La Anafora en La Eucaristía

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ANÁFORA O PLEGARIA EUCARÍSTICA

Parte de la celebración Eucarística, «el corazón y la cumbre».

Comprende las siguientes partes: 

EL PREFACIO, en el que «la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por
todas sus obras, por la creación, la redención y la santificación. Toda la asamblea se une
entonces a la alabanza incesante que la Iglesia celestial, los ángeles y todos los santos
cantan al Dios tres veces santo (1352).

LA EPÍCLESIS, en la que «la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (el poder de su
bendición: cf. MR, canon romano, 90) sobre el pan y el vino, para que se conviertan, por
su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la
Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu» (algunas tradiciones litúrgicas colocan la
epíclesis después de la anamnesis) (1353).

EL RELATO DE LA INSTITUCIÓN, en la que «la fuerza de las palabras y de la acción de


Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes, bajo las especies
de pan y de vino, su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para
siempre» (1353).

LA ANAMNESIS, en la que «la Iglesia hace memoria de la pasión, de la resurrección y del


retorno glorioso de Cristo Jesús; presenta al Padre la ofrenda de su Hijo que nos reconcilia
con él» (1354).

LAS INTECESIONES, en las que «la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión
con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con
los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y
todos los obispos del mundo entero con sus iglesias» (1354).

¿Qué ES ANAMNESIS?

INTRODUCCION
El término ‘anamnesis’ proviene del griego y significa ‘recuerdo, ‘reminiscencia’ y
‘rememoración’. En general ‘anamnesis’ quiere decir ‘traer al presente los recuerdos del
pasado’.
En teología la palabra ‘anamnesis’ significa la acción memorial o de recordación que tiene
lugar en la Eucaristía durante la Santa Misa en recuerdo de las palabras de Jesús en la
Ultima Cena: ‘Haced esto en memoria mía’ (Lucas 22:19).
LA ANAMNESIS Y LA SANTA MISA
En sentido estricto, se llama anamnesis a la parte de la plegaria eucarística que sigue
inmediatamente a la consagración. La Iglesia cumple fielmente el mandato del Señor al
repetir las palabras y los gestos de la institución y, además, la anamnesis expresa el
sentido profundo y la actitud espiritual: ‘Por eso, Señor, nosotros tus siervos y todo tu
pueblo santo, al celebrar este memorial de la pasión gloriosa de Jesucristo…’ (Canon
Romano).
En la parte de la Misa en que se hace anamnesis la Iglesia proclama su recuerdo en la fe,
del misterio salvador de Cristo. Ya en la plegaria eucarística de la Tradición Apostólica, la
anáfora, se le une la mención de la Resurrección como expresión de la fe de la Iglesia en el
misterio que se celebra: la repetición de la Santa Cena y el memorial del misterio salvador
de la Cruz, de lo cual brota la anamnesis envuelta en la acción de gracias.

ANAMNESIS Y MEMORIAL
Es necesario tener en cuenta que el término ‘recordar’ no debe entenderse como un
proceso por el cual evocamos un acontecimiento o una persona del pasado. La anamnesis
hace que el pasado sea traído hasta el presente. No se trata de trasladarnos al pasado,
sino trasladar el pasado al presente.
De hecho, cuando Cristo celebró la Santa Cena con sus discípulos estaba realizando un
memorial, y quiso que ellos repitieran aquello como memorial suyo. De ahí que la palabra
‘anamnesis’ se traduzca más correctamente por ‘memorial’ que por ‘recuerdo’, ya que así
se evocan más correctamente las particularidades del término, tanto en el sentido bíblico
como en el litúrgico.

ANAMNESIS Y OFRENDA
La anamnesis contiene, junto con la proclamación del memorial, la actualización de la
ofrenda, ya que así la Iglesia expresa con ello el sentido sacrificial más propio de la Cena
del Señor,
Cristo, en efecto, ha dejado a la Iglesia un sacrificio visible, tal como lo requiere la
naturaleza humana. Pero este sacrificio es el memorial del sacrificio definitivo al Padre en
la Cruz, que se hace presente aquí y ahora de forma incruenta, aplicándose sus frutos. El
propio Señor realizó por vez primera este memorial en la Santa Cena, anticipando de esta
forma el sacrificio incruento en la Cruz.
El Canon Romano es uno de los que mejor expresan el carácter sacrificial de la celebración
eucarística, subrayando la relación con la anamnesis: ‘… te ofrecemos, de los mismos
bienes que nos has concedido, el sacrificio puro, inmaculado y santo, pan de vida eterna y
cáliz de salvación’.

ANAMNESIS EN SENTIDO ESCATOLOGICO


Puesto que se recuerda el misterio de la salvación ‘hasta que el Señor vuelva’, la
anamnesis encierra una referencia al retorno del Señor en la gloria. De hecho, el memorial
litúrgico es, de por sí, un alimento para la esperanza del pueblo; el recuerdo de las
maravillas de Dios actualizadas en el hoy por la celebración de la Santa Misa, lo cual
asegura la total fidelidad de Dios a su promesa.
Recordarle algo a Dios es tanto como asegurar su intervención. De ahí que el sentido
original de 1ª. Corintios 11:26, donde dice: ‘Pues cada vez que coméis este pan y bebéis
esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga’, incluye un elemento de
finalidad. La traducción más exacta sería: ‘hasta que se realice su venida’, lo cual tendría
un sentido más profético.
Al celebrar la Santa Cena en la Misa, anunciamos la muerte del Señor. Esta proclamación
se realiza por el mismo hecho de celebrar la Eucaristía, pues cuando la comunidad se
reúne en asamblea para celebrar el memorial, constituye un signo o señal para toda la
humanidad. En la anamnesis se expresa la conciencia que tiene la Iglesia de constituir el
signo del misterio pascual de una manera que compromete a toda la humanidad, pues
toda ella está abocada, como destino final, a encontrarse con Cristo en su retorno.

LA ANAMNESIS EN LAS PLEGARIAS EUCARISTICAS


Las tres Plegarias Eucarísticas aprobadas por la Sagrada Congregación de Ritos, en el
decreto de 23 de mayo de 1968, presentan muestras variadas de anamnesis.
En la Plegaria Eucarística II se conservan prácticamente los textos de la anáfora de la
Tradición Apostólica con ligeras adaptaciones, aunque la fórmula anamnética es la misma.
Únicamente se la ha añadido en la palabra ‘pan’ la determinación ‘de vida’, y la palabra
‘cáliz’ se ha precisado con los términos ‘de salvación’.
En la anamnesis de las plegarias eucarísticas III y IV encontramos estas características”
a.- Se ha expresado de modo explícito la espera en la última venida del Señor.
b.- Se ha hecho explícito el carácter sacrificial de la Eucaristía, indicando que Cristo es el
objetivo directo y primordial de la ofrenda.
c.- Se ha añadido el elemento de acción de gracias para completar el de memoria.
Como característica común de esas Plegarias Eucarísticas tenemos la intervención del
pueblo, en forma de aclamación, después de la narración: ‘Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!’. Esta aclamación es propiamente una
anamnesis con la cual el pueblo hace, como lo hará después el celebrante, su memoria y
acto de fe en el ministerio que celebra.
La Plegaria Eucarística I es del rico y tradicional Canon Romano, la cual es la que debería
usarse regularmente, y que es superior a las otras.

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