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XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo .

Falsacionismo

XXI

RESEÑA DE ALGUNAS EPISTEMOLOGÍAS I

Neopositivismo. Falsacionismo

21.1.Contextos Epistemológicos.
21.2.Neopositivismo y verificabilidad.
21.2.1.Clasificación de las proposiciones según Carnap.
21.2.2.Observación objetiva e inducción.
21.3. Karl Popper y el falsacionismo.
21.4. Inductivismo, falsacionismo y explicación científica.
21.4.1.El problema de la verificación de las proposiciones universales
21.4.2.Crítica al inductivismo y al falsacionismo.
21.4.3.¿Pero existen las proposiciones observacionales puras?

LECTURAS López i Carrera: Positivismo y neopositivismo.


Karl Popper: La lógica de la investigación científica.

EJERCICIOS

El siglo XX consagró la idea de que es más profunda la pregunta por el hacer que por el
ser. En particular, la Epistemología ha ido dejando de lado la pregunta por el ser de la
ciencia, para preguntarse qué hace la ciencia, qué hace el científico cuando hace ciencia o
qué clase de acto es el acto de explicar científicamente. Y en tal sentido, el objeto de
estudio de la Epistemología es, pues, la ciencia como proceso, y en este objeto ella coincide
con la Metodología y con la Sociología y la Historia de las Ciencias, aunque ingresen a él
desde posiciones distintas. O sea que, como lo manifiesta Jean Piaget, se trata de una
materia necesariamente interdisciplinaria. Y más. El carácter procesual de la ciencia que
trata de explicar, pone de relieve la importancia de ubicarse históricamente, de discernir los
momentos fundamentales para comprender la investigación científica como parte de los
procesos sociales concretos, los que operan como condiciones de su realización.

Es que las condiciones sociales de realización de una investigación científica atraviesan


a los agrupamientos de científicos e instituciones en las que trabajan, pesan de manera
decisiva sobre el sujeto investigador en el transcurso de la investigación, y sobre la ulterior
circulación de su producto. No son pocos los autores que, como Samaja, desarrollan la tesis

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de que el conocimiento científico se configura conforme al modelo de las estructuras


jurídicas del derecho estatizado. Dicho en términos piagetianos, el conocimiento científico
resulta de una recentración del saber en la perspectiva de totalización que supone la
sociedad política.(Samaja, 1995)

Otros tiempos, otros problemas. Las distintas formas de conocimiento, ya sean


científicas, filosóficas o de cualquier otro orden, tienen su origen en el sustrato real de las
condicionantes histórico-sociales de las cuales emergen. La posibilidad de construir hoy,
mediante el uso de ordenadores, programas que reproduzcan los procesos de la inteligencia
humana en el acto de resolver problemas, constituye, quizás, la revolución epistemológica y
metodológica más trascendental de la historia de la ciencia, después del surgimiento del
logos en la antigüedad y de la consagración del método experimental en la modernidad. Es
posible que a partir de ahora, un sinnúmero de polémicas epistemológicas dejen de ser
meros combates especulativos para dirimirse en el campo de la modelación y simulación
con ordenadores.

21.1. Contextos epistemológicos

En el siglo veinte, la rama de la filosofía que se desarrolla de forma más profunda es la


epistemología. Este fenómeno obedece al vertiginoso desarrollo del conocimiento
científico, la producción del mismo, su validación y sus aplicaciones. Sin embargo, no
existe una única línea en materia epistemológica. Tradicionalmente se suele distinguir al
menos dos grandes modelos –o contextos- diferentes e, incluso, en algún caso, enfrentados:
las epistemologías normativas y epistemologías descriptivas.

En el capítulo dedicado al Proceso de investigación hicimos una primera referencia a


la cuestión de los contextos epistemológicos (16.4.), pero desde una perspectiva más bien
crítica y centrada en el problema de los modos del método, cuestionando la separación
absoluta entre el método de descubrimiento y el de justificación (validación) que introdujo
Reichenbach y que llevó a la conclusión de que sólo el contexto de validación podía ser
objeto de la metodología. Como dijimos antes, nosotros compartimos la tesis de los que
sostienen que también el descubrimiento es un asunto que pertenece de manera legítima a la
epistemología y a la metodología. Como señala Samaja, todo procedimiento para
establecer la verdad material (descubrimiento), tarde o temprano plantea a la lógica el
problema de su fundamento y legitimidad, y su relación con los métodos consagrados como
demostrativos (validación o justificación); y, por otro lado, todo procedimiento de
validación instaura o constituye una estrategia de búsqueda, tornando visibles o haciendo
invisibles diferentes conjuntos de procedimientos de posibles investigaciones.

Ahora bien, la consideración de que no creamos sostenible una separación absoluta


entre ambos modos del método - como sí lo sostiene la mayor parte de los epistemólogos
neopositivistas- no significa que esa distinción clásica entre contexto de descubrimiento y
justificación no siga siendo útil al momento de exponer el estudio de distintas
epistemologías, siempre que no perdamos de vista sus relaciones recíprocas, y que los
tomemos, no como compartimientos estancos sino más bien como guía indicadora de los

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matices que más se acentúan en unas y otras corrientes. De hecho, en la actualidad, otros
autores proponen ampliar el número de contextos, poniendo especial énfasis en las
interacciones que existen entre los mismos. G. Klimovsky, por ejemplo, sostiene la
necesidad de hablar, además, de un contexto de aplicación; “en el que se discuten las
aplicaciones del conocimiento científico, su utilidad, su beneficio o perjuicio para la
comunidad o la especie humana”1. Y, J. Echeverría2, recogiendo el punto de vista de no
pocos epistemólogos e historiadores y/o sociólogos de las ciencias, propone agregar un
contexto de educación (enseñanza y difusión de la ciencia): “La ciencia está socialmente
regulada y posee sus propias técnicas de presentación, justificación, valoración y aplicación
de las teorías científicas, que no tienen por qué ser las mismas que las usadas en los
restantes ámbitos de la actividad científica.” (Ver LECTURAS del capítulo).

Las notas más relevantes de los dos contextos distinguidos por Reichenbach se podrían
esquematizar así:

Normativas Descriptivas

● Criterios de demarcación  Criterios laxos

● Lógicos y metodológicos  Lógicos, metodológicos,


sociológicos, históricos, etc.

● Producto de conocimiento  Proceso de conocimiento

● Epistemología sin sujeto  Sujeto como eje

● Ahistoricidad  Historicidad

● Historia interna de la ciencia  Historia externa de la ciencia

Las epistemologías normativas se caracterizan por la búsqueda de un criterio de


demarcación entre lo que es y lo que no es ciencia, y aplican para tal fin criterios lógicos y
metodológicos. En cuanto a la lógica, sólo admiten la formal bivalente. En materia
metodológica, depende de la corriente o autor. No se ocupan de quién, cómo y en qué
condiciones se producen las ideas, sino que toman a las ideas como un producto. En este
sentido, se constituyen en epistemologías sin sujeto de conocimiento, y a la vez son
atemporales o ahistóricas, puesto que no consideran el contexto sociocultural en el que se
producen las ideas.

A lo largo del siglo XX, y al lado de las epistemologías normativas, se abren paso y
coexisten otras elaboraciones epistemológicas correspondientes al llamado contexto del
descubrimiento, conocidas también como epistemologías descriptivas o epistemologías con
sujeto. Estas utilizan criterios más laxos, considerando aspectos históricos, sociológicos,
psicológicos, etc.; su atención se centra en el proceso de producción del conocimiento y,
1
Op.cit. p.30.
2
Javier Echeverría: Filosofía de la ciencia, p. 60.

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consecuentemente, las actividades del sujeto del conocimiento ocupan el centro de su


atención, sin descuidar las condiciones socio-históricas que tienen que ver con la
producción de ese conocimiento. No se trata de una única vertiente de pensamiento.

Por el contrario, uno de los aportes fundamentales de estas corrientes radica en enfocar
los problemas de la producción del conocimiento desde distintos ángulos. Sin abandonar la
lógica, y trabajando siempre con un tipo de descripción-explicación interdisciplinaria, unos
autores ponen el acento en las determinaciones históricas y sociales de todo conocimiento
(T.Kuhn); otros, marcan la relevancia de la trama psicológica (G.Bachelard) o psico-
sociológica (J.Piaget-R.García), o se detienen en el carácter ideológico subyacente a toda
elaboración teórico-científica (P.Feyerabend), o plantean la imperiosa necesidad de un
autoconocimiento del conocimiento científico (E.Morin), o ponen el énfasis en el aspecto
constructivista de todas las fases del conocer (G.Fourez)... y la lista no se termina. Es obvio
que no podemos referirnos con cierta extensión a todos ellos; estamos obligados a hacer
una selección, a pesar de la conciencia de que dejamos por fuera autores de primera línea.

Dentro de las llamadas epistemologías normativas, haremos referencia a la corriente


neopositivista y al falsacionismo.

21.2. Neopositivismo y verificabilidad

El neopositivismo es una corriente epistemológica (también conocida como


inductivismo) que florece en el siglo XX en el período de entre guerras. La nutren
pensadores que proceden en su mayoría de la física y las matemáticas. Varios de sus más
grandes representantes, como R. Carnap, M. Schlich, K. Gödel, se reunieron en el llamado
Círculo de Viena , que contó con la simpatía de otros grandes, como H. Reichenbach, por
ejemplo, y que tuvo como representantes guía de su movimiento a A. Einstein, B. Russell y
L. Wittgenstein. En 1929, el Círculo de Viena publicó un Manifiesto acerca de la
Concepción Científica del Mundo, donde exponen su punto de vista y dirección de su
investigación, sostienen que no conocen problemas insolubles y que el propósito del
esfuerzo científico es alcanzar la ciencia unificada.

