RN 2236 2019 Lima Sur

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CORTE SUPREMA SALA PENAL PERMANENTE

DE JUSTICIA R. N. N.° 2236-2019


DE LA REPÚBLICA LIMA SUR

Flagrancia delictiva
En una situación de emergencia
–flagrancia delictiva presunta– que
requiere la intervención policial
urgente, no es obligatoria la
autorización ni la presencia inmediata
del fiscal, por lo que las diligencias
efectuadas in situ, consignadas en las
actas correspondientes, no constituyen
prueba prohibida.

Lima, quince de octubre de dos mil veinte

VISTOS: el recurso de nulidad interpuesto


por Antonio Meléndez Merlo, Carlos Alberto Castro Gerónimo y
Ricardo Alexander Torres Benavides contra la sentencia emitida el
veintisiete de agosto de dos mil diecinueve, por la Primera Sala Penal
Transitoria de la Corte Superior de Justicia de Lima Sur en el extremo
en el que los condenó como autores del delito contra la salud
pública-tráfico ilícito de drogas en la modalidad de promoción al
tráfico de drogas (tipificado en el primer párrafo del artículo 296 del Código
Penal), en agravio del Estado, a ocho años de pena privativa de
libertad, les impuso doscientos cuarenta días multa a razón de S/ 3
(tres soles) diarios, dispuso su inhabilitación conforme a lo previsto en los
numerales 2 y 4 del artículo 36 del Código Penal y fijó el pago de S/
4000 (cuatro mil soles) por concepto de reparación civil.
Intervino como ponente el señor juez supremo Sequeiros Vargas.

CONSIDERANDO

Primero. Fundamentos de la impugnación


1.1. De la defensa de Ricardo Alexander Torres Benavides

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Solicita que se revoque la recurrida y se le absuelva de la


acusación fiscal en su contra por vulneración de la debida
valoración de las pruebas. Sus fundamentos son los siguientes:
i. Se trató de una intervención irregular, los efectivos
policiales no cumplieron con llamar a sus superiores
inmediatos ni a la Fiscalía de turno y las actas de registro
domiciliario no contaron con la firma del fiscal.
ii. Se vulneró su derecho a la presunción de inocencia
porque se aceptó la simple sindicación en su contra sin
tomar en cuenta lo establecido en el Acuerdo Plenario
número 2-2005/CJ-116; asimismo, las declaraciones
testimoniales de los suboficiales de la Policía Nacional
carecieron de coherencia y consistencia, y no estuvieron
rodeadas de corroboraciones periféricas.
iii. No existió prueba que lo incriminara. A la única persona a la
que se le encontraron drogas en su canguro fue a su
coprocesado Meléndez Merlo, quien al ver a la policía huyó.
iv. María Elizabeth Orjeda Sandoval –esposa de su tío Jorge Luis
Benavides Rivera, que se encuentra detenido por microcomercialización

de drogas, y que residía en el tercer piso– era quien comercializaba


la droga con la participación de Meléndez Merlo. Tanto así
que el atestado solo imputó el delito de tráfico ilícito de
drogas a estos dos, y al resto solamente se le imputó el delito
de tenencia ilegal de armas.
v. El día de los hechos Orjeda Sandoval arrojó parte de su
mercancía al inmueble que ocupaba el recurrente (en el
segundo piso) y fugó llevándose una maleta.
vi. No se tomaron en cuenta las declaraciones del SOT1 PNP
Vladimir Bilbao Valdivia, de Marcelina Paulina Rivera

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Bendezú de Benavides ni de Ysabel Leonor Benavides


Rivera –abuela y madre del procesado, respectivamente–.
Tampoco se consideró el video que corrió en autos.
vii. El SOT1 PNP Vladimir Bilbao Valdivia, en su manifestación
policial, refirió que en el tercer nivel –donde aquella residía– se
encontró a una persona en posesión de drogas.
viii. La madre del recurrente fue la que comunicó al Escuadrón
Verde sobre la microcomercialización de drogas por parte
de Orjeda Sandoval, y la propietaria del inmueble –abuela
del impugnante– permitió el ingreso pensando que venían a
intervenir a dicha persona.

