Dafne Mociulsky - 2017 - Eso Te Dijeron

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Eso te dijeron

Cuentos
-O mera muestra de casos en los
que se exhibe cómo la
heteronorma fracasa-

Dafne Mociulsky

|Duniashka Ediciones
-artesanales, autogestivas e
itinerantes-
Año 2017
1era edición, Valparaíso, Chile
Agradecimientos:

A Danilo Castelli y a
Federico Kersner por las correcciones.
A mi hijo, que aunque le de fiaca leerme, me
apoya y no me juzga.
Al aproximado centenar de personas que se
ofreció para leer algunos de estos cuentos antes
de que estuvieran cocinados, a la gente que me
contó sus cosas para que yo las ficcionalice y
a este momento sociohistórico en el que, si bien
falta un montón, al menos estamos hablando de
estas cosas. Seremos la generación bisagra
sacrificada por el bienestar de las próximas
generaciones, o eso espero

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Prólogo a “Eso te dijeron”

Mi literatura favorita, sacando las ciencias


sociales y las humanidades, es la ciencia
ficción. De ese género me ha sacado La Ilíada,
El Silmarillion, los cuentos de Poe, y alguna
que otra novela histórica (mi favorita es
Shogun, de James Clavell).

Ahora sumo este libro a la lista. Me interesó


desde que Dafne empezó a pasar los cuentos
para que sus amistades los leamos.

Desde hace años que inicié un proceso de


cuestionamiento del machismo, la
heteronorma y la mononorma que heredé. Lo
de cuestionar la manera en que vivimos
nuestras relaciones sexoafectivas es lo más
reciente y como la teoría siempre me fue lo
más fácil de encontrar y digerir, estoy
hambriento de testimonios y relatos crudos,
sean reales o ficticios.

Con este librito estoy chocho. Las historias no


le huyen a la complejidad de las relaciones
humanas en una civilización tan llena de
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opresión y alienación como la nuestra. La
gente que las protagoniza se hace daño a sí
misma y entre sí porque primero fueron
víctimas de mandatos y relaciones sociales
orientadas en sentido contrario a la
autenticidad y la realización.

Pero el libro no se queda en un manifiesto


revolucionario contra lo establecido. Incluso
las mujeres protagonistas que nadan contra la
corriente no son retratadas como heroínas,
sino como personas comunes, con todas sus
contradicciones, luchando entre la
supervivencia y el vivir.

Mucha de la literatura sobre amor libre es


demasiado complaciente con la “vanguardia”
no-monogámica. Este libro es una bocanada
de aire fresco en comparación, porque no se
limita a mostrar que “la Matrix” es mala y que
la gente que adhiere al sistema es súper-
alienada; también expone, valientemente, las
contradicciones y miserias de los sujetos
subversivos –por voluntad o a pesar suyo- que
cuestionan al sistema.

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Tengo un optimismo cauteloso. Si la
civilización sobrevive el colapso ecológico que
se aproxima y evitamos caer en un nuevo
fascismo, es muy posible que las generaciones
que nos sigan -en esta parte del mundo- sean
todavía más libres que la de quienes estamos
entre los 30 y los 40, que pudimos librarnos
de mochilas heredadas o por lo menos las
hemos visto. Y quienes hoy son niñxs o
adolescentes, a su vez, serán quienes
preparen el mundo para generaciones más
libres todavía.

Aguante este librito, que prepara el camino.


Gracias, Dafne.

Danilo Castelli
Pensador, escritor

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TRES TRISTES

Pasando por la avenida en donde tomaba el


colectivo después de trabajar, Gloria notó
que su heladería favorita ya no estaba. Hacía
frío, pero por alguna razón, tuvo ganas de
tomar un helado. Hacía meses que el verano
había quedado atrás y con él, los hábitos
veraniegos. En su lugar, había una tienda de
vestidos de novia. El local estaba
irreconocible, le pareció raro, hubiera sido
más fácil y hasta lógico convertirlo en algo
que tenga que ver con el rubro, pero no,
había sido prácticamente demolido en sus
entrañas para ofrecer vestidos de novia. Se
compró un chocolate que tiene un sabor
parecido al helado de chocolate que le
gustaba y comenzó a pensar en casarse. No
es que no lo hubiera pensado antes, de
hecho, dos noches atrás habían hablado de
esto con su novio y concubino. Nunca fue
muy buena para detectar sarcasmos o para
saber cuándo la gente hablaba en joda o en
serio, pero su novio la hacía reír, aunque los
resultados de sus planteos nunca quedaban
del todo claros y siempre faltaba el tiempo y
sobraba el cansancio, mucho laburo, cosas
que hacer en la casa, la serie online que
miraban juntos y ella siempre quedándose
dormida cerca del final. Le estaba
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agradecida a su compañero por no insistir
tanto con el sexo en esas circunstancias
agotadoras. Pero quería casarse y no le
quedaba en claro si se casarían o no. Siete
años de noviazgo dentro de los cuales ya
iban dos de convivencia, ambos con 38 años
de edad encima. También quería tener hijos,
pero no de manera desprolija, sino de la
forma más parecida a como fue criada.
A veces él le pedía cosas que la
atormentaban, posiciones sexuales que le
resultaban dolorosas, sexo anal, invitar a
otra mujer a unírseles, que bebiera su semen,
pero ante su negativa, todo terminaba en
broma, ninguno de los dos se tomaba en
serio las demandas, hasta llegaba a sentir
que era una manera de burlarse de los
excesos de los demás. Gloria estaba bien así,
el orden de las cosas estaba tranquilo, sólo
que quizás de vez en cuando percibía la
lentitud del tiempo.
Al volver a la casa su novio estaba ahí,
descalzo y en cuero, lavando los platos a
último momento, ella evitó el comentario
cotidiano y puso la pava para el mate tras un
breve besito de reconocimiento y
reencuentro – Estuve viendo vestidos de
novia – le espetó, de una – y yo estuve
viendo a Peñarol vs Wanderers – rieron –
Bo, si juntamos algo de plata durante los
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próximos seis meses podríamos casarnos…
no me importa tanto la luna de miel, me
importa más la fiesta, con un fin de semana
en Valizas me conformo, pero quiero la
fiesta y el vestido que vi hoy… ¿cómo te fue
con la venta de libros?
- ¡Muy bien! – y de ahí en adelante toda la
charla matera se trató de lo orgulloso que
estaba de haber renunciado a su trabajo
como profesor de inglés por abrazar su
sueño de vivir como escritor independiente.

Guido se aferraba inmediatamente al celular


ni bien se quedaba solo, era un pedacito de
libertad comprimida y guardada. Se
consideraba tierno, aunque Mirna no estaba
de acuerdo con su ternura. Venía chateando
bastante con ella, jamás creyó encontrar a
alguien que lo cuestionara y defenestrara
tanto. Se creía raro, original, jamás creyó
que esta misma persona que lo llamó
machista también lo llamaría “común”,
¿cómo podía ser? ¿qué era eso que Mirna
veía con tanta seguridad y que él no veía?,
hasta se atrevió a decirle “la gente común
está más loca que la gente rara”. Él le pedía
desesperadamente su opinión, también se
preguntaba ahora para qué se la pedía tanto.
Mirna también era escritora y él la había
contactado porque alguien le dijo que era
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bueno lo que escribía, pero al agregarla a
Facebook y stalkear sus fotos, le encontró un
encantador parecido a una actriz porno de su
preferencia, pese a que ninguna de sus fotos
era insinuante, en verdad eran fotos sin
filtro, sin maquillaje y evidentemente
sacadas con celulares pedorros, pero aun así,
su aspecto se le antojaba muy sexual.
Comenzaron a chatear de esto y aquello
dentro de la literatura y el quehacer
independiente. En algún momento de la
charla virtual comenzaron a hablar de sexo y
no pudo contenerse: le tiró onda
deliberadamente. A ella le molestó el hecho
de que él estuviera de novio y deseara a
otras mujeres y se lo dijo, él se justificó
explicándole que quería mucho a su novia
pero que estaba atrapado en una relación
aburrida con una sexualidad muy básica y
desapasionada. Siguieron charlando durante
varios días, ella se tomaba con humor sus
torpes intentos de seducirla y le dijo que
pronto iría a Uruguay, ya lo tenía planeado
desde antes de no conocerlo aún.
Mirna estaba apenada por sus tatuajes, su
soledad y su profesión, todo lo que Guido
idealizaba en ella. Igual le daba curiosidad
ese tal Guido y no estaba segura de qué iría
a pasar con él, pues le daba cierto morbo
hacerlo pasar ese momento que él tanto
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soñaba para después crucificarlo. Antes
Mirna no accedía a relacionarse con tipos
que están en pareja, pero siendo ella pareja
había sido tan cornuda que se insensibilizó
un poco, pero cuando podía lo evitaba.

Finalmente se vieron, se cayeron bien, la


pasó a buscar con el auto y él la quiso llevar
a su casa, lo cual Mirna rechazó
fehacientemente, porque ya de por sí le
parecía muy grosero en su insistencia por
cuernear a su novia, pero querer hacerlo en
la casa en donde convivían le pareció
deleznable, así que fueron a un telo.
El turno era de dos horas, cuando ella se
desnudó él la idolatró como si fuera una
diosa extraterrestre: nunca había estado con
una mujer con tatuajes. Esto la incomodó un
poco pero igual se echaron un polvito que
para él fue glorioso y para ella
intrascendente. Ella le hizo cosas que
consideraba básicas, nada especiales, que él
se tomó como si lo hubiera convertido en
una estrella porno. Tampoco le gustaba ese
dudoso honor a Mirna y lo que más le
molestó es que luego de hacerlo Guido se
sintió culpable y apurado por volver con
Gloria y le dijo – Hoy día no da para perder
una buena mujer.

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- Claro… y menos por una mujer mala como
yo – Guido la quiso remendar pero no hubo
retorno de esa metida de pata, aunque
tampoco sospechó que no volverían a verse,
para Mirna fue suficiente y mientras él
pensaba en cómo sería la próxima vez, ella
pensaba en todos los inbox que le escribiría
explicándole por qué está tan mal lo que
hace, dice y siente.
Mirna volvió a Buenos Aires antes de lo
pensado. Él le preguntaba diariamente
cuándo volvería a Montevideo y, como
quien no quiere la cosa, se generó una
especie de psicoanálisis entrambos en donde
sólo Guido era el paciente. El preguntaba,
pedía consejo, pero al revés no funcionaba,
puesto que él con la mejor onda, trataba de
levantarle el ánimo, pero no tenía nada que
decirle que a ella le pudiera servir. El
desprecio que sentía Mirna por él
aumentaba, pero trataba de ayudarlo a
entender, de ayudarlo en realidad, la
intención no era mala y, de paso, ella trataba
de ayudarse a sí misma, a entender para no
juzgar, a amainar el resentimiento y el
rencor que la atormentaba.
Sin embargo él la seguía poniendo en ese
lugar de rara, de sexy, de experimentada, de
ser admirada y ella lo refutaba con dichos
como “No soy feliz”, “Si tuviera a alguien
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que me quiere estaría agradecida”, “No
entiendo por qué las parejas se aburren y
dejan de coger, por qué no son honestos con
sus fantasías sexuales”. Quizás Mirna era
muy utópica respecto al amor, tanto como él
lo era respecto a la soltería estando cerca de
los 40. Cuando Guido le enumeraba todas
las cosas que Gloria no estaba dispuesta a
hacer en la cama, Mirna con mucha
paciencia le planteaba que si ella lo amaba
estaba pecando de egoísta, que no podía
pretender que su novio renunciara al placer
por ella y que tenía que ser sincero… pero
él, y por esto ella lo llamó “machista”,
prefería tener a una mujer no amada,
aburrida pero segura y matarse a pajas
viendo porno y de vez en cuando engañarla
con alguna de esas malas mujeres que saben
dar placer pero no lo que él llama
“seguridad”. A veces a él le costaba
entender por qué Mirna no tenía pareja,
encima siendo bisexual se suponía que tenía
que tener más chances. Pero la verdad es que
a Mirna todo le costaba mucho y tenía
heridas sin sanar que él, desde su simpleza,
no podía entender aunque se las explicara, y
de nada le servían los argumentos tipo “pero
si sos bonita”, “quizás te equivocás en lo que
buscás”, “tendrías chances con tipos como
yo”… esas cosas le daban rabia a Mirna, así
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que viendo que no le tendría paciencia por
mucho tiempo a sus largos diálogos por
chat, le expuso todas sus teorías al desnudo.
Siempre teniendo en cuenta que a él le
interesaba mucho, quizás demasiado, lo que
ella tenía para decir, muchas veces Mirna no
tenía ni ganas de contestarle pero igual lo
hacía. Recién perdió toda cortesía cuando
Guido le dijo que se consideraba un enfermo
por gustar del porno, por desear a otras
mujeres y que quizás cuando se casara y
tuviera hijos esta “locura” acabaría y por fin
valoraría a su novia ya convertida en esposa,
ahí fue cuando le dijo que su problema era
ser demasiado común y machista y que le
parecía un horror que una mujer pensara en
casarse como posibilidad y en la posición
perrito, por dar un ejemplo, como
imposibilidad. Le dijo que las mujeres como
Gloria son sus enemigas, por egoístas, frías,
inconscientes y pretenciosas y que le daba
bronca que ese tipo de mujeres tuvieran más
posibilidades que ella que, encima de ser
generosa en la cama, lo era en la cocina,
pero lo dijo en un momento de bronca,
porque tampoco le importaba estar con un
tipo como Guido, no lo soportaría. No le
importaba estar con nadie por el hecho de no
estar sola y era bien consciente de sus
exigencias.
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Para Guido fue un poco ofensivo lo que
Mirna dijo de Gloria, que para él era una
santa que le aguantaba el mambo todos los
días, claro, Mirna era una resentida solitaria,
no sabe lo que es tener un hombre al lado
todos los días.

Mirna no sentía empatía con Gloria, no


podía, y no por rivalidad, sino porque le
parecía una castradora
inocente/inconsciente. Con él tampoco, pero
le resultaba más comprensible aunque
despreciable por mentiroso a largo plazo. Le
pidió a Guido que no le escribiera más, que
le estaba mostrando lo que más le jodía de la
condición humana respecto a la pareja.
Mirna creía aún en el amor, deseaba un amor
no machista y no convencional, no
descartaba que podría darse con una mujer
pero, debido a su aspecto heterosexual, no
lograba muy a menudo atraer a las mujeres.
Deseaba un amor en el cual la monogamia
no fuera una exigencia pero tampoco
deseaba la regla del amor libre. Creía en la
espontaneidad o quería creer en eso. Cuando
Mirna quería a alguien jamás dejaba de
querer a ese alguien, reciclaba sus amores en
su corazón y había uno en especial que
sobrevivía a su propia e inconveniente
historia, no era un amor precisamente
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imposible pero tampoco posible y tuvo que
vivir con esa negativa de parte de aquel
hombre amado que nunca se la jugó por ella,
por eso le daban bronca las personas amadas
que no valoraban ser amadas. Mirna quería
un amor construido sin modelos
preexistentes y se acercaba a sus 40 sin
haber podido lograrlo. También era madre
soltera de un muchacho adolescente con el
cual renegaba mucho.
Ojo, a veces alguien se enamoraba de ella,
pero bajo condiciones que parecían una
burla del destino.

Las libertades uruguayas le daban lo mismo


a una persona como Gloria, que no fumaba
porro y que jamás se haría un aborto, lo
primero le parecía relativamente bien porque
liberaba a la policía de tener que detener a
consumidores inocentes y estar más atentos
a la delincuencia, pero con el aborto no
estaba de acuerdo. Gloria quería casarse,
había invertido siete años de consecuente
amor en Guido, ahorro, trabajo, la casa, el
auto, ya era hora de ser recompensada con
un apellido e hijos, mucho tiempo no
quedaba y jamás se le cruzó por la mente
que este mundito pudiera derrumbarse.

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Guido estaba cómodo, aunque algo lo
incomodaba, desde que vendía ejemplares
de su libro por las playas, comenzó a tener
levante y, después de ese polvito con Mirna,
se sentía más envalentonado, más capaz y
tentado de mandar todo a la mierda y ser
soltero, pero no, lo pensaba un rato y de
ninguna manera sacrificaría todo lo hecho y
por hacer.
Dejar de hablar con Mirna lo tranquilizó un
poco, pero aparecían otras chances
tentadoras, día tras día y su consumo de
pornografía aumentaba. Cuanto más se
hablaba de casamiento en casa, más se hacía
la paja en soledad pensando en otras
mujeres. Guido dio el sí sin darse cuenta, ya
estaba embalado y casado antes de casarse.
Su padre y su abuelo habían vivido la misma
suerte pero en un lapso de tiempo más
resumido, éstos la estaban haciendo muy
larga la previa a quedar pegados y con
descendencia.
Guido era muy cuidadoso con su celular,
hasta que un día lo llamó su padre al fijo,
diciéndole que su madre estaba internada
por hipertensión arterial y que era grave, él
le dijo esto a Gloria y se fue en el auto a la
velocidad de la luz, no le pidió que lo
acompañara porque ella no podía faltar al
trabajo, o sí, pero no eran de tener
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imprevistos en la rutina sagrada. El celular
quedó huérfano sobre la mesa de la cocina y
ella pensó en avisar a su suegro que Guido
había olvidado el celular, pero se le hacía
tarde y además, cedió a la curiosidad, quería
revisarle el historial de búsquedas a ver qué
tipo de pornografía miraba, temía que esas
cosas que él le pedía tuvieran que ver con
eso. No encontró nada y le miró su muro de
Facebook, hasta ahí todo bien, pero el
boludo de Guido no borraba los mensajes y
Gloria encontró el extenso chat que
mantenía con Mirna. Estaba en el colectivo
yendo al trabajo, ya las primeras cinco líneas
lo comprometían y se enojó. Estaba leyendo
y recibió una llamada de su suegro: era
Guido diciéndole que dejara el celular en la
casa, que lo pasaría a buscar. Ella le cortó,
llamó a su trabajo y dijo una mentirita
piadosa, que debía ir al hospital porque
internaron a su suegra y que se tomaría el
día, como no faltaba nunca ni llegaba tarde,
estuvo todo bien. Bajó del colectivo y se
tomó otro hacia playa Malvín, que era su
favorita dentro de Montevideo, al descender
procuró conseguir agua caliente para llenar
el termo, tendría una larga mateada en
compañía de la mentira. Tomó asiento en la
arena, hacía frío pero el sol atenuaba su
efecto. Muy poca gente había en la playa en
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ese día hábil en horario laboral. Nunca se
había rateado del colegio pero supuso que
ésta sensación sería parecida, lástima la
circunstancia. Leyó todo, se sorprendió de
no haber sospechado nada. Ser cornuda era
lo de menos, lo que de verdad dolió fue la
aseveración de Guido de no amarla y de no
haber estado enamorado de verdad nunca en
la vida, de ser tratada como una mujer avara
de parte de ambos, sobre todo de Mirna, una
mujer que no la conocía y la juzgaba. Gloria
no podía juzgarla a Mirna, porque Mirna lo
juzgaba a Guido por lo mismo que ella lo
hubiera juzgado y lo más pesadillesco se
presentó en forma de pregunta ¿y si Mirna
tenía razón? ¿de verdad era tan mezquina y
merecía ser cornuda o abandonada? No le
parecía. Pero de ningún modo aceptaba la
culpa por la conducta de Guido, que era
inaceptable, si era tan así debió haberla
dejado, no había derecho de hacerla vivir en
una mentira y amor falso por comodidad.
Aunque por otro lado, si esta tal Mirna se
creía tan piola, ¿por qué participó en esto?,
¿o sea que usó al hombre que ella amaba
para después darle una supuesta lección de
moral?, sólo una mujer muy resentida y
dañada puede obrar así. Lloró con pudor,
como todo lo que hacía, lo hacía con pudor,
con miedo al qué dirán, estaba más
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preocupada de que alguien se acercara a
preguntarle por qué lloraba que por el
compromiso roto. La voz interna de todas
sus antepasadas le indicaban que aguantara,
que no le diera el gusto de dejarlo por irse a
putanear por ahí y una voz desconocida se
abrió paso, la imaginada voz de Mirna que
supuso que le diría que, o se abriera a vivir
plenamente la sexualidad con su compañero,
cosa que leyó clarísimamente, o que lo
dejara ir, pues nadie debería amputar la
libertad ajena, nadie debería exigir que la
otra parte resigne su placer. Esas cosas que
Guido le venía pidiendo, medio en joda, eran
para salvar la relación y ella no lo había
entendido, pero… no, no le gustaba nada de
eso, no le gustaba mucho coger, a decir
verdad, disfrutaba el abrazo postrero pero
casi nada más. No, no sabía qué haría de
ahora en más, pero tenía que decidirse
pronto, nunca había estado tan
emocionalmente apurada en toda su vida. La
tentaba la comodidad de hacer de cuenta que
nada pasó y darle para adelante, como
mamá, como la abuela, la bisabuela y así
para atrás. Quería el vestido de novia, los
hijos, supuso que era el precio que pagaba
por estar acompañada, algo que la puta de
Mirna jamás podría entender. En cuanto a
Mirna, estaba confundida, por un lado Mirna
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la defendía y por otro lado la insultaba,
prefirió sentir pena por ella y no por sí
misma. Al mirar atrás, Montevideo ya no
existía, miró para adelante y el mar/río ya no
estaba ahí, la pantalla se puso en blanco y a
cada palabra se la comió el viento.
.

