7396 D AbusoSexual-Fundacion-ANAR
7396 D AbusoSexual-Fundacion-ANAR
7396 D AbusoSexual-Fundacion-ANAR
ABUSO SEXUAL
EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
SEGÚN LOS AFECTADOS
Y SU EVOLUCIÓN EN ESPAÑA
(2008-2019)
CREATIVE COMMONS
FUNDACIÓN ANAR
Avenida de América, 24, 1ª planta. 28028, Madrid
Tlf. 91 726 27 00 www.anar.org
Autores
Director del Estudio
Benjamín Ballesteros
Coordinación técnica
Diana Díaz, Marta Delgado, Iñaki Iriondo, Sonsoles Bartolomé
Colaboradores del equipo técnico
Daniel Calderón, Gloria Domínguez, María Mercedes Lumbreras, Leticia Mata, Julia Méndez,
Rafael Morán, Ana Moreno, Mónica Pasquín, Belén Reguera, Elena Saiz, Lorena Sánchez,
Marta Sánchez, Elena Toledano y Marvin G. Valladares
Maquetación
Carmen Bayona (kamutxa2)
Depósito legal:
M-25066-2020
Colabora:
*
Índice
1. INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS.......................................................................................................... 5
1.1. INTRODUCCIÓN............................................................................................... 5
1.2. OBJETIVOS........................................................................................................ 6
2. METODOLOGÍA...................................................................................................................................... 8
C. A
nálisis avanzado del fenómeno del abuso sexual a menores de edad
en España.................................................................................................................... 111
9. MODELOS DE REGRESIÓN........................................................................................... 112
9.1. DETERMINANTES DEL GÉNERO DE LA VÍCTIMA DEL ABUSO SEXUAL..................... 112
9.2. FACTORES DETERMINANTES DE LA EDAD DE LA VÍCTIMA DEL ABUSO SEXUAL....... 114
9.3. DETERMINANTES DE LOS TIPOS DE ABUSO SEXUAL MÁS FRECUENTES................. 116
9.4. DE QUÉ DEPENDE QUE HAYA VIOLENCIA FÍSICA O INTIMIDACIÓN
EN LOS ABUSOS SEXUALES A MENORES DE EDAD.............................................. 118
9.5. QUÉ FACTORES DETERMINAN EL LUGAR DONDE SE COMETEN LOS ABUSOS....... 120
9.6. CON QUIÉN VIVE LA VÍCTIMA CUANDO SE COMETEN LOS ABUSOS................... 121
9.7. QUIÉN DETECTA O REVELA LA EXISTENCIA DE ABUSOS....................................... 123
9.8. ANÁLISIS DE LAS CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS DEL ABUSO SEXUAL............. 125
9.9. CONCLUSIONES DE LOS MODELOS DE REGRESIÓN........................................... 128
BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................................. 163
1
Introducción y objetivos
1.1. Introducción
El abuso sexual a menores de edad es uno de los fenómenos que genera mayor alarma social
y, al mismo tiempo, una de las realidades que menos se conoce, por su carácter de tema tabú.
La visibilización del problema a través de las denuncias públicas de adultos que sufrieron el
abuso en su infancia es cada vez más frecuente. Ello está favoreciendo poco a poco el desa-
rrollo de una mayor sensibilización social, que permite un afrontamiento del problema de una
forma más abierta y con un mayor énfasis en el cuidado y protección de las víctimas. No obs-
tante, y a pesar de los avances, los esfuerzos realizados no son suficientes si tenemos en cuen-
ta la dimensión del problema.
Nos proponemos aquí analizar una realidad insuficientemente investigada en España como es
el abuso sexual a menores de edad. Ello nos va a permitir concienciar a la sociedad de la re-
levancia del problema y de la necesidad de establecer medidas para promover la prevención
y la detección temprana del abuso sexual. Sobre esta base se van a poder adoptar asimismo
medidas para ayudar a las víctimas a superar las secuelas emocionales y psicológicas que
provoca este tipo de violencia.
Nuestro propósito es, por tanto, cubrir un hueco en la investigación sobre el abuso sexual en
España, disciplina que cuenta en la actualidad con algunos estudios que sin duda han aporta-
do claves, pero habitualmente sobre la base de universos particulares y tamaños muestrales re-
ducidos.
La presente investigación analiza de forma comprehensiva el fenómeno del abuso sexual, des-
de las características de la víctima y las del agresor, hasta la identificación del tipo de abuso
sufrido, pasando por la duración del mismo, las consecuencias, el lugar en el que se produce,
la revelación del abuso, la existencia de violencia o intimidación, la presencia de marcas o
heridas, el consumo de drogas, la presencia de tecnología, el riesgo para el menor de edad
en el momento de la llamada, los pasos dados ante la detección, los fallos en el entorno fami-
liar y los posibles fallos institucionales una vez revelado el abuso, así como la existencia de
otros abusos en el entorno del menor de edad.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
6
(2008-2019)
Al valor documental del fenómeno que se aporta a través de esta investigación se añade el
hecho de que la recogida de la información se haya llevado a cabo en tiempo real, es decir,
mientras el abuso se estaba produciendo, a diferencia de la práctica totalidad de las investiga-
ciones sobre el tema, donde la información obtenida se sustenta sobre la memoria del adulto,
que rememora unos hechos que con frecuencia ocurrieron décadas atrás.
En este informe se ha denominado “abuso sexual en sentido estricto” y para abreviar, en mu-
chas ocasiones, simplemente “abuso sexual”, a todas las formas de abuso sexual con contacto
físico o no en las que no media una motivación económica. En cambio, cuando el abuso tiene
fines económicos hablamos de “prostitución”. También se han estudiado otras categorías de
abuso sexual en las que no se produce contacto físico con la víctima como el sexting, grooming
y la pornografía (ver definiciones en anexo 1, página 167).
Nos enorgullece presentar aquí los resultados de una investigación que tenemos la convicción
va a suponer una enorme contribución social. El conocimiento aportado va a proporcionar las
bases para el diseño de políticas públicas preventivas y de detección del abuso, o para el
desarrollo de terapias efectivas, por nombrar sólo algunos de los beneficios.
1.2. Objetivos
Esta investigación tiene como propósito la elaboración de un estudio pormenorizado de la
problemática social del abuso sexual en la actualidad y su evolución temporal en España.
Nuestra intención es que este estudio constituya una investigación de referencia, no sólo por el
carácter único de la valiosa base de datos utilizada, sino también por la cuidada calidad de
la recogida de la información y por el análisis aplicado, en el que se ha tratado de aportar
claridad, sin dejar de mostrar la complejidad del fenómeno.
El objetivo general de la presente investigación es, por tanto, analizar y comprender el fenóme-
no del abuso sexual hacia niños/niñas y adolescentes en España, mediante el estudio de los
casos recogidos a través de las llamadas realizadas al teléfono ANAR en sus diversas líneas de
ayuda:
• Teléfono ANAR de Ayuda a Niños/as y Adolescentes
• Teléfono ANAR de la Familia y los Centros Escolares
• Email ANAR
• Chat ANAR
Con este fin, se han llevado a cabo dos líneas de análisis, que definen los objetivos específicos
del estudio. En una primera fase se ha procedido a un análisis descriptivo de todas las varia-
bles que caracterizan el fenómeno. Este análisis ha tenido, a su vez una doble dimensión tem-
poral. Por una parte, se ha estudiado el problema desde una perspectiva longitudinal, que
contempla la evolución del abuso a lo largo de todo el periodo, desde enero de 2008 hasta
mayo de 2019. Por otra parte, se ha puesto el foco en el momento actual, el aquí y el ahora
del abuso sexual en España, centrándose en el presente (periodo desde enero de 2018 hasta
mayo de 2019), y recogiéndose información más exhaustiva y detallada sobre el problema. En
una segunda fase, y una vez descrito el fenómeno, se ha dado un paso más, con un análisis
avanzado que nos permite comprender la asociación existente entre las diferentes variables que
caracterizan el problema, tratando de estimar el efecto aislado de cada variable, una vez con-
trolada la influencia del resto de los factores que intervienen en los abusos sexuales a menores
de edad.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
7
(2008-2019)
Por último, y con objeto de caracterizar las otras formas de violencia asociadas al abuso se-
xual, se ha llevado a cabo un análisis somero que estudia las particularidades de la prostitu-
ción, el sexting, el grooming y la pornografía de menores de edad, en comparación con el
abuso sexual en sentido estricto.
Para cubrir los objetivos descritos arriba, se ha explorado, entre otros ítems, los siguientes:
• Los sujetos implicados: perfil de víctima y agresor, edad, presencia de discapacidad
y tipo de vínculo.
• Los hechos: actos sufridos, tipo de abuso, duración, lugar, cómo se han conocido,
riesgo en el presente, presencia de tecnología, denuncia o intención firme, pasos que
se han dado, elementos que han fallado, consecuencias del abuso y resolución.
• El contexto: características de los casos, rendimiento escolar, conocedores de la situa-
ción, tipo de reacción, composición de la unidad familiar, origen, entorno familiar y
otras circunstancias influyentes.
2
Metodología
2.1. Algunas consideraciones
Para comprender el proceso de determinación del universo de estudio, es importante conocer
que la Fundación ANAR genera un expediente que permite identificar de forma única a cada
uno de los menores de edad que es víctima de cualquier tipo de violencia. Dado que los me-
nores de edad o las personas de su entorno que contactan con la Fundación realizan un pro-
medio de 3,5 llamadas por cada víctima atendida en esta temática, cada expediente puede
aparecer varias veces en los registros. Por ese motivo, para construir la base de datos de las
6.183 víctimas de abuso sexual atendidos por la Fundación ANAR desde enero de 2008 has-
ta mayo de 2019, se ha procedido a una selección en dos fases. En primer lugar, se han ex-
traído todos los registros en los que el abuso sexual, la prostitución, la pornografía, el sexting o
el grooming, aparecieran como un tipo de violencia sufrida por el menor de edad. A continua-
ción, se ha procedido a depurar los expedientes duplicados, con el objeto de garantizar que
los datos analizados en este informe se corresponden con víctimas distintas.
Respecto al análisis del periodo más reciente (de enero de 2018 a mayo de 2019), se ha se-
leccionado una muestra aleatoria estratificada por tipo de violencia (a saber: abuso sexual,
prostitución, sexting, grooming y pornografía). La razón por la que se ha seleccionado una
muestra en vez de acudir al universo total es que el objetivo era llevar a cabo un análisis ex-
haustivo y en profundidad de la problemática en la actualidad. Para ello, ha sido necesario
proceder a un análisis pormenorizado de la información cualitativa presente en las fichas de
texto asociadas a cada expediente, al objeto de codificarla en categorías que permitieran su
tratamiento cuantitativo. En este sentido, se han identificado una serie de variables que no se
encontraban recogidas de manera sistematizada en las bases de datos. La recopilación de in-
formación sobre las mismas ha implicado un trabajo artesanal intensivo que obligó a sumergirse
en la información escrita de cada uno de los casos seleccionados.
Universo: niños/as, adolescentes y personas con discapacidad que han contactado (directa-
mente o a través de otras personas) con el Teléfono ANAR por motivos de abuso sexual enten-
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
9
(2008-2019)
dido en sentido amplio (incluyendo además de los supuestos habituales, casos de grooming,
sexting, pornografía y prostitución) desde enero de 2008 hasta mayo de 2019.
Tamaño muestral: para el análisis longitudinal, la muestra se corresponde con el número total
de casos, es decir, 6.183, repartidos de la siguiente manera: 5.479 casos corresponden a
víctimas de abuso sexual en sentido estricto, 121 casos a prostitución y 583 casos a nuevas
formas de violencia contra los menores de edad asociadas al empleo de las nuevas tecnolo-
gías: grooming (150), sexting (265) y pornografía (168). Para el análisis en profundidad de la
actualidad, se ha calculado la muestra sobre la base de un total de1.476 casos, que es el ta-
maño del universo, estableciendo un error muestral de +3. Con un nivel de confianza del 95%
en el supuesto de máxima heterogeneidad del universo (p=q=50%), el tamaño muestral ha sido
de 618 casos.
Anonimato: para garantizar el anonimato de los menores de edad, la Fundación ANAR traba-
ja con datos anonimizados, mostrando resultados únicamente de manera agregada y con ob-
jetivo exclusivo de confeccionar las tablas y análisis estadísticos.
Controles: se han llevado a cabo controles de calidad a lo largo de todo el proceso. A priori
se ha procedido a una explotación estadística con una muestra piloto inicial, para anticipar
posibles errores de grabación y tabulación, y asegurar la calidad de los datos. Asimismo, se
han realizado controles de consistencia estadística que han permitido la validación de la infor-
mación recopilada y la correcta transformación de las variables cualitativas en variables de
carácter cuantitativo.
Posteriormente, la investigación sociológica sobre abuso sexual infantil ha sido bastante discon-
tinua, en contraposición con la gran cantidad de producción de corte epidemiológico, psiquiá-
trico y psicológico sobre la naturaleza del abuso sexual, la evolución de los casos a lo largo
del tiempo o las características de los agresores (De Marni y Goldsmith, 2010; Maker et al.,
2001). En este sentido, destacan los metanálisis de corte comparativo, a nivel internacional,
(Pereda et al., 2009; Stoltenborgh et al., 2011; Barth et al., 2013), que han demostrado que “la
victimización sexual de menores es un grave problema que afecta a todas las sociedades en
las que se ha estudiado, en un porcentaje que no varía demasiado entre estudios y se sitúa en
un 8% de los varones y cerca de un 20% de las mujeres” (Pereda, 2016: 126). Sin embargo,
también tienen limitaciones, principalmente debido al enfoque comparativo, alejado de las ca-
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
11
(2008-2019)
las situaciones de abuso. El problema fundamental de este tipo de investigaciones, además del
acceso y producción de datos, es de tipo ético, motivo por el cual no se habían desarrollado
estudios con esta orientación hasta muy recientemente (Pereda, 2016: 128), particularmente a
partir de la difusión de la obra de David Finkelhor. Este autor ha trabajado fundamentalmente
sobre la teoría de la victimología del desarrollo, elaborando uno de los cuestionarios más utili-
zados y adaptados a la hora de medir el abuso sexual en menores de edad: el “Juvenile Victi-
mization Questionnaire” (Finkelhor, Hamby, Ormrod y Turner, 2005). A partir de este instrumento
se “evalúa una amplia extensión de formas de victimización, entre ellas la victimización sexual,
y que tiene en cuenta diferentes conductas, medidas a través de preguntas específicas, adecua-
das a la edad de los menores” (Pereda, 2016: 129).
En los últimos años, se han publicado una gran cantidad de estudios a nivel internacional siguien-
do este tercer enfoque de investigación, algunos de ellos basados en encuestas representativas a
menores de edad (Finkelhor et al., 2005; Cyr et al., 2013; Radford et al., 2013), en los que se
intenta estudiar la prevalencia actual del abuso sexual en distintos contextos sociales y geográfi-
cos. En el caso español, también encontramos algunos trabajos que han seguido esta orientación,
principalmente vinculados al “Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente de la
Universidad de Barcelona”, encabezado por Noemí Pereda, quienes han adaptado y aplicado
el instrumento de medición de Finkelhor. Entre sus estudios destaca un análisis de los procesos de
victimización de niños y adolescentes del noreste de España (Pereda, Guilera y Abad, 2014), ya
que se trata de uno de los pocos que cuenta con una muestra representativa y suficientemente
amplia (1107 casos, 590 hombres y 517 mujeres). Otras investigaciones, como las de Játiva y
Cerezo (2014), con 109 casos, o la de Álvarez-Líster et al. (2017), con 118 casos, presentan ta-
maños muestrales mucho más reducidos. Finalmente, para una muestra a nivel nacional suficiente-
mente amplia debemos referirnos al Informe del Centro Reina Sofía sobre Maltrato Infantil en la
familia en España (Sanmartín, 2011), si bien este estudio no cumple con los criterios tradicional-
mente vinculados con la teoría de la victimología del desarrollo de Finkelhor, al incluir una única
pregunta a los encuestados sobre si han sido víctimas de alguna forma de abuso o maltrato.
En todo caso, podemos destacar la importancia de establecer nuevas metodologías para inves-
tigar sobre los casos de abuso sexual en menores de edad que aún permanecen ocultos, pro-
moviendo la necesidad de que las administraciones públicas financien estudios en profundidad
sobre esta problemática social, ya que recurrir a las fuentes oficiales puede resultar poco fiable,
puesto que únicamente tienen información de los casos denunciados que han salido a la luz.
Por ejemplo, el mencionado equipo de Pereda de la UB realizó en 2007 (Pereda, Polo, Nava-
les y Martínez, 2007) un interesante estudio descriptivo sobre víctimas de abuso sexual en Es-
paña atendidas por la Asociación FADA para el Asesoramiento y la prevención de los Abusos
Sexuales a Menores (actualmente Fundación Vicki Bernadet). En el caso del estudio de Pereda
y su equipo, se analizó una muestra de 493 casos atendidos por la asociación en 2005, des-
tacándose las siguientes conclusiones (Pereda et al., 2007: 11-13):
1. El abuso sexual infantil en la sociedad española es un problema mucho más extendido
de lo que estudios previos podían estimar.
2. A pesar de una mayor proporción de víctimas mujeres, existe un importante número de
casos de varones que en muchas ocasiones no es reconocido, principalmente por los
roles típicos de género y la mayor dificultad de los varones para reconocerse como
víctimas.
3. En muchos casos de abuso sexual las víctimas destacan no haberle contado su situa-
ción a nadie, lo que sitúa a las víctimas en una situación terrible de indefensión. En
este sentido, es necesaria una labor constante de intervención social para detectar
esta gran realidad invisibilizada de casos ocultos que existen en España.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
13
(2008-2019)
4. Con respecto al agresor, se constata, en línea con otros estudios previos, el hecho de
que este mayoritariamente pertenece al entorno social cercano de la víctima (familia-
res, amigos, conocidos, vecinos, etc.), lo que dificulta aún más la detección de los
casos y su ulterior intervención.
En conclusión, la información recopilada y producida por la Fundación ANAR, en lo referente
a llamadas sobre posibles casos de abuso sexual, resulta enormemente relevante a la hora de
acercarnos sociológicamente a esta problemática social. En primer lugar, al tratarse de un estu-
dio longitudinal de casos directamente atendidos de abuso sexual, es posible profundizar en las
características de la situación del menor de edad, en sus problemáticas asociadas y en el pa-
pel del agresor de una manera mucho más pormenorizada que en el caso de los estudios tra-
dicionales sobre incidencia y prevalencia. Asimismo, en contraposición con los estudios a me-
nores de edad basados en cuestionarios de detección el acoso (como el “Juvenile Victimization
Questionnaire”), en este estudio la muestra total de niños/as y adolescentes que sufren abuso
sexual ha sido atendida directamente por el equipo profesional de la Fundación. De este modo,
el anonimato y el acompañamiento psicológico que ofrece el Teléfono ANAR permite conocer
la realidad del abuso sexual desde un prisma imposible de dilucidar por otro tipo de técnicas
de producción de información social, además de no desviarse del fin último de la intervención
social en la situación del menor de edad, al garantizar su bienestar en el momento de compar-
tir las problemáticas que le afectan. De este modo, desde un punto de vista ético, se trata de
una metodología idónea para adentrarse en problemáticas altamente dolorosas y que provo-
can un enorme sufrimiento sin incentivar procesos de re-victimización y reconstrucción narrativa
del dolor, como podría ocurrir en otro tipo de metodologías basadas en la escucha e interpe-
lación al sujeto.
A
Evolución
del abuso sexual
a menores de edad
en la última década
en España
4
Análisis longitudinal del abuso sexual
2008-2019
El objetivo de este capítulo es analizar la evolución de los casos de abuso sexual a menores
de edad atendidos por la Fundación ANAR en el periodo que transcurre entre enero de
2008 y finales de mayo de 2019. Conviene aclarar desde un principio que la información
hasta 2018 se corresponde con los registros anuales completos, mientras que la de 2019
cubre un periodo de solo 5 meses, razón por la cual, todos los indicadores analizados expe-
rimentan una caída entre 2018 y 2019, que se explica, como se acaba de señalar, por el
carácter parcial de los datos disponibles en 2019, un ejercicio que a la hora de redactar este
informe no estaba cerrado.
Por otra parte, es importante hacer hincapié en que recogemos aquí tanto el abuso sexual en
sentido estricto, que representa la gran mayoría del universo (9 de cada 10 casos), como otros
tipos de violencia asociados, como son la prostitución y otras formas de violencia de contenido
sexual que se han incrementado al amparo de las nuevas tecnologías de la comunicación e
información, como son el grooming, el sexting y, en cierta medida también, la pornografía.
En el presente epígrafe se analiza el número de casos de abuso sexual a menores de edad aten-
dido por la Fundación a lo largo de la última década (entendido el abuso sexual en sentido am-
plio, como se señala en el párrafo de arriba), así como la tipología de los mismos. Se analizan
asimismo las características personales de las víctimas y su entorno a lo largo del tiempo. Adicio-
nalmente se lleva a cabo una caracterización de los abusos en términos de: duración, frecuencia,
gravedad, urgencia y resolución del caso. Se identifica la figura del agresor y su evolución. Y, por
último, se traza un perfil de la persona que contacta con la Fundación ANAR para comunicar un
caso de abuso sexual a un menor de edad o solicitar orientación, así como la línea utilizada.
762
708 715
Número de casos
600
491
409 410
400
377 391
334
273 275
200
0
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Con relación al análisis longitudinal, se debe subrayar el fuerte crecimiento experimentado por
los casos de abuso sexual atendidos por la Fundación ANAR a lo largo de la última década.
Mientras que al inicio de la crisis económica, en los años 2008 y 2009, la Fundación ANAR
atendía en torno a 275 casos anuales, en 2018, último año para el que disponemos de informa-
ción completa, los casos de abuso sexual atendidos prácticamente se cuadruplican hasta llegar a
superan el millar –en concreto, 1.038 menores de edad víctimas de abuso sexual atendidas.
Tratar de discernir qué parte de este incremento se explica bien por un crecimiento real del
fenómeno objeto de estudio, bien por un cambio de tendencia que favorezca su revelación
hacia el exterior, o bien por la mayor eficacia y conocimiento de la labor realizada por la
Fundación ANAR en la atención de los casos de abuso sexual sufridos por menores de
edad en España, es una tarea que va más allá de los límites de este informe. La realidad
es que a lo largo del periodo analizado el número de casos de abuso sexual a menores
de edad experimenta un crecimiento extraordinario, que en tasa anual acumulativa se
sitúa en el 14,3% (para más información, ver gráfico 4 que aparece más adelante).
Por otra parte, se identifican dos etapas claramente diferenciadas en el periodo objeto de
estudio. En el primer quinquenio, que transcurre entre 2008 y 2013, la tasa de crecimiento
anual acumulativa de los casos de abuso sexual se sitúa en el 8,4%, mientras que, en el quin-
quenio posterior, que va de 2013 a 2018, el crecimiento anual se duplica con creces hasta
llegar al 20,5% (nuevamente, en el gráfico 4, en páginas posteriores, se ilustra esta informa-
ción). Los datos indican que, al finalizar la etapa de crisis, en el año 2013, se produce un
punto de inflexión en la evolución de los casos de abuso sexual registrados por la Fundación
ANAR. Con la excepción del año 2017 en que se registra una pequeña caída, el total de
víctimas de abuso sexual atendidos por la Fundación ANAR crece de forma sostenida desde
2013 hasta el nivel máximo de 2018.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
18
(2008-2019)
Con todas las cautelas que requiere la interpretación de estos datos, el patrón temporal de los
casos de abuso sexual estudiados no corrobora a primera vista la hipótesis planteada en la
literatura (Brown et al., 2017) de que el maltrato infantil (y dentro de él, el abuso sexual) pre-
senta un comportamiento anticíclico, es decir, que aumenta en etapas de crisis económica y
crecimiento del desempleo, y se reduce en las etapas de recuperación económica y creación
de empleo. Según la Encuesta de Población Activa (INE), en el peor momento de la crisis, pe-
riodo 2008-2013, se destruyen en España 3,6 millones de puestos de trabajo, etapa en la que
los casos de abuso sexual a menores de edad crecen, aunque a un ritmo anual inferior (8,4%).
En cambio, en la etapa de recuperación que transcurre entre el primer trimestre de 2013 y el
último de 2018 se crean 2,5 millones de empleos netos y, en paralelo, los casos de abuso se-
xual registrados por la Fundación ANAR crecen a un ritmo muy alto (20,5%).
Por tanto, para interpretar el comportamiento procíclico de los casos de abuso sexual a meno-
res de edad atendidos por la Fundación ANAR se hace necesario recurrir a otras hipótesis
explicativas. Estas se podrían apoyar en la mayor eficacia y conocimiento de la Fundación
ANAR y en una mayor concienciación de la sociedad española que tiende a mostrar una
menor tolerancia con los abusos sexuales a menores de edad. Este cambio social más profun-
do puede traducirse en una mayor propensión a revelar una forma de violencia a la infancia
que por su propia naturaleza ha tendido a ocultarse a lo largo de la historia en las familias, en
la Iglesia, en los colegios o en las agrupaciones deportivas.
Grooming 2,4
Sexting 4,3
Pornografía 2,7
Prostitución 2,0
0 20 40 60 80
Porcentaje
800
Número de casos
600
400
200
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Abuso sexual Grooming
Sexting Pornografía
Prostitución
Por la misma razón, las tasas de variación interanual acumulativa del abuso sexual en sentido estric-
to y el total son muy similares en el conjunto del periodo y en cada uno de los quinquenios investiga-
dos (ver gráfico 4). Otros resultados que habría que señalar son, por un lado, el rápido crecimiento
que registran el grooming y el sexting a partir de 2013, primer año para el que se dispone de infor-
mación de estos fenómenos emergentes. El grooming crece a una tasa anual acumulativa del 36,7%
entre 2013 y 2018, mientras que el sexting lo hace a una tasa interanual del 25%. Por otro lado, la
tendencia que registran los casos de pornografía y prostitución es la opuesta, al reducirse en el con-
junto del periodo a unas tasas anuales del 4,2% y del 5,7%, respectivamente (ver gráfico 4).
36,7
35,0
25,0
25,0
20,7 20,5
14,3 14,3
15,0
8,2 8,4
5,0
0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
–5,0 –2,3
2008-13 2013-18 2008-18 –4,2
–5,7
–8,2
–9,0
–15,0
Abuso sexual Grooming Sexting Pornografía Prostitución Total
Tabla 1.- Estructura porcentual del abuso sexual a menores de edad según el tipo
de abuso (2008-2019)
AÑOS
Tipo de abuso 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Abuso sexual 88.28 90.55 90.45 96.68 93.41 87.53 88.39 84.75 86.75 89.09 88.34 85.61 88.61
Grooming 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 2.20 1.83 3.67 4.20 2.66 4.14 2.93 2.43
Sexting 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 4.65 6.31 7.06 5.51 5.59 5.59 6.10 4.29
Pornografía 8.42 6.18 5.04 1.79 3.59 3.67 1.22 2.26 1.44 1.68 1.45 3.66 2.72
Prostitución 3.30 3.27 4.51 1.53 2.99 1.96 2.24 2.26 2.10 0.98 0.48 1.71 1.96
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 273 275 377 391 334 409 491 708 762 715 1.038 410 6.183
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
GÉNERO
Como nos muestra el gráfico 5, el 76,2% de los menores de edad víctimas de abuso sexual son
mujeres y el 23,8% restante, varones. Del análisis longitudinal se observa que el crecimiento de
los casos de abuso perpetrados contra las mujeres crece a un ritmo más elevado que el de los
hombres (ver gráfico 6). Esto explica que la proporción de víctimas varones fuera más elevada
en los primeros dos años de la serie (37,0% en 2008) que en los últimos (22,5% en 2018). Para
información más detallada, puede verse la Tabla 2.
23,8%
76,2%
Varón Mujer
400
200
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Varón Mujer
Tabla 2. Estructura porcentual del abuso sexual según el género de la víctima (2008-2019)
AÑOS
Sexo 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Varón 37.01 28.85 22.22 24.87 25.38 23.27 24.22 22.79 22.27 23.63 22.49 19.80 23.81
Mujer 62.99 71.15 77.78 75.13 74.62 76.73 75.78 77.21 77.73 76.37 77.51 80.20 76.19
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 254 260 360 386 327 404 483 702 759 711 1,027 404 6,077
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
EDAD
Del examen de los histogramas de la edad de las víctimas de abuso sexual se deduce que la
distribución es bimodal, concentrándose el mayor número de casos en torno a los 15 años y, a
cierta distancia, en torno a los 5 años (ver gráfico 7).
0 5 10 15 20
edad
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
22
(2008-2019)
Por otra parte, cuando se comparan los histogramas según el género de la víctima (ver gráfico
8), llama la atención que en el caso de los varones se observa una distribución relativamente
homogénea desde los 3 hasta los 17 años, mientras que en el caso de las mujeres se produce
una concentración de víctimas desde los 14 a los 17 años, llegando a representar el 45,7%
del total de mujeres, muy por encima del 24,4% que representan los varones en ese mismo es-
trato de edad.
