimbre; de los dos cabos uno tiene color café y el otro co­
lor crema. Como en la ya descrita camisa de niño, la trama,
es múltiple, componiéndose de cinco hilos · individuales.
La bolsa es listada y los colores que se han empleado pa­
ra la urdimbre son café, marrón, crema y rojo. Con excepción
de este último, los demás parecen ser colores naturales, El
ancho y la distribución de las listas es coino sigue: marrón
(5 cm") - crema (3 cms.) - café (3,5 ems.) - crema (2,6 cms.) ­
café (2,7 cms.) - café/crema (2 cms.) - crema (7,5 cms.) - ca­
fé/rojo (0.7 cms.) - ma;:Tón (6.2 cms.) - marrón/crema (2 ems.)
- eafé (3,3 cms.) - crema (2,5 cms) - café (3,2 cms.) - crema
(2,2 cms.) - marrón (7 cms.). En las listas de dos colores, los
hilos de cadena están dispuestos de la siguiente manera: la
lista café/crema se compone de grupos de un hilo crema, un
hilo café, uno crema, dos café, atreglo que se repite hasta dar
28 G. MOSTNY

el ancho deseado. La lista café/rojo consiste del uso alternado


de 5 hilos café y cinco hilos rojos.
La boca de la bolsa está reforzado con un bordado de hilo
color crema, de dos cabos de fuerte torsión y más grueso que
los demás. El punto empleado es producido por el simple cru­
zamiento de las puntadas (Fig. 15). Los lados están cosidos
por encima con hilo crema y a veces por algunos centímetros
con hilo café.
La bolsa está muy zurcida, y mientras que una parte de
los zurcidos trata de imitar el tejido en cuanto a color y tex­
tura, la .otra es burda, sin tomar en cuenta el aspecto de la
prenda, sino únicamente con fines prácticos, para poder usar
la bolsa por algún tiempo más.

Bolsa mediana:
largo 35 cms.
ancho 21 a 22 cms.
Esta bolsa de lana se encuentra en muy mal estado de con­
sevación y está ejec 1 ltada en técnica de cáñamo con excepción
de cuatro delgadas fajas.
Consiste de una pieza entera, con cuatro orillas, dos de
los cuales están reforzados con rapacejos -el mismo material
de la trama, tomado cuatro veces-- los cuales están manteni­
dos en el extremo del tejido mediante un hilván, que los apre­
ta hacia el borde. El tejido ostenta cara de urdimbre y caben
26 a 28 hilos de urdimbre y 7 a 8 hilos de trama en un cantíme­
tro cuadrado. La urdimbre es contínua y sus c!elgados hilos con­
sisten de dos cabos de fuerte torsión . Ostentan varios colores,
que forman fajas anchas ' y delgadas, resultando un tejido lis­
tado. La trama, de color uniforme café natural, también es de
dos cabos, pero más gruesa y menos torcida que la urdimbre.
También en est8. bolsa se ha empleado cinco tramas individua­
les. El hilo es de hechura irregular y en varias partes, donde r~
suItó demasiado delgado, se puso sencillamente una segunda
trama por el mismo paso, para reforzar así la primera.
El fondo está formado por cinco fajas anchas listadas, se­
paradas por cuatro listas angostísimas. que consisten de 15 hi-'
los de urdimbre cada una (formando 26 a 28 urdimbres un cen­
tímetr.o) de textura aI.e-o diferente de la elel resto del tejido
(fig. 16 y 23 e) . Los primeros 12,5 cms. del tejido corresponden
a la parte 1 de esta figura : después sigue por la altura de dos
trAmas la Transición y a ésta sigue la parte II y su repetición
por 5 cms; entonces se repite la Transición y la ~arte 1 hasta el
fondo de la bolsa. El otro lado es igual.
Los colores empleados en la urdimbre son amarillo, azul
verdoso, roio, blanco y verde . Se distribuyen de la siguiente ma­
nera: amarillo (0,4 cms.) - azul (4,3 cms.) - rojo/blanco 0,,5 cms.)
UNA TUMBA DE CHlUOHIU 29

- verde (3,3 cms.) - rojo/blanco (0,5 cms.) - rojo (4 cms.) - rojo/


blanco 0,5 cms.) - verde (3,3 cms.) - rojo/blanco (0,5 cms.) - azul
(4,3 cms.) - amarillo (0,4 cms.) La lista amarilla está completa­
mente cubierta e invisible por el bordado lateral.
La boca de la bolsa está reforzada con un bordado de hilo
negro, de torsión fuerte y más grueso que la trama. El punto
empleado es el mismo como en la bolsa grande. Los lados no
están cosidos simplement-e por encima, sino con un punto dife­
rente, que s-e parece al "punto de aguj a" descrito por O'Neale
(1935, p. 251). El efecto decorativo de este punto es aumentado
tcdavía con el empleo de hilos rojos, blancos, verdes y amarillos,
que cambian cada pocos centímetros (fig. 17).
La bolsa -está muv 7urcida y esto sin tomar en cuenta su
dibujo o colores originales, sino con hilos gruesos color café o
negro, lo que deteriora grandemente su aspecto. La bolsa se en­
contró vacía.

