Comportamiento Normal de Un Niño

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Comportamiento normal de un niño

¿Cómo sé si el comportamiento de mi hijo es


normal?
Los padres con frecuencia tienen dificultad para diferenciar entre las variaciones en el
comportamiento normal y los verdaderos problemas de conducta. En realidad, la diferencia
entre comportamiento normal y anormal no siempre está clara; generalmente es un asunto
de grado o expectativa. A menudo una línea tenue divide el comportamiento normal del
anormal, en parte debido a que "normal" depende del nivel de desarrollo del niño, lo que
puede variar sobremanera entre niños de la misma edad. Además, el desarrollo puede no ser
parejo, con el desarrollo social del niño atrás del crecimiento intelectual, o vice versa.
Además, el comportamiento "normal" en parte es determinado por el contexto en el que
ocurre; es decir, por la situación y tiempo particular, así como por los valores y
expectativas propias de la familia del niño y los antecedentes culturales y sociales. 

Entender el progreso único del desarrollo de su hijo es necesario para interpretar, aceptar o
adaptar su comportamiento (y el suyo). Recuerde, los niños varían considerablemente de
temperamento, desarrollo y comportamiento.

Tres tipos de comportamiento


Algunos padres encuentran útil conocer las tres clases
generacionales de comportamiento:
1. Algunas clases de comportamiento son deseadas y aprobadas. Pueden incluir
hacer tareas escolares, ser amable y ayudar en la casa. Estas acciones reciben
halagos libre y fácilmente.

2. Otros comportamientos no son castigados pero se toleran bajo ciertas


condiciones, tales como en momentos de enfermedad (de un padre o un hijo) o de
tensión (por ejemplo, un traslado, o el nacimiento de un nuevo hermano). Esta clase
de comportamiento puede incluir no ayudar en la casa, comportamiento regresivo
(como el hablar igual a un bebé), o ser excesivamente egoísta.

3. Otras clases de comportamientos no pueden ni deben ser tolerados ni


consolidados. Entre ellas se encuentran acciones que son dañinas al bienestar físico,
emocional o social del niño, los miembros de la familia y otras personas. Pueden
interferir con el desarrollo intelectual del niño. Pueden ser prohibidas por la ley, la
ética, la religión o la conciencia social. Pueden incluir comportamiento muy
agresivo o destructivo, racismo aparente o prejuicio, robo, absentismo escolar,
fumar o abuso de sustancias, faltas en la escuela o una rivalidad intensa con sus
hermanos.

Su reacción tiene impacto


Sus propias respuestas como padre están guiadas por el hecho
de que usted vea el comportamiento como un problema.
Frecuentemente, los padres interpretan o reaccionan con exceso a un cambio menor,
normal, a corto plazo, en el comportamiento. En el otro extremo, pueden ignorar o
minimizar un problema grave. También podrían buscar respuestas rápidas y simples para lo
que son, en realidad, problemas complejos. Todas estas respuestas pueden crear dificultades
o prolongar el tiempo para llegar a una resolución.

El comportamiento que los padres toleran, pasan por alto o


consideran razonable difiere de una familia a otra.
Algunas de estas diferencias provienen de la crianza de los propios padres, podrían ellos
mismos haber tenido unos padres muy estrictos o permisivos y las expectativas que tienen
de sus hijos por consiguiente, son las mismas. Otro comportamiento se considera un
problema cuando los padres sienten que la gente los está juzgando por el comportamiento
de sus hijos; esto conlleva a una respuesta inconsistente de los padres, quienes pueden
tolerar en el hogar el comportamiento que los avergüenza en público.

El temperamento, estado de ánimo habitual y las presiones


diarias propias de los padres también influyen en la manera de
interpretar la conducta del niño.
Los padres permisivos pueden aceptar una gama más amplia de comportamientos como
algo normal y señalar algo como un problema de una manera más lenta, mientras que los
padres que por naturaleza son más severos actúan más rápidamente para disciplinar a sus
hijos. Los padres deprimidos o los padres que tienen dificultades maritales o financieras son
menos propensos a tolerar mucha flexibilidad en la conducta de sus hijos. Los padres
generalmente difieren entre sí en sus propios antecedentes y preferencias personales, dando
lugar a diferentes tipos de crianza que influirán en el comportamiento y desarrollo del niño.

