Marpegán - Noveduc - En'2012 CAPACIDADES
Marpegán - Noveduc - En'2012 CAPACIDADES
Marpegán - Noveduc - En'2012 CAPACIDADES
Síntesis
En la educación obligatoria es necesaria una formación humanística, científica y
tecnológica adecuada para manejar los códigos y contenidos culturales del mundo actual
y para poder operar comprensiva y equilibradamente sobre la realidad. Con este fin, la
Educación Tecnológica realiza un aporte esencial, desde sus contenidos y desde su
enfoque pedagógico. Este texto muestra la importancia de la alfabetización tecnológica,
las grandes ventajas de su incorporación curricular, y el impacto de su didáctica
innovadora en la construcción de capacidades complejas.
Este artículo fue publicado en la revista Novedades Educativas, nº 252/253, Buenos
Aires, enero 2012.
1
Carlos Marpegán es Ingeniero (UBA) y Magister (Inglaterra). Es capacitador y especialista curricular
en Educación Tecnológica para Nivel Inicial, Primario y Secundario. Dictó más de 150 cursos y
conferencias. Es autor de numerosas publicaciones sobre educación científica y tecnológica.
se puedan aplicar a situaciones nuevas y cambiantes propias de una dinámica de
transformación continua.
“¿Cómo hacer para enseñarles a los alumnos, sobre la base de las tecnologías de hoy (y
por supuesto de ayer) que conocemos, de manera que puedan entender, asimismo, la
tecnología de mañana?” De Vries (1991).
Las tecnologías cambian vertiginosamente, pero un factor puede y debe mantenerse
constante: la habilidad de las personas para resolver problemas y para pensar
críticamente, a fin de lograr mejores niveles de realización personal y social. De este
modo la escuela contribuirá a incrementar el capital cultural de todos los estudiantes,
más allá de que prosigan o no con estudios técnicos específicos.
Con un enfoque pedagógico centrado en capacidades, los contenidos y los métodos
didácticos adquieren una nueva dimensión. En los tiempos que corren, educar no es tan
sólo transmitir saberes o técnicas, sino más bien desarrollar capacidades complejas
(corporales, afectivas, cognitivas, estéticas, etc.) que son imprescindibles tanto para el
desempeño escolar de los estudiantes como para la resolución de las múltiples
situaciones que se les presentan en la vida cotidiana (Ferreyra y Peretti, 2010).
En este escenario, la Educación Tecnológica se instituye como una verdadera formación
cultural para interactuar con el mundo actual y, por lo tanto, su misión involucra el
desarrollo de capacidades tecnológicas que son de tipo polivalente; es decir que pone en
juego varias dimensiones educativas: tanto aquellas de corte formativo, humanístico e
intelectual, como otras de tipo más práctico e instrumental (Marpegán y Toso, 2006).
Esto implica aportar para la formación de ciudadanos con capacidades para ser:
• Pensadores y analistas críticos y autónomos
• Usuarios inteligentes y responsables
• Diseñadores, proyectistas y emprendedores eficaces
La alfabetización tecnológica
Puesto que todo pensamiento y toda comprensión están mediadas por el lenguaje y los
símbolos, es a través del desarrollo lingüístico en se hace manifiesto el mundo para el ser
humano. Ya desde tiempos remotos, en su génesis, todo acto técnico se configura, se
potencia y se complementa con la capacidad de representar propia del ser humano
(función semiótica). Hoy vivimos en la época de la tecnociencia y esta capacidad se ha
hiperdesarrollado. Nuestra cultura actual tiene un componente tecnológico que se
constituye cada vez más como un potente campo simbólico y que utiliza medios de
representación cada vez más variados y complejos que habilitan el pensamiento, la
acción y la comunicación propios de la época.
Todo esto no implica solamente una presencia cada vez más familiar y condicionante de
los sistemas tecnológicos en nuestras vidas; significa también la expansión de criterios
de racionalidad científica y tecnológica hacia ámbitos cada vez más profundos del
entramado social y de nuestra dimensión psicobiológica (ver Regnasco, 2004).
