Llorca, Bernardino - Historia de La Iglesia Catà Lica II - Edad Media - Parte 1

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B LLORCA S. I. - R. GARCÍA VILLOSLADA S. I.

BIBLIOTECA F. J. MONTALBAN S. I.

AUTORES CRISTIANOS HISTORIA


Decía rada de interés nacional DE LA

ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS


AUSPICIOS Y ALTA DIRECCIÓN DE LA
IGLESIA CATÓLICA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA En sus c u a t r o graneles edades:
LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFI- Antigua, Media, Nueva, Moderna
CIA UNIVERSIDAD ENCARGADA DE
/ LA INMEDIATA RELACIÓN CON LA II
B. A. C , ESTÁ INTEGRADA EN EL
AÑO 1958 POR LOS SEÑORES SI- EDAD MEDIA (800-1303)
GUIENTES:
La cristiandad en el mundo europeo y feudal
PRESIDENTE :
SEGUNDA EDICIÓN, CORREGIDA Y AUMENTADA, POR EL PADRE
Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Fr. FRANCISCO BARBADO VIEJO, O. P.,
Obispo de Salamanca y Gran Canciller de la Pontificia Uni- RICARDO GARCÍA VILLOSLADA, S. I.
versidad.
PROFESOR DE HISTORIA ECLESIÁSTICA ÉN LA PONTIFICIA
UNIVERSIDAD GREGORIANA DE ROMA
VICEPRESIDENTE limo. Sr. Dr. LORENZO TURRADO, Rector Magnífico.

VOCALES : R p D n Fr. AGAPITO SOBRADILLO, O. F. M. C, Decano


de la Facultad de Teología; M. I. Sr. Dr. TOMÁS GARCÍA BARBE-
RENA, Decano de la Facultad de Derecho; M. I. Sr. Dr. BER-
NARDO RINCÓN, Decano de la Facultad de Filosofía; R. P; Dr. José
JIMÉNEZ, C. M. F., Decano de la Facultad de Humanidades
Clásicas; R. P . Dr. Fr. MAXIMILIANO GARCÍA CORDERO, O. P., Ca-
tedrático de Sagrada Escritura; R. P . Dr. BERNARDINO L,LOR-
GA, S. I., Catedrático de Historia Eclesiástica.

SECRETARIO: M. I. Sr, Dr. Luís SALA BALUST, Profesor.

LA EDITORIAL CATÓLICA, S. A. AP. 466 BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS


MADRID • MCMLVIII MADRID • MCMLVIII
t
Nihil obstat: Dr. José Luis Lazcano, Censor.
Í N D I C E G E N E R A L
Imprimí polest: P . Cándido Mazón, S. L, Prep- de la
Prov. Cast. Occid.

Imprimaton j J°*é María, Ob. aux. y Vic. gral.

Madrid; 21 de agosto de 1958.

Págs.

PRELIMINARES ix

Introducción bibliográfica general 3


I. Repertorios bibliográficos 3
II. F u e n t e s de la Historia eclesiástica medieval 4
III. Ciencias auxiliares de la Historia 10
IV. Enciclopedias • y revistas históricas 16
V. Historias generales 19
Introducción historiológica 21
I. N o m b r e y valoración de la E d a d Media 21
II. Límites de la E d a d Media 27
III. Caracteres y división de la E d a d Media 32

P A R T E I.—De Carlomagno a Gregorio V I I (800-1073) 36


CAPiTxrLO I.—Propagación del cristianismo durante todo el
Medievo .• 37
I. Evangelización de los pueblos germánicos 37
II. S a n Bonifacio, apóstol de Alemania 44
III. Conversión de los sajones y otros pueblos del norte. 51
IV. Evangelización del Oriente de E u r o p a : 56
CAPÍTULO II.—Origen de los Estados pontificios 67
I. E l P a t r i m o n i o de S a n P e d r o 67
II. Independencia del R o m a n o Pontífice 75
CAPÍTULO III.—Carlomagno, emperador de Occidente 85
I. L a personalidad de Carlomagno 86
II. Origen y c a r á c t e r del nuevo Imperio 94
III. L a obra de Carlomagno 104
CAPÍTULO IV.—Los papas del siglo IX y los monarcas caro-
lingios 110
I. P r i m e r a s luchas del Pontificado 110
II. Reinado de Nicolás I 119
III. Ultimo tercio del siglo i x 124
CAPÍTULO V.—"Saeculum ferreum obscurum". Los palpas y
los emperadores sajones : 131
I. Desprestigio de la Sede r o m a n a 132
Depósito legal: M, 8748-1958.
II. R e s t a u r a c i ó n otoniana 143
III. Otón I I y Otón i n . Luces y sombras 153
ÍNDICE GENERAL _._ ÍNDICE GENERAL VII

Págs. Págs.

CAPÍTULO VI.—Bajo la dinastía Sálica o de Franconia. Re- CAPÍTULO III.—Las primeras Cruzadas • 425
forma pregregoriana 164 I. Génesis de las Cruzadas 428
I. Principios de renovación. León I X 164 II. P r i m e r a C r u z a d a 437
II. P r e p a r a c i ó n de la R e f o r m a gregoriana. Nicolás II. • 171 ITT. Segunda Cruzada 456.
IV. T e r c e r a Cruzada 462
CAPÍTULO VII.—El feudalismo y la Iglesia 176 V. R e s u l t a d o g e n e r a l . y frutos de las Cruzadas 470
I. Nociones fundamentales 176
CAPÍTULO IV.—La Reconquista española de los siglos XII
H . Instituciones feudales eclesiásticas. Iglesia propia. 184
y XIII í 472
CAPÍTULO VIII.—Islam y cristiandad 193 I. Grandes conquistas cristianas 473
I. Conquistas del Islam. Califato de Córdoba 194 JJ. La E s p a ñ a del siglo x r n .... 481
II. E n la E s p a ñ a liberada 203
CAPÍTULO V.—El Pontificado hasta Inocencio III 505
CAPÍTULO IX.—La herejía y el cisma 210
I. El cisma de 1130 506
I. Contra el culto de los iconos en Oriente 210 II. Revolución r o m a n a . Eugenio I I I 514
II. E l error adopcionista 224 . I U . Federico B a r b a r r o j a y Adriano IV 523
III. Gotescalco y las controversias de la predestinación 229 IV. Federico I y Alejandro I I I 531
IV. L a s controversias eucarísticas del siglo i x al x i ... 238 V. Cinco pontificados efímeros 542
V. E l cisma de Oriente 244
CAPÍTULO VI.—Inocencio III, el Augusto del Pontificado ... 544
CAPÍTULO X.—Gobierno y disciplina de la Iglesia. Flores de
santidad 261 I. Inocencio I I I y los diversos E s t a d o s cristianos ... 546
II. La c u a r t a Cruzada. Constantinopla 559
I. Disciplina eclesiástica 261 III. La Cruzada c o n t r a los albigenses 571
II. Vida cristiana. Liturgia y santidad de la Iglesia ... 267 IV. E l concilio I V de L e t r á n 578
CAPÍTULO XI.—La vida monástica 276 V. Concepción eclesiástica y político-religiosa de I n o -
cencio I I I 588
I. P r i m e r o s conatos de r e f o r m a 276
II. . R e f o r m a cluniacense 283 .CAPÍTULO VII.—Los sucesores de Inocencio III en lucha con
III. Vida monástica en Italia 289 Federico II 591
IV. E l m o n a c a t o español , 296
I. Honorio I U y Gregorio I X 592
CAPÍTULO XH.—La Iglesia, educadora de Europa 299 II. El p a p a Inocencio I V 604
I. Escuelas monacales y episcopales 299 III. San Luis de F r a n c i a y la Cruzada de E g i p t o ...... 614
IV. Los p a p a s y el I m p e r i o 618
II. L a cultura intelectual de I r l a n d a y de I n g l a t e r r a 308
I H . E l Renacimiento carolingio 310 ' CAPÍTULO VIJJ.—El Pontificado bajo el signo de Francia ... 620
r v . L a c u l t u r a europea en los siglos x y x i 319
V. Actividad literaria de los bizantinos 332 I. Urbano IV y Clemente I V 621
II. La séptima C r u z a d a 626
CAPÍTULO XIII.—Arte románico 335 III. Gregorio X y el concilio TI de Lyón 630
IV. De Inocencio V a Nicolás I V 640
P A R T E II.—De Gregorio IVII a Bonifacio V I I I (1073-1303) ... 348 V. E m b a j a d a s y misiones a los t á r t a r o s y mogoles ... 652
VI. Celestino V. Efervescencia religiosa 658
Mirada panorámica 348
CAPÍTULO TX.—Bonifacio VIII 670
CAPÍTULO I.—La reforma gregoriana 350 I. P r i m e r a s actuaciones 672
I. L a s causas del m a l 350 II. Felipe el H e r m o s o frente a Bonifacio 679
II. E l hombre providencial 356 m . Los Colonna y los Espirituales 691
III. Gregorio V I I frente a E n r i q u e TV 366 IV. Obras de paz 702
IV. "Dictatus p a p a e " 376 V. Nuevos conflictos. B u l a " U n a m s a n c t a m " 715
• V. Gregorio V I I en sus relaciones con otros reyes cris- VI. La catástrofe 736
tianos 387
CAPÍTULO X.—La Jerarquía eclesiástica 746
CAPÍTULO II.—Los papas gregorianos 399
CAPÍTULO XI.—-Monaquismo benedictino. Cistercienses. Ca-
I. E l cluniacense Urbano I I 401 nónigos regulares •de San Agustín 763
II. L a lucha de las investiduras bajo P a s c u a l I I 411
III. Calixto H y el concordato de W o r m s 420 L P r i m e r o s conatos de reforma. Los cistercienses ... 764
v n I " ÍNDICE GENERAL

Págs.
P R E L I M I N A R E S
II. L a Orden de los Cartujos 782
III. Los Canónigos regulares 785
CAPÍTULO XII.—Las cuatro grandes Ordenes mendicantes 794
I. Orden de-los P a d r e s Predicadores 797
II. Orden de los F r a i l e s Menores o F r a n c i s c a n o s 806
III. Los Carmelitas y Agustinos 827
CAPÍTULO XIII.—La& Ordenes militares 837
I. Ordenes militares palestinenses 839
II. Ordenes militares españolas y portuguesas 844
III. Ideal de la Caballería
CAPÍTULO XIV.—La lucha de la Iglesia contra el error y la
herejia '.
851

856
D AMOS, por fin, al público este segando volumen de la
Historia de la Iglesia Católica, que abarca la "Edad
Media".
Por más que nos hayamos afanado en estudiar seriamen-
I. Herejías occidentales 856
II. L a herejía en Occidente 859 te, según la medida de nuestras fuerzas, los múltiplas pro-
III. Herejía de los c a t a r o s o albigenses 869" blemas de aquella época:, no podemos decir que estemos sa-
IV. Otros herejes 880 tisfechos del resultado. Hay todavía mucho que repensar so-
V. Loa judíos en la E d a d Media 884
VI. La Inquisición medieval 889 bre el hombre medieval, sus circunstancias históricas, su ac-
VII. Los procedimientos inquisitoriales 904 titud ante la vida temporal y eterna. Quedan muchas inte-
rrogaciones en pie y machos puntos que aclarar, precisar e
CAPÍTULO XV.—La ciencia cristiana 911 interpretar.
I. Las escuelas del siglo x n 911 La historia de la Iglesia medieval no es en España su-
I I . , L a enseñanza universitaria 918
I H . L a escolástica :..'. 935 ficientemente conocida. Tenemos eximios medievalistas, que
TV. L a teología mística 961 se han especializado en otros problemas, jurídicos, políticos
V. E l Derecho canónico 985 y culturales, tangenteando apenas los propiamente religiosos y
CAPÍTULO XVI.—Liturgia y vida cristiana 998
eclesiásticas, sobre todo en su aspecto más universal y ca-
tólico. Por no haber tenido en cuenta los datos y enseñanzas
I. Desarrollo d e la liturgia .' 998 de la historia de la Iglesia, algunos de nuestros más originales
II. Devociones populares 1006
ID!. L a vida cristiana ...' • 1015 ensayistas torcieron o desenfocaron la visión de no pocos pro-
blema^ históricos. La faceta puramente eclesiástica suelen igno-
CAPÍTULO XVII.—Literatura y arte 1031 rarla en nuestra Patria aun los que mejor conocen la historia
I. L a poesía 1032 general del Medioevo, salvo un puñado de especialistas, a
II. E l gótico 1034 cuya labor metódica, concienzuda y ésperanzadora nos com-
índice alfabético de m a t e r i a s , personas y lugares • 1051 placemos en rendir un tributo de admiración y aplauso.
Juzgamos, pues, hacer obra útil difundiendo el conocimiento
de la historia de la Iglesia católica en esa época tan idealizada
por unos como calumniada por otros. Lo que importa es co-
nocerla tal como fué, más que en los episodios anecdóticos,
en los rasgos esenciales.
Es evidente que dentro de la universalidad de aquella
Respublica chrlstiana se desarrollan fuertes particularismos
nacionales y regionales con sus problemas propios y privati-
vos; y no hay duda que la misma culture medieval, con ser
tan unitaria, se puede fraccionar indefinidamente bajo el pris-
mático del investigador; pero preguntamos: ¿existe acaso, para
fe visión comprensiva de los siglos medios, un ángulo visual
más ancho y dilatado que el eclesiástico?
x PRELIMINARES^ ^ PRELIMINARES XI

Juzgamos que el estudio perfecto de aquella edad no pue- o madre de la burguesía; gobernada por monarcas tan antité-
de hacerse sino a la luz del Cristianismo, ya que la Iglefsia fué ticos como Luis IX el Santo y Federico II, el irreconciliable
la educadora de aquellos pueblos, la plasmadora de su mente enemigo de la Santa Sede, y por pontífices tan opuestos como
y de su espíritu, la que por medio de los pontífices y de los Juan XII el licencioso y Gregorio VII el reformador, Inocen-
doctores, de los monasterios de San Benito y de las Ordenes cio III, el arbitro de los reyes, y Celestino V el anacoreta.
mendicantes, de los concilios y de la liturgia, hizo posible la Es preciso que nos demos cuenta de semejantes antago-
floración de una hermandad de pueblos, cuya civilización fué nismos viscerales, si deseamos comprender la evolución de
marcando sus hitos señeros en el humanismo de Juan de Salis- los tiempos. El Renacimiento y el Humanismo, por ejemplo,
bury, en el misticismo de San Bernardo y ¿de los Victorinos y son dos hermanos • mellizos y discordes como Esaú y Jacob
de San Buenaventura, en la lógica de Pedro Hispano, en la -^•tal es al menos nuestro concepto—, que nacen de las en-
dialéctica de Abelardo, en la Suma teológica de Santo Tomás trañas mismas de la Edad Media, por más que ellos, descono-
de Aquino, en él Corpus Iuris • Canonáci, en Zas Siete Parti- cedores de sus verdaderos padres, se inventen remotas ge-
das de Alfonso el Sabio, en las universidades y en los gremios nealogías.
de artesanos, en la piedra espiritualizada de las catedrales ro- Renacimiento y Humanismo no pueden entenderse en su
mánicas y góticas, en el Cantar del mío Cid, en el Parzival verdadero sentido, sin conocer antes hondamente, el Medioevo;
y en la Divina Comedia. y este mismo conocimiento ayudará a saber interpretar el signo
Actuaban, es cierto, contemporáneamente otras fuerzas inicial del Protestantismo, la esencia de la llamada Contra-
disgregadoraá, críticas y aun disolventes—audacias heréticas, rreforma, el carácter de la Ilustración, los sueños del Roman-
contagios averroísticos, movimientos paupertsticos o espiritua- ticismo. Ni siquiera el filósofo o profeta de la historia que
listas—; y eso explica la fermentación ideológica y social de pretenda adivinar las próximas singladuras de ese roto navio
aquella nebulosa histórica, que a ratos parecía serenarse y que aún llamamos Europa, tendrá probabilidad de acierto si no
aclararse. ha calado bastante en la historia de la Edad Media, que—a
Loable es el trabajo de estudiar las influencias islámicas nuestro parecer—no es otra cosa que la historia de Europa
en los días en que ésta se forjaba unitariamente.
o judaicas, la aportación germánica, o céltica, o eslava; la
pervivencia dé las primitivas razas en el juego histórico de la Bajo el aspecto religioso se ha pintado alguna vez aque-
Europa cristiana; pero no se olvide que el principio vital de lla Edad como la realización del ideal católico. Lejos de nos-
aquella cultura, el supremo elemento seleccionador, asimilador otros tan limitada concepción del Catolicismo y tan poca fe
y unificador fué el Cristianismo, que tantas cosas adaptó, en sus destinos históricos. Reconozcamos que muchas cosas
del Medioevo han muerto para siempre; otras perduran en
transformó y . elevó, repudiando otras muchas y dejándolas
incesante renovación vital. Tan insensato y pueril nos pa-
hundirse en la subhistória. rece él apedrear las ruinas ilustres, que decía el poeta, como
Al • trazar el cuadro de la Iglesia y de la Cristiandad en construir alegremente sobre ellas, ignorando su primitivo di-
esos siglos, no soslayaremos deliberadamente ni sus luces ni seño.
sus sombras. Tanto las unas como las otras\ nos saltarán a los
Ojalá sirvan estas páginas para despertar en los aficiona-
ojos y procuraremos observarlas con objetividad. Todas son
dos a la historia el deseo de estudiar los problemas eclesiás-
instructivas ' y aun. "edificantes", contempladas con criterio ticos y culturales de la Edad Media no en manuales como éste
providencialista. ni en ensayos más o menos sugestivos, sino en sus propias
. Por otra parte, es natural que .en la historia de la Iglesia fuentes. No nos dolería mucho la acusación de que la biblio-
se reflejen los altibajos y las desigualdades chocantes de grafía que aducimos en cada capítulo fuese incompleta; sería-
aquella edad histórica de Europa, llena de contrastes, como nos, en cambio, muy sensible el reproche de que hubiésemos
que llevaba en su seno dos mundos espirituales antagónicos. olvidado fuentes de primaria importancia.
"Enorme y delicada", la intuyó Ver/ame en un conocido so-
neto. Y juntando nuevos epítetos contrapuestos, podríamos
RICARDO G. VILLOSLADA, S. I.
llamarla bárbara y brutal o bien espiritualista y soñadora;
tumultuosa o jerárquica; pacífica o guerrera; peregrinante o O fia-Salamanca-Roma, 30 de junio de 1953.
reclusat platónico-agüstiniana o aristotélico-tomista; latina o
romance o germánica; romana o parisiense; con solera huma-
nística, pero también con una peligrosa destilación de alquimia
arábigo-toledana inquisitorial b herética; hija del feudalismo
XII ' PRELIMINARES

VOLUMEN SEGUNDO
N O T A A LA SEGUNDA EDICIÓN.

Agotada la primera edición de este libro más pronto de lo


que se pensaba, he preparado rápidamente la segunda, tenien~
do en cuenta las observaciones que críticos benévolos me hicie-
EDAD MEDIA
ron. Muchos son los cambios leves, principalmente en las notas (800-1303)
y bibliografía; de cierta cuantía, las modificaciones introduci-
das en la parte II, capítulos 4 y 13, sobres los orígenss de San- La cristiandad en el mundo europeo y feudal
tiago y de las Ordenes militares. La novedad mayor está en
haber añadido el largo capítulo 9 sobre Bonifacio VIII, que
en la primera edición se omitió, contra mi voluntad, por razo-
nes particulares que hoy no existen.
R. G. V .
Roma, 1 de marzo de 1958.
INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA
GENERAL

Creemos de suma utilidad fel orientar al aprendiz de historia


medieval en la gran selva de la bibliografía, señalándole en esta
introducción las fuentes capitales, las colecciones más impor-
tantes, las obras más fundamentales e imprescindibles, las revis-
tas, diccionarios y otros subsidios bibliográficos que le facili-
tarán el estudio de la historia eclesiástica de esa edad, o por
lo menos le ayudarán a dar con los libros necesarios para ello,
pues enciferra mucha verdad aquel dicho: Qai scit ubi sii scien-
tía, habenti est próximas.

I. REPERTORIOS BIBLIOGRÁFICOS
U. CHEVALIER, Répertoire des sources historiques du moyen-áge:
Z Bio-Bibliographie (2 vols., París 1905-1907); n . Topo-Biblio-
graphie (2 vote., Montbéliard 1894-1903). Aunque su bibliogra-
fía está ya anticuada, encierra muchos datos útiles sobre perso-
nas y lugares.
A. POTTHASTJ Bibliotheca histórica medü aeví (2 vols., Berlín 1896).
El mejor repertorio de fuentes narrativas, con indicación de
manuscritos, ediciones y trabajos críticos; útilísimo para encon-
trar en seguida el autor buscado en cualquiera de las grandes
colecciones. ,
U. BALZANI, Le cronacJie italiane nel medio evo descritte (Mi-
lán 1900).
C. CIPOLLA, Publicazioni sulla storia medioevale italiana (Vene-
cia 1914).
C. GROSS, The sources and literature of English history to about
ISJtS (Londres, Nueva York 1915).
DAHLMANN-WAITZ, Quellenkunde der deutschen Geschichte (2 vols.,
Leipzig 1931-32).
H. PIRENNEJ Bibliographie de l'histoire de Belgique (Bruselas 1931).
H. BARTH, Bibliographie der¡ Schweieer-Geschichte (3, vols., Basi-
lea 1914-15).
B. SÁNCHEZ ALONSO, Fuentes de la historia española e hispano-
americana (Madrid 1927). Poco útil para la Historia eclesiástica,
Por limitarse a lo político.
«- BALLESTEA, Bibliografía do U Historia de España (Barcelo-
M" 1 9 2 1 ) - D e masiado elemental.
A MolJ
' 'NiKitJ Les sources de l'histoire de Franco des origines aux
guerrea] d'Italie (6 vols., París 1901-1906).
PUENTES DE LA HISTORIA ECLESIÁSTICA MEDIEVAL 5.
\ INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL

B. ARANHA, Bibliographie des ouvrages portugais pour servit á E. ERDMANN, Papsturkunden in Portugal (Berlín 1927).
Vhistoire des villes (Lisboa 1900). J. RAMACKERS, Papsturkunden in den Niederlanden (Berlín 1933).
' W. WATTENBACHJ Deutschlands Geschichtsquellen im Mittelalter bis , El Registrum Epistolarum de Gregorio V I I y de otros p a p a s ,
sur Mitte des XHIten Jahrhunderts (2 vols., Berlín 1893-94). en MGH, Epist.
O. LORENZ, Deutschlands Guschichtsquellen im Mittelalter seit der D. MANSILLAJ La documentación pontificia hasta Inocencio III,
Mitte des XlIIten Jahrhunderts (2 vols., Berlín 1886-97). 965-1216 (Roma 1953) vol. 1 de " M o n u m e n t a H i s p a n i a e Vati-
LBOLANDISTAS], Bibliotheca hagiographica latina antiquae et me- cana". Sección Registros.
te aetatis (2 vols. y 1 de Suplem., Bruselas 1898-1911). D a j , p . PITRA, Analecta novissima. üpicilegii Solesmensis altera con-
alfabéticamente los nombres de los santos, señalando las fuen- tinuatio: I. De epistolis et registris Rom. Pont. (Túsculo 1885).
tes o vidas a n t i g u a s ; Bibliotheca hagiographica graeca (Bruse- Trae 61 c a r t a s , a n t e s desconocidas, de Inocencio I I I y o t r a s dé
las 1909); Bibliotheca hagiographica orientalis (Bruselas 1910). . otros.
DOM COTTINEAU, Répertoire topo-bibliographique des abbayes et P. PRESSUTTI, Regesta Honorii papae III (Roma 1888-1895).
prieurés (2 vols., Macón 1935-1939). Lista de todos los monaste- Los Registres de los d e m á s p a p a s del siglo x i n (menos el de Ino-
rios, con a b u n d a n t e bibliografía. • cencio I I I , que e s t á en ML 214-217) los v a publicando la "Bi-
Son m u y recomendables p a r a u n a iniciación g e n e r a l : L. J. PAB- bliothéque des Écoles frangaises d'Athénes et de R o m e " (Pa-
TOW, A Gaide to the Study of medieval history (Londres 1931); rís lS84ss>).
L. HALPHEN, Initiation aux études d'Histoire du moyen-dge
(París 1946); C. V. LANGLOIS, Manuel de bibliographie historique
(París 1901-4), a d e m á s de las r e v i s t a s y diccionarios que luego 2. Concilios y legislación canónica.—La colección d e con-
enumeraremos. cilios hecha p o r los P P . F . Labbte y G . C o s s a r t en 17 v o l s . (Pa-
rís 1671-72) fué r e e d i t a d a y c o m p l e t a d a p o r J. D . M A N S I , S a -
ctorum Conciliorum nova et ampUssima coUectio ( F l o r e n c i a y
II. FUENTES DE LA HISTORIA ECCLESIASTICA V e n e c i a 1759-1798), en 31 vols., q u e llegan h a s t a 1439; la cual,
MEDIEVAL a "su vez, h a s i d o c o n t i n u a d a p o r J. B . M a r t í n y L. P e t i t h a s t a
el t o m o 5 3 ( P a r í s - 1 9 0 2 - 1 9 2 7 ) . P a r a los concilios m e d i e v a l e s es
1. D o c u m e n t o s pontificios.—De las colecciones siguientes, más sfeguro el t e x t o d e :
algunas p u b l i c a n los d o c u m e n t o s e n su integridad, o t r a s tan
sólo en regesta, p e r o i n d i c a n d o d ó n d e s e p u e d e hallar el t e x t o J. HARDOUIN, Gonciliorum coUectio regia máxima, seu Acta concir
íntegro. Uorum ct epistolae decretales... ad a. ttllt (11 vols., P a r í s 1715).
J. SAENZ DE AGUIRRE, CoUectio máxima conciliorum Hispaniae et-
Büllarium Romanum, ed. Cocquelines ( R o m a 1739-1756), continua- novi orbis (7 vols., R o m a 1753).
do por Barberi-Spezia-Segreti ( R o m a 1835); mejor, a u n q u e to- J. TEJADA Y RAMIRO, Colección de cánones y de todos los concilios
davía m u y incompleta, es la edición de T u r í n 1857-1872 p o r de la Iglesia de España y América (7 vols., Madrid 1859). E n
A. Thomassetti, en 24 volúmenes, c o n t i n u a d a en Ñapóles 1867- latín y castellano.
1885). — Los Concilios Carolingios, en MGH, Leges.
P H . JAFFÉ, Regesta Pontificum Romanorum ab condita Ecclesia A. MERCATI, Raccolta di • Concordan in materle ecclesiastiche tra
ad annum post Christum natum MCXOVIII 2.» ed. curav. la Santa Sede e le autoritá civili 1080-1914 ( R o m a 1954).
S. Loewenfeld, F . K a l t e n b r u n n e r , P . E w a l d (Leipzig 1885-1888). E . FRIEDBERG, Corpus Iuris Canonici (2 vols., Leipzig 1879-1881).
Imprescindible, como la siguiente, p a r a todo investigador. CAUD. GASPAR Rij Codicis Iuris Canonici fontes (7 vols., R o m a 1923-
A. POTTHAST, Regesta Pontificium Romanorum inde ab anno post 1939).
Christum natum MCXCVIII ad annum MCCCIV (Berlín — Codeo; Iuris Canonici, Pii X iussu digestus, Benedicti X V aucto-
• 1874 : 75). rítate p r o m u l g a t u s ( R o m a 1917).
S. LOEWENFELD, Epistolae Romanorum Pontificium ineditae (Leip- • HOLSTENIUS, Codex regularum monasticarum. et canonícarum
zig 1885), Algunas c a r t a s inéditas de p a p a s desde Gelaslo I (Roma 1661); nueva edición a u m e n t a d a de M. Brockie (6 vols..
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gon (Berlín 1928). sorian Sacramentary (Londres 1915) t. 49 de la-'-'Henry B r a d s -
6 INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL FUENTES DE LA HISTORIA ECLESIÁSTICA MEDIEVAL 7

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del Vaticano 1938-41). 5, Escritores eclesiásticos, cronistas, etc.
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del Vaticano 1948-1950). j . P . MIGNE, Pa+rologiae cursus completus. Series l a t i n a (221 vols.,
G. DURANDUS, Rationale divinorum officiorum (Leyden 1605). P a r í s 1844-64) llega h a s t a Inocencio I I I . Series g r a e c a (161
J. B . ASSEMANI, Codex Uturgicus Ecclesiae universalis (12 vols., Ro- volúmenes m á s 2 de índices, P a r í s 1857-86) h a s t a el siglo x v .
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U. CHEVALIER, Bibttothéque liturgique (15 vols., P a r í s 1893-1907); F . DE LORENZANA, Collectio Sanctorum Patrum Ecclesiae Toletanae
Repertorium hymnologicum (6 vols., P a r í s 1890-92). (3 vols., Madrid 1772).
G. M. DREVES-C. BLUME, Analecta hymnica medii aevi (55 vols., L. D'ACHERY, Veterum aliqúot scriptorum... Spidlegium (3 vols.,
Leipzig 1886-1920). P a r í s 1723).
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F . E . WARRBN, The Liturgy and Ritual of the Celtic Church (Ox- F . LABBE, Nova Bibliotheca manuscriptorum librorum (2 vols., P a -
ford 1881). rís 1657).
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RBNZANA, Breviarium gothicum: M L 86. rís 1717); Veterum scriptorum et monumentorum Amplissir
G. MORIN, Liber Comicus sive Lectionarius Missae (Maredsous ma Collectio (9 vols., P a r í s 1724-33).
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M. FÉROTIN, Le Liber Ordinum en usage dans l'église wisigothi- Bonn 1828-1897).
que et mozárabe d'Espagne du cinquiéme au onziéme siécle L. A. MURATORI, Rerum italicarum scriptores (28 vols., Milán 1723-
(París 1904) publicado en " M o n u m e n t a Ecclesiae Litúrgica" de 51); n u e v a edición de solos cronistas (Cittá di Castello 1890ss,
Cabrol-Leclercq, t. 5, Le liber mosarabicus sacramentorum et Bolonia 1902ss).
les manuscrits mozárabes (París 1912). Fonti per la storia d'Italia ( R o m a 1887), pub. por el " I s t i t u t o
J. P . GILSON, The Mozarabic Psálter (Londres 1905) ¡ storico italiano", h a s t a a h o r a unos 90 vols.
[MONJES DB SILOS], Antiphonartium mozarabicum de la Catedral de Bistoriae patriae monumenta (22 vols., T u r í n 1836-98). Del n o r t e
León (León 1928). de Italia.
J. VIVES, Oracional visigótico (Madrid 1946). Monumenta Germdniae Histórica (más de 200 vols., H a n n o v e r ,
J. PÉREZ DE URBEL-A. GONZÁLEZ, Liber Comicus (Madrid 1950). Berlín 1826ss); es l a m á s i m p o r t a n t e colección de fuentes m e -
E. RENAI'DOT, Liturgiarum Orientalium collectio (2 vols., .París dievales, iniciada bajo la dirección de G. H . P e r t z ; se distin-
1716). guen e n ella c u a t r o s e r i e s : en folio, en 4. s , en 8. s m a y o r y
•en 8.° E n folio h a y t r e s secciones: Scriptores, Leges, Diplo-
4. Enquiridiones dogmáticos e históricos. mata. L a serie en 4." a b a r c a l a s cinco secciones siguientes:
I. Scriptores; I I . Leges (et Concilla); III. Diplomata; IV. Epi-
H. DENZINOER-RAHNER, Enchlridion symbolorum et definitionem stolae; V. Antiquitates (Poeta latini, Libri confraternitatum
(Barcelona 1952). Necrología Germaniae). L a serie en 8.° m a y o r h a publicado
F . CAVALLDRA, Thesaunis doctrinae oatholicae et documenta magis- Epistolae selectae. L a serie en 8.° m e n o r " i n ú s u m s c h o l a r u m "
terii eccleslavtici ordine methodico dispositus (París 1920). comprende Scriptores rerum germanlcarum y Fontes germa-
C. SILVA-TAROUCA, Fontes historias ecclesiasticae medii aevi (Ro- níci iuris antiqui. Últimos informes sobré esta colección v é a n s e
m a 1930). S. v-xi. siempre en "Neues A r c h i v für Geschichte des Mittelalters".
1 a
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J. B . Lo GRASBO, Ecclesia et Status. De mutuis officiis et iuribu.i t i n u a d a h a s t a el vol. 52 p o r Risco, Merino, L a Canal, Sainz
fontes selecti (Roma 1951). B a r a n d a , L a F u e n t e , A c a d e m i a de la Historia. E l í n d i c e (1918)
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PUENTES DE LA HISTORIA ECLESIÁSTICA MEDIEVAL ,9
8 ' INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL
S'ociété de Vhistoire de France (unos 350 vols., P a r í s 1835ss).
rúm omnium manuscriptorum, quos arabíce compositos biblig- Collection de textes pour servir á l'étude et á Venseignement de
theca coenobii e.tcurialensis complectitur recensio et explanatio Vhistoire (50 vols., P a r í s 1886-1925).
(2 vola., Madrid 1760-70).
T. MUÑOZ Y ROMERO, Colección de fueros municipales y cartas pue-
blas de los reinos de Castilla, León, corona de Aragón y Na- 6. Biografías de papas, cardenales, obispos y santos.
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Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla (54 vola., Ma- L. DUCRESNE, Líber Pontificalis (2 vols., P a r í s 1886-92). N u e v a
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Cortes de los antiguos reinos de Aragón y de Valencia y princi- J. M. WAT'Í'ERICH, Vitae Romanorum Pontificium ab exeunte saecu-
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P . DE BOFARULL, Colección de documentos inéditos del Archivo norum et 6. R. E. Cardinalium... ab A. Oldoino recognitae
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ca de don Sancho el Bravo, en "Mem. hist. esp.", t. 3 (1852). L. SURIUS, De probatis Sanctorum vitis (4 vols., Colonia 1567-85).
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terario a las iglesias de España (22 vols., Madrid y Valencia 69). H a de consultarse con s u m a cautela, pues a d m i t e sin crí-
tica todos los falsos cronicones.
1803-1852). H. ROSWEYDE-D. GEORGIUS, Martyrologium Adonis Archiepiscopi
L a Colección de documentos inéditos para la historia de, España Viemiensis (Roma 1745), reproducido en ML 123 con el Marty-
(112 vols., Madrid 1842-95), emprendida por M. F e r n á n d e z Na- .;,. rologiúm Usuardi.
v a r r e t e , contiene m u y poco relativo a la E d a d Media. j . B . SOLLERJ Martyrologium Usuardi (París Í866). Cf. H . QUENTIN,
L a Academia de las Ciencias de Lisboa emprendió la publicación '•••Les Martyrologes historiques du moyen-dge (París 1908).
de Portugalliae Monumenta histórica, a saeculo octavo posi
Christum usque ad quintum decimum (Lisboa 1856-1897).
M. LOPES FERREIRA, Colleotio chronicorum (6 vols., Lisboa 1726- ,,,'• '• 7» Cartularios.—Recogeremos a q u í a l g u n o s c a r t u l a r i o s , p r i n -
1729). cipalmente m o n á s t i c o s , d e a b s o l u t a n e c e s i d a d p a r a el e s t u d i o d e
Monumento medii aevi históricas res gestas Poloniae illustrantla las O r d e n e s religiosas y d e o t r a s instituciones.
(20 vols., Cracovia 1872-1907).
Monumenta spectantia historiam Slavorum meridionalium (11 -vo- , .A. BBRNARD-BRUEL, Recudí deschartes de l'abbaye de Cluny (6
lúmenes, A g r a m 1868-93). ¡ _ volúmenes, P a r í s 1876-1904).
•O. A. PRÉVOST, Recueil des cJw-rtes et bulles de Clairvaux (Ligugé
T. RYME'I, Foedera, conventiones, litterae et cuiuscumque generis
1929).
acta publica inter reges Anglíae et alios quosvis (17 vola., Lon- J. GUIRAUDJ Cartulaire de N.-D. de Prouille (Paría 1907).
dres 1704-1717; 7 vols., Londres 1816-1869). '?•' GUÉRAILD, Cartulaire de Saint-Victor de Marseille ( P a r í s 1857).
Rerum Britannicarum medii aevi Scriptoris or Chronicles and • E . VAN DRIVAL, Cartulaire de l'abbaye de Saint-Vaast d'Arras
memorials of Great B r i t a i n a n d I r e l a n d (251 vola., Londres •'_ (Arria 1875).
1858-1896), importante colección, l l a m a d a "Rolla Series" porque L. DB GRA.VDMATSON, Cartulaire de l'Archevéché de Tours (2 vola.,
está publicada bajo la dirección del "Master of t h e rolla". Toura 1892).
M. BOUQUET, Rerum gallicarum et franciscarum scriptores (24 vo- ! SA
' *|. V I N I , II cartulario della Chiesa Teramana ( R o m a 1910).
lúmenes, P a r i a 1738-1904); nueva edición por L. DELISLE, Recueil .• CIPOLLA-BUZZIJ Códice diplomático del monestero di S. Colomba-
des historiens des Oaules et de la Franco (23 vols., P a r í s M '-c? di Boooio fino al anno ¿208 (Roma 1918).
1869-1894).
Collection de documents inédits relatifs á Vhistoire de Franoe .••"*• FÉROTIN, Recueil des chartes de l'abbaye de Silos ( P a r í s 1897).
(más d e . 300 vols., P a r í s 1835as).
10 INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL _ ^ CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA 11

V. VIGNATJ, índice de los documentos del monasterio de Sahagún t¡. TRAUBB, Elnleítung In dle lateinische Palüographie des Mittelal-
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L. SERRANO, Fuentes para la historia de Castilla (4 vols.,- Madrid XV. WATTENBACH, Das Schrlftwesen Im Mittelalter (Leipzig 1871).
1906-1924) Son cartularios de diversos monasterios castellanos, p. STEFFENy, Paléographie latine; 125 fac-slmilés en phototypie.
a los cuales añadió después los siguientes: Cartulario del mo- Ed. frangaise par R. Coullon (Tréverls y París 1918).
nasterio de Vega (Madrid 1927); Cartulario de San Vicente de M PROU-BOÜABD, Manuel de paléographie latine et frangaise (Pa-
Oviedo: 781-1200 (Madrid 1929); Cartulario de San Millán de ' rís 1924).
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Mf MAGALLÓN. Colección diplomática de San Juan de la Peña (Ma- (manuscrita latlns, frangals et provengqux), accompagnés de
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1284 (2 vols., Madrid 1950). E. THOMPSON, Hand-book of greek and latín paleaeography (Lon-
Otros cartularios en el "Bol. Acad. de la Historia" (1886- 1891, dres 1904).
1905, etc.). Se planea una colección sistemática de todos los . B. MONTFAUCON, Palaeographia graeca (París 1703).
cartularios medievales de España, pero todavía no tenemos un G. BATTELLI, Lezioni di Paleografía (Citta del Vaticano 1949).
inventario como el de H. STEIN, Bibliographie genérale des
cartulaires franeáis ou relatifs á la France (París 1907), que 2. Diplomática,'—Sirve para conocer la autenticidad y el
registra 4.522 números. valor histórico de los docurntentos.
H. DENIFLE-CHATELAIN, Clw/rtularium Unlversltatis Parislensis (4
volúmenes, París 1889-1897), seguido de un Auctarium Char- A. GIRY, Manuel de diplomatlque (París 1925).
tularil (2 vols., 1894-97). A. DE BOÜAKD, Manuel de diplomatlque frangaise et pontificóle
L. NADI-E. ORIOLI, Ghartularium Studii Bononiensis I-VIII (Imo- (París 1929).
la 1907-1927). J. MABILLON, De re diplomática librl VI (París 1681).
A. GERMAIN, Cartulaire de VUnlversité de Montpellier (2 vols., [DOM TOURTAIN-TASSIN], Nouveav, traite de diplomatlque (París
Montpellier 1890-1912). 1750-1765).
J. FICKER, Beltr&ge sur Vrhundenlehre (2 vols., Innsbruck 1877-78).
H. BRESLAU, Handbuch dar Vrhundenlehre fttr Deutschland und
III. CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA Itallen (2 vols., Leipzig y Berlín 1915:1931).
J. MUÑOZ Y RIVERO, Nociones de diplomática española (Madrid
Conocidas las fuentes, así manuscritas como estampadas, de 1881); Firmas de los revés de Hispana desde el siglo IX hasta
la historia de la Iglesia ten la Edad Media, deberá el historia- nuestros dios (Madrid 1887).
dor interpretarlas críticamente y en su justo sentido. A resolver L. BARRATJ-DIHIGO, Étude sur les Actes des rois asturlens (718-910),
en "Revue Hispanique", t. 46 (1919) 1-191.
los diversos problemas que se le plantearán en la lectura de los A. MILLARES CARLO, Documentos pontificios en papiro de archivos
textos y documentos le ayudarán las obras que a continuación catalanes. Estudio paleográfico y diplomático (Madrid 1918).
enumeramos. G. BATTELLI, Exempla scripturarum (Romae, apud Bibl. Vatica-
1« Paleografía.-—El estudio de la paleografía enseña a co- nam 1929).
nocer el desarrollo de la escritura, a descifrar y leer correcta- 3. Cronología»—Uno de los más frecuentes problemas que
mente los manuscritos y a determinar el tiempo y lugar de sti ocurren en el estudio de los documentos medievales es el cómpu-
composición. to de las fechas, porque eran muy diversos los sistemas crono-
lógicos entoneles usados. La era cristiana, que comienza con el
Z. GARCÍA VILLADA, Paleografía española: I, Texto. II, Álbum (Ma- nacimiento de Nuestro Señor, fué introducida por Dionisio el
drid 1923). exiguo (•(• ca. 540), quien, errando en sus cálculos, la puso en
A. MILLARES CARLO, Paleografía española (2 vols., Barcelona 1930). ~ año 754 ab urbe condita, siendo así que el nacimiento de
A. C. FLORIANO CUMBREÑO, Curso general de paleografía y Paleo~ f j t o . ^ e ^ i ó de tener lugar algo antes, hacia el 747-749 de la
grafía y diplomática españolas (Oviedo 1946). undación de Roma. El uso de la era cristiana se fué imponien-
A. CAPPELLIJ Dizionarlo di abbreviature latine ed ítaliane (Milán ° poco a poco, pero hay que tener en cuenta que no en todas
1929). Partes comenzaba el año en la misma ftecha. Había el estilo mo-
C. PAOLI, Programma scolastlco di paleografía latina e diplomá- • r n o ° de la Circuncisión (1 de enero); estilo de la Natividad
tica (3 vols., Florencia 1888-1900).
' 12 INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA 13

. (25 d e diciembre, siete días a n t e s ) ; estilo veneciano (1 d e m a r - A. ENGEL-B GERRURE, Traite de numismatique du Moyen Age (Pa-
rís 1905).
zo, d o s meses d e r e t r a s o ) ; estilo d e l a Encarnación (25 d e m a r -
zo, q u e p o d í a ser el m a r z o p r e c e d e n t e , y s e decía estilo pisano, A. JJLANCHET-DTEITDONNÉ, Manuel de numismatique francaise (4 vo-
lúmenes, P a r í s 1912-1938).
o el m a r z o siguiente, y s e d e c í a estilo florentino); finalmente,
F. CODERA, Tratado de numismática arábigo-española (Madrid
el estilo francés o de la Pascua (usado en F r a n c i a , y a v e c e s fen 1879).
N a v a r r a y en la M a r c a H i s p á n i c a ) , q u e c o m e n z a b a el d í a v a - A. VIVES ESCUDERO, Monedas de las dinastías arábigo-españolas
riable d e la P a s c u a d e R e s u r r e c c i ó n . E n l a Italia meridional se (Madrid 1893).
• empteó el estilo bizantino, q u e c o n t a b a los a ñ o s a partir d e l 1 d e A. HETSS, Descripción general de las monedas Uispano-cristianas
septiembre, 'anterior al a ñ o c o m ú n ; y t é n g a s e en c u e n t a q u e la desde la invasión de los árabes (3 vols. de texto y otros 3 de
e r a bizantina (a creatione mundi) llevaba y a 5508 a ñ o s cumpli- láminas, Madrid 1865-69).
d o s el p r i m e r a ñ o d e la e r a cristiana. E n la península Ibérica A. C. TEIXEIRA DE ARAGAO, Descripgao Geral e Histórica das moe-
rigió la e r a hispánica, qufe empieza el 1 d e - e n e r o del 38 a n t e s das cunhadas em nome dos Reís, Regentes e Governadores
de Portugal (Lisboa 1874).
d e C r i s t o . E s frecuente en l a E d a d M e d i a c o n t a r p o r indiccio- E. MARTINORI, La moneta. Vocabulario • genérale ( R o m a 1915).
nes, o ciclos d e quince a ñ o s , d e t e r m i n a n d o t a n sólo el a ñ o c o - T. ILGBN, Sphragistilc (Leipzig 1910).
r r i e n t e d e n t r o d e la indicción; y l o s días del m e s , según el m é - A. EITEL, Vcber Blei und Goldbullen im Mittelalter (Friburgo de
t o d o r o m a n o d e las calendas, idus y nonas. Br. 1912).
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1841), obra y a a n t i c u a d a y sólo útil p a r a la cronología de cier-
t a s casas feudales. 5. Heráldica y genealogía.—Ciencia m u y c u l t i v a d a en t o d a s
, L. DE MAS-LATRIB, Trésor de chronologie (París 1889), m á s breve las n a c i o n e s p o r l a s familias nobles, p e r o q u e s e p r e s t ó en la
que la anterior y no t a n a n t i c u a d a , con numerosas listas cro- E s p a ñ a d e l siglo XVII a infinitas s u p e r c h e r í a s y falsificaciones.
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Sólo se publicó el t. 1, ilustrado con 14.000 escudos de a r m a s .
al estudio d e las medallas y m o n e d a s y al d e los sellos c o n que S. MANUCOI, Nobiliario e blasona/rio del regno d'Italia (Roma
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14 INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL
CIENCIAS AUXILIARU DE LA HISTORIA 15

t a n c i a al factor geográfico, t a n t o en s u a s p e c t o físico y feconó-


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m i c o c o m o e n su a s p e c t o h u m a n o . P e r o n o es la geografía en cido al francés IIntroduction a l'étude du latin medieval) p o r
ese s e n t i d o lo q u e a h o r a n o s interesa, sino l a geografía práctica, P . Van de Woestyne (Gante 1933, P a r í s 1946).
q u e n o s i n s t r u y e s o b r e las ciudadfes, diócesis, monasterios, t e - V. GAYJ G-lossaire archéologique du moyen age et de la Renaissayr-
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Ifc provincias y regiones españolas que cuentan con su particular
IV. ENCICLOPEDIAS Y REVISTAS HISTÓRICAS biblioteca de escritores; sólo que en fellas la parte medieval suele
{con sus siglas) estar escasamente representada.
D e todas las revistas referentes a Historia de la Iglesia, la
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(París 1909ss). E n curso de publicación, iniciado bajo la más universal y completa en la parte bibliográfica es la de
dirección de Mgr. Baudrillart. Lovaina, "Rev. d'Hist. Eoclés.", que además publica excelentes
LTK Lexikon für Theologie und Kirche (10 vols., 1929-1938), boletines históricos de las diversas naciones. Aquí citaremos
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gouroux, a u m e n t a d o con u n Supplement por P i r o t (Pa- AHDE.. Anuario de Historia del Derecho español (Madrid
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DS Dictionnaíre de spiritualité, ascétique et mystique (Pa- AHDL.. Archives d'Histoire doctrínale et littéraire du moyen dge
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E n curso. ASR Archivio della Societá romana di storia patria (Roma
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18 INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL

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el I I I dedicados a la E d a d Media.
H. OSBORN TAYLOR, The mediaeval Mind (2 vols., Londres 1930). I. N O M B R E Y VALORACIÓN D E LA E D A D M E D I A
Quaestioni di Storia medievale a c u r a di E t t o r e R o t a (Como-
Milán 1946) en colaboración con otros 20 autores. E n el p ó r t i c o m i s m o d e este libro n o s sale al e n c u e n t r o la
— TJie Cambridge Medieval Bisiory (8- vols., Londres y N u e v a siguiente i n t e r r o g a c i ó n : ¿qué e n t e n d e m o s p o r E d a d M e d i a ?
Y o r k 1911-1936). C r e e m o s q u e al explicarlo se a c l a r a r á t a m b i é n a l g o d e la edad
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sidad d e é p o c a s y p e r í o d o s en la H i s t o r i a con c a r a c t e r e s p e c u -
liares y distintivos, a p e s a r d e la compleja y v a r i a ' c o n t i n u i d a d ,
n u n c a i n t e r r u m p i d a , d e l fluir histórico.
L a sociedad y el h o m b r e n o tienen, p o r e j e m p l o , e n el si-
glo xili el mismo estilo, l a m i s m a m a n e r a d e ser, q u e en el
siglo xvili. E s t o es e v i d e n t e . L a dificultad festá e n d e t e r m i n a r
c u á n d o h a e m p e z a d o u n a e d a d n u e v a o se h a p r o d u c i d o u n c a m -
bio decisivo d e r u m b o . ¿Se p u e d e a c a s o s e ñ a l a r el m o m e n t o fen

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LER, Di Poriodisierung der Kirchengeschichte und die epochale
Stellung des Mittelalter zwischen dem christlichen Altertum und
der Neuzeit. R e k t o r a t s r e d e (Freiburg i. B r . 1919); K. HEUSSI, Al-
tertum, Mittelalter und Nenseit in der Kirchengeschichte (Tubin-
•ga 1921). D e la periodización histórica en general t r a t a W. BAUER,
Introducción al estudio de la Historia. T r a d . de L. G. de Valde-
avellano (Barcelona 1944) p . 144-56; y el libro de J . H . VAN DER
P O T , De periodisering der Geschiedenis. Een eversicht der theu-
jHSn (T> s'Gravenhage 1951), que e x a m i n a t o d a s las teorías.
GEORQIO FALCO, La polémica sul Medio evo (Turín 1933); N. B E R -
DIAEFF, Una nueva Edad Media (trad. esp. Barcelona 1934); M. GON-
CALVES CEHEJEIRA, A idade media (Coimbra 1936); W. N E U S S , D a s
Problera des Mittelalters (Colmar s. a . ) ; W . N E U S S , Die Kirche
«es Mittfilalters (2.a ed. B o n n 1950); F . UDINA MARTORELL, Consi-
deraciones acerca de los inicios del medioevo hispánico y la
alta Reconquista, en " H i s p a n i a " 11 (1951) 211-234.
22 INTRODUCCIÓN HIÉTORIOLÓ6ICA NOMBRE ¥ VALORACIÓN DÉ LA EDAD MEDIA 23

que un joven pasa de la adolescencia a la madurez o de ésta Santo) que soñaron algunos visionarios de la E d a d Media,
a la ancianidad? Y, sin embargo, nadie negará que se dan di- como Joaquín de Fiore y sus secuaces; los TYes ciclos (teocrá-
versas edades en el hombre. tico, heroico, humano), que retornan sin cesar, pero en "espiral
La periodización histórica se impone como una ley forzosa ascendente, según imaginó Juan Bautista Vico; las Tres épocas
al historiador d e altura que aspire a la síntesis científica. H a y eclesiásticas (Petrina o católica, Paulina o protestante, Juanista
ciertos grupos o series de años, de idénticos o parecidos carac- o unionista), de otros fantaseadores modernos orientales; la Ley
teres, aunque de límites imprecisos,-y el historiador, que siempre de la tríada, de Hegel (tesis, antítesis, síntesis), aplicada al
tiene algo de filósofo, tiende, naturalmente, a descubrir y fijar curso de la Historia; los Tres estados (teológico, metafísica y
la diferenciación de las époCas o períodos, lo cual, indudable- científico-positivo) excogitados por Augusto Comte, y otras
mente, ayuda a la sistematización científica y a la concepción divisiones semejantes 2 , n o han sido tenidas en cuenta por los
filosófica de la Historia. historiadores, y con razón, porque o son concepciones apriorís-
Pero, nótese bien, cuando decimos que una fecha, v. gr., el ticas d e filósofos, o son sueños que en nada se ajustan a la
año 313, el 476, el 800, el 1073, el 1303, el 1517, el 1648 o cual- Historia, o, por demasiado vagasi, sirven poco para la justa di-
quier otro, es .una piedra miliaria, un punto cardinal, divisorio ferenciación y caracterización d e las edades.
de épocas en la Historia de la Iglesia, no queremos decir que E n cambio, halló favorable acogida la división que hicieron
en aquel momento preciso la cristiandad entera giró sobre sus los humanistas y filólogos del, siglo xv, según la mayor o menor
goznes y emprendió rumbos u orientaciones distintas, sino que pureza del habla latina. Llamaron Edad Antigua a la edad del
a lo largo de esas secciones históricas se advierten notas carac- puro y noble lenguaje clásico (hasta el fin del Imperio romano
terísticas, maneras de ser, tendencias, ideas, instituciones y esti- de Occidente, 476); Edad Nueva o Moderna a la en que ellos
los que no aparecen tan claramente en otras secciones. vivían, edad de restauración del clasicismo latino, ouyos inicios
Ciego tiene que ser, o de una sensibilidad cultural comple- pusieron en 1453, año de la caída d e Constantinopla, y el lapso
tamente embotada, quien se niegue a admitir en la Historia un de tiempo, casi un milenio, que media entre esas dos fechas, ese
admirable ritmo o concentus, que decía San Agustín, originado largo período d e vulgar y bárbaro latín, que a sus ojos, deslum-
por la variedad de hechos antitéticos que se van sucediendo a hrados por el renacimiento de las letras, aparecía como una
través de los siglos *. noche oscura y tenebrosa, designaron con el apodo incoloro,
Las revoluciones políticas y religiosas, las transformaciones casi anónimo y negativo, de Edad Media6. Del mismo modo,
sociales, los descubrimientos trascendentales, jalonan y colorean los artistas, arquitectos, pintores, etc., hablaban de su arte re-
el curso de la Historia. Y a las revoluciones acompañan las nacentista como d e un arte moderno, en contraposición al de
reacciones, en un flujo y reflujo constante, pero avanzando los tiempos posteriores, que solían denominar despectivamente
siempre, pues, como acertadamente dice Berdiaeff, "no se vuel- gótico o bárbaro.
ve a lo que en el pasado es demasiado temporal, demasiado co-
rruptible, aunque puede volverse a lo que en él hay d e eterno".
Cuando las fuerzas vitales de una edad se han agotado, tras un * Entre las más notables debemos señalar la de G. SCHNUERER,
Ueber Periodisierung der Weltgeschichte (Friburgo de Suiza 1900).
otoño marchito y un invierno lánguido y frío, rebrota una nue- Y la del lectoral de Salamanca A. DE LA TORRE Y VELÉIS, Bosquejo
va primavera, anunciando nuevos estilos d e vida y principios de una filosofía cristiana de la Historia a la luz del descubri-
espirituales diferentes de los que habían imperado en la edad miento del Nuevo Mundo (Salamanca 1884) p. 389-420. Sobre las
apuntadas en el texto, cf. BERNHEIM, Lehrbuoh der historischen
anterior y que ya se consideran gastados y caducos. Methode (Leipzig: 1908) p. 70-84. Sobre San Agustín, véase
Esta alteración de tipos diversos de cultura, estas empina- H. SCHOLZ, Glaube wnd TJnglau.be in der Weltgeschichte (Leipzig
ciones y hundimientos, hacen necesaria la periodización histórica. 1911) p. 154-165.
Las Seis edades del mando, que distingue, con otros muchos, ' El teólogo holandés Gisberto Voetius concebía la edad inter-
media entre la Antigüedad y el Renacimiento humanístico como
San Agustín, recordando los seis días de la creación; los Cuatro una ¿poca de interrupción de la cultura clásica, y así en su in-
imperios de que nos habla San Jerónimo, siguiendo la profecía troducción al estudio de la teología (1644) divide la historia de
de Daniel, o los que no sin cierta originalidad propone Orosio; la Iglesia occidental en estas tres edades: a) antiquitas Ecctesiae,
hasta 500-600; b) intermedia aetas, del 600 al 1517; c) nova o
los Tres reinados divinos (del Padre, del Hijo y del Espíritu recens aetas, del 1517 hasta su tiempo. K. BURDACH, Riforma, Rí-
nascimento, Umanismo (trad. ital. T>. Cantimori, Florencia 1935)
1
Deus ordinem saeculovum quasí pulcHerrimum carmen qvA^ p. 166. Cf. P. LEHMANN, Vom Mittelaller und von der lateinischen
busdam antithetis fignestavit (SAN AGUSTÍN. De eív, Dei 11, 18: Philologie des Mittelalters (Munich 1914); F. SIMONE, La 'cbs-
ML 41, 33>, ' '' cienza della Rínascítá negli Umanisti, en "La Rinascitá" 2 (1939)
838-871, especialmente p. 860-866.
24 INTRODUCCIÓN HlSTORIOLÓGICA NOMBRE Y VALORACIÓN DE LA EDAD MEDIA 25

2. E l nombre y la cosa.—Fueron ellos, los humanistas, no se corresponden cronológicamente con la occidental, verbi-
quienes inventaron el concepto y el nombre. Flavio Biondo, gracia, la india, la china, la japonesa.
qute en la primera mitad del siglo XV escribía sus Historiarum Ciertamente un "medioevo" de caracteres comunes a todos
ab inclinatione romanorum decades; advierte que los siglos com- los pueblos ni se dio ni pudo darse de un modo contemporáneo.
prendidos entre el v y el xv forman una compacta unidad his- El concepto de Edad Media no puede aplicarse unívocamente
tórica (íinum historiae corpas), mas no le impone nombre par- a los pueblos de Europa y de Asia y de la América precolom-
ticular y propio. El primer escritor que usó la expresión "Media bina. A nosotros nos basta con que sea aplicable a los más altos
tempestas", refiriéndose a esa "época histórica, parece que fué representantes y más eficaces, conductores de la cultura cris-
Juan Andrea dei Bussi, obispo de Aleria,-' en una edición de tiana. ¿Y lo es en realidad?
Apulfeyo de 1469, donde hace el elogio del cardenal Nicolás de En esto, como en todo lo histórico y moral, no h a y que venir
Cusa, buen conocedor de los tiempos medios. E n 1518 el huma- con exigencias matemáticas. Si se ha llegado a negar rotunda-
nista suizo Joaquín de W a t t (Vadianus), hablando de W a l a - mente la existencia de un Renacimiento español, no faltará al-
frido Estrabón en la crónica de la abadía de San Gall, dicte me- guno que con análogos motivos se atreva a neqar la Edad Me-.
diae aetatis auctor non ignobilis; en 1575 el holandés Hadrianus dia en España, o retrasarla, por lo menos, hasta la segunda
Junius habla de los mediae aetatis scriptores en su libro Batavia. mitad del siglo xi, en lo Gual no andaría descaminado. En cam-
no impreso hasta 1588; análoga expresión encontramos en el bio, los ingleses harán bien en adelantarse al cómputo de las
jurista alemán Canisius en 1601. demás naciones al fijar el inicio de su Edad Media.
Melchor Goldast en 1604 emplea el término de "medioevo" Con todo, nuestra opinión es que el historiador no debe re-
(consuetudo medii aevi)', lo mismo hace el profesor de Leyden nunciar a ese concepto que tanto le facilita la comprensión y
Jorge Honr en su Orbis politicus (1667). Y en fin, dejando otros la exposición metódica de la historia de Europa, si bien deberá
que incidentalmente se valen de una u otra expresión—media tener en cuenta los matices peculiares que presenta cada pue-
aetas, médium aevum—, quien introduce definitivamente esta blo dentro de la común categoría histórica:
terminología en los manuales de Historia, dándole así como 3. Valoración.—El Renacimiento humanístico, al colocar a
carta de ciudadanía en la enseñanza y en el lenguaje vulgar, es la Edad Media entre la cultura antigua y la moderna, la con-
el profesor de Halle, Cristóbal Keller (Cellarius), en su historia ceptuó como época oscura, carente de verdadera civilización,
tripartita: Historia antiqua (1685), Historia medii aevi (1688), sin esplendor de belleza, de arte y de saber humano. El huma-
Historia nova (1696). Keller apellidó "medioevo" a la época nismo no tenía comprensión para la grandeza medieval. Gótico
que se abre con el emperador Constantino, fundador de la ciu- fué sinónimo de bárbaro y tenebroso. Así lo aseguraba Gar-
dad que lleva su nombre (después prevalecerá el año 476, des- gantúa en la famosa carta a su hijo Pantagruel 4 *.
tronamiento de Rómulo Augústulo) y que se clausura con las Heredaron este concepto peyorativo las sectas protestantes,
postrimerías del Imperio d e Oriente (caída d e Constantino- y aun lo ennegrecieron y agravaron en el aspecto religioso, abo-
pla, 1453). minando de esos mil años de supuesta corrupción eclesiástica y
Esta división clásica no gusta actualmente a los historiado degeneración del cristianismo primitivo.
res, porque ni tel año 476 ni el 1453 significan límite o punto 'Ni siquiera en el siglo xvín, en que la Ilustración cosmopo-
verdaderamente crucial, en que se note un viraje de la Historia 4 . lita casi borró, Con los perfiles de cada pueblo, los rasgos que
Sustituirla por otra mejor es cosa ardua. N o faltan tentativas, defipen y. caracterizan a cada edad histórica, perdió el medioevo
pero dudamos de su validez y duración. La que nosotros segui- sus odiosos y despectivos delineamientos. Vemos, por el con-
remos en esta HISTORIA se entenderá por lo que en seguida di- trario, que desde el tierno Fenelón hasta el escéptico Voltaíre,
remos en esta introducción. Pasando por Montesquieu y Gibbon, hablan de las tinieblas, de
Podría discutirse si efectivamente el concepto de Edad M e - la superstición y del salvajismo que cayeron sobre Europa en
dia es valedero para la Historia universal, es decir, para todos el medioevo. Otros aluden a la locura y enfermedad del espí-
los pueblos del planeta a un mismo tiempo. Dejamos a un lado,
porque ahora no nos interesa, la cuestión de si es o no oportu- *• "Le.temps estoit encoré tenebreux et sentant l'infellcité et
no y adecuado el apelativo de Edad Media, usado por algunos m l a m i t ^ ^ e s FGr°thz, qui avoiént mis á destructlon toute bonne
spenglerianos para designar un período de ciertas culturas que ¿itterature" -< - *>*> RABELAIS, Le Gargantua et le Pantagruel II, 8).
£* evolución del concepto, o mejor, del Mito de la Edad Media,
aesae los humanistas a los románticos, en A. PAUPHILET, Le legs
. * E. FUETER, GescMchte der neueren Hlstoriographie (Mün- Z^moyen dge. Studes de Uttérature -médiévale (Melun 1950)
chen, Berlín 1925) p. 345. D-23-65.
26 . INTRODUCCIÓN HISTQRIOLÓG1CA LÍMITES DE LA EDAD MEDÍA 2?

ritu humano en aquellos siglos. Muratori es de los poquísimos


que saben apreciar—ya que no amar—los valores medievales. II. LÍMITES DE XA EDAD MEDIA
Son los románticos—ambos Schlegel, Novalis, etc.—los pri-
meros que descubren la unidad político-religiosa de aquella edad 1. Término inicial, — Alguna fecha, algún acontecimiento
histórica y se entusiasman con ella como con un ideal. Augusto hay que escoger como límite inicial o tecminus a quo de la Edad
Guillermo Schlegel, el padre del Romanticismo, en sus versos Media. N o negaremos toda la razón a los que persisten en se-
a los poetas del Sur cantaba así: ñalar la caída de Roma (476) como el hecho trascendental, ini-
ciador de una edad nueva, ya que realmente desde entonces
Antaño era Europa, en sus días de grandeza, * (y aun antes, desde Diocleciano)' se marca muy clara la nueva
una sola patria, surgida augustamente del suelo;
tan noble, que por ella se podía ir a la muerte y al triunfo. forma de civilización que dominará en los siglos feudales: civi-
De los combatientes, la Caballería hizo compañeros. lización rural y campesina, muy distinta de la antigua civiliza-
Todos ansiaban pelear por la misma fe. ción clásica, que era fundamentalmente ciudadana. Pero a la
Abríanse los corazones al mismo único amor. aceptación de aquella fecha podemos oponer que las generacio-
También entonces resonó una poesía.
de igual sentido en todas partes, aunque en diversas lenguas". nes siguientes, los hombres del siglo vi y aun del vn continúan
viviendo en el mundo romano, ya que n o en el Imperio. Basta
Y su hermano Federico, en la Filosofía de la Historia, no pensar en Boecio, en San Gregorio Magno, en San Isidoro,
podía menos de reconocer en los siglos cristianos del medioevo quienes, a pesar de ser popularísimos en la Edad Media y nu-
una de las realizaciones históricas más perfectas del fin que Dios tridores del pensamiento medieval, encuadraron su vida histó-
ha impuesto al hombre y a la humanidad en este mundo. rica en el marco de las costumbres y de las instituciones jurídicas
El Romanticismo poético, amigo de lo fantástico y roman- y sociales del Imperio romano.
cesco, entusiasmado con el arte popular, exaltó las sublimes be-
Las invasiones d e los bárbaros rompen la unidad política
llezas cristianas, nacionales y caballerescas de la Edad Media
imperial, pero dejan intacta el alma de los vencidos. L a religión
por encima de las del mundo clásico. L a historiografía román-
tica del siglo xix, al desempolvar códices, publicar documentos de éstos, su cultura y su organización administrativa se impo-
y estudiar con cariño las instituciones, las ideas, el derecho y nen a los mismos vencedores. N o sólo triunfa dondequiera el
las personalidades más relevantes, nos fué revelando los múlti- latín, sino que se adopta el sistema monetario romano, y como
ples aspectos de la enorme y delicada Edad Media. Tales estu- bien observa Pirenne, persiste el carácter laico de la adminis-
dios, continuados aún en nuestros días, trajeron consigo una tración civil y los reyes bárbaros se muestran tan cesaropapis-
buena porción de problemas acerca de los rasgos esenciales y tas como los emperadores. T a n sólo bajo los anglosajones des-
característicos, el predominio del germanismo de los invasores aparece pronto lo romano para dejar paso a las instituciones
o del romanismo de los invadidos, las relaciones de aquella cul- germánicas. E n los demás países, hasta el siglo vin n o se efec-
tura con la del mundo greco-romano y con la del mundo mo- túa la transformación de la vida. Desde ese siglo nos es lícito
derno, los límites iniciales y terminales, el valor y aun la exis- observar instituciones sociales, políticas y religiosas desconoci-
tencia de la Edad Media, etc. Y brotó también, como no podía das anteriormente y típicas del medioevo.
ser menos, la discrepancia d e pareceres y de sentimientos en la Señalar la fecha inicial es problema difícil, tanto más que
nunca acabada "Polémica sobre el medioevo" 6 . puede variar en los distintos países, y aun ser diverso para la
El concepto que nosotros, como historiadores d e la Iglesia, Historia civil y para la Historia d e la Iglesia. Algunos historia-
nos hemos formado de aquella edad, lo expondremos aquí sen- dores eclesiásticos1—con visión tal vez demasiado restringida a
cillamente, determinando sus límites y caracteres. la disciplina que cultivan—se han fijado en el pontificado de
Gregorio I (590-604); otros con mejor fundamento prefieren el
• An die sildlichen Dichter (1804). afio en que se celebró el V I Concilio ecuménico (Constantino-
" Es muy interesante e instructivo el libro de Georglo Falco politano III. 680-81), o el año 692, en que se tuvo el sínodo
que lleva ese título. También será provechoso leer el articulo de llamado Trullano o Quinisexto, o bien el comienzo de la herejía
R. STADEI,MANN, Jacoh Bivrclchardt und das Mittélalter, en "Histo- iconoclasta en 726. N o falta quien prefiera la predicación o la
rische Zeitschrift" 142 (1930) 457-515, para comprender la idea que
de la Edad Media se' formaban los románticos y luego el insigne muerte de San Bonifacio, apóstol de Germania (718-754). Los
pontífice del Renacimiento, Jacobo Burekhardt. apañóles, mirando a nuestra historia, escogeríamos antes la fe-
cha de la irrupción agarena sobre la Península, baluarte de
Europa en 711 (aunque a la verdad en España no irrumpe el
¿8 INTRODUCCIÓN H1STÓRIOLÓGICA LIMITES DÉ LA EDAD MEDÍA ¿V

medievalismo europfeo hasta el siglo x i ) , y los franceses, la ba- ción civilizadora y a un renacer de la cultura, pero ésta, según
talla de Poitiers, reflujo de la .marea islámica en 732. Pirenne, no es y a la cultura romana antigua, sino una nueva,
que puede llamarse romano-germánica.
2. Imperio de Caríomagno.—Puestos, a escoger un perso- Creemos que Pirenne 'exagera algún tanto la continuidad de
naje o suceso relevante en el que apunten las nuevas caracterís- la civilización imperial en los nacientes reinos europeos, tanto
ticas europeas, nosotros nos inclinamos hacia la figura de Car- como el corte y separación de Oriente y Occidente por causa
lomagno. Y bajo este nombre, escrito en el frontispicio d'e una de los árabes; sin embargo, su teoría, en líneas generales y con
edad, puede entenderse, o bien todo su reinado, de un modo ciertas limaduras, verbigracia, llamando ocasional lo que él dice
vago y general (768-814), o bien su coronación d'el año 800 en causal, opinamos que puede mantenerse, aun después de los im-
Roma. N o hay duda que en aquel reinado tuvo lugar una gran: portantes reparos que le pusieron A. Dorsch para Alemania,
transformación social y económica de Europa, y a nadie se le F. Carli para Italia, E . Sabbe para Francia.
oculta que, entre todas las fechas de ese lapso de tiempo, nin-
guna tan alta y significativa como la del año 800, creación d'el Menénd'ez Pidal coincide enteramente con Pirenne; luego,
Imperio y unión armónica de las dos cabezas de la cristiandad, sobrevalorando, a nuestro parecer, la cultura musulmana, el his-
característica de la Edad Media. Tiene la ventaja d e que por toriador español afirma que la Edad Media debe ser tenida por
su trascendencia política y religiosa pueden coincidir en ella los una época esencialmente latino-árabe, porque la civilización mu-
historiadores de la Iglesia con los tratadistas de Historia pro- sulmana "s'e destaca entonces como la principal guiadora de la
fana. humanidad". "Los grandes sucesos culturales de la E d a d Media
—-repite—se deben a los musulmanes, sobre todo desde el si-
Admitimos, pues, el año 800 como la espléndida portada qu"e glo VIII al XII, en que el árabe fes la lengua del progreso, no el
da acceso al gran templo de la E d a d Media, pero advirtiendo latín. H e aquí por qué la E d a d Media debe mirarse como una
que tiene delante un pórtico o atrio, más o menos largo, que época fundamentalmente latino-árabe en cualquier Historia que
anuncia el nuevo estilo. E l feudalismo, rasgo característico de domine una suficiente dim'ensión espacial" 8 .
la nueva edad, empieza a cuajar en Francia un poco antes.
Esto quiere decir que no sólo en la Historia universal, sino
3. Predominio árabe.—Dos ilustres historiadores, el belga. también en la particular de Europa, el medioevo está consti-
Enrique Pirenne y el español Ramón Menéndez Pidal, quieren tuido esencialmente por dos elementos, el latino y el árabe, o
otorgar importancia decisiva y causal a la aparición d'el ele- en otros términos, el cristiano y el islámico, lo cual nos parece
mento árabe y musulmán. Atendiendo Pirenne 7 principalmente exagerado. Se puede poner, como lo hace Menéndez Pidal, el
al elemento económico, afirma que la unidad mediterránea, ca- fastuoso florecimiento de Bagdad por encima del llamado Re-
racterística de la época romana, no s'e quebranta con las inva- nacimiento carolingio, pero nótese que este renacer, tímido si
siones de los pueblos norteños; el florecimiento comercial, y se quiere, v a cargado de promesas, porque de él han de brotar,
consiguientemente cultural, debido al intercambio de productos no solamente Alcuino, Rábano Mauro, Agobardo, Hincmaro,
entre Ortente y Occidente, entre las costas africanas y las Escoto Eriúgena, sino además la pléyade de maestros que en el
europeas, no se interrumpe en el siglo v; continúa, poco más silencio de las escuelas monacales preparan el renacimiento lite-
o menos, la misma vida administrativa y económica; en las G a - rario del siglo xn (humanistas platonizantes de la escuela de
lias, aun en el interior, se ven todavía mercaderes sirios; per- Chartres y de la de Orl'eáns) y aquellos que en las primeras
siste la circulación de la moneda d e oro; sigue floreciendo la controversias predestinacionistas y sacramentarías empiezan a
industria y el comercio, como en tiempos anteriores; todo lo elaborar métodos y doctrinas filosófico-teológicas que triunfa-
cual desaparece entre el siglo vil y el vin, cuando los árabes. rán con Santo Tomás y con la falange de los grandes escolás-
se adueñan de Siria, Persia, Egipto, y se extienden por toda el ticos. T o d a la futura civilización occidental se encuentra allí en
África septentrional hasta los Pirineos. Al pasar a manos ára- gestación, mientras que la cultura islámica, tras una fogarada
bes el dominio del mar Mediterráneo, córtase el comercio entre brillante, pero efímera y de escasa originalidad, se v a extin-
Oriente y Occidente, la economía se localiza y se. cierra con guiendo en pueblos periféricos de Europa, sin alcanzar a s"er
carácter agrario, la civilización retrocede, el centro de gravedad Verdaderamente "guiadora de la humanidad". Su papel científico
de la vida europea se desplaza hacia.el norte, decaen las ciuda- en Europa es más de transmisión que de creación, y cesa fen se-
des, prevalece el campo, arraiga y se difunde el feudalismo. Si guida que la cultura occidental se pone en contacto con la cíen-
bien es cierto que con Carlomagno asistimos a una reconstruc* l a antigua.

t „° R- MENÉNDEZ P I P A L , La España del Cid (Madrid 1929) t. 1, 6 4 ; .


H E N R I PIRHNNE, Maho-met et Charlemagne (París 1937).
30 lNtKODÜCClÓN HJSTORIOLÓGICA LIMITES DE LA EDAD MEDIA 31

Esto no quita que el mundo islámico condicione y afecte de en la periodización histórica, porque en la segunda mitad del
tal suerte al mundo cristiano y europeo—si bien extrínseca- siglo xvil una ideología de modalidades más modernas, laica y
mente—, que el historiador de la Iglesia no pueda excluirlo del naturalista, se deja sentir en casi todo el mundo. ¿Quiere esto
marco de su estudio. La cristiandad medieval se enfrenta con decir que alargaremos la E d a d Media hasta 1648? N i es nece-
el Islam, como con su perpetuo y natural antagonista. sario ni conveniente. Aunque el siglo xvi y los comienzos
Como historiador del cristianismo medieval, afirmaré, pues, del xvn conservan muchos elementos del medioevo, y la misma
que la E d a d Media es esencialmente cristiana, culturalmente revolución protestante no es más que una batalla contra las
más romano-germánica gue otra cosa; vive, es cierto, con la esencias medievales, estamos demasiado acostumbrados a mirar
preocupación constante del mundo árabe, en contacto y lucha el siglo'' xvi como Edad Nueva.
con él, y sus límites iniciales están determinados en parte por N i siquiera hasta 1517 podemos alargar la E d a d Media, a
el aparecer de la Media Luna, con amenazas de sangre, en el lo menos con plenitud de significado, a no ser que le demos
cielo de Europa y sobre las aguas del Mediterráneo. E s t o se a ese período que comprende las centurias xiv y xv el sugerente
verifica a lo largo del siglo vin. apelativo que le puso Huizinga: "El otoño de la E d a d Media".
Si la presencia del Islam rompe la unidad mediterránea, cons- Otoño que, desde otro punto de vista, es primavera d e la nue-
truida por Roma, otro suceso también escisionista ocurre en el va edad.
siglo viu que siembra gérmenes de profunda división en "el cuer- ¿Qué decir del descubrimiento del Nuevo Mundo? Que sus
po de la cristiandad, y que merece tenerse en cuenta al señalar importantísimas consecuencias no se hicieron notar e n la His-
los límites y caracteres de la E d a d Media. Es la violenta herejía toria total de Europa hasta muchos años después de sucedido,
iconoclasta que estalla por entonces en Bizancio y la aversión y en algunos aspectos hubieron de transcurrir siglos enteros
creciente contra Roma. Las comunicaciones entre las dos capi- para que se comprendiese y se hiciese patente lo trascendental
tales se hacen cada día más difíciles y el abismo se ensancha de aquel acontecimiento, si bien ya algún contemporáneo, como
cuando el ducado romano, acaudillado por el papa y desampa- Francisco Gómez de Gomara, adivinó su trascendencia al afir-
rado del Basileus, pide auxilio al rey de los francos, el cual mar que "la mayor cosa, después de la criación del mundo, sa-
poco más tarde, coronado emperador de Roma, se unirá "estre- cando la encarnación y muerte del que lo crió, es el descubri-
chamente con ella, acentuando así la contraposición del Oriente miento de las Indias".
y el Occidente. M á s partidarios h a tenido la conquista de Constantinopla
4. Término final.—¿Y cuáles serán los límites terminales, por los turcos en 1453. N o se puede negar que el fin del Impe-
o el terminus ad quem de la E d a d Media? Todavía repiten mu- rio de Oriente, relacionado con el fin del Imperio romano de
chos manuales que la caída de Constantinopla bajo la cimitarra Occidente (supuesto fin de la E d a d Antigua), tiene un histórico
turca (1453), o el descubrimiento de América (1492), o la rebe- similiter cadens, que persuade a tomar aquél como término de
una edad que se abrió con la caída de éste. Sin embargó, en la
lión luterana (1517).
evolución de la Historia significa muy poco la entrada de
N o cabe duda que la revolución protestante pesa mucho en
Mohamed II en Constantinopla, y ni siquiera tuvo la influencia
la Historia de la Iglesia y en la universal; pero por una parte
grande que algunos le atribuyen en el renacimiento de las letras
sus principios revolucionarios se ven germinar en Europa y a
clásicas por la venida de los eruditos bizantinos a Italia. E n la
en z\ siglo xiv, razón que bastaría para poner en esa centuria
Historia de la Iglesia es aún menor su trascendencia.
los comienzos de la nueva edad; y por otra, es de advertir que,
si bien estalla en 1517 la conflagración religiosa de Europa, su Por comodidad, principalmente en la distribución, de la ma-
triunfo tarde mucho en declararse, porque la restauración cató- teria, daré fin a esta época medieval que me ha tocado historiar
lica, apoyada por las armas d e España y del emperador, le con el año 1303, año de la muerte de Bonifacio V I I I , que signi-
mueve formidable guerra en todos los frentes e intenta aplas- fica el fracaso de los ideales hierocráticos d e aquella edad.
tarla y extinguirla, manteniéndose indecisa la victoria en Fran- Aquel sacrilego atentado de Sciarra Colonna en el palacio de
cia, Países Bajos c Inglaterra, mientras Felipe II dispone de Anagni, podemos decir que es un símbolo, es el levantamiento
soldados, de municiones y barcos, y oscilando el fiel de la ba- de la Edad Nueva contra la E d a d Media, la sublevación del
lanza en Alemania durante largos años, hasta que la paz de laicismo contra el eclesiasticismo, del absolutismo nacionalista
Westfalia (1648) viene a sellar el triunfo de las potencias pro- contra el universalismo cristiano, que había aspirado a ser la
testantes sobre los católicos. medula y como la columna vertebral de Europa en el medioevo.
Sin negar, pues, su gran importancia a la fecha de 1517, Al año siguiente, en 1304, nace Francisco Petrarca, que ha sido
pensamos que acaso sea mayor la de 1648 y de más utilidad apellidado, no sin razón, "el primer hombre moderno".
<y¿, INTRODUCCIÓN HISTORIOLÓGICA CARACTERES Y DIVISIÓN DE LA EDAD MEDIA 33

AIrtededor de esa fecha vemos que el absolutismo de los mo- ' raleza, el Pontificado y el Imperio sobre los pueblos hermana-
narcas cobra vigor y consistencia; que el feudalismo en cambio dos de Europa. Son dos cabezas universales las que se reparten
se cuartea; que el eclesiasticismo y la escolástica se despresti- el gobierno del mundo. Si tal armonía no siempre es un hecho,
gian o entran en franca decadencia, al paso qute el laicismo se es al menos una aspiración y un pensamiento que actúa en t o -
infiltra en las instituciones y lucha por la conquista de la cultura das las mentes. A u n en Francia, tan celosa efe los derechos
humana; juristas y humanistas, con prejuicios antiteológicos, su- absolutos d e sus monarcas contra la hegemonía universal d e
plantan a los clérigos en la conducción del pensamiento y de la los emperadores germánicos, y aun en España, t a n distante y
civilización. La idea imperialista se desinfla, los vínculos de la apartada d e las influencias imperiales, qu'e llegó a forjarse en
gran unidad cristiana s'e relajan, ' y se anuncia el Renacimiento León un emperador peninsular, heredero absoluto d e los mo-
clásico y la nueva filosofía. ¿No son síntomas, todos éstos, d e narcas visigóticos, existía una respetuosa veneración hacia la
que una gran transformación se ha iniciado en la Historia? corona imperial de aquél, qu'e por ser elegido p o r . e l papa sé
Los humanistas tenían conciencia de que con ellos se abría levantaba ante los ojos d e toda cristiandad con un reflejo uni-
una nueva época de la historia, y fué el canciller florentino versalista que procedía del poder espiritual del pontífice roma-
Coluccio Salutati (1331-1406) quien habló de la "nostra moder- no. Pontífice y emperador tan. pronto luchan entr'e sí como se
nitas". Los s'eguidores del nominalismo de G. Ockham (f 1347) sostienen y abrazan mutuamente; pero en la naturaleza d e las'
se decían pertenecer a la "Schola modernorum", y en fin, hasta cosas y en la conciencia de todos está que ambas autoridades
en el campo de la espiritualidad, los discípulos d e Gerardo no puedten ser rivales ni contrarias. Tampoco son iguales, ni
Groóte (1340-1384) se apartaban de las escuelas medievales independientes, sino qute la una debe subordinarse a la otra, la
para entrar en la corriente de la "Devotio moderna". temporal a la espiritual. Son las dos espadas de que nos habla
E n los fundamentos que acabamos de indicar, nos apoyamos 1
el Evangelio, encomendadas en alguna mantera a San Pedro,
para señalar como límite final de la Edad Media los albores conforme a la interpretación d e canonistas y teólogos. Son' los
del siglo xiv, más ten concreto, el año 1303. dos luminares—sol y luna—que presiden en el firmamento, d e
Y con esto hemos apuntado también algunos d e sus rasgos los cuales tel menor recibe la luz del superior. Son los dos p o -
característicos. Recojámoslos ordenadamente. los, entre los que gira toda, la Historia medieval, y como decía
Gregorio, V I I , son los ojos del cuerpo de la cristiandad.
3) P o r lo dicho se puede inferir y adivinar un rasgo muy
III. CARACTERES Y DIVISIÓN DE LA EDAD MBDIA 'característico, a saber, la preponderancia inmtensa d e la Iglesia
en el orden político, en el social, en el cultural y hasta en el
1. Caracteres.—Los numeraremos para mayor claridad. económico d e aquella edad. Clérigos son todos los directores
1) Caracterízase la E d a d Media primariamente p o r la uni- dtel pensamiento europeo. L a Iglesia es la educadora d e los in-
dad cristiana, que hace de todas las naciones europteas una co- dividuos y d e las sociedades; así que bien podemos señalar el
munidad internacional, una hermandad de pueblos bajo la cabeza eclesiasticismo como nota distintiva del medioevo, a diferencia,
moral y espiritual del Romano Pontífice, Vicario de Cristo, a de otras épocas históricas. Al fin y al cabo, la Iglesia había
quien se someten los reytes en aquellos negocios que pueden sido la civilizadora d e los pueblos bárbaros, la qu'e salvó la tra-
servir o dañar al bien espiritual d e los individuos y a los inte- ( alción científica del Imperio romano, la que vivificó esa cultura
reses del cristianismo. Esta solidaridad moral d e las naciones antigua para que no s e anquilosara como en Bizancio, sino que
y éste servicio del poder temporal al espiritual, es como un se desarrollara con nuevos elementos;
reflejo de la Civitas Dei concebida por San Agustín, por más 4) Concretando un poco tel'punto d e la cultura, advertimos
que en éste no se halla rastro de supremacía político-cultural que la dominante en la Edad Media es la teología, ciencia sa-
del papa. Propiamente la sociedad cristiana medieval no tiene c a d a que brota d e la exégesis bíblica, es fecunda p o r la ar-
más que una sola cabeza, que es Cristo-Rey, cabeza invisible diente especulación agustiniana, y lutego, con ayuda d e l a lógica
que actúa místicamente en la Iglesia y d e modo visible p o r su aristotélica, s e v a desenvolviendo en forma cada vez más ésco~
neprestentante el papa; p o r el emperador, creación pontificia 'ártica, mientras a su lado y a su servicio s e organiza una filo-
So
para protección y salvaguardia d e Roma y del catolicismo, y « a en la que prepondera la m'etafísica de Aristóteles bautizada
por los príncipes seculares que rigen las naciones cristianas con Por manos de Santo Tomás e iluminada por el dogma cristiano.
autoridad dimanada de la fuente d e toda autoridad, que es Dios. v-ultura teológica y escolástica, que no excluye el cultivo amo-
2) .Señalemos como segundo carácter el dominio armóni- oso dé las letras clásicas y una veneración infantil hacia Grecia
co que ejercen o están -llamados a ejercer, por s.u propia natu- y «oma. Cicterón y Virgilio gozan d e un prestigio casi mítico.
Historia de lo IpU/sia 7.
34 • INTRODUCCIÓN HISTORIOLÓGICA CARACTERES Y DIVISIÓN DE LA EDAD MEDIA 35

Ovidio es imitado y traducido. El mismo Horacio encuentra y como joven, siente los primeros conatos de rebeldía contra
frecuentes admiradores, y casi lo mismo podemos decir de Ju- su educadora y maestra, que es la Iglesia romana.
venal, Stacio, Lucano, Séneca, T i t o Livio, etc. 9 Los renacentistas, que se imaginaron el m'edioevo como épo-
5) El historiador de la Iglesia no puede olvidar otro rasgo ca de decadencia y decrepitud, así como de barbarie e incultura,
de los más típicos de la Edad Media, el feudalismo, que, aun- erraban lastimosamente. Se produjo ciertamente un ocaso de ci-
que perteneciente al orden político y social, informó la mente vilización en la época de las invasiones. Pero desde el glorioso
de aquellos hombres y tuvo graves repercusiones en la vida y amanecer carolingio,-y sobre todo desde eL año 1000, todo tes
costumbres del clero. Al desaparecer el absolutismo burocrá- progresar de claridad en claridad. Cierto que la cultura es más
tico de los antiguos cesares romanos, y de sus imitadores—me- limitada que en tiempos posteriores, pero cultura alta y grande
rovingios y visigodos—surge en buena parte de Europa el feu- ES la que se imparte en las universidades, fundada sobre la me-
dalismo, originado pox las nuevas condiciontes1 comerciales y tafísica y de carácter preferentemente teológico; cultura alta y
económicas y por las concesiotíes territoriales que los reyes grande es la que se revela de un modo genial en la arquitec-
tienen que hacer a sus leales hombres de guerra. Siendo el feu- tura, fen la poesía, en la misma legislación.
dalismo un régimen que se caracteriza por la jerarquización de 3. División de la Edad Media. — La dividiremos en dos
los poderes, y ordenada gradación de las clases sociales (rey- partes o períodos:
grandes vasallos-vasallos menoi'es-plebeyos-siervos), respondía
perfectamente a la mentalidad medieval, que todo lo concebía Parte I: Desde Carlornagno hasta Gregorio VII, o sea desde
jerárquicamente. Aun los pueblos menos afectados por el feuda- la coronación imperial del año 800, hasta la subida;
lismo, como España e Italia, tenían en aquella época un con- al trono pontificio del gran Hildebrando en 1073.
cepto de la soberanía y d e la realeza, así como de las relaciones Parte II: Desde ¿1 inicio de este pontificado hasta la muerte
sociales, mucho más cristiano y humanitario que el de los ab- de Bonifacio VIII (1073-1303).
solutismos tiránicos antiguos o. modernos, y harto diferente del
cesaropapismo que contemporáneamente imperaba en Bizancio.
y del régimen' despótico de los califas musulmanes.
Otros caracteres secundarios podíamos apuntar, atendiendo
a particulares aspectos d e la-vida y cultura del medioevo, ver-
bigracia, al sentido alegorizante, simbólico, impersonal del arte
y la literatura, al ascético monacal, a la economía, etc.
2. Conceptos íalsos»-—Lo que de ningún modo puede ad-
mitirse es el concepto qufe se tuvo un tiempo de la Edad Media,';
cómo de edad simplemente de transición, informe y caótica,
como un túnel oscuro o una noche, que media entre dos clari-
dades. Si en fella se ven combatir luces y sombras, fuerzas ms-
tuitivas y pasiones no señoreadas del todo por la razón y la fe,
es porque ste trata de una edad adolescente y juvenil, que, como
todos los períodos de adolescencia, tiene sus crisis de pubertad,

* Es muy interesante el libro de D. COMPARETTI Virgilio nel


medio evo (Florencia 1937). L. Sorrento, en su obra Medievalia
(Brescia 1943), dedica un capítulo a "Orazio e il medio- evo"
(p. 111-176) y otro a "Tito Livio. Dal medio evo al Rinascimento"
(p. 376-475). Sobre los traductores e imitadores de Ovidio, con-
súltese el trabajo de Gastón París en Histoire littéraire de la
Vrance, t. 29, 455-525. Y ARTURO GRAF, Roma nella memoria .e nelle
imaginazioni del Medio Evo (Turín 1883) p. 296-315. Cuanto más ín-
timamente se familiariza uno con los autores medievales, aun
con los escolásticos, más vivo se siente en ellos el recuerdo dé-
los clásicos. Léase en la citada obra de Sorrento el capítulo "San
Tommaso e i clasici. Un problema di cultura medievale-moderna",
p. 363-375.
C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 37

parte de la Historia eclesiástica medieval sin que veamos surgir


PARTE 1 en el horizonte la estrella de Cluny y el claro resplandor d e la
reforma gregoriana.
De Carlomagno a Gregorio VII
(800-1073) CAPITULO I
Propagación del cristianismo--durante toda
la Edad Media *

I. EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS GERMÁNICOS

\ La Edad Antigua, que vio cómo el Imperio romano, tras una


lucha de casi tres siglos, se arrodillaba ante la cruz de Jesucris-
to, y que de Constantino a Teodosio pudo observar lá gradual
Creemos que el arranque de la Edad Media está en el si- cristianización del mundo civilizado, de sus costumbres y de
glo viii y que' Carlomagno es la figura más representativa del sus instituciones, contempló también la-bárbara inundación de
nuevo espíritu y de la nueva cultura que irá cuajando en for- visigodos, francos, anglosajones, longobardos, arríanos unos y
mas definitivas hasta fines del siglo XIII. Podíamos, pues, esco- paganos otros, quienes al transmigrar, más o menos militarmen-.
ger como fecha inicial el año de la subida de este monarca al te, a tierras del Imperio, acabaron con las autoridades romanas
trono, pero nuestras preferencias se han inclinado hacia el e . impusieron oficialmente su propia religión, persiguiendo no
año 800, por ser el más trascendental de aquel largo reinado y pocas veces a la católica, que era la de los pueblos sometidos.
porque en ese año vino al mundo una de las instituciones más ,, La Iglesia, representada en los obispos—dotados aun en lo
fundamentales y características del medioevo: el Sacro Romano humano de una cultura infinitamente superior a la de los inva-
Imperio. sores—y apoyada en una densa masa popular, tuvo qué em~.
. Esta primera parte abarca hasta mfediados del siglo XI, es prender la tarea de recristianizar a Europa antes de 'emprender
decir, hasta que se pone en marcha, con empuje incontenible, la conquista de otros pueblos infieles. Al cerrarse el siglo vi,
la reforma eclesiástica. La fecha pudiera ser el año 1059, en pontificando ten Roma la augusta figura de San Gregorio Magno,
qufe por el edicto de Nicolás II quedó asegurada la libertad de ya lo esencial de la antigua romanidad estaba recobrado: los
las elecciones pontificales; también podría escogerse el 1054,
en que se consumó el cisma de Oriente por obra del patriarca '. * FUENTES.—Las fuentes históricas de más importancia para
constantinopolitano Miguel 1 Cerulario; pero nos htemos fijado en el conocimiento de la evangelización de los pueblos del norte' y
la subida al trono pontificio de Gregorio VII (1073), por la oriente de Europa son las Vidas de los santos misioneros, publi-
cadas en AASS de los Bolandistas y en Mon. Germ. Hist., v. gr., las
grandeza excepcional de este personaje, por seguir la costum- de San Columbario,- San Oall, San Emerano, San Wilfrido, San
bre de casi todos los historiadores de la Iglesia y porqute efec- WilUhrordo..., pueden' verse en MGH, Script. rerum merovina.
tivamente esa fecha marca el comienzo de una nueva política, ^U-VI; las de San Bonifacio, San Anscario, San Adalberto, San
Esteban Rey .., en MGH, Script. rerum german.
eclesiástica y un florecer magnífico del espíritu cristiano, qute En- la misma serie se encontrarán las Crónicas antiguas, Im-
caracterizará al período siguiente. prescindibles para este estudio, como los Anales Bertinianos, FyJr-
En esta primera part"e, que abarca la adolescencia de Europa, (tenses, de Reginon de Prum, de Cosme de Praga (Ghronicon
veremos anuncios espléndidos de cultura seguidos de trances •Bohemiorum), el libro De conversione bagoriarorum et Carenta-
nor
.wn, Aúnales Poloniae, Annales Magdeburgenses, etc.
caóticos y sombríos, alternancias de luz y oscuridad,,momentos . V>e eexstraordinario valor histórico es la correspondencia episte-:
o3
imperiales y momentos de feudalismo bárbaramente particula- \& , mismos personajes y de los papas, que puede leerse
rista, conquistas de grandes naciones para el cristianismo y pér- g á n e n t e en MGH, Epistolae; la legislación, concilios, etc., en
didas dolorosas para la Iglesia de Roma, como la del Imperio ~~yH, Leges. Tanto las vidas de los santos como algunas de las
rinKi C a s y * a a epístolas y ordenaciones serán para muchos • Indu-I
bizantino,, arrebatado por el cisma, y los florecientes pueblos «lab!,
Aoienaente más accesibles, aunque menos críticamente pública-
Q
dominados por el Islam. Tras el renacimiento carolingio y tras as, en la Patrología de Migne...
el encumbramiento de la sede romana con Nicolás I, se habla- ~ BIBLIOGRAFÍA.—Sería superfluo acumular bibliografía que
fuecte hallarse abundante en las enciclopedias, en las revistas de
rá de una edad de hierro; pero tío terminaremos esta primera
C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 39
38 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
resco, donde labran los campos y construyen un monasterio,
reyes francos, visigodos, anglosajones y longobardos acataban que se convierte en centro d'e irradiación evangélica y de atrac-
la fe de Roma. Si la unidad política de la cristiandad se veía ción social, civilizadora.
imposible, la unidad religiosa se imponía en todas partes. M á s N o pocos de ellos son obispos; muchos han llegado en sus
aún: las-fronteras septentrionales d'el Imperio, derribadas para peregrinaciones hasta la Ciudad Eterna, de donde vuelven con.
siempre, daban paso a los nuevos apóstoles de Cristo para di- la misión canónica del Romano Pontífice para evangelizar te ins-
latar las conquistas del Evangelio. tituir nuevas diócesis. Constituye un espectáculo nunca visto en
E s llegado el momento d e la conversión de los pueblos ger- la Historia este viajar de los monjes irlandeses y anglosajones
mánicos y teslavos. T a l será' la misión de la Iglesia medieval. con fines apostólicos, este salir de su tierra, recién cristianizada,
Y será tan perfecta la evangelización de Germania, tan íntima para llevar la buena nueva al continente, de donde procedían
la compenetración y armonía de aquel mundo con el romano, sus antepasados. Y es característico de esta época misional la
que germanismo y tomanismo serán las dos esenciales pilastras dirección gteneral que asume el Romano Pontífice d é todas las
sobre las cuales se alzara con gallardía el arco triunfal, cris- campañas evangelizadoras, pues él tiene en sus manos los hilos
tiano, de la Edad Media. que se extienden sobre los anglosajones, germanos o eslavos.
1. Sistemas de evangelización.—Los métodos misionales no, Mas no se crea que la conversión de todos los pueblos del
pueden ser naturalmente los mismos que en el mundo grecorro- Norte se realizó con métodos tan espiritualistas. Aquellos mi-
mano, dadas las circunstancias tan diferentes. N i tampoco los sioneros solían ir protegidos por los reyes cristianos, sin cuyo
modernos. N o es posible la acción lenta y eficaz, o bien fasci- auxilio les hubiera sido muy difícil vencer ciertas dificultades.
nadora del ejemplo y la conversión de los fieles, como en el Y más de una Vez el temor y aun la presión de las armas son
mundo antiguo; ni existe cpmo en nuestros días la organización el determinante d e las conversiones. D e ordinario son mengua-
centralizada y sistemática. A las conversiones individuales, bien dos los frutos hasta que los jefes del país reciben el bautismo
pensadas, de la Edad Antigua, suceden en la Edad Media las —en lo que tes natural que juegue algún papel la política—, y el
conversiones de pueblos enteros. Los misioneros de ordinario ejemplo determina a la mayoría a hacer otro tanto.
son monjes, monjes peregrinantes, que, movidos por el Espíritu Lo que rara vez encontramos en aquellos misioneros es el
de Dios, se adentran en países de infieles y se atraen el rtespeto. oficio habitual de la predicación directa a los paganos, lo cual
y la admiración de los naturales, bárbaros aún o a medio civi- no quiere decir que n o se ejerciera, sino que sería menos fre-
lizar, por la santidad de sus costumbres, por la sublimidad y cuente; como también escasean las noticias del catecumenado,
pureza de su doctrina, por su gran sabiduría y no menos por la que seguramente sería corto, reservándose para después del
generosa caridad con que ayudan a los indigentes y les ense- bautismo la instrucción más lenta y profunda.
ñan a mejorar la vida. Suelen establecerse en un paisaje pinto- Hte aquí la fórmula de fe que se exigía a los catecúmenos
misiones y en las obras generales, como J. SCHMIDLIN, Katholische en tiempo de San Bonifacio:
Missíonsgeschifhte (Miinster 1924); DESCAMPS, Hisioire genérale "—Gelobistu in got alamehtigan fadaer (¿Crees tú en Dios
comparée des Missions (Lovaina 1932); F. J. MONTALBÁN, Historia Padre Todopoderoso?).
. de las misiones (2.' ed. Bilbao 1952); K. S. LATOURETTE, Sistory of —Ec gelobo in got alamehtigan fadaer (Yo creo en Dios
the expansión of Christianity (New York 1938-1945), en siete vo- Padre Todopoderoso).
lúmenes; el segundo trata de la evangelización de Europa. •—Gelobistu in crist god'es suno {¿Crees tú en Cristo, Hijo
Nos contentaremos con citar las obras siguientes: A. HAUCK, de Dios?).
Kirchengeschichte Deutschlands (Leipzig 1912-1922), fundamental
para todo lo referente a la iglesia germánica; R. D. SCHMIDT, Die —Ec gelobo in crist godes suno (Yo creo en Cristo, Hijo
Beltehrung <ler Ostgermanen sum Christentum (Goettingen 1939); . de Dios).
E . . DE MORBAU, Saint Amande, Apotre de la Belgique (Lovaina •—Gelobistu in halogan gast (¿Crees tú en el Espíritu
1927); Saint Anschaire, missionaire en Scandinavie (Lovaina Santo?)-.
1930); G. JCURTHJ Saint Boniface (París.1913), col. "Les Sainst";
G. SCHNTJKRERJ Die Beltehrung der Deutschen. Bonifacius (Mu- •—Ec gelobo in halogan gast {Yo creo en el Espíritu Santo)".
nich. 1909); F. DVORNIK, Saint Wenceslas, Duc de Bohéme (Pra- Y la renuncia al diablo, a sus obras y a todos los falsos
ga 1929); Les slaves, Bysance et Rome (París 1926); L. KULC- dioses, a Donar, W o d a n y Saxnot:
ZYCKI, Zi'organisation de VEglise de Pologne avant le siécle XIII
(Grenoble 1928); K. LUEBECK, Die Christianisierung Russlands -"—•Forsachistu diabolae (¿R'enuncias tú al diablo?)'.
(Aquisgrán 1922); P. DBLATTREJ La vocation des Hongroís au Oa- -J—Ec forsacho diabolae (Yo renuncio al diablo)", e t c . 1
tholiciame (Lovaina 1928); A. M. AMANN, Kirchenpolitische
Wandlungcn in Ostbaltíkum (Roma 1936); A. M. AMANN, Storia + •.„ MANST, Saororum Conciliorum nova ef amplissima collectio
della Chiesa russa e deí paesi limitrofi (Turín 1948); J. TOTORAITTS, .x- !2, p. 375.
Die Utauer unter dem Kónig Mindow (Friburgo de S. 1905). •
40 P. i. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

C 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 41


Acaso lo más característico del método misional de aquellos
monjes era la adaptación a las costumbres germánicas en todo gló más tarde su compatriota San Columbano (f 615)', que
lo que no fuese esencialmente idolátrico y supersticioso. Proce- saliendo en 573 con otros compañeros del monasterio de Bangor
dieron en esto tal vez con menos blandura de lo que permitían (fundado por fel célebre monje Comgall), en Irlanda, hizo su
y aconsejaban las normas de Gregorio I al apóstol de los anglo- peregrinación a Francia, donde fundó el monasterio de Luxeuil
sajones, ptero siempre con delicadeza, sin herir los sentimientos (Luxovium en Borgoña) y otros muchos; escribió o por lo me-
de los infieles y respetando su libertad religiosa, non quasi nos divulgó una áspera regla para los monjes que estuvo vigen-
insultando vel irritando eos, sed placide et magna moderatióne. te largo tiempo, hasta que fué suplantada por la más suavfe de
Así escribía Daniel, obispo,, de Winchester, a San Bonifacio, y San Benito;'' predicó la reforma de las costumbres, fustigando
no eran otras las prescripciones que repite Alcuino en su Epis- los vicios con gran energía, tanto que cayó en desgracia de la
tolario, "porque un hombre puede ser atraído a la fe, mas no ambiciosa reina Brunilda o Brunequilda, por cuyas intrigas el
forzado". rey Teodorico II d'e Borgoña lo desterró. Pasó a predicar entre
2. El cristianismo en el sudoeste de Alemania.—Ya duran- los paganos de Alamanñia, llegando hasta las cercanias de Z u -
te el Imperio, las comarcas del Danubio y del Rhin habían sido rich. Las iras del duque Gunzón le obligaron a abandonar las
evangelizadas, como lo patentizan las inscripciones cristianas, orillas del lago de Constanza (613), para refugiarse en Lom-
publicadas por F . X. Kraus, y las sedes episcopales, que sabe- bardía, donde levantó el famosísimo monasterio de Bobbio, fen
mos existían en Basilea, Trento, Estrasburgo, Espira, W o r m s , las estribaciones de los Apeninos. D e su adhesión a Roma con
Maguncia, Colonia, Ratisbona, Lorch, etc. firmeza y cariño nos hablan elocuentemente sus cartas: "Yo
Conocida es la figura ascética, aureolada d'e prodigios, dé creo indefectiblemente que la firme columna de la Iglesia está
San Severino (f 482), el gran apóstol de la Nórica, el que en en Roma" 2 . Al papa San Gregorio le saluda.una vez "ornamen-
las inmediaciones de Viena profetizó al hérulo Odoacro su do- to hermosísimo de la Iglesia, flor augustísima de la Europa
minación sobre Italia. marchita, egregio centinela", y a Bonifacio I V : "Pulcherrimo
N o sabemos a punto fijo en qué época vino a Bavieca con omnium totius Europae ecclesiarum capiti, Pápate praedulci,
la luz del Evangelio el apóstol San Ruperto, de la sangre real praecelso praesuli, pastorum pastori, reverendissimo speculatori,
de los francos y obispo de W o r m s ; pero ateniéndonos -i su humillimus celsissimo, minimus máximo, agrestis urbano, micro-
Vita primigenia authentica, debió ser en la primera mitad del logus eloquentissimo, extremus primo, peregrinus indigenae,
siglo vi. D e sus manos recibió las aguas bautismales el duque pauperculus prafcpotente—mirum dictu, nova res!—rara avis
Teodón en Ratisbona. En Salzburgo (luvavia) Ite fué otorgado scribere audet Bonifacio patri Palumbus" s .
un viejo castillo romano, que él transformó en iglesia dedicada Adondequiera que fué, llevó siempr'e la liturgia celta o irlan-
a San Pedro, a ouyo alrededor edificó algunas casas para el desa, lo que le atrajo muchas odiosidades y discordias de parte
clero y un monasterio (Nonnberg) para doncellas, entre las que del clero francés.
sfe distinguió su sobrina Erentrudis. Católica era la princesa Su compañero y discípulo San Gall (f 645) sé quedó predi-
Teodolinda, casada en 589 con el rey de los longobardos. cando entre los alamannos, l'evantó su celda junto al río Steinach
Largos años más tarde llegó casualmente a continuar los tra- en un claro del bosque Arbón, que andando el tiempo se con-
bajos de San Ruperto un corepíscopo de Poitiers, llamado Eme- vertiría en el celebérrimo monasterio de San Gal!, uno de los
rano. Pretendía convertir a los avaros de Pannonia, p'ero al más resplandecientes luminares de la Alemania medieval, y lleno
pasar por la ciudad de Ratisbona, suplicóle el duque Teodón de méritos y de días acabó entre sus monjes su vida casi cen-
el Joven se quedase en Baviera predicando la fe de Cristo. A c - tenaria 4 .
cedió el santo misionero, y cuando al cabo de tres años trató En la Franconia oriental o Turingia penetró otro misionero
de ir en peregrinación a Roma, fué misteriosamente asesinado, venido dte Irlanda, San Kiliano (f 689), muerto á traición en
hacia el año 716, a causa de una falsa acusación. Wurzburgo por la cuñada del duque Gozb'erto. En la. imposi-
Completa el tríptico de santos que extirparon de Baviera bilidad de enumerar todos los apóstoles, precursores de San
los errores gentílicos San Corbiniano (f 730), natural de Char- Bonifacio, que fundaron las iglesias del país germánico, digamos
tres, entre cuyas hazañas legendarias se descubre como cierto aquí unas palabras acerca de San Pirminio o Pimenio (f 753),
que fué el primer obispo de Freising (717).
Desde los valles de Suiza hasta los de Alsacia y Suabia •' MGH, Epist. III, 177. La edición de ML 80, 282 escribe "ta
r
pasó evangelizando el irlandés San Ftidolino (f 538), fundador <wio .
de dos monasterios en Seckingen. Continuó" su obra casi un. si- ahí -M^H, Epist. III, 170. Cf. Vita S. Colwmoani auctore lona
fooate Bobíensi en MABILLON, Acta S8. Ord. S. B. H, 5ss.
M. LBC1.ERCQJ Script. Gall., en DACL.
C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 43
42 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil _^
gas, que trabajó siempre de acuerdo con los pontífices d e Roma
Este obispo ambulante y misionero no vino de Inglaterra o de y gozó de la confianza d e Martín I.
Irlanda, como se pensó algún tiempo, ni de Francia, ya que en Contemporáneo suyo fué San. Eloy (f 660) o Eligió, que
Francia se le tuvo siempre por extranjero, sino de países más después de trabajar como orfebre y platero en la corte de C í o -
meridionales, como sospechó el investigador Dom Mórín, y tario II y Dagoberto el Grande, de quien fué consejero, abrazó
más concretamente de España, como ha demostrado 1 el P. Pérez la vida eclesiástica y fué consagrado obispo de N o y o n en 641.
de Urbel. San Pirminio fué sin duda de los que pasaron los Toda la Bélgica, como' más unida a los reyes merovingios, se
Pirineos, huyendo d e la persecución arábiga. Predicó primero inclinaba fácilmente a, la religión de éstos, pero más al norte
en la diócesis de Meaux, tanto en latírf como en lengua de los había otros pueblos, obstinados e n sus cultos y prácticas paga-
francos, con título de corepíscopo. El campo que escogió luego nas : eran los frisones, que odiaban al cristianismo como religión
para su apostolado fué la ribera del Rhin entre Alsacia y Ala- de los francos. P o r eso, no era de Francia de donde convenía
mannia, bajo la protección de Carlos Martel, extendiéndose por viniesen los misioneros.
el norte hasta Luxemburgo y Bélgica y por el sur hasta Baviera Arrojado por una tempestad, aportó a las. costas de Frisia
y Suiza. Los monasterios que construía servían para dar consis- el año 678 San Wilfrido, obispo de York, a quien recibieron
tencia a la evangelización y eran como núcleos d e prósperas benévolamente y sin recelos.' Breve fué su estancia, porque, lle-
cristiandades. Entre ellos ninguno alcanzó la fama de Reiche- gada la primavera, tuvo el Santo que continuar su viaje hacia
nau (724), aunque también fueron foco d e alta cultura eclesiás- Roma.
tica los de Mutbach (Alsacia) y Hornbach (diócesis d e M e t z ) . El verdadero apóstol de los frisones se dejó ver en aquellas
La regla que difundía San Pirminio era la de San Benito, mez- costas e islas el año 692. E r a un joven anglosajón d e Nortum-
clada a veces con la más austera de San Columbano. En, su bria, educado en Irlanda, llamado Wilibrordo. Le acompañaban
libro titulado Scarapsus o Dicta Pirminii ábbatis, especie de ca- otros doce monjes más, C o n el apoyo incondicional de Pipino
tecismo o resumen de doctrina cristiana y de moral para uso de Heristal funda un monasterio en una isla del Rhin y explora
de los monjes misioneros, utiliza los escritos d e los Padres vi- las condiciones del país, pero antes de emprender sistemática-
sigodos españoles!, sobre todo San Isidoro y San Martín de mente la' evangelización de los rebeldes frisones, se dirige a
Dumio, y sus citas litúrgicas coinciden con la liturgia visigótica, Roma a implorar la bendición del papa. Concediósela d e buen
todo lo cual da probabilidad a la opinión de que San Pirminio grado Sergio I, añadió a su nombre de ¡Wilibrordo el d e Cle-
era d e nacionalidad española 5 . mente, le confirió la consagración episcopal {695) y haciéndole
el regalo—entonces tan apetecido—de copiosas reliquias .de
3. E n lia Frisia.—Monjes y obispos galorromanos tomaron mártires, le envió a su campo de trabajo. Pipino le señaló como
sobre sí la empresa de conquistar para el cristianismo el país sede arzobispal la ciudad de Utrecht. Allí construyó San ¡Wili-
de Flandes y la desembocadura del Rhin. Temerosos los natu- brordo la iglesia catedral bajo el nombre d e San Salvador, el
rales de caer bajo la dominación de los francos opusieron a los templo de San Martín, una escuela para la formación del clero
misioneros dura resistencia. y una residencia para sus colaboradores. Otras iglesias y mo-
El monje San Amando (f 676), recluido varios años en una nasterios fueron surgiendo en todo el país. Sólo hubo un mo-
celda junto a la catedral d e Bourges, sintió el impulso tan fre- mento de crisis, cuando el duque de los frisones, Radbodo; en
cuente entonces de peregrinar a la Ciudad Eterna. Allí, orando guerra contra los francos, entró a sangre y fuego en Utrecht,
en el sepulcro de los Santos Apóstoles, recibió del cielo la v o - despertando las iras d e los paganos contra los fieles, y obli-
cación misionera. Consagrado obispo el año 638, empezó a re- gando al mismo San Wilibrordo a abandonar momentánea-
correr las provincias del norte de Francia y Lorena,' todavía mente aquellas tierras. Las victorias de Carlos Martel y la
paganas, principalmente las de Gante y Tournay, en medio de muerte d e Radbodo (719) le permitieron regresar de Dinamarca,
dificultades sin cuento de parte de los habitantes del país, a donde se había refugiado, y restaurar lo destruido, consolidan-
pesiar y por causa de la protección que le dispensaba el rey do más y más su obra apostólica, hasta que el a ñ o 739, después
Dagoberto. Es probable que desde el 647 gobernase un par dfe de medio siglo d e afanes y fatigas, falleció .tranquilamente en
años la diócesis de Mastricht, retirándose luego' (650) a la so- •su amado monasterio d e Échternach, que él mismo había le-
ledad del monasterio de Elnon (más tarde de San Amando) vantado.
junto a Tournay, donde acabó sus días este apóstol de los bel-

0
J. PÉREZ DE URBEL, San Pimenio, en "Boletín de la R. Acad. de
la Historia" (1920) 133-150.
44 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 45

nuncia al cargo, y con la recomendación del obispo Daniel de


II. SAN BONIFACIO, APÓSTOL DE ALEMANIA Winchester, emprende otra vez, en el otoño del 718, su pere-
grinatio al continente, pero ahora no se detiene hasta llegar a
Durante tres años había trabajado con San Wilibrordo un Roma. Exponte al papa sus planes misioneros, y Gregorio II los
monje benedictino, también anglosajón, que se d'ecía Winfrido aprueba y en documento del 15 de mayo de 719 le impone .el
y que con.el tiempo se apellidará Bonifacio, que perfeccionará nombre de Bonifatius (quizá el cambio de nombre tuvo lugar
la obra de todos sus antecesores, la extenderá a nuevas comar- la víspera, día de San Bonifacio)', confiándole "en nombre d e
cas, dándole un sello profundamente romano, y merecerá por la indivisible Trinidad y por la autoridad inconcusa d e San Per
su labor pacientemente heroica y casi definitiva qu'e lds alema' •dro, príncipe de los apóstoles", el apostolado entre las gentes
nes le llamen su apóstol y le otorguen un puesto de honor paganas, sin determinar cuál'es. Al mismo tiempo le encarga la
junto a los misioneros cumbres de la Historia de la Iglesia, en- unión de los miembros con la cabeza jerárquica, ajustarse a la
tre San Pablo y San Francisco Javier. liturgia romana y acudir a la Santa Sede en sus dudas.
Portador de esta misión canónica y bien provisto de reli-
1. Cualidades de San Bonifacio.—No brillan en él cuali- quias para las iglesias que habrá de fundar, Bonifacio atraviesa
dades geniales. Lo que le distingue es su talento, organizador la Lornbardía, donde es amablemente recibido por el rey Luit-
y metódico. Hombre del Norte por la sangre, es de Roma por prando; penetra en Bavtera, pasa a Turiñgiá, donde corisigtíé
el corazón. Aun en su espíritu de constructor y de legislador se algunas conversiones; cruza la Franconia renana, y, sabiendo lá
revela auténticamente romano. Ahí radica su fuerza, su éxito muerte de Radbodo y el favor que presta a la misión Carlos
y su grandeza histórica. Fué un varón providencial, que con- Martel, se dirige a Frisiaí'El ardor apostólico y el talento que
tribuyó como pocos a la fusión del germanismo y del romanis- revela en tres años escasos que trabaja al lado de Sari' W i l i -
mo, esencia del medioevo. T o d o cuanto planea y realiza lo so-
brordo, mueven a éste a escogerle por su sucesor en el obispado
mete humildemente a la aprobación de los Romanos Pontífices,
de Utrecht; pero Bonifacio desaparece de allí en 721 para inau-
hasta sus dudas y casos de conciencia, porque su temperamento
tristis et dtfbitans le inclina muchas Veces al abatimiento y a la gurar su apostolado en la región pagana dfe Hesse, muy densa
melancolía; recibe las decisiones de Roma ccn rendido acata- de población y bastante bien dispuesta para recibir, el cristianis-
miento y cumple y hace cumplir en todas partes las leyes canó- mo. Dificultades no faltan,, porque entre aquellos bosques fron-
nicas-, todo lo cual no le impide profesar la mayor festima y de- dosos los caminos son pocos, y las gentes hablan, dialecto^ di-
voción a los libros de la Sagrada Escritura y fomentar en su ferentes, aunque emparentados con la lengua sajona d e Bonifa-
vida interior la más filial y confiada entrega a la voluntad de cio. Con la ayuda de dos nobles hermanos de aquel país, levanta
nuestro Padre, que está en los cielos. el monasterio de Amóeneburgo y, si hemos de creer a sil primer
biógrafo! millares 'dfe personas reciben el bautismo e n Pentecos-
Nacido de una noble familia del reino d e We!ssex (672), fué tés del 722: primera conversión en masa.'
educado en los dos más célebres monasterios de Inglaterra, el Sabedor de tales triunfos, Gregorio II le invitó á llegarse á
de Exeter y el de Nursling, donde llamó la atención por sus
Roma. Así lo hizo Bonifacio, y el 30 de noviembre de aquel
adelantos <en las artes liberales, en las ciencias sagradas y hasta
mismo año fué consagrado obispo de H'esse y de Turiñgiá por
en la poesía alambicada, característica de su tiempo y de su
país, tanto que pronto le pusieron al frente de la escuela abacial. él papa. Prestó juramento de fidelidad al Vicario d e Cristo con
fórmula casi idéntica a la de los obispos suburbicarios, y p r o -
Siempre conservará el monj'e Winfrido su afición a las le-
visto de la colección d e cánones de Dionisio el Exiguo y de
tras y a los buenos libros, pero nó es ahí donde le llama la voz
varios documentos d e recomendación para Carlos Martel, para
de Dios. E l pensamiento de salir a misionar tierras de infieles
le inquieta sin Cesar, y el año 716, en unión con otros tres mon- obispos y príncipes, emprendió el viaje de regreso. D e su ami-
jes, salta a una barca que le llevará a las costas de Frisia. go el obispo Daniel de Winchester le lltega una alentadora car-
ta, recomendándole métodos apostólicos semejantes a los que
2. Primeros triunfos apostólicos.—Eran los. años difíciles Gregorio I dio a los apóstoles de Inglaterra. Carlos Martel
en que Radbodo peleaba contra Carlos Martel devastando las tomó al santo misionero bajo su dtefensa y mundeburdio, con
iglesias cristianas. Winfrido se entrevista en Utrecht con fel lo que la evangelización progresó- notablemente en Hesse, T u -
caudillo frisón, recorre brevemente el país, y se persuade que riñgiá y regiones limítrofes. Entonces se atrevió Bonifacio a
por ahora sería inútil su labor, por lo cual, antes de terminar . echar abajo la famosa encina d*e Geismar (724), venerada con
el año, regresa a su monasterio de Nursling, de donde le eligen honores divinos. Armado de u n hacha se acercó al árbol corir
abad. P e r o vuelve a oír su vocación de misionero andante; re- kagrado a Donar, y entre los hachazos del santo y el vigoroso
46 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 47
/
empuje de un vendaval que sopló en aquel momento, la encina
la siega, .se dirigió a Baviera (735), cuyas condiciones eran se-
se desplomó con espanto de los paganos circunstantes, admira- mejantes a las de Turingia.
dos de que sus dioses no tomasen venganza de aquel sacrilegio.
• La vista panorámica de todo lo hecho y de lo que resta por
Su madera le sirvió para construir una capilla a San Pedro,
hacer le inspira el pensamiento de reorganizar sólidamente la
junto al futuro monasterio de Fritslar. Con este episodio, al
j'eraiquía eclesiástica, para lo cual se decide a emprender un
parecer insignificante, asestó un golpe mortal y decisivo al pa- tercer viaje a Roma (737).
ganismo en la región de Hesse, Donar y Thor, los poderosos
dioses de Germania, caían vencidos por la cruz de Cristo. Aquí termina la primera etapa del apostolado de San Boni»
fació, que se caracteriza por. la actividad misionera. En la se»
3. Consolidación de la obra,—De aquí pasó a establecer gunda etapa veremos al organizador de las iglesias de Germania
sólidamente la Iglesia en Turingia, país más cristianizado, pero y al reformador eclesiástico de los dominios francos.
dondfc la degeneración del clero, en especial de algunos sacer-
dotes. es<:otoirlandeses, había dado lugar en el pueblo a una 4. Organización y reforma de la Iglesia francogermánica.—
mescolanza abominable de ritos semicatólicos y costumbres en- Casi un año permaneció en la Ciudad Eterna, benévolamente
teramente paganas. Diez años de labor intensa y tenaz lograron atendido por el Romano Pontífice, que al despedirle quiso hon-
purificar aquel ambiente y escardar aquel campo, donde vol- rarle con el cargo de legado suyo o vicario apostólico.
vieron a germinar las flores cristianas de la fe y la santidad. Con renovada juventud y lleno de bríos empezó la organi-
- San Bonifacio, así como pedía luz y consejo a Roma, así zación por Baviera, cuyas iglesias habían sido devastadas por
demandaba plegarias y colaboradores a los monasterios de In- los avaros. Bajo la protección del duque Odilón las restauró,
glaterra. D e allí vinieron en su ayuda Lnl, su querido Lulito, y estableció obispos titulares en Freising, Ratisbona, Salzburgo
como se complacía en llamar a su antiguo discípulo de Nursling, y Passau (739). Lo mismo hizo más tarde en Eichtaet. Obede-
que será su sucesor en la sede de Maguncia; y Burcardo, a quien ciendo a las órdenes del papa, dejó esta provincia eclesiástica
consagrará obispo de Wurzburgo; y los dos hermanos Wilibal- para continuar en Turingia y Hesse, erigiendo los obispados de
do y Wunibaldo, sus parientes; y Wigberto y Eobano y otros Wurzburgo, Erfurt y Duraburgo.
más. Y . n o sólo monjes. También venían monjas a fundar mo- El 'establecimiento de la jerarquía era el primer paso, de la
nasterios que fuesen focos de fe y d e cultura en Alemania. Así, reforma, pero había que seguir adelante asegurando sus resul-
verbigracia, Santa Lioba, pariente de Bonifacio, de tanta inge- tados por medio de concilios o sínodos regulares, que uniesen
nuidad, moderación y gracia en su trato, como arte y destreza entre sí a todos los obispos y diesen las leyes y normas gene-
en iluminar manuscritos; ella fué la primera abadesa de Bischofs- rales de moral y disciplina.
heim; se consagró a enseñar la gramática latina a las hijas de A la muerte de Carlos Martel (741), su hijo Carlomán (he-
los germanos, y nos ha dejado hermosas cartas y versos latinos. redero con Pipiriio), viendo en Bonifacio el hombre más autori-
D e ella nos dice su antiguo biógrafo que "era bella como los z a d o de su reino para arreglar los asuntos eclesiásticos, pidióle
ángeles, cautivadora por sus discursos, sabia en las Escrituras se encargara de reformar la Iglesia franca, empezando por Aus-
y en los santos cánones". Y como ella, Walpurgis, abadesa con trasia y Renanía. Bonifacio, después de consultar las dificulta-
su hermano Wunibaldo del monasterio dúplice de Heidenheim, des con el papa San Zacarías, convocó el año 742, en una
y Tecla,, abadesa de Kitxingen, y Cunitrudis y otras que inau- quinta, probablemente, de Carlomán, el primer concilio germá-
guraron en Alemania una forma de apostolado no seguido en nico, y lo presidió en calidad de legado pontificio. Se decretó
países de infieles hasta la Edad Moderna, pero que el apóstol la celebración de un sínodo cada año, se ratificó la institución
de. Alemania estimaba sobremanera. de las nuevas diócesis, se fulminaron castigos de azotes y re-
clusión por dos años, a pan y agua, contra los eclesiásticos in-
A pesar de tales refuerzos y de otros como el franco Gre- morales, se prescribió a monjes y monjas la introducción y ob-
gorio, que fué luego abad d e Utrecht, y el bávaro Sturm, que servancia de la Regla de San Benito, amenazando a los religiosos
lo fué de Fulda, San Bonifacio se sentía impotente para la in- con cortarles la cabellera; se condenaron muchos vicios, prác-
mensa tarea que se le presentaba, y en este sentido escribió al
ticas idolátricas y supersticiones paganas, y se cuidó de la
Romano Pontífice, que lo era entonces Gregorio III. Este le
contestó tenviándole el palio arzobispal y animándole a consa- instrucción religiosa del clero.
1
grar obispos y erigir nuevos obispados {732). En otro concilio tenido en Leptines al año siguiente se re-
•Pensó Bonifacio en acometer la evangelización de Sajoniá, pitieron estas, ordenacionies y se añadieron otras nuevas, insis-
•pero .viendo- que aquellos campos estaban aún muy ¡verdes- par-a tiendo sobre todo en acabar con todo resto de idolatría, para
1° cual se compuso un Indiculus supetstitionum et paganiarum
48 P. 1. DE CARL&MAGNO A GREGORIO Vil C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 49
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en treinta artículos y se redactó la fórmula de fe y de abjura- si bien éste se trasladó luego definitivamente a Maguncia. El
ción, arriba transcrita, que 'es uno de los más importantes mo- concilio general del año 747 envió al papa una carra verae arque
numentos de la lengua alemana. Desde entonces se empezó7 a orthodoxae professionis et catholicae unitatis1, que, como todas
enseñar al pueblo algunas oraciones en alemán y a leerle y/ex- las .ordenaciones d e Bonifacio, recibió la aprobación del Roma-
plicarle en el mismo idioma algunas páginas de la Sagrada no-Pontífice, • ••; '
Escritura. '. Con éstas y otras reformas sinodales el pueblo d é los fran-
cos con su clero entró en vías de restauración y se pr'eparó él
5. Apostolado en Neustria. Sínodos nacionales.—Como en terreno para el florecimiento que alcanzó poco después en-
la. parte oriental del reino merovingio, asi también en la occi- tienuíos de Carlomagno. C o n todo, siempre fué achaque dfe
dental (Neustria) tuvo San Bonifacio qu'e emprender la reforma aquella Iglesia el yacer maniatada al arbitrio del poder civil,
apoyado aquí por Pipino el Breve. en una esclavitud que el espíritu romano de San Bonifacio se
La iglesia de los francos, como toda la nación, había des- esforzó por qu'ebrantar.
cendido en los últimos reinados d e los reyes holgazanes hasta. Sucedió en el verano de 747 la renuncia d e Carlomán al
un, grado de barbarie y de disolución increíbl'e. La vida de los gobierno para encerrarse en un monasterio, y el año 751- la
obispos se diferenciaba poco de la d e ' u n guerrero o magnate ejección de Pipino como rey l'egítimo de los francos, con asen-
de aquellos tiempos bárbaros. N o era mucho mejor la conducta timiento del papa S a n Zacarías, al mismo tiempo que Chilpe-
de .sacerdotes y monjes, a lo cual contribuían sin duda las con- rico III, última sombra de la dinastía meíovinqia, se escondía
tinuas, guerras y la costumbre que siguió Carlos Martel de ga- en las soledades de un claustro. Fué el año 752 cuando San
lardonar a sus guerreros con obispados que administraban y Bonifacio en la catedral de Soissons puso la corona real sobre
disírutaban indignamente: manera legal de'saquear las iglesias la. cabeza del antiguo mayordomo de palacio, contribuyendo así
o de. apoderarle de ellas y transmitirlas a sus hijos o sobrinos; a. la exaltación gloriosa d e los carolingios.
Las estrechas relaciones que habían existido entre la Galia ro-
mana y el Pontificado se habían ido relajando, y desde el si- '6. Últimos trabajos de; San Bonifacio. Martirio'.—No aban-
glo vil Roma intervenía ya menos fen corregir los abusos, donaba entre tanto su gran tarea germánica. Al compás dé los
enviando legados que amenazasen con penas eclesiásticas a los obispados,' iba multiplicando los monasterios, puntales de la je-
prelados culpables o remisos en lo moral y consolidasen debi- rarquía, lazos de unión con Roma y su cultura, reservas vitaí'es
damente la osatura jerárquica. L a costumbre de reunir sínodos en lo eclesiástico y centros civilizadores de la nación alemana.
provinciales iba cayendo en desuso. Algún remedio pusieron en 'Son casas de Dios, escuelas del servicio divino, seminarios,
lo político y civil los mayordomos de palacio. Carlomán y P i - hospederías, colegios y granjas agrícolas.' Por fello's va a empe-
pino el Breve quisieron también que se remediase lo religioso zar la agricultura-en Germania; por ellos se va a inaugurar una
y eclesiástico. El hombre providencial fué San Bonifacio. Em- era de intensa cultura científica, que es todavía el orgullo del
pezó por proveer de buenos prelados a las sed'es metropolitanas' pueblo alemán. Cuando la invasión danesa sé preparaba a des-
de Rouen, Rheims y Sens, para quienes consiguió el pallium. truir en Inglaterra la obra de Teodoro, Beda y Wilfridp, Ale-
Presidió el año 744 el Concilio de Soissons. integrado nada mte- mania recogía ávidamente el tesoro científico que le ofrecían
nos que por veintitrés obispos, cuyos cánones, semejantes a los los.monjes ingleses. Enviábanse a Inglaterra los productos del
de Austrasia, fueron promulgados como leyes del Estado, o País: tejidos de piel d'e cabra, una piel para el anciano obispo
capitulares. Una de las supersticiones y herejías en la que recayó de Winchester, escudos y halcones para el rey Etelberto, un
la condenación conciliar fué la de Adalberto, sacerdote que de- freiñe de marfil y un esp'ejo de plata para la reina; pero en
cía no necesitar él de la jerarquía ni de los sacramentos para cambio los abades y abadesas, siguiendo el ejemplo de Bonifa-
asegurar la salvación de sus fieles; bastábanle unas maravillo- cio, pedían que se les enviasen copias d e obras científicas,
sas reliquias traídas por un ángel de los últimos confines de la Poéticas y religiosas que acababan de publicar los sabios an-
tierra, y en especial una carta de Jesucristo caída del cielo so- glosajones. "Transmitidme—escribía Bonifacio-—algunos escritos
bre Jerusalén. Los concilios siguientes revisten un carácter más de Beda: enviadme algunas chispas de la antorcha que brilla en
universal para todos los dominios de los francos. vuestra tierra" «.
Carlomán y Pipino, juntos, convocaron .un concilio general :
del Imperio franco (745), el cual dictó sentencia contra los j . . •*• PÉREZ DF URBEL, Historia de la Orden Benedictina (Ma-
Srr o 1941 * p - 9 7 , L a s "artas de San Bonifacio pueden leerse en
eclesiásticos reos de graves delitos, depuso al obispo Gewilíeb o > (juntamente con los demás escritos) y más críticamente
de Maguncia, que había matado a traición al asesino de ¿u pa- en MGH, Epist. III, 215-431. Carmina: MGH, Poetae lat. I, 1-23.
dre, y designó a Colonia como sedte metropolitana de Bonifacio, *-*s vidas más antiguas de San Bonifacio en LBVISON, Vitae
50 P. I DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 51

