Síndrome de Burnout en Docentes de La Carrera de Acupuntura de La UNEVE

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Síndrome de Burnout en docentes de la carrera de Acupuntura de la UNEVE.

MARCO TEÓRICO
ESTRÉS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como “el conjunto de acciones
fisiológicas que prepara el organismo para la acción”. Al hablar del estrés nos podemos referir a
un sistema de alerta biológico necesario para la supervivencia. Los cambios o circunstancias
que se presenten en nuestra vida como cambiar de casa, hablar en público, cambiar de trabajo
nos pueden generar estrés esto dependerá del estado físico y psíquico de cada individuo.
(Torrades, 2007)
HORMONA DEL ESTRÉS
El organismo tiene una serie de reacciones fisiológicas que activan el eje hipofiso-suprarrenal y
el sistema nervioso vegetativo. El eje hipofiso-suprarrenal segrega la hormona CRF (factor
liberador de corticotropina), esta actúa sobre la hipófisis y provoca la secreción de la hormona
adenocorticotropa la cual actúa sobre la corteza de las glándulas suprarrenales, lo que da lugar
a la producción de corticoides. El más destacado es el cortisol denominado “LA HORMONA
DEL ESTRÉS”, dentro de las acciones es facilitar la excreción del agua y el mantenimiento de
la presión arterial. Afectando a los procesos infecciosos y causa una degradación de las
proteínas intracelulares y genera una acción hiperglucemiante. Es activado el sistema nervioso
simpático que activa la secreción de catecolaminas entre ellas adrenalina y noradrenalina. La
adrenalina es segregada en la médula suprarrenal, especialmente en casos de estrés psíquico
y de ansiedad. La noradrenalina es segregada por las terminaciones nerviosas simpáticas, lo
que aumenta su concentración en el estrés de tipo físico en situaciones de alto riesgo o de
agresividad.
Esto es lo que permite enlazar el fenómeno del estrés psicofisiológico de la emoción.
(Torrades, 2007)
LOS DISTINTOS TIPOS DE ESTRÉS
El manejo del estrés resulta un tanto complicado y confuso ya que existen diferentes tipos de
estrés:
Estrés agudo:
Es la forma de estrés más común, se manifiesta de las presiones del pasado reciente y
presiones anticipadas del futuro cercano. Es emocionante y fascinante en pequeñas dosis, pero
cuando es demasiado resulta agotador.
Estrés agudo episódico:
Se presenta en personas que tienen estrés agudo con frecuencia, cuyas vidas son tan
desordenadas que son estudios de caos y crisis, siempre están apurados pero siempre llegan
tarde, si algo puede salir mal les sale mal. Asumen muchas responsabilidades, tienen muchas
responsabilidades y no pueden organizar la cantidad de exigencias autoimpuestas ni las
presiones que reclaman su atención.
Estrés crónico:
El estrés agudo puede ser emocionante y fascinante pero el estrés crónico no lo es, es
agotador que desgasta a las personas día tras día, año tras año. Destruye el cuerpo, la mente y
la vida. Surge cuando una persona nunca ve una salida a una situación deprimente, las
exigencias y presiones implacables durante periodos aparentemente interminables, sin
esperanzas ya no buscan solución. (Miller, 2020)
SÍNDROME DE BURNOUT
El Síndrome de Burnout sería la respuesta extrema al estrés crónico originado en el contexto
laboral y tiene repercusiones de índole individual, también afecta aspectos organizacionales y
sociales. (García A. J., 2020)
Esta es una de las maneras que tienen de progresar el estrés laboral. Los cambios ocurridos
en el entorno socioeconómico y en el mercado laboral han contribuido al desarrollo y a la
extensión del Burnout en el trabajo. (Torrades, 2007)
INTRODUCCIÓN
El estrés y las enfermedades psicosomáticas actualmente son más frecuentes y afectan la
salud de los individuos, así como de su rendimiento profesional. El tema del estrés es un
asunto que adquiere mayor importancia, una característica de las sociedades contemporáneas
es el estrés laboral debido a las exigencias del entorno profesional, esta situación puede causar
saturación física o mental del trabajador. Bajo esta condición se generan diversas
consecuencias que no solo perjudican la salud, sino también la relación con su entorno más
próximo. El estrés laboral surge cuando las demandas del entorno sobrepasan la capacidad de
la persona para enfrentarlas. Este trastorno se presenta de diversas formas, los síntomas más
frecuentes van desde la irritabilidad a la depresión, y por lo general están acompañados de
agotamiento físico. En la actualidad se ha manifestado un número considerable de docentes
que muestra molestia hacia la institución en la que laboran por motivos diversos, entre los que
se destacan las condiciones laborales y la presión a la que están expuestos diariamente. Estas
condiciones trae como resultado la aparición de estrés, crisis psicológicas y falta de motivación,
problema que incide directamente en la calidad educativa, pues provoca menor interés por los
alumnos, ausentismo y actitudes negativas con respecto a sus compañeros de trabajo. Lo cual
obstaculiza el buen funcionamiento de una institución escolar.
Como lo expresa Rodríguez en 2017 el estrés se deriva en diferentes áreas y ramas
dependiendo de las cualidades en las que se presente dentro de ellas el síndrome de Burnout
(SB) o síndrome de desgaste profesional, síndrome de sobrecarga emocional, síndrome del
quemado o síndrome de fatiga en el trabajo fue declarado, en el año 2000, por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) como un factor de riesgo laboral, debido a su capacidad para
afectar la calidad de vida, salud mental e incluso hasta poner en riesgo la vida del individuo que
lo sufre. Un individuo con SB posiblemente no dará un buen servicio a los clientes, pacientes o
alumnos, será inoperante en sus funciones o tendrá un problema de ausentismo, exponiendo a
la organización a pérdidas económicas y fallos en la consecución de metas. (Rodríguez, 2017)