En el caso de los niños, la percepción, apropiación e intervención sobre el ambiente son
primero que nada una construcción lingüística, porque el niño interactúa con el ambiente
en y a través del lenguaje; dicho de otra manera, toda acción técnica requiere de una
mediación simbólica, donde ambiente y lenguaje, son para el niño una misma cosa. Esto
tiene una gran implicancia en la educación.
Por eso, hoy por hoy, la alfabetización tecnológica es una misión indelegable de la
escuela como institución social, donde el docente se convierte en un verdadero mediador
simbólico. Los niños del Nivel Inicial y Primario ya manejan una gran cantidad de códigos
y de símbolos tecnológicos. El docente debe promover que estos saberes previos se
apliquen en las distintas actividades, y además debe intervenir aportando nuevos
lenguajes y medios de representación (Marpegán, Mandón, Pintos, 2000). Aquí se pone
en juego un aspecto decisivo del rol político-cultural del docente, en tanto alfabetizador y
mediador de lenguajes y códigos de comunicación propios de la sociedad tecnológica.
Las estrategias didácticas
En Educación Tecnológica, las estrategias didácticas más eficaces se basan en una lógica
de problematización que parte de situaciones 2 que provoquen el hacer, y que estimulen
la reflexión posterior de los estudiantes, facilitando una reestructuración de lo que ya
saben y permitiendo la construcción de nuevos aprendizajes (Marpegán, 2004). Se logra
así un rol proactivo del estudiante y se supera el modelo conservador centrado en la
transmisión unilateral de saberes por parte del docente; pero todo esto implica dotar al
estudiante de herramientas simbólicas para la acción.
Mediante estas herramientas, la situación problemática es modelizada por el estudiante
en un sistema simbólico, conceptual y operativo. Este sistema es un conjunto de modelos
que permiten definir el problema y resolverlo mediante el diseño y ejecución de la
solución (Marpegán y Toso, 2006). De esta manera, en su acción, el sujeto pone en
juego medios técnicos y materiales en articulación con los medios simbólicos que le
permiten modelizar la situación.
Resumiendo, podemos decir que, durante la resolución de situaciones problemáticas, el
aprendizaje surge como resultado de la interacción: alumno – problema – contenido,
mediatizada por los aportes del docente y del contexto (áulico, institucional, etc.), y por
la interacción con nuevas fuentes de información, todas ellas mediante la representación
en lenguajes adecuados.
El diseño
El diseño juega un papel fundamental en muchos procesos de enseñanza y de
aprendizaje donde se pone en juego el pensamiento estratégico 3. La mera transmisión de
información es tan sólo una forma pasiva de acceder a un conocimiento que – con suerte
- se memoriza; mientras que el diseño es producción de conocimiento, es decir, es
conocimiento en acción. En el diseño de soluciones a en el proceso de resolución de
problemas se integran creatividad y conocimiento.
De modo espontáneo, ante situaciones propicias, los estudiantes pueden utilizar el diseño
para transformar el medio. De modo que el diseño es una representación mediadora
entre el sujeto y la situación (en cierto contexto o recorte del ambiente);
Por consiguiente, el diseño es la actividad esencial 4 en el proceso de creación de
cualquier objeto o sistema sociotécnico, que involucra tanto la idea o imagen mental
inicial del mismo como la representación gráfica, los diagramas y dibujos, el modelado y
la programación de las actividades de producción y control.
En efecto, el diseño requiere de herramientas cognitivas para la solución de problemas
concretos y abiertos (es decir, poco estructurados), que es preciso resolver en
condiciones específicas y con recursos limitados. Además, el diseño, como actividad
propia del quehacer tecnológico, utiliza lenguajes apropiados, en especial el dibujo y los
medios de representación convencionales que permiten la comunicación técnica.
2
Situación es cualquier circunstancia o evento (por ejemplo, un relato), susceptible de ser
problematizada de modo tal que desencadena actividades técnicas o sociotécnicas en nuestra aula-
taller de Educación Tecnológica..
3
Ver Toso, A. (2006).
4
El proceso de diseño es una de las diferencias fundamentales entre la Ciencia y la Tecnología.
