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crónicas de su historia
Nº 19 - Año 2017
Los misioneros
jesuitas
y la naturaleza
americana
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Noemí M. Girbal-Blacha
(CEAR-UNQ/CONICET)
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Introducción
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enseñaban dentro de los ámbitos filosóficos. El A principios del siglo XVII, se dio forma a la
criterio científico tal como se lo entiende actual- Provincia Jesuítica del Paraguay, que con es-
mente, no existía entonces, la búsqueda de la tructura religiosa y ayuda política y militar in-
verdad se efectuaba en torno a la Corte, a través tentó organizar la conquista espiritual de tan
de la credibilidad que tenían los científicos y los
amplio territorio, que cubrió prácticamente
tecnólogos del momento y el Rey. La influencia
todo Paraguay, norte de Argentina, Bolivia y
de autores clásicos, como Platón o Aristóteles,
sur de Brasil. Mapa publicado en 1670 realiza-
era enorme y sólo fue debilitándose con el paso
del tiempo y el reemplazo del principio de auto- do por J. Blaeu (1596-1673)
ridad por criterios más modernos. Las nuevas
ideas renovadoras se pondrán en práctica a par-
tir del siglo XVII, aunque será en el siglo XVIII
que alcanzarán su apogeo y las ciencias natura-
les no quedarán exentas a los cambios y experi-
mentaran su transformación con la aparición de
las clasificaciones sistemáticas.
Los primeros misioneros pertenecientes a la
Compañía de Jesús llegaron a Sudamérica en el
año l586 procedentes de la región peruana del
Cuzco. Los Padres Francisco Angulo y Alonso
Barzana, se internaron en la Provincia del Tucu-
mán, (Gran Chaco) para evangelizar etnias Mata-
rás, Tonocotes y Lules. Otra ruta de penetración
utilizaron los sacerdotes Tomás Fields y José Or-
tega, quienes desde de Brasil recorrieron la re-
gión del Guayrá, expandiendo su labor entre los
indios guaraníes principalmente.
Misioneros de otras Órdenes recorrieron la re-
gión chaqueña antes que los jesuitas, Fray Luis
de Bolaños, por ejemplo, dejó aportes sustancia-
les. Sin embargo los jesuitas fueron quienes más
sobresalieron y escribieron muchísimo sobre la
naturaleza que los rodeaba. La escritura comuni-
taria fue uno de los pilares en los que se apoyó la
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Las obras historiográficas de carácter general, fueran cartas a familiares u otros documentos
como las de Ludovico Muratori publicada en originales.
1743-1749, Francisco Charlevoix en 1756 o José Muchos renombrados naturalistas y hombres
Gumilla en 1745 por citar sólo algunas, han con- de ciencia del siglo XIX como Charles Darwin,
tribuido enormemente a difundir algunas curio- Alcides d‘Orbigny, Martin De Moussy, Germán
sidades de la naturaleza del nuevo mundo. Luego Burmeister o Félix de Azara, que recorrieron
de la expulsión, ya en el exilio muchos misione- nuestro territorio de punta a punta, leyeron con
ros dedicaron su tiempo a redactar sus crónicas avidez algunas de esas crónicas, al tiempo que
sobre “Las Indias”. Algunas obras se editaron con- ponderaron su valor documental. Otra fue la
forme fueron escritas, mientras otras quedaron suerte que tuvieron los escritos no publicados
inéditas. También hubo ma-
nuscritos o libros a medio ter-
minar que por la muerte de
sus autores no vieron la luz en
su tiempo.
La bibliografía jesuítica es
vastísima, calculándose en
miles las obras, documentos o
cartas de valor científico con
referencia específica a temas
de filosofía natural aristotéli-
ca, física, matemáticas o as-
tronomía. Los misioneros
describieron con prudencia
los hechos relacionados con
la biogeografía y naturaleza
de su entorno. El saber sobre
la naturaleza tuvo una di-
mensión significativa, si se
tiene en cuenta que en el exi-
lio escribieron muchas veces
de memoria y con espíritu co- Reconstrucción de la Manzana de las Luces hacia la época de la expulsión
munitario compartiendo sus de la Compañía (Acuarela de Lola. Freixas, 1924-2011). Colección Instituto de
fuentes documentales, ya Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces).