Recogen la tradición empirista (doctrina que considera que el conocimiento surge de los
datos de los sentidos, o sea de la experiencia sensible), y también asumen los aportes de la
lógica matemática. Combaten en particular a la metafísica, afirmando que este tipo de
discurso es carente de sentido. Tal acusación supone establecer un criterio de
significatividad o sentido, al que nos hemos referido en capítulos anteriores.

Las proposiciones que consideran con sentido las clasifican en dos tipos: las
proposiciones lógico matemáticas y las empíricas. Según R. Carnap las proposiciones
significativas son de tres formas y cualquiera que no pertenezca a ellas es una pseudo
proposición.

21.2.1. Clasificación de las proposiciones según Carnap

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Enunciados analíticos: son siempre verdaderos por razones lógico matemáticas.

Ejemplo: A o ~A, siendo A cualquier enunciado.

Enunciados incompatibles: son siempre falsos por razones lógico matemáticas.

Ejemplo: A y ~A, siendo A cualquier enunciado.

Enunciados sintéticos: son verdaderos o falsos por razones extralógicas, o sea, que
dependen de la experiencia.

Ejemplo: A

Cualquier enunciado que no pertenezca a alguno de estos tipos de proposiciones es una


pseudoproposición o una proposición sin sentido.

Es preciso aclarar que no es lo mismo falso que sin sentido. Para que un enunciado
pueda ser declarado falso debe ser posible evaluarlo, es decir tratarlo lógica o
empíricamente. Como señala M. Schlick, tal distinción es fundamental para entender
algunos de los postulados básicos del neopositivismo. [Ver la cita de Schlick en las
Lecturas de este capítulo, p.354].

21.2.2. Observación objetiva e inducción

Según esta corriente, la investigación comienza por la observación. Rudolf Carnap


define los enunciados observacionales, a los que llama protocolarios, de la siguiente
manera: “Son la traducción lingüística de las observaciones sin interpretación
alguna”. Se aspira a una observación totalmente objetiva que prácticamente copiaría
la realidad. Para explicar las observaciones se formularían hipótesis que luego deben
someterse a prueba. Si la prueba es exitosa, se procede a la generalización de la
experiencia para obtener leyes. Al procedimiento que se aplica para este fin se le
conoce como inducción amplifícante o incompleta. Esta inferencia se define como el
pasaje de lo particular a lo general o como el pasaje de enunciados de hechos a
enunciados de leyes. Las conclusiones que se alcanzan mediante este método sólo
tienen carácter probable ya que es imposible pasar de la verdad de un enunciado
particular a la verdad de un enunciado general.

Mediante la inducción se obtienen las leyes a las cuales Carnap define como: “La
enunciación más precisa posible de regularidades constantes observables en la naturaleza.”
Si la regularidad se afirma en todo tiempo y lugar sin excepciones, se trata de una ley de
tipo universal o general, de la forma “todo x es f”.

El criterio de justificación (o de demarcación) que utilizan los neopositivistas se conoce


como verificabilismo. Este consiste en mostrar que un enunciado particular puede ser

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obtenido, es decir, deducido, de la ley general, mostrándose como un caso particular de la


misma.
Todo x es f

Inducción Deducción

Criterio
Este x es f, este x es f, este x es f, este x es f ... este x es f Prueba verificacionista

21.3. Karl Popper y el falsacionismo

Nace en Viena en 1902 y muere en Londres en 1994. Se forma en física y filosofía, y


ante el ascenso del nazismo emigra a Austria. Es un epistemólogo normativo, pero es un
crítico del neopositivismo. Reconoce que su pensamiento estuvo fuertemente influenciado
por la teoría de la relatividad. Con esta teoría se rompe el modelo clásico de Newton que
hasta el momento aparecía como una descripción y explicación definitiva de los fenómenos
físicos del universo. Sin embargo en la teoría de la relatividad cae el modelo de Newton y
se produce una gran incertidumbre respecto del estatuto de verdad en las propias ciencias.
Tal situación lleva a Popper a pensar que todo nuestro conocimiento del mundo está
provisto de conjeturas e hipótesis. No se trata de cualquier tipo de hipótesis, sino que se
trata de hipótesis que puedan ser criticadas, evaluadas, según ciertos procedimientos que
Popper nos ofrece.

Comienza criticando a los neopositivistas diciendo respecto de estos que se trata la


experiencia como un mundo de datos, y él afirma que la experiencia debe ser considerada
como un método para someter a prueba, teorías e hipótesis. También les critica el uso de la
inferencia inductiva, puesto que la inducción no posee un fundamento lógico, esto se basa
en la asimetría que existe entre los enunciados particulares y los enunciados generales o
universales. La novedad fuerte que plantea Popper la aporta su criterio metodológico que se
conoce como refutabilismo o falsacionismo. Desde un punto de vista lógico y metodológico
nunca podemos llegar a establecer la verdad de una teoría, pero sí en cambio su falsedad.
Desde el punto de vista lógico Popper utiliza lo que se conoce como Modus Tollens.
Además, nos propone una serie de procedimientos para evaluar ciertas teorías o hipótesis.

Popper afirma que una teoría es científica si puede separar por vía deductiva los
enunciados singulares compatibles con ella y los incompatibles, y agrega respecto de estos
últimos, que la clase o conjunto de los falseadores potenciales no debe ser vacía, sino que
siempre debe ser mayor que cero. En la medida que los falseadores (como realidades
empíricas o “hechos”) no aparezcan, es decir, que no se logre falsar la teoría
empíricamente, se dirá de la misma que está corroborada o aceptada, que “tiene temple”;
esto no significa que en el futuro pueda aparecer algún falseador con lo cual la teoría caería.
El mecanismo utilizado consiste en una regla lógica llamada Modus Tollens y que opera
con el siguiente esquema deductivo:

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A B
~B
-------------
~A

El modelo epistemológico popperiano consolida el método hipotético deductivo. Se


trata de una aspiración a un conocimiento objetivo. La objetividad, Popper la sitúa en lo
que él denomina “mundo 3” o “mundo de las ideas”. Esto obedece a una distinción que el
autor realiza de niveles de mundo. El mundo 1 sería el mundo físico, el de la materialidad.
El mundo 2 sería el de la subjetividad. El mundo 3 sería el mundo de las ideas (teorías,
hipótesis, etc.), que es donde Popper ubica el objeto de estudio de la epistemología, ya que
las ideas como producto pueden ser criticadas, es decir, sometidas al criterio refutabilista o
falsacionista. Esta concepción de la racionalidad de Popper excluye algunas concepciones
fuertes del pensamiento humano, por considerarlas irracionales o acientíficas; se trata por
ejemplo la teoría de la evolución de Darwin, la concepción de la historia de Marx, y
psicoanálisis de Freud. Estas teorías son rechazadas porque son holísticas, o sea,
totalizadoras, lo cual impide establecer la diferencia entre las proposiciones compatibles e
incompatibles; por lo tanto, no tendrían falseadores potenciales. Además, estas teorías
aludidas utilizan como método la dialéctica que legitima el uso de la contradicción, aspecto
que para Popper es inadmisible, ya que el único modelo lógico que reconoce es el formal
bivalente.

Usted dispone, entre los materiales anexos, de un texto cuya lectura es imprescindible
para la comprensión de algunos de los conceptos medulares que estructuran la concepción
popperiana: Karl Popper, La lógica de la investigación científica. Cap. I: Panorama de
algunos problemas fundamentales.

21.4.Inductivismo, falsacionismo y explicación científica

La tarea principal de la ciencia es ofrecer explicaciones. Ahora bien, ¿qué es dar una
explicación? Explicar es responder a la pregunta ¿por qué? O más específicamente,
responder a las preguntas del tipo: ¿por qué ocurrió tal cosa?, ¿por qué existe tal otra?, ¿por
qué se da tal estado de cosas? O sea, preguntas que versan sobre el por qué de ciertos
hechos, o cómo estos se producen3. Como esta pregunta puede contener significados muy
distintos, que, a su vez, admiten respuestas diversas, existen muchas clases de
explicaciones. Aquí nos limitaremos al género de explicación que es usual en las ciencias
empíricas (la física, la química, la biología, etc.) y que ha sido estudiado por filósofos
contemporáneos como Popper o Hempel, para cuya exposición nos apoyaremos en un
artículo muy sencillo, titulado La explicación.4 Veamos.

Tenemos un hilo, llamémoslo H, uno de cuyos extremos está unido al techo y del otro
cuelga un peso, P. Después de unos instantes, el hilo se rompe. Nos preguntamos ¿por qué
se ha roto H? Un físico nos daría más o menos esta respuesta:

3
Alberto Cha, Elementos de Epistemología,.Cap.11: La explicación científica.
4
En: Porlán, García y Cañal (1988), op. cit.

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1. Todo hilo (y, en general, todo cuerpo físico) de una estructura dada E (un
determinado grosor, un determinado material, etc.) puede soportar sin romperse una
tracción, por ejemplo, un peso de valor F. Si la fuerza de tracción que ha de
soportar el hilo es mayor que F, el hilo se rompe.
2. Un hilo de estructura de E1 puede soportar sin romperse una tracción de valor F1. Si
aumenta la fuerza de tracción, el hilo se romperá.
3. H es un hilo de estructura E1.
4. P, el peso colgado de H, es superior a F1.
5. El hilo H se rompe.

