Chesnais (1996) - La Mundializacioin Financiera

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La m undialización financiera

Génesis, costo y desafíos

Bajo la coordinación de
François Chesnais

Suzanne de Brunhoff, Dom inique Plihon, Richard Farnetti,


Pierre Saiama, Robert Guttmann, Claude Serfati

Traducción
Mabel Campagnoli y Lucía Vera
cialmente de ingresos financieros (intereses de las obligaciones o divi­
dendos de las acciones) puede sostener la demanda y la actividad en
¡os Estados Unidos y en algunos otros países que son fuente de flujos
masivos de capitales de colocación. Pero en el plano de la macroeco-
nomía del sistema mundial, ningún consum o’ rentista podrá jamás
compensar los mercados destruidos por el desempleo masivo o la pau­
perización absoluta impuesta a comunidades que antes podían asegu­
rar su reproducción y expresar una cierta demanda solvente.
Entonces, lo que la crisis ha com enzado nuevamente a revelar son
las contradicciones más esenciales del capitalismo, Las soluciones de­
ben buscarse más allá de las finanzas, aun cuando la situación finan­
ciera exigirá ciertamente soluciohes de defensa indispensables por par­
te de aquellos que no aceptan la subordinación de los países a los in­
tereses del capital rentista. Ellos son muy numerosos en Argentina y e s '
a ellos a quienes los autores de este libro dedican su trabajo.

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C apítulo 1

Introducción general
François Chesnais*

El crecimiento espectacular de las transacciones financieras ha sido


uno de los hechos más significativos de la década de los ochenta y ya
ha marcado con su sello a la primera mitad de los años noventa.* * En
efecto, la esfera financiera representa la punta hacia adelante del m ovi­
miento de mundialización de la economía, en el cual las operaciones
del. capital se refieren a los montos más elevados, en el cual su movili­
dad es la más grande y en el cual los intereses privados parecen haber
retomado totalmente la iniciativa frente a los Estados.
La intención de este libro es presentar hilos conductores y pistas pa­
ra la reflexión sobre varios aspectos de esta mundialización financiera:
las circunstancias de su génesis, cuya comprensión condiciona las apre­
ciaciones que uno puede hacer tanto sobre su necesidad histórica como
sobre la naturaleza y la factibilidad de las medidas correctivas requeridas
por sus efectos; el papel de las instituciones financieras específicas’, espe­
cialmente las no bancarias, que son los actores principales de esta mun­
dialización y que modelan su funcionamiento de manera decisiva; los
mecanismos que rigen la evolución de las características del dinero en es­
te nuevo contexto; y, sobre todo, las consecuencias más importantes de
la mundialización de las finanzas en el funcionamiento de la economía

E c o n o m ista p rincipal de la OCDE hasta 1992. A ctualm ente pro fesor asociado en
París Xlll-Villetaneuse y m iem bro de! C entro de E stu dio s de las D in ám icas Internacio­
nales ( c e d í ).
* * D ebe recordarse que ¡a versión francesa de este libro fue publicad a en 1996, lo
que explica la au sen cia de m en cion es sobre la crisis asiática iniciada en 1997. N ota del
editor de la versión española.

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mundial. En este sentido, el trabajo que se presenta pretende suministrar
elementos analíticos y fáéticos que permitan establecer conexiones éntre
la mundialización financiera y los otros elementos esenciales constituti­
vos del sistema capitalista mundial de fines del siglo XX: el nuevo régi­
men salarial; la distribución del ingreso, tanto entre los países como den­
tro de ellos, con la reaparición de significativos ingresos rentísticos; la
distribución del ahorro mundial entre la inversión y las colocaciones fi­
nancieras; y las características de la acumulación.

U n a m u ndialización intensa, pero m u y particular

La expresión “m undialización financiera” designa las interconexio­


nes m uy estrechas entre los sistemas m onetarios y los mercados finan­
cieros nacionales, que resultaron de m edidas de liberalización y de
desregulación adoptadas en un principio por los Estados Unidos y el
Reino U nido entre 1979 y 1982 y, en los años siguientes, por el resto
de los principales países industrializados. La liberalización externa e
interna de los sistemas nacionales, anteriormente cerrados y compar-
timentados, permitió la aparición de un espacio financiero mundial.
Sin embargo, la liberalización y la desregulación no suprimieron los sis­
temas financieros nacionales. N o hicieron más que integrarlos, de ma­
nera “imperfecta” o “incom pleta”, en un conjunto que tiene tres parti­
cularidades. Primero, está fuertemente jerarquizado', el sistema financiero
de los Estados U nidos dom ina a los demás tanto por el lugar que ocu ­
pa el dólar com o por la dim ensión de los mercados norteamericanos
de obligaciones y bursátiles. El “ desarrollo desigual” de los países (in­
cluso dentro de la O CD E) y la com petencia entre ellos, uno de cuyos
instrumentos es la m oneda y otro las finanzas, no han desaparecido.
Fueron incluso reavivados por la liberalización y la desregulación fi­
nancieras. Esto explica por qué, en segundo lugar, este conjunto
“m undializado” está marcado por una carencia de instancias de supervisión
y de control, sobre la que todos los especialistas concuerdan, incluso
aunque tengan opiniones diferentes acerca del grado de esta carencia
y acerca de las soluciones posibles. Finalmente, la unidad de los merca­
dos está asegurada por los operadoresfinancieros, en grados que difieren de
un segm ento a otro (cam bios, obligaciones, acciones, etc.). Es erróneo
atribuir la unidad de los m ercados esencialmente a las tecnologías (te­
lecomunicaciones e informática) que aseguran concretamente la inter­

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conexión de las plazas financieras [véase también Helleiner, en Boyer
y Drache, 1996], La unidad nace de las operaciones que transforman
una virtualidad técnica en un hecho económ ico.
Este último punto merece ser destacado. La integración internacio­
nal de los mercados financieros nacionales ha sido posible gracias a la
liberalización reglamentaría y a su interconexión en tiempo real. Pero
el contenido efectivo de esta integración resulta, concretamente, de las
decisiones tomadas y de las operaciones efectuadas por los administra­
dores de carteras más importantes y más internacionalizados.1 La “per­
sonificación” de los mercados (su antropom orfismo) no es trivial. Sin
duda, expresa de manera simultánea.por lo menos tres dimensiones del
crecimiento del poder de las finanzas. La primera se refiere al m ovi­
miento de autonomización relativa de la esfera financiera en relación a
la producción pero, sobre todo, en relación a la capacidad de interven­
ción de las autoridades monetarias. La segunda trata del carácter de "fe­
tiche” (señalado tanto por Marx como por Keynes) de las formas de va­
lorización del capital de naturaleza específicamente financiera. La ter­
cera remite al hecho de que son los operadores quienes delimitan los
contornos de la mundialización financiera y quienes deciden de qué
países serán los agentes económicos que participarán, y qué tipos de
transacciones realizarán.
En este sentido, es importante recordar algunas diferencias notables
entre la mundialización financiera del período que culm inó en 1914 y
la de la fase presente. En términos reales, las inversiones directas per­
manecen quizás en un nivel inferior al que habían alcanzado a princi­
pios del siglo [Dunning, 1993; Bairoch, 1996]. Pero están mucho más
concentradas que entonces y también m ucho más inclinadas a desha­

1 R eco rd em os que la expresión “ m un dialización del capital” es la que corresponde


m ás exactam ente a lo que abarca el térm ino inglés globdlisation [C h esn ais, 1994], Al re­
ferirse a la produ cción y com ercialización de m ercancías m ateriales e inm ateriales (los
"bien es y servicios”), el term ino inglés globalisatio/t traduce la capacid ad estratégica de!
gran grupo oligopólico de adoptar un enfoque y una co n ducta “ globales” referidos si­
m ultáneam ente a los m ercados de dem anda solvente, a las fuentes de aprovision am ien ­
to, a la co lo cació n de lu produ cción industrial y a las estrategias de los principales com ­
petidores. En la esfera financiera, lo m ism o vale p ara las operaciones que efectúan los
inversores financieros y para la com p osición de sus carteras de activos (divisas, obliga­
ciones, acciones y productos derivados), así co m o p ata las decision es que ellos tom an,
ya sea en m ateria de “arbitraje” entre diferentes in strum en tas financieros o distintos seg­
m en tos de los m ercados, com o de la elección de los países cuyas m o n ed as com pran a
cuyos títulos poseen.