Cuando no hay respuesta


Cuando el comportamiento de los niños es complejo y difícil, algunos padres encuentran
razones para no responder. Por ejemplo, los padres pueden racionalizar a menudo ("No es
mi culpa"), desesperan ("¿Por qué a mi?"), desean que se vaya ("Los niños crecen y superan
estos problemas de todas maneras"), niegan ("Realmente no hay problema"), dudan de si
deben tomar acción ("Puedo herir sus sentimientos"), evitar ("No quise enfrentar su enojo")
o tienen miedo al rechazo ("Ya no me querrá").

Su pediatra puede ayudarle


Si usted se preocupa por el comportamiento o el desarrollo de su hijo, o si usted no está
seguro de cómo uno afecta el otro, consulte a su pediatra tan pronto le sea posible, aunque
sea solo para asegurarse de que el comportamiento y el desarrollo de su hijo estén dentro
del rango normal.

A. Todos los alumnos deben llegar puntualmente a clase y esperar al profesor manteniendo el orden
durante 15 minutos. Si el profesor se retrasara deben esperar en silencio para evitar entorpecer el
desarrollo de las otras clases.
 
B. Una vez que la clase ha dado comienzo el alumno no puede salir de la misma hasta que concluya la
clase. Si el alumno necesita salir antes debe comunicarlo con antelación al profesor y obtener su
autorización para retirarse.
 
C. Cuando entren en clase todos los alumnos deben apagar los dispositivos electrónicos, salvo que el
profesor permita el uso de algunos de ellos, como es el caso de los ordenadores. En todo caso, la
autorización que el profesor otorgue será exclusivamente con la finalidad de trabajar en la materia
impartida en clase y bajo ningún concepto para visitar páginas webs, consultar o contestar correos
electrónicos, chatear, etc.
 
D. Salvo que el profesor lo autorice expresamente, no se podrá hacer uso de los teléfonos móviles
durante el transcurso de la clase. El profesor podrá impedir el ingreso en el aula del estudiante que la
haya abandonado para llamar por teléfono o recibir una llamada. También podrá imponer la salida del
aula al estudiante que incumpliese la prohibición de la utilización de los teléfonos.
 
E. El alumno debe comportarse en clase correctamente, sin hablar con los compañeros y prestando
atención a las explicaciones del profesor. Siempre debe cumplir las normas que el profesor haya
establecido para el buen desarrollo de las clases.
F. Los alumnos deben dirigirse con respeto hacia el profesor, sus compañeros y el personal
administrativo de la Universidad.
 
G. Si la conducta de los estudiantes no permite el desarrollo normal de las actividades académicas, el
profesor debe llamar al orden pudiendo incluso, solicitar al o los alumnos su identificación y el
abandono del aula o dependencia universitaria a los efectos de poder continuar con normalidad la
actividad académica. En estos casos el profesor deberá poner inmediatamente en conocimiento los
hechos ocurridos al órgano competente con el fin de que éste adopte las medidas correspondientes de
acuerdo con la normativa aplicable.
 
H. Los trabajos que los alumnos elaboren con el objeto de presentárselos al profesor para su
evaluación deben ser originales, sin incurrir en plagio. Al igual que se ha señalado anteriormente, en
los casos en que resulte acreditado que, con ocasión de la realización de pruebas, ejercicios o
exámenes por parte de un estudiante se ha incurrido en una situación de defraudación que impida el
ejercicio por los profesores de la potestad de verificación de los conocimientos, se hará constar en el
lugar de las mismas destinado a la calificación la mención <<suspenso (0)>> (Acuerdo del Consejo de
Dirección de 25 de septiembre de 2002, sobre tratamiento de las situaciones de defraudación en las
que pueden haber incurrido los estudiantes en la realización de pruebas, ejercicios o exámenes). Es
importante recordar que el plagio es un delito tipificado por el Código Penal.

Introducción

Los problemas que se plantean en los centros educativos en relación con la convivencia y
que, en ocasiones puntuales, llegan a generar situaciones de violencia, no son exclusivos de
éstos. Prevenir y, en su caso, resolver los conflictos que se producen es un reto que debe ser
asumido por toda la sociedad aunque afecta más directamente al personal docente.

