Parcial 1 Español.
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En el presente parcial encontraran una serie de textos, los cuales deberán leer con atención; sobre cada texto
encontraras una preguntas de compresión lectora, con una única respuesta.
Jóvenes recuerden que la comprensión lectora es la capacidad para entender lo que se lee, tanto en referencia al
significado de las palabras que forman un texto, como con respecto a la comprensión global del texto mismo.
EL CARNERO
(Fragmento)
CAPÍTULO V
Cuéntase costumbres, ritos y ceremonias de estos
naturales, y qué cosa era correr la tierra, y qué
cantidad de ella, los santuarios y casas de devo-
ción que tenían, y cuéntase cómo un clérigo enga-
ñó al demonio o su mohán por él, y cómo se cogió
un santuario, gran tesoro que tenían ofrecido.
versión más sintetizada del mundo, va a prevalecer. En un mundo marcado por la velocidad, solo los objetos
portátiles, que se adosan al cuerpo, que se convierten en parte del cuerpo, tienen derecho a existir. Estos son los
objetos que se cuelgan en nuestros cuerpos como un apéndice y se convierten, en cierto sentido, en nuestros
sirvientes y en nuestros amos. Ya se anuncian dispositivos que se conectarán a nuestro sistema nervioso y que
permitirán acceder directamente, cuando lo queramos, a una pantalla a través de nuestros ojos. Será entonces
cuando llegue la era en la que no usaremos las máquinas sino que todos nos habremos convertido en una de ellas.
Ejercicio II
Las basuras de una gran ciudad constituyen tema curioso que tan pronto aparecen como desaparecen de la atención
pública, siguiendo ciclos que al parecer no tienen que ver con lo sucio o lo limpio sino con la política menuda,
barata y cotidiana. Más que un tema de estudio y reflexión para buscar soluciones permanentes, el asunto de los
desechos sirve a los políticos como pretexto para criticar al otro. Mientras tanto las ciudades no están limpias, y el
conjunto de sus habitantes oscila entre considerar que falta alguna fórmula maravillosa que se encargue de todo y
desconfiar de cualquier propuesta que se le ponga al frente. Observar lo que sucede con los desechos nos coloca en
un excelente mirador para reconocer el funcionamiento de una ciudad. Así sabemos lo que ella produce y consume,
apreciamos la multiplicidad de realidades geográficas. También podemos explorar las costumbres de sus
habitantes, su organización, así como las relaciones entre ellos mismos y con la autoridad. En un país con tantas
diferencias como el nuestro la desigualdad social y económica se expresa de manera clara en las basuras.
Ejercicio III
INSTITUCIÓN EDUCATIVA INTELCOC PAMPLONA
PAMPLONA NORTE DE SANTANDER
RECONOCIDO OFICIALMENTE POR LA S.E.D. MEDIANTE RESOLUCION 00856 DEL 12
DE MARZO DE 2012
DANE 354518001503 NIT: 60441256-9
ÁREA O LENGUA CASTELLANA Y NOMBRE AURA ZULAY LICANO ALVAREZ
ASIGNATURA: HUMANIDADES DOCENTE:
NOMBRE IV
CICLO:
ESTUDIANTE:
TEMA: Parcial 1 PERIODO: 1
"Por lo que se ha dicho anteriormente, pareciera a primera vista que escritores del periodo asignaban a
la literatura una función similar a la utilitarista noclásica o a la edificante romántica. Sin embargo, no era así. Por
el contrario, existía una marcada diferencia en el uso que daban los naturalistas al texto escrito con respecto a los
escritores anteriores. En efecto desde el instante que se considera a la obra literaria como un documento revelador
de condiciones sociales, se le está designando directamente una función cognoscitiva. La literatura sirve para
conocer la realidad, es decir, para hace un diagnóstico de ella, y no, como afirmaban los románticos, para edificar
espiritualmente al hombre. La doctrina positivista, en la cual se fundamenta el naturalismo, no considera al hombre
como un ser espiritual, sino simplemente material. La vida espiritual no existía para los autores naturalistas. El ser
humano, como cualquier animal, era solo un ente fisiológico movido por la fuerza de sus impulsos y su
temperamento. Por tanto la tarea del novelista, decía Zolá, es descubrir mediante la investigación, las causas del
comportamiento de la "bestia humana", tal como se investigan las causas del comportamiento de los seres
irracionales.
La literatura naturalista, pues, ejerce una función cognoscitiva de denuncia social. De este modo, los naturalistas
fueron capaces de descubrir y denunciar públicamente una serie de injusticias y tropelías cometidas por unos en la
persona de otros. Esto es lo que hace Benito Pérez Galdós en novelas como las que tienen por protagonista al avaro
Torquemada o en otras como Misericordia, donde presenta la vida infrahumana de los mendigos y, en general, de
los marginales sociales.
