Problemas y Trastornos Del Lenguaje en La Niñez
Problemas y Trastornos Del Lenguaje en La Niñez
Problemas y Trastornos Del Lenguaje en La Niñez
PROBLEMAS Y
TRASTORNOS DEL
LENGUAJE EN LA NIÑEZ
Aportes a la educación y a la familia
Editado por:
© UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO
Av. América Sur N° 3145,
Urb Monserrate, Trujillo, Perú
Teléfono (51) 44 604444, anexo 2087
wwww.upao.edu.pe
CONTENIDO
7 1. INTRODUCCIÓN.
39 5. EL PROBLEMA DE LA DISLALIA
39 5.1. Concepto.
39 5.2. Clasificación.
a) Dislalia evolutiva
b) Dislalia funcional.
c) Dislalia audiógena.
d) Dislalia orgánica.
41 5.3. Tipos de errores en la dislalia funcional
a) Sustitución.
b) Omisión.
c) Inserción.
d) Distorsión.
42 5.4. Incidencia recíproca entre el habla y la personalidad
a) Situación y aceptación familiar.
b) Actitud del niño frente a su problema.
c) Situación escolar.
51 6. EL PROBLEMA DE LA DISFEMIA
52 6.1. Etiología.
52 6.2. Tipología.
53 6.3. Pronóstico.
54 6.4. Orientaciones sobre el lenguaje del niño.
54 6.5. Actitudes para la recuperación de la confianza del niño en sí mismo.
55 6.6. Orientaciones relacionadas con la estabilidad emocional.
56 6.7. Actitud del profesor.
58 6.8. La lectura oral en el tratamiento de la tartamudez.
61 7. EL PROBLEMA DE LA DISLEXIA
71 7.1. Errores frecuentes en la lectoescritura.
63 7.2. Tipos de dislexia.
64 7.3. Factores que la producen.
64 7.4. Diagnóstico.
65 7.5. Trastornos en el dibujo.
65 7.6. Trastornos en el cálculo.
65 7.7. Recomendaciones.
1
INTRODUCCIÓN
Por otro lado, la presente investigación es resultado de dos experiencias previas que
ahora sistematizamos: primera, la preparación de la autora durante sus estudios de
especialización en el área de “Desarrollo del habla, audición y lenguaje” desarrollado por la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y segunda: la preparación y sustentación del
Por otro lado, en nuestras actividades de coordinación con los estudiantes de prácticas
profesionales de Psicología, especialmente de la UPAO, en diversas instituciones
educativas, así como con determinados profesores del nivel primario y del área de Lenguaje
y Comunicación, utilizamos la siguiente ficha, que tentativamente denominamos “Tarjeta
psicopedagógica de lenguaje”, de cartulina, de 12 por 15 cm., que considera los siguientes
aspectos:
• Datos personales
Nombres y apellidos del alumno:
Grado y sección de estudios:
Fecha de nacimiento: Edad:
Domicilio:
Teléfono:
• Diagnóstico presuntivo
• Sugerencias de tratamiento
- Diálogo con el asesor de la sección, comité o responsable de la orientación y
bienestar del estudiante,
- Citación y entrevista con los padres,
- Acciones psicológicas,
- Derivación del caso al profesional especializado.
• Seguimiento
________________
Firma
Antes, sin embargo, nos ha parecido conveniente presentar un panorama sobre las
características de adquisición del lenguaje infantil, orientados por el conocimiento de que
las diferentes anomalías y trastornos del lenguaje constituyen una realización irregular
que, por diferentes causas y factores, se apartan de las características del nivel “standard”
de la lengua general. Asimismo, aparte de la descripción y explicación de diversas
anomalías o trastornos, centramos nuestra atención en la dislalia, disfemia y dislexia, por
sus directas implicancias en diversos aspectos y áreas de la vida del niño, así como de su
entorno familiar, social y educativo.
Antes, sin embargo, nos interesa precisar el proceso de formación y desarrollo del
lenguaje, íntimamente ligado a la función neurológica, aproximadamente a los cuatro
meses de concepción de un nuevo ser en el vientre materno, lo que equivale a señalar que
el lenguaje empieza a formarse, como función cerebral, en la vida intrauterina, aunque
la emisión de los signos orales empieza a partir del nacimiento. Por eso los especialistas
reconocen una etapa de prelenguaje (de los 4 meses hasta el nacimiento) y lingüística,
a partir del alumbramiento, específicamente con la producción de los primeros sonidos
lingüísticos, que ocurren alrededor del primer año de vida.
Este conocimiento sobre el origen y desarrollo del lenguaje nos parece de especial
importancia para los padres, psicólogos y maestros, aparte de que determinadas ramas de
la medicina, como la pediatría y la neurología, también dedican especial atención a tan
importante como trascendental proceso.
Por lo demás, debemos aclarar que en este libro no abordamos ni desarrollamos toda
la variedad de manifestaciones de los trastornos del lenguaje, sino solo aquellos a los que
hemos dedicado especial atención durante nuestros estudios de postgrado.
Ojalá nuestra inquietud sea valorada en la perspectiva formulada, por lo que también
esperamos las generosas críticas y sugerencias para mejorar nuestras inquietudes, en la
perspectiva del desarrollo humano, especialmente de nuestros niños.
2
LENGUAJE, PSICOLOGÍA Y MEDICINA
“El estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes: la una, esencial, tiene por objeto
la lengua, que es social en su esencia e independiente del individuo; este estudio es
únicamente psíquico; la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del lenguaje,
es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica” (p. 64).
para designar un objeto que manipule. De esta manera, el niño reconocerá los sonidos o
palabras que escuche asociándolos y dándoles un significado para luego imitarlos”.
Lo expuesto significa que el lenguaje puede ser estudiado desde diversos puntos de
vista; en el presente caso, centramos la atención en los aspectos lingüísticos y psicológicos
en un sentido teórico y pragmático en procura de sus aportes a la educación.