En las áreas que con mayor incidencia que se presenta este síndrome es en médicos que se
encuentran en el área de la salud y en maestros que se encuentran en el área de la docencia,
el síndrome de Burnout en docentes universitarios, puede considerarse como un deterioro de la
salud mental de éstos, teniendo consecuencias negativas en su desempeño laboral. Se sabe
que el docente desarrolla diferentes actividades en las áreas de docencia, extensión e
investigación; sin embargo, algunas veces, se pueden sentir cansados y sin interés alguno de
responder a las tareas que se le asignan. En el caso particular del profesorado, numerosos
autores a lo largo de los últimos años han realizado y defendido la necesidad de investigar el
fenómeno del Burnout en esta profesión, y todos han podido constatar que el síndrome no es
cuestionable en el caso de la docencia, ya que en estos profesionales se desarrollan problemas
somáticos y psicológicos que dañan significativamente su labor académica y afectan las
relaciones con los alumnos y la calidad de enseñanza.
Entre los docentes el carácter estresante en su profesión es cada vez más alto, los maestros
presentan perfiles epidemiológicos que los distinguen de otros profesionales, las patologías
más frecuentes son las alteraciones circulatorias, del aparato fonológico y los trastornos de
salud mental, en especial la ansiedad y la depresión. Su interacción con el entorno: la escuela,
con sus peculiaridades y complejidades pueden generar sentimientos ambiguos y respuestas
contradictorias y frustraciones. Podemos ver un trastorno adaptativo asociado a un inadecuado
afrontamiento de las demandas psicológicas del trabajo que daña, o perjudica la calidad de
vida de las persona que lo padece, disminuye la respuesta personal y repercute negativamente
en la calidad de la enseñanza. (Guerrero, 2005)

