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08 Marcos

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El Evangelio según Marcos.

Dimensión histórica

Autor

De la lectura de la obra, escrita directamente en griego semitizante, sólo se puede deducir


que era un cristiano helenista, posiblemente judío. Fue acogida con sumo respeto como
testimonio autorizado de la tradición de Jesús. La autoridad de Marcos en la catequesis de
las primitivas iglesias, a pesar de sus claras imperfecciones, hace pensar a algunos en la
probable influencia de la catequesis de Pedro, seguido fielmente por el evangelista.

Fue editada en forma anónima por un miembro de la comunidad al servicio de la misma, y no


tienen ningún fundamento los intentos de identificar al autor. Se suele aceptar como histórico
el nombre de Marcos, atestiguado unánimemente por la tradición. Cuando la tradición
emplea la pseudoepigrafía para autorizar una obra, la atribuye a autores apostólicos o
directamente vinculados con ellos. Este no es el caso de Marcos, aun cuando pueda ser
identificado con el "Marcos" citado en Hechos (Hch 12,12.25; 15,37.39), por Pablo (Flm 24;
Col 4,10; 2 Tim 4,11) y en 1 Pe 5,13. De todos modos se discute esta identificación y las
relaciones históricas del autor con Pablo y Pedro.

Testimonios de la Tradición

• Papías de Hierápolis (100 d. C.) dice: «Marcos, que fue intérprete de Pedro, puso
cuidadosamente por escrito, aunque sin orden, lo que recordaba de lo que el Señor había
dicho y hecho. Porque él no había oído al Señor ni lo había seguido, sino que, como dije,
[siguió] a Pedro más tarde, el cual impartía sus enseñanzas según las necesidades y no
como quien hace una composición de las sentencias del Señor; pero de suerte que Marcos
en nada se equivocó al escribir algunas cosas tal como las recordaba» (citado por Eusebio
de Cesaréa, Historia eclesiástica, 3, 39, 14-15).
• En términos parecidos se expresan san Ireneo (180 d. C.); Clemente de Alejandría (200 d.
C.), San Jerónimo (393 d. C.) o san Agustín (405 d. C.).
• El manuscrito que incluye el Prólogo Antimarcionita al evangelio de Marcos (170 d. C.)
ofrece un dato curioso: «Marcos era llamado Colobo- dáctilo, porque tenía dedos muy
pequeños en proporción con el resto del cuerpo».

Este Marcos puede ser el que aparece varias veces en el Nuevo Testamento:

• la carta a los Colosenses lo llama «primo de Bernabé» (4, 10), quien lo habría llevado en
su misión a Chipre después de otra misión con Pablo (cf. Hch 12, 25; 15, 36-39).
• Lucas dice que se llamaba «Juan Marcos» y que era «hijo de María», la que recibió en su
casa a Pedro cuando fue liberado de la cárcel por un ángel (Hch 12, 12).
• La primera carta de Pedro 5, 13 menciona a «Marcos, mi hijo».

La proximidad de Marcos con Pedro otorgaba mucha autoridad al escrito. Por eso fue
reconocido paulatinamente en todas las iglesias (cf. también 2Tm 4, 11; Flm 24).

• Eusebio de Cesaréa escribe en su Historia eclesiástica, 2, 15: «La luz de la religión de


Pedro resplandeció de tal modo en la mente de sus oyentes, que no se contentaban con
escucharle una sola vez, ni con la enseñanza oral de la predicación divina, sino que

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suplicaban de todas las maneras posibles a Marcos (quien se cree que escribió el Evangelio
y era compañero de Pedro), e insistían para que por escrito les dejara un recuerdo de la
enseñanza que habían recibido de palabra, y no le dejaron tranquilo hasta que hubo
terminado; por ello vinieron a ser los responsables del texto llamado "Evangelio según
Marcos". Se dice que también este apóstol (Marcos), cuando por revelación del Espíritu tuvo
consciencia de lo que había llevado a cabo, comprendió el ardor de ellos y estableció el texto
para el uso en las iglesias. Clemente, en el libro VI de sus Hypotyposeis, refiere este hecho,
y el obispo de Hierápolis, llamado Papías, lo confirma con su testimonio».

