Aurora Venturini Tapas Libro

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 54

Jose Tcherkaski - Maria Jose Seoane

AURORA VENTURINI

UNA LARGA CONVERSACION


José Tcherkaski - Mará José Seoane

AURORA VENTURINI
La Maldita
Tcherkaski, Jose / Seoane Maria Jose
Aurora Venturini. La Maldita
1° edicion xx ejemplares
1. Entrevistas. Ensayo.
ISBN:

Maquetacion y diseño: Maria Jose Seoane

Fotografias: Archivo Clarín ,

Entrevista: Jose Tcherkaski, Maria Jose Seoane

Tapa y contratapa: láminas del Test de Rorschach.

Ninguna parte de esta publicacion puede ser reproducida, almacenada


o transmitida en manera alguna, ni por ningun medio, ya sea gráfico,
electrico, quimico, mecanico, optico, de grabacion o de fotocopia sin
previo permiso de los autores
- Aurora, en su epitafio imaginario ¿que
deseara que dijere?

- Que era una maldita.


MAL DE AURORA

Aurora no es lo que una foto suya muestra. Su imagen penetra al


observador antes que uno pueda acercarse a enfocarla. Lo mismo
sucede con su literatura. En una reunion con amigos nombramos
su libro Las primas y todo lo sucedido alrededor de él. Todo cono-
cido. Pero algo quedaba “colgado”, sentí que la pregunta “¿Quien
es “la venturini”? se podía intentar contesrar de muchas maneras.
La entrevista, cómo la conoce mi compañero Jose Tcherkaski era la
puerta. Se lo propusé. José Aceptó, y empezamos a trabajar. Mi sos-
pecha, la de un espacio inexplorado, sagrado, silencioso, que sólo
entrelineas se podia encontrar en su prosa empezaba a tomar forma.
Insistimos: ¿Quien es Venturini, desde qué lugar escribe? El comien-
zo fue desconcertante. Busqué toda su obra. Los datos en internet
eran todos referidos al suceso último. Con Wikipedia tome los pri-
meros apuntes. Figuraban 30 títulos aproximadamente sin detallar
en todos los casos año depublicacion, editorial ni género. El paso
siguiente fue mercado libre, mucha venta de Las primas y El marido
de mi madrastra pero de lo anterior, poco y nada. Salvo una joyi-
ta “Los cantos de Maldoror”, traduccion de Aurora Venturini de los
poemas de Isidore Ducasse. La Biblioteca de la Universidad de La
Plata y el archivo de el diario El Dia me llevaron a los años ´´40 y sus
primeros poemas. La Biblioteca Nacional completó mi busqueda
porque habia adquirido muchos de sus libros de la biblioteca de
su ex marido fallecido Fermin Chavez. Lo más emocionante fue la
expedicion a la la biblioteca de mis abuelos maternos en la que en-
contré Nosotros nos Caserta con la siquiente dedicatoria: “Para Ro-
dolfo Schelotto Sergio y Maria Balcarse con mi amistad de platense.
Aurora Venturini Tel: XXX. 20 - XI- 93
Marria Jose Seoane, Jose Tcherkarki, Aurora Venturini

Para Maria Bonita, la hadita del ruso.


Aurora Venturini
6-IX 2014 en La Plata
“Contacto de ánimas”
(manuscrito original de Aurora venturini dedicado: “Para el ruso y la hadita”)
UNA LARGA CONVERSACION ... CON AURORA VENTURINI

(…) Alvear era más francés que argentino. Vivía en patas ca-
minando por la arena, con un batón. Yo salía corriendo y lo
agarraba de las piernas. Me levantaba y me pegaba a su cara,
era suavecita. Estaba enamorada de Alvear. “¿Dónde está la
mamá de esta niña?”, decía. Yo decía que me iba a casar con él.
Cada vez que lo veía él me agarraba en brazos. Fueron como
cuatro veces. Mi mama era maestra, se pasó la vida trabajando.
Hay cosas que se olvidan y de pronto te vuelven a la memoria.
Mi familia era radical. Había plata. Después vino el año ´30 y a
mi mama la trasladaron a una escuela, muy lejos.

Entonces usted tiene dos persecuciones. Una por radical y


otra por peronista.
Sí. Pero yo era muy chica. Tenía 6 o 7 años. Escribí un libro
hablando de eso.

¿Cómo se llama?
Está en la imprenta. Es “Castadiva?, peludos y orejudos”. Los
peludos son los radicales.