Gráfico 8.- Histograma de edad de las víctimas de abuso sexual según el sexo
0 5 10 15 20 0 5 10 15 20
edad
Si se agrupan por estratos de edad las víctimas de abuso sexual contabilizadas en el conjun-
to del periodo, se observa que el 50,3% tiene 12 años o menos, el 28,5% de 13 a 15 años
y el 21,2% restante, 16 años o más (ver gráfico 9). Por otra parte, a lo largo del periodo
2008-2019 se registra un crecimiento del número de víctimas en todos los estratos de edad
(ver gráfico 10). No obstante, el ritmo es más intenso en los dos estratos de edad superiores,
razón por la cual el peso específico de los menores de 12 años en el conjunto de víctimas
de abuso sexual se reduce en 14 puntos porcentuales, mientras que el estrato de 13 a 15
años aumenta en 6 puntos porcentuales y el de 16 años o más lo hace en 8 puntos porcen-
tuales (verTabla 3).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
23
(2008-2019)
Gráfico 9.- Distribución de las víctimas de abuso sexual por estratos de edad
Base de datos completa 2008-19
21,2%
50,3%
28,5%
Gráfico 10.- Evolución de las víctimas de abuso sexual por tramo de edad
Base de datos completa 2008-19
500
400
Número de casos
300
200
100
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Tabla 3.- Estructura porcentual del abuso sexual según estrato de edad del menor
de edad (2008-2019)
AÑOS
Estrato edad 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
<=12 años 56.35 55.64 47.61 52.21 56.79 51.52 57.68 50.15 51.69 52.50 42.61 42.11 50.32
13-15 años 26.19 24.51 28.45 26.23 25.93 28.54 25.05 28.85 28.82 27.10 32.32 32.08 28.48
>=16 años 17.46 19.84 23.94 21.56 17.28 19.95 17.26 21.01 19.49 20.40 25.07 25.81 21.20
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 252 257 355 385 324 396 475 676 739 701 1,021 399 5,980
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
24
(2008-2019)
Es importante la cautela a la hora de interpretar los datos regionales, ya que el peso geográfi-
co puede obedecer, entre otras cosas, a un desigual conocimiento de las líneas de contacto de
la Fundación ANAR por comunidades autónomas.
0 10 20 30
porcentaje
AÑOS
CCAA 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 Total
Aragón 4 3 7 7 4 6 6 24 16 12 15 8 112
Canarias 8 9 29 39 32 31 23 28 45 39 34 27 344
Cantabria 3 0 6 2 1 4 13 9 13 6 15 4 76
Castilla
12 7 13 19 16 11 22 43 36 24 72 19 294
-La Mancha
Cataluña 9 18 18 25 24 21 35 49 68 46 62 31 406
Ceuta 0 0 0 0 1 2 0 1 0 1 0 0 5
Comunidad
25 34 50 49 35 49 46 64 84 90 140 50 716
Valenciana
Comunidad
85 79 97 108 98 117 176 203 224 260 344 132 1.923
de Madrid
Extremadura 7 17 10 17 5 6 18 24 40 18 22 16 200
Galicia 11 10 18 25 21 17 15 28 29 37 31 12 254
La Rioja 5 0 1 4 3 0 2 2 12 1 6 1 37
Melilla 0 0 0 0 1 0 0 1 0 0 3 0 5
Navarra 0 1 3 3 1 4 4 8 6 10 10 4 54
Principado
8 6 10 4 5 11 8 19 11 13 12 5 112
de Asturias
Región
7 7 17 6 13 9 13 17 21 24 32 9 175
de Murcia
Total 250 256 349 376 315 396 476 686 744 700 1.006 401 5.955
Tabla 5.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual por CCAA (2008-2019)
AÑOS
CCAA 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Andalucía 16.40 14.06 10.32 8.51 7.94 12.63 9.24 11.81 8.47 6.86 10.93 11.22 10.26
Aragón 1.60 1.17 2.01 1.86 1.27 1.52 1.26 3.50 2.15 1.71 1.49 2.00 1.88
Balears (Illes) 0.80 2.34 0.57 0.53 0.95 1.77 2.31 1.75 1.34 2.43 1.99 3.49 1.78
Canarias 3.20 3.52 8.31 10.37 10.16 7.83 4.83 4.08 6.05 5.57 3.38 6.73 5.78
Cantabria 1.20 0.00 1.72 0.53 0.32 1.01 2.73 1.31 1.75 0.86 1.49 1.00 1.28
Castilla y León 6.40 4.69 6.30 6.38 6.35 9.85 6.51 7.87 6.32 5.29 5.37 4.99 6.31
Castilla-La Mancha 4.80 2.73 3.72 5.05 5.08 2.78 4.62 6.27 4.84 3.43 7.16 4.74 4.94
Cataluña 3.60 7.03 5.16 6.65 7.62 5.30 7.35 7.14 9.14 6.57 6.16 7.73 6.82
Ceuta 0.00 0.00 0.00 0.00 0.32 0.51 0.00 0.15 0.00 0.14 0.00 0.00 0.08
Comunidad
10.00 13.28 14.33 13.03 11.11 12.37 9.66 9.33 11.29 12.86 13.92 12.47 12.02
Valenciana
Comunidad
34.00 30.86 27.79 28.72 31.11 29.55 36.97 29.59 30.11 37.14 34.19 32.92 32.29
de Madrid
Extremadura 2.80 6.64 2.87 4.52 1.59 1.52 3.78 3.50 5.38 2.57 2.19 3.99 3.36
Galicia 4.40 3.91 5.16 6.65 6.67 4.29 3.15 4.08 3.90 5.29 3.08 2.99 4.27
La Rioja 2.00 0.00 0.29 1.06 0.95 0.00 0.42 0.29 1.61 0.14 0.60 0.25 0.62
Melilla 0.00 0.00 0.00 0.00 0.32 0.00 0.00 0.15 0.00 0.00 0.30 0.00 0.08
Navarra 0.00 0.39 0.86 0.80 0.32 1.01 0.84 1.17 0.81 1.43 0.99 1.00 0.91
País Vasco 2.80 4.30 2.87 2.66 2.22 3.03 1.89 2.77 2.55 2.43 2.39 1.00 2.50
Principado
3.20 2.34 2.87 1.06 1.59 2.78 1.68 2.77 1.48 1.86 1.19 1.25 1.88
de Astur..
Región
2.80 2.73 4.87 1.60 4.13 2.27 2.73 2.48 2.82 3.43 3.18 2.24 2.94
de Murcia
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 250 256 349 376 315 396 476 686 744 700 1,006 401 5,955
Las víctimas del abuso sexual viven mayoritariamente con sus padres (37,3%), con su madre sola
(34,7%) o con su madre y su pareja (10,5%) (ver gráfico 12). Llama la atención el reducido peso
relativo de la primera categoría que representa a la familia nuclear en la que conviven los hijos/
as con ambos padres. Mientras que las víctimas de abuso sexual que viven en un entorno de
familia nuclear alcanzan alrededor de un tercio de los casos, según el Censo de Población de
2011 (INE) el 71,9% de los hogares en España en los que hay algún hijo menor de 25 años se
corresponde con la familia nuclear, proporción que casi duplica la que se registra por las
víctimas de abuso sexual atendidas por la Fundación ANAR en el periodo 2008-2019.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
27
(2008-2019)
Padres 37,3
Madre 34,7
Padre 4,9
0 10 20 30 40
porcentaje
Por otra parte, del análisis longitudinal se concluye que las tres formas de convivencia más re-
presentativas mantienen su mayor importancia relativa tanto al inicio como al final del periodo.
No obstante, si se toman como referencia los años 2008 y 2018 en los que contamos con in-
formación de todos los meses, se observa un crecimiento más lento de las víctimas que convi-
ven con sus padres (ver gráfico 13) lo que resulta en una caída de su peso específico en 10,3
puntos porcentuales a lo largo del periodo. Del resto de las categorías, quizás habría que
destacar el crecimiento de las víctimas de abuso sexual que viven en régimen de custodia com-
partida que aumentan en 4,4 puntos porcentuales su importancia relativa desde 2008 hasta
2018, dato, por otra parte, que podría explicarse por el mayor peso que este tipo de régimen
ha alcanzado en los últimos años en la sociedad española.
Gráfico 13.- Evolución de los casos de abuso sexual por convivencia del menor de edad
200
150
100
50
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Tabla 6.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según la persona
con quien convive el menor de edad (2008-2019)
AÑOS
¿Con quién vive? 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Abuelos/otros famil. 1.79 3.62 4.58 2.70 4.08 2.95 4.33 4.9 2.21 3.67 2.97 2.56 3.38
Centro acogida 1.79 3.62 0.98 2.70 0.00 1.34 1.82 2.62 1.62 2.39 2.40 1.60 1.98
Custodia compartida 0.00 0.00 0.65 1.50 1.02 1.34 2.51 1.47 3.39 4.78 4.45 2.88 2.57
Solo/En pareja/con am 0.45 0.00 1.31 0.30 1.02 1.34 0.23 0.65 0.74 0.16 0.23 0.00 0.51
Madre 33.18 35.29 28.43 31.83 37.07 36.73 34.17 35.35 41.24 34.13 33.79 28.43 34.67
Madre y su pareja 11.66 9.95 15.36 15.02 8.84 10.72 10.71 10.64 7.95 8.93 10.50 9.58 10.48
Padre 4.48 3.62 10.13 3.90 6.12 4.02 4.33 4.42 2.50 4.63 6.16 6.07 4.91
Padre y su pareja 0.45 0.90 0.98 0.90 0.68 1.61 1.14 2.95 0.29 1.44 1.60 1.92 1.34
Madre con tíos o abue 0.45 1.36 2.94 3.30 3.74 4.29 2.96 3.11 1.62 3.35 2.40 1.28 2.64
Padres 45.74 41.63 34.31 37.84 36.73 35.39 37.36 33.88 38.00 36.52 35.39 45.37 37.30
Colegio interno 0.00 0.00 0.33 0.00 0.68 0.27 0.46 0.00 0.44 0.00 0.11 0.32 0.21
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 223 221 306 333 294 373 439 611 679 627 876 313 5,295
Monoparental
48,1% 51,9%
Resto de familias
400
Número de casos
300
200
100
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Monoparental Resto de familias
Tabla 8.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según pertenencia
a una familia monoparental (2008-2019)
AÑOS
Monoparental 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Sí 50.47 50.72 43.32 41.70 52.44 49.69 52.38 54.91 52.75 55.31 55.86 49.50 51.92
No 49.53 49.28 56.68 58.30 47.56 50.31 47.62 45.09 47.25 44.69 44.14 50.50 48.08
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 214 207 247 283 246 320 399 499 546 508 777 303 4,549
Por otra parte, y en relación con el tamaño de la familia, la mayor parte de las víctimas de
abuso sexual atendidas por la Fundación ANAR no tiene hermanos/as (41,0%), o bien tiene
1 hermano/a (40,8%), 2 hermanos/as (13,0%) o 3 hermanos/as o más (5,2%) (ver gráfico 19).
Este resultado podría indicar que las familias de las víctimas de abuso tienden a ser relativamen-
te más numerosas que el conjunto de la población española. Según los datos del Censo de
Población y Viviendas de 2011 del INE, el 52,1% de los hogares con hijos/as en España tiene
un único hijo/a, es decir, 11,1 puntos porcentuales más que entre las víctimas de abuso sexual.
Las familias de dos hijos/as tienen un peso muy similar y representan el 39,9% de los hogares
con hijos en España. En cambio, los hogares con 3 hijos (6,8%) tienen en el conjunto de los
hogares en España un peso inferior en 6,2 puntos porcentuales, respectivamente, que entre las
víctimas de abuso sexual. No obstante, a lo largo del periodo se observa cierta convergencia
entre ambas distribuciones al disminuir el peso específico de las víctimas con 2 (-4,8 puntos
porcentuales) y 3 o más hermanos/as (-3,2 puntos porcentuales) y aumentar la proporción de
las víctimas sin hermanos/as (+3,5 puntos porcentuales) y con 1 hermano/a (+4,6 puntos por-
centuales) (ver gráfico 17 y Tabla 9).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
30
(2008-2019)
40
30
porcentaje
20 10
0
0 5 10 15 20
número de hermanos
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
200
Número de casos
150
100
50
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
0 hermanos 1 hermano
2 hermanos 3 hermanos o más
Tabla 9.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según el número de
hermanos de la víctima (2008-2019)
AÑOS
Número de hermanos 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 Total
0 hermanos 38.04 40.34 37.97 40.29 43.53 43.35 41.94 38.00 37.37 46.73 41.54 41.00
1 hermano 39.67 41.48 41.73 43.88 34.51 39.31 38.87 43.38 41.64 38.00 44.23 40.85
2 hermanos 15.22 13.64 14.29 13.67 16.86 11.27 14.83 12.86 13.88 10.55 10.38 12.97
3 hermanos o más 7.07 4.55 6.02 2.16 5.10 6.07 4.35 5.76 7.12 4.73 3.85 5.19
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Total 184 176 266 278 255 346 391 521 562 550 520 4,049
ORIGEN FAMILIAR
La proporción de víctimas de abuso sexual que pertenece a una familia migrante es del
22,5% en el conjunto del periodo (ver gráfico 18). Este porcentaje duplica el peso de la po-
blación extranjera residente en España que, según las Cifras de Población del INE, se situa-
ba en el 10,3% a 1 de enero de 2019. Aunque el nivel de respuesta de esta variable es rela-
tivamente bajo (56%) y por tanto, cualquier resultado debe manejarse con cautela, los datos
indican que entre 2009, primer año para el que se dispone de información, y 2018, se ha
producido un crecimiento más intenso de las víctimas de origen migrante que las de origen
autóctono (ver gráfico 19). Este crecimiento desigual hace que el peso específico de las vícti-
mas pertenecientes a familias migrantes haya aumentado 9,5 puntos porcentuales a lo largo
del periodo (ver tabla 7).
22,5%
Migrante
Autóctono
77,5%
300
Número de casos
200
100
0
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Migrante Migrante
Tabla 7.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según pertenencia
del menor de edad a una familia migrante (2008-2019)
AÑOS
Origen 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Migrante 0.00 18.12 22.58 19.05 20.36 16.39 19.82 18.31 27.21 26.03 27.65 24.69 22.52
Autóctono 100.00 81.88 77.42 80.95 79.64 83.61 80.18 81.69 72.79 73.97 72.35 75.31 77.48
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 2 149 217 252 221 305 338 415 441 411 528 162 3,441
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
La literatura especializada (Vilardell et al., 2006; López et al., 1995) concluye que sufrir abusos
sexuales puede tener un impacto negativo en el rendimiento escolar de los menores de edad.
Si atendemos a nuestros datos, se observa que el 41,8% de las víctimas de abuso sexual aten-
didas por la Fundación ANAR muestra un rendimiento escolar bajo, el 33,8% un rendimiento
escolar medio y el 24,4% restante un rendimiento escolar alto (ver gráfico 20). En algunas oca-
siones, el impacto negativo sobre el rendimiento escolar no es inmediato, sino que se puede
producir años después de haber sufrido los abusos, algo que no podría recogerse en esta base
de datos que pone el foco en el momento del abuso.
41,8
40
33,8
30
24,4
porcentaje
2010
0
Con relación a la evolución temporal, se observa un crecimiento más rápido de las víctimas
que registran un rendimiento escolar bajo (ver gráfico 21), lo que hace que su peso especí-
fico aumente en 17,5 puntos porcentuales a costa, principalmente, de las víctimas que regis-
tran un rendimiento escolar alto, que pierden 15,8 puntos porcentuales entre 2008 y 2018
(ver Tabla 10).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
33
(2008-2019)
Gráfico 21.- Evolución de los casos según el rendimiento escolar de las víctimas
120
100
Número de casos
80
60
40
20
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Alto Medio Bajo
Tabla 9.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según el número
de hermanos de la víctima (2008-2019)
AÑOS
Número
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 Total
de hermanos
0 hermanos 38.04 40.34 37.97 40.29 43.53 43.35 41.94 38.00 37.37 46.73 41.54 41.00
1 hermano 39.67 41.48 41.73 43.88 34.51 39.31 38.87 43.38 41.64 38.00 44.23 40.85
2 hermanos 15.22 13.64 14.29 13.67 16.86 11.27 14.83 12.86 13.88 10.55 10.38 12.97
3 hermanos
7.07 4.55 6.02 2.16 5.10 6.07 4.35 5.76 7.12 4.73 3.85 5.19
o más
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Total 184 176 266 278 255 346 391 521 562 550 520 4,049
Por su parte, la distribución de las víctimas de abuso sexual en función de la satisfacción escolar
es similar a la descrita con relación al rendimiento escolar. El 39,8% de los menores de edad
muestran una satisfacción baja con sus estudios, el 33,2% una satisfacción media y el 27,0%
restante, una satisfacción alta (ver gráfico 22). En cuanto a la evolución en el tiempo, se obser-
va una pérdida de importancia relativa de las víctimas que registran un nivel alto de satisfacción
con los estudios (-12,1 puntos porcentuales) y en paralelo una ganancia de peso de las víctimas
con un nivel de satisfacción medio (+8,8 puntos porcentuales) y bajo (+3,2 puntos porcentuales)
(ver gráfico 23 y Tabla 11).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
34
(2008-2019)
40
30 33,2
27,0
porcentaje
20 10
0
Gráfico 23.- Evolución de los casos según la satisfacción escolar de las víctimas
80
Número de casos
60
40
20
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Tabla 11.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según la satisfacción escolar
del menor de edad (2008-2019)
AÑOS
Satisfacción 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Alta 40.00 28.57 18.39 28.71 22.50 28.23 33.33 29.11 22.50 30.05 27.93 23.40 27.03
Media 20.00 30.61 47.13 31.68 42.50 33.06 26.36 32.28 32.50 32.24 28.83 40.43 33.17
Baja 40.00 40.82 34.48 39.60 35.00 38.71 40.31 38.61 45.00 37.70 43.24 36.17 39.80
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 5 49 87 101 80 124 129 158 200 183 222 94 1,432
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
CRONICIDAD
Así, y con relación a la duración de los abusos, el 31% de las víctimas de abuso sexual aten-
didas por la Fundación ANAR revela haber sufrido abusos de forma puntual, el 22,2% indica
que los abusos han durado menos de un año y un preocupante 38,7% manifiesta que el abu-
so se ha prolongado en el tiempo durante más de un año (ver gráfico 24).
38,7
Más de un año
31,0
Puntual
22,2
Menos de un año
5,1
Mensual
2,9
Semanal
0 10 20 30 40
porcentaje
Por otra parte, a lo largo del tiempo se observa un crecimiento más intenso de las víctimas que
indican haber sufrido abusos durante más de un año (entre 2008 y 2018 aumentan su partici-
pación relativa en 11,6 puntos porcentuales), al igual que los casos de abuso que duran menos
de un año (que crecen en 7,5 puntos porcentuales), en detrimento de las que lo han padecido
de forma puntual (que reducen en 17,8 puntos porcentuales su peso específico a lo largo del
periodo), como ilustran el gráfico 25 y la Tabla 12.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
36
(2008-2019)
400
300
Número de casos
200
100
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Más de un año Menos de un año Mensual
Semanal Puntual
Tabla 12.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según su duración
(2008-2019)
AÑOS
Duración 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Más de un año 28.38 33.19 33.23 34.02 31.49 41.11 47.09 40.84 43.78 37.66 40.00 36.36 38.73
Menos de un año 13.51 19.83 20.45 21.30 27.34 27.06 24.24 20.65 20.50 22.37 20.98 28.41 22.17
Mensual 7.21 4.74 2.88 6.21 4.84 5.84 4.20 5.90 4.25 4.77 5.65 5.40 5.14
Semana 2.70 4.31 3.83 2.07 4.50 3.45 1.63 4.50 2.34 1.81 2.93 1.99 2.92
Puntual 48.20 37.93 39.62 36.39 31.83 22.55 22.84 28.11 29.14 33.39 30.43 27.84 31.03
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 222 232 313 338 289 377 429 644 683 608 920 352 5,407
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
FRECUENCIA
Con relación a la frecuencia, vemos como un 39,8% de los casos de abuso sexual estudiados
a lo largo del periodo 2008-2019, se perpetraban a diario (30,3%) o con una frecuencia se-
manal (9,5%). En cuanto al resto, en el 18,4% de los casos la frecuencia era ocasional y en el
41,8% restante se produjeron de forma puntual (ver gráfico 26).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
37
(2008-2019)
Puntual 41,8
Diaria 30,3
Ocasional 18,4
Semanal 9,5
0 10 20 30 40
porcentaje
Además, con el tiempo han crecido de una forma más intensa los episodios más graves, es
decir, aquellos que tienen lugar a diario o con una frecuencia semanal (ver gráfico 27). Los
primeros aumentan su peso específico en 12,0 puntos porcentuales y los segundos 8,6 puntos
porcentuales a lo largo del periodo 2008-2018. En paralelo, el peso relativo de las víctimas
que sufren los abusos de forma ocasional se reduce en 10,2 puntos porcentuales, al igual que
las que los sufren de forma puntual, que lo hacen en 10,4 puntos porcentuales (ver tabla 13).
400
300
Número de casos
200
100
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Diaria Semanal
Ocasional Puntual
Tabla 13.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según su frecuencia
(2008-2019)
AÑOS
Frecuencia 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Diaria 18.00 23.28 28.57 31.72 25.26 28.95 35.85 33.55 34.29 29.81 30.05 31.35 30.31
Semanal 2.00 2.16 6.49 5.44 11.58 16.09 11.46 10.10 11.84 8.67 10.57 8.78 9.52
Ocasional 26.80 25.86 14.94 19.34 19.65 21.18 20.49 18.40 14.72 16.98 16.63 16.61 18.40
Puntual 53.20 48.71 50.00 43.50 43.51 33.78 32.20 37.95 39.15 44.54 42.76 43.26 41.77
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 250 232 308 331 285 373 410 614 659 577 842 319 5,200
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Los profesionales de la Fundación ANAR que atienden a las víctimas de abuso sexual realizan
una valoración acerca de la gravedad de la situación que viven los menores de edad. Durante
el conjunto del periodo analizado, en el 70,1% de los casos la gravedad de la situación es cali-
ficada como alta, en un 27,3% como media y en el 2,6% restante como baja (ver gráfico 28).
2,6%
27,3%
70,1%
Por otra parte, a lo largo del periodo los casos calificados como de gravedad alta experimen-
tan un mayor crecimiento que los casos restantes (ver gráfico 29). Por esa razón la importancia
relativa de los casos más graves aumenta en 14,2 puntos porcentuales entre 2008 y 2018, en
detrimento de los casos de gravedad media, que registran una reducción de 15,5 puntos por-
centuales de su peso en el conjunto (ver Tabla 14). Por último, la tendencia hacia un agrava-
miento de los casos de abuso a medida que pasa el tiempo es consistente con el mayor creci-
miento relativo de los abusos que se producen con una frecuencia diaria o semanal y aquellos
que tienen lugar durante un periodo superior al año, como se ha señalado más arriba.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
39
(2008-2019)
800
600
Número de casos
400
200
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Alta Media Baja
Por otra parte, los profesionales de la FUNDACIÓN ANAR califican los casos de abuso sexual
en función de la urgencia o rapidez con la que es necesario intervenir. En el conjunto del perio-
do se clasifican como de urgencia alta el 43,9% de los casos, de urgencia media el 50,3% y
de urgencia baja el 5,9% (ver gráfico 30). En línea con lo que se acaba de señalar más arriba
con relación a la gravedad de los abusos, a lo largo del periodo 2008-2018 se produce un
crecimiento relativo de los casos de urgencia alta, que aumentan en 4,3 puntos porcentuales
en detrimento de los casos de urgencia media que reducen su peso específico en 6,5 puntos
porcentuales (ver gráfico 31 y tabla 15).
5,9%
43,9%
50,3%
500
400
Número de casos
300
200
100
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Alta Media Baja
Tabla 15.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según la urgencia
de la situación (2008-2019)
AÑOS
Urgencia 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Alta 46.32 42.18 42.44 43.22 41.74 37.10 35.10 36.78 47.31 46.85 50.63 47.68 43.86
Media 51.10 53.45 45.62 48.59 47.15 52.33 56.12 57.99 50.46 49.79 44.63 48.17 50.26
Baja 2.57 4.36 11.94 8.18 11.11 10.57 8.78 5.23 2.23 3.36 4.74 4.16 5.88
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 272 275 377 391 333 407 490 707 761 715 1.033 409 6,170
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Con relación a las características de la orientación que facilitamos a las víctimas menores de
edad atendidas y a sus familias, distinguimos tres categorías diferentes:
• Orientación de carácter psicológico: todas las llamadas atendidas por el Teléfono ANAR
reciben la orientación especializada de nuestro equipo de psicólogos/as.
• Orientación de carácter jurídico: en las llamadas en las que se considera necesario se
transmite información de carácter legal, y/o derivación a recursos jurídicos.
• Orientaciones de carácter social: en todas aquellas llamadas que lo requieren se propor-
ciona información de carácter social, y/o se deriva a recursos del ámbito social a los
que se puede acudir, ayudas y subvenciones públicas, etc.
La complejidad de la llamada puede requerir que la orientadora que está orientando la llama-
da cuente adicionalmente con el apoyo de abogados/as y trabajadores/as sociales.
orientación psicológica. Por su parte, el 57,4% de los casos de abuso sexual ha recibido orien-
tación social, jurídica y psicológica.
Psicológica 10,3
0 10 20 30
porcentaje
Del análisis temporal de la variable se concluye que la combinación de orientación social, jurí-
dica y psicológica pierde 3,9 puntos porcentuales entre 2008 y 2018, al igual que la orienta-
ción social y psicológica que disminuye en 5,4 puntos porcentuales. En paralelo, tienden a
ganar peso la atención jurídica y psicológica (1,5 puntos porcentuales) y en especial la aten-
ción exclusivamente psicológica, cuya importancia relativa aumenta en 7,5 puntos en el periodo
estudiado (ver gráfico 33 y Tabla 16).
600
500
Número de casos
400
300
200
100
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Tabla 16.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según la resolución
de los casos atendidos por la Fundación ANAR (2008-2019)
AÑOS
Resolución 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Social, jurídica
63.00 63.87 61.54 54.22 53.15 51.34 55.62 56.15 55.66 58.20 59.11 56.83 57.20
y psicológica
Social
15.38 14.60 8.75 14.58 16.52 15.16 14.11 13.44 16.18 13.88 9.98 10.24 13.29
y psicológica
Jurídica
17.22 14.60 21.49 21.48 18.02 22.98 16.97 19.52 17.37 18.09 18.70 20.98 18.92
y psicológica
Social y jurídica 0.00 0.00 0.53 0.26 0.30 0.24 0.00 0.28 0.13 0.14 0.10 0.00 0.16
Psicológica 4.40 6.93 7.69 9.21 11.71 10.27 12.88 10.33 10.53 9.26 11.92 11.95 10.23
Social 0.00 0.00 0.00 0.26 0.30 0.00 0.20 0.28 0.13 0.00 0.10 0.00 0.11
Jurídica 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.20 0.00 0.00 0.42 0.10 0.00 0.08
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 273 274 377 391 333 409 489 707 760 713 1,032 410 6,168
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
En línea con estos resultados, constatamos que en el conjunto del periodo 2008-2019, la ma-
yor parte de los abusos sexuales a menores de edad son perpetrados por el padre (32%), otro
familiar (18,7%) y compañeros, amigos o conocidos del menor de edad (21,2%) (ver gráfico
34). Es más, si se suman todos los familiares (padres, padrastros, tíos, abuelos, hermanos, pri-
mos, etc.) resulta que el 58,8% de los abusos sexuales a menores de edad en España son co-
metidos por un miembro de la familia de la víctima.
0 10 20 30
porcentaje
200
Número de casos
150
100
50
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Padre Madre
Padrastro/pareja madre Madrastra/pareja padre
Otro familiar Educador/monitor
Adulto entorno confianza Persona sin relación
Compañer./amig./conoc. Novios/parejas/ex
Tabla 17.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según el perfil del agresor
(2008-2019)
AÑOS
Agresor 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Padre 30.73 28.21 30.93 33.33 36.14 38.82 42.99 32.46 33.95 31.56 25.22 26.84 32.03
Madre 2.23 5.64 3.81 3.49 4.46 4.71 3.18 2.41 3.73 2.89 3.69 4.04 3.57
Padrastro/
1.68 6.15 5.93 3.49 1.98 3.53 1.91 4.82 4.55 6.22 6.19 1.47 4.40
pareja madre
Madrastra/
1.12 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.64 0.00 0.00 0.22 0.00 0.37 0.15
pareja padre
Otro familiar 17.32 20.00 19.49 17.44 16.83 14.51 21.34 21.93 17.18 16.67 19.91 19.12 18.70
Educador/
5.03 5.13 7.20 8.53 7.92 5.88 3.18 5.04 4.35 4.89 5.31 4.78 5.38
monitor
Adulto entorno
6.15 5.13 3.81 5.43 1.98 4.71 2.23 1.75 2.28 1.78 1.62 0.37 2.66
confia
Persona
6.70 4.10 8.47 5.04 8.91 3.14 5.73 5.26 4.97 8.00 6.78 7.35 6.21
sin relación
Compañer./
25.70 22.05 18.64 18.99 19.80 20.00 13.38 17.11 21.74 21.11 24.93 30.51 21.24
amig./conoc.
Novios/
3.35 3.59 1.69 4.26 1.98 4.71 5.41 9.21 7.25 6.67 6.34 5.15 | 5.66
parejas/ex
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 179 195 236 258 202 255 314 456 483 450 678 272 3,978
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
En cualquier caso, se debe tener en cuenta que el cambio en el perfil de los agresores/as se
produce en un contexto de fuerte crecimiento de los abusos registrados por la Fundación ANAR,
de forma que aunque algunas categorías pierdan peso específico, la mayoría experimenta un
crecimiento en términos absolutos, como en el caso de la figura del padre que pasa de 55
casos en 2008 a 171 en 2018 o, por poner otro ejemplo, la de los novios, parejas y expare-
jas que pasan de registrar 6 casos en 2008 a 43 en 2018.
