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Tomás Mariani*
Resumen
En este trabajo procuramos, a partir de la comparación de dos versiones de la
canción Grito santiagueño, comprender las estrategias de intervención de una
referente central y un referente emergente en el folklore argentino de la transición
a la democracia. Se trata de Mercedes Sosa y de Raúl Carnota. La primera graba la
canción en Como un pájaro libre (1982), su primer disco de estudio luego de
volver del exilio. El segundo, autor de la canción, la graba en Suna Rocha/Raúl
Carnota (1983), un disco debut compartido.
Siguiendo el modelo socio discursivo propuesto por Claudio Díaz
(2009/2013/2016) para el folklore planteamos una reconstrucción de las
trayectorias y posiciones de Sosa y Carnota dentro del sistema de relaciones en el
cual participaban al momento de producir cada versión de la canción (que
analizamos como un dispositivo de enunciación particular). La comparación de las
versiones así como las posiciones de quienes las producen y algunas repercusiones
en el campo del folklore, nos permiten afirmar que Sosa funciona como
legitimadora de la propuesta de Carnota, habilitando a este último y su propuesta
de intención renovadora.
Palabras clave: Raúl Carnota – Mercedes Sosa – Grito santiagueño – Modelo
socio-discursivo
Introducción
Durante el último tramo del gobierno dictatorial argentino (1982-1983) las
músicas populares experimentaron cambios fundamentales (Pujol, 2012). El
proceso de la Guerra de Malvinas funciona como desencadenante de la
visibilización y de la habilitación de una gran diversidad de músicas.
Especialmente importante fue la prohibición de música con textos en inglés en
medios masivos, que impulsó en particular al llamado rock nacional. Para el
folklore se abrió una nueva etapa al romperse el silenciamiento de los últimos años
a la zona del campo ligada a la canción militante (Molinero, 2011).
Durante el proceso de transición a la democracia, vuelven a actuar y editar
discos Mercedes Sosa —con un repertorio ampliado— y otros/as referentes
consagrados/as, habilitando y legitimando a su vez producciones de referentes
emergentes con propuestas de intención renovadora (Mariani, 2019a y 2019b).
Entre estos últimos identificamos a Raúl Carnota, autor y compositor de la canción
Grito santiagueño.
Es en gran parte gracias a esta canción que Carnota llega a ocupar un lugar
destacado en el folklore de comienzos de la democracia, logrando, por ejemplo, el
premio revelación del festival de Cosquín junto a Suna Rocha en 1983, la
grabación de un disco por año desde ese momento hasta 1987 y la circulación por
escenarios de distintos lugares del país. En ese proceso tuvo un rol central la
versión incluida en el disco Como un pájaro libre (1982) de Mercedes Sosa, con la
participación del autor y de Rocha.
Claudio Díaz (2009) desarrolló un modelo socio-discursivo que piensa las
producciones musicales como prácticas discursivas dentro de narrativas
identitarias, considerando el lugar relativo, la trayectoria y las opciones
estratégicas que ejerce cada agente social dentro de un sistema de relaciones.
Siguiendo este modelo proponemos un análisis de la canción Grito santiagueño de
Raúl Carnota publicada en el disco Como un pájaro libre (1982) de Mercedes Sosa
y en el disco Suna Rocha/Raúl Carnota (1983) en tanto dispositivos de
enunciación diferenciados en el campo del folklore en la transición a la
democracia.
A partir de esto, las líneas que siguen ponen en contexto el sistema de relaciones
en el cual estaba inmerso Raúl Carnota al momento de la realización del disco en
que incluye esta canción, así como Mercedes Sosa en el suyo, atendiendo a sus
trayectorias y lugares particulares, para luego analizar estos dispositivos de
enunciación en sus aspectos verbal, sonoro-musical, de performance y en las
relaciones de estos aspectos. De este modo pretendemos reconstruir las estrategias
de intervención en el campo del folklore que estos agentes sociales tomaron
1
. Nos interesa en especial aportar a la comprensión de las estrategias de Raúl
Carnota sobre quien no hay trabajos específicos previos. Luego agregaremos
algunas consideraciones sobre las grabaciones de Cantoral (1980), Ariel Ramírez y
Jaime Torres (1984), Los Nocheros de Anta (1983) y Opus Cuatro (1984), así
como interpretaciones en vivo de Mercedes Sosa (1983 y 1984).
