Orgullo y Humildad

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Iglesia Bautista Independiente De La Cantarero

ORGULLO Y HUMILDAD

1 Cor. 4: 6-13

La humildad es una virtud admirada y apreciada por todos. Da gusto hablar y


convivir con una persona que se caracteriza por escuchar y tener un apropiado
concepto de sí mismo, es decir, un individuo que reconoce sus faltas y
debilidades y no se jacta por aquello bueno de sí. El diccionario define la
humildad como la “virtud que consiste en el conocimiento de las propias
limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.” El
humilde está con los pies en la tierra.

La humildad debe caracterizar al pueblo de Dios, pensar en un cristiano


altivo o soberbio es una contradicción. El profeta Moisés expresó: “¿Quién
soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (Ex.
3:11). Juan el Bautista dijo a Jesucristo: “Yo necesito ser bautizado por ti ¿y tú
vienes a mí?” (Mt. 3:14). Finalmente, el mismo Señor Jesucristo dijo: “Aprended
de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt.11:29). El pueblo de Dios
debe ser humilde de verdad conforme al ejemplo de los santos de la Biblia
y al modelo de Cristo mismo.

El texto que estudiaremos en esta mañana muestra cuán arraigado estaba


sembrado el pecado del orgullo en esta iglesia. Este pecado había creado un
serio caso de división al que Pablo le ha dedicado muchísimo tiempo en corregir,
pues era un asunto grave. El orgullo no es un problema menor, por ende, nunca
debe ser visto con ligereza.

He titulado este mensaje: “Orgullo y Humildad”.

I. EL ORGULLO REINANTE EN CORINTO: vv. 6-8 (leer nuevamente)

a. Algo que es importante comprender en la interpretación bíblica es que


cuando la Escritura enfatiza algo o lo reitera mucho es de gran importancia. La
carta en los primeros capítulos ha centrado su atención en el problema del
orgullo y la división, por lo tanto, las iglesias deben comprender que Dios tiene
mucho en contra de estas conductas, pues deshonran la gloria del Señor y
muestran la carnalidad de los hombres. Como iglesia, no estamos en una
condición de inmunidad a este pecado, es así que, debemos ser vigilantes y
cuidadosos. Hemos podido ver muy de cerca en los últimos meses cómo una
iglesia puede ser herida de gravedad por este mal.

En los primeros versículos del capítulo Pablo presentó la verdadera identidad de


un ministro, es un “siervo y administrador”. El mejor ejemplo de este
comportamiento eran aquellos de quienes los corintios se estaban jactando:
Pablo y Apolos (v.6). ¿Por qué el apóstol se presenta como ejemplo? “Para que
en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito”. Los corintios
habían rebasado la línea de respeto a los pastores y habían llegado a un
fanatismo ciego. La admiración excesiva por los siervos del Señor es
“carnalidad” y un síntoma de orgullo y presunción de ser “discípulo de”.

En su soberanía, Dios ha levantado a grandes hombres que por medio de las


medios de comunicación masivos se han vuelto famosos por su claridad en la
predicación. Pero el corazón humano puede hacer de lo bueno algo malo, por
ejemplo, hacer partidos de seguidores por estos hombres. Del mismo modo en
nuestras iglesias existen muchos maestros sanos, cada uno con habilidades
distintas, el punto es que de ninguno podemos hacer un partido. Pablo define tal
cosa como “envanecimiento” (inflarse, hincharse) (v.6), es decir, andar
hinchados en disputas que no tienen razón de existir.

b. (Leer v.7). En este versículo Pablo plantea tres preguntas que evidencias la
necedad del envanecimiento orgulloso de los corintios. ¿Quién te distingue?
En otras palabras: “¿Por qué se creen distintos?” o “¿Qué les hace creer que
son superiores?”. Los hermanos en pecado veían con desprecio a los que eran
de “otro partido” o “filiación” en Corinto. La Biblia expone la igualdad de los
santos frente a Dios, es decir, que aquellos que están en Cristo tienen en su
totalidad las vestiduras de santidad del Salvador, por ende, están completos en
Él: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Gál. 3:27-28.

¿Qué tienes que no hayas recibido? Si somos honestos ¿Qué hemos


alcanzado por nuestro propio esfuerzo? Nada. No nos damos a nosotros mismos
la vida, ni el alimento, ni el cuidado, ni la educación…nada. El ser humano no es
dependiente totalmente de sí mismo, todo le ha sido dado según la providencia
de Dios. En el caso de los creyentes, tanto la salvación y los dones que pueden
usar en la obra de Dios, ha sido un regalo de gracia que soberanamente el
Señor ha querido dar. Santiago lo dijo de esta manera: “Toda buena dádiva y
todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación.” Stg. 1:17. ¿Por qué te glorías como si no lo
hubieras recibido? Era recibido, por ende, ¿Por qué gloriarse como si fue
ganado?

