Guía Clínica de Tromboembolismo Pulmonar
Guía Clínica de Tromboembolismo Pulmonar
Guía Clínica de Tromboembolismo Pulmonar
Tromboembolismo pulmonar
Fecha de la última revisión: 20/12/2012
¿Qué es?
La trombosis venosa profunda y el embolismo pulmonar son las manifestaciones de la enfermedad tromboembólica venosa (ETV)
(Kearon C, 2012; McManus R, 2009). El tromboembolismo pulmonar (TEP) consiste en la obstrucción de la arteria pulmonar, o de una
de sus ramas, por un trombo aunque también puede existir obstrucción por tejido tumoral, gas o grasa. En la mayoría de los casos (50-
80%) el origen del trombo corresponde al territorio ileofemoral y poplíteo. En el resto corresponde a pelvis ,extremidades superiores o
cavidades derechas cardíacas (Thompson B, 2010). La presencia de un trombo con su reacción inflamatoria asociada en el sistema
venoso profundo constituye la trombosis venosa profunda (TVP).
La ETV es un importante problema de salud pública debido a su incidencia, morbimortalidad asociada y consumo de recursos.
La enfermedad tromboembólica en España, entre 1999 y 2005, representó el 0,82% del total de altas hospitalarias. Estimándose una
tasa de diagnóstico en población general de 103/100.000. El 53% corresponden a embolias pulmonares (EP), con una tendencia
ascendente. La mortalidad por EP fue el 11,6%, frente al 2,3% por TVP. El 4% de los hospitalizados por cualquier causa sufrieron una
ETV durante su ingreso de los cuales el 74% estaban ingresados por problemas médicos (Guijarro R, 2008).
Se estima que la mortalidad del TEP no tratado es del 30% (Thompson B, 2010).
La cirugía reciente, la inmovilización, las neoplasias y los traumatismos son factores de riesgo para el desarrollo de TEP (tabla 1):
Factores de riesgo mayores (RR 5-20) Factores de riesgo menores (RR 2-4)
Cirugía: Cardiovascular:
Hospitalización.
Institución cerrada.
Otros:
ETV previa.
La clínica del TEP puede ser bastante inespecífica. La disnea es el síntoma más frecuente como forma de presentación (West J, 2007)
(tabla 2). La triada clásica de dolor pleurítico, disnea súbita y hemoptisis sólo está presente en el 40% de los casos de TEP en
pacientes sin enfermedad pulmonar previa mientras que la disnea o taquipnea está presente en el 84% (Stein P, 2007).
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Síntoma Signo
¿Cómo se diagnostica?
Deberemos sospechar TEP siempre que un paciente presente síntomas cardiorespiratorios (tabla 2) no explicados y factor de riesgo
(tabla 1).
Los síntomas y signos son insuficientes para el diagnóstico del TEP (West J, 2007). En muchas ocasiones los factores de riesgo y la
presencia de una trombosis venosa profunda son mejores predictores de TEP que la clínica, la radiología y el ECG (Polmear A, 2008).
La combinación de factores de riesgo, signos clínicos y exploraciones complementarias mediante Reglas de Predicción Clínica (RPC)
mejoran la estimación de riesgo de TEP. Estas RPC nos proporcionan diferentes probabilidades preprueba de TEP a partir de las
cuales deberemos plantear la aplicación de nuevas exploraciones complementarias.
Nuestra actitud diagnóstica será diferente dependiendo si el paciente se presenta en el ámbito de la atención primaria, en la urgencia
hospitalaria o en una unidad de hospitalización (Polmear A, 2008).
Existen múltiples RPC para el diagnóstico del TEP (Ceriani E, 2010). En la elección de una RPC debemos tener en cuenta:
Los modelos más simples están construidos sin necesidad de pruebas complementarias (tabla 3) lo que las hace especialmente
indicadas en el medio extrahospitalario.
