Política Económica

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La crisis financiera internacional: su naturaleza y los desafíos de política económica

POLÍTICA ECONÓMICA

ENSAYO
¿QUÉ ES UN SISTEMA ECONÓMICO?

ANGY KATHERINNE GOMEZ AFANADOR


ESTUDIANTE DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
@esap.edu.co

ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA


CETAP – SAN GIL
21/03/2021
La crisis financiera internacional: su naturaleza y los desafíos de política económica
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ENSAYO:
¿QUÉ ES UN SISTEMA ECONÓMICO?

DOCENTE
LUIS EDUARDO TORRES GALVIS

ALUMNO:
ANGY KATHERINNE GOMEZ AFANADOR

MATERIA:
POLÍTICA ECONÓMICA

ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA TERRITORIAL


CETAP – SAN GIL
21/03/2021
La crisis financiera internacional: su naturaleza y los desafíos de política económica
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INTRODUCCION
Este artículo presenta un análisis de los principales hechos que han caracterizado la evolución de
la crisis financiera internacional entre 2008-2009. Se resalta el proceso de nacionalización y
reforma del sistema financiero en los Estados Unidos, el cumplimiento de los acuerdos de
Basilea y los fallos de la regulación, el papel de las calificadoras de riesgo y las acciones de
política que se han venido aplicando en el período postcrisis. A partir de lo anterior, el objetivo
de este análisis permite abrir la discusión acerca de las perspectivas de los procesos de
regulación financiera en el ámbito mundial, señalando el camino que puede enfrentar la nueva
arquitectura financiera internacional en donde se hace prioritaria la creación de incentivos que
garanticen adecuados manejos de liquidez que minimicen los niveles de riesgo y sirvan para
prevenir crisis futuras.
CONCLUSIONES
La crisis financiera internacional, causada por el exceso de liquidez y la inadecuada regulación de
un sistema financiero internacional muy integrado, ha colocado a la economía mundial al borde de
la recesión. Además, las acciones unilaterales que los distintos gobiernos adoptaron en un principio
pusieron de manifiesto la dificultad de la coordinación en un mundo económico multipolar y sin un
liderazgo claro. Afortunadamente, se han aprobado paquetes de rescate y, bajo liderazgo británico,
parece haberse forjado un consenso sobre la necesidad de recapitalizar el sistema bancario y
asegurar los depósitos y los préstamos interbancarios. Ello no evitará la recesión, pero podría servir
para que no sea profunda y duradera. En ese sentido, las lecciones de anteriores crisis han
permitido a las autoridades reaccionar con cierta celeridad. Aún así, persisten importantes retos
sobre cómo establecer un liderazgo compartido para dotar de mejores reglas a la globalización
financiera.

Esta crisis tendrá consecuencias geopolíticas importantes, que todavía son difíciles de anticipar.
Primero, la crisis significará un punto de inflexión en la globalización económica y pondrá fin al
período de liberalización iniciado en los años 80 de la mano de Ronald Reagan y Margaret
Thatcher. Aunque la crisis no supondrá la debacle del capitalismo, el Estado recuperará legitimidad
y poder en relación al mercado y el modelo liberal anglosajón perderá parte de su atractivo e
influencia, especialmente en favor de los modelos de inspiración europea con mayor regulación e
intervención pública. Segundo, la crisis acelerará el declive relativo de EEUU y el auge de las
potencias emergentes en la economía mundial (que con sus fondos soberanos adquirirán multitud
de activos en los países ricos), lo que posiblemente anticipará y hará más radical la reforma de las
instituciones de gobernanza global. En este sentido sería importante integrar rápidamente a las
potencias emergentes en las deliberaciones sobre las reformas de los organismos económicos
internacionales con el fin de que sean partes activas del proceso y lo consideren legítimo. Para ello
las economías de la OCDE deberían reconocer que necesitan contar con las potencias
emergentes en el diseño de nuevas reglas globales. Pero al mismo tiempo, como es previsible que
la crisis reduzca los precios de la energía y de las materias primas, algunas de las economías
emergentes más antagónicas con occidente, como Rusia, Venezuela o Irán, podrían perder
influencia.

Por último, la crisis supone una oportunidad para la UE en general y para el euro como moneda de
reserva mundial en particular. Primero, porque es de esperar que la nueva arquitectura financiera
internacional que emerja tras la crisis sea más similar a la de Europa continental que a la
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anglosajona, lo que supondrá una oportunidad para que la Unión adquiera un mayor liderazgo
global si es capaz de hablar con una sola voz en el mundo. Segundo, porque esta crisis supone una
oportunidad para que el euro continúe ganándole terreno al dólar como moneda de reserva
internacional, lo que requiere que la estructura político–institucional de la eurozona sea lo
suficientemente sólida. En definitiva, la crisis supone una oportunidad para la UE si ésta es capaz
de utilizar la actual y difícil coyuntura para fortalecerse y mejorar su gobernanza económica interna

CONLUSIO

Una de las lecciones más importantes que deja la actual crisis financiera internacional está
asociada con la fragilidad de los mecanismos de regulación financiera. Este fenómeno, junto a la
gran interconexión de los mercados financieros que se reflejó en la innovación de productos y
servicios en este sector, la laxitud exagerada en la política monetaria, las decisiones erróneas de
conceder hipotecas a gente sin capacidad de pago y a tasas bajas sin prever mecanismos de
compensación cuando las tasas se quintuplicaron, y la falta de transparencia en la gestión
bancaria fueron, sin duda, aspectos que influyeron en el deterioro de las condiciones financieras
mundiales. En este sentido, uno de los elementos más evidentes durante esta turbulencia fue el de
la subestimación de los riesgos sistémicos por parte de todos los actores participantes, en donde
el incumplimiento de los acuerdos de Basilea y la flexibilidad de las normas bancarias
provocaron un derrumbe del sistema financiero de un número importante de economías
industrializadas, empezando por los Estados Unidos.
Bajo esta perspectiva, la crisis financiera reciente señala la urgente necesidad de ampliar los
ámbitos de regulación y supervisión a todo el conjunto de las instituciones bancarias y
financieras, con miras a que asuman una adecuada cobertura del riesgo, además de proveer
importantes volúmenes de información a las autoridades reguladoras para establecer su
contribución a una adecuada gestión de riesgo sistémico. A su vez, la nueva normativa del sector
debe ser flexible, orientada al desarrollo de poderosos mecanismos de gestión del riesgo e
intervención preventiva, al control del capital y su liquidez, y a una evaluación imparcial basada
en los riesgos asumidos más que en la entidad que los asume, además del seguimiento al
cumplimiento de las restricciones impuestas sobre las agencias calificadoras de riesgo.

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