El más célebre de los monasterios fundados por "el apóstol


de Alemania fué indudablemente el de Falda, cuya erección en- III. CONVERSIÓN OE LOS SAJONES Y OTROS PUEBLOS DEL N O R T E
comendó a su discípulo Sturm, primer abad, en cuyo tiempo
llegó a contar 400 monjes. La actividad misionera, científica y Ocupando el norte de Alemania, entre los eslavos y los
cultural de este centro religioso—basta recordar a Rábano francos, extendíase la fuerte raza de los sajones, inútilmente
Mauro, ¡Walafrido Estrabón, Servato Lupo—-fué de incalcula- evangelizada por los dos Evaldos ^llamados el Blanco y el N e -
ble trascendencia para la historia del pueblo alemán. Allí des- gro,, por el color del cabello) en la segunda mitad del siglo vil,
cansa hoy día el cuerpo del santa apóstol, y "es lugar de piado- y por San Lebuino en el vm. Refractarios siempre al cristia-
sas peregrinaciones. nismo por ser esta la religión de los francos y también por cau-
Bonifacio solía ir de vez en cuando a descansar en aquel su sa de sus propias costumbres feroces e impacientes de todo
yugo, aquellos belicosos y rapaces habitantes d e Sajorna eran
monasterio predilecto, para el que había alcanzado la exención
una pesadilla constante para los cristianos limítrofes y una se-
absoluta de toda jurisdicción episcopal, y cuando el año 752,
ria amenaza contra la paz de Europa.
dos antes de su muerte, renunció a la sede de Maguncia con
todos sus derechos metropolitanos en favor de su querido dis- 1. Primeras campañas de Carlomagno»—Por eso, cuando
cípulo Luí, dióle a éste, entre otras recomendaciones, la de con- Carlomagno subió al trono y quiso asegurar el orden y tran-
cluir las obras de la basílica d e Fulda: aedificationem basilicae quilidad de sus estados, planeó hacferles la guerra, y a que los
iam inchoatae ad Fuldam perfice, ibidemque meum multis anno- medios pacíficos hasta entonces no habían tenido éxito. Rom-
rum curriculis inveteratum corpus perduc. » piéronse las hostilidades por primera vez el año 772. Carlomag-
A su larga carrera de apóstol tan sólo le faltaba una glo- no se apoderó de la f ortalteza d e Eresburg, destruyendo el ídolo
ria: la del martirio. Y Dios se la concedió. Ardiendo en deseos o santuario nacional de Irminsul, tronco de árbol colosal que
de volver a predicar la fe entre los frisónes, se embarcó en el los sajones adoraban, y les obligó a recibir misioneros que les
Rhin en compañía de un obispo, tres sacerdotes, tres diáconos, instruyesen en la fe. Los misioneros entraron en Sajonia, pero
cuatro monjes y varios laicos. E s admirable este ardor apostó- no bien llegó la noticia d e que Carlos estaba con sus tropas
lico en un anciano octogenario. Llegado a la Frisia, tuvo el guerreando contra los lombardos, la sublevación estalló en todo
consuelo de instruir y bautizar a numerosos infieles de la costa el país (776) y del cristianismo no quedó ni rastro. Los estan-
del Zuiderzee, puso un obispo en la ciudad de Utrecht, privada dartes de Carlomagno reaparecieron en la frontera, apacigua-
de pastor desde la muerte de San Wilibrordo, y cuando le ron el país y se portaron, como la primera vez, benignamente
sonreían las más halagüeñas esperanzas, se precipitó la catás- con la población sometida. En la asamblea de Paderborn (777)
trofe. El 5 de junio del 754, mientras a orillas del río Burde, trató el monarca d e organizar la Iglesia, distribuyendo el cam-
no lejos de Dorkum, aguardaba en pleno campo a buen número po de misiones entre diversas 1 diócesis y abadías, según refieren
de neófitos, a quienes había citado para conferirles el sacra- los Anales de Lorch.
mento de la Confirmación, irrumpió súbitamente una multitud Pero he aquí que en 778, cuando la derrota de Carlomagno
de idólatras armados. Intentaron los cristianos la defensa, pero en las gargantas de Roncesvalles, vuelven a levantarse en ar-
el santo.les prohibió toda resistencia, cayendo él martirizado mas los sajones acaudillados por 'Widukmd, expulsan o matan
a
con casi todos sus compañeros. Al recibir el golpe mortal, Bo- los misioneros y con la ayuda de los frisonesi, sus hermanos
nifacio levantó a guisa de escudo por encima de su cabeza un de raza, avanzan hasta el Rhin devastando las iglesias, incluso
libro que tenía en la mano. Ese libro se conserva hoy teñido la abadía d e Fulda. Pronto son derrotados y contenidos por
en la sangre del mártir; es el tratado de San Isidoro de Sevilla los francos, pero el año 782 el cuerno de caza suena por cuarta
v
De officiis ecclesiasticis. ez en los bosques de Germania con toques guerreros. Enton-
ces Carlomagno se propone ahogar en sangre tanta rebeldía.
8: Bonifatii archiepíscopi Moguntini, en "Scriptores rerum ger- Nos dicte Eginardo en sus Anales que, habiendo escapado W i -
manicarum" II (Leipzig 1905). Trabajos recientes: GÜSTAV SCHNÜ- dukind a tierra de los normandos, 4.500 de sus secuaces fueror
RBR, Kirche und Kvltur im Mittelalter I, 288-315; G. HURTH, Saint degollados por mandato del rey en Verdén. Aunque en la cifra
Boniface (París 1903); A. HAUCK, Kirchengeschichte Deutschlands haya exageración, según modernos historiadores, la terribilidad
t. 1 (Leipzig 1922) p. 402-552. de
l castigo fué ejemplar. Exasperada la nación entera de los
Sa
Jones se sublevó otra vez, y otra vez fué vencida en una
serie de campañas, hasta que el año 785 los dos cabecillas,
Widukind de Westfalia y Álboin de Ostfalia se rindieron sin
52 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VU C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO' 53,

condiciones y hasta recibieron sobre sus cabezas el agua rege- Todavía se rebelaron los sajones en 792, esta vez por causa
neradora del santo bautismo. de los fuertes tributos y diezmos exigidos a todos los habitan-
Los frisones del norte, entre los cuales no había podido pe- tes, pero Carlomagno, a fin de sofocar radicalmente los levan-
netrar ni San Wilibrordo ni San Bonifacio, y qu'e en tiempo tamientos, deportó gran número de familias al reino de los fran-
d e Carlomagno fueron evangelizados por Gregorio de Lítrecht, cos. Allí se educaban los jóvenes cristianamente, y de entre
por su discípulo Liudgero y por el monje anglosajón Lislfwin ellos salieron sacerdotes y obispos que, retornando a sus. tierras,
(San Lebuino), hiciéronse en esta guerra solidarios de los sajo- pudieron evangelizar con éxito a sus compatriotas. La abadía
nes, luchando como ellos fanáticamente, pero al ser derrotados de Corbie (en Picardía), famosa por su escuela y su'biblioteca,
en 784, se convirtieron todos y para siempre al cristianismo, recibió no pocos jóvenes sajones, y como oficial de ella surgió
en Alemania la Nueva Corbie o Corwey (822), de donde salió,
2. Conducta de Carlomagno. Ultimas campañas.—Al final entre otros, San Anscario, apóstol de Dinamarca y Suecia.
de cada campaña solía Carlomagno convocar una dieta o asam- . Era evidente que la mejor manera de consolidar los progre-
blea legislativa, en la que también eran admitidos los sajones sos del Evangelio en tierras sa'jonas era estableciendo allí la
vencidos. Acúsanle muchos historiadores de proceder en sus jerarquía eclesiástica. Por eso Carlomagno, de acuerdo con la
conquistas de una manera brutal y violenta y de forzar a los Iglesia, erigió los siguientes obispados: Brema, Verdín, Minden,
vencidos a recibir el bautismo. Imposible justificarle en todo, •Osnabruck (787), Paderborn (799), Münster (804); Hildesheim
peto las medidas sangrientas que se vio obligado á tomar tal .(814) y Halberstadt (809), concelosoá y prudentes obispos,
vez se expliquen considerando que la guerra, una vez empezada como Willehado, Willerico, Liudgero, Adumaro, etc.
con justo título; fué adquiriendo un carácter de guerra a muer- : El gran poema popular Heliana. (El Salvador), de argumen-
te, y esto no por designios de Carlos, sino por la. rebeldía in- to, evangélico, revela cuan hondas raíces había echado la doc-
domeñáble de los sajones, siempre en armas contra los francos trina cristiana en el pueblo sajón poco después de la muerte de
y necesitada por lo mismo de duros escarmientos. Menos justi- Carlomagno.
ficable, por tratarse del fuero de la conciencia, es la coacción
ejercida por la autoridad política en la conversión de aquellos 3. Escandinavia para Cristo. San Anscario.—Los reinos de
bárbaros. Hasta dónde llegó Carlomagno en estas medidas po- Dinamarca, de Suecia y de Noruega no tardarían en seguir a
lítico-religiosas, no lo podemos precisar. Alcuino da a entender los sajones por el camino hacia Roma. San Wilibrordo había
en sus caitas que se procedía con excesivo rigor y que se em- > lanzado, no sin dificultad, la semilla evangélica en su destierro
pleaba a veces la violencia y la amenaza en orden al bautismo, • de Dinamarca, especialmente en la isla de Heligoland. Como
pero también es cierto que los ministros inmediatos en. la con- un relámpago pasó por allí el obispo de Reims Ebo, con título
versión dé aquellos pueblos eran monjes y obispos, partidarios de legado pontificio (823). Pero el suceso verdaderamente tras-
naturalmente de la blandura y la persuasión, y que, tratándose cendental tuvo lugar en junio del 826 en la iglesia de San AI-
de masas populares incultas, puede suceder que no siempre sea. báno de Maguncia. Haraldo II, rey destronado de Dinamarca,
violencia el mandato autoritativo, aunque vaya acompañado de que buscaba la protección de Ludovico Pío para recobrar su
alguna amenaza, como acontece con los niños. Pensamos, con corona, recibía solemnemente las aguas bautismales. Al año si-
todo, que los agentes de Carlomagno se excedieron, y nos lo guiente Haraldo hacía su entrada en Dinamarca acompañado
persuade el texto draconiano de algunas de sus primeras leyes ae San Anscario (f 835), monje sajón, educado en Corbie y
o capitulares de Sajonia 7 . • ] Maestro de la escuela de Corwey. La expedición fracasó en lo
político y también en lo religioso; mas no por eso se entibió en
. T, Véanse algunos ejemplos: "4. Si quis sanctum quadragesi- lo más mínimo el fervor impetuoso de San Anscario, que le ha-
male ieiunium pro despectu christianitatis contempserit, et car- . Pía de
nem coniederit, morte moriatur. Sed tamen consideretur a sacer- merecer el glorioso sobrenombre de "el Bonifacio de los
dote, ne forte causa necessitatis hoc cuilibet proveniat, ut carnem Países nórdicos" 7 *.
comedat. 7. Si quis Corpus defuncti hominis secundum ritum paga-
norum flamma consumí fecerit, et ossa eius ad, cinerem re- pálmente el reposo de los domingos, y la 19 imponía multas al
dierit, capite punietur. 8. Si quis deinceps in gente Saxonum • 1* < ^ ase m a s de u n a ñ ° en bautizar a sus hijos.
inter eos latens non baptizatus se abscondere voluerit, et ad bap-
tisraum venire contempserit, pag'anusque permanere voluerit, !'¿ .. Entre las uebiografías antiguas de San Anscario, la más
morte moriatur. 10. Si quis cum pagánis consilium adversus chrís- " ' M o S a bScrí
le e s l a
<l escribió su discípulo Rimberto, Vita Anscarii:
tianos inierit, vel cum illis in ad'versitate christianorum perdurare A ;"*> f e b í>*.
r JI II. 683-725; publicada también por los Bolandistas,
voluerit, morte moriatur" iMGH. Leg. I). Véase HAUCK, Kirchen- 'der las' - > 413-33, y ML 118, 959-1012. La mejor dé las mo-
gesóhichte Dcutschlands II, 397. «„ . > E. DE MOREAU, Saint Awscliaire, missionnaire en Scandi-
wne-au ix siécle (Lovaina 1930). Véase, además, P H . SCHMIDTZ,
La ley 18 mandaba respetar los días festivos, urgiendo esn&i • W o w , « de l'Ordre de Saint Benoít t. 1 (Gembloux 1942), y
C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO ; 55
P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
54
Allá en-la brumosa Escandinavia, nido de piratas (vikingos) ramento excitable, ardiente, soñador, propenso al misticismo;
y tierra saturada del más fanático paganismo con sus dioses no necesita consultar tanto sus decisiones1, porque Dios mismo
guerreros y sus valkirias que cabalgan sobre los vientos y re- le habla en visiones maravillosas que llenan gran parte de su
cogen en sus corceles a los héroes caídos en el combate, se des- vida, desde la niñez, inspirándole, los planes, marcándole la ruta
pertaron deseos de la luz de Cristo, tal vez por medio de algu- y dándole fervor, esfuerzo, tenacidad y resistencia sobrenatu-
nos comerciantes que visitaban la corte de Ludovico Pío. Este rales. Cuando es necesario, acude a Roma, como San Bonifacio,
piadoso emperador puso sus ojos en Anscario, señalándole para y, como éste, da siempre ejemplo de austeridad monacal y se
la misión de Suecia. E n compañía de Autmaro y Gisleinaro, vale de los monjes para su gran empresa mision'era.
•monjes como él, púsose el santo en camino, atravesó la Yutlan- Sucedióle en la sede arzobispal de Brema-Hamburgo. su que-
dia y se embarcó-en el puerto de Schleswig (£29). Cayeron en rido discípulo Rimberto (f 888), que hubo de sufrir largos años
manos de los piratas, pero consiguieron poner pie en tierra y de persecución y de abandono. Uno de sus sucesores, el arzobis-
continuar su viaje hacia el norte. Él rey Biorn, que les aguarda- po Unni, pudo reanudar la tarea apostólica gracias al apoyo
ba en Birka, isla del lago Melar, les dio permiso para predicar del emperador Enrique I de Alemania, y cuando el rey danés
la doctrina cristiana. Al cabo de año y medio, Anscario fué a Haraldo Blaatand, o Diente Azul, vencido por O t ó n I, se hizo
dar cuenta de su difícil apostolado a Ludovico Pío, el cual alabó bautizar con toda su familia, alborearon días mejores para la
a Dios por la nueva puerta que se abría a la evangelización de iglesia en Dinamarca. Bajo el reinado de su nieto Camiío el
los paganos; y a fin de poner una base firme a esa misión, Grande (1014-1035), que reunió bajo su cetro los reinos de Di-
erigió la nueva diócesis de Hamburgo (833)', nombrando primer namarca, Noruega e Inglaterra y peregrinó hasta Roma, se mul-
arzobispo a San Anscario. Este Bonifacio del N o r t e creyó con- tiplican las iglesias y las escuelas, y llegan los cluniacenses 8 .
veniente informar de todo al papa y, habiéndose llegado hasta Otro de sus sucesores, Canuto II el Santo (1080-1086), alcanza
Roma, recibió de Gregorio I V el paltium arzobispal, junto con la palma del martirio y la Iglesia lo eleva a los altares.
el título de legado apostólico, "para los pueblos dan'eses, suecos E n la misión dfe Suecia n o se cosecharon grandes frutos has-
y eslavos". Como y a el arzobispo de Reims, Ebo, gozaba de ta que en los primeros años del siglo xi abrazó la fe cristiana
semejante título, repartiéronse entre ambos el territorio: Ans- el rey Olaf III (1024), quien fundó una iglesia y obispado en
cario se qufedó con Dinamarca y Ebo con Suecia, si bien en Skara; pero np pudo arrasar el templo famoso de Upsala, tan
lugar de éste fué elegido obispo de aquellas regiones su sobrino venerado' de los paganos. Solamente fen el reinado de Erico I X
Gurzberto, el cuál no salió de Osnabrück, autorizando a San el Santo (1133-1160) triunfa en todo el país el catolicismo.
Anscario para que organizara la misión de Suecia. Este mismo rey sometió a los finlandeses y los hizo cristianos.
Destruida Hamburgo, su sede arzobispal, por un ataque de En 1163 tlpsaía fes elevada a sede metropolitana con cinco su-
los vikingos o normandos {845), tuvo que huir, llevando una fragáneas.
vida errante y desposeído de los más elementales medios de A Noruega le llega el cristianismo de Inglaterra. El rey
subsistencia, hasta que, trtes o cuatro años más tarde, se le con- Haakon el Bueno {f 961), educado entre los ingleses y conver-
firió la diócesis unida de Brema-Hamburgo. tido por ellos a la fe, tropieza con infinitas dificultades al que-
Todavía hizo Anscario una expedición a Suecia (853), y no rer desterrar la idolatría. T r a s un período de revoluciones, sube
sin felices resultados, pero el campo propio de su incansable al trono Olaf Trygvason (f 1000), que, bautizado en W i n c h e s -
ter, emprende, con ayuda d e sacerdotes anglosajones y con
actividad fué la Jutlandia y Schleswig; el centro principal de su
medidas d e severísima energía, la exterminación del paganismo
irradiación mision'era, la ciudad de Brema. y de sus templos; y no contento con hacer triunfar al cristia-
Bajo los reyes daneses Erico I y Erico II gozó Anscario de nismo en Norufega, lo propagó también en las islas Hébridas,
plena libertad para predicar y construir iglesias, monasterios, Oreadas, Feroe, y hasta en Islandia (997) y en Groenlandia.
hospitales, escuelas. La notable biografía que de él escribió ^ a santidad de las costumbres y el ardiente amor a Cristo flo-
Rimberto nos refiere pocas cosas concretas de sus últimos años. recieron sobre el trono de Noruega con Olaf II el Santo
Aquel apóstol audaz, fantaseador, sediento del martirio, e ínti- (t 1030), que sucumbió en fel campo de batalla contra los da-
mamente convencido de que no lo alcanzaría, murió prosaica- ae
s e s . Sepultado en la magnífica iglesia de Nidaros (Drontheim),
mente de una disentería en su ciudad de Brema (865). Su obra P°r él edificada, pronto su sepulcro se convirtió en centro d e
fué decisiva, aunque sin la amplitud y estabilidad de la de San. Peregrinaciones.
Bonifacio. A diferencia de éste, San Anscario tiene un tempe-
L.'BRILL, Les premiers temps du christianisme en Suéde, en RHE L. M. LMÍÜON, Canute ihe Great (Londres 1931).
12 (1911) 17-37; 231-41; 652-69.
C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 57
56 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
El otro, mfenos intelectual, pero de grandes dotes de gobierno,
era Metodio. Ambos acababan de desempeñar una misión polí-
IV. EvANGELIZACIÓN DEL ORIENTE DE EUROPA tícorreligiosa y delicada entre los cazaros del mar de Azov 8 *.
2. Actividades de San Cirilo y Metodio.—Cirilo y Metodio.
1. E l cristianismo entre los eslavos y magiares.—Rama im- acompañados de otros misioneros conocedores de la lengua fes-
portantísima de la gran familia indo'europea, los eslavos, de re- lava, se presentaron cn la corte de Ratislao en la primavera
ligión pagana y culto naturista, partiendo de los montes Urales, del 863, e inmediatamente, con fel favor del rey, dieron comien-
fueron a retaguardia de las tribus germánicas, invadiendo gran zo a su predicación. El uso del eslavo despertó en el pueblo
parte de Europa hasta el Elba y el Adriático. Su evangelización gran entusiasmo. ¿Cuál debía ser la lengua de la liturgia? ¿La
disputáronsela por algún tiempo oriental'es y occidentales, o, griega o la latina? El cl'ero alemán se declaró con decisión en
más concretamente, el Imperio bizantino y el Imperio franco- pro de la latina, usada p o r los primeros misioneros, pero no
germánico, bajo la mirada vigilante de Roma. Bizancio acabó entendida por el pueblo. Cirilo y.Metodio pensaron que la litur-
por llevarse la mayor parte y, ál atraerlos hacia su órbita, nadie gia debía hacerse en la misma lengua que la predicación, y, fen
adivinaba la inmensa trascendencia que eso había de tener en consecuencia, optaron por la eslava. Cirilo había inventado una
la historia de la Iglesia y de la civilización. escritura propia, llamada glagolítica, para expresar, con signos
El primer misionero que les llegó de Occidente fué, sin duda, derivados del alfabeto griego y de otros orientales, el lenguaje
el apóstol de Bélgica San Amando, que cn el siglo vn atravesó eslavo. Y en esta forma tradujo buena parte de los Evangelios,
el Danubio buscando aventuras a l o divino; y no hallándolas, de los Hechos Apostólicos y el Salterio. Pusieron los alemanes
ni siquiera el martirio, volvió a su punto d e partida. Carlomag- el grito en el ciclo, alegando que a Dios no sé le podía honrar
no, por medio de su hijo Pipino, venció a los avaros', proce- más que en las tres lenguas del cartel de la cruz: hebreo, griego
dentes de Pannonia y originarios de los hunos, disolviéndose y latín. A éste argumento trilingüe contestó Cirilo apellidándo-
este reino entre los eslavos qu'e poblaban las orillas del Danu- les pilatistas.
bio y el Theiss (791-799). • U n triunfo militar d e Luis el Germánico sobre Ratislao dio
•• Después de los croatas, evangelizados por sacerdotes latinos ánimos a los partidarios d e la liturgia latina, y, en atención a
del siglo vil al ix, y de los carintios, sujetos á los francos y mi- sus protestas, el papa Nicolás I invitó a Cirilo y Metodio a que
sionados en el siglo VIII por clérigos y monj'es de Bayieía, prin- compareciesen en su presencia. Cuando los dos hermanos se
cipalmente por el obispo' Virgilio de Salzburgo (f 784)',. les presentaron fen Roma (867) acababa de subir al trono pontificio
llegó él resplandor d e la verdad cristiana a los moravas, esta- Adriano II, quien no pudo menos de alabar la profunda devo-
blecidos en el valle del Morava, parte occidental d e la actual ción de aquéllos al Vicario de Cristo, su ortodoxo sentir roma-
Eslovaquia. no-católico y también la innovación d e la liturgia eslava, cuyos
Hasta allí penetraron misioneros germanos procedentes dé libros bendijo el papa. Cirilo y Metodio fueron consagrados
Salzburgo, los cuales tropezaban con la dificultad de la lengua obispos y celebraron solemnemfente los oficios litúrgicos én len-
y con oposiciones raciales. Aprovechando la decadencia del gua eslava. A Cirilo, ya monje, le sorprendió la muerte en
Imperio c'arolingio, del que eran tributarios, constituyeron los Roma (869) y fué sepultado en la basílica de San Clemente,
mbravos un fuerte estado independiente, la gran Moravia, que cuyas reliquias él había traído d e Crimfea. Metodio regresó a
tuvo días d e esplendor. Las luchas entre Moimir, fundador dfc Pannonia con .una elogiosa recomendación del papa Adriano II,
su dinastía, y el príncipe eslovaco Pribina, convertido al cato- Pero tornó en seguida a Roma para ser consagrado arzobis-
licismo, aunque favorables al primero, no estorbaron la propa- po (870) de Moravia y Pannonia con la sede en Sirmio. Pensaba
gación- de la fe, cuyos predicadores seguían siendo alfemanes.. el Pontífice que de esta suerte, y con la concesión de la liturgia
El sobrino y sucesor de Moimir, el gran príncipe Ratislao (846- eslava lograría retener bajo la influencia romana a los eslove-
870), que dilató notablemente sus estados, haciéndose temer nos, croatas y servios, y quién sabe si también atraería a los
de los mismos francos, inició una política dte acercamiento á búlgaros, que gravitaban hacia Bizancio. Pero a Metodio le
Bizancio; y habiendo recibido el bautismo, solicitó del empera- g u a r d a b a n amargas contradicciones. Rfeunidos en sínodo los
dor Miguel III misioneros que instruyesen al pueblo moravo
en su propio idioma. Los escogidos para esta empresa fueron i"'-, Las biografías paleoslavas de ambos santos se nos dan
dos hermanos nacidos en Tesalónica. El más joven se llamaba ^aducidas y con n o t a s en F . GRIVEC, Vitae Constantini et Metho-
Constantino, nombre que más tarde cambió por el de Cirilo, y «;«,en U
" A c t a A c a d e m i a e V e l e h r a d e n s i s " 17 (1941) 1-127; 161-277;
»,',/P TILI,EULJ> Z>eé souroes de l'histolre des US. Constantín et
a veces le apellidaban el Filósofo, porque había enseñado filo- wethade, en " E e h o s d'Orient" 3? ttf)35) 272-30?,
sofía y teología, sucediendo en la cátedra a su maestro Focio.
58 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 59
obispos alemanes de Passau, Salzburgo y Freising, temerosos
de que con la liturgia eslava sufriera mengua la influencia ger- Drahornira, ambiciosa y favorecedora del partido pagano, de
mánica, condenaron al santo obispo y lo retuvieron dos años la que tuvo dos hijos: Wenceslao, el primogénito, fervoroso
y medio en prisiones, hasta que el papa Juan VIII intervino católico, y Boleslao, educado en el paganismo. E r a aquél un
para libertar al que ostentaba el título de legado pontificio en- modelo de príncipes cristianos, mezcla de caballero y de asceta,
tre los eslavos. En la, cuestión de la lengua litúrgica creyó y acataba la soberanía de Enrique I de Alemania. Boleslao, •
Juan VIII que era preciso condescender con los alemanes. Es- más joven, apoyado por su madre y por el partido antialfcmán,
tos cantaron victoria, ¿Renunciaría Metodio a la obra tan que- asesinó a su henmano el 28 de septiembre de 929, cuando el
rida y tan eficaz de su apostolado? Interpretando tal vez la mártir sólo contaba veintidós años. Desencadenó entonces el
voluntad del papa, y mientras llegaba el momento de darle "ex- nuevo príncipe una persecución contra los católicos, pero ha-
plicaciones, el celoso apóstol se persuadió que podía continuar biendo sido derrotado por Otón I (950), cesó en la persecución;
como hasta entonces y así lo hizo hasta 879; se convirtió al cristianismo y favoreció a la orden benedictina.
El clero alemán redobló los ataques con más violencia, Su hijo, Boleslao el Piadoso (967-999), tomó a pechos el triunfo
acusándole de desobediente a Roma y d e no admitir el Filioque de la religión en toda Bohemia, creó la diócesis de Praga, cuyo
en el credo y ser amigo de Focio. Es extraño qute el gran prín- segundo obispo fué San Adalberto (muerto en la conversión de
cipe Swatopluk (f 894), paladín del nacionalismo político mo- . los prusianos, en 997), y construyó muchas iglesias y monas-
ravo, menospreciase la lengua materna y se pusiese de parte de terios. . * '
los sacerdotes alemanes, informando en este sentido al Romano De Bohemia se difundió el cristianismo a Polonia^ cuando
Pontífice. Acaso porque Metodio le reprochaba su vida, desor- el príncipe Miecislao, casado con una hija d e Boleslao I, se
. denada y sensual. decidió a abrazar la religión de su esposa (965). El pueblo si-
Juan VIII llamó a Roma a San Metodio (879), el cual pre- guió su ejemplo, y la ciudad de Posen fué la primera sede epis-
sentó sus descargos con tanta satisfacción del papa, que éste copal (968). E n acto de devoción a San Pedro, reconoció Mie-
volvió a aprobar la liturgia eslava y proclamó, en carta a cislao la soberanía de la Santa Sede sobre el reino polaco. Su
Swatopluk, la perfecta ortodoxia del.arzobispo d e Sirmio {880). Hijo Boleslao I el Fuerte fundó el arzobispado de Gnesen (1000)
El santo apóstol de los eslavos murió tranquilamente cinco años Gon las diócesis' sufragáneas de Kolberg, Cracovia y Breslau
más tarde (885)', probablemente en Vellehrad, capital y corte (más tarde también Posen); ayudó cuanto pudo a San Adal-
de Swatopluk, yendo a reunirse, según el antiguo biógrafo, "con berto en sus misiones y contribuyó al triunfo definitivo del cris-
sus padres, los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los docto- tianismo en Polonia. A su muerte (1025) trató el paganismo de
res y los mártires". • •'" levantar cabeza a favor de las revueltas políticas qu"e entonces
El reino moravo se derrumbó poco después al empuje de los \'\ sobrevinieron, hasta que Casimiro, subido al trono en 1040,
magiares (906), quedando agregado en lo eclesiástico a las dió- :'> mereció, como rey y como católico, el título d e Restauratoc
cesis de Ratisbona y de Praga. La liturgia eslava, prohibida de ••. #b/o/u'ae. El catolicismo se embebió profundamente en aquella
nuevo a la muerte de San Metodio por Esteban V (816-817), ¡ v tierra generosa, dando, a sus hijos temple d e héroes para los
se refugió,' con algunos discípulos del santo, en Bulgaria, de , .trágicos destinos que les reservaba la Historia 9.
donde años adelante pasaría a Rusia. * Todos estos pueblos deben su cristianismo principalmente a
misioneros de Occidente. Educados en el rito latino, se mantu-
3. Evangelización de Bohemia y Polonia.—Entre los che- vieron durante toda la E d a d Media fieles a Roma. E n cambio,
eos de Bohemia empezó a propagarse el cristianismo hacia el los búlgaros y los rusos, evangelizados por Bizancio, se vieron
año ; 805, cuando una parte de la nación se sometió a Carlo- arrastrados por ella al cisma griego.
magno. Refieren los Anales fuldenses que el año 845 catorce
caudillos (duces) checos, con todo su séquito, se 'hicieron bau- 4. El cristianismo en Bulgaria.—La nación búlgara empezó
tizar 'en Ratisbona, corte de Luis el Germánico. Sin embargo,
•a,, abrir los ojos a la fe por su contacto con los bizantinos, ya
hasta fines del siglo ix el Evangelio n o echó hondas raíces en
aquel país, y entonces se debió a misioneros de Moravia, de la • fi1 e* s i ^ ° v n * P*TO quien dio el paso decisivo fué el príncipe
i^^jk ° Bogoris, que se hizo bautizar el año 865, teniendo por
que Bohemia dependía políticamente. Afirma el Cronicón de ^Padrina al emperador Miguel III. Hasta los últimos años de su
Cosme de Praga que fué Borziwoi el primer duque de Bohemia
convertido al cristianismo por el propio San Metodio, pero no W l t n "^• d e m ^ a de la obra de Kulczycki, arriba- citada, deben con-
parece que fué él, sino su hijo Spitignief (890-912). El hermano vj-es « S e tol o s e s tudios de P. DAVID, Etudes historiques et Uttérai-
y sucesor de éste, Wratislao I, estaba casado con la princesa ^ifai , Mot Pologne médiévale (París 1928). Del m i s m o autor, Ca-
'W-Pn S ne et Boleslas le Pénitent (P. 1932) y Les Benedictina.
rvrdre de Cluny dans la Pologne médiévale (P. 1939), '
60 • P. I. Dfc C A R L O M A G N O A GREGORIO Vil C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 61

vida, en que se retiró a un monasterio, Boris fué de costumbres miro 9 *. Poco a poco, y casi sin sentirlo, el pueblo ruso se vio,
rudas y violentas, cruel en ocasiones, aunque siempre religioso y en el siglo xm, amarrado a la Iglesia cismática de Bizancio y
humilde. Con 'el deseo de conseguir un patriarcado nacional, se separado de Roma. En 1328 el "metropolitano de Kiew y de,
dirigió al Romano Pontífice (866), interrogándole, al mismo toda Rusia" estableció su s'ede en Moscú, y sólo en 1589 logró
•tiempo sobre ciertos puntos dogmáticos y disciplinares. El gran independizarse plenamente del patriarca de Constantinopla.
papa Nicolás I le envió dos legados con las célebres JResponsa
6. San Esteban en Hungría.—Los. magiares o húngaros,
ad consulta Bulgarorum, añadiendo que, a la vuelta de los lega-
pertenecientes a una raza mixta, en la que predomina 'él tipo
dos, Vería si se había de poner a la cabeza de la jerarquía un
ugro-finnico, aparecen en las orillas del niar de Azof a prin-
arzobispo o un patriarca. Satisfecho el rey Boris!, prometió ser cipios_ del siglo ix, y a fines del mismo franquean los Cárpatos
fiel a la unión, con Roma; pero como el papa Adriano II no con- para establecerse en la Pannonia y Transilvania. Contenidos
dujese las negociaciones con tan fino tacto como su antecesor, en sus irrupciones por el emperador Otón I, en 955 (batalla de
Boris envió una embajada al concilio I V Constantinopolitano L.éch), se convierten de pueblo nómada y devastador en reino
(VIII ecuménico, 869), preguntando a qué patriarcado debía bien organizado y en valladar de la civilización occidental con-.
pertenecer la Iglesia búlgara. Los Padres griegos de aquel con- tra las hordas asiáticas. Uno de sus príncipes, por nombre Gi-
cilio respondieron, no obstante las protestas de los legados pon- las, se bautizó en Constantinopla el año 950, y un monje grie-
tificios, que al'de Bizancio. Y así fué en adelante, sin que nada go, Hieroteo, vino con él a predicar en Hungría, no sabemos
consiguieran las tentativas de Juan V I I I ' y otros papas. Tam-, con qué fruto. El duque Geisa (972-997)', casado en segundas
bien, políticamente, Bulgaria se convirtió él año 1019 ten una nupcias -con Adelaida de Polonia, al abrazar el crisitianismo
provincia bizantina. La liturgia siguió celebrándose en lengua en 973, pidió misioneros alemanes, y O t ó n II le envió a P e r
eslava. legrín, obispo de Passau; a San. Wolfango, benedictino de
Einsiedeln, que llegó a ser obispo de Ratisbona, y a San, Adal-
5. E n el Imperio ruso,—No sabemos que las grandes tribus berto de Praga. Las conversiones se multiplicaron. Hijo dte Geisa
eslavas del oriente de Europa tuviesen conocimiento alguno del fué el rey San Esteban (997-1038), la más noble y excelsk fi-
cristianismo hasta después que cristalizaron estatalmente en el gura de la historia húngara. A San Esteban corresponde la glo-
Imperio ruso, bajo la mano fuerte del warego Rurik (862). ria de haber hecho d'e Hungría un verdadero reino y. sobre todo
Focio nos habla, en Una carta, de los primeros cristianos rusos, un reino católico y apostólico. Con el título de Rex apostólicas
el año 866. Consta que, bajo el gran príncipe Igor (945), existía le condecoró el papa Silvestre II, enviándole, el año 1000, en
una1 iglesia en Kiev, la capital, y que su viuda-Olga fué, a reci- recompensa de su ctelo y devoción a Roma, una. cruz de oro,
bir el bautismo a Constantinopla (954). Su nieto, .Wladimiro que orillará. para siempre incrustada en la corona de los reyes
(1015), una especie de'Carlomagno ruso, canonizado por la de- húngaros. Obras de San Esteban fueron la organización ecle-
voción del pueblo, ayudó militarmente al, emperador Basilio II siástica con once diócesis ( l a de Gran, metropolitana, año 1000),.
y en recompensa recibió en matrimonio una princesa bizantina; la fundación dte muchos monasterios y la evangelización de
se bautizó en Querson, desembocadura del Niéper, y puso ma- Transilvania y Valaquia 1 0 .
nos a la obra de la destrucción de los falsos cultos con. hechos
como el siguiente; mandó echar abajo los ídolos y al más fa- Desgraciadamente, su hijo San Emerico murió en la flor de
moso de ellos Ío ató a la cola d'e un caballo para que fuera su juventud (1031). Y al desaparecer, en 1038, el propio San
arrastrado mientras doce hombres lo iban apaleando. Llegados Esteban, se produjeron disturbios y reacciones paganas,, por
al río, lo arrojaron a las aguas. En la orilla se congregaban las "* G. FEDOTOV, Les Saínts de la Russie ándenme- (París 1931);
muchedumbres para ser bautizadas. Uno de los misioneros que *»• E.
10
PLATONOW, Geschichte Russlands (Leipzig 1927) p. 45-77.
conocemos es San Bruno de Querfurt (j 1009), que también ha-. MGH, Spript. XI, 229-42; AASS, sept. I, 562-75. E. HORN,
bía misionado en Suecia. Sé captó la simpatía'de algunos caudi- Saint Etienne (París 1899); G. SCHREIBER, Stephan I der heilige
Kbnig vón Ungarn (Paderborn 1838); P. VACZY, Die erste Epoche
llos petcheñagos de las orillas del Don y, habiendo convertido a «es ungárischen Konigtums (Pees 1935); B. HOMAN, Geschichte
muchos del pais, se dirigió a Polonia y luego a Prusia, donde «es ungárischen Míttelalters (Berlín 1940); P. BOD., Historia Hun-
fué martirizado. Las primeras diócesis fueron Novogorod y garorum eccles. (3 vols., Leyden 1889-90). Sobre el glorioso reinado
¡i e Ladislao, rey de Hungría y de Croacia, santo patrono de
Kiew, provistas durante más de dos siglos en personajes grie- A ransilvania, que para intensificar la vida cristiana de su reino
gos; la última alcanzó honores de sede metropolitana en el convocó el sínodo de Szabolcs y obtuvo la canonización de San
reinado de Jaroslao (1015-1054), quien promovió la fe y la cul- S» T b a n v S a n Emerico, vóase AASS, jun. V, 315-27; VI, 261-64;
T- L. ENDLICHBRJ Rerum Hungaricarum Monumento Arpadiana
V£st
tura religiosa con el mismo ^entusiasmo que su padre "Wladi- - Gallen 1849) 324-343.
C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 63
62 p. i. DE CARLOMAGNO A GREGORIO vn

efecto de las cuales no faltaron martirios, como el de San Ge- berto, compañero de Otón en las tareas apostólicas. Años ade-
rardo d e Csanad; pero los reyes Andrés I (1047-1060), Bela I lante se trasladó esta sede a Kammin. El asesinato del príncipe
(1060-1063) y sobre todo San Ladislao (1077-1095), que añadió cristiano 'Wratislao hizo que la conversión de todo el país pro-
a su corona la Croacia, acabaron con los últimos restos del cediese con mayor lentitud; sólo en 1155 con la llegada de los
paganismo, fomentando la cultura católica. premonstratenses se aceleró el movimiento. También colabora-
ron los cistercienses y desde el siglo xm los franciscanos y
Notemos aquí que en la conversión de los pueblos eslavos y
dominicos.
magiares juega un papel importantísimo, todavía más que en la
de los germanos, la acción imperativa y fuerte de los monarcas. Para ayudar a la archidiócesis de Magdeburgo en la evan-
gelización de los wendos, vino la de Hamburgo, que ya nada
7. Los países del Báltico,—Aunque los países del Báltico tenía que hacer en Escamdinavia, y se dirigió hacia la orilla de-
se convirtieron a la fe cristiana en época algo posterior, que ' recha del Elba 1 ' 2 .
pertenece al segundo período de 'esta Historia, los traemos a El canónigo de Brema Vicelin, subdito del arzobispo Adal-
este lugar para completar el cuadro dé la cristianización de berón, partió en 1126 con dos compañeros y su labor se pro-
Europa. longó eficazmente durante largos años, hasta que la cruzada
Por las regiones orientales de Germania, desde el Báltico de 1147, en vez de activar la conversión de aquéllas gentes, no
hasta Austria, se extendía el pueblo de los wendos, d e origen hizo sino estorbarla deplorablemente, y a que sus medidas vio-
eslavo y reacio al cristianismo. Ocupaban principalmente la lentas sobreexcitaron los ánimos de los wendos contra todo lo
Pomerania y Brandeburgo. El rey polaco Boleslao I (992-1025) • germánico y cristiano.
sojuzgó la Pomerania y fundó el episcopado de Kolbérg, de- Nuevos caminos se abrieron a la cristianización de aquel
pendiente del metropolitano de Gñesen. Los breves años que pueblo por medio de la colonización alemana, emprendida por
Pomerania pasó bajo el dominio de Dinamarca no fueron fa- el margreive Alberto el Oso, quien pasó el Elba y se adueñó de
vorables a la evangelización, mas al volver a Polonia reverde- Havalberg en 1136 y de Brandeburgo en 1150. Presentándose
cieron las esperanzas católicas. Boleslao III en 1119 sometió como amigo de los eslavos, se afincó establemente en el país,
aquel país y quiso mandar misioneros, pero ignoramos por qué el cual progresó económicamente. Monjes cistercienses y pre-
razones los obispos polacos se resistieron. monstratenses fueron sus principales evangelizadores.
Tampoco obtuvo copioso fruto un tal Bernardo, monje es- Por el mismo tiempo, el valeroso duque de Sajorna Enrique
pañol, que había vivido' algún tiempo como ermitaño en Italia y él: León, fundador de Munich, estableció igualmente colonias
fué enviado en 1122 por Calixto II con el título de obispo. E n - alemanas entre los wagrianos (Holstein actual)', llevando con-
tonces Boleslao III se dirigió al obispo San Otón de Bamberg, sigo clérigos que introdujesen el cristianismo; erigió varias dió-
que fué el verdadero apóstol de los pomeranos t t l . Este celosí- cesis, como la de Lübeck, aunqu'e tuvo desgraciadamente cho-
simo prelado, de acuerdo con el papa y con el emperador E n - ques y conflictos con el arzobispo de Hamburgo. E n 1148
rique V , realizó una primera misión (1124-1125), consiguiendo Vicelin fué consagrado obispo de Oldemburgo; sin embargo, la
con su prudencia y afabilidad y t o n el mismo esplendor exter- religión cristiana prosperaba más que entre los wendos indíge-
no de su comitiva impresionar gratamente al pueblo y al prín- nas1 entre los colonos germánicos.
cipe Wratislao, a quien ganó para Cristo, si bien n o pudo fun- . 8 . Región de Prusia.—Ninguno de estos pueblos se obstinó
dar ningún episcopado, por lo cual n o fué duradero su trabajo e
n el paganismo más tenazmente que los habitantes de Prusia,
Viendo Wratislao que Pomerania recaía en el paganismo, llamó fanatizados por los griwos, especie de sacerdotes, legisladores
al santo obispo de Bamberg, y Otón en 1128 se decidió a em- y jueces. Dominaba entre los prusianos la poligamia y hasta la
prender una segunda misión en aquel país, después de prometer bárbara costumbre de los sacrificios humanos. Mataban fre-
a San Norberto, obispo de Magdeburgo, respetar sus derechos cuentemente a las niñas recién nacidas, excepto las necesarias
metropolitanos. Hubo conversiones a millares, se fundaron igle- Para conservar la raza, y daban muerte sin compasión a los
sias, se organizaron parroquias y las principales ciudades abra¡- niños que nacían defectuosos y a los ancianos enfermos.
zaron la fe de Cristo.
El noble checo San Adalberto, obispo de Praga y confiden-
Muerto San Otón de Bamberg en 1139, el papa Inocencio II . e del emperador, volviendo de su segundo viaje a Roma y
erigió la diócesis de Wollin {1140), nombrando obispo a Adal- encontrando grandes dificultades a su acción pastoral en Praga,
11
Rigióse a Prusia c o n intento de convertir a aquellos feroces
Las biografías antiguas de San Otón de Bamberg, en MGH,
Script. 12, 883-903; 20, 701-769, y AASS, iulii I, 349-465; Relatlo de - . M
Aúnales Magdelmrgpnses, en MGH, Script, XXI, 1-99.
•píis operibus Ottonis, en MGH, Script. XV, 1151-1166.
64 P. 1. . DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 1. PROPAGACIÓN DEL CRISTIANISMO 65

paganos, pero muy pronto padeció el martirio a*. Lo mismo le a eses en el siglo xn y pasó luego a manos de la O r d e n T e u -
aconteció a San Bruno de Querfurt y a sus compañeros e.i 1009. tónica.
El papa Inocencio III encomendó la evangelización de aquel A Letonia, o Latvia (en parte Livonia), más íntimamente
país a Cristian, monje cisterciense del monasterio de Oliva. relacionada con Prusia, le llegó el Evangelio .por medio del
Nombrado primer obispo de Prusia en 1215, trabajó en medio obispo alemán Meinardo {1180-1196)', canónigo regular d e San
de grandes dificultades, porque los paganos destruían las igle- Agustín, que vino con mercaderes de Lübeck y puso la primera
sias y sacrificaban a los sacerdotes. sede en las cercanías de Riga (Uexküll) M .
C o n aprobación de Honorio III, predicó una cruzada contra Lituaniia entra en la historia a mediados del siglo. -$cin con el
aquellos bárbaros infieles, mas la eficacia de la acción violenta príncipe Mindow, que vencido por los caballeros teutónicos
no era duradera, porque en retirándose los cruzados volvían abrazó en 1251 la religión católica y recibió del papa Inocen-
los prusianos a sus costumbres antiguas. • ció IV el título de rey, si bien poco después recayó en el paga-
• Inició entonces una nueva táctica, comprando niños paga- nismo y persiguió a los católicos. L a plena conversión del país
nos con *el fin de educarlos cristianamente y hacer de ellos luego no se logró hasta 1386, en que el príncipe Jaguelón (después del
misioneros; pero habiendo sobrevenido en 1224 una invasión bautismo, Wradislao) se casó con Eduvigis, reina de Polonia.
de los prusianos, que devastó la Pornerania y arrasó el monas- Con todo lo dicho, queda marcada la línea ondulante de las
terio de' Oliva, junto a Dantzig 13 , el obispo Cristian y el duque fronteras cristianas en el norte y oriente de Europa durante la
Conrado de Massovia llamaron en su auxilio a la Orden Teutó- ' Edad Media. Y al mismo tiempo hemos ligeramente bosquejado
nica, ofreciéndole el país de Kulm. Púsose al frente de los ca- la inmensa labor cristianizadora y civilizadora llevada a cabo
balleros el maestre general de la Orden, H'ermann de Salza, y por los misioneros—monjes en su mayoría—bajo la égida de
en .una lucha de casi dieciséis años (1228-1242) sojuzgaron a los los príncipes católicos.
prusianos, llegando a constituir un estado eclesiástico, depen-
diente, d'el papa y del emperador, entre el Vístula y el Niemen, 10. Asia y África.—Nada decimos ahora de las misiones
colonizado en gran parte por gentes de Westfalia. • de franciscanos y dominicos en el corazón del Asia durante el
En 1237 se fusionó con los caballeros teutónicos la Orden siglo xni, porque nos parece mejor remitirlas a su lugar y mo-
militar de los "Portaespadas" o ensíferos (Militia Christi de mento oportuno.
Livonia), fundada en 1202 por el obispo Alb'erto de Livonia y La frontera meridional d'e la cristiandad, entre el siglo vil
por el monje Teodorico, evangelizador de Letonia 1 *. E n 1243 y VIII, se derrumbó al empuje de los musulmanes desde Meso-
el: papa Inocencio I V dividió aquella tierra en tres diócesis: potamia hasta los Pirineos, pasando por todo el norte de África.
Kulm, 'Pornerania y Ermland (Varmiensis), bajo el metropoli- . Es asunto particular de o t r o capítulo. Baste indicar a,quí que en
tano de Riga, á la que se añadió doce años más tarde la de Jas centurias siguientes nunca faltaron cristianos en Marruecos,
Samland. Trabajaron arduamente por' desarraigar de Prusia el Túnez y aun en Libia y Egipto. Los esclavos no tenían libertad
paganismo y la incultura los dominicos, señaladamente el polaco de practicar su religión, pero sí los núcleos bastante numerosos
San Jacinto (1185-1257). de mercaderes, a los que n o les faltaban algunas pequeñas igle-
sias u oratorios.
9. Estonia, Letonia, Liftiania,—Al este del mar Báltico y San Francisco de Asís, que en Egipto se atrevió a predicar
próxima a Finlandia 1 5 , con la que se halla racialmente empa- *a fe delante del sultán, tuvo la intención d e pasar a M a r r u e -
rentada, se alza Estonia, que recibió el cristianismo de los da- cos, adonde envió un grupo de cinco frailes, que allí anunciaron
u « buena nueva, hasta que en 1222 fueron decapitados, mere-
* La Vita 8,. Adalberti, en MGH, Script. IV, 681-95. Sobre la ciendo ser los protomártires de la Orden franciscana.
misión, mucho más fructífera, de San Bruno, véase H. G. VOIGT,
Bruno
M
von Q'uerfurt ais Minsionür des Ostens (Praga 1909). Pronto le siguieron los dominicos. E n 1224 Fr. Domin-
J. VOIGT, Q-eschiohie Preussens von den íiltesten Zeiten bis 9o, O. P. t llegó con título de obispo y acompañado de otros
smm Untergang der Berrschaft des Deutschen Ordensstaates (9 ^sioneros. Martirizado en 1232, le sucedió en la sede el fran-
volúmenes, Koenigsberg 1827-1839) I, 469.
M
J. HAUCKJ Kirchéngeschiohte Deutschlands IV, 632. Cf. *scano Agnelíus y a éste el legado pontificio Lupus, que go-
SCHURZFLEISCHJ Historia Ensiferorum (Vitébsk 1701); H. A. G. DB » t ^ * a m i s i o n ^ e Túnez desde 1246 y asistió dos años más
POI/T,
M
De gladiferis seu fratribus militiae Christi (Erlang 1806). £"'d e a . * a conquista de Sevilla por San Fernando. Marruecos
En Finlandia entró. la fe cristiana con. la conquista hecha e
por San Erico, rey de Suecia (1156-1157). Cf. J. HAUCK, Rirche.n- Pendía eclesiásticamente de la sede metropolitana de Sevilla.
geschichte Deutschlands V, 627; H; OLDEKOP, Anfange der Katho- H
Uschen Mission bei den Ostseefirmen (Reval 1912): AASS, malí IV, Scw„
oc
IÍBNRICUS
LETTUS, Chronio. Livon. vetus (1186-ltWt). en MGH,
188-9(5, n p í .i XXIII, 241.
Historio. de la Igiesia ? ,
66 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
C. 2 . ORIGEN DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS 67

E n el siglo xiv a p a r e c e n o b i s p o s d o m i n i c o s en M a r r u e c o s , T á n - E n los mismos p a p a s del siglo x m , e s p e c i a l m e n t e e n I n o c e n -


cio I V , A l e j a n d r o I V , N i c o l á s I V , s e n o t a u n afán misionero
ger y Bugía " .
mucho m á s universal, q u e se' p r e o c u p a d e t o d o s los p u e b l o s i n -
11. N u e v a é p o c a m i s i o n e r a , — C o n l a a p a r i c i ó n d e l a s O r - fieles. D'esde e l p u n t o d e v i s t a d e la nacionalidad, p o d e m o s
denes mendicantes se inicia en la h i s t o r i a d e l a s .misiones c a t ó - decir q u e los p r e d i c a d o r e s d e l E v a n g e l i o r e p r e s e n t a n a t o d o s
licas u n p e r i o d o d e c a r a c t e r í s t i c a s p r o p i a s y peculiares. los pueblos d e l a c r i s t i a n d a d ; s o n italianos, e s p a ñ o l e s , a l e m a -
D e u n a p a r t e el inmtenso c o n t i n e n t e asiático s e a b r e a l o s nes, ingleses, franceses y eslavos, p r e d o m i n a n d o l o s i t a l i a n o s '
p r e d i c a d o r e s d e l E v a n g e l i o , c u a n d o los t á r t a r o s o mogoles, en en Asia y l o s españoles en M a r r u e c o s .
s u s incursiones h a c i a O c c i d e n t e , s e p o n e n e n c o n t a c t o c o n l o s
cristianos d e E u r o p a y a u n les a l a r g a n l a m a n o p a r a l u c h a r
juntos c o n t r a los t u r c o s . D e o t r a p a r t e , 'el nacimiento d e n u e v a s
O r d e n e s religiosas, d e m u c h a m a y o r facilidad d e m o v i m i e n t o s CAPITULO II
que l a s a n t i g u a s O r d e n e s m o n a c a l e s , suscita e m p r e s a s m i s i o n e -
r a s q u e antes h u b i e r a n p a r e c i d o imposibl'es. Origen de los Estados pontificios *
L o s m o d e r n o s a p ó s t o l e s tienen q u e d e s p l a z a r s e a c a m p o s
vastísimos y fabulosamente lejanos, d o n d e n o p u e d e n p o n e r s e I. E L PATRIMONIO DE S A N PEDRO
bajo l a p r o t e c c i ó n d e u n p r í n c i p e católico. T i e n e n q u e h a b é r -
selas n o c o n tribus m á s o m e n o s salvajes, sino c o n imperios M i e n t r a s existió el I m p e r i o r o m a n o , a n a d i e s e l e o c u r r i ó ni
p o d e r o s o s y bien c o n s t i t u i d o s . E s p r e c i s o q u e a p r e n d a n lenguas , siquiera la posibilidad d e q u e a l S u m o P o n t í f i c e c o r r e s p o n d i e r a
difíciles y q u e a c o m o d e n s u p r e d i c a c i ó n y su v i d a a l a ideología alguna s o b e r a n í a política. Q u i m é r i c o y a b s u r d o h u b i e r a p a r e c i d o
y al m o d o d e ser d e esos puteblos.
C o n s i g u i e n t e m e n t e t i e n e q u e e l a b o r a r s e d e ¡una m a n e r a c o n s - * FUENTES.—El texto latino de la Donación o Gonstitutum
Gonstantini puede verse en K. ZEUMER, Die Gonstantinische Schen-
ciente y m e t ó d i c a — c o m o n o s e h a b í a h e c h o h a s t a e n t o n c e s ' — kungsurkunde (Berlín 188S) p . 47-59; o bien en H I N S C H I U S , Decre-
u n a mjsiología o a r t e d e misionar, p o r q u e al misionero s e le tales pseudoisidorianae (Leipzig 1863) p . 249-254, y en C. MIRBT,
p r e s e n t a n p r o b l e m a s e n q u e a n t e s n a d i e había s o ñ a d o , a l m e n o s Quellen sur Geschichte des Papsttums und des roemischen Ka-
d e u n a man'era universal y p r o g r a m á t i c a : p r o b l e m a s etnológicos, tholizismus (Tubinga 1924) p. 107-112.
Otras fuentes de p r i m e r a i m p o r t a n c i a p a r a este capítulo s o n :
geográficos, lingüísticos, religiosos, d e a d a p t a c i ó n , e t c . P o r lo SAN GREGORIO MAGNO, Begistrum epistolarum, en M G H , Epist. 1,2,
m e n o s e s indudable q u e p a r a evangelizar a los i m p e r i o s t á r t a r o - y en M L 77. E l Codex GaroUnus, o sea la correspondencia episto-
mogoles del A s i a empieza a p e n s a r s e e n nu'evos m é t o d o s m i - lar entre los p a p a s y los reyes carolingios, coleccionada en 791
sionales. por Carlomagno, véase e n MGH, Epist. I I I y e n M L 98. E l Liber
Pontificalis fué editado espléndidamente • por L. DUCHESNE en
D e José Schmidlin s o n estas p a l a b r a s : " E n l o s misioneros dos volúmenes (París 1886-1892). H . BASTGEN, Die roemische Fra-
d e l a t a r d í a E d a d M e d i a t e n e m o s q u e r e c o n o c e r especialmente ffe. Dokumente und Stimmen, vol. 1 (Friburgo de B r . 1917); P . F E -
s u celo, intrepidez y espíritu d e sacrificio, el c u a l , s i n e m b a r g o , ÜELEJ Eonti per la storia delle origini del potere temporale della
yhiesa di Roma ( R o m a 1939). E l texto griego de la Donación, en
iba c o n frecuencia i m p u l s a d o p o r u n e n t u s i a s m o d e s p r o v i s t o áe la obra que en seguida citamos de A. Gaudenzi.
f u n d a m e n t o s racionales y p o r u n s o b r e n a t u r a l afán del m a r t i r i o , BIBLIOGRAFÍA.—L. DUCHESNE, Les premiers temps de VEtat
que, n o o b s t a n t e la n o b l e z a d e l o s m o t i v o s , fué d e r r a m a d a en Pontifical (París 1911); P . FABRE, De patrimonüs Romanae Eccle-
v a n o m u c h a s a n g r e d e h é r o e s T 8 . P o r la lejanía d e l c a m p o áe |W»e usque ad aetatem Carolinorum (Lille 1892); G. SCHNUERER,
• •"*e Entstehung des Kirchenstaates (Colonia 1894); A. CRIVELLUCCI,
a p o s t o l a d o y p o r el m é t o d o , c o n t r a r i o a t o d a coacción, l a s m i - ±f origini aullo Stato della Chiesa. Studi storici X I (Pisa 1909);
siones d e esta é p o c a s e d i f e r e n c i a n esencialmente del t e m p r a n o "••.íeMORESCO, II patrimonio di San Pietro. Studio storico-giuridico
medievo y s e a p r o x i m a n a las d e la E d a d N u e v a " 1 9 . r~~' 1' 9 tetituzioni finanziarie della Santa Sede (Milán, T u r í n , R o -
r 1 6 ) ; W . LEVISON, Gonstantinische Schenkung und Silvester-
" Véase l a bibliografía aducida por J . SCHMIDLIN, Katholische t„£?-nde>c t ee n "Miscellanea E h r l e " 2, 159-247; H . GRAUERT, Die Kons-
Missionsgesehichte (Steyl 1924) p . 191-192. 3 (iS Schenkung, e n "Historisches J a h r b u c h " 2 (1882) 3-36;
1H
Cf. LEMMENS; Die Heidenmissionen des Sp&tmittelalters
sc>£!»
e
45-95; 525-617; A. SCHOENEGGER, S. I., Die Kirchenpolitb-
(Münster 1919) 104ss. Añade Schmidlin en n o t a : " U n a diferencia nl^ Bedeutung des Constítutum Gonstantini im frühem Mittel-
«ííer en "Zeitschrift für K a t h o l . Theologie" 42 (1918) 327-371;
e n t r e a m b a s Ordenes e s t á en q u e los voluntaristas franciscanos 54l-t>qn -seitscnrirt i u r K-athoi.
afrontaban los peligros y b u s c a b a n el martirio, m i e n t r a s los do- la»!?- *"*' •'-'AEHR, Die Konstantinische Schenkung in der Abend-
minicos, m á s juiciosamente reflexivos, esquivaban las dificulta- L'av-:Chen ement Literatur
(íe a
des
Mittelalters (Berlín 1926); L. LEVILLAIN,
des". Y cita a B . ALTANER, Die Dominihanermissionen im 13. Von-rV'- * dvnasUe carolingienne et les origines de Vétat
( P a r í s
Jahrhundert (Breslau 1924) p. 8 y 225. «no 1934); ELIAS TORMO, La "donatio" de Constan-
10
SCHMIDLIN, Kathol. Missionsgesehichte p. 183-184, > en "Boletín de la A c a d e m i a de l a H i s t o r i a " 113 (1943) 57-112.
68 P. 1. DE CARLOMAGNQ A GREGORIO Vil
Este documento no resiste a l a más sencála crit i c ^ i n t e r n a
tal pensamiento en las tres primeras centurias; pero ni aun des-. V externa. Su estilo y lenguaje, sus jnverosunürtudjs, ^ ^ ^
pues que el papa salió de las Catacumbas para instalarse 'en d f L o r e s históricos delatan l a m a n o d e un falsario, de é
palacio imperial de Letrán soñó nadie en que el sucesor de San t¿ior. P o r otra parte l a tradición documental no S e r e m £ n t a
Pedro fuese monarca temporal. Dentro de la unidad 'ecuménica' m á s allá del siglo IX.
de Roma n o se veía la conveniencia de la autonomía políticas El testigo más anüguo parece s e r el cod. lat. 2777 de la
; Bibl. N a t . de París, que se remonta a principios de ^
del vicario de Cristo.
Sólo cuando la cristiandad y el mundo se fragmentaron en Sgue inmediatamente l a Colección canónica del P s e U d 0 I s i d a o r ¿
distintas nacionalidades—y con mayor clarividencia en la Edad'' v Ado de Vienne e Hincmajo d e R-eims. A n t e n o r m ^ n a d i c
Moderna—se comprendió esta verdad: La" suprema y universal lo conoce, pues la carta d e Adriano I a Carlomagno ( ^ 7?&)
potestad del papa en el orden espiritual requiere un soporte en' probablemente alude tan solo a la leyenda s i l v e s t ^ ¿
lo temporal, y no cualquiera, sino la plena soberanía política. tial que fué, ciertamente, dfel documento en cuestión P o s t e r i o r ,
Es un requisito moralmente necesario, que se deriva de su cua- mente es indudable que l o conocen y lo utrhzan S i l v
lidad de jefe de todos los católicos del mundo. O el papa es> León I X (1053)' en contra de Miguel Cerulario, el m i s m ( > Q r e ;
soberano político o no. Si n o es soberano, tendrá que ser sub- qorio VII, qufc parece apoyar en el s u s exigencias s o b t e España,
dito. Y siendo subdito de un Estado cualquiera, no podrá tener y otros, lo cual nada tiene d e particular, ya que fue m^IB¿¿
el universalismo propio del padre d e todos los fieles, ni la liber- en las colecciones de cánones y e n ediciones tardías d d Lib
tad de acción y de comunicación con todos sus hijos en cual- : Pontificalis. Nótese, sin embargo, que, presentado a l ^
quifer circunstancia. 'Necesita, pues, en virtud de su cargo espi- : dor Otón III, éste lo rechazo en 1001 como escrito 1 ^ 5 ^
ritual, reinar en un Estado, todo lo minúsculo que se quiera,: y falso" 2 .
pero al fin, Estado independiente y soberano. H o y se circuns- 2 Origen de este documento. Su falsedad.—¿Quién fué e i
cribe a la llamada Cittá Vaticana; antiguamente abarcaba terri-;.
autor de la falsificación? N o nos interesa averiguarlo, S o ^ ^
torios mucho más extensos.
Doellinger que un presbítero romano del siglo yin; o t t o s p i e f l _
¿Cuál fué el origen histórico de ese Estado pontificio o dz[ san en algún clérigo francés del ix. E l lugar y el t i e m P o ^
la Iglesia? Vamos a verlo. " se fraguó son de más importancia. t
1. Teorías. Donación de Constantino.—Dos teorías hubo La teoría de Baronio, según la cual debía b u s c a r S e e n g .
algún tiempo. Afirmaba la primera que la soberanía política de zancio fel origen de la donación de Constantino, a p e r ^ h a e n -
los papas nació de una donación extendida en diploma solemne centrado seguidores y h o y día no l a defiende nadie. ^ . ,
por el emperador Constantino. Y se aducía el documento Co«síí-J que, además del texto latino, se ha conservado un t e 3 c t o ri
ttttum Constantini. Esa Constitución imperial se compone de dos del documento, mas parece qufc el latino es el p r i m i g e i % » ¿a
partes: la confessio y la doñatio propiamente dicha. E n la con-, bió de recibir su forma definitiva en Reims o en R o m a ^ ^ ^
fesszo, que el P . Schoenegger prefiere llamar narratio, hace años 750 y 850. •
Constantino profesión de fe católica, cuenta largamente cómo, J. Friedrich distingue dos partes; k redacción d e l a p r i m e r a
fué curado milagrosamente de la lepra, instruido en la religión" sería entre él 638 y 653; l a de la segunda poco a n t ^ £ e 7 5 4
cristiana y bautizado por el papa San*Silvestre. E n la donátio' bajo el papa Esteban I I 3 . . '
relata los beneficios y privilegios que él, en agradecimiento,'
Gaudenzi, por su parte, opina q u e la C o n f e s o £ Q t l J i ó ^
otorga y confirma a San Silvestre y a sus sucesores en la Cáte-í
nariamente parte de la Vita Süvestñ, o leyenda s i l v e s t r i n a | e l
dra. de Roma, a saber: que tengan la supremacía sobre todas -
••'• siglo v, a la cual se añadió a manera de apéndice l a £ ) o n a í / o
las iglesias del orbe, incluyendo los cuatro patriarcados orien-
• 7 posteriormente ambas, partes fueron refundidas P o j , ^ ^
tales; que disfruten de los honores imperiales, llevando diadema*
sario que les dio l a forma de diploma imperial 4 . S o s t i e i J e n OÜQS
y mitra, el palio cruzado sobrte el hombro, clámide purpúrea,'
ton A. Schoenegger, que el documento se forjó todo d e ^^ ^
cetro y demás insignias propias del emperador, y en fin, para 1
que la dignidad pontifical brille más aún que la imperial, le con-: a
Cf. A. SCHOENEGGER, Die KirchenpoUtische B f ^
cede junto con el palacio lateranense el señorío sobre Roma y Constitutum ConslanUni, e n "Zeitsch. f. k a t h . Theol.'' (3.93™^ 5-e_s
8
todo el Occidente, retirándose él a Bizancio: i^bmae urbis et. J. FIUBDRICH, Die honstanHnische ScTienkung Q$°L?{Z™-
omnes Italiae sen occidentalium vegionwn provincias, loca et • l »07) p . 27s. wauugen
civitates... concedimus1. * A. GAUDENZI, II Costiiuto di Constantino, e n «•>.....
«iell'Istituto storic¿ i t a l i a n o " 39 U919) 87-112. Bolletino
« MTRBT, Q'uellen mvr Gcschíchte des Pcipsttums p. 112.
C 2. ORIGEN DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS 71
% í>. i. DE CÁRLOMAGNÓ A GREGORIO VÜ

bardos. Los Estados pontificios adquieren con eso una especie


aunque bien pudo él autor apoyarse en la leyenda romana de ' de reconocimiento internacional.
San Silvestre.
Que ei Constitutum Co'nstañtiñi tuyo su origen en Roma, lo 3. "Patrimonium Petri'% — Históricamente brotó y se fué
defendió insistentemente Ignacio Doellihger, atribuyendo ei do- desarrollando la soberanía de los papas con el paulatino creci-
miento de los haberes y posesiones del Pontífice Romano, o> sea
cumento a un presbítero' lateranense, que lo falsificó con ¿Í £lü
con el desenvolvimiento d e lo qu'e se llamó Patrijnonium Petri,
de que la soberanía de los papas Sucediera a la de los ioñgól- Patrimonio de San Pedro, que bajo el influjo de múltiples cau-
bardos eh Italia y retuviera ei exarcado contra las exigencias sas históricas, tanto económicas y sociales como políticas, con-
de Bizatlcio. D e la misma opinión es L. Duchesne. Son también virtieron al obispo de Roma, primerb en un gran terrateniente,
partidarios del origen romano W . Levison, R. J Holtmann, y luego, en una autoridad civil de enorme influjo' social, y en
A. Schoenegger y otros. C o n todo, la curia romana n o da fin, en un soberano con subditos y Estados temporales.
muestras de conocer el Constitutum Consíaniini hasta las pos- El Patrímoriiam Petri se fué formando a imitación de lo qiie
trimerías del siglo x. el Derecho romano denominaba Patrimonium Pvincipis. Este,
Por otra parte, la tradición manuscrita más bien nos con- que en un principio consistía en la propiedad personal o fortu-
duce hacia Francia. H. Grauert y P . P . Kirsch son de parecer na privada del emperador, vino a identificarse, desde los Flavios
que el documento nació en la abadía de Saint-Denys, junto a y Antoninos, con el fisco, al que confluían todos los bienes de
París, entre el 840 y el 850. Que esta fecha hay que adelan- la corona, muebles e inmuebles, adquiridos por herencia, por
tarla, lo demostró Max Buchner, quien sostiene que la falsifi- donativos, por confiscaciones de los aristócratas, las rentas de
cación tuvo lugar en Reims hacia el año 816, con ocasióni del las provincias imperiales, etc., capital enorme a disposición del
viaje que hizo Esteban I V para coronar a Ludovico Pío con la emperador, y con el cual se mantenía el ejército, la marina, la
corona de Constantino. Entonces se forjó el Constitutum Con- . posta. N o pocos de esos bienes de la corona consistían en ca-
stantini, o al menos se le dio forma definitiva 5 . sas, villas, campos, minas, .bosques, etc., esparcidos por di-
Hasta el siglo xv era raro que se dudase de su autenticidad, . Versas regiones de Italia, de las Galias, de España, África, el
si bien se discutía acerca de su alcance y validez. (Nicolás' d'e Oriente.
Cusa fué el primero (1432-1.433) en declararlo* apócrifo, des- ¿Será aventurado' decir que la primera piedra del Patrimo-
pués de someterlo a un estudio imparcial; y Lorenzo Valla, nium Petri, la raíz de donde creció todo el Estado pontificio
para defender al rey de Ñapóles en lucha con Eugenio IV, de- • fué el sepulcro mismo del apóstol San Pedro en la vía Cornelia,
mostró en 1440 con argumentos filológicos, psicológicos e hisw sobre el que ya hacia el año 160 levantó S a n Aniceto un peque-
tóricos que evidentemente se trataba de una falsificación*. Se' ño túmulo o trofeo? Tal pudo ser la primera propiedad de los
continuó la controversia en las dos centurias siguientes, aunque ; papas; luego, el cementerio de Calixto. Aun hoy, después del
ya Baronio, y tras él muchos, lo estimaron falso:, a lo menos | tratado d'e Letrán, posee el Pontífice la disponibilitá d e todas
en su forma externa. Desde el siglo xix todos niegan aún la i las Catacumbas. '
historicidad de su contenido, y hoy nos maravillamos de que . Constantino donó a la Iglesia las basílicas de San Pedro y
un tiempo pudiera ser tenido por genuino. «.., San Pablo, dotándolas de extensas posesiones, que antes per-
Repudiada históricamentte la donación de Constantino, ideóse tenecían al patrimonio del príncipe. Si se leen en 'él Líber Pon-
otra teoría para explicar el origen de los Estados de la Iglesia. P-ficalis, aun cuando la lista que da sea muy posterior al tiem-
Y se afirmó que la soberanía política de los papas tuvo su ori- po de San Silvestre, se verá que esas donaciones están hechas
gen en los tratados de Pipino y de su hijo Carlomagno con E s - a San Pedro en la persona del papa. A imitación del empera-
teban II y con Adriano I. dor, los ricos, los patricios romanos y t o d o género de fieles
H a y que reconocer en esta teoría un fondo de verdad, pero ojejaban 'en testamento muchas de sus posesiones {campos, pra-
es inexacta, porque esos tratados son más bien reconocimientos dos, selvas, minas) o renunciaban a ellas en vida, cediéndolas
y restituciones; legalizan jurídicamente lo ya existente, mas no .. a l príncipe de los apóstoles;, y como dijo Adriano I a Carlol-
crean la soberanía, y como dicen los documentos, "restituyen ¿. magno (mayo 778), "mirando por el bien de sus almas y . e l
a San Pedro"-los territorios que pretendían para sí los longo- Perdón de sus pecados, donaron en la campaña de Roma, en la
J-oscana, 'en Eapoleto, en Benevento, en Córcega y la Sabina
5
MAX BUCHNER, Rom oder Reims, die Heimat des Constitutum % n u e Vas posesiones al bienaventurado San Pedro y a la santa
Oonstantinif, en "Hiatorisches Jahrbuch" (1933) 137-168. iglesia apostólica de Roma".
0
G. GIOVANNI ANTONAZZT, Lorenzo Valla e la donazione di Así se formó el Patrimonio de San Pedro, que luego se ex-
Oostcmtino nel seoolo XV (Roma 1950).
C. 2 . ORIGEN DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS 73
72 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

tendió por otras provincias y que, gracias a la sabia adminis-' ' ,0assa eran tan numerosos, que s e constituía para ellos un obis-
tración d e los papas, hizo d e éstos los más ricos y poderosos' pado. Las massas de una provincia formaban ún patrimonium.
terratenientes de Europa, máxime en un tiempo en que por la "El m a y° r > c o n u n t o t a l de 400 fundos y 400.000 pesetas de ren-
invasión de los bárbaros yacía la agricultura en el mayor aban- ta, era el de Sicilia, confiado por San Gregorio a su amigo el
dono y retraso. subdiácono Pedro. Entre las posesiones pontificias figuran tam-
bién algunas ciudades, como Gallípolis, Otranto y otras.
A causa de las irrupciones d e visigodos, hunos, ostrogodos.!
y longobardos, se multiplican las donaciones hasta el año 600.:' El nombre que conservaban algunos fundos y masas indi-
E n época de tantos trastornos y temores sólo la^religión traía, caban claramente su procedencia de nobles familias romanas,
algún lenitivo a los corazones apesadumbrados, y ésa fué la- Verbigracia, fundus Corneta, fundus 'Pompilianus, massa Papi-
1
razón de que muchas familias entrasen al servicio de la Iglesia rianensis, maása Furiana, Pontiana, etc.
o se alejasen del mundo, renunciando a sus bienes, como lo hizo ''" Cada patrimonio estaba administrado por un rector, elegido
Gregorio Magno, descendiente d e la antigua familia de los Ani-i por el Romano Pontífice entre sus diáconos, subdiáconos o no-
cios>,' que de prefecto de la ciudad pasó a ser monje y dotó con; otarios eclesiásticos. Gregorio I elegía a los rectores siempre
sus riquezas a muchas instituciones eclesiásticas de Roma. 'entre los clérigos, porque éstos dependían más d'el papa y así
los tenía más sujeitos y obedientes. Al ser elegidos, antes de sa-
4. Extensión y organización del Patrimonio. — Desde los ,. lir de Roma prestaban juramento de fidelidad ante la Confesión
tiempos de San Gelaslo (492-496) sabemos que se llevaba en, :".de San Pedro, y solían ejercer su oficio largos años. Propio de
los arhivos de Letrán un polgpfucus o catastro con el estado. íjsu cargo era defender los derechos de la Iglesia; dar órdenes
de las rentas, "cunctorum praediorum patrimoniorúmque redi" *'& los oficiales inferiores y a los'colonos, sobre los cuales ejer-
tus", distinto del Líber censuum o lista de las tierras censuales.; cerían jurisdicción; percibir los réditos "absque colonorum gra-
Bajo el pontificado de San Gregorio Magno (590-604) los pa-' ^ vainille''; hacer los cómputos con precisión y mandar a Roma
trimonios de San Pedro comprendían en Roma el patrimonium; ¡Jas cuentas; repartir limosnas entre los pobres, pues el p a p a se
urbanum y cerca de la ciudad el patrimonium viae Appiae cocí, Consideraba "dispensator in rebus pauperum", y Gregorio I
la massa Aquae Salviae en la vía Ostiense. Añádanse la Apuiia; prohibió severamente "que la bolsa de la Iglesia se manchase
y la Calabria, cuyo administrador residía en Siponte; la Luca* xon vituperable lucro" (Registr. I, 44). Algunos de esos rectores
nia y grandes selvas de los Abruzos; vastas posesiones en la ^ejercían también funciones eclesiásticas y eran legados d'el papa
Sabina, el Samnio (patrimonium Samniticum), la Campaniá .ante los obispos. Esta costumbre de enviar presbíteros para las
(patrimonium Campaniae) con la región de Ñapóles, la isla de necesidades religiosas de los patrimonios fomentó la multipli-
Capri y la ciudad de Gaeta (patrimonium neapolitanum), de cación dfe parroquias rurales.
donde se extraían granos, aceite, vinos, frutas y se beneficiaban Debajo de los rectores estaban otros oficiales inferiores
minas de plomo; en Tuscia, en el Piceno, la Pentápolis, la re- ¿defensores, actores) encargados de ayudar al rector, defender
gión de Ravena, Liguria e Istria; otros patrimonios en Córcega^ Jos derechos en los tribunales, socorrer a losi pobres, etc. Esta-
Cerdeña y sobre todo en Sicilia, que seguía siendo el granero: ban, por otra parte, los conductores o arrendadores, que reci-
de Roma, y cuyos centros administrativos eran Siracusa y Pa? b í a n de los rectores en forma enfitéutica un campo (conduma),
lermo; más posesiones en África septentrional, junto a Hiporia/. ff-f, !¡nCa ° *unc*0> pagando al firmar el contrato cierta suma
en las Galias (cerca de Arles y Marsella)', en Dalmacia y hasta birf ?um) y después un censo anual. Estos arrendadores
en el Oriente. Casi todos ellos se mencionan en las cartas de. Pertenecían de algún modo al clero y llevaban tonsura, pero
San Gregorio Magno 7 . ío m re se
P portaban generosa y caritativamente con los co-
nos
Consistían en casas de labranza o fínicas que llevaban el ;^ Q (coloni, rustid). Eran los colonos, generalmente,'adscri-
nombre de fundos. La reunión de varios fundos—de 5 a 15 y bo8 \ *^ e D a ' quienes cultivaban los fundos, pagando de sus
s un tanto
aun 34—se decía massa, y solía darse en enfiteusis a arrenda-¡ •%yu 1 f por ciento, bastante módico, a la Iglesia;
dores (conductores massarum,). A veces los habitantes de una' í^lqu ñ c ' o s P ° i siervos o esclavos, siempre poseían en propiedad
' » a ° S p a r e s de bueyes y el apero de labranza.; T o d o ese va>-
personal formaba 1 a Familia Romanae Ecclesiaé, cuyo
—"~i " ' • . ' • . í
T Sobre lo relativo a los, patrimonios de San Pedro deben .con, dre y
sultarse los artículos del P. HARTMANN GRISARJ. S.Ü., Ein-Rundí « a el papa. „ . _._,.*
garig clurch die Patrimoniendesheiligeri Stuhles uintdas Jahr: 600
en "Zeitsch. f. k. Theol." (1880) ;321-360•, Vérwáíiung "ünd'lBa)¡i~. ad Administración del Patrimonio,—Todos"esfán "conformes
halt dér papstlíohen Patrimonien <uih das Jahr. 600. ib."526-553; .'• 0s
mir£
ir la excelente administración d e los'bienes eclesias-
A. BRAÜCKMANNJ Patrimonium Petri, en "Realenzykíop. f." proteo
Théol.",-Gon' abundante bibliografía,.':';-•••-.-: • > """•'• _ ' es Pecialmente en tiempo de San Gregorio» el cual ínter-
74. P. I. DE CARLOMAGNO A, GREGORIO Vil C. 2. ORIGEN DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS 75

venía aun en los negocios más pequeños. Por aquellos años el Conviene notar que las leyes, desde Constantino, concedían
rédito anual de los patrimonios, según cálculo d e Bianchini ci- a los obispos—y con más razón al d e Roma—ciertos derechos
tado por Grisar, ascendía a 500.000 sueldos, o sea unos ocho; políticos y judiciales, como la inmunidad de ciertos tributos, el
millones de francos oro. G r a n parte de los ingresos se empleaba- privilegio del fuero y el derecho de asilo.
en defender a Roma contra los longobardos, en la conservación Justiniano agregó a estos privilegios y derechos otros n u e -
y construcción de las,iglesias, mantenimiento de hospitales, or~; vos. El obispo, con el consejo de los principales propietarios,
fanotrofios y alberguerías para los peregrinos, dotación de mo-' nombraba al gobernador; cuando un magistrado 1 cesaba en su
nasiterios, gastos de la curia y en remediar a, los) infinitos nece- cargo, era el obispo quien recogía las querellas de la provincia
sitados que acudían al Romano Pontífice. "Mi intento—escribía contra el excedente durante cincuenta días; él, juntamente c o n
San Gregorio—no es hacer granjeria, "ex lucris turpibus", sino el Senado., ejercía el control de los pesos y medidas; él vigilaba
aliviar a los pobres". Según el diácono Juan, biógrafo dte es la administración de las finanzas y la justicia de los procesos;
papa, guardábase en el archivo d e Letrán un grueso volumen d él, finalmente, era el defensor de la ciudad, el protector de. los
pergamino, con largas series de nombres, donde constaban las %]indigentes, de los prisioneros, de los esclavosi; y tanto las leyes
limosnas copiosas y frecuentes. Muchas d e ellas se hacían poí: como la religión le imponían el deber de defenderlos contra las
medio de los rectores de los patrimonios, limosnas que eran re vejaciones del fisco y las sentencias de los tribunales.
cibidas como "benedictio sancti Petri". Dos flotas cargadas d Si esto podía cualquier obispo, ¿cuánto' más el d'e Roma?
trigo llegaban anualmente a Roma. L o que antiguamente hací •Justiniano llegó a darle al papa el derecho* de inspección sobre
los emperadores romanos con la plebe ¡hambrienta d e la ciudad la burocracia gubernativa y sobre el mismo exarca de Ravena,
eso hicieron desde el siglo v los papas: el trigo venido de Sici'' que era como el virrey o lugarteniente del emperador en Italia.
lia se conservaba en grandes trojes a orillas del Tíber, y e Tales derechos políticos y civiles, unidos a la alta posición
diácono Juan compara a la Iglesia romana del tiempo d e Saj Viíya descrita en el orden económico y social, daban al Romano
Gregorio con un granero abierto a todos y llama al PontíEic % : Pontífice una- autoridad superior a la de cualquier otro magis-
padre de la familia de Cristo. "Nunca fueron los papas—asegu girado o dignatario d e Italia. Sobre todo, en Roma.
ra Schnürer—tan populares en Italia como en el período d'e la
invasiones de los bárbaros, del quinto al octavo siglo." El R ( * • •

mano Pontífice era el sostenedor de todos en aquellos tiarap* II. INDEPENDENCIA DEL ROMANO PONTÍFICE
calamitosos y además era el defensor de sus vidas, el protecto
de la ciudad y de los pueblos contra los bárbaros invasores
fuesen éstos acaudillados por Atila, por Genserico o por el re 1. Hacia la soberanía.—¿Podía crecer más aún ese poder
?é. influencia? Sí. Véamoslo.
de los longobardos.
.,v-' J^ P a p a rige y administra sus vastos patrimonios como un
T a n alta posición económica y tan universal beneficencia* í s ? , Q t Í 9 U o P a t r i a r c a - P e r o llega un momento en que esos territo-
granjeábanle al papa una autoridad sin igual en toda Italia, nr. % r i ó s ^ l o s más próximos a Roma, con otros que hacen con ellos
naturalmente n o bastaban) a darle poder político. E l papa se gla * : P a u s a c o r a ú n — c o r r e n peligro inminente d'e ser invadidos por
riaba de ser subdito del Imperio romano, de aquel imperio cuy i ^ 1 1 P u e ^ ° bárbaro. Llaman en su auxilio al exarca de Ravena
cabeza residía en Constantinopla. w¡y al mismo emperador de Bizancio y ambos se desentienden
Debemos considerar otro aspecto d e la autoridad pontifici p | ° r n o t e n e r í,uferzas p a r a socorrerles. Entregados a su suerte
y es que, paralelamente a este auge de riquezas y posesión" '$$ a IQe5í:e<^ ^el enemigo, acuden al papa. E s t e es el único que
viniéronle al obispo de Roma muchos e importantes derecho | ? e sacrifica por ellos, el único que los defiende. Los organiza
políticos, con lo que su influencia social se acrecentó eno ^im S a 9 u l e r r a ' l e s d a leyes y, naturalmente, tiene derecho a
memente. tíEs? 0 1 1 e S t r i b u t o s - ¿ N c > e s e s t o u n P a s o hacia- la soberanía?
V
Desde que Honorio puso su capital en. Ravena, dejó Rom, '%ad q U e P e e m o s llaniar tercera etapa en el.origen de los E s -
de ser el centro político del Imperio de .Occidente, mas n o p " í T . Y ? ? n t i f i c i o s s e H . c i a en los días de San Gregorio I. : ,,,;.
eso perdió aquella mágica fascinación) que :de siglos atrás vei ^H'Xa desde los tiemj>os;dé'San León I estaban acostumbrados'
ejerciendo sobre todos los espíritustiy^'.naturahquejese JM. ' -JtfSgSgLSJñS^^ESÉS. S ^ ^ ^ JJE©iS¿M^S&MandQÍ„
:. tigio".se'uniese ahora aUa.única^^.iütorS^Sqik^^^gu^aha.;,., '"^«•SíffSy. fflP.ejMlse4-Sen.tia. impotente,, cjomó¿^uc&iifelrentei.
"" papa." Cierto que aun- en: el siglo : v i ; u t t T S e n á * ^ ^ " d i g r m t a í J
; de viejos: apellidos gobernaba la .urbe¡;.,p&ól r p'rótíg^eiá„eLp^
el único representante autorizado de ; io.slípmaijoS¿ SPpla-.tenía poderv.pájá^mpoñejr .su. ájitoiidaS ert";tQ#» 1talia,'
;
•'•'.. ^i.:^í»Lís5si5^S¿íÍi: -•—-
•¿t?¿í±?^"-T~ • ** • ••"•-••-
76 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
C. 2 . ORIGEN DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS 77

destruyendo a golpes de espada el reino de los ostrogodos, con ijtiilicia estorbó el atentado, de tal manera, que el enviado im-
lo que el pueblo liberado cantó de júbilo: "erat enim tota Italia L p¿ r ial hubo de refugiarse en Letrán, pidiendo protección a su
gaudens", según anota el Líber Pontificalis. ¡'víctima- También el siguiente papa, Juan V I (701-705), tuvo
Pero sucede que entre los siglos vi y vil la riada de los lon- K que defender a los representantes del emperador, mientras veía
gobardos se despeña por el norte, atemorizando a los mismos l.ja campaña romana impunemente saqueada por el longobardo
romanos. Pelagio II (584) pide a Bizancio un magisíer militum jílGisulfo. Cuando en 711 Filippico Bardanes, recién subido al
y un dux que salven a Roma. Los emperadores, lejos de mandar ftronó de Constantinopla, exigió del pontífice Constantino I
tropas, lo que hacen es meterse en disputas teológicas y favo- (708-711) la aprobación de una fórmula de fe herética favora-
recer4as herejías, con lo que se enajenan más y más el ánimo ble al monoífeletismo, el pu'eblo romano decidió no reconocerlo
de los romanos. El papa es el único que trabaja por salvar a la por emperador, no nombrarlo en la misa, no aceptar ninguno
ciudad abandonada. de sus documentos ni las monedas que llevaran su efigie, y hu-
San Gregorio Magno sube a la Cátedra de San Pedro el biera dado muerte en la vía Sacra al dux de las milicias, que
año 590. Su noble linaje, su talento y su santidad rodeaban al fíera bizantino, si no hubiera intervenido el papa.
nuevo Pontífice de un prestigio nunca visto. Y a sabemos cómo Acentuóse más este antagonismo cuandov tras una serie de
organizó y administró sus patrimonios. El mismo asegura que Iti'Pontífices, orientales o griegos de nacimiento, fué coronado
"se puede dudar si el obispo de Roma hacfe el oficio de pastor ¡'Gregorio II (715-731)', nacido en Roma, muy devoto de Gre-
o de príncipe temporal". Gregorio interviene con el emperador g o r i o I, también romano, en cuyo honor levantó una iglesia.
de Bizancio reprochándole sus injusticias; los más altos digna- ¡£ Gregorio II se negó a pagar una tasa impuesta por León Isáuri-
tarios buscan su intercesión; hasta en los negocios militares |;|;co, el iconoclasta. Dos oficiales bizantinos quisieron ptender
tiene que actuar con el consejo y con la acción alabando o re- |¡( al papa. El pueblo mató a uno de ellos y encerró al otro en un
prochando a los oficiales del ejército imperial, comunicándoles V 'monasterio, El exarca mandó tropas para 9 hacer cumplir la or-
los.planes de los enemigos, mandando un jefe a las tropas de den imperial. Resistieron los romanos y no sucedió nada. Llega
Nápol'es, alistando milicias locales, reparando las fortificaciones •él año 727 y fel mismo emperador envía a Italia el edicto contra
y aun entablando una paz con los longobardos contra la volun- ¿el culto de las sagradas imágenes. Niégase el papa a aceptarlo
tad del exarca de Ravena. E n dos ocasiones negocia y pacta | ^ y i o declara herético. En los tumultos que entonces se promo-
con Agilulfo, sin que el emperador bizantino intervenga para ví ..yieron en Ravena como en Roma y en Venecia y en otras ciu-
nada, porque Bizancio está demasiado lejos, ocupada "en gue- dades cayó muerto el propio exarca, excomulgado poco antes
rras con avaros y pfersas y el exarca es impotente. El Senado a .por Gregorio II. Los romanos, de acuerdo ahora con los longo-
romano desaparece el año 603 y el prefecto de la ciudad pasa H .bardos, juraron que jamás se haría violencia al Sumo Pontífice,
a ser ,un cargo sin importancia, sometido al Pontífice. Se ve cla- I que fera la gloria única y el orgullo de los italianos, y que éstos
ramente cómo va surgiendo el Estado romano autónomo para- ¡gestaban resueltos a elegirse otro emperador, si era preciso, y a
lelamente y casi en las mismas circunstancias que las repúblicas ¡a colocarlo en el trono de Bizancio. Seguían—como se ve:—fieles
de Venecia, Genova, Pisa, Ñapóles. .'a! Imperio.
Los oficiales bizantinos eran mal vistos en Roma y en toda Desde este pontificado aparece el papa como señor témpo-
Italia por sus injusticias y sed de riquezas. Y para ahondar las ra] del Ducado de Roma. ¿Qué territorios abarcaba ese Duca-
diferencias entre Roma y Bizancio los emperadoras de los si- - ?° ? Al sur de la Ciudad Eterna toda la Campania, y al norte
glos vil y vni toman partido por los herejes y se empeñan en |!"-' a Tuscia romana. Gregorio II actúa como señor independiente,
un eesaropapisono insensato, que los papas no podían menos de i ^ q u e siga reconociendo la autoridad suprema del emperador.
combatir. Esta pugna religiosa favoreció la libertad e indepen- .•Hacia el 717 Romualdo, duque longobardo de Benevento, se
dencia de los romanos. .apoderó de Cumas, punto vecino de los patrimonios de la Igle-
• ^ a y lugar estratégico para defender el único camino h a d a
2. Antagonismo creciente entre Roma y Bizancio^-j-Así,
cuando en 650 el emperador Constancio II j n á n d á al enarca apoles Gregorio II protesta ruega amenaza T o d o inútil "
Olimpio prender al papa Martín I para obligarle a .reconocer ¡"irn ^ e S e " e n t 0 , n c e s a l ° s napolitanos, incitándoles a uri ataque
_¿ _. . un edicto de religión,;teme que las^miüciasfróraana^lfeabalkfos,. ¡f¿?jj?Proviso y nocturno, y prometiéndoles, si lo recuperaban, 70
L^y>ras-d<|-oro- Los~de Ñapóles, aytidados~del~subdiácoTK> T e o t i - -
2¿ '-Í^- organizados müítarmente-por G r e g o r i o Il.jSlgy.anSi^.Qr^aJelJ
^^'nfe^gn1^pir:d¿fcp
te^-r:exarca; : C u a n d o - ^
r ^ r n J s r M á s que d e guerra jFhostílídáa., la política del papa
I Í ¿ - ¿ " ¿ San Gregorio I, m a n d a n d o } ^
" ^ e i p ^ e q ü í l i b r i o eñtre - forrgdbaTdos, bizantinos y < trancos
: : M¿^- r de; aprisionar al Poitfífi^; • lkindlg^^

1
78 P. I. DE CARL0MAGNO A GREGORIO VII
'&~'V C. 2 . ÓRIGÉM DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS
n
ad. Por tai le tenían también los del exarcado de Ravena, pues
E n 728 el rey Liutprando (744) ocupó la ciudad de Sutri, posi-'ír menazados por Liutprando acudieron,, junto coíi los habitan-
ción importante en el camino de Perusa. Gregorio II intercede;
y el longobardo se deja doblegar, restituyendo la ciudad, nó al rU.L decíanos íá Peñtápolis, al papa, ei cual fué aclamado por niños
como el verdadero pastor que salía en defensa dé
Imperio, sino a los santos apóstoles Pedro y Pablo: "donatio- •fettsTovejas, cuando, presentándose ante eí rey, le hizo cambiar
nem beatissimis apostolis Petro et Paulo antefatus emittens lon-| | ,dé betttimiehtos.
gobardorum rex restituit et donavit", según consigna el Libeq ;!'., Por sí y ante sí firmó San Zacarías uña paz d'e veinte años
PonMficatis, fuente primerísima para todo este período. /
f.con él rey longobardo y administró perfectamente y con entera
Gregorio III '(731-741) siguió en la misma línea polítitía.
"autonomía la "respublica romanorum" según expresión suyá¡
3. "Respublica Romanorum"»—'Por entonces aparee? en I¡ '.'asegurando a sus subditos una era de p.a2, prosperidad y alé»
correspondencia de los papas y en los diplomas de la época unái gría, 'al decir d'el Liba Pontificatis. ¿No se puede afirmar qUé
expresión nueva para designar al Ducado Romano y a las co-| ..un nuevo estado, el de la Iglesia, iba dibujándose paulatina»
lonias agrícolas pertenecientes a la Iglesia: "República de 1 kmente en el mapa de Europa? San Zacarías era de facto un
romanos", o "República romana", o "República santa de Iáf • 'isoberamx De facto solamente lo era también Pipino "en Fran-
Iglesia d e Dios". Y ¿quién es el soberano de esa Sancta Respu4 Lcia, y su realeza no tardó en legitimarse, precisamente por in-
blica? D e derecho, todavía; el lejano emperador de Bizancio;! ¿¡tervención de Zacarías. El año 751—dicen los Anales Fulden-
pero de hecho, el papa. Y ¿por qué se le llama santa? P o r q u " Ses—, "Pipino interrogó al papa por sus legados acerca de los
más que al Pontífice pertenece a la persona mistoa d'e Si -seyes francos de la antigua estirpe de los merovingios, los cua-
Pedro. A San Pedro miran los romanos como a su Patrono jóles se decían reyes, si bien todo el poder residía en el mayor-
Protector, y al papa como identificado con San Pedro. l^dorao- de palacio, a excepción de firmar los documentos. El que
En 740 Gregorio III escribe a Liutprando reclamando cuatro! tsllevaba nombre de rey no hacía sino presentarse en público una
fortalezas, que le han sido arrebatadas a San Pedro ("quattuo; .vez al año en el Campo de Marte, conducido en un carro de
castella beato Petro erepta"), y las reclama sin que el etmpera) ^bueyes, y allí sentado, 'en un lugar. eminente, recibir solemne-
dor intervenga para nada. iímente los dones del pueblo, en presencia del mayordomo, y
Es Gregorio III el que inicia una política de ind'ependencii lííánunciar públicamente el programa para el año siguiente; pero
de Bizancio, porque en su tiempo se empieza a distinguir 1 ¡¡^fen tornando a casa, todos los demás negocios los administraba
Provincia Romanorum, que también se llama Respublica, de id ;'el mayordomo. Preguntó, pues, quién debía llevar eni justicia
Provincia Ravennatium, y principalmente porque, viéndose ame- •>el título y dignidad de rey, el que permanece tranquilo en casa
nazado por los longobardos, n o pide auxilio al emperador, sino] »i? el que carga con las molestias de los negocios y el cuidado
que da un viraje redondo hacia Occidente e implora la proteic fel reino". Respondió Zacarías que convenía fuese rey el que
ción y ayuda de los francos {739 y 740), campeones de la cris fe hecho gobierna y rige. Así lo refieren también los Anuales
tiandad, pues acaban de quebrantar el ímpetu d e los árabes e: yLám-issenses, Chilperico, el último d e aquellos reyes', que la
Poitiers. Es verdad que Carlos Martel, aliado entonces d historia denomina "holgazanes", porque a nada atendían sino
Liutprando, n o acude a la llamada del obispo de Roma; pero] !.fá cuidar su ondulante cabellera y luenga barba, hubo de reti-
esa actitud de Gregorio III significa un cambio muy hondo p a i s e a un monasterio, dejando el trono a Pipino, que fué
radical en la política, ya que es un desentenderse para siempn Jüngido por San Bonifacio, según atestigua Eginardo y los An-
—-ya que n o del Imperio—a lo menos del emperador bizantino;] jp*afes Mettenses priores,
con quien además había r o t o por cuestión del culto d e las
genes. Muerte el papa en, 741, el mismo año que Carlos Martél |t Pronto tendrá el muevo rey de los francos ocasión d'e mos-
y que León II el Isáurico. |,' t *ar al papa su agradecimiento.
A Gregorio III, natural de Siria, sucede San Zacarías (741 , 4. T r a t a d o de Quiercy.—En el reino longobardo acaecie-
752), último papa griego de esta época, quien al ser elegido riofi ??°n sucesos de importancia. Muerto Liutprando, le sucedió-
esperó la confirmación imperial, como era costumbre. P o r baj] ^ h i s (744f749).v que no.tardó en abdicar para vestir la cpgUÍla
. berse declarado en favor de Liutprando, contra el'duque Tra|á" f^San-Berüto-: ¿ n Montecasln'ó': Süte'éntoncesiál tronó'-;Pí^:p!S.6y'
•--mondo <de Espoleto, recobró n o ; ^
X'quejer.'íey longobardo l e K ^ í a ^ a ^ ^i^arca^bizaritfi^
~~-patíi^ófi^ ^ ^ ¿ h a ^ - f e ^ T f í a i - ó g " de "te ^ l u d a d - p a ^ r s a s - j i r -Tjaer I d e a b a
.... entré, las ;• aclamaciones del .pueblo; ¿ítfe;Igjcútú&ujó;._erí•'.jjr¿c^^| l ^ l t t i y e j p ^ e l t i o - . y - c a p i t a l d©4odaJ[taUa- J -F.aUólc osadía -y
~-c Hástaí San Pedro/ saludándole' como al? ú i S ^ i ^ a ^ r C ^ g e la" cjftr
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80 í>. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 2. ORIGEN DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS 81

decisión para dar el asalto, y eso le perdió, porque el pap título que habían llevado los exarcas de Ravena, en cuanto
tuvo tiempo para pedir auxilio. representantes del emperador. El Sacro Imp'erio se halla en ger-
Sentábase y a en la Cátedra de San Pedro un papa romano, men en estas asambleas de Saint Denis.
Esteban II (752-757); romano como casi todos los que le suce- \ Este pacto entre las dos potencias se legalizó oficialnrente
dieron en aquel siglo y en el siguiente. Esteban II (hay q|jien en Quiercy (Carissiacum, junto a Laon) en abril del mismo año.
le llama Esteban III, porque l'e precedió inmediatamente ( btro Lo\conocemos por el Líber Pontificális. N o se conserva el do-
homónimo de reinado tan efímero—tres días—que no se compu- cumento, p e r o había de contener la promesa de restitución del
ta) dudó a quién acudir. ¿Al emperador bizantino? Eral^ en- Exarcado (Ravena, Ferrara, Bolonia, etc.) y de la Pentápolis
tonces Constantino V Coprónimso, cruel perseguidor de los ca- (Rímini, Pesaro, Fano, Sinigaglia y Ancona), países que habían
tólicos; y a su corte ll'egaron las súplicas del papa, según nos pertenecido a los bizantinos. T r a t ó primero el rey franco de
lo asegura Anastasio. Pero el emperador iconoclasta ni /podía mover con razon'es pacíficas a Astolfo a que restituyese ál papa
ni quería intervenir. Al dejar abandonada a Italia, ¿no perdía los territorios conquistados; mas resultando infructuosas las
sus derechos sobre ella? E n Francia, en cambio, reinaba Pipino, medidas diplomáticas, se puso en marcha con su ejército aquel
el monarca más poderoso d'e Occidente, deseoso de mostrar su mismo año. Astolfo, derrotado en Susa y sitiado en Pavía,
agradecimiento al jefe de la cristiandad. A él se dirigió Este- hubo de prometer la devolución de la ciudad d e Ravena y otras
ban' II; y habiendo recibido dos embajadores de Pipino, con veintiún. ciudades con sus tierras. Pipino retornó a Francia y
ellos salió de la Ciudad Eterna entre los llantos d'e la muche- el papa se dirigió a Roma; mas, de pronto, arrepentido de su
dumbre. Presentóse primeramente en Pavía, capital de los lon- promesa, Astolfo se niega a cumplir su palabra y hasta se pre-
gobardos, con objeto de tratar con Astolfo-, pero cuando éste cipita con sus tropas sobre la Ciudad Eterna, le pone asedio y
se n'egó a todas las reclamaciones, el papa franqueó los Alpes saquea las catacumbas. Es entonces cuando Esteban II escribe
por el San Bernardo, en un viaje de trascendencia histórica a los ungidos de San Pedro, Pipino y sus hijos, recordándoles
minuciosamente relatado por el Libet Pontificalís. el tratado de Quiercy ("donationem vestra, manu firmatam")', y
En llegando a la abadía d'e San Mauricio de Valais, se en- en una segunda carta de la misma fecha (febrero de 756) y a no
contró con dos embajadores de Pipino, que le dieron la bienve- es Esteban II, es el mismo S a n Pedro el que dicta y suplica:
nida en nombre de su rey y le señalaron como lugar de reunión "Petrus vocatus Apostolus... Pippino", asegurándole que si vie-
el castillo de Ponthion (junto a Chalons). Veinte millas antes ne en ayuda d e Roma "él les protegerá como si estuviese pre-
le salió al encuentro un niño de unos doce años 'escasos. Lla- sente fentre ellos".
mábase Carlos. Era hijo del rey y será Carlomagno. Luego Los francos salvan rápidamente los Alpes, devastan la Lom-
llegó Pipino. Al ver al pontífice, se bajó del caballo, se postró bardía y obligan a Astolfo a rendirse bajo condiciones más
en tierra, tomó las riendas del caballo del p a p a y caminó así duras q u e las anteriores: debía entregar la tercera parte d'e su
un rato a guisa de escudero; gesto de homenaje que antes había tesoro real, pagar un tributo anual a los francos y devolver al
tenido Liutprando con Zacarías y que repetirán en la Edad Papa las ciudades antes prometidas, más la de Comacchio,
Media los emperadores. Cantando cánticos espirituales, entra- junto al P o .
ron por las puertas del castillo: 6 de enero del 754, fiesta de Al pres'entarse entonces un embajador de Bizancio pidiendo
la Epifanía. E n la capilla de palacio expuso' Esteban a Pipino * se le restituyesen las ciudades del Exarcado, oyó esta respues-
la angustiosa situación de Italia, pidiéndole defendiese "la cau- • ta: " N o h e salido a campaña sino por amor a San Pedro y
sa d'e San Pedro y la de la república de los romanos". El rey inmisión d e mis pecados y jamás revocaré la oferta hecha a San
franco se mostró dispuesto a todo y prometió con juramento Jj'edro". Pipiruo redactó, sin atender para nada a los antiguos
"exarchatum Ravennae et reipublicae iura seu loca reddere mo- dueños* u n documento de donación territorial al papa, cuyo
dis ómnibus". texto no ha llegado hasta.- nosotros. Sería en la primavera
Apretaban los fríos del invierno, por lo cual Pipino le invitó
a venirsfe con él al monasterio de Saint Denis en París. Allí se D e s d e este momento tiene existencia jurídica un nuevo E s - _
juraron mutuas alianzas y amistad. Pipino,y sus'./hijos., Carlas ¿:'-j °,»- el "que. en .documentos;',pontificios recibe -la designación
y Carlománi, prometieron, defender siempr.e_á-la_Iglesia™roma4a- ¿ r S^JanGtee+Seelesiate~resptókca"f^
. y al papa; éste, por su parte, n o solo legifimofía-dMtastrg-carpp r J3 ? rté ".del í&alcado yiá^^^olí^^é^Ks^eVDvi^cr'^tSa.--
- - lingiá, conminando a-/los; nobles a n o elecjflFattfiea^^y^dé-Qfjfer i ^ ^ g S n . a l y l m ü s darr^fes-lJ^f5f^ry~^oYceg^r ~~—~
linaje, sino que ¡volvió a. ungía con el óleo santo a Pipino, junfb íi|£%^í"" l papai dio efusivamente las gracias a su bienhecho^, no ~~_
con sus hijos, y les concedió el titulo d e Patfícius roman'ovum, ^q^ttto p o f l a soberanía temporal quie le otorgaba o recbjábcía.
íi«
h^ftfv.
82 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
C._2. ORIGEN DE I.OSJ2STADOS PONTIFICIOS 83
cuanto por la libertad e independencia que obtenía para el cunW
plimiento de su ministerio espiritual. Roma aclamando al rey con hosannas y vítor'es. Cuando Carlo-
5. Carlomagno y los Estados de la Iglesia.—Eil 26 de abril magno divisó a los clérigos con cruces y estandartes, se apeó
de 757 murió Esteban II, que tanto había trabajado por la gran- del caballo y caminó a pie hasta la basílica de San Pedro. En
deza d'e los Estados pontificios ("rempublicam dilatans"). Suce- el atrio le esperaba el papa, desde muy temprano, con su corte.
dióle su hermano Paulo I (757-767), que organizó sus dominios El rey subió la escalinata de rodillas y besando, uno a uno, sus
y cuidó de poner a salvo los huesos y reliquias de las Cata- peldaños. Abrazó luego al papa y ambos, de la mano, entraron
cumbas, t a r ^ s veces devastadas, transportando los restos de en la iglesia, mientras el coro cantaba: "¡Bendito el que viene
los antigüe^ i^áitíres a las basílicas de Roma. Existía el peligro v.n el nombre del Señor!" •»
d'e que bizantinos y lomgobardos, antes enemigos, se diesen la Era sábado- santo. Hechas algunas oracion/es, bajaron a la
mano para impedir que fraguase el nuevo reino- pontificio. Y no cripta de San Pedro, donde mutuamente se juraron fidelidad.
faltaron intrigas y asechanzas. Pero- Paulo I se dio maña para En la basílica de Letrán asistió Carlomagno aquella tarde a la-
no romper con los longo-bardos estrechando más los vínculos ceremonias pascuales del bautismo. El domingo de Resurrec-
con Pipino. ción, después de los oficios divinos en Santa María la Mayor,
Terribles ti.multo® y tragedias y cismas siguieron a su muer- comió en Letrán con el papa. Asistió a la sagrada liturgia el
t'e. Y es que la soberanía temporal añadida a la espiritual des- lunes en San Pedro y el martes eni San Pablo. Fué en la misa
pertó la codicia de la aristocracia laica de Roma. Semejantes del lunes cuando los cantores romanos entonaron la famosa
ambiciones humanas rebrotarán durante siglos para deshonor "lifaniñi Carolina o Laudes. El miércoles fué destinado a negocia-
del Pontificado y llanto de la Iglesia. ciones políticas en el Vaticano. Rogóle Adriano se dignase con-
A Paulo I sucedió Esteban III (768-772), quien pasó un mo- : firmar di tratado de Quiercy (promissio carissiaca). Carlos
mentó de inqu'Vtud y peligro al saber que el joven Carlomagno i mandó a su capellán y notario redactar una nueva donación
se desposaba con la hija del rey longobardo. Siguióle Adriano I üd instar anteríoris. Leída el acta, hizo sacar copia del docu-
(772-795)', de ncble prosapia romana, que; tuvo- la suerte de. ver : mento, aprobándolo en todas sus partes y firmándolo en .unión
con sus magnates francos. Luego lo depositó sobre el altar de
el afianzamiento de 1a corona papal.
San Pedro y sobre la Confesión. Seguidamente lo firmó tam-
Rey de los francos era Carlomagno- desde la muerte de su¡ bién el papa. Este podía estar contento, pues a la donación de
padre Pipino (768). Entre los longobardos reinaba Desiderio, Pipino se añadía el Exarcado entero (incluso las ciudades de
(757-774)', quien había recobrado muchos de sus antiguos dó-'! Imola, Bolonia y Ferrara); y si hemos de creer al Líber Ponti*
minios y abrigaba planes muy ambiciosos. Para eso intentó se- ficalis, también Córcega, Venecia, Istria, Espoleta y Benevento-,
parar al papa de la amistad de los francos!. Negóse Adriano ¡ aunque más verosímil parece que se incluyesen tan sólo los pa-
rotundamente. Entonces Desiderio echó su zarpa a Sinigaglia, ¡ trimonios antiguos de la Iglesia en esas regiones. Adriano re-
Montefeltre, Urbino, Eugubio y otras ciudades, soñando en ex-;i galó a Carlos la colección de cánones de Dionisio el Exiguo
tender su dominación por toda Italia a favor de las disansionesíj junto con las Decretales pontificias, fuentes, del Derecho ecle-
que brotaban en la Ciudad Eterna. siástico.
Adriano I tuvo que recurrir a Carlomagno, quien acababaí
de repudiar a D'esiderata (771), hija de Desiderio. El rey francos 6. Realización definitiva,—El cumplimiento de esta prome-
pasó los Alpes al frente de sus tropas, conquistó a Verona yjj sa del año 774 se fué retrasando y complicando. El arzobispo
puso sitio a la capital, que, tras un largo asedio, hubo de caelrj de Ravena aspiraba a formar un pequeño Estado eclesiástico
sucumbiendo con ella para siempre el reino longobardo (774): lr
>dependiente del papa, y Carlos parecía seguir .una política un
Desde entonces (774) Carlomagno se llamará en los documentos •P°co ambigua. En tales incertidumbres Adriano I, celoso de su
"Carolus gratia Dei rex Francorum et Longobardorum et pa-t soberanía, escribió al rey de los francos: "Así como en los
tritius Romanorum". ; tiempos del santo Pontífice romano Silvestre, fué el piadosí-
sl
Pero en el intermedio había acontecido un suceso de impor- mo emperador Constantino, de santa memoria, el que con su
tancia. Y fué que mientras sitiaba a Pavía, aproximándose 14 liberalidad el'evó y ensalzó y dio poder .a la santa, católica,
a
Pascua del 774, tuvo Carlomagno la idea de celebrarla en Romai Postólica, romana Iglesia de Dios, así en estos felicísimos tiem-
Allá se dirigió con una gran comitiva. Apenas lo supo Adriano^ pos vuestros y nuestros pueda la santa Iglesia de Dios, es decir,
mandó que todas las autoridades romanas fueran a recibir^ la de
a 30 millas de la ciudad. Las tropas del papa y los niños de U San Pedro Apóstol, germinar y saltar de júbilo y alcanzar
a
escuelas con ramos de palmas y olivos salieron a una milla d a día mayor •exaltación, a fin de que todos los pueblos que
^ t o vean puedan exclamar: "Señor, salva al rey en el día en
° ü e te invoquemos, pues he aquí que en nuestros tiempos se ha
P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 85
84

l'evantado un nuevo Constantino emperador cristianísimo, por?


cuyo medio se ha complacido Dios en dar todo a su santa Igle*
sia, a la de San Pedro, príncipe de los apóstoles" s. CAPÍTULO III
Carlomagno se hizo esperar; pero por fin, accediendo a los
deseos del papa, qu'e le recibió "sicut térra sitiens imbrem", se Carlomagno?, emperador de Occidente *
presentó en Roma con-su esposa Ildegarda y su hijito de cuatro
años, que fué bautizado* y apadrinado entonces por el Romano Antes d'e continuar con la serie de los papas, monarcas ya
Pontífice.vEra la Pascua de 781. E n aquellas conferencias se dé los Estados de la Iglesia, detengámonos unos rtfotmentos
determinó con más exactitud la, extensión de los dominios pon- ante la figura procer de Carlomagno, que se hiergue majestuosa
tificios y quedó públicamente reconocida y asegurada para en los arranques de la Edad Media, determinando y caracteri-
siempre la soberanía del papa. zando en parte ese período histórico.
Hasta entonces el Imperio bizantino no había aprobado el Cuando subió al trono, la civilización cristiana occidental
nuevo orden de cosas establecido 'en Italia. Pero en ese mismo se hallaba en grave peligro. Las piraterías de los normandos
año, mientras conferenciaban Adriano I y Carlomagno, se pre- por las costas occidentales, las incursiones dte los sajones por
sentó el embajador de la emperatriz Irene II, pidiendo la mano el lado opuesto, las amenazas de los eslavos y mogoles, las
d'e la princesa Rotruda, hija de Carlomagno, para el príncipe conquistas de los sarracenos en España, Sicilia, etc., hacían que
Constantino Porfirogcnito, hijo de Irene, y deseando reconci> toda la cristiandad se estremecieste en la incertidumbre y el te-
liarse con el papa en la cuestión del culto de las imágenes. Sin mor. Bajo otro aspecto, la inmoralidad reinante, la crueldad y
dificultad se firmó allí mismo el pacto matrimonial, que después rapiña, la barbarie y la inculttxra llegaban a extremos casi in-
fracasó por causa de Carlomagno, y fes probable que entonces creíbles. Los mismos clérigos habían descendido alarmante-
mismo hubo un arreglo entre Bizancio y Roma, pues a partir
de ese año empieza el papa a datar los documentos desde el
* FUENTES.—IAber Pontificalis, ed. ya citada de Duchesne;
comienzo de su pontificado, añadiendo estas palabras: "bajo EorNARDO (EINHART), Vita1 Karoli Magni, en MGH, Script. H y en
tel Imperio de N . Divino Señor y Salvador Jt-sucristo" en lugar MGH, Scriptores rerum germanicarum in usum scholarnm (Han-
de las usadas hasta entonces, que se referían al emperador bi- nover 1911); Codex Carolinus, en MGH, Epist. IH, y ML 98; Capi-
zantino nuestro señor. Adriano fué también el primer papa que tularía regumfranoorum, en MGH, Leges t. 2; Capitularía Caroli
Magni, en ML 97; MONACUS SANGALLENSIS, De gestis Karoli Magni,
acuñó moneda, y probablemente con anterioridad a testa fecha. en ML 98, y en JAFFÉ, Monumento Carolina (Berlín 1867) p. 628-
Es cierto que Carlomagno asumió con más plena conciencia •00, y en MGH, Script. t. 2; Alcuini Epistolae, en MGH, Epist. t. 4
desde entonces su oficio de Defensor Ecclesiae, dando valor a y en ML 100; poeta SAXO, Annales de gentis Caroli Magni (ML 99);
su antiguo título de Patritius romanorum, y ten virtud segura- Annales Laurissenses con Annales Eginhardi (ML 104), Annales
Laureshamenses (Lorsch), Annales Bertiniani, etc., en MGH,
mente de algún nuevo compromiso contraído ahora ante el papa; Script. I; Annales regni francorum, en "Scriptores rerum germa-
es también cierto que Adriano I y su sucesor se mostraron muy nicarum in usum scholarum" (Hannover 1896); BOEHMER-MUHL-
deferentes y prestaron homenaje dte fidelidad al rey de los fran- BACHER, Regesta Impera. I. Die Regesten des Kaiserreiches unter
cos; pero esto no' significa que el Romano Pontífice careciese «ew Karolingern, 751-918 (Innsbruck 1889; 2." ed. J. Lechner, 1908);
•yANNENBAUERj Die Quellen sur Geschichte der Kaiserhronung
de perfecta soberanía dentro de sus estados, aunque para su de- «arts des Grossen (Berlín 1931).
fensa necesitase de aquél. • . BIBLIOGRAFÍA.—H. PIRENNE, Mahomet et Charlemagne (Pa-
Adriano I, que murió en 795, puede decirse, después de Es- ís 1937); M. DE LA SERVIERE, Charlemagne et VEglise (París 1904)
Iri ^f LPHBN > Charlemagne et VEmpire carolingien (París 1949)
teban II, el s'egundo fundador de los Estados pontificios. Em- Q->Etudes critiques sur l'histoire de Charlemagne (París 1921)
belleció la ciudad de Roma con real magnificencia, restaurando; • j j -^RTH, Les origines de la civilisation moderne (Bruselas 1903),
y enriqueciendo basílicas, especialmente las de San Juan ante •pp, '"^DMANN, Das Kaisertuvi Karls des Grossen. Theorie und
Portam Latinam y Santa María in Cosmedin, que son dte las r0 £,rklic hkeit (Weimar 1928); G, BRYCE_, II sacro Romano Impe-
adl ital d e u
re « . - - Balzani (Milán 1907); A. KLEINHAUSZ, L'Empi-
más hermosas de la Edad Media. Tuvo a su servicio notables ID ¡?-?lin9ien, ses origines et ses transformations (París 1902);
arquitectos y artistas del mosaico, iniciando un período de es-1 lSo
"' ° harlemagne (París 19í?5); J. CALMETTE, Charlemagne, sa vie,
plendor que culminará en el pontificado siguiente. tialecnoUvre
lon
^Par^s 1945); PAULO BREZZI, Roma e VImpero medie-
¡'•(2 v „, i a 1947); E. EICHMANN, Die Kaiserhronung in Abendland
8 nQrosí n' B e r l í n 1942); W. OHR, Die , Kaiserhronung Karls des
MGH, Epist. III, 587. iirt,pe^. (Tubinga, Leipzig 1904); L. LEVILLAIN, Le couronnement
' Ce " (í^¡o d e c^Mrlemagne, en "Revue d'Hist. de l'Eglise de Fran-
Verin *) 5-19; R. G. VILLOSLADA, La idea del Sacro Romano Im-
° según Suárez, en "Razón y F e " 138 (1948) 285-311.
86 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C, 3. CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 87

mente de nivel. Tan sólo los monjes conservaban la cultura veces se bañaban con éi cien y más hombres. Vestía a la ma-
antigua y fomentaban el cultivo del agro. Por lo demás, bien nera de los francos: camisa de lino y calzones d'e lo mismo,
puede decirse que tan incultos se hallaban los campos como las túnica con pasamanos de seda; envolvía sus piernas con po-
inteligencias. lainas de tiras, y en invierno protegía hombros y pecho con
Carlomagno, hombre de su tiempo, guerrero, no desbastado pieles de foca y de marta; llevaba sayo vexd'emar y siempre
suficientemente por una instrucción tardía, pero de fe profunda,' al cinto la espada, cuya empuñadura y talabarte eran de oro
y de excepcionales cualidades de gobernante y político, fué un i o de plata. También usaba a veces espada guarnecida de ge-
don de Dios a Europa y a la cristiandad. El debía atender a' la', mas, pero sólo ten ^as grandes festividades y cuando venían
defensa militar del pueblo cristiano con sus brillantes campañas I embajadores extranjeros. Los trajes extraños, por hermosos que
sobre los sajones y avaros en Alemania, y a la reforma moral? fuesen, los desechaba, de modo que sólo una vez, a petición
y espiritual con su apoyo al Pontificado, con sus leyes, sus es-; del pontífice Adriano, y otra a ruegos del papa León, se vistió
cuelas, su organización eclesiástica, con los hombres i l u s t r e s ! la larga túnica y la clámide y usó el calzado a la usanza ro-
que llamó a su corte de todos los países y, en fin, con el favor § mana. E n las fiestas ostentaba vestidura entretejida de oro y
prestado a monjes y monasterios. calzado adornado de piedras preciosas, broche de oro en el
manto y diadema cuajada de oro y perlas. E n los demás días
apenas se diferenciaba del uso común y plebeyo.
I. L A PERSONALIDAD DE CARLOMAGNO E n el comer y beber era templado, sobre todo en el beber,
pues aborrecía la embriaguez en cualquiera, mucho más en sí
y en los-, suyos. Del alimento no podía abstenerse mucho y aun
1. E l emperador de la harba florida,—La poesía y la le-? se quejaba d e que los ayunos le eran perjudiciales. Rarísimos
yenda hicieron de Carlomagno un Hércules de talla gigantesca! eran sus banquetes, y sólo en las grandes festividades, pero
y de "barba florida". E n la antigua iconografía resalta el m o s - l entonces con gran numera de convidados. Presentábanle en la
tacho franco, no la barba. Eginardo, al historiar las " g e s t a s ! mesa n o más de cuatro platos, fuera del venado asado, que era
domini et niutritoris mei Karoli", nos traza una semblanza bas-f lo que más le gustaba. Mientras comía le placía oír alguna
tante realista, aunque con expresiones' calcadas en. Suetonio.I música o alguna lectura. Leíansele historias y los hechos de
"Fué—nos dice—de cuerpo ancho y robusto, d e estatura^ armas de los antiguos. También le deleitaban los libros de San
eminente, sin exceder la justa medida, pues alcanzaba siete piesf Agustín, principalmente los d e La Ciudad de Dios. E n el vino
suyos; de cabeza redonda en la parte superior, ojos muy g r a n - | y en toda bebida era tan parco, que d e ordinario n o bebía más
des y brillantes, nariz poco más que medianía, cabellera blancaF de tres veces durante la comida. E n el verano, después de c o -
y hermosa, rostro alegre y regocijado; de suerte que estando! mer, tomaba alguna fruta con un trago y echaba una siesta de
de pie como sentado realzaba su figura con gran autoridad y | dos o tres horas, desnudándose como por la noche. Interrumpía
dignidad. Y aunque la cerviz era obesa y breve y el vientres el sueño nocturno despertándose cuatro o cinco veces, y hasta
algún tanto prominente, desaparecía todo ello ante la armoníal se levantaba. Recibía a sus amigos mientras se calzaba y vestía,
y proporción de los demás miembros. Su andar era finme, yjj y también, si se le decía que había uní litigio pendiente, hacía
toda la actitud de su cuerpo, varonil; su voz tan clara, que nóf entrar a los litigantes, dictaminando allí como si estuviera sen-
respondía a la figura corporal. Gozó de próspera salud, menosl tado en el tribunal" a .
e n sus cuatro últimos años, pues entonces adoleció frecuente"?
mente de fiebres, y al final, hasta cojeaba de un pie. Aun en< 2. Su carácter moral.—Cuenta el monje de San Gall (quizá
tonces se regía más por su gusto que por el parecer de los mé" Kotkerus Balbulus)' que Carlos estaba "siempre tan lleno de
dicos, a quienes casi odiaba porque le aconsejaban que n o coi amabilidad y dulzura, que si alguien se llegaba triste a su pre-
miera carne asada, según su costumbre, sino cocida. Hacíal sencia, de sólo verle o hablarle un instante, volvía sereno y
continuo ejercicio de cabalgar y cazar, lo cual le venía de c a s t a í contento" e . ¡Nada había en él de sombría majestad ni de impo-
pues difícilmente habrá nación que en este arte venza a loáj nente reserva. Su grandeza tenía algo de patriarcal y primitivo.
francos. Deleitábase con los vapores de las aguas termales > Era muy comunicativo y hablador en el trato; aunque de fuer-
ejercitaba su cuerpo con frecuencia en la natación, y lo hací3 tes pasiones nunca quiso derramar sangre cristiana sin verda-
tan bien que nadie le aventajaba. Por eso construyó el palacio
en Aquisgrán, y allí habitó los últimos años dé su vida. Y n£ 1
iba al baño con sus hijos, sino con los magnates y amigos y a w l Binhardi Vita Karoli, en MGH, Scriptores rerwnx germani-
carum.
a
in usum scholarum (Hannover 1911) p. 26-27.
.con otros subalternos y guardias suyos, de modo que alguna^ De gestis Caroli Magni: ML 98, 1399.
88 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 89

dera necesidad; lloraba como tai niño en la muerte de un amigo, blas y códices, a fin de ejercitarse en los ratos libres dibujando
era generoso y limosn'ero, atendía personalmente a los pobres, letras; pero como empezó tarde, no aprovechó mucho... Frecuen-
cuidaba de los peregrinos. Amaba a sus hijos e hijas con ter- •: taba la iglesia por la mañana y por la tarde, en los maitines de
nura casi excesiva, pues cuenta Eginardo que no podía vivir media noche y en la misa, en cuanto se lo permitía la salud, y
sin ellos, los tenía a su lado en la mesa y hacía que le acompa-,
cuidaba con suma diligencia que todos los oficios se hiciesen
fiasen en sus viajes. Hasta impidió que sus hijas se casaran y ;
de ese modo le abandonasen, lo cual fué causa de escándalos * con la mayor decencia... Reformó el modo de leer y de cantar,
y desórdenes. Carlomagno se casó cuatro veces, primero con la y en ambas cosas era muy entendido, aunqu'e en público nunca
Tiija de Desiderio, rey de los longobardos, a la qufe no sabemos leía ni cantaba, si no era en voz baja y en común" 4.
por qué repudió; después con Ildegarda, más tarde con Fastra- El monje de San Gall, tan rico en anécdotas, habla de los
da, y a la muerte de ésta, con Liutgarda, después de la cual maestros que tuvo, y de cuánto estimaba a los clérigos ilustra-
tuvo por concubinas a Magdegarda, Gersuina, Regina, Adalinde, i dos: "¡Ojalá tuviera yo—exclamó en una ocasión—<loce cléri-
sin contar otra anterior por nombre Irmiltrude, madre de Pipi-: : gos tan doctos y sabios como Jerónimo y Agustín!" 5 . D e su
noi que algunos señalan como su primera mujer, de la que se insaciable curiosidad por saberlo todo dan buen testimonio las
separó en 770.- H a y autores que tratan de justificarle, La Ser- •, cartas que dirigió a Alcuino con preguntas sobre las artes libe-
viere, por ejemplo, diciendo que esas nueve mujeres fueron to- rales e interpretación de textos bíblicos. Sin ser un sabio, llegó
das legítimas, debiendo' entenderse la palabra concabina en el a poseer más conocimientos que la mayoría de los reyes de la
sentido jurídico', entonces corriente, de mujer de inferior condi- Edad Media. A pesar de todo, era una naturaleza bárbara, un
ción social, desposada en matrimonio ¡morganático. Aun así, 'hombre de la selva, recién pulido por el cristianismo, el • cual
parece demostrarse que algunas de ellas fueron repudiadas por • no llegó a quitarle todas sus asperezas.
Carlos para casarse con otras, lo cual significaría que las pri- Lo característico de su genio es la multiplicidad de sus fa-
maras mujeres o las segundas serían ilegítimas. Lo único que cultades, todas en grado más que ordinario., Gran conquistador
se puede decir en su favor, es que en aquel tiempo tenían los y guerrero (hasta 53 expediciones militares llevó a cabo en sus
francos ideas muy confusas sobre la indisolubilidad del matri- cuarenta y seis años de reinado) fué, más que nada, sabio go-
monio, y debido a esto, quizá Carlomagno obraba de buena fe.
bernante y legislador, como lo prueban sus Capitulares.
Como s'e ve, no era un santo, aunque en aquella época se,
echase un velo sobre estas debilidades y sólo se mirase a sus - El prestigio que rodeaba su figura no podía s'er mayor, aun
virtudes, que no fueron pequeñas, y sobre todo a su profunda antes de alcanzar la corona imperial. Heredero del más pode-
fe y piedad, a su amor a la Iglesia y a sus servicios a la cris- roso reino cristiano; protector del vicario de Cristo, como él
tiandad. Hubo Igl'esias particulares que le canonizaron. El anti-; se llamaba y a en 769: "Carolus. gracia Dei rex, regnique Fran-
papa Pascual III le declaró santo a instancias de Federico Bar- corum rector et devotus sanctae Ecclesiae defensor, atque
barroja", y la Iglesia no se opuso a que le dieran culto en Aquis- ladiutor in ómnibus Apositoiicae Sedis" 6 ; grande por sus hazañas
grán y en otras partes. El rey Luis XI de Francia mandó bajo. guerreras que tanto entusiasmaban al pueblo de entonces, re-
pena de muerte celebrar su festividad. La Universidad de París cordándole la edad imperial; aureolado todo esto por el carácter
e
le escogió en el siglo XVII por su patrón, y aiun el día de hoy Vangelizador y cristiano... n o es extraño que despertase la
no falta quien le dé el título de Beato 3 . I admiración ^ e nobles y plebeyos, de eclesiásticos y del mismo
Papa, a cuyos ojos aparecía su figura resplandeciente, superior
3. Cultura y genio de Carlomagno.—De su instrucción y a. la de un rey. Teodulfo le saluda líricamente: " T o d o el orbe
cultura nos dice su secretario y ministro Eginardo que la reci- resuena con tu nombre y con tus alabanzas, impotente para de-
bió después de subir al trono: "Tenía una elocuencia copiosa' cirlas todas. Como no se pueden medir el Mosa, el Rhin, el
y exuberante, expresando con suma facilidad todo lo.que quería.. ; a e
t t o ° ^ ' * Ródano, el Tíber y el Po, así tampoco tus glorias.
N o contento con su lengua, se afanó también por aprender len- ;' ¡Feliz el que vive a tu lado y el que v e tu frente ceñida por
guas extrañas. Aprendió el latín con tanta perfección que lo
• ^ d i a d e m a ! . . . A tu voz las naciones, se disponen a seguir a
hablaba como el idioma nativo. El griego lo entendía mejor
que lo hablaba. Tal era su facundia, que pudiera parecer parle-: n s t o : el huno de la rizada cabellera, antes tan fiero y ahora
ría. Estudió coni mucho empeño las artes liberales. Quiso apien-: . 0l*ietido a I a £e¡ e l árabe, igualmente crinado, pero de cabe-
der a escribir, y para eso, cuando viajaba, llevaba consigo ta--.
, Vita Karoli, p. 30.
, -De gestis Caroli: ML. 98, 1376.
' Acta Sanctorum feb. I I (28 de febrero) p . 874-891. Vapitulaire 1: ML 97, 121.
90 ' P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. Í. CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE SI

llera suelta, y los avaros y los nómadas doblan el cuello y laí fc0qaba que mandase uno de los magnates d e Francia, el cual re-
rodilla"*7. .? f'Lfeiese el juramento de fidelidad de los romanos. ¿No e r a esto
N o espiguemos lirismos en los poetas. Basta que leamos la í : Icorisld'erarse vasallo de Carlos y acatar su soberanía? ¿Tanto
importante carta de Alcuino, fechada hacia 799. En ella- se dice,. f ebmó éso se debía en derecho al que llevaba el títui'o de Patrí-
qu'e en el mundo hay tres potestades: la apostólica sublimitas,. $liüs Rómáflorum? Es verdad que Cariomagüo y a eñ tiempo dé
del Romano Pontífice; la impecialis digri¿tast¡ de la segunda • í&díiahb exigió que los romanos le jurasen fidelidad como al
Roma,, Bizancio, y la rcgalis digniías de Carloá. L a primera se Stópa. Inspeccionó el gobierno pontificio e hizo acuñar moneda
halla desprestigiada por los sucesos que en Roma acaban de, : íen Roma. Adriano, reclamando siempre su plena soberanía, tra-
ocurrir, a la subida de León III; la segunda es 'el ludibrio de^ cto de evitar los roces con fina diplomacia.
sus propios subditos, y a que el emperador ha sido destituido Pero "en este momento era el Romano Pontífice el que se
por los suyos; la tercera, la de Carlomagno, es la más alta y , adelantaba a prestarle obediencia y fidelidad, sin duda para pre-
sublime del mundo: "Tertia est regalis dignitas, in qua vos' Wvénit los peligros que le acechaban. Es importante la contesta-
Domini nostri Iesuchristi dispensario rectoran popula christíanij : c i ó n de Carlomagno. Empieza alabando al difunto papa Adria-
disposuit, caeteris praefatis dignitatibus potentia excellentiorem, • no, felicita luego a León por su alta dignidad apostólica y le
sapientia clariorem, regni dignitate sublimiorem. Ecce in t e solo': amonesta que se mantenga dentro de sus atribuciones. espiri-
tota salus Ecclesiarum Christi recumbit" 8 . N o es posible más : ' tuales. El, Carlos, luchará en la llanura contra los enemigos
alto panegírico ni mayor exaltación. Se le pone al rey d e los: -¡externos e internos de la Iglesia; el papa cumpla su obligación
francos por encima de todos los monarcas de Oriente y O c c i - •de orar en la montaña, como Moisés; y de este modo las rela-
dente. ¿Ño era esto reconocerle de hecho por emperador? Sólo 1 ciones mutuas se desenvolverán en perfecta armonía. Termina
faltaba el nombre. Este último paso no lo podía dar Alcuino.' ^'dándole consejos de honesta y santa vida, conforme a los san-
Tampoco lo dará el propio Carlomagno, sino el papa. El clima aos cánones y reglas de los Padres. Cualquiera diría que el papa
político y espiritual estaba bien preparado. ¿es'un simple capellán del rey d e los francos. El tono de la carta
í^s poco cordial; ¿Tendría, Carlos acaso informes desfavorables
4. El nuevo papa León M.—Al morir el pontífice Adria- •iíde Lfeón III, a quien por otra parte el Líber Pontificalis ensalza
no I, cuenta Eginardo que "Carlomagno lloró, como si hubiera:' íjjp(Ói sus muchas virtudes?
perdido a un hermano o a un hijo querido", y mandó hacerle
un magnífico epitafio, del que son estos versos: ? Veamos qué es lo que pasaba, en la Ciudad Eterna. U n a
¿sorda agitación.se dejaba sentir entre los parientes y oficiales
Post patrem lacrimans Carolus haec carmina scripsi: papa difunto, contrariados ahora en sus sueños d e ambición
Tu mihi dulcís amor; te modo plango, pater... ;dte interés. Alcuino alude a discordias y perturbaciones en
Nomina iungo simul titulis clarissima nostra; ioma. Estas culminaron en las escenas de tragedia que tuvieron
Adrianus, Carolus; rex ego tuque pater" 0 .
|H9 a r e n las calles de la ciudad el 25 de abril del 799. E r a por
El elegido para suceder a Adriano fué León III, que recibió; mañana, cuando León III, montado a caballo, se trasladaba
la consagración al día siguiente (27 diciembre 795) sin ptedir la J i s u P 3 ! 3 ^ 0 de Letrán a la iglesia d e San Lorenzo en Lucina,
autorización de Bizancio. "§*> donde había de arrancar la procesión litánica para el oficio
Había nacido en Roma—nos cuenta el Líber Pontificalis— Jj^acional en San Pedro. D e pronto, mientras la comitiva pon-
y fué educado desde niño en el palacio d e Letrán, donde estu-; tificia pasaba frente al monasterio d e San Esteban y San Sil-
dio el Salterio, las Sagradas Escrituras y todas las ciencias fl^?*re' dos altos funcionarios,- el primicerio Marcial, sobrino
eclesiásticas. Esta educación parece indicar que no pertenecía Üy*J?apa anterior, y el sacelario Cárnpulo, detienen súbitamente
a la nobleza romana. Cierto es que el nuevo papa, ya fuera por- fj;-.Pontífice, excusándose de no tomar parte en la ceremonia.
sus orígenes, ya por su política distinta d e la de su antecesor, jSían ¿os traidores, que habían dado la consigna a los conjurar
tenía enemigos en el patriciado y en la misma curia, por lo cual %>s. U n
se apresuró a renovar la alianza con Carlomagno. Inmediata'; grupo de hombres armados, apostados en emboscada,
mente le dio cuenta de su elevación al trono pontificio, "envían-; ^¡.precipitaron sobre el papa y le arrojaron del caballo. Sobre-
dolé las llaves de la Confesión de San Pedro y el estandarte s^ °k pánteo y sin armas, los que formaban la procesión
de la ciudad, símbolo del mando militar. Al mismo tiempo M ^i. -dan a la fuga. Entretanto los agresores apalean al Pontífice
" t t a t a a de vaciarle los ojos y arrancarle la lengua. E l Líber
'8 MGH, Poetae lat. aevi carolini I, 483-84. ij^frficaíis y el Martirologio, en el que se incluyó a San
ML 100, 301-32. n
D
ML 98, 1351, w? ni
en el siglo xvi, afirman qu'e recobró ojos y lengua
"• '^grasamente. Los Anales d e Eginardo dicen cautamente;
92 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 93