HISTORIA
En cuanto a la historia del término estrés fue originalmente utilizado en el campo de la
ingeniería para describir un elemento que ejercía esfuerzo físico en una estructura. También lo
encontramos en los sistemas biológicos y se define por lo general como una condición que
perturba seriamente la homeostasis fisiológica y/o psicológica de un organismo. Las
consecuencias fisiológicas profundas del estrés fueron mostradas de manera empírica por
primera vez Hans Selye en 1936. Quien describe un síndrome producido por diversos agentes
nocivos. Investigaciones subsecuentes mostraron un amplio rango de efectos fisiológicos
adversos del estrés tanto en animales como en humanos, incluyéndose: crecimiento de las
suprarrenales, atrofia del timo y de los ganglios linfáticos, incremento del tono cardiovascular y
supresión del sistema inmune y ulceras gástricas. En décadas recientes una línea importante
de investigación en neurociencias ha demostrado que experiencias estresantes pueden tener
un aspecto negativo en algunas de las funciones cerebrales. Se ha reconocido que el estrés es
un mecanismo adaptativo para responder efectivamente en tiempo real ante una amenaza que
pone en riesgo la vida. Hans Selye describió 3 etapas del estrés: alarma o reacción, adaptación
y agotamiento o descompensación. En la última etapa se produce la pérdida de recursos
adaptativos que va acompañada de un grupo típico de síntomas de ansiedad. (Gutiérrez, 2006)
Cuando hablamos de estrés debemos saber que se divide y categoriza dependiendo de los
factores en que se presenta, hablando del Síndrome de Burnout el primer caso reportado
(síndrome de desgaste profesional) en la literatura fue hecho por Graham Greens en 1961, en
su artículo “a burnout case”. Luego, en 1974, el psiquiatra germano-estadounidense Herbert J.
Freudenberger realizó la primera conceptualización de este patología, a partir de observaciones
que realizó mientras laboraba en una clínica para toxicómanos en New York y notó que muchos
de sus compañeros del equipo de trabajo, luego de más de 10 años de trabajar, comenzaban a
sufrir pérdida progresiva de la energía, idealismo, empatía con los pacientes, además de
agotamiento, ansiedad, depresión y desmotivación con el trabajo. En 1982, la psicóloga
Cristina Maslach, de la Universidad de Berkeley, California y el psicólogo Michael P. Leiter, de
la Universidad de Acadia Scotia crearon el Maslach Burnout Inventory (MBI) -que desde 1986
es el instrumento más importante en el diagnóstico de esta patología-. Maslach en su
descripción del síndrome, limitó el SB a los profesionales que interactúan con personas en su
quehacer laboral.
En 1988, Pines y Aronson atravesaron las fronteras establecidas por Maslach y plantean que
cualquier tipo de profesional puede padecerlo, aunque no brinde ayude a otras personas.
(Borda, 2007)
DEFINICIÓN
Se reconoce como un factor de riesgo laboral por parte de la OMS y su corriente diagnóstico
por parte de médicos y profesionales de la salud mental, cabe mencionar que el Síndrome del
quemado no entra en la Clasificación internacional de enfermedades (CIE-10), ni en el Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSMIV), ni se incluyó en la nueva versión
del Manual de la Asociación Estadounidense de Psicología (DSM-V).
También encontramos que la definición más aceptada es la de C. Maslach, que lo describe
como una forma inadecuada de afrontar el estrés crónico, cuyos rasgos principales son el
agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño personal. Para
P. Gil-Monte lo define como “una respuesta al estrés laboral crónico integrado por actitudes y
sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol
profesional, así como por la vivencia de encontrarse agotado”. Ambas definiciones coinciden en
apuntar que es una inadecuada respuesta al estrés crónico el detonante de este padecimiento.
(Lachiner, 2015)
En 1974 encontramos a Freudenberger que es una de las referencias más importantes al ser el
primero en hacer la mención como Síndrome de Burnout que lo define como “Condición
psicológica especifica en la que la gente sufre agotamiento emocional”
Para 1981 Maslach y Jackson lo define como “Síndrome de agotamiento emocional que se
produce en respuesta a los factores estresantes y tensiones de la vida profesional”