Primero, aquello que se explica es un hecho o acontecimiento, expresado, por


consiguiente, mediante una proposición singular. Los filósofos de la ciencia (esto es,
aquellos que se dedican al estudio de qué es la ciencia) suelen llamar a esta proposición
singular proposición observacional o también proposición protocolaria (porque así son las
proposiciones que aparecen en los protocolos o cuadernos en los que los científicos anotan
lo que observan en sus experimentos).

Segundo, la explicación tiene la forma de un argumento deductivo, en el cual, la


proposición (5), aquello que ha de ser explicado, aparece como consecuencia lógica de las
proposiciones anteriores (de 1 a 4), que hacen de premisas. Se suele llamar a la proposición
que queremos explicar, explanandum y a las proposiciones que utilizamos para explicarla
explanans.

Tercero, el explanans consta de dos tipos de proposiciones: proposiciones universales


y proposiciones singulares. Las proposiciones universales (1 y 2) enuncian leyes
científicas. Las proposiciones singulares (3 y 4) expresan lo que podemos llamar las
condiciones iniciales dadas.

Cuarto, explicar equivale a predecir. La diferencia entre la explicación y la predicción es


totalmente accidental. A partir de las proposiciones 1 a 4 podemos o bien explicar por qué
se ha roto el hilo una vez que de él hemos colgado un peso superior a F 1 o bien predecir que
el hilo se romperá si de él colgamos un peso mayor que F1.

Este tipo de explicación recibe el nombre de modelo explicativo legal-deductivo. Legal


porque incluye leyes y deductivo porque el explanandum es consecuencia lógica del
explanans. Es frecuente esquematizar del siguiente modo el modelo legal-deductivo de la
explicación:

L1, L2, L3 ....


EXPLANANS EXPLICACIÓN
C1, C2, C3 ....
_______________
E EXPLANANDUM

Ln significa ley científica (todas las leyes científicas son proposiciones universales).

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Cn, es una abreviatura de proposición observacional que expresa una de las condiciones
iniciales y E está en lugar de la proposición observacional que ha de ser explicada. La raya
horizontal quiere indicar que lo que viene tras ella es consecuencia lógica de lo escrito
sobre ella.

Normalmente, las explicaciones que encontramos, aunque realmente tienen la


misma estructura que la explicación descrita, muestran un aspecto algo distinto, son mucho
mas breves. En realidad, se trata de entimemas, es decir, de argumentos deductivos en los
que se da por sobreentendida una o más premisas. En el caso anterior, lo más habitual es
que hubiésemos oído como explicación de la rotura del hilo, simplemente que colgamos de
él un peso superior al que podía resistir.

Sin embargo, estos entimemas a menudo esconden una mala explicación. Para que una
afirmación sea científica debe poder funcionar como predicción. No basta afirmar que,
puesto que el hilo se rompió, hemos suspendido de él un peso excesivo. Es indispensable
prever, antes de colgar el peso, si el hilo lo soportará o no.

¿Qué pasaría si alguien explicase la ruptura del hilo declarando que se ha roto porque
un geniecillo (por ejemplo, un gnomo) invisible lo ha cortado con unas tijeras también
invisibles? Indudablemente, nos reiríamos de él.

¿En qué se diferencia la primera explicación. que tomamos por científica, de la


segunda, que tenemos por mágica. Los filósofos empiristas ofrecen la siguiente respuesta:
Todos los elementos que intervienen en la primera explicación son verificables. Dicho de
otra manera, todas las proposiciones que componen la primera explicación pueden
conocerse mediante la intuición sensible externa. En la segunda explicación intervienen
proposiciones inverificables: proposiciones cuya verdad no puede ser conocida a través de
los sentidos. ¿Es esto así?

21.4.1.El problema de la verificación de las proposiciones universales:


inductivismo y falsacionismo

Como ya hemos visto, el empirismo no admite que tenga sentido ninguna proposición
que no sea verificable. ¿Qué ocurre entonces con las proposiciones universales? Sabemos
que tales proposiciones no pueden ser verificadas por medio de la observación sensible. Se
puede verificar que un fenómeno enunciado por una proposición universal se da, digamos
unas 1010 veces, pero es lógicamente imposible que se verifique en todos los casos. De
modo que desde el punto de vista empirista las proposiciones universales que expresan
leyes carecen de sentido. ¿Se desdibuja, por tanto, la diferencia entre las dos explicaciones
(la mágica y la científica)?

Para escapar a esta incómoda conclusión, los filósofos empiristas han intentado dos
caminos: el inductivismo y el falsacionismo. Los inductivistas, encabezados por R. Carnap,
estiman que, si bien es verdad que las proposiciones universales no pueden ser verificadas
totalmente, y por consiguiente, nunca podremos estar absolutamente seguros de su verdad,
la verificación de proposiciones singulares que caen bajo ellas, aumenta la probabilidad de

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su verdad. Dicho con un ejemplo. Es imposible verificar en todos los casos lógicamente
posibles la ley de Newton de atracción gravitatoria, sin embargo, podemos verificar
proposiciones singulares (observacionales) que se deducen de la ley de Newton, por ej.,
aquella que enuncia en qué modo se ha de atraer estos dos cuerpos concretos. La
verificación de un caso singular no confirma plenamente la ley de Newton, la hace un poco
más probable, o sea, aumenta su probabilidad de que sea verdadera.

Popper y sus discípulos, que se denominan a sí mismos falsacionistas, rechazan la


solución inductivista. En su opinión, mediante la experiencia nunca podremos saber si una
proposición universal es verdadera, ni tampoco si es más probablemente verdadera que
otras. Lo más que la experiencia nos puede enseñar sobre las proposiciones universales es,
en su caso, si son falsas. La postura de Popper también se llama falibilismo, pues afirma
que lo único que podemos llegar a saber es que determinadas proposiciones son falsas, pero
de las demás permanecemos en la incertidumbre. Los falsacionistas declaran que lo que
distingue las proposiciones de la ciencia de las no científicas (por ejemplo, las mágicas) no
es que podamos conocer la verdad de las primeras mediante el conocimiento sensible (y de
las segundas, no) –como sostienen los inductivistas-, sino que la experiencia puede mostrar,
en algunos casos, la falsedad de las primeras, pero no de las segundas. Dicho en términos
ya conocidos, para los falsacionistas las proposiciones científicas son contrastables con la
experiencia.

Sea la proposición universal “el azufre arde con llama azul”; de esta proposición y de la
proposición singular “este objeto es azufre” se deduce la proposición también singular “este
objeto arde con llama azul”. Si realizamos el experimento: acercamos a la llama el objeto
en cuestión y observamos que efectivamente arde con llama azul, la proposición universal,
en opinión de los inductivistas, queda confirmada. Podemos resumir lo que acabamos de
decir en un esquema lógico:
L  O E L  O  E
E E
------------------ lo que es lo mismo: ----------------
L L

donde L es una variable que representa una ley científica (por tanto, una proposición
universal). O está en lugar de una proposición observacional (en nuestro ejemplo, “este
objeto es azufre”) y E significa también una proposición observacional (“este objeto arde
con llama azul”).

Sin embargo, es fácil ver, por los conocimientos de lógica que posee, que el anterior
esquema de razonamiento es incorrecto. Comete lo que suele llamarse falacia de la
afirmación del consecuente. ¿Quiere esto decir, por consiguiente, que de la experiencia no
podemos inferir –mediante un razonamiento deductivamente válido nada sobre las
proposiciones universales? Los falsacionistas creen que no. Sostiene que si predecimos un
fenómeno a partir de una ley científica y, al realizar la experiencia, observamos que el
fenómeno no se da, entonces podemos inferir, con necesidad lógica, la falsedad de la ley
que hemos utilizado para llevar a cabo la predicción. En el ejemplo que estamos
manejando, podríamos inferir que el azufre no arde con llama azul si este trozo de azufre

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que tengo en las manos no ardiese con llama azul. El esquema del razonamiento
falsacionista es el siguiente:
L  O  E L O E

 E ~E
------------------ -------------------
 L ~ L

que es un razonamiento completamente válido. En realidad, como se puede observar, se


trata de un entimema. De las dos premisas se deduce, por la regla de inferencia  L   O
(~ L o ~ O). Ahora bien, como no se cuestiona la verdad de O nos queda  L (~ L). La
verdad de O se conoce según los empiristas, con toda certeza mediante la experiencia o
intuición sensible, ya que O es una proposición singular (observacional).

21.4.2.Crítica al inductivismo y al falsacionismo

Nos limitaremos a la critica del falsacionismo porque todo lo que digamos a este
respecto vale, a fortiori (es decir: con más razón, a mayor abundamiento) del inductivismo.

La primera crítica se puede enunciar diciendo que los falsacionistas simplifican


excesivamente lo que en realidad ocurre. Para predecir cualquier hecho se precisa no sólo
una ley científica, sino varias. Igualmente, las condiciones iniciales no se pueden enunciar
en una única proposición observacional. El esquema real sería por consiguiente, este:

(L 1  L 2  L 3..)  (O1  O2 O3...)  E (L 1 • L 2 • L 3..) • (O1 • O2 • O3...)  E

E ~ E
________________________________________ ________________________________________
 ( L 1  L2  L3  ....) ~ ( L 1 · L2 · L3 · ....)

lo que equivale a decir que (  L 1   L2  L3 ... / ~ L 1 · ~ L2 · ~ L3 ·...); o sea, que


puede ser falsa cualquier L o cualquier O, o un grupo de L o de O o de ambos.

¿Cuál de las leyes utilizadas para realizar la predicción es la falsa?