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durante algún tiempo, que privaron a los mis- (1707-1778), médico y botánico, fundador de la
mos investigadores de noticias significativas, tal Academia Sueca de Ciencias, ideó a partir de
las obras de Pedro Montenegro, Segismundo 1735 una nueva forma de ordenar las especies
Aperger, Cayetano Cattaneo o Florián Paucke, a animales y vegetales. Su postura consistió bási-
lo que debemos sumarle algunos textos aún in- camente en utilizar dos palabras (género y espe-
éditos como los de, por ejemplo, José Francisco cie) para designar a un animal. Esta clasificación
Sánchez Labrador. se llamó Systema Naturae (Sistema de la Naturale-
En los trabajos de los misioneros expulsos za). La primera edición fue apenas un folleto, lle-
puede observarse una mejora en las descripcio- gando en la 12ª edición a tener 2400 páginas. Es-
nes de la naturaleza americana si se los compara tas postulaciones tardaron algún tiempo en ser
con aquéllos textos escritos en América. Esto se aceptadas universalmente, y sufrieron conforme
debe a que en Europa pudieron reorganizar los a los adelantos de las ciencias y los descubri-
datos a la luz de las nuevas ideas. mientos, modificaciones más o menos substan-
ciales.
La ambición de fomentar el estudio de la natu-
En la Manzana de las Luces raleza con criterio científico y hacerlo a la vez ac-
cesible a todo público impulsó por otro lado, al sa-
La mayoría, por no decir todos los misioneros bio francés Jorge Luis Le Clerc, Conde de Buffon
jesuitas incluidos en esta publicación, se relacio- (1707-1788), a producir una suerte de paralelismo
nan de una u otra manera con la hoy llamada “La con los científicos coetáneos seguidores de la doc-
Manzana de las Luces”. Es sabido que apenas lle- trina linneana. Buffon, consideraba que no había
gaban de Europa, los misioneros pasaban unas en la naturaleza más que individuos. “Los géneros,
semanas en la Buenos Aires de entonces, repo- órdenes y clasificaciones sólo existen en nuestra imagi-
niendo fuerzas para luego seguir a los distintos nación”. Tuvo gran difusión e influencia su obra
centros de estudio o reducciones. Por sus cróni- “Historie Naturalle des animaux”, editada en 1749,
cas conocemos muchos detalles que tanto enri- destacada por el estilo literario, sin nomenclatura
quecen la memoria del lugar. Asimismo al mo- científica pero precisa y de enorme riqueza infor-
mento de la expulsión pasaron por el lugar en mativa, caracterizada por los extravagantes nom-
calidad de detenidos o presos, esperando ser em- bres que aplicó a las especies que llegaban a sus
barcados para Europa. Sobresalen por su interés manos para ser clasificadas.
las crónicas de Thomás Falkner como boticario y El celo por mantener o instaurar ideas renova-
asesor de establecimiento. Poco tiempo después doras propias de la época, motivó un antagonis-
de su llegada al Río de la Plata Florián Paucke mo entre ambos naturalistas, a tal punto que
anotó muchos datos descriptivos y agregará más Linneo, bautizó con el nombre de Buffonia una
cuando visite el lugar como director de una ban- planta de aroma nauseabundo. Como intendente
da musical de niños que había sido invitada des- del jardín del Rey, Buffon se encargó muy bien de
de Santa Fe expresamente para tocar allí. Ade- hacerse conocido y amigo de todas las clases so-
más Martín Dobrizhoffer, Antonio Sepp, Carlos ciales, convirtiéndose hasta comienzo del siglo
Gervasoni, Cayetano Cattaneo, José Peramás, XIX en un referente importante, casi obligado,
Buenaventura Suárez y tantos otros describen principalmente del clero y muchos viajeros natu-
en sus obras interesantes anécdotas. ralistas. Tal fue su reputación, que los piratas de-
volvían las cajas y baúles destinadas a él. En la
práctica, la literatura jesuítica relacionada con las
ciencias naturales escrita desde mediados del si-
La clasificación de las especies glo XVIII en adelante se vio notoriamente influen-
(Linneo y Buffon) ciada por los argumentos de Buffon. Muy pocos
misioneros incorporaron en sus textos la clasifi-
Hacia mediados del siglo XVIII, las ciencias cación binominal, excepción hecha por Ignacio
naturales, en su acepción actual, estaban en sus Molina y Sánchez Labrador quién a punto estuvo
comienzos. El naturalista sueco Carl von Linné de utilizar el sistema linneano en sus obras.