Bolsa pequeña: i\
largo: 14,3 cms

¡:lY'. ;::ho: 8,5 (boca) - 9,5 cms. (fondo) (Hg. 23a)

Igual a la bolsa grande, ésta consiste de un tejido de lana


de 8,5 a 9,5 cms. de ancho por 28,6 cms. de largo, que ha sido do­
blado por el medio y cosido por los lados. La textura es la de
cáñamo con cara de urdimbre y el tejido tiene cuatro orillas.
La urdimbre es contínua, siendo los hilos probablemente anuda­
dos donde el cambio de color la exige. La trama se compone es­
ta vez de cuatro hilos individuales. Tanto la urdimbre como la
trama consisten de dos cabos de torsión mediana, con excep­
ción de la lana roja, que es fuertemente torcida. Caben seg6n
E'l grosor de 10<; hilos 16 (amarillos) a 20 (rojos) urdimbre y 5
tramas en el centímetro cuadrado. La primera y la última tra­
ma son reforzados mediante rapacejos, que consisten de 4 hilos
de trama fuertemente retorcidos y doblados, de manera que re­
sul ta un cordel gru€so de 8 hilos.
El tejido tiene listas de urdimbre en diferentes colores y
contrariamente a la mayoría de los tejidos atacameños, no se
llota ninguna simetría en el arreglo de los colores; su distri­
bución es como sigue: café oscuro (1,2 cms.) - amarilo (2 cms.)
- rojo (1 cm.) - rojo/amarillo (0,8 cms.) - rojo/azul (0,8 cms .)
- café claro (0,3 cms) - blanco (1,2 cms) - azul (1,2 cms). J~a
combinación rojo/amarillo consiste de 1 hilo amarillo, 1 rojo,
2 amarillos, 2 rojos, 1 amarillo, 2 rojos, 5 amarillos; la lista rojo/
azul es parecida: 4 rojos, 1 azul, 1 rojo, 2 azules, cuatro veces 1
rojo - 1 azul y 4 rojos. Est::1s listas de dos colores se encuentran
en la parte central del tejido.
Los lados de la bolsa fueron cosidos por encima con lana
blanca y también la boca fué reforzada de la misma manera.
30 G. MOSTNY

La boca ,a.demás va cerrada por una costura..ep puntada de


hilvanar, ejecútada con un cordelito de ' cuatro hilos -de dos
cabos cada uno- que ha sido fabricado' ' de la 'misma manera
como los rapacejos, esto es mediante una torsión extrafuerte
y doblándolo. Su color es casi negro.
La bolsa contenía maíz molido.

Otra Bolsa pequeña:


largo: 19,5 cms. (Fig. 23 d.)
ancho: 14,5 cms
Para esta bolsa se ha usado el mismo material para urdim­
bre y trama, un hilo delgado, fuertemente torcido, de dos ca­
bos. Es de color beige para la ttama y pará las fajas anchas de
la urdimbre. La urdimbre es contínua, la trama es múltiple,
compuesta de tres tramas individuales. La bolsa está confec­
cionada de un tejido con cuatro orillas. la ligadura es de cáña­
moy el tejido presenta cara de urdimbre; caben 24 urdimbre y
6 tramas en un centímetro cuadrado.
Además del color de fondo, se han empleado dos matices
de color café, negro (colores naturales) rojo y verde (teñidos).
El arreglo de las listas y su colorido es el siguiente: beige (1,2
cms) - negro (0,4 cms) - beige. (0,4 cms) - negro (0,1 cms) - C'1­
fé claro/café c·scuro (0,5 cms.) - beige (0,2 cms.) - n2~ro (0,1
cm.) - beige (3,2 cms.) - rojo/verde (0,5 cms.) - beige (0.2 cms.):
esta última d-elgada lista beige forma la mitad del dibujo 1"1
cual se repite en orden invertido hasta el otro borde lateral.
Las listas compuestas de dos colores son formados por urdim­
bres alternadas de cada color; de esta manera resulta un dibu­
jo como tablem de ajedrez en café claro y oscuro o en rojo y
verd-e.
Los lados de la bolsa estan cosidos por encima y la boca es
reforzada con el mismo punto que se empleó en la bolsa gran­
de (fi!S. 15). Tanto las costuras como el bordado son ejecutados
con el mismo material de trama.

