04 Estudios Biblicos Ela Numeros
04 Estudios Biblicos Ela Numeros
04 Estudios Biblicos Ela Numeros
por
Rafael Porter
Ediciones las Américas a.c.
APARTADO 78, PUEBLA, PUE., MEXICO
2
[p 1]
por
Rafael Porter
Ediciones las Américas a.c.
APARTADO 78, PUEBLA, PUE., MEXICO[p 2]
Primera edición, 1989
©Derechos reservados,
Ediciones las Américas a.c.
APARTADO 78, PUEBLA, PUE., MEXICO
ISBN 968-6002-79-0
EX LIBRIS ELTROPICAL
3
[p 3] CONTENIDO
1. Preparación para Bendición
(Números 1–6)
2. Preparación para Comunión
(Números 7:1–10:10)
3. Quejas en el Camino
(Números 10:11–12:15)
4. Rebeldía en el Camino
(Números 12:16–14:45)
5. Retraso en el Desierto
(Números 15–16)
6. La Autoridad de Aarón como Sacerdote
(Números 17–19)
7. Rechazo del Líder Iracundo
(Números 20:1–13)
8. Adversidad en el Camino
(Números 20:14–22:1)
9. Oportunidad Unica en la Vida de Balaam
(Números 22:2–24:25)
10. Reiniciación de los Preparativos
(Números 25–30)
11. Preparación Histórica
(Números 31–33)
12. Instrucciones Finales
(Números 34–36)
4
[p 4]
PREPARACION PARA ENTRAR EN LA TIERRA 1–14 RETRASO EN EL DESIERTO 15–19 MOVILIZACION DEFINITIVA 20–36
Preparativos 1– Quejas en al Rebeldía en el Leyes acerca de La Importancia de la Confirmación de Purificación de la Viaje de Cades a Reiniciación de los
10:10 Camino 10:11– Camino 12:16–14:45 Ofrendas 15:1– Obediencia 15:32– la Autoridad Inmundicia 19 Moab 20–22:1 Preparativos 22:2–
12:15 31 41 Divina 16–18 36:13
Preparación Descripción del Misión del los Las Ofrendas de Advertencias y La Authoridad de Sacrificio de la Vaca Rechazo del Líder Oportunidad Unica en
Administrativa 1– Viaje 10:11–36 Doce 12:16–13:33 Harina y de Ejemplos 32–36 Moisés 16 Alazana 19:1–10 Iracundo 20:1– la Vida de
4 Vino 1–16 13 Balaam 22:2–24:25
Quejas en el El Franjas en las La rebelión de La Limpieza del
Enumeración de la Campamento 11:1– nombramiento 12:16– La Ofrenda de las Vestiduras como Coré, Datán y Inmundo 19:11–13 La Muerte de Preparación
Fuerza Militar 1 12:15 13:16 Primicias 17–21 Recordatorios 37– Abiram 1–40 María 1 Espiritual 25
41 Ley acerca de los
Arreglo del Queja por las Las La Ofrenda de La queja del Muertos 19:14–19 Tragedia de Preparación
Campamento 2 dificultades 11:1–3 instrucciones 13:17– Expiación por los pueblo 41–50 Meriba 2–13 Administrativa 26–
20 Pecados Consecuencias de no 27
Posición Privilegiada Queja en cuanto a la Colectivos 22– La Autoridad de cumplir con la Adversidad en el
de Levitas 3–4 comida 11:4–35 La misión de los 26 Aarón 17–18 Purificación 19:20– Camino 20:14– Preparación
espías 13:21–25 22 22:1 Religiosa 28–30
Preparación Queja de María y La Ofrenda de Evidencia del
Espiritual 5–6 Aarón 12:1–15 El informe 13:26–29 Expiacion por los nombramiento La Llegada a La ley de las
Pecados de Aarón 17 Edom 20:14–21 ofrendas 28–29
Preparación La discusión 13:30–33
Religiosa 7–9:14 Individuales 27– La prueba 1–7 La Muerte de La obligación de
Error del Pueblo 14:1– 31 Aarón 20:22–29 cumplir los
Establecimiento del 10 Los votos 30
servicio en el resultados 8– La Derrota de los
tabernáculo 7–8 Su queja 14:1–4 11 canaanitas 21:1– Preparación
Su rebelión 14:5–10 3 Histórica 31–33
Celebración de la La
pascua 9:1–14 El Castigo del respuesta 12– El Rodeo a La victoria sobre
Pueblo 14:11–45 13 Edom 21:4–9 Madián 31
Preparación para el
Viaje 9:15–10:10 El Enojo de Explicación de la El Viaje de Obot a La petición de Rubén y
Jehová 14:11–12 autoridad de Pisga 21:10–20 Gad 32
Dirección por Aarón 18
columna de La Intercesión de La Victoria sobre los El resumen del
fuego 9:15–23 Moisés 14:13–19 amorreos 21:21– viaje 33
32
Las trompetas de El Juicio de Instrucciones
plata 10:1–10 Jehová 14:20–38 La Victoria sobre Finales 34–36
Basán 21:33–
La Derrota del 22:1
pueblo 14:39–45
[p 5]
1
Preparación para Bendición
Números 1–6
Conforme al testimonio dado por Moisés en Deuteronomio 1, el viaje desde el Monte Sinaí hasta la
Tierra Prometida debía hacerse en once días (Deuteronomio 1:2). Sin embargo, al pueblo de Israel le Ilevó
cuarenta años terminarlo (1:3). ¿Por qué? Moisés señaló dos causas principales: desobediencia (1:26) e
incredulidad. Sin embargo, la primera era consecuencia de la segunda.
El libro que conocemos como Números era designado por los hebreos con el nombre de “En el
Desierto”, porque describe los acontecimientos ocurridos durante el tiempo que pasaron vagando en él.
James Phillip dice: “este libro no debía haberse escrito”. Al final de él, se nos dice que casi no habían
avanzado en su camino, sino que se encontraban en el mismo lugar donde dio principio el relato. El único
cambio que se había operado en ellos era que habían adquirido más sabiduría, por lo mucho que habían
sufrido a causa de su falta de fe.
Posteriormente, el apóstol Pablo nos advierte que prestemos atención a la historia de Israel y que
aprendamos de [p 6] ellos. Tanto en la actualidad como en aquellos tiempos, las características negativas
mencionadas, son trampas que pueden interrumpir nuestra comunión con Dios y estorbar el plan que
tiene para nuestra vida. Además, este libro nos enseña que aun cuando no confiemos en el Todopoderoso,
él permanece fiel. Aunque desobediente, provee todo lo que su pueblo necesita y lo protege; también
utiliza la disciplina para obligarnos a volver a sus caminos. Es por eso que nos conviene observar este
ejemplo, para aprender a confiar en él y obedecerle.
EL AUTOR Y LA FECHA
Tal como sucede con los otros libros del Pentateuco, se acepta que Moisés es el autor de Números. Los
eventos que describe sucedieron durante los 40 años que el pueblo peregrinó en el desierto y antes de la
muerte del escritor. El lapso cubre aproximadamente de 1446 a 1406 a.C. La mayoría de los detalles
relatados ocurrieron durante el segundo y último de esos años.
LA SITUACION HISTORICA
El libro de Génesis es Ilamado “de los comienzos”, pues explica el origen de todas las cosas,
especialmente en lo que se refiere a Israel. Nos informa de dónde vino el pueblo de Dios y cómo es que
Ilegó a la condición de servidumbre en que se encontraba en Egipto en días de Moisés. El relato de Exodo
presenta el nacimiento del pueblo escogido, e incluye la historia de su redención y cómo Dios se reveló
directamente a ellos. Asimismo, narra cómo aprendieron que el Señor controla la historia y cómo los
constituyó en nación. Los compró para sí mismo y los sacó de la esclavitud egipcia. Finalmente, les enseñó
la obligación que tenían de someterse a su autoridad.
El libro de Levítico no presenta ningún avance histórico. Sirve para explicar más ampliamente la ley
que Dios les había [p 7] dado durante el Exodo y para informarles cómo debían vivir para mantenerse en
comunión con él. En fin, su mensaje central es que para poder gozar de una relación íntima con el único
Dios santo, también debían ser santos.
Números continúa la historia de Israel donde Exodo la dejó. Todavía estaban en Sinaí, donde Dios
acababa de revelárseles. Iban a ser su pueblo y él sería su Dios, y habitaría en medio de ellos. La ley se les
había dado como norma de conducta. Ya habían sido redimidos por sangre, aunque seguirían viviendo en
medio de un mundo pagano. Por lo tanto, debían ser diferentes a las naciones que estaban a su alrededor.
El Señor les dio instrucciones para que construyeran el Tabernáculo, donde él podría manifestarse a ellos y
donde pudieran adorarle.
Al finalizar esta época de preparación, estuvieron listos para ser guiados a la tierra que el Señor había
prometido a sus antepasados. Sin embargo, debido a la falta de sometimiento que mostraron a la palabra
de Dios, la posesión de ella fue retrasada cuarenta años, mientras daban vueltas en el desierto esperando a
6
que muriera esa generación rebelde. Números narra la historia del fracaso y retraso trágico resultante.
Cuando concluye el libro, el pueblo se encuentra en la orilla del Río Jordán cuatro décadas más tarde,
alistándose nuevamente para entrar en la Tierra Prometida.
PROPOSITO Y TEMA
Números gira alrededor de la disciplina que Dios aplicó al pueblo en el desierto. Cuando concluye, no
han terminado su peregrinaje y prácticamente no han adelantado nada en el camino. Se han convertido
en un pueblo más triste, aunque más sabio.
El evento central es la rebelión en Cades-barnea. Nos enseña cómo Dios realiza su obra, abriéndonos
varias puertas e invitándonos a entrar a la comunión con él, pero por lo regular respondemos que la
oferta es demasiado cara. Es así como perdemos la ocasión de acercarnos a él. En el caso de [p 8] Israel, la
hora de oportunidad Ilegó y la rechazaron, pero Dios hablaba en serio.
Este libro fue escrito para revelar las consecuencias severas que traen al pueblo redimido de Dios la
falta de fe y el desacato. El fracaso es el asunto central de este documento, y sus resultados se presentan
desde dos perspectivas, una negativa y otra positiva.
Por ser el pueblo del pacto divino, debían haber confiado y seguido únicamente al Señor. Su
incapacidad para hacerlo trajo resultados nefastos. Su comunión con Dios fue interrumpida y su entrada
en la Tierra Prometida se retrasó cuarenta años.
Toda la gente de esa generación, a excepción de Josué y Caleb, murieron en el árido desierto, lo que
demuestra lo que pueden acarrear la duda y la inconformidad al plan de Dios. El autor de Hebreos,
reconociendo la importancia de ese mensaje para los creyentes del Nuevo Testamento, expresó una
advertencia basado en esa situación.
Se debe observar sin embargo, que el libro Ileva también un mensaje positivo. Al Ilegar al final, cuando
Israel estaba para entrar en la tierra, se les da la seguridad de que sus actitudes negativas no les habían
eliminado para siempre del cuidado divino. Aunque fueron castigados con rigidez, aun al punto de que
algunos tuvieron que morir, siguieron siendo el pueblo del pacto.
El libro intenta demostrar la fidelidad de Dios a su pueblo a pesar de que permitió que vagaran por el
yermo algunos años. Los protegió y proveyó todo lo que les hacía falta, corrigiéndolos con amor; también
los guió y defendió, pues es fiel a sus promesas. Al terminar el tiempo de castigo, los restauró a la tierra de
nuevo.
El tema de Números entonces, es que aunque Dios disciplina a su pueblo por su falta de confianza y
terquedad, los sigue amando y mostrando su paciencia. Los pactos de Dios son firmes, él cumple lo que ha
prometido. No obstante, su bendición viene como resultado de la obediencia, y los efectos de no hacerlo
son severos. El libro enseña esta verdad tanto [p 9] en sus detalles específicos como en el desarrollo de su
argumento en general.
AUNQUE DIOS DISCIPLINA A SU
PUEBLO POR SU INCREDULIDAD Y
DESOBEDIENCIA, MUESTRA SU
FIDELIDAD Y AMOR PARA ELLOS
¡PENSEMOS!
En cuanto a Dios mismo, Números presenta tres conceptos principales que su pueblo debe aprender.
Primero, su soberanía, que se manifiesta por medio de su control de la historia, aun de las naciones
paganas más poderosas. Segundo, su fidelidad se hace evidente, porque cumple sus promesas. Finalmente,
su paciencia se observa por cuanto soporta al pueblo rebelde. Su amor leal nunca les deja de proteger, aun
cuando no crean ni acepten sus dichos.
ORGANIZACION DEL LIBRO
La estructura básica del libro se presenta geográfica y temáticamente, ya que los dos aspectos están
relacionados. Se divide en tres partes principales. Primero, se presenta el viaje de Egipto hacia Sinaí (1–14)
y cómo Dios estaba preparando al pueblo para entrar en la tierra que él les había concedido. [p 10] Este
tema sigue hasta que empezaron a dudar de las promesas de Dios y se rehusaron a obedecerlo.
La segunda sección describe los cuarenta años de retraso, al tiempo que daban vueltas por el desierto
(15–19). Asimismo, se presentan las consecuencias de la rebelión de Israel, a la par que la fidelidad y la
obra de Dios se hacían manifiestas en medio de ellos.
Al terminar el texto, se relata cómo Dios ordenó la movilización de la gente nuevamente (20–36), la
restauración del pueblo y los pasos previos que tuvieron que dar para poder tomar posesión de la nueva
tierra. El paralelismo entre la primera y la última sección del libro es evidente, si comparamos el primer
censo con el que se hizo al final.
El aspecto triste de la crónica es que tuvieron que repetir una vez más todos los preparativos iniciales.
Lo que podría haber sido un viaje corto se convirtió en una experiencia larga y trágica por causa de su
incredulidad y desobediencia. No obstante, Dios permaneció fiel; los Ilevó adonde había prometido; los
protegió y proveyó todo lo que necesitaban durante los cuarenta años en el desierto. Al final del libro, por
la gracia de Dios, estaban a la entrada de la tierra que fluía leche y miel, listos para tomarla en cuanto
Dios diera la señal.
PREPARACION PARA ENTRAR
EN LA TIERRA PROMETIDA 1–14
RETRASO EN EL DESIERTO 15–19
MOVILIZACION DEFINITIVA HACIA
LA TIERRA PROMETIDA 20–36
PREPARACION PARA ENTRAR EN LA TIERRA PROMETIDA
Preparación administrativa 1–4[p 11]
Antes de que el pueblo del pacto pudiera viajar desde Sinaí a la tierra que Dios les había prometido,
tuvieron que tomar algunas providencias (1–10:10). Moisés tuvo que organizar a la nación para el viaje
que tenían por delante. Puesto que su número había crecido a más de dos y medio millones de personas,
no podían empezar el viaje sin contar con una organización eficiente.