"'exutis oculis, .ut'aliquibus visum est", y la Gesta Episcoporum dote las llaves del Santo Sepulcro, del Calvario, de la ciudad
n<eapolitanorum asegura que tan sólo le hirieron levemente en •" de Jerusalén y un estandarte.
un oijo 10 . Los arzobispos, obispos, abades y demás clérigos, oídas las
palabras del Pontífice, cantaron una letanía y entonaron unas
5. León E l acude a Carlomagno,—Molido a golpes y desr
laudes a Dios, a María siempre virgen,, al bienaventurado Pe-
pojado de sus Vestiduras, le encierran en el monasterio próxi-•';
dro, príncipe de los apostates, y a todos los santos del paraíso.
mo, y al anochecer le conducen con nuevas brutalidades, al otro *
Los acusadores, que no se atrevieron a comparecer, fueron con-
extremo de Roma, al monasterio de San Erasjno en el monte '•
denados en el tribunal del futuro emperador. El papa intercedió
Celio. Aquella noche, gracias a la fidelidad d'el camarlengo,.-
en su favor, por lo cual a Cámpulo y Marcial sfe les conmutó
pudo fugarse de la prisión y refugiarse en San Pedro, de donde,
la pena de muerte en destierro a Francia.
ayudado por el duqu'e de Espoleto y otrosí partidarios de Fran-
cia, se encaminó 'en busca de Carlomagno. Él rey d e los francos 6. L a coronación imperial,—Dos días más tarde se volvie-
se encontraba entonces muy lejos, en Paderbom. E n aquella ron a reunir el rey de los francos y el Pontífice Romano en la
ciudad le recibió muy atentamente, prometiendo' hacerle justicia. basílica de San Pedro para celebrar la fiesta de Navidad. E n
El autor de la Gesta Episcoporum neapoHtanorum, que escribía l : aquella noche santa, con que se clausuraba el año 800, noche
a fines del siglo ix, pero bien informado, afirma que en aquella^ trascendental como pocas en la Historia, León III iba a reco-
•ocasión prometió León III a Carlomagno, si le defendía contra brar todo su prestigio pontifical, presentándose al mundo no'
sus enemigos, coronarle con la diadema imperial'1'1. como un subdito d'e Carlomagno, sino como padre y fundador
Con una gran escolta de condtes y obispos francos regresó^. de su Imperio. E l rito, sin embargo, se celebró al modo tradicio-
el papa a la Ciudad Eterna en noviembre del 799. Los revolto-' nal de los bizantinos: coronación, aclamación y proskynesis.
sos no se aquietaron y asumieron el papel d e acusadores, lan-,¡ Además de los señores francos, concurrió a la liturgia noc-
zando contra León III graves calumnias. E n lugar de rechazar-',[ turna lo más selecto d e la nobleza romana y una muchedumbre
las de plano, como lo hizo Alouino en la carta 108, Carlomagno^ inmensa del pueblo. Carlomagno, después de haberse, proster-
ordenó se abriera u n a información, y para esclarecer el asunto,, nado ante la Confesión de San Pedro, se puso de pie, como era
él en persona se presentó en Roma el 24 d'e noviembre del 800.' costumbre para la oración litúrgica. Entonces León III se ade-
¿No iría también para realizar todos los planes tratados con' lantó hasta él, y tomando .una preciosa corona, prevenida para
León III en Paderborn? Algo debía d e sospechar Alcuino cuan- el caso-, la puso sobre la cabeza del monarca, mientras la mu-
do escribía que el pájaro solitario no había podido alcanzar lo chedumbre le aclamaba y vitoreaba, repitiendo tres veces: "Ca-
que allí tramaron 'el León y el Águila. Rindió Carlos homenaje rolo Augusto a Deo coronato, magno et pacifico imperatori ro-
al Romano Pontífice, y rogó a los obispos, abades y a la no-*1 manorum, vita et victoria!" ^
bleza de los francos se reuniesen en asamblea pública en la
basílica de San Pedro. Aquello resultaba un acto vergonzoso: m
Líber Pontificalis (ed. Duchesne) II, 7 y 37. E n un códice
y anticanónico, pero desdfe el principio todos exclamaron: L o ' de Montpellier se conserva una IAtania Karolina, algo anterior,
que el Sumo Pontífice diga de sí, eso lo tendremos por justo." a l a q u e sólo falta, el t í t u l o i m p e r i a l p a r a q u e n o s r e v e l e con
"Ab ipsa sede nos omnes iudicamur; ipsa autem, a nemine iudi*' e x a c t i t u d l a f o r m a q u e d e b i e r o n t e n e r a q u e l l a s Laudes de la
noche de Navidad. R e z a así:
catur". Al día siguiente (23 de diciembife) León III, desde la
tribuna de San Pedro1, en un discurso juró ser inocente d e los "Adriano summo Pontífice
crímenes que se le imputaban. Esta pública justificación, "¿fué, et universale papa© v i t a !
Redenvptor mundi, t u lo i u v a !
por propia iniciativa? Así lo afirmó él: "mea spanitanea volun-" Sánete Petre, t u loi Iuva !
tate". D'e todos modos era un papel algo humillante.' Carlomagr (vel alius sanctos! quales volueris)
Exaudí Clxristli!
no, que presidía aquel acto, sintió que su grandeza crecía ante ;
la humillación del papa. Y para que la autoridad del monarca; (Karolo excellentissimo e t a De» coronato,
magno et pacifico rege Franloorium. et Longobardorum
se encumbrase aún más, llegan del Oriente dos monjes trayén-; a c patricio- Hiomanorum, vita e t v i c t o r i a !
Salvator mun.di, t u l o i u v a !
Sánete Iohannis, tui lo i u v a !
10 (vel alius sanctius qualls volueris)
"Cuius cum vellent oculos eruere, Ínter-ipsos tumultúa, sicut;
assolet fieri, unus ei oculus paulum est laesus" (IoawnAs Gesta¡¿ Exaudi C b i i s t e !
Bpisc.
u
Neapol.J, en MGH, Script. rer. longob. p. 423. Fipino e t K a r o l o
"Spopondit ei, ut, si de suis illum defenderet inimicis, au-fe noblüssimis filiis eiua, v i t a !
gustali eum diademate coronaret. Carolus autem optatam audien9¿ Samcti illiua (qualis voluerisi) fcu los I u v a !
promiasionem..." (Ibid. p . 428). • Exaudí Ohriste!,..
94 P. í. DE CÁftLÓMAGNÓ A GREGORIO Vlt
C 3. CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 95

El papa le adoró inclinando su cabeza-(proskynesis)', es dte*


su coronación. T a n sólo puede apoyarse tal hipótesis en el he-
cir, le prestó homenaje como a soberano. E n adelante Carlo-
cho d e Q u e años adelante (813) el mismo C a r l o m a g n o quiso por
magno cambió el título de patricio por el de augusto y empe-
rador de los romanos. Así se desarrolló el suceso, tal como nos sus propias manos, y n o en Roma, sino en Aquisgrán, coronar
lo cuentan las fuentes contemporáneas: los Aúnales Regni Fran- ;.a s u hijo Ludovico Pío, como lo hizo "summo o m n i u m Franco-
corum, Liber Poníificalis y Eginardo. l ium consensu ac fayore", al d'ecir de Eginardo 1 1 4 . Pero sobre
el significado' de esta coronación de Ludovico se p o d r í a disputar
: bastante.
II. ORIGEN Y CARÁCTER DEL NUEVO IMPERIO
'. " 2. '¿De. quién partió lia iniciativa!—¿Del p u e b l o r o m a n o /
1. N a d a de sorpresa,—Creemos que en aquella ceremonia - del emperador o del papa? N o damos probabilidad ninguna a la
no hubo nada de improvisación. Se Ve que todos sabían muy '; teoría que atribuye la decisión al pueblo romano. A s í lo soña-
:
bien lo que tenían que hacer: el papa, el pueblo, la schola can- -ron en los siglos medios ciertos imperialistas q u e suponían al
torum y el propio Carlomagno, todos parecen actores de una •pueblo y Senado de Roma depositarios de la a n t i g u a autoridad
escena preparada. N o fué, pues, una ocurrencia repentina d e imperial. E n nuestros días W . Sickel sostiene q u e los romanos
León III, como imaginaron algunos. N i tampoco se ha de dar i echaban de menos su antiguo Imperio, en lo c u a l puede tener
entero crédito a Eginardo, cuando dice que si Carlos hubiese \rázón, y que ellos fueron los que, de acuerdo c o n Carlomagno,
tenido noticia de lo que se trataba, n o hubiera entrado ten la ¿que también lo deseábanse lanzaron a proclamar a éste empe-
basílica, no obstante la solemnidad de la fiesta. Opina Halphen, drador. La coronación hecha personalmente por e l p a p a n o tuvo
y no sin fundamento, que el emperador protestó entonces o más, otro valor que el puramente ceremonial. T a l opinión está en
tarde, pero con fingimiento y por diplomacia, a fin de calmar pugna con todos los testimonios de aquella época. Aunque sea
las protestas y recelos de la corte bizantina. T a l explicación Í cierto que la mera coronación no concedía títulos, jurídicos,
la vemos luego en el monje de San Gall, al afirmar que Carlos como se ve ten Bizancio, no deja de ser.verdad q u e el Señado
recibió la corona a disgusto "pro eo quod putaret Graecos •romano, como genuino representante de la República romana,
maiore succensos invidia aliquid incommodi rtegno Francorum no existía desde principios del siglo vn; tampoco existía enton-
machinaturos". Levillain, por su parte, piensa que Carlomagno' ,, ees el sentido de la democracia, y, en fin, consta q u e sólo, a un
protestó de veras y sinceramente, n o porque le faltasen aspira- *' romano se le ocurrió dar el paso decisivo hacia el Imperio, y
ciones a la corona del Imperio, sino porque, saturado de ideas ese romano fué León III, no en cuanto jefe o mandatario de su
galicanas, no quería deber la corona al papa, ni quedar supedi- pueblo, sino en cuanto soberano de Roma y jefe y cabeza espi-
tado a León III al recibir de él, antes que del pueblo, la digni- ritual de la cristiandad, asesorado, como es natural, por Ios-
dad imperial. Su deseo s'ería, según eso, que primeramente la dignatarios eclesiásticos de su propia corte.
multitud le aclamase emperador y que el. papa sé limitase a N o se puede negar que la creación o renovación de un Im-
cumplir la ceremonia de ponerle la corona. Semejante fes la perio que s'e llamara romano tenía que halagar a los ciudada-
teoría de M . Pfister 1 8 , según la cual, Carlos aspiraba al Impe- %_nos de la urbe. E s muy probable que añorasen el antiguo, pres-
rio, y le dolió que el papa precipitase los aconteeiroflanitos; él •' tigio de Roma. Y por tanto podemos decir que L e ó n III actuó
hubiera deseado negociar antes con Bizamcio a fin de que la ' como buen romano, mas n o como representante o mandatario
emperatriz Irene n o se dieste por ofendida, y de todos modos d'e aquel pueblo, que no podía alegar derecho a ello.
quería coroniarse él mismo, sin intervención directa del papa. Según todos los documentos, el actor principal de aquella
N o nos convence esta opinión, ni hallamos pruebas docu- ^ c e n a es el papa. Alguien ha dicho demasiado gráficamente
mentales de tese galicanismo o cesaropapismo en el momento de ;; flUe el papel del pueblo romano ni fué ni p o d í a entonces ser
; ?fro que el de una comparsa.
... Fasto-adame regina salus et vita !
(alias virgines Ohrdsti qualis valueri®) Guillermo O w e ha insistido en la opinión o teoría de la
Bxauxii Christe! .°i>acíón, afirmando rotundamente que la solemne ceremonia de
Ómnibus iuclicátms vial cuncto exercitui Francorum
vita et victoria!
Sánete Bemigii, tu lo iiuva! '•;. ei ^ Ya antes que estos autores defendió u n a idea semejante
Chrfetus vineit, Christus regnat, Ohristua inuperat. ?!..-. p -WeA.( P LAPÓTRE,
arís
IJEurope ét le Saint-Siége á l'époque carolin-
"Klylrie eleison, Christe elefeon ! "-íhaa 1895), p. 240, afirmando que lo que le dolió a Carlo-
(JüínhardA Vita Karoli, en MGH, Scriptoreb ser. german. s
^no en la coronación fué que ésta tuviera lugar en Roma y
in usum. schol. niannaver 1911] p. 4G-47.) Itfe en s u s Estados francos. Afirmación gratuita. L a Gesta Episc.
13
M. PFISTER, Histoire du moyen-dge I, 456, en la "Histoire >;*„JÍ?;Í arriba citada (nota 11), parece indicar que Carlomagno
genérale" publicada bajo la dirección de G. Glotz. •;; "íDw Qon gozo la promesa del papa de coronarle, en Roma,
C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 97
96 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

í artido esa idea, lo hubiera cantado retóricamente y n o sin én-


la noche de Navidad en San Pedro no fué jurídicamente una fasis al tener noticia de su realización. Pues bien, lo que adver-
coronación imperial, sino una mera ovación y acto de homeíf
timos es precisamente lo contrario: invitado por Carlomagno a
naje que el papa quiso tributar a su gran bienhechor. Según;
asistir personalmente a los sucesos d e Roma, se excusa, y con-
este autor, la intención d e León III fué tan sólo mostrar sui
agradecimiento y, a lo más, asegurarse la protección de Carlos^ sumado el gran acontecimiento, sigue designando a Carlomagno
en modo alguno intentó realizar un acto jurídico. Las aclama| con el título de rey, n o d e emperador.
dones, de los romanos fueron las ordinarias, con que solían salí 3. Opinión inadmisible. E l acto del papa.—Dejándose lle-
ludar a sus huéspedes ilustres, sólo^que en ellas hizo el papa; var de un germanismo exagerado, el historiador d e la Iglesia
sustituir el título de Paíricius por el de Imperétor, pensando queí afemana, Hauck, llega a decir que Carlomagno de ningún modo
le concedía un título más honorífico y brillante, n o .una dignidad^ quería ser emperador de los romanos, porque estimaba en más
nueva. La idea del Imperio estaba muy lejos de su mente. Ni su condición de rey franco y alemán que el título d e emperador
tampoco los romanos soñaban en tal cosa. P a r a refutar esta;' de Roma. Además Carlos era' cristiano y a sus ojos el Imperio
extraña teoría basta decir que n o se apoya en ningún funda-' romano aparecía como esencialmente anticristiano y adorador
mentó histórico. Las palabras de León III, el mismo día dfe la de IOSÍ ídolos (!). A la coronación de Roma n o le dio importan-
consagración imperial, señalándole al nuevo augusto una tarea cia, y por eso no cambió en su política,, manteniéndose en los
universal, no se compadecen bien con un mero homenaje cii. Límites del poderío franco, sin ambición del Imperio de Oriente.
cunstancial. Y mucho menos la tradición que sfe forma inmedia- De rey lo mismo que de emperador, Carlos reverenciaba al papa
tamente en Roma, de que el Pontífice, y n o Carlomagno ni ni como a doctor de la Iglesia, maestro del dogma y testigo d e la
gún otro, fué el creador del Imperio. Acaso Carlomagno no: tradición, nada más. E n el reino de Carlomagno n o había- lugar
acabó'de comprender la verdadera naturaleza de su nueva dig' para una soberanía del Pontificado; el papa estaría sometido
nidad. Acaso, por innato galicanismo ó germanismo, hubiera d e - ,-al rey de los francos.
seado un Imperio más laico y menos dependiente del papa. D¡ ' Inadmisible nos parece esa tendencia antirromana. Ruede,
ahí su afán por coronar laicamente a su hijo Ludovico, haciend sin embargo,, admitirse que Carlomagno n o desease ligar su im-
que éste se pusiese a sí mismo la corona en Aquisgrán, actóí perio demasiado estrechamente a Roma, ni hacerlo depender
que repitió el propio Ludovico más adelante con su hijo Lota- f directamente, en lo temporal, del papa. Por eso, años adelante,
rio. Pero véase la reacción inmediata de los papas, Esteban IVj ^él mismo—y no el Romano Pontífice—coronará emperador en
juzga necesario que Ludovico se someta a una nueva—ahora' i Aquisgrán a su hijo Ludovico Pío. M a s de ahí a la opinión de
válida—coronación por manos del Sumo Pontífice, y cosa igual' Hauck dista infinito.
hace Pascual I con Lotario, como recordándoles que sin la in^1 ; Lo que nosotros creemos únicamente sostenibfe es que la
tervención del Pontífice d e Roma podrán ser reyes de un pue1-' iniciativa partió del Romano Pontífice, aunque naturalmente de
blo, mas n o emperadores de la cristiandad. '.acuerdo con el rey de los francos y la aquiescencia del alto
Que la primera idea d'el Imperio partió d e Carlomagno!] íclero de Roma. Del mismo modo que Esteban II, sin contar
lo significan en diferentes formas Doellinger, Dom Leclercq^j -para nada con el Basileus de Bizancio, otorgó a Pipino el Bre-
Amarra, Kleinhausz. Piensan que y a de antiguo ambiciona! íVfc y a sus hijos (entre ellos el mismo Carlomagno) el título d e .
la corona imperial, y a este objetivo enderezaba toda su políticaí Paíricius TomanoTum para que protegieran la persona del papa
;
en unión con Alcuino, de tal suerte que León III no hizo sino r:y_el ducado romano contra los longobardos, así León III otor-
aprobar esos planes y acelerar su realización, constituyéndose; g ó , a Carlomagno la corona y el título de Imperator romanorum,
él, por un hábil golpe de mano, en actor principal y como crea-; añadiéndote la obligación d e proteger a toda la Iglesia univer-
dor o donador del Imperio. Esto último es lo que menos nosj sal, según escribió aquel papa en el mismo día de la corona-
satisface en tal teoría. Primeramente no es verosímil que en la? ,; Ción 18.
corte germánica de Carlomagno surgiese por primera vez Ia< . ¿No es bastante significativo que y a veintitrés años antes,
611
idea o la sugerencia del Imperio. Es difícil creer que la concep-i ' 7 7 , al papa Adriano I le hubiese pasado por la mente de
l,
ción imperial se fraguase en una mente bárbara. Se ha sospe^' ia manera vaga la misma idea cuando escribía a Carlos, mi-
chado de Alcuino, su maestro, saturado de cultura romana, y¡ *<indo en él un nuevo emperador Constantino? M.
en ello ha insistido especialmente Kleinhausz, sin que lo de-í
muestre. Alcuino considera a Carlos, antes del 800, superior ai: ^fítui "Quem (Carolum) auctore Deo in defensionem et provectum
I*B Y ers alis Ecclesiae Augustum hodie sacravimus" (JAPFÉ, Re-
emperador de Bizancio, pero' nunca le sugiere la conveniencia;
d1? constituirse a sí mismo emperador. Si de Alcuinp hubier í" «° Font- Rom
- x 310
. >-
b1
"" "Quia ecce novus christianissimus Dei Constantinus Impe-
"¿ttívrio Jtt U i(jle.ña 2 *
98 P. I. DE CARLOMAGNQ A GREGORIO VII
C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE %
Recuérdese el testimonio d e la Gesía Episcoporum neapo/íV;,
Imperio bizantino, del cual ya nadie se sentía subdito en Occi-
tanorum al tratar de las negociaciones d e Paderborn. Y léanse-
dente» como n o fueran los romanos. D e todos modos basta el
todos los textos que narran el hecho; todos, sin excepción, afir-' ;
í ^cuerdo anhelante del antiguo Imperio, para que la decisión
man que el papa fué quien le coronó; al papa atribuyen todos^-
'i. ¿el papa nombrando emperador a Carlomagno fuese recibida
la iniciativa, claro que "con el consentimiento de los romanos;
Í con aplauso en todas partes.
y de los nobles francos", s'egún escribe la Crónica de Moissac,,,
Tal era. entonces la opinión general, y algunos años más tarde;- El único obstáculo podía ser Bizancio, que alegaba su título
el emperador Ludovico II se lo recordaba a Basilio I el Ma- ; de único verdadero Imperio romano. P e r o y a sabemos cuánto
cedón VT. * "¡ se habían alejado Bizancio y Roma durante el siglos vin, dogmá-
íí tica y políticamente. Y corría por entonces en Italia el rumor
Al obrar de aquel modo, León III actuaba corno principe de que el emperador había cesado en Oriente, donde una mujer
temporal, como único señor d e Roma, que poseía el resto de reinaba a traición. Se aludía a la emperatriz Irene, que, habien-
autoridad correspondiente al antiguo Imperio, y como jefe de:' do empezado a gobernar como regente en la rninoría d e su hijo
la cristiandad. El carácter cristiano y eclesiástico que desde un Constantino; se alzó luego con el cetro, aprisionando a su hijo
principio tuvo el Imperio medieval no podía proceder más qufei y sacándole los ojos para impedirle reinar. La Crónica de
del papa. \ Moissac y los Anales de Lauresheim indican que, aprovechan-
León III acertó a escoger la más apta coyuntura. Garlos do esta especie de sede vacante, el papa se decidió a nombrar
magno había alcanzado ya la cúspide de su poderío. Sus victo- ,a Carlos emperador. Ningún momento más propicio.
rias sobre los avaros, sajones y otros pueblos paganos teníaiú
por resultado la dilatación y defensa de la cristiandad; su inter-^ i 4. Significación de la corona imperial»—Ciertamente no fué
vención en asuntos dogmáticos, aunque n o siempre feliz, le daba; aquello una "translatio Imperii a Graecis ad Francos", como se
aires de campeón de la fe contra todas las herejías; su cuidado imaginaron algunos contemporáneos de Carlomagno, idea que
de promover la cultura clerical y de perfeccionar con sabias; se generalizó luego en la literatura eclesiástica por varios diplo-
leyes la organización eclesiástica, así como la protección quií, mas de Inocencio III y por las mismas Decretales. N o . Bizancio
dispensaba al Pontificado, le daban una autoridad tan alta y; no perdió con ello nada, ni en la autoridad ni en la jurisdicción;
universal, que a los labios de todos tenían que venir espontá-; aquel Imperio siguió tan respetado como antes. N i se le mer-
n'eamente los gloriosos nombres de Constantino y Teodosío,' maron sus derechos—que y a entonces eran nulos—a dominar
¿Por qué rio había de ostentar, como ellos, el título de empera-i en Occidente. ¿Podría decirse una "renovatio Imperii occiden-
dor? León III lo meditó seriamente. Al papa le convenía que talis"? Sin ser del todo exacto, esto presentaba más visos de
su protector, cual era y a Carlomagno, gozase de la máxima1 verdad. El Imperio romano tenía en el siglo v, como es sabido,
autoridad para juzgar a los adversarios que se alzasen como dos ramas: la de Oriente y la de Occidente. Al sucumbir esta
Marcial y Cámpulo. última con Rómulo Augústulo, no desapareció el Imperio roma-
Las circunstancias históricas, tanto de Oriente como de O o no-, sino que, en vez de tener dos capitales, sólo tuvo una, la
cidente, n o le podían ser más favorables. El Occidente, acos- de Bizancio, la N u e v a Roma, la cual se juzgaba señora de todo
e
tumbrado a la idea de Imperio y simbolizando en esa idea 1 l_ Imperio) aun d e la perdida Italia; d e hecho n o tardó muchos
unidad, la paz, la grandeza, sentía la nostalgia dfc aquel Impe¿. años en reconquistarla, sin que por eso se estableciese un nuevo
rium, cuya sombra perduraba para ellos todavía en la Romanitas) a p e r a d o r en Roma, que siguió dependiendo de Bizancio. Pero
y mejor aún en la Cristiandad. Así Alcuino en carta del 79$, ¿qué ocurre al independizarse los Estados pontificios? El papa
habla del "orbem christiani imperii". Decir, siguiendo a Hauck/ 1 ^Ueda constituido en señor y monarca de Roma. ¿Será por lo
que para los hombres del siglo vin el Ifnpetium seguía siendo; "fcismo imperatot romanorum? P a r a constituir un Imperio tera
una realidad existente, tal vez sea demasiado, porque la oración, Poco el dominio temporal del centro de Italia. Aspirar a todo
de la misa de Navidad que traen algunos sacramentarlos de en-i ^ Imperio de Occidente era. una quimera absurda. ¿Habrá, pues,
tonces: "Deus qui regnorum omnium et Romanocum máxima 3j* e dar por desaparecido para siempre el. Imperio de Roma?
protector es Imperii", etc., se ha de entender como alusiva al¡ •_"<>• Sin renunciar a lo suyo, el papa ve que. quien domina en
' ^ i todo el Occidente es Carlomagno; a él le nombra protector
& * c r * s t * a n d a £ i y l e d a el título de emperador de los romanos.
rator his temporibus surrexit" (Godex Carollinus. MGH, Spisi' j y ^ . en cierto modo, se reanuda el antiguo Imperio de Occi-
III, 687; ML 98, 306). j.
" "Ab avo nostro non usurpante, ut perhibes, sed Dei nut . •^^fcte. Carlomagno; podrá considerarse como sucesor d e Cons-
et Ecclesiae iudicio summique Pontificis per impositionem et untt' i ^ t i n o y hablar de la renovación del Imperio romano, con pro-
tionero ma,nus obtinuit" (BARONIO, Ármale.? eccl, ad a,, 871, n. 56}!; " a de los bizantinos, que lo juzgarán una usurpación.
C. 3 . ,. CAftLQMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 101
100 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

M á s bien debemos decir que se trata de una "creatio im- • amano, y en Roma, cómo en su verdadera capital, debe ser
perii christiani", porque surge un Imperio romano con caracte- Coronado ¿ e m p e r a d o r . Es romano también por su concepción
rísticas nu'evas, cristiano en su naturaleza y esencia, muy dis- W espíritu; por su concepción, ya que de Roma le viene el mis-
tinto del antiguo en el contorno y dibujo de sus fronteras y en mo concepto imperial, que no es ciertamente el mismo d'e Augus-
su constitución política. %> Trajano o Constantino, pero sí toma de él su sentido de
¿Qué nueva autoridad se le confirió a Garlomagno? Juris- inidad, de orden, de ley, de cultura; y por su espíritu católico,
v
dicción temporal y directa sobre otros príncipes, ninguna. "A lo ; a que la fe de Roma es la que integra y da cohesión a la to-
sumo—como bien escribe Suárez—obtuyo cierto realce en el <', talidad de pueblos del Imperio carolingio. Y es Imperio, porque
honor y la dignidad por su especial unión con la Sede Apos- [no se limita a una nación, sino que es un poder unificador, pá-
tólica" 18 . Pero es indudable que el nombre augusto de empera- ^tificádor y de reflejos universales. Sólo en el siglo xv, con F'e-
dor le confería cierta soberanía ecuménica, casi puramente ideal, v, derico III, empezó a decirse Sacrtím Romanum Impecium Na-
y principalmente le reforzaba con más alto título los deberes y' %¡onis Germanicae, y , después Germanictxm, por la persona en
derechos que y a venía cumpliendo y exigiendo en su cargo de : J u t a i vino a recaer definitivamente, que fué el monarca de Ale-
patricio de los romanos. El emperador, 'en la intención y v o - : ' m a n i a desde Otón I en el siglo x hasta la abolición del Impe-
;
íunitad del papa, debía ser el defensor nato de la Iglesia (Advo- ;rio, en' 1806.
caius Ecclesiae); de ahí que, como la Iglesia es universal, esa %• 5. Profundo significado del Imperio para la unidad de E u -
tutela o abogacía propia del emperador era una especie de so- ropa,—El' Imperio debía reforzar la unidad de toda la cris-
beranía mundial a 9 . , Itiandad, siendo cómo la realización del reino de Cristo en la
Esa Advocatia Ecclesiae implicaba tres cosas: 1) Proteger \ Guerra, la ciudad de Dios, en que los dos jefes de la gran familia
la persona del papa y los Estados pontificios, para lo cual. : ¿^católica atenderían al bien espiritual y temporal de la sociedad,
poseía en Roma ciento poder judiciario, ejercitado por los lega- ; ^colaborando siempre en -perfecta armonía. Desgraciadamente
dos imperiales: los romanos debían jurar fidelidad al tempera- •• '¡isfesa armonía se logró raras veces, pero el Imperio fué una ins-
dor y al papa; a éste como a soberano, y a aquél como a supre- ,j titución que, si n o realizó .siempre la unidad jerárquica de E u r o -
mo defensor. 2) Favorecer la expansión misionera, d e la Iglesia- pa; fué al menos un ideal constante para los hombres de la
entre_ los pueblos gentiles, por la palabra o por la espada, y ' fíídad Media. Y no se puede negar que en otro sentido muy "esti-
defender el dogma católico contra las herejías. 3) Fomentar la ,,,-able significó la. unidad europea. U n caudillo francogermánico
paz y concordia entre los príncipes cristianos, como arbitro su- -itíé proclamado rey de los romanos. E s t o significaba la sumi-
premo en lo temporal y como brazo armado de la Iglesia, dis- Mon de los invasores bárbaros a la augusta y eterna Roma;
puesto a ejecutar lo que el papa ordenase. Fío
T a l fué la concepción medieval de aquel Sacro Romano Im- , era la fusión o conjugación fecunda de la civilización ro-
peño, fundado en la memorable noche d e Navidad del año 800, '< "Jana y del germanismo, el alumbramiento feliz de la cristian-
en que se cerraba el siglo viil y toda una época histórica.
ad medieval.
A este Impetium Romanujn se le apellidó Saccum desde los ¡ j : ; N o dudamos en afirmar que con el Sacro Romano Imperio
tiempos de Federico Barbarroja. Y con razón s'e le llama Sacro,.' ¿' Carlomagno tiene lugar la aparición de Europa, de Europa
porque tiene algo de sagrado, y a que lo confiere el Sumo Pon- .tuno unidad de civilización y fraternidad de sentimientos. U n
tífice mediante la consagración, y tiene por misión proteger las Insigne historiador moderno, el inglés C. Dawson, prefiere re-
cosas santas: la Iglesia, la fe, la paz cristiana. E s Romano, por- Jfasar esa fecha a los albores del siglo X, como si La realiza-
que en Roma nace, y está vinculado estrechamente al Pontífice c i ó n carolingia fuera tan sólo un ensayo. Pero su punto d e vista
M
F. SÜAREZJ S. L, De legxbus III, 7, 12." Véase sobre ello más |*Q nos hace fuerza. A nuestra manera de ver, Europa nació
ampliamente nuestro trabajo sobre La idea del Sacro Romano ¡ 'jfe1* el Sacro Romano- Imperio en la noche de Navidad del
Imperio según Sitares, eii "Razón y F e " (1948) 285-311. Y r e s - : P ° 800 en la basílica vaticana, sobre el sepulcro de San Pedro.
pecto de Roma y de los romanos, ¿obtenía el nuevo emperador al" ;¡ "Pudran años de tormenta, años de prueba, como los del siglo
guna jurisdicción? Entonces no se pensó en ello. P. A. VAN DEN-
BAAEJ Die Kirchliche Lehre der Translatio Impertí Romani bis .,?cui 0 y férreo (850-950), en que la hoguera carolingia pare-
zur Mitte des 1S. Jahrhunderts (Roma 1956) p. 1-22. Con la última • j a extinguirse; pero las brasas seguirán ardiendo, y cuando
bibliografía. ,.plen vientos de Cluny y en los tronos de Europa se sienten
" "Non enim Ideo sacro oleo ungitur (Imperator)—escribirá;¡, guaicas como los Otones, Sancho el Mayor, Guillermo el Con-.
en 1111 el monje Plácido de Nonántula—ut Ecclesiae dominetur,;;
e¡ed ut Christo vero regi serviens, eius Sponsam a malorum in-; -r^tador y Gregorio V I I , la llamarada volverá a levantarse y
sidils humana potentia tueatur" (MGH, Lib. de lite II, 605). ^ t o p a tomará la forana definitiva que la caracterizará por lax-
^ centurias.
C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR PE OCCIDENTE 103
102 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

I . v o en tratos para casar a su hijo Constantino con Rotruda,


La forma de Europa se plasma, aunque imperfectamente E r a de Carlomagno. Al fin fracasó este proyecto matrimonial.
bajo el cetro de Carlomagno. Este no tuvo plena conciencia de ¡Constantino V I , casado sin amor con María de Paflagonia,
su obra, precisamente porque no fué invención suya, sino d¿ Subió al trono de Bizancio (79,0) y n o tardó en escandalizar al
Roma y al fin de su vida reaparece el germano, el particuls - ueblo con su conducta privada. Su madre, Irene, tramó un
rista, pretendiendo destruir el universalismo imperial al dividi. femplot, y habiendo cogido preso a su hijo, en aquella misma
sus dominios entre sus hijos (806), división que felizmente n | Jamara en que veintiséis años antes le había dado a luz hizo
se logró por entonces, y contra la cual levantará en el reinad| «inora q u e j e sacaran los ojos y^tomó ella las riendas del go-
siguiente su voz apasionada el español Agobardo. Éierno, proclamándose "restauradora d e la ortodoxia' y dán-
Al ser coronado emperador Carlomagno por el pontifica Mose a sí misma el título, inusitado hasta entonces, de empera-
León III no se precisaron bien los derechos y deberes mutuos| fdora o basilisa (797) _ _
lo cual fué causa de futuros roces y desavenencias entre | La coronación de Carlomagno no dejo de irritarla, hasta tal
Pontificado y el Imperio. N o se determinó, por ejemplo, qu Rinto, que pensó en mandar una flota contra Italia; pero pron-
intervención había d e tener el pontífice en el nombramiento de t o se persuadió que le traía más cuenta aceptar los hechos con-
nuevo emperador y éste en el del nuevo pontífice, ni qué autc sumados y mantener con el emperador de Occidente relaciones
ridad podía ejercer el emperador sobre la ciudad de Roma. Le ífe paz y alianza. E n aquella cabeza femenina brota entonces
antiguos cesares eran) soberanos de la Ciudad Eterna y consi ¡in proyecto fantástico. Supo que Carlomagno, por la muerte de
deraban a los romanos y al mismo papa como subditos; mal Ifutgarda en 799, quedaba viudo y en libertad para contraer
ahora parecía, evidente que el papa, al restablecer el Imperio! Jpuevo matrimonio. Ella también lo estaba. ¿No sería lo mejor
no pensó jamás en renunciar a sus derechos de soberanía, def prreglar un matrimonio entre los dos? Oriente y Occidente se
rechos que repetidamente hará valer contra las intrusiones djj Éinirian en un solo Imperio más poderoso que el de los antiguos
Carlomagno. pesares. Volvería a surgir el Orbis tomanus. P e r o ¿cuál sería
U n caso típico se presentó en el reinado de Ludovico Píi \á Urbe, centro y cabeza d e ese mundo? N i Roma, ni Aquis-
Sin contar con este emperador, el papa León III mandó senté Jjián. Sólo podía soñarse en Bizancio, y esto era intolerable,
ciar y ejecutar a unos conspiradores. Al saberlo el hijo de CarJ p a s i absurdo, para un rey franco como Carlomagno. Este, sin
lomagno ordenó se hiciese averiguación sobre el proceder, just ¿embargo, no miró con malos ojos el proyecto; pues si hemos
o injusto, del papa. ¿Obró bien León III? ¿Tenía derecho Lu É¡¡& creer al historiador bizantino Teófanes, habiendo llegado a
dovico Pío? ¿Eran conciliables y legítimas ambas. cojiduicfcas| |lá corte franca .una embajada de Bizancio (802), Carlomagno
P o c o después fueron Ludovico Pío y su hijo Lotario I quieite iespondió con otra, a la que sé agregaron unos legados ponti-
de acuerdo con Roma, fijaron las normas que debían regula ficios, cuyo objeto n o era otro que el d e pedir la mano d e la
sus mutuas relaciones. El emperador tendría la suprema juris ^nperatriz. '
dicción; mas al papa le competía, como a príncipe soberano, i • Que hubo tratados de paz entre francos y bizantinos parece
ejercicio del poder judicial y administrativo. U n a vez elegide ¡¡bsolutam'ente cierto. M a s para llegar a una unión—cualquiera
el pontífice, debía pedir su reconocimiento (no la confirmación! Se ella fuese—se requería ante todo estabilidad política. Ahora
al emperador y jurar fidelidad ante un representante d e ést^ |{fa, el 31 de octubre del 802 una sublevación militar proclamó
antes de proceder a la consagración, si bien no siempre se I^Nicéforo emperador y le hizo coronar en Santa Sofía. Irene,
guieron estos trámites. P o r su parte, el papa ttenía el derecha «aducida al destierro o confinamiento, murió antes de un año
de coronar y ungir al emperador. Como escribe E . AmannJ • la isla de Lesbos.
"La imagen de León III poniendo sobre la frente de Carlofmag|
no, arrodillado ante él, la diadema imperial acabará por impe | E n los años 810 y 811 entre ambos Imperios de Occidente
nerse a, la posteridad, y no la imagen de León III adorando Oriente se cruzaron embajadas de amistad. A cambio d e la
nuevo emperador" E0. l^lón veneciana, Nicéforo, poco antes d e sucumbir en batalla
p t o a los búlgaros, reconocía el título imperial d e Carlomagno.
6. Relaciones de Carlomagno con Bizancio.—Para la h i s | ™* paces definitivas se firmaron en Aquisgrán con el nuevo
toria de Oriente en estos años nos suministran material abi Aperador Miguel Rangabe (811). Y esta reconciliación de Bi-
dantte las obras de Teófanes el Confesor y del patriarca Níc H ^ i o con Occidente traía como consecuencia un estrechar más
foro. Por Teófanes y Eginardo sabemos que la emperatriz Ireril P lazos con Roma,

E n la Histoire de VEglise, dirigida por Fliche-Martin, VI


164.
104 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 105

^'torios españoles. U n a serie de campañas dirigidas- por su hijo


III. L A OBRA DE CARLOMAGNO y*Ludovico Pío y por el duque Guillermo d e Aquitania le hicie-
I ron dueño de las plazas d'e Gerona (785), Cardona y Vich (795),
1. ¿Gomo cumplió Carlomagno su oficio de "defensor Ec- ^-Manresa (797), Barcelona (801), Tarragona (809), Tortosa
clesiae"?—Siendo ya emperador, siguió defendiendo a la Igl [)', formando la M a r c a Hispánica, que será regida por con-
sia con el mismo extremado celo con que lo hacía cuando sóld des francos o visigodos.
era Patcicius rotnanorum. A tres puntos reduciremos su actúa; Jí; : ¿Ayudó también el rey franco al naciente reino asturiano?
ción: expansión del cristianísimo 'entre los paganos, extirpackr fSflb e m o s P o r 1° m e n o s q u e Alfonso II el Casto mostrej repeti-
de las herejías y organización de la Iglesia en sus estados. J¡das veces hacia Carlomagno respeto y gratitud. Así parece
Del primer punto hemos hablado ya en el capítulo de la pro^ fícUben1 entenderse las embajadas que le envió en 795 y 798 y
pagación del cristianismo entre los sajones, frisonfes y eslavos; íjrnás aún en 799, en que Alfonso hizo llegar hasta Paderborn
Gracias a Carlomagno se dio un paso de gigante en la evangeJ paite del botín arrebatado a los moros en su campaña de Lis-
lización de los pueblos gentiles, si bien es cierto que no procedía boa. Dice Eginardo que el monarca asturiano, en su carta a
con entera pureza de intención. tGarlomagno, se decía "proprium suum", expresión, indudable-
ímente de cortesía más que de vasallaje.
' Carlomagno intervino también en España en favor de 1
Reconquista. Quizás acarició la idea o. la ilusión de arrojar a 1 Aún de los rfemotos cristianos de Siria y Palestina se pre-'
musulmanes de la Península. El valí de Barcelona o Zaragoz^ írcupó. Carlomagno. Aquellos fieles, contra los que se ensañaba
Suleimán ben Alarabí, le brindó magnífica ocasión el año 777; fanatismo musulmán, no podían esperar favor d e Bizancio.
al intentar rebelarse contra Abderramán I de Córdoba. A la le •ntre los francos y los sarracenos de Oriente había comunica-
jana ciudad de Paderborn acudió Suleimán solicitando el apoy^ ciones por medio de los peregrinos y de los mercaderes. Ya
del rey franco para la empresa y prometiéndole después vasa ""* sino el Breve había despachado una embajada en 765. Car-
llaje. Carlomagno prepara dos cuerpos de ejército, uno de 1 aagno reanudó las relaciones diplomáticas en 797, 801 y 802,
cuales atraviesa los Pirineos orientales, y el otro, acaudillad "pnsiguiendo del califa de Bagdad Harún-al-Raschid n o sólo
por el rey en persona, entra en Navarra, país cristiano n o cons ¡preciosos y extraños regalos, como un elefante y un reloj de
tituído aún en reino. En Pamplona recibe los primeros horrr 'campana, sino la paz y tranquilidad de los cristianos y una es-
najes de algunos jefes moros que vienen a su encuentro y 1" pecie de alto dominio sobre el sepulcro del Señor y la basílica
traen noticias desagradables de divisiones surgidas entre el val .,e la Anástasis en el Gólgota. Es exagerado el hablar d'e un
y otros confederados. Los francos prosiguen su marcha acora1 ¡"Protectorado de Tierra Santa".
panados del propio Suleimán, y al reunirse los dos cuerpos d Dejando para otro capítulo los afanes de Carlomagno por
ejército ante las murallas de Zaragoza, ya tienen en su pod esarraigar las herejías, veamos ahora cómo organizó la Iglesia
las ciudades de Huesca, Barcelona y Gerona. Pero las puert sus estados.
de Zaragoza no se les abren como ellos esperaban, porque, e ^ 2. Organización de la Iglesia en Francia.—'Protector nato
ausencia de Suleimán ben Alarabí, gobierna la ciudad Husein **. * Iglesia- y del Romano Pontífice, sin nadie que le hiciese
Ansarí, el cual se niega decididamente a entregarse a los cris ta, nadie que discutiese su autoridad, teniendo al mismo
tiamos. Al mismo tiempo le llegan a Carlomagno rumores de q .¡epatan obligado a sí, pues todo se lo debía a Carlos, era im-
Widukind ha vuelto a Sajonia. Sospechando de la lealtad d posible que éste se mantuviese dentro de los justos límites. La
Suleimán, lo coge preso y emprende la retirada. Al pasar po tandt> za cristiana del emperador y sus muchos, excesivos, cui-
Pamplona manda arrasar sus muros. Atraviesa los Pirineos dados para con la Iglesia, implantando reformas que no eran
frente de su ejército; pero la retaguardia de éste, mandada po ié^P1^5 de la autoridad civil, aunque sí excelentes y aun nece-
Roldan, gobernador de Bretaña, héroe de la Chanson de Rola v, as> hacían que ni el papa ni menos los obispos alzasen su
y de otros poemas y romances, es aniquilada en los desfiladero
i i 2 p e n i contra ni soñasen en irle a la mano.
de Roncesvalles. ¿Quién fué el que atacó a los francos? Se afií; ara
ma frecuentemente que fueron los vascos o navarros); otr: Dm> organizar y estructurar sólidamente sus Estados, Car-
piensan que fueron los hijos de Suleimán quienes hostigaron '"& a 9 n o atendió a la organización de la Iglesia, que estaba ín-
la retaguardia, logrando rescatar a su padre. D e todos-modo ^ n i e n t e ' ' compenetrada con la nación, como el alma con el
aquello no debió de pasar de una • escaramuza, engraridecid '~Tt ^ ° ' clero "per quem omine pollet imperium" **, formaba
luego por la musa popular. muy importante de su corte o palacio. Eclesiásticos y
]Níp renunció Carlomagno a la reconquista de algunos tc.rrt °apitular. Longob. a. 813 (MGH, Leges I, 191).

i;.
C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 107
106 l>. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

~&oo\ittcos' a c t u e n siempre a las órdenes del soberano. D e ordi-


proceres son los miembros de su consejo, y de semejante m
fcll&aiio la sede episcopal permanece en el sitio de la antigua civi-
ñera en' las ciudades los obispos, en unión con los condes, est;
ffifas romana, de la que dependen eclesiásticamente las nuevas
investidos de poderes civiles y políticos.
'Mviltee- a v e c e s m a s prósperas. C o m o las parroquias rural'es van
Carlomagno hizo que los cánones' tuyiesen valor de leye|: ^multiplicándose, a veces el obispo tiene a su lado un corepísco-
del reino y los hacía cumplir con. exactitud; también dio fuerzai "*tteo, que administra los sacramentos de la confirmación y de la
l'egal a las disposiciones de los sínodos de Arles, Reims, Tour'fj penitencia por las villas y aldeas. Las parroquias de los campos
Chalons-sur-Saone y Maguncia. E n realidad, ¿no era él qulepi ?fe<;tán repartidas en arcedianatos y éstos, a su vez, divididos en
mandaba los sínodos o concilios lo mismo que los com>enfí<j decanatos, presididos respectivamente por arcedianos y deanes.
generales o dietas de proceres y obispos? El era el presidenfi íGarlornagrio ordenó a los obispos la visita regular de sus dió-
nato de toda reunión eclesiástica o civil y nada se hacía sin sí cesis y la convocación de sínodos; los obispos, por su parte,
consentimiento o mandato. El papa contaba con Carlomagríí ebían convocar a los clérigos, monjes y seglares, para exami-
para hacer castigar a, los obispos indignos, organizar las iglesia a los clérigos de derecho canónico, a los monjes de su regla
y decidir en cuestiones disciplinares. En alguna ocasión le d a « |y*á los seglares de las oraciones, modo d e confesarse, etc., ex-
nombre de predicador y sacerdote. E n realidad algunos discu: terminando al propio tiempo todo resto de paganismo.
sos de Carlos en las dietas, más que alocuciones de un rey, pé •'•; N o menosi se preocupó de los párrocos. En su tiempo se
recen sermones de un Santo. Padre. Probablemente ese caréete; f
ónsoíida el sistema de parroquias, raras en el siglo vi, y que
político-sacerdotal quiso reclamar para su persona al tomar ¡fel vil al x proliferan visiblemente en todas partes a medida
la academia d'e Alcuino el nombre de David. E n sus Capitularé} lie la condición económica del país se va transformando por
él regula, de acuerdo con los obispos, la disciplina y la mor multiplicación de las villas en los campos antes incultos,
las funciones litúrgicas, los ornamentos de los altares, el vestid ada nueva Villa o «grupo de villas bajo el dominio de un mismo
de los sacerdotes y el canto de los templos. or quifere tener su iglesia, a cuyo servicio está un eclesiás-
El nombramiento de los obispos ya n o está, como antes tico, a veces siervo del dueño, a quien éste pone y quita a su
manos del clero y del pueblo, sino en las del soberano; ni a lq|
arzobispos les queda otra función que la puramente liturgia ante (Eccíesiae propriae).
de consagrar a los que Carlomagno designa. _ Esta multiplicación de iglesias, favorecida también por la
ippcián civilizadora de los monjes y por los muchos altares y
Empeñado fen la tarea reformadora, de la Iglesia, por la q¿í
H&ntuaiios que se levantan sobre los sepulcros d e los santos,
ya su padre había trabajado n o poco, se propuso restaurar 1"
•futraba en los planes de Carlomagno y fué ocasión de que se
jerarquía, empezando por los metropolitanos. Cuando él subi
íínultlplicasen las parroquias, las cuales, al independizarse d e la
al trono no había en Francia más que un metropolitano, <
^lesia episcopal, poseen' cementerio propio, pila bautismal pro-
arzobispo de Sens. E n su testamento del año 811, que nos h
la y autonomía económica. Carlomagno las favoreció no table-
conservado Eginardo, enumera nada menos que 21 en todo ff
ante cuando obligó a todos los fieles a pagar el diezmo, regu-
Imperio y con límites bastante definidos. T o d o s los metropoli{
ardando esta antigua costumbre. La legislación d e los Capitu-
taños son arzobispos, mas no viceversa, pues hay arzobispos;
pres, complementaria d e la canónica y eclesiástica, manda que
es decir, obispos que han recibido el pallium de Roma y n o ea
¡p sacerdotes administren bien el sacramento del bautismo, en-
tan en metrópolis, verbigracia, Teodulfo, de Qrleáns; Angilrr
vidan las preces de la misa y el Paternóster, pronuncien rec-
mo, de Metz. Los metropolitanos y arzobispos no adquiera
niente los salmos, no lleven armas, prediquen los domingos
gran preponderancia en la organización eclesiástica y en la vid
><3ias de fiesta, etc. La predicación debía de ser muy elemen-
nacional hasta después d e la muerte de Carlomagno. Luego, ¡
! V sencilla; para facilitarla encargó Carlomagno a Paulo
medida que decae la autoridad imperial, sube la arquíepiscopal]
i? j C o n o I a composición de un homiliario, sacado de los Santos
de tal suerte, que desde los tiempos d'e Ludovico Pío no habr|
¿n I e S ' ^ e^ c o n c u * 0 de T o u r s del 813 prescribe el uso de la
personaje de tanta autoridad como los arzobispos; se portará^
•». ^ a r o r t iance del pueblo ("rusticam romanam linguam").
como verdaderos monarcas en su provincia metropolitana, manf
• Carlomagno amaba indudablemente el monacato, aun cuan-
teniendo en estricta subordinación a los obispos, decidiendo df
j . no le gustaba que los monasterios se independizasen mucho
su elección canónica, dirigiendo los sínodos y vigilando sobíj
ol &h V o ^ u n t a < i soberana, y entre los monjes halló excelentes
los monasterios.
J ^oradores de su renacimiento artístico y religioso. Desde
3. Apoyo de la jerarquía y del monacato.—Los obispos, el ' vwíu^P 05 ^ e Carlos Marte!, fatales pata el monaquisino, por
cambio, gozan de gran autoridad durante el reinado de Cari ; reiSaJac3óri qto» éé a'p'ddero de los" mona's'te'rib'á ritos al sfear eístbs
magno, aunque, investidos como estaban de poderes civiles
C. 3 . CARLOMAGNO, EMPERADOR DE OCCIDENTE 109
108 P. I. - DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

especie de cortes o concilios, donde los proceres y los obispos


colocados bajo la encomienda de abades laicos y rapaces, cun-' con el monarca legislaban acerca de todos los negocios civiles
dían no pocos abusos que ahora empezaron a disminuir y des-, y eclesiásticos: del adopcionismo y la iconoclastia, como de
aparecieron del todo en la reforma austera emprendida por San tributos; de moral y liturgia, como de instrucción pública; de
Benito de Aniano. Carlomagno favoreció la vita canónica d&-7 expediciones militares, como de justicia.
los cabildos, organizada poco antes por el obispo de Metz, San N o sin razón se ha dicho que aquel gobierno tenía aparien-
Crodegando, en "la Regula Ganonicorum- (760?), y hubiera de- cias teocráticas, o mejor cesaropapistas. Plenamente convencido
seado que todos los clérigos de las sedes episcopales viviesen, de que entraba en 'sus deberes el cuidado de la Iglesia, Carlo-
cuando menos en vida de comunidad, rezando el Oficio divino] magno tenía ante los ojos el ideal agustiniano> del reino d e Dios
en1 coro y sentándose a una misma mesa. : sobre la tierra, reino en que todo debe estar ordenado moral
D e todo cristiano exigía el conocimiento del Credo y del." y espiritualmente bajo una autoridad espiritual y temporal de
Padrenuestro, el descanso dominical y la asistencia a las fun^ origen divino. El quería gobernar al hombre entero, que es ciu-
ciones litúrgicas en los días d e precepto. En cuanto a la liturr dadano y es cristiano, y lo quería gobernar en orden al fin na-
gia, procuró uniformarla, asustándola a la de Roma, n o preci- tural de la sociedad y al fin sobrenatural del individuo. Legis-
samente por romana, sino porque era más simple y ordenada,. laba sin reparo en cuestiones puramente canónicas y eclesiás-
lo cual respondía al genio unificador a rajatabla de Carlomag* ticas. S u intrusión más vituperable estuvo en la convocación del
no. Y a San Crodegando, después de un viaje a. Roma (753)v>. concilio de Franfort (794) que repudió las decisiones del con-
había introducido en su diócesis la cantilena romana, o sea el;
cilio II d e Nicea, ya aprobadas por el papa.
canto gregoriano, desterrando las viejas cantilenas. Paulo I en-i
vio a Francia en 758 y 768 un antifonario y un responsoiial Otros le acusan de galicanismo, de un galicanismo práctico
con notas musicales y un excelente maestro, el segundo directo J que consistía en restringir la acción del Sumo Pontífice y ma-
de la Señóla cantorum lateranense, un tal Simón. Otros muchos; nejar al clero nacional con un absolutismo que para sí querría
monjes franceses aprendieron el canto gregoriano en Roma, con Luis X I V . Ciertamente sus intromisiones en el orden espiritual
lo qu'e se formaron dos autorizadas escuelas en Metz y Rouenj : no dejaban de ser un ejemplo muy pernicioso, pero hay que re-
Carlomagno trabajó lo posible por abolir enteramente el cant conocer que Carlos se guiaba p o r móviles elevados d e amor a
galicano. Y lo mismo, hizo con la liturgia de la misa y de los,' la Iglesia y a la pureza de la fe, procediendo ordinariamente
sacramentos. Sabido es cómo hacia 785 pidió al papa Adriano.. con la tácita aprobación de la potestad eclesiástica, pues al fin
un ejemplar del Sacramentarium Gcegorianum, libro oficial d y al cabo su autoridad real o imperial e r a la única poderosa
la-liturgia romana. Como en él se echaban de menos cierta para reforzar y organizar la Iglesia de sus Estados, siendo mu-
misas, fiestas y ceremonias, se llenó esc vacío con piezas toma-i chos-de sus decretos m'era aplicación de los sagrados cánones.
das del Sacramentarium Gélasianum, conocido d e antiguo er¿ Carlomagno murió de una pleuresía en Aquisgrán el 24 de
Francia, y de otros viejos misales francos 122 . Así sfe impuso e enero del año 814, a los setenta y dos d e su edad, después de
todo el reino la liturgia romana, desterrando la caótica varieda recibir con gran piedad los santos sacramentos. S u s restos, en-
de formularios litúrgicos galicanos. . . . cerrados en rico sarcófago de mármol, fueron depositados bajo
un arco dorado, con una inscripción, en la iglesia palatina que
4. tCesaropapismo?—Para el mejor gobierno de sus vas él había mandado edificar.
tos Estados, Carlomagno instituyó en cada provincia dos comí El recuerdo de Carlomagno, emperador de Occidente, se
sarios o missi dominici, uno civil y otro eclesiástico, a vece mantuvo imborrable y glorioso en la memoria y en la fantasía
los dos eclesiásticos y de la más alta dignidad, encargados d de los hombres de la Edad Media, tanto más idealizado, cuanto
visitar su distrito o provincia (missaticum) como lugarteniente °iás indignos eran sus sucesores del título imperial. Y se puede
del monarca. Inspeccionaban la conducta de los obispos y d decir que hasta los tiempos modernos ha llegado su augusta y
los condes, corrigiéndolos cuando era necesario, y hablaban semibárbara, patriarcal y poética figura, como la del prototipo
nombre del rey, transmitiendo sus órdenes, promulgando sus del emperador victorioso y defensor de la cristiandad.
Capitulares y ejecutando sus instrucciones; al mismo tiempo re^ Fué probablemente en el monasterio de Bobbio donde sé es-
cogían las querellas de los subditos y les hacían justicia. I cribió un Planctum Karoli, que expresa con ritmo lúgubre el
Capitulares, como y a queda indicado, eran el derecho vigent,
sincero dolor d e los pueblos a la muerte del gran, emperador,
y; la legislación que se determinaba en las asambleas genérale^
" e aquí unas estrofas: . . . . - _ .
: " ' B " í ! BÍSHOP-A. WILMART, La reforme Uturgique de Oliarl-,
wtágne,*en "Ephemérides Litúrgicas'.'. 45.tt.931) 186-207. .
110 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
C. 4 . LOS PAPAS DEL SIGLO IX 1H

1. A solis ortu usque ad occidua


littora maris planctus pulsat pectora'. coronado por Esteban I V en Reians (816), afirmando así el papa
Heu mihi misero!... *sus derechos en este punto. El nuevo emperador se mostró
3. Franci, Rornani atque cuncti creduli siempre más piadoso que su padre Carlomagno, aunque sin las
luctu punguntur et magna molestia. genial'es dotes de gobierno de aquél. Fué devotísimo de los pa-
Heu mihi misero!... pas y de una condescendencia para con ellos rayana eri debi-
lidad; hizo frecuentes donaciones a las iglesias, y bajo la ins-
5. Iam, iam non cessant lacrimarum flumina, piración del influyente San Benito dé Aniano, se propuso acti-
nam plangit orbis interitum Karoli.
Heu mihi misero!... var la reforma eclesiástica en sus Estados, particularmente en
los • monasterios. Políticamente seguía en un principio los con-
11. Vae tibi, Roma, romanoque populo, sejos de sus parientes Adalardo y W a l a , mezcla de monjes y
amisso summo, glorioso Karolo.
Heu mihi misero!... cortesanos, imperialistas decididos, cuyas biografías trazó Pas-
casio Radberto 1 .
13. Francia dirás perpessa iniurias Ludovico dividió sus Estados entre los tres hijos habidos
nullum iam talem dolorem sustinuit.
Keu mihi misero!... de su mujer Ermengarda, nombrando a Luis (el Germánico) rey-
de Baviera, Bohemia y Carintia; a Pipino rey de Aquitania, y
20. In sancta sede cum tuis apostolis a Lotario coemperador con su padre y futuro heredero de todo
suscipe pium, o tu Christe,a Karolum. el Imperio. T a l fué la Ordinatio Iwperii del 817, que satisfizo
Heu mihi misero!
los anhelos del partido imperialista, dando la supremacía a Lo-
tario, a quien debían estar estrechamente subordinados sus dos
hermanos. ' ! ' I' ' f '
CAPITULO IV Pero pierde a su esposa Ludovico P í o en octubre del 818, y
a los cinco meses contrate segundo matrimonio con la bella ale-
Los papas del siglo IX y los monarcas carolingios * mana Judit, de la que tuvo en 823 un hijo, Carlos (futuro Car-
los el Calvo). Las ambiciones d e Judit y la debilidad amorosa
que hacia ella sentía Ludovico fueron causa de que en Ja dieta
I. PRIMERAS LUCHAS ©EL PONTIFICADO de W o r m s {829) se constituyese para el niño Carlos un nuevo
reino que comprendía Alemania, Alsacia, Recia y parte de Bor-
1. Decadencia del Imperio franco» — Ludo vico Pío (814- goña. Imagináronse los irnperialisitas qufe con eso se destruían sus
840), que había recibido laicamente la corona imperial de ma- planes unitarios, sobre t o d o cuando vieron que en la corte lo
nos d"e su padre en Aquisgrán (813), hubo de ser nuevamente manejaban todo la emperatriz Judit y Bernardo de Septimania,
. mientras ellos eran abiertamente postergados; por lo cual tra-
33
MGH. Poetae aevi carolini, I, 434. maron una conjuración contra Ludovico Píoi, en la qute entraron
* FUENTES. — IÁber Pontifioalis, ed. Duchesne; WATTERTCH, sus tres primeros hijos, dirigidos' por W a l a , monje de Corbie,
Pontificum Romanorum vitae (Ratisbona- 1862); Annales Berti- primo de Carlomagno. El emperador tuvo que rendirse (830),
niani (desde 830) continuación de los supuestos Annales Eglnardi, quedando a merced de los conjurados, quienes obligaron a Judit
en MGH, Script. I; Annales F'uldenses, ibíd.; LIUTPRANDO, Historia
rerum gestarum áb Europae Imperatoribus et regibus, en MGH, a encerrarse en un monasterio. Pronto Ludovico Pío, con ayuda
Script. V; FLODOARDUSJ Historia Remensis ecclesiae, en MGH,
Script. XIII; JAFFÉ-LOEWENPBI.D, Regesta Pontificum Romanorum, 1869); I. DOELLINGER, Die Papstfabeln des Mittelalters (Stuttgart
t. 1 (Leipzig 1885); Epistolae selectae SergU II, Leonis IV, Bene- 1890); A. LAPÓTRE, L'Europe et le Saint-Siége d l'époque carolin-
dicti III; en MGH, Epist. V; Nicolaí V papae epistolae, en MGH, gienne. I. Le Pape Jean VIII (París 1895); F. VERNET, Jeanne fia
Epist. VI; Hadriani II epistolae, ibíd.; Iohannis VIII papae Re- PapesseJ, en "Dict. Apol."; J. ROY, Saint Nicolás I (París 1899)
gistrum, en MGH, Epist. VII; V. GRUMEL, Regestes des actes du coll. "Les Saints"; E. PEREI.S, Papst Nikola.us 1 und Anastasius
patriarcat de Oonstantinople (Cadi - Koy, Calcedonia 1936); BibliotJiecarius (Berlín 1920); J. HALLER, Nilcolaus I und Pseudoisi-
F. J. DOELGER, Regesten der Kaiserurkunden des ostroemischen dor (Stuttgart 1936); A. LAPÓTRE, De Anastasio Bibliothecario Se-
Reíches (Berlín,- Munich 1924); HARDOUIN, Acta Concíliorum (Pa- áis Aposiolicae (París 1885); P. BALAN, II pontificato di Oiovan-
ría 1715), o bien MAHST, Sacrorum Conciliorum nova et amplissima ni VIII (Roma 1880); H. SCHROERS, Hinhmar, Erzbischof von
cqllectio (Florencia 1759ss). Rheims (Freiburg 1884); F. SCHNEIDER, Rom und Romgedanke im
BIBLIOGRAFÍA.—El ya citado libro de DUCHESNE, Les pre- Mittelalter ÍMunich 1926); J. HERGENROETHER, Photius, Patriaren
miers temps...; L. HALPHEN., Mudes sur l'administration de Rome von Constaniinopel (Ratisbona 1867); F. DVORNIÍC, Les schisme de
(M moyen-úgó isl-iP.BS/CPair'xe 1904); CHSVAIJLARD, L'Eglisft et lJEtat Pothius. Histoire et légende. Trad. franc. (París 1950).
eM Fr'dwdé tíu IX sime! Baiiit AgWdrá, stí vfe et sés étiríis (tyón 1
Esas biograíías pueden verse en ML 120, 1507-1650,
de
tós nobles de r . ~ ^ ~ ^ ^ 5 2 * 0 ^ ,

_£• "*. X.OS PAPAS nt,.


0res
induce ° i * ' ^jSíal - , Con/«radoTv H £
,^ a ¿ W
113
\ C o n cuánta razón lamentaba Floro de Lyón el oscurecihüen>-
to de las glorias carolingias en su Querela de divisione impedí:
"¡Llora, oh raza de los francos, que por donación de Cristo' te
¡elevaste hasta el Imperio y ahora yaces en el polvo!,,.. Reino
fre Las fr que tiene su alcázar en Roma, y cuyo, autor es el llavero del
s hijos r I opas A> - * de nuevo n f ?' 9 a n a Z a r cielo (Pedro)... Pero tanta exceísiíud se vino abajo como una
corpna d e flores arrebatada de la cabeza... y tes conculcada
p o r r o s pies de todos, y desposeída de la diadema, ha perdido la
gloría y el nombre de Imperio" '2.
Lud
dieta de C o v i C o ft. r . ^endose o ¿ ü f f a d o Realmente tel renacimiento carolingio fué muy efímero, más
que en lo literario, en lo moral y religioso; en lo político tuvo
carácter de hundimiento catastrófico. La ignorancia volvió a
ser general, menos en los monasterios, por más que también
éstos d'ecayesen; la inmoralidad, la avaricia, la simonía, la in-
fracción del celibato eclesiástico fueron las llagas que padeció
la E d a d Media; las guerras, las crueldades, los odios y renco-
res1 eran la vida de los señores feudales.

2. Primeros papas del siglo IX.—En cambio los Pontífices


Romanos, anttes d e caer también ellos en las lobregueces del
saeculum obscurum, no sólo mantienen firme su autoridad, sino
que la acrecientan, de suerte qué cada día se levantan con más
te Bor
* «slefflS?." ' « « « l i a T n , 3 ° S a . P ó c ? ° i « « abarcan independencia y prestigio sobre los monarcas. El papa llega a.
sfer el arbitro en las más graves cuestiones y contiendas, y tan
da
e l , L n D e r f „ o s y Por fi n e n , , ° a p e r a d o r . R n ^ J a J a «Wer- sólo perderá autoridad moral y espiritual cuando' decaiga su
poder político por las rebeliones d e los nobles romanos; que
*** í f S ^ W n s f o div?Sidif2íado d e V¿3un S f r r a s también en Roima veremos aclimatarse el feudalismo tumultuoso
y anárquico, sobre todo en tel siglo x, con la prepotencia de cier-
^ y a < S £ - - d o la c ^ f e Uls^ - * * ^ £ d ? ? > tas familias nobles que dispondrán a su antojo d e la tiara cuan-
notario, rr^ '-alvo Ja P,. . ^ 9ran; a r , • i «>•
cid do el emperador no exista o su poder sea casi nulo.
a en 855 r ! ^ 3 l a c orona ta*8 d e J oesfe ^ la
Ger-
Tres elementos luchan perpetuamente ten la Roma medieval:
el Partido Imperial, que tiene siempre raíces y representantes
en la urbe; el Partido Republicano o Senatorial, reclutado en-
fre y Vle¡a
9ue no / U , - Y de este fu- r . , n t e d<> r- í e Por tre la noblteza, con sus jueces y sus milicias (exercitus); el Par-
í/do Papal, con la burocracia eclesiástica (familia sancti Petri),
que trata de evitar el predominio de uno y de otro, por temor
de qué el emperador le esclavicte o de que el pueblo—mejor,
alguna familia prepotente—le arrebate el poder temporal.
Y a >a la muerte de Carlomagno, protector del Pontífice, los
nobles conspiraron contra León III; pero el verdugo segó sin
compasión toda cabeza levantisca, rigor que n o se había atre-
vido a mostrar León III mientras vivía Carlomagno, N o por
eso se apaciguó la tormenta, y hubo dte intervenir Ludovico Pío
para restablecer el. orden.

u
Esteban I V (816-817), de ilustre linaje, fué elegido p o r el
' " ¿>unple, „,, clero y el pueblo y a los diez días consagrado, sin aguardar

• .' Francorum lugete genus, quod muñere Christi.


Imperio celsiim, jacet ecce in pulvere mersum (ML 119, 249).
114 C. 4. LOS PAPAS DEL SIGLO K 115
p. i. ÜE CARLOMAGNO A GREGORIO vil

el placet del emperador; mas en seguida, para evitar quejas acordó que el papa no podría dictar sentencia de muerte por
de éste, quiso estrechar su alianza con él e hizo' que los roma- causas de lesa majestad, sinoi que un tribunal aprobado debía
nos jurasen fidelidad a Ludovico' Pío, a quien ungió y coronó juzgar a los criminales conforme a las leyes romanas o francas,
por su propia mano en la catedral de Reims (816) con una pre- según tellos lo prefiriesen; además dos missi, uno pontificio y
ciosa corona de oro y perlas, que el papa llevó para tel efecto'. otrtj imperial, vigilarían en Roma la administración e informa-
Desgraciadamente no reinó más que un año. / rían! al emperador; y en cuanto a la elección del papa, sería
Tampoco Pascual I (817-824), celoso de su autonomía y hecha por todos los romanos (clérigos y pueblo); mas n o se
libertad, esperó la aprobación del emperador para ser consai- celebraría la consagración hasta que el elegido prestaste jura-
grado, sino, qu'e al áVa. siguiente de su elección fué coronado, mento de fidelidad ante el missus imperial 4 . J
contentándose con notificar el hecho a Ludovico Pío en carta Eugenio II, varón dulce y piadoso, reunió un sínodo (826)
que defendía la regularidad de su elección. .Luego firmó con él que dictó 36 cánones d e reforma; también apoyó a San Arisca"
un ventajoso pacto (817): confirmaba Ludovico las donaciones rio y otros misioneros de Escandinavia.
hechas por Pipino y por Carlomagno al Pontificado, él cual 3. Luchas de Gregorio I V hasta León I V (827-855).—Le
obtenía ahora nuevas ventajas territoriales y la promesa de que' suctedió el papa Valentín (827), que sólo reinó cuarenta días,
el emperador no se inmiscuiría en el régimen administrativo y y a éste Gregorio I V (827-844), n o consagrado hasta q u e el
judicial de los Estados de la Iglesia, salvo en caso de revueltas, legado imperial vino a examinar la elección. E n las luchas d e
ni intervendría en la elección del papa, derecho que competía Ludovico Pío con sus hijos hubo de trasladarse Gregorio I V
exclusivamente a los romanos 3 . hasta Alemania; pero no fué muy eficaz su actuación pacifica-
E n la Pascua del 823 el papa ciñó con la corona imperial dora, porque, haciendo el viaje en compañía de Lotario, se le
la frente del joven Lotario, presunto heredero, a quien y a había juzgó prevenido en favor de éste.
coronado su padre Ludovico ten Aquisgrán (817). Pascual'I le El poderío sarraceno va creciendo en su tiempo como una
impone ahora la corona en la basílica de San Pedro, como re- marea amenazante, pues aunque los árabes fracasan ante Sira- .
cordándole que el Imperio es creación del Romano Pontífice. cusa, logran apoderarse d e Palermo (831) y de Mesina (839)
Al estallar una revolución, favorecida por algunos nobles que y poner el pie en la misima Italia. ¿A qué se debía tal avance?
devastaban los campos y quemaban las domas culíáe, amena- Era que los árabtes, después de establecerse en Egipto y norte
zando a la misma Roma, las represalias del enérgico papa fue- de África, y de alcanzar en Túnez relativa independencia bajo
ron sangrientas, pues mandó vaciar los ojos y degollar a dos los Aghlabitas, pensaron codiciosamente en Sicilia, escala na-
personajes tan insignes como el primicerio Teodoro y el no- tural entre Oriente y Occidente, y d e allí con facilidad saltaron
menclátor León. El emperador, alarmado, hubo de pedir expli- a Italia, cuyo dominio se repartían el emperador de Bizancio y
caciones. Pascual I es uno de los últimos en la serie d e los el de Occidente. D e Bizancio dependían, además dte Venecia,
, grandes Pontífices constructores; restauró .muchos templos y gran parte de la Campania y las dos peninsulitas meridionales,
monasterios, a los que enriquteció con las copiosas reliquias que mientras el resto pertenecía al rmpterio franco. Los límites en-
mandó sacar de las Catacumbas, cada día más abandonadas. tre ambos eran muy imprecisos y, por tanto, mal defendidos,
Conservamos tres retratos suyos en tres iglesias que él hizo " ya que el duque de Benevento sólo nominalmentte se decía sub-
restaurar.
dito de los francos, y otro tanto sucedía a Ñapóles y Amalfi
E n la elección de Eugenio II (824-827)' triunfó el candidato v
respecto de los bizantinos.
de la nobleza, gracias al apoyo dte W a l a , entonces en Roma. Viéndose Ñapóles amenazada por el duque dte Benevento,
Antes de consagrarse pidió la aprobación de Ludovico Pío, l o tuvo reparo en pedir auxilio a los musulmanes. Estupenda
quien envió a Roma a su hijo Lotario. Este consiguió que el ocasión para éstos, que, con el envío de una- flota, rechazaron
protectorado franco sobre los romanos fuera efectivo, desha- a
los de Benevento tel año 836 y en seguida se adueñaron de la
ciendo el pacto de 817 con la Consfítatio del 824, en que se ciudad bizantina de Tarento. Y a estaba la Media Luna sobre
3 tierras de Italia. E l año 840 se apoderan los sarracemos d e Bari
Este Privüegiwm Lodovici Imperatorís es el primer docu- V. pasando por Benevento, llegan a las fronteras del ducado de
mento diplomático que se conserva, aunque en copia solamente,
en los archivos romanos. Todavía J. Hauck se empeña en negar •Espoleto y de los Estados pontificios. La misma Roma se siente
su autenticidad, pero .las interpolaciones que pueda tener, v. gr., in- t e n a z a d a , y toda Italia puede ser víctima de un doblé ataque
cluyendo las islas de Cerdeña y Sicilia en la enumeración de los
territorios donados, no modifican sustancialmehte el diploma.
Véase en ML, 98, 579-588, con la disertación y las notas de Ceñni. * Existen dudas sotrre la ganuinidad del, Sacrdm'eiíiariuip, Ro-
Cf. DUCHESNE, Les premiers temps de l'Etat pontifical p. 190. "ttóibij-tówij que Va ál firi de la tídttsHfaitó (tá&H, tMg'és I, 23"9-5t4u).
117
C. 4 . T.OS PAPAS DEL SIGLO IX _
U6 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

mismo modo que el incendio ocurrido en el Boxgo d*e San Pedro


combinado desde el interior y desde la costa. Contra posible^ durante la invasión sarracena. E n agradecimiento a los mereci-
desembarcos levantó Gregorio I V cerca de Ostia la fortaleza mientos de Ludovico' le confirió la corona imperial (850). E n
que de su nombre se llamó Gregoriópolis.
las relaciones de este papa con el emperador se advierte clara-
Su sucesor, Sergio II (844-847), noble romano de menos al-
mente cuánto había crecido ya el respeto, la veneración y la
tura moral, vio turbada su elección por el antipapa Juan, que,
elegido por tina fracción del pueblo, llegó a ocupar el palacio de filial sumisión de las más altas autoridades al Pontífice Roma-
Letrán. Sergio triunfó por fin y se hizo consagrar. Considerando no, jefe y cabeza dfe la cristiandad.
qute esto era una violación de sus derechos, el emperador Ix>- Murió León I V después de celebrar en 850 y 853 varios
tario mandó a su hijo Ludovico con fuerte es*colta para exami- sínodos muy provechosos para la disciplina eclesiástica. En
nar la elección y dejar establecido que ningún papa se consa- carta al abad. Honorato hizo la más enérgica defensa y el
grase sino en presencia de los legados y.después de recibir la panegírico más entusiasta del canto gregoriano.
ratificación del emperador. Sergio se sometió, prestó juramento Le sucedió Benedicto III (855-858), que, elegido por el clero
de fidelidad e hizo que lo prestasen los romanos a Lotario, no y pueblo de Roma, fué rechazado por los representantes del
a su hijo Ludovico, a quien, sin embargo, coronó rey de Lom- emperador, los cuales alzaron por su parte a Anastasio el Bi-
bardía, y supo mantener con energía la prohibición de que el bliotecario, ya excomulgado en el pontificado' anterior; pero los
ejército franco entrase en Roma. romanos se mantuvieron firmes en su elección y Benedicto III
M á s bien qtie Stergio II, fué su hermano Benito quien come- se impuso deponiendo al antipapa.
tió frecuentes abusos de carácter simoníaco, por.lo cual la in- 4. La papisa Juana,—Hemos llegado a un momento en que
vasión sarracena fué mirada como un castigo divino. E n agosto conviene decir unas palabras acerca de la absurda leyenda que
del 846 fracasa el ataque musulmán a Ñapóles, pero una flota se conoce con el nombre de la papisa Juana. Martín de Troppau
con 10.000 hombres atraca en la desembocadura del Tíber, ocu- (Martinus Polonus, 1278) la coloca entrte los pontificados de
pando Porto y Ostia, sube hasta Roma y saquea vandálicamen- León I V y de Benedicto III. Otros en época.posterior.
te las augustas basílicas d e San Pedro y San Pablo, extramuros Cuenta Juan de Mailly, O. P., o quien sea el autor de la
del recinto de Aureliano, con los monasterios anejos. N o pue- Chconica universalis Mettensis—y es el documento más antiguo
den entrar los sarracenos en la misma urbe y se retiran hacia que se hace cargo de la leyenda, hacia 1250—, que ocupó una
Gaeta. Ludovico II los ataca sin éxito; pero Cesario, el hijo del vez la Silla de San Pedro una mujer. Vestida de hombre, había
duque dé Ñapóles, se acerca con refuerzos, y temerosos los
disimulado su sexo, llegando a ser notario de la curia, cardenal
árabes de que sus barcos sean destruidos, se reembarcan preci-
pitadamente. Poco después una furiosa tempestad los aniqui- y, finalmente, papa. Cabalgando un día por la ciudad, sintió
laba en el mar dé Sicilia. La .cristiandad entera se conmovió dolores de parto y dio a luz un niño. L a justicia romana la con-
a la noticia de que el sepulcro de San Pedro había sido profa- denó a ser arrastrada por un caballo, mientras el pueblo la ape-
nado por los enemigos del nombre cristiano. Hablóse en Roma dreaba. E n el lugar de su sepultura se inscribió este verso:
de reformar las costumbres. Y el emperador Lotario ordenó Pefre, Parer Patrum, Papissaé prodiío partum.
que en torno al Vaticano se construyesen fuertes murallas de- Otros historiadores posteriores modificaron, algunas circuns-
fensoras y que una expedición militar bajase a la Italia del Sur tancias o añadieron ci'ertos detalles; verbigracia, la Chronica
en defensa a del papa y de la cristiandad. E n efecto, su hijo Lu- minor de un fraile de Erfurt, hacia 1265, pone su pontificado
dovico la acaudilló con soldados francos e italianos. a continuación de Sergio III (914). Según Martín de Troppau, a
quien siguen muchos, la papisa se llamaba Juan de Inglaterra
Reinaba y a León I V (847-855)', que dejó un recuerdo mu- (Ioannes Anglicus), "hic, ut asseritur, fetmina fuit"; había na-
cho más grato y glorioso que su antecesor. Elegido y consagra- cido en Maguncia, subió al trono pontificio después de León IV
do, a causa de la prisa y el apuro, sin injerencias imperiales, (f 855) y reinó dos años, siete meses y cuatro días. D e joven,
él fué quien construyó el muro y torres que ciñen el Vaticano disfrazada de hombre, se dirigió a Atenas con su amante. H a -
Xciudad leonina), partiendo del castillo de Santángelo y rodean- biendo hecho grandes progresos en las ciencias, vino a ense-
do a San Pedro hasta apoyarse en el Janículo y el Tíber; él ñarlas a Roma. Como gozaba de gran fama de sabiduría y pro-
quien fomentó la alianza de los estados marítimos de Ñapóles, bidad, fué unánimemente elegida para el sumo pontificado. Pero
Amalfi y Gaetá, confederándos'e con ellos para derrotar com- yendo .de San Pedro a Letrán,. enttfe el Coliseo y San Clemente,
pletamente a los sarracenos en la batalla naval de Ostia (849)-, le sobrevino el parto, muriendo en seguida y siendo enterrada
que inmortalizó Rafael en u n a . d e las estancias vaticanas, del
118 P. I. PE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
C. 4 . LOS PAPAS DEL SIGLO IX 119

allí mismo. Añade que los papas evitan siempre pasar por aquel fluyentes. Sabemos, por ejemplo, que en tiempo de Juan X , de
sitio, a causa del horror que les produce aquel suceso 5 . Juan X I , de Juan, XII y d e Juan XIII {cuatro Juanes), dispüsie*-
Todavía en el siglo xiv no se sabía a punto fijo el nombre rom a su antojo de la Silla Apostólica tres mujeres, la esposa
de la papisa, pues mientras unos la llaman Juana, otros dic'en de Teofilacto, Teodora, y sus dos hijas, Marozia y Teodora.
Inés o Gilberta, o Glancia, y en la biblioteca de Tegernsee hay Y conocemos una frase del cronista Benito de San Andrés, que,
un manuscrito del siglo xiv, publicado por Doellinger, que la hablando de Juan XI (936), escribe: "Subiugatus est Romam
llama Jutta. N o faltaron católicos que pusiesen en duda testa potestative in mana feminae" «.
leyenda, pero en general fué admitida por todo® hasta el si-
glo xvi. Hacia 1400 se puso la imagen d e la papisa Juana en la M á s fundamento tiene la explicación de San R o b / r t o Belar-
catedral de Sena, entre otras imágenes de los papas. San Anto- mino, que se reduce a lo siguiente: es cosa cierta que en el si-
niño sie pregunta si las ordenaciones hechas, por ella serían vá- glo X corría por Italia la leyenda de que una mujer había o c u -
lidas. Los protestantes y enemigos del Pontificado utilizaron pado la silla patriarcal d'e Constantinopla. E l papa León I X
en su favor la vergonzosa patraña, adornada con repugnantes rechaza este rumor en carta a Miguel Cerulario. Como estos
accesorios; hoy día ningún autor serio se atreve a resucitar ese patriarcas se arrogaban el título de pontífices ecuménicos, no
cuanto, frutó de la psicología popular dte la Edad Media. es extraño que el pueblo aplicase la leyenda al pontífice de
R o m a 7 . Añadamos también la hipótesis de Doellinger, que ex-
Que se trata de una fábula absurda, lo indica el silencio plica el desarrollo de la leyenda, más bien qu'e el origen. Hubo
mismo de los historiadores, que n o la conocen hasta pasados en Roma, hasta el siglo xvi, una estatua de hábitos talares con
tres siglos, y aun entonces n o concuerdan en determinar su un niño a sus pies y esta prtecisa inscripción: P. Pat. Pat,
nombre .personal, ni su patria, ni el tiempo ten que vivió. Pre- P. P . P . La primera P . significaba, sin duda, el nombre del que
dispone en contra el mismo desarrollo de la leyenda, que va había 'erigido la estatua. Pat. Pat. significaba Pafer Patrum,
creciendo caprichosamente con los años, y la imposibilidad de título ordinario de los sacerdotes del dios Mitra. P. P. P. era
hallar en la lista, perfectamente conocida, de los papas un hiato la abreviación clásica de Propria Pecunia Posuit en las ins-
para intercalar a la papisa Juana. Con los regestos ,de Jaffé- cripciones antiguas. Sería, pues, la estatua de un sacerdote o
Loewenfeld zn la mano se puede precisar matemáticamente.la de una divinidad pagana. Pero el puteólo quiso ver en ella a la
cronología pontificia y demostrar quetelmismo a ñ o en que mu- papisa con su niño e interpretó la inscripción en esta forma:
rió León I V firmó Benedicto III varios documentos, sin que Papa. Pafer Patrum, peperit papissa papellum, o bien: Parce,
haya espacio intermedio para introducir un. pontificado de dos Pater Patrum, papissae prodere partum, o en la forma qute vi-
años y medio, que sería el de la papisa. Igual argumento se mos en Juan d e Mailly. Y se confirmó en el pueblo la leyenda
puedte hacer contra los que ponen a la papisa en época poste- del parto de la papisa. La razón de que los papas al ir a Letrán
rior; Puede decirse que el Líber Poníificalis ignora su nombre eviten el paso por aquel sitio no es otra, según Platina, sino lo
y su existencia, porque si la leyenda aparece en un códice va- estrechez de esa calle para el cortejo pontificio.
ticano del siglo xn, n o es verdad que pertenezca al texto mismo,
sino que se trata de una nota marginal, añadida a fines del
siglo xrv.
II. REINADO DE N I C O L Á S I (858-867)
5. Formación de la leyenda»—¿Cómo se originó Ja leyenda?
Dicen, unos, como Baronio, que fué una sátira contra Juan V I I I
(872-882)', a quien llamarían Juana por lo afeminado y débil; 1. iLa primera corona de la tiara romana?—A mediados
pero según ha demostrado el P . Lapótre, no hubo en aquel del siglo IX surge inesperadamente una gran figura, la más rele-
pontífice nada dte afeminado, ni la opinión pública lo tuvo por. vante que conoce la historia de los papas entre San Gregorio I
débil y blando; Focio dijo d e él que tenía el alma varonil. Pien- el Magno y el magno Gregorio V I I . E s e varón extraordinario,
san otros, y no les falta verosimilitud, que pudo nacer de algún ese segundo Elias, como le llama la crónica de Reginon de
dicho popular como éste; "Quien manda en Roma es una mu- Prüm, no es. otro que Nicolás I {858-867). Se ha escrito mu-
jer, una papisa", aludiendo ai dominio absoluto que en deter- chas vectes que fué este papa quien añadió a la mitra pontificia
minados pontificados ejercieron en Roma ciertas mujeres in- un cerco de o r o y perlas, la primera de las tres coronas, como
símbolo de su poder político; pero todo ello n o tiene más fun-
• La Chronica unlversalis véase en MGH, Script. XXIV. 514;
la de M. Polonus en MGH, Script. XXII, 4Z8. En el siglo xiv se
introdulo en un, códice del LWtír F&iíificatís wí, ed.tiub'HEásfí!;II, ' MGH, Soript. n i , 714.
" "Véase el Óhronicon Salernitanum 16, obra del siglo Xj en
MGH, Soript. IH, 481.
C. 4 . LOS PAPAS DEL SIGLO IX 121
120 P. I. DE CARLOMAGNO A GliEGOKlO Vil

damento que la mala puntuación de una frase del Líber Ponti- amargamente del arzobispo. Las quejas llegaron a Roma. Ante
ficalis 8 . las amonestaciones de Nicolás I, el arzobispo d e Ravena se
Lo cierto es que le añadió un poder moral, un prestigio' y puso bajo la protección de Ludovico II; n o p o r eso se libró de
autoridad como no se había conocido hasta entonces. la excomunión (860). M á s aún, Nicolás ste presentó personal-
Fuente importantísima para el estudio de este pontificado, mente en Ravena y señaló un tribunal que entendiese en las
además de las epístolas publicadas por Perels en "Monum, injusticias del arzobispo. Este tuvo que huir a Pavía, donde el
Germ. Histor.", es la biografía del Líber Poñtificális, escrita emperador lte .aconsejó someterse. Así lo hizo finalmente en el
por aquel Anastasio, un tiempo antjpapa, helenista consumado, sínodo romano del,861. Hubo d e dejar la administración de las
que fué elegido por Nicolás para secretario suyo. Anastasio el diócesis usurpadas, y el papa le impuso en penitencia--para
Bibliotecario ejerció tal influencia en este pontificado, que el que sirviese de ejemplo a otros arzobispos—un viaje aá limina
P. Lapótre ha llegado a afirmar exageradamente que el secre- cada año, ten señal de respeto y acatamiento a la Santa Sede.
tario era quien gobernaba ten realidad. Probablemente de Anas- M á s ruido metieron las enredosas cuestiones con Hincmaro
tasio son algunas fórmulas de los documentos papales; el pen- de Reims. Este célebre metropolitano, consejero d e Carlos el
samiento es auténtico de Nicolás e inspirado eni la tradición Calvo, varón de los más sabios d e su tiempo, dte gran integridad
eclesiástica, más bien que en las falsas Decretales, aunque es de costumbres, celoso de la pureza de la fe y de la reforma
verdad que conoció aquella famosa colección canónica 9 . eclesiástica, pero autoritario y arrogante, n o miraba con bue-
nos ojos al obispo Rotado de Soissons, sufragáneo suyo y tene-
El emperador y rey d e Italia Ludovico II (856-875) se halló migo d e la excesiva preponderancia de los metropolitanos. Las
presente a la 'entronización del nuevo papa, y cuando Nicolás I relaciones entre ambos llegaron a tal extremo de tensión, que
salió a visitar al emperador, que acampaba en las afueras de Hincmaro tel año 861 excomulgó a Rotado "por negarse a obe-
Roma, Ludovico se adelantó a tomar las riendas del caballo, decer las reglas eclesiásticas", y al año siguiente lo depuso y
del papa, conduciéndole así algún rato en señal d e Veneración encerró en un monasterio de Soissons. E l papa Nicolás I no
y respeto, ceremonia que en adelante se usó d e parte de los podía dejar de protestar enérgicamente, pues una de sus ideas
emperadontes para con los Romanos Pontífices. • más repetidas era que todas las causas mayores, verbigracia,
Veamos los principales hechos, de su reinado. las que se refieren; a los reyes y la deposición de los obispos,
2. Actitud de Nicolás I con los altos dignatarios eclesiás- son de incumbencia de Roma. Además, había que mantener a
ticos.—La autoridad de los metropolitanos había crecido mucho toda costa la libertad de apelación a la Sala Apostólica, y R o -
desde Carlomagno y Ludovico Pío, llegando a ser poco menos tado había apelado a Roma, aunque sin insistir ten ello. C o n la
que unos papas en sus archidiócesis. Nicolás I n o quería sus- amenaza de suspensión a divinis el papa manda al arzobispo de
traer nada a sus legítimas funciones; se valía de ellos, como de Reims ponga en libertad a Rotado y lo envíe a Roma para que se
intermediarios, en todos los asuntos graves con los reyes; pero ventile el asunto. Hincmaro procedió muy lentamente, ptero al
veía que algunos" se extralimitaban en sus poderes, y quiso fin pertmitió que Rotado hiciera el viaje a la Ciudad Eterna. En
coartar sus libertades excesivas, mostrándoles al mismo tiempo vez de mandar también los acusadores, Hincmaro se contentó
que su jurisdicción dependía del Sumo Pontífice, monarca dte con enviar un altegato ingenioso. E l 24 d e diciembre del 864 N i -
la Iglesia. Dentro de Italia, Nicolás I tuvo que habérselas con el colás I, con toda solemnidad, devolvió a Rotado las insignias
ambicioso arzobispo Juan de Ravena, el cual, alegando preceden- episcopales, reponiéndole en su obispado.
tes de la época bizantina, violaba los derechos de propiedad
Los conflictos de Hincmaro con Nicolás I n o habían .ter-
dé la Santa Sede en algunos patrimonios pontificios, confiscaba
minado. El arzobispo de Reims había declarado inválidas las
sus rentas, encarcelaba a, los oficiales del papa y tiranizaba a
ordenaciones sacerdotales • hechas por su antecesor Ebbon, de-
sus propios subditos. Los obispos de la Emilia se querellaban
puesto en el sínodo de Thionville (835) por motivos políticos
8 y rehabilitado poco después, a la muerte de Ludovico Pío (840),
"Goronatur, denique urbs, exultat clerus, laetatur senatua et
populi plenitudo magnifice gratulatur" (IAb. Pont. II, .152 y 167 Pof obra de Lotario. Desde el 840 hasta el 843, en que fué de-
con la nota 5). Quien se corona con guirnaldas es la ciudad, no rrotado Lotario y expulsado de su diócesis Ebbon, éste había
el papa. La primera corona de la tiara papal debió de ponerse ordenado a varios clérigos, entre otros a un tal W u l f a d o . ¿Eran
en el siglo x o en el XIJ Bonifacio VIII parece que fué quien lícitas o válidas estas ordenaciones? Hincmaro se decidió por
puso la segunda, y en los primeros años del xiv se añadió la ter-
cera. J. BRAUN, Dio liturgischen Paramente in Gegenwart und *3. negativa, y eso. es lo que determinó el concilio de Soissons
Vergangenheit (Friburgo 1924) p. 174-176. "el 853. Wulfado y los otros clérigos apelaron a Roma. León I V
: 9 P. FOUKNIER, Etude sur les fausses Decrétales, en "Rev. v
Btenedictp III dieron una respuesta vaga. Pero Nicolás I or-
Hist. Eccl." 7 (1906) cuatro artículos, y además 8 (1907) 19-56.
122 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 4 . LOS PAPAS DEL SIGLO IX 1^>

denó a Hincmaro (866) que restableciese inmediatamente a los se atreven a anular el matrimonio'. Sólo dos años más tarde,
clérigos depuestos o reuniese un concilio en Soissons, al que en otro concilio, permiten al rey contraer nuevas nupcias por
asistirían los arzobispos de Lyón, Vienne y Rou'en para dilu- haber sido nulas las primeras.
cidar el asunto. El concilio, no sin cierta ironía para el papa, Entre tanto, el sabio canonista y teólogo Hincmaro, arzobis-
se desentendió de la cuestión. Nicolás I escribió duramente a po de Reims, había publicado un escrito demostrando que
Hjncmaro, mandándole reponer a W u l f a d o y sus compañeros. Teutberga era inocente y que en caso de culpabilidad podría
Qbedeció el de Reims y el asunto se dio por terminado en el Lotario separarse de su esposa, mas no casarse con otra. Con-
concilio de Troyes del 867. vencido por las razones de Hincmaro y también por motivos
3. Actitud de Nicolás I con los reyes4—El cesaropapasmo políticos, Carlos el Calvo apoyo la causa de Teutberga y le dio
de Carloruagno quería que el Romano Pontífice se encerrase en asilo en su reino Guando ésta logró fugarse del monasterio en
el cerco de lo puramente espiritual, dedicado allí a orar por el que estaba recluida.
emperador, protector nato y responsable de la suerte d e la Igle- Lotario se casa con Waldrada, mientras la reina, repudiada,
sia. Contra esta idea reacciona Nicolás I, y, consciente de la apela a Roma. Y es entonces cuando Nicolás I se decide a in-
plenitud de sus poderes eclesiásticos, comprende que el poder tervenir, mandando que se reúna un concilio en Metz, al que
espiritual no ha de limitarse a la oración ni a lo puramente asistirán los obispos de Lotaringia, juntamente con los de Fran-
dogmático, sino qufe debe ilustrar a los demás poderes y diri- cia y Germania, bajo la presidencia de los legados pontificios.
girlos por las sendas' de la justicia, del derecho y de la paz. Pero en aquel concilio (863), por artimañas de Lotario, no se
Afirma que lo espiritual debe anteponerse a lo temporal y llega presentaron obispos de otros reinos ni comparecieron para de-
a insinuar la metáfora dé las dos espadas 1,0 , mas no se espere fenderse Teutberga y Huberto; los mismos legados del papa se
ver en él un, teorizado* de la mal llamada teocracia medieval. dejaron engañar, y las maniobras de Gunther y Tietgaudo con-
En todas sus actuaciones, más o menos mezcladas con la polí- siguieron la justificación del rey y la condenación de Teutberga.
tica, lo que pretendió fué que las leyes divinas y canónicas se Indignóse, el papa al saberlo; y habiendo venido a Roma
cumpliesen debidamente. Doctrinalmente n o innovó nada. E n su Gunther y Tietgaudo, los destituyó fulminantemente, al mismo
actitud frente a los reyes, como frente a los obispos, n o hizo tiempo que declaraba nula la sentencia d e Metz. Contestaron
sino urgir los tradicionales derechos del Pontífice Romano y los dos arzobispos con un violento libelo y lanzáronse a la re-
sus deberes de pastor supremo, aunque apoyándose más de una belión, buscando refugio en el emperador Ludovico II, ante
vez en las falsas Decretales. quien defendieron la causa de su hermano. El emperador salió
Hermano del emperador era Lotario II, que reinaba en Lo- de Benevento coq, un ejército dispuesto a vengar el supuesto
taringia, entre el Rhin, Escalda y Mosa. Este rey, que en su ultraje del papa al rey Lotario. Roma fué conquistada sin lucha
juventud había vivido en concubinato con su querida Waldrada, y el papa sitiado en el Vaticano. Al tercer día la misma empe-
al ceñir la corona se casó de mala gana con Teutberga. Pronto ratriz se presento en San Pedro para parlamentar con Nicoh
quiso deshacer su legítimo matrimonio para desposarse con lás I, «1 cual le dio tan claras explicaciones de lo sucedido, que
Waldrada, y a este fin esparció abominables calumnias contra tanto ella como el emperador se persuadieron de la felonía de
Teutberga, acusándola de haber tenido antes relaciones inces- Gunther y Tietgaudo; el ejército se retiró de la ciudad y los
tuosas con su hermano Huberto, crimeni que en el derecho dos arzobispos fueron enviados a Lotaringia, donde Tietgaudo
franco imposibilitaba para cualquier futuro matrimonio. Por se sometió a la sentencia papal; Gunther persistió en la rebel-
consiguiente, el matrimonio con Lotario era nulo. La reina Teut- día. U n legado pontificio logró separar a Lotario de su concu-
berga fué encerrada en un monasterio, pero sus parientes y los bina (865); mas al regresas a Roma llevando consigo a Teut-
grandes del reino obligaron al rey a reunirse con su legítima berga y a Waldrada, ésta en el camino se fugó para volver a
esposa, cuya inocencia se demostró además en un juicio de su amante. Teutberga, por su parte, harta y a de tantos sinsa-
Dios (858). Lotario empezó a tratar duramente a Teutberga, de bores, pidió al Pontífice que anulase su matrimonio, alegando
tal forma, que la obligó a declararse culpable. Entonces pre- una razón aducida antes por Lotario, a saber, que el concubi-
sentó el negocio a un concilio d e obispos reunidos en Aquiá- nato primero d e éste con W a l d r a d a no había sido tal, sino legí-
grán (860), los cuales, manejados por Gunther y Tietgaudo timo matrimonio; ella prefería renunciar a la corona y retirar-
(arzobispos de Colonia y Trjéveris, vendidos al rey), decretan se a un monasterio. M a s Nicolás I se opuso, porque se trataba
que la reina haga penitencia en un monasterio, aun cuando no "* la santidad matrimonial, que había que defender contra los
abusos de un monarca y la debilidad de ciertos obispos, a to-
ü
° s los cuales escribió comunicándoles la excomunión de W a l -
MGH, Epist VI, 641; ML 119, 918,
P. I. DE CAKLOMAGNO A GKBGOKIO Vil

drada. N o la fulminó también contra Lotario, porque antes de C. 4. LOS PAPAS DEL SIGLO IX 126
liquidarse este asunto, murió 'el papa a mediados de noviembre
del 867.
i^—Kü SE alejara del rey. Este en persona bajó a Italia para defender
^ B f F s u causa ante el papa. En la reunión que tuvieron en Monte-
4, Nicolás I y el Oriente»—Mientras tales altercados se sos- ^ • p v , c a s i n o , Gunther, el arzobispo depuesto de Colonia, fué admi-
tenían en Occidente, otro más grave y trascendental en la his- H g K í I d o a la comunión laica; Adriano II celebró la misa y comsin-
torial eclesiástica turbaba las relaciones de Roma y Bizancio.
Focio, elevado al patriarcado bizantino por las intrigas políti- ^BtÉ'tío en darle de comulgar al rey Lotario, a condición de qu'e éste
cas y violando los sagrados cáñon'es, busca arteramente la con- Hif:•jurase no haber tenido relaciones con W a l d r a d a desde el punto •
firmación de parte del Pontífice Romano. Nicolás I emprende ^ B p ' e n que la concubina había sido excomulgada. | Y Lotario se
la defensa del legítimo patriarca Ignacio* pero los enviados Wmt atrevió a recibir» 'el sacramento del Cuerpo de Cristo!
pontificios caen miserablemente en las redes del astuto Focio, H K Entró el papa en Roma y tras él Lotario, deseando se resol-
cuya causa sale triunfante del concilio de obispos bizanti- BBjp viese definitivamente el asunto de su matrimonio. Convocados
nos (861). Nicolás insiste en reponer a Ignacio y anatematizar •fjf"los obispos de la provincia, lo remitieron a otro concilio más
a Focio, pese a las protestas del 'emperador Miguel, y piensa H E , g'en&ral que se reuniría el año siguiente. La muerte, vino a zan-
en congregar en Roma un gran concilio para ese objeto. Se le B H r jar el asunto de una manera inesperada, pues volviendo Lotario
adelantó la muerte, y probablemente no llegó a saber que ya B f r ' d e Roma, fué atacado en el camino por una fiebre maligna que
antes, en septiembre de aquel año 867, una revolución había H p : le llevó al sepulcro en Piacenza tel 8 d e agosto del 869.
estallado en Constantinopla; el emperador Miguel • caía asesi- Wet\ En el conflicto de Hincmaro el Joven, obispo de Laón, con
nado y el nuevo emperador Basilio, el Macedón encerraba a H ¡ | su tío Hincmaro de Reims y con el rey Carlos el Calvo, el
Focio en un monasterio y reponía en su oficio y honores de Hfl' papa Adriano II siguió las mismas normas dé Nicolás I, recla-
patriarca a Ignacio. N o era esto sino el primer acto del drama • j f .mando para sí el derecho de dictaminar en las causas episco-
fociano, del que trataremos más despacio en el capítulo de las H p . pales; mas no consiguió del rey francés que permitiese al joven
herejías y cismas del Oriente. He.' obispo trasladarse a Roma.

Nicolás I luchó valerosamente contra las intrusiones de la • 1 : . M á s afortunado y más constante en la línea recta e infíexi-
corte bizantina en los asuntos eclesiásticos, como la elección « I ble de Nicolás estuvo Adriano en la grave cuestión del Oriente.
y cambio d e patriarca, e hizo cuanto pudo por defender la con- B|,' Felicitó al emperador Basilio y al patriarca Ignacio; al primero
cepción monárquica de la Iglesia con el primado jurisdiccional m por haber destituido de la sede a Focio, reponiendo al patriar-
d'el Pontífice Romano frente a la concepción oriental de los E ca legítimo, y a éste congratulándose con él y pidiéndole infor-
cinco 1patriarcados, entre los que Roma tendría el primado de P';..' mes d'el estado de su iglesia. Reunió un concüio en Roma (869)
honor 0 *.
% , que ratificó los decretos del papa Nicolás y anatematizó de
H nuevo a Focio, y aquel mismo año envió sus legados a que pre-
H'; sidiesen el concilio de Constantinopla, VIII d e los ecuménicos,
II. ULTIMO TEACIO DEL-SIGLO IX | | en el que se reafirmó la unión de ambas iglesias.
1. Adriano II (867<-872).:—Romano de nacimiento, dulce y E E n el viaje que hicieron a Roma los dos apóstoles de M o -
recto de carácter, tuvo que afrontar los mismos problemas del I ravia, Cirilo y Metodio, llamados por Nicolás I, fué Adriano II
pontificado anterior. Antes de recibir el presbiterado 1 (842)', ha- | quien tuvo el consuelo de recibirlos y de consagrarlos obispos.
bitaba con su legítima mujer Estefanía y con una hija, las cua- •- Donde, le faltó a Adriano algo de la energía y autoridad de
les vivían aún cuando subió al trono pontificio. Por cierto que i . j^* c °lás I fué en componer las disensiones de los reyes francos.
las dos mujeres murieron trágicamente, asesinadas p o r el prol- , -.( Muerto Lotario II, como queda dicho, en agosto del 869, su
pio marido de la hija,É un tal Eleuterio, hermano del célebre . hermano el emperador Ludo vico II reclama para sí el reino de
Anastasio, secretario de Nicolás I. Lotaringia, al cual aspiran igualmente Carlos el Calvo y Luis
« Germánico, tíos del emperador. El papa aprueba los títulos
d
El primer asunto que se le presentó fué el divorcio de Lo- e éste, lo cual n o obsta para que aquellos dos reyes, más pode-
tario II. Procediendo con mayor benignidad que su antecesor, rosos, se repartan entre sí el reino lorenés (tratado de Mfer-
levantó
a0
la excomunión a la concubina Waldrada, con tal que s
en, 870).
* Nicolás I envió misioneros a loa búlgaros y protegió la .
misión de San Cirilo y San Metodio entre los eslavos. F. DVORNIK,
Les Slaves, Bizance et Home au IX siéole (París 1026) 173-79 2. Luchas contra los sarracenos,—Recordemos aquí algu-
passün. nas de las hazañas de Ludovico II, que, aunque emperador, no
Poseía más que el reino de Italia. Ya hablamos de su campaña
Contra los árabes en los pontificados de Sergio II y León IV.
*-" año 870 la isla de Malta cae en poder de los musulmanes.
C. 4. LOS PAPAS DEL SIGLO IX 127
126 i>M. £>fc CARLOMAGNO A GRBGORIÓ vil

cuanto pudo por qu'e marchasen de acuerdo con las armas im-
que tanabién han puesto el pie ten la costa de Dalmacia. El Me-/., periales Ñapóles, Gaeta y Benevento. Y trabajó, aunque inútil-
diterráneo está a punto de convertirse en un lago sarraceno, •
mente, con Carlos el Calvo y Luis el Germánico para que vol-
por cuyas aguas, surcadas de corsarios, no podrán aventurarse ,
naves cristianas. Tratan de ponerse d'e acuerdo los dos empe- : : •' viese el reino de Lotaringia a los dominios, tan escasos, de Lu-
radores, el de Occidente, Ludovíco II, que apresta un buen ,¡ dovico II.
ejército, y el de Oriente, Basilio el Macedón, qufe ofrece su ,; P e r o muere este emperador,-sin dejar heredero, en 875. ¿En
flota. Como ninguno de los dos procede con perfecta pureza ; quién recaerá la corona imperial, que 'desde Caríomagno se ha
de intención, sino con fines egoísticos, surgen,» desavenencias, : '•, I', ido tramsrnititendo por vía hereditaria? ¿Volvería a la rama franca
que se agrian más cuando Bizancio niega a Ludovico II el título l á'.'. o a la rama germánica? Sólo el papa podía decidirlo, y sin la
de emperador, a lo que éste responde con aquella teoría d'e que I; aprobación del Romano Pontífice de nada le hubiera servido a
los griegos han dejado de ser emperadores romanos en castigo " cualquier príncipe arrogarse ese supremo título. Sin1 dudar un
de sus errores, pasando el título imperial por voluntad y dona- momento de sus derechos y prerrogativas, Juan VIII, delante
ción de los pontífices a los reyes francos 1 1 . La alianza no se ate los principales dignatarios eclesiásticos y del senado roma-
logra. Ludovico ataca a los musulmanes, y la ciudad de Bari, ... ..no, proclamó emperador a Carlos el Calvo', rey de Francia.
tras una dura refriega, cae en su poder (870). Aprovechándose £: •'. Este bajó inmediatamente a Italia, y el 25 de diciembre del 875
de las discordias y tumultos acaecidos en Btenevento, las tropas ; recibió en San Pedro la unción sagrada y la corona del Impe-
árabes renuevan sus acometidas, inundándolo todo hasta Bene- .; rio, como stetenta y cinco años antes las había recibido su abue-
vento y Capua; pero el emperador les inflige una derrota en las lo Carlomagnio. Antes de salir de Roma, el nuevo emperador
orillas del Vulturno, y tel jefe Abd-el-Malek huye precipitada- encargó al duque Lamberto de Espoleto y al hermano de éste,
mente em uní barco a Sicilia. N o por eso crece el poderío de Guido de Camerino, la defensa y protección de la Santa Sede,
Ludovico II, porque los lombardos de Benevento se alzan en \ decisión que al año siguiente modificó en el tratado d e Pon-
rebeldía contra él, Capua y Salterno se le independizan y los, thion (876), poniendo a todos los estados lombardos del sur de
de Bari, amenazados por los árabes, entregan su ciudad a los ' Italia bajo la dirección inmediata del Romano Pontífice, con
bizantinos. En Pentecostés del año 872 Ludovico II se presen- lo qute el poder temporal de éste Í « acrecía de modo notable, al
tó en Roma. Adriano II quiso recompensarle sus servicios a la ' m e n o s nomirialmente. Juan V I I I emprende una campaña contra
cristiandad coronándole d'e nuevo en la basílica de San Pedro los piratas sarracenos, reúne un concilio en Ravena y acude a
y llevándole luego en solemne procesión hasta el palacio de una entrevista en Vercelli con Carlos el Calvo; mas tiente el
Letrán. dolor de verle morir tristemente en una aldea del camino el 6 de
octubrte del 877.
3. Política occidental de Juan VUL—El 14 de. diciembre Encaminase el papa al concilio de Troyes (878), donde pien-
del 872 era consagrado en Roma un nuevo pontífice, Juan VIII, •', sa confertenciar con los soberanas carolingios sobre la cuestión
que había de reinar diez años exactos' coto una energía de v o - del Imperio. Cómo no se presenta más que el rtey francés Luis II
luntad que recuerda a Nicolás I, de quien había sido colabora- el Tartamudo, débil de salud y sin ambiciones imperiales,
dor, y con una habilidad diplomática más humana, es decir, Juan VIII, al regresar a Italia, piensa en Boson, cuñado de
menos sobrenatural que la de aquel santo pontífice. Carlos el Calvo; pero proclamado Boson rey de Arles, n o se
E n la Italia meridional, ni los duques bizantinos ni los con- preocupa d e la corona imperial. Entonces la solicita el rey de
des lombardos, casi independientes, saben oponer resistencia al Alemania, Carlos el Gordo,, y no tarda en obtenerla. Proclama-
empuje constante d e los árabes; el duque Adalgis de Benevento, do en Ravena rey de Italia (880), baja al año siguiente a recibir
vasallo del emperador, le niega la obediencia para aliarse con solemnemente la corona imperial en San Pedro. El papa le ex-
los bizantinos de Otranto; los pequeños estados de Ñapóles*, pone los peligros que surgen para los Estados pontificios de
Gaeta, Salerno y Amalfi se avienen a pactar con los invasores parte de los sarracenos y las dificultades que continuamente le
musulmanes. Juan VIII pudo ver desde las murallas de su ciu- crean Espoleto y Camerino, pero el emperador no se detiene a
dad leonina el caracolear de los caballos árabes y temió por la ^ Poner remedio, porque otros negocios más urgentes le aguardan
seguridad de Roma. Su brazo armado era el buen emperador !f ten Alemania, en donde los normandos hacen estragos subiendo
Ludovico II y sólo de él esperaba la defensa. P o r eso hizo v por la corriente del Rhin. Juan VIII tendrá que arreglárselas
\ , con Bizancio.
" "Francorum principes... imperatores dicti sunt, hi dumta- 4. Juan VIH y el Oriente.—Al subir Juan V I H a la Cátedra
xat, qui a Romano Pontífice ad hoc oleo sancto perfusi sunt" ye San Pedro, Focio seguía alejado de la corte y derribado de
(Chronicon Salemitanum, en MGH, Sript, HI, 623).
128 P. I. DE CARLOMAGNO-A GREGORIO Vil C. 4 . LOS PAPAS DEL SIGLO K 129

la sede patriarcal constantinopolitana, mientras el piadoso Ig- i; papa, cediendo a los ruegos de los embajadores bizantinos 1 8 .
nació, restablecido en ella, guardaba todos los respetos para el | Lo cierto es que el concilio celebrado en Constantinopla el
sucesor de San Pedro. T u r b ó estas buenas relaciones el negocio i año 879 significó el mayor triunfo de Focio, triunfo verdadera-
búlgaro. Disgustado el rey Boris de que Adriano II no le hubiese ••'•' mente apoteósico, coln desdoro del nombre d e Adriano II l l é . Es
complacido enviando al obispo Formoso de metropolitano d e :•'* cierto también—pese a algunas versiones mal fundadas—que el
Bulgaria, volvió sus miradas hacia Constantinopla; el patriarca papa Juan VIII escribió benévolamente al indigno patriacrca
Ignacio se apresuró a mandarle clero d e su rito oriental y univ. dando por bueno cuanto había sucedido eni el concilio fociano.
arzobispo. El clero.latino hubo de retirarse de Bulgaria, Adria- '\ jSIada tiene de extraño que, muerto el pontífice, le dedicase: Fo-
no II protestó y en, tiempo de Juan VIII la tensión fué tan alta,; cio unas palabras de elogio en su tratado Del Espíritu Santo.
por el empeño que tenía Roma d e que el antiguo Illyricum no '•' Pero en honor de Juan V I I I hay que afirmar, con Hergenroethef •,
se escapase de su jurisdicción patriarcal,- que el papa llegó a || que la carta Non ignoramus, en que se muestra excesivamente
amenazar con el anatema al patriarca Ignacio. Este murió san- ;5 condescendiente a propósito del Filioque, debe contarse entre
tamiente en octubre del 877, y en su lugar sube p o r segunda vez ' • las apócrifas aB . '
el intrigante Focio. '•' Gracias a esta política de tolerancia obtuvo el papa el apoyo
, Las cartas del nuevo patriarca pidiendo a Roma la confir- del emperador bizantino en sus luchas, contra los sarracenos del
mación en aquel cargo, por halagadoras y mentirosas que fue-'' sur dfe Italia, y atrajo el reino de Bulgaria a la órbita de la Igle-
seni y por más que viniesen reforzados con otras del emperador sia latina; dos ventajas d e muy efímera duración.
y d e muchos obispos bizantinos, no podían borrar de la memo- 5. ¿Murió Juan VIH asesinado?—¡Dentro d e Roma y de su
ria de Juan VIII los crímenes de Focio y las censuras que sobre': ^ mismo palacio de Letrán mantenía el papa a no pocos perso-
él había lanzado el concilio Constantinopolitano del 869. Pero i najes de vida desgarrada o de ambición desmedida. Desterró
en aquellas circunstancias pensó que lo mejor era transigir en a los más indignos, mas no llegó a una depuración completa de
todo lo posible, por lo cual el sínodo romano del 873, delantei • la curia. Con quien más cruel se mostró fué c o n el obispo* For-
de los embajadores bizantinos, redactó una respuesta, cuyo tex- r . f; moso, varón respetable e íntegro, pero tachado de ambicionar
to es muy discutido. Poseemos una redacción latina y otra, la tiara y a quien miraba Juan V I I I como a su enemigo más
griega. ¿Guál es la auténtica? Dice en la latina que el papa acep-, • temible. Los adversarios domésticos le espiaban al papa, y si
ta la reintegración d e Focio a su sede sólo por bien d e paz,, hemos d e creer a los Anales de Ratisbona, continuación de los
ya que lo reclaman el emperador y los obispos orientales; por; Fuldenses, uno d e sus familiares le propinó u n veneno que tar-
eso le absuelve de todas las censuras en que incurrió y manida:/' dó en hacer su efecto; entonces cogió un martillo y le dio con
que, en adelante, se guarden con fidelidad los cánones en la> él en la cabeza, dejándole muerto en el acto. E r a el día 15 de
elevación de cualquiera a la sede patriarcal. A Focio personal- 'diciembre del 882. T a l fué el desastriado y trágico fin del papa
mente le pide que dé alguna muestra d e arrepentimiento ante!' Juan VIII, y creemos más ingeniosa que sólida la suposición
el sínodo, y puesta esta condición, le admite a la comunión y ; que hace el P . Lapótre diciendo que n o fué el Romano Pontífice,
a todos los honores d e patriarca. N a d a d e este acento de per^ •V sino uno de sus parientes asesinado poco después, el q u e dio
don, de absolución y d e misericordia para con un reo aparece- fundamento a la Versión .(recogida por el cronista de Ratisbona
en la redacción griega. Al contrario, solemnemente se hace el ¡unos meses más tarde.
panegírico d e Focio y, en vez d e absolverle de las censuras que; Este bárbaro asesinato, el primero que encontramos en la
contra él fulminó el concilio ecuménico VIII, se declara que- serie d e los papas, nos indica que vamos entrando en una época
fueron nulas ^ de horror y d e sangre, la más oscura y triste que haya atrave-
sado el Pontificado romano.
Suele decirse que el texto genuino es el latino y que el' otro"
fué una falsa traducción amafiada por Focio para que se leyese! Marino / (882-884), siendo obispo de.Ceri, subió a la Cátte-
ldt
a de San Pedro, caso nunca visto hasta entonces, porque
públicamente en Constantinopla, delante de los legados del papa,. i ^
ignorantes del griego. H a y quien sostiene que este amaño n o lo
hizo Focio, sino que es obra de fines del siglo xm. Amann es-' li j M E, AMANN, L'époque carolingienne (París 1937) p. 492, t. 7
¿;£ e la "Histoire de l'Eglise", dirigida por Fliche-Martin. Véase lo
tima probable que la segunda redacción n o se debe a falsifica- • flue décimos en el capítulo del cisma oriental.
ción alguna, sino que fué una atenuación hecha por el mismo •:, " MANSI, Concilio, 17, 370-526; HEPBLE-LBCLERCQ, Histoire des
: !TI ""*q75?¡| ?>?°ncües ÍIV, 585-606..
11 *:-541 * Í E R G E N R 0 E T H E R . Photius, Patriarch vori Oonstantinopel t. 2,
MGH, Epist. Vil, 167-186; ML 126. 853-857; 857-864, etc.
ffijfovij de la Iglesia 2 5
c. 5. "SAÉCULUM FERREUM" 131
130 P, 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

de otros que ahora no nos interesan, el duque Guido de Espoleto


ningún obispo cambiaba de sede, ni siquiera para .alcanzar el
contiende con Arnulfo sobre la corona imperial.
sumo pontificado. Por eso no faltaron quien'es consideraron esta .; EJ papa Esteban V era el llamado a dirimir la contienda.
elección como anticanónica; mas la cosa no. debía de ser evi- Inclinóse en un principio hacia Arnulfo, por temor a la opre-
dente cuando no insistieron. Con la noticia del nuevo papa no sión de Guido, vencedor de B'erengario, pero Arnulfo n o res-
pudo menos de alegrarse Formoso, que, dejando su-destierro de ..; pondió al llamamiento del Romano Pontífice y éste se vio pre-
Francia, vino en seguida a Roma. Marino I le levantó la exco- : cisado a poner la corona del Imperio sobre la cabeza de Guido
munión lanzada por Juan VIII y le devolvió su antiguo obispa- de Espoleto (892), el cual escogió por capital la ciudad d e P a v í a .
do de Porto.
La facción de Espoleto, cuyo caudillo, el duque Guido, había _
dado mucho que hac'er con su rebeldía e insubordinación al papa,
muerto Martino I logró elevar al trono pontificio a Adriano III CAPITULO V
(884-885)', que trató de buscar apoyo y defensa en los señores
italianos más bien que en el lejano, débil y vacilante empera- • "Saeculum ferreum obscurutn"... Los papas y los
dor. La misma tendencia política siguió su sucesor, Esteban V emperadores sajones *
(885-891), consagrado en, seguida de su elección, sin aguardar
a que estuvieran presentes los embajadores imperiales. Para Al llegar al año 900, el analista Baronio n o sabe cómo de-
luchar contra los sarracenos, que habían pasado a sangre y signar al siglo x, siglo de barbarie entronizada en la ciudad
fuego los ¡monasterios de Monte Casino y San Vicente de Vul-. civilizadora del mundo, siglo de torpezas y crímenes, de cala-
turnó, solicitó el auxilio del emperador de Bizancio y así le fué
posible restablecer su autoridad en la Apulia, en Ñapóles y * FUENTES. — E l IAber Pontificalis, de i m p o r t a n c i a capital
Salerno. D e carácter enérgico y reformador, pudiera haber pré- , p a r a la época precedente, a p e n a s dice n a d a de los p a p a s que me-
dian e n t r e Nicolás I y Gregorio V I I . Deben consultarse, sin. em-
venido muchos desórdenes que se promovieron después si su bargo, en la edición de Duchesne, t. 2, 351-446, los Anales romanos
pontificado se hubiera prolongado más años. del card. Boson al fin del Lib. Pontif. WATTBRICH, Pontificum
6. Hundimiento del Imperio carolingio.—El año 885, al mo-, Romanorum vitae t. 1 (Leipzig 1862). T e n e m o s a d e m á s o t r a s bior-
rir en Francia su rey Luis el Joven dejando por heredero a su grafías pontificias en MURATORI, Rerum italicarum scriptores (MÍT
lán 1723ss), y n u m e r o s a s crónicas q u e nos n a r r a n los hechos de
hermanito de cinco años, que había de ser Carlos el Simple,'. éste oscuro período, crónicas publicadas casi t o d a s en "Monu-
los proceres del reino juzgaron más prudente ponerse bajo* "el- merita G e r m a n i a e Histórica", en DOM BOUQUET, Reoueil des his-
ectro del emperador Carlos el Gordo. Este monarca, al domi- torlens des Gaules et de la France, edic. p r e p a r a d a por L. De-
nar en Alemania y en Francia, menos Provenza,, vio por un mo- lisle (París 1869ss) y en Migne. LIXJTPRANDO DE CREMONA, Antapo-
dosis, de 888 a 950, y De rebus gestis Ottonis Magni, en MGH,
mento reconstruido el gran Imperio de Carlomagno. $ólo que, Script. H L E n el mismo volumen p u e d e n leerse FLODOARDO, An-
el Carlos de ahora no era como el de antaño. La nobleza ger- i nales (919-966); WIDUKIND, Res gestae Saxonicae; RICHER, Histo-
mánica veía su incapacidad, y, no atreviéndose a protestar con-"; riae; y BENEDICTOS DE SORACTE, Glvronicon Bened. monaohi S. An*
tra su gobierno, dirigió todas las quejas contra el ministro ira- 'i '•• dreae. E s t e último t a m b i é n puede verse en " P o n t i p e r la Storia
:• d'Italia" t. 55 ( R o m a 1920); REGINÓN DE P R Ü M , Chronicon (hasta
perial, Luitwardo, obispo de Vercélli. Ante el cúmulo d e zcu^- 906), en MGH, Script. I ; ATTO VERCEIÍENSIS, De pressuris Eccle-
saciones que se lanzaron contra él, Carlos el G o r d o le privó fiastiois, en ML 134; Las epístolas del p a p a F o r m o s o y de E s -
de sus honores y dignidades. Luitwardo, rebelándose contra su'> teban VI, en ML 129; las de J u a n X, en ML 131, e r r ó n e a m e n t e
atribuidas a J u a n IX. O t r a s fuentes pueden verse en POTTHAST,
señor, huyó a conspirar en la corte dfe Arnulfo, sobrino del em- Bibliotheca histórica medii aevi (Berlín 1896).
perador y príncipe de Baviera y Bohemia. Este levantó su ejér- BIBLIOGRAFÍA.—Sigue siendo de i m p o r t a n c i a el estudio de
cito y marchó a apoderarse del trono, sin que los nobles ale- DUCHESNE, Les premiers temps de l'Etat pontifical (París 1904);
mames le pusiesen la mínima resistencia. Carlos el Gordo tuvo^ J- GAY, Les Papes du siécle XI et la Chrétiénté (París 1926);
, G-REGQROVIXJS, Gesohichte der Stadt Rom (Berlín 1903); L. SALTET,
que renunciar a la corona en Tribur, a fines del 887, suplicando^ , ^ e * réordinátions. Etude sur le sacrement de l'Órdre (París 1907);
se le concediese un pequeño- dominio en Suabia. Allí descansó; :í *•• DüMMLER, Auxilius und Vulgarius (Leipzig 1866); D. P O P , La
en paz dos meses más tarde, el 13 d e enero> del 888. '.'• béfense du Pape Formóse (París 1933); P . FEDBLE, Ricerche per
** storia di Roma e del Papato nel secólo Xj en "Archivio storico
El Imperio de Carlomagno moría con él. Y de aquel gran; J^lla S. R . di St. p . " (1910) 177-247; (1911) 75-115; E . PICAVET, Ger-
Imperio en descomposición pulularon al instante reinos, reine:, «erí ( p a r í s 1897); F . EICHENGRUEN, Gerbert (Silvester II) ais Per-
s
cilios y otras menores soberanías regionales. Arnulfo se qued^ °nlichkeit (Leipzig 1928); A. PÉREZ GOTENA, Teólogos extranjeros
limados en España. El monje Gerberto, en " E s t u d i o s Eclesiás-
con Alemania; Berengario, marqués de Friul, se proclama r é ticos" 5 (1926) 224-248; C. LXJX, Papst Silvester II, Einfluss auf die
de Italia; Luis, hijo de Boson, rey de Provenza, y por no habla
132 P. 1. DE, CARLOMAGNO A GREGORIO Vil c. 5. -"SAECULUM FERREUM" 133

midades y miserias, d'e horror y desolación, y lo califica de ; cuando se echa una mirada a los santos que con sus heroicas
Saeculum fevveum, por su aspereza y esterilidad; plumbeum, virtudes resplandecen en las celdas monásticas como en las se-
por la deformidad de sus males; obscurum, por la inopia de des episcopales y aun en los tronos reales; cuando se considera
escritores. Y Pagi, su anotador, siguiendo al cronista Hugo la inmensa muchedumbre d e monjes y de cristianos ordinarios
Anitisiodotense, no acierta a ponderar los vicios de .aquella que oran y laboran en la oscuridad, sin que sus nombres resue-
edad, la decadencia universal de los monasterios y la falta de nen en la Historia; cuando se ve el fervor del pueblo en su de-
santos y varones ilustres. voción a los santos, en¡ las peregrinaciones a Santiago de Com-
postela, al Monte Gárgano, a Roma y a _Jerusalén, haciendo
penitencia de sus pecados, se comprende que en aquella edad
I. DESPRESTIGIO DE LA SEDE ROMANA oscura germinasen los heroísmos del siglo xi y ios esplendores
del xn y que acaso nos parezcan más espesas aquellas sombras,
1. Idfea de conjunto* Exageraciones.—A la verdad, no hay ; porque las miramos a través de los testimonios d e aquellos que
que aguardar al año 900 para prorrumpir en tan tristes lamen- reaccionaban en contra.
taciones. El concilio cadavérico del 897 se alza como un hito 2. E l papa Formoso (891-896).—Conocemos al obispo de
de abominación y d'e espanto, en la vía sacra del Pontificado. Porto, Formoso, desde su brillante embajada entre los búlgaros,
Ya para entonces la noche h a caído sobre Roma, noche tan que desempeñó con éxito rotundo, de tal suerte que rapidísima-
oscura y borrascosa como no ha pasado otra igual la institu- mente trajo a aquel pueblo a la fe y obedi'encia de Roma. E l rey
ción divina de la Iglesia. Cualquier otro imperio que n o estu-, Boris, que se había encariñado con él, pidió al papa dejase a
viera asistido por una fuerza sobrenatural se hubiese disuelto Formoso al frente de la jerarquía eclesiástica búlgara. N i Nico-
•en el caos bajo el desgobierno d e jefes, tan miserables, tan dér lás I ni Adriano II accedieron a esta súplica de Boris, alegando
biles o tan esclavizados. Si la Iglesia n o naufragó en aquella que era .anticanónico trasladar a un obispo de una sede a otra,
tormenta íué porque su Fundador la hizo inmortal y le dio pro- ' lo cual tuvo tristes consecuencias para Bulgaria. Formoso entró
mesa infalible de perpetuidad. Al ver tan patente el elemfaito; triunfante en Roma y colaboró activamente en la curia hasta el
humano y corruptible de la Iglesia, todo cristiano que reflexione ^ pontificado de Juan VIII, en el cual sucedió que, habiendo caído
y medite verá más refulgente el elemento divino de la misma, A en desgracia él con otros de sus partidarios, se vio. precisado a
y en vez d e escandalizarse, sentirá que se le robustece la fe y huir a Francia. Juan V I I I le excomulgó y solamente le admitió
la confianza en Dios, ni podrá menos d e admirar el poder de más tarde a la comunión laica el año 878, cuando le arrancó
Cristo, que aun por ¡medio d e vicarios suyos tan. indignos con- J el humillante juramento de no volver a ejercitar jamás las fun-
tinúa llevando a cabo, sin sombra de error, la redención y san-,y ciones del orden sacerdotal y de no pisar el suelo d e Roma por
tificación del mundo. ningún motivo. Sabemos cómo, a pesar de todo, entró en Roma
Cuando los carolingios, debilitados en su poder y caídos I; en tiempo dtel papa Marino I y este pontífice le desligó del ju-
también ellos en la anarquía, dejan de intervenir eficazmente; ramento hecho y le restituyó a su diócesis de Porto.
en los festados del papa, surgen aquí familias poderosas que-/; Muerto Esteban V en 891, el elegido para sucederle fué
por el crimen o la intriga se apoderan del pontificado, señores-^ Formoso, el obispo d e Porto. Sus enemigos dirán más tarde que
feudales y aun obispos que se rebelan contra el papa, y en finí. tal elección fué nula, por prohibir los cánones que los obispos
todos los desórdenes que traía consigo la anarquía feudal mal: cambien de sede. Recuérdese que esto y a había acontecido con
reprimida. Cuando esta intrusión abusiva de l o político en l o ' e
l papa Marino.
eclesiástico se extendió a los obispados y abadías, la Iglesia,^
esclavizada y prostituida, padeció las plagas más infamantes de • Formoso se vio constreñido a seguir en Italia la política de
su Historia. Sólo en la libertad debía encontrar su regeneración.) su antecesor. Si Esteban V tuvo que acatar al rey d e Italia,
Guido de Espoleto, vencedor de los sarracenos, a quien coronó
Por ser tarea fácil y tentadora la de trazar cuadros som-1 ei
nperador > también Formoso se vio forzado a coronar al hijo
bríos, se explica que la mayoría de los historiadores—los del de Guido, Lamberto de Espoleto (892), pero luego, temiendo que
siglo xi más que los del xx—se hayan deleitado en entrcteneii: Jos espoletanos oprimiesen a la Sede Apostólica, reclamó el auxi- •
al lector con los escándalos de aquella edad de hierro; pero. k ° del rey de Germania, Arnulfo de Carintia. Este desciende
* Italia a principios del 893, sin decidirse a llegar hasta Roma.
Politik Kaiser Otio III (Breslau 1898); M. TER BRAACK, Otta IÜ\ Muere Guido a fines de aquel año, y entonces Arnulfo bajá en"
Ideal und Praxis im frühen Mittelalter (Amsterdam 1928 )¿* UI
K. HAMPE, Kaiser Otto III und Rom, en "Historische Zeitschriftí tó segunda expedición, vence a Berengario de Friul en Pavía
140 (1929) 513-533. • V tras porfiada resistencia se adueña de Roma, donde la brava •
C. 5. "SAECULUM FERRfiUM" 135
134 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

aradas por él conferidas 2 , decisión ésta que acarreó mil pertur-


emperatriz Angiltrude, madre de Lamberto, se había fortificado. baciones y polémicas durante más de treinta años, y para colmo
El 22 de febrero del 896 Formoso en la basílica de San Pedro de violaciones y sacrilegios, se procedió a cortarle los tres dé-
ponía la corona imperial sobre la frente d e Amulfo. El nuevo dos de la mano derecha con que, bendecía, y a desnudarle pú-
emperador saliói a campaña contra los "espoletanos, mas una en- blicamente de sus insignias y vestiduras,, dejándole tan sólo el
fermedad le obligó a retirarse. Lamberto con su madre Angil- cilicio, que apareció pegado a la reseca piel. E l ultrajado cadá-
trude vuelven a entrar en Roma, dispuestos a vengarse del papa ver fué echado al cementerio profano de los extranjeros, y ex-
Formoso,- que había coronado a un "bárbaro'.', pero el papa citada la plebe con el salvajismo d e sus autoridades, se lanzó
Farinoso había dejado de existir 11 . como una'hiena sobre los restos putrefactos de su antiguo señor
Fué este Pontífice, de no vulgares cualidades, de virtud y y papa y los arrojaron al Tíber. C o n acento desgarrador y ex-
ciencia, de carácter férreo y poco dúctil, l o que le creó muchos presiones tomadas a Jeremías nos narra lo sucedido un escritor
adversarios; asceta riguroso, que no dejó su cilicio ni en la hora contemporáneo 8 , y lo confirman Liiutprando, el sínodo romano
de la muerte. E n las diferencias que separaban a Roma y a del año 898 y,Flodoardo, ya que las actas del concilio cadavé-
Bizancio, aun después de la muerte de Focio, procedió con ex- rico fueron quemadas al año siguiente del vergonzoso y bár-
tremado rigor. Todos cuantos habían sido ordenados p o r el baro atentado. Como señal de la cólera divina y por impulso
patriarca intruso debían ser' excomulgados y depuestos, no ad- del ángel malo, como asegura Liutprando, el año 897 las pie-
mitiéndoseles más que a la comunión laica en caso de que pidie- dras mismas d e Letrán, residencia del indigno papa Esteban,
ran humildemente perdón. Merece, etn cambio, elogios, la activi- lanzaron su grito de escándalo, derrumbándose la gran basílica,
dad de este Pontífice en pro de la jerarquía y de la evangeliza- madre de todas las iglesias, desde el altar hasta el pórtico. So-
ción de los países del Norte. bre la persona misma de Esteban V I n o tardó en caer el castigo
Cuando Angiltrude y Lamberto de Espoletoi entraron eni Ro- de Dios. Alzóse contra.él parte d e la población, partidaria dé
ma, ya Formoso yacía enterrado en la basílica de San Pedro, Formoso; le despojó vivo de sus vestiduras, como él había
y también su inmediato sucesor Bonifacio VI (896), que sólo despojado a Formoso muerto, lo metió en una prisión y lo
había reinado quince días. estranguló.
Sentábase ahora en el trono pontificio Esteban VI (896-897),
A la Cátedra de San Pedro subió entonces Romano I (897),
antiguo obispo d e Anagni, quien se atrevió a justificar después
que murió antes de cuatro meses, n o sin haber iniciado proba-
su subida al pontificado diciendo que su consagración de obispo
blemente la rehabilitación del p a p a Formoso.
de Anagni había sido nula, por haber sido obra de un pseudo-
papa como Formoso. Todavía reinó menos Teodoro 77 (897), sólo veinte días, lo
suficiente para reunir un sínodo y declarar legítimas las orde-
3. El concilio cadavérico.—Del pontificado de Esteban VI naciones hechas por Formoso. E l cadáver d e éste, arrojado al
no recuerdan las Historias más que un hecho, el más inhumano, Tíber, había sido depositado en la orilla por una crecida del
feroz, macabro y espantoso que se puede imaginar. Probable- río, de donde un monje lo había tomado para darle decente
mente n o fué maldad ni espíritu vengativo del pontífice, sino sepultura. Apenas tuvo noticia d e esto el papa Teodoro, vino
debilidad de carácter, que se doblegó a las exigencias de Angil-. él misimo a buscarlo y, con toda solemnidad, lo trasladó al V a -
trude y de los espoletanos. N o por eso deja de pasar a la His- ticano, cuyas estatuas—al decir de L i u t p r a n d o ^ s e inclinaron
toria justamente con un nombre manchado de infamias y vilezas. teverentemente al pasar los restos de Formoso. L a leyenda po-
Por instigaciátiL sin duda de los que tiranizaban a Roma, el pular se ponía también de parte del desgraciado papa,
cadáver del papa Formoso, que llevaba y a nueve meses enterra- 4. Juan IX (898-900) el Pacificador.—Tumultuosos y vio-
do, fué arrancado al sepulcro y arrastrado desde San Pedro lentos fueron los conflictos que presenció Roma con motivo de la
hasta la basílica constantiniana, donde se había erigido un tri- elección. Juan I X triunfa por fin d e su rival Sergio, furioso anti-
bunal eclesiástico presidido por Esteban V I . La momia de For- formosiano, y se afana por acabar de rehabilitar al papa Formo-
moso, revestida de sus lacerados ornamentos pontificales, com- so. E n dos sínodos de Roma y uño d e Ravena, después de anular
pareció en juicio. U n diácono debía contestar por él las pre- el concilio cadavérico quemando su proceso verbal y de prohi-
guntas del pontífice. Naturalmente Formoso salió condenado, bir que en adelante se juzgue a los muertos, proclama que For-
se declaró nulo su pontificado, inválidas todas las órdenes sa- moso subió al pontificado por sus relevantes méritos, pero que
1
De él escribió Flodoardo: "Praesul hic egregius Formosus, 2
Cf. SALTET, Les réorcUnatlons p. 152s.
laudibus altis,—evehltur: castus, parcus sibi, largus egenis;—Bul- 3
garicae genti fidei qui semina sparsit" (ML 135, 850). invectiva, in Romam pro Formoso Papa, en ML 129, 823-838.
136 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
c. 3. "sAÉctiUmi FEURBÜM" 139
en- adelante se guarden inviolablemente los cánones;-absuelve a
todos los obispos y clérigos que intexyinieron en el macabro cedentes los reconocía como papas; él databa, su propio ponti-
concilio, con tal que pidan humildemente perdón, menos a Ser- ficado a partir del año 898.
gio; a los presbíteros Benito y M a r i n o y a los diáconos León, Sergio III. (904>911), por su encarnizado odio a Farinoso,
Pascual y Juan, y da por buenas y válidas las órdenes sagradas quiso revalidar él concilio cadavérico, en el que tanta parte ha-
conferidas por Formoso. P a r a prevenir los disturbios en las bía él tomado, y declaró que las ordenaciones conferidas por
elecciones papales manda que, una vez elegido' el pontífice por aquel papa eran nulas e inválidas; por lo tanto, todos aquellos
el clero en presencia del Senado y del pueblo,, no se celebre la que hubiesen sido consagrados obispos, presbíteros o simple-
consagración sino delante de l o s legados del emperador, garan- mente diáconos por Formóse tenían que reordenarse si querían
tes del orden y de la paz. Asistió al sínodo d e Ravena -Lam- seguir en sus funciones. Y como bastantes obispos formosianos.
berto d e Espoleto, cuya dignidad imperial fué reconocida desde habían conferido a otros las órdenes sagrada?, también estos
el primer momento. La atmósfera política se iba calmando y la últimos caían bajo esa prescripción. Se comprende el escándalo
perturbada Iglesia romana entraba en vías de restauración, dé y alboroto del clero, n o menos que el escrúpulo de muchas con-
lo cual bien puede ser un símbolo lá reconstrucción, emprendida ciencias. U n o de los pocos que resistieron tenazmente a las:
por Juan IX de la basílica Lateranense. Desgraciadamente, el amenazas de Sergio, acompañadas de excomuniones y destie-
joven emperador Lamberto d e Espoleto, que prometía días de rros, fué el presbítero formosiano Auxilius, quien refutó elo-
paz para la Santa Sede, murió de una caída de caballo ten oc- cuentemente el error d e las reordenaciones en varios tratados
tubre del 898. Muerto Arnulfo al año siguiente, ¿quién ceñiría que nos suministran la más abundante información en todo este
la corona imperial? negocio.
Sergio III era uno de esos hombres a quienes la pasión par-
5. Luis de Provenza, emperador.—A principios del aria 9QQ> tidista ciega y enloquece. E n su rencor contra Formoso se mes-
el bueno, el pacífico, justo y prudente Juan I X abandonó la ciaba también su propio interés. Foxmoso le había nombrado
escena del mundo para dar lugar a Benedicto IV (900-903)', do- obispo de Cere. iNo podía, pues, según los cánones de enton-
tado de parecidas cualidades y seguidor d e la misma política. ces, ocupar la sede romana. Peco 'hay que dtecir que desde d
En Italia reinaba ahora Bef'engario d e Friul, aspirante, al Im- concilio cadavérico había renunciado a sus funciones episcopa-
perio; pero acaso por su poca fortuna en • combatir a los magia- les. Al afirmar la ilegitimidad de aquel papal, confirmaba ahora
res o húngaros que invadían la llanura lombarda, los nobles ita- su propia legitimidad. S u proceder era apasionado, pero lógico.
lianos se volvieron hacia Luis de Provenza, hijo d e Boson, que
6. L a familia ele Teofilacta»—La responsabilidad más grave
pasó los Alpes, se hizo proclamar rey en Pavía y entró en Roma,
de Sergio III ante la Historia se origina d e sus relaciones con
donde recibió d e manos de Benedicto I V la diadema imperial
la familia d e Teofilacto. E r a Teofilacto, distinguido patricio,
en febrero del 901. Refugiado Ber'engario en su marquesado-de
uno de los más altos funcionarios de la curia, que desempeñaba
Friul, n o renuncia a sus derechos sobre Italia!, y aunque en 905
el cargo de vesrararius, al cuaj pertenecía, entrq otras prerro-
tiene que huir ante las tropas vencedoras d'e Luis, vuelve.rápi-
gativas, la superintendencia sobre el gobierno d e Ravena. En
damente, conquista a Verona, sé apodera de la misma persona
la ciudad no había autoridad comparable a la suya. Se le daba
de Luis y, después de arrancarle los ojos, le dteja marcharse a
comúnmente el título de senador y también, por estar al frente
su Provenza. Prácticamente no hay emperador.
de las milicias, el de dux et magister militum. Poseía el castillo
P a r a esa fecha y a había fallecido Benedicto IV, y después dé Santángelo y tan gran poder, que hacía sombra al ¡mismo
dé él, sin cumplir dos meses d e pontificado, León V (903), va- papa. A su lado gozaba de igual poder e influencia su esposa
rón, recto y piadoso, caía destronado y puesto en prisión. El Teodora. Si fuéramos a creer a Liutprando de Gremona, esa
autor de esta revolución se llamó Cristóbal I, uno d e esos papas *, Teodora no era más que una "meretriz impúdica", que vivía en
o seudopapas que, al decir de Baronio, sólo se mencionan en • el libertinaje, poniendo su hermosura y sus pasiones al servicio
el catálogo de los Pontífices Romanos ad corisignanda tantum de su ambición, a fin de acrecentar las riquezas y posesiones de
•témpora. Pronto pagó su crimen. En medio de la revuelta que su familia. Vulgarius, en cambio, un sacerdote formosiano, que
-se alzó contra él se presenta de súbito en Roma Seorgio, el ven- luego se pasó al bando de Sergio III, la apellida "matrona santa
cido rival d e Juan IX. Ayudado d e los francos o espoletanos, y amadísima de Dios" y le habla con místico acento de sus
Se hace proclamar Sumo Pontífice el 29 de enero de 9.04, mete i 'nupcias espirituales con el celeste esposo". Seguramente que
en prisión a Cristóbal I, junto al destronado León V , y poco en Liutprando hay pasión y quizá ignorancia; en Vulgarius,
después los manda degollar a ambos. N i a ellos ni a lo? dos pre- í lisonja y adulación.' Teofilacto y Teodora tenían dos hijas:
c. 5.- "SAECULUM FERREUM" 139
138 P. 1. DE CARLOMAGNÓ A GREGORIO Vil