20
ESO TE DIJERON

Vero estaba pasada de merca, su mamá no


sabía muy bien qué hacer con eso. Le
recomendaron un centro de rehabilitación
que les quedaba cerca, pero cada vez que
veía a los internos vendiendo facturas por
los colectivos se desanimaba un poco, la
incomodaba la idea de pagar por un
tratamiento en el que los mandan a trabajar
de esa manera, porque eso no funcionaría
para Verónica, quería sacarla de las calles y,
por otro lado, pagar por ese tratamiento sería
una lastimadura en el bolsillo. En los
tratamientos gratuitos no había vacante hasta
dentro de varios meses y no se podía
esperar.
De algún modo se alinearon los planetas y
surgió una posibilidad muy conveniente: su
tía, la que no había tenido hijos y se pasó la
vida, viajando y cantando sobre escenarios
modestos de varios países, estaba viejita y
necesitaba cuidados. Esta tía heredó la casa
de campo de la abuela, a 200km de
Uspallata, Mendoza.
Engañó a su hija haciéndole creer que se
iban a pasar una semana, pero la abandonó
allí mientras dormía, con el consentimiento
de la tía misma. Al despertar Vero
comprendió el plan, éste sería su
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tratamiento: cuidar a una vieja en un lugar
en donde no hay vecinos cercanos. De no ser
porque amaba a la tía, se hubiera escapado a
dedo, pero no, no lo hizo y se la bancó. No
drogas, no sexo, no boliches, alcohol sí, pero
no le gustaba tanto y con las semanas le fue
agarrando el gustito a la sobriedad, no
porque se sintiera bien, de hecho pasaba
momentos terribles, sino porque había
dejado de dolerle la panza y la cabeza.
La huerta la entretenía bastante y la
televisión con cable. Aún no se animaba a
decir que estaba embarazada, tenía veinte
años y había pasado por dos abortos antes,
pero esta vez le dieron ganas de ser mamá,
tal vez por el aburrimiento. El progenitor era
un amante con el cual no tenía mucha
confianza y no tenía forma de ubicarlo,
además en caso de dar con él, no hubiera
funcionado porque él era tremendamente
vicioso y ladrón, probablemente estuviera
preso. Por otro lado, ella y su madre habían
crecido sin padre y aun así estaban vivitas y
culeando, no era tan malo eso, se vive igual
con lo que toca. Continuaría con la dinastía
de madres jóvenes, aguerridas, trabajadoras
y con mucho sentido del humor, qué loco,
estaba recién embarazada y ya comenzaba a
sentir que su vieja era piola. Pero la reacción
que tuvo cuando, por la creciente panza, fue
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llamada por la tía, no fue tan piola, en fin, de
todos modos Vero fue mimada, contenida y
ayudada en todo.
Rocío nació en el hospital más cercano a la
casa de la tía y aunque al principio a Vero le
costó cuidar de una bebé y una viejita, pudo
con todo. Pasados los meses sintió el deseo
de hacer una división en el living para que
Rocío tuviera su propio cuarto y la tía
aceptó. Casualmente una vecina que estaba a
500 metros, estaba haciendo arreglos en la
casa y Vero fue con la beba en cochecito
para poder hablar con los albañiles.
Encontró a uno solo de ellos, estaba en
cuero, algo sudado y se veía muy sexy, le
habló y le coqueteó un poco, aparentemente
él también se sintió atraído. A los pocos días
lo tuvo en la casa junto a otro albañil, entre
los dos levantaron la pared e hicieron otra
ventana y entre una cosa y la otra, Vero y
Fabricio hicieron el amor.
Así fue como empezaron, Fabricio quiso a
Rocío como hija propia y luego invitaron a
otra hija al mundo. Un par de años más tarde
vino otro no invitadito, el primer varón, el
único y último, de común acuerdo
decidieron cerrar fábrica.
El sueño de Fabricio era trabajar sin patrón y
tener una familia. Vero tenía ocho años
menos que él y aún no estaba definida en sus
23
sueños, pero lo siguió. Fueron años de
trabajar muy duro hasta que la casa quedó
terminada. Estaban cerca del centrito del
pueblo y habilitaron una despensa bastante
básica, la cual ella atendía mientras cuidaba
de sus hijos.
Pasó un decenio y apareció algo llamado
Facebook que le cambió la vida a Vero. Se
reencontró con una amiga de la adolescencia
y se alegraron de que la cocaína no las
hubiera matado a ambas, que ahora criaban
hijos sanos. Lo consultó con Fabricio e
invitó a su vieja amiga a pasar unas
vacaciones en el pueblo. Myriam iría con
sus dos hijos adolescentes, compañero no
tenía.
El reencuentro fue hermoso, lloraron de
emoción, se rieron de sus aspectos adultos y
se felicitaron por sus hijos. Fabricio fue muy
amable y estaba contento por su mujer,
nunca la había visto reír tanto. El grupete de
hijos pegó la suficiente buena onda como
para dejar a las madres en paz poniéndose al
día.
Estaban las dos en la orilla del lago, Myriam
la sorprendió con un porro – Che, ¿no te
jode si fumo?
- Si convidás no me enojo.
- Esto sólo conservé, me rehúso a tomar
medicación psiquiátrica, esto me relaja. Pero
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escabio y drogas pesadas, nunca más. Che,
cambiando de tema, ¡qué linda familia
formaste! Y tu compañero me cae muy bien,
se nota que te quiere.
- Sí, Fabri es maravilloso, no sé cómo me
soporta con el carácter que tengo, pobrecito.
- Y además, disculpá que te lo diga, con todo
respeto pero está muy bueno.
- Come y no engorda el hijo de puta. Yo
estoy yendo al gimnasio, me re cuesta estar
en forma – se hizo una pausa, fumaron
viendo las montañas reflejadas en el lago. La
mirada de Vero tenía algo entre líneas que
Myriam creyó leer
- Por lo que decís, Fabricio es perfecto y vos
te tirás todos los defectos encima… algo
malo debe tener él, ¿no?
- Y… sí, hay algo, me tuve que conformar
con que no quiere coger todos los días.
- Bueno, eso no parece tan terrible, ¿cuántas
veces por semana?
- Una… y a veces ni media vez. Yo lo
quiero mucho, pero me re cuesta vivir así, es
como que si esto es todo, y me refiero a
todo, la casa, la despensa, la familia, el
pueblo y el sexo, si es así todo y para
siempre, no me conformo, no me lleno, esta
no era mi meta, yo lo seguí a él. Y no me
siento plena.
- ¿Qué necesitarías para estar plena?
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- No sé, quizás mi espacio y tiempo para
entender qué necesito para estar plena y me
agarra culpa, porque todos están contentos
menos yo. Mirá… Fabri es buen tipo, el
mejor que conocí en la vida, sé que si lo
pierdo jamás voy a encontrar a otro tan
bueno y que me quiera tanto… pero así y
todo, no me siento conforme y tiene
pelotudeces de macho, se coge sólo cuando
él quiere y con la tele hace lo mismo.
- Te re entiendo, a mí también me pasa.
Ahora tengo novia y es un alivio haber
dejado de renegar con los hombres, aunque
me siguen gustando con locura.
- Siempre igual vos, ¡no cambiás más!, jaja
- ¿Y no te dieron ganas de estar con otros?
- A pesar de todo no lo cagué nunca, ni una
sola vez.

Con Fabricio, Verónica tenía el mismo


problema que tuvo con todos los que estuvo:
no quedaba satisfecha. El mundo le hizo
creer que el macho te re coge, que siempre
tiene ganas, el mundo le hizo creer eso a los
mismísimos hombres, los hombres quisieron
hacerle creer eso a las mujeres, no todos,
algunos son más naturales, menos
acomplejados, cualquier generalización es
mala pero hay tendencias mayoritarias y si
no hablamos de estadísticas porque no todos
26
son iguales, porque gente buena y gente
mala hay en todos lados, porque yo conozco
un caso que, o vos, o quien sea, no se podría
hablar de nada, ¿no?.
Antes Verónica increpaba a los hombres por
esto, exigía su satisfacción en pago por todo
lo que le hicieron creer, y no lo obtenía, a
cambio de eso recibía una cara de orto, un
gesto de ofensa, un corte de rostro, un
desarrollo de amor abortado. Solía pasar así:
la primera noche sexo abundante y
excelente, pero pasadas las veces, iba
decayendo. Al hombre que aceptó como
marido, no escapaba de esta condición pero
le quiso tener paciencia porque era bueno. Y
porque lo quería, claro.
Verónica era más sociable que él y, con los
años, se daba cuenta que Fabricio no era
interesante ni inteligente, tenía mal gusto
para la música, para los programas de
televisión, para las películas y hasta para los
pasatiempos, y eso, sumado a conformarse
con coger una vez por semana, la deprimía.
Tuvo el coraje de hablarlo con él y
plantearle que necesitaban enfiestarse o
swinguerearse… él estuvo de acuerdo y esas
cosas comenzaron a pasar del dicho al hecho
y lo disfrutaron, hasta que Vero igual seguía
desconforme porque las cosas se iban
poniendo medio raras… su marido cada vez
27
se excitaba menos con ella a solas y se ponía
fogoso cuando la veía con otro hombre o
con otra mujer y llegar a esto fue más
frustrante que lo anterior a esto.

No quiso enfiestarse más, se deprimió, se


encerró, abandonó los quehaceres de la casa
y engordó en dos meses quince kilos, uno
por cada año de matrimonio. Sus hijos
estaban preocupados, no podían alegrarla y
su marido se sentía estafado.
Esas circunstancias los llevaron al divorcio y
división del terreno, él mismo le construyó
la casa a ella para que estuviera bien sin él.
Vero se alivió, adelgazó, volvió a reír. Para
él fue más difícil porque era sólo su sueño el
que se derrumbaba y no tenía un plan B.
Su amiga le dijo que quizás debería probar
con mujeres y no le parecía mala idea
pero… le gustaba la pija, el hombre, aunque
el hombre como ideal se le venía cayendo a
pedazos, no era eso que parecía ser, no se la
banca tanto como tiene que demostrar y
cuando se encuentra con una mujer con el
deseo más resuelto que él las estructuras se
van a la mierda. Myriam la venía
conteniendo y se desvelaban en largas
charlas virtuales que parecían ponencias
acerca de la sexualidad y les hacía bien a
ambas
28
– ¿Y no será que nosotras tenemos una
actitud machista esperando eso de ellos?
– Seguramente, y la cagada de habernos
dado cuenta es que tenemos que resolverlo.
habían concluido las amigas chateando por
watsapp.
Muchas veces Vero se sintió discriminada,
creyendo que ese desgano era sólo para con
ella, porque tenía un poco de pancita de
cerveza, por el cigarrillo “que le restaba
puntos” o simplemente por calentona. Pero
así como a ellos los han endiosado tanto
como cogedores irrefutables, a las mujeres
les han enseñado a esconder la capacidad
sexual, que muchas veces supera a la del
hombre, a hacerles creer que no se
masturban, que no miran porno y, por sobre
todo, hacerles creer que quedan satisfechas.
Para ninguna mujer es fácil plantearle al
hombre que todavía le queda crédito
orgásmico, para ningún hombre debe ser
fácil decir que no tiene ganas, o que no se le
para eternamente con la misma persona.
Con el nuevo amante pudo hablar del tema y
él, en vez de ofenderse en su virilidad, la
felicitó por el planteo y desde entonces la
quiso más, pero no por eso la pudo satisfacer
del todo.
Igualmente, más allá del entendimiento y el
cariño, ella siguió pensando si por amar
29
tendría que ser siempre así, porque cuando
sus hombres, por calificar de algún modo a
los que se relacionaron con ella, cuando las
ganas eran de ellos la buscaban como
posesos, le prometían que le arreglarían el
resto de la vida en la cama, por exagerar un
poco. Pero en ocasiones que las ganas eran
de ella… fue llamada calentona, enferma, lo
único que te importa es coger, no podés
pensar en otra cosa, para vos el amor es sólo
eso y blablabla, y la sensación posterior a
eso era una mezcla de tristeza y enojo,
además de calentura desatendida. Qué
pasaría si la humanidad se tornara más
sincera, respecto a las ganas y no ganas de
coger, sin importar el género. Si todxs
dijeran la verdad, ¿se gustarían?
Finalmente Vero, tal vez sin darse cuenta,
quedó otra vez atrapada en una pareja
monogámica, casi igualita a la que tuvo con
su ex marido, sin mentiras, con mucho amor
y con la misma carencia. A veces tenía
ganas de dejarlo, no sabía muy bien para qué
y se lo pensaba un rato más.