Tiempo y lugar de la obra

Los datos internos de la obra apuntan a un tiempo de persecución, relacionado con la


destrucción de Jerusalén. La mayor parte de los comentaristas sostienen que se escribió en
tomo al año 70, antes de la redacción de Mateo y Lucas. En cuanto al lugar, los datos
internos sugieren un lugar fuera de Palestina, en contexto socio-cultural y administrativo
romano (cf.: la explicación de costumbres judías en 7,3-4; 14,12; 15,42; palabras arameas en
3,17; 5,41; 7,11; 10,46; 14,36; 15,34; latinismos, alusión al derecho y horario romano en
10,12; 13,35; explicación de monedas hebreas en 12,42).

Por otro lado, los testimonios extremos señalan "las regiones de Italia" (Prólogo
Antimarcionita) y más en concreto Roma (Ireneo, Clemente de Alejandría, cf. Papías). Esta
opinión es aceptada por la mayor parte de los comentaristas.

Por otro lado, la Tradición indica siempre Roma como lugar de composición del evangelio
según Marcos (cf. Prólogo Antimarcionita; Eusebio, Historia eclesiástica 2, 15, 2). En efecto,
el texto parece escrito para gente del Imperio que no conoce bien Palestina ni las tradiciones
judías o su lengua. Es decir, que Marcos escribió su evangelio en especial para cristianos
gentiles de Roma.

• En efecto, el narrador tiene que explicar costumbres judías que resultarían desconocidas
para sus lectores (Mc 7, 2-4; 14, 12; 15, 42, etc.).
• Traduce expresiones arameas como «Boanerges, es decir, hijos del trueno» (Mc 3, 17),
«Talitha qum, que significa: niña, a ti te digo, levántate» (Mc 5, 41).
• En cambio, cuando utiliza términos latinos, los da por sabidos y conocidos y usa el horario
romano (cf. Mc 6, 48; 13, 35).
• Se refiere a personajes conocidos en Roma, como los hijos de Simón de Cirene (cf. Rm
16, 13).

El primer testimonio

El primer testimonio de la tradición sobre el autor de este evangelio es el de Papías (110-


130); lo cita el historiador Eusebio de Cesárea, que refiere lo que Papías había oído al
presbítero Juan de Éfeso: “Marcos, intérprete de Pedro, escribió con exactitud, pero no por
orden, todo lo que pudo recordar... había seguido a Pedro”. Papías se refiere sin duda a Juan
Marcos, de Jerusalén, hijo de María (Hch 12,2), compañero de Pablo y de Bernabé al
comienzo del primer viaje misionero (Hch 12,25; 13,5.13; 15,36-40); al lado de Pablo,
prisionero en Roma (Col 4,10; Flm 24; 2 Tim 4,11), y de Pedro que le llama “hijo mío” (1 Pe
5,13), por lo cual quizás en su evangelio omite los pasajes honoríficos sobre él (Mt 16,18; Le

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22,31 ss.; Jn 21,15 ss.), insistiendo en los vituperables (Me 8,33).

Destinatarios

Son predominantemente pagano-cristianos, pues necesitan explicación de las costumbres


judías y palabras arameas, sin excluir una minoría judeo-cristiana.

La Iglesia local parece ser comunión de comunidades domésticas, que se reúnen en una
casa para celebrar el culto y tener la catequesis. Esta idea procede de la presentación de la
casa como lugar donde Jesús se retira con sus discípulos y los instruye.

El relieve dado a los Doce, con Pedro a la cabeza, deja entrever la existencia de una
dirección y organización en la comunidad. También aparece como una comunidad misionera,
comprometida en la misión entre los paganos con conocimiento posiblemente de la misión
itinerante -el envío de dos en dos- y el alojamiento en casa de creyentes (cfr. 6,6b-7,10).

Problemática de la comunidad

La obra parece ser una cristología de tipo correctivo, pues la comunidad necesita
replantearse su fe en Jesús, probablemente por diversas dificultades. La frecuente alusión a
persecuciones sugiere que es posterior a la persecución neroniana y una vida en situación
de inseguridad a causa de la fe.