4.5. Perfil de las personas que contactan con la Fundación ANAR y líneas utilizadas
En contraste con el resultado mencionado más arriba relativo a la importancia de la figura
del padre y del padrastro en la comisión de los abusos sexuales a menores de edad, o qui-
zás como consecuencia de ello, la persona que tiende a llamar en mayor medida a la
Fundación ANAR para solicitar asesoramiento ante los casos de abuso es la madre. Como
se puede observar en el gráfico 36, el 46,5% de las personas que llaman a la Fundación
ANAR es la madre de la víctima. Otras categorías que tienen una mayor importancia relativa
son: el padre (11,0%), la abuela o el abuelo (6,4%), otro familiar (11,7%) y amigos y conoci-
dos de la víctima (11,2%).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
45
(2008-2019)
Gráfico 36.- Parentesco con el menor de edad de la persona que llama a la Fundación
Madre 46,5
Amigos/conocidos 11,2
Padre 11,0
Abuela/o 6,4
Otros 4,5
0 10 20 30 40 50
porcentaje
400
300
Número de casos
200
100
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Madre Padre
Abuela/o Otro familiat
Profesor/orientador escolar Otros profesionales
Amigos/conocidos Otros
Tabla 18.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según el parentesco
con el menor de edad de la persona que llama a la Fundación ANAR (2008-2019)
AÑOS
Parentesco 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Madre 39.35 45.03 37.71 41.59 46.52 46.44 49.49 48.14 45.08 48.25 50.27 49.82 46.49
Padre 10.65 5.76 9.09 12.38 12.82 12.07 7.83 11.90 10.00 12.76 11.79 12.28 11.04
Abuela/o 7.87 3.14 6.40 6.67 5.49 9.91 7.32 6.69 8.03 3.32 5.96 5.26 6.35
Otro familiar 9.52 10.22 13.64 10.22 11.48 11.54 10.98 7.37 11.67
Profesor/orientador 4.17 4.71 2.69 4.44 4.40 2.79 3.03 3.53 4.75 4.20 4.47 5.96 4.10
Otros profesionales 6.48 5.24 4.04 2.86 4.40 4.64 3.03 4.65 5.74 4.72 4.07 6.32 4.61
Amigos/conocidos 11.11 15.71 19.19 15.87 11.72 11.76 10.10 10.22 11.15 8.22 8.81 9.47 11.21
Otros 8.33 5.24 4.38 1.90 5.13 2.17 5.56 4.65 3.77 6.99 3.66 3.51 4.52
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 216 191 297 315 273 323 396 538 610 572 738 285 4,754
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
En 4 de cada 5 casos es una mujer la que llama a la Fundación ANAR solicitando ayuda con
relación a una situación de abuso sexual a un menor de edad y solo en 1 de cada 5 casos,
un varón (ver gráfico 38). En términos absolutos crecen tanto las llamadas realizadas por hom-
bres, como las llevadas a cabo por mujeres (ver gráfico 39). No obstante, el crecimiento es li-
geramente más rápido en el caso de las mujeres, lo que hace que su peso específico en el total
de las llamadas realizadas crezca en 3,5 puntos porcentuales entre 2008 y 2018, en detrimen-
to de los varones (ver Tabla 19).
21,0%
79,0%
Varón Mujer
Gráfico 39.- Evolución de los casos según el sexo de la persona que llama
500
Número de casos
400
300
200
100
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Varón Mujer
Tabla 19.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según el sexo de la persona
que realiza la llamada a la Fundación ANAR (2008-2019)
AÑOS
Sexo 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Varón 22.42 18.18 24.75 21.20 28.52 23.38 18.18 19.85 21.09 20.74 18.94 19.72 21.02
Mujer 77.58 81.82 75.25 78.80 71.48 76.62 81.82 80.15 78.91 79.26 81.06 80.28 78.98
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 223 198 303 316 277 325 396 544 607 564 739 284 4,776
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
Respecto a las líneas de ayuda de la Fundación ANAR más empleadas en los casos de abuso
sexual, estas son el Teléfono ANAR de la Familia y los Centros Escolares, que representan el
75,4% del total, y en menor medida el Teléfono ANAR de Ayuda a Niños/as y Adolescentes,
que representa el 17,8% del total (ver gráfico 40). Es, por tanto, mayoritariamente un adulto el
que contacta con la Fundación ANAR para solicitar apoyo o asesoramiento con relación a un
caso de abuso sexual a un menor de edad. En cualquier caso, esta distribución muestra la im-
portancia de la complementariedad de las diferentes Líneas ANAR, gracias a las cuales se
puede detectar una diversidad de casos a través de una variedad de interlocutores y canales.
Chat 1,9
0 20 40 60 80
porcentaje
En cuanto al análisis temporal de la utilización de las distintas líneas de ayuda, habría que
destacar, sin embargo, el uso cada vez con mayor frecuencia de la línea del menor de edad,
que crece en 2,4 puntos porcentuales entre 2008 y 2018, la pequeña reducción, en términos
relativos, del uso de las líneas de adulto/a, que pierden 3,2 puntos porcentuales a lo largo del
periodo, junto con la introducción del chat en 2018, que absorbe el 8,1% del total de contactos
con la Fundación y la caída en una proporción similar (7,4 puntos porcentuales) del uso del
correo electrónico (ver gráfico 41 y Tabla 20).
600
Número de casos
400
200
0
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Línea menor Línea adulto E-mail menor
E-mail adulto Chat
Tabla 20.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según la línea de ayuda
de la Fundación ANAR utilizada (2008-2019)
AÑOS
Línea ANAR 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
Línea menor 16.54 18.18 17.24 17.90 15.57 19.80 16.70 20.90 15.88 14.27 18.98 21.22 17.79
Línea adulto 74.26 73.45 75.86 76.47 81.14 75.55 76.78 74.01 79.00 80.84 71.10 67.07 75.43
E-mail menor 1.10 2.18 2.12 1.28 1.20 0.73 1.22 1.55 2.10 1.54 0.58 0.49 1.31
E-mail adulto 8.09 6.18 4.77 4.35 2.10 3.91 5.30 3.53 3.02 3.36 1.25 2.93 3.56
Chat 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 8.09 8.29 1.91
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 272 275 377 391 334 409 491 708 762 715 1,038 410 6,182
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
Por último, con relación al origen del conocimiento del teléfono ANAR, se observa que en el
28,1% de los casos de abuso sexual analizados la línea de contacto ANAR se conoce a través
de internet, en el 17% a través del Servicio 016, en el 12,7% a través de amigos/as y en el
11,8% a través de familiares (ver gráfico 42).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
49
(2008-2019)
Internet 28,1
Amigos 12,7
Familiares 11,8
Profesionales 4,2
Colegio 3,2
TV 2,1
Radio 1,4
0 10 20 30
porcentaje
Cuando se analiza la evolución de cada categoría a lo largo del tiempo, se observa que la
que experimenta un mayor crecimiento es la de internet (ver gráfico 43), que pasa de represen-
tar el 15,5% de los casos en 2008 al 29,5% en 2018. Por otra parte, el fuerte crecimiento de
internet va acompañado de una pérdida significativa de importancia de los medios de comuni-
cación tradicionales (prensa, radio y televisión) que en su conjunto pierden 13,9 puntos porcen-
tuales de peso específico en el total de formas de conocimiento del teléfono ANAR examinadas
(ver tabla 21).
Gráfico 43.- Evolución de los casos según el conocimiento del teléfono ANAR
250
200
Número de casos
150
100
50
0
2018
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
Tabla 21.- Estructura porcentual de los casos de abuso sexual según el conocimiento
del teléfono ANAR (2008-2019)
AÑOS
Conocimiento
2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019* Total
tel. ANAR
Amigos 17.39 14.89 12.65 16.99 10.42 11.54 12.73 9.76 10.90 13.68 15.00 12.74
Colegio 1.86 3.05 5.71 4.58 2.43 2.37 1.30 2.85 2.56 4.12 4.12 3.17
Familiares 9.94 8.78 13.88 10.46 14.24 17.75 12.73 13.41 10.47 9.96 8.24 11.76
Fundacion ANAR 4.97 3.82 3.27 1.96 3.47 4.14 1.04 2.03 4.27 6.64 7.35 4.17
Internet 15.53 20.99 21.63 19.61 25.35 27.51 28.31 33.74 34.83 29.48 30.59 28.13
Otras entidades 26.71 31.68 29.80 32.03 9.38 4.44 5.45 6.10 5.56 6.37 5.00 11.12
Policia/Guardia civ. 3.11 2.67 3.67 1.96 1.39 1.18 1.56 0.81 1.50 1.06 2.35 1.67
Prensa Escrita/Revi. 6.21 1.91 1.63 3.27 1.04 0.59 0.78 1.02 0.85 0.66 0.29 1.21
Profesionales 2.48 3.44 3.27 2.61 5.56 3.85 3.38 3.25 4.91 4.78 6.47 4.22
Radio 4.97 4.20 2.86 1.96 1.74 0.59 1.30 0.41 0.43 0.66 0.88 1.36
Servicio 016 0.00 0.00 0.00 0.00 21.53 22.49 27.27 23.17 20.51 20.19 16.18 16.99
Servicios Sociales 1.86 1.53 0.41 1.96 1.04 2.07 1.30 1.22 1.28 1.46 0.88 1.34
TV 4.97 3.05 1.22 2.61 2.43 1.48 2.86 2.24 1.92 0.93 2.65 2.11
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Base (Total) 161 262 245 153 288 338 385 492 468 753 340 3,885
* Nota: los datos de 2019 se corresponden con los cinco primeros meses del año
5.1. Género
El rasgo más significativo con relación al género es el claro predominio de la mujer frente al
varón en el colectivo de las víctimas de abuso sexual. Como se observa en el gráfico 44, apro-
ximadamente 4 de cada 5 víctimas de abuso sexual son mujeres: 78,3% frente al 21,7% de
varones. Se trata, por tanto, de un tipo de violencia con un marcado sesgo de género en lo
que a perfil de víctima se refiere, sin olvidar, en cualquier caso que 2 de cada 10 víctimas son
varones.
Este resultado es consistente con los obtenidos en otras investigaciones, como la presentada en
el artículo de Cortés et al. (2011) en el que, en la caracterización de la submuestra de estudian-
tes que dicen haber sido víctimas de abuso en la infancia, el 89,2% de las víctimas son mujeres.
En ese caso, no obstante, el universo estudiado no fue la población general, sino estudiantes de
Psicología y Trabajo social de la Universidad de Granada.
Los resultados, sin embargo, difieren de los presentados por López et al. (1995), en cuya inves-
tigación, con una muestra representativa de la población general de 1.821casos, estima una
prevalencia del 60% en el caso del abuso sexual femenino en la infancia, frente al 40% de
varones. No obstante, y como argumentaremos a lo largo del informe, una hipótesis que ade-
lantamos con todas las cautelas es que el peso de la prevalencia de las mujeres en la investi-
gación de López podría estar infra-representada. Aunque se analizará con mayor exhaustividad
en posteriores epígrafes, nuestra hipótesis se basa en la constatación de que el abuso sexual
femenino tiene un mayor peso en el contexto del hogar que en el caso de los varones. Por el
contrario, los abusos cometidos a varones menores de edad tienen una mayor representación
en el entorno educativo y extra-escolar, frente al caso de las mujeres. Tratándose de un tema tan
absolutamente tabú, los abusos sufridos en un contexto ajeno a la familia parecerían en princi-
pio más fáciles de revelar a través de una encuesta, sobre todo si en el contexto doméstico es
el padre el principal abusador. No queremos adelantar aquí resultados que presentaremos más
adelante. Simplemente queríamos argumentar las razones por las que consideramos que los
datos de género de las víctimas menores de edad de abuso sexual que la Fundación ANAR
proporciona a través de este informe podrían representar de una forma más ajustada la reali-
dad del fenómeno.
Como se verá en el capítulo relativo al agresor, y en línea con los resultados obtenidos en el
análisis longitudinal, el género también va a definir el perfil del agresor, en ese caso, por el
contrario, con una mayoritaria presencia de varones.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
53
(2008-2019)
21,7%
Varón
Mujer 78,3%
5.2. Edad
Si atendemos a la edad media de las víctimas de abuso sexual, esta se sitúa en 11,6 años. No
obstante, la mayor parte de los casos analizados se concentra en edades relativamente eleva-
das, entre los 13 y los 181 años (56,8%), mientras que el 43,2% restante son víctimas de 12
años o menos, como se indica en el gráfico 46. Estos resultados son consistentes con los obte-
nidos en la investigación llevada a cabo en EEUU por Finkelhor et al. (2013) en la que se con-
cluye que la mayor parte de las agresiones sexuales (violación, intento de violación, acoso se-
xual a menores de edad, etc.) se concentra en el grupo de edad de 14 a 17 años.
Como puede observarse en este mismo gráfico 46, se ha procedido a una recodificación de
la variable “edad” en 3 tramos: 12 años o menos, 13 a 15 años y 16 a 18 años, al igual que
se hizo en el análisis longitudinal, siguiendo los criterios de carácter legal ya expuestos en ese
capítulo.
Observamos que 4 de cada 10 víctimas son menores de 12 años. Desde un punto de vista
psicológico, es importante destacar la vulnerabilidad de las víctimas en edades más tempranas,
en las que los niños poseen menos habilidades y recursos personales, y en las que les resulta
más difícil expresar lo que les ocurre. Dado su menor desarrollo cognitivo, es más fácil abusar
de ellos a través del engaño.
En cualquier caso, y para hacernos una idea de la distribución de las víctimas de abuso sexual
por edades, se ha representado un histograma (ver gráfico 45). De su examen se concluye que
la distribución de los casos no se ajusta a una curva normal, observándose un pronunciado
pico en el extremo derecho del gráfico, donde se concentra el grupo de mayor edad. Llama la
atención, no obstante, que el 16% de las víctimas tiene 5 años o menos.
1
En un número reducido de casos, la muestra se extiende hasta los 18 años (y no hasta los 17, como correspondería,
dado que el análisis se centra en menores de edad). Estos casos excepcionales se deben a que la víctima
contactó por primera vez cuando era menor y la gravedad del caso obliga a que se le siga atendiendo, a pesar
de haber cumplido 18 años.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
54
(2008-2019)
15
10
porcentaje
5
0
0 5 10 15 20
Edad del menor en años
Gráfico 46.- Distribución de las víctimas de abuso sexual por tramos de edad
Explotación de la muestra 2018-2019
<=12 años
24,9%
13-15 años
43,2%
31,9%
>=16 años
Como se observan en los gráficos 47, 48 y 49, existen diferencias en lo que se refiere a la edad
de las víctimas por género. Mientras que en el caso de las mujeres el 59,1% de las víctimas
(ver gráfico 49) se concentra en el periodo de la adolescencia, entre los 13 y los 18 años, en el
caso de los varones, la distribución por edad es más homogénea (ver histograma de gráfico 48),
con un mayor peso en la etapa de la infancia: un 53,4% de los varones contaba con 12 años
o menos.
Todos los abusos sexuales, en cualquier ser humano tienen un impacto psicológico de primera
magnitud. Puesto que es un fenómeno multifactorial y multicausal, podemos observarlo desde
sus múltiples aristas. Por ejemplo: Los menores de edad varones, que además son abusados por
otros varones, pueden gestar una doble confusión: el abuso en sí mismo que irrumpe abrupta-
mente en un momento sensible de su desarrollo y la influencia de que el acto haya sido perpe-
trado por un adulto o menor de edad, del mismo género, y que puede derivarle en un conflicto
posterior en su orientación sexual.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
55
(2008-2019)
Gráfico 47.- Víctimas de abuso sexual por sexo según la edad del menor de edad
80
82,7
81,1
60 73,4
porcentaje
40
20
26,6
18,9
17,3
0
Varón Mujer
5
0
0 5 10 15 20 0 5 10 15 20
Edad del menor en años
Gráfico 49.- Víctimas de abuso sexual por edades según el sexo del menor de edad
53,4
40
porcentaje
40,9
34,0
25,6 25,1
20
21,1
0
0 5 10 15 20
porcentaje
Varón Mujer
Cantabria La Rioja 0,4
La Rioja Com. Floral Navarra 0,9
Principado de Asturias 0,8 Aragón 1,5
Baleares 10,8 Cantabria 1,5
Región de Murcia 0,8 Galicia 1,5
Com. Floral Navarra 0,8 Principado de Asturias 2.0
País Vasco 0,8 Canarias 2.2
Canarias 1,6 Baleares 2,4
Aragón 2,5 Región de Murcia 2,8
Castilla y León 4,1 País Vasco 2,8
Extremadura 4,9 Extremadura 3,7
Galicia 6,6 Castilla y León 5,5
Cataluña 8,2 Cataluña 5,7
Castilla- La Mancha 9,8 Castilla- La Mancha 7,0
Com. Valenciana 11,5 Andalucía 10,7
Andalucía 13,1 Com. Valenciana 12,7
Com. de Madrid 33,6 Com. de Madrid 36,5
0 10 20 30 40 0 10 20 30 40
porcentaje
Con relación a la edad (ver gráfico 52), apenas se observan pequeñas variaciones, predomi-
nando distribuciones que guardan similitudes. La tendencia general de concentración del abuso
a partir de la adolescencia se mantiene prácticamente en todas las comunidades.
0 10 20 30 40 0 10 20 30 40 10
0 10 3020
2015 40
porcentaje
En relación a la edad (ver gráfico 55), destacan las víctimas en los últimos años de la adoles-
cencia, entre los 16 y los 18 años (3,7%), y les siguen aquellos casos que se concentran en la
infancia, hasta los 12 años (3%).
• Sensorial Auditiva: circunstancias en las que el menor de edad presenta una deficiencia
auditiva (sordera, mala audición o trastorno del equilibrio).
• Sensorial Lenguaje: son casos en los que el menor de edad presenta deficiencias en el
lenguaje, habla y voz (mudez, tartamudeo, trastorno del lenguaje expresivo, fonológico o
de la comunicación).
• Sensorial Visual: nos referimos a aquellas circunstancias en las que el menor de edad
presenta una deficiencia visual (ceguera o mala visión).
Del conjunto de las tipologías, destaca el claro predominio de la discapacidad intelectual, como puede
observarse en el gráfico 56, que muestra las 4 categorías que reúnen una mayor presencia de casos.
Esta misma tendencia se reproduce por género (ver gráfico 57), con la salvedad de que en el
caso de las mujeres se manifiesta también un importante peso de la discapacidad sensorial de
lenguaje, con un 40% de víctimas.
El patrón por tramos de edad (ver gráfico 58) sigue la tendencia general. Destaca quizás el
hecho de que mientras que, en las edades más elevadas, a partir de los 13 años, el peso se
concentra en las víctimas con trastorno del desarrollo intelectual (100% entre los 13 y los 15, y
50% entre los de 16 años o más), en el caso de las víctimas de 12 años o menos, la mayoría
(57,1%) se caracteriza por sufrir un trastorno intelectual generalizado.
2,6%
97,4%
Gráfico 54.- Víctimas de abuso sexual con discapacidad según el sexo de la víctima
5,9% 1,7%
94,1% 98,3%
Gráfico 55.- Víctimas de abuso sexual con discapacidad según la edad de la víctima
1,2%
3,0% 3,7%
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Gráfico 57.- Víctimas de abuso sexual con discapacidad según tipología y sexo*
Mujer
Intelectual Trastorno Aprenizaje
Intelectual Trastorno Generalizado 20,0
Trastorno del Desarrollo Intelectual 40,0
Sensorial Lenguaje 40,0
0 20 40 60
porcentaje
Gráfico 58.- Víctimas de abuso sexual con discapacidad según tipología y edad
13-15 años
Intelectual Trast. Aprenizaje
Trast. del Desarrollo Intelectua
Sensorial Lenguaje
Intelectual Trast. Generalizado 100,0
>=16 años
Sensorial Lenguaje
Intelectual Trast. Aprenizaje 25,0
Intelectual Trast. Generalizado 25,0
Trast. del Desarrollo Intelectual 50,0
0 20 40 60 80 100
porcentaje
Llama la atención este último dato, tendencia que ya anticipábamos en el análisis longitudi-
nal, pues se observa una sobrerrepresentación de los hogares monoparentales con la madre
como progenitor, si se compara con el peso de este tipo de hogares en la población gene-
ral. Como se verá más adelante, en el epígrafe sobre el perfil del agresor, el padre es la fi-
gura con mayor peso entre los agresores y el 49,2% de los casos en los que el padre abusa
de un menor de edad, el menor de edad vive con su madre. Los relatos recogidos en algu-
nas llamadas indican que es cuando el niño vuelve del régimen de visitas con el padre cuan-
do manifiesta la sintomatología, por lo que esta hipótesis parece indicar que la pérdida de
protección de la madre es lo que coloca al menor de edad en una situación de vulnerabili-
dad que desemboca en el abuso.
Otros tipos de hogares tienen un peso menor, como es el caso de las víctimas que viven con la
madre y su pareja (9,0%), las que viven con el padre (5,6%), aquellas que viven en régimen de
custodia compartida (4,6%), o las que viven con el padre y la pareja (2,6%). En general, el
menor peso de estos hogares (y concretamente nos referimos a aquellos en los que la víctima
reside con el padre o que se encuentre bajo el régimen de custodia compartida) puede expli-
carse también por la propia tendencia de la sociedad. En este sentido hay que tener en cuenta
que en España, aunque en los últimos años se están produciendo cambios (concretamente, ha-
cia la custodia compartida como nueva tendencia), todavía lo más frecuente es que la custodia
la tenga la madre.
Por otra parte, en una segunda mirada a los datos, constatamos que la mayoría (61,5%) de las
víctimas no vive en un hogar de familia nuclear con padre y madre. Nuevamente es necesario
tener las consabidas cautelas a la hora de interpretar estos resultados.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
61
(2008-2019)
Padre 5,6
Madre y su pareja 9,0
Madre 32,1
Padres 38,5
0 10 20 30 40
porcentaje
Con relación a las diferencias por género (ver gráfico 60), se observan ligeras variaciones. Así,
entre los varones, se constata un mayor peso del hogar monoparental (tanto en el caso de los que
viven con la madre, como especialmente en aquellas víctimas que residen con el padre), así como
del centro de acogida. En el caso de las víctimas mujeres, casi el 40% vive con ambos padres.
Gráfico 60.- ¿Con quién viven las víctimas de abuso sexual? Distribución por sexo
0 10 20 30 40 0 10 20 30 40
porcentaje
En lo que se refiere a la edad, para una mayor visibilidad, dado que el número de opciones
de respuesta es alto, hemos decidido repartir los 3 tramos en 3 gráficos diferentes (gráficos 61,
62 y 63) que representan con quién vive la víctima, según su edad, en orden ascendente.
Observamos aquí que rigen claras tendencias. Mientras que las víctimas más jóvenes (ver grá-
fico 61 que representa a los menores de 12 años o menos) residen principalmente con la madre
(41%), a medida que aumenta la edad va ganando peso el hogar con ambos progenitores al-
canzando aproximadamente la mitad de la muestra (47,8% entre las víctimas de 13 a 15 años
como se observa en el gráfico 62, y 51,9% entre las víctimas de 16 años o más como puede
verse en el gráfico 63). En el caso de los más pequeños, por tanto, el abuso se produce mayo-
ritariamente en los hogares monoparentales o con padres separados (70,9%).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
62
(2008-2019)
Por otra parte, y aunque esto supone adelantar resultados que se presentan en posteriores epígra-
fes, se observa que a medida que avanza la edad también varía el perfil del abusador, desde el
mayoritario predominio del agresor que forma parte del entorno familiar en el periodo de la infan-
cia, al mayor peso del agresor ajeno al entorno familiar y educativo en la adolescencia avanzada.
Gráfico 61.- ¿Con quién viven las víctimas de abuso sexual? A - Víctimas de <=12 años
Menor en pareja
Abuelos/tíos 1,3
Centro acogida 1,7
Padre y su pareja 1,7
Madre con tíos o abuelos 4,3
Padre 5,1
Custodia compartida 9,4
Madre y su pareja 9,4
Padres 26,1
Madre 41,0
0 10 20 30 40
porcentaje
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
Gráfico 62.- ¿Con quién viven las víctimas de abuso sexual? B - Víctimas de 13-15 años
Menor en pareja
Centro acogida 0,6
Custodia compartida 0,6
Madre con tíos o abuelos 0,6
Padre y su pareja 2,5
Abuelos/tíos 4,5
Padre 7,0
Madre y su pareja 10,2
Madre 26,1
Padres 47,8
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Gráfico 63.- ¿Con quién viven las víctimas de abuso sexual? C - Víctimas >=16 años
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Estos resultados confirman la tendencia reflejada en otros estudios, como el de Cortes et al.
(2011) llevado a cabo con una muestra de 2.159 estudiantes de los que el 12,5% manifestó
haber sufrido abuso sexual en la infancia. En él, los tocamientos se presentan como el principal
tipo de abuso sexual (alcanzando el 62,8%), teniendo también presencia la penetración, aun-
que, en línea con nuestros resultados, con un menor peso.
A este respecto, se dibujan diferencias por género (ver gráfico 65). En el caso de las víctimas
mujeres, los abusos predominantes son en conjunto más graves y tienen como objeto el cuerpo
de la menor de edad, con tocamientos a la víctima (36,7%) y penetración con violencia (11,9%)
como los más frecuentes. En el caso de los varones son los tocamientos (al menor de edad, con
30,7%, y del menor de edad al abusador, con 15,3%), los que cobran mayor protagonismo.
De hecho, cuando se analiza la distribución de los tipos de abuso por género se comprueba
que hay una relación entre ambas variables (es decir, se rechaza al 5% la hipótesis de indepen-
dencia entre el sexo de la víctima y el tipo de abuso; chi2 (110)= 140,0). En este sentido, entre
las víctimas mujeres se observa un mayor peso relativo de los tocamientos a la propia menor de
edad víctima (6 puntos porcentuales más que en el caso de los varones), mientras que entre los
varones predomina el tocamiento al abusador o a un tercero (6 puntos porcentuales más). Igual-
mente, el exhibicionismo ante menores de edades es más habitual entre las víctimas varones (3
puntos porcentuales más que entre las chicas). Por último, entre las mujeres es más frecuente la
penetración con violencia (8 puntos porcentuales más) y la intimidación verbal (4 puntos porcen-
tuales más).
En términos de edad, las diferencias son también visibles. En la primera etapa hasta los 12 años
(ver gráfico 66) el tipo de abuso mayoritario (53%) son los tocamientos (40,6% al menor de
edad y 12,4% al abusador), aunque llama la atención que la penetración tiene un peso de
12,9% (penetración con violencia: 7,5% y penetración sin violencia: 5,4%). En el siguiente tramo
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
64
(2008-2019)
de edad de 13 a 15 años (ver gráfico 67), los tocamientos descienden en 18 puntos porcentuales
hasta el 35% (26,4% tocamientos al menor de edad y 8,6% tocamientos del menor de edad al
abusador), mientras que la penetración crece en 10 puntos porcentuales hasta alcanzar el 22,5% de
la muestra (12,9% penetración con violencia y 9,6% penetración sin violencia). Por último, curiosamen-
te esta tendencia se atenúa en el último tramo de edad (ver gráfico 68), al volver a incrementarse los
tocamientos como forma más frecuente de abuso, hasta el 48,1% (38,7% tocamientos al menor de
edad y 9,4% tocamientos del menor de edad al abusador) y descender ligeramente la penetración
en tres puntos porcentuales (12% penetración con violencia y 7,3% penetración sin violencia).
0 10 20 30 40
porcentaje
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
* Nota. Las abreviaturas empleadas en el gráfico se corresponden con los tipos de abuso enumerados a continuación: Obli-
gar a masturbarse (Obligan a masturbarse a sí mismos); Tocamientos obscenos (Tocamientos obscenos (tocan al menor de
edad)); Tocamientos a abusador (Tocamientos obscenos (obligan a tocar al abusador o a un tercero)); Recreación en visuali-
zación (Recreación en la visualización de desnudo o excitación sexual del autor); Obligar presenciar actos sexuales (Hacer
presenciar al menor de edad actos sexuales aunque el autor no participe); Grooming (Grooming); Difusión material íntimo
(Difusión de material íntimo de la pareja o expareja); Exhibicionismo (Exhibicionismo ante menores de edad); Mostrar porno-
grafía a menor (Difusión/exhibición de material pornográfico a menores de edad); Prostitución del menor (Prostitución de un
menor de edad); Utilizar en espectáculo pornográfico (Utilizar a un menor de edad en un espectáculo pornográfico público
o privado); Grabar pornografía infantil (Utilizar uno o varios menores de edad para elaborar/grabar/fotografiar material
pornográfico); Poseer pornografía infantil (Poseer/acceder a material pornográfico infantil); Penetración sin violencia (Penetra-
ción SIN VIOLENCIA); Penetración con violencia (Penetración CON VIOLENCIA); Manada/agresión en grupo (Manada:
agresión sexual en grupo (2 o más personas)); Intimidación verbal (Intimidación verbal).
Gráfico 65.- Tipo de abuso según el sexo del menor de edad (respuesta múltiple)*
Explotación de la muestra 2018-2019
Utilizar en espectáculo pornográfico 0,6
0,0
Prostitución del menor 0,0
0,7
Grooming 4,0
3,5
Exhibicionismo 5,2
8,0
0 10 20 30 40
porcentaje
Varón Mujer
Gráfico 66.- Tipo de abuso según la edad del menor de edad (r.m.): A (<= 12 años)*
0 10 20 30 40
porcentaje
Gráfico 67.- Tipo de abuso según la edad del menor de edad (r.m.): B (de 13-15 años)*
0 10 20 30 40
porcentaje
Gráfico 68.- Tipo de abuso según la edad del menor de edad (r.m.): C (>= 16 años) *
0 10 20 30 40
porcentaje
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
*Ver nota del gráfico 64
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
66
(2008-2019)
El gráfico 69 se centra en los casos de abuso en los que hay penetración. Como puede obser-
varse, la penetración vaginal alcanza casi dos tercios de la muestra. La sigue a distancia la
penetración bucal (18,6%) y la penetración anal (14,3%).