Tomamos también como herramientas algunas reflexiones del sociólogo y
crítico musical británico Simon Frith (2014) sobre la canción, en tanto formato
altamente representativo de las músicas populares. En particular aspectos de su
trabajo sobre los textos, la voz, la performance y sus sentidos discursivos.
Trayectorias y posiciones
Mercedes Sosa (1935) acababa de regresar del exilio en 1982, grabando un disco
doble en vivo que la reposicionó como referente central de las músicas populares
del ámbito local. Con conciertos producidos por Daniel Grinbank2 y la
incorporación a su repertorio de canciones del rock nacional y la nueva trova
cubana (Mariani, 2019a).
La vuelta de Mercedes es central en el quiebre del funcionamiento del folklore
durante la dictadura, etapa en la que con estrategias de silenciamiento -sobre todo
de la vertiente militante- y apoyo al tradicionalismo y nacionalismo se había
reafirmando el paradigma clásico (Díaz, 2009).
La inclusión de novedades en su repertorio, tanto del rock como de músicas
latinoamericanas y referentes emergentes del folklore argentino, es una de las
estrategias más destacadas de Mercedes en esta etapa. Logrando, por un lado,
posicionarse como articuladora de varias músicas populares argentinas, y por otro,
legitimar, habilitar y visibilizar una diversidad de propuestas de músicas populares
locales, entre las que se cuentan las de referentes emergentes del folklore (Mariani,
2019b).
Raúl Carnota nació en 1947 en la ciudad de Buenos Aires, se crió en Mar del
Plata y comenzó su trayectoria profesional durante los ‘70 como músico de Adolfo
Ábalos, Los Huanca Hua, Susana Rinaldi, Enrique Llopis, Hamlet Lima Quintana,
Armando Tejada Gómez, Silvia Iriondo y el Cuarteto Sur. Un panorama de
folklore y tango que hace pie tanto en el tradicionalismo como en propuestas
renovadoras y en vertientes militantes3.
Según relata el propio Carnota (s/f), a los 5 años se fue a vivir con su familia a
Mar del Plata producto del traslado de su padre que trabajaba en el Banco Nación.
Durante el tiempo allí aprende de manera autodidacta a tocar bombo legüero y
guitarra entrando en relación con la música criolla (así nombra él al folklore) y el
tango, siendo esas las músicas que escuchaba en la radio. A los 19 años va a
Buenos Aires a estudiar veterinaria, pero a fin de ese año, de visita en Mar del
Plata, tiene un accidente automovilístico grave que le impide seguir con su carrera.
En su relato afirma que en ese momento elige la música como profesión, y a partir
de allí empezó a “trabajar de cualquier cosa y poner la cabeza en la música”
(Carnota, s/f: 8’02’’ a 8’07’’). Al poco tiempo se radica definitivamente en Buenos
Aires4. Durante varios años trabaja como músico, tocando guitarra, bombo y/o
cantando, para proyectos de otras personas (los que nombramos más arriba). Desde
1979 formó su trío con Eduardo Spinassi (piano) y Rodolfo Sánchez (percusión). A
su vez, a partir de 1981 trabajaba con Suna Rocha (1958)5, una cantante cordobesa
que estaba iniciando su carrera profesional en Buenos Aires.