Teodora la joven y Marozia, iguales a su madre en talento, y pléyades de manijes reformados que harán posible la gran res-
ambición. tauración eclesiástica de Gregorio V I I .
El papa Sergio III debía probablemente la tiara al poderío 7. La camroña de Juan X contra los agarenos*—Dos años
de esta familia, cuya casa frecuentaba más de lo debido, tanto rige la Iglesia el papa Anasrasío III (911-913) y sólo seis meses
que, siendo ya un cincuentón, se dejó prender, a lo que parece, Landon I (913-914), hasta que, con el apoyo de Teofilacto y
en los lazos amorosos de Marozia, la cual apenas tendría veinte Teodora, sube al trono pontificio, contraviniendo a los cánones,
años. Fruto de estas sacrilegas relaciones sería un hijo que, el obispo de Ravena Juan X {914-928). Son evidentemente fal-
andando el tjempo, se llamó Juan XI, y que, ciertamente, tenía sos algunos rasgos novelescos que Liutprando refiere de este
a Marozia por madre. Tales son las noticias que recoge la cró- pontífice enérgico y emprendedor, que en tiempos tan aciagos
nica escandalosa y picante d e Liutprando. N o le daríamos nin- tuvo conciencia de su papel de jefe d e la cristiandad fe inter^
gún crédito, y a que este autor, en su Antapodosis, se muestra vino, no sin acierto, en los principales asuntos de Europa. Desr
muy parcial y confunde más de una vez los hechos y los nom- de el primer momento echó de ver que la marea sarracena cons-
bres, si no viéramos confirmado este punto por el Liber Ponti- tituía un inminente peligro para Roma y sintió la necesidad de
ficalis, que, llegando a tratar d e Juan XI, cifra toda su vida en un poderoso protector. E n el norte de Italia reinaba Berengario,
estas únicas palabras: "Iohannes natione Romanus, ex Patte codicioso siempre de la corona imperial. Juan X le brindó con
Sergio papa, sedit ann, III, mcns. X " . Notemos, sin embargo, ella y no tardó en ponérsela sobre la frente, luego que Bteren-
que el mismo Liber Pontificalis. al'tratar más ampliamente de gario, ovacionado por la muchedumbre, entró en la Ciudad
Sergio, n o hace la menor alusión a sus relaciones con Marozia, Eterna (noviembre de 915).
como tampoco dicen nada Flodoardo ni Juan Piácono. P o r eso
no falta quien atribuya toda esta leyenda a una calumnia.po- Pronto se persuadió el papa de la poca eficiencia militar del
pular, hija de la envidia, calumnia que Liutprando aceptó sin nuevo emperador. E l peligro urgía, y Juan X, dando muestras
crítica. de fino talento diplqmático, se arregló para formar una liga
con Adalberto, marqués de Toscana; con Alberico, marqués de
El nombre de Sergio III va gloriosamente unido a la basílica Espoleto, y con los bizantinos del sur de Italia. El mismo papa,
Lateranense, cuya reconstrucción, empezada por Juan IX, él buen estratega y animoso guerrero, montó a caballo, capita-
la llevó a cabo con gran magnificencia. Murió el papa en abril
de 911 •.*. neando las tropas. E r a el momento oportuno para acometer con
denuedo, porque los musulmanes acababan de recibir un duro
El historiador no puede menos de sentir dolorosamente cómo quebranto en sus fuerzas. El fanático y violento emir africano
las sombras, del siglo x van descendiendo sobre la misma ca- Ibrahim-ibn-Ahmed, habiendo asentado bien su pie en Sicilia,
beza de la cristiandad, pero si levanta un poco los ojos verá pasó el estrecho de Mesina, saqueó y devastó ferozmente todas
que el Cuerpo místico de Cristo, a pesar de sus llagas, v a cre- las ciudades d e Calabria, y hubiera llegado hasta Roma, "la
ciendo y desarrollándose normalmente, y se consolará esperan- ciudad de ese ridiculo viejo Pedro", si la muerte no le hubiera
zado con una lucecita que acaba de brotar en la oscuridad: es cortado, los pasos en el asedio d e Cosenza {octubre d e 902)',
la fundación del monasterio de Cluny (910), del que saldrán En África estallan sublevaciones: Sicilia se pone bajo la auto-
ridad de los califas de Bagdad y entra en negociaciones con los
a
* Laa inscripciones' fastuosas que Sergio I I I hizo componer bizantinos. T a n sólo en1 el Garellano quedan fuertes reductos
p a r a la basílica de L e t r á n pueden verse en DUCHESNE, Liber pon- agarenos, de los que parten "razzias" contra la región d e Capua.
tificalis H , 236-38. Impresionado quizá por las r u i n a s que en E s entonces cuando fel papa Juan X organiza aquella expedi-
R o m a , principalmente en L e t r á n , causó el t e r r e m o t o del 896, un
poeta anónimo se l a m e n t a b a a s i : ción militar que, con ayuda de la flota griega, destruye las úl-
timas posiciones de los árabes en la península italiana (915).
"Moribus et muris, Roma vetusta, cadis." N o faltan en años sucesivos {917 y 918, 925 y 926)' ataques
Mas, al ver cómo la basílica L a t e r a n e n s e . del Salvador, a h o r a contra las ciudades costeras; pero proceden de corsarios y pi-
dedicada también a S a n J u a n Bautista, s u r g í a espléndida por ratas ávidos de botín, no de conquista.
obra de Sergio I I I , otro poeta siente q u e h a pasado el oscuro
invierno y anuncia el florecer gozoso de la p r i m a v e r a :
8. Marozia en la cumbre de su poder,—Uno de Jos héroes
"Nunc gaiudet aulaga Rojma — surgunt gula pergama fracta. del Garellano había sido Alberico, marqués de Espoleto, casado
...Tándem rutthms rediviva — florescit ut iimbrea verna "
con Marozia, la hija de Teofilacto. E l poder e influencia de
(P. FGDBLBJ Ricerche per la storia di Roma..., 1. c. [1910] Alberico y Marozia eran ten Roma tan absolutos, como poco
p. 240). Con g r a n erudición t r a t a ÍTedele del pontificado de Ser- antes los de Teofilacto y Teodora; tanto, que Juan X no se
gio I Í I ; el segü&do a r t . Sobre J u a n X.
C. 5. "SAECULUM FERREUNl" 141
140. P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

resignó a tolerar su opresión. Mientras Bererugario, en la alta fuera de los muros de la ciudad leonina, se descolgó precipita-
Italia, mantenía la corona del Imperio, a su sombra se s'entía damente de una ventanía por una escalera d e cuerda, y así logró
seguro e independiente el pontífice. Pero Berengario cayó ase- escapar a la muerte. Marozia ca'e prisionera de su propio hijo
sinado el 12 de marzo de 924 y los grandes del reino ofrecieron y también el papa. La Domna Senc'rix ignoramos cómo terminó
la corona.de Italia al.conde Hugo de Provenzai, hijo d e la fa- sus días. De Juan XI sabemos que, metido primeramente en la
mosa Waldrada, que fué coronado dos años después en Pavía, cárcel,' salió luego a su palacio, aunque privado de todo poder
Natural era que el papa buscase apoyo en él como en el más político y sin actuar más qu'e en las cuestiones puramente ecle-
poderoso* príncipfe .italiano. Miró con recelo Marozia la alianza siásticas. Murió en,935 y le sucedió el piadoso León VII (936-
, de entrambos, sobre todo cuando, muerto su esposo Alberico, 939), devoto de San Benito. <•
cónsul, de Roma, pasó esta dignidad a la persona de Pedro, her- El arbitro y rey absoluto de Roma era Alberico. Nuevo
mano del papa. Casóse entonces ella con Guido, marqués de Augusto, empezó a llamarse Princeps omnium Romanorum. Se
Tuscia, y como Juan X persistiese en su actitud independiente portó en todo como dictador, pero demostrando gran capacidad
frente a los tiranos de Roma, .Guido y Marozia lanzaron un. política y empleando su autoridad omnímoda en reformas bene-
puñado de gente armada contra el palacio de Letrán, mataron ficiosas. Redunda en honor de Alberico la protección que dis-
a Pedro, hermano de Juan X, y al papa lo encarcelaron en San- pensó a los cluniacenses. Hizo venir de Cluny al abad San
tángelo (mayo de 928), para quitarle luego la vida, sofocándole Odón, por cuyos consejos Se guió muchas veces, y le cedió su
bajo una almohada. Marozia, dueña de la situación, hizo dar propio palacio del Aventino para que lo convirtiera en monas-
la tiara pontificia primeramente a León VI {mayo-diciembre terio. San Odón se encargó de introducir la reforma en varios
• de 928), que n o reinó más que seis meses; después a Este- monasterios romanos, como el de San Pablo, y en Subiaco y en
ban VII (929-931),.que no dejó huella d e su'paso, y por fin a otros del sur de Italia, iniciándosfe así el formidable laboreo de
Juan XI (931-935)', hijo de Marozia. ¿Qué más podía ambicio- la tierra inculta y áspera, que había de producir, pasada una
nar, aquella terrible mujer, que se hacía llamar. Domna Senairix centuria, espléndidas cosechas espirituales.
y dominaba desde su castillo" de Santángelo sobre el Vaticano Bajo la sombra protectora dfe Alberico, que ponía su nom-
y Letrán? Sólo el Imperio. Y trató de conseguirlo. bre en las monedas romanas junto al del papa, desfilan callia,-
9. L a catástrofe y el dictador»—Marozia la dominadora, damente, pero con dignidad de pontífices, atendiendo cuidado-
que, al decir de Liutprando, "non imviriliter monarchiám obti- samente a los asuntos eclesiásticos y sin desentenderse de los
nebaí", había vuelto a quedar viuda por la muerte de Guido. generales de la cristiandad, como lo demuestran sus diplomas,
Pensó entonces en unirse en terceras nupcias con Hugo dé P r o - un Esteban VIII (939-942)', un Marino II (942-946), un Aga-
venza, que reinaba en el norte de Italia y que también ejstaba pifo II (946-955)'. E n este último pontificado se renuevan las
viudo.. D e esta manera n o sólo dominaría en la península italiá- acometidas dfe los árabes contra la costa del sur de Italia, cuan-
• na, sino que haría que su hijo, el papa Juan XI, le otorgase' al do el emir de Sicilia, E l Hasan, se apodera de la ciudad de
. esposo la corona del Imperio. Parecía próximo a cumplirse este Reggio y amenaza a toda la Calabria (950); otras dos veces
sueño dorado, porque en marzo del año 932 el rey Hugo, con desembarcan sus tropas en 952 y 956, p e r o tiene que rfeltirarse
. la esperanza de ser pronto emperador, entraba en Roma con sin positivos resultados. E n adelante serán los cristianos los
gran acompañamiento, dispuesto a celebrar las bodas con la que tomen la ofensiva para desalojar a los árabes de' la misma
mayor magnificencia. La Ceremonia nupcial tuvo lugar en el cas- Sicilia, empresa que no se verá realizada hasta después de un
tillo de Santángelo, presidida por el pontífice. Se hallaban ya siglo. Anotemos aquí que hasta en el litoral de Provenza (Fra-
en el banquete, cuando sobrevino la tragedia. Bntre los comen- xinetum) se había creado una colonia sarracena a fines del si-
sales figuraba un hijo de Marozia, habido en su primer matri- glo ix, que, ayudada por moros españoles, hacía incursiones
; monio con Alberico y que llevaba él misino nombre dfe su pa- por el país comprendido entre los Alpes y el Ródano; y por
dre, Alberico. Estaba muy descontento por el tercer matrimonio más que en 942 fué atacada por Hugo, rey de Italia, y por los
de su madre, y se explica muy bien que en fel calor del ban- bizantinos, perseveró en sus posiciones, llegando alguna vez en
quete se enzarzase en discusiones y altercados, con su padras- sus algaradas a través de Suiza hasta el monasterio de San Gall.
tro, quien le llegó "á insultar ácerbám'zaté. Irritado Alberico, Solamente fen tiempo de Otón el Grande fueron expulsados de
• convocó a sus partidarios' y ' a otros descontentos, los .arengó Freinet los últimos musulmanes (972).
con juvenil elocuencia, evocando, frente a las.ruinas, los an- Alberico, el dictador de.Roma, tuvo un hijo, a quien le im-
tiguos tiempos gloriosos de Roma, señora del mundo, y los lan- puso el. glorioso nombre de Octaviano. Como le destinaba para
zó al asaltó del castillo, Hugo, qvíe había dejado su escolta el trono, la educación que le dio fué profana, palaciega, propia
C. 5. "SAECÜLÜM* F E R R E U M " 14¡1
142 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII

de un príncipe temporal., N o es, pues, extraño que el joven Esto quiere decir, por lo menos, que en la vida dé Juan XIÍ
Octaviano, de pasiones ardientes y algo brutales, contrajera los se veía, más que al pontífice y sacerdote, al príncipe secular¡
vicios que cundían en aquel ambitente. Y fué el mayor desacier- poco diferente de los señores de aquella atormentada y turbu-
to de Alberico el propósito' de que su hijo con la corona im- lenta época.
perial ciñera también la espiritual. Reunió en San Pedro a los Pero hay que advertir una cosa, y es que él gobierno de la
nobles romanos bajo la presidencia del papa y les hizo jurar Iglesia sigute perfectamente normal; Juan XJI se informa de los
que a la muerte dte Agapito II n o eligirían a otro que a Ócta- problemas que se plantean al episcopado ten las diversas nació*
viaino. El primero en morir fué Alberico (954). Su hijo heredó nes, defiende los bienes eclesiásticos aun con amenaza d e exco»
'el título de "Senador y Príncipe de todos los Romanos", y munión, favorece y pide ten cambio oraciones a los monasterios
cuando al año siguiente bajó a la tumba Agapito II, el joven y tiene clara conciencia de que él es la cabeza visible del Cüer»
príncipe Octaviano, que contaría tentonces dieciocho años, ciñó po místico, según afirma en una carta al arzobispo de Magun^
la tiara pontificia. Y se llamó Juan XII (955-964). Desgraciav- cia: "Hemos sido constituidos, después de Cristo, como cabeza
damemte, al cambiar de nombre no cambió de conducta 4 . de toda la Cristiandad, no por privilegio alguno humano, sino
• 10. E l nieto de Marozia en la sede de Pedro.—Es imposible por la palabra del mismo Señor a San Pedro Apóstol...; y, por
al historiador formarse juicio sobre la conducta del joven papa. tanto, cuando tenemos noticia de que algún miembro d e nues-
N o podemos dar crédito al apasionado y parcial Liutprando de tro Cuerpo sufre injustamente tribulaciones y molestias, nos
Cremona, que al narrar las gestas de Otón I, por su tempeño en compadecemos y sentimos el peso del dolor" '".
glorificar a este emperador, acumuló en la cabeza del partido
Contrario todas las torpes calumnias que la maledicencia popu- II. RESTAURACIÓN OTONIANA
lar inventa contra los más altos personajes. Tampoco es digno
dte fe el lyiber Ponttficalis, que probablemente depende en esto 1. La restauración del Imperio»—La conducta de Juan XII,
de Liutprando, aunque Duchesne lo niega, y que ciertamente aunque no fuera tan inmoral como pretenden los que se fían
está redactado en este punto por un enemigo personal de de Liutprando, tenía que escandalizar a los monjes reformados
Juan XII. Basta lo que nos dicte en su extraño latín el monje por San Otón y a otros eclesiásticos seguidores de la misma
Benito de San Andrés, que escribía hacia el año 1000, lejos de
corriente. T a l vez este partido-^-y es conjetura de Hauck—an-
todo partidismo, aunque también sin medios para verificar crí-
helaba la intervención del rtey alemán Otón I en la política ro-
ticamente los sucesos; que Juan XII amaba la caza, que sus
pensamientos eran dte vanidad, que gustaba d e las reuniones de mana, esperando de ahí la paz, el orden, mayor independencia
mujeres más que de las asambleas litúrgicas o eclesiásticas, que y regularidad en lo eclesiástico. Pero por tradición familiar
se complacía en las tumultuosas insolencias d e los jóvenes y Juan XII estaba lejos dte simpatizar con el monarca germánico.
que en lascivia y audacia superaba a los paganos. Frases de- Cuando en 951. Otórí I realizó por primera vez sus ilusiones de
masiado vagas, generales e infundadas, para que el crítico las entrar en Italia, sabido es cómo derrotó a Berengario> el Joven,
admita a pites juntillas 6 . marqués de Ivrea; libertó a la jovten princesa Adelaida, a la
que tomó por esposa, y s e hizo nombrar rey e n Pavía; mas.,
4
No fué Juan XII el primer papa que introdujo. esta inno- queriendo llegar hasta Roma, fué Alberico, padre d e Juan XII,
vación del cambio de nombre. Antes de él lo hizo Juan II (533- quien se opuso eficazmente a tello. Y Otón I tuvo que volverse
535), que se llamaba Mercurio. Después de Juan XII cambió de á Alemania, dejando al vencido Alberico y a su hijo Adalberito
nombre Juan XIV (983-984), dejando el propio de Pedro, y lo
mismo hicieron Gregorio V (996-999), que se llamaba Bruno, y la administración del reino italiano.
Silvestre H (999-1003), que se decía Gerberto. Desdé Sergio IV, El año 960 son los mismos italianos, condes, obispos, etcé-
antes Pedro (1009-1012), todos los papas después de su elección tera, los que se presentan ten la corte d e Otón pidiéndole y su-
han cambiado de nombre, exceptuados Adriano VI y Marcelo II.
• Chronicon n. 35, en MG-H, Script. III, 618. El Líber Pontifi- plicándole baje a Italia a poner coto a los desmanes de Bereiv-
calis resume sus acusaciones en esta frase: "totam vitam in gario. Entre los enviados figuraban dos altos funcionarios ro-
adulterio et vanitate duxit", y Liutprando en las del sínodo ro- manos. ¿Los había enviado el papa espontáneamente, con el
mano, que luego citaremos. Desde el papa Sergio III hasta deseo de librarse de Beremgario, o había dado ese paso cedien-
Juan XII corre un período triste, es verdad; mas no tan es-
candaloso como quiere la leyenda y como repiten ciertos histo- do a la presión del partido reformista?
riadores, hablando del imperio de las meretrices, o pornocracia. Los sueños dte O t ó n iban a realizarse. Sería él, como Carlo-
El que introdujo ese término fué el protestante VALENTÍN E..L0S-
CHER, Histoire des romischen Hurgn-üegiments. de? Theodorae
ML 133, 1014-1015.
144 P. I. DE CAH¿OjIAGNO A GREGORIO Vil C. 5. "SAECULUM gERREUM" 146

magno, el protector del Pontífice Romano y el emperador de ' Mario)', jura sobre los santos Evangelios conservarles a los ro-
toda la cristiandad. La idea del Imperio no había desaparecido ¡ manos sus fueros y costumbtes. Al llegar a la puerta Colina,
de Europa. Acaso nunca lo echaban tan de menos como en ; que está junto al castillo de Santángelo; es honoríficamente
aquellas horas sombrías y anárquicas del siglo x. Ese deseo era recibido por el clero de la urbe, allí congregado con cruces e
una nostalgia en no pocos romanos, y un supremo ideal, ¡mu- . incensarios, y procesionalmente conducido a la escalinata de la
chas, veces ilusorio, en los príncipes cristianos. Ninguno de éstos basílica de San Pedro, entonando todos la antífona: Ecce rnittoi
reunía tantos méritos como Otón I. La figura del monarca ger r angelum tneum, mientras los limosneros del rey arrojan lejos
mánico se veía aureolada de grandeza, no- sólo por sus triunfos monedas para apartar a la turba y abrir paso, En llegando a la
guerreros, como la gran batalla de Ltech (955) contra la formi- plaza que se dice Cortina, delante d e la basílica, los.s'enacjores '
dable invasión de los húngaros o magiares, y la batalla de lo conducen hasta las gradas, en donde baja del caballo.
Recknitz contra los eslavos del norte y este, sino también por
el favor que prestaba a la Iglesia y por la santidad que circun- Entonces el Sumo Pontífice, revestido como para decir misa,
daba su trono: Santa Matilde era su madre; Santa Adelaida, sale en procesión a la parte superior de la escalinata y se sienta
su esposa; San Bruno I, arzobispo de Colorida, su hermano. en el faldistorio, teniendo a la derecha, en la primera grada,, a
Cuenta Widukind que en la batalla de Mer¡seburgo> el ejército los cardenales, obispos y presbíteros; a la izquierda, a los diá-
victorioso se volvió hacia su rey vitoreándole: Pater Patrias, conos; en la segunda grada,- los subdiáconos y acólitos, el pri-
Imperaíorque. micerio y los cantores, los magnates-y otros oficiales de la
curia. Sube el rey con sus arzobispos, obispos y magnates, a
En el otoño de 961 Otón, acompañado de su esposa, entra donde está el Sumo Pontífice, le besa con reveflencia los. pies
en Pavía, desposee de su poder a Berengario y se dirige a la y le ofrece oro a discreción; el papa, por su part'e, le saluda y
Ciudad Eterna. El papa le exigfc garantías. Y 'Otón jura sobre le da un ósculo y un abrazo.
una reliquia de la verdadera cruz hacer todo lo posible por la
exaltación de la Iglesia romana y d e su cabeza, respetar la vida Pónese enipie el pontífice y, teniendo a su derecha al rey,
y el honor del pontífice de los romanos, n o entrometerse en la a su izquierda al archidiácono, avanza hasta la iglesia de Santa
jurisdicción del papa y proteger los estados y posesiones de María in turribus, donde el rey presta el siguiente juramento
la Iglesia?. sobre el Evangelio que tiene el subdiácono delante del altar:
"Yo ¡N., rey de romanos y, Dios mediante, futuro emperador,
2. Ceremonia de la coronación imperial.—El día 2 de febre- prometo,. aseguro, empeño" mi palabra y juro delante de Dios y
ro del año 962, fiesta de la Purificación de Nuestra Señora, de San Pedro que seré protector y defensor de la santa y apos-
Otón y su esposa Adelaida fueron coronados en la basílica de tólica Iglesia romana y del actual Sumo Pontífice y de sus su-
San Pedro por manos de Juan X I I . A diferencia de la corona- cesores, amparándolos én sus necesidades y conveniencias, con-
ción de Carlomagno, que se hizo conforme al rito bizantino, la servando sus posesiones, honores y derechos, cuanto con el
de Otón se celebró según el rito romano, consistente ten la un- favor divino me sea posible, según mi saber y poder, con fe
ción y en el acto de poner el papa la corona sobre la cabeza pura y recta. Así Dios me ayude y estos santos Evangelios".
del nuevo emperador, a lo que seguían las Laudes; como ahora Entonces el pontífice va en procesión al altar de San Pe-
veremos; Laudes que, según algunos códices!, los alemanes pre- dro y a su trono, mientras el rey, con los suyos y con los
• sentes las cantaban en su lengua- tres obispos de Ostia, d e Porto y d e Albano, se queda en dicha
Véase cómo describ'e la ceremonia el Pontifical romano del iglesia de Santa María, donde es recibido como hermano por
siglo XII. Traducimos del latín, abreviando algunas frases del los canónigos de San Pedro y revestido d e las insignias impe-
texto a. riales, entregando su manto al camarlengo del papa,.
"Cuando el monarca viene a Roma a recibir la corona del Hecho esto, sigue a dichos canónigos que van cantando la
Imperio, apenas ha bajado la cuesta del monte del Gozo (monte antífona: Petre, amas me?; y acompañado por el conde del pa-
7
lacio Lateranense y por el primicerio de los jueces romanos,
const.Véase
1, 23. el luramentum Ottonis, en MGH, Leges sect. 4, llega hasta la puerta Argéntea de la basílica de San Pedro.
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Tenemos presente el Pontifical del siglo x n publicado por Delante de la puerta Argéntea el obispo de Albanó le reza la
M. ANDRIETJ, Le Pontifical romain au moyen-áge (Vaticano 1938-40) Primera oración: Deus in cuius manu corda sunt regum, etc. En-
I. 251-254, completándolo con los Pontificales del siglo x i n , ibíd. tran en la basílica, y cuando están en el centro, el obispo de
II,-382-488, y III, 427-435; y seguimos m á s de c e r c a el tercero,
o sea el Pontificóle GuiUelmi Durandi (I, 25), a u n q u e posterior, Porto*recita la segunda oración: Detds inenatvábilis aactoc mun-
porque es m á s completo que el primero y m á s ordenado que el oi. conditor, etc. Siguen adelante, y al llegar a la Confesión de
segundo. Esencialmente no varía. ^an Pedro, el rey sé prosterna en tierra y el archidiácono ento-
146 • P. I. DE CARÍÓMAGNÓ A GREGORIO Vil C. 5. "SAECULTIM FERREUM" 147

na las letanías, acabadas las cuales el obispo de Ostia anuncia: Iglesia romana y los capellanes de la corte imperial, delante del
Patet •noster, y tras breves versículos, pronuncia dos oracio- crucifijo de plata, cantan las laudes: Exaudí Chtiste. Los escri-
nes: Praetende, quaesumus, Domine, fámulo tuo dextemm cae- ndarios de la ciudad, con sus capas de seda, de pie en el coro
lestis auxilü,,etc., y Actiones nostcas... delante del pectoral, responden: Domino N. invictissimo tomar
A continuación suben al altar de San Mauricio, donde el notum imperaron* et semper augusto, salus et. victoria. Repetida
obispo de Ostia unge al emperador con óleo bendito, haciendo esita laude tres veces, el primero de los subdiáconos, con los
la cruz sobre el brazo derecho y entre los hombros, al par que suyos, dice otras tres: Salvatot mundi, respondiendo los escri-
reza estas oraciones: Domine Deus omnipoteh's, cuius est omnis niarios: Tu illum aditiva. Luego, el primer subdiácono dice dos
potesias et dignitas, etc., y Deus Dei Filius Iesus Christus do- veces: Sancta Maña. Responden: Tu illum adiuva. •—Sanóte
minus noster, qui a Patee oleo, etc. Michael. — T u illum adiuva. Y del mismo modo con los santos
Terminada esta ceremonia, sube el rey al altar de San Pe- que siguen: Sánete Gabriel.—Sánete Raphael.—^ariete Iohan-
dro, donde el Sumo Pontífice le recibe y le da el ósculo de paz, nes Baptista.—Sánete Pette.—Sánete Paule.—Sánete Andtea.—
como a un diácono. Y con esto el rey se dirige al pulpito o Sánete Stephane.—Sánete Lautenti.—Sánete Vincenti*—Sánete
ambón, donde habrá un estrado engalanado con colgaduras, y Silvcster.—-Sánete Leo.—-Sánete Gregori.—Sánete Benedicte.—
allí se coloca entre sus arzobispos, obispos y magnates. Sánete Basili.—Sánete Sabba.—Sancta Agnes.—Sancta Cecilia.
Sancta Lucia.
El primicerio y la schola cantorum cantan el introito y lo
demás. Terminado el himno angélico, dice' el Sumo Pontífice Después de esto, el primer subdiácono con los suyos diga
la colecta del día y luego por el emperador la que sigue: Deus dos veces: Kyrie eleison. Y todos a una: Chtiste eleison. Kytie
regnomm omnium, etc. eleison.
Después del canto del gradual y del aleluya, v a el empera- Concluidas las laudes y cantado el evangelio, el emperador,
dor procesionalmente al altar. Allí el pontífice toma del altar sin carona ni manto, se acerca al Sumo Pontífice ofreciendo a
la espada deánuda y se la entrega, entendiendo que con la es- sus pies la cantidad de oro que quiera. Y cuando el pontífice
pada le entrega el cuidado de todo el Imperio. Y al mismo tiem- baja del trono para celebrar en el altar los sagrados misterios,
po dice: Aceipe gladium supec beati Petci corpote sumptum, et- el emperador, como un subdiácono, le ofrece el cáliz y el agua
cétera. Metida la espada en la vaina, el papa se la ciñe al em- y está a su lado hasta que el pontífice, vuelto a su asiento, co-
perador, diciéndole: Accingete gladi'o tuo super fémur tuum, mulga. Quitándose las insignias imperiales, recibe la comunión
potentissime, et atiéndete, etc. Acto seguido, el emperador des- de manos del papa y el ósculo de paz. Entonces toma el globo
envaina la espada y la vibra tres veces virilmente y la enfunda áureo, el cetro, el manto y la corona y retorna a su estrado.
bien limpia en el estuche de la vaina. La posteommunio es así: Deus qui ad ptaedicandum aetetni
Hecho ya miles sancti Petti, recibe del papa el cetro con las tegis evangelium, tomanum imperium praeparasti, praetende fá-
palabras: Aceipe scepttum tegni, vitgam vidélicei vittutis et mulo tuo imperaron' nostto arma caelestia,' ut pax ecclesiatum
aequitatis, etc. A continuación (o antes, según.otros códices), nulla turbetut tempestate bellotum.
el papa le pone una mitra clerical al emperador; tomando del Acabada la misa, el emperador recibe reverentemente la
altar la diadema imperial, se la coloca encima diciendo: Aceipe bendición papal e inmediatamente se dirige al lugar donde, el'
diadema tegni, cotonam impetii, signttm glotiae in nomine Patrís Sumo Pontífice debe montar a caballo, para que le tenga el es-
et Fílii et Spititus sancti, etc. Luego le da el manto y el globo tribo y, cogiendo del freno, lo guíe un poco; lu'ego montará él
áureo. El emperador se arrodilla y el papa le bendice con dos en su propio caballo y cabalgará a la izquierda del Sumo Pon-
oraciones: Pvospice, quaesumus, omnipotens Deus setenis ob- tífice hasta la iglesia de Santa María in Ttanspadina, en donde,
tutibus, etc., y Benedic, Domine, quaesumus hurte principem besándose, se habrán de separar conporalmente, no con el co-
nosttum, etc. razón."
Luego una oración: Detts patet aetetnae glotiae sit adiutor Hasta aquí el ceremonial que se usaba en el siglo xn y pro-
tuus..., después de la cual el emperador, arrodillado, besa el bablemente desde los tiempos d e ' O t ó n * .
pie del Sumo Pontífice. Este asciende a su alto trono y aquél 3. Carácter del Imperio otoniano,—Otón I fué aclamado
va al faldistorio que le han preparado a la derecha del papa. emperador por el papa y por el pueblo romano. Hecho tras-
Avanza con la corona en la cabeza, con el globo áureo en la
mano.derecha y el cetro en la izquierda, hasta su estrado? don-
* Cuando al emperador acompañaba .su esposa, se hacían con
de le rodean sus prelados y príncipes. ella ceremonias semejantes y se recitaban oraciones apropiadas,
ue
El primero d e los subdiáconos con los subdiáconos de 1¿ ^ pueden leerse en Jos citados Pgntif jcaleg.
' 148 P. I. DE CARLOMÁGNO A GREGORIO Vil c. 5. "SAECULUM FERREUM" 149

cendental en la historia del Pontificado y de Europa. E r a la yugo alemán, que él mismo se había impuesto, infiel al empe-
restauración del Imperio, p'ero con un matiz, de parte de los' rador, tiene conversaciones de alianza con el hijo de Berengario
monarcas sajones, más espiritual, más eclesiástico y, por ende, y aun1 trata de pactar—según se dijo más tarde:—con los terri-
más universal y católico, o sea menos nacionalista que el de bles húngaros y con los griegos para echar del suelo italiano a
los carolingios, aun cuando su soberanía efectiva y directa so- Otón. Este revuelve sobre Roma, y mientras el papa huye a Tí-
bre territorios de Europa era más restringida que la de C arlo- voli, un sínodo romano presidido por el emperador juzga y de-
magno. El segundo y tercen O t ó n miraráni más a Roma y al pone a Juan XII (963). Liutprando, allí presente, hizo d e intér-
Mediterráneo que • a Alemania. Desde ahora todos los reyes» prete d e Otón, y nos ha consignado todos los íirímenes de que
germánicos buscarán la aprobación del Romano Pontífice p a r a acusaron al papa en' este orden: celebrar misa sin comunión,
poder titularse reyes de romanos y emperadores del Sacro Ro- ordenar a destiempo y en una cuadra de caballos, consagrar
mano Imperio con la soberanía de gran parte de Italia. Prerro- simoníacaraente a algunos obispos y a uno de edad de diez
gativas del emperador serán: 1) el Imperium mundi o la incum- años; otros sacrilegios: hacer de su palacio un lupanar a fuerza
bencia de> arreglar los conflictos de la cristiandad, manteniendo de adulterios, dedicarse a la caza, haber cometido la castración
el orden cristiano, según las normas del papa; y 2) la Advocatia y asesinato de un. cardenal, haber producido incendios armado
Ecclesiae, esto es, la protección de la Iglesa, de su cabeza, de de espada y yelmo, beber vino a la salud del diablo, invocar fea
sus derechos, .de sus estados temporales contra todos sus ene- el juego a dioses paganos, n o celebrar maitines ni horas canó-
migos. Como dijimos al tratar de Carlomagno, esta dignidad y nicas, n o hacer la señal d e la cruz.
preeminencia no implica jurisdicción alguna sobre los demás
príncipes, aunque sí le da al emperador cierta autoridad sobre N o vayamos a creer ingenuamente todas estas acusaciones,
edlos y como cierto derecho público de primacía y dirección en algunas demasiado atroces para dichas d e un hombre que no
las empresas por el bien de la cristiandad. Desgraciadamente sea un monstruo o un demente; otras ridiculas e imposibles de
esta soberanía, que siempre fué más ideal que real, se convirtió, demostrar, por más que a la demanda del emperador, si en tal
en maños de n o pocos emperadores, en instrumento opresor más requisitoria se habían dejado llevar de la pasión o de la envidia,
que defensor de la Iglesia y del Pontificado. respondiesen los congregados negativamente.
A la coronación de Otón I siguió, el 13 de febrero, un trata- Otón, con. verdadero fundamento, le acusó de deslealtad y
d o importante, cuyo diploma se conserva todavía en el Va- traición. Y el clero romano, diciendo que a grandes males gran-
ticano 10-. des remedios, se decidió a condenar al ausente papa, deponién-
En aquella especie de concordato el emperador garantizaba ; dole y nombrando en su lugar a un simple laico, el protoscri-
al pontífice sus dominios temporales y se los ampliaba, de suer- niario León, que en dos días recibió todas las órdenes menores
te que sus fronteras, taxativamente marcadas, abarcaban tres i y luego la consagración episcopal. E s t e antipapa se llamó
cuartas partes de Italia, donación más generosa que la de Car- •.•• León VIII (963-965). Inexplicable ceguera la del clero romano
lomagno. A continuación hacía constar que al emperador, como y de Otón al arrogarse el poder d e juzgar al Vicario de Cristo,
a protector de la Iglesia, pertenecía el alto dominio de esos lanzándose abiertamente por el camino del cisma. Con semejan-
mismos estados tan generosamente concedidos. Los romanos, tes acusaciones increíbles, un rey francés, Felipe el Hermoso,
por su parte, juraban fidelidad al emperador y prometían, ins- promoverá el proceso de Bonifacio VIII.
pirándose en la Constiíutio del año 824, que nunca eligirían. Retirado en Campania, Juan XII aguardó a que se marchase
Sumo Pontífice sin la aprobación imperial, ni se celebraría la el emperador, y no bien hubo salido éste a la lucha contra los
consagración sino delante de los dos missi o representantes del í secuaces de Berengario, regresó aquél a la ciudad, puso en fuga
emperador. a León VIII, deshizo cuanto él había hecho y procedió violen-
tamente contra sus propios enemigos. E s t o quiere decir que la
4. El cisma.—Apenas Otón I había salido de Roma para :
mayoría de los romanos estaba d'e parte del verdadero papa.
luchar contra Berengario y su hijo Adalberto' que se resistían
en el norte d e Italia, cuando Juan: XII, sintiendo la pesadez del j Otón emprendió de nuevo el viaje hacia la Ciudad Eterna.
En el camino tuvo noticia de que Juan X I I acababa de fallecer,
10 probablemente de un ataqute de apoplejía, sin recibir los sacra-
Privilegium Ottonis, en MGH, Leges sect. 4, const. 1, 241:
ML 98, 603. El diploma que. se conserva no es el original, pero sí; mentos y herido por la manó del diablo, según Liiutprando
unai copia exacta y c o n t e m p o r á n e a del documento, conio k a "de-1. ( H mayo de 964).
• mostrado T. SICKEL, Das Privilegium Ottos (Innsbruck 1883). D«'í
chesne y Amann opinan que el texto primitivo aufrió algún pe- Entre tanto los romanos, sin preocuparse del antipapa León,
queño retoque, '" V contra el pacto de 963 t eligieron para el Sumo Pontificado
150 P. I. DE CARLOMAGNQ A GREGORIO VII c. 5. "SAECÜLÚM FKRREÜM" ____}!?!

a un subdiácono de Roma que tenía fama y hechos de hombre minios y les otorgó inmunidades y privilegios, como el poder
prudente y que se llamó Benedicto V (964). judicial, la facultad de batir moneda, tete. A diferencia de los
Indignóse Otón al saberlo' y aceleró su marcha sobre Roma. . señores laicos, que transmitían sus dominios por herencia, los
Benedicto mandó cerrar las puertas, de la ciudad y aprestarse obispos recibían sus posesiones y jurisdicción de manos del mo-
a la defensa, pero el hambre provocó un motín y el emperador . narca., el cual por eso ejercía sobre ellos un influjo preponde-
pudo hacer su entrada con poderosa escolta. Delante de un í rante que los vinculaba forzosamente al trono. Desde los tiem-
sínodo improvisado el infeliz Benedicto V fué despojado de sus pos de Otón I hasta 1803, año d e la secularización, los arzobis-
vestiduras pontificales y desterrado luego a Hamburgo, donde pos, obispos" y abades alemanes fueron, a la vez que autorida-
murió en olor de santidad en 966. Un año antes fallecía tran- des eclesiásticas, señores temporales.
quilamente en su trono de Roma el antipapa León VIII. Y Otón generalizó la costumbre—aunque el Accipe Eccle~
5. La personalidad de Otón I,—Aunque ya nos hemos re- siam sea algo posterior—que "en el momento de la consagración
ferido anteriorimente a los hechos de Otón I con ocasión de la ¡ de un obispo fuese el monarca—no, como antes, el metropoli-
restauración del Imperio, conviene precisar alguno® rasgos d e , : tano—quien le entregase el báculo pastoral; esto era. darle la
su política eclesiástica. Otón I el Grande, hijo del valiente En- i- investidura, a lo que respondía el elegido con un juramento de
rique I de Sajomia, apellidado el Pajarero ff 936)', estaba des- i fidelidad. Nadie se escandalizó entonces de esta mezcla y fu-
tinado a ser por sus dotes, sus aspiraciones y sus triunfos un i sión de lo espiritual con lo temporal, como tampoco el hecho
nuevo Carlomagno. Hasta en lo físico tenía la grandeza dé ; de q u é Otón nombrase a los obispos, y a que escogió las per-
aquél. El monje iWidukind, su contemporáneo, nos h a dejado ^ sonas más dignas, lo cual se debió en buena paite a los conse-
este retrato: "En su imponente festatura brillaba la dignidad ; jos de su santo hermano Bruno de Colonia. Por fines políticos
real; tenía cabellera gris, ojos claros d e fulgurante mirada y y porque quería un episcopado fiel a su causa, hizo qu"e su hijo
vivo, resplandor, semblante rubicundo, barba muy abundante, Guillermo .poseyese el arzobispado de Maguncia; su hermano
contrariamente al uso antiguo, y pecho tan velludo como el de ;! Bruno,, varón tan ilustre por su habilidad diplomática como por
un león". Aunque protegió las letras, su instrucción era escasa, :. su alta ciencia, virtud y celo, el arzobispado de Colonia; sus
pues sólo muy tarde aprendió á leer y nunca supo el latín, aun- v primos los de Tréveris, Osnabrück y Wuxzburgo. Las luchas
que sí el francés y el 'eslavo. Coronado en Aquisgrán por el j de las investiduras tienen aquí su germen.
arzobispo d e Maguncia (936)', lo primero que hizo fué sojuzgar Robustecido su reino en él interior, Otón se volvió a los
a los nobles, siempre levantiscos, sometiendo al duque de Ba-,i enemigos exteriores, que lo eran de la cristiandad, o sea a los
viera, su hermano; a Conrado, duque de Lorena, y a su propio pueblos bárbaros y paganos que amenazaban al Imperio; obtuvo
hijo Liudolfo de Suabia, que se habían confabulado contra él o las resonantes victorias y a mencionadas, fundó la Marca del
y gozaban de independencia y soberanía de príncipes. Con ob- f Este {Austria), puso las fronteras orientales de la cristiandad
jeto de limitar el poder de los nobles y robustecer la corona se , en el Elba y el Oder y convirtió a Germania en foco de irra-
apoyó en la Iglesia. diación misionera, principalmente hacia Escandinavia, partien-
Recuérdese cómo al debilitarse la unidad nacional surgen do de Hamburgo, y hacia el mundo eslavo, desde las nuevas
en los albores del siglo X los cinco ducados nacionales, el dé diócesis de Havelberg (946)'y d e Brandeburgo (948). Consúl-
Sajonia, el d e Baviera, el de Franconia, el d e Suabia y el de ' tense los concilios de Francfurt (951) y, sobre todo, de Augs-
Lorena, cada uno con fisonomía propia y con gobierno casi ; burgo (952), presidido por Otón en p'ersona, y se verá cómo se
autónomo. Con eso la monarquía pierde su fuerza y autoridad, .1 preocupó de levantar el nivel moral del clero y cuántas medi-
y como la monarquía había sido, la gran protectora d e la Igle- das reformatorias dictó dentro de sus estados.
sia, y los nuevos duques, en sti afán de soberanía, n o querían Su dechado era Carlomagno, y la semejanza llegó a ster per-
estar supeditados a un episcopado rico y bien organizado, ha-;. fecta en lo posible cuando Juan XII puso sobre su cabeza la
bía peligro de que también la Iglesia perdiese su autoridad e-:. corona imperial. Cometió un grave desacierto al presidir el sí-
influencia. Se explica, pues, que los obispos alemanies abogasen, nodo romano que eligió al antipapa León V I I I .
por que la corona recobrase todo su antiguo poder. Con per-; Muerto éste en 965, se puso de acuerdo con los romanos
fecta clarividencia advirtió Otón I que la mejor—por no decií, para que saliera elegido el obispo de Velletri, Juan XIII
la única—aliada de su política era la Iglesia, y en ella se apoyó,; (965-972).
convirtiendo a los obispos en príncipes o señores que contraba- i: 6. Teofílactos y Crescencios,—La casa de Teofilacto vol-
lanceasen el peso de los príncipes seculares. Para elevarlos a' vía al trono de los papas porque Juan XIII era hijo dte Teodora
esa categoría civil y política Jes aumentó las posesiones y. do- la joven, la hermana de Marozia. A los dos meses un alzamien-
C. 5. "sAECULtEM PERREUM" 153
152 P, 1. DE CARLofctáGNO A GREGORIO VÜ

su lugar, como antipapa, a un tal Franco, que se llamó Bonifa-


to popular le metió en prisiones. Apenas se vio libre de ellas, cio VII (974). Este, sitiado en Letrán por el legado imperial,
reunió un 'ejército y cayó, sobre Roma, en la que ejecutó, vio- tuvo que escaparse a Constantinopla, para reaparecer años
lentas represalias. Al mismo tiempo venía ya Otón I en su ayu-
da. E n la Navidad de 967 el emperador y el papa se reunieron' adelante.
para los oficios litúrgicos en la basílica d é San Pedro. Fué en- Entraba en los planes de Otón I el Grande devolver a la
tonces cuando Juan XIII coronó solemnemente al príncipe Santa Sede, tan abatida y humillada en tiempos inmediatos,
Otón II, juntamente coa» su padre, asegurando así la dignidad, todo su prestigio moral, y para ello no había 'medio mejor que
imperial en la dinastía de Sajonia. Cuatro años más tarde, el elevar al pontificado hombres santos y partidarios de la refor-
14 de abril de 972, en aquella misma basílica bendecía Juan XIII ma. Quizá al desaparecer Benedicto V I solnó entre los papables
el matrimonio del joven Otón II con la princesa bizantina Teó- el nombre de San Mayólo, abad de Cluny. D e todos ¡modos, el
fano. N o le había costado poco al emperador el logro d e tan elegido fué un entusiasta de la reforma monástica, el obispo
bella ilusión, que simbolizaba la paz del Imperio de Oriente con de Sutri, Benedicto Vil (974-983). A muchos monasterios que
el de Occidente y unía su sangre germánica con la griega. El deseaban vivir inmunes de toda usurpación procedente de no-
mediador en estas negociaciones había sido Liutprando de Cre- bles o de obispos y consiguientemente reformarse en la disci-
mona; él presentó al emperador bizantino la petición de la mano plina claustral los recibió bajo la protección de San Pedro
de Teófano para el príncipe alemán, solicitando que como dote mediante un pequeño censo anual, costumbre que se fué gene-
se le concediesen las últimas posesiones de Bizancio en Italia. ralizando en toda Europa por obra de los cluniacenses.
Disgustó la proposición a Nicéforo Focas, el cual se irritó mu- Varios concilios romanos, bajo la presidencia de Bemedicr
cho más cuando llegó una carta del papa en que se le llamaba to VII, legislaron contra la simonía en las órdenes sagradas' y,
"Emperador de los Griegos", al paso que a Otón se le decía- hablaron de reforma con un acento que no se había escuchado
"Emperador de los Romanos", título este que siempre habían hasta entonces. E n Alemania nadie secundaba mejor esta ten-
usado los bizantinos. Las negociaciones quedaron rotas. Pero dencia reformatoria que la piadosa emperatriz Adelaida, aun
sobrevino el asesinato del emperador Nicéforo II (diciembre después de la muerte d e Otón I.
de, 969)', y su sucesor, Juan Tzimisces, accedió al casamiento
de Teófano.
El papa Juan XIII murió en septiembre del año 972. E n su III. O T Ó N II Y O T Ó N III: LUCES Y SOMBRAS
pontificado apuntan las primeras tentativas de reforma eclesiás-
tica (concilio de Ravena, 967). Favoreció a los cluniacenses, re- 1. Otón II y Gregorio V (996-999),—Otón II no tenía las
solvió muchos asuntos de las diócesis y monasterios de Alema-- cualidades de su padre y reinó breves años. A poco de la de-
nía, Inglaterra, etc. Era España, a petición del conde Borrell, rrota que le infligieron los sarracenos junto al cabo> Colonna
otorgó a la ^ciudad de Vich la dignidad d e sede arzobispal, que (982), se presentó en Roma. El papa Benedicto V I I acababa de,
antiguamente había tenido Tarragona, y envió el pallium a su morir el 10 de julio del 983 y era preciso darle un sucesor. El
arzobispo Atón en 971 a1'. designado fué el obispo de Payía, Juan XIV (983-984), mas
Cinco meses de vacancia sucedieron a la muerte de Juan XIII. apenas subido al trono tuvo que llorar la muerte d e su protec-
A O t ó n I, muerto súbitamente en mayo de 973, le había suce- tor. El emperador Otón II falleció en diciembre de aquel mis-
dido su hijo Otón II. Quizá hubo forcejeos entre el partido mo año a los veintisiete de su edad. Dejaba, un niño de tres
italiano y el alemán respecto al futuro papa. Salió elegido el años, que será Otón III.
candidato imperial Benedicto VI (973-974), romano de naci- E n aquellas circunstancias la tragedia vuelve a instalarse
miento; mas al poco tiempo estalló en la ciudad una revolución en las calles d e Roma. Aquel papa intruso que se llamó unos
que le metió en la cárcel, donde fué cruelmente estrangulado. días Bonifacio V I I , desde su refugio de Constantinopla espiaba
¿Quién era el caudillo de esta revolución? Cierto Crescen- los acontecimientos italianos, y ahora, con la protección del
cio, hijo de Teodora la joven y, por consiguiente, hermano de emperador bizantino, entra en la Ciudad Eterna un día de abril
Juan XIII. Proclamado cónsul de Roma, príncipe y señor de de 984, coge prisionero al papa legítimo Juan X I V y le hace
todos los romanos, se alzó contra Benedicto VI, poniendo en morir de hambre en los calabozos de Santángelo', crimen que
pagó -muy pronto el propio Bonifacio, cayendo asesinado por
M
JAFFÉ-LOBWBNFELD, Re gesta Pontificum I, 475, n. 3746 y 3747. el populacho (julio de 985) y siendo su cuerpo desnudo arras-
Poco antes, en 968, el conde Oliva, presente en Roma, alcanzó del trado por las calles hasta la estatua de Constantino.
p a p a la protección apostólica p a r a s u monasterio arulense (JASTE, La emperatriz Teófano, ahora regente por la menor edad
474, n. 3734).
154 V. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. 5 . "sAECÜLÜM B É R R E U M "
155

de Otón III, gobernó con exquisita prudencia y dejó en liber- emperador, en la cumbre de sus ensueños, puso su vista en el
tad a los romanos para que eligieran normalmente un nuevo hombre más sabio de Occidente, en tel monje Gerberto, que ha-
pontífice, que fué Juan XV (985-986). Empezaba a ser arbitro bía s i d o su maestro y ahora era su consejero y arzobispo de
de los destinos dte Roma otro Crescencio, que para distinguirse Ravena. Y en la Cátedra de San Pedro se vino a sentar Silves-
de su padre s e llamó Crescencio Nomentano, el cual, con la tre U (999-1003), el primer papa francés.
tolerancia de Teófano, se proclamó patricio de la ciudad y
usurpó todo el poderío temporal, esclavizando al pontífice. Este 2. El año 1000»—¡Cuánto se ha delirado a propósito del
quedó relegado a los asuntos puramente eclesiásticos y a los año 1000 y de los terrores milenarios! Q u e un Michelet, un
que interesaban a la cristiandad en cada nación. Los nombres Carducci y un Flammarion no hayan podido contener su po-
de ambos aparecen juntos en algunos diplomas. Merece con- derosa y ardiente fantasía ante el sugestivo tema de una cris-
signarse el hecho de haber sido este papa quien celebró el tiandad angustiada, febricitante y visionaria en la media noche
año 993 en Letrán la primera canonización solemne de un' santo. medieval, se comprende perfectamente;, p e r o que historiadores
Ste trataba de San Ulrico, obispo de Augsburgo (f 973), amigo serios y ponderados hayan aceptado sin crítica la leyenda del
de Otón I y uno de los grandes obispos alemanes del siglo, x, año 1000, y la hayan dejado rodar para que fuese creciendo,
que brilló al lado de Bruno, de Colonia (f 965); Enrique, de no es t a n fácil de explicar. Los cultivadores de ese género hí-
Tréveris (f 964); Burcardo, de W o r m s (f 1023); Woífango., brido y monstruoso que se dice novela histórica, o, lo- que es
de Ratisbona (f 965); Pelegrín o* Pilgrim, d e Passau (f 991); peor, historia anovelada, tomaron en sus manos tan interesante
Reginaldo, de Eichstadt (f 989); Conrado, dte Constanza (f 934)'; argumento y nos describieron el pánico que se apoderó de los
Adalgado, de Brema (f 988)'; Dietmaro, de Merseburgo (f 1019); hombres europeos la víspera del año 1000, el día precisamente
Willigis, de Maguncia (f 1011), etc. de S a n Silvestre del 999; los presagios del inminente fin del
mundo, la absoluta parálisis de la vida civil, el cierre dte las
Añadamos a estos nombres ilustres el del primer papa ale- ' tiendas y talleres, la escualidez del campo inculto, las iglesias
mán Gregorio V (996-999). Llamábase Bruno, tenía veintitrés rebosantes de fieles en oración,, las procesiones dte penitentes,
años y era capellán de palacio y sobrino de Otón III al ser las multitudes de ojos alucinados en expectación d e un fenó-
honrado con le tiara. L o primero que hizo fué coronar al joven meno celeste que anunciase la venida del Juez.de vivos y muer-
emperador en la basílica de San Pedro con la mayor magnifi- tos y después el alborear d e una nueva edad, con gozo y ale-
cencia el día de la Ascensión, 21 de mayo dte 996. Crescencio II gría d e resurrección. D e todo ello no se encontrará rastro en
tuvo que dar cuentas a O t ó n de la conducta observada con las crónicas, historias y documentos d é aquella época.
Juan X V , y en castigo fué desterrado.. El papa intercedió.por
E n ningún país se presentaba el horizonte tan sombrío y tor-
él y Crescencio regresó a' Roma; pero aquel cabecilla, lejos de
mentoso como en la España cristiana. P a r a aquellos rudos y
agradecer el beneficio, tramó una conjuración contra Grego-
austeros españoles del año 1000 la aparición del terrible caudi-
rio V, obligándole a huir a Pavía y quedando él con el título ,
llo moro Almanzor, con sus anuales campañas desoladoras que
de patricio y cónsul de los romanos. Hasta se atrevió a nom-
sembraban el espanto y la muerte hasta en los riscos más es-
brar un antipapa en la persona del griego calabrés Juan Filagato
carpados del Norte, les podía dar la sensación de un ángel ex-
(Juan XVI), maestro que había sido de Otón IÍI y obispo de
terminador que amenazaba aplastar a los últimos cristianos.
Plasencia. Irritado el emperador por tal violencia perpetrada
¿No había llegado a saquear en 997 la misma ciudad d e San-
contra el legítimo papa, bajó a Roma, mandó decapitar a Cres-
tiago de Compostela, aunque respetando la tumba dtel Apóstol?
cencio en el castillo dte Santángelo en 998 y arrojó a la cárcel
Y años antes, ¿no había saqueado a Cóímbra (987), incendiado
al infeliz Filagato, a quien los soldados habían arrancado la
a Barcelona y a sus monasterios (985-986), arrasado a León
nariz, los ojos y la lengua. La raza d e los Crescencios no quedó
(984) y a Zaragoza (982)? D e aqutella tremenda pesadilla no
exterminada, como veremos u * .
se libraron los cristianos hasta el año 1002, en qute aquel rayo
El papa Gregorio V fué restablecido en su trono, y en se- de la guerra se estrelló mortalmente ten la batalla d e Calataña-
guida le hallamos, como jefe de la cristiandad, interviniendo en zor. ¿No era ese ambiente de angustia primero y lutego de res-
los más graves negocios, como el matrimonio de Roberto el piro y alivio el más a propósito para dar origen a la leyenda
Piadoso de Francia. La mu'erte vino a paralizar la actividad de del año 1000? Y, sin embargo, no queda vestigio de ello en nues-
aquel joven pontífice al finalizar el siglo x {999). E l glorioso
tras crónicas.
u
* E l pueblo romano lloró la m u e r t e de Crescencio I I con E n Francia tes verdad que hubo algunos, como Odón de
" m a g n u s p l a n e t u s " (P. BREZZX. Rom/ia e Vimpera medievalle 774- Cluny (f 942), que calcularon el fin del mundo para el año 1000,
125? [Bolonia 19471 p. 169),
y Abbón de Fléury afirma que siendo él niño (adolescentulus
156 P. 1. DE CAHLOMAGNO A GREGORIO Vil c. 5. "SAECULUM FERREUM" 167
*
aadivi) oyó predicar semejante idea en una iglesia de París; más caóticas del siglo x, apuntaban las primeras lumbres de
pero escribiendo hacia el año 960 a los reyes Hugo y Roberto, una aurora de reforma.moral y de cultura, y cuando un empe-
rechaza tal opinión y la desacredita. Los más próximos al rador como Otón III, místico y soñador, idealista y amigo de .
año 1000 ya no pensaban en tales pronósticos ni padecieron los astíatas más austeros, más griego que germánico, iba ese
esos apocalípticos terrores a l 2 . año 1000 a visitar en Aquisgrán el sepulcro de Carlomagno y
Q u e hubiera entonces algunos persuadidos de la inminencia a soñar grandezas futuras ante el cadáver del gran emperador,
del fin del mundo n o significa nada, pues en todas las épocas que, extraído de su tumba, dicen que apareció incorrupto, sen-
los ha habido. Suelen citarse unas palabras de Raúl o Rodolfo tado en su' trono^ la corona en la cabeza y la espada y el cetro
Glaber, monje que escribía en Cluny la Historia de su tiempo en las manos. "
hacia el año 1044, y que se refiere a una especie de rejuvene-
cimiento d'el pueblo cristiano poco después del año 1000. Pero 3. El papa Silvestre II.—Gerberto de Aurillac había nacido
hay que notar que Glaber habla de un rejuvenecimiento pura- en u n pueblo de la Auvernia hacia el 938. Tomó el hábito en
mente artístico o arquitectural que tuvo lugar por aquellas ca- el monasterio d e San Geraud d e Aurillac, y hechos los prime-
lendas con la reparación y construcción de templos, y que fcsto ros estudios, pasó a Vich, en España, donde fel obispo Aitón
empezó, según él, n o poco después del año 1000, sino poco an- descollaba sobre sus contemporáneos por su conocimiento de
tes. Dice así: "Acercándose ya el tercer" año anterior al año 1000 las matemáticas y astronomía. D e él aprendió el monje Gerberto
(igitur infra supradictum millesimum, anno tertio iam /ere ilu- las ciencias exactas, que serán su especialidad y su mayor títu-
mínente), sucedió en casi todo el orbe, especialmente en Italia lo dé gloria científica, porque, gracias a estos estudios hechos
y en las Galias, que se empezaron a reconstruir basílicas, aun en España, pudo Gerberto ser el transmisor de la geometría y
cuando muchas de fellas por estar en buenas condiciones n o lo aritmética helenísticas, conservadas por los árabes, al mundo
necesitaban. Porfiaban los cristianos de un país con los de otro europeo medieval 11 **. E n todas las demás ciencias sobresalió
sobre quién tenía mejores templos. E r a coma si el mundo, sa- sin especial originalidad. N o contento con1, calcular y deducir,
cudiendo de sí sus antiguallas, se revistiese de la candida ves- gustaba de simplificar las operaciones, de observar la natura-
tidura de las iglesias nuevas" lB . leza y de construir aparatos científicos, como una esfera celeste
y otros instrumentos útiles. D e España se trasladó a Roma, en
Otros se engañaron! por lo que dice el propio Glaber de la tiempo de Juan XIII, y de allí, muy pronto, a Reimsi, donde el'
aparición dé un cometa al que, sin embargo, n o da interpreta- arzobispo le encargó la dirección de la Escuela catedralicia, que
ción escatológica, y de dos herejes que ste parecían muy poco llegó a ser tan floreciente como la de Chartres ó la monástica
al anticrisflfco. El mismo monje al fin del libro tercero de su His- de Reichenau. Otón II, que en 980 se encontró con él en Ra-
toria trae unos versos que, precipitadamente leídos, tal vez vena, le concedió la abadía de Bobbio, de la que disfrutó hasta
pudieran dar origen a tan falsa creencia; mas allí no se men- la muerte del emperador. Volvióste entonces a Reims, donde
cionan los terrores del año 1000, sino los errores, abusos y pe- trabajó con todo empeño por que al trono de Francia subiese
cados que cometían, aquel año precisamente, los hombres 1 4 . Hugo Capeto; y en las tumultos ocurridos contra el arzobispo
N o había por qué inventar augurios fatídicos para el Arnoul se significó tanto,, que fué designado él para aquella sede
año 1000, cuando en la Cátedra de San Pedro se sentaba el metropolitana (991), contra la voluntad de Juan X V , que estuvo
hombre más sabio de su tiempo, cuando, pasadas las negruras a punto dé excomulgarle. Gerberto supo estrechar sus lazos de
amistad con Otón III, por cuyo favor subió a la sede axzobisH
" Cf. ABBÚN, Apologetices, en ML 139, 471; F. DUVAL, Les ter- pal d e Ravena y poco después, el 2 de abril de 999, a la Cátedra
reurs de Van mille (París 1908); DOM PLAINE, Les prétendues
terreurs de Van tnüle, en "Bevue des Questions historiques" 13 dé San Pedro. Lo que Silvestre I había sido con el emperador
(Í873) 145-165. Constantino quería ser él con Otón III, el joven emperador que
13
Bistoriarum sui temporis lib. III 4: ML 142, 651. Creemos
que no traduce bien Amann este pasaje, pues dice así: "Le troi- .
siéme année aprés Tan mille." (en "Histoire de l'Eglise", bajo la "* . ¿Fué en la misma ciudad de Vich, al lado del sabio obispo
dirección
M
de Fliche-Martin, t. 531). Attón, donde aprendió la ciencia árabe, o hizo un viaje hasta
"Anno post Dominum terris de Virgine natum—Milleno, Córdoba, según afirman algunos viejos cronistas? Los autores
gravibus nomines erroribus acti,—... turpia nec horrent, animis et modernos (v. bibliogr. a principio del capítulo) generalmente nie-
seria calcant" (ML 142, 669). Lo cual viene a ser una refutación, gan el viaje cordobés. A lo mismo se inclina J. LEFLON, Gerbert.
de la leyenda. Habla, es verdad, en el c. 4 del libro 4, de un Humanisme et chrétienté au X* siécle (Abbaye S. Wandrille 1946)
hambre espantosa, acompañada de pestilencia y gran mortandad, p. 22-24, aunque sus argumentos—lengua, peligros físicos y mora-
a la que siguió mucha prosperidad y alegría, pero consigna que les—no son 'muy convincentes. Está por la afirmativa L. NICOLÁU
esto fué en el año 1000 de la pasión del Señor, que, según su D'OLWERJ Gerbert (Silvestre) y la cultura catalana del segle X,
cuenta, es el año 1033 de nuestra era. en "Estud. Univ. Catal." (Barcelona 1910).
159
c 5_ "sAUOnAS^JERSEW^^
Í68 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
mera educación actuaron fundamentalmente dos influencias
emulaba las glorias de los antiguos cesares y firmaba en sus apuestas: la bizantina, por su propia madre y por su maestro de
diplomas: "Emperador Augusto del orbe romano". Por eso el griego, que fué el calabrés Filagato, y la occidental germánica,
nuevo papa se llamó Silvestre II por su tutor Bernardo, obispo de Hildeshein, que le impuso' en
U n a vez en el trono pontificio, fué de los papas más tena- las tradiciones carolingias. D e este modo confluyeron en aquel
ces e intransigentes defensores de los der'echos de la Sede niño privilegiado las dos concepciones del Imperio cristiano: la
Apostólica, él que desde Reüns había escrito altivamente a de Justiniano y la de Carlomagno. Ansiando una educación cul-
Juan X V discutiéndole el derecho a deponerle y excomulgarle. tural más completa, se dirigió al "filósofo laureado" y sapientí-
Como consejera, amigo íntimo e inspirador del plástico simo Gerberto, abad entonces de Bofebio, poniéndose bajo su
' Otón III, alentó los planes políticos de este emperador, le trazó dirección y pidiéndole que con la llama d e su saber despertase
su programa, corrigiendo en parte sus devaneos bizantinistas, en él la chispita griega que en su alma latía. Gerberto, aquel
y se afanó por que el Imperio de Occidente ahondara bien sus "mago" de la ciencia, aceptó entusiasmado su papel de maestro,
raíces en Roma. D e esta manera puede decirse que el Imperio y desde entonces una tercera influencia más poderosa que las
se desnacionalizó un poco, a lo menos su concepto, adquiriendo anteriores va plasmando' la mente del joven monarca: la in-
un matiz más romano, católico y universal. E s t o se nota en la fluencia de Roma. La Roma antigua, la Roma de Constantino
misma expansión misionera que ste aviva, y florece estos años el Grande, será el ideal de su Imperio. "Hasta entonces había
hacia el este y el norte. V a Impulsada por el emperador de estado persuadido de la inferioridad de la cultura occidental en
Alemania, pero los nuevos pueblos evangelizados, los magiares, comparación con la civilización refinada de los griegos; fué
eslavos y escandinavos, no se convierten al germanismo cató- Gerberto quien le demostró que era Occidente y n o Bizancio
lico, sino al catolicismo simplemente, es decir, a la Roma cris- el verdadero heredero de la tradición romana y quien le esti-
tiana. muló a recobrar la herencia antigua". " N o se crea en Italia
Cuando el duque Kaik recibe el bautismo, llamándose E s - —escribía Gerberto—que Grecia sola puede vanagloriarse del
teban de Hungría, Silvestre II tiene la satisfacción de consa- poder romano y de la filosofía de su emperador. ¡El nuestro sí,
grar, por decirlo así, y autenticar la realeza del santo príncipe el nuestro, es el Imperio romano! Su poderío se apoya sobre
húngaro, enviándole una preciosa corona y recibiendo a aquel la rica Italia, sobre las populosas Galia y Germania y sobre
reino bajo la protección apostólica por bula del 29 de marzo los valientes reinos de los escitas. Nuestro Augusto eres tú,
del año 1000. ¡oh César!, el emperador de los romanos, que, salido d e la más
Después de pasar el año 1001 en viajes por Italia con noble sangre griega, supera a los griegos en poder, domina a los
Otón III, hallándose en un castillo al pie del monte Soractes romanos por derecho hereditario y sobrepasa a unos y otros
pudo asistir en los últimos momentos al emperador, que moría en saber y en elocuenda" 15 .
de fiebres malignas el 23 de enero d e 1002. La cosa política 5. Plañes fantásticos de Otón IEL—En la mente de Otón III
andaba dentro d'e Roma muy turbada. Juan Crescendo, el hijo el Imperio se desnacionaliza, perdiendo su carácter sajón, para
de Crescendo II, se alzó c o a el título de patricio. Silvestre II convertirse en una potencia esencialmente católica de valor su-
tuvo que transigir con él, y poco después moría tranquilamente pranacional. Y primeramente se romaniza. E n su tiempo no será
el 12 de mayo de 1003. el Imperio la unión de dos pueblos distintos bajo una corona;
4. E l faetón de la historia alemana.—Con esta denomina- no serán Alemania e Italia dos partes yuxtapuestas, sostenidas
ción ha sido designado el emperador Otón III, de reinado tan por la mano fuerte de un emperador alemán, sino que ambas
fantástico y luminoso como efímero. E n la Historia de la Igle- se fundirán en la unidad perfecta de un Imperio, cuya capital
sia hay que hacer resaltar su figura, porque fué él quien impri- será Roma. Y en efecto, una sola será la Catncillería, y desde
mió al Imperio su carácter más eclesiástico y católico, y,' de el año 999 Roana es la residencia habitual de Otón III, a dife-
consuno con Silvestre II, fué el verdadero artífice del Sacro rencia de los otros emperadores desde Carlomagno, que sólo de
Romano Imperio y el creador de la idea imperial tal como la paso habitaban en la Ciudad Eterna. E n el Aventino pone su
vivieron los hombres de la Edad Media hasta Carlos V (I de palacio y su corte, corte suntuosa y solemne como la de Bizan-
España) inclusive. d o , con funcionarios de pomposos títulos y de libreas orientá-
N o deja de sorprender, en medio de las tinieblas del año
1000, la resplandeciente aparidón de Otón III. Tres años, no ™ Lettres. de Gerbert, edic. de J. Havet (París 1889) p. 173.
más, tenía este príncipe cuando murió su padre en diciembre Cit. por C. DAWSON, LOS orígenes de JBuropa, Trad, esp. (MV
d'e! 983. Como hijo de O t ó n II y de la bizantina Teófano, re- •flrW 1945) p. 3Q4-3Q5.
unía en sus venas sangre teutónica y sangre griega. En su pri-
160 P. 1, DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 5. "SAECULUM FERREUM" 161

les, que actúan en palacio con un ceremonial cuasilitúrgico. N o dad. Al año" siguiente, estando en Roma y habiéndose entre-
era esto puro mimetismo d'e Bízancio, sino adaptación al Impe- vistado otra vez con el viejo ermitaño San Nilo, emprendió
rio por él soñado de ciertos usos cortesanos, más o menos una peregrinación a pie y sin escolta al santuario d e San Mi-
orientales y antiguos, que se conservaban en la tradición occi- guel en el monte Gárgano. Cuando a principios del año 1001
dental, como puede verse en la corte de Garlos el Calvo. se encuentre en Rayena con Odilóra, abad de Cluhy, y con el
Homo genere graecas, imperio romanus le apellidó Gérber- célebre asceta San Romualdo, fundador de los caxnaldulenses,
to. Juntando el propio Otón sus títulos, escribió: "Yo Otón, los ímpetus ascéticos del emperador se encenderán de nuevo y
romano, sajón e italiano, servidor de los apóstoles, por la gra- poco después se verá otra vez en el monte Gárgano como un
cia divina Emperador Augusto del mundo". ' peregrino más que ora y ihace penitencia. Iba a cumplir -Veinti-
Para conocer tan completa personalidad no se puede olvidar dós años y estaba para casarse con una princesa bizantina,
la fuerte influencia que en su alma cristiana de fe profunda cuando la muerte vino a tronchar la flor de su juventud M .
ejercieron tres santos: ,San Adalberto d'e Praga, San Nilo el Vivió demasiado poco para que se pueda dictaminar categóri-
Ermitaño y San Romualdo el Asceta. Sólo así podremos hacer- camente sobre su política. Los que afirman que su reinado fué
nos idea de los contrastes que se dejan sentir en aquel joven, estéril en resultados prácticos no reparan em la enorme trascen-
soñador como un rbmántico, piadoso como un monje, germá- dencia espiritual e ideológica que tiene en toda la E d a d Media
nico como un Carlomagno, bizantino' como un Jusíiniano y con la concepción imperial de Otón III. Gracias a él y a Silves-
el alma obsesionada d e visiones clásicas de Roma, humilde y tre II la unidad de la cristiandad se consolidó en torno de Roma
penitente como un anacoreta, despreciador del mundo y de todas en perfecto equilibrio ideal, presidida por un emperador supra/-
las vanidades y, por otra parte, emperador de tendencias abso- nacional y por el Sumo Pontífice, pastor supremo de las almas.
lutistas, ambicioso de dominio y amigo de la ostentación. Y ese emperador que dominaba en Roma se decía "siervo del
Apóstol". Es verdad que el equilibrio entre ambas potestades
E n febrero del año 996, pacificada Alemania, pensó aquel fué casi siempre meramente ideal y que luego vinieron abusos
joven monarca, de sólo dieciséis años, que era llegada la hora del cesarismo germánico perturbando la paz, pero la concep-
de ceñirse la cocona imperial era la Ciudad Eterna. Aprovechan- ción imperial d e Otón III y Silvestre II fué formando la -men-
do una invitación! del papa Juan X V , y después de reanudar so talidad y forjó el ideal de los horríbres medievales.
alianza con la república de Ven'ecia, penetró triunfante en Italia.
Llegado a Pavía recibió la noticia de la muerte de. Juan X V , 6. Bajo los Crescendos y los Tusculanos.—A la muerte de
Prosiguió su viaje a; Roma y, al tratar de elegir un nuevo papa, Otón III vemos que el patricio Juan Crescendo se adueña de
Otón se fijó rao en un italiano, como era costumbre hasta en- Roma, llegando a ser, como sus antepasados, el dictador de la
tonces, sino en un alemán, unido a él por la sangre, jovencito ciudad. E n Alemania sube al trono Enrique II el Santo, último
aún, pero celoso reformador, que emprende en seguida la guerra rey de la dinastía de Sajonia, ungido en 1002 por el arzobispo
contra la simonía y el nepotismo. La muerte de Gregorio V
de M a g u a d a . Enrique era bien conocido por su piedad, por su
(999) le dejó perplejo, y entonces fué cuando levantó a su
valor, por su celo de la reforma d e la Iglesia. Amigo de la paz,
maestro, que se llamó Silvestre II.
sostuvo continuas guerras en Polonia, en Bohemia, en Flandes,
, Eai Roma se encontró con el obispo de Praga, San Adalber-
to, a quien la persecución había arrojado d e su diócesis. Desde M
el primer momento se entendieron y se amaron. Volvieron jun- Nadie mejor que San Bruno de Querfurt, el apóstol de Pru-
sia, que trató en Roma con Otón III, nos ha descrito la muerte
tos a Maguncia y poco después marchaba el santo obispo a plácida y suavísima del joven emperador, "cuius fermosa persona,
predicar el Evangelio en Prusia, donde fué martirizado el 23 de species digna imperio... in lumine iuventutis mortem subiit tem-
abril de 997. Tres años más tarde irá el joven emperador a poralem, quia utique, ut talem haberet regem, noster hic reus
satisfacer su devoción visitando en Gnesera d e Polonia la tum- non dignus erat mundus" (Vita quinqué fratrum, en MGH, Scmpt.
15, 723). Y nadie mejor que el mismo emperador, en una bula
ba d e su santo amigo. También en Roma conoció a San Nilo, diplomada que lleva la inscripción de "Áurea Roma", nos ha traza-
predicador de la fe entre los sarracenos del sur d e Italia y lue- do su concepto de la renovatio Imperii: "Ut libere et secure per-
go ferviente propagador del monaquisino eremítico, cuyo pro- manente Dei Ecclesia, prosperetur nostrum imperium, triumphet
corona nostrae militiae, propagetur potehtia populi romani et
grama debió de desarrollar ante los ojos de aquel monarca de restituatur respublica, ut in huius mundi hospitio honeste vivere,
dieciséis años, que tan pronto soñaba grandezas como se ten- de huius vitae carcere honestius avolare et cum Domino hones-
tregaba a la oración y a los.ayunos. Durante .el año. 997 com- tissime mereamur regnare". Diploma del año 999, citado por
batió algún tiempo, no sin éxito, contra los eslavos del- Elba, P. E. SCHRAMM, Kaiser, Rom und Renovatio (Berlín 1928-29)
I, 129. Schramm ha estudiado con profundidad de pensamiento' el
satisfecho de pelear contra los paganos en pro de la cristian- concepto imperial de Otón III en su libro citado: I, 87-184; II, 3-16.
Historia de la Iglesia 2 6
162 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII c, 5. "SAECULUM FERREUM" 163

en Borgoña y en Italia; santo de virtudes sólidas y heroicas, ha que sfe adueñase del poder, el cual pasó a manos de Gregorio,
sido frecuentemente tildado de cesaropapismo por sus intromi- conde d e Túsculo ^.
siones en los asuntos eclesiásticos, manejando a los obispos y Lucharon en las primeras elecciones pontificias Crescendos
al mismo papa como instrumentos dócil'es a su voluntad, pre- y Tusculanos, triunfando estos últimos con su candidato Bene-
sidiendo concilios, dictando leyes ca¡nónicas, pero animado siem- dicto VIH (1012-1024), llamado hasta entonces Teofilacto, hijo
pre del más sincero deseo de promover el mayor bien: de la del conde de Túsculo. E r a d e carácter enérgico y belicoso.
Iglesia y de el'evar el nivel moral d e los clérigos. Dotado, como Hauck le ha comparado en esto con Julio II. Personalmente
hombre d e gobierno, de gran sentido realista, no se dejó sedu- salió a campaña contra los Crescendos. E n unión con písanos
cir por los espejismos ecuménicos ni -por las ambiciones y sue- y genoveses derroto a los musulmanes, arrebatándoles en 1016
ños fantásticos de su primo Otón III. Tan sólo en dos ocasiones la isla d e Cerdeña y expulsándolos d e las costas de Toscana,
bajó a Roma: en 1013-1014 para ceñir la corona imperial, y donde habían logrado echar pie. También partidpó en la guerra
en 1021-1022 para ayudar al papa en sus campañas guerreras del 'emperador contra los griegos. E n 1013 salió al encuentro
al sur de Italia. Merece recordarse que al ser ungido y procla- de Enrique II, que venía de Alemania a ser coronado empera-
mado emperador, en1 compañía de su esposa Santa Cunegunda, dor, después de recibir en Pavía la corona lombarda; en Ravena
él 14 de febrero de 1014, en San Pedro, fué el primero en re- tuvieron una entrevista las dos cabezas de la cristiandad, cele-
cibir, además de la corona, un globo dominado por una cruz, brando allí un sínodo de importantes consecuencias reformato-
símbolo del poder universal. rias. M á s tarde celebrarán otro en Pavía (1022), en que se tra-
Y a para esa fecha habían pasado por la Silla de San Pedro tará d e poner remedio a la simonía y a la violación del celibato.
tres pontífices manejados como muñecos por el amo de Roma, Benedicto VIII confirmó las posesiones y privilegios de la Igle-
Juan Crescendo. El inmediato sucesor de Silvestre II fué sia de Urgel, permitió al abad Oliva de Ripoll que en su mo-
Juan XV11 (1003)', cuyo reinado no llegó a seis meses. A éstfe nasterio se cantase el Alleluia y el Gloria in excelsis en la fes-
le siguió Juan XVIII (1003-1009), de quien refiere el Liber tividad de la Purificación d e la Virgen, 2 d e febrero, y en el
Pontificales que falleció siendo monje en el monasterio de San viaje que hizo a Alemania en 1020 consagró la iglesia catedral
Pablo, lo cual parece indica* que renunció a la tiara. ¿No inter- de Bamberg, tan querida del emperador, en presencia de éste.
vendría en ello la voluntad imperativa de Crescencio? D e Ser- El papa y el emperador terminaron su vida el mismo año, con
gio IV (1009-1012)', que le sucedió, sabemos poco: probable- diferencia de pocos meses. L a muerte de Enrique II aconteció
mente es apócrifo el documento en qu'e hace un llamamiento a el 13 dfe julio de 1024; las iglesias alemanas, principalmente la
todos los cristianos en p r o de una cruzada para restaurar el de Bamberg, le veneraron como a santo y en 1046 fué solem-
templo del Santo Sepulcro de Jerusalén, destruido poco antes nemente canonizado; algunos años después también la emperar
por los musulmanes; a petición del abad Oliva, confirmó en triz Santa Cunegunda subió al honor d e los altares. Eran los
sendos documentos los bienes y derechos de Santa María de tiempos en qute San Canuto (j- 1035), rey de Dinamarca; San
Ripoll y las posesiones y privilegios del monasterio de Cuxá, Esteban (f 1038), rey d e Hungría; San Eduardo {•(- 1066), rey
y concedió privilegios a la iglesia de Bamberg, fundada por E n - de Inglaterra, y otros que, sin ser santos, brillaban por su fe
rique II. para servir de punto de apoyo en la evangelización de profunda y su devoción a la Iglesia de Cristo, como Fernando
los eslavos. el M a g n o d e Castilla (f 1065)', demostraban con el 'ejemplo que
Sergio I V vio el surgir de una poderosa familia que hizo el cristianismo había logrado penetrar en las almas de los gran-
sombra a los Crescendos, alzándose con la dictadura de la des y poderosos y que no era exclusiva la santidad de los que
ciudad y disponiendo a su talante del Pontificado. E r a n los vivían en la soledad de los claustros.
condes d e Túsculo' de la misma estirpe que los Crescendos, Muerto Benedicto en abril de 1024, se apoderó de la tiara
porque descendían de Alberico y Marozia. Bajo su dominación un tal Romano, de la casa de Túsculo y hermano del papa di-
la Santa Sede cae en la misma esclavitud y en las mismas tur- funto. C o m o él era políticamente el dueño de Roma, Senaror
bulencias que había padecido bajo los Teofiladtos y los Cres- omnium romanorum, se dio el caso, que y a vimos en Juan XII,
cendos, todo lo cual vino a demostrar una vez más que era de juntar en su mano los dos poderes,.el civil y el eclesiástico.
más conveniente para la dignidad apostólica el Imperio absor- Recibió las órdenes sagradas para llamarse Juan X I X (1024-
bente y autócrata d e los Otones que la tiranía y arbitrariedad 1033). Desgraciadamente Juan X I X n o siguió el programa re-
de unos señores feudales de Roma. Muerto Juan Crescencio
en 1012, no hubo en1 su familia ninguna personalidad relevante » Del poderío de los Tusculanos t r a t a P . B R K O , Roma e
Vimpero medievale p. 189-220.
C, 6 . REFORMA. PREGREGORIANA 16ñ
16á P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

Conrado II d e Alemania, tel cual fué coronado, según el ritual


formista de su hermano y .antecesor. Si n o otorgó al patriarca
de siempre, en San Pedro, hallándose presentes ilustres perso-
de Bizancio el título d e "ecuménico" esto se debió a la .resis-
najes, como el rey Canuto d e Dinamarca. E s t e emperador hizo
tencia de los cluniacenses, según refiere Raúl Glaber.
grabar sobre su sello el águila romana y sobre las bulas el verso
famoso: "Roma, caput raundi, regit Orbis frena rotundi". Era.
buen- guerrero y político, d e carácter autoritario, n o tan piadoso
C A P I T U L O VI como sus antepasados y menos respetuoso d e las leyes canÓ!-
nicas; disponía d e la Iglesia a su antojo, favoreciendo a algu-
Bajo la dinastía sálica o de Franconia. > nos simoníacos, y n o se preocupaba d e la reforma, Después- de
un rápido paseo político-militar por diversas regiones y conda-
Reforma pregregoriana * dos d e Italia asegurando la paz y el orden—los normandos c o -
menzaban a iinifiltrars'e en el mediodía d e la península—, volvió
Al extinguirse con la muerte de Enrique II la dinastía sajo- a sus guerras con Polonia, Bohemia, Hungría, Borgoña, y sólo
na en Alemania, una nueva política respecto a los grandes retornará a Italia en el pontificado siguiente, a fin d e pacificar
señores eclesiásticos tuvo principio con el .nuevo emperador las ciudades lombardas, c o n ocasión del levantamiento de los
Conrado II (1024-1039), fundador de la dinastía Sálica o d e
Franconia. valvasores o milites inferiores contra la alta aristocracia de
los capitanei y otros grandes señares feudales (Gonstittttio de
I. PRINCIPIOS DE RENOVACIÓN
feudis, 1037). L a política de Conrado II fué apoyarse en los
pequeños feudatarios y en los que se decían ministeriales, res-
. 1. Conrado II. Momento crítico en Roma.—En la prima- tando poder a los barones, duques y obispos dte la alta nobleza.
vera d e 1027 Roma vio entrar por sus puertas la comitiva de El papa Juan X I X debió d e morir e n los primeros días del
año 1033. E l cónsul Alberico, conde de Túsculo, a fuerza d e
* FUENTES.—Los Anales romanos y las Vidas de los papas, dinero logró la tiara para su hijo Teofilacto, un joven apasio-
escritas por el cardenal Boson, se v e r á n en el IAber Pontificalis nado y violento, n o tari) niño como astegura Glaber (ptxer fevme
(ed. Duchesne) I I , 329-350; 353-446; WATTERICH, Pontificum roma-
norum vitae (Leipzig 1862); WIPON, Gesta Conradi Imperatoris, decennis). E r a sobrino d e los d o s papas anteriores y se llamó
en MGH, ScHpt. X I , 254-275. E n M L 144 se- halla e s a m i s m a obra Benedicto IX (1033-1044). T a l subida anticanónica n o fué más
y el Panegirycus Henrici; BONIZÓN DE SUTRI, IAber ad amicum, que el comienzo del desgobierno y d e la inmoralidad a . N o lle-
en MGH, Libelli de lite I, 571-620; BENZÓN DE ALBA., Ad Henrl-
cum IV Ubri VII, en M G H , Script. X I , 597-681; B R U N O DE SEGNI, varon con paciencia los romanos las indignidades y crkotenes
S. Leonis papae IX vita, en M L 165, 1109-1122; l a m i s m a c o n el de Benedicto IX (adulterios y asesinatos, dicen los cronistas
título IAbellus de simoniacis, en MGH, Lib. de lite II, 546-554. Las con expresiones t a n vagas e imprecisas que bien podemos pei-
epístolas y otros escritos de León IX, Víctor I I , E s t e b a n I X , N i -
colás I I , con los t r a t a d o s de H u m b e r t o de Silva Candida, en M L nerías e n tela dte juicio), mas n o osaron levantarse en contra
143; l a s epístolas de Gregorio V I y Clemente H , en M L 144; las- viviendo el emperador Conrado. P o r fin el año 1044 estalló
de Alejandro II, en ML 146; Las Regesta de Jaffé, los Concilla de una violenta insurrección que obligó al papa a salir huyendo
H á r d o u i n o de Mansi, etc., q u e d a n y a citados.
• de l a ciudad. Los romanos pusieran en el trono al obispo de
BIBLIOGRAFÍA.—A. MATHISJ II pontefice Benedetto IX, en Sabina Silvestre III, que reinó muy poco, porque a los cincuen-
"La Civiltá cattolica" (1915) IV, 542-571; (1916) I, 285-296; 535-548;
S. MESSINAJ Benedetto IX pontefice romano (Catania 1922); G. Bo- ta días regresó Benedicto IX, apoyado por las fuerzas militares
RINO. Elezione e deposieione di Gregorio VI, en "Archivio della de sus hermanos (marzo 1045), y se instaló d e nuevo en Letrán.
R. Soc. rom. di s t o r i a p a t r i a " 39 (1916) 142-252; 259-410; O. Dí¡- N o sintiéndose seguro, Benedicto I X .pensó en renunciar a la
LARC, Un pape alsacien, essai historique sur Saint Léon IX et son
temps (París 1876); E . MARTIN, Saint Léon IX ( P a r í s 1904) coll. tiara. E s quimérica la noticia d e Bonizón d e Sutri d e que el
"Les S a i n t s " ; P . SCHEFFER-BOICHORST, Die Neuordnun'g der Papst- móvil d e la renuncia fué la pretensión d e casarse con una hija
wahl durch Nikolaüs II. (Strassburg 1879); A. CARTELLIERI, Der de su enemigo Gerardo d e Sasso. L a abdicación tuvo lugar en
Aufstieg des Papsttums in Rahmen des WeUgeschichte, lOJfi-1095
(Munich 1936); E. STEINDORFF., Jahrbücher des deutschen Reiches mayo d e 1045 mediante un pacto con su padrino, el arcipreste
unter Heinrich III (Leipzig 1874, 1881); F . CHALANDON, Histoire de
la domination normande en Italie et en Sicilie t. 1 (París 1907); 1
J. GAYj L'Itale méridionale et Vempire bizantine <París 1904); En- este pontificado vino a Roma el rey de Navarra don Gar-
ID., Les Papes du siécle XI et le Ghrétienté (París 1926); C. CEC- cía (1035-1045), hijo de Sancho el Mayor y fundador del regio mo-
CHETTI, Note sulle famile romane fra ü IX e il XII secólo, eri "Ar- nasterio de Nájera. Debió de ser un viaje de devoción a San Pedro
chivio della Soc. r o m . di storia p a t r i a " 68 (1935) 72-97; A. FLICHB, y al papa, el cual por entonces envió reliquias de santos a Ná-
La reforme grégorienne. T. 1, La formation des idees grégorien- jera. Cf. PAOL KEHR., Papsturhunden in Spanien, II, Navarra und
nes (Lovaina, P a r í s 1924). Aragón (Berlín 1928) p. 58.
166 P. I. DE CAKLOMAGNO A GREGORIO VII
C 6. REFORMA PREGREGORIANA 167
"•i
Juan Graciano, que le ofreció una buena cantidad de dinero, j
no comprándole simoníacamente la dignidad pontificia, sino,,; que III. y al salir de la ceremonia los romanos le aclamaron
como parece más probable, dándole un subsidio con que pu-' ; jubilosamente Patrícius Romanorum; con facultad d e intervenir
diese vivir. Hildebrando nunca creyó que aquel acto hubiese en la administración de la ciudad y en el nombramiento del
, sido simoníaco. Tal vez n o se hizo sino condescender con las Sumo Pontífice. Nadie se alegró tanto de este suceso como San
exigencias de Benedicto IX, que pedía se le compensasen los •;< Pedro Damiani, que prorrumpió en accion'es de gracias a Dios
gastos que había hecho. ,; porque libertaba a su Iglesia de las fauces del demonio infernal
D e parte del buen Graciano, que s e llamó Gregorio VI j y de la hidra simoníaca de tres cabezas por medio de Enrique,
(1045-1046), se puso la parte más sana de Italia, y entre otros el ungido del Señor 3 . En efecto, la tutela de Enrique III sobre^
el gran Hildebrando y San Pedro Damiani. el Pontificado dará a la cristiandad una serie de papas auste-
ros, irreprensibles, de gran altura moral y decididos a poner en
2. Enrique III dispone de la ciara.—Ocurre entonces la ve- marcha la reforma de la Iglesia. D e acuerdo el papa y el em-
nida a Italia de Enrique III, hijo y sucesor d e Conrado II, perador, presidieron en seguida un sínodo. (5 enero de 1047),
enérgico y guerrero como su padre, superior a él en cultura y :; en que se dieron decretos muy severos y precisos contra los
- en religiosidad. Se entrevista en Plasencia. con Gregorio' V I , le •: delitos de simonía y aun contra los clérigos que recibiesen ór-
ruega convocar un sínodo en Sutri (diciembre d e 1046), y para ' denes sagradas de cualquier obispo tenido por simoníaco 4 . En-
arreglar la cuestión romana, sin presentar cargo alguno contra ; rique III se volvió a Alemania y el papa murió antes d e diez
Gregorio, lo hace deponer por el sínodo. Bonizón dirá que fué •}, meses, interrumpiéndose de este modo la iniciada corriente re-
el papa quien voluntariamente abdicó, pero la lectura d e los -\ formatoria.
otros cronistas deja la impresión de que fué el emperador quien •
ordenó tal acto d e fuerza, mirando al bien común. El antipapa •••; Reaparece entonces Benedicto IX, mas el poder de los T u s -
Silvestre III, que aún quería hacer valer sus derechos, fué adli >.j culanos ha menguado mucho; no falta quien recomiende al em-
mismo depuesto y eliminado, mientras en otro sínodo tenido en '! perador restablezca en el trono pontificio al buen Gregorio VI,
Roma el 24 de diciembre se tomaban semejantes medidas contra ,¡ desterrado en la región del Rhin 5 ; pero Enrique III, después
Benedicto IX, que empezaba otra vez a llamarse papa 12 . ;í de haber pensado en Halinardo, arzobispo de Lyón, favorable
a la política germánica, se decide por Poppon, obispo de Brixen,
Había, pues, sede vacante. Y fuese por imposición del mo- J en el Tirol, que sube a la sede romana con el nombre de D á -
narca alemán, fuese por deferencia de los romanos hacia él, \'í maso II (julio-agosto 1048). A los veintitrés días ha dejado de
resultó elegido el obispo d e Bamberg, que tomó el nombre de 's existir y los romanos piden al emperador un nuevo papa. Gran
Clemente 7/(1046-1047). Aquel mismo día de Navidad él nue- acierto el de Enrique III al ofrecer la tiara a Bruno, obispo de
vo papa colocó la corona imperial sobre la frente de Emri- Toul, varón santo, de talento organizador y acérrimo debelador
3
AMANNJ L'Eglise au pouvoir des Iciiques, 888-1057 (París 1943) \ de todos los abusos, especialmente de la simonía. E n su largo
p. 94, t. 7 de la "Histoire de l'Eglise" de Fliche-Martin. Cuentan ••] episcopado de veintidós años había reformado las principales
los analistas de la época que un ermitaño de los confines de vj abadías de su diócesis, especialmente la d e Moyenmoutier, en
Bohemia (¿Gunther? ¿Wiperto?) fué quien exhortó al emperador | los Vosgos. Ahora la respuesta que dio al emperador fué: "Yo
Enrique III a poner orden en la Iglesia, simoníaca y adulterina-- í| iré a Roma, y si allí el clero y el pueblo espontáneamente me
mente desposada con tres "maridos" (Benedicto IX, Silvestre I H ¿í
y Gregorio VI), ' dirigiéndole un poema, del que sacamos estas eligen pontífice, haré lo que deseáis; de otro modo no aceptaré
estrofas: ' 4¡| elección alguna". E n su viaje a la Ciudad Eterna le acompaña-
ba, a lo menos desde Besancon., nada menos que Hildebrando,
que venía d e cerrarle piadosamente los ojos a Gregorio VI,
. Romana sttperstitío ¡Sfed moña, rax Hemrice,
mdiget iudicio, muerto en Colonia, La acción pujante y reformadora de este
Roimantum adulterium Omnipotentis vice personaje se dejará sentir cada día más en los inmediatos pon-
clestpuet imperium. destrue hoc connaibiumi
trifiarme et dubium... tificados, que serán como un atrio o vestíbulo del suyo.

3
Papa sedet contra papam ; "Post Deum scilicet ipse nos ex insatiabilis ore draconis
contra legetm saeram Altouis Papa quaeratiur eripuit... Videtur itaque imperator iste Constantino Caesari ad-
nupta est tribus imaritia qul dignus habeatur, versua catholicae hostes Ecclesiae non supparem obtinuisse vic-
única Sumatra tis... et tune plus valet m e toriam" (ML 145, 151-152).
guapa huiusmodi mllle. *s HEFELE-LECLERCQ, Histoire des concíles IV-2, p. 991.
X9 (H. GRATTERT,
[1898] Rom wnd Gwtther &er Eremitf, «n "Hls-torlsohas Jahrbuch"
254-255). Así lo hizo con frase enérgica el obispo de Wazon de Lieja,
consultado por el emperador, según refiere su biógrafo ANSELMO,
Gesta episcoporum Leodiensinm. Vita Vasonis n. 23: MIJ 142, 754.
168 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vn C. 6 . REFORMA PREGREGOR1ANA 16$

Otro gran reformador iba en la comitiva de Bruno de Toul, Miguel del Monte Gárgano y Siponto, donde tiene con los
SÍU paisano Humberto, monje de Moyenmoutier, a quien n o tar- obispos un provechoso sínodo 9 . Celebra la Pascua ten Roma, y
dó en hacer cardenal-obispo de Silva Candida 6 . en el concilio de Letrán queda proscrita la herejía naciente de
Con tales colaboradores y con losi que halló en Italia, entre Berengario. E n julio le vemos en Florencia, y poco después
los cuales descuella la ausiterísima figura del eremita San Pedro preside el concilio de Vereelli para poner coto a los errores
Damiani, dotado d e verbo elocuente y flagelador, como n o se que pululaban respecto d e la Eucaristía te insistir en la reforma
había oído desde San Jerónimo, pudo el nuevo papa, que se de la Iglesia 1 0 . D e allí sube a Borgoña, Alsacia y Lorena; hace
llamó León IX, acometer decisivamente la^reforma de la Iglesia exhumar en Toul el cuecpo del obispo Gerardo, recién canoni-
hasta "hundir la espada en el corazón del enemigo"., según la zado; sigue concediendo favores a iglesias y monasterios por
frase de Bonizón. la Renania y Suabia, preside con el emperador el sínodo de
Augsburgo (2 febrero 1051) y baja a celebrar la Pascua y un
3. Viajes, concilios y guerras de León IX (1049-1054).— concilio en Roma en la primavera de 1051, donde condtena al
A poco de su coronación reunió en Letrán un concilio en que obispo Gregorio de Vereelli y decide sobre la validez de las
se dictaron leyes severas contra los simoníacos, aunque no se ordenaciones conferidas gratuitamente por obispos simoníacos.
llegó al extremo defendido por el cardenal Humberto de decla- E n lo restante del año y en el siguiente le encontramos en viaje
rar inválido el sacramento del orden administrado por obispos por Monte Casino, Benevento, Salerno, Capua, Ñapóles, para
notoriamente simoníacos. emprender un tercer viaje a Alemania en el verano de 1052 y
La actividad de San León IX, en vez d e recluirse en Roma, encontrarse con tel emperador, que luchaba contra el rey de los
se expande por diversas naciones, siendo él mismo quien va húngaros, ante los muros de Presburgo. C o m o compensación d e
personalmente a remediar abusos predicando la reforma y con- la renuncia a los derechos temporales sobre el obispado d e
vocando sínodos. León IX es un papa itinerante, que ya en Bamberg recibe el papa la soberanía d e Benevento. En 1053
mayo de 1049 preside el sínodo de Pavía, atraviesa en seguida combate duramente con los obispos de Lombardía acusados de
los Alpes y entra, acompañado de Enrique III, en Colonia y simonía, celebra en Roma un sínodo después de Pascua y en
Aquisgrán; pasa luego, a Lieja, a Tréveris, a Toul, su antigua mayo de aquel año sale de Roma para tel sur de Italia, n o y a
sede; convoca el concilio de Reims (octubre dte 1049), en el que en plan de reformador de la Iglesia, sino de conquistador d e
muchos obispos simoníacos son públicamente destituidos; se territorios al frente de un ejército.
condenan las intrusiones del rey y los abusos de los eclesiásti-
cos y se proclaman los der'echos del Pontificado contra las S e dirigía contra los normandos, que habían llegado á ster
tendencias galicanas) 7 ; antes de terminar el año reúne el papa una amenaza constante contra los dominios pontificios y contira
a los obispos alemanes en Maguncia, delante del emperador, los bizantinos. Sabido es que a principios del siglo XI unos cai-
donde, juntamente con la simonía, se proscribe enérgicamente balleros normandos, volviendo de su peregrinación de Tierra
el nicolaitismo o matrimonio d e los sacerdotes 8 ; después de una Santa, visitan el santuario del Monte Gárgano y se establecen
visita al célebre monasterio de Reichenau, vuelve en la prima- allí al servicio de un magnate de Bari en lucha contra los bi-
vera de 1050 a Italia y, movido por fines políticos y eclesiásti- zantinos. D e Normandía vienen nuevos contingentes de gue-
cos, hace un recorrido por Salerno, Amalfi, Berievento, San rreros que ste distinguen, como los primeros, por su heroico
valor, y ora se mezclan en las discordias de los señores de
Capua, Ñapóles, Benevento y Salerno, o r a batallan denodada-
* Humberto, monje de Moyenmoutier, era doctísimo tanto en mente contra bizantinos y sarracenos. E n 1027 tel duque Sergio
letras divinas como humanas. Conocía perfectamente el griego y de Ñapóles les cede una zona de terreno cerca d e Capua; ellos
más tarde desempeñará papeles de gravísima importancia en las
relaciones con Bizancio y en la reforma de la Iglesia. Por su se constituyen en ducado independitemte, con la ciudad de Aver-
ciencia y. virtud quiso su obispo Bruno de Toul traerlo consigo sa por capital bajo el conde Ranulfo, y crece su poderío con
a Roma. L. JEROME, Uabbaye de Moyenmoutier (París 1902); DOM el conde Tancredo d e Hauteville, cuyos diez hijos, Guillermo
CEILLIBR, Histoire genérale des auteiirs écclésiasüques t._ 20, p. 305-
437; M. ZIBGELBAUBRJ Historia Htteraria Ordinis 8. Benedicti t. 1 Brazo d e Hiterro, Roberto Guiscardo, etc., al mismo tiempo que
(Augsburg 1754) p. 54-61. Sobre la reforma lorenesa (obisp. de realizan hazañas caballerescas en guerra contra los agarenos,
Toul, Verdun, Metz) véase A. DUMAS., La reforme monast. en la cometen también saqueos y pillajes en las ciudades del papa y
"Hist. de l'Eglise" de Fliche-Martin, VII, 332-36. del emperador. Habiendo roto sus momentánea® alianzas con
7
MANST, ConciHa 19, 727-750; HEFELE-L,ECI,ERCO._, Hist. des con- los griegos, les arrebatan a éstos t o d a la Apulia. Bizancio, a
cites.
8
IV-2, p. 1011-1028.
HEFBLE-LÍECIÍERCQJ Hist. des concites TV-2, p. 1029-1036. Por el 0
mismo tiempo se celebra el concilio de Coyanza, exponente 4e la 10
J. GAY, I/Italie méridionale et Vempire hyeantine p. 479-480.
reforma en León y Castilla. HEFHLE-LECLERCQ, Hist. des conciles IV-2, p. 1056-1061.
C 6. REFORMA PREGREGORIANA 171
170 P. I. DÉ CARLOMAGNÓ A GREGORIO Vil

pesar de su tradicional oposición a la política germánica, propo- Víctor II visitó los Abruzzos en 1056, y de allí partió a
ne a todos una liga .antinormanda. Entonces es cuando León IX, Goslar de Alemania con el intento de demandar auxilio contra
de acuferdo con Enrique III, quien, le manda soldados alemanes, "los nuevos agarenos", los normandos. Apenas pudo hacer otra
se alia con los bizantinos y paite en guerra contra los norman- cosa que ayudar él ,con los auxilios espirituales a Enrique III,
dos; pero éstos, acaudillados por Roberto Guiscardo, sorpren- moribundo, que expiró en sus brazos. Él papa presidió los fu-
den a las tropas pontificias en Civiteüla del Tronío y cogen nerales y condujo el cadáver a Spira. Interesado en los. asuntos
prisionero al mismo papa el 18 de junio de 1053. León IX tuvo' del Imperio, hizo proclamar rey al niño Enrique I V , de ocho
que Cederles, como precio de rescate, todos los territorios con- años de edad, y aseguró la tutela del mismo' a su madre la erru-
quistados i a . peratriz Inés. En la Pascua de 1057 se hallaba de vuelta en
Tampoco estuvo afortunado este papa en sus relaciones con Roma y el 28 de julio pasaba a m'ejor vida en Arezzo.
Bizancio. E n su tiempo se alzó el patriarca de Constantinopla N o fué como las antecedentes la elección del nuevo papa.
Miguel Cerulario contra los latinos, cerrando sus iglesias y Si hasta ahora era costumbre que una legación romana se diri-
achacándoles las viejas diferencias canónicas y litúrgicas. giese a pedir al. emperador el nombramiento del pontífice, en
León I X contestó poniendo en claro los derechos esenciales de estas circunstancias en que el emperador era un niño bajo la
la Iglesia de Roma y atacando al "orgullo, pecado capital d e la tutela de su madre, se adelantaron los romanos a elegir por sí,
nueva Roma". Poco después, a principios de 1054, envió >con reunidos clero y pueblo conforme a la costumbre antigua, al
una embajada al cardenal Humberto; pero era éste tan antipá- que creyeron más digno, y la elección recayó sobre el abad
t i c o a los griegos, que fracasó estrepitosamente. Antes de lle- de Monte Casino*, Federico de Lorena, venido' a Italia con
garse a este rompimiento entregó León IX su santa alma a Dios León IX. Hildebrando fué a notificar el hecho consumado a la
el 19 de abril de 1054. emperatriz, y ésta se avino a dar su aprobación al nuevo papa,
que se llamó Esteban IX. Mucho se podía esperar de su espí-
4. Víctor n (1055-1057) y Esteban IX (1057-1058).—Poco ritu genuinamente eclesiástico y de su afán reformador, pero
después una embajada romana, en la que iba Hildebrando, se no llegó a reinar ocho meses. El nombró al fervoroso asceta y
presentaba al emperador suplicándole designase un nuevo pon- eminente teólogo San Pedro Damiani cardenal obispa de Ostia y
tífice. Bnriqu'e III puso los ojos en su pariente Gebaxdo, obispo durante SÍU breve pontificado pudo ver con gozo ¿ómo su com-
de Eichstadt y amigo de la reforma eclesiástica. Gebaxdo lo patriota el cardenal Humberto de Suva Candida, antiguo monje
pensó despacio y por fin en marzo de 1055 se resolvió a acep-
de Moyenmoutier, escribía el tratado Adversas simoniacos, con
tar la tiara. Se hallaba en la flor de la edad, y aunque muy
extremismos de doctrina, ciertamente, pero también con agu-
obligado al emperador, ponía por encima de todo los intereses
de la Iglesia112. El Jueves Santo de aquel año fué entronizado deza de visión, pues es d e los primeros en atacar los abusos
en San Pedro y aclamado con el nombre de Víctor II (1055- simoniacos y otros escándalos del clero en su origen y raíz, en
1057). En las fiestas de Pentecostés presidió con el emperador las rntromisionfes del poder secular en el nombramiento de obis-
un concilio en Florencia, al que asistieron 120 obispos. Las pos, abades, etc.
cuestiones tratadas fueron la simonía, el nicolaitismo y la in-
munidad de los bienes eclesiásticos. Allí estaba, como inspira-
dor y consejero, Hildebrando. Este mismo, con otros legados II. PREPARACIÓN DE LA REFORMA GREGORIANA
pontificios, fué enviado a Francia a trabajar en la reforma, y
.algo se hizo en los concilios de Lyón y de Toulouse. 1. Tendencias reformistas.—El cardenal Humberto y San
Pedro Damiani son los jefes que acaudillan dos movimientos
11
Para todo lo relativo a los normandos en Italia véase la de reforma eclesiástica: él del Norte, que algunos llaman lore-
obra citada de CHALANDO?*, Hist. de la domination norrn,., en par- n
és, y el italiano, de procedencia anacorética.
ticular t. 1, p. 128-133; y la de GAY, L'Italie méridionale p. 404ss. San P e d r o Damiani jamás puso en duda los derechos histó-
San Pedro Damiani no aprueba que un pontífice haga la guerra
en defensa de bienes terrenos y transitorios: "Ad haec si quis ricos del emperador a intervenir en las elecciones pontificias y
obiciat bellicis usibus Leonem se frequenter implicuisse pontifi- creyó útil y conveniente para la Iglesia la última decisión de
cem, verumtamen sanctum esse. Dico quod sentio, quoniam nec a
quél en casos difíciles y complicados. Abogaba por la colabov
Petrus ofo hoc apostolicum obtinuit principatum, quia negavit"
(Epist. 1, 4, 9: ML 144, 316). También lo censura el biógrafo de ración de los dbs poderes y pensaba que mutuamente podían y
León IX (ML 165, 1116). debían ayudarse. D é este formidable flagelador dfel nicqíaitisrno
32
Así escribía a Enrique I I I : "Iussionibus vestris obtempero, y de la clerogamiá, hablaremos al tratar del monacato.. 1 - ...
ea scilice't pactione, ut et vos sancto Petro reddatis quae sui iuris Del cardenal Humberto, obispo de Silva Candida y here-
sunt" (WATTERICH, Ponttficum rom. vitae I, 180).
C. 6. REFORMA PREGREGORIANA ____^Z?
172 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

aconsejaba al clero la vida común; se condenaba la simonía y


dero de la tradición araticeslaropapista de W a z o n de Lieja, algo; toda cíase de investidura laica; y sobre todo se regulaba defi-
diremos en el capítulo del cisma de Oriente; mas recordemos)',
ahora que su principal actividad en pro de la reforma eclésiás-* nitivamente la elección del pontífice romano, sustrayéndosela a
tica se desarrolla ten el pontificado de Esteban IX. Por los años- la prepotencia del emperador y a las violentas intromisiones
de 1057-1058 publica su tratado Adversas simoniacos, dondet de la nobleza romana.
expone todas sus ideas reformadoras. Ataca duramente a lá' . Del texto del decreto se conservan dos recensiones asaz di-
"herejía" simoníaca, traza una pintura acre y violenta del obís-^r vergentes: la pontificia, que pasó al Decretam Gratiani, y la
po que entra, no como*pastor, sino como lobo en su iglesia, y ; imperialista, favorable a la corte germánica 1 3 .
con un rigorismo mucho más extremado en este punto que ej;.; Ateniéndose a la primera, que es la auténtica, vemos que e n '
de San Pedro Damiani, declara que la consagración del obispo•;••, la elección del papa se ordena intervengan primeramente los
simoníaco es canónicamente inválida, como son inválidas todas cardenales obispos proponiendo el candidato; a ellos deben
las ordenaciones que el tal obispo haga y aun las misas que ce-^-i adherirse, en segundo lugar, los demás cardenales, y todos jun-
lebre 112 *. tos realizar la elección; en tercer lugar, el restante clero y el
pueblo prestará su consentimiento. T o d o ello "salvo debito ho- '
Yendo más a la raíz, combate la intromisión de los laicos' nore et reverentia dilecti filii nostri Henrici". ¿Qué significa
en el nombramiento de los obispos, y clama por la libertad de ; •" esta última cláusula? Solamente que se tendrán en cuenta las
la Iglesia, principalmente en la elección de los pontífices, pues 1 ; preferencias del emperador Enrique—y de sus sucesores—si
sabido es que, desde la restauración del Imperio de Occidente, son justas y convenientes. L a segunda recensión, que parece
por Otón el Grande, no podía el papa canónicamente elegido;. fué falsificada en 1080, da al emperador un papel mucho más
ser consagrado sin haber antes prestado juramento de fidelidad - } importante, ya que le pone a la par con los cardenales en los
al emperador o a sus representantes. Y ora fuese el emperador, ;i • primeros trámites de la elección. El nuevo papa será escogido
ora los nobles romanos, los que designaban al nuevo papa, en.-.; entre el clero de Roma, pero si eni esta iglesia no se' hallare
todo caso la tiara estaba a disposición de los laicos. \ ninguno apto, se buscará en cualquier otra de la cristiandad, y
Muerto Esteban IX, intentaron los condes d e Túsculo r e - ' ; gozará de todos sus poderes, aun cuando por causa de guerras
cobrar su antigua influencia, elevando al solio pontificio a un '• y tumultos n o pudiera ser entronizado en la Ciudad Eterna.
candidato suyo, que, entronizado él 5 de abril de Í058, empezó' Este decreto reviste una importancia trascendental, primero
a decirse: Benedicto X, peto los cardenales y demás clero de'-' porqué evita en lo posible las injerencias extrañas d e los laicos,
Roma protestaron contra tal intrusión y violencia, y reunidos '
principalmente de los emperadores, que solían coartar la liber-
en Sena con Hildebrando, recién venido de Alemania, eligie- : '
ron al obispo de Florencia Gerardo, que tomó el nombre d e ' ••• tad de los electores, y se asegura la elección de una persona
Nicolás II (1058-1061). • "V> digna y libre de compromisos; es el primer paso decisivo hacia
la reforma de la Iglesia. Tiene, además, este decreto notable
El decreto dado por este papa regulando para siempre las alcance histórico, porque desde entonces adquieren relieve y
elecciones pontificias con la participación de los cardenales en''•'[ preeminencia en la Iglesia los cardenales, en cuyas manos se-
ellas fué de tan trascendental importancia en la historia del pone la elección del Romano Pontífice.
Pontificado, que puede señalarse como un hito divisorio de dos Conviene recordar aquí brevemente la historia del Colegio
períodos. Fué un paso decisivo para lá libertad de la Iglesia Cardenalicio. Tiene su origen en el Presbyteríum o senado sa-
romana, que.no estaría supeditada a poderes terrenos, que tan- cerdotal que rodeaba al obispo d e Roma, como a los demás obis-
tas veces la habían hecho esclava de la política o de la ambición, pos de la antigüedad. Desde el siglo vi los presbíteros de los 25
2. Nicolás II y el decreto sobre la elección pontificia. Papel (y aun 28) títulos o iglesias cuasiparroquiales de Roma reciben
de los cardenales.—En el sínodo lateranense tenido en Ha pri-";; él nombre de presbyteri cardinales (de cardo, quicio)', porque
mavera de 1059, con asistencia de lo menos 113 obispos, se'Vi eran' como el quicio y el eje de aquella iglesia. Incatdinatus o
trataron puntos de capital importancia para la Iglesia: se con-. .••; cardinalis solía decirse el clérigo incorporado establemente a una •
dtenó la herejía de Berengario, se dieron decretos de reforma iglesia,, a diferencia del que sólo se agregaba por algún tiempo.
contra, los sacerdotes concubinarios, a quienes se les p r o h i b í a ; Llamáronse luego diaconi cardinales los diáconos regionarlos,:.
celebrar misa y se les imponían diversas penas y censuras;, se.'. \ encargados desde antiguo de socorrer a los pobres en las siete
(posteriormente catorce) regiones de Roma, y ocupados tarn-
u
L. SALTET, Les réordinntions (París 1909) p. 193-96; A . E U - . -
CHE, Le cardinal Humbert de Moyenmo.%itier, en "Revue hjstort- " » Los textos véanse en MGH, Leges sect. 4, t. 1, 537^646.
qué" 119. (1915) 41-76.
174 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 6. REFORMA PJiEGREGORIANA 176

bien en asistir al papa, bien en los oficios' divinos, bien en la Cadaloo no cesó de hacer valer sus pretensiones hasta su muer-
administración. A estos 14 diáconos añadiéronse cuatro diaconi te en 1072. El nuevo pontífice Alejandro siguió las huellas del
palatini, que servían al pontífice en su palacio, con lo cual ya anterior, y aun pasó más adelante, pues no se contentó con. dar
tenemos 18 diáconos cardenales, que con los 28 presbíteros ha- leyes reformatorias, sino que muchas veces las ejecutó con va-
cían 46 cardenales. Y debemos añadir los siete obispos subur- lentía. Así le vemos deponer al arzobispo simoníaco de Milán,
bicarios, que acompañaban al papa en sus funciones litúrgicas, destituir a los clérigos concubinarios de Cremona y Piacfenza,
como el antiguo presbiterio: a saber, los de Ostia, Porto, Al- expulsar al obispo intruso de Chartrcs y dar ánimos a la aso-
banó, Santa Rufina o Silva Candida (unida por Calixto II con ciación! popular de la Pataria, que venía luchando intrépida-
Porto), Sabina, Túsculo o Frascati y Pifeneste o. Palestrina. mente contra canónigos y sacerdotes indignos. Este partido de
Estos siete obispos, desde Esteban III (769)' oficiaban por turno carácter democrático-social, nacido en Milán para combatir
(episcopi cardinales nebdomadarii) en la basílica d e Letrán, contra la viciosa vida de los ricos y nobl'es y del alto clero,
catedral del papa. E n total, eran 53 cardenales en el siglo xi ; había concretado su programa en la lucha contra la simonía y
Después fué reduciéndose este número; pero Sixto V en 1586 contra el concubinato de los clérigos, extendiendo su acción
lo elevó hasta 70 (14 diáconos, 50 presbíteros y seis obispos). con excelentes resultados a toda la Lombardía, a pesar de la
Entre,los cardenales solían escoger los papas sus legados, con oposición del emperador. Sus primeros dirigentes habían sido
lo que su prestigio y autoridad fué creciendo más y más. Anselmo de Lucca (ahora Alejandro II), el subdiácono Landolfo
Este decreto no podía menos de producir en la corte impe- y el clérigo Arialdo, y más tarde el caballero Erlembaldo, her-
rial grave disgusto. A fin de contrapesar la reacción hostil del mano de Landolfo. Érletnbctldo, caballero valeroso que había
emperador, el papa Nicolás II, que había ido a Amalfi.a con- estado en Tierra Santa, será su jefe militar, con el Viexillum
firmar en un concilio las medidas reformatorias, estipuló allí Sti. Petri, pues la Pataria tendrá caracteres de "guerra santa"
mismo un pacto (1059) con Roberto Guiscardo. El jefe nor- y será también su primer mártir, el protomártir de los caba-
mando de la baja Italia, que deseaba legitimar su soberanía en lleros 15 .
Apulia, en Calabria y en la isla de Sicilia, todavía en poder de Y a en 1057, al ser enviados Anselmo de Lucca e Hildebran-
los sarracenos, lo obtuvo del Romano Pontifica, comprom¡e¡- do por Esteban I X a Milán, lograron los paííarí que el arzobis-
tiéndose él por su parte a pagar, como vasallo, un censo anual p o Guido, simoníaco, se alejase de la ciudad y dos años des-.
a la Santa Sede, y a defender á la Iglesia romana y velar por pues se sometiese con su clero catedralicio al legado pontificio
la libertad de las elecciones pontificias-1*. Lo mismo se pactó Pedro Damiani y a las leyes eclesiásticas 1C .
con otro jefe normando, Ricardo de Aversa, duque de Gapua; C o n el nuevo papa la Pataria se sintió más fuerte y alenta-
actos ambos de capital importancia, pues desde ahora entra el
da, y aunque Arialdo muere horriblemente martirizado por dos
papa en la jerarquía feudal, como un soberano temporal con
príncipes vasallos que le prestan homenaje. clérigos, la campaña sigue victoriosa. En 1075 también Erlem-.
baldo morirá asesinado.
3. Alejandro II y la Pataria,—A la muerte de Nicolás II, la L a política que luego culminará en Gregorio V I I se dibuja
facción romana refractaria a la reforma eligió papa, con apoyo y a en este pontificado. Dividida la soberanía de Sicilia entre
de los imperiales, al obispo de Parma, Cadaloo (Honorio II, varios jefes árabes rivales, le fué fácil al normando Roberto
1061-1071), pero el archidiácono Hildebrando, principal pro- Guiscardo pasax el estrecho de Mesina y llevar sus tropas a la
pulsor de todo el movimiento reformatorio, no estaba dormido, isla en 1060. Su hermano Roger alcanzó d e los sarracenos
y, anticipándose a ellos, había hecho elegir canónicamente por en 1063 una gran victoria, de cuyo botín ofreció una buena
los cardenales, clero y pueblo al noble milanés Alejandro II parte al papa Alejandro II. Este le mandó el estandarte ponti-
(1061-1063), amigo y' compañero de Hildebrando y de San P e - ficio y concedió indulgencia plenaria a los soldados:, santifi-
dro Damiani. cando- de esta suerte una guerra cuyo primer objetivo tal vez
Hubo luchas sangrientas en Roma entre ambos partidos, tenía poco de religioso. Alejandro II envía taimbiéni a Guillermo
hasta que el santo obispo Annón de Colonia movió al joven de Normandía un estandarte bendecido para la empresa de la
emperador Enrique IV, libre de la tutela de su madre, y al par- conquista de Inglaterra (1066), que así toma cierto aire de cru-
tido alemán a reconocer a Alejandro II. Retirado a Parma, 16
Cf. C. PEI.LEGRINI, I Santí Arialdo ed Erlembaldo (Milán
M
1897);
36
Acta Sanctorum iunii, V (día 27): ML 143.
MGH, Scrípt. III, 180; CHALADON, Sist. de la domination F. SAVJO, GZi antichi vescovi d'Italia. La Lombardia I (Flo-
normande I, 367-70; GAY, 1/ítaUe mérídionale et Vempire byzan-, rencia 1913) p. 415-499; C. VIOLANTE, La Pataria Milanese e la
fine p. 515-519. riforma ecclesiastica (Roma 1955).
C. 7. EL FEUDALISMO Y LA IGLESIA 111
^17(5 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