3
DESARROLLO DEL LENGUAJE EN LA
ETAPA LINGÜÍSTICA
Debido a que los problemas y trastornos del lenguaje se entienden como desviaciones
o insuficiencias con respecto al uso de la norma “stándard” o general de la lengua, es
necesario conocer las características del desarrollo del lenguaje del niño en su etapa
lingüística, es decir, después del nacimiento, aproximadamente a partir del primer año
de edad.
Para el desarrollo de este apartado seguimos en sus lineamientos generales los aportes
contenidos en “El desarrollo de la lengua oral en el aula”, de Fernando Avendaño y María
Luisa Miretti (2006: 29 a 33) y Julia Torres Gil (1996: 16 a 22).
oír y se lo devuelve oralmente con gran alegría, dándole el modelo sonoro que el niño
reconoce idéntico al que él ha emitido, lo que le sirve al mismo tiempo para la mejora
fonética de sus posteriores emisiones y para dar o confirmar el significado a la unión de
sonidos repetidos que ha producido.
Dentro de ese periodo de formación lingüística, los autores mencionados reconocen las
siguientes subetapas:
A los doce meses de edad, el niño inicia un largo y complejo proceso de adquisición,
comprensión y producción del lenguaje, de manera que paulatinamente va
comprendiendo el significado que los adultos van atribuyendo a las palabras; pero para
que este proceso se afirme es necesario que los padres estimulen el léxico del niño.
Algunos niños pueden emplear frases de dos o tres palabras, aunque la mayoría
sigue empleando una sola para referirse a muchos objetos.
Alrededor de los dos años el niño posee un vocabulario aproximado de 300 palabras.
En sus expresiones suele observarse, también, el inicio de la utilización de los pronombres
“yo”, “ustedes”, así como el posesivo “mi” y “mío”. Las frases que utiliza expresan un
propósito o intención y también acción: “hace lo que dice” y “dice lo que hace”.
sobre la familia, en los cuales va captando el sentido de las palabras y oraciones de los
relatos que se les refiere.
En cuanto a las realizaciones más concretas entre los 2 y 3 años, destacamos entre
otras, las siguientes actuaciones expresivas: se designa a sí mismo por su nombre y
llama también por el nombre a sus familiares cercanos; los verbos pasan poco a poco
de la forma infinitiva al presente o imperativo, así como utiliza la forma negativa;
surgen los adjetivos y, hacia la mitad del segundo año, aparecen los artículos y los
pronombres (él, tú, mío, tuyo); también las preguntas “¿Quién?” o “¿Dónde?”.
Entonces los niños pueden ser capaces de emplear los verbos auxiliares “hacer” y
“haber”, los determinantes y las preposiciones”, por lo que el lenguaje se vuelve más
comprensible, incluso por parte de personas ajenas a la familia. Se pasa de esta forma
a un habla, si bien poco elaborada aún, muy lejana cualitativamente de las primeras
frases. Realiza, a lo largo de esta fase, y en forma paralela, numerosas adquisiciones
fonéticas y sintácticas. Alrededor de los 3 años el niño puede realizar adecuadamente
frases simples.
La aparición del “yo”, hacia los 3 años, es un momento muy importante, pues implica
el acceso a un estadio del desarrollo psicológico en el que el niño tiene ya conciencia de
sí mismo diferenciado del otro y capaz de relacionarse con él.
A partir de los 3 años, el niño utiliza en forma clara el plural y el género, comienza
a emplear preposiciones y adverbios, usa el verbo en futuro y en pasado, y puede
realizar preguntas como “¿Por qué” y “¿Cuándo?”, a la vez que entra en un período de
interrogaciones casi constantes, por su afán de querer saberlo y comprenderlo todo.
Hacia la mitad del tercer año aproximadamente aparece el uso de los verbos reflexivos,
los pronombres y complementos, la forma negativa correcta, así como la forma
“porque…”. Emplea frases aisladas que, si bien aún son simples, son ya correctas.
Merece la pena señalar que entre los 3 y 4 años suele aparecer lo que se conoce
como tartamudeo fisiológico. Los niños de 3 años o más repiten normalmente
dos o más veces una sílaba o una palabra; en algunos sujetos esas repeticiones son más
prolongadas y frecuentes, lo que hace pensar en un tartamudeo real. Esto suele suceder
por la importante diferencia que existe en este momento evolutivo entre todo lo que
el niño quiere expresar y los medios reales que aún posee para hacerlo. Parece que
mientras repite la primera palabra de la frase busca las palabras que siguen. Este tipo de
tartamudeo tiende a desaparecer a medida que el niño aumenta y madura su capacidad
expresiva. Los adultos que lo rodean no deben mostrarse preocupados por esta dificultad,
ya que ello lo haría consciente de un problema que no es en realidad tal, con lo que se
correría el riesgo de prolongarlo e incluso de convertirlo en un verdadero tartamudeo.
A los 6 años la narración será aún somera o simple, pero podrá expresar lo esencial
de los acontecimientos en forma clara y comprensible. Desde un punto de vista
morfológico, el niño emplea en forma adecuada los pronombres posesivos; también
usa algunos adverbios y preposiciones espaciales y temporales; aumenta la cantidad
de infinitivos y participios, así como utiliza adecuadamente las formas irregulares de
los verbos.
Sin embargo, entre los 7 y 8 años el niño produce las primeras oraciones pasivas
y empieza a comprender que un mismo hecho puede describirse desde dos puntos de
vista diferentes, comprensión que no será correcta en su totalidad hasta los 9-10 años.