Lo mismo sucede en la literatura hispanoamericana de fines de siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Un
autor como Baldomero Litio (1867-1923), por ejemplo, centra su atención en los mineros del carbón,
preferentemente para publicar la injusticia inhumana que se cometía con ellos, a quienes los patrones consideraban
menos que bestias de carga. Algo similar hace en poesía Carlos Pezoa Veliz (1879-1908), pero proyectando su
mirada al ambiente campesino.
Pezoa Veliz descubre; por ejemplo, que en el campo reina una odiosa dominación de los patrones sobre los siervos.
Los dueños de fundos no son solamente propietarios de la tierra, sino también de los seres que en ella trabajan. En
pleno siglo XX, los campesinos todavía viven y trabajan en condiciones denigrantes, sometidos a las peores
humillaciones de su dignidad, desposeídos incluso de su derecho de elegir y construir su propio futuro".
Ejercicio IV
En la provincia de indios de Ancasmarca, que es cinco leguas del Cuzco, en la provincia de Antisuyo tienen la
fábula siguiente: dicen que cuando quiso venir el diluvio, un mes antes, los carneros que tenían mostraron gran
tristeza, y que de día no comían y de noche estaban mirando las estrellas, hasta tanto que el pastor que a cargo los
tenía les pregunto qué habían visto a lo cual respondieron que mirase esa junta de estrellas las cuales estaban en
aquel ayuntamiento, en acuerdo de que el mundo se había de acabar con aguas. Y así oído esto, el pastor lo trató
con sus hijos e hijas, las cuales eran seis y acordó con ellas que recogiesen comida y ganado lo más que pudiesen, y
subieron a un cerro muy alto llamado Ancasmarca y dicen como las aguas iban creciendo y cubriendo la tierra,
iban creciendo el cerro de tal manera que jamás los sobrepujaron, y que después como se iban recogiendo las
aguas, se iba bajando el cerro, y así de estos seis hijos de aquel pastor que allí escaparon, se volvió a poblar la
provincia de los Cuyos.
Cristóbal de Molina (Cuzco - 1585)
Ejercicio V
El credo religioso difiere de la teoría científica porque pretende encarnar una verdad eterna y absolutamente cierta,
mientras que la ciencia es siempre provisional, esperando que tarde o temprano haya necesidad de modificar sus
teorías presentes, consciente de que su método es lógicamente incapaz de llegar a una demostración completa y
final. Pero en una ciencia avanzada, los cambios requeridos son generalmente solo aquellos que sirven para
proporcionar mayor exactitud; las viejas teorías conservan su utilidad mientras se trate de aproximaciones toscas,
pero faltan cuando se hacen posibles algunas nuevas observaciones minuciosas. Además, las invenciones técnicas
sugeridas por las viejas teorías quedan como prueba de que han tenido hasta cierto punto una especie de verdad
práctica.
La ciencia favorece así el abandono de la investigación de la verdad absoluta, y la sustitución de ella por lo que
puede llamarse verdad "técnica", categoría de verdad que corresponde a toda teoría que pueda emplearse con éxito
en invenciones y en la predicción del futuro. La verdad ''técnica" es una cuestión de grado; una teoría es más
verdadera que otra si de ella brotan más invenciones y predicciones de éxito. El "conocimiento" deja de ser un
espejo intelectual del universo y llega a convertirse en mera herramienta práctica en la manipulación de la materia.
Estas implicaciones del método científico no eran visibles a los pioneros de la ciencia, que aunque practicaban un
nuevo método de buscar la verdad, aún concebían la verdad misma tan absoluta como sus oponentes teológicos.
Ejercicio VI
Los deberes por escrito o para aprender de memoria, para repasar o preparar, que se acumulaban durante el día de
una lección a otra, podían terminarse en casa por la noche a la luz íntima de la lámpara. Este trabajo tranquilo,
rodeado de la bienhechora paz casera, al que el profesor atribuía unos efectos especialmente trascendentes y
estimulantes, duraban solamente hasta las diez los martes y los sábados, y los otros días hasta las once, las doce y a
veces más. El padre refunfuñaba un poco por el desmesurado gasto del petróleo, pero miraba ese estudio con
orgullo satisfecho. Para eventuales horas de asueto y para los domingos (que forman, como sabe, la séptima parte
de nuestra vida) se encarecía la lectura de algunos autores no leídos o el repaso de la gramática. Naturalmente con
medida. Es necesario salir a pasear una o dos veces por semana. Hace verdaderos milagros. Además puede uno
llevarse un libro al campo si hace buen tiempo; ya verás qué bien, con cuanta alegría se estudia afuera, al aire
fresco. Y sobre todo, ¡ánimo! Hans trataba de mantenerse animado dentro de lo posible. Empezó a utilizar para
estudiar también los paseos, y andaba callado, espantadizo, con cara trasnochada y ojos cansados y ojerosos.
