Náuseas y Vómitos
Náuseas y Vómitos
Náuseas y Vómitos
Definición
Las náuseas y los vómitos constituyen una respuesta sintomática inespecífica a gran
variedad de condiciones.
Hay situaciones que están relacionadas con este tema como lo son las
Etiología
Procesos abdominales.
Fisiopatología:
Vamos a asociar las náuseas con una disminución de la actividad del estómago y del
intestino delgado y estás van a estar acompañadas por actividad parasimpática.
Cuando el centro del vómito recibe un estímulo por la vía aferente por exposición ya sea a
olores, dolor, distensión antral, intestinal, inflamación peritoneal entre otros, esto va a
provocar una respuesta por las vías eferentes (nervios frénicos, espinales y fibras vagales
responsables del cuadro neurovegetativo) que produce el vómito.
La elevación del velo del paladar y el cierre de la glotis van a impedir el paso del material
expulsado hacia las fosas nasales y hacia las vías aéreas.
La zona reflexógena quimiorreceptora está en la zona posterior del piso del ventrículo
carece de barrera hematoencefálica que activan sustancias que circulan en sangre,
fármacos citotóxicos, alteraciones metabólicas como (uremia, hipercalcemia), cetoacidosis
diabética, entonces cuando esta zona reflexogena se activa envía impulsos al centro del
vómito.
Clasificación:
Tipos de vómitos:
Los vómitos que contienen alimentos sin digerir nos van a sugerir una patología esofágica
como lo es la estenosis grave, acalasia o divertículo de Zenker.
Los vómitos en borra de café indican daño mucoso, por ejemplo; úlcera y tumor.
Síntomas asociados:
Dolor: puede indicar patología biliar o pancreática y obstrucción intestinal (cólico),
en este caso el dolor precede al vómito.
Complicaciones
Síndrome de Mallory Weis: es la hemorragia digestiva que se manifiesta como
hematemesis luego de arcadas o vómitos no hemáticos, secundaria al desgarro de
la mucosa de la unión esofagogástrica.
Contexto clínico
Las náuseas y los vómitos pueden aparecer en una gran variedad de situaciones clínicas
que se describen a continuación:
1. Urgencias abdominales: varias causas de abdomen agudo como, apendicitis,
colecistitis, pancreatitis, peritonitis, obstrucción intestinal y obstrucción de la vía
biliar aparecen acompañadas por náuseas y vómitos.
2. Alteraciones del tubo digestivo: gastroenteritis, dispepsia, úlcera péptica,
gastroparesia, disritmias gástricas, intoxicación alimentaria.
3. Infecciones del aparato digestivo: virales (rotavirus, adenovirus) bacterianas
(staphylococcus aureus, bacillus cereus, salmonella, clostridium perfringens)
parasitarias.
4. Infecciones sistémicas agudas: otitis media, meningitis, hepatitis, pielonefritis y
neumonía.
5. Alteraciones endocrinológicas y metabólicas: cetoacidosis diabética,
hipercalcemia, uremia, hiperparatiroidismo, hipoparatiroidismo y enfermedad de
Addison.
6. Embarazo: Primer trimestre (hiperémesis gravídica ocurre en el 1 al 5% de los
casos con máxima incidencia en la novena semana) tercer trimestre: hígado graso
agudo.
7. Posoperatorio: Ocurre en el 17 al 37% de los casos, es más frecuentes en
mujeres jóvenes que reciben anestesia general y luego de cirugías abdominales.
8. Fármacos y drogas: numerosos fármacos pueden causar náuseas y vómitos
(antiinflamatorios no esteroides, codeína, colchicina).
9. Los vómitos secundarios a agentes quimioterápicos se pueden clasificar en;
agudos, tardíos y anticipatorios. El consumo de marihuana ha sido asociado con
cuadro de vómitos recurrentes.
Anamnesis
En primera instancia hay que diferenciar el vómito de la regurgitación o la rumiación, y
definir el contexto clínico en el que aparece, es esencial determinar la duración de los
síntomas y si el paciente presenta un cuadro autolimitado, como una gastroenteritis viral,
o un cuadro más grave que requiere internación y la realización de estudios
complementarios.
Es importante, además, tener en cuenta las características del vómito, el momento en el
que ocurre y los síntomas asociados.