Dice MacArthur sobre esta porción: “Pablo no iba a permitir que los corintios
siguieran engañándose. Los despojó de cualquier excusa y desmanteló todas
las defensas". El orgullo es una necedad porque el que vive en esa condición
está cegado por su propio razonamiento, incapaz de ver sus errores.

c. (Leer v. 8). Este pasaje muestra un tono irónico que se deduce por la
explicación que Pablo está desarrollando. Para los corintios ellos ya estaban
“saciados, ricos y reinando”, supuestamente, los hermanos ya no necesitaban de
alimento, tenían todos los tesoros que se pueden obtener y reinaban como si ya
estuvieran en el reino milenial de Cristo. Comparemos esta actitud con la de la
iglesia en Laodicea: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de
ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3:17.

El orgullo enceguece a un punto en que la persona vive bajo la misma sombra


de sus razonamientos. No es capaz de aceptar sus errores, ni tampoco de
comprender un consejo de corrección, todo esto porque está seguro que su
postura es la correcta. Los hermanos corintios habían caído en esta condición,
por lo tanto, Pablo ironiza en amor para buscar su corrección. Sin embargo,
dedicó tiempo también para brindar un modelo de conducta.

II. LA HUMILDAD DE LOS APÓSTOLES: vv. 9-13

a. (Leer v.9) Después de denunciar la ceguera del orgullo, Pablo apunta a un


ejemplo como punto de referencia: el ministerio de los apóstoles. El texto nos
presenta un escenario común para los corintios, el coliseo romano. En esa
época los circos eran el sitio para humillar públicamente a los enemigos del
imperio; era frecuente que los condenados a muerte fuesen llevados en fila para
que uno a uno dentro de la arena lucharan por su vida contra feroces animales o
gladiadores.

El texto dice que los apóstoles eran puestos en esa misma condición frente al
mundo, ángeles (caídos y celestiales) y frente a todos los hombres. La idea era
mostrarles a los hermanos lo insensato de su orgullo en comparación a la
condición de sufrimiento con la que convivían los ministros fuera de Corinto.

b. (Leer v.10) El versículo muestra nuevamente un tono sarcástico para indicar


la condición de los corintios. Un comentarista parafraseó el texto así: “Vosotros
todavía pensáis que el evangelio es locura y que sus ministros son insensatos.
Estáis avergonzados de ser siervos de Cristo. Queréis gloria, honor y
reconocimiento mundano”.

c. (Leer vv. 11-13) En esta porción bíblica, el apóstol Pablo hace una lista de lo
que enfrentaron los ministros del Evangelio en ese entonces:

 Padecimientos: hambre, sed, desnudez, abofeteadas y falta de techo.


Ellos estaban acostumbrados a convivir sin una condición económica
estable, a la incógnita del día a día.
 Trabajando: el verbo apunta un trabajo tan agotador que lleva hasta el
cansancio total. Pablo tuvo que trabajar para costear su ministerio y no
era algo que le avergonzara.
 Repudio: maldición, persecución, difamación…”somos la escoria”. Se
refiere a los residuos que se limpian de un plato sucio para tirarlas a la
basura. Así se veía Pablo.

¿Tenía Pablo razones para tener un orgullo como el que dominaba a los
corintios? Sí, Él podía jactarse de sus sufrimientos y menosprecio para
considerarse más que todos los demás apóstoles o líderes, pero Pablo expresó
sobre sí las siguientes palabras “Soy menos que el más pequeño de todos los
santos” (Éf. 3:8). Su petición de ver su ejemplo, no fue un acto hipócrita, sino
una muestra de sencillez y humildad.
III. APLICACIONES FINALES

a. Las iglesias debemos ver el orgullo como un cáncer, debe destruirse de raíz.
Este pecado siempre se manifestará de manera sutil, se ocultará bajo un celo
religioso, o bien, detrás del conocimiento que alguien haya podido adquirir.
Nunca el orgullo se presentará y no dejará consecuencias. Su daño es profundo
y terrible para las iglesias del Señor.

b. El orgullo es un pecado que debe tratarse por nombre. El consejo de la Biblia


es que este pecado se debe confrontar directamente, no con sombras o con
matices. Pablo tuvo la opción de hacerlo, pero prefirió no matizar nada, habló
directamente en amor en contra de este mal.

c. La verdadera humildad no busca su gloria en esta tierra. El humilde trabaja en


silencio, se esfuerza en hacer algo para la gloria del Señor comprendiendo que
es Dios quien dará la recompensa en su momento. El humilde no presume de lo
que hace, lo hace sin buscar el aplauso de este mundo. Los siervos del NT
nunca buscaron ser arrogantes.

CONCLUSIÓN

Brooker T. Washington, fue un reconocido y respetado líder negro que dirigió un


famosísimo instituto educativo. En una ocasión caminando por una zona muy
rica, una señora salió y le pidió que le cortara la leña por unos cuantos dólares.
T. Washington, entró a la casa y trabajó todo el día sin murmurar nada.

El creyente no presume de lo que tiene ni de quién es, Él sabe que en Cristo


está completo, trabaja y se deleita en su identidad en Él. Nuestros corazones
deben vivir en humildad.

28 de marzo de 2021

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