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Carlos Linneo por A. Roslin (1775). Retrato en Georges Louis Leclerc, Conde de Buffon. Portada del 1er Tomo del
la Real Academia Sueca de las Ciencias. Retrato por François-Hubert Drouais “Systema Naturae”de Linneo,
(1727-1775). publicado en 1758
Biografías de algunos importantes tas de interés histórico que intercambió con Am-
brosio Funes -quién además era su apoderado- y
misioneros relacionados con
algunas otras que escribió al Padre Provincial Ni-
las ciencias naturales colás Contucci. Al momento de la expulsión Ca-
Ordenados alfabéticamente maño partió desde El Callao con destino a Cádiz,
juntándose con compañeros de la orden llegados
desde las misiones de Chile. Se radicó en Faenza
(Italia) y allí se dedicó al estudio de la lingüística
Segismundo Aperger americana y la etnografía. De ese período se co-
nocen varias misivas intercambiadas con el gran
Nació en Alemania en 1687, falleció en Após- matemático y astrónomo Lorenzo Hervás y Pan-
toles, Misiones en 1772. Fue médico de profesión, duro. Fue además un destacado naturalista, his-
aunque sin título. Su acción misionera la efectuó toriador, geógrafo y cartógrafo, relacionándose
en Apóstoles desde 1753 hasta sus últimos días. con conocidos miembros de la Compañía que ha-
Se le atribuye un herbario, que de manera ma- bían actuado en tierras americanas. Elaboró algu-
nuscrita, llegó a tener gran difusión. Fue elogia- nos mapas de la región, sobresaliendo su “Mapa
do por diversos naturalistas, entre ellos Félix de de la Región del Chaco”, publicado en la obra de
Azara, Martín De Mussy, Eduardo Holmberg. Al José Jolís. Alrededor de 1778 escribió una carta re-
momento de la expulsión se encontraba muy en- lación que Guillermo Furlong publicó bajo el título
fermo, por ello fue el único misionero jesuita que
se quedó en el Río de la Plata.
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José Cardiel
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Palo Borracho: “La forma del Zamuu es tan ridícula como su de-
nominación. Los Españoles le dan el nombre de palo borracho, el
árbol ebrio. Crece muy alto. Su tronco está ceñido con grandes
espinas en todas partes. Sus flores son grandes y de bello color
rojo. Su tronco tiene un aspecto extraño. Arriba y abajo es delga-
do pero en el centro es ancho cual un barril. Por esto mismo se
fabrican de buen grado de su madera blanda unas botijas o ba-
rriles. Cuanto más dista de los ríos, tanto más se expande. Tanto
teme al agua, pero no por ello es estéril pues produce una fruta
redonda parecida a los zapallos grandes y de cáscara dura que
al quedar madura se abre por sí misma y entonces exhibe en su
interior unas vedijas lanosas cual algodón. Estas son finas como
la seda pero de hebritas tan cortas que solo con mucho trabajo
pueden hilarse. Las espinas del Zamuu parecen haber crecido no
en perjuicio del ser humano sino para su provecho pues macha-
cadas y hervidas en agua, la enrojecen y la hacen muy curativa
para ojos enfermos. Igual virtud tienen también sus hojas.” Texto
Martín Dobrizhoffer.
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ria tantas plantas, raíces, resinas, maderas y frutas que de una nave que comercializaba esclavos desde
si se conocieran todas sus fuerzas y cualidades, no se África a América. La Royal Society lo comisionó
necesitarían para ninguna enfermedad las farmacias eu- para estudiar los beneficios terapéuticos de algu-
ropeas pues, según el testimonio de Séneca, la ciencia nas especies vegetales americanas.
