Perfil Criminologico
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Perfil Criminologico
Garavito Cubillos
Alias “La Bestia’’
Actos de precaución:
Son los que lleva a cabo el criminal en la escena del crimen o en la
fase preparatoria, o incluso durante su carrera criminal para
intentar salvaguardar su identidad. Garavito, era el hombre de las
mil caras, cambió su aspecto físico en múltiples ocasiones, se
cambió de nombre, pasaba por ser miembro de fundaciones de
ayuda a la infancia, se camufló como panadero, vendedor
ambulante, empleado de supermercado, tuvo heladería, fue falso
monje misionero, enfermo lisiado, administrador de restaurantes y
bares, adivinador y limosnero (Aranguren, 2012). Y en la escena del
crimen intentaba, al menos en la primera etapa de su carrera
criminal, elegir víctimas desconocidas, agredir en lugares de difícil
acceso y ocultos a la vista de la gente, amordazaba a sus víctimas,
las intimidaba o amenazaba hasta aterrorizarlas, hacía desaparecer
los restos de botellas de alcohol que consumía, las ropas de su
víctimas, los elementos con los que las maniataba, incluso en una
primera etapa parece que hay indicios de que ocultaba a sus
víctimas después de asesinarlas. Posteriormente, parece sus actos
precautorios eran más descuidados y negligentes, se emborrachaba
hasta casi perder la conciencia, no amordazaba a los menores con
lo que estos podían gritar y ser escuchados, dejaba restos de ropa
de sus víctimas junto a los cadáveres, que casi no ocultaba…
La investigación policial:
Durante las investigaciones tuvieron en cuenta muchas hipótesis
para explicar el homicidio de tantos niños, la que finalmente tomó
más fuerza tuvo que ver con la aparición de un asesino único por lo
que se intentó realizar un perfil. Después de reunirse algunas
pruebas en su contra, confeso sus crímenes y brindo información
de algunos de los sitios donde se encontraban las fosas de más
niños. Se le practicaron pruebas psicológicas y psiquiátricas y fue
declarado imputable. En la indagatoria se acogió a sentencia
anticipada por confesión.
El diagnóstico psiquiátrico emitido previo al juicio fue que Garavito
sufría un trastorno antisocial de la personalidad, es decir, y una
alteración mental de entidad insuficiente para impedirle
comprender y prever las consecuencias de sus actos. Por ello se
consideró imputable a los efectos de determinar su responsabilidad
penal. Es decir, Luis Alfredo Garavito padece un trastorno de
personalidad, pero no es un demente ya que conserva y conservaba
durante su carrera criminal unas facultades mentales suficientes
como para darse cuenta del mal que hacía a sus víctimas y por ello
debe pagar por los hechos ilícitos cometidos. (Mejía, 2006)
Conclusiones:
Desde el punto de vista criminológico nos encontramos ante un
violador serial pederasta, sádico y psicopático que evoluciona y se
transforma, además, en un asesino serial de los más prolíficos de la
historia mundial reciente. Tal y como establece el modelo del triple
riesgo delictivo (Redondo, 2008) aplicado al caso de Garavito, es
muy posible que en la formación de este asesino en serie no solo
hayan intervenido aspectos biológicos y psicológicos (personales),
sino también culturales (sociales) y específicos del contexto
(ambientales o de oportunidad). En la comprensión por la sociedad
del fenómeno criminal de los asesinos múltiples de esta magnitud
intervienen aspectos relacionados con la construcción de valores
sobre lo que está “permitido o “prohibido” que distancian la
influencia que tiene la misma sociedad en la gestación de estos
criminales. Finalmente, la violencia implícita en el caso Garavito,
por muy excepcional que pueda ser la actividad criminal de este
asesino en serie y violador multi-reincidente, no puede estudiarse
como un defecto aislado o individual, por el contrario, deber ser
contextualizada contando con los aspectos sociales, políticos,
geográficos, económicos, culturales y de oportunidad de Colombia
que intervinieron tanto en la formación del victimario como en la
situación de impunidad que durante años rodeó a las víctimas. El
contexto sociocultural en el que se desenvuelve Garavito tiene su
origen en la extrema violencia que desde los años 50 del s. XX hasta
prácticamente la actualidad asola Colombia. En este ambiente, la
violencia se ve favorecida por la impunidad, los vacíos legales, la
incompetencia de las instituciones que deben velar por la
seguridad y la indiferencia social ante las desapariciones de los
niños de la calle. Queda reflejado que en la formación de un
asesino en serie intervienen aspectos inherentes al individuo (su
historia personal, sus frustraciones, el trato recibido por un padre
cruel y una madre indiferente y ausente, la violencia sufrida por sus
iguales, sus burlas y aislamiento al que fue sometido) pero también,
interviene la misma sociedad y los patrones culturales que toleran
las diversas formas de violencia (que van desde la violencia
intrafamiliar hasta la violencia del Estado), así como las condiciones
de vulnerabilidad (de oportunidad) que la incompetencia de las
instituciones hacen que los más vulnerables (en este caso los niños
de la calle: loteros, limpiabotas, vendedores de fruta, abandonados
sin más o los que se veían obligados a ejercer las prostitución) sigan
siendo las potenciales víctimas propiciatorias de otros futuros
asesinos y violadores seriales parecidos a Luis Alfredo Garavito. Tal
y como afirma Oscar Díaz, el psiquiatra que participó como forense
en el juicio de Garavito al ser entrevistado (El País, 2015): “Mientras
no seamos conscientes de lo que estamos haciendo, y las
autoridades no intercambien información para atrapar a los
delincuentes, y trabajen en equipo, estamos en nada. Como no
hacemos investigación profunda, no tenemos argumentos, no hay
cómo acusar, luego hay impunidad. Y esa impunidad genera
violencia. Al no creer la gente en la justicia, la toma por su cuenta”.