El Dador Agradecido

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El dador agradecido

Génesis 28:20-22

Gén 28:20  Luego Jacob hizo el siguiente voto: «Si Dios en verdad está conmigo y me
protege en este viaje, y si él me provee de comida y de ropa,  
Gén 28:21  y si yo regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el SEÑOR
ciertamente será mi Dios.  
Gén 28:22  Y esta piedra que levanté como columna conmemorativa será un lugar de
adoración a Dios, y yo le daré a Dios una décima parte de todo lo que él me dé».  

Este texto, de carácter narrativo, ilustra el compromiso de un creyente que comprende que
Dios es la única razón de la existencia, así como el proveedor y sustentador en todos los
sentidos.

Efectivamente, Jacob, después de haber engañado a su padre, por indicación de su madre, al


hacerse pasar por su hermano Esaú, es enviado por Isaac a Harán, el lugar donde vivía Labán, el
hermano de Rebeca, madre de Jacob. En ese caminar, se detuvo en cierto lugar a dormir y vio en
un sueño al Señor que le prometía que iba a estar con él, que le iba a dar la tierra donde estaba
durmiendo, que lo iba a multiplicar abundantemente y que iba a bendecir a toda la gente de la
tierra a través de él y su descendencia (Génesis 28:10-15). Como reacción a ese sueño, fuera de lo
común, Jacob hizo el voto que describe el relato que nos ocupa.

En el sueño, el Señor prometió a Jacob que estaría con él en su viaje de ida y venida, que
entregaría esa tierra a sus descendientes, por lo tanto, el condicional del voto de Jacob era más
bien un “puesto que:”

- Dios está conmigo y me protege en este viaje


- Dios me provee de comida y de ropa  
- Regresaré sano

entonces Jacob prometió:

- El Señor será mi Dios


- Una piedra erigida como señal conmemorativa de la habitación de Dios
- De todo lo recibido, daré el diezmo a Dios
Este voto luego es como un compromiso de Jacob con el Señor, que parte de un corazón
agradecido, que reconoce la grandeza de Dios y su accionar en proveer para sus
necesidades.

Aunque no se dan detalles sobre la forma de cumplir con algunos aspectos de este voto,
varias lecciones derivan de esta historia. Una de ellas es que el diezmo es mencionado
aquí, posiblemente unos 1800 años antes de Cristo. Uniendo esto con el relato cuando
Abraham tributó diezmos a Melquisedec, unos 2000 años antes de Cristo, es posible asumir
que el mismo constituía una práctica antiquísima.

Es de observar que tanto Abraham como Jacob, ofrecieron diezmos en forma voluntaria,
desprendida y sin presiones, o por lo menos no hay registros que indiquen lo contrario.
Pero, luego en la ley, el diezmo parte de un mandamiento, según se observa:

Deu_14:22 Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que


rindiere tu campo cada año.

En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo asume el compromiso de gestionar


una ofrenda para los hermanos de la Iglesia en Jerusalén, en la que da
lineamientos que podrían asemejarse a lo que es el diezmo, por ejemplo:

1Co 16:2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte
algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se
recojan entonces ofrendas.

Observese, “según haya prosperado”, que es parecido a lo que sucedió en el


relato de Jacob, es decir, Dios lo prosperaría y el daría el diez por ciento de esa
prosperidad.

Debe entenderse que en el marco de la ley, el diezmo obedece a un propósito, como lo era
el mantenimiento del culto en Israel.

Núm 18:21  En cuanto a la tribu de Leví, tus parientes, los recompensaré por su servicio en el
tabernáculo. En lugar de una asignación de tierra, les daré los diezmos de toda la tierra de Israel.  

De igual modo, en el Nuevo Testamento, recibimos instrucciones inspiradas sobre el uso de


las ofrendas en la Iglesia, a saber:

1Co 9:13 ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas,
comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?

1Co 9:14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que
vivan del evangelio.
En ocasión de recolectar ofrendas para la construcción del primer templo, David presenta
una oración a Dios, donde se anticipa a lo que es el dar en el marco de la gracia. Luego de
decirle al Señor que:

1Cr 29:11 Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria


y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son
tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.

Luego, mas adelante pasa a decir:

1Cr 29:14 Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos
ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido
de tu mano te damos.

Es una hermosa oración que nos anima a hacerla nuestra, a vivirla en la responsabilidad
que como creyentes tenemos, en el mantenimiento de la obra del Señor.

Hno. Rafael Guedez, enero 2021

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