Resumen 1 CYE

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Resumen 1

Teología Básica Charles Ryrie

La doctrina de la persona de Cristo es crucial para la fe cristiana. Es básica para la

soteriología, porque si nuestro Señor no es lo que alegó ser, entonces Su expiación fue

deficiente, no un pago suficiente por el pecado. La preexistencia significa que El existió antes

de Su nacimiento. Si Cristo estuvo involucrado en crear, entonces, por supuesto, tuvo que

existir antes de la creación. Él se atribuyó igualdad de naturaleza con Dios (Juan 20:30). El

también afirmó haber tenido gloria junto a Su Padre antes que el mundo fuese. La eternidad

significa no sólo que Cristo existió antes de Su nacimiento o aun antes de la creación, sino

que El existió siempre, eternamente. Si se niega la eternidad, entonces (a) no hay Trinidad, (b)

Cristo no posee la Deidad total, y (c) El mintió. Cristo es la representación exacta de la

naturaleza o esencia de Dios. La posesión de los atributos divinos incluye el de la eternidad.

Cristo se atribuyó eternidad cuando declaró: “Antes que Abraham fuese, YO SOY” (Juan

8:58). La plena declaración de Juan es que Cristo es Dios (Juan 1:1).

El participó en la creación de todas las cosas, y todas las cosas fueron creadas para El,

es decir, para el propósito de llevar a cabo Sus fines en la creación. Cristo sustenta toda la

creación.

El Ángel de Jehová es claramente una manifestación de Jehová, porque El habla como

Dios, se identifica a Sí mismo con Dios, y alega ejercer las prerrogativas de Dios. Muchas

veces actuó como mensajero a varias personas.

Su obra como Mesías requirió la encarnación. escribió que el Verbo se hizo carne

(Juan 1:14). La segunda Persona eterna de la Trinidad tomó la humanidad sobre Sí mismo. Su

humanidad era sin pecado. Isaías predijo la unión de la deidad y la humanidad en Jesucristo.

Él dijo que un niño nacería (una referencia a la humanidad) y que Su carácter sería tal que Él
podría designarse como el Dios Fuerte (el gibbor, una referencia a la Deidad). En este solo

versículo se predicen tanto la humanidad como la Divinidad de nuestro Señor.

En Isaías 7:14, se predijo que el medio de la encarnación sería un nacimiento virginal.

Mateo ve a Cristo como el cumplimiento de Isaías. La encarnación, una vez cumplida, fue un

estado permanente para el Señor. Comenzó en Su nacimiento y continúa (aunque ahora en un

cuerpo de resurrección) para siempre. Mateo asegura que José era el esposo de María, pero

que fue solamente por María que Jesús nació. Jesús nació solamente de María, y no de María

y José. Sirvió como señal de la singularidad de la Persona que nació. Tanto Mateo como

Lucas trazan la genealogía del Hijo nacido de una virgen. Mateo contiene cuarenta y un

nombres escogidos, mientras que Lucas incluye setenta y siete. La lista de Mateo

comúnmente se considera como la línea de José, y la de Lucas, la de María.

La única manera en que el hombre puede ver al Padre es conociendo acerca del Hijo.

Por haberse El hecho hombre, la revelación de Dios se personalizó. La vida terrenal de

nuestro Señor se nos presenta como patrón para nuestras vidas hoy en día.

Sin la encarnación no tuviéramos un Salvador. El pecado requiere la muerte como su

pago. Dios no muere. Así que el Salvador tiene que ser humano para poder morir. Pero la

muerte de un hombre común no pagaría por el pecado eternamente. De modo que el Salvador

también tiene que ser Dios. Necesitamos un Salvador que sea Dios-Hombre y lo tenemos en

nuestro Señor (Hebreos 10:1–10). Satanás tenía que ser derrotado en la arena que el domina,

este mundo. Así que Cristo fue enviado a este mundo para destruir las obras del diablo.

