Material Lectura Act. 2-Comunicacion Lengua Norma Habla
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Material LE 27
COMUNICACIÓN III
"hola, comostái".
HABLA
1. LENGUA O SISTEMA
Es el sistema de signos que usamos como código para comunicarnos y como “plantilla” de
configuración de la realidad. La lengua es un “órgano” que se desarrolla en el recién nacido y
que ya ha alcanzado su total madurez alrededor de los 3 ó 4 años, mediante un desarrollo
cognitivo y la adquisición de uno o más idiomas.
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La habilidad de elaborar mensajes verbales se ubica en el “Área de Broca”, sección del
cerebro localizada en la tercera circunvolución frontal izquierda. La capacidad de entender
lenguaje verbal se encuentra en la primera circunvolución temporal izquierda, llamada
“Área de Wernicke”.
Estos aprendizajes serán fundamentales tanto para comunicarnos como para, sobre todo,
elaborar una representación mental de lo que es la realidad objetiva. Por supuesto, el
aprendizaje de la lengua continúa durante toda la vida.
Una corriente filosófica (defendida por Humboldt, Marx, y Saussure, entre otros) postula
que no hay pensamiento posible sin lenguaje verbal, ni lenguaje sin pensamiento. Desde
esta perspectiva, se asimilan e igualan el concepto mental con el significado del signo
lingüístico. Vale decir, el hombre que no tiene lenguaje tampoco tiene pensamiento.
Constituye la manera como cada grupo cultural hace propia la comprensión lingüística y
enfatiza aspectos de la realidad que les son significativos. Se dice que en la lengua quechua
hay más de cien palabras para referirse a la papa. Este tubérculo es un sustento importante
para ese grupo cultural, por tanto, en su lengua el significado de esta palabra debe ser muy
preciso y aplicado a múltiples aspectos de su vida cotidiana.
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Aunque alguien sea muy ignorante respecto de la gramática de la lengua española, si es
hablante de español, nunca se va a equivocar en el orden correcto. Ningún hablante de
castellano ordenaría la oración anterior de otra forma, por ejemplo “Hermosa casa la es
muy amplia de mi tía”.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las reglas gramaticales obedecen a
procedimientos que escapan a la lógica corriente. ¿Por qué? En primer lugar, porque las
reglas se pueden violar: en español puedo, sin problemas, poner el adjetivo antes que el
sustantivo, como en el inglés (es anormal, pero posible: “me compré un rojo vestido”). Y,
en segundo lugar, porque las reglas gramaticales no son reglas lógicas: “no me dijo nada”,
“queda bastante poco”, “el ocio es la madre de todos los vicios” o “esa niña es una flor”.
2. NORMA
Alguien puede decirme “Hola, cómo estás”, “Quiubo”, “Buenos días, cómo está”, “Vale,
cómo estáis”, “Hola broder, qué onda” o “Buen día, cómo está usted”. Surge entonces una
pregunta que ha marcado el estudio del lenguaje durante decenas de siglos: Habiendo
tantos modos distintos de decir las cosas ¿cuál es la forma correcta? ¿Cuál es la norma o lo
“normal”?
La respuesta es clara: hay tantas normas como variantes funcionales de la lengua. Vale
decir, un enunciado será “correcto” según la variante que esté utilizando. Cada uno de
nosotros maneja varias normas, que son “correctas” en su determinado ámbito. No sería
adecuado hablarle a un niño como si fuera adulto ni sería adecuado corregir a los
rioplatenses que digan “vos tenés”, si en su ámbito de comunicación eso es lo normal.
Los factores de variación de la lengua, que determinan las normas, son los siguientes:
La lengua cambia con el paso del tiempo. Hay lugares donde el cambio es más lento
(sectores rurales y aislados), y hay grupos culturales que pretenden impedir que ocurra
esta variación, pero, en definitiva, siempre ocurre. Ya nadie
dice “Si plugiera a vuesa señoría…” Las palabras cambian y
el modo de decirlas también. Desaparecen conceptos
(botica, alberca, biógrafo, fenecer) y aparecen otros (zaping,
trabajólico, estándar, cuásar). Esto implica una diferencia
entre las distintas generaciones de hablantes: el abuelo no
habla igual que el nieto.
