Discurso Previo Al Baile Del Amor

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Discurso previo al baile del amor.

El escenario es el palacio de la ciudad fantástica de Seanll, allí se encuentra la fiesta


más grande de la comarca para celebrar el matrimonio entre dos jóvenes príncipes
que uniría las dos casas más grandes del continente de Aporue, y aseguraría la paz en
toda la región y la lucha eficaz contra los pueblos no civilizados del oriente del
territorio. En este momento se celebrará el “baile del amor” entre el príncipe
Marckestell y la princesa Valridre. Baile en el cuál se pondrá la canción mágica, la
cual solo se pone en los momentos de la concepción mágica, pues bajo esta canción,
como se ha venido dando la tradición, la princesa queda embarazada del parejo con
el cuál baila esta pieza. Pero algo extraño sucede, antes de que el príncipe salga a
bailar con su princesa interviene un hombre, llamado Homero, para revelar una
verdad insospechada.
(Interior del palacio principal de Seanll, suena la música clásica de fondo,
conversaciones al fondo de los diferentes invitados).
-Homero: ¡Pueblo de Seanll! ¡Oidme a mí, Homero de Seanll!, ¡Escuchadme, antes
de participar del espectáculo monstruoso que, en el presente, por una suma
ignorancia, celebráis con un gusto exquisito, pero ruin! Princesa Valridre, Jóven
príncipe Marckestell, permitidme estas palabras, porque la verdad en esta última
hora, será más provechosa para vosotros en este momento que en cualquier otro, es
decisivo aquello que tengo que decirles, aunque también yo, me maldigo por
representar aquí este papel de Tiresias, pero el destino nos lleva a esta y lamento en
esta noche de unión producir este escándalo, y sé que después de esto la guerra y la
destrucción serán inevitables, pero, si no lo hago ahora corremos el riesgo de desatar
una furia peor de los hombres, y también seguramente de los dioses…
-Valridre: (dirigiéndose a Marckestell) Amor mío, si algo debes concederme, o más
bien, concedernos, es bailar la pieza y luego, si se da la oportunidad, escuchar las
palabras de este caballero misterioso e imprudente, que de manera impertinente nos
agolpa con sus excentricidades. Recuerda que la tradición no solo señala esta
canción ancestral de la fertilidad sino también la hora conveniente, que es la media
noche, para que surta efecto el amor en los insospechados movimientos de la danza
entre un hombre y una mujer que como tú y yo se aman, no solo por sus
sentimientos mutuos sino también por el amor al mundo entero que saldrá de esta
unión, ya basta de Tiresias y de oráculos, vamos, pus, que nos llama el amor, faltan
dos minutos para media noche.
-Homero: Insisto nuevamente, dama secreta y dulce, y permitidme, con el aval del
príncipe, agotar un solo minuto de esos dos para ofrecer mis palabras, y si después
de aquello placen de bailar esa pieza bendita podrán hacerlo, ya advertidos del odio
y asi del odio al amor solo habría un minuto, un paso.
(El príncipe suspende la música para hablar, las luces se enfocan en el príncipe y en
el hombre extraño).
- Marckestell: (dirigiéndose a Valridre y a Homero) Oh, querida, oh señor. por ese
amor hacia la comarca y a cada uno de los hombres nacidos aquí no podría ser un
tirano y no conceder un minuto a este hombre que, aunque inoportuno, parece
retener una verdad y una angustia drástica y calamitosa. Hasta los hombres más
miserables se les concede, antes de morir, un minuto para sus últimas palabras, y
aún después de morir a muchos se les concede una memoria, bajo un minuto de
silencio. Si es un solo minuto ¿Qué podríamos nosotros impedir? ¿Qué heridas
podría causar a nuestro amor eterno una voz miserable de un minuto? Nuestro amor
va más allá de toda palabra. Y si inevitablemente tendremos que esperar los dos
minutos hasta las doce ¿Por qué no ir por esos minutos brindando uno de esa espera
al entretenimiento que nos brinda este barón? Anda, pues, y habla, no sea que ese
minuto que requieres lo gastemos deliberando algo más absurdo, como decidir si te
será concedido.
-Homero: Bajo ese aval debo confesar que, aunque parezco un impedimento y un
inoportuno no lo soy tanto como la verdad que debo declarar, la cual ha incomodado
la mitad de mi vida, y la cual he sido llamado a declarar hoy, en este recinto de la
fertilidad, ¿Sería mejor no decir la verdad, callar y permitir que un baile consume
una unión bella y manifiesta? Seguramente sí, pero si no lo digo ahora,
inevitablemente esta unión terminará en discordia pue- (interrumpe la princesa).
-Valridre: No creeremos todo al primero que se presente con una verdad de
propaganda, serás entretenimiento, harás más corto el tiempo que se dilata antes de
consumar este amor, que llegará al cenit, justo cuando el sol se encuentra más
alejado de nuestro entorno, porque así lo ha decretado el destino, que pondremos
luz en medio de la mayor oscuridad.
-Homero: Así sería ideal mi Lady, pero la luz es la luz y la oscuridad es oscuridad, y
debo confesar que la miseria de este baile debe ser parada, porque aquí se repetirá
nuevamente, el rito incestuoso que por tantos años se ha programado desde los altos
cargos del reino, pues tú, doncella, eres la hija de Josquin Des Landes, quien bailó
hace treinta años el baile nocturno que se intenta repetir hoy, lo bailó con tu madre,
disfrazado de tu padre quien en ese momento había sido enviado por Josquin a la
batalla del oriente. Josquin reemplazó en todo ese tiempo a tu padre bajo el hechizo
de la bruja Hallred con el cambio de apariencia, y salió de su comarca, donde
sostuvo que iría como gendarme a la batalla de oriente, pero la batalla de oriente era
aquí, en la cama de tu madre, en este salón donde tu naciste, por eso eres prodigiosa
bailando, por eso el lunar en la comisura de los labios, como Josquin, por eso tienes
el mismo pulgar que tu amado…
(Sonido de multitud conversando, entra una flecha desde afuera y traspasa el
corazón de Homero).

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