Ejercicio VII
Todos los cuerpos capaces de enviar luz a los otros que los circundan constituyen focos luminosos o luminares,
pero se reserva la denominación de cuerpos luminosos a los que emiten luz sin haberla recibido de otros, como
ocurre con el sol y la bujía citada anteriormente, y se dice acertadamente que los cuerpos luminados a los que
reciben su luz de otros, como ocurre con la luna, que recibe su luz del sol, o con las páginas de este libro, que
devuelven la luz que reciben del foco que las ilumina.
Existen cuerpos como el aire, el agua en pequeñas masas, ciertos tipos de cristal y vidrio y otros muchos, que
permiten el paso de la luz por su masa y además dejan ver claramente los objetos a su través estos cuerpos se
llaman transparentes y la propiedad correspondiente es la transparencia. Es claro que la transparencia varía para su
cuerpo dado con el espesor del mismo y depende también de la luz que lo atraviesa; así, una masa de agua va
perdiendo su transparencia cuando crece su espesor; un vidrio puede dejar pasar los rayos rojos y no los verdes.
Cuando los cuerpos dejan pasar la luz sin permitir que se distingan los objetos a su través se dicen translúcidos; la
propiedad correspondiente es la traslucidez. Se puede pasar por grados, aumentando el espesor, de un cuerpo
transparente a otro traslúcido, hasta que la traslucidez desaparezca del todo: en este último caso, el cuerpo se llama
opaco.
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CICLO:
ESTUDIANTE:
TEMA: Parcial 1 PERIODO: 1
Ejercicio VIII
Para el hombre andino, el universo se refiere tanto a la parte de la naturaleza, con la cual el hombre y el grupo
tienen contacto, así corno a su proyección en la esfera de la imaginación simbólica, sin que se advierta la
separación entre lo que nosotros llamamos latencia numinosa que se condensa en una serie de entidades supra
naturales, cada una con un papel y una ubicación específicos, y en cuyas relaciones el hombre afirma y define su
condición existencial. El mundo como un todo pertenece a un orden moral y está gobernado no por leyes físicas
sino por principios de carácter moral y sagrado; por eso es que como muy bien lo hace notar Juan Núñez del Prado,
las creencias tienen "una función normativa mucho más vigorosa en la cultura andina que en la occidentalizada".
El conocimiento empírico de la realidad no se separa del contenido mítico en dos maneras más o menos generales
de enfrentarse al mundo sino que ambas maneras se hallan yuxtapuestas. Es evidente que todas las comunidades
poseen los planteamientos básicos de la ciencia y la técnica cuando se advierte que el hombre es capaz de controlar
la naturaleza de alguna manera mediante el trabajo tanto físico como mental y en todo grupo existe un conjunto de
conocimientos básicos sustentados en la experiencia y en la razón, pero en las comunidades de tecnología simple
este conjunto se agota en los límites mismos de sus escasas fuerzas productivas; de allí que sus expectativas se
hallen cifradas en la imaginaria potencia de los símbolos más que en las posibilidades de su técnica profana.
El mundo está lleno de divinidades y espíritus protectores del hombre, de los animales y de la agricultura, los hay
también maléficos y otros anodinos.
Estos tuvieron probablemente funciones más específicas que se han ido perdiendo con el tiempo. Las divinidades
controlan el devenir y los fenómenos de la naturaleza, pero actúan también según el comportamiento de los
humanos, de tal manera que el hombre, a través de sus propias acciones, participa de su propio control, motivando
la respuesta de los dioses. Las formas de comportamiento están prescritas por la tradición, que condena las malas
acciones, explícita los castigos de orden sobrenatural y confirma los ritos con que se propicia la protección o se
aplaca la indignación de los dioses.
Ejercicio IX
LA VENTANILLA DEL BUS.
Comienza a oscurecer, ya están encendidas las vitrinas de la Carrera Trece, en los andenes se agolpa la multitud;
voy en un bus que lucha por abrirse paso en la congestión vehicular. Entre la ciudad y yo está el vidrio de la
ventanilla que devuelve mi imagen, perdida en la masa de pasajeros que se mueven al ritmo espasmódico del
tránsito. Ahora vamos por una cuadra sin comercio, la penumbra de las fachadas le permite al pequeño mundo del
interior reflejarse en todo su cansado esplendor: ya no hay paisaje urbano superpuesto al reflejo. Sólo estamos
nosotros, la indiferente comunidad que comparte el viaje.
