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ntroducido a una etapa del conocimiento sin dejar listas sus estructuras mentales en la

anterior para articularla a la siguiente, o a la que ha sido inmerso sin estar preparado. De aquí
parte la motivación para hacer este estudio de casos; al laborar en una de las dos instituciones
escogidas para hacer esta investigación se ha notado que es común la inclusión de los niños al
primer grado en edades entre 5 , 6 y 7 años, sin ningún tipo de prueba que marque un criterio
que demuestre el nivel de la etapa evolutiva y el nivel de madurez en que se encuentra el niño
y, a la vez, se tome en cuenta que el proceso de lectoescritura debe basarse en principios
psicogenéticos donde es necesaria la madurez neurológica del sujeto, para que efectivamente
pueda iniciarse el proceso; aunado a esto las experiencias previas del niño y los factores
motivacionales del entorno que también desempeñan un papel de suma importancia en este
sentido. Desde el punto de vista del constructivismo, se entiende que en el desarrollo del niño
existe una relación entre varios factores que conducirán al niño a pensar y actuar de una forma
de menos a más en un óptimo estado de desarrollo de cada una de las etapas por la que debe
pasar. La conclusión defectuosa de alguna de estas etapas o estadios de su desarrollo social,
afectivo e intelectual, no le permitirá empezar de forma adecuada el próximo, por lo tanto sus
potencialidades se verán limitadas. (Sonia Abarca, Psicología del niño en edad escolar, pág.
38). Para los docentes, un diagnóstico de fallas en el educando, permitirá diseñar estrategias
niveladoras para esos alumnos. Para las instituciones educativas permitiría adecuar las normas
de selección de ingreso y clasificación de los alumnos en secciones de acuerdo con el nivel de
apresto que tienen. Se espera que con la aplicación de este tipo de pruebas sencillas, rápidas y
económicas a mediano o largo plazo, se disminuiría la repitencia y la deserción escolar;
esperando como intención de esta investigación, que estos datos sirvan para que se implanten
tests como uso rutinario de los docentes en los centros educativos y sean aplicados a los niños
próximos al ingreso del primer grado de educación básica, y así determinar la madurez de sus
funciones básicas para el 10 aprendizaje de la lectoescritura, evitando someterlos a un
aprendizaje difícil, poco motivante, para el cual no están preparados. 1.3 ANTECEDENTES Cerca
de los años 20 la educación preescolar se ocupaba de entrenar durante largas horas a todos los
niños por igual en la adquisición de habilidades para la lectura y la escritura; se observó que la
ejercitación y aprendizaje no eran efectivos en individuos inmaduros por lo que se desechó
este procedimiento y se planteó la necesidad de esperar que estuvieran presentes las
condiciones necesarias para el aprendizaje y se hace el listado de dichos prerrequisitos. En los
años 60, era común la ejercitación de estas habilidades que conduciría a la madurez antes de
iniciar al niño en la enseñanza formal, sin embargo muchos fracasaban. Al respecto Dottrens
1968, afirma que la enseñanza, antes de que haya una madurez fisiológica y mental adecuada,
va a exponer a los niños a dificultades y fracasos que los pueden llevar a no continuar con la
enseñanza regular. De igual manera, López de Lérida en sus investigaciones sobre trastornos
del aprendizaje y fobia escolar en Chile, afirma en 1972, que en el niño inmaduro, el progreso
es lento, experimenta fuertes sensaciones de inseguridad y probablemente presente en algún
momento conductas que eviten el estar frente al estudio. En muchos trabajos de investigación
sobre este aspecto se han encontrado que los factores principales involucrados en la madurez
escolar son: la edad, el sexo, estado nutricional, estado de salud, el factor intelectual y la
estimulación ambiental. La edad en que los niños están maduros para iniciar el aprendizaje
escolar es un factor de controversia y esa idea de edad de ingreso ha venido variando a través
del tiempo y de políticas educativas. No existe una edad estándar ni un 11 estado de madurez
general que garantice el éxito académico del estudiante, sino niveles de desarrollo de
funciones psicológicas básicas para esta iniciación. Para Johnson y Mykelebust (1968 pág 79)
hay cierto tipo de habilidades y rendimientos que dependen de la edad cronológica y del grado
escolar, pero haciendo una unión entre la madurez y el aprestamiento recibido, el ambiente
