Las Moradas

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 9

LAS MORADAS :: Una invitación a viajar al centro de ti mismo

(Conferencia presentada en el Convento de San Joaquín el 13 de octubre de 2012)

Claudia Morales Cueto

El libro de las Moradas es la obra de la madurez literaria y espiritual de santa Teresa de Jesús. Lo
escribe a los 62 años, en 1577, por obediencia al Padre Gracián, quien era el visitador de los
descalzos y calzados de Castilla y Andalucía por mandato del nuncio Ormaneto. El Padre Gracián
le pide que deje a sus hijos e hijas un libro con las enseñanzas de la oración, pues el libro de la Vida
se encuentra "prisionero" de la Inquisición y no saben si podrán recuperarlo. El libro de Las
Moradas del Castillo Interior presenta un itinerario, un viaje, no hacia afuera, sino hacia el centro
mismo de la persona, que la llevará a ser en plenitud. Hace dos días, en Teotihuacán, veía que las
culturas mesoamericanas tenían cinco puntos cardinales: norte, sur, este, oeste y el centro. Así
también Teresa nos señala el centro como una dirección hacia la que debemos dirigir nuestra
atención todos los días.

Santa Teresa escribe este libro en seis meses. Lo inicia en Toledo, en donde se encuentra recluida
a manera de cárcel por haber fundado en Andalucía sin permiso del P. General Rubeo y a los
conflictos que han surgido con los carmelitas calzados, quienes en ese momento se sienten
amenazados por el florecimiento de los descalzos. Nada de eso se trasluce en el libro, los
conflictos quedan al margen de la comunicación de su experiencia espiritual. Finaliza el libro en
Ávila, ha donde ha viajado para solucionar algunos problemas específicos de ese monasterio.
Tiene 62 años, su salud es frágil, le duele la cabeza, mantiene la cohesión y unidad de los
monasterios descalzos por medio de cartas. Es decir, roba el tiempo a su salud y ocupaciones para
escribir este libro. Lo regala a sus hermanas e hijas -y a nosotros, sus hijos e hijas cinco siglos
después- para que puedan pasearse en su interior, libremente, con el fin de crecer en el trato de
oración amistad con Dios.

Es un itinerario, un viaje, al que todos estamos invitados. No hay que vestirse de etiqueta,
pertenecer a un grupo selecto ni hacer méritos, pues es un camino para pecadores que desean
conocer a Dios, por eso estoy aquí hoy. Al desearlo, disponerse y determinarse, las tres D
teresianas, el hombre o mujer orante podrá entrar.

Esta pequeña charla no abarcará toda la grandeza del libro de las Moradas, pues eso es imposible
en una hora. Pero seré como un guía de turistas, te presentaré un destino: el centro de ti mismo,
donde Dios te habita. Te invitaré a hacer un viaje personal, que como dice el carmelita de la
antigua observancia, John Welch, es el viaje del proceso de individuación, el camino de los
peregrinos espirituales al que todos y todas estamos invitados. Individuación no quiere decir
individualista, sino el proceso de crecer como persona en plenitud. Porque es un camino personal,
que poco a poco, en el trato de amistad con Dios nos llevará a salir de nuestro egoísmo para
convertirnos al amor.
Les explicaré brevemente cada una de las moradas, así como hacen quienes presentan tours o
viajes. Este al que les invito no dura 4 días y 3 noches, sino toda la vida. Así como nadie puede
venir a México y dejar de conocer el centro histórico, o a París y no ver la torre Eiffel, yo les
señalaré lo que hay que ver en cada morada. Pero en ustedes queda la decisión de viajar, de dejar
de lado todo lo que les impide entrar en su interior. Para cada morada destacaré una actitud
básica, con el fin de que puedan recordarlo con más facilidad.

Santa Teresa dedica el 41% de la obra a las 6as moradas, donde Dios enseña a amar al orante,
amándolo, es decir, con la pedagogía del amor. No dedica mucho espacio a los principios, que ya
ha tratado con detalle sobre todo en el Camino de Perfección.

1a morada: ENTRAR

Santa Teresa no es teóloga, pero nos hablará con la autoridad que le da su experiencia en la vida
espiritual. Debido a que el misterio de Dios es mucho más grande que nuestras palabras, ella
construye un universo simbólico que le permita darse a entender.

■El castillo es la persona completa. El cerco, barda o muralla es el cuerpo. Adentro hay muchas
habitaciones, sólo en la primera morada dice Teresa que "hay más de un millón".