Lógicamente, entre otras cosas por motivos biológicos, se observan diferencias por género (ver gráfico
70) en relación a la vía de penetración. Mientras que en el caso de las mujeres la penetración mayo-
ritaria es la vaginal (72,9%), seguida de la bucal (14,3%) y la anal (9,3%), en el caso de los varones las
vías predominantes son la anal y la bucal, ambas con un peso de 47,6%. Nuevamente se rechaza el
test de independencia a un nivel de significación del 1% (chi2(8)=68,7). Es decir, la vía de penetración
difiere claramente entre varones y mujeres, en parte, como se ha señalado por razones biológicas.
La edad resulta ser también un factor relevante con relación a la vía de penetración (ver gráfico
71). En la infancia (12 años o menos) la vía vaginal (48,3%) se reparte con la vía bucal (25,9%)
y la vía anal (24,1%). Entre los 13 y los 15 años, la vía vaginal gana más peso y le sigue la vía
bucal (20,6%) y la vía anal a mucha más distancia (8,8%). En la última parte de la adolescencia,
la vía vaginal cobra absoluto protagonismo: aproximadamente, 5 de cada 6 penetraciones son
por vía vaginal (85,7%), quedando en segundo lugar la vía anal con un más simbólico 8,6%.
Anal 14,3
Bucal 18,6
Vaginal 63,4
0 20 40 60
porcentaje
Gráfico 70.- Vía de penetración según el sexo del menor de edad (respuesta múltiple)*
Explotación de la muestra 2018-2019
0,0
Introducción vía múltiple 1,4
4,8
Introducción objetos 2,1
47,6
Anal 9,3
47,6
Bucal 14,3
0,0
Vaginal 72,9
0 20 40 60 80
porcentaje
Varón Mujer
Gráfico 71.- Vía de penetración según la edad del menor de edad (respuesta múltiple)*
0,0
Introducción vía múltiple 2,9
0,0
1,7
Introducción objetos 2,9
2,9
24,1
Anal 8,8
8,6
25,9
Bucal 20,6
2,9
48,3
Vaginal 64,7
85,7
0 20 40 60 80
porcentaje
Aunque el hecho de que el abuso habitualmente se detecte a lo largo del primer año es un re-
sultado positivo, más adelante mostraremos datos que nos obligan a moderar nuestro optimis-
mo. De hecho, por avanzar información que proporcionaremos en próximos epígrafes, en dos
tercios de los casos de abuso investigados, sigue existiendo riesgo de que el abuso vuelva a
sucederse.
Se observan ligeras diferencias por sexos en relación a la duración del abuso (ver gráfico 73).
Mientras que en el caso del varón, todas las observaciones se concentran entre el primer (86%),
segundo (12%) y tercer año (2,0), en el caso de la mujer, la duración del abuso es superior, con
un 79,6% que puede prolongarse hasta un año, un 9% que podría extenderse hasta dos años
y un 11,5% en el que el abuso puede tener una duración de 3 años o más.
Con relación a la edad (ver gráfico 74), aunque los 3 tramos experimentan similares tenden-
cias, es el de 13 a 15 años el que parece beneficiarse de una extensión en el tiempo más
breve (un 85,4% de los abusos tiene una duración de 1 año o menos, un 5,8% tiene una dura-
ción de entre 1 y 2 años, y un 4,1% tiene una duración de entre 2 y 3 años), frente a los 2
tramos de edad en los dos extremos con resultados muy similares entre sí: un 78,4% de los
menores de 12 años y un 78,8% de las víctimas de 16 años o más han sufrido los abusos du-
rante un año o menos, un 12,6% de los menores de 12 años y un 10,2% de las víctimas de 16
años o más han sufrido los abusos con una duración de entre 1 y 2 años, y, finalmente, un
4,7% de los menores de 12 años y un 5,9% de las víctimas de 16 años o más han sufrido los
abusos con una duración de entre 3 y 4 años.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
68
(2008-2019)
80
60
porcentaje
40
20
9,6
4,8
1,5 0,8 1,0 0,6 0,4 0,2
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
Gráfico 73.- Duración de los abusos en años según el sexo del menor de edad
40
20
12,0
9,0
5,6
2,0 1,9 1,1 1,3 0,8 0,5 0,3
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Gráfico 74.- Duración de los abusos en años según la edad del menor de edad
78,4 78,8
80
60
porcentaje
40
20
12,6
1 2 3 4 5 6 7 8 9 1 2 3 4 5 6 7 8 9 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Se observan diferencias por género, como indica el gráfico 76. La violencia se encuentra mu-
cho más presente en el abuso sexual a mujeres y especialmente la violencia física, donde se
observa una diferencia de 10 puntos porcentuales entre mujeres (28,8%) y varones (18,3%).
También hay más presencia de intimidación en el abuso a mujeres (28,1% frente al 23,1% en el
caso de los varones). El abuso sexual cometido sobre varones es mayoritariamente sin violencia
explícita (58,7%), a diferencia de lo que sucede si el menor de edad es mujer, donde sólo el
43,1% se comete sin que medie ningún tipo de violencia explícita.
La existencia de violencia explícita y su composición también varía con la edad (ver gráfico
77). Mientras que en la infancia y en la primera adolescencia (13 a 15 años), la presencia de
violencia tiene un peso similar, con aproximadamente un cuarto de la muestra sufriendo vio-
lencia física y un cuarto sufriendo intimidación, en la segunda adolescencia (16 o más años)
el problema se agrava, incrementándose ambos tipos de violencia hasta un 30,8% en cada
uno de los dos. De forma inversa, los abusos en los que no existe violencia explícita descienden
en la segunda adolescencia, y pasan de ser la mitad de los casos en la infancia y primera
adolescencia a representar un 38,3% en la segunda adolescencia.
46,5
40
porcentaje
27,1
30
26,5
20
10
0
60
58,7
40
porcentaje
43,1
28,8 28,1
20
23,1
18,3
0
49,5 48,5
20 30 40
porcentaje
38,3
30,8 30,8
24,5 26,0 25,7 25,7
10
0
A pesar de la relevancia legal de estas pruebas, la literatura sobre abuso sexual a menores de
edad advierte sobre las dificultades para detectar el abuso a través de señales físicas. Como
señalan diversos autores como Scott et al. (2014) y Vilardell-Molas et al. (2006), en ocasiones
“la exploración genital de muchos niños/as que han denunciado abuso sexual es normal” si el
abuso no ha producido lesiones o si estas se han curado antes de que tenga lugar el reconoci-
miento médico del menor de edad.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
71
(2008-2019)
En este estudio concreto, contamos con los relatos del menor de edad o la familia. Por tanto,
habitualmente los datos han sido obtenidos a partir del testimonio del menor de edad, y no
sobre la base de la exploración de un facultativo.
En este sentido, es importante señalar, como se muestra en gráfico 78, que en el 80,2% de los
casos para los que disponemos de información, el abuso sexual no deja marcas o heridas, lo
que supone una seria dificultad para que los profesionales sanitarios puedan detectar la exis-
tencia del mismo en la exploración al menor de edad. Únicamente en un 6,5% de los casos
hay constancia de marcas o heridas graves, mientras que en un 13,3% se registran marcas o
heridas leves. Estos resultados van en línea con los obtenidos en otras investigaciones como la
presentada en Pereda et al. (2007), basada en una muestra de 1.033 estudiantes de la Univer-
sidad de Barcelona, de los que el 17,9% manifestó haber sufrido abusos en la infancia. Todos
ellos (100%) manifestaron no haber sufrido heridas graves como consecuencia del abuso, más
allá de que sí pudo estar presente la fuerza o las amenazas.
Se observan ligeras variaciones por género (ver gráfico 79). Concretamente el abuso sexual a
varones, que por otra parte se caracterizaba por una menor violencia y por una menor implica-
ción del cuerpo del menor de edad, la no existencia de marcas o heridas tiene un peso algo
superior (82,8% frente al 79,1% en el caso de las menores de edad mujeres), mientras que las
mujeres contaban con una mayor presencia de marcas o heridas leves (14,3% frente al 10,8%
de varones). Recordemos aquí un resultado al que hacíamos referencia en epígrafes anteriores:
mientras que en el abuso a la mujer su cuerpo suele ser el objeto de abuso, en el caso del va-
rón, el abuso no tiende a centrarse en la misma medida en su propio cuerpo.
Las diferencias por edad son, sin embargo, más visibles (ver gráfico 80). La existencia de mar-
cas o heridas es más habitual en la infancia (12 años o menos), donde alcanza el 9,6% en el
caso de las graves y el 19,7% en lo que se refiere a marcas o heridas leves. Estas descienden,
sin embargo, en la primera adolescencia (13-15 años), siendo 4,1% y 6,5% respectivamente.
Ello podría deberse a que este tipo de agresiones resulta más traumático en el cuerpo del infan-
te, más sensible y menos desarrollado. Por otra parte, observamos que las marcas leves aumen-
tan en el caso de las víctimas de abuso sexual de 16 o más años, respecto a aquellas víctimas
en la primera adolescencia. Este resultado resulta consistente con la mayor presencia de violen-
cia física en este estrato de edad, como se señalaba en el epígrafe anterior.
6,5%
13,3%
80,2%
6,5% 6,6%
10,8% 14,3%
79,1%
82,8%
No obstante, es necesario interpretar este dato con cautela, pues este porcentaje representa a
aquellos casos en los que se tiene constancia de dicho consumo. En este caso, el consumo de
drogas es difícil de estimar, pues el hecho de que no se tenga constancia de si hubo o no con-
sumo, no necesariamente indica que no lo hubo.
Sobre la base de los datos disponibles, el perfil del menor de edad que ha consumido dro-
gas en el contexto del abuso sexual, bien libremente o bien por haber sido drogado, es una
mujer (2,1%, ver gráfico 82) de 16 años o más (4,5%, frente al 0,7% de víctimas que consu-
mieron drogas de 12 años o menos, y 0,5% de víctimas de 13 a 15 años, según el gráfico
83). La etapa vital de la segunda adolescencia se caracteriza por el deseo de exploración,
un mayor vínculo y pertenencia con el grupo, y un mayor consumo de alcohol y drogas.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
73
(2008-2019)
1,6%
98,4%
No Sí
Gráfico 82.-¿Había consumido drogas la víctima o le habían drogado para abusar? Por sexo
2,1%
100%
97,9%
No Sí
Gráfico 83.-¿Había consumido drogas la víctima o le habían drogado para abusar? Por edad
No Sí
22,3%
77,7%
Sí No
11,4%
25,%
100,0% 100,0% 100,0%
88,6% 75,0%
Sí No
Gráfico 86.- Tecnologías presentes en el abuso sexual según el sexo del menor de edad
25,2% 21,6%
74,8% 78,4%
Sí No
9,9%
35,4% 27,3%
Sí No
Existen diferencias por género con relación al lugar en el que se produce el abuso del menor
de edad (ver gráficos 89 y 90). Aun siendo la casa del menor de edad el lugar principal en
el que se cometen los abusos, en el caso de las mujeres, el hogar se sitúa 8 puntos porcen-
tuales por encima que en los varones. Por el contrario, el entorno escolar/actividades ex-
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
76
(2008-2019)
traescolares es un espacio de abuso con el doble de peso en el caso de los varones (21,6%
frente al 10,6% en las mujeres).
Por otra parte, los lugares en los que se produce el abuso van variando a medida que au-
menta la edad de la víctima (ver gráficos 91, 92 y 93). Mientras que entre las víctimas de
12 años o menos los tres lugares mencionados representan el 92,5% de los abusos, entre las
víctimas de 13 a 15 años el peso relativo disminuye al 65,3%, situándose en el 59,8% entre
las víctimas de 16 o más años, donde otros espacios como discotecas/ reservados, parques
u hoteles alcanzan un 10,7%.
Parque 2,0
Hotel/habitación 0,9
Discoteca/reservado 0,9
Ascensor/portal 0,2
Otros 17,2
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Gráfico 89.- Lugar donde suceden los abusos según el sexo del menor de edad: A – Varón
Parque 1,0
Hotel/habitación 1,0
otros 16,7
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Gráfico 90.- Lugar donde suceden los abusos según el sexo del menor de edad: B – Mujer
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Gráfico 91.- Lugar donde suceden los abusos según la edad del menor de edad: A - <=12 años
Parque 1,8
Hotel/habitación 0,4
Otros 5,3
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Gráfico 92.- Lugar donde suceden los abusos según la edad del menor de edad:
B - de 13-15 años
Parque 8,0
Ascensor/portal 0,8
Otros 29,8
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Gráfico 93.- Lugar donde suceden los abusos según la edad del menor de edad:
C - >=16 años
Parque 3,9
Hotel/habitación 2,9
Discoteca/reservado 3,9
Otros 28,4
0 10 20 30 40 50
porcentaje
La revelación supone una ruptura del “pacto de silencio” con el agresor que dependiendo de la
edad, si es muy temprana, ni siquiera puede producirse por su parte. Sin embargo, los síntomas
físicos o psicosomáticos, pueden alertarnos que algo está pasando.
Tener una mirada sensible es fundamental para saber que un/a niño/a que gesticula o verbali-
za dolor o molestia en alguna zona de su cuerpo puede significar que es víctima de alguna
forma de violencia, o más concretamente un abuso sexual.Los niños/as suelen poner de mani-
fiesto angustia, miedo, vergüenza y sentimientos de culpabilidad. Con frecuencia lloran durante
el relato de los hechos y sufren bloqueos emocionales.
Debemos saber que aunque la revelación puede darse en cualquier momento de la infancia,
adolescencia o etapa adulta, existen dos puntos álgidos en la revelación de los abusos sexua-
les: en las etapas más tempranas, la señalización por parte de los niños/as de algún dolor o
molestia, y en la etapa adolescente, cuando este/a empieza a relacionarse con otros iguales
y concibe que su experiencia personal/familiar no es la misma, dando lugar a un impacto
emocional y posterior revelación y/o petición de ayuda.
Por eso, nuestra experiencia en el Teléfono ANAR es que la petición de ayuda por parte de la
familia (especialmente la madre) se hace cuando detectan o identifican los síntomas asociados
al abuso sexual en niños/as de temprana edad.
Sin embargo, en la etapa adolescente es más habitual que la petición de ayuda la hagan
ellos/as mismos, de una manera más o menos directa, ya que en ocasiones nos encontramos
que su primera petición de ayuda, fue para hablarnos del caso de un amigo/a cuando en
realidad están hablando de su propio testimonio, o que nos hablan de cualquier otro motivo
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
79
(2008-2019)
para tras evaluar la confianza con el servicio, atreverse a hablar de su verdadera preocupa-
ción: haber sido abusado o estar siendo víctimas de un abuso sexual.
En términos generales, y en contraste con otro tipo de agresiones, nos encontramos aquí, por
tanto, ante un tipo de violencia cuya revelación no es habitual. El estigma del abuso sexual,
unido al entorno en el que se produce, en el que con cierta frecuencia hay lazos emocionales
entre agresor y víctima, favorece el ocultamiento. Aunque este tabú está comenzando a vencer-
se, con ejemplos cada vez más frecuentes, de personajes célebres que revelan haber sufrido
abuso sexual en la infancia o adolescencia, no deja de tratarse, en la mayor parte de los ca-
sos, de adultos que revelan la experiencia vivida décadas después de haberla sufrido2.
Por otra parte, en ocasiones, la víctima no toma conciencia de que ha sufrido abusos hasta
años más tarde, una vez en la etapa adulta, habiendo alcanzado la madurez sexual que le
permite resignificar la experiencia vivida. En otras ocasiones, es precisamente al compartir lo
ocurrido con otra persona o al escuchar el relato de otras víctimas cuando se obtiene la clari-
dad suficiente que permite identificar el daño sufrido.La propia voz o la voz de otras víctimas
favorece que se ponga nombre a la experiencia vivida y de esa manera pueda afrontarse. Esta
situación se ilustra, por ejemplo, con el caso de las hermanas y gimnastas olímpicas americanas
Tasha y Jordan Schwikert que sólo fueron conscientes de los abusos sexuales sufridos en su
adolescencia por parte del médico de la selección Larry Nassar después de que salieran a la
luz las alegaciones por abuso de otras gimnastas olímpicas contra el doctor una década des-
pués (para más información, ver Pesta, 2019).
Sobre la base de los registros de la Fundación ANAR, un dato a destacar y que resulta espe-
ranzador es que la mayoría de los abusos (64,4%) se detecta por la revelación del propio
afectado (ver gráfico 94). Al mismo tiempo, es importante señalar aquí que, de la experiencia
de los profesionales del teléfono ANAR, se desprende que el abuso sufrido no se suele revelar
en la primera llamada. Con cierta frecuencia, el niño o adolescente aduce inicialmente otros
motivos para su contacto telefónico y sólo tras varias llamadas el menor de edad toma confian-
za, expone los motivos profundos de su malestar y revela los abusos. De hecho, a diferencia de
otros tipos de violencia, en el caso de abuso sexual, lo que inicialmente se documenta como
‘motivo de la llamada’ por parte del profesional que atiende a la misma, no necesariamente
coincide con la valoración técnica posterior, que se lleva a cabo tras varios contactos del me-
nor de edad.
La Fundación ANAR cuenta con un equipo de profesionales de la psicología con una larga
experiencia para vencer el temor de los menores de edad a contar que sufren o han sufrido
abuso sexual. Para que la víctima hable con libertad del problema es necesario que perciba, a
lo largo de la escucha y acompañamiento, que se encuentra en un entorno seguro.
El gráfico 94 nos muestra que 2 de cada 3 casos de abuso sexual se detecta o bien por la
revelación de la propia víctima, como acabamos de señalar, o bien por la madre del afectado
(14,9%), o bien por un familiar cercano (4,6%).
No obstante, y aunque siguen la misma tendencia general, el género (ver gráfico 95 y 96))
marca el peso de cada uno de los sujetos en la revelación del abuso. Así, las menores de edad
abusadas revelan la situación de abuso en mayor medida que los varones (66,5% frente al
57,8% en el caso de los varones). Mientras que en el caso de estos, la madre tiene un peso
2
Por nombrar un ejemplo, la actriz Demi Moore, de 55 años, acaba de revelar en sus recién publicadas
memorias que fue violada a los 15 años por un conocido de la familia (https://elpais.com/elpais/2019/09/23/
gente/1569250510_416740.html).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
80
(2008-2019)
superior en la revelación, con una distancia de más de 10 puntos porcentuales frente a sus ho-
mónimas mujeres (el 23,3% de los abusos a menores de edad varones es detectado por la
madre, frente al 12,9% en el caso de las mujeres).
Otra diferencia de género se manifiesta en el hecho de que, mientras que en el caso de la mujer
la tercera fuente es un familiar cercano (5,3%), en el caso del varón son los conocidos y no la
familia quienes dan a conocer el abuso. Estos últimos datos son consistentes con los expuestos
cuando hacíamos referencia al lugar en el que se producen los abusos. Como se recordará,
mientras que en el caso de la niña, el hogar tenía más peso como lugar donde se producen los
abusos que en el caso del varón, sucedía lo contrario con los abusos en el entorno escolar y de
actividades extraescolares, donde el varón abusado contaba con más representación.
La importancia de cada una de las figuras en la identificación del abuso sexual varía asimismo con
la edad de las víctimas (ver gráficos 97, 98 y 99). El papel de la madre (24,6%) y de otro familiar
cercano (7,5%) es especialmente relevante entre las víctimas de 12 años o menos. Sin embargo, a
medida que aumenta la edad, el protagonismo de la madre y los familiares cercanos se diluye has-
ta representar entre las víctimas de 16 y más años el 4,9% y el 1,4% respectivamente. En paralelo,
la revelación del propio afectado crece de forma significativa cuando pasamos de víctimas de 12
años o menos (50%) a las de 13 a 15 años (73,3%) y finalmente a las de 16 y más años (79%).
Madre 14,9
Conocidos 4,2
Padre 3,5
Compañeros 2,3
Vecinos 0,9
0 20 40 60
porcentaje
0 10 20 30 40 50 60 70
porcentaje
Madre 12,9
Conocidos 3,8
Padre 3,5
Profesionales colegio 3,1
Compañeros 2,2
Vecino 0,9
Centro de salud/hospital 0,2
0 10 20 30 40 50 60 70
porcentaje
Gráfico 97.- ¿Cómo se ha conocido? Distribución por edad (A: <=12 años)
Madre 24,6
Conocidos 4,8
Padre 2,4
Compañeros 2,0
0 10 20 30 40 50 60 70 80
porcentaje
Gráfico 98.- ¿Cómo se ha conocido? Distribución por edad (B: de 13-15 años)
Madre 9,1
Conocidos 2,8
Padre 5,7
Compañeros 2,3
Otros profesionales 0,6
Vecino 0,6
Centro de salud/hospital 0,6
0 10 20 30 40 50 60 70 80
porcentaje
Gráfico 99.- ¿Cómo se ha conocido? Distribución por edad (C: >=16 años)
Madre 4,9
Conocidos 4,9
Padre 2,8
Compañeros 2,8
0 10 20 30 40 50 60 70 80
porcentaje
En la presente investigación se recogen las consecuencias a corto plazo del abuso sexual infan-
til. En algunos casos incluso son las consecuencias en el plazo “inmediato”, pues la información
se recoge en el mismo momento en el que se está produciendo el abuso.
De acuerdo con el análisis de los registros de la Fundación ANAR, la mayor parte de las con-
secuencias que experimentan las víctimas de abuso sexual en el corto plazo son de tipo psico-
lógico. En este sentido, al observar el gráfico 100 comprobamos que, sobre el total de res-
puestas obtenidas, aproximadamente 4 de cada 5 víctimas muestran al menos uno de los
siguientes síntomas: cambios bruscos de ánimo (34,2%), síntomas psicosomáticos (15,6%), co-
nocimientos sexuales no adecuados para su edad (12,6%), conductas provocativas o sexuales
explícitas o masturbación compulsiva (8,4%)o conducta agresiva (7,8%).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
83
(2008-2019)
Por otra parte, el gráfico 101 nos muestra las diferencias por género con relación a las conse-
cuencias a corto plazo del abuso sexual. Así, entre las mujeres víctimas de abuso sexual son
más frecuentes los cambios bruscos de conducta y ánimo (36% frente al 27,6% en varones) y
los síntomas psicosomáticos (16,6% frente al 12,1% en varones), mientras que entre las víctimas
varones es más habitual la conducta agresiva (10,3% frente al 7,1% en mujeres), los conoci-
mientos sexuales no adecuados para su edad (18,4% frente al 11,1% de las mujeres) y las
conductas provocativas/ sexuales explícitas/ masturbación compulsiva (13,8% frente al 7% de
mujeres). Estas diferencias resultan significativas. El contraste de Pearson (chi2(78)=102) nos indi-
ca que existe dependencia entre el género del menor de edad y las consecuencias del abuso
sexual, a un nivel de significación estadística del 5%.
Con relación a la edad (ver gráfico 102), los más pequeños (12 años o menos) son los que
manifiestan en mayor medida, como es lógico, conductas sexuales no adecuadas a su edad
(19,8% frente al 8,5% de las víctimas en la primera adolescencia y el 1,2% de las víctimas en la
adolescencia avanzada), así como conductas provocativas (10,4% frente al 8,5% y 3,6% de los
otros dos tramos de edad), conductas agresivas (9,7%, frente al 6,4% de las víctimas de 13 a
15 años, y el 5,4% de los más mayores), y dolor y molestia (9,7%, frente al 3,8% y 3,6% res-
pectivamente). Por su parte, en el caso de las víctimas adolescentes, son más acusados los
cambios bruscos de conducta y ánimo (36,6% en los de 13 a 15 años y 47% en los de 16 o
más, frente al 27,5% de los infantes), los trastornos psicosomáticos (15,3% en la primera adoles-
cencia y 19% en la adolescencia avanzada, frente al 14,4% en los más pequeños) y las reper-
cusiones en la sexualidad, más visibles lógicamente en etapas evolutivas más maduras (9,8%
entre las víctimas de 13 a 15 años y 11,3% entre los de 16 o más años, frente al 1,7% entre los
más pequeños).
Gráfico 100.- Consecuencias del abuso sexual (r. m.). Porcentajes sobre el total
de respuestas
Dolor/molestias 6,7
0 10 20 30 40
porcentaje
Gráfico 101.- Consecuencias del abuso sexual según el género de la víctima (r. m.).
Porcentajes sobre el total de respuestas
Dolor/molestias 4,0
7,4
10,3
Conducta agresiva 7,1
13,8
Conductas provocativas 7,0
18,4
Conoc. sexu. no adecuados 11,1
12,1
Síntomas psicosomáticos 16,6
27,6
Cambios bruscos de conducta y ánimo 36,0
0 10 20 30 40
porcentaje
Varón Mujer
Gráfico 102.- Consecuencias del abuso sexual según la edad de la víctima (r. m.).
Porcentajes sobre el total de respuestas
0,7
Abusar de otros 0,0
0,0
2,5
Lesión física 2,6
2,4
3,7
Rechazo social 6,5
8,5
1,7
Repercusión sexual 9,8
11,3
9,7
Dolor/molestias 3,8
3,6
9,7
Conducta agresiva 6,4
5,4
10,4
Conductas provocativas 3,6
8,5
19,8
Conoc. sexu. no adecuados 1,2
8,5
14,4
Síntomas psicosomáticos 15,3
19,0
27,5
36,6
Cambios bruscos de conducta y ánimo 47,0
0 10 20 30 40 50
porcentaje
<=12 años 13-15 años >=16años
Los resultados descritos en los tres gráficos anteriores se han calculado sobre el total de respuestas
registradas y en su conjunto suman 100. Si el cálculo de los porcentajes se hubiera realizado to-
mando como referencia el total de víctimas y no de las respuestas, la suma de las cifras de todas
las categorías superaría el 100%, al tratarse de preguntas con opción de respuesta múltiple.
El análisis de las consecuencias del abuso sexual sobre el total de casos válidos ofrece una
perspectiva complementaria en el estudio de la sintomatología del problema. En los gráficos
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
85
(2008-2019)
103, 104 y 105 se muestran las consecuencias psicológicas del abuso calculadas sobre el
total de víctimas, por sexos y grupos de edad, respectivamente. De la observación del gráfico
103 se pone de manifiesto que alrededor de dos tercios de las víctimas sufren cambios bruscos
de conducta y ánimo (65,9%). Las dos categorías siguientes en orden de importancia son los
síntomas psicosomáticos (30,1%) y los conocimientos sexuales no adecuados para su edad
(24,3%). Como se ha señalado anteriormente, la suma de los porcentajes de todas las catego-
rías supera el 100% dado que una misma víctima puede padecer múltiples síntomas consecuen-
cia del abuso sexual.
Del examen del gráfico 104 se comprueba que, dependiendo del género de la víctima, existe
un comportamiento diferenciado en las consecuencias psicológicas del abuso. Por ejemplo, se
observa que los cambios bruscos de conducta y ánimo son más frecuentes en las mujeres
(69,2%) que en los varones (53,9%). En cambio, los conocimientos sexuales no adecuados para
su edad y las conductas provocativas muestran una incidencia 14 puntos porcentuales superior
en los varones que en las mujeres.
Por último, del análisis en función de la edad (véase el gráfico 105) se observa que los cambios
bruscos de conducta y ánimo crecen con la edad de las víctimas, desde el 55,5% en los me-
nores de 12 años hasta el 80,6% en los de 16 años o más. En cambio, los síntomas psicoso-
máticos apenas varían 4 puntos porcentuales si se comparan las víctimas menores de 12 años
con las de 16 o más. Como cabría esperar, la incidencia de los “conocimientos sexuales no
adecuados para su edad” es muy elevada entre los menores de 12 años (40,0%) y muy peque-
ña entre los de 16 años o más (2,0%).
Es importante señalar que, dado que no contamos con una muestra homónima de población
general no se puede afirmar, sobre la base de la información analizada, que existe una rela-
ción causa-efecto demostrable entre la experiencia de abuso sexual y las consecuencias que
aquí se detallan. En rigor y por cautela, afirmaremos que los síntomas que aquí se han exami-
nado describen la vivencia experimentada por el conjunto de las víctimas que han contactado
con la Fundación ANAR en la actualidad.
0 20 40 60 80
porcentaje
Gráfico 104.- Consecuencias psicológicas del abuso sexual según el género de la víctima
(r. m.). Porcentajes sobre casos válidos
23,6
Síntomas psicosomáticos 32,0
36,0
Conoc. sexuales no adecuados 21,3
27,0
Conductas provocativas 13,4
20,2
Conducta agresiva 13,7
0 20 40 60 80
porcentaje
Varón Mujer
Gráfico 105.- Consecuencias psicológicas del abuso sexual según la edad de la víctima
(r.m.). Porcentajes sobre casos válidos
29,0
Síntomas psicosomáticos 29,8
32,7
40,0
Conoc. sexuales no adecuados 2,0
16,5
20,0
Conductas provocativas 6,1
16,5
19,5
Conducta agresiva 12,4
9,2
7,5
Rechazo social 16,5
11,2
0 20 40 60 80 100
porcentaje
<=12 años 13-15 años >=16 años
Aunque no se observan diferencias reseñables por género (ver gráfico 107), la edad (ver gráfi-
co 108) de la víctima sí parece ser un factor discriminante. Así, el riesgo estaba presente en
mayor medida entre las víctimas más jóvenes, alcanzando los tres cuartos de los abusados
(74,4%). Los niños de 12 años o menos se revelan, por tanto, como el tramo de edad más vul-
nerable en este sentido, pues en su gran mayoría siguen en contacto con el agresor que ha
cometido el abuso. El riesgo va reduciéndose a medida que aumenta la edad, pasando de un
69,1% a un 53,1%, entre los de 13 y 15 años y los de 16 o más años, respectivamente.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
87
(2008-2019)
32,3%
67,7%
Sí No
30,1% 32,9%
69,9%
67,1%
Sí No
35,6% 30,9%
46,9% 53,1%
74,4% 69,1%
Sí No
Se observan pocas diferencias al respecto según el género (ver gráfico 110) y la edad de las
víctimas (ver gráfico 111). La denuncia o intención firme es algo superior en los varones (46,1%)
que en las mujeres (42,3%), y hay algo más de probabilidad de denuncia o intención en los
casos de víctimas más jóvenes, con una 46,8% en el caso de los niños de 12 o menos años,
frente al 40 y 41,2% respectivamente, entre las víctimas de 13 a 15 años y aquellas de 16 o
más años.