más que atendamos un momento a los orígenes del feudalismo,


-zada. Esta conquista fué en gran manera beneficiosa pafa la veamos su organización y observemos los factores antifeudales
.Iglesia y para el país, pues introdujo la reforma eclesiástica en que prepararon lentamente su disolución.
aquella isla, puso en la sede primada d'e Caníerbury a la egregia
figura de Lanfranco y estrechó los lazos de Inglaterra con el 1. El feudalismo medieval. Derechos del señor feudal.—
continente. Para reconquistar el territorio español sometido a Consistía el feudalismo en una especie d e jerarquización de Ios-
los moros, organiza ,una expedición militar d'e tipo internacio- poderes políticos y sociales o en una desmembración d e la so-
nal que puede llamarse la primera cruzada, al mando d e Gui- beranía real y de sus derechos y prerrogativas. Su base jurídica
llermo de Montreuil, que conquista a Barbastro en 1064. Con es el feudo, que venía a ser un contrato por el cual los sobera-
el fin de conseguir la abolición d e la liturgia mozárabe envía a nos a los grandes señores y éstos a otros d e inferior categoría
España ten dos ocasiones {1064, 1071) al cardenal Hugo Cándi- otorgaban tierras en usufructo, obligándose el feudatario con
do, quien con su gran habilidad logra su intento en Aragón, juramento a guardar fidelidad de vasallo al donante, prestarle
después d e haber visto con satisfacción que el rey Sancho Ra- el servicio militar, acudir con su constelo a las asambleas que el
mírez se encaminaba a Roma para ofrecerse fielmente al servi- señor convocaba y ayudarle con otros subsidios, según lo con-
cio d e la Iglesia romana como miles símcti Petri, de donde se venido en el contrato. Las mismas tierras y posesiones dadas
había d e seguir la definitiva infeudación del reino d e Aragón a en usufructo a condición de vasallaje se decían feudo. E r a aqué-
la Santa Sede a : T . Ha una concepción d e la soci'edad enteramente contraria a la
El mismo papa Alejandro' tuvo valor para protestar contra que se impuso en Europa con la revolución francesa, que se
el divorcio del emperador Enrique I V , y lanzar la excomunión basa en la igualdad de derechos y deberes de todos los ciuda-
contra los perversos consejeros de aquel monarca {1073)•. danos. E l feudalismo n o puede existir ni en una monarquía ab-
Se avecinaba el conflicto de las dos potestades, la imperial soluta ni en un régimen capitalista.
y la pontificia. L a reforma eclesiástica iba llegando a sazón. Desde l a decadencia del Imperio romano se fué preparando
Entonces sube a la Cátedra de San Pedro el gran Hildebrando. el feudalismo, o mejor, desde antes, desdfe que empezó a des-
aparecer la igualdad entre las clases sociales por el patronaje
y la encomienda, el beneficium y el precaritxm. L o vemos germi-
nar entre los merovingios y carolingios, pero sólo con estos úl-
CAPITULO VII timos surge plenamente el feudalismo.
Y a en el Bajo Imperio iban desapar'eciendoi en los campos
El feudalismo y la Iglesia * los pequeños propietarios, que s e ponían, para ser mejor defen-
didos, bajo l a protección de grandes señores. Paralelamente la
vida ciudadana de los municipios se paralizaba por causa de la
I. NOCIONES FUNDAMENTALES
crisis política y económica del Estado, y como consecuencia
vemos que d e los municipios se independizan administrativa-
Siendo tel feudalismo el molde politico-social en que se tro- mente las grandes posesiones señoriales o granjas (villae) con
queló la Edad Media, naturalmente tuvo que dejar impreso su su pars urbana, habitación del propietario, y su pars rustica,
carácter en las instituciones eclesiásticas. P o r eso no estará de dependencias de los siervos y colonos. P o r efecto de la misma
w
PAUL K E H R , Cómo y cuándo se Meo Aragón feudatario de crisis económica, en el comercio y en los servicios personales
la Santa Sede, e n "Estudios de E d a d Media de l a Corona de Ara- empiezan los productos de la tierra a suplantar al dinero; la
gón". E d . a p a r t e (Zaragoza 1945). mayor y más segura fuente de riqueza está en la tierra.
* BIBLIOGRAFÍA.—P. ROTH, Geschichte des Beneficialswe- E s t e proceso y este prevalecer el campo sobre la ciudad se
sens (Erlangen 1850); FUSTEL DE COULANGES, Histoire des ínstitu-
tions (París 1874ss); de los seis tomos interesan aquí el IV (1889) las 1947); U. STÜTZJ Das Eigenhircfoenrecht, ais Element der mit~
y especialmente el V : Les origines du systéme féodal (1890); telalterlichen germaníschen Kirchenrechten (Berlín 1895); P. THO-
H. PIRENNE, La civilisation occidentale áu moyen-dge (Histoire MAS, Le droit de proprieté des la'iques &ur les églises et le %>atro-
genérale dirigida p o r G. Glotz, t. 8, P a r í s 1941); C. DAUX, La pro- nage laique au moyen-iige (París 1906); R. BIDAGOR, S. I., La
tection apostolique au moyen-dge, e n " R e v u e des Questions H i s - Iglesia propia en España (Boma 1933), en "Analecta Gregoriana"
t o r i q u e s " 72 (1902) 5ss; P . FAVRE, Etude sur le Liber censuum de vol. 4; M. TORRES., La doctrina de las "iglesias propias", en "Anua-
TEglise Romaine (París 1892); A. POESCHL, Die Entstehung des rio de Historia del Derecho español" 2 (1925) 402-461; cf. iUd. 5
geistUchen Benefiziums, e n "Archiv für ÍCathol. K i r c h e n r e c h t " (1928) 83-217; S. GRELEWSKI, La réaction contre les ordalies en
106 (1926) 3-121; 363-471; E . HIHOJOSA, Estudios de Derecho es- France depuis le IX" siécle (Estrasburgo 1924); L. LALLEMAND,
pañol (Madrid 1903); L. WECKMANN, La sociedad feudal (México Histoire de la chanté (Paiís 1904-1906).
1944); F . L. GANSHOF, Qu'est-ce que la féodalíté? (2.a ed. Bruse-
C. 7. EL FEUDALISMO Y LA IGLESIA 179
178 P. I. DE CAkLOMAGNO A GÜHGOklÓ Vil

desarrolla rápidamente con las invasiones de los bárbaros, cuyos ban el derecho de cobrar para sí los impuestos y d e ejercitar
jefes se reparten en propiedad las tierras con jurisdicción so- sobre sus' habitantes las funciones jurisdiccionales, que antes
berana, y en parte las ceden a sus hombres de armas bajo jura- pertenecían al Estado.
mento de fidelidad; sólo qute los merovingios las ceden en pro- Los grandes feudatarios podían conceder y de hecho conce-
piedad (aüodium), y los carolingios en usufructo (beneficium) dían parte de sus tierras, en forma d e beneficio o de feudo, a
mediante un contrato: esto es lo feudal. otros inferiores, mediante juramento de fidelidad y vínculos
En correspondencia al beneficium otorgado por el monarca, cada vez más estrechos {feudatarios menores, beneficiarios, se-
el beneficiario se convertía en-»su vasallo (vassallus, homo), ñores alodiales) ..«Con razón se h a dicho que sin lealtad personal
jurando fidelidad a su señor (homaggium). El beneficio unido no puede ni concebirse el feudalismo. Andando el tiempo, el
al vasallaje se decía propiamente feudo. La ceremonia o acto espíritu de vasallaje se fué extendiendo aun al interior de la fa-
concesional del beneficio era la investidura. milia, y así veremos que esposa e hijos serán considerados como
La villa en. aquellos tiempos d e guerras, se circunda d e mu- vasallos del padre de familia, del barón, del sénior, para quien
ríos, convirtiéndose en una fortaleza, a cuya sombra se acoge tendrán cumplimientos ceremoniosos: el hijo llamará a su padre
la población rural para n o quedar expuesta a cualquier hueste mi señor (monsieur) y a su madre mi señora (madame).
devastadora. Entre campesinos o pequeños propietarios- y se- 2. Derechos y deberes del subdito feudatario»—El feuda-
ñores se da un pacto por el cual aquéllos se ponen al servicio de tario, vasallo de un rey, al recibir la investidura del feudo, ge-
éstos bajo- su tutela y protección (tuitio, mundeburdium), a con- neralmente por medio de algún símbolo, v. gr., el cetro, un bas-
dición dte que se les otorgue seguridad y defensa. Transfórmase tón, una llave, se arrodillaba a sus pies, despojado de todas
la villa en una curtís (cohortis), cuyos habitantes trabajan y armas, y, poniendo sus manos en las del señor (commendatío
laborean los campos d e su señor, viviendo de sus productos. per manus'), le prestaba juramento de fidelidad (hontagium, ho-
Allí no hay salarios, n o hay precios, no hay capital. El pequeño minium) sobre los Evangelios y sobre reliquias dte la Santa
comercio de lo que se necesita, para el consumo se hace con Cruz o de los Santos.
cambios en especie. Mercaderes de profesión serán en adelante E s t a fidelidad de vasallo implicaba a veces (pues los debe-
solamente los judíos, intermediarios entre los países musulma- res mutuos variaban hasta lo infinito, según las costumbres y
nes y los cristianos, y que incluso traficarán con esclavos. Aun- circunstancias!) la. asistencia y consejo al rey, no Combatiendo
que las ciudades van decayendo, todavía son focos de alguna nunca contra él y sirviéndole algún tiempo en la guerra con
actividad comercial e industrial. Seguirán siendo el centro de sus hombres, sus castillos, su dinero, y en la paz con su con-
la vida eclesiástica. sejo. El feudatario podía cobrar tasas y otros derechos feuda-
Durante los merovingios y carolingios el poder d e los no- les, administrar justicia en sus dominios y aun batir moneda y
bles fué creciendo a ¡medida que conseguían inmunidades, o sea hacer la guerra a otros señores feudales cuando d e ellos recibía
exenciones de impuestos y exención d'e la justicia del rey. En injurias graves; él construía puentes, alzaba castillos, aseguraba
las continuas guerras de aquella turbulenta época los reyes ca- los mercados y los caminos, amaestraba a sus subditos en el
rolingios necesitaban ejércitos cada día más fuertes, sobre todo manejo de las armas, etc. Tenía el derecho de mercado (tasa
de hombres a caballo, y para obtenerlos más fácilmente conce- por cabeza vendida¡), de caza, d e salvoconducto, d e pontazgo,
dían a los señores nuevas tierras del vasto patrimonio real, con peazgo, etc. Nunca existió el ius primae noctis. N a d i e podía
carácter hereditario y perpetuo, con lo que el número de gran- juzgarle, si n o era el rey, y por medio d e jueces que fuesen
des propietarios fué acrecentándose. Este movimiento descen- nobles como él. Tampoco podía ser despojado del feudo sin
tralizador, que se dibuja claramente a la muerte de Carlomag- causa legítima, como era la felonía, o traición a su rey y señor;
no, se extiende y confirma con las incursiones de los norman- la vejación y opresión d e sus subditos y otros graves abusos.
dos, cuando, descuidando los reyes la defensa del país, tienen Cuando moría el feudatario sin sucesión, su feudo volvía a
los señores de villas o curtís que fortificarse en castillos, con- líanos del señor, el cual e n la minoría del vasallo solía ser su
virtiendo a sus servidores en hombres de armas. Cuando los tutor y guardador del feudo.
monarcas no pudieron conceder más tierras fué cuando otorga- Como se ve, los feudatarios disfrutaban, por concesión o
ron inmunidades y exenciones. La immunitas romana era el pri- usurpación, d e las regalías o poderes inherentes a la autoridad
vilegio que tenían ciertas tierras de los senadores y de la Igle- soberana, resultando de ello que el Estado,. lejos de. ser una
sia y del emperador de no pagar impuestos. Pues bren, las fuerte unidad con poderes centralizados, era un agregado polí-
tierras cedidas por el rey, al pasar a manos del nuevo dueño, tico de elementos heterogéneos, unidos entre sí por contratos.
le conferían, a éste el privilegio de inmunidad; más aún, le da*- Téngase en cuenta qute en España í»Q §e desarrolla el feuda-
I8Ó P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C 7. EL FEUDALISMO Y LA IGLESIA 181

lismo como en otras naciones europeas, a no ser en Cataluña mente, a no ser en las tierras realengas! o dominios propios de
por su contacto con Francia, país eminentemente feudal, y por éste. E n los tiempos antiguos del feudalismo tenían tanta suje-
estar más alejada que León y Castilla d'e la amenaza musulmai- ? ción a los señores, que no se diferenciaban de los siervos. Los
na. N i solían ser nuestros reyes tan fáciles en otorgar derechos siervos de la gleba (criaíiones, cassaíás, familia) estaban suje-
a perpetuidad. Las donaciones de tierras que los monarcas de tos al cultivo de un campo o gleba, a la que se decían adscritos,
León y Castilla hacían a los nobles implicaban servicios de- y sin permiso de su señor no. podían separarse de ella. Forma-
corte y d e guerra y sólo tenían carácter temporal, a lo sumo ban la mayor parte de la población rural y n o pocas veces se
vitalicio. Llamábase prestimonio o afondo. Es de noiar qué los sublevaron contra las arbitrariedades de los amos. Les era lícito
reyes asturiano-leoneses, y desde el siglo x aun los grandes poseer bienes fuera d'e la gleba, aunque con limitaciones. Culti-
magnates y los obispos, están rodeados de un séquito o mesna- vaban a sus expensas el campo y entregaban al señor (noble,
da, cuyos miembros se ponen al servicio de su señor, unidos a iglesia, monasterio) por el arriendo una parte de los frutos,
él.por vínculo de vasallaje, pero de un vasallaje basado en la ¡ además d e otras gabelas que solían pagar en especie {ganados,
fidelidad y amistad (fideles))', no en la concesión d e un' feudo • aves, huevos, queso, lino, etc.). El siervo debía llevar su trigo
o beneficio. Estos fieles vasallos decíanse de criazón, si se al molino del señor, cocer el pan en el horno de aquél, utilizar
educaban en el palacio' y a cuenta de su señor, o bien asolda- su lagar y pagar por todo ello. El señor podía ponerlos en pri-
dos, si.es que le servían mediante un stfeldo 1 . Los ricos-hombres sión y aun condenarlos a muerte ("señor de horca y cuchillo");
llegaron a ser casi tan ricos como el rey. Este los tenía sujetos no era dueño d e sus personas, como de los esclavos, pero si de
con continuas donaciones. Terminada la Reconquista, les con- su trabajo, para hacerles labrar las heredades señoriales, segar
cederá privilegios de mayorazgo con inalienabilidad d e bienes. '•'• y trillar las: mieses, ayudar a la construcción de edificios, etc; T a l
Además de los grandes señores, como los ricos-hombres o era el estado y condición d e los campesinos en la edad feudal.
magnates o proceres, que cuando iban a la guerra llamábanse, E n Francia hubo levantamientos de los siervos oprimidos
"de pendón y caldera", aparece en España una especie de no- a fines del siglo x y en el xi, aunque generalmente fueron aho-
bleza inferior que no tenía señorío de tierras, o no tanto como gados en ^sangre por los señores. Durante las Cruzadas, nece-
los duques, marqueses, condes y vizcondes: la d e los hidalgos sitados los señores de grandes sumas de dinero para costearse
(en León y Castilla)' e infanzones (en Aragón y Cataluña), que sus expediciones, se aprovecharon los siervos para comprar su
muchas veces se equiparan con los gentileshombres de Francia libertad. Del siglo xili 'al-- xv la condición de los campesinos fué
y con los valvasores' de Italia. Dependían, directamente del rey, mejorando y haciéndose su vida (choza, mobiliario, comida)
al que tenían que ayudar en la guerra. N o deben confundirse más humana y corifortabl'e.
con los caballeros, porque éstos no siempre eran nobles de san- L a Iglesia, sobre todo a partir del siglo vni, veló por los
gre o de linaje, aquéllos sí. La más importante clase de hidalgos ; derechos inalienables de los siervos y por sustraer a éstos dé
era, la de "solar conocido" o "casa solariega". "Los hidalgos no • ' la tiranía de sus amos. El derecho de asilo era muchas veces
pechaban. . su salvación. Los que eran siervos de la Iglesia disponían de
El clero, como clase social, disfrutaba de iguales prerroga- tres días á lá semana para' trabajar libremente y a su cuenta.
tivas que la nobleza y ejercía igual influencia económica por También se les abría la puerta del estado religioso y del sacer-
sus grandes posesiones. En efecto, como en seguida diremos, . > docio, con lo que su estado s e ennoblecía a los ojos del pueblo 2 ;
tanto los reyes como los particulares hacían frecuentes dona- : E n Castilla ya desde el siglo x empiezan a mejorar d e con-
ciones de tierras a las iglesias y a los monasterios, otorgando • dición, debido al aumento d e lá población y a la mayor segu-
a los obispos, cabildos y abades jurisdicción y señorío sobre los ridad que se gozaba, así como a la posibilidad de sustraerse a
hombres que allí vivían, aunque en forma- muy diversa según \ la dependencia de los señores. E n Cataluña y Aragón, donde
los países. Aun las abadesas tenían sus hombres' de armas. casi toda la propiedad estaba en manos de nobles y eclesiásti-
3. Colonos y siervos.—Los villanos o colonos eran hom- cos, les fué más difícil la vida, harto sobrecargada d'e servicios
bres libres dé baja condición; estaban sometidos, al señor feudal ' y tributos que debían pagar a los ricos-hombres {primera noble-
en tributos, tribunales, servicio militar, etc., no al rey directa- za) y a los señores alodiales o pequeños propietarios indepen-
dientes, y más difícil todavía- abandonar las tierras redimiéndose
1
C. SÁNCHEZ ALBORNOZ, En torno a los orígenes del feudalismo i por "dinero,- de: donde les-vino á esos colonos o siervos el nom-
(Mendoza 1942) 3 vola.-Será útil para conocer las clases sociales bre, de payeses de remerisa: (de rediriientia): "
y .el.-, derecho en general. -A.- GARCÍA GALLÓ, Historia del Derecho-
español .(Madrid 1943); MARC BLOCH, La societé féodale (París '? .Cüf.. FOURNIE-R, t¡es affranchissements du V-au XIII" siécle,
1939-40). • "
en "Revue - HiBtprique", 21 (J884) 1-58.
c 7. EL raipMJarajLHJi^
182 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
laudólos a todos ante la ley. Los legistas son los más eficaces
A medida que la clase servil mejoraba de situación en Es- aliados y consejeros del monarca.
paña y se libraba de las cargas que sobre ella pesaban, tueste Pero acaso la acción disolvente más eficaz proceda de las
transformando en una clase intermedia, que se llamó de júniores, condiciones económicas. Hasta el siglo x, según dijimos, la fuen-
de la que unos estaban sujetos al señor por el pago de .un tribu- te casi exclusiva de la riqueza y el centro de la actividad eco-
to personal (júniores de cabeza) y otros seguían cultivando las nómica era el campo, n o la ciudad. Estas habían quedado
tierras señoriales (júniores de heredad), pero con derecho de arruinadas y abandonadas a causa d e las invasiones y d e la
poseer bienes propios y con facultad, desde 1215, de mudar de anterior crisis política y económica. Aun las más célebres, como
residencia sin p'erder tos bienes. Entre ambas clases sociales Roma, Milán, etc., estaban reducidas a un corto recinto. P e í »
surgieron más de una vez conflictos sangrientos, como la suble- la población aumenta, la economía se desarrolla, y desde el si-
vación de los siervos en' los siglos xi y x u contra el monasterio glo x empieza la ciudad—en Italia antes que en otras partes*—
de Sahagún, poblado de franceses, y otras sublevaciones poste- a rtecobrar su función económica, siendo centro de atracción
rioras de los payeses en Cataluña y Aragón. P o r obra de los de la población> rural, ansiosa de libertad. Los valvasores, al
municipios o concejos, en donde se refugiaba y crecía la pobla- sacudir la sujeción de los grandes feudatarios, se acogen a las
ción libre, y por el favor de los reyes y disposiciones de los ciudades, muchas de las cuales se fortifican con muros, como
concilios, la liberación de los siervos se fué operando paulati- los castillos de los nobles. P o r el mismo tiempo los stervos de
namente y sin grandes disturbios. la gleba, fugitivos d e las tierras feudales, son bien recibidos
por los habitantes de la ciudad, porque disminuyen el poder de
. 4. Acción disolvente de diversos factores en la potencia los señotes y acrecientan el número de brazos p a r a el trabajo
feudal,—Nunca tuvo mayor desarrollo el feudalismo que al ex-
tinguirse las dinastías carolingias en Francia, Germania e Italia. de los talleres y oficinas.
M a s y a a fines del siglo x vemos claramente que se inicia la Mientras que al antiguo siervo fugitivo n o le quedaba otra
lucha contra el poder feudal, bien que no' em todas partes a un suerte que la de salteador,, ahora se le brinda libertad y trabajo
tiempo. El Imperio germánico, pasado el primer momento, en en la ciudad industrial. Los mismos señores se ven obligados,
que había reconocido como hereditarios los feudos de los gran- ante el cambio de las circunstancias, a pactar con los siervosi,
des señores a fin de tenerlos más adictos, cuando los ve poco reconociéndoles la libertad personal y estableciendo ep docu-
dóciles, procura con una segunda maniobra restarles poder y mento oficial el número y la naturaleza de las obligaciones, con
les opone desde Otón I los feudatarios eclesiásticos, haciendo lo que se mitiga la arbitrariedad y antigua tiranía, Y como los
a los obispos condes y auln príncipes, con lo cual el emperador señores tienen necesidad de brazos para cultivar sus campos,
dispone de ellos' en la lucha con los grandes feudatarios laicos. ceden parte de éstos 'en enfiteusis o arriendo a los trabajadores
Y en un tercer momento, los soberanos d e la casa de Franconia, por medio de contratos, lo cual hace que cambien profunda-
vtendo que ni de unos ni d e otros puede fiarse, recurre, máxi- mente las relaciones del señor con el trabajador, ya que éste,
me en el norte de Italia, a los vaZvasorels o pequeños feudata- mediante un canon o tasa anual que debía pagar, poseía los
rios,, los cuales sufrían mal su dependencia d e los grandes se- campos con cierta libertad, gozaba del fruto de su trabajo, po-
ñores, a cuyo arbitrio estaba siempr'e su pequeño feudo. día transmitir las tierras a sius hijos y aun llegar a ser, mediante
Conrado III en 1037, con su edicto de beneficiis, interviene la compra, verdadero propietario. Multiplícaosle así los produc-
en. favor d e los valvasores para tenerlos de su parte, y garan- tos agrícolas, crece el consumo, mejóranse las condiciomtes de
tízales la hereditariedad de sus feudos, decretando que "ningún vida, activase el comercio c o n la ciudad y ésta hace progresar
vasallo de obispos, abades, abadesas, marqueses, condes, etcé- las industrias; cesa la compra en especie y circula el dinero,
tera, pierda su feudo sin ama culpa detenminada y probada", aumentándose la riqu'eza móvil o pecuniaria.
dará la sentencia un tribunal de pares del valvasor, de la cual U n acontecimiento trascendental acelera y da un impulso
todavía putede éste apelar al monarca. C o n esto se rompe la enorme a este movimiento: las Cruzadas. Las Cruzadas abren
dependencia d e los pequeños feudatarios, mermándose notable- las rutas del comercio con el Oriente, comtercio que es monopo-
mente el poder de los grandes. Acentúase la decadencia del lizado casi enteramente por los italianos. M á s tarde surgirán
feudalismo en Italia por obra de los comunes o municipios, que en Alemania las ligas comerciales. Los nobles marchan a la
rechazan a los señores feudales, y fen otras! naciones por" la mo- Cruzada y muchas veces tienen que vender tierras y posesiones,
narquía, que, aspirando al absolutismo, trata- de romper los gastar sus riquezas y adeudarse para mantener sus mesnadas en
vínculos de aquel contrato feudal, por el que había cedido parte tan largas expediciones, con lo cual el feudalismo se resque-
de sus derechos reates, y quiere ejercer ahora su absoluta1 so- braja, al paso que la burguesía o telase media d e villas y cuida-
beranía sobre todos los subditos directa e inmediatamente, igua-
1 ñR
C. 7. EL FEUDALISMO Y LA IGLESIA i??
184 1>. 1. DE CARLOMAGNÜ A GREGORIO Vil

mente sus cancilleres—, hacíanles grandes donaciones con toda


des prospera con el auge de los gremios industriales, del co- clase de inmunidades, derechos judiciarios y de impuestos. Pre-
mercio, etc. Deseando los reyes ver aumentar el número dé ferían los reyes dar tierras y poderes a los eclesiásticos, obliga-
villas o ciudades en sus estados, solían conceder exenciones y dos al celibato, antes que a los laicos, que transmitían el feudo
privilegios; franquicias o libertades, en España fueros, a cuan- a sus hijos. Además era más fácil al rey imponer su voluntad
tos viniesen a poblar determinados municipios. Así se multi- en las elecciones episcopales. E s t a s concesiones eran de dos
plican los centros urbanos, en los que florece la industria y el maneras: entregando al santo patrono de la iglesia las pose-
comercio, y se forma la burguesía, cuyos 'hijos, entrarán en las siones y heredades con exención de t o d o tributoi o censo irrevo-
universidades y se apoderarán de la burocracia y de los cargos cablemente y para siempre*, lo que se decía allodia, o> bien a tí-
influyentes en la corte hasta acabar con el feudalismo. tulo de feudo (feudum), con obligación, bajo juramento, de
guardar el donatario fidelidad al señor feudal y pagarle algún
tributo. Los príncipes y señores feudales venían a ser arbitros
II. INSTITUCIONES FEUDALES ECLESIÁSTICAS de iglesias y monasterios, nombrando a su talante^ y por corusU
deraciones políticas más que por motivos religiosos a obispos
1. La Iglesia feudal.—También en la Iglesia, como no podía
menos, se. dejó sentir el feudalismo, de suerte que los clérigos y abades.
vinieron, a encuadrarse en el organismo feudal casi, tanto como Los daños que esto causó a la Iglesia se palparán al tratar
en el de la jerarquía eclesiástica. de las investiduras, porque el poderío d e obispados y abadías
C a d a episcopaíus era a los ojos de los reyes como un comí- despertaba la ambición y codicia de,muchos personajes indig-
taíus, con la ventaja de que el episcopado no era hereditario, nos, que sin vocación eclesiástica lograban entrar en posesióin
y, al quedar vacante, volvía a manos del príncipe. El obispo del báculo y la mitra. E n consecuencia veremos un clero alto,
que recibía el episcopaíus (la iglfesia con sus bienes y posesiones feudal, no raras veces manchado por la, simonía y el concubi-
territoriales) d e mano del monarca o del señor del país, queda- nato, d e costumbres más cortesanas y castrenses que sacerdo-
ba constituido en señor feudal y, ál mismo tiempo, en vasallo tales, mientras en las aldeas, casi al par de los siervos o colo-
del soberano. Donde más arraigada y fuerte se hallaba esta nos, vivía un clero bajo, ignorante y zafio 3 .
feudalidad eclesiástica era en Alemania. M a s también la vemos Contra ese feudalismo la Iglesia n o podía ¡menos de reaccio-
en Francia, Inglaterra y otros países. Adalbe'rón de Reims nar enérgicamente. Primero son quejas d e varones santos, de
(f 989) confesaba que tenía su arzobispado "gratia Dei tet be- sínodos particulares, del pueblo mismo; después la acción deci-
nignitate regia". ,Su antecesor, Heriveo (año. 900)', lo mismo que siva de los papas, ayudados por monjes ya reformados, en
el obispo de París, Francón (1020-1030)', recibieron su dignidad lucha contra las investiduras, raíz d e los abusos. Desde Gre-
y poder "regis donatione". El papa Jiuan X ordenaba en 921 Vut gorio V I I el Pontificado vuelve a ser una monarquía absoluta,
nullus alicui cJerico epi&copatum conferr'e debeat, nisi rex" 2 *. más absoluta cada día, libre de señores feudales y del mismo
Era muy frecuente que el conde o vizconde dispusiese del obis- emperador.
pado enclavado en sus tierras en favor d e alguno d e su hijos 2. La encomienda de San Pedro.—Como al fin de la Edad
segundones. Antigua había muchos que se ponían bajo la protección d e un
Aun en países poco afectados de feudalismo, como España, señor y se hacían sus encomendados o vasallos (suscepti o
los obispos llegaron a ser ricos y poderosos, porque poseían vassi) entregándoles sus posesiones, de tal forma que el pro^
vastos dominios y tierras mteflced a la generosidad de reyes, de tector adquiría el derecho d e propiedad de aquellos bienes, con-
grandes señores y de otros particulares, y esto en una época servando el protegido solamente el usufructo, con la obligación
en que la tierra era la forma casi única d e riqueza. Así la igle-
sia catedral venía a ser el centro de ¡uta patrimonio fres eccle- * Como el feudalismo no arraigó en España—salvo las re-
siae) que comprendía el episcopium con las villas, tierras, igle- giones arriba indicadas—, así tampoco se dejaron sentir en el
sias rurales, diezmos, censos, etc. Reconociendo los monarcas clero español las desastrosas consecuencias morales que obser-
la piedad y la ciencia de los jerarcas eclesiásticos1 y agradecidos vamos en todos los demás países de Europa. La constante guerra
contra el moro podía enrudecer las almas, pero las aceraba y
a los civilizadores dé los pueblos—los. obispos eran los defen- vigorizaba, impidiéndolas caer en la relajación o en la molicie;
sores de las ciudades, los consejeros de los reyes y frecuenttef- por otra parte, el alto ideal patriótico-religioso avivaba su fe y
su • religiosidad. León y ' Castilla se mantienen- én una limpieza
a
* ML 132, 806. Los documentos aludidos en el texto y otros moral desconocida' allende el Pirineo;- la Marca Hispánica, oue
más pueden verse citados en la fundamental obra de E. LESNB participaba más del feudalismo reinante en Francia, también ge
La propriété écclésiastique en France t. 2 (Lille 1926) 83-85. resintió de sus defectos,
C, 7. EL FEUDALISMO Y_LAJGU«1A

186 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil


T o d o esto trajo, por tel momento al menos, muchas ventajas.
de pagar un censo anual en señal de vasallaje, así también Ventaja material y espiritual para los monjes, pues ponían sus
bienes bajo la salvaguardia de Roma y obtenían el poder elegir
aconteció en lo espiritual.
un abad conforme a su'regla; para la Santa Sede, ventaja ma-
Para aquellos hombres no había más podterosos protectores
que los santos del cielo, los cuales mostraban su poder princi- terial por el censo, aunque menguado, que se le tributaba, y
palmente en las iglesias que guardaban sus reliquias y se con- principalmente ventaja moral por el magnífico instrumento del
sagraban a su culto. Pues bien, a esas iglesias (catedrales o monaquisino, que se ponía a sus órdenes «n¡ toda la cristiandad.
monásticas) entregaban sus bienes, poniéndose bajo la protec- Al tratar de Gregorio V I I veremos cómo reinos enteros buscan
ción del santo allí venerado y pagando un pequeño censo ten la protección apostólica.
ttestimonió de su pertenencia a aquella iglesia 4 . 3. Las iglesias propias»—Una de las formas'de feudaliza-
Entre todos lo® santos ninguno de tanta veneración en Oc- ción eclesiástica fué el régimen patrimonial de muchas iglesias
cidente como San Pedro, sepultado en el Vaticano, y ninguno y capillas, construidas, erigidas y fundadas por un conde, un
recibió tantas enicomiendas y donaciones. U n a de las más an-' rey, un cabildo, un obispo, etc., dentro de sus propios dominios,
tiguas es del año 790, eru que el fundador de un monasterio de. en su propio suelo, y que por tanto solía hablar de "Ecclesia
la ciudad de Lucca dispone que las monjas' darán cada año a la mea propria". Unas veces era una iglesia o capilla, otras veces
basílica de San Pedro en Roma el aceite para las lámparas por un monasterio, una parroquia y aun una catedral, propiedad'
valor de diez sueldos de oro, en señal d e qute el monasterio de un señor, que era el dueño de aquella heredad o territorio.
está bajo la protección d e San Pedro, es decir, del Romano Consta, por ejemplo, que en 961 tel conde Raimundo de Cham-
Pontífice- 5 . pagne poseía unas sesenta iglesias y capillas erigidas1 en su con-
Hácense muy frecuentes estas donaciones de monasterios dado. Naturalmente, si el señor era laico', no podía ejercer fun-
desde la segunda mitad del siglo ix, por razón de la anarquía ciones eclesiásticas en su "iglesia propia", pero siendo, dueño
creciente y de los peligros y rapiñas a que estaban expuestos, del territorio lo era también del altar erigido y enclavado en él
y en parte para librarse de los protectores laicos, que tomaban y de todo lo perteneciente al altar; consiguientemente se reser-
el título d e abades y disfrutaban de las rentas, mientras confia- vaba la jurisdicción, la administración de los bienes anejos al
ban a UE. monje la dirección del claustro. El año 863 el conde altar y a la iglesia, al frente dte la cual, para que atendiese de-
de Vienne con su mujer funda los monasterios de, Véztelay y bidamente al culto, colocaba a un clérigo, escogiéndole tal vez
Pothiéres, y los pone bajo la protección del papa Nicolás I, entre sus siervos o colonos, a quien luego el obispo» ordenaba
tributándole un censo anual de dos libras de plata. Siguen su de presbítero. Debía, sin tembargo, dejarle en propiedad al clé-
ejemplo en Francia los fundadores dte otros monasterios, como rigo una pieza de tierra (massei) que fuera suficiente p a r a su
Andlau; en Alemania el de Lure; en España los d e San Pedro
mantenimiento.
de Besalú y San Ginés de Besalú, etc. El monaisetrio pasa a ser
propiedad de San Pedro, y el Romano Pontífice le concede en P e r o consta que los obispos solían reclamar su autoridad
cambio la inmunidad y protección contra las injerencias de re- sobre estos clérigos, taru dependientes d e su señor y patrono;
yes, condes y obispos en lo temporal del monasterio y en la sobre las iglesias patrimoniales y sobre el régimen, de las
elección de abad. E n 910 Guillermo, duque de Aquitaínia, funda mismas.
el monasterio de Cluny y se lo entrega al papa en propiedad, Y los concilios nunca toleraron la apropiación completa de
obteniendo por su parte no sólo la inmunidad frente a cualquier las iglesias por parte de los señores, exigiendo» que en lo espi-
autoridad temporal, sino la exención d e la jurisdicción episco- ritual y eclesiástico se sometiesen a la jurisdicción, episcopal.
pal, para depender directamente de Roma. Esta libertas romana, "Nullus laicorum—mandaba en 1022 el concilio d e Seligen-
que sustituye a la antigua protectio, se generalizará en todos los stadt—alicui presbyt'ero suam commendet ecclesiam praeter con-
monasterios cluniacenses. Y desde el siglo xi se nota que el sensum episcopi". Lo que siempre se le concedió al fundador
censo anual tributado antes en señal de vasallaje y del alto do- y a sus sucesores fué el derecho de patronato. Abusivamente
minio y derecho d e propiedad que poseía el papa sobrte las en- ellos se arrogaron otros supuestos derechos, como el de los
tidades que se ponían bajo su protección, aparece ya en los diezmos, contra lo cual protestaba la autoridad jerárquica,
documentos como símbolo o demostración de libertad adquirida. A pesar de todo, la institución típicamente feudal de la iglesia
propia se generaliza en todas partes. Las iglesias u oratorios
4 dte los pagos o aldeas y villas eran frecuentemente de propiedad
SILVA TAKOUCA, Fontes Historíete ecclesiasticae
8
n. 165. particular, bien porque el señor las había construido y funda-
MURATORI, Antiquitates italicae medU aevi I I I , 561. Véase
también la a n t i g u a fórmula X X X I I del tiber' diximus (ed. SicTcel, do, bien porque las había heredado o recibido del rey. E s fre-
Viena. 1889),
l8§
C. 7 . EL FEUDALISMO Y LA IGLESIA ..
Í8Á t>. 1. Dfc CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

eXxxúsr&o autor: "La potestad d e los laicos sobre las iglesias no


cuente encontrar en los cartularios contratos d e venta, doíia- nace sólo de su construcción o d e su legítima adquisición por'
cion'es, permutas, herencias, etc., por donde vemos que tales testamentara o escritura. Surge también, aunque no como pro-
iglesias propias se transmiten de mano en mano, con sus anejos piedad, por una relación de encomendación o defensio" 8 .
y dependencias, edificios, campos, molinos, hórreos, animales,
incluso con los siervos y con el presbítero adscrito a su servi- N o entraremos en pormenores sobre los varios problemas
cio, lo mismo que cualquier otra, posesión. Hasta los derechos que en diferentes países se originarán de este régimen patri-
de estola, las ofrendas y sobre todo los diezmos, rentas y de- monial.
más ingresos se transmiten d e un dueño a otro. 4. L a paz de Dios. L a tregua de Dios.—Los más graves
"Aunque el propietario podía vender, ceder, permutar su males que padeció aquella edad feudal fueron, en lo eclesiás-
iglesia propia, no tenía, en cambio, poder alguno para hacer de tico, la simonía y la violación del celibato, consecuencia en
ella uso inconveniente o diverso de su destino religioso... El
gran parte de la falta de libertad de la Iglesia en la elección de
dueño era su natural protector; y téngase esto en cuenta, por-
sus jerarcas; y en lo social, el derecho de la fuerza, las guerras
que entra en las consideraciones fundamentales del sistema feu-
ininterrumpidas, la inseguridad d e la vida. Dejando el primer
dal, que acogió las iglesias propias y dominó en las mismas
instituciones eclesiásticas. Como que el título para apropiarse punto para otro lugar, veamos aquí cómo la Iglesia trató de
las rtentas y los diezmos no fué precisamente la propiedad de poner remedio a la rudeza de las costumbres educando cristia-
la iglesia, como si fueran fruto d e su dominio, sino las funcio- namente a aquellos pueblos.
nes propias de las reatas eclesiásticas, que como protector re- La Paz d e Dios (Pax Dei), patrocinada constantemente pof
clamaba el señor para sí. Al retener los diezmos; el dueño se los obispos, no perseguía otro fin que el de hacer ¡reinar la paz
y la justicia en aquellas sociedades rudimentariamente organi-
obligaba a sostener la fábrica d e . l a iglesia, al socorro de los
zadas y en las que aún n o había calado muy hondo el cristia-
pobres y al mantenimiento del clero" 6 .
nismo. E l salvaguardar la paz, que era oficio del poder tem-
Exagera U . Stutz al d'ecir que la iglesia propia dominó al-
poral, la Iglesia empieza a hacerlo siuyo en el concilio de
gún tiempo- t o d a la vida jurídica eclesiástica, y que surgió al
Charroux (989). E n el año 990 el concilio d e P u y dicta leyes
margen de la jerarquía y en. lucha con ésta. El que muchas ve-
para proteger a los pobres y desvalidos contra los nobles, a los
ces los fundadores fuesen ajenos a la jerarquía y el que suxgife-
mercaderes contra las arbitrariedades d e ciertos jueces y d e
sen con el tiempo algunos conflictos con ella n o son pruebas
otras autoridades. N o contento con esto, el obispo d e la ciudad
de fundamental oposición. Dicho profesor le d á un carácter
reúne a los caballeros de la región y les manda jurar las deci-
institucional marcadamente privado, lo cual se empeña en ex-
siones sinodales, comprometiéndose todos a n o oprimir a los
plicar por el supuesto origen germánico d e la "iglesia propia".
pobres ni a las iglesias, a n o arrebatarles los bienes y a devol-
R. Bidagor, en cambio, con mayor conformidad a los documen-
verles los ya robados. F u é preciso que el obispo echase mano
tos, establece que a lo menos en España conservó la iglesia
de sus tropas para que aquellos caballeros obedeciesen.
propia su subordinación a la jerarquía eclesiástica y se rigió y
Poco después el obispo de Limoges (997) congrega en otro
administró económicamente según las leyes conciliares, debiendo
sínodo a los obispos de Aquitania y a los magnates, los cuales
estudiarse toda la institución n o dentro del marco y límites del
juran, con el duque de Guy'ena, un pacto d e paz y de justicia
derecho privado germánico, sino dentro del desarrollo del dere-
recíprocamente. Al concilio de Poitiers {1000) asisten el arzobis- .
cho público eclesiástico. García Gallo escribe: "Conforme a los.
po d e Burdeos, cinco obispos d e Aquitania, doce abades y el
principios jurídicos romanos, los edificios eran, cosas accesorias
duque de-Poitiers, y promulgan la paz pública por amor de
del suelo, considerado como principal; de tal forma que,-si al-
Dios, exhortando a todos a no permitir que cada cual se tome
guien edificaba en suelo ajeno, el edificio pertenecía al dueño
la justicia por su mano, sino que sea el juez quien arregle las
de éste. El derecho germánico, por el contrario, n o vinculaba
diferencias. Esta Paz de Dios se "extiende por Francia y Flajv
al suelo los edificios que en él pudiese haber y, en consecuencia,
des, sobre todo desde la asamblea de nobles y obispos en O r -
admitía la posible existencia de dos propietarios distintos. La
leáns (1010), presidida por el rey Roberto el Piadoso, y desde
legislación visigoda se mantuvo fiel a la tradición romana" V
que los .concilios de Verdún (1016), de.Limoges (1031)' y de
Matizando sus afirmaciones con rica documentación, prosigue
Bourges (1038) fulminan la excomunión y el entredicho a los
8
R. BIDAGOR, " ZM iglesia propio p. 12-13. Teorías sobre su
origen, ibíd.. p. 40-58.
' A. GARCÍA GALLO, JSl Concilio de Coyanza (Madrid 1951) p. 219-
220.
190 C 7. EL FEUDALISMO Y LA IGLESIA 191
P. I. DK CARLOMAGNÓ A GREGÓÜIÓ Vil

transgresores. P o r esta Paz de Dios se ponían a cubierto df intentos jurídicos, concediendo a los reos el derecho de asilo
injusticias y violencias ciertos bienes y personas. Se amenaza^ en las iglesias y lugares sagrados o modificando en lo posible
ba con las penas eclesiásticas a los que tuviesen la audacia d la misma legislación. Respecto a las ordalías, tan arraigadas en
destruir iglesias, atacar a los clérigos, monjes y mercaderes qtí las costumbres germánicas desde los tiempos paganos en que el
caminasen sin armas, arrasar campos y viñas, azotar a los al¡ duelo judicial era la forma en que los hombres libres liquidaban
deanos, robándoles bueyes, vacas, asnos, puercos, ovejas, etc. :Y sus litigios, las autoridades eclesiásticas no procedieron con
unanimidad, pues mientras' los (papas generalmente las conde-
Y a los sínodos venían condenando severamente el derech naron, v. gr„ Nicolás I, Esteban V , Alejandro II e Inocen-
del más fuerte y reprobando las contiendas y duelos personales; cio III, así como también alguno» obispos, como Agobardo de
tan arraigados en los países del Norte. Lograr lina paz continu J Lyórí y Attón d'e Vercelli, otros, en cambio, las aprobaron,
y una paz universal para la cristiandad, como la soñó el santo como Hinc-maro de Reims y n o pocos concilios particulares, los
emperador Enrique II, parecía una aspiración irrealizable. • S~ cuales permitían a los clérigos bendijesen y exorcizasen los ob-
pensó, pues, en conseguir siquiera una tregua canónica o d jetos que habían de servir para la ordalía. L o que prohibió la
Dios (Tregua Dei) en determinados días. Nadie debería hac' Iglesia fué que se aplicase este procedimiento en los tribunales
la guerra a otro los jueves, en memoria de la Asicenisióh de eclesiásticos, debiendo bastar que los clérigos jurasen su inocen-
Cristo; ni los viernes, en recuerdo d'e la Pasión; ni el sábado;- cia sobre las reliquias de algún santo y que su juramento viniese
y domingo, por respeto a la sepultura y resurrección de Nuestrg corroborado con el d e otros testigos.
Señor. Inspirados por el abad Odilón de Cluny, los obispos dei,
la Provenza, reunidos en concilio (1041), promulgaron la TVe-1 E n los países del Norte, bien fuese por su reciente conver-
gua dé Dios: "Que desde el miércoles por la tarde hasta el salir. sión al cristianismo, bien por su. especial psicología, pululaban
el sol del lunes, reine una perfecta paz entre todos los cristia- toda clase de supersticiones. Y del mismo modo que muchos
nos, amigos y enemigos, vecinos y extranjeros... Y el que sé exageraban la influencia del demonio en la vida de los hombres,
niegue a ello sea excomulgado, maldito y detestado por t oda- así también se creía que Dios; tenía que intervenir milagrosa-
la eternidad, y condenado con Datan, Abiroo y Judas" B. mente cuando se le invocaba en las causas dudosas para prote-
ger a la inocencia calumniada y a la justicia en peligro. D e ahí
Al año siguiente ¿1 duque de Normandía extiende la Tregí la costumbre de las ordalías o juicios d e Dios. Derivase la pa-
a todo el Adviento, hasta la octava de la Epifanía; a toda M- labra ordalía del vocablo anglosajón ordaZ (moderno alemán
Cuaresma, hasta la octava d'e Pascua, y desde las Rogativas, urtheil), que significa juicio. A estos juicios de Dios se apelaba
hasta la octava d e Pentecostés. " ' cuando no había otra forma de averiguar quién era el culpable
Aprobada la Tregua por el concilio d e Mcvntriond (1041;y y quién el inocente. E n el duelo judicial, o combate de un ca-
es admitida en Normandía, Aqúitania y Borgoña; en 1066 s£ ; ballero con otro, se suponía que la razón y la justicia estaban
habla de ella como de cosa conocida en Cataluña y la aprueb^ de parte del vencedor; echando suertes se pretendía descubrir
el concilio de Gerona; en Alemania Enrique III concede un d^7 al criminal; si en la prueba del fuego pasaba el acusado des-
de perdón y amnistía general, renunciando a. vengar sus projpiaf; calzo sobre brasas, o entre dos hogueras, con camisa de cera,
injurias, y exhorta a los demás a que hagan lo mismo, y final^.'' y salía indemne, se le consideraba inocente, lo mismo que si
mente el concilio de Clenmont (1095) da a la Tregua la ap-ró^ metía su mano en un guante de hierro rusiente o en urna vasija
bación más universal. Con todo, hemos de reconocer que, s i l : de agua hirviendo; la prueba del ataúd consistía en poner al
#
intenciones fueron excelentes, los resultados, no pasaron de'jné^' presunto asesino en presencia del cadáver, juzgando que si, en
diocres. efecto, aquél era el criminal, las heridas del muerto volverían
a
manar sangre; había otras como la de los brazos en cruz, la
5. Las ordalías o juicios de Dios 1 0 ,—También la IgléstóJÍ
comunión eucarística, etc.
mitigó algún tanto los excesos que se cometían en los proceda
E n España eran rarísimos tales juicios de Dios. Los admite
8
'i Va el fuero de León (1020). D e uno bien sonado, aunque pro-
MANSJ, t. 19, 593; L. HUBERTI, Studien sur Rechtsgesehicht.
der Gottesfrieden und Landfrieden (Ausbach 1892) t. 1, 271J27|>'' . bablemente legendario, nos hablan las crónicas, y fué aquel en
Léanse las observaciones que sobre el movimiento pacifista y ' « qu'e dos caballeros, delante de Alfonso V I , combatieron para
Tregua de Dios hace SCHNUERER, Kirche und Kultur ín MitteJahr decidir si se había de aceptar la liturgia romana, desechando la
ter II, 265-70, y el capítulo 2 de ERDMANN, Die Entstehung AeS
Kreuzugsgedankens
10
(Stuttgart 1935). CHEL, Ordalies, en DTC; P. BKOWIS,, De ordaliis: I, Decreta Rom.
F. PATBTTAJ Le ordalie, studio di storia del DiHtto (Turíft fj°nt- et Synodorum (Roma 1932); II, Ordo et rul?ricae. Scripta
1890);. B. VACANDARD, L'Eglise eta les ordalies, en "Etudes de crfe
tique et d'Histoire religieuae" 1. ser. (París 1905) 189-215; A. M*r weoiogorum (Rotna 1933),
192 Pv I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. O. ISLAM Y CRISTIANDAD 193

mozárabe. Y es digno de notarse que aunque salió triunfante- .' que San Bernardo de Mentón (f 1008) estableció en las esca-
la mozárabe, el rey, con el alto clero, optó por la romana. Vie¡- brosidades de los Alpes: el grande y el pequeño San Bernardo.
ron, siríi duda, los españoles con cristiano escepticismo estas Cada monasterio benedictino tenía señalado el personal que
pruebas de inútil superstición, introducidas probablemente en debía agasajar a cuantos llamaban a sus puertas pidiendo hos-
Castilla por los franceses monjes de Cktny. pedaje. Y como los monjes, procedieron las colegiatas. P a r a el
6. Beneficencia»—A otros muchos aspectos de la vida so- cuidado de los huérfanos y de los expósitos la Iglesia aparejó
cial se extendió el influjo benéfico y civilizador d e la Iglesia. establecimientos especiales. Y sabido es que desde el siglo IX
Ella veló por la santidad del matrimonio, reguló las relaciones van surgiendo en diferentes países asociaciones religiosas con-
familiares, alivió la condición de los siervos, cuidó de la edu- sagradas a la caridad y beneficencia. ,
cación de los hijos y de su instrucción en escuelas populares,
y muy particularmente atendió a las necesidades! d e los pobres
y de los enfermos. Incumbencia propia d e la Iglesia era el auxi-
liar a los menesterosos, y los concilios n o cesaron d e urgir este ,t
CAPITULO VIII
deber. Así el de Cloveshoe (747), en Inglaterra, compadecién- Islam y cristiandad *
dose del estado de los indigentes, exhorta a las1 limosnas, y el
de París (829)' aconseja la hospitalidad y prohibe la usura, y
el de Maguncia (847) manda que se reparta a los pobres la Si Roma y Bizancio, Oriente y Occidente, son dos polos
cuarta parte de los bienes y réditos d e las iglesias. P o r este ; entre los cuales gira la Historia durante la época del Bajo Im-
mismo tiempo los sínodos d e Ratisbona, Riesbach y Frisinga perio y de la alta Edad Media, desdé que a las costas medíte-
encargan que cuatro veces al año se distribuyan limosnas pú- • nos importa que nuestras iglesias -se levanten hasta el cielo, que
los capiteles de sus columnas estén cincelados y dorados, que
blicamente. Al lado de todas las1 catedrales se fueron erigiendo la púrpura resplandezca en nuestros pergaminos, que sea fun-
hospitales y hospicios para los pobres y peregrinos. E n Mérida, < dido el oro en los caracteres de nuestros códices y que sus encua-
de España, era bien conocido el levantado en el siglo< vi por el demaciones estén adornadas con el brillo de las piedras preciosas
gran obispo Masona,. con un buen equipo de médicos, enfer- ••; si no tenemos cuidado de los miembros de Cristo y si el mismo
meros y enfermeras!; del siglo vin era "el d e San Nicolás, de Cristo se muere desnudo a nuestras puertas".
Oviedo; la alberguería de Burgos acogía a numerosos peregri-
nos en el siglo xi; el gran hospital d e Caniterbury se debíai a * FUENTES.—Las obras de San Eulogio pueden verse en ML
115,' que reproduce el texto de la edición del cardenal Lorenzana
Lanfraneo, y Gregorio V I construyó otro en la Ciudad Eterna. "•• (Patrum Toletanorum Opera III, Madrid 1782-83); las de Alvaro
N o iban los monasterios a la zaga de los obispos en obras de Cordobés en ML 121, tomadas de FLÓREZ, España sagrada t. 11;
caridad. El hospital d e San Medel de TaranCo (Burgos)' suele los poemas, mucho mejor en MGH, Poet. lat. III, y las cartas en
atribuirse al abad Vítulo, hacia el año 800; los monjes de San J. MADOZ, Epistolario de Alvaro de Córdoba (Madrid 1947); ex-
tractos de las historias árabes en M. CASIRI, Bibliotheca arábico-
Ispdoró, de Dueñas, construyeron por orden del rey d o n García ; hispana Escurialensis (Madrid' 1750-70). La crónica del Aben-
un) albergue para pobres en 911; de los monasterios navarros 3 Al-Cotian fué editada por Codera en Madrid 1926, y la de Al-
atestigua San Eulogio que recibían a los huéspedes y peregrinos ] Kushani por el mismo en 1914; la del Anónimo de Córdoba (lla-
mado algunas veces Isidoro de. Beja) por el P. Tailhan (París
como si se tratase del mismo Cristo l a '; celebérrimos son los dos ] 1881); la de Sebastián de Salamanca véase en FLÓREZ, España
sagrada t. 13; M. GÓMEZ MORENO, Las primeras Crónicas de la
11 Reconquista, en "Boletín de la Academia de la Historia" (1931)
La larga cadena de hospitales y hospederías que se exten- :.;
día a lo largo del camino de Santiago puede verse en FRAY JUSTO, J 563-599 (la Albeldense, la Rotense, la Profética).
PÉREZ DE TJRBEL, El monasterio en la vida española de la Edad BIBLIOGRAFÍA.—F. M. PAREJA, Islamologia (Madrid 1952);
Media (Madrid, Barcelona 1942) p. 147-148. Y mucho mas amplia R. DOZY, El Islamismo (Harlem 1880); ID., Histoire des musuZ-
y documentadamente en el magistral estudio hecho por J. Uría mans d'Espagne (Leyden 1861) 4 vols., E. LEVY-PRovENgAL, La
para la obra colectiva de L. VÁZQUEZ DE PARGA-LACARRA-URÍA, Pe- civilisation árabe en Espagne (El Cairo 1938); E. SAAVEDRA, Est<w-
regrinaciones a Santiago (3 vols., Madrid 1948-49) I, 281-400. Sobre ; dio sobre la invasión de los árabes en España (Madrid 1892);
los hospitales en general, W. LÍESE, Geschiehte der Caritas (2 vols.. . F. X. SIMONET, Historia de los mozárabes de España (Madrid 1897-
Freiburg 1922) II, 7-38; 115-129. Santo Domingo, el glorioso abad..-: 1903); ISIDRO DE LAS CAJIGAS, Minorías étnico-religiosas de la Edad
de Silos (1073), fué llamado el padre de los pobres, y ejercitó su ¡i Media. I. Los mozárabes (Madrid 1948); R. MENÉNDBZ PIDAL, La
caridad no sólo con los pobres y enfermos, sino también con los.;, España del Cid (Madrid 1928) 2 vols.; Z. GARCÍA VILLADA, Historia
cautivos que gemían en las mazmorras de los moros. De San i eclesiástica de España t. 3 (Madrid 1936); E. LEVY-PROVENQAL,
.Veremundo, .abad de" Irache, se- cuenta- que - entraba a saco eOL: España musulmana hasta la caída del califato de Córdoba (711-
ios graneros de Navara para socorrer a los indigentes en años.; losi). Trad. e introd. por E. García Gómez. T. 4 de la "Historia
de hambre y peste. Del abad Teofrido de Echternach, en el s. XÍ/' de España", dirigida por R. Menéndez Pidal (Madrid 1960);
son estas palabras, citadas por Pérez de Urbel (ibíd. 154): "Poco" P. GAMS, KirchengescMchte von Spanien, vol. 2 (Ratisbona 1864)
Híxtfw'irt ib* la. Tole-tin- 2 7
ivtr>
C. 8 . ISLAM Y CRISTIANDAD

194 P. I. DE CARL0MAGN0 A GREGORIO VII


hierro se estrellan las tropas ligeras de los árabes (batalla de
rráneas se asoman los turbantes árabes, la cristiandad europea Poitiers, 732).
condensa y acumula sus energías para enfrentarse con 'el islam, Cien años más tarde son dueños de Sicilia y se proponen la
que avanza conquistador en gigantesca maniobra envolvente. invasión de Italia con el deseo de implantar la media luna sobre
Y t o d o el resto de la Edad Media se ve condicionado por la el sepulcro de San Pedro y alzar una, mezquita sobre el Vatica-
tensión religiosa, cultural y militar de estos dos campos: islam no, como lo hizo Ornar sobre el templo de Jerusalén. El papa
y cristiandad, siempre en guerra y siempre también en fructífero León I V (847-855) ve acercarse la temible blancura de sus al-
intercambio. quiceles y amuralla la ciudad leonina. Las demás peripecias de
la guerra cristiano.-nmsulmana en Italia quedan descritas en el
capítulo de los papas. El Mediterráneo toma carácter de lago
I. CONQUISTA DEL ISLAM. CALIFATO DE CÓRDOBA musulmán; barcos árabes mantienen todo el movimiento comer-
cial y ellos son los que activan el intercambio entre África,
Los califas, sucesores de Mahoma, salen espada en mano Europa y Asia. Sabemos que sus comerciantes atraviesan por
de los límites de los desiertos de Arabia para arrebatar a los el interior de Rusia hasta el Báltico. El hombre del oasis siem-
bizantinos la Siria (639), la Palestina (Jerusalén cae en 637), el pre tuvo dotes extraordinarias para el comercio. Sus hábitos
Egipto (640) y adueñarse del antiguo y poderoso Imperio de comerciales, con los conocimientos geográficos consiguientes,
Persia (642-651). Al entrar en contacto con estos países de ré- fueron un factor no despreciable para su expansión conquis-
gimen monárquico y elevada civilización, los árabes no pueden tadora. Pero lo que les dio cohesión, fuerza interna, fanatismo
menos de modificar su organización política y enriquecer su emprendedor y poder, subyugador fué su religiosidad ardiente,
cultura por asimilación, haciéndose más fuertes e invasores.' su fe sencilla, fuerte, afirmativa en Alá y en Mahoma, su pro-
Cuando los califas Omníadas u Omeyas (con el sirio Maowiya I) feta. Por otra parte, la guerra era santa para ellos y el poder
ponen su capital en Damasco (661), dan comienzo a los ata- estaba unificado en las manos de los califas, sucesores del P r o -
ques a Bizancio, cuyo primer asedio por mar y por tierra tiene feta y jefes de los ejércitos victoriosos. N o se crea, sin. embar-
lugar el año 672, y durante siete años seguidos duran las ame- go, en la superioridad de la raza árabe. Realizada la conquista,
nazas. Como la gran ciudad del Bosforo estaba admirablemente tenían que ser tolerantes con los- pueblos vencidos para mante-
defendida, tuvieron que retirarse. En cambio, mientras en el nerlos en sujeción, y aun ésto muchas veces n o lo consiguieron
continente asiático llegan hasta Samarcanda y Turquestán, mar- sino por medio de otras razas o dinastías islamizadas, como los
chando hacia Occidente galopan sobre Cirene y Trípoli, arrasar^, bereberes, selyúddas y otomanos.
completamente la ciudad de Cartago (698), y al finalizar el siglo D e todos modos, el mundo árabe constituyó una amenaza
las tropas del emir o gobernador de Tánger, Muza-ben-Nosair, constante para el mundo cristiano, lo mismo en Oriente que en
dan vista al Atlántico..Mezclados con los bereberes, que se con- Occidente y aun en el mismo corazón d e Italia, y necesariamen>-
vierten al islam, dominan el estrecho de Gibraltar y, aprove- te hubo de llegarse al trance decisivo en que la cristiandad y él
chando las divisiones intestinas del Imperio visigodo, dan su islam se enfrentaron, como dos antagonistas, en el drama com-
salto a España.
plicado y largo de las Cruzadas. D e ellas hablaremos a su
1. Peligro para la cristiandad europea. — Conquistada la tiempo.
península Ibérica, año tras año van menudeando los ataques 2. Los árabes en España,—Hemos visto cómo el emir de
a Europa, bien al oriente, bien al occidente. Sus acometidas a la provincia Tingitana Muza-ben-Nosair dirigió la invasión de
Constantinopla durante todo el año 717 resultan fallidas. E n la península Ibérica, gobernada entonces por los visigodos. U n
occidente salvan la cordillera pirenaica, devastan el ducado de ejército de 7.000 hombres, casi todos bereberes, a cuyo frente
Aquitania, conquistando Narbona, Carcasona, Nimes y llegan- iba el lugarteniente de Muza, Táric, el que dio su nombre a
do en 731 hasta el Loira. Afortunadamente, el reino de los tran- Gibraltar, o Gebal Táric {Monte de T á r i c ) , pasó el estrecho
cos empezaba a rehacerse bajo la mano fuerte del mayordomo con el auxilio del traidor conde de Ceuta, Olián o Julián, beré-
de palacio Carlos 1 Martel, ante cuyos caballeros vestidos de ber cristiano que se le unió con otros 5.000 combatientes. Era
la primavera del 711»
p. 2. a ; V. DE LA FUENTE, Historia eclesiástica de España, vol. 3
Don Rodrigo peleaba en aquel momento junto a Pamplona
(Madrid 1873); A. GARCÍA GALLÓ, El Concilio de Coyanza (Madrid contra francos y vascones. Al tener noticia de que Gibraltar,
1951); J. PÉREZ DE URBEL, Historia del Condado de Castilla (3 vols., Carteya y Algeciras habían caído en poder de los invasores, el
Madrid 1946); DOM L. SERRANO, El obispado de Burgos y la Cas- monarca visigodo baja precipitadamente y les presenta batalla;
tilla primitiva desde el siglo V al XIII (3 vols., Madrid 1936).
i(|7
G. fi. ISLAM Y CRISTIANDAD „
196 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

A las primeras desavenencias entre Muza y Táric sucedie-


los witizanos, partidarios del destronado Witiza, y con ellos el ron otras más hondas entre el elemento árabe aristocrático y el
arzobispo de Sevilla, don Oppas, lo mismo que los judíos, cruel- elemento berberisco, que constituía la masa de los invasores.
mente perseguidos por el pueblo godo, le hacen traición, y don Todas las invasiones acaecidas hasta entonces en nuestro
Rodrigo sucumbe con la flor de su ejército 1 ten la batalla que suelo habían acabado por arraigar profundamente, mezclándose
unos denominan del Guadalete y otros, con más verdad, del vencedores y vencidos en una sola nación. N o así ahora. P a r a
lago de la Janda (julio.711). la fusión de ambos pueblos hay un obstáculo insuperable: la
Los ejércitos de Táric se derraman conquistando muy su- diferencia de religión. Y éste es el único motivo de la Recon-
perficialmente gran parte de la Península. Detrás quedaban quista, que será una guerra de religión, una cruzada por la fe.
iuertes núcleos de resistencia, como Medina Sidonia, Sevilla, 3. Los mozárabes.—Naturalmente la masa mayor de la po-
Carmona, Málaga, Elvira, Mérida... Para someter estas ciuda- blación hispanogoda permanece en sus campos y ciudades bajo
des viene el propio Muza al año siguiente con tropas árabes el yugo musulmán. Los cristianos que renegaron de su fe y
del Yemen. Mérida no capituló hasta junio del 713; las demás abrazaron el islamismo lo hicieron generalmente por móviles
se fueron entregando al vencedor, generalmente porque los ju- utilitarios y conservaron largo tiempo su tradición cristiana:
díos les abrían las puertas. El godo Todmir o Teodomiro logró Uamábaseles muladies. Muladíes eran asimismo los hijos d e ma-
que Abdelaziz, hijo de Muza, le reconociese el principado autó- trimonios mixtos, a quienes la ley obligaba a ser mahometanos.
nomo sobre Orihuela, Valencia, Alicante y otras poblaciones.
Los que permanecieron fieles a sus creencias cristianas, aunque
Pronto se convencieron los witizanos que no eran ellos los ga-
sometidos a la autoridad civil de los árabes, son conocidos por
nanciosos, sino que triunfaban únicamente los árabes al procla-
el nombre de mozátafees (d'e motasarab, arabizados o mixti-
marse arbitros absolutos de España. Quisieron reaccionar, tar-
díamente arrepentidos, mas en balde: En la imperial Toledo hizo árabes).
su entrada Muza, pregonando que al califa de Damasco debían Conforme a capitulaciones del tiempo de la invasión (que-
obedecer todos los españoles como a su soberano. N o tardaron brantadas más de una vez) y obedeciendo a cálculos políticos,
en caer bajo los cascos de sus caballos Zaragoza, Tarazona, los musulmanes tuvieron que poner freno a su fanatismo, miti-
casi toda Castilla, León y hasta las montañas del Norte. Ha- gando en los primeros años su rigor con la población subyuga-
llábase Muza en Asturias o Galicia, cuando recibió orden del da. Y los mozárabes no sólo pudieron conservar su religión
califa de presentarse en Damasco, y allá se fué cargado de cristiana, sino también cierta autonomía civil y administrativa.
botín. En su lugar quedó de emir o gobernador de España su Al frente de su gobierno se hallaba un comas christianorum,
hijo Abdelaziz, quien se casó con la reina viuda de don Rodrigo como en tiempos anteriores; un censor ejercía las funciones ju-
y se apoyó en los partidarios del último rey godo, mientras diciales; había además un exactor o recaudador de tributos y
Táric, que había completado la conquista de la Península, tenía un exceptor o tesorero. En lo eclesiástico era reconocida la
de su parte a los witizanos. autoridad de los obispos. Pennitíaseles acudir a los templos
Abdelaziz quiso adoptar una política conciliadora con los antiguos, mas no edificar otros nuevos.
vencidos, pero cayó asesinado traidoramente. Los modernos San Eulogio nos habla de seis iglesias en Córdoba: las de
simpatizantes de los árabes se empeñan en borrar las tintas San Acisclo, San Zoilo, los Tres Santos, San Cipriano, San
negras del cuadro, pero el Anónimo de Córdoba, fuente primor- Ginés, Santa Eulalia. E n los campos y montes vecinos se alza-
dial para estos sucesos, pues su crónica alcanza hasta 754, nos ban no pocos monasterios, y lo mismo hay que afirmar de otras
describe las ruinas, incendios, asesinatos que seguían el paso de ciudades. Para la educación cristiana de los jóvenes sabemos
los ejércitos 12 . que había escuelas en Sevilla, Toledo, Granada, Mérida, sobre-
1 saliendo entre todas la de Córdoba, bajo la dirección del abad
JÜEEB TAILHAN, S. I., Anonime de Cordoue. Chronique riinée Esperaindeo, "varón elocuentísimo, gran lumbrera de la Iglesia
dea derniers Roia de Toléde (París 1885), y JUAN MENÉNDBZ PIDAL,
Leyendas del último rey godo (Madrid 1906), rechazan la tesis, de- en nuestro tiempo" (San Eulogio).
fendida un tiempo por Ferreras, por A. Fernández Guerra y La organización eclesiástica se mantuvo igual que en la épo-
A. Saavedra, de la huida de Rodrigo a Lusitania. Tailhan ad- ca visigoda: las mismas provincias o metrópolis con sus respec-
mite la inscripción sepulcral de Vizeu, diciendo que el cadáver
de Rodrigo fué transportado allá por sus fieles adeptos. tivas diócesis sufragáneas, fispiritualmente, la Iglesia mozárabe
a
No negaremos, con' todo, que suena a tópico literario la perivit" (edic. Tailhan, n. 38, p. 26); con variantes en FLQRBZ,
fraseología lastimera con que el cronista anónimo recuerda todas España sagrada 8, 292. Las crónicas árabes para esta época véan-
las calamidades de la historia, para venir a decir que todavía se en MIGUEL CASIBI, Bibliotheca arábico-hispana ISscurialensis
padeció más España: "Omnia et tot Hispania quondam deliciosa t- 2 (Madrid 1770K
et nunc misera effecta, tara in honore quam et in dedecore ex-
C. 8. ISLAM Y CRISTIANDAD 199
198 P. I. DE CARtOMAGNO A GREGORIO Vil

fiué la heredera de los Leandros, Isidoros, Ildefonsos, Eugenios ' eran los qu'e derramaban su sangre por su fe. Los que quedaban
y Juliarles. Con todo, su situación no dejaba de ser en extremo '•„ con vida no podían salir a la calle sin exponerse a los insultos
peligrosa, porqu'e de una parte sus obispos se veían imposibili--': y afrentas de los musulmanes, de tal suerte, que San Eulogio
fados de frecuentar la comunicación con Roma y de otra sen- tenía aquella vida por más insufrible que la misma muerte. Y to-
tían continuamente la presión moral del jefe musulmán, que los' '•"•• davía más triste "era el espectáculo de los hermanos que, cobar-
influenciaba de mil formas; faltábales a aquellos cristianos el ..•' des, renegaban de sus creencias.
apoyo de una autoridad civil y la futerza que comunica siempre Convencido Abderrahmán de que con la espada no lograría
la unidad política; tentábales, en cambio, el favor que los emires amortiguar el entusiasmo religioso de los cristianos, porque
dispensaban a los cristianos renegados, de entre! los cuales es- cuanto más víctimas caían mayor era el núm'ero de los q u e ,
cogían sus más influyentes servideras. corrían a denigrar públicamente a Mahoma y a confesar a Cris-
to, quiso valerse de los obispos para establecer la paz, pero
4. Persecuciones y martirios.—Una gran transformación po- i una paz en que la religión cristiana languideciese fen silencio y
lírica se operó en la España musulmana cuando en 755 arribó servidumbre. N o se distinguían por el fervor aquellos obispos
a sus costas Abderrahinán y se adueñó del poder. Cinco años i; "que, reunidos en concilio bajo la presidencia de Recafr'edo, me-
antes había tenido lugar en Damasco el hundimiento de la di- -
tropolitano de Sevilla (852) y hechura de Abderrahmán, decla-
nastía Gmeya, exterminada por la espada de Abul-Abbas, ca- > ;
raron que la Iglesia no reconocería como mártires a los que
beza de los Abbasidas e iniciador de esta nueva dinastía, que.
tendrá en Bagdad su capital fastuosa y relumbrante. Abderrah- espontáneamente y en forma provocativa se presentasen al
mán, de la familia de los Om'eyas, reina en España de 756 a 788 ; martirio.
con plena independencia de los califas orientales, dando co- 5. Conducta de los mártires mozárabes.—Parece indudable
mienzo a lo que más tarde se llamará el califato de Córdoba, f. que algunos fieles sé dejaron arrebatar de un fervor indiscreto,
rival del de Bagdad en espl'endor y poderío. El episodio de Car- ' exponiéndose al martirio con gritos insultantes a Mahoma y a
' lomagno y Roncesvailes cae dentro d e este reinado. i: a sus secuaces no sólo en las plazas, sino aun dentro de las mez-

Hixem I (788-796)', hijo y sucesor de Abderrahmán I, pro- 4 ¿", quitas. Pero en conjunto no podemos compartir el juicio de mo-
hibe a los cristianos el uso de la lengua latina, obligándoles a ,- dernos historiadores que los acusan de fanatismo, porque sii
frecuentar las escuelas arábigas, medio seguro de corromper sus }•' bien 'la Iglesia condena la provocación d e los verdugos y per-
tradiciones, sus costumbres y acaso su fe. Así continuaron las•'.,= seguidores y no mira bien en circunstancias normales los mar-
cosas bajo Alhacam I (796-822) y en los primeros años de Ab- - tirios espontáneos, pero hay ocasiones en que es necesario ade-
derrahmán II (822-852); pero tera preciso dar un grito de santa lantarse a profesar su fe, aunque esto irrite a los enemigos.
intransigencia si se quería salvar la civilización hispanorromana i 'Y esto creemos que sucedió entonces en Córdoba, salvo algún
y la fe de Cristo. Diéronño valientemente los dos hermanos his- .. í caso no bastante justificable. D e hecho la Iglesia ha reconocido
palenses Adolfo y Juan, que por lo mismo fueron condenados a aquellos héroes como mártires. Y los mejores de aquella c o -
a muerte. Su vida la 'escribió el doctísimo maestro Esperatodeo : munidad cristiana, los más esclarecidos por el saber y por la
para ejemplo y exhortación de sus compatriotas. Con esto y virtud, como Esperaindeo, Eulogio, Alvaro y Sansón, se pusie-
con la degollación del presbítero Perfecto, ocurrida en 850, era»; , ron de su parte. Es que veían en peligro su fe, su raza, su cul-
pieza la era de los mártires. Al año siguiente un comerciante'' , tura; veían que la tibieza se iba apoderando de muchos mozára-
llamado Juan es azotado bárbaramente y muere en la cárcel, ; bes y el islam se infiltraba en los espíritus y en1 la vida toda
mientras del monasterio tabanense baja el antiguo exactor Isaac ; con riesgo inminente de acabar con tel cristianismo, si éste no
a recibir, confesando a Cristo, la misma corona con los monjes se alzaba en pie con un gesto gallardo. Además, la antigua to-
Pedro, Sancho, Valabonso, Sabiniano, Wistremundo, Habencio , lerancia se iba convirtiendo en tiranía y muchas veces la provo-
Jeremías. Síguenles el joven lusitano Sisenando, el diácono ; cación partía del enemigo. Los mozárabes ste habían acomodado
l aulo. que estudiaba en San Zoilo; las vírgenes María y Flora,;
perteneciente la última a una familia de muladíes, e inmortali-
a las costumbres del vencedor en todo lo posible. Muchos ha-
bían adoptado la lengua árabe, el turbante, el albornoz y el
zadas ambas en las bellas y emocionantes páginas del Doctt^:- calzón ancho de los muslimes; éstos, sin embargo, no disimula-
mentttm Martyríale que les dedicó San Eulogio. Mueren por la ban su dtesprecio y odio a los cristianos. Guando la campana
misma fe en 852 Gumersindo, el diácono Jorge y tel monje Sei^, de la iglesia convocaba a los divinos oficios, los alfaquíes y
vus Dei, a los que acompañan Aurelio, con su mujer Sabigotcíf;, fi otros fanáticos hacían irrisión y burla de los fieles. N o es d e
Félix, con su.mujer Liliosa; los monjes Cristóbal, Leovigildó;; £ Maravillar que los cristianos, por su parte, respondiesen en la
y poco después Emila, Jeremías, Rogelio y Servi-Deo. MuchoSj raisma forma cuando el muecín desde el minartete llamaba a ora-
200 P. i. DE CARLOMAGNO A GREGORIO vn
C. 8. ISLAM Y CRISTIANDAD 201
ción a los musulmanes. Un grito dado entonces contra Mahoma
era causa de que el cadí dictase sentencia de muerte o el popu- de su amiga. Arrojadas al río, ambas fueron recogidas por los
lacho ejecutase feroces represalias. fieles y sepultadas juntas en la iglesia de Santa Eulalia (sep-
El primero en protestar contra el cobarde oportunismo y tiembre 853). Otros confesores heroicos de la fe fueron los
transigencia de Recafredo y demás obispos fué San Eulogio, lo presbíteros Abundio, Elias y Amador, los monjes Pedro, Paulo,
que le valió ser encerrado en una prisión. Isidoro y Argimixo, la virgen Áurea, hermana d e los santos
Asomándose una tarde Abderrahmán II a las ventanas de su mártires Adolfo y Juan, etc., de todos los cuales nos habla con
alcázar vio los cuerpos de cuatro mártires colgados de un palo; cálidas y patéticas expresiones el más ilustre de los mozárabes,
mandólos quemar, y aquella misma noche, aates de que el fuego alma y sostén de aquella efervescencia patriótico^religiosa, San
consumiese los cadáveres, murió él súbitamente. Eulogio de Córdoba.
Lejos de amainar, arrecia la persecución bajo su hijo y su-
cesor Mohamed I (852-886) con tal furia, que el terror se apo- 6. San Eulogio de Córdoba.—Eulogio, que había armado
deró de los ánimos y fué muy crecido el número de los após- para la lucha y conducido al combate a aquellas legiones de
tatas. "Repletas están las mazmorras—escribe San Eulogio en héroes, debía también él salir al campo y no escatimar su san-
su Martyriale—de catervas de clérigos; las iglesias se ven huér- gre. N o había en España figura más noble y excelsa. E n la es-
fanas, sin el sacro ministerio de los obispos y sacerdotes; des- cuela de Esperaindeo aprendió de joven las letras humanas y
cuidados quedan los tabernáculos, en la mayor soledad; todo divinas y en su propia casa el amor apasionado a la tradición
yace en silencio..., y en tanto que faltan eá las iglesias los española. Entre sus condiscípulos conoció a uno que se le con-
himnos y cánticos celestes, resuenan los calabozos con el santo glutinó más estrechamente que Jonatás a David. Se llamaba
murmullo de los salmos. Ya el cantor no entona en público las Paulo Alvaro, temperamento ardoroso e impulsivo, que peleará
divinas melodías, ni la voz del salmista modula en el coro, ni juntamente con su dulce amigo en la defensa de la fe y será,
el lector predica en el pulpito, ni el levita evangeliza en el pue- más que su biógrafo, su panegirista. El nos describe a Eulogio
blo, ni el sacerdote inciensa los altares". de alma grande en cuerpo menudo, rodeado de irresistible en-
canto, orador y poeta, derramando a todos su luz, "luminoso
Un miedo cerval los acoquinaba, cuando un joven de gallar- en todos sus caminos, luminoso cuando andaba, luminoso cuan-
da presencia (ephebus), sacerdote y monje del monasterio de do volvía, límpido, nectareo y lleno de dulcedumbre". Ordena-
Peñamelaria, viene a levantar los ánimos de los mozárabes, do de sacerdote, ejercía apostólicamente su sagrado ministerio
confesando sin rebozo su fe. Se llamaba Fandila y alcanzó la en su ciudad de Córdoba; pero llevado de su innata tendencia
palma que deseaba (junio 853). Atónito Mohamed de aquella contemplativa, visitaba muchas veces los monasterios circunve-
vencedora audacia 8 , amenaza con pasar a cuchillo a todos los cinos, hablaba con monjes y anacoretas, Vivía su vida de peni-
cristianos; pero éstos, lejos de amilanarse, s'e enfervorizan más tencia y oración y retornaba "para adornar la Iglesia con la
y dan el espectáculo nunca visto de un pueblo que se ríe de los doctrina de su boca". Donde principalmente enseña es en San
tormentos y la muerte. Los monjes Anastasio y Félix, conver- Zoilo, y suprimida su escuela, no por eso deja d e ser el oráculo
tido éste al cristianismo en Asturias, pues era de origen africa- de la mozarabía. Su viaje al norte de la Península aviva sus
no, aunque nacido en Alcalá, se ofrecen juntos a la muerte por esperanzas de la rcstauracicn de España y trae a Córdoba libros
Cristo. Aquel mismo día da su sangre la virgen Digna, del mo- clásicos que rio conocían sus amigos. U n día d e 858 le anun-
nasterio tabanense, y al siguiente la anciana Benilde muere cian que ha sido nombrado arzobispo de Toledo. El emir hace
decapitada. Tres meses más tarde los jueces, en atención a la lo posible por impedirlo. Poco después sucede que una doncella
hermosura y a la noble cuna de una doncella, quisieron perdo- mora, por nombre Leocricia, convertida al cristianismo, viene
narle la vida; pero Columba, que tal era el nombre de aquella a pedirle consejo, huyendo de sus parientes, Eulogio la recibe
virgen venida de Peñamelaria, insistió en profesar sus creencias sin temor a las leyes que castigan todo proselitismo. Unos sol-
y fué degollada en el atrio mismo del palacio. Cuando esto oyó dados se precipitan en aquella casa y conducen a ambos ante
su amiga Pomposa, que vivía en el mismo monasterio, ardió en el cadí, luego al tribunal del visir y otros ministros de la corte.
deseos de alcanzar igual corona, y aquella noche, al concluir Eulogio puede con sólo una palabra salvar su vida, pero pre-
los maitines, salió furtivamente del claustro para correr la suerte fiere confesar públicamente a Cristo y denostar a Mahoma.
El 11 de marzo de 859 su Eilma volaba al cielo con la d e Leo-
• "Accenditur ipse furoris immensi et quodam hebetatus hor- cricia 4 .
rore miratur stupidus quae esset illa audacia" (S. EULOGIO, M&-
moriale Sanctorum c. 7, en FLÓREZ, España sagrada 7. 304; Lo- 4
R^NZAKA, Patrum Toletanorum, Opera III f 4fl4>. Merece leerse la documentada biografía y literaria recons-
trucción histórica de DOM J. PÉREZ DH URBBL, San Eulogio de
Córdoba (Madrid 1928).
202 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 8. ISLAM Y CRISTIANDAD 203

7. Herejía de Hostegesis,—Tres años hacía que el gran en su empeño de constituir <un reino cristiano, desde su forta-
camp'eón de los mozárabes había desaparecido, cuando aparece leza de Bobastro' tuvo en jaque muchos años a los emires de
en-Córdoba una figura indigna y repulsiva, el obispo de Mála- Córdoba. Dejando a otros mártires, como Santa Eugenia y
ga Hostegesis, que, después de haber procedido en su iglesia Santa Vúlfura, recordemos al noble seglar San Dúmula, que,
como lobo más que como pastor, como pérfido tirano más que peregrinó hasta Bizancio y Jeruslalén y fué martirizado en T i e -
como padre, venía ahora a traicionar a los cristianos, denun- rra Santa; su nombre y su vida figuran en el Sinaxario de Cons-
ciándolos! ante las autoridades ¡muslímicas. Y al mismo tiempo tantinopla, publicado por el bolandista Delehaye.
sembraba la cizaña de la herejía airatropomorfista, suponiendo Cesan las persecuciones cuando el elemento indígena se hace
en Dios figura material y humana y afirmando que el Creador sentir en el gobierno musulmán. Sólo1 s e reanudan bajo la tira-
se halla en todas las cosas, no por esencia, sino por una especie nía de dominadores advenedizos. Así vemos que muchos de los
de penetración sutil. mozárabes fieles a su fe fueron reducidos a esclavitud y lleva-
A falta de Eulogio, se levantó otro teólogo más metafísico dos al África cuando la invasión de los terribles almorávides
y de no menos fuerza de expresión, el presbítero cordobés San- en el siglo xi. En la expedición militar de Alfonso el Batallador
són, abad un tiempo de Peñamelaria. Esí'e nos pinta a su adver- hasta los últimos rincones de Andalucía, millares de familias
sario con los más negros colores, como hereje antropomorfista, mozárabes se unieron al rey aragonés y con él partieron hacia
simoníaco, sacrilego, avaro, extorsionados, sodomita, borracho el N o r t e . Los mozárabes toledanos habían sido libertados antes
y asesino; en una palabra, Hosfis-Iesu, en vez d e Hostegesis. por Alfonso V I de Castilla. Cuando San Fernando reconquistó
Con ayuda de los musulmanes llegó a initimidar a los obispos y en el siglo xin las ciudades de Sevilla y Córdoba, apenas halló-
a destituir al de Córdoba, amigo de Sansón. Este hubo de reti- rastros de aquellas antes florecientes cristiandades.
rarse a Tucci (Marros), desde donde en 864 lanzó su libro
Apologetictts, deshaciendo los errores de Hostegesis 5 .
Así de triste era la situación religiosa de los ¡mozárabes cor-
dobeses, expuestos a mil ocasiones de apostasía y de error, o II. E N LA ESPAÑA LIBERADA
acusados de fanatismo y condenados a muerte si intentaban
reaccionar valerosamente contra tales peligros. 1. La Reconquista española,—Los restos de la monarquía
En. las demás' ciudades, como .Sevilla, Toledo, Mérida, Gra- visigótica, refugiados en las montañas del Norte, no tardaron
nada, Málaga, Calaitayud {patria del mozárabe San Iñigo), Z a - en iniciar una reconquista contra los invasores mahometanos,
ragoza, Salamanca, etc., podemos suponer que los mozárabes uniendo iridisolublemente los ideales de patria y relig'ón. La
padecieron 1 semejantes persecuciones. Incidentalmente nos habla primera victoria obtenida por don Pelayo está tradicionalmen-
San Eulogio de las santas hermanas mártires Nunilo y Alodia, te unida al santuario de Covadonga, donde la naciente monar-
naturales probablemente de Huesca o de la Rioja. Quizá tam- quía asturiana se puso bajo el amparo de la Virgen Santa Ma- ;
bién a esta época pertenezca el martirio de San Lamberto de ría. Maravilloso espectáculo el de aquel pueblo acorralado por
Zaragfoza. Conocemos los nombres d e bastantes obispos de T o - un enemigo mil veces superior y que, sin embargo, resiste con
ledo durante la dominación sarracena y sabemos que los ino- tenacidad y esfuerzo nunca vistos, siempre alentado por. el ideal
zábares de aquella ciudad, apoyados por los reyes leoneses, se religioso, que le hace mirar su continuo batallar como una cru-
mezclaron activamente en no pocas rebeliones políticas. zada o giu,erra santa en pro de la religión de Cristo. Esta idea
8. Nuevo período de persecuciones y martirios,—En Cór- de cruzada es la generadora de España. Por eso perdura entre
doba reaparecen los martirios bajo Abderrahmán III (912-961), nosotros aun después que en otros países ha desaparecido, y.
el primero que se dio el título de califa. T a n glorioso monarca concluida en 1492 la cruzada nacional, nuestro pueblo buscará
manchó su historia con la muerte cruelísima que mandó dar al otras más universales. Pero nótese una cosa contraria a la que
niño gallego San Pelayo, de trece años de edad, que había generalmente se piensa de España: los españoles mantienen si-
caído prisionero en la batalla de Valdejunquera y se resistía glos enteros una lucha por la fe cristiana más.que por la P a -
en la cautividad a los torpes halagos y promesas del califa. tria, pero luchan sin el fanatismo cruel de otras razas. Lenta-.
También quitó la vida a la virgen Argéntea, hija de aquel gran mente, en la adversidad y en la lucha se va forjando «na raza
caudillo Omar-bem-Habsún, "'el Viriato de los muladíes", que, dura, austera, sobria y profundamente religiosa. Con razón se
ha dicho de Alfonso I el Católico (739-757), Alfonso II el
8
E l Apologeticus de Sansón lo publicó por vez p r i m e r a el. Casto (791-842) y Alfonso III el Grande (866-909)—reyes que
P . FLORE 2, España sagrada t. 11, 325-516. Sintetizan' él primer período d e la Reconquista—, que pueden
205
C. 8 . ISLAM Y CMSTCANDAD
204 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
Iria, Lucus, Asturica, Brittonia). Oporto no recobrará definiti-
trocar mutuamente los apelativos con que la Historia los ha vamente su sede episcopal hasta 1113. Y Compostela (continua-
ción de Iria o Padrón) n o tolerará la sumisión a Braga, y
caracterizado. en 1095 conseguirá la exención, dependiendo inmediatamente
C o n Ordoño II (914-924) la capital se traslada de Oviedo de Roma, para después convertirse también ella en metrópoli.
a León, ciudad teñida de mozarabismo por la afluencia de los La metrópoli toledana, que bajo los visigodos tenía bajo
que suben de Andalucía y qufe será, hasta que se reconquiste sí 21 obispados (Palentia, Oxoma, Segovia, Segontia, Complu-
Toledo, la heredera d e la antigua capital visigótica y de sus tum, Toletum, Ercavica, Oretum, Valeria, Mentesa, Castulo-
tradiciones imperiales. ; Beatia, Basti, Acci, Urci, Cartago, Vigastro, Hici, Dianium,
2. Restauración eclesiástica en Asturias, León y Castilla.— Setabis, Valentía, Segobriga), empezó a restaurarse al año si-
Al ritmo de la Reconquista avanza la restauración eclesiástica. guiente de la recuperación de Toledo por Alfonso V I (1085).
D e Alfonso I, yerno dfe don Pelayo y señor de Cantabria, re- Se le .adjudicó por lo pronto la diócesis de Palencia (restaurada
fiere la Crónica d e Sebastián de Salamanca que levantó mu- en 1035) y luego la de Osma (1088).
chos templos y restauró diócesis 0 ; así, por ejemplo, restableció • Burgos, constituida en "Mater ecclesiarum et caput dioecesis
la de Lugo (740), que en sfeguida recibió los honores y prerro- totius Castellae" por un decreto de Alfonso V I (1075), ratifi-
gativas d e la metropolitana d e Braga, poseída aún por los cado luego por el papa Urbano II, no podía ser sufragánea de
infieles. ninguna otra, y así desde 1096 dependía directamente del R o -
Lo mismo puede afirmarse de los demás reyes, que cons- mano Pontífice. Está sede episcopal no era otra que la de Oca
truyen o dotan templos y organizan la división feclesiástica, al (Auca), perteneciente a la antigua provincia Tarraconense, y
paso que ensanchan sus dominios y repueblan las ciudades. cuyos obispos parece que desde 760 vivían en el monasterio de
Alfonso II restaura ,1a sede episcopal d e Lepra {792), la d e San Millán; en el año 804 fué trasladada a Valpuesta y en 1075
Oviedo (802), la de Iría (829), que más adelante pasará a San- a Burgos 7 .
tiago de Compostela, y la de Astorga (841); Alfonso III, las
de Mondoñedo (Brittonia-Dumium, 877), Orense {886) y Z a - 3. E n la provincia Tarraconense,—Veamos cómo se recons-
mora; Ordoño II, la d e T ú y (9'*5); Fernando I, las d e Vi- truyó la provincia eclesiástica tarraconense, que antes d e l a
zeu (1057) y Coimbra (1064), y así sucesivamente. invasión sarracena tenía 15 obispados (Tarracona, Barcinona,
Restaurada l a sede de Braga en 1071, pronto recobró sus Egara, Gerunda, Erapurias, Ausona, Urgello, Ilerda, Dertosa,.
antiguos derechos metropolitanos, que en la época visigótica Caesaraugusta, Osea, Pampilona, Auca, Calagurris, Tirassona),
se extendían sobre siete sufragáneas (Portucale, Tude, Auria, Pamplona desde 778 presenta sin interrupción la serte de sus
e obispos. Calahorra, liberada en 1045, era y a en la mitad del
"Basilicas plures construxit et instauravit" (SEBASTIAN DE siglo x administrada por los obispos de Nájera, que l o eran
SALAMANCA, Chronicon n. 14, en España sagrada 13, 482). Las fechas
de las diócesis restauradas deben tomarse con cautela. Son pocos generalmente los abades de Albelda, o por. los de Álava o Ar-
los estudios exactos que poseemos, como E. SÁEZ, Notas al Epis- mentia, cuya serie llega hasta 1088. Zaragoza tuvo algún tiem-
copologio Mindoniense, en "Hispania" 6 (1946) 3-79; R. DE ABADAL, po obispos mozárabes antes de ser reconquistada. Desde fines
Origen y proceso de consolidación de la sede ribagorzana de Roda,
en "Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón" 5 (Zara- del siglo vin a principios del ix vemos- reinstalarse en sus sed'es
goza 1952) 7-82. Sobre la organización del reino suevo véase a los obispos de Urgel, Gerona, Barcelona y Vich. En 880 los
P. DAVID, Etudes historiques sur la Galice et Portugal du VI' sié- de Jaca, que en 1096 pasarán a Huesca; y en 957 los de Roda,
cle (París 1947) p. 1 ss., y sobre Braga y Lugo, p. H97I84. Catá-
logos de antiguas sedes episcopales, agrupadas en provincias ecle- que en 1097 serán también de Barbastro.
siásticas, trae L. VAZQUEZ DE PARGA, La división de Wamba (Ma- N o habiendo sido aún reconquistada la sede metropolitana,
drid 1943) 23-30. Pese a las actas—espurias o interpoladas—de los
primeros concilios ovetenses, Oviedo nunca fué metropolitana. , T R7R n 5549- ML 151, 407. El
Cf. D. MANSILLA, La supuesta metrópoli de Oviedo, en "Hispania ' JAFFÉ-WATTENBACH, e*n *F /L£Ó R*E»Z £ España sagrada 26, 459. P a r a
sacra" 8 (1955) 259-74. Desde 1105 gozó de la exención, sin reco- texto citado de Alfonso . k;Sa pn esta época, consúltese
nocer otra superioridad que la de Roma. En el estudio de A. PA- t o d ^ l o ^ e l a t i v o a la J g » « B « g » v £ ¡ u £ HMor& eciesiésUcade
LOMEQUE TORRES, Episcopologio de la sede de Oviedo durante el la obra fundamental de Z. GARCÍA V , í t u l o e s bastante
siglo X, en "Hispania sacra" 1 (1948) 269-98, hay afirmaciones que España t. 3 (Madrid 1936 p. 193, si « e n .__ 2QQ p lag
de ningún modo se prueban. Consúltese del mismo autor La Igle- impreciso. Puede ser útil e* J ^ s p a d o s de Castilla, DOM L. SE-
sia y el obispado de León desde sus orígenes hasta la dinastía' complicada? vicisitudes de los o^paoos, iUva d _ s d e el s*-
navarra, en. "Boletín TJniv. Granada" 15 (1943) 1-46. Véase tam- S o E I Obispado deB^go^y^afas^ top t r e g v o l u m e n e s .
glo V al X m (Madrid 19^5), «1 Prime e6TlswMm It
bién J. B. MAHN, Le clergé séculier á l'époque asturiewne 718-910, Precisas indicaciones en FABRE uvwua », . .
en "Mélanges d'hist. du moyen-áge... a la iriemoire de L. Halphen"
(París 1951) p.' 453-64; y, por supuesto, l&g pbras citadas de Dora
Serrano y Pérez de Urbel para Castilla,
C. O. ISLAM V CRISTIANDAD"
209
206 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
tes, amigos de la paz, y berberiscos fanáticos, intransigentes;
dependían de la provincia eclesiástica de Narbona ^ no sin al- y aquellos reyezuelos de Toledo, Sevilla, Badajoz, Granada y
gunas tentativas de independencia. Hacia el 962 un abad de San- / Almería con toda su cultura son impotentes para oponerse al
ta Cecilia de Montserrat, Cesario, logró que en un concilio de/ alud arrollador que baja de Castilla y Aragón.
Compostela le consagrasen obispo de Tarragona, y se empeñó' E n 1085 Alfonso V I se apodera de Toledo y amenaza a Se-
en ser reconocido' como metropolitano d*e l a antigua provincia villa. La reconquista de la ciudad del Tajo, que había sido la
Tarraconense. Tropezó, naturalmente, con la resistencia del capital del floreciente Imperio visigótico, marca una fecha tras^-
arzobispo de Narbona, y no consiguió su intento por más que cendental y decisiva en nuestra historia, tanto política como
alegó la autoridad de Compostela, sede fundada por el ""apóstol eclesiástica. '
Santiago. A esíto respondieron los obispos de la Marca Hispá- 5. " O r d o toletanus'%—No se puede entender la Reconquis-
nica negando que Santiago hubiese venido a predicar a España, ta española, ni en el orden eclesiástico ni en el civil y político,
aunque reconocían que sus restos, traídos posteriormente, esta-
si n o se tiene presente que el plan de aquellos españoles era sen-
ban sepultados en Compostela, Cesario apeló al papa Juan XIII
cillamente reconstruir el antiguo Imperio visigótico.
(965-972); con el mismo resultado nulo 9 .
Estaban creando, sin saberlo, una España nueva, o—si se
E l conde barcelonés Borrell, pretendiendo asimismo inde- quiere—estaban dando a España la forma definitiva; pero su
pendizar de Narbona a los obispos d e la Marca, vino a Roma intención apuntaba solamente a reconstruir lo que se había des-
en 971 y obtuvo del papa que el arzobispado tarracon'ense se moronado, a ganar lo que se habia perdido.
restaurase en- la ciudad de Vich, la cual fué convertida en me- La capital de España, en la idea y en el propósito de todos,
trópoli, recibiendo su obispo Atton el pallium arzobispal 1 0 con no era otra que Toledo, aunque por hallarse en manos de los
las sufragáneas de Urgel, Barcelona, Gerona y aun Elnte, allen-
musulmanes no podía ser todavía la residencia de los reyes
de el Pirineo. Narbona debió de protestar, y muerto Atton, siu
cristianos. Tenían una fe inalterable en el recobro de todo el
sucesor Froya volvió a la obediencia narbonense, hasta que
en 1118 fué nombrado San Olegario arzobispo de la recién Imperio visigótico; luchaban y trabajaban con afán unitario- 11 .
conquistada Tarragona. E l código civil y canónico por el que se regían Estado e Iglesia
no era otro que el de los tiempos de Chindasvinto y de San
. 4. Crisis por las conquistas de Almanzor.—La obra de la Isidoro; lo mismo.se diga de las reglas monásticas.
Reconquista pasó por un momento crítico en las postrimerías La Crónica albeldense, al enumerar los primeros reyes astu-
del siglo x. Estuvo a punto de derrumbarse totalmente con las rianos, que tienen su capital por el momento en Oviedo, escribe:
devastadoras incursiones del más invicto de los caudillos árabes, Ordo GOTHORUM ovetensium regam. El mismo Albeldense
que bastaba por sí solo para hacer creíbles a los cristianos los dice de Alfonso II el C a s t o : "Omnemque gothorum ordinem
terrores apocalípticos que la leyenda posterior atribuyó al sicuti Toleto fuerat, tam in Ecclesia, quam ih palatio, in Oveto
año 1000. cuneta statuit" 1¡2.
Almanzor, el héroe de 52 campañas victoriosas, llevó sus Estos reyes, que se ufanaban d e llamarse godos, reconocen
banderas, sembradoras de pánico y ruinas, hasta Barcelona y la soberanía legítima de los otros reinos hermanos, como N a -
Compostela, los dos extremos de la España cristiana. E n algu-
nos sitios, como en la plaXa de Simancas "(980), pasó a cuchillo 11
Documenta bien esta afirmación R. MENÉNDBZ FIDAL, El Im-
a todos Sius moradores por no renegar de la fe de Cristo, y en perio hispánico y los cinco reinos, en "Revista de Estudios Polí-
Sari Cucufate del Valles hizo mártires al abad y a otros nueve ticos" 29 (1950) 4-49.
a
monjes. E n la batalla de Calataña£or (1002) palideció su estre- España sagrada 13, 542. El crítico P. DAVID, Etudes histori-
lla y bajó al sepulcro aquel mismo año, arrastrando consigo al ques sur la Galice p. 317, sostiene la ausencia del mito goticista
califato cordobés, que no tardó en desmoronarse, para bien y en la primera fase de la Reconquista. J. A. MARAVALL, El con-
cepto de España en la Edad Media (Madrid 1954) p. 321-26, ha
provecho de los cristianos del Norte. Los reinos de taifas (1031) rectificado las afirmaciones del erudito francés, y su interpre-
que surgen de aquellas ruinas se debilitan gueríeando entre sí; tación de los textos, viniendo a concluir que la tesis de la he-
brotan diferencias y escisiones entre andalusíes cultos, toleran» rencia goda, o de Ja restauración al modo de Toledo, debió de
aparecer entre las gentes cultas en la corte de Alfonso II, con-
virtiéndose en seguida g¡ji una pieza fundamental de la concepción
8 histórica de la Reconquista. Véase también C. SANCHEZ ALBOR-
Los que dependían de Narbona eran, por lo menos, Urgel,
Vich, Gerona y Barcelona y también Roda. En cambio, los de NOZ, Otra vez Guadalete y Covadonga, en "Cuadernos de Historia
Navarra y Aragón parece dependían de Auch. P. KETÍR, Papstur- de España" (Buenos Aires 1943-44) I-II, 88-89. Merece leerse repo-
Tcunden in Aragón und Navarra II, 23 y 190. sadamente todo el libro de Maravall, denso, penetrante y docu-
0 ! mentado.
10 FLOREZ, España sagrada 19, 370-373.
rbíd. 25, 102, ... / =i
208 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil c. 8. ISLAM Y CRISTIANDAD 209

varra, Aragón o Cataluña; pero los consideran, y a que no como Ser rey d'e León era como serlo de Toledo, es decir, de toda
vasallos, a lo menos como subordinados o como hermanos me- la Península. "Haec tenet Hispani totius culmina regni", canta
nores en la gran tarea familiar de la Reconquista. Ya en 883 de la ciudad leonesa el poema de Almería. La España visigótica
un clérigo anónimo decía de Alfonso III que estaba llamado aj actúa en la Reconquista como un ideal y como una norma. N o
reinar en toda España: "Adefonsus proximiori tempore in onm| discrepan de este stentido de reconstrucción goticista los con-
Spanie... regnaturus" H . Era como el hermano mayor, a quieá dados orientales, que se rigen y gobiernan "secundum canonem
pertenece la herencia del trono paterno. / et legem Gothorum" 15 . La organización eclesiástica se plasma,
"Imperator legionensis", se decía Ordoño II (914-923). Y ¿s en lo posible, sobre los antiguos moldes. Y la admirable legis-
que, en efecto, sucesores legítimos de Toíedo eran los reyes lación canónica de los concilios toledanos sigue influyendo be-
leoneses, que por lo mismo se daban a veces el título de empe- neficiosamente en el clero, que acaso por esta causa—entre
radores de toda España. "Totius Hispaniae Imperator'', se decía otras—se mantiene 'en una dignidad moral y corrección disci-
Alfonso V I . Y antes, el rey navarro Sancho eVMayor, con te- plinar no frecuentes en otras partes.
ner un1 poderío superior a cualquier otro monarca español de 6. Albores precluniacenses.—Es corriente datar el comien-
su tiempo ("Ego Sanctius Rex, tenens culmen potestatis meae zo de una era de renovación eclesiástica en España desde la
in Aragorie et in Pampilonia et in .Sobrabi et in Ribagorza et venida de los cluniacenses, haciendo así coincidir la reforma de
in Nagera et in Castella et in Álava"), con todos sus títulos y la Iglesia española con la general de los papas gregorianos.
posesiones, no se atrevió a llamarse emperador mientras n o fué
señor de la imperial ciudad de León. Sólo entonces; (1034) acu- Es indudable que España, como toda la cristiandad, da un
ñó monteda en Nájera con el título de "Imperator". Y en docu- fuerte viraje y un gran paso de avance a lo largo del siglo xi,
mento de ese mismo año se dice: "Temporibus Sahcionis Regis siglo tumultuoso y juvenil que, si salió del d'esorden y de la
tenentis Imperium in Aragone et in Castella et in Legiome" 14 . inmoralidad para emprender derroteros de elevación1 moral y
espiritual, se lo debió en buena parte a la influencia de Cluny.
M
Citado por MENÉNDEZ PIDAL, El Imperio hispánico p. 19. M a s no conviene exagerar esta influencia. Y es lo cierto que
M
Texto en MENÉNDEZ PIDAL, La España del Cid I, 120. Abun- en España, con anterioridad a la reforma gregoriana y aun an-
dante es la literatura que después de Menéndez Pidal (I, 73-77; tes que los monjes cluniacenses, con todo su empuje europeo,
II, 709-713) se ha producido en torno al tema del Imperio leonés viniesen a proclamarse campeones de la Renovación eclesiástica,
y español. Baste citar a H. HUFFKR, La idea imperial española
(Madrid 1935), y J. LÓPEZ ORTIZ, Notas para el estudio de la idea esta renovación, menos necesaria que en otras partes y por eso
imperial leonesa, en la "Ciudad de Dios" 153 (1941) 186-190; ID., menos ruidosa y llamativa, se manifestaba en los numerosos
Las ideas imperiales en el medievo español, en "Escorial" 6 (1942) santos de nuestros monasterios y en el movimiento de sínodos
4.3-70. Que la palabra "imperator" se emplease para expresar pre-
cisamente ese "concepto imperial hispánico", es cosa que se puede y concilios, que suele ser índice seguro de anhelos reformatorios.
discutir y matizar, incluso negar en algunos textos, como lo ha Ocupados como estaban los obispos y abades, lo misino que
hecho A. GARCÍA GALLO, El Imperio español medieval, en "Ar- los reyes y nobles, en la guerra contra el moro, no habían te-
bor" 4 (1945). 199-228. Sobre la persona y la obra de Sancho el
Mayor, es fundamental la obra del P. J. PÉREZ DE URBEL, O. S. B., nido facilidad ni sosiego p a r a reunirse sinodalmente y deliberar
Sancho el Mayor de Navarra (.Madrid 1950). Nuevas matizaciones sobre los abusos introducidos y sobre las mejoras por introdu-
del concepto de Imperio hispánico aporta el trabajo postumo de cir. D e ahí que fuesen tan escasos los concilios.
ALFONSO SANCHEZ CANDEIH.AJ El "regnum-imperium" leonés hasta
10S7 (Madrid 1951). Véase, además, E. ELORDUY, La idea de im- Pero librados de la pesadilla de la incursión enemiga con la
perio en el pensamiento español y de otros pueblos (Madrid 1944) muerte de Almanzor, empiezan a tratar con calma de los asun-
p. 441-442; P. E. SCHRAMM, Das Kastilisohe Konigtum und Kai-
sertum... bis 1252, en "Festschrift für G. Ritter" (Tubinga 1950)
87-139; R. GIBBRT, Observaciones a la tesis del Imperio hispánico " Carta-puebla de Cardona, año 986, en J. L. VILLANUEVA, Viaje
y los Cinco Reinos: "Arbor"' 18 (1951) 440-456. Reflexionando últi- literario VIII, 283; véase también la p. 272 y t. X, 272-296. Ni si-
mamente sobre la idea del Imperio leonés, nos ha parecido más quiera después que la liturgia visigótica fué sustituida por la ro-
sugestiva quo bien fundada. Creemos, pues, que la bella teoría mana, traída por los cluniacenses, dejan de mirar los españoles a
de Menéndez Pidal, expuesta por nosotros en el texto, debe re- Toledo como a centro de unidad nacional. Sólo cuando Portugal
cortarse y atenuarse, conforme a las observaciones de Gibert y obtiene de Roma—hasta entonces favorable a la hegemonía cas-
a los estudios de García Gallo, ya que los datos documentales no tellana—el reconocimiento de su independencia (1140) y cuando
permiten defender la existencia efectiva de un Imperio leonés, algunos años más tarde tanto. Portugal eomo Navarra y Aragón
jurídicamente estructurado, sino sólo una idea y aspiración hege- sacuden el vasallaje de Castilla, afianzando fuertemente su total
mónica, sin concreción real y jurídica, por más que fuera reco- autonomía, la idea unitaria o imperial (leonesa o toledana) em-
nocida a veces. El título de Imperator, aun en Alfonso VT, tenía pieza a cuartearse o, por lo menos, a debilitarse. Se mira más a
•más dignidad que de jurisdicción. Cf. Historia de. España. Es- 'o futuro que a lo pretérito. La clave de la unidad no se buscará
e
tudios publicados en la revista "Arbor" (Madrid 1953) p. 113. n la tradición de Toledo, sino en el juego de las alianzas matrJ-
ttioniales.
210 P. 1. t>E CARLÜMAGNÓ A GREGORIO Vii
C. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 211

tos disciplinares y m o r a l e s , p r i m e r o en el c o n c i l i o d e B a r c e l o - /
las herejías d e c a r á c t e r d o g m á t i c o , s u r g e d e p r o n t o u n a n u e v a
n a (1009), d e s p u é s e n el d e G e r o n a (1019), q u e p r o m u e v e ttfi-/
m e n o s c o m p l i c a d a en disquisiciones teológicas, m á s p o p u l a r y
c a z m e n t e la vita c a n ó n i c a d e l o s clérigos; al a ñ o siguiente en'
p r á c t i c a , c o m o t o c a n t e a l a liturgia, a l o s u s o s y tradiciones.
el d e L e ó n , q u e frecuentemente suele p o n e r s e en el a ñ o 1012',
L o g r a v e d e e s t a herejía c o n s i s t i ó en q u e fué p a t r o c i n a d a y
p e r o q u e d e b i ó d e c e l e b r a r s e e n 1020; m á s t a r d e e n el d e C o -
y a n z a (diócesis d e Ovi'edo, 1 0 5 0 ) , b a j o l a p r e s i d e n c i a d e l g r a n -
d e y p i a d o s í s i m o F e r n a n d o I. A q u í a c t ú a n i n d u d a b l e m e n t e in- IOANNES DAMASCENUS, Orationes III de sacris imaginihus, en MG
94; no son suyos log t r e s opúsculos publ. en MG 95, 309-385; 1348-
fluencias d e C l u n y , p e r o el movimiento' t e n í a t a m b i é n r a í c e s 51. THEODORUS STUDITÁ, AnUrrhetici tibri tres ádversus iconoma-
indígenas y anteriores. chos y Epistolae, en MG 99. L a s epístolas del p a t r i a r c a S a n Ger-:
L o s c á n o n e s d e C o y a n z a s o n de g r a n t r a s c e n d e n c i a : o r d e - man, en MG 98; la Vita sancti Stephani iuníoris, en MG 100. Las
a c t a s en los concilios, con los diplomas pontificios e imperiales, e n
n a n la v i d a del obispo c o n s u s clérigos, i m p o n e n a t o d o s los Mansi, t. 12 y 13; M GOLDAST, Imperialia decreta de cultu ima-
m o n a s t e r i o s d e monjes o d e m o n j a s la r e g l a d e S a n Benito, ginum in utroque Imperio ( F r a n c f o r t 1608).
m a n d a n a los s a c e r d o t e s e n s e ñ a r a los n i ñ o s la d o c t r i n a c r i s - BIBLIOGRAFÍA.—L. MAIMBOURG, Histoire de Vhérésie icono-
tiana, a t i e n d e n a la instrucción d e los clérigos, p r e s c r i b e n a t o - ciaste et de la translation de VEmpire aux Francais (París 1674);
A. LOMBARD, Etudes d'histoire byzantine. Constantine V émpereur
d o s los fi'eles el a y u n o d e los v i e r n e s y l a .asistencia a l a m i s a des Romains C 7»0-775 ( P a r í s 1902); L. BRÉHIER, La querelle des
y a las h o r a s c a n ó n i c a s los d í a s festivos, d i s p o n e n m u y m i - images, VIII -IX° siécles ( P a r í s 1904); J. PARGOIRE, L'Eglise by-
n u c i o s a m e n t e t o d o l a r e l a t i v o al culto d i v i n o y a las c e r e m o n i a s zantine de 517 á SJft (París 1905); V. ERMONI, Saint Jean Damas-
litúrgicas y d a n o t r o s p r e c e p t o s d e c a r á c t e r disciplinar. L a im- céne. Coll. " L a P e n s é e C h r é t i e n n e " ( P a r í s 1904); HEFELE-LECIÍERCQ,
Histoire des Concites t. 3. M á s fuentes y bibliografías en C. E M E -
pnesión q u e d e j a n estos c á n o n e s es l a d e u n a Iglesia p e r f e c t a - REAU, Iconoclasme, e n "Dict. d e Theol. Cath.".
m e n t e ordenada,, en l a q u e t a n t o el c l e r o c o m o el pueblo' v i v e
u n a v i d a d e fe y d'e p i e d a d , a s p i r a n d o a corregir los defectos
II
e i g n o r a n c i a s en q u e s u e l e incurrir l a n a t u r a l fragilidad h u -
mana M. L a s Epístolas de E l i p a n d o , la Confessio fidei d e Félix de ITrgel,
con los escritos de B e a t o y É t e r i o , e n M L 96, 859-1030. Los conci-
P o c o s a ñ o s d e s p u é s el concilio d e C o m p o s t e l a (1063) c o n - lios en Mansi, t. 13, y en MGH, Leges, Concilla aevi carolini I.
firmó esas leyes y a ñ a d i ó a l g u n a s o t r a s , verbigracia, u r g i e n d o Los d e m á s escritos de la controversia, en Mighe lat., volúmenes 99,
a los p r e s b í t e r o s la diaria celebración del s a n t o sacrificio d e 100, 101 y 104.
la misa y la v i d a estricta d e c o m u n i d a d del o b i s p o c o n los Cf. G. F . WALCH (protestante), Historia adoptíanorum (Goettin-
gen 1755) y en Ketzerhistorie t. 9, 667-940; HEFELE-LECLERCQ, His^
canónigos. toire des Concites I I I , 985-1101; M. MENÉNDEZ PELAYO, Historia de
los heterodoxos españoles t. H (Madrid 1917) p. 280-320; Z. GAR-
CÍA VILLADA, Historia Eclesiástica de España I I I , 58-70; JUAN F . R I -
CAPITULO IX VERA, Doctrina trinitaria en el ambiente heterodoxo del primer si-
glo mozárabe, en "Rev. esp. de Teología" (1944) 193-210; H. QUIL-
LIET, Adoptionisme, en "Dict. T n : C a t h . " ; P . GUILLERMET, Elipand
La herejía y el cisma * de Toléde, etv.de de théologie historique (París 1911); L. BROTJ,
Bulletin de Uturgie mozárabe, en " H i s p a n i a s a c r a " 2 (1949) 459 i
484; E . AMANN, L'époque carolingienne ( P a r í s 1947) p . 129-152, t. 6
I. C O N T R A E L C U L T O D E LOS I C O N O S E N O R I E N T E • de l a "Histoire de l'Eglise" dirigida p o r Fliche-Martin; Más biblio-
grafía en J. MADOZ, Segundo decenio de estudios sobre Patrística
española (19U-ÍSS0) (Madrid 1951) p. 159-165.
C u a n d o , d e s p u é s del c o n c i l i o V I e c u m é n i c o d e C o n s t a n t i n o -
p l a (680-681), q u e a n a t e m a t i z ó l o s e r r o r e s del m o n o t e l i s m o ,
ni
p a r e c í a n y a a g o t a d a s e n el i n q u i e t o m u n d o g r e c o - o r i e n t a l t o d a s
16 Los escritos poéticos de Gotescalco, e n MGH, Poetae latini I H ,
E l concilio de Coyanza, en su aspecto canónico, h a sido pro- 707-738. Véanse en ML las diversas o b r a s de los que intervinieron
f u n d a m e n t e estudiado por A. GARCÍA GALLO, El Concilio de Coyan- en e s t a controversia, Hincruaro, J u a n Escoto, R a t r a m n o , R a b á n
za. Contribución al estudio del Derecho Canónico español en la Mauro, P r u d e n c i o de Troves, etc. Los concilios, en M a n s i , ' t . 14
Alta Edad Media (Madrid 1951). y 15. Algunas de las fuentes principales e s t á n r e u n i d a s en L. CEL-
LOT, S. I., Historia Gotteschalci praedestinatiani ( P a r í s 1655).
I H. SCHROERS, Hinkmat von Reims- ( F r e i b u r g 1884); M. CAP-
PUYNS, Jean Scot Erigéne ( P a r í s 1933); S. FREYSTEDTJ Studien zu
* FUENTES. — THEOPHANES, Chronographie, texto griego con Qottschalhs x¡eben und Lehré, en "Zeitschrift für K i r c h e n g é -
traducción lat.. edit. p o r C. BOOR (Leipzig 1883-1885). MG 108; N l - s c h i c h t e " :(1908) 1-23; 161-182; 529-545; M. B . LAVAUD, O. P., Pré\
CEPHÓRI, Opuscula histórica, edit. por BOOR (Leipzig 1880): MG 100; curseur de Calvin ou tümoin de VAugustinisme f, en " R e v u e Tho-
m i s t e " (1932) 71-101,- Del misnld es el a r t . Praedestination IV,
c. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 213
212 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vü
Jesucristo, de la Virgen y de los santos data ten el cristianismo
acaudillada por la omnipotencia del emperador bizantino, que de muy antiguo, como se demuestra con sólo entrar en las C a -
se creía a un mismo tiempo cesar y papa en sus dominios; y lo tacumbas. Antiguo es también, aunque n o tan primitivo, el cul-
dramático de la misma se originó del choque con la potencia, to a esas imágenes, que, sin duda, se generalizó después de la
—siempre respetable en Oriente—de los monjes, apoyados en- paz constantiniana. E n el siglo iv cundieron por el Oriente los
tonces no solamente por Roma, sino también por la devoción Iconos sagrados, originarios de Egipto, a imitación de los bus-
popular. tos y retratos funerarios que los antiguos ponían en sus sepul-
1. E l culto d e las imágenes en la antigüedad.—Empecemos f\ cros. Las mismas Catacumbas romanas, con los grafitos y las
por decir que la pintura de las imágenes y representación de figuras aureoladas, indican que se tributaba culto y veneración'
a las imágenes de Cristo y de los santos. Las espléndidas basí-
en el "Dict. Theol. Cath.". Abundante bibliografía en HEFELE-LE- licas de aquella edad estaban adornadas de mosaicos con imá-
CLERCQ, Histoire des Concites TV, 138. genes, a las que se tributa veneración.
IV N u n c a prohibió la Iglesia oficialmente: la pintura ni el culto
de las imágenes, porque si hay testimonios contrarios, son de
Las obras de Pascasio Radberto en ML 120, 1267-1361 y en particulares; y aun éstos, generalmente, más bien condenan esa
MGH¡ Poetae latini III, 38-53; las de Ratramno, ML 121, 103-170;
Rabán Mauro y Gotescalco, ML 110, 492-493; 112, 1510-1518; Ama- ¿" práctica por temor y peligro d e idolatría que porque la juzguen
lario, ML 105, 1336-1339; Lanfraneo, ML 150, 407-442, etc. Las en sí reprobable 1 . E n la práctica el pueblo cristiano seguía afi-
respuestas de Berengario a Lanfranco, Guitmondo y Adelmano, cionado al culto de las imágenes y la Iglesia n o l o miraba mal.
en ML 150, 149 y 143. Al obispo Sereno de Marsella, primer iconoclasta que conoce-
E. CHOISY, Pascase Radbert, Etude historique (Ginebra 1838);
J. ERNST, Die hehre des H. Paschasius Radbertus von der Eucha- mos, reprendió severamente San Gregorio Magno por haber
Hstie (Freiburg 1896); A. NAEGLE., Ratramnus und die heilige destruido algunas imágenes, diciéndole que fes lícito su culto,
Eucharistie (Viena 1903); J. A. CHOLLET, La doctrine de l'Eucha- con tal que se evite la idolatría, y recomendando su uso porque
ristie ch.ee les scolastiques (París 1905); P. BATIITOL, Etudes d'his- ellas son como una biblia para los que no sa.ben leer; pensa-
toire el de théologie positive 2.a ser. (París 1906) p. 346-373;
J. SCHUITZER, Berengar von Tours, sein Leben und seine Lehre miento qufe y a ' había expuesto mucho antes San Gregorio de
(Munich 1890); P. RENAUDIN, L'hérésie de Bérénger (París 1902); Nisa. L o que cuidadosamente evitaba la Iglesia era que se üv-
A. J. MACDONALD, Berengar and the reform of sacramental doctri- trodujese cualquier error dogmático. P o r eso distinguió entre
ne (Londres 1930); O. ERDMANN, Gregor VII und Berenger von
Tours, en "Quellen und Forschungen aus italianischen Archiven el culto supremo que se tributa a Dios (cttltus latviae) y él
und Bibliotheken" t. 28 (1937-38) 48-74; M. CAPPUYNS, Bérénger de culto inferior que se tributa a. los santos, siervos de Dios (cul-
Tours, en "Dict. Hist. Géogr. Ecclés.", con abundante bibliogiíafía; tas duliae). T a n t o el que se dirige a Dios como el que se dirige
L. RAMÍREZ, La controversia eucarlstica del siglo IX: Berengario
de Tours a la luz de sus contemporáneos (Bogotá 1940). a los santos suele llamarse absoluto, a diferencia del que se
dirige a las imágenes, que se dice relativo.
V El culto a las imágenes había echado hondas raíces en el
La Vita S. Methodii y sus escritos, en MG 100, 1241-1326; pueblo, particularmente ten Oriente, donde se les tributaba una
NICETAS, Vita S. Ignota Patrlarchae, en MG 105, 488-573. Las veneración rayana en la superstición, como sucedía en Occi-
obras de Pocio, en MG 101-104; HERGENROETHER, Monumenta grae- dente con las reliquias. Los iconos presidían los juegos del hi-
ca ad PhoUum eiusque histortam pertiw,entia (Ratisbona 1869), pódromo y marchaban al frente de las tropas ten la guerra; con
Theophanes continuatus, en MG 109, 15-516. Los escritos de Nico-
lás I y de Juan V n i , en ML 119, 769-1182, y ML 126, 651-966 una imagen de Cristo en la mano arengaba Heraclio a sus sol-
(MGH, Epistolae t. 6 y 7); MANSI, Collectio máxima Conciliorum dados en lucha contra los persas. "Doquiera, en iglesias y ca-
t. 15 y 16; DUCHESNE, Liber Pontificalis. pillas, en casas particulares, en salas y alcobas, delante dte las
HERGENROETHER, Photius, Patriarch von Constantinopel. Sein
Leben, seine Schriften und das griechische 8chisma (Ratisbona tiendas, en los mercados, sobre los libros y los vestidos, sobre
1867-1869), tres vols. además del IV de fuentes, ya citado; HEFELB- los utensilios domésticos y las joyas, sobre las sortijas, sobre
LECLERCQ, Histoire des Concües t. 4; L. BRÉHIER, Le schisme orienr las copas y los vasos, en los muros, a la entrada de los talleres,
tal du XI siécle (París 1809); F R . DVORNIK, Les Légendes de Cons- ten una palabra, donde hubiera posibilidad, se colocaba la ima-
tantin et de Mhétode vues de Byzance (Praga 1933); DVORNIK, The .. gen del Salvador, de la Madre d e Dios o de algún santo. Eran
Photian schism. History and legend. (Cambridge 1948); V. GRU- "I
MEL, Y eut-il un second schisme de Pothiusf, en "Rev. des Scien- H|
ees Philos. et Théol." (1933) 432-457; G. HOFFMANN, Lo stato pre- '
senté deVa questione circa la riconciliazione di Fosio con la Chiesa, . Lo que ciertamente era mirado en J o J g M ^ « » & £ £
romana, en "La Civiltá. oattolica" (1948) HE, 47-60; E. AMANN, peligroso/y aun como cosa e n t e r a m e i ^ ^ o f a n a , ^ ^ ^ ^
Photius en DTC; MICHEL, Sumbert und Kerullarios (Paderborn estatuas. Por eso son tan raras en ei ai te
1925-29); M. JUGIH, Le ^chisme oysantín (París 1941). tiempos. Cf, V, GRIIIVÍEL, Images (Cuite de) en UÍ^.
C. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 21j>
214 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
pueblo iba con ello retrocediendo hacia el paganismo y la ido-
latría, y qu'e el culto de los iconos era un impedimento para la
de todas formas y tamaños; todavía pueden verse en« los sellos
conversión de judíos, mahometanos y sobre todo de pauücianos
de muchos particulares y funcionarios; las llevaban colgando y maniqueos, sectas bastante extendidas en el Asia Menor y
como amuletos y las transportaban consigo en los viajes; para dentro del ejército' 2 *. N i faltaron católicos que combatían la
el cristiano de Bizancio las imágenes eran prenda segura de. pintura de imágentes por motivos dogmáticos, negando, por
bendiciones y de salud,, una garantía de la protección y auxilio ejemplo, que la figura de Cristo pudiese ser pintada adecuada-
de lo alto; sin las imágenes no podía vivir" 2. mente, pues^si el artista intentaba representar sólo lo humano,
2. León III el Isáurico. Principio de la persecución icono* ponía división en Cristo, favoreciendo la herejía de Nestorio,
clasta.—El Imperio de Bizancio, en los comienzos del siglo yin, y si pretendía representar a un tiempo lo humano y lo divino,
atravesaba una terrible crisis: dentro, anarquía y sediciones; confundía las dos naturalezas, cayendo en el error monofisita
fuera, la marea creciente de la Media Luna, que, dominando' el de Eutiques. Insistían, por supuesto, en loi de adorar a Dios "in
Asia Menor, amenazaba dar el salto a Europa. Año 717. Sube spiritu et veritate", y por lo que( respecta al culto de los santos,
al trono León III, llamado el Isáurico porque se le creyó natu- afirmaban que era deshonrar a los santos venerar su cuerpo
ral de; Isauria, aunque había nacido en Siria, de humilde origen. material cuando ya el alma estaba en la gloria. D e este pare-
Entró én el ejército y se distinguió tanto por su valor y talento, cer eran varios obispos de Asia Menor, entre ellos Constantino
que de triunfo en triunfo llegó a hacerse proclamar emperador de Nacolia. E n vano San Germán, patriarca de Constantinopla,
de Constantinopla. Inmediatamente tuvo que atender a la de- se esforzó por atraerlos a la verdadera doctrina.
fensa de su capital, a la que los árabes habían puesto un for- Suele señalarse el año 726 como el principio de la campaña
midable asedio, bloqueándola con una flota de 1.500 barcos. El iconoclasta de parte del emperador. N o se demuestra q u e pu-
fracaso de los árabes fué completo. Destruida su flota por el blicara entonces un edicto mandando destruir las imágenes de
famoso fuego griego y por la tempestad, se retiraron con enor- Cristo, de la Virgen y de los santos, como ídolos .a los que se
mes pérdidas y sin esperanza de volver". León Isáurico había tributaban honores propios y exclusivos de la divinidad. A fin
salvado de la civilización europea, poniendo un dique al avance de no chocar violentamente con el pueblo, fanáticamente ape-
musulmán, como catorce años después lo pondría Carlos M a r - gado a los iconos, empezó empleando medios de persuasión y
tel en la extremidad occidental del Imperio islámico (Poi- propaganda contra los llamados iconodulos o adoradores de
tiers, 732). Nuevas victorias d e León III en el Asia Menor las imágenes, hasta que la inutilidad de sus esfuerzos le hizo
aseguraron su trono. ver que nada podría conseguir a buenas, por lo arraigada que
¡Lástima que sus egregias cualidades de guerrero, de codifi- estaba en el pueblo aquella práctica.
cador de leyes y- de gobernante sagaz las desperdiciara enre- A principios del 727, según la cronografía de Teófanes, tuvo
dándose en cuestiones teológicas y eclesiásticas que turbaron lugar la primera medida de violencia. E n el barrio de Calco-
por muchos años el Imperio, acarreándole trastornos y males prateya, sobre la puerta de bronce d e un palacio imperial, se
espirituales y aun políticos de trascendencia incalculable! ¿Cómo alzaba la veneradísima imagen de Cristo llamada Antiphonetes,
s'e le metió en la cabeza la idea obsesionante de desarraigar el puesta allí, según se decía, por Constantino el Grande. E l es-
culto de las imágenes? N o se ha dado todavía una explicación patario ]ovino, por orden del emperador, intentó destrozarla a
satisfactoria. N o nos satisfacen las razones de Baronáo y otros golpes de martillo1. El pueblo, amotinado, le derribó de la esca-
que atribuyen la iconoclastia de León III al influjo de los ju- la; las mujeres pisotearon su cadáver y con él murieron otros
díos, enemigos de las imágenes. N i parece probable que quisiera
oficiales que le acompañaban en aqu'el acto de profanación.
captarse la benevolencia de los califas, que por el mismo tiempo
Respondió León III con inauditas crueldades de cárceles, des-
habían mandado destruir todos los iconos de las iglesias y casas
cristianas; probable es que el edicto de Yezid II (723) influyó tierros, azotes y mutilaciones. Aprovechando estas circunstan-
en algunos obispos iconoclastas del Asia Menor. Otros histo- cias1, estalló la revolución en la armada de las Cicladas, pero
riadores modernos piensan que estas medidas de orden religioso fué vencida, con lo que el emperador fortificó su posición.
2
no fueron sino' un párrafo más del programa reformista que se * Algunos buscan la explicación en el misticismo del empe-
había trazado, aqu'el. emperador,- una continuación de sus medi- rador, que temía el castigo de Dios si daba culto a lo que él creía
das reorganizadoras en lo militar y en lo civil. Quizá se per- ídolos: Superficializan el problema los qtte quieren explicarlo por
una supuesta incapacidad de León el Isáurico para comprender
suadió, viendo, el abuso supersticioso de las imágenes, que el el arte. Véanse los defensores de las diversas teorías en L. BRÉ-
HiERj La querelle des images, en "Hist. de l'Eglise", por Fliche-
? E. MARÍN.. Les moines de ConstanUnople (París 1897) p. 320- Martin, V. 440.
321.
21<7
C. 9 . LA HEREJÍA Y EL CISMA
—"í g 1 j 1 _PB_CARL0MAGNO A GREGORIO Vil

romano al de Constantinopla todas las provincias del antiguo


3. San Germán de Constantinopla, Los papas.—Sin el con- Illyricum, contra lo cual protestarán más tarde Adriano I y
sentimiento del patriarca constantinopolitano y del Romano Pon-
tífice no lograría sus fines. Dirigióse, pues, a San Germán, tra- Nicolás I.
tando de engañarle con adulaciones y sofismas. N a d a consiguió. Una voz poderosa se alzó contra los iconómacos en Siria y
En carta al papa Gregorio II le manifestaba su voluntad deci- Palestina. Era la del mayor teólogo dé aquel tiempo, San Juan
dida de acabar con las imágenes sagradas, cuyo culto, fomen- Damasceno, hijo del gran visir o ministro del califa de Damas-
tado por los monjes, es completamente idolátrico y contrario a co. Renunciando a todos los honores, Juan abrazó la vida mo-
la Sagrada Escritura. N o se conservan estas tetras imperiales, nástica fcn San Sabas de Jerusalén (736), desde donde siguió,
pero sí dos respuestas de Gregorio II", de cuya autenticidad hoy defendiendo con la -pluma el culto de las imágenes, fundándolo
día no se puede dudar. P o r la segunda de ellas conocemos la en razones dogmáticas y suministrando sólidos argumentos teo-
famosa frase de León el Isáurico, con que justificaba sus intro- lógicos a los que luchaban por la imisma causa.
misiones en lo eclesiástico: Imperator sum et sacerdos, fórmula 4. Constantino V Coprónimo (740-775). E l concilio de
clásica del cesaropapismo. Responde el Sumo Pontífice que Hiena.—Con la muerte de León Isáurico en 740 y la ascensión
tanto derecho tíen'e el emperador para mandar en la Iglesia, al trono de su hijo Constantino V Coprónimo, se abre un nue-
como el papa en el palacio imperial. vo periodo en la persecución iconoclasta. N o fueron felices y
La tensión entre los dos poderes llegó a tal grado de tiran- tranquilos los inicios de su reinado, porque su cuñado Artabas-
tez, que funcionarios imperiales urdieron varias conjuraciones do le disputó la corona, y apoyado por los católicos se apoderó
contra la vida de Gregorio II. En cambio, los pueblos de la de Constantinopla, donde restableció el culto de las imágenes.
Pentápolis y Venecia, fieles al pontífice de Roma, se alzaron El patriarca Anastasio se puso ahora de parte del nuevo mo-
en rebeldía contra Bizancio, y fué el papa quien tuvo que inter- narca iconófilo, jurando públicamente sobre el crucifijo que
venir para que los italianos siguiesen sometidos al emperador Constantino y su padre León eran notoriamente herejes. M a s
iconoclasta. Este, lejos de mostrar agradecimiento, redobló sus no tardó en venir del Asia Menor Constantino con un ftterte
amenazas y promesas a San Germán, pero ted anciano patriarca, ejército y reconquistó el trono. Artabasdo y sus hijos fueron
antes de ceder, prefirió retirarse a la vida privada (730) B. Su cargados de cadenas y paseados entre burlas, después que les
sucesor, Anastasio, dócil instrumento de León III, n o hizo sino arrancaron los ojos. El patriarca Anastasio, azotado con. ver-
favorecer el vandalismo feroz y organizado dte los ministros gas, montado inversamente en un asno y mofado de la gente,
imperiales, que allanaban los templos, monasterios y casas par- logró, sin embargo, conservar su sede patriarcal, reincidiendo
ticulares, destruyendo aun las imágenes de más valor artístico eri las ideas iconoclastas y en su papel de adulador.
y las mismas reliquias de los santos. (Cuántas ardieron en la Durante los doce primeros años, el nuevo emperador no
plaza pública, con escándalo y protesta de los fielesl Muchos dejó de devastar iglesias, de encalar las paredes decoradas con
sacerdotes y laicos, monjes y monjas dieron su vida entre tor- imágenes, de profanar vasos sagrados adornados d e iconos, de
mentos, según cuenta Teófanes y el Liber Pontificalis. Otros
muchos, como los padres de San Esteban el Joven, se vieran perseguir a los monjes, obligándoles a emigrar. N o se lanzó a
precisados a emigrar. un ataque a fondo y brutalmente externúnador hasta que tuvo
de su parte las decisiones de un concilio. Con el papa Zaca-
La persecución se ensañaba como nunca, y ahora de un rías (741-753), que sucedió a Gregorio III, se mantuvo en rela-
modo sistemático. El nuevo papa Gregorio III (731-741); con- ciones casi cordiales.
voca un concilio de 93 obispos italianos, y el 1 de noviembre Era este emperador, apellidado Coprónimo y también Ca-
del 731, sobre la Confesión d e San Pablo, en Roma, son exco- ballino, buen gobernante y sabio administrador, como su pa-
mulgados todos "los que, despreciando el uso fiel de la Iglesia, dre, de quien heredó también su carácter enérgico y sus dotes
retiren, destruyan o profanen las imágenes d e Nuestro Señor militares. E n una cosa le superó con mucho: en sectarismo y
Jesucristo, de su gloriosa M a d r e María, siempre virgen inmacu- en saña y crueldad para implantar a sangre y fuego las ideas
lada, y de los apóstoles y santos". En represalia, León III au- iconoclastas, ideas qufe en Constantino eran mucho más radica-
mentó los impuestos de Calabria y Sicilia, confiscó los patrimo- les y heréticas. Decía, por ejemplo, que sólo el pan y el vino
nios de San Pedro en esas regiones y traspasó del patriarcado eucárístico son imagen de Cristo; que ni siquiera las reliquias
de los santos deben ser veneradas; hablaba de las dos natura-
lezas de Cristo con terminología muy semejante a la de los mo-
^^^^¿¡^¿SS^SL^ ^ t u m d,cendl *»• nofisitasi; rechazaba la doctrina de la intercesión de la Virgen
y de los santos, a loa cuales no ste les debe dar el nombre de
, De imaginíbus,
218 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 219

agios, como tampoco a la Virgen el d e Theotocos. Repudiaba, risotadas y salivazos del populacho. Los monasterios eran des-
con todos los iconoclastas, el crucifijo, pero admitía, como lo truidos o convertidos en cuarteles, ofreciéndose en cambio toda
había hecho su padre, la imagen de la cruz, repitiendo en un clase de honores y riquezas a los que apostatasen o> se uniesen
falso sentido las palabras de San Pablo: "Mihi autem absit en matrimonio. A los recalcitrantes se les sacaba los ojos, se
gloriari, nisi in crucfe Domini nostri Iesuchristi" {Gal. 6, 14), les cortaba las orejas o la nariz o las manos, o les untaban la
Reunió y explicó estos errores en un libro que dio a leer a barba con pez para prenderle fuego. Unos son desterrados,
los obispos, y cuando se persuadió que muchos de ellos se pon- otros huyen a Chipre, hacia el mar Negro y, principalmente, a
drían de su parte por convicción o por debilidad, convocó un la Italia meridional; llegó el emperador en su locura a exigir
, concilio de aspiraciones ecuménicas. D e hecho no revistió tal a todos los habitantes de la capital uh juramento, por 'el que se
carácter, pues, aunque estaba integrado por 338 obispos, ni el obligaban a combatir a las imágenes como a ídolos y a no tratar
papa ni los patriarcados orientales (Antioquía, Jerusalén, Ale- con monje alguno. El mismo nombre de "monje" le era tan
jandría, Constantinopla) estuvieron allí representados. El pa- odioso como el de "santo".
triarcado constantinopolitano se hallaba entonces vacante por La persecución no cesó hasta la muerte del Coprónimo, acae-
la muerte de Anastasio. Quien presidió el concilio, reunido eri cida en 775.
el palacio de Hiena (10 febrero-8 agosto 754), fué el arzobispo
6. El VII concilio ecuménico, II de Nicea (787),-—León I V
de Efeso. N o aprobaron los obispos otras h'erejías del empe-
el Cázaro (775-780), hijo y sucesor de Constantino V, no de-
rador, pero sí la referente a las imágenes. En conclusión, el
rogó los edictos de su padre, quizá porque en el ejército y en
concilio decretó que toda imagen material o pintura de las igle-
el alto clero pululaban los fautores de la herejía, mas procedió
sias debe s'er arrancada como cosa abominable; que en adelante
con cierta, benignidad, y a su muerte tomó las riendas del go-
nadie se atreva a fabricar un icono, o adorarlo, o colocarlo en
bierno su mujer, Irene, por la minoría de edad de su hijo, Cons-
un templo, o esconderlo en algún domicilio, so pena de ser de-
tantino V I . Con Irene, natural de Atenas y amante de los ico-
puesto, tratándose de om obispo, y de ser exsomulgado, tratán-
nos, s'e inaugura el tercer período, que es verdaderamente iréni-
dose de un monje o un laico. El último anatema iba nominal-
co, de paz y de triunfo.
mente contra los tres grandes iconófilos: Germán de Constan-
tinopla, Jorge de Chipre, ermitaño del monte Taurus, y, sobre N o faltaron dificultades, porque el ejército seguía fiel a la
todo, Mansur, nombre familiar de San Juan Damasceno. memoria de Constantino Coprónimo; también el episcopado
persistía en sus ideas iconoclastas. Pero la emperatriz estaba
Apoyado en estos decretos conciliares, que declaraban a los resuelta a romper el aislamiento religioso y político en que Bi-
iconófilos enemigos de Dios y de la santa fe, Constantino V se zancio había caído respecto del Occidente. E n 781, dos emba-
propuso exterminar lo que él llamaba idolatría y obra de Sa- jadores suyos negociaban en Italia el casamiento de Rotruda,
tanás. Manda que toda suerte de imágenes sagradas, aun las hija de Carlomagno, con el príncipe heredero, Constantino V I .
de los manuscritos iluminados, sean destruidas .y arrojadas a las Y en 785 otra embajada proponía al papa Adriano I la celebra-
llamas; otras van al mar, con las reliquias de los Santos; los ción de un concilio ecuménico. Esto último se hacía por indi-
mosaicos y pinturas de. las basílicas son cubiertos con una capa cación del nuevo patriarca constantinopolitano Taxasio., que
de caí, pintándose encima paisajes, frutas, animales, de tal suel- participaba de los sentimientos de Irene, a la que siempre había
te que. las iglesias parecían jaulas de pájaros o mercados de fru- servido con fidelidad y a quien debía su nombramiento. Con él
ta, según comenta la Vita 1 Síephani Iuniorís. subieron a las sedes episcopales n o pocos obispos iconófilos, t
5. Resistencia y martirio,—Mientras la mayor parte de los con lo que se facilitaba la celebración del concilio.
obispos se doblegaban, cobardemente ante el tirano, los monjes El papa, aunque lamentando que Taxasio de simple laico
le ofrecían una resistencia tenaz, recibiendo en cambio el dfes- hubiesfe ascendido al patriarcado, contra lo ordenado por los
tierro o la muerte. En mayo del 764 obtiene el martirio Pedro cánones, alababa sus buenos propósitos y enviaba gustosamen-
el Calibita; un mes después, Juan de Monagria, cosido en un te dos apocrisarios que representasen a la Santa Sede.
saco, es echado al mar; más tarde, Esteban el Joven halla en El VII concilio ecuménico tuvo la apertura en agosto de 786
la cancel a otros 342 monjes, casi todos mutilados; le siguen en la iglesia de los Santos Apóstoles, pero fué disuelto a mand
en el martirio Andrés Cretense y otros. Espectáculo ignominio- armada por la irrupción de soldados iconoclastas. Irene se en-
so el que presenció la ciudad el 21 de agosto de 765. A fin de cargó de depurar las tropas y luego, para mayor seguridad,
humillar y escarnecer a los, monjes ante el pueblo, hizo que buen convocó el concilio en la ciudad de Nicea. El 24 de septiembre
número de ellos compareciesen en el hipódromo, llevando cada de 787 se reunieron allí más de 300 obispos con los legados
uno de la mano a una mujer; así los obligó a desfilar entre las romanos. Luego que en la sesión segunda oyeron respetuosa-
¿20 P. 1. 1>E CAKLOMAGNO A GKEGORIO Víl C. 9 . LA HEREJÍA Y EL CISMA 221

mente los Padres las letras del papa, exclamaron a una voz: dor, a pesar de que su mujer y sus hijas feran abiertamente
"Así cree, así piensa, así dogmatiza todo el santo sínodo". Lconófilas. Cuando, muerto el emperador, tomó las riendas del
Lanzaron sus anatemas contra los defensores de la herejía ico- gobierno su esposa Teodora, por ser menor de edad su hijo
noclasta, amontonaron textos bíblicos y de los Santos Padres Miguel III, la iconoclastia podía darse por definitivamente de-
en pro de la verdadera doctrina, hasta se echó mano de piado- rrotada. Lo primero que hizo Teodora fué, en marzo del 843,
sas leyendas populares, y se precisó en la sesión V I I la doc- poner en la sede patriarcal un varón santo y de toda su con-
trina ortodoxa respecto del culto de las imágenes, a las cuales fianza. El escogido fué Metodio. "Con los labios mutilados
se les tributa respeto y veneración (timetikén proskynesin) y por el hierro de los iconoclastas, de suerte que en las funciones
no verdadera_,latría (alethinén latreían). Firmado el decreto por públicas tenía que sostener sus mandíbulas destrozadas con un
la emperatriz, por su hijo y por todos los Padres, se clausuró vendaje blanco, que vino a ser para sus sucesores insignia y
el concilio entre festivas aclamaciones a la nueva Helena y al ornato d e su pontificado, conservaba suficiente voz y elocuen-
nuevo Constantino. cia para dictar sus himnos y sus discursos, siempre temibles á
Poco duró este período de paz, porque Constantino V I , los enemigos d e las imágenes" a * .
cansado de la tutela de su madre, se alzó contra ella y empezó 8. Triunfo de la ortodoxia.—Había que solemnizar el triun-.
a gobernar él solo. Irene intrigaba en la sombra y su hijo se fo de la ortodoxia sobre el error, y con este objeto se organizó
desprestigiaba en el trono. Casado con María d e Paflagonia, se una gran fiesta litúrgica con imponente procesión, en la que
divorció de ella para unirse con Teodota, y no faltó quien les tomó parte la emperatriz y toda la corte. Gran concurso de
diese la bendición nupcial, mientras el mundo monástico, es- monjes y homologetas, llevando muchos de ellos en sus cuerpos
candalizado, dejaba oír su grito de protesta contra los adúlte- las señales de su confesión de la fe, desfilaron el primer do-
ros. San Platón fué por esta causa encarcelado, y su sobrino mingo de Cuaresma (11 marzo 843) hasta la basílica de Santa
San Teodoro Estudita, desterrado. Ante la amenaza de renovar
Sofía, donde se celebraron los santos misterios y se expusieron
la persecución iconoclasta, el patriarca Tarasio optó por guar-
las imágenes a la veneración de los fieles.
dar silencio, pero estalla un complot tramado por Irene; ésta
Desde entonces quedó instituida para siempre la "fiesta de
coge preso al joven emperador, y en el mismo aposento en que
la ortodoxia", cantándose, como se cantan hoy día. las odas
veinticinco arios antes le había dado a luz, hace que le arran-
del mártir Teófanes Graptos y de un monje estudita: "Guardan-
quen los ojos. Irene fué saludada como la restauradora de la
do las leyes de la Iglesia patria, pintamos las imágenes y las
ortodoxia. ¿Partió de ella, entonces, la idea fantástica d e ca-
veneramos con la boca, el corazón y el alma, no sólo las de
sarse con Carlomagno, viudo, uniendo así el Oriente con el
Cristo, sino las de sus santos, exclamando: ¡Bendecid al Señor
Occidente?
todas sus obrasi! Al prototipo es a quien se dirige sin duda fel
7. Segunda etapa de la persecución iconoclasta.—Una re- honor y la veneración de la imagen; veneramos a ésta siguiendo
volución (802) destronó a Irene, que murió al año siguiente la doctrina de los Santos Padres, y clamamos con fe a Cristo:
desterrada en la isla d e Lesbos. Aunque bajo los intrusos Nicé- ¡Bendecid al Señor todas las obras! La augusta emperatriz T e o -
foro (802-811) y Miguel I Rangabe (811-813) hubo paz reli- dora, con la mente ilustrada, por la luz del Espíritu Santo, y
giosa, reapareció la persecución con el usurpador León V el teniendo un hijo adornado con la divina sabiduría, procuró la
Armenio (813-820), que, como militar y originario del Asia, se hermosura y esplendor d e la Iglesia de Cristo, bendiciendo a
empeñó en seguir el ejemplo de los Isáuricos. Destituyó al pa- una con los fieles a nuestro Señor Jesucristo, Dios y hombre.
triarca Nicéforo, 'encarceló obispos y monjes, castigó a cuantos T u santa casa, ilustrada con los rayos d e la lumbre intelectual,
daban culto a las imágenes, pero el partido iconófilo era ahora cobija con la nube del Espíritu Santo y santifica a todos los
fuerte y lo capitaneaba la gran figura de Teodoro Estudita, abad fieles, que exclaman unánimes: ¡Bendecid al Señor todas las
del monasterio de Studion (en Constantinopla). N o contento
obras!" 4 .
con escribir libros contra los iconómacos, organizó protestas,
como la del domingo d e Ramos (815), fen que sus mil monjes E l culto de las imágenes volvió a florecer con más esplen-
recorrieron en (procesión las calles con iconos en las manos. dor que antes.
a
A León V , asesinado junto al altar en los oficios de Navi- * E. MARIN, Les moines 360. San Metodio tuvo que deponer
dad (820), le sucedió Miguel II el Tartamudo (820-829), natural a los obispos y abades Iconoclastas. V. GRUMEL, Lea regostes dea
de Frigia, que juzgaba licito el uso dfe las imágenes sagradas, actes du patriarcat de Gonstantinople (París 1936) I, fase. 2, p. 42-
43. La vida y escritos de San Metodio, en MG 100, 1241-1326.
mas creía que su culto degeneraba en prácticas pueriles y su- * Oda VIII de Teófanes; la trae, con otras, en griego y en
persticiosas. Su hijo Teófilo (829-842) fué un sañudo perseguí- latín, BAEONIO, Atinóles ad a. 842 n. 28.
¿22 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 223