30
DEPENDE CÓMO

No sería fácil acostumbrarse a convivir con


Aylén. No vivía con ella desde que era una
niña y, si bien se veían seguido y parecía
que se llevaban bien, comenzaba a entender
que era probable que tuviera que esconderle
ciertas cosas. Aylén sabía que su papá tiene
novias, sí, en plural y que suelen ser muy
jóvenes. No le daba importancia a eso,
nunca las había conocido. Su mamá estaba
en pareja con un hombre muy mayor, con el
cual tuvo tres hijos más, niños que en este
presente del relato tienen entre cinco y ocho
años, se portan terriblemente mal y siendo
que su padrastro se jubiló, que se la pasa
todo el día mirando crónica tv, que su madre
consiguió una pensión por discapacidad
mental y que por estas razones todos estaban
casi todo el día en la casa, no se podía
concentrar para estudiar. Estaba cursando el
CBC para poder entrar a Antropología. Su
padre vivía mucho más cerca de donde le
tocaba cursar y como trabajaba todo el día,
ella tendría la soledad y el silencio
necesarios para progresar. Ella no se
preocupaba por el escaso espacio del
departamento. Había un solo dormitorio y un
living enorme, todo exquisitamente
31
ordenado, pero ella había elegido un
minúsculo cuartito que moraba en la terraza,
abandonado como guardacosas que dejan de
usarse, las arañas habían asumido la custodia
del lugar.
Padre e hija se encontraron un domingo para
hacer espacio en la piecita – Hay mucho
para tirar – comentó papá mientras disponía
cajas en el piso y con un fibrón les iba
escribiendo los destinos. Ella puso música
con su celular muy fuerte así que cada vez
que le decía algo, no se escuchaba. Pero por
no poder hablar boludeces hicieron más
rápido. Su hija escribió en la pared –La
casita que se besa con el cielo- ¿y eso? –
preguntó papá – está en la terraza, más cerca
del cielo – contestó ella y con el mismo
fibrón le dibujó una estrella en la cara al
padre, éste le quitó el fibrón y le dibujó un
mamarracho. Sí, en algún punto seguían
siendo los mismos, no estaba todo perdido.
Después de esto compraron bananas, dulce
de leche y se llenaron hasta reventar viendo
Mil maneras de morir. Años hacía que no se
daban esos tiempos para compartir. Su padre
no imaginó que desde esa misma noche
Aylén ya querría dormir ahí, no se percató
del bolsito con efectos personales y ropa que
se había traído – ¡Pá, tengo re buen wifi
acá!, nos vamos a ver muy poco – Sí, se
32
alegraba de verla tan contenta, había sufrido
tanto por falta de privacidad, pero estaba
preocupado porque a la noche vendría Meli
y no sabía si se sentiría cómodo y si ellas se
sentirían cómodas.
Ganas de cocinar no tenían ninguno de los
tres, pidieron pizza por delivery. Aylén y
Meli se miraban raro y, cuando César ya
estaba por explotar de la tensión, Meli dijo –
Ya sé de dónde te conozco.
- Yo también, sos amiga de la chanchi, ¿no?,
creo que te tengo en el Facebook
- Ah, sí, yo te comenté un estado el otro día,
del meme que compartiste en el muro de la
chanchi.
- Ahora me acuerdo, ¡gracias!.
Y las chicas siguieron hablando. Se llevaban
poca edad y tenían amigos en común. Estaba
contento, que su hija se llevara bien con su
novia era lo mejor que le podía pasar. Fue
medio raro a la noche, César tenía una
costumbre antes de dormir que llevaba a
cabo cuando podía: un vino, un polvo, un
porro y a dormir, pero no lo hizo a sus
anchas porque le daba cosa que su hija oliera
u oyera.
Pasados los días, la convivencia se empezó a
naturalizar. Una noche se sorprendió de no
reconocer a la madre de su hija, que había
venido a traerle unas ropas que Aylén le
33
había pedido. No la reconoció porque la vio
gorda, vieja, desarreglada, tanto fue así que
no se animó a saludarla. Aylén se iba
llevando bien con toda la gente que formaba
el entorno de su papá, que era estilista y a su
vez él también se llevaba bien con los
amigos de su hija, estaba todo tan bien que
hasta le permitió tener un gatito al cual le
puso de nombre Cuervito – este gatito es de
San Lorenzo, pá, no lo podemos dejar en la
calle – y sí, su hija usaba argumentos que
podría haber usado a los cinco años y esa
cosita que conservaba de niña, lo hacía ceder
feliz. Su hija le prometió que iría a la cancha
con él cuando empezara el campeonato.
La familia de César poco trato había tenido
con Aylén, así que los abuelos ahora
enterados de que padre e hija estaban
viviendo juntos, quisieron visitarlos pero
César contrapropuso que irían ellos mismos
a visitarlos, pues no le gustaba mucho
recibir a sus viejos en la casa porque venían
de lejos y se instalaban todo el puto día, en
cambio si el visitante era él, podía dosificar
el tiempo a su gusto y necesidad. Su madre
le aclaró que Rita y sus hijas estaban
viviendo con ellos desde que se había
separado -¿se separó Rita?, no te puedo
creer, me caía tan bien… esteee… no me
acuerdo cómo se llamaba
34
- Mejor, acá lo llamamos el innombrable y
tratamos de no hablar de él. Tu hermana está
en tratamiento, la vas a ver medio dopada,
por ahora tiene que estar así, dice el
psiquiatra.
-¿Para tanto es?, la última vez que la vi
estaban todos tan bien…
-Le pegó muy mal la separación, imagináte,
el tipo la dejó por una compañera del trabajo
que podría ser su hija y la embarazó, no
quiere salir a ningún lado desde entonces
porque tienen los mismos amigos y le da
vergüenza, no sé cómo va a salir de esta
depresión la pobre.
- ¿Y las nenas cómo están?
-Ellas bien, hacen su vida, van al colegio,
estudian, tienen amigos, les encanta vivir
acá con nosotros. Se acostumbraron a
atenderse solas porque Rita siempre trabajó.
Disfrutan mucho que acá hay patio y perro.
Tienen muchas ganas de ver a la prima, por
favor traéla.
- Sí, mamá.
Un viernes por la noche, César y su hija se
fueron en auto desde San Telmo hasta
Longchamps en plan de cena familiar.
Fueron interceptados por abrazos en la
entrada, pero fue más bien un piquete
aclaratorio – Rita está muy mal, no hagas
alarde, si la ponen en evidencia es peor.
35
-Pero tan mal le puede pegar otra
separación, ¡dale!, ¿no aprendió nada de la
experiencia?, su error es no hacer nada por
ella misma.
-Hijo, es la tercera vez que pasa por esto, le
pasó con el padre de Candela, le pasó con el
padre de Ludmila y Belén, ahora con éste
salame estaba de novia hacía dos años y
estaban viviendo juntos con las nenas y de
vez en cuando con los hijos de él, estaban
bien, no se esperaba esto, ¿cuántas veces,
pobre hija, puede soportar que un hombre la
deje por una mujer más joven? – cuando dijo
esto su padre se retiró hacia el interior de la
casa junto a su nieta Aylén – Hijo – continuó
la madre en tono más confidencial – Si Rita
sigue así no sé si habrá que internarla, dejó
el trabajo, no se baña y come
compulsivamente todo el día. Después se
encierra y se mete en una página de solteros
para conseguir novio… me parece tan
patética pobre, nunca la vi tan insegura y
deschavetada. Mirá que yo también pasé por
algo así, pero
-Mamá, no hablemos de eso ahora, por
favor.
-Ah, ¿no? ¿y por qué?, yo sé muy bien por
qué no te gusta que se hable de esto pero no
me vas a impedir que termine la frase:
cuando tu padre se mandó la cagada con la
36
chica que cuidaba a tu abuelo, yo lo acorralé
con una tijera y le juré que si volvía a
engañarme le cortaría las pelotas y me iría
presa feliz, y no me arrepiento de la
amenaza y no me olvido de que vos fuiste
cómplice.
-Mamá, no seas rencorosa, te lo pido por
favor, ¿ves por qué no vengo seguido?, hay
que darle para adelante en la vida.
-Sí, claro, pero parece que vivimos en un
mundo donde eso de darle para adelante se
aplica sólo a los hombres y a las pendejas y
las boludas que damos hijos y atendemos la
casa nos merecemos ser cornudas y
despreciadas por viejas, ¿no?
-Mamá, dale, dejáme pasar, yo la quiero
mucho a Rita, ella va a estar bien – su madre
lo dejó pasar y no volvió a tocar el tema.
Pero durante el transcurso de la cena, Rita le
contó toda la historia, delante de todos, a su
hermano. Nadie se sentía cómodo con esto,
pero la que más se incomodó fue Aylén. A
partir de aquella noche, los visitaron más a
menudo. César trataba de encontrar algo que
aliviara la vida de su hermana y de rebote, la
de sus padres y sobrinas. Quería presentarle
a un amigo que no fuera muy exigente con el
aspecto físico, no se le ocurría ninguno,
todos ellos eran coquetos, hasta que se
acordó de que tenía uno al cual conocía
37
desde antes de ser estilista: Carlos, que
estaba en una onda new age, o algo así
según su entendimiento. Nunca se había
casado y no tenía hijos. Cada tanto se veían
y siempre le tiraba las cartas del tarot. Lo
citó a Carlos para un día entresemana y
luego olvidó que lo había invitado, lo
recordó porque Aylén le mandó un mensaje
diciendo – Un tal Carlos está acá, dice que
es amigo tuyo, ¿lo hago pasar? – César
estaba por entrar al cine con su novia y le
dijo que por favor lo disculpara, que olvidó
totalmente que vendría y que lo invitara a
comer por la molestia. Aylén hizo caso y le
explicó la situación. Si el tipo no le hubiera
caído simpático le hubiera dicho a su padre
que no. Pero Carlos era un encanto de
persona y la cena fue muy, muy amena.
Luego le tiró las cartas, le invitó ese vino
que bebería con su amigo y un porro – No le
digas a mi viejo que yo también fumo – le
prometió que no la delataría. Luego le
mostró cómo había quedado su cuarto,
estaban medio borrachos y no se supo quién
besó a quién. No había forros, lo hicieron
igual y para cuando César volvió junto a su
novia, oyó que la puerta del cuarto de Aylén
golpeteaba con el viento, lo cual era molesto
para dormir, le pareció raro que ella pudiera
dormir con semejante ruido, así que subió la
38
escalera y ahí los vio, durmiendo juntos, a su
amigo de toda la vida y a su única hija,
encima estaban en bolas. Se le nubló la
vista, le bajó la presión y se sentó en el piso,
las estrellas lo miraban y el viento intentaba
reanimarlo. Cuando se compuso bajó y no
dijo nada. Tuvo que esperar un día entero
para poder hablar con su hija a solas. Le
costó mucho tocar el tema, ella estaba muy
en pose
-¿Y qué tiene de malo?
-Es amigo mío y podría ser tu viejo, ¿no te
da cosa?
-Me lleva la misma edad que vos a tu novia.
-Pero es distinto.
-¿En qué?, ella es amiga de una amiga mía y
ya la conocía, no veo mucha diferencia,
además… creo que estoy enamorada.
-Casi no lo conocés hija, no seas tonta, lo
habrás visto dos veces en la vida cuando
eras chica, no sabés nada de él.
-Vos me enseñaste que para el amor no hay
edad.
-No tengo un buen presentimiento de esta
relación, pero vos ya sos grande, no te puedo
decir nada, por lo menos te pido que no lo
hagan acá.
-Dale pá, no estás en todo el día.
-Si me vas a discutir eso te volvés a vivir
con tu vieja.
39
-Bueno… - Aylén se ofendió, claro, si lo
hacía él estaba bien, si lo hacía ella estaba
mal y si un tipo dejaba a su hermana por una
pendeja, también estaba mal, qué vivo.
El noviazgo de Aylén iba sobre ruedas
durante los primeros meses, le encantaba la
forma de hablar de Carlos, como que todo lo
que ella decía él se lo corregía pasándolo por
un tamiz espiritual. Modificó su slang
personal y sus gustos para las lecturas,
influenciada por él. De a poco iba dejando
de ver a ciertas amistades porque Carlos
experimentaba algo así como el mal de ojo –
es que no tienen buenas vibras, fulano y
fulana son demasiado oscuros, no te
conviene esa gente, no tienen luz – y a ella
como por arte de magia, le daba mal de ojo
también. Una vez no le gustó que
manifestara esos mismos síntomas con su
mejor amigo, que era como un hermano para
ella. Este fue el único que le dijo lo que
pensaba – No me gusta este tipo, es
manipulador, siempre tiene razón, no se le
puede decir nada – y ella comenzó a
observarlo de un modo más desencantado,
era cierto eso de que siempre tenía razón.
Aylén y Carlos no se cuidaban, ella confiaba
en que él acabaría afuera por siempre, pero
él, premeditadamente, viendo que ella podría
dejarlo, le acabó bien adentro, alevosamente
40
y la embarazó. César sufrió mucho con la
noticia, le ofreció a su hija pagarle un
aborto, pero ella no estaba decidida. Se
peleaba y se reconciliaba con Carlos. El
exigía que ella se fuera a vivir con él, junto a
su madre anciana a la cual cuidaba, en
González Catán, esto implicaría que Aylén
ya no podría estudiar, lo cual destrozaba el
ya destrozado corazón de su padre. Una de
esas noches, César tuvo una excelente charla
con su hija, la cual volvió a razonar, a ser
como era, a hablar como hablaba. Quedaron
en que a la mañana siguiente buscarían la
manera de que se pudiera hacer un aborto y
que dejaría a Carlos. Durmió feliz, su novia
esa noche no se había quedado y la cama le
resultó muy cómoda. Se preguntó por qué le
gustaban tanto las pendejas, a quién le habrá
cagado la vida por cada una con la que salió,
si detrás de cada una de ellas habrá habido
un padre sufriente o una mujer de su edad
despechada, como su hermana Rita que
estaba cada vez peor. Su padre era igual y,
pese a la amenaza de que le cortara las bolas
su señora, seguía garchando con pendejas,
sólo que ahora que estaba viejo, las buscaba
aranceladas y pagaba con gusto por ello. A
César no le gustaban las mujeres de su edad,
no a menos que se hubieran tomado la
molestia de no estar hechas mierda, pero de
41
estas habían pocas. Su profesión lo había
hecho adicto a la estética y en los cuarenta y
siete años que tenía, nunca estuvo con
alguien porque lo hiciera reír o porque le
volara la cabeza con su forma de pensar.
Pero de pendejo sí le gustaban las mujeres
más grandes que él, siempre y cuando
estuvieran flacas y tuvieran un cabello
cuidado, pasados los treinta se encaminó
hacia el otro lado y no hubo retorno. Lo
criaron para ser culócrata y nunca se lo
cuestionó. Pero cómo le hinchaba las bolas
que su hija saliera con su amigo y que su
hermana estuviera tan mal por algo que él
también hizo en su momento. La madre de
su hija la pasó muy mal cuando él la
abandonó por una chica con la que
trabajaba, estuvo deprimida, internada, luego
subsidiada y medicada, hasta que conoció a
un hombre aún mayor que ella y se hizo
cargo casi como un padre, la llenó de hijos y
nunca se fue de su lado. Ella maquinalmente
entró en el ritmo de la vida conyugal y filial,
sin volver a ser la misma jamás, pero un
poco bien a su modo, sin ser feliz. Aylén los
aguantó hasta donde pudo y el resto ya lo
sabemos.
A la mañana siguiente, César subió la
escalera para despertar a su hija. Aylén ya
no estaba y sus cosas tampoco. Hasta el
42
gatito se había llevado. Al rato recibió un
mensaje de watsapp, era de su hija, que
durante la noche Carlos la fue a buscar y se
la llevó, así que sería abuelo. No contestó, se
le cayó una lágrima, se preparó un café y
cuando estaba por la mitad, se le cayeron
más lágrimas hasta formar un llanto. Se lo
contó a un amigo, necesitaba unas palabras
genéricas de consuelo. Intentó distraerse
viendo un episodio de Game of Thrones
hasta que recibió otro mensaje de watsapp,
era su madre, diciéndole que esa misma
madrugada Rita decidió terminar con su vida
y se tiró debajo del tren, la estaban velando a
cajón tapado en…

43
Ella también

Cuando Juan salió de Buenos Aires creyó


que tal vez sería para siempre. Era joven
pero tenía mucha experiencia y una mochila
bien equipada, además de algo de plata que
pudo ahorrar. Desde la terminal de Retiro se
tomó un micro directo a Perú. Miraba por la
ventana como queriendo guardar archivos
que se borraban por la velocidad. Miró el río
de la Plata, o un pequeño retazo de él que se
dejó ver fugazmente. Miró la Villa 31,
siempre en crecimiento, cada vez más barrio
y menos villa. Decidió mirar con fuerza, con
convicción, hasta que cruzaran la Gral. Paz.
Después quizás dormiría, tenía libros para
leer, un modesto mp3 lleno de música y
ganas de charlar con los otros pasajeros,
pero en seguida hubo una película en la
pantalla, y luego otra y otra. Tres días así,
atravesando Argentina y Chile. Se hizo un
poco amigo de todos. La mayoría eran
peruanos volviendo y estaban felices por
eso.
Una vez en Lima, buscó una pensión barata.
Sin descansar del viaje, caminó por la
ciudad viendo cómo y dónde se
desempeñaría como artesano, malabarista y
músico, respectivamente. A las tres horas de
andar recorriendo Lima, ya estaba con un
44
grupo de encantadoras personas de
diferentes nacionalidades tomando una
cerveza. De estas personas se hizo muy
amigo de dos chilenas que viajaban juntas,
una de ellas pintora, profesora de arte y
artesana también. Con esta última, de
nombre Mariana, partió de Lima y al llegar a
México ya eran pareja y esperaban un bebé.
Les pasó de todo en el viaje, no tuvieron ni
un minuto para aburrirse, estuvieron
permanentemente produciendo mucho,
vendiendo mucho y trabajando más. Un loco
que conocieron en el camino les habló de
Belize y que en el caso de que se animaran a
llegar, podría albergarlos durante el tiempo
que necesitaran para instalarse. El trato que
le propuso a Juan era que lo ayudara con la
construcción de la casa. Y así lo hicieron.
Para cuando nació Manuel la casa estaba
mucho mejor, pero el dueño era muy
mujeriego y muy activo sexualmente, por lo
que era difícil dormir y hacer dormir por las
noches al bebé, estaba todo re bien, pero ya
era hora de irse a donde pudieran vivir más
tranquilos. Y solos.
Juan se encargó de todo y al mes de ser
padre consiguió una casita rústica y
económica que no tenía baño, pero se podía
usar el de la dueña que vivía en la otra casa
que estaba más adelante en el mismo
45
terreno. A Mariana no le gustó y se quejó
bastante, pero como tampoco estaba
dispuesta a gastar más del dinero ahorrado,
se conformó.
Juan dejó pasar un tiempo y comenzó a
decirle a Mariana que era necesario que
trabajara ella también, pues la estaban
pasando un poco mal y, para cuando sin
querer invitaron a otro hijo al mundo, no
quedaba ni un centavo de los ahorros y
vivían vertiginosamente al día. Juan era a
veces artesano, joyero, malabarista,
mariachi, jardinero, lavaplatos, albañil y
ayudante de cocina.
Mariana se puso firme en que no quería
trabajar, que quería dedicarse a los niños y
estar en la casa tranquila, lo cual generaba
discusiones porque Juan no estaba de
acuerdo y estaba al límite de sus fuerzas, él
también quería criar a los hijos y compartir
todas las tareas - ¿y si validaras tu título de
Profesora de Artes acá en Belize, y das
clases? – pero no, Mariana no quería, de
hecho no había vuelto a pintar y esto, siendo
Juan artista, era lo que más le dolía. Una vez
le compró, con mucho esfuerzo y previsión,
unos óleos Windsor and Newton y ella se
enojó por el gasto. Nunca los usó.
Juan comenzó a sentirse infeliz, pues
Mariana había cambiado y le exigía
46
comodidades que no estaban previstas en la
vida como la venían viviendo. El mal
humor, las carencias, la rutina agotadora y
los desacuerdos, decantaron en considerar
separarse. Ninguno se quiso quedar en
Belize porque para ellos representaba la
burbuja que acababa de explotar. Ella quiso
volver a Chile y vivir en la casa de la mamá,
dijo que desde allí se animaría a volver a
ejercer la docencia. Juan le dio el permiso
porque a pesar de que le dolía alejarse de sus
hijos, tampoco quería ir a instalarse a Chile
estando separado.
Juan siguió viajando por Latinoamérica,
haciendo música y todo lo demás que sabía
hacer. Cada tanto volvía a Paraguay, de
donde era su familia y a Argentina, de donde
era él y a Chile, en donde vivían sus hijos.
Con el tiempo Mariana conoció a un señor,
“un buen partido”, según su mamá que
estaba orgullosa de éste nuevo yerno:
funcionario municipal, con auto y casa
propios. Nada que ver con aquel otro yerno,
que nunca le cayó bien.
Mariana no volvió a trabajar, ni a pintar, ni a
viajar.
Para algunas personas romper los moldes de
la vida impuesta es sólo una etapa de la
juventud, algunas personas coquetean con
revolucionar sus vidas pero se les pasa
47
cuando las dificultades son concretas y no
románticas.
Juan se resignó, enviaba una mensualidad
para sus hijos y siguió con su vida, deseando
que por favor, los hijos no salieran tan
machistas como la madre.

48
VOS SÍ, VOS NO
O
El gesto socarrón

Luz retornaba al barrio después de un


puñado de años. Virtualmente había estado
en contacto permanente con familiares y
amigos, lo cual le quitaba un poco la gracia.
Pensó en su mamá, que en su momento
había hecho lo mismo, pero como doctora,
no como jipi. Su mamá se había ido a
Yanquilandia en el 2001 cuando en
Argentina estuvo más difícil que de
costumbre para vivir, eso lo recordaba a la
perfección, porque ella y su hermana se
tuvieron que quedar con su padre durante
años hasta que murió. Pero más recordaba
aquel otro viaje de su madre, ese que realizó
antes de que alguien le dijera mamá. A Luz
le encantaba que su madre le hablara de esa
experiencia por Europa y su parte favorita,
que se la sabía de memoria, era la del
retorno, porque nadie la había visto en años,
muchos y cuando volvió estaba más flaca,
salpicada de canitas, levemente dibujada a
los costados de los ojos y con un acento
raro. La mamá se mantenía en contacto con
su familia llamando por teléfono fijo de vez
en cuando, y eso era todo. Una sola vez
49
mandó una carta manuscrita acompañada
por una fotografía sosteniendo la torre de
Pisa. Esa foto atesoraba Luz y la llevaba a
todos lados consigo.
En el barrio aún quedaba la casa familiar, en
ella vivían su hermana y una prima, que se
habían dividido la casa en dos
departamentos. Su mamá ya no vivía ahí,
estaba en pareja viviendo en el delta del
Tigre y se desempeñaba como médica
clínica en una salita de una isla cercana. No
era fácil llegar a visitarla, así que decidió
pasar primero una semana en la casa
familiar, en el barrio. Yendo al almacén se
cruzó con una compañera de la secundaria,
Luz no la había reconocido
- ¿Luz, sos vos?
- Sí…
- ¿No te acordás de mí?, ¡soy Analía!
- ¡Ah, sí!, me sentaba con vos en segundo
año.
- Qué tiempos aquellos, eso fue hace once
años y nueve kilos… ¿cómo hiciste para
mantenerte tan flaca? ¿no tuviste hijos?
- No, todavía no.
- ¿Y tu marido no quiere tener? – la miró
extrañada, dos minutos hacía que estaban
hablando y el tema tomó un giro muy
incómodo – No tengo marido – contestó con
una sonrisa.
50
- O sea que estás soltera…
- Estuve viajando todo este tiempo, anduve
por Brasil, Venezuela, Colombia…
- ¿Y no enganchaste ninguno en el viaje?, te
hubieras traído un chongo de souvenir – Luz
rió por compromiso o nervios, quería irse,
hasta que recordó que esta pesada podría
saber algo acerca de él - ¿Sigue viviendo por
acá Julián?
- ¡Aaaaaaa!, el primer amor nunca se
olvida… sí, sigue por acá, pero no te lo
recomiendo, o sea, está soltero, tiene un par
de hijos por ahí, pero es re falopero, no te
conviene.
- Yo sólo quería saber cómo está.
- Daaaaale, a mamá mona con bananas
verdes, jajaja. Agregáme al Facebook así
organizamos algo, unas pizzas, unas birras.
- Mejor otras opciones: soy celíaca.
- Uy qué cagada, bueno, vos agregáme y
vemos qué sale, ¡bienvenida al barrio!

En la casa no estaba muy a gusto Luz, no


tenía mucho de qué hablar con su hermana,
su cuñado y con la prima tampoco. Prefería
jugar con los niños y los gatos. Las
amistades que solía frecuentar antes del
largo viaje no estaban disponibles al menos
por esa semana. El cuñado era insoportable,
a Luz no le gustaba la relación que él tenía
51
con su hermana, se insultaban en joda todo
el día, tratándose de feos, de gordos y
cornudos y se cagaban de la risa - ¿Siempre
se tratan así?
- ¿Así cómo, si nos llevamos re bien?
- Pero se insultan…
- Ay nena, vos no tenés sentido del humor,
por eso estás sola.
- Bueno, pero yo estoy sola porque quiero, y
cuando quiero estoy acompañada.
- Sí, ya sé, sos como mamá, ¡pero hasta ella
ya sentó cabeza!
- Estuve en pareja o algo así antes de volver.
- ¿Y por qué no se vino con vos?
- No sé, no dio, él tenía sus asuntos en
Caracas.
- No es eso… cuando un tipo te quiere se la
juega y se banca la que venga, el problema
es que vos no te hacés tomar en serio.
- ¿Perdón?, no te entiendo.
- Digo, qué tipo se va a tomar en serio a una
mujer que viaja a cada rato. Mamá ya lo
superó, es hora que vos también empieces a
pensar la vida con madurez, necesitás un
compañero.
- ¿Y para qué?
- ¡Cómo para qué! – en ese momento
apareció su cuñado en la cocina con el torso
desnudo y sudado, el vientre se le doblaba

52
sobre la cintura del pantalón – Tenés más
tetas que yo, ¡tapáte!
- jaja, sos mala Luz… che, gorda, ¿ya está
seca mi camisa celeste?
- Fijáte en la terraza.
- Fijáte vos que estoy descalzo y no
encuentro las ojotas – la señora se levantó
quejándose y fue a la terraza, bajó
sosteniendo la camisa delicadamente para
que no se arrugue – Sí, ya sé, ahora te la
plancho gordo de mierda.- Luz se reía del
espectáculo, pero no le gustaba para nada
cuando la tomaban de punto a ella por
solterona.