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b) Lugar (variación diatópica)
Algunos de los rasgos generales del español de Chile son los siguientes:
Cuando hablo con mi jefe le digo “buenos días” y “hasta luego”. En cambio, a mi amigo le
digo “hola” y “chao”. Esta diferencia depende del tipo de relación funcional que se da entre
los participantes de la conversación. Se distinguen así dos ESTILOS: el formal y el
informal, dependiendo de la simetría o asimetría existente en la relación entre los
hablantes.
En la relación entre los individuos, los dos tipos de relación lingüística afectan a diversos
aspectos de la comunicación, tales como:
Nivel de formalidad.
Grado de restricción.
Modo de presentación (estilo)
Utilización del léxico.
Control del lenguaje proxémico.
Lenguaje postural y gestual.
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Relaciones de asimetría o complementariedad
Se produce distancia proxémica, se utilizan gestos y ademanes acordes con la diferencia entre
los interlocutores, se cuidan la pronunciación, la sintaxis y el vocabulario.
Se recurrirá al habla informal si la relación es simétrica, esto es, aquélla que se produce entre
personas que está en un mismo nivel o jerarquía funcional, o bien, si existen vínculos afectivos
de cercanía o familiaridad.
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USO DEL LENGUAJE
EN EL NIVEL DEL HABLA
se produce se produce
Hemos escuchado varias veces expresiones como “te voy a pegarte” o “dentre nomá caallero”.
Y sabemos o intuimos que los emisores de tales mensajes tienen un grado de educación inferior
al nuestro. Esta variación nos permite distinguir dos NIVELES: uno culto y otro inculto (e
innumerables variedades intermedias).
Considerando las diferencias de estilo y nivel se suele hacer una matriz que permite una mejor
descripción de las lenguas funcionales. Aquí se detallan algunos de los rasgos de estas cuatro
normas en el dialecto español de Chile actual:
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Culto informal: en este caso el hablante aún siendo culto y competente lingüísticamente,
se manifiesta relajado. La variedad informal es la más usada en la lengua ya que se emplea
en la vida cotidiana, entre familiares y amigos. Sus principales características son:
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Pronunciación muy relajada, con simplificación de grupos consonánticos (ausoluto, paire,
caule), cambios de sonidos (juego en vez de fuego, güitre en vez de buitre, cardo en vez
de caldo), adición de sonidos (dentrar, garuga, sandiya, sure, comere…) y pérdida de
sonidos (aonde en vez de adonde, reise en vez de reirse, tabién en vez de está bien,
caallo, córrete pal lao…).
Uso extendido del “vos” y modificación en la conjugación del “tú” para la segunda persona
(“soi cochino” o “eríh cochino” en vez de “eres cochino”).
Confusión y duplicación de pronombres (“me le perdió”, “no te vai a caerte”).
Desuso del imperativo monosílabo (sale en lugar de sal, tiénemelo en lugar de ténmelo,
pónetelo en lugar de póntelo, etc.).
Conjugación modificada del subjuntivo de los verbos “haber” (haiga, haigai, haigamo) e
“ir” (“no vai a ver” en vez de” no vayas a ver”, o no se vaigan a caer”), entre otros.
Las cuatro normas descritas pueden complementarse con otros usos vinculados tanto
con lo culto formal como con lo inculto informal:
*El uso supraformal (relacionado con la norma culta formal): En algunas situaciones
protocolares o rituales se usa un lenguaje caracterizado por su rigidez absoluta e imposibilidad
de cambiar el léxico o la gramática. Esto ocurre en algunos oficios religiosos, ritos, ceremonias
castrenses, relaciones diplomáticas, eventos oficiales de los gobiernos, etc.
*El uso estándar (relacionado con la norma culta formal): En la educación formal (el colegio,
la universidad) se enseña es la variable estándar de la lengua, esto es, una herramienta para
elaborar y comprender mensajes verbales de un mediano nivel de complejidad en un nivel culto
y formal, para que el hablante pueda desempeñarse en cualquier ámbito comunicacional, no
sólo con su familia y amigos, sino con los medios de comunicación masiva, los profesionales, el
Estado, la ciencia, la filosofía y el arte, independientemente del país o la región y de la edad del
hablante. Cuando se habla, en general, de “norma española”, se está haciendo referencia a
esta variable estándar, que pretende ser reflejo fiel de la lengua. El uso estandar pretende ser
panhispánico permitiendo la comunicación entre todos los hablantes de la lengua, por ello es
una modalidad que desea ser transversal situándose por sobre las variables diatópicas,
diacrónicas, diastráticas y diafásicas propias del uso habitual.