■Este castillo tiene habitantes: Dios y la persona. Da tareas específicas como "habitantes" a los
sentidos interiores y exteriores y las potencias del alma: memoria, voluntad y entendimiento.

■Es un castillo de diamante o muy claro cristal. En el centro del castillo, en el salón del trono, está
el Rey, Dios nuestro Señor. De ahí sale una luz radiante y cálida que ilumina el castillo.

■No es un pasillo o una escalera, sino un castillo, un universo completo. No hay escalafones o
grados. Hay habitaciones que quedan más cerca de la muralla y otras en el mismo centro del
castillo, pero todas conectan con el centro, como una alcachofa o una mandala. No es un camino
lineal, pues Dios irá a llevando a la persona por donde ella pueda avanzar mejor.

■Castilla, donde Teresa vivió, era tierra de castillos. La misma ciudad de Ávila es un castillo,
rodeada de una hermosa muralla y con muchas casas y habitantes dentro. Por la noche, se puede
distinguir en el centro de la ciudad la luz de la torre de la catedral.

■Imagina por un momento tu castillo: ¿Está en el bosque o en un acantilado junto al mar? ¿En la
selva o en un valle? Es tu castillo y tienes la libertad de crearlo, imaginarlo, gozarlo...

■La puerta para entrar al castillo es la oración, que es el trato de amistad con Dios.

La actitud básica de la primera morada es ENTRAR, recogerse dentro. Debemos dejar de ser como
quienes sólo se preocupan de la fachada, como hace muchos años, que tuve la oportunidad de
viajar a Bulgaria y en la avenida que llevaba del aeropuerto al centro de la ciudad todos los
edificios se veían muy pintaditos al pasar en el coche, pero al mirar con más atención, se podía ver
que para ahorrar sólo pintaban el frente del edificio, no los lados ni la parte de atrás. O como una
canción asturiana que me cantaba mi mamá, que dice: "Las muchachas de mi pueblo, son como el
aro del queso, limpiecitas de la cara y chorreadas del pescuezo"... Debemos ir más allá de la cerca,
abrir la puerta de la oración y entrar... Dice santa Teresa que cuando la persona entra, al abrir la
puerta entran con ella toda clase de bichos y sabandijas, que son las cosas mundanas que nos
ocupan la mayor parte del tiempo: el trabajo, las preocupaciones económicas, la importancia por
la imagen, si dicen o no dicen de mí... nos distraen y estamos tan ocupados en que no nos piquen
o muerdan esas sabandijas que se nos olvida mirar al centro, donde está el Rey.

Teresa pone los cimientos del castillo o itinerario espiritual en esta morada. Una de las enseñanzas
fundamentales de la primera morada es que es posible que unos gusanos, es decir, una criatura
insignificante como yo, una más de los más de seis mil millones de personas que vivimos en el
mundo, puede comunicarse con tan gran Rey. No tengo que hacer antesala, mandar un oficio o
pedir audiencia, puedo entrar cada vez que quiera y hablar con Él, pues he sido criado a su imagen
y semejanza. Porque Él me creó a su imagen y porque me dispongo a parecerme cada vez más a Él,
puedo hablarle y comunicarme con Él. ¡Qué gran regalo! Pero no sólo me ha creado a mí a su
imagen y semejanza, sino a todos y cada uno de los seres humanos, así que todos tenemos
dignidad divina: no hay nadie que sea más que yo, pero tampoco nadie que sea menos que yo. Es
una lección radical, que cambia la manera de relacionarnos y de vivir que se propone en este
mundo hedonista, competitivo y hambriento de poder. Todos somos hijos de Dios.

En la primera morada también aprendemos que Dios nos ama con misericordia y sin medida, por
eso desea que entremos, que veamos hacia el centro, que seamos sus amigos. En este itinerario
para pecadores, no busca Dios que entremos para echarnos en cara cómo nos hemos portado,
sino para educarnos en el amor incondicional y sin medida.

Teresa también señala que la persona está siempre habitada por Dios, Él no deja su castillo, pero
cuando estamos en pecado mortal es como si se tapara la luz que emana del centro con un paño
oscuro o con alquitrán: aunque la luz sigue brillando, sus rayos no iluminan y la persona no puede
obrar bien.

Toda la primera morada tiene reminiscencias del Génesis, de la belleza y hermosura de la creación
y lo pestilente y desagradable que es el pecado.

Para entrar, ayuda mucho la oración vocal, es decir los rezos que conocemos, como el
Padrenuestro, el avemaría, el credo... Una ayuda importante en la oración es dejar de ver a las
sabandijas y fijar la mirada en el centro, donde está Dios.