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cerse de los compromisos rápidamente. En inglés se dice que son fioot-
loose, que tienen los “pies ligeros”. La naturaleza de los flujos financie­
ros a corto plazo (cuya com posición se encontrará más adelante, en el
cuadro 2) y su volatilidad son también muy importantes. Los flujos
que se dirigen a los mercados bursátiles extranjeros, en particular los de
los “mercados emergentes”, siguen siendo muy escasos respecto a las
colocaciones de obligaciones [Epstein, 1996], aunque tuvieron un cier­
to crecimiento antes de la crisis mexicana [FMI, 1994 y 1995], La parte
esencial de las acciones emitidas por las firmas están en su propio mer­
cado bursátil. La idea de una “ irradiación de los capitales por el plane­
ta” no corresponde a la realidad del mundo contemporáneo, donde
hay una correlación estrecha entre la tasa de inversión y la tasa de aho­
rro nacional de cada país [Epstein, 1995], Las finanzas de mercado, o
finanzas desintermediadas, “mundializadas”, resultan excluyentes en
un grado todavía mayor que las formas de internacionalización ante­
riores. Castigan con particular severidad a los países en desarrollo en
sentido estricto [Pisani-Ferry y Sgard, 1996], Ya que esos países no tie­
nen la suerte de poseer un mercado financiero “emergente” que pueda
ser integrado, ni firmas capaces de dirigirse a los mercados de obliga­
ciones o bursátiles de los grandes países industrializados.

Liberalización financiera y tasa de crecimiento de los activos

El dinamismo específico de la esfera financiera, su crecimiento a rit­


mos cualitativamente superiores a los de la inversión, del PIB o del co­
mercio, es quizá el factor que más transformó, por sí solo, la situación
económica de los últimos quince años. El empleo sólo puede nacer de la
inversión; la inversión es la que contribuye a determinar el ritmo de
creación de riquezas a largo plazo. De la misma manera, la comparación
entre las tasas de crecimiento -m uy modestas- de la formación bruta de
capital fijo del sector privado en los países de la OCDE (que es un indica­
dor importante de la inversión) y las del valor del stock de activos finan­
cieros (tal como puede observarse en el gráfico 1) es una invitación a
comprender las razones de ser y las consecuencias de ritmos tan dife­
rentes. Ahora bien, de 1980 a 1992, en los países de la O CD E, las tasas
de crecimiento anual promedio del stock de los activos financieros fue­
ron 2,6 veces superiores a las de la formación bruta de capital fijo.
Este crecimiento acelerado de la esfera financiera ha seguido muy
de cerca la liberalización y la desreguiación de los sistemas financieros

22
G rá fic o 1
Formación bruta de capital fijo del sector privado
y del crecim iento del stock de activos financieros,
entre 1980 y 1992, en tasas prom edio de crecim iento anual

6 ,0%

Fo rm ació n S to ck de
b ru ta de a ctivo s
ca p ita l fijo fin a n c ie ro s
en lo s países
de la o c d e

Fuente: OCDE, Cuentas nacionales, diversos años,

nacionales así com o la transición desde un régimen de finanzas admi­


nistradas hacia un régimen de finanzas de mercado; es contemporáneo
de la mundiaiización financiera y le da por sí solo la razón a este libro.

L a s raíces “reales“ del crecimiento de la esfera financiera

Los términos "autonom ía”, “autonom ización”, etc., deben ser utili­
zados con gran precaución. Es exacto que una fracción extremadamen­
te elevada de las transacciones financieras se desarrolla en el campo ce­
rrado conformado por las relaciones entre instituciones especializadas,
y no tiene ninguna contrapartida a nivel de ios intercambios de mer­
cancías y de servicios, ni tam poco a nivel de la inversión. En particu­
lar, este es el caso de'los casi 1,4 billones de dólares de transacciones
cotidianas en el mercado de cambios, de los cuales apenas entre el 5%
y el 8 % correspondería a transacciones internacionales “reales” [ B P I ,
1994 y 1995]. Pero esto no quiere decir que no haya vínculos muy
fuertes y, sobre todo, de un gran alcance económico y social, entre ia
esfera de la producción y el comercio y la de las finanzas. La esfera fi­
nanciera se nutre de la riqueza creada por la inversión y la moviliza­
ción de una fuerza de trabajo con niveles de calificación múltiples. Los

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capitales a los cuales los operadores financieros aseguran su valoriza­
ción a través de sus colocaciones financieras y los arbitrajes que efec­
túan entre diferentes tipos de activos nacieron invariablemente en el
sector productivo y comenzaron por tomar la forma de ingresos cons­
tituidos en ocasión de la producción y del intercambio de mercancías
y de servicios. U na parte, hoy elevada, de estos ingresos es captada o
canalizada en beneficio de la esfera financiera, y transferida hacia ella.
Sólo después de que esta trasferencia ha tenido lugar pueden producir­
se m uchos procesos de valorización fuertemente ficticios (véanse ios
capítulos 3 y 8), que inflan todavía más el m onto nominal de los acti­
vos financieros, dentro del cam po cerrado de la esfera financiera.
Los créditos suministrados a los países en desarrollo crearon el pri­
mer m ecanism o de transferencia de riquezas en gran escala en el perío­
do contem poráneo. El reciclaje de los “petrodóiares”, operado por el
mercado de los eurodólares, permitió a los países de la O C D E superar
la recesión de 1974-1975 al aumentar muy rápidamente sus exportacio­
nes. Pero este reciclaje también hizo nacer la aplastante deuda que muy
num erosos países del Tercer M undo llevan com o un grillete desde ha­
ce veinte años. Las transferencias operadas hacia las instituciones fi­
nancieras de los países capitalistas avanzados, a título de intereses de
los créditos bancarios sindicados que les habían sido ofrecidos, le per­
m itieron a la esfera financiera consolidarse aún más. Incluso si una
cierta cantidad de grandes bancos resultó debilitado por el aumento de
sus créditos dudosos [Davis, 1992] el proceso de transferencia de ri­
quezas no cesó cuando estalló la crisis de la deuda en 1982. Al contra­
rio, a partir de la mitad de los años 1980 asistim os a la inversión de los
flujos netos de capitales entre el Sur y el Norte.
Pero en la m ism a época, sin que los flujos de transferencias Sur-
Norte se detuvieran (y la form ación de ios m ercados emergentes apun­
ta a acrecentarlos), el centro de gravedad de los m ecanism os de capta­
ción de ingresos en beneficio de la esfera financiera se desplazó hacia
los países de la O C D E . La form ación de los m ercados de obligaciones,
la “ titularización” de la deuda pública y el crecimiento cada vez más
rápido de la parte de los presupuestos de los países de la O C D E dedi­
cada al servicio de la deuda significa que el m ecanism o de captación
y de transferencia más importante, por mucho, es desde entonces, en
estos países, el que transita por los im puestos directos e indirectos.
U na parte del crecimiento de la esfera financiera se debe a los flujos
de riquezas que se forman primero com o salarios y sueldos, o com o

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ingresos rurales o artesanales, antes de ser absorbidos por ei Estado
mediante los im puestos, y después transferidos por él hacia la esfera
financiera a título de pago de los intereses o de reem bolso del capital
de la deuda pública.