Aunque normalmente el desarrollo del lenguaje continúa hasta los diez o doce años,
los aspectos más importantes se adquieren coincidentemente con la etapa de ingreso a
la escolaridad, es decir, a la educación primaria. Entonces, en esta etapa la generalidad
de los niños no debe presentar dificultades para comprender ni expresarse en forma
descontextualizada; es decir, fuera del ámbito o contexto comunicativo; por ejemplo,
los niños pueden ser capaces de referir historias inventadas o imaginarias, organizar
una serie de acontecimientos pasados, darles un tratamiento lógico y explicarlos
conforme a las convenciones lingüísticas o idiomáticas formales. Asimismo, los niños
En esta parte consideramos los aportes teóricos de Torres, G. (1996), quien sostiene,
entre otros aspectos, que se entiende por adquisición articulatoria la capacidad del niño
para emitir adecuadamente los sonidos o fonemas en forma aislada. Al respecto, se debe
tener en cuenta que hay un conjunto de sonidos, de fonemas, de los que derivan todas
las lenguas. Por ejemplo, todas las lenguas usan P, T, K, S y N y pocas utilizan R y L. Los
fonemas comunes son los más sencillos de aprender y dominar porque manifiestan los
contrastes articulares y auditivos más importantes. Todos los niños comienzan dominando
estos sonidos. Los fonemas con distinciones más sutiles, que suelen ser los que distinguen
una lengua de otra, son los más difíciles de adquirir.
El periodo “del balbuceo o laleo” (de 3 a 4 meses) es de una gran riqueza fonatoria.
Aparecen en él las vocales; después, los sonidos consonánticos como K, G, J y observamos
que, al contestar al que le habla, el niño chasquea los labios produciendo P y B, realiza
también sonidos reiterativos como “ga, ga, ga”; usa diferentes entonaciones características
de la conversación, adquiere precisión en el empleo de labios y lengua. Es el momento en
que los niños son capaces de realizar todos los sonidos imaginables.
Hasta los 7-8 meses, aproximadamente, no aparecen con más precisión estos sonidos
de la lengua adulta; asimismo, hay que considerar que los sonidos aislados se adquieren
en forma gradual y nunca repentinamente.
d. La R es una adquisición tardía, que puede alargarse hasta los 6-7 años en algunos
casos, al igual que las combinaciones de dos vocales, como AU y EI;
e. Las combinaciones de dos consonantes han de estar ya establecidas a los 7 años.
3.3. LA COMPRENSIÓN
A los dos años el niño tiene un vocabulario comprensivo de 200 a 1000 palabras
concretas, pudiendo designar los objetos e imágenes que corresponden a esos nombres.
Comprende la pregunta “¿Dónde?” y responde a órdenes simples, como por ejemplo
“Dame la cuchara”. Hacia el segundo semestre de los dos años puede ya designar objetos
definidos por el uso y entender preguntas como “¿Cuándo?” y “¿Por qué?”. El vocabulario
comprensivo puede llegar antes de los tres años a 1,800 palabras.
De los tres a los tres años y medio puede acceder a algunos sustantivos abstractos,
adjetivos de dimensión y nociones espaciales simples. De los tres y medio a los cuatro
años, comprende adjetivos relacionados con la semejanza y preguntas simples, así como
palabras que traducen cuestiones relacionadas con el cuerpo.
La comprensión llega a los cuatro años hasta 2000 palabras. A esta edad puede acceder
a casi todo el lenguaje más habitual y concreto que se utiliza diariamente a su alrededor.
Algo más adelante, a los cuatro años y medio, entiende la pregunta “¿Cómo?”, y realiza
tres recados simples en orden. Su vocabulario comprensivo antes de los cinco años puede
llegar a ser de 2600 palabras.
De los cinco a los seis años accede a la comprensión de las nociones espaciales más
complejas y puede entender también la noción de diferencia.
4
ALTERACIONES Y TRASTORNOS
FRECUENTES DEL LENGUAJE
Cuando los problemas de lenguaje no tienen una causa tan evidente y no se tiene
una referencia previa de estos alumnos, cuesta mucho, en ocasiones, estar seguro de lo
adecuado del habla de un niño o de la comprensión que manifiesta ante la intervención
o interacción con un adulto u otro niño. La delimitación entre lo normal y lo que no lo es
en este campo no es fácil de determinar, debido, sobre todo, a los distintos ritmos con que
se lleva a cabo el desarrollo en los niños. Una dificultad de lenguaje puede ser el síntoma
más evidente de patologías orgánicas o psíquicas más complejas que conviene conocer.
La mayoría de los niños con dificultades en el lenguaje oral tiene problemas de tipo
funcional o evolutivo, y conviene tener presentes los síntomas más evidentes de las
distintas patologías para que estos trastornos considerados “menos graves”, aunque muy
frecuentes, sean detectados lo antes posible. De ese modo, se podrá centrar adecuadamente
la problemática por medio de una observación o exploración precisa y plantear, si es
necesario, formas de intervención y programas o ajustes específicos dentro o fuera del
aula ordinaria o de reeducación, destinados a favorecer el desarrollo lingüístico del niño.
Un niño con dificultades de lenguaje, aun no siendo éstas graves, en principio, estimulará
menos o de manera menos activa la comunicación de los otros hacia él por sus inferiores
posibilidades de expresar con cierta precisión deseos, emociones y sentimientos, por cuyo
motivo la familia y el entorno social próximo pueden agravar el problema.
Conviene tener en cuenta la frecuencia con la que, dentro del ámbito familiar, se detecta
que “algo no marcha bien”; pero, bien por carecer de referencias sólidas en las que basarse,
bien por evitar enfrentarse con la evidencia del problema, éste se aparta aparentemente,
no sin crear ansiedad en la relación. El ambiente familiar puede perfilarse, así como lleno
de tensión y cercano a provocar o potenciar problemáticas emocionales paralelas que
pueden llegar, en ocasiones, a ser más importantes que el propio trastorno de lenguaje
que las ha originado.
Si se conocen las dificultades será posible orientar a las personas que conforman el
ambiente afectivo del niño para que su relación con él sea más relajada y estimulante,
ya que este conocimiento permitirá acceder mejor a las posibles soluciones. Es muy
importante prestar atención a las pequeñas observaciones cotidianas que a menudo
transmiten los padres e interesarse por ellas, pues pueden ser de gran importancia para
un posible diagnóstico preventivo.