Enumeración de la fuerza militar Cap. 1
Primeramente, tenían que determinar el número de hombres disponibles para la campaña militar. No
podían enfrentarse a las naciones enemigas que hallarían en su camino sin tener un ejército adecuado. Por
eso Dios ordenó que levantaran un censo que incluyera a todos los varones de veinte años para arriba,
conforme a las familias de las cuales descendían. Al efecto, nombraron un capitán por cada tribu y se le
asignó la responsabilidad de contar a los miembros de ella (1:1–19).
Después, Moisés anotó el número total de cada uno de los doce clanes, menos Leví. El lugar dejado por
ellos fue ocupado al dividir la heredad de José entre sus dos hijos, Efraín y Manasés. De esa forma,
quedaron las mismas doce tribus para contribuir al esfuerzo guerrero (1:20–43). El conjunto de los
censados fue de seiscientos tres mil quinientos cincuenta (1:44–46).
Los levitas no fueron incluidos porque no participarían en la acción militar, sino que habían sido
Ilamados a un ministerio distinto, como encargados del tabernáculo. Mientras los demás portarían un
estandarte de campaña, ellos serían identificados por el tabernáculo (1:47–54).
8
¡PENSEMOS!
Al comparar la cantidad de levitas con los primogénitos de todas las tribus, descubrieron que el
número era casi idéntico. Sólo faltaban doscientos setenta y tres (3:39–45), que podrían ser redimidos
conforme al precio estipulado en la ley (3:46–51). [p 14] Así que Dios aceptó a los levitas como sustitutos
de los primogénitos de toda la nación. Vendrían a ser suyos, dedicados a su servicio. El dinero recibido del
pueblo en pago del rescate de los que faltaban, fue dado a Aarón para el ministerio del tabernáculo.
Moisés y Aarón junto con sus familias, establecerían sus tiendas frente a la entrada del tabernáculo,
donde fungirían como representantes del pueblo delante de Dios. Se prohibió expresamente que cualquier
otra persona se acercara, bajo pena de muerte.
Posteriormente, Moisés especificó las tareas de cada familia principal cuando llegara el momento de
mover el campamento (4:1–33). El primer paso lo darían los sacerdotes, entrando a cubrir todos los
muebles para el viaje. Los demás levitas no debían ver el mobiliario ni los utensilios directamente, ni tocar
ninguna cosa sagrada (4:1–15a).
Después entrarían los hijos de Coat para llevar todo fuera del tabernáculo (4:15b–20); pero Aarón y
sus hijos eran los responsables de supervisar toda la tarea. A continuación, los hijos de Gersón cargarían
las cortinas y cubiertas de piel con los velos (4:21–28). Finalmente, los hijos de Merari Ilevarían todo lo
que quedaba: las tablas y columnas de madera (4:29–33).
Volvieron a sumar a los encargados de este ministerio. Esta vez incluyeron sólo a los varones entre
treinta y cincuenta años de edad, quienes eran los indicados para realizarlo. El número total de levitas que
servían en el tabernáculo era de ocho mil quinientos ochenta (4:34–49).
Preparación espiritual Caps. 5–6
Una vez terminada la organización administrativa del pueblo, se pasó a hacerlo espiritualmente. Todo
esto era necesario a fin de que fueran una nación diferente, que verdaderamente glorificara a Jehová con
su estilo de vida, que fuera ejemplo a todos aquellos que les rodeaban.
Se apartó del campamento a todos los inmundos, para que los que se acercaran a Dios fueran santos y
puros delante de [p 15] él (5:1–4). Se establecieron normas y procedimientos para la confesión y
restitución cuando alguien ofendiera o hiciera daño a otra persona (5:5–10). Esto último exigía que quien
afectara a otra persona, debía compensar el daño sufrido mas la quinta parte, y además que ofreciera el
sacrificio prescrito.
Simultáneamente se presentó un plan para resolver el problema en caso de que un marido sospechara
que su esposa había sido infiel (5:11–31). El procedimiento permitía comprobar la inocencia o
culpabilidad de ella y propiciaba la justicia divina contra la culpable, pero además protegía a las mujeres
en caso de que el esposo quisiera abandonarlas, acusándolas falsamente. En las naciones paganas que les
rodeaban, la palabra del hombre era suficiente para condenar a una mujer. Nadie hacía caso de sus
protestas de inocencia; sino que eran despreciadas. Dios mostró que no aceptaría un trato semejante en su
pueblo.
ISRAEL NO DEBIA SER IGUAL
DEBIAN DESTACARSE COMO
PUEBLO SINGULAR
ENTREGADO A DIOS
La ley del nazareo fue dada como voto de dedicación o de separación especial a Jehová por parte de
algún hombre o mujer (6:1–21). Mientras estuvieran en este estado, no podrían beber ni comer ninguna
parte de la vid; afeitarse o cortarse el pelo. Tampoco acercarse a los muertos, aunque fuera de su propia
familia. Durante la vigencia del voto, tendrían que dedicarse a Dios y no violar ninguna de estas
condiciones (6:1–8).
Si por alguna circunstancia imprevista y no intencional, la persona se llegara a contaminar, se
estableció un procedimiento de purificación a través de sacrificios, en cuyo caso, el [p 16] tiempo
invertido sería anulado y estaría bajo la obligación de empezar de nuevo (6:9–12). Al finalizar el tiempo
de la promesa, celebrarían una ceremonia especial con ofrendas a Dios (6:13–21).
Finalmente, Aarón recibió por medio de Moisés una bendición especial que impartiría al pueblo,
donde pedía que Dios los bendijera, que hiciera resplandecer su rostro sobre ellos y que los guardara y
10
protegiera, dándoles paz (6:22–27). La impartición de ella tendría dos propósitos. Desde la perspectiva de
Israel, les recordaría su dependencia y la importancia de identificarse con el nombre del Señor. Desde la
perspectiva divina, serviría como una oración pidiendo la preservación y bendición de su pueblo.
Todos estos aspectos de preparación espiritual eran necesarios para que Israel recordara la obligación
que tenía de ser un pueblo que con su forma de vivir diferente, glorificara a Dios ante las otras naciones.
¡PENSEMOS!
[p 17]
2
Preparación para Comunión
Números 7:1–10:10
¿Cómo podemos descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida? ¿Cómo estar seguros de que el
camino en que andamos es el que él quiere? Aunque las circunstancias de Israel cuando estaban por Ilegar
a la Tierra Prometida son únicas, los pasos previos que tomaron nos señalan cuatro principios que
podemos seguir para definir el propósito de Dios.
La organización administrativa que emplearon durante su viaje por el desierto nos enseña la
importancia que tiene la dirección divina manifestada a través de los líderes que él ha colocado en puestos
de autoridad (1–4), para que dirijan su obra.
Quien quiera hacer la voluntad de Dios, primero debe reconocer la autoridad de los líderes designados
por él, y consultar con ellos a fin de coordinar esfuerzos con los otros miembros del grupo. De esta
manera podremos realizar en conjunto la obra que Dios ha dispuesto. Normalmente, la tarea no se realiza
con muchos individuos aislados, sino por un esfuerzo coordinado, organizado por Dios.
El segundo requisito implícito es que Dios quiere que su [p 18] pueblo sea distinto a los pueblos
paganos que lo rodean. Los judíos debían purificarse y andar conforme a las normas establecidas por él.
Este requisito sigue en pie todavía; él desea que seamos diferentes en nuestro estilo de vida, no
siguiendo los patrones del mundo en que vivimos. Si no lo hacemos, ¿cómo podemos esperar que nos siga
dirigiendo?
PREPARACION RELIGIOSA 7:9–14
El tercer aspecto importante para descubrir cuál es el propósito de Dios para nuestra vida, es la
adoración correcta. Durante el tiempo que pasaron preparándose, entendieron que la adoración
verdadera no se basa en planes humanos; el Señor tomó-la iniciativa para establecer las normas que la
regirían. Cuando se acercaban a él conforme a lo que había establecido, podían gozar de su comunión, y
como consecuencia, les mostraba el camino a seguir. En otras palabras, este requisito indica que debemos
allegarnos a Dios siguiendo su dirección. Como resultado, tendremos comunicación directa con él.
El período de preparativos religiosos incluyó la dedicación del tabernáculo, la presentación de las
ofrendas especiales y la dedicación de los levitas para el ministerio (7–8). Además, se celebró la pascua
como un recordatorio de la misericordia de Dios y como ejemplo de lo que Israel debía hacer en el futuro
(9:1–14).
Establecimiento del servicio en el tabernáculo 7–8
Las ofrendas para la dedicación del altar 7:1–88
Para iniciar el servicio religioso, cada jefe de tribu preparó una ofrenda y la Ilevó a Moisés. El relato no
menciona ningún mandamiento en ese sentido. Al parecer, fue un acto voluntario para dedicar el altar y
para expresar su gratitud al Señor por lo bueno que había sido. Las doce ofrendas fueron iguales, lo que
demuestra que los líderes se habían puesto de [p 19] acuerdo bajo la dirección del Señor.
Algunos comentaristas sugieren que Moisés sintió la obligación de consultar con Dios para averiguar
si este acto estaba bien o no (7:4–5). El Señor lo aprobó y ordenó que lo aceptara para el ministerio del
tabernáculo.
Al empezar a contar la historia de como se hizo la dedicación, el autor vuelve a recordar los eventos
del último capítulo de Exodo. El día en que Moisés terminó de levantar el tabernáculo, lo ungió y
consagró, juntamente con todos sus muebles y utensilios (7:1).
Inmediatamente después, los jefes de familia Ilegaron con sus ofrendas, Ilevadas sobre seis carretas
tiradas por doce bueyes (7:1–3). Las carretas y los bueyes fueron distribuidos entre los levitas conforme a
su necesidad para ayudarles en su ministerio (7:4–10).
12
Los descendientes de Gersón recibieron dos carretas y cuatro bueyes para Ilevar las cortinas, cubiertas,
y velos. Los hijos de Merari, cuatro carretas con ocho bueyes porque estaban encargados de Ilevar las
pesadas tablas y columnas. Los descendientes de Coat no recibieron carretas porque tenían que Ilevar los
muebles sobre sus hombros, cargándolos con palos. No les estaba permitido usar otro medio de
transportación.
Dios ordenó que la celebración de dedicación del altar durara doce días, para dar oportunidad a que
cada tribu presentara su ofrenda (7:11). Como reconocimiento, el autor describe detalladamente cada
ofrenda para demostrar la gran cantidad de ellas (7:12–83).
El total de lo presentado, además de las seis carretas y doce bueyes, fue de doce platos y doce tazones
de plata, doce recipientes de oro, treinta y seis bueyes, setenta y dos carneros, setenta y dos corderos, y
setenta y dos machos cabríos (7:84–88).
Se debe observar que no eran parte de los diezmos normales, ni en lugar de ellos. Aun cuando estaban
pasando por días difíciles y tiempos caracterizados por rebeldía y murmuración contra Dios y su
representante, Israel ofrecía sus diezmos, [p 20] y aparte traía estas ofrendas espontáneas al Señor. Sólo
unas semanas antes se habían recogido los materiales para la edificación del tabernáculo en tal
abundancia, que habían sobrepasado la meta y se les había pedido que no trajeran más (Exodo 35:4–
36:7). Ahora, sólo unos pocos días después, volvieron a ofrendar libremente al Señor. Dios les había
bendecido mucho y ellos deseaban corresponderle.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
elegidos por él (1 Pedro 2:5, 9), ¿cómo debe ser nuestra vida?
¿Qué nos pide Dios a nosotros?
Dios estableció cual debía ser el período de servicio de los levitas; desde los veinticinco años hasta
cumplir los cincuenta. Entonces deberían jubilarse, aunque podrían continuar colaborando con los
responsables para ayudarles si quisieran, pero no ejerciendo formalmente el ministerio (8:23–26).
La celebración de la pascua 9:1–14
Al terminar la dedicación del altar y la purificación de los levitas, Dios mandó que se prepararan para la
celebración de la pascua en la fecha designada (9:1–5). Una vez más el pueblo obedeció conforme a todo
lo que les ordenó.
Sin embargo, surgió un problema por causa de las circunstancias extraordinarias en que se
encontraban. Algunos que se consideraban inmundos por haber tocado a un muerto, y [p 22] que querían
participar en la festividad, se les permitió celebrarla un mes más tarde, porque tenían que cumplir
exactamente las mismas normas establecidas para los demás. Más adelante, habría oportunidad para que
colaboraran, por la gracia de Dios, pero no se podían seguir otras reglas. Dios exigía el cumplimiento
exacto de lo que había ordenado (9:6–12).
Quienes no estaban inmundos tenían obligación de intervenir en la fiesta, so pena de ser cortados de
su pueblo (9:13). Los extranjeros presentes entre ellos también podían compartir con ellos, pero siempre
siguiendo lo establecido por el Señor (9:14). Nadie podría acercarse a él sino por el camino indicado por
él mismo.
PARA ACERCARSE A DIOS ES
NECESARIO SEGUIR EL CAMINO
ESTABLECIDO POR EL
PREPARACION PARA EL VIAJE 9:15–10:10
A continuación se hicieron los preparativos para iniciar el viaje. Dios estableció la forma en que
guiaría al pueblo en su movilización a la Tierra Prometida. En esta coyuntura se establece el cuarto
principio para averiguar la voluntad del Señor para nuestra vida. Debemos seguir la luz que Dios envía
para señalarnos el camino en que debemos andar. Muchas personas siguen el principio de la puerta
abierta: entran en cualquier lugar que ofrece entrada. Ocasionalmente, sin embargo, cuando Dios guiaba
al pueblo por medio de la columna de fuego, los llevaba por lugares donde la puerta estaba cerrada.
Algunas veces desobedecian la dirección divina por considerar que el camino no era por ahí. Por eso, es
importante que sigamos la luz que Dios nos da, confiando [p 23] en lo que dice su voz. Esto sólo se logra
cuando andamos en comunión con él.
Dirección por medio de la columna de fuego 9:15–23
La nube y columna de fuego marcaban cuándo debían levantar el campamento o establecerlo. De día y
de noche contaban con esta manifestación de la presencia de Dios. Por medio de ellas veían el reflejo de su
gloria con sólo mirar hacia el tabernáculo. Nunca tuvieron dudas en cuanto a la dirección en que Dios
quería que fueran. Sin embargo, frecuentemente se oponían o se quejaban de sus indicaciones.