Bolsa roja
largo: 13 cms.

ancho: 16 a 13,5 cms (boca)

F.stR. bolsa. dp aspecto velludo, no es un tejido como las de­


más bolsas y textiles hallados en esta tumba; s-e distingue de
PIlos tanto por los técnica de fabricación como por su aspecto.
Se trata más bien de un "canasto" en técnica de aduja con ma­
tAriales difer~ntes de los usados en generaL La aduja es forma­
da por una delgada lista de piel con el pelo adherido y la fibrq
de enlace consistA de un hilo grueso d-e lana de dos elementos
de lana color café; esta fué doblada, formándose por el exceso
~NA TUMBA DE CErUCEIU 31

de torsión un cordel de aproximadamente 3 mm de diámetro.


La tira de pi.el fué teñida de rojo, pero de manera bastante im­
perfecta, conservándose el pelo blanco cerca de la raíz e igual­
mente el cuero conserva su color natural. Esto indica que la
aduja no fué teñida sumergiéndola en la solución colorean te,
sino que fué impregnada con una sustancia roja de consistencia
quizas pastosa, la cual no penetró hasta la piel, dejando ésta y
las raíces del pelo sin teñir. Es muy posible que fuera teñido,
cuando la bolsa ya estaba hecha.
El trabajo se empezó por el centro del fondo y la primera
espiral es alargada, manteniéndose esta forma durante todo el
trabajo. Durant€ el proceso de fabricación se ha tenido espe­
cial cuidado d'e mantener el vello de la sduja por un solo lado,
el que forma en la bolsa terminada el lado exterior. El lado in­
terior resulta casi sin pelo. (fig. 18 Y 23 c).

Camisa grande.
ancho: 80 cms.

largo : 106 cms.

Esta pieza extraordinaria, hecha de un tejido de 212 cms.


por 80 cms. está ejecutada en lana de alpaca y llama .
- Su trama es de lana color café natural de 0,6 a 0,7 cms. de
diámetro y consiste de dos elementos de torsión fuerte. Se ha!
empleado una ::ola trama continua que se entrelaza de mane­
ra especial en los bordes. La urdimbre es de lana blanca, de un
solo cabo de 0,2 a 0,3 cm. de grosor y de torsión muy fuerte;
de segundo caco sirven flecos largos de lana negra de 35 cms.
aproximadam2nte, lo que corresponde al largo del vellón de
un alpaca. Estos flecos son de aspecto ondulado hasta crespo.
Ellos fUETon r2torc~dos en la parte central con la lana blanca de
la urdimbre, quedando libres los extremos de aproximadamen­
t e 10 cms. en cada lado.
El proceso de trabajo es el siguiente: una vez tendida la
urdimbre blanca, se torció un fleco negro alrededor de ésta,
cubriéndola por unos 3 cms . más o menos, y dejando libres los
extremos del fleco. Entonces se pasó la trama de color café dos
veces a través d,e la urdimbre, con lo cual quedó cubi€rto el
trocito envuelto de ésta . Se dejó caer encima de la parte teji­
da el término del fleco y se entretejió de la misma manera la
porción siguiente de la urdimbre. De este modo quedó cu.bierta
toda la urdimbre blanca con lana negra y al mismo tiempo se
forma un espeso vellón en un lado del tejido. (Fig. 19 y 20)
El grosor del tejido sin el vellón es de 1,5 cms. y en 10 cm2 ca­
ben 9 tramas y 30 urdimbres.
La urdimbre era contínua. P'ero parece que en una parte
del borde inferior de la camisa ésta se ha roto y para evitar un
32 G. MOSTNY