Con relación a los pasos dados una vez se detecta el abuso, lo más habitual (62,6%) es que se
informe al entorno de protección del menor de edad (ver gráfico 112). En un 10,6% de los
casos, el abuso se denuncia a las FFCCS, y en un 2,8% se comunica al centro escolar. Sin
embargo, en un cuarto de los casos (24,1%) no se adopta ninguna medida, es decir, no se
comunica al entorno de protección, ni al centro educativo, ni, por supuesto, se denuncia el caso
a las FFCCS.
El gráfico 113 nos muestra que, entre los varones es más habitual la comunicación al entor-
no de protección (66,9% frente al 61,5% en el caso de las mujeres), así como al centro
educativo (4,1% frente al 2,4% entre las mujeres), mientras que en el caso de las mujeres
aumenta el porcentaje de las denuncias (11,3% frente al 8,3% de los varones) y es más
frecuente, por otra parte, que no se adopte ninguna medida (24,8% frente al 20,7% de los
varones).
En lo que se refiere a la edad (gráfico 114), cuanto más pequeña es la víctima más se informa
al entorno de protección de lo sucedido (76% en el caso de los de 12 años o menos, frente a
alrededor de la mitad de los casos en los dos tramos de edad superiores). Por el contrario,
cuanto mayor es la víctima, más significativa es la ausencia de adopción de medidas (en un
34,1% de los casos de pre-adolescentes y un 35% de los adolescentes no se actúa, frente al
11,2% de los más pequeños).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
89
(2008-2019)
5,9%
50,7% 43,3%
Gráfico 110.- Denuncia o intención firme de denuncia según el sexo del menor de edad
Varón Mujer
5,5%
7,8%
Gráfico 111.- Denuncia o intención firme de denuncia según la edad del menor de edad
62,6%
24,1%
10,6%
2,8%
0 20 40 60
porcentaje
Lo sabe el entorno de protección No se actúa
Denuncia a FCS Se informa al colegio
Gráfico 113.- Pasos que se han dado según el sexo del menor de edad
No se actúa 20,7%
0 20 40 60 80
porcentaje
Gráfico 114.- Pasos que se han dado según la edad del menor de edad
13-15 años
Lo sabe el entorno de protección 54,9
No se actúa 34,1
Denuncia a FCS 8,8
Se informa al colegio 2,2
>=16 años
Lo sabe el entorno de protección 47,4
No se actúa 35,0
Denuncia a FCS 13,9
Se informa al colegio 3,6
0 20 40 60 80
porcentaje
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
91
(2008-2019)
Para cerrar este epígrafe y como se puede constatar, observamos que existe alrededor de 30
puntos porcentuales de diferencia entre la variable que recoge la denuncia o intención firme de
la misma ante las FFCCS, que alcanza el 43,3% según veíamos en el grafico 109, y aquella
que mide el porcentaje de las denuncias a las FFCCS entre los pasos que se dan una vez se
detecta el abuso, que desciende al 10,6% (ver gráfico 112).
Una posible hipótesis de esta aparente inconsistencia podría ser que el teléfono ANAR no ne-
cesariamente conoce el caso de principio a fin, pues puede ocurrir que, una vez dada la
orientación sobre los pasos a dar cuando el llamante nos relata una situación de abuso, no
vuelva a contactar con nuestro Servicio.
Otra hipótesis podría ser que, aunque el menor de edad o la persona que llama en su nombre,
se plantea seriamente interponer una denuncia ante las FFCCS tras recibir orientación en esta
dirección por parte del Equipo ANAR, posteriormente dicha denuncia no llega a materializarse.
Esta última hipótesis iría en línea con los resultados de la investigación realizada entre pobla-
ción general por López et al. (1995). En ella se recogen las discrepancias entre la creencia
mayoritaria de la población general de que estos casos deberían ser denunciados (97%) y el
dato real de denuncias interpuestas cuando los entrevistados se enfrentan a un caso de estas
características, donde el porcentaje desciende al 12%.
Distinguimos aquí entre dos tipos de fallos, uno relativo al entorno de protección del menor de
edad y otro con relación al sistema, es decir, los recursos especializados, administrativos o de
justicia a los que acudir en el caso de abuso sexual a menores de edad.
En la mayor parte de los casos en los que algo ha fallado (69,6%), el fallo consiste en que no
se adopta ningún tipo de medida que impida el contacto del niño con el agresor (ver gráfico
118). Por consiguiente, el riesgo sigue presente para el menor de edad. La ausencia de medi-
das es mayor en el caso de las víctimas mujeres (71,6% frente al 61,8% de los varones), como
muestra el gráfico 119. También es mayor la ausencia de medidas entre los adolescentes (en el
83,3 de las víctimas entre los 13 y 15 años y en el 81% entre las de 16 o más años no se
adoptan medidas, frente al 60,9% entre las de 12 y menos años), como puede verse en el
gráfico 120.
Las reacciones sociales adversas ante la revelación del abuso sexual en la infancia siguen te-
niendo un relevante impacto en la edad adulta, como ilustra el estudio de Pereda et al. (2017),
llevado a cabo con mujeres que sufrieron abusos en su niñez.
De acuerdo con el gráfico 116, la negación de los hechos en su entorno más cercano tiende a
darse más habitualmente en el caso de víctimas varones (46,2% frente al 35,8% en mujeres),
mientras que el resto de las casuísticas (encubrimiento, negligencia y culpabilización) tienen más
peso en el caso de las mujeres.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
92
(2008-2019)
Por edades (ver gráfico 117), la negación de los hechos (40,9%) y la negligencia (27,8%) tien-
den a darse en mayor medida entre los más pequeños (12 años o menos), mientras que el en-
cubrimiento es más habitual en el caso de los más mayores (16 o más años) y la culpabilización
(15,8%) en el caso de la primera adolescencia.
Si nos centramos en los fallos en el sistema (ver gráfico 118), observamos que en el 18,2% de
los casos, y tras la denuncia del abuso al menor de edad, se produce el archivo judicial del
caso por falta de pruebas. En un 8,7% de los casos, el profesional al que se acudió no apreció
daño o lesión que pudiera certificar el abuso. Y en un 3,6% no existían recursos, tratamientos o
profesionales especializados a los que el menor de edad abusado pudiera acudir. De ellos, la
no identificación de daños por parte de un profesional se da más habitualmente en los varones
(14,5% frente al 7,1% de las mujeres), como se observa en el gráfico 119. En cuanto a la edad
(gráfico 120), el archivo judicial por falta de pruebas es más habitual entre los más pequeños
(23,2% entre los de 12 o menos años, frente al 11,7% y 9,5% respectivamente entre los dos
tramos de edad superiores), así como la no identificación de daños por parte del profesional
(11,3% frente a aproximadamente el 5% entre cada uno de los dos tramos superiores).
culpabilizar 7,2
negligencia 23,9
justificar 31,1
negación 37,8
0 10 20 30 40
porcentaje
Gráfico 116.- ¿Qué ha fallado en el entorno (r.m.1)? Distribución según el sexo del menor de edad*
Explotación de la muestra 2008-2019
5,1
Culpabilización
7,8
20,5
Negligencia
25,1
28,2
Justificación
31,3
46,2
Negación 35,8
0 10 20 30 40 50
Varón Mujer
Gráfico 117.- ¿Qué ha fallado en el entorno (r.m.1)? Distribución según la edad del menor de edad*
0 10 20 30 40
porcentaje
<=12 años 13-15 años >=16 años
0 20 40 60 80
porcentaje
14,5
No identificación de daño 7,1
18,2
Archivo judicial
18,3
61,8
No se toman medidas
71,6
0 20 40 60 80
porcentaje
Varón Mujer
4,6
No existe recurso 0,0
4,8
11,3
No identificación de daño 5,0
4,8
23,2
Archivo judicial 11,7
9,5
60,9
No se toman medidas 83,3
81,0
0 20 40 60 80
porcentaje
<=12 años 13-15 años >=16 años
El abuso en el entorno es más habitual entre los varones (en el 39,1% se constata otro abuso en
el entorno o se tiene sospecha del mismo, frente al 25,5% en el caso de las mujeres), como se
deduce en el gráfico 122, y en los dos tramos de edad más extremos (31,6% entre los de 12 o
menos años y 28,8% entre los de 16 o más), como muestra el gráfico 123.
Atendiendo a los gráficos 124,125 y 126, en dos tercios de los casos, la otra víctima es o bien
un hermano/a del menor de edad (más habitualmente un varón y de 12 años o menos) o bien un
amigo/compañero (predominando aquí las mujeres y las edades de 13 a 15 años). Le siguen los
familiares cercanos (18,2%, con un ligero mayor peso en las mujeres y entre los de 16 o más años).
La mayoría de las otras víctimas abusadas era menor de edad (87%), mientras que el 13% eran mayores.
19,4%
9,2%
71,4%
Varón Mujer
17,0%
26,7%
8,5%
61,0% 74,5%
12,4%
15,2%
20,8% 22,4%
9,1%
10,8% 6,4%
68,4% 75,8% 71,2%
Hermana/o 34,3
Amigo/compañero 32,3
Padre 8,1
Otros 7,1
0 10 20 30 40
porcentaje
Varón
Hermana/o 46,4
Amigo/compañero 28,6
Familiar cercano: primos y otros 14,3
Padre 3,6
Otros 7,1
Mujer
Hermana/o 27,9
Amigo/compañero 38,8
Familiar cercano: primos y otros 20,6
Padre 10,3
Otros 7,4
0 10 20 30 40 50
porcentaje
Hermana/o 42,9
Amigo/compañero 24,5
Familiar cercano: primos y otros 16,3
Padre 12,2
Otros 4,1
13-15 años
Hermana/o 29,2
Amigo/compañero 41,7
Familiar cercano: primos y otros 20,8
Padre
Otros 8,3
>=16 años
Hermana/o 23.1
Amigo/compañero 38,5
Familiar cercano: primos y otros 19,2
Padre 7,7
Otros 11,5
0 10 20 30 40
porcentaje
Fuente: Elaboración propia a partir de los registros de la Fundación ANAR
7
Perfil del agresor
Se analizan en este apartado las características del agresor que comete abuso sexual sobre
una víctima menor de edad. Se recoge aquí información sobre el número de agresores, su
género, la edad (o más exactamente el peso que representan los agresores mayores de
edad y aquellos menores de edad), así como, por último, una información de gran relevan-
cia, a saber, el vínculo, si lo hay, que el agresor mantiene con la víctima. En todos estos
aspectos se analizan asimismo las diferencias observadas de acuerdo con el género y la
edad de la víctima.
7.1. Número
Las agresiones sexuales a menores de edad son cometidas mayoritariamente por un solo
individuo (ver gráfico 127). En 9 de cada 10 víctimas (89,5%), el abuso sexual es
perpetrado por un solo agresor, mientras que en el resto de los casos actúan dos o más
agresores.
En este sentido, no se observan diferencias según el género de la víctima (ver gráfico 128),
observándose ligeras variaciones según el tramo de edad de las víctimas (ver gráfico 129). Así,
el grupo de edad donde más peso tiene la figura del agresor único frente a la participación de
dos o más agresores, es en la adolescencia avanzada (92,3%), mientras que en la primera
adolescencia (13 a 15 años) esta figura desciende al 87,1%.
10,5%
89,5%
1 2 o más
Varón Mujer
9,6% 10,9%
90,4% 89,1%
1 2 o más
1 2 o más
7.2. Género
Por su parte, esta figura es eminentemente masculina (ver gráfico 130): el 95,8% de los agreso-
res que cometen abuso sexual a menores de edad son varones, suponiendo las mujeres ape-
nas un 4,2%.
De acuerdo con el gráfico 131, en el caso de las víctimas mujeres, el peso del agresor varón
es algo superior (97,3% frente al 90,4% en el caso de las víctimas varones).
Por su parte, apenas se manifiestan diferencias por tramos de edad de la víctima en lo que a
género del agresor se refiere, como nos muestra el gráfico 132.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
99
(2008-2019)
4,2%
95,8%
Varón Mujer
2,7%
9,6%
90,4% 97,3%
7.3. Edad
La falta de información con relación a la variable edad (en años) del agresor es muy elevada,
razón por la cual es preferible trabajar con la variable “edad del agresor” en tramos, es decir,
“mayor” o “menor” de edad.
En el gráfico 133 se observa que el 70,6% de los agresores son mayores de edad, mientras
que un 29,4% es menor de edad en el momento de perpetrar la agresión. Nuevamente, ape-
nas se observan diferencias de acuerdo con el género de la víctima (ver gráfico 134).
Sin embargo, estas diferencias son claramente visibles por tramos de edad. Así, entre las vícti-
mas de 13 a 15 años, los agresores menores de edad alcanzan el 38,9%, porcentaje que
desciende al 28,8% en el caso de los de 16 o más años, y al 23,4% entre las víctimas de 12
o menos años.
29,4%
70,6%
Gráfico 134.- Edad del agresor según el sexo del menor de edad
Explotación de la muestra 2008-2019
Varón Mujer
28,9% 29,8%
71,1% 70,2%
Gráfico 135.- Edad del agresor según la edad del menor de edad
23,4%
28,8%
38,9%
61,1% 71,2%
76,6%
De acuerdo con el gráfico 136, alrededor de la mitad de los abusos sexuales a menores de
edad son cometidos por un familiar (49,2%, incluyendo padres y madres, padrastros y madras-
tras, abuelos/as, tios, primos, hermanos y hermanastros y otros familiares), y el resto se reparte
entre adultos sin relación e internautas (9,9%), compañeros y amigos (14,4%), adultos del entor-
no de confianza (9,2%, incluyendo amigos de la familia, profesores y monitores de actividades
extraescolares, vecinos y sacerdotes) y novios y exparejas (8%). Si se desciende un poco más
al detalle, los agresores más frecuentes son: el padre (23,3%), los compañeros (8,7%), amigos
(5,7%), la pareja o novio (5,6%), el padrastro o pareja de la madre (5,4%), el tío (5,4%), y un
internauta (5,2%). En definitiva, el abuso sexual es un problema que tiene lugar fundamentalmen-
te en el círculo familiar y en menor medida en el entorno de confianza.
Padre 23,3
Compañeros 8,7
Amigo 5,7
Pareja/Novio-a 5,6
Tío 5,4
Padrastro/pareja de la madre 5,4
Internauta 5,2
Aduto sin relación con el menor 4,7
Primo 4,7
Profesor 3,7
Amigo de la familia 3,3
Abuelo 2,8
Expareja/Exnovio-a 2,4
Menor implicado 2,3
Hermano 2,1
Otro familiar 1,9
Hermanastro 1,6
Madre 1,4
Vecino 1,0
Monitor actividad extraescolar 1,0
Abuela 0,3
Madrastra/pareja del padre 0,3
Sacerdote 0,2
Otros 7,0
0 5 10 15 20 25
porcentaje
Si atendemos al género de la víctima (ver gráficos 137 y 138), en el caso de las víctimas varo-
nes, tienen más peso como agresores: el padre (27,9% frente al 22,3% en el caso de la mujer)
y los adultos del entorno de confianza (13,9% frente al 7,8% en el caso de las mujeres). Por el
contrario, la figura de otro familiar como agresor representa un mayor porcentaje en el caso
de la mujer (27,8% frente al 18,7% en el caso del varón). Otro aspecto importante es que mien-
tras que, en el caso de los varones, la figura de la pareja o expareja como agresor es irrele-
vante, en el caso de las mujeres alcanza un 10%. Nuevamente llamamos aquí la atención sobre
la reproducción del fenómeno de la violencia de género también entre los menores de edad.
Padre 27,9
Compañeros 10,7
Amigo 1,6
Pareja/Novio-a 0,8
Tío 0,8
Padrastro/pareja de la madre 3,3
Internauta 8,2
Aduto sin relación con el menor 2,5
Primo 4,9
Profesor 6,6
Amigo de la familia 4,9
Abuelo 0,8
Menor implicado 2,4
Hermano 0,8
Otro familiar 1,6
Hermanastro 1,6
Madre 2,5
Monitor actividad extraescolar 1,6
Abuela 0,8
Madrastra/pareja del padre 1,6
Sacerdote 0,8
Otros 7,4
0 5 10 15 20 25 25
porcentaje
Padre 22,3
Compañeros 8,2
Amigo 6,9
Pareja/Novio-a 6,9
Tío 6,7
Padrastro/pareja de la madre 6,0
Internauta 4,2
Aduto sin relación con el menor 5,3
Primo 4,7
Profesor 2,7
Amigo de la familia 2,9
Abuelo 3,3
Expareja/Exnovio-a 3,1
Menor implicado 0,7
Hermano 2,4
Otro familiar 2,0
Hermanastro 1,6
Madre 0,9
Vecino 1,3
Monitor actividad extraescolar 0,9
Abuela 0,2
Otros 6,7
0 5 10 15 20 25 30
porcentaje
Por último, como nos muestran los gráficos 139, 140 y 141, el agresor varía en función de la edad.
Así, entre los más pequeños (12 años o menos), en más de dos tercios de los casos el agresor per-
tenece al entorno familiar (el padre en el 36,2% de los casos y otro familiar en el 34,6%), mientras
que en la adolescencia predominan los adultos sin relación e internautas (14,5% en el caso de las
víctimas de 13 a 15 años y 13,3% en el caso de los de 16 o más años) y los compañeros y amigos
(19,5% en el caso de los de 13 a 15 años y 18,4% en el de los de 16 o más años) y los novios o
exparejas (13,4% en la primera adolescencia y 11,9% en la adolescencia avanzada).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
103
(2008-2019)
Gráfico 139.- ¿Quién es el agresor? Distribución según la edad (A: <=12 años)
Padre 36,2
Compañeros 7,9
Amigo 0,8
Pareja/Novio-a 1,6
Tío 6,3
Padrastro/pareja de la madre 8,7
Internauta 2,8
Aduto sin relación con el menor 2,0
Primo 5,5
Profesor 5,5
Amigo de la familia 2,8
Abuelo 3,5
Expareja/Exnovio-a 0,4
Menor implicado 0,4
Hermano 3,1
Otro familiar 1,2
Hermanastro 3,1
Madre 1,6
Vecino 0,8
Monitor actividad extraescolar 0,8
Abuela 0,8
Madrastra pareja del padre 0,8
Otros 3,5
0 10 20 30 40
porcentaje
Gráfico 140.- ¿Quién es el agresor? Distribución según la edad (B: de 13-15 años)
Padre 12,3
Compañeros 8,9
Amigo 10,6
Pareja/Novio-a 9,5
Tío 6,1
Padrastro/pareja de la madre 2,2
Internauta 7,8
Aduto sin relación con el menor 6,7
Primo 3,9
Profesor 1,1
Amigo de la familia 2,8
Abuelo 2,2
Expareja/Exnovio-a 3,9
Menor implicado 4,5
Hermano 1,7
Otro familiar 1,7
Hermanastro 0,6
Madre 1,7
Vecino 1,7
Monitor actividad extraescolar 0,6
Otros 9,5
0 10 20 30 40
porcentaje
Gráfico 141.- ¿Quién es el agresor? Distribución según la edad (C: >=16 años)
Padre 14,1
Compañeros 9,9
Amigo 8,5
Pareja/Novio-a 7,7
Tío 2,8
Padrastro/pareja de la madre 3,5
Internauta 6,3
Aduto sin relación con el menor 7,0
Primo 4,2
Profesor 3,5
Amigo de la familia 4,9
Abuelo 2,1
Expareja/Exnovio-a 4,2
Menor implicado 2,8
Hermano 0,7
Otro familiar 3,5
Madre 0,7
Vecino 0,7
Monitor actividad extraescolar 2,1
Sacerdote 0,7
Otros 9,9
0 10 20 30 40
porcentaje
En los epígrafes anteriores se ha llevado a cabo un análisis integral del abuso sexual en sentido
amplio. En este epígrafe nos centramos específicamente en las categorías citadas, con el objeto de
caracterizarlas de forma breve y destacar únicamente aquellos rasgos distintivos que las diferencian
del abuso sexual en sentido estricto. Con este propósito, se lleva a cabo aquí un análisis comparado
entre el abuso sexual en sentido estricto y estas otras formas de violencia asociadas al mismo.
Antes de comenzar, y como se ha anticipado, nos parece importante resaltar que estas formas
de violencia tienen un carácter minoritario si se comparan con el peso del abuso sexual en
sentido estricto. Como puede apreciarse en la tabla 21, tanto en el caso de los varones, como
en el de las mujeres, 4 de cada 5 víctimas lo son de abuso sexual (87,75%) en sentido estricto,
mientras que el resto se reparte entre las otras tipologías, destacando el sexting (5,56%) y el
grooming (3,76%) por representar un peso algo superior.
Así, si atendemos al género (ver tabla 22), observamos que solo una de cada 5 víctimas es
varón, con la excepción de la pornografía, donde el peso de las víctimas varones alcanza
el 69,2%.
En lo que se refiere a la edad, se observan diferencias entre las víctimas de abuso sexual en
sentido estricto y los otros tipos de violencia asociadas (ver tabla 23). Así, mientras que casi la
mitad de los casos de abuso sexual en sentido estricto es de víctimas de 12 años o menos
(47%), si sumamos las víctimas de este estrato de edad en el caso del grooming, sexting, pros-
titución y pornografía, apenas alcanzan el 15,8% del total. Se trata, por tanto, de tipos de
violencia más asociados a la adolescencia.
Por último, de acuerdo con los registros de la Fundación ANAR, las víctimas con discapacidad
(ver tabla 24) se concentran en el abuso sexual en sentido estricto, no observándose presencia
de víctimas con discapacidad entre los otros tipos de violencia asociados.
Sí No Total
Una primera diferencia entre el abuso sexual en sentido estricto y las otras 4 formas de
violencia tiene que ver con la existencia de violencia física o intimidación. Así, como nos
muestra la tabla 25, la violencia física y la intimidación están mucho más presentes en
el abuso sexual en sentido estricto (30,9% y 29,9% respectivamente) que en el sexting,
grooming, pornografía o la prostitución, tipologías donde el 88% de las agresiones se
produce sin ningún tipo de violencia. Esto se explica porque en estos casos no es habitual
el contacto físico entre víctima y agresor, por cometerse el delito a través de las redes
sociales.
Por su parte, y en línea con lo mencionado más arriba, la presencia de tecnología es sin duda
un elemento distintivo, como puede observarse en la tabla 26: la práctica totalidad de los
casos de grooming, sexting y pornografía se caracterizan por la presencia de tecnología
(95,83%), frente al peso residual que la tecnología desempeña en el abuso sexual en sentido
estricto (apenas un 11,4%).
Sí No Total
Por el contrario, el consumo de drogas (ver tabla 27), siendo minoritario, se asocia exclusiva-
mente al abuso sexual en sentido estricto (1,85%), no estando presente en el sexting, el groo-
ming, la pornografía y la prostitución.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
107
(2008-2019)
No Sí Total
Otro elemento distintivo de estos 4 tipos de violencia respecto al abuso sexual en sentido
estricto es el lugar en el que se cometen las agresiones, que como veremos en el siguiente
subepígrafe, está relacionado con el perfil de agresor en cada tipo de violencia. Con el
objeto de aportar claridad, en la tabla 28 hemos agrupado los lugares en cuatro grandes
categorías, a saber, la ‘casa del menor de edad’, el ‘entorno educativo y de actividades
deportivas’, ‘otras casas del entorno’ y el ‘mundo exterior’ (esta última agrupa a su vez 6
subcategorías: hotel/ habitación, discoteca/ reservado, ascensor/ portal, parque, nave/
sitio abandonado y otros). Así, como nos muestra la tabla 28, mientras que en el groo-
ming, el sexting, la pornografía y la prostitución, el mundo exterior es el lugar donde se
concentran la mayoría de las agresiones (61,1%), en el caso del abuso sexual en sentido
estricto, es en la casa del menor de edad (51%) donde se produce mayoritariamente
el abuso.
ENTORNO
vtec_msec3 Casa del ed./dep. Otra casa Mundo ext Total
Por último, es importante señalar que todos los tipos de violencia analizados tienen un impacto
psicológico y en la conducta de las víctimas. Atendiendo a la tabla 29, observamos que como
consecuencia, las víctimas manifiestan:
– Cambios bruscos de conducta y ánimo, más visible en la prostitución (60%), el groo-
ming (57,1%) y la pornografía (42,9%), aunque también presente en el abuso sexual
en sentido estricto (34,2%) y el sexting (21,9%).
– Conductas provocativas y sexuales explícitas, especialmente en casos de pornogra-
fía (28,6%) y sexting (24, 4%).
– Conocimientos sexuales no adecuados para su edad, con mayor peso en los casos
de sexting (29,3%), grooming (21,4%) y prostitución (20%).
– Síntomas psicosomáticos, en el abuso sexual en sentido estricto (16,9%) y en los
casos de pornografía (14,3%).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
108
(2008-2019)
AGRESOR
Tipo abuso Padre Otro fam. Ad. ent. Adu. sin Compañero Novio/ex Total
Finalmente, y con relación a la edad del agresor (ver tabla 31), observamos que mientras que
en el abuso sexual en sentido estricto (72%), en el grooming (100%) y en la prostitución (100%)
los agresores son mayores de edad, en el caso del sexting (68,2%) y la pornografía (54,5%)
predomina el agresor menor de edad.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
109
(2008-2019)
El tipo de modelos de regresión que vamos a emplear en este apartado se ajusta a las carac-
terísticas de la información estadística disponible. En particular, se va a recurrir a modelos que
se denominan logit ya que son los más adecuados para trabajar con variables que no son
continuas, sino cualitativas como el género, y que tienen solo dos opciones de respuesta (hom-
bre/mujer). Cuando las variables de las que queremos estudiar su comportamiento tienen más
de dos opciones de respuesta, como por ejemplo el lugar donde se producen los abusos (en
casa del menor de edad, en el entorno escolar, en otras casas del entorno o en el “mundo ex-
terior”) utilizaremos una extensión de los modelos logit que se denomina logit multinomial. En
aquellas ocasiones donde trabajemos con variables que siguen un orden determinado, por
ejemplo, los estratos de edad de las víctimas (12 años o menos, de 13 a 15 años y 16 años o
más), se estimará un logit ordenado.
Respecto al universo utilizado para nuestro análisis, en aquellos casos en los que la información
estaba disponible, se ha trabajado de forma preferente con el universo total de víctimas de
abuso sexual del periodo que transcurre entre 2008 y 2019. En concreto, en los modelos que
estudian el género, la edad y con quién vive la víctima, el número de observaciones empleadas
en el análisis se sitúa entre 5.200 y 6.000. La principal ventaja de trabajar con tamaños mues-
trales grandes reside en que las estimaciones tienden a ser más precisas. En otros casos, como
en el análisis de los tipos de abuso, la utilización de violencia física o intimidación, el lugar
donde suceden los abusos, la detección o revelación de los abusos y sus consecuencias psico-
lógicas, se ha explotado la muestra de alrededor de 600 observaciones representativa de las
víctimas de abuso sexual registradas en el periodo 2018-19. La principal ventaja de la muestra
reducida es que contiene una información mucho más rica y exhaustiva que los registros gene-
rales, obtenida a partir de la lectura pormenorizada de los expedientes de los menores de
edad atendidos por la Fundación ANAR.
de la predicción obtenida por el modelo, según la cual, el 77,9% de las víctimas del abuso
sexual en España son mujeres.
Tabla 32.- Efectos marginales modelo logit del género de la víctima (mujer)
víctima mujer
VARIABLES
Pr (Y=1) = 0.779
edad <=12 años -0.155***
edad >=16 años 0.037**
agresor padre 0.048***
agresor otro familiar 0.057***
agresor entorno
-0.016
confianza
agresor sin relación 0.041
agresor novios/
0.187***
ex-parejas
grooming -0.037
sexting 0.057*
pornografía -0.208***
prostitución -0.036
duración > 1 año -0.013
gravedad alta 0.034***
custodia compartida -0.014
convive madre 0.022*
convive madre/tíos 0.011
convive abuelos 0.039
convive padre -0.047*
convive centro acogida -0.012
familia migrante 0.047***
rendimiento escolar bajo -0.033*
Observaciones 5,980
Pseudo R2 = 0.054 Wald chi2(22) = 300
*** p<0.01, **
Prob > chi2 = 0.000
p<0.05, * p<0.10
Nota: Los p-valores nos indican con qué confianza podemos trabajar con las estimaciones obtenidas. En aquellos
casos en los que aparece algún asterisco al lado del coeficiente, se puede concluir que hay una relación estadís-
ticamente significativa entre las variables analizadas.
En las tablas hemos mostrado los efectos marginales, que nos informan del cambio en la proba-
bilidad de que la víctima del abuso sexual sea mujer, ante un cambio en cada una de las va-
riables explicativas. Por ejemplo, si la edad de la víctima es de 12 años o menos, la probabili-
dad de que esta sea mujer se reduce en 15,5 puntos porcentuales, mientras que si su edad
fuera de 16 o más años, aumenta en 3,7 puntos. Es decir, la probabilidad de que la víctima
sea mujer es del 62,4% para los menores de 12 años (77,9% – 15,5%), del 77,9% para los
menores de 13 a 15 años y del 81,6% para los menores de 16 o más años (77,9% + 3,7%).