Sin pretender una reconstrucción cabal de la escena porteña del folklore, tomar
algunos datos de esta nos resulta revelador en cuanto al sistema de relaciones en el
cual se movían los agentes que consideramos. Por ejemplo, la revista Folklore,
central en los años del boom, incluyó ya desde mediados de los ‘60 notas sobre
tango, que fueron siendo más frecuentes en los ‘70, y desde 1979 hasta su cierre en
1981 pasó a llamarse Folklore y Tango6. En ese proceso pueden relevarse los
contactos entre variados referentes de ambos géneros musicales, en particular en el
ámbito de la ciudad de Buenos Aires. Por lo cual, los cruces de Carnota con los
referentes antes nombrados se da en ese panorama de relaciones. Por supuesto, la
lista puede ampliarse a otros personajes y otros géneros como el rock7 o el jazz
local por ejemplo.
Por ejemplo, en 1972 Carnota participó del espectáculo conjunto de Horacio
Salgán, Adolfo Ábalos y Mono Villegas llamado El Piano en Tres Dimensiones,
combinando tango, folklore y jazz. A Ábalos lo conoció en Mar del Plata y luego,
ya en Buenos Aires, tocó el bombo con él8. José María Iriondo, padre de Silvia
Iriondo, cantaba en los Huanca Huá desde 1976, grupo por el cuál Carnota tuvo un
paso breve años antes. Enrique Llopis estaba relacionado con los poetas Rafael
Alberti, Elvio Romero, Hamlet Lima Quintana y Armando Tejada Gómez (todos
en vínculo con el Partido Comunista)9. Con los últimos dos Carnota tocó como
guitarrista. Además, Llopis estudió armonía y composición en SADAIC con el
pianista de tango Virgilio Expósito, al igual que Carlos Bergesio de Cantoral. Y fue
este grupo vocal el primero que grabó Grito santiagueño en su disco El canto de
Cantoral (1980). Antes, Ángela Irene grabó Salamanqueando pa mí en su segundo
disco simple de 1977 (el lado B contenía Zamba de los yuyos de los Hermanos
Ábalos).
Es así que Carnota para 1982 tenía ya un trayecto como intérprete en propuestas
de otros artistas en el folklore e incluso era considerado como compositor. Pero no
había accedido a la grabación con proyectos propios. Según relata él mismo
(Carnota, 2009) había entablado amistad con Domingo Cura, por medio de quien
hizo llegar un casete con canciones propias a Mercedes Sosa10. Más tarde, a
mediados de 1982, esta última convoca a Rocha y a Carnota a participar en su
disco Como un Pájaro Libre (1982). Grabaron allí Grito Santiagueño, pero además
Sosa incluye en su L.P. Salamanqueando pa’ mi, también de Carnota. De este
modo se abrió un espacio de desarrollo de sus carreras.
En una entrevista años más tarde Carnota relata:
Reflexiones finales
En línea con los aportes de Frith, Juan Pablo González (2013), además de
considerar que “una canción es una pluralidad de textos” (2013: 108), sugiere que
esa pluralidad se va formando en distintos momentos de la puesta en marcha de la
canción. Considera los tiempos de quien la crea, de quien la canta y de quien la
escucha o baila pero también de quien la reinterpreta, quien la recrea, versiona,
arregla, graba, mezcla o edita, de quien la reescucha y de quien habla sobre ella o
la analiza. Es en este sentido que González considera la canción como un proceso
y no como un objeto. Es así que “una canción tiene existencias parciales o
fragmentadas a través del tiempo, que se nutren unas a otras” (2013: 109). Estas
consideraciones de González nos permiten “tener presente la amplitud del
fenómeno estético y social que converge en una simple canción” (2013: 109) a la
hora de detenernos a analizar algunos aspectos y etapas de esta.
En este artículo abordamos en detalle dos versiones y consideramos los
momentos de otras siete, considerando las estrategias particulares de Sosa y de
Carnota dentro del sistema de relaciones del cual participaban.
Encontramos “disonancia” o “tensión” -para trazar un paralelo con los usos
armónicos- al advertir que hay expectativas respecto del cantautor, y del cantautor
folklorista en especial, que indican que este debe hablar de si mismo, de su yo real.
