Sentencia C-269-99

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Sentencia C-269/99

ACTIVIDAD ASEGURADORA-Presupuestos constitucionales que


rigen su desarrollo

La regulación jurídica de la actividad de los seguros, aun cuando forma parte


del derecho privado y del comercial, ofrece aspectos que no corresponden
exactamente a los principios que caracterizan estos ordenamientos. Uno de
ellos, y especialmente en cuanto interesa a la materia bajo examen, se refiere a
la intensidad de la regulación legal de la contratación propia de los seguros,
que por tratarse de una actividad calificada por el constituyente como de
interés público, habilita al legislador para regular en mayor grado los
requisitos y procedimientos a que deben ceñirse los contratantes, sin que ello
signifique que se eliminen de un todo principios inherentes a la contratación
privada. De allí se debe partir: del interés público que reviste la actividad
aseguradora, cimentado en los fines que como operación económica persigue y
en la protección de la parte más débil - asegurado y beneficiario - de la
relación contractual.

CONTRATO DE SEGURO-Elementos esenciales

Los elementos del contrato de seguro son: el interés asegurable, el riesgo


asegurable, la prima o precio del seguro y la obligación condicional del
asegurador. Su importancia radica en que, si falta alguno de ellos, el contrato
no produce efecto alguno.

CONTRATO DE SEGURO-Partes o intervinientes

En la formación y ejecución del contrato de seguro intervienen dos grupos de


personas: a) las partes contratantes, que son las obligadas por el contrato y b)
ciertas personas interesadas en sus efectos económicos. Son partes
contratantes : el asegurador, o sea la persona jurídica que asume los riesgos
debidamente autorizada para ello con arreglo a las leyes y reglamentos y el
tomador, esto es la persona que, obrando por cuenta propia o ajena, traslada
los riesgos. Es preciso mencionar que el tomador es la persona natural o
jurídica que interviene como parte en la formación del contrato, de la cual se
exige una capacidad y conducta precontractual, determinantes en la validez del
negocio jurídico y a cuyo cargo corren ciertas obligaciones. La calidad de
tomador es unitaria pues se utiliza en todos los contratos de seguro sin importar
su naturaleza y objeto (seguros de daños y de personas) y en la mayoría de los
casos coincide con la calidad de asegurado. Esto se desprende de la propia
norma, cuando define al tomador como la persona que "obrando por cuenta
propia o ajena , traslada los riesgos". Participan en el contrato de seguro,
además de las partes; el asegurado, como titular del interés asegurable o
asegurado, lo que supone que, en los seguros de daños, es la persona cuyo
patrimonio puede resultar afectado, directa o indirectamente, con la ocurrencia
de un riesgo y en los seguros de personas, aquel cuya vida o integridad
corporal se ampara con el contrato de seguro; y el beneficiario, o sea la
persona que tiene derecho a recibir la prestación asegurada, quien puede o no
identificarse con el tomador o el asegurado, o ser designado en la póliza o por
la ley.

LEGISLADOR-Competencia para expedir normas en relación con


contratos/CONTRATO DE SEGURO-Terminación automática

Es del resorte del legislador expedir la regulación normativa atinente a las


formas contractuales en general, en la cual tiene cabida lo relativo a su
ejecución y por ende de las causales de incumplimiento, terminación y sus
consecuencias, entre ellas, las sanciones a que puede dar lugar, según la
naturaleza del contrato. De ahí que en principio, el legislador esté habilitado
para en ejercicio de esa facultad, configurar para la actividad aseguradora, los
efectos jurídicos que producen las actuaciones contractuales que impliquen un
incumplimiento de las obligaciones contraidas por las partes en la negociación
celebrada, más aún cuando se trata de una actividad que el constituyente
calificó como de interés público. De esta manera, el legislador, en ejercicio de
esa facultad, consagró como causal de terminación del contrato de seguro, la
constitución en mora del tomador en el pago de la prima de la póliza o de los
certificados o anexos que se expidan con fundamento en la misma,
estableciendo de esta manera un régimen legal más restrictivo que el imperante
hasta la entrada en vigencia de la Ley 45 de 1990, al determinar un efecto
inmediato para esa situación, sin necesidad de requerimiento previo al tomador,
ni aviso anticipado que le comunique la razón del mismo. Ese tratamiento
normativo en concepto de esta Corte no contradice el ordenamiento superior;
toda vez que por el contrario, se ajusta y desarrolla sus mandamientos.
Configura sustento esencial de la terminación automática del contrato de
seguro, la prevalencia de los principios de la buena fe, diligencia, equilibrio e
igualdad de las partes contratantes.

CONTRATO DE SEGURO/PRINCIPIO DE BUENA FE

La falta de compromiso del tomador en la realización de su obligación


principal produce el rompimiento de ese principio de la buena fe; por lo tanto,
es indispensable que las partes reunidas en un contrato de esta índole
desplieguen una actividad con lealtad para su ejecución, gobernada por la
diligencia y el cuidado necesarios, ya que todo acto contrario a la misma, como
sería la constitución en mora por el tomador, agrede la confianza del
asegurador en el desarrollo del contrato y frente a los riesgos que éste ha
asumido, imposibilitando el cumplimiento simultáneo de las obligaciones mutua
y recíprocamente contraidas. La razonabilidad de tal medida es indudable para
la Corte, ya que no puede olvidarse que la terminación del contrato proviene de
una actuación imputable al tomador, totalmente desleal frente a lo pactado y
por un hecho que ha podido evitar de haber actuado con buena intención y de
conformidad con lo convenido, arriesgando de esta manera la finalidad
buscada con la celebración del contrato.

CONTRATO DE SEGURO Y PRINCIPIOS DE DILIGENCIA,


EQUILIBRIO E IGUALDAD

El asegurador asume el riesgo aún antes de obtener el pago de la


contraprestación a la cual tiene derecho y por la cual se obliga; de ahí que, el
legislador haya otorgado un plazo cierto al tomador para cumplir con la citada
obligación y en caso de incumplimiento la posibilidad de la terminación
automática del contrato, a fin de garantizar un mecanismo de equilibrio
contractual y de protección a la parte aseguradora, por la asunción anticipada
de los riesgos. De no ser así, la carga onerosa para el asegurador sin
reciprocidad alguna, sería injustamente mayor, lo que consecuentemente
constituye una protección a su derecho a la igualdad de las partes ante la ley,
igualdad que en forma equivocada se ha invocado por la demandante para
intentar demostrar la inconstitucionalidad de la norma acusada.

CONTRATO DE SEGURO-Terminación automática por mora en el pago


de la prima/EXCEPTIO NON ADIMPLETI CONTRACTUS

La terminación automática del contrato de seguro por la mora en el pago de la


prima de la póliza o de los certificados o anexos que se expidan con fundamento
en ella, no desconoce el principio de la igualdad de las partes contratantes, sino
que por el contrario lo atiende, como quiera que por las razones señaladas, se
coloca en un plano de equidad al asegurador frente al tomador por los riesgos
contratados, obligación que ha asumido desde que comenzó la vigencia del
contrato, al determinar que cesen sus obligaciones dada la ruptura del nexo de
reciprocidad e interdependencia entre ellos y en forma atribuible al tomador,
quien a su vez ha sido beneficiado con un aumento del plazo para pagar. De lo
contrario, se estaría sometiendo a la compañía aseguradora a un inequitativo
esfuerzo por continuar cumpliendo con lo debido y a una injustificada
permanencia en la situación contractual señalada, desconociendo así mismo la
aplicación del principio de la "Exceptio non adimpleti contractus". La facultad
de terminación automática del contrato de seguro ante el incumplimiento por
parte del tomador del pago de la prima, es tan sólo la materialización de los
principios expuestos, los cuales están protegidos constitucionalmente y por
tanto no vulnera los derechos ni intereses patrimoniales del tomador, ni del
beneficiario, ni del asegurado, como ha pretendido argumentar la accionante.

ACTIVIDAD ASEGURADORA-Garantía del interés público

La finalidad de la reforma legal que hoy se acusa, con la sanción implementada


para el incumplimiento del tomador por el no pago de esa prima, alivia en
forma inmediata la carga del asegurador y lo libera de su obligación de
continuar asumiendo el riesgo asegurado y, en consecuencia, si bien sanciona
al tomador por la actuación despreocupada en el cumplimiento de sus
obligaciones frente al contrato y al asegurador, de la misma manera impide que
en mayor escala se genere un colapso en el sector que atente gravemente contra
su solvencia financiera y ponga en peligro los derechos e intereses de todos los
que participan en ella, en clara protección de ese interés público que la misma
encierra, lo que constituye un desarrollo acorde con la Carta Política.

Referencia: Expediente D-2183.

Demanda de inconstitucionalidad contra


el artículo 82 de la Ley 45 de 1990

Actora: Gilma Rocío Jara Calderón.

Magistrada Ponente (E):


Dra. MARTHA VICTORIA SÁCHICA
DE MONCALEANO

Santafé de Bogotá D.C., veintiocho (28) de abril de mil novecientos


noventa y nueve (1999).

I. ANTECEDENTES

La ciudadana Gilma Rocío Jara Calderón, en ejercicio de la acción pública


de inconstitucionalidad, demandó el artículo 82 de la Ley 45 de 1990 “por
la cual se expiden normas en materia de intermediación financiera, se
regula la actividad aseguradora, se conceden unas facultades y se dictan
otras disposiciones”.

Una vez corregida la demanda presentada, al proveerse sobre su admisión


mediante auto del 16 de octubre de 1998, se ordenó fijar en lista el negocio
en la Secretaría General de la Corporación, para efectos de asegurar la
intervención ciudadana, enviar copia de la demanda al señor Procurador
General de la Nación, con el fin de que rindiera el concepto de rigor y
realizar las comunicaciones exigidas constitucional y legalmente.

Cumplidos los trámites y requisitos previstos tanto en la Constitución


Política como en el Decreto 2067 de 1.991, en relación con los procesos de
constitucionalidad, esta Corporación procede a decidir sobre la mencionada
demanda.