sociocultural, y la motivación. La mayoría de los sistemas escolares, exigen la edad cronológica
como requisito de ingreso para el primer grado de primaria; sin embargo Filho en Argentina
(1960), dijo que juzgar la capacidad para aprender solamente por la edad cronológica era
desconocer los fundamentos del propio desarrollo. En Costa Rica debido a la disminución de
nacimientos, según el departamento de estadística del Ministerio de Educación (MEP), ha
disminuido la matricula de preescolar y primer grado, se ha visto menos en comparación con el
2006. La diferencia más grande se evidencia en el nivel de preescolar (kínder) donde hay
13.570 niños menos que el año 2008. Mientras, en primaria llegaron 9.128 estudiantes menos
que en el 2006, de los cuales, 4.402 corresponden a primer grado. Incluso, el total de alumnos
matriculados en las escuelas es el más bajo desde 1999. El Centro Centroamericano de
Población de la Universidad de Costa Rica, detalló que en 1990 la tasa de natalidad era de 3,2
hijos por mujer, mientras que el año 2007 apenas fue de 1,9. Es a partir de 1991 que empezó a
bajar la tasa de natalidad. Debido a esta baja de matrícula el Consejo Superior de Educación
aprobó disminuir en tres meses la edad de ingreso a preescolar y primer grado para el curso
lectivo del 2008, con lo que el MEP se aseguraba la matrícula. En el año 2005 se aplicaron
pruebas de aptitud para lograr el ingreso a preescolar y primer grado para niños con edades
menores, y en ese año las aprobaron más del 75% de los alumnos. 12 Sin embargo, para el
curso lectivo 2008 solo lo ganaron el 8,7% para primer grado, el 10,6% para interactivo II
(maternal) y el 10,4% para el nivel de transición (kínder). Es decir solo 100 niños pasaron la
prueba de 1148 que las aplicaron (10%); sin embargo en muchas instituciones ni siquiera se
aplicó la prueba. Además a raíz de la discriminación que se logra, se ha eliminado su aplicación.
El mismo Ministerio de Educación Pública ha opinado que es mejor que no se adelante la edad
de ingreso de los niños a la escuela, pues luego podrían tener problemas de adaptación, lo que
derivaría en bajas calificaciones; sin embargo la ganancia se producirá para el ingreso de niños
más talentosos. Para ingresar a maternal la edad mínima es de cuatro años y tres meses, para
transición es de cinco años y tres meses y para primer grado es de seis años y tres meses (tres
meses menos que antes), según el Ministerio. En cuanto al sexo, diferentes autores han
demostrado que niños y niñas maduran a diferente ritmo. Algunos afirman que los niños
maduran después que las niñas, y que ellas aprenden a hablar más temprano, incluyendo un
vocabulario más amplio, mejor discriminación visual y auditiva y son más eficientes en la
escritura y en la ortografía; en cambio los varones pueden ser caso contrario. Desde principios
del siglo XX todos estos estudios que se han realizado, han generado cambios y marcado
pautas en el proceso de aprendizaje de la lengua, tomando en cuenta el factor pedagógico
como clave también en el desarrollo del proceso de aprendizaje de la lectoescritura. Durante la
década del sesenta la teoría lingüística de Chomsky (1968), produce un cambio significativo en
la concepción del lenguaje, al centrar el análisis en la sintaxis y no en los aspectos fónicos, al
mostrar la existencia de gramáticas infantiles que ponen en evidencia la construcción de reglas
lingüísticas que trascienda la imitación de modelos externos. Establece también una distinción
entre lo que el sujeto utiliza para la construcción del lenguaje. Este enfoque coincide con los
resultados de las investigaciones realizadas por la psicología genética (desde 1915) mediante
las cuales Piaget y sus colaboradores, 13 demostraron los diversos campos del conocimiento,
que éste resulta de un proceso constructivo por parte del sujeto a través de la interacción con
el objeto a conocer. A partir de los años setenta la teoría constructiva se aplica al análisis del
acto de lectura, los estudios psicolingüísticos de autores como Goodman (1982 p. 72) y otros,
quienes coinciden en que el acto de lectura es un proceso de búsqueda de significado, es decir,
describir un mensaje mediante el reconocimiento de claves en la información visual, que
permiten confirmar o rechazar las anticipaciones sobre el significado. Como parte de los
aportes de la Psicolingüistica y la Psicogénetica, se destacan los estudios de E. Ferreiro y A.