Se dejan sentir también las consecuencias de la rebelión judía contra Roma, y el aumento de
las dificultades de la comunidad judía en el mundo pagano, que no siempre distinguía
adecuadamente entre judíos y cristianos. El esfuerzo de Mc por controlar ideas apocalípticas
(cap. 13) hace suponer que la efervescencia apocalíptica producida por la guerra ha llegado
a esta comunidad y ha creado problemas.

La presentación de Jesús como Mesías/Hijo de Dios que se revela muriendo, junto al tema
de la persecución, sugieren un problema de crisis de fe en el señorío de Jesús dentro de la
comunidad: ¿cómo compaginar la fe en el Señor Jesús con las dificultades que viven sus
discípulos?

El lenguaje histórico narrativo

La situación de la comunidad parece estar relacionada con el lenguaje catequético histórico-


narrativo empleado por Marcos. Tuvo muy buena acogida, como muestra su seguimiento en
esta forma por otros autores, como Mt y Lc.

La utilización por Mc de este lenguaje puede deberse a dos razones, que no se excluyen la
una a la otra: el peligro de convertir el cristianismo en una sabiduría separada de la historia
real de Jesús y la amenaza de perder la tradición oral. Pasamos a describirlas brevemente.

El peligro de caer en una gnosis ahistórica

Por una parte, la necesidad de conjurar el peligro de convertir el cristianismo en una mera
gnosis sin relación con la historia concreta de Jesús de Nazaret. El lenguaje catequético

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narrativo, se centra en Jesús de Nazaret, persona de la historia real, que vivió una auténtica
historia humana, murió, resucitó y es el maestro permanente de la comunidad.

No es la intención de Me escribir una biografía de Jesús, sino una catequesis, pero lo hace a
base de recordar el pasado real de Jesús de un modo sugerente y útil para solucionar los
problemas del presente. El cristianismo no es así una doctrina o una praxis soteriológica sin
más, sino una persona, Jesús-Mesías-Hijo de Dios.

La amenaza de perder la tradición oral

La segunda razón para este lenguaje fue una serie de hechos de los años 60:

- la persecución de Nerón,
- la muerte de los grandes fundadores,
- la rebelión judía de los años 66-70, que supuso la dispersión de las comunidades
cristianas palestinenses.

Todos estos hechos amenazaban la continuidad de la tradición oral sobre Jesús de Nazaret,
que poco a poco se iba debilitando y podía acabar por perderse, al no existir la ayuda de un
grupo humano estable que la conservase y transmitiese. La catequesis narrativa de Me, en
los comienzos de la segunda generación cristiana, significa un esfuerzo para poner por
escrito la tradición apostólica fundante, que ha legado la primera generación.

Historia de la investigación sobre Marcos

Hasta el siglo XVIII

La obra de marcos fue recibida sin dificultad por la iglesia primitiva, como indica el hecho de
ser utilizada por Mt y Lc, ser relacionada con la tradición petrina y ser admitida en el canon.
En éste tuvo un lugar fluctuante, nunca el primero entre los evangelios, ocupado
frecuentemente por Mateo y Juan, debido a su carácter primariamente apostólico.

Sin embargo, en la vida de la Iglesia, desde los primeros siglos, ha jugado un papel
secundario, un poco como en penumbra. El muy temprano añadido de un apéndice al final
sugiere falta de comprensión del sentido de la obra por algunos, considerándola incompleta.
Los Padres Apostólicos y Apologetas apenas lo citan. San Agustín da la razón de este
fenómeno, cuando afirma que Marcos abrevia a Mateo.

En la Edad Moderna se eleva el nivel científico de la exégesis en general. Se vuelve al texto


griego, pero en general continúa la falta de interés por Mc, que suele ser comentado en
función de Mt. No obstante, hay autores que cuestionan la dependencia de Mc respecto a Mt,
como Calvino, el español Juan de Maído- nado y el belga Cornelio a Lapide.

Siglos XVIII-XIX. La prioridad de Marcos

Marcos pasó a un primer plano en el siglo XVIII, como consecuencia de la problemática


sobre la vida de Jesús y de la interrelación entre los evangelios. Una vez planteado el
problema por J.J. Griesbach, van apareciendo diversos intentos de solución a base de una
primitiva fuente oral o escrita, hasta que, a mediados del s. XIX, de forma independiente,

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C.G. Wilke y C.H. Weisse proponen la hipótesis de las dos fuentes.