L a génesis de la mundialización financiera...

Es importante comenzar por comprender cóm o, mediante cuáles


etapas, en un lapso de tiempo tan corto, se ha llegado a este dominio
de la esfera financiera. Frente a fenómenos sociales com plejos, puede
ganarse mucho si se captan los procesos en su evolución, estudiando las
circunstancias y las etapas de su génesis. Es lo que se hará más adelan­
te en este capítulo, donde se propone una cronología de las etapas de
la mundialización financiera, así como en varios de los capítulos si­
guientes. El acento se pondrá particularmente sobre el papel del régi­
men de los cambios flexibles adoptado después de la abrogación unila­
teral del sistema de Bretton Woods; también sobre la titularización de
la deuda pública en los principales países industrializados, siguiendo el
ejemplo de los Estados Unidos; finalmente sobre las políticas de desre­
gulación y de liberalización financieras que han logrado el desmantela-
miento de la mayoría de los mecanismos de supervisión y de control de
la esfera financiera que habían sido creados durante los años 1930 des­
pués del crack de 1929 (principalmente en los Estados Unidos bajo el
gobierno de Roosevelt), o después de la Segunda Guerra Mundial.
Aquí se trata de extender por un instante el marco de la reflexión. La
mundialización financiera nació de un proceso de interacción durante
una quincena de años entre el movimiento de refuerzo de las posiciones
del capital privado -tanto industrial com o bancario- y la situación
crecientemente sin salida de las políticas gubernamentales. El contexto
general es el del fin de “la edad de oro”. Es decir, aunque haya com en­
zado a manifestarse desde fines de los años 1960, la mundialización fi­
nanciera no se comprende fuera de lo que los regulacionistas llaman la
“crisis del m odo de regulación fordista” (Boyer, 1986], y que los maixis-
tas describen como el resurgimiento, en un contexto determinado, de las
contradicciones clásicas del m odo de producción capitalista mundial
fuertemente amortiguadas entre 1950 y la recesión de 1974. La reconsti­
tución progresiva de una masa de capitales que buscan valorizarse de
modo financiero, como capital de préstamos, no se comprende sino con
i relación a las dificultades crecientes de valorización del capital invertido
en la producción (completamente perceptible en las estadísticas). En
ayuda de los beneficios no repatriados, aunque tampoco invertidos en la
producción, que las firmas transnacionales norteamericanas tenían de­
positados en Londres en el sector off-sbon, fue como el mercado de los
eurodólares logró su despegue a partir de mediados de los años 1960,
mucho antes del “shock petrolero” y la recesión de 1974-1975. La expe­
riencia adquirida en este marco y las trasferenclas efectuadas a partir del
servicio de la deuda del Tercer M undo han permitido a las instituciones
financieras aumentar su presión para obtener a la vez una política m o­
netaria favorable a los intereses de los acreedores y una liberaíización fi­
nanciera acrecentada. En los Estados Unidos y en el Reino Unido, se
dieron primero las condiciones políticas. El tracaso de las políticas de
reactivación por medio de la demanda, la estanflación de fines de los
años 1970 y la voluntad de quebrar las condiciones que permitían toda­
vía a los asalariados defender su poder adquisitivo y sus conquistas so­
ciales provocaran el giro monetarista dirigido por Paul Volcker (sobre el
que. volveremos más adelante) antes de desembocar en ¡a “revolución
conservadora” de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan. Pero este giro
correspondió también al momento en que los fondos de pensión y los
organismos anglosajones de colocación colectiva de los valores mobilia­
rios (los pensiónfunds y los mutualfunds), que son los actores más pode­
rosos del régimen de las finanzas de mercado mundializado, franquea­
ron un umbral en el crecimiento del monto de ahorro que centralizan.
Sus necesidades en términos de nuevas ocasiones de colocación fueron
muy fácilmente satisfechas porque los gobiernos buscaban nuevas ma­
neras de financiar sus déficit sin excesivo costo político.
Un informe reciente de la U N C T A D [1996] señala, felicitándose por
ello [véase C. de Brie en Le Monde Dipbmatique, julio de 1996], la mane­
ra en que la liberaíización y la mundialización avanzaron paralelamente,
de manera que cada avance de una de ellas reforzaba las condiciones fa­
vorables a un progreso de la otra. El proceso es particularmente claro en
el ámbito de las finanzas. El movimiento de conjunto fue tomando pro­
gresivamente (en especial desde 1992), sin embargo, el aspecto de un
proceso no controlado, con dimensiones evidentes de huida hacia ade­
lante por parte de los gobiernos, cada vez más impotentes frente a las
fuerzas que ellos mismos contribuyeron a desencadenar. Pero tiene, so­
bre todo, consecuencias para la acumulación y el empleo que requieren
especialmente la ayuda de los partidarios de un “capitalismo virtuoso”.

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.su costo y sus desafíos

La mayoría de los interrogantes relativos a las consecuencias de la do­


minación actual de las finanzas de mercado liberalizadas y desreguladas
sobre el funcionamiento de la economía mundial no son exclusivos de
los autores de este libro. Los comparten todos aquellos que observan los
hechos a partir de marcos conceptuales distintos de los del neoliberalis-
mo. Aunque sin duda aquí se formulan con más insistencia que en otros
lugares y están acompañados por la idea de que la sociedad mundial, re­
gida actualmente sin resquicios por el capitalismo, se encuentra confron­
tada con un conjunto de relaciones constitutivas de un régimen de acu­
mulación en ruptura radical con él dé la posguerra, cuyas consecuencias
se presentan com o más graves. Mencionemos, entre estos interrogantes,
los que se refieren más directamente a los países capitalistas avanzados
que, sin embargo, siguen siendo los mejor protegidos de las consecuen­
cias de la mundialización del capital.
¿No habrá alguna relación entre la mundialización financiera y la
atonía pronunciada, cuando no estancamiento, de la producción in­
dustrial (tom ando conjuntamente el sector manufacturero y el sector
de los servicios) y de la inversión, así com o con el aumento del desem­
pleo en los países de la O C D E , Japón incluido?
¿El crecimiento de la inversión y del empleo a nivel mundial es com ­
patible con el conjunto de fenómenos monetarios ocurridos luego de la
adopción del régimen de tipos de cambio flexibles? Recordemos algu­
nos: la inestabilidad monetaria permanente; la transformación del mer-
.cado cambiarlo en mercado especulativo, donde los capitales financie­
ros buscan hacer ganancias financieras conservando el grado más alto
‘posible de liquidez; la ausencia de una moneda internacional diferente
del dólar, sumada desde hace veinte años a un déficit doble (el de los
/presupuestos públicos y de las cuentas externas), en el cual los Estados
Unidos tienen el privilegio, pero cuyas consecuencias son mundiales.2

, 2 El capítulo de R obert G u ttm an n plantea todavía otros interrogantes relativos a


l a m oneda: la evolución de las características m ism as de la m oneda, en un contexto
/¡¿term in a d o tanto p o r una cierta m o dificació n de relaciones entre las principales po-
Tíericias industriales y financieras co m o p or im portantes cam bios tecnológicos (la infor-
Únática, la cibernética, la red Internet, etc.), parece com prom eter cualquier intento ten-
jdiente a favorecer la estabilidad m acroecon ó m ica m ínim a exigida p o r la acum ulación.
;í.a:.adm inistración de la m o n e d a según este o bjetivo ¿n o se ha vuelto m ás difícil aún
de fo que ha sido desde el p aso a los cam bio s flexibles?