El desconcierto e, incluso, malestar que se observa en la sociedad y en los docentes viene


determinado por múltiples factores (modelo educativo, priorización de valores, actitudes frente
al cambio,?) que junto al eco mediático de los conflictos no favorecen en los docentes
actitudes de ilusión, viviendo una época de cierto pesimismo y frustración, somatizando los
problemas y deseando jubilarse cuando se llevan unos años de experiencia profesional.

En esta comunicación no hay intención de insistir en los fines de la educación ni en cuestionar


los objetivos que desde diferentes opciones de pensamiento se plantean, pero si abordar
algunas cuestiones que a nuestro entender tienen un interés especial y actúan como variables
que afectan al logro de un clima de convivencia adaptado a la realidad de los centros
educativos. Se conoce la dificultad de introducir cambios en las organizaciones. Sin embargo,
desde el ámbito de la experimentación conocemos que las mismas causas producen siempre
los mismos efectos, y que para obtener resultados distintos hemos de cambiar. Creemos que
vale la pena intentarlo.
Puesto que vamos a centrarnos en la organización escolar, conviene advertir que lo vamos a
hacer especialmente en el profesorado, porque le compete el mayor peso de la organización y
porque es partícipe y sujeto activo y paciente del quehacer diario escolar.

Adolescencia

Las características que muestra el ser humano en esta etapa de su vida han sido objeto de
multitud de investigaciones y estudios que pese a sus diferentes enfoques o matices
mantienen una coincidencia en cuanto que es una etapa de transición entre la infancia/niñez y
el mundo adulto.

A un primer periodo de cambios biológicos le siguen unos cambios de tipo intelectual, afectivo
y social que supone una verdadera crisis en la vida de los adolescentes que buscan un nuevo
estilo de vida caracterizado por la autonomía y la responsabilidad que la acompaña, no
siempre bien entendida por ellos ni por los adultos que les acompañan.

Aunque no representa un aspecto importante en el tema que se expone, una diferencia


significativa en nuestra sociedad con relación a otras épocas anteriores es que el llegar a
ADULTO entendido como el logro de la independencia y autonomía propias para la realización
de un proyecto personal es un proceso de mayor duración en el tiempo. Lo que realmente
consideramos importante de cara al comportamiento que manifiestan los estudiantes que
cursan estudios en la etapa 12 - 16 años es si son iguales o parecidos a los de épocas
anteriores.

Podemos destacar que son iguales a los de otros tiempos en lo que significa la búsqueda de
su identidad con los consiguientes conflictos ante todo lo que está establecido especialmente
la autoridad del adulto. Pero hay aspectos más propios de nuestro tiempo entre los que
destacaríamos dos:

- Antes se deseaba acceder al mundo adulto con interés por todo lo que representaba éste en
cuanto a estatus, estilo de vida,? actuando el adulto como un modelo, pero hoy los
adolescentes se encuentran una sociedad que hace "lo joven? como meta del ser humano,
teniendo que vivir, actuar, pensar, vestir,? como joven. Así ¿a qué referente adulto se debe
dirigir el adolescente?

- También hay que destacar que la vida entre iguales es el centro de su interés social, pero
antes aún prevaleciendo este interés, tenían en su entorno una presencia de adultos (padres,
profesores, profesionales,?) que actuaban como referente ante sus inquietudes o
inseguridades. Hoy puede que, incluso desde la infancia, no vivan con esa presencia la cual
en ocasiones es suplida por un uso de las nuevas tecnologías que, siendo positivas en el
desarrollo humano, su acceso no controlado puede dañar el proceso educativo de los niños y
adolescentes.

Especial atención hay que prestar al mundo afectivo del adolescente y su relación con la
autoridad, donde la necesidad de distinguirse de los demás hace necesario mostrarse
diferente de todo lo relacionado con los adultos con el consiguiente error en algunas familias y
profesorado de creer que no necesitan el afecto y la autoridad o control por parte de ellos.