II. TEXTO DE LA DISPOSICION ACUSADA.

A continuación, se transcribe el texto de la disposición acusada, conforme a


su publicación en el Diario Oficial No. 39.607, del 19 de diciembre de
1990:
"LEY 45 DE 1990
(diciembre 18)
por la cual se expiden normas en materia de
intermediación financiera, se regula la actividad
aseguradora, se conceden unas facultades y se dictan otras
disposiciones.

(...)

CAPITULO III

PROTECCION DE TOMADORES Y ASEGURADORES.

(...)

Artículo 82. Terminación automática del contrato de seguro. El


inciso 1o. del artículo 1068 del Código de Comercio quedará así :

La mora en el pago de la prima de la póliza o de los certificados o


anexos que se expidan con fundamento en ella, producirá la
terminación automática del contrato y dará derecho al asegurador para
exigir el pago de la prima devengada y de los gastos causados con
ocasión de la expedición del contrato.

Lo dispuesto en el inciso anterior deberá consignarse por parte del


asegurador en la carátula de la póliza, en caracteres destacados.

Lo dispuesto en este artículo no podrá ser modificado por las partes.”.

III. FUNDAMENTOS DE LA DEMANDA.

Los cargos de inconstitucionalidad que formula la demandante contra el


artículo 82 de la Ley 45 de 1990, se concretan sustancialmente en : a)
Violación de la igualdad entre las partes que intervienen en un contrato de
seguro (C.P., art. 13) y b) Vulneración del debido proceso del tomador del
seguro (C.P., art. 29). El fundamento principal de la demanda radica en la
supresión de la comunicación de la terminación del contrato al tomador que
incurre en mora en el pago de la prima, que preveía el artículo 1068 del
Código de Comercio, el cual fue modificado por la norma que ahora se
impugna. Ese artículo establecía lo siguiente:

“Artículo 1068. La mora en el pago de la prima producirá la


terminación del contrato a partir de la fecha del envío de la respectiva
comunicación por el asegurador a la última dirección conocida del
tomador, y dará derecho a aquel para exigir que se le paguen la parte
devengada de dicha prima y los gastos causados en el proceso de
formalización del contrato. Tal pago se hará conforme a la tarifa de
seguros a corto plazo.” (Se subraya el fundamento principal de los
argumentos en la demanda).”

Según lo sostiene la accionante, tal reforma pone en desventaja al tomador


del seguro en relación con el asegurador, violando su derecho a la igualdad
de las partes ante la ley; además, desconoce los derechos al debido proceso,
defensa y notificación personal del asegurado y del beneficiario del
contrato de seguro, en la medida en que les impide realizar acción alguna
para mantener la protección de su patrimonio obtenida con dicho seguro,
frente a “la acción ejecutiva del asegurador”, especialmente, cuando no
existe identidad entre ellos, como puede suceder en esta clase de
contratación.

Con la nueva disposición, afirma la demandante, se ignora además el


mandato del inciso 1o. del artículo 1071 del Estatuto Comercial, que obliga
al asegurador a enviar al asegurado nota escrita de la revocación unilateral
del contrato de seguro para lo cual esta facultado, a la última dirección
conocida, con no menos de diez días de antelación contados a partir de la
fecha del envío, término que en su criterio le permite ejercer la respectiva
defensa y asumir las obligaciones del tomador, según lo estipulado en el
artículo 1043 ibídem.

De otra parte, la actora critica el uso indebido que las aseguradoras han
venido dando a “los incisos 2 y 3 del nuevo artículo 1068”, al expedir
pólizas con una leyenda que califica de “leonina”, en forma preimpresa
que anuncia de manera genérica, que el no pago oportuno de la prima da
lugar a la terminación automática del contrato. Agrega, entonces, que como
quedó redactada la norma atacada, se convierte en perdedor al asegurado,
independientemente de que haya efectuado el pago de la prima al tomador,
en el caso que éste a su vez incumpla. Por lo tanto, estima que lo correcto
habría sido establecer a partir de la expedición de la póliza, el término de
un mes para que el tomador cancele la prima y en caso de lo hacerlo, se dé
por terminado automáticamente el contrato; de lo contrario, considera que
se atenta contra la transparencia y buena fe de todo negocio jurídico, en
perjuicio de la comunidad.

Por lo anteriormente expuesto, colige que la preceptiva legal acusada


vulnera la Constitución Política en cuanto a la igualdad de las partes
contratantes ante la ley, el debido proceso y el derecho de defensa y de
notificación personal (arts. 13 y 29), aspectos sobre los cuales anota
adicionalmente que constituyen causales de nulidad en el Código de
Procedimiento Civil (art. 140), razón por la cual solicita se declarare su
inexequibilidad y se permita recuperar la vigencia del texto derogado del
artículo 1068 del Código de Comercio.

IV. INTERVENCIONES
Según informe de la Secretaría General de la Corte Constitucional, del 4 de
noviembre de 1998, dentro de la oportunidad legal intervinieron en el
proceso los Ministerios de Justicia y del Derecho y de Desarrollo
Económico, así como la Federación de Aseguradores Colombianos,
FASECOLDA, los cuales defendieron la constitucionalidad de la
disposición enjuiciada, en los términos que se sintetizan en seguida.

1. Ministerio de Justicia y del Derecho.

La apoderada de este Ministerio encuentra inconsistente la acusación


formulada por la actora, en cuanto parte de un supuesto que contradice su
propio análisis, pues fundamenta la vulneración del derecho del tomador,
en el incumplimiento de su obligación de pagar la prima en el respectivo
contrato de seguro. Adicionalmente, aun cuando comparte el criterio
esbozado por la accionante de protección a los usuarios de los seguros
como parte débil de la relación contractual, declara que eso no es óbice
para que existan mínimas formalidades para que el asegurador pueda
retractarse del negocio o declararlo unilateralmente terminado, en caso de
configurarse la causal de mora en el pago de la prima, en los términos del
artículo 1068 del C.Co.

Por otro lado, recuerda que la disposición derogada carecía de fundamento


lógico al pretender amparar en su interés al tomador incumplido por el no
pago de la prima, en el sentido de que la terminación del contrato sólo se
producía una vez comunicado su propio incumplimiento y la cesación de la
cobertura del riesgo, situaciones bien conocidas con anterioridad a través
de la póliza.

Así mismo, afirma que lo expuesto desvirtúa la aseveración de la actora


frente al desconocimiento de los derechos del beneficiario o asegurado con
la norma acusada, toda vez que, la eliminación de la comunicación de la
terminación del contrato por la causa mencionada, no afecta a personas
distintas al tomador, sobretodo si no tienen las mismas obligaciones y
representan distintos intereses. Es más, profundiza en el hecho de que
ocurrida la mora en el pago de la prima, la relación entre el tomador y el
beneficiario se rige por un contrato diferente al de seguros, concluyendo
que si los intervinientes en el contrato de seguro deben asumir las
consecuencias por el incumplimiento, nada justifica que exista un lapso o
período de gracia para terminarlo una vez producido el mismo.

2. Ministerio de Desarrollo.

El Ministerio de Desarrollo, por medio de representante, considera que no


se evidencia violación alguna de preceptos constitucionales con la norma
demandada y mucho menos el relativo al principio de la buena fe que debe
regir en el sector financiero y en la actividad aseguradora, puesto que la
finalidad de la preceptiva acusada es precisamente la de proteger el derecho
de los beneficiarios de un seguro, mediante la advertencia obligatoria en el
texto del contrato de que la mora en el pago de la prima producirá la
terminación automática del mismo y de esta forma exigir al tomador la
acreditación de la respectiva cancelación. De manera pues, que deduce, que
la falta de previsión del beneficiario en ese control, no puede configurar un
argumento suficiente para cuestionar la constitucionalidad de la preceptiva
legal acusada.

3. Federación de Aseguradores de Colombia - FASECOLDA.

El apoderado de esta Federación manifiesta que la disposición censurada


no vulnera el deber de información acerca de las obligaciones y sus
consecuencia en los contratos de seguros, como sería la de su terminación
automática por el incumplimiento en el pago de la prima adeudada, gracias
a la obligación legal que impone la norma acusada de incluirla en la
carátula de las pólizas y en caracteres destacados, reiterada en la Circular
No. 007 de 1996 de la Superintendencia Bancaria, lo que permite conocerla
desde el momento mismo de la respectiva celebración y no como sucedía
antes, a través de comunicación dirigida al tomador, una vez ocurrido el
incumplimiento. A su juicio, con ese mismo propósito, la legislación
comercial vigente faculta a los asegurados o beneficiarios con interés en el
contrato, pero sin formar parte de éste, a solicitar al asegurador copias o
duplicados a su costa de las pólizas, en donde conste dicha información y
de esta forma conocerla y actuar en consecuencia (C.Co., art. 1046).

También indica, que la terminación automática del contrato de seguro


obedece a los principios consagrados en los artículos 870 C.Co. y 1546
C.C., sobre resolución del contrato por incumplimiento, con indemnización
de perjuicios, en virtud de la condición resolutoria tácita de todo contrato
bilateral, como lo es el contrato de seguro (C.Co., art. 1036) y, en éste
especialmente, a partir del interés público que reviste la actividad
aseguradora (C.P., art. 335) que impide terminaciones al arbitrio de las
aseguradoras, en beneficio de toda la masa de asegurados.