DIOS ESTABA EN MEDIO DE
SU PUEBLO PARA GUIARLO
Las trompetas de plata 10:1–10
Las dos trompetas de plata se utilizaban para convocar al pueblo o para dar la orden de reiniciar la
marcha. Cuando escuchaban el sonido de las dos, la asamblea se reunía; cuando sólo una tocaba, se
congregaban los jefes de división. El toque de alarma servía para empezar la marcha (10:1–7).
Después de que poseyeran la Tierra Prometida, se utilizarían perpetuamente en el ministerio
sacerdotal en todas las fiestas y sobre los holocaustos y cuando fueran a la guerra, para ser recordados por
Dios, no porque él tuviera falta de memoria, sino como testimonio público de su dependencia de Jehová y
14
para ser librados de sus enemigos. Tanto en la guerra, como en su culto religioso, todo descansaba en la
obra de Dios a favor de ellos (10:8–10).[p 24]
LA VICTORIA DEL PUEBLO
DEPENDIA DE JEHOVA
Cuando todos los preparativos para el viaje estuvieron terminados según las indicaciones que Dios
había ordenado, estuvieron listos para iniciar la marcha hacia la Tierra Prometida.
¡PENSEMOS!
[p 25]
3
Quejas en el Camino
Números 10:11–12:15
Algunas personas siempre se quejan, aunque todo vaya bien. ¿Por qué será que frente a las mismas
circunstancias hay quienes hacen esto, mientras que otros alaban al Señor por las oportunidades que les
presenta, o por su provisión en medio de las pruebas?
En mis años de experiencia en la vida cristiana, he conocido a gente que siempre pone la mirada en el
lado negativo de lo que pasa. Cada vez que les pregunto: “¿Cómo estás?” responden contándome una serie
de problemas graves. Al parecer el Señor nunca los trata bien. También he conocido a otros que han
sufrido mucho más, pero en lugar de protestar, agradecen a Dios por sus bendiciones.
Israel era una nación que se lamentaba continuamente. Dios les había bendecido en gran manera y
prometido suplir todas sus necesidades, así como entregarles una tierra próspera. Sin embargo, ellos sólo
podían ver el lado negativo. Refunfuñaban repetidamente por todo lo que pasaba. Por lo tanto, Dios les
envió varios castigos con el fin de corregirles y enseñarles a ser agradecidos.
Este ciclo de murmuración y medidas disciplinarias es lo que caracteriza el viaje desde Sinaí hasta
Cades-barnea [p 26] (10:11–12:15). Después de completar los pasos preparativos para el viaje, iniciaron
la salida de Sinaí.
DESCRIPCION DEL VIAJE 10:11–36
Al darse la orden de marchar, el pueblo empezó a moverse. La nube se levantó tal como Dios lo había
indicado (10:11–13), y los contingentes siguieron el orden establecido (10:14–28).
Moisés trató de animar a Hobab a que los siguiera y compartiera las bendiciones del Señor. Al
principio Hobab no pensaba hacerlo. Sin embargo, el caudillo le mostró cómo les podría ayudar,
enseñándoles dónde acampar en el desierto. Además, le prometió que los israelitas le darían el mismo trato
que recibieran de Jehová (10:29–32). Este pasaje deja varias preguntas que no se contestan, en cuanto a la
identidad y función exacta de este ayudante de Moisés. Sin embargo, parece que finalmente aceptó la
invitación y se quedó con ellos (Jueces 4:11).
La primera jornada les llevó tres días, en los cuales siguieron la dirección de la nube puesta por el
Señor (10:33–34). La fe y confianza de su dirigente, junto con la emoción que sentían, se expresan en sus
palabras al salir y al descansar (10:35–36). Es obvio que su confianza está puesta en el Señor; suya es la
batalla.
QUEJAS EN EL CAMPAMENTO 11:1–12:15
Quejas por las dificultades 11:1–3
Apenas había empezado el viaje cuando aparecieron los problemas. Primero, por causa de las
obstáculos normales que experimentaba tan gran cantidad de personas viajando juntas. Al escuchar la
queja del pueblo y la falta de gratitud por el cuidado que les daba, Dios los castigó en forma sobrenatural,
haciendo caer fuego del cielo. El pueblo rogó a Moisés que intercediera por ellos y Dios lo suspendió.
Llamaron [p 27] al lugar donde había sucedido todo con el nombre de “encendido”, a manera de
recuerdo.
DIOS NO PASA POR ALTO LA
INGRATITUD DE SU PUEBLO
Quejas en cuanto a la comida 11:4–35
La murmuración del pueblo 4–9
16
Al poco tiempo volvieron a protestar; esta vez porque no les satisfacía la comida. Estaban cansados de
comer maná todos los días. Querían comer carne de vez en cuando. Recordaban y añoraban los
condimentados platillos de Egipto. Estaban hartos de la misma dieta. No agradecían a Dios su provisión
continua, que suplía todas sus necesidades nutritivas.
¡PENSEMOS!
alrededor del campamento. Sin embargo, debido a su murmuración, ingratitud y avaricia, la ira de Dios
vino sobre ellos y les envió una plaga que mató a muchos. Como un recuerdo de la ocasión, le dieron a
aquel lugar el nombre de “las tumbas de la codicia”.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 33]
4
Rebeldía en el Camino
Números 12:16–14:45
La falta de fe en Dios produce inconformidad con sus mandatos. Y ¡cuánto daño puede causar la
desobediencia! En el caso de Israel, provocó la pérdida de las bendiciones que Dios les había prometido,
cuarenta años malgastados, vagar por el desierto sin rumbo y la muerte de toda una generación. El
ejemplo de Israel debe motivarnos a hacernos la pregunta: “¿En verdad pueden hacernos mucho daño la
incredulidad y rebeldía?”.
Al terminar el recuento de las quejas de los israelitas y los problemas menores relacionados con ellas,
surgió la prueba más grande. Las murmuraciones y rebeldía anteriores no habían sido más que síntomas
del verdadero problema que aquejaba a la nación. Cuando por fin Israel arribó a la entrada a Canaán, se
hizo más evidente la gravedad de su contumacia y desacato a los mandatos divinos.
LA MISION DE LOS DOCE 12:16–13:33
El nombramiento 12:16–13:16
Después que María quedó libre de la lepra y pasaron los [p 34] días de su purificación, el pueblo
reanudó su marcha hacia la Tierra Prometida. Establecieron su campamento en el desierto de Parán, a
poca distancia de la entrada sur de Canaán. Desde allí Dios les ordenó que enviaran a doce líderes del
pueblo, uno por cada tribu, para que exploraran los contornos y averiguaran en qué condiciones se
encontraba la tierra donde iban a entrar.
Las instrucciones 13:17–20
Moisés instruyó a los espías conforme a lo que Dios le había mandado. Tenían que hacer un
reconocimiento detallado de los alrededores y presentar un informe completo ¿Cómo era la gente, fuerte o
débil? ¿Eran muchos o pocos? ¿Cómo era la tierra, fértil o mala? ¿Cómo eran sus ciudades, abiertas o
fortificadas? ¿Era el terreno apto para la agricultura? ¿Tenía arboles o no? Por último, debían intentar
Ilevarles una muestra de los frutos que allí se producían para que los conocieran y se animaran a luchar y
dominar el terreno.
La misión de los espías 13:21–25
Los enviados salieron y recorrieron la tierra. Permanecieron en ella cuarenta días y trajeron con ellos
un racimo tan grande de uvas, que se necesitaban dos hombres para cargarlo sobre un palo.
El informe 13:26–29
Después rindieron su informe. Fue en esa coyuntura que el pueblo manifestó su falta de fe y
contumacia. El testimonio de los mensajeros confirmó lo dicho por el Señor acerca del lugar. La
describieron como tierra que “fluye leche y miel”, un modismo judío que denota la abundancia y
prosperidad que puede dar la tierra. La muestra del fruto impresionante confirmaba la fidelidad de Dios al
cumplir su promesa al pie de la letra.
Sin embargo, haciendo a un lado la evidencia de la provisión divina, más bien enfatizaron los aspectos
negativos. Reportaron que los habitantes de la zona eran pueblos fuertes [p 35] y temibles, que sus
ciudades eran grandes y fortificadas, y que los hombres eran muchos y poderosos.
Así resulta muchas veces en la vida que se vive por fe. El Señor envía una bendición para acrecentarla,
y junto con ella manda una prueba con objeto de que demos otro paso en el camino de la fe. No obstante,
en lugar de aceptarla, así como el nuevo reto, preferimos abandonar el favor para evitar la aflicción. Nos
da miedo aceptar los riesgos.
LA PROSPERIDAD DE LA TIERRA ERA
PRUEBA DE LA FIDELIDAD DE
20
¡PENSEMOS!
La discusión 13:30–33
La fe de Caleb 30
No todos los espías estuvieron de acuerdo en cuanto a la interpretación de lo que habían visto. Caleb
afirmó que sí podrían subir y tomar posesión de la tierra. La conquistarían porque el mismo Jehová que la
había preparado también les daría la victoria sobre sus habitantes.
[p 36] El miedo de los cobardes 31–33
Sin embargo, los otros enviados contradijeron su testimonio. Aunque habían visto la misma evidencia,
lo hicieron con una perspectiva distinta, totalmente humana. Se fijaron únicamente en los aspectos
superficiales del caso al comparar el tamaño y fuerza física de los oponentes. Notaron que el trabajo de
mantener produciendo esos campos tan fructíferos, sería excesivo, sin considerar que ese era el motivo
por el cual eran tan fuertes los habitantes de la tierra. Así que desde su punto de vista, serían para los
canaanitas como langostas, fáciles de ser pisoteados.
El problema fue que estos diez espías no valoraron la situación según la visión de Dios, sino que se
metieron en consideraciones que no les correspondían. Se les había comisionado para examinar la tierra y
si era posible, que trajeran muestras de sus frutos; no se les pidió su opinión en cuanto a la posibilidad de
conquistarla o no. El Señor sabía que si dependiera de la apreciación humana, jamás lo lograrían, pero él
les iba a dar la victoria y les entregaría la tierra porque así lo había prometido.
Por otro lado, Caleb evaluó la escena desde otro aspecto, el divino. Se dio cuenta de que estando Dios
con ellos, serían capaces de dominarla; quería animarles a subir y conquistar a los gigantes en el nombre
de Jehová.
EL ERROR DEL PUEBLO 14:1–10
Su queja 14:1–4
Desafortunadamente, la gente estuvo más dispuesta a aceptar la opinión pesimista. Empezaron a llorar
y a quejarse contra Moisés y Aarón por haberles llevado hasta allí, diciendo que hubiera sido mejor
quedarse y morir en paz en Egipto o en el desierto. Al expresar esta lamentación, sin quererlo también
emitieron una profecía. Sus deseos se vieron cumplidos cuando los juzgó el Señor por su incredulidad y
desobediencia y permitió que murieran en el desierto sin ver la Tierra Prometida.[p 37]
Aunque protestaron contra los líderes, estos se daban cuenta de que el problema verdadero era la
duda. Todos sabían que la nube de Jehová era la que los había Ilevado hasta donde estaban; la pregunta de
por qué Dios los había dirigido a morir en esa tierra, puso de manifiesto su falta de confianza en el Señor.
Su rebelión 14:5–10
A pesar de la súplica de Moisés y la emocionante arenga de Josué y Caleb para convencerlos, el pueblo
se rehusó a seguir adelante. Con denuedo, los caudillos les recordaron la riqueza de la tierra y que era
buena en gran manera. Además, les aseguraron que Jehová podría entregárselas si tan sólo creyeran en él.
Los exhortaron a confiar, obedecer, y recibir el regalo que Jehová quería darles. Sin embargo, la reacción
del pueblo fue la de apedrearles.
21
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 41]
5
Retraso en el Desierto
Números 15–16
¿Cuántos años de nuestra vida pasamos dando vueltas en lo que parece un desierto? A simple vista,
vamos sin dirección definida, y nuestro caminar es infructuoso. Después de varios rodeos, regresamos al
mismo lugar, sin haber progresado nada. A la vez, sentimos una sequía espiritual, una sed de Dios y de
tener comunión con él que no se ha satisfecho.
Aquellos que hemos sido cristianos por varios años hemos pasado por períodos así. Esta frustración y
vacuidad es uno de los instrumentos que Dios utiliza para despertarnos a la necesidad de volver a él y a la
relación que teníamos con él.
Israel atravesó por una de estas etapas durante su jornada por el desierto, después de haber
desobedecido al Señor en Cades-barnea. Pasaron los siguientes cuarenta años vagando sin rumbo por el
desierto, mientras esperaban a que muriera toda la generación que había sido castigada. Sin embargo,
aunque aparentemente no realizaban ningún progreso, tal como ocurre con nosotros, el tiempo no se
desperdició. Dios lo aprovechó para enseñarles algunas lecciones importantes.
LEYES ACERCA DE LAS OFRENDAS 15:1–31[p 42]
El autor del libro de Números interrumpe el relato de la experiencia en el desierto para incluir las
instrucciones que Dios les dio en cuanto a las ofrendas que debían presentarle. Ni éstas ni los sacrificios
les habían servido para conseguir su salvación. Israel había sido rescatado por sangre cuando se inició el
éxodo en Egipto. Los que habían confiado en Jehová fueron liberados por causa de su fe y como resultado,
vinieron a ser su pueblo cuando comenzaron a vivir conforme a sus normas.
Las ofrendas fueron establecidas como un medio para que conservaran su comunión con Dios. Al
introducir este tema Dios trató de indicarles que no les había abandonado ni retirado su misericordia
como merecían. A pesar de su incredulidad y rebelión, seguían siendo suyos, y las ofrendas servirían para
que aceptaran su dependencia, confesaran sus pecados y pudieran restablecer la relación con él.
A PESAR DE SU INCREDULIDAD Y
DESOBEDIENCIA, DIOS NO HABIA
RECHAZADO A SU PUEBLO.
LAS OFRENDAS ERAN PARA RESTAURAR
LA COMUNION CON DIOS
Las ofrendas de harina y de vino 1–16
Las primeras enseñanzas en cuanto a las ofrendas se refieren a las que son de “aroma agradable al
Señor”. No se presentaban como expiación del pecado, sino como un acto voluntario de gratitud al Señor
o como parte de un voto (Levítico 1–3).