El afecto en cuanto significa aceptación, comunicación, disponibilidad,? es necesario para


reforzar su autoestima cuando va a afrontar nuevos retos que no siempre serán exitosos. La
autoridad de los adultos que educan debe haber sido aceptada e interiorizada en los años
anteriores, pero ahora que va a ser cuestionada es una oportunidad para que se revalorice
utilizando habilidades como el establecimiento de normas razonadas y consensuadas,
comprensión ante el error, aceptación de las críticas razonadas que puedan hacer ellos,?

La imposición de cualquier norma por parte de un adulto a un adolescente sin el


acompañamiento de una relación afectiva va a hacer difícil la relación entre ambos.

La función docente

El profesorado que accede a la Educación Secundaria Obligatoria debe poseer los


conocimientos y recursos necesarios para lograr los objetivos educativos necesarios para la
sociedad del s. XXI enunciados por Jacques Delors en 1996: Aprender a conocer, aprender a
hacer, aprender a convivir y aprender a ser.

El comportamiento de los adolescentes es una de las principales preocupaciones de padres,


de profesores y de la sociedad en general. Estos problemas de comportamiento pueden ser
por exceso o por defecto en comparación con lo que se considera normal, pero cada sociedad
tiene sus criterios de normalidad y por consiguiente son relativos. Esto mismo lo podemos
observar en los criterios establecidos por los centros docentes. Hay que tener en cuenta que
no se pueden separar estos comportamientos de los otros aspectos de la adolescencia, sobre
todo en lo que hace referencia a la personalidad.

Teniendo en cuenta, sin desestimar ciertos factores biológicos o psicológicos, que la mayoría
de problemas de comportamiento son consecuencia de los procesos de aprendizaje que se
inician en la infancia y se consolidan en la adolescencia y vida adulta, unas determinadas
circunstancias favorecerán el correcto desarrollo del comportamiento mientras otras pueden
contribuir a unos aprendizajes desadaptados por lo que se debe evitar que los factores
curriculares puedan convertirse en factores de riesgo

Muchos profesores quedan desconcertados ante las rebeldías inesperadas de los alumnos y
sus primeras reacciones conducen fácilmente a restricciones, sanciones, expulsiones,
angustias,? sin tener en cuenta que la rebeldía es un signo de fortaleza que utiliza el
adolescente porque empieza a sentirse dueño de sus decisiones y quiere ser libre como sus
mayores. Los profesores deben reflexionar con serenidad y permitir que un acto de rebeldía
pueda proporcionar un mayor acercamiento hacia el protagonista.

Este es el reto que se le plantea al profesional de la educación actual quien no debería


acceder a la docencia sin antes conocer las características propias de los educandos con los
que va a tratar, siendo especialmente importante en la primera etapa de la adolescencia que
coincide con la escolaridad obligatoria.
Que el ejercicio de la docencia sea concebido como una tarea por horas lectivas o sesiones
perjudica la acción educativa y dificulta cualquier innovación. La función docente es algo más
complejo que dar clase si se propone atender a los alumnos según sus capacidades y
adquiere el compromiso de educar para la convivencia. Por ello, no puede definirse a partir de
las horas lectivas, como lo hace la Orden del 29 de junio de 1992, anexo II, o reducir el equipo
docente al artículo 83.4 del Decreto 234/97.

Es conocido que el claustro no es un órgano idóneo ni coherente para la formación del


profesorado, ni para el trabajo de equipo. También es conocido que, en ocasiones, el
departamento o seminario no dispone de tiempo, ni de organización, ni, a veces, de método
para afrontar los problemas de las agrupaciones de alumnos. Además, ni la formación inicial
ni, habitualmente, el tipo de demanda de formación permanente tiene que ver con la función
docente que hoy se requiere. Por ello desde el inicio de la función docente el profesor novel se
deja llevar por las pautas docentes que considera óptimas o comunes en su proceso de
escolarización, de los modelos de transmisión docente de sus compañeros, no sujetos a
crítica, y de su instinto de supervivencia.

Urge explorar aquellos seminarios, departamentos y equipos docentes que se caractericen por
considerar la educación y la facilitación del aprendizaje como objetivos de su acción docente.
Es muy importante que cada alumno aprenda aquello que puede aprender, es decir, que toda
propuesta de aprendizaje esté en su nivel óptimo de recepción, y que cada profesor sea capaz
de graduar finamente la tarea que propone a cada alumno y el grado de ayuda que necesita,
de manera la tarea no sea demasiado fácil para que no pierda interés, ni demasiado difícil
para que no la abandone.