María consiguió hace unos días un libro suyo que es la tra-


ducción de Lautremont, “Mal de Aurora”, yo quería pre-
guntarle sobre lo que usted dice de Lugones, Borges hablo
mucho de Lugones pero nunca oí que lo considerara un
“maldito”.
Borges no sabía de literatura francesa. Sabía literatura inglesa.
Pero Lautremont ha sido criticado, robado. El libro mío es muy
bueno. ¿Lo venden ahora?
No, lo conseguimos usado, por internet. Este año se re-editó
la traducción de Aldo Pellegrini.
Sí, pero la mía es mejor. Porque es traducción y trabajo de en-
sayo.

¿Usted conoció a Lugones?


No, conocí a Rega Molina.

Esa relación que usted hace entre Lautremont y Lugones, es


poco conocida…
Hay que leer los cuentos fantásticos de Lugones. Pichón Rivie-
re también habla de esto. Yo soy Lacaniana. Soy psicóloga.

Ah, y porqué esa distinción entre la escuela de Lacan


Lacan es freudiano. A Freud habría que hacerle una estatua de
muchos metros.

¿Cómo llega usted a Lacan?


Por Béla Székely, querido. Yo estudie filosofía y Ciencias de la
educación en La Plata.

Y después estudia psicología en Francia…


Conocí a Rorschach, fui discípula de él, que me enseño a hacer
los test.

¿Amaral fue importante para usted?


Raúl? Si, murió. Era de la generación del ´40. Alberto Ponce de
León, María Granata, ya está vieja me dijo que no escribe más.
Nena, ¿vos no comés masitas?
Sí, estoy comiendo.
¿Y vos, nene?
Yo me estoy cuidando la figura.
Vos pareces un ruso. Son lindos los rusos.

Gracias Aurora…. ¿Es cierto que usted le enseñó francés a


Oliverio Girondo en Francia?
No. Di charlas sobre Girondo en Berlin, en la escuela Argen-
tina.

¿Le gusta Girondo?


Sí, pero le hizo mal a la poesía.

¿Porque?
Porque los chicos lo imitan y hacen pavadas. Yo también le
hice mal a la literatura.

¿Por qué?
Porque me imitan y ponen porquerías.

Pero usted no tiene la culpa….


Hay que poner porquerías pero disfrazadas. Los chicos la po-
nen así nomás. Es pornografía. Todo renovador hace daño, ¿te
das cuenta? Porque los otros son imitadores y te deforman.

¿Qué escritores considera que la imitan?


Muchos jóvenes.
Su poesía es una literatura y su narrativa es otra…
Mirá, en poesía respeto las formas. En prosa hago lo que me
piacce. ¿Nunca leíste mi poesía?

Si, por eso mismo, pero ¿por qué ese respeto a la poesía?
Porque la poesía es arte. La inventó Homero. Es más fácil es-
cribir en prosa. Fijate que para escribir un soneto hay que sa-
ber matemática. Hay que tener sentido prosódico, mantener el
lirismo, la rima consonante, la cantidad de sílabas,… no cual-
quiera hace sonetos. Yo hago sonetos. Prosa empecé cuando
aprendí a leer y escribir. ¿Te das cuenta?

Entonces para usted la prosa es más fácil…


Sí, la prosa sale. A la poesía tenés que pedirla, pesarla, escu-
charla. Tiene que ser música. Si yo traduzco, por ejemplo a
Lautremont, tengo que respetar el sonido de la voz francesa. Y
es lo que he hecho. Me costó muchísimo ese libro. 5 o 6 años
de laburo ¿sabes? Años de sentir que lo estaba escuchando a él.
Fue como estar con un fantasma. Tan desdichada me he senti-
do como él. Era un desdichado.

¿Lautremont?
Lautremont. Él era uruguayo ¿sabías, no? El padre era un mili-
co que no lo quería porque le decían loco. La tía le había dicho
que era un loco y escribía cosas malas. Se fue a Francia y no
volvió nunca. Murió como un reo casi pidiendo limosna. Mu-
rió en la portería de un hotel, asistido por el portero. Fue un
maldito ¿te das cuenta?
Y François Villon..., también fue un maldito, y también lo
tradujo….
También lo traduje. Por ahí está el libro. La iglesia tiene su ca-
non. Yo estoy también estoy entre los malditos aunque tengo la
bendición papal. El papa me mandó la bendición.

Es un papa maldito…
Yo soy cristiana. Creo en el Señor, en María, en todo. Lugo-
nes también es maldito. Ese libro “La guerra gaucha”, uno ve
los cuentos que tiene, “El rastreador”, nunca lo pude ver hasta
el fin. Tremendo. Ese Lugones toca los nervios con punta de
acero. Es un grande. En el mismo lugar donde él se suicidó,
“el descanso del toro”, en tigre, Miguel Ángel Asturias escribió
“Mulata de …”.