Luz no sabía qué hacer con su vida, no había


vuelto por gusto. Su última relación había
durado unos seis meses. Ella se había
enamorado, pero como el muchacho desde
un principio le aclaró que no quería
compromiso y que sólo eran amigos que
intimaban, trató de controlar sus
sentimientos y disfrutar lo que había.
Prácticamente vivían juntos, siempre iba ella
a visitarlo, porque a él no le gustaba el
barrio en el cual Luz alquilaba un cuarto,
Brian tenía enemigos por allí. Esta relación
era todo un reto para ella, que estaba en
contra de los celos y la posesividad, en eso
se entendían muy bien. Pero cuando Brian
53
hablaba de su ex, decía cosas como – cuando
fui con mi pareja a la feria de… - le
molestaba mucho que cada vez que se
refería a ella la llamaba pareja y no podía
evitar conjeturar por qué ella no podía ser
pareja y la anterior sí. No quería que una
simple palabra la afectara pero el veneno ya
había entrado. No es que quisiera ser su
pareja, pero la mataba de incertidumbre la
duda de por qué aquella sí y ella no. Esto ya
le había pasado y por eso dolía tanto, ya le
habían dicho ese discurso de – no quiero
compromiso, seamos amigos que curten – y
ella lo interpretaba como un – con vos no –
puesto que siempre después se terminaban
comprometiendo en una relación más sólida
con otras personas. Entonces sentía que el
problema era ella, tenía algo malo que la
hacía merecedora de discriminación
compañeril según esos tipos. O si no era por
eso… tenía justo la malísima suerte de
encontrarlos en ese momento de la vida en
que tenían el corazón cansado, pero
entonces… ella atraía a los tipos en el
momento en que tienen el corazón cansado y
en cuanto lo sienten aliviado, deciden
celebrarlo en compañía de otras. Todo esto
no la dejaba dormir y Brian le gustaba tanto,
pero tanto, que no quería contrariarlo con
nada que pudiera cortar la buena onda que
54
había entre ellos. Entonces Luz estaba feliz
cuando estaba con él y después, en soledad,
en su pequeño cuartito alquilado, lloraba
mares de miedos.
Luz tenía trabajos temporales como mesera,
ayudante de cocina y promotora, aunque en
realidad era cosmetóloga, pero no tenía
ganas de ejercer y tampoco tenía los
elementos y productos necesarios. Hubo un
mes de mala racha en que no consiguió nada
de nada y le dijo a Brian que se le estaba
haciendo muy cuesta arriba seguir pagando
el alquiler, estaba por pedirle si no podía por
el momento mudarse con él, que vivía solo
en un ranchito que él mismo había
construido en un barrio más humilde, pero él
la interrumpió diciéndole que la ayudaría a
buscar una pieza más barata y más cerca de
él. No volvió a tocar el tema, pero entendió
que no durarían mucho. Brian le resultó
mezquino, cuando él estuvo sin trabajar
durante dos meses ella lo invitó a comer
todos los días y hasta le prestaba plata para
los colectivos y los cigarrillos, siendo que
ella no fumaba. Él le aseguraba que le
devolvería todo. Al principio se mostraba
muy agradecido de que ella se acercara al
asentamiento con las bolsas de comida
porque él no podía – ni quería – ir hasta
donde vivía ella, pero esa gratitud se fue
55
desdibujando y le pedía que trajera tal o cual
cosa de la despensa o ponía caras cuando
faltaba algo para armar una comida. Luz a
propósito no compraba ciertas cosas que él
quería porque Brian cocinaba horrible y
evitaba aquellos condimentos, ingredientes,
etcétera, que hicieran aún más intolerables
las comidas. No se animaba a decirle que
cocinaba tan feo, una vez se lo dijo y él se
ofendió. No le dijo más nada a este respecto
porque al menos era vegano como ella y no
usaba gluten cuando comían juntos.
El barrio era peligroso de noche, así que iba
con todo desde temprano para quedarse a
dormir. Ir a visitarlo en esas condiciones le
recordaba mucho a cierta época de
militancia en la que iba en grupo a llevar
donaciones a barrios carenciados del
conurbano. Brian jamás se imaginó que ella
llevaba la cuenta de cuánto le iba prestando,
pero a la hora de pagar ese mes de alquiler,
ese mes en el que ella no consiguió ninguna
changa, con mucho cuidado le pidió lo
adeudado y ahí lo desconoció, él le gritó, le
dijo que era una nenita de mamá, que no
entiende lo que es ser pobre y no tener para
comer.
- Pero yo no te veo buscando trabajo o
subiendo a tocar en los colectivos como
antes.
56
- Eres una egoísta, tú no entiendes nada – y
el tono de esas últimas palabras le resultó
desgraciadamente alto, nunca le habían
gritado así, nunca le habían negado tanto la
razón teniéndola. No volvieron a verse desde
entonces.

Después de esa ruptura, Caracas no le gustó


más, se despidió de sus amigos y comenzó a
volver por escalas terrestres en donde fue
recuperando el buen ánimo que le causaba la
permanente adaptación a los lugares. Tuvo
romances esporádicos que fueron buenos
para su autoestima.
Pero ese dolorcito persistía, Brian la había
usado, no sólo a ella, sino que desde el
discurso del amor libre mal entendido, no
quiso ser un buen amigo siquiera. Luz pudo
chatear con esa ex de la que él tanto hablaba
y ella estuvo encantada en contarle cómo
fueron las cosas con él, que la había estafado
con mucha plata y que se acostaba con sus
amigas a escondidas, pero era celoso con
ella. Esa plata era para comprar un terreno
juntos, al final se gastó la plata por no
trabajar y tomó ese terreno en el cual vive
ahora, ella se había mudado igual con él
pero no soportó vivir con quien la había
estafado y no sentía ninguna culpa por ello.

57
También le había gritado cuando le reclamó
la deuda y se alejó de él.
Luz pensó en escracharlo con las feministas
de Caracas, Brian era músico y tocaba en
muchos bares, quería que se supiera la clase
de persona que era para que no pudiera caer
otra chica en la trampa, pero no lo hizo
porque no quería exponerse y, además, si le
cortaba las piernas de esa manera él no
podría volver a juntar la plata para poder
pagarle la deuda. Además deseaba
perdonarlo para no albergar esa hostilidad
que sólo la dañaba a ella. Por otro lado,
Venezuela estaba en estado de ebullición y
había muchos problemas sociales que
resolver, así que no quiso molestar a nadie
con su problemita y se lo guardó, dejando a
Brian libre de culpas y socialmente ileso. De
todos modos nunca sintió que fuera a echar
raíces en Caracas para quedarse, hubo otras
partes de Venezuela que le gustaron mucho
más, ancló en Caracas por gente amiga y por
él, claro.
Brian, además, le había contagiado
Chlamydia, se sintió culpable de no haber
exigido desde un primer momento que usara
preservativo. Ella estaba bien antes de él
porque se había realizado un análisis de
sangre, así que no cabía duda de que fue él
quien la contagió, tampoco lo negó – Uy,
58
creí que ya estaba curado, debí avisarte que
a veces tengo esto – en ese primer polvo tan
espontáneo, él le había acabado adentro y
ella se lo reclamó, ante lo que él dijo – Tú
no me detuviste – ésa se la dejó pasar, por
suerte no estaba en fecha fértil. Pero esto le
hacía un ruido ensordecedor a la distancia.
Brian nunca sintió empatía con ella, tal vez
por misógino, o sociópata. Sin embargo fue
el mejor amante que tuvo en la vida, y lo
pagó carísimo porque él, de algún modo,
decidió cobrarle sus servicios. Hasta tuvo la
caradurez de decirle que había descuidado el
trabajo por estar con ella.

En Perú se sintió bien pudiendo hablar del


tema con dos chicas que también estaban
viajando-bajando a Buenos Aires de a poco.
Una de ellas le preguntó por qué le
importaba tanto estar en pareja, a lo cual Luz
contestó – No es que quiera ser pareja, sino
que no quiero que me pongan un cartel de
incapacidad para ser pareja, en realidad
cuando me relaciono no sé lo que quiero ni
qué va a pasar, no me gustan esas
advertencias, me hacen sentir discriminada –
las chicas la entendieron y la dejaron
desahogarse, ellas también habían vivido
situaciones parecidas.

59
- Eso de qué mujer es para trola o para novia
es una apreciación masculina, ellos deciden
eso sin que una esté de acuerdo, ¿alguna vez
te hicieron ese gesto socarrón?
- ¿gesto… socarrón?
- Sí, cuando le planteás al tipo con el que
estás que te gusta, que quisieras que se vean
más seguido y… ponen esa cara de –con vos
no- es decir, no te lo dicen con palabras, sino
con el gesto, como si una tuviera que
entender y aceptar que no hay lugar para
crear un vínculo amoroso.
- Creo que sí… ¡sí!
- Como que te imponen el cartel de válida o
inválida para ser amada, algo así.
- Ah, pero ustedes no están teniendo en
cuenta cuando son ustedes las que lo
hacen… - intervino la otra que hasta
entonces había estado callada – Bueno… sí,
es cierto. Es algo cultural eso de que a
nosotras nos duela tanto, pero tanto el
rechazo, ellos lo toleran mucho mejor.
- No siempre, mi ex novio se suicidó cuando
lo dejé. Bueno, ¡no me miren así!, esa
pelotudez de la parejita de cuento de hadas
los hace infelices a ellos también, los hace
celosos, los hace exigir cosas que no
corresponden y si no pueden tener eso que
tanto exigen, se ponen violentos, depresivos,
pesados. Yo no quise volver con él porque
60
era re celoso y me veía venir un futuro de
mujer golpeada, así que lo dejé… y esa
misma noche se ahorcó. Me costó salir de la
culpa, hasta que entendí que nadie viene a
este mundo a cumplir con las expectativas
de otra persona.- No pudieron hablar más
después de eso y se fueron las tres a la playa
a jugar con las gigantescas olas de Máncora.
Las chicas decidieron volver atravesando
Chile y Luz quería atravesar Bolivia para
conocer. Después se arrepintió de esa
decisión y las extrañó mucho. Entendió que
ya no estaba disfrutando el viaje y que
necesitaba contención. Seis años hacía que
no veía a sus parientes y amigos vernáculos.
Desde La Paz se tomó un micro directo a
Buenos Aires. En Retiro pensó que podría
ahí mismo tomar el tren a Tigre para ir a ver
a su mamá, pero estaba cansada y la casa
familiar en Gerli quedaba más cerca.

Para el primer fin de semana local, esa


antigua compañera de secundaria había
organizado una reunión a la que asistiría más
de la mitad del curso que logró llegar hasta
quinto año. No eran muchos, pero como
todos tenían pareja e hijos, eligieron la casa
más grande de los concurrentes.
Cuando Luz llegó, se arrepintió en seguida,
esa fiesta tenía todos los componentes de
61
una pesadilla. Luz además de vegana era
celíaca y tenía una dieta muy restringida y
antisocial, como estaba acostumbrada, llevó
un tupper con alimentos que podía comer, lo
cual no le cayó muy bien a nadie. Luz creyó
que le preguntarían acerca de sus viajes, sus
anécdotas pero no, todo giraba en torno a
por qué estaba soltera y que Julián, que
estaba soltero, vendría más tarde, de a ratos
hablaban de celebridades televisivas que
eran totalmente ignotas para Luz.
Vino sí podía tomar Luz y estaba tan tensa
que le pareció re buena idea ponerse en
pedo, hacía rato que no se emborrachaba
pues no era de beber a menudo y cerveza no
podía tomar, así que se bajó una botella de
vino sola. La música estaba muy fuerte y de
repente alguien la apagó, se hizo un silencio
y Julián entró… el corazón de Luz hizo algo
muy raro que no había hecho antes. Ya
estaba borracha cuando lo fue a saludar con
un abrazo y le lloró con mocos en el
hombro. Él la llevó al patio y le ofreció una
carilina – Disculpá, no quise incomodarte.
- No pasa nada boluda.
- Es que… siempre quise hablar con vos,
pero hablar en serio, es que con vos empezó
todo – Julián no la miraba, estaban todos
espiándolos desde el ventanal del living,
estaban prácticamente sobre un escenario –
62
Julián, dale, dame bola, no hagas como
cuando éramos chicos.
- Siempre te quise Luz…
- De eso te quiero hablar, siempre te quise
hablar de eso – las risotadas desde adentro
de la casa y la música fuerte no ayudaban al
clima entre ellos – Con vos empezó todo
eso… de…
- Uy loca, estás re en pedo, ¿por qué no
vamos adentro?
- Andá vos, yo entro en un toque – y él se
fue a reunir con el resto.
Cuando Luz recuerda esta parte de la velada,
está llena de baches, pero más o menos fue
así la parte anterior a que se subiera al
tanque de agua por la endeble escalerita y
llamara a todos para que oyeran su discurso,
le pedían por favor que bajara, pero ella dijo
que hasta que no se reunieran todos y la
escucharan no bajaría – A ustedes les
importa muy poco lo que fue de mi vida
todo este tiempo, ¡cállense!, voy a bajar
cuando termine de hablar. Ustedes están
todos casados y gordos y me juzgan a mí por
estar sola, por no relacionarme como
ustedes, por no comer como ustedes, por
ser… distinta. Ustedes no saben si estoy sola
porque quiero o porque me rechazó alguien
que yo quería. Y ese que está ahí entre
ustedes – refiriéndose al flamante Julián –
63
ese fue el primero que me puso este cartel de
mierda.
- ¿Qué cartel? – preguntó alguien del
público cautivo – El cartel de que yo no
sirvo para amar.
- Ese cartel te lo pusiste vos sola, loca de
mierda – dijo Julián para que todos escuchen
- Vos me desvirgaste y me dejaste por ella –
dijo señalando a otra compañera que estaba
presente
- Y me acuerdo que anduviste diciendo por
ahí que me dejaste por trola, porque para tu
gusto yo, que estaba recién desvirgada por
vos, ya era trola por mirar a otros chicos.
- Uy boluda, bajá de ahí, que te vas a caer,
mirá con las cosas que venís, lo pasado
pisado, dejáte de joder – se reían y filmaban
con sus celulares. Entre la concurrencia
alguien dijo esa palabra que Luz tanto
odiaba – Jodéte – esa era la mala palabra que
le daba taquicardia. Intentó decir algo más.
Dejó una frase a medio terminar, alguien
interrumpía, todo se estaba tornando irreal.
Pero Luz, viendo que nadie entendía la
gravedad de su planteo, le pareció divertido
arruinarles la noche dejándose caer desde el
tanque de agua hasta el árbol que estaba
debajo, no se haría mucho daño porque la
copa estaba cerca y la atajaría. Así fue, se
raspó un poco, la ayudaron a incorporarse y
64
sutilmente la echaron de la casa. Julián la
acompañó, sosteniéndola porque tenía un
pedo que se caía.
- Luz, ¿qué te pasa?
- Intenté explicarlo y me salió muy mal.
Mañana me voy al delta con mi vieja hasta
que vea qué voy a hacer.

El video en YouTube tuvo 500.000 visitas


aproximadamente. En la isla había wifi y
Luz se entretuvo durante semanas leyendo
los comentarios en donde la trataban de loca.
Unas pocas personas la habían entendido y
se contactaron con ella para decirle palabras
de aliento. Luego fue quedando olvidada
ella, su planteo y el videíto en YouTube.
Encontró trabajo en un camping en la isla y
se concentró en juntar dinero para su
próxima partida, aún no sabe a dónde.

65
Castigo desproporcional

Las hermanitas Giménez les decían en el


barrio a las gemelas. Sus nombres, como
suele suceder a gran escala, dan una idea
aproximada de la generación a la que
pertenecen, al menos esto pasa bastante en
Argentina. Ahora es 2017 y está de moda
llamarse Thiago, por ejemplo. Hace unos 20
años hubo millones de Camilas y hace 30
hubo muchas Lucías. A fines de los 60 y los
70, la moda era Romina, Laura, Gustavo,
Lorena, Pablo. Algunos nombres no tienen
época: Lucas, Matías, Martín, Belén. Hay
nombres que dan más datos respecto a la
condición social, pero eso ya sería irse por
las ramas.
Lorena Vanesa y Romina Beatriz Giménez
odiaban sus segundos y arbitrarios nombres.
Las criaron de un modo tan estricto que se
perdieron de un montón de travesuras que
podrían haber hecho siendo gemelas
idénticas antes de que cada una tuviera un
corte de pelo y un peso diferente. En
aisladas ocasiones se cambiaron de clase
para ayudarse con exámenes que la otra
hermana tenía más estudiado, pero nunca se
intercambiaron novios ni se les ocurrieron
bromas ingeniosas.

66
El sentido del humor no era lo de ellas, pero
sí un gran sentido de la responsabilidad.
Hijas de un maestro pizzero que durante 40
años trabajó en la mítica pizzería – Los
increíbles – y de una costurera muy querida
por sus vecinos y hermanas de dos
muchachos, no gemelos, mayores que ellas.
Los Giménez, de San Justo.
Los muchachos formaron sus propias
familias prematuramente, así que los
Giménez padres transfirieron toda la ilusión
universitaria a sus hijas, que a duras penas
terminaron el secundario. Hasta cierta y
tierna edad, Lorena decía que quería ser
veterinaria y Romina dentista, pero las cosas
se fueron dando para que Lorena sea
costurera y Romina cocinera. Sus
respectivas parejas surgieron del mismo
grupo de amigos que compartían de toda la
vida y se casaron, por civil, por iglesia y con
fiesta, ambas.
Muchas veces les hacían el chiste de
preguntarles cuál de las dos era la gemela
malvada, ante lo cual no sabían qué decir, no
eran elocuentes. Pero sí sabían que una de
las dos era tímida, Lorena y la otra era más
irritable, Romina. No querían abandonar el
barrio: Lorena logró convencer a su marido
para edificar en el jardín de la casa de la
mamá, ahora viuda. Romina no pudo
67
convencer a su cónyuge de alquilar algo por
San Justo y se fueron a vivir a Ramos Mejía,
en donde él ya contaba con su propio
inmueble, él era mayor que ella y adquirió el
chalet comprándolo en cuotas que todavía lo
obligaban por varios años más. Ya había
habitado en esa casa con su anterior esposa e
hijos, a los cuales veía rara vez.
El marido de Lorena era albañil, hijo y nieto
de albañiles, así que entre él y sus parientes
pudieron terminar la casa a tiempo antes que
se embarazara. Para cuando la casa estuvo
cómoda y en perfecto funcionamiento,
pasaron cinco años y dos hijos. Su mamá le
heredó el taller de costura en vida, ya que
por la artritis no podía usarlo ni por gusto,
así que entre los encargos que debía coser, la
casa que debía limpiar, los niños y el marido
que atendía, se le pasaba el tiempo. Cocinar
y ver la tele llenaba los otros huecos.
Durante los primeros años de pareja había
disfrutado mucho, pero mucho el sexo con
su pareja, pero después de la segunda hija
decayó y no encontraba esa voluntad de
antes. Cuando en unas vacaciones pudo
volver a sentirse en celo, volvió a quedar
embarazada y tuvo mellizos. Con éstos las
ganas se le desmayaron o se le terminaron
de morir.