En su concepto, la innovación normativa cuestionada permite, en desarrollo


de la facultad del legislador de regular la actividad contractual y así
determinar las causales de terminación del contrato (C.P., art. 150), precisar
el momento de la finalización del mismo y fijar un plazo cierto para el
cumplimiento de la obligación de pago, obviando así la fecha del envío de
la comunicación al tomador, determinable solamente al momento de
recibirla, como sucedía con la anterior disposición reformada. Así pues,
agrega que la certeza en la fecha de terminación resulta benéfica para los
asegurados, ya que facilita la liquidez de la compañía de seguros, al
permitir la liberación de las reservas técnicas que, de lo contrario, deberían
permanecer constituidas durante toda la vigencia del contrato. Sin embargo,
declara que aún, si en gracia de discusión, se aceptaran los argumentos de
la actora, no se observa en qué forma se podrían beneficiar los asegurados o
beneficiarios, con la vigencia del contenido normativo retirado del antiguo
artículo 1068 C.Co., ya que dicho texto hacía referencia exclusiva al
tomador.
Por último, este interviniente llega a otras conclusiones importantes que se
pueden resumir de la siguiente manera: de un lado, respecto de la violación
al debido proceso denunciada por la actora, precisa que esta garantía se
predica de todas las actuaciones judiciales y administrativas, haciéndola
ajena a la regulación del artículo demandado, por tratarse de relaciones
contractuales entre los particulares; de otro lado, frente al desconocimiento
del derecho de defensa y apoyado en la sentencia T-057 de 1.995, opina que
el mismo reconocimiento del mérito ejecutivo de la póliza constituye un
instrumento de defensa de los derechos de los asegurados. Tampoco
encuentra, cómo puede la disposición legal acusada afectar el patrimonio
de los residentes en Colombia, en lo que toca con la posible vulneración del
último inciso del artículo 2o. de la Constitución Política.

V. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACION.

Mediante Concepto No. 1693, del 1o. de diciembre de 1.998, el señor


Procurador General de la Nación solicita a esta Corporación declarar
“constitucional el artículo 82 de la Ley 45 de 1990”, por las razones que se
exponen a continuación.

Luego de hacer mención de la definición doctrinal del contrato de seguros,


de sus elementos característicos e intervinientes, destaca que, por tratarse
de un contrato oneroso, el pago de la prima por el tomador configura un
requisito esencial de su respectiva contraprestación (C.Co., art. 1066), lo
cual le permite al asegurador atender la cancelación de las prestaciones
causadas, como consecuencia de la ocurrencia del siniestro. Añade,
además, que la prima debe entenderse jurídicamente como el precio
determinado o determinable del seguro que técnica y económicamente
forma parte de un proceso complejo de cada rama del seguro y de cada
clase de riesgo, atinente a la determinación de la tasa pura (rate) y el
recargo administrativo (expense rate), integrantes de la tarifa, comprendida
como la suma asegurada y la duración del seguro.

Al adentrarse en el análisis de la acusación presentada en la demanda,


expresa que, de conformidad con el artículo 335 de la Carta Política, la
actividad aseguradora es de interés publico, por lo que corresponde al
Estado realizar una actividad intervencionista encaminada a generar
seguridad, confianza y transparencia en el desarrollo del mercado
financiero, asegurador y de valores, tarea que cumple el Presidente de la
República a través de las funciones de inspección, control y vigilancia.

Por lo anterior, estima que a la comunidad le asiste el derecho a obtener


información relativa al desenvolvimiento de la actividad aseguradora, en
virtud del principio de la publicidad, lo que se cumple a través de la
advertencia en la carátula de la póliza de la terminación automática del
contrato por el no pago de la prima, así como con el hecho de que la póliza
debe contener el valor de la prima o el modo de calcularla, la forma de
pago y su cargo en cabeza del tomador. Así pues, encuentra que el
legislador en la disposición acusada ha sido claro y perentorio al determinar
la obligación a cargo del tomador de pagar la prima y la sanción en caso de
incumplimiento, previamente conocida.

Para finalizar, frente a la presunta violación de derechos fundamentales del


beneficiario del contrato, señala que no está llamada a prosperar, pues la
norma impugnada lo que estipula es la ocurrencia de una condición con
efectos para el tomador del seguro por un determinado incumplimiento,
siendo esto de la competencia del legislador, dado que al mismo le
corresponde expedir los códigos, fijar pautas de conducta y definir las
sanciones a imponer en caso de inobservancia de las normas (C.P., art. 150-
10). Es más, sostiene que la disposición censurada es una forma de proteger
el equilibrio entre las partes contratantes en esta clase de seguros “toda vez
que en el evento que coincidiera en forma masiva el no pago de la prima,
ocurriría un colapso en el sector asegurador, en el cual concurre el interés
público. De esta forma se ampara y se garantiza su solvencia, para que a su
vez tenga la posibilidad de asumir los riesgos asegurados.”.

VI. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.

1. Competencia.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 241, numeral 4o. de la Carta


Política, la Corte Constitucional es competente para conocer y decidir,
definitivamente, sobre la demanda de inconstitucionalidad de la referencia,
por tratarse de una norma que forma parte de una ley expedida por el
Congreso de la República.

2. La materia a examinar.

2.1. Cargos de inconstitucionalidad.

Como se deduce de lo antes presentado, la acusación formulada por la


demandante contra el artículo 82 de la Ley 45 de 1.990, por la supresión
que el mismo hace de la expresión “a partir de la fecha del envío de la
respectiva comunicación por el asegurador a la última dirección conocida
del tomador” contenida en el antiguo artículo 1068 del Código de
Comercio, se contrae a denunciar la vulneración del derecho del tomador a
la igualdad de las partes contratantes ante la ley en el contrato de seguro,
así como la desprotección de los derechos al debido proceso, defensa y
notificación personal del asegurado y del beneficiario del seguro, en el
evento de que el tomador incumpla el pago de la prima adeudada, dando
origen a la terminación automática del contrato de seguro.

Lo anterior, toda vez que en criterio de la demandante, la falta de


comunicación al tomador lo pone en desventaja frente al asegurador e
impide que tanto el asegurado como el beneficiario puedan ejercer su
defensa y realizar acciones de protección de su patrimonio y, si es del caso,
asumir las obligaciones del tomador (C.Co., art. 1043), no obstante el deber
del asegurador de comunicar al asegurado de la revocación unilateral del
contrato de seguro, con no menos de diez días de antelación (C.Co., art.
1071). En su concepto, lo más conveniente hubiera sido establecer un
plazo para la terminación del contrato por causa de la mora del tomador, en
aras de la transparencia y buena fe que debe regir en todo negocio jurídico.
Además, como lo expresa, dichas razones de inconstitucionalidad
constituyen causales de nulidad, según el artículo 140 del Código de
Procedimiento Civil, lo que en su concepto justifica la declaratoria de la
inexequibilidad de la disposición acusada y la recuperación de la vigencia
del texto derogado del artículo 1068 del Código de Comercio, lo cual
solicita.

2.2. Planteamiento del problema jurídico a resolver

Es necesario precisar que la violación constitucional que se denuncia en la


demanda, por haberse eliminado del artículo 1068 del Código de Comercio
la obligación de la compañía aseguradora de comunicar al tomador la
terminación del contrato por la mora en el pago de la prima de la póliza, no
puede entenderse exclusivamente dirigida a este aspecto procedimental del
tratamiento otorgado a la terminación del contrato de seguro por la causa
indicada, toda vez que lo que en realidad se está poniendo en tela de juicio,
es la decisión del legislador de adoptar la sanción de terminación
automática del seguro por dicho incumplimiento.

Lo anterior determina que la controversia constitucional deberá resolverse


a partir del alcance de la facultad del legislador para regular las relaciones
contractuales en general y en particular, respecto de la actividad
aseguradora, especialmente en lo que atañe a las causas de terminación de
ese contrato y sus respectivas consecuencias jurídicas, en términos de la
razonabilidad de la finalidad de las mismas y de los efectos producidos en
los derechos e intereses de las partes y demás interesados en ese contrato.

No obstante, el análisis y decisión que realizará la Corte en relación con el


artículo 82 de la Ley 45 de 1990, se contraerá a este aspecto frente a los
cargos de inconstitucionalidad planteados por la demandante, cuales son los
de violación de la igualdad de las partes contratantes ante la ley y el
desconocimiento del debido proceso, defensa y notificación personal.

Para el propósito señalado, la Sala iniciará su estudio con unas breves


consideraciones sobre la importancia socio-económica de la actividad
aseguradora y los presupuestos constitucionales que la rigen para su
desarrollo, seguidas de unas nociones relativas al contrato de seguro que
aunque pueden parecer más propias de una análisis legal, aportan
elementos de juicio importantes para el estudio de constitucionalidad que
corresponde a esta Corporación frente a los cargos formulados.
3. Injerencia de la actividad aseguradora en el plano económico y
social nacional. Presupuestos constitucionales que rigen su
desarrollo.

Los altos niveles de prevención y protección que la actividad aseguradora


ofrece en la actualidad, frente a los peligros que por distintos factores
atentan contra las actividades y el patrimonio de las personas, tanto en el
ámbito de lo público como de lo privado, hacen que tenga una gran
influencia en el campo social y configure a la vez, uno de los renglones
más importantes dentro de una economía de mercado en desarrollo. En
efecto, la capacidad de distribución que conlleva dicha actividad de los
distintos riesgos dentro del conglomerado social, permite garantizar una
oportuna y eficaz salvaguarda de los intereses y derechos que con la misma
se protegen, así como la obtención de un resarcimiento económico
adecuado por el daño causado y asegurado.

Así pues, la conformación de un fondo de recursos sólido para responder


por tales riesgos, por medio de lo que se ha denominado una “explotación
en masa” del seguro, ha hecho factible distribuir el daño entre las personas
que pretenden protegerse de idénticas contingencias, en una cobertura
recíproca o mutua destinada a la reparación pecuniaria. De ahí que, los
1

resultados que pretende alcanzar la actividad aseguradora, partan del


presupuesto indispensable de la confianza popular en la suficiente
prevención de los riesgos, la protección económica, el respaldo técnico,
operativo y financiero de una industria que como ésta, especializada en el
tema, ofrece al público en general.