Las escala de Wells cuenta con dos versiones (completa y simplificada) y permite clasificar a los pacientes en dos o tres categorías de
riesgo (tabla 3). Ambas versiones y clasificaciones han sido validadas tanto en el ámbito hospitalario como extrahospitalario (Ceriani E,
2010; Lucassen W, 2011). La versión completa cuenta con una mayor validación siendo la más recomendada (Qaseem A, 2007;
Uresandi F, 2004).
Tabla 3. Reglas de predicción clínica de Wells para estimarla probabilidad pretest de TEP
Puntos Puntos
Hemoptisis 1 Hemoptisis 1
Alta >6
2 niveles de probabilidad
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Improbable ≤4
Probable >4
La probabilidad estimada de TEP de acuerdo a la puntuación en la escala de Wells para el conjunto de todos los pacientes se presenta
en la tabla 4.
Tabla 4. Probabilidad de TEP (IC al 95%) en función del resultado de la escala de Wells (Ceriani E, 2010)
Prevalencia de TEP(%)
Wells 3 categorías
Bajo 5,7
(3,7-8,2)
Intermedio 23,2
(18,3-28,4)
Alto 49,3
(42,6-56)
Wells 2 categorías
Improbable 8,4
(6,4-10,6)
Probable 34,4
(29,4-39,7)
En el caso de pacientes no hospitalizados la prevalencia de TEP según la escala de Wells es de 2,9% (2,4-3,5%),15,8% (11,6-20,4%)
y 40,8% (42,6-56%) para las categorías baja, intermedia y alta (Ceriani E, 2010).
Pronóstico en el TEP
La clínica, la disfunción o la lesión miocárdica del ventrículo derecho permiten estratificar el TEP según la mortalidad precoz (30 días)
en dos categorías de riesgo: alto y no-alto. Esta última categoría puede dividirse en moderado y bajo (tabla 5).
La presencia de shock o hipotensión definida como la PAS (presión arterial sistólica) <90 mmHg o una reducción de al menos 40
mmHg durante por lo menos 15 min definen el TEP de riesgo alto (Torbicki A, 2008) que se corresponde con una mortalidad precoz por
el propio TEP >15%.
La disfunción del ventrículo derecho se relaciona con la mortalidad precoz del TEP (Sanchez O, 2008). En la práctica se puede evaluar
la disfunción ventricular derecha mediante marcadores plasmáticos serológicos como el péptido BNP y pro-BNP (Coutance G, 2008;
Klok FA, 2008) y el ecocardiograma. La troponina se relaciona con el peor pronóstico del TEP pero existe controversia sobre su valor
en la estratificación del riesgo del TEP (Jimenez D, 2009; Lega JC, 2009).
La guía europea (Torbicki A, 2008) propone la estratificación del riesgo de acuerdo a la situación clínica y datos de disfunción
ventricular derecha (tabla 5) con el fin de:
Iniciar el tratamiento fibrinolítico de forma precoz e intensificar las medidas de soporte del paciente en el TEP de alto riesgo.
Valorar el tratamiento ambulatorio de los pacientes de bajo riesgo.
Tabla 5. Estratificación del riesgo en el TEP de acuerdo a la sobrecarga del VD y mortalidad asociada
Mortalidad
Categorías Hipotensión Disfunción/lesión VD
por TEP
No alto riesgo:
- + 1-15%
Intermedio - - <1%
Bajo
Se han desarrollado reglas de predicción clínica que combinan variables para predecir la mortalidad del TEP que pueden ser útiles en
la toma de decisiones en los pacientes que no están clasificados como de alto riesgo (tabla 5). El modelo es apropiado para identificar
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El PESI (Pulmonary Embolism Severity Index) y su versión simplificada (PESIs) han sido validados en nuestro medio (Jimenez D,
2010) (tabla 6). Ambos modelos son apropiados para identificar población de muy bajo riesgo lo que puede permitir su tratamiento
ambulatorio (Erkens PM, 2011). La escala completa se ha mostrado segura en un ensayo clínico de reciente publicación (Aujesky D,
2011).