Al darles instrucciones sobre la manera de ofrecerlas les dijo que así deberían hacerlo cuando entraran
en la tierra que [p 43] él les iba a dar. Les afirmó que la herencia prometida la daría a su descendencia, los
sobrevivientes que quedaran después de pasar los años determinados por él en el desierto. Además, les
indicó a través de este reglamento, que seguiría aceptando las ofrendas de su pueblo.
Aquellos que quisieran mantener la comunión con Dios o agradecerle sus bendiciones, podrían
hacerlo por medio de ellas, pero conforme a las normas establecidas por él.
La ofrenda de las primicias 17–21
24
El Señor les presentó una segunda confirmación de que su plan de llevarles a la Tierra Prometida no
había cambiado, explicándoles el motivo de la ofrenda de las primicias. Cuando llegaran a ella y
recibieran su porción de los frutos abundantes que les produciría, Dios debería recibir las primicias.
Esta ofrenda era un testimonio de que él era el proveedor de la cosecha y ellos debían reconocerlo así.
Además, por esta ofrenda expresaban su confianza en que el mismo Dios que les había dado las primicias,
sería fiel para producir una cosecha abundante, pues todo dependía de él.
La ofrenda de expiación por los pecados colectivos del pueblo 22–26
Aquellos pecados que el pueblo hubiera cometido inadvertidamente, sin conocimiento previo, al no
cumplir con todo lo que Dios les había pedido, les serían perdonados, puesto que eran por ignorancia. El
acto público de confesión y sacrificio de sangre ofrecido por ellos sería recibido como “aroma agradable al
Señor”. A través de esta ofrenda congregacional de reconciliación, Israel sería restaurado a la comunión
con Dios.
Sin embargo, la repetición deliberada de tales faltas no se consideraría como yerro por ignorancia,
pues no podrían desobedecer la revelación clara del Señor y quedar sin castigo. Si el pueblo volviera a
rebelarse y pecar por soberbia como hizo en Cades-barnea, esta clase de sacrificio no les [p 44] sería
tomado en cuenta, sino que sufrirían las consecuencias de su pecado, que en ese caso, resultaría en
destrucción.
La ofrenda de expiación por los pecados individuales 27–31
La promesa de restauración dada a la congregación se aplicó también individualmente a quien pecara.
Las faltas cometidas por error, serían perdonadas y la persona sería restablecida a la comunión con Dios y
con el pueblo. Esta ley se atribuía tanto a judíos como a los extranjeros que vivieran entre ellos, sin
distinción alguna.
Por otro lado, ningún sacrificio sería capaz de volverlos a Dios si hubieren pecado deliberadamente,
sino que serían cortados y pagarían las consecuencias de su transgresión.
Estos dos casos nos dejan una pregunta en la mente. En la actualidad, ¿cuáles son las implicaciones
para nosotros cuando cometemos alguna falta intencionalmente? ¿Seremos perdonados? Tenemos que
tener en cuenta dos consideraciones cuando analizamos la situación. Primero, hay que definir la clase de
pecado cometido. Literalmente, el pasaje dice: “la persona que hiciere algo con soberbia” (Nota: otra
traducción dice “con mano levantada”). Esto se refiere a un acto de desafío o de franca rebeldía contra
Dios. Se entiende que la falta se comete a sabiendas de que se está retando al Señor y lo que él ha
prohibido, o rehusando a hacer lo que él manda. Estos pecados no corresponden a la conducta de una
persona que ha sido hecha “nueva criatura” (2 Corintios 5:17).
La segunda consideración importante que debemos estudiar, es que estas instrucciones equivalían a la
Constitución nacional de lsrael, eran la ley por la que debían regirse. Por ser escogidos de Dios, su
conducta debía ser distinta a la de los otros pueblos paganos que les rodeaban. Por lo tanto, debían
castigar el homicidio con la muerte, y aplicar otras sentencias parecidas que nunca se le piden a la iglesia
en el Nuevo Testamento, porque esta no es igual a un gobierno terrenal (Exodo 21:12–14).
Es por eso que, toda persona que “levantara la mano” [p 45] contra él, es decir, que se rebelara
abiertamente, no se le permitiría seguir siendo ciudadano activo ni gozar de sus derechos al igual que los
demás, porque otros podrían seguir su ejemplo. Así que, eran separados definitivamente.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
Considere este caso una vez más y haga una lista de los
detalles que se pueden adaptar a la forma de gobierno en la
iglesia de hoy. ¿Qué cambios se necesitarían [p 50] para
ponerlos en práctica en su congregación? Discuta sus
conclusiones al respecto con algunos otros hermanos para
considerar si son válidos.
28
[p 51]
6
La Autoridad de Aarón como Sacerdote
Números 17–19
Mientras el pueblo de Dios se hallaba en el desierto, surgieron algunas personas que querían
adueñarse del liderazgo y ejercer la hegemonía sobre ellos, tal como sucede en la actualidad. No sabían
que es el Señor quien designa y quita a los que están en eminencia cuando él lo dispone, y que no está
sujeto a la voluntad de los hombres.
Quienes reconocen la autoridad de Dios sobre su vida, aceptan la de aquellos que él ha establecido
como dirigentes. Demuestran su sumisión al Señor admitiendo a quienes él ha colocado en puestos de
mando, sean civiles o religiosos. Aquellos que no están dispuestos a sujetarse a ellos, tienen que aprender a
ser dóciles.
Después de que el pueblo había protestado contra las facultades otorgadas a Moisés, se podría creer
que ya no era necesario advertirles de nuevo del peligro que hay en oponerse a las decisiones divinas. Sin
embargo, Dios conoce el corazón humano y que siempre habrá quien se resista a sus designios. Para evitar
que surgiera oposición contra el nombramiento de Aarón como sacerdote, una vez más el Señor confirmó
que [p 52] que él le serviría en ese cargo. Los verdaderos hijos de Dios debían aceptar la autoridad divina
delegada en él.
LA EVIDENCIA DEL NOMBRAMIENTO DE AARON CAP. 17
La prueba 1–7
La rebelión de Coré y sus compañeros demostró que siempre hay quienes reniegan de la potestad
divina, lo que trajo como resultado un juicio tremendo. En el caso de la designación de Aarón, Dios lo
confirmó como su representante sacerdotal usando como prueba la vara de la tribu de Leví que Ilevaba el
nombre de Aarón.
En esta situación especial, el Señor tomó la iniciativa y mandó a Moisés que cada jefe tomara una vara
de árbol seca por cada una de las doce tribus de Israel y que escribieran su nombre en ellas. Además, que
la vara de la tribu de Leví Ilevara el nombre de Aarón, como representante de su clan. Después, fueron
puestas en el tabernáculo delante del arca del testimonio donde se manifestaba la presencia de Dios.
El Señor prometió elegir una de las varas para mostrarles a cuál de los líderes de Israel había escogido.
De esta manera, todo mundo podría saber con certeza cuál era la elección divina y dejarían de quejarse
contra Moisés y Aarón como si ellos mismos se hubieran nombrado para asumir el poder sobre el pueblo.
Al escuchar esta orden, todos hicieron conforme a lo que se les dijo. Moisés recogió las varas y las colocó
dentro del tabernáculo delante de Jehová.
Los resultados 8–11
Al día siguiente, Moisés entró al santuario para ver qué había pasado y encontró que la vara de Aarón
que representaba a la tribu de Leví había reverdecido y florecido como prueba indubitable de que Dios
había tomado su decisión. La descripción del fruto de la vara parece indicar que se produjo en
abundancia, ya que mostraba todas las etapas del desarrollo de una planta completa. Había flores
juntamente con [p 53] algunos botones, que anunciaban que éstas seguirían apareciendo en el futuro.
Además, se encontraron almendras, demostrando que sería fuente de una mayor producción.
El almendro era el árbol más precoz de la primavera y por eso su nombre en hebreo quiere decir
“despertador”. Se usaba en las profecías del Antiguo Testamento para denotar que Dios se hallaba
decidido a cumplir a cabalidad su Palabra (Jeremías 1:11–12). Así que esta evidencia sobrenatural de la
elección de la casa de Aarón para su servicio, fue también prueba de que su ministerio sería fructífero y
que Dios lo utilizaría para bendecir a Israel.
DIOS DESIGNA A QUIENES VAN
29
A DIRIGIR A SU PUEBLO
Y SU BENDICION VIENE
POR MEDIO DE ELLOS
Cuando Moisés tomó las varas y las mostró al pueblo, fue obvio que Dios había confirmado a la casa
de Aarón como sacerdotes. Después, ordenó que se colocara de nuevo en el tabernáculo como testimonio
perpetuo. Esta señal debería servir de advertencia para cualquier rebelde que en el futuro quisiera
oponerse al sumo sacerdote y su familia. Dios los nombró, no por decisión democrática del pueblo, sino
por su perfecta voluntad.
La Respuesta 12–13
Al comprender plenamente el significado de este evento, los líderes del pueblo tuvieron miedo,
pensando que morirían por haberse acercado al tabernáculo. Al reconocer la soberanía de Dios, su
intervención personal en este asunto y la gravedad de su rebeldía pasada, se atemorizaron al pensar en su
culpa y en que se acarrearían el juicio divino. Sin embargo, [p 54] Dios no les castigó, porque él había sido
quien los había Ilamado. Lo único que tenían que hacer era someterse a la autoridad de la casa de Aarón
para conservar la vida.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
Aarón y sus hijos tendrían el compromiso de cuidar del tabernáculo y su servicio. Si alguien lo
profanara, sería culpa de ellos, porque debían vigilarlo constantemente y asegurarse de que tal cosa no
sucediera. Eran responsables delante de Dios por el correcto ejercicio de sus tareas. Aunque contaban con
la ayuda de los demás levitas, la obligación era de los sacerdotes personalmente. No podrían echar la culpa
a sus colaboradores, ni delegar las funciones detalladas por Dios mismo. Si cualquier persona intentara
usurpar su trabajo, o siquiera acercarse al lugar santo, moriría.
30
Debido a que no se les daría tierra para cultivar ni herencia cuando Ilegaran a la Tierra Prometida,
Dios asignó que las ofrendas fueran su porción. Las clasificadas como “santísimas” estaban reservadas
para los sacerdotes y sus hijos varones (18:9–10). Las que se Ilamaban “santas”, las podrían comer todos
los miembros limpios de su familia (18:11–20). Pero lo más importante que tendrían como fruto de su
trabajo sería su relación especial con Jehová, quien sería su protector y proveed or en medio de los hijos de
Israel (vs. 20).
Todos los diezmos de Israel eran entregados a los levitas, pues ellos tampoco tendrían herencia en la
tierra. Esta era su recompensa por la prestación de sus servicios y por la gran responsabilidad que
detentaban frente a Dios y la nación. Sólo ellos participarían en el trabajo del tabernáculo (18:21–24).
Cuando los levitas recibieran los diezmos de las cosechas del pueblo, debían considerarlos como si
fueran fruto de su labranza. Por lo tanto, también ellos debían diezmar (apartar [p 56] el “diezmo de los
diezmos”, vs. 26) de lo que recibieran y darlo directamente a Aarón y los sacerdotes (18:25–32).
Algunos líderes podrían haber pensado que estaban exentos de presentar sus ofrendas y diezmos
porque se dedicaban a la obra y porque no poseían tierra. Sin embargo, se les explicó claramente que lo
que obtuvieran del pueblo de Dios, también pertenecía a él. El resto de su ingreso era para ellos, y podían
disfrutarlo sin restricciones.
LA PURIFICACION DE LA INMUNDICIA 19:1–22
La enseñanza del Antiguo Testamento acerca de la impureza y la forma de limpiarla tenía dos
propósitos. Primero, proteger al pueblo de muchas enfermedades, pues incluía principios higiénicos para
evitarlas. En segundo lugar, tenía un fin espiritual. La obediencia a las normas divinas, era para
distinguirlos de los paganos, confirmar su confianza en Dios, y profundizar su comunión con él. Además,
el Señor les dio algunas verdades acerca del peligro de contaminarse con el pecado y las consecuencias
que ésto provoca en cuanto a la relación con él.
Jehová exigía que quienes participaran en las actividades religiosas de Israel estuvieran puros antes de
presentarse delante de él. Por lo tanto, no podían tocar ninguna cosa muerta o inmunda. El que lo hiciera,
tendría que purificarse antes de volver a intervenir activamente en su oficio. Números 19 describe el
ceremonial que Dios estableció para este fin. Moisés acababa de explicarles las responsabilidades de los
sacerdotes y levitas ante el Señor, y cómo debían de vigilar las actividades en el tabernáculo. Enseguida
instruyó al pueblo en general sobre el procedimiento que debían cumplir cuando se encontraran
contaminados.
El sacrificio de la vaca alazana 19:1–10
La vaca alazana no se consideraba un sacrificio normal. Tenía que Ilenar ciertos requisitos para que lo
fuera. Debía [p 57] ser sin defecto o mancha alguna, y no haber sido uncida al yugo nunca antes. No se
ofrecia sobre el altar en el tabernáculo, sino que era llevada fuera del campamento para ser degollada allí
en presencia del sacerdote. La única relación que este acto tenía con el santuario, era cuando el oficiante
rociaba un poco de sangre con el dedo, mirando hacia la parte delantera de él. Todo el animal se quemaba
con el fin de utilizar las cenizas en el acto de purificación. Estas se guardaban en un depósito fuera del
campamento donde el pueblo mismo podría llegar a tomarlas y mezclarlas con agua.
La limpieza del inmundo 19:11–13
Después de tocar algún cadáver, la persona sería considerada inmunda por siete días. Para limpiarse,
debía utilizar el agua de la purificación mezclada con las cenizas de la vaca alazana durante el tercero y
séptimo dia, so pena de contaminar el tabernáculo. Debía permanecer separado, no podía participar en los
cultos, y quedaba excluido de todas las actividades. El autor de Hebreos comparó esta limpieza del
inmundo con la obra de Cristo (Hebreos 9:13–14). Así como las cenizas lavaban a quien estuviera en esa
condición y lo restauraban a la comunión con Dios y la participación en la vida religiosa, también la
muerte de Cristo hace posible que nuestra conciencia sea emblanquecida.
La ley acerca de los muertos 19:14–19
Cualquier contacto, directo o indirecto con un cadáver, provocaba un estado de inmundicia. Por el
sólo hecho de estar en la tienda de algún muerto o entrar en ella tenía que pasar por el acto exigido de
descontaminación. Incluso toda vasija abierta dentro de la tienda era considerada inmunda.
31
Una persona que estuviera limpia debía ayudar a la otra tomando una vasija, Ilenándola con agua
corriente y diluyendo en ella las cenizas. Después mojaría un hisopo para rociar la carpa, los muebles y las
personas afectadas. Todo el proceso se haría el tercero y séptimo día. Este ayudante también estaría
contaminado durante esos días.