Es un lugar misterioso…
No, es un lugar donde va todo el mundo. A los chicos de la
escuela se los lleva. Cuando yo fui profesora los llevé. Nos ba-
ñábamos en el rio. Llevábamos maya. Yo también.

¿Qué otro maldito reconoce en la literatura argentina?


Hay uno…, que vive en Buenos Aires. ¡Que antipático es! No
me acuerdo como se llama. Una vez lo llamé y me dijo “Qué
quiere”. “Nada”, y le colgué. Me asusté. Escribe novelas. Bueno,
a Borges también lo considero maldito.

Por qué no intentamos acordarnos del nombre…


La maldición la tenemos ahora en este país… Tengo miedo de
poner la televisión. Puteo sola. ¡Que hijos de puta! -
¡Qué vergüenza! El monumento de Colon desapareció. Los
descendientes de italianos estamos muy furiosos. Es la inmi-
gración más importante que hubo en el país. Buenos Aires se
la deben a los tanos.

Sigamos pensando en el nombre, Aurora…


Laiseca. Laiseca, es. Una vez lo llamé y me dice “Que quiere”

Escribió una novela de dos mil páginas…


Las cosas que escribe son bastante asquerosientas… Querida,
la vida es esto. Si no fuera por la escritura me hubiera muerto.

¿Se acuerda que fue lo primero que escribió?


Sí. Un poema para mi mama, que dijo que yo no lo había he-
cho. Que maldad. Después escribía bajo las sábanas con una
linterna. Mama decía “mirá que pavadas hace”, creía que las
escritoras eran unas locas. Tenía razón. Cómo arañas. Yo las
quiero mucho. Tenía una. La señora de al lado que es la dueña
de la confitería se asusta. Un día me dice: “ay, Aurora,… ¿a vos
te gustan las arañas? Lo dijo Tete Coustarot por radio” A mí
me encantan. Ella pensaba que la tenía caminando por acá y
tenía miedo que se pase a su casa. A veces cuando me ve me
pregunta. Yo la tenía en la ventana, hablaba con ella. La araña
me escuchaba, levantaba las patitas, me miraba. Una vez vino
con una cría. Salieron arañitas. Una de ellas Ariadna es la que
está adentro del libro de Pancho (López Merino). La madre, la
mayor, falleció. Así fue. Alguien le puso una maseta encima.
Cuando vino en diluvio (3 de abril 2011 La Plata), acá se calló
todo. Dos metros de agua. Yo me subí a la cama y dije “no quie-
ro ver cómo me muero”. Cuando me desperté, el agua había
bajado.

Después dos ladrones me quisieron robar. Y la última fue esa


caída donde me rompí todo los huesos. Mi sobrino decía “se va
a morir”, “se muere”, y nunca pasó.

Usted nos está diciendo que es inmortal…


Yo no sé. La muerte se olvidó de mí.

Ariadna, la araña que fue a morir en el soneto de Pancho Lopez Merino


Aurora, digame,… ¿usted es consciente de la cantidad de li-
bros que ha escrito?
Sudamericana tiene 10 más, inéditos. Y ahora termine dos
más. Soy como una máquina, ¿sabes? Soy un monstruo.

¿Son novelas o cuentos?


Cuentos.

¿Editados cuantos tiene?


Más de 45. Los primeros fueron poesía: Adiós desde la muerte
y Corazón de árbol. Fue el comienzo. Con Amaral, Speroni,
Atanasiú,…

¿Josefina Passadori?
No. Ella era maestra en geografía. Estaban todos los libros mal
escritos, equivocados.

Tenemos una foto de la generación del ´40 de La Plata donde


está usted con estos profesores y poetas que nombra
Sí. Los dos hermanos Ponce de León eran buenos escritores.
Speroni era magnifico. Mujeres muy pocas. Muy cursis. A las
mujeres las ocupa el amor. Sólo saben quejarse. Yo también
escribí un poema grande de amor, pero la poesía es otra cosa.
Eso lo entendí mucho después. El mester de clerecía, que no es
de juglaría, porque los juglares cantaban cualquier cosa como
ahora cantan los chicos. “De clerecía” es porque era el oficio de
los clérigos, que eran la gran cultura de esos tiempos. Cuida-
ban la estrofa….
Ud. conoce la literatura de Nicanor Parra
Si, la conozco y la conocí a ella, a Violeta. Que gran mujer….
En el Louvre tiene un espacio con sus cuadros, ¿sabías?