desflocamiento se ha entretejido un cordel grueso entre las


cuatro primeras tramas para suj etarlas.
Las esquinas del tejido se presentan redondeadas; es difí­
cil determinar si esto ha sido un efecto desea do o si se debe a
una destrucción posterior. La primera y la última urdimbre d·e!
tejido ha sido envuelto no con lana negra, sino con flec os te­
ñid os d e rojo. Un cordel grueso de lana blaDca v otras vece::: blanca
con café, ha servido para coser los lados de la camisa con pun­
tada guante, tomando solamente los lazos laterahs de la tra­
ma , sin pasar por la parte tejida. Los últim os 25 cms. desde los
hombros quedaban sin coser, para dejar abierto un espacio par
donde sacar lo s onzas. Además se trabajó una hendidu r a en
técnica kelim de 54 cms. de largo en el centro por donde pa~ó
la cabeza. Sus bordes están destruidos. Alrededor de una de
las aberturas para el brazo que está menos d·e struida, "e nota
que se ha ejecutado con un cordel café una puntada parecid3.
a la de "filete", entrelazando flecos rojos, de los cuales quedan
todavía unos pocos restos.
Esta pr·enda de vestir se encontró sorrf> las rodill2s dol
fard o funerario. Otra prenda , q ue tiene que haber sido muy pa­
recida a la descrita, fué encont rada en estado fragmentario en
Calama y descrita por Boman (1907 , Ir, ]J. 753 Y fig. 188), Sur­
ge la pregunta ¿ a a u é u c:() S2 ha d2<:tinad.o esta camisa velluda?
Aunque en la rpg'ión de Chiuchiu y Calama, cei'ca de 301')0 m. so­
bre el nivel del mar, las noche'3 son bastante frias para juc;t i ­
ficar el usa de una camisa gruesa de lana, parece invero,im il,
Que la pipza aquí d()scrita hu bie ra sido usada en lU ,STar o encima
de una camisa corriEn t e, puesto Que su peso hubiera imposibilita­
do cualquier movimiento. S'~Don p mos entonces, que esta pr en ­
da haya servido como combinac;ón de f razada y cama, guar­
dándosp en L!f\ rincón dIO ¡él casa d¡;;rante el dLa, para ·e ntr2r en
ella en la no che para dormir.

EnvúItorío
largo: 125 cms.

ancho: 52 cms.

La textura de esta pieza es la acostumbrada de ctñ8mo.


Tiene cuatro orillas, dos d.e las cuales están reforzadas con ra­
pacejos Pr2senta caTa de urdimbre con listas de urdimbre v
caben 24 hilos df> ést a y 6 de trRma en un centímetro c'.}adrar:1o.
La urdimbre es contínua y la trama consiste de cinco tramaS'
individuales, entrelazadas a la manera descrita m ás arriba,
Consiste de un delgado hilo de lana de dos cab os y de tensión
mediana. Uno de los cabos es de color blanco el otro de color
obscuro.
Las listas de urdimbre son rojo obscuro, amarillo, rojo
UNA TUMBA DE CHIUCHIU 33

obscuro, azul y una lista combinada de varios colores; este


arreglo se repite cuatro veces a traves del ancho tejido, más
una lista rojo, amarillo, rojo supernumeraria.
El paño se encuentra en bastante buen estado de conser­
vación, salvo las listas azules, que han sido zurcidas repetidas
veces antes que la prenda fuera sepultada. Parece que la tin­
tura que da este tono era demasiado fuerte y corroyó el hilo.
Las cuatro orillas iban cubiertas con un punto a aguja, igual
al descrito para la Bolsa Grande, que fué ejecutado en colores
8lternantes cada pocos puntos, usándose para este fin lana
blanca y negra y lana roja y amarilla. Actualmente se conser­
va sólo en partes.
En este paño se encontraron envuelto las dos criaturas.

Otros Tejidos.
Otra bolsa más, de 19 por 14,6 cms, ejecutada en color c1aro
con una lista azul y roja en el centro se encontró en muy mal
est'ldo. Presenta cara de urdimbre y la boca está adornada con
el punto a aguja descrito más arriba. Los lados estaban cosidos
por encima. Esta bolsa contenía harina de maíz.
Una última bolsa, en estado tan fragmentario que ni se
pueden determinar sus dimensiones había sido ejecutada en la­
na amarilla V azul con listas de urdimbre. También contenía
arina de maíz.
Además se encontraron varios fragmentos de géneros, co­
mo por ejemplo aquel10s en los cuales estaba envuelta la peque­
ña bolsa de cuero. Estos no presentan ninguna novedad en su
técnica o colorido.

