Diderot Ensayos Sobre Arte
Diderot Ensayos Sobre Arte
Diderot Ensayos Sobre Arte
ÍNDICE
DIDEROT Y EL CUERPO FIGURADO ......................
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.............. IX
NOTAS ....................
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Jean Baptiste Greuze: La novia de pueblo. Óleo sobre lienzo. 92 x 117 cm.
Museo del Louvre, París.
La madre es una bondadosa campesina que se acerca a los sesenta, pero que
goza de buena salud; también va vestida con holgura y maravillosamente. Con una
mano agarra la parte superior del brazo de su hija; con la otra, le aprieta el brazo por
encima de la muñeca; está sentada; mira a su hija de abajo a arriba; le cuesta separarse
de ella; pero el partido es bueno. Jean es un buen muchacho, honrado y trabajador; no
duda que su hija será feliz con él. La alegría y la ternura están mezcladas en la
fisonomía de esta bondadosa madre.
En lo que se refiere a la hermana que está de pie al lado de la novia, que la
abraza y se aflige sobre su seno, es un personaje interesantísimo. Realmente le disgusta
separarse de su hermana y llora por ello; pero este incidente no entristece la
composición; por el contrario; aumenta lo que tiene de conmovedor. Hay gusto, y buen
gusto, en haber imaginado este episodio.
Los dos niños, de los cuales uno, sentado al lado de la madre, se divierte
echando pan a la gallina y a su pequeña familia, y el otro se pone de puntillas y estira el
cuello para ver, son encantadores; pero sobre todo el último.
Las dos sirvientas, de pie, al fondo de la estancia, indolentemente apoyadas una
contra otra, parecen decir,
decir, con la actitud y el gesto: « ¿Cuándo llegará nuestro turno
turno?»
?»
Y la gallina que ha llevado sus polluelos al centro de la escena y que tiene cinco
o seis pequeños, como la madre a los pies de la cual busca su vida tiene seis o siete
hijos, y la niña que
una encantadora les echa pan
coherencia con ylalos alimenta;
escena que sehay que reconocer
desarrolla y con elque todo
lugar ello es de
y los
personajes. Se trata de un toque poético absolutame
absolutamente
nte ingenioso.
El padre es el que atrae principalmente la mirada; después el esposo o el novio,
después la novia, la madre, la hermana menor o la mayor, según el carácter de quien
mire el cuadro, después el escribano, los otros niños, las sirvientas y el fondo. Prueba
indudable de una buena ordenación.
Teniers pinta costumbres quizá más auténticas. Sería más fácil
f ácil reconocer las
escenas y los personajes de este pintor; pero hay más elegancia, más gracia, una
naturaleza más agradable en Greuze. Sus campesinos no son ni toscos como los de
nuestro buen flamenco, ni quiméricos como los de Boucher. Considero a Teniers muy
superior a Greuze en cuanto al color. También le atribuyo más fecundidad; además, es
un gran paisajista, un gran pintor de árboles, bosques, aguas, montañas, chozas y
animales.
A Greuze se le puede reprochar haber repetido una misma cabeza en tres t res cuadros
diferentes: la cabeza del Padre que paga y la del Padre que lee la Sagrada Escritura a
sus hijos, y me parece que también la del Paralítico. O, al menos, son tres hermanos con
mucho aire de familia.
Otro defecto. La hermana mayor, ¿es una hermana o una sirvienta? Si es una
sirvienta, no debería estar apoyada en el respaldo de la silla de su amo y no sé por qué
envidia tan violentamente la suerte de su ama; si es un miembro de la familia, ¿por qué
ese gesto huraño, por qué ese desaliño? Contenta o disgustada, tenían que haberla
vestido adecuadamente para la petición de mano de su hermana. Advierto que la gente
se equivoca, que la mayoría de los que miran el cuadro la toman por una sirvienta y que
los demás están perplejos. No sé si la cabeza de esta hermana mayor no es también la de
la Lavandera.
Una mujer de mucho ingenio ha dicho que este cuadro estaba compuesto de dos
naturalezas.
campo, pero Pretende que ellapadre,
que la madre, novia yeltodas
noviolas
y el escribano
demás figurasson campesinos,
proceden gente del
del mercado de
París. La madre es una gruesa vendedora de fruta o de pescado; la hija, una bella
florista. Esta observación, al menos, es delicada; compruebe, usted, amigo mío, si es
justa.