68
Una vez, por la fecha de vencimiento de una
factura, se dio cuenta que hacía un año que
no hacía el amor. Cuando su marido no daba
más de las ganas, ella se dejaba apoyar y
toquetear mientras él se masturbaba y por lo
general, ella se quedaba dormida antes de
que él pudiera acabar. Una vez, dándole
muchas vueltas al asunto y no llamando a las
cosas por su nombre, le sugirió que
consultara con un sexólogo – No puede ser
negra, antes eras como una yegua montera y
ahora sos, no sé, nada – ella ni le contestó y
se durmió. Le daba muchísima vergüenza la
sola idea de hacer una consulta por algo así
– Hola, no tengo ganas de coger, ¿qué hago?
– y no, no era su estilo. Tampoco quería
hacer terapia, prácticamente no le gustaba
hablar de sus cosas privadas con nadie,
quizás ni con ella misma.
Los melli tenían ocho años y uno de los dos
tenía pesadillas frecuentes y dos o tres
noches por semana se dormía en el medio de
sus padres. El hijo mayor adolescente y
deportista, la única hija también se dedicaba
al deporte, así que tenían mucha actividad y
disciplina en el club. Le daban poco trabajo
a su mamá.
A Lorena no le gustaban las visitas, así que
casi nadie ajeno a la familia entraba en la

69
casa, la cual mantenía muy limpia y
ordenada.
Un lunes a las tres de la mañana recibió una
llamada de Romina, estaba llorando, otra
vez se había peleado con el marido y le
avisaba que iba a dormir a lo de mamá, que
por favor le abriera la puerta porque había
perdido la llave.
Últimamente venía pasando a menudo. El
matrimonio de Romina ya no era lo que era.
Romina se casó más joven que Lorena y en
seguida tuvo dos varones. Le gustaba mucho
eso de ser la única mujer de la casa y el
jueguito de retarlos a todos por ser tan
desordenados. A pesar de estar adolescentes,
sus hijos seguían siendo muy cariñosos con
la mamá y considerados con el papá.
Romina aceptó dejar de ver telenovelas por
fútbol y películas de acción y la pasaba bien,
se divertía. Todo estaba bien en esa familia,
excepto el sexo marital. Su marido tenía un
pene enorme, el cual ella disfrutaba mucho
hasta que comenzó a fallarle, quizás por el
cigarrillo, la cerveza cotidiana, la comida
grasosa que comía fuera de casa y los 20
kilos que aumentó en los últimos años,
mucho sedentarismo – taxista él – y el stress.
Era un hombre nervioso, trataba de no
molestar mucho a la familia y ocultaba un
secreto: estaba medicado con clonazepam, y
70
de todas las cosas que le estaban haciendo
peso sobre la poronga para que no se le pare,
ésta podía ser la que más responsabilidad
tuviera en la disfunción.
Romina se compró un dildo, pero a su
marido no le gustaba meterle nada que no
fuera de él, aunque tampoco le daban ganas
de masturbarla o hacerle una buena felatio:
si él no podía, no se hacía nada y hasta se
atrevía a pedirle a su esposa que se
tranquilizara. Romina no lo dudó mucho, se
mantenía bonita y en forma, tenía lindos
vestidos y maquillaje y algunas amigas
solteras, así que cada tanto salía de joda y en
una de esas, borrachita e insatisfecha,
conocía a alguien y se permitía unas horitas
de sexo ocasional aliviador. La vuelta a la
casa era terrible, se quedaba a dormir con
alguna de sus amigas y se bañaba mucho
antes, aun así se ponía muy paranoica.
Romina, teniendo cuarenta y un años, antes
de casarse no tuvo tiempo de estar con
varios tipos y esas ganas volvieron ni bien
su marido comenzó a fallar. Su regla era no
verlos por segunda vez jamás, hasta que
hubo un pibe de 22 que le hizo el amor seis
veces en una noche y quisieron volver a
verse. Le daba cosita, teniendo hijos de 17 y
19, pero cuando estaba con él, todo se diluía,
se borroneaba y el campo sonoro quedaba
71
abnegado por sus respiraciones
entrecortadas. Era otro lugar del universo,
una puerta a otra dimensión que sólo les
pertenecía a ellos. El pibito se enamoró de
ella y estaba bastante ofuscado en la
posibilidad de ese amor, ella intentaba
hacerlo razonar aunque estaba enamorada
también, pero siempre muy consciente de
que no como pareja, sino como amante.
El jovencito, al igual que el marido de
Romina, tenía un ligero problema con el
alcohol que a veces podía ser grave, según el
humor. Al principio Cristian respetaba el
pacto de no escribirle a menos que ella lo
hiciera antes y se conformaba con verla unas
dos o tres veces por mes, hasta que ya no
pudo contener su ansiedad y comenzó a
reclamarla como su mujer.
Lorena ya le había dicho a Romina que lo
mejor sería que se mudara con la mamá, que
necesitaba cuidados, que el delivery de
comidas caseras también podía continuarlo
en el barrio, que no había nadie que no la
quisiera, que sus hijos estaban grandes y la
casa de Ramos Mejía era del marido desde
antes de casarse, así que no perdía
absolutamente nada si lo dejaba. Pero Romi
volvía una y otra vez con su marido porque
extrañaba a los hijos, los cuales de ninguna

72
manera querrían abandonar su casa llena de
comodidades.
Lorena tampoco estaba muy bien en su
matrimonio. Últimamente alguien llamaba al
fijo de la casa y si atendía ella, cortaban.
Increpó directamente a su marido, sin
investigación ni interrogatorio previos – Me
llego a enterar que me estás cagando con
otra y te dejo en la calle – le advirtió, porque
en este caso, la casa estaba edificada en el
jardín de la casa familiar Giménez. Su
marido padecía de una infelicidad infinita y,
a decir verdad, ya no amaba a su mujer y
encima comenzaba a odiarla, porque si ella
no tenía deseos sexuales, ¿por qué no
respetaba la sexualidad de él, que estaba en
su apogeo?, al revés que su concuñado,
había logrado bajar unos muchos kilos y se
sentía libidinoso y febril… y solo. Por tinder
conoció a una mujer casada que también
necesitaba piratear un poco para no morir de
tristeza y, al igual que a su cuñada, esto se le
fue de las manos. Lorena se enteró y no
importa mucho cómo porque esas cosas
acaban sabiéndose.
Lorena, sin hacer mucho escándalo, le dejó
prolijamente todas sus pertenencias en la
vereda, sus hijos lloraban, le suplicaban a la
mamá que lo perdonara, él también lloraba

73
– Mi amor, te juro que no significó nada, fue
un desliz – pero ella ni lo miraba a los ojos.
Lo denunció por bígamo, le puso una orden
de restricción y le inició una demanda por
alimentos, además de pedirle el divorcio. En
la familia de Alberto no había una casa
familiar, siempre habían alquilado, la casa
que tenían en Tucumán, de donde eran
originarios, había sido vendida por su padre
que era adicto al bingo y los dejó sin nada
antes de morir. Con su trabajo no le
alcanzaba para alquilar algo y pasar
mensualidad para cuatro hijos. La ley carece
de sentido común y no contempla el derecho
al placer, no es un derecho siquiera, es una
necesidad individual que se pierde al
casarse, en donde se promete que no se
estará con otras personas y si eso pasa, quien
lo hace pierde todo en este juego y no hay
perdón. Su mujer nunca sintió, ni por medio
segundo, que su renuencia a tener relaciones
sexuales lo obligó a buscar a otra persona
para obtener la gratificación del placer y
tampoco en su momento le dio importancia a
su pedido de que consultara a un sexólogo o
algo por el estilo. La ley la amparaba a ella e
hizo lo que le enseñaron que es correcto. Sin
embargo, pasó algo con lo que no contaba:
la hostilidad de sus hijos, no pudieron
perdonarle esto y aunque ella intentó
74
convencerlos de que el padre era un cerdo
por haberla engañado con otra… ese
concepto nunca les cerró a los chicos y se
tornaron rebeldes con ella. Desesperada,
habló mal de él en todos lados y los vecinos
y amigos le fueron dando la espalda porque
Alberto era amistoso, apreciado y querido en
el barrio, y así como ella se enteró de la
infidelidad, se supo que Alberto quedó en
situación de calle, deprimido, pobre,
borracho y mendigo. Lorena pagó cara la
apatía de no dejar entrar a nadie a su casa, de
ser poco amigable y demasiado seria, porque
llegado el momento, nadie se puso de su
lado y día a día iba perdiendo el afecto de
sus hijos. Hasta sus amigas de toda la vida le
dijeron que se le fue la mano con el castigo
y que podría haberlo perdonado. La
almacenera de su cuadra le gritó que no
fuera más a comprar a su negocio, porque lo
conocía a Alberto desde que era un niño
recién llegado de Tucumán y lo apreciaba
como a un ahijado, entre sus argumentos,
resaltó éste – que sea legal no quiere decir
que sea justo lo que hacés, lo estás matando
por no dejarlo ver a los chicos – y Lorena
argüía que si él no pasaba mensualidad no
merecía ver a los hijos – Vos no vengas más
a comprar acá – concluyó la almacenera,
jueza de su cuadra y se tuvo que ir
75
humillada. Lorena simplemente juntaba más
y más odio y resentimiento, sólo su madre,
muy católica ella, la apoyaba y rezaban
juntas. Encontró algo de contención en el
retorno a la iglesia, pero fuera de allí, estaba
sola y esa soledad crecía como la levadura.
Igual continuó convencida de que hizo lo
que corresponde, eso le dijo su abogado.
Al poco tiempo que Alberto se fue de la
casa, tuvo un accidente de trabajo y como
laburaba en negro, mientras se reponía del
desgarro, contrataron a otro albañil, más
joven y menos exigente y se quedó sin
trabajo. Lorena no le permitía ver a sus hijos
y cayó en una profunda depresión. Una cosa
llevó a la otra y se dio al escabio y quedó en
situación de calle, pidiendo moneditas para
comer y beber en el centro de San Justo. Así
fue como pasó.
Paralelamente, a Romina le pasó lo mismo,
con diferente resultado. El pibito amante de
Romina comenzó a obsesionarse con ella,
investigó dónde vivía y la terminó metiendo
en problemas cuando, estando muy ebrio, la
fue a buscar a la casa y le dijo en la cara al
marido todo lo que estaba pasando,
exigiéndole que la dejara irse con él,
Romina justo no estaba en ese momento y
sus propios hijos lo agarraron al joven
amante a las piñas, el padre se quedó en
76
shock, sentado en el sofá del living,
temblando – Ya se fue chorreando sangre el
gil ése, ¿estás bien papá? – pero papá no
contestaba y cuando llegó mamá, la tomó de
los cabellos y le golpeó la cabeza contra la
pared repetidas veces, sus hijos quisieron
separarlos y los empujó con una fuerza
inédita, salieron a buscar ayuda y para
cuando llegó la policía, su mamá yacía en el
piso, aún con vida, a él lo detuvieron y a ella
la hospitalizaron, pero los golpes le causaron
una hemorragia interna que terminó con su
vida a las pocas horas.

77
Vivir sola

Lupe vive sola ahora y es todo un logro.


Primero se sacó de encima a su familia,
luego a su pareja, después a su familia de
nuevo y más adelante a un grupo de amigos
muy drogones que tomaron su casa como
aguantadero. Ahora vive sola, no comparte
gastos, ni opiniones ni horarios. Anda en
tetas por el living, deja la música fuerte, abre
la heladera descalza porque ya no hay nadie
que le indique que es peligroso, también
adoptó a un perro de la calle, un perro adulto
y muy oloroso con mil batallas encima,
agradecidísimo el can, dentro de la casa se
comporta como una alfombra y afuera sigue
siendo el mismo viejo callejero que se hace
respetar, es un perro tan grandote que si se
dejara montar podría transportarse en él.
Lupe mira boludeces en la tele que no
quisiera que sus amigos intelectuales
supieran. Se tira pedos, eructa, come como
una chancha o ayuna como una yogui. Tiene
plantas en el patio, por lo general son gajos
rescatados de la calle, también cactus, aloe
vera, malvones, cítricos y marihuana
cultivada de las semillas del prensado. Bebe
cuando tiene ganas y se desmaya en el living
sin recordarlo. Cumple con su trabajo y paga
sus boletas. A veces alberga gente amiga y-o
78
amante durante tiempo indefinido. Respeta a
sus vecinos y al vecindario, hace compost,
separa la basura, no hace fiestas
escandalosas y una vez rescató a una viejita
que estaba siendo asaltada lanzándoles gas
pimienta a sus asaltantes. Mira porno, fútbol
y recitales, es adicta a los Simpson, estudia
turismo y hotelería, asiste a clases de tango y
cada tanto va a la cosmetóloga a controlarse
la rosácea. Una vez por mes se cambia de
peinado. Odia las polleras y los aritos. No
puede ser vegetariana porque le gusta mucho
el pescado. Es alérgica a la penicilina y
nadie sabe que va a la quiniela todos los días
a jugarle al 8585. A veces gana. Sueña que
se cae. No cocina. El otro día tuvo un
esguince en el tobillo izquierdo y se sintió
sola. Chatea con amigos que están en
España y en México, algún día se va a ir.
Tuvo dos novias, las extraña. Tuvo dos
abortos, del segundo se arrepintió un poquito
pero no tanto, quizás algún día, quién sabe,
hay tiempo, casa, espacio, amor propio de
sobra y el laburo no jode, no pesa y da buena
guita. Vende artículos de sex shop por
catálogo, muy confidencialmente. El
termotanque está fallando, no importa:
todavía hace calor. Algunas baldosas de la
cocina se partieron cuando se le cayó el
monitor, compró klaukol y volvió a pegar
79
los pedazos rotos, quedó como un río con
muchos brazos visto en un mapa. También
arregló como pudo casi todo lo que se ve en
la casa, a veces mal y otras peor, un 40% de
funcionalidad hace andar la casa como una
bicicleta sin frenos bien manejada. En otoño
caen paltas sobre el techo de chapa del
lavadero. Hay lagartijas. Los testigos de
Jehová pasan los domingos por la mañana y
ella los ignora, pero un día por puro
aburrimiento los dejó pasar y les convidó
agua fresca. En invierno se cuela el chiflete
por la ventana que no cierra bien. La
heladera tiene tantos aforismos escritos que
de lejos parece un vestido de tinta con
agujeros. Delivery-panza-mayor gasto-
pereza-después vuelvo al gimnasio, otro día,
ni hoy ni mañana ni la semana que viene,
pero el termotanque falla como una relación
amorosa heteronormal y monogámica en
donde no se dijo una verdad en años,
funciona disfuncionalmente, al borde de la
muerte propia o el asesinato mediante una
explosión de ira gaseosa que podría matar a
la familia Lupe-perro-plantas y lagartijas
visitantes con hormigas-plaga alimento
incluidas. Hay que llamar a alguien que cure
al termotanque sin llamas, malherido de
vientos que lo acuchillan por las hendiduras
de la herrumbre, dedos de soplos que le
80
hacen cosquillas al pequeño corazón de
fuego que reía naranja y agoniza azul. Hace
calor pero falta poco para que no, así que
hay que llamar a alguien que lo
diagnostique, le dé la mala noticia de cuánto
duele y que la dejen pensar cuántos
consoladores tendrá que vender
apresuradamente antes de que empiece el
frío. Sus amigxs saben tocar la guitarra,
colocar piercings, escribir haikus, tejer con
restos de polietileno, diseñar blogs, páginas
web y editar videos, cocinar con quinua,
alinear los chakras, ganar un juicio, meterse
cosas en el culo, salvarle la vida a un pichón
caído de tormenta, catar vinos, leer la borra
de café, hablar hebreo, comer con palillos,
andar en rollers, cambiar un pañal en una
emergencia, sacar una mancha de sangre,
hacer un té contra el resfrío, pero no, nadie
en su cosmogonía sabe reparar un
termotanque.
Lupe es flaca y linda socialmente. Todos se
la quieren coger y nadie se lo dice, pero
dicen cosas de ella a sus espaldas, porque
eso quisieran, verla de espaldas, arrodillada,
con el culo al sol o a la luna, alto, abierto y
la cara mascando nubes de almohada.
Perdió la cuenta de cuántas veces la
quisieron violar, manosear, acosar, asustar,
psicopatear, por eso anda con el gas
81
pimienta encima. Lamentablemente lo usó
más de una vez. Otras veces tuvo que ceder
para no ser violada, en otras circunstancias,
estando borrachos, entre amigos, como que
al principio sí y cuando para ella era no, se
hizo tarde y el otro denso de conocido pasó a
desconocido, de hombre a pene erecto y el
autocontrol anulado, el respeto perdido y el
semen exigiendo un canal de salida con su
participación urgente, impostergable, sin
medir consecuencias. Postrera humillación y
secreto, a lo sumo volver a la psicóloga,
dudoso resultado, no cambiaba los hechos,
no viajaba al pasado para defenderla y la
herida quedaba cicatrizando por tiempo y
vida, nada más. No era la única, lo sabía,
claro que lo sabía. Si en este momento en
todo el planeta cada mujer que sufrió un
abuso de parte de un hombre abriera la
canilla de su casa se inundaría todo. Desde
otro planeta se vería a la tierra
lagrimeándole al cosmos.
A Lupe le gustan los varones, pero casi no
se relaciona con ellos sexualmente porque
ya no cree que exista ningún tipo de justicia
en las relaciones heterosexuales y después
de dos o tres novios peligrosos, decidió
iniciar una huelga que ya lleva unos cuántos
meses. Mientras tanto disfruta su
bisexualidad, aunque también con mujeres
82
cayó en trampas parecidas, novias celosas y
posesivas, reproches, maltratos, pero no
llegó a ser violada, golpeada o embarazada
por ellas. Cuando estuvo embarazada, el
novio no quería que ella abortara y la tuvo
encerrada durante una semana en la casa de
él, sin dejarla salir ni al kiosco y se escapó
por una ventana. En otra ocasión, quedó
embarazada de un amigo mientras estuvo de
novia con una chica y abortó por eso, esa fue
la vez que se arrepintió un poquito, porque
después la novia se enteró y le dijo que le
hubiera encantado criar a ese bebé juntas y
su amigo manifestó que se hubiera hecho
cargo tanto económica como afectivamente,
pero ya no hubo vuelta atrás y aún siente que
su juventud volverá a guiñarle el ojo en otro
momento de la vida.
Lupe ama estar sola y por ahora no sabe qué
tipo de relación quiere, pues tiene el corazón
hambriento, pero sabe que la mononorma no
es lo suyo. Lee bastante acerca del poliamor,
amor libre y anarquía relacional y busca
conectarse con gente de ese mismo palo. Se
alegra al saber que no es la única. Pero el
termotanque va muriendo y necesita ayuda.
Cuando le reparó el lavarropas el amigo de
un vecino, le tiró onda de un modo bastante
confianzudo y descortés. El reparador de pc
al cual le llevó el disco rígido para
83
reformatearlo, enloqueció con las fotos y
videos que ella tenía de otros tiempos: entre
sus 20 y 24 años fue actriz porno y viajó
mucho, conoció lugares y países magníficos
y juntó mucha plata, así fue que se compró
su casa actual en Haedo, Provincia de
Buenos Aires, bien alejada de la Avenida
Rivadavia y con muchos árboles cerca. La
orden que ella le había dado al reparador de
pc era que rescatara los archivos si es que
era posible, pues la computadora había
dejado de prender en un corte de luz y
cambiarle el mother no funcionó, pero no le
dijo que mirara uno por uno los archivos,
además, suponiendo que eso pudiera pasar,
contaba con la discreción y buena voluntad
coherente con la sonrisa y buenos modales
que el sujeto demostraba en el trato al
hablar. Este hombre le inició una pesadilla
despierta a Lupe, por eso ella ahora estaba
tan asustada respecto a contratar un servicio.
Bastó con que ese tipo le mostrara a sus
amigos un video de ella, el cual aún se
puede ver en una página porno totalmente
legal. El boca en boca fue creciendo y ella
comenzó a notar que la miraban raro.
Lupe fue sumisa en su época de actriz y no
se arrepiente de sus orgasmos. Con la
producción y los muchachos y muchachas
del staff de actores estaba todo súper bien y
84
fuera de las cámaras eran buenos amigos,
pero le fue muy mal cuando intentaba
practicar la relación amo-sumisa en el marco
de una pareja, no pudo encontrar a un tipo
que no mezclara las cosas y se hartó de que
el maltrato se saliera de la cama hasta donde
no era placentero, o quizás ya no le
interesaba ser sumisa, entonces dejó de
intentarlo, pero andá a hacérselo entender a
los tipos de Haedo que estaban
enloqueciendo con sus videos. Encima
también se supo que ella vendía artículos de
sex shop y, cuando se referían a ella, lo
hacían con el reciente apodo –Lupetera- ella
fue la última en enterarse de la mirada ajena,
porque ella estaba tranquila en su mundo sin
molestar ni difamar a nadie.
Y llegó abril con un calor más frío, para
mangas largas y agua pasando de tibia a
caliente, sí: era hora de reparar el
termotanque y en la ferretería cercana le
recomendaron a un gasista matriculado de
confianza. Este hombre recomendado era
uno de los tantos que había visto sus videos
y sabía a qué se dedicaba actualmente, así
que ya fue a su casa con el cerebro excitado.
Ella lo recibió muy de entrecasa, bermuda y
remera, sin corpiño debajo y con lagañas en
los ojos, porque el hombre llegó temprano y
no le dio tiempo a lavarse la cara.
85
Un año atrás, Lupe podría haberse quedado
a vivir en Berlín con sus dos novios, pero
volvió a sus pagos porque su hermana menor
traería un hijo al mundo sola y necesitaba su
apoyo, porque los padres y hermanos
estaban un poco ofendidos con ella. Selene
tenía un futuro prometedor estudiando
administración de empresas y, según sus
padres, lo estaba tirando a la basura por no
abortar, pero a Selene le daba miedo el
aborto, no es que estuviera en contra, de
hecho había apoyado a Lupe cuando tuvo
que hacerlo, mas no se animaba a practicarlo
en su propio cuerpo.
Cuando Lupe volvió y se compró su propia
casa, aún le sobró dinero para alquilarle un
departamento a Selene y juntas idearon un
blog con tutoriales acerca de la
masturbación femenina, lo cual impulsaba la
venta de los productos de sex shop que
distribuían, así que se hicieron felizmente
socias y abundaba el trabajo. El cuerpo que
aparecía en pantalla era el de Lupe, sin que
se le viera la cara y sin que figurara el
verdadero nombre y apellido de ambas.
El bebé nació sano y hermoso, al principio
fue el mimado de la tía Lupe, más adelante,
de toda la familia. Nadie sabía de dónde
salía el dinero que las hermanas manejaban
y por las dudas, no preguntaban. El bebé
86
contó desde antes de nacer con obra social
prepaga y Lupe a su hermana le hizo una
extensión de su tarjeta de crédito. Se
visitaban muy a menudo y, en total
confianza y familiaridad, se confesaban cuán
solas se sentían, no encontraban el modo de
amar y ser amadas pero, como este aspecto
ocupaba sólo una parte de sus vidas,
intentaban vivir con plenitud y disfrutar lo
disfrutable, conscientes de que no existe
ningún ser absolutamente feliz y conforme.
En el verano se fueron de vacaciones juntas
con el niño a las sierras de Córdoba. La casa
quedó al cuidado de una amiga trans que se
apersonaba un rato al día para darle de
comer al perro, regar las plantas y pagar las
boletas con el dinero que Lupe le dejó para
eso. Esta amiga se sintió muy mal cuando
tuvo que darle la mala noticia de que alguien
entró a robar y se llevó la laptop, los
cubiertos de plata que eran recuerdo de la
abuela y las plantas de marihuana. Le dijo
que no se sintiera culpable, que el hecho de
que las vieran como a un blanco fácil es un
problema social y no una imprudencia.
Afortunadamente pagaba por un seguro
contra siniestros, no incluía a la macoña
pero sí a las otras posesiones sustraídas.
Lupe a su retorno reforzó la seguridad de la
casa, era demasiado fácil colarse por el patio
87
y la cerradura de la puerta de la cocina
estaba falseada. También agregó más
barrotes en las ventanas y esto la hizo sentir
presa, extrañó Berlín en esos días de
modificaciones.
Ahora estaba a solas con este señor, médico
de termotanques, a solas porque su perro se
paseaba solo y no estaba ahí. Ella le explicó
masomenos el problema y él la miraba con
suspicacia y no le respondía directamente las
preguntas. En un momento en que ella le
indicó la llave de paso del agua, cosa que él
le preguntó adrede para verla agachada, la
apoyó por detrás – dale putita, yo sé lo que
te gusta, miré todos tus videos – le amarró
los brazos, ella gritó, él era muy fuerte y no
tenía cerca el gas pimienta, respondiendo al
grito oyó ladrar al perro desde afuera. Antes
de esta instancia hubo otra en que el
reparador de pc le mandó al gasista por
watsapp un video porno del género forzada,
en el que cinco hombres en principio la
violaban hasta que ella comenzaba a gozar y
de violación pasaba a ser gang bang. Ella
recuerda a ese día como muy chistoso,
tuvieron que cortar a cada rato porque se
cagaban de la risa, en fin, los vecinos que
reproducían después de tanto tiempo este
videíto no entendían a eso como una ficción
pornográfica, sino como algo que ella
88
deseaba constantemente en la vida real y con
cualquier grupo de tipos que estuvieran
dispuestos a forzarla. El gasista creyó que
ella accedería y que pasarían un buen rato,
este hombre estaba acostumbrado a violar a
su esposa, que nunca deseaba tener sexo y él
la convencía por la fuerza, porque para él no
era violación ya que estaban casados, con
hijos y nietos. Así que el forcejeo duró un
rato, los gritos y los ladridos atrajeron la
atención, los vecinos comenzaron a salir de
sus casas y uno de ellos, armado por las
dudas, le tocó el timbre.