2a morada: PERSEVERAR

La persona que ha entrado en la primera morada puede avanzar si se dispone a seguir a Cristo y a
combatir todos los impedimentos que se le presentarán. Para ello es muy importante la virtud de
la perseverancia. Seguramente muchos de aquí hemos hecho el propósito de hacer ejercicio y
cumplirlo con entusiasmo dos días y al tercero preferir abrazar la almohada. Así es también en el
camino espiritual. En las segundas moradas se batalla mucho, la persona tiene que crecer en
perseverancia, porque en lugar de entrar anda por casas ajenas, es decir en la exterioridad. No
está fuerte para dejar las ocasiones de distracción o de pecado, aunque tiene deseos buenos y por
eso deja un rato de enredarse con las sabandijas y culebras y busca a Dios. Hay una lucha de
contrarios.

Dios - interioridad vs Mundo - exterioridad

Invita a entrar a su casa, tan llena de bienes vs Anda por casas ajenas

Lo invita a cultivar lo trascendente, lo eterno vs El mundo lo seduce con sus contentos pasajeros

La fe le enseña qué le conviene vs Le importa mucho el qué dirán.

La memoria le representa en que "todo se pasa", la voluntad se inclina a amar a quien le ha dado
innumerables muestras de amor, l a razón le da a entender que no puede tener mejor amigo vs
Todo es impedimento para orar: el trabajo, la salud, los amigos y parientes...

Dios es muy buen vecino y llama reiteradamente.: "Sabe aguardar muchos días y años, en especial
cuando ve perseverancia" 2M3.

En esta morada Teresa nos da la mejor ayuda, que es ponernos a Jesucristo como modelo a seguir.
Es nuestro guía, maestro y amigo. En este momento perseverar en la oración es duro y difícil, por
ello es participar de la cruz del amigo, seguir a Cristo crucificado. La oración será mirándole,
aprendiendo de su manera de vivir, de relacionarse, de amar. Cristo es el camino. Con Él
aprenderemos a no andar por casas ajenas, comiendo manjar de puercos, como el hijo pródigo (Lc
15, 11-32), sino volver a nuestra propia casa y abrazarnos al Padre, quien hará una gran fiesta
para recibirnos.

La oración de esta morada es la meditación con el evangelio. Será una forma de oración que nos
acompañará a lo largo del castillo, del itinerario, porque iremos siempre de la mano de Jesús.

La gracia o don de la 2a morada es descubrir que Dios nos llama insistentemente, por medio de
lecturas, personas, experiencias y nos exigirirá una lucha sostenida y persistente para ir más
dentro.
3a morada: HUMILDEAR

En el camino espiritual que plantea santa Teresa es muy importante el conocimiento propio, tanto
que dice que es el pan con el que todos los manjares se han de comer y no puede abandonarse,
por muy encumbrada que esté la oración. Esto se manifiesta de manera especial en la 3a morada,
en la que Dios nos regalará la oportunidad de practicar la humildad, es decir, de contemplar con
verdad nuestra grandeza y nuestra miseria. Dios no nos humilla, que es el único verbo que
reconoce la Real Academia derivado del sustantivo humildad. Por eso hay que inventar uno; la
filósofa catalana Natalia Plà sugiere humildear. Hay que quitarnos la máscara y aceptar que no
somos perfectos, que no somos mejores que otros. Teresa dice: "Pasad adelante de vuestras
obrillas", es decir, aprenderemos que si algo bueno tenemos, viene de Dios, no es nuestro mérito.
Pero tampoco somos peores que otros. Sólo somos personas en proceso de crecimiento.

Las personas de estas moradas son "almas concertadas", es decir, han puesto su vida en orden.
Esto las lleva a veces a una situación de rigidez o comodidad.

Positivo

Muy deseosos de no ofender a su Majestad, por ninguna cosa harían un pecado.

Almas concertadas

Amigos de hacer gran penitencia

Hacen obras de caridad

Gastan bien su tiempo, su vida y su dinero

Linda disposición para llegar a las 7M

Negativo

Piensan que no necesitan consejos (soberbios, ya lo saben todo)

Les parece que pueden enseñar a otros

Penitencias concertadas

Querrían que todos estuvieran ordenados como ellos. Poca empatía

Quiere que todos vayan por su camino

La razón está muy en sí. Obran con tanto seso y gran discreción. No tienen la locura del amor.
Dios responde a los esfuerzos ascéticos, pero no como la persona quiere. Ésta piensa que merece
un premio y Dios le regala una prueba, para que se conozca mejor y se ejercite y confirme la
humildad. Así revela al orante su verdad moral íntima, que lo lleva a aprender a ir por la vida sin
máscaras, y a reconocer que no puede nada sin Él.