Boda
largo: 120 cms.
Entre el ajuar funerario se encontró una borla de lana
blanca, que está fabricada de una tira de cuero con el pelo to­
davía adherido, parecida a la usada en la bolsa roja; esta tira
fué enrollada alrededor de un cordel de lana que sobresale por
, mbos lados unos 10 cms. La tira de cuero tiene aproximada­
mepte 4 mm. de ancho y el pelo que es comDletam2nte blanco
V muy suave tiene 3.5 a 4 cms de largo. Dado la delgadez del
cuero V la suavidad de la lana tiene que haber pertenecido al
cuero de una llama jov'2n. La borla se encontró al lado de la
momia.. entre los demás .objetos. Posiblemente ha sido un ador­
no o insignia del rango del difunto.
Un fragmento de 27 cms. de largo de una borla parecida
(pero sucia y en parte con el pelo gastado) se encontró igual­
mente en la tumba.
""'"G'. MO~ TNY

Trenzado de Totora
largo: 39 cms.
. ancho: 8,3 cms.
Un fragmento de "huincha" consiste' de un' trenzado pIa­
no de totora. Fué ejecutado de 12 cabos de totora, plegada pa­
r.a.su mejor resistencia; su grosor anroximad0 es de 1,:3 cms.
El fragmento fué encontrado doblád6 y había fonnado parte
de uria huincha para llevar cargas.

Cordeles .
. Entre ' los ' restos tex tiles lIa ma' especía.Imertte la atención
un número de cordeles. tanto nor su hechura como por su be­
lleza. Todos están ejecutados en lana -probablemente de lIa­
ma- y consisten de ocho o dieciséis guías. las cuales ,están tren­
zadas de manera que produc ~ n dibujos artísticos. Se' ha emplea­
(lo en ellos' dos colore.<=: diferentes. va sea blanco y negro o
blanco o ' rojo. El resultado son cordeles .de gran resisten cía,
que fueron usados para colgar bolsas o amarrar cargas.

.Cordel blanco y negro, trenzado en espiral " (Fi g. 23 b) .


largo : 140 cms.
grosor: 1 cm.
Está trenzado de ocho guías. cuatro de ' las cuales son ne­
gros y cuatro blancos. Para fabrícar estas guías se dobló un
hilo con excesiva torsión. Para impedir el deshilachamiento
del cordel se hizo en un extremo un nudo grueso de 3 cms.
de diámet~o; parece (me en su interior hay otro material, qui­
zás lana (no se puede constatar sin destruirlo) para alcanz'lr
este grosor. La otra punta del cordel 'no t ie ne nin guna termi­
nación especíal.
Para el proceso de trenzar, las guías ,esta bán arre l=!ladaf" en
cuatro pares, siempre opuestas los de igual ' color. Debido al
cruzamiento de cada segunda guía encima de tres otras. se pro­
duce un cordel muy firme y apretado en el cual los hilos blan­
cos y negros forman esnirales. Este dibuío en espirales llama­
do "kenko" por los indígenas actuales del Desierto de A..tacama.
La marcha del trabajo se explica con mayor facilidad me­
diante el siguiente esquema (fig. 21). Los hilos son manejados
por orden numérico, es decir de 1 a 8 durante todo el trabajo.
Otra ·soga, más gruesa, está hecha en la misma técn ica,
pero la dirección de la espiral cambia cada pocos centímetros,
resultando así un dibujo muy interesante y arfístico, que to­
davía se usa actualmente para las hondas.
El cmdel de la bolsa mediana d'e cuero y el de la bolsa
UNA TUMBA DE CHIUCHIU 35

grande pertenecen a este tipo. El de la bolsa grande es más


complicado todavía, porque se compone de más guías formán­
dose en el transcurso del trenzado rombos y espirales en blan­
co y negro.

Cordel rojo y blánco:

largo: 45 cms
grosor: 0,3 cms.
Este cordel se compone de 8 guías, cuatro rojas y cuatro
blancas; cada gu.Ía a su vez consiste en dos hilos y cada hilo de
dos cabos.
Para iniciar el trabajo se arreglan las ocho guías en cua­
tro pares opuestos de manera que siempre una guía roja que­
da al lado de una blanca. Entonees empieza el proceso de tren­
zar, moviendo primeramente las cuatro guías blancas y después
las cuatro guías rojas:
la guía 1 va en senEdo del reloj hasta la izquierda de guía
la- 5
la guia 2 va en sentido del reloj hasta la d erecha de la guía 6
la guía 3 va en con.tra sentido de.l reloj hasta la dere'Cha de laguía /'
l a guía 4 va en contra sentido del reloj hasta la izquierda de laguia 8
la guía 5 va en sentido del reloj hasta la izquierda de laguía 2
l a guÍ3. 6 va en sentido del reloj ha·sta la derecha de laguía 1
1, guía 7 va en contra senüc!o del reloj hasta la derecha de ~a guia 4
]¡, guía 8 va en contra senbdo del reloj hasta la izquierda de la guía 3