Podemos pensar a la Ciencia como sistemas de conocimiento que han sido gestados por la
investigación como actividad fundamental, y a la Tecnología, en cambio, como sistemas orientados a
modificar la realidad con el diseño como actividad central.
diferente tipo. De modo que, a veces, estar alfabetizado para el circuito escolar no
siempre garantiza estar alfabetizado para la vida ciudadana. En el ámbito escolar, la
modelización, los registros y los medios de representación juegan un rol fundamental en
los procesos de conceptualización5. De modo que es importante que los estudiantes
formulen en forma explícita los diseños, los modelos, las alternativas de solución y los
programas de acción, mediante los más diversos medios de representación y de
comunicación adecuados a su nivel; por ejemplo mediante bocetos, diagramas o dibujos
tanto previos como posteriores a las actividades manuales o constructivas.
Estos medios (dibujos, gráficos, esquemas, tablas, entre otros) no son sólo medios
expresivos que complementan al lenguaje discursivo y facilitan la comunicación, son
también auxiliares de las operaciones de pensamiento (abstracción, análisis, anticipación,
predicción, entre otras), y son además una herramienta valiosa en todo el proceso de
resolución de problemas, incluyendo la evaluación del producto y la reflexión
metacognitiva de los procesos tecnológicos6.
Por este motivo, en las secuencias de enseñanza se debe poner en juego una dinámica
recursiva del tipo sentir-pensar-crear-representar-hacer-comunicar, mediante actividades
alternadas con reflexiones y modelizaciones de acuerdo a las posibilidades y
potencialidades de los estudiantes cada nivel.
Conclusión
La implementación de la Educación Tecnológica como 5ª espacio fundamental de la
educación obligatoria constituye una necesidad básica y decisiva para la innovación
transformadora de nuestro sistema educativo.
Por lo demás, no es conveniente incluir la alfabetización tecnológica en las disciplinas o
espacios tradicionales; esto sería tan sólo un remiendo o un “como si”, porque la
tecnología tiene una racionalidad y un campo simbólico propio y muy diferente de las
ciencias. De hecho, el nuevo espacio de Educación Tecnológica con sus contenidos
específicos, con su enfoque contextualizador, y con su didáctica innovadora representa
un formidable desafío a los desarrollos curriculares y a las prácticas de enseñanza. Tal
vez sea por eso que a veces despierta algunos recelos y resistencias. La incorporación de
Bibliografía
De Vries, M. “Desarrollando Educación Tecnológica en una perspectiva internacional:
Integrando conceptos y procesos”, en: Mena, F. (comp.), Educación Tecnológica,
Santiago de Chile, LOM Ediciones, 2001.
Ferreyra, H. A. y Millen D. M.; Competencias educativas prioritarias, en Novedades
Educativas nº 180, enero 2006.
Ferreyra, H. y Peretti, G. Competencias Básicas: Desarrollo de capacidades
fundamentales: aprendizaje relevante y educación para toda la vida. Presentado en el
Congreso Iberoamericano de Educación, Buenos Aires. 2010.
Fourez, G.; Alfabetización Científica y Tecnológica; Bs. As., Colihue, 1997.
Leliwa S. Enseñar Educación Tecnológica en los escenarios actuales. Ed. Comunicarte.
2008.
Mandon, J., Marpegán, C.; Tecnología en el Nivel Inicial: viejos y nuevos escenarios;
Revista 0 a 5, nº 32, Ed. Novedades Educativas, enero de 2001.
Mandón, M., Marpegán, C. y Pintos, J.; El Placer de Enseñar Tecnología: actividades
de aula para docentes inquietos; Novedades Educativas, 2º edición, 2005.
Marpegán, C.; “Didáctica de la Educación Tecnológica: articulando fines con métodos
de enseñanza", en Novedades Educativas, nº 163, julio 2004.
Marpegán, C. y Toso, A.; “La resolución de problemas: aspectos metodológicos",
revista Novedades Educativas, nº 187, julio’2006.
Regnasco, M. J.; El poder de las ideas. Biblos, 2004
Toso, A.; “¿Cuán estratégicos son los niños cuando resuelven problemas", Novedades
Educativas, nº 187, julio’2006.