EPIDEMIOLOGÍA

El instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) menciona que el 75% de los mexicanos padece
fatiga por estrés laboral, superando países como China y Estados Unidos.
Según la organización mundial de la salud, el estrés laboral será la nueva epidemiologia del
siglo XXI. En México se registran aproximadamente 19,000 infartos al año, causados por estrés
laboral. Este padecimiento representa pérdidas entre un 0.5% y un 3.5% del producto interno
bruto (PIB) de los países de acuerdo con cifras reveladas por la organización mundial del
trabajo (OIT) una encuesta hecha por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dio a
conocer que México ocupa el primer lugar con más porcentaje de estrés relacionado al trabajo
a nivel mundial. Esta situación ocasiona pérdidas que van desde 5,000 a 40,000 millones de
dólares al año. (Rodríguez, 2017)
Un estudio realizado en México en médicos especialistas encontró una prevalencia para el
síndrome de Burnout del 51.3%, para agotamiento emocional de 31.1%, para baja realización
personal del 35.3% y en despersonalización el 18.5%. (Castillo, 2015)
Botero en 2012 describe que se han encontrado características que aumentan la prevalencia
del Síndrome de Burnout en docentes universitarios entre las que se encuentran “multiplicidad
de tareas, sobrecarga de trabajo, limitación del tiempo para cumplir con las actividades
académicas, falta de reconocimiento, carga mental, espacios de trabajo inadecuados, falta de
una remuneración que compense los esfuerzos y bajas relaciones sociales en el trabajo”
(García P. A., 2017)

PRESENTACIÓN CLÍNICA
Aceves en 2006 identifica 3 componentes del SB
1. Cansancio o agotamiento emocional: pérdida progresiva de energía, desgaste, fatiga.
2. Despersonalización: construcción, por parte del sujeto, de una defensa para protegerse de
los sentimientos de impotencia, indefinición y frustración.
3. Abandono de la realización personal: el trabajo pierde el valor que tenía para el sujeto.
Estos componentes se presentan de forma insidiosa, no súbita, si no paulatina, cíclica, puede
repetirse a lo largo del tiempo, de modo que una persona puede experimentar los tres
componentes varias veces en diferentes épocas de su vida y en el mismo o en otro trabajo.
Existen varios tipos de manifestaciones que podemos considerar como signos de alarma o en
ocasiones como parte ya del cuadro clínico en sí como: negación, aislamiento, ansiedad, miedo
o temor, depresión (siendo uno de los más frecuentes en este síndrome y uno de los síntomas
más peligrosos ya que puede llevar al suicidio), ira, adicciones, cambios de personalidad,
culpabilidad y autoinmolación, cargas excesivas de trabajo, se puede presentar como cambios
en los hábitos de higiene y arreglo personal, cambios en el patrón de alimentación, con pérdida
o ganancia de peso exagerada, pérdida de la memoria y desorganización, dificultad para
concentrarse y puede haber trastornos del sueño. La clínica del síndrome se esquematizó en
cuatro niveles:
• Leve: quejas vagas, cansancio, dificultad para levantarse a la mañana.
• Moderado: cinismo, aislamiento, suspicacia, negativismo.
• Grave: enlentecimiento, automedicación con psicofármacos, ausentismo, aversión, abuso de
alcohol o drogas.
• Extremo: aislamiento muy marcado, colapso, cuadros psiquiátricos, suicidios.
(Lachiner, 2015)