Teodorosky (1983), sobre la Psicogénesis del sistema de escritura. Estas investigaciones dieron
pie a un diseño de propuestas pedagógicas en el ámbito de la lengua escrita, que sustentadas
en los aportes de la Psicología y la Psicolingüistica reflejan la dimensión didáctica en este
campo con base en psicogenética. El desarrollo infantil se va dando dentro de un proceso
donde el mismo organismo va buscando un equilibrio. Las actividades que el niño o niña
desarrolle van a impulsar este desarrollo al mismo tiempo que él o ella se ve dentro de
inquietudes, problemas, afectos, relaciones sociales, etc; que al causar un desequilibrio e irse
acomodando estas actividades prepararán su equilibrio y quedará listo para nuevas
experiencias, y de esta misma forma le irán produciendo una maduración neurológica que le
permitirán ir hacia nuevas situaciones por resolver. Así irá creciendo físicamente y
cognitivamente, desarrollando aptitudes al actuar y pensar al estar inmerso en situaciones más
complejas. El que este desarrollo ocurra de forma satisfactoria va a depender de la cantidad y
calidad de las experiencias motoras, emocionales, sociales e intelectuales realizadas por el
niño, como lo afirma Méndez (1979). 14 Cada niña y cada niño tienen un desarrollo
madurativo propio que se debe respetar, y mediante el proceso de aprendizaje de la
lectoescritura con el que se quiere trabajar se favorece el atender a cada uno de los distintos
aspectos que envuelven el aprendizaje del individuo. 1. 4 PROBLEMA Leer supone descifrar
unos signos y abstraer de ellos un pensamiento; escribir es la utilización de esos símbolos
lingüísticos para comunicarse. El aprendizaje de la lectoescritura es un proceso complejo en
que intervienen factores biológicos, perceptivomotrices y socioafectivos; para los cuales los
niños deben tener cierta madurez fisiológica, psíquica y una preparación previa. La mayoría de
las destrezas que una persona adquiere son el resultado de dos procesos: maduración y
aprendizaje, donde se requiere del primero para lograr el segundo. (López de Lérida, 1988).
Según Condemarín 1991, se entiende por madurez para el aprendizaje escolar, la posibilidad
de que el niño en el momento de su ingreso al sistema de educación formal, tenga un nivel de
desarrollo físico, psíquico y social que le permita enfrentar adecuadamente esa situación y sus
exigencias. La enseñanza, al iniciarla antes de que haya madurez fisiológica y mental adecuada,
expone a los niños a dificultades y fracasos; ya que un niño inmaduro sufrirá de inseguridad
porque es lento en su progreso, y podrá más adelante evadir el estudio con negativas por falta
de motivación. La madurez se construye progresivamente gracias a la interacción de factores
internos y externos, que harán llegar a los niños a madurar neurológica y fisiológicamente, a la
vez que van viviendo afectos y estimulaciones. Por lo que surge como planteamiento del
problema esta pregunta: ¿Existe una relación entre la madurez del niño, entendida como el
desempeño de este en funciones visomotoras, emocionales, cognitivas; y su edad cronológica
en el 15 momento de iniciar el proceso de aprendizaje de la lectoescritura y su avance
evolutivo en dicho proceso? 1.5 OBJETIVO GENERAL  Establecer el nivel de maduración
visomotora, emocional y cognitivo, en un grupo de niños y su aprendizaje de lectoescritura. 