Tabla 6. Indices PESI (Pulmonary Embolism Severity Index): versiones completa y simplificadas (PESIs)
para la mortalidad por TEP
PESIa PESIs
Varón +10
IC +10
1b
EPOC +10
FR ≥30/minuto +20
Tª <36 +20
Exploraciones complementarias
La impresión clínica junto a la aplicación de las RPC nos proporcionan una probabilidad preprueba de TEP que puede modificarse en
función de las exploraciones complementarias disponibles.
ECG: clásicamente se relacionaban los hallazgos de sobrecarga ventricular derecha (S1,Q3,T3) con el diagnóstico de TEP y
aunque las alteraciones en el ECG son muy frecuentes en estos pacientes no son lo suficiente sensibles ni específicas para
confirmar o descartar el diagnóstico (Brown G, 2005).
RX de tórax: se estima que la RX de tórax sólo es normal en el 12% de los casos (Worsley DF, 1993). Las principales
alteraciones relacionadas con el TEP son: elevación del diafragma, derrame pleural y atelectasias (Polmear A, 2008). Al igual
que el ECG la RX de tórax no discrimina de forma precisa entres pacientes con y sin TEP por lo que, de forma aislada, tiene una
utilidad limitada en su diagnóstico (Torbicki A, 2008; Polmear A, 2008).
Dímero D: es un producto originado por la degradación de la fibrina por lo que encuentra elevado en el TEP pero también en
múltiples procesos (cirugía, traumatismos, etc.). Los métodos más precisos para su determinación son los realizados mediante
ELISA (análisis cuantitativo o semicuantitativo). Su sensibilidad es superior al 95% y su especificidad del 40% (Torbicki A, 2008)
por lo que resulta útil para excluir el diagnóstico de TEP combinándolo con las clasificaciones de las RPC (tabla 3). En una
reciente revisión sistemática de estudios prospectivos en pacientes no ingresados un valor negativo (<500 ng/ml) de dímero-D
Vidas (ELISA) en pacientes clasificados como improbable por la escala de Wells, o como baja/intermedia por la escala de
Ginebra o por la impresión clínica permite excluir el diagnóstico de TEP con bastante seguridad (Carrier M, 2009). En el 40% de
los 5.600 pacientes incluidos en la revisión pudo excluirse el TEP combinando el resultado de las RPC con el valor del Dímero
D. Tres de estos pacientes presentaban un TEP en el seguimiento posterior. Otra revisión sistemática posterior en pacientes que
acudían a urgencias o ingresados obtiene valores similares combinando la clasificación de improbable según la escala de Wells
con los resultados negativos del dímero D (Vidas, Tinaquant, SimpliRED o Accuclot latex) (Pasha SM, 2010).
Gammagrafía de ventilación/perfusión: su uso ha sido sustituido por la angiografía pulmonar pero continua siendo útil en
caso de no disponer de ésta o cuando está contraindicada. Sus resultados se clasifican en cuatro categorías normal,
probabilidad baja, intermedia y alta de TEP. En una revisión sistemática de estudios transversales los pacientes clasificados
como de “alta probabilidad” la gammagrafía se mostró poco sensible (39,0%) pero muy específica 97,1% mientras que en los
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caso clasificados como “normales” su comportamiento es el inverso sensibilidad del 98,3% y especificad del 4,8% (Hayashino Y,
2005). En base a estos resultados que una normalidad de la prueba permite excluir el diagnóstico en pacientes clasificados
como de baja probabilidad por las RPC (Torbicki A, 2008).