médica consistió en tiempos antiguos en el conocimiento En 1730 desembarcó en Buenos Aires, donde
de unas pocas hierbas de modo que recién poco a poco ha inesperadamente contrajo una enfermedad que le
sido ampliada a este grado su inmensidad actual”. impidió seguir camino y tuvo que quedarse. Su sa-
El libro de Dobrizhoffer merece ser estudiado lud quedó a cargo de los misioneros jesuitas y se-
detenidamente ya que en toda la obra se encuen- guramente esta fue la causa que lo motivó a incor-
tran desperdigadas noticias enriquecedoras so- porarse a la Compañía de Jesús. Dos años más tar-
bre historia natural. Tal el caso de la descripción de, fue formalmente aceptado como miembro y
de los curanderos indígenas mencionando mu- cumpliendo con las normativas, estudió en Córdo-
chísimas propiedades farmacológicas tanto de ba Teología y Filosofía y ejerció durante un tiempo
animales como de vegetales que aquellas etnias la medicina e instaló una botica muy famosa (véa-
utilizaban para aliviar dolencias e infecciones. se al respecto el Nº 18 de esta serie de Cuadernos),
Reconocidos naturalistas del siglo XIX como que fue la primera establecida en dicha Ciudad. A
Darwin, d´Orbigny, etc. leyeron y aprovecharon partir de 1744 formó parte de un grupo de misio-
su obra. Mencionemos de paso que Darwin, al neros seleccionados para recorrer el sur de Buenos
describir para la ciencia al Ñandú Petiso, comentó Aires con la intención de fundar nuevos asenta-
haber encontrado en el libro de Dobrizhoffer refe- mientos, entablar amistad con los indígenas y
rencias concretas sobre la especie citándolo espe- avanzar las líneas de frontera. Los viajes se hicie-
cíficamente. Se puede afirmar que el contenido de ron por tierra, a considerable distancia de la costa
la obra del Padre Martín Dobrizhoffer mantiene del mar y por caminos que sólo transitaban perió-
aún vigencia pese a los adelantos científicos. dicamente algunos comerciantes e indios. Muchos
lugares de la costa bonaerense, actualmente “tu-
rísticos”, fueron descriptos en la obra de Falkner.
Tomás Falkner En sus páginas no faltan encuentros con tigres o
relatos de caza de ñandúes o venados, pasando re-
Nació en Manchester (Inglaterra) el 6 de octu- vista por toda la fauna y flora autóctona, incluyen-
bre de 1702 y murió en ese mismo país el 30 de do la observación de bosques de tala (talares), cuya
enero de 1784. Tomás Falkner realizó sus prime- presencia en la zona hoy está notoriamente empo-
ros estudios en su ciudad natal y luego viajó a brecida. En los alrededores de Magdalena, se creó
Londres donde, según Guillermo Furlong, estudió la reducción Ntra. Señora de la Concepción, varias
medicina siendo alumno de Isaac Newton. Una veces trasladada por diferentes motivos, de allí la
vez graduado se embarcó como médico a bordo dificultad de hallar el sitio arqueológico. A pocos
kilómetros de Mar del Plata, se estableció un nuevo
asentamiento, llamado Ntra. Señora del Pilar (ac-
tual Laguna de los Padres) y en cercanías de la Sie-
rra de la Ventana la denominada “Sierras del Vol-
La sabiduría y humildad de Dobrizhoffer queda demostrada cán”. Diversas cuestiones hicieron que estas re-
por su propia pluma “…con razón podría reprocharse a mi his- ducciones no prosperaran pese a todos los esfuer-
toria de insuficiente si yo no mencionara brevemente y como zos realizados. Desde 1756 en adelante, encontra-
al pasar por lo menos las propiedades más memorables de los mos al Padre Falkner en diferentes establecimien-
cuadrúpedos, anfibios, aves, peces, plantas, árboles y sus fru- tos (estancias) que los jesuitas disponían para su
tas. Sin duda yo habría contemplado de más cerca y con ma- abastecimiento y se localizaban en los alrededores
yor atención estos espectáculos de la naturaleza en Paraqua- de Santa Fe, Córdoba y norte de Buenos Aires.
ria, si hubiera previsto que escribiría acerca de ellos en Aus- Instalado nuevamente en Córdoba ejerció co-
mo profesor de matemáticas y allí recibió la or-
tria”. Martín Dobrizhoffer
den de expulsión. Fue trasladado a Buenos Aires
con otros misioneros. Enseguida fueron embar-
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Portada Opúsculo
sobre La Patagonia,
escrito por Thomás
Falkner
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des en Breslau, Silesia. Ingresó a la Compañía de reducción, llamada San Pedro, asentada pocos ki-
Jesús en 1736 y tempranamente solicitó su trasla- lómetros al norte de la anterior.