El monaquisino oriental, sintiéndose vencedor, tiene una épo- en error a la griega y 'en mostrar la inseguridad teológica d e
ca de gran prosperidad y con él se reanima la cultura, que iba los bizantinos. Y como citando ante su tribunal al concilio ico-
languideciendo. Produce frutos copiosos y maduros tanto la nómaco de Hieria (754) y al iconófilo de Nicea (787), decide
hagiografía como la po'esía litúrgica de los meladas. San Juan y juzga que ninguno de ellos ha acertado con la verdadera doc-
Damasceno elabora toda una teología. Brilla en el monasterio trina, el primero, por su vandalismo iconoclasta; el segundo,
de Studium San Teodoro, ascético y apologista, con otros estu- por su adoración idolátrica de las imágenes. La posición de los
ditas, algunos d e los cuales, de tendencia intransigente y refor- francos quiere ser la del papa Saní Gregorio: " N i adorar las
matoria, adoptan una actitud agresiva contra los cultivadores imágenes ni romperlas".
de los clásicos paganos. El triunfo d'e la ortodoxia sobre la Y n o caían en la cuenta que los Padres del concilio de Nicea
iconoclastia significó el triunfo de la civilización grecolatina habían matizado perfectamente y con más exactitud que ellos
sobre las influencias asiáticas; el triunfo del arte sagrado, siem- las ideas teológicas relativas al culto, y que si el orgullo bizan-
pre patrocinado por Roma, sobre el falso esplritualismo d e ju- tino era grande, olvidándose más d'e lo justo de la Iglesia latina,
díos, herejes y mahometanos. Pfero aquel furor persecutorio y
también en la respuesta de los libros carolinos latía un senti-
herético de los Isáuricos produjo daños irremediables en la cris-
miento de soberbia herida.
tiandad, porque fué la causa de que el pueblo italiano rechazase
la dominación bizantina y el papa, necesitado de apoyo, se di- Dos maneras—escriben—puede haber de adoración: la pri-
rigiese a los reyes francos, desentendiéndose del emperador. mtera es el culto debido exclusivamente a Dios; la segunda es
Así, entre Oriente y Occidente s'e abrió un ancho abismo, cuyos -una forma de respeto y saludo a las personas vivas; de ningún
frágiles puentes romperá la audacia cismática d e Focio. modo se puede tributar a las imágenes inanimadas. Las imáge-
nes son útiles para la decoración de las iglesias y para recuerdo
9. Repercusión en Occidente»—Es de sumo interés para en- de los hechos religiosos y de los santos, pero es irracional en-
tender la tensión y rivalidad existente entre tel Imperio de Bi- cender luces y quemar incienso ante ellas; decir que esto es
zancio y el de Carlomagno, examinar la reacción que se pro- culto relativo, es cosa que no se entiende. Ste ha de venerar la
dujo entre los francos frente a las decisiones dogmáticas de los cruz, la Sagrada Escritura y las reliquias de los santos, pero
bizantinos. El fracasado matrimonio de Rotruda con Constan- es reprensible igualar eso' con las imágenes. Es lamentable qu'e
tino V I y más aún el acercamiento político de Irene hacia Italia el concilio de Nicea, llamándose sin razón ecuménico, amenace
y sus negociaciones con el papa disgustaron a Carlomagno, con anatemas al que no ven'ere las imágenes; ciertamente, no
celoso d e su absoluta hegemonía ten Occidente, y avivaron su hay que destruirlas donde existan; para los oficios divinos son
resentimiento contra los griegos. Estos,, por otra parte, despre- cosa indiferente; la religión nada pierde ni gana con ellas.
ciaban demasiado a los occidentales, sin darse cuenta de que Quizá vieron los francos que para oponer esta doctrina a la
en lo teclesiástico y en lo político la cristiandad latina pesaba de Nictea era conveniente autorizarla con todo el peso de un
ya tanto como la griega. concilio, y así, al reunirse el concilio d e Francfort (794) contra
Cuando Carlomagno tuvo noticia del concilio II de Nicea el adopcionismo, sometieron a sus decisiones las actas de Nicea
por la traducción de las actas que le envió Adriano I, creyó y su refutación. Los obispos.de Francfort se expresaron en el
llegado el momento de asestar un duro golpe al prestigio reli- mismo stentido de los libros carolinos, a pesaar de que se halla-
gioso de la Iglesia bizantina, lo cual traería también conse- ban presentes los legados del papa, declarando que al concilio
cuencias políticas. Aquellas actas conciliares estaban detesta- de Nicea no se le. d'ebía dar el nombre de ecuménico.
blemente traducidas; en algún caso decían lo contrario del ori- ¿Qué más podía desear Carlomagno para humillar a los grie-
ginal y algunos pasajes eran sencillamente ininteligibl'es, como gos y desacreditarlos? Q u e el papa le diese la razón. Encargó,
testificó más adelante Anastasio el Bibliotecario. Carlomagno pues, al abad Angilberto llevase a Roma los libros carolinos.
quiso que sus teólogos refutasen aquel documento, en el qute Adriano I recibió amablemente la embajada y prometió exami-
creía ver graves errores dogmáticos, y con este objeto se lo nar el libro. E n la respuesta que después envió a Carlomagno,
remitió a Alcuino. con la mayor deferencia para el monarca franco, pero con ener-
La refutación no tardó ten venir. Su título era Capitulare de gía en la defensa de la verdad, trató d'e mostrar que las acusa-
imaginibus, pero ordinariamente se le conoce por el de LibH- Ca- ciones lanzadas contra los griegos fallaban por su base o sé
Tolini 5 . Parece como si la Iglesia franca se complaciese en coger apoyaban en disquisiciones poco seguras. Terminaba diciendo
que los Padres de Nicea estaban perfectamente de acu'erdo con
: • Edición en ML 98, 999-1248, y mejor en MGH, Concilio, II, la tradición,. y explicaba por qué motivos había él aprobado
suplemento. aquel concilio,
225
c , 9, LA HEREJÍA Y EL CISMA ,__£—
224 P. 1. OE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

N o sabemos qué impresión causaría esta contestación en la en las Galias y enviado por el papa Adriano I como obispo
corte franca. P o r entonces deja de hablarse de la cuestión de de Granada.
las imágenes, pero todavía en el sínodo reunido en París (825) El metropolitano de Toledo reunió a sus obispos, redactó
bajo Ludovíco Pío deciden los obispos atenerse a los Librí Ca- con ellos una profesión de fe, y casi al mismo tiempo dirigió a
volini, se atreven a criticar la respuesta de Adriano (aliquando Migecio una carta refutando sus dislates, abominando del "olor
absona. aliquando inconvenientia, aliquando etiam reprehensio- fetidísimo de sus palabras", y tratándole de loco, fatuo, boca
nis digna) y quierfen que el emperador le sugiera al papa la doc- cancerosa y saco de todas las inmundicias. E n ambos documen-
trina y aun los argumentos que éste debería enviar a los bizan- tos apunta con claridad el adopcionismo. Después de hacer una
tinas. Eugenio II no debió dar ningún paso. ' perfecta exposición de la doctrina católica-'sobre la Trinidad,
La oposición a las imágenes perduró en algunos personajes al querer distinguir en Cristo, hijo de Dios e hijo del hombre,
ilustres, resueltos adversarios de todo lo que pudiera presentar ' las operaciones y acciones de sus dos naturalezas, viene a afir-
apariencia de superstición, pero quien vino a caer en positivos mar "q.uod Iesus Christus adoptivus est humanitate et nequá-
errores y violenta iconoclastia fué Claudio de Turín (827). Con quam adoptivus divinitate", o sea que Jesucristo, en cuanto Dios
escándalo del pueblo mandó que en las iglesias de su diócesis y Verbo Eterno, es hijo propio y natural de Dios, pero en
desapareciesen las imágenes de los santos y de la misma cruz, cuanto hombre, es tan sólo hijo adoptivo y por gracia, no por
prohibiendo que se las venerase. Hasta llegó a negar la inter- naturaleza. Admite, pues, en Cristo dos filiaciones, y aquí está
cesión de los santos. Contra él se alzaron las plumas de Jonás el error, pues la filiación va con la persona, y habiendo dos
de Orleáns, del abad Teodamiro y del monje Dungal. A fines filiaciones, lógicamente se sigue que habrá también dos perso-
del siglo ix la Verdadera doctrina dominaba pacificamente en nas, lo cual es puro nestorianismo.
toda la cristiandad 6 *. Es verdad que Elipando y sus secuaces se defendieron de
esta acusación, afirmando rotundamente que en Cristo no había
más que una sola persona y que lo de hijo adoptivo era por
II. E L ERROR ADOPCIONISTA razón de su naturaleza humana; pero no advertían que en su
modo de hablar iba implícito el error de Nestorio, ya que el
Hemos aludido en el párrafo anterior al concilio de Franc- adoptar a uno por hijo supone dos personas distintas: la que
fort. Lo que allí se discutió principalmente fué el adopcionismo, adopta y la que es adoptada; hijo natural e hijo adoptivo res-
herejía que partiendo de lírgel y Toledo pasó los Pirineos, pecto del mismo padre son cosas que se excluyen en un mismo
dando ocasión a que los teólogos de allende y aquende desem- sujeto. N o puede, pues, aceptarse la terminología elipandiana,
polvasen sus armas y las puliesen para las lides dogmáticas. en la cual quizá sea lícito rastrear ciertas reminiscencias del
modo de hablar de ciertos Padres y concilios que se valieron
1. Elipando de Toledo.—Encuéntranse los primeros rastros a veces de la expresión "homo assumptus" o bien "homo adop-
de adopcionismo en la carta de Elipando a Migecio, escrita tatus", refiriéndose a la "natura humana" asumida o adoptada
poco antes del 782. E r a Elipando, de estirpe goda, arzobispo por el Verbo. Los adopcionistas, falseando el sentido legítimo
metropolitano de Toledo bajo la dominación musulmana, varón del "homo assumiptus", le dieron el nombre de hijo y hablaron
de ingenio no vulgar, elocuente y ardoroso, pero soberbio y de de una adopción de Cristo hombre por el Padre.
intemperante lenguaje. Migecio era un andaluz que divulgaba
errores de sabor sabeliano, aunque en forma muy crasa, ya que, U n o de los que abrazaron la doctrina elipandiana fué As-
si hemos de creer a su adversario, sostenía que la primera per- cario o Ascárico, a quien erróneamente suponen metropolitano
sona de la Trinidad era David, la segunda Jesucristo, la tercera de Braga. El obispa de Sevilla, en cambio, la anatematizó enér-
San Pablo, siendo más probable que su error consistiera en gicamente *.
afirmar que la actividad divina se ejerce en la Historia o tiene • E s e Asearlo o Ascárico e r a al^ parecer u n s t a p t a o b i s p o
tres grandes manifestaciones, que son David, Jesucristo y San de las Asturias. A U M B E E T , Asearte, en J ^ ^ ^ f j j , es s u
Pablo. D e este error, que no conocemos bien, se había conta- con bibliografía. I n t e r e s a n t e . ^ ° . ^ ^ país sometido a los
giado el docto y probo Egüa o Egilán, ordenado y consagrado c a r t a al lejano T u s e r d o , , monje> cm^as de^ país s bajo ^
á r a b e s . Mencionemos aquí «* ^ ^ ^ ^ X a r l n a s que a n a t a -
dominación de los moros por ¡**J%*™£^ ( M . 1759) vol. 25,
a
* N o es cierto que Agpbardo escribiera c o n t r a las imágenes. matizó. S u s a c t a sB e n W ^^iSnoesohiohte von S?*-
P. BBLLET, El "Líber de imaginibus Sanctorum", bajo el nombre apéndice. Véase P . , - J ^ M S , ¿>*e A » el adopcionismo, a r r i b a
de Agobardo de Lyón, obra de Claudio de Turín, en "Anal. S. Ta-
rrac." 28 (1953) 151-94. ^^á^J^Ai^^^^^^de R de
- *"""*
Historio de la IaUsia 2
227
C. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA
26 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII

en carta a los obispos de España ("Ómnibus Episcopi® per uni-


2. Oposición a la herejía: Beato y Eterio.—De los cristia- versam Spaniam commorantihus", año 785), condenando a Eli-
nos libres d e Asturias, no d e la oprimida Iglesia mozárabe, pando y Ascárico como renovadores de la herejía de Nestorio.
salieron los más decididos! paladines del dogma católico: llamá- Debió de ser entonces, n o antes, cuando', buscando apoyo y
banse Beato y Eterio. Beato, o Biego, natural d'e Liébana, "doc- , refuerzo, se dirigió Elipando con esta consulta al obispo Félix
tus vir, tam vita quam nomine sanctus", al decir de Alcuino, de Urgel, que tenía fama de sabio y cuyas ideas adopcionistas
se alzó contra los errores de Elipando, teniendo como compa- le eran ya probablemente conocidas al totedano. "Quid de hu-
ñero y discípulo al joven obispo de Osma Eterio, refugiado en manitate Salvatoris Dei et Domini nostri Iesu Christi sentiré
aquellas montañas. Conocemos también el nombre de un abad deberet; utrum secundum id quod homo est propriius an adopti- ,
asturiano, Fidel, a quien dirigió Elipando* una carta en octubre vus Dei filius credendus esset". Félix contestó, según refieren
de 785, quejándose de aquellos dos contradictoras suyos. Fidel los Anuales Eginhardi (a. 792), en sentido adopcionista y con-
encontró a Beato y Eterio cuando asistían a la profesión mo- firmó su parecer en unos libros hoy perdidos 8 .
nástica de la reina Adosinda y les entregó las letras de Elipando.
Inmediatamente, Beato, ayudado por Eterio, redactó una apo- 3. Félix de Urgel.—Aunque español, Félix era subdito de
logía de la verdadera doctrina, "no en forma panegírica—dice, Carlomagno, por haber caído poco antes la ciudad de Urgel en
aludiendo quizá al estilo del toledano—ni con ninguna clase de poder de los francos. Habiendo llegado el rumor de la herejía,
mentiras, ni con fuliginosas parrafadas de elocuencia". que cundía y a aquende y allende los Pirineos, a la corte caro-
Su teología es sana, fuerte y ardorosa, apoyada constante- lingia, Carlomagruo reunió una asamblea d e prelados, entre ellos
mente en testimonios de la Sagrada Escritura, como se podía Paulino de Aquilea, en Ratisbona (792), y ordenó que Félix
esperar del autor de un famoso Comentario al Apocalipsis. "En compareciese ante ellos para dar razón d e su doctrina. Así l o
vez de compilaciones secas1 y faltas de vida, tenemos una obra hizo el obispo de Urgel, y, vencido en la disputa por los argu-
mentos contrarios, abjuró públicamente sobre los Evangelios.
en que circula el calor, en que la fuerte impresión del momento
Queriendofelrey franco hacer al papa el obsequio d e este ven-
ha animado páginas destinadas no a solitaria lectura, sino a
cido, tuvo que presentarse Félix en Roma, y primero en la ba-
agitar o calmar muchedumbres seducidas por el error... E n el sílica de Letrán, luego en la de San Pedro, reiteró su abjura-
fondo, Beato y Eterio son muy fieles a la tradición) isidoriana; ción, protestando que jamás daría al Salvador el título de hijo
pero conócese luego que su Apologético n o ha nacido entre las adoptivo. E s t o no obstante, en la primera ocasión que pudo se
pompas de Sevilla o de Toledo, sino en tierra áspera, agreste escapó a España, y no precisamente a su diócesis de Urgel,
y bravia, entre erizados riscos y mares tempestuosos, para ser sino a tierra de moros, buscando, sin duda, l a proximidad d e
escuchada por hombres no* tranquilos ni dados a las letras, sino Elipando, fugiens apad paganos, que dirá León III. E s inexacto
avezados a continua devastación y pelea. Pasma el que se su- decir que el episcopado español escribió entonces una carta a
piese tanto y se pudiese escribir de aquella manera, ruda, pero los obispos de Francia y otra a Carlomagno en defensa del
valiente y levantada, en el pobre reino asturiano d e Mauregato adopcionismo. Quien las compuso fué, sin duda, Elipando, como
y de Bermudo el Diácono" 6 *. se echa d e ver por la intemperancia de su lenguaje, aunque bien
Áspero y fuerte era el estilo d e aquellos dos apologistas es- pudo ser que, sobre t o d o en l a primera, le ayudase Félix con
pañoles, mas n o hay derecho a denigrarlos, hablando de la bm~ su ciencia teológica. D e tener Elipando de su parte otros obis-
talidad de sus panfletos, como lo hace E. Amann, quien reclama pos españoles, no hubiera dejado de nombrarlos. Utilizando una
todo el mérito d e la controversia teológica para Alcuino, como frase algo incorrecta de Eutropio (suyo es el tratado De simili~
si el primer grito de alarma y l a primera refutación del error tudine carnis peccaii, según demostró el P . J. Madoz, no d e
adopcionista n o hubiese salido de las montañas asturianas y de San Jerónimo, como dice Elipando, ni de San Paciano, como
la misma sede hispalense, cuyo prelado Teudula, según refiere pensó modernamente Dom M o r i n ) , e interpretando a su favor
Alvaro d e Córdoba, cerró su exposición del dogma cora estas con gran agudeza varios textos de San Isidoro y d e la liturgia
palabras: "Si quis carnem Christi adoptivam dixerit Patrl, ana-
thtema sit. Amen" 7 .
La polémica llegó a oídos de Adriano I, y el papa habló, . E S interesante el descubrimiento del JJ^^dTseX,
de Félix de Urgel falsamente atnbuA<to
W
a |«n e n esa o b n o
en "Estudios Eclesiásticos 23 CJ»* " í " l o s u p o n e verdadero,
La batalla del adopcionismo en la desintegración de la Iglesia trata de defender el adopciomsmo - a u n q u e n• v ^ ^
visigoda (Barcelona 1949). Véase la respuesta d e l P . A N « » L C . VEGA, ^ xg. d e Dios„ 1 6 1
6
* MENÉNDKZ Y PELAYO, Historia de los heterodoxos españo- tionihus no es de Féhx de Urgel, e n L,a u u u
les II, 292. (1949) 211-268.
T
Epist. 4: ML> 121, 443,
c. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 229
228 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
que fulminó contra Félix de Urgel un solemne anatema. D e
visigótica que hablan de la adopción de la carne por el Verbo Elipando no se hizo mención. Urgel había vuelto a caer en ma-
y de la pasión del hombre adoptivo, se empeña en sacar ade- nos de los francos. Tres enviados de Carlomagno—entre ellos
lante su tesis, sin atender al sentido real que se deduce del con- San Benito de Aniano—se entrevistaron con el obispo Félix,
texto y silenciando los pasajes de la misma liturgia que ; conde- persuadiéndole a que se viniese con ellos a la corte franca,
nan expresamente el adopcionismo 9 . donde se entablaría una disputa' teológica. Accedió Félix fiado
4, Intervención de Carlomagno.. Sínodo de Francfort. Al- en un salvoconducto del monarca, y en el otoño de aquel año 799
cuino,—Alarmóse Carlomagno viendo que la ortodoxia estaba se celebró una conferencia en Aquisgrán que duró siete días,
amenazada por estos errores nacidos en Occidente", como por exponiendo el urgelitano, con la.» asistencia de uno de sus pres-
las decisiones de los bizantinos en la cuestión de las imágenes, bíteros, la doctrina adopcionista y refutándosela con multitud
y teniendo conciencia de su papel de protector de la Iglesia, de textos patrísticos Alcuino, hasta que Félix, cediendo a la
pidió al papa enviase sus legados a un concilio que se reuniría verdad, abjuró ex roto corde y dirigió a sus seguidores una
en Francfort en el verano de 794. Efectivamente, los legados profesión de fe, absque alia simulatione. Con todo, no le per-
pontificios se presentaron con una carta dogmática de Adriano I, mitió Carlomagno regresar a su diócesis y en Lyón le alcanzó
y conforme a ella definieron que el Hijo de Dios, al hacerse la muerte el año 818. Murió, según parece, santamente, y como
hijo del hombre, siguió siendo hijo natural de Dios, un solo santo le ha venerado la iglesia de Urgel. N o habría motivo
hijo verdadero, que no por tener dos naturalezas debe decirse para dudar de su ortodoxia en los últimos años si Agobardo de
también adoptivo. Carlomagno dio cuenta a Elipando y los su- Lyón no hubiera hallado entre los papeles de Félix una cédula
yos de la decisión del concilio, invitándoles a volver al camino donde, en forma de preguntas y respuestas, parecía reincidir en
de la fe católica, pues sólo así podrían recibir su auxilio militar su antiguo error. ¿Pero era aquél su último pensamiento?
que les librase del yugo sarraceno. Esto lo dice el rey franco El viejo Elipando n o sabemos cómo ni cuándo murió. Indu-
modestamente, pues en aquellos días su duque Guillermo de dablemente, dado su carácter inflexible y altanero y pagado de
Touloiuse retrocedía en la Gotia ante la acometida de Abd-el- sí, persistió en su opinión hasta el fin. La prueba de que el adop-
Melek, ministro de Hixem I, facilitando a Félix de Urgel la cionismo no tuvo muchos adeptos en la Iglesia mozárabe está
entrada en su obispado. en que, muerto Elipando, no se vuelve a encontrar el más pe-
Lejos de someterse los adopcionistas, vemos que Félix in- queño vestigio. Y en la España del N o r t e quedó barrido por
tensifica la propaganda en la Gotia y la Septimania. Alcuino los escritos de Beato y Eterio.
les escribe una carta amable y persuasiva, que no da resultado. El adopcionismo, ligeramente modificado, renacerá en la
Compone luego un hermoso tratado teológico: Libellas adversus escolástica del siglo xu con Abelardo, Gilberto de la Porree y
Felicis haeresim. Contesta Félix con un sermo prolixus, que no Pedro Lombardo; y todavía Duns Escoto, Durando, Almain
se conserva. Insiste Alcuino: Contra Felicem Urgellitanum li- y otros grandes teólogos hasta el siglo XVII disputarán sobre la
bri VIL Y Paulino de Aquilea, que ha presidido en Friul un legitimidad de algunas de sus fórmulas.
sínodo antiadopcionista (796), interviene en la polémica, sin
alcanzar la altura de Alcuino. Este escribe también a Elipando.
Y el viejo metropolitano de Toledo, que contaba entonces (799) III. GOTESCALCO Y LAS CONTROVERSIAS DE LA PREDESTINACIÓN
no menos de ochenta y dos años, les responde con tal arrogan-
cia, apasionamiento, brillantez de ingenio, copia de argumentos U n a de las cuestiones más candentes que van surgiendo a lo
bíblicos, patrísticos y litúrgicos, que revelan lo que hubiera largo de la historia de la teología y del dogma es la que versa
podido ser aquel hombre si no le hubiera extraviado el error, sobre la predestinación. Las controversias pelagianas dieron oca-
cegado la soberbia y deslustrado su propia mordacidad y gro- sión a San Agustín para formular ciertas proposiciones que, in-
sería de estilo. La carta va dirigida "Al reverendísimo diácono terpretadas de un modo violento y rigorista, reaparecerán insis-
Alcuino, no ministro de Cristo, sino del fetidísimo Beato, así tentemente con sabor de herejía predestinacionista bajo la pluma
llamado por antífrasis; al nuevo Arrio... salud eterna en el Se- de teólogos poco expertos o en demasía apasionados. A Gotes-
ñor, si se convirtiera de su yerro; si no, eterna condenación". calco le cabe el honor de haber presentado crudamente en el
siglo IX este problema de tanta trascendencia para todos los
5. León IH. Fin de IB controversia.—Entre tanto, el papa
León III había reunido un concilio en Roma (octubre de. 798), hombres.
1. ¿Quién era Gotescalco?—Gotescalco. o Gottschalk, era
8
M. FEHOTIN, Le Liber mozarabicus sacramentorum (Paxís hijo del conde Bernon de Sajonia, E n su niñez entró como oblato
1912) p. 30-31,
230 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VÜ C. 9 . LA HEREJÍA Y EL CISMA 231

en el monasterio de Fulda, siendo abad el célebre Rabán Mauro. acerca de la predestinación que, según los concilios, sus propios
Allí recibió la tonsura monacal, aprendió las primeras letras y escritos y otras fuentes contemporáneas, puede reducirse a lo
se hizo amigo de Walafrido Estrabón. También conoció a Ser- siguiente:
vato Lupo, que por entonces vino a Fulda ávido de ciencia. Los designios eternos de Dios son absolutamente inmutables.
Entrado en la adolescencia, comprendió Gotescalco que no tenía H a y dos predestinaciones: una para la bienaventuranza y otra
vocación para la vida monástica, y alegando que había tomado para la condenación eterna, ya que Dios ha predestinado de
el hábito sin libertad y sólo por deseos d e su padre, pretendió una manera inicondicionada a los elegidos para la vida eterna,
abandonar el monasterio, cosa que le fué permitida por el sí- y del mismo modo a los reprobos para la muerte eterna. Eií
nodo de Maguncia (junio 829). Pero el abad Rabán Mauro se consecuencia, así como los elegidos, por gracia gratuita" de Dios,
opuso a ello, y, llevado de un, rigorismo intransigente, apeló del alcanzarán infaliblemente la gloria, así los reprobos, por justo
sínodo al emperador Ludovíco Pío con un escrito, De oblatione juicio de Dios, caerán en la muerte eterna irremediablemente,
puerorum, en el que intenta demostrar que los niños consagra- porque los predestinados a la muerte no tienen libertad, después
dos por sus padres al estado religioso deben permanecer siem- del pecado original, más que p a r a el mal, ni pueden convertirse
pre en él, aun contra sus propias inclinaciones1: "Monachum <
. de su pecado para llegar a la bienaventuranza. Esos reprobos,
facit.aut propria confessio aut paterna devotio". predestinados al castigo eterno, no han sido redimidos por la
Lo más que consiguió Gotescalco fué pasar a otro monaste- muerte de Cristo, porque el fruto de la redención sólo aprove-
rio, y así se fué primero a Corbie, donde trabó amistad con el cha a los elegidos. Predestinación y presciencia, según Gotes-
monje Ratramno, y después a Orbais (diócesis d e Soissons). calco, son en Dios una misma cosa. Lo> que dice San Pablo, que
En este monasterio, Gotescalco, que debía de ser de carácter Dios quiere que todos los hombres se salven, debe entenderse
tétrico, pesimista y cavilador, acentuado por la contrariedad, sólo de los elegidos i a .
se dio a leer los escritos de San Agustín) y San Fulgencio sin 3. Oposición a Gotescalco. Rabán Mauro.—Hacia el año 840
previa formación seria y sin maestro. El mismo lo confiesa en encontramos a Gotescalco en el norte dfe Italia, hospedado por
su epístola a Ratramno:
el conde Eberardo de Friul y exponiendo sus ideas sobre la do-
Namque magisterio vis uno subditus auno, ble predestinación. Oyóle el obispo de Verona, Noting, y al
nec didici deinceps, dubiis ambagibus anceps, encontrarse con Rabán Mauro en la corte de Luis el Germá-
stultorum princeps, abrupta per omnia praeceps. nico (840), le habló alaimado dte la doctrina de su antiguo obla-
Nenio fuit inihi dux; ideo minime patuit lux 10 . to. El abad de Fulda compuso un tratado, entretejido de citas
El corepíscopo de Reims, sin dar parte a su obispo, le orde- de la Escritura y de Santos Padres, D e praescieníia et praedes-
nó de sacerdote. Poco después, en compañía de unos amigos, tinatione, de grafía et libero arbitrio, refutando las ideas de G o -
sale irregularmente del monasterio y se encamina hacia Roma. tescalco, aunque sin nombrarlo, y probando que Dios previo los
Desde entonces será considerado como un fugitivo y un momje que se habían de condenar, pero no los predestinó a la muerte
vagabundo. Téngase esto presente para comprender la dureza eterna; ellos, abusando de su libre albedrío, son los responsa-
con que en adelante fué tratado por las autoridades eclesiásti- bles d e su perdición.
cas. Y añádase la audacia de sus ideas y lo bronco y estrafa- Al mismo tiempo que dirigía este opúsculo a Noting, escri-
lario de su proceder. Q u e su temperamento era poco equilibrado,
11
se ve por la pintura que de él nos hizo Hincmaro de Reims: Algunos historiadores modernos—no hablamos de teólo-
"habitu monachus, mente ferimis, quietis impatieris... turpissi- gos—interpretan más benignamente la doctrina de Gotescalco.
mus (desaseado), spiritu furioso agitatus, exáltate corde et elatis Dora Poulet,' muy ligeramente y sin meterse . en honduras, le
declara salvo de todo error. E. Amann, en el tomo 6 de la Histoire
oculis... evidenter cognoscitur aut daemoniaticus esse aut ma- genérale de VEglise, dirigida por Fliche-Martin, no se atreve a
niáticos", Maniático y metido en teologías, no tardará en ser precisar la mente de Gotescalco, aunque tiene para él tanta com-
un hereje. pasión y benignidad como malevolencia injusta para Hincmaro.
Es éste uno de tantos puntos en que Amann no puede, con toda
su aparente objetividad histórica, disimular algún prejuicio. Más
2. Su concepto de Ib predestinación doble,—Leyendo a San imparcialmente, dentro de la mayor benevolencia para Gotescalco,
Agustín, leyendo y cavilando, se formó una teoría extremista trata el asunto M. B. Lavaud, O. P . En plan puramente objetivo
y expositivo se mantienen Hergenroether-Kirsch y Hefele-Le-
30
MGH, Poetae latini aevi carolini HI, 735. Las obras en clercq. Es de notar que ni los mismos amigos de Gotescalco,
prosa de Gotescalco no se deben leer ya en ML 121, 345-68, sino en v. gr., Ratramno y Servato Lupo, se hacían solidarios de las
la más completa y crítica edición de D. C. LAMBOTV, Oeuvres théo- opiniones de aquél. Ellos querían defender la doctrina de San
logiques et grammalicales de Oodescalc d'Orbais (Lovaina 1945). Agustín, no precisamente la de Gotescalco.
232 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VTl C. 9. LA HEREJÍA Y E t CISMA 233

bía al conde Friul, acusando a Gotescalco de esparcir una doc- bios, el arzobispo de Reims pidió el parecer de los hombres más
trina desastrosa para la moral y para la fe. El monje giróvago autorizados de Francia. Por las contestaciones conoció Hinc-
tuvo que salir de Italia. Entonces se le ocurrió pasar a predicar maro que había no pocos que disentían de su manera de pensar
el cristianismo a Dalmacia, Pannonia, quizá hasta los Balcanes. y de la de Rabán Mauro. Ninguno, ciertamente, abrazaba t o d a s ,
Vuelve a Alemania, y el 848 se presenta en el sínodo de M a - las teorías de Gotescalco, pero algunos expresaban el temor de
guncia, convocado por el antiguo abad de Fiulda y ahora arzobis- que al condenar al recluso de Hautvilliers se condenase a San
p o maguntino Rabán Mauro. Aquella audacia le perdió. Preten-
Agustín, cuya autoridad era acatada sin discusión y cuya men-
día refutar los errores de Rabán Mauro en su opúsculo a N o -
talidad dominaba toda la teología de entonces. Creían también
ting, pero lo que consiguió fué que los obispos allí reunidos le
condenasen a él, le mandasen azotar públicamente y le remi- poder admitir unía doble predestinación, aunque no en' el sen-
tiesen a su metropolitano Hincmaro d e Reiras, con orden de tido de Gotescalco.
tenerle recluido en un monasterio, con prohibición de hacer pro- Servato Lupo, abad entonces del monasterio de Ferriérfes,
paganda de sus ideas y de poner los pies en territorio de Luis en su respuesta defendía una predestinación de los buenos y
el Germánico. Primeramente fué encerrado en su propio monas- otra de los malos, entendiendo esta última en el sentido de que
terio de Orbais; poco después su obispo Rothado de Soissons le Dios retira o niega la gracia, por efecto de lo cual cae el hom-
hizo comparecer ante el concilio de Quiercy {Carisiacum, 894). bre en la tentación y en el pecado; pero en tal forma, que no
se le quita la libertad ni se le obliga al pecado. Ratramno, monje
Este concilio, presidido por Hincmaro, viendo la tenacidad de Corbie, amigo de Gotescalco, después de rechazar ciertas
con que Gotescalco se defendía y la arrogancia insensata e in-
explicaciones de Hincmaro, admite también dos clases de pre-
sultante de su lenguaje, le condenó como hereje, le degradó de
destinación: una para los elegidos (para las buenas obras y para
su condición de sacerdote y le impuso el cruel castigo de los
azotes, le hizo arrojar al fuego él libellus en que había coleccio- el premio de las mismas) y otra para los reprobos, no predesti-
nado los textos de la Escritura y de los Padres favorables a su nándolos al pecado, sino al castigo merecido por el pecado, lo
teoría, y, en fin, le recluyó en el monasterio d e Hautvilliers cual no destruye la libertad humana. Predestinar al pecado es
(diócesis de Reims). Gotescalco, el maniático, embebecido en querer el pecado, cosa que no cabe en Dios; predestinar al cas-
sus ideas o por un altanero desprecio de sus guardianes, des- tigo, sí, porque es cosa buena, y a que es un acto de divina jus-
cuidada en tanto grado el aseo de su persona, que causaba des- ticia. Hay que decir de estos autores que por lo menos se expre-
agradable impresión de suciedad por no querer lavarse las ma- saban con más precisión, y también ortodoxia, que Gotescalco,
nos ni la cara. N o por eso permanecía ocioso, sino que desde aunque muchas veces usasen d e su terminología sin nombrarle a
su celda hacía por escrito gran propaganda de sus doctrinas. él jamás.
Escribióle Hincmaro una carta para convencerle de que Dios También el obispo de Troves, Galindo Prudencio, aragonés
prevé el bien y el mal, pero sólo predestina al bien; no es lo de nación, fué de los consultados. E n su larga carta a Hincmaro
mismo presciencia que predestinación; los buenos son praesciti y Párdulo se excusa de haber tardado en contestar, protesta de
et praedestinati, los malos simplemente praesciti, y la prescien- seguir fielmente a San Agustín y desarrolla luego serenamente
cia no fuerza a nadie para condenarse. su pensamiento. En cuanto a la predestinación, coincide con
Gotescalco persistió ten su obstinación, apelando al juicio de Lupo y Ratramno: "Praedestinavit, id est, praeordinavit, non
Dios y ofreciéndose a sufrir la prueba del fuego y de la pez ' ad culpam, sed ad poenam, non ut malum quoddam vellet sive
y aceite hirviendo; calificó de herejes y rabanicos (de Rabán admitteret, sed ut propter malura quod volens faceret, eum poena
Mauro) a los que no pensaban como él y redactó dos profesio- sempiterna iuste damnaret". El error del obispo de Troyes esr
nes de fe, en las que insiste, sin mucha precisión, en la gemina taba en negar a Dios la voluntad salvífica universal y en de-
praedestinatio. Frases hay en que la predestinación de los re- fender que Cristo murió non pro ómnibus, sed pro multis, es
probos parece una reprobación positiva, mas tampoco faltan decir, por solos los predestinados.
otras que se prestan a una interpretación ortodoxa, como si El rey Carlos el Calvo se interesó mucho por esta contro-
dijera post praevisa demerita. De todos modos, su empeño en versia, como por otras semejantes de teología. En el otoño
identificar la praescientia con la praedestinatio justifica la acti- del 849 habló sobre la predestinación con Servato Lupo. Este
tud de Hincmaro, que le tenía por hereje incorregible. Lo mismo le expuso sus ideas, que desarrolló al año siguiente en su Líber
que Hincmaro sentía el obispo Párdulo de Laón. de tribus quaestionibus, expresándose en un tono más suave que
Ratramno en lo tocante a la reprobación de los malos y acer-
4, Reacción agustínista,—A fin de que en esta cuestión cándose, en cambio, a Galindo Prudencio en lo que atañe a la
tan espinosa y delicada se hiciese luz con la opinión de los sa- redención de Cristo. E n resumen: 1) Por el pecado original todo
234 P. 1. DE CAHL.OMAGNO A GREGORIO Vil C. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 235

el género humano incurrió en la pena de condenación eterna; tía ciertamente las ideas de HinicmarO'12, se creyó ser un tratado
pero Dios, por su infinita misericordia, escogió ab aetevno en- De praedestinatione que termina rogando y exhortando a los
tre todos los hombres (massa pevditionis, según San Agustín) fieles "a cerrar los oídos contra la mala lengua d e aquel hom-
aquellos a quienes quería librar del merecido castigo, dejando bre vanísimo y miserabilísimo que, dispuesto siempre a la dispu-
a los demás entregados al justo juicio que merecían sus peca- ta y contumaz frente a la verdad, prefirió el infeliz, inflado de
dos; sólo en este sentido negativo puede decirse que están pre- espíritu diabólico, separarse de la Iglesia de Cristo y d e los
destinados al castigo, mas n o al pecado. 2) La libre voluntad sacerdotes antes que abandonar sois profanas y vacías palabras".
para el bien quedó perturbada y encadenada por el pecado ori- Se refiere a Gotescalco. Floro, sin» embargo, es un genuino re-
ginal y necesita d e la gracia para ser restituida a su libertad. presentante del agustinismo. Hablando,' por ejemplo, d e la pre-
3) Jesucristo derramó su sangre redentora pro his qui credete destinación o reprobación d e los malos, sé expresa con más
voluerint, es decir, solamente por los fieles.. precisión que sus coetáneos en forma como ésta: "Ipse eos
pratedestinavit ad aeternam damnationem iusto iudicio, non quia
5. S e amplía y complica la controversia*—'Este escrito y aliud esse non potuerunt, sed quia aliud esse noluerunt. Ipsi
otro d e Ratramno de Corbie pasaron en seguida de las manos igitur sibimetipsis exstiterunt causa perditionis".
del rey a las de Hincmaro, que era el personaje de más autori- La intervención de Escoto Eriúgena no había servido más
dad fe influencia en la corte y en todo el reino. Comprendió
que para embrollar el asunto y comprometer a Hincmaro; pero
Hincmaro que su victoria sobre Gotescalco no era completa,
éste creyó reforzadas sus posiciones con las declaraciones de
porque, si bien éste había sido declarado hereje por los conci-
lios de Maguncia y Quiercy, él n o había podido con toda su au- la iglesia de Lyón; tanto que para acabar de ganarse a los lug-
toridad eclesiástica y política imponer su ideología en Francia, dunenses se dirigió a ellos con una epístola, y lo mismo hizo el
antes, por el contrario, veía surgir delante, d e sí un par|tido obispo Párdulo de Laón, sufragáneo d e aquél. N o tuvo el éxito
agustinásta poderoso y compacto. Pensó que nadie mejor podía que pretendía, porque muerto Amolon (marzo 852); le había
prestarle auxilio que Rabán Mauro, el primer adversario de sucedido en aquella sede el arzobispo Remigio, el cual contestó
Gotescalco. Respondió Rabán M a u r o que sus muchos años y a Hincmaro, discrepando de él en no pocos puntos. La situa-
enfermedades no le permitían emprender nuevos trabajos y que ción n o se aclaraba.
ya había expuesto claramente su opinión en el escrito dirigido 6. Concilios de Quiercy (853), de Valence (855) y de
a Noting. Thuzey (860).—A poco del concilio de Soissons. en el que no
Entonces el arzobispo d e Reims pidió la colaboración inte- se tocó la cuestión predestinaciana, sin duda porque Hincmaro
lectual d e otros sabios, especialmente del famoso irlandés Juali y los suyos, demasiado complicados en negocios jurisdicciona-
Escoto Eriúgena, director de la escuela palatina, hombre de les y canónicos, no tuvieron calma para discutir serenamente
mucho saber, pero audaz en sus ideas, lector asiduo de Platón, de cuestiones dogmáticas, el rey Carlos el Calvo reunió en su
traductor del Psettdo~Dionisio Areopagita y, fen fin, el más palacio de Quiercy a un grupo de obispos y abades con objeto
audaz talento filosófico d e su época. Juan Escoto puso manos de que resolvieran de una vez el problema predestinacionista.
a la obra y escribió el año 851 un grueso volumen sobre la pre- D e tal forma se impuso Hincmaro en.este concilio de Quiercy
destinación; pero de carácter más dialéctico que teológico y, (abril 853), que las decisiones se elaboraron enteramente a su
por lo tanto, desenfocado; n'egaba que Dios predestinase al mal gusto en cuatro capítulos. V é a s e cómo los resume el analista
de culpa o de pena, porque el mal es pura deficiencia, es nada, D e Bertin:
y Dios no puede conocer y predestinar lo que no tiene ser. "Quorum primum est: a D e o nfeminem praedestinatum ad
Teológicamente dejaba el problema intacto y en medio d e sus poenam, unamque Dei esse praedestinationem, quae ad donum
argucias apuntaba no pocos errores de tendencia pelagiana y pertinet gratiae aut ad retributionem iustitiae. Secundum: libe-
paniteísta. Fué preciso que Galindo Prudencio de Troyes y Flo- rum arbitrium, quod in primo nomine perdidiimus, nobis prae-
ro, diácono d e Lyón, saltasen a la palestra refutando sus fan- veniente et adiuvante Christi gratia redditium. Tertium: velle
tásticas afirmaciones 1 1 *. Deum gfeneraliter omnes homines salvos fieri, licet non omnes
Importa hacer notar que Floro, admitiendo, como Galindo
Prudencio, la doble predestinación, reprueba enérgicamente la n
herejía atribuida a Gotescalco, "misérrimo et infelicissimo mo- Si no es de Floro, es por lo menos de un teólogo de Lyón
CMXi U6, 95-102). Sospecha É. Amann que del arzobispo Amolon,
nacho iamdudum damnato". Del mismo Floro, que n o compar- pulen desde el principio se había manifestado poco favorable a
las ideas de Gotescalco en una carta que dirigió a éste (ML 96,.
"* M. CAPPUYNS, Jean Scot Eriugéne (Lovaina 1933) p. 81-107.
C. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 237
236 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

todos o casi todos convenían, procurando armonizar los sínodos


salventur. Quartum: Christi sanguinem pro ómnibus fusum, licet de Quiercy y de Valence, aunque afirmando que "Deus vult
non omnes passionis mysterio redimantur" 1S. omnes nomines salvos fieri et neminem vult perire", no men-
La prepotencia de Hincmaro tenía adversarios en algunos cionando para nada la praedestinatio ad mortem y recalcando
obispos franceses, y esta oposición pasaba fácilmente de lo per- que Dios no quitó al hombre el libre albedrío ni después de
sonal y político a lo dogmático. Así no es de extrañar que en
Remigio de Lyón y otros se despertase pronto el afán de con- la caída.
tradecirle. Hincmaro podía darse por satisfecho. La herejía gotescal-
t quiána no levantaría cabeza.
Graves acusaciones pesaban sobre el obispo de Valence,
tanto, que el emperador Lotario I convocó en esta su ciudad 7. Muerte de Gotescalco.—¿Qué era. mientras tanto, del
a los metropolitanos de Lyón, Vienne y Arles con sus sufra- iniciador de tantas controversias? El recluso de Hautvilliers pa-
gáneos e n enero de 855. Entre los obispos reunidos se hallaba recía indiferente a estas discusiones. De hecho nadie le con-
Ebón de Grenoble, enemistado con Hincmaro. Debió de intrigar sultaba y él seguía en sus extravagancias de maniático, como
contra él y contra sus doctrinas, según se quejaba después el atestigua Hincmaro en su último tratado. Cuando el arzobispo
metropolitano de Reims, y el resultado fué que el concilio de de Reims, por escrúpulos dogmáticos, modificó el himno litúr-
Valence, liquidado el primer asunto para que se había reunido, gico de communi martgrum (vesp,) sustituyendo en el verso
dictó siete cánones dirigidos contra el concilio de Valence y " T e trina deitas unaque poscimus" la palabra trina por otra
contra Juan Escoto Eriúgena 14. como "sancta" o "summa", Ratramno se lo criticó y Gotescalco
Con todo, no sería difícil, como lo intenta Hergenroether, le tildó de sabelianista. Hincmaro se defendió largamente. La
mostrar que en el fondo no existe contradicción entre ambos cuestión no tenía importancia. Hoy día leemos en el citado
concilios, sino que más bien se completan. Sólo en un punto himno: "Te summa o Deitas...", mientras que en los maitines
censura expresamente el concilio de Valencfe al de Quiercy, en del Corpus Christi decimos: " T e trina Deitas..."
el capítulo 4 de la universalidad de la redención, y aun aquí pro- Debió de llegar a oídos del papa Nicolás I la triste situa-
bablemente no se da más que una discrepancia formal, por po- ción del infeliz Gotescalco y la dureza que con él se había usa-
nerse uno y otro en distintos puntos de vista. do, y, deseando informarse perfectamente de todo lo sucedido,
Hincmaro se defendió por escrito, lamentándose de que va- encargó a sus legados le hiciesen comparecer en el concilio de
rios textos se hubiesen alterado en el concilio de Valence, Metz (863), reunido con ocasión del divorcio de Lotario II.
cambiándoles el sentido. E n un nuevo y amplio tratado De Este rey se amañó para que no se presentaran los obispos fran-
praedestinatione puntualizó más sus ideas diciendo que no tenía cos, entre ellos Hincmaro, y como éste se enteró tarde de la
inconveniente en admitir dos clases de predestinación, con tal voluntad del papa, no pudo enviar a Gotescalco.
que se entendiesen así: "Electi praedestinati sunt ad vitara, et ¿Tratóse de remitir su causa a Roma? N o consta. L o cierto
vita (praedestinata est) illis.—Poena praedestinata est reprobis, es que el año 866 un monje de Hautvilliers, amigo y confidente
sed non reprobi ad poenam". de Gotescalco, huyó del monasterio con libros, vestidos y ca>-
Días eran aquellos de graves preocupaciones políticas. Cuan- ballos y se presentó en la curia pontificia abogando en pro dfe
do éstas se calmaron, nada menos que tres reyes, Carlos el su desgraciado amigo. El resultado, al parecer, fué nulo.
Calvo, Lotario II de Lorena y Carlos de Provenza, acordaron Se temía que Gotescalco, enfermo ya, muriese sin sacra-
reunir a sus obispos de 12 provincias eclesiásticas en junio mentos. Hincmaro con buen celo trató de inducirle al arrepen-
de 859. Congregóse, pues, el Gran Sínodo Nacional de Savon- timiento, no logrando sino exasperarlo más. Amenazóle con
niére, cerca de Toul (Concilium Tullanum ad Savonarias), en negarle la sepultura eclesiástica, si persistía en su obstinación
el que se enfrentaron Remigio de Lyón e Hincmaro de Reims, de excomulgado. T o d o fué inútil. Gotescalco, que en ocasiones
sin llegar a un acuerdo definitivo. se portaba como un desequilibrado mental, falleció por los
Por fin, al año siguiente, en el concilio nacional de Thuzey años 868-869 sin querer retractarse. "Sicque indignam vitara
(Tullense secundum, octubre 860) se llegó a la paz deseada. digna morte finivit (comenta Hincmaro), et abüt in locum
Concurrieron los mismos tres reyes con prelados de 14 pro- suum".
vincias eclesiásticas, y aunque es verdad que no llegaron a un Con estas apasionadas y turbulentas disputas, el mundo
perfecto acuerdo, hicieron resaltar aquellos puntos en los que fosilizado de los conceptos, que desde Casiodoro hasta Alcuino
se conservaban yertos y alfabéticamente ordenados como en
M
Anuales Bertinlani an. 853: ML 115, 1408. El texto concillar una enciclopedia, empieza a removerse y a dar muestras de vida.
puede verse en Denzinger n. 316. Cuando.la gran masa tradicional de la ciencia eclesiástica entre
" DEINZINQBBJ TSnchiridion Symbolorwm n, 320 nota.
238 , „ _ P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
c. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA- 239

en ebullición, y en las escuelas de Europa empiecen maestros los del campo contrario, pero no es un mero símbolo, una vana
eminentes a elaborar personalmente sus ideas, asistiremos al sombra; es al mismo tiempo figura y realidad, figura en cuanto
nacimiento de la escolástica. a la manifestación, realidad ten cuanto al contenido (figura et
Ventas, signum et res signara). En virtud de una conversión
misteriosa del pan y del vino en la substancia del cuerpo y san-
gre de Cristo, n o queda de aquéllos más que la figura. La hostia
IV. LAS CONTROVERSIAS EUCARÍSTICAS DEL SIGLO IX AL XI consagrada no está sujteta, como los demás alimentos, a los
efectos de la digestión y descomposición. {Esto lo pone contra
Una interpretación rígida, del agust-Msmo en la cuestión de el estercorianismo de los que afirmaban que la carne de Cristo,
lá predestinación y del libre albedrío hemos visto apuntar en después de la comunión se digiere et in secessum emittitur, como
el siglo ix, a la que Hinemaro d e Reims, apoyado por varios cualquier otro alimento, opinión groseramente errónea, que se
concilios, hubo de poner freno y moderar sus demasías. Por el quiso ver en ciertas expresiones de Amalario de Metz y aun
mismo tiempo-, y casi entrte los mismos contendientes, trata de de Rabán Mauro, pero que acaso nadie la defendió.)
levantar cabeza un agustinismo exagerado en la cuestión d e la
Eucaristía. El principal adversario de esa tendencia peligrosa- 2. Oposición a Pascasio. Rabán Mauro y Escoto Eriúgcna.—
mente espiritualista y simbólica es Pascasio Radberto. Frente al realismo eucarístico d e Pascasio Radberto, se levan-
taron algunos que en el fondo tal vez estaban de acuerdo con
1. Pascario Radberto: realismo craso,—Hasta esa centuria él, pero que, impresionados vivamente por el aspecto espiritual
puede decirse que nadie había atacado el misterio d e la Euca- del sacramento, acusaron al piadoso abad d e cafarnaitismo.
ristía. Por eso y en parte también por el carácter misterioso dte E l primero fcué Rabán M a u r o , que en su Penitencial a Heti-
este dogma, no se había precisado bien la terminología. Aun baído opone a la concepción realista d e Radberto esta otra más
> en el siglo ix lo que se discute no es la presencia real de Cristo espiritualista y a su juicio más agustiniana: La vida eterna p r o - •
en el sacramento, sino el modo y la forma, cómo está Cristo metida a los que comen la carne dte Cristo se obtiene mediante
bajo las especies eucarísticas. Podrá parecer a vectes que los la fe, por la cual quedan incorporados a su cuerpo místico.
de uno y otro bando dicen lo mismo con distintas! formulas; no
obstante, en el panorama total vemos que se dibujan dos con- El tratado que lleva por título Dicta cuiusdam sapientis de
cepciones contrapuestas: la de los que explican el modo de la corpore et sanguine Chtisti no parece ser de Rabán, sino de
presencia de Cristo en el sacramento en un sentido fuertemente Gotescalco, el cual se indigna contra Radberto porque afirma-
realista, y la de los que quieren darle una interpretación pura- ba la identidad del Cristo histórico y del eucarístico, y arguye
mente mística, espiritual y simbólica. contra él diciendo que Jesucristo en el sacramento no puede en
modo alguno padecer, "praesertim cum caro Christi resurgtens
Pascasio Radberto (7907-865), monje y abad de Corbie, ve- de sepulcro ita glorificara sit, ut iam vorari nullo modo possit".
nerado como santo, escribió hacia 831 un libro d e piedad sobre El Cristo sacramentado, ¿es el misino que nació d e María Vir-
la Eucaristía, el sacrificio de la misa y la inmolacióni del Cal- gen? Responde distinguiendo: es el mismo naturaliter, ten cuanto
vario, dirigido a los monjes de Corwéy (Nueva Corbie) paxa a la naturaleza y substancia, pero no speciaUter, en cuanto a la
la instrucción de los jóvenes sajones. apariencia o a la manera de manifestarse, cosa que Radberto
Retocado más adelante, lo publicó hacia eJ 844 con dedica- no distinguía bien, aunque tampoco la negaba. D e todos modos
toria a Carlos el Calvo. Expone allí las enseñanzas tradiciona- las ideas de Gotescalco no son muy claras.
les sobre la Eucaristía, insistiendo—y éste es su rasgo mas'
Tampoco lo son las de su amigo Ratramno de Corbie, que
típico—sobre la identidad del cuerpo de Cristo histórico y del
tomó igualmente la pluma contra su maestro Radberto, escri-
eucarístico. En la Eucaristía—dice—está Jesucristo en persona,
el Cristo histórico con su verdadera carne y sangre, el mismo biendo hacia 859 un tratadito De corpore et sanguine Domini
que nació de María y padeció en la cruz y resucitó del sepul- tan nebuloso, que n o tes fácil dar con su verdadero pensamiento.
cro. ¿Y de qué modo está en el sacramento? Radberto, previ- Afirma que en la hostia y el cáliz hay una virtud misteriosa y
niendo ciertas dificultades que se podrían seguir d e una identi- divina, que sólo se manifiesta a los ojos de l a fe, y que es el
dad absoluta, responde que Cristo está no da un modo material cuerpo de Cristo. Por otra parte, insiste en qute en la Eucaristía
(aunque algún ejemplo de los que él cuenta podría indicar luna no puede estar presente el cuerpo natural d e Cristo, el cuerpo
presencia material, como en miniatura, reducidos los miembros dotado de gravedad y de extensión, y que, por tanto, n o reci-
de Cristo a la dimensión de la hostia), sino de un modo inma- bimos a Cristo cotporalitec, sino spiritualitec. Esto necesita
terial y espiritual. La¡ Eucaristía es símbolo y figura, como dicen aclaración, lo mismo que la comparación que pone entre la
C 9. LA HEREJÍA Y ÉL CISMA 24J
240 p; I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

na, contrarias'' al sentir de Radberto, y las tuerce y extrema con


Eucaristía y el agua del bautismo. Por eso, unos le miran como
ortodoxo, otros como heterodoxo 14 *. sentidos cada vez más audaces.
Opinión peregrina fué la de Amalario, diácono de Metz y Berengario, o Berenguer, nació en Tours, poco después del
luego corepíscopo de Lyón, el cual poco antes de esta contro- año 1000. Fué discípulo de Fulberto de Chartres, aunque muy
versia, en su gran obra litúrgica, llevado de su habitual manía poco se le pegó de la sabia moderación de aquel célebre varón,
de ver en todo símbolos y alegorías, sostuvo que las tres partes fundador de la escuela carnotense. Muerto el maestro en 1029,
fcn que solía dividirse entonces la hostia consagrada significaba volvió Berengario a su ciudad natal. Dos años después era ca-
el cuerpo triforme de Cristo, pues no era lo mismo el cuerpo nónigo y director de la escuela d e San Martín de Tours, escue-
natural e histórico o glorioso de Cristo (representado en la par- la que, gracias a él, pudo rivalizar con la famosísima de Bec,
tícula de la hostia que se echaba en el cáliz), que el cuerpo de en Normandía, regentada por el doctísimo Lanfranco. Y a vere-
Cristo tal como está en los fieles (representado en la parte de- mos cómo entre ambos estalla una ruidosa polémica. Lanfran-
positada en la patena para la comunión del sacerdote y del co (1010-1089), nacido en Pavía, jurista de Bolonia, dialéctico
pueblo), ni que el cuerpo de Cristo tal como está en los cris- invencible, peregrino de la ciencia, recorre las escuelas de Fran-
tianos ya difuntos (representado en la parte que se reservaba cia, hasta que se retira a la abadía normanda de Bec, en la que
en el altar para viático de los moribundos). Ne sequaris ineptias hace surgir el magnum et famosum litteraturae gymnasium, de
de tripartito Christi corpore, escribía Pascasio Radberto a FMI- que habla Guillermo de Malmesbury, y en cuya dirección le
degardo. Y realmente, inepcias deben llamarse más bien que sucederá San Anselmo.
herejías, por más que Floro, el maestrescuela de Lyón, las de- Cuenta Guitmondo, obispo d e Aversa, que en una discusión
dialéctica entre Lanfranco y Berengario, éste fué derrotado por
nunciase como tales al concilio de Quiercy y éste las condenase
aquél. Natural es que de aquí se originase algún resentimiento,
en 838.
máxime al ver que Lanfranco le arrebataba algunos discípulos.
Otros de los que de algún modo intervinieron en la contro-
Y Berengario era un gran ergotista; más dialéctico y gramático
versia eucarística fué Juan Escoto Eriúgéna, a quien se atribuyó
que teólogo. Estaba, además, muy pagado de su ciencia, bus-
algún tiempo el libro de Ratramno. Si no escribió sobre esto
caba nuevas significaciones a las palabras y se mostraba poco
ningún libro especial, por lo menos consta que, consultado por
respetuoso con las doctrinas tradicionales y antiguas de los
Carlos el Calvo, expuso su opinión en diversos pasajes de sus
escritos, y siempre con criterio y método poco teológicos. Si Santos Padres.
hemos de creer a Hincmaro, afirmó "quod sacramentum altaris Nombrado en 1040 arcediano de Angers, y deseoso de crear-
non verum corpus et verus sanguis sit Domini, sed tantum me- se un nombre ilustre, empezó a divulgar ideas heterodoxas so-
moria veri corporis et sanguinis eius", considerando a la Euca- bre la Eucaristía, apoyándose en razones filosóficas y aducien-
ristía como un simple recuerdo y figura de la cena del*Señor, do en su favor los escritos de Ratramno, que él creía de Escoto
o al menos expresándose acerca de la presencia real en térmi- Eriúgéna, al mismo tiempo que atacaba la doctrina de Pascasio
nos ambiguos y peligrosos. Adrewaldo, monje de Fleury, com- Radberto. Según su coetáneo Guitmondo, la opinión de Beren-
puso para refutarlo el tratado D e corpore et sanguine Christi. gario, ya desde 1046, era: "Eucharistiam Domini non esse veré
et substantialiter corpus et. sanguincm Domini, sed sola voce
En la línea ideológica de Pascasio Radberto se pusieron
sic appellari, pro eo quod támquam umbra et figura significativa
Hincmaro de Reims, Haymón de Halberstadt, Raterio de V e -
sit corporis et sanguinis Domini". ¿No es esto negar la presen-
rona y, en. fin, Gerberto, futuro Silvestre II, que con notable
cia real? Que negó la transubstanciación, es cosa evidente, mas
exactitud y brevedad puntualizó el estado de la cuestión.
también parece cierto que algún tiempo sostuvo la teoría de la
3. Berengario de Tours»—Parecía apagada del todo la con- impanación: "Ibi corpus et sanguinem Domini revera, sed la-
troversia. Algo se había progresado en la explicación de la ver- tenter, contineri, e t c . , ut ita dixerim, impanari" 1B. Q u e en su
dadera doctrina; pero aún quedaban puntos oscuros y sin di- Pensamiento hubo evolución, no es dudoso, y siempre hacia
lucidar. Por eso, todavía en el siglo x hay disputas y ferrores formas más radicales. Tal vez. por eso hayan querido algunos,
entre algunos clérigos del arzobispado de Canterbury, aunque como Mabillon, Marténe, Mansi, interpretarle benignamente,
sin> trascendencia. como si no hubiera negado la presencia real de Cristo en la
' En el siglo xi surge en. Francia un espíritu inquieto y dispu- ls
tador que acepta algunas ideas de Ratramno y Escoto Eriúge- GUITMONDUS, De corporis et sanguinis Christi veritate, en
ML 141, 1430. L. RAMÍREZ, La controversia, eucarística del siglo XI,
M P- 136, sostiene que B. no pudo admitir en modo alguno la impa-
* C. GLIOZZOJ La dottrlna della conversione eucarística in nación; tampoco la presencia real en ninguna forma.
Pascasio Radberto e Ratramno, monaci di Corbia (Palermo 1945).
242 J>. I. 0E CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 243

Eucaristía, pero modernamente Dom Renaudin se adhiere a la compuesta por el cardenal Humberto, que no daba lugar a sub-
opinión antigua y común, y Vernet, en su art. Bérénger, del terfugios, y decía así: "Panem et vinum (post consecrationem)...
D T C , opina que no en la primera época, pero sí en la segunda, corpus et sanguinem, Domini nostri Iteauchristi esse, eí serisua-
sólo admitió una presencia dinámica y figurativa. litet-non, solum sacramento, sed in veníate, manibus sacerdotum
Según Berengario, el pan y el -vino ste convierten, por la tractarí, frangí, et fidelium dentibm airen". Esta última expre-
consagración, en el sacramento de la religión, sin dejar de ser sión, aunque usada por algunos Padres, necesita explicación! y
pan y vino; pierden, sí, su carácter ordinario y vulgar, mas no sólo putede defenderse diciendo que lo que se afirma de los
sus cualidades naturales. Así como el agua dtel bautismo, sin accidentes puede atribuirse de algún modo, impropiamente, a
dejar d e ser agua, recibe la virtud de regenerar a los fieles, así lo que se oculta bajo ellos.
el pan y el vino quedan dotados d e iuna virtud sobrenatural. Apenas salió de Italia, Berengario volvió a las andadas, hizo
En la boca ste recibe el pan; en el corazón, espiritualmente, la una contrarretractación, asegurando que sólo p o r la fuerza ha-
virtud del cuerpo de Cristo. bía firmado aqutella profesión de fe, y atacó violentamente a
4. Primera condenación de Roma: 1050. Nuevas luchas,— León IX, a quien no llamaba ponttfex, sino pompifex y pulpifex,
Con semejantes doctrinas se atrevió a escribir una carta a Lan- y a la Iglesia romana, n o católica, sino satánica. Al igual d e
franco, de quien sabía que en su abadía de Bec defendía las tantos herejes en todos los tiempos, tenía la lengua fácil para
opiniones de Pascasio Radbterto. Veinte años más tarde Lan- la injuria y el insulto.
franco le contestará con su libro De corpore eí sanguine Domini Varios concilios franceses', le excomulgaron. El mismo Euste-
adversas Berengarium Tttronensem, Por el momento hizo otra bio Bruno de Angers se apartó decididamente de él. Lanfranco,
cosa. La carta le llegó hallándose él e n "el concilio de Roma Guitmondo y Durando escribieron contra aquel excomulgado,
de 1050. Leyóla ante el papa León IX, y dio a conocer sus que contestó acumulando herejías ten su libro De sacra caena
errores a los obispos congregados. En consecuencia, el concilio adversus Lanfrancum, y "refugiándose en la dialéctica, con ol-
romano condenó a Berengario y lte citó a comparecer ante el vido de las autoridades sagradas", como decía Lanfranco.
sínodo que se reuniría en Vercelli en septiembre d e aquel mismo A p-esar d e los avisos llenos de benevolencia que lte dirigió
año. Berengario protestó irritado, alegando qute nadie podía ser el papa Alejandro II (1061-1073), seguía terco en sus extravíos.
juzgado fuera de su provincia, y aunque emprendió el viaje a Las epístolas que corrieron a nombre d e teste papa ero defensa
Vercelli, fué con intención de no llegar hasta allí; por eso se del buen nombre de Berengario son espurias y fingidas por el
presentó antes en la corte del rey Enrique I, el cual le detuvo mismo hereje.
preso algún tiempo. El papa, entre tanto, abrió el sínodo, en¡ 5. Ultima fase de la controversia»—Cuando subió a la Cá-
el cual se condenó la supuesta obra d e Escoto Eriúgena (Ra- tedra de San Pedro tel gran Hildebrando, Berengario, que había
tramno) y también a Berengario, como hereje, hasta que ste re- sido citado ante un sínodo francés, apeló al nuevo papa, d e
tractase. E n vez de hacerlo, conquistó para su causa al obispo quien conservaba agradable recuerdo. Pedía que le juzgasen
de Angers, Eusebio Bruno, y siguió propagando más y más sus dos: de parte d e Roma, tel propio papa, y de parte de Francia,
ideas. Nueva condenación en el sínodo d e París d e 1051. uno d e los obispos no amigo suyo. Accedió Gregorio V I I y lo
Sucedió que en 1054 se presentó en Tours Hildebrando, recibió amablemente en Roma. Admirable condescendencia y
como legado de León IX, para presidir iun> sínodo, ante tel cual benignidad de aquel pontífice reformador, tan devoto de la
hubo de comparecer el hereje. Impresionado Berengario por la Eucaristía y apóstol de la comunión frecuente. Precisamente
dulce y persuasiva palabra del futuro Gregorio V I I , abjuró sus con ese trato de suavidad se ganó el alma de Berengario, "estor-
errores, suscribiendo con juramento esta proposición: "Pañis bando así que cundiera y echara raíces aquella herejía.
et vinum post consecrationem sunt corpus et sanguis Christi". E n el sínodo romano de 1078, y luego más explícitarntente
Y hasta se decidió a acompañar a Hildebrando» en su viaje a en el de 1079, tuvo que suscribir Berengario una fórmula d e fe,
Roma con el fin de dar testimonio d e su ortodoxia en presencia afirmando que el pan y el vino se transforman substantialiter,
de León IX. Pero habiendo muerto el papa, se suspendió el mediante la consagración, ten lá verdadera carne y en la ver-
viaje, hasta que tras dos breves pontificados subió a la Cátedra dadera sangre de Cristo. Satisfecho el papa, ordenó que en ade-
de San Pedro Nicolás II. Entonces hizo su aparición ante el lante nadie le molestase ni tachase de hereje. Pero otra vez
concilio romano d e 1059; mas n o con gesto humilde d e arrepen- fuera de Italia, aquel hombre ligero y voluble recayó en la teoría
tido. C o n artificios dialécticos intentó disimular sus opiniones de la impanación, diciendo que el substantialiter por él suscrito
heréticas, sin conseguir justificarse ni engañar a nadie, por lo • no quería significar secundam sabstantiam, sino salva substantia
cual fué obligado a suscribir una fórmula clara y categórica. Pañis et vini, y gloriándose de que el papa, en su interior estaba
244 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 246

de su parte, aunque externamente s"e viera forzado a ceder ante patriarca Ignacio, se alzó contra éi capitaneando' una fracción
la presión de ciertos obispos. Se acercaba ya a los ochenta años de eclesiásticos y monjes.
de edad, cuando el viejo Berengario fué de nuevo citado ante Por otra parte, un hermano de Teodora, el vicioso y co-
el concilio de Burdeos (1080). Aquí parece que se arrepintió rrompido Bardas, como tutor de su sobrino Miguel III, ensan-
de veras, y desde entonces perseveró firme en la ortodoxia, chaba su influencia por todos los medios y trataba de alejar
Retirado a la isla de San Cosme, junto a Tours, llevó vida de a Teodora de la regencia, ganándose la voluntad del niño-em-
silencio y soledad hasta 1088, en que murió piadosamente. Los perador. A este fin halagaba sus pasiones, sus caprichos, sus
secuaces de Berengario se dividieron en multitud de opiniones. vicios, v miraba complacido sus desórdenes, bufonerías y paro-
Urbano II condenará en 1095 varios errores sobre la Eucaris- dias sacrilegas. El mismo Bardas escandalizaba al pueblo, vi-
tía. Los escritores del siglo xn hablan todavía de herejes berew- viendo incestuosamente con Eudocia, su nuera, por lo cual el
garianos. Con ellos empalmarán los petrobrusianos y los cata- intrépido patriarca Ignacio lo rechazó públicamente de la sa-
ros, de tendencias más avanzadas y extremistas. grada mesa el día de la Epifanía. Bardas juró venganza y en
La exposición del dogma progresa, sin duda, con estas con- su ayuda vinieron los secuaces d e Gregorio Asbesta, entre los
troversias eucarísticas. Los que escriben contra Berengario van que se contaban no pocos del alto clero. Todos estos sugirieron
precisando la terminología y formulando teorías que preparan a Miguel III el Beodo (856-867), que acababa de encargarse del
el camino a Santo Tomás. Uno de los discípulos de Berengario gobierno,'alejando a su madre, una idea que el ingrato empera-
en la escuela de Tours, Hildeberto de Lavardin, es el que por dor aceptó y puso por obra: mandar al patriarca impusiese el
primera vez usa la palabra transubstanciactón. velo monacal a Teodora, con lo que la excluían de la corte y
En la primera mitad del siglo xn escribía un maestro de Bar- debilitaban el partido de Ignacio. Este se negó a tal violencia.
celona (magister sedis Barcinonensis), Renallo de Gerona, los Pero Bardas la hizo prender y, después de cortarle el cabello,
siguientes Versus de Corpore Christü la encerró en un claustro. A Ignacio le acusó de conspirar con-
tra el Estado y lo desterró a la isla de Terebinto. E r a en no-
Iam Sacramentum in sumendo desinit esse, viembre del 857 o, más probablemente, del 858.
discedunt formae, res ea sola manet;
illa vero Domini substantia vivificatrix, Había entonces en Constantinopla un hombre extraordinario,
qua redit ad vitam mortua nostra caro, docto, hábil y ambicioso, maestro de muchos jóvenes y gober-
¡ nos reficit, redimit, iungit, catena, cruce, patre; nadores de la ciudad, buen gramático, dialéctico, orador, exege-
his tribus; haec tria rex pacificator agit 16 .
ta, teólogo y aureolado de gran fama de ciencia y erudición.
Llamábase Focio. E r a de familia nobilísima, emparentada con
la de Bardas, y se había declarado entusiasta partidario y ami-
V. E L CISMA DE ORIENTE go de Asbesta. ¿Qué extraño que la corte se fijara en él para
la sede patriarcal? E r a laico, y los sagrados cánones prohibían
1. Focio*—Muy escasos fueron los días de paz que gozó la ascensión directa de los laicos al episcopado; pero había pre-
la Iglesia de Oriente, aun después que empuñó las riendas del cedentes en la iglesia de Constantinopla y la voluntad del em-
gobierno, en nombre del niño Miguel III, su madre Teodora, perador era omnipotente. Gregorio Asbesta, aunque suspenso
que, asistida por el patriarca San Metodio, instituyó la fiesta y excomulgado, se "encargó de conferirle, todas las órdenes en
de la ortodoxia (842). A San Metodio sucedió en la sede bi- seis días. Consagración ilícita, por supuesto. (¿También 'invá-
zantina el patriarca San Ignacio (846), hijo del emperador Mi- lida?) Bardas procuró que todos los obispos reconociesen al
guel I Rangabé. Era un piadoso y rígido asceta, tenaz en sus nuevo patriarca. Muchos así lo hicieron; algunos pocos, con
propósitos y representante del partido rigorista e intransigente Metrófanes de Esmirna, se mantuvieron fieles, lo mismo que los
de los estuditas. E n unión con Teodora, trabajaba por mantener monjes estuditas.
pura la fe y por corregir las costumbres de la corte, cuando
estalló de pronto una doble conjuración. El metropolitano de 2. Nicolás I y sus legados.—Con el fin de evitar estas ban-
Siracusa, Gregorio Asbesta, refugiado en Constantinopla du- derías y de asegurarse en el trono patriarcal, el fino y diplo-
rante la invasión sarracena y suspenso en sus funciones por el mático Focio trató de ganarse la aprobación del papa Nicolás I.
E n la epístola sinódica o entronística con que el nuevo patriarca
M comunicaba a sus colegas, especialmente al pontífice de Roma,
ML 147, 601. Véase R. BEER, El maestro Renallo, escritor su elevación al patriarcado, empezaba por hacer una profesión
del siglo XI en Barcelov-a, en "Boletín de la R. Acad. de la His-
toria" 10, 373; y los artículos del P. Fit,a en el "Boletín de la de fe perfectamente católica; añadía que, habiendo renunciado
R, Acad. de }a Histpria" %, 37, 336; 40, 50; 43, 449, Ignacio espontáneamente a su dignidad para retirarse a un mo-
C. 9. LA HEREJÍA V EL CISMA ?47
246 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII

nubes a los dos legados pontificios por su prudencia, virtud y


nasterio, había tenido él que aceptar mal de su grado tan subli-
me cargo; ahora, al solicitar su aprobación pontificia, le pedía sabiduría.
oraciones para poder cumplir' menos indignamente los deberes N o se dejó engañar el gran pontífice Nicolás, y a pesar de
de su pastoral ministerio. Al mismo tiempo, el emperador le la infidelidad de sus legados, logró descubrir todo el tejido de
escribía al papa, suplicándote enviase legados a Bizancio para fraudes, mentiras, hipocresías y violencias cometidas por Focio
celebrar un concilio contra los últjmos restos d e la herejía ico- y por los cortesanos bizantinos; contestó reafirmando la pleni-
noclasta, y confirmaba las noticias de Focio. Los portadores de tud de su potestad, primacial, deshaciendo luego las falacias del
ambas cartas, sin duda para hacerlas más eficaces, llevaban- a intruso y probándole que los cánones de Sárdica estaban vigen-
Roma espléndidos regalos. tes en la Iglesia bizantina; agrfcgaba que nó podía aprobar la
A Nicolás I le parecieron sospechosas las noticias venidas conducta de sus propias legados ni condenaría a Ignacio antes
de Bizancio, ya que del patriarca dimisionario n o le habían de poner en claro la cuestión. M á s expresivamente se explicaba
venido informes directos. Procediendo, pues, con exquisita pru- en la epístola a los patriarcas orientales, hablando de Focio
dencia, quiso poner en claro la cuestión de la renuncia, de Igna- como de un intruso, a quien la sede romana rechaza como a un
cio antes de dar a Focio las letras de comunión; y a este fin hombre criminal (sceteratissimus) y reconociendo, en cambió,
envió dos legados con la única comisión de inquirir lo sucedido como legítimo patriarca a Ignacio... Poco después le llegaron
en la causa de Ignacio. Llevaban dos cartas del pontífice, t i n a al papa los informes de Ignacio y dfe diez metropolitas y quince
para el emperador, en que reprobaba los modos poco canónicos obispos, narrando al por menor todo lo acontecido y apelando
con que habían destituido al .patriarca Ignacio y elevado a F o - a la jurisdicción suprema de Roma.
cio, siendo lo que se decía "un neófito", contra los cánones de Entonces fué cuando Nicolás I se decidió a obrar enérgica-
Sárdica y otros concilios; insistía luego en los derechos de la mente. Convocó un concilio romano en abril d e 863. Allí uno
sede patriarcal romana sobre las provincias del Illyricum, etc. En de los legados se declaró culpable, el otro estaba ausente; se
la carta, más breve, a Focio, se contentaba con alabarte sus sen- anularon todas las medidas tomadas por ellos en Constantino-
timientos ortodoxos y lamentaba no poder reconocerle mientras pla; se desposeyó a Focio de todas las dignidades eclesiásticas,
no se informase bien de las circunstancias que habían ocasio- como a neófito ordenado por un obispo depuesto, y como a
nado su elevación al patriarcado siendo laico. verdugo de Ignacio, amenazándole con la excomunión si n o res-
Los dos regados no tardaron en caer en las redes d e Focio. tituía su sede a Ignacio, al cual se le restituirían todos sus dere-
Aislados de los partidarios de Ignacio, no entendiendo bien el chos. Todos los clérigos promovidos por Focio quedaban der
griego, y asediados por los amigos de Asbesta y Focio, se pu- puestos.
sieron d e parte de éstos. M á s aún: contra! la voluntad del papa, Cuando estas decisiones llegaron a Constantinopla, y a pue-
se constituyeron en jueces. En abril de 861 presidieron un sino*- de imaginarse la reacción violenta que producirían en los parti-
do de 318 obispos, al que asistieron Bardas y el emperador, y darios de Bardas. E s a reaccióni se mostró en la carta del empe-
ante el cual se le obligó a comparecer a Ignacio. A base de rador al papa, llena, según dijo éste, de blasfemias. Allí se decía,
falsas acusaciones, le depusieron en pública sesión, y mientras entre otras cosas, qufe los emperadores habían usado siempre
Focio' era proclamado legítimo patriarca, resonaban como, un para con el papa la palabra "mandamos"; que la lengua latina
sarcasmo en el concilio los gritos unánimes de "¡Larga vida al era.una lengua bárbara y escítica, n o entendida ya en Bizancio;
papa Nicolás! ¡Larga vida a Fociol ¡Larga vida a los apocri- que la nueva Roma n o era inferior a la sede de los papas; que
sarios romanos!" Bardas y Focio triunfaban. Ignacio había sido depuesto y condenado en concilio con todo
En seguida vuelve a escribir Focio una carta a'l papa con derecho, etc.
hábiles excusas, respondiendo a los reparos que le había puesto 3. E l paréntesis de Bulgaria.—Con todo, acaso no se hu-
el pontífice y repitiendo que le han echado encima la pesada biera llegado al rompimiento definitivo a n o ser por la contien-
carga del patriarcado muy a disgusto suyo, aunque cree humil- d a surgida entre las dos Iglesias acerca de Bulgaria.
demente que podrá restablecer el orden en la turbada Iglesia El pueblo pagano de los búlgaros, acampado debajo del D a -
bizantina; en cuanto a su elevación del estado seglar, observa nubio y al flanco occidental d e Bizancio, había sido más de una
que ello es una distinción demasiado honrosa para él; que, por vez para este Imperio una seria amenaza. Misioneros germáni-
lo demás, allí en Bizancio no eran conocidas las leyes eclesiás- •cos, dependientes de Roma, y otros de rito bizantino venían
ticas citadas,por el.papa, y que en contra de ellas estaban los desde antiguo abriendo camino al Evangelio. Por fin, hacia fel
ejemplos de Ambrosio, Nectario, Tarasio, Nicéforo; le avisa año 864, el caudillo Boris, que gobernaba a los búlgaros desde
que desconfíe de los ignacianos, y en cambio levanta hasta las •el 852, se decidió a entrar en la Iglesia católica, haciéndose
<na
C. 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 249
248 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

bautizar, no sabemos dónde, por sacerdotes bizantinos enviados dencia dogmática. A este objeto, dirigió una circular a los
por Focio, siendo padrino (¿por procurador?) el emperador Mi- patriarcas orientales (Encyclica epístola ad archiepiscopales
guel, que le dio su nombre. thronos per orientem) invitándoles a un concilio en la capital,
Deseoso Boris de que se organizasen rápidamente sus tes- a fin de juzgar al pontífice de Roma. Aquella circular constituía
tados con una jerarquía eclesiástica completa, pidió los nom- una violenta diatriba contra la. cristiandad de Occidente, acu-
bramientos al patriarca, pero Focio le dio largas, no querien- sando a los sacerdotes latinos de haber malogrado las esperan-
do que se independizasen tan pronta de la Iglesia madre. zas puestas en la conversión de los búlgaros, entrando en aquel
Al mismo tiempo les mandó una instrucción demasiado pro- pueblo como jabalíes en la viña del Señor. Concretamente les
lija y difícil para aquellos pueblos bárbaros, recién conver- reprochaba: 1) que ayunaban el sábado; 2) que, en cambio, no
tidos. Boris, impaciente, se volvió hacia el Occidente, hacia ayunaban ten la primera semana de cuaresma, permitiendo en
Roma, dirigiendo en agosto del 866 al papa Nicolás I una esa semana el uso de lacticinios; 3) -que imponían el celibato
seri'e de preguntas y dudas sobre cuestiones sacramentarías, a sus sacerdotes y despreciaban a los sacerdotes griegos que
litúrgicas y disciplinares. Inmediatamente entendió el papa vivían en matrimonio; 4) que no permitían a los presbíteros
la buena ocasión que se le presentaba de arrebatar a Cons- administrar la confirmación, como si este poder fuera exclusivo
tantinopla la nueva Iglesia búlgara, haciéndola gravitar ha- de los obispos; 5) y, sobre todo, que habían falsificado el sím-
cia el mundo occidental, romano. Contestó de la manera más bolo apostólico, introduciendo el error de que el Espíritu Santo
clara, precisa y satisfactoria a sus consultas (Responsiones procede no sólo del Padre, sino también del Hijo (Filioque),
ad consulta Bulgavorum) y le envió como legados dos obis- poniendo así dos principios en la Trinidad. En una carta a los
pos, uno de ellos Formoso de Porto (futuro p a p a ) , que se cap- búlgaros añadía nuevas acusaciones: que los latinos se afeita-
tó todas las simpatías de Boris. Fácil es de imaginar la irri- ban la barba; que preparaban el crisma con agua ordinaria; que
tación que esta conquista espiritual de Roma produciría en promovían a los diáconos al episcopado sin ordenarles antes
Constantinopla. de sacerdotes; en fin, qute el primado romano había caducado
Para despachar de una vez el asunto búlgaro, digamos al' pasar la residencia imperial de la antigua Roma a la nueva.
que Boris, encariñado con Formoso, deseó que se le nombra- En consecuencia, que los misioneros romanos habían engañado
se arzobispo y patriarca de Bulgaria, a lo cual n o accedió el al pueblo búlgaro y que todo el Oriente debía levantarse contra
papa Nicolás. Tampoco su sucesor, Adriano II, se avino a el Occidente.
ello, por lo cual Boris, disgustado y oscilando entre Roma y Lo grave de esta propaganda estaba no sólo en que se en-
Bizancio, acudió al concilio VIII de Constantinopla, que de- cendían las rivalidades nacionales y de raza, carácter, lengua,
cidió, naturalmente, a su favor. usos litúrgicos, política y costumbres, sino en que a esa antigua
Con la legación de Formoso para Bulgaria iba otra que e inevitable diferenciación de pueblos se le daba un fundamento
debía llegar hasta la corte bizantina y entregar al empera- dogmático, preparando así el futuro y lamentable cisma reli-
dor y a Focio sendas cartas, que no vinieron, a manos de los gioso. Con la cuestión del Filioque logró Focio deslumhrar a
destinatarios porque los tres legados pontificios, el obispo los griegos, que nunca habían querido apartarse de la fórmula
Donato de Ostia, el presbítero León y "el diácono Marino (fu- del concilio II ecuménico (Constantinopla, 381), que dice que
turo p a p a ) , fueron detenidos en la frontera y obligados a el Espíritu Santo procede del Padre. San Agustín y San León
regresar. Lo cierto es que por entonces la exasperación de Magno explicaron perfectamente las relaciones entre las tres
Focio llegó a su colmo, por más que las circunstancias polí- divinas personas, enseñando que el Espíritu Santo procede del
ticas no parecían favorecerle, ya que en abril d e 866 su pro- Padre y del Hijo, y en el fondo estaban de acuerdo con ellos
tector Bardas caía asesinado. D e todos modos, el intruso pa- los Padres orientales, los cuales, sin embargo, usaban testa otra
triarca desencadenó una violenta ofensiva contra Nicolás I fórmula: el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo (per
y contra el papado en general. Filium). La fe ardiente y clara de los españoles ya en la "Fides
4. La cuestión del "Fiiiogwe".—Hasta entonces el con- Damasi" del año 380 pronunció la fórmula D e Parre et Filio,
flicto presentaba a los ojos de todos un acentuado matiz per- y en otras profesiones de fe privadas y conciliares del siglo v
sonalista, según las preferencias de cada cual por uno u expresó categóricamente el Filioque, hasta que en fecha poste-
otro patriarca. Focio, astuto e inteligente, cayó en la cuenta rior, imposible de precisar, inserta ese término en el Símbolo
del nuevo sesgo que había de dar al asunto, quitándole las Constantinopolitano. D e España pasó a Francia. Los Libros
apariencias de negocio personal suyo, pata convertirlo en Carolinos reprocharon al concilio II de Nicea el haber usado
cuestión de todo el Oriente y darle, a ser posible, trasceo*- la expresión, "peí Filium" en. vez del "Filioque". pero Adiia^
250 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil ' C. §. LA HEREJÍA Y EL CISMA 251

no I defendió la ortodoxia de la fórmula griega y León III hizo de 867 había que destruirla radicalmente. Así que lo primero
poner a la entrada de la Confesión* de San Pedro dos escudetes que hizo el papa fué reunir un concilio en San Pedro (junio 896) >
de plata y grabar en ellos el texto latino y griego del Símbolo que condenó el conciliábulo fociano, arrojó sus actas a las lla-
Constantinopolitano sin el Filioque, La costumbre de cantar el mas, fulminó anatemas contra el intruso y neófito patriarca,
Filioque en el Símbolo—costumbre generalizada en todo el Oc- admitiéndole solamente a la comunión laica, si tes que humilde-
cidente, menos en Roma, desde Carlomagno—no suscitó pro- mente se sometía, y privando de las dignidades eclesiásticas a
testas en Oriente hasta el escándajp farisaico de Focio, que todos cuantos eran hechura suya.
creyó descubrir en ello un arma ooderosa contra la Iglesia lati- D e todo esto se dio cuenta al emperador y a Ignacio, ten-
na, y la esgrimió en el concilio reunido eni la basílica' de Santa viándoles al mismo tiempo tres legados, entre ellos al diácono
Sofía, estando presente el emperador, el año 867; concilio, o Marino, que presidiesen un gran gran concilio ecuménico en
mejor, conciliábulo, que lanzó sentencia d e excomunión contra Constantinopla'.
el pontífice de Roma. Antes de tener noticia exacta de lo ocu- E n efecto, el 5 de octubre de 869 s e celebró la sesión inau-
rrido en Constantinopla, el papa Nicolás I, comprendiendo la gural del VIII concilio universal en la basílica de Santa Sofía,
gravedad y trascendencia que iba adquiriendo el problema bi- estando presente el emperador Basilio, los legados* del papa, el
zantino, en el que se ventilaba nada menos que la unidad d e la patriarca Ignacio, los apocrisarios de Jerusaléni y Antioquía
Iglesia, pensó en dar cuenta a los principales metropolitanos de y un grupo de obispos siempre fieles a Ignacio. A poco fué
Occidente, a fin de que no sólo la sede romana, sino la cris- creciendo el número con la admisión d e otros obispos seduci-
tiandad occidental en masa se levantase contra los nuevos erro- dos algún tiempo por Focio, mas no de los creados por él, hasta
res que surgían en Oriente. Escribió, entrte otros, al arzobispo llegar a 103 obispos, d e los cuales 37 eran! metropolitanos, en
Hincmaro de Reims para que se convocasen sínodos particula- la sesión del 28 d e febrero de 870. Focio fué obligado a com-
res. Conocemos la respuesta que dieron a los griegos los obispos parecer para ser juzgado. Lo hizo envolviéndose en un altivo y
de Germania reunidos en W o r m s y conservamos dos libros que desdeñoso silencio. E n la sesión V I H fue solemnemente anate-
se escribieron entonces: el u n o es del obispo Eneas; de París matizado y poco después eran quemados ten la hoguera todos
(Líber adversas graecos) y el otro d e Ratramno, monje de los papeles relativo® al conciliálralo de 867, contrarios a Roma
Corbie (Contra Graecorum opposita romanam ecclesiam irifa~ o al patriarca Ignacio. También Gregorio Asbesta hubo d e
mantium) 16 *. comparecer y oír los anatemas del concilio. La unión con Roma
parecía indisolublemente afirmada cuando en el canon segundo
5. Caída de Focio.—Cuando el orgulloso patriarca de Cons- se decía: "Teniendo por órgano del Espíritu Santo al beatísimo
tantinopla abrigaba mayores esperanzas de inocular en el pue- papa Nicolás, lo mismo que a su sucesor, el santísimo papa
blo griego la aversión contra el "bárbaro Occidente", una re- Adriano, definimos y sancionamos todos los decretos que ellos
vuelta política, d e las que tan frecuentes eran en el Cuerno de dieron sinodalmente en diversas ocasiones, tanto para la defen-
Oro, dio al traste con todas sus ilusiones. E n septiembre de 867 sa y conservación del santísimo patriarca Ignacio en la Iglesia
el vicioso emperador Miguel III el Beodo caía asesinado en una constantinopolitana, como para la expulsión y condenación de
conjuración preparada por el asesino d e Bardas, Basilio el M a - Focio, neófito e intruso" 1 7 .
cedón, que se apoderó del trono. Este nuevo emperador, reac- N o se crea, sin embargo, que todo había sido paz y armonía
cionando contra todos los partidarios de Miguel, relegó a Focio en el concilio. Parece que hubo roces entre el emperador y los
a un monasterio y llamó al perseguido Ignacio, que fué repuesto legados pontificios, y a un atento observador no se le hubiera
solemnemente en la sede patriarcal. ocultado cierto resentimiento contra Roma entre los mismos
T a n t o Basilio el Macedón como Ignacio enviaron al papa Padres conciliares.
cartas llenas de respeto y veneración, suplicándole que juzgase E n una reunión poscooidliar hubo de discutirse la cuestión
a los sacerdotes ordenados por Focio y seducidos por aquel búlgara, planteada durante el concilio por los enviados de Boris,
intruso. N o las pudo leer Nicolás I, fallecido el 13 de noviem- que preguntaban si Bulgaria debía depender de Bizancio o de
bre de aquel año 867, sino su sucesor Adriano II. Este contestó Roma. El emperador, allí presente, comprendió que se jugaba
agradecido y satisfecho, pero la atrocidad nunca vista que co- una carta de gran interés político. El patriarca Ignacio pidió el
metiera Focio al juzgar a la sede romana en el conciliábulo parecer d e los apocrisarios de los otros patriarcas orientales.
Alegaron éstos que, por haber formado parte aqutel país del
M
* ML 121, 683-762; 223-346. Focio, que ignoraba la lengua
latina, no podía conocer la literatura teológica occidental, ni " MANSI, Concilio, XVI, 409-477. Para toda la actividad de
siquiera el De Trimítate de San Agustín. Focio, consúltese GRUMEL, Les regestes nn. 456-97; 508-89.
263
c 9. LAHEREjÍAJ^J^CtólM^
262 _ P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
años del anciano y decrépito Ignacio, con quien parecía haberse
antiguo Imperio griego y porque al establecerse allí los búlga- reconciliado perfectamente. Mario Ignacio el 23 de octubre
ros habían encontrado sacerdotes bizantinos, debía Bulgaria de 877, y a los tres días, con la aprobación del emperador, ocu-
pertenecer a Bizancio. Protestaron los legados pontificios, di- paba Focio el trono patriarcal. Ya le tenemos otra vez en el
ciendo que lo eclesiástico no debe depender de lo político; que puesto codiciado, a pesar de tantos anatemas como pesaban
el país búlgaro formó parte del Illyricum, él cual perteneció a sobre él. Como ya no tenia rival, podíase pensar que su política
Roma hasta que León III se lo arrebató por la fuerza; que los sería más conciliadora. T a l era también la voluntad imperial.
búlgaros se habían dirigido espontáneamente al Romano Pon- Es de creer que al llegar los legados pontificios y ver que el
tífice, el cual les había mandado misioneros y obispos; final- medio mejor de conseguir la. paz era 'entenderse con,el nuevo
mente, que en ésto, como en todo, lo eclesiástico, la suprema y patriarca, escribirían en este sentido a Roma. Focio, con su
decisiva autoridad era la Sede i Apostólica, sin que ningún otro acostumbrada habilidad, hizo que el emperador reforzase sus •
tribunal tuviese derecho a intervenir. puntos de vista con una embajada a la Sed'e Apostólica. Y él,
Tales protestas fueron inútiles. El fallo se acomodó al pa- por su parte, envió cartas, que autorizó con firmas de muchos
recer de los orientales y a la voluntad del emperador: los búl- obispos, aseverando que a ruegos del clero y pueblo bizantino
garos dependerían de la .jurisdicción de Bizancio. El patriarca y del mismo emperador se había,visto obligado a tomar sobre
Ignacio, que tan sumiso y reverente para con el papa se había sí el peso del patriarcado; que todos convenían en que éste era
mostrado en otras ocasiones, no tuvo ahora reparo en consa- el único medio de recobrar la paz; que se dignase el Romano
grar un arzobispo para Bulgaria y posteriormente diez obispos. Pontífice mandar legados para la celebración de un concilio (la
Quejóse Adriano II de estas usurpaciones en carta al empe- ambición le hacía olvidar ahora todas las recriminaciones lanza-
rador. En otra a Ignacio niega valor jurídico a la decisión t o - das anteriormente contra la Iglesia latina).
mada en Conscantinopla y amenaza al patriarca con la exco- Cuando la embajada bizantina entró en Roma, el papa
munión si n o renuncia a sus' pretendidos derechos. Juan VIII, menos hostil o más diplomático que sus dos prede-
Muerto Adriano II a fines de 872, le sucede Juan V I I I (872- cesores, y en apurada situación política, se hallaba mejor dis-
882), que en la cuestión búlgara sigue la misma línea con mayor puesto al arreglo pacífico con Bizancio. Acababa de morir Car-
inflexibilidad san. Teme, y no sin razón, que, unciéndose Bul- los el Calvo, el protector de la Santa Sede; la descomposición
garia al carro de Constantinopla, se precipite con ella' en el cundía en los estados del sur de Italia, el ataque de los árabes
cisma y la herejía. Asi se lo escribe a Boris, manifestando que amenazaba a la misma ciudad de Roma. U n a alianza con el
está dispuesto a deponer a Ignacio si no salen de Bulgaria los emperador de Constantinopla, ¿no le aportaría fuerzas para
obispos y presbíteros bizantinos. E n abril de 878 envía una le- asegurar los dominios pontificios en Italia y rechazar victorio-
gación a Constantinopla reprochando a Ignacio severamente su samente a la Media Luna? Y ¿no podría el papa hacer conce-
ingratitud para con Roma, a quien debe su reposición, y con- siones a Focio a cambio del recobro de Bulgaria y, sobre todo,
minándole con la excomunión y aun con la deposición si en el a cambio de la paz de la Iglesia bizantina?
plazo de un mes no mandaba a sus obispos abandonar Bulgaria. El papa lo consultó con su clero en un sínodo romano, el
Armados con estos rayos y dispuestos a fulminarlos iban los cual, aun reteniendo la ilegitimidad de la primera exaltación de
Focio al patriarcado, fué de parecer que en aquellas circuns-
legados a Constantinopla, cuando, de repente, en seguida de tancias había que desligarle de todas las censuras y reconocerle
entrar en la ciudad, se enteran del más inesperado y sorpren- como patriarca bajo ciertas condiciones. Así lo hizo Juan V I I I
dente suceso: Ignacio, el amenazado por los anatemas pontifi- en cartas al emperador, al 1 7clero de los cuatro patriarcados
cios, había muerto como un santo, y en la sede patriarcal se orientales y al mismo F o c i o * , declarando que admitía a éste
sentaba pacíficamente Focio. "* De estas tres cartas se conservan dos redacciones: una,
6. Segundo patriarcado de Focio»—En un Imperio como el latina, en el Registro de Juan VIII; otra, griega, en las actas del
bizantino, tan apto para las intrigas cortesanas, tan pululante concilio de 879-880. Se diferencian notablemente, pues la griega
omite pasajes que podían desagradar a Focio, y añade grande3
de revoluciones, con hombres tan versátiles, acomodaticios y encomios y recomendaciones de éste. Que la redacción latina es
políticos, no extrañará que Focio, aunque desterrado de la corte auténtica no puede caber la menor duda; pero ¿lo es también
por el emperador Basilio, lograse con adulaciones y buenas pa- lo. griega? Creemos que no. La teoría de Amann, sosteniendo ¿que
labras captarse la simpatía del mismo y volver a palacio como ambas redacciones se hicieron en la Curia romana, es tan frágil,
mafestro de los príncipes desde marzo de 873. Como tenia mu- fiue se cae por sí sola. La opinión tradicional, defendida por
chos e ilustres amigos, discípulos y partidarios, y el emperador Hergenroether, afirma que fué Focio quien falsificó a su talante
se inclinaba a la pacificación y concordia de ambos bandos, •as cartas del papa, y así, falsificadas, hizo que se leyeran en el
empezó a recobrar gran influencia, sobre todo en los últimos
254 P. 1. DE CARLÓMAGNO A GREGORIO Vü LA HEREJÍA Y EL CISMA 255
c.

en la comunión con Roma, aprobaba la elección patriarcal, a ' M á s difícil es juzgar si la reconciliación fué! sincera de parte
pesar de que no se habían cumplido las condiciones legales de de Focio. Sus escritos posteriores contra el Filioque demues-
consultar antes a la Sede romana, y se altegraba de contribuir tran que en este punto del dogma disintió siempre de la Iglesia
así a la pacificación de los ánimos, satisfaciendo los deseos del romana. Sin embargo, ni de Marino I, que sucedió a Juan VIII
pueblo bizantino, de los obispos y del emperador. Las condi- y que no estuvo en buenas relaciones con Bizancio; ni de Adria-
ciones que ponía eran: que Focio confesase su culpa, implorando no III. de efímero pontificado; ni de Esteban V I (885-891),
perdón ante un sínodo; que renunciase a sus pretensiones juris- para quien Focio era un patriarca indeseable; ni, en fin, del
diccionales sobre Bulgaria, y que^se decretaste para en adelante papa Formoso^que tan rigurosamente se portó con "el preva-
que ningún lajeo pudiera ascender directamente al patriarcado. ricador" y sus criaturas en la carta a Stiliano, consta que exco-
Ademas, el concilio* constantinopolitamo d e 869 se mantendría mulgasen al discutido patriarca.
en todo su valor y los partidarios dte Ignacio serían benigna- 7. Caída definitiva de Focio.—Clausurado triunfalmente el
mente tratados. concilio d e 879, Focio apareció ante la Iglesia de Oriente como
La buena voluntad del papa era evidente y todavía se evi- el patriarca legítimo, el patriarca más sabio, que seguía escri-
denció más cuando en la inauguración del concilio los legados biendo doctos libros y celebrando al emperador en poemas y
entregaron de parte dte Juan VIII al antiguo rebelde la estola, discursos. M a s dte repente, en agosto de 886, al emperador Ba-
el omoforio, la túnica, las sandalias, t o d a s las insignias de la silio le llegó la muerte, y quien le sucedió fué su hijo legal
dignidad patriarcal. Focio, en la segunda sesión conciliar, dio León V I (886^-912)'. Este, que en realidad era hijo adulterino
palabra de no inmiscuirse en los asuntos eclesiásticos d e Bul- de Miguel III el Beodo y dte Eudocia, esposa de Basilio, abo-
garia. Por entonces dejó de existir Gregorio Asbesta, con lo rrecía cordialmente a su padre legal y a los que con él habían
que desapareció unoi de los grandes estorbos de la- paz. Es ver- medrado, entre ellos su propio maestro Focio. Así que uno de
dad que hubo reclamaciones contra ciertas exigencias de Roma, los primeros hechos del nuevo emperador fué arrestar al pa-
empeñándose los bizantinos en poner su derecho canónico al triarca, so pretexto de complicación en un complot, y hacer
par que el romano; y también es cierto que Focio, en vez de leer públicamente en la basílica de Santa Sofía una lista d e sus
pronunciarse en favor del Filioque, prefirió eludir la cuestión, atentados y delitos, así como las sentencias' de texcomunión lan-
dejando un postigo abierto para posibles rebeldías futuras. N o zadas contra él por el papa y el concilio.
atacó directamente a los latinos, como lo hiciera antes, pero sí En seguida fué desterrado de Constantinopla y encerrado
engañó a los incautos e ignorantes legados pontificios, haciendo en un monasterio. N o sabemos cuánto sobrevivió a esta humi-
que la fórmula de profesión de fe, recitada solemnemente por llación, quizá diez años completos, hasta que un día pasó de
él concilio, fuese la del Símbolo Niceno-Constantinopolitano, en
esta vida en el mayor silencio y abandono, sin que los cronistas
la que n o aparece el Filioque, y fulminando anatemas contra
anotasen el año de su fallecimiento. Durante el siglo x su nom-
cualquiera que osase añadir o quitar nada a dicha fórmula.
Aquel concilio de 879 fué la más apoteósica glorificación de bre se dejó caer en el olvido. Solamente en el xi, con ocasión
Focio. del cisma definitivo, se empezaron a leer sus escritos y a exaltar
su memoria. Desde entonces los cismáticos lo veneraron como
Antes de conocer exactamente t o d o lo que en aquella asam- a un> santo, introduciendo su nombre en los menologios y
blea había acontecido, Juan VIII aprobó las decisiones del con- sinaxarios 1B .
cilio, pero d e una forma muy restringida, aceptando solamente
y dando por buena la restitución de Focio en la sede patriarcal, Hergenroether, escribe, n. 89: "Meus quoque Ioannes (meus enim
no lo demás que hubieran hecho o tolerado sus legados contra est tum ob alia, tum quia caeteris ardentius meas partes susti-
la mente del papa. Se ha dicho que más adelante Juan VIII ^Jíit), meus igitur Ioannes, virilis mente, virilis quoque pietate,
lanzó la excomunión contra Focio, y s e ha hablado de "el se- yirilis
lni
demum in oppugnanda ac profliganda quavis iniustitia et
Pietate, valensque non sacris solum, sed etiam civilibus legibus
gundo cisma de Focio", mas esto parece destituido de funda- °Pitulari, turbatumque ordinem restituere: hic, inquam, gratio-
mento. Focio conservó siempre d e Juan VIII gratos recuerdos 1S - "J18 pontifex per suos reli'giosissimos et illustres legatos Paulum,
f^ugenium et Petrum praesules et sacerdotes Dei, qui ad nostram
concilio y se insertaran en las actas. Modernamente, P. V. Lau- tí n P<ium convenere... symbolum fidei récipiens... subscripsit et
rent, V. Grumel y F. Dvornik se inclinan a pensar que la falsi- oosignavit" (MG 102, 380-381). El concilio del 879, en MANSI,
ficación se operó mucho más tarde, en el siglo xin. Véanse las V ^ c . XVII, 371 ss. Los escritos de Focio, en ML 101-104. Acerca
tres cartas en su doble redacción, a dos columnas, en MGH, Ub S U v a , o r c i e n tífico y literario, véase el capítulo 12 de este
Epistolae VII, 167-186; E. AMANN, L'affaire de PhoUus, en "Hist. de UT, M. JUGIE, Le cuite de Photius dans VEglise hyzantine, en
l'Eglise"
08
de Fliche-Martin, VI, 492. '.*wv, or, chrét," 23 (1922-23) 106-22, '
En su libro De Sancti Spiritus Mystagogia, publicado por ';
256 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VU C 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA" 257

8. La tetragamia de León VI.—A Focio le sucede un her- mente le concedió la dispensa apetecida, ateniéndose a lo que
mano del emperador, un muchacho enfermizo de dieciséis años, dicte San Pablo, que el cónyuge queda en libertad a la muerte
por nombre Esteban (886-893). Focianos e ignacianos siguen del otro cónyuge; atendiendo también a la ausencia de prohibi-
combatiéndose encarnizadamente. La paz, nunca conseguida del ción eclesiástica general y a) las positivas razones de convenien-
todo, viene a turbarse todavía más con el asunto de la tetraga- cia que se daban en el caso presente.
mia imperial.
León V I , hombre doctísimo con fama de legista, de filósofo 9. Débil inteligencia entre Roma y Bizancio,—Esta dispen-
y de teólogo, que hasta llegó a pronunciar una serie de homilías sa no hizo sino aumentar más y ¡más el descrédito de los .latinos
en la basílica de Santa Sofía, como un pontífice, contrajo ma- en Bizancio. Y ahora los mas decididos adversarios d e Roma
trimonio, sin amor, con Teófano, de la que tuvo una hija que eran los- rigoristas e intransigentes, los secuaces del destituido
murió niña. A la muerte de Teófano no tardó en casarse con patriarca Nicolás. E n lugar d e éste fué elegido para el patriar-
Zoé, con quien tenía amores ya en vida de la otra. Z o é falleció cado un viejo y santo monje llamado Eutimio (907-912), con-
a los dos años, dejándole sumido en el mayor desconsuelo. fesor que había sido del emperador. Eutimio, varón recto y sin
Deseoso de obtener un heredero, voló a terceras nupcias, des- ambición, declaró antes d e ser consagrado que nada haría en
posándose con la bella Bayané de Frigia, que se llamó Eudocia, favor de su antiguo penitente si el pontífice de Rcwna y los de-
a p'esar de que él mismo había dado antes una ley declarando más patriarcas no lo aprobaban. Consideraba Eutimio que las
nulas e inválidas las terceras nupcias y condenando aun las se- terceras y cuartas nupcias están ciertamente prohibidas y, por
gundas, porque "hasta las bestias, cuando pierden la hembra, tanto, son ilegítimas, pero se podía dispensar al emperador;
se resignan a la viudez". En la Iglesia bizantina siempre fueron como caso excepcional.
prohibidas las terceras y cuartas nupcias, a diferencia de la ro-
Cuando el 11 de m a y o d e 912 murió León V I los odios se
mana, que no veía en ello inconveniente alguno de carácter
dogmático. Sucedió que al cabo de un año también Eudocia enconaron y las disputas se multiplicaron entre los partidarios
fué arrebatada por la muerte. Por temor al pueblo no se atrevió de Eutimio y los de Nicolás el Místico, el cual salió d e su mo-
el emperador a casarse por cuarta vez, pero se unió en concu- nasterio y recobró la sede patriarcal (912-925). Las luchas si-
binato con Zoé, la de los ojos de carbón (carbonopsina), la guieron tumultuosas hasta que los dos partidos se reconciliaron,
cual por fin le dio un hijo varón, que fué Constantino Por- gracias al concilio de 920, que legitimó al hijo d e León V I , al
firogénito 20 . mismo tiempo que condenaba las terceras nupcias bajo penas
canónicas y las cuartas absolutamente, como un verdadero con-
Ocupaba entonces la sede patriarcal Nicolás el Místico, o cubinato, para el cual no hay dispensa posible.
también el Secretario (901-907), así llamado porque lo había También la paz entre la Iglesia griega y la latina parecía
sido un tiempo del emperador. Persora digna, austera y de
haberse restablecido más o menos bajo los patriarcas subsi-
excelentes cualidades, no dudó, sin embargo, en bautizar solem-
nemente a aquel niño ilegítimo. Quiso entonces León V I con- guientes, bien sean como el indigno Teofilacto (931-956), bien'
validar su matrimonio; pero aquí es donde el severo patriarca como el severo asceta Basilio Escamandreno (970-974)'. D e
se irguió intransigente, alegando los cánones de la Iglesia bi- Sisinio II (996-998) se h a venido repitiendo que albergó senti-
zantina contra las cuartas nupcias. N o faltó un sacerdote que mientos hostiles a Roma, porque se encontró firmada por él la
bendijese el matrimonio imperial, después de cuya ceremonia carta encíclica de Focio; mas n o faltan quienes juzgan imposi-
León V I puso la corona sobre la cabeza de Z o é Carbonopsina, ble esa propaganda antirromana. También parece poco fundal-
apellidándola augusta o emperatriz. El patriarca lo puso en da la acusación que se lanza a veces contra su sucesor Ser-
entredicho, no permitiéndole entrar en el templo, a lo que el gio II (998-1019)' de haber borrado de los dípticos el nombre
emperador contestó destituyéndole y deportándole a un mo- del papá. Eustatio II (1019-1025) anheló un tratamiento en todo .
nasterio, donde se le obligó a dimitir. De todas partes surgieron semejante al del pontífice romano. P a r a eso se puso d e acuerdo
voces escandalizadas contra el emperador tetrágamo. Este pen- con el emperador Basilio II para pedir al papa Juan X I X el
só que si el patriarca bizantino no podía autorizar las cuartas título de "patriarca ecuménico", "Canstantinopolitanam Eccle-:
nupcias, lo podría la Iglesia universal, es decir, la Pentarquía siam in suo orbe, sicut Romanam in universo universalem dici
o unión de los cinco patriarcas, de los cuales el primero erg di ct haberi", según cuenta Glaber. Vaciló el papa un momento,
de Roma. Acudió, pues, al papa Sergio III, y éste benigna- mas ante las protestas que se alzaron en la Iglesia latina, hubo
de negarle aquel título, que podría servir d e fundamento p a r a
*> Sobre Jos méritos literarios á> León VT, véase el capítulo 12. exigir luego todas las prerrogativas del Sumo Pontífice.
Historia de la Iglesia 2 9
258 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C 9. LA HEREJÍA Y EL CISMA 259

10. Cesaropapismo del emperador de Bizancio y soberbia autonomía y con ella la ruptura del vínculo jerárquico y el
del patriarca*—Repitamos aquí que el cesaropapismo fué siem- cisma.
pre enfermedad endémica y nota característica de los empera- 11. Miguel Cerulario, responsable del cisma definitivo.—
dores d e Constantinopla. Eran los arbitros de la dignidad pa- Eso es lo que ocurrió a mediados del siglo xi. Al tímido patriar-
triarcal, y el patriarca, no pocas veces d e la familia imperial, ca Alejo, monje estudita (1025-1043), sucedió el altivo y ambi-
era casi un papa en el Imperio. El emperador, auíokwtor, kos- cioso Miguel Cerulario (1043-1058). N o consta que enviase a
mikós, que se creía dueño del Universo por su título de Impe- Roma, como era costumbre, la epístola sinódica, dando cuenta
rafor Romanorum, se presentaba ante los ojos d e sus subditos de su elevación al patriarcado. La separación espiritual de ami-
como un ser divinizado. Su palacio es templo o el templo es bas Iglesias había llegado a tal punto, que desde hacía varios
su palacio; sus vestiduras son las d e un sumo sacerdote: larga años ya no se nombraba en los dípticos al pontífice; romano.
clámide! blanca, encima una casulla recamada de o r o y pedrería, Siempre influyó notablemente la política en el giro de las
corona riquísima dominada por una cruz, gestos hieráticos y relaciones eclesiásticas; ahora, en cambio, vamos a ver con ex-
sacerdotales, ceremonial cuasilitúrgico, solemne y complicado. trañeza cómo se consuma la ruptura definitiva de Bizancio y
Cuando nombra a un oficial!' para un cargo parece conferirle un Roma en el reinado d e Constantino IX Monómaco, emperador
sacramento. E n las recepciones más solemnes se deja un puesto que seguía una política de acercamiento al papa y de armonía
vacío junto al trono imperial: es el reservado a Cristo, ocupado con germanos y francos en contra del enemigo común, los nor-
a veces por un evangelio abierto. E n la fiesta de Pascua se mandos.
presenta en hábito de Cristo resucitado, con bandas doradas E r a Migu'el Cerulario hombre de escasa formación intelec-
sobre el pecho, manto de púrpura/ sandalias de oro en los pies tual, pero lleno de soberbia y ambición, tenaz y poseído de
y cetro crucifero en la mano. El incienso que se le tributa y la furibunda pasión antilatina. Viendo que las iglesias y monas-
fraseología reverente y de elogios exorbitantes que usan los terios latinos d e Constantinopla se incrustaban con cierta auto-
que a él se dirigen, le envuelven en un halo sagrado. nomía dentro de su territorio, resolvió .acabar con ellos. Dio
Inseparablemente unido a él está, en un grado inferior, el principio a su ofensiva en 1052, cerrando los templos y expul-
patriarca, criatura suya, instrumento ¡muchas veces servil d e la sjando a los monjes que rehusasen acomodarse al rito griego.
voluntad imperial y mezclado en los asuntos e intrigas d e la Llegó a tanto el ciego fanatismo de sus partidarios, que el sace-
corte, aunque a veces, cuando despierta en él la conciencia lario Nicéforo tuvo la sacrilega audacia de pisotear las hostias
de su dignidad pontifical, se enfrenta con la omnipotencia del consagradas por sacerdotes latinos, diciendo que n o era válida
emperador. Desde que los otros patriarcados orientales, Antio- su consagración.
quía, Alejandría, Jerusalén, cayeron políticamente bajo la do- La carta que en 1053 dirigió el arzobispo búlgaro León d e
minación árabe, la autoridad y soberanía del d e Constantinopla Acrida a Juan, obispo de Trani, en la Apulia, estaba inspirada
creció inimensamiente, llegando a ser en el mundo oriental la y acaso redactada por Cerulario. Venía a ser una declaración
cabeza de todas las Iglesias, visiblemente protegida y privile- de guerra d e la Iglesia d e Oriente a la de Occidente. E n ella
giada por Dios, ya que d e toda la cristiandad, incluida Roma, se reprochaba a los latinos el uso de pan ázimo en la liturgia
fué Constantinopla la única sede patriarcal no violada por los de la misa, el ayuno del sábado, el comer carne de animales
barbaros del N o r t e o del Sur. Y desde que Roma se volvió ha- sofocados y otras menudencias insignificantes. León I X encar-
cia los germanos y francos, sus vínculos con Bizancio, que ya gó al cardenal Humberto que respondiese a cada una d e ellas,
venían aflojándose, comenzaron a soltarse. Siguiendo política y éste lo hizo, defendiendo al misimo tiempo la supremaicía d e
distinta, cuando no contraria, Bizancio miró a Roma como a la Iglesia de Roma y echando en cara a los bizantinos la into-
una rival o enemiga, se avivaron los resentimientos contra ella, lerancia para con una Iglesia que tan indulgente se mostraba
se sacaron a plaza las mutuas divergencias, dándoles más im- para con ellos. Hubo un instante d e esperanzas de arreglo pa-
portancia de lo que en sí tenían, y como en Bizancio residía la cífico por los buenos ofrecimientos del emperador, instante que
esplendorosa pompa de los emperadores, de la cual participaba, aprovechó León IX para enviar a Bizancio tres ilustres lega-
como hemos dicho, el patriarca, se explica que éste aspirase a dos: el cardenal Humberto de Silva Candida, el cancelario Fede-
ser igual por lo menos que el de Roma, ciudad en decadencia rico (futuro Esteban X ) y el arzobispo Pedro de Amalfi (1054).
y semibárbara a los ojos de los refinados bizantinos. E n caso El recibimiento que les hizo Constantino IX fué honorífico
de roces violentos y discusiones apasionadas, es natural que y benévolo; el del patriarca Cerulario, frío y displicente. Se
un patriarca altanero o vanidoso no quisiese en modo alguno irritó porque los legados pontificios n o le tributaron ciertos
someterse al fallo definitivo del pontífice romano. Exigiría la obsequios y homenajes de respetó que le solían tributar los
260 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C 10. GOBIERNO Y DISCIPLINA DE LA IGLESIA 261

obisipos que d e él dependían. Lo que más le indignó fué que entró en Constantinopla tel nuevo emperador Isaac Comneno.
los tres representantes del papa venían en plan d e dar doctri- Este, aunque le debía la exaltación al trono, no toleraba a nadie
na, n o de recibirla. Rompió, pues, con ellos todas las negocia- sobre sí, y, hastiado de la arrogancia de Cerulario, lo mandó
ciones, alegando que las discusiones dogmáticas sólo debían, deportado a una isla del mar de Mármara.
hacerse en un concilio delante de los obispos orientales. Per- Negóse tercamente a abdicar, pero n o tardó en morir, en
mitió, además, que el monje Nicetas escribiese contra los lati- diciembre de 1058. El pueblo se apresuró a canonizarle y pronto
nos, atacando, entre otras cosas, el celibato d e los sacerdotes. se instituyó una fiesta, anual en su honor.
Respondió por escrito el cardenal Humberto y consiguió del Seguramente que en Roma no se percataron de toda I3, gra-
emperador que se hiciese enmudecer al monje. Contra el pa- vedad y trascendencia histórica que tenía aquel rompimiento,
triarca nada pudo la autoridad imperial B1 '. entre las dos más importantes sedes de la cristiandad.
E n vista de la obstinación dte Cerulario, los legados toma-
ron! una grave resolución: el 16 de julio d e 1064, en presencia
de gran multitud de pueblo y clero reunidos en la basílica de
Santa Sofía, depositaron sobre el altar u n a sentencia de exco- CAPITULO X
munión contra el patriarca, y salieron del templo sacudiendo
el polvo de su calzado. E n la sentencia s e enumeraban los erro- Gobierno y disciplina de la Iglesia. Flores
res y herejías ten que el patriarca seguía obstinado. Empren- de santidad *
dieron el viaje los legados. Llamados por el emperador, regre-
saron a¡ Constantinopla con la esperanza d e llegar a un arreglo
con Cerulario. L o que éste hizo fué amotinar al pueblo, d e suer- I. DISCIPLINA ECLESIÁSTICA
te que aquéllos tuvieron que escapar precipitadamente.
Reunido un sínodo, pronunció Cenulario anatemas contra 1. Metropolitanos y obispos,—El primado del pontífice r o -
los latinos, particularmente contra aquellos legados, hombres mano gozaba ten esta época de un reconocimiento pleno y uni-
del Occidente, región de las tinieblas, venidos a la ciudad guar- versal. A Roma miraban todos como a la cabeza supremet d e la
dada por Dios, fuente de la ortodoxia, con objeto de pervertir
la verdadera fe. Copiaba el exordio de la encíclica d e Focio y * FUENTES.—Las principales son los concilios (HARDOUIN y
MANSI) y los escritores de la época (en ML), Para la liturgia
procuraba poner enfrente de Roma a todos los' patriarcas orien- medieval véanse los primeros Ordiñes Romani, en ML 78; el Mis-
tales. Les achacaba la falsificación del Símbolo d e la fe, por la sale y Sacramentarium gallicanumj en ML 72, etc. Las vidas de
añadidura del Filioqae, inventaba acusaciones falsas, como la los santos, en AASS de los Bolandistas.
d e que los latinos no veneraban las imágenes n i contaban entre BIBLIOGRAFÍA.—L. THOMASSINTJS, Vetus et nova Ecclesiae
disciplina circa beneficia (París 1668) 3 vols.; E. LBSNB, La hié-
los santos a San Basilio, San Juan Crisóstomo y Gregorio Nai- rarchie épiscopale. Provinces} metropolitains, primats en Oaule
cianceno; echábanles en cara el afeitarse la barba, el comer et en Germanie (742-888) (París 1905); J. B. SAGMÜIÍLER, Eníwic-
carne los miércoles, lacticinios y hutevos los viernes, el que los klung des Archipresbyterates und Dekanates (Tubinga 1898);
obispos usaban anillo y marchaban a la guerra, con otras recri- J. FAURE, L'archíprétre des origines au droit décretalien (Greno-
ble 1911); A. WERMINGHOFF, Geschichte der Kirchenverfassung
minaciones semejantes, todo para concluir que n o había conci- Deutschíands in Mittelalter (Hannover 1905); P. IMBART DE LA
liación posible entré arabas Iglesias y que sólo la nueva Roma TOUR, Les élections episcopales dans Véglise de\ France du IX au
era la guardadora fiel de la ortodoxia. XI siécle (París 1891); P. IMBART DH LA TOUR, De ecclesiis rusti-
canis aetate carolingica (Bordeaux 1890); P. IMBART DE LA TOUR,
Intervino ante él con gran sentido d e moderación el patriar- Les origines religieuses de la France. Les paroisses rurales du
ca Pedro III de Antioquia, sin obtener lo más ¡mínimo. IV siécle au XI siécle (París 1900); P H , SCHNEIDER, Die bischS-
El prestigio d e Cerulario fué creciendo más y más ante el flichen Domkapitel, ihre Entwichlung und reoMliche Btellung
im Organismus der Kirche (Maguncia 1885); O. HANNEMANN, Die
pueblo de la ciudad imperial, tanto, que llegó a jugar un impor- Kanoniherregel Ghrodegangs von Mete (Greifwald 1914); JDOM
tante papel político ten la crisis que se produjo a la muerte d e LBCLERCQJ Ghanoines-Chanoinesses, en DALCH; A. GARCÍA GALLO,
Constantino Monómaco (1055), y en el reinado de Miguel V I El concilio de Goyanza. Contribución al estudio del Derecho ca-
Stratioticós, su influencia fué algún tiempo decisiva; pero luego nónico español en la. alta Edad Media (Madrid 1951); J. SAN
MARTÍN., El diezmo eclesiástico en España (Palencia 1940); A. EB~
pasó a la oposición, tramó en 1057 y acaudilló un complot, con- STHR, Quellen und Forschungen zur Geschichte und Kunstge-
siguiendo formar un gobierno provisional, que duró hasta que schichte des Missale romanum im Mittelalter (Freiburg 1896); DOM
S. BADMBRJ Bistoire du Breviaire (trad. del alemán, París 1905)
B
A. MIGUEL, Humbert und Kerullarios (2 vols., Paderborn 2 vols.; A. VILLIEN, Bistoire des commandevients de VEglise (Pa-
1925-1930). E. AMANN, Michel Gérullaire, en DTC. ria 1908); H. J. SCHMITZ, Die Bussbücher und das kanonische
262 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 10. GOBIERNO Y DISCIPLINA DE LA IGLESIA 263