Millikan en 1909 trató de probar que la electricidad presentaba una estructura atómica,
esto es, que no puede existir una carga eléctrica menor de un cierto valor (justamente el
valor del átomo de electricidad) y que toda carga eléctrica es múltiplo entero del valor
mínimo de carga eléctrica. A tal fin, construyó un dispositivo que le permitiese medir la
carga eléctrica de una minúscula gota de aceite (o de mercurio) calculando la velocidad con
que dicha gota caía por la fuerza de la gravedad o subía por un campo magnético situado
por encima de ella. El valor de la carga eléctrica atómica calculado por este procedimiento
fue de 4,774 x 10-10 unidades electrostáticas. Posteriormente otros investigadores midieron,
utilizando otros medios, pequeñas cargas eléctricas y hallaron que no eran múltiplos enteros

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del valor encontrado por Millikan. ¿Qué deducir de esto?

Una primera respuesta consiste en afirmar que de ambos experimentos se deduce que la
estructura que presenta la electricidad no es atómica, ya que la predicción que la
experiencia ha mostrado falsa se realizó partiendo de la ley científica: “la electricidad
presenta una estructura atómica”. Pero no es la única respuesta, pues para realizar dicha
predicción se tuvieron que tener en cuenta otras muchas leyes. Experiencias posteriores se
mostraron que precisamente fue una de estas leyes accesorias la que era falsa. Millikan se
había equivocado ligeramente en el valor de la viscosidad del aire.

Hasta ahora se ha dado por supuesto que es posible conocer la verdad o falsedad de una
proposición observacional con toda certidumbre mediante la experiencia. Precisamente esta
es la afirmación básica del empirismo. ¿Es de hecho así?

En el siglo pasado se había observado que el planeta más exterior, Urano, no seguía
completamente la órbita que era de esperar de ser ciertas las leyes de Newton. Nadie, por
eso, puso en duda seriamente la verdad de las leyes de Newton (ni de ninguna de las leyes
utilizadas para predecir la órbita, que eran, sobre todo leyes matemáticas). Todos confiaban
en que pronto se encontraría una solución para esa situación anómala. Independientemente,
uno del otro, el astrónomo inglés Adams y el astrónomo francés Leverrière descubrieron
que, si existiese un planeta de una determinada masa más exterior que Urano, la órbita de
este quedaría, de acuerdo con las leyes de Newton, modificada lo suficiente como para
coincidir con la órbita observada. Galle, otro astrónomo, dirigió su telescopio hacia donde
según Adams y Leverrière debía encontrarse en ese momento dicho planeta y descubrió el
planeta Neptuno.

Vemos, pues, que no siempre que la experiencia muestra que una predicción es falsa
podemos sacar en conclusión que una de las leyes científicas que hemos utilizado es falsa,
ya que el error puede encontrarse en alguna de las condiciones iniciales (expresadas por
proposiciones observacionales) tenidas en cuenta para realizar la predicción.

Igualmente en el siglo pasado, se conocía que la órbita del planeta más cercano al Sol,
Mercurio, no era exactamente la que se deducía a partir de las leyes de Newton y las
condiciones iniciales conocidas. Se intentó una solución semejante a la utilizada en el caso
de Urano. Los mismos astrónomos propusieron que había de existir un planeta de poca
masa cercano a Mercurio, al que llamaron Vulcano, responsable de la desviación orbital de
este planeta. Todavía nadie ha encontrado con su telescopio a Vulcano.

En la predicción de la órbita de Mercurio lo que fallaba no eran las condiciones


iniciales, sino las leyes generales. Si se calcula la órbita de Mercurio utilizando la mecánica
de la teoría de la relatividad, en vez de la mecánica que la física newtoniana propone, el
error entre la órbita de Mercurio predicha y la observada desaparece.

En consecuencia, declaran los críticos del falsacionismo, los falsacionistas aciertan


cuando afirman que la experiencia no nos puede enseñar de modo contundente la verdad de
una ley científica; se equivocan, empero, cuando creen que la experiencia nos muestra a
veces de modo inapelable la falsedad de una ley científica.

350
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

21.4.3.¿Pero existen las proposiciones observacionales puras?

Desde una perspectiva distinta, en el tema de la percepción, considerábamos la


siguiente cuestión: ¿existen enunciados observacionales que no dependan de la teoría?
Obsérvese que si a esta pregunta nos vemos obligados, por la fuerza de las cosas, a
contestar que no, todo el edificio del empirismo se tambaleará, si es que no se desploma
totalmente.

El siguiente es un texto de Alan Chalmers, ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, que
muestra cómo las proposiciones observacionales dependen de proposiciones universales
(leyes científicas) y que, por tanto, son dudosas como estas.

“Consideremos el anunciado: ‘He aquí un trozo de tiza’ emitido por un profesor al


tiempo que señala una barra cilíndrica blanca que mantiene delante de la pizarra. Incluso
este enunciado observacional tan básico conlleva una teoría y es falible. Se da por supuesta
una generalización de muy bajo nivel tal como ‘las barras blancas que se encuentran en las
aulas cerca de las pizarras son trozos de tiza’. Y, desde luego, no es necesario que esta
afirmación sea verdadera. El profesor de nuestro ejemplo puede estar equivocado. Puede
que el cilindro blanco en cuestión no sea un trozo de tiza sino una imitación
cuidadosamente hecha, colocada allí por un alumno astuto que busca diversión. El profesor,
o cualquiera de los presentes, podría dar un paso para comprobar la verdad del enunciado
‘He aquí un trozo de tiza’, pero es muy significativo que cuanto más rigurosa sea la prueba,
más se invoque la teoría y, además, nunca se obtiene una certeza absoluta. Por ejemplo, al
ser desafiado, el profesor podría pasar el cilindro a lo largo de la pizarra, resaltar el trozo
blanco resultante y afirmar: ‘Ahí lo tienen, es un trozo de tiza’. Esto implica el supuesto
que ‘la tiza deja un trazo blanco cuando se la pasa por la pizarra’. Se podría replicar a la
demostración del profesor que hay otras cosas, aparte de las tizas, que dejan trazos blancos
en las pizarras. Quizás después de otra acción por parte del profesor, tal como desmenuzar
la tiza, que se replica de manera similar, el profesor en cuestión podría recurrir al análisis
químico. Químicamente, la tiza es en su mayor parte carbonato de calcio, afirma, y, por
tanto, produciría dióxido de carbono si se la sumergiera en un ácido. Efectúa la prueba y
demuestra que el gas resultante es dióxido de carbono mostrando que vuelve lechosa el
agua de cal. Cada una de las etapas de esta serie de intentos por consolidar la validez del
enunciado observacional ‘He aquí un trozo de tiza’ conlleva una apelación no solo a nuevos
enunciados observacionales, sino también a más generalizaciones teóricas. La prueba que
constituía el punto final de nuestra serie suponía bastante teoría química (el efecto de los
ácidos sobre los carbonatos, el efecto peculiar del dióxido de carbono sobre el agua de cal).
Para establecer la validez de un enunciado observacional, por consiguiente, es necesario
apelar a la teoría y cuanto más firmemente se haya de establecer la validez, mayor será el
conocimiento teórico que se emplee. Este hecho está en directa contradicción con lo que
podríamos esperar según la opinión inductivista, a saber, que para establecer la verdad de
un enunciado observacional problemático apelamos a enunciados observacionales más
seguros y quizás a leyes derivadas inductivamente de ellos, pero no a la teoría.”

351
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

SLECTURASLECTURASLECTURASLECTURASLECTURA

López i Carrera: Positivismo y Neopositivismo


Eliminación de la metafísica; función de la misma

Desde la época en que Auguste Comte acuñó el vocablo «positivismo» hasta el


presente, se ha llevado a término un desarrollo, que puede tomarse como un buen ejemplo
de lo que acaba de anunciarse; sin embargo, no hago esto con la finalidad cronológica,
digamos, de determinar un concepto estricto del positivismo tal y como se ha manifestado
en su forma histórica, sino más bien para contribuir en algo a una atenuación de la disputa
que tiene lugar en la actualidad sobre ciertos principios que pasan por fundamentales para
el positivismo. Dicha atenuación me interesa mucho, porque yo mismo defiendo algunos de
esos principios; mi propósito es exclusivamente el de esclarecer en lo posible el sentido de
esos principios; el que después de este esclarecimiento se les atribuya o no al
«positivismo», es cuestión de muy poca importancia.

Si alguien quiere calificar como positivista a toda opinión que niegue la posibilidad de
la metafísica, como una mera definición no tiene nada de objetable y en ese sentido yo me
designaría a mí mismo un estricto positivista; pero naturalmente esto sólo es válido en el
supuesto de una específica definición de «metafísica». Qué definición de metafísica es la
que debe tomarse aquí como base, por el momento no interesa [...]. Si en concordancia con
lo que se ha repetido desde tiempos remotos, afirmamos que la metafísica es la teoría del
«verdadero ser», esta aseveración supone que frente al verdadero y auténtico ser se
encuentra un ser inauténtico menospreciado, sólo aparente, situación que en verdad han
sostenido todos los metafísicos desde los tiempos de Platón y de los eleatas. Este ser
aparente es el elemento constitutivo del reino de las «apariencias», y en tanto que la
auténtica realidad trascendente no puede ser alcanzada sino con dificultades y mediante los
esfuerzos del metafísico las ciencias específicas solamente se reservarán las apariencias que
resultan las únicas asequibles a su forma de conocimiento. La oposición entre estas formas
para conocer dos «modos de ser» se justifica mediante la afirmación de que las apariencias
están inmediatamente presentes, nos son «dadas», en tanto que la realidad metafísica tiene
que ser inferida de ellas de alguna manera indirecta. Parece que así llegamos a un concepto
fundamental en los positivistas, ya que siempre hablan de «lo dado», y habitualmente
formulan su principio fundamental en la proposición que afirma que el filósofo y el
científico deben permanecer siempre dentro de lo dado, que ir más allá, como intenta el
metafísico, es imposible o carente de sentido.