Ver la relación entre ese nivel de maduración del niño y su edad cronológica.  1.6 OBJETIVOS
ESPECIFICOS  Diagnosticar la madurez entendida como el buen desempeño del niño en
funciones visomotoras, emocionales, cognitivas; y su edad cronológica en el momento de
iniciar el proceso de aprendizaje de la lectoescritura y su avance evolutivo en dicho proceso ,
investigado en dos grupos de niños de primer grado.  Determinar si las diferencias de
madurez obedecen a las diferencias en edad de los grupos de niños estudiados. 16 CAPITULO II
MARCO TEORICO 2.1. La lectoescritura La lectura y la escritura son habilidades importantes en
la comunicación integral del niño, así como para su desarrollo cognitivo y su personalidad. Leer
significa interpretar los símbolos percibidos visualmente y escribir es utilizar esos símbolos
para comunicarse. 2.2. Madurez para la lectoescritura El aprendizaje es un proceso evolutivo
básico de cambios en el individuo y proviene de la experiencia o la práctica. Durante los
primeros años el niño adquiere progresiva y secuencialmente una gran cantidad de
información de habilidades básicas que le sirven de punto de partida para conocimientos y
destrezas más complejas. Gracias a los estudios del psicólogo suizo Jean Piaget se ha conocido
sobre el proceso de aprendizaje del niño. Él dividió el pensamiento y comportamiento del niño
en estadios que representan cambios cualitativos, cuya secuencia no cambia, ni se omite paso
alguno, cada uno de los estadios completa el precedente y a su vez es el precedente del
siguiente. El aprendizaje de la lectoescritura requiere de la conjunción de múltiples habilidades
como: discriminación visual y auditiva, relación con un significado, combinación y por último
escribirlo y pronunciarlo. En general el término madurez para el aprendizaje se entiende como
el momento en que el niño aprende con facilidad y sin tensión emocional. 17 Para Downing y
Thackray ( 1974) es el momento del desarrollo en que, ya sea por obra de la maduración, o de
un aprendizaje previo o de ambos, cada niño individualmente puede aprender a leer con
facilidad y provecho. En estas definiciones participan tanto la maduración y el desarrollo
psicológico como el aprendizaje previo, lo cual permitirá adquirir nuevos logros y aprendizajes.
Ausubel (1974) define la madurez como la adaptación adecuada de las capacidades existentes
del individuo (genéticas, medio ambiente, experiencias y aprendizajes) a las exigencias de una
tarea de aprendizaje bien definida. Remplein (1976), hace suyo el concepto de Hetzer al referir
que la madurez escolar es la capacidad que tiene el niño de apropiase de los valores culturales
tradicionales, mediante un trabajo sistemático y metódico, junto con otros niños de su misma
edad. Existe el planteamiento de Condemarín (1991) y colaboradores, quienes afirman que la
madurez que tiene el niño en el momento de su ingreso a la educación básica se ha concebido
como la posibilidad de poseer un nivel de desarrollo físico, psíquico y social que le permita
enfrentar esta nueva situación y sus exigencias. Esta madurez se logra gracias a la interacción
de factores internos y externos, cuyo dinamismo le asegura al niño una madurez orgánica en la
medida que le sean proporcionadas las condiciones externas indispensables (nutrición,
afectos, ambiente) para ir desarrollando las internas (estructuras mentales). Haciendo
referencia al aspecto de la madurez, basados en los argumentos de la Dra. Ferreiro (1983)
desde el punto de vista psicogenético, nos muestra que el maestro no debe asumir el papel de
espectador en un proceso espontáneo, pero debe hacer cambios a ese nuevo proceso del niño,
y uno de ello obedece al significado de madurez. Sugiere cambiar el eje central de las
decisiones, considerar la escritura como sistema de representación del lenguaje, cambiar la
imagen empobrecida del niño que aprende y pasar a considerarlo un sujeto cognoscente,
como alguien que piensa, capaz de construir y de actuar sobre lo real para hacerlo suyo. Y
afirma que un nuevo método no resuelve los problemas. 18 2.3. Concepto de madurez en el
marco de la psicogenética: La maduración se entiende a veces como maduración biológica, y la
referencia a la biología pareciera eximir de otras precisiones. Sin embargo, no basta decir que
algo es biológico para que se convierta en algo preciso. Es necesario saber exactamente qué es
lo que maduraría biológicamente hablando para hacer fácil e inmediato el aprendizaje de la
lengua escrita. (Ferreiro 1982). Más complicado es cuando se nos dice que la madurez para la
lectura se define como el momento del desarrollo en que, ya sea por obra de la maduración o
de un aprendizaje previo, o de ambos, cada niño, individualmente, puede aprender a leer con