1.2. De la defensa de Antonio Meléndez Merlo


Solicita que se declare la nulidad de la sentencia. Sus
fundamentos son los siguientes:
i. La intervención ocurrió sin la presencia del representante
del Ministerio Público.
ii. No existió dolo en su actuar, ya que solo estaba
participando en el cumpleaños de su amigo y
coprocesado Carlos Alberto Castro Gerónimo; y no trató
de salir huyendo, tal como lo corroboran las declaraciones
de sus coprocesados.
iii. No se encontró droga entre sus pertenencias. Hubo
arbitrariedad policial, lo golpearon y lo dejaron
inconsciente, y cuando recobró el conocimiento apareció
con un canguro puesto en su cintura.
iv. La droga fue encontrada en el tercer piso, donde vivía la
pareja del tío de su coprocesado Ricardo Alexander Torres
Benavides.

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1.3. De la defensa de Carlos Alberto Castro Gerónimo


Solicita que se declare nula la sentencia por arbitraria. Sus
fundamentos son los siguientes:
i. La intervención policial fue irregular y arbitraria. No se
contó con orden o presencia de ningún representante del
Ministerio Público.
ii. Las pruebas obrantes en autos eran prohibidas porque se
obtuvieron con la vulneración de los derechos
fundamentales –artículo 159 del Nuevo Código Procesal Penal–.
iii. No existió prueba idónea que lo vinculara con el ilícito
imputado: a) las declaraciones de los efectivos policiales
no cumplieron los requisitos del Acuerdo Plenario número
2-2005/CJ-116; b) el dinero que se le encontró el día de la
intervención fue el que le dio a guardar la dueña de la
librería La China (donde trabajaba), dinero que le fue
entregado para que comprara cosas para dicha librería
en el Centro de Lima, y c) al momento de la intervención
se encontraba en estado etílico, circunstancia que no fue
valorada por el a quo, y conforme al acta de registro
personal no se le encontró en posesión de droga alguna.
iv. No se tomó en cuenta la declaración del SOT1 PNP
Vladimir Bilbao Valdivia, ni las manifestaciones de los
policías Henry Gilbert Ñañez Shuña y Julio Johan Fernández
Gastañaga, de las que se desprendió que al procesado
recurrente no se le encontró con droga.
v. Al procesado Junior Gustavo Aliaga Valladares se le
absolvió pese a que se encontraba en la misma situación

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que el recurrente, por lo que la sentencia violó su derecho


a la imparcialidad del juez.
vi. El hecho imputado no se adecuó al tipo penal por el que
se le procesó. No se le podía imputar ese delito solo por
habérsele encontrado en posesión de dinero, el cual
acreditó que provenía de la venta de la librería de la
familia de su conviviente. Además, las bolsas con droga
incautadas fueron halladas en el tercer piso.

Segundo. Contenido de la acusación


2.1. El Ministerio Público imputó a los acusados Antonio Meléndez
Merlo, Carlos Alberto Castro Gerónimo y Ricardo Alexander
Torres Benavides la posesión de drogas con fines de promoción
para su tráfico ilegal. Este hecho se suscitó el diecisiete de
marzo de dos mil dieciséis a las 15:30 horas, aproximadamente.
En virtud de una llamada telefónica a la Central de Emergencia
105, se alertó al personal policial de la comisaría de Chorrillos
que sujetos desconocidos estaban realizando disparos con
armas de fuego en el inmueble ubicado en el pasaje Rosario
161 del referido distrito –segundo piso–; por lo que, con la
autorización de la propietaria del inmueble, doña Marcelina
Paulina Rivera, ingresaron por la puerta lateral con acceso al
segundo piso.
2.2. En dicho nivel les abrió la puerta el acusado Torres Benavides,
quien se encontraba con sus coacusados Castro Gerónimo y
Meléndez Merlo. Este último intentó escaparse por la escalera
del tercer piso, pero al ser intervenido y practicársele el registro
personal se encontró en su poder un canguro de color negro y