Ante todo, conviene establecer la diferencia, desde el punto de vista lingüístico, entre
sonido y fonema. El sonido hace referencia a la emisión que se hace al hablar; es una
entidad física que se produce por la vibración del aire al pasar por las cuerdas vocales y por
la transformación que sufre esta columna de aire en su transcurso por la boca y la cavidad
nasal. El fonema es una entidad abstracta y hace referencia al concepto que tenemos del
sonido; gracias a esta representación mental somos capaces de reconocer los sonidos que
emite gente muy diversa y de formas diferentes (niño de corta edad, anciano…), y entender
así lo que dicen, debido a que podemos ubicar sus producciones en el esquema fonológico
que poseemos todos los hablantes de una misma lengua. Por “fonético” entenderemos,
pues, lo concerniente a sonido, mientras que por “fonológico” nos referimos a fonemas.
pronunciación de la “r” (guitaya, Cailos). Los niños pasan por un proceso evolutivo
en el que tienen diferentes dislalias por no poseer aún las imágenes acústicas
adecuadas o porque sus órganos articulatorios no son capaces de realizar con
precisión complejos movimientos articulatorios. En los primeros años se manifiesta
como balbuceo y se considera como algo normal, pues con el ingreso del niño a la
escuela, su lenguaje tiende a normalizarse. Estas dislalias de desarrollo tienden
a desaparecer sin necesidad de intervención terapéutica. Sin embargo, muchas
veces persiste hasta la edad adulta, con graves repercusiones psicológicas, como
retraimiento o poca socialización.
Se considera que hay un trastorno fonético cuando estas dificultades persisten
más allá de la edad en que dichos sonidos se suelen pronunciar correctamente.
Las causas de esta alteración suelen hallarse en un déficit cognitivo, sensorial o
sociocultural, o también en un trastorno de tipo afectivo. En numerosas ocasiones
la etiología es desconocida o mal conocida.
Las alteraciones relacionadas con los trastornos fonéticos pueden ser de distinta
clase, como las que describimos a continuación:
• De omisión: Falta la producción del sonido o se da un alargamiento de la
vocal anterior que marca la presencia de la consonante omitida que no se puede
pronunciar. Ej. “cao” en lugar de “carro”.
• De sustitución: Sustitución de un sonido por otro, normalmente de
adquisición anterior o de la misma familia fonética. Algunos de los errores más
frecuentes son los ceceos y los seseos. Ej. “caza” en lugar de “casa”.
• De distorsión: Sustitución de un sonido por otro que no pertenece al sistema
fonético del idioma. Hay falta de claridad y suele dar lugar a un sonido débil o
incompleto. Ej. con rotacismo gutural: R francesa.
• De inserción: Ante un sonido dificultoso de articular, el niño intercala otro
fonema que no corresponde a esa palabra, y se convierte en un vicio de dicción.
Ej. En lugar de ratón, dirá “aratón”;
De esta manera, nos encontramos con que un importante número de niños con
dificultades de pronunciación tienen un trastorno combinado fonético-fonológico.
Es frecuente que, aun siendo trastornos bien diferenciados, presenten en numerosas
ocasiones signos externos parecidos. También hay que recordar que la completa
adquisición de fonemas puede extenderse, si no existen causas sensoriales o
motoras que lo impidan y siempre en función de cada niño en concreto, hasta los 6
años aproximadamente.
ralentiza la maduración del sistema nervioso) y por otra, los conflictos psicógenos
(provocados por presiones y tensiones en el ambiente en el que se desenvuelve el
niño).
Las investigadoras Fernanda Fernández Baroja, Ana María Llopis Paret y Carmen
Pablo de Riego, en su libro “LA DISLEXIA: origen, diagnóstico y recuperación”,
afirman que la mayoría de los autores en los últimos años emplean este término
con mayor precisión para designar un síndrome determinado, que se manifiesta
como una dificultad para la distinción y memorización de letras o grupos de letras,
falta de orden y ritmo en la colocación, mala estructuración de letras, etc., lo cual
se hace patente tanto en la lectura, como en la escritura.
Hay autores alemanes, como Stockert, que usan el término “legastenia” para
referirse a la dislexia, aunque es poco preciso, pues legastenia significa más bien,
una lentitud en la lectura más que un trastorno en el aprendizaje. También hay que
distinguir el término “alexia”, que es una incapacidad total para la lectura, unido a
una lesión cerebral.
Por otro lado, las estadísticas muestran que la dislexia afecta a un 10% o 15% de la
población escolar y adulta; además, afecta en igual proporción tanto a niñas como
niños, aunque cabe destacar, que estadísticas inglesas e investigaciones de varios
psicólogos, han confirmado que cada 8 niños afectados, se da un caso de una niña
disléxica. A grandes rasgos y según estas estadísticas, podemos decir que, en cada
aula de 25 alumnos como media, se espera que encontremos un alumno disléxico.
Es una alteración que, en casos muy extremos, puede durar varios años, aunque lo
habitual es que no se alargue más que unos meses.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que el mutismo puede ser de dos
clases: total y parcial o electiva. En el primer caso, puede ser una manifestación
psicótica, por lo que puede considerarse como una manifestación patológica.
Hay que aclarar que esta anomalía puede corregirse con frecuente diálogo con el
niño y mucha práctica de lectura oral. También es necesario considerar que este
trastorno suele estar vinculado con el ambiente escolar, ya que es preferentemente
en la escuela donde los niños pueden no hablar, mientras que sí lo hacen con
normalidad en sus casas.
Monras (1984) nos indica, entre otras, las siguientes características asociadas al
mutismo electivo:
• Gran timidez, aislamiento y retraimiento social;
• Gran dependencia;
• Rechazo a la escuela;
• Conductas controladoras y oposicionistas en casa; y
• Rasgos compulsivos.
Por otro lado, también se reconocen dos tipos de factores que condicionan esta
disfonía: físicos y psíquicos. Entre los primeros señalamos
• Factores físicos. Aquí se considera la audición, si la percepción acústica es
deficiente, la emisión vocal puede alterarse, así como una mala técnica vocal,
por ejemplo, tonos de voz excesivamente elevados: gritos, cantos escolares con
sobreesfuerzo, etc.; respiración inadecuada; exceso de tensión muscular en
cabeza y cuello, etc.