Pero sería mejor dejar a un lado estas bagatelas y extasiarse en una obra en la
que hay belleza por todos los lados; sin duda, lo mejor que ha hecho Greuze. Este
cuadro le honrará, como pintor hábil en su arte y como hombre sensible y de gusto. Su
composición está llena de sensibilidad y delicadeza. La elección de sus temas demuestra
sensibilidad y buenas costumbres.
(Salón de 1761)
Jean Baptiste Greuze: Piedad filial . Óleo sobre lienzo. 130 x 163 cm.
Museo del Louvre, París.
Valor, amigo Greuze, ¡haz pintura moral, y hazla siempre así! Cuando te llegue el
momento de abandonar la vida, no habrá una sola de tus composiciones que no puedas
recordar con placer. ¿Acaso no estabas al lado de aquella muchacha que, al contemplar
la cabeza de tu Paralítico, exclamó con encantadora
encantadora vivacidad: « ¡Ay, Dios mío, cómo
me conmueve! Si sigo mirándolo,
mirándolo, me echaré a llorar» ? ¡Y aquella muchacha no era hija
mía! Pues la hubiera reconocido en ese gesto. Cuando yo vi a ese anciano elocuente y
patético, sentí como
como ella que mi alma se
se enternecía y qu
quee las lágrimas estab
estaban
an a punto
de brotar de mis ojos.
(Salón de 1763)
. Ténaro: según la tradición más difundida, para bajar a los infiernos Heracles tomó el camino del cabo Ténaro, en
18
18
Laconia. Diversis studiis...
studiis...: « Estirpe de un mismo huevo [nacida] para diversos afanes o inclinaciones» .
las expresiones! Decía esas palabras que van derechas al alma, y, al decirlas, estaba
arrodillado ante ti: esto también se concibe. Te había cogido una mano; de cuando en
cuando sentías el calor de las lágrimas que caían de sus ojos y que rodaban por tus
brazos. Tu madre
madre no acababa de llegar. No es culpa tuya; es cu culpa
lpa de tu madre... Pero
ahora te echas a llorar... Aunque lo que te digo no es para hacerte llorar. Y ¿por qué
llorar? Él te ha hecho muchas promesas y no dejará de cumplir nada de lo que te ha
prometido. Cuando se ha tenido la dichadicha de encon
encontrar
trar a una muchac
muchacha ha encantadora
encantadora
como tú, para unirse
unirse a ella, para complacerla,
complacerla, es para toda la vida...» « ¿Y mi pájaro...?»
« Sonríes.» (¡Ay, amigo mío, qué bella estaba! ¡Ay! ¡Si uste ustedd la hubiera visto ssonreír
onreír y
llorar!) Continué. « ¿Qué pasa con tu pájaro?
pájaro? Si uno se olvida de sí mismo, ¿se acuerda
acuerda
de su pájaro? Cuando se acercó la hora del regreso de tu madre, el que te ama se fue.
¡Qué feliz, contento, arrebatado estaba! ¡Cómo le costó separarse de ti...! ¡Cómo me
miras! Yo sé todo eso. ¡Cuántas veces se levantó y volvió a sentarse! ¡Cuántas te dijo, te
volvió a decir adiós sin acabar de irse! ¡Cuántas veces salió y volvió! Acabo de verle en
casa de su padre: se siente alegre, feliz, y su alegría la comparten todos, sin poder
evitarlo..
evitarlo...»
.» « ¿Y mi mad
madre?»
re?» « ¿Tu ma
madre?
dre? En cuanto
cuanto ééll se hubo
hubo ido, ella
ella volvió:
volvió: te
encontró soñadora, como lo estabas antes. Siempre se está así. Tu madre te hablaba y tú
no oías lo que te decía; te mandaba una cosa y tú hacías otra. Las lágrimas
l ágrimas acudían a tus
párpados y las contenías, o vo volvías
lvías la cabeza para enjugarlas furtivam
furtivamente.
ente. Tus
continuas
de distracciones impacientaron
llorar tranquilamente y de aliviar tu acorazón...
tu madre;¿Continúo?