89
CELOPATÍA

Lo que no se percibe a tiempo como un


defecto, se sigue desarrollando con total
naturalidad. Nadie se animó a decírselo,
bueno, un poco sí, pero más a modo de
chiste, como que nadie se sentó frente a ella
y le hizo entender que estaba siendo
agresiva. Antes de la tarjeta SUBE para
viajar en los transportes públicos, se
expendía un boleto con todo el detalle del
viaje: línea de colectivo, número, nombre de
la empresa, hora y fecha del viaje, costo del
boleto y algunos hasta tenían espacio para
una publicidad. Entonces Belén, que era
muy celosa, les exigía a sus novios que
llegaran a la cita con el boleto en la mano, el
cual ella examinaba antes de decidir si iba a
saludarlos con cariño o con bronca. Se
tomaba el tiempo de ver el horario, para
calcular si era cierta la coartada del
muchacho, si realmente había subido al
colectivo, o tren, o subte en donde decía
haber iniciado el viaje. Era gracioso verlos
venir mansos y resignados con el boleto en
la mano.
Belén tenía un aire a Isabel Sarli pero más
tetona, más petisa y más oscura de piel.
Siempre, en todo momento de su vida
alguien estaba desesperadamente enamorado
90
de ella casi al borde del suicidio. Su familia
era muy católica, su padre era militar
retirado, todos ellos habían nacido en
diferentes provincias del interior antes de
afincarse en un barrio cheto de Buenos Aires
y conservaban un sentido del humor grosero
y malicioso que las visitas amaban a pesar
de que a veces les tocaba ser víctimas, eran
desdramatizadores profesionales y solidarios
hasta la médula, siempre estaban albergando
a algún desamparado]a. Los varones de la
familia tenían severos problemas con el
alcohol pero no eran violentos con nadie, a
menos que se los invitase a una pelea justa y
pareja. Belén también sabía pelear y, a
veces… se le iba la mano. Todos sus novios
fueron golpeados por ella en alguna ocasión.
Belén era buena como el aloe vera, pero
supongamos un aloe que tenga veneno en las
espinas. Simplemente no podía controlar sus
celos. A su primer novio lo dejó por dos
razones, la segunda fue porque le daba asco
que el pibe abrazara a su mamá, no podía
tolerar ver eso y comprendió que ni daba
para decírselo, así que honorablemente lo
dejó. Pero la primera razón, más enrevesada
que la segunda, era que Belén pretendía
conservar su virginidad hasta casarse, lo cual
era muy absurdo ya en esos tiempos, pero la
madre, entre chiste y chiste hablaba en serio,
91
muy en serio y la instaba a que aguantara y
se casara joven y se fuera temprano de la
casa. De modo que con su primer novio,
Belén para complacerlo sólo tenía sexo oral
y anal, para poder seguir siendo virgen.
De todos modos la virginidad la perdió con
el novio siguiente, éste fue el primero al cual
le exigió el boleto y también el primero en
engordar estando a su lado. El muchacho era
irreconocible a los seis meses de relación.
Mientras tanto Rober, el hermano de Belén,
se garchaba a todas las mucamas jovencitas
que viajaban recomendadas por los parientes
del interior para vivir la versión latina del
american dream, algo así como el miserable
sueño porteño, dejar el espacio, el verde, la
naturaleza, el contacto pachamámico,
cambiar la fortuna que lo da todo aunque no
parezca por vivir hacinándose en una ciudad
superpoblada, tratando de morder de la
misma gran torta de la felicidad, de la cual
no alcanzará para toda la gente. Una de estas
chicas, menor de edad, sin los estudios
primarios completos, desesperanzada
respecto a su potencial existente, dulce,
amable, atenta pero también astuta a causa
de las heridas, también fue atraída a la cama
del gordo Rober. La cama del gordo era
como un espiral centrípeto que las ponía
zombis, de algún modo todas acababan allí.
92
Esta última mucama tenía un hermano muy
guapo y joven que a veces la visitaba, pues
trabajaba cerca haciendo deliverys. A Belén
no le pasó desapercibido el chico y todo
quedó en familia, aunque la relación de
Belén con el muchacho sobrevivió a la del
gordo con la chica que al poco tiempo
consiguió un trabajo y un amante mejor, no
en el trabajo. Pero a la ex mucama no le
gustaba Belén para su hermano que tenía
diez años menos que ella, no le gustaba
cómo lo trataba Belén, cómo era capaz de
martirizarlo por horas al haber creído que
miró a otra chica al pasar. Una vez habló
seriamente con su hermano, le dijo lo que
pensaba y él le dio la razón, de hecho justo
la noche anterior a esa charla tuvo una pelea
muy fea con Belén que finalizó con una piña
en las costillas cuando él, cansado del
hostigamiento, le gritó. Mientras su hermana
le hablaba, le dolía al respirar
profundamente – Prometéme que la vas a
dejar, jurámelo por el alma de mamá – y sí,
mamá desde el supuesto cielo no querría
verlo humillarse así, entonces a los pocos
días la enfrentó, se comió unos cuántos
cachetazos. La hermana también fue
encontrada y cacheteada por Belén, que
estaba furiosa porque ella le había llenado la
cabeza a su hermano para que la dejara.
93
Después de esto Belén comprendió que era
necesaria una pausa en su vida, que el amor
la enloquecía, que tenía un problema
consigo misma y que no debía relacionarse
hasta poder resolverlo. Pero mucho no le
duró la lucidez, conoció a un amigo de sus
amigos que andaba robando, quería efectuar
un último gran robo y estarse tranquilo por
mucho tiempo, lamentablemente llevó a
cabo su plan y terminó preso, a tan sólo dos
semanas de noviazgo con Belén.
Decidió hacerse cargo y comenzó a disfrutar
por primera vez de una relación libre de
celos, al menos desde ella. Era muy
gratificante saber que él no podía cagarla
con nadie, dormía feliz sabiéndolo preso y
no posiblemente putaneando por ahí si
hubiera estado libre. No fue fácil estar cinco
años así, pero Belén no faltó nunca a una
visita y desde la cárcel comenzó a integrarlo
a la familia, así que Marcelo recibía visitas
de su cuñado, sus suegros y hasta de gente
amiga de los nuevos parientes, pues su
propia familia lo había abandonado a su
suerte siendo un niño.
Ni bien salió de prisión, se casaron, la
familia de Belén pagó todo. En seguida
encargaron un bebé, y luego otro, y después
otro más. Marcelo trabajaba en la panadería
con el cuñado. Para hacerla corta,
94
pongámosle un lustro de paz, masomenos,
hasta que ambos se pusieron ferozmente
celosos.
Belén no era fiel. Su marido había
engordado treinta y cinco kilos en su vida de
casado y padre, además, se emborrachaba
todas las noches después de cenar y se
quedaba dormido en el sofá frente a la
televisión. El mejor amigo de Marcelo,
Walter, a veces se quedaba a dormir porque
vivía muy lejos de la ciudad y necesitaba un
lugar unas dos veces por semana para poder
ver a sus hijos que vivían cerca de allí. Este
amigo comprendió lo que estaba pasando y
una noche en la que se emborracharon todos
y Marce quedó desmayado y roncando en el
sofá como siempre, atacó de una a Belén ahí
mismo, en el living, a metros de su amigo.
Cuando Marcelo se ponía celoso, de
cualquiera excepto de Walter, Belén se
ofendía y contraatacaba poniéndose ella más
celosa. Algo no le cerraba a él y de a poco se
cuestionaba si había sido buena idea aceptar
tanta ayuda, tanta dependencia. A veces
fantaseaba con separarse, no gustaba de sí
mismo así como estaba, pero no, la lealtad
ante todo, ella le dio de comer durante cinco
años mientras estuvo preso, nunca faltó a
una visita… a veces llegaba a sentirse como

95
un producto que la familia había comprado
para satisfacer los celos de Belén.
Hasta que una noche con sólo abrir un ojo en
medio de la borrachera vio la verdad y fue
tan horrible que no pudo aceptarla. Quedó
como un anclaje onírico, dudaba mucho
¿era lo que parecía?, si eso que vio fue real o
lo soñó, o se lo inventó por celoso pero… sí,
en el fondo, en un fondo muy hondo y lleno
de telarañas y objetos en desuso, sabía que
sí, pero que no la podía enfrentar porque ella
lo negaría, lo refutaría y de algún modo esto
se cargaría en la cuenta de sus culpas. Optó
por prestar más atención y planear muy bien
el crimen, en el peor de los casos, volvería a
estar preso, lo único que lamentaba era que
si algo llegara a salir mal, no podría volver a
estar con sus hijos quizás, aunque si todo
salía bien y pudiera parecer un accidente, no
habría de qué preocuparse.

96
Porque Facebook lo quiso

Porque Facebook lo quiso, Nahuel y Vicky se


conocieron, es decir, la gente que nos
estudia como ratas consumidoras sabe de
nuestros gustos, afinidades, búsquedas de
todo tipo y, aleatoriamente aparecen esas
personitas que quizás sean reales detrás de
la foto de perfil. Ver si hay amigos en
común da una sensación de garantía que de
garantía no tiene nada, pero bueno,
también tenemos esa conciencia solapada
de rebaño para algunas cosas y casos.

Nahuel concluyó que la causa de su soledad


y de no ponerla muy seguido se debía a una
cuestión horaria. Se metió en el baile de
estudiar, trabajar y vivir solo. Seis meses
atrás, aún estaba de novio con Clarisa, con
la cual mantuvo una relación larga, como de
tres años enteros y dos últimos años rotos,
fragmentados de alejamientos y
acercamientos explosivos, a veces con
amagues de otras relaciones emergentes-
intermitentes, hasta que las patas de las

97
mentiras mutuas caminaron hasta el final
inevitable, eran muy jóvenes y lo
entendieron. Se juraron que si todo lo
demás falla, volverían a ser pareja a los 40 –
ambos tenían 27 al tomar esa decisión –
Quedarse solo fue una mierda, creyó que
sería divertido volver al levante, pero
estaba muy cansado, apenas se podía
deprimir un ratito cuando la rutina le
permitía pequeñísimos lapsos de tiempo.
Por la mañana atendía un puesto de
medias, bombachas y bufandas u ojotas
según la estación. Almorzaba detrás del
puesto y se quedaba hasta las dos o tres de
la tarde. También estudiaba mientras
atendía a la gente. Después se iba a cuidar a
un vecino viejito que padecía de
incontinencia y se quedaba con él hasta las
seis, cuando volvía la hija del viejito y se iba
con la bicicleta a toda velocidad a cursar
gastronomía en una escuela muy cara que
aseguraba una salida laboral prometedora,
internacional e infalible. Soñaba con tener
un restaurant cheto algún día. La inflación

98
argentina no le permitía ahorrar un puto
mango, pero sobrevivía, pagaba el alquiler,
la cuota de la carrera y hasta de vez en
cuando se compraba algo que necesitaba.
Para los lujos tenía un tercer trabajo muy
reservado: vendía flores provenientes de su
indoor a precios exorbitantes que sólo
podían pagar los turistas.

Entonces, todas estas actividades lo


dejaban agotado, porque no tenía franco
entre una cosa y la otra, además, con todo
lo que tenía que estudiar –
reglamentaciones acerca de las comidas,
preparaciones complejas, nutrición,
tutoriales, mezclas convenientes e
inconvenientes y, por supuesto, cocinar
hasta que le saliera bien - prefería no salir
mucho de joda con los amigos, una tarde de
resaca implicaba una gran pérdida, estaba
en un tiempo de sacrificios. Lo que no le
cerraba era despertar solo, sin una teta que
apretar como primera acción del día.
Extrañaba coger a menudo con alguien que

99
sabe lo que le gusta, reírse en complicidad
sin explicarse el chiste, en fin, todo eso.

En estos tiempos, una persona que no sale


ni bebe, que no usa tinder o alguna de esas
aplicaciones, que tampoco encara por la
calle ni en ningún lado, pues era tímido y
malacostumbrado a haber saltado de
relación en relación de noviazgo, queda
sexualmente rezagado. La certeza de
sentirse perdido lo tornaba cada vez más
ansioso. Amigas en Facebook tenía muchas,
pero no se animaba a abordar a ninguna.
Las conocía y se las cruzaba en persona
bastante seguido, de modo que si lo
rebotaban sería incómodo después.

Un amigo le recomendó que usara tinder


pero le dio mucho temor, ¿y si se
encontraba a su hermana, sus primas? ¿y
los compañeros de la feria?, no, no quería
que nadie supiera acerca de su
desesperación. Vicky fue una de esas caras
que aparecen en Facebook. Tenían doce
amigos en común, se fijó cuáles y eran de

100
esos que consideraba interesantes, así que
ella podría ser interesante también. Se
metió en su muro y le miró todas las fotos
de perfil, leyó todos sus estados del último
mes y sí, le cayó simpática, linda y se atrevió
a mandarle solicitud.

Ella estaba conectada y le llegó la solicitud


de un apuesto muchacho. Revisó su muro,
le gustó que a él también le gustara Slipknot
y que sea hincha de Vélez. Supuso que
viviría masomenos cerca. Aceptó y le
escribió un mensaje, preguntándole qué
onda o algo así. A las seis horas que no
durmieron ni cenaron, ya estaban hablando
de cómo iban a coger, ella le mandó fotos
de sus tetas y su culo, él le mandó fotos de
su pija y una lista de cosas que tenía ganas
de hacerle. Ambos se masturbaron mientras
chateaban y chateaban. En un momento
Vicky se fue a hacer pis y al volver vio que
una amiga había posteado algo acerca de la
represión a los docentes frente al
congreso#, leyó, se demoró en contestarle a
Nahuel, que seguía re alzado en la ventanita
101
que titilaba, él le estaba preguntando cosas,
muchas cosas, y ella le dijo que ya era
suficiente, porque lo que había leído y lo
que había participado en el debate
comentando y respondiendo, la había
sacado y secado de onda. Le preguntó qué
opinaba acerca del hecho reciente y él le
contestó que de política no opinaba, que no
le interesaba y que estaba con los huevos
por el piso de tantas discusiones al pedo, de
peleas familiares y desuniones. Ella pensó si
preguntarle o no a quién había votado,
temió lo peor. Él le pidió que cambiaran de
tema, que estaba todo re piola antes de que
ella le preguntara qué pensaba.

- Pero dale, necesito saber qué pensás, yo


no curto con gente que…

- ¿Con gente que votó al cambio?

- Sí.

- Uy, ¡qué intolerante que sos!