• Factores psíquicos. En este aspecto se destaca la influencia del carácter y
de las emociones, que deben apoyar con el mayor equilibrio y estímulo en el
ambiente en el cual se educa y desarrolla el niño.
Por otro lado, es importante conocer los síntomas de posibles disfonías más
observables en el aula, entre los que se pueden señalar los siguientes:
• Manifestaciones reiteradas de los niños sobre molestias al tragar o al malestar,
con sensación de tener algo en la garganta;
• Ronquera persistente;
• Voz de resfriado, donde no hay emisión correcta de M, N y Ñ;
• Escape de aire en exceso por la nariz, mientras se habla, con la consiguiente
deformación en el timbre; no en la articulación propiamente de los fonemas
bucales;
• Dificultad para emitir sonidos agudos o graves;
• Tendencia a la respiración bucal;
• Voz apagada y salida de aire al intentar hablar (común en la laringitis aguda);
• Fatiga progresiva al hablar con falta de coordinación entre la respiración y la
fonación (se da habitualmente en las laringitis crónicas).
Es importante detectar a estos niños lo antes posible para que puedan iniciar los
aprendizajes posteriores a la vez que sus compañeros, sin retrasos por falta de una
base adecuada. De lo contrario, surgiría posiblemente un problema más grave,
como el fracaso escolar.
Por otro lado, hay que considerar la existencia de tres tipos de disfasia:
• Déficit fonológico-sintáctico. Se presenta en niños con mejor comprensión
que expresión, aunque también presentan dificultad para entender enunciados
largos y complejos, ambiguos, fuera de contexto o expresados con cierta rapidez.
• Déficit léxico-sintáctico. Las dificultades se producen principalmente en
la evocación, ya que tienen grandes problemas para encontrar palabras. Les
cuesta enormemente comprender frases enteras, no tanto palabras aisladas.
En cuanto a la pronunciación, la expresión no está excesivamente alterada.
La morfología está afectada. Es inmadura para la edad cronológica, y tienen
dificultades para mantener un orden temporal en la frase.
• Déficit semántico-pragmático. Los niños pueden poseer un lenguaje fluido
y una adecuada pronunciación, con frases bien estructuradas sintácticamente.
También el desarrollo inicial del lenguaje puede estar dentro de los límites
normales; sin embargo. se advierte negativamente la falta de ajuste de los
pequeños al entorno interactivo, es decir que están afectados en el uso del
lenguaje. No hay que olvidar que los niños disfásicos tienen dificultades
de comprensión de los enunciados verbales, suelen presentar ecolalias o
perseveraciones, y también pueden utilizar frases hechas.
5
EL PROBLEMA DE LA DISLALIA
5.1. CONCEPTO
5.2. CLASIFICACIÓN
La dislalia puede ser motivada por distintas causas. Teniendo en cuenta de una forma
genérica el origen de su producción, se hará la clasificación de las mismas. Hay que tener
en cuenta que, al menos refiriéndose a algunos fonemas, no a todos, lo que en un idioma
puede ser considerado como una articulación defectuosa, para otro no lo es. Pero en estos
casos no se trata de dificultad, sino del contexto social del idioma de cada país, que puede
determinar algunas formas características de articulación.
a. Dislalia evolutiva, corresponde a una fase del desarrollo del lenguaje infantil
en la que el niño no es capaz de repetir por imitación las palabras que escucha,
de formar los estereotipos acústico-articulatorios correctos. A causa de ello repite
las palabras en forma incorrecta desde el punto de vista fonético. Dentro de una
evolución normal en la maduración del niño, estas dificultades se van superando
y solo si persisten más allá de los cuatro o cinco años, se pueden considerar como
patológicas.
Las causas de esta dislalia son muy variadas. En muchos casos, no es una sola
la causa determinante, sino que la anormalidad se puede deber, por lo general,
a una combinación de factores. En cualquier caso, la dislalia funcional nunca es
producida por una lesión del sistema nervioso central, la cual ocasionaría otra serie
de trastornos, sino que están presentes ciertos factores que impiden el desarrollo y
normal evolución del lenguaje del niño. En muchos casos, habrá una interrelación
de estos factores actuando sobre el sujeto, como los siguientes:
• Escasa habilidad motora de los órganos articulatorios;
• Dificultades en la percepción del espacio y el tiempo;
• Falta de comprensión o discriminación auditiva;
• Factores psicológicos (pueden ser causados por celos tras el nacimiento de
algún hermano, la sobreprotección);
• Factores ambientales;
• Factores hereditarios;
• Deficiencia intelectual.
Los síntomas que aparecen en la dislalia funcional, son la omisión, sustitución
o deformación de los fonemas. La expresión es, en general, fluida, aunque a veces
por su forma se puede hacer ininteligible si aparecen afectados muchos fonemas.
Los niños que padecen este trastorno aparecen con frecuencia distraídos,
desinteresados, tímidos o agresivos y con escaso rendimiento escolar. En muchas
ocasiones el niño cree que habla bien, sin darse cuenta de sus propios errores, y en
otras, aunque sea consciente de ellos, es incapaz por sí solo de superarlos, creando
a veces este hecho situaciones traumatizantes que dificultan más la rehabilitación.
La dislalia no tiene una manifestación uniforme ni única, sino que muestra determinadas
variantes específicas, como las que mostramos a continuación.
a. Sustitución. Es el error de articulación en que un sonido es remplazado por otro.
El niño se siente incapaz de pronunciar una articulación concreta y en su lugar
emite otra que le resulta más fácil y asequible. También se da por la dificultad
las dificultades que tiene para la percepción, para la orientación espacial, para la
discriminación auditiva, etc.
También se puede advertir que cuando los errores que comete el niño no son
muchos, puede ocurrir que la familia no trate a veces de ponerle remedio hasta
llegar a la edad escolar, en las que los trastornos se hacen más notorios en sus
manifestaciones.