En consecuencia, desde la perspectiva de los beneficios sociales que su


ejecución implica, puede afirmarse que aspectos tan importantes como la
salud de las personas, su integridad corporal, el patrimonio, la estabilidad
familiar, la capacidad laboral y económica, así como las actividades
económicas generalmente efectuadas, quedan amparados ante los distintos
peligros que pueden afectarlos. Además, la acción de las aseguradoras trae
consigo la configuración de una conciencia en la comunidad, cada vez más
generalizada frente a distintos riesgos, de la necesidad de adoptar conductas
de índole previsiva dirigidas a evitar la concreción de los riesgos o a
reducir las consecuencias del siniestro, resultado que en el ámbito social es
al mismo tiempo trascendente y necesario.

Igualmente, los resultados positivos que se avizoran en el ámbito


económico por la industria aseguradora no son menos importantes, dado
que a partir de ese estado de confianza que se produce en el manejo de los
riesgos y la seguridad de que en un futuro se contará con una solvencia
económica no obstante su ocurrencia, es posible promover la realización
cada vez mayor de actividades productivas de orden industrial, comercial y
financiero en general.

1 Ver la Sentencia C-232/97, M.P., Dr. Jorge Arango Mejía.


Adicionalmente, la actividad aseguradora al igual que la financiera y
bursátil, así como aquellas involucradas con el manejo, aprovechamiento e
inversión de los recursos captados al público encierran un interés público,
por el cual su ejercicio debe contar con la autorización previa del Estado y
la intervención del Gobierno, de conformidad con la orientación y
facultades que para el efecto establezca el legislador (C.P., art. 335).

La mencionada intervención estatal, con la correspondiente vigilancia y


control de la actividad aseguradora - en cabeza de la Superintendencia
Bancaria -, tiene como fundamento garantizar la estabilidad del sector,
mediante un desarrollo transparente, eficaz y competitivo de la misma y,
por ende, proteger los derechos e intereses de quienes participan en su
industria, así como lograr que los negocios en materia de seguros se
realicen bajo parámetros de libertad económica, en la iniciativa privada que
los promueve y en la competencia en la cual se desenvuelven, de manera
responsable y dentro de los límites que impone el bien común y la
salvaguarda del interés social (C.P., art. 333).

Desde este punto de vista, la regulación jurídica de la actividad de los


seguros, aun cuando forma parte del derecho privado y del comercial,
ofrece aspectos que no corresponden exactamente a los principios que
caracterizan estos ordenamientos. Uno de ellos, y especialmente en cuanto
interesa a la materia bajo examen, se refiere a la intensidad de la regulación
legal de la contratación propia de los seguros, que por tratarse de una
actividad calificada por el constituyente como de interés público, habilita al
legislador para regular en mayor grado los requisitos y procedimientos a
que deben ceñirse los contratantes, sin que ello signifique que se eliminen
de un todo principios inherentes a la contratación privada.

De allí se debe partir: del interés público que reviste la actividad


aseguradora, cimentado en los fines que como operación económica
persigue y en la protección de la parte más débil - asegurado y beneficiario
- de la relación contractual, respecto del cual esta Corporación ha
expresado :

"De acuerdo con el artículo 335 de la CP., la actividad aseguradora


es de interés público y se ejerce con arreglo a la ley. Consulta el
interés público que en los contratos de seguros, la parte débil que,
por lo general, se identifica con el asegurado o beneficiario,
realizadas las condiciones a las que se supedita su derecho reciba
efectivamente y en el menor tiempo posible la prestación prometida.”
(Sentencia T-057 de 1.995, M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz).

Es claro que los presupuestos constitucionales que gobiernan la actividad


económica aseguradora y el desarrollo de la misma, deben verse reflejados
en los instrumentos mediante los cuales ella se cumple, en particular, el
contrato de seguro. Por consiguiente, el legislador debe observar su
prevalencia al regular materias relativas a su celebración y ejecución, sin
que ello implique dejar totalmente de lado, los principios que inspiran la
actividad contractual ordinaria.

De esta forma, la actividad aseguradora, por su origen y finalidad


económica, se desenvuelve a través de un permanente proceso de
consolidación económica y financiera, con perfeccionamiento de los
resultados operativos y de los servicios ofrecidos, ampliando coberturas y
disminuyendo costos, a fin de dar seguridad en la protección de los riesgos
y en el pago cumplido de los siniestros, proceso que necesariamente debe
reflejar una sujeción estricta a principios que rigen cualquier clase de
contratación, como ocurre con el principio de la buena fe, la igualdad de las
partes contratantes, la diligencia y equilibrio contractual, entre otros.

4. Elementos esenciales del contrato de seguro, sus partes y demás


intervinientes. Obligaciones principales de las partes.

En el derecho colombiano, el contrato de seguro se encuentra regulado en


el Decreto 410 de 1972 o Código de Comercio (Título V del Libro IV y en
el Título XIII del Libro V), disposiciones que fueron objeto de algunas
modificaciones posteriores como en efecto ocurrió con la Ley 45 de 1.990  ; 2

sin embargo, es de resaltar, que no existe en esa normatividad una


definición expresa del mismo, por lo que una aproximación a ésta resulta
de la labor interpretativa de los respectivos textos legales que ha elaborado
la doctrina y la jurisprudencia. Es así como, para la Corte Suprema de
Justicia, en relación con el concepto del contrato de seguro ha afirmado :

“... Aun cuando el Código de Comercio vigente en el país desde 1.972


no contiene en el Titulo V de su Libro Cuarto ninguna definición
expresa del contrato de seguro, lo cierto es que con apoyo en varias de
las disposiciones que de dicho Título hacen parte, y de modo
particular en los artículos 1037,1045,1047,1054,1066,1072,1077 y
1082, bien pude decirse, sin ahondar desde luego en mayores detalles
técnicos para el caso impertinentes, que es aquél negocio solemne,
bilateral, oneroso, aleatorio y de tracto sucesivo por virtud del cual
una persona –el asegurador- se obliga a cambio de una prestación
pecuniaria cierta que se denomina ´´prima´´, dentro de los límites
pactados y ante la ocurrencia de un acontecimiento incierto cuyo
riesgo ha sido objeto de cobertura, a indemnizar al ´´asegurado´´ los
daños sufridos o, dado el caso, a satisfacer un capital o una renta,
según se trate de seguros respecto de intereses sobre cosas, sobre
derechos o sobre el patrimonio mismo, supuestos en que se les llama
de ´´daños´´ o de ´´indemnización efectiva´´, o bien de seguros sobre
las personas cuya función, como se sabe, es la previsión, la
capitalización y el ahorro (...)”. 3

2 “por la cual se expiden normas en materia de intermediación financiera, se regula la actividad aseguradora,
se conceden unas facultades y se dictan otras disposiciones”.
3Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, Sentencia No. 002 del 24 de enero de 1.994, M.P. Dr.
Carlos Esteban Jaramillo Schloss.
A su turno, la doctrina colombiana ha diseñado la siguiente noción para ese
tipo de contrato : 4

“Es un contrato solemne, bilateral, oneroso y aleatorio (art. 1036), en


que intervienen como partes el asegurador, persona jurídica que
asume los riesgos (art. 1037, ord. 1º) y el tomador que, obrando por
cuenta propia o por cuenta de tercero, traslada los riesgos (arts. 1037,
ord. 2º y 1039), cuyos elementos esenciales son (art. 1045) el interés
asegurable (arts. 1083 y 1137), el riesgo asegurable (art. 1054), la
prima, cuyo pago impone a cargo del tomador (art. 1066) y la
obligación condicional del asegurador que se transforma en real con el
siniestro (art. 1072) y cuya solución debe aquel efectuar dentro del
plazo legal (art.1080). (...)”

De las anteriores citas y de conformidad con los artículos 1083, 1137, 1054
y 1066 del Código de Comercio, los elementos del contrato de seguro son :
el interés asegurable, el riesgo asegurable, la prima o precio del seguro y la
obligación condicional del asegurador. Su importancia radica en que, si
falta alguno de ellos, el contrato no produce efecto alguno (C.Co., art. 5

1045).

El interés asegurable, es decir, el objeto del contrato de seguro, equivale a


“la relación económica, amenazada en su integridad por uno o varios
riesgos, en que una persona se halla consigo misma o con otra persona, o
con otras cosas o derechos tomados en sentido general o particular .”, el 6

cual presenta características diversas según se trate de seguros de daños o


de personas. El riesgo asegurable ha sido definido por la legislación
comercial como “... el suceso incierto que no depende exclusivamente de
la voluntad del tomador, del asegurado o del beneficiario, y cuya
realización da origen a la obligación del asegurador.” (art. 1054).

4 Ossa G., J. Efrén. Teoría General del Seguro - El Contrato. Editorial Temis, Bogotá-Colombia 1.991, pág. 2.
5 Esta norma debe entenderse junto con el artículo 897 C.Co., según el cual “Cuando en este código se
exprese que un acto no produce efectos, se entenderá que es ineficaz de pleno derecho, sin necesidad de
declaración judicial.”.
6 OSSA G., J. Efrén. Teoría General del Seguro - El Contrato. Editorial Temis Bogotá-Colombia 1.991,
pág.73.
El tercer elemento, o sea la prima o el precio del contrato de seguro (C.Co.,
art. 1045), comprende la suma por la cual el asegurador acepta el traslado
de los riesgos para asumirlos e indemnizarlos en caso dado. En virtud de la
obligación condicional, el asegurador asume el riesgo contratado por el
tomador, mediante el pago de la prestación asegurada, sujeta la condición
de ocurrencia del siniestro, dentro del mes siguiente a la fecha en que el
asegurado o beneficiario acredite, aun extrajudicialmente, su derecho ante
el asegurador de acuerdo con el artículo 1077 (C.Co., art. 1080 ). Dicho 7

pago se traduce en una indemnización en los seguros de daños o en la


cancelación de la suma asegurada en los seguros de personas.