27
¿N o es tiempo de romper la trampa en la que quedaron encerrados
¡os gobiernos, en gran parte por sus propios actos, al transferir a los ca­
pitales financieros tenedores de la deuda pública y beneficiarios de un
régimen de tasas de interés reales positivas convertido en permanente,
una parte significativa del producto nacional (¡20% de los gastos pre­
supuestarios, 3% a 5% del P IB !)? Este estado de las cosas ¿no conduce
a los países de la O C D E , por no referirnos a otros, a dejarse atrapar en un
engranaje infernal en el cual conseguir ahorros presupuestarios en
nombre del equilibrio y de la austeridad, los hunde en la depresión por
el efecto acumulativo interno y externo?
La prensa francesa se ocupa con frecuencia del buen desempeño
norteam ericano, especialmente en materia de em pleo. Aun cuando
esta euforia no sea com partida por num erosos econom istas nortea­
m ericanos, adm itam os que, en el m arasm o general de los países de la
O C D E , h a y una “excepción norteam ericana”, pero aceptem os también
que es necesario relacionarla con el carácter jerárquico de la econo­
mía m undial, en primer lugar en el ám bito m onetario y financiero. El
m ejoram iento relativo de su déficit externo ¿no se debe a los márge­
nes de m aniobra especiales de que disponen los Estados U nidos en
materia de “ devaluación com petitiva”, com o consecuencia del papel
que tiene todavía el dólar en la economía m undial? La prosperidad de
la que disfrutan ciertos sectores de la econom ía y de la sociedad nor­
teamericanas ¿no se deberá dem asiado a la fuerza y a la dim ensión del
sector financiero norteamericano y a los efectos en cascada únicos, de
los que ciertas-em presas y ciertos grupos sociales norteam ericanos
son los beneficiarios principales, si no exclusivos? Estam os pensando,
p or supuesto, en las empresas que han em prendido actividades en ¡as
telecom unicaciones y los m edios m asivos de difusión, así com o en
los grupos sociales que se benefician directa o indirectamente del p a­
pel que desem peñan los Estados U nidos com o centro financiero
mundial.
Las transformaciones que se llevan a cabo desde hace quince años
en las condiciones de remuneración, de contratación y de trabajo de
los trabajadores (la relación salarial de la teoría de la regulación), con la
generalización de los contratos precarios, la subordinación a la necesi­
dad de flexibilidad de las firmas, la caída relativa de los salarios, todo
esto apoyado en un desempleo que, o bien es alto, o bien está en cre­
cimiento después de haber sido inexistente (Japón), ¿pueden atribuir­
se solam ente a los efectos del cam bio tecnológico, o tendrán también

28
un vínculo con el peso creciente de las finanzas y las exigencias de las
nuevas instituciones financieras no bancarias?
En relación a tales cuestiones este libro quisiera presentar tantos ele­
mentos fácticos com o sea posible pero también y, principalmente, hi­
los conductores analíticos y pistas para la reflexión. Estos últimos or­
ganizados por la idea de que no estamos en presencia de elementos y
problemas dispersos, sino de datos que 1forman un sistema” y que tra­
ducen un nuevo conjunto de relaciones económicas y políticas.

C ó m o se articulan las siete contribucion es

En el resto de este capítulo introductorio se establece el marco cro­


nológico de la implementación del sistema de finanzas de mercado
mundializado. Luego viene la contribución de Suzanne de Bm nhoff,
que apunta a la inestabilidad monetaria internacional existente desde
el fin del sistema de Bretton Woods, en 1971, y la adopción de los cam ­
bios flexibles en 1973. Después de una reflexión teórica sobre los tipos
de cam bio y la moneda internacional, la autora examina el,papel res­
pectivo de los factores financieros y políticos en el establecimiento de
las relaciones entre las monedas desde la época del patrón oro hasta el
período actual. En este capítulo se acuerda una atención especial al lu­
gar que mantiene el dólar com o moneda internacional, a pesar de los
cambios ocurridos desde hace treinta años en las relaciones entre las
economías capitalistas más grandes. El capítulo termina con un análi­
sis de los obstáculos a los que se enfrentan los diferentes proyectos de
reforma de! sistema cambiario.
Las causas y las consecuencias del giro neoliberal y monetarista pro­
ducido en 1979-1980, del que resultan la liberalización, la desregulación
y la mundialización financieras constituyen el objeto de los dos capítu­
los siguientes. El trabajo de Robert Guttmann está centrado principal­
mente en los Estados Unidos, cuyo lugar en la jerarquía de los sistemas
^financieros ya se ha explicado. El de Dom inique Plihotr apunta sobre to-
, do a Francia y a Europa. La hipótesis expuesta por este último es que “las
i políticas públicas tienen una responsabilidad de primer nivel en los cam-
f biós recientes que han desestabilizado a la economía mundial”. Robert
Guttmann es menos severo con los gobiernos y pone el acento sobre to-
do en los callejones sin salida a los que había llegado el m odo de regu-
flación fordista en la segunda mitad de los años 1970. Él se interesa, por

29
otro laclo, en las propias formas de la moneda y se interroga largamente
sobre la naturaleza de las mutaciones que sufrió hace treinta años. Am ­
bos autores esbozan los contornos de un nuevo régimen de acumula­
ción, cuyo funcionamiento está fuertemente dom inado por el nivel de
endeudamiento de los países en relación al capital financiero y la per­
manencia de tasas de interés reales positivas que de él resultan, y por los
medios de los que disponen los grandes operadores - a través de los
mercados financieros- para tener influencia sobre las políticas econó­
micas. Los autores defienden la necesidad de políticas públicas y, por lo
tanto, ambos le acuerdan una gran atención a las modalidades de inter­
vención de que siempre disponen los Estados (en particular los Estados
Unidos) para intentar controlar los efectos de la mundiaiización de [os
mercados y de la dominación de las finanzas.
Las instituciones financieras que más se han beneficiado con el paso
a las finanzas de mercado, con la Siberalización y la desregulación, han
sido los fondos de pensión y las sociedades de inversiones colectivas (los
mutualfunda), cuyo monto de activos sobrepasa desde entonces, por mu­
cho, al de todos ios otros intervinientes en el sistema financiero mun­
dial. Richard Farnetti dedicó el capítulo 5 a estos fondos. Tomados gio-
balmente, los papeles de la deuda pública representan cerca de un tercio
del stock de los activos de los fondos y otro tercio tiene la forma de ac­
ciones que cotizan en Bolsa. Estos dos modos de colocación aseguran a
los fondos la captación de un flujo de ingresos elevados. La situación ju­
rídica de los mutualfunds los autoriza a una diversidad todavía más gran­
de en las colocaciones (en particular fuera de su país de origen), así co­
mo a un ejercicio casi sin restricciones de la “preferencia por la liquidez”
en el sentido de Keynes, con todas las consecuencias que ésta trae con­
sigo. Por otra parte, la presencia de los fondos como “accionistas de re­
ferencia” tiene también el efecto de cambiar drásticamente las relaciones
en el seno de las empresas, por medio de la puesta en práctica de los nue­
vos principios del corporate governance.
En el sexto capítulo Claude Serfati describe el comportamiento de
los grandes grupos industriales en el nuevo contexto de mundiaiización
financiera. La constitución de ¡os mercados de obligaciones y la desre­
gulación les permitieron acceder directamente a los mercados financie­
ros para colocar allí sus títulos a corto y mediano plazo sin intermedia­
rios bancarios. Pero también disponen de capitales líquidos y de una ex­
periencia que les permiten transformarse en operadores financieros de
pleno derecho y de primer nivel, aprovechando así las oportunidades