Nuestro Sumo Sacerdote puede entender nuestras debilidades porque Él fue probado como lo

somos nosotros. Pero Dios nunca es probado, así que fue necesario que Dios se hiciera

hombre para ser probado a fin de que fuera un Sacerdote compasivo.


Uno puede describir la persona de Cristo encarnado como completa Deidad y perfecta

humanidad unidas sin mezcla, cambio, división, ni separación en una Persona para siempre.

Jesús posee los atributos que solo Dios tiene, eternidad, omnisciencia, omnipotencia,

omnipresencia, etc. El hace obras que solo Dios puede hacer como: perdonar pecados, dar

vida, y juzgar a toda persona. Él tiene nombres y títulos de la Deidad, Hijo de Dios, Señor y

Dios. Cristo alegó ser Dios. Uno tiene que enfrentar las únicas opciones: o sus atribuciones

eran ciertas o Él era un mentiroso. Y lo que Él se atribuyó fue la Deidad plena y completa, sin

que le faltara ni se le quitara nada, durante Su vida terrenal.

Jesús tuvo un cuerpo humano, tuvo alma y espíritu humanos. Exhibió las

características de un ser humano. Y fue llamado por nombres humanos. La Persona de Cristo

encarnado retuvo el complejo total de atributos divinos y posee todo el complejo de atributos

humanos esenciales en un ser humano perfecto. No hay mezcla de atributos humanos y

divinos, ninguna división n separación en dos personas. Los atributos de ambas naturalezas le

pertenecen a la Persona única sin mezclar las naturalezas o dividir la Persona.

Teología Sistemática Erickson Millard

El estudio de la persona y la obra de Cristo están en el centro mismo de la teología

cristiana. La búsqueda para descubrir cómo era realmente Jesús y lo que hizo viene a

conocerse como la “búsqueda del Jesús histórico.”

“Cristología desde arriba” era la estrategia y la orientación básica de la cristología de

los primeros siglos de la iglesia. También fue, en gran manera, la cristología de la ortodoxia

durante la era pre crítica cuando no se cuestionaba la fiabilidad histórica de las Escrituras.

Tiene algunas características: 1. La base para entender a Cristo no es el Jesús histórico, sino el

kerygma, la proclamación de la iglesia sobre Cristo. 2. En cristología, hay una destacada

preferencia por los escritos de Pablo y del cuarto Evangelio frente a los Evangelios sinópticos.
Porque contienen de forma más explícita interpretaciones teológicas. 3. La fe en Cristo no se

basa en pruebas racionales ni queda legitimada por ellas. No se puede probar científicamente.

Según esta posición, nuestro conocimiento de la deidad de Jesús no se basa en ningún

hecho históricamente probable sobre su vida terrenal. Es una fe basada en la fe de los

apóstoles como se enuncia en el kerygma. A la inversa, la cristología desde abajo es

principalmente tomista. Intenta demostrar el carácter sobrenatural de Cristo partiendo de las

evidencias históricas. En la búsqueda del Jesús histórico, existe la posibilidad de una

cristología genuina. Es posible que la investigación histórica pueda llevar a creer en la deidad

de Jesucristo, como conclusión, no como presuposición de la investigación histórica. Según

Pannenberg, una cristología desde arriba solo es posible desde la posición del mismo Dios, y

no desde la nuestra. Como seres humanos limitados y ligados a la tierra, debemos empezar y

realizar nuestras investigaciones desde la perspectiva humana. Pannenberg construye desde la

vida del hombre Jesús de Nazaret una cristología completa, incluyendo su deidad. Tiene

algunas características: 1. La investigación histórica tras el kerygma del Nuevo Testamento es

a la vez posible y teológicamente necesaria. Es posible descubrir por el testimonio de los

apóstoles las principales características de Jesús. Tal conocimiento de Jesús es necesario. 2.