De otro lado, en la formación y ejecución del contrato de seguro


intervienen dos grupos de personas: a) las partes contratantes, que son las
obligadas por el contrato y b) ciertas personas interesadas en sus efectos
económicos. Son partes contratantes : el asegurador, o sea la persona
jurídica que asume los riesgos debidamente autorizada para ello con arreglo
a las leyes y reglamentos y el tomador, esto es la persona que, obrando por
cuenta propia o ajena, traslada los riesgos (C.Co. , art. 1037). Es preciso
mencionar que el tomador es la persona natural o jurídica que interviene 8

como parte en la formación del contrato, de la cual se exige una capacidad


y conducta precontractual (C.Co., art. 1058), determinantes en la validez
del negocio jurídico y a cuyo cargo corren ciertas obligaciones. La calidad
de tomador es unitaria pues se utiliza en todos los contratos de seguro sin
importar su naturaleza y objeto (seguros de daños y de personas) y en la
mayoría de los casos coincide con la calidad de asegurado. Esto se
desprende de la propia norma, cuando define al tomador como la persona
que ”obrando por cuenta propia o ajena , traslada los riesgos.“ (C.Co., art.
1037).

Participan en el contrato de seguro, además de las partes : el asegurado,


como titular del interés asegurable o asegurado, lo que supone que, en los
seguros de daños, es la persona cuyo patrimonio puede resultar afectado,
directa o indirectamente, con la ocurrencia de un riesgo (C.Co., art. 1083) y
en los seguros de personas, aquel cuya vida o integridad corporal se ampara
con el contrato de seguro ; y el beneficiario, o sea la persona que tiene
derecho a recibir la prestación asegurada, quien puede o no identificarse
con el tomador o el asegurado, o ser designado en la póliza o por la ley
(C.Co., art. 1142).
7 Modificado por el artículo 83 de la Ley 45 de 1.990, titulado como “Oportunidad para el pago de la
indemnización.”.
8 Según la doctrina, los patrimonios autónomos pueden igualmente constituirse en tomadores dentro de un
contrato de seguro. López Blanco, Hernán Fabio, Comentarios al Contrato de Seguro, 2a. Edición, DUPRE
Editores, 1.993, pág. 75.
La negociación de seguros admite casos en los cuales el tomador, el
asegurado y el beneficiario se identifican, en la medida en que sus
calidades coinciden en una misma persona según la clase de seguro que se
celebre; pero también existen situaciones en las cuales ninguna de ellas
converjan ni siquiera en dos personas, como sucede normalmente en el
seguro de vida, en donde el tomador, el asegurado y el beneficiario suelen
presentarse en forma heterogénea.

5. Pago de la prima como obligación principal del tomador y causal


de terminación automática del contrato en materia de seguros.

Del contrato de seguro se desprenden una serie de obligaciones para las


partes, de las cuales se destacan: de un lado, para el asegurador la
obligación condicional de asumir el riesgo contratado por el tomador, la
cual empieza a correr a la hora veinticuatro del día en que se perfeccione el
contrato, en defecto de estipulación o de norma legal sobre la iniciación de
la vigencia técnica (C.Co. 1057), así como el pago de la prestación
asegurada una vez ocurrido el siniestro, en los términos del artículo 1080
C.Co. ; y el tomador, asume las obligaciones de declarar el estado del riesgo
9

(C.Co., art. 1058), pagar la prima (C.Co., art. 1066) y conservar el estado
del riesgo y notificar sus cambios (C.Co., art. 1060).

Lo anterior configura la regla general en el contrato de seguro por cuenta


propia, ya que la calidad de tomador y asegurado radican en la misma
persona; sin embargo, en el evento de que el seguro se contrate por cuenta
de un tercero, determinado o determinable, “(...) al tomador incumben las
obligaciones y al tercero corresponde el derecho a la prestación
asegurada”. Adicionalmente, al tercero incumben aquellas obligaciones
que sólo puedan ser cumplidas por él mismo (C.Co., art. 1039). Además,
existen otras obligaciones del tomador relacionadas con temas tales como
los derivados de la ocurrencia del siniestro (C.Co., arts. 1074, 1075, 1076
10

y 1077) y los aspectos atinentes a los seguros de daños, recogidas en el


9 Modificado por el artículo 83 de la Ley 45 de 1.990.
10 Definido como la realización del riesgo asegurado, C.Co., art. 1072.
Estatuto Comercial (arts. 1093, 1097, 1098 y 1103), con las sanciones
respectivas por su incumplimiento.

Es importante destacar, que el tercero (el asegurado) cuenta con la facultad


de en cualquier momento, “... tomar a su cargo el cumplimiento de las
obligaciones que la ley o el contrato imponen al tomador si éste lo
rehuyere, sin perjuicio de las sanciones a que haya lugar por mora
imputable al tomador.” (C. Co., art. 1043). De la misma manera, en el
seguro a nombre de un tercero pero sin poder para representarlo, es el
tomador el obligado a realizar el pago (C. Co., art. 1038) y, en todo caso, es
válido el pago que realice cualquier persona en nombre del deudor, aún sin
su consentimiento o en contra de su voluntad (C.C., art. 1630).

De conformidad con lo ya examinado, dentro del abanico de obligaciones a


cargo del tomador en el contrato de seguro, se ha señalado la del pago de la
prima, como elemento esencial del contrato y como obligación principal de
aquél como parte contratante, asunto que en este momento se rescata, por
cuanto la norma acusada se encuadra en el marco de las consecuencias
jurídicas que se derivan del incumplimiento en su pago.

Como punto de partida del análisis, se tiene que la legislación mercantil


anterior (C.Co., art. 1068) establecía que la mora en el pago de la prima
producía la terminación del contrato de seguro, para lo cual se requería del
envío por parte del asegurador de la comunicación respectiva a la última
dirección conocida del tomador, de manera que el momento de la
finalización del contrato, se fijaba con la fecha misma de tal envío. Ahora
bien, el deudor se constituía en mora, cuando el mismo no había cumplido
la obligación a cargo dentro del término estipulado, salvo que por mandato
legal se exigiera un requerimiento al deudor para ese fin.

Una vez adoptada la reforma introducida por el artículo 82 de la Ley 45 de


1990 que ahora se ataca, se estipuló como consecuencia inmediata de la
mora en el pago de la prima de la póliza o de los certificados o anexos que
se expidan en virtud de la misma, la terminación automática del contrato
de seguro, evento en el cual la aseguradora puede exigir el pago de la prima
devengada y de los gastos causados con ocasión de la expedición del
contrato, sin necesidad de proceder a un requerimiento al tomador para
constituirlo en la mora.

En este caso, teniendo en cuenta que dicho pago debe efectuarse, salvo
disposición legal en contrario, en el término estipulado por las partes
contratantes y, en caso de silencio, a “más tardar dentro del mes siguiente
contado a partir de la fecha de la entrega de la póliza o, si fuere el caso, de
los certificados o anexos que se expidan con fundamento en ella” (C.Co.,
art. 1066 ), la no cancelación durante ese plazo, constituye la causa de la
11

mora. No sobra recordar que el valor de la prima o el modo de calcularla y


la forma de pago deberán estar contenidos y definidos en el texto de la
póliza de seguro (C.Co., art. 1047-8) y el lugar para efectuarlo es “en el
domicilio del asegurador o en el de sus representantes o agentes
debidamente autorizados” (C.Co., art. 1067).

6. Finalidad de esa terminación automática del contrato de seguro en


el nuevo artículo 82 de la Ley 45 de 1.990.

Para conocer las razones que determinaron al legislador a incorporar la


modificación vista en los términos del artículo 82 de la Ley 45 de 1990,
resulta útil consultar los antecedentes legislativos contenidos en la
exposición de motivos del proyecto de ley que culminó con la expedición
de la Ley 45 de 1990 y, especialmente, en las ponencias que impulsaron su
tránsito en el Congreso de la República.

Así pues, en la justificación esgrimida en su momento por el Gobierno


Nacional , por conducto del Ministro de Hacienda y Crédito Público, al
12

presentar el aludido proyecto de ley indicaba como finalidad del mismo, la


de “promover un mayor grado de desarrollo del mercado financiero y de la
actividad aseguradora”, implantando distintos instrumentos de política en
esos campos. De esta manera, se buscaba consolidar en la industria
aseguradora, las reformas que de tiempo atrás venían verificándose, para
garantizar su desarrollo en forma dinámica, con solvencia, competitividad,
credibilidad y confianza dentro del público.

11 Modificado por la Ley 45/90, art. 81.


12 Exposición de motivos, publicada en los ANALES DEL CONGRESO, No. 85 del 9 de octubre de 1.990,
pág. 9.
Así mismo, se hizo énfasis en el cambio de orientación del control estatal
sobre la actividad, el fomento de la competencia, los inversionistas
institucionales y la protección de tomadores y asegurados; en este sentido,
se buscaba reconocer la autonomía del empresario de seguros para actuar
en un sistema de mercado abierto y competitivo, basado en la libre
competencia, que le permitiera diseñar sus productos, pólizas y tarifas, sin
previa autorización gubernamental, con arreglo a la ley y los principios
técnicos de la actividad aseguradora, lo cual conllevaba la redefinición del
papel de control de la Superintendencia Bancaria, todo lo anterior en
beneficio de los usuarios del sector.

Ya en relación con las reformas propuestas para el contrato de seguro, éstas


se encontraban dirigidas a lograr una “transparencia en las operaciones” y
así, “adecuar aquellos aspectos que resulten pertinentes en un sistema cuyo
derrotero es la protección del asegurado y el sano desarrollo de la
industria”. Por este motivo, y en lo atinente a la terminación automática del
contrato de seguro por la mora en el pago de la prima, se lee como sustento
que “en aras de darle un adecuado equilibrio al contrato de seguro, se
establece que la mora del tomador en el pago de la prima, dentro del mes
siguiente a la fecha de su exigibilidad, produce la terminación automática
del contrato, debiendo notificarse dicha situación al tomador dentro de los
cinco (5) días siguientes a aquel en que se cumplía el mencionado plazo.”.