30
ofrecidas de lograr ganancias puramente financieras (pero también, a ve­
ces, pérdidas resonantes) en los mercados cambíanos o de productos de­
rivados. Resultan de esto múltiples consecuencias sobre la organización
interna y la gestión de los grandes grupos (influencia creciente de las di­
recciones financieras) y sobre sus opciones de inversión. El análisis del
autor se refiere esencialmente a los grupos franceses, pero tiene un.alcan­
ce general que viene a completar y a reforzar los importantes elementos
suministrados por Robert Guttmann en su capítulo sobre la financiari-
zación de los grupos industriales norteamericanos.
En el séptim o capítulo, se pasa con Pierre Salama al análisis de los
impactos crecientes de la financiarizactón sobre las economías más im­
portantes de América Latina, luego de la adhesión, al principio de los
años 1990, de Argentina y México, y después de Brasil, al nuevo régi­
men de finanzas de mercado internacionalizado. Algunas de las teorías
neoliberales más influyentes son examinadas cuidadosamente en su
justificación del régimen de tasas de interés reales fuertemente positi­
vas. La crisis mexicana vino a ilustrar adonde conducen, en el caso de
una economía vulnerable y dependiente, la liberalización del mercado
financiero así com o la titularización de la deuda pública según el m o­
delo norteamericano. Pero Pierre Salama muestra que los efectos eco­
nómicos y sociales del nuevo régimen de finanzas de mercado se ex­
tienden mucho más allá de la esfera financiera. Ellos afectan al conjun­
to de los m ecanism os que gobiernan la explotación de la mano de obra
(flexibilidad salarial, y duración e intensidad del trabajo) así com o a la
distribución de los ingresos. Al examinar las economías semimdustria-
lizadas latinoamericanas se puede ver, dice el autor, “lo que se está bos­
quejando en num erosos países desarrollados”.
o En el último capítulo François Chesnais se interesa por los shocks y
los sobresaltos financieros así como por las crisis financieras auténticas
que han seguido a los procesos de liberalización y de mundialización fi­
nancieros. Según el autor, se trataría de shocks financieros propios de
una configuración dada del capitalismo, cuyos rasgos originales estarían
explicados por las nuevas nociones de “fragilidad financiera” y de “ries­
go sistèmico” empleadas ahora por los especialistas de las finanzas. El
examen de los rasgos particulares de este “ m odo de acumulación finan-
ciarizado mundial”, al que se agregan los efectos del carácter “desigual”
e “imperfecto” de la mundialización financiera, permite formular una se­
rie de hipótesis en cuanto a las fuentes y las formas de fragilidad sistèmi­
ca que podrían s'er las más típicas de la economía liberal mundializada.

31
Seguidamente se analizan tres crisis -o episodios de fragilidad acentua­
d os- que ilustran los riesgos propios de las finanzas de mercado mun-
dlalizadas: el crack de 1987 en Wall Street, su administración por la Fed
y sus prolongaciones; la fragilización de los bancos, la crisis inmobilia­
ria y los rasgos específicos de la recesión de 1990-1991; finalmente, la cri­
sis mexicana de 1994-1995. El autor recuerda la amplitud de los medios
aplicados para contener los efectos de los shocks más severos de la últi­
ma década, especialmente en Estados Unidos. Gracias a los mecanismos
de intervención federales construidos sobre la base de las instituciones
legadas por las reformas de los años 1930 y de los años 1940-1950, y to­
davía reforzados en años recientes, la fragilidad sistémica creciente no
desembocó en una crisis muy grande. A la luz de los capítulos 3 y 8 es
posible, sin embargo, formular la hipótesis de una acumulación de fac­
tores de vulnerabilidad sistémica. Estos factores incluirían el conjunto de
efectos que resultan de la formación de una masa elevada de capital fic­
ticio en el sentido de Marx;3 los remanentes de los shocks sucesivos que
los sistemas financieros vienen absorbiendo desde hace quince años; y,
finalmente, las consecuencias que se originan en el debilitamiento de los
medios de intervención pública en el plano nacional, sin un desarrollo
correspondiente de instrumentos en el plano internacional.

E tapas de la liberalización
y de la m u n d ialización financieras

Todas las 'contribuciones evocan una u otra fase de la mundializa­


ción financiera, o varias de ellas, sin que ninguna proponga una cro­
nología sistemática. A fin de facilitar el trabajo del lector, parece útil
presentar aquí una periodización de conjunto. Sobre la base de los ele­
mentos disponibles, se pueden distinguir ya tres grandes fases de un
proceso que está en evolución continua. Ese es el sentido del cuadro 1,
que propone una caracterización general de cada etapa y una presen­
tación de las medidas más notables.

3 V éanse m ás adelante los capítu los de G u ttm an n y de C h esn ais para una d iscu ­
sión de esta n o ció n . D ig a m o s sim p lem en te qu e el térm ino bastan te p o co habitual que
se utiliza para estim ar el m o n to de las o p eracion es con “p ro d u cto s derivados", a saber
su m on to (o valor) “ teórico (o ficticio, o de referencia) (notionnel)”, traduce bien el he­
cho de qu e se trata de op eracio n es de capital ficticio, en cadenas de créditos y de d eu­
das qu e no tienen n in gun a realidad fuera de la esfera financiera.

32
Cuadro 1
Las tres etapas del surgim iento de las finanzas de mercado mundiaiizadas:
caracterización general y m edidas más relevantes
. 1960-1979- 1980-1985 1986-1995

Iniernacionalización financiera "in­ Paso simultáneo a las finanzas de Acentuación de ia interconexión,


directa" de sistemas nacionales mercado y a la interconexión de extensión del arbitraje e
compartimentados. los sistemas nacionales por la incorporación de los "mercados
Evolución de EE.UU. hacia las liberalización financiera. emergentes” del Tercer Mundo.
finanzas de mercado.

Formación en los EE.UU. Inicio del monetarismo en los "Big-bang" en la City.


de morcados de títulos de créditos, EE.UU. y en el Reino Unido.
(obligaciones negociables) Liberalización y desregulación de
utilizados principalmente por los Liberalización de los movimientos los mercados de acciones.
bancos. Formación de mercados de de capitales.
eurodólares como en oll-shore. Explosión de las transacciones en
Liberalización de las ¡asas de los mercados cambiarlos.
Disgregación y liquidación del sis­ interés.
tema de Bretion-Woods Liberalización y desregulación de
(1966-1971). Titularización de la deuda pública los mercados de materias primas.

Fin de la reglamentación del Expansión rápida de los mercados Crecimiento rápido de los mercados
crédito en ei Reino Unido (1971). de obligaciones. derivados de materias primas.

Paso hacia los cambios flexibles Políticas monetarias de alracción Explosión de los productos
(1973) y prim er auge de los de los prestamistas extranjeros. derivados.
mercados cambiarlos.
Arbitraje internacional de los Aceleración del crecimiento de los
Quiebra del banco Herstalt, inicio mercados de obligaciones. mercadas de obligaciones.
de los trabajos sobre normas
prudenciales en el BPI. Inicio de la desintermediación de A partir de 1990, inicio déla
la demanda privada de liquidez de liberalización y de la desregulación
Expansión acelerada del mercado los grupos industriales y de las de los mercados de obligaciones y
de eurodólares, reciclaje de los pe- instituciones financieras. bursátiles de los NPI y países del
troddlares, préstamos bancarios Tercer Mundo.
sindicados. Crecimiento muy rápido de los
activos de los fondos de pensión Extensión luera de la zona OCDE
Iniernacionalización acelerada de y de los mutual tumis. del régimen de finanzas directas y
los bancos norteamericanos de la titularización de la deuda
(incluso bajo la forma de Crecimiento muy rápida de los publica.
préstamos no sindicados y de productos derivados,
créditos internacionales). Discusiones sobre la extensión
Expansión internacional de las del papel del FMI (1995) luego de
Inicio del endeudamiento del operaciones de los iondos de la crisis mexicana.
Tercer Mundo. pensión y ce los m utual lunds.