Esto equivale a identificar «lo dado» del positivismo con «las apariencias» de la
metafísica, y a considerar que el positivismo es en el fondo una metafísica de la cual se ha
excluido o seccionado lo trascendente; tal opinión pudo verdaderamente con frecuencia

352
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

haber inspirado los argumentos de los positivistas del mismo modo que los de sus
adversarios, pero con esta creencia nos encaminamos hacia errores peligrosos [...].

1) Considero que el legítimo, inatacable elemento nuclear de la tendencia


«positivista», reside en el principio de que el sentido de toda proposición se halla
totalmente contenido en su verificación mediante lo dado.

Ello no obstante, a través de la tendencia en su conjunto no siempre se ha exhibido con


la necesaria precisión, entreverándosele de tal modo con proposiciones insostenibles, que se
hace necesaria una depuración lógica; si al resultado de tal depuración quisiera
denominársele positivismo -lo que quizás tenga cierta justificación histórica- seguramente
obligaría a añadir un adjetivo especificador; en ocasiones se ha usado el término «lógico» o
también «positivismo logístico». La denominación «empirismo consecuente» me parece
apropiada.

2) El principio anterior no supone ni significa que sólo lo dado sea real; semejante
afirmación es un sin sentido.

3) Por lo tanto, el empirismo consecuente no niega la existencia de un mundo


externo; simplemente señala la significación empírica de esta proposición
existencial.

4) No es una «teoría del como si»; no afirma que todo se comporta como si
existiesen cuerpos físicos independientes, ya que para él es igualmente real
aquello que el científico que no filosofa llama real. El objeto de estudio de la
física no son las sensaciones, sino las leyes. La formulación usada por algunos
positivistas relativa a que los cuerpos son sólo «complejos de sensaciones», debe,
en consecuencia, rechazarse; lo correcto es que sólo proposiciones relativas a
cuerpos puedan ser transformadas en proposiciones equivalentes, relativas al
desarrollo de sensaciones en concordancia con las leyes respectivas.

5) Por tanto, el positivismo lógico y el realismo no se hallan en oposición; quien


admita nuestro principio fundamental tendrá que ser un realista empírico.

6) Sólo existe oposición entre el empirista consecuente y el metafísico y, en verdad,


o mayor contra el metafísico realista que contra el metafísico idealista.

7) La negación de la existencia de un mundo exterior trascendente, constituiría tan


justamente un enunciado metafísico como su afirmación; de ahí, que el empirista
consecuente no niegue el mundo trascendente, sino que demuestre que tanto su
negación como su afirmación carecen de sentido.

Esta última distinción es de la mayor importancia; estoy convencido de que la principal


objeción a nuestra perspectiva nace del hecho de que no se tiene en cuenta la distinción
entre falsedad y falta de sentido de una proposición. La proposición «las afirmaciones
relativas a un metafísico mundo externo no tienen sentido» no dice «no existe un metafísico
mundo externo», sino algo totalmente distinto; el empirista no le dice al metafísico: «lo que

353
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

tú afirmas es falso», sino «lo que tú afirmas no dice nada en absoluto». No lo contradice,
sino que le dice: «No te entiendo».

Positivismo y realismo, M. Schlick. [Citado por A. J. Ayer en El positivismo


lógico, FCE, México, 1978, págs. 88-89 y 113-114.]

Karl Popper: Panorama de algunos problemas fundamentales


Selección del capítulo primero de La lógica de la investigación científica. 5

El hombre de ciencia, ya sea teórico o experimental, propone enunciados –o sistemas


de enunciados- y los contrasta paso a paso. En particular, en el campo de las ciencias
empíricas construye hipótesis -o sistemas de teorías- y las contrasta con la experiencia por
medio de observaciones y experimentos.

Según mi opinión, la tarea de la lógica de la investigación científica -o lógica del


conocimiento- es ofrecer un análisis lógico de tal modo de proceder: esto es, analizar el
método de las ciencias empíricas.

Pero, ¿cuáles son estos «métodos de las ciencias empíricas»? Y, ¿a qué cosa llamamos
«ciencia empírica»?

1. El problema de la inducción

De acuerdo con una tesis que tiene gran aceptación -y a la que nos opondremos en este
libro-, las ciencias empíricas pueden caracterizarse por el hecho de que emplean los
llamados «métodos inductivos»: según esta tesis, la lógica de la investigación científica
seria idéntica a la lógica inductiva, es decir, al análisis lógico de tales métodos inductivos.

Es corriente llamar «inductiva» a una inferencia cuando pasa de enunciados singulares


(llamados, a veces, enunciados «particulares»), tales como descripciones de los resultados
de observaciones o experimentos, a enunciados universales, tales como hipótesis o teorías.

Ahora bien, desde un punto de vista lógico dista mucho de ser obvio que estemos
justificados al inferir enunciados universales partiendo de enunciados singulares, por
elevado que sea su número; pues cualquier conclusión que saquemos de este modo corre
siempre el riesgo de resultar un día falsa: así, cualquiera que sea el número de ejemplares
de cisnes blancos que hayamos observado, no está justificada la conclusión de que todos los
cisnes sean blancos.
5
Hemos suprimido las notas a pie de página para hacer menos engorrosa la lectura y porque en su mayoría
son notas técnicas, no imprescindibles para esta primera aproximación. De cualquier manera, en el caso que el
estudiante considere necesario su consulta, tiene las referencias bibliográficas completas del texto.

354
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

Se conoce con el nombre del problema de la inducción la cuestión acerca de si están


justificadas las inferencias inductivas, o de bajo qué condiciones lo están.

El problema de la inducción puede formularse, asimismo, como la cuestión sobre cómo


establecer la verdad de los enunciados universales basados en la experiencia como son las
hipótesis y los temas teóricos de las ciencias empíricas. Pues muchos creen que la verdad
de estos enunciados se «sabe por experiencia»; sin embargo, es claro que todo informe en
que se da cuenta de una experiencia -o de una observación, o del resultado de un
experimento- no puede ser originariamente un enunciado universal, sino sólo un enunciado
singular. Por lo tanto, quien dice que sabemos por experiencia la verdad de un enunciado
universal suele querer decir que la verdad de dicho enunciado puede reducirse, de cierta
forma, a la verdad de otros enunciados -éstos singulares- que son verdaderos según
sabemos por experiencia; lo cual equivale a decir que los enunciados universales están
basados en inferencias inductivas. Así pues, la pregunta acerca de si hay leyes naturales
cuya verdad nos conste viene a ser otro modo de preguntar si las inferencias inductivas
están justificadas lógicamente.

Mas si queremos encontrar un modo de justificar las inferencias inductivas, hemos de


intentar, en primer término, establecer un principio de inducción. Semejante principio sería
un enunciado con cuya ayuda pudiéramos presentar dichas inferencias de una forma
lógicamente aceptable. A los ojos de los mantenedores de la lógica inductiva, la
importancia de un principio de inducción para el método científico es máxima: « ... este
principio -dice Reichenbach- determina la verdad de las teorías científicas; eliminarlo de la
ciencia significaría nada menos que privar a estas de la posibilidad de decidir sobre la
verdad o falsedad de sus teorías; es evidente que sin él la ciencia perdería el derecho de
distinguir sus teorías de las creaciones fantásticas y arbitrarias de la imaginación del poeta».

Pero tal principio de inducción no puede ser una verdad puramente lógica, como una
tautología o un enunciado analítico. En realidad, si existiera un principio de inducción
puramente lógico no habría problema de la inducción; pues, en tal caso, sería menester
considerar todas las inferencias inductivas como transformaciones puramente lógicas, o
tautológicas, exactamente lo mismo que ocurre con las inferencias de la lógica deductiva.
Por tanto, el principio de inducción tiene que ser un enunciado sintético: esto es, uno cuya
negación no sea contradictoria, sino lógicamente posible. Surge, pues, la cuestión acerca de
por qué habría que aceptar semejante principio, y de cómo podemos justificar
racionalmente su aceptación.
..................................................................................................................................................

Por mi parte, considero que las diversas dificultades que acabo de esbozar de la lógica
inductiva son insuperables. Y me temo que lo mismo ocurre con la doctrina, tan corriente
hoy, de que las inferencias inductivas, aun no siendo «estrictamente válidas», pueden
alcanzar cierto grado de «seguridad» o de «probabilidad». Esta doctrina sostiene que las
inferencias inductivas son «inferencias probables». (...)

355
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

(...) En resumen: la lógica de la inferencia probable o «lógica de la probabilidad», como


todas las demás formas de la lógica inductiva, conduce, bien a una regresión infinita, bien a
la doctrina del apriorismo.

La teoría que desarrollaremos en las páginas que siguen se opone directamente a todos
los intentos de apoyarse en las ideas de una lógica inductiva. Podría describírsela como la
teoría del método deductivo de contrastar, o como la opinión de que una hipótesis sólo
puede contrastarse empíricamente -y únicamente después de que ha sido formulada.

Para poder desarrollar esta tesis (que podría llamarse «deductivismo», por
contraposición al «inductivismo» es necesario que ponga en claro primero la distinción
entre la psicología del conocimiento, que trata de hechos empíricos, y la lógica del
conocimiento, que se ocupa exclusivamente de relaciones lógicas. Pues la creencia en una
lógica inductiva se debe, en gran parte, a una confusión de los problemas psicológicos con
los epistemológicos; y quizá sea conveniente advertir, de paso, que esta confusión origina
dificultades no sólo en la lógica del conocimiento, sino en su psicología también.