Iglesia, centro de unidad, roca d e la fe verdadera y sede apos- cueratemente los reyes y condes ste adelantaban y nombraban
tólica, desde donde ejercía su oficio pastoral el Vicario de al que mejor les parecía, teniendo a veces qué intervenir el
Cristo. El gran Hincmaro de Reims llamaba al papa "Pater Pa>- Sumo Pontífice para hacer respetar los cánones. La facultad
trum, primae ac summae sedis apostolicae et universalis Papa"; episcopal d e nombrar párrocos y otros beneficiarios quedaba
y haciéndose eco del sentir dte toda la Iglesia de Oriente, antes n o poco restringida por el derecho de patronato, ya que el can-
del cisma, Teodoro Estudita escribía al principio del siglo ix: didato propuesto por el patrono laico d'e una iglesia no podía
"Santísimo y sublimísimo padre d e los padres, papa apostólico" ser rechazado', a no ser en caso de evidente indignidad.
y sucesor de Pedro en el poder de las Hayes. Su autoridad so- N o está probado que los corepíscopos de la alta Edad M e - '
bre todos los demás obispos y metropolitanos era incontestable, dia ten' Occidente sean una continuación de los "corepíscopos"
y se robusteció más en la práctica al ponerse en vigencia las (obispos rurales) d e la antigüedad. Mientras en el Imperio bi-
Decretales seudoisidorianas. zantino se extinguen a lo largo del siglo vm, en Occidente crece
Del origen e influencia de los cardenales hemos tratado ya. su número. Ellos ayudaban al obispo en la administración y
Grande era el poder de los metropolitanos hasta mediados visita d e la diócesis, consagraban a veces a los ordenados, ins-
del siglo ix. A ellos les competía, según Hinqmaro, la aproba- truían a los sacerdotes y velaban por la disciplina eclesiástica.
ción y consagración de los obispos, la convocación y presiden- Tras una época de poderoso influjo, empiezan a desaparecer
cia de los sínodos provinciales, el nombramiento de adminis- a fines del siglo pe, si bien en Inglaterra perduran hasta él xn.
tradores dé las sedes1 vacantes, la potestad dte juzgar a los obis- En su lugar entran los archidiáconos, que los sustituyen en todo
pos sufragáneos o de amonestarlos cuando n o obraban recta- menos en las funciones episcopales. Empiezan las diócesis, si
mente y el derecho de inspección sobre todas las diócesis de son grandes, a dividirse en archidiaconados y cada archidiaco-
su provincia eclesiástica. nado eii arciprestazgos (archipresbyteratus vel diaconatas).
E l nombre de arzobispo, que al principio era un título de
honor en aquellos obispos qute habían recibido d e . Roma el 2. Parroquias y cabildos.—Parroquia era el territorio al
paüiam, fué poco a poco sustituyendo a metropolitano. El nom- cual se extendía la jurisdicción de cierltas iglesias. El que las
bre de obispo sufragáneo n o aparece hasta fines del siglo vm. regía con cura de almas se decía rector o presbyter (también
C a d a obispo regía una diócesis (dioecesis, que también se parochus o plebarius). has catedrales eran las primeras parro-
decía episcopatus, parochia y, a veces, civitas). El territorio quias, donde, se administraban los sacramentos y se celebraban
diocesano correspondía al de la antigua civitás del Imperio. los oficios divinos. En el siglo xi surgieron en la misma ciudad,
Y tantos eran los obispos cuantas eran las civitates. Si por ex- además de la catedral, otras parroquias, aunque todavía ten el
cepción algún castrum era residencia ordinaria del obispo» no concilio d e Liimoges de 1032 se oyen protestas! del cabildo con-
tardaba en recibir el nombre d e civitas. Estaba siempre la ca- tra ciertas iglesias en que se administraba el sacramento del
pital de la diócesis ceñida de fuertes muros, fuera de los cuales bautismo.
se extendía el subutbiutn, a veces más extenso y poblado que Mucho anttes que en las ciudades, las parroquias se multi-
la misma civitas. Que aquellos obispos eran grandes construc- plican en los campos 1 . Calcula Hauck que las parroquias de
tores lo prueba el número de catedrales y d e claustros canoni- toda Alemania a mediados del siglo ix n o pasarían de 3.500.
cales que levantaron en las centurias x y xi. Tenían los párrocos obligación d e acudir al sínodo diocesano,
El clero y el pueblo de la ciudad, o sus representantes más 1
distinguidos, escogían la persona que juzgaban más digna de Véase qué causas exigía la legislación fYanca para la erec-
subir al episcopado; el rey aprobaba el candidato o también le ción de parroquias el año 844: "Ut episcopi parrochias presbyte-
rorum propter inhonestum et periculosum lucrum. non dividant;
confería la investidura, tetotregándole el báculo y el anillo; en- sed si necessitas populi exegerit ut plures fiant ecclesiae aut
tonces el metropolitano, asistido de sus obispos sufragáneos, statuantur altarla, cum ratione et auctoritate hoc faciant, scilicet
lo confirmaba y consagraba. E s t o era lo canónico, pero fre- ut, si longitudo aut periculum aquae vel silvae... causa poposce-
rit, ut populus et sexus inflrmior, mulierum videllcet vel infan-
tium, aut etiam debilium imbecillitas ad ecclesiam principalem non
Bussverfahren (Dusseldorf 1898); F. X. FUNK, Kirchengeschichtli- Possit occurrere, et non est sic longe villa, ut presbyter illic
che Abhandlungen I (Paderborn 1897); M. ANDRIEU, Les Ordines sine periculo ad tempus et congrue non possit venire, statuatur
romani du haut moyen age t. 1 (Louvain 1931); H. KELLNER, altare (oratorio), et si ita populo complacet et commodum fue-
Heortologie oder das Kirchenjahr und die Heiligenfeste in ihrer rit, ne sine ratione scandalizetur, parochia maneat indivisa. Sin
gescMchtlichen EntwicKlung (Freiburg 1901); J. HERCffiNROETHEK, autem praefatae causae postulaverint et populus... adclamaverit,
Die Marienverehrung in den sehn ersten Jahrhunderten, der Kir- ut ecclesia illis fieri et presbyter debeat ordinari, hoc episcopi
che (Münster 1870); J. A. JUNGMANN, El sacrificio de la misa. eplscopallter... mature consillo canónico tractent" (MGH, Capitu-
Tratado histórico litúrgico (BAC, Madrid 1953). laría regum Francorwm, II, 259-367),
C. 1 0 . GOBIERNO Y DISCIPLINA DE LA IGLESIA 265
264 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII

y con esta ocasión era costumbre que llevasen al obispo algún bremanera, de suerte que su deseo era: "ontnds clericus, aut
regalo (synodália), como también al ir a pedirle el santo crisma monaous aut canonicus". Bajo Ludovico Pío, ordenó el concilio
todos los años (eutogiae). E n la iglesia parroquial no sólo se de Aquisgrán que en todas las iglesias del reino se estableciese
administraba el bautismo, se daba la bendición nupcial, etc., sino la vida común (816). Esos clérigos, que cantaban en el coro el
que también se tenían reuniones populares de carácter civil. officium canonicam y vivían conforme a una regla o canori,
Comprendía la parroquia, además del templo con la pila bautis- se llamaron canónigos. Capitulum {capítulo o cabildo) decíase
mal, el cementerio, frecuentemente en el atrio o in ambitu en un principio la reunión d e los canónigos en el coro, porque
ecclesdae, y otras posesiones, bienes y rentas. > empezaban leyendo un capítulo de la Regla^ y de la Sagrada
Solía el párroco recibir ofrendas de los fieles al principio Escritura; después pasó a significar la comunidad canonical.
de la misa dominical y en otras! solemnidades, desde el siglo vm E n León y Castilla siguieron los canónigos gobernándose no
no sólo en especie, sino en dinero; percibía además los dere- por "la Regla de San Crodegando, sino por la antigua costum-
chos de estola, las primicias d e las cosechas y, principalmente, bre que se suele llamar la "canónica visigoda". El número de
el diezmo de los productos agrícolas y de los animales, como canónigos oscilaba según la importancia) de la respectiva iglesia.
bueyes, ovejas y cabras. Desde el siglo x se exigía igualmente Chartres llegó a tener 72; Lyón, 52; Barcelona, 40; otras más
a los milites, mercaderes e industriales, el diezmo de sus ga- modestas, 20 y aun 12. Todos vivían bajo la autoridad del obis-
nancias. Dividíase en cuatro partes: la primera debía entre- po, quien formaba también parte d e la comunidad, aunque se
garse al obispo, las otras tres quedaban a disposición del pá- movía mucho más, saliendo frecuentemente de viaje, ora a la
rroco, el cual daba una a los pobres, otra se empleaba en la corte, ora a la guerra, o bien a negocios. Jefe del cabildo era
fábrica de la iglesia y otra se reservaba para las necesidades en un principio el archidiácono; luego perdió la dirección, asu-
propias. mida en Roma y otras ciudades por el primicerio, y donde no
Como había parroquias que pertenecían a un señor o patrono había tal dignidad, por el preboste (pcaepositus) o deán (deca-
laico, según dijimos al tratar de las "iglesias propias", así había nus). Luego venía el chantre o cantor, el mngister scholae o
otras, que pertenecían a un monasterio o a una colegiata. praecantor, el thesaatarius, sacriscrinius, camerarías, etc. E n la
Hasta el siglo iv puede remontarse la costumbre de reunirse catedral había también natarii, scribae, aun para actos civiles, y
algunos clérigos para cantar el oficio divino en una iglesia y un chancellarius, que vigilaba la redacción de los documentos.
llevar vida común; pero fué San Crodegando (f 766), obispo Los canónigos debían vivir del stipendium que les distri-
de Metz, quien organizó este género de vida clerical a imitación buía el obispo, pero vemos que muy pronto se les asignó una
de los monasterios benedictinos, de la basílica lateranense y de porción fija de los bienes de la iglesia. Originariamente se llamó
ciertos Santos Padres, como S a n Agustín y San Eusebio de praebenda la ración de víveres que el obispo les repartía dia-
Vercelli, que dieron ejemplo de vida «somún, reuniendo en torno riamente; desde el siglo x, el conjunto d e bienes destinados' a
de sí a sius clérigos bajo cierta Regla. Esto hizo San Crode- la manutención del cabildo. T a n t o económica como jurídica-
gando con su clero en una casa próxima a la catedral, obligán- mente trataron los canónigos de independizarse cada vez más
dole a vivir conforme a una Regla, que él redactó en 34 capí- de la persona del obispo. D e s d e el siglo vm se v e también en
tulos. Debían recitar en común el Oficio divino, comer a una algunas partes una especie de monasterios d e canónigas (cano-
mesa, dormir en el mismo dormitorio y emplear el tiempo libre nissae, sanctimoniales) que viven en coiraún, aunque sin renun-
en el estudio o en la enseñanza '2. ciar a la propiedad privada.
Como San Crodegando había sido canciller de Carlos Marte! La vita canónica vino a gran decadencia en el siglo x, y aun
y embajador d e Pipino, y desde .754 había recibido del papa el antes, Empezaron los canónigos por obtener el permiso d e man-
paílium y la dignidad de arzobispo, su influjo y autoridad en tener por propia cuenta otra mansio, con tal que se reuniesen
el reino franco eran muy grandes, por lo cual n o tardó en pro- ^ i el coro y en la mensa canónica. Luego, creciendo la diver-
pagarse su Regla a otras iglesias, A Garlomagno le placía so>- sidad social y económica d e unos y de otros, dejaron muchos
de asistir a la mesa común, y aun se hacían representar por
B
P a r a conocer el origen y evolución de la vita canónica °tros en el coro, de suerte que en algunas paites la vida común
recomendamos el luminoso estudio de L. HERTLINO, Kanoniker, desapareció y en otras era observada tan sólo por los canónigos
Augustinusregel und Augustinusorden, en "Zeitschrift für katho-
lische Theologie" 64 (1930) 335-369. Bibliografía en HEIMBUCHER, jóvenes que estudiaban bajo la dirección del ScholaSsticus d e la
Die Orden und Kongreg. I, 394; A. DTJMASJ Les chapitres de cha- catedral. Un empeño vigoroso en concilios y obispos por que
noines cathédraux, en "Hist. de l'Eglise" de Fliche-Martín, VII, s
e vea reflorecer la vita canónica no sé advierte hasta el si-
250-64. De los canónigos regulares, en el capítulo del monaquis- Qlo xi. El concilio d e Coyamza (diócesis de Oviedo, 1050) es-
ino, parte 2."
266 P. i. DE CA&LÓMAGNO A GREGORIO vil C. 1 0 . GOBIERNO Y DISCIPLINA DE LA IGLESIA 267

tablece "ut unusquisque Episcopus ecclesiarum ministerium cum misa, los ritos y fórmulas d e los sacramentos, el calendario ecle-
suis clericis ordinate teneat in suis sedibus" B y el de Compos- siástico, el canto del Oficio divino y poco más 4 .
tela (1056): "unam orones horam intra ecclesiain simul celebrent, L a edad requerida para las órdenes sagradas era, según el
unum refectorium, unum dormitorium... et ad mensam lectiones ya citado concilio compostelano, la siguiente: "Subdiaconus
sanctas sempter audiant". E n Italia San P e d r o Damián! repren- annos 18 habteat; diaconus, 25; presbyter, 30".
de con la acritud ordinaria de su estilo los graves daños que se Del Privilegium fori, concedido a los clérigos en el Imperio
siguen de la propiedad privada de los canónigos. romano por el código d e Teodosio y confirmado en España por
las leyes,godas, disfrutaron siempre los obispos en todas partes.
3. Educación de los clérigos*—Entre la cultura del alto Si en la Francia merovingia n o alcanzó esta inmunidad al clero
clero—obispos, maestros, curiales, etc.—y la del clero inferior inferior, más tarde, por exigencia del Pseudo-Isidoro y por el
existía un abismo. Auntenlas- épocas más sombrías y turbulenr principio germánico d e q u e cada individuo h a de ser juzgado
tas nunca dejaron de brillar figuras eminentes e n las ciencias por su peculiar derecho, se generalizó la costumbre d e que nin-
divinas y aun en las humanas. Dejamos sus nombres para el gún eclesiástico podía comparecer sino ante tribunales ecle-
capítulo de la cultura. ¿Dónde recibían esa formación tan ele- siásticos.
vada? E n las escuelas adjuntas a los monasterios y catedrales,
de las que hablaremos a su tiempo. Allí los candidatos al sacer-
II. VIDA CRISTIANA. LITURGIA Y SANTIDAD DE LA IGLESIA
docio aprendían de memoria los salmos, s e ensayaban en leer
y contar y escribir en unas tablas d e cera, completando su. ense-
ñanza primaria con el estudio del Donato, compendiosa gra- 1. Costumbres de los clérigos.—No nos detendremos a c o -
mentar aquí ese tópico tan manoseado d e la inmoralidad e in¡-
mática latina en preguntas y respuestas. Seguía la enseñanza
disciplina del clero durante la época decadente y semibárbara
secundaria, o estudio de las artes liberales, del triviwn y del que v a del siglo ix al XI. D e sus dos principales lacras, simonía
quadrivium. Y completabais su formación con el estudio más y nicolaitisimo, trataremos en el capítulo d e las Investiduras y
serio de la teología y d e los cánones. de la Reforma gregoriana. A u n en España, donde estos vicios
E n aquellos tiempos que preceden al desarrollo científico de no cundieron tanto como en la Lombardía, por ejemplo, o ten
la Escolástica versaba la teología sobre el texto de la Sagrada Alemania y Francia, vemos que el concilio d e Compostela (1056)
Escritura (sacra pagina) y los tratados dogmáticos d e los San- habla incidentalmente "de presbyteris et diaconibüs coniugatis".
tos Padres. N o disponiendo d e copiosos subsidios exegéticos, Ese concilio propone a todos los sacerdotes un ideal d e verda-
acudían principalmente para la inteligencia e interpretación de dera santidad. "Les aconseja ofrecer diariamente el santo sacri-
la Biblia a la Glossa antiqua u ordinaria d e Walafrido Estrabóni, ficio de la misa, y si p o r enfermedad estánl impedidos, al menos
qué Contenía aclaraciones de palabras y de circunloquios, etc., se- oírla. A los canónigos y obispos les manda que lleven vestidura
gún la exégesis que habían hecho los Santos Padres, de los cua- talar y que tengan en casa susí cilicios para usarlos como peni-
les leían además otros escritos, especialmente los d e San Agus- tencia todos los días d e Cuaresma y de rogativas, los miércoles
tín para la teología especulativa y los de San Gregorio Magno y los viernes.
y San Isidoro para la práctica. El d e Coyanza prescribe que el hábito clerical sea digno y
N o toda esta ciencia se exigía a cualquier sacerdote. Bas- de un solo color; diáconos y presbíteros lleven la corona abier-
tábale al clero inferior una instrucción mucho más elemental. ta y la barba raída, y n o admitan en su casai otra mujer que su
Y como se puede .suponer, había sacerdotes d e escandalosa ig- madre, su hermana, su tía o su madrastra.
norancia. Los concilios exigían p o r lo menos que los ordenados Son muchos los concilios que repiten—aunque en vano—la
supiesen el símbolo y la oración dominical, las plegarias d e la orden dte que los clérigos n o lleven armas ni marchen a la gue-
rra. Los obispos eran los primaros en quebrantar este precepto.
a Carlomagno lo aplaudía y el cantor de Mió Cid, admirado de
Sobre l a vita canónica según el concilio de Coyanza, véase el la bravura del "Obispo D o n Jerome, coronado leal", prorrumpe
diligente estudio de A. GARCÍA GALLO El Concilio de Coyanza
p. 101-144. E n E s p a ñ a florecían l a s canónicas d u r a n t e el siglo x. en aquella ingenua exclamación: ''¡Dios, qué bien lidiaba!"
Los clérigos q u e vivían en comunidad con el obispo bajo cierta
Regla, oe l l a m a b a n indistintamente clerici, monachi, fratres, ca- * Sobre l a instrucción r e q u e r i d a a los clérigos h a b l a n los
nonici. Cf. ib., p . 103-107. L a vita canónica e n el nordeste español Capitularía de Carlomagno y después frecuentemente los conci-
h a sido e s t u d i a d a por J . VINCKE, Die vita communis des Klerus lios. Acerca de los conocimientos pastorales, canónicos y litúrgi-
und das spanische Koenigtum im Mittelalter, en "Spanische F o r - cos, véase D E GHELLINCK., Le mouvement thSologique tíw XII sié-
s c h u n g e n " V I (1933) 30-59. ote (2.» ed. Bruselas 1948) p . 16-52.
268 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. 10. GOBIERNO Y DISCIPLINA DE LA IGLESIA 269

U n a mala costumbre de aquellos tiempos era la "consecra- D e la antigüedad se conservaba la costumbre de dar la comu-
tio absoluta", por la que algunos sacerdotes se ordenaban sin nión aun a los niños que n o han llegado al uso d e la razón.
encardinarse ten ninguna iglesia y, por t a r t o , sin depender.esta- Comulgaban los fieles bajo las dos especies: la de vino se t o -
blemente de ningún prelado. Frecuentemente entraban al servi- maba por medio de una cucharilla, con la que el sacerdote ofre-
cio d e un señor o iban a aumentar el numero d e los "clérigos cía al fiel un pedacito d e p a n empapado en el sanguis; l a d e
vagos" o vagabundos. pan, que en Occidente era siempre ázimo, n o se ponía y a en
la mano del comulgante, sino directamente en la b o c a . ' A ' l o s
2. Liturgia*—Como en el Oriente ortodoxo prevaleció la que no comulgaban se les daba en algunas partes hostias ben-
liturgia de Constamünopla, así en todo el Occidente se advierte ditas, pero no consagradas (ealogias). Hacia el año 800' nacen
una tendencia a la unidad, representada por la liturgia d e Roma. en las partes cantables d'e la misa los tropos (versas intercalares,
Desaparece la liturgia galicana en tiempo d e Carlomagno, no farciturae), que son como una paráfrasis del texto, y se multi-
sin dejar notables influencias en la romana. Se levantan acusa- plican las secuencias (prosa, prosala).
ciones e n el siglo X contra la mozárabe o visigótica; Alejan- E n la misa mayor no debía faltar la predicación homilética.
dro II se empeña en aboliría, y aunque n o lo consigue, prepara Para facilitar este d'eber de obispos y párrocos se compusieron
el ataque definitivo, que le dará su sucesor. Con la reina Mar- algunos sermonarios que sirviesen d e modelo. E l Homiliario. de
garita (f 1093) se introduce en Escocia la liturgia romana, y lo Paulo Diácono "Warnefrid", entresacado de los Santos Padres,
mismo sucede eni Irlanda poco después con Malaquías, arzobis- por orden d e Carlomagno, prestó grandes servicios, por más
p o d e Armagh (f 1148). T a n sólo el rito ambrosiano d e Milán que la predicación al pueblo sencillo se hacía en la "lingua rus-
resiste eficazmente a la presión que se le hace en Roma. tica" y en forma muy elemental.
Desde el siglo vil se generaliza la costumbre de las misas E n la recitación del Breviario se fijara y determinan desde el
privadas, pues hasta entonces lo normal era que se celebrase siglo vil las diversas horas, aunque todavía e n el siglo ix los
el santo sacrificio de manera solemne, con asistencia del clero maitines, prima, tercia, sexta, nona y completas se rezaban con
y del pueblo. E n adelante bastaba, en representación d e la co- cierta libre variedad, y los maitines, sobre todo, en forma más
munidad cristiana, uno que ayudase a misa. C o n esto s e mul- breve o más larga, según las circunstancias.
tiplicó extraordinariamente el número d e misas, y a que n o sola- E l canto eclesiástico o gregoriano, que tanta importancia •
mente las decían—o podían decirla diariamente:—todos los sacer- llegó a tener en la liturgia, se difundió desde la Schola cantorum
dotes, sino que algunos celebraban varias al día, aunque en de Roma a otras iglesias, primero a las d e Kent y York en In-
diversos altares. Hubo concilios en el siglo x que prescribieron glaterra; después a Lis d e Metz, Soissons y a los principales
celebrar tres veces en determinados días y n o faltaron sacerdo- monasterios benedictinos d e Europa. Algo d e la majestuosa gra-
tes que fueron más adelante todavía, de forma que el concilio vedad gregoriana empezó a perder el canto cuando a la homo-
de Seligenstadt (1022) tuvo que prohibir que cada sacerdote fonía sustituye el organum, o diafonia; el discantas y la polifo-
dijese más d e tres misas diarias. Los ornamentos litúrgicos del nía, cuyos primeros rudimentos suelen atribuirse al monje
sacerdote y del diácono, así como los paramentos del altar, tal Hucbaldo d e Saint-Amand, e n Flandes (f 930). E l órgano, "rey
como los enumera el concilio d e Coyanza, eran idénticos a los de los instrumentos", se introduce en las iglesias d e Occidente
de hoy. durante los reinados de Pipino el Breve y d e Carlomagno.
Consecuencia de la multiplicación d e las misas fué la multi- Las campanas, nombre cuya etimología procede, si hemos
plicación) de altares que vemos levantarse en las iglesias r o - de creer a iW. Estrabóro, d e Campania, por haberse inventado
'mánicas y después en las góticas, a diferencia d e las basílicas en esta región, fueron introducidas en Francia p o r monjes fes-
antiguas, que sólo tenían el altar mayor. coceses e irlandeses en el siglo vil. Pronto las vemos en todas
Multiplicadas las misas, no se multiplicaron las' comuniones,
antes al contrario. Y a el pueblo n o comulgaba más d e tres veces tutina, Missas et omnes horas audiant, opus servile non exerceant,
al año (por Navidad, Pascua y Pentecostés) y aun muchos se nec sectentur itinera, nisi orationis causa, aut sepeliendi mortuos,
aut visitandi infirmos, aut pro regis secreto, aut pro saracenorum
contentaban con la comunión pascual, p o r más que se recomen- Ímpetu" (MANSIJ Concilia XIX, 788). Véase la bibliografía que
daba la costumbre antigua d e comulgar todos los domingos B. citamos en el capítulo correspondiente de la segunda parte. P a r a
la historia de la liturgia, remitimos al lector a obras especiali-
0
E n cambio, era costumbre que el pueblo en masa asistiese zadas. Suele tratar de ella ampliamente DOM C. POULET, Histoire
no sólo a la misa, sino también a otros oficios litúrgicos, como du Christianisme. Moyen dge (P. 1934) p. 78-88; 937-62. Sobre la
Vísperas, maitines, etc. Del concilio de Coyanza es este canon: historia de la misa, véase el libro ya citado de Jungmann, funda-
"Sexto vero, titulo admonemus, ut omnes Christiani die Sabbati mental, v M. RiQHETrr, Historia de la Liturgia (2 vols., BAC,
advesperascent© ad ecelesiam cpncurrant, et áie. pominica, Ma- Madrid 1955-56).
270 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. 10. GOBIERNO Y DISCIPLINA DE LA IGLESIA . 271

las iglesias, no sin ser antes bendecidas, para convocar a los vestido d e cilicio en vez d e púrpura, con ceniza en vez d e c o -
fieles a los oficios divinos, tocar a difuntos1, anunciar incendios, rona, entregó a Dios su espíritu.
conjurar tempestades, etc. Celosos promotores de la confesión privada eran.los monjes
escotoirlandeses, d e quienes proceden eni buena parte los libros
3. Penitencia pública y privada. El entredicho*—La peni- penitenciales. San Crodegando a sus canónigos no les exigía
tencia pública, conforme a los antiguos cánones, seguía en uso más que dos veces al a ñ o la confesión, que debía hacerse al
durante esta época siempre; que se trataba d e pecados públicos. obispo o a un sacerdote que él designara.
Y se sometían a ella aun los reyes, como don Sancho Ramírez, Las más graves penas eclesiásticas eran la excomunión y el
que hubo deshacerla ante el altar de San Vicente de Roda por entredicho. Por la excomunión se le prohibía al pecador la en-
haber usado indebidamente de los bienes de la Iglesia. Debían trada en el templo para los Oficios divinos y cualquier parti-
los presbíteros hablar a los pecadores públicos y amenazarlos pación d e los sacramentos, así como también la sepultura ecle-
con la excomunión, si n o se reducían a penitencia. Cuando los siástica. A veces se limitaba a un número determinado de años,
delitos eran extraordinariamente graves, n o era raro quetelpe- y siempre podía, en caso de muerte, recibir la absolución y,.la
cador espontáneamente o p o r mandato del obispo acudiera a Eucaristía. Si tel excomulgado era clérigo, quedaba privado de
Roma peregrinando para recibir la absolución del papa. Las sus beneficios y d e toda jurisdicción eclesiástica, y a veces
penitencias que solían imponerse, según la mayor o menor gra- también se le desposeía del oficio.
vedad del pecado, constaban en los libros llamados penitenciales,
de los que el más conocido es el que se dice d e Teodoro, obispo El entredicho era más universal. Consistía en la prohibición
d e Caniterbury {f 690) s * . Desde el siglo rx se nota una reac- de celebrar cualquier función litúrgica en una iglesia, o.en todas
ción contra cierta blandura introducida por losi mismos peni- las iglesias de una diócesis y aun d e un reino entero. General-
tenciales, y vemos que los obispos y sínodos y papas establecen mente se hacía para quebrantar la pertinacia de los príncipes
penitencias más severas, a veces d e largos años de exclusión o de los n o b k s que) habían violado los derechos de la Iglesia o
de la comunidad cristiana y de prolongados ayunos a p a n y cometido alguna otra grave injusticia. Y en aquellos siglos de
agua, de anidar descalzo, n o vestir ropas d e lino, estar recluido mucha fe producía seguro efecto, pues el pueblo^ cristiano n o
en un monasterio durante la Cuaresima, abstenerse del uso del podía tolerar por mucho tiempo! la privación d e lo¡> sacramentos
matrimonio, etc. Otras veces se imponían peregrinaciones a le- y demás solemnidades litúrgicas.
janos santuarios, o bien flagelaciones corporales, tan alabadas Adivínese la impresión d e tristeza y desolación que causa-
por San Pedro Damiani y Santo Domingo Lorigado ("f 1062). rían medidas como estas que decretó el concilio Lemovicense
de 1031 para todo el Limosin: N a d i e recibiría sepultura sagra-
Digna d e tenerse en cuenta es una transformación que los da, a excepción de los clérigos, los mendigos, los peregrinos y
monjes escotoirlandteses operan en el régimen penitencial: la los niños menores d e dos años. Los Oficios divinos tan sólo se
llamada redemptío. Primero sel introduce la conmutación de una permitía celebrarlos en secreto. E l bautismo debía concedterse
penitencia por otra, V. gr„ el concilio d e Tribur (895) permite al que l o pidiese, y los últimos sacramentos a los moribundos,
que< en determinados casos, en Vez d e ayunar el miércoles, vier- pero p o r lo demás el culto quedaba suspendido. C a d a tres h o -
nes y sábado de una semana, s e pague un denario o se dé de ras el doblar d e las campanas recordaría a todos que debían
comer a tres pobres. Otras veces el ayuno dte un mes a p a n y arrodillarse o inclinar la cabeza para pedir a Dios el cese d e
agua se conmuta con el rezo d e 1.200 salmos d e rodillas. N o esta tribulación. L o s altares deberían desnudarse y quedar como
se puede negar que e n l a redemptío pecuniaria s e ocultaba un el día d e Viernes Santo, más todavía, pues hasta las cruces y
grave peligro espiritual y canónico, que la Iglesia no tardó en cualquier ornamento deberían esconderse. Se prohibían las. bor-
descubrir y condenar (come. Rouen 1048)'. N u e v a tendencia das. Nadie comería carne n i otros alimentos que los que sé pter-
a la mitigación d e la disciplina penitencial veremos aparecer mitten en Cuaresma. Y ni clérigos ni laicos podían entretanto
en el siglo xi con la concesión de indulgencias. cortarse el cabello ni hacerse la barba. Y a se comprende que
E n España los moribundos solían vestirse dte áspero sayal los causantes de tales penitencias y castigos tenían que rendirse
para morir como penitentes. Así lo vemos en Alvaro Cordobés a la voluntad de la Iglesia, a fin d e n o exasperar al pueblo 6 .
y en el piadoso rey Fernando I, que mandó ser conducido a la
iglesia d e San Isidoro, d e León, y colocado sobre el pavimento, 4. Ayunos y tiestas* Culto de los santos y de las reliquias*—
Todos los días de la Cuaresma eran de ayuno, excepto el
domingo, en el cual se guardaba sólo abstinencia. Desde el si-
"• ML 99, 927-980. Los penitenciales españoles, en S. GONZÁLEZ,
La penitencia en la Iglesia primitiva española (Salamanca 1949). 0
,A.péjidices. MANSI, Concilia XIX, 541-542; L. GODEFROY, Interdit, en DTC.
272 , . * . i . DB CARLÓMAGNO A GREGORIO vil C 10. GOBIERNO Y DISCIPLINA DE LA IGLESIA 273

glo vil, con objeto dte que la Cuaresma (Quadcagessima), con- quier santo era poseer un riquísimo tesoro. El mayor obsequio
forme a su nombre, tuviese realmente cuarenta días de ayuno, que podían hacer los papas a los reyes o príncipes, obispos o
se adelantó su comienzo (capuí ieiunii) al miércoles de Ceniza, abades era enviarles una reliquia de tantas como guardaba
Siendo la Cuaresma tiempo de penitencia, estaban prohibidas Roma. Sancho I de León -(j- 965) y su hermana doña Elvira se
las diversiones públicas, la caza, los procesos judiciales, las sintieron felices al conseguir traer de Córdoba el cuerpo del
nupcias y aun el uso del matrimonio, si bien esto no por ley joven mártk San Pelayo. Enrique I el Pajarero cedió a Ro-
general. Días de ayuno eran también los de las cuatro témporas, dolfo de Borgoña una parte de Suabia a cambio de una lanza
los de rogativas y en Adviento. artísticamente forjada con un clavo de la crucifixión de Cristo.
El ayuno era riguroso^ N o se podía tomar alimento ni be- La traslación de las reliquias solía dar origen a solemnes fiestas'
bida alguna, ni agua siquiera, hasta las seis de la tarde, es de- litúrgicas, que se perpetuaban anualmente en el calendario. Al
cir, hasta el rezo de vísperas, que solía ser a esa hora. Carlo- firmar las paces con el rey de Sevilla, estipuló Fernando I de
magn'o adelantaba las vísperas y consiguientemente la hora de León se le entregasen los restos de Santa Justa o de Santa Sa-
comer. En muchas partes se puso como límite del ayuno la hora bina, y ya que ni los de una ni los de otra pudieron descubrirse,
de nona, o sea las tres de la tarde. Mas como era muy duro hizo que se le entregasen las reliquias de San Isidoro, que fue-
pasarse las veinticuatro horas con una sola comida, sobre todo ron llevadas en magnífica carroza de ciudad en ciudad, pasando
en días sucesivos y continuos, la Regala Magistri permitía que por Salamanca, hasta León.
los monjes, concluido el trabajo de la tarde, se reuniesen a to- Por más que las leyes de la Iglesia prohibían la falsifica-
mar un vaso de posea, 'o agua acidulada; más tarde, un vaso ción y la venta de reliquias, así como el valerse de ellas para
de vino; esto es lo que se llamó collatio, porque en ese tiempo usos supersticiosos, ciertos abusos fueron imposibles de evitar.
se leía a los monjes reunidos algún capítulo de las Collationes Hubo quienes para averiguar si eran auténticas o no las some-
de Casiano. Generalizada y extendida a todos los fieles esta tieron a la prueba del fuego, esperando de Dios un milagro en
colación, se permitió desde los comienzos del siglo xin, "ne caso afirmativo. N o faltó algún codicioso clérigo, como el diá-
potus noceat", añadir algún ligero alimento. cono Deusdona, que se enriqueció con el tráfico de las múltiples
El calendario litúrgico se enriquece con nuevas fiestas. Se reliquias que los papas del siglo rx mandaron sacar de las Ca-
redondean los tres ciclos: el de la Pascua, el" de Pentecostés y tacumbas. Y si todas las que se vendían como tales fueran autén-
el de Navidad. El calendario de Roma acepta las fiestas de al- ticas... Pero vemos que en tres distintos lugares se glorían de
gunos santos no romanos, y cuando el calendario romano es poseer la cabeza de San Juan Bautista; Ueganí a treinta y tres
adoptado en el Imperio de Carlomagno se generaliza el culto los clavos de la cruz que se veneran en diversas partes; la aba-
desa Ermentrude de Jouarre habla de reliquias absurdas, verbi-
dé muchos mártires y santos de la Ciudad Eterna. Del Oriente gracia, del árbol del paraíso y del trigo de la parábola (de fru-
pasan a Occidente las principales fiestas de la Santísima Vir- mento seminato in agro Domini). Todavía a fines del siglo xvii
gen: la Purificación, la Anunciación, la Asunción, la Natividad. sabios como Mabillon creían en la autenticidad de la "lágrima
La fiesta de la Santísima Trinidad, que aparece en Lieja en los de Cristo" venerada en Vendóme. Angilberto, yerno de Carlo-
albores del siglo x, no tarda en propagarse a otras iglesias. La magno, pone una interminable letanía de santos cuyas reliquias
de Todos los Santos se celebra desde el siglo* vil en Roma y se veneraban en su monasterio de San Ricario, y entre las! cier-
desde el IX en todas partes. La devoción a San Pedro y a los tas enumera algunas de candela quae.in natívitate eius (Christi)
demás apóstoles hace que se instituyan fiestas en honor de cada accensa est... de sepulcro innoceritium... de lignis ttium tabev-
uno de ellos. San OdÜón, abad de Cluny, ordena que en sus naculorum (¿los que quería hacer San Pedro en el monte de la
monasterios se tenga la Commemoración de Todos los Difun- Transfiguración?)... de lacte sancíae Mariae... de barba sancii
tos, de donde pasará a toda la Iglesia. Peirí''. El monje García, de Cuxá, escribe al obispo Oliva, de
En el ritual se introducen nuevas ceremonias, como la bendi- Vich, que en su monasterio se guardan reliquias de los pañales
ción y procesión de los ramos, la imposición de la ceniza, etc. del Niño Jesús, de la barba de San Pedro, del pan multiplicado
Crece la devoción popular a los santos, y entre otras mil por Cristo y teliquiae ipsius gloríosi Atchangéli Michaelis 8 .
manifestaciones de esta devoción sobresalen las peregrinaciones
a los más venerandos santuarios, especialmente a los Santos La superstición se infiltró indudablemente en el culto de las
Lugares de Tierra Santa, a Roma, a Santiago de Compostela, 1
a. San Miguel del Monte Gargano, a San Martín de Tours. 8
M L 99, 845.
Con o t r a s muchas de infinitos santos, como de todos los
Otra manifestación de lo mismo es la veneración de las reli- apóstoles, de San Lorenzo, Santos Justo y Pastor, las dos Eulalias,
quias, que llegó hasta el exceso. Poseer alguna reliquia de cual- e t c é t e r a (ML 141, 1447).
C. 10. GOBIERNO Y DISCIPLINA DE LA IGLESIA 275
274 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII

reliquias, pero también e s cierto que esta piadosa costumbre d e episcopales. Recogemos aquí los nombres escuetos d e algunos
venerar los cuerpos de los santos hizo que se desterrasen otras de ellos, y a que hablar de cada uno nos llevaría muy lejos.
costumbres supersticiosas, resabios del paganismo, sobre todo E n Italia descuellan los papas León III {+ 816), Pascual I
en los pueblos recién convertidos 9 . (f 824)', León I V (f 855), Nicolás I (f 867) y León I X (t 1054);
el unonje cardenal Pedro Damiani (f 1072); los obispos Atón
5. Constelaciones de santos*—La canonización de un santo de Vercelli (f 960) y Raterio d e V e r a n a (f 974); Pedro Urseolo,
o su elevación al honor d e los altares (elev.atio ossium) hacíala antiguo dux d e Venecia (f 997); el arcediano d e Aosta Bernar-
el obispo para cada diócesis, atendiendo a la vox populi y a la do de Mentón (f 1081), patrono d e los alpinistas, y los monjes
fama sanctitatis et miraculorum. L a declaración d'e un sínodo de tipo .anacorético J u a n ' d e Parma (f 980), Juan de Ravena
provincial o nacional hacía que el culto se extendiese a toda la (f 1000)-, San Nilo (f 1005), Romualdo ( j 1027), fundador de
archidiócesis o a la nación entera. Abusos hubo, sobre todo en los camaldulenses; Raúl de Gubbio (f 1065). Juan Gualberto
Oriente, v. gr., cuando Focio mandó consagrar templos eni h o - (f 1073;), fundador d e Vallombrosa, etc.
nor del joven, p o r él canonizado, Constantino, hijo de Basilioi I, E n España, Beato o Bieco d e Liébana, campeón de la lucha
o cuando el emperador León hizo canonizar a sus dos primeras contra el adopcionismo; Eulogio d e Córdoba (f 859), con los
mujeres, Teófano y Z o é , Mayor todavía fué la audacia d e N i - numerosos mártires d e la mozarabía (Columba, Digna, Áurea,
céforo Focas (f 969) al pretender que fueran venerados como Flora, Leocriciía, Amador, Fandila, Argimiro y otros de aquella
mártires todos los soldados muertos eni el campo de batalla, a centuria); el niño Pelayo (f 925); Argéntea (f 937), hija de
lo que los obispos se opusieron decididamente. Ornar ben Hiafsun; Vitores o Víctor Cerezano (f ca. 850); Vin-
El papa Alejandro III reservó a la sede romana el derecho tila (f 890); Genadio, obispo d e Astorga {f ca. 920); Rosendo,
de la canonización (1170), pero la primera canonización ponti- monje d e Celanova y obispo d e Dumio (f 977); Froilán, obispo
ficia, de carácter solemne y universal, fué la de San Ulrico, de León (f 905); Atilano, obispo de Z a m o r a (f 1009); Tigridia
obispo de Augsburgo, puesto en el número d e los santos por de O ñ a (f 1011); Artnengol, obispo de Urgel (+ 1035); Vere-
Juan X V el a ñ o 993. mundo, del monasterio de Irache (-j- 1054)'; Casilda (s. x i ) ; Iñi-
Los nombres de los santos, confesores, mártires, y vírgenes, go d e O ñ a (f 1068); García, del monasterio d e Arlanza (f 1073);
se catalogaban en los libros llamados martirologios. Al antiguo Sisebuto, del de Cárdena {\ 1068); Oria la Emparedada (Áurea,
Martirologio jeronimiano sucedieron otros más extensos con f 1100), y San Juan d e Ortega, que muere y a entrado el siglo xii.
noticias de la vida y muerte de cada santo. Así empezó a flo- E n Francia, San Benito d e Amiano (f 821); Pascasio Rad-
recer una exuberante 'literatura hagiográfica, de la que son berto (f 865); los abades Odón (f 942), Mayeul (f 994) y Odi-
principales representantes en el sigla vin el martirologio d e San lón d e Cluny (f 1048); GuÜberto d e Gembloux (f 962); Adal-
Beda, y eni el ix el de Floro, diácono d e Lyón; el del monje berón, obispo de Reims ( t 989); el conde Gerardo de Aurillac
Adán (después obispo d e Vienne); el de Usuardo, monje de (f 999); Fulcran, obispo d e Lodéve ( t 1006); Abbón, abad de
San Germán d e París, etc., junto con una larga serie d e biogra- Fléury y obispo de Winchester ( | 1004); Thierry de Provins,
fías particulares d e santos. obispo d e Orleáns (f 1022); Fulberto d e Chartres (f 1029);
E n una época d e costumbres t a n rudas y bárbaras, no dejan W a z ó n de Lieja (f 1048); Teobaldo, hijo del conde de Cham-
de florecer en todos los países, aun en los días más difíciles, pagne (f 1066), y otros muchos.
Santos ilustres de virtud heroica, que saben juntar admirable- E n Inglaterra, los tres arzobispos d e Canterbury, Odón
mente la oración, la penitencia y la acción pastoral y apostó- ( | 959), Dunstan (f 988), que tanta influencia ejerció en la vida
lica, l o mismo e n el silencio d e los claustros que en las cátedras religiosa del país,-y Elfeg (Elphegus, f 1012); los reyes anglo-
sajones Edgar (f 975)', su hijo y' sucesor Eduardo (f 978) y
Eduardo el Confesor (f 1066); Etelwoldo, abad d e Abingdon
• Otros abusos, como las ordalías, véanse en el capítulo sobre y obispo d e Winchester (f 984)'; Oswaldo, obispo d e Y o r k
"El feudalismo y la Iglesia". Que la Iglesia combatió enérgica-
mente toda clase de supersticiones, creencias en amuletos, fór- (f 992), y, en fin, las abadesas, Merwinna (f 1000) y Elfleda
mulas mágicas, brujerías, encantamientos, sortilegios y otros mil (t 1050).
restos de paganismo, lo testifica el concilio de Leptines (743) E n Alemania brillan por su santidad principalmente los obis-
con su "Indicuius superstitionum et paganiarum", el • de Com-
postela (1056), las colecciones canónicas de Reginón de Prüm pos, después del anglosajón San Bonifacio y otros compañeros
y de Burcardo de Worms, etc. Cf. ALFREDO LEHMANN, Aberglaube de apostolado. Casi todos proceden del monacatoi. Recordemos
und Zauberei von den (litaren Zeiten bis ín die Gegenwart (Stutt- .a Adalberón, obispo d e Augsburgo (f 910); Ulrico, d e la misma
gart 1925); MAC KENNA, Paganism and pagan survivals in Spaín
(Washington 1938). sede (f 973); Conrado d e Constanza ( | 976); Bruno de Colonia
276 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII c. 11. LA VIDA MONÁSTICA 277

(f 965), Peregrino de Passau (f 991)', W o l f a n g o de Ratisbona ción de la oultura antigua y a la misma educación civil y política
(f 994), Adalberón de Metz (f 1005), Willigis de Maguncia de Occidente. Bien ha podido ser llamado San Benito "el P a d r e
(f 1011), Heriberto (f 1021) y Annón de Colonia (+ 1075)', de Europa" por la labor omnipresente y soberanamente civili-
Bernardo d e Hildesheim (f 1022) y Gotardo, su sucesor (tl039); zadora que desarrollan sus hijos ihasta el sigk> xn inclusive.
Burcardo'de W o r m s (f 1025); Conrado de Tréveris (f 1066)'; E n Italia las invasiones de los longobardos habían acarrea-
Bennon de Osnabrück {f 1088) y el emperador Enrique II do a los monasterios gravesi desastres físicos y morales. E n 580
(f 1024), casado con Santa Cunegunda {f 1033). la abadía de Montecasino fué saqueada y destruida, teniendo
Añadamos el nombré del apóstol de Éscandinavia y arzobis- los monjes que refugiarse en Roma, llevando consigo el ¡manus-
po de Hamburgo, San Anscario (f 865). Noruega se gloría de crito de la Regla, pero dejando enterrados eri un oratorio los
su santo rey O l a f J I (f 1030), como Dinamarca de Canuto II cuerpos de San Benito y Santa Escolástica, que más tarde fue-
(t 1086). E n Suecia murió mártir el monje Esteban (Staffan, ron trasladados a Fléury-sur-Loire. Con el alborear del siglo Vin
f 1072). Antes de San Adalberto, arzobispo de Praga (f 997), se advierte un primer movimiento de restauración!. E n Subiaco,
florece la santidad heroica entre los checos con su príncipe San jiunto a la cueva primitiva de San Benito, se establece la vida
Wenceslao (f 929). E n Moravia y pueblos convecinios brillan monástica (705), y poca después, ten 717, un ciudadano d e Bres-
las dos excelsas figuras d e Cirilo {\ 869) y Metodio (f 885). cia llamado Petronax, por consejo d e Gregorio II, se retira a
Los polacos se honran con San Estanislao de Cracovia {f 1079). las ruinas de Montecasino, donde vivían algunos ermitaños,
E n Rusia, el rey San Wlodimiro (f 1015) trae a su pueblo emprende la reconstrucción del monasterio y recogiendo, según
al cristianismo, y en Hungría, el príncipe Emético con su pa- parece, las antiguas costumbres casinenses conservadas entre
dre San Esteban (j* 1038), cuya obra completará uno de sus los monjes d e Letrán, instaura la vida benedictina, ayudado por
sucesores, San Ladislao (f 1095). Eni Oriente, antes del cisma, el inglés S a n iWillebaldo, futuro obispo de Eichstadt, que, a su
no es menor la afloración de santos. Bastarían a demostrarlo
los patriarcas constantimopolitanos Germán {-f 740), Tarasio
(f 806), Nicéforo (f 829) y una legión de monjes, en la que (París 1668-1701) 6 vols. Las de los demás en los Bolandistas:
figuran Juan Damasceno (f 749), Andrés, arzobispo de Cre- AA. SS. Muchas se hallan también en Migne, como introducción
a los escritos del respectivo autor. Las reglas y costumbres mo-
ta {f 740), Esteban el Joven (f 767), Nicetas (+ 824), Teodoro násticas, en L. HOLSTEnsr, Codex regularum monasticaTum (Au-
Estudita (f 826), eibc. gust. Vindelic. 1759), y B. ALBERS, Consvetudines monasticae (Mon-
tecasino 1900-1912). La Regula Chrodegandi, en MANSI, Concilia
U n a cosa merece subrayarse en este glorioso desfile de XXV, 314-332. La Concordia Regularum del mismo, en ML 103,
figuras relevantes, y es que si todas y cada una d e ellas con- 702-1380. La Institutio Canonicorum e Institutio sanctimonialium,
tribuyeron en lo posible a levantar los ideales y espiritualizar en MGH, GonciUa aevi Carolini II, 307-421 y 421-156.
la vida d e sociedad en que vivían con el ejemplo d e sus heroís- BIBLIOGRAFÍA.—Citaremos tan sólo algunas obras generales,
en las que se hallará toda la bibliografía apetecible: M. HEIM-
mos sobrenaturales, también fueron parte cori su cultura, su BUCHER, Die Orden und die Kongregationen der katholischen
enseñanza o sus escritos a elevar humanamente el nivel inte- Kirche 2 vols. (Paderborn 1934); ST. HILPISCH., Geschichte des
lectual y moral de aquella civilización. benedikttnischen MSnchtums (Freiburg in Br. 1929); L. DA-
VID, O. S. B., Les grandes abbayes d'Occident (Lille 1908); U. BER-
LJ.ERE, L'Ordre monastique des origines au XII siécle (Maredsous
1924); C." DE MONTALEMBERT, Les moines d'Occident (Paris 1860-
1877); DOM P H . SCHMITZ, Histoire de VOrdre de Saint Benoit:
CAPITULO XI I. Origines, diffusion et constitution jusqu'au XII* siécle; II. Oevr
vre civilisatrioe jusqu'au XII" siécle (Maredsous 1942); J. NAR-
BERHAÜS, Benedikt von Aniane (Münster in W. 1930). Fundamental
La vida monástica * es la obra de E. LESNB, Histoire de la propriété écclésiástique en
France (Lille 1910-1943) en 6 vols., de los cuales los más impor-
tantes para el objeto de este capítulo son: II. La propriété écclé-
I. . PRIMEROS CONATOS DE REFORMA siástique et les droits régaliens á Vépoque carolingien (1922-1928);
ITX L'inventaire de la propriété; Eglises et trésors des églises
1. E l monasterio carolingio.—Incalculables son los servi- du comencement du VIII siécle á la fin du XI s. (1936); VI. Les
Eglises et les monastéres, centres d'accueil, d'explotation et de
cios que el monaquisino—y más en concreto, el benedictinis- peuplement (1943); E. SACKUR, Die Cluniacenser in ihrer kirchli-
rao—ha prestado a la cristianización de Europa, a la conserva- chen und allgemeingescMchtlicJien Wirksamkeit bis zur Mitte des
elften Jahrhunderts (Halle 1891-1894) 2 vols.; DOM M. MARRIER,
* FUENTES.—Las más antiguas biografías de los santos aquí Bibliotheca Cluniacensis (Magon 1614, reedit. 1915); J. PÉREZ DE
mencionados, si entran dentro del benedictiiiismo, pueden consul- URBEL. Los monjes españoles en la Edad Media, 2 vols. (Madrid
tarse en DOM MABILLONJ Acta Sanctorum Ordinis 8. Benedicti 1934),
278 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 11. LA VIDA MONÁSTICA 279

vuelta de Palestina, se quedó a hacerle compañía. Creció la bajan en las oficinas y talleres y muchas veces son ellos los
comunidad, y el papa Zacarías n o sólo les envió la Regla ma- canteros y alarifes que levantan la fábrica del monasterio.
nuscrita del fundador, sino que obtuvo d e los monjes de Fléury Primitivamente eram escasísimos los sacerdotes' en cada co-
la restitución de las reliquias del santo patriarca. Montecasino munidad, los suficientes para el oulto y administración de los
volvió a ser la abadía-madre del benedictinísimo. sacramentos. En la época carolingia crece el número de sacer-
Allí llegaban en 747 el abad de Fulda, Sturmio, enviado por dotes, a la par que se multiplican los criados y colonos. D e los
su maestro San Bonifacio para aprender la genuina observancia 300 monjes d e Céntula, siendo abad San Angilberto (f 814),
casinense. Allí ,se| veíam poco después San Ludgero (784)' y San s o n ' sacerdotes 32. Entre los 250 de San Gall, se, cuentan 42
Adalardo, primo este de Carlomagno, deseosos de llevar el sacerdotes y 60 clérigos menores. Y e n Sara Dionisio hay un
espíritu de San Benito a sus abadías de W e r d e n y Corbie. obispo, 33 sacerdotes, 17 diáconos, 24 subdiáconos y siete acó-
En 787, el abad casinense Teodemar recibía unas letras de Carlo- litos, siendo la comunidad de 125 monjes. Todavía más nume-
magno -pidiendo le enviase a Francia algunos monjes que res- rosas eran otras comunidades, como la de Fulda, que contaba
tableciesen la disciplina y unificasen), la vida monacal. El rey 400 monjes, y la d e Corbie, 350, sin que entren en la cuenta los
franco, así como quería una sola liturgia e n sus vastos estados, novicios tii los clérigos que el monasterio mantenía para atender
un solo código canónico y civil y una versión oficial de la a las parroquias que de él dependían.
Biblia, así también era partidario de una sola legislación mo- Bajo la suprema autoridad del abad, el monasterio carolin-
nástica. Teodemar le envió efectivamente unos monjes y con gio se gobernaba por el prepósito o prior, los decanos, el ca-
ellos el texto auténtico de la Regla benedictina, copiado del rnerario, dos celerarios y un senescal o procurador.
original; los Járonos que se cantábala en Montecasino y una Príncipes y grandes señores porfiaban en sus muestras de
reseña de las Costumbres Casinenses. Hacia el año 800 puede piedad y de devoción a los monasterios y a los santos allí v e -
decirse que la Regla dominante en todos los monasterios; de nerados. Las donaciones se multiplicaban) sin cesar.
Occidente, menos en España, es la de San Benito, más humana,
suave y armónica que la d e San Columbario. 3. Prosperidad y relajación,—Con la prosperidad material
que adquieren las abadías y con el favor d e los reyes, resulta
En adelante n o ste verían ya monjes giróvagos, ni monaste- imposible que los monjes vivan en la soledad de tiempos ante-
rios de •'costumbres peregrinas y reglas arbitrarias. Los Missi riores. "La abadía—escribe el P. Pérez de Urbel—se ha con-
dominici deberíaní atender a esto en sus visitas anuales, y Car- vertido en centro d e la vida económica, industrial, religiosa y
lomagno en los Capitularía legisla, ordena y dispone los usos nacional. E s un santuario, una escuela, un hospital, una hospe-
y costumbres de los monasterios 1 como si fuera el abad de los dería, una plaza fuerte, iun foco de población, un almacén, una
abades. oficina y un depósito de objetos d e industria y comercio. Las
2. O b r a religiosa y cultural de los monjes medievales*— chozas de paja d e los primeros solitarios habían sido reempla-
Mientras los monasterios que podemos decir1 d e vanguardia rea- zadas por grandes construcciones: iglesia, claustro, capítulo,
lizaban una maravillosa labor misionera, n o prevista por San dormitorio, cuadras, talleres, dependencias, que le daban el as-
Benito, otros fomentaban la agricultura en sus inmensas pose- pecto de una pequeña ciudad" 1 . Para el servicio del monasterio
siones, como la cultura intelectual en sus escuelas, y n o pocos, había sastres, zapateros, carpinteros, albañiles, herreros, fundi-
por medio d e sus influyentes abades, se mezclaban—a veces dores, cerveceros, bataneros, guarnicioneros, pergarnineros, jar-
más de lo justo—en los negocios de la corte y d e la política. dineros, d e los cuales unos eran matricular ios, o adscritos irre-
La ocupación principal del monje debía ser la liturgia (opas vocablemente al monasterio, y otros simples criados, que podían
Dei) y después el trabajo manual, si bien éste tiende a acortarse marcharse o ser despedidos cuando quiera.
a medida que los divinos oficios adquieren mayor solemnidad. D e su riqueza agrícola y pecuaria en tierras germánicas dan
Hasta hubo monasterios, como Corbie y Céntula o S a n Ricaxio, idea algunos datos que trae Hauck: Hersfeld, en un espacio d e
que reparten sus monjes en grupos, con objeto de que nunca, treinta años, recibió 2.000 fincas en 195 localidades; Lorsch,
ni d e día ni d e noche, falte e n el coro la Zatis perennis o per- en tiempo de Carlomagno, recibió más de 1.000 donaciones; las
petua alabanza a Dios. fincas que Fulda poseía en Turingia llegaban a 3.000; Prüm
Los monjes carolingios no labran el campo por sí mismos, poseía en el siglo IX 2.402 fincas d e tierra señorial y c a m p o s d e
sino por medio de los siervos, colonosi y vasallos dedicados al cultivo, que le producían 1.180 fanegas de trigo; d e las viñas
cultivo y laboreo de las granjas monacales; pero sí llevan la
1
dirección y aun se encargan personalmente d e la siega y d e J PÉRBZ DE URBEL, Historia de la Orden benedictina (Ma-
la recolección d e las mieses. Dentro del monasterio ellos tra- drid 1941) p. 120.
280 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vlt C 11. LA VIDA MONÁSTICA 281

sacaba 265 toneles de vino; de sus prados, 1.271 carretadas de cualquier ministerio exterior. Si en su primera época puede
heno, y era sus bosques se alimentaban 8.296 puercos. ¡Los mo- recordar a los monjes egipcios de la Historia Láusiaca o a los
nasterios de Francia, según Hilpisch, eran aún más opulentos. de S a n Fructuoso en el Bierzo, en lo restante de su vida se
Y en efecto, Dom Mabillon atestigua, basado en una recensión convirtió en el campeón de la prudente y sabia Regla de San
o cómputo del año 787, que en aquella fecha en que murió el Benito de Nursia B *.
abad laico de Fontenelle (después, Saint-Wandrille, en la dió- Leidrado de Lyón le pidió monjes para uno de sus monas-
cesis de Rouen) poseía este. monasterio unos 4.264 mansos, terios; lo mismo hicieron Teodulfo d e Orleáns y Alcuino. P o r
siendo un manso igual a doce yugadas o huebras, y disponía su influjo, abandonó el mundo el duque Guillermo de Aquitania, •
de 63 molinos, sin que entrasen en la cuenta las fincas que el y fundó, cerca de Aniano, el monasterio de Gellone. Carlo-
abad W i d o había dado a los hombres del rey o entregado a magno miró con buenos ojos la reforma anianense, pero sobre
otros en usufructo 12 . todo Ludovico Pío será siu amigo y protector y le apoyará con
Los abades tenían un poder e influjo social semejante al de todo su poder. Por comisión de este monarca fué visitando Be-
los obispos, y, como ellos, vivían frecuentemente en la corte, nito de Aniano todos los monasterios del reino, estudiando sus
convertidos poco menos que en funcionarios políticos, tenien- costumbres y sus antiguas Reglas monásticas, Reglas que com-
do a veces que intervenir con su gfeinite en las guerras y aun piló en su Codex regularum, y luego, para demostrar que no
capitanear a sus tropas, todo lo cual era causa de que no pudie- hay nada en la Regla benedictina, que esté en oposición con
sen atender debidamente al buen gobierno d e sus monasterios. las demás, escribió su Concordia regularum, que constituirá el
A pesar de los muchos nombres ilustres, por la ciencia y código de todos los monasterios por él reformados.
la santidad, que nos ofrece el monaquisino carolingio, no hay Intervino activamente en el concilio reformista d e Aquis-
que imaginarse todo áureo en aquella edad. Quedaban aún no grán (816-817). Allí levantó un monasterio tipo, del cual debía
pocas corruptelas de los tiempos merovingios y se sentían las extenderse la reforma a todos los demás. A San Benito de
consecuencias de la conducta de Carlos Martel, que se adueñó Aniano no le gustaba la variedad de costumbres en los monas-
de muchos monasterios y les impuso abades laicos. L a reforma terios; exigía a todos una rígida uniformidad d e vida y disci-
intentada por San Pirminio congregando diversos monasterios plina, inculcaba la obediencia, imponía la misa diaria, quitando
en torno a Reichenau fué bastante reducida. Los sínodos de un poco de tiempo al trabajo manual, y alargaba el Oficio di-
San Bonifacio y los decretos de Carlomagno fueron más efica- vino, añadiendo nuevos salmos. Mientras vivió el Santo, todos
ces, pero la misma prosperidad económica que en esta época los monasterios que aceptaron su reforma se hallaban como
alcanzaron las grandes abadías despertó la codicia de los po- federados bajo su autoridad suprema; muerto él, quedará tan
derosos, que procuraron apropiárselas. sólo cierta unión espiritual y fraterna, con algún-intercambio
de personal, especialmente de jóvenes, a fin de que se formasen
4. San Benito de Aniano (750-821)»—El más vigoroso es- a la sombra de monjes ilustres.
fuerzo para reducir al monje a la austeridad y sencillez primi-
tiva provino d e San Benito de Ainiano. Benito o -Witiza, hijo Floreció la reforma anianense durante el siglo ix en Aquis-
de un conde visigodo d e la Septimánia, se educó en la coarte de grán, San GalL Fulda, Reichenau, Ferriéres, Corbie, Tours¡;
Pipino el Breve y militó bajo Carlomagno en la campaña de pero los tiempos eran difíciles. Pronto con la anarquía feudal
Italia. Ansioso de oración y penitencia, se acogió en 773 a un vendrá la decadencia, hasta que en el horizonte se levante la
monasterio benedictino cerca de Dijón. El rigorismo extremoso estrella de Cluny.
de W i t i z a escandalizaba a sus hermanos, por l o cual hubo de 5. Monasterios reales, señoriales, episcopales» Años críticos.
separarse de ellos en 779 para establecerse en sus tierras de Cada monasterio o abadía tenía su patrimonio monástico en
Magalona, cerca del río Aniano, llevando una vida d e perpetuos tierras y posesiones muy extensas, y como éstas se hallaban a
ayunos y extremada pobreza. N o tardó en persuadirse que aquel veces diseminadas por muy diversas partes, era costumbre que
régimen monástico era inaceptable para muchos, y tornó a orien- en ellas hubiese cellae dependientes d e la abadía. La celia, lla-
tarse hacia la Regla de San Benito, interpretándola literalmen- mada también obedientia o prioratos, tenía un prior con algunos
te, siempre con tendencia al rigorismo, y haciendo que sus mon- compañeros que vigilaban la administración de la granja agrícola.
jes vivieran enteramente para el Oficio divino, la lectio divina Al principio los monasterios eran propiedad de un príncipe,
y el trabajo manual, alejados en lo posible del mundo y de un conde o un obispo, que los había fundado en sus propios
a 3
A. HATJCK, KirchengeseMchte Deutschlands (Leipzig 1922) II. * BERLIÉREJ L'ascese benedictino p. 27-72 y passim; AASS,
221-223. fefor. II, 910-21,
282 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C 11. LA VIDA MONÁSTICA 283

dominios. D e ahí que el señor, aun siendo laico, dispusiese de entraba en posesión hasta que recibía del señor el d o n de la
sus monasterios como de sus bienes patrimoniales. Los reyes abadía, lo cual s'e realizaba mediante la investidura simbólica o
carolingios abusaron de este derecho de propiedad, dando a entrega del báculo pastoral; el nuevo abad juraba fidelidad a su
condes, vizcondes y obispos, en premio de stus servicios, mul- señor-
titud de monasterios, que quedaban incorporados a las tierras Otra causa de la postración ten q u e cayeron muchos monas-
señoriales del nuevo propietario. terios debe buscarse en las ruinas y calamidades traídas p o r las-
E n el arden jurisdiccional eclesiástico todos los monasterios invasiones de los normandos, los húngaros y los sarracenos. N o
„—si excepción de los que obtenían la libertas romana—estaban es de maravillar que los monasterios, a,veces solitarios, fueran
bajo la autoridad inmediata del obispo, sin exenciones ni pri- arrasados, cuando las mismas ciudades episcopales cayeron bajo
vilegios. la garra violenta y rapaz d e los paganos invasores. Por efecto
' El abad debía ser elegido por los monjes mismos dte la co- de ello, vemos que desde 862 hasta' 990 faltan obispos en la
'munidad; tocaba al obispo aprobar y bendecir al electo y, en diócesis de Avranches; en Bayeux, d e 876 a 920; en Lisieux,
caso d e duda, examinar la validez de los votos. Sin embargo, de 876 a 988; en Séez, de 910 a 986; en Tregnier, de 870 a 950;
los propietarios d e la abadía se arrogaban el derecho d e nom- en Remites, d e 871 a 950; en Saint Brieuc, d e ,850 a 990, y en
brar por sí mismos al abad, poniendo e n ese cargo no al más Burdeos, Toulouse y buena parte del sur d e Francia, desde fines
digno y más apto para gobernar a los monjes, sino al que.les del siglo ix hasta la mitad del x. Naturalmente, no habían de
convenía o les parecía más conforme a sus propios intereses. correr mejor suerte los monasterios en aquellos años deplora-
Se adivinan las fatales consecuencias. bles. E l año 866 son presa del saqueo y de las llamas Fléury,
Frecuentemente los abades eran laicos, cuya solicitud se li- San Bertin, San Dionisio, Fossés, San Farón d e M e a u x y S o -
mitaba a la administración de los bienes temporales. Los abba- lignac; el 888, los monasterios d e Prüm y San Maximino d e T r é -
comités han dejado triste recuerdo en las historias monásticas. veris. Los húngaros destruyen el d e Nonánitula en 903; p o c o
Se daba este nombre a los abades que¡ p o r la importancia d e su después el d e Moyenmoutier, Senones, Etival y Saint-Dié;
monasterio habían recibido "el título d e condes, como los de en 924 se presentan en Lombaxdía y saquean Santa Justina d e
Céntula, y también a los condes que por tener! algún monasterio Padua; al año siguiente entran, sembrando muerte y destruc-
en sus dominios se nombraban a sí mismos abades y aun firma- ción, en el célebre d e S a n Gall, P o r otra parte, los sarracenos
ban "Comes et Abbas". A veces! estos abades seculares recibían acometen por el sur de Italia, llegando a destruir la abadía-
las órdenes menores, para pertenecer de algún modo al clero; madre d e Momtecasino en tiempo del abad San Bertario (f 883).
pero otras muchas eran enteramente laicos y construían casti- Mayor aún es la desolación que experimentan los monasterios
llos junto al .monasterio o convertían a éste en castillo, insta- de Irlanda y Gran Bretaña por las bárbaras incursiones de los
lándose en él con su mujer, sus hijos, sus hombres de guerra, hombres del Norte, Los ¡monijes irlandeses huyen en masa a las
escuderos, palafraneros, caballos, perros, etc. Ellos disfrutaban costas francesas. E n Inglaterra,, hacia el año 900, era poco- me-
del patrimonio y de los bienes monasteriales, dejando una mí- nos que imposible encontrar un monasterio. Sólo con San Duns-
sera porción (praebenda) para la mensa fratrum, de forma que tan (f 988), abad de Gastonbury y arzobispo de Canterbury,
los monjes, reducidos a la indigencia, se veían forzados a salir resplandeciente figura de enorme influencia, hasta el punto de
del monasterio y ganarse la vida mendigando o en oficios secu- ser apellidado "Emperador del rey", y con su discípulo y auxi-
lares 8 . liar San Etelwoldo {f 984), abad d e Abingdon y obispo de
Winchester, se inició la restauración d e los monasterios y d e la
Hubo en el siglo x condes piadosos que, reservándose a sí vida monástica, a la que poderosamente contribuirá el rey E d -
lo económico, encomendaron lo espiritual a un buen monje. gard con el concilio de W o r c e s t e f (967).
Arnoul, conde d e Flandes y abad de San Bertin, encargó a San
Gregorio d e Brogne la reforma de aquella abadía. Otros aban-
donaron del todo la abadía, poniendo* su gobierno en manos de
un monje autorizado y otorgando a los miembros de la comu- II. REFORMA CLUNIACENSE
nidad la Hcentía eligendi, si bien el abad por ellos elegido no
1. Luz en la noche; el monasterio de Qtuiy»—Entre las
8
Este cuadro tan tétrico de la situación monasterial está, to- sombras del siglo x se encendió una lucecilla que pronto había
mado en parte del concilio de Trosly (909), pero hay que tener de esparcir sus fulgores por toda la cristiandad. M e refiero a
en cuenta que, tanto en este capítulo como en otros, las palabras la fundación de Cluny, en la diócesis de Macón. U n noble, de
dé dicho concilio tienen un tono oratorio que revelan cierta exa-
geración. MANSI, Sacrorwm, Conciliorum... XVIII, 270-71. Borgoña, Bernon, acababa de fundar el monasterio de Gigny
C. i l . LA VIDA MONÁSTICA 286
m P. I. BÉ CAtetóMAÓÑÓ A értÉGÓRIÓ Vil

y de restaurar el de Baume, estableciendo la Regla de San Be- rosos, que asisten al coro, y los legos o frafres l&ici conversi
nito, según la reforma anianense. U n día se dirigió Bernon al (también barbad, iltiterati), q u e son una evolución d e los anti- <
piadoso Guillermo, duque de Aquitania y conde de Auvernia, guos famuli, seglares al servicio del monasterio, y que, incorpo-
pidiéndole para sus monjes una oscura aldea, rodeada d e bos- rados a la comunidad, siguen atendiendo a las faenas d e la casa
ques solitarios, que se decía Clung (Cluniacum). Accedió el du- y del campo. Los conversos, no obligados al silencio y a la
• que, y el 11 de septiembre d e 910 se fundaba el nuevo monas- clausura, aparecen primeramente en l o s monasterios' de Vallom-
terio, q u e debía ser exento d e toda jurisdicción civil y eclesiás- brosa. L a Regla de S a n Benito n o conoce más que monachi y
tica, como propiedad d e los santos apóstoles San Pedro y San pjieri oblati. ,
Pablo, en señal de lo cual pagaría cada cinco años un censo La fuerza dte Cluny estuvo^ en la exención de toda autoridad
de diez suteldos de o r o al pontífice d e R o m a 4 . Y a en 894 el civil y eclesiástica que n o fuera la del papa, o sea en su íntima
abad Bernon había puesto su monasterio d e Gigny bajo la pro- unión con Roma, prestándose a ser instrumento d e las miras
tección apostólica. Lo¡ mismo había hecho Gerardo d e Rous- universalistas del Sumo Pontífice; y también en la constitución
sillorí con los d e Véztelay (863) y Pothiéres (868), entregando federal, que agrupó en torno d e Cluny infinidad de monasterios,
la propiedad d e éstos monasterios a San Ptedro y a sus suce- abadías y prioratos d e todos los países, robusteciendo su pres-
sores (iurís sunt sancti Petrí) y comprometiéndose a pagar un tigio y la autoridad del abad general. Este nombraba directa-
censo anual d e dos libras de plata p o r cada uno d e ellos. Esta mente a los priores d e los muchísimos prioratos fundados o di-
costumbre de alcanzar la "libertas romana", obteniendo una es- rigidos por Cluny. E n 931 Juan X I confirmó la carta d e 910,
pecite d e inviolabilidad sagrada, como propiedad d e San Pedro poniendo la abadía bajo la protección apostólica y otorgándote
y del papa, vemos q u e se generaliza después d e Cluny, por plena inmunidad, con libertad d e elegir abad. Tales privilegios
ejemplo, e n las fundaciones de Lure (859)', Besalú (979), Lango- provocaron escandalosos conflictos d e los abades con los obis-
gne (999) y durante todo el siglo xi. . pos, mas, p o c o a poco, todos los monasterios y aun íntegras
El duque fundador d e Cluny, que s e había reservado el d e - congregaciones religiosas, alcanzaron de Ronia el derecho de
recho d e nombrar al primer abad, confió la dirección del mo- exención.
nasterio a Bernon, quien lo gobernó por espacio d e dieciséis N o sólo en la Borgoña y Aquitania, como hasta entonces,
años (910-926). Bernon implantó la más fiel y fervorosa obser- sino e n otras provincias d e Francia y fuera d e Francia extien-
vancia benedictina, haciendo dte Cluny un monasterio modelo de San Odón los nudos de su red monástica. Encuentra resis-
que atraía numerosas vocaciones d e gente que aspiraba a la tencia en algunos monasterios, que se oponen a la reforma, pero
santidad. Todos los príncipes y nobles que deseaban fundar o la humildad del gran asceta y su fama universal de santidad
restaurar un monasterio se lo encomendaban al abad d e Cluny, vencen todos los obstáculos. Peregrinando d e monasterio en
y éste se veía en la precisión d e enviar colonias de •monjes' clu- monasterio, montado en u n humilde asno, del que se desanomtaba
niaoenses, que inauguraban nuevos claustros o los reformaban, cuando topaba con un caminante fatigado, buscaba los monjes
poniéndolos bajo la dependencia del abad de Cluny. Esta vincu- más fervientes y con su apoyo ponía en marcha la reforma d e
lación era puramente personal; p o r eso Bernon renuncia a ella la Regla benedictina.
poco antes d e morir, nombrando abades para los diversos mo- Varias veces tuvo q u e ir a Roma, sea para pagar el censo
nasterios. El de Cluny se lo encomendó a su mejor discípulo, debido a San Pedro, sea para componer las terribles discordias
San Odón. entre el rey Hugo dte Provenza e Italia y el Princeps omnium
romanoTum Alberico. Este, hijo de la famosa Marozia, le nom-
2. San Odón. Esplendor cluniacense,—Fué San Odón (926- bró archimandrita d e todos los monasterios romanos y le cedió
942), e n su largo y fecundo gobierno, quien plasmó las carac- su casa del Aventino, que, transformada en la abadía d e N u e s -
terísticas cluniacenses. Urgió el cumplimiento de la clausura y tra Señora, será la escuela donde se eduque Hildebrando. D e
del silencio, para alejarse más del mundo y facilitar el espíritu San Pablo, extramuros d e Roma, pasó a introducir la obser-
de oración. Insistió sobre todo en la liturgia, aumentando las vancia cluniacense en las venerandas abadías de Subíaco y M o n -
horas del Oficio divino y haciendo que las ceremonias se cele- tecasino, en Salerno, en San Agustín d e Pavía, en San Elias de
brasen c o n solemne magnificencia. Éíi cambio hubo de restrin- Suppentone y en otras d e Italia. Sólo tropezó con obstáculos
girse el tiempo del trabajo manual. Y se acentúa por entonces . invencibles en la abadía d e Farfa, tiranizada p o r el monje Cam-
la división entre los sacerdotes o clérigos, cada día más nume- Pón, asesino del abad Ratfredo. Cuando la reforma s e instale
por la fuerza en Farfa y a habrá muerto San Odón.
* A. BBRNARD-A. BRUEL, Recmeil des chartes de Vabbaye de
Cluny ( P a r í s 1876-1904) t. 1, 124, n. 112. Doce años gobernó la abadía dte Cluny el monje Aymaro
286 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
C. 1 1 . LA VIDA MONÁSTICA 287

{Aymard, 942-954)'. Ciego y enfermo, descubrió en el prudente Viajero de Europa, como sus predecesores, este "Arcángel
y erudito bibliotecario Mayeul, o Mayólo, unas virtudes y cua- de los monjes", como le llamó Fulberto d e Chartres, siguió
lidades d e privilegio, lo que le movió a poner eni sus manos el agrupando abadías, prioratos y celias en torno a Cluny, d e tal
forma, que aquello fué tomando la forma d e una congregación
báculo abacial.
monástica bajo la alta dirección de un archiabad. L a influencia
3. E l abad San Mayólo.—San Mayeul o Mayólo (954-994), de San Odilón era grande en las cortes del emperador Enri-
hijo de noble familia aviñonesa, antiguo^ arcediano de Macón, que II, de Roberto el Piadoso d e Francia, de Sancho el M a y o r
acrecienta el prestigio y la influencia cluniacense, presentándo- de Navarra y hasta del rfey San Esteban de Hungría, recién
se en todas partes circundado d e ' una aur'eola de simpatía y convertido al cristianismo 16 . Y la supo utilizar, entre otras c o -
elegancia, como no se había visto hasta entonces la santidad sas, para la paz y concordia de los cristianos, promoviendo más
monacal. A semejanza d e S a n Odón, viajaba constantemente que nadie la tregua d e Dios (tregua Del).
promoviendo la reforma; pero en sus viajes sacaba tiempo para Lo que entonces se llamó O r d o Cluniacensis n o constituía
leer y saborear los libros de los filósofos:, de los Santos Padres propiamente una Orden religiosa, centralizada y unitaria bajo
y del Areopagita. Cuando hablaba en público, subyugaba por un superior general. Los vínculos jurídicos en aquella organiza-
la suave elocuencia d e su palabra, p o r la gravedad d e su razo- ción de monasterios puede decirse que n o existían. L o que les
namiento y hasta por la elegancia de sus gestos y actitudes. U n daba cierta unidad y cohesión eirá la común veneración a la
biógrafo o, más biem, panegirista contemporáneo alaba su be- gran abadía-madre, la sumisión al abad reformador, mientras
lleza angélica, su fisonomía serena, su dulce mirar, su acento éste vivía, y sobre t o d o la uniformidad d e espíritu y costum-
sublime, su andar grave, la conveniencia y armonía d e todos bres, uniformidad que procedía d e aquel código monástico ela-
sus miembros, de tal suerte, que "me parecía—dic'e—el más borado paulatinamente en Cluny, que, con el título d e Consue-*
hermoso d e todos los mortales", varón amado de Dios y d e los tudines cluniacenses, fué adoptado en todas las abadías y m o -
hombres, adornado con todo linaje d e virtudes B. Le distinguía nasterios. 7 .
en todo la sobriedad. C o n su bondad y trato exquisito se ganó
Bajo el influjo de Cluny surgen otros centros de reforma,
la admiración y la, amistad d e los papas, que le ayudaron a r e -
como el monasterio d e Fléury-sur-Loire y el de San Benigno
novar la vida benedictina en los monasterios romanos; del em-
de Dijon.
perador Otón y d e la emperatriz Adelaida, con cuyo favor pudo
implantar la reforma en el norte d e Italia y en algún monasterio 5. Quny ante la Historia.—La trascendencia de la refor-
alemán; de los reyes, de los duques d e Borgoña, Normandía, ma cluniacense en la historia del monacato y d e la Iglesia es
Aquitania, etc., que atendían sus consejos, le encomendaban sus manifiesta e indiscutible. Disputarán algunos sobre si es legíti-
abadías y favorecían con donaciones a Cluny. U n día del vera- ma y exacta la interpretación que Cluny dio a la Regla de San
n o de 983, atravesando los Alpes, fué capturado por los sarra- Benito, y muchos convienen en que se excedió en la extensión
cenos, desembarcados en Fraxinet, y sólo con un fuerte rescate concedida a la salmodia litúrgica, con merma y perjuicio del
obtuvo la libertad. Lleno d e méritos, murió el 11 áe ¡mayo trabajo manual. Someterán otros a discusión el influjo positivo
de 994, a los ochenta y ocho años d e edad. ejercido por los cluniacenses en la forma eclesiástica del si-
glo xi, y mientras los de una parte miran en aquella abadía la
También San Mayólo, antes d e morir, escogió al que había raíz de toda la recristianización de Europa intentada por los
de ser su sucesor. Y lo hizo con acierto. papas gregorianos, los dé la otra no quieren ver en Cluny más
4. San Odilón. Apogeo de Cluny.—San Odilón (994-1049) que una reforma restringidamente monástica sin miras univer-
era un temperamento muy distinto del de su antecesor. N e r - sales. Todavía entre éstos no falta alguno que se obstine en
vioso, vivo, corto d e estatura, d e rostro pálido y ojos llamean- negar valor reformatorio al movimiento cluniacense en algunos
tes, d e carácter enérgico y d e vida severamente ascética, n o se sectores, v. gr., e n el monaquisino español.
hacía duro a nadie, porque sabía campadecer y llorar; tenía el Pero no es posible cerrar los ojos a la acción bienhechora
don d e lágrimas. Si San Mayeul gobernó a Cluny p o r cuarenta que ejercen universalmente n o sólo en los monasterios de todo
años, San Odilón, por cincuenta y cinco; así pudieron imprimir
a aquella abadía su carácter definitivo y una dirección espiritual * Véase el satírico poema de Adalberón, obispo de Laón, en
segura y firme. que describe a Oydilo rex cluniacensis como a un emperador es-
coltado de monjes (ML 141, 775-776).
B * Antíquiores consueiudines Cluniacensis monasterii, en ML
ML 142, 951. También el autor de un himno litúrgico dice 149, 635-778; Statuta Oongreg. Cluniacensis, en HOLSTENIUS., Codex
de él: "Quo nihil habuit dulcius—dum esset terris positus" (ML regularum II, 177-91.
142, 962).
288 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C 11. LA VIDA MONÁSTICA 289

tel Occidente, sino en las cortes d e los reyes y d e los papas, en a San Pedro y San Pablo. Habían venido cuantiosas limosnas
los palacios de los obispos y en los castillos de los nobles. Ellos de Alfonso V I de Castilla, el conquistador de Toledo, y de
meten en todas partes la levadura evangélica, que, tarde o tem- otros príncipes de la cristiandad. El papa en persona ofició ten
prano, fermenta y produce frutos de santidad, de espiritualidad, el rito de la consagración y pronunció un discurso exaltando
dte reforma de las costumbres. Combaten el nicolaitismo y la y bendiciendo la obra de aquellos monjes. Aquella basílica en
simonía, al paso que fortifican la acción de Roma. Quíteseles, construcción era un símbolo. El Pontificado acababa de triun-
si se quiere, la iniciativa o la prioridad en concebir y dirigir far sobre Enrique I V y dentro dte pocos días la cristiandad,
un plan reformatorio universal. Lo que no se les puede disputar unificada bajo Urbano II, tomaría las armas para marchar a la
es la dócil fidelidad con que se pusieron al servicio del ponti- conquista de Jerusalén.
ficado romano y la eficacia de su labor en el cumplimiento del La influencia religiosa de Cluny se verá más minuciosamen-
programa pontificio. Bien supo agradecérselo Gregorio VII, te en el siguiente período.
cuando en un diploma del 7 de marzo d e 1080 les decía: "Sabed,
htennanos míos en el sacerdocio..., que entre todos los monas-
terios fundadqs allende los montes para gloria de Dios y de los III. VIDA MONÁSTICA EN ITALIA
bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, hay uno que es pro-
piedad de San Pedro y está unido a la Iglesia de Roma por 1. San Nito de Rossano o de Calabria.—Sabido es que e!
derecho especial. Este monasterio es el de Cluny, que, consa- monaquismo oriental, encauzado ten su totalidad por la Regla
grado desde su fundación al honor y defensa de la Sede Apos- de San Benito, no produjo la riquísima variedad de formas mo-
tólica..., sobrepasa a los demás monasterios d e ultramontes en násticas que en Occidente admiramos aun después del absor-
el servicio de Dios y en el fervor espiritual..., porque n o ha bente dominio benedictino. M a s no por su uniformidad dejaron
habido en Cluny un solo abad que no.fuera santo... Jamás do- los monjes griegos dte ejercer poderosísimo influjo en la vida
blaron la rodilla delante de Baal o los ídolos de Jeroboán, y han religiosa, cultural y aun política del Imperio bizantino. E n los
permanecido defensores valerosos y sumisos de San Pedro" 8 . siglos que ahora estudiamos hay que reconocer una lamentable
Ellos dan un paso adelante y, sí se quiere, inician un viraje decadencia aun dentro de los monasterios más famosos. Hubo
en el monaquismo occidental, acercándose más y más al pueblo emperadores que legislaron muy severamente contra el auge de
y preocupándose no sólo de su propia santificacián, sino de la los monasterios y de sus posesiones, llegando Nicéforo Focas
reforma moral del mundo cristiano. (963-969) a dar un edicto de amortización que hubiera sido fa-
E n el orden social y económico su influjo fué enorme, so- tal para la vida monacal de rio haber sido abolido pronto por
bresaliendo siempre por sus obras de caridad y beneficencia Basilio II (987).
para con los rústicos y colonos, sus prjéstamos ¡sin intei(és y se- E n el sur de Italia, sometido a la dominación bizantina, más
guros de vida, el impulso prestado a la industria, a la repobla- que los monasterios pululan las ermitas o celdas o cuevas agres-
ción de selvas y desiertos, etc. E n lo cultural hay que confesax tes de los anacoretas. C o n razón se ha dicho que la Calabria
su poco interés por la ciencia y por la literatura, su nimio recelo del siglo x parecía una Tebaida. En míseras cabanas o grutas
de los clásicos y el mediocre cuidado de las escuelas. P o r eso solitarias vivía una multitud de ascetas consagrados a la ora-
n o produjeron ningún escritor d e altura. Y ésa es la razón que ción, al ayuno y a las penitencias corporales, siendo la admi-
movió al joven San Anselmo a no entrar en Cluny. Eran, sí, ración de los puteblos comarcanos por su austeridad de vida y
buenos copistas aquellos monjes; desplegaban gran actividad en por su fama de profetas y obradores de milagros. Muchos se
los escritorios y consiguientemente se enriquecían! de códices veían precisados a dejar el retiro de sus montes para buscar si-
sus bibliotecas. Descollaron en el arte dte la miniatura y en la tios más recónditos y lejanos, huyendo de la molesta curiosidad
pintura d e las vidrieras, pero su mayor título d e gloria artística de las gentes 9 . Otros, en cambio, entraban de vez en cuando
e
reside en la arquitectura románica, con las innumerables y mag- n las ciudades predicando penitencia por los pecados y rechi-
níficas iglesias que levantaron coa todas partes, hasta el punto nando imitadores y discípulos, que construían su vivienda en
que el arte románico ha podido llamarse arte cluniacense. torno de la de su maestro, cuando n o se organizaban en forma
El 25 d e octubre d e 1095 el papa Urbano II, un cluniacense, cenobítica, s'egún la Regla basiliana. Conocemos los nombres de
consagraba el altar mayor d e la basílica dte Cluny, tan vasta San Elias el Siciliano, vendido como esclavo por los mahome-
como la de San Pedro de Roma. El altar mayor estaba dedicado tanos en África; de Elias de Reggio; de Cristóbal y sus dos
. • Consúltese J. GAY, Z/Italie méridionale et VEmpire byzawr
B «we (861-1071) (París 1924) p. 264-286.
Bullarium sacri ordinis Oluniacensis (IiUgduni 1681) p. 21.
Historia de lo Iglesia 2 10
290 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. 1 1 . LA VIDA MONÁSTICA 291

hijos, Macario y Sabas, muerto este último' en Roma hacia 990; a abandonar el claustro, retirándose a la soledad de un1 bosque,
del armenio Simeón, que montado en su jumento atravesó los no lejos de Venecia. Su ideal ascético estaba en la mortificación
Apeninos, los Alpes y los Pirineos, llegando hasta Santiago de del cuerpo y desprecio del mundo. El anacoreta Marino le tomó
Compostela; y principalmente San Nilo (9107-1105), nacido en bajo su dirección, y paseando con él bajo las encinas le hacía
Rossano, ciudad de Calabria, de distinguida familia ítalogriega. recitar aquí veinte salmos, allá cuarenta, y así sucesivamente..
Su juventud fué licenciosa, según afirma su biógrafo con- El impetuoso joven, que era de escasas letras, se equivocaba
temporáneo 1 0 ; pero tras una enfermedad huyó del mundo, es- con frecuencia, y el viejo le arreaba cada vez un bastonazo en
condiéndose en un monasterio basiliano, donde se dedicó a ha- la oreja izquierda, hasta que un día le replicó aquél humilde-
cer penitencia y al estudio de la Sagrada Escritura y de los mente: "Maestro, golpeadme en el lado derecho, porque del
Santos Padres. Cambió frecuentemente de residencia, viviendo izquierdo estoy y a completamente sordo". Pasó un día por allí
en diversos monasterios por él fundados. Otras veces su habi- Guarín, el abad de Cuxá, y se l o llevó consigo a su reformado
tación era una caverna rocosa y solitaria, donde no, se alimen- monasterio pirenaico. Con Romualdo fué también el antiguo dux
taba mas que de pan, agua y frutos del campo, permaneciendo de Venecia Pedro Urs'eolo. Al cabo de algunos años de vida
dos o tres días sin probar nada. Este asceta, que parecía un penitente, quiso volver a su tierra; pero tal era su fama de san-
mendigo sucio, astroso y cuasidesnudo, envuelto en un cuero tidad entre los campesinos de Cuxá, que éstos n o le permitían
de cabra, era un poeta que escribía versos en griego y tenía salir, y si hemos de creer a San Pedro Damiani, mandaron a
gusto en pasear contemplativamente por las agrestes soledades. unos asesinos que le matasen ("impia pietate perimerent"), con
Cuando su fama de santidad se extendió a todos los con- objeto de quedarse con sus reliquias. A esta brutalidad dé los
tornos de Rossano y multitudes de discípulos corrieron a su fieles responde otra, no sé si mayor, del Santo; pues habiendo,
lado, poniéndose bajo su dirección espiritual, Nilo les construyó por fin, llegado a Ravena y encontrado a su padre en un mo-
un monasterio, les dio una Regla auáterísima, que muchos no nasterio, pero ya resuelto a volver al mundo, se puso a azotarlo
pudieron soportar, y los ejercitó preferentemente en el canto con crueldad ("verberibus duris"), le ató los pies con cadenas
y en la caligrafía o copia de manuscritos. y le trató con tan p/a severiíaíe, que le obligó a continuar en
Fundó luego otros monasterios de igual austeridad en Valle- el monasterio.
luce, cerca de Montecasino, y en Serperi, cerca de Gaeta, don- Romualdo tronaba contra los falsos monjes, contra los de-
de recibió la visita del joven soñador Otón III, quien, en señal generados sacerdotes, contra la tiranía de los poderosos, y
de respeto y veneración, puso en sus manos la corona imperial. apenas había pecador que se resistiese a sus palabras de fuego.
Murió el santo asceta en su fundación de Grottaferrata a Otón III le confió la abadía de San Apolinar de Classe, a la
los noventa y cinco años de edad, dejando una estela de admi- que pronto renunció para volver a la soledad. Arrebatado por
raciones y entusiasmos lo mismo entre las gentes helenizadas de su ejemplo, se fué tras él el abad de Montecasino con cinco
Calabria que en los pueblos del Lacio, tan venterado por los monjes. Construía sus ermitas y las de sus compañeros en terre-
príncipes italianos como por el emir d e Salerno 1 0 *. nos pantanosos, teniendo que luchar desesperadamente con los
2. San Romrtialdo y la Gamáldula.—También el norte de insectos, con las fiebres y otras mil enfermedades. Muchos mo-
Italia, particularmente en el valle del Po, se puebla de termita- rían, pero la naturaleza férrea de Romualdo, con su hábito de
ños. El más célebre fué San Romualdo (952?-1027), de la fami- jerga áspera, nunca lavada, se endurecía más y más, si bien no
lia de los duques de Ravena, quien trató de organizar a los ana- alcanzó la longevidad ultracentenaria que le atribuyó la leyenda.
coretas dándoles una formación ascética. Joven entregado a las N o faltaron algunos discípulos que superaron al maestro en
vanidades del mundo, se dejó impresionar fuertemente por un penitencias y ayunos. Hoy día aquellas asperezas nos espantan
asesinato cometido por su padre, hasta el punto que determinó por lo inhumanas. Entonces fascinaban a los sedientos d e per-
entrar en el monasterio benedictino de San Apolinar de Classe; fección, y San Pedro Damiani—el biógrafo de San Romualdo—
pero su carácter férreo, su observancia intransigente y la terri- se extasía como ante las bellezas y felicidades de una soñada
ble aspereza de sus penitencias no pudieron menos de chocar edad de oro.
con la vida comodona de aquellos monjes, por lo que se decidió La más importante fundación de Romualdo fué la d e C a -
10
malduli (campas Maldoli), en las crestas del Apenino, diócesis
Puede leerse la interesante biografía en MG 120, 15-165, y de Arezzo. El año 1012 levantó allí treinta celdas, rodeadas por
AASS,
M
sept. VII, 259-320. un muro, para poder vivir con sus compañeros a manera de
* Para Sicilia, M. SCADUTO,, II monachismo basiliano nella
Sicilia medievale (Roma 1947), con Introd, sobre el monaquisino ermitaños, pero con cierta unión entre sí. Poco después en V a l
prenormando, de Castro levantó otro monasterio, en el que se llevaba vida
C. 1 1 . LA VIDA MONÁSTICA 293
292 P. I. DE CARL0MAGNO A GREGORIO VII

Sus ansias de pureza, de justicia, de santidad, no¡ pueden


cenobítica. D e tales cenobitas y ermitaños surgió la Orden conteners'e entre los muros de un claustro. Sin dejar de trabajar
Camaldalerise, que produjo en Italia copiosos frutos de santi- con los monjes, quiere emprender campañas más universales
dad. Guardaban fundamentalmente la Regla benedictina con de- por la reforma del clero secular, incluso de los obispos y car-
claraciones y constituciones propias, vestían de blanco y todas denales. Al tener noticia d'e que Gregorio V I ha sido elevado
sus : casas estaban sometidas al prior de Camalduli, hasta el al trono pontificio, le escribé con la esperanza de que arrojará
año 1534, en que las dos ramas de anacoretas y cenobitas se del templo a simoníacos y concubinarios. E l emperador Enri-
separaron completamente 1 ' 1 . que ,111 le manda instantemente que vaya a Roma a ayudar
Uno de los discípulos de San Romualdo, el noble sajón Bru- con sus consejos al nuevo papa Clemente II (1046-47), pero
no de Querfurt, se fué a evangelizar a los eslavos del D o n y éste muere demasiado pronto. Entra más tarde en relaciones
murió mártir en Prusia. Otro, el florentino San Juan Gualber- con León IX y poco antes del concilio romano de 1045 redacta
t o (995-1073), salió de Camalduli para fundar la congregación su famoso tratado Qomorrhianus, que parece escrito con el
benedictina de Vallombrosa (1038). E n su juventud había ingre- fuego y azufre de las ciudades nefandas. Exhorta a Víctor II a
sado en el monasterio de San Miniato de Toscana. Y se per- la reforma eclesiástica. V e con alegría ceñir la tiara a Este-
suadió que el cenobitismo tenía grandes ventajas sobi'e el eremi- ban IX, antiguo abad de Montecasino, y recibe de este papa
tismo. Por eso sus monjes de Vallombrosa vivirán apartados el mayor disgusto de su vida: contra su voluntad, se v e obli-
del mundo tanto o más que los anacoretas, porque a. nadie le gado a aceptar el capelo cardenalicio, como obispo de Ostia.
será permitido franquar las puertas del monasterio; pero lleva- Se arranca, pues, de su soledad para instalarse en el palacio de
rán vida claustral, no solitaria. T o d a aotividad exterior les estará Letrán. Muerto el pontífice, se junta con el gran' Hildebrando,
prohibida. La pobreza será suma. El fundador, sin embargo, que regresaba de una misión, y ambos contribuyen a la elección
trabajó con todas sus fuerzas por la reforma eclesiástica, siendo de Nicolás II en 1059. Por aquellos días escribe D e caelibatu
excelente amigo y colaborador de Hildebrando y militando de- sacerdotam, y en 1069 asiste a la coronación d'e su amigo Ale-
cididamente contra la simonía al lado de los pátaros d e Flo- jandro II, que emprenderá seriamente la reforma. Pedro Damia.-
rencia. ni, sediento de soledad y penitencia, suplica se le permita abdi-
3. San Pedro Damiani, el reformador.—El ascetismo rigu- car todas sus dignidades. E l papa le concede el. retiro, no la
roso de San Romualdo revive en su genial biógrafo Pedro Da- abdicación. Aun a esto se opone Hildebrando, que le quierte
miani (1007-1072), con la particularidad de que este desprtecia- tener consigo, y Pedro Damiani, que juega con las metáforas
dor del mundo y de sus vanidades, este héroe de los ayunos y y hace gala de un léxico por demás expresivo, le fescribe una
de la penitencia es,un doctísimo escritor, el mejor teólogo de carta llamándole "mi santo Satanás" de veneranda soberbia 1 1 *.
su tiempo y >un eximio y variadísimo poeta. Su niñez, sin cari-
ños ni cuidados maternos, es triste y áspera. U n hermano mayor 4. El flagelador de los vicios y el cantor de los flagelantes.
lo recoge y le obliga a trabajar duramente, descalzo y mal ves^ Desde el claustro sigue laborando eficazmente por la reforma,
tido. O t r o hermano, el clérigo Damián, se compadece de él y, y en este sentido escribe a los cardenales, proponiéndoles el
admirando su despierto ingenio, le enseña a leer y le hace estu- ideal evangélico. Consigue, por fin, se acepte su dimisión de]
diar en Ravená. Agradecido el niño, le mirará como a su padre obispado. Lucha ahora valientemente contra el antipapa Ca-
y firmará desde entonces Petras Damiani. Proseguirá los estu- daloo (Honorio II), y obtiene que el partido alemán no favo-
dios en Faenza y en Parma, llegando a sentar cátedra con gran rezca el cisma. E n 1063 l'e vemos en Cluny, enviado por el Sumo
aplauso en esta última ciudad a los veintidós años. Pontífice para entender en el asunto de la exención episcopal
de aquella abadía, d e la que hará sinceros elogios y la llamará
Sintiendo en su sangre el ardor de las- pasiones juveniles, "deambulatorio de los ángeles". E n 1069 tiene que dejar otra
corrió al monasterio benedictino de Fonte Avellana, en la Um- vez su soledad de Fonte Avellana para desempeñar una lega-
bría, hacia 1035. A las austeridades de regla añadía él otras ción pontificia en Alemania, logrando, en unión con el arzobispo
voluntarias. En 1043 fué nombrado prior de la comunidad. Hizo Annón de Colonia, evitar el divorcio del joven Enriqufe IV.
triunfar su "espíritu de mortificación y penitencia a la manera de Vuelve con otra comisión del papa a su ciudad natal de Ravena
San Romualdo, y el mismo rigor monástico fué implantando en y muere poco después en Faenza el 22 de febrero d'e 1072.
los nuevos monasterios que fué fundando cerca de Camerino, Con lo dicho apenas queda esbozada la acción reformadora
de Perusa,' de Rímini.
11 "* " S a n c t u m S a t a n a m m e u m humiliter obsecro... eíus vene-
Constitutiones Ordinis sive Congreg. Camaldulensis, en r a n d a Buperbia" ( H L 144, 236).
HOLSTENIUS, Codex regularum. II, 190-302.
294 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C 11. LA VIDA MONÁSTICA 295

de San Pedro Damiani. Emulo de Hildebrando en el Celo por disciplinarse diariamente por espacio de 40 salmos, 60 en Cua-
la pureza inmaculada de la Iglesia, le duelen en el alma las pro- resma y Adviento. Pero había; algunos que se excedían, azotán-
fundas llagas morales que ve en todas partes. Se enciende en dose durante el rezo de todo un salterio y aún mucho más. E n
santa indignación cuando contempla los pactos simoníacos de esto parece que se llevó la palma Santo> Domingo Lorigado, así
quienes compran a los príncipes un obispado u otro beneficio. llamado porque ceñía sus carnes con una loriga de hierro, que
Sus tratados De perfecíione monachorum y De ocdine eremita' sólo se quitaba para flagelarse. Su vida fué escrita amorosa-
rum testifican, entre otros, el empeño por levantar y purificar mente por su maestro en el espíritu, Pedro Damiani. Cuando
el ideal monástico. Sus libros en elogio del sac'erdocioi, contra un monje moría, todos los demás debían ayunar por él siete
la ignorancia de los clérigos y contra los vicios que cundían días y darse mil golpes de disciplina. Protestaron algunos de
entre ellos, están gritando con las estridencias de su lenguaje que en Montecasino la flagelación era recíproca, lo cual pare-
realista y casi brutal el altísimo aprecio que hacía de la digni- cía poco decente, pero el Santo salió inmediatamente a su de-
dad del sacerdote. Declara guerra al nicolaitismo, lanzando fensa. Para él en cualquier forma qufe se usase la flagelación,
furiosas invectivas contra las concubinas, tigresas, leonas, víbo- con tal que se hiciese con espíritu de humildad y penitencia,
ras, cortesanas, prostitutas, harpías, raza d e pecado, víctimas constituía el espectáculo más sublime y delicioso: O quam
de Satanás. Cristo virgen, hijo de la Virgen, sólo puede confiar iucundum, o quam insigne spectaculam!, exclama en su célebre
su cuerpo a sacerdotes! vírgenes. Quien tiene esposa n o puede tratadito De laude flagellorum.
tener celo apostólico. Pero no tendrá idea exacta d e este hombre hecho de raíces
Abomina d'el mundo con todas sus fuerzas (De coníempíu silvestres quito n o descubra en su interior la fuente de la ter-
saecúli), y abrazado a la locura de la cruz, llega a maldecir a nura y la mística flor de la poesía. Habla de Jesucristo apasio-
toda filosofía "terrestre, animal y diabólica", fuera d e la que nadamente, com el íntimo fervor de un enamorada; se extasía
enseña la fe y el Evangelio {De sancta simplicitate). con la cruz, siente la fragancia infinita e inenarrable dfe las
E n lo que atañe a las relaciones de la Iglesia y el Estado, llagas de Cristo y saborea los néctares y las mieles de la sangre
sostiene ideas que ya en su tiempo parecían atrasadas: son las que gotea del Crucificado. L a devoción a la Santísima Virgen
de una mentalidad carolingia. Aboga en cartas y tratados por tiene en él ¡uno de sus más fervientes propagadores. Y en los
la perfecta armonía de los dos poderes, el civil y el eclesiás- ratos de inspiración escribe versos d e tan alta belleza como
tico, cada cual dentro de su órbita, afirmando que así coino en los del Hymnus de gloria Paradísi, expresión de su alma se-
Cristo se daban1 unidas las dos dignidades de sacerdote y rey, dienta de Dios:
así deben también estar unidas en el pueblo cristiano 112 . Al
poder civil toca la defensa d e la Iglesia; si no cumple ese su "Ad perennis vitae fontem—mens sitivit árida" 18 .
oficio, la Iglesia debe sufrir en silencia y orar. Los eclesiásticos El papa León XIII le otorgó fel título de doctor d e la
n o está bien que sfe metan en la esfera ele la autoridad civil. Iglesia.
E l corazón de San Pedro Damiani es un volcán rodeado de 5. Irradiaciones cluniacenses,—No tardó en penetrar en
lirios frescos e intactos. Se le ha, comparado con San Jerónimo, Italia la reforma d e Cluny. D e allí vino el monje Alfieri (San
y n o hay duda que existe alguna semejanza entrfe el dálmata y Alferio, f 1050) a fundar el año 1011 fel monasterio d e L a Cava,
el.ravenate. La misma elocuencia fogosa, sarcástica, intempe- junto a Salerno, del cual se originó la Congregación d e La
rante, el mismo amor a, la Iglesia y a la vida monástica, la misf- Cava, extendida rápidamente e ilustrada, en el siglo xi por un
ma tendencia a manejar el látigo. Sólo que en aquél hay más papa, Víctor III, y en. el siglo xn por seis beatos.
armoniosa retórica y en el fondo más clasicismo; en éste mayor E n la abadía de Farfa, decaída de su antiguo esplendor,
desprecio de las formas y un concepto del monacato más áspe- introdujo el abad Hugo (f 1038) las costumbres cluniacenses
ro y penitente. E n esto se asfemeja más a San Romualdo. con ligeros cambios, resultando así las Consuetudines Farfenses,
E n los monasterios dirigidos por P e d r o Damiani se ayunaba adoptadas por otros muchos monasterios.
todo el año, menos los domingos y semana de Pascua; el cui- En los países germánicos empezó a reformarse la abadía de
dado del cuerpo, barba y cabello era cosa despreciable. Lo im- Einsiedeln, por inEujo de Fléury más bien que de Cluny. La
portante era domar la naturaleza a fuerza de mortificaciones reforma cluniacense entró en Suiza y Alemania con San Ulrico
y porfiar en sobresalir y set en,esto los primero®. Todos debían M
13
ML 145, 861. Sobre la espiritualidad de San Pedro Damiani
"Ut quodam mutuae charitatis glutino et Rex in Romano es interesante el trabajo de V. VAILATI, La devozione áll'umanitá
Pontífice et Romanus Pontifex inveniatur in Rege" (ML145, 86). üi Christo nelle opere di San Pier Damiani: "Divus Thomas"
Otros textos significativos en ML 144, 440. (Piacenza 1943) 78-03.
C. 1 1 . LA VIDA MONÁSTICA 297
2 9 6 p i. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

fomenta el cenobitismo, particularmente en la región del Bierzo,


de Ratisbona o de Zell (f 1093). Ninguna de las abadías ale- qu'e vuelve a ser otra Tebaida, como lo había sido bajo San .
manas resplandeció tanto por su disciplina ascética y alta for- Fructuoso, sólo que ahora con espíritu benedictino. En su dió-
mación eclesiástica como la de Hirsau, reformada por San Gui- cesis de Astorga, según Yepes, florecían al principio del siglo X
llermo de Hirsau (f 1091), que hizo subir el número de monjes no menos de 46 monasterios. Los de Moreruela y Tábar, en
de 12 que eran un tiempo a 150. Sus Constituciones fueron tierras de Zamora, se deben a los Santos Froilán y Atilano, a
adoptadas por Fulda, Lorsch, etc. "* fines de la novena centuria. C o n monjes venidos de Andalucía
D e la influencia cluniacense en España trataremos inme- surge Sahagún (904). Y vienen luego San Isidro de Dueñas (910),
San Miguel de Escalada (911), San Pedro de Eslonza (913),
diatamente. * Celanova, San Salvador de Lorenzana (969), etc.
IV. E L MONACATO ESPAÑOL
D e Castilla bastará nombrar a Cárdena (884), Arlanza (912)',
Silos (919), Covarrúbias, San Salvador de Oña (1011); y de la
Invadida la península Ibérica por los musulmanes a princi- Rioja, entonces Navarra, San Millán de la Cogolla (restablecido
pios del siglo vin, y alejada durante bastante tiempo de la evo- en 923), San Martín de la Albelda (924), Santa María de Val-
lución social y religiosa qu'e fermentaba entre los carolingios, vanera, Santa María la Real de Nájera (1052).
es natural que también en la vida monástica siguiese caminos A Cataluña pertenecía entonces el monasterio, de San Miguel
propios e independientes. La Regla de San Benito, que rápida- de Guxá (878?), en el que vivieron un tiempo con el insigne
mente iba ganando todas las naciones occidentales y septen- abad Guarín, San Romualdo y San Pedro Urseolo. M á s tarde
trionales, puede decirse que no alcanza el predominio en E s - rigió aquella comunidad el gran abad Oliva, hijo de los condes
paña hasta las centurias IX y x, empezando por la Marca His- de Besalú, cuya gloria resplandecerá, alboreando el siglo xi,
pánica, con más contacto con Francia, y siguiendo por Navarra, en Santa María de Ripoll, abadía cuya fundación es anterior
' León y Castilla. Antes de la Regla benedictina predominaba la al 880. Del siglo ix, data igualmente San Cugat del Valles (Bar-
Regula communis, de San Fructuoso, aunque también se cono- celona)', mientras que Nuestra Señora de Montserrat no se le-
cían otras, como la de San Isidoro, otra incetti auctoris, las de vanta hasta principios del siglo xi, como priorato dependiente
Casiano, San Agustín, San Basilio, Pacomio, etc. El concilio de de Ripoll.
Coyanza prescribe en 1050 que todos los monasterios se go- Como en todas partes, también en España son los monjes
biernen por,la Regla d e San Benito. E n las ordenaciones litúr- los grandes colonizadores de las tierras, los bienhechores del
gicas, sin embargo, no se acomodan, sino que siguen la tradi- pueblo con sus infinitas obras de caridad, los que mantienen
ción española. n encendido el más alto esplritualismo y el sublime ideal de la
1. Prosperidad monástica en España.—Como se pueblan perfección cristiana. Si en las letras y en las ciencias, por las di-
de castillos las tierras reconquistadas, así también de monaste- ficultades de los tiempos, no alcanzan la altura de los de otras
rios. Y en el Sur, entre los cristianos mozárabes, el monaquisino naciones, recuérdese sin embargo que la ciencia aprendida en
significa la más pujante fuerza religiosa. E n la Córdoba del España hizo a Gerberto el más sabio de su siglo, y en la historia
siglo ix y x son más de doce los monasterios ilustres, sin con- del arte no hay que olvidar que alrededor del año 900, por
tar las muchas ermitas que salpicaban las montañas vecinas. obra principalmente de los monjes, se desarrollan en la arqui-
Y cosa análoga puede afirmarse de Toledo, Sevilla y otras tectura y escultura nuevas formas artísticas, impregnadas de
ciudades sometidas a los moros. D e los monasterios salen los mozarabismo.
más valerosos mártires, según vimos al tratar de San Eulogio. 2. Introducción de la reforma cluniacense»—La observancia
Este Santo, en su viaje por el Norte, comprueba la existen- cluniacense entró triunfante en España bajo el cetro de Sancho
cia de grandes y florecientes monasterios, como San Salvador el Mayor de Navarra, el cual envió a Cluny un puñado de
de Leyre, San Zacarías de Siresa y otros de Navarra y Aragón. monjes para formarse al lado de San Odilón. Lino de ellos, el
El reino astur4eonés ya desde sus comienzos en el siglo vin abad Paterno, implantaba en San Juan de la Peña la reforma
se puebla de monasterios. Son los principales San Vicente de cluniacense en 1025, lo cual no quieté decir que antes estuviera
Oviedo, Covadonga, Samos (760), Santillana del Mar, Santo relajado. Cinco años más tarde la nueva forma monástica se
Toribio de Liébana, quizá de origen visigodo. C o n el favor y establece en San Millán de la Cogulla; y en 1032 el mismo rey
protección de Alfonso III el Magno {866-910) San Genadio don Sancho hace que el abad Paterno ll'eve a Oña las costum-
I bres de Cluny, eliminando de aquel monasterio dúplice la co-
" • A. BRACKMANN, Die Anfaenge von hirsau, en. el h ° m e n a j e munidad de monjas y encomendando la dirección al abad dom
a, P a u l K e h r " P a p s t t ü m und K a i s e r t u m " (Munich 1926) p. 215HW.
C 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO • 299
298 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

García. Muerto éste, viene a sucederle el mozárabe San Iñigo, ron conflictos al querer introducir las costumbres litúrgicas de
que al parecer hacía hasta entonces vida anacorética. L a obser- su país, suprimiendo la antigua y veneranda liturgia mozárabe,
al mismo tiempo que desterraban de los escritorios la letra visi-
vancia cluniacense pasa en seguida a Cárdena (1033) y a los
gótica, suplantándola con la carolingia.
monasterios navarros d e Irache* Leyre y San Victoriano de
N o faltó alguna vez fuerte resistencia y hostilidad d e parte
Asan. P o r algo San Odilón felicitaba al monarca, anunciándole de los naturales del país contra los advenedizos; el caso más
que los monjes d e Cluny, al fin de todos los oficios, rezaban sonado fué "el del monasterio d e Sahagún.
un salmo por é l a 4 .
N o iaenos fervor cluniacense mostraron sus hijos y nietos.
Fernando I (1037-1065) de Castilla se comprometió a .pagar a
la abadía borgoñona un censo anual de 1.000 monedas de oro, CAPITULO XII
y Alfonso V I , el más generoso bienhechor,, y por confesión de
San Hugo el más fiel amigo de Cluny, duplicó el censo y añadió La Iglesia, educadora del occidente europeo *'
otras larguezas.
Monjes franceses invadieron el monasterio d e San Zoilo de I. ESCUELAS MONACALES Y EPISCOPALES
Carrión (Falencia) en 1045, llamados por su protector el conde
Gómez; el d e Sahagún {León)' en 1078, que llegó a gozar en La senil y decadente cultura del mundo antiguo se hizo pe-
España d e una supremacía semejante a la que disfrutaba Cluny dazos bajo los cascos de los corceles invasores. Escuelas arrui-
allende los Pirineos, y así otros, como los de Dueñas, Nájera, nadas y deshechas, instituciones amenazadas de caer sumergidas
Camprodóa y Ripoll, el cual dependía d e San Víctor d e Mar- bajo la exuberante vegetación inculta y bárbara. ¿Quién reco-
sella 1 5 . gerá las piedras d e la "Ciudad antigua", para reconstruirla, o
Se ha discutido apasionadamente si- la reforma cluniacense mejor, para edificar la "Ciudad nueva"? T a n sólo la Iglesia,
fué beneficiosa o n o a los monasterios españoles. Masdéu está En concreto, los obispos y los monjes. N a d a tendrá, pues, de
por la negativa. C o n más moderación habla Vicente de la Fuen- extraño que el estilo d e la nueva ciudad—la civilización medie-
te; cree, sin embargo, que los de Cluny nada tenían que enseñar val—sea típicamente, casi exclusivamente, eclesiástico. M o n a s -
en punto a santidad a los muchos santos que por entonces flo- terios y catedrales son las columnas donde se apoyan los arcos
recían en los claustros d e España. Nosotros nos atenemos al de la nueva cultura, labrados muchas veces por manos consa-
juicio del P . Pérez de Urbel, quien afirma que "en el aspecto
exclusivamente monacal, esa acción había sido sumamente be- * FUENTES.—Para las fuentes de este capítulo remitimos al lec-
neficiosa, aunque tal vez exagerase Sancho el M a y o r al consi- tor a la Patrología de Migue, latina y griega (ML, MG); a los vo-
derarla como uno de los mayores acontecimientos de su reina- lúmenes de Monumenta Germaniae Histórica (MGH), especialmen-
te a la serie Scriptores; y a otras colecciones de autores medieva-
do... E n realidad hay que reconocer que los cluniacenses lleva- les, como Muratori, Flórez, etc., cuyos títulos pueden verse, en la
ron a España la reorganización qute se necesitaba y que dio introducción bibliográfica de este libro. Ediciones particulares se
nueva savia a la vida de los monasterios" w . Observa este mis- citan en su propio lugar.
mo autor que con la venida de los cluniacenses se intensifica en BIBLIOGRAFÍA.—E. LESNE, Histoire de la propriété écclés~ias-
tique en France t. 5, Les 'écoles de la fin du VII siécle á la fin
España el sentido feudal de la abadía, y reconoce que crea- du XII (Lálle 1940).— L. MAÍTRE, Les écoles episcopales et monas-
tiques de l'Occident depuis Gharlemagne jusqu'a Philippe Au-
gusto (París 1866).—M. MANITIUS, Geschichte der lateinischen Li-
" Datos más precisos y documentales en J. PÉREZ DE URBEL, teratur des Mittelalters, I-III (Munich 1911-1931).—M. ROGER,
Sancho el Mayor de Navarra (Madrid 1950) p. 297-321. Véase L'enseignement des lettres classiques d'Ausone d Alcuin (París
también, entre otros cartularios, el de San Juan de la Peña: 1905).—M. GRABMATSTNTJ Geschichte der scholastischen Methode
M. MAOALLÓN, Colección diplomática de San Juan de la Peña 2 vols. (Freiburg i. B. 1909-1911).—H. PREDERICHS, Die Gelehrten
(Madrid 1904), y el oniense: J. DEL ÁLAMO, Colección diplomática um Karl des Grossen in ihren Schriften, Brlejen und Gedichten
de MSan Salvador de Oña,2 vols. (Madrid 1950). (Berlín 1931).—M. L. LAISTNER, Thoughts and Letters in Western
Sobre los Fueros de Sahagún, obtenidos por el abad dom Europe A. D. 500 to 900 (Londres 1931)..—E. PATZELT, Die Karolin-
Bernardo en 1805, fueros inhumanos, duramente feudales, con- ffische Renaissance, Beitraege zur Geschichte der Kultur des frü-
trarios al espíritu español, y sobre las. luchas del pueblo contra hen Mittelalters (Viena 1924).—R. STACHNTCK, Die Bildung des
aquellos monjes de origen francés, debe leerse el buen estudio WeltKlerus im Frankenreiche vom Karl Martell bis auf Ludwig
de J. PUYOL, El abadengo de Sahagún (Madrid 1915). E r a abadia den Frommen (Paderborn 1926).—J. E. SANDYS, A Bistory of clas-
realenga, a pesar de sus extensas posesiones territoriales. sical scliolarship I (Cambridge 1921).—K. KRUMBACHER, Geschichte
™ J. PÉREZ DE URBEL, O. S. B., Hist. de la Orden benedict. 208. der byuantinischen Literatur (Munich 1897).—N. TUECHI, La civiltá-
Consúltese del mismo autor Los monjes españoles en la Edad bizantina (Turín 1915). ,. - ' .'
Media t. 2, 395-482.
C. 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 301
300 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
ge algunas cartas Alcuino, maestro y director principal d e la
gradas. Raros son los seglares o laicos que cultivan las letras escuela,
y la ciencia. Uno de ellos es Eginardo, arquitecto y biógrafo E n Inglaterra tuvo Alfredo el Grande (-j- 901) el designio de
de Carlo.rn.agno, y también Angilberto, discípulo de Alcuino en abrir una escuela donde se educas'en los hijos de los magnates.
la escuela de palacio. Poco después hallamos al nieto de aquel D e igual modo en la corte de los Otones floreció algún tiempo
emperador, llamado Nitardo, abad lego de San Ricario (junto a una escuela palatina, pues nos consta que .Otón III en 997 es-
Amiéns), y al español Alvaro d e Córdoba, hombre de letras cribió a Gerb'erto de Aurillac invitándole a venir para que des-
como n o se produce antes del siglo xn. Clérigo y letrado son terrase la rusticidad teutónica, saxonicam rusticitatem, desper-
en la E d a d Media palabras sinónimas. Decía Amalario de Metz tando en él la centelüta del ingenio griego, y ofreciéndose el
en el siglo ix que solamente los que estaban libres de lazos fa- mismo emperador a aprender de Gerberto la aritmética.
miliares y d'e negocios temporales eran los que se empleaban
Según voluntad de Carlomagno, eni varias capitulares y prin-
en la ciencia y en la enseñanza 1 .
cipalmente en su constitución del año 787 "de scholis per episco-
Repasando las obras que nos ha legado aquella edad, salta pia et- monasteria instituendis" y en su Epístola de litteris co-
a la vista el carácter compilatorio y sin originalidad de casi lendis al abad de Fulda, debía d e haber en todas-las. iglesias
todas ellas. Guardémonos, sin embargo, de atribuir a incapaci- catedrales y en todos los monasterios escuelas con maestros
dad intelectual lo qu'e tan sólo es señal d e inmadurez y juven- qu'e enseñasen las letras humanas como medio para penetrar
tud. Los balbuceos de la nueva cultura, aunque infantiles, no mejor en las divinas 3 .
dejan de ofrecer vivo interés. Y a se sabe—según ingeniosamen-
te apunta Schnürer—qu'e "la humanidad aprende de igual ma- 2. Escuelas monásticas.—En el gran eclipse de la civiliza-
nera que los niños: por imitación y por repetición" 12 . ción antigua que sobrevino al tiempo de las invasiones, apenas
quedó otra luz, si exceptuamos el floreciente imperio visigótico,
. 1. Las escuelas. — Sólo en Italia parece que perduraron, que la que hubo de refugiarse en la brillante constelación de
como restos de la Edad Antigua,.ciertas escuelas municipales monasterios esparcidos por Francia y los países del Septentrión,
y otras particulares o privadas, dirigidas por un laico. Escaso especialmente en la remota Irlanda. Los monjes fueron los trans-
fué su brillo, pues :io produjeron obras ni escritores de nota, misores del saber antiguo a los siglos futuros. Ellos, además de
si bien allí s'e formaron muchos notarios, médicos, etc. Antes misioneros y de civilizadores, fueron maestros. Las escuelas
del siglo XI debieron llevar estas escuelas laicas o civiles una monacales solían ser dobles: había una schola interior, dentro
vida muy lánguida, con escasez d e alumnos. D e carácter casi de los claustros, reservada a los puert oblati y a los monjes
exclusivamente eclesiástico eran las escuelas parroquiales, que jóvenes, que estudiaban bajo la dirección de los más sabios y
luego se instituyeron en el Imperio franco por voluntad expre- experimentados, y desde el 817 otra schola exterior, a la que
sa de Carlomagno. Este gran propulsor de la cultura, deseoso concurrían a educarse literaria y religiosamente niños y jóvenes
de convertir su corte en una "Atenas de Cristo", acertó a in- escogidos de los alrededores, particularmente los que deseaban
fundir nueva y pujante vida a la escuela palatina o cortesana, prepararse para el sacerdocio.
que existía de antiguo agregada a la corte de los merovingios, Del celebérrimo monasterio irlandés de Bangor salió a "pe-
y en la que se educaban los hijos de los nobles. El propio Car- regrinar por Cristo" el monje San Columbario '{f 615), que
lomagno asistía a las l'ecciones con sus hijos e hijas y con su fundó en el continente otros poderosos centros de vida, monás-
hermana Gisela. Sabemos que por amor a la cultura antigua, y tica y. de ciencia, como el monasterio .de Bobbio, en Italia, que
tal vez para que el trato mutuo fuera más desembarazado del superó por el brillo de su escuela al de Montecasíno, y antes
ceremonial de la corte, solían tomar nombres literarios, con- el de Luxeuil, en Francia. Descollaron en Inglaterra Jarrow,
fonme a sus dotes o a sus preferencias. Así, Carlomagno se Nursling, Malmesbury y sobre todo York. La escuela monacal
hacía llamar David; Alcuino, Flaccus; Angilberto, Horneras; de San Martín de Tours, fundada por Alcuino; la de San .Ri-
otros llevaban el nombre d e Coridón, Tirsis, etc. Eginardo, Be- cario, que al decir de Angilberto nunca bajaba de cien alumnos;
seleel; Gisela, hermana d'e Carlomagno, respondía al nombre la de Corbie, Ferriéres, etc., y más adelante la de Cluny, man-
de Lucía, y su prima Gintrada fes la virgo Eulalia, a quien diri- tienen en Francia la antorcha de la cultura hasta un alborear
más radiante en el siglo xn. L o mismo hacen en los países ger-
1
"Dent lectores, sive doctores, pretium Domini, id est, verba
legis, et recipiant scholasticas mentes, scilicet, vacantes ab emp- 8
MGH, OapU. I, 79. La carta al abad de Fulda fué comunicada
ilone villae, ab emptione boum. quinqué iugorum/a ductu uxoris" "ad omnes suffragantes tuosque, ppepiscopos et per universa mo-
(De8 ecclexíasticis officiis IV, 11: ML 105, 1119). nasteria", hacia ej año 800.
G. SCHNÜRER, Kirche und Kultur im Mittelalter II, 95.
302 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 303

mánicos Fulda, San Galo, Reichenau, Cotweg, Sálisburgo, Te- /- etcétera. M á s d e doscientos valiosos volúmenes adquirió Angil-
gernsee, San Enveran de Ratisbona; y en España Ripoll, San¡ berto para su abadía d e San Ricario 6 .
Cugaí, San Pedro de Rodas, Leyre, San Zacarías, Albelda, San¡ La más rica biblioteca d e los monasterios españoles debió
Millán, Celanova y mil más, por no hablar d e las famosísimas s'kt la de Ripoll, a juzgar por la fama de su escuela y por los
escuelas mozárabes de Córdoba, herederas directas del omní- códices que se nos han conservado; también la d e Silos estaba
modo saber isidoriano. ¡ bi(en surtida. Sabemos que en todos los cenobios de la Península,
Entre estas escuelas y monasterios había mucho intercaanj- tr&s un siglo de vida precaria y difícil, se afanaban por tener
bio d e cartas, d e poesías, de códices, que los monjes copiaban bien provista la librería, como se infiere del testamento d e San
para enriquecer el tesoro de su biblioteca. Gonocido es el botín Genadio, monje y obispo* d e Astorga; d e las donaciones hechas
literario que San Eulogio se trajo a Córdoba de los monasterios al Imonasterio d e Asan y a en el siglo vin, al d e Sahagún en el DC,
navarros. Los monjes peregrinantes dé Irlanda y de Inglaterra al de Arlanza en el X. El rey Silo donó en 780 algunos libros
dieron a conocer en Francia y Alemania muchas obras aquí al monasterio de Santa M a r í a d e Obona; Alfonso III hizo otro
desconocidas. D e Roma, de Ravena, de Pavía, vinieron muchos tanto con el monasterio de Tuñón, y Ordoño II, con el d e San
escritos antiguos a los escritorios monacales, donde se mul- Pedro de Montes y con la abadía d e Saraos. D o ñ a U r r a c a en-
tiplicaban las copias en elegante escritura Carolina, salvándose tregó al de Eslonza "libros X I quorum nomina haec sunt: Bi-
de esta forma importantes obras que d e otra suerte hubieran bliotheca, Moralia, Job, Vita patrum, Passionum, Dialogoxum,
perecido para siempre, pues son rarísimos los códices manuscri- Sententiarum, Genera officiorum, Librura ethimologiarum, Ll-
tos que conservamos anteriores al siglo IX. El mismo trabajo de bellum de virginitate sánete Marie, Apochalipsin, Librum Hie-
copiar n o era puramente maquinal; la confrontación y cotejo remie" 8 . E l conde d e Castilla, Diego Porcelos (860), hace una
de códices, la selección, la separación d e las distintas palabras, espléndida donación d e treinta y ocho libros al monasterio
n o usada en la antigua escritura, suponía n o vulgar cultura, al episcopal d e San Félix d e Oca, y el gallego Rosendo d a cuanto
mismo tiempo que desarrollaba la crítica filosófica. posee, qufe n o era poco, al monasterio de Almerezo (867), entre
Los libros más leídos eran San Agustín, San Gregorio, San otras cosas muy valiosas doce volúmenes copiados p o r él.
Jerónimo, Orígenes, San Crisóstomo y la Biblia glosada con E n el monasterio donde escribía Beato su Comentario al
textos yuxtapuestos de Santos Padres; Boecio, Casiodoro y prin- Apocalipsis debía haber buena biblioteca, y a que en esa obra
cipalmente San Isidoro de Sevilla; las gramáticas de Donato y se citan y se utilizan copiosamente autores como San Jerónimo,
Prisciano; los libros retóricos de Cicerón y Mario Victorino; San Ambrosio, San Agustín, San Ireneo* San Gregorio, San Isi-
algunas traducciones de Aristóteles y de Porfirio; las historias doro, San Fulgencio, Ticonio y Apringkx Del monasterio d e
de Orosio y de San Gregorio Turonense; el Derecho romano San Millán d e la Cogolla y del de Albelda, fundado por San-
y las colecciones de concilios y decretales; entre los clásicos cho de N a v a r r a e n 924, se conservan todavía algunos manus¡-
latinos, Ovidio, Terencio, Séneca, Juvenal, Horacio y sobre critos. También tenemos noticias de las librerías de los monas-
todo Virgilio, personaje transfigurado e n la E d a d Media con terios portugueses de Guimaraes, San Miguel d e Negrillos y Lor-
toda clase de leyendas 4 . vao en el siglo X. Entre todas estas bibliotecas era frecuente
S e conserva el catálogo d e la biblioteca del monasterio de el intercambio de libros, con objeto d e copiar aquellos que les
Reichenau, que contiene (años 820-842) unos 450 manuscritos faltaban. El concilio cornpostelano d e 1054 recomienda a los
con autores clásicos y poetas cristianos, biografías de santos, abades tener bien organizadas sus librerías.
libros, de gramática, reglas monásticas, el Codex theodosianus 3. Escuelas episcopales,—Después de las monásticas debe-
y el Derecho popular alemán. Las bibliotecas monacales abun- mos colocar las escuelas episcopales, llamadas también cate-
daban en escritos de la antigüedad clásica; las catedralicias, en dralicias y capitúlales porque funcionaban a la sombra d e l a
obras canónicas y escriturísticas. N o menos abundantes eran catedral, dirigidas por el cancelario o algún otro miembro del
las bibliotecas d e otros grandes monasterios, como San Galo, cabildo. E r a n propiamente seminarios d e sacerdotes, cuyos pri-
Fulda, Lorsch, Corbie. Sólo en San Galo hallamos de los clá-
sicos los nombres de Virgilio, Arator, Terencio, Horacio, P e r - " La biblioteca papal de Letrán era riquísima en obras de
seo, Juvenal, Prudencio, Sedulio, Ovidio, Marcial, Solino, V e - Santos Padres, como se ve por los códices presentados en el
gerio, Calcidio, Séneca, Salustio, Aristóteles, Pompeyo Trogo, concillo romano del año 649.
Teodosio, Justirdano, Prisciano, Donato, Dioscórides, Catón, • V. VIQNAV, El cartulario de Eslonza (Madrid 1884) p. 16.
Sobre las bibliotecas reales y eclesiásticas de España, véanse,
además, R. BBER, Handschriftenschatze Spaniens (Viena 1894)
* Véase el interesante y erudito libro de COMPARETTI, Virgilio P. 25 a. 412; M. GÓMEZ MORBÍTO. Iglesias mozárabes (Madrid 1919)
nél medio evo (Florencia 1937). P. 347-352.
• 304 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 305

meros antecedentes pueden verse en las escuelas parroquiales, lomagno, obra del famoso, predestinacionista Godescalco; el
recomendadas a todos los sacerdotes por el canon primero del Salterio que Carlomagno regaló a Adriano I, copiado por D a -
concilio de Vaison (529), y en las que estuvieron vigentes e gulfo; el Sacramentar i o de Drogon, hijo de Carlomagno; la Bi-
la España visigótica, según las prescripciones de los concilio blia de Carlos el Calvo, escrita en Tours; los códices escritos
de Toledo. én San Galo por el monje Hartmoto y por su célebre discípulo
Desde que en el siglo vin San Crodegando de Metz orden* Sintram. E n España merecen nombrarse las Biblias de San P e -
la vida común y canónica de los clérigos, las escuelas fepiscq dro de Roda, la falsamente llamada de Farfa, en Ripoll; la His-
pales se organizaron a semejanza de las monásticas. Goberná- palense, la de San Isidoro de León, todas del siglo x; las
balas, bajo la autoridad del obispo, un scholasticus, mafiistér de San Millán y San Pedro de Cárdena; la Biblia de Avila (del
scholae, grammaiicus o didascalus, y llegaron a su mayor es- siglo xn) en la Biblioteca Nacional; el códice 20 de la Biblio-
plendor en el siglo xn, cuando ya las monacales yacían en teca Capitular de Tortosa (siglo x m ) , además de los celebérri-
visible postración. El concilio romano del 853 urge que "in uni- mos códices del Apocalipsis de Beato, que se llevan la palma
versis episcopiis" y en otros lugares donde se crea conveniente por la riqueza y variedad de sus figuras, no menos que por el
"magistri et doctores constituantur, qui studia litterarum, libe- orientalismo de sus símbolos y su brillantez de colorido. Véase- '
raliumque artium ac sancta habentes dogmata, assidue doceant" T. por ej'emplo, el "Beato" de Fernando I en la Biblioteca Nación-
Y a la verdad no sólo en las sedes episcopales, sino en otras nal de Madrid, miniado en 1047 por Facundo. Conocemos los
iglesias sabemos que se instituyeron tales escuelas; existían, nombres de Magio, archipintor de potente fantasía del monas-
por ejemplo, en las principales basílicas de Córdoba con vida terio de Tábara; Emeterio, su discípulo, con la monja pintora
próspera, viviendo San Eulogio. Célebres fueron en Inglaterra Ende; Florencio, el perfecto calígrafo del monasterio de Ber-
las de York y Canterbury; en el Imperio carolingio, las de langa, y Vigila, el inmortal escritor y miniaturista del de Al-
Tournai, Maguncia, Reims, Sens, Tréveris, Lyón, W o r m s , Metz, belda. Todos estos manuscritos son tan interesantes en el as-
Orleáns, Laon, Chartres, París; la de Metz se distinguía por la pecto cultural y artístico como en el paleográfico 9 .
enseñanza de la música. Tenemos noticias de las bibliotecas que E l aforismo que decia: "Claustrum sine armario quasi cas-
poseían la catedral de San Salvador de Oviedo y la de León, trum sine armamentario", no se reducía a un, puro juego de
y seguramente eran más ricas la de Vich, donde estudió Ger- palabras: expresaba una realidad, Armadam era lo mismo que
berto de Aurillac; la de Gerona y la de Barcelona. La escuela biblioteca o archivo; ahora bien, era imposible que el monaste-
episcopal de Compostela no tuvo importancia hasta los tiempos rio dispusiese de abundantes libros si le faltaba la oficina, don-
del arzobispo Gelmírez. Las de Palencia y Salamanca, como de se escribían (scdbere generalmente significaba copiar). E r a
otras del extranj'ero, fueron, andando el tiempo, la célula ger- el scriptorium una sala de buenas proporciones, llena de luz y
minal que dio origen a las primeras universidades 8 . situada de ordinario junto a la iglesia. En torno de grandes
Tanto las escuelas monásticas como las episcopales, siendo mesas, bien provistas de cálamos, pinceles, plumas de ave, tin-
como eran centros de estudios adonde confluían tantos esco- teros y pinturas, además de la greda, piedra pómez, el escalpelo
lares, niecesitaban poseer abundantes libros de uso ordinario, o raspador y el graphium, se inclinaban los monjes scríptores,
como la Biblia, textos d e Santos Padres, leccionarios, evange- copiando los manuscritos con bellas letras carolingia, lom-
liarios y otros códices litúrgicos, historias, poesías y los prin- barda o visigótica, y si la obra lo requiere los miniaturistas la
cipales clásicos latinos. Esta necesidad dio origen a los escri- iluminarán con bellas iniciales, dibujos geométricos y, entre su
torios, donde hábiles copistas y miniaturistas de sentido artís- follaje, curiosas figuras de hombres y animales. El más absoluto
tico nos han dejado obras tan útiles como bellas. Citamos, como silencio reinaba en la sala, a fin de evitar yerros y descuidos
ejemplo, el Salterio de Utrecht (800); el Evangeliario de Car- en la copia.