[p 58] Consecuencias de no cumplir con la purificación 19:20–22
Al concluir la detallada explicación de este rito, se advierte al pueblo sobre el peligro de no observarlo
correctamente. Aquel que desobedeciera, ensuciaría todo lo que tocara mientras estuviera en esa
condición, contagiaría el tabernáculo, y quedaría bajo el juicio de Dios, quien lo eliminaría.
Recordemos la lección implícita en estas instrucciones. La impiedad que producen el pecado y la
muerte es muy seria. Sólo Dios nos puede librar de sus consecuencias. El ha tomado la iniciativa y ha
provisto la manera de hacernos limpios.
Los judíos no podían alcanzar la salvación siguiendo este procedimiento. Ya habían sido redimidos por
la sangre del cordero ofrecido en Egipto al comenzar el éxodo. Ya eran parte del pueblo de Dios. Sin
embargo, se les mostró que para ser restaurados, debían ofrecer sacrificios cuando pecaran y ofendieran a
su Señor. También se les dio la manera en que podían limpiarse de impurezas si se contaminaban tocando
alguna cosa inmunda. Dios hizo la provisión, él estableció las normas y todo el que quisiera acercarse a él,
tenía que hacerlo según sus indicaciones o sería castigado y separado de la congregación.
DIOS PROVEYO UNA MANERA
PARA EFECTUAR LA LIMPIEZA
DE LOS INMUNDOS,
PERO ESTA SOLO SE PODIA LOGRAR
SIGUIENDO SUS INSTRUCCIONES
¡PENSEMOS!
[p 61]
7
Rechazo del Líder Iracundo
Números 20:1–13
¿Cuántas veces ha luchado contra el enojo en su vida? ¿Hasta qué punto puede afectar su comunión
con Dios, su vida espiritual, y su relación con otros hermansos? ¿Qué alternativas existen para no ser
víctimas de esta emoción? ¿Con qué recursos contamos para vencerla?
Aunque Moisés era el vocero del Señor y había dedicado su vida a servirlo, nunca dominó totalmente
ese problema. A pesar de que trataba de cumplir los propósitos divinos, cuando intentó hacerlo por su
propio esfuerzo, resultó en gran daño no sólo para su testimonio, sino que afectó la gloria de jehová
delante del pueblo. Moisés, el hombre que es conocido como el más manso de toda la tierra (Números
12:3), se dejó Ilevar por la ira, perdió el control de sí mismo y como consecuencia, el privilegio de guiar al
pueblo da Dios hasta la Tierra Prometida.
Cuando llegaban a su fin los cuarenta años que debían vagar por el desierto, Israel dirigió sus pasos
hacia el lugar indicado por Dios (20–36). El aspecto más triste de esta historia es que tuvieron que repetir
todos los preparativos que ya [p 62] habían hecho, según, según se describe en la primera parte del libro.
Un viaje que podia haber sido breve y sencillo, llegó a ser una experiencia larga, cansada y trágica, debido
a su incredulidad y desobediencia.
Sin embargo, aun en medio de estas tristes circunstancias, Dios permaneció fiel. Había prometido
darles una tierra y llevarlos hasta ella; los había protegido durante el camino; y había provisto todo lo
necesario.
LA MUERTE DE MARIA 20:1
El autor llama nuestra atención al hecho significativo de que en el primer mes de ese año, el pueblo
había vuelto a Cades una vez más. El viaje definitivo estaba por empezar después de cuarenta años de
retraso, precisamente en el mismo lugar donde habían desafiado a Dios. Se trasladarían desde Cades hasta
la meseta de Moab, frente a Jericó,desde donde avanzarían para conquistar Canaán (20–22:1).
Los primeros eventos nos muestran la naturaleza transicional del período porque el juicio divino
estaba acercándose a su fin. Los líderes de la generación anterior habían muerto y sus descendients habían
tomado el mando.
A continuación, se narra la muerte de maría, una mujer muy prominente, precursora de la
movilización de Israel. Era hermana de Moisés así como compañera y colaboradora suya. Fue sepultada en
el mismo lugar. Mientras Moisés todavía estaba de luto, sufriendo la pérdida de su hermana, el pueblo
empezó a murmurar contra él y Aarón una vez más.
LA TRAGEDIA DE MERIBA 20:2–13
La queja 2–5
Debido a la falta de agua, reanudaron sus protestas. Culpaban a los hermanos de haberlos sacado de
Egipto. Decían que hubieran preferido morir cuando se había castigado a los rebeldes anteriormente por
oponerse al liderazgo de Moisés, y que no deseaban quedarse allí a padecer de sed. Ya habían [p 63]
olvidado que las bendiciones prometidas se habían retrasado debido a la rebeldía de sus antepasados
cuarenta años antes en ese preciso lugar. Este desierto debía haberles recordado cuál era la causa de su
sufrimiento y que la culpa no era de Moisés o Aarón, y mucho menos de Dios.
Al surgir esta situación, se pusieron de manifiesto varios problemas. En primer lugar, insensibilidad
ante la pena de Moisés por el deceso de su hermana. Segundo, ingratitud a Dios y falta de aprecio por su
provisión, como si el Señor nunca les hubiera ayudado antes. Esto los Ilevó a dudar de que Dios seguiría
protegiéndolos en el futuro. La deslealtad y carencia de fe provocaron la queja contra los mensajeros de
Dios.
33
LA INGRATITUD Y FALTA DE
CONFIANZA EN DIOS PRODUCEN
INCONFORMIDAD CON LO QUE TENEMOS
¡PENSEMOS!
La oración 6
Frente a esta actitud negativa, Moisés y Aarón dejaron la [p 64] asamblea y se dirigieron a la puerta del
tabernáculo donde se postraron delante de Jehová. Aunque no se revela qué propósito tenían, es obvio que
querían estar cerca del Señor.
No se nos relata qué pidieron en su oración. Es posible que como en otras ocasiones, intercedieran en
favor de sus compatriotas para que Dios no los juzagara por sus malas acciones. Otra alternativa es que
pidieran la protección divina, pues era posible que trataran de matarlos.
El remedio 7–9
Aparentemente, ni siquiera tuvieron oportunidad de hablar. El Señor tomó la iniciativa para
comunicarse con ellos, interviniendo en favor del pueblo. No los amenazó ni mostró que iba a juzgarlos
por su rebelión. Esta vez, Moisés deseaba vengarse, pero Dios reveló su gracia.
Aunque no merecían la provisión sino el castigo de Dios, él manifestó su fidelidad. Ordenó a sus
representantes que proveyeran de agua para todos. Moisés debía tomar su vara en la mano y hablar con la
peña frente a todos para que manara el vital líquido no sólo para ellos, sino también para sus animales. La
misericordia de Dios suplió abundantemente todo lo que hacía falta. Así es la gracia divina; provee agua
para los sedientos, pan para los que tienen hambre, descanso para los fatigados y perdón para los
pecadores, por su infinito amor, que otorga sus favores sin acepción de personas.
La desobediencia 10–11
Moisés empezó bien. Tomó la vara tal como Dios se lo había ordenado y reunió a la congregación
frente a la peña. A partir de ese momento, se alejó del plan divino. Se le había dicho que hablara a la peña,
no a la gente, pero él decidió que tenía una idea mejor e insistió en dirigirse a ellos. Primero los regañó,
algo que no le había sido indicado.
En contraste con otras ocasiones, en que había dado todo el crédito de sus proezas al Señor, esta vez se
adjudicó parte del milagro. Les preguntó: “¿Os hermos de hacer salir aguas de esta peña?” En realidad, la
respuesta a esta pregunta sería que [p 65] no. Moisés nunca había obtenid o agua de una roca; sólo Dios
podría hacer tal cosa.
En ese momento, movido por la intensidad de la ira, dio otro paso de su propia iniciativa que Dios no
había contemplado. En lugar de solamente hablar a la peña, la golpeó dos veces. Al hacerlo, mostró
públicamente su desobediencia delante de la asamblea. Jehová tenía que hacer algo para enseñarle que
nadie puede rebelarse así y quedar sin castigo. El problema era mayor todavía porque se trataba del
representante elegido por el Altísimo.
34
A pesar de un desafío tan flagrante, la gracia divina se siguió mostrando al conceder al pueblo necio y
quejumbroso el agua tan necesaria. La hizo brotar en gran cantidad, para que todos, junto con sus
animales, gozaran de ella.
LA GRACIA DE DIOS PROVEE
LO NECESARIO AUN CUANDO
NO LO MEREZCAMOS
El juicio 12–13
No obstante, el pecado de Moisés exigía justicia. Dios los salvó de morir de sed, pero no podía evitar
castigar al siervo iracundo y rebelde; y dictaminó que tendría que ser otro el que los guiara a la Tierra
Prometida.
Esta falta destruyó la credibilidad del líder. Su mal comportamiento en público fue demasiado obvio
para dejarlo pasar sin tomar ninguna acción. Era necesario que todos aprendieran que la desobediencia
trae consecuencias severas.
Al dirigirse a Moisés y a Aarón, Dios los acusó de los mismos pecados que habían caracterizado a la
nación. No habían creído, y por lo tanto, no se habían sujetado a sus mandatos (12). Ante los ojos de Dios
y del pueblo, este hecho negaba la santidad del Altísimo. No lo habían considerado [p 66] como un ser
Santo, superior a todo, ca paz de determinar lo que era mejor para el pueblo, sino pretendieron hacer las
consas a su manera.
Debido a ello, Moisés perdió el derecho de guiar a Israel para que entrara en Canaán. El deber del
siervo del Señor, es respaldar las acciones de la divinidad, someterse a su autoridad y obedecer sus órdenes
sin discutir.
NINGUN SIERVO DE DIOS PUEDE
HACER LAS COSAS A SU MANERA
SINO QUE DEBE SOMETERSE
A LA AUTORIDAD DIVINA Y
OBEDECER SUS ORDENES
¡PENSEMOS!
[p 67]
8
Adversidad en el Camino
Números 20:14–22:1
Dios utiliza los infortunios para fortalecer a sus hijos, preparalos para que descansen confiadamente
en su poder, para que sigan avanzando hacia la meta que tiene preparada para ellos y para que alcancen
la madurez espiritual. Este principio de por qué el Señor permite que pasen ciertas cosas en nuestra vida
se aplica igualmente a los días de Moisés como a los nuestros.
Cuando se acercaban a la meseta de Moab de donde entrarían a la Tierra Prometida, Dios puso los
últimos escollos en el camino de los judíos para equiparlos debidamente antes de que la poseyeran. Su
deseo era que aprendieran a depender de él para obtener todo lo que les hiciera falta, incluyendo el vencer
a sus enemigos por poderosos que éstos fueran. Estas lecciones les serían de provecho para enfrentar los
nuevos retos que sin duda encontrarían.
LA LLEGADA A EDOM 20:14–21
La petición 14–17
El viaje de Israel por el desierto terminó con la jornada de Cades a la meseta mencionada, de donde
planeaban cruzar el [p 68] Río Jordán y entrar en Canaán. Forzosamente tenían que transitar por el
camino real, que cruzaba la tierra de Edom. Los habitantes de esa región eran descendientes de Esaú, el
hermano de Jacob, por lo que existía cierto parentesco entre ellos. Debido a su origen común, esperaban
que esa nación les ayudara, porque también conocían perfectamente las promesas divinas hechas a los
judíos.
Moisés envió sus mensajeros al rey de Edom para pedirle permiso de pasar por su territorio,
informándole de lo que les había pasado en los últimos casi quinientos años de permanencia y esclavitud
en Egipto. El rey debe haber investigado la exactitud de lo dicho po el líder, para estar seguro de su
trasfondo y de su vínculo sanguíneo.
En su misiva, Moisés relacionó a las dos naciones como hermanas, diciendo que en medio de los
pobladores de esa tierra, que ignoraban al Altísimo, ellos tenían la misma procedencia y el mismo Dios de
Abraham, su antepasado, quien obedeciendo el mandato divino, había salido de la incrédula Ur para
obtener una nueva tierra ofrecida por el Señor. Por lo tanto, les pidió que se asociaran como parientes que
eran, para hacer un frente común contra los paganos que les rodeaban.
En resumen, el siervo de Dios declaró todas las vicisitudes que habían pasado desde que Israel salió
para Egipto, donde pasaron más de cuatrocientos años sufriendo el maltrato y la explotación. Añadió que
habían clamado a Jehová y él los había escuchado, sacándolos de la opresión.
Su petición concreta era que les dejaran cruzar su tierra en paz. Prometieron no hacerles daño ni tocar
nada de sus frutos; ni siquiera tomarían agua de sus pozos. Sólo requerían pasar por el camino principal.
La negación 18–21
No obstante lo expresado por Moisés, los edomitas escogieron mejor ser considerados como
descendientes únicamente de Esaú e identificarse con sus vecinos, en lugar de apoyar a Israel y reconocer
al único Dios verdadero. Su respuesta [p 69] fue negativa y se unieron con sus enemigos para combatirlos.
Esta actitud no estaba motivada por la prudencia o el miedo de que Israel les perjudicara, sino que era
una evidencia más de la larga enemistad que había comenzado con los hermanos Esaú y Jacob. Este último
había despojado al primero de su primogenitura y la bendición de su padre Isaac. Este relato está
consignado en el libro de Génesis.
Ese antagonismo continuó a través de todo el Antiguo Testamento, resultando al fin en el castigo divino
contra ese país por su continua propensión a hostilizar a los judíos. Esto lo expresó el profeta Abdías en el
libro que Ileva su nombre; el juicio se Ilevó a cabo porque cuando se esperaba que defendieran al pueblo
36
hermano, y conociendo del amor que Dios les tenía, se aliaron con los impíos. El Señor nunca olvidó esa
ofensa.
¡PENSEMOS!
El rey de Edom mandó un poderoso ejército para asegurarse de que no pasaran por sus propiedades.
Con la ayuda de Dios, es seguro que Israel hubiera podido vencerlos con facilidad como a las otras
naciones que encontraron posteriormente. Sin embargo, por ser pueblos hermanos, Dios les había
advertido que no pelearan contra ellos (Deuteronomio 2:1–5). La negación del permiso los obligó a tomar
una ruta más larga rodeando ese territorio que les tomó mucho tiempo.
LA MUERTE DE AARON 20:22–29[p 70]
Al seguir el camino más largo, Ilegaron al monte de Hor donde murió Aarón. Al igual que Moisés, no
se le permitió entrar a Canaán, porque habí actuado igual que su hermano en Meriba (24; 20:9–12).