Según la situación expuesta, para conseguir cómo detectar las causas, es necesario
comenzar por un diagnóstico completo, que abarque el análisis y estudio de la situación
del niño en todos los aspectos. Por eso, las distintas partes o facetas son:
a. Anamnesis. Es el primer paso orientador que se necesita para conocer la
situación personal y familiar a través de los datos proporcionados por los padres.
Recoge aspectos que sólo la familia puede dar, y es importante porque brinda datos
referidos a la maduración general.
b. Articulación. Se procede a realizar el examen de pronunciación en forma
completa y sistemática. Entonces será necesario precisar la situación del fonema-
problema, si es inicial, intermedia o final y a qué tipo de expresión está referida, si
al lenguaje repetido, dirigido o espontáneo.
c. Inteligencia. Se analiza el nivel intelectual, ya que un déficit en este aspecto
puede ser la causa de su dificultad, pues podríamos estar ante un caso de deficiencia
mental, en la que el trastorno de la palabra será un síntoma más como parte de un
cuadro más complejo de toda una problemática de un niño deficiente.
d. Psicomotricidad. La experiencia demuestra que la mayoría de los niños afectados
tienen dificultades en su habilidad motora. Por eso se analizan las conductas
motrices de base, por una parte; de la motricidad buco-facial, por otra, interesando
conocer también la conducta respiratoria y la capacidad de relajación.
e. Percepción y orientación espacial. Es importante conocer el estado de
la organización perceptiva del niño y su orientación espacial, para determinar
la maduración perceptiva de los niños, explorando la función visomotora, que
está asociada a la capacidad del lenguaje. Es conveniente también estudiar las
posibilidades que el niño tiene para orientarse en el espacio, habremos de ver si
reconoce las coordenadas de derecha-izquierda y con qué seguridad y rapidez lo hace.
f. Percepción temporal y ritmo. Es importante para estudiar y diagnosticar la
capacidad que tiene el niño para percibir y discriminar distintos tiempos y ritmos
que se le presenten y con ello conocer el estado de su estructuración temporal y
rítmica.
5.6. TRATAMIENTO
El enfoque pluridimensional del tratamiento está basado en que los trastornos del
lenguaje, generalmente, no aparecen como manifestaciones aisladas, sino que forman
parte de un conjunto de síntomas motivados por distintas causas, como consecuencia de
las cuales aparece la dificultad de la expresión. Junto a la labor rehabilitadora de corrección
de las articulaciones defectuosas, es preciso enfocar el tratamiento en un sentido más
amplio, orientando la reeducación a todos aquellos aspectos que inciden en la expresión
del lenguaje hablado.
Cuanto más temprano se inicie la reeducación y cuanto más pequeño sea el niño, el
pronóstico será mucho más positivo. Es preciso no confundir una dislalia funcional,
que ya tiene un carácter patológico, por una función anómala de los órganos periféricos,
con una dislalia de evolución, que no es más que el defecto de articulación normal en la
evolución del lenguaje. Pero si esta articulación defectuosa persiste pasados los cuatro
o cinco años, ya puede tener carácter patológico y será conveniente comenzar lo antes
posible con el tratamiento adecuado. Si no se atiende debidamente, el defecto se afianza,
los órganos fonatorios pierden plasticidad y su corrección se hará cada vez más costosa.
Por otra parte, dejar que persista la incorrecta pronunciación supone entorpecer el
desarrollo psíquico del niño, con los consiguientes problemas que esto le puede traer y el
retraso del proceso escolar.
d. Algunos materiales
Espacio físico adecuado, una colchoneta, espejo, depresores, magnetófono,
materiales para trabajar: soplo, ritmo, discriminación auditiva, motricidad labial y
lingual; libros de imágenes, libros de cuentos, algunos juguetes, alguna bibliografía.
Aunque no tan necesarios como los anteriores, también son convenientes: logofón,
espirómetro, ordenador con algunos programas y espejo de Glatzel.
6
EL PROBLEMA DE LA DISFEMIA
Según Juan E. Azcoaga (1981: 130 1 131), “la tartamudez es el más conocido, llamativo
y temido trastorno funcional de la palabra. Consiste en una alteración del ritmo de la
emisión oral que quita fluidez, cadencia y limpieza a la dicción. El habla se hace vacilante,
entrecortada e interrumpida por repeticiones y persistencias de sonidos o fonemas que,
agregados a un sinnúmero de gestos mímicos y movimientos asociados, conforman el
cuadro tan caracteríticos de la tartamudez”.
Por tratarse de una de las anomalías más graves, acerca de cuya naturaleza y
tratamiento existe mucha ignorancia, con serias repercusiones en el ambiente familiar,
social y educativo, vamos a referirnos a ella con cierto detenimiento, especialmente en
los mecanismos y cuidados de su tratamiento con cierta exhaustividad. Para el efecto,
seguimos a destacados especialistas en la materia, especialmente al reconocido médico e
investigador argentino Julio Bernaldo de Quirós, quien, en su importante libro “El lenguaje
lectoescrito y sus problemas” (1997: 238 a 241), afirma que la edad más indicada para la
“curación” es hasta los cinco años, periodo que coincide con el mayor número de comienzos
del mal; con la etapa de mayor egocentrismo, por lo que los amiguitos de la víctima no le
harán muchas bromas; y con el ambiente principalmente familiar, que permite un clima
favorable para el tratamiento. En este sentido, sus aportes son fundamentales para los
padres, los maestros y los especialistas respectivos de la ciencia médica.
6.1. CAUSAS
Se han desarrollado tres modelos que buscan explicar las causas de la tartamudez.
Ellos son los siguientes. Dichos modelos son los siguientes:
6.2. TIPOLOGÍA
b. De acuerdo a la severidad
• Ligero: Tartamudez en el 2% de las palabras, tensión imperceptible, pocos
bloqueos y no mayores de un segundo de duración.
• Suave: Repite de 2-5% de las palabras, tensión perceptible, presenta varios
bloqueos de duración menor a un segundo.
• Regular: Repite de 5-8% de las palabras, alguna tensión, bloqueos regulares
de un segundo. Manifiesta algunos movimientos asociados y mímica facial.