Angio TAC: la angiografía mediante TAC helicoidal se considera la prueba de elección ante la sospecha de TEP sobre todo
desde que se usa la TCMD (Tomografía Computerizada Multidetectora) en lugar de la de un único detector. La sensibilidad y
especificidad de esta última modalidad oscilan entre 53-100% y 73-100% respectivamente (Torbicki A, 2008). El TCMD alcanza
una sensibilidad del 83% y una especificidad del 96% en el estudio PIOPED II (Stein PD, 2006). Diferentes estudios han
mostrado la seguridad en el diagnóstico de TEP cuando el TAC helicoidal es normal en pacientes con una probabilidad “no alta”
(Torbicki A, 2008) alcanzando un valor predictivo negativo (VPN) del 96% para la probabilidad clínica baja y del 89% para la
“intermedia” según la escala de Wells (tabla 4). Sin embargo el VPN fue del 60% para una “probabilidad clínica alta”. Su valor
predictivo positivo (VPP) fue del 92% para una “probabilidad intermedia” y del 96% para una “probabilidad alta” y desciende
hasta el 58% en caso de una “probabilidad baja”.
Arteriografía pulmonar: se considera el patrón oro diagnóstico de TEP. Su carácter invasivo y el desarrollo de la angiografía por
TAC ha hecho que solamente se utilice en casos excepcionales (Torbicki A, 2008).
Búsqueda de trombosis venosa profunda: ya que el 90% de los émbolos en el TEP provienen de una trombosis venosa de
extremidades inferiores (EEII) la demostración de la existencia de ésta ante un cuadro clínico compatible puede simplificar el
diagnóstico. En el caso del embarazo evita la exposición radiológica. En la actualidad el Eco Doppler ha desplazado a la
venografía en la exploración venosa de EEII. Su resultado es positivo en el 20% de los pacientes con TEP. Es controvertido su
uso en caso de angio-TAC negativo en pacientes clasificados como “probables” o “alta probabilidad” de TEP (Mos IC, 2009;
Agnelli G, 2010). Muchos autores lo recomiendan como prueba de imagen adicional para descartar el TEP en caso de pacientes
con alta probabilidad clínica y angio-TAC negativo, sobre todo cuando se ha usado el TAC de un único detector (Torbicki A,
2008).
Estrategias diagnósticas
La estrategia diagnóstica ante la sospecha inicial de un TEP de alto riesgo (tabla 5) tiene como objetivo diferenciarlo de otras urgencias
cardiovasculares como el shock cardiogénico o la disección de la aorta torácica. Si en el medio donde se atiende al paciente dispone
de TCMD y la situación clínica del paciente lo permite el angio-TAC es la exploración de elección (Torbicki A, 2008; Jiménez D, 2010).
En caso contrario la exploración a realizar es el Ecocardiograma (Torbicki A, 2008; Jiménez D, 2010) que mostrará signos indirectos de
sobrecarga ventricular derecha en caso de que el TEP sea responsable del la inestabilidad hemodinámica del paciente.
La estrategia diagnóstica del TAC clasificado como “no de alto riesgo” ha sido objeto de múltiples evaluaciones que han sido resumidos
en diferentes algoritmos que deben ser adaptados en función de la disponibilidad de medios locales (Torbicki A, 2008; Jiménez D,
2010). Todos ellos coinciden en la estimación de las diferentes probabilidades preprueba mediante RPC (tabla 3). Las exploraciones
iniciales a realizar son la determinación del dímero D mediante ELISA (“baja probabilidad”) y el angio-TAC en función de la probabilidad
preprueba del paciente. Esta estrategia diagnóstica ha sido validada en estudios prospectivos (van Belle A, 2006) pudiéndose aplicar a
más del 98% de los pacientes.
En la figura 1 se recoge un algoritmo diagnóstico orientativo que intenta recoger esta propuesta.
En caso de que no se disponga de angio-TAC y se use la gammagrafía de ventilación perfusión la clasificación clínica de alta
probabilidad con una gammagrafía de alta probabilidad confirman el diagnóstico, la gammagrafía normal excluye el diagnóstico lo
mismo que la gammagrafía de baja probabilidad con baja probabilidad clínica mientras que en el resto de combinaciones sería
obligado el uso del Eco Doppler seriado (Thompson BT, 2012).