Desde la perspectiva humana, la rebelión contra la voluntad expresa de Dios, produjo este resultado, pero
desde la divina, la tarea de guiar al pueblo correspondería a una nueva generación de líderes.
Este plan se confirmó con la investidura de Eleazar como sumo sacerdote. La selección de este hijo de
Aarón sirvió para confirmar que el puesto sería transmitido a sus descendientes para siempre. Todo el
pueblo fue testigo de cómo Aarón subió al monte juntamente con Moisés y Eleazar; y cómo regresaron,
este úitimo sin su padre, pero vestido con el traje sacerdotal. Al darse cuenta de la manera en que se había
cumplido la palabra divina respecto al sacerdocio, la congregación lamentó su muerte por treinta días.
LA DERROTA DE LOS CANAANITAS 21:1–3
El rey de Arad fue el primer gobernante canaanita que se interpuso, atacándolos y tomando algunos
prisioneros. Los judíos clamaron a Dios y le hicieron un voto y el Señor prometió destruir a sus enemigos
completamente, incluyendo a todas sus ciudades. Esta primera batalla sirvió para demostrarles lo que
podían esperar en su conquista de la región. Dios les daría la victoria y ellos debían arrasar a esos pueblos
totalmente.
El lugar donde se Ilevó a cabo este triunfo era muy significativo. Caurenta años antes los amalecitas y
cananeos los habían derrotado precisamente allí, cuando intentaron Ilegar a la Tierra Prometida a pesar
de la negativa de Dios, habiéndose rehusado a confiar en él. Ahora, contaban con su apoyo, su presencia
en las batallas, y su bendición incondicional. Ya había terminado el período de juicio y él estaba
cumpliendo su promesa de que les iba a Ilevar a su heredad sanos y salvos. El nombre que se le dí a ese
sitio fue para dar testimonio de [p 71] lo sucedido: Horma quiere decir “destrucción”. Se le llamó así para
conmemorar la obra realizada por el Señor a favor de ellos.
EL RODEO A EDOM 21:4–9
La última vez que el pueblo expresó descontento acerca de la comida que Dios les enviaba y del
liderazgo de Moisés, surgió cuando rodeaban el territorio de Edom. Describieron el maná diciendo:
tenemos “fastidio de este pan tan liviano” (otra traducción dice: “este alimento tan miserable”). Una vez
más indicaron que preferirían regresar a Egipto que seguir en el desierto. Por lo tanto, tuvieron que sufrir
las consecuencias de su actitud negativa.
A pesar de las claras manifestaciones y bendiciones de Dios se lamentaron otra vez. Para castigarlos,
Dios envió serpientes venenosas para que los diezmaran por medio de sus mordeduras; muchos
perecieron en este juicio.
El pueblo se arrepintió y confesó su pecado, acudiendo a Moisés para pedir su intervención a favor de
ellos. Como resultado de ello, Dios proveyó a su líder con una serpiente de bronce ardiente puesta sobre
un asta para que el que fuere mordido y mirare a ella, viviera. La serpiente no tenía ningún poder especial
37
para curar. Sin embargo, quien creyera en la palabra que había dicho Jehová su Dios, sanaría. Este era un
acto de fe individual y personal.
El Señor Jesucristo utilizó este ejemplo para enseñar a Nicodemo (Juan 3:14–16), que así como había
sucedido con Israel en el desierto en los días de Moisés, le era necesario tener fe en él como Hijo de Dios,
para poder recibir la vida eterna, porque el Señor mismo lo había levantado sobre la cruz, para que
cualquiera que confiara en él, la obtuviera. En lugar de murmurar contra Dios por lo que carecían, Israel
debía aprender a confiar en él y agradecerle lo que ya tenían por gracia.[p 72]
ASI COMO LOS ISRAELITAS QUE ERAN
MORDIDOS POR LAS SERPIENTES
TENIAN QUE CONFIAR Y MIRAR
HACIA LA SERPIENTE DE BRONCE,
ASI NOSOTROS DEBEMOS CREER EN
JESUS PARA OBTENER SALVACION
EL VIAJE DE OBOT A PISGA 21:10–20
Después continuaron su viaje y la Escritura menciona los lugares donde establecieron sus
campamentos, hasta llegar al área de Moab. Una vez más les faltó el agua, sólo que no se menciona que se
hayan lamentado. Más bien parece que esta vez Dios no esperó a ver cómo reaccionaban ante el
problema, sino que tomó la iniciativa para dárselas (16) diciendo a Moisés que los reuniera alrededor del
pozo de Beer para que recibieran esta bendición (compare Isaías 65:24). A raíz de eso, con gran gozo
elevaron un cántico de alabanza a Dios.
DIOS PROVEE EL AGUA NECESARIA
PARA SATISFACER LA SED
DE SU PUEBLO
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 75]
9
Oportunidad Unica en la Vida de Balaam
Números 22:2–24:25
Pocas veces en la vida se nos presenta la oportunidad de realizar todos nuestros sueños de la noche a la
mañana. Si se nos diera, ¿cómo responderíamos? ¿Qué precio estaríamos dispuestos a pagar por
enriquecernos¿
Balaam se vio obligado a considerar esta alternativa. Poco se sabe de este hombre, aparte de lo que
relata la historia bíblica, y lo que de él conocemos nos provoca más preguntas que respuestas. Era
originario de una nación pagana, que probablemente habitaba al norte, cerca del Río Eufrates; bien
conocido por su capacidad de bendecir y maldecir, si alguien estaba dispuesto a pagar el precio
estipulado.
Aparentemente, era varón temeroso de Jehová. Esta característica no parece ser congruente con lo
demás que sabemos de él. Por eso, algunos comentaristas sugieren que tal vez sucedió con él como con
algunos otros renombrados hombres que intentaron maldecir a Israel y que el Señor confrontó con
bastante fuerza para impedir que perjudicaran a aquellos que él había bendecido. Al final, se convirtió en
vocero de Jehová.
Balaam experimentaba una gran frustración porque por un [p 76] lado, quería complacer a Balac y
aprovechar la tentadora oferta que le hacía para que maldijera a los judíos, pero no se atrevió a oponerse
a lo que Jehová le había dicho; su temor de Dios le impidió recibir la recompensa que hubiera podido
ganar.
LA OFERTA PRESENTADA 22:2–20
Israel había establecido su campamento en la meseta de Moab mientras hacían los preparativos para
entrar en Canaán. La historia de Balaam presenta ciertos detalles ajenos a la nación en sí, y que no se
conocieron sino hasta mucho tiempo después, cuando Dios los reveló. Sin embargo, la soberanía de la
divinidad se manifestó en la advertencia que hizo al rey Balac: él iba a proteger a sus hijos de los moabitas
así como de cualquier otro enemigo que se les enfrentara.
El diálogo entre Balac y Balaam se narra con lujo de detalles. Balac había visto lo que había pasado a
los amorreos y tenía miedo (2), debido a que el pueblo era en gran manera numeroso. No se trataba de
una banda pequeña que andaba merodeando como algunos habían creído. El escritor sagrado dice que
cuando salieron de Egipto, tan sólo los hombres maduros eran 600,000, lo cual indica que al menos, el
total sería aproxiamdamente de dos millones y medio de personas. Por eso, el pasaje insiste en la aprensión
de Balac al considerar el daño que le podría hacer tan gran multitud pasando por su tierra (3–4).
Necesitaba de una ayuda sobrenatural, que viniera de parte de sus dioses. Por lo que Ilamó al asalariado
profeta Balaam (5).
Tenía el propósito de lanzar un ataque indirecto contra ellos, con la idea de frenar y destruir su
avance. La costumbre de maldecir a las naciones enemigas más fuertes era muy común en ese tiempo, y
Balaam tenía fama de ser muy efectivo en este tipo de asunto, si se le pagaba apropiadamente (6–7).[p 77]
Cuando los mensajeros de Balac le presentaron el asunto, parece que de inmediato se dio cuenta de
que no se trataba de algo fácil; pues pudo apreciar algunos factores diferentes. Decidió esperar un poco y
averiguar más sobre el caso antes de comprometerse. Reconoció que Jehová estaba interesado en esta
gente y que él no era nadie para resistir su voluntad. Durante el transcurso del diálogo con los mensajeros
de Balac, les dijo nueve veces que tenía que hacer lo que Dios le indicara (8).
Claramente, el Altísimo no le permitió ir con ellos. Más bien, le informó que él ya había bendecido a
las supuestas víctimas de Balac. Por la mañana, Balaam tuvo que decir a los enviados que no tenía permiso
para acompañarlos (9–14). No obstante, la historia no terminó con esta respuesta negativa, ya que
existían dos motivos de por medio. Primero, que Balac no se dio por vencido tan fácilmente y en segundo,
40
que el profeta siguió buscando alguna manera de conseguir cuando menos parte de la recompensa
prometida.
El rey de Moab eligió un grupo de líderes todavía más importantes que los primeros para que lo fueran
a convencer de las ventajas que había en cooperar con ellos (15–16). Le ofrecieron una remuneración
más alta y le animaron a que si no estaba conforme, estipulara la cantidad que quisiera, pues podían
pagar lo que él exigiera (17).
De nuevo Balaam tuvo que contestar que no podía desafiar el mandato expreso de Jehová, aunque le
concedieran la casa real llena de plata y oro (18). Sin embargo, les invitó a pasar la noche allí mientras
consultaba nuevamente (19). Aunque el Señor se apareció a Balaam y le dio permiso para acompañar (20)
a los emisarios, los eventos posteriores parecen indicar que este profeta había pasado la noche tratando de
convencerlo de que lo dejara ir con ellos, a condición de no decir nada que no estuviera aprobado. Al fin
le concedió ir, pero no sin antes advertirle severamente del peligro que había si trataba de complacer a
estos políticos y contravenir lo que Dios dijera.[p 78]
¡PENSEMOS!
LA RECOMPENSA PERDIDA
La advertencia hecha por el ángel de Jehová 22:21–35
La protección del asna 22:21–30
Nos hacen falta algunos detalles y no sabemos con seguridad por qué Dios le permitió acompañar a los
moabitas y después se enojó (21–22a). Es probable que la reacción divina tenía su origen en la manera en
que Balaam había conseguido el permiso y los motivos que movían al profeta. Estaba muy entusiasmado
con la posibilidad de acompañarlos, y tenía ilusiones de ganar la cantidad prometida por el rey. Dios le
Ilamó la atención y le dio razones para que dudara del cumplimiento de sus sueños al respecto. Estaba
limitado por lo que Dios le permitiera hacer; no tendría oportunidad de congraciarse con los moabitas
haciendo lo que querían.
El ángel de Jehová se le apareció tres veces con una espada en la mano delante del asna que Balaam
montaba. La bestia se dio cuenta de su presencia porque Dios se lo estaba revelando solo a ella. Cuando
trató de protegerse a sí misma y a su amo, éste se enojó con ella porque ignoraba lo que estaba pasando en
realidad. En todas las ocasiones, lo había salvado pero el la golpeó irritado.
La primera, el asna se desvió del camino para evitar el peligro (22b–23); la segunda, el ángel se colocó
en un pasadizo sumamente angosto, y para esquivarlo, ella se pegó a la pared [p 79] y prensó el pie del
profeta contra el muro (24–25). La tercera ocasión, se enfrentaron en un lugar donde no había paso y la
burra se sentó, negándose a continuar. Balaam se enojó tanto, que esta vez la azotó con un palo (26–27).
Su sorpresa fue inmensa cuando escuchó que el asna le hablaba. Le preguntó por qué era que la estaba
maltratando. Balaam respondió que era por causa de la frustración y vergüenza que sentía por su
comportamiento. El animal le recordó que siempre había sido fiel en los años pasados, y que tenía que
aceptar que tal vez existía un motivo válido para hacer lo que había hecho; en lugar de herirla, él debía
buscar una explicación adecuada. Si lo hacía, vería el grave peligro que los acechaba en el camino y que
ella lo había salvado de una muerte segura (28–30). En ese momento, el Señor abrió los ojos del profeta
para que viera por qué actuaba de manera tan extraña.
La advertencia del ángel 22:31–35
Al apreciar el escenario completo, Balaam se dio cuenta de que estaba en presencia del ángel de
Jehová, quien había bloqueado el paso con su espada en la mano. Si hubiera seguido adelante con su
propósito, habría muerto. Más bien, el hombre debía disculparse ante el asna que había mostrado más
sabiduría que él.
41
Asimismo, el Señor le reveló que su intención de ayudar a Balac iba contra sus planes. Al percatarse de
ello, Balaam ofreció regresar a casa si así se lo mandaba, pero le ordenó seguir con los enviados, porque
todavía tenía un propósito que cumplir; sería su vocero ante Balac para que supiera su intención de
bendecir a Israel. El rey debía entender que ni pagando a muchos otros como Balaam podría estorbar sus
designios.
BALAAM TENIA LA OBLIGACION
DE HACER LA VOLUNTAD DE DIOS,
[p 80] PORQUE SUS VOCEROS DEBEN
HACER LO QUE EL MANDA
El saludo de Balac 22:36–40
Al oír que Balaam se acercaba, el rey de los moabitas se entusiasmó y salió para recibirlo. Desde un
principio, le dio a entender que quería comprar su maldición y que estaba dispuesto a pagar cualquier
precio, con tal que hiciera lo que le pedía (36–37).
Por su parte, Balaam le informó que sólo haría lo que Dios mandara y que no podría hacer nada sin su
aprobación. Sin entender el significado de estas palabras, Balac empezó la tarea de convencimiento. No se
daba cuenta del poderoso contrincante con quien tenía que luchar, porque desconocía quién era.
La revelación divina 22:41–24:13
Primer intento 22:41–23:12
Llevó al profeta a que viera al pueblo desde diferentes puntos de observación. Cada vez que lo hacía,
levantaba una serie de altares y ofrecía sacrificios. Balaam se apartó nuevamente para consultar con
Jehová, pero en todas las ocasiones manifestó que la última palabra sería la del Señor (22:41–23:3).
La primera vez, se le dio un mensaje para que lo entregara a Balac. En resumen, su respuesta era que
no podría maldecir o condenar a los protegidos de Dios. Esta no era una nación común, porque había sido
escogida por Jehová. Por lo tanto, al fin sería bendecida y se multiplicaría grandemente, aunque todos sus
enemigos quisieran terminar con ellos (23:4–10).