dado a América. El anhelado proyecto se concretó En 1767 los jesuitas fueron expulsados de los te-
a mediados de 1748, cuando el Procurador ante las rritorios de España y Paucke, junto a otros misio-
Cortes de Madrid y Roma, Ladislao Oroz, se encon- neros, parte desde Montevideo con destino a Cádiz
traba en Europa reuniendo misioneros para la Pro- embarcado en la Fragata de guerra “La Esmeralda”.
vincia Jesuítica del Paraguay. Paucke, llegó a Bue- Pasado el tiempo se instaló en el monasterio Cis-
nos Aires a principios de 1749 junto a otros miem- terciense de Swettl, Austria, y allí escribió e ilus-
bros de la Compañía. Terminó sus estudios en Cór- tró sus vivencias americanas, las que quedaron
doba y en 1752 fue destinado a las reducciones de inéditas debido a su fallecimiento. Las memorias
indios mocovíes en San Javier, provincia de Santa de Paucke se publicaron mucho tiempo después
Fe. Posteriormente fue artífice y fundador de otra de su fallecimiento, de manera entrecortada o re-
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Antonio Sepp
Antoni von Sepenburg Zu Salegg, tal su nombre Tucanes: “… se domestican con gran facilidad y en breve,
completo, nació en Bolzano (Italia) en 1655 y falle- teniéndolos en el cuarto, y dándoles de comer y beber (…)
ció en la Reducción de San José (actual provincia Los mansos se alimenten de carne, frutas, y de las semillas
de Misiones, Argentina) en enero de 1733. Era el arracimadas de los árboles de la famosa yerba del Para-
guay o té del sud, donde los hay. Son parecidas estas semi-
llas a las aceitunas chicas (…)”
“La carne del tunca es muy poco y negruzca, sus plumas
“Una vez que navegamos en el Río de la Pla- hacen aparecer grande a esta aves. El pico tiene una sen-
ta, pasamos ora a la derecha, ora a la izquier- sibilidad extraña, bas-
da delante de islas, una cada vez más grande ta que lo toque y ras-
y hermosa que la otra. Los ojos y el corazón pe un perdigón, para
se deleitaban en los espléndidos verdes ár- que el tunca caiga
boles nunca vistos, en las plantas y montes, muerto, como lo expe-
en los arbustos y cercos. Aquí las más lindas rimenté por mí mismo.
palmetas llenas de tempranos frutos amari- De este pico y de la
llos, nos convidaban con sus sombras segu- lengua del tunca, dice
ras, allí el laurel perenne ofrecía amparo de Bomare se supone
las tormentas y los martillazos de los truenos. tenga grandes virtu-
Limeros y limoneros, cargados de sus aromá- des médicas, sin seña-
ticos frutos e innumerables otras, extrañas lar cuales ni cuantas.”
frutas, llamaban al hambriento y al sediento, Texto y dibujo de Sán-
de modo que creíamos navegar en otro pa- chez Labrador.
raíso” Texto de Antonio Sepp.
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Víboras y Serpientes
denominadas
“Sabandijas”
por Paucke en
los ejemplos
Lampalagua y
Serpiente Cascabel.
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cación de esta serie de dibujos la iconografía ar- ros aportes referidos a la ecología regional, que in-
gentina amplió considerablemente sus fronteras. cluye además información sobre la distribución
Vale la pena detenerse un instante para observar histórica de algunas especies hoy desaparecidas o
los desfiles o paradas militares, algunos rituales difíciles de observar. Una ojeada a las ilustracio-
indígenas, los trajes de época, las máscaras, los nes permite reconocer casi un centenar de aves,
gorros o corazas, para darse cuenta de la impor- destacándose diferentes especies de patos, galla-
tancia histórica y etnográfica que encierran di- retas, garzas, cigüeñas, rapaces diurnas y noctur-
chos dibujos. Paucke también ilustró instrumen- nas, loros, guacamayos y pájaros en general como
tos de música y labranza, útiles personales, ele- cardenales, horneros o boyeros, estos últimos con
mentos de equitación, boleadoras, arcos y flechas sus característicos nidos. También fueron inmor-
o lanzas. Historiadores y especialistas como Bo- talizados por el misionero los principales peces de
nifacio del Carril y Aníbal Aguirre Saravia en su la cuenca paranaense, como dorados, bogas, suru-
“Iconografía de Buenos Aires” por ejemplo, seña- bíes, patíes, bagres, sábalos, rayas, etc. Entre los
laron a un pequeño dibujo de Paucke como uno mamíferos se destacan el yaguareté, tapir, puma,
de los primeros en mostrarnos la ciudad de me- carpincho, pecaríes, armadillos y ciervos. Asimis-
diados del siglo XVIII, observada desde el río, con mo Paucke ilustró roedores, nutrias, coipos, vicu-
sus pescadores montados a caballo y algunos ñas, guanacos etc., sin olvidar reptiles, lagartos,
edificios. tortugas y víboras. La botánica fue también copio-
Desde el punto de vista de las ciencias natura- samente ilustrada con muchas especies de árbo-
les sobresale un importante muestreo de la fauna les, palmeras y gran cantidad de plantas herbá-
y flora de la región chaqueña que, indiscutible- ceas agrupadas por especies de interés alimenti-
mente, debe considerarse como uno de los prime- cio, medicinal, textil o tintóreo.