- Adiós para siempre.

102
NO PUEDES RESPONDER A ESTA
CONVERSACIÓN.

103
SOS RESPONSABLE DE TU CONCHA

Cuando Alba tenía seis años aún vivía en


Asturias, España. Las fotos de aquel
entonces estaban en blanco y negro y de
tanto haberlas visto así, sus recuerdos –
algo desdibujados – también se le
rebelaban como películas en blanco y
negro. No podía rescatar ni un color de su
infancia, pero sí un recuerdo engorroso:
cuando su madre la encontró
masturbándose en su habitación – claro,
entró sin golpear la puerta – y le propinó
tremenda paliza.

Ahora, sesenta años después, la retó la


ginecóloga por no masturbarse.

Fue a una consulta por sequedad vaginal,


que era muy molesta, por cierto: ardía,
picaba, dolía. Una alarma de abandono
encendida permanentemente.

Alba dejó de masturbarse aquella vez, un


poco antes de la penosa migración hacia
Buenos Aires, donde supuestamente los
recibiría el progreso y la libertad. Lo que
104
encontraron sería largo de explicar, por
supuesto que en aquellos tiempos
América, sí, entendida desde Canadá
hasta Ushuaia, pues a la gente que huía de
la pos guerra y su pobreza les daba casi lo
mismo, estaba idealizada. Pero… no fue
en vano el movimiento bañado de
lágrimas nostálgicas, aunque cada vez que
hay crisis y se vive para la mierda en
Argentina, a Alba le dan ganas de volver a
ser española, pero allá también hay crisis
cuyas noticias cruzan océanos, así que
cuando está todo mal acá y allá, siente una
especial desprotección global.

Alba dejó de tener relaciones sexuales


cinco años antes de enviudar, porque a su
marido se le murió el pene cinco años
antes de morir y, desde aquella vez… 25
años habían transcurrido sin que ella se
percatara de que su vagina estaba ahí
para algo más que para mear y anunciar
problemas. No tenía la más mínima gana
de hacer el amor, ni tampoco extrañaba
los orgasmos del pasado. Así como relegó
la masturbación como asunto de la
105
infancia, relegó la sexualidad como asunto
de la juventud, si bien a los 40´no se
consideraba joven en absoluto, ahora,
desde los 60 y largos, comprendía que
había sido joven hasta esa edad en la que
fifaba de vez en cuando.

Al enfermar su marido, no recibió mucha


ayuda de sus hijas, que tenían muchos
hijos y ocupaciones, de modo que fueron
años difíciles y el psiquiatra le recetó
CLONAZEPAM. Lo que ningún psiquiatra
advierte es que esa droga MATA al deseo
sexual. No creo que exista un buen
psiquiatra, puesto que son los únicos
médicos que no pueden curar, entre otras
muchas cosas malas que se pueden decir
de éstas personas. Son sospechosamente
amantes del dinero, a menos que se estén
rompiendo la cabeza para descubrir la
cura de enfermedades mentales que
tratan, si no son fervientes investigadores
y reproducen incuestionablemente lo
aprendido, son como putas y policías de la
medicina, pero con un orgullo que no les
permite darse cuenta de eso. Pero si
106
existiera un-a psiquiatra bien
intencionado-a, tendría que decirle a su
paciente algo así:

-SI A USTED LE GUSTA MUCHO EL SEXO,


TENGA EN CUENTA QUE ESTA
MEDICACIÓN Y CASI CUALQUIER
PSICOFÁRMACO, MATA AL DESEO
SEXUAL, ADEMÁS DE LA POSIBILIDAD DE
MANTENERSE EN FORMA, HASTA LE
PUEDE DAR DIABETES TAMBIÉN, ASÍ
QUE SI USTED ESTÁ DISPUESTO-A A
QUEDAR FRÍGIDA, GORDA Y
PROBABLEMENTE DIABÉTICA POR
ESTAR MÁS RELAJADA, TÓMELA, SINO
AGUÁNTESE Y HAGA LO QUE PUEDA CON
SU VIDA-

¿Exageré? No. ¿Me quedé corta? Sí. Bueno,


a Alba no le dijeron esto. A nadie se lo
dicen. Así que Alba, de tanto no excitarse,
se le reconstruyó el himen, es decir…
volvió a ser virgen a los 66 años de edad.
Y quizás hasta más virgen que antes, si es
que esto es posible.

107
De sus cuatro hijas, sólo se lo contó a tres
de ellas, porque la mayor es testigo de
Jehová y considera que masturbarse es
pecado, más allá de la opinión médica a la
cual, en varios casos, esa gente no le da
mucha o ninguna importancia.

Sus hijas estuvieron toda la tarde


haciendo chistes al respecto, le
insistieron, y de verdad, en contratar un
taxi boy bien apuesto para que la volviera
a desvirgar – No, cobran caro y seguro
que son pijudos, yo tengo un amigo que te
lo haría gratis – objetó la menor – ¡Pero
chicas, basta ya con eso!, ya se están
pasando de la raya. Me dio una cremita la
ginecóloga, para combatir la sequedad,
con eso voy a estar bien.

Lo que no entendió Alba, ni sus hijas, es


que no se puede responsabilizar la
atención de la propia vagina al compañero
de vida u hombre –o mujer- de turno. Es
tan poca la importancia que se le da a la
sexualidad en relación a la salud, que
nadie ve como grave y aterrador el tema

108
de la medicación psiquiátrica, como si la
sexualidad fuera algo banal y sacrificable
para poder ser una persona que rompe un
poco menos las pelotas. No vale la pena
secarse de deseo a menos que se padezca
epilepsia o esquizofrenia, o algo así de
peligroso.

Es muy probable que Alba muera virgen y


sin deseo alguno, sin saber a quién
creerle, si a la religión o a la medicina. Su
concha nunca fue suya, primero fue
propiedad de su madre quien le pegó por
masturbarse e interrumpir así para
siempre la autogestión orgásmica. Luego,
nuevita y 0Km, apenitas tocada en la
primera infancia, virgen por demás, se la
entregó a su marido, quien ya había
cogido, por supuesto, y le enseñó todo a
ella. Cuando murió la funcionalidad
peneana de su marido, dueño indiscutido
de su concha, ella dejó morir su sexo
también, quizás por amor, solidaridad, o
por ignorancia y temor de sí misma. La
madre interna tenía una voz muy fuerte y
eterna en su cabeza. Sus hijas se salvaron
109
de semejantes mandatos de mierda,
excepto la mayor que decidió por sí
misma ese estilo de vida opresivo.

110
EPÍLOGO

Mi intención no era escribir éstos cuentos, sino


ejemplificar y exponer puntos, basándome en
algo que está muy poco visibilizado para mi
gusto, pero como no soy socióloga y soy
escritora de ficción, me salió en forma de
cuentos y, como esto no es espontáneo, como
cuentos pueden llegar a ser flojos. Pensé en
hacer un, o unos, cortometrajes acerca de esto
que tanto quiero decir, porque se entendería
mejor… pero a mí me gusta escribir. Me
arriesgo, entonces, porque este tipo de
situaciones casi me han pasado, o pudieron
haberme pasado y no me enorgullece, pero esto
le pasa a muchas mujeres. Gracias a esta
naciente sororidad, hablando y hablando, voy
viendo que no estaba tan sola. Llegué a esta
conclusión porque algo no me cerraba en varias
relaciones que tuve. No quise aceptar esa culpa,
ese lugar, creo haber entendido que a mujeres
con características como las mías nos suelen
poner en un lugar que no precisamente elegimos.
Por supuesto que cometo errores, que me
equivoco, pero a veces nuestros errores son hijos
de errores sociales. Hay condiciones que te
pueden llevar a generar un pensamiento crítico,
yo creo que si la heteronorma me hubiera
seducido un poquito, si me hubiera tratado
masomenos bien, quizás no hubiera llegado a ver
esto, o sí, pero como algo ajeno. Yo me gané el
título de trola aún siendo virgen, a los 12 años,
por haberme besado con 3 chicos del mismo
111
barrio en el transcurso de un año, hay que tener
en cuenta que ni siquiera me habían tocado una
teta, pero ya era “trola” y de hecho alguien
grafiteó frente a mi casa “Dasne puta”, sí, con
mi nombre mal escrito encima. Tuve que vivir
con eso varios años hasta que le cambiaron el
revestimiento a esa pared. Pero tampoco
aceptaba la culpa en aquel entonces, nunca
pudieron convencerme de que yo estaba mal (por
eso) y ya desde ese momento sospechaba que el
problema lo tenían los demás y no yo, por suerte.
El no tener una religión ayudó bastante para
sostener una autoestima que estaba siendo
atacada. Siendo niña ya me parecía una terrible
estupidez las parejas que se separan
violentamente porque una de las partes cometió
una infidelidad. En mi vida adulta he tenido
muchos problemas sentimentales y mi autoestima
continuó siendo atacada, pero nunca pudieron
convencerme. Una vez un novio que tuve me dijo
que yo soy una invitación al maltrato… tampoco
lo creí. Que se cuestione quien maltrata, aun
cuando encuentra a quien “se deja” maltratar.
Otro novio, hace muchos años, me dijo “Y…
para compañera uno elegiría a alguien más
manejable” y este último, supuestamente era
feminista.
Agradezco al sufrimiento la enseñanza, podría
haberme matado, medicado o, razonar, sentir,
crear y escribir.
En el primer cuento – Tres tristes - expongo tres
casos en los que a su manera, las tres partes
tienen razón y están equivocadas al mismo
112
tiempo. Casos en los que las libertades se
superponen y se joden. Algunas personas me han
criticado al personaje de Gloria porque es
frígida según mi descripción, tengamos en
cuenta que estos cuentos fueron creados en
circunstancias interactivas que yo misma
propuse. Me dijeron que Gloria es frígida
porque nunca se la cogieron bien, eso sería
aplicable en otro tipo de personaje, porque lo
que te está queriendo mostrar Gloria es que no
le gusta mucho el sexo, no tiene deseo de
explorarlo y disfrutarlo, ergo, ni quiere que se la
cojan bien. No es culpa de su novio. Cuesta
aceptar la asexualidad de este personaje que
tiene la libido puesta en la idea de casarse y
procrear. Incitar a una persona que no está
interesada en el disfrute sexual a que goce, sería
como proponerle a una persona que gana poco
dinero que trabaje más para ganar más dinero,
simplemente a algunas personas no les interesa
ganar más dinero del que ganan, por más que
desde afuera nos parezca que están pasando
necesidades.
El caso contrario a Tres tristes se da en –Eso te
dijeron – en donde es la mujer la que no está
satisfecha. Es la mujer respondiéndole al macho,
diciendo que sí, que dale, dame toda la noche
como cajón que no cierra, dame eso que tanto
prometés, que tanto pregonás, quiero ver cómo
es ese súper falo que se va muriendo por mi
exceso de aceptación… qué pena, yo había
creído en lo que dijiste de vos mismo y de tu
especie. Qué pena que mi súper concha te asuste,
113
qué pena que tenga que disimular mis súper
poderes para no intimidarte. Lo que el hombre
cree de sí mismo y pretende hacernos creer, es
otra más de las mierdas del machismo que nos
hace mal a todxs, generando expectativas falsas.
En – Depende cómo – me costó un poco más el
tema. Esto también está poco criticado y poco
visibilizado. Me he ganado antipatías por este
tema y no me importa. Necesito evidenciarlo
porque tiene consecuencias desastrosas.
Algunos primitivistas podrían argumentar que el
hombre busca mujeres más jóvenes por una
cuestión biológica, para perpetuar y mejorar la
especie, pero, a mi humilde entender, esto se cae
por sí mismo, porque de ser así, entonces las
mujeres todas, naturalmente, estaríamos
buscando también ejemplares más jóvenes para
reproducirnos, como en el caso de las pumas
hembras. Sin embargo, y me encanta
generalizar, en la mayoría de los casos a las
mujeres nos siguen criando para “encontrar un
hombre que nos cuide” y esto no puede ser
natural. En esta sociedad occidental en donde
vivo y escribo, el culto a la belleza y juventud
corrompe el paladar del corazón, por así
decirlo, hace que las mujeres nos sintamos feas y
viejas, obsoletas después de los 30, gordas, fofas
y hace que los hombres también vean así a las
mujeres. El bombardeo audiovisual comercial
corrompe en el sentido de que hace pesar más lo
físico, hace que gustar de una persona por su
simpatía o por compatibilidad de ideas quede
bajo una neblina. Es pequeño en proporción el
114
sector de la sociedad que se sale de este aspecto
de la heteronorma y la culocracia, sin embargo,
afortunadamente está creciendo. Los
adolescentes millenials están haciendo un gran
trabajo por desdramatizar la sexualidad y el
amor. Seguramente tiene mucho que ver con
venir de dos generaciones de separaciones
masivas. Pero yo hablo de mayorías y casos sin
solución inmediata, de estragos causados por la
crianza y la sociedad que fagocita una infinita
inseguridad en las mujeres que nos lleva a ser
víctimas de todo tipo de violencias, hablo de
mujeres grandes que se vuelven obsoletas porque
las volvieron obsoletas con ayuda de la
psiquiatría (respecto a la psiquiatría, escracharé
más ampliamente en otros textos), hablo de
chicas que quizás sin el condicionamiento
impuesto no se sentirían atraídas por tipos que
podrían ser sus padres o abuelos. Eso de que
“para el amor no hay edad” me genera cierto
prurito cuando lo dice un hombre cuya novia
tiene 20 años menos que él. O sea, no voy a decir
que toda pareja en que el hombre es mayor es
una consecuencia de la culocracia, seguramente
hay parejas así que se aman y están bien, sólo
hago uso de mi derecho a la generalización. El
culto a la belleza y la juventud, que se exhibe
más sobre las mujeres, es peligroso en el sentido
que cosifica, hace que nos vean como objetos
sexuales andantes y no como iguales. Esto
también tiene cierto maridaje con la pedofilia
socialmente aceptada y cito una observación de
una colega que posteó en su muro de Facebook
115
algo así “lo que distingue a la vagina de una
niña a la de una mujer, son los pelos, por lo
tanto la exigencia del hombre de que la vagina
esté depilada, es un signo de pedofilia, ya que si
al hombre le gusta la mujer, deberían gustarle
los pelos que la distinguen de una niña”, muy
simple, muy certero, no obstante vivimos en una
sociedad tan corrompida que ni se puede acusar
a un hombre de pedófilo porque pretende que la
novia se depile, ya que esto está tan, pero tan
impuesto que se naturalizó. Dicho sea de paso,
no es saludable andar con la concha totalmente
pelada, se vulnera, queda más expuesta al roce y
la fricción de la ropa, sobre todo las mujeres que
usan jeans ajustados. Los pelos cumplen la
función de proteger la vagina, tiene que haber
una pelusa ahí cubriendo. Un hombre que se
cuestiona sus privilegios por amor a las mujeres,
no debería tener problemas a la hora de hacer
una felatio en simplemente correr los pelos, ni
que fuera tan difícil. Tampoco critico ni censuro
el acto de depilarnos, teñirnos, pintarnos,
decorarnos, pero sí veamos por qué y para qué
lo hacemos, si realmente una lo desea para sí
misma.
Nos crían para parecer niñas, nos crían para
complacer hombres-padres, nos crían para
ocultar la edad cuando avanza, nos crían para ir
al psiquiatra cuando no logramos el objetivo de
la sociedad.