Se debe indagar:
1. Evolución, frecuencia y gravedad de los síntomas
2. Relación de los síntomas con las comidas
3. Características organolépticas del vómito
4. Síntomas asociados
Examen físico
Inicialmente se debe examinarse los signos vitales y la presencia de signos que indiquen
deshidratación, la frecuencia cardiaca, la temperatura axilar y rectal, y si existe
hipotensión ortostática.
Exámenes complementarios:
Los análisis de laboratorio sirven para investigar la causa y evaluar las
consecuencias del vómito, es frecuente hallar hipopotasemia, aumento de la urea
en relación con la creatinina por la deshidratación y alcalosis metabólica por la
pérdida de iones hidrógeno y por la contracción del volumen del líquido
extracelular.
Otros estudios que deben realizarse según el contexto clínico de cada paciente
son: hepatograma, amilasa, albúmina, calcemia, TSH, niveles séricos de fármacos
como teofilina o digoxina.
Hay que tener presente que en el 22% de los pacientes con algún grado de
obstrucción intestinal la radiografía es normal o muestra hallazgos inespecíficos.
Etiología de la fiebre:
La fiebre es una manifestación característica de la mayoría de las enfermedades
infecciosas y, en algunos casos, indica que el paciente tiene una emergencia médica. Sin
embargo, la fiebre puede mostrar muchas enfermedades: inflamatorias, traumáticas,
mediadas inmunológicamente, metabólicas agudas, vasculares, hematopoyéticas,
endocrinas, genéticas entre otras que pueden expresarse mediante fiebre. En el paciente
inmunocompetente, la mayoría de las veces es una manifestación de una enfermedad
infecciosa común. Como infecciones de las vías aéreas superiores (resfrió común, gripe,
faringitis), de la piel, de las vías urinarias o neumonía.
Fisiopatología:
Entonces aquí nos vamos a encontrar con que la fiebre es una respuesta adaptativa
normal del cerebro que es repetitiva, o sea que siempre es la misma, independientemente
del desencadenante, o sea, de la etiología que presenta, mediada por una cascada de
citocinas y prostaglandinas y producidas por procesos múltiples que generan inflamación.
La capacidad de elevar la temperatura corporal en respuesta a un estímulo inflamatorio no
depende exclusivamente del paciente.
Vamos a encontrar pirógenos que son agentes capaces de producir la fiebre, actuando
sobre el centro termorregulador del hipotálamo.
Por lo menos una docena de citocinas son capaces de producir fiebre y se les denomina
pirógenos endógenos que se generan en las células del huésped, para hablar mejor de
este mecanismo febril, vemos que el el primer paso es la detección de lipopolisacáridos
(LPS), que son parte de los componentes de la pared de bacterias gramnegativas y a las
que se une una proteína inmunológica llamada proteína de unión lipopolisacárido (LBS);
3) esos factores citocinéticos son liberados en la circulación general y llegan a los órganos
circunventriculares del cerebro, donde la barrera hematoencefálica es reducida;
Clasificación:
¿Qué tipos de fiebre existen?
La fiebre ayuda a nuestro cuerpo a superar enfermedades y a combatir amenazas
potencialmente peligrosas, por lo que no debe ser algo que nos preocupe, pues es señal
de que el organismo está luchando contra algo. Solo cuando la fiebre es superior a los
39’4 °C habría que solicitar atención médica.
La fiebre puede clasificarse en distintos tipos. A continuación, los analizaremos uno por
uno.
SEGÚN SU PROGRESO
Todos hemos tenido fiebre alguna vez, y sabemos que no siempre progresa del mismo
modo ni se alcanzan picos de temperatura iguales. Por ello, en función de cómo
evoluciona en el tiempo, hay cuatro tipos de fiebre.
1. Febrícula
La febrícula es aquel aumento de la temperatura corporal que no llega a superar los
37’9 °C, por lo que no se considera fiebre como tal. Además, no hay un pico claro de
temperatura, sino que se mantiene estable en esas durante un tiempo más o menos largo.
Algunas infecciones leves, como por ejemplo el resfriado común, cursan con esta
febrícula.
2. Fiebre en pico
La fiebre en pico es la más frecuente en las enfermedades infecciosas, la gripa como
más claro ejemplo.
3. Fiebre remitente
La fiebre remitente no es tan común como las dos anteriores. Algunas enfermedades
inflamatorias (generalmente reumáticas) hacen que la temperatura suba y baje a lo largo
del día, haciendo que haya picos de fiebre que van apareciendo y desapareciendo. Es
decir, durante un mismo día, la fiebre “va y viene”.