Pero Nicanor Parra no respeta la métrica


No, mirá, yo adoro las canciones de Violeta. Una mujer encan-
tadora, muy de izquierda, muy protestona. Cometió la estupi-
dez de enamorarse de un chico joven que después la deja. Que
lastima…., que lastima eh….esas canciones que dicen “ayer re-
cibí una carta con un signo negro al lado, en esa carta me dicen
que ayer murió mi hermano”…. No murió, lo mataron… Yo
estuve cuatro días en la cárcel, en el año 1955. Te aseguro que
son 400 años. Y los chilenos son malos como nosotros.

¿Vio la película de Violette Leduc?


No, no la quiero ver.

En la película aparece que Violette siente un amor muy


grande por Simone de Beauvoir, como si ella estuviera ena-
morada.
No, no es cierto. Apenas se tenían simpatía. Ella estaba muy
enamorada de Jean Paul. Muy obsesionada. Decía “mirá, me
está espiando por esa ventana”, “me persigue todo el día”. Era
medio loca, medio ida. Y Simone era como una profesora.

Pero Simone sí tenía relaciones con otras mujeres, incluso


alumnas.
Sí, tendría, pero con ella no. Esta muchacha (Violette) después
dejó de ser lesbiana. Cuando yo la conocí ya le gustaban los
hombres. De lo otro no sé nada. Violeta era muy fea.

Tenemos una foto de ella…


Nos parecíamos bastante. Nos parecíamos mucho. De cara soy
mucho más linda yo. Pero mirá las piernas, me parezco. Ella
lloraba siempre. Yo también estaba mal. Entonces mirando al
Sena íbamos las dos caminando y había dos tipos sentados, y
uno le dice al otro “mira esas dos longanizas ¿qué les pasará?“
Yo le dije “vos seguro sos porteño, sos una porquería”, “perdón,
perdón” me dijo el señor.

¿Sartre tenía una hija, Aurora?


No, yo nunca supe eso.

Y Natalie Sartre ¿quién era?


No se sabe quién era la madre. Tenía un novio judío. Se lo ma-
taron los nazis.

Después se casó con Camus


Sí.

María Casares fue mucho tiempo la mujer de Camus


Si, después murió en un accidente.

¿Y cuánto tiempo compartieron el departamento con Vio-


lette?
Ella no estaba nunca. Se iba. Un día estuvo cuatro días sin vol-
ver. Yo fui y le dije al grupo que no podía ser así, y la fuimos a
buscar. El que sabía más o menos donde podía estar era Iones-
co, que era muy amigo. Al final estaba en un burdel. Después
no volvió, parece que no le fue bien. No era muy atrayente la
muchacha. Le habían dado una paliza tremenda. No sé si fue-
ron los ladrilleros o la mujer…lo cierto es que llego al departa-
mento y me pidió una taza de chocolate, y lloraba encima de la
tasa. La madre no la había querido.
En la película aparece que era muy amiga de Jean Janet, y de
un millonario que era homosexual….
Si, era homosexual. Yo soy la tipa más normal. Pero no me
asusto de nada. Hay putos que son buenos. Por ejemplo, los
enfermeros que yo he tenido, travestis, eran buenísimos, lo
mejor. Lo que a mí me molesta un poco son las chicas. Las les-
bianas no me gustan, pero cada uno hace lo que quiere. Como
dice Villon “No hay como hacer lo que no debo”…

Murió Joven Françoise Villon, ¿no?

François Villon… La gorda Margot: “Si amo a la bella y sírvola


¿os asusto?, ¿me juzgáis vil y tonto y mentecato?, Tiene ella bie-
nes para todo gusto. Por su amor ciño daga, escudo y mato...
amigo, lo esperamos en el burdel en donde el pan ganamos”.
Que llueva o truene, tengo el pan seguro. Soy vicioso y halléme
una viciosa. No sé cuál de los dos lo es más, lo juro. Y la basura
nos parece hermosa…” Sigue, es cada vez más largo. Después
hay uno de los curas.
En buenos aires di una charla sobre Villon, yo estaba casada
con mi primer marido. Había un señor que vino, un vagabun-
do que se me acerco y dijo que se quería casar conmigo porque
si a mí me gustaba tanto Villon, él también era borracho y de-
generado (jaja). Mi marido lo iba a matar. “vamos, vamos” le
dije”. Si vos vieras la pinta del tipo… Había escuchado todo lo
que yo dije sobre Villon.

¿Cuándo usted inicia una novela desde que lugar lo hace?