Se hace imprescindible habilitar tiempo y lugar para crear/recrear estructuras docentes que
mejoren su función, contribuyan a la satisfacción del profesorado y abran nuevos caminos en
la definición y práctica de las funciones del profesor actual. El equipo docente del grupo no
puede ni debe finalizar sus tareas conjuntas en la sesión de evaluación: tiene la tarea de
garantizar la convivencia, resolver los problemas que afecten a los alumnos e informar a las
familias (Art. 83.3 Decreto 234/97).

Es necesario reformular la evaluación de los alumnos paralelamente a la evaluación de los


objetivos del centro, a la adecuación de la formación del profesorado y a la continuidad del
currículum en un proceso permanente de planificación y revisión, adaptado a la situación
inicial de los alumnos y a los objetivos que para ellos se definan.

Ninguna Administración discute la extensión de la escolarización hasta los 16 años pero no


hay acuerdo en la forma ni en los fines. Esta falta de acuerdo ha dificultado la organización y
la gestión educativa de los centros. La pasividad de parte del profesorado, que con ocasión de
la difusión del Plan de Convivencia hemos encontrado, tiene su origen en la resistencia a
modificar su forma de enseñar mediante la explicación de una lección magistral a un auditorio
heterogéneo y en la dificultad para aceptar otras formas más activas que den respuesta a lo
que cada alumno puede aprender. La situación no puede continuar si no se actúa sobre los
problemas porque ello aumenta la insatisfacción entre el profesorado.
Algunos aspectos relevantes

Un año después de la puesta en funcionamiento del Registro General del PREVI hemos
podido confirmar lo que desde ámbitos diferenciados como son la Inspección Educativa y la
Orientación veníamos percibiendo: podemos conocer bastante sobre la violencia y establecer
planes de intervención directos para erradicarla, pero debemos conocer e intervenir mucho
más en la dinámica y organización de los centros educativos, y especialmente sobre la ESO
para que haya una manifiesta mejora de la convivencia.

Son varias las alarmas que nos advierten sobre situaciones que dificultan el proceso de
enseñanza aprendizaje, producen malestar entre los docentes y crean preocupación en
determinadas familias que buscan la protección para sus hijos. Podríamos destacar:

1. Los conflictos habituales de los centros son la disrupción y la indisciplina, nacidos y


desarrollados en ambientes de creciente retirada de la autoridad docente y familiar.
2. La mala educación y el estilo de crianza deficiente hace insoportable la relación entre
alumnos, particularmente a través del uso palabras soeces y de insultos en ausencia de
adultos comprometidos. Cuando se equivoca el contexto (aula) o el destinatario (profesor)
este tipo de conducta es percibido como violencia verbal y puede acarrear fatales
consecuencias para el autor.
3. Un número elevado de alumnos extranjeros de incorporación tardía a nuestro sistema
educativo, a lo largo del curso y sin posibilidades de ser atendidos, rompen la pretendida
homogeneidad de la clase y dispersan la acción docente. Debe añadirse que
comportamientos culturales de menoscabo a la mujer acrecientan el conflicto ante la creciente
feminización de la profesión docente.
4. Alumnos afectados por alguna psicopatología, sin tratamiento o con tratamiento no
coordinado entre instituciones, tienen dificultades para integrarse en la clase.
5. Los alumnos con problemas sociales de difícil respuesta en los centros sin el apoyo de los
servicios socio-comunitarios, en particular los derivados de la pertenencia a familias
caracterizadas por un ambiente violento, ámbitos familiares o personales de drogadicción,
marginalidad y absentismo.
6. Los conocimientos y posibilidades de aprendizaje con que se accede a la ESO son
limitados en algunos alumnos encontrándose cada día más distantes de los objetivos de
enseñanza de sus profesores, especialmente cuando la heterogeneidad social es mayor.
7. Agentes externos a la educación dificultan la tarea de profesores y padres, ambos, junto al
sistema educativo, aparecen ante la opinión pública como responsables del distanciamiento
entre los jóvenes y la institución escolar.
8. La resistencia juvenil a la cultura impresa y a las pautas escolares tiene su origen en la
conformación televisiva de su mentalidad. En las series, en la publicidad, en la pantalla del
videojuego o del móvil lo concreto prima sobre lo abstracto y la satisfacción inmediata sobre el
aplazamiento de un objetivo satisfactorio.
9. La cultura del consumo y la liberalidad con que los padres administran los tiempos libres de
los niños y jóvenes, alteran sus biorritmos, de manera que en parte de la mañana del horario
escolar y en los dos primeros días de la semana sus cuerpos no están predispuestos para el
esfuerzo
10. Hay un número elevado de profesores que desean seguir realizando su tarea como solían
hacerla, porque consideran que debe hacerse así, a pesar de que tienen en sus aulas un
elevado número de objetores.