Un semáforo nos detiene en una esquina. Otro bus se acerca lentamente hasta quedar paralelo al nuestro; ante mí
pasan otras ventanillas con otros pasajeros de otra comunidad igualmente apática. Pasan dos señoras en el primer
puesto. Serán amigas -pienso-, quizás compañeras de trabajo. Pero no hablan entre ellas. Sigue pasando la gente
detrás de las otras ventanas, mezclando su imagen real con nuestro reflejo. Creo verme sentado en la cuarta
ventanilla del bus que espera la señal verde junto a nosotros. Es mi reflejo, intuyo; pero no es reflejo: soy yo
mismo sentado en el otro bus. Con temor y asombro, él y yo cruzamos una mirada cómplice, creo que nos
sonreímos más allá del cansancio del día de trabajo. Los dos vehículos arrancan en medio de una nube de humo
negro.
29. Del enunciado “Nosotros, los pasajeros, suplantamos la realidad, somos el paisaje” se puede concluir
que:
A. Los individuos que componen la masa son sólo objetos para ser observados.
B. Siempre que se hace parte de algo colectivo, es inevitable suplantar la realidad.
C. El concepto de paisaje se fundamenta en la inexistencia de la individualidad.
D. El objeto que constituye la realidad es el mismo sujeto que la observa.
30. Las expresiones "Serán amigas y quizás compañeras de trabajo", ubicadas en el tercer párrafo, se han
impreso en letra cursiva con la intención de:
A. Introducir comentarios que el autor del texto hace para sí mismo.
B. Formular interrogantes del autor del texto hacia sus lectores.
C. Señalar diálogos entre el autor y el narrador del texto.
D. Evidenciar la participación de uno de los personajes en el texto.
31. Cuando el texto habla de comunidades apáticas e indiferentes, se refiere a:
A. Las personas que transitan por el centro de la ciudad.
B. Algunos individuos que observan críticamente la ciudad.
C. Todos los seres que pertenecemos a la ciudad.
D. Los usuarios del transporte público en la ciudad.
Ejercicio X
En nuestro país tenemos una percepción del concepto de autoestima exactamente al revés de lo que significa
realmente. Todas aquellas personas que aparecen con desplante o ‘fuertes de carácter’ son, en realidad, todo lo
contrario: tienen una autoestima baja. Una persona con autoestima sana no necesita alterarse ni levantar la voz
para decir lo que tiene que decir.
Si opinamos distinto no le afecta, no necesita que los demás lo aprueben para mantener su comodidad interior.
Cuando una persona se muestra alterada, revela algo de su mundo interior: nos dice, en el fondo, que algo lo afecta
y no tiene el temple necesario para lidiar con la fuente de su miedo o aprensión.
La expresión bien conocida "Compréndanme, tengo un carácter fuerte" no es más que un recurso lingüístico para
tapar nuestro mal genio y está lejos de representar un carácter verdaderamente fuerte, sino más bien un carácter
débil. Es el miedo lo que nos hace buscar protección con estrategias de defensa: gritar, golpear la mesa, ofender a
quienes queremos. Muchas veces recurrimos a la violencia como forma de protegernos, y necesitamos crear una
ilusión de autoestima, cuando estamos manipulados por ese miedo.
Ese miedo está relacionado a hechos de nuestro entorno que no podemos controlar por carecer de la fortaleza de
ánimo necesaria para ello. Elevar realmente nuestra autoestima nos permite disminuir la cantidad de cosas que
aparecen amenazantes allá afuera. Esto implica pensar en el fenómeno de la consciencia, pues debemos estar
conscientes de los hechos que nos producen reacciones de miedo.
Si queremos elevar nuestra autoestima, es conveniente comprender los hechos tal como se producen sin
interpretación. Así, el primer paso para obtener una autoestima sana es el despertar, cobrar consciencia de los
factores que vemos potencialmente peligrosos.
Es útil aclarar que lo contrario de la autoestima no es la heteroestima o estima de los otros, sino
la desestima propia. Cada uno de nosotros es valioso por existir. Somos seres completos, disponemos de todos los
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recursos internos para proyectarnos, y contemplar el mundo tal como es. Si llegamos a ser conscientes de esto,
nuestra autoestima mejorará y, verdaderamente, tendremos un carácter fuerte.
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