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celeste que contenía 680 envoltorios tipo kete. Al ser sometidos


al análisis respectivo, se concluyó que estos contenían pasta
básica de cocaína.
2.3. Al efectuarse el registro domiciliario en dicho departamento, se
hallaron, encima de una mesa de una de las habitaciones, 940
envoltorios de papel periódico tipo kete. Al ser sometidos al
análisis químico, se concluyó que estos que contenían pasta
básica de cocaína. Por tal motivo, todos los sujetos fueron
intervenidos y puestos a disposición de la comisaría del sector.
2.4. Asimismo, al efectuarse el registro domiciliario en el tercer piso, se
encontró, encima de una mesa del primer ambiente de la sala,
una bolsa transparente con 32 bolsitas plásticas que contenían
hierba seca verduzca, al parecer Cannabis sativa. Asimismo, en
un horno del segundo ambiente de la cocina había una bolsa
amarilla con una pistola de marca Bersa, calibre 380, serie
número 340837, con una cacerina, y otra con una cacerina con
ocho casquillos. Y en una mesa del mismo ambiente había 105
envoltorios de papel manteca, cada uno con una sustancia
blanquecina cristalina, al parecer clorhidrato de cocaína; así
como dos bolsitas de color negro que contenían hojas, tallos y
semillas –al parecer de Cannabis sativa–, y una bolsita de color
blanco con dos paquetes forrados con cintas de embalaje que
contenían hojas, tallos y semillas, al parecer de Cannabis sativa.
También se hallaron cuatro coladores y una balanza electrónica
de marca Constan, entre otros objetos.

Tercero. Fundamentos de la sentencia impugnada

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El parte policial de intervención; las actas de registro personal y de


registro domiciliario y comiso de drogas; los resultados preliminares y
definitivos de análisis practicados sobre las sustancias encontradas en
el inmueble donde se halaban los procesados, y los testimonios de los
efectivos policiales intervinientes acreditaron de manera fehaciente
que los acusados se encontraban en poder de considerable
cantidad de droga, y se llegó a la convicción de que se dedicaban a
actividades de promoción de tráfico ilícito de dicha sustancia.

Cuarto. Fundamentos del Tribunal Supremo


4.1. Las intervenciones policiales efectuadas por motivos de
flagrancia delictiva no requieren la presencia del Ministerio
Público para su validez. Se trata de situaciones de urgencia en
las que es necesaria la acción inmediata de los efectivos
policiales, ya que la demora en su atención puede obstruir la
obtención de las pruebas materiales del delito.
4.2. Según la ocurrencia policial –fojas 3-4–, ratificada en instrucción
por el SO3 PNP Julio Johan Fernández Gastañaga –foja 397 y
siguiente–, el motivo de la intervención policial fue la
comunicación de los vecinos a través de una llamada a la
Central de Emergencia 105 de que en el segundo piso del
inmueble sito en el pasaje Rosario 161, distrito de Chorrillos, se
realizaron disparos con armas de fuego. Al constituirse el
personal policial a dicho lugar, se hallaron en la calzada del
inmueble tres casquillos de armas de fuego.
4.3. El motivo de esta intervención fue confirmado con lo declarado a
nivel policial por: i) el testigo impropio Aliaga Valladares –foja 31
vuelta–, en presencia del Ministerio Público y de su defensa,

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respecto a que antes de la intervención escuchó disparos –aunque


negó conocer su procedencia–; ii) el procesado Meléndez Merlo –fojas
35-39–, quien indicó que los policías llegaron y afirmaron haber
escuchado disparos, y iii) el acusado Castro Gerónimo –fojas 40-44–,
quien dijo que escuchó disparos veinte minutos antes de la
intervención, pero no sabía de dónde provenían porque en ese
momento se fue al baño.
4.4. También quedó corroborado con: i) lo declarado a nivel de
instrucción por el SO1 PNP Henry Gilbert Ñañez Shuña –foja 393
vuelta–, quien aseveró que él y sus compañeros intervinieron
porque les habían comunicado que en el pasaje Rosario se
habían efectuado disparos; al llegar encontraron casquillos de
bala y observaron que los inquilinos del segundo piso estaban
libando, por lo que pidieron autorización a la dueña para
ingresar, y obtuvieron información de que en ese lugar se vendía
droga; ii) lo manifestado, también en instrucción, por el SO3 PNP
Irwin Pool Meléndez Espinoza –foja 395–, quien afirmó que estuvo
presente en el lugar de los hechos; fue a resguardar la casa para
que nadie ingresara o saliera, y tenía conocimiento de lo que
sucedió, y iii) lo declarado en instrucción por el SO3 PNP Julio
Johan Fernández Gastañaga –foja 397– respecto a que él y sus
colegas se dirigieron al domicilio a causa de los disparos, en
calidad de apoyo.
4.5. El ingreso autorizado se acreditó con la declaración de
Marcelina Paulina Rivera Bendezú de Benavides –propietaria del
inmueble y abuela del procesado Benavides Torres–, quien afirmó que
abrió la puerta de acceso al segundo piso y permitió el ingreso
de la policía –fojas 23-25–. Lo alegado por el recurrente