Carnota enfrenta esa tensión entre persona y personaje de la letra tratando el tema
directamente en la contratapa del disco, agregando así una capa más de sentido. En
el caso de Mercedes es claro que no es santiagueña sin embargo por la autenticidad
construida (una provinciana que triunfa en la capital y en el mundo) y siendo ella
intérprete puede ser “la voz” de las provincias, y puede ser “la voz” de
Latinoamérica.
Las estrategias de Carnota apuntan una entrada a la discusión del campo del
folklore que por un lado rinde tributo a distintas vertientes del género y por otro
habilita nuevos recorridos (que efectivamente luego tomó). En especial, establece
varios puntos de cruce con referentes y usos del grupo La Carpa y músicos
relacionados a este, y también con el Nuevo Cancionero. Estrategias que pueden a
su vez ponerse en relación tanto con el fortalecimiento del paradigma clásico del
folklore durante los años previos de dictadura como con la irrupción de Mercedes
Sosa.
El efecto legitimador que tiene Mercedes Sosa sobre todo lo que canta, como
referente central ya no solo del folklore sino de las músicas populares locales y
latinoamericanas, hace de Grito santiagueño la canción más reconocida y
difundida de Carnota. Las versiones relevadas en esos primeros años por referentes
diversos ratifican esto. En relación a las distintas versiones, la del propio Carnota
aparece como un comentario, un juego musical, una improvisación sobre un
modelo ya conocido. A su vez, es llamativo que no son referentes auto
identificados como santiagueños quienes versionan la canción. Esto está en
relación fundamentalmente con la red de relaciones de Carnota y de Sosa y con las
estrategias que utilizaron.
Se trata de una canción que afirma sobre una tensión agregada al acorde, la
novena, el “yo” del personaje de la letra (“yo soy cantor, vidalero de mi tierra
santiagueña”). Esa tensión está en las dos versiones que consideramos, pero a su
vez recorre distintos aspectos de la producción de Carnota: lo rural, lo urbano37, el
recate, el aporte, las formas tradicionales, los desplazamientos rítmicos, el
Paradigma Clásico, el Nuevo Cancionero, el grupo La Carpa, la proyección, la
tierra, el estudio de grabación, la memoria popular, lo mediatizado, y un largo
etcétera. Estas tensiones o conjunción de estrategias presentes en este dispositivo
de enunciación como pudimos ver responden a una trayectoria, una red de
relaciones y un lugar particular, pero a la vez funcionan como una toma de
posición dentro de las disputas del campo del folklore y dentro del campo más
amplio de las músicas populares argentinas.
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Notas
1
Nuestra concepción de estrategia parte de considerar que el agente social tiene un lugar
relativo y una trayectoria dentro de un sistema de relaciones (en nuestro caso el campo del folklore)
con sus reglas de juego y valor (saberes legitimados, Competencia enciclopédica, Competencia
musical, etc., desigualmente distribuidos), en un espacio/tiempo particular (la transición
democrática argentina). Desde ese lugar ejerce su competencia social, pensada esta como un
proceso de producción de opciones estratégicas, en el cual el agente social realiza una gestión de la
competencia (es decir, que incluimos en nuestra concepción tanto el condicionamiento de la
estructura como la posibilidad de optar entre alternativas del agente social). Es importante advertir
que estas opciones estratégicas no son necesariamente conscientes.
2
Uno de los productores más destacados del rock en Argentina en esos años.
3
Vale destacar, para ilustrar esto, que Adolfo Ábalos era parte de Los Hermanos Ábalos,
grupo central del folklore santiagueño y referente para el campo del folklore desde la década del
‘40, Los Huanca Huá era un grupo que renovó el folklore vocal durante los ‘60, liderado en su
primera etapa por Enrique “Chango” Farías Gómez, Armando Tejada Gómez era uno de los
fundadores y referente central del Movimiento del Nuevo Cancionero.