En todo este análisis de problemas tan comunes


en la heteronorma, no se me iba a escapar el
116
caso de cuando la mujer es machista. Esta
historia me la contó especialmente un amigo con
la intención de que haga un cuento de su caso, y
no fue la única persona que me contó para que
escriba. “Ella también se cansó de este sol, viene
a mojarse los pies a la luna” dice la canción del
Flaco. Imagináte que esa misma mujer mágica
que describe la canción se transforme
totalmente, que en vez de mojarse los pies en la
luna se ponga pantalla solar de 75 y le pida al
novio que pague por la sombrilla en la playa.
Imagináte que la magia sea sólo una etapa de
exacerbación y que la verdadera esencia aflore
ante las dificultades. Imagináte un cuadro al que
se le caen los colores. Imagináte intentar seguir
amando aquello que ha dejado de ser amable.
No es nada raro que a veces sea la mujer quien
quiere perpetuar la cultura heredada, aun
cuando ya se la ha cuestionado, aun con
posibilidades de zafar, puede caer en el temor a
un estilo de vida inventado, temor a salirse del
molde.
En el caso del cuento – Vos sí, vos no, o el gesto
socarrón – es quizás un poco más complejo,
porque habla de la inoculación de los deseos que
nublan al deseo genuino, como un ruido exterior
que no deja escuchar la propia voz. Ser distintx
se paga caro.
Está muy arraigado el jodéte, como que todo
daño que recibimos al relacionarnos es porque
lo habilitamos, aun siendo cierto, la falla de esto
es eximir a quien causa el daño. Ya desde la
escuela se ve como en cualquier grupo se toma a
117
alguien de víctima, si esto te pasó, supongo que
las autoridades te habrán dicho esto ¿por qué te
ponés en ese lugar?, ya desde chicxs nos
maleducan para relacionarnos de un modo
rayano a la violencia, o manipulación. No tengo
una estadística a la mano, pero estoy segura que
quienes son víctimas de bullyng en la infancia
tienen relaciones sentimentales muy distintas a
quienes no lo padecieron. Todo lo que pasa en
etapa de formación condiciona el futuro. Y
vivimos en una sociedad que culpa a la víctima y
enaltece a quien demuestra actitudes de
liderazgo. En este caso se ve también eso que yo
llamo capitalismo afectivo. Por ejemplo, si lo
extrapolamos en relación al dinero, podría verse
así: Supongamos que tenés un trabajo con el
cual no estás desconforme, pero en tu entorno,
los demás cuestionan tu trabajo, te dicen que no
ganás lo suficiente y que es tu culpa por no
esforzarte más, te alardean el dinero que ellos
ganan en sus trabajos y te dicen que deberías
estar como ellos, te exhiben sus billetes y les
hacen propaganda de todo lo que podrías estar
haciendo con ellos, te quieren presentar a un
trabajo supuestamente mejor pagado, que en
realidad no necesitás pero te van inoculando esa
necesidad. Les molesta que estés pobre, no se
sabe bien por qué, quizás porque les enseñaron
que eso de tener poca plata por trabajar de lo
que te gusta es malo, insuficiente, inseguro y
nunca se lo cuestionaron y cuestionan a quien se
lo ha cuestionado y decidió vivir a su manera.
No permiten que te sientas cómoda con lo que
118
construiste en tu vida, porque estás pobre, sos
grande y fracasaste, no te preguntan por tu
trabajo, cómo te sentís haciendo lo que hacés,
porque ven que el resultado es tu pobreza y nada
importa. En momentos de sincericidio te
confiesan que no están contentos con lo que
tienen y que quizás les hubiera gustado hacer lo
que hacés, pero prefieren estarse así porque no
soportarían pagar el precio de la libertad siendo
pobres. El problema es que si no estás lo
suficientemente fuerte, esa inoculación de deseos
indeseados, puede funcionar y hacerte sentir mal
por lo que quizás venías haciendo bien. Y quizás
tampoco estabas contenta siendo pobre, quizás
algo salió mal y por eso estás así pero la
llevabas con dignidad y armonía hasta que te
vinieron a romper los ovarios con observaciones
externas. Dejar de brindar opiniones no pedidas
haría un gran cambio en la comunicación, nos
haría a todxs menos tristes.
El machismo se da de maneras no obvias
también, los micromachismos. Hay hombres que
se jactan de ser feministas y en algunos casos
pueden llegar a ser un poco más peligrosos que
los hombres promedio, porque en nombre del
feminismo malentendido, pretenden tener más
razón de la que creen tener o encuentran el
modo de torcer la relación a favor de las
condiciones que ellos plantean.
Yo tardé en encontrar mi lugar dentro del
feminismo, es decir, siempre me sentí feminista
por sentido común, pero no lograba encajar en
un ámbito real. Ahora sí veo que se está
119
abriendo más, se está volviendo mucho más
inclusivo y comienza a crecer y, en esa
evolución, la violencia va menguando o va
quedando en claro que es una pequeña minoría.
Igualmente me cago en esa supuesta violencia de
la que se agarra la gente facha para criticar. Sí
creo que el hembrismo existe, es chiquitito,
microscópico, como fruto da hechos aislados con
exagerada prensa, es contraproducente al
feminismo. Casi que ni existe, pero sí, a penitas.
No habría que darle mayor importancia
entonces, porque los eternos detractores de
cualquier tipo de justicia se prenden de los
detallecitos como los grafitis en las paredes de
las iglesias. No estoy a favor de los argumentos
pedorros de la gente facha que se fija sólo en
eso, minimizando toda la movida, y tampoco
estoy de acuerdo con el ¨ataque¨ a la iglesia, no
porque me parezca mal, me importa muy poco la
iglesia y ni tengo religión, sino porque me
interesaría mucho más que se genere un
movimiento de cristianas feministas que una
iglesia incendiada. Prefiero la suma a la resta.
Hay que ser coherentes, no se puede hablar de
sororidad y discriminar mujeres por ser
pertenecientes a un culto. Segregarnos entre
nosotras es funcional al machismo, pensemos en
eso. Segregarnos retrasa el trabajo que venimos
haciendo.
Y hay mucho trabajo al respecto.
Por ejemplo, para mí es machista el horario de
los comercios en provincia: abren a las 9,
cierran a las 13, vuelven a abrir a las 17 y
120
cierran a las 20 o 21 hs… ¿qué hay de machista
en esto? A ver: da por sentado que el hombre
arranca entre las 7 u 8 y que la mujer después de
haberle preparado el desayuno a él y a los hijos,
después de que el marido parte hacia el trabajo
y los hijos a la escuela, le queda un poco de
tiempo para limpiar y recién a las 9 puede salir
la doña a comprar las cosas. Después tiene que
preparar el almuerzo, seguramente para los
hijos porque muy pocos maridos pueden volver a
almorzar a la casa y supuestamente la doña
queda tan exhausta después de atender a la casa
y la familia, que tiene que dormir siesta. La
siesta ya nadie la duerme, no en Buenos Aires ni
en el conurbano, quedó como un recuerdo que
los comerciantes aprovechan para pagar menos
horas de servicios comerciales – gas, luz,
electricidad – pero que debería quedar en el
pasado porque la urbanidad nos supera y estos
horarios están desactualizados. A las 7 no hay
nada abierto para la mujer laburante que quiere
comprar cosas para cuando llegue cansada, y si
llega después del horario de cierre, cagó. Estos
horarios se cagan en el hombre trabajador y
solitario que se atiende a sí mismo. Y mucho más
se cagan en las familias o parejas en las que los
dos cónyuges trabajan. Estos horarios
corresponden a familias en extinción, a una
lógica familiar que podría haber tenido sentido
cuando el sueldo del hombre alcanzaba para
mantener a una familia con una mujer
esclavizada. Ver estos detalles es tan importante
como el uso del lenguaje inclusivo. Será un
121
laburo de hormiga generar una sociedad más
amorosa y justa, poder estar hablando de todo
esto ya es un gran paso.
Imagínense lo difícil que habrá sido cuando se
abolió la esclavitud, los jipis de aquel entonces
explicándoles a los terratenientes que los
tiempos estaban cambiando, que había que
contratar trabajadores y no esclavizar negros e
indios. No habrá sido solamente prohibir la
esclavitud, sino también generar un cambio en la
conciencia colectiva, dejar de hacer chistes al
respecto y aprender a compartir las ganancias
con los trabajadores. Me podrán decir que la
esclavitud aún existe, pero no del modo grosero
que hace 200 años, al menos hoy día es punible y
mal visto. También está muy mal visto usar un
tapado de piel, con esto quiero decir que hay
esperanzas de pequeños avances, aunque haya
retrocesos permanentes, siempre estarán lxs que
apuestan x un mundo más justo y ecosustentable.
Y la mujer hace poco que se expresa en la
historia de la humanidad, hemos sido oprimidas
y tratadas como bestias de carga, cuanto más se
revisa hacia atrás la historia, peor era el trato.
Si bien para las compañeras musulmanas de
algunos países nada cambió en cientos de años y
aún hay guerras en el mundo. Respecto a lxs
musulmanes, muy demonizados para mi gusto,
quiero aclarar que son muy distintos según el
país, no es lo mismo cómo se vive el islam en
Guinea y Senegal que como se vive en Irán,
Pakistán y Afganistán. Esto tiene que ver porque
el islam fue impuesto en África del modo en que
122
fue impuesto el cristianismo en América. En
África eran animistas antes de que se los obligue
o se los convenza de ser cristianos, musulmanes
y hasta judíos, en el único caso de Etiopía. Por
suerte en muchos países de África siguen siendo
animistas y a mucha honra y yo, personalmente,
los felicito. Algo que resulta interesante de cómo
viven lxs musulmanes es la poligamia, la cual es
bastante positiva para lxs niñxs, es una pena que
esas esposas no tengan sexo entre ellas, yo
quiero creer que sí. En fin, criticamos como
occidentales al islam pero deberíamos
animarnos a reconocerle ciertas virtudes, invito
a que investiguen sin prejuicio y se sorprendan,
ellxs también tienen mucho que criticar al estilo
de vida occidental, puesto que en su sistema de
vida lxs niñxs y lxs ancianxs están mucho más
protegidxs. Con todo esto quiero decir que
tenemos muchísimo que corregirnos como para
andar criticando el afuera, que también lo
podemos criticar, es un horror ver a una mujer
con burka a 40 grados, y eso sería lo de menos
con toda la opresión que les toca vivir, pero
estoy segurísima que ellas, viéndonos a nosotras,
también sienten pena.
Igual mientras estamos acá hablando de
anarquía relacional, poliamor, amor libre,
adopción de hijxs de parejas del mismo sexo,
matrimonio igualitario y ley de identidad de
género, en otras partes del mundo aún luchan
por casarse con quien quieran y no con quien se
les ha asignado por arreglos familiares, raptan
novias en Kirguistán, otras mujeres no quieren
123
la ablación femenina, ni el velo, otras quieren
estar con otras mujeres para amarse y lo tienen
prohibido bajo pena de muerte.
Y mientras tanto yo, viviendo de a ratos en
Buenos Aires y actualmente en movimiento
constante por Sudamérica, cuando estoy de local
ando en bici con vestido y pollerita y hasta
ahora me pude vestir como quiero en todos los
países que estuve, quizás me jode alguna que
otra mirada inquisidora o comentarios groseros,
gozo de mis libertades, sufro y lucho por las que
no tengo y miro hacia afuera, lejos en otras
partes del mundo en donde las mujeres no gozan
ni del 10% de la libertad que yo gozo, uso y
defiendo. Lo sé. Así como existe –La marcha de
las putas – la cual me parece una de las más
copadas y acertadas conceptualmente que
existen, estaría bueno que exista la marcha de
las burkas, en donde marchemos cubiertas con
burkas x solidaridad pero nos las quitemos al
llegar al lugar de manifestación, aunque ahora
que lo pienso un poco capaz que esto les traería
aún más problemas a esas mujeres
sobreoprimidas. Lo que sí es urgente es la
comunicación con las mujeres más oprimidas del
mundo. URGENTE.
No estamos del todo bien en ninguna parte del
mundo y es muy importante seguir
empoderándonos, perdiendo el miedo a no tener
chongo, marido, novio o compañero, perder el
miedo a no agradarles y ayudarlos a descansar
de ese abrumador e infeliz lugar de macho
proveedor y protector. La heteronorma fracasa
124
porque es utópica y funcional al sistema
capitalista al mismo tiempo. No perdamos de
vista que los femicidios vienen casi todos de la
heteronorma que genera mucha violencia. No
digo que no pase en la comunidad gay,
seguramente deben haber casos, pero casi no
matan a sus cónyuges, o es muy minoritario en
relación. No podemos engañarnos más con las
Disney Princesas y con el estereotipo Playboy,
venimos de 2 o 3 generaciones de padres
separados, con hermanos de diferentes padres y
madres, ¿qué mierda nos quieren hacer creer?,
ya tenemos un acceso a la información en que si
seguimos pelotudxs es porque nos esforzamos en
querer serlo.
Cuestionar la cultura heredada, es una
responsabilidad de todxs.
En el cuento – Castigo desproporcional – vuelvo
al tema del derecho al placer negado, como
sucede en Tres tristes, pero desde otras
perspectivas y con peores consecuencias.
Legalmente en el matrimonio se toma posesión
del cuerpo de la pareja – por eso son esposos -
… Propongo una ley, o una modificación a la ley
que obliga a la mononorma: que si unx de lxs
cónyuges no tiene deseos sexuales y la otra parte
sí, después de determinado tiempo de no haber
obtenido relaciones sexuales con la pareja,
legalmente puede sexoafectarse con otras
personas y, en caso de divorcio, que su derecho
al placer negado no le juegue en contra. Vemos
personas perderlo todo por producir una
infidelidad que, a su vez, fue provocada por el
125
desafecto de la pareja. La postura de las
personas que se van tornando asexuales a lo
largo de la pareja vendría a ser algo así: No
tengo ganas de que cojamos y te prohíbo que
cojas con otras personas porque estamos
casadxs… absurdo, ¿no?, injusto, inadmisible,
inhumano. Nadie debería apropiarse del cuerpo
de nadie, la ley y la iglesia no deberían avalar
este violento concepto que trae desgracia y
muerte, incluida, la muerte del amor.

Ahora bien, pregunta, ¿hay un derecho a la


verdad, el placer y el amor? ¿o sólo son
necesidades? De las 3 creo que la más urgente
es el placer, porque es más fácil acostumbrarse
a vivir sin las otras 2.

Algo que se repite mucho en estos cuentos es la


comunicación actual, es imposible dar una
crónica de estos tiempos sin mencionar
Facebook, watssapp y smartphones desde donde
comunicarse, supongo que irán quedando
obsoletos más adelante, como el antiguo
Messenger de Hotmail y enviarse mails. Cuanto
más aumentan las pasibilidades de
comunicarnos, más solos estamos, más nos
juntamos y en vez de mirarnos a los ojos estamos
EN nuestros celulares. Admiro a la gente que lo
apaga o lo aparta cuando se junta con otra
gente. Si esto suena repetitivo en estos cuentos,
es porque esto es harto repetitivo en la vida
actual.

126
En el último cuento –hasta ahora- aparece algo
más raro. Una mujer que ha sido actriz porno,
con tendencias sumisas, bisexual, que le gusta el
sexo grupal y goza dándose autoplacer con
juguetes y consoladores, se presenta como una
vecina del barrio, solidaria, respetuosa, feliz en
su soledad, maternal con su hermana, protectora
con su sobrino… nadie imagina estas cosas
cuando ve a una actriz porno en la pantalla,
nadie se la imagina yendo al almacén, pagando
boletas o tratando de reparar un desperfecto en
la casa. En este caso llegué a asustarme de mi
propia ficción, sería muy aterrador que esto pase
de verdad, me dio miedo releerlo para corregir y
me perturbé después de haberlo escrito. No me
siento bien, para nada. Pero sacando el dolor
que implica dar a luz ciertas creaciones, es
interesante lo que piensan los vecinos de ella,
como que creen que ella es o debe ser actriz
porno sumisa en todo momento, como un ser que
no hace caca ni estornuda, como alguien que
cuando hace frío piensa en una pija y no en una
campera.
Pero otro detalle es que ella antes de ser actriz
porno ya ha sido abusada por parejas y amigos.
No obstante, su desdramatización ha sido
hacerse –abusar- por puro gusto y elección,
además de trabajo. Se describe que se hacía
amiga de sus pornocompañeros, que durante el
rodaje de una pseudo violación masiva el
director tenía que cortar las escenas porque el
grupo, violada y violadores, se cagaban de la
risa, al ser amigos y tener previa confianza. Sus
127
vecinos años más tarde malinterpretan sus
videos y la irrespetan, juzgan y la quieren herir,
se sienten excitados y la quieren abusar.
Lupe podría haber sido frígida, pero se dio así.
Ella entiende su propia desdramatización, su
gusto por la sumisión, lo terapéutico que para
ella hay en todo eso, pero no contaba con lo que
el porno hace en la mente de la gente promedio,
de la mayoría, ella no contaba con no ser
considerada como una vecina más. Creía que
con ser amable y atenta sería respetada, no veía
una segregación por su trabajo. La duda acerca
de qué pensar del porno, si nos hace bien, mal, si
cosifica y banaliza el sexo, depende qué tipo de
porno, hasta qué punto, quiénes y cómo lo
consumen… son preguntas, cuestionamientos,
cada cual saque el suyo. No tengo respuesta,
sólo estoy generando preguntas que me parecen
muy necesarias.
En estos últimos 6 meses de mi vida estuve en
cuatro países distintos de Sudamérica y vengo
observando y escuchando problemáticas que no
dan para más, y se parecen. Hay una apertura
de conciencia que no tiene vuelta atrás, y sólo
puede crecer y expandirse, quienes no quieran
esto se pondrán más y más violentos, los
manotazos de ahogado del machismo
incuestionable. ¿Qué el feminismo tiene
defectos?, claro que sí los tiene, estamos dentro
de la condición humana, pero es momento de
crecer, de expresar, de concientizar,
corrigiéndonos sobre la marcha. Si estamos
caminando y nos pica un mosquito, podemos
128
caminar igual mientras nos rascamos, no sé si es
muy buena la analogía pero creo que se puede
entender. La picadura podría ser la provocación,
la descortés exigencia de argumentos, el dedo en
la llaga, y lo que hagamos al respecto, sería eso
otro.
Tenemos que aprender a no segregarnos entre
nosotras, necesitamos SORORIDAD, mucha. No
dejar de lado a la mujer heterosexual casada, a
la madre soltera, a la que se prostituye porque
quiere, a las religiosas, a las que dicen
boludeces también hay que seducirlas con afecto
y explicarles que tenemos los mismos problemas,
en mayor o menor medida, a las más violentas,
mimarlas, contenerlas, a las más solitarias,
acompañarlas. Sí, es un laburo de hormiga, pero
hay que hacerlo. La historia ya demostró que no
es para nada al pedo.
En una parada en casa entre un viaje a Uruguay
y el próximo a Chile, en donde estoy ahora
mismo, comencé a escribir estos cuentos en
colaboración interactiva de mucha gente,
conocida y desconocida y de diferentes
nacionalidades y culturas, aun así, me sigue
costando parir a mis personajes fuera del
conurbano bonaerense, locación favorita de todo
aquello que se me ocurre, hasta el último cuento
que lo escribí ya estando en Valparaíso,
transcurre en el conurbano, esa cosa que no es
del todo provincia y que de a ratos-lugares
parece la capital, pero no lo es, lleno de
diversidad e intolerancia, espacios verdes, paz e
infiernos reales, peligros y calles despejadas
129
para andar en bici, me llena de inspiración aún
a la distancia. Inspiración y trauma: nunca fui
asaltada fuera de Buenos Aires. Violentada de
visitante, sí, alguna que otra vez, no importa
dónde ni cómo. Y para ir cerrando este epílogo o
explicación del chiste… nada, creo que ya hablé
mucho y si me queda algo pendiente, será en
otro libro, otros libros, otros contextos.

La autora
Marzo 2017

PD:

Después de escribir semejante epílogo escribí


dos cuentos más. O sea que desde que estoy en
Valparaíso escribí tres cuentos en total y, por no
modificar este largo epílogo que tanto trabajé,
estoy anexando esta post data. Ya hablé de ¨Vivir
sola¨ y la mirada de la sociedad. El cuento
¨Celopatía¨ me ha causado más dudas que
cualquier otro y mucho trabajo en su revisión.
Las acciones más irracionales de la humanidad
tienen que ver con los celos, esa mierda
socialmente aceptada que se toma como licencia
para maltratar a quien se tiene al lado, la
celopatía es la madre de las peores
negociaciones de pareja, es cuando el amor se
ensucia, cuando se transa la libertad para
dominar y creer que unx se deja dominar sólo un
poquito. Horroroso juego de poderes que,
muchas veces, termina con la muerte. Los celos
deben ser socialmente condenados, entiendo que
130
esto llevaría un tiempo, pero no damos más de
femicidios, maltratos interrogatorios y
negociaciones injustas, tampoco damos más de
inseguridad y baja autoestima. Somos seres
sufrientes en el infierno de la condición humana
y el amor debería ser el alivio de todo esto, el
amor debería ser… DEBERÍA SER, Y YA.
El último cuentito, el más corto ¨Porque
Facebook lo quiso¨ se defiende muy bien solo,
sin que yo diga nada, pero me hace pensar en lo
espiadxs que estamos, lo poco libres que somos y
lo muy, pero muy dependientes que estamos de
las redes sociales, ya ha afectado nuestro amor y
amar. Me pregunto qué pasaría si las redes
colapsaran y ya nadie pudiera usar internet
nunca jamás… pero bueno rusa, ahí ya tenés
para otro libro.
Si leíste hasta acá, gracias por la paciencia.

La autora
Abril 2017

PD 2:

Perdón, escribí uno más ¨Sos responsable de tu


concha¨ escrito aún desde mi estadía en
Valparaíso. El único cuento que escribí después
de haber leído La teoría de King Kong de
Virgine Despentes, libro que recomiendo
muchísimo y que estoy feliz de haber leído
después de escribir todo esto. En este último
cuento se propone la apropiación del propio
131
sexo, combatir la idea de que el placer dependa
de la atención de otra persona y así sufrir la
frustración y el abandono en la soledad, quizás
un cambio de enfoque, ver como una
oportunidad de auto exploración esa extensión
de tiempo en la que no se comparte el cuerpo
con nadie, podemos tratarnos con mucho amor y
placer, sin que sea una desgracia.
Por último, no soy ejemplo de nada, sufro,
reniego, a veces me divierto, pienso, me enojo,
me río y me contradigo, deseo cosas que no
puedo tener y tengo cosas que no puedo desear,
mi vida es una mierda más o menos como la de
cualquiera. Pero de a ratos, estoy lúcida.

La autora
Abril 2017

132
ÍNDICE

Prólogo………………………….3
Tres tristes…………………….. 6
Eso te dijeron…………………..21
Depende cómo………………...31
Ella también……………………44
Vos sí, vos no,
o el gesto socarrón……………49
Castigo desproporcional………66
Vivir sola………………………..78
Celopatía……………………….90
Porque Facebook lo quiso…….97
Sos responsable de tu concha.104
Epílogo………………………….94
Glosario…………………………136

133
Para contactarse con la autora:
Facebook:
Dafne Mociulsky
[email protected]

Otros libros de Dafne Mociulsky:


La escalera  cuentos
Trilogía  cuentos
La ofrenda innecesaria  poemas
Miedo roto  novela
En el cajón de la mesita de luz – nouvelle
Martín Descoronado - novela
Mientras me ves  cuentos
Solitùdine – novela
Relojes, perros, gases, gatos y un gallo – nouvelle
Anecdotario de seres desmontables – cuentos
¡Calláte! – novela
Mi vieja no lo entendería – cuentos
Los boludos de la lluvia – novela
Avisen que no voy – novela corta
Felices cumpleaños – novela

En preparación:
Poesía inquieta Volumen 4

Otras cosas que Dafne se tomó la molestia de


escribir, pero que nunca va a publicar:
No te apenes rocanrol, yo te amo – novela
Animalitos de porcelana – novela
Lo sagrado – novela
Ataque de nervios – poemas
Cenizas negras – nouvelle

134
Descarrilamiento – cuentos
Cuando la babosas entran al living – nouvelle
Juntadero de sombras - novela

¡Apoyemos la autogestión!
y leamos a los que están vivos
FLIA (FERIA DEL LIBRO
INDEPENDIENTE Y A)
Siempre se está por hacer alguna en
algún lado, informáte y sumáte.

Duniashka Ediciones – 2017


Editorial independiente nacida en El
Palomar – Oeste del Conurbano de
Malos Aires, último país del cono sur,
en esta ocasión-edición desde
Valparaíso, Chile, Latinoamérica.

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