2. Eliminación del psicologismo

He dicho más arriba que el trabajo del científico consiste en proponer teorías y en
contrastarlas.

La etapa inicial, el acto de concebir o inventar una teoría, no me parece que exija un
análisis lógico ni sea susceptible de él. La cuestión acerca de cómo se le ocurre una idea
nueva a una persona --ya sea un tema musical, un conflicto dramático o una teoría
científica-- puede ser de gran interés para la psicología empírica, pero carece de
importancia para el análisis lógico del conocimiento científico. Este no se interesa por
cuestiones de hecho (el quid facti? de, Kant), sino únicamente por cuestiones de
justificación o validez (el quid juris? kantiano); sus preguntas son del tipo siguiente:
¿ puede justificarse un enunciado?; en caso afirmativo, ¿de qué modo? ¿es contrastable?;
¿depende lógicamente de otros enunciados?; ¿o los contradice quizá? Para que un
enunciado pueda ser examinado lógicamente de esta forma tiene que habérsenos propuesto
antes: alguien debe haberlo formulado y habérnoslo entregado para su examen lógico.

En consecuencia, distinguiré netamente entre el proceso de concebir una idea nueva y


los métodos y resultados de su examen lógico. En cuanto a la tarea de la lógica del
conocimiento --que he contrapuesto a la psicología del mismo--, me basaré en el supuesto
de que consiste pura y exclusivamente en la investigación de los métodos empleados en las
contrastaciones sistemáticas a que debe someterse toda idea nueva antes de que se la pueda
sostener seriamente.

..................................................................................................................................................

3. Contrastación deductiva de teorías

De acuerdo con la tesis que hemos de proponer aquí, el método de contrastar


críticamente las teorías y de escogerlas, teniendo en cuenta los resultados obtenidos en su

356
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

contraste, procede siempre del modo que indicamos a continuación. Una vez presentada a
título provisional una nueva idea, aún no justificada en absoluto, sea una anticipación, una
hipótesis, un sistema teórico o lo que se quiera-, se extraen conclusiones de ella por medio
de una deducción lógica; estas conclusiones se comparan entre sí y con otros enunciados
pertinentes, con objeto de hallar las relaciones lógicas (tales como equivalencia,
deductibilidad, compatibilidad o incompatibilidad, etc.) que existan entre ellas.

Si queremos, podemos distinguir cuatro procedimientos de llevar a cabo la


contrastación de una teoría. En primer lugar, se encuentra la comparación lógica de 1as
conclusiones unas con otras: con lo cual se somete a contraste la coherencia interna del
sistema. Después, está el estudio de la forma lógica de la teoría, con objeto de determinar
su carácter: si es una teoría empírica científica- o si, por ejemplo, es tautológica. En tercer
término, tenemos la comparación con otras teorías, que tiene por principal mira la de
averiguar si la teoría examinada constituiría un adelanto científico en caso de que
sobreviviera a las diferentes contrastaciones a que la sometemos. Y finalmente, viene el
contrastarla por medio de la aplicación empírica de las conclusiones que pueden deducirse
de ella.

Lo que se pretende con el último tipo de contraste mencionado es descubrir hasta qué
punto satisfarán las nuevas consecuencias de la teoría -sea cual fuere la novedad de sus
asertos- a los requerimientos de la práctica, ya provengan estos de experimentos puramente
científicos o de aplicaciones tecnológicas prácticas. También en este caso el procedimiento
de contrastar resulta ser deductivo; veámoslo. Con ayuda -de otros enunciados
anteriormente aceptados se deducen de la teoría a contrastar ciertos enunciados singulares
-que podremos denominar «predicciones»-; en especial, predicciones que sean fácilmente
contrastables o aplicables. Se eligen entre estos enunciados los que no sean deductibles de
la teoría vigente, y, más en particular, los que se encuentren en contradicción con ella. A
continuación tratamos de decidir en lo que se refiere a estos enunciados deducidos (y a
otros), comparándolos con los resultados de las aplicaciones prácticas y de experimentos. Si
la decisión es positiva, esto es, si las conclusiones singulares resultan ser aceptables, o
verificadas, la teoría a que nos referimos ha pasado con éxito las contrastaciones (por esta
vez): no hemos encontrado razones para desecharla. Pero si la decisión es negativa, o sea, si
las conclusiones han sido falsadas, esta falsación revela que la teoría de la que se han
deducido lógicamente es también falsa.

Conviene observar que una decisión positiva puede apoyar a la teoría examinada sólo
temporalmente, pues otras decisiones negativas subsiguientes pueden siempre derrocarla.
Durante el tiempo en que una teoría resiste contrastaciones exigentes y minuciosas, y en
que no la deja anticuada otra teoría en la evolución del progreso científico, podemos decir
que ha «demostrado su temple» o que está «corroborada» por la experiencia.

En el procedimiento que acabamos de esbozar no aparece nada que pueda asemejarse a


la lógica inductiva. En ningún momento he asumido que podamos pasar por un
razonamiento de la verdad de enunciados singulares a la verdad de teorías. No he supuesto
un solo instante que, en virtud de unas conclusiones «verificadas», pueda establecerse que
unas teorías sean «verdaderas», ni siquiera meramente «probables».

357
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

4. El problema de la demarcación

Entre las muchas objeciones que pueden hacerse contra las tesis que he propuesto ahora
mismo, la más importante es, quizá, la siguiente: al rechazar el método de la inducción
-podría decirse- privo a la ciencia empírica de lo que parece ser su característica más
importante; esto quiere decir que hago desaparecer las barreras que separan la ciencia de la
especulación metafísica. Mi respuesta a esta objeción es que mi principal razón para
rechazar la lógica inductiva es precisamente que no proporciona un rasgo discriminador
apropiado del carácter empírico, no metafísico, de un sistema teórico; o, en otras palabras,
que no proporciona un «criterio de demarcación» apropiado.

Llamo problema de la demarcación al de encontrar un criterio que nos permita


distinguir entre las ciencias empíricas, por un lado, y los sistemas «metafísicos», por otro.

Hume conoció este problema e intentó resolverlo; con Kant se convirtió en el problema
central de la teoría del conocimiento. Si, siguiendo a Kant, llamamos «problema de Hume»
al de la inducción, deberíamos designar al problema de la demarcación como «problema de
Kant».

De estos dos problemas -que son fuente de casi todos los demás de la teoría del
conocimiento- el de la demarcación es, según entiendo, el más fundamental. En realidad, la
razón principal por la que los epistemólogos con inclinaciones empiristas tienden a prender
su fe en el «método de la inducción», parece ser que la constituye su creencia de que este es
el único método que puede proporcionar un criterio de demarcación apropiado: esto se
aplica, especialmente, a los empiristas que siguen las banderas del «positivismo».

Los antiguos positivistas estaban dispuestos a admitir únicamente como científicos o


legítimos aquellos conceptos (o bien nociones, o ideas) que, como ellos decían, derivaban
de la experiencia; o sea, aquellos conceptos que ellos creían lógicamente reducibles a
elementos de la experiencia sensorial, tales como sensaciones (o datos sensibles),
impresiones, percepciones, recuerdos visuales o auditivos, etc. Los positivistas modernos
son capaces de ver con mayor claridad que la ciencia no es un sistema de conceptos, sino
más bien un sistema de enunciados. En consecuencia, están dispuestos a admitir
únicamente como científicos o legítimos los enunciados que son reducibles a enunciados
elementales (o «atómicos») de experiencia -a «juicios de percepción», «proposiciones
atómicas», «cláusulas protocolarias» o como los quieran llamar. No cabe duda de que el
criterio de demarcación implicado de este modo se identifica con la lógica inductiva que
piden.

.................................................................................................................................................

Mi criterio de demarcación, por tanto, ha de considerarse como una propuesta para un


acuerdo o convención. En cuanto a si tal convención es apropiada o no lo es, las opiniones
pueden diferir; mas sólo es posible una discusión razonable de estas cuestiones entre partes
que tienen cierta finalidad común a la vista. Por supuesto que la elección de tal finalidad

358
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

tiene que ser, en última instancia, objeto de una decisión que vaya más allá de toda
argumentación racional.

Por tanto quienquiera que plantee un sistema de enunciados absolutamente ciertos,


irrevocablemente verdaderos, como finalidad de la ciencia, es seguro que rechazará las
propuestas que voy a hacer aquí. Y lo mismo harán quienes ven "la esencia de la
ciencia...en su dignidad", que consideran reside en su "carácter de totalidad" y en su
"verdad y esencialidad reales". Difícilmente estarán dispuestos a otorgar esta dignidad a la
física teórica moderna, en la que tanto otras personas como yo vemos la realización más
completa hasta la fecha de lo que yo llamo "ciencia empírica".

Las metas de la ciencia a las que me refiero son otras. No trato de justificarlas, sin
embargo, presentándolas como el blanco verdadero o esencial de la ciencia, lo cual serviría
únicamente para perturbar la cuestión y significaría una recaída en el dogmatismo
positivista. No alcanzo a ver más que una sola vía para argumentar racionalmente en apoyo
de mis propuestas: la de analizar sus consecuencias lógicas - señalar su fertilidad, o sea, su
poder de elucidar los problemas de la teoría del conocimiento.

Así pues, admito abiertamente que para llegar a mis propuestas me he guiado, en última
instancia, por juicios de valor y por predilecciones. Mas espero que sean aceptables para
todos los que no sólo aprecian el rigor lógico, sino la libertad de dogmatismos; para quienes
buscan la aplicabilidad práctica, pero se sienten atraídos aún en mayor medida por la
aventura de la ciencia y por los descubrimientos que una y otra vez nos enfrentan con
cuestiones nuevas e inesperadas, que nos desafían a ensayar respuestas nuevas e
insospechadas.