En estas moradas Jesucristo es el hermano mayor, el modelo y maestro. Nos pide que lo dejemos
todo por Él, como al joven rico (Mt 19, 16-22). En nosotros está seguirlo o apegarnos a nuestras
cositas.

La oración de la 3a M es la oración de recogimiento, que explica santa Teresa en CP 28,7. El P Mas


la define así: "En cualquier momento del día y en cualquier lugar podemos hacer una indicación a
las potencias del alma para que se recojan. Sin que nadie lo adviertam, ordenamos a la memoria,
el entendimiento y la voluntad que se introduzcan en el castillo habitado y entren en comunión de
amor con el Dios que los habita. Al comienzo puede ser cuestión de segundos... con el tiempo
podremos permanecer más tiempo recogidos".

El don o gracia de la 3a M es la humildad, el ungüento para nuestras heridas. Hay que pasar
adelante de nuestras obrillas y programaciones espirituales y reconocer que en esta historia el
protagonista es Dios. La prueba es la oportunidad de conocerme mejor.

4as Moradas: ENSANCHAR EL CORAZÓN

El orante ha batallado mucho. Ahora Dios lo invita a recogerse en la intimidad de la fiesta de Dios
en la tierra. Como pastor, lo llama con silbidos suaves desde el centro del castillo. El sonido es
suave, pero es potente, hace que la persona deje lo exterior y se adentre en el castillo. Es una
experiencia como el Monte Tabor, donde Jesús se muestra transfigurado y regala paz y contento a
sus discípulos. La subida ha sido pesada, pero ahora pueden descansar.

La persona se ha dispuesto a dejar que sea Dios quien ordene en su vida, ha superado el deseo de
controlarlo todo. Se deja guiar, se deja amar. Como ha aprendido que Dios es generoso en el amor
y no da por méritos personales, descubre que Dios está deseoso de regalarle y él sólo debe
disponerse a recibir y a amarlo. Cuando hay disposición y humildad, Dios se deja sentir. La
totalidad de la persona entra en relación con Dios.

El orante aprende que el criterio más importante en este camino de relación con Dios y con el
prójimo es el amor:

"Para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en
pensar mucho, sino en amar mucho y así, lo que más os despertare a amar, eso haced... porque no
está en el mayor gusto sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios y
procurar no le ofender" 4M1,4.
Dos peligros: ponerse en ocasiones de ofender a Dios, porque el alma es apenas como un niño que
comienza a mamar, está tierno, y si se aparta de los pechos de su madre, se muere de hambre. El
segundo peligro es tener extremos de penitencia y oración, porque la debilidad del cuerpo puede
hacer engañosa la experiencia de Dios.

La relación con Jesucristo, el buen Pastor, se intensifica. Quiere nuestro bien y nos llama
suavemente. Crece la intimidad y la amistad.

La oración entra en el terreno de la mística y santa Teresa explicará la oración de recogimiento


infuso, la oración de quietud y el sueño de potencias.

La gracia o don de la 4a Morada es el ensanchamiento o dilatamiento del corazón, para que esté
libre para el servicio de Dios. Queda con una gran voluntad de servirlo, de hacer algo por Dios.
Como ha probado los gustos de Dios, los gustos del mundo no son nada. Dios sana de todos los
miedos porque crece la confianza.

5a Morada: RENUNCIAR

Para explicar la quinta morada, Teresa, quien recientemente ha conocido el proceso de la


fabricación de la seda en Sevilla, nos pone la comparación de la metamorfosis: la transformación
asombrosa de un gusano feo y gordo que se arrastra, en una ligera y bella mariposa que vuela. El
gusano tiene que morir a sí mismo para sufrir esta transformación radical y así el orante. El gusano
debe tejer su capullo y encerrarse en él, sin saber cómo ni cuándo saldrá para volar. El orante debe
tejer su capullo de oración y encerrarse, con la confianza en Dios, quien un día le permitirá volar
hacia Él como una bella mariposa.