Para ellos, Marcos es la fuente más antigua que poseemos, la biografía de Jesús, el testigo
más genuino y casi inmediato. Contiene algunos elementos teológicos (epifanías, milagros)
que desfiguran la historia, pero se pueden separar del núcleo histórico.

A la luz de la nueva hipótesis de Wilke-Weisse, Mc no es un producto tardío ni un mito, sino


la fuente más primitiva y genuina que tenemos sobre Jesús. Y a base de Mc se escriben
vidas de Jesús de corte liberal, de acuerdo con la moda imperante.

Los primeros años del siglo XX: Wrede-Bousset-Bultmann

Consideran en general a Mc y Q como las fuentes más antiguas. Sin embargo, no todos
valoran igualmente a Mc, pues mientras para la Escuela Liberal es poco fiable, la Escuela
Escatológica sigue considerándolo de gran importancia.

Las aportaciones católicas

En el mundo católico se dieron intentos tímidos y prudentes, como el de M.J. Lagrange, para
asumir los resultados que parecían más probables, como la prioridad de Marcos, pero poco
se pudo hacer dentro de los estrechos límites dejados por los decretos de la Pontificia
Comisión Bíblica, que exigían aceptar la existencia de un Mateo arameo, anterior a Marcos.
Las introducciones al Nuevo Testamento de Wikenhauser y de Robert-Feuillet fueron los
primeros exponentes de la modernización de la exégesis científica católica en la segunda
mitad del siglo XX.

W. Wrede (1901) admitió la prioridad de Me, pero lo consideró un escrito mítico. W. Bousset
(1913) y R. Bultmann (1921) desarrollaron y completaron este punto de vista con una
reconstrucción histórica, que quiere explicar la génesis de la fe cristiana en función de los
movimientos religiosos y culturales de la época. Las conclusiones del tema anterior se
basaron en datos científicos. Pero estaban también impregnadas de muchos presupuestos
de la teología liberal.

Reacciones

En estas condiciones la reacción crítica de la exégesis cristiana no liberal estuvo fuertemente


influenciada, como contrapeso, por razones dogmáticas.

Católicos y protestantes se mantuvieron firmemente adheridos a sus respectivas confesiones


y tradiciones, pero procurando integrar en ellas las aportaciones positivas histórico-críticas
que creían probadas. Fue necesario un transcurso de tiempo relativamente largo hasta
serenarse y equilibrarse las posiciones.

Historia de la Redacción

Por los años 60 nace un fuerte movimiento, la Historia de la Redacción, que negando a los
evangelistas el carácter de compiladores atribuido por la Historia de las Formas, reivindica
para ellos el título de verdaderos autores y para sus obras el carácter de desarrollo temático
y unitario, compuesto en función de determinados problemas de la comunidad.

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Esta nueva orientación redaccional va a dominar hasta nuestros días la investigación sobre
Me, aunque en la identificación del autor, objetivo y circunstancias que determinaron la obra,
hay diversos y contrapuestos puntos de vista.

Otros movimientos actuales

Los resultados obtenidos con los métodos de la Historia de la Redacción no han satisfecho a
todos. A veces, con los mismos métodos se llega a conclusiones muy diferentes. Las
diversas reacciones las enumeramos y describimos brevemente a continuación.

Reacción conservadora

Niegan que Me haya reelaborado con mucha libertad sus fuentes. Es una vuelta a las formas
moderadas de la Historia de las Formas (R. Pesch y G. Theissen).

Crítica de la narración

Es el estudio de las técnicas literarias y de la estructura retórica del texto para conocer la
interrelación entre las partes y el significado del texto como un todo literario coherente, con
sentido en sí mismo. Para ello emplea incluso técnicas estructuralistas. El método es bueno,
pero si prescinde totalmente de la historia del texto, tiene el peligro de caer en el
subjetivismo.

Método sociológico

Llega a la conclusión de que la comunidad de Me es apocalíptica e itinerante (H.C. Kee).