*El uso marginal o antinorma (relacionado con la lengua inculta informal): Es un uso
rudimentario, propio de individuos que están fuera, al margen, de los grupos y clases sociales
que constituyen una comunidad. Sujetos pauperizados como mendigos y vagabundos o
aquellos que en pobreza y/o enfermedad extremas jamás se han educado ni han tenido, o han
tenido muy poco, la opción de trabajar.
Sobre todo este uso marginal, pero también el uso inculto en general, presenta la dificultad
para comunicar mensajes precisos y abstractos, por la pobreza de su conocimiento lingüístico y
su mundo cultural. Por lo tanto, no es que el lenguaje inculto “diga las cosas de otra forma”,
sino que es incapaz de expresar ideas abstractas y conceptos precisos.
e) Otras variaciones
Los factores tiempo, lugar, situación y estrato son los fundamentales. Hay otros factores menos
determinantes, porque afectan sobre todo a la parte más superficial de la lengua, esto es, a la
selección de las palabras.
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El grupo de interés y ocupación del hablante: Hay circunstancias sociales relativas a la
profesión, la ocupación y la convergencia de gustos y hábitos (conocidas también como
campos), que determinan el uso de cierto léxico especial. Esto da origen a las jergas, que
reflejan la existencia de referencias comunes especiales entre los hablantes.
Por ejemplo:
* Los hábitos lingüísticos de los adolescentes: Los adolescentes siempre buscan innovaciones
que marquen una identidad entre sí y diferencia con los adultos. Por eso construyen una
“jerga juvenil”. Como las palabras juveniles rápidamente pasan al uso de los adultos, esta
jerga debe variar frecuentemente.
* Los hábitos lingüísticos de los delincuentes (el o la coa): Los delincuentes buscan
innovaciones lingüísticas, cambios de los significantes, que les permitan un vocabulario
propio que facilita su actividad. Algunas palabras del coa han pasado a la norma informal
del lenguaje corriente (chorear, tira, cantar, la firme…).
* Los hábitos lingüísticos de profesionales, técnicos y otros grupos afines: Los profesionales
médicos, abogados, profesores, etc. tienen vocabularios específicos de su actividad (o
tecnolectos). Además de estos vocabularios hay vocabularios específicos menos
sistemáticos y prestigiosos propios del deporte, el trabajo, los cultos religiosos, etc.
3. HABLA
En el nivel del habla, esto es, la realización de la lengua en enunciados pronunciados o escritos
por hablante reales en situaciones concretas, hay que considerar tanto una visión estructural
y lógica del lenguaje, como una visión pragmática y contextual. La lengua proporciona un
código: signos y reglas para la transmisión de significados. Pero el habla concreta implica la
percepción integrada del mensaje en un contexto, en términos tanto lógicos (lado izquierdo del
cerebro) como afectivos (lado derecho), de modo tal que el significado comunicado debe
interpretarse como un sentido.
El acto ilocutivo puede corresponderse con el acto perlocutivo, en ese caso la comunicación, el
acto de habla, es “feliz”, pues los objetivos de la comunicación se han cumplido, por ejemplo:
Daniela: (a su amigo) ¿Hace cuánto que no vamos al cine? (deseando ser invitada).
Enrique: No sé…mmmm….. ¿vamos el sábado?
Daniela: ¡Súper…! ¡Qué entretenido!
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Cómo podrá entenderse fácilmente, en ocasiones la comunicación se frustra, a la pregunta de
Daniela se pudo haber respondido:
Enrique: No sé…mmmmm… ¿Hace un mes o más?, ¡qué importa!
Según la evidencia del acto ilocutivo los actos de habla pueden ser directos o indirectos:
a) Directos: cuando se entiende claramente la intención del emisor. Por ejemplo, si un señor
le pide a un muchacho: “Cómprame el diario”, es un acto de habla directo porque queda
claramente expresado que es una orden.
Si se pide la realización de una acción determinada, la forma más directa es el uso del
imperativo, por ejemplo, “Apaga la luz”, pero este enunciado puede resultar descortés o
producir incomodidad, tanto en el hablante como en el receptor. De allí que prefiramos
utilizar formas indirectas que se podrían manifestar con enunciados tales como:
Los actos de habla son concretos, por tanto, están en el plano del habla cotidiana. Responden a
las situaciones del contexto, por eso serán distintos según el grado de formalidad y la norma
que se use. La norma, como ya sabemos, corresponde al grado de educación de las personas.