DIAGNÓSTICO
La prueba más utilizada para el diagnóstico del síndrome de fatiga en el trabajo es el Maslach
Burnout Inventory: que consta de 22 enunciados y cuestionamientos sobre los sentimientos y
pensamientos en relación con la interacción con el trabajo, los cuales se valoran en un rango
de 6 adjetivos que van de “nunca” a “diariamente”, dependiendo de la frecuencia con la que se
experimenta cada una de las situaciones descritas en los ítems. Dichos enunciados están
diseñados de forma que se evalúen los 3 componentes del SB citados anteriormente
(agotamiento emocional, despersonalización y realización personal en el trabajo). De hecho, se
agrupan en tres subes calas, una para cada uno de los componentes del síndrome del
quemado (Gil, 2009).
Las puntuaciones deben estar separadas, cada subes cala y no combinarlas en una puntuación
única, porque si se combinaran, no sería posible determinar en cual área es que el paciente
tiene más afección. En cuanto al resultado, tanto el constructo de quemarse como cada una de
sus dimensiones son consideradas como variables continuas, y las puntuaciones de los sujetos
son clasificadas mediante un sistema de percentiles para cada escala.
Además del MBI, existen otros instrumentos que permiten evaluar el síndrome de Burnout,
varios de ellos evalúan aspectos diferentes a los 3 componentes clásicos:
• El Copenhagen Burnout Inventory (CBI) valora el desgaste personal, el relacionado al trabajo
y el desgaste relacionado con el cliente
• El Oldenburg Burnout Inventory (OLBI), a diferencia de los anteriores, solo evalúa el
agotamiento y la falta de compromiso con el trabajo
• El Cuestionario para la Evaluación del Síndrome de Quemarse en el Trabajo, esta escala
española, a diferencia de los anteriores, incluye la “ilusión (desilusión progresiva, pérdida del
sentido del trabajo y las expectativas)” como aspecto a evaluar como parte del SB.
(Lachiner, 2015)

TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN
Consisten en estrategias que permitan modificar los sentimientos y pensamientos referentes a
los 3 componentes del SB, algunas de ellas son:
1. Proceso personal de adaptación de las expectativas a la realidad cotidiana.
2. Equilibrio de áreas vitales: familia, amigos, aficiones, descanso, trabajo
3. Fomento de una buena atmósfera de equipo: espacios comunes, objetivos comunes.
4. Limitar la agenda laboral
5. Formación continua dentro de la jornada labora (Lachiner, 2015)
Sumado a estos puntos que se desarrollan para el tratamiento y la prevención son:
Tiempo adecuado para cada paciente.
Minimizar la burocracia con apoyo de personal auxiliar.
Coordinación con espacios comunes, objetos y compartidos.
Diálogo efectivo con las autoridades. (Gutiérrez, 2006)
En la bibliografía revisada hemos encontrado algunas clasificaciones de estrategias
individuales para el tratamiento y prevención del Síndrome de Burnout y algunas
comparaciones entre los beneficios de cada una de ellas. En este sentido podríamos
categorizar en:
Técnicas fisiológicas:
Orientación a reducir la actividad fisiológica y el malestar emocional y físico provocado por las
fuentes de estrés laboral. Se destacan las técnicas de relajación física, el control de la
respiración y el biofeeback.
Técnicas conductuales:
El fin es conseguir que la persona domine un conjunto de habilidades y competencias que le
permitan afrontar los problemas laborales. Se destacan el entrenamiento en habilidades
sociales, técnica de solución de problemas, técnicas de autocontrol, pequeños descansos
durante la jornada laboral, control y mejora de algunos recursos como el dinero, acceso a la
información, servicios sociales, dieta equilibrada, ejercicio físico, no fumar ni beber en exceso y
no consumir fármacos psicoactivos.
Técnicas cognitivas:
Busca mejorar la percepción, la interpretación y la evaluación de los problemas laborales y de
los recursos personales que realiza el individuo. Se destacan la desensibilización sistemática,
la detención del pensamiento, la inoculación del estrés, la reestructuración cognitiva, el control
de pensamientos irracionales y terapia racional emotiva.
Estrategias de intervención social:
Se busca romper el aislamiento y mejorar los procesos de socialización al potenciar el apoyo
social a través de políticas de trabajo cooperativo. En esta estrategia se propone reuniones de
grupos profesionales para romper el aislamiento laboral, trabajo en equipo y los equipos
multidisciplinarios.
Estrategias de intervención organizacional:
Se han dirigido a la modificación de los aspectos disfuncionales en la estructura de la
organización, la comunicación, la formación de los profesionales, los procesos de toma de
decisiones, el ambiente físico, los turnos y el reparto de tareas. (Guerrero, 2005)

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