Este proceso de muerte implica renunciar al ego, al viejo yo, al egoísmo. Es disponerse para ser
crucificado con Cristo, entregarle la voluntad, rendirse al mandamiento del amor. Aquí el orante
aprende cuál es la voluntad de Dios en su vida, es decir, aprende a ser cauce de amor para todos
los que le rodean, habiendo experimentado que la fuente del Amor pleno es Dios. Nos dice santa
Teresa que Dios sólo quiere dos cosas: amor de su Majestad y del prójimo. El orante debe
renunciar a todo lo que no sea el amor, suena bonito, pero tendrá por ello que morir a muchas
cosas, renunciar a salirse con la suya, al individualismo, a todo lo que rompe la vida en familia y en
comunidad. Nadie puede cumplir la voluntad de Dios en mi vida, sólo puedo cumplirla yo, es decir,
nadie puede poner amor en donde me toca ponerlo a mí, con mis virtudes y defectos, con todo lo
que soy.
Jesús se nos presenta como modelo para esta morada en los relatos de la Pasión, muy
especialmente en el huerto de Getsemaní, donde renuncia por amor a nosotros a hacer su
voluntad y la entrega al Padre. Como Jesús, sus seguidores serán muchas veces crucificados por
amar a los más débiles, a los más necesitados... pero después de la crucifixión viene la muerte y la
resurrección.

La eucaristía, donde Jesús se ofrece a sí mismo, es donde podemos vivir las 5aM.

Aquí comienza la oración de unión. No es regalada cuando yo renuncio absolutamente a mi


voluntad y se la entrego a Dios para amar como él. Es regalada cuando Dios me da un momento de
unión íntima con Él, un momento de amor, en el que todas las potencias quedan absortas en Él.

En la comparación del matrimonio espiritual esta morada equivale a las vistas, es decir, cuando las
personas se ven, se conocen y se gustan.

La gracia o don de la 5a Morada es renacer para volar hacia Él.

6a Moradas: AMAR Y DEJARSE AMAR

El orante ha renacido para Dios. Pero aún no está listo para unirse completamente a Él. Por eso en
esta morada Dios se dedicará a perfeccionar el amor, amándolo con intensidad. No le enseñará
con libros, no hay recetas. Lo importante de esta morada es dejarse amar... a veces la experiencia
será tan fuerte, que la persona sentirá que sale de sí, que es lo que significa éxtasis. Otras estará
absorto, tirando la baba por su enamorado, con la cabeza sólo en Él, es decir arrobado. Santa
Teresa dedica la mayor parte del libro a estas moradas, para ayudar a sus hijas y hermanas, y a
nosotros, a entender y disponernos para todo lo que Dios nos quiere regalar. En cada uno de los
11 capítulos explica diferentes maneras de amor. Dios, completamente enamorado de la persona,
le llenará de regalos y muestras de cariño, de amor apasionado. Cristo se mostrará por medio de
presencias cada vez más patentes, de hablas, de visiones, algunas sencillas y otras grandiosas.
Pero recordemos que quien recibe estas muestras de amor no ha hecho nada para merecerlas, no
debe engreírse, pues Dios lo ha puesto aquí para que aprenda amar por medio de la experiencia
de ser amado totalmente.

Con tanto amor, el orante sentirá una borrachez que lo llevará a anunciar a Dios sin importarle
nada más, como la Samaritana o la Magdalena.

La última habitación de la que habla santa Teresa en las 6aM habla de la ausencia de Dios, es una
gracia difícil de entender, pues consiste en que Dios lleva al orante a ver todo el sufrimiento y el
dolor del mundo, una visión del infierno. Es la noche oscura y el dolor de que Jesús esté ausente.
En esta habitación el orante aprenderá a tener compasión por todos los que sufren y así estará
preparado para unirse totalmente a Jesús, el Salvador del mundo.

Aquí el alma se desposa con Cristo, es decir, se hacen una promesa mutua de matrimonio.
7as Moradas: OBRAR

Son las moradas del matrimonio espiritual: "yo en ti y tu en mí";"Tus intereses, tus cosas son los
míos y los míos son tuyos"; "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí". Este matrimonio espiritual
sirve para que nazcan "obras, obras".

Quien vive en las 7aM, vive en presencia de la Trinidad y especialmente del Resucitado. Es una
eterna Pascua, como con los discípulos, a quienes se les aparece dentro del cenáculo estando las
puertas cerradas, aquí entra en el interior de la persona y le deja una grandísima paz. La persona
se dona totalmente a Cristo, se vuelve esclavo de quien la compró con sus sangre, para salvar a la
Humanidad. La persona vive ahora en el centro del Castillo, en la luminosa y cálida presencia de
Dios.

También podría gustarte