4
No logramos constatar exáctamente el año pero al menos a partir de 1972, cuando tiene su
primera experiencia profesional junto a Adolfo Ábalos, sin dudas ya estaba en la ciudad capital.
5
Con quien además formaba pareja en esa etapa.
6
El cambio de nombre a Folklore y Tango en a partir del número 299 en noviembre de
1979. Pueden consultarse en línea varios fragmentos de la revista en: http://revistafolklore.com.ar/
(último acceso: 06/09/2019).
7
En varias entrevistas Carnota relata que no solo escuchaba sino que también asistía a
conciertos de rock. Por ejemplo, puede relevarse en Raúl Carnota (2012).
8
Así lo relata en la entrevista del programa 168 Horas Radio que citamos mucho tiempo
después (Carnota, 2012).
9
Además, en 1977 participó y ganó el 1er Gran Premio en el Festival Internacional de la
Canción realizado en Sochi (ex URSS), según comenta en su web personal.
10
La fecha de esa grabación no profesional y de su llegada a Mercedes Sosa no queda clara
en la entrevista. Se notan algunas contradicciones en la memoria que hace Carnota en ese
momento.
11
Salvo la versión de Ramírez y Torres que es completamente instrumental prescindiendo
de voces y letra.
12
Parte A (o estrofas): [I(7) – Vm7 - IVm7-II7 – III ]–[ VI79 – IV7 – III-V7 – I(7) ]-[ VI79
– IV7 – III-V7 – I(7) ]. Parte B (o estribillo): [I(7) – Vm7 - III-IV7 – III ]–[ VI79 – IV7 – III-V7 –
I(7) ]-[ VI79 – IV7 – III-V7 – I(7) ]. Como puede notarse, armónicamente A y B son muy similares.
Introducción e interludio tienen más diferencias, aunque siempre trabajan a partir de fragmentos de
A o B.
13
Usamos la nomenclatura clásica que asigna números romanos para los acordes de una
tonalidad, designando de este modo las funciones de esos acordes en el sistema tonal. Los acordes
más comunes en músicas populares, y en particular en el folklore, son los de tres notas (tríadas),
formados por la primera, la tercera y la quinta nota de la escala en uso. El agregado de una cuarta
nota, la séptima, es de uso común pero no en todos los acordes de una misma tonalidad. Por
ejemplo, agregar una séptima menor sobre un acorde de VI, dentro de una tonalidad menor, es
menos común que agregarla sobre un acorde V. El agregado de una quinta nota, la novena, no es
común en el folklore, aunque hay muchos casos en que se había usado previamente, en particular
dentro de la proyección folklórica, el MNC o músicos ligados al grupo La Carpa como Gustavo
Leguizamón. Por lo cual, la sonoridad del acorde de VI con séptima y novena es poco común en el
folklore.
14
Además, siguiendo a Frith (2014), en general compartimos la experiencia de producir el
sonido de la voz, por lo cual, más allá de las limitaciones para producir exactamente el sonido de
una voz particular, su timbre, su articulación, su entonación, sus duraciones, comprendemos el
mecanismo físico y eso aumenta la capacidad expresiva de la voz para quien canta tanto como para
quien escucha.
15
A su vez, Frith (2014) advierte que en las canciones en realidad suelen usarse muchas
variantes de voz y que incluso la voz de una misma persona cambia en el tiempo. Estos usos y
modificaciones son parte de las elecciones identitarias y las estrategias discursivas.
16
La letra cuenta con dos estrofas más un estribillo en la primera vuelta y dos estrofas más
el mismo estribillo en la segunda.
17
Respecto de “upiay” encuentro consenso en diversas fuentes. Es una palabra quichua que
significa “beber”. Pero “araranti” no aparece en ninguno de los diccionarios quichua-español
consultados. La explicación más significativa que encontré la considera una onomatopeya, una
especie de arenga. Si esto es así puede ponerse en relación con el título de la canción: el grito como
la expresión propia del personaje de la letra.