Existe un debate identitario entre el profesorado sobre cual es la función de la educación, o,


más exactamente, si la educación y la instrucción son la misma cosa. Nos preocupa que
pueda florecer la idea de que educación e instrucción son cosas distintas y que la educación
está ligada a pautas de conducta que, una vez resueltas, enseñadas, aprendidas e
interiorizadas, el alumno debe practicar y disponerse a ser sujeto de instrucción. Así, quien no
respete las pautas de conducta debe ser excluido. Contra ese criterio, hemos de advertir que
no se puede enseñar sin conectar. Enseñar, instruir y educar son funciones inseparables que
solo se consiguen cuando el profesor despierta el interés del alumno y se propone como
modelo positivo.

Al reduccionismo que proclama la distinción entre educación e instrucción, se sigue que la


instrucción es deudora del rigor de la sucesión de las partes del currículum. Y la última
consecuencia es que la dificultad o imposibilidad para ejercer el derecho constitucional a la
educación tiene su origen en el alumno, especialmente en su falta de esfuerzo y
responsabilidad. Sólo a él es imputable el retraso y, en consecuencia, se justifica su exclusión
o su separación.

La organización escolar

La organización escolar es clave para mejorar el comportamiento de los adolescentes y la


convivencia del centro. Los centros deben ofrecer un espacio y unos métodos de trabajo que
permitan a los alumnos sentirse integrados y realizar tareas con sentido. En la medida que el
trabajo escolar sea un objetivo a conseguir, descenderá el nivel de conflicto.

No podemos eludir la complejidad y la diversidad de cómo abordar la tarea en cada una de las
aulas. Es precisamente esa complejidad la que obliga a recordar medidas universalmente
aceptadas.

1. Asegurar el acceso y el ejercicio de las materias instrumentales básicas que permitan la


adquisición de otros conocimientos.
2. Aprender a investigar, a despertar la curiosidad y a ejercitarla.
3. Practicar el estudio independiente.
4. Promover el aprendizaje cooperativo i/o tutorizado.
5. Mejorar el clima de trabajo en clase.

No insistimos en desarrollar cada una de estas propuestas, de sobra conocidas, pero si


queremos advertir que la dificultad de aplicación está en pautas escolares heredadas y no
debatidas, en el uso deficiente de los espacios escolares, aunque no sean los óptimos, en la
creencia generalizada de que nada debe o puede cambiar y en la falta de acuerdos entre el
profesorado.

Los profesores deben multiplicar la variedad de respuestas para atender la singularidad de los
individuos o de los grupos. Porque la urgencia por obtener resultados inmediatos les crea
ansiedad y se revuelve contra las estrategias a medio y largo plazo, perdiendo algunos
alumnos por el camino en esa carrera frenética. Los profesores necesitan encontrar una
estrategia y un tiempo óptimo para el aprendizaje de cada alumno. Sólo respetando su tiempo
de aprendizaje, cada alumno encontrará sentido a cada propuesta, la trabajará con interés y
escalará un nuevo peldaño para desde allí poder interesarse por nuevas propuestas y ser
capaz de asimilarlas. No debería imputarse pasividad a un alumno que no ha sido bien
ejercitado. No hace falta advertir que son los alumnos con más dificultades los que no siguen
la clase, ni la explicación, ni entienden la materia, ni traen los materiales. Son alumnos
forjados por unas circunstancias personales que necesitan de un trato individualizado para
beneficio propio y de los demás.