Aparición de mercados derivados Junh ta n te e instrumentos que


(futuros y opciones) de las hacen de palanca en los mercados
monedas y de las tasas de interés. de títulos de las propiedades de
las empresas en Nueve York y en
Londres.

Fuente: elaboración propia del autor.


L a etapa de la internacionalización financiera “indirecta"

La primera etapa del camino hacia ¡a mundialización financiera ac­


tual se remonta a los años 1960. En ella puede verse la coexistencia de
sistemas monetarios y financieros compartimentados, caracterizados
todavía de manera dominante (aunque no exclusiva, especialmente en
el caso de los Estados Unidos) por el sistema de las finanzas adminis­
tradas, y de una internacionalización financiera limitada. Este sistema
estaba asegurado por el mercado de los eurodólares, que se formó de
modo paralelo -y por así decir “externo51- a los sistemas financieros na­
cionales. Este nuevo mercado se constituyó con el acuerdo de las au­
toridades financieras británicas, ya que su base fue la plaza de Londres,
pero todos los gobiernos sacaron provecho, bajo la forma de una reser­
va de liquidez suplementaria. Por entonces, los bancos seguían siendo
las instituciones financieras dominantes, tanto en el plano nacional co­
mo internacional, ya que el mercado de los eurodólares es un merca­
do interbancario referido a montos elevados [Bourguinat, 1992],
Fue también a fines de los años 1960 cuando las grandes crisis cam­
biarías (contra la libra esterlina, después contra el dólar “sobrevaluado”)
marcaron el retorno con toda potencia de las finanzas especulativas (en
parte con el favor del mercado de los eurodólares) y se anunció el fin del
régimen de cambios fijos, El conjunto de estos elementos marca el fin
de la larga fase de acumulación ininterrumpida de los “treinta años glo­
riosos”, el momento en que las contradicciones nacidas durante esta fa­
se llegan a su madurez.
La abrogación del sistema de Bretton Woods, decretada unilateral­
mente por los Estados Unidos en agosto de 1971, fue decidida en res­
puesta a problemas que le eran propios, en cuyo centro se situaba el
nivel de su doble déficit: presupuestario y comercial. Las causas son
examinadas tanto por Suzanne de Brunhoff como por Robert Gutt-
mann. Este último aborda el análisis no sólo desde el punto de vista
internacional, sino también a partir de los problemas internos propios
de los Estados Unidos. La abrogación del sistema de Bretton Woods
puso fin a la unión del dólar con el oro y abrió inmediatamente el ca­
m ino al sistema llamado de “ tipos de cambio flexibles”, estudiado por
Suzanne de Brunhoff en su capítulo. La adopción de los tipos de cam­
bio flexibles fue el punto de partida de una inestabilidad monetaria
crónica, que hizo del mercado de cambios el primer segmento de los
mercados financieros que entró en la mundialización financiera con­

34
temporánea, y uno de aquellos (véase cuadro 2) en los cuales una par­
te particularmente elevada de los activos financieros busca valorizarse
preservando un grado máximo de liquidez.

Cuadro 2
El crecim iento del stock de activos financieros de 1980 a 1992,
en miles de m illones de dólares estadounidenses y en porcentajes
Tasa de crecim iento
Segmentos 1980 (1) 1991/1992 anual prom edio en
■plazas reales

Divisas 4,839 43% 11,288 32% 1


Títulos internacionales 0,207 2% 1,465 4% 13
Títulos p úb lico s 1,934 18% 8,707 25% 9
Títulos de empresas
barrearías 0,487 1 1,856 i 7
9% 10%
No barrearías 0,489 1 1,844 J 7
Acciones 2,750 28% 10,323 29% 6
TotallO, 706 100% 35,483 100% 5

(1) Montos nominales reactualizados con los tipos de cambio de 1992.


Fu e nte: McKínsey, 1994.

L a etapa de la desregulación y libemlización financieras

La segunda fase del proceso de mundialización data de las decisiones


tomadas en 1979 y 1981, después del nombramiento de Paul Volker a la
cabeza de la Reserva Federal y de la llegada de Margaret Thatcher al po­
der. Las medidas decididas por los gobiernos norteamericano y británi­
co dieron nacimiento al sistema contemporáneo de finanzas liberaliza­
das y mundializadas. Las medidas tomadas a partir de 1979 pusieron fin
al control de los movimientos de capitales con el extranjero (salientes y
entrantes), es decir que ellas liberalizaron, o m ejor dicho, “liberaliza­
ron hacia el exterior”, los sistemas financieros nacionales. También in­
cluyeron las primeras fases de un vasto m ovimiento de desregulación
monetaria y financiera (que todavía no ha finalizado), cuya primera
consecuencia fue conducir, desde comienzos de los años 1980, a una
expansión muy rápida de los mercados de obligaciones interconecta-
dos internacionalmente. Es aquí donde se sitúa el punto de partida de
los capítulos de Robert Guttmann y de Dom inique Plihon, en los cua­
les se analizan las causas del giro neoliberal y monetarista, así como las

35
etapas de su difusión a partir del foco norteamericano en los años
1980.
La formación de los mercados de obligaciones liberalizados respon­
dió a las necesidades, o satisfizo los intereses, de dos grupos de a dores
importantes: los gobiernos y los grandes fondos de centralización del
ahorro. Respondió, en primer lugar, a las necesidades de financiamíen-
to de los déficits presupuestarios de los gobiernos de los países indus­
trializados. La implementación de un mercado de obligaciones, fuerte­
mente abierto a los inversores financieros extranjeros (o, en el caso de los
Estados Unidos, la extensión de este mercado por la creación de mer­
cados secundarios y su liberalización hacia .el extranjero), permitió el
financiamiento de los déficits presupuestarios p or medio de la coloca­
ción de los bonos del Tesoro y otros papeles de la deuda en ios merca­
dos financieros. Algunos economistas norteamericanos se niegan a re­
conocer el papel clave de los Estados Unidos en el surgimiento del ré­
gimen de “dictadura de los acreedores” en tanto régimen de carácter
mundial, afectando en uno u otro grado, directa o indirectamente, ai
conjunto de los países. En un debate público reciente (mayo de 1996)
en San Pablo, Jeffrey Sachs, por ejemplo, prestó gran atención al hecho
de que los Estados Unidos estén más próximos a los “criterios de
Maastricht” en términos de relación de la deuda pública con el P(3 que
la mayoría de los países europeos. Presentar tal argumento equivale,
por supuesto, a enterrar las condiciones de la génesis de la dictadura de
ios acreedores, pero equivale también a ocultar los efectos de dim en­
sión (en términos absolutos) de la deuda norteamericana, con todas las
consecuencias que tienen sobre la estructura de los flujos internaciona­
les de capitales y los niveles de las tasas de interés. Según los datos del
FMI, la deuda pública norteamericana representa por sí sola el 39°/o
del total de la deuda pública de los países de la O C D E . El estudio Mc-
Kinsey (1994, cuadro 4 del capítulo 5) llega a una cifra sensiblemente
más elevada, estimando que la deuda norteamericana alcanzaría prác­
ticamente el 50% del total de la deuda pública de la O C D E ,
Los mercados públicos de obligaciones han llegado así a ser la “espi­
na dorsal” de los mercados internacionales de obligaciones -retomando
la expresión del FMI [1994]-, el lugar donde se encuentra, como lo mues­
tra el cuadro 2, alrededor del 30% de los activos financieros mundiales en
busca de rendimientos estables y líquidos (la liquidez está asegurada por
los mercados secundarios, donde los títulos son siempre negociables). Pe­
ro el cuadro 2 muestra también la parte elevada de los activos financieros