18
Ramón Chaparro (2011) afirma que en las letras de canciones de folkloristas
santiagueños, desde referentes como Julio Argentino Jeréz, tematizan la nostalgia en dos
instancias: la ida del pago y el regreso que nunca termina de consumarse.
19
Un detalle interesante es que el personaje de la letra dice “me llaman el bandeño”, por lo
cual se da a entender que el personaje no se encuentra en ese momento en La Banda, aunque sí en
un ámbito en que predominan los santiagueños, para quienes alguien originario de La Banda es un
bandeño y no un santiagueño. Agradezco esta observación a uno/a de los/as evaluadores/as de este
artículo.
20
Llama la atención en este sentido que no es retomada por ninguno de estos grupos durante
estos años. Recién en los 2000 se encuentran versiones de referentes identificados con Santiago del
Estero.
21
Canciones tradicionales, del Nuevo Cancionero, relacionadas al grupo La Carpa, autores
de Brasil, María Elena Walsh, Castiñiera de Dios, Víctor Heredia (que fue la gran ausencia en los
conciertos de su vuelta por estar explícitamente censurado) y la canción que da nombre al disco que
había grabado antes y tuvo que dejar fuera de “Serenata para la tierra de uno” (1979).
22
Hijo de Margarita Palacios, cantante de folklore admirada por Mercedes. Él fue arreglador
y músico durante nueve años de Mercedes Sosa.
23
Según relata Carnota, él entregó un casete a Domingo Cura con varias de sus canciones
para que le lleguen a Mercedes Sosa. Ver entrevista disponible al 17/09/2019 en:
https://www.youtube.com/watch?v=QMx9_dEwHtc
24
Siempre pulsando las cuerdas, no hace uso del arco.
25
BPM: Beats Per Minutes, pulsos por minuto. En este caso contando el pulso como negras
en un compás de 3/4 (o 6/8, según como se decida escribir).
26
Como dijimos las estrofas tienen tres frases a, b y la repetición de b, que este caso es una
repetición tanto en término armónicos y melódicos como en el texto. En el estribillo el texto de la
tercera frase es distinto al dela segunda.
27
El “yo” está suavizado respecto del uso porteño pero no tanto como suele escucharse en
otros casos.
28
Un ejemplo cercano y visible es el de Santaolalla, pero para nuestra etapa podemos
considerar a Chango Farías Gómez, Castiñieira de Dios. Cuando escuchamos un grupo producido
artísticamente por Santaolalla esperamos escuchar algo de su voz.
29
Cosa que en otros casos había evitado. Por ejemplo, en la milonga Los Hermanos de
Yupanqui.
30
Aunque seguramente no se haya escrito.
31
Varias de las cuestiones que encontramos en este caso coinciden con los hallazgos de
María Inés López sobre la escena musical de fusión en la Argentina posterior a la apertura
democrática y en particular el uso de la improvisación a partir de modelos en el grupo Músicos
Populares Argentinos (López, 2017).
32
La segunda y tercer estrofa, en la tercera subparte, trabaja con las mismas notas, una vez
en notas ligadas y la otra en staccato.
33
En la cuarta estrofa.
34
Discontinuo en cuanto a la combinación en una misma frase de terceras paralelas y notas
sueltas. Ábalos suele mantener las terceras e incluso agregar la quinta y/o la octava. Resultando así
una melodía muy engrosada. Cristian Accattoli me sugirió que esto se puede atribuir a la formación
de Ábalos, quien tocó principalmente de modo acústico, sin amplificación. Otros referentes como
Ramírez desde momentos tempranos tocaron con amplificación.
35
Además, el propio formato de trío logra un sonido cercano al Manolo Juárez Trío (piano,
guitarra, percusión). Las diferencias también salen a la vista: la importancia de la voz, el texto y el
respeto de las formas tradicionales.
36
La velocidad es de 69 bpm.
37
Es posible analizar esto en siguientes trabajos de Carnota, donde toma esto directamente
como tema, en particular en su disco Entre la ciudad y el campo (1987).