Esa atención individualizada requiere, además de otras estrategias docentes, un uso del
espacio y del tiempo priorizando la relación y la empatía en la enseñanza frente a la
organización o el orden. Una preparación de la actividad con propuestas de diferente nivel no
puede pensarse sin un conjunto de materiales aptos para el despliegue de potencialidades
diversas a las que el libro de texto por si solo no puede responder. Así, una acción educativa
centrada en el sujeto puede imaginarse con alguna de estas dos metáforas: Primera, entre
clase y clase, los alumnos se dirigen al aula temática donde les espera el profesor que
dispone de todos los recursos imaginables de su asignatura con el objeto de sembrar y
obtener el ciento por uno; segunda, el profesor se dirige de clase en clase con un carrito de
supermercado en el que recoge los materiales necesarios para cada alumno.

En todo caso conviene reforzar la idea de que mientras no se resuelva una relación eficaz
entre función docente, la organización escolar y uso del espacio al servicio de facilitar el
aprendizaje, no disminuirán los conflictos.

Aprender de los conflictos

Para aprender de los conflictos necesitamos revisarlos, pero de manera distinta a como lo
hemos hecho hasta ahora. Los centros ven en los conflictos un conjunto de problemas casi
siempre imputables a elementos externos a la propia acción educativa. Si el centro no
empieza a ver en el conflicto una fuente de información que permite mejorar diferentes
aspectos de la convivencia, difícilmente pueden cambiar las cosas. Proponemos tres
perspectivas para abordar cada conflicto:

1. Aprender de la experiencia, estudiar la situación relacional en que se ha producido y evitar


que en el futuro sea fuente de nuevos conflictos
2. Reducir el número de los conflictos asegurando un análisis de los diversos tipos y
estableciendo las pautas que permitan obrar en consecuencia
3. Reducir al mínimo los perjuicios de los implicados y aumentar su nivel de satisfacción.

Estas tres perspectivas suponen la revisión de las reglas tácitas o escritas, el consenso de la
comunidad educativa y la flexibilidad en el proceso de acomodación al nuevo estilo.

Sobre las causas y consecuencias de los conflictos


La Administración a través del Registro General del PLAN PREVI, posee información muy
valiosa para analizar las situaciones de violencia que se han comunicado a lo largo del último
año y puede proponer las respuestas adecuadas. Pero esto no es suficiente, se necesita
conocer otras situaciones que tienen que ver con la disruptividad y la indisciplina y el modo de
resolverlas que han puesto en práctica los centros. En todo caso, conviene que la
Administración tenga en cuenta:

1. El número de expedientes disciplinarios por faltas graves o muy graves, abiertos en


aplicación del Decreto 246/91.
2. Las causas por las que son abiertos dichos expedientes: disrupción e indisciplina por parte
de los alumnos y ausencia de autoridad en los profesores de aula que remiten a los cargos
directivos la resolución de "sus" conflictos. Atreverse a centralizar la información originada por
el conflicto a través de un buen protocolo sería el primer paso para resolver estos problemas.
3. La existencia de centros que no tienen conflictos o la de aquellos que tienen pocos y los
resuelven de un modo no previsto explícitamente por el Decreto 246/91 llegando a ser, en
alguna ocasión, irregulares. Debería hacerse un seguimiento de estos centros por el interés
en que pudieran regularse y aplicarse otro tipo de medidas.
4. Las biografías de alumnos con conflictos en expedientes elegidos al azar revelan datos de
interés. Entre otras cosas el absentismo inducido a través de numerosas expulsiones.
5. Una coordinación entre Educación Primaria y Educación Secundara que permita conocer la
existencia, o no, de expedientes de determinados alumnos de 1º de ESO en su paso por la
Educación Primaria y que permita prevenir comportamientos que lleven a práctica habitual de
los expedientes.
6. La relación entre repetición de curso y expedientes.
7. La revisión del absentismo del centro. Los alumnos de 16 años que no han finalizado su
décimo año de escolarización obligatoria, particularmente entre el uno de enero y 30 de junio,
con retraso escolar, dejan de causar conflictos porque se van sin que se incorporen a ningún
registro de absentistas.
8. Que exista un Plan de Convivencia efectivo que esté ligado a un plan de formación del
profesorado y a un compromiso renovable todos los años en la recepción del profesorado
novel del centro.
9. La insatisfacción y el estrés docente generados por una deficiente organización de la
institución escolar frente a la disrupción y la indisciplina.
10. El estudio al azar sobre atribución a estilos de crianza, modelos familiares, situaciones
sociales y de aprendizaje que puedan hallarse en los orígenes de los conflictos que han
motivado los expedientes