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Benavides Torres respecto a que su autorización para ingresar


no fue válida porque la engañaron no posee sustento. La
denuncia previa por microcomercialización de drogas añadía
un motivo más para la intervención inmediata.
4.6. El contexto descrito en la ocurrencia policial, corroborado con
las declaraciones testimoniales del SOT1 PNP Vladimir Bilbao
Valdivia –fojas 21-22–, evidencia que se trataba de una situación
de emergencia –flagrancia delictiva presunta– que requería una
acción urgente, por lo que para la validez de la intervención no
era obligatoria la autorización ni la presencia inmediata del
fiscal. Por ende, las diligencias efectuadas in situ, consignadas
en las actas correspondientes, no constituyen prueba
prohibida; menos aún si fueron oralizadas en audiencia, por lo
que tienen mérito probatorio.
4.7. Es cierto que se acreditó con la propia ocurrencia policial y con
el acta de registro domiciliario, hallazgo, recojo, comiso de
drogas e incautación de armas de fuego –fojas 51-52– que parte
de la droga fue hallada en el tercer piso, donde residía la tía
del procesado Benavides Torres, María Elizabeth Orjeda
Sandoval, cuyo esposo, según relataron las testigos Marcelina
Paulina Rivera Bendezú de Benavides e Ysabel Leonor
Benavides Rivera –abuela y madre, respectivamente, del impugnante
Benavides Torres–, se encontraba interno por comercializar droga.
4.8. Sin embargo, ello no enerva el hecho de que en el segundo
piso, donde se encontraban los procesados, también se halló,
encima de una mesa, una bolsa plástica que contenía 940
ketes con pasta básica de cocaína, conforme al acta de
hallazgo, recojo y comiso de drogas –foja 53–, que según el

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Resultado Preliminar de Análisis Químico Droga número 3090/16


y el Dictamen Pericial Forense de Drogas número 3090/16 –foja
363– tenían un peso neto de 73 gramos de pasta básica de
cocaína con carbonatos –foja 71–; y de conformidad con lo
declarado por el SOT1 PNP Vladimir Bilbao Valdivia –fojas 21-22–.
De ahí su vinculación con este delito.
4.9. Las conclusiones del atestado policial no son vinculantes;
revelan la opinión de las autoridades policiales intervinientes. En
cambio, las actas, los dictámenes preliminares y las
declaraciones realizadas con motivo de dicha intervención sí
poseen mérito probatorio. En tal sentido, el que inicialmente (en
las conclusiones del atestado policial) no se haya imputado a los
acusados la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas no
implica que no se les pueda abrir proceso por tal delito; más
aún si la ocurrencia policial y las actas de registro personal y
domiciliario daban cuenta de su posesión de la droga hallada.
4.10. Todos los acusados han negado que en el segundo piso se
haya encontrado droga; sin embargo, no obra elemento de
juicio alguno que desvirtúe el mérito de la prueba de cargo
que al respecto existe en autos. Los requisitos del Acuerdo
Plenario número 2-2005/CJ-116 se aplican cuando se trata de
un solo testimonio, una prueba única que debe tener la
entidad suficiente para enervar el derecho a la presunción de
inocencia de los procesados. Empero, en este caso, se trata de
una serie de elementos de prueba –declaraciones testimoniales y
prueba documental– que acreditan la materialidad del delito
imputado.