Por esa razón, podemos concluir que a medida que aumenta la edad de las víctimas, aumen-
ta la probabilidad de que estas sean mujeres. Dicho de otra manera, es más frecuente que las
víctimas del abuso sexual varones se sitúen en los estratos de edad inferiores.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
114
(2008-2019)
Con relación al perfil del agresor, se observa que cuando los agresores proceden del entorno
familiar la probabilidad de que la víctima sea mujer aumenta entre 4,8 puntos (en el caso del
padre) y 5,7 puntos porcentuales (en el caso de otros familiares). En el caso de que el agresor
sea el/la novio-a o expareja del menor de edad, la probabilidad de que la víctima sea mujer
aumenta en 18,7 puntos porcentuales, pasando del 77,9% para el individuo de referencia al
96,6% de víctimas mujeres cuando el agresor es el/la novio-a o expareja del menor de edad.
Los resultados, por tanto, indican que el patrón existente en los casos de violencia de género
en la población adulta se reproduce en los casos de abuso sexual cometidos por parte de
novios y exparejas, en los que una abrumadora mayoría de las víctimas son mujeres.
Con relación a la tipología del abuso, la pornografía es la variable que muestra el coeficiente
de mayor tamaño, siendo su signo negativo. El resultado indica que la probabilidad de que la
víctima del abuso sexual sea mujer se reduce en 20,8 puntos porcentuales cuando hablamos
de difusión o elaboración de material pornográfico a menores de edad. Por tanto, la pornogra-
fía constituye, en términos relativos, el tipo de abuso sexual donde la presencia de víctimas
varones es más frecuente.
En cuanto al resto de los resultados habría que señalar que, con relación a la forma de convi-
vencia familiar, se observa un pequeño aumento de la probabilidad de que la víctima sea una
mujer cuando el menor de edad convive con su madre y una reducción cuando convive con el
padre. Este resultado puede reflejar simplemente una preferencia por parte de las hijas a convi-
vir con la madre y de los hijos a convivir con el padre, en los casos de separación o divorcio.
Por último, también se ha encontrado que cuando la familia es de origen extranjero, la proba-
bilidad de que la víctima sea mujer aumenta en 4,7 puntos porcentuales.
El primer resultado que se ha descrito en el apartado anterior era que cuanto mayor era la
edad de la víctima, mayor era la probabilidad de que fuera mujer. En coherencia con esta
afirmación, en la Tabla 32 encontramos que cuando la víctima es mujer su presencia tiende a
aumentar en las categorías de edad superiores y a reducir su importancia relativa en la catego-
ría inferior, en comparación con las víctimas varones.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
115
(2008-2019)
Con relación al perfil del agresor se observa la existencia de una clara relación entre la edad
de la víctima y la proximidad del agresor al núcleo familiar. Cuando el agresor pertenece al
núcleo familiar la probabilidad de que la víctima tenga 12 años o menos es muy elevada. A
medida que nos alejamos del núcleo familiar, se reduce la presencia de víctimas menores de
12 años y aumenta la de los dos estratos de edad superiores. Por ejemplo, cuando el agresor
es el padre, la probabilidad de que la víctima tenga 12 años o menos es del 85,3%, de 13 a
15 años del 13,6% y de 16 años o más del 1,0%. En el polo opuesto, cuando el agresor es el/
la novio o expareja, las probabilidades se sitúan en 28,6%, 37,0% y 34,3%, respectivamente.
En conclusión, los agresores en los casos de abuso sexual proceden del entorno en el que se
desenvuelven las víctimas, predominando la familia cuando son pequeños, y aumentando la
presencia de novios o exparejas y adultos sin relación con el menor de edad, a medida que
las víctimas se hacen mayores.
Con relación a la duración de los abusos, se observa que los casos en los que la duración es
superior al año son más frecuentes en las categorías de edad superiores, resultado que puede
responder a una revelación más tardía de los abusos. Por otra parte, que la gravedad del abu-
so sea calificada como alta no guarda ninguna asociación estadísticamente significativa con la
edad de la víctima.
Por último, con relación a las formas de convivencia del menor de edad, se observa que las
víctimas que viven en régimen de custodia compartida, con su madre o con su madre y algún
tío tienden a tener una edad inferior a la de las víctimas que conviven con sus padres. En cam-
bio, aquellas que viven en un centro de acogida, tienden a tener una edad netamente superior
a la de las víctimas que conviven con sus padres.
En la Tabla 34 se muestran los efectos marginales de dos modelos logit que analizan los deter-
minantes de las dos formas de abuso sexual a menores de edad señaladas, los “tocamientos”
y la “penetración”. Las probabilidades que predicen los modelos son del 56,1% en el caso de
los “tocamientos” y del 22,2% en el caso de la “penetración”. El número de observaciones se
reduce a 575, como consecuencia de la utilización de la muestra representativa de víctimas del
periodo actual (2018-19).
1
La relación completa de tipos de abuso analizados en la muestra relativa al periodo actual, 2018-19, es la
siguiente: Obligan a masturbarse a sí mismos, Tocamientos obscenos al menor (tocan al menor), Tocamientos
obscenos a otro (obligan a tocar al abusador o a un tercero), Recreación en la visualización de desnudo o
excitación sexual del autor, Hacer presenciar al menor actos sexuales aunque el autor no participe, Grooming,
Difusión de material íntimo de la pareja o expareja, Exhibicionismo ante menores de edad, Difusión/exhibición
de material pornográfico a menores, Prostitución de un menor de edad, Utilizar a un menor en un espectáculo
pornográfico público o privado, Utilizar uno o varios menores para elaborar/grabar/fotografiar material
pornográfico, Poseer/acceder a material pornográfico, Penetración sin violencia, Penetración con violencia,
Manada: agresión sexual en grupo (2 o más personas), Intimidación verbal.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
117
(2008-2019)
Tabla 34.- Efectos marginales de logits sobre los tipos de abuso más frecuentes
(1) (2)
tocamiento penetración
VARIABLES Pr (Y=1) = 0,561 Pr (Y=1) = 0,222
víctima mujer 0.125** 0.077*
discapacidad -0.155 -0.148**
edad <=12 años 0.155*** -0.097**
edad >=16 años 0.126** -0.043
agresor padre 0.105 -0.033
agresor otro familiar 0.104 -0.011
agresor entorno confianza 0.175** -0.182***
agresor sin relación -0.300*** -0.080*
agresor novios/ex-parejas -0.174* 0.073
duración 2 años 0.014 -0.023
duración >= 3 años -0.191*** -0.103**
agresión múltiple -0.094 -0.009
abusos en entorno 0.086* -0.052
En cuanto a los resultados cabe destacar que el hecho de ser mujer aumenta la probabilidad
de que la víctima sea objeto de tocamientos y penetración, en comparación con los varones.
Por su parte, el signo negativo del coeficiente de la variable discapacidad del modelo relativo
a la penetración, indica que las personas con discapacidad tienen una menor probabilidad de
sufrir esta forma de abuso.
Con relación a este último punto, se debe señalar que los datos analizados indican que las
personas con discapacidad muestran, en comparación con las víctimas sin discapacidad, una
mayor probabilidad de padecer otros tipos de abuso distintos a los tocamientos y la penetra-
ción, como son: la “recreación en la visualización de desnudo o excitación sexual del autor”
(11,1% frente a 5,6%), la “difusión/exhibición de material pornográfico a menores de edad”
(11,1% frente a 2,5%) y “manada: agresión sexual en grupo (2 o más personas)” (11,1% frente a
0,5%). En cualquier caso, se deben adoptar las necesarias cautelas a la hora de extraer con-
clusiones de estos resultados dado el reducido número de víctimas con discapacidad para las
que conocemos el tipo de abuso sufrido.
La probabilidad de sufrir “tocamientos” tiene una relación en forma de “U” con la edad. Así, el
71,6% de las víctimas de menos de 12 años es objeto de este tipo de abusos, por encima del
56,1% registrado entre las víctimas de 13 a 15 años. En cambio, entre las víctimas de 16 y más
años, la probabilidad vuelve a aumentar hasta el 68,7%. Con relación a la “penetración” el
hecho más destacado es que las víctimas de menor edad tienen una probabilidad inferior de
padecer este tipo de abusos sexuales.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
118
(2008-2019)
Respecto al perfil de los agresores, se observa que las personas del entorno de confianza
muestran una mayor probabilidad de realizar tocamientos a los menores de edad y en cambio
es menos probable que lleguen a la penetración con sus víctimas. A su vez, el adulto sin rela-
ción con la víctima es menos frecuente que realice tocamientos y practique la penetración con
el menor de edad. Este resultado se explica por la sobrerrepresentación de los adultos sin rela-
ción en diversas formas de abuso en las que a priori no hay contacto físico, como por ejemplo
el grooming, sexting y la pornografía (véanse los resultados de la Tabla 30 del apartado ante-
rior). Por último, cuando el agresor es el/la novio-a o expareja se reduce en 17,4 puntos porcen-
tuales la probabilidad de que tengan lugar tocamientos. De forma paralela al caso anterior, las
dos formas de abuso donde se observa una mayor presencia relativa del novio-a o expareja
son el sexting y la prostitución (véase nuevamente la Tabla 30).
En cuanto al resto de los resultados, habría que señalar que en aquellos casos en los que los
abusos se vienen produciendo durante 3 años o más, se reduce la probabilidad de que existan
tocamientos y penetración. En cambio, que haya abusos en el entorno de la víctima es un factor
que aumenta la probabilidad de que los menores de edad sufran tocamientos.
9.4. De qué depende que haya violencia física o intimidación en los abusos sexuales
a menores de edad
En la Tabla 35 se muestran los efectos marginales de un logit ordenado sobre la existencia de
violencia en los abusos, es decir, la relación que existe entre la presencia de violencia y otros
aspectos que caracterizan el abuso. Dado que no se dispone de información sobre este hecho
en la base de datos completa, se ha trabajado con la muestra del periodo 2018-19 cuyo nú-
mero de observaciones asciende a 478 víctimas. Las probabilidades que predice el modelo
son las siguientes: en el 23,5% de los casos existe violencia física, en el 32,1% intimidación
(violencia moral), mientras que el 44,5% de los casos restantes no hay violencia.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
119
(2008-2019)
El primer resultado que se debe destacar es que el tipo de abuso influye de una forma determi-
nante en la probabilidad de que haya violencia física e intimidación en los abusos sexuales a
menores de edad. El impacto sobre la probabilidad de que haya violencia física es especial-
mente grande en los casos en que hay penetración. Si para el individuo de referencia la proba-
bilidad de sufrir violencia física asciende al 23,5%, en el caso de que haya penetración la
probabilidad aumenta hasta el 50,7%.
En el caso de que la víctima sea mujer, la probabilidad de que exista violencia física aumenta
en 8,1 puntos porcentuales y la probabilidad de que haya intimidación se incrementa en 4,0
puntos. A su vez, si la víctima es una persona con discapacidad la probabilidad de que haya
violencia física vuelve a elevarse hasta el 52,1% de los casos. En cambio, si el agresor es un
adulto sin relación con la víctima, la probabilidad de que haya violencia física e intimidación
disminuye. Como se ha señalado más arriba, este resultado puede explicarse por el hecho de
que todos los casos de grooming, en los que en principio no hay contacto físico con la víctima,
son perpetrados por adultos sin relación con el menor de edad. Por último, en los casos en que
hay una agresión múltiple aumenta la probabilidad de que exista violencia física e intimidación.
La magnitud del efecto es especialmente grande con relación a la violencia física, de forma que
mientras que para el individuo de referencia la probabilidad de sufrir violencia física es del
23,5%, esta aumenta hasta el 38,4% en los casos de agresión múltiple.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
120
(2008-2019)
El primer resultado que se debe subrayar es que cuando los abusos son cometidos por un
miembro de la familia (padre u otro familiar) la probabilidad de que estos tengan lugar en la
casa del menor de edad se sitúan en torno al 100%. Un resultado similar se obtiene cuando el
agresor es una persona del entorno de confianza de la víctima: en un 91,7% de los casos se
producen en la casa del menor de edad, en un 3,7% en otras casas del entorno y en un 4,5%
en el “mundo exterior”. En el caso de que la persona que comete el abuso sea el/la novio-a o
expareja del menor de edad, la probabilidad de que los abusos tengan lugar en el “mundo
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
121
(2008-2019)
exterior” es muy pequeña y se sitúa en el 1,6%. En paralelo, crece en 14,8 puntos la probabili-
dad de que el abuso tenga lugar en otras casas del entorno, posiblemente la casa de la pare-
ja o expareja, aunque este resultado hay que tomarlo con cautela ya que no es estadísticamen-
te significativo.
En el caso de que la víctima sea una persona con discapacidad también es menos probable
que los abusos se produzcan en el “mundo exterior”, teniendo lugar en mayor medida en la
casa del menor de edad (en este caso el coeficiente no es significativo a los niveles habituales,
aunque sí al 15%). Por otro lado, cuando la víctima tiene 12 años o menos, aumenta en 11,3
puntos porcentuales la probabilidad de que los abusos tengan lugar en otras casas del entorno
y se reduce en 10,0 puntos la probabilidad de que sucedan en el “mundo exterior”. Por último,
cuando los abusos se han registrado durante 3 años o más, aumenta en 17,0 puntos porcentua-
les la probabilidad de que tengan lugar en la casa del menor de edad y se reducen en 13,3
puntos la probabilidad de que se produzcan en otras casas del entorno.
Tabla 37.- Efectos marginales del modelo logit multinomial sobre la forma de convivencia de la víctima
(1) (2) (3)
VARIABLES Padres Custodia comp Madre
Pr (Y=1)=0,388 Pr (Y=1)=0,005 Pr (Y=1)=0,490
víctima mujer -0.009 -0.001 0.030*
edad <=12 años -0.051*** 0.005*** 0.081***
edad >=16 años 0.037* -0.004*** -0.058***
agresor padre -0.139*** 0.001 0.108***
agresor otro familiar -0.047** 0.004** 0.039**
agresor entorno confianza 0.287*** -0.004*** -0.214***
agresor sin relación 0.129*** 0.001 -0.079*
agresor novios/ex-parejas 0.125*** -0.008*** -0.057
grooming 0.162*** -0.007*** -0.123**
sexting 0.111*** -0.008*** -0.073*
pornografía 0.030 -0.002 0.018
prostitución -0.062 0.004 0.013
duración > 1 año -0.114*** 0.001 0.090***
gravedad alta -0.046*** -0.000 0.030*
familia migrante -0.094*** -0.002** 0.093***
rendimiento escolar bajo -0.022 0.000 0.025
Observaciones 5,228 5,228 5,228
Pseudo R = 0.061
2
Cuando se analiza el perfil del agresor, un primer resultado que llama la atención es que cuan-
do el agresor es el padre se reduce en 13,9 puntos porcentuales la probabilidad de que la
víctima conviva con ambos padres, aumentando en paralelo en 10,8 puntos y en 5,3 puntos la
probabilidad de que conviva con su madre (sola) o su padre (solo), respectivamente. Es decir,
cuando el agresor es el padre de la víctima, el menor de edad vive con su madre en el 59,8%
de los casos, con su padre en el 11,5% de los casos y solo en un 24,9% de los casos con am-
bos padres. Cuando el agresor es otro miembro de la familia, se produce un efecto similar,
aunque de menor magnitud, y aumenta la probabilidad de que la víctima viva con la madre y
se reduce la de que conviva con ambos padres. En cambio, cuando el agresor es una persona
del entorno de confianza de la víctima es mucho más probable que el menor de edad viva en
casa con ambos padres (67,5%). Aunque las proporciones se reducen, algo similar sucede
cuando el agresor es un adulto sin relación con el menor de edad o se trata de su novio-a o
expareja. En estas situaciones la víctima vive con sus padres en un 51,7% y en un 51,3% de los
casos, respectivamente.
Al analizar la variable edad, se observa que la víctima de menos de 12 años es más probable
que viva en familias monoparentales, al contrario de lo que sucede con las víctimas de 16 años
o más. Con relación al tipo de abuso, se observa que en los casos de grooming y sexting se
produce un aumento en la probabilidad de que la víctima viva con sus padres y una reducción
de la probabilidad de que convivan únicamente con su madre. En cambio, se observa el resul-
tado contrario cuando se analiza la duración del abuso (variable “duramas1”). Es decir, aque-
llos casos en los que la duración de los abusos es superior al año es más probable que tengan
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
123
(2008-2019)
lugar en familias monoparentales encabezadas por una mujer y menos probable que sucedan
en familias nucleares. De la misma forma, cuando la víctima pertenece a una familia de origen
extranjero es más probable que viva en una familia monoparental encabezada por una mujer,
y menos probable que viva en una familia nuclear.
La base de datos con la que se ha trabajado es la muestra relativa al periodo actual 2018-19.
En este caso se dispone de información de la gran mayoría de los expedientes analizados, de
forma que el modelo se estima para un total de 551 observaciones. Las probabilidades que
predice el modelo logit multinomial estimado se muestran en la Tabla 38 y son las siguientes: en
el 72,8% de los casos es el propio afectado quien revela el abuso, en el 10,0% es la madre
quien lo detecta, en el 5,5% es otro familiar, en el 5,0% son profesionales del ámbito educativo
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
124
(2008-2019)
y de la salud y en el 6,7% restante son otras personas del entorno, como compañeros, conoci-
dos o vecinos.
Tabla 38.- Efectos marginales del modelo logit multinomial sobre la detección del abuso
(1) (3) (4)
(2)
Propio afect- Otros Profesionales (5)
Madre
VARIABLES ado familiares EDU/SALUD Otros entorno
Pr(Y=1) =
Pr(Y=1) = Pr(Y=1) = Pr(Y=1) = Pr(Y=1) = 0,067
0,100
0,728 0,055 0,050
tocamiento 0.158*** -0.072** -0.031 -0.011 -0.044*
penetracion 0.077* -0.030 -0.049*** 0.010 -0.007
víctima mujer 0.057 -0.049 0.028 -0.011 -0.025
discapacidad 0.138 -0.061 -0.071*** 0.003 -0.009
edad <=12 años -0.221*** 0.124*** 0.013 0.048 0.035
edad >=16 años 0.048 -0.055 -0.022 0.009 0.020
agresor padre -0.170** 0.105* 0.028 -0.020 0.057
agresor otro familiar -0.070 -0.041 0.048 -0.038 0.101
agresor entorno confianza 0.019 -0.045 -0.023 -0.014 0.063
agresor sin relación -0.097 -0.027 -0.028 0.003 0.149
agresor novios/ex-parejas -0.119 -0.092*** -0.002 -0.030 0.243
duración 2 años -0.029 0.020 0.006 -0.025 0.028
duración >= 3 años 0.008 -0.071*** -0.016 0.048 0.030
agresión múltiple -0.055 -0.026 0.007 0.035 0.038
abusos en entorno -0.054 -0.026 -0.009 0.037 0.052*
Observaciones 551 551 551 551 551
Pseudo R = 0,127
2
Wald chi (60) = 1.413
2
El primer resultado a destacar es que las víctimas menores de 12 años tienen más dificultades
para identificar y revelar los abusos sexuales por sí mismos. Mientras que, para la categoría de
referencia, los menores de 13 a 15 años, en el 72,8% de los casos es la propia víctima la que
revela la existencia del abuso, en el caso de los menores de 12 años la proporción se reduce
al 50,7%. Afortunadamente, esa limitación es compensada en parte por el papel de la madre
que, cuando las víctimas son menores de 12 años, detecta el abuso en un 22,4% de los casos.
A la vez se observa que el papel de la madre en la detección de los abusos se diluye entre las
víctimas de 16 y más años ya que en estos casos solo identifican el 4,5% de las situaciones de
abuso (en este caso, el efecto es estadísticamente significativo al 15%).
Cuando se analiza el perfil del agresor se observa que si la persona que comete los abusos es
el padre se reduce en 17,0 puntos porcentuales la probabilidad de que sea el propio afectado
quien lo revele. Nuevamente la madre compensa en parte el problema y en aquellos casos en
que el agresor es la figura paterna, aumenta en 10,5 puntos porcentuales la probabilidad de
que sea la madre quien identifique el abuso. Por otra parte, en aquellos casos en los que el
agresor es el/la novio-a o expareja de la víctima la probabilidad de que el abuso sea detec-
tado por la madre se sitúa en el 0,8%. A la vez son otras personas del entorno (compañeros y
amigos) quienes juegan un papel relevante en la detección de los abusos, de forma que cuan-
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
125
(2008-2019)
Para finalizar, habría que señalar que el tipo de abuso también ejerce una influencia significati-
va en la determinación de quién es la persona que lo detecta. Así, cuando el tipo de abuso
son “tocamientos”, la probabilidad de que sea el propio afectado quien lo revele asciende al
88,6% de los casos. Algo similar, aunque de menor magnitud, sucede cuando el tipo de abuso
es la “penetración”, situación en la que la probabilidad de que sea la propia víctima quien lo
revele asciende al 80,5% del total. Adoptando las debidas cautelas en la medida en que los
coeficientes son significativos al 15%, se puede afirmar que cuando la víctima es una persona
con discapacidad igualmente tiende a elevarse la probabilidad de que sea el propio afectado
quien lo revele hasta el 86,6% de los casos.
2
Hay que adoptar las necesarias cautelas en la interpretación de los resultados del modelo relativo a la variable
rechazo social, dado que el modelo no supera el test de significación conjunta (Prob > chi2 = 0,222)
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
126
(2008-2019)
Con relación al tipo de abuso, se observa que en los casos en los que hay “tocamientos” y
“penetración” aumenta la probabilidad de que la víctima padezca síntomas psicosomáticos y
cambios bruscos de conducta y ánimo. En el caso de la “penetración” también es más proba-
ble que el menor de edad manifieste conductas provocativas, sexuales explícitas o masturba-
ción compulsiva.
En cuanto al género de la víctima, se observa que cuando esta es una mujer es más probable
que se manifiesten los síntomas psicosomáticos. En cambio, cuando la víctima es un varón au-
menta la probabilidad de que manifieste conocimientos sexuales no adecuados para su edad
y conductas provocativas, sexuales explícitas o masturbación compulsiva.
de 12 años. Efectos de signo contrario se observan en las víctimas de 16 años o más, en las
que es menos frecuente que manifiesten conocimientos sexuales no adecuados para su edad y
conductas provocativas, sexuales explícitas o masturbación compulsiva.
El perfil del agresor nos ofrece claves a la hora de entender las consecuencias psicológi-
cas de los abusos. Cuando es el padre la persona que comete los abusos aumenta en
17,5 puntos porcentuales la probabilidad de que la víctima manifieste una conducta agre-
siva, en 23,7 puntos la aparición de síntomas psicosomáticos y en un 20,9% la probabili-
dad de que las víctimas manifiesten conocimientos sexuales no adecuados para su edad.
Por otro lado, cuando el agresor es el/la novio-a o expareja del menor de edad, la proba-
bilidad de que la víctima manifieste una conducta agresiva aumenta desde el 8,0% estima-
do para la categoría de referencia (situaciones en las que los agresores son compañeros y
amigos) hasta el 32,6%.
Para finalizar, cuando los abusos duran 2 años, la probabilidad de que se produzcan síntomas
psicosomáticos aumenta en 11,6 puntos porcentuales, aunque el efecto es significativo al 15%.
En el caso de que los abusos duren 3 años o más, aumenta la probabilidad de que la víctima
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
128
(2008-2019)
manifieste rechazo social. Por último, otro resultado que se debe señalar es que cuando adicio-
nalmente se han producido otros abusos en el entorno de la víctima, la probabilidad de que se
manifiesten síntomas psicosomáticos tiende a aumentar.
En relación al perfil agresor se observa la existencia de una clara relación entre la edad de la
víctima y la proximidad del agresor. Cuando el agresor y la víctima conviven en el mismo nú-
cleo familiar la probabilidad de que la víctima tenga 12 años o menos es muy elevada.
Es decir, los agresores en los casos de abuso sexual proceden del entorno en el que se desen-
vuelven las víctimas, predominando el familiar en edades más tempranas, y aumentando la
presencia de novios o exparejas y adultos con relación con el menor de edad, a medida que
las víctimas se hacen mayores.
La edad de las víctimas tiende a ser superior cuando el tipo de abuso es el grooming, sexting,
pornografía y prostitución.
En los casos en que la duración es superior al año son más frecuentes en las categorías de
edad superiores.
Ser mujer aumenta la probabilidad de que la víctima sea objeto de tocamientos y penetración,
en comparación con los varones.
La probabilidad de sufrir tocamientos es del 71,6% si la víctima tiene menos de 12 años, 56,1%
en víctimas de 13 a 15 años y de 68,7% en víctimas con 16 años o más.
En relación con la penetración, las víctimas de menor edad tienen una probabilidad menor de
sufrir este tipo de abusos sexuales.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
129
(2008-2019)
En el 23,5% de los casos existe violencia física, en el 32,1% intimidación y en el 44,5 no hay
violencia.
Los menores de 12 años tienen más dificultades para detectar y revelar en abuso, en cambio
en los menores de 13 a 15 años en el 72,8% es la propia víctima la que cuenta el abuso.
CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS
El 46,3% de las víctimas padece cambios bruscos de conducta y ánimo, el 19,2% síntomas
psicosomáticos, el 8,3% manifiesta conductas provocativas, sexuales explícitas o masturbación
compulsiva, el 8,0% conducta agresiva, el 7,6% conocimientos sexuales no adecuados para su
edad y el 6,4% rechazo social.
En cuanto al género es más probable que una mujer presente síntomas psicosomáticos, pero en
cambio en varones aumenta la posibilidad de que manifieste conocimientos sexuales no ade-
cuados para su edad y conductas provocativas, sexuales explícitas o masturbación compulsiva.
10
Reflexiones y recomendaciones
10.1. Reflexiones
Estudio sin precedentes:
El presente informe se ha elaborado sobre la base de la información estadística más completa
utilizada hasta ahora en la literatura de los abusos sexuales a menores de edad en España:
6.183 víctimas atendidas por la Fundación ANAR en el periodo que transcurre desde enero de
2008 hasta mayo de 2019. La mayor parte de las investigaciones realizadas con menores de
edad víctimas de abuso sexual presentan tamaños muestrales mucho más reducidos: 1107 víc-
timas en el caso de la investigación de Pereda, Guilera y Abad (2014), 593 víctimas en el caso
de Pereda, Navales y Martínez (2007), 118 casos en el caso de Álvarez-Líster et al. (2017) o
109 víctimas en el caso de Játiva y Cerezo (2014). Por otro lado, las investigaciones con mues-
tras representativas sobre prevalencia del abuso sexual suelen realizarse mediante encuesta
(Cantón, Justicia y Cortés, 2008; López et al., 1995; Sanmartín, 2002, 2011), por lo que no
permiten profundizar en la misma medida que nuestro estudio, además de presentar problemas
éticos vinculados con la reconstrucción de un episodio vital enormemente doloroso.
Más aún, el carácter longitudinal del estudio (entre 2008 y 2019), no tiene precedentes en el
ámbito español y es únicamente comparable al macroestudio desarrollado por Mathews et al.
(2017) en Victoria (Australia), en el que se analizaron 100.000 potenciales casos de abuso
sexual entre 1993 y 2012. En la investigación de Mathews et al., sin embargo, el nivel de aná-
lisis era exclusivamente la incidencia de los casos de abuso sexual registrados, por lo que el
nivel de profundización en la naturaleza y características del abuso es muy superior en el caso
de nuestro estudio.
La Fundación ANAR ha sido capaz de atender en España a través de sus Líneas de Ayuda, un
volumen de casos de abuso sexual a menores de edad muy elevado. No obstante, según
apuntan los estudios, la magnitud del problema es mucho mayor. Para hacerse una idea, las
estimaciones más conservadoras sobre el abuso sexual en la literatura internacional sitúan la
prevalencia en torno al 5% de la población de menos de 18 años (LÓPEZ et al., 1995). De ahí
la necesidad de visibilizar un problema oculto y silenciado por nuestra sociedad que necesita
ser reparado a través de la prevención y detección temprana.
Objetivo:
Conscientes de que ANAR posee una base de datos única con la ‘voz de los niños, niñas y
adolescentes víctimas’ nuestro centro de Estudios ha elaborado este estudio con el propósito de
abordar con datos esta problemática, legitimar el daño de las víctimas y reconocer que se
trata de un hecho mucho más frecuente de lo que podamos esperar, para que se adopten las
medidas institucionales necesarias para su prevención, detección temprana y se doten los me-
dios asistenciales necesarios para que las víctimas/supervivientes de los abusos sexuales pue-
dan tener la recuperación digna que se merecen.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
131
(2008-2019)
En el último quinquenio, los casos de abuso sexual a menores de edad atendidos por la Funda-
ción ANAR experimentan un incremento del 20,7% en tasa anual acumulativa. El crecimiento es
todavía más intenso en el grooming (36,7%) y en el sexting (25,0%), mientras que la pornogra-
fía se estanca (0,0%) y la prostitución disminuye (–9,0%). Se debe subrayar que los resultados
anteriores están muy en línea con la información de las memorias anuales de la Fiscalía Gene-
ral del Estado, donde, por ejemplo, las sentencias por abuso sexual a menores de edad prác-
ticamente se han cuadruplicado entre 2012 y 2018. Los datos de la memoria publicada por la
Fiscalía en 2018 muestran un crecimiento con relación al ejercicio anterior del 25,5% en los
abusos sexuales a menores de 16 años, del 40,5% en las agresiones sexuales a menores de
16 años, del 54,7% en las agresiones sexuales a menores de edad con acceso carnal (viola-
ción) y del 60,7% en el acoso por telecomunicaciones a menores de 16 años (grooming y
sexting). En cambio, los casos de prostitución de persona menor de edad o incapaz y la utiliza-
ción de menores de edad con fines pornográficos registran una caída en las estadísticas de la
Fiscalía del 28,4% y del 13,7% respectivamente.
El abuso sexual ocurre cuando un/a niño/a es utilizado por un adulto o por otro/a menor de
edad, que tiene una situación de poder, y con el objetivo de obtener una gratificación sexual.