facilitad y provecho (Downing, 1974: 8). Es más complicado, por dos razones: primero, porque
la madurez puede provenir tanto de un proceso interno (madurativo) como de la influencia
social (un aprendizaje previo), o de ambos, lo cual priva de toda especificidad al término;
segundo, porque la madurez en cuestión se considera un estado individual, en el cual, las
condiciones de contorno y, muy particularmente, las condiciones de aprendizaje escolar no
desempeñan ningún papel. La madurez tiene que ver con la grado de interacción que ha tenido
el niño con su medio ambiente, (factor emocional, social, cognitivo, desarrollo del cerebro en
relación a la edad) y los factores psicológicos importantes en el aprendizaje de la escritura,
como son las diferentes habilidades, coordinaciones, niveles de maduración y estadios de sus
procesos mentales. Mientras se seguirá discutiendo sobre las diferentes pedagogías buscando
la mejor y más acertada para este aprendizaje, se encuentran datos muy precisos sobre el
desarrollo mental y emocional del niño en sus diferentes etapas dándonos una gran seguridad
y conocimiento de su desarrollo. 19 Podemos observar que el inicio de la educación primaria
desde tiempos atrás requería una edad mínima para su ingreso, haciendo ver la necesidad de
una madurez escolar necesaria para su buen desempeño, sin embargo muchas fueron las
discusiones acerca de quién tenía la razón, si aquellos que decían que se debía iniciar a la edad
de 6 años o los que aseguraban que la mejor edad era a los 7 años. De este modo se llegó a
concluir que lo ideal para definir quién podría desempeñarse adecuadamente en el primer
grado de escolaridad era tener en cuenta la “madurez escolar, definida como la capacidad, que
aparece en el niño de apropiarse los valores culturales tradicionales, junto con otros niños de
su edad, mediante un trabajo metódico “. (H. Hetzer). Para observar esta madurez hay que
admitir como supuestos esenciales “la disposición para realizar trabajos, la diferenciación de
juego y trabajo, la voluntad de trabajo, la constancia en el trabajo, el afán de conseguir una
finalidad, y la independencia del continuo cuidado de la familia”; dice H. Hetzer. (2001). Si se
tiene en cuenta estos factores, las características propias del desarrollo del niño y los procesos
mentales, fácilmente podemos identificar una madurez intelectual, una madurez de trabajo y
una madurez social que darán éxito al trabajo diario del niño en su primer grado de
escolaridad. Según la teoría de Piaget (1984), el niño desde los dos años a los siete años de
edad se encuentra en el periodo del pensamiento preoperacional o de representación que
consta de dos fases, la fase preoperacional y la fase instintiva. En los seis años se encuentran
entonces en la fase instintiva, que se caracteriza porque el niño es capaz de pensar las cosas a
través del establecimiento de clases y relaciones, y del uso de números, pero todo ello de
forma intuitiva, sin tener conciencia del procedimiento empleado. Piaget señala que el paso
del primer periodo al segundo se fundamenta en la imitación en una forma individualizada y
de esta manera produce la tan escuchada imagen mental, en la que tiene un importantísimo
papel el lenguaje. 20 En el caso del aula de clases, Piaget considera que los factores
motivacionales de la situación del desarrollo cognitivo son inherentes al estudiante y no son,
por lo tanto, manipulables directamente por el profesor. La motivación del estudiante se
deriva de la existencia de un desequilibrio conceptual y de la necesidad del estudiante de
restablecer su equilibrio. Por consiguiente la enseñanza debe ser planeada para permitir que el
estudiante manipule los objetos de su ambiente, transformándolos, encontrándoles sentido,
disociándolos, introduciéndoles variaciones en sus diversos aspectos, hasta estar en
condiciones de hacer inferencias lógicas y desarrollar nuevos esquemas y nuevas estructuras
mentales. El tratar la enseñanza y aprendizaje de la lengua escrita a partir de un enfoque
psicogenético, pone énfasis en la propia construcción del conocimiento. Pretende comprobar
que la experiencia previa del lector en relación con la lengua escrita juega un papel
fundamental en la construcción de este aprendizaje; conocer la etapas del desarrollo de la
lengua oral y escrita por las que atraviesan los niños para saber cuándo y cómo se debe ayudar
en el proceso; orientar y vigilar el desarrollo del proceso de la lectoescritura en el niño dentro
de un contexto significativo; facilitar el intercambio entre iguales para construir su propio
conocimiento; valorar diversos tipos de texto como base para este aprendizaje a través de su
análisis; y valorar el error en su sentido constructivo. 2.4. Pruebas para la evaluación de la