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4.11. Por otro lado, todos los encausados aceptaron ser


consumidores eventuales de marihuana; pero la droga que se
halló en el segundo piso era pasta básica de cocaína y por la
cantidad –940 ketes– se desprende que no era para consumo
personal. Además, el Dictamen Pericial Forense de Examen
Toxicológico número 4564/16 arrojó negativo –foja 401– para
drogas y estado normal (0.00g/l) para el dosaje etílico en cada
uno de los procesados.
4.12. El recurrente Torres Benavides vivía en el segundo piso del
inmueble intervenido y la droga fue encontrada en una bolsa
encima de la mesa de una de las habitaciones de dicho
departamento, lo que acredita su participación en el ilícito. No
es sostenible ni está acreditado lo alegado en su recurso
impugnatorio respecto a que la esposa de su tío la arrojó allí al
momento de huir.
4.13. Asimismo, señala que no se evaluó un video; sin embargo, de
las actas de audiencia no se aprecia que en el juicio oral, en la
etapa de ofrecimiento de medios de prueba –foja 757 vuelta–, lo
haya presentado.
4.14. En cuanto al procesado Meléndez Merlo, al percatarse de la
presencia policial, se escapó por la ventana hacia el tercer piso
–reconocido por este cuando, en su manifestación policial en presencia del
Ministerio Público y de su defensa, indicó que al momento de la intervención
salió corriendo porque se asustó y se escondió en una escalera del tercer

nivel– y se le halló en posesión de un canguro de color negro y


celeste en cuyo interior había 680 ketes, conforme se acreditó
con el acta de registro personal y comiso de drogas –foja 54–,
que según el Resultado Preliminar Forense de Drogas número
3066/16 –foja 71– y el dictamen pericial forense de drogas –foja

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362– contenían pasta básica de cocaína con carbohidratos con


un peso neto de 49 gramos. Además, este acusado posee
antecedentes por tráfico ilícito drogas, conforme él mismo lo
reconoció –foja 38–, lo que evidencia un indicio de conducta.
Todas estas circunstancias acreditan su responsabilidad penal
en los hechos imputados.
4.15. Su versión de que los policías lo golpearon y se quedó
inconsciente por unos momentos, situación que estos
aprovecharon para ponerle el canguro, no es sostenible, dado
que según el certificado médico legal obrante en autos –foja
66– este negó agresiones físicas por parte de la policía durante
su detención.
4.16. Conforme se desprende de los documentos obrantes en autos
–fojas 234-243–, los procesados Torres Benavides y Meléndez
Merlo registran denuncias policiales por la comisión de diversos
delitos –entre los cuales se encuentran agresión, robo agravado y tráfico
de drogas–, lo que constituye un indicio de su proclividad a la
infracción de las normas sociales.
4.17. Al procesado Castro Gerónimo se le vincula con el ilícito por
haber estado en el segundo piso al momento de la
intervención y habérsele encontrado en posesión de dinero; sin
embargo, este alegó que estuvo allí porque había sido su
cumpleaños y se encontraba festejando con sus coprocesados;
además, indicó que el dinero se lo había dado la dueña de la
librería en la que trabajaba para que efectuara compras.
4.18. Según su ficha del Reniec –foja 82–, sí había cumplido años dos
días antes de la intervención –el quince de marzo y la intervención fue el
diecisiete– y sus coprocesados afirmaron que había estado

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festejando con ellos. Ello causa duda respecto al motivo de su


presencia en el departamento al momento de la intervención
policial. Por otro lado, su negativa a firmar el acta de registro –fojas
57-58, ratificada a nivel de instrucción por el SO3 PNP Julio Johan Fernández

Gastañaga a foja 397– que dio cuenta de que se le halló en posesión


de dinero podría constituir un indicio de su participación en el
ilícito imputado; empero, no la acredita de manera fehaciente
más allá de toda duda razonable, menos aún si existe un
documento de constancia de trabajo en la mencionada librería.
Por lo tanto, en aplicación del principio in dubio pro reo, debe
absolvérsele de la acusación fiscal en su contra.
4.19. Se advierte del caso que este acusado estuvo
circunstancialmente en el domicilio donde se produjo la
intervención policial en razón de haber aceptado una
invitación de sus amigos para seguir celebrando su cumpleaños
en dicho lugar, luego de haber permanecido en una
discoteca, desde la que se trasladaron al domicilio de Torres
Benavides, donde ocurrió la intervención. Esta circunstancia
determina que la eventual presencia de Castro Gerónimo en el
departamento no permita atribuirle conocimiento o posibilidad
de haber dejado la droga en dicho lugar y, menos aún, tener
conocimiento de lo que había en el inmueble. Tanto más si en
la referencia policial se afirmó que a dicho encausado no se le
encontró droga, sino dinero –conforme él mismo ha explicado–, lo
que implica que no se le pueda imputar el delito de posesión
de drogas con fines de tráfico.
4.20. Según lo informado oralmente por la defensa del procesado
Castro Gerónimo, este se encuentra interno en el Penal de
Chincha, información que se encuentra corroborada por el