El hecho de que ciertos juicios de valor hayan influido en mis propuestas no quiere
decir que esté cometiendo el error de que he acusado a los positivistas -el de intentar el
asesinato de la metafísica por medio de nombres infamantes. Ni siquiera llego a afirmar que
la metafísica carezca de valor para la ciencia empírica. Pues no puede negarse que, así
como han salido ideas metafísicas que han puesto una barrera al avance de la ciencia, han
existido otras -tal el atomismo especulativo- que la han ayudado. Y si miramos el asunto
desde un ángulo psicológico, me siento inclinado a pensar que la investigación científica es
imposible sin fe en algunas ideas de una índole puramente especulativa (y, a veces,
sumamente brumosas): fe desprovista enteramente de garantías desde el punto de vista de la
ciencia, y que -en esta misma medida- es «metafísica».

Una vez que he hecho estas advertencias, sigo considerando que la primera tarea de la
lógica del conocimiento es proponer un concepto de ciencia empírica con objeto de llegar a
un uso lingüístico -actualmente algo incierto- lo más definido posible, y a fin de trazar una
línea de demarcación clara entre la ciencia y las ideas metafísicas –aun cuando dichas ideas
puedan haber favorecido el avance de la ciencia a lo largo de toda su historia.

359
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

5. La experiencia como método

La tarea de formular una definición aceptable de la idea de ciencia empírica no está


exenta de dificultades. Algunas de ellas surgen del hecho de que tienen que existir muchos
sistemas teóricos cuya estructura lógica sea muy parecida a la del sistema aceptado en un
momento determinado como sistema de la ciencia empírica. En ocasiones se describe esta
situación diciendo que existen muchísimos «mundos lógicamente posibles» -posiblemente
un número infinito de ellos. Y, con todo, se pretende que el sistema llamado «ciencia
empírica» represente únicamente un mundo: el «mundo real» o «mundo de nuestra
experiencia».

Con objeto de precisar un poco más esta afirmación, podemos distinguir tres requisitos
que nuestro sistema teórico empírico tendrá que satisfacer. Primero, ha de ser sintético, de
suerte que pueda representar un mundo no contradictorio, posible; en segundo lugar, debe
satisfacer el criterio de demarcación (...), es decir, no será metafísico, sino representará un
mundo de experiencia posible; en tercer termino, es menester que sea un sistema que se
distinga -de alguna manera- de otros sistemas semejantes por ser él que represente nuestro
mundo de experiencia. Mas, ¿cómo ha de distinguirse el sistema que represente nuestro
mundo de experiencia? He aquí la respuesta: por el hecho de que se le ha sometido a
contraste y ha resistido las contrastaciones. Esto quiere decir que se le ha de distinguir
aplicándole el método deductivo que pretendo analizar y describir.

Según esta opinión, la «experiencia» resulta ser un método distintivo mediante el cual
un sistema teórico puede distinguirse de otros; con lo cual la ciencia empírica se caracteriza
-al parecer- no sólo por su forma lógica, sino por su método de distinción. (Desde luego,
estas es también la opinión de los inductivistas, que intentan caracterizar la ciencia empírica
por su empleo del método inductivo.)

Por tanto, puede describirse la teoría del conocimiento, cuya tarea es el análisis del
método o del proceder peculiar de la ciencia empírica, como una teoría del método
empírico -una teoría de lo que normalmente se llama experiencia.

6. La falsabilidad como criterio de demarcación

El criterio de demarcación inherente a la lógica inductiva -esto es, el dogma positivista


del significado o sentido [en ingl., meaning] equivale a exigir que todos los enunciados de
la ciencia empírica (o, todos los enunciados «con sentido») sean susceptibles de una
decisión definitiva con respecto a su verdad y a su falsedad; podemos decir que tienen que
ser «decidibles de modo concluyente». Esto quiere decir que han de tener una forma tal que
sea lógicamente posible tanto verificarlos como falsearlos. Así, dice Schlick: «... un
auténtico enunciado tiene que ser susceptible de verificación concluyente»; y Waismann
escribe, aún con mayor claridad: «Si no es posible determinar si un enunciado es
verdadero, entonces carece enteramente de sentido: pues el sentido de un enunciado es el
método de su verificación.»

360
XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

Ahora bien; en mi opinión, no existe nada que pueda llamarse inducción. Por tanto, será
lógicamente inadmisible la inferencia de teorías a partir de enunciados singulares que estén
«verificados por la experiencia» (cualquiera que sea lo que esto quiera decir). Así pues, las
teorías no son nunca verificables empíricamente. Si queremos evitar el error positivista de
que nuestro criterio de demarcación elimine los sistemas teóricos de la ciencia natural,
debemos elegir un criterio que nos permita admitir en el dominio de la ciencia empírica
incluso enunciados que no puedan verificarse.

Pero, ciertamente, sólo admitiré un sistema entre los científicos o empíricos si es


susceptible de ser contrastado por la experiencia. Estas consideraciones nos sugieren que el
criterio de demarcación que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad, sino el de la
falsabilidad de los sistemas.

Dicho de otro modo: no exigiré que un sistema científico pueda ser seleccionado, de
una vez para siempre, en un sentido positivo; pero sí que sea susceptible de selección en un
sentido negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas: ha de ser posible refutar por
la experiencia un sistema científico empírico.

(Así, el anunciado «lloverá o no lloverá aquí mañana» no se considerará empírico, por


el simple hecho de que no puede ser refutado; mientras que a este otro, «lloverá aquí
mañana», debe considerársele empírico.) Pueden hacerse varias objeciones al criterio de
demarcación que acabamos de proponer. En primer lugar, puede muy bien parecer que toda
sugerencia de que la ciencia- que, según se admite, nos proporciona informaciones
positivas- haya de caracterizarse por satisfacer una exigencia negativa, como es la de
refutabilidad, se encamina en una dirección falsa. Sin embargo, haré ver (...) que esta
objeción carece de peso, pues el volumen de información positiva que un enunciado
científico comporta es tanto mayor cuanto más fácil es que choque -debido a su carácter
lógico- con enunciados singulares posibles. (No en vano llamamos "leyes" a las leyes de la
Naturaleza: cuanto más prohíben más dicen.)

Puede también hacerse de nuevo un intento de volver contra mí mi propia crítica del
criterio inductivista de demarcación: pues podría parecer que cabe suscitar objeciones
contra la falsabilidad como criterio de demarcación análogas a las que yo he suscitado
contra la verificabilidad.

Este ataque no me alteraría. Mi propuesta está basada en una asimetría entre la


verificabilidad y la falsabilidad: asimetría que se deriva de la forma lógica de los
enunciados universales. Pues estos no son jamás deductibles de enunciados singulares,
pero sí pueden estar en contradicción con estos últimos. En consecuencia, por medio de
inferencias puramente deductivas (valiéndose del modus tollens de la lógica clásica) es
posible argüir de la verdad de enunciados singulares la falsedad de enunciados universales.
Una argumentación de esta índole, que lleva a la falsedad de enunciados universales, es el
único tipo de inferencia estrictamente deductiva que se mueve, como si dijéramos, en
«dirección inductiva»: esto es, de enunciados singulares a universales.

Más grave puede parecer una tercera objeción. Podría decirse que, incluso admitiendo
la asimetría, sigue siendo imposible -por varias razones- falsar de un modo concluyente un

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XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

sistema teórico: pues siempre es posible encontrar una vía de escape de la falsación, por
ejemplo, mediante la introducción ad hoc de una hipótesis auxiliar o por cambio ad hoc de
una definición; se puede, incluso, sin caer en incoherencia lógica, adoptar la posición de
negarse a admitir cualquier experiencia falsadora. Se reconoce que los científicos no suelen
proceder de este modo, pero el procedimiento aludido siempre es lógicamente posible; y
puede pretenderse que este hecho convierte en dudoso -por lo menos el valor lógico del
criterio de demarcación que he propuesto.

Me veo obligado a admitir que esta crítica es justa; pero no necesito, por ello, retirar mi
propuesta de adoptar la falsabilidad como criterio de demarcación. Pues voy a proponer (en
los apartados 20 y siguientes) que se caracterice el método empírico de tal forma que
excluya precisamente aquellas vías de eludir la falsación que mi imaginario crítico señala
insistentemente, con toda razón, como lógicamente posibles. De acuerdo con mi propuesta,
lo que caracteriza al método empírico es su manera de exponer a falsación el sistema que ha
de contrastarse: justamente de todos los modos imaginables. Su meta no es salvarles la vida
a los sistemas insostenibles, sino, por el contrario, elegir el que comparativamente sea más
apto, sometiendo a todos a la más áspera lucha por la supervivencia.

El criterio de demarcación propuesto nos conduce a una solución del problema de


Hume de la inducción, o sea, el problema de la validez de las leyes naturales. Su raíz se
encuentra en la aparente contradicción existente entre lo que podría llamarse «la tesis
fundamental del empirismo» -la de que sólo la experiencia puede decidir acerca de la
verdad o la falsedad de los enunciados científicos y la inadmisibilidad de los razonamientos
inductivos, de la que se dio cuenta Hume. Esta contradicción surge únicamente si se supone
que todos los enunciados científicos empíricos han de ser «decidibles de modo
concluyente», esto es, que, en principio, tanto su verificación como su falsación han de ser
posibles. Si renunciamos a esta exigencia y admitimos como enunciados empíricos también
los que sean decidibles en un solo sentido - decidibles unilateralmente, o, más en particular,
falsables- y puedan ser contrastados mediante ensayos sistemáticos de falsación, desaparece
la contradicción: el método de falsación no presupone la inferencia inductiva, sino
únicamente las transformaciones tautológicas de la lógica deductiva, cuya validez no se
pone en tela de juicio.