Como se puede imaginar, a Balac no le gustó esta respuesta. Lo había traído para perjudicar a Israel y
en lugar de hacerlo, lo bendijo. Entonces, Balaam le recordó su conversación anterior; no estaba
autorizado a actuar sin la dirección [p 81] de Jehová. Seguramente ambos se sentían muy afectados por
este mensaje. Para el profeta era difícil aceptar que iba a perder la recompensa deseada.
Segundo intento 23:13–26
Sin embargo, Balac no se dio por vencido; no tenía otra alternativa y decidió tratar de nuevo. Lo Ilevó
otro sitio desde donde tal vez apreciara la situación de otra forma. Se trasladaron al campo de Zofim
donde una vez más ofreció sus sacrificios a Jehová y Balaam se apartó para consultar con él (23:13–15).
El Señor se volvió a revelar y le dio otro mensaje para Balac. Esta vez fue para advertirle que no
cambiaría de opinión y que no podía mentir. Cumpliría lo que ya había expresado con anterioridad.
Balaam había sido enviado por Dios para que bendijera a su pueblo, y él no tenía derecho a alterar este
decreto, pues como andaban en obediencia, él estaba con ellos y ni Balac ni nadie podria contrariarlo
(23:16–24).
JEHOVA NO ES HOMBRE PARA
CAMBIAR DE OPINION. HABIA
DECIDIDO BENDECIR A ISRAEL;
Y NO SE ARREPENTIRIA
42
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 85]
10
Reiniciación de los Preparativos
Números 25–30
Hay un dicho que afirma: “Quienes no aprenden de la historia, están destinados a repetirla”. Este
postulado se cumplió con la generación que llegaba a las puertas de la Tierra Prometida en los días de
Moisés, y se sigue aplicando para nosotros el día de hoy. Al continuar la narración del libro de Números,
el autor consigna un aspecto sumamente triste de lo acontecido a Israel. Al comparar el comienzo del libro
con su epílogo, notamos que tuvieron que reiniciar todos los preparativos que se requerían para que
pudieran tomar posesión de su heredad, pues los habían olvidado completamente al vagar por el desierto.
Los sobrevivientes tuvieron que regresar a Cades y empezar de nuevo. Un viaje que habría podido
hacerse en poco tiempo, a lo más en once días, duró cuarenta años a causa de la incredulidad y
desobediencia de los israelitas que habían iniciado el éxodo. Sin embargo, a lo largo de este tiempo, Dios
permaneció fiel a sus promesas. Había ofrecido darles un territorio que fluía leche y miel y lo estaba
cumpliendo a pesar de todo; los había protegido y había provisto todas sus [p 86] necesidades. ¡Ni siquiera
habían tenido que preocuparse de comprar zapatos!
Había Ilegado el momento de hacer un repaso final de lo sucedido. ¿El fracaso les había enseñado la
lección más importante de sus vidas? ¿Habían aprendido a confiar en Dios y su poder para hacerlos entrar
en su nueva patria cuando él lo indicara?
PREPARACION ESPIRITUAL 25
Israel tuvo que enfrentarse a la tentación más común que el enemigo espiritual del hombre utiliza
para hacerlo desviarse de Dios. Esta amenaza ha existido en todas las épocas; ya la habían conocido antes,
y se volvería a repetir en muchas otras ocasiones, aun hasta el día de hoy. Los judíos se sintieron atraídos
por las hermosas mujeres paganas de los pueblos aledaños, quienes primero los seducían físicamente y
después los obligaban a seguirlas en sus prácticas religiosas.
La idolatría de Israel juzgada 1–5
La sección anterior del libro termina cuando Balaam sale del escenario después de emitir su profecía.
Aparentemente, ya había terminado se participación. No obstante, basados en otros dos pasajes
escriturales, nos damos cuenta de que su intervención más significativa estaba todavía por ocurrir. 2
Pedro 2:15 alude al problema del falso profeta diciendo que codiciaba “el premio de la maldad”. Por eso
había accedido a acompañar a los mensajeros de Balac; porque pretendía de alguna manera combinar la
obediencia a Dios y la ganancia que se le ofrecía.
Números 31:15–16 muestra que Balaam encontró la manera de desencadenar la ira de Jehová contra
su pueblo, y haciendo uso de sus artimañas, propició que fueran derrotados por los moabitas. Fue él quien
aconsejó a estos últimos que mandaran a las doncellas más bonitas para que atrajeran a los hombres de
Israel y una vez enamorados, los hicieran compartir los ritos a Baal-peor para que Dios los castigara.[p
87]
El autor pinta este triste cuadro relatando las consecuencias lamentables que esta estrategia inspirada
por la maldad trajo a los judíos. Las jóvenes moabitas se prestaron a la seducción y ellos cayeron en la
trampa, prostituyéndose con ellas (25:1). Cuando ya los tenían en sus redes, los incitaron a que asistieran
a sus rituales (25:2), a que se identificaran con sus dioses, y a que se inclinaran a ellos. El furor del Señor
se encendió y los disciplinó (25:3).
Ordenó la muerte de los príncipes del pueblo y de todos aquellos que habían decidido unirse al culto a
Baal-peor (25:4–5). Debido a la sugerencia de Balaam, murieron veinticuatro mil israelitas, a unque al
final no logró el cumplimiento total de su plan. La gracia y la fidelidad de Dios se mantuvieron incólumes,
garantizando que se cumpliría la promesa.
45
Satanás ha aprendido que no es fácil destruir la obra de Dios por medio de la persecución. Al
contrario, en la mayoría de los casos, ésta conduce al crecimiento de los que siguen al Señor. Entonces, su
estratagema favorita es la que utilizó en el relato que nos ocupa; envía mujeres atractivas para que con su
belleza desvíen a los hijos de Dios, y después los aparta definitivamente de la influencia divina.
El enemigo de nuestras almas ha usado esta táctica con muy buenos resultados en todos los tiempos. El
mundo aprovecha la hermosura externa y el sexo para vender cualquier cosa. Trata de comunicar el
concepto de que el placer carnal es lo más importante para la felicidad del hombre, tratando de
distraernos de la verdadera fuente de paz y ventura en la vida.
Muchas religiones y sectas usan este mismo principio. Envían a sus mujeres más bellas para
“evangelizar” a los cristianos auténticos. Los resultados de esto, son los matrimonios mixtos que se
realizan entre cristianos e incrédulos, y que impiden que sirvamos a Dios como él quiere.
Hemos visto que este sistema planeado por Satanás Ilega al extremo en que líderes claves en el
ministerio han sido atrapados por la sensualidad femenina. Personalmente conozco a varios pastores y
otros dirigentes que han perdido su comunión [p 88] con los creyentes y el Señor porque han caído en este
ardid. Este peligro no se limita sólo a los hombres, sino que alcanza también a las cristianas activas en la
obra. Sin embargo, el blanco principal es el sexo masculino, y en especial quienes encabezan las iglesias.
Debemos estar alertas para descubrir estos ataques satánicos y pedir la protección divina. No permitamos
que el enemigo gane la victoria.
Para prepararse espiritualmente, Israel tenía que purificar su campamento. Antes de que pudieran
recibir la bendición de Dios, conforme a su pacto, debían resolver el caso de los que se habían involucrado
en la idolatría.
Un israelita es matado al ser sorprendido con una madianita 6–9
Cuando Moisés todavía estaba hablando con los jueces sobre qué medidas debían tomarse respecto a
esta situación, uno de los príncipes Ilegó con una madianita al campamento con el propósito de
presentarla a sus padres. Al verlo Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, tomó una lanza y entrando en la
carpa donde estaban, los mató en el mismo instante.
Dios aceptó este acto como contrición oficial de toda la congregación; como manifestación del
remordimiento que sentían por su pecado. De inmediato suspendió la plaga que había enviado contra
ellos.
El pacto de paz con Finees 10–13
Además del valor nacional que se dio a la acción de Finees, el Señor lo recompensó personalmente
haciendo un pacto de paz con él y su descendencia, por medio del cual le garantizó un sacerdocio
perpetuo, pues reconoció su celo, parecido al de Jehová mismo. Este personaje apreció lo acontecido desde
la perspectiva divina, y mostró un interés especial en guardar intacta la gloria del Altísimo. En su afán por
complacer únicamente a Dios, Finees contribuyó a la expiación de todos los judíos. Salmos 106:30–31
añade que èsta manifestación de entrega le fue contada por justicia.[p 89]
FINEES VIO EL PROBLEMA DEL PECADO
DESDE LA PERSPECTIVA DE DIOS
Y SE PREOCUPO POR PRESERVAR
LA GLORIA DE JEHOVA
46
¡PENSEMOS!
en Dios y que siguieran adelante. Durante todos estos años, habían tenido que esperar su recompensa por
causa de la incredulidad y desobediencia de sus hermanos.
Garantía de la herencia familiar 27:1–11
A estas alturas, se presentó un problema especial tocante a las leyes de la herencia originado por las
hijas de Zelofehad. Debido a que su padre había muerto sin dejar descendiente varón, no tenían derecho a
lo que les correspondía. A raíz de ello, Dios estableció las leyes de sucesión.
En caso de que un padre muriera sin hijos, su posesión pasaría a su hija, pero si no la tuviera, se
traspasaría a sus hermanos. Si no los hubiera, se le daría a los hermanos de su padre. A falta de ellos,
pasaría al pariente más cercano en su familia. Esta norma garantizaría que la propiedad quedara en la
familia designada. Tampoco podrían negociar con ella, para evitar que se enriquecieran algunas personas
de mayor poder en el pueblo.
Cambio del liderazgo 27:12–23
El último paso en la preparación administrativa fue la designación de un nuevo líder. Dios aseguró a
Moisés que no había olvidado el castigo que le había prometido por desobedecerlo en Meriba (20:2–12).
Lo envío a la región montañosa de Abarim para que desde allí viera la Tierra Prometida y la fidelidad
divina cumplida. Después moriría (27:12–14).
Al acercarse su última hora, Moisés pidió al Señor que nombrara a alguien que condujera a la
muchedumbre a la nueva patria. No deseaba dejar esta decisión a la voluntad del pueblo ni confiaba en sí
mismo para seleccionarlo; debía llenar [p 92] dos requisitos:
1. que fuera elegido por Dios; y
2. que actuara como un verdadero pastor, de modo que sus hermanos no fueran como ovejas sin tener
quien los cuidara (27:15–17).
El Señor contestó la oración de Moisés señalando a Josué como su sucesor. Lo describió como alguien
que estaba dirigido por el Espíritu Santo. Moisés debía presentarse ante la congregación y el sumo
sacerdote Eleazar para identificarlo, imponiéndole las manos para impartirle su autoridad a la vista de
todos. De este modo, nadie dudaría del nombramiento divino (27:18–20).
EL PUEBLO DE DIOS
NECESITABA UN PASTOR GUIADO
POR EL ESPIRITU SANTO
Sin embargo, Josué no tendría acceso directo a Jehová, sino que recurriría a Eleazar para que buscara
la voluntad del Señor utilizando el Urim. Después, él daría las órdenes y el pueblo lo seguiría (27:21–23).
PREPARACION RELIGIOSA 28–30
Ley de las ofrendas 28–29
La preparación religiosa se hizo siguiendo las instrucciones acerca de la adoración a Dios. Las ofrendas
eran parte de ella y debían traer donaciones diarias (28:1–8), sabatinas (28:9–10) y mensuales (28:11–
15). Después se describen las fiestas anuales: la pascua (28:16–25), las primicias (28:26–31), las
trompetas (29:1–6), el día de expiación (29:7–11) y los tabernáculos (29:12–38). Estas leyes terminan
con el mandamiento de que se debían celebrar en las ocasiones establecidas (29:39–40).[p 93]
En todas estas normas observamos que Dios estaba definiendo las condiciones para que se le honrara
correctamente. No las sometió a votación pública. Como se trataba del establecimiento de la forma debida
de adorarle, Jehová decidió qué estatutos debían seguir.
En este pasaje, descubrimos que hay tres cualidades para hacerlo como él desea, y que se repiten
frecuentemente para ayudarnos a definir la manera en cómo debemos hacerlo. Valdría la pena marcarlas
en su Biblia para señalar la importancia de cada una.
Once veces se insiste en que las ofrendas eran de olor grato o aroma agradable al Señor. El propósito
de éstas, así como nuestra adoración en la actualidad, es la de agradar a Dios. El pueblo se habría evitado
muchos problemas si le hubieran complacido obedeciéndolo sin protestar.
48
Por lo menos se afirma veinte veces que los ofertorios debían presentarse “al Señor”. La verdadera
reverencia no servía, como creían los fariseos, para impresionar a los demás. La honra auténtica dirigida a
Dios por lo que hace a nuestro favor es intensamente personal, entre el adorador y Dios.
Por último, quince veces se nos dice que los animales inmolados tenían que ser sin defecto. Dios no
acepta sacrificios de segunda clase. El merece lo mejor. Si esperamos que el Señor se agrade de lo que
traemos, debemos estar seguros de que es lo máximo que poseemos.
LA ADORACION VERDADERA A DIOS
CONSISTE EN TRAERLE
DIRECTAMENTE LO MEJOR QUE
TENEMOS PARA QUE SE AGRADE
[p 94]
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 97]
11
Preparación Histórica
Números 31–33
Antes de entrar en Canaán, mientras estaban en la meseta de Moab, se presentaron algunos asuntos de
gran importancia histórica que necesitaban ser resueltos. Uno de los temas más difíciles de comprender
para nosotros es la orden dada por el Señor respecto a los pueblos paganos. En esta época, que se
caracteriza por el extraordinario énfasis que se pone en los derechos humanos, en la permisividad y en la
libertad individual en todos los aspectos de la vida, es difícil para nosotros entender por qué debían matar
a todos los habitantes de ese territorio, incluyendo mujeres y niños.
Muchos comentaristas modernos tratan de evadir este problema explicándolo como que era común a
las costumbres primitivas antiguotestamentarias, pues los antiguos carecían de los conocimientos
elementales de cómo tratar correctamente a sus vecinos. Esta proposición no resuelve nada, porque fue
Dios mismo quien extendió el mandato, no la gente; ellos se limitaron a escuchar sus palabras y
cumplirlas en la medida de sus posibilidades. Más bien, se metieron en aprietos delante del Señor por no
obedecer cabalmente lo que les había explicado.
La única alternativa que nos queda para entender esta severidad, [p 98] se encuentra en la descripción
que el Altísimo hace de las actitudes y actividades en que se desenvolvían los paganos. El libro de Exodo
dice: “Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del
cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir. No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás
ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo y quebrarás totalmente sus estatuas” (23:23–24).
Unos versículos más adelante continúa: “No harás alianza con ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no
habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo” (32–33).