Como se advierte, la propuesta inicial, no obstante consagrar la terminación


automática del contrato de seguro por la mora en el pago de la prima,
mantenía el deber del asegurador de notificar de dicha situación al tomador
en un plazo de cinco (5) días siguientes al vencimiento del plazo para
realizar el pago. Sin embargo, como resultado del debate legislativo, esa
regulación sufrió cambios hasta llegar al actual texto del artículo 82 de la
Ley 45 de 1990. La motivación para eliminar tal exigencia y la medida
adoptada en su lugar, esto es la de consignar en la carátula de la póliza y en
caracteres destacados el efecto de la mora para que sea ampliamente
conocida, fue expuesta en un primer momento en la ponencia presentada
ante la Comisión Tercera Constitucional Permanente de la Cámara de
Representantes, cuyo fin se consignó en estos términos :

“... corregir distorsiones que también existen en el mercado en cuanto


los tomadores no siempre sufragan en forma oportuna el pago de las
primas, lo cual tiene incidencia para garantizar que las compañías
puedan cumplir con sus obligaciones, porque justamente los pagos de
las compañías se nutren con los recaudos que efectúen sus tomadores.
Quien no esté al día en el pago de sus seguros no estará amparado,
pues el contrato se termina automáticamente. La iniciativa exige a las
compañías notificar tal circunstancia al tomador o al asegurado, con el
propósito de que tenga cabal certeza de su falta de amparo, por el
acaecimiento de esta causal legal. No obstante, considero oportuno
sustituir esta última formalidad por la advertencia destacada en la
carátula de la póliza, que recuerde a los tomadores la consecuencia de
su mora en el pago de la prima.” 13

Para armonizar tal proposición, se reformó el texto del artículo 1066 del
Código de Comercio, ” en el sentido de constituir legalmente en mora al
tomador que no haya cancelado la respectiva prima dentro del mes
siguiente a la fecha de su exigibilidad” , salvo disposición legal o
14

contractual en contrario, sin necesidad de aviso alguno al deudor. El


fundamento del texto legal presentado y los cambios propuestos, fueron
posteriormente aprobados y adoptados por las respectivas células
legislativas.

7. Justificación constitucional de la terminación automática del


contrato de seguro.

Sea lo primero señalar, que es del resorte del legislador expedir la


regulación normativa atinente a las formas contractuales en general, en la
cual tiene cabida lo relativo a su ejecución y por ende de las causales de
incumplimiento, terminación y sus consecuencias, entre ellas, las sanciones
a que puede dar lugar, según la naturaleza del contrato. De ahí que en
13 Ponencia para primer debate en la Comisión Tercera Constitucional Permanente de la Cámara de
Representantes, publicada en los ANALES DEL CONGRESO, No. 107 del 31 de octubre de 1.990, Pág. 12.
14 Idem.
principio, el legislador esté habilitado para en ejercicio de esa facultad,
configurar para la actividad aseguradora, los efectos jurídicos que producen
las actuaciones contractuales que impliquen un incumplimiento de las
obligaciones contraidas por las partes en la negociación celebrada (C.P.,
arts. 150-19-d y 335), más aún cuando se trata de una actividad que el
constituyente calificó como de interés público.

De esta manera, el legislador, en ejercicio de esa facultad, consagró como


causal de terminación del contrato de seguro, la constitución en mora del
tomador en el pago de la prima de la póliza o de los certificados o anexos
que se expidan con fundamento en la misma, estableciendo de esta manera
un régimen legal más restrictivo que el imperante hasta la entrada en
vigencia de la Ley 45 de 1990, al determinar un efecto inmediato para esa
situación, sin necesidad de requerimiento previo al tomador, ni aviso
anticipado que le comunique la razón del mismo.

Ahora bien, ese tratamiento normativo en concepto de esta Corte no


contradice el ordenamiento superior; toda vez que por el contrario como se
expondrá en seguida, se ajusta y desarrolla sus mandamientos.

7.1. La terminación automática del contrato de seguro como


protección a los principios de buena fe, diligencia, equilibrio e
igualdad.

En primer término, debe manifestarse que configura sustento esencial de la


terminación automática del contrato de seguro, la prevalencia de los
principios de la buena fe, diligencia, equilibrio e igualdad de las partes
contratantes.

7.1.1. Prevalencia del principio de la buena fe con la terminación


automática del contrato de seguro.

Todo acto de naturaleza jurídica entre los particulares y de éstos con las
autoridades públicas, así como la realización de cualquier clase de
obligación, deben estar sometidos a la primacía del principio de la buena
fe, el cual tiene reconocimiento constitucional en el artículo 83 de la Carta
Política de 1.991, principio que también puede predicarse de la misma
manera en las convenciones o contratos en general, entendidos éstos como
los acuerdos de voluntades encaminados a crear, modificar o extinguir
relaciones jurídicas, al permitir cumplir con el mandato, según el cual:
“todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes...”
(C.C., art. 1602) y, por lo tanto, “... obligan no sólo a lo que en ellos se
expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de
la obligación, o que por la ley pertenecen a ella.” (C.C., art. 1603).

La vigencia de esos preceptos en los términos referidos, configura un


fundamento esencial para el cabal cumplimiento de las obligaciones
recíprocas y onerosas. En efecto, la naturaleza sinalagmática o bilateral de
un contrato, presupone que las partes se obliguen la una con la otra, a
realizar prestaciones que gozan de reciprocidad y coexistencia, lo cual
implica que existe un nexo lógico de interdependencia para el
cumplimiento efectivo y simultáneo de las mismas, de manera que cada
una de ellas se constituya al mismo tiempo en deudor y acreedor de su
contraparte . Así mismo, la naturaleza onerosa de un contrato significa que
15

cada una de las partes se obliga con respecto de la otra, a asumir una carga
patrimonial en el cumplimiento de la prestación a que se compromete y a
cambio recibir una ventaja a través de la contraprestación pactada a su
favor y en forma equivalente. 16

Hay que tener en cuenta, que esas características de bilateralidad y


onerosidad están contenidas en el contrato de seguro, en razón a su
estructura y a su reconocimiento legal en el Estatuto Comercial (C.Co.
art.1036); por lo tanto, al contrato de seguro le es aplicable la excepción de
contrato no cumplido y, por lo mismo, lleva implícita la condición
resolutoria tácita, propia de esa clase de acuerdos bilaterales.

En efecto, la figura de la "Exceptio non adimpleti contractus" es connatural


a ellos en virtud de lo consagrado por el artículo 1609 del Código Civil,
según el cual, ninguno de los contratantes está en mora dejando de cumplir
lo pactado, mientras el otro no cumpla con su parte. Lo anterior, con el fin
de impedir " ...que una de las partes quiera prevalerse del contrato y exigir
a la otra su cumplimiento, mientras ella misma no cumpla o no esté
dispuesta a cumplir las obligaciones que le incumben . Igualmente, la 17

figura de la condición resolutoria tácita, supone que cuando una de las


partes no se aviene a cumplir la prestación debida en forma satisfactoria, la
otra puede renunciar a realizar la suya y pedir a su arbitrio, la resolución o
el cumplimiento del contrato con la respectiva indemnización de
perjuicios, en virtud de la condición resolutoria implícita en todo contrato
bilateral (C.C., art. 1546). Tal institución también ha sido recogida por la
legislación comercial en estos términos: “... en caso de mora de una de las
partes, podrá la otra pedir su resolución o terminación, con indemnización
de perjuicios compensatorios, o hacer efectiva la obligación con
indemnización de los perjuicios moratorios” (C.Co., art. 870). Las
anteriores circunstancias justifican de manera general, la terminación de un
contrato de esta naturaleza.

Ya en el caso concreto objeto de examen, el incumplimiento de las


obligaciones de las partes en el contrato de seguro tendrá la misma
consecuencia, dada su naturaleza bilateral y onerosa (C.Co., art. 1036).
Adicionalmente, la ley comercial consagró una regla especial para el
contrato de seguro, al establecer una sanción para el evento del
incumplimiento por parte del tomador, del pago oportuno de la prima,
consistente en la terminación en forma automática y con el correspondiente

15 Messineo Francesco, Doctrina General del Contrato, Tomo I, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos
Aires, 1.952, pág. 411.
16 Idem opera, pág. 416.
17 Ospina Fernández Guillermo y Ospina Acosta Eduardo, Teoría General de los actos o negocios jurídicos,
Editorial Temis S.A. Bogotá-Colombia, 1987 Tercera Edición, pág. 62.
derecho del asegurador de exigir el pago de la prima devengada y de los
gastos causados por la expedición del contrato (C.Co., art. 1068).

La decisión del legislador en esa dirección se genera más allá de lo


habitual, reflejando el hecho de que, tanto para la celebración como para la
ejecución de un contrato de seguros, se requiere de la debida receptividad
al principio de la buena fe en una exigencia mayor a la ordinariamente
exigida tanto para el asegurador como para el tomador, en la connotación
doctrinal de “uberrimae bona fidei contractus”, ya que “en él [contrato de
seguros] no bastan simplemente la diligencia, el decoro y la honestidad
comúnmente requeridos en todos los contratos, sino que exige que estas
conductas se manifiesten con la máxima calidad, esto es, llevadas al
extremo.” . 18

La falta de compromiso del tomador en la realización de su obligación


principal produce el rompimiento de ese principio de la buena fe; por lo
tanto, es indispensable que las partes reunidas en un contrato de esta índole
desplieguen una actividad con lealtad para su ejecución, gobernada por la
diligencia y el cuidado necesarios, ya que todo acto contrario a la misma,
como sería la constitución en mora por el tomador, agrede la confianza del
asegurador en el desarrollo del contrato y frente a los riesgos que éste ha
asumido, imposibilitando el cumplimiento simultáneo de las obligaciones
mutua y recíprocamente contraidas. La razonabilidad de tal medida es
indudable para la Corte, ya que no puede olvidarse que la terminación del
contrato proviene de una actuación imputable al tomador, totalmente
desleal frente a lo pactado y por un hecho que ha podido evitar de haber
actuado con buena intención y de conformidad con lo convenido,
arriesgando de esta manera la finalidad buscada con la celebración del
contrato.