y se oontinúa otra vez con las cuatro guías blancas y después con ~ as cuatro
guías rClj as:

la guía 2 va en sentido del reloj hasta la izquiel'<la de In guía 6


la -g uía 1 va en sentido del reloj ha-s ta la dereoha de la guía 5
18 guía 4 va en contra senti:do del reloj hasta .]a d·~ recha de la guía 8
la guía 3 va en contr·a sentido del reloj hasta la izquierda d·", la guía 7
la guía 6 va en sentido del relo5 hasta la izquierda de la guía 1
la guía 5 va en sentido del reloj hasta la derecha de la guía 2
la guía 8 va en contra sentido del reloj hasta la derecha de la guía 3
b g uía 7 va en contra senti-do del reloj hasta la i7.quierda de la guia 4

Con esto se ·ha llegado de nuevo al arre glo or:gin al d '2 las gubs y s'e
oem¡pieza ·otra vez 'con la guía 1.

El cordel resultante es de corte cuadrático. Actualmente


los indígenas de Peine en el Desierto de Atacama produeen la
misma clase de sogas con seis guias (Fig. 22).
36 G. UOSTNY

CONCLUSIONES

La tumba descrita en éstas páginas, según nuestras expe­


r1encias en otras partes del país, constituye una excepción en
varios sentidos. Ante todo el número de cadáveres encontrados
en ella. La re.gla general para sepulturas en tierra es uno, má­
ximo dos cadáveres. Por el otro lado se conooen también, de
la misma región de Chiuchiu, mausoleos de familia, pero éstos
pertenecen a otro tipo de arquitectura sepulcral. Latcham
(1938, p. 61), los describe como cámaras subterráneas, a las
cuales conduce un pasillo inclinado y de relativamente grandes
dimensiones. Aquí se trata de un amontonamr.:onto de cadáveres
en un espacio tan restringuido que por fuerz2 el entierro de to­
dos ellos tiene que haberse efectuado a un mismo tiempo, mien­
tras que en el tipo 'de mausoleo, descrito po" Latcham, la cá­
mara funeraria ha sido abierta nuevamente cada vez que mu­
rió un miembro de la familia.
El mismo estado en el cual se encontraban los cadáveres
era excepcional en comparación con otros yacimientos. Si,em­
pre, cuando se sepultó mqs de una persona en la misma tumba,
radq cual estaba envuelto en sus tejidos y con su ajuar al la­
do. Aquí solamente un personaje, 'el anciano, estaba preparado
de esta manera. Las dos mujeres S'2 encontraban desnudas, una
con la cabeza separada del cuerpo y la otra con el pelo corta­
do; y las dos criaturas aparte de los brazaletes y el collar de
cuentas, no llevaban vestidos como lo sucede en otros casos,
donde se daba a las criaturas un entierro tan elaborado como
a los adultos.
Todo esto sugiere que la única persona, que murió de muer'­
te natural era el anciano y que los d'::más ocupantes de la tum­
ba fueron muertos a propósito para acompañarle, formando así
parte del ajuar del primero. Tiene que h::¡berse tratado enton­
ces de un personaje de gran importancia y de, una posición
social especial.
Otro hecho que sorprende, es la ausencia completa de pie­
zas de alfarería en el conjunto encontrado en la selJultura. So­
bre toda la superficie de lo que era el cementerio de Chiuchíu
están diseminados fral!mentos de oerámica, que habia sido ex­
cavada en otras sepulturas y además todas las demás p 1ez'ls
del contenido de la tumba en estud'o, pertenecen sin duda al­
gema a una época en la cual la alfarería era conocida des de
tiemuo. Se ímpone la sospecha, oue la falta de la cerámica era
un hecho intencional. de acuerdo con la condici"m social del
dueño de la tumba. Esta posibilidad es reforzélda ]: or la presen­
cia de varios objetos raros, como el gotario, la ta1:Jleta y tubos
de aspirar rapé, la borla de lana blanca y quizá., el cencerro
UNA TUMBA. DE CRIUCRIO 37