4. Fiebre recidivante
Propia de enfermedades poco frecuentes en los países desarrollados como por ejemplo el
paludismo, la fiebre recidivante es aquella similar a la remitente, aunque en este caso
los picos de fiebre no aparecen y desaparecen el mismo día, sino que se tiene fiebre
durante varios días, después unos días con temperatura normal y después se vuelve a
tener fiebre, siguiendo así un ciclo.
SEGÚN SU CAUSA
Si bien es cierto que las infecciones son el motivo por el que más frecuentemente
desarrollamos fiebre, hay muchas otras situaciones y enfermedades no infecciosas
que pueden disparar este aumento de la temperatura corporal.
la mayoría de las veces que un patógeno coloniza alguno de nuestros órganos o tejidos,
tenemos fiebre. Y es que este aumento de la temperatura corporal va a ser mecanismo de
defensa de nuestro cuerpo para eliminar esta amenaza lo más rápido posible.
Con la fiebre, el sistema inmune va a trabajar de forma más rápida y, además, como los
gérmenes más comunes solo crecen bien a 36-37 °C, con este aumento de la
temperatura se frena su crecimiento.
3. Fiebre oncológica
La presencia de cánceres como el cáncer de páncreas, de hígado, de estómago,
colon, entre otros, también suelen disparar un aumento de la temperatura corporal, y es
que el sistema inmune detecta estos crecimientos tumorales e intenta neutralizarlos. De
hecho, el sistema inmune actúa de la misma manera contra estos cánceres que contra las
bacterias, virus y cualquier tipo de patógeno. Por ello, para trabajar de forma más activa y
eliminarlo antes de que provoque daños, la temperatura corporal aumenta.
Las vacunas nos dan inmunidad sin tener que enfermar. Sin embargo, es común que las
vacunas provoquen algo de fiebre. Y no porque sean tóxicas, sino simplemente porque el
sistema inmune cree que realmente está siendo atacado, pues cree que esas partes
inactivas son el patógeno real. Por ello, el cuerpo aumentará la temperatura para
estimular el sistema inmune.
Además, la fiebre tiende a ser baja ya que el organismo ve rápidamente que aquello no es
una amenaza peligrosa.
Presentación clínica
•Síntomas: Malestar general, decaimiento, sensación de frío que puede alternar con
sensación de calor. Además, podrá existir cefalea, palpitaciones, sed, anorexia,
somnolencia, hiperestesia cutánea, polialgia y fotofobia.
•Signos: Facie febril (rubicundez, piel sudorosa, ojos brillantes), la cual dependerá de la
etapa de evolución de la fiebre, dado que inicialmente habrá palidez y piel fría
especialmente en extremidades.
Anamnesis:
En la anamnesis se preguntará por el tiempo de evolución, su intensidad y su ritmo; la
presencia de síntomas acompañantes (mialgias, artralgias, cefalea, escalofríos,
exantemas) permitirá detectar eventos previos a la elevación de temperatura como, por
ejemplo, enfermedades previas, procedimiento quirúrgico, fecha de última vacuna,
exposición al calor ambiental excesivo (lugares o ciudades calientes), producción
exagerada de calor corporal por actividad física intensa, uso de algunas drogas o
picaduras de insecto.
Examen físico:
Hay qué examinar:
Estado general del paciente, confirmar alza febril, Signos vitales, nivel de hidratación y
búsqueda de la probable enfermedad de origen mediante un examen físico completo
general y segmentario.
Diagnóstico:
En el enfoque de un paciente con fiebre deben considerarse las distintas formas de
presentación de esta en el contexto de los mecanismos de defensa del huésped. Así
podrán identificarse las situaciones clínicas que se describen a continuación
Por ejemplo: La gastroenteritis viral es una inflamación o hinchazón del estómago y los
intestinos a raíz de un virus. La infección puede llevar a que se presente diarrea, vómitos
y también puede cursar con fiebre.
La mayoría de las veces es la manifestación de una enfermedad común. Las causas más
frecuentes son: infecciones de las vías aéreas superiores resfrio común, gripe, faringitis.
Infección de la piel y las partes blandas, infección urinaria y neumonía.
FIEBRE PROLONGADA
El segundo requisito es que la fiebre haya persistido durante un determinado tiempo (tres
semanas) esto tiene como objetivo excluir las enfermedades febriles autolimitadas,
aquellas fácilmente identificables con un estudio simple y a las personas sanas cuya
temperatura corporal normal excede ligeramente el rango habitual normal (hipertermia
habitual)