No existen RPC en el embarazo para establecer la probabilidad preprueba del TEP. La radiación producida por las exploraciones
radiológicas (RX, Angio Tac gammagrafía) son inferiores a las consideradas como teratógenas en la investigación del TEP por lo que
todas ellas junto al Doppler de EEII pueden utilizarse durante el embarazo (Torbicki A, 2008). Sin embargo existe controversia sobre la
capacidad de excluir el TEP cuando existe baja probabilidad y el dímero D es negativo. La GPC europea (Torbicki A, 2008) recomienda
su uso para excluir el TEP en estas circunstancias mientras que la reciente GPC de la American Thoracic Society/Society of Thoracic
Radiology Clinical recomienda en contra de esta decisión (Leung AN, 2011). La baja calidad de la evidencia disponible que responde a
esta pregunta puede justificar esta diferencia (Nijkeuter M, 2006). La GPC europea recomienda seguir la misma estrategia que en la
población general mientras que la GPC americana (Leung AN, 2011), recomienda utilizar en primer lugar el doppler de EEII en caso de
presencia de síntomas que sugieran tromboflebitis y la RX seguida de Angio Tac (RX anormal) o Gammagrafía (RX normal) en caso de
ausencia de síntomas de EEII.
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¿Cómo se trata?
El TEP es una urgencia médica que requiere un abordaje hospitalario. La sospecha de TEP o el TEP confirmado que se presenta con
shock o hipotensión requiere soporte respiratorio y hemodinámico (Torbicki A, 2008).
La decisión sobre la elección del tratamiento inicial del TEP debe tener en cuenta el estado hemodinámico del paciente, su
estratificación de acuerdo a la probabilidad de padecer TEP (tabla 3) y a su gravedad (tablas 5 y 6), su riesgo de hemorragia sobre
todo si se plantea un tratamiento fibrinolítico y la evidencia que apoya la eficacia de las diferentes intervenciones (McManus RA, 2009).
Trombolisis
Aunque son escasos los ensayos clínicos sobre la trombolisis en los pacientes con TEP de alto riesgo con shock o hipotensión, dada la
alta mortalidad en este grupo debe plantearse el tratamiento trombolítico (Kearon C, 2012; Torbicki A, 2008) a no ser que exista
contraindicación por alto riesgo de sangrado.
Las complicaciones hemorrágicas graves en la trombolisis oscilan entre el 6 y el 20% (Harris T, 2005). La hemorragia cerebral puede
presentarse entre el 0,3 y el 3% de los casos (Harris T, 2005).
Enfermedad intracraneal.
Sangrado activo o reciente (inferior a 6 semanas).
Traumatismo, biopsia visceral o cirugía reciente.
Insuficiencia renal o hepática.
Embarazo.
Pericarditis.
En caso de realizar trombolisis es preferible la vía de administración periférica mediante un período de infusión corto (2 horas).
La eficacia de la trombolisis en el TEP en términos de morbimortalidad y riesgo de hemorragia ha sido evaluada en una revisión
Cochrane que excluye a pacientes hemodinámicamente inestables (Dong B, 2009).
Los fibrinolíticos (estreptoquinasa, uroquinasa y rtPA) son más eficaces en la mejora hemodinámica de estos pacientes evaluada
mediante angiografía, gammagrafía o ecocardiografía pero sin embargo no son superiores a la heparina en la disminución de la
morbimortalidad cardiovascular por lo que no se recomiendan en la mayoría de estos pacientes (Kearon C, 2012).