7.1.2. Justificación adicional fundada en los principios de diligencia,


equilibrio e igualdad contractuales.

No se puede perder de vista, que la regla especial de terminación


automática del contrato de seguro que se viene analizando se fundamenta
además, en otros principios importantes de la contratación en general,
según los cuales se debe asegurar una adecuada diligencia, equilibrio e
igualdad entre los contratantes para la ejecución del respectivo contrato.

Lo anterior, dado que la diligencia apropiada para la actividad contractual,


va ligada necesariamente al cumplimiento de las obligaciones de buena fe y
en la disposición demandada, toda vez que no se hace otra cosa que exigirle
al tomador que actúe de conformidad con el postulado de la diligencia en
virtud del cual: " A las buenas intenciones hay que agregar algo más:
prudencia, diligencia, cuidado en la ejecución de lo debido, pues dicha
finalidad no solo puede frustrarse porque el deudor abrigue el ánimo
dañado de incumplir, sino también porque culposamente deje de poner los
medios adecuados, bien sea por torpeza, bien por negligencia o descuido.
18 Sentencia C-232 de 1.997, M.P., Dr. Jorge Arango Mejía.
Por tanto el cumplimiento de los actos jurídicos y de las obligaciones exige
rectitud u honestidad en la intención y, además, requiere prudencia,
diligencia y cuidado en la ejecución." 19

De igual modo, la mora en el pago de la prima puede suscitar un


desequilibrio en el contrato, en razón a que, como lo establece la
legislación comercial, el momento a partir del cual el asegurador asume los
riegos que se pretenden asegurar y el momento del pago de la prima, no
coinciden. Así pues, el asegurador asume los riesgos asegurados a partir de
la hora veinticuatro del día en que se perfeccione el contrato, en caso de
defecto de estipulación contractual o de norma legal en contrario (C.Co.,
art. 1057) o sea del momento en que las partes se pongan de acuerdo en los
elementos esenciales del contrato, por ser eminentemente consensual ; en
tanto que la prima, sólo deber ser cancelada por el tomador, salvo
disposición legal o contractual en contrario, a más tardar dentro del “…mes
siguiente contado a partir de la fecha de la entrega de la póliza o, si fuere el
caso, de los certificados o anexos que se expidan con fundamento en ella"
(C.Co., art. 1066 ). 20

Como es claro, el asegurador asume el riesgo aún antes de obtener el pago


de la contraprestación a la cual tiene derecho y por la cual se obliga; de ahí
que, el legislador haya otorgado un plazo cierto al tomador para cumplir
con la citada obligación y en caso de incumplimiento la posibilidad de la
terminación automática del contrato, a fin de garantizar un mecanismo de
equilibrio contractual y de protección a la parte aseguradora, por la
asunción anticipada de los riesgos. De no ser así, la carga onerosa para el
asegurador sin reciprocidad alguna, sería injustamente mayor, lo que
consecuentemente constituye una protección a su derecho a la igualdad de
las partes ante la ley, igualdad que en forma equivocada se ha invocado por
la demandante para intentar demostrar la inconstitucionalidad de la norma
acusada.

En efecto, contrariamente a lo que afirma la actora, la disposición


demandada no coloca en un plano de desigualdad al tomador frente al
asegurador, si se tiene en cuenta que la violación al derecho a la igualdad
dentro de una relación obligacional, se produce cuando la fijación de las
condiciones de existencia y cumplimiento de una obligación de alguna
forma queda al arbitrio de uno solo de los obligados , o cuando por la 21

actuación que se asigna a una sola de las partes se modifican las


condiciones del contrato bilateral, creando una carga adicional y exagerada
para las responsabilidades de su contraparte, que desconoce sus intereses y
expectativas en los resultados del contrato.

Por consiguiente, concluye la Corte, la terminación automática del contrato


de seguro por la mora en el pago de la prima de la póliza o de los
certificados o anexos que se expidan con fundamento en ella, no desconoce
19 Ospina Fernández Guillermo y Ospina Acosta Eduardo, Teoría General de los actos o negocios jurídicos,
Editorial Temis S.A. Bogotá-Colombia, 1987 Tercera Edición, pág. 336.
20 Modificado por el artículo 81 de la ley 45 de 1.990.
21 Ver la Sentencia T-661/97, M.P., Dr. Carlos Gaviria Díaz.
el principio de la igualdad de las partes contratantes (C.P., art. 13), sino que
por el contrario lo atiende, como quiera que por las razones señaladas, se
coloca en un plano de equidad al asegurador frente al tomador por los
riesgos contratados, obligación que ha asumido desde que comenzó la
vigencia del contrato, al determinar que cesen sus obligaciones dada la
ruptura del nexo de reciprocidad e interdependencia entre ellos y en forma
atribuible al tomador, quien a su vez ha sido beneficiado con un aumento
del plazo para pagar (C.Co., art. 1066). De lo contrario, se estaría
sometiendo a la compañía aseguradora a un inequitativo esfuerzo por
continuar cumpliendo con lo debido y a una injustificada permanencia en la
situación contractual señalada, desconociendo así mismo la aplicación del
principio de la “Exceptio non adimpleti contractus”.

Cabe agregar, que armoniza también con este principio de la igualdad, el


señalamiento en el texto legal censurado, de un término cierto para la
terminación del contrato de seguro una vez se produzca la mora en el pago
de la prima, eliminándose así la posibilidad que existía en la norma anterior
para que a su arbitrio, el asegurador lo fijara al señalar la fecha del envío de
la comunicación, lo que se traduce en una garantía a la seguridad jurídica
del contrato repercutiendo en la efectiva ejecución de las obligaciones
recíprocas derivadas contrato de seguro.

En síntesis, la facultad de terminación automática del contrato de seguro


ante el incumplimiento por parte del tomador del pago de la prima, es tan
sólo la materialización de los principios antes expuestos, los cuales están
protegidos constitucionalmente y por tanto no vulnera los derechos ni
intereses patrimoniales del tomador, ni del beneficiario, ni del asegurado,
como ha pretendido argumentar la accionante.

7.2. Garantía del interés público de la actividad aseguradora con la


medida de terminación adoptada en el artículo demandado.

La Corte en la sentencia C-232 de 1.997 , destacó los presupuestos técnicos


22

del contrato de seguro y su condición de “contrato en masa”, en la forma en


que necesariamente in extenso, deben citarse a continuación :

“Dentro de los presupuestos técnicos del seguro, que son los llamados a
garantizar la estabilidad de la empresa aseguradora, figura la “ley de los
grandes números”, que enseña que “Mientras mayor sea el número de
exposiciones, más estrecha será la diferencia entre los resultados
efectivos y los esperados como probables con un número infinito de
exposiciones” (Launie J.J. Lee J. Finley y Baglini Norman A.,
Principles of Property and Liability Underwriting, Insurance Institute of
America, first edition, 1976, pág. 321, citados por J. Efrén Ossa G.,
Teoría General del Seguro - La Institución, Temis, Bogotá, 1988, pág.
36). Esto, para la gestión aseguradora, significa que mientras más
grande sea la cantidad de riesgos contractualmente asegurados en un
22 M.P., Dr. Jorge Arango Mejía.
ramo, más certeza tendrá el asegurador de que la siniestralidad se
acerque al nivel proyectado. Este principio básico, complementado con
el de la probabilidad estadística, explica por qué la empresa de seguros
se dedica a una operación razonablemente técnica y no a una serie
irresponsable de apuestas, sometidas al capricho del azar. Por esto se ha
dicho que “ (...) Del continuo registro que efectúa de determinados
hechos, la estadística deduce coeficientes tanto más exactos cuanto
mayor ha sido el número de las observaciones y más dilatado el
período de su examen. Con base en el pasado, la estadística puede
proyectar sus cálculos para el futuro. Y de ahí se desprende la
probabilidad estadística.” (J. Efrén Ossa G., ob. cit. Teoría General del
Seguro - La Institución, pág. 36).

En otras palabras, la empresa aseguradora, para no caer en un negocio


aleatorio absoluto, requiere de una producción masiva, la cual -fuera de
nutrir el capital con el que se pagarán los siniestros- posibilita el
funcionamiento del cálculo de probabilidades y de la ley de los grandes
números. Así, el asegurador desplazará el ámbito del azar de la
totalidad de un ramo determinado, a cada uno de los riesgos asumidos,
individualmente considerados. Como lo enseña el profesor Joaquín
Garrigues, el “(...) azar domina siempre toda operación de seguro
aisladamente considerada. Pero la explotación en masa, que
caracteriza la actividad de las empresas aseguradoras, permite un
cálculo preciso sobre la realización del riesgo y se funda en un doble
dato: primero, que los riesgos que amenazan la vida o el patrimonio no
afectan a todos, ni los afectan en la misma medida (...); segundo, que
los hechos fortuitos, cuando se observan en gran número, demuestran
una realización regular. Esta ley (llamada ley de los grandes números)
permite a las empresas aseguradoras determinar, con referencia a
cierto plazo de tiempo y a cierto objeto asegurado, la frecuencia con
que resulta afectado por un riesgo también determinado.” (Joaquín
Garrigues, Curso de Derecho Mercantil, sexta edición, Porrúa, México,
1981, pág. 248).(...)”.

De lo anterior se deduce, que la viabilidad técnica del contrato de seguro


está unida a la producción masiva del mismo, en cuanto permite generar
una estabilidad económica en las aseguradoras y de esta forma una garantía
respecto del pago de los siniestros que se presenten en el correspondiente
ramo. Entonces, si el pago de las primas adeudadas a las compañías de
seguros en virtud de las pólizas expedidas por los riesgos asumidos,
constituye la principal fuente de ingresos de esta actividad, cualquier
alteración en su recaudo modificaría el equilibrio que por aquel mismo se
obtiene de conformidad con las leyes estadísticas y cálculo de
probabilidades propios de esta industria.