de madera. Posiblemente también la decoracón de las flechas,


si supiéramos interpretarla bien, afirmaría, que el hombre se­
pultado allí, no era sencillamente uno de los habitantes comu­
nes y corrientes del pueblo prehistórico de Chiuchiu, sino a lo
mejor un jefe político o religioso, o ambos a la vez.
Aunque no sale del campo de las suposiciones, debido a la
falta de informaciones directas o antecedentes arqueológicos
comprobados, proponemos interpretar el hallazgo en el sentido
de tratarse de la sepultura de un shamán de reputación, quien,
al morir, fué sepultado con sus dos mujeres, con las criaturas
que tuvo con la segunda, la más joven de ellas, y con las de­
más insignias e instrumentos de su oficio, como eran la borla
blanca, el gotario, con el cual administró algún líquido poten­
te (¿para caer en trance?) la tableta y tubo para rapé (toda­
v ía en uso entre los shamanes arawak) el cencerro de made­
ra, el cual suponemos que ha servido para fines mágicos y no;
'C omo campa,n illa para colgarlo del cuello de los llamas y las fle­
chas con la decoración esmerada, las cuales es dudoso que hu­
b ieron podido servir eficazment.e como arma de caza o comba­
t e.
En cuanto al aspecto técnico de las piezas del ajuar, llama
1a atención la ejecución de los tejidos, especialmente de los de
trama múltiple, rasgo, qu,e según nuestros conocimientos no
ha sido nunca descrito en tejidos chilenos o de los países ve­
cinos. Lo más parecido, que hemos podido encontrar, es la téc­
nica de dos tramas continuas, usada por los Macushí, tribu
Caribe de la Guayana británica, p ara la confección de hama­
cas de algodón (O'N-eale, 1949, p . 127, fig. 36). El punto de agu­
ja, ejecutado en los bordes de varias de las piezas textiles, se
p arece mucho al punto llamado de "Paracas" por O'N eile, sin
ser absolutamente idéntico con éste. La bolsa roja felpuda, que
imita un tejido, pero es ejecutada en una técnica parecida a la
de lo cestería enroscada, también constituye una novedad, por
10 menos p3ra el área atacame ña.
La tableta para rapé -encontra da aquí es una réplica exac­
ta de otra encontrada cerca de Iquique, mientras que el tubo
-esculpido que la acompaña presenta una escultura parecida a
la de los tubos encontrados en La Gonave, Haiti, procedente
de l área arawak.
El hallazgo de sardinas procedentes dd Océano Pacífico y
de plumas de loro del Beni d.an testimonio de los ex ten sos
v iajoes rea lizados por los Atacameños a través de un amplio
territorio de la América de l Sur Austral; las sfmejanzas de los
tubos atacameños con los arawakes, como asimismo la extraña
técnica de tejido con más de una trama, que se encuentra tan­
to en la parte más septentrional del continente sudam~ricano,
como en la región del Río Loa, son hechos que merecerían bien
una futura investigación.
a. MIOSTN1"

En cuanto a la cuestión cronológica, lo único que puede


decirse con seguridad, es que la tumba pertenece a la época
pre-incasica, por la ausencia de influencias de est·e período. No
nos atrevemos a fijar su fecha con más precisión, porque la
cronología establecida por Uhle y adoptada por otros autores
nos parece demasiado dudosa para poder adherirnos a ella .
Terminando, no nos parece dem asiado subrayar de nuevo
la perfecta adaptacion de los anti Q'uo s Atacameños a su am­
biente. quizas el mas estér.il de. todo el mundo, habitado por
seres humanos..

NOTA§:
(1) Compárese: Masan, 1904, esp~cíaimente p 531, tí. 212; lIaeber.Iín, t 'eíf §TIa
Roberts, 1928; Montel!, 1926 ; Latcham, . 1938, p. 211 ss.; Oya rzún , 1930;
Metl'aux, 1930, p. 295 ss:.; Rydén, 19<14, p. l46 SS.; Serrano, 1945 .

(3) Bird, 1943. p. 275.

H) Humberfo F·uenzalida (comunicaci6n v€rbal) supóne que él tetardo el1


el apa recitrüénfo de la .cerámica es común a las cultu.ras del de sierb d ·~J
fiarte de Chile, y un hecho natural, por cuanto no se forman en esa3
condi ciones -climáticas arcillas de descomposici6n superficial y las qu é
han debido Usa r los pueblos autóctonos son yacimientos geológicos muy
limitados en su distribución, o bien .al'cillas traídas des:ie lejos cuanda
ya las culturas florecien te-;. han orgar,izado el tráfico y ·,1 c0mer~i o ,

(5) En todas las siguie'1tes citaciones se usará la abreviació:1 HDBK con el


correspondiente numero romano, para indicar los tomo:, del Handbool<.:
Qf South Am~tkan lndüll1s, Washington 1946.1950.
UNA TUMBA DE CHIUCHIU 39

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UNA TUMBA DE CHIUCRIU

PROTOCOLO ANTROPOLOGICO DEL CRANEO DE


"CHIU CHIU". (Fig. 24, a y b)
FIDEL JELDE'S A.
Instituto de Criminología.