Sólo en algunos pacientes seleccionados sin hipotensión pero de riesgo intermedio: disnea grave con baja saturación de O2 y
marcadores de disfunción ventricular derecha (troponina elevada o disfunción ventricular derecha en el ecocardiograma o aumento de
cavidades derechas en el TAC), puede plantearse la trombolisis si existe bajo riesgo de sangrado (Kearon C, 2012).
La administración ultrarápida (≤2 horas) de los fibrinolíticos parece ser más eficaz y con menor riesgo de hemorragias que su
administración en 12-24 horas (Kearon C, 2012). No existen superioridad de un fármaco sobre otro (Dong B, 2009). La dosis de los
fibrinolíticos se presenta en la tabla 7.
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Embolectomía
La embolectomía quirúrgica o la extracción de trombo mediante cateterización de la arteria pulmonar se reservan para aquellos caso
de TEP masivo en los que la trombolisis ha fracasado o no es posible; siempre que se realice en un medio con medios y personal con
experiencia contrastada (Kearon C, 2012; Torbicki A, 2008).
Filtro venosos
La colocación de filtros en la vena cava inferior no es una opción de tratamiento inicial en el TEP. Su uso queda reservsado cuando
exista contraindicación absoluta para la anticoagulación y un riesgo alto de tromboembolismo venoso recurrente (Kearon C, 2012;
Torbicki A, 2008).
Anticoagulantes
Debe comenzarse su administración en caso de TEP confirmado o cuando existe alta sospecha mientras se confirma el diagnóstico o
en caso de sospecha intermedia si el diagnóstico se demora más de 4 horas (Kearon C, 2012). El tratamiento inicial comprende el uso
de: heparinas de bajo peso molecular (HPBM) subcutánea (SC), heparina no fraccionada (HNF) SC o intravenosa (IV) o fondaparinux
(SC) (tabla 7) (Kearon C, 2012; Torbicki A, 2008) y antagonistas de la vitamina K.
Las HPBM son tan eficaces y seguras como las HNF en el tratamiento en los pacientes con estabilidad hemodinámica. La reciente
guía de la ACCP recomienda las HPBM o fondaparinux sobre las HNF SC/IV. El tratamiento debe prolongarse durante al menos 5
días hasta que el INR sea ≥2.
En caso de TEP masivo, en aquellos pacientes en los que se plantea la trombolisis pero está contraindicada o no disponible o en caso
de que la vía SC esté comprometida la HNF vía iv es preferible a la vía SC, a las HPBM o al fondaparinux (Kearon C, 2012).
Anticoagulantes
HNF IV Bolo inicial 80 U/kg o 5.000 En TEP masivo, vía sc no posible, paciente
seguido de infusión de 18 U/kg/h candidato a trombolisis Insuficiencia renal
o 1.300 U/h* avanzada
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terapéutico.**<50 kg: 0,4 ml (3.800 UI); 50-59 Kg: 0,5 ml (4.750 UI); 60-69: 0,6 ml (5.700 UI); 70-79: 0,7
ml (6.650 UI); ≥80 Kg: 0,8 ml (7.600 UI).
La dosificación cada 24 horas es tan eficaz como la de 12 (van Dongen CJ, 2005) por lo que se recomienda como primera elección
(Kearon C, 2012).
Después de un primer episodio los AK, warfarina o acenocumarol, deben administrarse hasta los 3 meses siempre que los factores
de riesgo que provocaron el TEP hayan desaparecido (Torbicki A, 2008), y no queden secuelas hemodinámicas como la hipertensión
pulmonar. La duración de la anticoagulación con AK debe basarse en el balance riesgo de recurrencia de tromboembolismo frente al
de sangrado de la prolongación de la anticoagulación y las preferencias de los pacientes.
El INR objetivo en este período debe ser entre 2 y 3. En caso de recurrencia de TEP tras la suspensión del tratamiento debe
plantearse la anticoagulación indefinida (Schulman S,1997).