Implica la existencia de una interacción de carácter sexual sin consentimiento, aunque no exis-
tan límites o rechazo de la víctima debido a su edad, relación, parentesco con el agresor y/o
falta de entendimiento sobre lo que le está sucediendo.
Gracias a los resultados obtenidos en este estudio podemos saber que los abusos, no son he-
chos puntuales, suelen prolongarse durante meses o incluso años, lo cual cronifica el tema te-
niendo graves consecuencias en su salud mental.
Consecuencias:
Este estudio refleja que las consecuencias emocionales sufridas por el abuso son diarias: Cam-
bios bruscos de conducta, síntomas psicosomáticos, conocimientos sexuales no apropiados
para la edad, conductas sexuales explícitas, masturbación compulsiva, agresividad, ira, miedo,
problemas para dormir, etc.
También los datos reflejan que las secuelas físicas o las marcas visibles son muy poco proba-
bles. El abuso sexual representa un grave abuso de poder con secuelas y heridas emocionales
para toda la vida, teniendo en cuenta la inmensa capacidad de recuperación del ser humano.
Es una experiencia violenta y traumática que también sucede en la infancia, cuando la vulne-
rabilidad es mayor.
Silencio y miedo:
Como hemos explicado, nos encontramos ante un tipo de violencia cuya revelación no es
habitual. Los menores de edad suelen callar por el estigma, por los lazos emocionales que
le unen a su agresor, porque tienen MIEDO a las consecuencias, por culpabilidad o ver-
güenza con lo ocurrido y porque a veces son amenazados para que los hechos no tras-
ciendan. Por ello es habitual que el abuso sea revelado años e incluso décadas después de
haberlo sufrido.
Existe una clara relación entre el aumento de los casos de abuso sexual y el silencio de las
víctimas en las que, como se puede apreciar en el modelo más abajo descrito, la incidencia de
internet y la tecnología, actúa como un agente multiplicador.
Además los abusos suelen verse envueltos en “secretos”: por parte del agresor, y por parte de
muchas familias cuando conocen los hechos, que son aberrantes.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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(2008-2019)
Uno de los mecanismos de las familias afectadas es intentar recuperar el equilibrio o la “ho-
meostasis”, procurando que la imagen de la familia quede protegida de cara al exterior y por
ello, en muchas ocasiones no se denuncia, ni se propicia el tratamiento psicológico necesario.
Por todo ello, es bastante frecuente que en una misma familia haya más de un miembro abusa-
do, incluso de otra generación, y el hecho de no haber frenado esos abusos ha generado más
víctimas que se podían haber evitado.
Desde Fundación ANAR, entidad que promueve los derechos de los/as niños/as y adolescen-
tes recordamos que los/as niños/as necesitan seguridad para crecer. Como vamos a desarro-
llar en este estudio, los progenitores son en numerosas ocasiones los agresores. Cuando esto
ocurre, se pierde la seguridad básica que un/a niño/a necesita.
Consumo de la Pornografía:
Desde ANAR hemos sido conscientes de los cambios que se producen en la sociedad, así
como en las diferentes formas de violencia, pudiendo identificar que los casos de violaciones
grupales a menores de edad no son un fenómeno aislado y que cada vez se producen en
mayor número, con más frecuencia y son más graves.
Entre las causas, la banalización de las relaciones sexuales y la falta de control parental sobre
los adolescentes, aunque también la sexualización precoz de los niños y niñas y el hecho de
que los menores de edad tengan más facilidad para acceder a contenidos pornográficos a
través de las nuevas tecnologías.
Los menores de edad pueden visualizar fácilmente contenido sexual no apto para su edad, y
según la Comisión Europea (2012), casi un 15% de los menores internautas de edad compren-
dida entre los 10 y los 17 años recibe alguna propuesta sexual, y un 34% de ellos se encuentra
con material sexual que no ha buscado. Esta situación, unida a los contenidos sexualmente su-
gerentes que se emiten a través de redes sociales, canciones, videoclips, etc., crean una situa-
ción preocupante.
Los niños y niñas de edades tan precoces no están preparados emocionalmente para entender
lo que están viendo, de modo que acaban desarrollando conductas sexuales de alto riesgo,
que implican graves consecuencias como el contagio de ETS, embarazos no deseados, difu-
sión de imágenes, y degradación de su autoestima, indiferencia...
El acceso continuado a la pornografía puede constituir un abuso sexual por omisión de la su-
pervisión de sus progenitores, al no tomar medidas a tiempo y no evitar la exposición que
puede producir efectos traumáticos y graves consecuencias para la salud emocional de sus hi-
jos/as. No sólo estaríamos hablando de un estrés postraumático, sino, en su uso más extremo,
el desarrollo de pararafilias, disminución de la empatía, normalización y disociación de la situa-
ción visualizada, que produce indiferencia ante los hechos sexuales violentos y propicia la po-
sibilidad de volver a perpetuarlos.
Detectamos en el Teléfono ANAR una nueva tendencia en los últimos tiempos, que los abusos
sexuales no sólo se producen de los adultos a los menores de edad, sino también entre iguales
o personas adolescentes/jóvenes, que han visualizado mucha pornografía a través de las
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
133
(2008-2019)
tecnologías donde las diferentes prácticas invitan a utilizar a la mujer como un objeto sexual,
degradándola como persona.
Los jóvenes encuentran que no sólo es reforzante el hecho de llevar a cabo estos hechos degra-
dantes, sino también colgarlos y compartirlos a través de la tecnología.
Todas estas causas provocan que se tienda a normalizar algo que es claramente perjudicial
para los menores de edad con consecuencias muy graves para ellos y para nuestra sociedad.
Edad:
La edad media se encuentra en los 11,6 años. Aunque este dato no debe confundir por que el
abuso disminuye a medida en que aumenta la edad de las víctimas:
• La mayor parte de los casos se concentran en menores de 12 años, el 43,2%. Es llama-
tivo hallar que el 16,0% de las víctimas tiene 5 años o menos.
• Entre los 13 y los 15 años, se han dado un 31,9%
• Con 16 años o más un 24,9% de los casos.
Edad y Género:
Hallamos diferencias muy interesantes en relación a la edad de las víctimas por género.
En el caso de los varones, la distribución por edad tiene un mayor peso en la etapa de la in-
fancia habiendo un 53,4% de los varones con 12 años o menos. Un 25,6% entre los 13-15
años y 21,1% son de 16 a 18años.
Discapacidad:
El 2,6%de las víctimas de abuso sexual padecía algún tipo de discapacidad.
A diferencia de la tendencia general en la que hay una mayor presencia de las víctimas
mujeres, el varón con discapacidad tiene un peso importante (5,9%) en comparación con la
mujer (1,7%).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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Abuelos/tíos 2,6
Padre 5,6
Madre 32,1
38,5
Padres
0 10 20 30 40
porcentaje
La mayoría: el 61,5% de las víctimas no vive en un hogar de familia nuclear con padre y ma-
dre. En el caso de los menores de 12 años, el abuso se produce principalmente en los hogares
monoparentales o con padres separados (70,9%).
El 42,3% viven en familias monoparetales, de los cuales viven con la madre 32,1% y 5,6 % con
el padre, y 4,6 % en custodia compartida.
Con relación a las diferencias por género, entre los varones se halla un mayor peso de la fami-
lia monoparental, así como del centro de acogida (4,5% en varones y 1,8% en mujeres).
Las 5 comunidades autonómas donde hay mayor porcentaje de abusos detectados son: en
Madrid (36%), en la Comunidad Valenciana (12,4%) en Andalucía (11,2%), en Castilla la Man-
cha (7,6%) y en Cataluña (6,2%).
1. Tipos de Abuso:
Los tipos de abuso que se dan con mayor frecuencia son:
• Tocamientos obscenos 46% (tocan al menor de edad: 35,5%, y obligan a tocar al abu-
sador o a un tercero: 10,5%)
• Penetración 17,5% (con violencia: 10,3%, y sin violencia: 7,2%).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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(2008-2019)
Tipo y género:
• Mujeres: los abusos predominantes son en conjunto más graves y tienen como objeto el
cuerpo de la menor de edad, siendo los tocamientos a la víctima (36,7%) y penetración
con violencia (11,9%) los más frecuentes.
• Varones: los tocamientos cobran una mayor presencia (al menor de edad, con 30,7%, y
del menor de edad al abusador, con 15,3%).
Tipo y edad:
• Hasta los 12 años el tipo de abuso mayoritario (53%) son los tocamientos aunque llama
la atención que la penetración tiene un peso de 12,9%.
• De 13 a 15 años los tocamientos al menor de edad se dan en un 26,4% de los casos,
mientras que la penetración crece en 10 puntos porcentuales hasta alcanzar el 22,5% de
la muestra (12,9% penetración con violencia y 9,6% penetración sin violencia).
• Con 16 años los tocamientos al menor de edad se dan en un 38,7%, y la penetración
con violencia en un 12,0%.
4. Formas de Penetración:
Por su gravedad analizamos los tipos de penetración distinguiendo por:
• Tipos de Penetración y Sexo:
Mujeres: En el caso de las mujeres la penetración mayoritaria es la vaginal (72,9%),
seguida de la bucal (14,3%) y la anal (9,3%).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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Varones: En el caso de los varones las vías predominantes son la anal y la bucal, am-
bas con un peso de 47,6%.
• Penetración y Edad: A mayor edad mayor probabilidad de sufrir penetración vaginal:
48,3% con 12 años o menos,
64,7% de 13 a 15 años y
85,7% con 16 años o más.
Sin embargo a menor edad (12 años o menos) mayor probabilidad de sufrir penetra-
ción bucal 25,9% y anal 24,1%.
Únicamente en un 6,5% de los casos hay constancia de marcas o heridas graves, mientras que
en un 13,3% se registran marcas o heridas leves.
• Marcas y sexo:
El abuso sexual a varones, que por otra parte se caracterizaba por una menor
violencia y por una menor implicación del cuerpo del menor de edad, la no exis-
tencia de marcas o heridas tiene un peso algo superior (82,8% frente al 79,1%
en el caso de las menores de edad mujeres), mientras que las mujeres contaban
con una mayor presencia de marcas o heridas leves (14,3% frente al 10,8% de
varones).
• Marcas y edad:
La existencia de marcas o heridas es más habitual en la infancia (12 años o menos),
donde alcanza el 9,6% en el caso de las graves y el 19,7% en lo que se refiere a mar-
cas o heridas leves. Podría deberse a que este tipo de agresiones resulta más traumáti-
co en el cuerpo del infante, más sensible y menos desarrollado.
Las marcas o heridas descienden, sin embargo, en la primera adolescencia (13-15
años), siendo 4,1% (marcas o heridas graves) y 6,5% (marcas o heridas leves).
6. Consumo de Drogas:
Es minoritario en los casos de abuso sexual (ver gráfico 81). Tan solo el 1,6% de los menores de
edad abusados había consumido drogas.
El perfil del menor de edad que ha consumido drogas en el contexto del abuso sexual, bien li-
bremente o bien por haber sido drogado, es una mujer (2,1%) de 16 años o más.
7. Presencia de Tecnología:
La tecnología está presente en algo más de un quinto (22,3%) de los casos de abuso sexual
a menores de edad. La presencia de tecnología alcanza más de un tercio de los casos de
abuso de entre 13 y 15 años (35,4%) y algo más de un cuarto entre los de 16 o más años
(27,3%).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
137
(2008-2019)
En segundo lugar, fue la madre de la víctima (14,9%) la que contó lo que estaba ocurriendo,
seguido de un familiar cercano en el 4,6% de los casos detectados.
Esto pone de manifiesto la importancia de la confianza que los menores de edad tienen en las
líneas de ayuda ANAR y cómo son muy pocos los adultos de su entorno los que se muestran
dispuestos a ayudar en estos casos.
• Revelación y según el sexo del menor de edad: Las menores de edad abusadas reve-
lan la situación de abuso en mayor medida 66,5% que los varones 57,8%, en cuyo caso
lo hace la madre (23,3%) en mayor proporción que en las menores de edad (14,9%).
• Revelación y edad: Por otro lado, a medida que la víctima tiene más edad, más son
revelados los abusos por la/el misma/o.
10. Consecuencias:
Aproximadamente 4 de cada 5 víctimas muestran al menos uno de los siguientes síntomas:
cambios bruscos de ánimo (34,2%), síntomas psicosomáticos (15,6%), conocimientos sexuales
no adecuados para su edad (12,6%), conductas provocativas o sexuales explícitas o masturba-
ción compulsiva (8,4%) o conducta agresiva (7,8%).
• Consecuencias según el sexo del menor de edad: Las niñas tienden más a presentar
cambios bruscos de ánimo (36,0%) y síntomas psicosomáticos (16,6%). Mientras que los
varones son más tendentes a mostrar conocimientos sexuales no adecuados para su
edad (18,4% varones, conductas sexuales explícitas (18,4%), conductas sexuales explíci-
tas (13,8%) y agresividad (10,3%).
• Consecuencias y edad: En cuanto a las franjas de edad analizadas, las víctimas de
abuso de 12 años o menos tienden a mostrar cambios bruscos (27,5%), aunque en
menor medida que las de 13 a 15 años (36,6%) y que las de 16 años o más
(47,0%). Los menores de 12 o menos años víctimas de abuso sexual también suelen
mostrar más conocimientos sexuales (19,8%, muy superior al resto de franjas de edad)
y síntomas psicosomáticos (14,4%, inferior a las otras franjas de edad). Las víctimas
de 12 años o menos muestran más conductas sexuales no adecuadas (10,4%), dolor
y agresividad (ambos 9,7%) que en las etapas de la adolescencia más avanzadas,
datos que correlacionan con el momento evolutivo en el que se encuentran las
víctimas.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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(2008-2019)
En un 19,4% de los casos hay constancia de dicho abuso, mientras que en un 9,2% existe sos-
pecha del mismo, lo que es más habitual entre los varones y en los dos tramos de edad más
extremos.
El porcentaje de agresores adultos es mucho mayor 76,6% en los más pequeños menores de
12 años.
Entre las víctimas de 13 a 15 años, los agresores menores de edad alcanzan el 38,9%.
En el caso de las víctimas varones, tienen más peso como agresores: el padre (27,9%
frente al 22,3% en el caso de la mujer), los compañeros y amigos (20,5% frente al 15,8%
en la mujer), y los adultos del entorno de confianza (13,9% frente al 7,8% en el caso de las
mujeres). Por el contrario, las agresiones por parte de otro familiar distinto al padre repre-
sentan un mayor porcentaje en el caso de la mujer (27,8% frente al 18,8% en el caso del
varón).
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
140
(2008-2019)
Entre los más pequeños (12 años o menos), en más de dos tercios de los casos (70,8%) el agre-
sor pertenece al entorno familiar, mientras que en la adolescencia predominan los adultos sin
relación (24% en el caso de las víctimas de 13 a 15 años y 23,2% en el caso de los de 16 o
más años) y los compañeros y amigos (24% en el caso de los de 13 a 15 años y 21,1% en el
de los de 16 o más años) y los novios o exparejas (13,4% en la primera adolescencia y 12%
en la adolescencia avanzada).
Edad:
Estos tipos de violencia se dan con mayor frecuencia en la adolescencia: 84,1%.
Características:
Distinguimos entre: violencia física, intimidación, presencia de tecnología, consumo de sustan-
cias, el lugar donde se produce el abuso y las consecuencias de este:
Los conocimientos sexuales no adecuados para su edad son especialmente visibles en casos de
sexting, grooming y prostitución.
Incrementa la proporción de varones: el 53,4% de los casos de varones analizados tiene una
edad inferior a 12 años.
Son más comunes los abusos por penetración anal: un 24,1% de niños y niñas víctimas de
abuso sexual sufrió este tipo de violación (frente al 8,8% en los menores de 13 a 15 años y
8,6% en mayores de 16 años).
La existencia de marcas o heridas es más habitual entre los más pequeños: 29,3% de
los menores de 12 años que sufrieron abuso sexual presentaron algún tipo de marca o he-
rida en comparación con el 10,6% entre los de 13 y 15 años y 13,5% en mayores de
16 años.
Los abusos se producen con mayor frecuencia en la propia casa del niño/a (59,9% frente a
41,9% en adolescentes de 13 a 15 años y 36,3% en los mayores de 16). En más de dos tercios
de los casos el agresor pertenece al entorno familiar (el padre en el 36,2% de los casos y
otro familiar en el 34,6%), mientras que en la adolescencia predominan los adultos sin relación,
los compañeros y amigos y los novios o exparejas. Por ello, la propia madre (24,6%) y otros
familiares cercanos (7,5%) suelen tener mayor probabilidad de identificar el abuso sexual
en comparación con otros grupos de edad (la madre lo identificó en un 9,1% de los casos de
adolescentes de 13 a 15 años y un 4,9% en mayores de 16 años, y un familiar cercano en un
2,8% y 1,4% respectivamente).
Es alarmante la respuesta social ante los abusos sufridos por niños y niñas. La negación
de los hechos (40,9%) y la negligencia (27,8%) tienden a darse en mayor medida entre
los más pequeños (12 años o menos), mientras que el encubrimiento es más habitual en el
caso de los más mayores (16 o más años) y la culpabilización (15,8%) en el caso de la
primera adolescencia. Además, el archivo judicial por falta de pruebas es también más
habitual entre los más pequeños (23,2% entre los de 12 o menos años, frente al 11,7% y
9,5% respectivamente entre los dos tramos de edad superiores), así como la no identifica-
ción de daños por parte del profesional (11,3% frente a aproximadamente el 5% entre
cada uno de los dos tramos superiores).
Para atender esos casos, durante dicho periodo, la Fundación atendió entre sus diferentes líneas
un total de 89.808 peticiones de ayuda que fueron necesarias para poder atender a las vícti-
mas que estaban sufriendo este grave problema en el momento de ponerse en contacto con
nosotros.
Hemos de destacar el fuerte crecimiento experimentado por los casos de abuso sexual atendi-
dos por la Fundación ANAR a lo largo de la última década, lo que nos habla de cómo cada
vez hay una mayor detección de un problema que permanece oculto y del que es necesario
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
142
(2008-2019)
hacer difusión para concienciar a la sociedad de este grave problema que afecta a nuestros
menores de edad.
A lo largo del periodo analizado el número de casos de abuso sexual a menores de edad experi-
menta un gran crecimiento, que en tasa anual acumulativa se sitúa en el 14,3%. De 2008 a 2013,
la tasa de crecimiento anual acumulativa de los casos de abuso sexual
se sitúa en el 8,4%, mientras que, de 2013 a 2018, el crecimiento anual se duplica hasta el 20,5%.
Tasa de crecimiento:
En total, en el periodo analizado, se ha producido un incremento del 280,2%, pasando de
273 casos en 2008 a 1.038 casos atendidos en 2018.
Evolución de Casos de Abuso Sexual atendidos por
la Fundacion ANAR
1.038
280,2%
de incremento
762
708 715
491
409
377 391
334
273 275
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
porcentaje
A continuación vamos a exponer las principales conclusiones derivadas de los cambios produ-
cidos en el abuso sexual padecido por menores de edad en los últimos 10 años en España:
Cambios en el Agresor:
A lo largo del periodo analizado se han producido cambios en cuanto al agresor de los abu-
sos sexuales.
El padre biológico sigue siendo el agresor principal en los casos atendidos. No obstante, au-
menta significativamente la proporción de padrastros o parejas de la madre (1,7% en 2008 a
6,2% en 2018). También aumentan ligeramente las agresiones producidas por la pareja/ex
pareja pasando de un 3,4% a un 6,3%. Mientras que disminuye el de adultos conocidos o de
confianza (6,2% a un 1,6%).
Agresores en grupo:
Un dato muy llamativo por su gravedad es el ascenso de casos en los que la víctima es agre-
dida por 2 o más personas. Pasando de un 2,1% en 2008 a un 10,5% en 2019.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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¿Quién llama?:
Llaman las madres: Cada vez llaman más las madres de los/as niños/as y adolescentes que
han sufrido un abuso sexual, pasando de suponer un 39,4% en 2008 al 50,3% en 2018. Los
resultados muestran que el contacto ha sido realizado por una mujer en 4 de cada 5 casos
(79,0%).
Composición familiar:
Aumentan los casos que viven en un hogar monoparental pasando del 50,5% al 55,9%.
Por otro lado, tambien aumentan las víctimas que viven en núcleos familiares más reducidos (0-1
hermano) pasando del 77,7% al 88,8% en el periodo analizado.
Un 2% de los casos analizados son niños/as tutelados por el sistema de Protección, permane-
ciendo el porcentaje estable a lo largo de toda la década.
10.2. Recomendaciones
El conocimiento que se tiene sobre el abuso sexual en España es insuficiente y se asienta en
ocasiones en una evidencia empírica parcial y anecdótica. El objetivo de este informe ha sido
cubrir parcialmente este hueco. Si se desea erradicar el abuso sexual de nuestra sociedad, los
poderes públicos deben poner los medios para profundizar en la investigación del proble-
ma y divulgar de una forma más amplia el conocimiento que se tiene sobre el mismo.
Como se ha señalado más arriba, el impacto de los abusos sexuales a menores de edad en el
corto plazo es muy significativo. Además, la literatura especializada concluye que muchas de
las secuelas del abuso sexual se manifiestan en la edad adulta, teniendo consecuencias en la
salud mental del afectado. Se mencionan en este aspecto: dificultades emocionales, de rela-
ción, depresión, ansiedad, y enfermedades psiquiátricas. El coste en el presente y en el largo
plazo para las víctimas y la sociedad en su conjunto es enorme, de ahí la necesidad de hacer
hincapié en la prevención de los abusos sexuales, en su detección temprana y en la aten-
ción a las víctimas.
Al objeto de que los menores de edad, especialmente por debajo de 12 años, sean capaces
de reconocer como impropias las situaciones de abuso sexual, se deben poner en marcha
campañas de prevención que favorezcan su revelación por parte de las propias víctimas.
Estas campañas no pueden concebirse sin ir acompañadas de unos recursos, medidas y proto-
colos de actuación que amparen y protejan al menor de edad una vez revelados los abusos.
Además, es necesario educar a los menores de edad en que el respeto a la autoridad y a los
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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adultos tiene límites y si alguien trata de tocar su cuerpo o hacer cosas que le hacen sentirse
incómodo, deben aprender a decir NO.
Hay que educar y prevenir a los adolescentes de los riesgos asociados al desarrollo de las
nuevas tecnologías (sexting, grooming y pornografía). Ello no puede hacerse desde el miedo,
el alarmismo o las medidas coercitivas, mensajes todos ellos de baja receptividad en esa etapa
vital, sino a través del empoderamiento del propio joven.
Desde Fundación ANAR, entidad que promueve los derechos de los/las niños/as y adolescen-
tes recordamos que los/las niños/as necesitan seguridad para crecer. Como se desarrolla en
este estudio, los progenitores son en numerosas ocasiones los agresores. Cuando esto ocurre,
se pierde la seguridad básica que un niño/a necesita.
Generalmente se produce por adultos o jóvenes de mayor edad que la tuya y a los que cono-
ces o con los que tienes algún tipo de relación (parientes, amistad de hermanos mayores, veci-
nos…) pero también puede ocurrir con alguien a quien no conoces.
RECOMENDACIONES A FAMILIAS
La sexualidad forma parte de los seres humanos simplemente porque pertenecemos a un sexo
u otro desde que nacemos.
Es en la familia y desde que nacemos donde se crean los primeros y más importantes vínculos
afectivos. Es importante, no solo proporcionar informaciones correctas a los/las hijos/as en un
clima de comunicación y confianza, sino también educar para que vivan la sexualidad de for-
ma positiva y responsable.
Evitar hablar del tema, esconderlo o regañar, nos indica que la sexualidad es algo “sucio” y
como mínimo misterioso.
Afortunadamente cada vez se habla más abiertamente de este tema, aunque no todo lo que se
transmite sea lo más adecuado.
Los/las niños/as y adolescentes de hoy se informan y orientan sobre sexualidad por distintas
fuentes: familia, amigos/as, la escuela o instituto, medios de comunicación y sobre todo en In-
ternet con el peligro que conlleva.
De entre todas las fuentes mencionadas, la familia es la que más influencia puede tener en
nuestros aprendizajes, puesto que son nuestros cuidadores, con quienes experimentamos por
primera vez las primeras manifestaciones de afecto.
Además, cada uno de nosotros tiene unas vivencias personales que condicionan nuestra forma
de pensar, sentir y actuar. Es importante reconocer nuestros miedos, dificultades, pudor, para
no hablar de ciertos temas con nuestros hijos/as.
También hay que estar muy atentos sobre otras influencias que nuestros hijos/as reciben y reper-
cuten en su forma de entender la sexualidad.
Los compañeros/as y amigos/as son agentes educativos y sobre todo a partir de la adolescen-
cia se convierten en modelos de referencia y en fuente de información. Se cuentan sus vivencias
y en este entorno de iguales es donde normalmente se tienen las primeras experiencias afecti-
vo-sexuales, y se crea una cultura de información y de formas de relacionarse. En este entorno
se transmiten mitos e ideas erróneas que les ponen en riesgo y no les ayuda a vivir la sexuali-
dad de manera sana.
Los medios de comunicación también trasmiten un concepto sobre la sexualidad que no siem-
pre es positivo ni real. La televisión y las plataformas audiovisuales, tienen una poderosa in-
fluencia a la hora de transmitir ideas, actitudes y regular conductas sexuales. Hay que contro-
lar los programas y el tiempo de nuestros hijos/as en sus pantallas y evitar que accedan a
contenidos inadecuados, además de fomentar un pensamiento crítico que les dote de opinión
propia y alternativas.
Debemos resaltar especialmente el peligro del mal uso de las tecnologías e Internet para
evitar que nuestros hijos/as accedan a contenidos e imágenes sexuales inadecuados para
su edad y para prevenir los riesgos que conlleva, que entren en contacto con contenidos
violentos y que puedan entran en contacto con personas desconocidas que quieran hacer-
les daño.
Los menores cada vez se hallan más expuestos a Internet, a través de un abanico creciente de
dispositivos y a edades progresivamente más tempranas (Comisión Europea, 2012). Esta situa-
ción con la exposición a contenidos sexualmente explícitos que se emiten a través de las distin-
tas plataformas tecnológicas, implica que los menores de edad no cuentan con la madurez
suficiente para darles una interpretación adecuada, lo que les puede hacer más vulnerables a
conductas sexuales de riesgo para ellos/as mismos/as y otras personas.
El acceso continuado a la pornografía puede constituir un abuso sexual por omisión de la su-
pervisión de sus progenitores, al no tomar medidas a tiempo y no evitar la exposición que
puede producir efectos traumáticos y graves consecuencias para la salud emocional de sus hi-
jos/as. No sólo estaríamos hablando de un estrés postraumático, sino, en su uso más extremo,
del desarrollo de pararafilias, disminución de la empatía, normalización y disociación de la si-
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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(2008-2019)
tuación visualizada, que produce indiferencia ante los hechos sexuales violentos y propicia la
posibilidad de volver a perpetuarlos.
Detectamos en el Teléfono ANAR, como se ve en este Estudio, que en los últimos tiempos los
abusos sexuales no sólo se producen de los adultos a los menores de edad, sino también entre
iguales o personas adolescentes/jóvenes, que han visualizado mucha pornografía a través de
las tecnologías donde las diferentes prácticas invitan a usar a la mujer como objeto sexual y se
identifica que la diversión es mayor, cuando el sexo se practica en grupo, y en ocasiones bajo
el efecto de las drogas (por sumisión química) donde no hay voluntad para llevar a cabo el
acto sexual por la víctima.
Los jóvenes encuentran que no sólo es reforzante llevarlo a cabo, sino también colgarlo y com-
partirlo a través de la tecnología.
Según este estudio del Teléfono ANAR, 1 de cada 10 de los casos de abuso sexual, se ha
cometido por 2 o más personas, mientras que este fenómeno era prácticamente inexistente
hace una década.
La sexualidad, por tanto, no debe seguir siendo un tema tabú entre padres, madres e hijos/
as, sabiendo que la información no despierta prematuramente el comportamiento sexual, muy
al contrario, si es adecuada fomenta la responsabilidad y evita que se desarrolle de manera
negativa.
Como hemos visto, el abuso sexual es una forma de maltrato infantil y es importante preve-
nirlo desde que son pequeños asociándolo a una práctica agresiva y dentro de una pre-
vención general que también afecta a otras situaciones negativas para la salud como no
dejar que nadie les pegue, les insulte o no irse con personas desconocidas. En definitiva
enseñarles que “nadie tiene derecho a hacerles daño o a hacerles algo que ellos/as no
quieran o les perjudique”.
Por otro lado, debemos saber que las secuelas físicas o las marcas visibles son muy poco pro-
bables. Según el presente estudio presentado por Fundación ANAR: en 8 de cada 10 casos
no hay marcas físicas visibles, lo que implica la importancia de estar atento a las señales de
alerta, posteriormente descritas.
Señales de alerta
• Revelación o verbalizaciones del niño/a de un posible abuso o acercamiento inapro-
piado.
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Saber abordar el abuso sexual a nivel familiar es una necesidad, ya que puede ser un aconte-
cimiento al que tengamos que hacer frente.
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La prevención, también en los abusos, es el elemento clave, por lo que hay que alentar la co-
municación con ellos/as, que sepan identificar la diferencia entre los “secretos malos” (que nos
hacen sentir mal) y los “secretos buenos”.
Que sepan desde la primera infancia que su cuerpo es suyo, les pertenece y deben decir NO
cuando alguien quiera tocarles o acercarse íntimamente. Es importante enseñarles a que apren-
dan a hacerse cargo de sus cuidados más íntimos desde edades tempranas (3 años aproxima-
damente) y con nuestra ayuda. Respetar que tengan su instinto si algo les hace sentir rechazo
y no sean niños/as complacientes con los adultos. Desconfiar de aquellos adultos que quieren
ofrecerles regalos, juguetes, dinero y les manifiesten que son sus “favoritos”, como estrategia
para conseguir favores.
pasará a él o a su familia. Por ello, es muy importante enseñar, sobre todo a los peque-
ños, a distinguir entre “secretos buenos” (una sorpresa para un regalo) y “secretos ma-
los” (cuando sientes que no estás bien callándote). Además, es necesario que les remar-
quéis que ante este tipo de actuaciones, el único culpable es la persona que está
obligándole a hacer algo que no quiere hacer.