te regañó;
r egañó; yTemo
se te que
presentó
lo quelavoy
ocasión
a
decir resucite tu dolor. ¿Quieres...? Pues bien, tu bondadosa madre se arrepintió de
haberte entristecido; se acercó a ti, te cogió las manos, te besó la frente y las mejillas y
lloraste mucho más. Tu cabeza se inclinó sobre ella; y tu cara, que el rubor empezaba a
colorear, mira, mira como se está coloreando ahora, fue a ocultarse en su seno. ¡Qué
cosas tan dulces te dijo tu bondadosa madre!, ¡y qué daño te hacían esas cosas tan
dulces! Sin embargo, aunque tu canario cantó, te advirtió, te llamó, batió las alas, se
lamentó de tu olvido, tú no lo viste, no lo oíste: estabas pensando en otra cosa. No le
cambiaste el agua ni le pusiste su grano; y esta mañana el pájaro ya no estaba... Me
sigues mirando; ¿todavía me queda algo que decir? ¡Ah, ya comprendo!, el pájaro te lo
había regalado él: bueno, encontrará otro igual de bello... Eso tampoco es todo: tus ojos
se fijan en mí y se afligen; ¿hay algo más? Habla, no puedo adivinarlo...
adivinarlo...»» « ¿Y si la
muerte del pájaro no fuera sino un presagio...? ¿Qué haría?, ¿qué sería de mí? Si él fuera
un ingrato...» « ¡Qué locura! No temas: ¡no pu puede
ede ser, nnoo será!»
Pero, amigo mío, ¿no se ríe usted oyendo cómo un grave personaje se divierte
consolando a una muchacha
muchacha pintada de la pérdida de su pájaro, de la pérdida de todo lo
que usted quiera? Pero observe qué bella es, qué interesante... No me gusta afligir, a
pesar de ello, no
no me disgustaría de
demasiado
masiado ser la causa
causa de su pe
pena.
na.
El tema de este poemita es tan delicado que muchas personas no lo han
entendido; han creído que la muchacha sólo lloraba
ll oraba por su canario. Greuze ya pintó una
vez el mismo tema: colocó ante un espejo roto a una esbelta muchacha vestida de raso
blanco, invadida de una profunda
profunda melancolía. ¿No cree usted que sería tan estúpido
atribuir el llanto de la muchacha de este Salón a la pérdida de un pájaro, como la
melancolía de la muchacha del Salón anterior a un espejo roto? Esta niña llora por otra
cosa, se lo aseguro. En primer lugar, como usted ha visto, ella lo reconoce; y su
aflicción
¿qué edadletiene...?
dice lo demás.
¿Qué le¡Tanto dolor!,
responderé ¡a supregunta
y qué edad!, ¡ymepor
haun pájaro...!
hecho usted?Pero, entonces,
Su cabeza
Le prometí, amigo
mío, que le hablaría del
cuadro de ingreso de Greuze
y le hablaré de él sin
parcialidad;
palabra19. cumpliré mi
En primer lugar tiene
usted que saber que como
los cuadros de este artista,
tanto en el Salón como en el
mundo, producen una fuerte
sensación, a la Academia le
hacía sufrir que un hombre
tan hábil y tan justamente
admirado no tuviera más que
el título de agregado. Deseó
que fuera inmediatamente
Jean-Baptiste Greuze: condecorado con el de
Septimio Severo acusando a su hijo Caracalla académico; este deseo y la
de haber querido asesinarle.
Óleo sobre lienzo. 124 x 160 cm.
carta que el secretario de la
Museo del Louvre, París. Academia, Cochin, se
encargó de escribirle en
consecuencia
consecuenc ia son un excelente elogio de Greuze. Yo he visto llaa carta, que es un modelo
de honestidad y aprecio; he visto la respuesta de Greuze, que es un modelo de vanidad e
impertinencia; había que apoyar aquélla con una obra maestra y es lo que Greuze no ha
hecho.
El Septimio Severo es innoble de carácter, tiene la piel negra y curtida de un
esclavo; su acción es equívoca. Está mal dibujado. Tiene la muñeca rota. La distancia
del cuello al esternón es desmesurada. No se sabe adónde va ni a qué pertenece la
rodilla de la pierna derecha, que eleva el mato.
19
. El cuadro de Greuze para ser recibido en la Academia, Septimio Severo y Caracalla.