' MANSI, Concilio, 14, 1008. * Z. GARCÍA VILLADA, Historia eclesiástica de España t. 3 (Ma-
8
L a riquísima biblioteca de York noa la describe Alcuino drid 1936) en las p á g i n a s 337-60 t r a t a de la "Vida de los escri-
m u y al p o r m e n o r en sus versos De sanctis Eboracensibus: tores medievales", y en las 360-80 de los "Archivos, bibliotecas
y escuelas*'; MARQUÉS DE LOZÚYA, Historia del arte hispánico (Bar-
Illic invenies vetérum TCstigia patrum; celona 1931) t ; . l , 312-326; E . LESNE, Hist. de la propriété... t. 4 Les
quidquld liabet pro se Latió Romanus in orbe, Uvres. Scriptoria et bibliothéques (Lille 1938); H. MARTÍN, La
Graecia vel quidquid transmisit clara Latinis, ininiature frangaise (Nemours 1924); P . D'ANCONA, La miniature
Hebralcus vel <jucd populus bibit imbre superno. Üalienne du X au XVI sitíele (Lyón 1925) t r a d . de ital. por
(MGH, Poetae lat. aevi caroliná I, 203, v. 1535-1539.) M. P . Poirier; E . A. LOEWE, The oeneventan Scriptorium (Oxford
1814); J. MIDGLEY, The Abbey of St. Gall as a centre of literature
Y sigue especificando los autores. ind art (Cambridge 1926).
C. 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 307
306 P. I. DE CARLOMAGNÓ A GREGORIO Vil
/
dación de las universidades, en que por obra del aristotelismo
Unos versos atribuidos a Alcuino aconsejan el modo y for- triunfante se impuso una clasificación más científica de las
ma con que se deben copiar esmeradamente los libros, promte- artes.
tiéndoles a los scriptores la recompensa del cielo. Sobre esto La gramática tuvo en un principio la mayor importancia,
corrían apacibles leyendas. U n a noch'e se aparece San Vaast a unida como estaba con la lectura e interpretación de los auto-
un su discípulo y le advierte que le serán perdonados tantos pe- res clásicos y de los Santos Padres; aun el Derecho romano
cados como letras llevaba trazadas. O t r o copista salva su alma con sus precisas definiciones ofrecía temas d e estudio' a los
por haber escrito una letra más que pecados había cometido. gramáticos. Con el tiempo se fué imponiendo la dialéctica (lc«-
O t r o (Godefrido, del monasterio d'e San Martín de Tournai), gica y arte de la disputa.), que sirvió de introducción a la filo-
que había copiado los Morales de San Gregorio, los Evangelios sofía. Abelardo1, en cuyo tiempo eran conocidos los Predica-
y buena parte de la Biblia, el Misal, De Civitate Dei y el En- mentos, Perihermeneias, Razonamientos sofísticos y Primeros
chiridion de San Agustín, etc., muere sin experim'entar el menor analíticos, de Aristóteles, en traducciones de Mario Victorino
dolor. Estos scriptores trabajaban mientras duraba la luz del y de Boecio, además de la Isagoge, de Porfirio, fué quien dio
sol, poco en invierno, pues como dice Berceo en la Vida de el triunfo a la dialéctica sobre la. gramática y la retórica, a lo
Santa Oria: "Los días son non grandes, anocherá privado; menos en París, pues en otros puntos, como en Ghartres y O r -
escribir en tiniebra es un mester pesado". leáns, siguió boyante por algún tiempo la formación más hu-
4. Plan de estudios y método escolar.—'Desde T o u r s escri- manística.
bía Alcuino a Carlomagno: "Yo, vuestro Flaccus, según' vues- E n las ciencias del Cuadrivio se contentaron con repetir
tra exhortación y beneplácito, procuro en el monasterio de San los datos y noticias que encontraban en Macrobio, en Boecio,
Martín ofrecer a unos las mieles de la Sagrada Escritura; a en San Isidoro, en el Astrolabio de Gerberto y después en el
otros trato de embriagar con el vino añejo de las antiguas dis- mismo Euclides. La música teórica, según Marciano y Boecio, se
ciplinas; a otros empezaré a nutrir con los frutos de las sutile- cultivó con amor en Reichenau. La Botánica d e Columela fué
zas gramaticales; a algunos deseo. ilustrar con el orden de las imitada por Walafrido. La Historia natural de Plinio pasó a los
estrellas, como con la pintura de la bóveda de un palacio" 10 . libros de San Isidoro.
T o d a la enseñanza literaria se resumía en el fríyio y toda Sobre el tranco de las siete artes van creciendo y desarro-
la ciencia en el cuadrivio, o sea en las siete artes liberales, llándose tres ramas: la Filosofía natural, la Teología o comen-
clasificadas ya con toda precisión par Marciano Capella en su tario de la Sagrada Escritura, según los Santos Padres (espe-
Satyricon sive de nuptiis Mercurii et Philologiae. El trivio cialmente San Agustín, San Gregorio, San Isidoro), y la cien-
(artes sermocinales) abarcaba la gramática, retórica y dialéc- cia de las leyes civiles y canónicas: Physica, Theologia, Scien-
tica; el cuadrivio (artes reales), la aritmética, geometría, as- tia legum*1.
tronomía y música; todas las cuales solían sintetizarse en el La Medicina se cultiva principalmente en Salerno y en
siguiente hexámetro: "Lingua, tropus, ratio; numerus, tonus, aquellas ciudades adonde llega directa o indirectamente la in-
angulus, astra". fluencia de los árabes, pero también en los monasterios con
San Isidoro, Beda y Alcuino, siguiendo a Casiodoro, vulga- tendencia práctica.
rizaron esta división, que dominó en todas partes hasta la fun-
El método dominante en las escuelas era en un principio
10 el dfe la lectio, otorgando excesiva importancia al memorismo.
MGH, Epístolae IV, 176; M L 100, 208. Y en el poema a n t e -
r i o r m e n t e citado, hablando de Aeberto, m a e s t r o de York, expone El maestro leía ante sus alumnos el libro de texto y comentá-
así las a s i g n a t u r a s que se c u r s a b a n : balo con testimonios d e autoridades; de ahí las frecuentes glosas
Doctrinae et vario studlorum rore rigabat; que encontramos hasta el siglo xn.. Al conocerse fentonces la
His dans grammatieae rationis gnaviter artes, Lógica nova, introdújose la disputatio como complemento de
lilis rhetoricae inf¡undens refluamlna liaguae, la lectio. En el siglo xi apunta la elaboración y sistematización
. illos iuridica curavlt cote polire,
illos Aonio docuit concinere cantu. didáctica de cada una de las cuestiones, proponiéndose orde-
... Ast aliña íecit praefatus nosse magister
harmoniam coeli, solis lunaeque labores.
... Aerios motns. pelagi tsrraeque tremorem, 11
"Ad istas t r e s scientias p a r a t a e sunt, t a n q u a m viae, septena
naturas hominum, pecudum volucrumque ferarum,
diversas numeri gpecies varia,=«jue figuras, liberales artes, quae in trivio et quadrivio continentur... Nullus
paschali dedit sollemnia certa recursu, Perfectlonem illius triplicis sapientiae potest attingere, nisi in his
máxime Svripturae pandens mysteria saci-ae. septena prius extiterit p e r f e c t u s " (Cod. Bamberg., en GBABMANN,
•Die GeschicHte der scholastischen Methode II, 39).
(MGH. Poetae lat. aevi carolind, I, 201.)
308 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
C 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 309

nadamente los argumentos en pro y en contra, para dar luego


la solución, según acostumbraron los escolásticos. aquellos cenobios austeros y pintorescos, al arrullo de las olas
y de los vientos de la verde isla, se alababa incesantemente al
¿Conocían el griego lo suficiente para leer las obras clási-
Señor con corazón romano y se paladeaban las dulzuras de un
cas y patrísticas escritas en aquel idioma? En. la Edad Media
idioma sabio, como el latín, cultivado aquí con mayor artificio
rarísimos eran en Occidente los que entendían la lengua griega,
que en otras partes, precisamente porque empezaba a ser len-
fuera de algunas palabras sueltas. Tenían, pues, que leer aque-
gua sólo de los doctos y letrados, n o del pueblo. La civilización
llos libros en traducciones latinas. Con todo, entre los monjes
de Irlanda, isla de santos, es obra exclusiva d e los monjes, de
irlandeses del siglo vil al ix y en las escu'elas por ellos dirigi-
unos monjes contemplativos con alma de apóstoles, de unos
das era frecuente el aprendizaje de este idioma. En Francia
monjes que 'componían poemas latinos y hablaban el griego.
vemos a Hilduino, abad de San Dionisio, traducir por orden
Desgraciadamente en el siglo ix empiezan las oleadas de paga-
de Ludovico Pío y con ayuda d'e varios colaboradores (828-835)
nos, piratas noruegos y danes'es, que sumergen la isla en una
las obras del Pseudo-Areopagita, basándose en .un ejemplar que
oscuridad caótica, larga y triste.
el emperador bizantino Miguel el Tartamudo hizo en 827 al rey
franco. Y Juan Escoto Eriúgena, traductor de las Ambigüeda- 1. San Beda el Venerable,—De modo semejante se encen-
des, de Máximo el Confesor, emprendió hacia 860 otra trasla- dió en la Gran Bretaña la hoguera de la ciencia. Dos monjes,
ción del mismo códice, versión que fué corregida por Anastasio el tarsense Teodoro, lector asiduo d e los poemas homéricos,
el Bibliotecario, gran traductor de textos griegos, 'históricos, que llegó a ser arzobispo de Canterbury (669-690), y su compa-
hagiográficos y conciliares 112 .. ñero Adriano, originario de Italia, importaron la cultura clásica,
Conocida es la pasión de los monjes medievales por las la cual arraigó tan pronto en los monasterios y en las catedrales,
historias, o mejor, por las narraciones edificantes y legenda- que en tiempo de Beda había muchos que hablaban el griego y
rias. E n todos los monasterios se escriben vidas de santos, tan el latín igual que su propia l'engua anglosajona. Nadie con tan-
rebosantes de piedad infantil como ayunas de crítica. ¡Cuántas ta perfección y dominio como el mismo Beda (f 735), a quien
"leyendas martiriales" se confeccionaron en las clases como su inmensa autoridad científica y religiosa le mereció el título
ejercicio de composición, que generaciones posteriores tomaron de el Venerable. Educado en el monasterio de Jarrow, se apa-
por genuinas actas d'e mártires! E n las demás historias se sigue sionó por la ciencia, sin que sus afanes de erudito entibiasen
siempre la forma de Anales, anotando los fenómenos de la na- en lo más mínimo su amor a la oración y el ardor con que
turaleza,. inundaciones, sequías, eclipses, etc., como anuncio de vivía su ideal religioso. El mismo nos dice al poner fin a su
males o castigos de Dios, e intercalando en la serie de los suce- historia: "Puse todo mi afán en la meditación de las Sagradas
sos históricos frecuentes moralizaciones. Escrituras; y entre la observancia de la disciplina religiosa y el
cotidiano oficio de cantar en el coro, siempre me fué dulce el
Sus conocimientos de la geografía eran todavía incomple-
aprender o'enseñar o escribir" 1 8 . L'eyó, como San Isidoro, en
tos. U n manuscrito de Beato nos ofrece un mapamundi de los
quien se inspiró a veces, todos los autores de la antigüedad
llamados "mapas en T " , que probablemente procede de otro
clásica y cristiana y con amorosa constancia fué destilando sus
romano del siglo iv. Asia ocupa la parte superior: en la infe-
enciclopédicos conocimientos en múltiples escritos de gramática,
rior se ven Europa y África, de tal forma que los mares de den-
retórica, métrica y poesía, música, matemáticas, física, astro-
tro dibujan una T; alrededor circulan las aguas del Océano.
nomía, cronología, historia, hagiografía y teología o exégesis
de la Sagrada Escritura, con lo que llegó a ser uno de los edu-
cadores de la Edad Media. Su Martyrologium ocupa un puesto
II. L A CULTURA INTELECTUAL DE IRLANDA E INGLATERRA relevante entre los martirologios históricos. Su Historia eccle-
siastica gentis anglovam le acredita de historiador sagaz, exacto
"Lámpara del N o r t e " se ha llamado a Irlanda, "encendida y elevado, dándole derecho a ostentar el título de padr'e de la
con lumbre traída de Roma por los monjes y suspendida entre historia de Inglaterra. Sus comentarios a los sagrados libros
las densas nieblas hiperbóreas. Sus irradiaciones alcanzan no del Antiguo' y del N u e v o Testamento, desentrañando sobre todo
sólo a Inglaterra, sino a gran parte del continente (europeo. En su sentido alegórico, son como la última reverberación d e la
patrística iluminando la teología medieval. T r a s una vida de
** G. THRRY, Etudes dionysiennes. Hilduin, traducteur de De- recogimiento, plenamente consagrada a la ciencia y a la ora-
nys (París 1932-37). "Etudes de Philosophie médiévale" vol. 16-17; ción, murió en su pobre celda, donde tan infatigablemente había
M. GRABMANN, Mittelalterliches Geistesleben (Munich 1926) p. 449
4681 Sobre las traducciones del siglo x n y x m hablaremos en
la segunda parte. M
Historia ecclesiast. V, 24: ML 95, 288.
310 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
C. 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO _jjj;

trabajado, cantando serenamente "Gloria al Padre y al Hijo y


al Espíritu Santo" a 4 . La brillante civilización visigótica "española había padecido
súbito naufragio bajo la hinchada marea de turbantes muslí-
2. Alfredo el Grande,—Por efecto de las disensiones, y dis- micos.
cordias internas, no menos que por las invasiones de los nor- En Italia la invasión d e los longobardos amagaba constan-
mandos, estaba en crisis la cultura cristiana y aun la existencia temente con asolamientos y depredaciones. Con la inmoralidad
de los minúsculos reinos anglosajones, cuando se levantó el rey
desenfrenada y el desconcierto político triunfantes e n la corte
de Wessex, Alfredo el Grande (f 901), el cual siendo niño
había estado en Roma, donde le había adoptado como hijo es- de los merovingios, se daban la mano el más lamentable abaW-
piritual el papa León IV. En casi treinta años de reinado^ venció dono espiritual y la incultura de las mentes, mayor que la de
repetidas veces a los daneses invasores, asegurando para el los campos. L a vida intelectual de los francos se hallaba más
porvenir la independencia d e Inglaterra; reformó el ejército, atrasada que la d e sus vecinos de Italia, España e Inglaterra.
trató de crear unía flota poderosa, legisló sabiamente y fomentó 1. Renovación cultural desde Carlos Martel*—Pero desde
la agricultura, pero sobre todo se empeñó en levantar el nivel la victoria de Carlos Martel (Poitiers 732) sobre los árabes, y
moral e intelectual del país, prestando su apoyo a la Iglesia. sobre todo desde la coronación de Pipino (751), la nueva mo-
Hizo restaurar obispados y monasterios, devastados por los narquía de los francos se conquistó política y militarmente un
normandos; llamó a monjes extranjeros que enseñasen las letras puesto hegemónico en el occidente cristiano. C o n la gran per-
latinas, y a casi completamente olvidadas; procuró dar vida a
sonalidad de Carlomagno se restauró en cierto sentido el antiguo
una literatura nacional en el idioma del país; él mismo, adelan-
tándose cuatro siglos a otros rey'es europeos, alternó el uso d e .Imperio, restauración que, como es natural, n o había de limi-
la espada con el de la pluma, poniéndose a traducir del latín tarse al aspecto puramente político.
libros útiles, como un extracto d e los Salmos, un Enchiridion El Imperio romano era la personificación d e la cultura hu-
o colección d e preces, el Liber regtilae pastoralis d e Gregorio mana, y Carlomagno quiso también resucitar todo lo que había
Magno, De Consólatione philosophiae d e Boecio, y una obra de bueno y aceptable en aquella cultura tan espléndida. Como
homilética intitulada Blooms, que es una antología sacada en la Iglesia era la portadora d e aquella civilización y los clérigos
su mayor parte de los Soliloquios d e San Agustín, d e La Ciudad los únicos que conservaban la tradición literaria, comprendió
de Dios y d e los Morales de San Gregorio. Aficionadísimo a Carlomagno la necesidad de apoyarse en la Iglesia y en los
la Historia, tradujo también la de Orosio y la del Venerable eclesiásticos, si quería realizar la gran empresa d e levantar el
Beda, traducciones importantes desde el punto de vista de la nivel moral e intelectual d e sus subditos.
filología inglesa y notables también por las adiciones y notas E s verdad que también los clérigos habían descendido en la
preciosas con que las enriqueció el real traductor 1 5 . universal decadencia y había que empezar por la reforma ecle-
Después de él, todavía se ven intermitentes destellos c e siástica. ¿De dónde habían d e venir las fuerzas regeneradoras?
ciencia sagrada en el santo abad d e Glastembury y arzobispo D e los países vecinos. Y a se sabe que todo gran movimiento
cantuariense Dunstan (f 988) y en su coetáneo Elfrido de M a l - cultural no se fecunda ordinariamente sino con elementos d e
mesbury, que tradujo la Biblia en lengua anglosajona y nos fuera. Ingleses, italianos y españoles fueron los encargados d e
dejó una colección de homilías. la ingente tarea reformadora y constructiva. Ellos restauran la
pronunciación latina, muy corrompida era Francia por influencia
popular, y enseñan la verdadera grafía de las palabras y la
III. RENACIMIENTO CAROLINGIO cantidad de las sílabas al escandir el verso. Ellos son los per-
sonajes que llenan el primer acto del renacimiento carolingio,
Profunda era la postración a que habían llegado las letras, y se llaman Alcuino, Paulo Diácono y Teodulfo de Orleáns;
las ciencias y las artes en la Europa del siglo vin, exceptuando ellos son los sembradores de la mies literaria, teológica y filo-
la G r a n Bretaña e Irlanda, aunque también en éstas se iniciaba sófica, que llegará' a sazón bajo Ludovico Pío y Carlos el Calvo.
la decadencia. E n este que podemos llamar segundo y tercer acto, los más
14 numerosos representantes son indígenas, si bien en medio d e
A. HAMILTON THOMPSON, Beda. Bis Ufe, times and Writings ellos se yerguen figuras como el español Agobardo y después
(Oxford
M
1935).
C. PLUMMEK, The Ufe and times of Alfred tre Great (Ox- ^ irlandés Eriúgena.
ford 1902); S. A. BROOCKB, King Alfred as educator of Ms people A una con el Imperio resucitan las letras. E l obispo d e
and man of letters (Londres 1901). Auxerre Moduino (f 840)', raro poeta, anglosajón, discípulo d e
312 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 313

Alcuino y luego obispo, tiene conciencia de la renovación que 2. El! inglés Alcuino ( f 804).—El principal promotor de
se opera con Carlomagno bajo el signo de Roma y canta: este renacimiento carolingio fué el anglosajón Alcuino, docto y
Á u r e a R o m a i t e r u m r e n o v a t a r e n a s c i t u r • Orbi erudito como el que más de su tiempo. Formado en la escuela
... Á u r e a lux t e r r i s cáelo demissa relucet 1 6 . catedralicia de York, viajaba por Italia cuando Carlomagno lo
conoció en Parma y logró ganarlo para su Imperio (782). Des-
Se ha hablado mucho de este renacimiento carolingio. ¿Es de entonces pasó a ser amigo y consejero del monarca, com-
exacto el vocablo? ¿No sería mejor hablar de restauración o pañero en sus ocios, su maestro y el de toda la escuela palatina.
reforma de los estudios clásicos? Sin embargo, la palabra re- Heredero de la tradición científica de San Beda el Venerable,
nacimiento ha hecho fortuna y seguirán empleándola los histo- llevó Alcuino a Francia los métodos y todos los conocimientos
riadoi'es para designar el florecimiento o progreso de la cultura, escriturísticos y profanos de los anglosajones. N o era un ta-
que se inaugura con Carlomagno en la segunda mitad deJ si- lento creador, ni un filósofo audaz, sino un gran lector, un
glo vni y que duró alrededor de un siglo. compilador, un erudito, un pedagogo de tendencia moralista,
Más bien podría dársele el nombre de humanismo, porque cosa que en aquellas circunstancias era lo único que se podía
la educación humana que en aquellas escuelas prevalece es la esperar, y de más provecho, sin duda, que lo hubiera sido un
que se funda en los, estudios de humanidades, en las siete artes genio original e incompreñdido. Fué un excelente catequista de
liberales, y principalmente en la elocuencia (sapientia eloquens) la ciencia. Sus manuales libelli de gramática, de retórica y dia-
y en la poesía latina, todo lo cual lo ponen al servicio de la léctica, lo mismo que sus trabajos dogmáticos y exegéticos, son
ciencia sagrada. La teología, en cuanto es ciencia sistemática, extractos casi siempre de autores antiguos. Su ideal fué poner
apenas balbucea ten las controversias dogmáticas; la filosofía las artes liberales al servicio de la ciencia sagrada. El perma-
puede decirse que no existe hasta que el pensamiento audaz de neció toda su vida simple diácono. De palabra y por escrito
Eriúgena se pone en contacto directo con la especulación helé- combatió, el adopcionismo de Elipando y de Félix de Urgel, par-
nica. En cambio, las bellas letras florecen dondequiera, y son ticipó en la controversia sobre el culto de las imágenes, influyó
muchos los que, como Alcuino, Paulo Diácono, Teódulfo, Lupus en las capitulares de Carlomagno, promoviendo la erudición
de Ferriéres y Walafrido Estrabón, cuidan la forma con esme- del clero; procuró la corrección del texto de la Vulgata, cote-
ro y se dejan impresionar por la elegancia clásica de los poetas, jando antiguos manuscritos; completó el Sacramentarium gre-
oradores e historiadores antiguos latinos. Obra artística de gran gorianum implantado en las Galias, y se preocupó por la evam-
valor no aparece. La base de todo este renacimiento, o flore- gelización de los pueblos germánicos. Labor meritísima que
cimiento de la cultura, es la enseñanza de la gramática y, a lo fructificó largamente después de dar lustre de cultura a un
más, de las ciencias del trivio y el cuadrivio, con una dosis Imperio semibárbaro. Desde el año 796, con el permiso de Car-
regular de exégesis bíblica y de instrucciones litúrgicas, pues lomagno, se retiró al monasterio de San Martín de Tours, del
no cabe duda que e'ste florecer literario lleva un carácter fun- que fué abad, y cuya escuela levantó a gran altura, contando
damentalmente eclesiástico. entre sus discípulos a Rabán Mauro, Amalario de Metz, Hildui-
Los talleres donde se fragua esa cultura son las escuelas no de Saint Denis y Euboldo de York. Dejó también poesía?,
monásticas y episcopales, empezando por la escuela palatina buenos libros ascéticos y unas trescientas cartas de extraordi-
y por la de San Martín de Tours. Carlomagno las favorece y naria importancia para la historia de su tiempo 1 8 .
las promueve con todo empeño, como promueve y. favorece la Al lado de esta gran figura venida de Inglaterra al reino
instrucción de' los clérigos en su código legislativo, desde su franco, palidecen las de otros anglosajones e irlandeses, gra-
primera capitular del año 769. El mismo emperador invitará máticos o poetas, que aportaron su óbolo de luz y de ciencia
poco después a todos los monasterios y a las iglesias catedrales al renacimiento carolingio, aunque entre ellos se cuente al abad
a erigir escuelas donde se enseñen las siete artes liberales y la benedictino Smaragdo, de origen desconocido, acaso irlandés,
Sagrada Escritura. famoso exegeta y comentador de la Regla de San Benito, que
El nuevo Imperio brillará con los reflejos del antiguo. Los asistió al concilio de Aquisgrán con el fin de reformar y unir
poetas de la corte tomarán nombres clásicos, y tratarán de es- los monasterios francos.
cribir como Virgilio, Horacio u Ovidio, mientras el emperador
mandará construir sus palacios e iglesias conforme a los mo- 3. El italiano Paulo Diácono (f 799).—Otro de los con-
delos de la arquitectura romana o bizantina 1 '. quistados por Carlomagno fué Paulo Diácono, hijo del noble
M
MGH, Poetae latini aevi carol. I, 385. 18
11
Véase el libro de PATZELT, Die Karolingische Renalssanoe C. .7. B. GASCOIN, Alcnin, Ms Ufe and ioorí? (Londres 1894);
A
(Viena 1924). Y los libros sobre Alcuino. , K W I N J I A U S Z , Alcuin ( P a r í s 1948).
^14 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
C 11 LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 315

Warnefrido, y educado en la corte de los longobardos. Para la


y más especialmente en la cuestión de la enseñanza. Enviado
hija del rey Desiderio compuso la Historia romana, continuando
por Carlomagno, vino a Oviedo hacia el 790 con el fin de or-
el Breviario de Eutropio hasta los tiempos de Justiniano. Im-
ganizar la corte y las iglesias d'el reino de Alfonso el Casto al
presionado ante el hundimiento d'e su patria, profesó en el mo-
estilo carolingio, cosa que "se logró escasamente. .En su diócesis
nasterio de Civate, donde escribió una Exposición de la Regla
de Orleáns ordenó que hasta los párrocos abriesen escuela y
de San Benito, y al desaparecer del todo el reino longobardo
no rechazasen a ningún niño 'enviado allá por sus padres, ni les
ste pasó a Montecasino. Como su hermano, complicado en una
exigiesen nada por la instrucción. Implicado en una sedición
conjuración, hubiese sido llevado prisionero a Francia, Paulo
política contra Lud&vico Pío, éste le depuso y relegó a un mo-
Diácono se presentó con un poema' elegiaco ante Carlomagno
nasterio, donde acabó la vida tres años después. "Mirabilis
y obtuvo su libertad. M á s aún: recibido en la corte de los fran-
doctor", le llamó el sínodo de Tribur, y bi'en merece este título
cos con gran aplauso, allí se quedó ens'eñando griego, escri-
por sus esentos teológicos De Spiritn sancto, defendiendo el
biendo poesías y componiendo diversas obras, como las Gestas
"Filioque"; De ordine baptismi, repleto d e erudición patrística,
de los obispos de Metz, un Comentario a la Gramática de D o -
y por sus trabajos d e depuración d'el texto de la Vulgata 2 1 .
nato, etc. Por encargo d e Carlomagno- y para uso de todos los
párrocos recogió en dos tomos homilías d'e Santos Padres Agobardo (f 740), según los anales lugdunenses, vino a
(Homiliavium Caroli Magni), que debían ser leídas en las igle- Lyón el año 792. Ordenado d e sacerdote en 804 por Leidrado,
sias, a falta de otra predicación, en los días festivos. Suspirando sucedió a éste en la archidiócesis liónesa desde el 816. Empe-
por la soledad de la celda, volvió a retirarse a Montecasino, ñado en defender la unidad del Imperio- (Flebitis epístola de
donde compuso la Biografía de Gregorio Magno y su más divisione Itnperii), se alzó contra Ludovico Pío y en p r o d'e
célebre obra, que es la Historia de los longobardos, fuente casi Lotario, enzarzándose en mil conflictos políticos. "Es preciso
única para la historia italiana de los siglos vil y vni después del —decía—que todos los hombres, por diferentes que sean d e na-
Líber pontificalis. H a y quienes le atribuyen el himno- Ave Maris ción, d e condición y d e sexo, nobles o esclavos, pronuncien
unidos el Pater nosier qui es in caelis... al Dios único y Padre
de todos. Somos un solo pan, un solo cuerpo d e Cristo, o me-
También vinieron de Italia el diácono Pedro de Pisa {f ante jor, un solo Cristo según el Apóstol... Pluguiera al Dios omni-
799)', poeta y gramático, y Paulino de Aquilea (f 802), amigo potente que bajo un solo monarca piadosísimo fues'en todos los
de Alcuino, en unión del cual, y con mayor autoridad teológica, hambres gobernados por una sola ley: esto sería muy condu-
salió a luchar contra el adopcionis-mo, siendo y a patriarca de cente para la concordia de la ciudad de Dios". Triunfó con la
Aquilea, cargo que desempeñaba desde 787. A Paulino se debe deposición y penitencia pública que se le impuso tel año 833 a
la forma latina actual del credo y su más frecuente uso en la Ludovico, jornada que él mismo describió 122 , pero cuando el
liturgia d e la misa. También propugno la adición del Filioque™. monarca recobró su trono, Agobardo salió para el destierro.
4. Teodulfo ( f 821) y otros egregios españoles»—De E s - Años adelante fué restituido a su sede. Como teólogo, es el de
paña vino, huyendo, stegún parece, de los sarracenos invasores, más personalidad y originalidad entre los carolingios, si bien
el mayor poeta de la corte carolingia y uno d e los más eximios .; es evidente que Ite absorbían con fuerza máxima los proble-
teólogos, Teodulfo, "immensis casibus exul", como dicte él mis- ; mas prácticos-. Si n o escribió correctamente del culto de las
mo. Después de Alcuino, nadie más influyente que él. Imitador imágenes, fué p o r su horror innato a todo lo que pudieste pare-
de Prudencio, no solamente hizo resonar su lira con acentos cer superstición 28 .
religiosos, sino también satíricos y elegiacos. A todos sus con- Leía las obras de Tertuliano, cosa rara en su tiempo, y es
temporáneos supera en facilidad y en dominio de la métrica. indudable que algo del escritor africano y dte su propio genio
Suyo es el himno que canta la Iglesia el domingo de Ramos: j hispánico relampagueaba en su estilo. Temperamento d e pole-
Gloria, laus et honor". Recibió de Carlomagno tel obispado de i
Orleáns, y León III le otorgó el pallium el año 800. Fué mo-•) M
C H . CÜISSARDJ Théodule, évéque d'OrléanSj sa vie et ses
délo de obispos y magnífico auxiliar del emperador en la reforr ¿ oeuvres (Orleáns 1892).
nía eclesiástica, como se patentiza ten sus Capitula pro clero „ "* MGH, Capitular. 2 Cf. Chartula ad Lothavium: ML 104,
319-24.
'"' Hoy se niega que sea suyo el libro De imaginibus, según
16
MANITIUSJ Geschíchte der latelnischen Literatur des Mitte-' dijimos en la p. 224. Mantúvose, por lo demás, fiel a su aserto
lalter I, 257-272. °ontra Fridegiso: "Exiguitati nostrae videtur quod ñeque vos ne-
20
G. GIANNONI, PauUnus II, Patriaroh von Aquileja (Vte»*i Vie nos de hac re allquid sentiré aut dicere debemus, nisi quae
3986); G. ELLERO, San Paolino d'Aqutteia (Cividale 1901). ^rthodoxos magistros sensisse aut dixisse legimus" (IAber adv.
Fredegisum: ML 104, 164).
316 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
C. 1 2 . LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 317

mista, toda su vida se la pasó luchando contra los abusos, o los


de la confianza de Carlomagno, no es fácil determinarlo. Se ha
que él juzgaba tales; contra las supersticiones populares (De
dicho que era entendido en arte, principalmente en arquitectura,
grandine et tonitcuis); contra las ordalías o juicios de Dios;
y por eso ste le encomendó la alta dirección de las construccio-
contra los judíos; contra las usurpaciones de los nobles (De nes reales, a la vez que el desempeño de importantes legaciones
privilegio et iure sacejrdotii), etc. Importantes son sus contro- políticas. Si Alcuino ha sido llamado el ministro de cultos y de
versias ten materia dogmática contra el adopcionista Félix de instrucción, Eginardo—dicen—era el ministro de obras públi-
Urgel, y en materia litúrgica contra Amalario. "Agobardo—ha cas; así le vemos dirigir la construcción de la capilla imperial
dicho Dufurcq—es el más grande personaje de sií tiempo. El de Aquisgrán y más tarde la d e ' l a s basílicas de Steinbach y
vio no solamente los males que eu su tiempo amenazaban a la Seligenstadt. Sin embargo, los estudios críticos de Halphen han
Iglesia y a la sociedad, sino también los remedios que convenía reducido su estatura intelectual casi tanto como la de su cuerpo.
aplicar. De ahí su grandeza" te *. Aunque seglar, percibía los réditos de no pocas abadías que
Otro temperamento d e luchador fué Claudio de Turín Carlomagno y Ludovico Pío le dieron en encomienda. Poco
(f 827?), originario de España, según atestigua su contempo- después de la muerte del emperador, rtedactó su famosa Vita
ráneo Jonás Aurelianense. Acaso vino a Lyón con Félix de Caroli, escrita en hermoso latín., como calcada que está en las
Urgel. Animoso batallador ten la guerra contra los sarracenos, biografías imperiales de Suetotüo. E n su curiosa obra Transla-
fué televado a la sede de Turín por Ludovico Pío hacia el 817. tio SS. Marcellini et Petri refiere cómo uno de sus notarios,
Celoso predicador y buen exegeta, compuso comentarios al Gé- enviado a Roma en busca de reliquias, robó las de estos dos
nesis y otros libros del Antiguo Testamento', como también a santos, y narra su itinerario triunfal hasta la ciudad que de
varias epístolas dte San Pablo y a San Mateo en forma de Gate- ellos tomó el nombre: Seligenstadt, en cuyo monasterio pasó él
ría. Patrum, distinguiendo el sentido físico, alegórico y ético. ^ l o s últimos días de su vida. Discúfese la parte que le oupo en
Combatió con ardor el pelagianismó, pero incurrió en .un exce- la compilación de los Aúnales regni Francorum (antes Lauri-
sivo esplritualismo, que condenaba el culto de los santos, la sienses, porque se suponían del monasterio d e Lorsch) 2 6 .
veneración de las rteliquias y aun de la cruz, las peregrinaciones
a Roma, etc. 6. Los discípulos de Alcuino.—Gloria inmarcesible de su
maestro es el primus praeceptor Germaniae, Rabán Mauro
El nombre de Prudencio Galindo (-f 861) tiene resonancias
(f 856), abad dte Fulda y arzobispo de Maguncia, de sabiduría
celtibéricas; él mismo confiesa en unos versos su oriundez es-
enciclopédica, que se preocupó de la formación de los clérigos
pañola: "Hispaniae genitus, Celtas deductus et altus". Cape-
en su libro De institutione clericorum; compiló en su gran obra
llán de Ludovico Pío desde 843, fué pocos años después elegido
De universo todo el saber profano y teológico, a la manera de
obispo de Troyes. Aunque gran teólogo, expuso ideas no del
San Isidoro; comentó muchos libros dtel Antiguo Testamento,
todo .exactas en la controversia sobrte la predestinación, de rí-
enriqueció la biblioteca de Fulda con preciosos códices, se man-
gido agustinismo, y refutó tanto a Gottschalk como a Scoto
tuvo alejado de las contiendas políticas, y como obispo se dis-
Eriúgena.
tinguió por su caridad para con los pobres. Consagrado enitera-
N o s dejó algunas obras litúrgicas y una continuación de los . mente a la ciencia, n o sólo se interesó por las artes liberales y
Anuales Bertiniani'25. por la Biblia, sino también por la observación de la naturaleza,
5. Eginardo, biógrafo del emperador»—Bien merecía Car- preludiando remotamente a su compatriota San Alberto el Gran-
lomagno, personaje central y promotor inteligente de todo este de; levantó a gran altura la escuela de Fulda y propagó por
movimiento literario, un biógrafo que nos describiese con pin- Alemania la cultura carolingia. El fué tel primero en refutar la
celada realista su figura y su carácter. T u v o la suerte de ha- doctrina de la gemina praedestinatio enseñada por Gottschalk,
llarlo en Einhard o Eginardo (f 840), natural de Malngau y que en la juventud había sido subdito suyo en Fulda y el pri-
educado con esmero en la abadía de Fulda y en la corte de mero en querer precisar la doctrina eucarística de Pascasio
Aquisgrán. Hasta qué punto aquel hombrecillo mtenudo gozó Radbterto e 7 .

24 50
DUFURCQ; L'Avenir du Christianisme t. 5, 218; J. LEONARDI, ' L. HALPHEN, Einhard historien de Charlemagne, en el libro
Agobarcl von Lyon und seine politische Publisistik (Münster 1927); Btudes critiques sur Vhistoire de Charlemagne (París 1921) p. 60-
MR. BRESSOLLES, Doctrine et action politique d'Agobard. I. Saint !03, Más favorable a Eginardo, P. GANSHOF, Notes critiques sur
Agobard, évéque de Lyon, 760-840 (Paris 1949). Eginhard, biographe de Charlemagne, en "Revue belge de philo-
'•" MANITIUSJ Geschichte der lateinischen ZÁteratur des Mittelaí- togie et d'histoire" 3 (1925) 725-758.
ters I, 344-48. " MANITIUS, Oeschichte -der lateinischen ZÁteratur... I, 288-302;
H. PELTIER. Raban Maur, en DTC.
C 12. LA IGLESIA,, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO _J>19
318 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
rios a Persio, Juvenal y Marciano Capella, escribió en verso
Condiscípulo y amigo de Rabán es el obispo Haimón de una Vida de San Germán y unas glosas a las Categoriae decem
Halberstadt (f 853)', exegeta que se fija en el sentido alegórico- del Pseudo-Agustín.
místico de los libros sagrados y autor de un epítome, o Brevia- Como poetas latinos se distinguieron Sedulk» el Irlandés
cium Historiae Ecclesiasticae, extractando a Rufino. ( | 858?), que dedicó sus poemas a la emperatriz Ermengarda,
Discípulo igualmente de Alcuino fué Amalario, corepíscopo a los reyes Carlos y Luis el Germánico, a los obispos de Lieja,
de Metz (f 850?) y obispo de Tréveris, de importancia extra- Colonia, etc., y versificó el Martirologio, y el Poeta Sajón,
ordinaria en la historia de la liturgia por sus' cuatro libros De anónimo religioso de Corvey, que puso en verso la historia de
ecclesiasticis officiissa, a pesar de algunas opiniones fantásti- Carlomagno hacia el 890.
cas y su prurito de simbolismos. D'esempeñó en 813 una em- Jonás, obispo de Orleáns (f 842), viajó por Asturias, inte-
bajada de Carlomagno en Constantinopla e intervino en las resándose en la controversia de Beato y Eterio contra Elipan-
principales controversias de su tiempo. do; escribió De cultu imaginum en la polémica contra Claudio
Sucesor de Alcuino en la escuela de Tours fué Fridugiso de Turín y los iconoclastas, pero su principal escrito es de D e -
(f 834), cuyo opúsculo De nihilo et tenebris sirvió para acuciar recho político, De institutione regia, con gran conocimiento de
los ingenios dialécticos. los Santos Padres B0.
7. Dos humanistas y otros personajes del siglo IX.—Empe- El diácono Floro d e Lyón {f 860), buen auxiliar de Ago-
cemos por Walafrido Estrabón (f 849), célebre maestro y abad bardo, dejó, entre varias obras teológicas, v. gr„ sobre la pre-
de Reichenau, cuya floreciente escuela rivalizó con Fulda y destinación y poesías, un Martirologio, que es el de Beda au-
San Galo. Preceptor de Carlos el Calvo y cantor de la familia mentado. También el arzobispo Adón de Vienne (f 875) nos
imperial en sus versos sobre la estatua de Teodorico traída de legó un Martirologio histórico, bastante falto de crítica y com-
Ravena, fué el primero en criticar las costumbres de Carlo- pletado por Usuardo en el monasterio dte San Germán de los
magno en su viaje de ultratumba y visión del infierno, Visto Prados a i .
Wettini, en mil hexámetros, fruto inmaturo de su primera ju- U n discípulo de Rabán Mauro, el monje Otfredo (f 870),
ventud, que es una sátira moral y casi un preludio de la Divina compuso por los años de 865 una armonía evangélica, Krist,
Comedia. La Vida de San Mames está escrita con ingenuidad en versos alemanes rimados; pero sin alcanzar la sublimidad
y poesía, y su potaiita Hortulus, describiendo el jardín de la práctica del Heliand (El Salvador), poema germánico dte igual
abadía, respira el aroma d e las florecillas silvestres. Sabemos asunto que se remonta a los tiempos de Ludovico Pío.
que escribió glosas a varios libros de la Biblia, y, aunque sin P e r s o n a j e s de alto relieve son Juan Escoto Eriúgena
título suficiente, pasa por ser el autor de toda la Glossa ordi- (f p . 877) e Hincmaro de Reims, Pascasio Radbterto (f 860?) y
naria, que de tanta autoridad gozó ten la Edad Media en punto Ratramno ( j 868); pero de ellos se ha hecho mención al trataT
a exégesis bíblica. Alcanzó también renombre como liturgista. de las controversias dogmáticas suscitadas en el siglo ix.
M á s puro humanista se nos presenta Servato Lupo de F e -
rriéres (f 862 ), ávido buscador y copista de manuscritos poé- IV. L A CULTURA EUROPEA EN LOS SIGLOS X Y XT
ticos, teóricos y filosóficos. Entre sus códices figuran Cicerón,
Quinitiliano, César, Suetonio, Séneca, Salustio, Macrobio, Dona- 1. El "saeculum obscurum".—En los últimos decenios de
to, Aurelio Víctor, Valerio Máximo. Su rica correspondencia la novena centuria se extinguen lánguidamente los resplandores
epistolar con Rabán Mauro, Eginardo, Jonás de Orleáns, Hinc- del renacimiento carolingio, más en Francia que en Alemania.
maro de Reims, etc., en elegante latín, y su sentido crítico, le dan El siglo x y aun la primera mitad del xi es una Edad de hierro;
el aire de un filósofo renacentista. Discípulo, lo mismo que E s - en lo moral como 'en lo intelectual, todo marcha en decaden-
trabón, de Rabán Mauro en Buida, vino a Ferriéres, donde fué cia. Destaquemos, sin embargo, algunas figuras brillantes, pero
elegido abad. Discrepó ligeramente de su maestro en las discu-
siones ocasionadas por Gottschalk a propósito de la doble aisladas.
predestinación e intervino en las controversias sobre la Euca- Florece la escuela de San Galo, con su director Kotkero
30
ristía E9. Estudiado y editado por J. REVIRÓN, Les idees politico-
Su discípulo Eirico de Auxerre (f 880?) nos dejó comenta- religieuses d'un évéque du IX siécle: Joñas d'Orléans et son
'De81 institutione regia" (París 1930).
es
Editados críticamente por el P. J. M. HANSSBNS. S. I., en Los martirologios históricos los ha estudiado concienzuda-
"Studi e Testi" (Roma 1948). mente DOM H. QUÉNTIN, Les Martyrologes Mstoriques du moyen
29
L. LEvriXArN, Loup de Ferriéres: correspondance (Paría <*fle (París 1908).
1927).
320 P. I. DE CARLQMAGNO A GREGORIO Vil C. 1 2 . LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 321

Bálbulo (f 912), tartamudo y de ouerpo débil, peto de hermosa Widukindo (t 1004), monje de Corwey, que escribió la histo-
alma, llena de divinos donfes. Continuó el Breviatium regum ria de su gente sajona 'en clásico latín.
ftancorum, y es él probablemente el Monacus Sangallensis, Entre las oscuridades y anarquías del siglo x, como anun-
autor de Gesta Caro/i Magni, salpicada de curiosas anécdotas. ciando la aurora de un nuevo renacimiento, se alza la figura
Distinguióse por el cultivo de la música, siendo el primer com- prestigiosa del monje Gerberto, luego papa con el nombre d'e
positor alemán, y no menos por la composición de secuencias, Silvestre II (f 1003). Y a hemos expuesto en otro capítulo cómo
en cuyo ritmo se han visto influencias d e las estrofas bizanti- logró ser la personalidad científica más relevante de su siglo.
nas. Se le atribuyen varios himnos litúrgicos y un tratadito De Otón III le llamó a su corte y le puso al frente de la escuela
música. E n la misma escuela monástica d'e San Galo descolló palatina. Gracias a ' l a amistad y protección del emperador le
en el siglo siguiente otro Kotkero (f 1022), por sobrenombre fué fácil obtener las más altas dignidades, como abad de Bob-
Teutónico o Labeo (a causa de sus grandes labios), que tra- bio, arzobispo d e Reims y Romano Pontífice. Además d e las
dujo al alemán, para uso de sus discípulos, muchos autores clá- artes del trivio y del cuadrivio, dominaba todos los conoci-
sicos y piadosos, como Boecio, Mariano Capella, Aristóteles, mientos de su época y estaba muy versado en los autores clá-
el Salterio, etc. sicos, en la Lógica de Aristóteles y en las ciencias naturales.
A él se le atribuye la difusión en Europa de las cifras arábigas
Director de las escuelas de Reims y San Amando fué el
en sustitución de las romanas, que tanto complicaban las ope-
monje Hucbaldo (f 931), escritor d e vidas de santos y autor
raciones aritméticas. Sus cartas son una magnífica fuente de
de algunos tratados de música teorética, como D e harmónica
información para la historia política d e su tiempo y una prue-
institutione. E l innovó la escritura musical escribiendo las síla-
ba de su formación humanística BS .
bas del texto entre siete líneas, más arriba o más abajo, según
las variaciones del tono. Puro alarde de versificador malaba- Discípulo suyo fué Fulberto de Chartres (f 1028); obispo,
rista en su curiosa Écloga de calvis32. autor d e sermones, himnos y tratados contra los judíos. Aun-
Flodoardo, canónigo de Reims (f 966), tiene una valiosa que italiano de origen, estudió en Reims y llegó a ser uno de
Historia de la Iglesia de Reims y ofccos escritos históricos, ade- los mejórfes humanistas de su tiempo. T a n bien fundado en D e -
más de un poema De Christi triumphis, qufe viene a ser una recho canónico, como en medicina y en filosofía platónica como
serie d e vidas de santos metrificadas. en la d e Aristóteles, era consultado y oído con respeto. Pasa
por el primer teólogo del siglo xi; pero su mérito principal con-
2. Laces entre las sombras.—Bella figura del siglo x, que siste en haber fundado la escuela de Chartres, que tanto bri-
nace hacia el 935 y muere poco después del 973, se nos apare- llará en la centuria duodécima por su sentido humanístico de
ce la monja Rosvita de Gandersh'eim, la primera poetisa ale- la cultura 3 4 .
mana, de formación clásica. Entre sus obras poéticas distinga-
mos sus poemas sagrados en hexámetros leoninos y dísticos . 3. La aurora del siglo XI.—En los albores de la undécima
(Vida de María hasta la huida a Egipto, Ascensión del Señor, centuria encontramos en la corte de Conrado II al capellán y
Leyendas de santos, entre otras la del niño San Pelayo, según poeta'Wipón (f 1050), autor de Gesta Conradi II Imperatoris.
el relato que oyó de labios de u n cordobés); dramas en prosa, Entre sus poesías no podemos pasar por alto la s'ecuencia que
lo más notable de su producción, con los que quiso sustituir se canta en tiempo de Pascua: "Victimae Paschali laudes", y
las comedias lúbricas de Terencio, "celebrando la castidad de que en la Edad Media sirvió d e núcleo a muchas representacio-
las santas vírgenes en el mismo género literario en que se re- nes litúrgicas del misterio de la resurrección de Cristo 35 .
presentaba la lascivia d e las malas mujeres", y, en fin, poemas En el monasterio de Reichenau un monje poeta y músico,
históricos en verso heroico. Hermán Contracto (de contractus, tullido, f 1054), dejaba a
A la altura de los mejores cronistas medievales ponemos a cuantos se acercaban' a él tan alegres y consolados como ins-
truidos. Su enfermedad no lte impidió escribir obras de mate-
ffl
Dirigida a Carlos el Calvo, consta de 146 hexámetros y
tiene la particularidad de estar escrita con palabras que empiezan
todas con la letra C: *" K. WBRNERJ Gerbert von Aurilíac (Viena 1881); F. PICAVET,
Gerbert, un pape philosophe (París 1897); J. LEFLON, Gerbert,
s
Carmina clarlosonae calvls cántate. Camenas. umariisme et Ghretienté au X" siécle (París 1946). Véase lo
Comeré COTÍ digno cojiaÍKT carmine calvos <lUe de él decimos al tratar de los papas.
... Carole tum calvia, Caesar clarisaime, canta, A. CLERVAL, Les ¿coles de Chartres au moyen age (París
Crucifero Christo... 1895); M. MANITIUSJ Geschichte der lateinischen IAteratur del
Criux euius cunctiis cornionat crimina calvis. * • ¿ . II, 682-694.
( M L 1 3 2 , 1042-47.) * Amigo de propagar la cultura romana, aun como instru-
Historia de la Iglesia 2 11
322 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 323

máticas, astronomía y música. Su libro sobre el astrolabio le liberales, sino de Derecho y aun de Medicina. La larga domi-
coloca entre los primeros astrónomos de su época. Atribuyen- nación de Bizancio dejó impresas sus huellas, y los mismos lon-
sele muchas antífonas, himnos y secuencias, entre otras la Salve gobardos se dejaron latinizar en menos de un siglo.
Regina y Alma Redemptoris Mater, sin suficientes títulos. Para Y a vimos cómo de la escuela palatina de Pavía salió Paulo
muchos compuso él la melodía. Su Crónica del mundo desde el Diácono. Dícese que cuando el emperador Luis II bajó a Benfe-
nacimiento de Cristo hasta 1039, menos original de lo que al- vento encontró allí 32 maestros seglares. En el siglo x, cuando
gunos afirmaron, es notable por la precisión cronológica. los centinelas de Módena marcaban su paso a lo largo de las
U n a gran figura, hasta hace poco casi desconocida, es la murallas, solían cantar estos versos d,e reminiscencias clásicas:
del abad Juan de Fécamp (f c. 990-1078), que, por las investiga-
ciones de Dom Wilmart, ha pasado a ser el más notable escri- O tu, qui servas armis ista moenia.
tor espiritual del siglo xi. Según el citado erudito benedictino, Noli dormiré, quaeso,- sed invigila!
al abad Juan de Fécamp se han de adjudicar las Meditaciones Dum Héctor vigil exstitit in Troia 37
del Pseudo-Agustín, tan impregnadas de piedad altísima, y di- non eam cepit fraudulenter Graecia .
versas meditaciones y plegarias, no menos inflamadas y devo-
tas, que frecuentemente corrían a nombre de San Anselmo. Con Y W i p ó n le decía al emperador alemán que en Italia todo
esto la espiritualidad del siglo xi se nos ilumina de un modo el mundo cultivaba los estudios que hicieron grande a Roma.
imprevisto. Comprendemos mejor a San Pedro Damiani, y, so- El Patriarchium de Letráni era un centro de estudios teológi-
bre todo, encontramos más natural y suave el paso hacia San cos, retóricos y musicales. Con todo, los estudios sagrados no
Bernardo 3 * y hacia la oración individual metódica. parece que estuvieron tan en auge como en otros países, a pesar
de que el concilio romano del 826 en su canon 34 ordena que
Recordemos aquí también a los historiadores Adán de Bre-
ma (f 1068) y Raúl Glaber (f p. 1045), así como a Burcardo, en todas las iglesias se enseñen las artes y la teología.
obispo de W o r m s {f 1025),. célebre por su compilación canó- U n a de las figuras más doctas e influyentes del siglo rx fué
nica doctrinal, Decretum Burchatdi, especie de manual para Anastasio el Bibliotecario (f 879), antipapa unos días en tiem-
obispos y clérigos, ouyo penúltimo libro (el 19) es un peniten- po de Benedicto III, secretario más tarde del gran Nicolás I,
cial importante para conocer los usos y costumbres de la época. a quien prestó inestimables servicios. Gozó en Italia de una
Libros penitenciales abundan por entonces, así como los autoridad semejante a la de Hincmaro de Reims en el reino de
libros litúrgicos, formularios, colecciones d e homilías, glosas y los francos, aunque n o alcanzase su altura moral. Como envia-
comentarios, obras generalmente: de carácter práctico y piadoso, do del papa y del emperador, figuró en el concilio V I I I d e
no sacudidas por el soplo de la especulación alta y sutil. La Constanitinopla, cuyas actas tradujo al latín, así como también
Escolástica no ha nacido todavía. algunas vidas de santos, actas de mártires, etc. Suele atribuír-
sele una de las últimas compilaciones del Líber pontificalis.
4. Las letras en Italia,—Nunca se extinguió en Italia la cul- Nadie en Occidente conocía mejor que él la lengua griega.
tura antigua. Nunca faltaron retóricos y gramáticos, que en Traduciendo a Teófanes, Nicéforo de Constantinopla y Sincelo,
sus escuelas de Roma, Ñapóles, Ravena, Pavía, Salerno, Bene- compuso la Chronographia tripartita, que había de ofrecer ma-
Vento, Lucca, Verona, etc., leían y comentaban a los clásicos, teriales a la gran historia eclesiástica que planeaba su amigo
siquiera en forma elemental. N o sólo había1 escuela d e artes el diácono Juan (f 882).
mentó de imperio, Wipón le daba a Enrique n i estos consejos: C o n Anastasio el Bibliotecario hubo de convivir en la curia
Tune fac edictum piar terram Teutón! corum,
Pontificia ese Juan, diácono, apellidado Hymónides, que escri-
quilibet ut dives sibi natos instruat omnes bió por encargo de Juan VIII una biografía de San Gregorio
litterulis... Magno, utilizando cartas de éste y otros documentos del ar-
Moribus his dudum vivebat Roma decenter;
his studila tantos potuit viocire tyrannos: chivo romano. Otros cronistas del siglo ix podían ser nombra-
Hoc servant Itali post prima crepundia cuncti... dos; pero nos atrae más la conocida poesía de un anónimo que
ut doceant aliquem, niei elerieus accijpiatjur.
por aquellos tiempos entonaba en Verona un hermoso himno
(MGH, Bcript. XI, 251.) a Roma, señora del orbe, reina de las ciudades, empurpurada
M c
DOM WILMART, Auteurs spirituels et textes dévots du moyen on la sangre de los mártires y embellecida con las blancas
age latin (París 1932); J. LECLERCQ-J. P . BONNES. Un Mattre de azucenas de las vírgenes: O Roma nobilis, que fué en la Edad
la vie spirituéüe au XI si$cle, Jean de Vécarriy (París 1946). 1J&
Confessio fidei (ML, 101, 1027-1098), que algún tiempo pe atribuyo
a Alcutao, es t a m b i é n de F é c a m p , * MURATORI, Antiquitatis italicae H I , 709.
324 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 325

Media la canción de los peregrinos al entrar en la Ciudad al cuasi-racionalista Berenqario de Tours en la controversia
Eterna M . eucarística. N o se crea, sin 'embargo, que se aparte en nada de
Los celosos obispos Attón d e Vercelli (f 960) y Raterio de la tradición; de la filosofía sólo quiere lo justo y necesario den-
Verona (f 974) nos dejaron obras, aquél exegéticas y oratorias, tro de la teología. La gloria de Lanfranco reside en el vuelo
éste ascético-morales y canónicas, sermones, cartas y una des- científico que gracias a él tomó la escuela de Bec, adonde con-
cripción rítmica de Verona, si es que tal obra pertenece a aquel currirán Ivo de Chartres, Anselmo de Aosta y todos los deseo-
erudito prelado d e agitada vida. sos de estudiar seriamente la teología.
Liutprando de Cremona (f 970) tiene importancia como San Pedro Damiani no es tan sólo un hombre d e acción al
historiador, por más que sea bien conocida su maledicencia servicio d'e los Romanos Pontífices, ni es sólo el reformador
contra los papas. Natural d e Pavía, y educado en su escuela del clero y del pueblo, el fustigado! de los vicios, el flagelador
palatina, se puso al servicio de la causa del emperador Otón, del concubinato y de la simonía (Liber Gomorrhianus, etc.); es
de cuyas manos recibió el obispado de Cremona. Conocía per- también el apologista d e la religión cristiana contra los judíos
fectamente, el griego y las instituciones bizantinas por sus fre- (Contra iudaeos; Dialogas ínter iudaeam et Christianum), y el
cuentes viajes a Bizaneio. 'Escribió la historia de los reyes y doctor y representante d e la ciencia eclesiástica en sus obras
de los emperadores de su tiempo, que intituló Antapódosis, teológicas, canónicas, hagiográficas y hasta en sus cartas, ser-
Res gestae Oítonis. mones y composiciones litúrgicas y poéticas. Queremos también
El diácono de Novara Gunzón {f p . 977) revela perfecto resaltar que San Pedro Damianii es el propugnador de una pie-
conocimiento de los clásicos y dominio del latín,en su satírica dad más dulce e íntima d e lo que podíam hacer pensar sus in-
epístola a los monjes de Reichenau. vectivas de moralista. N o hay duda que en la historia de la
Al monje Guido de Arezzo {f 1050), reformador del camto espiritualidad debe figurar como un precursor d e San Bernardo
eclesiástico, se debe la innovación de escribir los neumas en- por la devoción tierna al N i ñ o Dios en el pesebre, y más a
tre las líneas del pentagrama; inventó l a escala musical fija, y
Cristo en la cruz, y por las efusiones del alma c o n su celestial
para designar las seis primeras notas escogió las sílabas inicia-
les de los primeros hemistiquios del himno a San Juan Bautista: Esposo. Llámase a sí mismo "Pedro, último siervo de la cruz
"Ut queant laxis—resonare fibris", lo cual facilitó enormemente de Cristo"; y por su amor a Cristo crucificado y por comuni-
el aprendizaje del canto. cay en la pasión del Redentor, introduce en las costumbres de
Cerrando esta época pueden ir el austero reformador San sus monjes el ayuno del viernes y el uso de la flagelación (De
Pedro Damiani (f 1072), natural de Ravena, monje desde 1035 laude flagellorum). E l es el cantor d e la cruz y afirma que
y abad de Fonteavellana, luego cardenal y obispo de Ostia "quien no- ama la cruz, no ama a Jesucristo". Quiere sufrir con
desde 1057, doctísimo teólogo y terrible asceta. M á s amigo de Jesús paciente; "dejemos a otros mayores—dice—la alteza de
practicar las virtudes evangélicas que d e .sutilizar vanamente la divinidad de Cristo, mientras nosotros nos ocuparemos sólo
con las artes de los filósofos (De sancta simplicitate scientiae de su cruz". Como tantos después, fomenta la devoción a las
inflanti anteponértela), y Lanfraneo (f 1089), que suele apelli- cinco llagas "quinquepartito vulnere illius caro perfoditur", a
darse de Pavía, por su ciudad natal, y d e Bec, porque de este las cuales debemos consagrarles nuestros cinco sentidos, y en
monasterio.fué abad antes de ser obispo de Canterbury (1070). ellas debemos refugiarnos de las asechanzas del demonio 8 9 .
Si Pedro Damiani milita claramente entre los antidialécticos, E n la segunda mitad del siglo xi escribe Alfano de Monte-
como después San Bernardo, en cambio Lanfranco, sin ser tan casino, arzobispo de Salerno (f 1085), libros teológicos, ha-
especulativo como su discípulo San Anselmo, prefiere una vía giográficos y de medicina, p e r o sobre t o d o versos* clásicos de
media, quizá movido por la circunstancia de tener que combatir
39
88
Dice así la primera estrofa: ML 145, 557 y 683. San Pedro Damiani es autor del cono-
cido himno De gloria Paradisi ("Ad perennis vitae fontem mens
O Roma nobilis, orbla et domina sitivit árida"), bellamente traducido en liras españolas por un
curoctarum. urbium excellentissima, poeta del siglo xvi, que acaso sea fray Luis de León. L. VÁZQUEZ
roseo uiartyrum sanguine rúbea, DE PARGA, La poesía "Del ayua de la vida" y el himno "De gloria
albis et virginuru liliia candida! Paradisi" de San Pedro Damiano, en "Revista de bibliografía
Salutem dicimus tibí per omnia. nacional" (1942) 217-233; L. A. GETIKO, Nuevas poesías de Fray
Te bisnedicimus Salve per saeeula! Luis de León, en "La Ciencia Tomista" (1927) 202-209. Sobre la
espiritualidad de San Pedro Damiani, V. VAILATI, La devozione
Y siguen dos estrofas, una a San Pedro y otra a San Pablo. all'Umanitá di Cristo nelle opere di San Pier DaTniani, en Divus
G. ScHNÜREitj Kirche und Kultur in Mitteíolter II (Paderborn Thomas" (Piacenza 1943) p. 78-93.
1929) p. 106.
C 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 327
326 P. 1. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil

Cipriano y d e Leovigildo, tenemos noticias por los escritos de


carácter sagrado y una oda Ad Hildebrandum, en que exalta
San Eulogio.
la grandeza de Roma 40 . Por encima de los más sabios maestros descollaba, por su
5. L a herencia de San Isidoro en España.—Es corriente en doctrina y elocuencia, el abad Esperaindeo, "vir dissertissimus,
los manuales de historia eclesiástica, particularmente en los magnum temporibus nostris Ecclesiae lumen", educador de in-
extranjeros, pasar por alto la cultura de la Iglesia española en trépidos campeones de la fe y entusiasta de la cultura latina,
los siglos de la alta Edad Media, como si después del esplen- isidoriana, frente al peligro muslímico. Contra Mahoma com-
dor visigótico la más cerrada noche hubiese entenebrecido los puso un Apologético, del que sólo nos queda un fragmento
cielos- de la España cristiana. conservado por su fiel discípulo San Eulogio. Contra los here-
Hemos y a observado que en el Imperio carolingio algunas jes que negaban la trinidad de personas en Dios y la divinidad
de sus más resplandecientes lumbreras eran d'e procedencia es- de Cristo, escribió un opúsculo a instancias d e otro discípulo,
pañola, d e donde habían salido llevando consigo destellos dé no menos ferviente, por nombre Paulo Alvaro.
la, lumbre isidoriana. Veamos cómo también en. el suelo patrio 6. Alvaro y Eulogio. Sansón y Leovigildo,—Alvaro y E u -
ardían los rescoldos d'e aquella gran hoguera. Y mimemos pri- logio nos ofrecen durante toda su vida el ejemplo de una amis-
mero a los mozárabes, después a los cristianos de las montañas tad idílica y castrense, rebosante de suavidades cuando desaho-
norteñas. gan su mutuo afecto en versos ingenuos o conversan sobre co-
Aciagos eran los tiempos que corrían para los mozárabes, sas divinas, y llena de viril fortaleza cuando militan juntos
oprimidos por la tiranía del enemigo vencedor. Necesariamente contra los enemigos y perseguidores d e la Iglesia cristiana.
debían ser tiempos de decadencia, poco propicios para el cul- Alvaro es un luchador apasionado, que sólo se deja dominar
tivo de las ciencias y las letras, si bien es innegable que, como por el amigo a quien adora. Eulogio, d'e alma contemplativa y
Grecia a los romanos, también aquí los vencidos comunicaron serena, es quien tiene la iniciativa de las tareas comunes, y,
su alta cultura y civilización a los vencedores, y sangre espa- aunque pequeño de estatura, se impone a su amigo, el sacerdote
ñola corría por las venas de muchas figuras cumbres del cali- al seglar. Los dos eran cordobeses, de padres nobles; los dos
fato cordobés. se educaron juntos en las aulas del abad Esperaindeo.
Por los años de 744, a 753 gobernaba la diócesis de Toledo San Eulogio llegó a ser el doctor y padre del mozarabismo
el virtuoso obispo Cixila, autor de una biografía d e San Ilde- español. Hacia el año 846 hizo un viaje por Cataluña y Navarra.
fonso, su predecesor en la silla toledana. E n Toledo, según Encontró fraternal acogida en el obispo de Pamplona, cuyos
quiere E . Hinojosa, o en Córdoba, según Dozy, se escribió en agasajos pagó después mandándole reliquias de San Zoilo; ten
la primera mitad d'el siglo vin la Crónica que algunos siguen el abad de Leyre Dom Fortún, pariente de Iñigo Arista, pri-
denominando del Pacense, compuesta n o p o r el fingido Isidoro mer caudillo d é l o s navarros; y en Odoario, abad del monaste-
de Beja, sino por un clérigo anónimo, cordobés o toledano; cró- rio de San Zacarías, junto a las fuentes d'el Arga, al pie de los
nica que es fuente de primera clase para la historia de la inva- Pirineos. E n la rica biblioteca de este monasterio, "que ilumi-
sión sarracena. Al mismo autor se le debe un epítome de la naba todo el Occidente con sus estudios y el ejercicio d e la
historia de los reyes visigodos, cotntiniuación de las crónicas de disciplina regular", halló, con admiración y gozo suyo, muchos
San Isidoro y del Biclarense. volúmenes de que carecían! en Córdoba. Entre los códices que
el docto y santísimo abad Odoario le permitió llevar se conta-
N o s consta que tel año 839 era arzobispo de Sevilla Juan ban La Ciudad de Dios, de San Agustín; la Eneida, de Virgilio;
Hispalense, a quien los árabes decían Said Almatrán (Said el las Sátiras, de Horacio y Juvenal; las Fábulas, de Avieno, etc.
Metropolitano), cuyos comentarios en lengua arábiga a la Sa- Duras pruebas le aguardaban en la capital del emirato. La per-
grada Escritura se han buscado hasta ahora inútilmente. Su secución excitaba el fervor de los mozárabes. San Eulogio
gran saber es alabado por Rodrigo Jiménez de Rada. lanza al público su Memoriale Sanctorum, vibrante apología
M á s que Toledo y Sevilla se levantaba Córdoba. D e sus de los mártires, que preferían dar su sangíe antes que contem-
escuelas florecientes, establecidas em> los monasterios d e los porizar y transigir. En la cárcel escribe el Documentum. mar-
arrabales y en la basílica de los Tres Santos, que hacía d'e ca- tgriale, para exhortar a las vírgenes Flora y María a confesar
tedral; de las escuelas de San Acisclo, de San Zoilo, d e San heroicamente su fe. Salido d'e la prisión, vuelve a levantar su
voz en p r o d e los mártires con su Apologeticum Sanctorum
40
M. Alfano I arcivescovo di Salomo (Salerno 1880);
SCHIPAJ wartyrum. Frente a los obispos tibios y condescendientes, como
MANITIUS, Oesch. der lat. IAt. II, 618-637; A. PAZZINI, I Santi nella Recafredo, metropolitano de la Bélica, San) Eulogio es tel caro-
storia della medicina (Roma 1937) p. 323-328.
328 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO VII
C. 1 2 . LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 329

peón de la santa intransigencia. Electo obispo metropolitano


de Toledo, no llegó a ocupar su silla, porque la cimitarra mu- editado por Dom L. Serrano en el Boletín de la Academia de
sulmana vino a segar su cabeza, con la de la virgen Leocricia, la Historia (1909), pero que debe reeditarse mejor.
el arlo 859 « . D e otro cordobés, el arcipreste Cipriano (890)', publicó Fló-
La vida de San Eulogio fué escrita amorosamente por Pau- rez ocho toscos epigramas latinos, como el dedicado al abanico
lo Alvaro (j 861). El temperamento fogoso d e este escritor se de la condesa Guisinda, esposa de Guifredo; el epitafio del
revela e n ' t o d o s sus libros: en la Confessio, desahogo de su abad Sansón, etc.
corazón humilde que ensalza las grandezas divinas; en el Lumi- Curiosa figura de prelado y de científico es Recemundo
nosa^ Indiculus, vehemente apología de los mártires'; en el Libef (entre los árabes Rabi ben Zaid), muy estimado por los califas
scintillarum y en sus poesías. M á s importantes para la teología Abderrahmen III y Alliáquem a causa de sus conocimientos
y la historia son sus epístolas *2. astronómicos. Natural de Córdoba, fué elevado a la sede epis-
copal de Ilíberis o Elvira (Granada) por el favor de Abderrah-
7. Otros escritores mozárabes.—'Por el mismo tiempo, se- men, quien le envió en 955 con una embajada al emperador
gún vimos, sufrían los infelices mozárabes de Málaga y de otras Otón I. Vuelto de Alemania, desempeñó otras legaciones del
ciudades un género de persecución más lamentable y dolorosa califa en Jerusalén y Constantinopla. Conocemos de Recemun-
que la de los emires musulmanes. Hostegesis habíase apoderado do un Calendario, que puede leerse en su texto árabe y en an-
simoníacamente de la mitra malagueña, infestaba aquella Iglesia tigua traducción latina, editado por Dozy* 3 .
con sus fraudes, rapiñas, injusticias e inmoralidades; y no con-
tento con adular a los magnates moros y fomentar la apostasía 8. En la España libre»—Si dejando a los mozárabes subi-
entre los cristianos, dio en la flor de enseñar errores antropo- mos a los cristianos libres del Norte, veremos que también allí
mórfieos, atribuyendo a Dios figura corporal y humana y se custodia con afanoso cariño la herencia científica de San
añadiendo que el Hacedor estaba era todas las cosas per subtili- Isidoro, aun en medio del bronco estruendo de la guerra nunca
tatem quandam. N o tardó en salir a ia palestra un denodado interrumpida. Del monje Beato de Liébana y de Etcric, obispo
campeón de la fe. El presbítero cordobés Sansón, abad del mo- de Osma, denodados campeones ambos de la ortodoxia contra
nasterio de Peña Melaría y después rector de la iglesia de San el adopcionismo de Elipando, se hizo mención al tratar de esa
Zoilo, que escribió el año 864 desde su destierro de Tucci herejía. E n medio de su rudeza de formas, su escrito demuestra
(Martos) el Apologéticas contra los errores d e Hostegesis, libro la adhesión incondicional y fervorosa al dogma incontaminado
de singular importancia, porque fuera d e algunas- epístolas de de la tradición, que seguía ardiendo en las montañas de Astu-
Alvaro Cordobés, al decir d e Menéndez y Pelayo, "'es la única rias. Beato había compuesto poco antes un. célebre Comentario
obra d e teología dogmática y de filosofía que d e los mozárabes al Apocalipsis, utilizando los d e Apringius, Tichonius, Victori-
cordobeses nos queda". nus y otros que figuraban en su librería. Murió abad en el mo-
Intervino en esta controversia el presbítero d e Córdoba Leo- nasterio de Valcabado hacia el año 798, siendo venerado por
vigildo, y fueron tan eficaces sus razones, que el propio Hoste- el pueblo con el nombre de San Biego. Dos focos de cultura
gesis—quizá n o tan criminal, ignorante y desalmado como lo irradian potente luz y a en el siglo x. Son el monasterio navarro-
pinta Sansón en el libro II del Apologético—hubo de retrac- castellano de Albelda y el catalán de Ripoll. M a s no son los
tarse, al menos en parte, d e sus crasos errores. Consérvase de únicos. A su lado se levantan llenos de vida San Millám de la
Leovigildo un tratado en diez capítulos, De habita clericotum, Cogolla, Santo Domingo de Silos, San Pedro de Roda y las
escuelas catedrales d e Vich, Gerona, Urgel, etc. Y a vimos cómo
41
M. MENÉNDEZ Y PELAYO, Historia de los heterodoxos espa- ensalzaba S a n Eulogio la opulenta biblioteca del monasterio de
ñoles 1. 2, c. 2. Una magnífica reconstrucción del ambiente cor- San Zacarías.
dobés, en DOM J. PÉREZ DE URBEL, San Eulogio de Córdoba (Ma-
drid 1942)'; F. J. SIMONET, Historia de los mozárabes de España La región castellana es en esta época más rica en Crónicas
(Madrid 1903). que la catalana. Mencionemos el Cronicón Albeldense o Emilia'
** Además de Menéndez Pelayo y Pérez de Urbel, véase J. MA- nense, de autor anónimo (883), continuado hasta el año 976
DOZJ El mundo mozárabe, en la "Historia de las literaturas his-
pánicas", dirigida por G. Díaz-Plaja (Barcelona 1949) I, 264-266; por el monje Vigila; la Crónica de Alfonso III, atribuida por
MADOZJ Epistolario de Alvaro de Córdoba (Madrid 1947), en "Mo- algunos a Sebastián, obispo de Salamanca, y que abarca desde
numenta Hispaniae Sacra". I; C. M. SAGE_, Paul Albar of Córdoba: el año 672 hasta el 866, y el Cronicón de Sampico, obispo de
Studies on his Ufe and writings (Washington 1943); W. BAUDISSIN, Astorga, que escribía a fines del siglo x. E l monje Romano,
Eulogius and Alvar (Leipzig 1872); DOZY, Hist. des musulmans
d'Espagne (Leyden 1861) II, 1-162; MANITIUS, Geschichte der Jatin- Prior de San Millán, se ensaya en la poesía religiosa. E l vene-
láter. I, 421-28,
" Le Calendrier de Cordo-ue de l'année 901 (Leyden 1873),
C 12. LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 331
330 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil
sivo, porque hay otros autores del siglo xm que expresa y ca-
rabie abad albeldense Salvo acrecienta con sus himnos, según tegóricamente se la atribuyen a Petras Compostellanus Episco-*
sfe cree, el caudal d e la liturgia mozárabe. D e él refiere un an- pus o a Petras de Compostella, que n o es otro que San Pedro
tiguo anónimo lo siguiente: "Varón pulido en el lenguaje, eru- de Mesonzo. Estos testimonios son, del gran liturgista medieval
dito en la ciencia, elegante en las sentencias, compuesto en las Guillermo Durand de Mende, en su Rationale divinorum offi*
palabras, escribió un librito que era regla para sagradas vírge- ciovum, y del canónigo de Ravena Ricobaldo de Ferrara, en
nes, hermoso en el estilo y claro en la verdad del asunto. Com- su Historia universalis. ¿Cómo a estos extranjeros se les ocurrió
puso con grande elegancia himnos, oraciones, versos y misas; el nombre de un español por nadie conocido fuera de su patria?^
y su estilo en estas obras es tan devoto, que causa mucha com- Todavía no se ha contestado satisfactoriamente a esta pregun-
punción y suavidad en los ánimos de los que lo> leen u oyen. ta. Y a a comienzos del siglo xn ocupa esta oración un lugar
Fué pequeño de cuerpo y flaco de fuerzas, pero de espíritu preeminente entre las antífonas litúrgicas y es cantada luego
muy "eficaz y ardiente. ¡Oh, qué palabras salían de su boca, en todos los monasterios cluniacenses, cistercienses y domini-
más dulces que la miel, y que alegraban el corazón de los hom- cos. T a n universal expansión se explicaría perfectamente en el
bres más que los vinos preciosos! Murió e n los tiempos del caso de haber sido compuesta en Compostela, adonde concu-
cristianísimo rey García y del obispo Teudamiro, a 10 de fe- rrían multitudes de peregrinos d e toda la cristiandad. E n nues-
brero en la era de mil" (año 962)'**. tro Gonzalo de Berceo, en Alfonso el Sabio y "en otros autores
Como discípulo suyo es conocido el celebérrimo copista Vi- españoles antiguos se manifiestan evidentemente las alusiones
gila, que no fué un mero scriptor, sino un verdadero letrado y y huellas de la Salve Regina.
poeta. En 973 figura como sacerdote y luego llegó a ser abad.
— Dos grandes figuras nos salen al paso en Cataluña: el
Hizo una importante compilación de concilios y decretales en
monje Gerbento, futuro papa Silvestre II, y el abad Oliva. Del
su conocido' Codex vigilanus, en cuyos primeros y posteriores
primero hemos hecho y a mención. Del monasterio francés de
folios nos dejó unos ingeniosos poemitas latinos.
Aurillac, vino a la M a r c a Hispánica en busca de sabiduría y
— Aquí es oportuno decir algo sobre el autor de la Salve la aprendió de labios d e Attón, obispo de Vich. ¿Llegó también
Regina, oración trema- y suspirante que bien pudo brotar de la hasta Córdoba, como quiere Nicoláu d'Olwer? Años adelante:,
saudosa alma gallega en aquellos valles húmedos de lluvia. Se escribirá a Lupito (Llobet) de Barcelona pidiéndole un libro de
le atribuye, en efecto, a San Pedro d e Mesonzo, que en la se- astrología que éste había traducido del árabe; y a Bonfilio (Bo-
gunda mitad d'el siglo X perfumó con sus virtudes primeramente fill), obispo de Gerona, rogándole haga diligencias para pro-
los monasterios de Santa María de Mesonzo, Sobrado y Alteal- cúrenle un libro de matemáticas escrito por el sabio José His-
tares, y después el obispado de Iria (Compostela). Su sola pre- pano. Esto demuestra la altura científica a que se había llegado
sencia y autoridad logró contener. ante el sepulcro de Santiago en esta región española, sin duda por la estrecha comunicación
la furia devastadora de las huestes de Almanzor el año 997. que mantenía con las escuelas d e Córdoba y Toledo, no menos
Poco después debió de morir el santo obispo. Dispútanle la que con otras extranjeras, como la de Chartres 4 5 .
composición d e la Salve Hermán Contracto, monje de Reiche-
naú, y Ademaro de Monteil, obispo de Puy, él jefe espiritual Así se explica que surja después de Gerberto la figura gi-
de la primera Cruzada. En pro de Contracto, autor de otros gante del conde y abad de Ripoll, Oliva (f 1046), Grafía Dei
himnos y secuencias litúrgicas, está fray Jacobo Felipe Bergo- Comes, como le llaman las crónicas, luego obispo d e Vich, sin
mense, que escribía en la segunda mitad del siglo xv. Moder- renunciar a la dignidad abacial. El es quien mejor encama todo
namente Dom Pothier, comparando la melodía d e la Salve con aquel renacimiento científico, literario y artístico del siglo ja.
la de Alma redemptoris, obra probabilisimamente.de Contracto, "Enviado por la divina clemencia a esta tierra d e España, tan
niega que entre ambas haya,.,sfemejanzas. Ademaro de Monteil grande antaño, para ahuyentar las tinieblas presentes", Oliva
tiene en su favor el testimonio de una crónica escrita hacia 1240 propulsó la ciencia y las artes, amplificó la catedral de Vich,
por Alberico de Trois Fontaines, el cual adjudica la Salve in- dirigió personalmente las obras de la espléndida basílica de Ri-
cidentalmente a su paisano el obispo de Puy. El argumento es poll, consagró las iglesias de San Pedro de Rodas, San Martín
fuerte, por ser el. testimonio más antiguo; mas n o parece deci- de Canigó y otras muchas; él reconstruyó la seo de Manresa
y fundó la del monasterio de Montserrat; a él se deben, como

** FLÓREZJ España sagrada' 33, 192. Flórez publicó muchas de * J. MILLAS VALLICROSA. Assaig d'Mstoria de les idees físiques
las antiguas crónicas; véase B. SÁNCHEZ ALONSO, Fuentes de la * matemátiques a la Catalunya medieval (Barcelona 1931); DOM
Historia española (Madrid 1927) p. 6; J. PÉREZ DE URBEL, Sampiro. A-. ALBAKEDA, L'abat Oliva (Montserrat 1931); R. D'ABADAL, I/abad
Su crónica y la monarquía leonesa en el siglo X (Madrid 1952), Oliva, biabe de Vich, y la seva época (Barcelona 1948)..
edición con introd. y notas.
332 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 1 2 . LA IGLESIA, EDUCADORA DEL OCCIDENTE EUROPEO 333

a insignte literato, elegantes epístolas, versos latinos, reglas de exposición sistemática dtel dogma, que recoge las enseñanzas
gobierno y sermones, como el Panegírico en loor del santo de los Padres griegos, especialmente de Gregorio de Nacianzo,
mártir Narciso; pero por encima de todo fué su misión la de y que fué altamente estimada de los escolásticos y utilizada por
irradiar la cultura y la espiritualidad por todo el país, llegando Pedro Lombardo, Santo Tomás y otros. Eximio teólogo se
a ser, como dice el P. Albareda, "el metropolitano espiritual no manifiesta igualmente en sus homilías, y elevado poeta sagrado,
sólo de la Marca, sino de todo el arzobispado de Narbona". no inferior al Píndaro rítmico, San Romano, en sus troparios,
odas, himnos, incorporados a la liturgia bizantina, si bien algu-
nas de las poesías que le atribuyó M a i sean de Juan Mauropos.
V. ACTIVIDAD LITERARIA DE LOS BIZANTINOS Refutó a los nestorianos, a los jacobitas o acéfalos, a los mo-
notteletas, a los maniqueos y a los mahometanos 46 .
La Iglesia bizantina entra en la Edad M'edia—si es que para
2. Otros escritores insignes»—Contra los inconoclastas es-
Bizancio o Constantinopla tiene sentido nuestra nomenclatura
cribió también tres libros el monje Teodoro Estudita (f 826),
de época medieval—con evidente superioridad científica y lite-
abad del monasterio constantinopolitano Studion, de donde le
raria sobre el occidente europeo. Levántase ten el vestíbulo la
vino el nombre. Su fervor intrépido en defensa de los iconos
egregia figura de San Juan Damasceno, que cierra la edad pa-
(Adversus iconomachos) le atrajo la ira de los emperadores.
trística con esplendores no indignos de los grand'es Padres an-
Preciosas para la Historia son sus cartas y muy estimables sus
tiguos y anuncia a los teólogos cumbres de la Escolástica occi-
escritos ascéticos, no menos que sus epigramas sobre la vida
dental. Pero observemos el diferente proceso que en ambas
claustral y sus composiciones poéticas a Cristo y a los santos.
Iglesias se opera. Mientras los pueblos latino-germánicos pasan
por un estadio de relativa brillantez cultural, sin originalidad Dos escritores por nombre Teófanes merecten aquí ser cita-
creadora, mero reflejo y repetición pueril de la sabiduría anti- dos: el uno es San Teófanes, confesor (f 817), continuador dte
gua, y sufren la crisis alborotada, oscura y bárbara del siglo x, la Cronografía de su amigo Jorge Sincelos, y el otro es el monje
para despertar en el xi con una lozanía promtetedora y pujante poeta Teófanes (f 845), autor d e himnos sagrados.
que irá creciendo de claridad en claridad, los bizantinos inaugu- El himnógrafo por antonomasia en el siglo IX es el basiliano
ran esta época con todo el brillo de su cultura tradicional; pero José (f 886), cuyas composiciones hallaron! acogida en los libros
muy pronto empieza a faltarles la savia, y cuanta más se alejan litúrgicos.
de Roma, tanto más ste marchitan bajo sus. formas clásicas, de- San Nicéforo, patriarca de Constantinopla (f 829), profesó
generando su ciencia en cuestiones formal ísticas, en catenas y la vida monacal dtespués de figurar en la corte de la emperatriz
florilegios, en labor de eruditos y memoristas. Irene. E n el concilio ecuménico de Nicea brilló su elocuencia,
y elevado a la sede bizantina, luchó contra el iconoclasta León
1. San Juan Damasceno.—De una rica familia de Damasco, el Armenio, lo que le valió el dtestierro. N o s dejó una serie de
ciudad sometida a los árabes, nació el último Santo Padre de opúsculos relativos a esta controversia, así como un Apologético
la Igltesia griega, Juan Damasceno (f 749). Después de ejercer en pro de la Iglesia católica y un Breviario de historia.
algunos años, como su padre, el cargo de colector de tributos La amable figura de la poetisa Casia, joven d e singular be-
entre los cristianos para el califa, se hizo monje y sacerdote en Uteza, resplandece un momento en la corte, hasta que, desechada
el monasterio de San S,abas, cerca de Jerusalén. Fué un gran por el emperador Teófilo (829-842), funda un monasterio, don-
teólogo y un gran santo. Sus obras, que revelan una inteligencia de se dedica a la poesía religiosa y litúrgica.
procer, destilan devoción y humildad y palpitan de amor a T a n célebre por su erudición como por sus intrigas y por la
Cristo, a la Virgen María, a la Iglesia. V i o levantarse del mis- gravedad de los asuntos político-eclesiásticos en que anduvo
mo solio imperial la herejía de la. iconoclastia, y salió a com- complicado, ste ofrece al historiador el patriarca Focio (f 897-
batirla con la espada de la doctrina, defendido, como estaba, 898). N o es un pensador original. Su teología depende directa-
por la protección del califa. La amputación de la mano derecha mente del Damasceno. Su saber es típicamente enciclopédico.
y su milagrosa restitución por la Santísima Virgen en gracia a En su famoso Myriobiblon o Biblioteca recogió noticias y ex-
la defensa que había hecho d'e las imágenes, parece ser un cuen- tractos dte doscientas ochenta obras griegas, paganas y cristia-
to árabe. M á s importancia que los Tres discursos apologéticos nas, con un breve juicio de su contenido y de su forma. Como
contra los iconoclastas tiente su célebre obra Fuente del cono-
43
cimiento, dividida en tres partes: 1) Dialéctica o introducción V. ERMO^I, Saint Jean Damascéne (París 1904); M. GOR-
filosófica.; 2) Historia de las herejías, y 3) D e la fe ortodoxa. MLLO, Damascenica. I. Vita Marciana, en "Orientalia christiana" 8
Esta última parte es verdaderamente capital para la teología, (1926) 47-81; II. IÁbellus orthodoxiae, en "Orientalia christiana"
ibíd. 82-103; las obras del santo, en MG 94-96.
334 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C. 1 3 . ARTE ROMÁNICO 336

muchísimas de ellas se perdieron, la Biblioteca de Focio tiene/ Juan Xifelin de Trebisonda, la decadente cultura bizantina. Lle-
para los historiadores un valor inapreciable. En la gran cora-- gó a ser personaje de influencia en el Imperio y a obtener el
pilación que tituló Anfiloquia, por estar dedicada a Anfiloquio halagüeño título de "Cónsul de los filósofos", al concedérsele
de Cízico, trata infinitas cuestiones (324 tratados) de teología, la restaurada cátedra de filosofía en Constantinopla. Compuso,
exégesis, filosofía, gramática e historia. A su tratado sobre la entre otras obras, un Diálogo sobre las fuerzas de los demonios,
procesión del Espíritu Santo y a sus comentarios escriturísticos Opiniones sobre el alma, Varias cuestiones teológicas, Comen-'
añadamos sus homilías y cartas y su lexicón de antigüedades taño al Cantar de los Cantares, Panegíricos de Simeón Meta-
griegas 4,T . , fraste, de Miguel Celulario, etc. Como filósofo, le parangona
Personaje interesantísimo por más d e un concepto es el em- el docto historiador de la literatura bizantina K. Krumbacher
perador León V I el Sabio (f 912), católico, pero débil, implica- nada menos que con Alberto Magno y con Bacón; pero creen
do en el asunto de la tetragamia. Aunque discípulo de Focio, mos que es elevar mucho a un escritor que conocía, sí, perfec-
lo desterró de Constantinopla y lo encerró en un monasterio. tamente a Aristóteles y otros filósofos, pero que participaba de
Era León VI muy docto en retórica, poesía, historia, filosofía, la tendencia enciclopedista de su época, era más erudito que
teología y derecho. Es conocido de los juristas por la publica- innovador y carecía de elevación moral y de carácter. El va-
ción de las Basílicas o constituciones imperiales y por su co- nidoso Psellos parece que no dio importancia al trágico desga-
lección de Novellas (nuevas ordenaciones). Merecen también rramiento del cisma llevado a cabo por Miguel Cerulario.
recordarse sus Panegíricos y homilías y su aportación a la him-
nografía litúrgica. Se le atribuye un libro de táctica militar,
donde pueden verse curiosos reglamentos y prácticas piadosas
de los soldados. CAPITULO XIII
La corte de Bizancio tuvo en el siglo x un ingenuo na>-
rrador de vidas de santos. Su nombre, Simeón Metafraste, Arte románico *
Adornadas por su pluma salieron a luz no menos de 120 hagio-
grafías, esmaltadas de hazañas y milagros increíbl'es que él tomó Aunque el arte románico crea sus más espléndidos monu-
de autores sin solvencia. Otras muchas le fueron atribuidas sin mentos en los albores del período siguiente, creemos oportuno
fundam'ento. Lipómano y Surio tradujeron muchas de ellas. Cré- describirlo ahora, cuando se va forjando como expresión de la
dulo hasta el exceso, no está, sin embargo, tan desprovisto de época. Es el momento en que la cultura medieval, la más típica,
objetividad histórica como algunos pensaron. oculta hasta entonces bajo la tieirra oscura y áspera de los
Aretas (f 939), arzobispo de Cesárea de Capadocia, brilló siglos ix y x, empieza a germinar y verdecer. Esa potencia
como orador, exegeta y entusiasta de los clásicos. creadora, que se manifestará en todos los campos, aparecerá
Suidas, monje quizá de Constantinopla, compuso hacia el. también, como no podía menos, en el arte. Fijemos la atención
año 1000 un amplísimo Lexicón de lengua griega, con noticias primeramente en la. arquitectura, que es la que más directamen-
importantísimas de filología, historia literaria y eclesiástica, etc. te se pone al servicio de la Iglesia.
Teofilacto descuella entre los teólogos más notables de fines Como del latín imperial, romano, nacen, condicionadas por
del siglo x con su Comentario al Nuevo Testamento. Tiene
interés su Epistolario y la Memoria que escribió sobre la edu- * BIBLIOGRAFÍA.—H. FOCILLON, Art d'Occident. Le moyen-dge
cación del príncipe Constantino, su discípulo. román et gothique (París 1938); P. X. KRAUS, Geschichte der
christlichen Kunst, fortgesetzt von J. Sauer, 2 vols. (1895-1908);
Entre los autores' ascéticos figura Nicetas, el apellidado A. MICHBLJ Histoire de l'art depuis les premiers temps chrétiens
Stethatos, entre los latinos Pectoratus, uno de los teólogos más 7_vols. (París 1905-1925); P. TOESCA, Storia dell'arte italiana (Tu-
fuertes que lucharon contra el cardenal Humberto, Representan- rín 1927); V. LAMPÉRBZ Y ROMEA, Arquitectura cristiana (Barce-
lona 1904); ID.J Historia de la arquitectura cristiana española en
te de Roma. Su doctrina espiritual depende de San Máximo, to Edad Media 2 tomos (Madrid 1930); EMILIO CAMPS, El arte
confesor, y del Pseudo-Areopagita. románico en España (Editorial Labor 1935); MARQUÉS DE LOZOYA,
El polígrafo Miguel Psellos (f 1078)' se empeñó en restau- Historia del arte hispánico (Barcelona 1931-1949); A. KINGSLEY
•PORTER, The romanesque Sculpture of the Pilgrimage Roads
rar, con la ayuda de ilustres maestros y condiscípulos, como (Boston 1923); ID., Spanish Romanesque Sculpture (Firenze 1928);
Juan Mauropos, Nicetas de Bizancio, Constantino Likhudis, L. TORRES BALAAS, El arte de la Alta Edad Media y del, período
románico en España. Apéndice al t. 6 de la "Historia del arte"
41 (Editorial Labor 1934); E. MALE, L'art religieux du XII siécle en
K. KRUMBACHER, Geschichte der bysantinischen Literatur trance (París 1923); K. KUENSTLE, IJconographie der chrístlichen
(Munich 1897) p. 73-79; 515-524; 972-974, Véase lo que de él deci- Kunst (Frelburg im B. 1928).
mos en el capítulo dei cisma.
336 P. I. DE CARLOMAGNO A GREGORIO Vil C 13. ARTE ROMÁNICO 337

la índole de cada pueblo, las lenguas romanceó, así, o d e mi oriental; los fueros d e mar otorgados a los .mareantes cantábri-
modo análogo, de la arquitectura latina, o romana, nace la ar- cos y el mercado de Compostela, frecuentadísimo por trafican-
quitectura qu'e .podríamos llamar romance y que comúnmente tes sirios" 2 . El mismo Lampérez asegura que San Pedro de las
se dice románica. El estilo o arte románico, que, llenando todo Fuellas de Barcelona, las iglesias de San Quirce (Burgos), F r ó -
el período primero de la Edad Media, se prolonga hasta p/rin- mlsta (Palencia), la antigua d e Silos y las cúpulas de Salaman-
cipios del siglo xm, empezó a formarse con la caída del Impe- ca; Zamora y Toro, monumentos que denuncian la influencia
rio romano, de aquel Imperio que había logrado mantener la bizantino, no son sino las piedras miniarías de las rutas mercan-
uniformidad artística en todo el Occidente 1 '. tiles, en el camino del Ebro y en el compostelano. *
1. Influencia oriental.—¿Cómo se transformó la basílica la- Tras varias tentativas artísticas, como las del estilo lom-
tina en la iglesia románica? Contribuyeron a ello diversas cau- bardo, estilo visigótico, estilo mozárabe, estilo asturiano, estilo
sas y condiciones: primeramente, el conocimiento de los mo- carolingio, se llega a la perfección del arte románico en el
numentos bizantinos y sirios, que aportan el elemento decisivo siglo xi, arte que alcanzará en el siglo xn cierto barroquismo
de la bóveda, con todas sus consecuencias; y en segundo lugar, decorativo, como todos los estilos en sus últimas épocas, antes
el carácter de cada pueblo, que le imprime su sello peculiar, de dar paso al ojival o de transformarse en el gótico. N o hay
según los recursos materiales del país y conforme a las necesi- duda que ese fuerte sistema arquitectónico, algo tosco en' los
dades del momento. comienzos, pero majestuoso e imponente después, dentro de su
Las influencias orientales por medio d e Bizaneio son muchas austera belleza, es una de las más hermosas creaciones del espí-
veces manifiestas. Lampérez ha descrito las rutas comerciales ritu cristiano y representa el espíritu unitario, fuerte, armónico
que seguían hacia Occidente los mercaderes bizantinos y sirios, y profundamente religioso d e aquellos pueblos, unidos en la
llevando consigo no pocas veces arquitectos y otros artistas de hermandad de una misma fe, una misma liturgia y de un mis-
procedencia oriental, los cuales se establecen allí donde se quie- mo arte. La misma espiritualidad sencilla, tosca si se quiere, pero
re construir una catedral o engrandecer una abadía, y trabajan robusta y elevada de aquellos pueblos, comunica a toda la cons-
y forman discípulos que imprimen al arte su sello peculiar, según trucción románica cierta austeridad, aire de penumbra y hasta
los recursos locales y conforme a los gustos y exigencias del no sé qué pesantez armoniosa, que no aplana el ánimo, sino
momento. que lo recoge y aun tiende a elevarlo, como tienden a la eleva-
Estas expediciones comerciales siguen principalmente estas ción los muros y los arcos; prueba de esta tendencia vertical
tres rutas: " 1) De Constantinopla a Venecia; de aquí por tierra es que por natural desenvolvimiento llegará hasta el arco ojival
a Genova y Pisa (que en aquellos tiempos era puerto de mar); y las sublimes elaciones del gótico.
a Marsella por mar, y atravesando luego la Galia por el valle La creciente prosperidad social, que tiene su amanecer en
del Ródano, a buscar el puerto de L a Rochela, para embarcar el siglo xi, hace que brillen días mejores para el arte; cabildos
con destino a Inglaterra. Esta ruta tenía una derivación desde y monasterios compiten en levantar iglesias, a cuál más capa-
Genova, por los Alpes y el Rhin, a Alemania y Flandes. 2) D e ces, duraderas y 'espléndidas.
Constantinopla a Egipto, y de allí, haciendo escala en Sicilia, El monje Rodolfo Glaber nos cuenta que alrededor del
a Marsella, donde confluía con la primera. 3)' D e Constantino- año 1000 se notó un rejuvenecimiento espiritual en todas partes,
pla a Egipto y Sicilia (2. a ), o Venecia y Pisa (1.'); de estos por efecto del cual el mundo se fué cubriendo con la vestidura
puntos a Barcelona y la costa catalana, y por el valle del E b r o blanca de nuevas iglesias, a ouál más hermosa 8 .
a buscar los puertos cántabros (Santander, Castro, Laredo, etc.), 2. Arte cluniacense»—En efecto, el siglo xi es siglo de flo-
que sostuvieron siempre activo comercio con La Rochela e In- recimiento económico, político y, sobre todo, religioso y mo-
glaterra. U n a derivación de este camino es el que desde el nacal. La Iglesia se renueva y triunfa con los primeros papas
Ebro, por los desfiladeros de la sierra d e la Demanda (Rioja)', reformadores. Las grandes abadías adquieren una influencia su-
busca la cuenca d'el Duero, para encontrarse con el camino pranacional. El culto divino reclama esplendidez y magnifi-
francés, seguido por las peregrinaciones compostelanas. Esta cencia.
ruta no ha sido citada por los autores, olvidadizos siempre de
cuanto se refiere a España; pero la comprueban! la gran colonia Parece cierto que el arte (románico se impone con anterio-
griega que había en Barcelona, centro a la sazón del comercio LAMPÉREZ, Arquitectura cristiana p. 53-54. Véase del mismo,
1
Historia de la arquitectura cristiana española en la Edad Media
El término "arte románico" comenzó a usarse a principios *• 1,
a
p. 113 y 337.
del siglo xix, al intensificarse el estudio de los idiomas romancea RODOLFO GLABER, Historia sui temporis I H c. 4 "De innova-
y del arte medieval. Fué Mr. de Gerville quien lo propuso en 1825. wone ecclesiarum in toto orbe": ML 142, 659.
338 P. I. DÉ CARLOMAGN0 A GREGORIO VÍI C. 13. ARTE ROMÁNICO 339

ridad a la reforma gregoriana, ptero no> lo es menos que ésta número d e monjes. Ábside triple o quíntuple, según el número
ejerció decisiva influencia sobre su desarrollo y progreso. Es de naves. En torno del principal, o sea circundando la capilla
la fe la que hace que resuciten las artes y. surjan templos de mayor, se prolongan las naves laterales, formando la giróla o
una grandiosidad y un misticismo nunca vistos hasta entonces. deambulatorio, invención muy oportuna en los famosos1 santua-
Los arquitectos se lanzan a resolver los dos grandes problemas: rios en que se guardaban las reliquias de algún santo ilustre,
de construir techumbres de piedra que resistan al incendio y pues los peregrinos que se acercaban) a venerarlas podían, gra-
de dar luces directas a la nave central. Lo primero se resuelve cias a esa galería, circular sin tropiezo. San Martín de Tours
con la bóveda; pero la bóveda de piedra gravita tan pesada- fué el primer templq con giróla.
mente, que exige una construcción más firme en muros y so- La nave central es más alta y ancha que las otras, y su em-
portes, lo cual agrava el segundo problema de la falta de luz. puje viene contrarrestado por las naves laterales, de dos pisos,
A las columnas sustituyen robustas pilastras, y reforzados los el segundo de los cuales forma una especie de arbotante, que
muros con sólidos arbotantes, pueden y a levantarse a.grandes presta su apoyo a la nave central, en tanto qu'e el primero está
alturas y ser perforados com anchas ventanas que iluminen di- reforzado exteriormente por contrafuertes o estribos adheridos
rectamente la nave Central. Gozosa la iglesia de sentirse fuerte al muro; suelen tener forma sencilla prismática, menos en los
y esbelta, quiere anunciarse, como llamando a los que viven ábsides, donde tienen forma de columnas. La oubierta interior
lejos, y alza su flecha de piedra en las torres provistas de cam- es de bóveda d e medio' cañón en la nave central, o bien de aris-
panarios, bien a los lados de la fachada, bien en los extremos ta, cosa más frecuente en las naves laterales. Sobre el crucero
del transepto. Monacal puede decirse, aunque no de una ma- se alza un cimborrio apoyado en cuatro arcos torales, con pe-
nera exclusiva, la arquitectura románica, porque templos y chinas (escuela bizantina) o con trompas (escuela persa), cim-
claustros monasteriales son sus principales monumentos; por- borrio o cúpula, que al exterior aparece a manera de torre po-
que al monacato pertenecen muchos de sus arquitectos; y por- ligonal o de gran linterna. Típico del románico es el pilar com-
que son monjes también los que la difunden por toda Europa. puesto, montado sobre un zócalo cilindrico, pilar compuesto
Los cluniacenses, que son los más eficaces instrumentos del que consiste en una pilastra, a cuyos lados van adosadas sendas
Pontificado en la. reforma eclesiástica, son también los que se semicolumnas d e basa toscana, sobre las cuales cargan los ar-
llevan la palma en la construcción y ornato de los templos. cos; y sus capiteles, variadísimos, de cono truncado o invertido,
Grandes arquitectos fueron el abad Guillermo de Dijón, el abad suelen llevar el acanto corintio con otros motivos vegetales,
Oliva de Ripoll, como también lo fueron otros monjes, verbi- o bien adornos geométricos, animales fabulosos o reales y asun-
gracia, Santo Domingo de Silos, Santo Domingo d e la Calzada, tos simbólicos o históricos, adornos geométricos o entrelazos
San Juan de Ortega. N o son los cluniacenses los creadores de de cintas. Columnas exentas y pareadas se encuentran en los
un arte propio, pero sí los impulsores y propagadores del arte claustros, pórticos y ajimeces. E n la puerta, dos series de co-
que convenía a su vida claustral y litúrgica. Para ellos la finali- lumnas se abren en planos cada vez más salientes, las cuales
dad del arte está en la liturgia. Los grandes templos, en que sostienen otros tantos arcosi concéntricos, formando la portada
las ceremonias pueden desenvolverse con solemnidad; las es- abocinada con molduraje d e más o menos adornos, según la
culturas de tímpanos y de capiteles, que les recuerdan el tema época. Compónese la fachada d e una o tres puertas, de una
de sus meditaciones; las iluminaciones y miniaturas de sus libros serie de ventanas y arcaturas y de un tímpano, bajo el cual se
de rezo; la orfebrería de sus cruces y cálices, todo lo miran abre una ventana circular o rosetón con adornos calados. En
como medio e instrumento para el mayor realce y esplendor del el tímpano. campea la imagen del Salvador, como Juez, con las
culto divino. El intercambio y comunicación que se produce en figuras de los Guatro evangelistas a los lados; en las jambas se
todos los países por obra de las Cruzadas y de las peregrina- alzan ancianos bíblicos, apóstoles o santos, como haciendo
ciones a los más célebres santuarios de la cristiandad es causa guardia de honor al Cristo del tímpano. •
de que se fusionen elementos latinos, orientales y nórdicos y se
generalicen los resultados artísticos. M u y estrechas suelen ser por defuera las ventanas, adorna-
das con colutnnitas que sostienen uno o más arcos; ni faltan
3. Notas distintivas.—Elementos característicos del arte ro- las ventanas geminadas, o partidas en forma de ajimez. La or-
mánico son los siguientes: predomina la planta basilical, mas namentación interior del templo es muy escasa, si bien parece
no rectangular, sino cruciforme, d e cruz latina, con tres naves, que las paredes estaban destinadas a ser decoradas con pintu-
r
a veces cinco, y otra transversal, que es la del transeptum (cru- as, de las cuales existen muy pocas. El exterior, en cambio,
cero), cuyas extremidades o brazos suelen alargarse, quizá por agrada por sus elementos decorativos, no postizos o adicionales,
la necesidad de agrandar el coro y hacerlo capaz para el giran smg intrínsecamente ligados a la estructura del monumento,
340 P. I. ' DE CARLOMAGNO A GREGORIO VJ1 C 13. ARTE ROMÁNICO 341

La forma de los altares tan sólo nos es conocida por las esculturas, se entraba en la inmensa basílica de cinco naves,
miniaturas. Era ordinariamente un cuadrilátero colocado deba- cruzadas—y esto es singular en Francia—por dos transversales,
jo del crucero o del arco de triunfo en la entrada del presbite- que daban a la planta la forma de cruz arquiepiscopal. Esta
rio. La mesa del altar estaba sostenida por una construcción novedad de los dos cruceros se debió al gran númfero de monjes
de ladrillos o por pequeñas columnas y frecuentemente se le de aquella comunidad. El coro tenía 225 sitiales. Sobre el cru-
daba un baño de oro o de plata y se adornaba con esmaltes y cero próximo al santuario se alzaba la torre de .las lámparas;
molduras. Entre los más hermosos frontal'es (aritipendium) de sobre el otro, un cimborrio octogonal. En torno del santuario
oro o de otros metales con piedras preciosas, se, cuentan el de corría la giróla. Dos grandes campanarios 'erguían sus torres a
San Ambrosio de Milán, la Pala d'oro de Venecia y algunos uno y otro lado de la puerta del atrio.
españoles, como los de cobre esmaltado de Santo Domingo de Inglaterra tiene su estilo románico peculiar, derivado del
Silos y otros que se conservan en el museo de Vich. Detrás normando, pero sin ábsides semicirculares ni girólas, pues re-
del altar aparecen desde fines del siglo xi unos relicarios en matan en cabecera plana, y tienen torre cuadrada sobre el cru-
forma de pequeños retablos, que no son obstáGulo para que el cero y ornamentación geométrica.
obispo, sentado en su trono al fondo del ábside, pueda Ver al También otras naciones ostentan rasgos y caracteres propios.
celebrante. Nuevos altares se colocan en las capillas absidales.
5. Románico español,—En España el arte latino-bizantino,
Donde abundan los mármoles, como era Italia, se cubre el del tiempo de los visigodos, con posteriores influencias árabes,
pavimento de piezas policromas de mármol, especialmente pór- iba cuajando en formas típicas, y hubiera llegado a formar un
fido rojo y verde, formando figuras geométricas (opas alexan- estilo románico auténticamente nacional si no hubiera sobreve-
drinum), mosaicos que en los países del N o r t e se sustituyen nido, en los siglos xi y XII, la invasión del románico francés;
con ladrillos pintados de varios colores. Conocidísimas son las esta invasión tuvo lugar primeramente por las peregrinaciones
invectivas de San Bernardo protestando enérgicamente contra a Santiago y luego por la influencia cluniacense en los monas-
los pavimentos que representan figuras d e santos y de ángeles terios españoles y por los casamientos de Alfonso V I y de sus
y que, en vez de incitar a la devoción, se .prestan a irreve- hijas con personajes franceses. N o se suelen distinguir escuelas,
rencias 4 . como en Francia (la de Borgoña, la de Auvernia, Poitou, P e -
4. Principales monumentos románicos.—Los más bellos mo- rigord, normanda, etc.), pero sí grupos, según las regiones de
numentos que nos ofrece el arte románico son: en Italia, la Castilla, Aragón, Galicia, Navarra, Cataluña. E n la catedral de
catedral de Pisa, empezada en 1063; San Miguel de Pavía y Jaca (1054-1075) es dondfe por vez primera cuaja este arte en
San Ambrosio de Milán; en Alemania, las catedrales de M a - toda su grandeza y con plena seguridad de técnica. Consta de
guncia, W o r m s , Spira y la iglesia abacial de María Laach; en tres naves y tres ábsides; pilares cruciformes alternan con
Suecia, la catedral de Lund; en Inglaterra, las catedrales de columnas exentas, con una novedad en los capiteles, qufe son
Durham y Peterborough; en los Países Bajos, Nuestra Señora de varetas o ramaje entretejido, entre el que asoman cabecitas
de Mefestricht y la catedral de Limburgo; en Francia, San de hombres y animales. N o menos extraño al estilo corriente
Cernin (Saturnino), de Toulouse, empezada en 1080, consagra- en Europa es la cúpula sobre trompas, que reducen a octógono
da en 1096, pero cuyas obras continuaban aún en 1140, de un el cuadrado, y cuatro grandes arcos cruzados, que arrancan del
arte emparentado indudablemente con Santiago de Composfela, punto medio de cada lado del octógono, del mismo modo que
con bóveda de medio cañón, sin luz directa; la catedral de An- en lá iglesia mozárabe d e San Millán de la Cogolla.
gulema, comenzada en 1105; Nuestra Señora la Grande, dte Imitación de Jaca es la iglesia de San Martín de Frómis-
Poitiers; Nuestra Señora del Puerto, en Clermont-Ferrand, y ta (1066). E n León construye Fernando I una basílica de estilo
las abadías de Vézelay, Paray-le-Monial y Cluny, asturiano, con influencias borgoñonas, en honor de San Isidoro,
Esta celebérrima abadía de Borgoña, casa matriz de la Or- reedificada con mayor magnificencia por doña Urraca y por
den cluniacense, alcanzó días de esplendor con el abad San Alfonso VII, en la qu'e se notan ciertos andalucismos, como
Hugo, que en 1089 dio comienzo a la iglesia según los planos los arcos angrelados y de herradura; de la primitiva basílica
del monje Gauzón. Había por delante un vasto atrio de tres sólo se puede admirar hoy el espléndido pórtico' real o panteón;
naves, y lufego, por una puerta decorada con exuberancia de la nueva reconstr¡ucción tiene la particularidad de ser el primer
monumento románico español de autor conocido. Petras de
* "TJt quid saltem sanctorum imagines non reveremur, quibus Ustamben.
utique ipsum, quod pedibus conculcatur, scatet pavimehtum? Sae- Pero la culminación del románico dentro y fuera de España
pe'spuitur in ore angelí, saepe alicuius sanctorum facies calcibus
tunditur transeuntium" (Apolog. ad Gulielvwm: ML 182, 914). es la catedral de Santiago de Compostela. "Es el monumento
342 P- I- °E CARLOMAGNO A GREGORIO VII C. 13. ARTE ROMÁNICO 343
/
más extraordinario del arte español en toda la Edad Media y nuó y acabó en los tiempos góticos. En la catedral de Z a m o -
uno de los poquísimos en que queda suspenso el ánimo del vi- ra (1151-1174) puede v'erse la más curiosa cúpula del románico
sitante ante la impresión de obra genial que produce. La inmen- español con influencias bizantinas, reproducida con más esbel-
sidad de su extensión, la esbeltez de sus proporciones, la sabi- tez y más complicado tambor de luces en la catedral vieja de
duría con que se distribuyen los distintos elementos constifcutivo"s, Salanlanca, cúpulas ambas nervadas y gallonadas, a las que
la dulzura d'e la iluminación, matizada en su paso por ventanas flanquean cuatro torrecillas circulares.
y arquerías de tan armónica contextura que muestran como
nota distintiva su clasicismo, eni sentido de moderación exqui- San Pedro de Roda (1022)', la Seo de Urgel (consagrada
sita; la sabia distribución d e los elementos decorativos, la per- en 1040) y Santa María de Ripoll, restaurada modernamente
fección absoluta de la obra... y, en último^ término, la audacia con sus cinco naves y espléndida portada, son, con San Juan
que significa la cantidad inmensa de espacio y de ambiente de las Abadesas (1150), los más conocidos monumentos del r o -
abarcada por el edificio, anonadan a quien entra en él y le re- mánico catalán. Otro tipo románico' de construcción es el de
velan cora toda crudeza que se encuentra en presencia de una planta circular o poligonal, casi siempre con doble recinto con-
de las obras cumbres de la humanidad" 5 . céntrico marcado por columnas. Son edificios de pequeñas di-
mensiones, privativos, según parece, de las Ordenes Militares,
Se comenzó en 1075, en tiempo del obispo Diego Peláez, que atendían a la reconquista y conservación del Santo Sepul-
El Códice Calixtino menciona al magistet muabilis Bernardo cro de Jerusalén. Ejemplos típicos del siglo xn son las iglesias
el Viejo, d e quien dice tenía a su servicio más de cincuenta de Eunate y de Torres del Río, en N a v a r r a .
canteros, que trabajaban a las órdenes inmediatas de un Rot-
berto, tal vez normando. Quien dio el supremo impulso a la 6. Escultura»—En la decoración de las iglesias románicas
obra fué el obispo Diego Gelmírez, varón excepcional bajo mu- juega papel importantísimo la escultura. Además d e los capi-
chos aspectos, en cuyo pontificado se acabó (1128). Su planta teles historiados y llenos de los más variados caprichos de fau-
es de cruz latina, con tres naves en su eje longitudinal, que na y flora—follaje convencional, monstruos legendarios—•, son
mide 100 metros, y otras tres naves transversales de 70 metros, las fachadas y las puertas principales las que ofrecen campo
que forman el crucero. La gran giróla contiene cinco capillas riquísimo al arte del cincel. Pero los artistas románicos no
absidales, y en cada brazo del crucero se abren otras dos ca- saben todavía copiar la naturaleza y se afanan por imitar mo-
pillas de frente. Sobre las naves laterales corre un triforio o delos artificiales, traduciendo ten piedra las pinturas d e los có-
galería; la nave central se cubre con bóveda de medio cañón, dices, .v gr., las iluminaciones de los Beatos, con exceso de
y de arista las laterales. Sus portadas son prodigios del arte, rigidez y hieratismo en las figuras, san dar mucha vida a la
especialmente la de las Platerías, y en la entrada principal, el expresión de los rostros ni naturalidad al plegado de los paños.
maravilloso e insuperable Pórtico de la Gloria, obra del maes- Solamente los orfebres y autores d e dípticos y relicarios acer-
tro Mateo (1168-1188). U n a inscripción grabada en él dice: taron a veces a superar esos defectos. C o n todo, desde media-
"En el año de la Encarnación del Señor 1188, el 1226 de la era dos del siglo XII un soplo de inspiración y d e vida pasa em-
española, en el día de las calendas de abril, fueron colocados belleciendo el tímpano de Sainte-Foy de Conques, con escenas
los dinteles de las puertas principales de la iglesa del bienaven- del juicio final; el d e la abadía de Vézelay, cora el misterio de
turado Santiago por el maestro Mateo, que dirigió la obra des- Pentecostés.
de los fundamentos de dichos portajes". E n la plástica es donde n o tiene rival el arte románico es-
La influencia de Santiago en muchas catedrales es palma- pañol. Bastaría para demostrar este aserto el Pórtico de la
ria, como en las d e Lugo y de T ú y . Gloria, en Compostela, cuyo autor "es un verdadero renacen-
D e gran reciedumbre, y sin elementos decorativos en su tista, que conocía todos los secretos del arte de dar vida y
arte más antigua, es el monasterio d e San Salvador de Leyre, morbidez a la piedra, y que sin duda había estudiado estatuas
E oy en vías de restauración, cuya consagración tuvo lugar
en 1098; es. imponente su grandiosa cripta. Sobresale, en cam-
clásicas en Provenza, en España, en Italia, pero toda esta téc-
nica la aplica a desarrollar una concepción puramente medieval.
bio, por la profusión de adornos, señaladamente por la belleza *¿1. Pórííco de la Gloría es la más grandiosa exposición en pie-
de sus festatuas-columnas, Santa María la Real, de Sangüesa. dra de un concepto teológico" € .
Bellos ejemplares románicos nos ofrece Avila con sus igle- T a n t o la distribución de las 135 figuras en los tres arcos
sias de San Pedro y San Vicente, si bien esta última se conti- del gran Pórtico como su profundo simbolismo teológico, y so-
ore todo la fonma, el gesto, la expresión y la personificación
EMILIO CAMPS, El wrtq roroAnioo en España p. 84. M. DE TJOZOYA, Historia del arte hispánico I, 429.
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orientalismo, quizá por ser moriscos no pocos de sus artífices.


individual de cada una de ellas—apóstoles, profetas, ancianos En la región catalana tenemos otros claustros de singular
del Apocalipsis, escenas bíblicas, etc.—acusan la mano experta valor, v. gr„ el de Santa María de Ripoll, tan admirable como
y segura de un genio creador. En el arco central se representa la espléndida portada d'e su iglesia.
la Iglesia, en el de la derecha la Sinagoga y en el de la izquier- Abundan en el período ¡románico los marfiles, que proba-
da la gentilidad. En medio del tímpano "se halla la figura colo- blemente son el primer núcleo de donde se deriva la escultura
sal del Salvador, como centro al que convergen todas las líneas, románica. D e procedencia bizantina, surgen dos escuelas de
y en ella se ha querido expresar, con idea desconocida hasta arte eborario, una en las orillas del Rhin y otra en Ravena.
entonces, de una manera simultánea, su majestad y su carácter 'Contemporáneamente los talleres árabes de Córdoba y Cuenca
de víctima propiciatoria, representándolo sentado en el trono producen en el siglo x obras maestras. Y esas tres corrientes
y coronado, con expresión vaga e indefinida, al tiempo que influyen en la gran escuela leonesa, que produce obras como el
muestra en extremidades y costado las huellas indelebles de su arca de las reliquias de San Juan Bautista y San Pelayo, deco-
sacrificio, que presenta a la adoración... (En el parteluz) está rada con profusión de oro y piedras preciosas, con las figuras
la figura del Patrón de la iglesia, Santiago Apóstol, sentado de los apóstoles bajo arcos de herradura y efigies del Cordero
en trono, ricamente vestido con manto de plegados menudos, místico, tetramorfos, ángeles, etc.; pero la obra maestra de
que sabiamente se ciñen y revuelven en torno de brazos y pier- aquella escuela es el Cristo donado a la iglesia de San Isidoro
nas, con su noble cabeza barbada mirando fijamente a lo lejos, poír los reyes don Fernando I y doña Sancha. "Es obra que
su mano izquierda apoyada en un báculo de muletilla, símbolo no tiene rival en el arte mundial del siglo xi y que queda señera
de su autoridad, y la derecha sosteniendo un pergamino des- en toda la historia de la escultura universal" 8 .
plegado, en que se lee Misit me Dominas, y coronado con un
Del mismo centro procede la arqueta de las bienaventuran-
nimbo de cobre decorado con once chatones de cristal de roca.
zas, hoy en el Museo Arqueológico Nacional, y el Cristo del
En la parte bajá del mismo pilar, que mira hacia el interior de
Carrizo, hoy en el Museo de León. Algo inferiores en calidad
la iglesia, se esculpió el propio artista, arrodillado y en oración,
artística, aunque de gran sentido realista y d e minuciosa labor,
mirando hacia el altar mayor" 17 .
son los marfiles de San Millán de la Cogoila, restos del arca
Alguna semejanza artística guarda con el Pórtico de la de las reliquias de San Millán, en cuyas tabletas el artista Apa-
Gloria la portada de San Vicente de Avila, con sus figuras de ricio Escolástico nos dejó la vida del santo tal como la narró
Cristo sedente, grupos de apóstoles, el rey David y la Anun- San Braulio. Esa técnica eboraria es pronto traducida a la
ciación, Adoración de los Magos, etc. El maestro que labró piedra.
estas facciones mórbidas y expresivas, esos pliegues ondulantes Las figuras de Cristo en oruz no abundan hasta el siglo xi.
y esos paños que dejan adivinar perfectamente las formas del Los Cristos del siglo x son rarísimos en España. La cruz do-
cuerpo, bien puede ponerse al lado del maestro Mateo, que nada por Ordoño II a Compostela en 911 y a tiene a Cristo.
acaso fué su genial discípulo. Y formando dignamente con ellos Solían siempre representar al Señor con los brazos horizonta-
un. triunvirato de hegemonía artística en el siglo XII, hay que les, los pies separados y sujetos con sendos clavos, corona real
poner al maestro de la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, no de espinas. Los crucifijos llamados majestades, de traza
cuyos apóstoles, adosados por parejas a los fustes d e las co-
lumnas, están esculpidos con tal fervor y delicadeza, que arran-
l izantina, visten túnica con mangas. E n España, a excepción
de Cataluña, n o llevan los crucifijos más que una faja (petizo-
caron al crítico norteamericano Kingsley Porter estas palabras: nium, colobium), v. gr., el del Cid, en la catedral de Salamanca.
" N o hay nada en Toulouse, ni en España (si sacamos Silos), Las Vírgenes del siglo xi tienen al niño sentado sobre las
ni casi en toda Europa, que en su tiempo pueda compararse dos rodillas d e la'madre (Nuestra Señora de Valvanera, Logro-
con las cosas de este maestro". fio) con su mano derecha levantada para bendecir y en' la iz-
El famoso claustro de Silos es un maravilloso museo de quierda el libro de los Evangelios; mientras que las del xu ya
escultura románica, con sus 60 arcadas sostenidas por 136 co- Cernen al niño sobre la rodilla izquierda y. ostentan en su mano
lumnas pareadas, cuyos capiteles historiados ostentan la más arrecha una manzana, v. gr., la Virgen de Arrijaca (Murcia),
variada y caprichosa flora, la más abigarrada, monstruosa y la de Ujué (Navarra.) y la del Puy de Estella.
enigmática fauna en escenas de vivo realismo; juntamente con 7. Pintura,—Con los escultores colaboraron los pintores en
multiplicidad de historias evangélicas del más fino modelado, la misma finalidad de adoctrinar al pueblo por medio del arte
obra de la segunda mitad del siglo xu, impregnada de profundo
' E. CAMPSJ El arte románico en España p. 229-231. Cf. A. LÓ- E3. CAMPS, El arte románico en España p. 32.
PEZ FHRRHIROS, El Pórtico de la Gloria (Santiago 1893).
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religioso y juntos trabajaron con sus gubias y pinceles en com-
gélicas escenas d e caza, elefantes y monstruos d e sabor orien-
pletar el simbolismo d e las iglesias. Desgraciadamente la mayor
tal. D e la pintura catalana nos dicen bastante el ábside de P e -
parte de las pinturas murales románicas han desaparecido. En dret, con una reina que simboliza la Iglesia, y a sus lados las
Italia siguió, como en la Edad Antigua, cultivándose el mo- cinco Vírgenes fatuas y las cinco vírgenes prudentes; las tablas
saico, imitando el arte bizantino; si bien hallamos hermosos pintadas que guarda el M u s e o d e Vich, etc.
frescos en San. Clemente de Roma (siglo xi). E n los demás paí-
ses occidentales al mosaico sustituye a la pintura, que resulta Podríamos recordar aquí, en punto a la decoración, las vi-
un medio de decoración más económico. drieras de los ventanales, cuyas imágenes, como dice la vida d e
San Ludgero, mostraba al pueblo la aurora radiante con su
E n general, la pintura románica es más pobre en invención dedo de luz; vidrieras que dieron fama a los artistas de Rei-
y más hierátiea y severa qu'e la escultura. Se inspira ordina- chenau, d e Monitecasino, d e Colonia; y, finalmente, los esmaltes
riamente en las miniaturas de los pergaminos que circulaban de de Limoges y de otras escuelas, que exornaban los metales
monasterio en monasterio, en aquellas miniaturas o iluminacio- repujados de frontales, relicarios, cruces, arquetas, cálices, por-
nes que ornaban las primeras páginas o los índices d'e los có- tapaces, evangeliarios, etc.
dices, las letras iniciales d e los capítulos y aun las bandas o
franjas d e las páginas. Y a hicimos mención, al tratar d e los
escritorios monacales, de los más importantes códices miniados.
Ese arte de la miniatura procedía de Oriente, pero al lado de
la influencia oriental y bizantina, reflejada en el arte occidental
con acentuado matiz de dureza, hieratismo y rigidez, n o tarda
en manifestarse lo típico y local de cada país, con sus peculia-
ridades características. Los ábsides de las basílicas, los arcos
de triunfo, a veces las bóvedas y los muros se decoraban con
pinturas al fresco, que representaban todavía al Cristo de ma-
jestad, rodeado del tetramorfos y otras escenas bíblicas, per-
sonajes del Antiguo y Nuevo Testamento, o figuras simbólicas
de vicios y virtudes, como las había imaginado Prudencio en
su Psychomachia: Se añaden dibujos geométricos, vegetales es-
tilizados, grecas y cintas quebradas, prevaleciendo la simetría
en toda la composición. Las imágenes se colocan, una junto a
otra, sobre un fondo plano; sin perspectiva, d e color uniforme,
y cuando quieren pintar la naturaleza, lo hacen de un modo
convencional, sin asomo d e realismo. La coloración suel'e ser
enérgica, sin matices, con pocos elementos cromáticos, rojo
vivo, azul cobalto, amarillo intenso.
Pocos restos quedan de la pintura carolinigia. Sabemos que
en San Gall se veía representada la vida y muerte de Nuestro
Señor. Las d e San Sabino de Poitiers son del siglo xn, lo mis-
mo que las d e San Miguel de Hildesheim. E n Freissing se con-
serva la escena del nacimiento; en Centula, un Cristo en cruz;
eni Salzburgo, un David entre cuatro cantores. E n el Panteón
de los Reyes d e León podemos admirar algunas de las mejores
pinturas del arte románico: la santa cenia, el beso de Judas, la
negación d e S a n Pedro, la crucifixión y otros misterios d e la
vida del Señor, sin contar los dibujos d e plantas y animales.
Las pinturas de la Cámara Santa de Oviedo tienen la cabeza
esculpida y el cu'erpo pintado, aunque ya los colores están muy
deteriorados. También lo están en la iglesia mozárabe de San'
Baudilio de Berlanga (Soria), donde se ven con historias evan-

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