7. El problema de la «base empírica»

Para que la falsabilidad pueda aplicarse de algún modo como criterio de demarcación
deben tenerse a mano enunciados singulares que puedan servir como premisas en las
inferencias falsadoras. Por tanto, nuestro criterio aparece como algo que solamente
desplaza el problema -que nos retrotrae de la cuestión del carácter empírico de las teorías a
la del carácter empírico de los enunciados singulares.

Pero incluso en este caso se ha conseguido algo. Pues en la práctica de la investigación


científica la demarcación presenta, a veces, una urgencia inmediata en lo que se refiere a
los sistemas teóricos, mientras que rara vez se suscitan dudas acerca de la condición
empírica de los enunciados singulares. Es cierto que se tienen errores de observación, y que
dan origen a enunciados singulares falsos, pero un científico casi nunca se encuentra en el
trance de describir un enunciado singular como no empírico o metafísico.

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XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

Por tanto, los problemas de la base empírica -esto es, los concernientes al carácter
empírico de enunciados singulares y a su contrastación- desempeñan un papel en la lógica
de la ciencia algo diferente del representado por la mayoría de los demás problemas de que
habremos de ocuparnos. Pues gran parte de estos se encuentran en relación estrecha con la
práctica de la investigación, mientras que el problema de la base empírica pertenece casi
exclusivamente a la teoría del conocimiento. Me ocuparé de ellos, sin embargo, ya que dan
lugar a muchos puntos obscuros: lo cual ocurre, especialmente, con las relaciones entre
experiencias perceptivas y enunciados básicos. (Llamo «enunciado básico» o «proposición
básica» a un enunciado que puede servir de premisa en una falsación empírica: brevemente
dicho, a la enunciación de un hecho singular.)

Se ha considerado con frecuencia que las experiencias perceptivas proporcionan algo


así como una justificación de los enunciados básicos: se ha mantenido que estos enunciados
están «basados sobre» tales experiencias, que mediante estas se «manifiesta por
inspección» la verdad de aquellos, o que dicha verdad se hace «patente» en las experiencias
mencionadas, etc. Todas estas expresiones muestran una tendencia perfectamente razonable
a subrayar la estrecha conexión existente entre los enunciados básicos y nuestras
experiencias perceptivas. Con todo, se tenía la impresión (exacta) de que los enunciados
sólo pueden justificarse lógicamente mediante otros enunciados: por ello, la conexión entre
las percepciones y los enunciados permanecía obscura, y era descrita por expresiones de
análoga oscuridad que no aclaraban nada, sino que resbalaban sobre las dificultades o, en el
mejor de los casos, las señalaban fantasmalmente con metáforas.

También en este caso puede encontrarse una solución, según creo, si separamos
claramente los aspectos psicológicos del problema de los lógicos y metodológicos. Hemos
de distinguir, por una parte, nuestras experiencias subjetivas o nuestros sentimientos de
convicción, que no pueden jamás justificar enunciado alguno (aun cuando pueden ser
objeto de investigación psicológica), y, por otra, las relaciones lógicas objetivas existentes
entre los diversos sistemas de enunciados científicos y en el interior de cada uno de ellos.

[Más adelante] trataremos con algún detalle los problemas referentes a la base empírica.
Por el momento, he de volverme hacia el problema de la objetividad científica, pues los
términos «objetivo» y «subjetivo» que acabo de utilizar necesitan aclaración.

8. Objetividad científica y convicción subjetiva

Las palabras «objetivo» y «subjetivo» son términos filosóficos cargados de una pesada
herencia de usos contradictorios y de discusiones interminables y nunca concluyentes.

El empleo que hago de los términos «objetivo» y «subjetivo» no es muy distinto del
kantiano. Kant utiliza la palabra «objetivo» para indicar que el conocimiento científico ha
de ser justificable, independientemente de los caprichos de nadie: una justificación es
«objetiva» si en principio puede ser contrastada y comprendida por cualquier persona. «Si
algo es válido -escribe- para quienquiera que esté en uso de razón, entonces su fundamento
es objetivo y suficiente».

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XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

Ahora bien; yo mantengo que las teorías científicas no son nunca enteramente
justificables o verificables, pero que son, no obstante, contrastables. Diré, por tanto, que la
objetividad de los enunciados científicos descansa en el hecho de que pueden contrastarse
intersubjetivamente.

Kant aplica la palabra «subjetivo» a nuestros sentimientos de convicción (de mayor o


menor grado). El examen de cómo aparecen estos es asunto de la psicología: pueden surgir,
por ejemplo, «según leyes de la asociación»; también - pueden servir razones objetivas
como «causas subjetivas del juzgar», desde el momento en que reflexionamos sobre ellas y
nos convencemos de su congruencia.

Quizá fue Kant el primero en darse cuenta de que la objetividad de los enunciados se
encuentra en estrecha conexión con la construcción de teorías -es decir, con el empleo de
hipótesis y de enunciados universales. Sólo cuando se da la recurrencia de ciertos
acontecimientos de acuerdo con reglas o regularidades -y así sucede con los experimentos
repetibles- pueden ser contrastadas nuestras observaciones por cualquiera (en principio). Ni
siquiera tomamos muy en serio nuestras observaciones, ni las aceptamos como científicas,
hasta que las hemos repetido y contrastado. Sólo merced a tales repeticiones podemos
convencernos de que no nos encontramos con una mera «coincidencia» aislada, sino con
acontecimientos. que, debido a su regularidad y reproductibilidad, son, en principio,
contrastables intersubjetivamente.

...................................................................................................................................................

Cualquiera que sea la respuesta que demos finalmente a la cuestión de la base empírica,
una cosa tiene que quedar clara: si persistimos en pedir que los enunciados científicos sean
objetivos, entonces aquellos que pertenecen a la base empírica de la ciencia tienen que ser
también objetivos, es decir, contrastables intersubjetivamente. Pero la contrastabilidad
intersubjetiva implica siempre que, a partir de los enunciados que se han de someter a
contraste, puedan deducirse otros también contrastables. Por tanto, si los enunciados
básicos han de ser contrastables intersubjetivamente a su vez, no puede haber enunciados
últimos en la ciencia: no pueden existir en la ciencia enunciados últimos que no puedan ser
contrastados, y, en consecuencia, ninguno que no pueda -en principio- ser refutado al falsar
algunas de las conclusiones que sea posible deducir de él.

De este modo llegamos a la siguiente tesis. Los sistemas teóricos se contrastan


deduciendo de ellos enunciados de un nivel de universalidad más bajo; estos, puesto que
han de ser contrastables intersubjetivamente, tienen que poderse contrastar de manera
análoga -y así ad infinitum.

Podría pensarse que esta tesis lleva a una regresión infinita, y que, por tanto, es
insostenible. En el apartado 1, al criticar la inducción, opuse la objeción de que llevaría a
un regreso infinito; y puede muy bien parecerle ahora al lector que la misma objeción
exactamente puede invocarse contra el procedimiento de contrastación deductivo que
defiendo a mi vez. Sin embargo, no ocurre así. El método deductivo de contrastar no puede
estatuir ni justificar los enunciados que se contrastan, ni se pretende que lo haga; de modo
que no hay peligro de una regresión infinita. Pero ha de admitirse que la situación sobre la

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XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

que acabo de llamar la atención -la contrastabilidad ad infinitum y la ausencia de


enunciados últimos que no necesitasen ser contrastados- crea, ciertamente, un problema.
Pues es evidente que, de hecho, las contrastaciones no pueden prolongarse ad infinitum:
más tarde o más temprano hemos de detenernos. Sin discutir ahora el problema en detalle,
quiero únicamente señalar que la circunstancia de que las contrastaciones no puedan
continuar indefinidamente no choca con mi petición de que todo enunciado científico sea
contrastable. Pues no pido que sea preciso haber contrastado realmente todo enunciado
científico antes de aceptarlo: sólo requiero que cada uno de estos enunciados sea
susceptible de contrastación; dicho de otro modo: me niego a admitir la tesis de que, en la
ciencia existan enunciados cuya verdad hayamos de aceptar resignadamente, por la simple
razón de no parecer posible -por razones lógicas- someterlos a contraste.

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XXI. Reseña de algunas epistemologías. Neopositivismo . Falsacionismo

CICIOSEJERCICIOSEJERCICIOSEJERCICIOSEJERCICIO

1 ¿Qué significa para los neopositivistas que los problemas filosóficos son en realidad
problemas sintácticos?

2. Resuma el significado y la función de la teoría de las descripciones.

3. Analice el enunciado «El cuadrado redondo no existe» poniendo al descubierto su


verdadera forma lógica.

4 . Resuma las ideas básicas del texto nº 5.

5. Indique los puntos de coincidencia y los aspectos diferenciadores entre este texto y el
texto anterior del apartado «Positivismo y Neopositivismo».

6. De los siete puntos en que Schlick resume los principales rasgos del neopositivismo (o
«empirismo consecuente»), ¿cuáles son a su entender los más característicos del llamado
Círculo de Viena? Razone la respuesta.

7. Identifique y elabore un listado con las críticas que aquí hace Popper al neopositivismo
(llamado en el texto positivismo, a secas).

8. ¿En qué consiste la contrastación deductiva de las teorías?

9. ¿Cuál es el problema de la demarcación?

10. Explique en qué consiste el criterio falsacionista de la demarcación.

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