36
representados por divisas, a las cuales están referidas las operaciones de
arbitraje y de especulación, cuyo teatro son los mercados cambiados.
En el régimen de las finanzas de m ercado (o finanzas “desinterme­
diadas”), ¡as instituciones dominantes ya no son más los bancos sino
los mercados financieros y las organizaciones financieras no bancarias.
Los bancos sufren precisamente la com petencia de estas formas recien­
tes de centralización y de concentración de un capital que opera casi
exclusivamente en la esfera financiera: los fondos de pensión y los fon­
dos comunes de inversión (los mutualfunds y los organism os de colo­
cación colectiva en valores mobiliarios u O P C V M ), al lado de los cuales
incluso los más grandes bancos parecen enanos. Son estos fondos los
que se han beneficiado más directamente de las reformas constitutivas
de la mundialización financiera y del paso a un fm anciamiento de los
déficits presupuestarios de los países de la O C D E por m edio de la colo­
cación de títulos en los mercados financieros. N o es por azar que el
movimiento de liberalización y de desregulación financiera haya parti­
do de los Estados Unidos, así como también del Reino Unido. Este úl­
timo alberga a la City, que sigue siendo la segunda plaza financiera del
mundo después de Wall Street, no tanto por su tam año (Tokio es más
importante) com o por la variedad y sofisticación de los instrumentos
de colocación de capitales. Pero el Reino U nido es también, inmedia­
tamente después de los Estados Unidos, el país de origen de los más
importantes fondos de pensión privados del m undo, com o lo recuer­
da Richard Farnetti en el capítulo 5. En efecto, el crecimiento de la es­
fera financiera después de la liberalización y de la desregulación, tuvo
también múltiples consecuencias en el com portam iento de los grandes
grupos industriales, cuya financiarización com ienza en esta fase, com o
lo muestra el sexto capítulo de Claude Serfati.

L a doble naturaleza de los fondos de pensión p o r capitalización

La dimensión alcanzada por los activos financieros de los fondos,


en relación a los montos en poder de las instituciones (grandes bancos
y grandes sociedades de seguros) que nos habíam os habituado a consi­
derar com o las instituciones financieras m ás típicas y más poderosas,
está bien ilustrada en el gráfico 2.
La caracterización económica de los fondos de pensión es compleja.
Por un lado, son el resultado acumulado de cotizaciones sobre salarios y
sueldos percibidas, y su objetivo declarado es asegurar a estos asalariados,

■37
G rá fic o 2
Evolución de los activos financieros por tipo de inversor de 1980 a 1994

5 00 0

□ 1980 (2 3 1 9 9 0 § 3 Cifras relativas a los 3 prim eros


4000
trim e s tre s de 1994

2000

1000

,4 3 2M
e ¿ i® L i
Fondos M u tu a l F o u n d s Compañías
de pensión aseguradoras

F u e nte: Mérieux y Marchand ¡1996, p. 269).

una vez jubilados, una pensión regular y estable. Se trata, entonces, de for­
mas institucionales que centralizan un ahorro, nacidas con frecuencia de
regímenes privados obligatorios de empresa, cuya fuente inicial proviene
de ingresos salariales (en sentido amplio). Por otro lado, a partir del m o­
mento en que el monto del ahorro acumulado sobrepasa un determina­
do umbral, los fondos se ubican en la categoría de instituciones financie­
ras no b'ancarias, cuya función es la de hacer fructificar un monto eleva­
do de capital-dinero conservando su liquidez y maximizando su rendi­
miento. Al hacer esto se produce un cambio en la naturaleza económica
de los fondos, cuyo alcance y consecuencias no pueden ya esquivarse. Los
fondos dejan de ser la expresión de un ahorro modesto. Se convierten, co­
mo lo muestran los elementos reunidos por Richard Fametti, en institu­
ciones centrales del capital financiero, y ocupan los primeros lugares en
¡as “finanzas especulativas”, cuyo comportamiento analiza Dominique
Plihon en la extensión del capítulo 12 de la Teoría general de Keynes.

L a generalización del arbitraje y la incorporación de los “mercados


emergentes"

La liberalización y la desregulación de los mercados de acciones (los


stock exchanges) siguieron a la de los mercados de obligaciones con un

38
tiempo de retraso. Recién en 1986 tuvo lugar en la City el “bing-bang”,
forzando a las demás plazas a acelerar sus procesos de liberalización. Es­
te evento marca el comienzo de la tercera fase del proceso de mundia-
lización financiera. La interconexión de los mercados de acciones sigue
siendo, todavía hoy, menos importante que la de los mercados cambía­
nos y de obligaciones. Las caídas más o menos espectaculares de la co­
tización de las acciones que se producen en el conjunto de los merca­
dos de acciones mundiales, cada vez que Wall Street se debilita o trasta­
billa, no traducen tanto una interconexión directa de las plazas como el
mimetismo de las reacciones de los inversores. Los movimientos de con­
tagio de una plaza financiera a otra expresan el extremo nerviosismo de
los tenedores de los títulos, títulos dé los cuales todos conocen, si no el
carácter ficticio, por lo menos los niveles de capitalización totalmente
irreales, anunciadores de cracks más o menos graves. En el caso de estos
últimos mercados, la integración profunda resulta, por supuesto, de su
liberalización, pero principalmente de las operaciones efectuadas día a
día, incluso de hora en hora, en los departamentos de gestión financie­
ra de los grandes operadores financieros. Varios capítulos muestran la es­
pecial importancia de los procedimientos de cruce del “precio” de las
monedas y del nivel de las tasas de interés, así com o de las decisiones
de arbitraje y de especulación tomadas por los administradores de las
más importantes carteras de activos. Todas estas decisiones tienen con­
secuencias considerables para las políticas macroeconómicas. En el caso
de los países de industrialización reciente (los NPI) que poseen los mer­
cados financieros llamados “emergentes”, las consecuencias pueden ser
de una amplitud particular.
La incorporación de los mercados emergentes, a partir del comien­
zo de los años 1990, representa la etapa más reciente de la mundializa-
ción financiera. Estos mercados deben distinguirse de las plazas finan­
cieras más viejas, com o H ong Kong y Singapur. Estas últimas nacieron
como proyecciones de la City londinense en el marco de la vieja zona
de la esterlina. H an contribuido a la expansión e internacionalización de
los mercados de eurodivisas en la fase inicial del proceso. Forman par­
te de la base institucional propiamente dicha de la mundialización fi­
nanciera. Los mercados emergentes propiamente dichos pueden ser
mercados financieros verdaderamente nuevos, com o ocurre en algunos
países de Asia y pronto en China. Pero en otros casos se trata de mer­
cados financieros que tienen ya varias décadas de vida o, incluso, has­
ta cerca de un siglo (como en Argentina) que, desde la crisis de 1929,