• Moderadamente severo: Tartamudeo del 8-12% de las palabras. Tensión
perceptible, bloqueo de dos segundos.
• Severo: Tartamudea entre el 12-25% de las palabras, tensión notable, bloqueo
de 3 y 4 segundos. Manifiesta movimientos asociados.
• Grave: Repite el 25% de las palabras, mucha tensión, bloqueos más largos de
4 segundos. Manifiesta muchos movimientos asociados y mímica.
6.3. PRONÓSTICO
Entre las posibles alternativas educativas para enfrentar esta anomalía, la lectura
mejora a los disfémicos anártricos, porque impone un ritmo respiratorio, fonatorio y
articulatorio preciso y disciplinado. La disfemia que mejora con el ensordecimiento
tiene un mejor pronóstico que los otros tipos, pues es de origen bulbar y, por lo tanto, es
más fácil que los dos niveles superiores ejerzan su influencia moderadora. En cambio,
la disfemia de origen diencefálico solo tiene una etapa neurológica por encima, y la
disfemia cortical, ninguna.
e. No provocar cambios bruscos en la vida del niño, como presionar o exigir para que
ingrese a su centro educativo. Mejor dicho, si se muestra contento y predispuesto
para ir a la escuela, hay que apoyarlo; pero de lo contrario, no exigirlo ni obligarlo,
al menos por el momento si es que cierto día no quiere asistir a clases.
f. Evitar la participación del niño en grandes fiestas o acontecimientos infantiles,
como en los concursos de canto o baile, por la presencia y participación de niños de
diferentes edades, poco controlables por los adultos.
g. Preferir pequeñas reuniones familiares, o de grupos pequeños, donde el control es
más directo y el niño se muestra con mayor confianza y libertad para participar.
h. Salir de paseos o excursiones a lugares tranquilos, sin tumultos, agitaciones ni
aglomeraciones, a fin de evitar las agitaciones emotivas, las emociones intensas, la
inseguridad. Preferir el campo, el río, el parque, un lago, la sierra, etc.
i. Ordenar la vida del niño de manera regular, procurando, por ejemplo, que los
horarios y actos sean respetados por toda la familia; por ejemplo, el arreglo de la
cama al levantarse, el orden en los alimentos, el saludo cotidiano, etc.
j. Procurar el contacto con la naturaleza y con otros niños de su edad.
k. Evitar la acumulación de actos y tareas rutinarias, que pueden suscitar ansiedad y
emoción por su realización y cumplimiento; por ejemplo, realizar las tareas de dos
asignaturas al mismo tiempo o para la misma fecha.
Entonces, cuando el niño que sufre esta anomalía del lenguaje inicia los estudios
escolares, especialmente correspondientes a la primaria, se enfrenta a una situación
desafortunada para el tratamiento de la afección. Por eso es necesario que los padres
adopten medidas especiales antes del ingreso y durante la asistencia del niño a la
escuela, así como en las relaciones con los profesores. El denominador común debe
ser un ambiente de completa tranquilidad y afectividad; por eso, tal vez en situaciones
muy extremas, cuando no hay un ambiente de comprensión, tal vez podría cambiarse
al niño de escuela; muchas veces los profesores carecen de la debida preparación, por
ejemplo, en el área de psicología infantil y juvenil del desarrollo, por lo cual no siempre
pueden adoptar las actitudes más adecuadas y recomendables.
Sin embargo, caben dos advertencias: primera, que después de la primera semana
se debe leer un pasaje nuevo cada día; segunda, que la lectura debe realizarse con
un ritmo lento, especialmente al comienzo de cada oración. Por eso el maestro debe
cuidar que el acompañante reúna esta característica. En todo caso, se recomienda que
el promedio debe ser de unas ochenta palabras por minuto.
Otra advertencia: esta técnica puede dar resultados con tartamudos leves, pues
en los casos graves debe complementarse como parte del tratamiento terapéutico
especializado. También hay que tener cuidado que antes de leer oralmente se debe jalar
aire, el cual se va expulsando lentamente, al mismo tiempo que se va pronunciando la
primera sílaba con una pausa marcada. La aplicación sobre el proceso de expulsión
paulatina de la corriente de aire es válida para todo acto de habla oral.
7
EL PROBLEMA DE LA DISLEXIA
Es un trastorno que se manifiesta como una dificultad para leer pese a tener la
capacidad intelectual normal. “Las dificultades consisten en no distinguir ni memorizar
letras o grupos de letras, falta de orden y ritmo en la colocación, mala estructuración de
frases, etcétera, lo cual se hace evidente tanto en la lectura como en la escritura”, como
afirma el mencionado Bernaldo (1997: 238 a 241).
Parece que el origen es de carácter afectivo y se manifiesta con mayor claridad entre
los seis y nueve años, aunque es probable que la deficiencia se presente a los cuatro años.
Por la intervención de los factores afectivos se explicaría la inestabilidad, indisciplina y
“mala” conducta que presentan los niños en la escuela como manifestaciones conexas y
que repercuten indudablemente en la dificultad o incapacidad para asimilar el aprendizaje
de las asignaturas con el mismo ritmo de los demás alumnos.
Entre otras características de implicancias escolares, hay que destacar que el niño
disléxico rápidamente se cansa, por lo que no puede mantener una atención muy prolongada.
Entonces no manifiesta mucho interés por la lectura y la escritura, que le parecen áridas
y sin atractivo, con lo cual su rendimiento escolar resulta bajo. Como resultado, puede
ser marginado del resto de la sección o retrasado en su rendimiento; incluso la familia
puede tener un concepto poco valorativo y considerarlo como desordenado, desatento,
incumplido y malcriado, todo lo cual agrava el problema, aún más si se considera que, en
su seguridad, muchas veces se manifiesta vanidoso y terco.