Los argumentos que sirvieron de sustento tanto al gobierno nacional como


al legislador para expedir la preceptiva legal que se demanda, los cuales ya
fueron comentados, concuerdan y confirman la anterior aseveración.
Así pues, la finalidad de la reforma legal que hoy se acusa, con la sanción
implementada para el incumplimiento del tomador por el no pago de esa
prima, alivia en forma inmediata la carga del asegurador y lo libera de su
obligación de continuar asumiendo el riesgo asegurado y, en consecuencia,
si bien sanciona al tomador por la actuación despreocupada en el
cumplimiento de sus obligaciones frente al contrato y al asegurador, de la
misma manera impide que en mayor escala se genere un colapso en el
sector que atente gravemente contra su solvencia financiera y ponga en
peligro los derechos e intereses de todos los que participan en ella, en clara
protección de ese interés público que la misma encierra, lo que constituye
un desarrollo acorde con la Carta Política.

7.3. Presunta vulneración de los derechos al debido proceso y defensa


del tomador, asegurado o beneficiario, en la preceptiva legal que
se analiza.

Sentado como está que el legislador goza de la competencia para


determinar los efectos que ha de producir el incumplimiento de las partes
en lo referente a sus obligaciones dentro del contrato de seguros y que en el
caso del no pago de la prima, la terminación automática del contrato que se
estableció en la norma acusada no contradice el ordenamiento superior en
los aspectos analizados anteriormente, corresponde ahora examinar si como
lo afirma la demandante, esa disposición desconoce los derechos al debido
proceso y defensa del tomador, asegurado o beneficiario de un contrato de
seguro, por no haberse previsto un aviso anticipado a la terminación del
contrato de seguro por la causal enunciada.

No encuentra la Corte que tales derechos sean vulnerados por el artículo 82


de la Ley 45 de 1990, toda vez que las condiciones en que se debe ejecutar
el mismo, gozan de la publicidad necesaria para que todos los interesados
las conozcan y actúen en consecuencia.

En efecto, en el caso del tomador, éste es parte en el contrato y por ende,


conoce las condiciones del mismo, sabe que la prima o precio del seguro le
corresponde a él y que la mora en su pago producirá la terminación
automática del contrato, situación de la cual queda constancia en el texto de
la póliza de seguros, más exactamente en su carátula en caracteres
destacados como lo ordena la norma demandada, documento cuya entrega
en original a su favor es obligatoria y constituye un requisito formal del
contrato, en cabeza del asegurador (C.Co., arts., 1045, 1047-8, 1068 incs.
1o. y 2o., 1046 ). 23

De manera que, dichal causal de terminación automática del contrato de


seguro es exclusivamente imputable al tomador por provenir del ejercicio
de su autonomía en cuanto a la forma como atiende sus obligaciones
contractuales, máxime cuando la identidad del tomador, el asegurado y el
beneficiario se reúnen en una misma persona, en la contratación a nombre
23 Modificado por el artículo 3o. de la ley 389 de 1.997.
propio, y en el hecho mismo de que dicho plazo para pagar la prima puede
ser acordado de mutuo acuerdo en forma contractual (C.Co., art. 1066). Por
lo tanto, resulta improcedente alegar para su defensa, un desconocimiento
de los términos de cumplimiento de la obligación principal, con base en lo
antes indicado, como tampoco argumentar en su defensa la propia culpa
para eximirse de la responsabilidad que como deudor de esa obligación le
cabe (C.C., art. 1604).

Tampoco es viable colegir que, para el asegurado o beneficiario de un


contrato de seguro, la terminación automática del mismo configura una
forma de vulnerar sus derechos al debido proceso y defensa invocados por
la demandante, quien entiende esta argumentación como una limitante a
cualquier actuación dirigida a proteger el interés asegurable eventualmente
desprotegido con dicha terminación automática, sin el conocimiento
oportuno. Lo anterior, por cuanto como se puede observar en el contenido
de la disposición anterior del Código de Comercio que la accionante
pretende de manera inadecuada que la Corte reviva, sólo se aseguraba al
tomador en su calidad de parte contratante, una comunicación que le
anunciara la terminación del contrato a partir de la fecha del envío de la
misma, no así al asegurado o tomador en los contratos por cuenta de
tercero.

Adicionalmente debe anotarse que, mediante la reiteración de ese mismo


principio de publicidad con que cuentan las pólizas de seguro, las
condiciones del contrato pueden ser fácilmente conocidas por el asegurado
o el beneficiario, toda vez que el asegurador se encuentra “... también
obligado a librar a petición y a costa del tomador, del asegurado o del
beneficiario duplicados o copias de la póliza.” (C.Co., art. 1046,
parágrafo).

De esta forma, se les garantiza la posibilidad de actualizarse frente al


estado de ejecución del contrato de seguro en el cual participan y así
proteger sus intereses cuando no coinciden con la persona del tomador,
para lo cual el tercero (asegurado), puede tomar a su cargo el
cumplimiento de las obligaciones que la ley o el contrato imponen al
tomador en cuanto éste las rehuyere y sin perjuicio de las sanciones
correspondientes (C.Co., art. 1043) ; Igualmente, el beneficiario puede
pagar por el tomador-deudor aún sin su consentimiento o contra su
voluntad y a pesar del acreedor (C. C., art. 1630). Sin embargo, es obvio
que para ello es necesario, que los interesados desplieguen una actitud más
diligente de verificación, vigilancia y control del comportamiento
contractual del tomador, amparados y motivados en el beneficio que
esperan obtener de esa relación contractual.

Para finalizar, hay que observar, que no es pertinente el argumento


esgrimido por la actora en relación con el artículo 1071 del Código de
Comercio, por cuanto se trata de una situación diferente a la del
incumplimiento del contrato. En efecto, el deber que en esa norma se
establece para el asegurador de emitir una comunicación al asegurado, se
refiere es a la facultad que tienen los contratantes de revocar
unilateralmente el contrato de seguro, incluido el asegurado, mediante
aviso escrito, posibilidad que no se refiere a las causales de incumplimiento
de las obligaciones derivadas del negocio jurídico que tienen un
tratamiento distinto y en el evento regulado por el artículo 82 impugnado,
se refiere al caso específico de terminación automática del mismo por
mora en el pago de la prima por el tomador, por tanto difieren tanto por su
causa como por su finalidad. Dicha norma señala:

" El contrato de seguro podrá ser revocado unilateralmente por los


contratantes. Por el asegurador, mediante noticia escrita al asegurado,
enviada a su última dirección conocida, con no menos de diez días de
antelación, contados a partir de la fecha del envío; por el asegurado,
en cualquier momento, mediante aviso escrito al asegurador.(...)."
[negrilla fuera de texto]

Por todo lo expuesto, la Corte procederá a desechar los cargos de


inconstitucionalidad planteados por la actora, al encontrar que el artículo 82
de la Ley 49 de 1990, en cuanto se refiere al principio de igualdad y al
derecho al debido proceso, se ajusta a la Constitución Política. Por lo
anterior, se procederá a restringir la declaración de exequibilidad de esta
disposición, a los aspectos estudiados en esta sentencia.

VII. DECISION.

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional,


administrando justicia, en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,

R E S U E LV E :

Declarar EXEQUIBLE el artículo 82 de la Ley 45 de 1990, únicamente


en relación con los cargos de inconstitucionalidad formulados por la
demandante y examinados en esta sentencia.

Cópiese, comuníquese, notifíquese, insértese en la Gaceta de la Corte


Constitucional y archívese el expediente.

EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ


Presidente

ANTONIO BARRERA CARBONELL ALFREDO BELTRAN SIERRA


Magistrado Magistrado
CARLOS GAVIRIA DIAZ JOSE GREGORIO HERNANDEZ
Magistrado GALINDO
Magistrado

ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ


Magistrado Magistrado

VLADIMIRO NARANJO MESA MARTHA VICTORIA SACHICA


Magistrado MENDEZ
Magistrada (e)

PABLO ENRIQUE LEAL RUIZ


Secretario General (e)
Aclaración de voto a la Sentencia C-269/99

Referencia: Expediente D-2183.

Demanda de inconstitucionalidad contra


el artículo 82 de la Ley 45 de 1990

Actora: Gilma Rocío Jara Calderón.

Magistrada Ponente (E):


Dra. MARTHA VICTORIA SÁCHICA
DE MONCALEANO

Con todo respeto, me permito dejar la siguiente aclaración. Si se examina


la Constitución Política, no es difícil concluir que el tema puntual relativo a
las consecuencias de la mora en el pago de la prima del contrato de seguro,
corresponde al Legislador y está deferido a su libre configuración
normativa. Dentro del marco de la Constitución, puede el Legislador
ensayar distintos y hasta opuestos modelos de regulación, sin que ninguno
de los cuales pueda pretender expresar el trasunto de imperativos emanados
de aquélla. En realidad, la Constitución carece de postura sobre esta
importante materia. La Corte, a mi juicio, ha debido limitarse a precisar si
el sistema adoptado por la Ley, excedía o no el marco constitucional. Sin
embargo, parece que para la Corte no solamente el Legislador no excedió la
esfera de su competencia, sino que su obra, por sus perfiles propios, se
remite a la Carta y resulta exigida por ella en los términos estipulados. Por
lo demás, temerosa la Corte de que en la cantera de la Constitución pudiere
encontrarse otro material jurídico para confrontar la disposición examinada,
restringió la exequibilidad a los cargos formulados, cuando ha debido optar
por la declaración de constitucionalidad pura y simple. En fin, para esto
último, dado que la comparación se lleva a cabo con la Constitución y se
resuelve mediante este cotejo, no era tampoco necesario adelantar el
estudio legal del contrato.

Fecha ut supra,

EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ


Magistrado

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