NORMA DE BLUlVIENBACH.
El diámetro transversal corta al sagital en su tercio medio,
lo que da una figura ovoídea-elipsoídea con una fenozigia me­
diana .
Diámetro ántero-posterior: 17,6
Diámetro transverso: 13,9.
Indice: 78 ,9 MESOCEFALICO DE ANCHURA..
Eminencias frontales medianamente marcadas. Eminencias
parietales medianamente marcadas. Líneas temporales marca­
das . Sutura coronal simple en sus porciones bregmática y pté­
rica: en ambas porciones medias es complicada; no hay oblite­
ración.
NORMA DE OWEN ,
Anchura condilar: 1.3
L r ngitudinal condilar: 26
Indic'2 de Baudoin : 5.0,0 SIGNO FEMENINO.
Anchura externa del maxilar superior : 58 ,
Lon gitud del mismo: 51
Indice: 113,7 MESOURANO.
Anchura palatina: 3.3
Longitud palatina : 42
Indioe: 78.5 ESTENOESTAFILINO.
Coanas ósea pequeñas. Apófisis psterigoides pequeñas. Fo­
sas pterigoideas profundas. Fosa glenoídea más marcada en
profundidad a la izquierda que a la derecha. Condilos occipita­
les curvos. Fosa condílea d erecha muy profunda. Borde anterior
del occipital liso. Suturas palatinas sagital y transversa sin
anomalías y ligeramente obliteradas. Dentadura incompleta, la
mayor parte de las piezas dentarias han caído antes de la muer­
te, pues hay reabs orción alveolar; lo mismo se puede decir de
la mandíbula. Línea curva occipital superior median amente
marcada.
NORMA DE PRICHARD.
Anchura m ínima del frontal: 9,1
Indice: 65,4 ESTENOMETOPICO .
Anchura piriforme: 2,5
Altura piriforme: 4,7
Indice: 54,'3 EURLRRINO.
42 G. !tJ,()STNY

Altura facial superior : 6,2


Diámetro bi-zigomático: 12,7
Indice: 48,8 EURIENO.
Anchura orbitaria: 3,5
Altura orbitaria: 4,5
Indice: 77,8 MESOCONQUIO.
No hay metopismo. H u esos na~ale s anchos pero pequeños

en tamaño. Espina nasal anterior poco marcada. Relieve óseo

alveolar inferior poco des arrollo.

NORMA DE LAURILLARD .

Anchura astérica: 10.7

Indice: 76,2 MESOINIA CO.

Hueso occipital sobresaliente. Protuberancia occipital ex­

terna medianamente marcada. Notamos en la región del lambda

la ausencia de obliteración. Contorno ligeramente abombado.

NORMA DE CAMPER.

Altura craneal: 13,1

Indice: 74,4 ORTOCRANEO.

Indipe: 94.2 METRICRANEO.


Diámetro basio-alveolar: 9,2
Diámetro basio-nasio: 10,7
Indice: 90,5 ORTOGNATO.
Pterio en form a d e H. Escama d el t e mporal ligerament '?
abombada y baja. Sutura temporo-pariet31 simple. Sutura es­
feno-escamosa simple. Sutura ptero-frontal si mple. No hay obJi- ,
teración en ninguna de estas suturas. Apófisis mastoides peque­
ñas. Surco de Silvio externo marcado.
En un cráneo cuya edad probable se estima ubicada en el
septenario de la madurez decrecientp (42-56) dado al estado de
reabsorción de las cavidades alveolar:.:s tanto en el maxilar su­
perior como en la mandíbula. Pertenece al sexo femenino, lo
que podemos establecer directamente por las informaciones da­
da por la Dra. Grete Mostny, quien dice que es probable que
fuera la mujer del cacíque del lugar; además los signos de las
matoides y de los condilos también son positivos, señalando es­
te cráneo como femenino. Presenta un contorno superior ovoÍ­
deo-elipsoídeo, con un módulo de 449 correspondiente a una
capacidad craneal relativa de 1.380 c. c. Bóveda craneal media­
namente elevada. Frente más bien estrecha. Nariz baja y an­
cha. Cara superior ancha. Orbitas medianamentemente anchas
y bajas. Contorno posterior ligeramente abombé do. Anchura
posterior mediana Paladar medianamente ancho. El perfil na­
sal superior es ortognato..
No hay deformación craneal de n ingún tipo.
APENDICE:
Los cUer:90s vertebrales: atlas y axis Se presen:an no'rmaleso
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F ig. 23.

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