Cambiar para mejorar

Todos los esfuerzos que emprendamos para cambiar la organización y la cultura escolar para
mejorar la satisfacción de los que participamos, deben ser bienvenidos. Resumir en qué
peldaño de la Administración, de la institución educativa o de la sociedad debe hacerse el
esfuerzo, es algo complejo pero con posibilidades de éxito si todos nos implicamos en ello. En
todo caso, enumeramos a continuación unas líneas de actuación donde casi todo el mundo
puede aportar su esfuerzo:
1. Conseguir un acuerdo global sobre educación que dote a los centros de los recursos
necesarios para reforzar la atención a la diversidad.
2. Promover la formación del profesorado en ejercicio. Definirla por los intereses de la
Administración y a su cargo y dirigirla en un porcentaje elevado a resolver las necesidades del
centro tratando de orientar a los profesores para la adquisición de las habilidades requeridas
para un nuevo rol docente a que dé respuesta a los objetivos educativos del s. XXI .
3. Planificar las actividades de acuerdo a las características de los alumnos. Esta planificación
demanda mayor tiempo de permanencia en el centro y la creación o recreación de nuevas
estructuras docentes.
4. Promover visitas a experiencias de interés, incluyendo el aula y el profesor del centro donde
han desaparecido o disminuido los conflictos junto con la creación de grupos de investigación
para resolver los problemas de nuestros centros. Incluye el grupo de investigación-acción del
propio centro
5. Cambiar la formación inicial de los profesores y estudiar nuevos modos de captación del
profesorado. Puede ensayarse con los profesores interinos que se contratan para bolsas de
trabajo.
6. El liderazgo educativo que deben ejercer los equipos directivos procurará hacer más
efectiva la participación, de manera que las decisiones de cambio no sean monopolizadas por
intereses corporativos. La participación de la familia debe dejar de ser una ocasional y formar
sinergia con el centro beneficiándose ambos en su relación con los adolescentes.
7. Coordinar los diferentes ámbitos de las Administraciones Estatal, Autonómica y Local:
Educación, Sanidad, Bienestar Social, Justicia,...
8. Promover acciones de ayuda y formación familiar para reforzar estilos de crianza positivos.
9. Especializar la acción de pedagogos y psicólogos en los centros y establecer una dotación
proporcionada al número de alumnos.
10. Establecer alguna relación entre el ejercicio de la paternidad y el ejercicio de la patria
potestad que pudiera derivar en obligaciones de formación, control o incluso castigo o
penalización derivados de su incumplimiento.
11. Conseguir un sentimiento de pertenencia del profesor al centro, de manera que venza el
aislamiento profesional mejorando el nivel de comunicación con los demás y asumir un rol de
profesor positivo, que transmita los valores de la confianza y del esfuerzo haciendo de la clase
un lugar psicológicamente equilibrado para él y para sus alumnos.
12. Crear estructuras de ayuda para el profesor y para el alumno dentro de la organización
escolar que eviten las consecuencias negativas: que permita a los profesores aprender
técnicas de dirección de la clase y a los alumnos respuestas adecuadas a las incitaciones del
medio.

Todo lo expuesto anteriormente sobre la organización escolar puede tener gran influencia en
el comportamiento de los adolescentes si se realiza en un contexto de escuela democrática.
Colegios e Institutos deben estar comprometidos en un proceso donde la dependencia ligada
al afecto y seguridad que proporcionan los adultos en los primeros años de vida deben dar
paso a una creciente independencia en la que cada uno asuma las responsabilidades que
este logro conlleva.

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