También en este como en los demás casos se requiere una óptima preparación del
profesor, cuyo desempeño no puede limitarse al desarrollo normal o correcto de las clases,
sino que requiere conocer la composición, carácter y comportamiento de sus alumnos.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que la dislexia presenta varias manifestaciones
en el desempeño del estudiante en el empleo del lenguaje, por lo que aquí presentamos
algunas formas frecuentes.
d. Confusión de las letras parecidas en su punto de articulación: “ch”, “ll” (“y”) y “ñ”.
e. Confusión en la pronunciación de letras parecidas por su sonido (niños con
deficiencias auditivas): “p” por “c” (sonidos fuertes: “concecto” por “concepto”, o
“c” por “t” (sonidos oclusivos). También puede presentarse confusión entre letras
de pronunciación o fonética semejante: “v”, “c” y “g” fuertes, que puede sustituirse
entre sí.
f. Confusión de palabras parecidas u opuestas en su significado (sustituciones
semánticas); por ejemplo, cuando escriben o leen: “suelo” por “piso”, “blanco” por
“negro”, “hombre” por “señor”, etc.
g. Falta de rapidez al leer. Se presenta una gran variedad de irregularidades, desde
la lectura mecánica, mal modulada y sin ritmo, incluyendo la dificultad para
leer palabras largas o raras, hasta la lectura silábica, deletreando, con particular
repercusión en la falta de comprensión del texto.
h. Dificultad en la escritura de las letras o disgrafía (o digrafía). Entonces el niño
puede recordar las letras al leerlas, pero no cómo se trazan o escriben.
c) Trastornos perceptivos
• Percepción espacial limitada. Confusiones de izquierda y derecha, arriba y abajo...
• En lectura y escritura, también habrá confusiones entre “n” y “u”, “d” y “b”, “p” y
“q” (ya que no distingue esa percepción espacial nombrada anteriormente).
7.4. DIAGNÓSTICO
En un aula se puede detectar una posible dislexia haciendo leer a un niño en voz
alta y pidiéndole que nos cuente algún acontecimiento previamente narrado por él o
lo que ha leído, cuando se ha comprobado o que lo ha comprendido y lo ha expresado
correctamente a nivel oral.
Por otro lado, en la escritura, cuando se pide al niño que escriba de una manera
espontánea, generalmente se producen estos fenómenos:
a. Dificultad inicial para imaginar la historia o si la ha imaginado adecuadamente,
se siente incapaz de expresarla por escrito o reacio a hacerlo. Consume mucho en
tiempo antes de iniciar el trabajo. A veces es preciso sugerirle los temas y el cómo
expresarlos.
b. El niño necesita un tiempo excesivo para escribir su relato. Puede tardar 15 o 20
minutos para escribir dos líneas, aunque esto es un caso extremo.
c. La escritura en sí puede ser indicativa, por el tipo de letra, la mayor o menor
digrafía, la forma a veces incorrecta de coger el lápiz, la forma de realizar los óvalos
de las letras. Se puede observar agarrotamiento a la hora de escribir. El niño puede
manifestar cansancio. La letra inicialmente correcta, se va desestructurando, el
niño pierde el control que a veces ejerce inicialmente a costa de grandes esfuerzos.
d. Discrepancia entre lo escrito y el lenguaje oral del niño. (Por eso a veces convendría
evaluar a los niños disléxicos oralmente y no por escrito). A veces utilizan una
sintaxis extraña, u omiten palabras, en especial los nexos y las palabras de función,
dándose cuenta de ello en ocasiones al releer el texto. Igualmente, el uso de los
signos de puntuación apenas responde a las normas sintácticas.
Según el mismo Azcoaga, los niños disléxicos suelen ser muy malos dibujantes.
Por otro lado, ciertos niños trazan perfiles groseros y muestran anomalías en las
figuras asimétricas. También se advierte una marcada falta de aptitud manual para el
aprendizaje del dibujo; pero esta conducta no es uniforme, pues otros niños pueden
dibujar bien, así como realizar otras tareas manuales semejantes.
7.7. RECOMENDACIONES
Desde el punto de vista del comportamiento de los maestros ante los niños que
presentan esta anomalía se recomienda la adopción de las siguientes acciones:
a. Los niños deben iniciar el aprendizaje de la lectura y la escritura después de
alcanzar la suficiente madurez, alrededor de los seis o siete años, es decir, cuando
empiezan su escolaridad.
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ROL DEL PROFESOR:
SUGERENCIAS DE ACTUACIÓN
La tarea del educador en el área del lenguaje será, en general, la de potenciar sus
aspectos comprensivos y expresivos, así como de propiciar situaciones y elementos que
permitan progresar al alumno.
Si el maestro detecta algún rasgo que precise una observación más detenida y específica,
deberá consultar con los especialistas de la escuela, si los hay, o con los psicopedagogos y
logopedas de los equipos de asesoramiento que normalmente atienden. Una vez detectado
el problema, conviene diagnosticarlo o, como mínimo, situarlo suficientemente para
determinar si el niño precisa intervención o no y, en todo caso, cuál sería la más adecuada.
En relación con este aspecto entre las posibles intervenciones, destacamos las siguientes
acciones:
• Es probable que sea suficiente una orientación familiar.
• Puede ser necesario revisar la programación que se desarrolla en el aula.
• Se puede plantear una acción conjunta entre el educador y el especialista.
• A veces el alumno ha de acudir a las acciones de ayuda que le ofrece el profesor
de educación especial o de refuerzo o, en ocasiones, es éste el que acude al aula
ordinaria para apoyar al niño.
• Si la alteración es importante o confusa puede ser necesaria la intervención de un
profesional externo y el inicio de un diagnóstico más específico o un tratamiento
adecuado
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CONCLUSIONES
Quinta. Junto con una adecuada preparación sustentada en los aportes de la lingüística,
así como en la adopción de determinadas orientaciones tecnológicas o didácticas,
se requiere una sólida y profunda formación científica y profesional en las áreas de
producción, fisiología y funcionamiento del lenguaje, a fin de promover su asimilación
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RECOMENDACIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Perelló, J. (4ta. Edición) (1981). Trastornos del habla. Ed. Científico Médica–
Barcelona. Pág. 262
Torres, G.J. (1996). Cómo detectar y tratar las dificultades en el lenguaje oral.
Barcelona: Ediciones CEAC