La guía de la ACPP recomienda tener en cuenta la necesidad de mantener la AO en base al riesgo de hemorragia (tabla 8) clasificada
en tres grados. Esta clasificación no ha sido validada en estudios prospectivos (Kearon C, 2012).
Se recomienda evaluar la necesidad de anticoagulación de forma indefinida con periodicidad anual (Kearon C, 2012).
Tabla 8. Clasificación del riesgo (bajo, moderado y alto) de hemorragia mayor en los pacientes con terapia anticoagulante (modificado de la
guía ACPP Kearon C, 2012)
Anticoagulación de 0-3 m
Anticoagulación >3 m
En caso de los pacientes con cáncer y TEP el tratamiento con HPBM debe prolongarse entre 3 y 6 meses para continuar con
antagonistas de la vitamina K o HPBM de forma indefinida o hasta la superación del cáncer (Kearon C, 2012).
Los pacientes con TEP en los cuales no identifica el factor de riesgo (TEP idiopático) incluyen también a pacientes con déficit de la
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proteína C o proteína S, homocigotos para para el factor V de Leiden y no existen evidencia de ensayos clínicos sobre la necesidad de
anticoagulación prolongada. En estos pacientes la duración debe prolongarse también hasta los tres meses valorándose a
continuación la necesidad de prolongar la anticoagulación en función de su riesgo de sangrado (Kearon C, 2012).
Duración Indicaciones
3 meses
TEP idiopático con alto riesgo de hemorragia, TEP postquirúrgico y TEP por otros
factores de riesgo.
TEP recurrente con alto riesgo de hemorragia.
Indefinida
Neoplasias activas.
TEP recurrente con riesgo de hemorragia bajo o moderado.
Se han publicado varios ensayos que incluyen pacientes con TEP en el tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa con
dabigatran (Schulman S, 2009) y ribaxobaran (EINSTEIN–PE Investigators, 2012) comparados con warfarina. En el primer ensayo
(dabigatran) el 20% de los pacientes tenían TEP, en el ensayo de Schulman (Schulman S, 2009) su presencia fue mínima. El estudio
Einstein es un ensayo clínico de no inferioridad y no enmascarado realizado exclusivamente en pacientes con TEP. En los tres
ensayos los nuevos anticoagulantes no fueron inferiores a la warfarina en la prevención de episodios tromboembólicos y en seguridad
a corto plazo. En el estudio Einstein ribaxobaran produjo menos hemorragias mayores, que era un componente de la variable principal
de seguridad del estudio donde no se observaron diferencias.
La guía de la ACPP recomienda las HPBM antes que la dabigatran o ribaxobaran en caso de no pode utilizarse antagonistas de la
vitamina K (Kearon C, 2012). En el caso de los pacientes con cáncer que no puedan recibir el tratamiento de elección HPBM
recomienda los antagonistas de la vitamina K por delante de dabigatran o ribaxobaran.
Aunque los nuevos anticoagulantes pueden representar menos carga para los pacientes, por la necesidad de realizarse controles del
INR, se necesitan más datos sobre su seguridad a largo plazo antes de poder realizar recomendaciones firmes sobre su papel en el
tratamiento del TEP (Kearon C, 2012)(Valentine KA, 2012).
En caso de contraindicación de AK y HBPM dabigatran y ribaxobaran pueden ser una alternativa de tratamiento.
Se recomiendan las heparinas de bajo peso molecular en el TEP confirmado (Kearon C, 2012). La AK no se recomienda durante el
primer y el tercer trimestre. En el segundo trimestre de gestación puede considerarse su uso con precaución. Se recomienda prolongar
el tratamiento anticoagulante durante tres meses después del parto (Torbicki A, 2008).
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Autor
Rafael Rotaeche del Campo Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Grupo MBE semFYC.
Revisores:
Ainhoa González Querejeta. Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Servicio de Urgencias del Hospital Donostia.
Jose Luis Lobo Beristain. Servicio de Neumología. Hospital Universitario de Alava.
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