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Agradecimientos
A Julio Rafael Contreras Roqué, Claudio Bertonatti, Carlos Fernández
Balboa, Pablo Iglesias y Alejandro Digiácomo. A Roberto Elissalde y José
Sellés Martínez por la lectura crítica del manuscrito.
Diseño gráfico
Estudio Massolo
Impresión
Celugraf
Javier Alejandro do Brito Cuit 20.23148874.0
Aguilar, Horacio A.
ISBN 978-950-9410-38-1
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COLECCIÓN DE CUADERNOS
“MANZANA DE LAS LUCES –
CRÓNICAS DE SU HISTORIA”
Cuaderno Nº 1
Quiénes y cómo la construyeron por Carlos Moreno
Cuaderno Nº 2
Su significación histórica por Marcela F. Garrido
Cuaderno Nº 3
La pintura en la Manzana de las Luces
por Jorge López Anaya
Cuaderno Nº 4
La historia de nuestras instituciones republicanas y la
Manzana de las Luces por María Sáenz Quesada
Cuaderno Nº 5
La ciencia en la Manzana de las Luces por Julio Orione
Cuaderno Nº 6
Los túneles en la Manzana de las Luces por Enrique M.
Mayochi, Néstor Poitevin y Jorge O. Gazaneo
Cuaderno Nº 7
De la Biblioteca Pública a la Biblioteca Nacional en la
Manzana de las Luces 1810-1884-1901 por Néstor Poitevin
Cuaderno Nº 8
El Colegio Nacional de Buenos Aires
por Gustavo Brandariz
Cuaderno Nº 9
Félix Luna: el oficio de historiador
por María Sáenz Quesada
Cuaderno Nº 10
Domingo Faustino Sarmiento y sus ideas sobre el uso de
la tierra. En el bicentenario de un hombre polémico
por Noemí Girbal-Blacha
Cuaderno Nº 11
Historia del Museo Público de Buenos Aires
por Hugo P. Castello
Cuaderno Nº 12
La Manzana de las Luces en los Planos Antiguos de
Buenos Aires por Elisa Radovanovic
Cuaderno Nº 13
La Academia Nacional de la Historia en la Manzana de las Complejo
Luces (Septiembre 1904-diciembre 1906) MANZANA Histórico
Cultural
por Néstor E. Poitevin DE LAS LUCES Manzana
De Las Luces
Cuaderno Nº 14
Memoria, historia y olvido. Silencios institucionales en
la Manzana de las Luces por Noemí M. Girbal-Bacha
Cuaderno Nº 15
Exactas en la Manzana de las Luces. Memoria de una Complejo
Facultad por Victor A. Ramos MANZANA Histórico
Cultural
DE LAS LUCES Manzana
Cuaderno Nº 16 De Las Luces
El diario La Prensa de Buenos Aires: mucho más que un
diario por Nestor E. Poitevin
Instituto de Investigaciones Históricas Manzana de las Luces
Cuaderno Nº 17 Perú 272 (C1067AAF)
La Compañía de Jesús. De la Plaza Mayor a la “Manzana Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentina
de las Luces” 1609-1662 por Roberto L. Elissalde Tel / Fax. 54-11-4342-3964
www.iihml.org.ar
Cuaderno Nº 18 [email protected] / [email protected]
La botica del Colegio por José Sellés-Martínez
y Eduardo Vázquez
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