39
han tenido un régimen de control estricto de los movimientos de ca­
pitales, sin titularización de su deuda pública, por supuesto. Los Esta­
dos U nidos, el F M I y sus aliados y representantes locales, formados en
las universidades norteamericanas con el credo y las recetas neolibera­
les, actuaron todos para lograr la liberalización de los mercados finan­
cieros de los N P I (sólo Corea supo resistir, pero pronto será forzada a
ceder), el paso a la titularización de la deuda pública y la formación en
estos países de mercados de obligaciones dom ésticos interconectados
con los mercados financieros de los países del centro del sistema. Por
el m om ento, los mercados “emergentes” no han recibido, incluso an­
tes de la crisis mexicana, más del 15% de los capitales mundiales en
busca de colocación manteniendo un alto grado de liquidez [F M I,
1995]. Las colocaciones en obligaciones superan por mucho, desde ha­
ce tiem po, a las colocaciones en la Bolsa, en la mayor parte de esos paí­
ses nuevos. Estas son las consecuencias de la creación de tales merca­
dos que son examinadas por Pierre Salam a en el capítulo séptimo.
También de la tercera fase data la sucesión de shocks y de sobresaltos
financieros que se presentan como una componente profunda del m o­
do de funcionamiento del sistema mundializado de finanzas directas, en
el cual los mercados son la institución principal y las burbujas especula­
tivas una componente más de la vida económica. La enumeración de los
sucesivos shocks, a los cuales está dedicado el último capítulo de Fran­
çois Chesnais, es impresionante. La lista comienza con el crack bursátil
de Wall Street en 1987, que pudo ser contenido a último momento. Dos
años más tarde fue seguido por el hundimiento del mercado de los junk
bonis ("bonos basura”), anunciador del derrumbe de la burbuja especu­
lativa en el sector inmobiliario. Este provocó, a su vez, la quiebra o casi
quiebra en 1990-1991 de numerosos bancos o instituciones financieras
en varios países, especialmente en Japón , luego de la quiebra de las cajas
de ahorro privadas en los Estados Unidos. El episodio siguiente, en agos­
to y septiembre de 1992, permitió ver la especulación masiva contra la
mayoría de las monedas integradas en el seno del sistema monetario eu­
ropeo, con pérdidas muy importantes de reservas por parte de los ban­
cos centrales y, para varias monedas, la obligación de devaluar fuerte­
mente y dejar el S M E . La especulación contra algunas monedas volvió a
producirse en 1993. Se asistió luego, en febrero y marzo de 1994, a tur­
bulencias importantes en el mercado norteamericano de obligaciones.
Después se produjo la crisis mexicana de fines de 1994 y comienzos de
1995, seguida de la amenaza de contagio hacia los “mercados emergen­

40
tes” de Argentina y Brasil; la quiebra a fines de febrero de 1995 del ban­
co Barings, después de operaciones en los mercados de productos deri­
vados; y finalmente, como consecuencia de la crisis mexicana, la caída
particularmente fuerte del tipo de cambio del dólar entre marzo, abril y
mayo de 1995.

¿Serán irreversibles los engranajes actuales?

U no oye decir corrientemente, en especial por personas que no pue­


den tener su opinión sino de segunda m ano, que la m undialización fi­
nanciera tendría un carácter "irreversible”, que muchos de sus efectos
serían “ineluctables”, y que no habría ninguna otra alternativa más que
adaptarse, tanto para lo mejor como para lo peor. Muchos de los enca­
denamientos entre las finanzas, las políticas económicas actuales y el ni­
vel de la producción y del empleo, que se analizan en diferentes capítu­
los de este libro, tienen ciertamente un carácter mecánico, en el sentido
de que algunos dispositivos clave (por ejemplo, la tasa de crecimiento de
las tasas de interés reales es superior a la del P íB ) producen efectos acu­
mulativos y retroactivos previsibles y difíciles de evitar cuando nos re­
husam os a cuestionar ciertos postulados. Pero el empleo de los térmi­
nos “irreversible” o “ineluctable” puede ser interpretado de otro m odo.
Decir que el dominio de las finanzas, bajo la forma de la m undializa­
ción financiera, sería “irreversible” ¿no equivale a sostener que hay que
aceptar com o natural la “dictadura de los acreedores” [Fitoussi, 1995]?
¿Y un régimen de tasas de interés reales positivas con transferencia de
riquezas en detrimento de los salarios, e incluso de las ganancias no fi­
nancieras, com o algo que debe durar toda la eternidad?
Declarar que la hipertrofia financiera y su cortejo de males serían
“irreversibles” es caer en una forma bien sospechosa de determinismo
histórico. En el sentido más fuerte, se trataría de atribuir a procesos so­
ciales, productos de la actividad humana, un status análogo al de las
evoluciones biológicas. Para algunos, recurrir a la idea de “irreversibih-
dad”, con frecuencia acompañada de un llam ado al “realismo”, siem­
pre ha equivalido a una posición de justificación del orden estableci­
do (“el orden natural de las cosas”). Para otros, esta idea ha traducido
una sum isión resignada frente a las relaciones económ icas y políticas
de ¡as que no parecería fácil liberarse en un m om ento en que no hay
salidas o alternativas claras.

41
En el dominio financiero, recurrir a la idea de “irreversibilidad” tie­
ne un carácter incongruente. Una mirada rápida sobre la historia finan­
ciera del siglo XX permite convencerse de ello. Hacia 1913, el grado de
mundialización financiera alcanzado en el marco de la internacionali-
zación de la época, gracias a la libertad de movimiento de los capita­
les que aseguraba el patrón oro, y a la libertad de los intercambios, en
un sistema garantizado por un conjunto de tratados sobre el comercio
y la inversión, parecía un hecho “ irreversible”. Pero sabemos en qué se
ha transformado. En los años 1920, la omnipotencia de ios mercados
financieros, especialmente bursátiles, y su pretensión de orientar la
economía parecían igualmente “ irreversibles”, En los Estados Unidos,
a fines de 1928 y comienzos de 1929, el presidente Coolidge no deja­
ba de reprender a todos los que expresaban algunas preocupaciones
tanto en relación al nivel alcanzado por la burbuja especulativa en
Wall Street como en relación a las consecuencias de esta dom inación
de las finanzas sobre la distribución y la orientación de la inversión.
Sin embargo, en sólo algunos años, luego de una tormenta económ i­
ca, política y militar mundial, a la cual las consecuencias de las finan­
zas de mercado no eran ajenas, nació un sistema de finanzas adminis­
tradas, en el que las actividades bancadas y financieras eran supervisa­
das con mucho celo por los gobiernos.
“El proceso de dominación de los mercados financieros puede y de­
be ser invertido” : el vigor de la expresión utilizada por Robert Boyer y
Daniel Drache [1996, p. 15] es lo suficientemente raro hoy com o pa­
ra merecer ser resaltado. Los diferentes autores de este libro comparten
una convicción análoga, así com o una actitud critica respecto de las
certidumbres teóricas neoliberales y de sus consecuencias en el plano
económico, social y político. Todos piensan que no hay ni fatalidad eco­
nómica ni situación que sea independiente de modificaciones en las re­
laciones sociales y que no pueda ser resuelta por políticas correctivas
más o menos drásticas. A partir de un esfuerzo común de caracteriza­
ción de las relaciones sistémicas que parecen desprenderse de los datos
que se han reunido, algunos capítulos (especialmente el 3 y el 4) exa­
minan los márgenes de maniobra que se ofrecen actualmente para la
definición y la puesta en práctica de tales políticas. Al final de su ca­
pítulo, Robert Guttmann se pregunta, sin embargo, si una crisis finan­
ciera de gran amplitud (cuyas posibles_ variantes se estudian en el capí­
tulo 8) no es la condición previa. Si el movimiento social preparara el
terreno más clara y profundamente de lo que había com enzado a ha-

42
cerlo en Francia en diciembre de 1995, “lo im pensable” podría ser tam­
bién pensado en el ám bito económico -un cuestionamiento del carác­
ter sacrosanto de la deuda pública, por ejemplo, cuya aceptación es la
piedra angular del dom inio de las finanzas- a igual título que en todas
las otras esferas de la vida social.

43

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