madurez ¿Cómo se mide la madurez escolar? Se han diseñado númerosos métodos para
evaluar cuando un niño está maduro, algunos son: observación directa del niño, entrevistas y
cuestionarios a los padres, los tests estandarizados, las listas de cotejo y las pruebas de
habilidades. La observación, las listas de cotejo y las pruebas de habilidades pueden realizarse
durante todo el aprestamiento escolar; son métodos buenos pero demandan un de un proceso
largo. 21 Las pruebas y tests específicos, sirven para explorar psicofunciones básicas para el
aprendizaje de la lectoescritura. Los aplicados en esta investigación son: 2.4.1. El test de ABC
de madurez escolar, creado por Laurenco Filho en 1960, y permite obtener un índice
pronóstico respecto a la actuación de un niño que ingresa al primer grado de la escuela
primaria. Es un test de ejecución donde el niño debe hacer cierto trabajo de manipulación, de
administración individual y de eficiencia, que estudia aspectos cognitivos como la inteligencia,
aptitudes y conocimiento, que son producto de las capacidades innatas y de la influencia del
medio. Consta de ocho actividades: reproducción o copia de figuras, memoria visual
inmediata, memoria motora, memoria auditiva inmediata, memoria y secuencia lógica o
evocación de un relato, pronunciación, coordinación motriz por recortado y atención y
fatigabilidad por punteado. Se usa para predecir con qué facilidad el niño adquirirá ciertos
conocimientos. Para su creador el test no tenía relación con las escalas de inteligencia y abarca
solo elementos psicológicos que intervienen en el aprendizaje de la lectoescritura como: la
coordinación visual motora, la resistencia a la inversión de la copia de una figura, la
memorización visual motora, la coordinación auditivomotora, la capacidad de pronunciación,
la resistencia a la obsesión de repetir palabras, la memorización auditiva, el índice de
fatigabilidad, el índice de atención dirigida, el vocabulario y la comprensión general. Sin
embargo, en la actualidad se sabe que el rendimiento del niño en este mismo test está
influenciado por los mismos factores ya mencionados que afectan la madurez.(ver anexo #)
2.4.2. Test figura humana de Vane, tiene como finalidad evaluar el nivel maduracional de los
niños, éste consiste en que el niño dibuje de la mejor forma que pueda una persona de
acuerdo a su preferencia. Se le da al niño la consigna 22 de que debe dibujar una persona y
que debe hacerlo lo mejor que pueda, para ello se le entrega una hoja y un lápiz. Para calificar
el test se deben de corroborar los puntos de cada ítem con el dibujo realizado por el niño,
según esté presente o no. Después de obtener el puntaje total se busca la edad maduracional
que corresponde a éste puntaje por medio de la tabla de equivalencias de puntaje a edad
maduracional que se encuentra en el anexo # 2.4.3. Test Slossom, consta de una serie de
formas geométricas que deben ser copiadas con lápiz en papel. Las formas están arregladas en
orden de dificultad progresiva. Este test toma en cuenta que la conducta visual motora es una
unión de otras conductas, la cual incluye percepción visual y coordinación motora. (ver anexo
#) 2.4.4. Pruebas operatorias, en ellas interesa conocer tanto lo que el niño hace como el por
qué lo hace, de esta forma es más fácil determinar el nivel de desarrollo alcanzado. Durante la
exploración se le van facilitando al niño las indicaciones, cuando se equivoca se le induce a
razonar la respuesta, con el fin de observar en qué medida es capaz de corregir. Los problemas
planteados requieren no sólo que el niño haya adquirido los esquemas sino que sea capaz de
generalizarlos a situaciones nuevas; cuando el niño no puede efectuar esta generalización se
considera que el esquema operatorio no está consolidado. La exploración por el método
operatorio permite evaluar la capacidad de aprendizaje y de generalización de lo aprendido. El
examen permite establecer una línea base del nivel en que se encuentran los niños en las
diferentes operaciones intelectuales, y que puede ser diferente para cada una de ellas. Las
pruebas son de: clasificación, conservación de la materia y seriación. Con ellas se va
demostrando las diferentes formas de pensamiento por las que el niño va pasando, y
comprueba en este caso si está listo para el próximo nivel de operaciones concretas. 23 2.4.5.
Prueba fonética, de Ms. P Beatriz Páez (2004), la cual consta de un dictado de reconocimiento
de sílabas simples, mixtas y consonánticas. (ver anexo#) 2.4.6. Escritura y lectura de pequeños
textos, como forma de valorar en una segunda etapa el avance en el proceso de lectoescritura,
creado por Ms P. Beatriz Páez (2004)

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