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Instituto Nacional Penitenciario. En consecuencia, debe


ordenarse su inmediata libertad siempre y cuando no exista
orden de detención proveniente de otro proceso.
4.21. En cuanto a la sanción penal, se impuso a los procesados
Ricardo Alexander Torres Benavides y Antonio Meléndez Merlo
la pena mínima conminada en el tipo penal imputado, esto es,
ocho años de privación de libertad, la que se encuentra
arreglada a ley y resulta proporcional con el hecho atribuido, y
no se aprecia la existencia de circunstancias modificativas de
la responsabilidad penal que ameriten una pena por debajo
del mínimo legal, por lo que debe confirmarse.
4.22. Conforme a lo establecido en la sentencia vinculante emitida
en el Recurso de Nulidad número 3864-2013/Junín de la Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema, las penas de multa e
inhabilitación, cuando son penas conjuntas y principales,
deben ser proporcionales a la privación de libertad impuesta.
4.23. En tal sentido, debe reducirse la pena de multa fijada de
doscientos cuarenta días multa a ciento ochenta, por ser el
mínimo previsto en el tipo penal imputado.
4.24. El a quo omitió pronunciarse respecto al tiempo de duración de
la pena de inhabilitación, por lo que, de conformidad con lo
dispuesto en el segundo párrafo del artículo 298 del Código de
Procedimientos Penales, corresponde integrar dicho extremo
de la sentencia.
4.25. Finalmente, en atención a lo establecido en la sentencia
vinculante antes mencionada, se deberá imponer la
duración mínima de inhabilitación fijada en el artículo 38 del
Código Penal, esto es, seis meses de inhabilitación, conforme

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a lo previsto en el artículo 36, numerales 2 y 4, del


mencionado código.

DECISIÓN

Por estos fundamentos, de conformidad en parte con lo dictaminado


por el señor fiscal supremo en lo penal, los jueces integrantes de la
Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la
República DECLARARON:

I NO HABER NULIDAD en la sentencia emitida el veintisiete de


agosto de dos mil diecinueve, por la Primera Sala Penal
Transitoria de la Corte Superior de Justicia de Lima Sur en el
extremo en el que condenó a Antonio Meléndez Merlo y Ricardo
Alexander Torres Benavides como autores del delito contra la
salud pública-tráfico ilícito de drogas en la modalidad de
promoción al tráfico de drogas, en agravio del Estado, a ocho
años de pena privativa de libertad, dispuso su inhabilitación
conforme a lo previsto en los numerales 2 y 4 del artículo 36 del
Código Penal y fijó el pago de S/ 4000 (cuatro mil soles) por
concepto de reparación civil.

II HABER NULIDAD en el extremo en el que les impuso doscientos


cuarenta días multa y, REFORMÁNDOLO, les impusieron ciento
ochenta días multa.

III INTEGRARON la sentencia en el extremo de la duración de la


pena de inhabilitación, la cual fijaron en seis meses.

IV HABER NULIDAD en la sentencia emitida el veintisiete de agosto


de dos mil diecinueve, en el extremo en el que condenó a
Carlos Alberto Castro Gerónimo como autor del delito contra la

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salud pública-tráfico ilícito de drogas en la modalidad de


promoción al tráfico de drogas, en agravio del Estado; y,
REFORMÁNDOLA, lo absolvieron de la acusación fiscal en su
contra. En consecuencia, ORDENARON su inmediata libertad
siempre y cuando no exista orden de detención en su contra
por otro proceso emanada de autoridad competente;
asimismo, DISPUSIERON la anulación de los antecedes policiales
y judiciales derivados de los hechos que fueron materia de
juzgamiento, y cumplido se proceda al archivo definitivo de la
presente causa.

V MANDARON que se transcriba la presente ejecutoria suprema al


Tribunal de origen. Hágase saber.

S. S.

SAN MARTÍN CASTRO

FIGUEROA NAVARRO

CASTAÑEDA ESPINOZA

SEQUEIROS VARGAS

COAGUILA CHÁVEZ

IASV/mirr

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