Siempre en La Plata. Todas mis novelas son en la plata. La his-
toria no sé quién me la dicta. Yo ni me acuerdo lo que escribo.
Escribo y escribo porque lo necesito. Paro y me lleno otra vez.
Una cosa extraña. De escritor. “porque me obligáis, si yo no sé
escribir”. Yo no sé porque escribo. Es un misterio. El que no
cree que hay otra cosa, se equivoca. Yo creo en los fantasmas.
Pero no hablan. Pero siento una gran satisfacción al verlo.

O sea que los muertos son mejores que los vivos….


Mirá, el que es hijo de puta en vida sigue siéndolo después de
muerto. No vi ninguno de esos. He visto a mis amigos. Y otros
que no sé quiénes eran. Se habrán equivocado. Los médicos no
me quieren creer, dicen que soy una alucinada.

¿Siempre los vio, desde chica?


Si, mama me ha pegado tanto por los fantasmas. Yo decía “acá
están, acá están”. A mi hermana le preguntaba ¿vos los viste?
Bueno, la vida de los muy sensibles es difícil. ¿Vos crees que
no? Yo te digo la verdad.
Yo le creo a usted.
Yo estudie en Brasil. Acá en nuestro país están en Vicente
López nada más. Lo demás son todo mentira. Vi tantas cosas.
Una vez nos fuimos disparando. Aterrorizadas. Estaba con una
muchacha de La Plata. Hay muchas cosas que los hombres no
quieren creer. Pero Jesús sabía cómo era. Jesús era como esos.
¿Te das cuenta? Era mago, monje, santo. Mesiánico.

¿Evita también era sensible a estas cosas?


Evita me escuchaba y me creía. También se divertía mucho
con lo que yo decía. La podrían haber salvado a ella. Cuan-
do le agarró en cáncer podrían haberla operado. Yo le contaba
chistes verdes. Un día me dice, “bueno, vamos a enumerarlos”.
Entonces llegaba y decía “2”, y yo le contaba. Ella decía “Auro-
ra, como me haces reír”.

¿Tiene fotos con ella?


Evita nunca se sacó fotos con mujeres. ¿Vos has visto alguna?

¿Y Porque?
Pensaría que no éramos dignas de estar con ella. Era muy or-
gullosa. Lo único que la sacaba de ese orgullo era los pobres,
los viejos y los niños. Nunca se sacó fotos ni con su madre, ni
con blanca, la hermana. Así fue mi vida. Ahora ya estoy un
poco cansada. Voy a cumplo 9-3.
¿Cuándo?
No se dice.
Solo sabemos que va a cumplir 93.
Es un espanto.
ESAMUJER, DORMIDA
Ella duerme a la sombra de altas escaleras
en dura arquitectura que hoy han socavado,
ni mueta ya, ni viva extrañamente inquieta
no la vencieron; creen haberla sofrenado.

Adivino que el idus que arrasará su mundo


es renovada llama de volcan no apagado,
quiere asomar ahora, brote de celo y pena,
hilos de fuego aflora su cuerpo demorado

(Aurora Venturini)
La generación del ´40 tenía como referentes a los escritores
el ´20, Roberto Arlt, Nicolás Olivari…
Olivari fue amigo mío. Un tipo muy que venía de genoveses.
Tenía esa nostalgia de los genoveses. Me acuerdo que vivía
con las hermanas. Era silencioso, alto, rubio. Cuando vi la
habitación me devasto. Me daba pena. Una vez me dice: “¿te
parece que va a quedar algo de lo que escribo?” Le dije el tan-
go. Va a quedar ese. No era una gran poesía, me parece.

Y Borges, ¿cómo poeta?


Inmenso.

Como era su relación con Borges… porque eran como el


agua y el aceite.
Vivíamos los dos en Buenos Aires, caminábamos por la calle
México. Íbamos a la recova, a tomar un cafecito. Me acuerdo
cuando murió Estela Canto. Yo la quería mucho. Él estaba
enamorado. Fueron novios. Una vez Estela me contó una in-
timidad. A Borges lo llevó a un lugar de citas, y desde la cama
le dice: ¿“vamos”?, y Borges se sienta en la orilla y le responde
“no veo y me tengo que quitar la corbata”. ¿Qué te parece? Ella
estaba desahuciada, avergonzada. ¿La conociste a Estela? Era
preciosa. Al principio la madre era los ojos de Borges. Des-
pués fue la japonesa, la Kodama. Menos mal que la encontró.

Borges era jurado cuando usted fue premiada por el libro


“el solitario”, ¿es así?
Claro. Cuando recibí el premio iniciación de la SADE.
“La muerte se olvido de mi”
Aurora Venturini

También podría gustarte