DIMENSIÓN LITERARIA

El evangelio según marcos fue escrito originariamente en griego y, según las condiciones de
la crítica textual, su texto primitivo ha llegado hasta nosotros de forma completa y
sustancialmente buena. Consta de 16 capítulos (1,1-16,8), con un apéndice deuterocanónico
(16,9-20), añadido en época muy temprana, pues ya hay indicios de su existencia hacia el
150. Se considera que los versículos 7,16; 9,44.46; 11,26; 15,28 tampoco pertenecen a la
obra primitiva.

Contenido

La obra tiene carácter narrativo y trata de los hechos y predicación de Jesús de Nazaret.
Después de una breve introducción, el relato se centra en la actividad de Jesús en Galilea,
donde se sitúa la mayor parte de su actividad. Después narra brevemente el viaje a Judea y
a Jerusalén y de nuevo se centra en la actividad de Jesús en esta ciudad, donde muere y se
anuncia el hecho de su resurrección, terminando de forma brusca en 16,8.

Es el más corto de los cuatro evangelios, y su contenido está también en Mt y Le, a


excepción de unos 50 versículos de material exclusivo. Los relatos son, por lo general,
unidades narrativas completas en sí mismas, unidas la mayoría de las veces por la
conjunción copulativa kai (que significa y), raras veces por de (pero, y), y alguna que otra vez

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por otros recursos literarios.

Da la impresión que el escrito es un conjunto de relatos que fueron acuñados y circularon


independientemente, siendo después integrados en esta obra, generalmente por medio de
las partículas.

Lengua y estilo

La obra está escrita en griego popular koiné, con influencia semita. Se caracteriza por un uso
aparentemente poco cuidado del vocabulario, por la libertad en el empleo de la sintaxis y por
la viveza y el realismo de sus relatos que, a pesar de sus incorrecciones gramaticales,
captan desde el primer momento la atención del lector.

La fijación del texto del evangelio

Uno de los primeros trabajos del análisis exegético consiste en lo que se llama la fija ción del
texto. Dado el gran número de códices y fragmentos existente y de las inevi tables
discrepancias surgidas al realizar copias manualmente por los copistas a lo largo de siglos,
se hace necesario un estudio previo de las variantes surgidas, en general muy poco
significativas, para llegar a una formulación lo más aproximada posible a la redacción
original.

El vocabulario

- Es en proporción más rico que el de los otros evangelios. Pero le caracteriza un uso
irregular:
- Matiza con sentidos distintos una misma palabra.
- Repite frecuentemente algunas palabras {tener, uno, de nuevo, en seguida, comenzar,
mucho). A veces se convierten en muletillas desvirtuando algo su sentido.
- Usa diminutivos de carácter popular (hijita, niñita, cachorrillo, etc.).
- Emplea palabras consideradas estilísticamente vulgares en griego (camastro).
- Contiene semitismos, especialmente aramaísmos, normalmente relacionados con la
topografía, onomástica e instituciones de Israel.
- Emplea latinismos, provenientes del lenguaje militar, comercial y jurídico (centurión,
legión).
- Emplea palabras propias del lenguaje griego con sentido específicamente cristiano.

La sintaxis

Es la propia del lenguaje popular, poco trabajado estilísticamente (frases yuxtapuestas, uso
repetitivo y pobre de conjunciones, formas perifrásticas de los verbos, dobles negaciones,
etc.).

Los semitismos

Hay acuerdo en que los emplea, pero se discute el alcance y origen del fenóme no. Se debe
tener en cuenta que los semitismos de Marcos, en su mayor parte aramaísmos, no lo son en
sentido absoluto, pues muchos de ellos están atestiguados también en el uso cotidiano de la
koiné; el carácter semítico reside más bien en la frecuencia con que aparecen en Mc.

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El estilo

Es popular y vivo, propio de la lengua hablada. A pesar de las incorrecciones gramaticales,


sabe manejar recursos para mantener vivo el interés (presente histórico, estilo directo,
diálogos, intercalación de episodios, etc.). Esto sugiere que estamos ante una obra escrita,
no tanto para ser leída, cuanto para ser oída.

La obra está estructurada en pequeñas escenas, que se van sucediendo unas a otras. Estas
escenas están unidas en conjuntos de un modo genérico y poco adecuado para crear un
clima dramático. Pero lo consigue gracias a todos los recursos que despliega (sumarios,
escenas de reacciones, anuncios proféticos, relatos conclusivos...).

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