La historia es unitaria, no dualista. La vida, las enseñanzas y el ministerio de Jesús,

incluyendo su muerte y resurrección, no forman parte de un único tipo de historia distinto de

la historia en general. Para Pannenberg, la historia de Cristo es una con el resto de la historia

del mundo. No se puede separar o aislar de la historia en general. No es necesario acercarse a

ella con un método diferente al que se usa para conocer la historia general. Según Pannenberg,

el éxito de la cristología desde abajo depende del establecimiento de sus contenidos históricos

con certeza objetiva, pero esto es difícil de conseguir. Si los hechos de la cristología son

asuntos de historia genuinamente objetiva, entonces debería ser posible demostrar la divinidad
de Jesús a cualquiera que pregunte de forma objetiva y honesta. No obstante, en la práctica

algunos que examinan las evidencias quedan muy poco convencidos.

Aunque está bien y es bueno decir que asumimos algo por fe, ¿cómo determinamos lo

que debemos aceptar por fe? Sin un referente empírico, el Cristo de la fe, es en cierta manera

irreal y vago. Hemos visto que estas dos posiciones en apariencia mutuamente excluyentes

tienen ciertos puntos fuertes y débiles. ¿Existe alguna manera de unir la cristología desde

abajo con la cristología desde arriba para conservar los mejores elementos de ambas y

minimizar sus problemas? ¿El Cristo kerigmático y el Jesús histórico, la fe y la razón pueden

ir juntos? Los evangélicos se preocupan por retener a ambos. Esta preocupación surge en

parte porque los evangélicos entienden que la revelación es tanto los hechos históricos como

la interpretación que se hace de ellos. Estos son dos medios complementarios y armónicos

mediante los cuales Dios se manifiesta a sí mismo. El Jesús histórico era la confirmación del

Cristo de la fe. En este modelo los dos factores se unen: ni el Jesús histórico solo, ni el Cristo

de la fe solo, sino el Cristo kerigmático como la llave que abre el Jesús histórico, y los hechos

de la vida de Jesús como apoyo para el mensaje de que es el Hijo de Dios. La fe en Cristo nos

conduce a un entendimiento del Jesús de la historia.

Debería señalarse que hay dos razones principales para acercarse a la persona de

Cristo a través de la obra de Cristo. Una es el deseo de una mayor coherencia entre cristología

y soteriología. Es posible tratar la primera de forma aislada de la segunda. Pero no es posible

hablar de lo que Cristo hace en nuestras vidas sin relacionar esa obra con la naturaleza de

Cristo, la cual presupone. La segunda razón es el deseo de demostrar la relevancia de la

doctrina de Cristo. Es difícil para la mayoría de las personas interesarse en la discusión de

ciertos temas sobre la naturaleza de Cristo a menos que vean cómo les afectan.

Al buscar la evidencia bíblica de la deidad de Cristo, empezamos con la percepción

que Jesús tenía de sí mismo. Jesús no proclamó de forma explícita y abierta su deidad. No
dijo textualmente: “Soy Dios.” Lo que encontramos, sin embargo, son afirmaciones que

serían inadecuadas si las hiciera alguien que fuera menos que Dios. Más significativo todavía

son las prerrogativas que Jesús reclamaba. En particular, su afirmación de poder perdonar los

pecados trajo como consecuencia un cargo de blasfemia contra él. Jesús también reclamó

otras prerrogativas. En Mateo 25:31-46 habla de juzgar al mundo. La autoridad que Jesús

reclamaba y ejercitaba se ve también claramente con respecto al sábado. Dios había

establecido que el sábado fuera sagrado (Éx. 20:8-11). Sólo Dios podía derogar o modificar

esta regulación. Está claro que estaba reclamando el derecho de redefinir el estatus del

sábado, un derecho que pertenece sólo a alguien que sea prácticamente igual a Dios. Jesús

también por implicación, por declaración directa y por obras reclamaba tener poder sobre la

vida y la muerte. Jesús vinculó su obra con la del Padre. Como explica Juan: “Por esto los

judíos aún más intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también

decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios”. Cuando examinamos todo el

Nuevo Testamento, encontramos que lo que sus escritores dicen sobre Jesús es totalmente

coherente con lo que Jesús dice y reclama para sí mismo.

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