• Enseñadles los riesgos que existen a través de las nuevas tecnologías.
El Sexting, el Grooming y otras formas de ciberacoso son algunos de ellos. Los/as
adolescentes manejan de forma constante el mundo de las nuevas tecnologías sin
saber que existen conductas que les pueden poner en riesgo. En este sentido, es
muy importante que les alertéis sobre la falsa identidad que pueden tener algunas
personas que contacten con ellos/as porque pueden querer aprovecharse y tener
intenciones que nada tienen que ver con lo que ellos/as tienen en mente. Por esto,
es necesario que no den datos personales suyos, no difundan imágenes propias
a través de la red, ni queden personalmente con nadie para conocerse. Además,
deben saber que difundir imágenes de contenido sexual de otras personas, es
un delito.
• No pongáis en duda el testimonio de vuestro hijo/a cuando os dice que ha sufrido
abuso sexual.
Cuando un niño o una niña pequeño/a habla de abuso sexual no lo pongáis en duda,
porque algo le está pasando. Para él/ella supone un gran esfuerzo contarlo porque se
siente mal. Reforzadle lo valiente que está siendo al hablar sobre lo que le ha ocurrido
y hacedle saber que vosotros, sus padres/madres, vais a hacer cuanto esté en vuestra
mano para protegerle/a.
Por otro lado, en niños/as muy pequeños, una conducta que debe hacernos sospe-
char, son los juegos sexualizados. Ante la duda, consultad al Teléfono ANAR.
• La exploración de este tipo de problemas debe hacerse siempre por un profesional en
la materia.
Mantened una actitud de serenidad ante vuestro hijos/a y tened cuidado con las pre-
guntas que le hacéis sobre la situación que ha vivido. A pesar de la angustia, la rabia,
el miedo y cuantas emociones negativas os genere, escuchar que vuestro hijo/a ha
sido víctima de abuso sexual, tratad de no agobiarlo con preguntas porque puede
bloquearse, retractarse y no querer contar más. El acogimiento que vosotros le deis y la
angustia que mostréis, será lo que determine el significado y la emoción que le de
vuestro hijo/a al acontecimiento. Por ello, es importante que sean los profesionales
competentes quienes indaguen cómo han ocurrido los hechos.
• No culpabilicéis ni juzguéis a vuestro hijo/a cuando os esté contando lo que le ha
ocurrido y protegerles denunciando los hechos.
Si vuestro hijo/a os está contando que ha sido víctima de un abuso sexual, no le culpa-
bilicéis por ello. En ocasiones, los sentimientos desagradables que podéis sentir al sa-
ber lo que ha ocurrido, pueden haceros culpar a vuestro hijo/a o decirle lo que debe-
ría haber hecho. Pensad que ha pasado por una situación, en la que, dependiendo de
la edad, se ha podido sentir partícipe sin tener conocimiento o incluso viviendo algo
desagradable y traumático. Por ese motivo, lo que ahora necesita es sentir que vosotros
le entendéis, apoyáis y protegéis. La única persona culpable en un abuso sexual, es
quien comete los abusos. Por eso es importante, denunciar los hechos a las autoridades
competentes.
Abuso sexual en la infancia/adolescencia según los afectados y su evolución en España
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La influencia de las nuevas tecnologías: Los menores de edad tienen fácil acceso a las nuevas
tecnologías desde edades muy tempranas y los progenitores en muchas ocasiones no tienen
conciencia de los riesgos que pueden surgir. Por ello, insistimos en incentivar a los/las padres/
madres el uso de controles parentales, a informarse de los pros y contras del uso de las redes,
prevención, uso adecuado, revisión de los contenidos, lugar donde ubicar los ordenadores…
El centro escolar tiene un valor fundamental a la hora de fomentar conductas saludables, actitu-
des positivas y responsables, y no sólo conocimientos puramente biológicos, sino subrayar la
importancia que tiene una educación afectivo-sexual que sea preventiva de conductas de ries-
go, así como en igualdad de género.
Una forma habitual de detección de abusos sexuales es a través de los profesionales que
trabajan con los/las niños/as y adolescentes (profesores y pediatras principalmente). Es muy
importante que los profesionales que trabajáis con menores de edad estéis bien formados y
conozcáis los protocolos de actuación, la obligación que impone la Ley de notificar y/o denun-
ciar esas situaciones cuando seamos conocedores o simplemente tengamos sospechas de las
mismas. Obligación reforzada para los profesionales.
Las personas adultas que han sufrido algún tipo de abuso sexual en su niñez o adolescencia,
pueden tener problemas a lo largo de su vida y suelen necesitar un apoyo o terapia psicológi-
ca especializada para elaborarlos.
Cuando un menor de edad, informa o manifiesta señales de que está siendo abusado, hay que
creerle. Los niños inventan historias pero muy rara vez lo hacen sobre relaciones sexuales imagi-
narias con adultos. No tienen aún la madurez suficiente para entender estas cuestiones. A ve-
ces, es difícil que un/a niño/a cuente lo que le está pasando porque él/ella mismo/a no tiene
explicación para ello, pero hay señales que hablan de que puede estar teniendo este proble-
ma. Por tanto, hay que estar atentos a los principales síntomas (Beitchman et al., 1991;
Echeburúa y Guerricaechavarría, 2000; Finkelhor y Berliner, 1995; Jones, 2008):
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Destacamos en este sentido la importancia del relato como sostén de las citadas campañas.
Está demostrado en esta y otras vivencias, como hemos ilustrado con la literatura sobre la mate-
ria en el capítulo relativo a la revelación, que poner palabras al abuso sufrido no sólo promue-
ve la comprensión y toma de conciencia de lo sucedido por parte del propio menor de edad,
sino que ayuda además a otras víctimas a recorrer el mismo proceso al reconocerse en el rela-
to, y favorece asimismo que la sociedad en su conjunto conozca y se corresponsabilice de este
problema social. En definitiva, poner nombres a las cosas permite al menor de edad ordenar la
realidad sobre lo que le está pasando o le podría suceder, y de ese modo, lo rescata de sen-
timientos paralizantes, como la culpa, la vergüenza o el miedo, que favorecen que el fenómeno
permanezca oculto y agravan las consecuencias del daño sufrido. Es cuando el menor de
edad obtiene claridad cuando puede decir ‘no’ a los abusos, o revelar lo sucedido y pedir
ayuda. El relato, por tanto, tiene una doble función preventiva y protectora.
Mayor coordinación profesional, de esta manera la intervención será más eficaz, y se obtendrá
un mejor resultado para las víctimas.
Potenciar recursos de apoyo psicológico. Tras comprobar los recursos existentes en esta materia,
observamos que no en todas las Comunidades Autónomas existen recursos especializados por
lo que los menores de edad son atendidos por recursos generales como Salud Mental, lo que
conlleva una atención muy espaciada en el tiempo.
Tener presente que la educación afectivo- sexual en centros escolares es clave: Si los/las meno-
res de edad tienen una mayor educación afectivo- sexual, serán capaces de reconocer relacio-
nes sanas y dinámicas de relación no nocivas, igualitarias.
Informar a los menores de edad de sus derechos. Los menores de edad deben conocer sus
derechos más elementales como: Derecho a la Intimidad, Derecho a ser escuchado, etc… Solo
si conocen estos derechos, van a ser capaces de reconocer cuando se han vulnerado.
Información para las familias de los protocolos. Realmente surgen dudas para saber cómo
actuar ante un caso de abuso que se nos presenta en nuestra familia. ¿Qué hago primero?,
¿le llevo al médico?, ¿denuncio? La información es importante y desde el Teléfono ANAR
de la Familia y los Centros Escolares podemos orientarles a lo largo de las 24 horas del día.
Como ya se ha señalado a lo largo del Estudio, el conocimiento que se tiene sobre el abuso
sexual en España es insuficiente. Con carácter general, para afrontar cualquier problemática e
implementar las acciones necesarias para ponerle solución es básico conocerla en profundi-
dad: su existencia, dimensión, posibles factores determinantes, consecuencias que está generan-
do a corto, medio y largo plazo, deficiencias en su afrontamiento, buenas prácticas que, en
relación al mismo, se pudieran estar ya llevando a cabo, etc. El objetivo de Fundación ANAR
con este Estudio es arrojar algo más de luz sobre el abuso sexual en la Infancia, abordar con
datos esta problemática, legitimar el daño de las víctimas y reconocer que se trata de un he-
cho mucho más frecuente de lo que podamos esperar, para que se adopten las medidas insti-
tucionales necesarias para su prevención, detección temprana y se doten los medios asistencia-
les necesarios para que las víctimas/supervivientes de los abusos sexuales puedan tener la
recuperación digna que se merecen.
En este contexto, todas las medidas que proponemos en el presente documento, entendemos
que han de adoptarse en el marco de un 1 Pacto de Estado por la Infancia, y, de la 2 Ley Orgá-
nica de Protección Integral a la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia en tramitación
parlamentaria en este momento. De hecho buena parte de las medidas que aquí planteamos
han sido incorporadas al Proyecto de esta Ley Orgánica, a raíz de nuestras aportaciones a lo
largo de su tramitación hasta el día de hoy. Confiamos en que la versión final de la Ley las
mantenga e incorpore la totalidad de nuestras aportaciones.
Desde un punto de vista internacional, la Convención sobre los derechos del Niño de Nacio-
nes Unidas, en su artículo 19, reconoce el derecho del niño a ser protegido contra toda forma
de violencia. En la misma línea la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea
reconoce, en su artículo 24, que los menores de edad tienen derecho a la protección y cuida-
dos necesarios para su bienestar. Nuestra Constitución consagra, en su artículo 39, la protec-
ción integral de los hijos por parte de los poderes públicos como principio rector de la política
social y económica.
Como señala esta nueva Estrategia y, como también queda reflejado con datos a lo largo de
este Estudio, los abusos sexuales de menores constituyen un delito particularmente grave que
provoca un amplio abanico de consecuencias permanentes y duras para las víctimas.
Al perjudicar a los niños, dichos actos delictivos causan también un daño social significativo
a largo plazo
1
La pasada legislatura se aprobó en el Pleno del Congreso de los Diputados, con apoyo de todos los grupos
parlamentarios, una Proposición No de Ley impulsada por la Plataforma de Infancia a través de la cual se insta
al Gobierno a alcanzar un Pacto de Estado por la Infancia.
2
El 9 de junio de 2020 el Gobierno aprobó remitir a las Cortes Generales el Proyecto de Ley Orgánica de
Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia.
3
Fundación ANAR tuvo la oportunidad de participar en la elaboración de esta Estrategia, trasladando a la
Comisión nuestras aportaciones en esta materia.
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En palabras de la Comisión “La lucha contra el abuso sexual de menores precisa ser abordada
desde numerosos frentes, incluso por la sociedad en su conjunto. Solamente cuando se intensi-
fique el trabajo en relación con la prevención, denuncia, derivación a una institución, investiga-
ción, protección e identificación, el tratamiento y seguimiento de cada uno de los casos, podrá
producirse un verdadero progreso. Los servicios sociales, los profesionales sanitarios, los acadé-
micos, los investigadores, los educadores, las autoridades judiciales, las fuerzas y cuerpos de
seguridad, los menores, las familias, las organizaciones no gubernamentales (ONG), los me-
dios de comunicación y la sociedad en general tienen que desempeñar cada uno su papel, en
un planteamiento realmente multilateral y multidisciplinar”.
Además, como ya se ha señalado a lo largo del Estudio, la prevención puede también ayudar
a la detección de abusos sexuales que estén sufriendo menores de edad y que, a través de las
actuaciones de prevención, puedan reconocerse como víctimas del delito, ponerle palabras a
lo que les está sucediendo y contarlo.
Propuestas de Prevención
• Fomentar la concienciación y sensibilización social sobre el abuso sexual infantil a través
de campañas informativas que tan eficaces han resultado en otras materias. Campañas
dirigidas hacia la sociedad en general y a colectivos específicos en particular (niños, ni-
ñas y adolescentes, padres/profesionales...).
Se trata de que todos los ciudadanos:
– Tomen conciencia de que el abuso sexual hacia niños y niñas existe en nuestro
país y no es un fenómeno aislado, aunque permanezca en muchas ocasiones de
forma oculta y silenciosa.
– Conozcan la obligación que les impone la Ley de notificar y/o denunciar esas situa-
ciones cuando sean conocedores o simplemente tengan sospechas de las mismas.
Obligación reforzada para los profesionales.
• Desterrar falsas creencias que dificultan enormemente la identificación del abuso sexual
infantil y, en consecuencia, impiden su detección y facilitan que se prolongue en el tiem-
po. Muchas de ellas las escuchamos en nuestro día a día en el Teléfono ANAR, las
desmentimos e informamos sobre la realidad del abuso sexual infantil:
– El abuso sexual puede consistir tanto en penetración como en tocamientos.
– La mayoría de los agresores son personas del entorno familiar o cercano del menor
de edad.
– Los agresores sexuales no son enfermos mentales. Son plenamente responsables de
su conducta delictiva.
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– Los niños o niñas no mienten ni se inventan cosas cuando revelan que están siendo
víctimas de abuso sexual.
– El culpable siempre es el agresor.
– El abuso sexual afecta a niños/as y adolescentes de todas las edades.
– El secreto profesional permite la denuncia del delito.
• Terminar con la desigualdad de género y con el prototipo dominio y sumisión como pre-
supuesto de la relación sexual hombre-mujer. Es cierto, como refleja el estudio, que el
abuso sexual infantil no le sucede sólo a las niñas/adolescentes pero, también lo es que
estas representan la mayoría de las víctimas. Según los datos del Estudio, solo una de
cada cinco víctimas es varón. A su vez el agresor prácticamente en la totalidad de los
casos (95,8%) es un varón. Se trata de avanzar en la efectiva consecución de la igual-
dad en el ámbito de la facultad de decidir sobre las relaciones sexuales. Todo ello, sin
olvidar, por supuesto, que, aunque en una menor proporción, los varones también son
abusados e, incluso, es más fácil que pasen desapercibidos por los roles que tienen en
esta sociedad.
• Regular el acceso y uso por los menores de edad de Internet y medios digitales para
evitar que se vean expuestos a contenidos violentos o inapropiados para ellos/as. Los
editores y publicadores de contenidos para adultos en Internet en España, deben estar
obligados a utilizar métodos o herramientas efectivas para verificar la mayoría de edad
de sus usuarios/as, más allá de la petición al propio usuario/a para que confirme su
edad, para evitar el acceso a los mismos de personas menores de edad.
Como ha quedado reflejado a lo largo del Estudio, nos preocupa enormemente el fácil
acceso de los menores de edad a contenidos pornográficos en Internet por las terribles
consecuencias para ellos de las que somos testigos. Por ello, venimos proponiendo des-
de hace tiempo el bloqueo del acceso de menores de edad a pornografía a través de
los medios que resulten técnicamente convenientes como puede ser el solicitar el DNI o
documento identificativo equivalente, sin perjuicio de salvaguardar los datos personales
de los adultos que acceden a esos contenidos.
La pornografía envilece a la mujer pues en ella se la muestra como un objeto sexual lo
cual degrada su valor como mujer y refuerza actitudes sexistas que, a la larga, favorecen
la violencia de género.
En la pornografía además se normalizan comportamientos que no son normales para los
menores de edad. Lo reiterado se convierte en normal para ellos desarrollando patrones
de conducta que no se corresponden con su edad, contribuyendo a generar un desajus-
te en su evolución psicosocial pues no desarrollan su sexualidad en el momento adecua-
do.
• Trabajar desde edades tempranas con niños y niñas para su formación en derechos y,
específicamente, en la prevención, detección y forma de notificación del abuso sexual
infantil. Sólo cuando conocen que su cuerpo es suyo y que nadie tiene derecho a tocarlo
o invadirlo ni siquiera sus familiares, pueden identificar la conducta de abuso y, por tanto,
contar lo que les está sucediendo.
• Facilitar a madres y padres información general sobre esta problemática y formas
concretas de prevenir un posible abuso sexual. Fomento de las Escuelas de Padres
y Madres.
• Garantizar el conocimiento por niños/as y adolescentes de la Línea de Ayuda a la Infan-
cia: Teléfono ANAR como una herramienta de prevención más.
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• Exigir para los trabajos que impliquen contacto habitual con menores de edad el Certifi-
cado del Registro de Delincuentes Sexuales de forma periódica y no sólo en el momento
de acceso al mismo.
• Aprobar el IV Plan de acción contra la explotación sexual de la Infancia y la Adolescen-
cia, que de continuidad a los Planes anteriores que han tenido como objetivo fomentar la
prevención y la atención de las diferentes formas de explotación sexual infantil y restable-
cer los derechos de los niños y niñas víctimas de estos delitos
DETECCIÓN-NOTIFICACIÓN
Una vez que la prevención no ha sido suficiente y se está produciendo el abuso sexual, resulta
fundamental su detección temprana para minimizar daños.
Como bien señala el Estudio, la revelación del abuso puede tener lugar en cualquier momento.
Esta revelación es especialmente complicada en estos delitos por el pacto de silencio que el
agresor ha conseguido establecer con la víctima y que infunde en ésta sentimientos de culpa,
vergüenza, miedo a represalias, temor a no ser creído, así como, en caso de víctimas más pe-
queñas, por su propia imposibilidad de verbalizar.
Cuando no hay revelación, los síntomas físicos o psicosomáticos que puede presentar la víctima
han de alertar que algo está pasando.
Por las consideraciones anteriores, cobran un papel esencial las personas que están en el entor-
no del menor de edad tanto por la posible revelación como por el reconocimiento de síntomas
que pueden hacer sospechar de la posible existencia de un abuso sexual. La rápida detec-
ción-notificación de los hechos depende, en buena medida, de su capacidad para detectar las
señales de alarma y actuar en consecuencia.
Propuestas de Detección-Notificación
• Formación a los padres para que puedan identificar posibles señales/indicadores y sa-
ber cómo actuar/responder ante la revelación del abuso, cuestión esta última, esencial
para el cuidado de la víctima y para el propio procedimiento penal consecuencia de la
denuncia. Fomento de las Escuelas de Madres y Padres.
• Formación, inicial y continuada, en abuso sexual infantil de los profesionales que están en con-
tacto con menores de edad en los diferentes ámbitos: escolar, lúdico, deportivo, sanitario, etc.
Es fundamental que estos profesionales, además de detectar el abuso, conozcan su obli-
gación de denunciarlo y procedan a ello.
• Protección con garantías a los ciudadanos que detectan y tienen voluntad de notificar un
posible abuso sexual. Es importante, de cara a facilitar la comunicación o denuncia de
los abusos, que los ciudadanos que detectan y pretenden notificar un posible abuso se-
xual no se vean expuestos. Para ello, consideramos fundamental la reserva de sus datos
en los ámbitos social y policial:
– Que se permita la reserva de sus datos, de tal forma que sean conocidos y registra-
dos por el Organismo o Autoridad correspondiente del ámbito de Protección de
Menores, pero que nunca lleguen a ser conocidos por el posible agresor/a y así se
le informe de ello.
– Que Fuerzas y Cuerpos de Seguridad mantengan el anonimato del denunciante que
así lo solicite por existir un riesgo grave para su vida, integridad física o moral o la
de su familia en caso de que su identidad fuera conocida por el posible agresor/a.
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Ello sin perjuicio de que sus datos queden reservados a las Autoridades Policiales
para que puedan actuar en caso de denuncias fraudulentas.
• Difusión de la Línea de Ayuda a la Infancia: El Teléfono ANAR como canal de ayuda
accesible, confidencial y apto para menores de edad para la detección y notificación
del abuso sexual infantil.
• Toma de conciencia de que un menor de edad con grado de madurez suficiente está
capacitado y legitimado para presentar una denuncia.
• Una vez revelado el abuso sexual, consideramos esencial:
– Denuncia y exploración médico-forense:
– Psicólogos de guardia que faciliten a FFCCS y a la propia Autoridad Judicial la
toma de testimonio de la víctima.
– Respecto a los agresores menores de 14 años, reconocimiento médico y psicológi-
co preceptivo, y estudio de su situación personal y familiar puesto que los estudios
en la materia constatan la escasa probabilidad de que sus conductas se lleven a
cabo por propia iniciativa; en la mayoría de los casos estos menores de edad han
sido igualmente abusados (activamente o por exposición).
– En el caso de que la víctima tenga hermanos también menores de edad o en el do-
micilio familiar existan otros menores de edad, debe procederse a su exploración de
cara a confirmar o descartar otros posibles abusos sexuales.
– Consentimiento suficiente de uno solo de los progenitores para acceder a un Recurso
especializado en materia de abuso sexual.
– Implicación y colaboración de los ciudadanos, empresas tecnológicas, administra-
ciones públicas y organizaciones sociales de infancia para la detección, bloqueo y
persecución de posibles casos de abuso, explotación sexual y pornografía infantil en
Internet, en cooperación con Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Fiscalías y Autorida-
des Judiciales.
INTERVENCIÓN
Tan importante es una detección y notificación temprana como una cuidada intervención poste-
rior de forma que no cause más daño o sufrimiento adicional a la víctima, minimice los daños y
facilite su reparación.
En el caso de las víctimas menores de edad, la Fiscalía velará especialmente por el cumplimien-
to de este derecho de protección, adoptando las medidas adecuadas a su interés superior
cuando resulte necesario para impedir o reducir los perjuicios que para ellos puedan derivar
del desarrollo del proceso”.
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El abuso sexual infantil es un delito que, por sus especiales características, se comete sin presen-
cia de testigos y en el que además es habitual que no deje marcas físicas/pruebas objetivas.
Según el Estudio en el 80,2% de los casos para los que disponemos de información, el abuso
sexual no deja marcas o heridas.
Son circunstancias (ausencia de testigos y de marcas físicas) que, de cara al proceso pe-
nal, dificultan enormemente la prueba de los hechos y que, por tanto, requieren una forma-
ción específica y cualificada de los distintos profesionales que intervienen (FFCCS, jueces,
fiscales, forenses, equipos psico-sociales, abogados…). Esta formación es esencial para
una correcta valoración técnica de la situación denunciada y de las pruebas disponibles
así como para evitar un archivo de la causa por no resultar acreditada la comisión del
delito.
Como señala el Estudio, tener una mirada sensible es fundamental para saber que un niño/a
que gesticula o verbaliza dolor o molestia en alguna zona de su cuerpo puede significar que
es víctima de alguna forma de violencia, o más concretamente de un abuso sexual. Los niños/
as suelen poner de manifiesto angustia, miedo, vergüenza y sentimientos de culpabilidad. Con
frecuencia lloran durante el relato de los hechos y sufren bloqueos emocionales.
Sin esa mirada sensible, que es una mirada técnicamente formada, pueden malinterpretarse
todas estas reacciones y bloqueos emocionales en el sentido de entender que el testimonio del
niño/a no tiene credibilidad.
Esta consideración adquiere todavía más fuerza al observar que, según datos del Estudio, 4 de
cada 10 víctimas son menores de 12 años y el 16% de las víctimas tiene 5 años o menos. Son
estas víctimas todavía más vulnerables al poseer menos habilidades y recursos personales,
siendo más difícil para ellas expresar lo que les ocurre. En datos del Estudio en el 18,2 % de los
casos y, tras la denuncia del abuso sexual, se produce el archivo judicial del caso por falta de
pruebas. Archivo judicial por falta de pruebas que es más habitual entre los más pequeños
(23,2% entre grupo de víctimas de doce o menos años).
Propuestas de Intervención
• No prescripción de los delitos contra la libertad sexual cometidos contra menores de
edad, habida cuenta de que, como nos muestra la realidad diaria, frecuentemente la
víctima no toma conciencia de que ha sufrido abusos hasta la etapa adulta o bien es en
esa etapa donde consigue romper el pacto de silencio impuesto por el agresor
• Creación, dentro del orden jurisdiccional penal, de una jurisdicción especializada (tanto
en instrucción como en enjuiciamiento) en delitos cometidos sobre niños, niñas y adoles-
centes con Equipos Psico-Sociales adscritos que cuenten también con funciones de guar-
dia.
Configuración de estos Juzgados y de sus dependencias de forma amigable para los
menores de edad, con espacios y medios técnicos apropiados y seguros para ellos.
Información de este derecho que le asiste al menor desde el mismo momento de la de-
nuncia en FFCCS por parte del funcionario que la recoge.
• Prevalencia del interés superior del menor de edad, tal y como establece la Ley Orgánica de
Protección Jurídica del Menor, en su artículo 2: “En la aplicación de la presente ley y demás
normas que le afecten, así como en las medidas concernientes a los menores que adopten
las instituciones, públicas o privadas, los Tribunales, o los órganos legislativos primará el inte-
rés superior de los mismos sobre cualquier otro interés legítimo que pudiera concurrir”.
Hay que impedir la reiteración delictiva en todo caso y, por tanto, garantizar la seguri-
dad del menor de edad víctima frente al agresor, a través de las medidas que procedan,
desde el mismo momento de presentación de la denuncia. Y ello, aun cuando pueda
entrar en conflicto con otro interés legítimo como puede ser el del presunto autor del deli-
to que, por su vinculación familiar u otro tipo de lazos afectivos, tenga relación con el
menor de edad. La ley posibilita un amplio abanico de medidas de protección, desde la
orden de alejamiento hasta la suspensión o supervisión de las comunicaciones y estan-
cias con la víctima.
• Garantía de que, en todo momento, se evitará que el/la menor de edad víctima se en-
cuentre con su agresor tanto en sede policial como judicial.
• Establecimiento obligatorio de la prueba preconstituida por Ley para los menores de
edad víctimas de abuso sexual con preceptiva intervención de psicólogos expertos que
faciliten la comunicación entre el/la menor de edad y los profesionales del ámbito jurídi-
co y judicial que intervienen en la práctica de la prueba.
• Medidas que garanticen el derecho a la intimidad de la víctima, así como la persecución
a los responsables de posibles filtraciones que vulneran este derecho, ya se den en sede
policial o judicial.
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A. Se establece de nuevo la obligación de todos los ciudadanos de notificar cualquier posi-
ble situaciones o acto de violencia hacia un menor de edad, que se configura más exi-
gente cuando se trate de colectivos que por razón de su cargo, profesión u oficio, tiene
encomendada la asistencia, el cuidado y la enseñanza de aquellos. Se hace especial
referencia a la obligación de notificar cualquier contenido en Internet que implique una
vulneración de la libertad e indemnidad sexual de los menores de edad.
B. Se establece que el plazo de prescripción se contará a partir de que la víctima del delito
haya cumplido 30 años de edad.
C. Se modifica el artículo 261 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para que la excepción
a la dispensa de la obligación de denunciar del cónyuge o familiares cercanos del autor
o autora del delito NO se aplique si se trata de un delito grave cometido contra una
persona menor de edad.
E. Se endurecen las condiciones para el acceso al tercer grado de clasificación penitencia-
ria, a la libertad condicional y a los permisos penitenciarios por parte de las personas
condenadas por delitos que atenten contra la indemnidad y libertad sexual de las perso-
nas menores de 16 años.
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F. Se crea un nuevo tipo delictivo para castigar a quienes, a través de los medios tecnológi-
cos y de la comunicación, promueva la comisión de delitos de naturaleza sexual contra
una menor de edad.
G. Se recogen y refuerza los derechos de los niños, niñas y adolescentes víctimas de cual-
quier tipo de violencia como el derecho a la información y el asesoramiento, a la aten-
ción integral, a la intervención en el procedimiento judicial y a la asistencia jurídica gra-
tuita con independencia de los recursos para litigar.
H. Se establece la obligación de evitar con carácter general la toma de declaración en las
dependencias policiales a una persona menor de edad, salvo en aquellos casos que sea
absolutamente necesario.
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DOI: https://doi.org/10.1157/13084880
*
ANEXO I
Definiciones
No hay una definición única de abuso sexual infantil. Para este Estudio, recogemos la que des-
cribe de forma más precisa la realidad de las peticiones de ayuda recibidas a través de las
Líneas de Ayuda de ANAR.
“Contactos e interacciones entre un niño y un adulto cuando el adulto (agresor) usa al niño/a
para estimularse sexualmente él mismo. El abuso sexual puede ser cometido por una persona
menor de 18 años cuando ésta es significativamente mayor que el niño (víctima) o cuando el
agresor está en una posición de poder o control sobre el otro”. National Center Of Child Abuse
and Neglect (NCCAN-EEUU, 1978).
Por prostitución nos referimos a “El uso de niños en actividades sexuales a cambio de una remu-
neración o cualquier otro tipo de retribución (por ejemplo regalos, comida o vestimenta)” Con-
vención sobre los Derechos del Niño. Art 34.
Por grooming nos referimos a “El ciberacoso ejercido deliberadamente por un adulto para esta-
blecer una relación y un control emocional sobre un menor con el fin de preparar el terreno
para su abuso sexual” (Guía Legal sobre ciberbullying y grooming, 2009).
Por Sexting nos referimos a “Difusión o publicación de imágenes o vídeos de tipo sexual produ-
cidos por el propio remitente, principalmente a través del teléfono móvil” (Guía sobre adolescen-
cia y sexting, 2011).
Por pornografía infantil nos referimos a “Toda representación, por cualquier medio, de un niño
dedicado a actividades sexuales explícitas, reales o simuladas, o toda representación de las
partes genitales de un niño con fines primordialmente sexuales.” Convención sobre los Derechos
del Niño. Art 34.
¡AYÚDANOS A LUCHAR CONTRA EL ABUSO SEXUAL
A MENORES DE EDAD!