Según las situaciones concretas que a las personas les toque vivir, serán más o menos
formales. Claramente es una situación distinta si alguien habla con su jefe o habla con amigos.
En el primer caso, sus actos de habla serán de un mayor grado de formalidad y, si es una
persona de un nivel culto, tratará de hablar conforme a ese nivel. En el segundo caso, si es una
persona culta, seguirá en ese registro, pero su grado de formalidad será distinto. Habrá más
cercanía y el trato será de igual a igual.
Los distintos tipos de actos de habla según la finalidad del enunciado serán los
siguientes:
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2. Directivos: el hablante o emisor trata de conseguir que el oyente efectúe una acción. Se
trata de recibir una respuesta inmediata por parte del oyente. Normalmente se dirigen
directamente al receptor dando una orden, preguntando, pidiendo algo, etc. En este caso,
la función del lenguaje que se destaca es la apelativa. Algunos actos de habla directivos
son: invitar, preguntar, ordenar, etc. Por ejemplo:
5. Declarativos: el hablante modifica con sus palabras una situación de la realidad. Son los
actos propios de los rituales o de momentos específicos en donde ciertas personas dicen
algo que sólo ahí tienen un efecto. Son actos de habla adjudicados a una autoridad, pues si
cualquier persona dice: “Yo te bautizo”, no tendrá ningún efecto particular. Sin embargo, si
eso lo dice un sacerdote tiene un efecto concreto: el niño bautizado no será igual a partir de
ese momento. Actos declarativos son: fallar (que un juez emita un fallo o sentencia),
bautizar, casarse, orar, etc. Por ejemplo:
Te bautizo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Los declaro marido y mujer.
Están casados en nombre de la Ley.
Me rindo.
El acusado deberá cumplir una pena de cinco años y un día en el penal de Punta Peuco.
a) Hechos: damos cuenta de la realidad informando acerca de ella. Nuestros actos de habla
serán más asertivos, daremos una información. La función lingüística más relevante será la
referencial. En este caso, se trata de presentar el hecho tal cual sucede. Ejemplo de un
hecho:
“Vivimos en la ciudad.”
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b) Opiniones: damos a conocer nuestra subjetividad, por tanto los actos de habla serán más
expresivos, con un gran énfasis en la propia visión del asunto. En la opinión importa lo que
uno piensa respecto del hecho objetivo. Por ejemplo:
El juicio de valor consiste en calificar a una persona, objeto o situación. El juicio contiene una
proposición que corresponde o no a la verdad. Por eso, cuando damos nuestra opinión acerca
de algo, es conveniente argumentar, es decir, entregar razones, datos o antecedentes que
apoyen lo que estamos afirmando. De este modo, nuestro juicio tendrá mayor consistencia y
podrá ser confrontado con otras opiniones.
Entre los recursos apropiados para introducir un juicio de valor, encontramos expresiones
como:
Yo creo que…
No estoy de acuerdo, porque…
Opino que…
Las modalizaciones discursivas sirven para dar cuenta de hechos, a través de modalidades
lógicas de certeza o duda y para dar cuenta de opiniones a través de modalidades apreciativas.
pueden ser
LÓGICAS APRECIATIVAS
DUDA CERTEZA
"Quizás llueva "Sin duda lloverá "Yo creo que puede llover
mañana" mañana" mañana"
El emisor al emitir un mensaje adopta actitudes diferentes con respecto a lo que dice. Si
habla con “certeza” o plantea “dudas” sobre lo que enuncia entonces, estaremos frente a
una “Modalidad Lógica” o Juicio de existencias, es decir, el hablante manifiesta con
seguridad lo que enuncia y empleará formas adverbiales como “necesariamente”,
“ciertamente”, “no” , “sí”, etc. La información adquiere el carácter de verdadera, falsa,
necesaria o posible. Por ejemplo:
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Esta modalidad se emplea en textos periodísticos, especialmente, aquellos relacionados con
el género informativo como: noticias, reportajes, entrevistas. O en textos literarios como:
cuentos, novelas, crónicas. En la conversación cotidiana, cuando contamos hechos
relacionados con nuestro diario vivir.
Así como existen formas adecuadas para introducir opiniones en una conversación, también
hay modos inadecuados que descalifican al interlocutor, lo interrumpen, lo agreden
verbalmente, etc. Significando que no hay una real intención comunicativa.
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