En Deuteronomio 12:29–31, afirma: “Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones
adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos
de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la
manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios,
porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses…”
Nuestra dificultad radica en que no conocemos la magnitud de las abominaciones que aquellas
personas cometían y cómo enfurecían a su Creador. Las evidencias arqueológicas encontradas describen
con mucha aproximación el estilo de vida de los cananeos. Dios no podía tolerar que sus escogidos lo
imitaran, por lo que destinó a Israel para eliminar esa repugnante corrupción de delante de él. A pesar de
la popularidad que hayan alcanzado actualmente ciertas prácticas, Dios no acepta cualquier forma de
adoración que se le ofrezca. Es por eso que demandó que aquellas personas y su influencia pagana fuera
raída del mundo que él gobierna.
Uno de los peligros principales para la nación judía era que algunos representantes de esos cultos
sobrevivieran y los desviaran hacia sus prácticas religiosas y forma de vivir. Ya había sucedido con las
mujeres de Madián. El resto de los pobladores de ese territorio podían hacer lo mismo. De hecho, así fue,
pues los israelitas no cumplieron totalmente el [p 99] mandamiento expreso de Jehová. La historia cuenta
qué resultados hubo y demuestra lo que les ocurrió por no hacerlo.
VICTORIA SOBRE MADIAN 31
Dios ordenó a Moisés que atacaran a los madianitas y que completara su venganza contra ellos (31:2).
Israel se organizó para la batalla, enviando mil hombres de cada tribu para guerrear. Acabaron con todos
los hombres de Madián, incluyendo a los cinco reyes principales que habían formado un pacto conocido
con el mismo nombre. En esta lucha murió también el profeta Balaam, quien no se había alejado por
completo del escenario, y que pagó con su vida su desobediencia a Dios y su participación en esta lucha
contra el pueblo escogido (2–8).
50
¡PENSEMOS!
También se les dieron instrucciones precisas en cuanto a la purificación de los que habían intervenido
en la matanza y acerca de los despojos obtenidos. No debían permitir que el pueblo se contaminara al
tocar los muertos y cosas de esa sociedad pagana, y que en el futuro pudieran ser un estorbo entre Dios e
Israel (19–24).
El botín que recogieron de la batalla fue contado y dividido en dos partes. La mitad se dio a los
soldados como recompensa por su esfuerzo, y la otra se distribuyó entre toda la congregación (25–27).
Se separó una ofrenda para el Señor como tributo por haberles protegido y por la victoria. De lo que se
dio a los guerreros, se les recogió una porción de cada quinientas para entregarla a los sacerdotes. De lo
del pueblo se tomó una parte por cada cincuenta para dedicarla a los levitas encargados del tabernáculo
(28–47)
Los jefes del ejército contaron a sus soldados al regresar de la batalla y descubrieron que no faltaba
uno solo. Como un acto de agradecimiento por el amparo divino, los oficiales [p 101] decidieron dar al
Señor los objetos de oro que habían reunido en la guerra y se encontró que sumaban aproximadamente
420 libras de oro. Al precio actual, el valor sería de.poco más de dos y medio millones de dólares
estadounidenses. En otras palabras, estos ciento treinta dos capitanes de miles y de cientos, que ni siquiera
poseían casa propia, estuvieron dispuestos a dar a Dios este grandísimo presente, pues reconocían a quién
debían todo lo que poseían y sentían una gratitud inmensa. Este tesoro fue colocado en el tabernáculo
como recordatorio (48–54).
PETICION DE RUBEN Y GAD 32
Al terminar, el encuentro contra los madianitas, algunos representantes de las tribus de Rubén, Gad, y
parte de losde Manasés, pidieron permiso para establecer su heredad en el lado oriente del Jordán. Habían
observado la calidad de la tierra y los beneficios que traería a su ganado y deseaban aprovecharla. Para
Moisés era muy difícil entender todas las implicaciones que esta petición traería. Incluyeron con ella la
frase: “No nos hagas pasar el Jordán” (1–5).
Al principio, el líder tuvo miedo, pensando que buscaban un pretexto para no ayudar a sus hermanos
a pelear contra los cananeos y los comparó con sus amtepasados en Cades, quienes no habían aceptado
entrar en la Tierra Prometida. Posiblemente esta actitud negativa desanimara a los demás, que tampoco
querrían seguir adelante. Por otro lado, si se repitiera lo acontecido, tal vez fueran juzgados de nuevo,
51
quién sabe con qué consecuencias. Lo más factible era que el Señor los hiciera morir allí mismo en el
desierto (6–15).
Los jefes de estas tribus le aclararon que esa no era su intención y se comprometieron a preparar el
lugar para que sus familias se quedaran allí mientras ellos combatían al lado de sus compatriotas (16–19).
Al escuchar esto, les concedió el permiso de establecerse en ese territorio. Moisés quería asegurarse de que
comprendieran con exactitud las condiciones que habían aceptado, de modo que se las repitió
detalladamente. [p 102] Todos los soldados tenían que cruzar el Jordán para ayudar y permanecer allí
hasta que Dios expulsara a los enemigos de Israel y la tierra estuviera bajo su completo dominio (20–27).
TODOS LOS HIJOS DE DIOS
MANIFESTARON SU FE AL
LUCHAR POR TOMAR POSESION
DE LA TIERRA PROMETIDA
Moisés dejó instrucciones claras a Eleazar y Josué en el sentido de que si no cumplían con lo acordado,
tendrían que seguir al resto del pueblo y cruzar el Jordán. Resueltamente, todos aceptaron el convenio con
todas sus condiciones (28–32).
Antes de que cruzaran para enfrentarse con las naciones que se encontraban al otro lado del to, el
siervo de Dios dividió la heredad al oriente del Jordán. Los descendientes de Gad y Rubén reconstruyeron
las poblaciones que habían quemado en el territorio de los amorreos y los basanitas. Los de Manasés,
todavía tenían que luchar por las ciudades que ocuparían (33–42).
RESUMEN DEL VIAJE 33
El relato de la preparación histórica para la conquista de Canaán concluye con un resumen de la
manera en que Dios les había llevado desde Egipto hasta la meseta de Moab. Fue escrito por Moisés, según
se lo ordenó el Señor.
El énfasis que hace especialmente en la salida de Egipto era para que no olvidaran que el Altísimo los
había redimido de la esclavitud. Los egipcios habían visto cómo salían de sus ciudades mientras
sepultaban a sus primogénitos. Todos [p 103] habían comprobado que la mano poderosa de Jehová estaba
con ellos, pues había dejado evidencia clara de su superioridad en comparación con otros dioses (1–4).
A continuación hizo un recuento de las principales etapas del viaje. Dios les había abierto paso en el
mar. Evocó la experiencia en Refidim, cuando se habían quedado sin agua y cómo el Señor la proveyó. En
seguida, habló de los días significativos pasados en Sinaí, de donde siguieron hasta llegar a Cades.
Tuvieron que atravesar dos veces por el mismo lugar a causa de su desobediencia y hacía solo pocos días
que habían pasado por allí de nuevo. El líder hizo una síntesis mencionando únicamente los nombres de
los lugares que habían visitado (5–37).
Les recordó que estando en Cades por segunda vez, Aarón había subido al monte Hor donde había
muerto (38–39). Al darse cuenta los cananeos de que se aproximaban, comenzaron la oposición contra
ellos (40). El viaje había concluido con Israel estacionado en la meseta de Moab, frente a Jericó, esperando
la orden de Dios para pasar a su nueva patria (41–49).
Moisés terminó presentándoles el reto de que eliminaran totalmente a los canaanitas y todo vestigio de
su religión pagana. Dios les había instruido a que dominaran y habitaran esa parte del mundo conocido
(50–53). El reparto de los predios se haría conforme a las normas previamente indicadas. Es decir, por
sorteo, asignando las tierras por familias conforme al tamaño de cada una, y dentro del área destinada a
cada tribu (54).
Una de las advertencias de mayor importancia que Dios les hizo en esa ocasión especial fue la de que
tenían que destruir a los moradores de aquella tierra. Si no lo hacían se convertirían en espinas en sus
costados y les afligirían para siempre. Por consecuencia, los juicios pronunciados contra esas naciones,
caerían sobre ellos (55–56).
Sabemos que en efecto así fue como sucedió. Israel no cumplió correctamente con lo que el Señor les
ordenó y los descendientes de los cananeos que sobrevivieron a la invasión [p 104] siguieron
hostilizándolos durante toda su historia, hasta que finalmente Dios dispersó y expulsó a su pueblo rebelde.
52
La lección quedó bien grabada para la posteridad. El Señor no acepta una obediencia parcial o incompleta,
sino que exige que sus hijos se sometan a su voluntad y cumplan la tarea impuesta por él.
LA OBEDIENCIA INCOMPLETA
EQUIVALE A DESOBEDIENCIA.
DIOS DEMANDA QUE SU PUEBLO
CUMPLA LO QUE EL EXIGE
¡PENSEMOS!
[p 105]
12
Instrucciones Finales
Números 34–36
El último de los arreglos que necesitaban hacer para entrar en Canaán era el legal. A través de la
explicación pormenorizada de estas instrucciones vemos el interés que Dios tenía en los detalles que iban
a regir la vida de su pueblo. También sirven para confirmar su fidelidad eterna. La duda y desobediencia
de sus hijos no habían podido anularla; sus planes tenían un alcance más amplio de lo que ellos podían
imaginar.
Aquí es donde se incluyen las indicaciones para precisar las fronteras de la nación con gran
minuciosidad. Asimismo se les dieron las ordenanzas necesarias para asegurar que se cumpliera el deseo
de Dios de proveer a los levitas de un patrimonio, y la creación de ciudades de refugio. Otro asunto
importante era definir la forma justa de preservar las herencias familiares.
DESCRIPCION DE LA TIERRA 34:1–15
El área que Dios les asignó es difícil de trazar con exactitud en un mapa. Sin embargo, cualquier
intento de hacerlo, aunque sea aproximado, mostrará claramente que los límites [p 106] eran mucho más
extensos de lo que Israel llegó a dominal.
Por el sur, subía del Mar Muerto hasta Cades y de al seguía al noroeste hasta el Mar Mediterráneo,
aproximada mente 80 kilómetros al sur de Gaza (1–5). Por el occidente, incluía toda la región costera de
ese mar (6). Al norte corría desde el monte Hor, a unos 150 kilómetros al norte de Biblos, pasando por
Lebo-hamat hasta llegar a Hazar-enán (7–9). La frontera oriental es difícil de marcar porque abarcaba
pueblos que les eran desconocidos. Parece que bajaba al sur desde Hazar-enán, hasta llegar al Mar de
Cineret (llamado en el Nuevo Testamento Lago de Genesaret, Mar de Galilea o de Tiberiades) siguiendo su
ribera hasta el Río Jordán y de allí hasta el Mar Salado o Muerto (10–12).
Estos linderos eran para las nueve tribus y media que habían decidido establecerse “al oeste del
Jordán”, las cuales debían echar suertes para que el reparto fuera equitativo. Las otras dos tribus y media
se habían quedado al oriente del mismo río (13–15).
Esto nos deja ver que en la realidad, nunca llegaron a ocupar la totalidad del territorio, porque éste
incluía partes que pertenecían a los filisteos, fenicios, libaneses y sirios. Al comparar lo que tomaron con
lo que el Señor había dispuesto, suponemos que se conformaron con lo menos.
¡PENSEMOS!
[p 107]
NO TOMARON POSESION DE TODO
LO QUE DIOS QUERIA DARLES
54
estos problemas. Níngún precio podría evitar que el culpable pagara las consecuencias de sus actos, ni lo
libraría del tiempo que tenía que pasar asilado en los lugares previstos.
Todo lo anterior fue decretado por Dios y nadie tenía derecho- a cambiarlo. El concepto que se
manejaba era que la sangre derramada por alguien había contaminado la tierra que es posesión divina, y
para poder purificarla, era necesario hacer la expiación. Si no se hacían, Dios se consideraba el ofendido
(35:31–34).
PRESERVACION DE LAS HERENCIAS 36:1–12
Los derechos de sucesión también se estipularon convenientemente. Nadie podría despojar a ninguna
tribu de su herencia legítima. En caso de muerte de algún jefe de familia, sus posesiones pasaban a un
descendiente directo. En caso de que existiera alguna deuda, la propiedad debía devolverse en el año del
jubileo. Así que nunca se podría arrebatar a los herederos legales lo que les pertenecía lícitamente.[p 110]
Cuando entendieron completamente Ia resolución divina pronunciada en el caso de las hijas de
Zelofehad, los israelitas descubrieron otro problema. Cuando un hombre muriera sin hijos, sus bienes
serían transferidos a sus descendientes femeninos. Pero cuando éstas se casaran y quedaran bajo la
autoridad del esposo, la propiedad pasaría a la tribu de él, y a la larga la progenie original no tendría
derecho sobre ella. La pregunta que surgió fue: ¿qué debían hacer en tales casos (36:1–4)?
El Señor aceptó este cuestionamiento como legítimo. ¿Cómo evitar el problema? La solución la dio
dando otro mandamiento para todas las doncellas de Israel: indefectiblemente tenían que casarse con
hombres de la misma tribu para que la tierra no se perdiera. Dios estaba interesado en que se garantizara
el patrimonio de cada tribu (36:5–9). Las hijas de Zelofehad obedecieron esta ordenanza porque
reconocían la autoridad divina (36:10–12).
CONCLUSION 36:13
El libro termina con un resumen de lo dicho anteriormente por el autor. Específicamente hace
referencia al contenido de los capítulos 34 al 36 porque es donde se encuentran más mandamientos y
preceptos. En un sentido más amplio, contiene el relato de todo lo que ocurrió en la meseta de Moab,
según está consignado en los capítulos 22 al 36. El texto indica claramente que estas instrucciones
provenían de Dios, no de ningún ser humano. Además, se habían transmitido al pueblo por medio de su
mensajero y siervo, Moisés. Debían aceptarlas como palabras enviadas por la autoridad del Altísimo.
Al fin terminó el largo y trágico viaje que pudo haber sido muy breve. No obstante, Dios siempre
permaneció fiel a su Palabra. Se había comprometido a llevarlos a una nueva patria. Ahora, por fin
estaban a sus puertas, listos para cruzar el río y tomar posesión de ella, en cuanto Jehová diera la orden.[p
111]
A PESAR DE LA INCREDULIDAD
Y DESOBEDIENCIA DE SU PUEBLO,
DIOS PERMANECIO FIEL Y CUMPLIO
TODO LO QUE HABIA PROMETIDO
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!